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Como planear y compartir charlas

creativas para la juventud


Tomado del libro: " El Ministerio Juvenil Dinámico" Autor: Jim Burns Editorial: Unilit
Cuando yo estaba recién salido del seminario, mi primera clase de escuela dominical tenía cuatro jóvenes de
la escuela secundaria, tres muchachas y un varón. Ellos estaban sentados en un cuarto donde cómodamente
podrían sentarse 200 personas. Mientras leía torpemente mi lección, una muchacha miraba un libro,
mientras otra se sentaba en las piernas del único muchacho que había en el aula y se rieron durante toda la
clase. Marcia fue la única que de verdad me escuchó y después de la clase me dijo que su familia se estaría
mudando la semana próxima. Después de ese compromiso para dar esa charla, seriamente puse en duda mi
llamado a pararme otra vez delante del auditorio.
Sin embargo, si vamos a trabajar con jóvenes debemos hablarles. No siempre tiene que ser una experiencia
desastrosa. Hablar eficazmente a los jóvenes es 10% inspiración y 90% transpiración. Por eso, estoy
convencido de que no hay muchos oradores de jóvenes excelentes. Pocos están dispuestos a comprometer el
tiempo y la energía que toma conmover a un auditorio joven.
Este capítulo no está escrito para causar un sentido falso de culpa. Yo estoy muy consiente de lo que
representa preparar tres charlas para el mismo grupo de jóvenes cada semana. Cuando mi profesor de
oratoria en el seminario nos retó a estudiar una hora por cada minuto de los que íbamos a estar en el púlpito
o en el aula, yo no le creí hasta que completé mi primera semana de ministerio juvenil en la iglesia. En este
capítulo quiero cubrir lo fundamental de una buena oratoria para los jóvenes y como preparar material de
calidad en un corto tiempo. También quiero mirar la mayoría de los ingredientes necesarios para hablar
eficazmente más importante que las palabras que salen de su boca.

Excelencia contra perfeccionismo

Un buen orador de jóvenes tiene que estar comprometido a la excelencia. Sin


embargo, no debe ser un perfeccionista. Las personas que trabajan en la iglesia y
dan unas cuantas charlas a la semana junto a otras responsabilidades de los
jóvenes, no se pueden dar el lujo de ser perfectos, simplemente no hay suficiente
tiempo.
Sin embargo, un horario ocupado no es una excusa para dar un mensaje aburrido.
Tony Campolo dice:
La predicación mediocre es responsable de muchas presentaciones pobres del
evangelio y la pérdida de muchas oportunidades para llevar al pueblo al reino de
Dios.
El compromiso a la excelencia en la oratoria quiere decir, tomarse el tiempo de
honrar a tus jóvenes con preparación. Cuando un orador se para frente a un grupo
de personas y habla por un periodo de tiempo, tiene el raro privilegio de tener a las
personas realmente escuchando lo que estás diciendo. Si la presentación no ha sido
bien pensada o preparada, entonces el orador está robando a los oyentes el tiempo
precioso que ellos podrían emplear en alguna otra cosa.

Actitud

Yo no estoy muy cómodo con la palabra orador porque trae a mi mente imágenes
de una persona dinámica, bien parecida, poderosa, motivadora e increíblemente
hábil parra expresarse, que conmueve a un auditorio con la belleza de su
presentación. Todos estaríamos buscando nuevos trabajos, incluyendo a la mayoría
de los padres de nuestra fe, si esta fuera la descripción del trabajo de un buen
orador. Yo estoy más cómodo con la palabra comunicador porque le da menos
importancia al hablar y mas al ambiente total de expresar el mensaje.
Estudios indican que en el arte de la buena comunicación y la persuasión, la actitud
es mucho más importante que las palabras. Todos nosotros hemos escuchado
presentaciones de oradores mediocres, pero hemos sido conmovidos por la
integridad de la persona. Hay momentos en que he escuchado un sermón y he sido
conmovido hasta las lágrimas más por la pasión y el entusiasmo del orador que por
las palabras.
Si tú quieres hablar a los jóvenes con eficacia debes vivir lo que enseñas y
comunicar el hecho de que genuinamente te preocupas por ellos.
Tu actitud es el factor decisivo en si alguien te va a escuchar o no.
Los jóvenes responden mucho mejor al mensaje no verbal que la presentación
verbal. Yo estuve hablándole a un grupo grande de una denominación, en la cual
dos oradores principales habían sido puestos uno detrás del otro. Un profesor iba a
dar un discurso de 45 minutos, entonces una canción, y después yo. Sobra decir
que fue una manera patética de poner a los oradores. El profesor se paró para dar
su discurso ante una gran muchedumbre en este gran centro de convenciones. Él
tomó su discurso de 14 páginas muy bien escritas a máquina y lo leyó completo.
Nunca se dio cuenta de los rollos de papel sanitario que volaban por el balcón.
Cuando estaba llegando al final, por lo menos la mitad de los muchachos estaban
hablando y muchos caminaban alrededor del auditorio. Estoy convencido de que
algunos de ellos ni siquiera se dieron cuenta cuando él se sentó.
El contacto visual es tan importante como las palabras.
Si te estás preguntando qué me pasó ese día; yo reduje mi discurso de 45 minutos
a 20 con una historia de la Escritura y unos puntos humorísticos y un punto serio.
Todavía no estoy seguro de si su ovación fue por mi mensaje o por el hecho de que
ellos querían salir del centro de convenciones para el receso.
El mensaje no verbal del contacto visual de una sonrisa, de una lágrima o aun de tu
pose, es lo que hace la diferencia entre un buen orador y uno mediocre. Usar notas
está bien, pero conoce bien tu material para que las mires pocas veces. Cuando
hablas a los muchachos debes pasar detrás del púlpito el menor tiempo posible.
Cualquier cosa entre tu auditorio y tú se convertirá en un medio para una buena
comunicación.

Ethos, Pathos y Logos

Hay tres palabras griegas que nos ayudan a entender la importancia de nuestra
actitud en el mundo de la comunicación con los jóvenes y estas son: ethos, pathos,
y logos.
Cada charla a una persona joven debe tener todos estos elementos dentro del
discurso. Ethos es el factor de credibilidad. Los jóvenes se preguntarán: ¿Puedo
confiar en usted? Nuestra palabra ética viene de ethos. ¿Somos personas éticas?
¿Creemos nosotros que estamos alentando a los jóvenes a creer? ¿Hay evidencia en
nuestra vida y presentación que podemos ser confiables?
El segundo elementos el pathos. Esta palabra connota empatía. Los jóvenes se
preguntan: ¿Usted de verdad se preocupa por mí ¿Me entiende? Para hablar con
eficacia a los jóvenes debemos ganarnos el derecho de ser escuchados. Yo me he
dado cuenta en nuestro grupo de jóvenes, que si me reunía con uno de ellos
durante la semana e él sentía que yo me preocupaba, él se sentaba más cerca del
frente. Cuando hablamos a nuestra gente, ellos deben saber que los queremos y
que nos identificamos con ellos.
El tercer elemento de la actitud en la comunicación es logos o la Palabra. Si los
muchachos saben que somos sinceros y que los queremos, entonces nosotros les
podemos dar la verdad. La proclamación de la Palabra es esencial, pero recuerda
que a las personas no le importa cuánto sabes hasta que ellos conozcan cuánto te
preocupas por ellos. Asegúrate de que cuando presentas la Palabra, lo haces en un
nivel que los jóvenes entienden. Yo resumiría estas tres palabras, ethos, pathos y
logos, en una simple oración: Siempre sé tú mismo, siempre ama a tu auditorio y
siempre haz tu tarea.

Organiza tu mensaje

El consejo más importante que te puedo dar para cuando prepares un mensaje es
que seas sencillo. La sencillez es el factor principal en una buena presentación. Creo
que la razón por la cual recordamos tan bien las palabras de Jesús es porque eran
sencillas. Jesús usó frases cortas. Él le hablaba a la persona común. El Sermón del
Monte es brillante por su sencillez.
El segundo consejo es que seas breve. Sólo porque la clase de la escuela dominical
dura una hora no quiere decir que tengas que hablar la hora completa. Debido a la
invasión de los medios de comunicación en la vida de los jóvenes, su capacidad de
concentración es alrededor de diez minutos.

La idea central

Cuando prepares un mensaje necesitarás saber exactamente lo que quieres


expresar a tu auditorio. Muchas personas dan charlas a los jóvenes con sólo una
idea vaga del tema de su mensaje. Escribe en pocas palabras tu idea central.
Tendrás que ser sencillo y directo. Estas son dos ilustraciones:
El llamado a Cristo es el llamado a servir, y Tú eres lo que tú piensas. Tus ideas
principales pueden ser un poquito más largas que estas dos, pero tú quieres que la
gente se acuerde de la idea central. Aquí hay un ejemplo para una idea central más
larga. Las decisiones que hagas hoy te afectarán el resto de tu vida.
Una vez que hayas desarrollado tu idea central o tema tú debes ver el cuerpo de tu
charla. El cuerpo consistirá de una introducción a la idea central, puntos principales,
aplicación, y conclusión.

La introducción a cualquier charla es lo más importante.

Todo tu auditorio no estará ansioso por oír lo que vas a decir. Ellos vienen al grupo
de jóvenes con otras cosas en mente. Algunos han tenido peleas con la familia.
Otros están exhaustos por no dormir y algunos vienen a la reunión porque quizás
ven el potencial de poder salir con alguien. Otros no están seguros de que lo que
dices vale la pena. Tu introducción debe realmente captar la atención. Necesitarás
en muy poco tiempo (en los primeros 30 segundos) ayudarlos a hacer la decisión de
escuchar lo que tienes para decir. Puedes darles una estadística sorprendente, una
pregunta punzante o relatar una anécdota interesante para crear curiosidad en
ellos. Cualquier cosa que escojas varía tu método y hazlo interesante. Convéncelos
en los primeros treinta segundos de que necesitan quitar su mente todo lo demás y
que te escuchan. En esa introducción debes presentar la idea central.
Después de la introducción puedes desarrollar la idea central con uno o varios
puntos principales. Para los jóvenes, mientras más puntos tengas más confuso será
el mensaje. Asegúrate de que el punto principal explica detalladamente la idea
central. El punto principal, por lo general, incluirá una escritura de la Biblia, una
explicación y una ilustración. El trabajo real del cuerpo principal es exponer la idea
central. Nosotros cometemos un error cuando ahogamos a los jóvenes con
demasiados puntos.
Cada charla debe tener una aplicación. Esto es lo que a mí me gusta llamar el ¿y
que? de la charla. Debemos dar a los jóvenes oportunidad para contestar. Si tú
estás hablando acerca del hecho de que el llamado a Cristo es el llamado a servir,
entonces después de la charla debes tener una hoja para que firmen para la
próxima misión o proyecto de servicio. La comunicación verdaderamente efectiva
trae resultados.

La recta final

La conclusión de la charla es lo que los jóvenes verdaderamente recordarán toda la


vida. Por eso a mí me gusta terminar con mi ilustración más poderosa y
conmovedora que apunte hacia mi idea central. Algunos maestros de la oratoria nos
dicen que aquí es donde debemos dar la ilustración directa. Algunas reglas que se
deben seguir cuando estás haciendo la conclusión son:
Si dices en conclusión, dilo en serio. Todos hemos pasado por la experiencia cuando
un orador dice: Ahora para terminar y después sigue hablando otros quince
minutos. La mayoría de la gente se fue a la casa mentalmente después de haber
oído la primera vez para terminar.
Otro principio vital (a menudo roto por los pastores) es concluir a tiempo. Si has
anunciado que la reunión se va a terminar dentro de cierto tiempo, entonces
termina en ese tiempo. Los muchachos se pondrán inquietos y no escucharán
porque ellos han comprometido sólo cierta cantidad de tiempo. Ellos tienen otras
cosas en sus mentes tales como tareas, los padres que los vienen a recoger, una
salida u otras cosas. Mi sugerencia es ir corto más que largo. Es mejor tenerlos
pidiendo más y no mirando el reloj preguntándose cuándo se terminará el mensaje.

La evolución de una charla

Ilustraciones de apertura

La idea central: ¿Cuál es el tema de tu mensaje? (Una oración. Hazlo corto y


directo.)

Introducción :Tú ganarás o perderás la atención de los jóvenes en los primeros 30


segundos. Necesitarás algo que atraiga su atención.

Puntos principales: ¿Qué puntos principales apoyan la idea central?

Escritura

Ilustración

Explicación

Aplicación ¿Y ahora qué? ¿Cómo esto se aplica a mi vida, y qué puedo hacer?

Conclusión

La ilustración más poderosa (directa) que apunte hacia la idea central. ¿Qué deseas
que ellos recuerden?

Dónde encontrar material


El reto de estar siempre dando material fresco a los jóvenes es extremadamente difícil.
Uno de los errores de los que trabajan con jóvenes es no desarrollar un buen sistema
de fuentes. Enumerado abajo hay ideas que indican dónde puedes encontrar material.

1. Saca de tu propia experiencia de la vida. Cada día experimentas algo que


puede darle significado a tu mensaje en el futuro. Haz un hábito llevar una libreta y
anotar ideas potenciales. Recibirás ilustraciones e ideas de conversaciones, lecturas,
de observar a las personas, de la televisión, los periódicos y un sinnúmero de otras
fuentes.
2. Lee libros escritos para jóvenes. Una de las fuentes más grandes de material
viene de libros escritos por personas que escriben para jóvenes. Ellos por lo general
son comunicadores sobresalientes para los jóvenes, y han pasado años desarrollando
su material. No cometas plagio, pero usa la perspicacia de ellos.
3. Lee la Biblia. Mi meta es leerla completa como devocional una vez al año.
Cuando leo las historias en las Escrituras, vienen a mi mente ideas que quiero
compartir con los jóvenes en el futuro.
4. Escucha casetes o cintas grabadas. Si deseas ser un gran comunicador,
escucha casetes de los mejores oradores que conozcas. No sólo estarás inspirado, sino
que los casetes son buena fuente de material. Debes tener el cuidado de desarrollar tu
propio estilo y no imitar el estilo de oratoria de tu comunicador favorito. Sé tú mismo.
5. Habla con los jóvenes. Continuamente pregúntales qué es importante para
ellos. A mí me gusta hacerles esta pregunta: Si ustedes fueran a hablarle a un grupo
¿qué les quisieran decir? Haz preguntas sobre su cultura, su música y sobre las cosas
que les gustan y las que no les gustan.
6. Lee comentarios. De manera que puedas comprender mejor la Palabra de Dios,
lee comentarios hechos acerca de la Biblia. Muchas veces los autores darán detalles
que tú no conocías o una ilustración que es perfecta para tu charla.

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