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Argumentación

Valdés, G. & Vidal, M.


Apunte Docente
Semana 5
Argumentación
El discurso argumentativo

En la vida cotidiana, nos relacionamos con las demás personas con distintas finalidades. Algunas veces
contamos historias; otras, entregamos información y describimos entornos, personas y objetos; y, en ocasiones,
pretendemos influir en quienes nos rodean para lograr que realicen alguna acción o compartan alguna idea. En
este último caso, estamos utilizando discursos argumentativos.

Como mencionamos, los discursos argumentativos buscan, a través de bases sólidas, que un interlocutor
comparta un punto de vista o ejecute alguna acción. En los ámbitos laboral y académico, este tipo de discurso es
fundamental para compartir ideas, discutir opiniones e, incluso, destacar aspectos relevantes de un proyecto
que se pretende implementar.

Un discurso argumentativo puede tener como objetivo persuadir o disuadir a quien escucha. Persuadir implica
lograr que el interlocutor realice alguna acción o comparta una idea; por el contrario, al disuadir se pretende que
el receptor, no lleve a cabo alguna actividad o no adhiera a determinada idea.

Las denominadas “bases sólidas” que sustentan el discurso argumentativo se denominan “argumentos”. Los
argumentos son construcciones discursivas que respaldan la idea que se busca defender de una manera lógico-
racional, y no emotiva ni afectiva. Por ejemplo, para defender la idea “El automóvil X es el mejor del mercado” se
entiende como argumento que “tiene el mejor rendimiento del mercado”, pero no opiniones personales como
“porque es más bonito”.

Cuando una idea se busca sostener sobre la base de información falsa, manipulada o que apela a lo sentimental
o emotivo, no se considera como argumento, sino como falacia. Las falacias son un mecanismo poco ético y
socialmente sancionado de “ganar” una discusión o convencer a un interlocutor, pues atentan contra principios
éticos básicos como el respeto y la verdad.

Estructura del discurso argumentativo

Un discurso argumentativo debe considerar cuatro partes fundamentales: tesis, bases, garantía y respaldo.

1) En palabras sencillas, la tesis es la idea que se busca defender. Debe ser siempre polémica, es decir, que
puede tener más de una respuesta posible.
2) Las bases son los argumentos, es decir, las ideas que permiten sostener la tesis.
3) Las garantías permiten relacionar las bases con la finalidad de validar su uso.
4) Los respaldos son datos, generalmente estadísticos o bibliográficos, que permiten entregar confiabilidad
a los argumentos.
Este tema, es posible explicarlo con un ejemplo:

Tesis: Australia es el país con mayor calidad de vida en el mundo.


Bases: Sus habitantes son los más felices.
Garantía: La felicidad de los habitantes de un país es el indicador más significativo al medir calidad de vida.
Respaldo: La OCDE realizó a fines del año 2013 un ranking con la calidad de vida de los países, el que está
liderado por Australia.

Argumento y falacia

Como mencionamos anteriormente, un argumento debe sostener la validez de una tesis de manera lógico-
racional. Para hacerlo, es posible recurrir a autoridades válidas y confiables en algún área (el Colegio Médico en
temas de salud, por ejemplo), a fuentes actualizadas (últimas investigaciones en un área) y aspectos relevantes
acerca del tema abordado (en el caso de la calidad de vida, la felicidad es un aspecto fundamental).

Por su parte, una falacia trasgrede estas reglas básicas con la finalidad de disuadir o persuadir al interlocutor. Se
recurre a la falsa autoridad, a investigaciones o datos que son los más recientes o a aspectos emotivos o
efectivos. Tratar de convencer a otro a través de manipulación emocional es un claro ejemplo de falacia
argumentativa.

Argumentar para dar valor

La argumentación no sólo se utiliza para “ganar” discusiones, sino también para destacar aspectos relevantes de
un proyecto, idea o producto, con la finalidad de destacar su valor y subrayar sus bondades. En el área de la
ingeniería, por ejemplo, muchas veces será necesario presentar un proyecto para obtener fondos y, en este caso,
no basta con “describir” las secciones de ésta, sino que se deben evidenciar las principales bondades del trabajo.

Cabe destacar, por tanto, que “dar valor” a un producto no depende de las características intrínsecas de éste,
sino que de la solidez con que se argumentan sus bondades y se presentan a los interlocutores.

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