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L. S. Vygotskiy
En: Sovriemiénnaya probliema shizofriénii. Doklad na konfierientsii po shizofriénii (El
problema contemporáneo de la esquizofrenia. Reporte de una conferencia sobre
esquizofrenia). Moscú, 1933. Pp 19-28.
http://vigotski.net/psisquiz.pdf
La esencia de la novedad revelada por los estudios clínicos para el análisis psicológico de la
consciencia normal y patológica, puede ser mejor explicada si ubicamos el problema de
cómo la relación de la conciencia con sus funciones ha sido usualmente interpretada en las
investigaciones psiquiátricas y psicológicas. Creo que no me equivocaría si yo dijera que a
lo largo de la historia de la investigación psiquiátrica y psicológica, la consciencia siempre
ha sido considerada como algo extrapolado de sus funciones. Tenemos dos variantes
principales de cómo abordar este problema, si dejamos de lado otras variantes que no
podemos tratar aquí porque ellas restringirían nuestros esfuerzos para transmitir
esquemáticamente la esencia del problema a la mano.
En la segunda variante de este problema, la consciencia era vista como un tipo de espacio
mental que contiene todas las funciones precediéndolas ontológicamente. En este caso,
psicólogos y psiquiatras por igual decían que las funciones podían desarrollarse o cambiar,
pero la consciencia permanecía inmutable; las funciones podrían deteriorarse, pero la
consciencia permanecía intacta.
En ambas variantes la consciencia era descrita sobre todo en términos formales, sobre todo
en términos de atributos tales como continuidad, claridad y unidad de esta consciencia; pero
siempre y en todas partes la indagación aborda la consciencia como algo extrapolado de sus
actividades.
Era desde luego un postulado necesario que la consciencia por sí misma no podría cambiar
ni evolucionar; de ahí que no sorprende que la ciencia de la consciencia, como lo ha
concebido la psicología por muchos siglos, debió haber estudiado con mucha atención una
serie completa de actividades de la consciencia, pero no dijo nada inteligible acerca de la
naturaleza de la consciencia misma y su desarrollo. También es interesante a este respecto
que la ciencia de las enfermedades mentales o padecimientos de la consciencia como la
psiquiatría, tal como las conciben, hicieron mucho en el sentido de estudiar los trastornos
de varios aspectos de la consciencia, pero solo discernieron las más gruesas y masivas
formas de alteración de la consciencia que, hablando con rigor, deberían ser clasificadas
como una verdadera extinción de la consciencia más que un cambio de ella.
El segundo aspecto que distinguió al estudio temprano de estas cuestiones fue que hasta las
actividades mismas de la consciencia, esto es, las funciones específicas de la consciencia,
eran por lo general estudiadas en forma aislada y abstracta, aunque fue postulado que esas
funciones operaban de modo conjunto. Se afirmaba repetidamente, tanto por psicopatólogos
como psicólogos, que la actividad de cada función particular de la consciencia estaba
siempre conectada de modo inseparable a la actividad de la otra función, que la memoria
presuponía la actividad de la atención, la tención presuponía la actividad del pensamiento,
etc. Sin embargo este postulado nunca fue investigado y se asumió implícitamente que,
aunque todas las funciones actuaban juntas, su actividad conjunta no era esencial para el
destino de cada función particular, ya que, de nuevo, se asumía que esas funciones siempre
actuaban juntas de la misma manera inmutable, idéntica.
Si pasamos ahora al estudio de esta función en los esquizofrénicos, vemos que al inicio el
laboratorio psicológico ha contribuido muy poco a este respecto. Se halló lo siguiente.
Además de la disociación, que desde luego era muy evidente, nosotros hallamos el negativo
fotográfico, por decirlo así, de este síntoma, su doble, esto es, un fenómeno acerca del cual
V. A. Vnúkov hablaba cuando llamaba la atención sobre la existencia de síntomas
internamente contradictorios en el cuadro psiquiátrico de la esquizofrenia. Hallamos este
fenómeno a cada paso en el laboratorio clínico, y el cuadro clínico no deja dudas que a cada
síntoma mayor de la esquizofrenia le corresponde su doble negativo, su opuesto.
A cada paso hallamos que cada síntoma se corresponde con su contrario, el cual refleja el
mismo fenómeno en negativo. No hemos podido hallar una explicación lo suficientemente
clara de la compleja estructura del síndrome esquizofrénico, quizá por un conocimiento
insuficiente del estudio clínico de la esquizofrenia –pero nos inclinamos a creer que la
explicación de este fenómeno se hallará con aplicar la hipótesis de la estructura sistémica y
el sentido de la consciencia para entender la psicología de la esquizofrenia.
Intentemos demostrar cómo, desde el punto de vista de esta hipótesis, deberemos resolver
la cuestión de la dualidad de los síntomas en los trastornos esquizofrénicos de la
consciencia, en términos del fenómeno de la disociación y su síntoma opuesto que
mencionamos arriba, esto es, la tendencia de los procesos y aspectos dispares a fusionarse
en la consciencia. El punto inicial de nuestra discusión será el siguiente: la función de la
disociación, como todas las funciones de la consciencia, no permanece sin cambios; se
desarrolla igual que la consciencia, cambia cualitativamente durante el proceso. Sabemos
que las nuevas estructuras, que no existían en los estadios precedentes y que no son simples
combinaciones o modificaciones de los rudimentos presentes al inicio, son generadas en el
proceso del desarrollo. Lo mismo sucede con respecto a la función de la disociación.
Esta función entra como una instancia subordinada, un aspecto derivado, una fuerza
coherente, en las estructuras de orden superior de las cuales ella misma es una precondición
en la historia de la evolución. Si yo digo que la función de la disociación es una
precondición de la atención voluntaria y una abstracción de la historia del desarrollo y del
funcionamiento en curso, lo que quiero decir es que ella sirve como una fuerza coherente de
la estructura interna, del sistema psicológico de los conceptos, de cada ser humano adulto
completamente desarrollado. De ahí se entiende que el sistema de los conceptos a través de
los cuales la consciencia generaliza la realidad que se le da y todo el mundo interno de las
experiencias subjetivas, sea precisamente este sistema el que defina en cierto sentido los
límites de la disociación y la combinación de las esferas o dominios de la consciencia.
Me inclino a pensar que el segundo punto que puede ser presentado para explicar el cuadro
dual del síndrome esquizofrénico, se encuentra en la idea de que en el proceso
esquizofrénico no debemos considerar al ser humano enfermo nada más como un paciente.
Debemos prestar atención al papel activo de la personalidad que subyace a este proceso
desintegrador. Se puede concebir que además de las huellas de destrucción de la
personalidad, que están bajo la influencia de un proceso patológico prolongado que
destruye las conexiones y relaciones semánticas y sistémicas superiores más complejas de
la consciencia, hallaremos huellas opuestas que esta personalidad de algún modo resistirá,
se modificará y reorganizará a sí misma, y que el cuadro clínico de la esquizofrenia nunca
será entendido sólo como algo que emana directamente de la desnuda consecuencia
destructiva del proceso mismo, sino que debe ser visto como una reacción compleja de la
personalidad ante un proceso destructivo para ella. (2)
Creo que una orientación biológica del estudio de la esquizofrenia (que en psicología
tenemos que agradecer por la introducción del problema de la disociación en la
investigación empírica) era correcta cuando enfatizaba el papel de la personalidad en el
trastorno, pero estaba equivocada totalmente en que entendía la personalidad misma de
modo incorrecto, al postular un concepto biológico del organismo en lugar de un concepto
sociopsicológico de la personalidad. Y si la psicología y la psicopatología modernas
tuvieran que comprender que una idea básica y desde mi punto de vista, importante, a
saber: que no son las profundidades sino las alturas de la personalidad las que son decisivas
para entender los trastornos y las reacciones de la personalidad así como para el destino de
la consciencia del individuo; entonces, me parece, esta comprensión de las reacciones
individuales como procedentes de las alturas, no de las profundidades, de la personalidad
debe contener la clave para descifrar el cuadro dual presentado por la esquizofrenia.
Notas
I. De los psicólogos contemporáneos, K. Lewin fue el que más se acercó a una solución
correcta de este problema. Al discutir el problema de la unidad de la consciencia, mostró
que una condición indispensable para esta unidad era la división de la consciencia en
esferas individuales, sistemas mentales, capas, que estuvieran relativamente bien
demarcadas e independientes unas de otras.
2. En particular, algunos casos de disociación pueden, desde este punto de vista, ser muy
bien considerados como reacciones defensivas de la consciencia ante el proceso de
desintegración y fusión.