Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Complemento de Clases
Teórico-Prácticas
Fundamentos de
Evolución
BLOQUE 1 - I
Autores
Dr. Claudio Sosa
Dr. Juan Bajo
Dr. Gabriel Bernardello
Dra. Bárbara Arias Toledo
Dr. Gustavo Pigino
Córdoba
2017
BLOQUE N° 1:
Introducción.
1er Parte
Había una vez un famoso científico llamado Galileo Galilei. Fue enjuiciado
por la Inquisición y se vio obligado a retractarse de sus doctrinas. Esto provocó un
gran alboroto, y durante más de doscientos cincuenta años el caso continuó
despertando indignación y acaloramiento, aun mucho después de que la opinión
pública hiibiera conquistado la victoria y Ja Iglesia se hiciera tolerante frente a la
ciencia.
Pero en la actualidad, esa historia es ya muy vieja, y creo que ha perdido su
interés. Pues la ciencia de Galileo no tiene enemigos, al parecer: en lo sucesivo,
su vida está asegurada. La victoria ganada hace tiempo fue definitiva, y en este
frente de batalla todo está tranquilo. Así, tomamos ahora una posición ecuánime
frente a la cuestión, ya que hemos aprendido, finalmente, a pensar con
perspectiva histórica y a comprender a las dos partes de una disputa. Y nadie se
preocupa por oír al fastidioso que no puede olvidar una vieja injusticia.
A fin de cuentas, ¿cuál era el tema de esa vieja discusión? Era acerca del
carácter del "Sistema del Mundo" copernicano, el cual, entre otras cosas,
explicaba el movimiento diurno del Sol como un desplazamiento aparente debido a
la rotación de la Tierra1. La Iglesia estaba muy dispuesta a admitir que el nuevo
sistema era más simple que el viejo, que era un instrumento más conveniente para
los cálculos astronómicos y para las predicciones. En la reforma del calendario
auspiciada por el Papa Gregorio se hizo gran uso de él. No había ninguna
objeción a que Galileo enseñara la teoría matemática del sistema, mientras
pusiera en claro que su valor era solamente instrumental; que no era más que una
"suposición", como decía el cardenal Bellarmino2, o una
"hipótesis matemática", una especie de estratagema matemática, "inventada y
supuesta con el fin de abreviar y facilitar los cálculos"3. En otras palabras, no habia
ninguna objeción mientras Galileo estuviera dispuesto a compartir la opinión de
Andreas Osiander, quien, en su prefacio al De revolutionibus de Copérnico, había
dicho: "No hay ninguna necesidad de que estas hipótesis sean verdaderas, o
siquiera que se asemejen a la verdad; sólo se pide de ellas que permitan realizar
cálculos que sean concordantes con las observaciones".
Galileo mismo, por supuesto, estaba muy dispuesto a destacar la
superioridad del sistema copernicano como instrumento de cálculo. Pero al mismo
tiempo, conjeturaba y hasta creía que era una descripción verdadera del mundo; y
para él (como para la Iglesia) éste era, con mucho, el aspecto más importante de
la cuestión. Tenía buenas razones, en verdad, para creer en la verdad de la teoría.
Había visto en su telescopio que Júpiter y sus lunas constituían un modelo en
miniatura del sistema solar copernicano (según el cual, los planetas eran lunas del
Sol). Además, si Copérnico tenía razón, los planetas interiores (y sólo ellos)
Fundamentos de Evolución – 2017
5 Sosa, C.A.; Bajo, J.M.; Bernardello, G. Arias Toledo, B. & G. Pigino
Fundamentos de Evolución - 2017
Escuela de Biología- FCEFyN –UNC
debían presentar fases como las de la Luna, al ser observados desde la Tierra; y
Galileo había visto en su telescopio las fases de Venus.
La Iglesia estaba poco dispuesta a admitir la verdad de un nuevo sistema
del mundo que parecía contradecir un pasaje del Viejo Testamento. Pero ésta no
era la razón principal. Unos cien años más tarde, el obispo Berkeley expuso
claramente una razón más profunda en su crítica a Newton.
En la época de Berkeley, el sistema copernicano del mundo había dado
origen a la teoría de la gravitación de Newton, y Berkeley veía en ésta a una seria
competidora de la religión. Estaba convencido de que se produciría una
declinación de la fe religiosa y de la autoridad religiosa en caso de ser correcta la
interpretación de la nueva ciencia de los "librepensadores"; pues éstos veían en su
éxito una prueba de) poder del intelecto humano, sin ayuda de la revelación divina,
para descubrir los secretos del mundo, la realidad oculta detrás de sus
apartencías.
Berkeley consideraba que eso era interpretar mal la nueva ciencia. Analizó
la teoría de Newton con total honestidad y gran penetración filosófica; y el examen
crítico de los conceptos newtonianos lo convenció de que esta teoría no podía ser
más que una "hipótesis matemática", esto es, un instrumento conveniente para el
cálculo y la predicción de los fenómenos o apariencias; que no podía ser tomada,
en modo alguno, como una descripción verdadera de algo real 4.
La crítica de Berkeley fue ignorada por los físicos, pero fue considerada por
los filósofos, tanto escépticos como religiosos. Como arma, resultó ser un
bumerang. En manos de Hume, se convirtió en una amenaza para toda creencia,
para todo conocimiento, humano o revelado. En manos de Kant, que creía
firmemente tanto en Dios como en la verdad de la ciencia newtoniana, se convirtió
en la doctrina de que el conocimiento teórico de Dios es imposible y de que la
ciencia newtoniana debe pagar su derecho de admisión a la verdad con el
abandono de su pretensión de haber descubierto el mundo real detrás del mundo
de la apariencia; era una verdadera ciencia de la naturaleza, pero la naturaleza
era precisamente el mundo de los meros fenómenos, el mundo tal romo se
aparece a nuestras mentes asimiladoras. Luego, algunos pragmatistas basaron
toda su filosofía en la concepción de que la idea del conocimiento "puro" es un
error; que no puede haber conocimiento en ningiín otro sentido que no sea en el
de conocimiento instrumental; que el conocimiento es poder, y la verdad es
utilidad.
Los físicos (con unas pocas excepciones brillantes5) se mantuvieron lejos
de todos estos debates filosóficos, que no llegaban a ninguna conclusión
definitiva. Fieles a la tradición creada por Galileo, se dedicaron a la búsqueda de
la verdad, tal como él la entendía. O, al menos, así lo hicieron hasta hace muy
poco. Pues todo esto es ya historia pasada. Actualmente, la concepción de la
ciencia física fundada por Osiander,
el cardenal Bellarmino y el obispo Berkeley6 ha ganado la batalla sin que se
disparara un tiro más. Sin ningún debate ulterior sobre el problema filosófico, sin
que se adujeran nuevos argumentos, la concepción instrumentalista (como la
llamaré) se ha convertido en un dogma acep tado. Bien se la puede llamar la
"concepción oficial" de la teoría física, ya que es aceptada por la mayoría de
2. EL PROBLEMA EN DISCUSIÓN
Todo esto parece una gran victoria del pensamiento crítico filosófico sobre
el realismo ingenuo de los físicos. Pero dudo de que esta interpretación sea
correcta.
Pocos, si es que hay alguno, de los físicos que han aceptado actualmente
la concepción instrumentalista del cardenal Bellarmino y el obispo Berkeley tienen
conciencia de que han aceptado una teoría filosófica. Tampoco se dan cuenta de
que han roto con la tradición galileana. Por el contrario, en su mayoría creen que
se mantienen al margen de la filosofía; y, en su mayoría, no se preocupan más por
la cuestión. De lo que se preocupan, como físicos, es de (a) el dominio del
formalismo matemático, es decir, del instrumento; y (b) sus aplicaciones; y no se
preocupan de nada más. Creen que, al excluir de este modo toda otra tosa, se han
liberado finalmente de todos los contrasentidos filosóficos. Esta misma actitud
inflexible y que rechaza toda falta de sentido les impide considerar seriamente los
argumentos filosóficos en pro y en contra de la concepción galileana de la ciencia
(aunque, sin duda, han oído hablar de Mach"). Así, la victoria de la filosofía
instrumentalista no se debe a la bondad de sus argumentos.
¿Cómo, entonces, llegó a imponerse? En la medida en que puedo
discernirlo, por la coincidencia de dos factores: (a) dificultades en la interpretación
del formalismo de la teoría cuántica; y (b) el espectacular éxito práctico de sus
aplicaciones.
(a) En 1927, Niels Bohr, uno de los más grandes pensadores del campo de
la física atómica, introdujo el llamado principio de complementaridad en la física
atómica. Este principio equivale a "renunciar" al intento de interpretar la teoría
atómica como una descripción de algo. Bohr señaló que podemos evitar ciertas
contradicciones (que amenazaban surgir entre el formalismo y sus diversas
interpretaciones) sólo recordando que el formalismo, como tal, es coherente, y que
cada caso aislado de su aplicación (o cada tipo de caso) es compatible con él. Las
contradicciones sólo surgen cuando se pretende abarcar dentro de una
interpretación el formalismo y más de un caso, o tipo de caso, de su aplicación
experimental. Pero, como señaló Bohr, es imposible físicamente combinar en un
experimento dos cualesquiera de esas aplicaciones antagónicas. Así, el resultado
de cada experimento aislado es compatible con la teoría y encuentra apoyo en
ésta, sin ambigüedades. Esto es todo lo que podemos lograr, afirmaba Bohr.
Debemos renunciar a la pretensión, y hasta a la esperanza, de conseguir algo
más. La física mantiene su coherencia sólo si no tratamos de interpretar o
comprender sus teorías yendo más allá de: (a) el dominio del formalismo, y (b) su
relación con cada uno de los casos de aplicación posibles, separadamente8.
De tal modo, la filosofía instrumentalista fue utilizada de manera ad hoc, en
el caso que estamos considerando, para permitir a la teoría eludir ciertas
contradicciones que la amenazaban. Se la usó con ánimo defensivo, para salvar la
teoría existente; creo que por esta razón, el principio de complementaridad ha sido
totalmente estéril en la física. En el lapso de veintisiete años no ha dado ningún
fruto, excepto algunas discusiones filosóficas y algunos argumentos para confundir
a los críticos (especialmente a Einstein).
No creo que los físicos hubieran aceptado tal principio ad hoc, si hubieran
comprendido que era ad hoc, o que era un principio filosófico, parte de la filosofía
instrumentalista de la física de Bellarmino y Berkeley. En cambio, recordaban el
principio de correspondencia de Bohr, anterior al de complementaridad y
sumamente fructífero, y esperaron (en vano) de éste resultados análogos a los del
primero.
b) Pero la teoría atómica brindó otros resultados más prácticos, algunos de
ellos de gran alcance, aunque no se debían al principio de complementaridad.
Indudablemente, los físicos tenían perfecta razón al interpretar estas aplicaciones
exitosas como corroboración de sus teorías. Pero, cosa bastante extraña, las
consideraron también como una confirmación del credo instrumentalista.
Ahora bien, se trataba de un obvio error. La concepción instrumentalista
afirma que las teorías no son nada más que instrumentos, mientras que la
concepción galileana sostenía que no son sólo instrumentos, sino también —y
principalmente— descripciones del mundo o de ciertos aspectos del mundo. Es
obvio que, dado el tipo de desacuerdo, una prueba de que las teorías son
instrumentos (suponiendo que sea posible "probar" tal cosa) no puede ser aducida
seriamente en apoyo de ninguna de las dos posiciones, ya que ambas están de
acuerdo sobre este punto.
Si estoy en lo cierto, aunque sea aproximadamente, en mi explicación de
esta situación, los filósofos instrumentalistas no tienen razón alguna para
enorgullecerse de su victoria. Por el contrario, deben examinar sus argumentos
nuevamente. Pues, al menos para aquellos que —como yo mismo— no aceptan la
concepción instrumentalista, es mucho lo que está en juego en esta cuestión.
El problema, tal como yo lo veo, es el siguiente.
Uno de los elementos más importantes de nuestra civilización occidental es
lo que yo llamaría la "tradición racionalista" que hemos heredado de los griegos.
Es la tradición de la discusión crítica, no por sí misma, sino en interés de la
búsqueda de la verdad. La ciencia griega, como la filosofía griega, fue uno de los
productos de esa tradición9 y de la urgencia por comprender el mundo en el cual
vivimos. La tradición fundada por Galileo fue su renacimiento.
Dentro de esta tradición racionalista, se valora la ciencia, sin duda alguna,
por sus realizaciones prácticas, pero aún más por su contenido informativo y por
su capacidad de liberar nuestras mentes de viejas creencias, viejos prejuicios y
viejas costumbres, para ofrecernos en su lugar nuevas conjeturas y audaces
hipótesis. Se valora la ciencia por su influencia liberadora, como una de las más
grandes fuerzas que respaldan la libertad humana.
De acuerdo con la concepción de la ciencia que estoy tratando de defender,
esa influencia liberadora se debe al hecho de que los científicos han osado (desde
Tales, Demócrito, el Timeo de Platón y Aristarco) crear mitos, o conjeturas, o
teorías, que se encuentran en sorprendente contraste con el mundo cotidiano de
la experiencia común, no obstante lo cual permiten explicar algunos aspectos de
Referencias
1 Destaco aquí el movimiento diurno del sol en oposición al movimiento anual porque fue
la teoría del movimiento diurno la que entraba en conflicto con Josué 10, 12 y sig., y
porque la explicación del movimiento diurno del sol por el movimiento de la Tierra será
uno de los principales ejemplos en lo que sigue. (Esta explicación, por supuesto, es muy
anterior a Copémico, aun anterior a Aristarco; fue redescubierta repetidamente, por
ejemplo, por Oresme.) Publicado por vez primera en Contemporary British Philosophy, je
serie, ed. por H. D. Lewis, 1956.
2. .Galileo actuará prudentemente", escribía el Cardenal Bellarmino (que había sido uno
de los inquisidores en el juicio contra Giordano Bruno)," . si habla en términos hipotéticos,
ex suppositione... decir: explicamos mejor las apariencias suponiendo que la Tierra se
mueve y el Sol está en reposo, que si usáramos excéntricas y epiciclos, es hablar con
propiedad, no hay ningún peligro en esto, y eso es todo lo que necesita el matemático".
Cf. H. Grisar, Galileistudien, 1882,
Apéndice IX. (Aunque este pasaje hace de Bellarmino uno de los padres fundadores de la
epistemología que Osiander habia sugerido algún tiempo antes y que yo llamo
"insfrumentalismo", Bellarmino —a diferencia de Berkeley— no era en modo alguno un
inscrumenCalista convencido, como lo demuestran otros pasajes de esta carta.
Simplemente veía en el instrumentalismo una de las maneras posibles de tratar las
hipótesis científicas inconvenientes. Las mismas obser\'aciones pueden muy bien ser
ciertas de Osiander. Véase también la nota 6.
3 La cita está tomada de la crítica que hace Bacon de Copérnico en el Novum Organum,
II, 36. En la cita siguiente (sacada de De revolutionibus) he traducido el término
"verisimilis" por "semejante a la verdad". Indudablemente, no se lo debe traducir aquí por
"probable", pues el punto central aquí es la cuestión de sí el sistema de Copérnico tiene o
no una estructura similar a la del mundo; esto es, si es o no semejante a la verdad. No se
plantea la cuestión del grado de certidumbre o probabilidad. Véase también el cap. 10,
especialmente las secciones III, X y XIV, y el Apéndice 6.
4 Véase también el cap. 6.
5 Las más importantes son Mach, Kirchhoff, Hertz, Duhem, Poíncarc, Bridgman y
Eddington, todos ellos instrumentalistas de una manera u otra.
6 Duhem, en su famosa serie de artículos "Sozein ta phainomena" (Ann. De philos.
chrétienne, año 79, tomo 6, 1908, Nos. 2 a 6) , asignaba al instrumentalismo un linaje
mucho más antiguo y mucho más ilustre que el que justifican los elementos de juicio
disponibles. Pues el postulado de que, con sus hipótesis, los científicos deben "dar cuenta
de los hechos observados", "y no violentarlos tratando de comprimirlos o hacer que
encajen dentro de sus teorías" (Aristóteles, De Cáelo, 293a 25; 2%b 6; 297a 4, b 24 sigs.;
Met. 1073b 37, 1074 al) tiene poco que ver con la tesis instrumentalista (según la cual
nuestras teorías no pueden hacer nada más t¡ue esto). Sin embargo, este postulado es
esencialmente el mismo que el de que debemos "preservar los fenómenos" o "salvarlos" (/
día • / sozein ta phainomena). La frase parece estar vinculada con la rama astronómica de
la tradición de la escuela platónica. (Ver en especial el pasaje sumamenl,e interesante
sobre Aristarco que se encuentra en la obra de Plutarco De Facie in Orbe Lunae, 923a;
ver también í)33a para la "confirmación de la causa" por los fenómenos, y la nota a de
Chemiss de la pág. 16S de su edición de esta obra de Plutarco; además, los comentarios
de Simplicio sobre De Cáelo, donde la frase aparece, p. ej. en las págs. 497 1.21, 506,
1.1O 488, 1.23 f de la edición de Heiberg, en los comentarios sobre De Cáelo 293a4 y
292blü.) Podemos aceptar la noticia de Simplicio según la cual Eudoxo, bajo la influencia
tie Platón, con el fin de dar cuenta de los fenómenos observables del movimiento
planetario se planteó la tarea de elaborar un sistema geométrico abstracto de esferas en
rotación, al cual no atribuyó ninguna realidad física. (Parecehaber cierta similitud entre
este programa y el de la Epinomis, 990-1, donde se describe el estudio de la geometría
abstracta —de la teoría de los irracionales, 990d-991b— como un paso preliminar
necesario para elal>orar una teoría planetaria; otro paso preliminar semejante es el
estudio del número, o sea, de lo par y lo impar, 990c.) Sin embargo, ni siquiera esto
significa que Platón o Eudoxo aceptarai) una epistemología instrumentalista: pueden
haberse limitado conscientemente (y sabiamente) al estudio de un problema preliminar.
7. Pero parecen haber olvidado que su instrumentalismo llevó a Mach a combatir la teoría
atómica, ejemplo típico del obscurantismo del instrumentalismo, que es el tema de la
sección 5.
8 He explicado el "Principio de Complementaridad" de Bohr tal como yo lo entiendo,
después de muchos años de esfuerzo. Sin duda, se me dirá que mi formulación del
mismo no es satisfactoria. Pero si es así, estoy en buena compañía, pues Einstein dice:
"A pesar de todo el esfuerzo que le he dedicado, no he logrado... llegar a una formulación
clara del principio de complementaridad de Bohr". Cf Albert Einstein: Philosopher-
Scientist, ed. por P. A. Schilpp, 1949, pág. 674.
9 Véase el cap. 4.
10 Salriati lo dice varias \cces, con pocas ^ariaciones ^crbaIes, en la tercera jornada de
Los dos sistemas del mundo.
11 Véase el Apéndice, el punto 10) del cap. I. y el penúltimo párrafo del cap. 6.
12 La comprensión de que la ciencia natural no es eptsteine (scientia) indudable ha
conducido a la opinión de que es teclme (técnica, arte, tecnología); pero ia opinión
correcta, creo, es que consiste en doxai (opiniones, conjettiras) controladas por la
discusión crítica, así como por la techne experimental. C£. cap. 20 13 Véase la sección 10
de mi Poverty of Historicism, y mi Open Society and its hnemies, vol. I, cap. .S, sección VI,
y vol. II, cap. 11, secciones I y II.
TEXTO II: Texto II. Osiander, A. 1982. Prefacio en Copérnico, N. Sobre las
revoluciones (de los orbes celestes). Madrid, Editora Nacional.
Texto III. Gould, S.J. 1983. “La evolución como hecho y como teoría” en
Dientes de gallina y dedos de caballo. Ed. Blume. Madrid.
2° PARTE
TEXTO IV: Historia interna e historia externa. Extraído de: Gaeta, R. y Lucero,
S. 1999. "Historia interna e historia externa" en Imre Lakatos. El falsacionis-
mo sofisticado. Buenos Aires, Eudeba.
"Que un experimento sea crucial o no, que una hipótesis sea altamente
probable o no a la luz de la evidencia disponible, que una problemática sea
progresiva o no, no depende lo más mínimo de la autoridad, las creencias o la
personalidad de los científicos. Tales factores subjetivos no tienen ningún interés
para la historia interna."2
Antes de pasar a otro tema, conviene tener presente que estas reflexiones
acerca de la historia y de la filosofía de la ciencia, así como muchas otras
observaciones de Lakatos, corresponden a un nivel de análisis superior que cabría
llamar metametodológico. En efecto, Lakatos suele usar el nombre de
«metodologías» para referirse a las distintas concepciones elaboradas para
caracterizar el conocimiento científico. Así, las diferentes versiones del
falsacionismo constituyen otras tantas metodologías. En este sentido, las
metodologías pertenecen al nivel metacientífico y no deben confundirse con las
heurísticas, que son las normas que guían concretamente el trabajo científico
dentro de un programa de investigación. Ahora bien, en principio, los
procedimientos que utilizan los científicos no tendrían por qué coincidir con los que
usa un filósofo de la ciencia para elaborar o defender las tesis que sustenta.
Referencias.
1
PIC: Programa de Investigación Científica
2
Historia de la ciencia y sus reconstrucciones racionales. Imre Lakatos. Tecnos Madrid.
Pág. 39
3
Historia de la ciencia y sus reconstrucciones racionales. Imre Lakatos. Tecnos Madrid.
Pág. 40
4
Historia de la ciencia y sus reconstrucciones racionales. Imre Lakatos. Tecnos Madrid.
Pág. 41
TEXTO V: Biografías
Linneo viajó a los Países Bajos (Holanda) en 1735 y poco después terminó
sus estudios médicos en la Universidad de Harderwijk, y entonces se inscribió en
la Universidad de Leiden para continuar estudios. Ese mismo año publicó la
primera edición de su clasificación de los seres vivos, el Systema Naturae.
Durante estos años, se reunió o mantuvo correspondencia con los principales
botánicos del mundo, y continuó desarrollando su esquema de clasificación.
Otro alumno, Pehr Kalm, viajó durante tres años por las colonias británicas
en América nororiental, estudiando las plantas americanas. Otro, Carl Peter
Thunberg, fue el primer naturalista occidental que, en más de un siglo, visitó
Japón; no sólo estudió la flora de Japón, sino que enseño medicina occidental a
practicantes japoneses. Otros de sus alumnos viajaron por América del Sur, Asia
sudoriental, África y el Medio Oriente. Muchos murieron durante sus viajes.
Para Linneo, las especies de organismos eran entidades reales, que podían
agruparse en categorías superiores llamadas géneros. Por sí mismo, esto no era
nada nuevo; desde Aristóteles, los biólogos habían usado el término género para
un grupo de organismos similares, y entonces buscaban definir la differentio
specifica -- la diferencia específica de cada tipo de organismo. Pero variaban las
opiniones sobre como agrupar los géneros. Los naturalistas de su época usaban,
con frecuencia, criterios arbitrarios para agrupar los organismos, colocando juntos
todos los animales domésticos o todos los animales acuáticos. En parte, la
innovación de Linneo fue el agrupamiento de taxones superiores en órdenes,
órdenes en clases, y clases en reinos. Así, el reino Animalia contenía la clase
Vertebrata, que a su vez contenía el órden Primates, que contenía el género
Homo con la especie sapiens -- humanos. Biólogos posteriores añadieron rangos
adicionales entre estos para expresar niveles adicionales de semejanzas.
Antes de Linneo, las prácticas para nombrar las especies variaban. Muchos
biólogos daban unos largos y pesados nombres latinos a las especies que ellos
describían, los que podían ser modificados antojadizamente; un científico que
comparara dos descripciones de especies no podría decir a que organismos se
referían esos nombres. Por ejemplo, la común rosa silvestre era referida por
diferentes botánicos como Rosa sylvestris inodora seu canina y como Rosa
sylvestris alba cum rubore, folio glabro.
En los primeros años, Linneo creía que las especies no solamente eran
reales sino que también eran inmutables, escribiendo Unitas in omni specie
ordinem ducit (La invariabilidad de las especies es la condición para el órden [en
naturaleza]). Pero Linneo observó como especies diferentes de plantas podían
hibridarse, creando formas que semejaban nuevas especies. Abandonó el
concepto de que las especies eran fijas e invariables, y sugerió que algunas -- y
quizás la mayoría -- de las especies en un género podían haberse originado luego
de la creacción del mundo, a través de hibridización.
Linneo notó la lucha por la supervivencia -- una vez dijo que la Naturaleza
era una "tabla de carnicero" y una "guerra de todos contra todos". Sin embargo, él
consideraba que la lucha y la competencia eran necesarias para mantener el
equilibrio de la naturaleza, parte del Órden Divino. El concepto de evolución
abierta, no necesariamente gobernada por un Plan Divino y sin una meta
predeterminada, nunca se le ocurrió a Linneo; la idea le hubiera sorprendido. Sin
embargo, la clasificación jerárquica y la nomeclatura binomial, muy modificadas,
ha permanecido durante más de 200 años como estándares. Sus escritos han sido
estudiados por todas las generaciones de naturalistas. La búsqueda por un
"sistema natural" de clasificación todavía continúa -- excepto que ahora los
taxónomos tratan de descubrir y usar como base para la clasificación las
relaciones evolucionarias de los taxones.
sobre todo los cuadrúpedos, las aves y los peces. En contraposición a Linneo,
Buffon veía toda clasificación como algo artificial, de invención humana, por lo que
aceptó sólo el concepto de especie como el único real (Discours sur la manière
d'etudier et de traiter l'histoire naturelle, 1749). Para él la especie es aquélla que
se perpetúa por la reproducción y preserva sus similitudes. En contra de la
entonces aceptada teoría de la preexistencia o preformación en los embriones
(preformismo) -que concebía que los individuos estaban en miniatura en las
células reproductoras (y por tanto en el primer par de seres creados por Dios),
defendió la epigénesis que aseguraba que no existían rudimentos de organización
del individuo en esas células.
Jefferson, entre otros. Los criterios de Buffon en tal sentido serían exarcebados
por Cornelio de Pauw.
Buffon fue uno de los primeros en brindar sin embargo una teoría
cohesionada sobre el origen de la tierra y el sistema solar (basándose en las tesis
newtonianas, pero también mecanicistas), destacando la gran cantidad de años
necesaria para las etapas geológicas, que luego Charles Lyell ampliaría
sobremanera. Defendió la unidad de la especie humana y explicó que ésta siguió
los mismos procesos que los demás animales, si bien con un desarrollo superior
de las cualidades intelectuales, donde el lenguaje jugó un papel importante para la
vida social. A todo ello hay que añadir su tratado sobre mineralogía, pero
especialmente su gran obra zoológica, la más importante del Siglo de las Luces, y
que fue no sólo muy utilizada y traducida en esa centuria sino también en el siglo
XIX, de modo que la citan todos los biólogos de entonces, incluido Darwin.
Desde 1794 publicó varias obras de gran amplitud e índole diversa en las
que expuso sus novedosas ideas sobre las especies, la química, geología, física,
fósiles, meteorología. En general sus ideas no tenían más que el valor de la
novedad, pero algunas de ellas eran lo suficientemente interesantes, o no más
especulativas que las propias de su época, y por tanto debían haber merecido una
mayor resonancia. Entre 1794 y 1798 publica tres obras (Recherches sur les
causes des principaux faits physiques, Réfutation de la théorie pneumatique y
Mémoires de physique et d'Histoire Naturelle) donde expone su teoría sobre el
fuego, oponiéndola a la teoría de los gases de Lavoisier. Estas tres obras son, en
gran parte, junto con las dedicadas a meteorología, las causantes del olvido que
sufrió Lamarck en su propia época. Sus fantasías fisicoquímicas pueden ser
interpretadas hoy como el intento de fundar una física de la energía más adecuada
a sus intereses biológicos que la propuesta por los pneumáticos.
Llamó a la primera ley del uso y del desuso, la cual supone que si alguna
parte del cuerpo se usa repetidamente, ésta crece y se desarrolla; en
cambio, las que no se usan se debilitan lentamente, se atrofian y pueden
llegar a desaparecer.
La segunda suposición fue la ley de la herencia de los caracteres
adquiridos, que implica que cualquier animal puede transmitir a sus
descendientes aquellos caracteres que ha adquirido durante su vida.
Por ejemplo, Lamarck afirmaba que al extender los dedos de los pies debajo
del agua las aves palmípedas habían estimulado el desarrollo de membranas
entre sus dedos. Por medio del constante estiramiento para mantenerse arriba del
agua, las aves zancudas habían producido sus patas extraordinariamente largas.
Los topos y los ratones ciegos habían perdido la vista después de vivir debajo de
la superficie de la tierra por varias generaciones. Y en su ejemplo más famoso,
Lamarck argumentó que las jirafas desarrollaron sus largas patas delanteras y sus
cuellos tratando de alcanzar el follaje del los árboles de la sabana africana.
Lamarck escribió:
No es... la forma y el tipo de las partes corporales del animal que han dado
lugar a sus hábitos y propiedades particulares sino, al contrario, son las
costumbres y el estilo de vida y las condiciones bajo las cuales vivían sus
antepasados que a lo largo del tiempo han determinado su forma corporal,
sus órganos y sus características.
Más que de los estudios académicos que se vio obligado a cursar, Darwin
extrajo provecho en Cambridge de su asistencia voluntaria a las clases del
botánico y entomólogo reverendo John Henslow, cuya amistad le reportó «un
beneficio inestimable» y que tuvo una intervención directa en dos acontecimientos
que determinaron su futuro: por una parte, al término de sus estudios en abril de
1831, Henslow le convenció de que se interesase por la geología, y le presentó a
Ada Sedgwick, fundador del sistema cambriano, quien inició precisamente sus
estudios sobre el mismo en una expedición al norte de Gales realizada en abril de
ese mismo año en compañía de Darwin (treinta años más tarde, Henslow se vería
obligado a defender al discípulo común ante las violentas críticas dirigidas por
Sedgwick a las ideas evolucionistas); por otra parte, lo que es aún más importante,
fue Henslow quien le proporcionó a Darwin la oportunidad de embarcarse como
naturalista con el capitán Robert Fitzroy y acompañarle en el viaje que éste se
proponía realizar a bordo del Beagle alrededor del mundo.
trazado de las costas de Chile, Perú y algunas islas del Pacífico y la realización de
una cadena de medidas cronométricas alrededor del mundo. El periplo, de casi
cinco años de duración, llevó a Darwin a lo largo de las costas de América del Sur,
para regresar luego durante el último año visitando las islas Galápagos, Tahití,
Nueva Zelanda, Australia, Mauricio y Sudáfrica. Durante ese período su talante
experimentó una profunda transformación.
La antigua pasión por la caza sobrevivió los dos primeros años con toda su
fuerza y fue él mismo quien se encargó de disparar sobre los pájaros y animales
que pasaron a engrosar sus colecciones; poco a poco, sin embargo, esta tarea fue
quedando encomendada a su criado a medida que su atención resultaba cada vez
más absorbida por los aspectos científicos de su actividad.
La teoría de la evolución
Tras el episodio, Darwin se vio obligado a dejar de lado sus vacilaciones por
lo que a la publicidad de sus ideas se refería y abordó la tarea de reducir la escala
de la obra que tenía entre manos para enviarla cuanto antes a la imprenta; asi
quedó por fin redactado el libro On the Origin of Species by means of Natural
Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life, del que
los primeros 1.250 ejemplares se vendieron el mismo día de su aparición, el 24 de
noviembre de 1859. Las implicaciones teológicas de la obra, que atribuía a la
selección natural facultades hasta entonces reservadas a la divinidad, fueron
causa de que inmediatamente empezara a formarse una enconada oposición,
capitaneada por el paleontólogo Richard Owen, quien veinte años antes había
acogido con entusiasmo las colecciones de fósiles traídas por Darwin de su viaje.
En una memorable sesión de la British Association for the Advancement of
Science que tuvo lugar en Oxford el 30 de junio de 1860, el obispo Samuel
Wilberforce en calidad de portavoz del partido de Owen ridiculizó con brillante
elocuencia las tesis evolucionistas, provocando una contundente réplica por parte
de Thomas Henry Huxley, zoólogo, que fue el principal defensor ante la oposición
religiosa de las tesis de Darwin, ganándose el sobrenombre de su bulldog. A la
pregunta de Wilberforce sobre si a Huxley le hubiera sido indiferente saber que su
abuelo había sido un mono, la respuesta inmediata fue, según el testimonio de
Lyell: «Estaría en la misma situación que su señoría».
En 1872, con The Expression of the Emotions in Man and Animals, obra
seminal de lo que luego sería el estudio moderno del comportamiento, Darwin
puso fin a sus preocupaciones por los problemas teóricos y dedicó los últimos diez
años de su vida a diversas investigaciones en el campo de la botánica.
los diarios de exploración científica más populares del siglo XIX y continuó
imprimiéndose por la misma editorial (Macmillan Publishers) hasta los años 1920.
The Malay Archipelago fue alabado por múltiples científicos, incluyendo Darwin (a
quien el libro estaba dedicado) y Charles Lyell, así como por otras personalidades
como el novelista Joseph Conrad, quien usó la obra como fuente de información
para varias de sus novelas, especialmente para Lord Jim.
Durante los años 1860 y los años 1870, Wallace estuvo muy preocupado
por la seguridad financiera de su familia. Mientras estaba en el archipiélago
malayo, la venta de especímenes le generó una cantidad considerable de dinero,
la cual fue invertida cuidadosamente por el agente que vendía los especímenes.
Sin embargo, a su regreso al Reino Unido, realizó varias inversiones arriesgadas
en ferrocarriles y minas que resultaron ser un fracaso, por lo que se vio forzado a
vivir de las ganancias generadas por la publicación de The Malay Archipelago. A
pesar de la ayuda de sus amigos, Wallace no pudo encontrar un trabajo con un
salario fijo. Para mantenerse solvente, trabajó como agrimensor para el gobierno,
escribió 25 ensayos para su publicación entre 1872 y 1876 por modestas sumas
de dinero y editó varios de los trabajos de Lyell y Darwin. En 1876, tuvo que pedir
£500 por adelantado a la editorial de su libro The Geographical Distribution of
Animals para no tener que vender ninguna propiedad personal. Darwin sabía de
los problemas económicos de Wallace y luchó para que le otorgaran una pensión
del gobierno por sus contribuciones a la ciencia. Cuando la pensión de £200
mensuales le fue otorgada en 1881, pudo estabilizar su posición financiera y
complementar las ganancias que recibía de sus trabajos escritos.
Fundamentos de Evolución – 2017
42 Sosa, C.A.; Bajo, J.M.; Bernardello, G. Arias Toledo, B. & G. Pigino
Fundamentos de Evolución - 2017
Escuela de Biología- FCEFyN –UNC
«El problema entonces no era sólo cómo y por qué las especies
cambian, sino cómo y por qué cambian a otras nuevas y bien
definidas, diferenciadas unas de otras de muchas maneras; por
qué y cómo comienzan a adaptarse a otros modos de vida; y por
qué todos los grados intermedios perecen y dejan solamente
especies, géneros, y grupos de animales claramente definidos».
estaba por publicar. Darwin le envió el manuscrito a Charles Lyell, junto con una
carta que decía «¡no podría haber escrito un mejor resumen! Incluso sus términos
figuran ahora en los títulos de mis capítulos... él no dice nada de publicarlo, pero
yo, desde luego, le escribiré y le ofreceré mandarlo a alguna revista».
Con el paso de los años, algunos han cuestionado esta versión de los
hechos. A inicios de la década de 1980, Arnold Brackman y John Langdon Brooks
escribieron dos libros en los que sugerían que no sólo había habido una
conspiración para robar y desacreditar a Wallace, sino que Darwin realmente le
había robado una idea fundamental a Wallace para acabar su propia teoría. A
partir de entonces un buen número de expertos han examinado en detalle todos
los escritos en busca de evidencias, sin encontrar nada convincente que lo
demuestre.
determinado tipo de polilla blanca muy común. Wallace escribió que, a su juicio,
parecía que aquella serie de colores llamativos servía como advertencia a los
predadores, pudiendo haberse desarrollado mediante selección natural. Darwin
quedó impresionado por aquella idea.
Cuando era adolescente, vio un pato de pico rojo, que rara vez se ve al
norte de los Alpes, y envió su información al gran ornitólogo Stresemann en Berlín.
Éste quedó impresionado con el aprendizaje del joven y sus poderes de
observación y le instó a considerar una carrera en la zoología. Fiel a la tradición
médica de su familia, Mayr decide comenzar sus estudios de medicina en la
Universidad de Greifswald, pero su atracción por la vida salvaje era irresistible y al
Fundamentos de Evolución – 2017
51 Sosa, C.A.; Bajo, J.M.; Bernardello, G. Arias Toledo, B. & G. Pigino
Fundamentos de Evolución - 2017
Escuela de Biología- FCEFyN –UNC
En 1931, Mayr aceptó una invitación para formar parte del personal del
Museo Americano de Nueva York. Lord Rothschild decidió vender su atesorada
colección de aves, y Mayr arregló para que fuera vendida al Museo Americano,
donde se convirtió en el principal componente de la colección que Mayr atendería
para los próximos 20 años.
A lo largo de su vida, Ernst Mayr recibió todos los premios posibles para un
científico en su campo, incluyendo la Medalla Nacional de la Ciencia, el Premio
Internacional y el Premio Balzan.
Mayr se retiró oficialmente en 1975, pero se mantuvo en Harvard como
profesor emérito. Él publicado más de 200 artículos después de que él se retiró,
más que la mayoría de los científicos publican en una vida. Él todavía estaba
publicando cuando murió a la edad de 100 en 2005.
Mayr ,2001
Aunque uno de los héroes de toda la vida de Gould fue Charles Darwin,
cuyos logros celebra en libros como Desde que Darwin (1977) y El pulgar del
panda (1980), él se reconoce irreverente hacia la Teoría Sintética de la Evolución
ortodoxa que ha prevalecido en Biología desde 1940. Insatisfecho con los límites
del poder explicativo de esa teoria, él estuvo abierto a explorar otros mecanismos
y enfoques posibles para complementar la tradicional selección natural.
El éxito de Gould como un autor popular es otro objetivo tentador para sus
críticos, él no rehuía a las controversias públicas. Se presentó ante Comités del
Congreso de E.U.A. en cuestiones ambientales, fue un testigo en el juicio Scopes
Arkansas II respecto a la enseñanza de la evolución en las escuelas públicas y fue
prominente en hablar en contra de pseudo-científica del racismo y el determinismo
biológico.
Extraído de: Massarini, A. & A. Schnek. 2006. Evolución: historia de la vida. Libro en 10
módulos. Ed. CePA..