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CAPITULO IV LA CONCEPCION MATERIALISTA DE LA HISTORIA “Con la excepcién del monje veneciano Ortes, autor original c inteligente —escribe Marx en El Capital—, la mayor parte de los tedricos de la poblacién son clérigos protestants... el pastor Walla ce, el pastor Townsend, el pastor Malthus y su discipulo, el archi- pastor Thomas Chalmers, por no hablar de los reverendos escribi- dores menores que siguen esta linea... Con la entrada del ‘principio de la poblacién’ {en la economfa politica] soné la hora de los pas- tores protestantes”.' Al igual que William Cobbert, que en 1819 dirigié contra Malthus la acusacién de “pastor”, Marx fue un eriti- co inexorable de la intromisién de la teologia natural, la idea de la providencia y la moralidad estrecha y clerical en la economia poli- tica, intromisi6n que representaba sobre todo Malthus. La critica de Malthus, y de toda la concepcién de la relacién de la poblacién con la tierra que simbolizaba su obra, fue uno de los temas centra- les de la economia politica de Marx desde 1844 hasta su muerte en 1883. En rigor cabe ver en parte el auge del materialismo hiseéri- 0, como aproximacién diferenciada a la sociedad, a través de esta éptica. La critica de Malthus con respecto a la tierra y de Pierre Joseph Proudhon en relacién con la industria —junto con la rup- tura con el materialismo contemplativo de Feuerbach— fueron momentos definitorios en el desarrollo por parte de Marx de su concepcién materialista de la historia y de su concepcién matetia- lista de la naturaleza, La CRITICA DE MALTHUS ¥ LOS ORIGENES DEL MATERIALISM HIS- TORICO Fue con el “Esbozo para una critica de la economla politica” (Umrisse2u einer Kriik der Nationalokonomie], de Friedrich Engels, como tuvo su comienzo la critica marxista del malthusianismo. Marx y Engels se habian conocido en Colonia a finales de 1842, mientras Marx era redactor jefe de la Gaceta Renana (Rheinitche Zei- tung). Engels, que era hijo de un fabricante textil alemén, iba cami- no de Inglaterra para ocupar un empleo en la gran fabrica de hila- turas de algodén de Ermen and Engels, de la que su padre era socio, El primer encuentro de los dos fundadores del materialismo hist. rico fue frlo —como consecuencia de conflictos existentes en el to de los Jévenes Hegelianos—, y fue solamente con la publicacién del “Esbozo para una critica de la economia politica” en los Deutsch-Franzisische Jabrbiicher (Anales Franco-alemanes) de 1844, dirigidos por Marx, y del reencuentto de Marx y Engels en Parl, cuando iniciaron una colaboracién que mantendrfan durante toda Ja vida de Marx, Para Engels, en su “Esbozo”, la cscncia de la teorfa de la poblacién de Malthus se basaba en una concepcién religiosa de la nacuraleza, “La teoria malthusiana’, segiin él, no era sino “la expresién econd- mica del dogma religioso relativo a la contradiccién entre el espiri- muy la naturaleza, y la consiguiente corrupcién de uno y otra”. Pero, més que un dogma religioso, era un intento de fusionar la teologia protestante (y el naturalismo pastoral) con la necesidad econémica de la sociedad burguesa. “La consecuencia inmediata de la propie- dad privada era —para Engels— la divisién de la produccién en dos lados opuestos: el natural y el humano; el suelo que, sin la feriliza- cién por parte del hombre, esté muerto y es estérl, y la actividad humana, cuya primera condicién es ese mismo suelo”? La sociedad burguesa habia alejado crecientemente a la poblacién de la tierra, preparando asi el camino para la més intensiva explotacién de los dos lados de la produccién, el natural y el humano: 169 Convertir a la tierra en objeto de mercanchifleria —Ia tierr ‘que es lo unico y es todo para nosotros, la primera condicién il puesta existencia— fue el limo paso para convertirnos en obj to de mercanchiflera. Fue, y sigue siendo hasta hoy, una inmors lidad solamente sobrepasada por la inmoralidad de la alienacion de si ¥ la apropiacisn original —la monopolizacién de la den, Bor lunos Pocos, le exclusén del resto de aquello que esl condi cin de su vida— no va a la zaga en inmoralidad a la posterior mercanchiflta dels tera ool a bt poster Con el fin de defender este sistema de la explotacién de los seres hhumanos y dela naturaleza, mientras se negaba toda posibilidad de ‘mejota, surgié la teorfa malthusiana de la poblacién: “la més burda ¥ Bétbara teorfa que jamés haya existido, un sistema de desespers in” cuya expresa finalidad es obligar a los sees humanos a acep_ tar las duras leyes de la economia politica. Al analizar detalladn. mente la teorfa de Malthus, Engels se mostré contundentemente crftico con respecto ala indole inexorable de sus premisas, que con, aban aplicable por igual el mismo principio de la poblacién, en todo momento y lugar, sin tener en cuenta las condiciones histori, cas. Para Malthus, sefialaba Engels, el principio de la poblacién resultaba aplicable tanto en los asentamientos coloniales de Austra. tity América como en la Europa densamente poblada. En rigor, l legica del argumento malthusiano era tal que “la terra estaba ya Superpoblada cuando s6lo existfa un hombre”. Ademés, “las impli caciones de esta linea de pensamiento son que, dado que son sola. mente los pobres los que constituyen un excedente, nada debe facets por ellos, salvo dejar que se mueran de hambre con la mayor facilidad posible, convencetlos de que es inevitable y que no hay otra salvacién para toda su clase que mantener la reproduccién re. ducida a un mfnimo absoluto”,’ Engels argiia, por el contratio, que habia que rechazar “la absur- da afirmacién de que la tierra carece de la capacidad de alimenear ¢ los hombres” —afirmacién que él tenia por “la cispide de la eco, ‘nomia cristiana’— en una época en la que sdlo se cultivaba una ter. 170 “ara parte de la tierra, y en que la productividad de los cultivos de “fae solo tercio podia multiplicarse por seis. Y, lo que era més, “aun “quando Malthus tuviera toda la raz6n’, insistia Engels, no hacia sino falar la urgente necesidad de una transicién al socialismo, que "deberia emprenderse en el acto”, ya que solamente el socialismo "hace posible ese freno moral del instinto de reproduccidn que el ropio Malthus presenta como el remedio més facil y efectivo para i superpoblacién”. En este sentido, la teorfa de Malthus “ha su- puesto una transicién absolutamente necesaria” que indica la “pro- fiundisima degradacién del hombre”, su dependencia de la propie- «had privada y de un sistema de comperencia que sisteméticamente dlesecha seres humanos, {la doctrina de Malthus subrayaba asimismo el hecho de que, pese 1 quea veces hacfa hincapié en “la naturaleza”, ¢ incluso en el mate- rialismo, la economia burguesa era “esencialmente cristiana’. Es im- portante observar aqui una vez més la indole incompleta de la rebe- lin materialista del siglo XVIII, que se habia limitado a ‘postular 4h Naturaleza, en el lugar del Dios cristiano, como lo Absoluto que cl Hombre tenia ante si". Era este rechazo del materialismo revolu- cionario, que adoptaba la forma de utilitarismo de conveniencia natural, lo que hacia tan peligroso al malthusianismo, y lo que, se- in Engels, daba cardcter cristiano a “todas las proposiciones” for- ‘muladas por la economia? La Indole ahistérica de la docttina malthusiana se revelaba en su rechazo de la nocién de mejora, excepto, naturalmente, en el sentido cstrecho de la necesidad de levantar cercas. Dicho de otta manera: el malthusianismo rechazaba toda idea de progreso répido y continuado en la accién de cultivo humano de la tierra 0 en la cria animal, ast como toda posibilidad de avance social. Para Engels, el pesimismo del siglo XVIII acerca de las mejoras habfa quedado en gran parte supe- rado por el progreso cientifico que se habla producido desde enton- ces, particularmente en relacién con el desarrollo de la ciencia del suelo, y sefialaba al efecto las innovaciones revolucionarias que se debian a figuras tales como Humphry Davy y Liebig. Aunque Mal-. m thus habia insistido en que la poblacién tendia a crecer en prey sion geométrica, si no existia ningsin control, mientras que los dios de subsistencia slo aumentaban en progresién aritmética, |» gels sefalaba que toda la doctrina se venta abajo cuando legals» rogresién aritmética, que era clave, y para la que haba poca bi Siguiendo un argumento expuesto tres afios antes pot el socials utépico briténico Robert Owen (también un duro eritico de Mul ‘hus), Engels insistia en que la ciencia tendia a aumentar geoncin camente, acompafiando al crecimiento de la poblacién, y revolt» naba la produccién agricola junto con la produccién en genera... Jo que aumentaba la capacidad de producir alimentos. En uns época en la que la totalidad del valle del Mississippi estaba en ju.» Parte sin cultivar y en que podta trasladarse ala toda Europa, mayores posibilidades de la ciencia significaban que no habia van» Para la desesperanza. As{ pues, la idea de que la situacién de | Pobres era producto de la ley natural (que emanaba de la provides cia divina) era sencillamente falsa. Tal como habfa dicho Owen, .| error de Malthus consistfa en atribuir los problemas de la subs: tencia “a una deficiencia de la despensa natural, y no alas leyes los hombres que se oponfan a las de la Naturaleza”.§ ‘También Marx, ya en 1844, ditigié ataques criticos a la teorla sk Malthus. Lo que primordialmente le preocupaba era la manera «n la que el ataque contra las Leyes sobre la Pobreza existent en Ing terra (ataque que se reflejaba en fa Nueva Ley sobre la Pobreza ul 1834) tenfa sus rafces en la idea de una ‘ley eterna de la naturalecs de acuerdo con la teorfa de Malthus”. En esta teorfa, “el uments progresivo del empobrecimiento” no era “la inevitable consecuene! de la moderna indusori’, sino lade la “Ley sobre la Pobreza ingles” !a culpa no era de la falta de caridad sino de su exceso. En el nuevs sistema de asistencia social que representaba la Nueva Ley sobre l Pobreza, de 1834, el Estado inglés ya no buscaba erradicar el paupe rismo, que era la base de su poder, como habia llegado a comprender. sino que se limitaba a dispensar “sus dédivas administrativas nica mente a aquellaindigencia ala que la desesperacin induce a dejarse m encarcelar”. En este marco, el naturalismo clerical de Malus, “gue abla sido trasladado al ein de a economia politica, constitufa la fundamentacién esencial,irreductible.” “La més patente declaracién de guerra de la burguesfa contra el proletariado —dice Engels en La situacién de la clase obrera en Ingla- terra en 1844 (1845)— es la Ley de la Poblacién de Malthus y la Nueva Ley sobre la Pobreza, a la que sirve de marco”. Tal como ex- plica Engels: La vieja Ley sobre la Pobreza, basada en la Ley de 1601 (ne 43 de Isabel 1) parti ingenuamente de la idea de que era obligacién del municipio proveer para la manutencién de los pobres. Quien- quiera que no tuviese trabajo recibfa ayuda, y el pobre considera- ba que el municipio tenia el compromiso de protegerle para que no muriese de hambre. Demandaba el semanal auxilio como un derecho, no como un favor, algo que acabé por hacérsele inso- portable a la burgues(a. La ley malthusiana de la poblacién estaba pensada de modo tal que desterase toda idea de que eaux de los pobres fuse un “derecho”, y para dejar claro que los elementos pauperizados de la sociedad eran “superfluos’, y que por lo tanto no habfa que prote- getlos de la inanicién. El malthusianismo, aus Pree” Ja burguesfa, se convirtié asf en una racionalizacin para la con: ttucion lees de pobres 0 “Bastillas de la Ley de Pobres” que, aunque no prescindia de las Leyes sobre la Pobreza, aseguraba su méxima adaptacin posible a las duras exigencias de la doctrina wusiana." he en respuesta a la teorfa de Malthus como Engels desarrollé el concepto de ejército de reserva obrero 0 de excedente demogréfico relativo que habria de tener una importancia central en la economia politica matxiana “Malthus... tena... a6 a su manera —argumen- ‘a Engels— al afirmar que existe siempre un excedente de poblacién, que hay siempre demasiada gente en el mundo; Gnicamente se equi- voca al aseverar que hay més gente de la que puede alimentarse con 1B los medios de subsistencia disponibles”. No era el exceso de pobla cin en relacién con las existencias de alimentos lo que explicaba I bajos salarios y la pobreza, sino el exceso de poblacién en relacivin con los puestos de trabajo. Existfa en todo momento un “ejército «h reserva de trabajadores sin empleo”, que era mayor o menor depen diendo de la medida en la que la situacién del mercado estimulah: el empleo. Es de esta manera como surge un “excedente de pobli i6n”. Pero, en lugar de pensar de s{ mismos que son superfluos, « los obreros “se les ha metido en la cabeza que ellos, con sus mane ocupadas, son necesarios, y que son los ricos capitalistas, que i: hacen nada” los que constituyen “el excedente de poblacién”? Es, asf pues, en oposicién al malthusianismo como surge por pri mera vez.con clatidad en el marxismo el concepto de proletariads En Inglaterra, los obreros fabriles vivian a la sazén en la miseri, atormentados por el hambre y la enfermedad. En la descripcién dk primera mano de la cxistencia del proletariado inglés, en su situa cién de la clase obrera en Inglaterra, Engels hacia que el lector k acompaias en un teotrido porzonas enters de Manchester, call por calle; describia lo que se veia en ell: nnfa que el entorne de vida del Manchester dela claw wahajeion’y of Marcher, burgués eran dos mundos diferentes. Los hogares de la “alta bur. guesfa” manchesteriana se hallaban “en lejanas villas con jardines en Chorlton y Ardwick, o en las aireadas alturas de Cheetham Hill, Broughton y Pendelton, en medio del aire libre y sano, en casas magnificas, confortables, ante las que cada media hora 0 cada cuar- to de hora pasa un émnibus que conduce a la ciudad. Y lo mejor de todo esto —observa Engels— es que los miembros de la aristocra. cia del dinero pueden tomar el camino mds corto hasta sus lugares de negocio atravesando los distritos obreros, sin ver jamas que estin en medio de la mugrienta miseria que acecha a derecha e izquier- ca iaquier En ‘su investigacién de la situacién de la clase obrera en las ciuda- des industriales, el joven Engels estaba especialmente preocupado por las toxinas existentes en el medio ambiente. Sobre la base de los 14 informes de los médicos y los inspectores de las fabricas, y de sas propias observaciones personales, Engels proporcioné un detallado andlisis de la siruacién de la salud publica. Sirviéndose de los datos, demogréficos compilados por los funcionarios de salud publica, fue pionero en la argumentacién de que las tasas de mortalidad estaban en razén inversa a la clase social, lo que podia comprobarse en su mayor dramatismo estudiando sectores especificos de cada ciudad. Las casas de los trabajadores, mal aireadas, no permitian la ventila- cién de las sustancias téxicas, y los gases de la combustién del car- bén y de la respiracién humana quedaban atrapados en su interior. Dado que no habia ningiin sistema para la eliminaci6n de los dese- chos humanos y animales, se acumulaban y descomponfan en las viviendas, los patios y las calles, produciendo una grave contamina- cién del aire y del agua. La clevada mortalidad que ocasionaban las enfermedades infecciosas, tales como la tuberculosis (que se trans- mitfa a través del aire) y el tifus (propagado por los piojos), eran la consecuencia, sostenfa Engels, del hacinamienco, el mal saneamien- toy la insuficiente ventilacién. Engels desctibié asimismo las deformaciones esqueléticas debidas al raquitismo, problema relacionado con la nutricién, aunque toda vfa no se conocfa la deficiencia dietética especifica relacionada con cesta enfermedad: la falta de vitamina D. Expuso enfermedades pro- fesionales, incluidas descripciones detalladas de trastornos ortopédi- cos, oftélmicos, envenenamiento por plomo y antracosis." No obstante, el sistema fabril contaba con muchos defensores. ‘Cuando los médicos a los que se hizo comparecer ante un comité de investigacién de las fabricas testificaron que la exposici6n a la huz del sol era esencial para el desarrollo fisico de los nifios, Andrew Ure, destacado partidario de los principios de la industria manufacture- ra respondié con indignacién que la luz de gas que habia en las fbricas era un adecuado susticutivo del sol." La visién que Marx llegé a tener del proletariado se desarrollé en sentido opuesto a la inhumanidad de gentes del estilo de los econo- as politicos clisicos liberales, como Malthus y Ure. Con el dis- tanciamiento de las necesidades hum: ete al capitalism, segiin Mars, “la luz, el ate, Pieza animal— dejan de set una neces iclandés tan slo le queda una necesidad: comer patatas, mds exactamente de come tridas, ee ————L generales que caracterins etc. —la més simple lim idad para el hombre... Al imanidad, y que sélo podis sacién de la humanidad.'* EL NUEVO MATERIALISMO lt engeenién auc Marx preaba aa uch de clases iado y al andliss de la economia politica bur Buesa(tepresntada en su forma més inhumane por gp eet ame) sguifcaba que el naturlsmo de Fevrbach, conn epciOn abstraca, esttica, de la naturaleva a sore b ya no era suficient ems ja ada vex més aun callején sin salida que as fl lr. Engels recordarta muchos afios después que “el mic, nile Principal de los Jévenes Hegeli as decidic ee ee Pipelines mis decidides volvieron Pero esto dio of i mati igen a una contradic- ie E as egelianes radicales, puesto sistema de ce al ren mattenide su oposcin al materialismo, al no ver en la a decane I exitncia aenada de aide absolute, ‘pr men Seadacién dela idea”. Feuerbach “pulverizé” esta con- na ies a colocar ‘al materialismo nuevamente en el Fonda ttle existe con independencia de toda flosofa Es fos prada tto sobre el que nosotros mismos, los sers human 'uctos de la naturaleza, hemos erecido, Nada existe fucre ra de uerbach, con su con. 176 Ja naturaleza y del hombre, y los seres superiores que han creado nuestras fantasias religiosas no son mds que el reflejo fancéstico de nuestra propia esencia’. En consecuencia, “se habia roto el encanta- miento. El ‘sistema’ [hegeliano} habia estallado y habfa quedado arrumbado”."* Pero el materialismo abstracto de Feuerbach, con toda su impor- tancia como refutacidn del sistema hegeliano, era sin embargo esté- tico, ahist6rico en su concepcién, y no parecfa llevar a ningiin sitio. Su humanismo carecfa de un concepto de préctica transformadora (praxis). Para Marx, centrado en comprender la base histérica de la lucha de clases, especialmente de la lucha entre la burguesfa y el pro- letariado, parecfa vacio, una mera inversién de la base histérica del ema hegeliano, carente de todo contenido propio y, en conse- cuencia, para siempre a la sombra del gran sistema que habia recha- zado, Ademés, como demostré el joven hegeliano Max Stirner en ‘Der Einzige und sein Eigentum [El sinico y su propiedad] (1844), el humanismo abstracto de Feuerbach, puesto que carecia de toda au- téntica fundamentacién, podta desbancarse dialécticamente, trans- formindolo en mero egoismo y nihilismo, en la docttina de que “nada es mas para mf que yo mismo” y, por lo tanto, “radas las cosas no son nada para mi”. Feuerbach, como insistieran Marx y Engels en La ideologéa alema- ‘na, aceptaba la realidad existente y a la vez no la comprendta. Para Al, el set era lo mismo que la esencia, por lo que no podia haber contradiccién entre uno y otra, Al disolver la alienacién religiosa y convertirla en existencia material, Feuerbach perdia de vista la ali nacién ertenal real, No consiguié por tanto desarrollar un mater lismo préctico. La naturaleza y la esencia feuerbachianas eran abs- tracciones, aun cuando lo fueran en nombre del materialismo. “Lz “esencia” del pez”, dirian Marx y Engels en La ideologia alemana, consiste en su “ser”, agua... La “esencia’ de un pez de agua dule cs el agua de un rio. Pero esta tiltima deja de ser la “esencia” de pez, y ya no es un medio adecuado para su existencia tan prone caine se pone el Ho al service shonin connesy a 88 con vapores, canales en los qu dden privar al pez de su medio de ox Todo esto apuntaba al en un cierto sentido com tanto, todas las contradicci las aguas residues * : ue se vierten sin 1 texto de esta ruptura vn, ialismo de Marx, de carci. ta de a historia La rupn, ac cuando Marx, que habia « ia a peticién del gobierno prusiancl viva, 7 i sobre Feuerbach, descubier, » en un viejo cuaderno, Seyin weepcién mareriali de todo materialismo h: I 65 gine en él solainent ajo la forma de asta aqul —incluidln Ke se conciben la cosa, ly ‘realidad, lo sensible, by objeto 0 de intuiciy 10 0 de intuicin, todo sentido de la his- ue, de manera irénica, captd mejor, la filosofia idealisea. El objetivo de este nuevo material to tanto, comprender “la imporen 178 rebatarle al idealismo el lado activo de la vida, la libertad huma- , mientras se conservaba la base materialista."* Hay que advertir que, al ctiticar, por su carécter contemplativo, “todo materialismo hasta aqui”, Marx estaba haciendo también [a critica del materialismo epictieo. Para los epiciireos, afirma Marx, “el ocio divino se propone como ideal de vida, en vez. de la ‘Vida 2 ismo epictireo tenia un cardcter activa’”."* No obstante, el materi: més practico, es decir, mds conscientemente politico en su rechazo del ideal platénico de la polis y del Estado helenistico, que el mate- rialismo de Feuerbach. Algo de lo que claramente se percataba Marx. En rigor, el epicurefsmo, como se argumentaba en la tesis doctoral de Marx, habia intentado aportar al materialismo un lado activo, al hacer hincapié en la contingencia y, por tanto, en la liber- tad humana. Mientras que el materialismo anterior a Epicuro habfa sido simplemente una forma de determinismo mecénico. Feuerbach, argumenta Marx, haba olvidado que la autoaliena- cidn religiosa, la formacién de una duplicacién del mundo imagi- naria, religiosa, superpuesta al mundo real, que quedaba debajo de ese mundo ideal, significa asimismo que las formas seculares se caracterizan por una autoescisién, y dehen ser sometidas a critica y trascendidas. “Ast, por ejemplo, una vez que se descubre que la familia terrenal es el secreto de la sagrada familia, hay que criticar a Ja primera en la teoria y transformarla por completo en la practi- ca.” La critica de la base religiosa del pensamiento era tinicamente el primer paso en la direccién de la critica de las contradicciones terrenales reales. Al aplicar este principio a la concepcién materia- lista de la naturaleza que tenfa Marx, podemos decir que, para éste, la eliminacién de las concepciones teleolégicas de la naturaleza, esto ¢, de la autoalienacién de los seres humanos respecto de la natura- leza, tal como se expresaba en Ia teologia cristiana, no era més que el primer paso en la critica de la alienacién real, matetial, de los seres humanos respecto a la naturaleza, que se daba en la produccién, Al rechazar todo esencialismo (aparte de la naturaleza préctica, transformadora, de la humanidad misma, en cuanto Homo faber), - 179 cada individuo, toda la historia 9]. El punto de lel nuevo materials ciada” (Tesis ne 10]* concepto (lo q “huamanidad los individuos aislados en la ‘ ta del viejo materialismo smo es la sociedad hus afirmarfa més tard rane rt mas que el desarollo (es decin el an es decir, jal como actividad pile shone Sociedad civil [Tesis n° 6 la ‘sociedad civil; ef ina, 0 la humanidad aso- ¥ contrapone este bares no al de como dice Engels), helene 1¢ implicicamente se realidad, el conjunto de li ie n° 3]... Los filésofos se han limitado a interpretar el mundo de dis- tintas maneras, cuando de lo que se trata es de cambiarlo”* Una de las consecuencias del nuevo materialismo préctico de Marx fue, sin embargo, que el centro de atencién del pensamiento materialista se desplazé desde la naturaleza a la historia, sin negar la priotidad ontolégica de la primera. Es cierto que Marx intentaba ver su concepcién materialista de la historia enraizada en una con- cién materialista de la naturaleza, puesto que ambas constitufan el reino de la historia natural (en su sentido baconiano, que incluia Ja produccién humana). No obstante, el énfasis que puso en la crl- tica social recafa abrumadoramente en el desarrollo de la humani- dad y en su relaci6n alienada con la naturaleza, y no en la evolucién general de la propia naturaleza. Si la concepcién materialista de la naturaleza y la concepcién materialista de la historia quedaban integradas en el materialismo practico de Marx, fue primordialmente, como propondria més tarde en Misére de la Philosophie (Paris 1847), a través del concepto de “mors immortals” (muerte inmortal), que habia sacado de Lucte- cio, y que expresaba la idea de que, en sus propias palabras, el Ginico hecho eterno, inmutable era “la abstraccién del movimiento”, ¢s decir, “la absoluta pura mortalidad”. La historia natural y social re- presentaba procesos de desarrollo transitorios; no habia, mds ald de este mundo mortal, esencias eternas, formas divinas ni principios teleoligicos.* En ningtin momento se ignora en el andlisis de Marx el reino de Ja naturaleza exterior, Sin. embargo, al desarrollar el materialisme histérico, tendfa a tratar de la naturaleza Gnicamente en la medida en que entraba dentro de la historia humana, ya que cada vez resul taba mis dificil encontrar naturaleza no tocada por Ia histori humana. La fuerza de su andlisis a este respecto reside en el hinca pié que hace sobre la calidad de la interaccién entre la humanidad y la naturaleza, o lo que Hlegaria a llamar el “metabolismo” de I humanidad con la naturaleza, a través de la produccién. EI “nuevo materialism” de las Tésis sobre Feuerbach se desarrollé 18 inas sistemiticamente en la gran obra de Marx y Engels La ideologia alemana (1846), en la que rompfan con el materialismo puramerce contemplativo de Feuerbach y lo sustitufan por un materialismo, turalismo y humanismo précticos, es decir, tialista de la historia. Aun cuando fa rupr ‘caracteristica central de esta obra (que permaneceria inédita ducan. te la vida de Marx y de Engels), se inclufan también en ella exten- sas criticas dela filosofia del egoismo, de Stirner —que éste habia ofiecido como la respuesta dialéctica al humanismo feuerbachia. no— y de los llamados "verdaderos socialistas”, que habfan intenta. do construir un socalismo basado en el humanismo y el naturalismo abstractos de Feuerbach, El método jovenhegeliano habla consitido, €n mostrar que la religidn, Dios, la teleologia, estaban contenides, Sucesivamente, en cada categoria del mundo y, en consecuencia, ran rechazados por considerar que tenfan un carécter meramente religioso. Stimner fue quien llevé esta postura mds lejos al hacer del “hombre”, oa la humanidad, un concepto religioso y descatrarlo El mundo humano, es decir, cl humanismo, debfa en consecuencia descartarse en bloque.” Para Marx y Engels, todos estos puntos de vista, abstractos, especulativos, del “criticisma critico”, necesitsban set rebatidos mediante el desarrollo de una concepcién materialices dela historia, “Las premisas de las que partimos”, escriben, na- Por la concepcién mate- rura con Feuerbach era la ‘no son arbitrarias, no son dogmas, sino premisas reales de las que sélo en Ia imaginacién puede hacerse abstraccién. Son los indivi. duos reales, su actividad, y las condiciones materiales de sa vida, tanto las ya existentes con las que se encuentran como las que producen con su actividad. Estas premiss, asi pues, pueden veri ficarse de una manera puramente empitica. 1a primera premisa de toda la historia humana es, desde luego, 'a existencia de individuos humanos viviente. Por tant, el pr, mer hecho que ha de establecerse es la organizacién fisica de exvos individuos y su consiguiente relacién con el resto de la naturale. 2, Evidentemente no podemos entrar aqui en lan: waturaleza fisica real del hombre, ni en las condiciones naturales en las que se 182 se colbg imaticas, ere. Toda his- er: goldgicas, oo-hidrogsfics, matics, et. Toda his toviografa debe partir de estas bases naurales y desu modi Cin en aro dea storia ora accién de os hombres, abe dstingue los hombres els animals po a concen a relgin,o por o ques air Pros sees umanos thiamos empietan a datinguitse de los animales tan pronto come produeen sus medios de sae pun geo entceada su organizacon fic, Al produc sus meds de los humanos producen ince ia mate I ‘el que los seres hummanos producen sus fons depetde cn primer lige de indole dele medi de subsistencia existentes con los que realmente se encuentran y los que tienen que produc. aah vA debe emaideae ue ete mote de pode simple Je la existencia fsica : aa fen definia de aided de ext nd dduos, una forma definida de expresar su vida, un modo en dlefinido por su parte. Tal como los individuos expresan su vide asso, Lo que som cnc, en consecueci con su produ Gin, con lo que producen y con eéme lo producer. lps {que los individuos son depende de las condiciones mater a er icin con el incremento de Ua pci slo ace pcg cone nomen de Fatnc, Nucroent, a fra dee itercambio et dete ‘duos. Nuevament,f forma nada por la produecién.™ en consecuencia, de una ontologia mate condici6n previa de la existencia humana, y la Banden deb sedis desubsitenca era una conicn previ de vid human ‘en todas sus multiples determinaciones y, por tanto, ae Sociedas humana, El andlisis que sigue estd construido a partir i" csve punts crzando el devarollo de diferentes modos de producrign, asocada diferentes fases del desarrollo de la division del trabajo y division ‘en clases durante el largo curso de la historia ae ) 18 ee—— am gua, feudal y capicalisea, Feuerbach, sostienen Marx y Engels, “postula ‘el hombre’, en y del ‘hombre histrico real. Y, del mismo modo, postula ta navi leza en ver de la historia natural. Reconoce la desements existenn cnire la humanidad y la naturaleza; de aht la alienacion respecte, sea. Pero su respuesta es siempre buscar la “verdadera ence ir, cosas, de la nacuraleza, de la humanidad. No vea la natures <., ‘oda la eternidad... [sino] un producto histrieo, actividad de toda una de generaciones”, Para Mare y Engels, lo que Bruno Bauer haba llamado “Ia anti sisen la navuraleza y en Ia historia” reflejaba una tendenci on la nawutalea y Ia historia como “dos “cosas"separadas", como len, turaleza histéicay la historia natural no fueran dos nde fe una psa realidad material. En contraste con esto, cabria deci, que “la famosa ‘unidad del hombre con la naturalezd’ ha exieata siempre en {a indusecia.. Incluso.. la ciencia natural ‘pura osce una finalidad, Jun materia, sélo a través del comercio y a industria,» tavee Ja actividad sensible de los hombres’. Por una pare: na puede redu- {ise naturalera a historia humana. Por otra, no es fil dive ty 4a natualeza, tal como la percibimos, de la histones fbumana y de la actividad sensible de los seres humanos, que se desarrolla cn una 'a prioridad dela naturaleza externa, y todo eato ne tiene aplicacién 2 los hombres primigenios producidos Por generatio aequivoca [por Generacién esponcénea, es decir, no por obra de Dios)” Sigue sien- do cierto, no obstante, que “la materia, I naturaleza, la naturaleza ue recedié a la historia humana, no es en absoluce lg naturaleza en la que vive Feuerbach, una naturaleza que hoy no existe en nin- Bin sitio (con la excepeién, tal vez, de unas cuantas isan coraliferas australianas de reciente origen) y que, por tanto, tampoco existe jenci rialismo de Feuerbach es, A". La deficiencia del mater Feuerbach os Dice ear anoren asad a prec y hie en altima instancia, dad ia. ida en la que es mateialisa ach | ders y en la medida en que considera i hi as ne ce muerialista, En 2 el materialismo y la historia divergen cs materialisa. En él, eto” > por el contrario, Marx y Engels postulan como i fe toda existencia humana, y por consigui de toda pia aye sees humanos han de eaten sae Sse econ ls descr eapacr de hace histor Pero Sanaa Se implica comer y bebe. dispo- Sra Seay Ae Seer oar cea Condon ae Topica, hidrogrdficas, etc). El primer acto hii sip la producion de los medios pare a cece, roduccién de la vida material misma. Y, en ts “ ae ia oun fundamental condicién de toda ee ae aaa aoe miles de aor, debe consumarse cada diac aaae meramente subsista la vida humana, i de la vida “Ta produccién de la vida, tanto a Seren an ida nueva en la procreacién... apa n el trabajo como de Ia vida nuevz a ape ; stra, como una relacién soci: . — ie cea histérica de la din see a limiraron a presentar su conoci : a : ea ‘ral, s propiedad comunal antigua ola propiedad om aha edad feudal o estamental, y la ce Priva ea elas au hicieron desde el principio consideble in ie Slsargimi érico del antagonismo entre ciudad y 7 Saaaeicnnly divin delabjo en el sono de ea ai conduces en primer Jugar, a la separacién del trabajo in sly emer ricola, y en consecuencia a ta separacign es ci tla y campo, y a confcco entre su interese”. Sila soc ws gua se basaba primordialmente en lac “ nla spo rege la socidad feudal ae embargo bajo el capitalismo cuando ine, bamente el antagonism ente ciudad y ms livisién ae trabajo material y ment n entre ciudad y campo afm Saad “afirman Marx y Eng ext dent dl mato de a propiedad aade Eh ear eee tubyugacién del individuo bajo la divisién del ajo, bajo una actividad definida que se le impones won aol cién que convierte a un ser humang en wa apo 2 otro, en un limitado ani suevo el confit entre sus ine Marx y Engels, la que tenfa poblacién rural “de todo in i —aqui tienen en mente base en el campo. Es sin umente se desarrolla ple campo, “la més importan tal”. En rigor, “la contradic GEOLOGIA HISTORICA Y GEOGRAFIA HISTORICA Con el fir aoe in de entender la indole del siste y quel i cado mundial, podian poy eee! OPeraban a través de un mer- TE Ropes popes hides fortes" pce y Engg su concepcién materialista de la histori Mane Fenny, SEE foes, quel condiciones fundamen de seopafiaforman parte de as condiciones de produ, ibn. sim las que la industria, y en rigor la natralena viva (por ejem- 186 Johann Steininger (1794-1874), continuador del gran geélogo Abra- ham Gottlob Werner (1749-1817), a quien suele considerérsele “padre de la geologta histérica’. Posteriormente, en la Universidad de Berlin, habfa asistido Marx a las lecciones de antropologa que daba Heinrich Steffens (1773-1845), filésofo natural (que segufa la tradi- cién de Friedrich Schelling) y asimismo importante geélogo y mine- ralogista, que habfa asistido a ls lecciones de Werner.” Hegel se habfa apoyado también en gran medida en la teorfa werneriana de la geo- logia histrica (campo de investigacién al que el propio Werner daba el nombre de “geognosia”, formado con las palabras griegas que sig- nifican tierra y conocimiento) en su Filosofia de la Naturaleza.® ‘Como dice la actual historiadora de la geologia Rachel Laudan, fue Werner ‘quien convirtié a la formacién en el concepto funda- mental de la geologfa histérica”. Antes de él, los gedlogos clasifica- ban principalmente las rocas siguiendo criterios mineros de método de trabajo, extensién y localizacién, y los mineralogistas hacfan hin- capi en los minerales que las componfan, Werner, en cambio, insis- tfa en que “las diferencias esenciales” que existfan entre las rocas de distincas clases se hallaban en “el modo y el tiempo de su forma- ‘cién’. Tal como explica Landan, “Al hacer de la restriccién tempo- ral una caracteristica definitoria de las formaciones, al hacer det tiempo su esencia, Werner definié las formaciones como entidades histéricas Ginicas, no como especies naturales’. Los postulados bésicos de la teorla més especulativa de Werne sobre la sucesién de las largas edades geoldgicas eran que Ia tierr habfa estado envuelta en sus comienzos por un océano universal, J que las imponentes rocas que habfan formado la corteza terrestr habjan surgido como precipitados o sedimentos de aquel océana Pero quizé mds importante que esto fue el hecho de que Wernes desde un primer momento, hizo hincapié en la inmensidad de tiempo geol6gico, y se referia al lapso de tiempo que separaba la er actual de aquella otra en la que la tierra habfa estado cubierra po las aguas diciendo que habla sido “quizd de 1.000.000 de afos (cantidad que, aunque resultase ridiculamente pequefia en compa i concepto de ue sustain als clases mines coe clave de Ia recons ic vi struccién del av Pasado. Tal ae H. Fitton (1 780-1861), Werner a _ lc las formaciones, fue “el primero on fret les como, licarfa el gedlo- al desarrollar el con- dirigir la atencién de 188 tenfan una antigiedad de “miles de siglos”, aludiendo de ese modo ‘aun concepto del tiempo geolégico que se extendia hacia atrds a F distancias inmensas, précticamente inimaginables.” Ello no obstante, la reputacién de Werner dentro de la historia de la geologfa se vio muy dafiada por las dispuras teoldgicas que se de- sarrollaron en torno a la geologia durante este periodo. Puesto que, en su teorfa general especulativa, Werner habfa sugerido que los minerales se habfan formado como precipitados o sedimentos pro- cedentes de un océano universal, quienes buscaban defender la natracién biblica del Diluvio Universal no dudaron en aprovechar su hipétesis. Quienes optaban por esta postura en el debate geol6- gico llegaron a ser conocidos como “neptunistas", en oposicién a los “yulcanistas”, cuyo asidero cientifico se hallaba en la obra del ged- logo inglés James Hutton (1726-1797). Este enfoque era contrario al catastrofismo, y condujo a la geologfa “uniformitaria” que poste- riormente se relacioné con Charles Lyell. El hecho de que Werner no hubiera adoptado la postura teolégica promovida por el nepru- nismo, y de que la principal contribucién de su enfoque teérico residiera en establecer cuidadosamente las bases para una geolopfa hiseérica que en sf —gracias a poner el acento en la inmensidad del tiempo geolégico— socavaba la narracién biblica, qued6 olvidado con frecuencia en muchas posteriores historias de la geologfa (sobre todo en la tradicién inglesa).* En su Filosofta de la Naturaleza, Hegel rechazaba explicitamente las hipétesis neptunistas, aunque argiifa, no obstante, que “el gran mérito de Werner” era que su teorfa habfa atraido la atencién hacia la “secuencia de las formaciones” en Ia historia de la tierra. De he- cho, en opinién de Hegel, la principal contribucién de la geognosia (es decir, de la tradicién werneriana) era que, al tratar “la constitu- ‘Gdn de la Tierra’, establecfa por primera ver que “ésta ha cenido una historia, y que su estado es consecuencia de sucesivos cambios. Estén cen ella las huellas de una serie de prodigiosas revoluciones que for- man parte de un remoro pasado”. Para Hegel, en seguimiento de 189 Werner, fue éte un dan un proceso que se produj : eee colin: millones de ede, Hed ae iment spill dea momento del tiempo geoldgico: “Ls pe oe aes Bootes: : tiempo geologies “ © que acontecié en ale fire ele vilaactn manatee gene Sn a partir dl caos"” (Ara por la tierra”, tin, tuna concepcién mis evoluva ap a Hegel haber adoptad.s «au pensamiento.») eva de la que era epic, ars, a quien introduy iron en estas ideas Stein Brobablemene Steffens (cuyas leciones de eeeteeY Heeeh y ta too, la.cuestén dela historia dela tieta), ne alg ee sts a pa Se ia dela geolois histone \ le ella, como pe teen an Se la evolucién cedene de la geognosia, es decir, de la cienci sag ae desarollo del er, racie it i ae coca La Seren etioca es la nica refutacin prt soome eae a idelge al escribir sobre la ae eee eee materialista en su enfoc i ietra. A este res vide sobre specto, Marx se man i : fatini eiroe or Lucrecio, de que “Con nos me dad CD ido to- como un proceso, como teriormente, en el Anti-Ditbring (1877-1878), Engels, critican- do 2 “los més presuntuosos defensores de la generacién esponténed” ‘en la ciencia, insistirfa en que “por lo que se refiere al origen de la vida... hasta el presente, la ciencia sélo es capaz de decir con certe- za que tiene que haber surgido a consecuencia de la accién quimi- @’." Al mismo tiempo, contesté todavia con mayor dureza a qui nes, sobre una base creacionista, rechazaban toda la indagacién materialista que habfa detrés de la idea general de la generacién esponténea, como respuesta al enigma de la existencia. Hoy, sobre la base de una comprensién cientifica enormemente mayor, la cuesti6n del origen de la vida en la tierra puede abordarse con precisién mucho mayor. El enfoque dominante es semejante a «estas tempranas opiniones, més especulativas, que surgieron de la concepcién materialista de la naturaleza, en el sentido de que se con- cibe el origen de la vida a partir de la materia inanimada, y no como consecuencia de una creacién divina. Sin embargo, ahora puede cexplicarse por qué la vida, si tuvo su origen a partir de la materia no viviente, no ha continuado generéndose del mismo modo. Ast, cien- tificos tan notables como Richard Levins y Richard Lewontin, dicen: La ley de que toda vida surge de la vida se estableci6 tan sélo hace unos mil millones de afios. La vida surgié originalmente a partir de la materia inanimada. Pero ese origen hizo imposible ‘que pudiera seguirse produciendo, porque los organismos vivos consumen las complejas moléculas organicas necesarias para vol- ver a creat vida ex nove, Ademds, la atmésfera reductora que exis- tfa antes de comenzar la vida la han convertido los propios orga- rnismos vivientes en una atmésfera tica en oxigeno reactivo. 2 : | En las elocuentes palabras de Rachel Carson, “Las condiciones ret- nantes en la joven tierra produjeron la vida; luego la vida modificé de una vez estas condiciones terrestres, de modo que no pudiera repetirse este tinico acto extraordinario de generacién esponté- nea”.*. 1La referencia que hace aqui Carson a la “generacién esponténea” 191 instancia teleolégico, se remontaba a la mano divina de la pro- ncia. Pero tenfa un caricter més inmediatamente evolucionista al sentido de reflejar un prolongado proceso de desarrollo orgé- que podia deberse a causas mecénicas, De ahi que, para Ritter, la tierra —el objeto de la geografia— lebia contemplarse desde un punto de vista histérico (asi como leolégico). “La historia de la Tierra muestra, en todos los monu- wentos del pasado, que ha estado sometida en cada una de sus cterfsticas, en cada una de sus divisiones, a una incesante trans- formacién’, lo que demuestra que “es capaz de ese desarrollo orgi- rnico en el que hago tanto hincapié”.* Habia, asf pues, una nuez racional dentro de la céscara mistica de la geografia de Ritter. El impacto més importante que Ritter ¢jercié sobre el pensa- miento evolucionista se produjo a través de su influencia sobre cl gran conservacionista de Nueva Inglaterra George Perkins Marsh, autor de Man and Nature (Hombre y Naturaleza] (1864), obra de la que Lewis Mumford ha dicho que es “el manantial del movimiento ‘conservacionista’. El propio Marsh dirfa que su libro era “un tomito que mostraba que, mientras que Ritter y Guyot [seguidor suizo de Ritter que habia emigrado a EEUU] piensan que la tierra ha hecho al hombre, es en rigor el hombre el que ha hecho a la tierra’. Lo que Marsh queria decir con esto es que era necesatio incorporar la esen- cial comprensién critica de Ritter (a partir de su normal determi mio geolégico) de que la liberacién de los seres humanos del cautive- tio de la naturaleza, que progresaba con la civilizacién, significaba que la humanidad era ahora una potente fuerza en la transformacién del globo, a menudo con devastadoras consecuencias (el libro de Marsh llevaba como subtitulo The Earth as Transformed by Human Action [La Tierra, wransformada por la accién humana)). De ahf que las ideas historias de Ritter las utilizara Marsh vol- viéndolas del revés, con el fin de suscitar la cuestién de la domina- cién humana sobre la tierra. Un proceso similar se produjo en el alumno de Ritter, Marx, quien, en La ideologia alemana sefialaba el hecho, como hemos visto, de que la tierra, tal como habfa existido 193 con anterioridad a la aparicié i dinariamente diftcil ey eas vinden transformacién humana de la naturaleza veces devastadoras— sur ces rgi6 grad Principal en el pensamieno Se Marr OU conse CRITICA DE Los VERDADEROS sociALsTAs os arr pnaae a ae laa isi histrica dela historia nacural y de lah ca mates get $e impacencaban con as concepciones ahi aos ore de aurea ¥.de la hurmanidad con lass, urea y aq 1840, tendencia intelectual que shale et crane ante 7a, mientras ignor is de lnhrorsnqura teen el ron Marx y-Engels de Karl sues de la tendencia, 2 a Ino de ls blancs princi Pe Principales de Ma fiulado “Pedr angular del sociale esti yee M ‘como intele as anp ‘ctual import: implements como representa del edilon fa relalen embarj Mare y Engels citaban sus imenacones: “Pau tuna ver mds ala tierra como el pais de la fect ad? Qué no destruye la dltima batrera que se Deseando ili reconcili nnacuraleza, este verdadero socialists ‘avin, 194 que es més: la indole de vasa —y de sus consecuencin 4 so el reino de la “libre naturaleza”, con el fin de tender un puente salvara la alienacién de los seres humanos respecto a la natura- gracias a los medios espirituales que la propia naturaleza facili ‘Alegres flores. altos y majestuosos robles. su satisfaccién, su felicidad reside en su vida, su crecimiento y su florecimiento.. tuna infinita mukitud de diminutas criaturas en las praderas... péjaros del bosque... una manada de briosos potros... Veo [dice “el hombre" que estas criaturas ni conocen ni desean ninguna otra felicidad que la que para ellos reside en la expresion y el gozo de sus vidas. Cuando cae la noche contemplan mis ojos una incontable multitud de mundos que giran unos alrededor de ‘otros en el espacio infinito, siguiendo leyes eternas. En sus revo- luciones veo una unidad de la vida, el movimiento y la felicidad.” El verdadero socialista consideraba que la discordia entra en el mundo a través de la mano del “hombre”, es decir, de la humani- ddad abstracta. Para Mart y Engels el error de esta forma de “misti- ficaci6n filos6fica” reside en la nocién de que la humanidad debe volver a unirse con una “naturaleza libre”. El verdadero socialisca considera que la respuesta es hacer un “llamamiento” a la navurale- za “presuponiendo que esta dicotomfa [esta alienacién] no existe {asimismo] en la naturaleza’, Y puesto que “el hombre” es también tun “cuerpo natural”, no deberta existir tampoco para la humanidad. ‘Ante esto, Marx y Engels sefialan a la lucha por la existencia que tiene lugar en la naturaleza, que ya no puede verse como pura. Es- cribiendo con el lenguaje que dos décadas mds tarde se lamarla “darwiniano” comentan que “El hombre’ podria observar también. otras muchas cosas en la naturaleza, p. ej, la enconadisima comy ticién que se desarrolla entre plantas y animales”. De hecho pro guen diciendo que “Hobbes tenfa razones mucho mejores [que el verdadero socialista] para invocar la naturaleza como prueba de su bellum omnium contra omnes, y Flegel, de cuya construccién depen- 195 de nuestro verdadero socialista, para percibic en la n sin, el chapucero perfodo de la Idea Absoluta, al animal angustia concreta de Dios”.# EI verdadero socialista, representado por Matthii, pasa huey g mesimentar que, para que la sociedad sea libre, hay que 11st ‘matla a imagen de la naturaleza. Matthai habfa dicho que “Dal iy mo modo en que la planta individual demanda suelo, clot Yul, ans lluvia para su crecimiento, de modo que pueda dee hojas, Hows fturo, también el hombre desea hallaren la sociedad las condicsones Bara el pleno desarrollo y la satisfaccin de todas sus necesidae Glinaciones y capacidades". Alo que Marx y Engels —desde el pu de vista de fa concepcién materalista dela naturalesa = replican « dea? Para Marcy Engen respuesta al nauaino ental, espicitualise, delos reads ii, game r “ 1a del hombre con la natura : orm 2 ree a Los verdaderos socialistas eas ones socialmente establecidas que Saas Se ae los animals, ala vez que no entendfan las bases te ee acalnm, yo arosinac la it i ci » ot Ia purse ep yea Je iene nse ann adorn dea ns sad centede respuesta La religion jueva Era, aie Hat Losbh qe andfaron en el mmo ao de Spm. Dirumer (1800-1075) no ae limita a ericar eisai, Bae o eos restablecer la oa la —e nee oa ‘ i Engels, eran “reaccic inc 2 ack oa “4 ee Lo que ellos llaman el ‘culto ee vera” de Daum puede verse en los siguientes vetss de turaleza’ aturaler Ja emul incluso para thunat no pasa de ser grano o semilla. Adem, «1 jas, lores y Fruto” dependen en gran medidi 1 13s condiciones climaéticas y geolégicas sh seaeeginento. En vez de “demandar” nada, seve que la pla,

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