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de estudios culturales
latinoamericanos
coordinación de
mónica szurmuk y robert mckee irgwin
pesar de que nos interesa el alcance de los estudios culturales en todo el con-
tinente americano, nos ubicamos, marcadamente, en el sitio de producción
de este proyecto que es la colaboración México-Estados Unidos. Agradecemos
el apoyo del fondo uc-Mexus, otorgado conjuntamente por la Universidad
de California y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de la República
Mexicana. El compromiso de UC-Mexus por el fomento de la colaboración
transnacional coincide con nuestro propio deseo de explicitar desde la cultura
los sitios de cruce, desfasaje, promesa y conflicto.
I. genealogías
Uno de los puntos más álgidos del debate sobre la validez de los estudios
culturales como un emprendimiento intelectual que puede ofrecer recursos
interpretativos para la realidad latinoamericana, es su genealogía. Muchos
críticos han cuestionado el carácter cosmopolita de los estudios culturales
arguyendo que en América Latina los estudios culturales tienen una tradición
propia anterior a la importación de los modelos de prácticas de estudios cul-
turales que se originaron en la academia norteamericana los años ochenta y
noventa.
Los críticos que a menudo se citan como culturalistas avant la lettre
–Carlos Altamirano, Carlos Monsiváis, Renato Ortiz, Beatriz Sarlo, entre
otros– trabajaron en diálogo con modelos de análisis cultural europeos –prin-
cipalmente de la Escuela de Frankfurt, el Centro para Estudios Culturales
Contemporáneos de Birmingham y el posestructuralismo francés–. Estas tra-
diciones tuvieron recepciones en diferentes momentos en América Latina y
en Estados Unidos –es decir que no llegaron a América Latina por medio de
la academia estadunidense–. La apropiación, traducción y reformulación de
teorías de la cultura surgidas en la Europa de la posguerra, especialmente
los trabajos de la Escuela de Frankfurt (Theodor Adorno, Walter Benjamin,
Max Horkheimer), el nuevo marxismo (Louis Althusser, Antonio Gramsci), los
estudios culturales británicos (Raymond Williams, Richard Hoggart, Stuart
Hall) y el posestructuralismo francés (Michel Foucault, Jacques Lacan) ha
sido fundamental para la definición y diseño de proyectos intelectuales en
América Latina, igual que otros intelectuales franceses como Roland Barthes,
Michel de Certeau, Gilles Deleuze y Pierre Bourdieu. En algunos casos no-
tables, como el de Lacan, la recepción fue anterior y mucho más masiva en
América del Sur que en América del Norte.
En contraposición al enfoque en obras de arte de la cultura letrada, los es-
tudios culturales se han enfocado en formas de cultura “baja,” popular y ma-
siva. Heredan de la diáspora intelectual judeo-alemana exiliada del nazismo,
la preocupación por el poder de la industria cultural y el interés por analizar
nuevos modos de producción cultural, muchas veces con el signo cambiado:
si para la Escuela de Frankfurt la industria cultural significaba el final de la
originalidad en el arte y la creación de una sociedad masificada sin libertad
individual, donde el arte era una mercancía más (Adorno y Horkheimer), los
estudios culturales buscarán los espacios de resistencia dentro de la cultura
popular y de masas.
Adorno y Horkheimer en un clásico ensayo, “La industria cultural: ilumi-
nismo como mistificación de masas” (1944), critican la industria cultural (re-
presentada principalmente por Hollywood) por promover una sociedad ma-
sificada sin posibilidad de verdadera libertad. Benjamin, por otro lado, en sus
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los mecanismos del poder y su relación con el saber). esta línea concibe la
cultura como discursos semiautónomos que son susceptibles a análisis ideo-
lógicos. otras figuras francesas de importancia que dan forma a los estudios
culturales latinoamericanos, aunque no necesariamente identificadas con el
posestructuralismo, son michel de certeau (las tácticas no obedientes a las
maniobras de las instituciones hegemónicas de los individuos en la vida co-
tidiana), gilles deleuze (teorías sobre conceptos como la desterritorializa-
ción y la esquizofrenia, y del rizoma como modelo de pensamiento) y pierre
bourdieu (estudios sobre las relaciones entre las estructuras sociales y las
prácticas de los sujetos que operan dentro de ellas).
2
<www.uasb.edu.ec/progacad/maestria/estudioscultura.html>.
3
<http://www.globalcult.org.ve/Program.htm>.
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narias exhibe una creatividad inaudita. Estudios que hubieran sido impensa-
bles hace una generación ahora surgen desde disciplinas diversas bajo la
rúbrica de los estudios culturales. La cultura popular y de los medios masivos
se discute en espacios compartidos por investigadores de formaciones distin-
tas, como en Rockin’ las Americas: The Global Politics of Rock in Latin/o
America, libro coeditado por una antropóloga, un crítico literario y un histo-
riador (Pacini Hernández, et al.). Los textos –ahora visuales, musicales, audi-
tivos, corporales– se analizan desde perspectivas y metodologías distintas,
pero en espacios no cerrados por fronteras disciplinarias, como es el caso de
Galerías del progreso: museos, exposiciones y cultura visual en América Latina,
coeditada por Beatriz González Stephan y Jens Andermann, o Everynight Life:
Culture and Dance in Latin/o America, coeditado por Celeste Fraser Delgado
y José Esteban Muñoz. En la actualidad, conceptos generales de debate teó-
rico como género, sexualidad, raza, criminalidad, memoria, subalternismo,
migración, locura, frontera, etc. abren estos espacios de diálogo interdiscipli-
nario, en textos como Sexo y sexualidades en América Latina, editado por el
crítico literario Daniel Balderston y la historiadora Donna Guy.
Aparte de estas obras colaborativas, las monografías de investigadores
individuales también resultan cada vez más difíciles de categorizar en térmi-
nos disciplinarios, como ha sido el caso con un sinfín de títulos en años re-
cientes. Unos ejemplos más o menos representativos son: Indígenas mestizos:
raza y cultura en el Cuzco, de la antropóloga peruana Marisol de la Cadena;
Las salidas del laberinto: cultura e ideología en el espacio nacional mexicano,
del historiador y antropólogo mexicano Claudio Lomnitz; The Revolutionary
Imagination in the Americas and the Age of Development de la profesora de
literatura estadunidense y estudios étnicos, María Josefina Saldaña Portillo;
Ficciones somáticas: naturalismo, nacionalismo y políticas médicas del cuerpo
(Argentina 1880-1910) de la crítica literaria argentina, Gabriela Nouzeilles;
The Art of Transition: Latin American Culture and Neoliberal Crisis de la críti-
ca literaria estadunidense Francine Masiello; Músicas locales en tiempos de
globalización de la etnomusicóloga colombiana Ana María Ochoa.
noamericanistas estereotipados del sur y los del norte es una pelea simulada,
una lucha entre bufones, ya que… el latinoamericanista latinoamericano, o
quien asume tal posición, no tiene un derecho auténtico de apropiarse de la
representación de la negación subalterna porque éste también piensa desde
el discurso colonial, igual que, por ejemplo, el latinoamericanista estaduni-
dense (y todos los demás cosmopolitanos y neocosmopolitanos, al grado que
sean latinoamericanistas) no es representativo impecable del sistema de do-
minación epistémica” (“Irruption”: 720). La academia latinoamericana sólo
se puede entender como subalterna en relación con la academia metropoli-
tana, pero para nada está marginada en relación con los grupos rutinaria-
mente excluidos de los medios de representación, el diálogo global de ideas
y la educación pública. Sin embargo, en los congresos internacionales, la
tensión norte-sur no se puede ignorar, y la capacidad superior de disemina-
ción de la producción intelectual realizada en inglés, aunque trate América
Latina, sigue siendo inevitable.
Por otro lado, en lo que sí se publica en español, se reflejan también je-
rarquías. Si en algunos países de América Latina –en general los más grandes
y más ricos como Argentina, Brasil, México, Chile– publican más y mandan
a más profesores a participar en congresos y coloquios internacionales que
otros, el poder económico de España es otro factor que se tiene que tomar
en cuenta al pensar el tema de las jerarquías del saber. Como observa Néstor
García Canclini, “las casas editoriales españolas, quienes controlan el merca-
do para libros en español con una proporción de siete a tres en relación con
el conjunto de editoriales de la ciudad de México, Buenos Aires y el resto de
América Latina, ven al continente como creador de literatura y como área de
expansión para su clientela española. Rara vez publican estudios culturales,
sociológicos o antropológicos de latinoamericanos, y cuando lo hacen sus
afiliados en Argentina, Chile, Colombia o México limitan su circulación al
país de origen” (“Cultural Studies and Revolving Doors”: 13). No obstante
la importancia del interés en relaciones de poder expresado por los estu-
dios culturales latinoamericanos, sean realizados desde Asunción, Chicago o
Tokio, el campo no ha solucionado el problema del lugar de la producción
intelectual latinoamericana en las jerarquías del saber de los mercados inte-
lectuales globalizados.
Cualquier intento de parte de los académicos de remediar la situación
–por ejemplo la subvención del costo de viajar de América Latina a congresos
internacionales para algunos ponentes latinoamericanos, patrocinada por or-
ganizaciones con su sede en Estados Unidos, como ha sido la política recien-
te de la Latin American Studies Association– produce un efecto mínimo. La
mayoría de los mecanismos de diseminación del producto académico quedan
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ni derecho a ser consultados sobre la validez de las categorías que los descri-
ben o interpretan (Intersectando).”
América Latina es válida como espacio de investigación social, pero no
como centro de producción teórica. Este problema es tan evidente en los
estudios culturales “universales” como en las disciplinas más tradicionales.
Se ilustra la actitud de los estudios culturales metropolitanos por un breve
resumen del trato de América Latina en dos textos británicos, los cuales se
leen y se citan con frecuencia en los países anglófonos. Inside Culture de Nick
Couldry, un texto que pretende definir los estudios culturales en términos
disciplinarios y metodológicos, reconoce que existen los estudios culturales
latinoamericanos y de hecho cita la obra de Martín Barbero y García Canclini,
pero sólo como muestras de cómo funcionan los estudios culturales “en el
contexto poscolonial latinoamericano” y como evidencias de la amplitud de la
influencia mundial de la teoría cultural del británico Raymond Williams (34-
35). Aunque hay momentos en este texto cuando sería oportuno citar a éstos
u otros teóricos de los estudios culturales latinoamericanos, Couldry jamás
lo hace, reconociendo sólo a los anglófonos o francófonos contemporáneos
por la aplicabilidad universal de su teoría y tratando a los latinoamericanos
sólo como ejemplos locales de “otros lugares” (21). Los estudios culturales
latinoamericanos se marginan aun más en The Cultural Studies Reader, un
grueso texto en el que el británico Simon During ha compilado 39 ensayos
clave para el campo de los estudios culturales anglófonos de autores de ha-
bla inglesa, francesa y alemana. No obstante su articulación de la importan-
cia de “estudios culturales transnacionales”, el texto excluye por completo
no sólo a latinoamericanos sino a América Latina: en más de 600 páginas
(donde sí se tratan las culturas de Hong Kong, Irán, Bangladesh, Turquía,
etc.) ni se discute (las únicas excepciones: algunas figuras que se mencionan
muy brevemente, entre ellas las chicanas Gloria Anzaldúa, Cherríe Moraga y
Chela Sandoval, y los sudamericanos José Carlos Mariátegui y Gabriel García
Márquez). Un libro británico que sí da espacio a los latinoamericanos es la
colección de ensayos titulado Media and Cultural Studies: Keyworks (Dirham y
Kellner, eds.), la que admite ensayos de García Canclini, Martín Barbero, Ariel
Dorfman y Celeste Olalquiaga, junto a otros de Karl Marx, Antonio Gramsci,
Walter Benjamín, Roland Barthes y Stuart Hall; otro texto excepcional es A
Companion to Cultural Studies, compilado por Toby Millar, el cual incorpora
ensayos de George Yúdice, Jorge Mariscal y Ana María Ochoa Gautier.
Otra área problemática para los estudios culturales latinoamericanos ha
sido el campo de los estudios sobre las culturas “latinas” de Estados Unidos.
Este campo de estudio nació en la academia estadunidense en los intersticios
disciplinarios entre los departamentos de inglés y estudios americanos, por
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4
<www.nclr.org/content/publications/detail/31926/>.
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2004, pp. 1-14. sos: culturas populares en la frontera
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Reader, Durham, Duke University Press, duro: cultura popular juvenil y graffiti,
2004, pp. 347-73. Guadalajara y Tijuana, Universidad de
Valenzuela Arce, José Manuel, Los estudios cul- Guadalajara/El Colegio de la Frontera
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Valenzuela Arce, José Manuel, “Introducción. the Age of Globalization”, en Juan Poblete
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Teorías de la cultura”, en José Manuel Studies, Minneapolis, University of
Valenzuela Arce, coord., Los estudios cul- Minnesota Press, 2003, pp. 138-153.
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