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6. LA CO:\'STRUCCiÓ~~ DE LA PE.RSO~.-\
E0: L-l,S ET:'<J.\.S !Y!FSO.:\:I,1FRIC'.x:\S*
1..\ (:O:'\SfRUCU0>i D!: L.\ ?ER.'iO\:.\

cial de íos grupos


\'('cto político dd rua l S~ forma pane, "unc¡ue ello supusiera
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érnicos sea aparenlem<::nle compatible con el pro-


una
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consciente falsación de la realidad. '
Referimos a las personas y a las identidades indias supone haber-
nos involucrado en un laberíntico juego de espejos. No nos pode- l
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mos aproximar a la conciencia sino a través de los actos que la ex-
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presan; es decir a partir de los eventos mentales comunicados. Pci o
,_ ~_,. _~ Dedicado.a Alicia Barabas . debemos aceptar que dichos actos no son la conciencia sino su -re- ~
flejo especular, cuya imagen es a su vez captada por nuestra propia
percepción. La distorsión es inevitable, pero también es inevitable
la reflexión que suscita. Para exponerla me p.·opongo rccurrir a un
~
El rema de la identidad serial de 10~indígenas qu~ pueblan el actual ~
territorio mexicano ha sido históricamente objeto de una intensa re- ejercicio de comprensión; que jJretende tratar de supera¡' en lo posi-

l' flexión e incluso de un apasionado debate. Esto último resulta más


comprensible si lo entendemos no sólo en términos de las distintas
ble el reduccionismo etnocéntrico, al buscar su sustento en los siste-
mas de categorías nativos. Así, siguiendo la motivadora sugerencia
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perspectivas antropológicas, sino también en razón de las diversas de C. Rodrigues Brandáo (1986: 1O), trataré de realizar una aproxi- ,
~

il. voluntades políticas que fueron influyendo en el análisis. Los carn-


bios en las políticas indigenistas han sido también una de las expre-
sienes de los sucesivos cambios en la percepción de los grupos érni-
mación a las formas en que las sociedades mesoamericanas constru-
yen sus ideas sociales de persona. Es partir de ellas que podremos
comprender las identidades étnicas, entendidas también como re-
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cos por parte del Estado, en muchos casos influido por la prédica
de los científicos sociales o por las demandas indias. Por lo tanto
una reflexión sobre las identidades sociales contemporáneas de las
sultantes de los significados atribuidos a y asumidos por las distintas
personas sociales .
Cabe destacar que este análisis se orienta hacia las culturas del
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, poblaciones nativas dista mucho de constituir sólo un acto de gim- ámbito territorial 'mexicano, pel'O entendiéndolas como partícipes

:¡: nnsia intelectual grataa los académicos, ya que se inserta dentro del de la gran tradición civilizatoria mesoamericaua; es decir culturas !
marco de una profunda -y ampliamente compartida= preocupa- clota~las, cada una de ellas, de características específicas, pero que a
Ílt.',
ción política, referida tanto a la situación actual como a los destinos la vez presentan rasgos ideológicos y sociales más o menos compar-
posibles de los pueblos indios.
.~., tidos como resultado de su vinculación histórica con dicha tradi-
Si pretendiéramos esbozar una apretada síntesis de la percepción
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,:.1 ción. Sin embargo creo que es necesario matizar la excesiva genera-
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de los indígenas por parte de un gran número de polítitos y de lización de lo mesoamericano, ya que puede llegar a aparecer como
-científicos sociales, nos encontraríamos -por lo general- ante un un barniz demasiado homogéneo para nominar a una multitud de

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discurso que pretende definir la identidad de! Otro, sin necesidad
de recurriral protagonista de 'la "otredad". Y esto no es sólo adjudi-
cable a una deficiente percepción.rrlerivada
•.scncia de UD<\' práctica antropológica
de la ya tradicional au-
que suponga residencias dila-
~I culturas singulares, cada una de las cuales es poseedora de S1'S pro-
pias realizaciones materiales e ideológicas. Por ello la necesidad de
recurrir a ejemplíficaciones provenientes ,de diferentes culturas lo-
cales, para dar cuenta del aspecto especial que adoptan los rasgos
tadas en el seno de las comunidades nativas. También, en muchos mesoamericanos presentes en cada una de ellas. En este sentido re- .
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casos, ha sido un deliberado intento por hacer que la identidad so- curriré tanto a una lectura interesada de la bibliografía existente co- .,-
mo a mi propia experien~ir etnográfica.
11

* Presentado inicialmente como ponencia en el In Coloquio Paul Kirchhoff so-


I!I
bre Identidad, Instituto de Investigaciones Antropológicas dt; la uN.\~t;-M¿xico, 1992.
Agradezco a mi recordada amiga, la prematuramente desaparecida doctora Lericia I
Méndez y Mercado, mi presencia en dicho seminario.

(142)
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L. \ C0:'\S'l RL(;UÓ:'\ DE L\ PERS():,\ ~ 1·1:)
144 .LA CO"ST!',UCCIÓ~! DE LA PERSO?'\,\

PERSOK-\S En toda estructura socia! existen diversos principios operantes en el


proceso de construcción de las personas, que tienden (l hacer a los in- .
Entender ia noción de persona implica Ul1 intento de destotalización, J
riividuos miembros pienos del mundo que les ha tocaclo vivir, median-
de desconstrucción conceptual, que pretende arribar a la reconstitu- l te la internalización de las representaciones colectivas elaboi adas po;-
ción de su objeto una vez que hayamos podido comprender algunos la sociedad de la que forman parte. En este sentido queda claro que no
de los aspec~os no tan visibles de su naturaleza, Nuestro punto de
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fl me estoy refiriendo a la noción de persona como conjunto de roles y
papeles sociales vinculados a un esiatus, sino como concepto resultan-
partida supor;e que para hablar de la construcción de la identidad se
I equiere, en primer lugar, referimos al proceso de_~onstrucción de I te de la experiencia pr~eia, de u..!~ socied¡KI, en el que se condensa su
la persona, tal como se r~gi~ra en los espacws-étllicos. Resulta en- sedimentaCión mtersubjetiva. Se trata entonces de una categoría cons-
tonces inevitable recordar a Marcel Mauss (1971: 106), quien expuso éJ
I truida por la interacción, en cuya configuración intervienen procesos
con claridad la relación original entre los conceptos de máscara, per- ideacionales sumamente variables, no sólo entre las diferentes culturas
sonalidad mítica, y persona como una noción moral de los romanos, 1'.1 sino también a través del proceso histórico de una misma cultura.
e, sentando así las bases para comprender el papel de las representacio- Entre las máscaras sociales de las personas ocupa un lugar impor-
nes colectivas en la configuración de la identidad individual. Y reta- (;;1
O tante la imagen del cuerpo, la corporalidad, la inserción del cuerpo
ma aquí el concepto de representación ,t!
colectiva en el ya mencio- , :l... humano en el marco de- la naturaleza y de la cultura, tema al que se
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nado sentido de Durkhcim (1968:19), quien la entendía como I le ha dedicado una atención relativamente escasa en los estudios me-
.- ,J soamericanos. Pero no sólo la imago corporal responde a una idea-
categorías que traducían contenidos de conciencia provenientes de
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ción colectiva, puesto que la persona social también está constituida
la experiencia colectiva de la sociedad. No se trata de "creencias" si- ~
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no de formas inconscientes -no explícitas- que subyacen a las creen- por medio de los significados que le otorgan los sistemas clasificato-
cias, puesto que éstas últimas, como lo sugiere Nicole Belmont rios parentales y políticos, los grupos generacionales de edad" la
(1971:'112) en.realidad "representan a las representaciones". Es decir asunción de identidades ceremoniales, e incluso las ideas referidas a
que la idea de persoea constituye un producto de cada sociedad, que
expresa en ella un conjunto de representaciones
periencia de la realidad. M.-Carneiw-Da
derivadas de su ex-
Cunha (1986:54) propone
1 los aspectos inmateriales de la existencia, como es el caso de las con-
cepciones anímicas. Trataré entonces de referirrne a algunas de estas
representaciones; haciendo especial hincapié en el papel que desem-
que dicha noción supone un principio de autonomía, de dinámica peñan en la configuración de la persona, y dejando para otra opor-
propia de una cultura, pero que requiere ser investigado en cada ca- tunidad el vasto tema de las identidades ceremoniales, Pero no pre-
so concreto y no postulado en abstracto. El mismo Mauss apuntó tendo reducir el complejo mundo simbólico mesoamericano al I
que se trataba de una categoría nominadora y por lo tanto diferen- carácter de reflejo de estructuras subyacentes, sino señalar el papel-
ciadora, que representaba una construcción histórica y variable, que
no necesariamente podía ser encontrada en todas las sociedades.
fundamental que le toca en el proceso de construcción social de las
personas. Podremos de esta manera, la! como ya lo propusieran See-
j
Se trata entonces de entender la forma en que las sociedades con- ger, da Matta y Viveiros de Castro (1987:19), asumir las categorías de
ciben, definen y finalmente constF,uyen una particular versión de lo la dimensión simbólica no como abstracciones ideales sino como as- ~
que· debe ser un ser humano. Tal como lo anotara C. Geertz pe::tos cruciales conformadores de la praxis de toda cultura.
'< 1987:57), sólo se llega a ser un individuo guiado por los esquemas
culturales y los sistemas de significación históricamente
dos que ordenan nuestras vidas. Por lo tanto lo que nos preocupa
no es la construcción
constitui-

de un individuo, sino la de los "seres colecti-


vos". facultados para desempeñarse eficientemente dentro, de las re-
des sociales)' simbólicas, propias de los distintos mundos culturales
PERSONAS FÍSICAS

Resulta indudable que el ensayo fundamental para aproximamos a


las concepciones del cuerpo de los antiguos nahuas es la magna obra'
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que habitan (c. Rodrigues Brandáo, 1986,15) ..

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14¡-:' L\ C0:';STR;:CC¡Ó:-< DE L\ PER~O"i,-\. L.-\. (.O:-;STR:.,'cC!r):, r»; 1, ,\ Pl:.RSO:';,\ 147



de Alfredo López Austin (1984). Si bien se basa principalmente en las -deidades con los linajes gobernantes y que en el presente enlaza
fuentes históricas referidas al altiplano, el mismo autor destaca que mÍticamente las principales poblaciones de la península. Si el centro
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UL 1 "-",.,',," .. 1 cid cUerpu humano es elliplé, ei centro de cada poblado, es la sagra-
compartidos por ias cosmovisiones mesoamericanas. Por otra parte ~'I da ceíba, el árbol de la vida o axis mundi, que une el cielo con la tie-
advierte que estos elementos del pasado se encuentran aún presen- ft rra. En el centro del cuadrángulo del espacio global, ámbito cionde
tes y vivos en una multitud de culturas contemporáneas pertene- : t trascurre el tiempo, y de sus réplicas sociales: el pueblo y la milpa, se
ciernes a la gr;m tradición mesoamericana. Si se intentara sintetizar .\ ubica la humanidad, Por lo tanto su corporalidad no puede menos
la rica ir,for'nlaci(m que expone se podría destacar que los nahuas "; que ser un testimonio de la imago cósmica que la define y la refleja.
practicabi'rl'unantropomorÚsmo cIaslÍIcatono, a ha\,esa.eIÜia:1-:<'-e -'.;¡ -- 't.nlrelos huaves, pueblo pescador de las costas derestado de Oa-
equiparaban las taxonomías cOI-para.les, sociales, naturales y cósmi- ~'J xara, los términos clasificatc-ios referidos al cuerpo humano se pro-
caso El orden humano se hacía así coextenso al orden del universo, ' yectan hacia la específica experiencia cultural del grupo, puesto que
ya que (()l:n~aba~ parte de un ~ls.rno sistema cl~sificawrio. En el ni .'..' el cuerpo aparece como un elemento referencial básico para perci-
vel metafórico el cuerpo era tierra, la cabeza CIelO y el sol un cor a- ¡ bir el mundo (Cardona, 1979). En toda cultura los ejes corporales
zón. Incluso la categoría lingüística "corazón" se extendía como de- , son a la vez los ejes que construyen el espacio. a partir de las coorde-
finición de centro a todos los ámbitos posibles, ya que lo •poseían los
lagos, los montes, la tierra y, por supuesto, los animales. La pro.yec-
ción de este principio ordenador antropomorfo se hace particular-
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ss, I nadas que le proporcionan. Pero para los huaves el cuerpo opera
también como un moclelo cognoscitivo para la percepción de los
objetos, a partir de la identificación cuerpo = objeto. Así las concep-
mente visible en e! caso de los árboles, cuyas ramas son "manos", la tualizaciones del cuerpo se proyectan 'a la casa que tiene "cabeza",
copa "cabellera"} la corteza "piel", la madera "carne", etc, (López "piernas", "nuca", "vientre", cte. La partes de la canoa, instrumento
Austin 1984:397). Incluso las referencias a los linajes suponían imá- fundamental del pescador, reciben categorías nominativas corpon!.·
genes corporales, ya que se podían referir a ellos corno "cabellos de -'f les tales comoYnariz", "dorso", "ano", "pene'v e inclusóv''saliva",
la gente", "uñas de la gente, "barbas de la gente", etc. Haciendo su- t aludiendo metafóricamente a las cuerdas como secreciones del
yas estas representaciones colectivas milenarias plasmadas en el len- !" cuerpo-barca. La atarraya tiene "boca" y "cerebro". Los árboles es-
guaje; los nahuas deLpasadoy del presente exhiben una noción d~
corporalidad en la que se expresan los mismos principios queorde-
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tán humanizados hasta el punto de poseer "genitales", "piernas",
"cuellos", "cabezas", etc. Incluso el pueblo es percibido como un
nan el universo. Desde el punto de vista físico el cuerpo humano es '~':I' cuerpo acostado que tiene un "delante" y un "atrás": así como "nu-
entonces constructor y reproductor de la realidad. ; ca", "boca", "cabeza", etc. Al parecer, para los huaves nada de lo que
Sin pretender abusar de la casuística, creo importante hacer refe- es ajeno deja de ser humano, lo que constituiría otra forma de en-
renci~ a algunos casos concretos, que pueden ser muy ilustrativos ,i tender al hombre "como la medid". de todas las cosas".
de la percepción de la corporalidad indígena. Para los mayas de Yu- f:1 En el caso de ¡os chatinos del mismo estado, pueblo sin mayor
catán.su.organ ..ismo aparece COIflO una réplica de ~a estr~ctura del 4."1 vinculación histórica, geográfica G cultural con los huaves, el Oler-
cosmos natural y cultural del cual forman parte (VIlla ROJas, 1980). .~ po representa también una metáfora básica para nominar el ámbito
'La autoirnageri corporal se evidencia como un espacio cuadrangu- :t exterior al mismo. .Los términos que designan a la casa y al cuerpo
lar en torno a un centro rector del sistema, e! órgano denominado j';' son casi idénticos y las partes de la casa reciben nombres tales como
ti/lié, teóricamente situado un poco abajo de! ombligo. De esta ma- } ,: "cabeza", "espalda", "costado" e incluso "corazón" (Creenberg,
nera el cuerpo reproduce el cuadrángulo cósmico representado por ,~', I 1987). Precisamente la construcción de una casa nueva comienza
los cuatro puntos cardinales, y su réplica el cuadrángulo cultural :.. ,1 por la instauración de su ;~:corazón", simbólicamente configurado
::'>~stituido por los cuatro lados de la plantación de maíz (Bartolo- ", por un fogón de cerámica y una cruz (Bartolomé y Barabas,
, ~é'y B.~¡-¡'lbas,1977:64-69). Como la madre y e! hijo, cielÓ y tierra es- 1982: 177). De acuerdo con Greenberg todo lo que tiene corazón
ta" untdos por un cordón umbilical, que en e! pasado conectaba a posee un espíritu, hasta e! punto de identificarse conceptualrnente

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L\ (:O:-'¡STRl'CCIó:,\ DE L\ PERSONA 149
la mor ada con el ser qlle la habita, equiparándose el "lugar" con el
"ser". De esta manera las moradas de las deidades son también las igual que a las categorías dei tiempo en las que se conjugan las tern-
deidades: !~.s C~~\'erilas donde habitan los S(:11GreS de la naturaleza pOI alirlades individuales y las sociales. Tanto las organizaciones so-
sun a la vez los señores, b alta cumbre donde reside el Dios de la llu- ciales ccmo las cosmológicas resultan de esra manera estrechamen-
te vinculadas a la imagcn del cuerpo __Así la construcción de la
via es también 1:1 deidad acuática. Esta proyección e identificación ..
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,
noción de persona en Mesoamérica encuentra en la corporalidad
del cuerpo -ámbito del alma- con las moradas -ámbito de los
cuerpos-, supone que todo el espacio residencial se define a partir un idioma simbólico focal, cuyas características pueden no ser tan
de la curporaiidad humana. Así los caminos, los pueblos y las mil- distantes a lo que Seeger, Da Mala y Viveiros de Castro analizaran
~---pas~s(m· especulares configuraciones corporales que humanizan al para el caso -de -Ia·s sociedades nativas del Brasil. Ello tal vez nos
territorio étnico a través de su apropiación simbólica.
Entre los pueblos zoque de Chiapas el cuerpo humano constituye
una n: etáfora del árbol y en especial de la ceiba, pistin. El mismo
.
~} aproxima a la comprensión global de categorías elaboradas por so-
ciedades alternas, cuya multiplicidad no excluye la existencia de al-
ganas pautas referencialcs comunes.
cuerpo es designado como "talla del árbol", los pies y el tronco son
el "tallo", los brazos son "ramas", la cabeza es designada con el mis-
mo término utilizado para "follaje", la sangre como "savia", las
j Párrafo aparte merece lo que envuelve al cuerpo: la indumenta-
ria. Desde hace décadas en los estudios mesoamericanos se ha des-
tacado el hecho de que las vestimentas indígenas, más allá de sus
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cuencas crbitales como "nudos", la piel es "corteza", etc. Incluso la transformaciones coloniales, representan expresiones plásticas de la
proyección antropomorfa es funcional, ya que la boca es asimilada a filiación' étnica e incluso comunitaria de sus poseedores. La ropa
las "raíces", puesto que ambas sirven para ingerir los nutrientes (Re- nativa opera entonces como uno de los signos diacríticos de la iden-
yes Córnez, 1983:207-212). tidad cultural. Pero lo qUé aquí DOSimporta destacar no es tanto el
Para los zapotecas binnizá del istmo de Tehuantepec las categorías papel de la indumentaria como factor de identificación étnica en los
nominativas utilizadas para designar a la casa y al pueblo son casi contextos interactivos, sino lo que expresa en tanto concreción de
idénticas, y ambas responden a proyecciones clasificatorias del cuer- las representaciones colectivas manifestadas en la imagen de la per-
po humano. En razón de este principio las casas tienen cabeza (ter sona. La ropa viste el cuerpo, pero a la vez refleja lo que la sociedad
. chos), espaldas (parte de atrás), pies (cimientos) e incluso estómagos' piensa de él, cubriéndolo con sus ideaciones.
(ámbito interior). Así, la vivienda de una persona puede estar situa- Un extraordinario ejemplo de lo anterior' puede proporcionado
da en la cabeza del pueblo, en sus costados o en su estómago, si resi- el huipil que utilizan las mujeres chinantecas, cuya notable belleza su-
de enel centro. Es decir que tanto los cuerpos humanos como sus pone a la vez mensajes que sólo pueden ser entendidos por aquellos
moradas individuales o colectivas forman parte de un mismo prin- capaces de descifrar el complejo código plástico. Gracias a la obra
cipio taxonómico (Víctor de la Cruz, comunicación personal). de una etnolingüista miembro de dicha cultura (Morales, 1987) te-
No' considero necesario seguir multiplicando los ejemplos, aun- nemos la poco frecuente oportunidad de penetrar en la extraordi-
~ que creo que estudios futuros en esta línea producirían con seguri- naria riqueza cultural plasmada en los textiles chinantecos, Entre, los
. dad resultados aún más sugerentes. Pienso que la información ex- diseños aparecen los símbolos que designan al mundo antes y des-
puesta nos ha permitido destacar que la perspectiva de! cuerpo pués del mito sosmogónico (nominado a través de las metáforas
humano proporciona un referente simbólico fundamental para corporales de "estómago grande" y estómago chico"), las eras tras-
aprehender· otros aspectos de la cultura y de la naturaleza. Por lo curridas desde el comienzo de los tiempos, la marca cuadrangular;
tanto constituye un dato de capital importancia para la cornpren- que expresa la filiación étnica, la estrella que los debe guiar, mitos
sión de las categorías nativas referidas tanto a la identidad corp.jra] animalísticos, signos que se refieren a las migraciones del pasado,
c:oni0 a 1<1proyección de dicha identidad a la sociedad y al cosmos. alusiones al destino, el reconocimiento del consejo de ancianos, in-
Esta concepción resultará también básica para aproxrmarnos a .la dicacioríes sobre la necesidad de proteger a las aves de corral y has-
conslrucción del espacio a partir de las coordenadas corporales, al ta la condición núbil de las doncellas. No parece necesario enfatizar
que estos atavíos son algo más que envoltorios del cuerpo, ya que en

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150 L\ CC.'\STRUCCIÓN DEL'. PERSO:""" LA CO:\STRLCcióN Di L\ PERSO:>:.'. 1}1

ellos S~ hace visible una elaborada matriz que hace referencia al I ral encontraremos manifestaciones cxplícit ••s de las inügcnes reteri-
conjunto de si3njfi(~dr)s cósmicos y sociales 'lL!C definen ~ los chi-
nantecos como tales,
También en el nso de la milenaria cultura maya encontramos
'j
t
. das .a~ ser socia! !r1eaJ, pero ellas c'Xp!'~~a!l el ~Il"'!hiíO de 11. icieologf:\
social, es decir, una sistematización
cionesya estruciurada
o!·ganiz31.iv? de laS' representa-
en términos de valores. En cambio, lo que
que sus diseños textiles contemporáneos se refieren a una compleja _- propongo es una aproximación a las representaciones, a través de
tradición de signif~cacion~s c~!turale~,. algunas ~e las :ua!es pu~- , l~.s cuales cr.'~o que podremo~ enten~~r n:eJor las categ~ría~ de enten-
d~n ser I a.streadas ~asta el pe~-lOdo clásico (M,orr~s, 198:-». LOS hui- 1
!!; a ur lento. n."nv_"s gl1~ Frop~¡-ClOi1an al individuo las posibilidades de:
piles tzotziles de Chiapas configuran-mapas cósmícos.ien.los cuales i-~ ~ --uila-c!efol.mwLlllSer-Cl0fl-SOCla1 -r-_- _ __ _ __

se registran las concepciones del espacio y del tiempo así como del .~,l' Quizás el ámbito del parentesco, que alguna vez fuera definido
sistema calendál~ic~, cuya lectura es p~si?le sobre la bas~ de 105nu-
morales C0311101oglC0S(7, 9, 13, 1R, 2Li. :J2) c¡ue se cons!gmm en la
r~' como estructura y superestructura. a la v~z, sea :1 ~ue mej?res ~istas
_p-os ofrece- parJ. encontrar las manifestaciones fácticas de ideaciones
cantidad de hijos y en las agrupaciones de diseños. Junto con las re- ,1 específicas. Muchas páginas se han dedicado al estudio y a la discu-
Ierencias cósmicas aparecen alusiones a la pertenencia comunitaria, ¡~.\ sión sobre los sistemas políticos nativos, especialmente en lo que
oraciones a las deidades' de i~t.iluvia y de la fertilidad, símbolos de la;, respecta al denominado "sistema de cargos", es decir el sistema rota-
'ó ,
deidad de la tierra, etc., todo ello irradiando: ·.l.e~ _ el cuello de
la persona que viste el huipil, la que de esta _,1.- .::, se ubica sirnbó-
licamente en el centro de una milenaria noción ú_l cosmos del cual'
'1 tivo de acceso a las posiciones políticas de una comunidad. Si bien
no se ha menospreciado la vinculación de dicho sistema con la es-
tructura parental, no siempre han quedado de manifiesto las rela-
es heredera. La indumentaria femenina hace de cada mujer india ciones más profundas entre ambos, que se originan a partir de su
una portadora del código secreto de su cultura. .1 inclusión dentro de un mismo principio clasificatorio basado en la
A través deestas máscaras textiles la sociedad recubre e identifi- <] posición generacional, la que va definiendo las expectativas sociales
ea los cuerpos de sus miembros. Es por ello que el cambio de indu- t respecto a la imagen de lo que debe ser una persona. El estado de
mentada, que se registra C01110una de las estrategias para ei tránsi- t Oaxaca, lugar en el que conviven quince grupos etnolingüísticos
tu único, ~o- sólo en Chiapas o la Chinantla sino en todo el ámb¡t~ _~ fl:agmcnta~os en miles _de cor::.1Unid(l~les,ofrece ur: ca!1:po privile-
mesoamencano (Druker, 1963; Barabas, 1979, etc.), supone algo 11 - glado para intentar analizar el complejo marco relacional que une el
más que la renuncia a un marcador externo de la filiación. Constitu- ";'1 ámbito paren tal y el político.
ye Una doloro,sa ruptura del rostro cultural, derivada de la estigmati- ir, Al pa:-ecer los modelos parentales prehispánicos en el área no
zación del mundo propio. " eran muy diferentes al calpulli del altiplano, esto es, un grupo cor-
, porado endógamo que conjugaba filiación y estratificación, la per-
-a t~nencia al c~al.suponía u~ ~efini.do conjunto de dcre~~os y obliga-
H ciones ccononucas y políticas, incluyendo la relación con una
PERSONAS SOCIALES JI deidad tutelar específica. En la actualidad las estructuras parentales
i han sido radicalmente transformadas, tanto por la imposición de las
La subjetividad social es también la que va definiendo qué clase de normas hispanas como por la alteración de los sistemas producti-
..;
persona se es en los distintos momentos de la vida. No se trata, co- vos, relacionales y residenciales. Sin embargo, es posible encontrar
mo ya lo mencionara, sólo de la acumulación de papeles y roles que en las comur::.idades contemporáneas rasgos organizacionales per're-_
van configurando la inserción del individuo en las prácticas sociales necientes a las formas parentales tradicionales que aún condicionan .
concretas. Por persona social entiendo aquí la imagen que la socie- numerosos aspectos de la vida colectiva. . ;H
dad haconstruido subjetivamente respecto a lo que d~b~ser uno de Como ya lo comentara, un componente básico del sistema paren-
sus miembros, imagen que es necesariamenteinternalizada por los tal. que actúa en la vida política es la posición generacionaL En el ni-
individual para responder a las expectativas existentes. Por lo gene- vel de las terminologías de parentesco locales es posible advertir có-

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-~' _ ... ;-' " T"". \;.;'_ •.. 06~~~~~_t;.~'::,
152 L\ CO"STKI TC:¡():--; DE L.-\ PERSCJN.\ L.-\ C():\STi~n:C¡ó:-; DE L.\ PERSO:-U. l::;~

mo l~s miembros de un sibling, de un grupo generaci(Jnai horizon- articuladoras de las unidadesdomésricas <! las cuales están vincula-
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'''--) 1 rlil~. F:.~(:f~cir (tu!': ~iLtl,<,n también en un ('ampo sOCIa!p,úblicú, aun-
que unifica a hermanos con primos cruzados y paralelos, lo que re- 1 que éste es diferente al de los hombres: se trata de un ámbito de
cuerd.a - sistema haw<lian~, aU~1quees. frecuente .el US!:,d~ térmiI;'~SJ análisis que aún no ha sido satisfactoriamente explorado, a pesar
descriptivos para diferenciar lineales de colaterales ( rru carnal ), del auge de los estudios sobre género_
De todas maneras, la clase de parientes designada (kinclass] corres- Los niños sólo tienen obligaciones domésticas, tales como ayu-
ponde a un "ge'do de edad", posición generacional que tiende a . dar en las tareas de la casa, pero desde lemprana edad comienzan a
.identi ficar -socia lm t:.fl{e-a-to<lQ.s.--J#~--f.l-e=uB-a-(:("mUI'licla-cl:"-b ,:,., +-relacirmrrrse con los otros miembros dé su grupo generaCionarLos
e:-dstencia de lo~ grados de e~ad en las c~ltur;>s de ~a.xaca fue ini- i'~; I jóvenes varones que ya colaboran activamente con el trabajo de sus
cialmente :ldn~r!ld~ ~()r el etnografo ~. WeItlaner5WeIllaner y !i0~~s-'~ r unidades domésticas se desempeñan en los escalones más bajos del
h;l~en,: 1960)}' cahrl~2da <:~mo una [OI-m";1;Tal~ade vrgamZaCl?11 I sistema de cargos (topiles, policías, etc.), comportándose como "hi-
social , pero su funcionamiento no fue profundizado por estudios j05 colectivos" de su comunidad, Los adultos, especialmente des-
posteriores. Ruego al lector disculpar estas un tanto elementales y .\ pués del matrimonio, son elegibles para ocapar cualquiera de los
quizás aburridas informaciones sobre el parentesco local. Lo que cargos del sistema, siempre y cuando su desempeño dentro de la vi-
ahora nos importa destacar es básicamente su vinculación con los ., da doméstica los caracterice corno buenos e$posos y padres, Final- •
sistemas políticos comunales, ya que tiende a identificar las normas ;~ I mente los viejos, si han cumplido coh todos los cal-g~s del sistema,
ideales del comportamiento doméstico con las del comportamiento . pueden ser socialmente definidos como ancianos, es decir como
político, unificando de esta manera las imágenes de "persona do- abuelos colectivos de la comunidad. En todos los casos el compana-
méstica" y de "persona política". miento doméstico es fundamental para el acceso a los cargos públi-
La tradición política occidental tiende a establecer una separa- cos, Resulta extraordinariamente ilustrativa de-la percepción social
ción entre las esferas de lo público y de lo privado, diferenciando de las autoridades comunales la alocuciónque los ancianos mixte-
claramente el ámbito de la jJOÜ5 (público) del de la oikía (casa, priva- r cos dirigen a las nuevas autoridades el día de su toma de posesión
do). Pero par" las tradiciones mesoarner icanas no existiría tal divi-. 11 como tales: "ahora tú eres mitad hombre y mitad mujer, porque de, .
sión sino un continuum que va de lo privado a lo público, del cumplí- ,~;I berás ser padre y madre de tu gente",
miento de los objetivos domésticos al cumplimiento de los objetivos '~'i Las normas paren tales y las políticas se reflejan las unas en las
públicos, De la misma manera que losniños,jóvenes, adultos y an- -r otras configurando una imagen que supone una representación co-
cianos realizan desempeños domésticos que se corresponden con lectiva de la persona, En este espejo el individuo adquiere una ima-
las imágenes que la familia tiene de ellos, también estos grupos de gen social global de sí mismo.. puesto que le muestra su identidad, o I
edad tienen específicas inserciories políticas que se corresponden li-: al menos una apariencia de la identidad posible, ya que los espejos f
nealrnente con sus obligaciones paren tales. reflejan pero no son la realidad. Y ese individuo, siguiendo una. es- I
Es necesario señalar que las pbsicionespolíticas corresponden
.tradi-cionalmente al sexo masculino, aunque en los últimos años las
mujereshan comenzado a tener acceso a los "cargos" públicos. En
pecular lógica dialéctica, proyecta esa misma imagen hacia los otros
que componen la sociedad de la cual forma parte, Recordemos a
Aristóteles cuando' decía que "nos complacemos en lacontempla-
I
este sentido cabe observar que la construcción social de la persona ción de las imágenes porque se aprende de ellas al mirarías'[
implica una diferenciación por género, ya que el Ser social femeni- (1966:31)_
no se ha realizado tradicionalmente en el ámbito de la oikia. Pero Cabe aquí destacar ·que Ic:ü sistemas parentales indígenas contem-
ello no Supone que las mujeres estén confinadas a la unidad dornés- poráneos se encuentran profundamente transformados, e incluso
1 ica de nacimiento, puesto que la frecuente norma patrilocal las ha- degradados, como consecuencia de los siglos de compulsiones colo-
;-e cambiar de residencia, a la vez que las obligaciones parentales, y niales que también afectaron los espacios domésticos; por ello aho-
especialmente las rituales, las llevan en la madurez a actuar como ra sólo podremos encontrar reflejos· remanentes de las imágenes .

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154 L-\ CO:'\STRL"CCj()N DE L\ P¡':R:-:O'<.-\ L\ CO:--:STRCCClb:--: Df. L·\ PERSO:--:.\ 1:,0

originales. Tal vez nunca podamos llegar a saber y, aun más difícil, a PERSC:';A') i::SP1RITU:·\LES
entender, qué procesos tuvieron lugar en estas sociedades basadas
en el parentes.,o, cuando se produjo la ruptura de los sistemas de ! j Quisiera proponer aquí una reflexión p:'eiimina; sobre un tema que
nominación fundados en la filiación paren,tal y en el ca!endar~o. f. i tal vez requiere un esfue:-zo analítico de mucha mayor envergadura
ti
Perder el nombre es una forma de perder el ser que nuestra socie-
dad. ~a pue.sto el: nosotros, .implica ser despojado de una de las n;á.s
clasificatorias mascaras sociales. Y abandonar el nombre calendári- ,
~I que el que puedo ofrecer en este espaCio y.en este momento. Me re-
fiero a las en.tidad~~ anímicas mesoamericanas, la~:onas y los nahua-
les. y su partIClpaCIOn en el proceso de construcción de la pelsona,
co su'po~~ u~~j~finlt~ll incertidu~br:~s~!~~Iación con lo sagra- _IS~ puesto que consJ!1!I.}'-el)_principiosfundamentales para la definición
do. Tal vez inicialmente, a despecho de los distintos significantes, se
pudieron mantener similares significados. Así lo expresan, por'
\~:i' del individuo. Toda noción de persona supone la conjunción de ele-
mento s sociales y simbólicos, que expresan diferentes aspectos
ej.emplo, los lienzos coloniales de la Mixteca, en los cuales aparecen' de las representaciones colectivas. Y fue también Marcel Mauss
pictograrnas que designan todavía pOI sus nombres caiendáricos a I (1 ~71: 105·1 08) uno de los que con mayor claridad señalara la rela- •
p~:'scnajes cuyos ~isabu,elos ya habían sido bauti.zad?s en e~~ristia- ,l\ ción entre el alma,.el ~o.mbre y la per;ona, s~nta!ldo a~í las bases ~a
i
msmo (Bartolorné, 1991). Pero la ruptura nornmanva debió eSlarir ra la empresa sociológica de entender las interrelaciones que ue-
acompañada por una intensa crisis existencial, la que debió ser I f finen a estas nociones culturales. Su postulación trascendió al
afro.ntada por g~neraciones .de hombres s~n.nombre. Aun, en la ac- ~ I etnocéntrico concept~ de '.'al.n:a primitiva" .~u~. for~ll~la~~ Lévy J
tualidad esa anugua angustia aparece reflejada en las palabras de . Bruhl (1974), para qUIen existma una confusión 'prelógica en las t
un poeta binnizá cuando se interroga, recurriendo al juego tonal representaciones colectivas referidas al alma, la vida, el principio vi- 1:
de su idioma (tu laanu, tu lanu / quiénes somos, cual es nuestro tal, la sombra, etc. Queda entonces claro que hablamos de catego-
nombre? (De la Cruz, 1983:7-10). rías culturales específicas, y no de estructuras de pensamiento. 11

La imagen de la persona aparece en la actualidad condicionada i Más que su Caracterización en el pasado nos importa la vivencia
por el haz de relaciones que lo sitúan como hijo, hermano, padre, ;; actual de estos conceptos culturales; sin embargo es necesario recu- '~

abuelo, tío, sobrino, compadre, etc. En este aspecto la persona con- ¿ rrir previamente a la información etnohistérica basada C!~ las anti-
11
siste en un conjunto de atributosparentales que actúan-como clasifi- "'~ guas crónicas. Esto-nos-permitirá, además de dar cuenta de su natu- I

cadores de cada individualidad, Lo mismo sucede con ese otro con- \,'¡; raleza común a los pueblos de la tradición mesoamericana, intentar
junto de relaciones clasificatorias comunitarias, configurado por las' J entender el esquema conceptual que sirve de marco referencia! a la
posiciones políticas que el individuo puede ocupar a lo largo de su ~ . vivencia contemporánea.
vi?a, en el tr~nsc~l~so de lo que C. Crocker (l~81:180) caracte:~zara, • . En ~l ámbito .meso~merica~o existe ~n~ difundida y profunda 11
atinaday melancólicamente, como esa progresIva transformación de creencia en la existencia de entidades annmcas personales pero que l!
la identidad que se Ham.Clenvejecimier~tf). Pero creo importante des-
tacar que estos dos conjuntos de relaciones deben ser pensados co-l
,!
:¡ habitan fuera del cu:rpo: la lana o alma extraLOl:~órea y el nahual
que supone la. capacidad humana de transformación en entes (te la
J
1
n:~ un todo, e int~rpretados ~or lo tanto en términ.os de una perc.eF- 11 naturaleza. E~sten tambié~ otras ~o~c~pcion~~ aní~,nicas q~e r-> 1
cion global de la Imagen social que construyen. DIcha ,c.onstruccwn ..;l
~" drían caractepz~rse como almas individuales , la sombra, ~tc. 1
representa una estructura que ofrece un orden específico para los 1" Pero lo que me Importa demostrar es que lonas y nahuales pueden
desempeños sociales. Es por ello frecuente que ese orden aparezca·.'.; ser entendidas como "almas sociales", que otorgan significados ci'5:
a\",~ladoe.n el nivel simbólico pOl~10~.~~latos míticos, en los que se re- .• " . lectivos a 10~
....rostros individu~les. Sobre la ba~e de las i?fo~macio- I
f lejan y se norman las conductas políticas y parentales. Parentesco y :~'~.
poi.itica fUl:dau ~I:tonces. ~ la p~rsona. c~mo ser social, ~~Pl"OPOrCio-, ~ ...
narle una msercion clasificatoria definida dentro de las categorías 1"<.
I
nes proporcionadas por W. Knckeberg hace mas de medio Siglo, G.
Van ~ler Leeu.w con~~deró que el f~no.'~eno del nahuali~mo suponía
la existencia de un alma externa , VInculada a un animal, por lo
I
.

elaboradas por la colectividad de la que forma parte. .~' que intentó conceptualizarlo como una especie de totemismo indi+i- I

P$ , k
':~$±t ):'G;jM4+ L!,I!UIi,t 4\i""CI!iiit di", ) 's: '::"=:,0" N" ",,,""M:,: ,,¡¡¡•• "",: "8 -"'if~
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, eE L.:, i'E~:::U:\.\ 157
¡5() L\ CO:\'~TRI:C:CIÓ:\'
DE U. fERSONA
adoptar eran designados con el término nahualli. Los especialistas •
dual, (fue implicaba una noción de unidad con el mundo (1964:69-
28:í l. Pero cs;e ;:¡;;O;', LO!!") muchos qUé ie siguieron, confundía ei
tonalisnio )' el nahualismo, lo que no resulta sorprendente puesto que
j
t'.:
religiosos podían transformarse en animales e incluso en fenómenos
naturales tales como rayos, torbellinos, centellas, meteoros, etc. Su
poder zra ambivalente, ya que podía ser utilizado tanto para hacer
son conceptos polisémicos e íntimamente· vinculados. Debemos al , el bien como el mal. Al parecer la adquisición del poder estaba in-
precursor ensayo de George Foster (1944) el intento de establecer ~ fluiada por la fecha calendárica del nacimiento, es decir por el 10-
una diferenciación entre ambo.s, cuya :de~1lÍficación se mantenía~ 1 nalli, pero ello debía ser completado con prácticas iniciáticas. No
desde ~I estudie plOn~r0 de Brinton (18:14). Por su parte Gonzalo i; 1 sólo los seres humanos podían trasfigurarse, sino también las dei-
---~~Ag-Hi-PFe-geltrán (1973:98-105) destacó que ei na/l/mÜsmu,-enTelrdíao -':.El dades, los muertos y los animales. Es oportun-o destaca¡', a Tosfines dé" ._.._--"-
como la capacidad de transformación que poseían los sacerdotes na- las reflexiones posteriores, que se puede cuestionar la identidad, la

~i
tivos ligados al control de las lluvias, se comportó como un movi- fusión completa, entre el mago)' el ente en el que se transformaba,
miento mesiánico an~iaculturát¡vo en la época colonial. Esto último puesto (.¡ileen realidad era una sustancia <mímica del mago ia que se
ya había sido advertido durante el siglo pasado por e! abate Bra- externalizaba e incorporaba al ente externo. Finalmente quisiera
sseur de Bourbourg, quien llegó a proponer la existencia de una es- apuntar una obervación de gran importancia para dar cuenta del ca-
pecie de sociedad secreta anticolonialista conformada por los bru- rácter mesoamericano de la noción de naliualismo, y es la que A. Fá-
;~
jos nahuales. El mismo Aguirre Beltrán (1973: 105-108) describe al
tonalis mo como una ligadura mística 'entre una persona y un animal, j....
, bregas (1969) realiza respecto a que sus probables orígenes se re-
montarían no al mundo nahua sino a la cultura madre olmeca. En
i'l
cuyos destinos están indisolublemente unidos, y que se desempeñan ,.~/'
~IC';
efecto, en ella aparece un extraordinario énfasis en la representación
:t-
corno inseparables compañeros en la "ida y en la muerte. plástica de las transformaciones de hombres en animales y .•.iceversa,
Veamos el esquema prehispánico. De acuerdo con las forrnulacio- Al parecer, durante la época colonial se fue produciendo una asi-
nes teológicas nahuas que recogiera e interpretara López Austin milación conceptual entre e! tonalli y el animal compañero. En ello
(1984:225-252), el concepto de tona suponía una entidad anímica, lo- influyó, según Yólotl Conzález (1976) que los días del tonalámatl, el
nalli, otorgada por e! sol, Tonátiuh, De la estabilidad de! tonalli de-, calendario prehispánico, aparecían frecuentemente auspiciados por
pendían la salud del individuo, su fuerza vital, su destino y hasta suj animales. Por otra parte el ionalli no podía permanecer mucho
relación con e! medio ambiente, puesto que en él podían influir tan- tiempo fuera del cuerpo sin contar con una cobertura protectora, la
to las deidades como las plantas y los animales. Esta palabra se deri- ~ que porlo general era proporcionada por un animal (López Austin,
va de! verbo tuna (irradiar, sol, signo del día, etc.), haciendo alusión 1984:240). Una interesante reflexión sobre este procesohistórico de
a las fuerzas que se incorporaban a cada infante, de acuerdo con e! identificación es la que proporciona Luigi Tranfo (1979: 197) cuan-
día calendárico de su nacimiento cuyo nombre llevaría. El nombre y do sugiere que se produjo un desplazamiento de la búsqueda .adivi-
el tonalli quedaban así asociados, representando el nexo que unía al' natoria prehispánica hacia una mutua asunción de las característi-
hombre con las deidades y a través de ellas a las entidades de la na- cas. éticc-existenciales c1eihombre y su animal compañero, a través
turaleza. Precisamente por ello se consideraba que e! nombre cal en- de lo cual el ser humano acepta que su destino está definitivamente
dárico, y las influencias asociadas con el tonalli, pasaba a formar fuera de sí mismo. También, con el correr de los siglos; el concepto
rartcde la personalidad del individuo, constituyendo un referente de tonal se fue identificando en muchas culturas con el de nahunl.
clave tanto para su destino como para la percepción que la sociedad Así, la noción de animal compañero y la capacidad de trasfigurarse
tenía de él. Es decir que se desempeñaba como un componente de- pasaron en ocasiones a ser designadas de igual forma, dando lugar
cisivo en la construcción de;!:J.noción social de la persona. a frecuentes confusiones terminológicas y conceptuales.
Tamhién a López Austin~r1984:416-438) debemos una de las más Hace ya muchos años que desapareció la tradición escrita propia
eruditas caracterizaciones del nahualismo prehispánico-eníre los na- y que murieron' los más ilustrados sacerdotes. Ahora nos encontra-
huas. dcfiniéndolo como la facultad de trasfigúración que poseían mos ante conceptos culturales populares, reinterpretados por los có-
101 m:tg{)s. Tanto el mago como la forma que tenía la capacidad de

=e= =r== :--'----~~~~~~ ~------'.-'--:',. I,~ =~~.-- -~":'"<:.:·~-~!i";_7~.;,,-~:~{~¡;$;


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108 L\ CO~:,TRL'CciÓ" !)[ !...\ PER~0:-'.\ L~ c(\~STRL'C\.IÓ.,,,DE L..••P!ÓRS':)~.\ yi0 I

ración. ElI este último caso es necesario no confundir a un viejo con


!' •
digas simbólicos de cada una de las sociedades locales. Todo intento
de proporcionar una síntesis de la vivencia actual de dichos concep-
tos debe recoger ;t! menos una parte de la gran información et1J.O-
un a nciano: todos pueden llegar a ser viejos, pero s610 unos pocos
individuos de cada comunidad =aquellos dotados de UlI? especial
I
gráfica existente (Guiteras Holmes, 1965, para los tzotziles; Henni- fuerza espirituai- pueden llegar a ser ancianos, es decir principales
tte, 1970 y Villa Rojas, 1990, para los tze!tales; Ichon, 197~, para los que han cumplido con todas las posiciones del servicio público.
totonacos; Bartolomé y Barabas, 1982, para los chatinos; 1990, para Tanto la fuerza de sus coesencias anímicas como sus capacidades de
los chinantecos; Galinier, 1987, para los otomíes; Tranfo, 197Y, para :1 trasfiguración, determinan e! respeto que merecen y su importan-
cia en la regulación de la vida coicctiva. Al respecto cabe recordar,
'IOS huaves: Segre, 1987, para los nahuas actuales, ete.). Con base en
las múltiples informaciones e interpretaciones, se podría considerar una vez más, a López AU3tiri-(T982[3-27) cuando refIere que en lá so-
a la tona como la noción que supone la existencia de uno o más alter ciedad prehispánica la edad y los cargos desempeñados aumentaban
ego, generalmente animales, pero que pueden ser también "fenórne- la fuerza del lonalli de una persona.
nos naturales" (rayos, centellas, ventarrones, etc.). Esta sustancia Se puede señalar al respecto que el mundo de i05 nahuales tiende ti
anímica se incorpora al ser humano poco después de su nacimiento; a reproducir las estructuras sociales jerárquicas. Para los rriquis, '1,
ello puede ser determinado por los ancianos o por especialistas re!i- un~ de los más conservados grupos étnicos de Oaxaca, el poder de
los nahuales proporciona sustento ideológico para el papel político
¡¡
giosos, sobre la base de la lectura de las huellas que e! compañero "f'

animal deja en polvos o cenizas con las que rodean e! lecho de! in- de los "principales" de los linajes. La relación de éstos con sus na- I
fante. El destino de este "otro yo" está indisolublemente ligado al huales es interpretada como una proyección de las relaciones paren-
.{'.
destino de lit persona poseedora de esa coesencia vital, ya que la en- tales, puesto que enlazan a los jefes de los linajes locales con los an-
fennedad o muerte de la tema si.!pcne la automática. enfermedad f tecesores míticos de los clanes territoriales. El nahualismo ap,..rece
1
muerte de! individuo. Precisamente uno de los motivos más fre- en la base del poder polftico-parental con el cual se encuentra iden-
cuentes en' los relatos populares de la mayor parte de las tomunida-_ tificado. Así también lo expresa el hecho de que -la única forma de
11

·,;
des indígenas es la referencia casi obsesiva a que un cazador inad- devolver la salud a un individuo cuyo compañero animal fue muer-
vertido mató a la lona de alguien, produciendo la muerte de su , to, es hacerle beber una infusión de hierbas mezcladas con el agua ~~
compañero humano. Con la misma frecuencia se relata el episodio
inverso, basado en que a poco de acaecida la muerte de una perso-
na, en las inmediaciones del poblado fue encontrado el cadáver de
su contrapartida animal.
J
en la que se ha lavado el bastón de mando de un "principal" (Huer-
ta Ríos, 1981 :224-231).
No resulta nada aventurado entonces señalar que en numerosas
comunidades indígenas mesoamericanas se advierte la existencia de
l¡II:
El nahualismo en la actualidad, a su vez, sería la capacidad de al-
gunos individuos especialmente dotados (ancianos principales, bru-
dos mundos especulares que se reflejan mutuamente: el de los hom-
bres y e! de sus almas sociales, las que interactúan con la misma in- i;
jos y curadores) de transformarse en su o sus alter ego, y desde ese pla- . tensidad qu<, éstos. Así lo expresan, por ejemplo, las nociones cultu-
~

f
no de la existencia infiuir sobre la vida de los miembros de la rales de salud y enfermedad. rol' lo general las .enÍermedades spn
comunidad. Todo individuo tiene una lona pero no todos pueden conceptualizadas como resultado de una trasgresión social, o de la I¡
transformarse en ella. Se podría proponer la existencia de una socie- violación de algunas de las normas que deben ser cumplidas en re-
dad paralela, de una comunidad anímico-natural, poblada por las to-, lación con el medio ambiente natural o sobrenatural. Ello supone lii
nas de los habitantes de un ámbito territorial o residencial dado. que las lonas entran en conflicto: que 'Jaguar" atacó a "tlacuache" .•.
Precisamente el poder de los nahuales radica en su capacidad de ac- o que "lagartija" está siendo victimada por "iguana". También puede
tuar sobre ese planoparalelo de la' existencia, y de esa manera in- establecerse que, en razón de la envidia, alguien recurrió a los ser-
fluir definitivamente en la vida colectiva. De allí la importancia de vicios de un brujo, para que a través de su nahual hiciera un "daño"
los especialistas en la manipulación de lo sagrado (brujos y curado- a la lona del envidiado. El proceso de restablecimiento de la salud,
res) así como la de los ancianos dotados de la capacidad de trasfigu- en gran parte -de las etiologías culturales, implica un reordenamien-

.. -,....'~..;;._~-:- •....:a:=~~ __
"._-",' M~~:.c.O! --~:i·_~_-:-giJ··
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':
11;11 L\ C:01\STRLé:ClÓ:"; DE L\ PERSO:-\,-\ L-\ CO"SfRUCCIÓ:-< DE L-\ PERSO:--'.-\ 161

: II de la rela¿ión entre las tonas, por lo qu~ la acción de los curada- :nica acompañante, así como la eventual posibilidad de transformar-
1 ('s adquiere el car.icicr de una práctica chamánica que transcurre se en ella.

1'" el mundo paralelo. Es por ello que, si bien todo individuo conoce No constituye una novedad destacar que en los pueblos indígenas ii'¡
.11 cocs;ncia, no se lo comunico a nadie, puesto qu~ supondría que- actuales que padecen procesos intensos de descaractenzac~{m ctnica
tI;II' a merced de posibles enemigos. De esta manen •.la 11)//(1 aparece la creencia en las entidades anímicas compañeras tiende a ser paula- !.I'
¡
1/II\lO una máscara que debe ser ocultada, para as\::gur~r la salud de tinamente percibida como algo f]ue existía en el pasado, como los
.1. portador, pero es una máscara sin la cual no existiría ía persona restos de una época en la que los abuelos se relacionaban de otra
11

r.uno ser social articulado al universo. forma con el mundo, propietarios de un ser y un poder que no pu- Id 1.
Pero no son sólo los naliualcs un recurso crucial dentro de las es- dieron legar a las generaciones que le sucedieron. Así por ejemplo, , I;r¡,
l.

ll'illcgias de control social, por su capacidad de ejercer sanciones .~ entre los prácticamenteútinguidosixcatecosaeOaxaca, cuyos des- , ti
~(lhrenaturales, tal come, le apuntara E. Hermitte (1970) para el ea- cendientes biológicos residen aún en la localidad de Santa María Ix- I :1
.•" de los tzelta les. En muchos grupos los nahuales son también los catlán, una de las consecuencias de la pérdida lingüística fue la pér-
\'spíritus territoriales, encargados de cuidar el territorio que consti-
"I dida concomitante de nociones culturales aparei1temente ligadas al
, 1I
I
1 uyc el ámbito de la comunidad o de la etnia. Entre los chinantecos lenguaje, tales como la creencia en lonas y nahuales (Bartolorné,
.lc Oaxaca, los vigilantes de la raya qt.;e [l1stodian las fronteras co- 1996). Un caso similar es el que padece la población chocha del mis- !I 111
il~
. II1I
u.uuales son espíritus particularmente poderosos qt'.e protegen a mo estado, de la que ya sólo quedan un par de millares de hablan-
sus pueblos contra las agresiones de los uahuales de poblaciones ri- tes, involucrados en una dinámica migratoria que les hace parecer 11111
vales. Ellos tuvieron a su cargo la empresa J:! detener la construc- el mundo propio como ineticaz y obsoleto (Barabas, 1996) Víctimas 1
riún de una presa que inundaría la región, para lo cual intentaron
i\~redir al presidente de la República, pero nc pudieron cumplir su
de un agudo proceso de pérdida lingüística y cultural, la vigencia de
las entidades anímicas etnográficamente documentada a principio
Ilr
I
misión en virtud de la fuerte custodia de nahuales que protegía al
funcionario (Bartolomé y Barabas, 1990). Es decir que la reproduc-
>' I de siglo ha cedido lugar a un olvido que las condena -en el mejor de
los cases- a habitar en el desván de -la memoria. Creo que estos J]"
nón suprasocial de un mundo paralelo configurado pOI entidades ejemplos, que podrían ser multiplicados, son relevantes indicarlores
.mímicas incluye también las relaciones intercomunirarias; uno de lf' de la relación entre las entidades anímicas, la conciencia social y la 1
los temas narrativas más frecuentes son los relatos- referidos a los
eufrentamientos entre nahuales de distintos pueblos, quienes com-
t
.'
~il
identidad cultural de sus poseedores. Como configuraciones confi-
guradoras de un modelo del ser en el mundo, su existencia depen-
piten por los mismos tradicionales conflictos territoriales. ~¡ derá del mantenimiento de las identidades culturales que expresan. 111
11
El desarrollo de la 'persona no es separable de la coesencia que se
k incorpora poco después del nacimiento y que la acompaña hasta
11 Por ello, ser una persona india supone ser un constante compañero
de las almas.
I
b mue-rte. La vida y el destino personal no tendrían significado sin ~ ,~I'
t

L, posibilidad de interpretarlos como resultado de las conductas dé .


:<JfllIS y nahuales. Las enfermedades y su curación, la brujería y el da-
I
úo, los aspectos sobrenaturales del control social, las relaciones in- REFLEXIONES
u-rcornunitarias, están influidas por la existencia y la acción de los 111
alter ego, que se configuran como una red de referentes simbólicos t En una excelente apelación a la tradición antropológica, R Cardoso
para la vida colectiva, referentes que otorgan un significado especí- de Oliveira (1976:80-81) nos reencuentra con la propuesta de Mar-.~.
fico a cada individuo, una máscarasolitaria que nadie debe conocer cel Mauss, referida a la necesidad que tienen las ciencias sociales de f
v que sin embargo es resultado de la acción del pensamiento de to-
dos. En síntesis, la noción cultural de lo que es una persoqa implica
construir metódicamente su objetivo de investigación por medio
de definiciones, aunque éstas sean provisionales o instrumentales. I
necesariamente el reconocimiento de la existencia de s~rentidad aní- Asimismo nos recuerda que en la aventura intelectual de Lévi-Strauss
\,
··1 1

i
'._~~,:~_~o " . _~.
162" L, Cü,~STRLCCI6N DE U. ?ERSOK-\. L'.. CONSTRUCC.IÓN DE L\. PERSüN.-\ 163

encontraremos, más que una crítica de los hechos, una crítica a las. realizar respecto a
la noción de pel":iona que manejan los distintos
interpretaciones de los hechos; esto es, a las construcciones teóricas sectores de la sociedad dominante, pero ahora me han ocupado )"s
realizadas sobre la base de hechos percibidos en forma distorsiona- categorías indígenas. Probablemente, así lo siento, no' he logrado
da. Y es a esta rica tradiciórr a la que he recurrido para la realiza- cumplir plenamente mi objetivo, aunque reconozca que todo inten-
ción de este ensayo. Creo entonces haber demostrado que a las imá- to de traducir la alteridad lleva implícito ese riesgo. Esta reflexión
genes corporales, sociales y espirituales subyace una teoría de la encuentra sustento en' el análisis de ideaciones y vivencias que du-.
persona, propia de las sociedades mesoamericanas, a la que he tra- rante muchos años me han sido sutilmente exhibidas ccn mayor ge-
tado de "construir" por medio del análisis, tal corno lo sugiriera E. _n.emSid.ad4u~~€idtl~e-ént@flderlas. .,; ,
-' ----Viveiros de Castro (1986:125),-ya "que rióconstituyeun dato expHci~ .. : ~-.(~ ~ ,,' . J \r..i~ '~'-/

to de la realidad, .~: ." \ r ',J

Quisiera por último comentar aquí-algunas de las relaciones po- -"'"


1
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sibles entre el concepto de persona y el de identidad étnica. He des-
~íl! tacado que la construcción de la persona supone un proceso que
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"~fi involucra la adquisición individual de un conjunto de repre~enta-
ciones colectivas de la sociedad. A través de ellas -el individuo asu-
me un tipo de identidad personal, que le permite establecer y defi- '>1" ~', ... '"

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nir su pertenencia al grupo de sus semejantes. Es ésta por lo tanto
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un producto de las relaciones humanas, ya que supone una intensa
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interacción, pero que trascurre .en el senq deuna misma colectivi-
dad social y cultural. En cambio, la-construcción deja identidad ét-
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nica supone la configuración de formas ideológicas derivadas de 11

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cos..Es decir que.es-un producto de relaciones ,definidas por su ea- .r

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rácter contrastivo, en razón del cualse establecen-fronteras socia-
les y categorías adscriptivas, tal como lo formulara la escuela
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1:; interaccionista, representada por las ya clásicas proposiciones .de :
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Fredrick Barth (1976).


En la noción de persona nos encontramos ante una categoría in-': '
terna de las culturas, que proporciona a: sus miembros un.referentei J ~.
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común basado en un mismo principio clasificatorio, que otorga un; '.,~
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"nosotros" compartido. En cambio la identidad étnica se manifiesta j. ~' • .-:

como una construcción ideológica, que sistematiza las representa-o . .'


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ciones colectivas derivadas de las relaciones interétnicas, las relacio- .c ¡"L}~ ·1:
\11 nes con los "otros". Pero los hombres que constituyen la parte nati- " "":¡ ~(;
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:~ va -y generalmente dominada- de los sistemas interétnicosson .\~I/f : ••
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precisamente 13.S personas a las que he tratado, de caracterizar, bus-
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cando dar cuenta nosólo de su alteridad sino. de los.complejos con- }: I
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resultantes dé la misma, cobran así otro.sentido,a través' de una me-:


jor comprensión de sus protagonistas-Análisis
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tenidos que la definen. La articulación interétnica, y las id~entidades

similares se podrían
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