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SALUD MENTAL

1. HISTORIA

Los primeros informes en occidente sobre problemas de salud mental los encontramos

en la literatura sagrada. En el libro de Daniel del antiguo testamento se relata la locura de

Nabucodonosor, castigado por su soberbia con la locura, la pérdida de la razón; la que, por

cierto, es interpretada como vivir y comer como los animales. Durante siete años

Nabucodonosor permanece en ese estado hasta que por decisión divina se recupera. El relato

muestra la interpretación, generalizada en la antigüedad, sobre el origen sobrenatural de la

enfermedad mental, compartida tanto por los legos como por los sanadores profesionales. Las

culturas más complejas atribuían la locura a los dioses, las más primitivas a los demonios o

fuerzas naturales, pero no son diferencias esenciales, derivan del pensamiento primitivo,

aquel que dio lugar a las trepanaciones craneales, practicadas desde hace más de 5000 años,

con evidencias en casi todo el mundo y que aparentemente tenían como una de sus

indicaciones el dejar salir los demonios que provocaban las enfermedades mentales. La

interpretación naturalista de las enfermedades mentales se inicia en Grecia hacia el siglo V

a.C. al extenderse la teoría humoralista de la enfermedad a los problemas o manifestaciones

mentales. El humoralismo como doctrina interpretaba la salud como el equilibrio de los

cuatro fluidos o “humores” que conformaban el cuerpo humano, a saber: la bilis negra, la

bilis amarilla, la flema o pituita y la sangre. Así, una fiebre o un problema digestivo se

interpretaba como resultado de un particular desequilibrio en la composición humoral de los

órganos afectados, ante el cual la labor del médico era restablecer el balance perdido. Una

característica de la teoría humoral es que situaba topográficamente el desequilibrio, por lo

tanto, en el caso de las enfermedades mentales debía ubicar el lugar preciso del desequilibrio

que las causaba, y ese lugar era claramente el cerebro. Esta interpretación somatista de la

enfermedad debió luchar contra la ampliamente difundida y hegemónica interpretación de la


posesión demoníaca, la cual por cierto había tomado también en la cultura griega la forma

más sofisticada de “entusiasmo”, una posesión por los dioses o “inspiración” que llevaba a

profetizar, hablar en lenguas o hacer extrañas contorsiones a quienes eran así poseídos. En

particular las convulsiones súbitas eran un atributo de augures o personajes elegidos por los

dioses, por ello se le denominaba la “enfermedad sagrada”. En el Corpus Hippocraticum, es

decir el conjunto de escritos que la antigüedad atribuía a Hipócrates, se encuentra un breve

tratado dedicado al tema (Sobre la enfermedad sagrada) el cual inicia con el siguiente

enunciado: A propósito de la llamada enfermedad sagrada, he aquí lo que ocurre: me parece

que no es en modo alguno más divino ni más sagrado que las demás enfermedades, sino que

tiene una causa natural. Pero los hombres creyeron que su causa era divina por ignorancia o

por el carácter maravilloso de la dolencia, que no se parece en nada a otras enfermedades.

Cabe señalar, sin embargo, que existía otra explicación para las convulsiones específicamente

femeninas: la curiosa concepción de que el útero es móvil y en sus traslados, cuando afectaba

al hígado provocaba convulsiones. Galeno, que sistematizó la medicina griega en el siglo II

d.C., no dedicó un tratado especial dentro de su abundante obra a la enfermedad mental, pero

aceptaba, igual que los hipocráticos, su carácter natural. La tradición galénica clasificaba las

enfermedades mentales en dos tipos: la manía y la melancolía. La primera se produciría por

un exceso o plétora, bien sea del humor sangre o de la bilis amarilla, y se manifestaría con

alucinaciones o delusiones, mientras que la melancolía se originaba en un exceso de la bilis

negra y su principal manifestación seria la depresión. Esta clasificación se mantuvo durante el

Imperio romano, quienes a su vez desarrollaron las primeras manifestaciones de la salud

pública bajo la forma del cuidado de la salud de los ciudadanos (acueductos, cloacas, control

de alimentos) e incluso un esbozo de lo que serán hospitales públicos, pero la enfermedad

mental continuó siendo un tema de carácter íntimo, atendido dentro del hogar, en modo

alguno percibido como un tema de la res publica o asuntos que competen al estado. La
difusión del cristianismo, y su posterior oficialización a partir del decreto de Constantino en

el 313 d.C., condujo a inevitables conflictos entre el carácter naturalista de la ciencia y

medicina grecorromana y la visión cristiana que enfatizaba la omnipotencia y omnipresencia

divina. Es en esta joven sociedad cristiana de finales del imperio que surgen los primeros

hospitales administrados por las matronas cristianas, como expresión de la caridad y

compasión con el doliente pero, en modo alguno, pretendiendo alterar los designios divinos;

por lo tanto, no estaban destinados a curar a los enfermos sino a brindarles apoyo espiritual y

también físico en tanto se definía la voluntad divina al respecto. Con esa concepción se

entiende que no hubiera lugar en ellos para los enfermos mentales pues la enfermedad mental

no era propiamente una dolencia, era una forma de posesión sobrenatural, cuando no

demoníaca, que debería ser, en todo caso, tratada por el sacerdote. Por consiguiente, el

cuidado de los enfermos mentales se mantuvo en el ámbito doméstico y alejado del ámbito de

la Salud Pública. Por otro lado, mientras en occidente se va configurando la sociedad

medieval, en la península arábiga nace el Islam. Antes de Mohammad, los árabes carecían de

una medicina racional y atribuían las enfermedades, incluyendo los trastornos mentales, a

fuerzas sobrenaturales. Mohammad que brinda unidad religiosa y política al pueblo árabe

también recoge conocimientos y prácticas tradicionales, los que reunidos conformarán la

denominada “medicina del profeta” , en la que la enfermedad mental solo se menciona para

indicar que los amuletos y talismanes son inefectivos para evitarla. La tradición popular que

la atribuye a seres sobrenaturales se mantiene como en el caso estudiado por Dols . quien

refiere el caso de un loco (majnun) que escapa de la sección de los insanos (mamruirin) de un

hospital (maristan o bimaristan) y en sus andanzas se proclama emir, llegando a convencer a

muchos con su historia; finalmente, se descubre su locura (junum) causando graves

confusiones y problemas, los que tienen como único castigo el volver al hospital. La

benignidad de la sanción probablemente se sustente en la difundida creencia de que la locura


era causada por “genios” (jinn) o demonios y, por tanto, no eran atribuibles al individuo. En

el Islam, a diferencia de occidente, se acepta a los enfermos mentales en los hospitales; esto

se debe a que los árabes adoptan la medicina griega llevada por los intelectuales emigrantes

que huyen de la intolerancia cristiana, convirtiéndola en el centro de su doctrina, al punto que

se utiliza como criterio de calidad profesional la mayor o menor adherencia a los principios

galénicos. Se entiende así su interpretación naturalista y que los hospitales tuvieran una

sección destinada al tratamiento de los enfermos mentales, en los que el tratamiento continuó

siendo con purgas y sangrías para eliminar los humores alterados. Pese a este tratamiento

profesional de la salud mental, la concepción popular predominante mantuvo a la enfermedad

mental como un asunto familiar y doméstico. En occidente el Medioevo se caracteriza por un

empobrecimiento teórico de la Medicina y su subordinación a la religión, lo que lleva a

extremos como la glorificación de la enfermedad entendida como una mortificación de la

materia. Jacopone da Todi, un poeta místico del siglo XIII en su poema De l’Infermità e Mali

che Frate Jacopone demandava per Eccesso de Carità reclama para sí un cúmulo de

enfermedades físicas, pero ninguna de carácter mental, pues su vinculación con el demonio se

mantenía vigente . La salud pública tiene escasos desarrollos vinculados todos ellos a la

progresiva consolidación de los burgos y villas, que deben tomar medidas de alcance local

para prevenir o combatir plagas, los hospitales desaparecen y, de algún modo, son sustituidos

por los infirmarium, instalados en los monasterios. El loco o lunático (término ese último

acuñado por la supuesta influencia de la luna en el origen de la enfermedad mental) vaga por

las calles asimilándose en algunos casos al bufón. Es una visión complaciente y pintoresca

pero que mantiene a las enfermedades mentales alejadas de las preocupaciones de la salud

pública que, en cambio, se orientan al aislamiento de los leprosos. La peste negra o gran

plaga que arrasa Europa entre 1346 y 1400, produce cuadros colectivos de alteraciones

conductuales pero esto no modifica la percepción popular. Hacia el final de la Edad Media
(1511) Erasmo de Rotterdam publica su conocido ensayo “Elogio de la locura” (Morias

enkomion), que no es un tratado médico 146 pero muestra la interpretación intelectual

renacentista de la locura, que artificiosamente es considerada una diosa, hija de Pluto, el dios

de la riqueza y la ninfa Hebe, ninfa de la juventud . Su interpretación influenciará y

mantendrá la convicción anecdótica de la enfermedad mental.

2. LA SALUD MENTAL

Salud mental es más que la mera ausencia de trastornos mentales. La dimensión

positiva de la salud mental ha sido subrayada en la definición de salud de la OMS, tal cual

consta en la constitución misma: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental

y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Los conceptos de salud

mental incluyen bienestar subjetivo, autonomía, competencia, dependencia intergeneracional

y reconocimiento de la habilidad de realizarse intelectual y emocionalmente. También ha sido

definido como un estado de bienestar por medio del cual los individuos reconocen sus

habilidades, son capaces de hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar de forma

productiva y fructífera, y contribuir a sus comunidades.

Salud mental se refiere a la posibilidad de acrecentar la competencia de los individuos y

comunidades y permitirles alcanzar sus propios objetivos. Salud mental es materia de interés

para todos, y no sólo para aquellos afectados por un trastorno mental. En efecto, los

problemas de la salud mental afectan a la sociedad en su totalidad, y no sólo a un segmento

limitado o aislado de la misma y por lo tanto constituyen un desafío importante para el

desarrollo general. No hay grupo humano inmune, empero el riesgo es más alto en los pobres,

los sin techo, el desempleado, en las personas con poco nivel de escolaridad, las víctimas de

la violencia, los migrantes y refugiados, las poblaciones indígenas, las mujeres maltratadas y

el anciano abandonado. En todos los individuos, la salud mental, la física y la social están

íntimamente imbricadas. Con el creciente conocimiento sobre esta interdependencia, surge de


manera más evidente que la salud mental es un pilar central en el bienestar general de los

individuos, sociedades y naciones. Desafortunadamente, en la mayor parte del mundo, no se

le acuerda a la salud mental y a los trastornos mentales la misma importancia que a la física;

en rigor, han sido más bien objeto de ignorancia o desatención.

CAUSAS

El estrés, la discriminación, el aislamiento y los eventos traumáticos son algunas de las causas de los

problemas de salud mental que afectan más a las mujeres con discapacidad. Claro que no todas las

personas que hacen frente a estas situaciones terminan sufriendo trastornos mentales. El estrés, por

ejemplo, no es en sí un problema de salud mental. Pero cuando una persona ya no puede salir

adelante debido a las presiones que siente, el exceso de estrés sí se ha convertido en un problema.

Los eventos traumáticos de la vida no siempre causan problemas de salud mental, pero muchas

veces lo hacen cuando la persona no tiene apoyo para tratar de entender esos eventos y superar sus

consecuencias. Cuando piense en los problemas de salud mental, recuerde:

• No hay una línea de separación bien definida entre las respuestas normales a los eventos de la

vida y los problemas de salud mental.

• La mayoría de las personas tiene algunos de los signos descritos en este capítulo, en diferentes

temporadas de su vida, porque todos enfrentamos problemas en algún momento.

• Los signos de los problemas mentales pueden ser diferentes en diferentes comunidades. Hay

comportamientos que son normales dentro de las tradiciones y valores de una comunidad pero que

parecen extraños vistos desde afuera.

HIPOTESIS BIOLOGICA

Un rango amplio de influencias hormonales, genéticas y metabólicas ejercen un papel a la hora de

diferenciar patrones de morbilidad, mortalidad, respuesta y pronóstico. La exposición perinatal a las

hormonas sexuales parece ser la causa del dismorfismo sexual cerebral, tanto en morfología como
en función, lo que regula la síntesis y actividad de enzimas, neurotransmisores, receptores y

efectores. Las fluctuaciones de progesterona, estrógenos y tetrahidroprogesterona durante el ciclo

pueden contribuir a los cambios que se producen en el ánimo de algunas mujeres. Y el curso de los

diversos trastornos psiquiátricos puede también verse afectado por el ciclo menstrual. INFLUENCIA

DE LOS FACTORES SOCIALES

a) Roles sociales : Los factores sociales y culturales tienen un papel fundamental en el

desarrollo y el mantenimiento de la enfermedad mental cuya influencia se manifiesta de

forma diferente en hombres y mujeres en función de las matizaciones en los roles que cada

uno se ve obligado a desempeñar en las distintas sociedades. El incremento de la morbilidad

psiquiátrica en mujeres casadas de mediana edad, con hijos menores, en comparación con

las solteras, es un hecho frecuentemente observado. Hoy se admite que dicha asociación es

un rasgo característico de las mujeres, que no aparece en los hombres, para los que el

estado civil de “casado” se comporta como un factor de protección frente al desarrollo de la

enfermedad mental. En las personas solteras y en las personas sin hijos el porcentaje de

varianza explicada por el género es pequeña. Algunos estudios han detectado que cuando

los grupos son homogéneos, en términos de nivel educativo, culturales, estado civil y

factores asociados al mismo, las diferencias en la morbilidad de trastornos del ánimo se

reduce de forma muy significativa. Los cambios sociológicos afectan tanto a hombres como a

mujeres, pero plantean una problemática mayor en las mujeres, sobre todo a las casadas

con hijos pequeños pertenecientes a clases sociales mas desfavorecidas. Todo ello apunta a

que los factores sociales y estructurales son clave para explicar las diferencias en la

frecuencia y distribución de la depresión entre hombres y mujeres.

b) b) Exposición a factores de estrés: Una de las hipótesis que se ha barajado para explicar las

diferencias de género en la depresión se basa en asumir que las mujeres presentan un

mayor número de acontecimientos estresantes. Estudios recientes no encuentran

diferencias ni en el numero ni en la sensibilidad a del efecto depresógeno entre mujeres y


hombres, aunque las mujeres refieren con una mayor frecuencia que los hombres

acontecimientos de pérdida de relaciones interpersonales, mientras que en los hombres las

acontecimientos que aparecen como más significativos son las perdidas de objetivos y de

metas El contexto social valora más los logros y la autonomía que los vínculos y la conexión a

los que juzga como vulnerables, signo de dependencia ó inmadurez. Las diferencias de

género son mas marcadas en las situaciones de sobrecarga crónica, entre ellos la soledad, la

pobreza, las normas sociales, los embarazos y la crianza, la prestación de cuidados ó la falta

de apoyo así como el abuso por parte de familia: el 19% de carga de enfermedad en mujeres

países desarrollados se debe a la violencia domestica y a las violaciones

LA MAGNITUD Y CARGA DE LOS TRANSTORNOS MENTALES

Actualmente, cerca de 450 millones de personas están afectadas por un trastorno mental o de

la conducta. De acuerdo con la Carga Global de las Enfermedades 2001 de la OMS, el 33%

de los años vividos con discapacidad son causados por los trastornos neuropsiquiátricos, de

un 2,1% debido a lesiones autoinfligidas . Solo el trastorno de depresión unipolar causa

12,15% de años vividos con discapacidad y constituye la tercera causa contribuyente a la

carga global de las enfermedades. Cuatro de las seis causas más frecuentes de años vividos

con discapacidad son la depresión, los trastornos debidos al uso de alcohol, la esquizofrenia y

el trastorno bipolar.

A las condiciones neuropsiquiátricas se les imputa el 13% de los años de vida ajustados por

discapacidad, a las lesiones autoinfligidas el 3,3% y al VIH/SIDA otro 6% . Estas dos últimas

causas incluyen un componente conductual. Cabe señalar que estas cifras, ahora bastante

conocidas, se acompañan de un inmenso sufrimiento humano. • Más de 150 millones de

personas sufren de depresión en un momento dado; • Cerca de 1 millón se suicidan cada año;
• Alrededor de 25 millones de personas sufren de esquizofrenia; • 38 millones están afectadas

por la epilepsia; y • Más de 90 millones sufren de trastornos causados por el uso de alcohol y

las drogas. El número de individuos con trastornos probablemente aumentará con el

envejecimiento de las poblaciones, y como resultado de conflictos sociales. Esta carga

creciente implica un costo enorme en términos de sufrimiento, discapacidad y miseria.

LOS PROBLEMAS MENTALES Y CONDUCTUALES EN CUANTO FACTORES DE

RIESGO EN LA MORBILIDAD Y MORTALIDAD GENERALES

Es cada vez más evidente que las funciones mentales están interconectadas con el

funcionamiento físico y social, y con el estado de salud. Por ejemplo, la depresión constituye

un factor de riesgo en el cáncer y en los trastornos cardiovasculares. Por otra parte, la

adherencia al tratamiento en personas afectadas por un trastorno físico que además sufren de

depresión, ansiedad y uso de sustancias puede flaquear de manera sustancial. Recuérdese

también que ciertas conductas adversas, tales como el fumar y la actividad sexual no

protegida, están ligadas al origen de varios trastornos físicos tales como el cáncer o el

VIH/SIDA. Según el Informe sobre la Salud en el Mundo 2002, tres de los 10 factores de

riesgo principales imputables a la carga mundial de las enfermedades, eran de naturaleza

mental/conductual (sexo no protegido y el uso del tabaco y de alcohol) mientras que otros

tres están significativamente afectados por factores mentales/conductuales (sobrepeso, alta

presión arterial y alto colesterol).

LOS TRASTORNOS MENTALES Y LAS ENFERMEDADES MÉDICAS ESTÁN

INTERRELACIONADOS
El tratamiento de la depresión en los casos de comorbilidad con enfermedades físicas puede

mejorar la adherencia a las intervenciones en enfermedades médicas crónicas. Las situaciones

de comorbilidad implican la coexistencia en la misma persona de un trastorno mental, la

depresión, y de una enfermedad física, como la diabetes, enfermedades cardiovasculares,

trastornos neurológicos o cáncer. Cabe hacer notar que en la comorbilidad no se trata de una

situación casual ni tampoco de un sentimiento de desmoralización o tristeza generado por las

dificultades creadas por la enfermedad crónica. Mientras que la tasa de prevalencia de la

depresión mayor en la población general fluctúa en un promedio de 3% a 10%, cuando

coexiste una enfermedad física crónica esta tasa es aún más alta Pacientes con comorbilidad

por depresión con menor frecuencia cumplen el tratamiento o las recomendaciones médicas,

y están expuestos a un riesgo mayor de discapacidad y mortalidad. Por ejemplo, se ha

demostrado que pacientes con depresión no cumplen con los regímenes de medicamentos en

una frecuencia tres veces mayor que los pacientes libres de depresión. También existen

evidencias que la depresión predice la incidencia de problemas cardiacos. En el caso de las

enfermedades infecciosas, la no-adherencia al tratamiento puede acarrear resistencia a la

medicación. Esto último tiene implicaciones sanitarias graves por cuanto puede

eventualmente dar lugar a agentes infecciosos resistentes. La depresión que acompaña la

enfermedad afecta la calidad de vida y diversas áreas del funcionamiento de los pacientes con

enfermedades crónicas. Además, puede generar una mayor utilización de los servicios y

costos. Ensayos clínicos han consistentemente demostrado la eficacia del tratamiento

antidepresivo en pacientes con comorbilidad por depresión y enfermedad médica crónica. El

tratamiento apropiado de la depresión puede favorecer un mejor resultado médico.


HABLAR DE LOS TRASTORNOS MENTALES SIGNIFICA HABLAR DE LA

POBREZA: AMBOS ESTÁN ENCERRADOS EN UN CIRCULO VICIOSO

En tanto que los trastornos mentales generan costos por concepto de tratamientos de largo

alcance y de productividad perdida, se puede argüir que esos trastornos contribuyen

considerablemente a la pobreza. Al mismo tiempo, la inseguridad, un bajo nivel educacional,

la vivienda inadecuada y la subnutrición han sido reconocidos como factores asociados con

los “trastornos mentales comunes”. Existe evidencia científica que la depresión prevalece de

1,5 a 2 veces más entre las personas de bajos ingresos de la población. La pobreza puede

entonces considerarse un determinante importante de los trastornos mentales, y viceversa. De

tal manera que ambos aparecen unidos en un círculo vicioso (Diagrama 11) afectando

diversas dimensiones del desarrollo individual y social. Trabajo Las personas desempleadas y

aquellas que no logran empleo tienen más síntomas depresivos que las que encuentran trabajo

(Bolton y Oakley, 1987; Kessler et al., 1989; Simon et al., 2000). Más aún, las personas con

empleo que perdieron su trabajo tienen un riesgo doble de estar deprimidas que las que

mantienen su empleo (Dooley et al., 1994). Educación Varios estudios han demostrado una

asociación significativa entre la prevaencia de “trastornos mentales comunes” y el bajo nivel

educacional (Patel y Kleinman, 2003). Más aún, un bajo nivel de educación dificulta el

acceso a la mayoría de trabajos profesionales, aumenta la vulnerabilidad e inseguridad y

contribuye al mantenimiento de un capital social disminuido. El analfabetismo o el escaso

nivel educacional y la enfermedad están íntimamente ligados en el ámbito de la pobreza.

Violencia y trauma En comunidades afectadas por la pobreza, la violencia y el abuso no son

infrecuentes. Ellas afectan el bienestar mental general y pueden inducir trastornos mentales

en los más vulnerables. En ausencia de inversiones bien dirigidas y estructuradas en salud


mental el círculo vicioso de la pobreza y los trastornos mentales será perpetuado. Esto

impedirá el alivio de la pobreza y el desarrollo.

PREVENCION Y MANEJO DE LA ENFERMEDAD MENTAL

A fin de reducir el aumento creciente de la carga de los trastornos mentales y evitar los años

de vida con discapacidad o la muerte prematura, debe darse prioridad a la prevención y

promoción en salud mental. Estrategias preventivas y de promoción pueden ser usadas por

clínicos con relación a pacientes individuales, y por planificadores de programas de salud

pública en relación con grupos de poblacioDentro del espectro de intervenciones de salud

mental, la promoción y la prevención son posibles y ambas cuentan con bases científicas.

Ambas están sostenidas por un cuerpo de conocimiento creciente que proviene de disciplinas

diversas como la psicopatología del desarrollo, la psicobiología, la prevención y las ciencias

de la promoción de la salud (OMS, 2002). Los programas de promoción y prevención han

demostrado redituar ahorros económicos a la sociedad (Rutz et al., 1992). nes. La integración

de la prevención y la promoción en salud mental dentro de las estrategias de salud pública

permitirán evitar muertes prematuras, disminuir el estigma que rodea a las personas con

trastornos mentales y mejorar el ambiente económico y social.

ESTRATEGIAS

Estrategia 1 Aumentar y mejorar la información destinada a los decisores y transferir

tecnologías a fin de elevar la capacidad de los países. La OMS esta recogiendo información

acerca de la magnitud y la carga de los trastornos mentales alrededor del mundo así como

sobre los recursos (humanos, financieros y socioculturales) que están disponibles en los

países a fin de responder a esa carga. Asimismo, la OMS esta haciendo circular tecnologías
relacionadas con la salud mental y conocimientos que permiten la capacitación de los países

con relación al desarrollo de medidas preventivas y el fomento de tratamientos apropiados

para los trastornos mentales, de la conducta y del abuso de sustancias.

Estrategia 2 Concientizar acerca de los trastornos mentales por medio de la educación y la

abogacía a fin de elevar el respeto por los derechos humanos y reducir el estigma. La

Organización Mundial de la Salud esta empeñada en establecer una alianza pluralista de todas

las audiencias relacionadas con la salud mental: El Consejo Mundial para la Salud Mental. La

alianza actuará como un foro para la salud mental, estimulará y brindará apoyo a la

implementación de las 10 recomendaciones del Informe sobre la Salud en el Mundo 2001 en

todas las regiones. Sociedades profesionales, usuarios, familiares, líderes de grupos

religiosos, parlamentarios, organizaciones sindicales y de empresarios entusiasta y

mancomunadamente buscarán la mejoría de la salud mental en el mundo al compartir esta

plataforma mundial liderada por la OMS.

Estrategia 3 Construir o fortalecer la capacidad en los países pobres para investigar en salud

mental pública Amén de fomentar acciones de abogacía, colaboración en cuanto a políticas y

de transferencia de tecnologías, el Programa Mundial de Acción formula en detalle el rol

activo que deben desempeñar la información y la investigación en los esfuerzos

multidimensionales para dar el salto en salud mental en el ámbito nacional. La OMS está

desarrollando diversos proyectos y actividades para promover esta estrategia a nivel nacional.

Esto incluye un programa de becarios destinado a los países en desarrollo. Además, entre

otras iniciativas, la OMS está llevando a cabo un proyecto con relación al costo-eficacia de

estrategias de salud mental a fin de evaluar los costos reales y los beneficios de las distintas

intervenciones. Estas estimaciones posteriormente servirán para mejorar los servicios de

salud mental a nivel nacional.


un proceso indicativo de una conducta de afrontamiento: por ejemplo, luchar por conseguir la

independencia, autonomía (ambos aspectos clave de la salud mental); • el resultado de un

proceso: un estado crónico debido a una confrontación aguda e intensa con un factor

estresante, como sucede en el trastorno por estrés postraumático, o a la presencia continua de

un factor estresante, no necesariamente intenso. Es lo que ocurre en el agotamiento, así como

en las psicosis, los trastornos depresivos mayores, los trastornos cognitivos y el abuso de

sustancias psicoactivas. No obstante, estos dos últimos se consideran a menudo problemas

neurológicos, puesto que pueden existir procesos fisiopatológicos (p. ej., degeneración de las

vainas de mielina) debidos a un afrontamiento ineficaz o al propio factor estresante (consumo

de alcohol o exposición profesional a disolventes, respectivamente) subyacentes a ellos. La

salud mental puede asociarse también a: • Características de la persona como los “estilos de

afrontamiento”: la competencia (incluidos el afrontamiento eficaz, el dominio del entorno y

la autoeficacia) y la aspiración son características de una persona mentalmente sana, que se

muestra interesada por su entorno, participa en actividades motivadoras y busca su propia

proyección por medios personalmente significativos. Así pues, la salud mental se


conceptualiza no sólo como un proceso o una variable de resultado, sino también como una

variable independiente; es decir, una característica personal que influye en nuestro

comportamiento. La Figura 5.1 presenta un modelo de salud mental. Esta viene determinada

por las características del entorno, tanto fuera como dentro del campo profesional, y por las

características propias del individuo. Las características del entorno profesional más

importantes se tratan con detalle en el capítulo sobre Factores psicosociales y organizativos,

pero aquí comentaremos también algunos aspectos de estos precursores de la (mala) salud

mental. Existen muchos modelos, casi todos ellos procedentes del campo de la psicología

laboral y organizativa, que permiten identificar a los precursores de la mala salud mental.

Estos precursores reciben a menudo el nombre de “factores estresantes”. Los modelos

difieren en su ámbito y, en relación

CONCLUSIONES

Los trastornos mentales y de conducta se dan en gentes de todas las regiones, países y sociedades,

en este período de la historia estamos casi ante una nueva epidemia que afecta a la población. Se

calcula que, en el mundo, alrededor de 450 millones de personas sufren cada año enfermedades

mentales. Esto significa que al menos una vez en nuestra vida, uno de cada cuatro de nosotros

desarrollará un problema mental o de conducta. Asimismo se estima que las enfermedades

mentales continuarán aumentando. En el año 1990 se calculó que las condiciones neuropsiquiátricas

explicaban el 10% de la discapacidad global. En el 2000, estos porcentajes aumentaron hasta el 13%.

Si estas previsiones siguen confirmándose, para el año 2020, las enfermedades mentales explicarán

el 15% de la discapacidad mundial, siendo la depresión por si sola, la segunda causa en el mundo.

Informe del Estado Actual de la Prevención en Salud Mental Además de las consecuencias para la

salud, los costes sociales y económicos derivados de los problemas mentales son enormes. A los

costes de los servicios sanitarios, hay que sumarles los costes por desempleo y reducción de

productividad, los del impacto en las familias y cuidadores, los asociados con niveles de crimen e
inseguridad ciudadana, y el coste atribuido al impacto negativo de la muerte prematura.

Adicionalmente, hay muchos otros costes incalculables que no se tienen en cuenta, como por

ejemplo los que se derivan de las oportunidades perdidas para los individuos que sufren

enfermedades mentales y sus familiares. La combinación de enfoques universales con componentes

más específicos para poblaciones de riesgo se proponen como el paso siguiente en la investigación y

en la política preventiva Es vital que reduzcamos los problemas mentales y la promoción y la

prevención pueden contribuir considerablemente a esta nueva prioridad del siglo XXI. Pero sólo

conseguiremos combatir esta creciente problemática si la futura política de salud mental tiene como

objetivo la sostenibilidad de distintos organismos y prácticas para la salud mental, y si se dirige por

igual a la prevención y al tratamiento logrando un equilibrio mejor entre los dos.

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