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Concepto
El término folklore fue acuñado en 1846 por el anticuario inglés William John
Thoms para sustituir el concepto de antigüedades populares. El interés por el
folklore se inició durante el Romanticismo (Cuentos de Perrault y los Hermanos
Grimm), pero hasta la segunda mitad del siglo XIX, no se constituyó en ciencia,
al pasar de la simple recopilación de tradiciones populares a un estudio crítico e
histórico de estas. En la actualidad forma parte de la antropología cultural y
social.
Las creencias populares engloban todo tipo de ideas sobre los temas que por
tradición han preocupado al hombre, desde la causa y curación de enfermedades
hasta la especulación sobre la vida después de la muerte, así como
supersticiones, magia, adivinación, brujería y apariciones fantasmales o de
criaturas fantásticas y mitológicas.
El estudio formal del folclore comenzó hace unos 300 años. Entre los primeros
libros que trataron este tema se encuentran Traité des superstitions (Tratado de
las supersticiones, 1679), obra del francés Jean Baptiste Thiers y Miscellanies
(Misceláneas, 1696), del inglés John Aubrey sobre las creencias y costumbres
populares relativas a augurios, sueños, premoniciones y fantasmas.
En la esquina de mi huerta hay una planta de aromita hetaite jepe la gente pero
che rohetãmíta. En la esquina de mi huerta hay una planta de takuare’ẽ
Ko’agagua kuñataĩkuéra ohohape oñe’ẽrei.
2. Adivinanzas: se manifiestan a través de la expresión “maravichu, maravichu,
mba’émotepa”, es decir una pregunta, que espera la respuesta deductiva de la
contraparte.
Material empleado en la práctica del paje: espejos, utensilios, tinta, papel, ropas,
pañuelos, cintas, figuras, fotografías, cuadros de santos, muñecos, cruces y
paños de cruces. Agua bendita, sal, vinagre, pimienta. Cabellos, sangre, saliva,
huesos. Kavure’i rague, sapos, grasa de guinea, excrementos. Ka’avo rogue,
ka’a y roméro. Itakaru (imán), tierra de cementerio, agujas, alfileres, vidrios y
clavos. También se acude a oraciones, especialmente a San Antonio, San Miguel
Arcángel, Santo Tomás, Santa Elena, y Santa Catalina de Sena. Algunos
ejemplos:
■Para combatir tristezas y contrariedades, por ejemplo, llevar siempre consigo,
en un “relique” colgado al cuello, pluma o cabeza disecada de kavure’i;
■Para ahuyentar malos espíritus de una casa, por ejemplo, ahumar las
habitaciones, los días martes y viernes quemando hojas de laurel, roméro, pindo
karai, azúcar kande, incienso, y recitar: “Espíritus infernales alejaos de mi paso,
que en esta casa, recinto de paz y dulzura, reine siempre la armonía y que el mal
espíritu se aleje a regiones ignotas. Que entre el bien y que salga el mal”;
■A personas muy celosas, por ejemplo, darle de tomar caldo de gallina clueca;
■Para enamorar a un hombre, por ejemplo, la mujer debe untarse con grasa de
guínea y pasarlas por el cabello del hombre sin que se de cuenta.
Muchos tratan sus enfermedades con productos de origen mineral como azufre
en barra, kaolín, kerosén, etc.; o bien, con productos de origen animal como
grasas de gallina, jakare, de tatu, etc. También, tonsinsal, aceite de maní, yema
de huevo, orina de niño, etc.; y por último se pueden usar también productos de
origen vegetal, como: plantitas enteras, bulbos, raíces, lianas, cortezas,
cáscaras, frutos, jugos, savias, y semillas, etc.
Algunas plantas medicinales usadas por nuestro pueblo, son por ejemplo para la
disentería: ka’ahái, ka’arẽ; anticatarrales, como guavirami, taperyva;
antidiarreicos, como arasa, granada, yvapurũ; desinfectantes, como aromita,
arasa rogue, tapekue; febrifugos, como tarope, jaguarundi; abortivos, como ruda,
ápio, ka’apeva; espectorantes, como amba’y, kumanda yvyra’i, malva blanca y
mamón; hepáticos, como kokũ, jaguareteka’a; purgantes, como rosa mosqueta,
karaguata, mba’ysyvo; refrescantes, como ka’arurupe y ka’apiky’i; reumatismo,
como kalaguala, palo santo.
Creencias