Vous êtes sur la page 1sur 80

El empate 1955-1966

Lonardi encabezó el nuevo gobierno provisional para indicar su decisión de restaurar el


orden constitucional. Rodeado por católicos y militares de tendencia nacionalista, procuró
establecer acuerdos con las fuerzas que habían sostenido a Perón, en particular los sindicalistas. El
apoyo nacional y popular que éste había fundado seguía teniendo vigencia, siempre que fuera
depurado de sus elementos corruptos o indeseables. Los partidarios de Lonardi compartían el
gobierno con representantes antiperonistas respaldados por la marina. En el ejército se
impusieron los partidarios de una política de ruptura con el derribado régimen peronista. Dos
meses después de designado, Lonardi debió renunciar y fue reemplazado por Aramburu, afín con
los liberales y antiperonistas. Rojas en la vicepresidencia.
Complejidad de la herencia del peronismo. Las características de su movimiento y las
fuerzas sociales que lo apoyaban impidieron encarar el nuevo rumbo. Caído Perón, esas fuerzas se
convirtieron en un obstáculo para sus sucesores, que declaraban querer reconstruir una
convivencia democrática perdida, pero también se proponían reordenar la sociedad y la economía.
En 1955 ese reordenamiento era estimulado y exigido por un mundo que planteaba
desafíos novedosos. Las consignas de la revolución libertadora en favor de la democracia
coincidían con las tendencias políticas de Occidente. En la Argentina peronista, Estados Unidos y
Europa, los estados intervenían ordenando la reconstrucción económica y organizando acuerdos
entre empresas y trabajadores. Welfare state, el estado intervencionista y benefactor.
En 1947 los acuerdos monetarios de Bretton Woods establecieron el patrón dólar y los
capitales volvieron a fluir libremente por el mundo. Las áreas cerradas fueron desapareciendo y las
grandes empresas comenzaron a instalarse en los mercados antes vedados. Para los países cuyas
economías habían crecido hacia adentro y protegidas, el FMI propuso políticas ortodoxas:
estabilizar la moneda abandonando la emisión fiscal, dejar de subvencionar a los sectores
artificiales, abrir los mercados y estimular las actividades de exportación tradicionales. Hubo una
política alternativa elaborada por CEPAL: los países desarrollados podían ayudar a los
subdesarrollados a eliminar los factores de atraso mediante inversiones. Ambas estrategias eran
complementarias pero la primera llevaba a revitalizar a los viejos aliados, sectores oligárquicos y
dictaduras. La segunda impulsaba una modernización de la sociedad con el establecimiento de
democracias estables similares a las de los países desarrollados.
Para adecuarse a este mundo del capitalismo reconstruido, liberalismo y democracia, era
necesario modernizar y adecuar la economía, transformar el aparato productivo. Luego de 1955
en Argentina las herramientas de esa transformación generaron polémica. Las discusiones giraron
alrededor de cómo atraerlo o de cómo controlarlo. Algunos sectores empresariales descubrieron
las ventajas de la asociación, otros aspiraron a ponerle trabas y encontraron eco en los
nacionalistas, las izquierdas y en la mayoría de las fuerzas políticas.
Los empresarios coincidían en que cualquier modernización debía modificar el estatus
logrado por los trabajadores durante el peronismo. Apuntaron a revisar su participación en el
ingreso y a elevar la productividad, racionalizando las tareas y reduciendo la mano de obra. Esto
implicaba restringir el poder de los sindicatos y trabajadores.
El mayor obstáculo: una clase obrera madura, bien defendida en un mercado de trabajo
que se acercaba al pleno empleo, homogénea y con una identidad social y política. La exclusión del
peronismo de la política fue el requisito para poder operar esa transformación en las relaciones de
la sociedad y la fuente de mayores dificultades. Entre las fuerzas sociales embarcadas en la
transformación se produjo una situación definida como “empate”, prolongado hasta 1966.
Aparecía un conflicto entre la modernización y la democracia, dificultad para conciliar las
dos exigencias. La proscripción del peronismo, y con él la de los trabajadores, definió una escena
política ficticia, ilegítima e inestable que abrió el camino a la puja entre las grandes fuerzas
corporativas.

Libertadores y desarrollistas
Aramburu encabezó el gobierno provisional hasta 1958, asumió la decisión de desmontar
el aparato peronista. El partido peronista fue disuelto y se intervinieron la CGT y los sindicatos,
dirigentes políticos y sindicales fueron detenidos. La administración pública y las universidades
fueron depuradas de peronistas y se controlaron los medios de comunicación. Se prohibió
cualquier propaganda al peronismo y la mención de su nombre. Se derogó la constitución de 1949.
Política respaldada por la marina. El 9 de junio de 1956 un grupo de oficiales peronistas
organizó un levantamiento, contaba con el apoyo de muchos grupos civiles y aprovechaba un
clima de descontento y movilización gremial. El gobierno lo reprimió con violencia ordenando el
fusilamiento de civiles y jefes militares, incluyendo a Juan José Valle. Desde entonces las
depuraciones fueron frecuentes y el grupo más antiperonista fue ganando el control del ejército.
Quienes sobrevivieron se adecuaron a las nuevas circunstancias.
Los militares se propusieron compartir el gobierno con los civiles y transferírselo tan
pronto como fuera posible. Se presentaron como continuadores de la tradición de mayo y de
caseros y convocaron a los partidos que compartían el pacto de proscripción a integrar la junta
consultiva, un parlamento sin poder de decisión presidido por Rojas El acuerdo incluía todas las
tendencias del frente civil.
En política económica hubo una parecida ambigüedad. Prebisch, mentor de CEPAL,
elaboró un plan que combinaba algunos principios de la nueva doctrina con un programa más
ortodoxo de estabilización y liberalización. Los instrumentos que el estado tenía para intervenir
empezaron a ser desmontados. Se devaluó el peso y el sector agrario recibió un importante
estímulo, con lo que se confiaba equilibrar las cuentas externas. Se aprobó el ingreso de Argentina
al FMI y al banco mundial. La política social fue más definida. Combinando eficiencia y represión,
se empezó a recuperar autoridad en las plantas. Las convenciones colectivas fueron suspendidas y
en el marco de una fuerte crisis cíclica en 1956, los salarios reales cayeron fuertemente en 1957.
Firme resistencia de los trabajadores. Las huelgas fueron numerosas y combativas, fue
frecuente el sabotaje y el terrorismo. La política de los vencedores logró soldar definitivamente la
identificación entre los trabajadores y el peronismo. No variaron los elementos de su ideología, la
nostalgia implicaba una utopía, expectativa del retorno de Perón. Aspiraban a un funcionamiento
normal y correcto de los mecanismos capitalistas que incluían el estado benefactor y la justicia
social. Terminaba generando una reacción dura y difícil de asimilar. Surgimiento de nuevos
dirigentes sindicales formados en las luchas de esos años, templados para el combate. El gobierno
liberador hizo lo posible por desplazarlos pero fracasó y debió resignarse a tolerarlos y a que
progresivamente ganaran las elecciones en los sindicatos que normalizaban.
Proscripto el peronismo, estas organizaciones asumieron la representación gremial y
política y fueron la base del movimiento. Desde su exilio, Perón conservaba su poder simbólico, se
dedicó a reunir a los que aceptaran invocar su nombre, alentándolos y enfrentándolos entre ellos
para reservarse la última palabra en cualquier negociación.
El pacto de proscripción planteaba un problema: qué hacer con el peronismo. Algunos
aceptaron la exclusión confiando en que la educación democrática terminaría surtiendo su efecto.
Otros aspiraban a comprender y redimir a los peronistas, y los más prácticos a recibir su apoyo
electoral y a través de él, integrarlos. Las distintas opciones dividieron a todas las fuerzas políticas.
En la derecha, optaron por acercarse al peronismo. En la izquierda, política represiva. Su misión
era dirigir la clase obrera y ésta era peronista y no dejaba de serlo. El partido socialista se dividió
en 1956 entre quienes se mantenían fieles a la línea antiperonista y quienes creyeron que el
partido debía construir una alternativa de izquierda para los trabajadores. Algunos se identificaron
con el peronismo, para otros Frondizi empezó a representar una alternativa atractiva.
El ascenso de Frondizi en la UCR provocó su ruptura. Después de la caída de Perón el
radicalismo se dividió: quienes seguían a Balbín se identificaron con el gobierno libertador y
Frondizi eligió la línea de acercamiento con el peronismo. Para atraer a los peronistas reclamó el
levantamiento de las proscripciones y el mantenimiento del régimen legal del sindicalismo. En
noviembre de 1956 la UCR proclamó la candidatura presidencial de Frondizi, lo que aceleró la
ruptura y el partido se dividió en dos: la UCR intransigente y la UCR del pueblo.
En 1957, por dificultades económicas y una creciente oposición sindical y política, el
gobierno provisional empezó a organizar su retiro. Se convocó una convención constituyente para
legalizar la derogación de la constitución de 1949 y actualizar el texto de 1953 y para auscultar los
resultados de la futura elección. Perón ordenó votar en blanco y esos votos fueron los más
numerosos y casi iguales a los de la UCR del pueblo, partido oficialista. En tercer lugar, la UCR
intransigente. La convención resultó un fracaso y se disolvió. Quien atrajera a los votantes
peronistas tenía asegurado el triunfo, siempre que el peronismo siguiera proscripto.
Frondizi se lanzó al juego. Con un discurso moderno, referencias claras a los problemas
estructurales del país y una propuesta novedosa, se había convertido en la alternativa para las
fuerzas progresistas para un sector amplio de la izquierda. Importancia del desarrollo de las
fuerzas productivas y el papel que debían cumplir los empresarios. Negociar con Perón su apoyo
electoral, a cambio del futuro levantamiento de las proscripciones. La orden de Perón fue acatada
y Frondizi se impuso en las elecciones del 23 de febrero de 1958.
Frondizi presidió el gobierno entre mayo de 1958 y marzo de 1962. Aspiraba a renovar los
acuerdos entre los empresarios y los trabajadores, estos eran convocados a abandonar su actitud
hostil e integrarse y compartir los beneficios de un desarrollo económico impulsado por el capital
extranjero.
El realismo político del presidente incluía una tendencia a inclinarse por la negociación con
las grandes corporaciones y una escasa valoración de la escena política. Los partidos manifestaron
rechazo a cualquier cosa que hiciera el presidente, escaso aprecio por las instituciones
democráticas y poca fe en el valor de la continuidad institucional, al punto de especular con la
posibilidad de un golpe militar. El estilo de Frondizi y su grupo era poco inclinad a la discusión, la
persuasión o la búsqueda de acuerdos.
El nuevo gobierno tenía amplia mayoría en el congreso y controlaba las gobernaciones,
pero su poder era precario. Los votos eran prestados, la ruptura con Perón y sus seguidores era
una posibilidad real. Las fuerzas armadas no simpatizaban con quien había roto el compromiso de
la proscripción. Los partidos políticos no llegaban a conformar una red de seguridad para las
instituciones y el partido oficial era incapaz de cualquier iniciativa autónoma. Frondizi apostó a
obrar con prontitud e introducir cambios que configuraran una escena más favorable. Aumento
de salarios, amnistía, levantamiento de las proscripciones, sanción de la nueva ley de asociaciones
profesionales. Frondizi asumió lo que llamó la batalla del petróleo: la negociación con compañías
extranjeras de la exploración y puesta en explotación de las reservas. También autorizó el
funcionamiento de universidades no estatales.
Leyes de radicación de capitales extranjeros y de promoción institucional. Se aseguraba a
los inversores extranjeros libertad para remitir ganancias y repatriar el capital. Régimen especial a
las inversiones en sectores claves para el desarrollo. Trato preferencial en derechos aduaneros,
créditos, impuestos, suministro de energía y compras del estado y protección arancelaria del
mercado local. El presidente negoció en forma personal y secreta. Resultados notables: las
inversiones extranjeras subieron.
La expansión hizo más intensa la crisis cíclica trienal. En diciembre de 1958 se pidió ayuda
al FMI y se lanzó un plan de estabilización. Frondizi convocó al ministerio de economía a Alsogaray,
aplicó un ortodoxo programa de devaluación, congelamiento de salarios, suspensión de controles
y regulaciones estatales. Consecuencias: fuerte pérdida en los ingresos de los trabajadores y
desocupación generalizada.
El plan de estabilización puso fin a una precaria convivencia entre el gobierno y los
sindicatos peronistas. Los efectos y la dureza con que el gobierno reprimió las protestas pusieron a
los sindicatos en pie de guerra. Las huelgas se intensificaron y recrudeció el sabotaje, el gobierno
respondió interviniendo los sindicatos y empleando al ejército para reprimir.
El año 1959 fue un punto de inflexión. La racionalización laboral pudo avanzar, en los
sindicatos un nuevo tipo de dirección más preocupada por controlar las complejas estructuras
sindicales, recurriendo a la corrupción o al matonismo para acallar las disidencias. No podían
sostener una lucha frontal y se dedicaron a golpear para negociar. Vandor, jefe del sindicato
metalúrgico, la figura principal. Este nuevo sindicalismo adquirió gran fuerza en la escena política.
Esa fuerza provenía de la persistencia de un problema (la proscripción peronista) pero
sobre todo del hostigamiento que el gobierno sufría de los militares. Vieron con desconfianza el
triunfo de Frondizi y se dedicaron a vigilarlo y a controlar sus relaciones con los peronistas. La
marina fue más homogénea en su rechazo a la política presidencial, en el ejército dominó un
faccionalismo creciente. El gobierno intentó alentar en el ejército una tendencia que lo apoyara
pero cuando el conflicto estallaba fue incapaz de sostener a sus partidarios. En sus años de
presidencia, Frondizi soportó 32 planteos militares, a todos cedió. En junio de 1959 llegó Montero,
el más duro de los jefes antiperonistas, ejerció tutela pretoriana sobre el presidente. Época de
represión social y política.
Revolución cubana. El triunfo de Fidel Castro de 1959 había sido celebrado por demócratas
liberales. Las izquierdas encontraron en el apoyo a la experiencia cubana un campo de
coincidencias propicio: a principios de 1961, el socialista Palacios ganó una banca de senador en la
Capital, polarizó a las fuerzas progresistas y de izquierda. El anticomunismo prendió fuertemente
en la derecha, el liberalismo antiperonista y en la iglesia. Guerra fría, los militares asumieron una
postura anticomunista. Asociaron con el comunismo al peronismo y los estudiantes universitarios.
La marcha del proceso político y electoral acercaba al débil gobierno de Frondizi a su
catástrofe final. Las elecciones de 1960 con el peronismo proscripto habían mostrado que sus
votos seguían siendo decisivos. Las elecciones de 1962 debían ser más riesgosas, habrían de
elegirse gobernadores provinciales. Para enfrentarlas con posibilidades, Frondizi despidió a
Alsogaray y a Montero, dio por terminada la estabilización, adoptó una política social más flexible
y se lanzó a la tarea de enfrentar electoralmente a los peronistas.
Distintas alternativas. Una era el apoyo a alguna de las fuerzas de izquierda. La existencia
de esta alternativa mostraba que el peronismo empezaba a ser trabajado por una renovación
ideológica. El deseo de los dirigentes era levantar la abstención. A través de las 62 organizaciones
dominaron el aparato electoral, habían ganado la puja interna: el peronismo era el movimiento
obrero y era su dirección sindical, que encabezaba Vandor.
Un triunfo peronista seguía siendo inadmisible. Frondizi antes de las elecciones declaró
que no les entregaría el poder. El gobierno corrió el riesgo de enfrentar al peronismo en elecciones
abiertas. El 18 de marzo, los sindicatos peronistas ganaron en las principales provincias. Frondizi
hizo lo imposible para capear la situación: intervino las provincias donde habían triunfado los
peronistas, cambió todo su gabinete y encargó a Aramburu una mediación con los partidos
políticos, que se negaron a respaldarlo. Era la señal que los militares esperaban y el 28 de marzo
de 1962 depusieron a Frondizi, reemplazado por José María Guido.

Crisis y nuevo intento constitucional


Quienes habían acompañado a Frondizi rodearon a Guido buscando negociar una
alternativa política que tuviera en cuenta a los peronistas, pero meses después los militares
impusieron un gabinete antiperonista. La crisis política y la crisis económica cíclica coincidieron y
se potenciaron mutuamente dando lugar a medidas erráticas. Pinedo dispuso una devaluación que
favoreció a los grupos agropecuarios y a sus amigos. Fue reemplazado por Alsogaray, quien repitió
la receta estabilizadora.
Mientras que los grupos de oficiales antiperonistas más duros controlaban el gobierno,
una posición alternativa se constituyó en torno a los jefes y oficiales del arma de caballería.
Reflejaba una competencia profesional interna, una apreciación diferente sobre las ventajas y los
costos de una participación tan directa del ejército en la conducción política. El grupo de Campo
de Mayo descubría que convenía refugiarse en una actitud más prescindible, en un acatamiento
mayor a las autoridades constitucionales. Creían que la asociación de peronismo con comunismo
era simplista y exagerada y que el peronismo podía aportar algo al frente anticomunista. Esta
posición se fue perfilando a lo largo de sucesivos enfrentamientos que hicieron crisis en el mes de
septiembre cuando unos y otros (azules y colorados) sacaron las tropas a la calle y amagaron
combatir. Los azules triunfaron.
El triunfo azul llevó al comando en jefe a Onganía y al gobierno a quienes habían tratado
de estructurar un frente político que integrara a los peronistas. Un grupo de políticos provenientes
de la democracia cristiana y del nacionalismo, a la busca de una fórmula que reuniera a militares,
empresarios y sindicalistas. La mayoría de los empresarios desconfiaban de los peronistas y de
cualquier política que no fuera liberal, los peronistas desconfiaban de los frondicistas, las fuerzas
antiperonistas denunciaban la nueva alternativa. Se oponía la marina, que el 2 de abril de 1963
realizó su propia sublevación. El enfrentamiento con el ejército fue violento; bombardeos,
cuarteles destruidos, la marina fue derrotada pero su impugnación tuvo éxito. Los azules
retomaban las posturas antiperonistas y se declaraban en favor de la proscripción del peronismo.
Los frentistas insistieron en encontrar una fórmula sin los militares, reuniendo a
frondicistas, democristianos y nacionalistas. En estas negociaciones los sindicalistas hicieron valer
su poder. Lograron que la CGT fuera normalizada, terminaron de redondear su estructura sindical
y comenzaron a presionar al gobierno con una semana de protesta. Jugaron la carga política,
negociando su participación en el frente, en competencia con Perón. Las negociaciones no
terminaron bien.
Julio de 1963. Los peronistas decidieron votar en blanco, una proporción de sus votos
emigró en favor del candidato de la UCR del pueblo, Illia, quien obtuvo la primera minoría. Es
probable que haya influido en ese apoyo la presentación como candidato de Aramburu, que
definió su posición en términos antiperonistas.
Arturo Illia gobernó entre octubre de 1963 y junio de 1966. Las principales fuerzas
corporativas estaban lejos de comprometerse con el nuevo gobierno. A diferencia de Frondizi, el
nuevo gobierno radical le dio mucha más importancia al congreso y a la escena política
democrática. La vida parlamentaria tuvo más actividad, el radicalismo no logró estructurar allí una
alianza consistente ni comprometer a las fuerzas políticas en la defensa de la institucionalidad.
Illia no era la figura más destacada de su partido, es probable que su candidatura derivara
de la escasa fe de los principales dirigentes en su triunfo. Tenía simpatías por las posiciones
progresistas. Su presidencia se definió por el respeto de las normas, decisión de no abusar de los
poderes presidenciales, voluntad de no exacerbar los conflictos y buscar que éstos decantaran
naturalmente. Modalidad tachada de irrealista e ineficiente.
La política económica tuvo un perfil definido. Los criterios básicos del populismo
reformista que la UCR del pueblo heredaba del viejo programa de los intransigentes radicales se
combinaban con elementos keynesianos: un estado activo en el control y planificación económica.
El gobierno se benefició de la coyuntura favorable que siguió a la crisis de 1962-1963, la
recuperación industrial y de dos años de buenas exportaciones. Los ingresos de los trabajadores se
elevaron y el congreso votó una ley de salario mínimo. Frente al capital extranjero procuró reducir
la discrecionalidad de las medidas de promoción. Los contratos petroleros fueron anulados y
renegociados.
Resistencias entre los sectores empresariales: se quejaban de la falta de alicientes a la
inversión extranjera, se preocupaban por los avances de los sindicatos y la pasividad del gobierno
ante ellos.
Este había intentado aplicar los recursos de la ley de asociaciones para controlar a los
dirigentes sindicales. Los sindicalistas respondieron con un plan de lucha que consistió en la
ocupación de 11mil fábricas, operación que involucró a millones de trabajadores. Planificación
exacta, sin desbordes, ni amenazas a la propiedad, fue solo una expresión de la estrategia
impulsada por Vandor, capaz de obtener los máximos frutos con una movilización controlada y
restringida. Estaba dirigido a obtener concesiones del gobierno, a hacer ver que estos constituían
un actor de real peso en cualquier negociación seria.
El vandorismo aprovechaba su dominio de los sindicatos y organizaciones políticas del
peronismo para actuar simultáneamente o alternativamente en dos frentes y practicar su
negociación. 1964 reorganización del partido justicialista (nuevo nombre del peronista), una
afiliación baja les permitió un perfecto control, los fue llevando a un enfrentamiento creciente con
Perón, amenazado en su liderazgo. La competencia consistió en un tironeo permanente, Vandor
fue ganando posiciones. La dirigencia local organizó el retorno de Perón al país, una provocación al
gobierno y al propio Perón. Operativo Retorno, expectativa entre los peronistas. Perón tomo un
avión pero las autoridades de Brasil lo detuvieron y lo enviaron de nuevo a España. No está claro
quien perdió más con este resultado, pero Perón estaba dispuesto a jugar sus cartas para evitar
cualquier acuerdo que lo excluyera. Empezó a alentar a los incipientes sectores críticos de la
dirección sindical y a los inclinados a una política más dura.
La principal preocupación de Perón se hallaba en el campo electoral. Marzo de 1965,
elecciones de renovación parlamentaria. El gobierno proscribió al partido justicialista pero
autorizó a los peronistas a presentarse tras rótulos menos conflictivos, como la unión popular,
controlados por el sindicalismo vandorista o por caudillos provinciales neoperonistas. Resultados
buenos para el peronismo. Lograron construir un fuerte grupo parlamentario, empezaron a
prepararse para las elecciones de 1967, se competiría por los gobiernos de provincia. Si Vandor
imponía sus candidatos en las principales provincias y lograba reunir a los grupos neoperonistas
provinciales, habría logrado institucionalizar al peronismo sin Perón. Perón y el gobierno
concurrieron a enfrentarlo.
En los últimos meses de 1965, Perón envió a Argentina a su esposa Isabel como su
representante personal. Ésta reunió a todos los grupos sindicales adversos y motorizó una división
de las 62 organizaciones. Fracasaron en su intento de ganar la conducción sindical. A mediados de
1966 la competencia entre Perón y Vandor concluía en un empate.
Las fuerzas armadas no miraban con simpatía el gobierno de Illia pero se abstuvieron de
hacer planteos o de presionar. En el ejército, la prioridad era la reconstrucción de la institución, el
establecimiento del orden y la disciplina y la consolidación de la autoridad del comandante. Las
fuerzas armadas no hablaron más que a través de sus comandantes en jefe, Onganía fue
adquiriendo una primacía nacional. En 1965 manifestó su adhesión a la doctrina de seguridad
nacional: las fuerzas armadas, apartadas de la competencia política, eran la garantía de los valores
supremos de la nacionalidad y debían obrar cuando éstos se vieran amenazados por la subversión
comunista. Completó esto enunciando la doctrina de fronteras ideológicas. Entre valores centrales
no figuraba el sistema democrático, cambio interno e internacional. La democracia empezaba a
aparecer como un lastre para la seguridad. Desde esa perspectiva también lo sería para la
modernización económica, que necesitaba de eficiencia y autoridad.
La economía entre la modernización y la crisis
El programa que en 1958 sintetizó Frondizi expresaba sensibilidad colectiva y un conjunto
de convicciones acerca de la modernización económica. Debía surgir de la promoción planificada
por el estado y de una renovación técnica y científica. Surgieron el INTA y el INTI. La investigación
básica y la tecnológica fueron promovidas por el Conicet o desde la CNEA. El CFI debía regular las
desigualdades regionales y el Conade asumiría la planificación global y la elaboración de planes
nacionales de desarrollo. Un conjunto de instituciones debían poner en movimiento la palanca de
la inversión pública, la ciencia y la técnica.
Los capitales extranjeros llegaron en cantidades considerables entre 1959 y 1961, luego se
retrajeron. En 1967 se produjo un segundo impulso. Los inversores tuvieron una gran capacidad
para aprovechar los mecanismos internos de capitalización. Se instalaron por la vía de la compra o
la asociación con empresas nacionales existentes o por la concesión de patentes o marcas. Su
influencia se notó en la transformación de los servicios, formas de comercialización y en una
modificación de los hábitos de consumo. Presencia creciente del idioma inglés.
En la industria, las nuevas ramas crecieron aceleradamente por la promoción y
aprovechando un mercado insatisfecho, las que habían liderado el crecimiento en la etapa
anterior se estancaron o retrocedieron porque su mercado se había saturado o retrocedía, debían
competir con nuevos productos. Aumentó la concentración, sobre todo en la industria,
modificando la estructura heredada de la etapa peronista. En las ramas nuevas se debió a las
inversiones iniciales requeridas, las condiciones de la promoción estatal que garantizaban esa
concentración. En las actividades antiguas algunas empresas con mayor capacidad de adaptación
lograron crecer a expensas de otras.
Se creó una brecha entre un sector moderno y eficiente de la economía, en expansión,
ligado a la inversión o al consumo de los sectores de mayor capacidad, y otro tradicional vinculado
al consumo masivo, que se estancaba. La brecha tenía que ver con la presencia de empresas
extranjeras o su asociación con ellas. El empleo industrial tendió a estancarse, sin que el aumento
en las nuevas empresas compensara la pérdida en las tradicionales, se deterioraron los ingresos de
los asalariados.
El tipo de fábricas heredado de la etapa peronista se caracterizaba por su escala pequeña,
alta integración vertical, elevados costos y escasa preocupación por la competitividad. Eran
grandes talleres. Las empresas nuevas tuvieron que adecuar su tecnología y sus formas de
organización, su eficiencia fue mucho menor que en los países de origen. Muchas vinieron a
aprovechar un mercado insatisfecho antes que a realizar una instalación de largo plazo. Las que
tenían planes de largo alcance no estuvieron dispuestas a sacrificar la protección concedida, que
les garantizaba el domino del mercado local pero las condenaba a limitarse a él.
En Argentina los capitales extranjeros contribuyeron a mantener algunos de los
mecanismos básicos, en el mercado interno no fue prioritario alcanzar una eficiencia que les
permitiera competir en mercados externos, pugnaron por mantener las situaciones de privilegio y
extenderlas, contribuyeron a fortalecer la injerencia de un estado que debía garantizar las
desventajas especiales.
Las políticas de promoción del gobierno no tuvieron en cuenta cuestiones clave, como
cuándo dejar de promover, para estimular la competitividad, o la forma de compatibilizar las
necesidades fiscales con la promoción. Fue una política errática: bruscas oscilaciones por la
capacidad de presión de los interesados y por razones políticas, que reforzó la actitud contraria de
consolidad los privilegios obtenidos.
En los diez años que siguieron al fin del peronismo, la economía se transformó, creció. En
el sector industrial fue el resultado entre el crecimiento de los sectores nuevos y la retracción de
los tradicionales. Efectos en el sector agrícola, de las mejoras tecnológicas impulsadas por el INTA
o por empresarios innovadores. Los resultados permitieron que la producción alcanzara los niveles
de 1940. Mejoras relativas en el comercio exterior. Base de una etapa de crecimiento general
sostenido pero moderado, sustentado en el mercado interno.
Las crisis estallaron cada tres años y fueron seguidas por políticas de estabilización.
Expresaban las limitaciones que experimentaba el país para un crecimiento sostenido. La
expansión del sector industrial, comercial y de servicios ligados al mercado interno dependía de las
divisas con las que pagar los insumos necesarios para mantenerlo. Éstas eran provistas por un
sector agropecuario con escasas posibilidades de expandirse. Todo crecimiento de éste significaba
un aumento de las importaciones y un déficit serio de la balanza de pagos. Los planes de
estabilización consistían en una fuerte devaluación y luego en políticas recesivas que reducían el
empleo industrial, los salarios y las importaciones hasta recuperar el equilibrio perdido.
Cada uno de estos ciclos de avance, detención y nuevo avance, se inscribía en el contexto
de la puja por el ingreso entre los distintos sectores, formaba parte de la puja política. En una
negociación, los beneficiados y los perjudicados cambiaban en forma permanente. En las fases
ascendentes, los intereses de empresarios y trabajadores industriales podían coincidir. Otras
veces, los empresarios aprovecharon la coyuntura para capitalizarse intensamente. Con la crisis y
la devaluación: traslación de ingresos del sector urbano al rural y de los trabajadores a los
empresarios, los salarios reales retrocedían ante la inflación. Solían perder las empresas chicas a
manos de las grandes.
La crisis potenció la puja por el ingreso y creó la posibilidad de aprovechar una coyuntura y
quedarse con la parte del otro. No había reglas racionales ni un sector capaz de imponérselas al
otro. El estado estaba a disposición de quien pudiera capturarlo y utilizarlo para sacar el mayor
provecho posible. Hubo sectores propietarios que descubrieron las ventajas de la indisciplina.
Otros cuyas mejores posibilidades radicaban en el orden empezaron a reclamar la presencia de
quien pudiera cumplir.

Las masas de clase media


La fuerte migración del campo a la ciudad formaba parte de una tendencia iniciada en
1940. Cambió el lugar de origen, de las zonas pampeanas se desplazó a las zonas pobres del
nordeste y noroeste.
El empleo industrial se estancó, su lugar fue ocupado por la construcción, junto al
pequeño comercio y actividades de servicios. Absorbieron a los migrantes internos y a los
contingentes bolivianos, paraguayos, chilenos, cuya migración contribuyó a ampliar la masa de
trabajadores.
Lo que movilizaba a los migrantes era la posibilidad del empleo y el deseo de disfrutar de
los atractivos de la vida urbana, permanente incorporación a los beneficios del progreso. El
resultado fue la nueva marginalidad: villas miserias en las grandes ciudades y sus alrededores.
El número de asalariados industriales se mantuvo estable y perdió importancia relativa.
Víctimas de las políticas sociales regresivas, los cambios económicos produjeron una gran
dispersión de los ingresos y ventajas en favor del sector de los trabajadores de empresas
modernas. Los sindicatos organizaron una eficaz resistencia, contribuyeron a mantener la
homogeneidad de la clase obrera, sindicalizada y peronista. El mayor crecimiento fue en los
obreros de la construcción y trabajadores por cuenta propia. El sector de desprotegidos comenzó
a constituir una de las fuentes de tensión de la sociedad.
Los pequeños empresarios manufactureros se redujeron por la concentración industrial,
aunque aumentó el número de comerciantes, los sectores medios autónomos fueron menos
numerosos. Crecieron los asalariados de clase media, presentes en todos los sectores de la
economía y la industria, donde las nuevas empresas demandaron técnicos y profesionales.
Papel decisivo: la educación. La vía de ascenso de los sectores medios. Se prolongó la
expansión de la enseñanza media y luego la universitaria, donde se empezaron a plantear los
problemas de la masividad. Fallas: los egresados universitarios aumentaron mucho más rápido que
los empleos. Se producía una pérdida de valor de los títulos.
Las viejas clases altas no recuperaron su antiguo prestigio. Las elites siguieron
diversificándose y se nutrieron de nuevos empresarios y militares.
Característico de estos años: la emergencia y visibilidad de los ejecutivos. Eran la expresión
de la modernización económica. Fueron glorificados como héroes civilizadores. También
aparecieron como la nueva versión del pervenu por la exhibición de la riqueza y la usurpación de
los signos del estatus. Contenían la grandeza y la miseria de la modernización.
Cambios notables en las formas de vida. La píldora anticonceptiva, actitud más flexible
sobre las conductas sexuales y relaciones familiares modificaron la relación entre hombres y
mujeres. El voseo comenzó a imponerse. Buenos Aires, una de las mayores comunidades
psicoanalíticas del mundo. Cambios en el consumo, claves en la diferenciación social. Era
significativo que los nuevos sectores popular no pusieran sus esperanzas en la casa propia sino en
el televisor, aquella se había tornado inalcanzable. Placer inmediato y prestigio. Entre las clases
medias, el automóvil colmó sus expectativas, también los libros, consumo masivo.
Fuerzas impulsaban la expansión del consumo: la producción en masa, la propaganda, el
marketing, la democratización de las relaciones sociales y al acceso generalizado a bienes. El viejo
centro perdió importancia, los centros comerciales se esparcieron por los barrios, el jean fue la
prenda universal. Inmediato movimiento inverso: la recurrencia a marcas exclusivas, rápidamente
era absorbido por la falsificación. Buscaron formas de diferenciación a través de una exclusividad
que debía cambiar permanentemente de referencias. Saber qué es lo que marcaba esa diferencia,
el momento de lo IN y lo OUT, y lo distinguido, pasó a ser una ciencia apreciada.

La universidad y la renovación cultural


Los intelectuales pasaron a regir las instituciones oficiales y el campo de la cultura. Viejos
grupos perdieron relevancia, desplazados por nuevas instituciones, debilitados por escisiones
internas. Las vanguardias artísticas se concentraron en el instituto Di Tella, estaban convencidos
de recrea en Buenos Aires un verdadero centro internacional del arte. El Di Tella se convirtió en
punto de referencia de otras corrientes.
El principal foco de la renovación cultural estuvo en la universidad. Estudiantes e
intelectuales progresistas se propusieron desperonizar la universidad y luego modernizar sus
actividades, acorde con la transformación que la sociedad emprendía.
Debate acerca de las prioridades: ciencias básicas, que trabajaran según los estándares
internacionales, o tecnología aplicada, mirando problemas específicos de nuestra economía,
atendiendo a la formación del personal calificado que ésta podía requerir. Las facultades se
nutrieron con laboratorios y científicos con dedicación exclusiva a la enseñanza e investigación. Las
viejas carreras cambiaron.
Nuevas carreras. Las sociedades marchaban todas por un camino similar, de lo tradicional
a lo moderno, la ciencia indicaba el camino para que Argentina recorriera esas etapas y se
incorporara al mundo.
Desde 1955, la universidad se gobernó según la reforma universitaria de 1918. Desde el
comienzo, sus relaciones con los gobiernos fueron conflictivas y la ruptura se produjo cuando
Frondizi decidió autorizar las universidades privadas en igualdad de condiciones con las del estado.
La confrontación mostró como la universidad se convertía en un polo crítico del gobierno de
tendencias cada vez más fuertes en la sociedad y en la política, cuestionamiento político pero no
partidario preocupado por mantener las solidaridades más progresistas: fe en la ciencia, confianza
en el progreso de la humanidad. La universidad se convirtió en una isla democrática en un país que
lo era cada vez menos y que creía cada vez menos en la democracia, la defensa misma de la isla
contribuyó a consolidar las solidaridades internas. La universidad se preocupó por la extensión de
sus actividades a la sociedad.
Empezaron a manifestarse tensiones crecientes. El valor absoluto de la ciencia universal
fue cuestionado a la luz de las necesidades nacionales. Se debatió el financiamiento de grupos de
científicos por fundaciones internacionales suponiendo que tal financiamiento orientaba las
investigaciones en una dirección irrelevante o contraria a los intereses. Cuestionamiento de los
paradigmas científicos mismos, postulando una manera nacional de hacer ciencia, a la larga se
cuestionaría la necesidad misma de la ciencia. El compromiso era un valor compartido entre los
intelectuales progresistas, había quienes cuestionaban la supuesta neutralidad de la ciencia e
insistían en su carácter siempre valorativo. Discusión similar planteaban en el campo artístico,
cuestionaban la frivolidad y la falta de compromiso del Di Tella.
La realidad nacional mostraba la superficialidad de los cambios y las resistencias que esos
cambios despertaban en la sociedad.

La política y los límites de la modernización


La radicalización de los sectores progresistas y la formación de una nueva izquierda
tuvieron en la universidad su ámbito privilegiado antes de partir hacia destinos más amplios. Su
penetración en otros círculos fue escasa, fue en la universidad y sus debates donde construyeron y
reconstruyeron sus interpretaciones y sus discursos.
Las agrupaciones y los partidos que habían cobijado a la oposición antiperonista sufrieron
todo tipo de fracturas. La atracción que ejerció Frondizi proponía la apertura al peronismo sin
renunciar a la propia identidad. Combinaba las ilusiones de la época con las tentaciones de
acercarse al poder. La desilusión inició una etapa de reflexión, crítica y discusión que culminó en la
formación de la nueva izquierda.
Se caracterizó por la espectacular expansión del marxismo, fuente de las creencias básicas:
se era marxista o no se lo era. Se expandió el antiimperialismo. Diluyeron las ilusiones en una
alianza para el progreso, las teorías del desarrollo dejaron paso a las de dependencia. La opción
era una alianza nacional para la liberación. Sectores cristianos se interesaron en dialogar con el
marxismo. Las izquierdas revisaron su interpretación liberal de la historia y empezaron a releerla a
la luz del revisionismo, un camino que les permitía asignar al peronismo un lugar legítimo en el
progreso de la humanidad.
La amalgama fue difícil y la polémica intensa. La revolución cubana mostraba a América
Latina alzada contra el imperialismo y llevada a una revalorización cultural que iba desde las
fuerzas telúricas hasta la nueva novela. La conexión estrecha entre marxismo y revolución se
manifestaba con fuerza en Cuba. Cuba consagró la idea misma de revolución: la realidad era
plástica y la acción humana podía ser modificada. Esa transformación era una cuestión política.
Para la vertiente nacionalista, el sujeto de esta transformación seguía siendo el pueblo, para la
izquierda lo era el trabajador.
La nueva izquierda todavía no tenía claro qué hacer. Empezaba a jugar con diversas
alternativas: el leninismo, el foquismo o el entrismo. Rechazo de la tradición liberal y democrática.
Para la nueva izquierda la democracia era una forma, las libertades individuales una farsa, e
ilusionarse con ellas era sólo encubrir la opresión.
Nadie tenía demasiada fe en la democracia. Se trataba de una democracia ficticia y de
escasa legitimidad. Las izquierdas creían que se trataba de un opio burgués, el frondicismo
prefería apostar a la eficiencia tecnocrática mientras que los radicales del pueblo y sus aliados no
vacilaron en preferir un golpe militar a un gobierno que abriera demasiado el juego a los
peronistas. Éstos fluctuaban en la apuesta a las elecciones o a la negociación directa con los
factores de poder. La derecha no lograba organizar un partido capaz de hacer atractivos sus
intereses a la sociedad.
Los sectores más concentrados de la economía se movían con más comodidad en la
escena corporativa, sus intereses eran formulados con precisión y claridad. Dialogaban con los
factores de poder reales, tampoco tenían interés en fortalecer la escena democrática. Negociación
empantanada entre la democracia y el autoritarismo donde ninguno de los actores tenía la fuerza
para volcar a favor la situación.
Para los militares, la democracia resultaba un obstáculo en el combate contra un enemigo
comunista. Se alarmaban por la atracción que ejercía la revolución cubana, los horrorizaba el
cuestionamiento de los valores tradicionales de la sociedad y la convivencia. La libertad sexual, la
revolución y el arte les parecían distintos aspectos de un desafío a los valores occidentales y
cristianos.
Para el catolicismo integrista, el cuestionamiento de los valores sustantivos de la sociedad
arrancaba con la revolución francesa y suponía una condena del mundo moderno y de la
democracia liberal, una reivindicación de la sociedad organicista. Postura acogida por los que
encontraban en el escenario democrático las raíces del desorden económico y por los que
reclamaban un estado fuerte, con capacidad para ordenar la vida económica, disciplinar y superar
bloqueos para una alternativa eficiente. Todos reclamaban más autoridad y orden, unos con
tradición y otros con eficacia.
Aglutinamiento de fuerzas. El gobierno de Illia fue condenado por ineficiente. Objetivos
distintos pero no contradictorios confluían en la crítica al gobierno y en una propuesta definida.
Cambio de estructuras. Idea desarrollada por propagandistas contratados con tal fin, dedicados a
desprestigiar al gobierno y al sistema político en general y exaltar la figura de Onganía, modelo de
eficiencia, última alternativa de orden y autoridad. El 28 de junio de 1966 los comandantes en jefe
depusieron a Illia y entregaron la presidencia a Onganía. Terminó el empate, las opciones se
definieron y los conflictos de la sociedad pudieron desplegarse plenamente.

Dependencia o liberación 1966-1976


El ensayo autoritario
Grandes sectores y muchos grupos, satisfechos del fin de la democracia burguesa. Perón
abrió una carta de crédito, los sindicalistas se mostraron esperanzados, especulando con la
persistencia del espacio para la negociación y la presión y quizá posibles coincidencias con un
militar que ponía el acento en el orden, la unidad, el paternalismo y un definido anticomunismo.
Este crédito tenía que ver con la identificación entre las diversas tendencias que coexistían
en el gobierno. El estado mayor de las grandes empresas tenía interlocutores directos en muchos
jefes militares. Otros se nutrían de una concepción tradicional derivada del viejo nacionalismo, de
las doctrinas corporativistas u organicistas que se estaban abriendo paso entre la nueva derecha.
Era necesario reorganizar el estado, hacerlo fuerte, con autoridad y recursos y controlable.
Para unos, era la condición de un reordenamiento económico que usara las tradicionales
herramientas keynesianas para romper los bloqueos del crecimiento. Para otros, era la condición
de un reordenamiento de la sociedad, de sus maneras de organización y representación, que
liquidara las formas políticas del liberalismo y creara bases para otras.
Primera fase del nuevo gobierno. Shock autoritario. Se disolvió el parlamento y los
partidos políticos, clausura de la vida política. Los militares fueron apartados de las decisiones
políticas. Los ministerios fueron reducidos, se creó un estado mayor de la presidencia integrado
por los consejos de seguridad, desarrollo económico y ciencia y técnica.
La represión del comunismo se extendió a todas las expresiones del pensamiento crítico,
disidencia o diferencia. La universidad era vista como el foco del desorden. Fueron intervenidas y
se acabó con su autonomía académica. El 29 de julio de 1966, la noche de los bastones largos, la
policía irrumpió en algunas facultades y apaleó a alumnos y profesores. Renuncias de docentes. En
las universidades reaparecieron los grupos tradicionalistas, clericales y autoritarios.
La censura se extendió a las manifestaciones más diversas de las nuevas costumbres, las
minifaldas o el pelo largo, eran expresión de los males según la iglesia y la antesala del
comunismo: el amor libre, la pornografía y el divorcio. Amplias capas de la sociedad coincidían
acerca de los peligros de la modernización intelectual y con la necesidad del uso de la autoridad
para sacar los males.
Se procedió a reducir al personal de la administración pública y en algunas empresas del
estado y se realizó una sustancial modificación de las condiciones de trabajo en los puertos para
reducir los costos. La protesta sindical resultó acallada con violencia, no se derogó la ley de
asociaciones profesionales, se sancionó una de arbitraje obligatorio que condicionaba la
posibilidad de iniciar huelgas. En febrero de 1967 se lanzó un plan de acción pero la respuesta fue
muy fuerte: despidos masivos, intervenciones a los sindicatos y uso de todos los resortes que la ley
le daba al estado para controla al gremialismo. Tuvo escasa repercusión y la CGT debió reconocer
su derrota total y suspender las medidas.
El gobierno con la clausura de la escena política y la corporativa, había puesto fin a la puja
sectorial, dejando descolocado al sindicalismo vandorista y a Perón. Podía diseñar sus políticas con
tranquilidad, sin urgencias y con un instrumento estatal poderoso en sus manos.
En los primeros meses no se había adoptado un rumbo claro en la economía. El conflicto
se resolvió en 1966 en favor de los liberales. Alsogaray fue designado comandante en jefe del
ejército y Krieger Vasena, ministro de economía y trabajo. Krieger ocupó el centro del gobierno
pero debió seguir enfrentándose con los grupos corporativistas, éstos se concentraron en el
ministerio del interior y la secretaría general de la presidencia.
El plan de Krieger lanzado en marzo de 1967 apuntaba a superar la crisis cíclica y a lograr
una estabilización prolongada que eliminara una de las causas de la puja sectorial. A largo plazo se
proponía racionalizar el funcionamiento de la economía y facilitar el desempeño de las empresas
más eficientes.
Contaba con las poderosas herramientas de un estado perfeccionado en sus orientaciones
intervencionistas. En la inflación se recurrió a la autoridad estatal para regular las variables,
asegurar un periodo de estabilidad y desalentar las expectativas inflacionarias. Sometidos los
sindicatos, se congelaron los salarios y se suspendieron las negociaciones colectivas. Se congelaron
las tarifas de servicios públicos y combustibles y se estableció un acuerdo de precios con las
empresas líderes. El déficit fiscal se redujo con racionalizaciones de personal. Se logró arreglar las
cuentas del estado, evitar el alza de los alimentos, impedir que la devaluación fuera aprovechada
por los sectores rurales y asegurar un periodo prolongado de estabilidad cambiaria. Todo permitió
establecer el mercado libre de cambios. Los éxitos de esta política fueron notables: la inflación se
redujo y las cuentas del estado y la balanza de pagos estaban equilibradas.
No hubo restricción monetaria ni crediticia. Las exportaciones no tradicionales fueron
beneficiadas con reintegros de impuestos a insumos importados. Se estimuló la eficiencia de la
economía mediante una reducción de los aranceles y la eliminación de subsidios a economías
regionales. Éxitos notables: creció el producto bruto, la desocupación fue baja, los salarios no
cayeron y la inversión fue alta, aunque concentrada en obras públicas.
El sector más concentrado resultó el mayor beneficiario, además de estabilizar apuntaba a
reestructurar el mundo empresario y a consolidar los cambios esbozados desde 1955. Empresas se
beneficiaron con la situación de estabilidad. Las grandes obras públicas realizadas solucionaban
sus problemas de transporte o energía, creaban oportunidades para las que empezaban a operar
como contratistas del estado.
La lista de perjudicados fue amplia. Los sectores rurales perjudicados por despojo: las
fuertes retenciones a la exportación. Los sectores empresarios nacionales se quejaban de falta de
protección, lamentaban la desnacionalización. Economías provinciales fueron golpeadas al
suprimirse protecciones tradicionales. Los sectores medios también fueron perjudicados.
La nueva política modificaba los equilibrios de la etapa del empate y volcaba la balanza en
favor de los grandes empresarios. Expansión de la demanda autónoma: inversiones, exportaciones
no tradicionales y un avance en la sustitución de importaciones. Proyecto propio y específico de la
gran burguesía, que solo en estas circunstancias sociales y políticas podía ser propuesto. Era una
política que achicaba las funciones del estado benefactor, conservaba y expandía las del estado
intervencionista. En estos años la expansión del estado parecía perfectamente funcional con la
reestructuración del capitalismo.
En marzo de 1968, un grupo de sindicalistas contestatarios ganó la conducción de la CGT,
de inmediato los dirigentes más tradicionales la dividieron. La CGT de los argentinos encabezó un
movimiento de protesta que el gobierno pudo controlar combinando amenazas. Esta emergencia
reunió a dos grupos hasta el momento enfrentados: el tradicional núcleo vandorista y los
participacionistas. En ellos centraban sus ilusiones quienes rodeaban a Onganía: concluida la
reestructuración económica era posible iniciar el tiempo social con el apoyo de una CGT unida y
domesticada. Esta corriente se sumó a otra. Los sectores rurales eran escuchados por los jefes
militares y también los sectores del empresariado nacional. Frente a la política económica, otra
alternativa: decían que era posible un desarrollo más nacional, algo más popular y más justo.
Todas estas voces tensionaron la relación entre el presidente y su ministro de economía.
Onganía relevó a los tres comandantes y reemplazó a Alsogaray por Lanusse. Las voces salieron a
defender a Krieger Vasena, a quejarse del autoritarismo de Onganía y a pensar en una salida
política, para la que se ofrecía Aramburu y hacía su aporte Paladino. En mayo de 1969 estalló el
movimiento de protesta El Cordobazo, el orden se desvaneció.

La primavera de los pueblos


El estallido en Córdoba en mayo de 1969 vino precedido de una ola de protestas
estudiantiles de fuerte agitación sindical. Activismo estudiantil y obrero se conjugaron. La CGT
local realizó una huelga general, estos grupos ganaron el centro de la ciudad. La fuerte represión
policial generó un violento enfrentamiento: barricadas, gases lacrimógenos y asaltos a negocios.
La multitud no tenía consignas ni organizadores pero se comportó con rara eficacia, dispersándose
y reagrupándose. Intervino el ejército y recuperó el control. Lentamente se reestableció el orden.
Habían muerto personas, unas fueron heridas, otras detenidas. Condenaron a los principales
dirigentes sindicales en quienes se hizo caer la responsabilidad.
Como acción de masas el Cordobazo puede ser comparado con la semana trágica. Fue el
episodio fundador de una ola de movilización social que se prolongó. Su valor simbólico fue
enorme. El enemigo de la gente que salió a la calle era el poder autoritario.
Nuevo activismo sindical. Con obreros estables, especializados y relativamente bien pagos,
los conflictos se extendieron a las condiciones de trabajo, los ritmos, los sistemas de incentivos, las
clasificaciones y categorías. Empresas habían logrado autorización del gobierno para negociar sus
convenios de trabajo e incluso crear sindicatos por planta. Al principio esto debilitó a las
organizaciones sindicales pero permitió que surgieran conducciones con orientaciones diferentes
de las del sindicalismo nacional en sus objetivos y en sus métodos. Aquél se limitaba a negociar los
salarios y afirmaba su control en la desmovilización, la cooptación y el matonismo, los nuevos
dirigentes ponían el acento en la hostilidad, la democracia interna y la atención a los problemas de
la planta.
Los sindicalistas del SITRAC, SITRAM y SMATA fueron espontáneamente clasistas antes de
que militantes de izquierda le dieran a esta acción una definición más extensa. Era una acción
gremial transgresora, al borde de la violencia, incluía ocupaciones de plantas y toma de rehenes,
gran capacidad para movilizar la sociedad.
Después del Cordobazo hubo episodios similares. La misma agitación se advertía en las
zonas rurales no pampeanas donde se organizaban en las ligas agrarias. Explosiones urbanas,
manifestaciones callejeras. Estas formas de protesta eran desencadenadas por algún episodio
ocasional pero expresaban un descontento profundo, un conjunto de demandas que se
manifestaban en espacios sociales recónditos y emergían poniendo en movimiento extensas redes
de solidaridad.
Las voces se legitimaban de manera recíproca y conformaron un imaginario social
sorprendente, una “primavera de los pueblos” que fue creciendo y cobrando confianza a medida
que descubría la debilidad de su adversario. Según una visión común todos los males de la
sociedad se concentraban en el poder autoritario y los grupos que lo apoyaban, el pueblo se ponía
en movimiento para derrotarlos y resolver todos los males.
Los acuerdos sociales que habían presidido el ciclo de prosperidad posterior a la segunda
guerra estaban agotándose. Ola de descontento, su grupo más sensible: los estudiantes. Clamaban
contra el autoritarismo y por el poder dela imaginación.
Para el poder autoritario el desarrollo era un fruto de la seguridad nacional, para quienes
lo enfrentaban la única alternativa a la dependencia era la revolución, que conduciría a la
liberación. Cuba ejemplo fundamental: la acción del Che Guevara mostró las posibilidades y límites
del foco revolucionario, su muerte dio origen al símbolo de quienes luchaban por la liberación.
Hasta la iglesia se sumaba a esta primavera. En 1967 proclamaron su preocupación por los pobres,
la necesidad de comprometerse en la reforma social y asumir las consecuencias. Teología de la
liberación, afirmación de que la violencia de abajo era consecuencia de la violencia de arriba.
En Argentina desde 1968, religiosos se reunieron en el movimiento de sacerdotes del
tercer mundo, militaron en zonas pobres, promovieron la información de organizaciones solidarias
e impulsaron reclamos y acciones de protesta. Su lenguaje evangélico fue haciéndose político. La
violencia de abajo se legitimaba por la injusticia social que era una forma de violencia. La
solidaridad con el pueblo llevaba a identificarse con el peronismo. Los sacerdotes facilitaron la
incorporación a la política y a la militancia de jóvenes religiosos. Asumieron solidaridad y
compromiso con los pobres y el peronismo y aunque entraron en contacto con ideas de izquierda,
conservaron su matriz ideológica original.
La política universitaria cambió de forma y sentido luego de que el poder autoritario
destruyó la isla democrática. La represión del pensamiento lo lanzó a una actividad totalmente
subordinada a la política y zambulló de manera directa en la acción a los disidentes. Las
universidades se fueron convirtiendo en centros de agitación y reclutamiento.
Para muchos, atracción fuerte el peronismo, proscripto y resistente. En su exilio Perón
había ido actualizando su discurso. Quienes lo proclamaban su líder seleccionaban aquellos
elementos que mejor se adaptaban a su propia percepción de la realidad. Lectura estratégica. El
peronismo resultó permeable a múltiples discursos. Buena parte de las corrientes de izquierda
aceptó profesar la religión para fusionarse con el pueblo peronista. El Cordobazo vitalizó a las
corrientes que confiaban en las posibilidades de la acción de las masas y privilegiaron la clase por
sobre pueblo.
Algunos que provenían del marxismo y otros del nacionalismo terminaron creando una vía
intermedia en que las exigencias del socialismo se complementaba con las de la liberación
nacional. La historia se leyó en clave, se buscó descifrar tras el ocultamiento de la historia oficial, el
recuerdo soterrado de las luchas populares por la nación y la liberación. La línea incorporaba
actores diversos, como Roca o los anarquistas. Todos compartían la convicción de que había una
línea que separaba la historia en dos bandos eternamente enfrentados que culminaba con el
enfrentamiento entre el poder autoritario y el pueblo peronista.
El peronismo en la posguerra, ámbito para una primera emergencia del pueblo, lo sería
para una segunda donde el contexto llevaría a redefinir las banderas históricas hacia la
emancipación del imperialismo y al socialismo. En el ámbito de la izquierda y del activismo, estas
discusiones fueron intensas. Privó la exigencia de la acción, que en el nuevo contexto tenía total
prioridad sobre la reflexión.
La revolución era posible. La alternativa democrática estuvo ausente en las discusiones. En
1971 se propuso un programa que debía reunir a toda la izquierda pero los trabajadores no
estaban dispuestos a acompañarlos en una propuesta que desbordaba los límites de sus reclamos.
Los trabajadores de córdoba seguían a los clasistas en lo gremial pero en política continuaban
siendo peronistas.
Los discursos predominantes se nutrieron en la experiencia de la primavera. Aunque
cortaran la realidad y la sociedad, la dividían en dos campos enfrentados. La clave de la opresión,
la injusticia y la entrega se encontraba en el poder. Todo era posible desde el poder, el fin único de
la acción política era su captura. Todo llevaba a interpretar la política con la lógica de la guerra.
Las primeras organizaciones guerrilleras habían surgido al principio de la década de 1960,
su cultivo fue la experiencia autoritaria y la convicción de que no había alternativas más allá de la
acción armada. Desde 1967 fueron surgiendo distintos grupos: las fuerzas armadas peronistas,
descamisados, las fuerzas armadas revolucionarias, las fuerzas armadas de liberación, montoneros
y el ejército revolucionario del pueblo. Su nacimiento fue con el secuestro y asesinato de
Aramburu por obra de los montoneros. Los actos de violencia fueron en crecimiento. Su sentido
no siempre era claro, muchos tenían que ver con el equipamiento de las organizaciones, otros
eran demostraciones de poder. Las acciones procuraban insertarse en los conflictos sociales y
profundizarlos. Los más espectaculares fueron los asesinatos de Vandor, Aramburu y Alonso.
El caso de Aramburu reúne todas las explicaciones y las significaciones de ésta práctica:
venganza por los fusilamientos de 1956, caída de un dirigente odiado por los peronistas, también
liquidación de una alternativa política.
Entre todas las organizaciones había grandes diferencias pero un espíritu común.
Aspiraban a transformar la movilización espontánea en un alzamiento generalizado. La exclusión
era llevada hasta sus últimas consecuencias: el enemigo debía ser aniquilado. Las organizaciones
eran la vanguardia de la movilización popular cuya representación consistía en la acción violenta.
La unidad, el orden, la jerarquía eran los atributos de la organización armada. La violencia se
justificaba por la del adversario. Los atributos del militante eran el heroísmo y la disposición a una
muerte gloriosa y redentora.
Revelador de la cultura política: que un grupo de jóvenes hiciera del asesinato un arma
política, la forma en que el resto lo recibía, con una simpatía por la justicia, satisfacción por haber
golpeado al enemigo o intriga, las verdaderas razones no se terminaban de entender pero de
razonabilidad nadie dudaba. Esa simpatía general hizo que cualquier propuesta de represión
sistemática estuviera destinada al fracaso.
Fue montoneros la que mejor se adecuó al clima del país y la que fue absorbiendo a casi
todas las otras, menos el ERP. Triunfaron dentro del peronismo en la competencia de la lectura
estratégica de Perón ganando espacios para acción autónoma y reconocimiento del líder. Eran los
menos orientados al movimiento obrero y los más propensos a buscar sus apoyos y su
legitimación en los sectores marginales. Desde 1971 se volcaron a la organización y movilización
de sectores a través de la juventud peronista, que creció notablemente.

Militares en retirada
La movilización popular fue identificándose cada vez más con el peronismo y con Perón,
que hacia 1971 llegó a ocupar en la política argentina una posición central como la que tenía
cuando era presiente. Las fuerzas armadas fueron advirtiendo que debían buscar una salida y
negociar con diversas fuerzas sociales y políticas y con Perón. Los caminos posibles eran varios.
Onganía inició la búsqueda. Su autoridad se resintió por la impotencia frente al desafío
social y por las vacilaciones del ejército para reprimirlo. Impacto en el área económica: salida de
capitales extranjeros y reaparición de las expectativas de inflación. Onganía intentó con
modificaciones menores y una apretura más decidida a lo social pero el clima había cambiado,
estaba cada vez más aislado de las fuerzas armadas. A un año del Cordobazo, Aramburu fue
secuestrado y días después se encontró su cadáver. El episodio despejó las dudas de los militares:
depusieron a Onganía y designaron como presidente a Levingston.
Levingston gobernó hasta marzo de 1971, reveló tener ideas propias diferentes de las de
Lanusse. Designó ministro de obras públicas y de economía a Aldo Ferrer, éste se propuso reeditar
la formula nacionalista y populista. Hubo un impulso salarial distribucionista. Se protegió a los
sectores nacionales del empresariado, por la vía del crédito y de los contratos de las empresas del
estado. El compre argentino y la argentinización del crédito sintetizaban esa política. Levingston
confirmó la caducidad de los viejos partidos y alentó la formación de otros nuevos. La aspiración a
movilizar al pueblo desde el gobierno fue el primer reconocimiento formal de la necesidad de una
salida política.
Convocándola a negociar, reflotó a la CGT. Los dirigentes sindicales lanzaron en octubre de
1970 un plan de lucha que incluyó tres paros generales no contestados por el gobierno. Los
partidos tradicionales reaparecieron. A fines de 1970 la mayoría firmó un documento, La hora del
pueblo: se acordaba poner fin a las proscripciones electorales y asegurar el respeto a las minorías
y a las normas constitucionales. Radicales y peronistas ofrecían a la sociedad la posibilidad de una
convivencia política aceptable.
Levingston resultó incapaz de manejar el espacio de negociación que se estaba abriendo.
Hostilizado por el establishment económico, estaba enfrentado con los partidos políticos, con la
CGT y los empresarios nacionales. Los jefes militares apreciaron que Levingston era poco capaz e
encontrar una salida y decidieron su remoción y reemplazo por Lanusse.
Lanusse anunció el restablecimiento de la actividad política partidaria y la próxima
convocatoria a elecciones generales. Las fuerzas armadas optaban por dar prioridad a la salida
política y aspiraban a reconstruir el poder y la legitimidad del estado. Las discrepancias sobre
cómo enfrentar a las organizaciones armadas y la protesta social eran crecientes. Las fuerzas
armadas iniciaron una represión ilegal: secuestro, tortura y desaparición/asesinato de militantes.
Vacilaciones con la política económica, se optó por renunciar a cualquier rumbo y se disolvió el
ministerio de economía. Inflación desatada, fuga de divisas, caída del salario real y desempleo.
Para el gobierno, el centro de la cuestión estaba en el GAN, que empezó siendo una
negociación y se convirtió en un tironeo entre Lanusse y Perón. La propuesta inicial del gobierno:
condena general de la subversión, garantías sobre la política económica, respeto a las normas
democráticas, que se asegurara a las fuerzas armadas un lugar institucional en el futuro régimen.
Lo principal era acordar una candidatura presidencial de transición. Asegurar el lugar de las fuerzas
armadas era imposible. Los otros puntos tenían que ver con la táctica de Perón.
En noviembre de 1971 Perón relevó a Paladino y lo reemplazó por Cámpora. Perón se
propuso conducir la negociación sin renunciar a ninguna de sus cartas. Se hacía cargo del clima
social y político del país, no resignó su papel de referente de la ola de descontento social ni
renunció al apoyo proclamado organizaciones armadas, las alentó y legitimó y cuando se organizó
la juventud peronista, incluyó a su dirigente más notorio: Galimberti. Alentó a la hora del pueblo y
organizó su propio GAN, el frente cívico de liberación nacional.
Lanusse planteó que el acuerdo era condición para las elecciones, imposibilidad de obligar
a Perón a negociar. Lanusse optó por que Perón no sería candidato, a cambio de su
autoproscripción. Perón aceptó las condiciones. Regresó al país, dialogó con los políticos, en
particular con Balbín, sellando el acuerdo democrático. Imagen pacificadora. Organizó su
combinación electoral: el frente justicialista de liberación con partidos menores, impuso la fórmula
presidencial: Cámpora.
La fórmula constituía un desafío y un avala a la contestataria del movimiento, le dio a la
campaña electoral un aire desafiante. Cámpora al gobierno, Perón al poder. Carácter ficticio de la
representación política. Los radicales con la candidatura de Balbín aceptaban el triunfo peronista y
su futuro papel de minoría legitimadora. La juventud peronista constituyó una culminación de la
polarización de la sociedad contra el poder militar.
El clima se prolongó hasta la asunción de Cámpora. La sociedad movilizada y sus dirigentes
escarnecieron a los militantes, transformando la retirada en huida. Liberaron de la cárcel a los
presos políticos condenados por actos de subversión. Las formas institucionales fueron salvadas
por una ley de amnistía. Perón fue identificado como el salvador de la nación.
Este fenómeno tenía que ver con la heterogeneidad del movimiento peronista y con la
decisión y la habilidad de Perón para no desprenderse de ninguna de sus partes. La figura
simbólica de Perón había llegado a reemplazar a su figura real. Para todos, Perón expresaba un
sentimiento general de tipo nacionalista y popular, de reacción contra la reciente experiencia de
desnacionalización y privilegio. El 11 de marzo de 1973 el país votó contra los militares y el poder
autoritario, pero votó por un espacio social, político y también militar en el que los conflictos
todavía debían dirimirse.

1973: Un balance
Para sus protagonistas, las raíces de esos conflictos se hallaban en una economía
exasperante, promesas no cumplidas, frustraciones acumuladas. Sin embargo, la economía del
país tuvo un desempeño medianamente satisfactorio.
Lo más notable: el crecimiento del sector agropecuario pampeano, que se inició a
principios de los sesenta y se prolongó hasta el comienzo de los ochenta. En estos años se abrieron
nuevos mercados para los granos y aceites argentinos.
El sector agrario pampeano se transformó. El estado promovió el cambio aunque no
cambió su política de transferir recursos a la economía urbana. Efectos de la modernización
general de la economía. Fabricación de tractores, cosechadoras y silos, permitió una mecanización
total de la tarea y cambios en las formas del almacenaje y transporte. En la organización de la
explotación fueron introduciéndose criterios empresariales modernos, flexibilización del sistema
de arrendamientos, incorporación a la explotación de empresarios que no poseían tierra. Hacia
1985, final de esta etapa expansiva, la superficie cultivada se había extendido pero la
productividad de la tierra se había duplicado y la mano de obra cuadruplicado.
Crecimiento de las exportaciones de granos y aceites, los mercados de carne continuaron
estancados o en retroceso. Crecieron las exportaciones industriales. El impacto de las crisis cíclicas
disminuyó y el margen para el crecimiento industrial aumentó.
El producto industrial creció luego de la crisis de 1963 y hasta 1975. Parte de ese
crecimiento corresponde a la maduración de muchas de las inversiones realizadas, también
contribuyó a él un conjunto variado de empresas nacionales. Luego de sufrir una fuerte
depuración, se adecuaron a las nuevas condiciones, acomodaron sus posibilidades al espacio que
le dejaban las grandes empresas extranjeras. Aprovecharon el uso de los créditos subsidiados o de
los mecanismos de promoción del estado. En un proceso de maduración, aumentaron su escala e
hicieron un esfuerzo para hacer más eficiente su organización y sus procesos.
La industria se modernizó y se acercó a los estándares internacionales. Su crecimiento se
relaciona con los procesos de concentración y depuración y el aumento de la inversión del estado.
Hubo un crecimiento del mercado interno debido al aumento del empleo industrial y de la
construcción. Los sindicatos conservaron su eficacia en la defensa de sus representados, no valió
para los trabajadores no sindicalizados, de donde provenían muchos de los protagonistas de las
nuevas formas de protesta social.
Hacia 1973, la expansión se acercaba a los límites de la capacidad, que por falta de
inversión privada no había crecido. La conflictividad social no podía ser satisfecha con una
redistribución. La iniciativa para la paz pasaba al estado.
Desde 1955 no habían disminuido los atributos del estado ni su capacidad para definir las
reglas. Por allí pasaban grandes decisiones. Para los empresarios representaba la posibilidad de
ganancias más fáciles y seguras, el control de sus políticas era una cuestión vital.
Nadie controlaba todo el conjunto de sus estructuras. La experiencia de Onganía muestra
esas dificultades para las fuerzas armadas, proclives a identificar su estructura institucional con la
del estado. Los otros actores corporativos solían concluir sus conflictos en empates o bloqueos
recíprocos. El poder conservado por el sindicalismo después de 1955 muestra las frecuentes
alianzas entre dos competidores para sacar beneficio a costa de un tercero o de la comunidad.
A través de la reiterada convocatoria a los sindicalistas, los sectores subordinados tuvieron
acceso al estado y a sus decisiones. Durante el gobierno de Perón, su poder y su voluntad de
controlar aseguraron la disciplina. Después de 1955, la conducción vandorista de los sindicatos fue
para los empresarios una garantía de la desmovilización de los trabajadores y la negociación. La
ruptura de ese equilibrio luego de 1966 mostró el peligro de que resortes del estado cayeran en
manos dudosas. Quienes confiaron en Perón, esperaban que fuera capaz de controlar la
movilización social y disciplinar a quienes apelaran en la puja corporativa a su capacidad de
presión. Debían ser organizados y disciplinados en el estado mismo.
En 1973 había futuro para la escena corporativa. Sobre la escena democrática había
muchas dudas. Los partidos políticos no entusiasmaban. El partido justicialista apenas existía, los
restantes eran un conjunto de direcciones vacías con pocas ideas y escasa capacidad para
representar los intereses de la sociedad. La hora del pueblo no llegó a constituir un espacio de
discusión y negociación, Perón solo la usó como escenario y para garantizar el respeto de las
formas constitucionales. El resto participó con Perón o se limitó a aceptar sus términos,
renunciando a su función de control y alternativa. La idea de democracia, de representación
política de los intereses sociales, de negociación, de constitución colectiva el poder, tenía escaso
prestigio en una sociedad acostumbrada a que cada una de sus partes negociara por separado con
el poder. Los sectores propietarios se sentían más cómodamente expresados por sus
organizaciones corporativas. Los sectores populares no encontraron representación ni voceros.
La ola de movilización contenía un importante elemento de participación pero sus
elementos democráticos se cruzaban con una cultura política espontanea que llevaba a identificar
el poder con el enemigo y la represión. Mientras los partidos políticos carecían de fuerza o
convicción para hacerse oír entre ellos, los activistas formados en matrices del peronismo,
catolicismo o la izquierda, tendieron a acentuar y dar forma a esta cultura espontanea e incluirla
en la lógica de la guerra. Los montoneros tuvieron capacidad para combinar la acción clandestina
con el trabajo de superficie, que realizaron a través de la juventud peronista. Al hacerlo
introdujeron un sesgo en el desarrollo del movimiento popular: lo sometieron a una organización,
cuya estrategia se elaboraba en otras partes y eliminaron todo lo que tenía de espontaneo.
Convertida en parte de una máquina de guerra la movilización popular fue apartada de la
alternativa democrática
La vuelta de Perón
El 25 de mayo de 1973 asumió Cámpora y el 20 de junio retornó al país Perón. Ese día un
enfrentamiento provocó una masacre. El 13 de julio, Cámpora y el vicepresidente Solano Lima
renunciaron, asumió Raúl Lastiri. En septiembre, elecciones y la fórmula Perón-Perón alcanzó el
62% de los votos. El 1 de julio el año siguiente murió Perón e Isabel lo reemplazó hasta que fue
depuesta por los jefes militares.
Perón armó su proyecto sobre tres bases: un acuerdo democrático con las fuerzas
políticas, un pacto social con los grandes representantes corporativos y una conducción más
centralizada de su movimiento. Para que funcionara necesitaba que la economía tuviera un
desempeño satisfactorio y que pudiera reforzarse el poder del estado. Punto débil: los
mecanismos y los instrumentos estaban desgastados y resultaron ineficientes, el control que
Perón podía tener no era pleno. Las fuerzas armadas se mostraban reticentes. El gobierno resultó
corroído por la lucha desencadenada dentro del movimiento. El pacto social funcionó mal y el
democrático funcionó bien y se respetaron los acuerdos pero al final resultó irrelevante, no sirvió
ni para constituir una oposición eficiente ni para suministrar el respaldo necesario para el
mantenimiento del gobierno constitucional.
El programa de reconstrucción y liberación nacional, consistía en un intento de superar las
limitaciones al crecimiento de una economía cuyos rasgos básicos no se pensaba modificar. Perón
recurrió a José Ber Gelbard. Sus objetivos eran intervencionistas, nacionalistas y distribucionistas y
no implicaban un ataque directo a ninguno de los intereses establecidos.
Se esperaba apoyar el crecimiento de la economía en una expansión del mercado interno
y en el crecimiento de las exportaciones. La nacionalización del comercio exterior apuntaba a
asegurar la transferencia de parte de los beneficios al sector industrial, se cuidó de preservar los
ingresos de los sectores rurales. Uno desencadenó un fuerte conflicto pero se trató de continuar
expandiendo las exportaciones industriales a través de convenios especiales.
Las empresas nacionales fueron respaldadas con líneas especiales de crédito y con el
mecanismo del compre argentino en las empresas públicas, para lograr eficiencia y control se
integraron en una corporación de empresas nacionales. Pasaban por el estado: el manejo
centralizado de crédito y el control de precios. El estado aumentó sus gastos a través de obras
sociales e incrementó el número de empleados públicos y de empresas del estado, contribuyó a
activar la economía interna a costa de un déficit creciente.
La clave del programa residía en el pacto social. Mientras Onganía había fracasado en su
intento con la autoridad, Perón recurría a la concertación. El estado debía disciplinar a los actores
combinando persuasión y autoridad. Hubo concertaciones sectoriales y una mayor que estableció
el congelamiento de los precios y la suspensión de las convenciones colectivas.
Los primeros resultados de este programa fueron espectaculares. La inflación se frenó
bruscamente, la coyuntura del comercio exterior permitió superar la situación de la balanza de
pagos, las mejoras salariales y el incremento de gastos del estado estimulaban el aumento de la
actividad interna. Desde 1973 comenzaron los problemas. El incremento del consumo hizo
reaparecer la inflación, el aumento del precio del petróleo encareció las importaciones,
incrementó los costos de las empresas. El mercado común europeo se cerró para las carnes
argentinas. Una crisis habitual pero la resolución clásica estaba vedada. El pacto social debía servir
para repartir los mayores costos, pero las reglamentaciones a las que se apeló revelaron las
dificultades de la persuasión y las crecientes falencias del estado para hacer valer su autoridad.
Los actores del pacto social demostraron escasa capacidad y poca voluntad para cumplirlo.
La CGE lo representaba mal, sus instituciones primarias habían sido forzadas a encuadrarse en ella.
Es probable que por las mismas razones hayan firmado los acuerdos sin mucha convicción,
esperando que el tiempo trajera condiciones mejores. No podían asegurar que sus miembros
cumplieran lo acordado. Los empresarios encontraron maneras de violar el pacto y de manifestar
su escaso entusiasmo.
Perón debía subordinar a quienes lo apoyaban, los sindicalistas carecían de tradición,
instrumentos y objetivos para cogobernar. La movilización de los trabajadores les impedía
negociar con libertad. Antes de que las organizaciones guerrilleras llegaran a tener un papel activo,
las fábricas estuvieron en estado de rebeldía.
La movilización concluía con ventajas salariales, lo que aumentaba la amenaza sobre los
dirigentes nacionales. Perón se dedicó a fortalecerlos. Una modificación de la ley de asociaciones
profesionales reforzó la centralización de los sindicatos, aumentó el poder de sus autoridades y
prolongó sus mandatos. El pacto se fue desgastando, el gobierno tuvo interés en una
renegociación. El 12 de junio Perón convocó a una concentración masiva en la plaza de mayo y
pidió disciplina y amenazó con renunciar.
En la segunda fase del gobierno los actores cambiaron de estrategia. En la CGT se
impusieron los partidarios de la negociación dura, tradición vandorista. Isabel Perón se lanzó a
construir una base propia de poder, rodeada de un grupo de fieles. Se dedicó a parodiar las
fórmulas y gestos de Perón y su política se apartó totalmente de la que él había trazado. Se
propuso homogeneizar el gobierno colocando a amigos en los puestos clave y rompiendo las
alianzas con los militares y empresarios. Provocaron la renuncia de Gelbard y desalojaron a las
cabezas del sindicalismo opositor, la agitación gremial disminuyó de manera considerable en 1975.
En 1975 la crisis económica urgía a tomar medidas drásticas: los problemas de la balanza
de pagos eran muy graves, la inflación estaba desatada y el estado estaba desbordado. El gobierno
debió acceder a la demanda de la CGT y convocó a paritarias. Situación inmanejable. El nuevo
ministro de economía, Celestino Rodrigo, provocó un shock económico al decidir una devaluación
del 100% y un aumento de tarifas y combustibles similar o superior. Sindicalistas volvieron a exigir
en las paritarias y los empresarios concedieron aumentos que llegaban al 200%. La presidenta
decidió no homologarlos, resistencia de los trabajadores, culminó en movilizaciones y un paro
general de 48hs. La CGT encabezaba la acción contra un gobierno peronista. Isabel cedió, Rega y
Rodrigo renunciaron, los aumentos fueron homologados y devorados por la inflación. El gobierno
entró en su etapa final.
La suerte del movimiento popular estaba implícita en las relaciones entre Perón y quienes,
alrededor de montoneros y la juventud peronista, constituían la tendencia revolucionaria del
peronismo. Unidos contra los militares no tenían interés en hacerlas explícitas. Perón cimentaba
su liderazgo en su capacidad de incluir a todos los que invocaran su nombre. Su estrategia de
enfrentamiento con quienes lo expulsaron del poder consistía en utilizar a los jóvenes y a los
sectores que movilizaban para hostigarlos y presentarse como el único capaz de contenerlos.
Montoneros y la juventud peronista aprovecharon su adhesión para insertarse más en el
movimiento popular y servirse de su crecimiento. En la cultura política de estos dos, dos grandes
concepciones: una se apoyaba en la vieja tradición peronista, nacionalista y distribucionista.
Quienes permanecieron fieles a la más profunda y sólida cultura política popular adherían al viejo
estilo político, autoritario, faccioso, verticalista y anticomunista. La otra, arraigó en una parte
importante de los sectores populares e incorporó la crítica radical de la sociedad: liberación o
dependencia. Ambas concepciones se definieron en consignas de batalla: la patria peronista o la
patria socialista. Los montoneros terminaron identificados con la segunda, el sindicalismo y los
grupos de extrema derecha de la primera.
El triunfo de 1973 abrió la lucha por la conducción real y simbólica del movimiento y del
pueblo. Otras líneas revolucionarias dentro del peronismo nunca habían contado con el posible
apoyo de Perón, estaban dispuestas a una guerra larga y de posiciones. Para montoneros el triunfo
abría una lucha por el control del poder y del discurso peronista, concentraron sus energías en
dominar a ambos expulsando a los enemigos y ganando para su causa al propio Perón.
A principios de 1973 los militantes de la tendencia se lanzaron a ocupar espacios de poder
en el estado pero pronto reestablecieron las relaciones de fuerzas reales. A partir de la renuncia
de Cámpora, una a una perdieron las posiciones ocupadas.
Desplazada de las posiciones de poder en el gobierno, la tendencia revolucionaria se lanzó
a la lucha de aparatos. Se trataba de demostrar quien tenía más poder, quien movía más gente y
quien pegaba más duro. En el clima de movilización y enfrentamiento de tendencias, la vieja fiesta
popular dominguera se transformó en una demostración de fuerza, las vanguardias debían exhibir
su capacidad para organizar al pueblo y convertirlo en una máquina de guerra lanzada a la lucha
contra otras falanges igualmente organizadas. En esas jornadas se libraba una batalla real.
La guerra de aparatos se desarrolló bajo la forma de terrorismo y asesinatos. Montoneros
se dedicó a eliminar personajes. Contra ellos se constituyó otro terrorismo, con aparatos
parapoliciales que operaban con el rótulo de acción anticomunista argentina, triple A. Los
asesinatos se multiplicaron, victimas ajenas al combate pero que servían para demostrar poder.
La competencia se desenvolvió en el ámbito del discurso. Los montoneros debieron
enfrentarse con el problema del líder vuelto al país que empezaba a hablar inequívocamente. El
conflicto era público, mientras concentraban toda su artillería en los traidores, reinterpretaron
hasta donde era posible la palabra de Perón, sosteniendo que se trataba de desvíos tácticos, un
líder que no los desautorizaba en forma explícita, elaboraron la teoría del cerco que impedía a
Perón conocer la verdadera voluntad de su pueblo y se aferraron a la imagen de una evita
montonera. El 1 de mayo de 1974 se llegó a la ruptura: al abandonar una plaza de donde Perón los
expulsaba, renunciaban a hablar en nombre del movimiento.
Optaron por volver a la vieja táctica y pasaron a la clandestinidad. Asesinatos, secuestros,
intervención en conflictos sindicales y acciones militares pero fracasadas. Los siguió el ERP, creció
la represión clandestina. Desde febrero de 1975 el ejército convocado por la presidenta, asumió la
tarea de reprimir la guerrilla. Genocidio en marcha.
El gobierno peronista se acercaba a su final. El rodrigazo había desatado una crisis
económica imposible de dominar, preparó la crisis política. En julio de 1975 ni las fuerzas armadas
ni los grandes empresarios hicieron nada para respaldar a la presidenta. Los empresarios cedieron
a los reclamos de los sindicalistas. Rotos los acuerdos que había construido Perón, los grandes
empresarios se separaron de la CGE y atacaron al gobierno. Cuando López Rega cayó en desgracia,
comenzaron a prepararse para el golpe. Videla se negaba a respaldar políticamente al gobierno en
crisis, puso plazos, esperó que la crisis económica y la política sumadas consumaran su deterioro y
preparó su reemplazo.
Renuncian López Rega y Rodrigo, Ítalo Luder reemplazó brevemente a Isabel. Cafiero
intentó capear la crisis pero la inflación desatada, la fuerte recesión y desocupación, hicieron
imposible restablecer el acuerdo entre gremialistas y empresarios. El congreso, del que se
esperaba que encontrara el mecanismo para remover a la presidenta, tampoco pudo reunir el
respaldo necesario. El retorno de Isabel a la presidencia clausuró la posibilidad y agravó la crisis
política que, sumada a la económica, creó una situación de tensión insoportable y una aceptación
anticipada de cualquier salida. La caída de Isabel era inevitable, prefirieron evitar divisiones
acompañándola hasta el fin. El 24 de marzo de 1976 los militares la depusieron y arrestaron.

El proceso 1976-1983
El 24 de marzo de 1976, la junta de comandantes en jefe se hizo cargo del poder, dictó los
instrumentos del proceso de reorganización nacional y designó presidente a Videla. En 1981 fue
reemplazado por Viola, quien renunció a fines de ese año. Su sucesor, Galtieri, renunció a
mediados de 1982, luego de Malvinas. Bignone convocó a elecciones en 1983 y entregó el mando
a Alfonsín.

El estado terrorista
El caos creo las condiciones para la aceptación de un golpe de estado que prometía
restablecer el orden y asegurar el monopolio estatal de la fuerza. La propuesta de los militares
consistía en eliminar de raíz el problema: la sociedad y sus conflictos.
Operación integral de represión planeada por la conducción de tres armas en todo el país.
Lo estableció la justicia. Los mandos militares concentraron toda la acción y los grupos
parapoliciales se disolvieron o subordinaron a ellos. Las tres ramas se asignaron diferentes zonas
de responsabilidad y hasta mantuvieron cierta competencia.
Los oficiales superiores no desdeñaron participar personalmente en tareas de ejecución.
Compromiso colectivo. La ejecución requirió un complejo aparato administrativo. La represión fue
una acción sistemática realizada desde el estado.
Se trató de una acción terrorista clandestina, dividida en cuatro momentos: el secuestro,
la tortura, la detención y la ejecución. Para los secuestros operaban de noche, en los domicilios.
También fueron realizados en fábricas, lugares de trabajo, en la calle. Al secuestro seguían el
saqueo de la vivienda.
El primer destino del secuestrado era la tortura, sistemática y prolongada. La picana, el
submarino, las violaciones sexuales, servían para lograr la denuncia de compañeros, lugares,
operaciones, quebrar la resistencia del detenido, anular sus defensas, destruir su dignidad y su
personalidad. Muchos morían, los sobrevivientes iniciaban una detención prolongada en centros
clandestinos. La administración y el control de estos centros da idea de la complejidad de la
operación y de la cantidad de involucrados. Victimas mal alimentadas, sin atención médica,
siempre encapuchadas, embarazadas dieron a luz y los secuestradores se apropiaron de sus hijos o
los entregaron. El destino final era el traslado, su ejecución.
Esta era la decisión más importante, se tomaba después de un análisis de los antecedentes
o utilidad. Todas las ejecuciones fueron clandestinas. A veces los cadáveres aparecían en la calle,
dinamitaron pilas de cuerpos, pero la mayoría de los casos los ocultaban, enterrados como
desconocidos, quemados o arrojados al mar luego de ser adormecidos. De ese modo no hubo
muertos, sino desaparecidos.
Fue una masacre. Alrededor de nueve mil casos, muchos otros no denunciados. Las
organizaciones defensoras de los derechos humanos reclamaron por 30mil desaparecidos, en su
mayoría jóvenes de entre 15 y 35 años. Montoneros siguió operando limitado a acciones
terroristas desvinculados de su anterior práctica. Su conducción y sus cuadros emigraron a México,
desde allí organizaron atentados y otras operaciones, que terminaron de manera catastrófica.
Cuando la amenaza de las organizaciones ya había disminuido, la represión continuó. Algunos
tenían relaciones indirectas con las organizaciones armadas, muchos cayeron por la razón de ser
parientes de alguien, figurar en una agenda o haber sido mencionados en una sesión de tortura.
Con el argumento de enfrentar y destruir a las organizaciones armadas, la operación procuraba
eliminar todo activismo, protesta social, expresión de pensamiento crítico. Los resultados fueron
los buscados.
El verdadero objetivo eran los vivos, la sociedad que debía ser controlada y dominada por
el terror y la palabra. El estado se desdobló: una parte, clandestina y terrorista de represión sin
responsables eximida de responder reclamos. La otra, pública, apoyada en un orden jurídico
silenciaba cualquier otra voz. Fue clausurada la expresión pública de opiniones. Los partidos y la
actividad política, los sindicatos y la actividad gremial quedaron prohibidos. Los medios de prensa
fueron censurados, se impedía cualquier mención del terrorismo estatal y sus víctimas. Solo
quedaba la voz del estado.
Su discurso retomó dos motivos tradicionales y los desarrolló hasta las consecuencias. El
adversario, la subversión apátrida sin derecho a voz o a existencia, que podía y merecía ser
exterminada. Contra la violencia se argumentó en favor de un orden que era violento y autoritario.
El terror cubrió a la sociedad. Clausurados los espacios, cada uno quedó solo e indefenso
ante el estado, una sociedad inmovilizada y sin reacción, se impuso la cultura del miedo. Algunos
no aceptaron y emigraron o se refugiaron en un exilio. La mayoría aceptó el discurso estatal,
justificando que por algo será o se refugió en la ignorancia de lo que sucedía.

La economía imaginaria: inflación y especulación


La transformación fue conducida por Alfredo Martínez de Hoz, ministro de economía
durante la presidencia de Videla. Cuando asumió, debía enfrentar una crisis cíclica aguda
complicada por la crisis política y social y el desafío de las organizaciones armadas al poder del
estado. En su diagnóstico, la inestabilidad política y social crónica nacía de la impotencia del poder
político ante los grandes grupos corporativos que se enfrentaban generando desorden y caos o se
unían para beneficiarse. Se trataba de encontrar la fórmula del orden y de la seguridad. Se buscó
solucionar los problemas que la economía ponía a la estabilidad política.
El estado intervencionista, benefactor y prebendario era el gran responsable del desorden
social, el mercado parecía capaz de disciplinar a todos los actores. Al final de la transformación de
Martinez de Hoz, el poder económico se concentró en un conjunto de grupos empresarios,
acapararon las prebendas estatales y redujeron los márgenes de la puja corporativa. Requirió de
una fuerte intervención del estado para reprimir y desarmar a los actores del juego corporativo,
para imponer las reglas que facilitaran el crecimiento de los vencedores y para trasladar hacia ellos
los recursos de la sociedad.
La conducción económica debía durar en el poder un tiempo suficiente como para que los
cambios fueran irreversibles.
Martinez de Hoz contó con un fuerte apoyo de los organismos internacionales y los bancos
extranjeros y del sector más concentrado del establishment local. La relación con los militares fue
compleja, divisiones en apoyos, críticas y bloqueos a su gestión. Fue una relación conflictiva. Los
militares juzgaban que el control de los sindicatos y la reducción de los ingresos laborales debían
equilibrarse con el mantenimiento de un nivel elevado de empleo, defendieron la pervivencia de
las empresas estatales. Los empresarios no conformaron un frente unificado. Su triunfo principal
fue haber colocado durante años a la economía en una situación de inestabilidad tal que un
cambio garantizaba una catástrofe. Cuando esto dejó de funcionar, la concentración y el
endeudamiento habían creado los mecanismos para asegurar la continuidad de sus políticas.
Luego de intervenir la CGT y los principales sindicatos, suprimir las negociaciones
colectivas y prohibir las huelgas, se congelaron los salarios que en 1976 cayeron. Con la ayuda de
los créditos externos, la crisis se superó sin desocupación.
Desde mediados de 1977 grandes reformas. La reforma financiera eliminó la regulación
estatal de la tasa de interés y se permitió la proliferación de bancos e instituciones financieras. El
estado no dispuso de créditos subsidiados. Las ofertas para los inversores se diversificaron, la
competencia entre las instituciones financieras mantuvo elevada la tasa de interés y la inflación,
que nunca pudieron reducir. El estado garantizaba los títulos que emitía y los depósitos a plazo
fijo, ante una eventual quiebra se devolvía el depósito a los ahorristas, llevó al sistema a la ruina.
La segunda gran modificación se produjo con la pauta cambiaria. Se trató de fortalecer la
previsibilidad cambiaria y reducir por pasos la inflación. El gobierno fijó una tabla de devaluación
mensual del peso, decreciente hasta llegar a cero. La inflación subsistió y el peso se revaluó de
modo considerable respecto del dólar. Una inundación de productos importados afectó a la
industria local.
El flujo de dólares fue común pero en Argentina lo estimuló la posibilidad de tomarlos y
colocarlos en el mercado financiero local, aprovechando las tasas de interés internas y la garantía
sobre el precio de recompra de dólares. Hubo mucho dinero en circulación, pero la tablita no
redujo ni las tasas de interés ni la inflación, la sobrevaluación del peso anticipaba una devaluación.
En el sector financiero, mayores beneficios. Muchas empresas compensaron sus
quebrantos operativos con ganancias en la actividad financiera, muchos bancos se convirtieron en
el centro de una red de empresas endeudadas con ellos y compradas a bajo precio. Muchas
tomaron créditos en dólares y los colocaron en el circuito financiero, para devolverlos recurrieron
a nuevos créditos. Cadena de felicidad que en un momento se cortó.
Principios de 1980. Muchas empresas tuvieron problemas, aumentaron las quiebras y los
acreedores financieros, infinidad de créditos incobrables, buscaron salir del aprieto ofreciendo
tasas más altas para captar más depósitos. En marzo, el banco central decidió la quiebra del banco
privado más grande y de otros tres importantes.
El problema financiero siguió agravándose, hasta el fin del gobierno militar la crisis fue
constante. En marzo de 1981 debía asumir Viola, Martinez de Hoz dejaría el ministerio y cesaría la
vigencia de la tablita, fue anticipado por una masiva emigración de dólares. El gobierno tuvo que
abandonar la paridad cambiara sostenida. A lo largo de 1981 el peso fue devaluado en un 400% y
la inflación llegaba al 100% anual. El estado en 1982 se hizo cargo de la deuda externa de las
empresas, aumentando su propio endeudamiento.

La economía real: destrucción y concentración


La idea de que el crecimiento económico y el bienestar se asociaban con la industria y el
mercado interno fue abandonada. Se optó por premiar la eficiencia y la capacidad para competir
en el mercado mundial.
La estrategia centrada en el fortalecimiento del sector financiero, en la apertura y en el
endeudamiento benefició a actores individuales privilegiados. La industria sufrió la competencia
de los artículos importados, el encarecimiento del crédito, la supresión de mecanismos de
promoción y la reducción del poder adquisitivo de la población. El producto industrial cayó y
también la mano de obra ocupada. Muchas plantas cerraron. Los sectores más antiguos e
ineficientes fueron barridos por la competencia, también resultaron golpeados los nuevos. Se
producía en el mundo un avance tecnológico muy fuerte, la brecha que separaba a la Argentina de
esa vanguardia volvió a ensancharse de manera irreversible. Crecieron y se beneficiaron las
grandes empresas elaboradoras de bienes intermedios. Para ellas se mantuvieron los antiguos
beneficios y promociones y se agregaron nuevos para favorecer las exportaciones.
En 1981 el sector agropecuario estaba en una situación crítica. Sus ingresos influían menos
en la economía general. Se volcaron al sector financiero, local o externo. La caída de los precios
internacionales de cereales prolongó su crisis.
El sector industrial perdió mucha mano de obra, la desocupación fue escasa.
Transferencias de trabajadores de la industria hacia los servicios. La mayor expansión se produjo
en la construcción y en obras públicas. A partir de 1981 la crisis, la inflación y la recesión hicieron
descender la ocupación y el salario real.
La principal consecuencia de la transformación había sido una fuerte concentración
económica. El principal papel no correspondió a las empresas extranjeras. No hubo nuevas
instalaciones. Los empresarios locales tenían ventaja, crecieron grandes grupos locales,
directamente ligados a un empresario o a una familia empresarial exitosos. El establishment
económico adquirió una nueva fisonomía.
Los conglomerados empresariales combinaron actividades industriales, de servicio,
comerciales y financieras por la búsqueda de distintos negocios de rápido rendimiento. Contaron
con un banco o institución financiera que les permitió manejarse en forma independiente. Muchos
desaparecieron luego de 1980. Sobrevivieron los que compraron empresas en dificultades. Lo
decisivo fue establecer en torno a alguna de las empresas una relación privilegiada con el estado.
En los años de Martinez de Hoz, contrató a empresas pertenecientes a estos grupos. Las
empresas del estado adoptaron como estrategia privatizar parte de sus actividades. Se
beneficiaron primero con las condiciones pactadas y luego con el mecanismo de ajustar los costos
al ritmo de la inflación que terminaba significando un beneficio mayor que el de la obra misma.
Grupos crecieron a costa de un estado que había pasado de la promoción general de
algunos sectores de la economía a la prebenda individualizada. Acumularon fuerza y se
convirtieron en los nuevos tutores del estado.

Achicar el estado y silenciar a la sociedad


La reducción de funciones del estado, su conversión en subsidiario, fue uno de los
propósitos de Martinez de Hoz. Su propuesta suscitó un fuerte rechazo de las fuerzas armadas
pero obtuvo una victoria argumentativa cuando logró ensamblar la prédica de la lucha
antisubversiva con el discurso contra el estado y el industrialismo.
Empresarios combinaban un liberalismo declarativo con la convicción de que el estado
debía proteger y subvencionar a cada uno de ellos. Muchos militares adherían a las ideas
nacionalistas y dirigistas, otros aspiraban a sumarse a los beneficiarios, pero ambos coincidían en
el mantenimiento de las empresas públicas y en el desarrollo de emprendimientos estatales.
En un punto coincidían quienes querían aplicar el liberalismo antiestatista ortodoxo y
quieres aspiraban a monopolizar sus beneficios: eliminar aquellos dispositivos estatales que
limitaban el uso discrecional del estado por el gobierno. Los militares defendieron la supervivencia
de las empresas del estado y toleraron el sobreempleo y su íntima degradación. Las bajas tarifas
que se establecieron crearon un desastre financiero. La privatización periférica realizada sin
control ni regulación permitió crecer a su costa a los competidores privados. Se endeudaron y
deterioraron las empresas de servicios, al mismo tiempo el estado se hacía cargo de empresas y
bancos por obra de su política económica.
Se trataba de achicar el estado. Los resultados fueron los contrarios. Antes de estimular la
eficiencia, el estado premió a los que sabían obtener de él distintos tipos de prebendas. El gasto
público creció en forma sostenida, alimentado con la emisión y el endeudamiento externo. Los
espacios para las negociaciones se multiplicaron, las tres fuerzas armadas se repartieron la
administración del estado y la ejecución de las obras públicas.
El estado se vio afectado de forma profunda. El proceso de reorganización nacional supuso
la coexistencia de un estado terrorista clandestino, encargado de la represión, y otro visible, sujeto
a normas establecidas por las autoridades pero que sometían sus acciones a una juridicidad. La
distinción no se mantuvo, el estado ilegal fue corrompiendo al conjunto de instituciones del
estado y su organización jurídica.
La autoridad del presidente resultó diluida y limitada por los jefes de las tres armas. El
estatuto del proceso y las actas institucionales complementarias crearon la junta militar con
atribuciones para designar al presidente controlar una parte importante de sus actos. También se
creó la comisión de asesoramiento legislativo, para discutir las leyes integrada por tres
representantes de cada arma que obedecían ordenes de sus mandos. Cada uno de los cargos
ejecutivos, el manejo de las empresas y demás dependencias, fue objeto del reparto entre las
fuerzas. Quienes los ocupaban dependían de una doble cadena de mandos: el estado y de su
arma, el conjunto pudo asimilarse a la anarquía.
La misma anarquía existió respecto de las normas legales que el gobierno daba. Se
prefirieron las normas legales omnicomprensivas y se otorgaron facultades amplias a los órganos
de aplicación y se toleró su permanente violación e incumplimiento. Contaminado por el estado
terrorista clandestino, no hubo límites normativos para el ejercicio del poder. La corrupción se
extendió a la administración pública: los criterios de arbitrariedad fueron asumidos por
funcionarios inferiores, convertidos en autócratas sin control ni capacidad para controlar.
La reorganización no se limitó a suprimir los mecanismos democráticos constitucionales o
a alterar las instituciones republicanas. Desde dentro se realizó una revolución contra el estado,
afectando la posibilidad de ejercer las funciones de regulación y control básicas.
La fragmentación del poder, las tendencias centrífugas y la anarquía derivaban de la
división del poder entre las tres fuerzas, al punto de no existir una instancia superior a ellas que
dirimiera los conflictos. Videla y Viola respaldaban a Martínez de Hoz pero reconocían la necesidad
de encontrar en el futuro alguna salida política.
Otro grupo afirmaba que la dictadura debía continuar y que la represión debía llevarse
hasta sus últimas consecuencias. Figuras destacadas: Menendez y Suarez Mason. En conflicto
permanente con el comando del arma, Menendez se insubordinó varias veces y de manera
explícita, en 1979 se forzó su retiro.
El tercer grupo lo constituyó la marina de guerra, su comandante Emilio Massera, se
propuso encontrar una salida política que lo llevara a él mismo al poder. Desarrolló siempre un
juego propio, jaqueó a Videla para acotar su poder y tomó distancia de Martínez de Hoz. Se
preocupó por lograr adhesión popular al gobierno: el mundial y el conflicto con chile. Cuando pasó
a retiro, montó una fundación de estudios políticos, un diario propio, etc.
El grupo de Videla y Viola fue avanzando gradualmente en el control del poder pero en
1979 Massera triunfó cuando logró que se separaran las funciones de presidente de la nación y de
comandante en jefe el ejército. El desplazamiento de Menendez fue un triunfo de Videla, aunque
Viola pasó a retiro y fue reemplazado por Galtieri. En 1980 Videla pudo imponer la designación de
Viola como su sucesor.
La política de orden empezó fracasando con las propias fuerzas armadas, la corporación
militar se comportó de manera indisciplinada y facciosa, poco hizo para mantener el orden que
pretendía imponer a la sociedad. Durante cinco años lograron asegurar una paz relativa debido a
la escasa capacidad de respuesta. Hacia el fin del periodo de Videla, las voces de protesta
comenzaron a elevarse.
Los empresarios apoyaron el proceso a distancia, había desconfianzas recíprocas: los
militares atribuían a los empresarios parte de la responsabilidad del caos social y éstos estaban
divididos en sus intereses. Las voces corporativas criticaban aspectos específicos de las políticas
que las afectaban y algunas generales pero carecían de unidad y fuerza para presionar en
conjunto, solo empezaron a hacerlo cuando el régimen militar dio signos de debilidad y disposición
a la apertura. Viola buscando tomar distancia de la política de Martínez de Hoz convocó a los
voceros de los grandes sectores empresarios y los integró a su gabinete, pero esa participación
concluyó con su caída. Los empresarios sacudidos por la crisis fueron integrando el frente
opositor.
La represión afectó a los activistas y a dirigentes que fueron encarcelados. Las principales
fábricas fueron ocupadas militarmente, hubo listas negras y control ideológico. La CGT y la
mayoría de los grandes sindicatos fueron intervenidos. Suprimieron el derecho a huelga y las
negociaciones colectivas, los sindicatos fueron separados del manejo de las obras sociales.
El gobierno mantuvo una mínima comunicación con los sindicalistas. Éstos se agruparon
en dos tendencias: los dialoguistas y los combativos. En 1979, los combativos realizaron un paro
general de protesta, que los dialoguistas no acataron, concluyó con la prisión de la mayoría de los
dirigentes. A fines de 1980 los combativos reconstruyeron la CGT. En 1981 se realizó una nueva
huelga general con consecuencias similares y una marcha obrera reclamando pan paz y trabajo.
Las huelgas parciales se hicieron más frecuentes e intensas.
La iglesia al principio tuvo una actitud complaciente y el estado estableció una asociación
estrecha con la jerarquía eclesiástica. Esta aceptó los asesinatos de varios religiosos, calló
cualquier crítica e hizo poco por quienes reclamaron ayuda. Pero en forma progresiva se propuso
renunciar a la injerencia directa en las cuestiones sociales y políticas y consagrarse a la
evangelización de una sociedad excesivamente secularizada. El documento iglesia y comunidad
nacional de 1981 indicó la opción de la iglesia por la democracia, su apartamiento del régimen
militar y su vinculación con los crecientes reclamos de la sociedad.
El más notable, el de los derechos humanos. En medio de la represión, un grupo de
madres de desaparecidos empezó a reunirse en la plaza de mayo. Marchaban con la cabeza
cubierta por un pañuelo blanco, reclamando la aparición de sus hijos. Atacaron el centro del
discurso represivo y empezaron a conmover la indiferencia de la sociedad. Se convirtieron en la
referencia de un movimiento de asociaciones defensoras de los derechos humanos y fueron
instalando una discusión pública. Desde fines de 1981 los militares se vieron obligados a dar
respuesta. Mostraron diferencias y contradicciones, la opinión pública comenzaba a reaparecer.
La prohibición política terminó en 1981. Los dispersos grupos de derecha fueron
convocados para constituir una fuerza política oficialista por el propio gobierno, mientras
peronistas y radicales entablaban conversaciones con oros partidos que culminaron con la
constitución de la multipartidaria. Esta organización no tenía mayor vitalidad que la de los partidos
que la integraban, Balbín que animó este intento, falleció en 1981 poniendo en evidencia la
vacancia de dirección política. Los partidos se comprometían a no colaborar con el gobierno en
una salida electoral condicionada ni a aceptar una democracia sometida a la tutela militar.

La guerra de Malvinas y la crisis del régimen militar


Desde 1980 los dirigentes del proceso discutían la salida política. Les preocupaba la crisis
económica, el aislamiento, la opinión internacional y los enfrentamientos que dificultaban los
acuerdos. Las disidencias se manifestaron con la designación de Viola, se agudizaron hasta su
asunción y maduraron con la decisión del presidente de modificar el rumbo de la política
económica.
Viola procuró aliviar la situación de los empresarios locales y trató de concertar la política
económica incorporándolos al gabinete. Tomó contacto con políticos pero no logró organizar
ningún apoyo consistente ni atenuar la crisis económica. A fines de 1981 la enfermedad de Viola
dio lugar para su reemplazo por Galtieri.
Galtieri se presentó como el salvador del proceso, el dirigente capaz de conducirlo a un
final victorioso. Se manifestó dispuesto a alinear el país con EEUU y a apoyarlo en la guerra que
libraba en América Central. Contribuyó con asesores y armamentos y obtuvo el levantamiento de
las sanciones que se habían impuesto al país por las violaciones de los derechos humanos.
Designado presidente, se lanzó a la política activa e intentó armar un movimiento en el
que los amigos políticos sustentaran su propio liderazgo, mientras anunciaba una futura
institucionalización. Su ministro de economía, Roberto Alemann, definió sus prioridades: la
desinflación, la desregularización y la desestatización. La recesión se agudizó, anunció un plan de
privatizaciones que suscitó oposición. Galtieri chocó pronto con resistencias.
Lanzó el plan de ocupar las islas Malvinas como la solución para los problemas el gobierno.
Argentina reclamaba esas islas desde 1833. Desde la perspectiva de los militares, una acción
militar para recuperar las islas permitiría unificar a las fuerzas armadas tras un objetivo común y
ganar la legitimidad ante una sociedad disconforme.
Diversas fantasías acuñadas en el imaginario de la sociedad se sumaban a la fantasía de
entrar en el primer mundo mediante una política exterior fuerte. La agresión a Chile fue
desplazada hacia Gran Bretaña. Ya en 1977 la marina había planteado la propuesta de ocupar las
islas. La idea era sencilla y atractiva. Luego del golpe se contaba con el apoyo estadounidense y la
reacción de Gran Bretaña, que admitiría la ocupación a cambio de todas las concesiones y
compensaciones necesarias. En ninguna de las hipótesis entraba la posibilidad de una guerra.
El 2 de abril de 1982 las fuerzas armadas desembarcaron y ocuparon las Malvinas. El hecho
suscitó un amplio apoyo, todas las instituciones de la sociedad manifestaron su adhesión. El
gobierno había obtenido una victoria política al identificarse con una reivindicación de la sociedad
arraigada en un profundo sentimiento. La sociedad se alegraba de haber ganado una batalla y se
disponía a avanzar si era necesario hacia una guerra. Si triunfaban, los militares habrían saldado
sus deudas con la sociedad, al precio de conceder libertad para que se expresaran.
La reacción fue dura en Gran Bretaña, se alistó una fuerza naval de importancia e iniciaba
su marcha hacia las Malvinas. Gran Bretaña obtuvo la solidaridad de la comunidad europea y el
apoyo del consejo de seguridad de las naciones unidas, que declaró a Argentina nación agresora y
exigió el retiro de las tropas. El bloque latinoamericano era solidario en lo declarativo pero de
poco peso militar.
El gobierno suponía que luego del hecho la cuestión se resolvería por medio de una
negociación, la reacción inglesa resultó inesperada. Estados Unidos trató de encontrar una salida
negociada. El gobierno estuvo dispuesto a aceptar distintas condiciones, siempre que Gran
Bretaña se comprometiera a reconocer la soberanía argentina sobre las islas, lo que era
inaceptable para los británicos. El gobierno militar tampoco podía resignar lo que había
proclamado como su objetivo fundamental. En los términos que ellos mismos habían planteado,
cualquier otro equivalía a una derrota.
El gobierno argentino fue víctima de un aislamiento diplomático creciente. Intentó
presionar a EEUU, mantuvieron su respaldo a la Argentina pero de una manera amplia y general,
que no implicó un compromiso militar. Luego de intentar convencer a la junta militar y en
momentos en que empezaba el ataque británico a las islas, EEUU abandonó su mediación y ofreció
apoyo a Gran Bretaña.
En los últimos días de abril la fuerza británica recuperó las islas Georgias. En mayo
comenzaron los ataques aéreos a las Malvinas y un submarino hundió un crucero argentino lejos
de la batalla, la flota argentina opto por alejarse definitivamente del frente de guerra.
Un cambio en la opinión pública. Empezaron a aparecer voces críticas: algunos reclamaban
contra el alineamiento con regímenes comunistas, otros exigían profundizar los aspectos
antiimperialistas del conflicto. Raúl Alfonsín propuso la constitución de un gobierno civil de
transición, el tema del país luego de la guerra se instaló en la opinión pública y reafirmó a los
militares en su convicción inicial: no había otra salida que la victoria.
El 29 de mayo se libró un combate importante donde cientos de argentinos se rindieron. El
10 de junio Galtieri pudo dirigirse por última vez a la gente reunida en la plaza de mayo, días
después llegó el papa Juan Pablo II para preparar los ánimos ante la inminente derrota. La
rendición se produjo el 14 de junio, 74 días después de iniciado el conflicto, dejó más de 700
muertos o desaparecidos y casi 1300 heridos. Los gobernantes convocaron al día siguiente al
pueblo a la plaza de mayo solo para reprimir de forma violenta a aquellos que no podían entender
ni admitir la rendición. Los generales exigían a Galtieri su renuncia.

La vuelta a la democracia
La derrota agudizó la crisis del régimen miliar e hizo públicos los conflictos disimulados. Se
culpó a la junta militar de la derrota, cuyos miembros fueron enjuiciados y condenados. En medio
de un conflicto entre las tres fuerzas, fue designado presidente Bignone, quien logró un consenso
mínimo para un programa de institucionalización.
El gobierno se proponía negociar la salida electoral. Se intentó lograr el acuerdo de los
partidos para una serie de cuestiones. La propuesta de los militares fue rechazada por la opinión
pública y por los partidos que convocaron una marcha civil en defensa de la democracia. El
gobierno fijó la fecha de elecciones para fines de 1983.
El gobierno era incapaz de controlar el aparato represivo. Tampoco podían tomar
compromisos, las fuerzas armadas habían entrado en estado deliberativo. Los militares debían
enfrentarse con su fracaso como administradores de un país desquiciado. Una sociedad que se
enteraba de la existencia de enterramientos de personas desconocidas, de centros clandestinos de
detención, de una historia de la que pocos habían querido saber.
La sociedad despertaba voces hasta entonces poco escuchadas, militantes de las
organizaciones de los derechos humanos y las de las madres de plaza de mayo. Su manera de
desafiar el poder militar se combinaba con una forma original de activismo. Las marchas de los
jueves se convirtieron en marchas por la vida. Las organizaciones de derechos humanos
impusieron a toda la práctica política una dimensión ética, un sentido del compromiso y una
valoración de los acuerdos básicos de la sociedad por encima de las afiliaciones partidarias.
Empezaron a aparecer nuevos protagonistas sociales. La crisis económica generó motivos
movilizadores: quienes reclamaron cuestionaban la política económica, la clausura de lo público.
En otros casos fue todo un fragmento de sociedad el que se organizó para reclamar y buscar
soluciones. El nuevo activismo social se manifestó en campos diversos, renació en las
universidades y en las fábricas.
La sociedad experimentaba una nueva primavera: el enemigo común estimulaba la
solidaridad y alentaba una organización y una acción de la que se esperaban resultados concretos.
A fines de los años sesenta había un repudio total de la violencia o forma de guerra, también una
confianza menor en la posibilidad de encontrar una solución, única, radical y definitiva.
La movilización sindical fue intensa: los sindicalistas sacaron a la gente a la calle para
reclamar contra la crisis económica y en favor de la democracia. Hubo una serie de paros
generales y abundantes huelgas parciales en las que se destacaron los gremios estatales. Los
sindicalistas pusieron sus mejores esfuerzos en la normalización, que negociaron con el gobierno
combinando la presión y el acuerdo. Las distintas fracciones coincidieron en este objetivo. Su
acción movilizadora confluyó en la recuperación de la democracia.
La democracia fue en primer lugar una ilusión. Luego de la crisis económica y la derrota
militar, aparecía para superar desencuentros y frustraciones, sería una fórmula de convivencia
política y la solución de los problemas concretos. La afiliación a los partidos políticos fue masiva.
Las movilizaciones en defensa de la democracia eran la expresión de una voluntad colectiva:
mostrarse y reconocerse como integrantes de la civilidad.
La afiliación masiva transformó a los partidos políticos. Amplio deseo de participación y se
animaron los comités, se renovaron los cuadros dirigentes. Los viejos se vieron desafiados por
otros que habían planteado posiciones discrepantes, la renovación fue amplia e integral.
El peronismo empezó a convertirse en un aceptable partido. La cuestión del verticalismo
quedó postergada y el partido combinó la organización territorial con la sindical.
El radicalismo se renovó por impulso de Alfonsín, que en 1972 había creado el movimiento
de renovación y cambio para disputarle el liderazgo a Balbín. Se distinguió del resto de los
políticos, criticó a los militares, asumió la defensa de detenidos políticos y el reclamo por los
desaparecidos. Desde el fin de la guerra su ascenso fue vertiginoso. Hizo de la democracia su
bandera, la combinó con un conjunto de propuestas de modernización de la sociedad y el estado,
una reivindicación de los aspectos éticos de la política y un discurso ganador que atrajeron a una
masa de afiliados y simpatizantes.
Radicales y peronistas cosecharon apoyos y dejaron poco espacio para otros partidos. A la
derecha fue difícil unificar las fuerzas. A la izquierda, el partido intransigente logró reunir un
amplio y heterogéneo espectro de simpatizantes que eran reacios al dirigente radical.
Los partidos tuvieron dificultades para dar completa cabida a las múltiples demandas y no
llegaron a constituir plenamente un espacio de negociación de los intereses. Las organizaciones de
derechos humanos fueron cada vez más intransigentes en un reclamo (la aparición con vida y el
juicio y castigo a los responsables) que los partidos intentaban traducir en términos aceptables
para el juego político.
Las formas de hacer política del pasado reciente dejaban paso a otras en las que se
afirmaba el pluralismo, el respeto de las formas institucionales y una subordinación de la práctica
política a la ética. Se valoró la eficacia de este instrumento. Se puso el acento en el consenso
alrededor de las reglas y en la acción conjunta para la defensa del sistema. La combinación de la
valoración de la civilidad con un fuerte voluntarismo derivó en un cierto facilismo, en una
democracia boba, aséptica y conformista.
La civilidad vivió plenamente su ilusión y acompañó al candidato. El peronismo encaró su
campaña con mucho del viejo estilo. Alfonsín recurrió a la constitución. Agregó una apelación a la
transformación de la sociedad, que definía como moderna, laica, justa y colaborativa. Estigmatizó
al régimen militar. Aseguró que la democracia podía resolver los problemas de largo plazo,
satisfacer la masa de demandas acumuladas y prestas a plantearse. La mayoría de la sociedad le
creyó y el radicalismo superó al peronismo.

El terrorismo de estado
Introducción al concepto de terrorismo
El terrorismo es un concepto que hace referencia al uso de la violencia para obligar a un
gobierno o tomar decisiones en favor de quien ejecuta la acción terrorista. Este concepto tiene
fuertes connotaciones políticas y un alto contenido emocional entre la población. No siempre el
uso de la violencia implica un acto terrorista. Cuando se usa el terrorismo como herramienta de
acción política no se tienen en cuenta las leyes ni los derechos humanos. El grupo que utiliza
métodos terroristas considera que su causa justifica toda acción por más cruel y sanguinaria que
sea. El terrorismo busca a través de la utilización del terror conseguir objetivos que consideran que
por otra vía no serán posibles de alcanzar.

El terrorismo de estado
El terrorismo de estado es un tipo especial de terrorismo. Su protagonista, el terrorista, en
este caso sería el estado. Son producto de un plan sistemático y planificado para lograr objetivos
vinculados con el poder.
El estado al violar las leyes contradice su propia existencia porque uno de los objetivos del
estado es proteger y velar por la seguridad de la sociedad. La sociedad delega en el estado
poderes especiales para usar en función defensiva o garantizar el cumplimiento de la ley. La
sociedad reconoce al estado el uso monopólico de la violencia legítima como instrumento y
atributo propio de su condición estatal.
La policía puede usar armas, un ciudadano debe conseguir permisos especiales del estado
para hacerlo. Los cuerpos de seguridad pueden matar, allanar y detener. Los ciudadanos no,
excepto en situaciones muy particulares y límites.
La sociedad reconoce ese poder como legítimo siempre y cuando esté regulado por la ley.
El ejercicio abusivo del poder puede llevar a que desde el estado se utilicen distintos tipos de
acciones violentas y represivas al margen de lo que establecen las leyes. En muchos casos
obstaculiza la actividad judicial para lograr impunidad ante posibles acciones ilegales.
En muchos casos, los ejemplos de terrorismo de estado surgieron como forma de combatir
a grupos terroristas que amenazaban el predominio del estado. En esos casos, argumentan que no
se trata de una guerra convencional y por eso las formas usuales de guerra tampoco son utilizadas.
El estado al realizar acciones que violan la ley utiliza los procedimientos y estrategias de
los grupos de combate. El uso de la crueldad y de la violencia desmedida es justificado por el
estado terrorista porque permitiría anticipar acciones terroristas y lograr así mayores
probabilidades de salvar vidas de posibles víctimas civiles
El terrorismo de estado es la peor forma de violencia política. Se ejerce sobre personas
que no pueden defenderse, viola el contrato original entre una sociedad y el estado.

El terrorismo de estado en Argentina


América Latina tiene muchos ejemplos de terrorismo de estado. Se acentuó a partir de la
doctrina de la seguridad nacional. En ella participaron y se entrenaron militares que luego se
encargaron de implementar la violencia del terrorismo de estado en sus respectivos países. La
excusa para la violencia ilegal era erradicar la amenaza comunista.
La idea predominante en los años setenta era que una violencia podía terminar con otra
violencia. Derivó en que se combinara la acción estatal con la de los grupos paramilitares de la
triple A. Desde el estado, este proceso venía siendo acompañado con la sanción de medidas
legislativas represivas como el estado de sitio.
La práctica represiva del estado se iniciaba con el secuestro de personas, luego se las
trasladaba a centros clandestinos de detención en los que se los interrogaba bajo tortura. La gran
mayoría fue asesinada de distinta manera. Una minoría fue transferida a centros de detención
legal y un pequeño grupo fue liberado.
Se impusieron otras formas represivas como la suspensión de toda actividad política y
sindical, limitaciones a las libertades públicas, persecuciones y restricciones en el campo cultural.
Formaron parte de un plan sistemático para acabar con personas que se oponían a la dictadura.
El terrorismo de estado no fue solo responsabilidad de las FFAA y otros grupos del estado.
Hubo grupos civiles minoritarios que fueron directamente beneficiados con la imposición a la
sociedad de determinado modelo político y económico. Los militares contaban con un amplio
respaldo de sectores importantes del empresariado. Gran parte de la sociedad toleró estos
hechos. Era una condición indispensable para conformar un gobierno que pudiera concretar el
objetivo de cambiar la sociedad.
Las consecuencias del terrorismo de estado generaron una fuerte corriente opositora.
Colaboraron organizaciones fundamentales en la lucha por la vigencia de los derechos humanos
como las madres de plaza de mayo. Todos fundamentales en la lucha por la verdad y la justicia
cuando se inició el proceso de transición a la democracia en 1983.

Genocidio: concepto polémico y necesario


Un polaco en 1944 postuló este término para denominar las matanzas por motivos
raciales, nacionales o religiosos. Genos del griego raza, cidio del latín matar. Otros autores
postularon que debía ser reservado para aquellos casos en los que el odio racial o nacional es un
componente clave de la práctica sistemática de exterminio de poblaciones.
Este sería el caso de la masacre de armenios durante la primera guerra mundial y el
holocausto judío durante la segunda. Al finalizar dicha guerra se planteó cómo juzgar a los líderes
por sus prácticas de exterminio. La solución fue definir como crímenes contra la humanidad al
asesinato, exterminio, esclavitud, deportación y cualquier otro acto inhumano contra la población
civil, o persecución por motivos religiosos, raciales o políticos.
La ONU generó una definición aplicable desde un punto de vista jurídico y político:
Se entenderá por genocidio cualquiera de los actos mencionados con la intención de destruir total
o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, no importando si fueran
desarrolladas por un estado o por grupos de personas con posibilidad de hacerlo.
1. Matanza de miembros del grupo
2. Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo
3. Sometimiento del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física,
total o parcial
4. Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo
5. Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo

El genocidio en la historia
Existen numerosas situaciones en la historia de la humanidad previas al sigo XX en las que
se produjeron hechos que hoy serían calificados como genocidio. Los persas, los romanos, las
cruzadas emprendidas por los reinos cristianos de Europa, invasiones de origen Mongol, las
guerras de religión en Europa.
Al referirse a la población nativa americana desde la llegada de los europeos, se producen
otras discusiones porque las prácticas de las distintas naciones en las colonias americanas no
fueron exactamente las mismas. Porque se trató de un proceso dilatado durante varios siglos,
intervino la aniquilación directa, la diseminación de enfermedades, la instauración de la esclavitud,
a las que fueron sometidos los pueblos originarios.
La expansión de fronteras internas de los nuevos países americanos durante el siglo XIX
conllevó a una práctica sistemática de ocupación de territorio con exterminio de su población
originaria. Esto coincidió con la expansión y consolidación del imperio británico como principal
potencia mundial, con presencia en todos los continentes.

El genocidio en el siglo XX
Se ha debatido acerca del uso del concepto para expresar lo sucedido en las matanzas
durante la guerra civil española y las dictaduras militares latinoamericanas. En Guatemala y
Argentina se desarrollaron procesos de juicio a los responsables de las matanzas. En otros casos,
las leyes de amnistía y las condiciones políticas y sociales no permitieron que hubiera procesos
judiciales contra los responsables de prácticas similares.
La idea de definir a ciertas poblaciones como extinguibles puede incluirse dentro del
concepto de genocidio. Existe un amplio consenso respecto de muchos casos en los que la
definición de genocidio debe ser aplicada. El más conocido e impactando fue el holocausto del
pueblo judío a manos de los nazis, fueron exterminados seis millones de personas, la mayoría de
origen judío, también fueron víctimas gitanos, comunistas, homosexuales y personas con
necesidades especiales de distintas nacionalidades y religiones.
Lo más destacado de este caso es el uso sistemático del método científico y el cálculo
racional para el exterminio, los nazis lo denominaron solución final, fue precedida de estudios para
determinar la manera más eficiente, rápida y de menor costo para proceder a tal fin.
Autores afirman que solo este caso puede considerarse genocidio, dado el carácter
internacional, planificado y basado en el odio racial del exterminio que buscaba ser absoluto,
aunque no lo haya logrado. Todo lo sucedido en los campos de concentración supera el concepto
jurídico de crimen, en él se hizo realidad la más absoluta condición inhumana que jamás se haya
dado sobre la tierra.

El genocidio en Argentina
El primer caso en territorio argentino es el del pueblo de los Quilines en valles calchaquíes.
Estos pueblos resistieron la conquista española todo lo que pudieron, nunca se sometieron por
completo y participaron en guerras calchaquíes que culminaron con una gran rebelión. Al ser
derrotados, fue asesinada buena parte de las mujeres y de los niños, escasos sobrevivientes
fueron obligados a trasladarse hasta Buenos Aires.
El estado argentino fue responsable de una práctica sistemática de genocidio contra las
poblaciones originarias en la Patagonia y Chaco durante la conquista del desierto hacia fines del
siglo XIX. Los sobrevivientes fueron reducidos a la servidumbre, a pesar de que se había prohibido
la esclavitud de los niños hijos de esclavos y la introducción de nuevos.
Pasada la segunda mitad del siglo XX, el caso más notorio fue el proceso de reconstrucción
nacional. La dictadura cívica radical en 1976 implicaba eliminar a quienes se opusieran a las ideas o
pudieran reconstruir la capacidad de acción política y sindical de los trabajadores y los jóvenes.

Conclusiones
El genocidio es un concepto que sirve para caracterizar situaciones en las que se pone en
riesgo la continuidad vital de grupos sociales que tienen características comunes , pueden ser
étnicas, religiosas, nacionales, políticas o ideológicas. A través de prácticas buscan su aniquilación
total o su neutralización y desaparición.
Se trata de la eliminación física, simbólica y subjetiva de un grupo social que es
caracterizado como amenazador, indeseable o enemigo. Puede suceder en épocas de guerra como
en momentos de paz.
Es importante la visibilización de estas prácticas a través de la memoria y la toma de
conciencia. Permite el repudio generalizado y limita las posibilidades de presentarlo como
operaciones neutras o eliminación de enemigos. Esto implica presentar a las víctimas como
victimarios y legitimar el accionar de los auténticos victimarios: los genocidas.

Transición a la democracia
La transición es un lapso de tiempo que comienza cuando un régimen no democrático de
un país comienza a retirarse. Termina cuando un régimen democrático se impone sin riesgo de ser
derrocado. Intervalo que se entiende entre régimen político y otro.
Un ejemplo en Argentina es el período luego de la derrota en la guerra de Malvinas en
1982, los militares deben convocar a elecciones para volver a un régimen democrático. El fin de la
guerra es el momento de inicio de una transición entre ambos regímenes. Ese período finalizó
cuando el gobierno de Menem derrotó a los militares. Dio a la democracia un impulso definitivo y
ya no hubo peligros de retroceso.
Un cambio de régimen político implica el cambio de reglas que regulan el acceso al poder y
en el grupo que tomará el control de estado. Una democracia es un sistema de reglas en el que los
ciudadanos se expresan libremente y eligen a sus gobernantes. La democracia se define como una
poliarquía que no incluye todo lo que una democracia sustantiva podría ser, sino que se limita a
todo aquello que no puede dejar de tener.

Los actores políticos en la transición a la democracia


La transición entre regímenes es un período de tiempo muy complejo. Los actores políticos
conviven y compiten a la vez. Uno de esos actores en una transición es la élite política de cada
país, está conformada por los dirigentes que fueron expulsados del poder.
En el primer momento de la transición esa élite comienza una conspiración contra el
régimen autoritario. Ocurre cuando las dictaduras van perdiendo legitimidad. La transición a un
régimen democrático necesita que el gobierno autoritario esté debilitado.
Los miembros de la élite empiezan a reunirse y llegan a acuerdos. Aprovechan que el
gobierno no está débil. Estos acuerdos son muy generales, tienen que ver con la intención de
expulsar al gobierno no democrático. Los pactos de las élites apuntan a lograr un llamado a
elecciones en las que los partidos se puedan representar libremente. La élite política comienza a
moverse cuando la dictadura ya no es tan fuerte, con la intención de volver a un sistema
democrático donde ellos sean el recambio de los dictadores.
La sociedad civil es otro actor clave. Su participación activa comienza a ser posible porque
la transición comienza cuando la dictadura está débil y su final se percibe cercano. La represión es
cada vez menor. La debilidad de la represión estimula un crecimiento de participación de la
sociedad ya que implica correr menos riesgos.
El aumento de la participación social y la movilización callejera tiene dos funciones
importantes. La primera, apoyar a la élite política para que logre la vuelta a un sistema
democrático, dejar aislados y sin apoyos a quienes desean continuar con un régimen no
democrático. La segunda, influir en los temas que se discuten en una sociedad, tanto en los
medios como en la vida cotidiana de las personas. Las movilizaciones y la presión social hicieron
que muchos partidos y dirigentes tomaran posiciones aunque no deseaban hacerlo.
En tercer lugar, otros actores que se pueden distinguir son los sectores blandos del
régimen autoritario, dirigentes que apoyaron inicialmente la dictadura y que como se está
terminando se inclinan ahora por una salida democrática. Estos participan de esa conspiración a
favor del llamado a elecciones. En algunos casos buscan mantener su influencia, en otros casos
buscan negociar para evitar futuras investigaciones judiciales o porque creen que es lo correcto.
En cuarto lugar, existen los nostálgicos del régimen autoritario. Grupos que durante la
transición hasta las elecciones y luego de asumido el gobierno democrático, pueden conspirar
contra la consolidación del mismo. Están dispuestos a hacer todo lo posible para volver al régimen
autoritario donde tenían poder e influencia y con el cual coincidían ideológicamente.
Es importante que los sectores prodemocráticos puedan aislar a los grupos que desean la
vuelta a la dictadura y limitarles el margen de maniobra. La élite que busca la democracia debe
aliarse aunque pertenezca a partidos diferentes. Los sectores democráticos no deben competir
entre ellos descaradamente. La manera en que los políticos pueden bloquear intentos de
retroceder a una dictadura es por medio de pactos y acuerdos de gobernabilidad.
Los actores internacionales son el quinto actor. Organismos que presionan desde afuera
con el objetivo de lograr la efectiva instalación de la democracia. Organizaciones internacionales
que apoyan a los políticos locales afines a sus ideas con dinero o logística para las elecciones.
También componen este grupo los organismo supranacionales como la ONU y la OEA.

Pactos e incertidumbre
Los procesos de democratización suelen estar a cargo de una élite política, es la encargada
de conducir el proceso de instalación de la democracia, muchas veces recurre a pactos. Toman
muchas decisiones, algunas veces pensando en el bien común y otras tratando de sacar el máximo
beneficio personal o grupal. La acción de los nostálgicos obliga a que los políticos de diversos
partidos tengan que acordar reglas entre sí para controlar la lucha por el poder.
Para acordar estas reglas, los miembros de una élite deben alcanzar pactos que den
formas institucionales a los acuerdos. Estos pueden ser secretos o públicos y tienen como fin
generar garantías recíprocas para competir en igualdad de condiciones por el poder.
Los pactos son importantes por dos motivos. El primero, se constituyen en la garantía de
que los sectores nostálgicos del régimen autoritario no tendrán margen de maniobra para intentar
otro golpe de estado. El segundo, la alianza de la elite forma una red de contención de las
demandas de una sociedad. Los pactos son las claves para que una transición sea exitosa y
ordenada. La transición de España fue considerada como modelo para ser imitada por los países.

Distintos ejemplos de transiciones: España y Argentina

España
El periodo correspondiente a la transición española comenzó con la muerte de su dictador,
el Gral. Francisco Franco, en 1975. Dos días después de muerto Franco, se inicia la transición a la
democracia con el nombramiento del rey Juan Carlos I que llegó al poder por la designación del
dictador Franco pedo después optó por abrir paso al régimen democrático. Fue protagonista de
otro acontecimiento clave: un grupo de militares irrumpió a los tiros en el parlamento español
intentando derribar al gobierno, Juan Carlos I condenó el golpe y éste fracasó.
Otro protagonista fue Adolfo Suarez, dirigente político que venía del régimen anterior y
que fue presidente del gobierno español entre 1977 y 1981. Decidió la legalización del partido a
cambio de que este aceptara la monarquía institucional. Tuvo fuertes oposiciones.
Sergio Carrillo (presidente del partido comunista español) aceptó el trato y además rompió
relaciones con la unión soviética, que se oponía a negociar. Suarez y Carrillo sabían que para
superar la dictadura debían ceder y aceptar algunas demandas de otros.
Felipe González se apoyó en otros gobiernos europeos socialistas y así fortaleció su
imagen dentro de España. Su estrategia internacional fue bloquear el ingreso de España a la
comunidad europea hasta que no hubiera terminado la democratización. Eso estimuló a muchos
empresarios a apoyar a la democracia. Ganó las elecciones en 1982 y gobernó hasta 1996, uno de
los periodos más prósperos de la España contemporánea.
Los políticos españoles tomaron decisiones difíciles, apostaron a confiar entre sí
convencidos de que era momento de abandonar antiguas disputas y construir una democracia
acompañada de bienestar y libertad.

Argentina
En 1982 la Argentina perdió la guerra de Malvinas y el gobierno militar perdió toda
legitimidad ante la sociedad. Debió renunciar y lo reemplazó provisionalmente Bignone, quien
convocó a elecciones.
El intento por recuperar Malvinas buscó recuperar la unidad y el apoyo perdido, pero su
efecto fue el contrario. El fracaso del gobierno militar era rotundo y por eso el régimen se cayó.
Argentina tuvo una transición por el derrumbe del régimen militar saliente con
características propias. La dictadura se derrumbó sin plan alternativo más que irse rápidamente y
dejar el problema a los civiles. Los políticos argentinos no buscaron una salida pactada, acordaron
presionar por elecciones inmediatas en las que compitieron descaradamente sin acuerdos
mínimos para esa lucha por la presidencia. Los partidos no entablaron diálogos entre sí para
enfrentar conjuntamente los problemas que enfrentarían siendo gobierno.
En 1983, elecciones. Ganó Alfonsín, quien no había apoyado la guerra de Malvinas y
prometía juzgar a los militares culpables de violar los derechos humanos.
La ausencia de pactos entre la élite política hizo que no hubiera acuerdos sobre un modelo
económico a seguir. Tampoco sobre qué hacer con los militares.
El gobierno enjuició y condenó a los militares responsables del golpe y de las
desapariciones. Hizo que los sectores nostálgicos del régimen militar se mantuvieran en alerta y
mostraran constantemente su capacidad de daño.
Se produjeron tres levantamientos militares durante los años de Alfonsín y un cuarto en el
mandato de Menem. Este último resolvió el asunto de raíz, reprimiendo a los militares rebeldes y
concediendo indultos que dejaron a los militares juzgados en libertad. Se consolidó la democracia
política y finalizó la transición ya que los militares nunca volvieron a ser una amenaza.

El impulso y su freno 1983-1989


La ilusión democrática
Alfonsín asumió el 10 de diciembre de 1983. Pronto se puso de relieve la capacidad de
resistencia de los enemigos juzgados vencidos y la dificultad para satisfacer el conjunto de
demandas que la sociedad había venido acumulando y esperaba ver resueltas de inmediato.
La economía se encontraba desde 1981 en estado de desgobierno y casi de caos: inflación
desatada, deuda externa y vencimientos y un estado carente de recursos, sin posibilidad de
atender a los reclamos de la sociedad y una fuerte limitación en su capacidad para dirigir la crisis.
Los poderes corporativos se encontraban a la defensiva. Sus viejas solidaridades estaban
rotas y faltaba un centro político que articulara sus voces, debieron mantenerse a la expectativa.
El peronismo vivía una fuerte crisis interna agudizada luego de su derrota. El sindicalismo
peronista se separaba de la conducción partidaria y ensayaba su estrategia para enfrentar los
embates del gobierno, el peronismo político buscó definir su perfil atacándolo.
La UCR constituía una fuerza no demasiado homogénea, donde se discutieron y
obstaculizaron muchas de las iniciativas del presidente. Fuerte en la escena política, el radicalismo
no tenía muchos apoyos consistentes en el ámbito de los poderes corporativos. El estado carecía
de eficiencia y credibilidad.
Cuando asumió el gobierno, Alfonsín tenía detrás de sí una enorme fuerza, la civilidad
identificada con la propuesta de construir un estado de derecho. Se trataba de una identidad
política fundada en valores éticos que subsumía los intereses específicos de sus integrantes. La
civilidad vivió la euforia y la ilusión de la democracia, poderosa y boba a la vez. El presidente debía
elegir entre gobernar activamente, lo que implicaba confrontar los intereses establecidos e
introducir fisuras en su frente de apoyo, o privilegiar las soluciones consensuadas, lo que
implicaba postergar los problemas que requerían definiciones claras. El gobierno eligió la primera,
pero debió aceptar la segunda cuando fuertes golpes le demostraron los límites de su poder. Hasta
1987 mantuvo la iniciativa buscando caminos alternativos y presentando nuevas propuestas.
El gobierno atribuyó una gran importancia simbólica y real a la política cultural y educativa
destinada a remover el autoritarismo de las instituciones, prácticas y conciencias. Las consignas
generales fueron la modernización cultural, la participación amplia y el pluralismo y rechazo de
todo dogmatismo.
Se desarrolló un programa de alfabetización masiva, se atacaron los mecanismos
represivos del sistema escolar y se abrieron canales para discutir contenidos y formas, lo que
debía culminar en un congreso pedagógico que determinaría qué educación quería la sociedad. La
libertad de expresión permitió un desarrollo plural de la opinión. En la universidad y en el sistema
científico volvieron los mejores intelectuales e investigadores. Estas instituciones se
reconstruyeron sobre la base de la excelencia académica y el pluralismo.
Los intelectuales se incorporaron a la política. Alfonsín recurrió a ellos y su discurso resultó
moderno, complejo y profundo. No fue el único, la discusión política adquirió brillo y profundidad.
El punto culminante: la aprobación de la ley que autorizaba el divorcio y la patria potestad
compartida. Modernización de las relaciones familiares. Los sectores más tradicionales de la iglesia
intentaron oponerse y fracasaron. Ésta se movilizó con éxito alrededor del congreso pedagógico
defendiendo contra un supuesto avance estatal, el pluralismo y la libertad de conciencia.
La iglesia fue evolucionando hacia una creciente hostilidad al gobierno, irritada por su
escasa injerencia en el área de la enseñanza privada, la sanción de la ley del divorcio y el tono del
discurso cultural. Asumió el papel de censor social, con un discurso de combate. Decían la
democracia que resultaba ser el compendio de los males del siglo: la droga, el terrorismo, la
pornografía o el aborto.
El discurso ético, centrado en los valores de la democracia, la paz, los derechos humanos,
la solidaridad internacional y la independencia de los estados, fue la reinserción del país en la
comunidad internacional. Los éxitos fueron utilizados para afianzar y fortalecer las instituciones
democráticas locales. Se encararon las principales cuestiones pendientes, con Chile por el Beagle y
con Gran Bretaña por las Malvinas. En el primer caso, el laudo papal, fue asumido como la única
solución posible para el gobierno democrático que necesitaba reafirmar los valores de la paz y
eliminar un conflicto capaz de mantener vivo el militarismo. En el caso de las Malvinas, las
votaciones en las naciones unidas fueron cada vez más favorables, incluyeron a las principales
potencias y aislaron al gobierno británico. La expectativa de que sirviera para convencerlo de una
negociación que incluyera el tema de la soberanía resultó totalmente defraudada.
Argentina se propuso mediar en el conflicto en Centroamérica. Se trataba de aplicar los
principios éticos y políticos generales y evitar los riesgos internos que podía acarrear la guerra fría.
Logró que al final se alcanzara una solución relativamente equitativa. El gobierno argentino
mantuvo una buena relación con el estadounidense, que respaldó las instituciones democráticas y
apoyó los diversos intentos de estabilización de la economía.

La corporación militar y la sindical


En el terreno cultural y en el de las relaciones exteriores, el gobierno radical pudo avanzar
con facilidad, el camino se hizo empinado cuando afrontó los problemas de las corporaciones
militar y sindical. En los dos terrenos, quedó claro que el poder del gobierno era insuficiente para
forzar a ambas a aceptar sus reglas.
La sociedad se enteró de las atrocidades de la represión por denuncias judiciales, medios
de comunicación y el informe de CONADEP con el título Nunca más. En la sociedad se
manifestaron confusiones y ambigüedades. La mayoría los repudió, se movilizó y exigió justicia y
castigo a los culpables.
La derrota en la guerra, el fracaso político, las divisiones entre las fuerzas, los
cuestionamientos internos, todo debilitaba la institución militar que no había sido expulsada del
poder. La solidaridad corporativa de los militares se reconstituyó en torno de la victoria en la
guerra contra la subversión. Rechazaron la condena de la sociedad y estaban dispuestos a admitir
excesos propios de una guerra sucia.
Alfonsín compartía los reclamos generalizados de justicia, pero se preocupaba también por
encontrar la manera de subordinar a las fuerzas armadas al poder civil. Proponía separar el juicio a
los culpables del juzgamiento a la institución y ponerle un límite, deslindando responsabilidades y
distinguiendo quienes hicieron cada cosa. Se trataba de concentrar el castigo en las cúpulas, el
gobierno confiaba en que las fuerzas armadas se comprometieran con esta propuesta. Se procedió
a reformar el código de justicia militar, se dispuso el enjuiciamiento de las tres primeras juntas
militares a las que se sumó el ERP y montoneros.
Difícil camino entre dos intransigencias. El primer contratiempo, los militares se negaban a
revisar su acción y a juzgar a sus jefes. En abril de 1985, comenzó el juicio público de los
excomandantes. Éste terminó de revelar las atrocidades de la represión pero mostró una cierta
pérdida de militancia de la civilidad. Comenzaron a escucharse voces que defendieron la acción de
los militares y reclamaron su amnistía. A fines de 1985 se conoció el fallo de la cámara penal que
condenó a los excomandantes, negó que hubiera habido guerra alguna que justificara su acción. La
justicia había certificado la aberrante conducta de los jefes del proceso, descalificado cualquier
justificación y los militares habían quedado sometidos a la ley civil. Pero no clausuraba el
problema entre la sociedad y la institución militar, lo mantenía abierto.
De ahí en más, la justicia siguió activa, dando curso a las múltiples denuncias contra
oficiales de distinta graduación, citándolos y encausándolos. El gobierno inició un largo y
desgastante intento de acotar y poner límites a la acción judicial. Se trataba de una decisión
política basada en un cálculo de fuerzas que demostró ser bastante ajustado, materializada en las
leyes de punto final y de obediencia debida. La primera ponía un límite temporal a las citaciones
judiciales. Nadie acompañó al gobierno en la sanción de esta ley por no cargar sus costos políticos.
Fueron altos y contraproducentes, sólo se logró un alud de citaciones judiciales y enjuiciamientos
que en lugar de aligerar el problema lo agudizaron.
Semana santa e 1987. Un grupo de oficiales se acuarteló en campo de mayo exigiendo una
solución política a la cuestión de las citaciones y una reconsideración de la conducta del ejército.
Reclamaban al gobierno que solucionara el problema de un grupo de oficiales. Tampoco tuvieron
el respaldo de los sectores civiles. Cuestionaban a la propia conducción del ejército, los
amotinados asumieron las consignas del nacionalismo fascistizante y proclamándose como la
conducción del auténtico ejército nacional.
Todos los partidos políticos y todas las organizaciones de la sociedad manifestaron su
apoyo al orden institucional, firmaron un acta de compromiso democrático y rodearon al
gobierno. La reacción permitió evitar deserciones y cortó toda posibilidad de apoyo civil a los
amotinados. La civilidad se movilizó. La tensión del polo civil fue máxima. Alcanzó para detener un
ataque directo a la institucionalidad, pero no fue suficiente para lograr que los militares se
doblegaran ante la sociedad.
Durante las jornadas hubo muchas negociaciones, no se concretaron hasta que Alfonsín no
se entrevistó con los amotinados. Se llegó a un extraño acuerdo. El gobierno sostuvo que haría lo
que ya había decidido hacer y los amotinados no impusieron ninguna condición y aceptaron la
responsabilidad de su acción. Pareció una claudicación del gobierno, así lo presentaron los
carapintadas amotinados y la oposición. La civilidad era incapaz de doblegar a los militares. Para
parte de la sociedad era el fin de la ilusión de la democracia. Para el gobierno, el fracaso de su
intento de resolver de manera digna el enfrentamiento del ejército con la sociedad.
El combate con la corporación sindical fue menos heroico. El poder de los sindicalistas se
hallaba debilitado por la derrota electoral del peronismo y por el repudio de la sociedad a las
viejas prácticas de la corporación, debía sumarse la profunda división existente entre los
dirigentes. Su situación era institucionalmente precaria. Muchos sindicatos estaban intervenidos y
en otros los dirigentes sólo tenían títulos provisionales.
El gobierno se propuso aprovechar esa debilidad relativa. Se lanzó a democratizar los
sindicatos. El ministro Mucci proyectó una ley de normalización institucional de los sindicatos que
incluía el voto secreto, directo y obligatorio, la representación de minorías, la limitación de la
reelección y la fiscalización de los comicios por el estado. Desafío frontal ante el cual se unificaron
todas las corrientes del peronismo, la ley fue aprobada por la cámara de diputados pero el
senador la rechazó.
El impulso civil y democrático, contraste ante el poder sindical reconstituido, que se
enfrentó sistemáticamente con el gobierno. Entre 1984 y 1988, la CGT organizó trece paros
generales contra el gobierno constitucional. La presión de la CGT fue intensa. Se apoyó en las
tensiones sociales generadas por la inflación y en los comienzos del ajuste del sector estatal. Su
carácter fue dominantemente político. Los sindicalistas lograron expresar el descontento social e
integrar a sectores no sindicalizados también establecieron alianzas tácticas con los empresarios,
la iglesia y los grupos de izquierda. Los reclamos se unificaban en un ataque contra el gobierno.
La CGT no rehusó participar en las instancias de concertación que abrió el gobierno, lo hizo
con el estilo de negociar y golpear, lo cual permitió unir y galvanizar las fuerzas propias. Ubaldini,
la figura característica de esta etapa, porque su escasa fuerza propia lo convertía en punto de
equilibrio entre las distintas corrientes en que se dividía el sindicalismo.
El gobierno pudo resistir bien el fuerte embate sindical, contó con el apoyo consistente de
la civilidad y la escasa presión de otras fuerzas corporativas. A principios de 1987 la apertura de
distintos frentes de oposición impulsaron al gobierno a una maniobra audaz: concertar con un
grupo importante de sindicatos y nombrar a uno de sus dirigentes en el cargo de ministro de
trabajo. El acuerdo incluía la sanción del conjunto de leyes que organizaba la actividad sindical. A
cambio, el gobierno obtenía poco: una relativa tregua social, la oposición sindical quedó
profundamente dividida y un eventual apoyo político que nunca se concretó., también un respaldo
frente al embate de la corporación militar. Luego de la victoria del peronismo en la elección de
septiembre de 1987, los sindicalistas abandonaron el gobierno. Con la nueva legislación, el poder
de la corporación sindical quedaba reconstituido por completo.

El plan austral, la inflación y la crisis del estado


La cuestión económica era grave y condicionó las políticas del gobierno. La inflación se
había acelerado desde mediados de 1982. Junto con el déficit fiscal y la deuda externa, constituía
la parte visible del problema.
El flujo de capitales se había cortado pero la deuda externa siguió creciendo por la
elevación de los intereses. El estado cargaba con el pago de servicios que insumían parte de sus
ingresos. El FMI presionaba para la adopción de políticas que priorizaran la capacidad de pago del
gobierno. El pago de los servicios era un componente importante del déficit fiscal. Los críticos
culpaban a la emisión monetaria y a los gastos estatales excesivos. También a los gastos sociales,
las subvenciones a sectores empresarios.
El estado tenía poco crédito externo y el interno escaseaba porque todos transformaban
sus ahorros en dólares. Tampoco había grandes recursos acumulados de los que apropiarse. El
estado sólo podía salir emitiendo más dinero, lo que produciría más inflación, distorsionaba la
economía, afectaba la recaudación fiscal y la propia capacidad del estado.
Las soluciones de fondo fueron postergadas, la prioridad de Alfonsín era consolidar la
democracia institucional. El gobierno evitó tomar decisiones que dividieran la civilidad. Era
necesario un poder estatal fuerte y respaldado que debía ser reconstruido y consolidado en lo
político y en lo institucional.
Durante el primer año del gobierno la política económica se ajustó a las fórmulas dirigistas
y redistributivas clásicas. La mejora en la remuneración de los trabajadores, créditos ágiles a los
empresarios medios, sirvió para la reactivación del mercado interno. La política incluía el control
estatal del crédito, el mercado de cambios y los precios, importantes medidas de acción social
como el PAN que proveyó las necesidades mínimas a sectores pobres. Se apuntaba a mejorar la
situación de los sectores medios y satisfacer las demandas de justicia y equidad social.
Los empresarios cuestionaron el gasto y la intervención estatal. La CGT se movilizó por
razones sindicales. Aunque sus acuerdos eran mínimos, coincidieron en hacer fracasar la política
de concertación sectorial.
Todo ponía de manifiesto la insuficiencia de una política que no tomaba en cuenta la
transformación de las condiciones de la economía y el déficit fiscal y el deterioro del aparato
productivo y su incapacidad para reaccionar eficientemente ante la demanda.
Principios de 1985. La inflación amenazaba con desbordar en hiperinflación, la
conflictividad social se agudizaba y los acreedores externos hacían sentir su disconformidad, el
presidente Alfonsín reemplazó a su ministerio de economía por Sourroille, se sumó la agitación
militar, se denunció un posible intento de golpe de estado contra la democracia: la civilidad recibió
el anuncio del inicio de una economía de guerra. Sourroille anunció el plan austral.
Su objetivo era superar la coyuntura adversa y estabilizar la economía a través de un
fuerte shock, crear las condiciones para proyectar transformaciones más profundas. Lo primero
era detener la inflación. Se congelaron precios, salarios y tarifas de servicios públicos, regularon
los cambios y las tasas de interés, se suprimió la emisión monetaria. Se cambió la moneda, el peso
argentino fue reemplazado por el austral.
Pronto logró frenar la inflación sin afectar ningún sector. No hubo caída de la actividad ni
desocupación, tampoco se afectó a los sectores empresariales. Los salarios fueron congelados
pero no hubo despidos, la recaudación mejoró. El gobierno mantuvo todos los mecanismos de
promoción y agregó otros nuevos para estimular las exportaciones industriales.
Plan de todos. Entre todos, con solidaridad y sin dolor, se podían solucionar los problemas
más complejos, aun aquellos que implicaban choques de interés.
La placidez duró poco. Fines de 1985. Se advirtió la vuelta de la inflación. Influyó el
derrumbe de los precios mundiales de los cereales, eliminó una fuente de ingresos. Los
productores rurales estaban al borde de la ruina. Tampoco hubo inversiones significativas de los
grandes empresarios. Aflojamiento de la disciplina social. Renacieron las pujas sectoriales. La CGT,
contra el congelamiento salarial, y los empresarios contra el congelamiento de precios. Ambos
coincidían en un reclamo común.
Los regímenes de promoción se convirtieron en prebendas que favorecían a grupos con
capacidad para presionar al gobierno y dirigir sus decisiones. Las empresas del estado sumaban
otro elemento en la conformación del déficit fiscal: el sobreempleo.
El gobierno exploró distintos caminos. Un proyecto para unificar y disciplinar su manejo
financiero, y otro para incorporar empresas extranjeras al manejo de la ENTEL y aerolíneas
argentinas. Se intentó reactivar la inversión extranjera y se esbozaron planes de reforma fiscal y
desregulación de la economía. Todo chocaba con la sociedad.
Los proyectos reformistas estaban en sintonía con los reclamos del FMI y también con el
ánimo liberal de los empresarios. A principios de 1978 el gobierno decidió incorporar a hombres
de los sindicatos y de los grandes empresarios. Un sindicalista se hizo cargo del ministerio de
trabajo, un radical fue nombrado secretario de agricultura y un grupo de dirigentes de las grandes
empresas se incorporó a la dirección de las empresas públicas. Se renunciaba al propósito de
controlar desde el estado a los poderes corporativos.
Hubo una tregua social y cuando los militares desafiaron al poder civil no encontraron
ningún apoyo en la sociedad. La institucionalidad democrática se salvó a costa de renunciar a la
posibilidad de una reforma estatal más profunda y democrática. Ninguno de los grupos dejó de
perseguir sus propios objetivos, aunque creían en las virtudes del liberalismo económico cada uno
reclamó que se mantuvieran sus privilegios particulares.
En septiembre de 1987 la posición del gobierno se debilitó. En noviembre los gremialistas
se alejaron. El peronismo se negó a respaldar reformas, la conciliación con las corporaciones
tampoco rindió los frutos esperados en el terreno económico, la inestabilidad y la sensación de
falta de gobernabilidad fueron crecientes.

La apelación a la civilidad
Inicialmente el gobierno radical debía respaldarse en su poder institucional. Allí su apoyo
era limitado, en particular en el congreso, la mayoría que tuvieron en la cámara de diputados
contrapesaba con la mayoría de los peronistas en el senado. Los dos partidos tenían la posibilidad
de vetarse recíprocamente.
El gobierno, necesitado de apoyo político, con dificultades para encarar los problemas de
la crisis, dos alternativas: gobernar efectivamente, desplegando su voluntad pero tensando las
cuerdas institucionales, o tratar de concertar las distintas opiniones y llegar a acuerdos que
fortalecieran la república. El gobierno adoptó una vía media.
Los apoyos del gobierno se encontraban en el radicalismo y en el conjunto de la civilidad
que lo había respaldado. Actor político nuevo. Se trataba de un partido complejo y difícil de
unificar, en el que coexistían variadas tendencias y donde se representaban múltiples intereses.
Desde 1983 Alfonsín estableció un fuerte liderazgo partidario, capitalizando el apoyo que
había ganado en la civilidad. Su agrupación interna, el movimiento de renovación y cambio, eficaz
para ganar elecciones internas, pero poco consistente para proponer a la sociedad líneas
programáticas. Notable grupo de dirigentes jóvenes provenientes de la militancia universitaria, la
junta coordinadora nacional. Aportaron elementos ideológicos al discurso de Alfonsín y una gran
capacidad para la organización y la movilización de civilidad, que Alfonsín convocaba con el
programa de la constitución. La coordinadora ganó mucho poder y suscitó resistencias internas, la
unidad solo podía mantenerse gracias a la conducción de Alfonsín.
El pacto entre Alfonsín y la civilidad se calló con los actos masivos y con la fe en la
democracia. Allí residía su gran capital político, Alfonsín siguió utilizando esa movilización. Trabajó
en su educación, en la construcción como actor político maduro y consciente.
Desde el plan austral, su discurso se orientó hacia los temas del pacto democrático, la
participación y la concertación y hacia una nueva meta de la modernización. Reformas concretas:
la reforma del estado, el traslado de la capital al sur, la reforma constitucional, no concretadas
pero logró mantener la iniciativa en la discusión pública. Inquietud común: la convergencia de
distintas tradiciones políticas detrás de un único proyecto democrático y modernizador. Tentación:
la articulación de esas tradiciones en un movimiento político que las sintetizara y que comenzó a
denominarse el tercer movimiento histórico.
La apelación a la movilización de la civilidad sumada al protagonismo presidencial, suscitó
dudas sobre su relación con el proceso de institucionalización democrática. El gobierno debió
elegir entre atenerse estrictamente a las normas republicanas y aceptar una concertación que lo
alejara de sus objetivos programáticos o combinar aquel apoyo con el amplio margen de autoridad
presidencial y presionar al congreso desde la calle, pasarlo por alto, orientar quizás a la justicia.
Las frágiles bases de su poder residían en la coherencia y la tensión de esa civilidad. Sus
limitaciones pasaban por la fidelidad al pacto inicial, nuevas cuestiones lo privaron de la iniciativa
discursiva. Estas surgieron a izquierda y derecha, pero sobre todo de un peronismo renovado.
Un heterogéneo conjunto de fuerzas se nucleó en torno del partido intransigente con un
programa que se ubicaba en el mismo terreno que el alfonsinismo, agregaba consignas
nacionalistas y antiimperialistas. Esta fuerza se dedicó a señalar la infidelidad del gobierno al
programa y a radicalizar las consignas de los derechos humanos, el antiimperialismo le permitía
sintonizar con aquellos sectores del sindicalismo que repudiaron a la deuda externa. No lograron
constituir un polo alternativo. Se disgregó y fue absorbido por el peronismo renovado.
A la derecha creció la unión del centro democrático fundada por Alsogaray, mentor de las
ideas liberales. Popularidad entre jóvenes. Su éxito electoral fue relativo, pudo aspirar a
convertirse en la tercera fuerza, que arbitrara entre radicales y peronistas. Éxito ideológico.
Al competir con la fuerza gobernante en el terreno de la opinión pública, los partidos y las
instituciones, izquierdas y derechas contribuyeron a reforzar la institucionalidad. Después de las
elecciones de 1983, predominaron quienes quisieron combatir al gobierno desde las viejas
posiciones nacionalistas de derecha, alentaron el acuerdo de políticos y sindicalistas peronistas
con los militares. Fue articulándose dentro del peronismo una corriente opuesta que combatió con
la conducción oficial, a fines de 1985 conquistó la preeminencia en el partido. El peronismo
renovador se proponía adecuar el peronismo al nuevo contexto democrático, insertarse en el
discurso de la civilidad y sumarle el de las demandas sociales. Cuando se produjo la crisis militar de
semana santa de 1987, los dirigentes renovadores manifestaron solidaridad total con la
institucionalidad democrática y respaldaron al gobierno. Inscribían al peronismo en el juego
democrático, parecían crear la condición de éste: la posible alternancia entre partidos
competidores y copartícipes.

El fin de la ilusión
El año 1987 fue decisivo para el gobierno de Alfonsín. El episodio de Semana Santa,
culminación de la participación de la civilidad y la evidencia de su limitación de poder. Perdió la
exclusividad del liderazgo sobre la civilidad. Ganancias para el peronismo renovador. En clima de
deterioro económico agudizado y de inflación creciente, triunfaron en las elecciones de 1987.
El gobierno sintió una derrota que cuestionaba su legitimidad y su capacidad de gobernar.
Las dificultades para su gestión fueron crecientes, hasta llegar al calvario. El plan económico le dio
un respiro, la oposición peronista aceptó compartir la responsabilidad en la aprobación de los
nuevos impuestos necesarios para equilibrar las cuentas del estado. Pero no acompañó al
gobierno en las trasformaciones de fondo, la credibilidad de la nueva orientación fue escasa y los
signos de la crisis reaparecieron. En el propio partido, disconformes con la conducción de Alfonsín,
quien propuso como candidato presidencial a Angeloz.
La cuestión militar tuvo dos nuevos episodios porque la situación de los oficiales seguía
irresuelta porque los activistas militares estaban dispuestos a aprovechar la debilidad del
gobierno. Enero de 1988, el teniente coronel Aldo Rico, jefe de aquel lanzamiento, huyó de su
prisión. La movilización civil fue mínima, el respaldo militar a los sublevados resultó escaso. Rico
fue perseguido por el ejército, se rindió y fue encarcelado.
A fines de 1988, una nueva sublevación encabezada por Mohamed Alí Seineldín, jefe de
los carapintadas. Se sublevó en un regimiento y reclamó una amnistía, reivindicación de la
institución y renovación de los mandos. Se comprobó que el ejército se negaba a reprimirlo. El
resultado final fue incierto. Desde el punto de vista el gobierno, no acertaba a conformar ni la
civilidad ni a los oficiales. El proyecto de reconciliar a la sociedad con las fuerzas armadas había
fracasado. Quienes habían apelado a los militares repudiaban su actitud subversiva y el
nacionalismo fascistizante que esgrimían.
En enero de 1989 un grupo terrorista asaltó el cuartel de La Tablada y el ejército encontró
la ocasión para realizar una demostración de fuerza que culminó con el aniquilamiento de los
asaltantes. El reconocimiento que recogió fue el primer indicio del cambio de prioridades y valores
en la opinión pública, la cuestión militar abierta llevaría a la reivindicación de los militares.
Luego de la elección de septiembre de 1987 creció la figura de Cafiero, gobernador de
buenos aires, presidente del partido justicialista y jefe del grupo renovador. Éste y los renovadores
habían remodelado el peronismo a imagen y semejanza del alfonsinismo: respeto a la
institucionalidad republicana, propuestas modernas y democráticas, elaboradas por intelectuales,
distanciamiento de las grandes corporaciones y establecimiento de acuerdos mínimos con el
gobierno para asegurar el tránsito ordenado entre una presidencia y otra.
Menem demostró capacidad para reunir en torno suyo diferentes segmentos del
peronismo, dirigentes sindicales, antiguos militantes de la extrema derecha o izquierda de los años
setenta, caudillos o dirigentes locales. Con este apoyo ganó la elección interna y en julio de 1988
quedó consagrado candidato a presidente.
En los meses siguientes se familiarizó con las propuestas neoliberales, tejió solidas alianzas
con la iglesia y los oficiales de las fuerzas armadas, apeló a los humildes. En el voluntarismo se
acercaba al estilo de Alfonsín, todo lo demás lo diferenciaba.
En agosto de 1988 el gobierno lanzó un nuevo plan económico que denominó primavera,
con el propósito de llegar a las elecciones con la inflación controlada, sin realizar ajustes. Al
congelamiento de precios, salarios y tarifas se agregó la intención de reducir el déficit estatal para
lograr el apoyo de los acreedores externos. El plan marchó de entrada con dificultades: la
predisposición de los distintos actores a mantener el congelamiento fue escasa, los cortes en los
gastos fiscales fueron resistidos.
Se trataba de una situación explosiva. El banco mundial y el FMI limitaron sus créditos al
gobierno argentino. Cuando ambas instituciones hicieron este anuncio, todo el edificio se
derrumbó. El gobierno anunció la devaluación del austral e inició un periodo en que el dólar y los
precios subieron y la economía entró en descontrol. Hiperinflación, destruyó el valor del salario y
de la moneda. Afectó la producción y la circulación de bienes.
El partido justicialista obtuvo un triunfo y Menem quedó consagrado presidente. A fines
de mayo la hiperinflación tuvo sus primeros efectos dramáticos: asaltos y saqueos a
supermercados, duramente reprimidos. Alfonsín renunció, para anticipar el traspaso del gobierno.

La gran transformación 1989-1999


El 9 de julio de 1989 Alfonsín entregó el mando a Menem. Éste asumió en medio de la
crisis hiperinflacionaria e inició un conjunto de reformas económicas y estatales cuyas
consecuencias se fueron manifestando gradualmente. En 1995 fue reelecto luego de que la
reforma constitucional de 1994 habilitara esa posibilidad. En 1999 entregó el poder a de la Rúa.

Ajuste y reforma del estado


Menem inició su gobierno en medio de una crisis: la hiperinflación se prolongó. Mientras
todo el mundo convertía sus australes en dólares, personas desesperadas asaltaron tiendas y
supermercados, la represión dejó muertos. Bancarrota, moneda licuada, sueldos inexistentes y
violencia social, quedó expuesta la incapacidad del estado para gobernar y asegurar el orden.
Para enfrentar la violencia de la crisis era necesaria una profunda transformación de la
relación entre el estado y la sociedad. Los gastos del estado benefactor eran excesivos. Subsidios y
prebendas agravaban el déficit fiscal. La inflación había desembocado en el colapso fiscal. La
solución consistía en una reforma y un ajuste del estado que suprimiera el déficit fiscal y liberara la
economía.
Hubo fuertes resistencias entre quienes asociaban las reformas con la dictadura. En 1989
la hiperinflación convenció a todos de que no había alternativa a la reforma y el ajuste.
Menem percibió el riesgo de la hiperinflación y también la oportunidad: había tanta
necesidad social de orden público y estabilidad que las reformas resultarían tolerables y le
permitirían reunir el apoyo necesario para consolidar su poder. Apartándose de su tradición
ideológica y discursiva, dio un giro. Dio testimonio de sus nuevas convicciones y de su capacidad
para llevarlas adelante. De entre muchas formas de aplicar la receta reformista, eligió una simple,
tosca y destructiva.
El gobierno emprendió el camino de la reforma y el ajuste estatal. El congreso sancionó
dos leyes: la ley de emergencia económica suspendió todo tipo de subsidios, privilegios y autorizó
el despido de empleados estatales. La de reforma del estado declaró la necesidad de privatizar
empresas estatales. Se eliminó el capitalismo asistido y se redujo el déficit fiscal.
El gobierno se concentró en la privatización de ENTEL y aerolíneas argentinas. Varios
propósitos: demostrar voluntad y capacidad reformista, obtener dinero, etc. Se convocó a grupos
mixtos. Los acreedores cambiaron papeles de dudoso cobro por activos empresariales. Se aseguró
a las nuevas empresas un aumento de tarifas, escasas regulaciones y una situación casi
monopólica. Se proclamó la apertura económica.
Pese a la mejora en los ingresos, no se alcanzó el equilibrio fiscal y la inflación se mantuvo
alta. Se produjo una segunda hiperinflación. El nuevo ministro de economía González, con el plan
Bonex se apropió de los depósitos a plazo fijo de los ahorristas, que cambió por bonos en dólares
de largo plazo. Restricción de los pagos estatales y de la circulación monetaria. La inflación se
redujo pero con una fuerte recesión que al cabo de un año había deprimido los ingresos fiscales.
Para solucionarlo, emisión. La inflación volvió a desatarse. A fines de 1990 estalló el swiftgate.
El embajador estadounidense denunció que el frigorífico Swift era presionado por
miembros del círculo presidencial. Provocó cambios y rotaciones en el gabinete. Carvallo fue el
nuevo ministro de economía.
Carvallo encaró el problema de la inflación mediante la ley de convertibilidad. Se
estableció una paridad cambiaria fija: un dólar equivaldría a un nuevo peso, se prohibió emitir
moneda por encima de las reservas. Reducción de la capacidad de acción del estado. Los
resultados fueron exitosos. Cayó la inflación, la fuga de divisas, volvieron capitales emigrados,
bajaron las tasas de interés, reactivación económica y mejoró la recaudación fiscal.
La convertibilidad fue reforzada por otras dos disposiciones. La reducción general de
aranceles. Para mejorar la recaudación fiscal, se elevaron los impuestos fáciles de cobrar a costa
de mejorar el ahorro y la inversión. La DGI logró una mejor recaudación persiguiendo evasores.
El gobierno pudo renegociar su deuda externa acordando un plan de pagos razonable, el
Plan Brady. Argentina volvió a ser confiable para los inversores globales. Entre 1991 y 1994 entró
una cantidad considerable de dólares, el estado saldó su déficit y las empresas se reequiparon. La
estabilidad potenció el proyecto reformista retomado por Carvallo. Éste incorporó economistas y
técnicos de alta capacidad profesional, lo dirigió de manera disciplinada y lo proyectó a áreas del
gobierno logrando que se alinearan. Fue decisivo el apoyo de Menem. Durante cuatro años,
ambos se potenciaron recíprocamente. Fortaleció el equipo gobernante, pudo fijar un rumbo en
forma independiente de sus requerimientos cotidianos.
Carvallo avanzó con firmeza. Para achicar el déficit, el estado transfirió a las provincias la
mayoría de los servicios de salud y educativos sin incluir los recursos presupuestarios
correspondientes. YPF fue privatizada por etapas, primero se la fraccionó y luego se vendieron las
acciones. Con los ingresos se saldaron deudas.
Se encaró la privatización del régimen previsional, lo que implicaba un problema fiscal
inmediato pero se esperaba un beneficio en el mediano plazo. Se pasaba del conocido sistema
basado en la solidaridad intergeneracional a otro fundado en el ahorro personal. Los sindicatos
pudieron evitar cambios significativos. Con las provincias se firmó un pacto fiscal, se tuvo
tolerancia con el empleo de recursos fiscales para paliar los efectos del ajuste.
Fueron tres años dorados: el producto bruto creció en forma sostenida, la inflación cayó,
creció la actividad económica y el estado mejoró su recaudación. El consumo se expandió.
Esto ocultó los aspectos duros de la transformación: el desempleo. Cada privatización
estuvo acompañada de despidos. Los efectos se disimularon al principio pero explotaron a partir
de 1995. Cerraron muchas empresas privadas, que sufrieron la competencia de los productos
importados, sobrevivieron las que se tecnificaron, incorporaron maquinarias y redujeron su
personal.
En estos años el estado desplegó una importante actividad. Sus medidas singulares y
discrecionales, ajustadas a los criterios de focalización de la intervención estatal que difundía el
banco mundial. Planes destinados a la reconversión de los desocupados, apoyo a los grandes
empresarios.
La sobreevaluación del peso afectó a los exportadores. El gobierno había renunciado a las
herramientas tradicionales de compensación. Sólo mantuvo los reintegros de las exportaciones.
Para sobrevivir eran indispensables nuevos préstamos. La decisión dependía de inversores
globales. Al apelar a este recurso se producirían efectos locales desastrosos: por la convertibilidad,
la economía argentina se había tornado extremadamente vulnerable.
Esa vulnerabilidad se manifestó a principios de 1995 por el efecto tequila: una devaluación
en México produjo una corrida mundial de inversores que abandonaron los mercados emergentes.
En Argentina hubo un retiro masivo de fondos externo y la desocupación trepó. Poda
presupuestaria, reducción de sueldos estatales, aumento de impuestos y un consistente apoyo del
FMI y del banco mundial. La crisis del tequila fue superada. El sistema bancario pudo ser salvado
aunque algunos bancos cerraron o fueron vendidos. El producto bruto se recuperó en 1996 y
avanzó con fuerza en 1997. La desocupación se mantuvo.
Por su eficacia, Menem fue reelecto. Pero la estabilidad económica dependía de la
convertibilidad y no existía la opción de abandonarla. Crecimiento de la deuda externa. La
economía argentina dependía el flujo de capitales externos y de las decisiones de los inversores.
La restricción del flujo de inversiones significó recesión, penuria fiscal y mayores dosis de
ajuste. Los acreedores reclamaron ajuste en las cuentas fiscales. El gobierno abandonó el diseño
de largo plazo y se limitó a capear la situación día a día.
Carvallo salió con éxito de la crisis de 1995. Inició nuevas privatizaciones, declaró la
emergencia previsional y restringió los fondos transferidos a los gobiernos provinciales, muchos no
pudieron pagar los sueldos de sus empleados y se vieron obligados a realizar su propio ajuste.
Fuerte malestar social.
Carvallo con sus acusaciones, instaló en la discusión pública el tema de la corrupción
gubernamental que creció en los años siguientes. La relación con Menem se rompió y en 1996 fue
reemplazado por Roque Fernández.
Fernández se preocupó principalmente del ajuste de las cuentas fiscales. Elevó los
impuestos, redujo el número de empleados públicos y recortó el presupuesto. Impulsó las
privatizaciones pendientes. El sector político del gobierno puso obstáculos. Fracasó en el congreso
el proyecto sobre flexibilización laboral, fracasó Menem. En 1997, Menem abandonó la reforma y
su ministro de trabajo acordó con los gremialistas una ley intrascendente. Fernández se opuso a
una ley sobre mejoramiento salarial para los docentes y rechazó un proyecto de reconstrucción de
autopistas, hubiera significado un rápido descenso de la desocupación. El gobierno enfrentó el
desafío de encontrar un balance entre los criterios fiscales del ministro de economía y los criterios
electorales de los políticos.

La jefatura
Luego de electo en 1989, Menem procedió a ampliar los márgenes de poder del ejecutivo.
Con la ampliación de la corte suprema se aseguró la mayoría, la corte falló en favor del ejecutivo
en cada situación discutida. Para eliminar controles y restricciones, removió a casi todos los
miembros del tribunal de cuentas y al fiscal general, redujo el rango institucional de la sindicatura
general de empresas públicas y desplazó a jueces o fiscales cuyas iniciativas resultaban incómodas.
Menem recurrió a los vetos parciales de las leyes y a los decretos de necesidad y urgencia. Todo
convalidado por representantes, funcionarios y magistrados.
Se concentró en la política, pero no se preocupó mucho de las cuestiones de
administración o gestión. Después de separarse de su esposa transformó la quinta de olivos en
una corte, rodeado de un círculo íntimo. El jefe concedía a sus fieles protección e impunidad.
Tráfico de influencias. La corrupción se confundió con el sistema y se integró a la máquina política.
Los políticos se quejaron de los costos sociales y políticos de la gran transformación y del
recorte de los recursos que ellos manejaban. Carvallo trató de corregir la corrupción.
El talento de Menem se manifestó en su capacidad para hacer que el peronismo aceptara
sus reformas. El peronismo ya no era l de antes. Luego de 1983 aceptó las nuevas condiciones de
la democracia y se convirtió en un partido de organización territorial.
Menem no necesitó ni la plaza ni el balcón para comunicarse fácilmente con la gente,
jugaba al futbol y visitaba los programas de televisión populares. Ante las demandas de la
sociedad daba una respuesta rápida. Demostró que para gobernar podría prescindir del peronismo
y de sus cuadros.
El movimiento renovador se disolvió y muchos de sus dirigentes se incorporaron al
menemismo. Cafiero fue reemplazado por Duhalde, electo gobernador en 1991 y reelecto en
1995. Duhalde construyó en la provincia un sólido aparato político y se perfiló como candidato a la
sucesión presidencial. Entre los sindicalistas muchos dirigentes obtuvieron beneficios personales y
algunos gremios transformados en organizaciones empresarias aprovecharon las prebendas de la
privatización.
En los comicios de 1991 Menem lanzó nuevos dirigentes. Estas elecciones fueron un éxito
para el presidente y convencieron a los dudosos de que el peronismo tenía nuevo jefe.
Actualización doctrinaria del peronismo: declaró que se apartaba de la línea histórica trazada por
Perón y empezó a pensar en la posibilidad de su reelección.
Fuera del peronismo, la oposición política fue mínima. La UCR no pudo remontar el
descrédito de 1989. Los radicales no sabían cómo enfrentar a Menem.
La cuestión militar tenía dos aspectos: el castigo a los responsables del terrorismo de
estado y el sostenido reclamo de los carapintadas. Antes de llegar al gobierno Menem había
establecido sólidos contactos con ellos. A fines de 1989 los indultó, dentro de su política más
general de reconciliación. Los carapintadas habían se sublevado reclamando el cumplimiento de
una promesa de Menem. Éste ordenó una represión en regla y los mandos militares acataron la
orden. Muertos y heridos, los responsables fueron juzgados.
Poco después asumió la jefatura del estado Martín Balza. Logró mantener la disciplina y la
subordinación del ejército al poder civil. El presupuesto militar fue reducido y se privatizaron
empresas militares. En 1994, supresión del servicio militar obligatorio y su reemplazo por un
sistema de voluntariado profesional.
En 1995 Balza realizó una crítica de la acción del ejército en la represión clandestina y
afirmó que la obediencia no justificaba los actos cometidos. La declaración provocó reacciones
hostiles en el ejército.
Un apoyo similar en la iglesia. Un grupo de obispos comenzó a reclamar políticas
compensatorias. Rechazo del aborto, derecho a la vida. Menem se hizo aceptar por la jerarquía
eclesiástica y estableció excelentes vínculos con Bush y Bill Clinton. Argentina abandonó el
movimiento de países no alineados, se clausuró un proyecto de construcción de misiles, se
respaldaron todas las posiciones internacionales de EEUU y se lo acompañó en sus empresas
militares. Involucrarse en las cuestiones de medio oriente tuvo un precio: dos atentados, uno en la
embajada de Israel y otro en la AMIA.
El gobierno enfrentó inicialmente escasa oposición a las reformas. Hubo algunos
incipientes movimientos de resistencia: la CTA no encuadrada en el peronismo y luego el MTA
peronista disidente, lograron coordinar sus protestas en la marcha federal de julio de 1993 y un
paro general al que no se adhirió la CGT. En diciembre de 1993 un estallido violento: la pueblada.
Incendio de edificios públicos y viviendas de políticos, nueva forma de protesta.
Menem trabajó con empeño en su reelección, superó todo tipo de dificultades y
finalmente lo logró. No fue fácil, el problema principal estaba en el congreso: la reforma
constitucional debía ser habilitada en ambas cámaras. En 1993 Menem logró la aprobación del
senado, exploró la posibilidad de hacerla aprobar por ley. La UCR estaba dividida, Alfonsín se
oponía pero los gobernadores radicales eran más proclives a un entendimiento. En noviembre de
1993, Menem y Alfonsín acordaron en secreto las condiciones para la reforma constitucional que
habría de contener la cláusula de reelección y modificaciones para modernizar el texto y reducir el
margen de discrecionalidad presidencia. Alfonsín fundamentó su decisión en los riesgos
institucionales que tendría una reforma sin el consentimiento de las fuerzas políticas, los
beneficios podrían obtenerse para la modernización institucional. El partido radical lo aceptó pero
el resto del ámbito opositor lo rechazó.
A principios de 1995 la crisis del tequila dio fuerza a la campaña reeleccionista, Menem
pasó a encarnar en la opinión el orden y la estabilidad. En las elecciones enfrentó a un UCR
debilitada y a una nueva fuerza (frepaso). El triunfo de Menem fue claro, logró el %50 de los votos.

Un país transformado
Al finalizar la década de los 90, Argentina era un país nuevo. Las políticas de la década
menemista contribuyeron a esa transformación pero no fueron el único factor. Menem le dio un
impulso al cambio y creó un modelo de gestión política, social y económica que se mantuvo.
En la economía los cambios fueron consecuencia de las reformas del gobierno de Menem
y del cese de la inflación. Los cambios profundizaron el giro iniciado en 1976. El estado redujo la
asistencia estatal a sectores a través de subsidios. Se promovieron las exportaciones.
El golpe más fuerte lo recibió el sector industrial volcado al mercado interno, empresas
debieron cerrar, sobrevivieron las que pudieron reconvertir sus procesos de producción y
adecuarse a los nuevos estándares mundiales. Los cierres y la tecnificación produjeron una
reducción del nivel de ocupación, sumado a los despidos en las empresas privatizadas, conformó
un gran contingente de desocupados.
Los grandes grupos nacionales se asociaron con los consorcios internacionales para
adquirir las empresas del estado. La mayoría vendió su participación y dedicó esa ganancia a
consolidar su núcleo principal. El gobierno alentó las exportaciones mediante subsidios destinados
a grupos fabricantes. Algunas empresas instalaron filiales en otros países, un grupo se había
adecuado a las condiciones de la economía globalizada, otro había desaparecido y un tercero
subsistía con dificultad.
Transformación del mundo agrario. Los precios internacionales mejoraron y alentaron los
cambios productivos. El motor estuvo en los cereales y las oleaginosas, fue el resultado de una
combinación de nuevos procedimientos tecnológicos y formas de organizar la producción. Se
generalizaron los pooles de siembra, permitieron combinar de manera efectiva distintos factores
de la producción. La frontera agraria comenzó a expandirse. La soja, las oleaginosas, los aceites y
los cereales incrementaron las exportaciones del sector, los productores de frutas y hortalizas
encontraron su alternativa exportadora en el mercosur.
El estado fue desentendiéndose de sus funciones sociales. Para achicar su déficit, el estado
nacional transfirió su responsabilidad a los estados provinciales y hubo un deterioro en la calidad
de los servicios. Abandonó los principios de universalidad y asumió solamente la parte destinada a
los pobres de manera focalizada, de acuerdo con las urgencias o la capacidad de presión social.
El discurso neoliberal impuso en la opinión sus propuestas y problemas. El debate público
se redujo a la economía y a la estabilidad. Luego de 1995 algunos actores recuperaron
aspiraciones, pero de manera casi nostálgica.
Los cambios en la economía y en el estado le dieron a la sociedad un perfil absolutamente
diferente al que había tenido en los años anteriores.
La ejecución del PAN durante la gestión de Alfonsín reveló que muchos sectores de la
sociedad padecían hambre. La hiperinflación de 1989 escenificó los cambios, que fueron
profundizados por las políticas reformistas de los noventa. La apertura económica y las
privatizaciones de empresas públicas agravaron los problemas de empleo, las reformas estatales
provocaron el deterioro de los servicios de salud, educación y seguridad.
La sociedad se polarizó. La transformación dejó ganadores y perdedores. Un sector se
sumergió en la pobreza, muchos ricos prosperaron. Las desigualdades no se disimularon. La
antigua sociedad dejó paso a otra muy segmentada, de partes incomunicadas, separadas por su
diferente capacidad de consumo y de acceso a los servicios básicos.
Las clases medias experimentaron una fuerte diferenciación interna en sus ingresos. Las
actividades o las profesiones dejaron de indicar con certeza la posición social. Un extenso sector
de viejas clases medias se deslizó sumándose al heterogéneo mundo de la pobreza. Quedaron en
vulnerabilidad, la precariedad laboral se sumó a la pérdida de la atención médica o la jubilación.
La formación de un extenso mundo de pobreza fue el dato más significativo de la nueva
sociedad. Los cambios laborales fueron decisivos: reducción del empleo estable, aumento del
trabajo ocasional y del empleo informal, baja de los salarios y aumento de la desocupación,
significó una pérdida de la cantidad y calidad del trabajo y la combinación de ciclos de empleo
ocasional con otros de desocupación.
Lo característico del conurbano es el entrelazamiento de lo viejo y lo nuevo, los barrios
deteriorados de clase media, las villas de emergencia y los lujosos countries y barrios privados.
Otros cambios tuvieron que ver con los valores y proyectos de vida. El mundo de los ricos y
exitosos puso en cuestión las expectativas de la antigua sociedad, para qué, si no había
recompensa probable. La misma combinación entre trabajo y delito ocasional era frecuente entre
quienes salían cada día a buscar cómo mantener a su familia y hacerse de un ingreso extra. La
lucha por la supervivencia estimuló una solidaridad.
La retirada del estado fue uno de los aspectos más dramáticos de la nueva situación. La
atención médica declinó. Los hospitales públicos se deterioraron. Las escuelas, también
deterioradas, permanecieron en pie. La escuela pública perdió su papel integrador y se convirtió
en reproductora de la desigualdad.
También retrocedió el estado en su función de proveer seguridad. En los grandes
conglomerados se hizo más difícil la prestación de servicios, contribuyó la corrupción de la
institución policial. El delito entró en la habitualidad social y la policía participó de sus frutos y
hasta lo organizó.
El estado reemplazó las políticas universales de sus épocas de esplendor por
intervenciones parciales y focalizadas. Los fondos venían del estado aunque en muchos casos los
recibía de organismos internacionales. Se destinaron a programas muy variados: vivienda,
recalificación laboral, fomento de emprendimientos, salud y educación. El mundo de la pobreza se
consolidó. Estas acciones contribuyeron a hacer menos terribles las consecuencias de la gran
mutación social.
La transformación tuvo efectos contundentes en la política. En las barriadas pobres, la
sociedad se articuló en torno de un complejo universo de sociedades de fomento. Surgieron
referentes con capacidad para establecer orden y ayudar en la solución de las situaciones de
emergencia.
Punteros y referentes sociales articularon las redes políticas y sociales. Se negociaban
contingentes de votantes importantes para la disputa interna. Se trataba de conjuntos antes que
de individuos. El individuo, presionado por la necesidad de asegurar subsistencia, subsumido en el
grupo, encontraba en la elección la ocasión para obtener algo de lo que necesitaba. El beneficio
concreto debía incluirse en un contexto de solidaridades, valores y discursos compartidos cuya
construcción constituyó todo un desafío para las organizaciones políticas. El peronismo obtuvo
una ventaja.
En el resto de la sociedad se produjo una evolución convergente. A partir de 1983 la
ciudadanía militante y comprometida dio nueva vida a los partidos políticos. Pero gradualmente
perdió relevancia el debate de ideas y la formulación de propuestas. A la desconfianza hacia las
ideologías se sumó el repliegue de la ciudadanía, desilusionada con las promesas no cumplidas de
la democracia. Los partidos acompañaron esta transformación y desarrollaron otras funciones. Los
dirigentes gradualmente fueron conformando una nueva corporación. La ciudadanía se fue
reduciendo y los partidos perdieron vitalidad y representatividad.
Las instituciones republicanas se fueron resintiendo. Las urgencias de la crisis y la idea de
jefatura del peronismo tensaron la relación entre los poderes y se fue estableciendo la antigua
concepción de la democracia líder. Se trató de equilibrar las necesidades del gobierno en tiempos
de emergencia con las exigencias republicanas de controles, balances y contrapesos.
En la segunda mitad de la década de 1990, renacimiento del espíritu ciudadano, que se
manifestó con intensidad en las cuestiones pendientes del terrorismo de estado. Instituciones
especializadas, un grupo de profesionales y hasta una nueva especialidad académica revitalizaron
el discurso político moral original. Su acción se desarrolló al costado de la política partidaria,
acentuando su función vigilante y censora. Entre el activismo contestatario creció una nueva
lectura del pasado. Iniciaron la reivindicación de la lucha de los años setenta acorde con el nuevo
clima de protesta social que se insinuaba.

El fin del menemismo


La devaluación de Tailandia en julio de 1997 dio lugar a una serie de derrumbes que minó
la confianza global en las economías emergentes y reorientó las inversiones hacia mercados más
seguros. Otro golpe, la devaluación de la moneda brasileña alteró las relaciones comerciales.
Cayeron las exportaciones y hubo un aluvión de importaciones. Las empresas locales reclamaron
protección.
En 1998 el PBI retrocedió. Muchas empresas y bancos fueron vendidos a corporaciones
multinacionales o a grandes fondos de inversión. El gobierno de Menem llegó a su final sin margen
para beneficencia electoral y debió cerrar su presupuesto con un déficit abultado y una deuda
externa que trepaba a 160 mil millones de dólares.
Menem empezó a sufrir una oposición social cada vez más activa. Antes de 1995 las
manifestaciones sociales habían tenido escasa difusión y proyección. En 1995 se hicieron más
violentas. Al año siguiente, la oposición política impulsó una protesta ciudadana consistente en un
apagón eléctrico y un cacerolazo. La iglesia empezó a sumarse a las protestas.
Estaban surgiendo las organizaciones de desocupados, los piqueteros, forma novedosa de
protesta: el corte de ruta. Era la movilización de los desocupados, violenta y reacia a cualquier tipo
de acción organizada. El gobierno a veces apeló a la justicia y otras a gendarmería, hubo violencia,
heridos y muertos. Otras veces negoció, lograba un alivio momentáneo del conflicto, pero a la vez
generaba nuevos reclamos.
La organización de los desocupados también se desarrolló en el Gran Buenos Aires, allí
había una tradición de organizaciones sociales dedicadas a los problemas de la tierra y de la
vivienda. El gobierno nacional y el provincial distribuían planes de ayuda, principalmente a través
de las intendencias y las redes políticas del peronismo. Las nuevas organizaciones reclamaron su
parte en el reparto de planes, cortando rutas. Este tipo de movilización callejera se acentuó a
medida que avanzaba la crisis, la política volvía a las calles, se desarrollaba ante la televisión, la
espectacularidad fue clave.
La perspectiva de las elecciones presidenciales de 1999 agitó el ambiente en el peronismo,
comenzó a cuestionarse la gran transformación. Se inició una guerra violenta entre el antiguo jefe
del justicialismo y quien pretendía sucederlo. Uno de los caminos fue la denuncia de hechos de
corrupción, con informaciones que unos y otros hacían circular para perjudicar a sus rivales.
Se trató de un destape. La policía apareció implicada en varios casos de delincuencia, la
corrupción penetraba en todas las instituciones del estado y la violencia mafiosa era parte de la
disputa por el poder y los negocios.
En octubre de 1997 el justicialismo sufrió una fuerte derrota en las elecciones legislativas.
Duhalde quedó maltrecho y Menem lo golpeó aún más, afirmó que sólo él podía ganar en 1999 y
se lanzó abiertamente a una nueva reelección. Presionó a los gobernadores para alinearlos con él
y dejar desamparado a Duhalde. La justicia declaró que su proyecto era absolutamente ilegal.
Menem y Duhalde se desentendieron de las instituciones. Menem fracasó pero logró herir
a Duhalde, que en la campaña tuvo que acentuar su perfil opositor al gobierno que integraba y
presentar propuestas alternativas que cuestionaban la convertibilidad. Los gobernadores
peronistas abandonaron el proyecto de Menem. Duhalde no pudo encabezar un partido unido.
Nueva primavera ciudadana. A las batallas por la memoria y la protesta social se agregó el
debate público sobre la injusticia social, la corrupción, el abuso de poder y la impunidad. La
propuesta el frepaso logró dar forma al entusiasmo y la voluntad colectivos.
Convergían en el frepaso disidentes del peronismo y del radicalismo, socialistas y otros
grupos de izquierda, movimientos sociales, vinculados con la CTA, fragmentos de la maquinaria
electoral justicialista. Fue una fuerza política sin una gran inserción territorial ni una estructura
institucional clara, pero con un dirigente de fuerte liderazgo: Chacho Álvarez. El frepaso recogió
distintas aspiraciones, puso el acento en los problemas sociales y en las cuestiones éticas y
políticas: la corrupción y el deterioro de las instituciones. Logró imponer su mensaje.
Desde 1995, la UCR y el frepaso iniciaron conversaciones para concertar su acción y
avanzar hacia una alianza formal. Convicción de que juntos podían vencer al justicialismo. En 1997
crearon la alianza de trabajo, la justicia y la educación y obtuvieron un notable triunfo en las
legislativas.
La alianza avanzó hacia el triunfo en 1999, puso su acento en la equidad social, las
instituciones republicanas y la lucha contra la corrupción. La candidatura presidencial se resolvió
mediante una elección abierta, en la que De la Rúa venció.
En las elecciones de octubre de 1999, De la Rúa y Álvarez obtuvieron un triunfo claro. De la
Rúa recibió un poder limitado en lo político y condicionado por la crisis económica. Pronto se
agregaría la dificultad para transformar una alianza electoral en una fuerza gobernante.

Epílogo
No parece fácil que se recuperen las condiciones estructurales sobre las que se sustentó el
kirchnerismo. No se trata de un peronismo eterno, es un segundo peronismo, muy diferente al
primero. El de entonces fue el peronismo de los trabajadores y de la justicia social, el actual es el
peronismo de los pobres y la inclusión. Corresponden a dos Argentinas muy diferentes.
La vieja Argentina fue un país vital y conflictivo, con una economía próspera, capaz de dar
empleo a los sucesivos contingentes que se incorporaron a la sociedad. Fue dinámica, móvil e
integrativa. Algunos conflictos fueron propios de la incorporación social acelerada. Otros se
explican por las características del estado y su relación con las diferentes corporaciones e
intereses. Aquel estado fue activo y potente, intervino de manera creciente para regular los
conflictos de una sociedad cada vez más compleja. Desarrolló su capacidad para conceder
privilegios. Del interés general se fue deslizando hacia el favor a alguno de los grupos de interés
organizados que negociaban con él y lo presionaban. Fue progresivamente colonizado por las
corporaciones, perdió su autonomía y se convirtió en el campo de combate.
La Argentina vital generó una ciudadanía informada, activa y participativa. En la primera
mitad del siglo XX hubo dos grandes ciclos políticos democráticos, uno radical y otro peronista.
Hubo algunos rasgos comunes: se trató de un tipo de democracia prebiscitaria, de líder, y poco
preocupada por la institucionalidad republicana. El radicalismo y el peronismo se proclamaron
como la expresión de la nación y del pueblo, su jefe se asignaba una misión y no se creía limitado
por normas e instituciones. Los adversarios fueron considerados enemigos del pueblo y la nación.
El resultado fue una política facciosa, intolerante e inestable, atrajo intervenciones
militares. Los militares aprovecharon los conflictos para proponer la alternativa de la dictadura. La
Argentina vital también produjo un nacionalismo construido sobre la idea de la unidad y la
homogeneidad. Ser nacional. La definición fue conflictiva, aquel que imponía la suya decidía quien
pertenecía a la nación y quien era su enemigo. El ejército, la iglesia, los movimientos políticos,
estas imágenes concurrieron en un nacionalismo intolerante y paranoico.
La última dictadura militar potenció al extremo los conflictos de la vieja Argentina e inició
la construcción de la nueva. Es una Argentina decadente. El rodrigazo de 1975 inició un proceso de
empobrecimiento y de redistribución regresiva del ingreso. Los cambios beneficiaron a quienes
tenían una relación privilegiada con el poder, pero hubo afectados que quedaron en desocupación
y en la miseria. El resultado fue una sociedad fragmentada.
Argentina hizo en 1983 su intento más sistemático y voluntarioso de construcción de una
democracia republicana. Por contraposición a los horrores de la última dictadura pudo instalarse
en el imaginario social de una democracia ideal. Retrocedió el nacionalismo integral y duro,
floreció un patriotismo pluralista y menos paranoico. Los costos más duros de la gran
transformación: una deuda externa imposible de pagar y una inflación imposible de controlar.
La prioridad pasó a la reforma y al estado. Esta transformación tuvo dos aspectos
salientes. Uno fue la privatización de las empresas el estado, que alivió el problema de la deuda
externa. El otro fue la ley de convertibilidad, que contuvo la inflación pero creo las condiciones
para un final catastrófico. Cuando éste llegó en 2001 reaparecieron los problemas de fondo de la
nueva Argentina, multiplicados por una profunda crisis política y social. La exportación de soja y
otras permitió recomponer las finanzas de manera casi milagrosa. El estado la madre de todos los
problemas, incluso el democrático.
En la construcción democrática de 1983 se combinaron el sufragio, la institucionalidad
republicana, el estado de derecho, la pluralidad y la discusión racional. Era novedosa la
interpelación a una ciudadanía consciente y activa. Queda poco de aquella ilusión. Cada vez son
menos los ciudadanos conscientes, reflexivos y comprometidos. Cada vez pesan menos las
instituciones, la opinión pública y el estado de derecho.
En 1983 se creyó que el estado podría llevar a la práctica lo que el gobierno democrático
decidiera. Los modos de obtener beneficios del estado cambiaron. Se pasó de incidir en la
orientación general de sus políticas a la obtención de beneficios para empresas o personas
específicas. Predominaba entonces la opinión neoliberal, que predicaba el achique del estado, lo
que en realidad significó desmontar sus principales instrumentos de regulación y control. La base
del estado prebendario se mantuvo y se profundizó. Siglo XXI, el discurso neoliberal fue
reemplazado por el estatista.
Hubo y hay una importante traslación de ingresos por la vía de la política, que explica
parte de la polarización social. El estado fue perdiendo su burocracia, sus procedimientos, sus
agencias de control, sus normas y su ética. Gobiernos discrecionales fueron destruyendo el estado.
El segundo peronismo mostró una gran capacidad de adaptación. Avanzó en el desmonte
del estado y de los mecanismos de control. La democracia y particularmente la necesidad de
sustentar el poder en los sufragios abrieron nuevas posibilidades a la profesionalización. Hay un
cambio cultural. Los recursos para el enriquecimiento personal provienen del estado. La prueba de
fuego de los gobernantes del segundo peronismo está en su capacidad de llevar adelante a un país
que en los últimos tiempos ha tenido experiencias muy traumáticas, que ha vivido en emergencia
y que valora la gobernabilidad y la normalidad.

Democracias delegativas
Las democracias delegativas surgieron en la necesidad de caracterizar a los regímenes
políticos postransicionales de la década de 1980 en América Latina. Las democracias surgidas en
aquellos años no se ajustaban a las tipologías previas, por lo cual tuvieron que recurrir a un nuevo
concepto.

Surgimiento de las democracias delegativas


América Latina ha sufrido una serie recurrente de crisis. Durante el siglo XX se intentaron
resolver a partir de la imposición de regímenes no democráticos, derivados de golpes de estado.
La democracia se constituyó como el régimen privilegiado en el escenario internacional. La
alternativa no democrática fue descartada, los golpes de estado desaparecieron.
Las transiciones democráticas no fueron sucesos tranquilos. Se recuperaba la libertad y la
democracia pero estas venían con crisis económicas muy fuertes que esos gobiernos no podían
resolver. Estas coyunturas produjeron miedo y tensión social, se esperaba que la crisis se
solucionara de alguna manera, como fuera.
Los contextos de gran temor y frustración predisponen a la ciudadanía para el surgimiento
de democracias delegativas. Una crisis económica y social puede predisponer a los ciudadanos
para apoyar a quien otorgue una promesa de solución, sin preguntarse si pueden cumplir.

Las democracias delegativas


Existen distintos tipos de democracias. Las democracias representativas se consolidaron a
mediados del siglo XX en Europa continental. Son aquellos regímenes políticos en donde los
ciudadanos, mediante el voto, eligen a sus representantes. La ciudadanía tiene posibilidad de
controlar a los representantes y las instituciones democráticas permiten una convivencia entre
oficialismo y oposición.
Las democracias delegativas aparecen como algo distinto, también representan algunas
similitudes. Estos regímenes se sostienen en la existencia de elecciones, el candidato ganador no
tiene que legitimarse una vez ganada la elección. Una vez a cargo ya no existe mucho espacio para
cuestionarlo.
La condición delegativa de estas democracias implica que la ciudadanía solo se limita a
encomendar, confiar, otorgar, entregar, concretamente, delegar el poder soberano al ganador de
una elección. La elite gobernante accede mediante mecanismos puramente democráticos. Los
canales de diálogo entre el gobierno y la ciudadanía se abren solo durante las elecciones, para
luego cerrarse hasta la siguiente elección.
En las democracias delegativas no hay incorporación de los sectores populares, excepto en
lo discursivo. No posee características autoritarias típicas de los regímenes no democráticos. No
son autoritarismos ni democracias representativas, ni populismos, sino un tipo disminuido de
democracia. Los ciudadanos se convierten en actores que intervienen en la entrega de este poder.
Solo lo hacen el día de la emisión de su voto.
Las nuevas autoridades actúan libremente para llevar adelante el programa de gobierno
que deseen, sin que se corresponda con las plataformas que se presentaron en la elección. El
único obstáculo que tienen es el tiempo. Serán las relaciones entre los poderes las que definan los
rumbos de las políticas que se prosigan desde el gobierno.

Profundizando en el concepto
Las democracias delegativas son una forma de manejar y ejercer el poder político, se
distingue por la forma en la que se toman las decisiones. Así como en las representativas, los
ciudadanos tienen la facultad de reunirse, agruparse políticamente y competir por el voto popular.
Solo una persona o un grupo de personas toman las decisiones, estos no sienten la necesidad ni la
obligación de consensuarlas, ampliarlas o someterlas a la revisión de instituciones de control.
En democracias representativas, la toma de decisiones requiere del acuerdo de los
diferentes partidos políticos. El congreso, espacio donde los partidos políticos ponen en discusión
sus ideas, intentando llegar a acuerdos y tomar decisiones considerando los varios puntos de vista.
En las democracias delegativas el presidente tiene el derecho de tomar las decisiones que
crea posibles para el país basándose en sus propias ideas, métodos y acciones. La idea central es
que existe una necesidad de salir de la situación crítica de cualquier manera. Se vota a alguien sin
importar su pasado y sin conocer su real capacidad más allá del discurso. Es por esto que es
asociada con una lógica hiperpresidencialista. Se implementa un sistema de elección mayoritario
para sus presidentes, como el balotaje. El presidente argumenta representar la voluntad del
pueblo y para eso necesita porcentajes muy altos de votación que legitimen su vocación
mayoritaria. Los liderazgos son carismáticos y concentran en ellos todo el saber y la decisión sobre
cómo salir de la crisis.
En las democracias delegativas se estimula la aparición de dicotomías, polarización social
entre quienes apoyan las decisiones presidenciales y quienes no lo hacen. Quien ocupa la
presidencia, afirma que no representa a un partido, sino a la nación en su conjunto.
El uso persistente de un lenguaje de crisis y el recurso de invocar constantemente los
miedos desatados por las crisis son parte de la estrategia de sostén de este régimen. No estar de
acuerdo con la decisión presidencial es no estar de acuerdo con la nación. Otra característica es la
negación de las instituciones democráticas. Las decisiones presidenciales son las mejores y las
únicas para el país. Los obstáculos a ese tipo de decisiones son considerados dañinos. La justicia, el
parlamento, los opositores, todos ellos son obstáculos que no deben ser respetados si contradicen
al presidente.
En una democracia representativa, las instituciones son espacios para la revisión de las
decisiones del poder ejecutivo. En una democracia delegativa, son espacios de cuestionamiento al
régimen. No solo las instituciones políticas son obstáculos, también los grupos económicos y la
prensa.
Las democracias delegativas se caracterizan por su condición movimentista. Se apoyan en
movimientos sociales. Esto les permite ampliar la cantidad de individuos que apoyan al candidato.
Los movimientos permiten una mejor integración de las diferencias entre sus componentes. Los
partidos políticos son considerados obstáculos para la toma de decisiones porque solo integran a
personas que coinciden entre ellas y rechazan a quienes piensan distinto. Se sostiene en el apoyo
de un movimiento pero no se limita a éste.

Auge y decadencia de las democracias delegativas


Si las democracias delegativas surgen como la respuesta a una crisis, una vez superada la
crisis, el auge del modelo delegativo comienza a caer. La posibilidad de sostener este modelo en el
tiempo es poco probable. Existiendo elecciones libres, la ciudadanía podría votar por una
alternancia. Las tensiones por el discurso del presidente en las delegativas generan cansancio y
desgaste en la población que impactan en la desacreditación del liderazgo presidencial.

El mundo actual
Dos hechos históricos enmarcan el período que denominamos mundo actual entre 1989 y
2016. Cayó el muro de Berlín a fines de 1989 y el muro del Caribe en enero de 2015.
Después de la segunda guerra mundial comenzó la guerra fría, caracterizada por un
mundo bipolar. El período designa la rivalidad que enfrentó a EEUU con la URSS y sus respectivos
aliados. Se libró en los frentes político, económico, propagandístico y de forma muy limitada en el
militar. Se oponían dos bloques: el occidental y el del este. El primero agrupaba países de
economía capitalista con un alto nivel de desarrollo y sistemas políticos democráticos. El segundo,
países con una economía de planificación centralizada y modelos políticos de tipo autoritario.
El muro de Berlín comenzó a construirse en 1961 en el marco de este enfrentamiento.
Dividía a Alemania en dos. Distintas funciones: fue levantado para proteger a su población de
fascistas que conspiraban para evitar la construcción de un estado socialista y sirvió para impedir
la emigración masiva.
El muro del Caribe comenzó como un embargo comercial, económico y financiero de
Estados Unidos en contra de Cuba en 1960. En 1962 se estableció el bloqueo del paso de buques
soviéticos a Cuba. En 2015, EEUU y Cuba reiniciaron sus relaciones diplomáticas.
La caída de los muros expresan la culminación de procesos de disolución de un mundo
organizado en dos ejes de poder y la emergencia de otro más independiente y complejo.

Un repaso del siglo XX


Tres guerras caracterizaron los acontecimientos históricos del siglo XX: la primera guerra
mundial (1914-1918), la segunda guerra mundial (1939-1945) y la guerra fría (1947-1989). El siglo
XX fue corto y violento. Corto porque comenzó con la primera gran guerra y culminó con el fin de
la guerra fría. Violento porque se produjeron millones de muertes como consecuencia. También
fue un tiempo de muchas transformaciones. Los desarrollos en la ciencia y sus aplicaciones
tecnológicas generaron un nivel de desarrollo económico incomparable. La esperanza de vida del
hombre al nacer aumentó. Hubo grandes cambios sociales y organizativos vinculados con el
trabajo, la educación, el consumo masivo y el nuevo rol de las mujeres. Algunos hechos:
1) Con el comienzo de la primera guerra culmina una larga etapa de paz a nivel mundial y
de prosperidad económica.
2) En enero de 1945 se liberó Auschwitz, el mayor campo de concentración y exterminio
del nazismo. Se estima que los nazis asesinaron a más de 5 millones de judíos, la mitad de los que
habían calculado.
3) A partir de 1945 se crearon organismos internacionales que conformaron espacios para
las relaciones, acuerdos y acciones entre países. Surgieron para evitar una nueva guerra mundial,
brindar ayuda para la reconstrucción, coordinar el financiamiento y la defensa, promover la paz y
el respeto por los derechos humanos.
Se creó la ONU, con la necesidad de reformular la convivencia de los seres humanos y
evitar la repetición de los acontecimientos bélicos. Dentro de su propia estructura, FAO con el
objetivo de lograr un mundo sin hambre y UNESCO para impulsar la paz y la seguridad mundial. El
FMI como la institución central del sistema de pagos internacionales. El Banco Mundial, orientado
a la reconstrucción de la Europa de posguerra a través del financiamiento y la asistencia técnica
para proyectos de desarrollo. En 1947, se creó el acuerdo GATT para impulsar el comercio,
monitorear las políticas comerciales de y actuar como árbitro en posibles disputas comerciales
internacionales. La unión económica pasó a ser una unión política, esto culminó hacia 1933 con la
constitución de la Unión Europea.
4) La segunda guerra mundial también dio origen a un tipo de estado nuevo: estado de
bienestar. Sus bases principales: la conciliación de clases, activa participación e intervención del
estado en la economía y la idea de ciudadanía social. Alta sindicalización, alto nivel de ocupación y
una política redistributiva que permitió acceder a servicios y niveles de consumo que mejoraron
niveles de vida. Este tipo de estado convivió con el momento de maduración del sistema fabril de
producción en serie. El fordismo se caracterizó por una mayor división de tareas, la producción en
cadena, la reducción de costos y mayor circulación de mercancías.
5) En 1968 el mayor francés se convirtió en uno de los modelos de la rebelión juvenil-
estudiantil que puso las bases culturales del capitalismo occidental. Se enfrentó a los ideales de la
sociedad de consumo. La clase trabajadora se unió a las protestas organizando la mayor huelga en
la historia de Francia. El impacto fue muy importante, no hubo una continuidad en el tiempo de las
protestas y el movimiento se fue apagando.
6) En 1944, durante los acuerdos de Bretton Woods se había impuesto instaurar una divisa
internacional y adoptar el dólar para dicha finalidad. En 1971 EEUU abandonó dicho patrón y el
valor del dólar pasó a sostenerse en la confianza otorgada por sus poseedores.
7) La guerra de Vietnam fue uno de los conflictos que expresó con mayor claridad el
enfrentamiento entre las dos concepciones ideológico-políticas (comunismo-capitalismo). Ese
conflicto duró años. Las opiniones estadounidenses con respecto a permanecer o retirarse de
Vietnam tendieron a inclinarse hacia la segunda opción.
8) Hacia 1968 se diseñó una red de computadoras enlazadas entre sí a través de líneas
telefónicas. Nacía ARPANET, que enviaba el primer mensaje por esta vía en octubre de 1969.
9) Creación de OPEP hacia 1960. El objetivo era influir en el mercado del petróleo
regulando los niveles de producción y acordando precios para el producto. Hacia 1973 la OPEP
estableció un aumento en el precio del petróleo. La consecuencia directa fue una crisis mundial.
Como el petróleo era el insumo básico de la economía todas las actividades y todos los estados
sufrieron el impacto del aumento.
10) Dos transformaciones estructurales decisivas para poder comprender el final del corto
siglo XX. La república popular china inició una transformación económica trascendental. Se dejó de
ser un sistema económico comunista-colectivista para pasar a ser uno capitalista de estado
centralizado. Años después, China se convirtió en la segunda economía mundial. La URSS desplegó
una serie de estrategias. En el frente externo entre los líderes de la URSS y EEUU culminaron con la
firma del tratado de fuerzas nucleares de alcance intermedio. Ambos países se otorgaron el
permiso para inspeccionar las instalaciones militares del otro y se eliminaron misiles. En el frente
interno implementaron reformas políticas que se conocen como perestroika y glasnost.
Terminarían provocando el desmembramiento de la URSS y el fin de la guerra fría.

La entrada del siglo XXI

1. De la caída del Muro de Berlín (1989) al derrumbe de las torres gemelas (2001)

Período actual, tres fases. La primera: etapa del multilateralismo y de la globalización.

a. Conflictos posteriores al desmembramiento de la URSS

En la guerra del Golfo (agosto de 1990-febrero de 1991), naciones unidas autorizó una
acción militar con el objetivo de desalojar a Irak, que había invadido el territorio del estado de
Kuwait. Estuvo liderada por EEUU. Operación tormenta del desierto, dejó expuesta la superioridad
militar de EEUU. Derrotó al ejército iraquí. El escenario político internacional tendía al
multilateralismo, el conjunto de las naciones, reconociendo el liderazgo norteamericano igual
tenía participación en decisiones políticas de impacto global.
Otro de los conflictos, la guerra de Balcanes. Las fuerzas serbobosnias tomaron la ciudad
de Srebrenica y ejecutaron a 8 mil musulmanes. Ponía de manifiesto que algunos conflictos
étnicos y otros de base nacionalista muy antiguos, habían quedado tapados por la expansión
soviética en dicha región y una vez que ésta desapareció, resurgieron con muchísima fuerza y
crueldad. Este conflicto se prolongó durante toda la década de 1990. Hacia 1999 la OTAN llevó a
cabo la intervención de Kosovo, con el objetivo de frenar la masacre que se estaba produciendo.

b. Ascenso de las potencias emergentes

Japón desde la década de 1980 y China e India a partir de los noventa, son casos
emblemáticos de expansión material en la historia económica mundial contemporánea. Están
entre los de mayor PBI mundial y tienen a EEUU como su principal socio comercial.
c. La aplicación de las ideas neoliberales en América Latina

América Latina tuvo en la década de 1980 un desempeño muy malo en cuanto a


crecimiento. Un exceso de estado, altas regulaciones y mercados muy protegidos llevaban a una
situación que derivaban en déficits permanentes de las cuentas públicas que se financiaban
emitiendo moneda que terminaba perdiendo valor, generando más inflación y obligando al estado
a emitir más dinero. La respuesta fue un conjunto de políticas bajo el concepto de neoliberalismo.
Consistió en una mayor integración con la economía mundial, desregulación de los mercados y
privatizaciones de empresas públicas estatales. Tuvieron un éxito inicial al atraer importantes
flujos de capitales extranjeros.

d. Las crisis financieras recurrentes

Los estados instrumentaron bonos de deuda pública, las empresas pudieron financiarse
globalmente y los flujos de capitales se trasladaron de las economías más desarrolladas a las
emergentes. Cuando las condiciones de la economía mundial cambian, los flujos de capital se
revierten. Provoca que las crisis financieras se transformen en económicas. Desde mediados de
1990 estas crisis fueron recurrentes. Para muchos eran la consecuencia natural de las políticas
neoliberales.

e. La revolución de las tecnologías de la información y la comunicación y la primera


burbuja especulativa

El período entre finales de la década de 1980 y el inicio del siglo XXI es definido como la
era de la información, por el gran cambio tecnológico y su impacto. Internet se convirtió en el
desarrollo tecnológico más representativo de esta era. Diversos dispositivos fueron reduciendo las
distancias y agilizaron las posibilidades de comunicación. La centralidad de estas áreas en el
entramado científico, productivo, comercial y financiero hizo que las compañías de este sector se
transformen en las estrellas financieras de fines del siglo XX. Hacia el año 2000 entraron en crisis.
La crisis de las puntocom. Colapso económico generalizado de ciertas empresas de internet. Éstas
prometían gran crecimiento y dinero con baja inversión y se sobrevaloraron las bolsas generando
una burbuja especulativa.

2. Del año 2001 a la crisis financiera global de finales de 2007

El 11 de septiembre de 2001 se produjo un ataque terrorista en EEUU. Se secuestraron


aviones para estrellarlos contra las torres gemelas y el pentágono. Se inició la segunda etapa del
período, la característica principal es el unilateralismo.
La red Al Qaeda, fundada por Osama bin Laden había planificado y perpetrado los
atentados. Golpeó los símbolos de poder económico y militar de EEUU. Los terroristas habían
logrado sus objetivos: embestir contra su enemigo, instalar miedo, odio y sed de venganza en la
sociedad estadounidense y que sea visto por todo el mundo, que hablaran de bin Laden, Al Qaeda
y de la yihad.
Estados Unidos pasó al unilateralismo. Decidió por si solo una nueva intervención militar
en Irak y en Afganistán. Su necesidad de financiar dos guerras debilitó su economía. Las políticas
republicanas llevaron a la quiebra a uno de los bancos de inversión más grandes del mundo.
A pesar de las dificultades, el proceso de globalización creciente se profundizó. Fueron
años de una muy alta expansión económica global, liderada por los países emergentes. La
economía mundial crecía a tasas elevadas, en medio de bruscas oscilaciones que hacían pensar
que se podría detener de manera repentina y con graves consecuencias, lo que terminó
sucediendo.

3. Del año 2008 al deshielo entre Cuba y EEUU y el brexit

Tercera y última etapa. Se caracteriza por una guerra global permanente. Acontecimientos
que llevan a la conclusión de que a nivel global se están atravesando tiempos difíciles de alta
incertidumbre. Problemas medioambientales, terrorismo y migraciones masivas desde zonas
empobrecidas.

a. De la crisis económica de 2008 a los acontecimientos del brexit en 2016

Luego de un período de expansión económica mundial, estalló una crisis financiera y


económica. El nivel de globalización que tiene el sistema económico actual puede ser una de las
causas para que el cambio en la relación entre estado y mercado no se haya llevado a cabo. Los
estados tienen menor capacidad de respuesta dada la magnitud y la escala global de la debacle.
Tras nueve años, la economía mundial aún no ha vuelto a experimentar los niveles de crecimiento
previos.
Grecia casi todo lo que consume, lo importa. Es miembro de la unión europea, su moneda
es el euro. Como consecuencia del escaso desarrollo de su economía, ha tenido que enfrentar
problemas fiscales, no puede financiar de manera genuina el gasto de su sector público. La etapa
actual de endeudamiento griego se inició con los juegos olímpicos en 2004. Fue el primer disparo
del gasto público. El gasto del estado por habitante creció.
El caos griego expresa la tensión entre los principios de la democracia y la
autodeterminación de los pueblos y gobiernos. La mayor parte del pueblo griego había votado por
una coalición (syriza) que se presentó como contraria a las imposiciones de los organismos
multilaterales. Presiones. Se organizó un referéndum. El gobierno griego debió ceder y aceptar un
acuerdo con los organismos multilaterales a cambio de un rescate financiero.
El brexit hace referencia a la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Existían
diferencias de criterio entre dirigentes políticos respecto a los beneficios y costos de ser miembro
de la UE y el país comenzó a transitar una etapa de discusión. Se impuso el brexit. La decisión no
parecía la más acertada porque los perjuicios de dejar la UE serían superiores a los beneficios
potenciales. Éstos, al dejar la UE serían: no depender de decisiones tomadas por la comunidad
europea, dejar de contribuir con sus impuestos al financiamiento de la UE, cerrar las fronteras. Ser
miembro de la UE implica aceptar libre circulación de los ciudadanos sin restricciones. Pudo
haberse percibido como una amenaza grave para su seguridad.
En relación a los perjuicios, se pueden mencionar el hecho de separarse de un mercado de
millones de consumidores que representa la segunda mayor economía del mundo y abandonar la
pertenencia a un espacio territorial inmenso en el que se mueven con total libertad personas,
bienes y capitales.
En términos políticos, el brexit puede representar un cambio de tendencia en el proceso
de construcción de espacios territoriales amplios que vayan superando el nacionalismo y que
conformen mercados mucho más grandes. También el afianzamiento de posiciones y líderes
políticos nacionalistas y ultranacionalistas. Derechas ideológicas más extremistas.
En materia económica, la salida va a provocar una disminución del crecimiento dado que
implica un proceso muy largo hasta que se concrete, no queda claro cuáles serán sus verdaderas
consecuencias.

b. De la primavera árabe al estado islámico y al acuerdo nuclear con Irán

La primavera árabe hace referencia a una serie de le alzamientos populares en los países
árabes acontecidos desde 2010. Se inició en Túnez y forzó un cambio de gobierno en ese país. Son
revoluciones de civiles que a través de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información
reclaman mayores libertades, cambios en el régimen político y terminar con gobiernos
autoritarios. Cinco años después, Túnez parece ser el país donde se pueden ver más avances, en
otros persisten las dificultades. En siria hay una profunda guerra civil, lo mismo Irak. Es una de las
consecuencias de la incursión de las fuerzas militares estadounidenses en la región.
Para EEUU, Inglaterra y las potencias occidentales el surgimiento del estado islámico (ISIS)
y del califato es el más grande desastre. La guerra contra el terrorismo por la cual se han limitado
las libertades civiles y gastado millones de dólares, ha fracasado. ISIS ha demostrado que peleará
con cualquiera que no se adhiera a su variante intolerante, puritana y violenta del Islam. Se trata
de una organización militar bien dirigida que tiene mucho cuidado al elegir sus objetivos y el
momento óptimo para atacarlos.
Firma del tratado nuclear entre Irán y los cinco miembros permanentes del consejo de
seguridad de las naciones unidas, más Alemania. El acuerdo corta las vías para que Irán desarrolle
armas nucleares. A medida que Irán cumpla con las condiciones, se levantarán todas las sanciones
contra ese país impuestas por la ONU, la UE y EEUU.

c. De la crisis en Ucrania al deshielo del Caribe: resabios de la Guerra Fría

Rusia no dejó de ser una gran potencia. Las potencias europeas a través de su organización
militar y de su capacidad de influencia económica tientan a algunos de sus aliados estratégicos
para que se posicionen más cercanos a Europa y abandonen a Rusia. Ucrania, gobierno que se
quiere aliar con Europa y regiones de su territorio vecinas a Rusia que prefieren un acercamiento a
dicha potencia.
Miembros de la OTAN temen que Rusia pueda impulsar agitaciones. Ésta niega que vaya a
apoyar cualquiera de los movimientos subversivos. Cualquier posible situación de conflicto que
involucre a Rusia puede hacer presagiar conflictos de enorme magnitud potencial. El hecho de que
EEUU y Cuba retomaran relaciones diplomáticas, una de las últimas consecuencias de la guerra
fría. En el Caribe falta recorrer obstáculos.
Globalización
La globalización tiene dos características importantes: la existencia de organizaciones y
empresas de alcance mundial y la velocidad de las comunicaciones derivadas de los avances
tecnológicos. Grandes compañías vinculadas con la industria de la alta tecnología, un sector clave:
China. Se ha venido convirtiendo en el taller del mundo.

Aproximaciones al concepto de globalización


El concepto globalización ha adquirido importancia, como símbolo y como nombre. Dentro
de las ciencias sociales tiene distintas dimensiones que han dado lugar a estudios diferenciados.
Existen muchas controversias pero se puede afirmar que es una característica distintiva y
sustantiva del mundo actual. Tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse,
alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales. El apresurado
crecimiento de la población ha producido un profundo efecto político y cultural, su forma
dominante, un mercado libre y carente de controles.
La globalización impacta sobre distintos ámbitos de la actividad humana de forma
mundial. Es reconocida como una fuerza dominante y dinámica que se transforma de manera
constante. Para algunos es una fuerza positiva que genera amplias oportunidades, para otros es
una fuerza negativa que perjudica a los más indefensos. Se ha incrementado el nivel de
desigualdad, tanto hacia adentro de las sociedades nacionales como a nivel mundial.
En la primera parte de los 90, el dinamismo fue mayor. Luego fue disminuyendo como
consecuencia de las crisis financieras que afectaron a varios mercados emergentes y a la crisis del
2000 que impactó sobre las empresas de tecnología orientadas a internet. Encontró un freno con
los atentados a las torres gemelas.
El concepto de globalización sigue vigente y en expansión, es una sostenida tendencia de
largo plazo con momentos de auge, de estancamiento y de retroceso.

Globalización: integración económica y revolución tecnológica


La actualidad de la globalización está dada por la permanencia de dos de sus principales
características: una es la integración económica y financiera y la planificación de la producción
distribuida en el mundo por parte de las grandes organizaciones, la otra es la revolución
tecnológica permanente.
No solo son los mercados en los que se realizan transacciones de capital los que se hallan
globalizados, sucede con la producción de bienes y con el empleo. Los proyectos empresarios que
se concretan y las cantidades de trabajo y capital que van a emplear, los precios de ambos factores
productivos, se deciden en un nivel supranacional, un nivel global.
La economía y las finanzas de los países están interrelacionadas. C hay expansión, todos
crecen y cuando viene la recesión no hay país cuya economía pueda mantenerse a salvo. La
situación de la economía mundial puede afectar el ingreso. No se está protegido de ese efecto. El
gran desafío de la política es cómo hacer para que la integración económica mundial ocurra sin
poner en riesgo la protección social ciudadana.
Dos grandes sectores de innovación tecnológica: las biotecnologías y las tecnologías de
información, las telecomunicaciones. La aparición de estas trajo cambios en la organización
económica y posibilitó el surgimiento de nuevas empresas, empleos y oportunidades. La economía
compartida o uberización se caracteriza por existencia de servicios que acercan a oferentes con
clientes, sin intermediación, simplificando procesos y con una baja en los costos.
Un problema adicional, es el de los datos. Las empresas están usando datos de los clientes
para poder brindar servicios sin su debido consentimiento porque para que el sistema funcione se
precisa una combinación de información personal, geolocalización en tiempo real y pagos vía
tarjeta de crédito, lo que conlleva riesgos. La información personal está disponible en miles de
sitios y la posibilidad de que dicha información privada sea robada y mal utilizada existe. Así como
surgen nuevos negocios, otros desaparecen. La seguridad o estabilidad durante tiempos
prolongados en un trabajo o actividad están puestas en duda, afecta a empleadores y empleados.
La actualización permanente y la incorporación de conocimiento científico y tecnológico en la
producción son imperativos difíciles de eludir para el desarrollo y el crecimiento económico.

La globalización en términos históricos


La manera en la que el hombre a lo largo de milenios fue construyendo un mundo en el
que las distancias se reducen está caracterizada por una tendencia de largo plazo hacia la
integración mundial pero dicha tendencia tiene etapas de gran expansión y velocidad y otras de
retroceso.
Desde mediados del siglo XIX hasta la primera guerra mundial, la humanidad vivió grandes
transformaciones. Un mundo que se ampliaba a partir de la incorporación de regiones antes
olvidadas. Innovaciones fueron determinantes para la incorporación en el sistema económico
mundial Un papel similar puede tener en la actualidad internet. Cada generación cree que vive un
período de grandes cambios. Si nosotros creemos que la tecnología cambia nuestras vidas, las
generaciones pasadas creían lo mismo de los vuelos o la electricidad y la máquina de vapor.
La globalización actual es más importante en lo referente al comercio de bienes y servicios
y a los movimientos de capitales. Hacia 1900 existían zonas extensas que estaban fuera de la
economía mundial, en la actualidad todos los territorios están integrados. Existían medios de
comunicación, no tenían la velocidad de trasmisión que tienen en la actualidad.
Desde 1870 hasta la primera guerra mundial, la economía mundial prosperó. La movilidad
de las mercancías, de los capitales y de las personas alcanzó niveles sin precedentes. La gente
hablaba eufóricamente de la aniquilación de la distancia. Entre 1914 y 1918 una guerra detuvo
todo eso y hundió aquella globalización.
La última era de la globalización se parece a la actual en numerosos aspectos. Aquella se
caracterizaba por libre comercio, limitadas restricciones a la migración y poca regulación de los
movimientos de capital. La inflación era baja, una ola de innovación tecnológica estaba
revolucionando los sectores de la comunicación y de la energía. La economía de EEUU era la más
importante en el ámbito mundial y el desarrollo de su mercado interno se había convertido en la
principal fuente de innovación de los negocios.
Los riesgos crecen cuando uno considera la actual situación política con los defectos del
orden institucional anterior a 1914: sobreexpansión imperial, rivalidad de las grandes potencias,
un sistema de alianzas inestable, estados promoviendo el terror, crecimiento de una organización
revolucionaria hostil hacia el capitalismo.
El estado nación moderno occidental se constituye en un territorio, legitimando su
existencia sobre la idea de nación y construyendo su identidad en una cultura local sentida como
propia por grupos que cohabitan ese territorio. En la actualidad, tres dimensiones: territorio,
nación y cultura, como elemento distintivo. Desterritorialización como tendencia dominante en un
mundo globalizado y como consecuencia del impacto de las nuevas tecnologías. Lo regional y
global va desplazando poco a poco lo nacional.
Ante la interconexión, la naturaleza y las capacidades de los estados para intervenir y
regular se transforman. La política debe buscar nuevos instrumentos de acción que tiendan a
resolver conflictos.

Bloques regionales. Algunos ejemplos


Muchos de los problemas a los que se enfrentan los distintos estados tienen alcance global
y su solución depende de negociaciones y acuerdos entre países. Como ámbito de discusión:
organismos y alianzas multilaterales. La tensión entre países con más poder en la esfera
internacional y países sin tanta influencia, están en el centro de la disputa en muchas de las
cumbres realizadas a nivel global.
Los acuerdos son dificultosos ya que los distintos países tienen visiones antagónicas de los
conflictos y posibles soluciones. Hay una disparidad muy grande en cuanto a las herramientas con
las que cuenta cada uno de los miembros del sistema mundial de naciones.
Algunas de las asociaciones de países que se han creado en los últimos años para hacer
frente a los múltiples desafíos del nuevo orden institucional:

TLCAN

El 1 de enero de 1994 entró en vigor el tratado de libre comercio de América del Norte, firmado
por Canadá, EEUU y México. Este elimina barreras arancelarias para el comercio y fija condiciones
de inversión para los países miembros. La intención de EEUU y del tratado fue expandirse al resto
de Latinoamérica en un gran acuerdo comercial y financiero llamado ALCA. Sin embargo encontró
un freno por distintas experiencias de gobierno de la región que surgieron con visiones
contrapuestas a la vigente.

Mercosur

El Mercosur está integrado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Bolivia. La
asociación nació a partir del tratado de asunción y planteó la libre circulación de bienes, servicios y
factores productivos con eliminación de derechos aduaneros y el establecimiento de aranceles
externos comunes y de políticas comerciales concertadas para la relación con otros países. Los
estados también comparten los valores de sociedades democráticas, pluralistas y defensoras de
libertades fundamentales y derechos humanos, también la protección del medio ambiente, el
combate a la pobreza y el desarrollo económico y social buscando mejores niveles de equidad.

ALBA

ALBA surgió con el acuerdo inicial entre Venezuela y Cuba, propusieron una forma de integración y
unión de América Latina y el Caribe buscando un desarrollo independiente priorizando la
complementariedad regional. Se incorporó Bolivia con la propuesta del TCP como instrumento de
intercambio solidario destinado a beneficiar a los países miembros. El ALBA-TCP se presenta
también como una alianza política que defiende la autodeterminación y la identidad de los
pueblos que la integran. Algunos de los principios básicos son: el comercio o inversión,
cooperación y solidaridad, fomento de las inversiones de capitales latinoamericanos, concertación
de posiciones en la esfera multilateral e integración energética de la comunicación y el transporte
entre países.

Alianza del pacífico

La alianza del pacífico es un proyecto de integración regional creado por Chile, Colombia, México y
Perú. Sus objetivos: la construcción de un área de integración con base en la libre circulación de
bienes, servicios, capitales y personas y lograr mayores niveles de bienestar y reducir los niveles de
desigualdad socioeconómica. Articulación política. La promoción cultural, el intercambio
académico y la creación de redes de investigación científica. Prioridades.

G20

Antecedente con el G6 formado por funcionarios financieros de Italia, Francia, Alemania, Japón,
Reino Unido y EEUU. Adquirió el nombre de G8 a partir de la inclusión de Canadá y Rusia. Se
discuten y se proyectan políticas globales, su cumplimiento no es obligatorio y cada país decide si
las obedece o no. El G20 se inició en 1999, fue una reunión de ministros de economía y
presidentes de bancos centrales frente a las consecuencias de la crisis financiera del sudeste
asiático de 1998. Se hace lugar en cada reunión países invitados que no forman parte del grupo,
se incorporan nuevos puntos de vista. En cada reunión discuten temas referidos a la economía
global, las instituciones financieras internacionales, la regulación financiera y la puesta en marcha
de reformas económicas.

BRICS

Proceso de integración entre países en desarrollo. El BRICS fue interpretado como un símbolo del
cambio en el poder económico mundial. Nació en tiempos de repercusión e impacto de la crisis de
la economía y buscó poner en discusión nuevos caminos de desarrollo económico promoviendo la
reforma de las instituciones financieras. Pretenden la inserción de los mercados emergentes en la
agenda mundial. Proponen la creación de una nueva moneda que funcione como reserva mundial
y que le dé estabilidad y previsibilidad a las transacciones comerciales y financieras como
alternativa al dólar.
Visiones críticas de la globalización
Para autores, se está lejos de un mundo independiente. Se ha profundizado la
dependencia externa de la mayoría de los países. Siguen existiendo mecanismos que refuerzan la
sujeción de países emergentes o en situación de escaso desarrollo. Se hacen evidentes a través de
las deudas externas y por la presencia del capital financiero y su imposición de condiciones al
momento de realizar inversiones.
El comercio libre que caracteriza a la actual etapa del capitalismo mundial es un
mecanismo de concentración y centralización del capital internacional que no deja de profundizar
la dependencia. El capitalismo mundial en la actualidad se organiza en torno a cinco monopolios
en los siguientes ámbitos: tecnología, flujos financieros, recursos naturales, medios de
comunicación y armas de destrucción masiva. El control de dichos recursos beneficia a Japón,
EEUU y la Unión Europea, da como resultado la conformación de una mayor y más firme
hegemonía global.

La economía: de la expansión a la crisis


En los años que siguieron a 1989 la aceleración del crecimiento económico se ha
caracterizado por el proceso de globalización, sus crisis recurrentes, los cambios en la
concentración del ingreso, la pérdida de influencia del estado sobre los mercados y la capacidad
del hombre para afectar el medio ambiente. Esta menor capacidad regulatoria de los estados y la
mayor libertad de los mercados, es causa principal del crecimiento económico vertiginoso. La falta
de un estado activo, regulador y con capacidad fiscalizadora es la causa de las desigualdades socio-
económicas y de las crisis recurrentes. Entre 1989 y 2016 se impuso el término países o economías
emergentes, se destacan por su tamaño e influencia: China, India, Rusia y Brasil.
El concepto de emergentes transmite la idea de “en mejoría”. Esa mejoría se produjo de
manera constante y durante un tiempo en esos países, pero también con respecto a las economías
desarrolladas. Entre 2014 y 2015 se produjeron problemas. Altos niveles de endeudamiento,
devaluación de monedas, excedentes de producción, capital, mano de obra, altos niveles de
corrupción en los sistemas políticos, etc.

Tendencias y cambios estructurales en la economía mundial de los últimos años

El capitalismo como sistema de organización económica es la estructura dominante. Se


caracteriza por la propiedad privada, la determinación de los precios de los bienes a partir del
mercado y la búsqueda de beneficios como motivación de la acción humana. EEUU, potencia líder,
y su moneda, el dólar y las organizaciones financieras, económicas y de comercio internacionales
que se constituyeron tras la segunda guerra mundial, son los pilares de dicho sistema. La libre
circulación de capitales y bienes y personas son las premisas que se promueven como motor de
crecimiento.
En segundo lugar, la revolución tecnológica posibilita cambios en la producción,
distribución y consumo de bienes y servicios que podrían modificar las bases de sustentación del
capitalismo. Los cambios en materia tecnológica están dando lugar a la aparición de nuevas
motivaciones en la conducta humana, donde la colaboración reemplaza la competencia. Está
surgiendo un nuevo sistema económico. Éste ofrece la posibilidad de democratizar la economía
mundial, reducir la diferencia en los ingresos de las personas y generar una sociedad más
sustentable. En esta revolución económica permanente, cada vez más bienes y servicios no tienen
costo de reproducción. No saben cómo impedir que la economía de mercado se acabe
autodestruyendo ante las nuevas tecnologías.
Dos frentes complican al sistema capitalista tradicional, obligándolo a cambiar: uno está
dado por la forma en que se mueve la energía en un sistema que soporta cada vez menos las
pérdidas de la misma. El otro está dado por la combinación de tres usos de la tecnología, aquella
aplicada a las cosas, a la energía y a la logística.
La unión de la internet de las comunicaciones, con una internet de la energía y una
internet de la logística, está dando lugar a una tercera revolución industrial. La internet de las
cosas ya está aumentando la producción hasta tal punto de que el coste marginal de producir
muchos bienes y servicios es casi nulos, y esos bienes y servicios son prácticamente gratuitos.
En tercer lugar, fracaso de los modelos de organización económica colectivistas o
comunistas. La caída del comunismo ha permitido que vuelva a aparecer un capitalismo más duro,
cruel y global. La búsqueda de mercados es tan implacable como el crecimiento del poder
empresarial privado, las desigualdades han aumentado.
En cuarto lugar, el rol determinante de la región Asia-Pacífico, con el liderazgo de China
que plantea un cambio en el eje de la geografía económica mundial. China tiene la presión de
mantener altísimos niveles de crecimiento económico porque aún tiene una gran cantidad de su
población en situación de pobreza. El resto del mundo necesita del dinamismo de China para su
propio crecimiento económico.

La crisis financiera y económica de 2008


La crisis comenzó en 2007 y tomó a la gran mayoría por sorpresa, ésta ocurría en los países
más desarrollados y afectaba a uno de sus sectores claves: el de las finanzas. Es importante porque
en estos países el crédito es la base de funcionamiento de sus sistemas económicos.
El estallido de la burbuja inmobiliaria ha producido grandes pérdidas para todos los que
compraron activos respaldados por hipotecas, estas pérdidas han dejado a muchas instituciones
financieras con demasiada deuda y muy poco capital para proporcionar el crédito que necesita la
economía. Entre las causas de la crisis estuvo la conducta irresponsable guiada por ganar dinero
de parte de los bancos. Los reguladores estatales que debían controlarlos no lo hicieron. En EEUU
se sucedieron demandas y los bancos debieron pagar multas. La solución sería enfrentar el
problema haciendo que los gobiernos proporcionen a las instituciones financieras más capital a
cambio de una parte de esas empresas.
Una de las formas con que EEUU intentó revertir la crisis fue la inyección de dinero en su
economía y al conjunto de la economía mundial. La reserva federal de EEUU compra activos
financieros en dólares, deuda en forma de bonos e inyecta dinero en el sistema para sostener una
economía muy deteriorada. Expansión cuantitativa. La tendencia india que el dólar se revaluará, la
tasa de interés internacional aumentará y los precios de las materias primas caerán.
En América Latina los efectos de la crisis financiera global no fueron tan graves como en
otras épocas. A partir de 2014 el impacto de lo que sucedió en varias de las economías
emergentes empezó a afectar a las economías de la región. Se empieza a percibir un bajo
crecimiento económico, desaceleración de las inversiones, mayor dependencia de los vaivenes de
los precios de las materias primas y la perspectiva negativa sobre el posible encarecimiento del
crédito a nivel mundial. Hasta mediados de 2016 la economía mundial no pudo alcanzar los niveles
de expansión previos a la crisis.
El muro cayó hacia los dos lados. Hacia el del socialismo real, a partir de 1989. Hacia el del
capitalismo real, desde que en 2007 comenzó la crisis económica. Una circunstancia histórica
desacreditó el socialismo real y la otra ha puesto en cuestión los cimientos sobre los que se estaba
construyendo el progreso bajo el capitalismo: el neoliberalismo y el neoconservadurismo.

Pobreza y desigualdad
El informe SOFI de la FAO publicado en el 2015 observa un lado positivo: la cantidad de
personas que padecen hambre en el mundo es por primera vez en un cuarto de siglo inferior a 800
millones. Reducción del 25% en los últimos veinticinco años. Dos de los problemas más graves que
enfrenta este mundo actual globalizado siguen siendo la pobreza y el hambre. La privación de
alimento es la manifestación más contundente de que alguien está sumido en la pobreza, la falta
de oportunidades, de salud, de ingreso, de relaciones sociales, de educación, de cultura y hasta de
deseos, también lo son.
En el mundo actual globalizado, las diferencias entre los que están dentro del sistema y los
excluidos, son cuestiones habituales, toleradas y crecientes. El problema de la distribución del
ingreso ocupa un lugar destacado en el debate internacional.
La desigualdad se manifiesta en la distribución inequitativa del ingreso, en los distintos
espacios de la vida social y económica. El aumento en la desigualdad en los ingresos está
afectando la estabilidad social y supone una amenaza para la seguridad en el ámbito mundial. La
desigualdad también se expresa entre hombres y mujeres aún son discriminadas en sus salarios,
en las oportunidades del mercado laboral.
Medidas como promover la igualdad entre hombres y mujeres en materia de empleo y
una mayor estabilidad laboral que aliente inversiones en educación y en formación de
trabajadores son algunas de las acciones sugeridas a los gobiernos para reducir la brecha entre
ricos y pobres.
El economista francés Thomas Piketty sostiene que si la riqueza sube por encima del
crecimiento de la economía, una desigualdad muy grande se puede perpetuar en el tiempo.
Sugiere como política pública, para evitar aumento estructural de la desigualdad social en la
sociedad, progresividad impositiva y una tasa o impuesto mundial sobre la riqueza patrimonial.
Mundialización de un impuesto a la riqueza.
El crecimiento de la desigualdad y la pobreza pone en riesgo a la democracia, que debe ser
inclusiva y participativa, con un mercado que sea equitativo es necesario mantener preocupación
por los pobres y la justicia social, con la exigencia de reformas que proveen la redistribución de la
riqueza producida y la universalización de mercados libres al servicio de las familias.
Las cuestiones del medio ambiente
Breve descripción de la problemática
La cuestión del medio ambiente es uno de los principales tópicos de la agenda mundial. El
cuidado del mismo y su destrucción son temas ineludibles a la hora de analizar el mundo actual. El
cambio climático y el calentamiento global, conforman uno de los ejes centrales de los desafíos
que se plantean distintos gobiernos y organismos internacionales.
La actividad humana altera la composición de la atmósfera mundial. El calentamiento
global es definido como el aumento en el promedio de la temperatura de la atmósfera terrestre en
las últimas décadas. Las alteraciones variables climáticas generan cambios lentos pero con efectos
significativos. El sector agrícola es la actividad económica que sufre las peores consecuencias del
cambio climático. Ese impacto afectará principalmente el rendimiento de cultivos y comprometerá
las economías locales
El calentamiento global está directamente ligado a las emisiones de gases, si no se detiene
el aumento de la temperatura puede amenazar en el año 2020 la supervivencia del 20 al 30% de
las especies conocidas. En las relaciones entre países industrializados y en desarrollo, los efectos
del cambio climático se pondrán de manifiesto en grandes migraciones desde zonas costeras hacia
zonas más ricas y seguras. Si el deshielo continúa y los mares crecen se puede producir una
catástrofe.
Los grados de vulnerabilidad frente al problema ambiental son muy diferentes si
comparamos los países ricos con los países pobres. Las comunidades de estos últimos están
especialmente afectadas ya que tienden a concentrarse en áreas de riesgo, tienen menos
capacidades para resolver el problema y son más dependientes de recursos sensibles al clima. Se
ve amenazada su propia supervivencia.
Los países industrializados son los que producen más gases de efecto invernadero,
beneficiándose con los aumentos en la actividad económica, pero haciendo pagar el costo de la
contaminación al planeta. Es imposible que el desarrollo económico e industrial de las zonas más
atrasadas del mundo siguiendo el modelo del siglo XX. Si este continuara, nos encontraríamos
frente a una fórmula de crecimiento que nos llevaría al desastre global.
El impacto ambiental del estilo de desarrollo dominante pone en peligro su supervivencia
y la de otras especies. La destrucción del medio ambiente asociada al crecimiento económico ha
sido una constante pero en la actualidad muestra dos singularidades. Una, su impacto no solo es
local, sino que afecta recursos comunes. La segunda, hay una generación consciente e informada.
Una economía con pocas capacidades tecnológicas y escaso capital humano no será capaz de
cuidar el medio ambiente. Estará siempre inclinada a sostener el crecimiento mediante el uso
intensivo de sus recursos naturales que, junto con la mano de obra barata, son su fuente de
competitividad internacional.
Sociedad, estado y políticas medioambientales
El cambio climático mundial es el máximo problema de los bienes comunes el mundo. Se
requiere una solución multinacional. Para abordar los peligros del cambio climático habrá que
esforzarse por comprometer a la mayoría de los países, sino a todos.
Cuatro posibles caminos para intentar frenar la destrucción del medio ambiente. Primero,
desarrollar y poner a disposición la innovación tecnológica que nos ayude a reducir las emisiones
de dióxido de carbono. Segundo, diseñar nuevas políticas públicas activas que permitan forjar un
gran pacto de responsabilidad. Tercero, intensificar la presión pública por medidas inmediatas. Por
último, crear una conciencia global del problema y que cada uno actúe en forma responsable.
Desde una visión anticapitalista plantean que para preservar el planeta es necesario
cambiar el sistema, rechazando cualquier mecanismo de mercado que se promueva como solución
a problemas medioambientales.
Por desarrollo sostenible se entiende la capacidad en cada país y región de satisfacer las
necesidades básicas sin comprometer a las futuras generaciones. Busca armonizar el crecimiento
económico, la inclusión social y la protección del medioambiente.
En diciembre de 2015 los 195 países que participaron de la 21° conferencia sobre cambio
climático alcanzaron un acuerdo que logró que los participantes reconozcan el problema del
calentamiento global. Había posiciones que llevaban a algunos de los países a subestimar o negar
el problema. La firma del acuerdo es vista como un primer paso en la búsqueda de solucionar
algunos de los problemas medioambientales. Éste es el primero en el que las naciones se
comprometen a realizar una transición hacia una economía baja en carbono. Los mismos países
reconocen que los términos del acuerdo no son por sí solos suficientes, sino que requerirán
compromisos mayores para empezar a resolver los problemas.

El escenario político-internacional
Desde la dimensión política y teniendo en cuenta la velocidad que ha ido adquiriendo la
globalización se pone en duda la viabilidad de los estados nacionales como instrumento primordial
para la resolución de conflictos. Aún son los principales protagonistas del escenario político
internacional, aparecen nuevos actores que les disputan espacios de poder. El terrorismo de
alcance global, el crimen organizado.
Se introducen dos conjuntos de ideas teóricas que brindan sus aportes para el estudio de
las relaciones internacionales. Choque de civilizaciones e interdependencias complejas. Samuel
Huntington planteó que el nuevo orden mundial pos guerra fría iba a ser un orden apoyado en
civilizaciones. Una vez agotado el enfrentamiento ideológico entre comunismo y capitalismo, los
principales conflictos internacionales surgirían entre países con diferentes identidades culturales y
religiosas. Los principales contendientes por un lado, occidente, y por otro, el mundo islámico. El
terrorismo iba a jugar un rol determinante, convirtiéndose en el enemigo a temer y a enfrentar.
EEUU comenzó una guerra en la que su enemigo era el terrorismo integrista islamita.
Implicaba atacar territorios de otros estados a los que EEUU debía asociar con el apoyo a esos
grupos terroristas.
En el nuevo escenario internacional, el poder político real está mucho más ligado que
antes a su riqueza y a sus motivaciones u objetivos económicos. No hay asuntos prioritarios a
resolver en las discusiones políticas internacionales y los canales de comunicación incluyen actores
gubernamentales y no gubernamentales. Contraponiendo al poder bélico, soft power, el poder de
influir y persuadir que tienen los estados y estos nuevos actores no estatales a partir del comercio,
las finanzas, la cultura, el entretenimiento y la tecnología.

Los conflictos internacionales


Se podría clasificar los conflictos que se observan en el escenario político-internacional en
cuatro grandes tipos:

a. Cambios basados en el cambio del poder mundial

Las potencias conservadoras disputarán espacios de influencia con otras potencias en ascenso que
promueven ideas de cambio. Conflicto entre los países desarrollados del Occidente, que luchan
por mantener sus posiciones, y las potencias emergentes, que plantearán cada vez más demandas
de reforma del orden internacional. El capitalismo globalizado, el multilateralismo, la democracia y
la opinión pública mundial hacen su trabajo para evitar que éste termine en la guerra entre
potencias.

b. Conflictos que tienen relación con disputas por el poder económico

Los actores involucrados en este tipo de contienda podrían agruparse en: nómades (actores del
mercado globalizado) o sedentarios (actores territoriales). Será un conflicto por las reglas bajo las
cuales debería funcionar el capitalismo financiero. Podría ser interpretado como uno en el que
factores de la producción de fácil disposición geográfica se enfrentan con otros que por sus
propias características están fijos en un lugar.

c. Conflictos en los que se disputa la legitimidad del poder político al interior de un estado

En estos se pone en discusión la legitimidad de los gobiernos en una determinada unidad política
estatal. Son importantes porque generalmente las facciones en discordia son apoyadas por
diferentes potencias externas o dichas facciones se identifican con valores, ideas y culturas afines
a unas u otras concepciones dominantes en el mundo. Se enfrentan gobiernos establecidos frente
a actores políticos insatisfechos porque no participan de las decisiones públicas y no se sienten
representados políticamente. Impactan en otras regiones del mundo y por el alcance que tiene la
información se difunden en el mundo entero.

d. Conflictos de base territorial

Son aquellos en que los estados se disputan un territorio. Involucran a naciones que poseen armas
atómicas o que las van a tener. La amenaza de uso de armas nucleares aún está presente y
algunos consideran que con bastante fuerza.
El terrorismo. Uso sistemático del terror como forma violenta de la lucha política, sirve
para coaccionar a sociedades o gobiernos, creando un clima de inseguridad e intimidación a
adversarios políticos y a la población en general. Los estados occidentales hacen esfuerzos por
evitar esos atentados pero les resulta difícil el combate con un enemigo para el que no están
preparados, en esa lucha una de las herramientas consiste en limitar libertades individuales.
Los motivos e ideas detrás de los terroristas islámicos extremos se remontan a hechos
muy antiguos. Sayyid Qutb se proponía mostrar que el islam y la modernidad eran totalmente
incompatibles. Su proyecto consistía en desmontar toda la estructura política y filosófica de la
modernidad y devolver al islam a sus orígenes. Creía que en el islam no era posible restar
importancia a la divinidad sin destruirla. El islam era total e inflexible.
Fundamentalismo se relaciona con la literal interpretación de los libros sagrados de
cualquiera de las religiones monoteístas. Integrismo hace referencia a unión entre religión y
estado, sometiendo el segundo a la primera. Islámico es aquello que está relacionado con el islam.
Islamista hace referencia a quien propugna la aplicación de la ley islámica en la vida política. El
islam es la segunda religión del mundo. La cuna del islam se encuentra en el actual Arabia Saudita.
Los ataques promovidos por organizaciones terroristas de origen fundamentalista
integrista islamista resultan una embestida contra los símbolos esenciales de Occidente. Muchos
de esos lugares y países que sufrieron los atentados son emblemas de la intención de predominio
e influencia por parte de occidente sobre otras culturas y tradiciones.
La globalización del peligro terrorista se manifiesta como globalización de la expectativa de
atentados posibles en casi cualquier punto de la tierra y en cualquier momento. Las
organizaciones que eligen como método de acción política el ejercicio del terrorismo tienen un
doble propósito: hacerse conocidas internacionalmente, difundir sus posturas, demostrar su
capacidad de causar daño e infundir el miedo entre la población. El miedo conduce a cambiar
conductas.
La mayoría de los estados ante la amenaza terrorista y también por el aumento de la
violencia se han visto obligados a incrementar sus fuerzas de seguridad y los controles para la
población civil, lo que afecta las libertades individuales. La magnitud del problema del terrorismo y
la imposibilidad de hacerle frente con éxito refuerzan la idea acerca de la pérdida de la eficacia en
el uso de los instrumentos con los que cuentan los estados nacionales. La interconexión de los
ciudadanos de la aldea global debería reforzarse con articulaciones políticas en busca de una
convivencia pacífica. El conflicto civilizatorio no puede abordarse como una cuestión de seguridad
nacional cuya principal salida sea la vía militar. Cobra relevancia la idea de independencias
complejas. La búsqueda de soluciones, negociaciones de diferentes actores gubernamentales,
globales y las organizaciones de la sociedad civil.

Inseguridad y gobernanza global. Algunas consideraciones finales


La globalización le impide a la sociedad brindar seguridad. La crisis económica mundial de
2008 hizo decaer el comercio internacional y en algunos países casi el 50% de su población joven
ha quedado sin empleo. Inseguridad global creciente, producto de la acción humana. Las personas
son conscientes de los problemas y amenazas que las afectan. El abordaje de las soluciones
requiere de instancias superiores a nivel mundial para llevar a cabo acciones colectivas, las cuales
involucran más actores que los estados nacionales.

Causas de inseguridad y el concepto de riesgo global


A nivel global, tres grandes causas que hacen sentir inseguras a las personas: las de tipo
material, vinculadas al bienestar económico; las de tipo físico, que se refieren a la integridad de las
personas y la protección de los bienes personales, y las ambientales, que se conectan con los
sucesos climáticos y con las posibilidades de adaptación. Siempre han existido esos riesgos. Riesgo
no es igual a amenaza porque se refiere a peligros que se analizan en relación con posibilidades
futuras: la idea de riesgo originalmente estaba orientada el espacio. Llegó posteriormente a
referirse a una amplia gama de diferentes situaciones de incertidumbre.
La existencia del estado y la forma en que ha ido evolucionando se relacionan con el
establecimiento de mecanismos para suministrar mayor seguridad y bajar el nivel de exposición a
los riesgos. El monopolio de violencia legítima en un determinado territorio es lo que define por
antonomasia al estado moderno. La globalización que caracteriza la era actual ha erosionado ese
monopolio de la violencia.
A medida que se fue formando el estado nación, la responsabilidad de la protección social
se trasladó a él. Los países pequeños se sienten a merced de acontecimientos que escapan a su
control, sus recursos son limitados. Las amenazas y los riesgos en el mundo actual globalizado se
extienden a distintas áreas de la vida personal y colectiva. Sociedades actuales, sociedad del riesgo
global. Cualquier sacudida, en cualquier punto del planeta, se difunde con velocidad extraordinaria
a toda la población mundial.
El alcance global de los medios de comunicación aporta una percepción más cercana de las
problemáticas y catástrofes que se dan en el mundo. La posibilidad de estar al tanto de estos
hechos tiene consecuencias en la conducta humana y muy probablemente agrave ese sentimiento
de inseguridad. Los riesgos se pueden percibir de manera diferente. Hay eventos que impactan en
las percepciones, como las crisis económicas o los atentados terroristas. Estas diferencias de
percepción son algunas de las cuestiones que complican la coordinación entre los gobiernos
nacionales para concretar políticas tendientes a enfrentar dichos riesgos globales.
Los actuales riesgos globales generan la oportunidad de configurar una agenda de temas y
desafíos a nivel mundial. La posibilidad de hacer políticas públicas globales que respondan a las
amenazas concretas percibidas por los ciudadanos. Los riesgos son siempre acontecimientos
futuros que es posible que se presenten, que nos amenazan e invade nuestras mentes y guía
nuestros actos, resulta una fuerza política transformadora.

Bienes públicos y gobernanza global


Los bienes públicos son aquellos cuyo consumo es no rival y no excluyente. Son globales
cuando sus beneficios son universales, alcanzan a todos los actores del sistema internacional y no
solo a los habitantes de cierto país o región, y se extienden a las futuras generaciones.
Se trata de generar mayores niveles de seguridad material en la ciudadanía mundial. La
Tasa Tobin, un pequeño impuesto global que se aplicaría sobre las transacciones financieras
internacionales, busca desincentivar los movimientos especulativos y dotar a los fiscos de recursos
para enfrentar los momentos de crisis. Se puede establecer una correlación entre la aplicación de
este gravamen y la misma democracia.
El impuesto sobre las rentas financieras es una exigencia democrática mínima. La libertad
total de circulación de capitales desestabiliza a la democracia. Es importante poner en marcha
mecanismos disuasorios. Uno es la Tasa Tobin. Se trata de gravar todas las transacciones sobre los
mercados de cambios para estabilizarlos y al mismo tiempo para procurar ingresos a la comunidad
internacional. En relación con las causas físicas de la inseguridad, existe cierta resignación y
acostumbramiento de la ciudadanía.
Los paraísos fiscales son zonas en las que reina el secreto bancario, que no sirve más que
para camuflar malversaciones y otras actividades mafiosas. Todos los grandes bancos del planeta
tienen sucursales en los paraísos fiscales y extraen un gran provecho de ello.
La problemática medioambiental es otra de las fuentes globales que provocan sensación
de inseguridad en las sociedades. Para enfrentar el problema del cambio climático existen
propuestas similares a la Tasa Tobin. Imponer tasas o impuestos en función de la contaminación
que cada país ha ido generando.
La gobernanza focaliza en un sentido general en procesos de cambio en las funciones del
estado y su entorno. La aparición de este nuevo concepto está relacionada con las dificultades con
las que se fue encontrando el estado hacia fines del siglo XX. A partir de los nuevos desafíos fue
necesario sumar actores. También se hace necesario diferenciar gobierno de gobernanza;
gobierno hace referencia a la conducción política del estado nación. El conjunto de personas que
ejercen el poder político, que determinan la orientación política de una sociedad. El poder de
gobierno está asociado normalmente a la nación de estado.
El concepto gobernanza moderna significa: una forma más cooperativa, diferente del
antiguo modelo jerárquico en el que las autoridades estatales ejercían un poder soberano sobre
los grupos y ciudadanos que constituían la sociedad civil. En ésta, las instituciones estatales y no
estatales, los actores públicos y privados, participan y cooperan en la formulación y la aplicación
de políticas públicas.
La dimensión global de la gobernanza con el fin de alcanzar soluciones colectivas a los
problemas que afectan a un mundo globalizado. Esta complejidad hace más dificultoso el alcance
de acuerdos, pero una vez alcanzados, los vuelve más sólidos y duraderos.
En este mundo actual globalizado existe la necesidad de anticipar catástrofes y proveer
soluciones. Para ello, es necesario un accionar político realista, que integre la mayor cantidad de
países y actores globales posible. Gobernanza global: el proceso complejo de construcción de
liderazgos globales que puedan diagnosticar, dimensionar y actuar frente a estas amenazas que
ponen en riesgo a las personas, las sociedades, las especies y el planeta.

Vous aimerez peut-être aussi