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PORTAFOLIO

Prácticum II

Sofía Gómez Manntz


Estudiante: Grado en Educación Primaria, 3ºB
Facultad Ciencias de la Educación, Málaga, 11/04/2016
Índice

Introducción .................................................................................................................... 2

Contextualización del centro ......................................................................................... 2

Bilingüismo ...................................................................................................................... 3

Metodología ..................................................................................................................... 6

Resolución de conflictos en el aula .............................................................................. 10

Relación entre el tutor y el alumno en prácticas........................................................ 12

Conclusión ..................................................................................................................... 13

Bibliografia .................................................................................................................... 15

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Introducción
En este portafolio se van a tratar diferentes aspectos educativos que me han llamado la
atención durante las cuatro semanas de prácticas en el C.E.I.P. Bilingüe “Doctor
Fleming” de Málaga y que considero importante tratar y tener en cuenta para nuestra
futura labor como docentes. Estos tópicos van a ser tratados desde la experiencia
personal, incluyendo reflexiones propias y algunas citas e información de expertos y
profesionales en la materia.

Para comenzar haré una contextualización del centro para poder situar el entorno y las
circunstancias en las que se encuentra el colegio.

Dado que es un centro bilingüe y estoy cursando la mención de inglés, me centraré en


tratar aspectos relacionados con el bilingüismo, así como la metodología que se lleva a
cabo en el centro, tanto en las clases bilingües como en las que no. Dentro de este
apartado me centraré en hablar concretamente en el uso del libro en el aula y las
consecuencias que conlleva, como la falta de motivación.

También incluiré un pequeño apartado para tratar brevemente cómo se resuelven los
conflictos en el centro de manera que pueda compararlo con el centro Nuestra Señora de
Gracia.

Por último, dada mi experiencia personal en este centro también incluiré una reflexión
sobre las relaciones que se establecen entre el tutor y el alumno en prácticas y en
definitiva sobre mi punto de vista acerca de cómo es el trato que recibí como maestra en
prácticas.

Contextualización del centro


El centro está ubicado en la zona malagueña de Cruz de Humilladero y que por lo tanto
acoge en su mayoría a alumnos procedentes del barrio o de alrededores. El colegio
posee dos líneas completas, de manera que hay seis clases para la etapa de Educación
Infantil y doce clases para la etapa de Educación Primaria. Además, cuenta con un aula
de pedagogía terapéutica, conocida como PT y otra de audición y lenguaje.

En cuanto al profesorado cuentan con siete profesoras especializadas en educación


infantil y otra especialista en inglés.

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En educación primaria hay nueve profesoras y cinco profesores integrantes del proyecto
bilingüe en lengua inglesa. Además, hay otros tres especialistas en esta lengua que
imparten la asignatura de inglés, educación física y educación musical.

En cuanto a profesores comunes a infantil y primaria cuentan con una profesora de


pedagogía terapéutica, otra de audición y lenguaje y dos profesores de religión católica.

Además de ellos cuentan con personal no docente como la orientadora educativa,


auxiliares nativas de inglés, monitores, etc.

En cuanto a la forma de trabajar es un colegio centrado en fortalecer la convivencia en


el mismo, atendiendo a la diversidad y fomentando la integración de todos y cada uno
de los alumnos. Son conscientes del entorno en el que viven y la realidad social
existente por lo que tienen el enorme trabajo de intentar obtener buenas relaciones entre
los alumnos y de inculcar valores sociales además de los contenidos académicos.

Además el centro cuenta con una gran cantidad de niños procedentes de etnias gitanas y
también niños de otros países como pueden ser árabes, aunque en su gran mayoría son
alumnos y alumnas procedentes de Málaga.

El motivo principal por el que escogí hacer las prácticas en este centro es porque es
bilingüe y quería ver cómo se trabajaba en este tipo de centros. Además, como ya había
estado en 1º de carrera haciendo las asignaturas de didáctica y organización en el Gracia
y en 2º hice mis prácticas allí también, quería conocer el funcionamiento de otro tipo de
colegio que no trabajara por proyectos para ver cómo es la metodología que usan.

Bilingüismo
Como bien he dicho anteriormente, este centro es bilingüe, lo que quiere decir que
dependiendo del nivel que sea, ciertas materias se imparten en inglés. En este caso el
centro se encuentra en un nivel intermedio, ya que se enseña hasta un 50% del currículo
en inglés, impartiendo además de la propia asignatura de inglés, las materias de ciencias
naturales y sociales, educación física y educación artística. Estas asignaturas serán
impartidas obviamente por profesores que tienen como mínimo un nivel B2 en el
idioma especificado.

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Para que un centro sea bilingüe debe solicitar autorización a la conserjería de educación
y si reúnen los requisitos, que es que dispongan de profesorado capacitado para ello,
pueden comenzar a impartir enseñanza bilingüe de primaria en adelante.

Existen múltiples metodologías para la enseñanza bilingüe aunque el que propone en


nuestro caso la junta de Andalucía para el proyecto bilingüe es la AICLE (Aprendizaje
Integrado de Contenidos y Lengua Extranjera).

El Aprendizaje Integrado de Contenido y Lengua (AICLE) es un término genérico y se


refiere a cualquier situación educativa en la que una lengua adicional –y,
consecuentemente no la más frecuentemente utilizada en el contexto– se usa para la
enseñanza de asignaturas diferentes a la lengua. (Marsh and Langé, 2000, p .3)

Es decir, hablamos de una enseñanza de la lengua en la que el alumno la adquiere de


forma natural, haciéndolo capaz de resolver los problemas que se le planteen en esa
lengua. Esto implica un trabajo libre pero cooperativo tanto con alumnos y profesores y
requiere un gran uso de diferentes recursos necesarios para el aprendizaje.

Requiere el diseño de actividades divertidas, que motiven al alumno a aprender en esa


lengua, requiere que el alumno hable, cree y exprese. Se trata de que el alumno
construya su propio conocimiento con la ayuda de un guía, en este caso el docente.

Ni que decir tiene que lo que se premia en este caso no es el dominio de la lengua en sí,
sino la capacidad para desenvolverse en ella en las diferentes áreas y sobre todo,
predomina el aprendizaje oral de la lengua frente a lo gramático.

Como es lógico, cada profesor tiene su propia metodología y su forma de enseñar, que
puede variar de esta o no, pero de alguna manera el proyecto bilingüe implica todo esto
dicho hasta ahora que recoge este método.

En mi experiencia en las prácticas de este centro se podría decir que no he visto ni una
pincelada de bilingüismo. Las asignaturas que supuestamente se trataban en inglés eran
impartidas en español, con la excusa de que si los alumnos tienen dificultades para
entender los contenidos en español, tendrían en doble de dificultades para entenderlas
en inglés y eso retrasaría el ritmo del curso.

Lorenzo (2015) abordó que “se defendía que el aprendizaje de una segunda lengua
causaba pérdida de habilidades en la primera y que existían retrasos en el desarrollo

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cognitivo de los niños bilingües en comparación con los monolingües. Sin embargo, el
rumbo de las investigaciones actuales ha permitido cambiar el estado de la cuestión.”

Y como bien dijo, algo así es lo que ocurría en este centro. De alguna manera se culpa a
la incapacidad de dar los contenidos en inglés a los propios alumnos por el simple hecho
de que, supuestamente, se retrasa el curso, lo que para ellos implica un retraso en su
aprendizaje.

Además, teniendo en cuenta esto, resulta ser algo deshonrando por parte del colegio que
se oferte como centro bilingüe si luego no se va a cumplir con ello, siendo el equipo
directivo consciente de que las asignaturas no se están impartiendo en inglés.

En mi opinión todo es cuestión de saber hacer. En las clases en las que he estado,
contábamos con niños sin ningún tipo de dificultad, capaces perfectamente de seguir el
proyecto bilingüe, lo cual me hace pensar que quizás es que los profesores no pusieron
el suficiente empeño en hacerlo posible. Existen diversidad de medios, de recursos, de
formas de enseñar un mismo contenido y en este caso el centro podía disponer de todas
ellas, siempre y cuando el profesorado estuviera formado para ello.

En primaria es cuando los niños tienen la mayor plasticidad en sus cerebros para
aprender y aprendiendo en el bilingüismo es una muy buena forma de aprovecharlo,
teniendo en cuenta que cada vez vivimos en un mundo más globalizado.

Con esto no se pretende que los niños aprendan menos o que se retrase su desarrollo,
simplemente que el aprendizaje que adquieran sea real, constructivo y que se consiga en
dos lenguas distintas. Está claro que hay que adaptarse al nivel de los alumnos, pero
adaptarse no significa dejar de hacer algo, sino adecuarlo a sus necesidades. Puede
impartirse en español haciendo pequeñas investigaciones en inglés, pueden tratar de
buscar entre ellos información sobre el tema, existen múltiples maneras en las que se
puede trabajar en inglés de manera transversal a las demás materias sin pisarse unas a
las otras. Se trata de aprender las nociones básicas de la lengua que les va a permitir en
un futuro, desenvolverse en su día a día.

Lo que habría que cuestionarse aquí entonces es: ¿Es el proyecto bilingüe un fracaso?
¿Hablamos de falta de tiempo o de una metodología inadecuada?

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Como dice Lorenzo (2015) “El bilingüismo es un fenómeno que suscita diversas
incógnitas, que aún a día de hoy permanecen sin resolver.”

En definitiva, el bilingüismo es un fenómeno positivo que favorece el desarrollo


cognitivo y que no implica ninguna carencia respecto a los monolingües. Es preciso
desterrar prejuicios y fomentar la educación en segundas o terceras lenguas. Si ya de por
sí el hecho de hablar una lengua es un una habilidad sorprendente del ser humano,
manejar dos constituye una muestra del gran potencial comunicativo y lingüístico de
nuestro cerebro. (Lorenzo, 2015)

No obstante, sabemos que es posible porque sabemos que existen escuelas que lo
consiguen y que educan a niños en ambas lenguas sin ningún tipo de desnivel con
respecto a las demás materias, por lo que podemos ver que sí se puede y que lo que se
necesita es motivación, ganas y recursos adecuados para ello.

Metodología
Sin embargo, cuando hablo de motivación, ganas y recursos no me refiero solo al inglés,
sino en general. En mi caso el año pasado estuve en el centro Nuestra Señora de Gracia,
un centro que trabaja por proyectos y en el cual la mayoría de sus alumnos tienen
dificultades económicas y vienen de familias desestructuradas, por lo que la labor
docente además de ser la de impartir contenidos académicos era la de motivar a un
alumnado que no lo estaba, de no tirar la toalla y de sacar adelante al mayor número de
alumnos posibles, un centro con espíritu luchador.

En estas prácticas me he encontrado un centro en el que se sigue el libro y en el que,


aunque algún niño pueda tener algún problema económico, la mayoría de ellos vienen
de familias sin ningún tipo de problema.

Los días se convierten en rutinas marcadas, en las que se abre el libro por la página que
corresponde, se lee la lección, se explica en caso de duda y luego se mandan los
correspondientes ejercicios de la página. Esto se repite día tras día.

La mayoría de las escuelas ponen la excusa de que usando el libro te aseguras de


cumplir con todos los requisitos del currículum educativo y que por lo tanto es el mejor
material para impartir las clases. Sin embargo, ¿dónde queda adaptarse a las necesidades
de los alumnos?, ¿dónde queda la innovación?

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El libro de texto, en estos últimos veinte años se ha convertido en objeto de polémica,
de cuestionamiento y rechazo por parte de muchos profesionales de la enseñanza —
sobre todo, desde colectivos pedagógicos progresistas e innovadores— […] A pesar de
ello, el texto escolar sigue siendo el medio de enseñanza hegemónico y predominante en
gran parte de las escuelas del mundo occidental. Ni siquiera las denominadas nuevas
tecnologías —vídeos, ordenadores y demás equipos multimedia— tan extendidas y
utilizadas en la vida laboral, social y cotidiana, han podido desbancar, o cuando menos,
equipararse en la frecuencia de uso en las aulas con los textos escolares. (Güemes,
1994)

Hoy en día vivimos en una sociedad que está sufriendo una continua evolución
tecnológica que podría dar lugar a una gran cantidad de materiales y actividades
innovadoras y creativas para la educación. Y no son solo las tecnologías, desde antes de
que irrumpieran pisando fuerte en nuestras vidas ya se contaba con una gran cantidad de
nuevos modelos pedagógicos que cumplían con los requisitos de la ley pero que se
impartían de una manera original, saliendo de la rutina diaria y construyendo poco a
poco el aprendizaje de los niños.

Por lo tanto, un cambio en la sociedad también requiere un cambio en la educación. Las


escuelas necesitan una innovación que deje atrás una metodología básica y tradicional.

Como dice Antúnez (1993) “las soluciones viejas suelen servir muy poco para las
situaciones nuevas.”

Aparte del uso del libro que en mi opinión empieza a ser algo antiguo y aburrido,
constantemente los maestros siguen haciendo uso de soluciones y remedios de hace
muchos años atrás, que lo único que consiguen es estancar la educación en el estado que
está actualmente.

Algunos autores incluso hablan de la desprofesionalización a causa del uso de los libros.

La desprofesionalización implica ejercer el control desde fuera del ámbito de los que
realizan la práctica. Los profesores no son dueños de su práctica ni tienen autonomía
porque no son los únicos agentes en su configuración (Gimeno, 1988, 185).

Es decir, las escuelas, y más concretamente los profesores están condicionados por los
libros hasta el punto de sentir que no tienen el deber o la libertad de enseñar los

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contenidos de una manera propia, exclusiva de cada uno de nosotros. No obstante, es
necesario que todos seamos conscientes de que como maestros contamos con la total
libertad de enseñar cómo queramos, pensando siempre en el bienestar de nuestros
alumnos. Sí es cierto que nos dan un guión de contenidos que tenemos que impartir, que
nadie nos puede quitar el derecho a enseñarlo de la mejor manera posible.

Y ya no hablamos solo de nuestro derecho a enseñar como queramos, sino del derecho
que tienen nuestros alumnos y alumnas de recibir una educación de la mejor calidad
posible. Está en nuestras manos aprender cada día más, formarnos de la mejor manera
posible, dejar atrás ciertas comodidades para adentrarnos en proyectos nuevos e
innovadores para ayudarles a aprender a ellos más y mejor.

Y raíz de esto, algo que me llamó mucho la atención es que los maestros se sorprendían
de las “pocas ganas de trabajar de los niños”. Yo pienso que es cuestión de preguntarse,
¿de verdad estos niños tienen alguna motivación para querer aprender?

Como bien expresa Dörnyei (2008), “la motivación está relacionada con un aspecto
básico de la mente humana y la mayoría de los profesores e investigadores estarían de
acuerdo en que desempeña un papel fundamental en el éxito o fracaso de cualquier
situación de aprendizaje.”

Creo que cualquiera como docente debe tener claro que la motivación es lo básico que
necesitan los alumnos para aprender y es algo que los profesores tenemos que conseguir
por ellos, ya que no podemos pretender que todos vengan motivados de casa.

“La motivación es, sin lugar a dudas, la cuestión más compleja y el mayor reto al que se
enfrentan los profesores en la actualidad.” Scheidecker y Freeman (1999:116)

La motivación tiene que ver con múltiples factores, entre ellos algunos estrechamente
relacionados con el profesor. De esta manera nosotros influimos a nuestros alumnos con
nuestra forma de ser, con nuestra forma de actuar en el aula. Ni que decir tiene que es
imprescindible crear y mantener un clima en el aula que fomente el trabajo y el respeto
entre alumnos y profesores. De igual manera tenemos que ser conscientes de qué
esperamos de nuestros alumnos y cómo pretendemos que lo consigan.

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Me parece totalmente comprensible que si un niño llega cada día de su casa y se sienta
de 9:00 a 14:00 en una silla delante de un libro no se sienta motivado en absoluto por
estar allí porque se aburre.

Como niños que son, necesitan movimiento, necesitan juego, necesitan divertirse
mientras aprenden, cosa que es posible. No se trata de hacer de la escuela un circo, ni
siquiera de dejar de utilizar el libro, pero puede usarse como guía para saber qué
contenidos tenemos que impartir y tú, como docente, tienes todas las posibilidades del
mundo de enseñarlos de la manera más conveniente posible.

Por supuesto, está motivación también está vinculada a los resultados que obtienen los
alumnos de su trabajo. En este centro al terminar un tema automáticamente se hace un
examen, y ellos se estudian el tema y luego los examinan. En solo cuatro semanas que
he estado en el centro he visto a más de un alumno llorando porque en un examen tiene
un 4 o un 5, alumnos que son trabajadores, y es que cualquier niño puede tener la
presión del examen o tener un mal día y ya automáticamente se le adjudica una mala
calificación y aunque el profesor no lo vea, para ellos eso es un gran peso que se llevan
encima.

Me gustaría recalcar una frase de Claudio Naranjo (2011) en la cual dice que “si se
calculara el precio de la infelicidad que se crea, se vería lo antieconómica que es nuestra
educación.”

La escuela no puede ser un espacio donde se presione al niño o donde se vea obligado a
estudiarse algo porque tiene que aprobar un examen, porque eso no es aprendizaje, eso
es memorización. Los exámenes no son más que una fuente de frustración y de temor
hacia la escuela. He podido ver día a día como niños no asisten un día al colegio porque
saben que tienen un examen.

Como maestros vamos a ser conscientes en todo momento de lo que nuestros alumnos
saben y de lo que no, de lo que aprenden, de cuáles son sus dificultades. El maestro que
conoce a sus alumnos no necesita de un examen para evaluar sus conocimientos, ya que
ha participado en su aprendizaje y sabe perfectamente cómo van sus alumnos.

Es necesario evaluar a los alumnos a través de lo que hacen, ya que haciendo, buscando,
investigando y creando es la mejor forma de aprender algo nuevo. En mi opinión,
quitando los exámenes como forma de evaluación la motivación de los niños por ir a la

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escuela y por aprender sería mucho mayor, ya que no tienen ningún factor que los
presione a tener que alcanzar una nota.

Los niños pasan la mayor parte de su infancia en la escuela y no se puede permitir que
se haga de esta un lugar incómodo y al que los niños no desean ir. Al contrario, debe ser
un lugar de motivación, una fuente de información y conocimiento, un lugar en el que
aprender valores y actitudes para la vida.

Gracias a las prácticas nos damos cuenta a veces de cómo queremos ser como docentes
pero también vemos cómo no queremos ser nunca. Al menos por mi parte, en la
universidad y en nuestra carrera, recibimos una formación en la que siempre se nos ha
remarcado que debemos enseñar construyendo un aprendizaje sobre los conocimientos
que ya tiene el alumno, ayudándole a que construya el su propio conocimiento, que
descubra por sí mismo. Nosotros no somos más que guías, ayudantes para resolver sus
dudas pero nunca para cuestionar sus inquietudes.

Lo que dice un profesor nunca es una verdad universal, y lo que dice un libro de texto
mucho menos. Por lo tanto, es necesario que la educación sea realmente lo que debe
ser, que los alumnos aprendan de manera constructiva en una comunidad de
aprendizaje, fomentando la motivación y las ganas de aprender que cómo hemos visto
es la base para que se produzca el aprendizaje, ya que si tenemos alumnos motivados en
el aula, tenemos alumnos con ganas de aprender y no hay nada que absorba más saberes
que un niño con los cinco sentidos en alerta y la mente abierta a conocimientos nuevos.

Resolución de conflictos en el aula


Como en cualquier aula de primaria, me he encontrado con alumnos con características
distintas unos de otros. Entre ellos, en dos de las clases de las cuatro a las que he
asistido, había un alumno en cada una de ellas que era más conflictivo que los demás,
más desafiante, dando lugar a conductas negativas en clase.

Los métodos para solucionar este problema en el centro era ponerles partes que se iban
acumulando sin producir ningún cambio en el alumno, además de castigarles sin las
respectivas actividades extraescolares que estuvieran programadas.

Este es un tema del que pude aprender mucho en el anterior centro de prácticas, donde
la mayoría de los alumnos tenían tendencia a ser más conflictivos por sus situaciones

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personales, que de alguna manera descargaban esa ira o incomprensión en el centro.
Como ya es algo que traté en el portafolio anterior no he querido repetirme, pero sí me
gustaría mencionarlo porque gracias a ello he podido aplicar algo que aprendí en el
prácticum anterior.

El punto a tratar es que la única solución como he dicho, es decirles que se callen y que
se comporten y cuando esto no hace efecto se les pone un parte y se les manda al
director. Como es lógico, al día siguiente estos alumnos vuelven a tener el mismo
comportamiento, ya que no ha habido ningún incentivo que les haga cambiar esto, sino
que al contrario, normalmente intentan llamar más todavía la atención.

Sin embargo, como dice Vaello Orts (2003) “el conflicto puede ser una magnífica
oportunidad para resolver de forma creativa y formativa un problema mediante el
esfuerzo conjunto del profesor y los alumnos, pues la consecución de una solución
satisfactoria genera efectos gratificantes para todos: mejora la satisfacción del profesor
y ayuda al alumno a crecer en su desarrollo moral y personal.”

Y así es. Para estos alumnos, el hecho de que los expulses de clase o los pongas en una
esquina mirando la pared a veces supone enriquecer su ego, porque han conseguido
llamar tu atención y la de todos y en definitiva, consiguen su propósito.

Sin embargo, basándome en mi experiencia anterior, comencé a tratar a estos niños con
mucho cariño, hablándoles con tranquilidad y respeto y pude notar como su
comportamiento conmigo cambiaba de forma radical. Nunca me he tenido que ver en la
obligación de regañarles porque nunca me han contestado mal ni me han faltado al
respeto, al contrario, ellos mismos me buscaban para hablar y estar conmigo. A veces
hablaba con ellos les preguntaba qué habían hecho esa mañana antes de venir al colegio,
cómo les iba el día, y muchas veces me contaban que se sentían estresados, agobiados o
que no tenían ganas de estar allí.

Me llamó mucho la atención que ni su propia tutora ni el director se molestaran en


hablar con ellos y en intentar solucionar el problema de manera cooperativa, alumno y
profesor. Así que una vez más he podido comprobar que como maestros tenemos que
ponernos en la piel de nuestros alumnos para tratar de solucionar problemas. Los
conflictos no se resuelven haciendo oídos sordos a ellos y echándolos a un lado, sino
que hay que meterse de lleno en ellos para buscar la solución.

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Se trata de mostrar una actitud empática, mostrarnos abiertos a dialogar y que el alumno
sea consciente de que estás dispuesto a ayudarle a mejorar. Reforzar y premiar los
buenos comportamientos en lugar de únicamente castigar los malos da lugar a mejoras
notables. Un maestro no es una figura de piedra que se coloca ante una clase de 25
niños. Es una persona que establece relaciones profundas con sus alumnos que van
mucho más allá de transmitir conceptos académicos.

Poner un parte te resuelve el problema en un momento determinado, pero si se trabaja


con el alumno en mejorar su comportamiento, conseguiremos eliminar el problema de
raíz y evitaremos que vuelva a brotar.

Porque como dice Vaello Orts (2003) “Cuando se actúa para cambiar una conducta, se
revuelve un problema; cuando se consigue cambiar un rumbo negativo, se resuelven
muchos.”

Relación entre el tutor y el alumno en prácticas


Por último me gustaría hablar de algo que no está estrechamente relacionado con
ninguna asignatura ni con el aprendizaje de los alumnos en sí y se trata de la relación
que se establece entre el tutor asignado y el alumno que está de prácticas.

Como bien sabemos, los tutores que admiten prácticos en sus aulas son porque lo
solicitan y están de acuerdo con ello, por lo cual resulta lógico estén contentos con ellos
cuando vienen.

El año pasado en mis prácticas en Nuestra Señora de Gracia tuve la suerte de aprender
de esta experiencia junto a una maestra que me daba oportunidades dentro del aula, me
integraba como una maestra más en el centro y me explicaba todo cuanto hacían,
proyectos anteriores, el origen del centro, de dónde viene el profesorado, etc. Teniendo
en cuenta las características de aquel centro, siempre me aconsejaba sobre cómo tratar
con ese tipo de alumnos y que actuara siempre que fuera necesario y no dejara que los
alumnos se impusieran.

Sin embargo, en el Doctor Fleming la experiencia ha sido totalmente contraria. Desde el


primer momento se me ha dejado en un papel “secundario” en el instante en el que
adopte mi sitio sentada al lado de la maestra, en el cual he estado las cuatro semanas de

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prácticas. En ningún momento me contaba sobre el funcionamiento de la escuela, sobre
nuestros alumnos en concreto, cómo son, qué necesidades tienen.

También es cierto que la metodología usada y la dinámica de las clases no dejaban lugar
a mi participación a no ser que fuera expresamente para dar una lección. No obstante, he
de decir que finalmente no le propuse dar ninguna clase porque simplemente no me
sentía cómoda en el centro, aunque lamentablemente los alumnos no tengan nada que
ver con eso y muchos de ellos me pedían que les diera yo las clases.

Me parecía importante incluir este punto en el portafolio porque para mí personalmente


ha influido mucho en cuál era mi papel en aquel centro; ¿soy una maestra o soy una
ayudante?

Los maestros en prácticas ya contamos con la desventaja de entrar en un nuevo centro,


en los cuales los alumnos de tu clase no te conocen de absolutamente nada como para
que los maestros allí presentes te dificulten el trabajo aún más dejando tu figura a un
lado.

Con esto no quiero decir que ningún maestro sea mejor o peor, simplemente depende de
la forma de ser de cada uno y en definitiva, de la suerte que tengas al escoger.

La finalidad de incluir este punto en el portafolio de las prácticas es hacer ver que,
muchas veces, lo que podemos hacer en un centro estando de prácticas no depende de
nosotros únicamente, ya que estamos condicionados de alguna manera al
funcionamiento del mismo y al maestro o maestra que te toque en un determinado aula
y que eso puede acabar siendo una limitación, no de nuestro aprendizaje, porque ante
todo se aprenden cosas nuevas, pero si una limitación de nuestras actuaciones.

Conclusión
En definitiva y como se puede ver, de cada experiencia se aprenden cosas nuevas.
Gracias a estas oportunidades que tenemos de hacer estas “visitas express” por los
centros nos enriquecemos de todo lo que vemos y nos empapamos de su esencia. Como
bien he podido decir a lo largo del portafolio, en ocasiones vemos cosas que nos gustan
y que nos parecen modelos a seguir, pero en otras también podemos sentir que aquello
que estamos viviendo es justamente lo contrario a lo que deseamos.

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Este ha sido uno de esos casos de ejemplos que no quiero seguir y, no solamente eso,
sino que desearía que no existiera. Por eso, hablo de que necesitamos replantearnos cuál
es nuestra situación educativa en los colegios y darnos cuenta de lo estancados que
estamos en la rutina y en la costumbre de algo que en muchas ocasiones no hace ningún
bien.

Maestros en la actualidad y maestros en formación tenemos la obligación de avanzar, de


mirar hacia el futuro y de mirar hacia lo que tendremos delante cada día, nuestros
alumnos. Como ha sido mi caso, he estado en un centro bilingüe en el que no se ha dado
inglés y he estado en un centro en el los que han sido mis alumnos durante cuatro
semanas, aprendían a memorizar la información que les ofrecía un libro de texto para
después expulsarla en un examen y no acordarse de ella nunca más.

Y personalmente, da igual que fama pueda tener el centro, que ideología, si es católico
o no. Lo que realmente me importa son los cientos de niños que asistían cada día a ese
pequeño espacio del mundo a formarse como personas. Niños que merecen una
educación rica, equilibrada, divertida. Niños que merecen sentir que la escuela es un
lugar bonito, que aprender cosas nuevas es algo extraordinario. Niños que sepan qué
están aprendiendo y por qué lo están aprendiendo. Niños que se sientan importantes y
partes de una comunidad, de un colectivo.

En conclusión, necesitamos una innovación educativa por el bien de nuestros alumnos y


por nuestro propio bien, ya que son ellos los que van a conformar el futuro de nuestra
sociedad. Creo que todos nosotros queremos acabar rodeados de personas que se han
educado en unos valores y que han crecido en la sabiduría, personas con criterio propio
y una personalidad y experiencia propia que les ha hecho ser quienes son. Por ello,
gracias a la educación que he recibido, a la que estoy recibiendo y a todas las
experiencias que voy sumando, incluida esta, cada vez más me doy cuenta de que
necesitamos que todos los maestros nos encarguemos de transformar estas escuelas
estancadas y que avancemos hacia una escuela en la que se persiga el verdadero
aprendizaje, educando en experiencias, valores y contenidos prácticos y útiles para la
vida.

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Bibliografia
Antúnez, S. (1993). Enfoque para analizar los centros escolares. En S. Antúnez, Claves
para la organización de los centros escolares. Barcelona: Horsori.
Dörnyei, Z. (2008). Estrategias en el aula de las lenguas. Barcelona: UOC.

Gimeno Sacristán, J. (1988). El currículum: una reflexión sobre la práctica. Madrid:


Morata.

Güemes Artiles, R. (1994.) Libros de texto y desarrollo del currículo en el aula. Un


estudio de casos. (Catedrática de Escuela Universitaria en el área de conocimiento de
“Didáctica y Organización Escolar”). Universidad de La Laguna.

Junta de Andalucía (2013). Guía informativa para centro de enseñanza bilingüe.


Dirección general de innovación educativa y formación de profesorado. Conserjería de
Educación.

López Muñoz, L. (2004). La motivación en el aula. Pulso, (37), 95-107.

Lorenzo Herrera, L. (2015). El bilingüismo individual: enfoques sobre un concepto en


Gordejuela Senosiáin, A., Izquierdo Alegría, D., Jiménez Berrio, F., De Lucas Vicente,
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Marsh, D., & Langé, G. (Eds.). Using Languages to Learn and Learning to Use
Languages. Jyväskylá, Finland: UniCOM. (3), 1-16. ISBN 951-39-0765-1

Vaello Orts, Juan. (2003). Resolución de conflictos en el aula. Madrid. Santillana


educación.

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