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Introducción

El presente trabajo de investigación de nuestro texto paralelo estaremos


ampliando el tema del negocio jurídico Tradicionalmente, el Derecho ha
contemplado una categoría de elementos sobre los que incide para decidir si entra
o no a regular: los hechos, los actos y los negocios jurídicos.

Si bien, tal y como hemos manifestado, el Derecho intenta regular los


comportamientos humanos, también intenta disciplinar otros eventos que se
producen sin intervención humana alguna. De ahí la división entre los tres
conceptos anteriores.

Los hechos son eventos que se producen sin ninguna intervención humana.
Imaginemos una riada que deja, tras su paso, una isla en medio de un río, isla que
no existía antes. El Derecho se pregunta sobre la propiedad de ese nuevo objeto
denominado por los romanos "insula in flumine nata" y dota a los propietarios de
las riberas contiguas de unos derechos sobre el bien. Las soluciones pueden ser
varias, desde dividirla longitudinalmente en dos, asignarla al dueño de la finca sita
en la ribera más cercana o atribuir su propiedad a la Comunidad.

Los actos constituyen unos eventos en los que existe la intervención humana de
una sola parte. El reconocimiento de paternidad es una manifestación de voluntad
unilateral que es independiente de la voluntad del nacido. Una OPV puede
catalogarse, ab initio, como un acto jurídico, si bien la suscripción de la misma nos
llevará a la categoría de negocio jurídico.

Los negocios jurídicos implican la intervención de dos o más voluntades. En esta


categoría se regula todo lo relativo a obligaciones y contratos, así como los
acuerdos de tipo societario que si bien no responden a una estructura contractual
de coincidencia entre oferta y aceptación, si implican voluntades humanas
destinadas a la auto regulación.

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GENERALIDADES DEL NEGOCIO JURÍDICO

a.) DEFINICIÓN: En la moderna literatura jurídica se da este nombre a


todo acto voluntario y lícito realizado de conformidad con una norma jurídica que
tenga por finalidad directa y específica crear, conservar, modificar transferir o
extinguir derecho y obligaciones dentro de la esfera del Derecho Privado.

b.) El negocio jurídico como especie del acto jurídico: El concepto de


acto jurídico ha sido en los últimos tiempos motivo de amplia especulación
doctrinal, abarcando campos tan amplios como el Derecho Público y el Derecho
Privado, tanto en su aspecto patrimonial como el familiar. Nuestro Código Civil
considera al acto jurídico tanto desde el punto de vista patrimonial (contratos,
declaración unilateral de voluntad) como el familiar (matrimonio, reconocimiento
de hijos, adopción) y desde luego aquella parte que funde ambas nociones en el
testamento y la sucesión intestada. La expresión “negocio jurídico” dice Puig
Peña, ha ganado el favor de la doctrina e incluso el de las legislaciones. En
Francia tardaron mucho en adoptar el término “negocio jurídico”, y todavía
muchos tratadistas emplean la frase, ya en ellos tradicional, de “acto jurídico”.
En Italia hubo también dudas al principio; pero ya es general la expresión
“negocio jurídico”, cosa que también sucede en nuestra patria. Como vemos
por lo expresado por el maestro el pañol Federico Puig Peña, la expresión acto
jurídico fue por mucho tiempo sinónimo de “negocio jurídico; pero en la
actualidad legislaciones como la francesa, la italiana, la alemana y, por qué no
decirlo, la guatemalteca aceptaron la frase de “negocio jurídico” para encuadrar
aquí todos los actos voluntario lícitos, que tienen por fin inmediato establecer entre
las personas relaciones jurídicas, crear, modificar, transferir, conservar o extinguir
derechos; y, concibiendo como “acto jurídico”, todo acontecimiento del hombre en
el cual interviene su voluntad en forma directa y que, por la motivación que hace
de un supuesto jurídico, produce consecuencias de derecho. Entendiéndose así,
que el “negocio jurídico “es producto del “acto jurídico”, cuya acepción es
mucho más amplia en la actualidad.

c) El negocio jurídico como género del contrato: El Código Civil


guatemalteco considera al contrato como especie del negocio jurídico. Así el
contrato se halla inmerso en el orden jurídico y aunque los contratantes no
lo establezcan, las consecuencias de sus declaraciones de voluntad implican
la actualización de todas las consecuencias legales y no sólo las queridas, esta
concepción puede compaginarse con la idea del contrato como norma
individualizada en cuanto, en caso de incumplimiento, se está ante un hecho
ilícito y se puede obtener el fin querido o su equivalente por medio de la ejecución
forzosa.

2. NOCIONES GENERALES DEL NEGOCIO JURÍDICO CONTRACTUAL.

a.) Concepto y definición de contrato: Previamente a definir qué es el


contrato es necesario señalar que el término analizado tiene en la práctica jurídica
diversas acepciones como norma individualizada, como documento y en el
derecho mexicano, como acto jurídico. Asimismo, que el contrato es una
institución jurídica que excede los límites de la esfera civil existiendo además
contratos mercantiles, laborales, administrativos, etc.; es decir, que en un sentido
amplio por contrato o relación contractual se considera como contrato todo
acuerdo de voluntades, tanto en el Derecho Privado como en el Derecho Público
con contenido patrimonial o extra patrimonial. El contrato en su significación

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semántica (es decir, del significado de la palabra), es el pacto o convenio entre las
partes sobre materia o cosa determinada, y a cuyo cumplimiento pueden ser
compelidas. Son variadas las tendencias de los tratadistas del derecho civil para
definir al contrato; algunos lo identifican con la convención o pacto otros lo
separan y otros los combinan. De donde se deduce que no es fácil definir al
contrato civil, a pesar de su aparente sencillez.

Etimológicamente se deriva del latín contractu, que deriva a su vez de


contrahere, que significa reunir, lograr concentrar. En ese orden de ideas,
podemos definir al contrato civil diciendo que es aquel acuerdo de
voluntades divergentes anteriormente, por medio del cual las partes crean,
modifican o extinguen una relación jurídica de carácter patrimonial. Por
último, diremos que el Código Civil (art.1517) da una definición de contrato en
sentido estricto, al decir que: “Hay contrato cuando dos o más personas
convienen en crear, modificar o extinguir una obligación”. Hay que tomar en
consideración que el Código Civil no diferencia al contrato de la
convención, es decir, que borra toda diferencia legal entre los mismos dejando
todo en simple terminología.

b) Evolución histórica: En Roma ya existía un numerus claususde


contractus (contratos nominados), pero no una categoría general de contrato,
y los demás acuerdos eran nudum pactum (pactos), es decir, sin ninguna
eficacia jurídica. Más tarde se logró dar cierta eficacia jurídica a los simples
acuerdos mediante formas solemnes, como la stipulatio, tipo de promesa
sometida a reglas muy estrictas (denominados contratos verbis). En este
mismo sentido apareció la forma literal (o sea, los contratos litteris), por la
cual se inscribía en el libro (codex) de contabilidad doméstica del deudor la
obligación, y la forma real (el mutuum o préstamo de consumo, el contrato de
fiducia, el comodato o préstamo de uso, el depósito y la prenda), por la que
al entregar un bien surgía la obligación de restituirlo. Todo lo anterior no
son más que ritos y procedimientos usuales, que otorgaban una vinculación
jurídica a la obligación que mediante ellas se constituía, pero esa vinculación
provenía de la forma, y no del propio acuerdo de voluntades. Con los años
se concretaron y especificaron en Roma los contenidos contractuales, que
eran los más básicos para una sociedad como la romana: compraventa,
arrendamiento de bienes y servicios, mandato y sociedad. Junto a ellos se
desarrollaron los contratos innominados, que podían estar dentro de alguna
de estas clases: do ut des, facio ut facias, do ut facias y facio ut des. En
este momento de la historia seguía sin perfilarse la figura del contrato y sólo
podemos hablar de contenidos contractuales, unos típicos y otros innominados,
pero en ningún caso la voluntad era suficiente para obligarse.

La llegada del Derecho de los pueblos germanos implicó un retroceso


respecto a la incipiente evolución hacia la categoría de contrato, por cuanto
estas comunidades mezclaban un fuerte elemento formal con elementos
simbólicos, e incluso el miedo a la venganza privada era una de las razones
para que se procediera al cumplimiento de los acuerdos. Una influencia
mucho más modernizadora supuso la del Derecho canónico, que mantenía la
obligación de veracidad y la de respetar la palabra dada. En la recepción
del Derecho canónico se pretendía ir “vistiendo” los nudum pactum romanos,
hasta llegar a los pacta vestita. Hay que tener en cuenta que la figura
actual del contrato, tal como la conocemos, no deriva de los contractus
romanos, sino de los pactos. Así, en las Decretales del papa Gregorio IX
(1234) se sancionaba la obligatoriedad de respetar los pactos cuando se
adoptaran mediante juramento. El problema en este caso derivaba de que los

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pactos se debían cumplir, no por su fuerza obligatoria, sino por subordinarse
al juramento del que emanaba el auténtico vínculo jurídico, por lo que no
quedaba clara la solución cuando se hiciera un pacto inválido a la luz del
Derecho, unido a un juramento válido. En el ámbito del Derecho mercantil existían
los tribunales de comercio para juzgar todas las materias que le
concernieran y su jurisprudencia fue la primera en reconocer que solus
consensus obligat (basta el acuerdo para obligar). Por las exigencias del
tráfico mercantil, no se podía vincular la eficacia jurídica de los pactos al
cumplimiento de ciertas formalidades y por ello es claro que en esta rama del
Derecho se comenzara a admitir la eficacia de los simples pactos. En la edad
moderna, los teóricos del Derecho natural, que en cierta medida
secularizaron las ideas previas al Derecho canónico, admitieron sin reserva la
voluntad como fuente de obligaciones.

PRINCIPIOS DE LA CONTRATACIÓN:

1) Consensualismo o consentimiento: Es el acuerdo de voluntades


que por su etimología proviene de sentire cum: sentir juntos, querer la
misma cosa. En materia contractual el consentimiento es un requisito básico
del contrato, y supone: una pluralidad de partes con capacidad para contraer un
acuerdo, que forman una única voluntad contractual (unión de las voluntades
singulares que deben ser libres y conscientes) y se manifiesta a través de una
declaración expresa y tácita, de tal forma que exista concordancia entre la
voluntad interna y la declarada. La capacidad para prestar consentimiento
no es universal, habiendo siempre restricciones que suelen englobar a los
menores no emancipados, sordomudos que no sepan leer o escribir, y a los locos
o dementes, por considerarse en todos estos casos que el consentimiento
no puede ser del todo libre y consciente. Por otro lado, también hay una
serie de supuestos en los que se excluye el 132 consentimiento por existir
una divergencia entre la voluntad interna (lo querido en realidad) y la
voluntad declarada, como son: el error, la violencia física irresistible y la
declaración emitida sin seriedad (por ejemplo, la iocandi causa) o con
reserva mental. Hay otro conjunto de supuestos en los que, aun habiendo
perfecta concordancia entre lo que se quiere decir y lo que se dice, se
entiende que el consentimiento ha sido viciado por error, intimidación (al
inspirar en uno de los contratantes el temor racional y fundado de sufrir un mal
inminente y grave en su persona o bienes o en su cónyuge o parientes si no
contrata), o por la utilización de palabras o maquinaciones insidiosas para
inducir al otro contratante a celebrar el contrato.

2) Formalismo: Se llama así a los requisitos o solemnidades que


acompañan o revisten los contratos y que son específicamente determinados
por la ley. En algunos casos, también especialmente previstos, su omisión
puede acarrear hasta la nulidad del contrato. De acuerdo con la tesis
general imperante en el Derecho positivo, rige el principio de libertad de las
formas, es decir que las partes pueden escoger la que estimen más
conveniente, salvo cuando la ley prescribe alguna determinada. Sin embargo,
es menester aclarar que en cuanto al principio de libertad de las formas,
éste opera en lo que a contratación mercantil se refiere, no así en la
contratación civil puesto que ésta es mucho más rigurosa y solemne en sus
formas, que son siempre establecidas en la ley. En ese orden de ideas, el autor
alemán Rudolf Von Ihering resume las ventajas e inconvenientes del formalismo
de la manera Siguiente:

1° Ventajas: Es una garantía de seguridad. Que los pactos no se concluyan con


precipitación, pues la forma es una llamada de atención sobre las

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consecuencias del acto. Los compromisos no quedan en la memoria, se
pueden probar, son precisos. Permite una inscripción de registros, dando así
una garantía a los terceros; y,

2° Inconvenientes: Peligro es cuando a la suerte que corran los actos


jurídicos, pues la exigencia de la forma legal implica el riesgo de que el
contrato sea anulado cuando carezca de ella y no producirá los efectos jurídicos
que las partes esperaban, quedando una de ellas, probablemente de buena
fe , sometida al riesgo de ser sorprendida por la otra, conocedora de la
ineficacia del acto de la ausencia de forma. Incomodidad para la celebración
del acto.

3° Autonomía de la voluntad o de la libertad contractual: Es la potestad


que tienen los individuos para regular sus derechos y obligaciones mediante
el ejercicio de un libre arbitrio, representada en convenciones o contratos
que los obligue como la ley misma y siempre que lo pactado no sea
contrario a la ley, a la moral, al orden público o a las buenas costumbres. Es
decir, que la autonomía de la voluntad no es más que la facultad que tienen las
partes de todo contrato para perfeccionar un convenio a su libre albedrío,
quedando condicionada dicha voluntad a factores y principios de orden legal,
ético y social. 4) Posición del Código Civil: En cuanto al principio del
Consensualismo o consentimiento, nuestra ley sustantiva civil (artículos 1251,
parte conducente, 1252, 1253, 1254 y 1518) expresa que:

El negocio jurídico requiere para su validez: ...consentimiento que no


adolezca de vicio.../ La manifestación de voluntad puede ser expresa o
tácita y resultar también de la presunción de la ley en los casos en que
ésta lo disponga expresamente.

El silencio no se considerará como manifestación tácita de voluntad


sino en los casos en que existe, para la parte a quien afecta, la obligación de
explicarse./ Toda persona es legalmente capaz para hacer declaración de
voluntad en un negocio jurídico, salvo aquéllas a quienes la ley declare
específicamente incapaces./ Los contratos se perfeccionan por el simple
consentimiento de las partes, excepto cuando la ley establece determinada
formalidad como requisito esencial para su validez”.

En cuanto al principio de formalismo, el Código Civil guatemalteco (artículos


1574 al 1578) establece que: “Toda persona puede contratar y obligarse:

1° Por escritura pública;

2°Por documento privado o por acta levantada ante el alcalde del lugar;

3° Por correspondencia; y,

4° Verbalmente. El contrato cuyo valor exceda de trescientos quetzales, debe


constar por escrito. Si el contrato fuere mercantil puede hacerse verbalmente
si no pasa de mil quetzales. Los contratos que tengan que inscribirse o
anotarse en los registros, cualquiera que sea su valor, deberán constar en
escritura pública.

Sin embargo, los contratos serán válidos y las partes pueden compelerse
recíprocamente al otorgamiento de escritura pública, si se establecieren sus
requisitos esenciales por confesión judicial del obligado o por otro medio de
prueba escrita./ Deberán constar en escritura pública los contratos calificados
expresamente como solemnes (el mandato, la sociedad, la donación de

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bienes inmuebles y la renta vitalicia), sin cuyo requisito esencial no tendrán
validez.

La ampliación, ratificación o modificación de un contrato debe hacerse constar


en la misma forma que la ley señala para el otorgamiento del propio contrato”.
Por último, en cuanto al principio de la autonomía de la voluntad o de la
libertad contractual, nuestra Constitución Política de la República (art. 5°, parte
conducente, y 44) establece que:

“Toda persona tiene derecho a hacer lo que la ley no prohíbe; no está obligada a
acatar órdenes que no estén basadas en ley y emitidas conforme a ella.../ Los
derechos y garantías que otorga la Constitución no excluyen otros que, aunque
no figuren expresamente en ella, son inherentes a la persona humana. El
interés social prevalece sobre el interés particular (limitación al principio de la
autonomía de la voluntad). Serán nulas ipso jure las leyes y las disposiciones
gubernativas o de cualquier otro orden (los contratos, por ejemplo) que
disminuyan, restrinjan o tergiversen los derechos que la Constitución garantiza”.
Asimismo, este principio se encuentra consagrado en los artículos 1251 al
1256 del Código Civil, los cuales ya fueron expuestos anteriormente; y, 1593
al 1604 del mismo cuerpo legal.

3. ELEMENTOS DEL NEGOCIO JURÍDICO CONTRACTUAL.

a) Generalidades: Se denominan elementos del contrato a los requisitos


o condiciones que en éste deben concurrir para su existencia. Constituyen,
pues, estos elementos, las partes esencialmente integrativas del contrato. Los
elementos del contrato se clasifican corrientemente en esenciales, naturales y
accidentales.

b) Elementos esenciales: Son aquellos sin los cuales el contrato no


puede producirse (por ejemplo: el consentimiento, la capacidad negocial, el objeto
lícito y la causa).

c) Elementos naturales: Son los que le acompañan normalmente, como


derivados de su índole peculiar, y se sobrentienden por la ley, pero puede ser
excluidos por la voluntad de las partes.

d) Elementos accidentales: Son los que sólo existen cuando los


contratantes los agregan expresamente para limitar o modificar los efectos
normales del acto.

4. ELEMENTOS ESENCIALES DEL NEGOCIO JURÍDICO


CONTRACTUAL.

a) Generalidades: Expresa el Código Civil (artículo 1251) que: “El


negocio jurídico requiere para su validez: capacidad legal del sujeto que
declara su voluntad, consentimiento que no adolezca de vicio y objeto lícito”. De lo
expuesto por el Código se deduce que los elementos esenciales o comunes
de todo negocio jurídico contractual son: la capacidad para contratar, el
consentimiento, el objeto y la causa (este último, sólo es doctrinal, ya que,
como se puede apreciar, no aparece en la norma legal transcrita por las
razones que se expondrán más adelante).

b) La capacidad legal del sujeto que declara su voluntad: Que no es


más que la facultad concedida por el Derecho para que un sujeto de derecho
o persona, sea susceptible de adquirir derechos subjetivos o contraer

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obligaciones. Así, pues, el concepto de capacidad jurídica se identifica con la
personalidad, es así que el Código Civil. (art. 1°) establece que la personalidad
civil de las personas individuales se adquiere con el nacimiento y se pierde
con la muerte, o sea, que los seres humanos son personas desde que
nacen y por tanto tiene capacidad jurídica; sin embargo, el mismo Código Civil
(art, 8°) especifica que: “La capacidad para el ejercicio de los derechos civiles
se adquiere por la mayoría de edad. Son mayores de edad los que han
cumplido dieciocho años. Los menores que han cumplido catorce años son
capaces para algunos actos determinados por la ley”. En consecuencia, la
incapacidad de ejercicio o negocial supone la capacidad de goce, es decir,
que el sujeto esté legitimado para obrar pero por su menor edad o por otra causa
legal o natural esté privado de la posibilidad de atender personalmente de sus
negocios (véanse los artículos 9° al 14 del Código Civil).

c) El consentimiento que no adolezca de vicio: Esto implica la


expresión externa de las voluntades que coincidan con el objeto del acto,
pues no basta la expresión de voluntad unilateral si no hay acuerdo sobre la
materia o naturaleza del acto y sobre la identidad de la cosa (error obstáculo) o
sobre el negocio y la cosa a realizar. Sin embargo, el consentimiento no debe
adolecer de vicios, reputándose así todas aquellas situaciones o sucesos que
hacen que la expresión de la voluntad creadora del negocio jurídico se vea
afectada disminuyendo su eficacia, aun cuando la falta de capacidad puede
afectar a la voluntad e invalidar el negocio jurídico; el Código Civil considera
sólo como vicios de la declaración de voluntad el error, el dolo, la simulación y
la violencia.

(Véanse los artículos 1251, 1257 al 1268, y 1284 al 1289).

Como vimos anteriormente (art. 1518 del Código Civil), los contratos se
perfeccionan por el simple consentimiento de las partes, salvo cuando la ley
establece determinada formalidad como requisito esencial para su validez. En
consecuencia, una vez dado ese consentimiento mutuo entre las partes, obliga
a éstos al cumplimiento de lo convenido, siempre que esté dentro de las
disposiciones legales relativas al negocio celebrado, debiéndose ejecutar de
buena fe y según la común intención de los contratantes. Se hace necesario
señalar aquí también que la persona que propone a otra la celebración de un
contrato fijándole un plazo para aceptar, queda ligada por su oferta hasta la
expiración del plazo –si no se ha fijado plazo, el autor de la oferta queda
desligado si la aceptación no se hace inmediatamente–.Por último, es conveniente
establecer que el efecto que produce un contrato consentido por las partes es:
la obligación de concluirlo y a resarcir los daños y perjuicios resultantes de
la inejecución o contravención por culpa o dolo.

(Véanse los artículos 1517 al 1537 del Código Civil).

d) El objeto lícito: Declara sobre el tema el Código Civil (art. 1538) que:
“No sólo las cosas que existen pueden ser objeto de los contratos, sino las que se
espera que existan; pero es necesario que las unas y las otras estén
determinadas, a lo menos, en cuanto a su género. La cantidad puede ser
incierta con tal que el contrato fije reglas o contenga datos que sirvan para
determinarla. Los hechos han de ser posibles, determinados y en su
cumplimiento han de tener interés los contratantes”; todo lo anterior en el
supuesto que consistan en la obligación de dar, hacer o no hacer alguna cosa. En
suma, podemos afirmar, con carácter más genérico, que son susceptibles de
constituir objeto de los contratos todas las cosas o bienes en el comercio de los
hombres y todos los servicios no contrarios a la ley o a la moral.

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e) La causa: En materia de obligaciones y contratos, se conoce
como causa: para unos autores, el fin mediato que se busca en el contrato
o que produce la obligación; para otros, posiblemente con mejor propiedad, el
propósito o razón que motivó a cada una de las partes a celebrar el contrato.
La causa constituye un elemento esencial, hasta el punto de que, faltando la
misma, el contrato no produce ningún efecto. La causa de las obligaciones y
contratos tiene que ser verdadera, lícita y no opuesta a la moral y a las buenas
costumbres. A este respecto, expresa el profesor Federico Ojeda Salazar
(Exposición de Motivos del Proyecto de Código Civil de la República de
Guatemala) que: “La causa que enumera el artículo 1406 del Código del 77,
como requisito para la validez del contrato, la suprimimos en el Proyecto. Tomada
como el motivo jurídico, la obligación de cada una de las partes tiene por
causa la obligación de la otra, y en este sentido se ha interpretado la causa en
nuestro Código.

A pesar de la autonomía de esta circunstancia proclamada por eminentes


autores causalistas, la discusión con los no menos grandes civilistas que
sostienen su falsedad, sigue interminable y no se llega a una conclusión
definitiva, por lo que siguiendo el ejemplo de códigos tan importantes y modernos
como el alemán, el suizo de las obligaciones, el mexicano, el brasileño y el
peruano, decidimos no mencionarla, tomando en cuenta que en los contratos
onerosos la causa se confunde con el objeto y en los gratuitos, con el
consentimiento”.

5. VICIOS DEL CONSENTIMIENTO O VOLUNTAD

Vicios que afectan la declaración de voluntad en el negocio jurídico.

Definición de vicios del consentimiento: Antes de entrar a conocer cada uno de


los vicios que pueden afectar la manifestación del consentimiento o la declaración
de voluntad en un negocio jurídico es bueno entender y saber que son los vicios
del consentimiento.

“A los vicios del consentimiento también se les suele llamar vicios de la voluntad,
se denominan los vicios de la voluntad o del consentimiento a aquéllas anomalías
ya sea inconscientes, o bien conscientes de la voluntad que provoca una discordia
entre voluntad interna y la voluntad declarada. “El acuerdo contractual tiene como
base la voluntad de los contratantes, que sólo puede decidirse correctamente
cuando actúan de una manera consiente, racional y libre, esto es, que las
voluntades se hayan determinado libremente, sin coacción alguna, y de modo
consiente y deliberado, es decir, que los contratantes sepan lo que quieran y
puedan declararlo libremente. Nosotros opinamos que los vicios del
consentimiento son todas aquéllas irregularidades por medio de los cuales, se
pueden producir la nulidad de determinado negocio jurídico. “La voluntad, que es
un elemento indispensable de los negocios jurídicos, debe formarse sin ningún
vicio que la invalide. Si el sujeto efectúa una declaración y padece de un error, o
bien es engañado para que incurra en error, o bien intimado a fin de que declare
esa manifestación, el acto debe anularse y no producirá efectos. Ello es lo que
generalmente se denomina como voluntad viciada o más comúnmente vicio de la
voluntad.

Por otra parte el autor Carlos Vásquez Ortiz define a los vicios del consentimiento
o voluntad como las “irregularidades a que aquélla queda sometida en el
desarrollo de los vicios jurídicos.

Error “Consiste en el consentimiento equivocado de una cosa, por ser


incompleto, o bien por ser inexacto. Implica siempre un defecto de conocimiento

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del verdadero estado de las cosas y por eso vicia la declaración de voluntad, ya
que mal puede quedarse lo que no se conoce bien.”102 “El error es falso
conocimiento que el contratante tiene de una cosa, por virtud de cuya ignorancia
celebra un contrato que, de haber sabido la verdad, no habría celebrado.”103 El
error configura siempre la falsa noción de una cosa, ya bien por haberse declarado
algo que se no deseaba, o por haber desarrollado una equivoca noción y
manifestarse como se la elaboro mentalmente.

Clases de Error: Entre las diversas clases de error como vicio del
consentimiento podemos mencionar los siguientes: error obstativo, impropio o
impidiente; error propio de nulidad o de vicio y error de cuenta o de cálculo.

Obstativo, impropio o impidiente:

Existe, en la declaración o en su trasmisión, cuando se manifiesta algo que no


corresponde con la voluntad del declarante. Este error en la declaración es un
desacuerdo no deseado por el emitente de la declaración. Suele ser, por un error
propio o por alteraciones que, se dan en la declaración trasmitida por medio del
anuncio o del telégrafo. A nuestro criterio él error obstativo se trata evidentemente
de una representación falsa, por medio de la cual la parte le atribuye a la
declaración o comportamiento propio un objeto distinto o diferente del que tiene
objetivamente. Como por ejemplo comprar un carro creyendo que es un Mercedes
Benz cuando en realidad no lo es, nuestro Código Civil en el Artículo 1258, regula
lo siguiente respecto al error y estipula “El error es causa de nulidad cuando recae
sobre la sustancia de la cosa que sirve de objeto, o sobre cualquier circunstancia
que fuere la causa principal de la declaración de voluntad.”

“Este tipo de error supone una divergencia entre la voluntad interna y la declarada,
ya que el sujeto emite una declaración diferente a la querida, como aquél que
quiere comprar y dice arrendar o el que queriendo vender una finca enajena otra
diferente, y la razón de esta disparidad está en el error padecido en la declaración;
se diferencia, pues, de la reserva mental en que tal divergencia no está provocada
conscientemente, constituye supuestos de error sobre el acuerdo causal (una
parte cree celebrar una compraventa y la otra un arrendamiento) y error en el
objeto (error en la finca registral que se enajena o se entiende comprar).

A nuestro criterio consideramos que está clase de error más que todo se debe a
una confusión, es decir, que el sujeto cree que declaro su voluntad acorde al
negocio jurídico querido por el mismo, cuando en realidad no es así.

Obstativo, impropio o impidiente

Existe, en la declaración o en su trasmisión, cuando se manifiesta algo que no


corresponde con la voluntad del declarante. Este error en la declaración es un
desacuerdo no deseado por el emitente de la declaración. Suele ser, por un error
propio o por alteraciones que, se dan en la declaración trasmitida por medio del
anuncio o del telégrafo. A nuestro criterio él error obstativo se trata evidentemente
de una representación falsa, por medio de la cual la parte le atribuye a la
declaración o comportamiento propio un objeto distinto o diferente del que tiene
objetivamente. Como por ejemplo comprar un carro creyendo que es un Mercedes
Benz cuando en realidad no loes, nuestro Código Civil en el Artículo 1258, regula
lo siguiente respecto al error y estipula;

“El error es causa de nulidad cuando recae sobre la sustancia de la cosa que
sirve de objeto, o sobre cualquier circunstancia que fuere la causa principal de la
declaración de voluntad.” “Este tipo de error supone una divergencia entre la
voluntad interna y la declarada, ya que el sujeto emite una declaración diferente a

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la querida, como aquél que quiere comprar y dice arrendar o el que queriendo
vender una finca enajena otra diferente, y la razón de esta disparidad está en el
error padecido en la declaración; se diferencia, pues, de la reserva mental en que
tal divergencia no está provocada conscientemente, constituye supuestos de error
sobre el acuerdo causal (una parte cree celebrar una compraventa y la otra un
arrendamiento) y error en el objeto (error en la finca registral que se enajena o se
entiende comprar). A nuestro criterio consideramos que está clase de error más
que todo se debe a una confusión, es decir, que el sujeto cree que declaro su
voluntad acorde al negocio jurídico querido por el mismo, cuando en realidad no
es así.

Propio de nulidad o de vicio

Es el error que recae sobre la voluntad (error propio, error de nulidad o error de
vicio), que según Ruigiero, es un falso conocimiento que influye al agente a querer
una cosa que no hubiere querido de haber tenido un conocimiento exacto.

La voluntad del comprador sea formado con base en un error, que se llama error
vicio o error propio, para diferenciarlo de otro tipo de error que la doctrina llama
impropio o error obstativo, que afecta la declaración de voluntad, y que tiene lugar
cuando una persona queriendo declarar una cosa, declara equívocamente otra. El
error vicio, afecta el conocimiento que el contratante tiene de una cosa, y como
consecuencia le induce a prestar un consentimiento que, de haber sabido la
verdad, no habría prestado, en tanto que el error obstativo no afecta el
conocimiento, si no a la propia declaración de voluntad.

El error de vicio lo entiende Díez picazo, como una “equivoca o inexacta creencia
o representación mental que sirve de presupuesto para la realización de un acto
jurídico. En este orden de ideas, podemos resumir diciendo que el error de vicio es
una falsa representación mental de la realidad que vicia el proceso afirmativo del
querer interno, y que opera como presupuesto para la realización del contrato: o
no se hubiere querido de haber conocido exactamente la realidad, o se hubiere
querido de otra manera.”

A nuestro criterio opinamos que el error de vicio es aquél que afecta la voluntad
interna del contratante, en virtud que tiene una falsa apariencia de la realidad de la
cosa objeto del contrato y no está consciente de que puede cometer un error. “El
error propio a su vez se subdivide en esencial y accidental. El error esencial se
divide en

I. Error innegatio: Que produce la inexistencia del contrato, pues, impide el


acuerdo de voluntades y no hay contrato sin consentimiento, es decir, que los
contratantes en ningún momento llegan a ponerse de acuerdo sobre las bases del
contrato;

II. Error in substancia: Que produce la anulabilidad del negocio jurídico, y es el


que recae sobre la substancia de la cosa o sobre aquéllas condiciones de la
misma que principalmente hubieren dado motivo a celebrarlo.

Por otra parte el error accidental se divide en los siguientes:

I. Error inquilitate: Que no vicia el contrato;

II. Error inquantitate: Que no quita valor a la declaración de voluntad;

III. Error en los motivos: Que no invalida el acto como se haya llevado,
precisamente dichos motivos a causa o condición. Como podemos observar, el
error propio tiene dos divisiones, y las mismas se subdividen doctrinariamente.

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DOLO

Dolo En el derecho, el término dolo tiene múltiples significados; dejando a un lado


el significado penal de acto u omisión realizado a sabiendas con malicia, en el
derecho civil puede significar una conducta buscada de propósito por un sujeto,
que tiene relevancia al hablar del incumplimiento contractual o del daño causado
fuera de la esfera contractual, otorgando un efecto distinto al de la conducta
simplemente negligente.

El dolo vicio de la voluntad o del consentimiento tiene un significado distinto: dolo


es el error provocado, inducido por acción o por omisión, sea por la contraparte en
el acto jurídico bilateral, sea por un tercero: es un vicio en la voluntad porque
afecta la intención, del mismo modo que el error, produciendo en el sujeto que lo
padece una falsa representación o valoración de la realidad (contrato). Se
precisan, pues: el comportamiento engañoso o error, y, por último, que esté
determine la declaración. El vicio del dolo en el sentido amplio es sinónimo de
mala fe; en el sentido estricto es definido generalmente en la doctrina como la
maquinación o artificio de que se sirve uno de los contratantes para engañar al
otro, a lo que en lo mismo, todo fraude encaminado a arrancar a otro el
consentimiento de un acto jurídico.”

Nuestro Código Civil regula el dolo; en el Artículo 1261 e indica Es toda sugestión
o artificio que se emplee para inducir a error o mantener en él a alguna de las
partes.” A nuestro entender es cuando se obra de mala fe, es decir con mala
intención, en otras palabras engañar a la otra parte que es miembro de
determinado contrato.

Clases:

Dentro las diversas clases de dolo la clasificación más importante es la siguiente:


dolo principal, causante o determinante y dolo incidental.

Principal, causante o determinante

“Determina la voluntad de tal forma que sin él, el negocio no se hubiere realizado.
La relación de causalidad entre la conducta engañosa o indiciosa de una parte y la
voluntad de celebración del contrato de la otra, se encuentra nítidamente dibujada
en el Artículo 1262 del Código Civil, el cual señala que “El dolo de una de las
partes y el dolo que proviene de un tercero, sabiéndolo aquélla, produce la nulidad
si ha sido la causa determinante del negocio jurídico”, es decir, que indica sobre
un factor importante, que decide al otro a contratar, de tal manera que, si no
hubiese existido ese comportamiento o conducta indiciosa, el contrato no se
hubiese celebrado.

Al respecto opinamos que el dolo causante, es aquél que le va dar vida jurídica a
determinado contrato, ya sea por ocultaciones o manifestaciones mentirosas, y al
existir está clase de vicio permite que se anule el contrato o que el mismo pueda
ser rescindido por la parte afectada y da siempre derecho al resarcimiento de
daños y perjuicios.

Dolo Incidental:

Procede del desvió de la voluntad, ya que sin él igualmente, se hubiere emitido


pero en condiciones generalmente más favorables a quien lo declaro.

El dolo incidental no afectara la validez del acto; el que lo comete debe satisfacer
cualquier daño que haya causado. El dolo incidental es el que no fue causa

11
eficiente del acto. Para algunos jurisconsultos también se configura como
incidente, cuando no causa un daño importante. Si el perjuicio adquiere escasa
importancia sólo dará lugar a efectuar la reparación, pero no la anulabilidad del
acto.

Así que si bien el negocio se hubiera verificado, de todas formas, hubiera sido sin
concurrencia en condiciones diversas y, en general, menos onerosa. Este vicio
puede invalidar el negocio es solamente el determinante, el dolo incides puede dar
lugar sólo al resarcimiento de daños. El dolo incidental es el sobreviviente con
posterioridad al contrato y que, por lo mismo, no vicia el consentimiento, aun
cuando permita exigir la indemnización de los daños causados. Como podemos
observar el dolo incidental o incidente no produce la nulidad del negocio jurídico
pero al existir el mismo genera el resarcimiento de daños y perjuicios. Simulación
En virtud de que la simulación es nuestro enfoque y por no considerarla un vicio
del consentimiento, la analizaremos en el capítulo V de la presente investigación
respectivamente.

Violencia o Intimidación:

En el caso de error, el consentimiento resulta viciado porque no sea dado con


conocimiento de causa. En el caso de la violencia, resulta viciado porque no es
libre una persona, ha ejercido presión sobre la voluntad de otra, la ha forzado a
contratar amenazándola con un mal considerable, el consentimiento a sido dado
por temor; es el temor el que lo vicia; así pues, el vicio no es la violencia, sino el
temor que determina. Conviene hacerlo notar, pues de lo contrario se llegaría a un
concepto jurídico inexacto, consistente en creer que la teoría de la nulidad tiene
aquí por objeto imponer una pena de los actos de violencia.

La violencia constituye otra de las causas que pueden viciar la voluntad, ya que
impide realizar un acto con la voluntad necesaria para su plena validez. Cuando se
actúa con discernimiento y con intención, pero en ausencia de libertad. El autor
Carlos Vásquez Ortiz opina que la violencia es la coacción física ejercida sobre un
individuo para obligarle a realizar o no un negocio jurídico. Los efectos jurídicos
serán, producir la nulidad absoluta del negocio, siempre que se pruebe que ha
existido.

Clases

En esta clase de vicio del consentimiento las dos clases de violencia mas
comunes son la violencia física o bis absoluta y la violencia moral que algunos
autores también le llaman intimación.

Absoluta o física. Suele ser colocada por la doctrina entre los supuestos de
divergencias, la bis-compulsiva o absoluta, que sería aquélla en que la acción
física contra el contratante llega a sustituir la voluntad de este último. La violencia
se presume cuando se ha arrancado la declaración de voluntad utilizando una
fuerza irresistible. Puede decirse que esta utilización de la fuerza impide
objetivamente que pueda hablarse de voluntad interna y de voluntad de declarar;
pero exteriormente existe una apariencia de declaración que la norma protege en
todo momento. La violencia física o fuerza (vis corpore illatao bisabsoluta), importa
el constreñimiento corporal sobre otro para que obre de determinada manera o
forma.

Los ejemplos abundan: quien le lleva la mano a otro para firmar; le hace mover la
cabeza para asentir; o bien le levanta el brazo para aceptar una oferta; etcétera.
Como dice el profesor Brebbia; la víctima de violencia no actúa por sí, no obra
como un ser dotado de conciencia y voluntad, si no desempeña un rol puramente

12
pasivo, siendo su persona utilizada por el que ejerce la coacción física como un
medio material para obtener el propósito buscado. Quien sufre la violencia es un
mero instrumento de una voluntad extraña. A nuestro entender la violencia física
es la fuerza material que ejerce una persona sobre otra denominada víctima para
ejecutar o manifestarla voluntad de la persona que ejerce la fuerza.

Moral o intimación:

Está también es llamada intimación o violencia psíquica, consiste en la amenaza


injusta de sufrir un mal inminente y grave. La violencia moral o psíquica no impide
la manifestación de la voluntad, pero está se encuentra viciada. Observa
agudamente Betti, que la voluntad de la víctima se encuentra en una alternativa:
debe optar entre sufrir el mal o concretar el negocio. En esta situación psicológica
dice el jurista italiano la realización del negocio importa el resultado de un juicio de
conveniencia, ya que la víctima considera mejor someterse a la realización del
acto como un mal menor con tal de evitar la materialización de la amenaza.

El autor Carlos Vásquez Ortiz opina que hay intimación cuando se inspira a uno de
los contratantes el temor racional y fundado de sufrir un mal inminente y grave en
su persona o bienes, o en la persona o bienes de su cónyuge, ascendientes o
descendientes. Para que la intimación anule la declaración de voluntad se
requiere, que se emplee contra uno de los contratantes la amenaza de un mal
inminente o grave, susceptible por ende de ejercer cierta influencia sobre su
ánimo. A nuestro entender la violencia moral, intimida a la persona en su ánimo,
en virtud que su consentimiento se encuentra infundado con un miedo o temor, ya
sea a su persona o parientes, a causa de una amenaza, es decir que en esta
clase de violencia, le produce un miedo a la persona puesto que de no hacer, o no
ejecutar la voluntad de una persona extraña, que puede provocar un daño ya sea
a su persona o ab terceros, y eso le provocaría un recargo de culpa en sus
sentimientos como ser humano.

FALTA VICIOS DEL CONSENTIMIENTO POR SIMULACIÓN

La simulación La simulación como vicio de la voluntad. Ya ha sido ampliamente


expuesto en el capítulo I, de manera que en este apartado solo se reproduce lo
esencial para la compresión de su relación con el error, el dolo y la violencia como
elementos que vician la voluntad de los contratantes en la negociación jurídica y
los efectos de nulidad que puede llevar consigo.

Es una alteración aparente de la causa, la índole o el objeto de un acto o contrato.


“En el ámbito contractual hay simulación cuando existe divergencia entre la
voluntad real de los contratantes y la voluntad declarada por ellos.

La simulación de los actos jurídicos, se produce cuando ambas partes


contratantes, o uno de ellos:

 Encubren un contrato específico con la apariencia de otro;


 Contienen cláusulas que no son sinceras;
 Contienen fechas inexactas;
 Por el acto o contrato se constituyen o transmiten derechos a favor de personas
interpuestas, que no son aquellas para quienes en realidad se constituyen o se
transmiten.

Como una irregularidad de manifestación de la voluntad, la simulación según
Ferrara es: la declaración de un contenido de voluntad real, emitida
conscientemente y de acuerdo entre las partes, para producir con fines de engaño
la apariencia de un negocio jurídico que no existe o que es distinto de aquel que
realmente se ha llevado a cabo.

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En la ley, específicamente en el Artículo 1284 del Código Civil, Decreto Ley
número 106, establece que: “La simulación tiene lugar:

1º. Cuando se encubre el carácter jurídico del negocio que se declara, dándose la
apariencia de otro de distinta naturaleza.

2º. Cuando las partes declaran o confiesan falsamente lo que en realidad no ha pasado o
no se ha convenido entre ellas; y

3º. Cuando se constituyen o transmiten derechos a personas interpuestas, para mantener


desconocidas a las verdaderamente interesadas.

Tanto en la definición doctrinal, como en la que nos proporciona la ley, se


encuentra que la simulación puede tener dos finalidades:

 Aparentar un acto que en la realidad no existe; y,


 Ocultar un acto real, en la forma o apariencia de otro distinto. Por otra parte no es lo
mismo que exista una ausencia total de expresión de la voluntad, a que en una transacción
contractual exista un vicio en la voluntad que se ha expresado.

INEFICACIA DEL NEGOCIO JURÍDICO CONTRACTUAL.

a) Nulidad absoluta y relativa: Se habla de nulidad de los contratos con


referencia a las causas que privan de validez a los mismos por vicios
existentes ab initio (desde el comienzo); a diferencia de la resolución y
rescisión, que los extinguen por circunstancias sobrevinientes. El contrato es nulo
y carente de todo efecto jurídico cuando le falta alguno de los elementos
necesarios para su constitución; ya sea por falta de capacidad de los
contratantes, por falta de consentimiento, por falta de causa, por ilicitud de la
causa, por defecto de forma o por falta, imposibilidad, ilicitud o indeterminabilidad
de la prestación (objeto). A este respecto nuestro Código Civil (artículo 1303)
expresa que:

El negocio jurídico es anulable:

1° Por incapacidad relativa de las partes o de una de ellas; y,

2° Por vicios del consentimiento (el error, el dolo, la simulación y la


violencia).” La nulidad del negocio jurídico contractual, según nuestro Código
Civil, puede ser:

1) Nulidad absoluta: Hay nulidad absoluta en un negocio jurídico, cuando


su objeto sea contrario al orden público o contrario a leyes prohibitivas
expresas, y por la ausencia o no concurrencia de los requisitos esenciales para
su existencia (capacidad legal del sujeto que declara su voluntad,
consentimiento que no adolezca de vicio y objeto lícito). Los negocios que
adolecen de nulidad absoluta no producen efecto ni son re validables por
confirmación

(Véanse los artículos 1251, 1301 y 1313 al 1318).

2) Nulidad relativa: La nulidad relativa se fundamenta en la protección a un


interés privado, por lo cual los negocios jurídicos surten algunos efectos a
pesar de que adolecen de algún vicio legal y pueden ser convalidados mediante
el transcurso del tiempo señalado para la prescripción de la acción –dos años
contados desde el día que se contrajo la obligación (véanse los artículos 1304 al
1318).Conviene aclarar, que la nulidad puede ser declarada de oficio por el
juez cuando resulte manifiesta; puede también ser alegada por los que tengan
interés o por la Procuraduría General de la Nación

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(Véanse los art. 1302 del Código Civil; y, 1 del Decreto N° 25-97 del Congreso).

b) Rescisión: Es una de las formas de extinción de los mismos por


causas sobrevinientes después del perfeccionamiento de aquéllos. En sentido
más concreto, la expresión hace referencia a la extinción del contrato
anulándolo por lesión. La rescisión contractual que se apoya en un precepto
legislativo o en cláusula de la convención, aparece como subsidiaria en
principio; a falta de otro medio para la subsistencia del nexo o la reparación
del perjuicio. En ese orden de ideas, nuestro Código Civil (artículo 1579)
expresa que: “Los contratos válidamente celebrados, pendientes de
cumplimiento, pueden rescindirse por mutuo consentimiento o por declaración
judicial en los casos que establece este Código (véase el artículo 1927 del Código
Civil). Consúltense también los artículos 1580 al 1586, y 1844 al 1851 del
Código Civil. Estos últimos artículos, se refieren al pacto comisorio, es decir,
a aquel que autoriza a cada una de las partes contratantes a optar por la
resolución del vínculo obligatorio en el caso de que la otra parte haya
incumplido la obligación que le incumbía.

Según afirma Raymundo Salvat M., “es la cláusula en virtud de la cual se


estipula que el contrato será resuelto si una de las partes no cumple con
sus obligaciones” (Tratado de derecho civil argentino, Buenos Aires, 1928).

En la legislación guatemalteca, el pacto comisorio se da cuando: Pueden las


partes estipular en el contrato que la venta se rescindirá si no se paga el precio en
cierto día determinado. Sin embargo, el comprador de bienes inmuebles podrá
pagar el precio después del día señalado mientras no hubiere incurrido en mora
en virtud de requerimiento”. Por último, es importante hacer mención que la
acción para pedir la rescisión dura un año, contado desde la fecha de la
celebración del contrato, salvo que la ley fije otro término en casos especiales.

ACCIÓN REVOCATORIA O PAULINA

La Acción Pauliana o Revocatoria: Es una figura jurídica que permite a los


acreedores obtener la revocación de los actos del deudor en fraude de sus
derechos. El fin económico la acción pauliana, es mantener en el patrimonio del
obligado, los bienes de que se desprende en apariencia o en realidad, para
perjudicar derechos legítimos de tercero.

Características de la acción pauliana: Su función conservativa o cautelar, pero


no ejecutiva.- La paulina, coloca bienes en garantía, pero no los expropia ni del
deudor ni del adquiriente, aunque otorga título para hacerlo. Su connotación de
acción personal y no real.- Se trata de una acción personal de suerte que no
persigue un bien sustrayéndolo de la posesión del primero o ulteriores
adquirientes prescindiendo de su buena o mala fe, sino que se pretende remediar
las consecuencias objetivas de una conducta ilícita.

Condiciones requeridas para el ejercicio de la acción revocatoria.

La doctrina admite tres requisitos para la procedencia de la revocación


pauliana; El eventos damni, el consilum fraudes y Scientia Fraudis.

Eventos Damni. Es el Perjuicio a los acreedores, entendidos como aquellos actos


que realmente producen tal efecto por razón del empobrecimiento del patrimonio
del deudor.

Consilum fraudes. Intención del deudor de insolventarse o de agravar su


situación; el fraude es intencional doloso y no puede ser por negligencia (no se

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concibe esa posibilidad). La actuación fraudulenta del deudor (animus nocendi),
requiere que el deudor.

Scientia Fraudis. Conocimiento del tercero del estado de insolvencia.

Efectos que produce la acción Pauliana: El principal efecto de la Acción


Pauliana es la restitución al patrimonio del deudor de los bienes fraudulentamente
cedidos o enajenados. O sea que por declaración del juez orden al demandado
que se restablezcan las cosas en el estado en que estaban antes del acto contra
el cual iba dirigida la acción pauliana. Su ejercicio favorece a todos los acreedores,
aun los de fecha posterior al acto fraudulento, y alcanza al tercero adquirente de
buena fe, cuando el acto fraudulento sea a título gratuito. Cuando se trata de una
enajenación, debe ser restituida la cosa enajenada con los productos y los frutos
que se hayan producido eventualmente; pero si la demanda es una remisión de
deuda, el crédito remitido se restablece en toda su plenitud.

Nulidad del acto en la acción Pauliana: La doctrina representada por autores


como Josserand: considera que la acción pauliana es de nulidad. Esta acción
repercute contra los terceros que es propio de las acciones de nulidad y también
que el demandante no concurra con los acreedores del demandado: la anulación
hace salir retroactivamente el bien del patrimonio de éste.

Rescisión del acto en la acción pauliana: En cuanto a los actos ejecutados


antes de la cesión de bienes o la apertura del concurso, se observarán las
disposiciones siguientes:

1. Los acreedores tendrán derecho para que se rescindan los contratos onerosos,
y las hipotecas, prendas, anticresis o constitución de patrimonio familiar, que el
deudor haya otorgado en perjuicio de ellos, estando de mala fe el otorgante y el
adquirente, esto es, conociendo ambos el mal estado de los negocios del primero;

2. Los actos y contratos no comprendidos bajo el número precedente, incluso las


remisiones y pactos de liberación a título gratuito, serán rescindibles, probándose
la mala fe del deudor y el perjuicio de los acreedores.

3. Las acciones concedidas a los acreedores expiran en un tiempo fijado por la


ley, contado desde la fecha del acto o contrato.

Revocación: Constituye una de las formas de extinción de los contratos


mediante la anulación por quien se había obligado en forma unilateral. Es
especialmente aplicable a los contratos de donación y de mandato. Sin
embargo, es preciso diferenciar la revocación de la acción pauliana o
revocatoria, que es la que corresponde a los acreedores a efectos de que sean
revocados todos los actos que en su perjuicio haya realizado dolosa o
fraudulentamente el deudor. En ese orden de ideas, nuestro Código Civil
(artículo 1290) estipula que: Todo acreedor puede pedir la revocación de los
negocios celebrados por el deudor en perjuicio o fraude de sus derechos.
Sólo los acreedores cuyos créditos sean anteriores al negocio impugnado,
pueden ejercitar la acción revocatoria”. Consúltense los artículos 982, 983,
1290 al 1300, 1699, 1717 numeral 3°, 1718, 1719, 1721, y 1866 al 1874 del
Código Civil.

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CONTRATO VERBAL Y CONTRATO ESCRITO
CLASIFICACIÓN DEL NEGOCIO JURÍDICO CONTRACTUAL.

a) Unilaterales y bilaterales: Los contratos, desde el punto de vista de las


obligaciones que generan, se clasifican en unilaterales o bilaterales. Si
generan obligaciones para ambas partes es bilateral o sinalagmático

(Ejemplo: la compraventa); si sólo generan obligaciones para una de las


partes y derechos para lo otra es unilateral

(Ejemplo: la hipoteca). No deben de confundirse los actos en que sólo


interviene una voluntad (por ejemplo: el testamento), o sea, los actos
monosubjetivos con los actos unilaterales, y aquellos en que intervienen dos
o más voluntades o plurisubjetivos.

(Ejemplo: la sociedad), con los actos bilaterales; ya que una clasificación


obedece al número de voluntades que intervienen en el acto y la otra a las
obligaciones que genera un contrato, aunque en ocasiones también se les
llama a los actos en que sólo interviene una voluntad, actos unilaterales, y a
los que intervienen dos, actos bilaterales.

b) Solemnes, formales y consensuales: Desde el punto de vista de la manera


en que puede o debe manifestarse la voluntad y por ende el
consentimiento, los contratos se clasifican en solemnes, formales o
consensuales. Cuando la ley exige una forma determinada y no otra
diferente para que se produzcan ciertas y determinadas consecuencias y
prevé que si no se satisface esa forma, no se producirá esas consecuencias el
acto se califica de solemne.

(por ejemplo: el mandato debe constar siempre en escritura pública.

(artículo 1687, primer párrafo, del Código Civil; véase también el artículo
1577 de dicha ley). una forma determinada y no otra diferente para que se
produzcan determinadas consecuencias, pero esas consecuencias se
producen también aunque no se satisfaga la forma prevista y sólo se
establece la nulidad del contrato por la falta de tal forma, destruyéndola
retroactivamente esos efectos cuando se pronuncie por el juez la nulidad, el
contrato se clasifica y califica como formal (por ejemplo: cuando el Código
Civil, artículo 1576, establece que:

Los contratos que tengan que inscribirse o anotarse en los registros,


cualquiera que sea su valor, deberán constar en escritura pública. Sin
embargo, los contratos serán válidos y las partes pueden compelerse –
obligarse– recíprocamente al otorgamiento de escritura pública, si se
establecieren sus requisitos esenciales por confesión judicial del obligado o por
otro medio de prueba escrita).

Cuando la ley no exige forma determinada para la validez de un contrato, sino que
deja a las partes la libertad más absoluta para darle la forma que ellas
determinen, el contrato será consensual, sin que esto signifique que el
contrato pueda celebrarse sin forma por

ejemplo: la donación de bienes muebles, ya que la ley sólo especifica que


deberá otorgarse y aceptarse por escritura pública la donación de bienes
inmuebles –artículo 1862 del Código Civil–). Una sub clasificación de este
tipo de contratos, desde el punto de vista de la entrega de la cosa como

17
un elemento constitutivo del contrato o como una obligación nacida del
contrato, es la siguiente: contratos reales y contratos consensuales.

Cuando la entrega de la cosa en los contratos en los que el contenido de la


prestación de alguna de las partes sea transmitir el dominio o el uso o
goce de un bien, sea indispensable para el perfeccionamiento del contrato,
se clasifica como real (por ejemplo: la prenda, el mutuo, el comodato y el
depósito). Si la entrega no es un elemento constitutivo del contrato, sino que es
una obligación que nace del mismo, se entiende que el contrato se perfeccionó
por el simple acuerdo de voluntades y se clasifica como consensual (por
ejemplo: la compraventa, el arrendamiento), es decir, que basta el
consentimiento de las partes para que sea perfecto.

c) Gratuitos y onerosos (conmutativos y aleatorios): Los contratos, desde


el punto de vista de los provechos y gravámenes que genera, se clasifican en
gratuitos u onerosos. Si sólo genera provechos para una de las partes y
gravámenes para la otra, es gratuito.

(Ejemplo: la donación pura y simple). Si genera provechos y gravámenes


recíprocos, es oneroso (por ejemplo: la compraventa). No deben confundirse los
contratos unilaterales con los gratuitos, ni los onerosos con los bilaterales.
Una clasificación es desde un punto de vista estrictamente jurídico y la otra es
desde un punto de vista económico; una atiende a las obligaciones y la otra
a los provechos y gravámenes que genera. Pueden existir contratos que
sean gratuitos y al mismo tiempo bilaterales, como el comodato, ya que no
obstante que se generan obligaciones para ambas partes, sólo existen
gravámenes para el comodante y provechos para el comodatario.

(Véanse los artículos 1957 al 1973 del Código Civil). También pueden existir
contratos que sean onerosos y al mismo tiempo unilaterales, como el mutuo
(véanse los artículos 1942 al 1956 del Código Civil).

Asimismo, los contratos, desde el punto de vista de la certeza de los


provechos y gravámenes que generan, se clasifican en conmutativos y
aleatorios(ésta es una subclasificación de los contratos onerosos). Si los
provechos y gravámenes que genera para las partes son ciertos y conocidos
desde la celebración misma del contrato, será conmutativo (por ejemplo: la
compraventa, la permuta, el arrendamiento). Si esos provechos y gravámenes
no son ciertos y conocidos al momento de celebrarse el contrato, sino que
dependen de circunstancias o condiciones fortuitas posteriores a su
celebración, será aleatorio (por ejemplo: la renta vitalicia, las loterías y rifas,
las apuestas y juegos, y la compraventa de esperanza –véase el artículo 1805
del Código Civil).

d) Típicos y atípicos: Desde el punto de vista de la reglamentación que haya o


deje de hacer un determinado ordenamiento de los contratos, se clasifican
en típicos o nominados y atípicos o innominados.

(por ejemplo: todos los contratos que aparecen regulados en el Libro V,


Segunda Parte artículos del 1674 al 2177–, del Código Civil guatemalteco).
Si la ley no lo designa con denominación especial ni es objeto de una
reglamentación que lo individualice y distinga de los demás, el contrato será
atípico o innominado(por ejemplo: el reconocimiento de deuda, la adjudicación de
bienes en pago de gananciales).

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e) De libre discusión y de adhesión: El contrato de libre discusiones aquel en
que las partes examinan detalladamente las cláusulas o condiciones del
contrato, presentando consideraciones favorables y contrarias para ambas

(por ejemplo: la compraventa de un bien mueble –vehículo automotor–, con


pacto de reserva de dominio). El contrato de adhesión constituye una típica y
cada vez más frecuente modalidad de la contratación, que se caracteriza
por el hecho de que es una de las partes la que fija las cláusulas o
condiciones, iguales para todos, del contrato, cuya celebración se propone, sin
que quienes quieran participar en él tengan otra alternativa que aceptarlo o
rechazarlo en su totalidad; es decir, adherirse o no a los términos del contrato
preestablecido, sin posibilidad de discutir su contenido (por ejemplo: los
contratos de seguros, de transporte, de suministro de agua potable,
electricidad y otros servicios públicos –véase el artículo 1520 del Código
Civil).

No deben confundirse los contratos de adhesión con las escrituras de


adhesión, siendo estas últimas en la que ambas partes realizan un negocio
jurídico y convienen en que se rija por las cláusulas de una escritura tipo que
ha sido previamente redactada.

(por ejemplo: las escrituras públicas que contienen empréstitos otorgados


por instituciones bancarias o de crédito, en nuestro medio, es muy común que
deben elaborarse de acuerdo a la minuta, extracto o borrador que se hace del
negocio jurídico a realizar, anotando las cláusulas o partes esenciales, para
copiarlo después y extenderlo con todas las formalidades necesarias a su
perfección).

f) Principales y accesorios: Desde el punto de vista de la dependencia o


no de la existencia de una obligación, los contratos se clasifican en
principales o accesorios. Los contratos principales son aquellos que su
existencia y validez no dependen de la existencia o validez de una
obligación preexistente o de un contrato previamente celebrado; es decir, son
contratos que tienen existencia por sí mismos (por ejemplo: la compraventa,
el arrendamiento, el mutuo, el comodato). Los contratos accesorios son los
que no existen por sí solos, sino que dependen de la existencia de otro,
llamado contrato principal. (Por ejemplo: la hipoteca, la prenda y la fianza).

g) De tracto único y de tracto sucesivo: Desde el punto de vista del


cumplimiento en un solo acto o en un plazo determinado, de las obligaciones
de las partes, los contratos se clasifican en de tracto único, de ejecución
instantánea o instantáneos y de tracto sucesivo, de ejecución sucesiva o de
ejecución escalonada. Son contratos de tracto único, de ejecución instantánea
o instantáneos, aquellos en que las prestaciones de las partes se ejecutan o se
cumplen en un solo acto.

(por ejemplo: la compraventa al contado). Los contratos de tracto sucesivo,


de ejecución sucesiva o de ejecución escalonada, son aquellos en que las
prestaciones de las partes o las de una de ellas se ejecutan o cumplen en
un lapso determinado (por ejemplo: el arrendamiento).

h) Individuales y colectivos: Los contratos individuales, son aquellos en


que interviene solo una voluntad (por ejemplo: el testamento); más que un
contrato es una verdadera declaración unilateral de voluntad. Los contratos
colectivos, son aquellos en que intervienen dos o más voluntades.

(Ejemplo: el contrato de sociedad civil o mercantil).

19
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

CONCLUSIONES

1. Dentro de lo que se considera el negocio jurídico, muchos autores han opinado


sobre el mismo y, por tal virtud, hay varios criterios; respecto a la referida
definición, a nuestro criterio el negocio jurídico se puede definir como la
manifestación de voluntades privadas emitidas legal y conscientemente por una o
varias personas que el derecho reconoce como base para la producción y
desarrollo de efectos jurídicos, buscados y requeridos por su autor o autores,
siempre que concurran los elementos que establece la ley.

2. Como sabemos, la declaración de voluntad en el negocio jurídico puede ser


afectada por vicios; nuestro ordenamiento jurídico civil, los denomina vicios de la
declaración de voluntad; también son llamados vicios del consentimiento y pueden
ser definidos como todas aquéllas irregularidades por medio de las cuales se
puede producir la nulidad de determinado negocio jurídico.

3. En cuanto a la clasificación del negocio jurídico, considero que están bien


definidos y clasificados en nuestro Código Civil, del Artículo 1587 al 1592.

RECOMENDACIONES

1. Se recomienda a los profesionales del derecho, a quienes ha sido encargada la


noble tarea de la enseñanza de las obligaciones, hacer conciencia en sus
educandos sobre la importancia de saber distinguir, identificar y diferenciar los
vicios del negocio jurídico, en virtud que es necesario para su celebración, a efecto
de que el alumno tenga la capacidad de inferir y aplicar las leyes en su real
significado.

2. Es recomendable la efectividad de la aplicación de las normas, a través del


estudio atento de los notarios acerca de los requisitos esenciales que debe
reunir todo negocio jurídico establecido en el Código Civil guatemalteco y en la
doctrina.

3. Es recomendable que el notario al momento de celebrar y autorizar un


negocio jurídico instruya a los contratantes sobre los requisitos legales de
los actos y contratos que estos pretenden celebrar y verificar que se cumplan.

BIBLIOGRAFIA

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Serviprensa S.A. Guatemala, 2006.

BRAÑAS, Alfonso. Manual de derecho civil. (s.e.) Ed. Estudiantil Fénix Guatemala,

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VÁSQUEZ ORTIZ, Carlos Humberto. Derecho civil IV, obligaciones II. Guatemala,
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