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Desarrollo socioemocional
Es la capacidad que tiene un niño al comprender los sentimientos de los demás, controlar sus propios
sentimientos y llevarse bien con sus compañeros.
La relación de un niño y un adulto que le demuestre seguridad y confianza, es la clave para un
desarrollo socio-emocional exitoso.
El desarrollo socio-emocional implica la adquisición de un conjunto de habilidades. Entre ellas las más
importantes son la capacidad de:
Identificar y comprender sus propios sentimientos
Interpretar y comprender con exactitud el estado emocional de otras personas
Manejar emociones fuertes y sus expresiones de una forma constructiva
Regular su propio comportamiento
Desarrollar la capacidad para sentir empatía por los demás
Establecer y mantener relaciones
Cada una de estas habilidades se desarrolla a un ritmo propio y se sustentan una sobre otra. El
fundamento del desarrollo socio-emocional se inicia en la infancia.
Saber leer las señales de su niño y prestarle atención desde el momento en que nace, da inicio a la
formación de su desarrollo socio-emocional. Desarrollando así una relación de seguridad, confianza y
amor.
sus emociones; ser un ejemplo de comportamiento; interactuar con ellos en forma afectuosa;
demostrar consideración por sus sentimientos, deseos y necesidades; expresar interés en sus
actividades diarias; respetar sus puntos de vista; expresar orgullo por sus logros, motivarlos y
apoyarlos durante los momentos de estrés.
¿Qué pueden hacer las personas que cuidan a los niños y a los padres para desarrollar habilidades
socio-emocionales?
Los padres a menudo notan que su hijo se comporta de manera diferente cuando están con otros
niños. Lugares como el parque, fiestas de cumpleaños, museos y la escuela serán sin duda más
estresantes para algunos pequeños. Entonces es bueno exponerlos a estos lugares para que
aprendan a cómo lidiar con un ambiente diferente al del hogar. Los niños se alborotan más y algunas
veces es difícil para ellos controlar sus emociones. Nosotros no nacemos con habilidades sociales,
las aprendemos al observar a otras personas y por lo que nos enseñaron.
¿Como enseñar habilidades sociales?
Modele: demuestre la habilidad, al explicar lo “Ah, necesito un crayón azul, ¿puedo usar ese
que hace y dice, le da al niño las acciones y/o crayón azul después de ti?” “¿Por qué no le
palabras para resolver el conflicto preguntas a ella si puedes ayudarla a construir
el cohete espacial?”.
Modele con títeres Un títere puede contar cuentos acerca de
diferentes temas. Haga que el títere haga
preguntas y que el niño las responda para
ayudar a resolver el problema del títere.
Cante‐introduzca una habilidad nueva con Cambie la letra de la canción “Rema, rema el
una canción barco” a una canción acerca de compartir.
Use una pizarra de franela para enseñar una Muchas canciones infantiles enseñan
historia habilidades sociales
Use indicaciones visuales, verbales o “Acuérdate de……..″
físicas
Brinde motivación verbal o visual “Me gusta la forma en que compartes los libros”,
use la señal de levantar el pulgar”.
Enseñe de forma casual “Veo que estás enojado porque todos los
columpios están ocupados. ¿Qué puedes hacer
cuando estás enojado?″
Hable acerca de literatura infantil Leer libros acerca de la amistad, compartir, etc.
Bullying es un anglicismo que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE),
pero cuya utilización es cada vez más habitual en nuestro idioma. El concepto refiere al acoso
escolar y a toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico que se produce entre escolares, de
forma reiterada y a lo largo del tiempo.
El Bullying suele tener lugar en el aula y en el patio de la escuela. Este tipo de violencia por lo general
afecta a niños y niñas de entre 12 y 15 años, aunque puede extenderse a otras edades.
Cuando se habla de bullying hay que establecer que los profesionales expertos en la materia tienen
muy claro qué perfiles tienen el acosador y el acosado. Así, en el primer caso, estas son las principales
señas de identidad que le definen:
• El acosador es alguien que necesita tener el dominio sobre otro para sentirse poderoso y así ser
reconocido.
• Carece de habilidades sociales y no muestra ningún tipo de capacidad de empatía.
• Por regla general, es alguien que suele tener problemas de violencia en su propio hogar.
• No tiene capacidad de autocrítica y manipula a su antojo la realidad.
En el segundo caso, el del acosado, estas podemos decir que son las características que le suelen
identificar:
• Es alguien sumiso.
• Tiene baja autoestima y además no posee una personalidad segura.
• Presenta una incapacidad absoluta para defenderse por sí mismo.
• Se trata de una persona muy apegada a su familia y que no tiene autonomía.
• Suele presentar algún tipo de diferencia con el resto de sus compañeros de clase en lo que se refiere
a raza, religión, físico…
El agresor o acosador molesta a su víctima de distintas maneras, ante el silencio o la complicidad del
resto de los compañeros. Es habitual que el conflicto empiece con burlas que se vuelven sistemáticas
y que pueden derivar en golpes o agresiones físicas.
Los casos de Bullying revelan un abuso de poder. El acosador logra la intimidación del otro chico, que
lo percibe como más fuerte, más allá de si esta fortaleza es real o subjetiva. Poco a poco, el niño
acosado comienza a experimentar diversas consecuencias psicológicas ante la situación, teniendo
temor de asistir a la escuela, mostrándose retraído ante sus compañeros, etc.
El Bullying se ha convertido en una de las principales preocupaciones que tienen los padres respecto
a sus hijos. Por tanto, es importante que aquellos presten atención a signos que pueden indicar que
sus vástagos están sufriendo acoso escolar:
• El adolescente presenta cambios de humor muy bruscos.
• Tiene miedo de ir al colegio y por eso siempre pone excusas para faltar a clase.
• Se produce un importante cambio en lo que es el rendimiento escolar.
• No cuenta nada sobre su día a día en el centro.
Con las nuevas tecnologías, el Bullying se ha extendido al hogar de las víctimas, en lo que se conoce
como ciber Bullying. Los acosadores se encargan de molestar a través de Internet, con correos
electrónicos intimidatorios, la difusión de fotografías retocadas, la difamación en redes sociales y hasta
la creación de páginas web con contenidos agresivos.
Tipos de Bullying
Existen diversos tipos de Bullying, los cuales no solo afectan el ámbito escolar, entre ellos podemos
mencionar:
Bullying físico
Bullying psicológico
Bullying verbal
Bullying sexual
Bullying social
Ciber Bullying
La T.O evalúa primero que nada los componentes que forman parte de las habilidades
socioemocionales y de esta forma interpretan la información y la influencia del hogar, escuela y entorno
del menor.
Los terapeutas ocupacionales utilizan un proceso de evaluación centrado en el menor para llegar al
entendimiento de las funciones y actividades de cada niño, para de esta forma poder intervenir.
La intervención debe ser en conjunto con toda la comunidad educativa, tanto como con la familia y lo
que rodea al menor.
Incluir programas que ayuden a establecer una satisfactoria competencia social mediante la
planificación y desarrollo de grupos, actividades extraescolares como también:
Talleres que trabajen autoestima, confianza en sí mismo, etc.
Actividades en conjunto con la familia
Psicoeducar a la comunidad educativa con respecto al tema
Restablecer habilidades sociales
Los problemas de conducta en la infancia, hacen referencia a aquellos problemas que pueden afectar
al desarrollo social, emocional y cognitivo del niño/a, pero también a la relación que se establece entre
el niño y sus padres.
Los niños/as y adolescentes están en un periodo de aprendizaje continuado y a lo largo de este
proceso pueden surgir miedos, inseguridades u otros problemas que los padres o educadores no
saben o no pueden resolver.
La prevención y la atención temprana logran que estas conductas “problema” no se agraven con
posterioridad.
En la adolescencia, los trastornos de conducta más frecuentes suelen ser los siguientes: agresividad
física y verbal hacia personas y animales, amenazas e intimidación a sus iguales, destrucción de
propiedades ajenas, rodos, absentismo escolar… Y éstos a su vez pueden ir acompañados de graves
dificultades de aprendizaje, pobres habilidades sociales y una baja tolerancia a la frustración.
En la infancia, los problemas asociados al desarrollo, se diversifican dependiendo de las franja de
edad en la que se incluyen. Las rabietas, suelen aparecer entre los 1 y 4 años, y disminuyen, según
van creciendo y aumentando su nivel de comprensión. El miedo, entendido como emoción normal para
el ser humano en el periodo de desconocimiento y descubrimiento. La ansiedad definida como el
conjunto de reacciones fisiológicas y sentimientos subjetivos de malestar. Y otros problemas
frecuentes, en esta etapa del desarrollo son: la conducta disruptiva, los problemas a la hora de dormir,
la enuresis (emisión involuntaria de orina) y los problemas a la hora de la comida.
Deprivación Socio-cultural
Por deprivación sociocultural entendemos un conjunto de circunstancias que pueden obstaculizar el
normal desarrollo cognitivo, físico, emocional, y/o social de las personas que viven inmersas en
ambientes de pobreza cultural y/o material.
Trastorno caracterizado por una notable selectividad de origen emocional en el modo de hablar, de tal
forma, que el niño demuestra su capacidad lingüística en algunas circunstancias, pero deja de hablar
en otras circunstancias definidas y previsibles. Lo más frecuente es que el trastorno se manifieste en
la primera infancia. Su incidencia es aproximadamente la misma en ambos sexos y suele
acompañarse de rasgos marcados de ansiedad social, retraimiento, hipersensibilidad o negativismo.
Es típico que el niño hable en casa o con sus amigos íntimos pero permanezca mudo en la escuela o
ante extraños. Pueden presentarse también otras formas (incluso lo contrario a lo descrito).
Trastorno que se presenta en la edad de la lactancia y en la primera infancia, que se caracteriza por
anomalías persistentes en las formas de relación social del niño, acompañadas de alteraciones
emocionales que son reactivas a cambios en las circunstancias ambientales. Es típica la presencia de
temor y preocupación inconsolables. También lo son una relación social con los compañeros
empobrecidos. Son frecuentes las auto y heteroagresiones, la tristeza y en algunos casos un retraso
del crecimiento. El síndrome se presenta probablemente como consecuencia directa de una carencia
parental, abusos o malos tratos graves.
Una forma anormal de relación con las personas encargadas del cuidado del niño, que se presenta
antes de los cinco años de edad, que implica rasgos de mala adaptación de ordinario no presentes en
el niño normal, que son persistentes pero que aún responden a cambios suficientemente marcados
en la forma de crianza.
Los niños pequeños afectados de este síndrome presentan reacciones muy contradictorias o
ambivalentes que se manifiestan en los momentos de separación y en los reencuentros. Así, los niños
pueden reaccionar al ser cogidos en brazos con una actitud de lejanía o con una agitación rabiosa o
pueden responder a las personas que les cuidan con una mezcla de contacto y rechazo emocionales
y resistencia a dejarse consolar. Pueden presentarse alteraciones emocionales, tales como una
aparente tristeza, pérdida de las respuestas emocionales, retraimiento, tal y como acurrucarse en el
suelo, reacciones o respuestas agresivas al sentir malestar o percibirlo en otro
En algunos casos un temor y una hipervigilancia (descrito a veces como "atención congelada") que
son insensibles al consuelo. En la mayoría de los casos los niños muestran interés en las relaciones
con los compañeros, pero la actividad lúdica está inhibida por respuestas emocionales negativas.
Los trastornos de vinculación reactivos hacen su aparición siempre en relación con cuidados
notoriamente inadecuados para el niño. Pueden tomar la forma de un abuso psicológico o negligencia
(como se pone de manifiesto por la presencia de castigos graves, persistente falta de adecuación de
las respuestas a las demandas del niño o una incapacidad por parte de los padres para llevar a cabo
su función), o abuso o abandono físico (como se pone de manifiesto por un persistente descuido de
las necesidades básicas del niño, agresiones reiteradas y deliberadas, o una nutrición insuficiente).
Dado que es aún escaso el conocimiento sobre la relación entre los cuidados inadecuados al niño y
este trastorno, la presencia de carencias y distorsiones ambientales no son un requisito para el
diagnóstico. Sin embargo se tendrá precaución al utilizar este diagnóstico en la ausencia de abuso o
negligencia. A la inversa, el diagnóstico no deberá hacerse de un modo automático basándose en la
presencia de abuso o negligencia, ya que no en todo niño maltratado o abandonado se presenta este
trastorno.
Forma de comportamiento social anormal que hace su aparición durante los primeros cinco años de
vida. Una vez consolidada, presenta una tendencia a persistir a pesar de cambios significativos en las
circunstancias ambientales. Alrededor de los dos años se manifiesta por una conducta pegajosa y un
comportamiento persistente y disperso de vinculación no selectiva. A los cuatro años las vinculaciones
difusas permanecen, pero las conductas pegajosas tienden a ser sustituidas por una búsqueda de
atención y un comportamiento cariñoso indiscriminado. En el período medio y tardío de la infancia los
niños afectados pueden haber desarrollado vínculos selectivos, pero el comportamiento de búsqueda
de afecto suele persistir y es habitual con los compañeros una relación pobremente modulada.
Dependiendo de las circunstancias, pueden presentarse además alteraciones emocionales y del
comportamiento. El síndrome ha sido reconocido con mayor claridad en niños criados en instituciones
para la infancia, pero se presenta también en otras circunstancias. Suele aceptarse que se debe en
parte a una falta de ocasiones para desarrollar vínculos selectivos, que es consecuencia de cambios
extremadamente frecuentes de personal cuidador. La unidad conceptual del síndrome depende de la
aparición precoz de una vinculación difusa, de relaciones sociales empobrecidas persistentes y de la
ausencia de circunstancias desencadenantes específicas.
El diagnóstico se basa en la evidencia de que el niño presenta un grado poco frecuente de dispersión
en la selección de vínculos durante los primeros cinco años de su vida, a lo que se asocia un
comportamiento característico en forma de una conducta pegajosa durante la infancia o una
afectividad indiscriminada, y manifestaciones de llamada de atención en la infancia precoz y media.
Suele presentarse una dificultad para establecer relaciones afectivas íntimas con los compañeros y
pueden presentarse además alteraciones emocionales o del comportamiento (dependiendo en parte
de otras circunstancias concomitantes). En la mayoría de los casos hay antecedentes claros de una
crianza en los primeros años caracterizada por una marcada discontinuidad de las personas que
cuidan al niño o por múltiples cambios en domicilios familiares (así como múltiples domicilios en
familias alternativas).
Adaptaciones Socio-Culturales
Importantes factores influyen en el desarrollo integral de los niños/as, estos mismos pueden producir
Trastornos Socio-Emocionales, si su desarrollo se ve alterado independiente de las circunstancias de
cada infante.
Campo / Ciudad
Emigrantes
Discapacidad
Redes sociales
Deprivasion Socio-cultural
Trastornos Emocionales
¿Qué es un problema emocional?
Según Charlotte Bühler un problema emocional “es una interrupción, una detención que tiene un
individuo o un grupo en su evolución o desarrollo “por otra parte la Lic. Moraima Núñez Lara define
los problemas emocionales como: “Cuadros clínicos que se instalan en la vida emocional de un
individuo y que pueden interrumpir, congelar, distorsionar y/o desconectar cualquiera, algunas o
muchas y en los casos más graves TODAS las expresiones comportamentales de su
desenvolvimiento personal, familiar, laboral, social y/o vital”.
El Dr. Bower señala que existen problemas emocionales de diferentes grados, así tenemos los
leves o transitorios que son aquellos que presentan conductas atípicas circunstanciales y/o reactivas
producto de un conflicto que está enfrentando en ese momento (reciente separación de los padres,
muerte o enfermedad de un familiar etc.) esta situación puede durar algunos días, semanas o hasta
3-4 meses notando en la conducta mejoras en forma progresiva. También tenemos problemas
emocionales en donde la atipicidad de las conductas permanece, interrumpiendo, congelando sus
diferentes actividades diarias, deteriorando las relaciones interpersonales. El mismo autor nos
aporta una lista de conductas atípicas que como educadores nos ayudaran a identificar a un alumno
que este presentando problemas emocionales:
2. Conductas inapropiadas o inmaduras ante situaciones personales, familiares, escolares y/o vitales.
5. Temores y miedos asociados a situaciones personales, familiares, escolares, sociales y/o vitales.
Como observadores debemos mantenernos alertas, llevar un registro de las conductas y tomar en
cuenta la frecuencia y la intensidad en la que se presentan.
Es relevante tomar en cuenta que sea cual sea el problema que presente un alumno, mantengamos
una actitud de respeto y disposición a prestar ayuda, esta última apoyada y orientada por el equipo
especializado.
Según Bravo, L. (1984) los trastornos emocionales infantiles son consecuencia de insuficiencia en los
procesos psicológicos adaptativos frente a experiencias del ambiente y frente a las propias
necesidades instintivas, son derivados de la angustia y de los mecanismos psíquicos insuficientes
para controlarla.
Al nacer el niño carece de las aptitudes para relacionarse con los demás y sus emociones dependen
de las sensaciones propioceptivas e interoceptivas. El sueño la tensión producidas por el hambre, la
incomodidad de sentirse mojado, dará lugar a necesidades y displacer, se romperá el equilibrio y el
niño reaccionara con llanto y movimientos de brazos hasta ser atendidos, sus necesidades calmadas
y restaura su equilibrio.
Durante el primer mes de vida, los comportamientos del niño se caracterizan por momentos de quietud,
asociados con sosiego y momentos de inquietud, asociados con las conductas de displacer y
desagrado. Estos momentos los vive el niño como una totalidad en donde todo es placer o todo es
displacer. El segundo mes el niño ya ha comenzado un proceso de diferenciación entre tu mundo
interno y el externo.
El desarrollo psíquico que se inicia al nacer y concluye en la edad adulta se compara con el crecimiento
orgánico y consiste en una marcha hacia el equilibrio o a la estabilidad cada vez mejor de ideas y
pensamientos (desarrollo cognoscitivo) o de sentimientos relaciones sociales (desarrollo
socioemocional).
Toda acción, movimiento pensamiento o sentimiento responde a un móvil. El ser humano ejecuta
todos sus actos movidos por la necesidad existe esta cuando algo está fuera de nosotros mismos ha
cambiado, siendo indispensable un reajuste de la conducta en función de esa transformación. Por
ejemplo, hambre, fatiga provocarán la búsqueda de alimentos o de descanso; el encuentro con un
objeto exterior pude provocar la necesidad de jugar con él o de utilizarlo con fines prácticos, o puede
suscitar una pregunta o problema teórico.
Así pues, una necesidad manifestara un desequilibrio que lleva a una acción cuyo fin es satisfacer
dicha necesidad; o en otras palabras, restablecer el equilibrio el cual tiene a ser más estable que aquel
que existía con anterioridad.
Para Piaget existe un paralelismo constante entre la vida afectiva y la vida intelectual. Para él toda
conducta (concebida con la acción que restablece el equilibrio) supone una técnica e instrumentos (la
inteligencia y los movimientos) y supone unos móviles y valores finales (los sentimientos). Así pues la
afectividad la inteligencia y la felicidad son indisolubles y constituyen los dos aspectos
complementarios de toda conducta humana. No existe entonces un acto puramente intelectual y
tampoco hay actos puramente afectivos.
Según Piaget, en el momento del nacimiento las acciones del niño son reflejas: él bebe presenta una
reacción automática y hereditaria (no aprendida) que corresponde a tendencias instintivas ligadas a la
nutrición. Estos reflejos (como el de succión y deglución) se afinan con el ejercicio; así un recién nacido
succiona mejor al cabo de 2 a 3 semanas que al principio.
En este periodo se observa también las emociones las emociones primarias ligadas al sistema
fisiológico. Los primeros miedos, por ejemplo: pueden estar relacionados con pérdidas de equilibrio o
contrastes bruscos en los movimientos.
En la segunda etapa, en la cual se presenta las primeras percepciones organizadas y los primeros
hábitos motores, aparecen una serie de sentimientos elementales o afectos perceptivos como los
agradable, lo desagradable, el placer y el dolor, así como los primeros sentimientos de éxito y fracaso,
dichos fracasos estados afectivos están ligados en esta etapa en la acción propia y no la consecuencia
de las relaciones mantenidas con las demás personas.
Un tercer nivel de la afectividad aparece cuando el niño diferencia un objeto y cuando destaca cada
vez más claramente una serie de objetos concebidos con exteriores al yo independientes de él activos
vivos y conscientes. Los sentimientos elementales de alegría y tristeza, de éxito y fracaso se
experimentan en función de esa objetivización de las cosas y personas iniciándose los sentimientos
interindividuales. El primer objeto afectivo que elige la madre, luego el padre, ampliándose
posteriormente próximos y comenzando los afectos simpatía y antipatía.