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JURISPRUDENCIA TRIBUNAL

CONSTITUCIONAL 2006

HABEAS CORPUS

INDICE

TIPO NÚMERO SUMILLA FECHA PUB.


Exp 1166-2005-PHC/TC VULNERACIÓN DEL DERECHO AL LIBRE
TRÁNSITO 20-01-2006

Exp 1276-2005-HC/TC VULNERACIÓN DE LOS DERECHOS AL


DEBIDO PROCESO, JUEZ NATURAL Y A NO SER DESVIADO DE LA
JURISDICCIÓN PREDETERMINADA 20-01-2006

Exp 0131-2005-PHC-TC VULNERACIÓN DE DERECHO A LA


LIBERTAD INDIVIDUAL Y LAS GARANTÍAS DEL DEBIDO PROCESO 20-
01-2006

Exp 2926-2004-HC/TC AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL


20-01-2006

Exp 1084-2005-PHC TRANSGRESIÓN DEL DERECHO AL DEBIDO


PROCESO Y A LA LIBERTAD PERSONA 20-01-2006

Exp 2518-2005-PHC VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS DE DEFENSA,


AL DEBIDO PROCESO Y A LA PROPIEDAD 20-01-2006

Exp 3948-2004-HC/TC VULNERACIÓN DE LA LIBERTAD DE TRÁNSITO


20-01-2006

Exp 2340-2005-PHC/TC EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA


31-01-2006
Exp 6943-2005-PHC-TC AMENAZA CONTRA LA LIBERTAD
INDIVDUAL POR LA PRESUNTA COMISIÓN DEL DELITO DE ESTAFA 14-
01-2006

Exp 2952-2005-PHC-TC VULNERACIÓN DE PRINCIPIO


CONSTITUCIONAL 13-01-2006

Exp 0747-2005-PHC-TC CESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA 13-


01-2006

Exp 1196-2005-PHC-TC Lima VULNERACIÓN DEL PRINCIPIO DE


LEGALIDAD PENAL Sólo es posible determinar si ha habido vulneración
por parte de un órgano jurisdiccional del principio de legalidad penal,
concretamente, de la garantía de la lex stricta en caso se esté ante una
sentencia condenatoria firme. En tal sentido, tal extremo de la demanda
resulta improcedente por ser prematura su invocación. 13-01-2006

Exp 2487-2005-PHC-TC EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA 13-


01-2006

Exp 2926-2004-HC-TC AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL


13-01-2006

Exp 4356-2005-PHC-TC Lima VULNERACIÓN DE LA LIBERTAD


LIBERTAD INDIVIDUAL 13-01-2006

Exp. 2034-2005-PHC-TC Declaran INFUNDADA la pretensión del


demandante quien afirma que se ha producido una doble afectación
constitucional

Exp 4644-2004-HC-TC Lima NULIDAD DE PROCESO PENAL POR


DELITO DE TRÁFICO ILÍCTO DE DROGAS 08-02-2006

Exp 3789-2005-PHC-TC Lima VIOLACIÓN AL DEBIDO PROCESO Y


AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL 15-02-2006

Exp 3627-2004-PHC-TC Lima VIOLACIÓN DEL DERECHO DE PETICIÓN


La inhibición decretada por el emplazado funcionario prefectural, a más
de un año de la presentación de la solicitud de garantías personales
materia de autos, evidencia una actitud que no solamente supone un
notorio letargo administrativo, sino también la desatención negligente de
un requerimiento que debió ser resuelto en un plazo razonable en
cumplimiento de sus obligaciones, de modo que resulta de aplicación al
caso el artículo 8 del Código Procesal Constitucional. 11-02-2006

Exp 4677-2005-PHC-TC Lima EXCESO DE DETENCIÓN EN


ACUMULACIÓN DE PROCESOS Para efectos de contabilizar el
cumplimiento del plazo máximo de la detención no se tome en cuenta
únicamente el mandato de detención dictado en el proceso más antiguo,
sino los mandatos de detención dictados en cada uno de los procesos
que se signen en su contra. 11-02-2006

Exp. 8125-2005-PHC-TC Lima VULNERACIÓN DE LA LIBERTAD


PERSONAL POR ACUSACIÓN SIN MOTIVACIÓN La necesidad de que las
resoluciones judiciales sean motivadas es un principio que informa el
ejercicio de la función jurisdiccional y, al mismo tiempo, un derecho
constitucional de los justiciables. Mediante ella, por un lado, se garantiza
que la administración de justicia se lleve a cabo de conformidad con la
Constitución y las leyes (artículos 459 y 1389 de la Constitución) y, por
otro, que los justiciables puedan ejercer de manera efectiva su derecho
de defensa. 01-02-2006

Exp 2289-2005-PHC-TC Lima VULNERACIÓN DEL PRINCIPIO DE


LEGALIDAD Y DE INAPLICACIÓN DE LA ANALOGÍA El principio de
legalidad exige que por ley se establezcan los delitos y que las conductas
prohibidas estén claramente delimitadas previamente por la ley. Como tal,
garantiza la prohibición de la aplicación retroactiva de la ley penal (lex
praevia), la prohibición de la aplicación de otro derecho que no sea el
escrito (lex scripta), la prohibición de la analogía (lex stricta) y de
cláusulas legales indeterminadas (lex certa). 01-02-2006

Exp 4426-2004-HC-TC Lima VULNERACIÓN DE LA LIBERTAD


PERSONAL, IGUALDAD, MOTIVACIÓN DE RESOLUCIONES ENTRE
OTROS 01-02-2006

Exp 7352-2005-PHC-TC Lima NULIDAD DE PROCESO POR DELITO DE


TRAICIÓN A LA PATRIA 01-02-2006

Exp 1197-2005-PHC-TC Lima VULNERACIÓN AL DEBIDO PROCESO Y


AL DERECHO DE DEFENSA 01-02-2006

Exp. 6712-2005-HC-TC Lima VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA


PROBANZA Y A LA DEFENSA (Derecho a la intimidad - derecho a la
información).La vida privada implica necesariamente la posibilidad de
excluir a los demás en la medida que protege un ámbito estrictamente
personal, y que, como tal, resulta indispensable para la realización del ser
humano, a través del libre desarrollo de su personalidad. De esta manera,
no sólo se hace hincapié en un ámbito negativo de su configuración, sino
también en el positivo. Cuando una información no cumple un fin
democrático y se convierte en un malsano entrometimiento que afecta el
derecho a la vida privada de un tercero, el grado de protección del primer
derecho fundamental habrá de verse distendido, sobre todo si se afecta la
protección de la dignidad de las personas, establecida en el artículo 1 de
la Constitución. 01-02-2006

Exp 744-2005-PHC-TC Huánuco VULNERACIÓN A LA LIBERTAD


INDIVIDUAL 08-03-2006

Exp 1558-2005-PHC-TC Lima NULIDAD DE SENTENCIA POR


TRANSGRESIÓN DEL DERECHO DE DEFENSA Y AL JUEZ NATURAL Para
declarar la nulidad del juicio, conforme a lo establecido en el Decreto
Legislativo Nº 926, no es preciso que todos los jueces y fiscales
intervinientes hayan tenido identidad secreta. El costo económico que
pudiera suponer resguardar, con las más estrictas garantías, la vida de
aquellos encargados de administrar justicia en tiempos de convulsión
social, será siempre inferior al costo institucional que supondría
desterrar la garantía del juez natural, al impedirse, ocultando su identidad,
evaluar su imparcialidad y competencia 13-03-2006

Exp 557-2005-PHC-TC Lima EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA


13-03-2006

Exp 995-2005-PHC-TC Ica NO DETERMINACIÓN DE DERECHOS


VULNERADOS 13-03-2006

Exp 825-2005-PHC-TC Lima EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA


22-02-2006

Exp 986-2005-PHC/TC DETENCION ARBITRARIA 22-02-2006

Exp 2473-2005-PHC-TC VULNERACION DE DERECHO A LA


LIBERTAD INDIVIDUAL 22-02-2006

Exp 2504-2005-PHC-TC VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA


LIBERTAD Y DEL PRINCIPIO DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA 22-02-2006
Exp 2521-2005-PHC-TC AVOCAMIENTO INDEBIDO 22-02-2006

Exp 4219-2005-PHC-TC VULNERACIÓN DE LA LIBERTAD


PERSONAL Y LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA 22-02-2006

Exp 4738-2004-PIC-TC AMENAZA A LA LIBERTAD PERSONAL 22-02-


2006

Exp 757-2005-PIC-TC AMENAZA CONTRA LA LIBERTAD 22-02-2006

Exp 0774-2005-HC-TC Lima VULNERACIÓN DE DERECHOS DE


DEFENSA, VISITA FAMILIAR, REHABILITACIÓN Y READAPTACIÓN DEL
PROCESADO Si bien es menester la tutela de los derechos del justiciable,
también lo es deber de la administración preservar el orden público, tanto
más si, es deber del Estado garantizar la seguridad de la Nación y la
defensa nacional, de modo integral y permanente, en sus ámbitos interno
y externo. cuando se dicten medidas destinadas a la restricción o
suspensión de derechos en las cuales deba examinarse la razonabilidad
del acto restrictivo, deberá ponderarse, en el caso concreto, los derechos
individuales del interno y los derechos o bienes constitucionales
colectivos, así como la observancia de los principios de necesidad,
idoneidad, y proporcionalidad de la medida. 28-04-2006

Exp 748-2005-PHC-TC Arequipa EXCESO DE DETENCIÓN


PREVENTIVA 15-03-2006

Exp 820-2005-PHC Ica VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA LIBERTAD


INDIVIDUAL 15-03-2006

Exp 822-2005-PHC-TC Lima VULNERACIÓN DEL DERECHO DEL


RECURRENTE AL EJERCICIO PLENO DE LAS FACULTADES SOBRE LA
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA 15-03-2006

Exp 2504-2005-PC-TC Lima VULNERACIÓN DEL DERECHO DE


LIBERTAD Y EL PRINCIPIO DE PRESUNCIÓN DE INOCENCIA 15-03-2006

Exp 2039-2005-PHC-TC Lima VULNERACIÓN DE LA INVIOLABILIDAD


DOMICILIARIA Y LA LIBERTAD INDIVIDUAL15-03-2006

Exp 657-2005-PHC-TC Piura RESTRICCIÓN ARBITRARIA DE LA


LIBERTAD 12-04-2006
Exp 1756-2005-PHC-TC Lima SOLICITUD DE EXCARCELACIÓN La
solicitud de semilibertad es un beneficio penitenciario que requiere, para
su concesión, no sólo constatar el cumplimiento de los requisitos legales,
sino también que el tratamiento penitenciario haya logrado la
resocialización del interno. 12-04-2006

Exp 2032-2005-PIC-TC Lima VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA


LIBERTAD PERSONAL POR DETENCIÓN ARBITRARIA 12-04-2006

Exp 2042-2005-PHC-TC Lima EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA


26-04-2006

Exp 2262-2004-HC-TC Tumbes VULNERACIÓN DEL DERECHO A NO


SER VIOLENTADO PARA OBTENER DECLARACIONES, A NO DECLARAR
CONTRA SÍ MISMO Y AL ABOGADO DEFENSOR 26-04-2006

Exp 1874-2005-PHC-TC Madre de Dios DETENCION ARBITRARIA


25-04-2006

Exp 3958-2005-PHC Cusco VULNERACIÓN LIBERTAD INDIVIDUAL


12-04-2006

Exp 2222-2005-HC-TC Tacna NULIDAD DE RESOLUCIÖN JUDICIAL


Cuando se invoque la amenaza de violación de un derecho constitucional,
ésta debe ser cierta y de inminente realización 25-04-2006

Exp 2310-2004-HC-TC Lima VULNERACIÓN DEL DERECHO AL DEBIDO


PROCESO (integrante Grupo Colina) 25-04-2006

Exp 2986-2005-PHC-TC Lima INOBSERVANCIA DEL DERECHO AL


DEBIDO PROCESO 25-04-2006

Exp 4592-2004-PHC-TC Cajamarca VARIACIÓN DEL MANDATO DE


DETENCIÓN Tanto en caso se mantenga la detención o sea variada por
otra de menor aflicción, dicha decisión debe cumplir la exigencia
constitucional de motivación resolutoria, que garantiza que los jueces,
cualquiera que sea la instancia a la que pertenezcan, deben expresar el
proceso mental que los ha llevado a decidir una controversia, a efectos de
asegurar que el ejercicio de la potestad de administrar justicia se haga
con sujeción a la Constitución y a la ley; pero también con la finalidad de
facilitar un adecuado ejercicio del derecho de defensa de los justiciables.
25-04-2006
Exp 5942-2005-PHC-TC VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA
PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Y DEBIDO PROCESO 25-04-2006

Exp 6684-2005-PHC-TC Lima AFECTACIÓN DEL DERECHO A NO SER


CONFINADA, INCOMUNICADA, VIGILADA No basta con alegar la
existencia de un acto conculcatorio de los derechos fundamentales, sino,
cuando menos, acreditar que aquel ha ocurrido o, por lo menos, que es
verosímil que ello hubiera ocurrido 25-04-2006

Exp 7242-2005-PHC-TC Lima EXCESO DEL PLAZO DE DETENCIÓN El


derecho a que la prisión preventiva no exceda de un plazo razonable
coadyuva al pleno respeto de los principios de proporcionalidad,
razonabilidad, subsidiariedad, necesidad, provisionalidad y
excepcionalidad que debe guardar la aplicación de la prisión provisional
para ser reconocida como constitucional. 25-04-2006

Exp 7330-2005-PHC-TC NULIDAD DE RESOLUCIÓN POR


PRESUNTA COMISIÓN DEL DELITO DE COLUSIÓN Sólo
excepcionalmente (cabe) efectuar un control constitucional sobre una
resolución judicial por afectación del principio de legalidad penal y, en
concreto, en aquellos casos en los que, al aplicar un tipo penal o imponer
una sanción, el juez penal se aparte del tenor literal del precepto o cuando
la aplicación de un determinado precepto obedezca a pautas
interpretativas manifiestamente extravagantes o irrazonables,
incompatibles con el ordenamiento constitucional y su sistema material
de valores. 25-04-2006

Exp 5656-2005-PHC-TC Cajamarca VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA


LIBERTAD DE TRÁNSITO 25-04-2006

Exp. 5837-2005-PHC-TC Lima VULNERACIÓN DE DERECHOS CONEXOS


A LA LIBERTAD INDIVIDUAL El otorgamiento de los beneficios solicitados
se dará siempre que ello no importe que el interno que se encuentra
convaleciente en un centro hospitalario obtenga mayores beneficios que
los otorgados a otro que se encuentre físicamente dentro de las
instalaciones de un establecimiento penitenciario, puesto que ello
importaría la afectación del principio de igualdad.20-04-2006

Exp. 7160-2005-PHC-TC Loreto VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA


LIBERTAD INDIVIDUAL 20-04-2006

Exp. 2230-2005-PHC-TC Lima DETENCIÓN ARBITRARIA 20-04-2006


Exp. 7688-2005-PHC-TC Lima VIOLACIÓN DE PRINCIPIO IN DUBIO PRO
REO Y DEBIDA MOTIVACIÓN DE RESOLUCIONES JUDICIALES 20-04-
2006

Exp 6231-2005-PHC-TC Lima AFECTACIÖN AL DEBIDO PROCESO


20-04-2006

Exp 5836-2005-HC-TC Lima TRASLADO DE PENITENCIARIA El traslado


de los internos de un establecimiento penal a otro no es, en sí mismo, un
acto inconstitucional. Eso sí es obligación de las autoridades
penitenciarias tomar las medidas necesarias para que no se afecte o
lesione la vida, la integridad física y los demás derechos constitucionales
de los internos que no hayan sido restringidos con la orden judicial que
decreta la privación de libertad; por ende, la Administración Penitenciaria
debe, dentro de márgenes sujetos al principio de razonabilidad, adoptar
las medidas estrictamente necesarias para preservar los derechos
constitucionales de los internos. 20-04-2006

Exp 2092-2005-PHC-TC Callao AFECTACIÓN DE LA LIBERTAD DE


TRÁNSITO Libertad de tránsito ésta implica circular libremente y sin
restricciones por el territorio de la República, siendo necesario para que
se configure la afectación del referido derecho que la restricción no tenga
fundamento alguno o sea desproporcionada y arbitraria 20-04-2006

Exp. 5944-2005-PHC-TC Lima AMENAZA DEL DERECHO A LA VIDA Y


SALUD Tratándose de personas privadas legalmente de su libertad
locomotora, una obligación de la que no pueden rehuír las autoridades
penitenciarias es la de adoptar aquellas medidas estrictamente
necesarias para preservar los derechos constitucionales de los internos,
entre ellos el derecho a la salud y la integridad personal, pues las
personas recluidas en ejecución de una pena privativa de la libertad o
detenidas como consecuencia de una medida cautelar de detención, se
hallan bajo una especial relación de sujeción tuitiva. 20-04-2006

Exp. 7260-2005-PHC-TC Lima VULNERACIÓN DEL DEBIDO PROCESO


20-04-2006

Exp. 6686-2005-PHC-TC Callao VIOLACIÓN DEL DERECHO A LA


MOTIVACIÓN DE RESOLUCIONES JUDICIALES, AL DEBIDO PROCESO,
AL LIBRE TRÁNSITO Y A LA POSTULACIÓN A INSTITUCIONES PÚBLICAS
20-04-2006
Exp 3616-2004-HC-TC Lima LESIÓN DE LA LIBERTAD PERSONAL POR
DETENCIÓN SIN ORDEN JUDICIAL 20-04-2006

Exp. 5516-2005-PHC-TC Lima PRIVACIÓN DEL LIBRE TRÁNSITO el


ingreso como la salida de una propiedad estrictamente privada o su
tránsito dentro de ella, no involucra restricción de traslado de un lugar
público a otro, siendo que dicho desplazamiento está destinado a uso
particular, supuesto que se encuentra amparado por la inviolabilidad del
domicilio. 20-04-2006

Exp. 6295-2005-PHC-TC Callao VIOLACIÓN DEL DERECHO A LA


DEBIDA MOTIVACIÓN DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES 20-04-2006

Exp. 2066-2005-PHC/TC Lima VIOLACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD Y LIBRE TRANSITO 20-04-2006

Exp. 5007-2005-PHC/TCVIOLACION DEL DERECHO DE LA LIBERTAD


INDIVIDUAL 20-04-2006

Exp. 5176-2005-PHC/TC EXCESO DE DETENCION 20-04-2006

Exp. 6163-2005-PHC/TC VIOLACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD


INDIVIDUAL 20-04-2006

Exp. 6757-2005-HC/TC NO CONSTITUYE VIOLACION DEL DERECHO A


LA LIBERTAD INDIVIDUAL, TANTO EXISTIA UN MANDATO DE
DETENCION VIGENTE 20-04-2006

Exp. 5241-2005-HC/TC COMISION DE DELITOS RECEPTACION,TRAFICO


ILICITO DE DROGAS 03-05-2006

Exp. 1872-2005-PHC/TC DELITO CONTRA LA LIBERTAD SEXUAL 04-05-


2006

Exp. 1095-2005-PHC/TC COMISION DE DELITO DE HURTO EN


SITUACION DE SERVICIO - EN CASO DE DELITO DE FUNCION, LOS
MIEMBROS DE LA FUERZAS ARMADAS Y LA POLICIA NACIONAL DEL
PERU ESTAN SOMETIDOS AL FUERO RESPECTIVO Y AL CODIGO DE
JUSTICIA MILITAR04-05-2006
Exp 3709-2005-HC/TC FORMULA DENUNCIA PENAL E INVESTIGA
DESTINO DE LOS FONDOS Y LA SITUACION ACTUAL DE LOS
RECURSOS OTORGADOS DE GESTION DEL ALCALDE 04-05-2006

Exp 4220-2005-PHC/TC BENEFICIO PENITENCIARIO DE


SEMILIBERTAD 04-05-2006

Exp 3701-2005-PHC TRASLADO DE INTERNO A OTRO


ESTABLEIMIENTO PENITENCIARIO 04-05-2006

Exp 3674-2005-PHC DELITO CONTRA LA VIDA , EL CUERPO Y LA


SALUD 04-05-2006

Exp 2898-2005-PHC/TC LA SEMILIBERTAD SE REVOCA SI EL


BENEFICIARIO COMETE UN NUEVO DELITO DOLOSO 04-05-2006

Exp 2510-2005-HC/TC DETENCION ARBITARRIA 04-05-2006

Exp 1086-2005-HC TRASLADO DE PENITENCIARIA 04-05-2006

Exp 4166-2005-PHC/TC DETENCION ARBITRARIA 05-05-2006

Exp 3880-2005-PHC/TC COMISION DE DELITO DE TERRORISMO 09-05-


2006

Exp 2076-2005-PHC/TC IMPEDIMENTO DE INGRESO A LETRADA A


ESTABLECIMIENTO PENAL 17-05-2006

Exp 2194-2005-PHC/TC DETENCION ARBITRARIA 17-05-2006

Exp 2278-2005-HC/TC DETENCION ARBITRARIA 17-05-2006

Exp 6092-2005-PHC/TC VIOLACION DE TRANSITAR LIBREMENTE Y A


LA LIBERTAD PERSONAL 18-05-2006

Exp 6158-2005-HC/TC VIOLACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL 18-05-


2006

Exp 7575-2005-PHC/TC IMPROCEDENCIA DE LA DEMANDA -NO ES LA


VIA DONEA PARA INTERPONER AL ACCION 18-05-2006
Exp 4445-2005-HC/TC AMENAZA DEL DERECHO A LA VIDA, A LA
INTEGRIDAD PERSONAL Y LIBERTAD INDIVIDUAL 10-06-2006

Exp 0819-2005-PHC/TC DELITO DE SECUESTRO 13-06-2006

Exp 1905-2005-PHC-TC EXCESO DE DETENCION 13-06-2006

Exp 2101-2005-HC-TC COMISION DE DELITO DE PECULADO 13-06-


2006

Exp 3974-2005-PH-TC AFECTACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD


INDIVIDUAL 15-06-2006

Exp 4570-2005-PHC BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD


16-06-2006

Exp 8703-2005-HC-TC BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD


17-06-2006

Exp 10107-2005-PHC-TC TRAFICO ILICITO DE DROGAS 17-06-


2006

Exp 6167-2005-PHC-TC SE INCURRIO EN ERROR MATERIAL SE


PROCEDE A LA CORRECCION 20-06-2006

Exp 0004-2006-PI-TC ACLARACION DE ERROR MATERIAL 20-06-


2006

Exp 0022-2005-PHC-TC BENEFICIO PENITENCIARIO DE LIBERTAD


CONDICIONAL 20-06-2006

Exp 1617-2005-HC-TC RESTRICCION DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL


20-06-2006

Exp 2965-2005-PHC VULNERA SU DERECHO A LA LIBERTAD


INDIVIDUAL 20-06-2006

Exp 4444-2005-PHC-TC AFECTACION DEL DERECHO A LA


IDENTIDAD PERSONAL 20-06-2006

Exp 5872-2005-PHC-TC AMENAZA DEL DERECHO A LA LIBERTAD


PERSONAL 20-06-2006
Exp 5970-2005-PHC-TC RESTRINGEN EL EJERCICIO DEL
DERECHO AL LIBRE TRANSITO 20-06-2006

Exp 6260-2005-PHC-TC COMISION DE DELITO DE TERRORISMO


20-06-2006

Exp 6342-2005-PHC-TC VIOLACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD INDIVIDUAL 20-06-2006

Exp 6526-2005-PHC-TC AFECTACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD PERSONAL 20-06-2006

Exp 6596-2005-PHC-TC VIOLACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD INDIVIDUAL 20-06-2006

Exp 6850-2005-PHC-TC SUPUESTO DELITO DE TENENCIA ILEGAL


DE ARMAS 20-06-2006

Exp 7006-2005-PHC TRASLADO DE PENITENCIARIA 20-06-2006

Exp 7024-2005-PHC-TC TRASLADO DE PENITENCIARIA 20-06-


2006

Exp 7246-2005-PHC DETENCION ARBITRARIA 20-06-2006

Exp 7256-2005-PHC-TC DETENCION ARBITRARIA 20-06-2006

Exp 7510-2005-PHC-TC ATENTA CONTRA LA LIBERTAD


INDIVIDUAL 20-06-2006

Exp 7607-2005-PHC-TC AMENAZA A SU LIBERTAD INDIVIDUAL


22-06-2006

Exp 7881-2005-HC-TC BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD


22-06-2006

Exp 9528-2005-HC BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD


22-06-2006

Exp 9724-2005-PHC-TC DETENCION ARBITRARIA 22-06-2006


Exp 2105-2005-PHC-TC AMENAZA DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL
02-07-2006

Exp 3365-2005-PHC-TC BENEFICIO PENITENCIARIO DE


SEMILIBERTAD 02-07-2006

Exp 3467-3005-PHC-TC COMISION DE DELITO FLAGRANTE 02-07-


2006

Exp 3720-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO DE


PRESUNCION DE INOCENCIA 02-07-2006

Exp 4557-2005-PHC-TC DETENCION ARBITRARIA 02-07-2006

Exp 4796-2005-PHC-TC INCUMPLIMIENTO DE REGLAS DE


CONDUCTA 02-07-2006

Exp 4903-2005-PHC-TC CESE A LA VULNERACION DE SUS


DERECHOS A LA INTEGRIDAD PERSONAL, A LA SALUD Y A NO SER
SOMETIDO A TRATOS INHUMANOS O HUMILLANTES 02-07-2006

Exp 4907-2005-HC-TC AFECTA LA LIBERTAD INDIVIDUAL 02-07-2006

Exp 4909-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO DE SER


JUZGADO POR UN JUEZ NATURAL 02-07-2006

Exp 3411-2005-PHC AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL 03-07-


2006

Exp 3570-2005-PHC-TC VULNERACION A LA LIBERTAD


PERSONAL 13-04-2006

Exp 8817-2005-PHC-TC VULNERA LA LIBERTAD INDIVIDUAL


14-07-2006

Exp 2498-2005-HC-TC AMENAZA CONTRA LA VIDA, INTEGRIDAD


PERSONAL Y LIBERTAD INDIVIDUAL 15-07-2006

Exp. 1944-2005-PHC-TC TRAFICO ILCITO DE DROGAS 15-07-2006

Exp. 0174-2006-PHC-TC VULNERACION DE LAS RESOLUCIONES


JUDICIALES Y DE DEFENSA 15-07-2006
Exp 3037-2006-PHC-TC PRIVACION DE LIBERTAD SIN QUE EXISTA
UNA RESOLUCION MOTIVADA POR EL JUEZ 20-07-2006

Exp 2877-2005-PHC-TC AMENAZA SUS DERECHO A LA LIBERTAD


PERSONAL 20-07-2006

Exp 5033-2005-PHC-TC DETENCION ARBITRARIA 02-08-2006

Exp 00454-2006-HC-TCBENEFICIO DE LIBERTAD CONDICIONAL 05-08-


2006

Exp 0520-2005-PHC-TC VIOLACION A LA LIBERTAD PERSONAL


05-08-2006

Exp 0669-2006-PHC-TC CESE LA VULNERACION DE SUS


DERECHOS A LA LIBERTAD E INTEGRIDAD PERSONALES 05-08-2006

Exp 0803-2006-PHC-TC VULNERACION DE LA DEBIDA


MOTIVACION DE RESOLUCIONES 05-08-2006

Exp 1812-2005-PHC-TC VULNERACION DEL PRINCIPIO DE


GRATUIDAD DEL PROCESO PENAL 05-08-2006

Exp 1860-2005-HC-TC ATENTA CONTRA LA LIBERTAD PERSONAL


05-08-2006

Exp 2023-2005-PHC-TC VIOLACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL


05-08-2006

Exp 2714-2006-PHC-TC DETENCION ARBITRARIA 05-08-2006

Exp 2724-2006-PHC-TC DETENCIONA ARBITRARIA 05-08-2006

Exp 5049-2005-HC-TC BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD


05-08-2006

Exp 5692-2005-PH-TC AFECTACION A LA LIBERTAD E INTEGRIDAD


PERSONAL 05-08-2006

Exp 6165-2005-HC-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA


INVIOLABILIDAD DE DOMICILIO 05-08-2006
Exp 6586-2005-HC-TC AMENAZA CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDUAL
05-08-2006

Exp 7206-2005-PHC-TC INCUMPLIMIENTO DE MANDATOS


JUDICIALES 09-08-2006

Exp 7262-2005-PHC-TC EXCESO DE PLAZO DE DETENCION 09-08-


2006

Exp 7376-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO DE


INVIOLABILIDAD DE DOMICILIO 09-08-2006

Exp 7451-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD PERSONAL 10-08-2006

Exp 7724-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD 10-08-2006

Exp 7868-2005-HC-TC VULNERACION DE LA INTERDICCION DE LA


REFORMATIO IN PEJUS 10-08-2006

Exp 8248-2005-PHC-TC DETENCION ARBITRARIA 11-08-2006

Exp 8301-2005-HC-TC PRESCRIPCION DE LA PENA 11-08-2006

Exp 8311-2O05-PHC AMENAZA CONTRA EL DERECHO DE LIBRE


TRANSITO 11-08-2006

Exp 8508-2005-PHC-TC TRASLADO DE PENITENCIARIA 11-08-


2006

Exp 8914-2005-PHC-TC VIOLACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL


11-08-2006

Exp 9038-2005-PHC-TC EXCESO DE DETENCION 11-08-2006

Exp 9598-2005-PHC-TC VIOLACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL


11-08-2006

Exp 7624-2005-PHC-TC EXCESO DE DETENCION 21-08-2006


Exp 2279-2005-PHC-TC AMENAZA A LA LIBERTAD PERSONAL
13-09-2006

Exp 981-2004-PHC-TC SOLICITUD DE EXCARCELACION 13-09-2006

Exp 03303-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHGO A LA


INVIOLABILIDAD DE DOMICILIO 13-09-2006

Exp 3574-2005-PHC-TC VULNERACION DEL PRINCIPIO DE


INTERDICCION DE LA REFORMATIO IN PEJUS 13-09-2006

Exp 419-2005-HC-TC AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL 28-09-


2006

Exp 3256-2005-PHC-TC EXCESO DE DETENCION 28-09-2006

Exp 3272-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD DE TRANSITO 28-09-2006

Exp 3491-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD INDIVIDUAL 28-09-2006

Exp 6253-2006-PHC-TC AMENAZA DEL DERECHO A LA LIIBERTAD


INDIVIDUAL 13-10-2006

Exp 3792-2005-PHC-TC VULNERACION A LA LIBERTAD


PERSONAL 13-10-2006

Exp 3965-2005-PHC-TC AMENAZA DEL DERECHO A LA LIBERTAD


PERSONAL 20-10-2006

Exp 4831-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO DE


PRESUNCION DE INOCENCIA Y AL DEBIDO PROCESO 20-10-2006

Exp 4355-2005-PHC-TC ATENTA CONTRA LA VIDA Y LA LIBERTAD


INDIVIDUAL 28-10-2006

Exp 0824-2005-HC-TC SOLICITA NULIDAD DE SENTENCIA EXPEDIDA


POR VOCAL INHABILITADO 28-10-2006

Exp 9672-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD PERSONAL 28-10-2006
Exp 5325-2006-PHC-TC NULIDAD DE RESOLUCION 28-10-2006

Exp 1279-2006-PHC-TC VULNERACION A LA LIBERTAD


INDIVIDUAL 28-10-2006

Exp 0044-2006-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO DE


DESNATURALIZACION DEL PROCEDIMIENTO 28-10-2006

Exp 0320-2006-PHC-TC ULNERACION A OBTENER UNA


RESOLUCION FUNDADA EN DERECHO 28-10-2006

Exp 2070-2005-PHC-TC TENTA CONTRA EL DERECHO AL LIBRE


TRANSITO 28-10-2006

Exp 9878-2005-PHC-TC AMENAZA CONTRA LA LIBERTAD Y


SEGURIDAD PERSONALES 28-10-2006

Exp 8482-2005-PHC-TC BENEFICIO PENITENCIARIO DE


SEMILIBERTAD 28-10-2006

Exp 8308-2005V-PHC-TC BENEFICIO PENITENCIARIO DE


SEMILIBERTAD 28-10-2006

Exp 7038-2005-PHC-TC VULNERACION DE LA LIBERTAD


PERSONAL 28-10-2006

Exp 0707-2005-PHC-TC AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL


28-10-2006

Exp 6756-2005-PHC-TC BENEFICIO PENITENCIARIO DE


SEMILIBERTAD 28-10-2006

Exp 5460-2005-HC-TC AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL 28-10-


2006

Exp 9518-2005-PH-TC VIOLACION A LA LIBERTAD PERSONAL 28-10-


2006

Exp 2290-2006-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD PERSONAL 28-10-2006
Exp 10335-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA
IDENTIDAD 28-10-2006

Exp 8780-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA


TUTELA PROCESAL EFECTIVA 28-10-2006

Exp 7512-2005-PHC ATENTA CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDUAL Y


LIBRE TRANSITO 28-10-2006

Exp 2526-2006-PHC-TC EXCESO DE DETENCION 28-10-2006

Exp 2723-2006-PHC-TC AMENAZA A LA INVIOLABILIDAD DE


DOMICILIO 28-10-2006

Exp 3873-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO AL


TRABAJO , A LA LIBERTAD DE TRANSITO, A LA TRANQUILIDAD 28-10-
2006

Exp 4448-2005-PHC-TC EXCESO DE DETENCION 28-10-2006

Exp 6322-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD DE TRANSITO 28-10-2006

Exp 5310-2005-PHC VULNERACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD


PERSONAL 28-10-2006

Exp 5904-2005-PHC BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD


28-10-2006

Exp 9526-2005-PHC-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD INDIVIDUAL 28-10-2006

Exp 1551-2006-PHC-TC AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL


28-10-2006

Exp 3526-2004-HC-TC ATENTA CONTRA LA LIBERTAD PERSONAL ,


LIBERTAD DE TRANSITO Y SEGURIDAD PERSONAL 28-10-2006

Exp 3526-2004-HC-TC AFECTACION A LA LIBERTAD PERSONAL 28-10-


2006
Exp 6340-2005-PH-TC BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD
28-10-2006

Exp 6131-05-PHC VULNERACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL


28-10-2006

Exp 0088-2005-PA-TC VULNERACION DEL DERECHO A LA


ASOCIACION ,TRABAJO , DEBIDO PROCESO ,LEGITIMA DEFENSA Y LA
PROPIEDAD 28-10-2006

Exp 7021-2005-HC-TC VULNERACION A LA LIBERTAD PERSONAL


28-10-2006

Exp 10100-2005-PHC-TC VULNERACION A LA LIBERTAD


PERSONAL 28-10-2006

Exp 6136-2005-HC-TC AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL 28-10-


2006

Exp 5525-2005-PHC-TC VULNERACION A LA LIBERTAD


PERSONAL 28-10-2006

Exp 2755-2006-PHC-TC VULNERACION IRRESTRICTO A LA


PROPIEDAD PRIVADA, LIBERTAD DE TRABAJO Y LIBERTAD DE
TRANSITO 28-10-2006

Exp 2048-2005-PHC-TC BENEFICIO PENITENCIARIO DE


SEMILIBERTAD 28-10-2006

Exp 0408-2006-PHC-TC VIOLACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL


28-10-2006

Exp 6584-2005-PHC-TC ULNERACION DEL DERECHO A LA


LIBERTAD INDIVIDUAL 28-10-2006

Exp 9723-2005-HC-TC DETENCION DOMICILIARIA 28-10-2006

Exp 3485-2005-PHC-TC VULNERACION DE LA LIBERTAD


INDIVIDUAL 27-11-2006

Exp 4681-2005-PHC-TC EXCESO DE DETENCION 30-11-2006


Exp 9314-2005-HC-TC SOLICITUD DE EXCARCELACION 09-12-2006

Exp 2050-2005-PH-TC VULNERACION DEL DERECHO DEL LIBRE


TRANSITO 09-12-2006
VULNERACIÓN DEL DERECHO AL LIBRE TRÁNSITO

EXP. Nº 1166-2005-PHC/TC
AREQUIPA
LUÍS MAGNO AGUIRRE CHÁVEZ
(Publicado: 20-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Magno


Aguirre Chávez contra la sentencia de la Primera Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Arequipa, de fojas 292, su fecha 7 de diciembre de
2004, que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 9 de noviembre de 2004, don Luis Magno Aguirre Chávez, en


su condición de ciudadano y alcalde de la Municipalidad Distrital de Miraflores -
Arequipa, interpone demanda de hábeas corpus contra la Asociación de
Comerciantes Feria del Altiplano, solicitando que los emplazados se retiren de
la vía pública, pues se encuentran en la segunda cuadra de la calle Malecón
Chorrillos del Distrito de Miraflores, debiendo abstenerse, además, de realizar
cualquier acto que le impida ejercer los derechos inherentes al libre tránsito por
la citada vía. Sostiene que los emplazados se han apostado en la mencionada
vía, levantando un muro artesanal de sillar, impidiendo el libre tránsito de la
ciudadanía; que por ello los vecinos le cursaron un memorial, expresando su
descontento y desacuerdo con esta actitud, máxime porque dicha vía siempre
ha sido una vía transitable que permitía el desplazamiento. Aduce que se está
afectando el derecho a la libertad de tránsito.

Admitida a trámite la demanda se recibe la declaración del Presidente de


la Asociación emplazada y del demandante, y se realiza la diligencia de
inspección ocular.

El Tercer Juzgado Especializado Penal de Arequipa, con fecha 10 de


diciembre de 2004, declara infundada la demanda por considerar que no ha
quedado acreditada la vulneración del derecho al libre tránsito, por cuanto no
se ha probado que la vía afectada se haya estado utilizando como tal, siendo
necesario, además, para comprobar los hechos alegados, la actuación de
medios probatorios.

La recurrida confirma la apelada teniendo en cuenta que no se ha podido


establecer la primigenia existencia del pasaje cuya apertura se reclama,
acreditándose en autos que la emplazada adquirió la propiedad del área de
terreno en cuestión, conforme se sustenta con la escritura presentada en autos,
no siendo posible discutir en esta vía lo relativo al mejor derecho de propiedad.

FUNDAMENTOS

1. El demandante ha sostenido durante el proceso que la vía cuya


desocupación se pretende es de naturaleza pública; por el contrario, la
emplazada ha manifestado que el área que ocupa es de su propiedad, lo que
ha intentado demostrar con la escritura pública y demás documentos
presentados en autos.

2. En primer término, considerando que los procesos constitucionales


carecen de etapa probatoria, no es posible realizar un análisis de la
documentación presentada, tanto más cuanto que su contenido no puede ser
controvertido en esta instancia, en aplicación del artículo 9 del Código Procesal
Constitucional.

3. Asimismo, no escapa al conocimiento de este Colegiado que el


demandante ostenta, además, la calidad de alcalde de la Municipalidad Distrital
de Miraflores de Arequipa, corporación que es competente para desempeñar
las funciones que tanto la Constitución como la Ley Orgánica de
Municipalidades le confieren. Incluso puede contar con el apoyo de la Fuerza
Pública para el cumplimiento de las disposiciones que emita en el ejercicio
regular de sus funciones, siempre que con ellas no lesione ó violente los
derechos fundamentales de los ciudadanos. En ese sentido, se constituye en
una de las autoridades competentes para resolver el asunto materia de autos,
con vista del catastro de la ciudad, en aras de mantener la seguridad y armonía
dentro de su circunscripción y, de ser el caso, para iniciar las acciones legales
necesarias, en sede ordinaria, para la protección de los bienes públicos que se
encuentran dentro de su circunscripción.

4. Por consiguiente, y en aplicación, a contrario sensu, del artículo 2 del


Código Procesal Constitucional, la demanda debe ser desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las


atribuciones que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DE LOS DERECHOS AL DEBIDO PROCESO, JUEZ


NATURAL Y A NO SER DESVIADO DE LA JURISDICCIÓN
PREDETERMINADA

EXP. Nº 1276-2005-HC/TC
HUÁNUCO
JOSÉ ÁNGEL CRUZ HERNÁNDEZ
(Publicado: 20-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotalli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don José Angel Cruz


Hernández contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior
de Justicia de Huánuco, de fojas 219, su fecha 13 de enero de 2005, que
declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

Con fecha 4 de noviembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el fiscal provincial especializado en delitos de tráfico
ilícito de drogas, Juan A. Castañeda Llanos, el titular del Cuarto Juzgado
Especializado en Delitos de Tráfico Ilícito de Drogas de Lima, Víctor A. Barrera
Flores, el juez penal especializado en procesos reservados por delitos de
tráfico ilícito de drogas, Pedro Linares Bellido, la fiscal superior especializada
en delitos de tráfico ilícito de drogas, Flor de María Mayta Luna, los vocales
integrantes de la Sala Penal Superior Especializada en Delitos de Tráfico Ilícito
de Drogas, Pedro Ricardo Romero Mariño, Edwin Vásquez Purís, James
Cruzado Olazo, José R. Chunga Purizaga, Estela Hurtado Herrera y Ricardo
Beraún Rodríguez, solicitando que se declare nulo el proceso penal seguido en
su contra y su inmediata excarcelación. Manifiesta que los emplazados jueces
se avocaron al conocimiento del proceso penal 9434-97, que se le seguía por
la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas, careciendo de competencia
para ello, vulnerando así los derechos al debido proceso, al juez natural y a no
ser desviado de la jurisdicción predeterminada.

Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, el recurrente se ratifica en los


términos de su demanda. A su turno, los vocales emplazados Jesús Beraún
Rodríguez y Pedro Napoleón Linares Bellido rinden su declaración explicativa y
niegan los cargos que se les atribuye en la demanda.

Resolución de primera Instancia

El titular del Quinto Juzgado Penal de Huánuco, con fecha 10 de


diciembre de 2004, declara improcedente la demanda por estimar que el
proceso penal cuestionado por el demandante concluyó con sentencia
condenatoria, habiéndose declarado procedente la sustitución de la condena a
quince años de pena privativa de la libertad, sentencia que adquirió la calidad
de cosa juzgada,

Resolución de segunda instancia

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

§ 1. Aplicación del Código Procesal Constitucional

Según la Segunda Disposición Final del Código Procesal Constitucional,


que rige desde el 1 de diciembre del año 2004, “(...) las normas procesales
previstas por el presente Código son de aplicación inmediata, incluso a los
procesos en trámite. Sin embargo, continuarán rigiéndose. por la norma
anterior: las reglas de competencia, los medios Impugnatorios interpuestos, los
actos procesales con principio de ejecución y los plazos que hubieran
empezado”.

Por tanto, en el presente caso, debe aplicarse el Código Procesal


Constitucional, puesto que sus disposiciones no tienen relación alguna con los
supuestos de excepción y no afectan derechos del demandante. Además, su
empleo es de carácter inmediato y sus normas son más convenientes para
resolver los cuestionamientos planteados en el proceso en curso.

§. 2 Delimitación del petitorio

Examinada la demanda, se aprecia que el actor cuestiona el proceso


penal Nº 9334-97, instaurado contra su persona, y. consecuentemente, la
sentencia condenatoria que se le impuso en dicha causa penal, alegando que
los jueces que se avocaron al conocimiento de la causa carecían de
competencia para ello.

§ 3. Análisis del caso materia de controversia

1. Respecto a la alegada vulneración del derecho al juez natural, debido


a que las salas y juzgados que lo procesaron y juzgaron fueron creados en
virtud de una resolución administrativa, y no mediante una ley, como lo
establece el inciso 3) del artículo 139 de la Constitución, el Tribunal
Constitucional debe señalar que en el caso de los juzgados y salas de drogas
creados mediante resolución administrativa, no existe violación del derecho a la
jurisdicción predeterminada por la ley, ya que, encontrándose creados por ley
los juzgados y salas penales, la resolución administrativa solo especifica
determinadas subespecialidades de algunas de las salas penales.

2. Los alcances del principio de reserva de la ley orgánica, a los que ha


de vincularse el derecho a la jurisdicción preestablecida por ley, solo aluden: a)
al establecimiento en abstracto de los tipos o clases de órganos a los que se va
a encomendar el ejercicio de la potestad jurisdiccional (antes, este mismo
Tribunal, por ejemplo, declaró que era inconstitucional el establecimiento de
jueces y salas de derecho público mediante una fuente distinta a la ley
orgánica); y, b) a la institución de diferentes niveles jurisdiccionales y a la
definición genérica de su ámbito de conocimiento litigioso, pues es evidente
que la unidad del Poder Judicial no impide, en modo alguno, la especialización
orgánica funcional de juzgados y tribunales por razón de la materia.

3. Desde esta perspectiva, la creación de juzgados y salas


subespecializadas en lo penal no está sujeta a una reserva de ley orgánica,
pues el artículo 82, inciso 28), de la Ley Orgánica del Poder Judicial confiere al
Consejo Ejecutivo del Poder Judicial una competencia discrecional, pero
reglada, que encuentra en el propio ordenamiento judicial sus límites, para
disponer la creación de salas y juzgados cuando así lo requiera una más rápida
y eficaz administración de justicia. En este sentido, no contraviene el derecho al
juez natural que mediante una resolución administrativa se especifique la
subespecialidad de una sala penal prevista por la ley.
4. Asimismo, es oportuno precisar que cuando este Tribunal se ha
referido al derecho reconocido en el artículo 139, inciso 3), como si se tratara
del “derecho al juez natural”, siempre lo ha hecho asumiendo que bajo la
nomenclatura de ese derecho, en realidad, subyace el derecho a no ser
desviado de la jurisdicción predeterminada por la ley, como se afirma en el
precepto constitucional antes citado. No ha sido ajeno a este Tribunal, desde
luego, que en el derecho comparado y en la literatura especializada se suele
diferenciar a ambos, y al hacerlo, se asigna como contenido
constitucionalmente protegido del derecho al juez natural el reconocimiento de
un atributo subjetivo a favor del procesado o, en términos generales, de un
justiciable, a ser juzgado por un juez-persona determinado, un juez-órgano
territorialmente competente, o que cuente con una presunta mayor
especialización, idoneidad, actitud, capacidad, etc.

5. Evidentemente, no es ese el contenido protegido del derecho


reconocido en el inciso 3) del artículo 139 de la Constitución. Este solo
garantiza que “Ninguna persona puede ser desviada de la jurisdicción
predeterminada por la ley[...]”, de manera que, como se destacó en el
fundamento anterior, corresponde al legislador establecer los criterios de
competencia judicial por medio de una ley orgánica que concretice su
contenido constitucionalmente protegido. En este último sentido, pues, el
derecho a no ser desviado de la jurisdicción preestablecida por la ley participa
de la condición de un derecho de configuración legal, de modo que el empleo
de la frase “derecho al juez natural” no debe entenderse sino en el sentido de
que se le utiliza por la tradición con la que cuenta y la aceptación que tiene en
la comunidad jurídica nacional.

6. El cuestionamiento planteado por el demandante, en realidad, tiene


que ver con la posibilidad de que en el ámbito del órgano jurisdiccional pueda o
no existir una subespecialización, no solo para el caso del delito de tráfico ilícito
de drogas, sino, en general, para cualquier otro tipo de delito, e, incluso, en
temas ajenos a lo que es propio de la jurisdicción penal, como puede ser el
ámbito del derecho civil o de otras disciplinas jurídicas. Sobre este tema, el
Tribunal Constitucional afirma que es constitucionalmente admisible que en
sede jurisdiccional puedan establecerse especializaciones y
subespecializaciones, pues si estas se basan en diversos criterios, tales como
la complejidad del asunto, la densidad de la carga procesal, u otros que
contribuyan a la promoción de una eficaz y pronta administración de justicia,
obviamente con ellas no solo se promueve el derecho a la tutela jurisdiccional
sino, además, de los fines constitucionales que el Poder Judicial está llamado a
cumplir.
7. De otro lado, por constituir el hábeas corpus un instrumento
fundamental de protección del derecho a la libertad individual y de los derechos
constitucionales conexos a ella, la presente demanda no puede ser utilizada
como un recurso más para modificar indirectamente una condena penal como
la impuesta al recurrente (f. 173), el cual no la impugnó, quedando, por ende,
consentida y con calidad de cosa juzgada. Siendo así, resulta de aplicación al
presente caso el artículo 2, a contrario sensu, del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DE DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL Y LAS


GARANTÍAS DEL DEBIDO PROCESO

EXP. Nº 0131-2005-PHC/TC
LIMA
VÍCTOR JAVIER OLIVOS PEÑA
(Publicado: 20-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Nazca, a los 18 días del mes de febrero de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Gonzales
Ojeda y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Víctor Javier


Olivos Peña contra la resolución de la Segunda Sala Penal de Reos Libres de
la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 177, su fecha 22 de setiembre
de 2004, que declara improcedente la demanda de autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 20 de abril de 2004, el recurrente interpone acción de hábeas


corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, solicitando su inmediata
excarcelación. Manifiesta encontrarse recluido desde el 7 de octubre de 1991,
habiendo sido procesado por el supuesto delito de terrorismo en agravio del
Estado. Precisa que fue condenado por jueces y fiscales “sin rostro”; que dicho
proceso fue anulado al declararse la inconstitucionalidad de los dispositivos
legales aplicados, ordenándose la tramitación de un nuevo proceso. Solicita,
por tanto, se disponga la inaplicabilidad a su caso del artículo 288-B, del
Código Penal de 1924, y del artículo 320 del Código Penal de 1991, dado que
se ha incurrido en la causal de nulidad prevista en el artículo 298 del Código de
Procedimientos Penales, en razón de que dicha sentencia se basa en normas
perjudiciales, negándole el principio de temporalidad de la ley penal más
benigna y dejando de lado normas y tratados internacionales que le son
favorables.

Realizada la investigación sumaria, se tramitan las diligencias


correspondientes, obrando a fojas 31 la toma de dicho del actor, quien se
ratifica en los términos de su demanda. A su turno, el Fiscal emplazado
manifiesta que las acciones subversivas imputadas al demandante se refieren
a delitos complejos, y que cuando se perpetraron los hechos, se encontraba
vigente el artículo 288-B del Código Penal de 1924, el que fue invocado en su
acusación fiscal, siendo que la Ley Nº 24651 introduce los artículos 288-A al
288-F en el citado código, los cuales fueron modificados por la Ley Nº 953,
expedida en diciembre de 1988. Por último, señala que los cuatro hechos que
se le imputaron al demandante ocurrieron entre el 19 de julio de 1991 y octubre
del mismo año, durante la vigencia del artículo 320 del Código Penal de 1991.
Por otra parte, los vocales emplazados manifiestan que en el auto de
enjuiciamiento que se dictó en contra del demandante no se ha vulnerado
ninguno de sus derechos fundamentales ni las garantías procesales conferidas
por la ley, y que, por el contrario, dicha resolución se expidió a consecuencia de
la anulación de las actuaciones procesales y sentencias dictadas por los
Magistrados con identidad secreta. al amparo de lo dispuesto en el Decreto
Legislativo Nº 926, con la finalidad de realizarse un nuevo enjuiciamiento que
reuniera todas las garantías integradoras del debido proceso. Con respecto a
los artículos aplicados en la denuncia fiscal, sostienen que estos no han sido
materia de declaración de inconstitucionalidad en la citada sentencia del
Tribunal Constitucional, recaída en el expediente Nº 010-2002-AI/TC.

El Procurador adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial, con fecha 27 de abril de 2004, se apersona en el proceso, solicitando
que se declare improcedente la demanda por tratarse de un proceso regular,
ante el cual el hábeas corpus no puede ser eficaz.

El Duodécimo Juzgado Especializado Penal de Lima, con fecha 21 de


junio de 2004, declara infundada la demanda por considerar que no se acredita
la vulneración del derecho a la libertad individual, puesto que el auto de
enjuiciamiento se encuentra arreglado a ley.

La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la demanda,


argumentando que los artículos que motivaron el auto de enjuiciamiento no han
sido declarados inconstitucionales y que, por tanto, no se vulneró el derecho
invocado.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se ordene la inmediata libertad del


demandante. Se alega que los artículos citados en el auto de enjuiciamiento
fueron declarados inconstitucionales, y que, por tanto, se han vulnerado sus
derecho a la libertad individual y las garantías del debido proceso.

2. En reiterada jurisprudencia, este Colegiado ha sostenido que el


proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho
al debido proceso. En el presente caso, habida cuenta de que se han
establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad
locomotora, tras la imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el
Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la
legitimidad de los actos judiciales considerados lesivos.

§. Límites a la libertad personal

3. Este Tribunal ha manifestado, en reiterada jurisprudencia, que la


libertad personal no solo es un derecho fundamental reconocido, sino un valor
superior del ordenamiento jurídico, y que su ejercicio no es absoluto e ilimitado,
pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley. Por ello, los
límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma que los
reconoce; por el ejercicio de uno o más derechos constitucionales, o por el
ejercicio de uno o varios bienes jurídicos constitucionales.

4. El caso de autos se encuentra comprendido en el primer tipo de


límites. En efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de la Constitución
no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los
casos previstos por la ley. Por tanto, para esclarecer la controversia, debe
establecerse si los artículos que motivaron la acusación del fiscal y el auto de
enjuiciamiento de los vocales han sido declarados inconstitucionales.
§. La legislación penal en materia antiterrorista

5. El Decreto Legislativo Nº 926, que regula la nulidad de los procesos


por el delito de terrorismo seguidos ante jueces y fiscales con identidad
secreta, ordena, en su Primera Disposición Final y Complementaria, que el
plazo límite de detención conforme al artículo 137 del Código Procesal Penal,
en los procesos en que se aplique tal norma, se computará desde la fecha de
expedición de la resolución que declare la anulación. De otro lado, el artículo 4.
precisa que la anulación no tendrá como efecto la libertad de los imputados ni
la suspensión de las requisitorias existentes.

6. En tal sentido, de autos se desprende que el recurrente fue procesado


y condenado por el delito contra la tranquilidad pública en la modalidad de
terrorismo, juzgamiento que estuvo a cargo de jueces “sin rostro”; y que al
expedir este Tribunal la STC 10-2003-AI, dicho proceso se anuló, conforme se
acredita con la resolución expedida por la Sala Nacional de Terrorismo, que
dispone declarar nula la sentencia, nula la Ejecutoria Suprema e insubsistente
el Dictamen Fiscal Superior.

7. De todo ello se colige que la nulidad declarada alcanza a los actos


procesales mencionados, quedando subsistentes y surtiendo plenos efectos
jurídicos los actos procesales precedentes; en consecuencia, el auto que
dispone la apertura de instrucción contra el demandante sigue vigente.

8. Del estudio de la sentencia recaída en el expediente Nº 010-2002-


AI/TC, se infiere que los artículos Nº 288-B del Código Penal de 1924 y el
artículo 320 del Código Penal de 1991 no fueron materia de declaración de
inconstitucionalidad; por tanto, su aplicación en el Dictamen Fiscal y en el Auto
de Enjuiciamiento no vulneran en forma alguna los derechos constitucionales
del accionante.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
LANDA ARROYO

AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 2926-2004-HC/TC
PIURA
JUAN RODOLFO WONG PERONE
(Publicado: 20-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima a los 28 días del mes de diciembre de 2004, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini,
Presidente; García Toma y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Juan Rodolfo Wong Perone


contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
de Piura, de fojas 99, su fecha 25 de junio de 2004, que declaró improcedente
la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

Con fecha 19 de mayo de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los vocales de la Primera Sala Especializada en lo Penal
de la Corte Superior de Justicia de Piura, don Andrés Villalta Pulache, don
Marcos Guerrero Castillo y don Oscar Alamo Rentaría, así como contra el Juez
del Cuarto Juzgado Penal de Piura, don César Augusto Castillo Palacios;
sosteniendo que con fecha 2 de octubre de 2002, fue sentenciado por el
Juzgado Penal emplazado por la comisión del delito contra la libertad de
trabajo tipíficado en el artículo 168 del Código Penal (Expediente Nº 1043-
2002) a un año de pena privativa de la libertad suspendida por el mismo plazo
bajo el cumplimiento de determinadas re las de conducta, una de ellas cancelar
el íntegro de los beneficios sociales adeudados a los agraviados en el plazo de
treinta días, bajo apercibimiento de la aplicación progresiva del artículo 59 del
Código Penal, resolución que fue confirmada por la Sala Penal Superior
emplazada, con fecha 13 de enero de 2003.

Acota el demandante que al no haber podido cumplir con el pago de los


beneficios sociales ni la reparación civil, el Juzgado penal demandado resuelve
revocar la condicionalidad de la pena convirtiéndola en efectiva, disponiendo
órdenes de ubicación y captura contra su persona, medida que fue apelada y al
absolverse el grado por la Sala Penal emplazada, con fecha 19 de marzo de
2004, dicha decisión resulta extemporánea e injusta porque el período de
prueba, ya había vencido en exceso al momento de dictarse la citada
resolución revocatoria (cumplido el 12 de enero de 2004), por lo que debe
dejarse sin efecto las órdenes de ubicación y captura libradas contra el
demandante que amenazan su libertad individual.

Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, el Juez penal demandado efectúa


sus descargos, sosteniendo que todos los apremios impuestos en la instrucción
seguida al accionante establecidos en el artículo 59 del Código penal se han
impuesto dentro del plazo de suspensión de la ejecución de la pena. Por su
parte el actor ratifica los términos de su demanda.

Resolución de primera Instancia

El Primer Juzgado Penal (Módulo Penal I) de Piura, con fecha 7 de junio


de 2004, a fojas 57, declaró improcedente el hábeas corpus, por estimar que el
Juzgado penal emplazado ordenó la captura del demandante en cumplimiento
de lo resuelto por la Sala Superior Penal, dentro de un proceso regular y
respetuoso de la tutela jurisdiccional.

Resolución de segunda instancia

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

§ 1. Delimitación del petitorio

Mediante la presente demanda de hábeas corpus se alega que la


resolución de la Sala Penal Superior que confirmó la revocatoria de la
suspensión de la ejecución de la pena impuesta al demandante resulta
extemporánea por cuanto se dictó cuando el actor ya había cumplido el período
de prueba de un año bajo reglas de conducta que supeditaban la
condicionalidad de la condena, resultando por ello arbitrarias las órdenes de
ubicación y captura dictadas contra su persona, todo lo cual constituye una
amenaza a su libertad individual.

§. 2 Análisis del asunto materia de controversia constitucional


1. El artículo 59 del Código Penal establece que, si durante el período de
suspensión el condenado no cumpliera las reglas de conducta impuestas, el
juez podrá amonestar al infractor; prorrogar el período de suspensión hasta la
mitad del plazo inicialmente fijado, o revocar la suspensión de la pena. Por
tanto, es facultad legal del juzgador el adoptar razonablemente cualquiera de
estas medidas ante un eventual incumplimiento de las normas de conducta
fijadas. A fojas 27, obra la sentencia condenatoria impuesta al accionante,
mediante la cual se condena al actor por el delito contra la libertad de trabajo a
un año de pena privativa de libertad con ejecución suspendida por el mismo
plazo, período que este Tribunal estima se debe computar desde que dicha
sentencia adquirió la calidad de cosa juzgada con la sentencia confirmatoria de
la Primera Sala Especializada en lo Penal de la Corte Superior de Justicia de
Piura, de fecha 13 de enero de 2003, de lo que se colige que el referido plazo
vencía el 12 de enero de 2004.

2. Cabe señalar, que por resolución de fecha 20 de octubre de 2003, el


Juez penal demandado revocó la condicionalidad de la pena impuesta al
accionante convirtiéndola en efectiva al incumplir la regla de conducta
consistente en el pago íntegro de los beneficios sociales adeudados a los
agraviados, dicha revocabilidad dictada en primera instancia se produjo no
estando aún vencido el período de prueba que cumplía el actor, resultando por
ello plenamente válida, sin que pueda afirmarse la existencia de afectación de
alguno de los derechos que comprende la tutela procesal efectiva. La
cuestionada extemporaneidad de la resolución que confirmó la revocabilidad no
enerva la validez de la decisión judicial de primer grado, que fue dictada
oportunamente y con estricta observancia de las normas que regulan la
institución penal de la suspensión de la ejecución de la pena.

3. De otro lado, si bien el actor objeta que la obligación de reparar el


daño ocasionado por el delito sea tomada como regla de conducta para otorgar
la condena condicional, alegando que contraviene el principio constitucional de
no hay prisión por deudas, este Tribunal debe reiterar en este aspecto lo ya
sostenido en el expediente Nº 0893-2004-HC/TC: “cuando el citado artículo
prohibe la prisión por deudas, con ello se garantiza que las personas no sufran
restricción de su libertad locomotora por el incumplimiento de obligaciones,
cuyo origen se encuentra en relaciones de orden civil. La única excepción a
dicha regla se da, como la propia disposición constitucional lo señala, en el
caso del incumplimiento de deberes alimentarios (...). Sin embargo, tal precepto
-y la garantía que ella contiene- no se extiende al caso del incumplimiento de
pagos que se establezcan en una sentencia condenatoria. En tal supuesto, no
es que se privilegie (..) el carácter disuasorio de la pena en desmedro de la
libertad individual del condenado, sino, fundamentalmente, la propia eficacia
del poder punitivo del Estado y los principios que detrás de ella subyacen,
como son el control y la regulación de las conductas de acuerdo con ciertos
valores y bienes jurídicos que se consideran dignos de ser tutelados”.

4. Siendo así, debe desestimarse la presente demanda, resultando de


aplicación al presente caso el artículo 2, contrario sensu, del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
GARCÍA TOMA
LANDA ARROYO

TRANSGRESIÓN DEL DERECHO AL DEBIDO PROCESO Y A LA


LIBERTAD PERSONA

EXP. Nº 1084-2005-PHC
UCAYALI
ARTEMIO RAMÍREZ CACHIQUE
(Publicado: 20-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a 17 de marzo del 2005, la Sala Primera del Tribunal


Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Artemio Ramírez


Cachique contra la resolución de la Primera Sala Mixta de la Corte Superior de
Justicia de Ucayali, de fojas 227, su fecha 28 de diciembre del 2004, que
declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 1 de diciembre del 2004, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra la titular del Juzgado Mixto de la provincia de Padre
Abad, Juana Estela Tejada Segura, y los vocales de la Segunda Sala Mixta de
la Corte Superior de Justicia de Ucayali, Edgar Gilberto Padilla Vásquez, César
Bernabé Pérez y Leoncio Felipe Huamani Mendoza, denunciando haber sido
objeto de detención arbitraria. Sostiene que las resoluciones expedidas por los
demandados vulneran sus derechos al debido proceso y a la tutela procesal
efectiva, incidiendo en su derecho a la libertad personal. Afirma ser reo en
cárcel y haber sido sometido a proceso por la presunta comisión del delito de
robo agravado, en el cual se dictó mandato de detención preventiva. Manifiesta
que contra esta resolución, al no encontrarla arreglada a derecho, ya que no
concurrían los requisitos establecidos por el artículo 1359 del Código Procesal
Penal, interpuso recurso de apelación, el cual fue desestimado. Alega que los
vocales emplazados, lejos de corregir las irregularidades y arbitrariedades
cometidas en primera instancia, procedieron a confirmar la resolución
cuestionada, a pesar de que no existía prueba suficiente de su participación en
el evento delictivo investigado. Agrega que tanto la resolución que decreta
mandato de detención preventiva en su contra como la resolución que la
confirma adolecen de falta de motivación, lo que evidencia la violación de los
derechos fundamentales invocados.

Realizada la investigación sumaria, la jueza emplazada sostiene que la


resolución cuestionada se encuentra debidamente motivada, que el
demandante, en uso de sus derechos de defensa y pluralidad de instancias
interpuso recurso de apelación, que fue concedido de manera oportuna y
posteriormente confirmado por el superior. A su turno, los vocales emplazados
manifiestan que confirmaron el mandato de detención dictado contra el
demandante en estricta aplicación del artículo 135.2 del Código Procesal Penal
y observando tanto las garantías del debido proceso como la debida motivación
de las resoluciones.

El Cuarto Juzgado Especializado en lo Penal de la Provincia de Coronel


Portillo, con fecha 6 de diciembre del 2004, declara improcedente la demanda
considerando que la resolución cuestionada no vulnera derechos
fundamentales, toda vez que fue dictada con observancia del debido proceso.
Aduce también que no se puede considerar la acción de hábeas corpus como
una instancia para dilucidar controversias que fueron materia de un proceso
regular.

El Procurador Público adjunto encargado de los asuntos del Poder


Judicial solicita que la demanda se declare improcedente, argumentando que
su objeto es cuestionar la validez de resoluciones judiciales que fueron
emitidas en un proceso tramitado de forma regular.
La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. El demandante considera que no ha habido una adecuada motivación


para la imposición de la medida de detención preventiva, ya que no se ha
justificado de qué manera concurren los requisitos del artículo 135 del Código
Procesal Penal. Aduce que han transgredido sus derechos al debido proceso y
a la libertad personal.

2. Resulta importante precisar que si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal

Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la


legitimidad constitucional de los actos judiciales considerados lesivos.

§. Determinación del acto lesivo objeto de control constitucional

3. En el caso de autos, la controversia se circunscribe a determinar si la


detención judicial preventiva impuesta al demandante es arbitraria o no. El
actor alega que en su caso no se cumplen los presupuestos legales que
justifican el dictado de un mandato de detención judicial. Aduce, también, que
se ha expedido una resolución sin la debida motivación, lesionando sus
derechos.

4. Es pertinente precisar que ni el Tribunal Constitucional (TC), en tanto


órgano supremo de control de la constitucionalidad, ni los órganos judiciales
que conocen un hábeas corpus, tienen competencia para resolver cuestiones
de orden penal. Al juez constitucional no le corresponde conocer una materia
que es de competencia de la jurisdicción ordinaria, sino, únicamente,
determinar si en el proceso penal se afectó o no un derecho constitucional. Por
ejemplo, al TC le corresponde evaluar si se ha lesionado, o no, el derecho a la
libertad personal u otros derechos conexos. En consecuencia, lo alegado en
relación con la responsabilidad o irresponsabilidad penal del demandante será
materia de pronunciamiento del juez penal.

5. En el presente caso no podría determinarse si se afectó un derecho


constitucional si no se efectúa un análisis de las circunstancias y las razones
que motivaron la orden de detención del demandante.
6. Al respecto, cabe señalar que la adopción y el mantenimiento del
mandato de detención importan la afectación del derecho a la libertad personal,
Este es un derecho subjetivo reconocido en el artículo 23, inciso 24), de la
Constitución Política del Perú y, al mismo tiempo, es uno de los valores
fundamentales de nuestro Estado constitucional de derecho, por cuanto
fundamenta diversos derechos constitucionales.

7. En cuanto derecho subjetivo, el derecho a la libertad personal


garantiza que no se afecte indebidamente la libertad física de las personas,
esto es, su libertad locomotora, ya sea mediante detenciones, internamientos o
condenas arbitrarias o ilegales. Los alcances de la garantía dispensada a esta
libertad se extienden a cualquier supuesto de privación de la libertad
locomotora, independientemente de su origen y de la autoridad o persona que
la haya efectuado. Garantiza, por tanto, la libertad personal ante cualquier
restricción arbitraria (artículo 9.1 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos y artículo 7.3 de la Convención Americana de Derechos Humanos).

8. Sin embargo, como todo derecho fundamental, el derecho a la libertad


personal tampoco es un derecho absoluto, pues como lo establecen los
ordinales a) y b) del inciso 24) del artículo 2 de la Constitución, aparte de ser
regulados, puede ser restringido o limitado mediante ley. Ningún derecho
fundamental, en efecto, puede considerarse ilimitado en su ejercicio. Los
límites que puede imponérseles son intrínsecos o extrínsecos. Los primeros
son aquellos que se deducen de la naturaleza y configuración del derecho en
cuestión. Los segundos, en cambio, se deducen del ordenamiento jurídico,
cuyo fundamento se encuentra en la necesidad de proteger o preservar otros
bienes, valores o derechos constitucionales.

9. En ese sentido, este Tribunal considera que si bien la detención


judicial preventiva constituye una medida que limita la libertad física, por sí
misma, no es inconstitucional. Esto es así porque, en esencia, la detención
judicial preventiva constituye una medida cautelar, dado que se dicta para
asegurar la efectividad de la sentencia condenatoria a dictarse en futuro. No se
trata entonces de una medida punitiva. Por lo tanto solo se justificará cuando
existan motivos razonables y proporcionales para su dictado. Por ello, no solo
puede justificarse en la prognosis de la pena que, en caso de expedirse
sentencia condenatoria, se aplique a la persona que hasta ese momento tenga
la condición de procesada, pues ello supondría invertir el principio de
presunción de inocencia por el de criminalidad.

§ Análisis del acto lesivo materia de reclamación constitucional

10. Del análisis de la cuestionada resolución que en copia certificada


obra en autos de fojas 107 a 115, se desprende que el juez penal no solo ha
considerado relevante que en el proceso penal existen suficientes elementos
de prueba que incriminan al demandante como cómplice del delito imputado,
sino también la posibilidad de que este perturbe la actividad probatoria. Tales
hechos justifican, por tanto, el dictado del mandato de detención, no existiendo,
por ende, arbitrariedad del juzgador. Lo mismo se aprecia de la resolución
confirmatoria dictada por la Sala penal emplazada.

11. Por consiguiente, se constata que existe una base objetiva y


razonable en la decisión de los órganos judiciales emplazados para mantener
el mandato de detención dictado contra el demandante. Más aún, el peligro
procesal que estas instancias han advertido en el presente caso (obstrucción
de la actividad probatoria e intento de fuga) hace innecesario que el juzgador
busque una alternativa menos gravosa respecto a la restricción de la libertad
física del demandante. Por ello, el Tribunal Constitucional considera que la
detención dictada contra el accionante está arreglada a derecho.

12. Por otro lado, este Colegiado estima que tampoco se ha afectado el
principio de proporcionalidad al confirmarse el mandato de detención contra el
demandante, denegándose su libertad inmediata, pues, como se ha expuesto,
aparte de la suficiencia de elementos probatorios existentes sobre la
responsabilidad penal del actor, se le denegó la excarcelación por existir la
posibilidad de que perturbara la actividad probatoria en el proceso o de que
evadiera la acción de la justicia.

§ Exigencia de una especial motivación de la resolución judicial que


decreta el mandato de detención judicial preventiva

13. La necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas es


un principio que informa el ejercicio de la función jurisdiccional y, al mismo
tiempo, un derecho constitucional de los justiciables. Mediante ella, por un lado,
se garantiza que la justicia se administre de conformidad con la Constitución
(artículo 138.) y las leyes y, por otro, que los justiciables puedan ejercer de
manera efectiva su derecho de defensa. En la STC 1230-2002-HC/TC, este
Colegiado sostuvo que dicho derecho no garantiza una determinada extensión
de la motivación, o que se tenga que pronunciar expresamente sobre cada uno
de los aspectos controvertidos o alegados por la defensa, ni excluye que se
pueda presentar la figura de la motivación por remisión.

14. Sin embargo, tratándose de la detención judicial preventiva, la


motivación en la adopción o el mantenimiento de la medida es un requisito
indispensable, pues solo de esa manera será posible determinar si una
decisión judicial es arbitraria, o no, y evaluar si el juez penal ha obrado de
conformidad con la naturaleza excepcional, subsidiaria y proporcional de la
detención judicial preventiva.
15. Dos son las características que debe tener la motivación de la
detención judicial preventiva. En primer lugar, tiene que ser suficiente, esto es,
debe expresar, por sí misma, las condiciones de hecho y de derecho que sirven
para dictarla o mantenerla. En segundo lugar, debe ser razonada, es decir que
en ella se observe la ponderación judicial en torno a la concurrencia de los
aspectos que justifican la adopción de la medida cautelar, pues de otra forma
no podría evaluarse si es arbitraria o injustificada.

16. Por ello, de conformidad con el artículo 135.9 del Código Procesal
Penal, es preciso que se haga referencia a los presupuestos legales que
determinan la imposición del mandato de detención, y a las características y la
gravedad del delito imputado, así como de la pena que se imponga. Del mismo
modo, deberá tenerse en cuenta las circunstancias concretas del caso y
personales del imputado.

17. En el caso de autos, la resolución que ordena la detención del


demandante, así como la que la confirma, es suficiente y razonada, pues
guarda coherencia con los fines de la detención judicial preventiva. Siendo así,
la demanda debe ser desestimada en aplicación del artículo 2 del Código
Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS DE DEFENSA, AL DEBIDO


PROCESO Y A LA PROPIEDAD

EXP. Nº 2518-2005-PHC
LAMBAYEQUE
CARMEN ELENA PUELLES HUAMÁN
(Publicado: 20-01-2006)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de julio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Vergara
Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por doña Carmen Elena Puelles


Huamán contra la resolución de la Sala Vacacional Mixta de la Corte Superior
de Justicia de Lambayeque, de fojas 50, su fecha 18 de marzo de 2005, que
declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 23 de febrero de 2005, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la fiscal adjunta superior penal de la Tercera Fiscalía
Superior Penal de Chiclayo, Miriam Bautista Torres; y la fiscal provincial penal
de la Sétima Fiscalía Provincial Penal de Chiclayo, Marcela Correa Mendo,
denunciando la violación de los derechos al debido proceso, de defensa y a la
propiedad. Sostiene la demandante que con fecha 6 de noviembre de 2004
sufrió la retención de su tarjeta de crédito en la oficina principal del Banco de la
Nación, sede Chiclayo, tras lo cual se apersonó con fecha 8 de noviembre a
dicha entidad a fin de tramitar un duplicado, oportunidad en la que le
respondieron que su cuenta carecía de fondos debido a que dos días antes
había retirado la totalidad de su dinero, usando la citada tarjeta. Ante este
hecho, la actora formuló los reclamos respectivos en la entidad bancaria, y
acudió a la Tercera Fiscalía Superior Penal, la cual, luego de evaluar los
presupuestos del caso, declaró no ha lugar su denuncia, pronunciamiento que
considera no es producto de una investigación prejurisdiccional imparcial y
acorde con las garantías de un proceso debido.

La fiscal Bautista Torres contesta la demanda manifestando que la


Resolución Nº 29-05-MP-TFSP-LAMB, de fecha 11 de febrero de 2005, fue
expedida debidamente, previa valoración de los medios probatorios adjuntados
por ambas partes, de lo que concluyó que el caso no reunía los presupuestos
establecidos en el Código Penal para configurar el delito de apropiación ilícita.

El Noveno Juzgado Especializado Penal del Módulo Corporativo de


Chiclayo declara infundada la demanda considerando que de la valoración de
los medios probatorios aportados por ambas partes, no se apreciaba violación
alguna a la tutela procesal efectiva en agravio de la actora, ya que esta no solo
tuvo acceso a las fotografías tomadas por el cajero del banco, sino que también
se tramitó adecuadamente su denuncia ante el Ministerio Público, el cual
expidió la Resolución Nº 29-05-MP-TFSP-LAMB.

La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la demanda


argumentando que el invocado derecho a la tutela procesal efectiva vendría a
ser el derecho a la propiedad, derecho que está fuera del ámbito de aplicación
de los procesos de hábeas corpus, resultando, por ende de aplicación el
artículo 5, inciso 1), del Código Procesal Constitucional.

FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional dispone en su artículo 4, segundo


párrafo, que el hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme
vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva,
entendida esta como la situación jurídica de una persona en la que se respetan
sus principales derechos y los principios de legalidad procesal penal.

2. La recurrente interpone demanda de hábeas corpus manifestando que


el Ministerio Público no ha conducido de manera imparcial, y con respeto a los
presupuestos que configuran el debido proceso, la investigación
prejurisdiccional que concluyó con la Resolución Nº 29-05-MP-TFSP-LAMB, de
fecha 11 de febrero de 2005, mediante la cual el referido ente declaró
infundada la queja de la actora respecto de la Resolución Nº 659-2004-MP-
7ºFPP-CH, de fecha 20 de enero de 2005, que declaró no ha lugar el pedido de
formalización de denuncia contra el representante del Banco de la Nación -
sucursal Chiclayo.

3. Los procesos constitucionales carecen de etapa probatoria en la que


se puedan actuar en los diversos medios que las partes hayan ofrecido en la
oportunidad debida, según lo prescrito por el artículo 9 del Código Procesal
Constitucional. Por tanto, es responsabilidad de las partes el adjuntar medios
probatorios idóneos, de actuación inmediata y suficientes para formar en el
juzgador criterio respecto del derecho invocado.

4. Se aprecia de autos que el Banco de la Nación - sucursal Chiclayo


adjunta, a fojas 97, la lista de tarjetas retenidas por los cajeros automáticos en
el período del 6 de noviembre de 2004 al 9 de noviembre del mismo año,
relación en la que no figura la tarjeta de la actora (tarjeta Multirred 8018 0023
5448 9105); asimismo, de la valoración de las pruebas presentadas por ambas
partes no se llega a acreditar, fehacientemente, el dicho de la actora, por
cuanto esta, para acreditar su pretensión, solo adjunta el voucher del último
retiro, el cual demuestra el saldo existente en su tarjeta con fecha 1 de
noviembre de 2004, mas no crea convicción respecto de lo alegado en este
proceso.
5. El artículo 12 del Decreto Legislativo Nº 052, que promulgó la Ley
Orgánica del Ministerio Público, establece que es facultad del Fiscal Provincial
dilucidar la procedencia, o no, de las denuncias detalladas en el artículo 13 del
mismo cuerpo legal, que precisa que “(...) si el Fiscal no la estimase
procedente, se lo hará saber por escrito al denunciante, quien podrá recurrir en
queja ante el Fiscal inmediato superior (...). Consentida la resolución del Fiscal
Provincial, o con la decisión del superior en su caso, termina el procedimiento”.

6. Del estudio de las piezas instrumentales que corren en autos se


desprende que la demandada se apoyó tanto en las pruebas presentadas por
ambas partes como en la investigación preliminar efectuada por la Policía
Nacional del Perú, a instancia del Ministerio Público, en la que se tomaron las
declaraciones a las partes (ff. 80-84), y que concluyó con el Parte Nº 019-05-
JEF/CAJ-DEPAMP-CH, de 18 de enero de 2005, obrante a fojas 77, en el que
se determinó que no existían suficientes elementos de juicio que acreditaran
los hechos imputados al ente bancario. Por tanto, la Resolución Nº 659-2004-
MP-7ºFPP-CH, de fecha 20 de enero de 2005, emitida por el Ministerio Público,
que declara no ha lugar la formalización de denuncia pretendida por la actora; y
la Resolución Nº 29-05-MP-TFSP-LAMB, de fecha 11 de febrero de 2005,
mediante la cual el Ministerio Público declara infundada la queja de la actora,
cumplen los requisitos procesales de debida motivación de las resoluciones y
tutela procesal efectiva, al ser producto de una valoración de las pruebas
presentadas en la investigación preliminar, y por ajustarse a lo prescrito en la
Ley Orgánica del Ministerio Público.

7. Por consiguiente, se concluye que los hechos materia de la demanda


no se encuentran comprendidos entre los derechos protegidos por el artículo
25 del Código Procesal Constitucional

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional en uso de las


atribuciones que le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
VULNERACIÓN DE LA LIBERTAD DE TRÁNSITO

EXP. Nº 3948-2004-HC/TC
LIMA
CARLOS ALBERTO LIGAS RODRÍGUEZ
(Publicado: 20-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 8 días del mes de julio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, García
Toma y Vergara Gotalli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Carlos Alberto Ugas


Rodríguez contra la resolución expedida por la Cuarta Sala Especializada
Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima,
de fojas 105, su fecha 18 de octubre de 2004, que declara improcedente la
demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 22 de junio de 2004, interpone demanda de


hábeas corpus contra el Alcalde de la Municipalidad Distrital de La Victoria,
solicitando que cese la vulneración de su derecho constitucional al libre
tránsito. Refiere que la emplazada ha instalado una tranquera en la cuadra 10
del jirón Antonio Bazo, La Victoria, (en el cruce con el jirón Italia), lugar en el
cual fue intervenido por la Policía Municipal de dicho distrito, que le exigió el
pago de un nuevo sol por derecho de parqueo, pese a que no iba a estacionar
su vehículo, sino solamente a transitar para recoger un pasajero de dicho jirón;
aduce, asimismo, que a los vecinos del lugar se les exige que estacionen
automóviles en el Parque Indoamérica. Finalmente, alega que las tranqueras,
al no permitir el ingreso de los taxis a dicho lugar para recoger pasajeros ponen
en riesgo a los transeúntes, que pueden ser asaltados por los delincuentes que
pululan en los cruces de las calles aledañas, sin embargo, se exige el pago del
parqueo aun cuando no existe señalización de parqueo ni los cajones
respectivos.

Realizada la investigación indagatoria, el demandante se ratificó en


todos los extremos de su demanda, aduciendo que los policías municipales le
impidieron ingresar y transitar por la vía pública; alega, asimismo, que
prepotentemente le obligaron a pagar un nuevo sol por concepto de parqueo.
Por su parte, la comuna emplazada se apersona al proceso constitucional y
solicita que se declare infundada la demanda, ya que no existe vulneración a la
libertad de tránsito, y alega que su accionar se sustenta en la autonomía
política, económica y administrativa que la Constitución otorga a las
municipalidades en los asuntos de su competencia. En tanto que el Alcalde
emplazado alega que autorizó la colocación de una pluma o tranquera a
efectos de organizar y ordenar el cobro del parqueo y el estacionamiento
vehicular en el área denominada parque Indoamérica, asimismo, que no se
está cobrando peaje, y que en su oportunidad se publicó la Ordenanza Nº 010-
2003 que la señala como área de estacionamiento vehicular.

El Vigésimo Juzgado Penal de Lima, con fecha 13 de julio de 2004,


declaró improcedente la demanda estimando que no se ha vulnerado derecho
constitucional alguno, dado que la emplazada ha actuado dentro de las
facultades y prerrogativas que le confiere la Ley y la Constitución vigente.

La recurrida confirmó la apelada, por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El demandante alega la vulneración de su libertad de tránsito,


materializada presumiblemente en las tranqueras instaladas por la emplazada
en la cuadra 10 del jirón Antonio Bazo, cruce con el jirón Italia, en La Victoria, y
en el cobro de peaje en una zona rígida que no tiene los cajones de
estacionamiento pintados.

2. Según el artículo 2, inciso i), de la Constitución, toda persona tiene


derecho “(...) a elegir su lugar de residencia, a transitar por el territorio nacional
y a salir de él y entrar en él, salvo limitaciones por razones de sanidad o por
mandato judicial o por aplicación de la ley de extranjería”.

3. Al respecto, conforme lo sostenido en anterior oportunidad (STC. Nº


2876-2005-PHC) “La facultad de libre tránsito comporta el ejercicio del atributo
de ius movendi et ambulandi. Es decir, supone la posibilidad de desplazarse
autodeterminativamente en función a las propias necesidades y aspiraciones
personales, a lo largo y ancho del territorio, así como a ingresar o salir de él,
cuando así se desee”.

Se trata de un imprescindible derecho individual y de un elemento


conformante de la libertad. Más aún, deviene en una condición indispensable
para el libre desarrollo de la persona, toda vez que se presenta como: “(...) el
derecho que tiene toda persona para ingresar, permanecer, circular y salir
libremente del territorio nacional”.
A mayor abundamiento, la facultad de desplazamiento se manifiesta a
través del uso de las vías de naturaleza pública o de las vías privadas de uso
público, derecho que puede ser ejercido de modo individual y de manera física
o a través de la utilización de herramientas tales como vehículos motorizados,
locomotores, etc.

4. Pero como todo derecho fundamental, la libertad de tránsito no es un


derecho absoluto, ya que puede y debe ser limitado por diversas razones. Por
consiguiente, debe ser materia de análisis las razones que motivan que la
emplazada pretenda regular dicha materia, y, en consecuencia, si aquellas son
conformes con la Constitución, así como si la actuación de la emplazada se
encuentra arreglada al marco de funciones y atribuciones que la Constitución y
su Ley Orgánica establecen.

5. En el último caso, la Constitución (Art. 195.8) establece como una de


las atribuciones de las corporaciones municipales, la de desarrollar y regular
actividades y/o servicios en materia de educación, salud, vivienda,
saneamiento, medio ambiente, sustentabilidad de los recursos naturales,
transporte colectivo, circulación y tránsito, turismo, conservación de
monumentos arqueológicos e históricos, cultura, recreación y deporte,
conforme a ley; en ese sentido, es evidente que la emplazada puede regular lo
relativo al uso de los bienes públicos de propiedad del Estado. Empero, ello no
necesariamente conlleva a que aquella pueda afectar o regular el ejercicio o
limitaciones a los derechos fundamentales en general, y al derecho a la libertad
individual en particular, especialmente en lo que importa al ejercicio del derecho
al libre tránsito en vehículos automotores, como se verá a continuación.

6. De otro lado, debe tomarse en cuenta que el Alcalde emplazado ha


remitido a este Colegiado la Ordenanza Nº 12-03-MDLV, que regula la
Instalación de Sistemas de Seguridad, Vigilancia y Control en el Distrito de La
Victoria, norma general que considera como elementos de seguridad y control
peatonal el uso de casetas, pluma levadiza o giratoria y las rejas, cuyo artículo
1 dispone que la precitada ordenanza se basa en el derecho de los vecinos de
cautelar su seguridad. sin que ello afecte la intangibilidad de las áreas públicas
así como los derechos de los demás vecinos.

7. No obstante ello, cabe señalar, tal como lo ha sostenido este


Colegiado en anterior oportunidad (STC. Nº 2876-2005-HC) que “La seguridad
ciudadana no debe ser observada como un derecho fundamental, sino como un
bien jurídico protegido, habida cuenta que hace referencia a un conjunto de
acciones o medidas que están destinadas a salvaguardar el desarrollo de la
vida comunitaria dentro de un contexto de paz, tranquilidad y orden, mediante
la elaboración y ejecución de medidas vinculadas al denominado poder de
Policía. La seguridad ciudadana consolida una situación de convivencia con
`normalidad’, vale decir, preservando cualquier situación de peligro o amenaza
para los derechos y bienes esenciales para la vida comunitaria.

8. En consecuencia, debe quedar plenamente establecido que -en casos


como el de autos-, la libertad de tránsito protege el derecho a circular
libremente en vehículos de transporte público o privado, por las rutas o zonas
establecidas para tal efecto, pero que aquella libertad, por lo menos en lo que
importa a los vehículos de transporte, se encuentra íntimamente ligada a las
atribuciones que la Constitución establece a su favor y al ejercicio que de ellas
hagan las corporaciones municipales, en los términos que establece el artículo
195 de la Carta Magna.

9. Por ello, el ejercicio de aquella libertad puede ser ejercida, en las rutas
y zonas establecidas, conforme a las limitaciones previstas en la legislación
sobre la materia. Sin embargo, esto no importa que en el ejercicio de tales
atribuciones o competencias, las corporaciones municipales puedan establecer
límites irrazonables o arbitrarios que impidan el ejercicio del derecho a la libre
circulación vehicular o que tiendan a desnaturalizar el fin y uso de los bienes
públicos del Estado, como cuando se pretende favorecer a un pequeño grupo
de pobladores, en desmedro de gruesos sectores de la población, como es el
caso de la imposición de tranqueras o rejas por vías de transporte masivo, etc.

10. En conclusión, tal regulación no debe desnaturalizar el derecho a la


libertad de circulación, ni tampoco puede terminar negando su existencia,
sobretodo cuando se trata de regular el libre tránsito de pasajeros, que es el
que nos ocupa en el presente caso, y cuyo tratamiento es distinto a la libertad
individual o al libre tránsito peatonal por zonas comerciales.

11. En el presente caso se acredita que, argumentando la


implementación de medidas de seguridad, se ha instalado una tranquera en la
intersección formada por la cuadra 10 del jirón Antonio Bazo y el jirón Italia, en
el Distrito de La Victoria, procediendo no sólo a restringir el libre tránsito por la
vía pública, sino que impone el pago de peaje a quienes quisieran ingresar y/o
circular con vehículos motorizados por el denominado Damero de Gamarra,
procediendo al cobro en razón al tipo de vehículo (sea éste auto o camión) y al
tiempo de permanencia, (sea por hora o fracción). Así, al ingresar a una de las
calles del precitado damero, servidores municipales otorgan un comprobante
que indica tanto el tiempo de permanencia en las citadas arterias, así como
monto a cobrar, sancionándose incluso la perdida del comprobante. conforme
se acredita con el Ticket de Ingreso de Autos Serie A Nº 000605 (fs. 2) y el
Ticket de Ingreso de Autos Serie A Nº 005111 (fs. 12), que preceden al Acta de
Constatación realizada por el juez que tramitó el presente proceso en primera
instancia, siendo evidente la violación del derecho fundamental a la libertad de
tránsito, en tanto que lo que se pretende cobrar no es un servicio prestado por
la Municipalidad emplazada, sino la utilización de bienes públicos de propiedad
del Estado, sin que haya una contraprestación efectiva realizada por la
emplazada.

12. En consecuencia, es menester, de una parte, reponer las cosas al


estado anterior a la vulneración constitucional; y, de otra, atendiendo al agravio
producido por la evidente arbitrariedad del demandando en el ejercicio de sus
funciones, disponer la remisión de los actuados al Fiscal Penal para los fines
pertinentes, conforme lo establece el artículo 8 del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus.

2. Disponer que la emplazada se abstenga de cobrar por el ingreso o


circulación por el denominado Damero de Gamarra.

3. Ordenar la remisión de copias de la presente sentencia a la Fiscalía


Provincial Penal de Turno de Lima, para que proceda conforme al fundamento
12, ut supra, debiendo enviar a este Tribunal copias certificadas del
pronunciamiento a que diera lugar.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA

Expediente Nº 2340-2005-PHC/TC
LIMA
LUIS DANIEL ZAMBRANO TORO
(Publicado: 31-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima a los 12 días del mes de mayo de 2005, la Segunda Sala del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Gonzales Ojeda,
García Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Daniel


Zambrano Toro contra la resolución de la Primera Sala Especializada en lo
Penal, para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 138, su fecha 18 de enero de 2005, que declara improcedente la
demanda

ANTECEDENTES

Con fecha 20 de setiembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el juez del Cuarto Juzgado Penal de Terrorismo, por
detención arbitraria y solicita su inmediata excarcelación. Alega que ha vencido
en exceso el plazo de detención previsto en el artículo 137 del Código Procesal
Penal. Manifiesta encontrarse detenido desde el 24 de febrero de 1993 y haber
sido condenado y procesado por un Tribunal Militar por el delito de traición a la
patria, que le impuso 30 años de pena privativa de libertad; que,
posteriormente, dicho proceso fue anulado y se le inició uno nuevo en sede
penal, en el cual se dictó mandato de detención. Alega tener la condición
jurídica de detenido, y no de sentenciado, y que, habiendo transcurrido más de
11 años y 7 meses de reclusión hasta la fecha de interposición de la demanda,
su detención se ha convertido en arbitraria, vulnerándose con ello su derecho
de ser juzgado en un plazo razonable violándose sus derechos constitucionales
a la libertad y seguridad personales, y las garantías del debido proceso.

Agrega que las leyes que restringen la libertad individual, sean éstas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben estar vigentes con anterioridad a la
fecha en que se produce la detención, y que no pueden ser retroactivas, salvo
que beneficien al detenido, conforme lo establece el artículo 103 de la
Constitución, el cual no distingue -en su opinión- entre ley penal sustantiva,
procesal penal o de ejecución. Finalmente, invoca la sentencia de la Corte
Interamericana expedida en el caso Suárez Rosero, la cual declara que el
plazo de detención debe computarse desde la detención policial, por lo que
solicita que se le apliquen dichos plazos.

Realizada la investigación sumaria, el recurrente se ratifica en los


términos de su demanda, aduce que ha solicitado la variación del mandato de
detención, y que su pretensión fue desestimada. Por su parte, la jueza
emplazada, Cano López, alega que no existe vulneración constitucional y
aduce que en el proceso seguido al demandante se están observando las
debidas garantías procesales y su judicatura ha actuado en estricto
cumplimiento de la normatividad vigente, por lo que solicita que se declare
improcedente la demanda.

El Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial se apersona en el proceso y solicita que se declare improcedente la
demanda aduciendo que, en vista de que el proceso ha sido tramitado de
manera regular, el hábeas corpus no resulta eficaz, alega que la nulidad de los
procesos seguidos por un Tribunal Militar no tienen como efecto la
excarcelación y que el cómputo del plazo de detención se inicia desde la fecha
en que se dicta el nuevo auto apertorio de instrucción, por lo que, a la fecha,
dicho plazo no ha vencido.

El Cuadragésimo Cuarto Juzgado Penal de Lima, con fecha 24 de


setiembre de 2004, declara improcedente la demanda al considerar que no
existe exceso de detención, dado que el computo del plazo se inicia desde la
fecha en que se dicta el nuevo auto de instrucción.

La recurrida confirma la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la inmediata


excarcelación del demandante. Se alega que el plazo límite de detención,
establecido por el artículo 137 del Código Procesal Penal, ha vencido.

§. Petitorio

2. El demandante sustenta su demanda en que se ha producido una


doble afectación de derechos constitucionales:

a) Detención arbitraria originada por el vencimiento del plazo legal de


detención preventiva.

b) Vulneración de las garantías del debido proceso respecto del plazo


razonable, causada por la duración ilimitada de su detención por la aplicación
de dispositivos procesales penales que no estuvieron vigentes al momento de
su detención, con la consecuente transgresión del principio de legalidad
procesal.

3. Resulta importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos.

§. Materias sujetas a análisis constitucional

4. En la presente sentencia, este Colegiado debe llegar a determinar:

a) Si se ha lesionado el derecho que tiene todo justiciable al pleno


ejercicio de las facultades que sobre la administración de justicia consagra la
Constitución Política del Perú.

b) Si, por el tiempo transcurrido en detención preventiva, se ha


terminado afectando la libertad personal de la demandante. Esto es, si los
magistrados emplazados no observaron las garantías del debido proceso ya
consecuencia de ello, vulneraron el derecho a la libertad personal del
demandante.

§. Límites del derecho a la libertad personal

5. Este Tribunal ha señalado, en reiterada jurisprudencia, que la libertad


personal no sólo es un derecho fundamental reconocido, sino un valor superior
del ordenamiento jurídico, pero que su ejercicio no es absoluto e ilimitado, pues
se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley.

6. El caso de autos se encuentra comprendido en estos límites. En


efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de la Constitución, no se
permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los casos
previstos por ley. Por tanto, para esclarecer la controversia, debe establecerse
si el período de detención preventiva que cumple la demandante constituye una
restricción del derecho a la libertad prevista en la ley y la Constitución.

§. Afectación del derecho a la libertad individual por exceso de detención


preventiva

7. El artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


establece que toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal
será llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y que tendrá derecho a ser juzgada dentro de
un plazo razonable o a ser puesta en libertad. La prisión preventiva de las
personas sometidas a juicio no debe ser la regla general, pero su libertad podrá
estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia del acusado en
el juicio o en cualquier momento de las diligencias procesales y, en su caso, en
la ejecución del fallo.
8. De ello se infiere que la detención preventiva debe ser la última ratio
entre las opciones de las cuales dispone un juez para asegurar el éxito del
proceso penal, y constituye una de las formas establecidas constitucionalmente
para garantizar que el procesado comparezca en las diligencias judiciales.

9. De autos se observa que el demandante fue procesado y condenado


a 30 años de pena privativa de libertad por el delito de traición a la patria,
juzgamiento que estuvo a cargo de tribunales militares. Proceso que fue
declarado nulo mediante resolución expedida por la Sala Nacional de
Terrorismo, que dispuso que dentro del término de 24 horas se remitieran los
autos al Fiscal Provincial Especializado para que procediera conforme a sus
atribuciones (fs. 36-42).

Posteriormente, en la vía ordinaria se formuló denuncia penal en su


contra (f. 43-50) y el Vigésimo Octavo Juzgado Penal de Lima instauró el
proceso 307-03, en el que se le abrió instrucción por el delito contra la
tranquilidad pública-terrorismo, conforme se acredita con las copias certificadas
que obran en autos de fojas 51 a 64.

10. Por tanto, al haberse declarado la nulidad de los actuados y al


haberse tramitado la causa penal contra la demandante en la vía ordinaria, es
evidente que se observaron las garantías del debido proceso y el derecho a
una tutela jurisdiccional efectiva, respetándose el principio del juez natural.

§. Exceso de detención

11. El artículo 137” del Código Procesal Penal dice que el plazo de
detención en el proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18
meses, término que se duplicará automáticamente en caso de que el proceso
sea por los delitos de terrorismo, tráfico de drogas, espionaje u otro de
naturaleza compleja seguido contra más de diez imputados.

Asimismo, precisa que, en los casos en que se declare la nulidad de


procesos seguidos en fueros diferentes, el plazo se computa desde la fecha en
que se dicta el nuevo auto de detención.

12. El auto que abre instrucción en el nuevo proceso fue expedido el 2


de abril de 2003, fecha en que el Cuarto Juzgado Penal de Terrorismo de Lima
dictó mandato de detención contra el demandante y desde la cual se inicia el
cómputo del plazo a que se refiere el artículo 137 del Código Procesal Penal,
cuyo vencimiento, tratándose de un proceso de terrorismo, se produce a los 36
meses. Siendo ello así, a la fecha, el plazo de detención aún no ha vencido,
resultando de aplicación el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.
13. Finalmente, en el extremo invocado por el demandante, referido a
que de “(...) la sentencia de la Corte Interamericana expedida en el caso
Suárez Rosero se desprende que el plazo de detención debe computarse
desde la detención policial, por lo que solicita que se le apliquen dichos plazos”,
este Colegiado ha manifestado que “(...) de conformidad con el artículo 7,
inciso 2, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la validez de
la detención judicial preventiva no sólo está condicionada a la observancia del
principio de legalidad, esto es, que las causales de su dictado sean previstas
en el derecho interno, sino, además, a que dichas razones de justificación
estén arregladas a la Constitución, ya que nadie puede ser privado de su
libertad “salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano por las
constituciones políticas de los Estados partes o por las leyes dictadas conforme
a ellas”. Lo que quiere decir que no sólo basta con que las razones que puedan
dar origen a la detención judicial preventiva estén señaladas en la ley, sino,
además, que ellas sean conformes a la Constitución, como ya lo ha señalado
este Tribunal en el fundamento 127 de la sentencia expedida en el proceso
0010-2002-AI.

14. De acuerdo con la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Carta


Fundamental, los derechos y libertades reconocidos constitucionalmente deben
interpretarse de conformidad con la Declaración Universal de Derechos
Humanos, con los tratados y las decisiones adoptadas por los tribunales
internacionales sobre derechos humanos constituidos según tratados de los
que el Perú es parte que, incorporados al derecho interno, procesalmente se
encuentran materializados en el artículo 1379 del Código Procesal Penal, que
establece los plazos de detención preventiva y el cómputo de los mismos.

15. Al respecto, el Tribunal Constitucional debe recordar, especialmente


teniendo en consideración los graves problemas ocasionados por las prácticas
terroristas en nuestro país durante los últimos años, que los plazos del artículo
citado están previstos para tutelar los derechos del justiciable, pero,
fundamentalmente, para preservar el orden público. Ello es así porque el
Estado garantiza la seguridad de la nación y la defensa nacional, pues,
conforme al artículo 163Q de la Constitución: “ Toda persona natural o jurídica
está obligada a participar de la Defensa Nacional, de conformidad con la ley”.

A mayor abundamiento, el artículo 449 de la Norma Fundamental señala


que es deber primordial del Estado no sólo garantizar la plena vigencia de los
derechos humanos, sino también proteger a la población de las amenazas
contra su seguridad y promover el bienestar general.

16. En el ámbito internacional de los derechos humanos, la Corte


Interamericana de Derechos Humanos también ha efectuado similar
ponderación al dejar en manos de los diferentes Estados la decisión sobre la
libertad de las personas involucradas en actos terroristas, a pesar de haberse
acreditado la afectación de su derecho al debido proceso:

“Corresponde al Estado, en su caso, llevar a cabo -en un plazo


razonable- un nuevo proceso que satisfaga ab initio las exigencias del debido
proceso legal, realizando ante el juez natural (jurisdicción ordinaria) y con
plenas garantías de audiencia y defensa para los inculpados. La Corte no se
pronuncia sobre la libertad provisional de estos, porque entiende que la
adopción de dicha medida precautoria corresponde al tribunal nacional
competente” [Caso Castillo Petruzzi. Sentencia del 4 de septiembre de 1998.
Serie C, núm. 41].

17. En consecuencia, los 36 meses establecidos como plazo máximo de


detención previsto para procesos declarados nulos que se hubiesen seguido en
fueros diferentes, cuyo cómputo se inicia desde la fecha en que se dictó el
nuevo auto de detención, se encuentra dentro de los límites legales para
considerar una detención preventiva constitucionalmente válida. Por
consiguiente, no se acredita la alegada vulneración de derechos, resultando de
aplicación el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

18. Por otro lado, de autos se advierte que el plazo máximo de detención
preventiva se encuentra próximo a vencer. Al respecto, la facultad de
administrar justicia, conferida por la Norma Suprema al Poder Judicial, debe ser
ejercida con la diligencia y celeridad debidas pero, fundamentalmente, con
arreglo a la Constitución y las leyes, a fin de resolver dentro de los plazos
previstos por la ley procesal los asuntos que se conozcan, en atención a una
doble perspectiva: la primera, el derecho de los detenidos a que se resuelva su
situación jurídica lo antes posible, más aún si les asiste el derecho
constitucional de presunción de inocencia; y la segunda, el derecho de la
sociedad a la seguridad de la nación y a la protección ante los ataques de los
responsables de ilícitos penales.

19. Por consiguiente, considerando el criterio adoptado en anterior


jurisprudencia (STC 2915-2004-HC, Caso Berrocal Prudencio), este Supremo
Tribunal estima que el Poder Judicial tiene la obligación, no sólo de observar
las conductas jurisdiccionales adecuadas que propicien el impulso procesal de
oficio, sino también -como conductor del proceso- de hacer uso de las
facultades que la ley le confiere con objetó de impedir el ejercicio de una
defensa obstruccionista y las dilaciones indebidas, evitando, de ese modo,
incurrir en las responsabilidades previstas por ley.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú
HA RESUELTO

1. Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos,

2. Exhortar al órgano jurisdiccional a cumplir su obligación de administrar


justicia con arreglo a la Constitución, a las leyes y especialmente los
considerandos 18 y 19 de la presente resolución bajo responsabilidad.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

AMENAZA CONTRA LA LIBERTAD INDIVDUAL POR LA PRESUNTA


COMISIÓN DEL DELITO DE ESTAFA

EXP. Nº 6943-2005-PHC/TC
CUSCO
EDWAR ALOSILLA MAR
(Publicado: 14-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre del 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Jorge Luna


Tupayachi -a favor de Edwar Alosilla Mar- contra la sentencia de la Primera
Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Cusco, de fojas 106, su fecha
15 de julio de 2005, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus
de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 4 de mayo de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus con el objeto que se disponga el cese de la amenaza contra la
libertad individual del favorecido don Edwar Alosilla Mar, contenida en la
resolución judicial de vista que confirma la resolución apelada, resolución esta
última que revocó la suspensión de la pena privativa de libertad en el proceso
penal Nº 0004-2000, por la presunta comisión del delito de estafa en agravio de
Benjamín Alvarez Mendoza, expediente sentenciado y que se ejecuta en el
Sexto Juzgado Penal. Sostiene que el favorecido fue condenado a 3 años de
pena privativa de libertad suspendida en su ejecución, al pago de una
reparación civil de S/. 5,000.00 y a reparar el daño causado, sentencia que,
luego de ser apelada, fue revocada en el extremo de la reparación civil,
acrecentándose esta en S/. 7,000.00 sin que se fundamente en la resolución de
vista dicho extremo; y que ello ha determinado que, en ejecución de sentencia,
el juzgado, aplicando el artículo 59 del Código Penal, requiera al sentenciado el
pago del débito, incluido el exceso, sin precisar cuánto es lo que se tiene que
pagar por reparación civil, ejecutándose una resolución judicial imprecisa.
Agrega que también se ha revocado la condicionalidad de la pena, por cuanto
no se reparó el daño causado, al parecer porque no se ha pagado la reparación
civil, cuando la doctrina establece que el pago de la reparación civil no
constituye una regla de conducta, con lo que si el Código Penal establece la
posibilidad de revocar la condicionalidad de la pena cuando el condenado no
cumpla con las reglas de conducta impuestas, en el caso dicha revocatoria ha
sido dispuesta contra lo ordenado por la norma penal. De otro lado, aduce que
en el proceso penal no se ha valorado la prueba aportada al proceso.

Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus, se recepcionó el


escrito por el juez (f. 38) y los vocales (f. 55) emplazados en autos.

El Primer Juzgado Penal del Cusco, con fecha 31 de mayo de 2005,


declaró improcedente la demanda, por considerar que los emplazados han
actuado conforme a sus atribuciones, y que la resolución impugnada deriva de
un proceso regular; asimismo, argumenta que en el caso de autos se ha
producido la causal de improcedencia prevista en el artículo 5.1 del Código
Procesal Constitucional, pues se menciona la violación al debido proceso, que
no ha ocurrido, y que los hechos no se encuentran entre los supuestos
previstos en el artículo 200 de la Constitución, sobre todo si se tiene que, en el
proceso penal, el favorecido hizo valer los medios impugnatorios que la ley
establece.

La recurrida confirmó la apelada, estimando que el beneficiado no ha


cumplido con las reglas de conducta, siendo claro el monto de la reparación
civil que debe pagar el demandante.

FUNDAMENTOS

1. De autos se aprecia que el recurrente cuestiona tanto la sentencia de


vista, que confirmó la sanción que se le impuso (f. 97), como la resolución
judicial de vista que, confirmando la apelada, revocó la suspensión de la pena
privativa de libertad en el proceso penal Nº 0004-2000 (f. 44).

2. Respecto de la primera de ellas, este Colegiado aprecia que la Sala


Penal, luego de confirmar la sentencia que condena al beneficiado a 3 años de
pena privativa de libertad suspendida en su ejecución por igual plazo, se varió
el monto de la reparación fijada, la misma que fue elevada de S/. 5,000.00 a S/.
7,000.00; con ello se desvirtúa que el contenido de la resolución sea impreciso
o induzca a error. Por otro lado y en lo que corresponde a la presunta
afectación de la garantía consagrada en el artículo 13.3 de la Constitución, el
Tribunal Constitucional no constata la misma, toda vez que el instrumental
probatorio presentado resulta insuficiente, no apreciándose que en el caso el
favorecido haya sido condenado con afectación de los derechos y garantías
que la Constitución establece, ni mucho menos que se le haya causado
indefensión en etapa alguna del proceso.

3. Sobre la resolución que revoca la condicionalidad de la pena, de su


contenido fluye que aquella se sustenta en que el beneficiado ha concurrido de
manera irregular al juzgado a justificar sus actividades y durante un año no ha
comparecido con dicho fin, por lo que la Sala concluye que existe renuencia al
cumplimiento de las reglas de conducta, pese a las amonestaciones
formuladas; adicionalmente, se hace referencia al no pago de la reparación
civil, pero este último argumento, que es el que se esgrime para cuestionar la
resolución de f. 49, no es el que sustenta la decisión del juzgador, como ya ha
quedado expuesto.

4. En consecuencia, tampoco se evidencia la afectación del derecho a la


libertad individual, previsto en el artículo 2.24 de la Constitución, por lo que la
demanda debe ser desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI
VULNERACIÓN DE PRINCIPIO CONSTITUCIONAL

EXP. Nº 2952-2005-PHC/TC
LAMBAYEQUE
JAIME WALTER CORREA CAMPOS
(Publicado: 13-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Chepén, a los 23 días del mes de junio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con asistencia de

los magistrados Alva Orlandini, Vergara Gotelli y Landa Arroyo,


pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Jaime Walter


Correa Campos contra la sentencia de la Sala Mixta Vacacional de la Corte
Superior de Justicia de Lambayeque, de fojas 54, su fecha 28 de marzo de
2005, que declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 25 de febrero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el fiscal provincial adjunto a cargo de la Quinta Fiscalía
Provincial Penal de Lambayeque, Javier Velásquez Cruz, solicitando que se
declare la inaplicabilidad del Dictamen Fiscal Nº 06-2005, expedido por el
demandado, y que, consecuentemente, se emita un nuevo dictamen conforme
a ley. Manifiesta encontrarse recluido en el establecimiento penitenciario de
Picsi, cumpliendo condena por los delitos de robo agravado y tenencia ¡legal de
armas, robo agravado y falsificación de documentos, Refiere que, a la fecha,
viene tramitando su beneficio penitenciario de semilibertad, para lo cual cuenta
con el acta del Consejo Técnico Penitenciario que lo declara apto para
acogerse al mencionado beneficio, y con el Informe Legal Nº 016-2005-AL-
EPSP, que opina que es procedente concederlo. Aduce que el emplazado, al
expedir el dictamen citado, solicitando se declare la improcedencia del mismo,
restringe, principalmente, su derecho a la libertad personal.

Realizada la investigación sumaria, el demandado manifiesta que la


opinión fiscal se ha ceñido a la hoja de antecedentes carcelarios del interno y al
ordenamiento legal, por lo que su opinión no vulnera ni amenaza derecho
constitucional alguno, pues el dictamen impugnado no vincula de ninguna
manera al órgano jurisdiccional, el cual puede conceder o denegar el beneficio
penitenciario. De otro lado, no se recaba la toma de dicho del accionante.

El Noveno Juzgado Especializado en lo Penal de Chiclayo, con fecha 28


de febrero de 2005, declara improcedente la demanda por considerar que la
opinión fiscal no es decisoria, pues no vincula en modo alguno al órgano
jurisdiccional.

La recurrida confirma la apelada estimando que el demandante recurrió


previamente a otro proceso solicitando tutela de su derecho constitucional.

FUNDAMENTOS

Petitorio

1. La demanda tiene por objeto que se declare la inaplicabilidad del


Dictamen Fiscal Nº 06-2005, de fecha 17 de febrero de 2005, emitido por la
emplazada, el mismo que opina por la improcedencia del beneficio de
semilibertad solicitado por el recurrente. Alega el accionante que con este
dictamen se amenaza su derecho a la libertad personal y se vulnera el principio
constitucional que enuncia que el régimen penitenciario tiene por finalidad la
reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad.

Análisis del acto materia de controversia

2. El artículo 15, inciso 6, de la Constitución establece que “Corresponde


al Ministerio Público: emítír dictamen previo a las resoluciones judiciales en los
casos que la ley contempla”. De otro lado, el artículo 50 del Código de
Ejecución Penal precisa: “ (...) recibida la solicitud de otorgamiento del
beneficio de semilibertad, que debe estar acompañada de los documentos
originales que acrediten el cumplimiento de los requisitos, el Juez la pone en
conocimiento del Fiscal correspondiente, quien emite dictamen pronunciándose
por su procedencia o denegatoria (…)”.

3. En autos, a fojas 7, obra una copia del dictamen cuestionado, de la


que se aprecia que el fiscal emplazado, en el expediente Nº 146-2005, sobre
solicitud de semilibertad, opina su improcedencia, conforme a sus atribuciones
y a las normas citadas en el fundamento precedente.

4. Conviene precisar que es el juez el que tiene la potestad de otorgar o


denegar el beneficio penitenciario de semilibertad, sin que ello suponga un acto
de arbitrariedad. Asimismo, señala que la función del Ministerio Público no es
en ningún caso decisoria ni sancionatoria, pues no dispone de facultades
coactivas ni de decisión directa en lo que resuelva la judicatura; por lo tanto, su
actuación, la cual es conforme al ordenamiento legal, no comporta amenaza o
violación del derecho a la libertad personal ni afectación del principio
constitucional invocado. Por estas razones, resulta de aplicación el artículo 21,
a contrario sensu, del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar y INFUNDADA la demanda.

SS.
ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA

EXP. Nº 0747-2005-PHC/TC
AREQUIPA
CARLOS ALFREDO CARDENAS QUISPE
(Publicado: 13-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Arequipa, a 1 de abril de 2005, la Sala Primera del Tribunal


Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Carlos Alfredo


Cárdenas Quispe contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Arequipa, de fojas 154, su fecha 1 de diciembre de
2004, que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 15 de setiembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Arequipa, solicitando su inmediata excarcelación. Afirma encontrarse recluido
desde el 21 de julio de 1994, y haber sido procesado y condenado por un
tribunal compuesto por jueces “sin rostro”, por el delito de terrorismo; que al
haberse declarado la nulidad del juicio oral y la insubsistencia de la acusación
fiscal, se dispuso la realización de un nuevo juicio oral sin ordenarse su
libertad. Alega que su condición jurídica es de detenido, y no de sentenciado; y
que, habiendo transcurrido más de 10 años de reclusión hasta la fecha de
interposición de la demanda, ha vencido en exceso el plazo máximo de
detención previsto en el artículo 1378 del Código Procesal Penal, por lo que su
detención se ha convertido en arbitraria, vulnerándose su derecho a ser
juzgado en un plazo razonable.

Agrega que las leyes que restringen la libertad individual, sean éstas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben estar vigentes con anterioridad a la
fecha en que se produce la detención, y que no pueden ser retroactivas salvo
que beneficien al detenido, conforme lo señala el artículo 103 de la
Constitución, el cual no distingue -en su opinión- entre la ley penal sustantiva,
procesal penal o de ejecución.

Realizada la investigación sumaria, se toma la declaración de los


vocales integrantes de la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Arequipa, Juan Luis Rodríguez Romero, Eloy Zeballos Zeballos y Aquiles
Quintanilla Berrios, quienes afirman que, conforme al Decreto Legislativo 926,
el plazo de detención se computará desde la fecha de expedición de la
resolución que declare la anulación del juicio oral, y que las condenas y los
juicios orales se han producido mediante resoluciones de fechas 19 de junio de
2003 y 3 de noviembre de 2003, por lo que el plazo máximo de detención aún
no ha vencido.

El Octavo Juzgado Penal de Arequipa, con fecha 11 de octubre de 2004,


declara infundada la demanda por considerar que, de acuerdo con el Decreto
Legislativo Nº 926, la declaración de nulidad no tendrá como efecto la libertad
de los procesados y que, respecto del plazo límite, la detención se computará
desde la fecha de la resolución que declare la anulación. Asimismo, estima
que, habiéndose realizado el cómputo del plazo de detención desde dicha
fecha, se comprueba que el mismo aún no ha vencido.

La recurrida confirmó la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación del


accionante. En el caso de autos, se alega que el plazo límite de detención
establecido por el artículo 137 del Código Procesal Penal ha vencido.

Delimitación del petitorio


2. El demandante afirma que se ha producido una doble afectación de
sus derechos constitucionales:

a) Detención arbitraría originada por el vencimiento del plazo legal de


detención preventiva.

b) Vulneración de las garantías del debido proceso respecto del plazo


razonable, debido a la duración ilimitada de su detención por la aplicación de
dispositivos procesales penales que no estuvieron vigentes al momento de su
detención.

3. Resulta importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, como en otros similares, habida cuenta de que se han
establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad
locomotora, luego de la imposición de la medida cautelar de detención
preventiva, el Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materae, para
evaluar la legitimidad constitucional de los actos judiciales considerados
lesivos.

Materias sujetas a análisis constitucional

4. A lo largo de la presente sentencia, este Colegiado debe determinar:

(a) Si se ha lesionado el derecho del recurrente al ejercicio pleno de las


facultades que, sobre la administración de justicia, consagra la Constitución
Política del Perú.

(b) Sí, por el tiempo transcurrido en detención preventiva, se ha


terminado afectando el derecho a la libertad personal.

Limites del derecho a la libertad personal

5. Este Tribunal ha manifestado, en reiterada jurisprudencia, que la


libertad personal no sólo es un derecho fundamental reconocido, sino un valor
superior del ordenamiento jurídico, y que su ejercicio no es absoluto e ilimitado,
pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley.

6. Cabe precisar que, conforme al artículo 2, inciso 24. literal b), de la


Constitución, no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal,
salvo en los casos previstos por la ley. Por tanto, para esclarecer la
controversia, debe determinarse si el período de detención preventiva que
cumple el demandante constituye una restricción del derecho a la libertad
previsto en la ley y la Constitución.

Vulneración del derecho a la libertad individual y exceso de detención

7. Este Tribunal, en reiterada jurisprudencia, ha sostenido que “como


todo derecho fundamental, el derecho a la libertad personal tampoco es un
derecho absoluto, pues como lo establecen los ordinales a) y b) del inciso 24)
del artículo 2 de la Constitución, aparte de ser regulados, pueden ser
restringidos o limitados mediante ley” [cf. STC 1091-2002-HC/TC].

8. El Decreto Legislativo 926, que regula la anulación en los procesos


por delito de terrorismo seguidos ante jueces y fiscales con identidad secreta,
señala, en su Primera Disposición Final y Complementaria, que el plazo límite
de detención a tenor del artículo 137 del Código Procesal Penal, en los
procesos en los que se aplique tal norma, se computará desde la fecha de
expedición de la resolución que declare la anulación, en tanto que, en el
artículo 49, precisa que la anulación no tendrá como efecto la libertad de los
imputados ni la suspensión de las requisitorias existentes (el énfasis es
nuestro).

9. Con relación a la aplicación de las normas penales, este Tribunal ha


sostenido, en reiterada jurisprudencia, que “en la aplicación de normas
procesales penales rige el principio tempus regit actum, que establece que la
ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra vigente al momento
de resolver [cf. STC 2196-2002-HC/TC].

10. Siendo ello así, resulta de aplicación al caso el artículo 1 de la Ley


Nº 28105, que desde el 21 de noviembre de 2003 modifica el artículo 137 del
Código Procesal Penal, estableciendo que el plazo de detención en el proceso
penal ordinario tiene una duración máxima de 18 meses, y que se duplicará en
caso de que el proceso sea por los delitos de terrorismo, tráfico de drogas,
espionaje u otro de naturaleza compleja seguido contra más de diez imputados.

11. Tal como consta de la resolución emitida por la Tercera Sala Penal de
la Corte Superior de Justicia de Arequipa, obrante a fojas 46 y siguientes de
autos, la Sala Nacional de Terrorismo declaró, con fecha 14 de abril de 2003, la
nulidad del juicio seguido contra el accionante ante un Tribunal compuesto por
magistrados con identidad secreta, fecha desde la cual se inicia el cómputo del
plazo establecido en el artículo 137 del Código Procesal Penal, el mismo que,
tratándose de un proceso por el delito de terrorismo, es de 36 meses, los que a
la fecha aún no han transcurrido; por consiguiente, la demanda carece de
sustento.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que
le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

VULNERACIÓN DEL PRINCIPIO DE LEGALIDAD PENAL

EXP. Nº 1196-2005-PHC/TC
LIMA
ELMER SIMEÓN ORIHUELA MIGUEL
(Publicado: 13-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini,
Presidente; Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente
sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Elmer Simeón


Orihuela Miguel contra la Resolución de la Tercera Sala Penal para Procesos
con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 291, su
fecha 11 de octubre de 2004, que declaró improcedente la demanda de hábeas
corpus de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 18 de mayo de 2004, interpone demanda de


hábeas corpus contra los Vocales integrantes de la Sala Superior Mixta
Descentralizada de La Merced, Corte Superior de Justicia de Junín, a fin de
que se deje sin efecto la resolución de fecha 15 de abril de 2004 mediante la
cual se revoca el auto por el que se le concede libertad provisional en el
proceso que se le sigue por delito de corrupción de funcionarios. Según refiere,
con fecha 4 de noviembre de 2003 el Vocal instructor le concedió la libertad
provisional, procediéndose a su inmediata excarcelación en mérito a su
confesión sincera y a haberse desvanecido el peligro procesal, amén de haber
satisfecho el pago de la caución fijada.

Cuestiona la resolución que revoca el auto que concede la libertad


provisional porque considera que no se pronuncia sobre presuntos nuevos
elementos de juicio favorables a su persona, y que la resolución pretende
desbaratar la confesión sincera del inculpado sobre la base de hechos falsos.

Alega asimismo vulneración del principio de legalidad penal, ya que el


hecho que se le imputa, consistente en haber condicionado la recepción de una
denuncia al pago previo de cierta cantidad de dinero, no se puede subsumir en
el delito por el que se le viene procesando, tipificado en el artículo 395 del
Código Penal. Según afirma, habría incurrido en el delito de corrupción de
funcionarios si hubiese aceptado el donativo a fin de influir en un asunto propio
de su conocimiento, pero la conducta que se le imputa es otra distinta, que
consiste en haberse negado a recibir una denuncia. Por último, señala que la
resolución cuestionada resulta contradictoria respecto de la resolución emitida
por .la misma Sala con fecha 12 de marzo de 2004, en la que confirma la
resolución por la cual se deniega la adecuación o ampliación del tipo penal
materia de instrucción. Refiere que en dicha resolución se señala que la
adecuación del tipo penal resulta improcedente por el momento, sin perjuicio de
que pueda determinarse al emitir sentencia, con lo que los emplazados han
reconocido que existe duda respecto del delito que se instruye.

Realizada la investigación sumaría, se tomó la declaración del


accionante, quien refirió que se ha vulnerado el debido proceso, por cuanto no
se ha tomado en cuenta la evolución favorable de su situación jurídica; por
ejemplo, el Informe efectuado por la Primera Fiscalía Provincial Mixta de
Satipo, que establece que no fue el inculpado quien, en su condición de Fiscal,
recibió la denuncia verbal de parte de la quejosa. Por su parte, doña Silvia
Rueda Fernández, Vocal de la Sala Mixta de la Merced, refiere que la
resolución mediante la cual se revoca la libertad provisional del accionante fue
debidamente motivada, habiéndose cumplido con observar las normas legales
aplicables. Don Iván Guerrero López, Vocal de la Sala Mixta Descentralizada
de la Merced, señala que se le imputa al accionante que, siendo Fiscal,
solicitaba dinero a los justiciables para formalizar denuncias y que, en caso se
declare su responsabilidad penal, por la conducta imputada, la pena a
imponerse será no menor de cuatro años. Señala también que no puede
hablarse de confesión sincera puesto que no hay uniformidad en sus
declaraciones y que, al haber realizado un análisis ponderado de los requisitos
para otorgar libertad provisional previstos en le artículo 182 del Código
Procesal Penal, se procedió a la revocación de la libertad. El Vocal de la Sala
Mixta de la Merced, Raúl Villagaray Hurtado, señaló que la Sala Mixta procedió
a revocar el auto recurrido que otorgaba libertad provisional, por cuanto se
sustentaba en fundamentos que no eran pertinentes ni legales.

El Vigésimo Primer Juzgado Penal de Lima, con fecha 12 de julio de


2004, declaró improcedente la demanda de hábeas corpus por considerar que
se trata de un proceso regular,

La recurrida confirmó la apelada considerando que la resolución que se


cuestiona ha sido debidamente motivada.

FUNDAMENTOS

Norma Procesal aplicable

1. El Código Procesal Constitucional, vigente desde el 1 de diciembre de


2004, exige diversos requisitos de procedibilidad para interponer la demanda.
Tomando en consideración que varios de tales requisitos no eran exigibles al
momento en que se postuló el presente proceso, y que una interpretación
distinta comportaría una opción restrictiva de derechos procesales, violatoria
del artículo 13, inciso 3, de la Constitución Política del Perú, este Colegiado
considera pertinente, en el caso de autos, la aplicación de la Ley de Hábeas
Corpus y Amparo Nº 23506 y demás modificatorias vigentes al momento de
interponerse la demanda.

Principio de legalidad penal

2. El demandante alega vulneración del principio de legalidad penal, por


cuanto considera que no se presentan diversos elementos típicos del delito por
el que se le viene procesando. Sin embargo, en el presente caso no será
posible analizar la alegada vulneración al principio de legalidad penal, toda vez
que el demandante no cuenta con sentencia condenatoria firme. Tal exigencia
no deriva de los requisitos para interponer demanda de hábeas corpus contra
resolución judicial previstos en el Código Procesal Constitucional, el cual, como
ya se señaló en el párrafo anterior, no es aplicable al presente caso, sino del
criterio establecido por este Tribunal en la sentencia recaída en el expediente
Nº 1076-2003-HCITC. En el fundamento segundo de la referida sentencia se
señaló lo siguiente:

“En relación con la eventual lesión del principio de legalidad penal, (...)
este Tribunal Constitucional considera que debe desestimarse este extremo de
la pretensión por ser prematura su invocación, toda vez que, por la propia
situación en la que se encuentra el proceso penal, esto es, que aún no existe
una sentencia firme que sindique al accionante como responsable de la
comisión del delito instruido, no es posible determinar si ha habido lesión del
principio invocado”.

3. Por tanto, según el criterio adoptado por este Tribunal, sólo es posible
determinar si ha habido vulneración por parte de un órgano jurisdiccional del
principio de legalidad penal, concretamente, de la garantía de la lex stricta en
caso se esté ante una sentencia condenatoria firme. En tal sentido, tal extremo
de la demanda resulta improcedente por ser prematura su invocación.

Libertad provisional

4. El demandante, a su vez, cuestiona la resolución que revoca el auto


que concede la libertad provisional porque considera que la misma no se
pronuncia sobre si se presentan nuevos elementos de juicio favorables al
procesado. Alega también que la resolución pretende desbaratar la confesión
sincera del inculpado sobre la base de hechos falsos.

5. Respecto a lo señalado por el demandante, en el sentido de que la


resolución cuestionada no se pronuncia sobre nuevos elementos de juicio
favorables al procesado, es de señalarse que, como lo ha sostenido este
Tribunal en reiterada jurisprudencia; la detención judicial preventiva debe ser
una medida provisional; es decir, que su mantenimiento sólo debe persistir en
tanto no desaparezcan las razones objetivas que sirvieron para su dictado. En
efecto, las medidas coercitivas, además de ser provisionales, se encuentran
sometidas a la cláusula rebus sic stantibus; es decir, que su permanencia o
modificación, a lo largo del proceso, estará siempre en función de la estabilidad
o el cambio de los presupuestos que posibilitaron su adopción inicial, por lo que
es plenamente posible que, alterado el estado sustancial de los presupuestos
fácticos respecto de los cuales se adoptó la medida, la misma sea variada. Y es
que toda medida cautelar, por su naturaleza, importa un pre juzgamiento y es
provisoria, instrumental y variable.

6. Una forma de variar la medida de detención, expresamente prevista


en la ley, es la libertad provisional, la cual, de acuerdo a lo normado en el
artículo 182 del Código Procesal Penal de 1991, procede cuando nuevos
elementos de juicio permitan razonablemente prever que:

“1. La pena privativa de libertad a imponérsele no será mayor de cuatro


años, o que el inculpado esté sufriendo una detención mayor a las dos terceras
partes de la pena solicitada por el Fiscal en su acusación escrita.

2. Se haya desvanecido la probabilidad de que el procesado eluda la


acción de la justicia o perturbe la actividad probatoria.
3. Que el procesado cumpla con la caución fijada o, en su caso, el
insolvente ofrezca fianza personal”.

7. Sin embargo, el TC no está llamado a intervenir como “Revisor


Superior” de las determinaciones jurisdiccionales de los órganos ordinarios del
Poder Judicial dentro de procesos regulares en los que se advierte -como el
presente- que al procesado se le ha garantizado el cabal ejercicio de su
defensa dentro de un debido proceso legal, en el que, obviamente, tiene a su
alcance el mecanismo suficiente de la impugnación.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA

EXP. Nº 2487-2005-PHC/TC
AREQUIPA
JOSÉ ALEJO BAUTISTA
(Publicado: 13-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Ilo, a los 9 días del mes de junio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
García Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don José Alejo Bautista contra la


resolución de la Segunda Sala Especializada en lo Penal de la Corte Superior
de Justicia de Arequipa, de fojas 176, su fecha 1 de febrero de 2005, que
declara infundada la demanda de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 10 de enero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Arequipa, solicitando su inmediata excarcelación. Afirma encontrarse detenido
desde el 30 de noviembre de 1993, haber sido procesado y condenado a 20
años de pena privativa de la libertad y que, al haberse declarado la nulidad de
dicho proceso penal se le abrió uno nuevo con mandato de detención.
Manifiesta que dicho proceso ha presentado irregularidades desde la acusación
fiscal, que ha apelado la sentencia del nuevo proceso, en el que se lo condenó
a 20 años de pena privativa de libertad y que no se encuentra de acuerdo con
ello, por cuanto se ha violado el principio de proporcionalidad. Agrega que
según el artículo 137 del Código Procesal Penal, existe un límite para la
detención preventiva y que luego de dictada la sentencia de primera instancia,
el plazo se extenderá hasta la mitad de la pena; que encontrándose detenido
más de 12 años y 4 meses, ha superado la mitad de la pena impuesta y por
tanto se debe disponer su inmediata libertad.

Realizada la investigación sumaria, el actor se ratifica en los términos de


su demanda. Por su parte, Jhony Barrera Benavides, vocal integrante de la
Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, sostiene que
la sentencia emitida por el Colegiado que íntegra ha condenado al actor a 20
años de pena privativa de la libertad, resolución que se encuentra en vía de
recurso de nulidad. Precisa que dicha resolución no amenaza ni vulnera los
derechos constitucionales del recurrente.

El Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial, con fecha 14 de enero de 2005, se apersona en el proceso solicitando
que se declare improcedente la demanda, por considerar que el Decreto
Legislativo 926 establece que la nueva fecha con que se computará el nuevo
plazo máximo de la detención será a partir de la declaración de nulidad de la
sentencia emitida por los jueces “sin rostro” [STC 010-2002-AI/fC].

El Segundo Juzgado Penal de la Corte Superior de Justicia de Arequipa,


con fecha 14 de enero de 2005, declara improcedente la demanda, por
considerar que no se ha vulnerado derecho constitucional alguno por cuanto,
en los procesos en los que se aplica el Decreto Legislativo Nº 926, el plazo
máximo para la detención se computa desde la fecha de expedición de la
resolución que declara la anulación de la sentencia expedida por jueces sin
rostro, por lo que el plazo máximo para la detención aún no ha transcurrido.

La recurrida, revocando la apelada, declaró infundada la demanda por


fundamentos similares.
FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se ordene la inmediata libertad del


recurrente por haber fenecido el plazo límite de detención establecido por el
artículo 1379 del Código Procesal Penal. El demandante afirma que se han
afectado sus derechos, por cuanto su detención arbitraria se ha originado por el
vencimiento del plazo legal de detención preventiva.

2. Resulta importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora por la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos.

Límites del Derecho a la libertad personal

3. Este Tribunal ha manifestado, en reiterada jurisprudencia, que la


libertad personal no sólo es un derecho fundamental reconocido, sino un valor
superior del ordenamiento jurídico, y que su ejercicio no es absoluto e ilimitado,
pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley [STC 1230-
2002-HC, Caso Tineo Cabrera].

Por ello, los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma
norma que los reconoce; por el ejercicio de uno o más derechos
constitucionales, o por el ejercicio de uno o varios bienes jurídicos
constitucionales.

4. El caso de autos se encuentra comprendido en el primer tipo de


límites. En efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de la Constitución,
no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los
casos previstos por la ley. Por tanto, para esclarecer la controversia, debe
establecerse si el período de detención preventiva que cumple el actor
constituye una restricción del derecho a la libertad prevista en la ley y la
Constitución.

5, Del estudio de las piezas instrumentales obrantes en autos se observa


que el demandante fue procesado y condenado a 20 años de pena privativa de
la libertad por jueces “sin rostro”, por el delito de traición a la patria, conforme
se desprende de las copias certificadas obrantes en autos, de fojas 45 a 47.
Dicho proceso fue declarado nulo por la Tercera Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Arequipa, mediante resolución de fecha 10 de junio de
2003, corriente en autos, de fojas 70 a 78. A consecuencia de dicha declaración
de nulidad, la mencionada sala nuevamente procesó y condenó al actor a 20
años de pena privativa de libertad, resolución que fue apelada por el actor,
quien se encuentra detenido por mandamiento escrito y motivado del juez
expedido al interior de un proceso penal seguido en su contra.

Exceso de detención

En cuanto a la norma penal aplicable para determinar el plazo máximo


de detención preventiva, este Tribunal ha subrayado que la aplicación de
normas procesales penales se rige por el principio tempus regit actum, que
establece que la ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra
vigente al momento de resolver [STC 1593-2003-HC, Caso Dionicio Llajaruna
Sare].

6. De ello se colige que resulta aplicable al caso de autos el artículo 1 de


la Ley Nº 27553, dispositivo que desde el 14 de noviembre de 2001 modifica el
artículo 137 del Código Procesal Penal, el cual establece, en su párrafo cuarto,
que una vez condenado en primera instancia el inculpado, la detención se
prolongará hasta la mitad de la pena impuesta cuando ésta hubiera sido
recurrida, como es el caso de autos. Es pertinente precisar que la primera
disposición complementaria del Decreto Legislativo Nº 926, en concordancia
con el artículo 137 del Código Procesal Penal, señala que el plazo límite de
detención, en los procesos en que haya sido aplicada tal norma se computará
desde la fecha de expedición de la resolución que declare la anulación.

7. En ese sentido, el auto que anula el proceso obrante en el expediente,


de fojas 70 a 78, fue emitido con fecha 10 de junio de 2003, y desde ese
preciso momento es que se inicia el cómputo del plazo al cual alude el artículo
137 del Código Procesal Penal, cuyo vencimiento, tratándose de una sentencia
recurrida en primera instancia, será al cabo de 10 años; es decir, en el caso, el
10 de junio del año 2013.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 2926-2004-HC/TC
PIURA
JUAN RODOLFO WONG PERONE
(Publicado: 13-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima a los 28 días del mes de diciembre de 2004, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini,
Presidente; García Toma y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Juan Rodolfo Wong Perone


contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
de Piura, de fojas 99, su fecha 25 de junio de 2004, que declaró improcedente
la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

Con fecha 19 de mayo de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los vocales de la Primera Sala Especializada en lo Penal
de la-Corte Superior de Justicia de Piura, don Andrés Villalta Pulache, don
Marcos Guerrero Castillo y don Óscar Alamo Rentaría, así como contra el Juez
del Cuarto Juzgado Pena¡ de Piura, don César Augusto Castillo Palacios;
sosteniendo que con fecha 2 de octubre de 2002, fue sentenciado por el
Juzgado Penal emplazado por la comisión del delito contra la libertad de
trabajo tipificado en el artículo 168 del Código Penal (Expediente Nº 1043-
2002) a un año de pena privativa de la libertad suspendida por el mismo plazo
bajo el cumplimiento de determinadas reglas de conducta, una de ellas
cancelar el íntegro de los beneficios sociales adeudados a los agraviados en el
plazo de treinta días, bajo apercibimiento de la aplicación progresiva del
articulo 5 del Código Penal, resolución que fue confirmada por la Sala Pena)
Superior emplazada, con fecha 13 de enero de 2003.
Acota el demandante que al no haber podido cumplir con el pago de los
beneficios sociales ni la reparación civil, el Juzgado penal demandado resuelve
revocar la condicionalidad de la pena convirtiéndola en efectiva, disponiendo
órdenes de ubicación y captura contra su persona, medida que fue apelada y al
absolverse el grado por la Sala Penal emplazada, con fecha 19 de marzo de
2004, dicha decisión resulta extemporánea e injusta porque el período de
prueba ya había vencido en exceso al momento de dictarse la citada resolución
revocatoria (cumplido el 12 de enero de 2004), por lo que debe dejarse sin
efecto las órdenes de ubicación y captura libradas contra el demandante que
amenazan su libertad individual.

Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, el Juez penal demandado efectúa


sus descargos, sosteniendo que todos los apremios impuestos en la instrucción
seguida al accionante establecidos en el artículo 5 del Código penal se han
impuesto dentro del plazo de suspensión de la ejecución de la pena. Por su
parte el actor ratifica los términos de su demanda.

Resolución de primera instancia

El Primer Juzgado Penal (Módulo Penal I) de Piura, con fecha 7 de junio


de 2004, a fojas 57, declaró improcedente el hábeas corpus, por estimar que el
Juzgado penal emplazado ordenó la captura del demandante en cumplimiento
de lo resuelto por la Sala Superior Penal, dentro de un proceso regular y
respetuoso de la tutela jurisdiccional.

Resolución de segunda instancia

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Delimitación del petitorio

Mediante la presente demanda de hábeas corpus se alega que la


resolución de la Sala Penal Superior que confirmó la revocatoria de la
suspensión de la ejecución de la pena impuesta al demandante resulta
extemporánea por cuanto se dictó cuando el actor ya había cumplido el período
de prueba de un año bajo reglas de conducta que supeditaban la
condicionalidad de la condena, resultando por ello arbitrarias las órdenes de
ubicación y captura dictadas contra su persona, todo lo cual constituye una
amenaza a su libertad individual.
2 Análisis del asunto materia de controversia constitucional

1. El artículo 59 del Código Penal establece que, si durante el período de


suspensión el condenado no cumpliera las reglas de conducta impuestas, el
juez podrá amonestar al infractor; prorrogar el período de suspensión hasta la
mitad del plazo inicialmente fijado, o revocar la suspensión de la pena. Por
tanto, es facultad legal del juzgador el adoptar razonablemente cualquiera de
estas medidas ante un eventual incumplimiento de las normas de conducta
fijadas. A fojas 27, obra la sentencia condenatoria impuesta al accionante,
mediante la cual se condena al actor por el delito contra la libertad de trabajo a
un año de pena privativa de libertad con ejecución suspendida por el mismo
plazo, período que este Tribunal estima se debe computar desde que dicha
sentencia adquirió la calidad de cosa juzgada con la sentencia confirmatoria de
la Primera Sala Especializada en lo Penal de la Corte Superior de Justicia de
Piura, de fecha 13 de enero de 2003, de lo que se colige que el referido plazo
vencia el el 12 de enero de 2004.

2. Cabe señalar, que por resolución de fecha 20 de octubre de 2003, el


Juez penal demandado revocó la condicionalidad de la pena impuesta al
accionante convirtiéndola en efectiva al incumplir la regla de conducta
consistente en el pago íntegro de los beneficios sociales adeudados a los
agraviados, dicha revocabilidad dictada en primera instancia se produjo no
estando aún vencido el período de prueba que cumplía el actor, resultando por
ello plenamente válida, sin que pueda afirmarse la existencia de afectación de
alguno de los derechos que comprende la tutela procesal efectiva. La
cuestionada extemporaneidad de la resolución que confirmó la revocabilidad no
enerva la validez de la decisión judicial de primer grado, que fue dictada
oportunamente y con estricta observancia de las normas que regulan la
institución penal de la suspensión de la ejecución de la pena.

3. De otro lado, si bien el actor objeta que la obligación de reparar el


daño ocasionado por el delito sea tomada como regla de conducta para otorgar
la condena condicional, alegando que contraviene el principio constitucional de
no hay prisión por deudas, este Tribunal debe reiterar en este aspecto lo ya
sostenido en el expediente Nº 0893-2004-HC/TC: “cuando el citado artículo
prohibe la prisión por deudas, con ello se garantiza que las personas no sufran
restricción de su libertad locomotora por el incumplimiento de obligaciones,
cuyo origen se encuentra en relaciones de orden civil. La única excepción a
dicha regla se da, como la propia disposición constitucional lo señala, en el
caso del incumplimiento de deberes alimentarios (...). Sin embargo, tal precepto
y la garantía que ella contiene- no se extiende al caso del incumplimiento de
pagos que se establezcan en una sentencia condenatoria. En tal supuesto, no
es que se privilegie (...) el carácter disuasorio de la pena en desmedro de la
libertad individual del condenado, sino, fundamentalmente, la propia eficacia
del poder punitivo del Estado y los principios que detrás de ella subyacen,
como son el control y la regulación de las conductas de acuerdo con ciertos
valores y bienes jurídicos que se consideran dignos de ser tutelados”.

4. Siendo así, debe desestimarse la presente demanda, resultando de


aplicación al presente caso el artículo 2, contrario sensu, del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
GARCÍA TOMA
LANDA ARROYO

VULNERACIÓN DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 4356-2005-PHC/TC
LIMA
YOLANDA GONZALES FERNANDINI
(Publicado: 13-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Canta, a los 25 días del mes de julio de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Hernán Fernando


Gonzales Fernandiní contra la sentencia de la Segunda Sala Penal para
Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
197, su fecha 31 de marzo de 2005, que declaró improcedente la acción de
hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 4 de enero de 2005, don Hernán Fernando Gonzales


Fernandini interpone demanda de hábeas corpus a favor de Yolanda Iris
Gonzales Fernandini, contra María Antonieta Gonzales Fernandini y otros, por
atentado contra la libertad individual. Manifiesta que su hermana es retenida
por los emplazados en el inmueble de su propiedad ubicado en la calle “C” Nº
191, departamento Nº 200, urbanización Los Jazmines, distrito de Surco -
Lima, privada de atención médica especializada que exige su cuadro de
Alzheimer, así como de toda visita y comunicación. Solicita, por ello, que se
presente la documentación que acredite la atención médica que recibe la
beneficiaria y que los emplazados cumplan con precisar cuáles son los bienes
muebles e inmuebles de propiedad de su hermana Yolanda Iris Gonzales
Fernandini, toda vez que la razón por la que mantienen aislada a la favorecida
es para adjudicarse todas sus propiedades y disponer arbitrariamente del
dinero de la hermana, aprovechándose de su condición médica. Finalmente,
solicita que se oficie a los Registros Públicos de Lima a efectos de que
suspenda el poder otorgado por la favorecida a favor de los demandados y
cualquier trámite o transferencia sobre los bienes de dicha persona físicamente
disminuida.

Realizada la investigación sumaria, Juez del Trigésimo Segundo


Especializado en lo Penal de Lima se constituye al inmueble ubicado en la calle
“C” Nº 191, departamento Nº 200, primer piso, a efectos de realizar el acto
procesal de constatación, contando con la asistencia de un médico legista, el
cual certifica que la beneficiaria requiere de tratamiento médico especializado
en neurología, y supervisión permanente. Agrega que el tratamiento que reciba
doña Yolanda Iris Gonzales Fernandini puede realizarse de manera
ambulatoria, dado que su enfermedad es crónica y que sus signos vitales se
presentan estables. Por su parte, la favorecida manifiesta que se encuentra por
su propia voluntad dentro del domicilio de su propiedad y que no se siente
forzada.

El Trigésimo Segundo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con


echa 11 de febrero de 2005, declaró improcedente la demanda, por considerar
que de las actuaciones practicadas no se advierte que doña Yolanda Iris
Gonzales Fernandini se encuentre privada de su libertad, que no sufre
coacción ni condicionamiento alguno, que presenta limitaciones propias de su
edad, y que, no obstante, se le ve en aparente buen estado general,
concluyendo que, por ende, no se ha establecido que se haya suscitado la
transgresión que se acusa en la demanda.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.


FUNDAMENTOS

1. Del Acta de la Diligencia de Constatación obrante en autos a fojas 44,


45 y 46, se advierte la opinión del médico legista, doctor Manuel La Guerra
Gallardo, quien precisa que la favorecida presenta signos de Síndrome
Orgánico Cerebral- Estado Demencial, de etiología a determinar, producto de
su avanzada edad; que su enfermedad es crónica y que por esta circunstancia
su tratamiento puede realizarse de manera ambulatoria. De otra parte y aun
dentro de las limitaciones que supone su estado mental, la persona en cuyo
favor se interpone la demanda manifiesta que no se encuentra retenida por sus
familiares.

2. Asimismo, de fojas 61 a 63 se tiene el Acta de una segunda Diligencia


de Constatación practicada con fecha 9 de febrero de 2005, en la que la
medico legista doctora Mariela Genera Flores Angulo, con carnet dei Colegio
Médico Nº 31225, manifiesta que doña Yolanda Iris Gonzales Fernandini se
encuentra en buen estado de nutrición e hidratación, requiriendo para su
movilización la ayuda de otras personas, y que no se encuentra lúcida en el
tiempo y espacio. En este mismo documento la favorecida manifiesta que en el
mes de abril firmó poderes otorgándole potestad de administrar sus bienes a su
hermana María Antonieta Gonzales Fernandini.

3. De acuerdo al artículo 2 del Código Procesal Constitucional, los


procesos de hábeas corpus proceden cuando se amenacen o violen los
derechos constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento
obligatorio por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Cuando se
invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente
realización, En el presente caso, la agresión constitucional invocada por el
demandante con relación a la libertad de la beneficiaria y a su integridad física,
no se ha acreditado.

4. En lo que respecta al pedido del demandante a fin de que se declare


la nulidad de los poderes firmados por doña Yolanda Iris Gonzales Fernandíni
no es procedente que este Colegiado se pronuncie al respecto, dejándose a
salvo el derecho del actor para que lo haga valer en a vía pertinente.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus en cuanto a lo


principal e IMPROCEDENTE respecto a la propuesta de declaración de nulidad
de documentos.
Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

Declaran INFUNDADA la pretensión del demandante quien afirma que


se ha producido una doble afectación constitucional.

Expediente Nº 2034-2005-PHC/TC
LIMA
JUAN ALBERTO VILLANUEVA ESPINOZA
(Publicado: 31-01-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de mayo de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Juan Alberto


Villanueva Espinoza contra la resolución de la Primera Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 66, su fecha 3 de diciembre de 2005, que declara improcedente
la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 13 de setiembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, solicitando su inmediata
excarcelación, por violación de sus derechos constitucionales a la libertad y
seguridad personales, y al debido proceso. Aduce encontrarse detenido desde
el 30 de abril de 1993; que fue procesado y condenado por delito de traición a
la patria, imponiéndole el tribunal militar la pena de cadena perpetua; y que,
posteriormente, dicho proceso fue anulado, y se le inició uno nuevo en sede
penal, en el cual se dictó mandato de detención. Alega que su condición
jurídica es la de detenido, mas no de sentenciado; y que, habiendo transcurrido
más de 11 años y 4 meses de reclusión hasta la fecha de interposición de la
demanda, ha vencido en exceso el plazo máximo de detención previsto en el
artículo 1379 del Código Procesal Penal, por lo que su reclusión se ha
convertido en arbitraria, vulnerándose su derecho a ser juzgado en un plazo
razonable.

Agrega que las leyes que restringen la libertad individual, sean éstas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben estar vigentes con anterioridad a la
fecha en que se produce la detención, y que no pueden ser retroactivas, salvo
que beneficien al detenido, conforme lo señala el artículo 103 de la
Constitución, el cual no distingue -en su opinión- entre ley penal sustantiva,
procesal penal o de ejecución. Finalmente, alega que de la sentencia de la
Corte Interamericana expedida en el caso Suárez Rosero se desprende que el
plazo de detención debe computarse desde la detención policial, por lo que
solicita que se le apliquen dichos plazos.

Realizada la investigación sumaria, el demandante se ratifica en los


términos de su demanda, alegando haber sido detenido por la Policía Nacional
desde 1993, y que fue procesado por un tribunal militar que le impuso la pena
de cadena perpetua, proceso que fuera declarado nulo. Por su parte, la doctora
Nancy Ezaiguirre Gárate, integrante de la Sala Nacional de Terrorismo,
sostiene que no existe detención arbitraria, y que, por disposición del Decreto
Ley Nº 922, se computará la detención desde la fecha en que se dicte el nuevo
auto que abre instrucción en el nuevo proceso, por lo que el plazo límite de
detención no ha vencido.

El Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial, con fecha 21 de setiembre de 2004, se apersona al proceso
solicitando que se declare improcedente la demanda, aduciendo que el
cuestionado es un proceso regular, ante el cual el hábeas corpus no puede ser
eficaz.

El Vigésimo Segundo Juzgado Penal de Lima, con fecha 23 de


setiembre de 2004, declara improcedente la demanda, por considerar que no
se acredita vulneración constitucional alguna contra la demandante toda vez
que se han respetado las normas y plazos procesales que estipulan la norma
adjetiva y el debido proceso.

La recurrida confirma la apelada, por fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. El presente proceso constitucional tiene por objeto que se disponga la


inmediata excarcelación del demandante, alegándose que el plazo límite de
detención establecido por el artículo 1379 del Código Procesal Penal, en su
caso, ha vencido.

§. Petitorio

2. El demandante afirma que se ha producido una doble afectación


constitucional:

a) Detención arbitraria originada por el vencimiento del plazo legal de


detención preventiva.

b) Vulneración de las garantías del debido proceso respecto del plazo


razonable, causada por la duración ilimitada de su detención por la aplicación
de dispositivos procesales penales que no estuvieron vigentes al momento de
su detención, con la consecuente transgresión del principio de legalidad
procesal.

3. Resulta importante precisar que si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos.

§. Materias sujetas a análisis constitucional

4. En la presente sentencia, este Colegiado debe determinar:

a) Si se ha lesionado el derecho que tiene todo justiciable al pleno


ejercicio de las facultades que, sobre la impartición de justicia, consagra la
Constitución Política del Perú.

b) Si por el tiempo transcurrido en detención preventiva se ha afectado la


libertad personal de la demandante.

Esto es, si los magistrados emplazados transgredieron el debido proceso


y si, con ello, afectaron la libertad personal de la demandante.

§. Límites del derecho a la libertad personal

5. Este Tribunal ha señalado, en reiterada jurisprudencia, que la libertad


personal no solo es un derecho fundamental reconocido, sino un valor superior
del ordenamiento jurídico, pero que su ejercicio no es absoluto e ilimitado, pues
se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley.

6. El caso de autos se encuentra comprendido en estos límites. En


efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de la Constitución, no se
permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los casos
previstos por ley. Por tanto, para esclarecer la controversia, debe establecerse
si el periodo de detención preventiva que cumple el demandante constituye una
restricción del derecho a la libertad prevista en la ley y la Constitución.

§. Sobre la afectación a la libertad individual por exceso de detención


preventiva

7. El artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


establece que toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal
será llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un
plazo razonable o a ser puesta en libertad. La prisión preventiva de las
personas sometidas a juicio no debe ser la regla general, pero su libertad podrá
estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia del acusado en
el acto del juicio, o en cualquier momento de las diligencias procesales y, en su
caso, para la ejecución del fallo.

8. De ello se infiere que la detención preventiva debe ser la última ratio


entre las opciones que dispone un juez para asegurar el éxito del proceso
penal, y que constituye una de las formas constitucionales de garantizar que el
procesado comparezca a las diligencias judiciales.

9. De autos se advierte que el demandante fue procesado y condenado


a cadena perpetua por el delito de traición a la patria, juzgamiento que estuvo a
cargo de tribunales militares. Contra dicho proceso interpuso acción de hábeas
corpus, que al ser declarada fundada declaro “[N]ulo el proceso penal seguido
contra el recurrente Juan Alberto Villanueva Espinoza, inclusive la denuncia de
la Fiscalía Militar ad-hoc”,1 disponiendo que un plazo de 24 horas se remitan
los actuados al Fiscal Provincial Penal competente para que proceda coniforme
a sus atribuciones.

Así, en la justicia ordinaria se le formuló denuncia penal (fs. 21/23) y el


Tercer Juzgado Especializado en lo Penal de Terrorismo instauró el proceso Nº
326-2003, en el que se le abrió instrucción por delito contra la tranquilidad
pública-terrorismo, conforme se acredita con las copias certificadas que obran
en autos de fojas 19 a fojas 25.
10. En tal sentido, de la nulidad de actuados declarada y de la posterior
tramitación de la causa penal seguida contra el demandante en la vía ordinaria
se evidencia la observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional
efectiva, al respetarse el principio del juez natural.2

§. Sobre el presunto exceso de detención

11. El artículo 137 del Código Procesal Penal señala que el plazo de
detención en el proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18
meses, término que se duplicará automáticamente en caso de que el proceso
sea por los delitos de terrorismo, tráfico de drogas, espionaje u otro de
naturaleza compleja seguido contra más de diez imputados.

Asimismo, el artículo 4 del Decreto Legislativo Nº 922 señala que el


plazo límite de detención se computa desde la fecha en que se dicte el nuevo
auto de instrucción del nuevo proceso.

12. En tal sentido, el auto que abre instrucción en el nuevo proceso fue
expedido el 10 de octubre de 2003, fecha en que el Tercer Juzgado
Especializado Penal en Terrorismo dictó mandato de detención contra el
demandante y desde la cual se inicia el cómputo del plazo al que se refiere el
artículo 1379 del Código Procesal Penal, cuyo vencimiento, tratándose de un
proceso de terrorismo, se produce a los 36 meses. Siendo ello así, a la fecha,
el plazo de detención aún no ha vencido, resultando de aplicación el artículo 29
del Código Procesal Constitucional.

13. Finalmente, en el extremo invocado por el demandante, referido a


que en “ (...) la sentencia de la Corte Interamericana expedida en el caso
Suárez Rosero se desprende que el plazo de detención debe computarse
desde la detención policial, por lo que solicita que se le apliquen dichos plazos”,
este Colegiado en anterior oportunidad ha establecido que: “(...) de
conformidad con el artículo 79 numeral 2 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, la validez de la detención judicial preventiva no sólo está
condicionada a la observancia del principio de legalidad, esto es, que las
causales de su dictado sean previstas en el derecho interno, sino, además, a
que dichas razones de justificación se encuentren conformes con la
Constitución, ya que nadie puede ser privado de su libertad física salvo por las
causas y en las condiciones fijadas de antemano por las constituciones
políticas de los Estados partes o por las leyes dictadas conforme a ellas. Lo
que quiere decir que no sólo basta con que las razones que puedan dar origen
a la detención judicial preventiva estén señaladas en la ley, sino, además, que
ellas se encuentren conformes con la Constitución”3.
15. Así, por la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Carta
Fundamental, los derechos y libertades reconocidos constitucionalmente deben
interpretarse de conformidad con la Declaración Universal de Derechos
Humanos, y con los tratados y las decisiones adoptadas por los tribunales
internacionales sobre derechos humanos constituidos según tratados de los
que el Perú es parte, que incorporados al derecho interno procesalmente se
encuentran materializados en el artículo 1379 del Código Procesal Penal, que
establece los plazos de detención preventiva y el cómputo de los mismos.

16. En torno a ello, el Tribunal Constitucional debe recordar,


especialmente teniendo en consideración los graves problemas ocasionados
por las prácticas terroristas en nuestro país durante los últimos años, que los
plazos previstos en el artículo citado tienen que ver con la tutela de los
derechos del justiciable, pero, fundamentalmente con la finalidad de preservar
el orden público. Ello porque el Estado garantiza la seguridad de la nación y la
defensa nacional, pues, por mandato constitucional previsto en el artículo 163:
“Toda persona natural o jurídica está obligada a participar de la Defensa
Nacional, de conformidad con la ley”.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

NULIDAD DE PROCESO PENAL POR DELITO DE TRÁFICO ILÍCTO


DE DROGAS

EXP. Nº 4644-2004-HC/TC
LIMA
EDMUNDO MANUEL CAMPOS PADILLA
(Publicado: 08-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 31 días del mes de mayo de 2005, el Tribunal
Constitucional, en sesión de pleno, con la asistencia de los magistrados Alva
Orlandini, Presidente; Bardellí Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, Vergara Gotalli y
Landa Arroyo pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por doña Patricia Gutiérrez Villanueva


contra la resolución de la Sexta Sala Penal para Procesos con Reos Libres de
la Corte Superior de Justicia de Lima, su fecha 15 de noviembre de 2004, que,
confirmando la apelada, declaró improcedente la demanda de hábeas corpus
de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 24 de agosto de 2004, la recurrente interpone hábeas corpus


a favor de don Edmundo Manuel Campos Padílla. Refiere que al haber sido
condenado por la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas, tipificado en el
artículo 296 del Código Penal, interpuso recurso de nulidad y la Corte
Suprema, mediante ejecutoria de fecha 27 de abril de 2001, declaró haber
nulidad en la sentencia y, reformándola, le impuso 25 años de pena privativa de
libertad por encontrarlo responsable de la modalidad agravada de dicho delito,
típífícada en el artículo 297 Inciso 7) del Código Penal. Que, a pesar de haber
interpuesto recurso de nulidad contra la sentencia condenatoria dentro del
plazo legal, el referido recurso no fue debidamente proveído, por lo que, a
pesar de no estar conforme con la pena impuesta, no fue de conocimiento de la
Corte Suprema cuando resolvió el recurso de nulidad interpuesto por el
Ministerio Público, lo cual vulnera su derecho de defensa. Señala, además, que
la Corte Suprema de Justicia del Perú lo condena por un delito sobre el cual no
se le halló responsabilidad en primera instancia.

Realizada la sumaria investigación, el favorecido se ratifica en la


demanda de hábeas corpus, señalando que la Sala no dio cuenta del recurso
de nulidad interpuesto, lo que impidió que la Sala Suprema conozca sus
argumentos.

El Cuadragésimo Tercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 15 de


octubre de 2004, a fojas 115, declaró improcedente la demanda de hábeas
corpus, por considerar que la resolución judicial cuestionada proviene de un
proceso regular.

La recurrida confirmó la apelada por considerar que, de acuerdo al


artículo 300 dei Código de Procedimientos Penales, la Corte Suprema se
encontraba facultada para aumentar la pena, ya que el recurso de nulidad fue
también interpuesto por el Ministerio Público.

FUNDAMENTOS

1. Este colegiado considera que el hecho de no elevar un recurso


interpuesto, a pesar de que fue concedido, constituye una grave irregularidad
procesal, vulneratoria del derecho a la doble instancia. Sin embargo, en el
presente caso, este Tribunal advierte que si bien el escrito mediante el cual el
favorecido interpuso el recurso de nulidad no fue de conocimiento de la Corte
Suprema, ello no impidió que esa sede jurisdiccional conociera del caso en
nulidad, ya que el Ministerio Público también interpuso el recurso, lo que
permitió al Supremo Tribunal conocer del tema cuestionado.

2. Este Tribunal advierte que, si bien el recurrente pudo acceder ala


instancia requerida, la no elevación del recurso podría causar indefensión, en
tanto impediría al órgano jurisdiccional conocer los fundamentos del recurrente.
Sin embargo, en el presente caso, tal como consta de la copia del recurso de
nulidad interpuesto por el recurrente, el mismo no se encuentra fundamentado.
En efecto, según lo dispuesto en el artículo 300 del Código de Procedimientos
Penales, vigente al momento de interpuesto el recurso, es decir, antes de la
modificación operada mediante Ley Nº 27454, no era obligatorio fundamentar
el recurso de nulidad interpuesto. Asimismo, según información remitida a este
Tribunal con fecha 26 de mayo de 2005, no obra en el expediente del proceso
penal seguido contra el recurrente, escrito alguno mediante el cual fundamente
el recurso interpuesto, por lo que cualquier defecto de tramitación no le habría
causado un perjuicio.

3. Finalmente, es de señalarse que, respecto de las facultades de la


Corte Suprema con relación a la elevación de la pena impuesta en primera
instancia, este Tribunal no sólo ha reconocido que dicho órgano sólo está
posibilitado de aumentar la pena cuando el Ministerio Público hubiera
interpuesto el recurso de nulidad [Exp. Nº 1918-2002-HC/ TC], sino que en
caso se encuentre habilitada para aumentar el quantum de pena, no podrá
imponer condena por un delito que no fue materia de acusación [Exp. Nº’ 1231-
2002-HC/TC]. Al respecto, tal como consta de la copia certificada de la
acusación fiscal que obra en autos, el recurrente fue acusado de la comisión
del ilícito previsto en el artículo 297 inciso 7) del Código Penal, delito por el
cual, finalmente, fue condenado en Instancia Suprema.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS,
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VIOLACIÓN AL DEBIDO PROCESO Y AMENAZA A LA LIBERTAD


INDIVIDUAL

EXP. Nº 3789-2005-PHC/TC
LIMA
JAVIER LEÓN EYZAGUIRRE
(Publicado: 15-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 9 días del mes de noviembre de 2005, el Tribunal


Constitucional, en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, García
Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo. pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Heriberto Manuel


Benítez Rivas contra la resolución de la Segunda Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 153, su fecha 31 de marzo de 2005, que declara infundada la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 8 de febrero de 2005, don Heriberto Manuel Benítes Rivas


interpone demanda de hábeas corpus a favor de su patrocinado, don Javier
León Eyzaguirre, y la dirige contra la Jueza del Trigésimo Séptimo Juzgado
Penal de Lima, doña Anita Julca Vargas, por violación flagrante a su derecho al
debido proceso y amenaza a su libertad individual, por lo que, retrotrayendo las
cosas al estado anterior a la vulneración constitucional, solicita que se declare
la extinción de la acción penal incoada contra el beneficiario. Sostiene que ante
el Trigésimo Séptimo Juzgado Penal de Lima, se le instauró el proceso penal
Nº 579-2004, por los presuntos delitos contra la fe pública y contra el
patrimonio, en la modalidad de estafa, en agravio de OMNIAGRO S.A. y
Liofilizadora del Pacífico S.R.L., cuyo estadio procesal es el de dictar sentencia.
Aduce que el supuesto delito que se le imputa ya fue objeto de resoluciones
judiciales consentidas y ejecutoriadas, puesto que, por los mismos hechos, el
Vigésimo Séptimo Juzgado Penal de Lima declaró No Ha Lugar a la Apertura
de Instrucción (resolución posteriormente confirmada por la Quinta Sala Penal
de la Corte Superior de Justicia de Lima), adquiriendo, en consecuencia,
carácter de cosa juzgada, evidenciándose la violación al debido proceso legal y
a las garantías judiciales consagradas en la Constitución. Finalmente, aduce
que la orden de ubicación y captura dictada contra su patrocinado amenaza su
derecho a la libertad individual; hubieron dos citaciones anteriores que
postergaron la diligencia, una por la presentación de un certificado médico y la
otra por una recusación; asimismo, que dichos recursos fueron presentados en
ejercicio de su derecho de defensa, ante la voluntad evidenciada por la
emplazada de dictar una injusta sentencia condenatoria.

Realizada la investigación sumaria, el recurrente se ratifica en los


fundamentos de su demanda. La Jueza del Trigésimo Juzgado Penal de Lima,
doña Anita Luz Julca Vargas, señala que tomó conocimiento de la causa Nº 579
-2004, proveniente del Vigésimo Noveno Juzgado Penal de Lima cuando el
estadio procesa¡ era el de emitir pronunciamiento final, procediendo a
programarla fecha y hora para la audiencia de lectura de sentencia conforme a
ley. Asimismo, refiere que debe merituarse el hecho que fue el beneficiario
quien solicitó la reprogramación de la citada audiencia, para posteriormente
presentar recusación. Respecto a la recusación, señala que la declaró
improcedente por extemporánea, conforme al artículo 34 del código de
procedimientos penales. Acota que el presente proceso se realizó regularmente
y que la declaración de contumacia se realizó conforme a ley.

El Décimo Sexto Juzgado Penal de Lima, con fecha 14 de febrero de


2005, declaró infundada la demanda por considerar que no se evidencia
vulneración constitucional ni amenaza de violación a los derechos
constitucionales del beneficiario, dado que la jueza emplazada actuó
regularmente y que la resolución cuestionada fue expedida dentro de un
proceso regular.

El Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial se apersona en el proceso y solicita que se declare improcedente la
demanda aduciendo que, en vista de que el proceso ha sido tramitado de
manera regular, el hábeas corpus no resulta eficaz.
La recurrida confirma la apelada por similares fundamentos, adicionando
que la existencia de una excepción de cosa juzgada en trámite no impide al
juzgador dictar sentencia, toda vez que ésta será resuelta conjuntamente con el
pronunciamiento a expedirse.

FUNDAMENTOS

1. El demandante alega que se ha afectado la garantía del debido


proceso y al principio de la cosa juzgada al procesar al beneficiario por hechos
sobre los cuales existe una resolución judicial consentida y ejecutoriada. Aduce
que la declaración de contumacia y las órdenes de captura dictadas contra éste
amenazan su libertad individual.

2. Es importante resaltar que, si bien el proceso de hábeas corpus no


tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta que se invocan restricciones y amenazas al
pleno ejercicio de la libertad locomotora, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos considerados lesivos.

Determinación del acto lesivo objeto del control constitucional

3. El demandante fundamenta el presente proceso constitucional en la


presunta transgresión al principio de la cosa juzgada; atribuye tal vulneración al
proceso penal seguido contra el beneficiario por los delitos contra la fe pública
y contra el patrimonio, los cuales ya fueron materia de un pronunciamiento
judicial que, en anterior oportunidad, declaró no ha lugar a la apertura de
instrucción, que al ser recurrido fue confirmado en segunda instancia.

4. La controversia en el presente caso, gira, fundamentalmente, en torno


a la arbitrariedad de procesar penalmente al beneficiario; el demandante le
atribuye al auto de no ha lugar, dictado en anterior oportunidad, el carácter de
cosa juzgada, por lo que considera que procesar al favorecido par los mismos
hechos lesiona la inmutabilidad de la cosa juzgada y la prohibición
constitucional de revivir procesos fenecidos. Hecho que, sumado a las órdenes
de ubicación y captura dictadas en su contra, lesiona sus derechos
fundamentales.

Planteado así el aspecto controvertido, el Tribunal Constitucional


procede a realizar el análisis de fondo.

La afectación de la cosa juzgada y la prohibición constitucional de revivir


procesos fenecidos
5. Del contenido de la demanda se advierte que la base esencial del
recurrente para postular su demanda, racae en asignarle al auto que declara no
haber lugar a la apertura de instrucción, la calidad de cosa juzgada.

6. La Norma Fundamental, en su artículo 13 señala los principios y


derechos de la función jurisdiccional, precisando en el inciso 13) “(1) a
prohibición de revivir procesos fenecidos con resolución ejecutoriada. La
amnistía, el indulto, el sobreseimiento definitivo y la prescripción producen los
efectos de cosa juzgada.” La norma precisa, taxativamente, cuáles son las
instituciones que producen los efectos de cosa juzgada.

7. De ello se infiere que, en nuestro ordenamiento jurídico, una de las


garantías de la administración de justicia consagrada por la Carta de 1993 es la
inmutabilidad de la cosa juzgada, al destacar expresamente: “Ninguna
autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano jurisdiccional ni
interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar sin efecto
resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar
procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su ejecución”.
Dicha disposición protege el principio de cosa juzgada, así como los
correspondientes a la seguridad jurídica y a la tutela jurisdiccional efectiva.

8. La protección mencionada se concreta en el derecho que corresponde


a todo ciudadano de que las resoluciones judiciales sean ejecutadas o
alcancen su plena eficacia en los propios términos en que fueron dictadas; esto
es, respetando la firmeza e intangibilidad de las situaciones jurídicas allí
declaradas. Ello, obviamente, sin perjuicio de que sea posible su modificación o
revisión, a través de los cauces extraordinarios legalmente previstos. Lo
contrario, desconocerla cosa juzgada material, priva de eficacia al proceso y
lesiona la paz y seguridad jurídica.

9. Asi, lo que corresponde a los órganos jurisdiccionales es ajustarse a lo


juzgado en un proceso anterior cuando tengan que decidir sobre una relación o
situación jurídica respecto de la cual existe una sentencia firme, derivada de un
proceso seguido entre las mismas partes (perfecta identidad), respecto de los
mismos hechos y tramitado ante la misma autoridad jurisdiccional. Dicho
pronunciamiento constituye, en consecuencia, un antecedente lógico respecto
a aquello que nuevamente se pretende someter a juzgamiento.

Por ello, este Tribunal reitera lo sostenido en anterior oportunidad (STC.


Nº 1279-2003-HC, Caso Navarrete Santillán); “(... ) lo establecido en una
sentencia o resolución que ponga fin al proceso, debe ser respetado, y no
puede ser objeto de nueva revisión, salvo las excepciones previstas.(...)”
10. Al respecto, del Oficio S/N remitido a este Tribunal por el Vigésimo
Sexto Juzgado Penal de Lima se advierte que la Primera Fiscalía Provincial de
Lima formuló denuncia penal contra el beneficiario por los delitos contra la fe
pública, en la modalidad de falsedad genérica, y por delito contra el patrimonio,
en la modalidad de fraude, en la administración de persona jurídica y
apropiación ilícita en agravio de la Empresa OMNOAGRO S.A. y Liofilizadora
del Pacífico SRLtda (fs. 111-112 del Cuadernillo del Tribunal Constitucional),
que fue desestimada por el Vigésimo Sexto Juzgado Penal de Lima, que
declaró: “No ha lugar a la apertura de instrucción” (fs.113-118 C. del T. C.), y, al
ser recurrida, se evocó a su conocimiento la Quinta Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Lima, que confirmó la resolución apelada (fs.119-123 C.
del T. C.). De lo cual se colige que no se instauró proceso penal contra el
beneficiario, que éste no fue juzgado en un proceso penal anterior, que nunca
se dictó sentencia contra él y por ende no existe sentencia firme dictada en su
contra.

Empero, al no encontrarse entre las instituciones que por mandato de la


Norma Suprema producen efectos de cosa juzgada, la pretensión del actor
radica en que este Tribunal le asigne al auto de no ha lugar a la apertura de
instrucción, carácter de cosa juzgada, calidad de la que no goza la resolución
judicial mencionada, toda vez que las situaciones jurídicas allí declaradas
carecen de la firmeza e intangibilidad que caracteriza al principio de
inmutabilidad, el cual es atributo esencial de la cosa juzgada.

La afectación del debido proceso

1. El artículo 8.1, de la Convención Americana de Derechos Humanos,


en relación al debido proceso, establece que: “(toda persona tiene derecho a
ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez
o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad
por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra
ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil,
laboral, fiscal o de cualquier otro carácter”.

12. La Norma Suprema consagra la observancia del debido proceso y la


tutela jurisdiccional. Es decir, garantiza al justificable, ante su pedido de tutela,
el deber del órgano jurisdiccional de observar el debido proceso y de impartir
justicia dentro de los estándares mínimos establecidos por los instrumentos
internacionales.

Este enunciado es recogido por el artículo 4 del Código Procesal


Constitucional, al establecer que “(se entiende por tutela procesal efectiva
aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan, de modo
enunciativo, sus derechos de libre acceso al órgano jurisdiccional, a probar, de
defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso, a no ser
desviado de la jurisdicción predeterminada ni sometido a procedimientos
distintos de los previstos por la ley, a la obtención de una resolución fundada en
derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de
revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna
de las resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad
procesal penal”.

13. En este orden de ideas, por debido proceso debe entenderse, en


términos latos y conforme ha sido expuesto en reiterada jurisprudencia del
Tribunal Constitucional, a aquellas garantías procesales que deben ser
respetadas durante el desarrollo del proceso, para no afectar su decurso y
convertirlo en irregular.

En tal sentido, el demandante atribuía la vulneración al debido proceso


en la supuesta transgresión al principio de la cosa juzgada; por consiguiente, al
no evidenciarse la vulneración que la sustenta, conforme lo sostenido en los
considerandos precedentes, resulta de aplicación el artículo 1 del Código
Procesal Constitucional.

B. LA AMENAZA DE VIOLACIÓN A UN DERECHO CONSTITUCIONAL

14. Del escrito de demanda se advierte que el demandante considera


que la emplazada “evidenció la voluntad de dictar una injusta sentencia
condenatoria”, razón por la cual el beneficiario presentó los recursos de fecha
29 de diciembre de 2004 (certificado médico) y 21 de enero de 2005
(recusación).

Aseveraciones de las cuales se infiere, de una parte, que la declaración


de contumacia y la posterior orden de ubicación y captura fueron dictadas ante
la renuencia del favorecido a cumplir con el mandato judicial de concurrir a la
diligencia de lectura de sentencia y, de otra parte, que la sentencia dictada en
la diligencia -que pretende evadir mediante el ejercicio de su defensa
obstruccionista- sea condenatoria.

15. El artículo 2 del Código Procesal Constitucional, ley Nº 28237,


establece que los procesos constitucionales de hábeas corpus, amparo y
hábeas data proceden cuando se amenace o viole los derechos
constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento obligatorio, por
parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Cuando se invoque la
amenaza de violación de un derecho constitucional, ésta debe ser cierta y de
inminente realización.
16. En tal sentido, de lo expuesto se colige, de una parte, que no existe
razonabilidad en la afirmada amenaza ya que, por el contrario, se trata de una
investigación judicial que debe concluir precisamente con la decisión final que
en tal extremo se adopte. Y, de otra, que la supuesta afectación no es de
inminente realización; en consecuencia, la demanda debe ser desestimada en
aplicación de la Ley Nº 28237 acotada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese,

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VIOLACIÓN DEL DERECHO DE PETICIÓN

Expediente Nº 3627-2004-PHC/TC
LIMA
FLORESMILA ROMERO GUILLÉN
(Publicado: 11-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 28 días del mes de diciembre de 2004, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por doña Floresmila Romero Guillén


contra la sentencia de la Sexta Sala Especializada en lo Penal para Procesos
con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 126, su
fecha 27 de setiembre de 2004, que declaró infundada la demanda de hábeas
corpus de autos.

ANTECEDENTES

La recurrente, con fecha 29 de agosto de 2003, interpone demanda de


hábeas corpus contrae¡ Subprefecto de Lima, don Luis García Hermoza, doña
Tania Cori Alvarado Vargas y don Hernán Mercado Tunque, sosteniendo que,
con fecha 4 de marzo de 2003, ante la Subprefectura de Lima, interpuso una
solicitud de garantías personales a título personal y a favor de su hija doña
Janet Inga Romero, por amenazas contra sus vidas e integridad física y moral,
cometidas por estas últimas personas, quienes, portando armas de fuego e
instrumentos punzo cortantes, se constituyeron al domicilio de la agraviada
donde reiteraron sus amenazas, hecho frente al cual la autoridad prefectural no
dispuso lo conveniente para salvarguardar sus derechos, lo que constituye una
omisión que acarrea responsabilidad frente a una amenaza contra la vida e
integridad personal.

Realizada la investigación sumaria, el Subprefecto de la Provincia de


Lima rinde su declaración explicativa y manifiesta que cumplió con dar trámite a
la solicitud de garantías presentada por la demandante, existiendo los
resultados de la investigación policial efectuadas al respecto; no obstante, al
haberse interpuesto el hábeas corpus, se inhibió de seguir conociendo la citada
petición. Por su parte, la demandada Tania Cori Alvarado Vargas en su
declaración indagatoria negó los cargos que se le atribuyen. De otro lado, la
recurrente ratifica los términos de su demanda.

El Cuadragésimo Juzgado Penal de Lima, con fecha 1 de julio de 2004,


declaró fundada la demanda, por considerar que la presente acción de garantía
no exime a la autoridad política demandada de resolver la solicitud planteada
por la actora, existiendo una negligencia omisiva por su parte.

La recurrida revocó la apelada y, reformándola, la declaró infundada, por


estimar que la actuación del funcionario demandado se adecuó a la ley.

FUNDAMENTOS

1. CUESTIONES PRELIMINARES

A. Supuesto daño constitucional

Este proceso constitucional de hábeas corpus fue presentado por doña


Floresmila Romero Guillén contra el Subprefecto de Lima y los ciudadanos
doña Tania Cori Alvarado Vargas y don Hernán Mercado Tunque.
El acto lesivo se habría producido cuando el Subprefecto demandado,
incumpliendo sus funciones, omitió dar trámite a la solicitud de garantías
personales presentada por la actora a los efectos de que se garantice su vida e
integridad física y psicológica, que resultan amenazadas por doña Tania Cori
Alvarado Vargas y don David Hernán Mercado Tunque.

Reclamación constitucional

La demandante alega la violación de su derecho de petición


(Constitución, artículo 22, inciso 20).

Solicita lo siguiente:

Que se disponga retrotraer las cosas al estado anterior a la violación del


derecho constitucional invocado.

2. Sobre la aplicación del Código Procesal Constitucional (Ley Nº 28237)

Debe señalarse que desde el 1 de diciembre de 2004 se halla en


vigencia el Código Procesal Constitucional (Ley Nº 28237), que regula los
procesos constitucionales, entre ellos el hábeas corpus, en cuyo texto
encontramos la Segunda Disposición Final que precisa que todo proceso
constitucional en curso, como el de autos, comienza a ser regido por esta
nueva ley procesal, en forma inmediata, con las especificaciones de excepción
contemplados en la propia disposición final.

Que, compulsando el presente caso que cuestiona la actuación de un


funcionario del Estado, con las disposiciones del Código Procesal
Constitucional, se aprecia que la demanda no resulta gravada con los
supuestos impeditivos de procedibilidad, resultando adecuada la aplicación de
esta nueva legislación procesal constitucional a la presente causa.

1. 3. Análisis del caso materia de controversia constitucional

1. Como se aprecia de autos, la demandante alega que el funcionario


emplazado ha omitido efectuar un acto de cumplimiento obligatorio, al no
tramitar su solicitud de garantías personales presentada en salvaguarda de la
vida e integridad personal de su hija y la suya propia, al haber sido
amenazadas por doña Tania Cori Alvarado Vargas y don Hernán Mercado
Tunque.

2. Al respecto, debe precisarse lo siguiente, conforme se aprecia de


autos: a) a fojas tres, obra la solicitud de garantías personales presentada por
la demandante, con fecha 4 de marzo de 2003, ante el Subprefecto de la
Provincia de Lima; b) dicha autoridad prefectura] remitió dicha solicitud a la
Comisaría de la Urbanización Pachacamac, la que la derivó a la Comisaría de
la Policía Nacional del Perú de San Cosme; c) la autoridad policIal concluyó
sus investigaciones con el Parte Nº 0005-2003, documento que fue recibido en
la Subprefectura de Lima, con fecha 25 de agosto de 2003; d) por Resolucción
Subprefectural Nº 1970-2004-SAGS-G-1508-P-LIMA A/S-LIM, de fecha 18 de
mayo de 2004, el Subprefecto de Lima resolvió inhibirse de seguir conociendo
la petición de garantías, por cuanto la demandante, al iniciar el presente
proceso de hábeas corpus, recurrió al órgano jurisdiccional.

3. Este Tribunal considera que la inhibición decretada por el emplazado


funcionario prefectural, a más de un año de la presentación de la solicitud de
garantías personales materia de autos, evidencia una actitud que no solamente
supone un notorio letargo administrativo, sino también la desatención
negligente de un requerimiento que debió ser resuelto en un plazo razonable
en cumplimiento de sus obligaciones, de modo que resulta de aplicación al
caso el artículo 8 del Código Procesal Constitucional.

4. Siendo así, la acusada persistencia en la inacción para decidir si se


otorgaba, o no, protección a la demandada, en salvaguarda de sus derechos
más primarios, como son la vida y la integridad personal, determina que esta
acción deba ser estimada en aplicación del artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus.

2. Disponer que la Subprefectura de Lima resuelva la solicitud de


garantías personales presentada por la demandante doña Floresmila Romero
Guillén.

3. Disponerla remisión de copias certificadas del presente expediente


constitucional a la Fiscalía Provincial Penal de Turno para que proceda
conforme a sus atribuciones.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

EXCESO DE DETENCIÓN EN ACUMULACIÓN DE PROCESOS


Para efectos de contabilizar el cumplimiento del plazo máximo de la detención
no se tome en cuenta únicamente el mandato de detención dictado en el
proceso más antiguo, sino los mandatos de detención dictados en cada uno de
los procesos que se signen en su contra.

Expediente Nº 4677-2005-PHC/TC
LIMA
JUAN NOLBERTO RIVERO LAZO
(Publicado:11-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Ica, a los 12 días del mes de agosto de 2005, el Pleno Jurisdiccional


del Tribunal Constitucional, integrado por los magistrados Alva Orlandini,
presidente; Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente: Gonzales Ojeda, García
Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Marietta Guillén


de Rivero, a favor de don Juan Nolberto Rivero Lazo, en contra de la resolución
de fojas 288, su fecha 27 de abril de 2005, emitida por la Primera Sala
Especializada en lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte
Superior de Justicia de Lima, que, declaró infundada la demanda de hábeas
corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 18 de enero de 2005, la esposa del beneficiario, don Juan


Nolberto Rivero Lazo, interpone demanda de hábeas corpus, dirigida contra la
Sala Penal Especial “A” Anticorrupción, la misma que está integrada por las
vocales Inés Villa Bonilla, Inés Tello de Ñeco e Hilda Piedra Rojas, por
considerar se está vulnerando el derecho constitucional a la libertad individual,
dado que su esposo se encuentra detenido desde el 7 de abril de 2001, por
disposición del Quinto Juzgado Penal Especial por el “Caso Barrios Altos”.
manifestando además que se ha prorrogado el plazo de detención en el
proceso más antiguo por ser un caso complejo; sin embargo esta detención se
ha extendido por más de 45 meses, siendo que el plazo máximo es de 36
meses. Precisa además que la acumulación de procesos sólo implica que los
demás autos de apertura de instrucción sean anexados al expediente, pero que
la fecha máxima para el período de detención se basará en el auto apertorio
del proceso más antiguo; por tanto, se está vulnerando su libertad individual
porque la detención se ha prolongado por más de 36 meses.

Realizada la investigación sumaria, el beneficiario se ratifica en el


contenido de la demanda. en tanto que las vocales emplazadas manifestaron
que la acumulación de procesos decretados no puede tener como
consecuencia que, para efectos de contabilizar el cumplimiento del plazo
máximo de la detención, se tome en cuenta únicamente el mandato de
detención dictado en el proceso más antiguo, sino más bien que deben ser
tomados en cuenta los mandatos de detención dictados en cada uno de los
procesos que se siguen en su contra.

El Décimo octavo Juzgado Penal de Lima, su fecha 16 de febrero de


2005, declaró infundada la demanda de hábeas corpus, por considerar que los
plazos de los procesos seguidos en contra del beneficiario son los últimos que
se van acumulando; en ese orden de ideas. el plazo máximo para la detención
se contará basándose en el auto apertorio de instrucción del último proceso
acumulado, el mismo que tiene como fecha el 14 de febrero de 2003, por lo
que el plazo máximo para la detención aún no ha transcurrido.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. De acuerdo a los artículos 2 y 4 del Título 1 del Código Procesal


Constitucional, el hábeas corpus procede cuando se amenace o viole los
derechos constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento
obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Cuando se
invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente
realización. Asimismo, el hábeas corpus procede cuando una resolución judicial
firme vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal
efectiva.

2. Lo que pretende la actora, vía el presente proceso de hábeas corpus,


es que se disponga la libertad del beneficiario, alegando que se encuentra
detenido durante más de 45 meses, siendo plazo máximo establecido por ley,
en el artículo 137 del Código Procesal Penal es hasta 36 meses. Sostiene que
la acumulación de procesos realizada al beneficiario sólo implica que los
distintos autos de apertura de instrucción sean anexados al expediente,
debiendo tomarse en cuanta para el efecto del cómputo del plazo máximo de la
detención preventiva el auto de apertura de instrucción en que haya recaído la
acumulación.
3. Por ante el Quinto Juzgado Penal Especial, el accionante es
procesado por su participación como miembro del Grupo Colina en la llamada
“Matanza de Barrios Altos” y que corre en el Expediente Nº 32-2001, por los
delitos de -Homicidio Calificado- y otros, en agravio de Placentina Marcela
Chumbipuma Aguirre, Luis Alberto Díaz Astoivilca, Octavio Benigno
Huamanyuri Nolasco, Luis Antonio León Borja, Filomeno León León, Máximo
León León, Lucio Quispe Huanaco, Tito Ricardo Ramírez Alberto, Teobaldo
Ríos Lira, Manuel Isaías Ríos Pérez, Javier Manuel Ríos Rojas, Alejandro
Rosales Alejandro, Nelly María Rubina Arquiñigo, Odar Mender Sifuentes
Nuñez y Benedicta Yanque Churo, y por delito contra la vida, el cuerpo y la
salud -Lesiones Graves- en agravio de Natividad Condorcahuna Chicana,
Felipe León, Tomas Livias Ortega y Alfonso Rodas Alvítez y por delito contra la
tranquilidad pública -Agrupación Ilícita- en agravio de la Sociedad, dictándosele
mandato de detención preventiva el 14 de abril de 2001, proceso que fue
declarado de naturaleza compleja, disponiéndose la prolongación de la medida
con fecha 24 de julio de 2002 por el plazo máximo, según el artículo 137 del
Código Procesal Penal.

4. Asimismo en el Proceso Nº 01-2003 se decretó mandato de detención


por auto de fecha 14 de febrero de 2003, por su presunta participación en
hechos delictivos cometidos por el denominado Grupo Colina en la localidad de
El Santa-Chimbote, habiéndosele encausado como presunto coautor de los
delitos contra la vida el cuerpo y la salud -Homicidio Calificado- y la violación de
la libertad personal -Secuestro Agravado- en agravio de Carlos Alberto
Barrientos Velázquez, Roberto Barrientos Velázquez, Denis Atilio Castillo
Chávez, Federico Coquis Vázquez, Gilmer Ramiro León Velázquez, Pedro
Pablo López González, Jesús Manfredo Noriega Ríos, Carlos Martín Tarazona
More y Jorge Luis Tarazona More; se deduce de los instrumentales en autos
que el plazo de 36 meses de detención preventiva aún no ha vencido y que, en
todo caso, vencerá el día 14 de febrero del 2006.

5. Por ante el Segundo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, el


accionante se encuentra comprendido en dos causa penales, los procesos
Nos. 44-2002 y 01-2003, por delitos de Secuestro y Homicidio Agravado, en
cuanto al mandato de detención preventiva dictado en el proceso Nº 44-2002,
por auto de fecha 4 de octubre de 2002, debido a su presunta participación
como miembro del denominado Grupo Colina, en calidad de coautor de los
delitos contra la vida el cuerpo y la salud -Homicidio Calificado- y contra la
libertad-violación de la libertad en la modalidad de Secuestro- en agravio del
periodista Pedro Herminio Yauri, hechos ocurridos en la ciudad de Huacho,
proceso que fue declarado complejo y que aun continúa vigente el plazo de 36
meses de detención provisional, plazo que vencerá recién el 4 de de octubre de
2005.
6. Del fundamento anterior se desprende que dos de los procesos que
se siguen contra el recurrente aún no han llegado a su plazo máximo previsto
por ley, y que ello es de su conocimiento, dado que en su declaración
indagatoria, obrante en autos a fojas 29, manifiesta que conoce del proceso
acumulado, del mismo que aún persiste el mandato de detención, por lo que en
caso de decretarse su libertad en algún otro proceso, ésta no podrá hacerse
efectiva por tener mandatos de detención todavía vigentes en dos de los
procesos penales acumulados.

7. Los hechos que son materia de los procesos penales seguidos contra
el recurrente forman parte de un conjunto atribuido al autodenominado Grupo
Colina, todos ellos cometidos bajo una modalidad delictiva que ha motivado el
rechazo y la condena de la comunidad Nacional e Internacional.

8. El Estado Peruano no puede tolerar la impunidad de éstos y otros


graves crímenes y violaciones de los derechos humanos, tanto por una
obligación ética fundamental derivada del Estado de Derecho, como por el
debido cumplimiento de compromisos expresos adquiridos por el Perú ante la
Comunidad Internacional.

9. En efecto, la comunidad internacional reconoce la existencia de un


núcleo inderogable de derechos, establecidos en normas imperativas del
Derecho Internacional. Estas normas se derivan del Derecho Internacional de
los Derechos Humanos, del Derecho Internacional Humanitario y del Derecho
Penal Internacional.

10. El Perú ha recogido esta obligación jurídica al disponer, de


conformidad con la Cuarta Disposición Final de la Constitución, que las normas
relativas a los derechos y libertades, que al constitución reconoce, se
interpretan de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos
y con los Tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias
ratificados por el Perú.

11. Así, las obligaciones, en materia de derechos humanos, no sólo


encuentran un asidero claramente constitucional, sino su explicación y
desarrollo en el Derecho Internacional. El mandato imperativo derivado de la
interpretación en derechos humanos implica, entonces, que toda la actividad
pública debe considerar la aplicación directa de normas consagradas en
tratados internacionales de derechos humanos, así como en la jurisprudencia
de las instancias internacionales a las que el Perú se encuentra suscrito.

12. En este sentido, es un principio general del derecho internacional el


que un Estado no puede invocar las disposiciones de su derecho interno como
justificación para el incumplimiento de un tratado o de normas imperativas de
Derecho Internacional. Este principio ha quedado establecido en los artículos
27 y 532 de la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados de 1969,
ratificado por el Perú mediante el Decreto Supremo Nº 029-2000-RE, de fecha
14 de septiembre de 2000.

13. Las obligaciones del Estado en materia de derechos humanos


implican el respeto y garantía de los derechos fundamentales de las personas
sometidas a su jurisdicción. Estas obligaciones han quedado enunciadas
expresamente por el artículo 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, y los artículos 1 y 2 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. Estas normas internacionales constituyen, por ende, pauta
interpretativa mandatoria de lo dispuesto en el artículo 442. De la Constitución;
vale decir, la obligación que tiene el Estado de garantizar la plena vigencia de
los derechos humanos.

14. La obligación de garantía ha sido desarrollada en la jurisprudencia


de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Así, en la sentencia sobre el
caso Velásquez Rodríguez, del 29 de julio de 1988 (párrafo 164), la Corte
indica que el deber de garantía implica que el Estado debe prevenir, investigar
y sancionar toda violación de los derechos reconocidos, y procurar, además, el
restablecimiento, si es posible, del derecho conculcado y, en su caso, la
reparación de los daños producidos por la violación de los derechos humanos.
La obligación del Estado consiste en el ejercicio de la acción penal
correspondiente contra aquellos funcionarios públicos, o cualquier individuo,
que sea presuntamente responsable de la violación alegada. El Derecho
Internacional de los Derechos Humanos vela de esta manera por la protección
de los derechos de las personas pero, simultáneamente, exige la intervención
del Derecho Penal contra aquellos que resulten responsables de la infracción.

15. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, el Comité de


Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas y otros órganos
de control internacional, se han manifestado uniformemente respecto de las
graves implicancias que tiene la falta de sanción de graves violaciones a los
derechos humanos. Esta omisión implica, además, una violación adicional del
derecho a la tutela judicial que tiene cualquier ciudadano que se sienta violado
en sus derechos.

16. En efecto, el artículo 82 de la Declaración Universal de Derechos


Humanos señala que toda persona tiene derecho a un recurso efectivo ante los
tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus
derechos fundamentales reconocidos por la Constitución o por la ley. De igual
manera, el artículo 252 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
establece que toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a
cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la
ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por
la Constitución, la ley o la Convención, aun cuando tal violación sea cometida
por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.

17. La protección judicial así entendida implica una doble dimensión. Por
un lado, es consecuencia del derecho de las víctimas de violaciones a sus
derechos humanos a alcanzar verdad, justicia y reparación como consecuencia
de los hechos sufridos. Por otro lado, conlleva explícitamente la obligación de
las autoridades jurisdiccionales de desarrollar los procesos judiciales a su
cargo bajo las estrictas medidas de seguridad y determinando las figuras
delictivas aplicables a tenor de las disposiciones del Derecho Internacional que
resulten aplicables.

18. Además, el Derecho Internacional Humanitario expresa obligaciones


relevantes para el presente caso. En efecto, los instrumentos de esta rama
internacional aplicables a conflictos armados internos se encuentran en el
artículo 32 común de los cuatro Convenios de Ginebra y El Protocolo II
adicional de dichos Convenios. El Perú ha ratificado estos instrumentos
centrales mediante las resoluciones legislativas Nºs. 12412 (1956) y 25029
( 1989).

19. Las normas señaladas en el punto anterior se aplican en tanto exista


un conflicto armado interno entre fuerzas del Estado y grupos armados
particulares. La jurisprudencia internacional ha indicado que las normas
mínimas del Derecho Internacional Humanitario no sólo se establecen con fines
de mero reconocimiento, sino que su violación constituye una grave infracción
humanitaria y, eventualmente, un crimen de guerra (Corte Internacional de
Justicia, sentencia de fondo en el caso del estrecho de Corfú - 1949; de igual
manera en la sentencia sobre actividades militares y paramilitares en y contra
Nicaragua - 1986). Las normas imperativas que se derivan de este cuerpo
jurídico obligan no sólo a los Estados sino que comprometen directamente la
responsabilidad de los individuos. Debe tenerse presente, que las normas del
Derecho Internacional Humanitario prohiben de manera absoluta los atentados
contra la vida de personas civiles y desarmadas en cualquier tiempo y lugar

20. Tanto en el artículo 32 común de los Convenios de Ginebra como en


el artículo 4.2 del Protocolo Adicional II existen normas expresas que prohiben
conducir actos que configuren la desaparición de una persona. El artículo 32
precitado prohibe, además, los atentados contra la vida y la integridad
personal, especialmente el homicidio en todas sus formas, las mutilaciones, los
tratos crueles, la tortura y los suplicios. Privar a una persona de la garantía de
la ley y ordenar o ejecutar actos deliberados que buscan desaparecerlo, implica
una grave infracción del Derecho Internacional Humanitario que el Estado debe
sancionar.

21. Finalmente, cabe precisar que la aplicación de las disposiciones del


Derecho Internacional Humanitario no requieren validación formal alguna,
siendo aplicables automáticamente en tanto se produzca un hecho contrario a
las normas mínimas de humanidad. Así lo ha señalado, por ejemplo, el
comentario autorizado del Comité Internacional de la Cruz Roja.

22. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que la


obligación de investigar debe cumplirse con seriedad y no como una simple
formalidad condenada de antemano a ser infructuosa. La investigación que
desarrolle el Estado, por medio de sus autoridades jurisdiccionales, debe ser
asumida como un deber jurídico propio y no como una gestión procesal
cualquiera. El derecho a la tutela judicial, tal cual queda establecido en la
presente sentencia, exige que los jueces dirijan el proceso evitando dilaciones
y entorpecimientos indebidos que provoquen situaciones de impunidad que
frustren la debida protección judicial de los derechos humanos (caso Bulacio
versus Argentina, Sentencia del 18 de septiembre del 2003).

23. El artículo I del título preliminar de nuestro Código Penal establece


que la finalidad de la legislación penal es la prevención de delitos y faltas como
medio protector de la persona humana y la sociedad. Esta disposición orienta
al conjunto de las normas sustantivas y procesales, y debe ser interpretada a la
luz de las consideraciones hasta aquí anotadas. Sería un contrasentido si una
sociedad democrática tolera la impunidad en nombre de disposiciones adjetivas
que tienen otra finalidad.

24. Uno de los delitos que son materia de imputación en los referidos
procesos penales es el de desaparición forzada. El Código Penal promulgado
en 1991, mediante el Decreto Legislativo Nº 635, en su capítulo II del título XIV
del libro segundo, relativo al delito de terrorismo, artículo 3232, tipificó con
precisión el delito de desaparición forzada de personas. Este capítulo fue
posteriormente derogado mediante el Decreto Ley Nº 25474, promulgado el 6
de mayo de 1992. La figura típica de desaparición forzada de persona fue
reintroducida mediante el Decreto Ley Nº 25592, publicado en el Diario Oficial
El Peruano el 2 de julio de 1992, descripción que fue finalmente regulada
mediante el artículo 6 de la Ley Nº 26926, del 21 de febrero de 1998, ubicando
la figura dentro del capítulo de delitos contra la humanidad.

25. Esto quiere decir que entre el 7 de mayo y el 1 de julio de 1992 no


existió, taxativamente, en el Código Penal, la figura típica correspondiente a la
desaparición forzada de personas. Sin embargo, este Tribunal se ha
pronunciado con anterioridad respecto a la naturaleza permanente del delito de
desaparición forzada de personas. En efecto, en la sentencia recaída en el
Expediente Nº 2488-2002-HC/TC [Genaro Villegas Namuche], éste Tribunal
señaló expresamente que no se vulnera la garantía de la !ex previa derivada
del Principio de Legalidad Penal, en caso se aplique a un delito permanente
una norma penal que no haya entrado en vigencia antes del comienzo de su
ejecución, pero que resulta aplicable mientras el mismo sigue ejecutándose. En
tal sentido, el hecho de que la figura típica de desaparición forzada de
personas no haya estado siempre vigente, no resulta impedimento, para que se
lleve a cabo el correspondiente proceso penal por dicho delito y se sancione a
los responsables. Esta apreciación se fundamenta, además, en lo dispuesto en
el artículo III de la Convención Interamericana sobre desaparición forzada de
personas, aprobada en Belem do Para, el 9 de junio de 1994, la que indica
expresamente que los Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo
a sus procedimientos constitucionales, las medidas legislativas que fueren
necesarias para tipificar como delito la desaparición forzada de personas, y a
imponerle una pena apropiada que tenga en cuenta su extrema gravedad.

26. La desaparición forzada de personas es un delito pluriofensivo, por


cuanto afecta la libertad física, el debido proceso, el derecho ala integridad
personal, el reconocimiento de la personalidad jurídica y, como ya se ha
señalado, el derecho a la tutela judicial efectiva. La vigencia de estos derechos
es absoluta, por lo que su protección se encuentra regulada en el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional
Humanitario.

27. En efecto, la desaparición forzada de personas supone generar una


cruel sensación de incertidumbre tanto para la persona desaparecida como
para sus familiares, los mismos que pasan a ser víctimas directas de este
grave hecho. Por ello, el Derecho Internacional reconoce a la desaparición
forzada como una de las modalidades más graves de violaciones de los
derechos humanos.

28. Ahora bien, cuando este hecho es cometido como parte de una
estrategia general o representa sólo un ejemplo de un conjunto de conductas
ilícitas similares, estamos frente a la existencia de un patrón de violaciones, lo
que las convierte en crimen de lesa humanidad. Al respecto, el informe final de
la Comisión de la Verdad y Reconciliación constató que los hechos atribuibles
al autodenominado grupo Colina representaron un patrón sistemático y
generalizado de violaciones a los derechos humanos, expresado en hechos
como las desapariciones de La Cantuta, la del periodista Pedro Yauri, los
asesinatos de estudiantes en la Universidad Nacional del Centro y la masacre
de Barrios Altos. Tal como lo expresa la juez del Segundo Juzgado Penal
Especial en el auto apertorio de instrucción del proceso signado con el número
01-2003, la organización de la desaparición de los campesinos del Santa
hubiera sido imposible sin la consecución de recursos logísticos significativos,
razón por la cual han sido considerados como responsables los altos mandos a
cargo de las labores de inteligencia de esos años, incluyendo el procesamiento
del ex presidente de la República.

29. El delito de desaparición forzada ha sido desde siempre considerado


como un delito de lesa humanidad, situación que ha venido a ser corroborada
por el artículo 7 del Estatuto de la Corte Penal Internacional, que la define
como “la aprehensión, la detención o el secuestro de personas por un Estado o
una organización política, o con su autorización, apoyo o aquiescencia, seguido
de la negativa a informar sobre la privación de libertad o dar información sobre
la suerte o el paradero de esas personas, con la intención de dejarlas fuera del
amparo de la ley por un período prolongado”.

30. Se trata, sin duda, de un delito de lesa humanidad cuya necesidad


social de esclarecimiento e investigación dada su extrema gravedad, no puede
ser equiparada a la de un mero delito común. En este sentido, la Resolución Nº
666 (XIII-083) de la Asamblea General de la Organización de Estados
Americanos, estableció en el artículo 4, “Declarar que la práctica de la
desaparición forzada de personas en América es una afrenta a la conciencia
del hemisferio y constituye un crimen de lesa humanidad”. La Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas reafirma en su
preámbulo que la práctica sistemática de desapariciones forzadas constituye
un delito de lesa humanidad. La necesidad social del esclarecimiento e
investigación de estos delitos no puede ser equiparada a la de un mero delito
común (Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas,
Resolución adoptada en la séptima sesión plenaria, 9 de junio de
1994.OEA/Ser.P AG/doc.3114/94 rev.).

31. La determinación de un plazo máximo de detención, en el caso que


deba realizarse se hará conforme a criterios de razonabilidad. Asimismo, como
ya lo ha señalado este Tribunal, no es posible que en abstracto se establezca
un único plazo a partir del cual la prisión provisional pueda reputarse como
irrazonable. Ello implicaría asignar a los procesos penales una uniformidad
objetiva e incontrovertida, supuesto que es precisamente ajeno a la grave y
delicada tarea que conlleva merituar la eventual responsabilidad penal de cada
uno de los individuos acusados de la comisión de un ilícito. [Expediente Nº
2915-2004-HC/TC].

32. Asimismo, la determinación del plazo razonable de la detención no


puede dejar de tomar en cuenta la especial obligación estatal de investigar y
sancionar los hechos denunciados, conforme a lo expuesto en los parágrafos
precedentes, afin de no convalidar estrategias de impunidad respecto a graves
crímenes y violaciones a los derechos humanos.
33. Es necesario tomar en cuenta que cada uno de los procesos abiertos
contra el recurrente reviste complejidad, dado el número de procesados y de
víctimas, por lo que el plazo de detención en cada uno de ellos, por separado,
de conformidad con lo señalado en el artículo 137 del Código procesal Penal,
es el máximo previsto en la ley.

34. De otro lado, las normas procesales, entre las que se encuentra la
que señala el plazo límite de la detención sin sentencia, no sólo implican una
garantía para el imputado, sino que constituyen también un parámetro objetivo
que informa al órgano jurisdiccional sobre la forma y modo en que debe
llevarse a cabo la sustanciación del proceso. Si existe peligro procesal,
requisito indispensable para imponer una medida de detención, el órgano
jurisdiccional deberá llevar a término el proceso antes de que dicho plazo límite
haya vencido, a fin de no poner en peligro el éxito del proceso. Caso contrario,
se verá obligado a revocar el mandato de detención que pesa sobre el
imputado, y en caso subsista el peligro defugao entorpecimiento de la actividad
probatoria, ello pondrá en peligro la culminación del proceso, y, con ello, la
especial obligación de esclarecimiento que este tipo de crímenes conlleva.

35. Por lo tanto, este Tribunal considera que la acumulación de procesos


decretada no puede tener como consecuencia que, para efectos de contabilizar
el cumplimiento del plazo máximo de la detención, se tome en cuenta
únicamente el mandato de detención dictado en el proceso más antiguo, sino
más bien que deben ser tomados en cuenta los mandatos de detención
dictados en cada uno de los procesos que se siguen en su contra.

36. Es necesario recalcar que, tal como ya lo señaló este Tribunal


[Expediente Nº-2915-2004-HC/TC], una vez vencido el plazo máximo de la
detención, éste podrá ser prolongado en caso la demora en el proceso sea
atribuible al imputado, a través de una defensa obstruccionista, atentatoria de
la celeridad y del éxito judicial.

37. Finalmente este Colegiado ya se ha pronunciado respecto de las


acumulaciones, en la sentencia recaída en el Expediente Nº 2798-2005-HC/TC,
donde se precisa que para efectos de contabilizar el cumplimiento del plazo
máximo de la detención no se tome en cuenta únicamente el mandato de
detención dictado en el proceso más antiguo, sino los mandatos de detención
dictados en cada uno de los procesos que se signen en su contra.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACIÓN DE LA LIBERTAD PERSONALPOR ACUSACIÓN SIN


MOTIVACIÓN
La necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas es un principio
que informa el ejercicio de la función jurisdiccional y, al mismo tiempo, un
derecho constitucional de los justiciables. Mediante ella, por un lado, se
garantiza que la administración de justicia se lleve a cabo de conformidad con
la Constitución y las leyes (artículos 459 y 1389 de la Constitución) y, por otro,
que los justiciables puedan ejercer de manera efectiva su derecho de defensa.

Expediente Nº 8125-2005-PHC/TC
LIMA
JEFFREY IMMELT Y OTROS
(Publicado: 01-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de noviembre de 2005, reunido el Pleno


Jurisdiccional del Tribunal Constitucional, con la asistencia de los señores
magistrados Alva Orlandini, Gonzales Ojeda, García Toma, Landa Arroyo,
pronuncia la siguiente sentencia, con los votos singulares de los magistrados
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli,

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Fernando


Garrido Pinto a favor don Jeffrey Immelt y otros contra la resolución de la
Primera Sala Penal para Procesos con Reos libres de la Corte Superior de
Justicia de Lima, de fojas 245, su fecha 31 de agosto de 2005, que declara
improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES

Demanda

Con fecha 3 de agosto de 2005, se interpone demanda de hábeas


corpus a favor de Jeffrey Immelt, Joseph Anthony Pompei, John Mc. Carter,
Nelson Jacob Gurman, César Alfonso Ausín de lurruarízaga, Jorge Montes,
James Campbell, Dave Cote, Donald Breare Fontaine, Steve Reidel, Steve
Sedita, David Blair, John Welch, Dennis Dammerman, James K. Harman, Helio
Mattar, W. James Mcnerney, James E. Mohn, Robert L. Nardelli, Dennis K.
Williams y John Opie, ejecutivos de la empresa General Electric Company
contra el Juez del Vigésimo Quinto Juzgado Penal de Lima, don César Herrera
Cassina. Se sostiene que el Juez demandado dictó auto de apertura de
instrucción por delito de estafa contra los beneficiarios, disponiendo la
detención de todos ellos, sin motivar debidamente su decisión sobre las
razones que tuvo para imputarles el delito de estafa, lo que les imposibilita
enfrentar adecuadamente el proceso penal (Nº 357-2005) que se les ha
instaurado, situación que atenta contra sus derechos constitucionales a la
libertad personal y de defensa.

Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, el Juez demandado rinde su


declaración explicativa sosteniendo que el pronunciamiento de su Juzgado ha
sido en mérito de lo dispuesto expresamente por la Cuarta Sala Penal Superior
que por resolución de fecha 19 de octubre de 2004, ordenó abrir instrucción
penal contra los beneficiarios, y que la medida coercitiva de detención se trata
de una decisión jurisdiccional arreglada a derecho. Por su parte, el promotor de
la demanda de hábeas corpus al rendir su declaración indagatoria sostuvo que
se ha vulnerado los derechos constitucionales de los ejecutivos denunciados,
porque han sido acusados sin ninguna razón, afectándose además su derecho
a la libertad personal mediante un mandato de detención que violenta la
libertad de tránsito, por cuanto por razones de sus trabajos tiene que
trasladarse de un país a otro.

Resolución de primera instancia

El Trigésimo Tercer Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, a fojas


217, con fecha 11 de agosto de 2005, declaró improcedente la demanda por
estimar que la parte demandante no ha cumplido con acreditar que la
resolución que dispone el mandato de detención contra los beneficiarios, y que
vulneraría manifiestamente su libertad individual y tutela procesal efectiva haya
quedado firme, como así lo exige el artículo 4 del Código Procesal
Constitucional.
Resolución de segunda instancia

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Cuestión procesal

1. El Tribunal entiende que hay una cuestión preliminar sobre la que


debe detenerse a fin de evaluar correctamente el sentido de la pretensión, y es
que tratándose de un hábeas corpus contra una resolución judicial como es el
auto de apertura de instrucción, se debe precisar primero la aplicación del
artículo 4 del Código Procesal Constitucional, que prescribe la procedencia del
hábeas corpus contra resoluciones judiciales firmes.

2. Al respecto, el Tribunal Constitucional no comparte la tesis de la


Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima, que desestimó la
demanda de hábeas corpus por considerar que la decisión judicial de detención
adoptada por el juez emplazado no tiene la calidad de firme y definitiva que
ésta requiere para ser revisada en vía constitucional,

3. Analizados los argumentos de la demanda, este Tribunal considera


que la controversia en el presente caso, fundamentalmente gira en torno a la
legitimidad misma del proceso penal instaurado contra los beneficiarios
mediante el cuestionado auto de apertura de instrucción, resolución respecto
de la cual este Tribunal ha establecido en la sentencia recaída en el expediente
Nº 6081-2005-HC/TC (Caso: Alonso Esquivel Cornejo. F.J. Nº 3), que si bien
uno de los requisitos para cuestionar mediante hábeas corpus una resolución
de carácter jurisdiccional es que tenga la calidad de firme, conforme a lo
previsto en el artículo 4 del Código Procesal Constitucional, tratándose del auto
de apertura de instrucción no corresponde declarar la improcedencia de la
demanda, toda vez que contra esta resolución no procede ningún medio
impugnatorio mediante el cual se pueda cuestionar lo alegado en este proceso
constitucional.

4. En efecto, el auto de apertura de instrucción, constituye una


resolución que resulta inimpugnable por ausencia de una previsión legal que
prevea un recurso con este fin. Siendo así, una alegación como la planteada en
la demanda contra este auto, se volvería irresoluble hasta el momento de la
finalización del proceso penal mediante sentencia o por alguna causal de
sobreseimiento, lo que no se condice con el respeto del derecho al debido
proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva.
2. Determinación del objeto del proceso constitucional de hábeas corpus

5. En reiterada jurisprudencia, emitida por este Supremo Tribunal, se ha


establecido que el Tribunal Constitucional no es instancia en la que pueda
dictarse pronunciamiento tendiente a determinar si existe, o no, responsabilidad
penal del inculpado, ni tampoco la calificación del tipo penal en que éste
hubiera incurrido, toda vez que tales cometidos son exclusivos de la jurisdicción
penal ordinaria. Sin embargo, debe quedar plenamente establecido que si bien
el juzgador constitucional no puede invadir el ámbito de lo que es propio y
exclusivo del juez ordinario, en los términos que aquí se exponen, dicha
premisa tiene como única y obligada excepción la tutela de los derechos
fundamentales. pues es evidente que allí donde el ejercicio de una atribución
exclusiva vulnera o amenaza un derecho reconocido por la Constitución, se
tiene, porque el ordenamiento lo justifica, la posibilidad de reclamar protección
especializada en tanto es ese el propósito por el que se legitima el proceso
constitucional dentro del Estado constitucional de derecho.

6. No se trata naturalmente de que el juez constitucional, de pronto,


termine revisando todo lo que hizo un juez ordinario, sino, específicamente, que
fiscalice si uno o algunos de los derechos procesales con valor constitucional
están siendo vulnerados. Para proceder de dicha forma existen dos referentes
de los derechos de los justiciables: la tutela judicial efectiva como marco
objetivo y el debido proceso como expresión subjetiva y específica, ambos
previstos en el artículo 13, inciso 3 de la Constitución Política del Perú.
Mientras que la tutela judicial efectiva supone tanto el derecho de acceso a los
órganos de justicia como la eficacia de lo decidido en la sentencia, es decir,
una concepción garántista y tutelar que encierra todo lo concerniente al
derecho de acción frente al poder-deber de la jurisdicción, el derecho al debido
proceso, en cambio, significa la observancia de los derechos fundamentales
esenciales del procesado principios y reglas esenciales exigibles dentro del
proceso como instrumento de tutela de los derechos subjetivos. El debido
proceso tiene, a su vez, dos expresiones: una formal y otra sustantiva: en la de
carácter formal, los principios y reglas que lo integran tienen que ver con las
formalidades estatuidas, tales como las que establecen el juez natural, el
procedimiento preestablecido, el derecho de defensa, la motivación; en su faz
sustantiva, se relaciona con los estándares de justicia como son la
razonabilidad y proporcionalidad que toda decisión judicial debe suponer. Al
respecto, el Tribunal Constitucional ha reconocido estas dos manifestaciones
del debido proceso en sus sentencias recaídas en los expedientes Nº 2192-
2002-HC/TC (F.J. Nº 1), Nº 2169-2002-HC/TC (F.J. Nº 2) y Nº 3392-2004-
HC/TC (F.J. Nº 6).

7. En el supuesto de que una resolución judicial desconozca o


desnaturalice algunos de los componentes de cualquiera de los derechos aquí
mencionados, estaremos, sin lugar a dudas, ante la circunstancia de un
proceder inconstitucional, y ante un contexto donde, al margen de la función
judicial ordinaria ejercida y de la exclusividad que se le reconoce, resulta
procedente el ejercicio del proceso constitucional como instrumento de defensa
y corrección de una resolución judicial contraria a la Constitución. Puntualizado
queda, en todo caso, que solo si vulnera el contenido esencial de alguno de los
derechos antes mencionados, estaremos ante un proceso inconstitucional,
quedando totalmente descartado que, dentro de dicha noción, se encuentren
las anomalías o simples irregularidades procesales -violación del contenido no
esencial o adicional-, que no son, por sí mismas, contrarias a la Constitución
sino al orden legal. Mientras que el proceso que degenere en inconstitucional
se habrá de corregir mediante el ejercicio del proceso constitucional, la simple
anomalía o irregularidad lo será mediante los medios de impugnación previstos
al interior de cada proceso. Ese es el límite con el cual ha de operar el juez
constitucional y, a la vez, la garantía de que no todo reclamo que se le hace por
infracciones al interior de un proceso pueda considerarse un verdadero tema
constitucional.

8. Particularmente, si bien el proceso de hábeas corpus no tiene por


objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el presente caso,
habida cuenta que las vulneraciones aducidas no sólo implican la observancia
del derecho al debido proceso sino que incidiría en el ejercicio de la libertad
individual de los beneficiarios, el Tribunal Constitucional tiene competencia
ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los actos
considerados lesivos.

3. Análisis del caso materia de controversia constitucional

9. Se alega en la demanda la falta de motivación del auto de apertura de


instrucción, que estriba principalmente en la ausencia de fundamentación de la
vinculación de la imputación judicial que se hace a los beneficiarios con los
hechos que constituirían delito de estafa, generándoles con ello una situación
de indefensión, por desconocer los hechos concretos respectos de los cuales
debían defenderse.

Falta de motivación del auto de apertura de instrucción.

10. La necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas es


un principio que informa el ejercicio de la función jurisdiccional y, al mismo
tiempo, un derecho constitucional de los justiciables. Mediante ella, por un lado,
se garantiza que la administración de justicia se lleve a cabo de conformidad
con la Constitución y las leyes (artículos 459 y 1389 de la Constitución) y, por
otro, que los justiciables puedan ejercer de manera efectiva su derecho de
defensa.
11. En efecto, uno de los contenidos del derecho al debido proceso es el
derecho de obtener de los órganos judiciales una respuesta razonada,
motivada y congruente con las pretensiones oportunamente deducidas por las
partes en cualquier clase de procesos. La exigencia de que las decisiones
judiciales sean motivadas en proporción a los términos del inciso 5) del artículo
13 de la Norma Fundamental, garantiza que los jueces, cualquiera sea la
instancia a la que pertenezcan, expresen la argumentación jurídica que los ha
llevado a decidir una controversia, asegurando que el ejercicio de la potestad
de administrar justicia se haga con sujeción a la Constitución y a la ley; pero
también con la finalidad de facilitar un adecuado ejercicio del derecho de
defensa de los justiciables. En suma, garantiza que el razonamiento empleado
guarde relación y sea suficiente y proporcionado con los hechos que al juez
penal corresponde resolver.

12. En el caso de autos, se debe analizar en sede constitucional si es


arbitrario el auto de apertura de instrucción dictado contra los beneficiarios, por
la falta de motivación que se alega en la demanda. Al respecto, el artículo 77
del Código de Procedimientos Penales (modificado por la Ley Nº 28117), regula
la estructura del auto de apertura de instrucción, y en su parte pertinente
establece que:

“Recibida la denuncia y sus recaudos, el Juez Especializado en lo Penal


sólo abrirá instrucción si considera que de tales instrumentos aparecen indicios
suficientes o elementos de juicio reveladores de la existencia de un delito, que
se ha individualizado a su presunto autor o partícipe, que la acción prenal no ha
prescrito o no concurra otra causa de extinción de la acción penal. El auto será
motivado y contendrá en forma precisa los hechos denunciados, los elementos
de prueba en que se funda la imputación, la calificación de modo especifico del
delito o los delitos que se atribuyen al denunciado, la motivación de las
medidas cautelares de carácter personal o real, la orden al procesado de
concurrir a prestar su instructiva y las diligencias que deben practicarse en la
instrucción”.

13. Como se aprecia, la indicada individualización resulta exigible en


virtud del primer párrafo del artículo 77 del Código de Procedimientos Penales,
obligación judicial que este Tribunal considera que debe ser efectuada con
criterio de razonabilidad, esto es, comprender que nada más lejos de los
objetivos de la ley procesal el conformarse en que la persona sea
individualizada cumpliendo sólo con consignarse su identidad (nombres
completos) en el auto de apertura de instrucción (menos aún, como se hacía
años antes, “contra los que resulten responsables”, hasta la dación de la
modificación incorporada por el Decreto Legislativo Nº 126 publicado el 15 de
junio de 1981), sino que, al momento de calificar la denuncia será necesario,
por mandato directo e imperativo de la norma procesal citada, controlar la
corrección jurídica del juicio de imputación propuesto por el fiscal. esto es, la
imputación de un delito debe partir de una consideración acerca del supuesto
aporte delictivo de todos y cada uno de los imputados.

14. Esta interpretación se condice con el artículo 14, numeral 3), literal
“b” del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que a este respecto,
comienza por reconocer que: “Durante el proceso, toda persona acusada de un
delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: a)
A ser informada sin demora, en un idioma que comprenda y en forma detallada,
de la naturaleza y causas de la acusación formulada contra ella”. Con similar
predicamento, el artículo 8, numeral 2), literal “a” de la Convención Americana
Sobre Derechos Humanos, dispone que: “Durante el proceso, toda persona
tiene derecho, en plena igualdad, a las garantías mínimas: b) Comunicación
previa y detallada de la acusación formulada”. Reflejo de este marco jurídico
supranacional, es el artículo 13, inciso 15) de nuestra Norma Fundamental, que
ha establecido: “El principio que toda persona debe ser informada,
inmediatamente y por escrito, de las causas o razones de su detención”. Se
debe señalar que, a pesar del tenor de esta norma constitucional, de la que
pareciera desprenderse que el derecho del imputado se limita al momento de
su propia detención, lo cierto es que esta toma de conocimiento, constituye la
primera exigencia del respeto a la garantía constitucional de la defensa que
acompaña a lo largo del proceso en todas las resoluciones del mismo.

15. Examinado el cuestionado auto de apertura de instrucción (fs.


175/180), de conformidad con la Cuarta Disposición Final Transitoria de la
Constitución, es posible afirmar que tal resolución no se adecua en rigor a lo
que quieren tanto los instrumentos jurídicos internacionales de derechos
humanos, como la Constitución y la ley procesal penal citados. No cabe duda
que el artículo 77 del Código de Procedimientos Penales ofrece los máximos
resguardos para asegurar que el imputado tome conocimiento de la acusación
que contra él recae, al prescribir que: “El auto será motivado y contendrá en
forma precisa los hechos denunciados, los elementos de prueba en que se
funda la imputación, la calificación de modo especifico del delito o los delitos
que se atribuyen al denunciado”.

16. En otras palabras, la obligación de motivación del Juez penal al abrir


instrucción, no se colma únicamente con la puesta en conocimiento al sujeto
pasivo de aquellos cargos que se le dirigen, sino que comporta la ineludible
exigencia que la acusación ha de ser cierta, no implícita, sino, precisa, clara y
expresa; es decir, una descripción suficientemente detallada de los hechos
considerados punibles que se imputan y del material probatorio en que se
fundamentan, y no como en el presente caso en que se advierte una acusación
genérica e impersonalizada, que limita o impide a los procesados un pleno y
adecuado ejercicio constitucional del derecho de defensa.

17. En este sentido, cuando el órgano judicial superior jerárquico ordena


abrir instrucción. ello no exonera al a quo de fundamentar lo ordenado, de
conformidad con tos requisitos previstos en el artículo 770 del Código de
Procedimientos Penales. En consecuencia, al haber omitido el Juez penal la
formalízacíón de cargos concretos, debidamente especificados, contra todos y
cada uno de los beneficiarios, lo que denota una ausencia de individualización
del presunto responsable, en los términos anteriormente expuestos, ha
infringido el deber constitucional de motivación de las resoluciones judiciales,
lesionando el derecho de defensa de los justiciables, al no tener éstos la
posibilidad de rebatir los elementos fácticos que configurarían la supuesta
actuación delictiva que se les atribuye, en función del artículo 13, inciso 5 de la
Constitución Política del Perú.

18. Por lo anteriormente expuesto, la presente demanda debe ser


estimada al haberse acreditado que el auto de apertura de instrucción, de fecha
2 de agosto de 2005, dictado por el demandado Juez penal del Vigésimo
Quinto Juzgado Penal de Lima ha vulnerado los derechos constitucionales de
los beneficiarios de esta demanda, referidos a la motivación de las resoluciones
judiciales y de defensa, resultando de aplicación el artículo 2 del Código
Procesal Constitucional (Ley Nº 28237).

Por lo anteriormente expuesto, el Tribunal Constitucional con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus.

2. Declarar NULA la resolución de fecha 2 de agosto de 2005, expedida


por el Vigésimo Quinto Juzgado Penal de Lima en el proceso penal Nº 357-
2005, mediante la cual se abre instrucción y se dicta mandato de detención a
los beneficiarios de esta demanda, en consecuencia, se dispone la suspensión
de las órdenes de captura dictados contra todos los afectados.

3. Disponer se dicte un nuevo auto de apertura de instrucción, si fuera el


caso, teniendo en consideración los fundamentos que sustentan la presente
demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
LANDA ARROYO

VOTO SINGULAR DEL DOCTOR JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI

Emito este voto singular con el debido respeto por la opinión vertida por
el ponente, por los fundamentos siguientes:

1. Viene a conocimiento de este Supremo Tribunal Constitucional el


recurso de agravio constitucional interpuesto por Luis Fernando Garrido Pinto a
favor de Jefrey immelt y otros, contra la sentencia emitida por la Primera Sala
Pena¡ de Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima,
que confirmando la apelada declara improcedente la demanda de hábeas
corpus.

2. Se cuestiona el auto que abre instrucción en la vía sumaria por el


delito de estafa, emitido por el Juez del 25 Juzgado Penal de Lima contra 21
funcionarios de la sociedad mercantil General Electric Company a quienes, en
dicha resolución, se les ha dictado mandato de detención. Se afirma que el
referido auto no se encuentra adecuadamente motivado porque el Juez no
expone las razones que ha tenido en cuenta para imputar la comisión del
referido delito por cada uno de los imputados, habida cuenta que estos tendrían
que responder individualmente uno por uno durante la investigación judicial
solo por hechos tipificantes, omisión que los coloca en un estado de
indefensión que viola el debido proceso.

3. Al respecto este Supremo Tribunal en jurisprudencia uniforme ha


señalado que la sede constitucional no es una instancia en la que pueda dictar
pronunciamiento para determinar si existe o no responsabilidad penal del
inculpado o calificando el tipo penal por el que se le procesa, toda vez que
dichas facultades son exclusivas de la jurisdicción penal ordinaria por lo que el
juzgador constitucional no puede invadir el ámbito de lo que es propio y
exclusivo del juez ordinario.

4. Así, el Tribunal Constitucional se ha pronunciado respecto a


impugnaciones contra el auto de apertura de instrucción, en el caso del
proceso Nº 0799-2004-HC, señalando que “No resulta atendible la solicitud de
dejar sin efecto un auto apertorio de instrucción alegando la inexistencia de
pruebas de la comisión del delito, por cuanto es la etapa de la instrucción la
que tiene por objeto reunir elementos probatorios de la realización del ilícito
penal”. Del mismo modo en la STC Nº 2365-2002-HC ha señalado que
atendiendo al objeto de dicho proceso, dejar sin efecto el auto de apertura de
instrucción constituye “pretensión imposible de satisfacer mediante esta acción
de garantía, toda vez que ésta no se puede instrumentalizar con el objeto de
impedir que se realicen las investigaciones judiciales derivadas del auto
apertorio de instrucción... el Tribunal Constitucional considera que cualquier
anormalidad o irregularidad que pueda presentar el auto cuestionado deberá
remediarse mediante el ejercicio de los recursos que la ley procesal penal
prevé, y no vía este proceso que tiene como finalidad proteger la libertad
individual y los derechos conexos con ella”. En síntesis, el Tribunal
Constitucional tras reproducir parte del texto del artículo 77 del Código de
Procedimientos Penales ha dicho que no es instancia revisora para dilucidar sí
los fundamentos que sustentan el auto de apertura de instrucción son
suficientes o cumplen con los requisitos legales, dejando en claro que dicha
reclamación deberá de ser impugnada al interior del proceso penal en trámite
pues es prerrogativa de la judicatura ordinaria resolver dichas controversias.

5. El Código Procesal Constitucional, Ley Nº 28237, en el Artículo 4,


segundo párrafo, prevé la revisión de una resolución judicial vía proceso de
hábeas corpus siempre que se cumplan 2 presupuestos: 1) que se trate de una
resolución judicial firme y 2) que la vulneración a la libertad individual y a la
tutela procesal efectiva sea de forma manifiesta.

6. Consecuentemente, para legitimar el Ingreso del Tribunal


Constitucional a la revisión de una resolución judicial que en este caso
constituye la expresión misma de la autonomía del Juez y la independencia del
Poder Judicial debe acreditarse fehacientemente el cumplimiento de dichos
presupuestos caso contrario estaremos convirtiendo a este Supremo Tribunal
en una suprainstancia capaz de revisar todos los autos de apertura de
instrucción evacuados por la jurisdicción ordinaria a nivel nacional.

7. Debemos tener en cuenta primero que tratándose del cuestionamiento


al auto que abre instrucción con el argumento de una indebida o deficiente
motivación, la pretensa vulneración no puede ser conocida a través del hábeas
corpus sino del amparo puesto que el auto de apertura, en puridad, no está
vinculado directamente con la medida cautelar de naturaleza personal que se
dicta al interior de dicha resolución, medida contra la que la ley procesal
permite la apelación. Este mandato se emite en función a otros presupuestos
procesales, señalando el Artículo 135 del Código Procesal Penal,
taxativamente, los requisitos mínimos que deben concurrir para su
procedencia, que no son los mismos que los exigidos para el auto que abre
instrucción establecidos en el Artículo 77 del Código de Procedimientos
Penales. En consecuencia considero que si se denuncia que el juez ordinario,
abusando de sus facultades, abre instrucción contra determinada persona
cometiendo con ello una arbitrariedad manifiesta, se estaría acusando la
violación del debido proceso ya sea este formal o sustantivo, para lo que
resulta vía idónea la del amparo reparador. La medida coercitiva de naturaleza
personal sí incide directamente sobre la libertad; empero, contra esta medida
existen medios impugnatorios previstos en la ley procesal penal que tendrían
que agotarse para obtener la firmeza de ¡a resolución en lo referente a la
detención preventiva u otras limitaciones a la libertad personal.

8. Sin perjuicio de lo anterior creo pertinente considerar que si bien es


cierto la normativa pertinente penal no ha previsto previsto expresamente un
medio impugnatorio para cuestionar el auto de apertura de instrucción, también
lo es que de existir vacíos en el tratamiento por dicho ordenamiento procesal.
éste se rige supletoriamente por el Código Procesal Civil, en cuanto le sea
aplicable, según la previsión de la Primera Disposición Complementaria y Final
del aludido Código que a la letra dice. “las disposiciones de este Código se
aplican supletoriamente a los demás ordenamientos procesales, siempre que
sean compatibles con su naturaleza”. Si esto es así, encontramos que en el
Artículo 171 del referido complexo legal se prevé que la nulidad de un acto
procesal “(...) puede declararse cuando el acto procesal careciera de los
requisitos indispensables para la obtención de su finalidad”.

9. El recurrente afirma que el auto de apertura de instrucción carece de


motivación suficiente pues no expone las razones que el Juez ha tenido en
cuenta para imputar la comisión del delito de estafa a cada uno de los
instruidos, ni los hechos por los que tendrían que responder individualmente
durante la investigación judicial, es decir afirma que el acto procesal no cumple
con los requisitos mínimos de validez. Siendo así los recurrentes tuvieron a su
alcance el remedio previsto en el artículo 171 del C.P.C. a través de la
formulación de la nulidad del referido acto procesal y lograr en sede ordinaria la
corrección del vicio que se acusa o, en su defecto, conseguir la resolución firme
que lo habilite a recurrir a la vía excepcional y sumarisima del extraordinario
proceso de urgencia.

10. En cuanto a la exigencia referida a que la vulneración a la libertad


individual y a la tutela procesal efectiva sea de forma manifiesta, de la revisión
de autos considero que no existe tal manifiesta vulneración que como
presupuesto requiere el segundo párrafo del artículo 4 del Código Procesal
Constitucional para ingresar al análisis de fondo, por los siguientes
argumentos: a) las consideraciones que ha tenido el Juez emplazado para
dictar el auto de apertura han sido en función a lo dispuesto por la Cuarta Sala
Especializada en lo Penal -Reos Libres- de la Corte Superior de Justicia de
Lima, por resolución de fecha 26 de abril del 2005, mediante el cual se le
ordena abrir instrucción contra los recurrentes, constituyendo una materia que
compete de forma exclusiva al juzgador penal; b) mediante los fundamentos de
la resolución superior y de la resolución cuestionada se motiva claramente las
razones por las que la Sala y el Juez emplazado consideran que la actuación
de los funcionarios de la Empresa General Electric Company encuadra en el
delito que se les imputa a todos ellos: y c) la invocación de la alegada
vulneración del principio de motivación es prematura, pues tratándose de un
proceso penal en etapa inicial, obviamente aún no existe una sentencia firme
que sindique a los accionantes como responsables de la comisión del delito
instruido, permaneciendo inalterable su presunción de inocencia, no resultando
posible determinar el grado de participación de cada uno de ellos, lo que será
materia precisamente de la investigación en el proceso judicial. Por tanto, no
existe la manifiesta vulneración a la libertad individual ni a la tutela procesal
efectiva.

11. Es preciso dejar sentado que el imperio del Estado delegado a sus
jueces ordinarios para que en su representación hagan posible el ius puniendi
no puede ser desconocido con la afirmación de que dicha facultad se está
ejerciendo arbitrariamente para sustraerse de la jurisdicción, que constituye
expresión de la soberanía. En todo caso existe el proceso de responsabilidad
civil de los jueces previsto en el Artículo 509 y siguientes del C.P.C. como vía
alterna suficiente para sancionar, por dolo o culpa, a los representantes
jurisdiccionales del Estado que en el ejercicio de su autonomía causan agravios
insuperables.

12. Por las precedentes consideraciones no encuentro capacidad en el


Tribunal Constitucional para ingresar al proceso penal de su referencia y
convertirse, de motu propio, en el ultra revisor de lo determinado por Juez
competente en un proceso regular en trámite, máxime cuando estando a lo que
hoy miércoles cuatro del mes de enero del dos mil seis el diario Gestión. en su
página veinte, informa de una multiplicación de procesos de hábeas corpus por
demandas de cada uno de los imputados en distintos juzgados, lo que además
significaría abrir las puertas a muchos miles de imputados que vendrían al
Tribunal con iguales impugnaciones cada vez que un juzgado penal dé trámite
a la denuncia del Fiscal abriendo el correspondiente proceso.

Pero algo más, con el mismo derecho y por la misma puerta, otros miles
de emplazados recurrirían también al proceso constitucional cada vez que un
Juez Civil admita a trámite una demanda de acuerdo al Artículo 430 del C.
Procesal Civil, ley procesal que no ha previsto la vía recursiva para cuestionar
la decisión del Juez que da origen a un proceso ordinario. Y para ambos casos
- penal y civil - todo imputado y todo emplazado tendrán los “argumentos”
necesarios para exigir el mismo tratamiento, lo que, a no dudarlo, al poco
tiempo la carga procesal sería inmanejable para este Tribunal ampliando sus
facultades cuando hoy las viene reduciendo.

Mi voto, por tanto, es por la improcedencia de la demanda.


S.
JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO BARDELLI LARTIRIGOYEN

Me adhiero al voto del Magistrado Vergara Gotelli, en el sentido de


declarar improcedente la demanda de autos, compartiendo la posición
adoptada, debiendo reiterar que este Colegiado no es sede en la que se pueda
dictar pronunciamiento tendiente a determinar si existe o no responsabilidad
penal de inculpados, ni de efectuar la calificación del tipo penal, toda vez que
éstas son facultades exclusivas de la jurisdicción penal ordinaria. Por tanto, al
resolver el presente proceso constitucional de hábeas corpus, no puede
avocarse al conocimiento de cuestiones de orden penal, pues no son de su
competencia.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN

VULNERACIÓN DEL PRINCIPIO DE LEGALIDAD Y DE INAPLICACIÓN


DE LA ANALOGÍA

Expediente Nº 2289-2005-PHC/TC
LIMA
JOSE GUILLERMO VILLANUEVA RUESTA
(Publicado: 01-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 16 días del mes de mayo de 2005, el Pleno del Tribunal
Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Presidente:
Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente: Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara
Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Fernando


Carreras Segura -abogado de don José Guillermo Villanueva Ruesta- contra la
sentencia de la Segunda Sala Especializada en lo Penal para Procesos con
Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 452, su fecha
22 de febrero de 2005, que declaró infundada la demanda de hábeas corpus de
autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 7 de octubre de 2004, don Fernando Carreras Segura,
abogado de don José Guillermo Villanueva Ruesta, interpone demanda de
hábeas corpus contra los Vocales de la Sala Penal Permanente de la Corte
Suprema de Justicia de la República, con el objeto que se declare nula la
Ejecutoria Suprema de fecha 2 de agosto de 2004 (a través de la que se
declara no haber nulidad en la sentencia de fecha 15 de diciembre de 2003,
que condena al beneficiado como coautor del delito contra la administración de
justicia - encubrimiento personal), atentando contra las garantías
constitucionales relacionadas con el principio de legalidad y el principio de
inaplicación de la analogía.

Sostiene que se le abrió instrucción al beneficiado el 12 de enero de


2001, en su condición de Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas,
por haber planificado y dirigido la salida del país del ex asesor del Servicio de
Inteligencia Nacional, Vladimiro Montesinos Torres, el 29 de octubre de 2002,
por la presunta comisión de los delitos contra la tranquilidad pública -
asociación ilícita para delinquir y contra la administración de justicia -
encubrimiento personal (pese a que el beneficiado demostró su inocencia en el
proceso oral) y fue condenado a 15 años de pena privativa de libertad, sanción
que, al ser impugnada, fue confirmada por la emplazada, la que redujo dicha
condena a 8 años de pena privativa de libertad. Así, la condena impuesta por el
delito contra la administración de justicia, en su modalidad de encubrimiento
personal, afecta las garantías correspondientes al principio de legalidad y al de
inaplicación de la analogía.

En lo que corresponde al principio de legalidad, refiere que no pueden


calificarse como delito las conductas que no se encuentran definidas como
tales por la ley. incluso cuando éstas sean desvaloradas socialmente,
deshonestas o inmorales, pues de lo contrario se transgrederían los alcances
de la norma, con la finalidad de sancionar a una persona, lo cual sería un
exceso que generaría un costo irreparable para quien recibiera la sanción. Por
lo expuesto, este principio exige al juzgador que actúe con sujeción a la ley,
pues es el único criterio válido para poder dictar una decisión jurisdiccional que
reúna los requisitos a los que el procesado tiene derecho. Es en aplicación del
principio de legalidad que la analogía en el derecho penal no se admite,
situación expresamente prohibida por el artículo III del Título Preliminar del
Código Penal, precepto que se dirige a proscribir el argumento a simili como
medio de creación o extensión de los preceptos penales de los tipos de la parte
especial del Código Penal, de los presupuestos de penalidad así como de la
creación o agravación de las penas, medidas de seguridad u otras
consecuencias accesorias.
En lo que respecta al delito de encubrimiento personal, expone que este
delito está previsto en el artículo 404 del Código Penal; de otro lado, refiere que
la Sala emplazada ha citado en su sentencia, doctrina extranjera relacionada al
supuesto ilícito y que ésta no se adapta a la realidad. como se aprecia del
fundamento cuarto de la misma -puntos 6.1 y 6.2-, pues dicho delito operaría
cuando se sustrae a una persona de la persecución penal, situación que puede
darse incluso en el mismo instante en que interviene el Ministerio Público, sin
que sea necesaria una orden jurisdiccional, cuando, conforme lo establece el
artículo 159.11 y 159.59 de la Constitución, corresponde al Ministerio Público,
tanto promover la acción penal como ejercitarla; de otro lado, precisa que
cuando Montesinos Torres salió del país el 29 de octubre de 2002 no contaba
con orden de captura ni impedimento de salida del país, razón por la que
considera que el beneficiado en ningún momento sustrajo a Vladimiro
Montesinos Torres de la persecución penal, puesto que no era perseguido por
la justicia en ese momento (sic), y que tampoco tenía abierta ninguna acción
penal, hasta el 29 de octubre de 2002, pues ésta se produjo cuando el velero
“Karisma” se encontraba en altamar. Estos hechos se agravan por cuanto el
juzgador ha aplicado la analogía in malam partem, transgrediendo los derechos
de todo procesado, pues sólo se puede hablar de la existencia de la
persecución penal, cuando se dicta el auto apertorio de instrucción, pues ni con
la denuncia ello es posible, pues ésta puede ser desestimada por el Juez, de
modo que cuando se tiene una simple sospecha, no podemos hablar de que
exista una persecución penal en contra del mismo.

Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus, se recibió la


declaración del beneficiado (f. 70), así como la declaración de los magistrados
emplazados (fs. 71, 75, 76, 77 y 78); del mismo modo, se recibió el Certificado
de Antecedentes Penales Nº 0946377 (f. 73), el Informe de la Oficina de
Registro Penitenciario de la Dirección Regional - Lima del Instituto Nacional
Penitenciario Nº 0005542 (f. 98), y copias certificadas de las piezas más
importantes del proceso penal con el que se encuentra vinculado el expediente
de autos (fs. 129 a 393).

El Décimo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha 16 de


noviembre de 2004, declaró infundada la demanda, por considerar de
aplicación el artículo 139.13 de la Constitución, que establece la prohibición de
revivir procesos fenecidos que cuenten con resolución ejecutoriada.

La recurrida confirmó la apelada, en aplicación de los incisos 13) y 2) del


artículo 13 de la Constitución, conforme a los cuales no se pueden revivir
procesos fenecidos, ni mucho menos dejar sin efecto resoluciones que han
pasado en autoridad de cosa juzgada.

FUNDAMENTOS
1. Corresponde al proceso de autos determinar si la resolución
impugnada (por la que se confirma la condena impuesta al beneficiado por la
presunta comisión de los ilícitos penales en ella detallados), importa una
afectación al derecho a su libertad individual, toda vez que en el escrito de
demanda se alega la afectación del principio de legalidad penal, pues para
emitir una sentencia condenatoria en su contra se habría aplicado la analogía
in malam partem de la norma penal sustantiva, que establece el delito por el
que fue sancionado, específicamente, el artículo 404 del Código Penal.

2. El principio de legalidad penal ha sido consagrado en el artículo 2,


inciso 24, literal “d”, de la Constitución Política del Perú, según el cual “Nadie
será procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse
no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca,
como infracción punible, ni sancionado con pena no prevista en la ley”.

En la STC 0010-2002-AI/TC, este Tribunal sostuvo que el principio de


legalidad exige que por ley se establezcan los delitos y que las conductas
prohibidas estén claramente delimitadas previamente por la ley. Como tal,
garantiza la prohibición de la aplicación retroactiva de la ley penal (lex praevia),
la prohibición de la aplicación de otro derecho que no sea el escrito (lex
scripta), la prohibición de la analogía (lex stricta) y de cláusulas legales
indeterminadas (lex certa).

3. Este Tribunal considera que el principio de legalidad penal se


configura como un principio, pero también como un derecho subjetivo
constitucional de todos los ciudadanos.

Como principio constitucional, informa y limita los márgenes de


actuación de los que dispone el Poder Legislativo al momento de determinar
cuáles son las conductas prohibidas, así como sus respectivas sanciones. En
tanto que en su dimensión, de derecho subjetivo constitucional, garantiza a
toda persona sometida a un proceso o procedimiento sancionatorio que lo
prohibido se encuentre previsto en una norma previa, estricta y escrita, y
también que la sanción se encuentre contemplada previamente en una norma
jurídica.

4. Por tanto, resulta claro que la dimensión subjetiva del derecho a la


legalidad penal no puede estar al margen del ámbito de los derechos
protegidos por la justicia constitucional frente a supuestos como la creación
judicial de delitos o faltas y sus correspondientes supuestos de, agravación o,
incluso, la aplicación de determinados tipos penales a supuestos no
contemplados en ellos. El derecho a la legalidad penal vincula también a los
jueces penales, y su eventual violación posibilita su reparación mediante este
tipo de procesos de tutela de las libertades fundamentales.

5. Si bien el principio de legalidad penal, el cual protege el derecho de no


ser sancionado por supuestos no previstos en una norma jurídica, en tanto
derecho subjetivo constitucional debe ser pasible de protección en esta vía, el
análisis que debe practicar la justicia constitucional no es equiparable a la que
realiza un juez penal. En efecto, como este Tribunal lo ha señalado en diversas
oportunidades, “[...1 no puede acudirse al hábeas corpus ni en él discutirse o
ventilarse asuntos resueltos, como [...] la determinación de la responsabilidad
criminal, que son de incumbencia exclusiva de la justicia penal. El hábeas
corpus es un proceso constitucional destinado a la protección de los derechos
reconocidos en la Constitución, y no a revisar si el modo como se han resuelto
las controversias de orden penal es el más adecuado conforme a la legislación
ordinaria. En cambio, no puede decirse que el hábeas corpus sea
improcedente para ventilar infracciones a los derechos constitucionales
procesales derivadas de una sentencia expedida en proceso penal, cuando ella
se haya dictado con desprecio o inobservancia de las garantías judiciales
mínimas que deben guardarse en toda actuación judicial, pues una
interpretación semejante terminaría, por un lado, por vaciar de contenido el
derecho a la protección jurisdiccional de los derechos y libertades
fundamentales y, por otro, por promover que la cláusula del derecho a la tutela
jurisdiccional (efectiva) y el debido proceso no tengan valor normativo” [cf. STC
1230-2002-HC/TC].

6. De modo análogo, la Comisión Interamericana de Derechos


Humanos, mediante resolución de fecha 13 de octubre de 2004, declarando
inadmisible la petición presentada por el recurrente (cf. petición Nº 369-2001 -
Informe Nº 45104), ha establecido:

“42. Al respecto, la CIDH ha sostenido desde su principal


pronunciamiento en este tema que La Comisión es competente para declarar
admisible una petición y faltar sobre su fundamento cuando ésta se refiere a
una sentencia judicial nacional que ha sido dictada al margen del debido
proceso, o que aparentemente viola cualquier otro derecho garantizado por la
Convención. Si, en cambio, se limita a afirmar que el fallo fue equivocado o
injusto en sí mismo, la petición debe ser rechazada conforme a la fórmula
arriba expuesta. La función de la Comisión consiste en garantizar la
observancia de las obligaciones asumidas por los Estados partes de la
Convención, pero no puede hacer las veces de un tribunal de alzada para
examinar supuestos errores de derecho o de hecho que puedan haber
cometido los tribunales nacionales que hayan actuado dentro de los límites de
su competencia”.
7. Como regia general, la tipificación penal y la subsunción de las
conductas ilícitas no son ni deberían ser objeto de revisión en estos procesos.
Al fin y al cabo, ni la justicia constitucional puede considerarse en forma
análoga a la justicia penal, ni aquella resulta una tarea que entre en el ámbito
de competencia de los jueces constitucionales. Como nuevamente lo ha
expresado su par español, mediante estos procesos se ha “encomendado
proteger los derechos fundamentales (...), conociendo de toda calificación
jurídica realizada por los tribunales ordinarios que viole o desconozca (...)
derechos, pero carece de aquel carácter en relación con procesos comunes
que resuelvan derechos intersubjetivos ajenos a los derechos fundamentales y
que se pronuncien sobre cuestiones de mera legalidad, al ser competencia
exclusiva de los jueces y tribunales su interpretación y decisión, fijación de los
hechos y subsunción, así como la precisión de las consecuencias jurídicas (...),
aunque se apoyen en errores. equivocaciones o incorrecciones jurídicas o, en
definitiva, en la injusticia de las resoluciones, porque ello le convertiría [al juez
constitucional] en órgano de control de la mera legalidad, ejerciendo funciones
que no le atribuye la Constitución” [cf. STC 10411985].

8. De ahí que solo excepcionalmente quepa efectuar un control


constitucional sobre una resolución judicial por afectación del principio de
legalidad penal y, en concreto, en aquellos casos en los que, al aplicar un tipo
penal o imponer una sanción, el juez penal se aparte del tenor literal del
precepto o cuando la aplicación de un determinado precepto obedezca a
pautas interpretativas manifiestamente extravagantes o irrazonables,
incompatibles con el ordenamiento constitucional y su sistema material de
valores. En consecuencia, si en la justicia ordinaria se determina la culpabilidad
o inocencia del imputado, determinando en el caso si se da el supuesto de
hecho previsto en la norma y sobre la base de consideraciones de orden penal,
de acuerdo con la alternativa que ofrezca la dogmática penal que se estime
más adecuada, la justicia constitucional, en cambio, se encarga de determinar
si la resolución judicial cuestionada afecta a derechos constitucionales.

9. En el caso de autos, la sanción impuesta al demandante se sustenta


en el artículo 404 del Código Penal, que expresamente regula la modalidad de
encubrimiento personal en lo que corresponde a los delitos contra la función
jurisdiccional: no obstante ello, se aprecia que el objetivo del demandante es
cuestionar el resultado de la interpretación hecha por el juez ordinario,
intentando restringir los alcances y el sentido de la norma penal aplicada a su
caso, distinguiendo allí donde la norma no distingue, puesto que la primera
parte de ella, cuando hace referencia a la sustracción de una persona de la
persecución penal, la entiende de modo limitado a la existencia de un proceso
penal, cuando es de conocimiento general, público y notorio que muchos de los
actos de encubrimiento se realizan sin que exista siquiera una investigación
policial o fiscal, justamente para evitar o perturbar el desarrollo de las mismas;
una interpretación en ese sentido, conllevaría a la despenalización de
conductas criminales, supuesto ajeno a los alcances de la norma precitada. De
otro lado, cuando dicho precepto hace referencia a las medidas ordenadas por
la justicia, debe entenderse que ello está referido a la ejecución de la pena u
otra medida ordenada por los órganos que la administran; por consiguiente, no
se aprecia la afectación del principio señalado.

10. Por consiguiente, también debe desestimarse que en el caso de


autos se haya aplicado una interpretación analógica -criterio interpretativo que
en modo alguno puede considerarse como un derecho fundamental-, pues el
supuesto planteado por el demandante y al que le da los alcances de una
interpretación a simili, nace de la propia norma aplicada en el caso del
beneficiado, lo que en modo alguno, importa la ampliación de los alcances del
precepto penal, sino, la aplicación pura y simple.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACIÓN DE LA LIBERTAD PERSONAL, IGUALDAD,


MOTIVACIÓN DE RESOLUCIONES ENTRE OTROS

Expediente Nº 4426-2004-HC/TC
LIMA
JUAN MIGUEL GUERRERO ORBEGOZO
(Publicado: 01-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 8 días del mes de marzo de 2005, el Tribunal
Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, García
Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Juan Miguel Guerrero


Orbegozo contra la sentencia de la Primera Sala Penal para Procesos con
Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 189, su fecha 5
de octubre de 2004, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus
de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

Con fecha 30 de marzo de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Fiscal Supremo en lo Penal, señor Miguel Angel
Sánchez Arteaga, y los Vocales Supremos integrantes de la Sala Penal
Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República, señores Walter
Humberto Vásquez Vejarano, Roberto Eduardo Palacios Villar, Jovino
Cabanillas Saldívar, José María Balcázar Zelada y José Luis Lecaros Cornejo,
sosteniendo que los magistrados emplazados son autores del Dictamen Nº
2417-2002-20FSP-MP del 3 de octubre de 2002, y de la ejecutoria suprema de
fecha 11 de junio de 2003, respectivamente, por la que se confirmó la sentencia
condenatoria dictada en su contra sin ningún sustento probatorio que acredite
convincentemente su responsabilidad penal. Agrega que la condena se basa
en un hecho ilícito diferente al que fue materia de la denuncia fiscal y al auto de
apertura de instrucción, situación que vulnera sus derechos constitucionales a
la libertad personal, a la igualdad, a la motivación de las resoluciones, entre
otros.

Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, los emplazados vocales supremos


rinden sus declaraciones explicativas sosteniendo, uniformemente, que la
sentencia del demandante se sustentó en suficientes pruebas que
demostraban la comisión del delito de peculado. Por su parte, el Fiscal
Supremo demandado declaró negando los cargos atribuidos.

Resolución de primera instancia


El Decimosexto Juzgado Penal de Lima, con fecha 22 de junio de 2004,
declaró infundada la demanda, por estimar que de autos no se aprecia
irregularidades en el dictamen y la ejecutoria suprema emitida por los
demandados, que confirma una sentencia arreglada a derecho y que ha
adquirido la calidad de cosa juzgada.

Resolución de segunda Instancia

La recurrida, confirmando la apelada, declaró improcedente la demanda,


por considerar que pretende impedir la ejecución de una sentencia.

FUNDAMENTOS

1. Delimitación del petitorio

El recurrente cuestiona el dictamen fiscal acusatorio y la ejecutoria


suprema que confirma la condena penal que le fue impuesta, aduciendo que se
ha dictado sin que existan pruebas incriminatorias que acrediten su
responsabilidad penal.

2. Análisis del caso materia de controversia constitucional

1. De la demanda y demás instrumentales, se aprecia que el verdadero


propósito del accionante es modificar el juicio de reproche penal emitido por los
magistrados supremos emplazados, pretensión que implicaría afectar el
principio de inmutabilidad, que es un atributo de la cosa juzgada, calidad de la
que goza la decisión resolutoria del colegiado supremo penal emplazado, ya
que -conviene recalcarlo- no es materia de discusión en sede constitucional la
alegada precariedad probatoria de esta decisión judicial cuestionada. Esta
objeción es,, indudablemente, de carácter probatorio, de modo que debió ser
solventada oportunamente en el proceso penal ordinario seguido al actor.
Asimismo, carece de veracidad la supuesta incongruencia entre el delito por el
que el demandante fue condenado y el que fue materia de la denuncia penal y
la apertura de instrucción, como se acredita de fojas 59, 61, 112 y 130, en que
obran las indicadas resoluciones.

2. Siendo así, por constituir el hábeas corpus un instrumento


fundamental de protección del derecho a la libertad individual y de los derechos
constitucionales conexos, la presente demanda no puede ser utilizada como un
recurso más para modificar una decisión jurisdiccional punitiva como la
cuestionada, la que fue confirmada por la Corte Suprema del Poder Judicial vía
el recurso de nulidad interpuesto por el demandante en ejercicio pleno de su
derecho de defensa, y en cumplimiento del principio constitucional de la doble
instancia, por la que se dio término al proceso penal regular seguido contra su
persona. Consecuentemente, resulta de aplicación al presente caso el artículo
4, contrario sensu, del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

NULIDAD DE PROCESO POR DELITO DE TRAICIÓN A LA PATRIA

Expediente Nº 7352-2005-PHC/TC
LIMA
GLADYS ELIZABETH MALLQUI RODRÍGUEZ
(Publicado: 01-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima. a los 17 días del mes de octubre de 2005, el Tribunal


Constitucional, en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados. Alva Orlandini, Presidente; Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente;
Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la
siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Gladys Elizabeth


Maliqui Rodríguez, contra la sentencia de la Cuarta Sala Penal para Procesos
con Reos en Cárcel, de fojas 109, su fecha 10 de agosto de 2005, que declara
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 6 de marzo de 2005, la demandante interpone demanda de
hábeas corpus con la finalidad de que se ordene su inmediata libertad, por
cuanto a la fecha habría cumplido más de la mitad de la pena que le impuso la
Sala Nacional de Terrorismo en el proceso penal Nº 668-03, en la que fue
condenada a 17 años de pena privativa de libertad; dado que fue detenida con
fecha 20 de julio de 1994; por tanto su detención es excesiva. Precisa, además,
que la referida sentencia se encuentra en vía de nulidad, pendiente de resolver
ante la Corte Suprema.

Realizada la investigación sumaria, se llevaron a efecto las diligencias


correspondientes; a fojas 11 obra la declaración de la demandante, quien se
ratifica en el contenido de su demanda; en tanto que a 24 obra la toma de dicho
del Vocal de la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de la República,
don Robinsón Gonzáles Campos, quien manifiesta que la nulidad interpuesta
por la demandante se encuentra tramitándose por ante la Corte Suprema de la
República, de acuerdo a Ley y dentro de los plazos establecidos.

El Procurador a cargo de los asuntos judiciales del Poder Judicial se


apersonó con fecha 11 de abril de 2005, tal como consta de la instrumental
obrante en autos a fojas 13, precisando que la demanda debe ser desestimada
y declarada improcedente, dado que el plazo limite de la detención aún no ha
vencido, pues la demandante se encuentra sujeta al procedimiento establecido
en el Decreto Legislativo Nº 922.

El Cuarto Juzgado Penal de Lima declaró infundada la demanda, tal


como consta de la instrumental obrante en autos a fojas 66, su fecha 8 de abril
de 2005, puesto que la demandante fue sujeta a un nuevo plazo de detención,
el mismo que corre a partir de mayo de 2003, por lo que el plazo de la mitad de
la pena aún no ha transcurrido.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demandante interpone demanda de hábeas corpus con la finalidad


de que se disponga su excarcelación. Precisa que fue condenada a 17 años de
pena privativa de la libertad, por delito de terrorismo, sentencia contra la que ha
interpuesto recurso de nulidad ante a Corte Suprema; señala que le
corresponde su libertad, dado que fue detenida el 20 de julio de 1994, y se
encuentra detenida más de 10 años, superándose así la mitad de la pena que
le impusiera la Sala Nacional de Terrorismo, en virtud del artículo 137 del
Código Procesal Penal, lo que configuraría su detención en arbitraria.
2. Conforme al artículo 2, inciso 24, literal b) de la Constitución Política
del Perú, no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal,
salvo en los casos previstos por ley. Por tanto, para esclarecer la controversia,
debe establecerse si el período de detención que cumple la demandante
constituye una restricción del derecho a la libertad prevista en la ley y
compatible con la Constitución.

3. De la instrumental, obrante en autos de fojas 35, se advierte que la


demandante fue procesada y condenada a 30 años de pena privativa de
libertad por el delito de traición a la patria, juzgamiento que estuvo a cargo de
tribunales militares. Sin embargo, este Tribunal, en la STC N’ 10-2003-Al/TC,
declaró la nulidad de los procesos que fueron tramitados en el fuero castrense.

4. El Decreto Legislativo Nº 922, que, conforme a la STC Nº 10-2003-


AI/TC, expedida por este Tribunal, regula la nulidad de los procesos por el
delito de traición a la patria y además establece normas sobre el proceso penal
aplicable, establece en su artículo 4 que en los procesos en los que se aplique
dicha norma, el plazo limite de detención, acorde con el artículo 137 del Código
Procesal Penal, se inicia a partir del auto de apertura de instrucción del nuevo
proceso. Asimismo, preceptúa que la anulación declarada no tendrá como
efecto la libertad de los imputados, ni la suspensión de las requisitorias
existentes.

5. El artículo 137 del Código Procesal Penal señala que el plazo de


detención en un proceso donde la sentencia haya sido recurrida no excederá la
mitad de la pena impuesta en la sentencia, que en el presente caso se
encuentra en vía de nulidad.

6. En tal sentido, conforme consta de las copias certificadas que obran


en autos, de fojas 36 a 39 aparece que el auto que abre instrucción en el nuevo
proceso fue expedido el 8 de mayo de 2003, fecha en que el Segundo Juzgado
Penal Especializado en lo Penal de Terrorismo dictó mandato de detención
contra la demandante -desde el cual se inicia el cómputo del plazo al que se
refiere el artículo 137 del Código Procesal Penal-, no acreditándose en autos
que el plazo de detención haya sido superado; por consiguiente, resulta de
aplicación al caso de autos, contrario censu, el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional, Ley Nº 28237.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.


Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACIÓN AL DEBIDO PROCESO Y AL DERECHO DE DEFENSA

Expediente Nº 1197-2005-PHC/TC
LIMA
ENRIQUE JOSÉ BENAVIDES MORALES
(Publicado: 01-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 13 días del mes de abril de 2005, el pleno del Tribunal
Constitucional, con la presencia de los señores magistrados Alva Orlandini,
Presidente; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo,
pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Sergio Chávez


Jáuregui, abogado de don Enrique José Benavides Morales, contra la
resolución de la Tercera Sala Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima, de fojas 307, su fecha 25 de junio de 2004, que
declaró improcedente el hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 3 de mayo de 2003, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de don Enrique José Benavides Morales y lo dirige
contra los vocales supremos integrantes de la Sala Penal Permanente de la
Corte Suprema de la República y los vocales integrantes de la Sala Penal
Transitoria que conocieron del proceso de extradición signado con el Nº 62-
2003, así como contra los miembros de la Comisión de Extradición Activa del
Ministerio de Justicia. Alega vulneración al debido proceso y al derecho de
defensa, así como amenaza de su libertad individual. Refiere que su
representado es procesado ante el Cuarto Juzgado Penal Especial de Lima por
la presunta comisión del delito de asociación ilícita. Alega que la Sala Penal
Permanente de la Corte Suprema, mediante resolución de echa 17 de octubre
de 2003, declaró procedente la extradición sin que en el correspondiente
cuaderno aparezcan las pruebas de descargo del extraditurus, y sin que su
abogado defensor pudiera ejercer su defensa, lo que, según alega, vulnera el
derecho de defensa.

Realizada la investigación sumaria, se tomó la declaración de los


vocales de la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, los doctores
Gonzales Campos, Valdez Roca, Cabanillas Zaldívar y Vega Vega, quienes
uniformemente afirman que la causa se ha resulto dentro de los límites y
formalidades que señalan las normas procesales, constitucionales y de la Ley
Orgánica del Poder Judicial.

El Segundo Juzgado Penal de Lima, con fecha 25 de junio de 2004,


declaró improcedente el hábeas corpus, por considerar que cuando la Sala
Penal Transitoria de la Corte Suprema de la República, con fecha 17 de
octubre de 2003, declaró procedente la extradición, aun no se habla
apersonado el abogado defensor del favorecido, por lo que no se le podía
notificar para la vista de causa. Considera también que si bien la cuestionada
resolución no merituó los medios probatorios ofrecidos por el extraditurus, ello
se debió a que fueron presentados con posterioridad a dicha fecha.

La recurrida confirmó la apelada por considerar que no se advierte


indefensión por parte del favorecido, dado que contó con abogado defensor y
presentó escritos oponiéndose a la extradición.

FUNDAMENTOS

1. El demandante alega que la presente extradición se tramitó con


vulneración de su derecho de defensa, ya que el extraditurus no pudo aportar
ningún medio de prueba, y no fue notificado para la vista de causa, que
concluyó con la expedición de la resolución de fecha 17 de octubre de 2003
que declaró procedente la extradición, proceso que se tramitó ante el Cuarto
Juzgado Penal Especial (Expediente Nº 023-2002) y ante la Sala Penal
Suprema (Expediente Nº 62-2003).

2. Este Tribunal considera que la pretensión debe ser desestimada,


habida cuenta que, según consta de autos, el extraditurus ejerció su defensa
en el proceso de extradición, presentando pruebas a su favor. Así, con fecha 3
de diciembre de 2003, el Cuarto Juzgado Penal Especial de Lima, dispone
notificar a las partes para que presenten las pruebas de descaro. Asimismo, a
fojas 262 de autos consta el escrito mediante el cual, con fecha 16 de
diciembre de 2003 el abogado de don Enrique José Benavides Morales aporta
elementos probatorios a favor de su defendido. Por otro lado, si bien es cierto
que el abogado del extradirurus no pudo asistir a la vista de la causa, de la que
emanó la resolución de fecha 17 de octubre de 2003 que declaró procedente la
extradición, ello se debió a que aún no se encontraba apersonado en autos.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADO el hábeas corpus de autos.

SS.
ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA PROBANZA Y A LA DEFENSA

Expediente Nº 6712-2005-HC/TC
LIMA
MAGALY JESÚS MEDINA VELA Y
NEY GUERRERO ORELLANA
(Publicado: 01-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, el Tribunal


Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, García
Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

I. ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por doña Magaly Jesús Medina Vela


y por don Ney Guerrero Orellana contra la Resolución de la Cuarta Sala
Especializada en lo Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior
de Justicia de Lima, del 6 de julio de 2005, que declara infundada la demanda
de hábeas corpus de autos.
II. ANTECEDENTES

a. Demanda

Con fecha 31 de mayo de 2005, los recurrentes interponen demanda de


hábeas corpus contra los miembros de la Primera Sala Penal Transitoria de la
Corte Suprema, señores Robinson Gonzáles Campos. José María Balcázar
Zelada, Pastor Barrientos Peña, César Vega Vega y Hugo Príncipe Trujillo,
solicitando que se declare la nulidad del proceso penal seguido en su contra
hasta la fase de instrucción.

Sostienen que acuden al hábeas corpus porque se configura la violación


del derecho a la libertad personal por haberse negado la tutela procesal
efectiva cuando se vulnera su derecho a la probanza y a la defensa.
Consideran que tales transgresiones se produjeron a través de las tres
resoluciones judiciales firmes en el proceso penal seguido en su contra (las
expedidas en el 2003 por el Trigésimo Noveno Juzgado Penal, en el 2004 por
la Sexta Sala Penal Superior y en el 2005 por la Primera Sala Penal Suprema
Transitoria).

Expresan que se contraviene su derecho a probar puesto que, habiendo


presentado testimoniales (tanto del asesor legal del canal como del
administrador del mismo), nunca fueron admitidas ni rechazadas por el juez. La
importancia de tales medios se centraba en que, antes de emitir el reportaje
materia del proceso penal que se siguió en su contra, ellos fueron asesorados
por abogados, los cuales les aseguraron que no se afectaba el derecho a la
intimidad de la ‘vedette’ con la emisión del mencionado reportaje. Justamente,
al no tomarse en cuenta los medios probatorios ofrecidos, consideran que se
les ha impedido probar el error de prohibición en sus actos, lo cual llevaría no
exactamente a la antijuricidad, sino a la exclusión de culpabilidad. Asumen que
tampoco el juez pudo establecer la existencia de tales medios como prueba
inútil, pues ésta se configura cuando los hechos alegados no requieren
probanza por ser demasiado obvios.

Asimismo, alegan la afectación al derecho a la defensa, pues el juzgador


nunca se pronunció sobre el extremo que plantearon como mecanismo de
defensa en la declaración instructiva. Éste se refiere a que, al haber propalado
un vídeo que probaba la existencia de prostitución ilegal, no se pudo afectar la
intimidad de la querellante.

b. Declaraciones instructivas de los demandados


Con fecha 7 de junio de 2005 se toma la declaración de los cinco
vocales demandados, los mismos que niegan los presupuestos del hábeas
corpus formulado.

Consideran que actuaron dentro del marco de la ley, y como parte de su


independencia funcional como jueces. Afirman, además, que la sentencia está
debidamente motivada.

c. Resolución de primera Instancia

Con fecha 10 de junio de 2005, el Decimotercer Juzgado Penal de Lima


declara infundada la demanda por los siguientes motivos:

i. La Ejecutoria Suprema fue expedida dentro de un proceso regular.

ii. Se han respetado las garantías del debido proceso, pues los
demandantes contaron con defensa y pluralidad de instancias.

iii. No corresponde aceptar la inhibición planteada por los demandantes,


tomando en consideración lo dispuesto por el artículo 52 y por el Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, en concordancia con el artículo
305 del Código Procesal Civil. El pedida fue declarado inadmisible.

d. Resolución de segunda instancia

Con fecha 6 de julio de 2005, la Cuarta Sala Especializada en lo Penal


para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Lima confirma la
sentencia, argumentando que:

i. Con respecto al tema de fondo, lo que pretende la demanda es


cuestionar el pronunciamiento emitido por el órgano jurisdiccional.

ii. Sí se aprecia en la resolución cuestionada una correcta valoración de


los medios probatorios ofrecidos por los demandantes.

iii. La inhibición, por su parte, al no estar permitida en el Código Procesal


Constitucional, debe ser declarada improcedente.

III. DATOS GENERALES

- Violación constitucional Invocada

La demanda de hábeas corpus fue presentada por doña Magaly Jesús


Medina Vela y por Ney Guerrero Orellana y la dirigen contra los vocales de la
Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, señores Robinson
Gonzáles Campos, José María Balcázar Zelada, Pastor Barrientos Peña, César
Vega. Vega y Hugo Príncipe Trujillo.

El acto lesivo se refiere a la expedición de la Resolución en el Recurso


de Nulidad Nº 3301-04, de fecha 28 de abril de 2005, en la cual se declara no
haber nulidad en la sentencia de fecha 4 de junio de 2004, la misma que
condena a los demandantes a cuatro años de pena privativa de la libertad,
suspendida condicionalmente por el término de tres años, por la comisión del
delito contra la libertad-violación de la intimidad.

- Petitorio constitucional

los demandantes alegan la afectación de los derechos constitucionales a


la tutela procesal efectiva (artículos 139, inciso 3, de la Constitución, y 411 del
Código Procesal Constitucional) -en correspondencia con la libertad personal
(artículo 211, inciso 24, de la Constitución)-, en lo referido al derecho a probar
(artículo 139, inciso 3, de la Constitución) y al derecho a la defensa (artículo
139, inciso 14, de la Constitución).

Sobre la base de esta vulneración, solicitan lo siguiente:

- Nulidad del proceso penal hasta la fase de instrucción a fin de que se


les permita probar el hecho postulado como defensa material.

- Nulidad del proceso penal hasta la fase de instrucción a fin de que el


juez penal en la sentencia se pronuncie sobre el argumento de defensa técnica.

- Materias constitucionalmente relevantes

Con el fin de responder correctamente a las inquietudes de los


demandantes, y determinar los límites de la independencia de los jueces al
momento de determinar sus sentencias, en esta sentencia se desarrollarán los
siguientes acápites:

- ¿Qué implica la utilización del proceso constitucional de hábeas corpus


en el presente caso? Por ende,

- ¿Un juez constitucional puede inhibirse?

- ¿Cuándo una resolución puede considerarse firme?

- ¿De qué forma ha de realizarse un análisis de la tutela procesal


efectiva?
- ¿Se ha llegado a afectar el derecho a probar de los recurrentes? Por lo
tanto,

- ¿Cuál es el ámbito constitucionalmente protegido de este derecho?

- ¿La supuesta violación del derecho a la prueba tiene relación directa


con la responsabilidad de los recurrentes?

- ¿Cuáles son los elementos de análisis respecto a la supuesta violación


de esta parte de la tutela procesal efectiva?

- ¿Existe alguna vulneración del derecho a la defensa? En tal sentido,

- ¿Cómo se habrá de entender la defensa técnica y en qué sentido se


habrá de conectar con un test de razonabilidad?

- ¿Por qué es necesario entender el significado constitucional de los


derechos a la información y a la vida privada para resolver este extremo de la
demanda?

- ¿De qué manera se inserta la determinación de existencia de


prostitución clandestina en el acto ponderativo entre información y vida
privada?

- ¿Qué consecuencias genera la presentación de una demanda como la


planteada en el presente caso?

IV. FUNDAMENTOS

1. La presente demanda de hábeas corpus cuestiona la validez del


proceso penal llevado a cabo contra los actores por el delito contra la intimidad,
prescrito taxativamente en el artículo 154 del Código Penal. La materia de
análisis constitucional versa sobre la declaratoria de responsabilidad de los
querellados (ahora demandantes en el proceso constitucional) en sede judicial.
La determinación de culpabilidad de los coínculpados se asienta en hechos
claramente establecidos que no pueden ser objeto de análisis por parte de este
Colegiado, sino que se asumen como válidos, al estar definido su vigor en sede
judicial.

El día 31 de enero de 2000, en el programa televisivo Magaly TV, se


transmitió un vídeo editado que contenía imágenes que revelaban datos
íntimos de doña Mónica Adaro Rueda (querellante en el proceso penal), y se le
apreciaba manteniendo relaciones sexuales con una persona de sexo
masculino, identificado posteriormente como don Eduardo Martín Arancibia
Guevara. Tal reportaje fue anunciado como ‘Las Prostivedettes’, y fue difundido
a través de un canal de televisión de señal abierta. En el curso del proceso
penal, se estableció que fueron los querellados, el productor del programa (don
Ney Guerrero Orellana) y la conductora del mismo (doña Magaly Jesús Medina
Vela), quienes contrataron a la persona que se aprecia en las imágenes para
que indujera a la querellante a mantener relaciones sexuales por medios que
son objeto del reportaje televisivo. Para el plan de los denunciados se contó
con el previo ocultamiento de los dispositivos de filmación y grabación de audio
en el ambiente en el cual iban a mantener relaciones sexuales.

Sobre la base de estos hechos, y tras la sanción penal de los


querellados, son ellos mismos los que acuden ante esta instancia constitucional
para que se analice en esta sede si hubo vulneración, o no, de sus derechos
fundamentales.

A. Implicancias de la Utilización del Hábeas Corpus en el Presente


Proceso

1. Según la Constitución, todo acto u omisión que vulnere o amenace la


libertad personal o algún derecho conexo a ella amerita la presentación de una
demanda de hábeas corpus por quien se sienta afectado (artículo 2001, inciso
1). Y, tal como lo prescribe el Código Procesal Constitucional, se considerará
como derecho conexo a la libertad personal el referido a la tutela procesal
efectiva (artículo 411).

Por tal razón, es pertinente que se plantee la presente demanda de


hábeas corpus sobre la base de una supuesta vulneración del derecho
fundamental a la tutela procesal efectiva de los demandantes, por lo que este
Colegiado se encuentra habilitado para responder a las inquietudes formuladas
sobre la base de un análisis estricto y pro homine de la resolución judicial
cuestionada. Sin embargo, existen algunas cuestiones que deben resaltarse y
detallarse respecto al análisis jurídico de la formulación de este tipo de hábeas
corpus restringido.

1. La inhibición del juez

2. El primer tema a resolver se refiere a la capacidad del juzgador para


intervenir en un proceso de hábeas corpus. Al respecto, los demandantes
alegan que la jueza de primera instancia del proceso constitucional no es
imparcial, juez ha hecho público su punto de vista respecto a los procesados:

La señora magistrada a cargo del proceso ha manifestado una evidente


animadversión hacia el presente proceso. Su malestar frente a este proceso y
sus partes se evidencia del siguiente dicho: No me gusta la prensa, no me
gusta Magaly, no me gustan los Supremos’, frase que manifestó el día de ayer
a horas 8:30 a.m., en la oficina de la secretaría cursara de esta causa y en
presencia de la señorita abogada lsela Valdez Savid, quien ejerce
conjuntamente el patrocinio de las accionantes1.

Aun cuando no lo expresen claramente, los recurrentes solicitan que la


magistrada se inhiba de seguir conociendo el hábeas corpus incoado.

3. El principal argumento que sostienen está referido a la independencia


que debe tener todo juzgador a la hora de resolver un proceso. Sobre la base
del artículo 139, inciso 2 de la Constitución (que garantiza la independencia en
el ejercicio de la función jurisdiccional), aducen que no puede aceptarse que un
juez pueda emitir juicios de valor sobre las partes de un proceso.

Sin embargo, debe anotarse que, como derecho fundamental. también


los principios de la función jurisdiccional tienen límites. Por ello, es necesario
determinar si en los procesos de hábeas corpus existe alguna restricción
referida a tal principio, pues sólo así se justificaría que se haya determinado la
imposibilidad de la inhibición de la magistrada.

4. Razona la propia jueza, cuando emite la sentencia de primera


instancia respecto al presente hábeas corpus, que la inhibición planteada no
resulta amparable. Se sustenta en lo dispuesto en el artículo 305 del Código
Procesal Civil, en concordancia con el artículo 52 del Código Procesal
Constitucional. Sobre tal base declara inadmisible la inhibición2, aunque en
segunda instancia se reforma este extremo de la sentencia y se le declara
improcedente. Pero ante ello se debe responder a la interrogante acerca de si
una solución de este tipo está permitida por las normas procesales sobre la
materia.

Por la peculiaridad que tiene el proceso de hábeas corpus, se ha


dispuesto la existencia de normas procesales especiales que rijan su
desarrollo. El artículo 33, inciso 2, del Código Procesal Constitucional expresa
que:

Este proceso somete además a las siguientes reglas: (...) No caben


excusas de los jueces ni de los secretarios (...).

Es decir, explícitamente se ha determinado, en aras de la celeridad del


proceso de hábeas corpus, que los jueces constitucionales no puedan alejarse
del ejercicio de su función jurisdiccional. Por ello, en el presente caso, no
correspondía, por incompatible, aplicar el Código Procesal Civil para pedir que
la jueza se inhiba -o, excuse, usando la terminología del Código Procesal
Constitucional- del conocimiento de la causa.

Por ello, es valedero el pronunciamiento realizado por la jueza al


respecto. Lo que no es válida es la utilización de las normas detalladas en su
sentencia. Se usan dispositivos previstos explícitamente para el caso del
amparo o para procesos civiles, lo cual no puede ser aceptable tomando en
consideración que el hábeas corpus, en tanto proceso constitucional y por su
carácter de tutela de extrema urgencia, tiene reglas sumamente especiales y
plazos muy breves, que han sido claramente determinadas por el legislador.

Por lo tanto, el pedido de inhibición planteado por los reclamantes debe


ser declarado improcedente.

5. Conviene en este tramo mencionar qué caminos proporciona el propio


Código Procesal Constitucional a las personas que cuestionan la
independencia de un magistrado que resolverá un caso en el cual pueden
verse perjudicadas.

Según una interpretación oportuna del artículo 33, inciso 1, del


mencionado cuerpo normativo, puede interponer pedido de recusación el
propio afectado (o su representante legal). Es decir, los recurrentes tuvieron la
capacidad de recusar a la jueza que vio su caso, si es que se consideraban
perjudicados con su actuación. De lo que consta en autos, dicho pedido nunca
fue realizado.

2. La firmeza de la resolución

6. Como segundo tema, debe precisarse qué se considera como una


resolución firme. Ello porque los recurrentes alegan criterios que implicarían
una grave desatención respecto a cuáles son los fallos judiciales que pueden
ser materia de un proceso constitucional.

A su entender, cada una de las tres resoluciones emitidas en el proceso


penal que se siguió en su contra (sentencia condenatoria, sentencia
confirmatoria y sentencia no anulatoria) tienen la condición de firmes3. Sin
embargo, han interpuesto el hábeas corpus tan sólo contra la última de ellas.

Corresponde, entonces, dejar sentado con claridad qué habrá de


entenderse por ‘resolución judicial firme’; más aún si de una explicación errada
puede concluirse que contra cualquier sentencia judicial se podría interponer
una demanda de este tipo, desnaturalizando la función de control constitucional
de este Colegiado, que quedaría convertido en una instancia judicial más.
7. Según el mencionado artículo 4 del Código Procesal Constitucional,
sólo cabria la presentación de una demanda de hábeas corpus por violación de
la tutela procesal efectiva cuando existe una ‘resolución judicial firme’.

La firmeza de las resoluciones judiciales está referida a aquel estado del


proceso en el que no cabe presentar medio impugnatorio y, por lo tanto, sólo
cabrá cuestionar la irregularidad de la actuación judicial a través del control
constitucional. Por lo tanto, la inexistencia de firmeza comporta la
improcedencia de la demanda que se hubiese presentado, tomando en cuenta
la previsión legal expresada en el mencionado código.

Por ende, ni la sentencia emitida por el Trigésimo Noveno Juzgado


Penal, ni la emitida por la Sexta Sala Penal Superior de Lima en el proceso
penal seguido por delito contra la intimidad, podrán considerarse firmes. Sí lo
será la emitida en la Corte Suprema y es solamente contra ella que se
entenderá presentada la demanda de hábeas corpus.

3. El control constitucional de la tutela procesal efectiva

8. La tutela procesal efectiva como derecho protegible dentro del


ordenamiento constitucional tiene un claro asidero en el artículo 41 del Código
Procesal Constitucional, reconduciendo y unificando lo dispuesto en el artículo
13, inciso 3, de la Constitución, pues en éste se incluye separadamente el
derecho al debido proceso y a la tutela judicial.

La presente demanda de hábeas corpus se ha planteado sobre una


supuesta vulneración de dos derechos-reglas pertenecientes a un derecho-
principio más amplio. Se alega que se ha violado el derecho a probar y el
derecho a la defensa técnica, pero ambos como ámbitos de la tutela procesal
efectiva.

9. Con relación a ello, es un hecho sin duda significativo que la


jurisdicción ordinaria, cuando resuelve un proceso constitucional -y así ha
sucedido en el presente hábeas corpus- enfatice que se ha respetado
irrestrictamente el derecho a la tutela procesal efectiva aduciendo, casi siempre
invariablemente, la regularidad en la tramitación del proceso. No se hace uso
de argumentos constitucionales, sino, tautológicamente, de fórmulas
propositivas que reiteran que el cuestionado es un proceso regular que,
precisamente, está siendo criticado por el supuesto incumplimiento irrestricto
de su regularidad.

En el caso de autos, los vocales demandados señalan que la causa


penal la resolvieron dentro de los límites y formalidades que señala la Ley
Orgánica del Poder Judicial4, que su decisión es correcta desde el punto de
vista sustantivo penal5, y que no han violentado derecho o garantía
constitucional alguno que amenace la libertada6. Adicionalmente, manifiestan
que

Este fallo fue recurrido (respeto a la pluralidad de instancias) y el caso


llegó hasta la Corte Suprema, de modo que tampoco se produjo la afectación a
la ‘defensa procesal’ como lo denomina la contraria. Pese a ello, ¿cuál es su
pretensión?: ¡la nulidad del proceso! ¿No existe acaso el recurso previsto en el
ordenamiento procesal ordinario? ¿No han hecho valer, los demandantes, los
medios impugnatorios contra las sentencias?7.

Este Tribunal estima imperativo advertir que estos problemas de


argumentación no solamente quedan a nivel de los demandados, sino también
se presentan en las resoluciones emitidas por los magistrados constitucionales.

El juez de primera instancia señala también que ‘la Ejecutoria Suprema


se ha expedido en el ámbito de un proceso regular’, toda vez que su pretensión
es una valoración jurídica de los hechos materia del recurso de nulidad, y de
esta forma los juzgadores llegaron a la plena convicción de la responsabilidad
de los acusados8. La Sala Superior, por su parte, respecto a la sentencia
impugnada, precisa que:

(...) se aprecia que tal pronunciamiento judicial ha sido producto de un


proceso penal regular seguido en su contra, al interior del cual tuvieron la
posibilidad de ejercer todo el conjunto de derechos y facultades con las que se
hallaban investidos a fin de demostrar su inocencia y en el cual no se advierte
vulneración alguna a sus derechos como alegan (...)9.

De ello que se puede observar que, tanto los demandados como los
juzgadores judiciales han determinado que no se ha afectado de la tutela
procesal efectiva por considerar que el proceso ha sido llevado de manera
regular, respetándose el derecho a la defensa o la pluralidad de instancias. Sin
embargo, no se realiza argumentación alguna del por qué el examinador llega a
esta conclusión.

10. Según el artículo 13, inciso 5, de la Constitución, toda resolución que


emita una instancia jurisdiccional (mandato que no se restringe a los órganos
del Poder Judicial, sino también a toda entidad que resuelva conflictos, incluido
el Tribunal Constitucional) debe estar debidamente motivada. Ello significa que
debe quedar plenamente establecida a través de sus considerandos, la ratio
decidendi por la que se llega a tal o cual conclusión. Pero una resolución, como
la que se observa en el proceso constitucional que se está resolviendo, en que
no se precisan los hechos, el derecho y la conducta responsable, ni tampoco
se encuentra razón o explicación alguna del por qué se ha resuelto de tal o cual
manera no respeta las garantías de la tutela procesal efectiva. La debida
motivación debe estar presente en toda resolución que se emita en un proceso.
Este derecho implica que cualquier decisión cuente con un razonamiento que
no sea aparente o defectuoso, sino que exponga de manera clara, lógica y
jurídica los fundamentos de hecho y de derecho que la justifican, de manera tal
que los destinatarios, a partir de conocer las razones por las cuales se decidió
en un sentido o en otro, estén en la aptitud de realizar los actos necesarios
para la defensa de su derecho. El derecho a la motivación es un presupuesto
fundamental para el adecuado y constitucional ejercicio del derecho a la tutela
procesal efectiva.

Además de considerarla como principio y garantía de la administración


de justicia, este Colegiado ha desarrollado su contenido en la sentencia recaída
en el Expediente Nº 1230-2002-HC/TC, donde se precisó que lo garantizado
por el derecho es que la decisión expresada en el fallo o resolución sea
consecuencia de una deducción razonada de los hechos del caso, las pruebas
aportadas y su valoración jurídica. Además, en la sentencia recaída en los
Expedientes Nº 0791-2002-HC/TC y Nº 1091-2002-HC/TC, se afirmó, entre
otras cosas, que la motivación debe ser tanto suficiente (debe expresar por sí
misma las condiciones que sirven para dictarla y mantenerla) como razonada
(debe observar la ponderación judicial en torno a la concurrencia de todos los
factores que justifiquen la adopción de esta medida cautelar).
Lamentablemente, nada de esto se cumple en las resoluciones emitidas en los
órganos jurisdiccionales que han resuelto el presente hábeas corpus, puesto
que ni siquiera se ha respondido a las pretensiones de los recurrentes.

Aparte de la violación de la debida motivación, no puede permitirse


ligerezas de este tipo en un Estado social y democrático de derecho, máxime si
la vigencia efectiva de los derechos constitucionales es el fin esencial de los
procesos constitucionales, tal como lo señala el artículo 11 del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional.

En tal sentido, tampoco puede considerarse como adecuado


razonamiento de la judicatura de que no pueda criticarse lo resuelto en el
Poder Judicial por estar dentro del marco de las atribuciones judiciales. No
puede alegarse tal inexistencia de violación sin que se desvirtúen
específicamente los argumentos que los recurrentes alegan. Responder
judicialmente de esta manera significa confeccionar en la sentencia un simple
eufemismo procesal. No puede aceptarse que, al momento de administrar
justicia, se señale que no existe vulneración a la tutela judicial efectiva porque
se observa la existencia de un indeterminado ‘proceso regular’, sin que se
explique por qué ni cómo éste es ‘regular’, pues es justamente esta
‘regularidad’ la que está siendo materia de control por la judicatura
constitucional, y una falta de respuesta motivada al respecto constituye un
ejercicio contrario a la función de administrar justicia. Quien demanda debe
demostrar la irregularidad (máxime si se toma en cuenta la, ausencia de etapa
probatoria en los procesos constitucionales prevista en el artículo 9 del Código
Procesal Constitucional), y quien sentencia, descartarla o acreditarla, pero
siempre asumiendo la presunción de constitucionalidad de los actos
jurisdiccionales.

11. Por ello, es necesario que este Colegiado analice cada uno de los
argumentos vertidos por los demandantes respecto a la vulneración de la tutela
procesal efectiva en el proceso penal seguido en su contra, básicamente en la
sentencia emitida por la Corte Suprema.

El estudio concreto de las dos violaciones aducidas (falta de análisis de


las pruebas o carestía de observación de los medios de defensa) podrá
franquear una conclusión conveniente respecto a lo pedido por los
demandantes. Si el requerimiento es aceptable, podrá declararse fundada la
demanda, sin que ello signifique una intrusión en los fueros judiciales. Pero si,
por el contrario, lo solicitado tiene por finalidad concretar una artimaña jurídica,
no sólo se podrá declarar infundada la demanda, sino que incluso se podría
tratar de poner un coto a ejercicios procesales abusivos de este tipo.

Pero lo que no puede permitirse -conviene insistir-, es que sin que se


efectúe un análisis de fondo se llegue a conclusiones apresuradas que no
hacen bien al fortalecimiento de la justicia en el país. Por ende, debe
responderse directamente y con exactitud cada uno de los argumentos
esgrimidos por los demandantes.

B. El Análisis de las Pruebas ofrecidas en el Proceso Penal

12. Los recurrentes alegan que durante el desarrollo del proceso penal
en que se les sanciona por su responsabilidad en el delito de violación de
intimidad, se ha vulnerado su derecho a probar:

Cuando en las instructivas negamos la imputación de delito de violación


de la intimidad, postulamos como defensa material el hecho del asesoramiento
legal en la realización del trabajo periodístico de las Prostivedettes, incluso
señalando los nombres de los abogados que nos brindaron la opinión jurídica.
Técnicamente ofrecimos medios de investigación o pruebas testimoniales que
debieron ser admitidos y actuados por el Juez Penal respetando nuestro
derecho a probar10.

Es decir, aducen que ofrecieron medios probatorios pero que en el Poder


Judicial tales no sólo no fueron analizados correctamente, sino que, peor aún,
no fueron admitidos o fueron rechazados. En ello radicaría la principal
vulneración del derecho a la tutela procesal efectiva. Frente a ello, la
Procuraduría Pública del Poder Judicial señala que no existe vulneración
alguna respecto a este derecho, sino que una argumentación de este tipo lo
que refleja es un interés para que nuevamente se evalúen los aspectos de
fondo de la responsabilidad penal11.

Entonces, para determinar con claridad la existencia de la violación a la


probanza, se debe analizarse específicamente cuál es el contenido
constitucionalmente protegido de este derecho, para advertir si dentro de él se
encuentra comprendida la supuesta vulneración planteada.

1. El sentido constitucional del derecho a la prueba

13. El derecho a probar es uno de los componentes elementales del


derecho a la tutela procesal efectiva, pues, como ya lo ha señalado este
Tribunal en la sentencia del Expediente Nº 010-2002-AI/TC, constituye un
elemento implícito de tal derecho. Por ello, es necesario que su protección sea
realizada a través del presente proceso constitucional.

Como se ha destacado, la tutela procesal efectiva está consagrada en la


Constitución y en el Código Procesal Constitucional, y su salvaguardia está
relacionada con la necesidad de que, en cualquier proceso que se lleve a cabo,
los actos que lo conforman se lleven a cabo en los cauces de la formalidad y de
la consistencia, propias de la administración de justicia. Es decir, se debe
buscar que los justiciables no sean sometidos a instancias vinculadas con la
arbitrariedad o los caprichos de quien debe resolver el caso. El derecho a la
tutela procesal efectiva se configura, entonces. como una concretización
transversal del resguardo de todo derecho fundamental sometido a un ámbito
contencioso, Por ello, según lo señala la sentencia del Expediente Nº 200-
2002-AA/TC, esta tutela:

(...) implica el respeto, dentro de todo proceso, de los derechos y


garantías mínimas con que debe contar todo justificable, para que una causa
pueda tramitarse y resolverse en justicia. Tal es el caso de los derechos al juez
natural, a la defensa, a la pluralidad de instancias, acceso a los recursos, a
probar, plazo razonable, etc.

En este esquema, una de las garantías que asiste a las partes del
proceso es la de presentar los medios probatorios necesarios que posibiliten
crear la convicción en el juzgador de que sus argumentos son los correctos. De
esta manera, si no se autoriza la presentación oportuna de pruebas a los
justiciables, ¿se podrá considerar amparada la tutela procesal efectiva? Todo
hace indicar que ello sería imposible. Sólo con los medios probatorios
necesarios, el juzgador podrá sentenciar adecuadamente. Por ello, la ligazón
entre prueba y tutela procesal efectiva es ineluctable: la primera constituye un
derecho-regla de la segunda; una verdadera garantía de su ejercicio.

14. Sin embargo, el reconocimiento del derecho a la prueba en la


normatividad es restringido, y se le relaciona casi exclusivamente con la
presunción, de inocencia. Por eso, normalmente aparece bajo la fórmula
siguiente: “la persona se considera inocente mientras no se haya declarado
judicialmente su responsabilidad”.

Éste es el enunciado utilizado en el artículo 29, inciso 24, acápite e, de la


Constitución, que reproduce lo estipulado por el artículo XXVI de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y, en cierta forma, lo
prescrito en los artículos 11, inciso 1, de la Declaración Universal de Derechos
Humanos; 14, inciso 2, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
y 8, inciso 2, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Aún así, es menester considerar que el derecho a la prueba apareja la


posibilidad de postular, dentro de los límites y alcances que la ley reconocer,
los medios probatorios para justificar los argumentos que el justiciable esgrime
a su favor.

15. Existe un derecho constitucional a probar, aunque no autónomo, que


se encuentra orientado por los fines propios de la observancia o tutela del
derecho al debido proceso. Constituye un derecho básico de los justiciables de
producir la prueba relacionada con los hechos que configuran su pretensión o
su defensa. Según este derecho, las partes o un tercero legitimado en un
proceso o procedimiento, tienen el derecho a producir la prueba necesaria con
la finalidad de acreditar los hechos que configuran su pretensión o defensa.
Así, por ejemplo, el artículo 188 del Código Procesal Civil establece que los
medios probatorios tienen por finalidad acreditar los hechos expuestos por las
partes, producir certeza en el juez respecto de los puntos controvertidos y
fundamentar sus decisiones. Se trata de un derecho complejo que está
compuesto por el derecho a ofrecer medios probatorios que se consideren
necesarios, a que estos sean admitidos, adecuadamente actuados, que se
asegure la producción o conservación de la prueba a partir de la actuación
anticipada de los medios probatorios y que éstos sean valorados de manera
adecuada y con la motivación debida, con el fin de darle el mérito probatorio
que tenga en la sentencia. La valoración de la prueba debe estar debidamente
motivada por escrito, con la finalidad de que el justiciable pueda comprobar si
dicho mérito ha sido efectiva y adecuadamente realizado.

Reconocido el derecho a la prueba desde el punto de vista


constitucional, este Tribunal considera pertinente señalar que no todos los
supuestos de su contenido merecen protección a través de un proceso
constitucional de la libertad (amparo o hábeas corpus). Tal como lo establece el
artículo 200 de la Constitución. estos tipos de procesos han sido establecidos
para proteger derechos de rango constitucional. Los derechos que tengan su
sustento en normas de rango legal o inferior no podrán ser acogidos mediante
estos procesos: el artículo 5, inciso 1, del Código Procesal Constitucional
señala, contrario sensu, que solamente serán amparables en sede
constitucional aquellas pretensiones que estén referidas en forma directa al
contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado, tal como se
expresara en la sentencia del Expediente Nº 1417-2005-AA/TC,

Por ello, y a efectos de resolver el presente caso, corresponde ir fijando


cuáles son los supuestos del derecho a la prueba que merecen ser tutelados a
través de un proceso constitucional a la libertad.

16. Para lograr este cometido, se debe partir del derecho que engloba a
la prueba. Es el derecho a la tutela procesal efectiva, uno que también debe ser
determinado correctamente en el terreno constitucional. La vulneración del
contenido constitucionalmente protegido de la tutela procesal efectiva no puede
ser identificada con cualquier irregularidad procesal, si es que ella implica una
infracción de las garantías cardinales y primordiales con las que debe contar
todo justiciable. Por ello, atañe a este Colegiado restringir la protección de la
tutela procesal efectiva a determinados supuestos, excluyéndose aquéllos que
no están relacionados directamente con el ámbito constitucional del derecho.

Una muestra de este trabajo interpretativo se encuentra en lo


desarrollado con relación al derecho a la defensa. Este Tribunal se ha
pronunciado en el sentido de que el mismo tiene aspectos que no inciden en el
contenido constitucionalmente protegido de la tutela procesal efectiva y que,
por lo tanto, no pueden ser susceptibles de protección en estos procesos. En la
sentencia del Expediente Nº 3914-2004-HC/TC, se expresa lo siguiente:

(...) si bien se demuestra una cierta limitación del derecho de defensa de


la persona, no es la sede del hábeas corpus la pertinente para criticar tal acto.
Tal limitación no es una restricción que afecta bienes constitucionales.

Por ende, en el derecho-regla a la prueba, este Colegiado está en la


capacidad de delimitar y circunscribir cuál es su ámbito de protección en sede
constitucional. Veamos cómo se puede ir estableciendo éste.

2. La supuesta vulneración del derecho a la prueba

17. Un componente básico para el control jurisdiccional solicitado es


determinar el acto que constituye la vulneración del derecho fundamental. En el
caso concreto, los recurrentes advierten una doble violación: una falta de
respuesta respecto a su admisión y una inadecuada calificación como “prueba
inútil”.

Cabe recordar que las transgresiones alegadas tienen su origen en un


mismo hecho. Se trata de la postulación realizada por los actores de un medio
probatorio. Éste se refiere a la declaración de testigos, y en virtud del cual
consideran que se pudo haber evidenciado la existencia de informes jurídicos
previos a la emisión del vídeo materia del control penal, que opinaban por la
legalidad de su propalación.

18. En primer lugar, se encuentra la falta de respuesta. No obstante


haberse ofrecido el medio probatorio de la declaración de testigos, que según
los querellados era parte importante para su defensa, los juzgadores ni los
admitieron ni los rechazaron. Esto sucedió tanto en primera como en segunda
instancia. En las dos sentencias emitidas no se hace mención alguna a la
declaración ofrecida.

Según los demandantes del proceso de hábeas corpus, estas


resoluciones constituyeron el mejor ejemplo de vulneración de un derecho
fundamental:

(...) ni el Trigésimo Noveno Juzgado Penal, ni la Sexta Sala Penal


Superior, ni la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia,
han argumentado que no se admitieron y actuaron los medios de investigación
o prueba que ofrecimos por el vencimiento del plazo probatorio (...)12.

Es decir, pese a la obligación exigible a cualquier juzgador de resolver


un pedido realizado por un justiciable, no se dio respuesta en el plazo
correspondiente.

Para contradecir esta evidencia de vulneración, el representante del


Poder Judicial explica la razón de esta falta de contestación. Si bien concluye
en que todo magistrado está en la facultad de admitir los medios probatorios
que considere pertinentes para valorarlos en la sentencia, y de esta manera
sustentar su razonamiento jurídico, su principal razón consiste en que:

(...) no se expidió una resolución que admitiera o denegara directamente


este medio probatorio y no ocurrió por un hecho muy simple, nos
encontrábamos en aquella oportunidad en un proceso especial, en una sumaria
investigación señala el Código (...). Sí bien es cierto en aquel proceso no se
respetaron estrictamente los plazos, se trató de expedir una sentencia en un
tiempo corto y razonable, así efectivamente se hizo en cinco meses, once días
(…)13.
Además, refiere que, al tratarse de un proceso de naturaleza especial,
con plazos expeditivos, los plazos prescritos son cortos, por lo que sólo
correspondía hacer una valoración de la prueba ofrecida al momento de
sentenciar en la Corte Suprema.

En pocas palabras, no se respondió a lo solicitado por los demandantes


aduciéndose que el proceso no podía demorar mucho tiempo, tomando en
cuenta para ello la celeridad exigida en el proceso penal sumario.

19. En segundo lugar, luego de no haber sido ni admitida ni rechazada la


prueba ofrecida, en la Corte Suprema se señaló claramente la inconveniencia
de un medio probatorio como es la declaración de los testigos del caso
concreto.

Así, en la máxima instancia judicial se consideró que la prueba


presentada por los querellados en el proceso penal era, casi, una prueba inútil:

Ante la presencia de tal calidad de elementos probatorios, se declara


improcedente la denuncia sobre del derecho a probar la falta de antijuricidad de
los hechos. Ante tal dimensión de evidencias, la existencia o no de una
consulta jurídica favorable que dicen los denunciados haber obtenido
previamente a la propalación del vídeo, en nada hará cambiar el sentido de la
presente resolución al estar acreditada la manera provocada, vejatoria e
innecesaria con la que se ha actuado (malicia calificada)14.

Sin embargo, los recurrentes alegan que los medios probatorios


presentados no pueden ser considerados como una prueba inútil, precisando
que el rechazo de la prueba invocando su inutilidad, asumiendo que la defensa
de los procesados es equivocada, supone adelantar en la etapa probatoria el
juicio que debe efectuarse en la fase de sentencia15. Frente a este argumento,
el ad quem constitucional considera que la actuación del juzgador penal se
ajustó a una correcta valoración probatoria, máxime si los medios probatorios
ofrecidos no eran necesarios para determinar su responsabilidad penal16.

De lo expresado, queda claro que se tiene que determinar si un juez


como el del proceso penal está en la capacidad de considerar una prueba
como inútil, y si ello termina vulnerando, o no, el derecho a la prueba por parte
de los demandantes.

20. Tanto porque los juzgadores no admiten una prueba postulada, como
porque la califican como inútil, los recurrentes han considerado que la
vulneración alegada se centra en que, a su entender, se les impidió invocar una
circunstancia de la pena privilegiada, la del error de prohibición vencible, figura
prevista en dos normas del Código Penal: los artículos 14, último párrafo, y
2117. Este Colegiado debe insistir en que no es objeto de la presente sentencia
señalar si, en efecto, el error de prohibición se encontraba debidamente
acreditado en autos, sino tan sólo determinar si la omisión de consentir el
recibo de determinadas testimoniales constituye una vulneración del derecho a
la prueba.

Ahora bien, lo que buscaron atacar los propios actores con esta
postulación probatoria, según ellos mismos afirman, era el establecimiento de
su inculpabilidad. Este principio, si bien no se encuentra reconocido
expresamente en la Constitución (de forma tácita se presenta en el artículo 2,
inciso 24, acápite e), se trata de uno implícito que limita la potestad punitiva del
Estado.

La esencia de la culpabilidad no reside (...), sino en la posibilidad de


haber actuado de otra manera en el caso concreto (...). El principio de
culpabilidad determina las siguientes consecuencias: (...) Se debe reconocer el
error sobre los hechos y, al menos, sobre la antijuricidad ( ....)18.

Asimismo, este Tribunal concuerda con la doctrina cuando se señala


que:

(...) Conforme a la naturaleza de la culpabilidad -y de la inculpabilidad- la


evitabilidad de la falta de comprensión de la criminalidad de la conducta debe
valorarse siempre en relación al sujeto en concreto y a sus posibilidades”.19

Independientemente de la postulada conexión entre error de prohibición


y culpabilidad (por no ser materia de un proceso constitucional), este Tribunal
buscará contrastar si los dos actos aducidos por el recurrente para sustentar la
violación de la prueba en el proceso penal vulneran el derecho constitucional a
la defensa alegada por los recurrentes.

3. Elementos de análisis respecto a la prueba ofrecida

21. Una de las manifestaciones del derecho a probar se encuentra en la


presentación de testigos, figura que es totalmente aplicable al caso concreto.

Tal como claramente lo ha expresado el artículo 14, inciso 3, acápite e,


del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (posteriormente
reproducido en el artículo 8 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos), la persona acusada tendrá derecho, en plena igualdad, durante
todo el proceso:
A interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a obtener la
comparecencia de los testigos de descargo y que éstos sean interrogados en
las mismas condiciones que los testigos de cargo:

Sin embargo, como todo derecho, éste tampoco es ilimitado o irrestricto,


sino que debe estar sujeto a las propias líneas divisorias que en la
normatividad se desarrollan. Pero, ¿qué se ha dicho respecto a la postulación
probatoria en el proceso penal sumario, como es el caso de autos?

Para llegar a una respuesta adecuada, es necesario conciliar lo que el


ordenamiento jurídico estima necesario para proteger el ámbito
constitucionalmente protegido del derecho a la prueba y los hechos existentes
en el caso sometido a control constitucional. Para cumplir este objetivo, surgen
diversas aristas que pasamos a explicar a continuación.

3.a. Eficacia de la prueba

22. Su importancia radica en la capacidad de toda parte o tercero


legitimado en un proceso para producir la prueba necesaria que pueda formar
la convicción del juzgador sobre la existencia ola inexistencia de los hechos
que son o serán objeto de probanza. Así, en su contenido se incluye la
posibilidad de su ofrecimiento, su admisión, su actuación, su producción, su
conservación y su valoración.

El Tribunal Constitucional español (la Nº 33/1992), en una sentencia


atinente concretamente a la denegación de medios probatorios, ha señalado
que:

(...) es indiscutible la existencia de una relación entre denegación


indebida de pruebas e indefensión, pero no existe indefensión de relevancia
constitucional cuando aun existiendo alguna irregularidad procesal, no se llega
a producir efectivo y real menoscabo del derecho de defensa, bien porque no
exista relación entre los hechos que se querían probar y las pruebas
rechazadas o bien porque quede acreditado que el interesado, pese al rechazo,
pudo en toda caso proceder a la defensa de sus derechos e intereses
legítimos.

Tal como se puede observar, para que la que prueba ofrecida por un
inculpado tenga un grado de eficacia tal que pueda ser admitida en un proceso,
debe presentar elementos de juicio irrebatibles a la luz de la responsabilidad
penal atribuida.

23. Como premisa básica, la presentación de testimoniales por parte de


los querellados resulta ser una prueba inútil. Ella en sí misma no permite
establecer la existencia o inexistencia del hecho que se pretende probar o
verificar con su ofrecimiento o actuación, que es, finalmente, la capacidad de
reacción normativa y la internalización de la norma por parte del sujeto.

Justamente, se ha señalado que la prueba del error de prohibición versa:

(...) sobre si el sujeto es responsable de la ausencia de motivación


conforme a derecho (…). A esa conclusión difícilmente puede llegarse a partir
de una prueba directa distinta de las propias manifestaciones del acusado, de
modo que si el propio sujeto, invoca error, sólo una manifiesta contradicción a
partir de máximas de experiencia puede hacer decaer su propia declaración al
respecto (…)20.

En el presente caso, como se ha podido establecer, la parte demandante


pretendió acreditar que incurrió en error de prohibición con la postulación de un
medio probatorio que parece no cumplir con el nivel de validez exigido. En
realidad, la actuación de las testimoniales no hubiera llegado a asegurar la
existencia del error de prohibición. Lo único que se hubiera llegado a expresar
es el hecho de que el asesor legal externo de Frecuencia Latina y también el
asesor legal interno emitieron un informe favorable, pero no. que hubo un error
subjetivo de apreciación al momento de cometer el delito.

24. En este sentido, es ilógico que se planteen como medio probatorio,


la declaración de testigos, si bastaba con presentar un informe escrito sobre el
tema requerido. Para probar realmente la existencia de un estudio jurídico
previo sobre la materia (sobre si la prostitución clandestina estaba o no tutelada
por el derecho a la vida privada), no era preciso mostrar declaraciones, sino,
por el contrario, mostrar documentos.

Durante la audiencia pública realizada en la sede de este Tribunal, se


formuló a los recurrentes una pregunta al respecto; ¿por qué era necesaria la
declaración de dos personas: el asesor legal y el representante del canal, si
bastaba con haber presentado el informe externo? La respuesta reflejaba su
indecisión sobre este aspecto:

Por lo siguiente, primero no había un informe escrito, no existía un


informe escrito, por eso es que se ofrece la prueba testimonial y lo que se iba a
testimoniar en ese momento es que antes de la difusión de ese video, se
consulta a estos profesionales y olvidaba un tercer testimonio que es incluso el
administrador del canal de ese entonces. Entonces, ésta es la prueba que se
ofrece al momento de la declaración de instructiva que tranquilamente se pudo
haber admitido su actuación y de repente en la valoración no creerle, pero, el
problema señor vocal es que no se admite la prueba, no se señala la razón de
su no admisión, ni siquiera se notifica y. en la Corte Suprema se dice, no sea
admitida porque no tenía la razón, eso me parece que lesiona frontalmente el
derecho a probar21.

No es creíble la versión planteada por el abogado de los demandantes


respecto a que tanto el abogado externo como el interno presentaron informes,
pero solamente verbales. En un proceso judicial no es consistente una
argumentación como la vertida. Asumir esta posición coadyuva a considerar
adecuada la respuesta de la judicatura respecto a la postulación probatoria
denegada.

25. Un último punto al respecto. El delito por el que fueron sentenciados


los recurrentes en la querella por delito contra la intimidad, está prescrito
claramente en el artículo 154 del Código Penal:

El que viola la intimidad de la vida personal o familiar ya sea


observando, escuchando o registrando un hecho, palabra, escrito o imagen,
valiéndose de instrumentos, procesos técnicos u otros medios, será reprimido
con pena privativa de libertad no mayor de dos años. La pena será no menor
de uno ni mayor de tres años y de treinta a ciento veinte días-multa, cuando el
agente revela la intimidad conocida de la manera antes prevista. Si utiliza algún
medio de comunicación social, la pena privativa de libertad será no menor de
dos ni mayor de cuatro años y de sesenta a ciento ochenta días multa.

En tal configuración, el delito no sólo se restringe a la responsabilidad


por captar imágenes, sino que avanza hasta la difusión de las mismas. Fue en
cuanto a la difusión que los recurrentes solicitaron los informes respectivos,
pero también fluye de autos que respecto a captar imágenes no hubo informe
alguno que supuestamente lo autorice. Es decir, así se hubiese comprobado la
existencia de un informe, ello no hubiera podido exculpar o disminuir la
responsabilidad de los querellados respecto al momento en que se preparó y
se filmó el acto sexual de la querellante.

3.b. Momento de postulación de la prueba

26. Para que los medios probatorios sean admitidos deben ser
presentados en su oportunidad. Ante ello, este Tribunal considera necesario
efectuar un análisis de la presunta vulneración del derecho a la prueba
respecto de los presupuestos necesarios para que el medio probatorio ofrecido
sea admitido.

El derecho a que se admitan los medios probatorios, como elemento del


derecho de prueba, no implica la obligación del órgano jurisdiccional de admitir
todos los medios probatorios que hubieran sido ofrecidos.
En principio, las pruebas ofrecidas por las partes se pueden denegar
cuando importen pedidos de medios probatorios que no sean pertinentes,
conducentes, legítimos o útiles, así como manifiestamente excesivos22.

En tal sentido, es imperioso que se realice un análisis de cuál es el rol


que cumple el medio probatorio, ya que así se podrá determinar, entre otras
cosas, si el momento en que fue postulado era el que correspondía según las
normas procesales sobre la materia.

Así, entre otros, el medio probatorio debe contar con:

- Pertinencia: Exige que el medio probatorio tenga una relación directa o


indirecta con el hecho que es objeto de proceso. Los medios probatorios
pertinentes sustentan hechos relacionados directamente con el objeto del
proceso.

- Conducencia o idoneidad. El legislador puede establecer la necesidad


de que determinados hechos deban ser probados a través de determinados
medios probatorios. Será inconducente o no idóneo aquel medio probatorio que
se encuentre prohibido en determinada vía procedimental o prohibido para
verificar un determinado hecho.

- Utilidad: Se presenta cuando contribuya a conocer lo que es objeto de


prueba, a descubrir la verdad, a alcanzar probabilidad o certeza. Sólo pueden
ser admitidos aquellos medios probatorios que presten algún servicio en el
proceso de convicción del juzgador, mas ello no podrá hacerse cuando se
ofrecen medios probatorios destinados a acreditar hechos contrarios a una
presunción de derecho absoluta; cuando se ofrecen medios probatorios para
acreditar hechos no controvertidos, imposibles, notorios, o de pública
evidencia; cuando se trata de desvirtuar lo que ha sido objeto de juzgamiento y
ha hecho tránsito a cosa juzgada; cuando el medio probatorio ofrecido no es el
adecuado para verificar con él los hechos que pretenden ser probados por la
parte; y, cuando se ofrecen medios probatorios superfluos, bien porque se han
propuesto dos medios probatorios iguales con el mismo fin (dos pericias con la
finalidad de acreditar un mismo hecho) o bien porque el medio de prueba ya se
había actuado antes.

- Licitud: No pueden admitirse medios probatorios obtenidos en


contravención del ordenamiento jurídico, lo que permite excluir supuestos de
prueba prohibida.

- Preclusión o eventualidad: En todo proceso existe una oportunidad


para solicitar la admisión de medios probatorios, pasado dicho plazo, no tendrá
lugar la solicitud probatoria.
A partir básicamente de esta última exigencia, corresponde analizar qué
sucede en el caso nacional con relación a los plazos en las solicitudes
probatorias.

27. Según el proceso establecido en el Código de Procedimientos


Penales para el procesamiento de delitos que son objeto de persecución
privada (artículos 3021 y siguientes), en caso de no haber conciliación en la
audiencia de comparendo, el juez examinará al querellante, al querellado y a
los testigos de ambas partes, en la forma que el propio Código indica.

Asimismo, es de observarse que, conforme al artículo 303 del Código de


Procedimientos Penales, la documentación existente, así como los testigos y
peritos que hubiere, serán examinados en la misma audiencia conjuntamente
con las partes:

El juez instructor citará al querellado mediante cédula, expresando en


ella el delito que se le imputa, el nombre de los testigos ofrecidos, el de los
peritos nombrados, si los hubiere, y el día y hora en que deben comparecer
juntos, querellante, querellado, testigos y peritos. Estos últimos, con su
respectivo dictamen. En la misma cédula se expresará que el querellado tiene
derecho para llevar hasta tres testigos que rectifiquen los hechos imputados, o
demuestren la parcialidad de los testigos ofrecidos por el querellante, y si hay
prueba pericial, un perito que discuta los dictámenes de los peritos judiciales o
los presentados por el querellante. A esta cédula se acompañará una copia de
la querella.

Como es de verse, la oportunidad para ofrecer testimoniales o cualquier


otro medio probatorio en un procedimiento de querella es antes de la audiencia,
ya que es en ella cuando tendrá lugar su actuación. Pero, ¿cuándo se presentó
el medio probatorio en el proceso penal seguido contra los querellados?

28. Se ha alegado que la postulación se produjo cuando las instructivas


fueron realizadas. De lo que se puede observar de ellas es que, básicamente,
lo que los recurrentes señalan son datos necesarios para ejercer su derecho a
la defensa. Nada más. En su declaración, los dos coinculpados coincidieron en
señalar que:

(...) luego de consultar con los asesores internos legales del canal
encabezados por el doctor Leopoldo Valdez, quien a su vez realizó una inter
consulta con el asesor legal externo del canal, el doctor Rolando Souza, luego
de recibida la asesoría legal necesaria para evitar que violemos algún tipo de
ley, decidimos emitir el informe23.
Lo que se puede colegir de esta manifestación judicial no es que se esté
ofreciendo medio probatorio alguno, sino tan sólo que se está relatando un
hecho particularmente necesario para su defensa. No se puede concluir, de
ninguna manera, en que a través de esta declaración los recurrentes
-querellados, en su momento-, postularon un medio probatorio.

Situación distinta se advierte cuando se presentó un escrito ante el


juzgador penal en el que sí, con claridad, se ofrece un medio probatorio:

Como acto probatorio de parte destinado a demostrar la verdad de los


hechos que forman mi defensa material, aporto los siguientes medios
probatorios: 1.- Medios probatorios: a) La declaración testimonial de don Emilio
Leopoldo Valdez Castañeda (...) b) La declaración testimonial de don Mendel
Percy Winter Zuzunaga (...). 2.- Significado probatorio del acto de defensa.- El
objeto de los testimonios ofrecidos tiene por finalidad acreditar que dado el
interés público de la investigación periodística que motivó la difusión del
informe se decidió emitirlo al aire previa consulta con el apoderado especial del
canal y abogados externos de la Compañía Latinoamericana de Radiodifusión
S.A.24

De esta forma se consolida la idea de que existe un medio probatorio


ofrecido por los demandantes que debió ser observado por el juzgador penal
recién a partir del 12 de mayo de 2003.

Entonces, pese a que, según la normatividad procesal penal, en el


proceso penal de autos el plazo para postular medios probatorios (la
comparecencia de testigos es uno de ellos) era antes de la audiencia realizada
el día 28 de enero de 2003, recién se realizó el pedido casi cinco meses
después. Del propio escrito de demanda fluye que los accionantes realizaron el
ofrecimiento probatorio -cuya inadmisión y consiguiente imposibilidad de
actuación se cuestiona- fuera del plazo establecido por ley, perdiendo así toda
oportunidad para ofrecer dicho medio probatorio, ya que las testimoniales, de
haber sido ofrecidas, debieron haber sido actuadas en la misma audiencia en la
que el juez examinó a los querellados.

29. En conclusión, debe enfatizarse que, si bien ha de procurarse la


rapidez y la prontitud para llegar a una resolución en todo proceso judicial,
inclusive penal, y más aún en uno sumario, ello no puede desvirtuar la
protección de la persona como fin supremo de la sociedad y del Estado
(artículo 1 de la Constitución). Todo acto de celeridad debe tener como
propósito esencial el respeto del derecho a la tutela procesal efectiva. Tal
sentido fluye de lo dispuesto por el artículo 125 del Código de Procedimientos
Penales, el mismo que determina que si el inculpado invoca hechos o pruebas
en su defensa, éstos deben ser verificados por el juzgador en el plazo más
breve.

El hecho que aducen los recurrentes no puede ser apreciado como una
vulneración del derecho a la tutela procesal efectiva en el ámbito relacionado
con el derecho a probar. No puede haber violación de este derecho
básicamente por dos motivos. En primer lugar, porque el medio probatorio fue
postulado fuera de los plazos legales para hacerlo, por lo que era incorrecto
que el juzgador lo aceptase. En segundo lugar porque, finalmente, el propio
Poder Judicial, a través de la Corte Suprema, subsanó la deficiencia formal en
que habían incurrido los juzgadores de primera y segunda instancia al no
pronunciarse al respecto, considerando acertadamente que tal prueba era
irrelevante.

Por ello, es oportuno subrayar que lo pedido por los recurrentes no se


inserta en el contenido esencial del ámbito constitucionalmente protegido del
derecho a la prueba, motivo por el que este extremo de la demanda se inserta
en lo prescrito por el Código Procesal Constitucional en el artículo 5 inciso 1, y
debe ser declarado improcedente.

C. El Argumento de Defensa respecto al Ámbito de Protección del Bien


Jurídico Intimidad

30. Además de aducir la violación del derecho a la prueba, los


recurrentes refieren que, en el proceso penal seguido en su contra, se ha
afectado su derecho a la defensa, precisando los siguientes motivos:

Desde la fase de instrucción del proceso penal hemos alegado como


argumento de defensa técnica la atipicidad del hecho por el que se nos atribuye
ser autores de delito contra la intimidad, porque los actos de prostitución
clandestina, por ser ilícitos, no se encuentran dentro del ámbito de protección
del bien jurídico intimidad. Este argumento de defensa técnica no ha sido
tratado o considerado en las sentencias dictadas en las 3 instancias de la
causa penal (…)25

En la sentencia de primera instancia del proceso penal, el juzgador


reseñó claramente cuál era la estrategia de defensa utilizada por la defensa de
los recurrentes: que la prostitución clandestina, por constituir un ilícito
administrativo, no se encuentra dentro de la esfera de la vida privada; y que la
conducta realizada se encuentra justificada en la medida que los querellados
actuaron en el ejercicio regular de la libertad de información26. Pese a tal
reconocimiento, los ahora recurrentes alegan que la vulneración de la defensa
técnica se produjo cuando se les impidió vindicar su acción, obstaculizando la
comprobación de la existencia de la mencionada prostitución ciandestina27.
En consecuencia, lo que corresponde determinar en este punto de la
sentencia es si los argumentos de defensa esgrimidos por los querellados del
proceso penal debieron ser analizados obligatoriamente por el juzgador al
momento de resolver, o si por el contrario, tenia éste la posibilidad de
desconocerlos cuando redactó su sentencia.

1. La defensa técnica como derecho

31. La defensa de una persona es un elemento también clave de la


configuración de la tutela procesal efectiva, puesto que un proceso no puede
considerarse como respetuoso de la persona si no se le permite la posibilidad
de presentar sus argumentos, estrategia y elementos de respaldo jurídico
necesarios. Así, la defensa también es un derecho-regla de la tutela procesal
efectiva.

Sobre su reconocimiento normativo, debemos remitirnos a la


Constitución cuando reconoce en su artículo 13 inciso 14, la existencia de

El principio de no ser privado del derecho de defensa en ningún estado


del proceso (...).

Los instrumentos internacionales ponen énfasis en ámbitos específicos


del derecho a la defensa. El artículo 11 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos insiste en que se aseguren a la persona todas las
garantías necesarias para su defensa. A su vez, el artículo 14 inciso 3, acápite
“d” del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos considera pertinente
requerir una defensa no sólo realizada a título personal, sino también a través
de un abogado. Por su parte, el artículo 8, inciso 2, acápite c de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos concede al inculpado el tiempo y medios
convenientes para que prepare y realice su defensa.

32. Teniendo en cuenta tales dispositivos, conviene preguntarse cuándo


se produce una violación del derecho de defensa. Ello ocurrirá cuando una
persona no logra ofrecer a quien la juzga los elementos necesarios para
desvirtuar una acusación en su contra o para afirmar que tiene la razón en lo
que alega. Pero no todo acto que imposibilita un correcto uso de la defensa
produce un agravio al derecho.

A colación de lo expuesto, el Tribunal Constitucional español ha


señalado, como parte de la Sentencia Nº 237/1999, que

(...) la indefensión, que se concibe constitucionalmente como la negación


de la tutela judicial (...) ha de ser algo real, efectivo y actual, nunca potencial o
abstracto, por colocar a su víctima en una situación concreta que le produzca
un perjuicio, sin que le sea equiparable cualquier expectativa de un peligro o
riesgo (...). Por ello hemos hablado siempre de indefensión ‘material’ y no
formal, para la cual resulta necesaria pero no suficiente la mera transgresión de
los requisitos configurados como garantía, siendo inexcusable la falta de ésta,
cuando se produce de hecho y como consecuencia de aquélla. Puestas así las
cosas en su punto final, parece claro que la omisión denunciada, podría ser
reprochable en el plano de la legalidad y con efectos quizá en otros ámbitos,
pero está desprovista de trascendencia constitucional para considerar
enervada o debilitada la efectividad de la tutela judicial.

Por ende, queda claro que también corresponde determinar si lo que


están alegando los demandantes se puede considerar como una forma de
vulneración del derecho fundamental a la tutela procesal efectiva.

33. Para comprobar la vulneración de la defensa técnica, los recurrentes


solicitan que este Colegiado reexamine el criterio vertido por el órgano
jurisdiccional respecto al carácter de la prostitución clandestina, presumiendo
que sólo así se podrá determinar que no existe violación de la vida privada si
existe un ilícito de por medio.

Ante ello, este Colegiado reitera el pleno respeto de la independencia


judicial al momento de resolver, de modo que únicamente determinará si los
juzgadores observaron, o no, los argumentos de defensa presentados. No se
pronunciará ni emitirá reflexión alguna respecto a lo que decidió la Corte
Suprema en este caso, puesto que ello implicaría que resuelva como una
instancia judicial ordinaria.

Cabe resaltar que según el artículo 138 de la Constitución.

La potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por el


Poder Judicial a través de sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución
y a las leyes (...).

Una norma de este tipo sólo puede significar respeto pleno de las
resoluciones judiciales y que ningún otro órgano puede afectarlas, ni siquiera el
Tribunal Constitucional, a no ser que haya vulneración de algún derecho
fundamental, situación en la cual la proscripción prevista en el segundo párrafo
del artículo 13, inciso 2 de la Norma Fundamental cedería ante la posibilidad de
interponer una demanda de algún proceso constitucional, según lo permite el
artículo 200.

Ahora bien, a grandes rasgos y prima facie, lo que se advierte es que en


las tres sentencias emitidas en el Poder Judicial sí se observaron los
argumentos de defensa pero no se creyó conveniente asumirlos como válidos
para resolver el caso. En cada una de las instancias, los juzgadores
establecieron que era irrelevante averiguar la existencia de prostitución ilegal,
pues ello no era objeto de juzgamiento, lo que en cierta forma ha terminado
confirmando que en su criterio la vida privada de las personas no tiene relación
alguna con la finalidad con la que realizan sus actos.

34. Pese a lo que se acaba de determinar, este Colegiado reseñará


algunos parámetros constitucionales sobre los derechos que estuvieron en
juego en el proceso judicial penal sometido a control constitucional, por ser ello
necesario en virtud de la profilaxis interpretativa que corresponde al Tribunal
Constitucional en su calidad de órgano supremo de interpretación de la Norma
Fundamental (artículo 11 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional). Ello
no significa que se está volviendo a resolver sobre el caso del fondo, sino
únicamente que se analizará la decisión judicial en el extremo planteado en la
demanda, toda vez que sólo así se desvirtuará, o validará, la tesis esgrimida
por los recurrentes, además de sentar las bases conceptuales para el estudio
de derechos fundamentales poco desarrollados jurisprudencialmente.

Asimismo, se pondrá énfasis en que los jueces, como miembros


partícipes del Estado, deben cumplir con las obligaciones que la propia
Constitución reconoce en el artículo 441: una de ellas referida a garantizar la
plena vigencia de los derechos humanos. Frente a ello, al ser el órgano de
control de la Constitución, según lo previsto en el artículo 2019 de la propia
Norma Fundamental, este Tribunal está capacitado para resguardar el respeto
de los derechos fundamentales de las personas.

En los siguientes puntos, se tratará de insistir en el contenido


constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales a la información
y a la vida privada, para que a partir de allí se pueda realizar un juicio de
ponderación respecto al video propalado en el programa Magaly TV. Gracias a
este estudio, se determinará en el último extremo y dentro de los márgenes que
impone la presente demanda de hábeas corpus, si hubo, o no, vulneración del
derecho a la defensa técnica.

2. La urgencia de definir los ámbitos de los derechos a la información y a


la vida privada

35. Sólo se podrá analizar la supuesta afectación del derecho a la


defensa de los recurrentes, si previamente se ubica correctamente el
reconocimiento judicial de la existencia de prostitución en la relación entre
derechos fundamentales de los querellados y la querellante.
Al respecto, los recurrentes buscaron ejercer, al momento de emitir el
reportaje mencionado, su derecho a la información. Sin embargo, a partir de un
inadecuado ejercicio de éste, el Poder Judicial determinó su responsabilidad
por la afectación de la vida privada, toda vez que ésta aparece como un límite a
tal derecho. Pero. ¿qué habrá de entenderse por derecho fundamental a la
información? Constitucionalmente, se ha previsto que toda persona puede
emitir las noticias que considere pertinentes, configurándose lo que se conoce
como el derecho a la información. En tal sentido, en el artículo 2 inciso 4, se ha
admitido la existencia del derecho a la libertad de información. Además, la
Declaración Universal de Derechos Humanos, en su artículo 1, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su artículo 1 inciso 2, la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, en su artículo
IV, y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, en su artículo 13
inciso 1, reconocen el derecho a la investigación, recepción y difusión de las
informaciones.

Como todo derecho fundamental, la información posee un elemento


constitutivo que le da sentido a su tutela constitucional, componente conocido
como su contenido esencial, concepto cuyo desarrollo se puede encontrar en la
sentencia del Expediente Nº 0050-2004-AI/TC y otros, donde se desarrolla una
idea institucional del mismo. En el caso de la información, y tal como se ha
desarrollado en la sentencia del Expediente Nº 0905-2004-AA/TC, su contenido
esencial se encuentra en la veracidad de lo que se manifiesta, lo cual no se
refiere explícitamente a una verdad inobjetable e incontestable, sino más bien a
una actitud adecuada de quien informa en la búsqueda de la verdad,
respetando lo que se conoce como el deber de diligencia, y a contextualizarla
de manera conveniente; es decir, se busca amparar la verosimilitud de la
información.

Entonces, solamente se debió ingresar a analizar la afectación de la vida


privada de la querellante si se comprobaba la veracidad de la información.
Caso contrario, ni siquiera se podría mencionar la existencia de un ejercicio del
derecho a la información. Si bien no hay dudas respecto a la autenticidad de
las imágenes presentadas (nunca la querellada las criticó), la veracidad del
reportaje emitido en el programa Magaly TV no se puede considerar una parte
del derecho a la defensa, sino simplemente el cumplimiento de lo mínimo que
se le podría exigir a un programa de índole periodística.

36. El ejercicio del derecho a la información no es libre ni irrestricto; por


el contrario, está sujeto a ciertos condicionamientos que deben ser respetados
dentro de un Estado democrático y social de derecho. Sólo así, con los límites
que se deben encontrar en la propia Constitución, el derecho a la información
podrá convertirse en la piedra angular de la democracia.
Es importante que en el ordenamiento internacional se haya
determinado la existencia de límites a los derechos comunicativos. En tal
sentido, tanto el artículo 1 inciso 3, acápite a del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, como el artículo 13 inciso 3, acápite “a” de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, precisan que el ejercicio del
derecho a la información ‘entraña deberes y responsabilidades especiales’, por
lo que está sujeto a una restricción como es la de asegurar

(...) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás.

En el ámbito constitucional, se ha prescrito respecto al derecho a la


información, como parte del artículo 2 inciso 4, que los delitos cometidos a
través de los medios de comunicación social se encuentran tipificados en el
Código Penal, sancionándose ex post la afectación a un derecho fundamental,
y reconociéndose de manera explícita un límite externo en la vida privada.

De otro lado, sobre la base del principio interpretativo de la unidad de la


Constitución, la vida privada de las personas aparecerá como límite al derecho
a la información, en el sentido que el ejercicio de uno no podrá realizarse
vulnerando el espacio del otro. Así, y tomando en cuenta su naturaleza de
derecho-principio de ambos, se buscará la optimización de sus contenidos. Por
ende, es imprescindible determinar si la preparación, filmación y divulgación de
imágenes que demostrarían una supuesta prostitución ilícita está protegida por
el derecho a la información de los recurrentes o si, por el contrario, ello se
configura como una vulneración del ámbito de protección del derecho a la vida
privada de la querellante. Ello hace necesaria la aplicación del test del
balancing o ponderación.

37. La vida privada de las personas es un límite válido del derecho a la


información. Por ello, corresponde fijar algunos contenidos básicos del primero
de los derechos mencionados con el fin de controlar jurisdiccionalmente el
segundo.

Lo importante de dotar de un contenido constitucionalmente protegido a


la vida privada en el presente caso se centra en que los recurrentes aseveran
que la violación a su derecho a la tutela procesal efectiva, en el sentido de
derecho a la defensa técnica, se basa en una consideración equívoca. Debe
determinarse, por tanto. si dentro del derecho a la vida privada se puede dejar
de abrigar un ámbito como el de la prostitución clandestina, máxime si el Poder
Judicial ya tomó una decisión clara y concreta, al considerar que sí la protege.

En primer lugar, es menester observar cómo ha sido reconocida en el


ordenamiento jurídico. En la Constitución, como derecho-regla base se ha
prescrito en el artículo 2 inciso 7, que toda persona tiene derecho a la intimidad
personal y familiar. Además, existen otros dispositivos que siguen refiriéndose a
este tema dentro del mismo artículo 2: el impedimento de que los servicios
informáticos no suministren informaciones que afecten la intimidad personal y
familiar (inciso 6); la inviolabilidad de domicilio (inciso 9): el secreto e
inviolabilidad de comunicaciones y documentos privados (inciso 10); entre
otros. Y pese a que el desarrollo constitucional de la materia es disperso, lo
cierto es que la Declaración Universal de Derechos Humanos le da cierta
coherencia y unidad. Así, en el artículo 12 se sostiene que nadie será objeto de
injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su
correspondencia,

motivo por lo cual se expresa el derecho a la protección de la ley contra


tales injerencias o ataques. Un planteamiento similar se puede encontrar en el
artículo 171 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el
artículo 11 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (sobre todo
incisos 2 y 3). Menos amplio es el reconocimiento mostrado en el artículo V de
la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, que se
restringe a señalar que toda persona tiene derecho a la protección de la ley
contra los ataques abusivos a su vida privada y familiar.

Como se observa, existe disimilitud de conceptos entre la normatividad


nacional e internacional, que por ello exige su reconducción hacia un criterio
unitario, básicamente planteado a partir de la Cuarta Disposición Final y
Transitoria de la Constitución y del artículo V del Código Procesal
Constitucional. Básicamente planteamos que el derecho-principio reconocido
es la vida privada, y la intimidad, uno de sus derechos-regla.

38. Con respecto al bien jurídico tutelado en la Constitución, no cabe


duda que la vida privada refleja uno de muy difícil comprensión, tanto así que
algunos consideran que se trata de un concepto jurídico indeterminado. No
obstante ello, juzgamos que es necesario plantearse sobre él un concepto
inicial y preliminar.

Son diversas las posturas para explicar el significado de la vida privada.


Algunas la conciben como aquella zona de la persona que no es pública, por lo
que nadie debe tener acceso a ella. Sin embargo, más correcto es tratar de
otorgar un sentido positivo. Así, sobre la base del right to be alone (derecho a
estar en soledad)28, se ha estimado apropiado afirmar que es el ámbito
personal en el cual un ser humano tiene la capacidad de desarrollar y fomentar
libremente su personalidad. Por ende, se considera que está constituida por los
datos, hechos o situaciones desconocidos para la comunidad que, siendo
verídicos, están reservados al conocimiento del sujeto mismo y de un grupo
reducido de personas, y cuya divulgación o conocimiento por otros trae
aparejado algún daño29. De esta forma se ha llegado a definirla,
argumentando su faz positiva, como

(...) el reducto de lo personal no encuentra su confín en la cárcel de la


propia individualidad (...) sino que ella sirve de plataforma para la integración
del ser humano con el círculo de ciertos allegados (especialmente a través de
los lazos familiares), con un ambiente físico (el domicilio) y con el ambiente
inmaterial de sus manifestaciones espirituales (la correspondencia, las
comunicaciones de todo tipo, los papeles privados)30.

En la jurisprudencia tampoco se ha rehusado la posibilidad de definir un


concepto como éste. Este Colegiado ha señalado, a través de un fundamento
de voto en la sentencia del Expediente Nº 0072-2004-AA/TC, que la vida
privada implica necesariamente la posibilidad de excluir a los demás en la
medida que protege un ámbito estrictamente personal, y que, como tal, resulta
indispensable para la realización del ser humano, a través del libre desarrollo
de su personalidad, de conformidad con el artículo 2 inciso 1 de la Constitución.
De esta manera, no sólo se hace hincapié en un ámbito negativo de su
configuración, sino también en el positivo.

Igualmente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en el caso von


Hannover c. Alemania (Application Nº 59320/00), del 2004, estableció que

(...) la importancia fundamental de la protección de la vida privada desde


el punto de vista del desarrollo de la personalidad que tiene todo ser humano.
Esa protección (...) se extiende más allá de círculo privado familiar e incluye
también la dimensión social. El Tribunal considera que cualquier persona, aun
si es conocida por el público, debe poder gozar de una ‘legítima expectativa’ de
protección y respeto de su vida privada.

De ello se concluye que únicamente a través del reconocimiento de la


vida privada la persona podrá crear una identidad propia, a fin de volcarse a la
sociedad, toda vez que aquel dato y espacio espiritual del cual goza podrá
permitírselo.

La vida privada es un derecho fundamental en primordial relación con la


intimidad. El último de ellos tiene una protección superlativa dado que configura
un elemento infranqueable de la existencia de una persona; la vida privada, por
su parte, la engloba y también incluye un ámbito que sí admite algunas
intervenciones que habrán de ser consideradas como legítimas, vinculándose
inclusive con otros derechos como la inviolabilidad de domicilio, prevista en el
artículo 2 inciso 9 de la Norma Fundamental.
39. En el presente caso, el ámbito de la vida privada que estaría siendo
objeto de violación es la intimidad personal, zona que también merece
protección superlativa a través del tipo penal descrito en el artículo 1548 del
Código Penal. En ella, la persona puede realizar los actos que crea
convenientes para dedicarlos al recogimiento, por ser una zona ajena a los
demás en que tiene uno derecho a impedir intrusiones y donde queda vedada
toda invasión alteradora del derecho individual a la reserva, la soledad o el
aislamiento, para permitir el libre ejercicio de la personalidad moral que tiene el
hombre al margen y antes de lo social31. Como lo señala este Colegiado en su
sentencia del Expediente Nº 1797-2002-HD/TC, es el poder jurídico de
rechazar intromisiones ilegítimas en la vida íntima o familiar de las personas.

De esta forma, la intimidad protegía todo acto dentro de un espacio


personal de la querellante, como puede ser las relaciones sexuales que
practique, con prescindencia de la motivación o la causa de dicho hecho.
Queda claro, entonces, que su derecho a la vida privada sí protegía la
posibilidad de evitar que otros se inmiscuyan y reproduzcan en un canal de
televisión los actos sexuales que realizó. Sin embargo, esto no quiere decir
que, si se presenta un ilícito, la investigación periodística que se realice rió
puede estar también protegida, haciendo disminuir la protección del contenido
accidental del derecho a la vida privada de la persona. Pero, sobre la base
objetiva del contenido esencial de cada uno de los derechos en juego (vida
privada e información), se efectuará a continuación un análisis ponderativo
para comprobar si la judicatura ordinaria analizó correctamente, o no, el medio
de defensa utilizado por los querellados respecto a la existencia, o no, de
prostitución clandestina.

4. La ponderación entre la información y la vida privada

40. Si bien la relación existente entre los derechos a la vida privada y a


la información es una de las más clásicas en el Derecho, en muchos casos se
ha dado una respuesta poco idónea a la teoría de los derechos fundamentales.
Así, se ha propuesto la primacia de la información en virtud de la aplicación
equívoca de la teoría valorativa de las preferred fredoms al sistema
constitucional, postura doctrinal que propendería a una jerarquía entre los
derechos fundamentales. Pero, de otro lado, también se manifiesta y se
presencia una prevalencia de la información, basándose en el efecto irradiante
que posee respecto al resto de derechos. Pero no hay que olvidar que los
derechos fundamentales (todos, sin excluir ninguno) están en igualdad de
condiciones dentro de la Constitución.

Por eso, lo que corresponde realizar es una determinación de los


contenidos de cada uno de los derechos involucrados. Sólo así se llegará a la
delimitación adecuada de sus contornos. Para ello, será necesario optar por el
método de la ponderación, con una utilización mixta de los criterios de
razonabilidad (propios de cualquier relación entre derechos fundamentales) y
de desarrollo colectivo (exclusivo de los derechos de respeto de la persona y
los comunicativos).

4.a. La razonabilidad de la medida

41. La razonabilidad es un estándar de control de una acción que, como


en el caso concreto, está referido a la emisión de imágenes respecto a los
actos sexuales cometidos por la querellante con otro sujeto.

Incluye, dentro de sí, tres juicios claramente establecidos: la adecuación,


la necesidad y la proporcionalidad, en cada uno de los cuales se debe dejar
sentado si los argumentos de los recurrentes tienen, o no, sentido.

4.a.i. El juicio de adecuación

42. A través de la adecuación, la conclusión a la cual se arribe debe ser


lo más ajustada posible a la finalidad de la Constitución, explícita o
implícitamente reconocida. En tal sentido, la acción que realice la persona debe
ser conveniente, jurídicamente hablando (la norma habrá de ser accesible y
previsible) y contar con un fin legítimo. Este juicio aplicado a la relación entre
información y vida privada permite determinar que sólo existirá una solución
adecuada, si es que la noticia sobre la cual versa la información no desconoce
el objetivo previsto en la Constitución en su artículo 1 (la persona es el fin
supremo de la sociedad y del Estado) y que se materializa en la vigencia del
respeto de los ámbitos de la vida privada de una persona, por más pública que
ésta sea.

Por tanto, ¿es permisible que el derecho a la información pueda tocar


temas tan sensibles como las relaciones sexuales de una persona, por más
que haya estado en un supuesto de prostitución clandestina? Este Colegiado
considera que no.

La sentencia de la Corte Suprema de Estados Unidos, en el caso


Lawrence c. Texas, del 2003 (se trata de un caso en que hubo una intervención
estatal a un domicilio en el cual dos personas practicaban relaciones
homosexuales), también está en la misma línea:

La libertad protege a la persona de intrusiones gubernamentales


arbitrarias en una vivienda u otro lugar privado (...). El derecho de la libertad se
extiende más allá de los límites espaciales. La libertad supone una autonomía
de la persona que incluye libertad de pensamiento, credo, expresión y cierta
conducta íntima. El presente caso involucra la libertad de la persona tanto en
su dimensión espacial como en sus más trascendentes dimensiones.

43. En el caso de autos, el reportaje emitido en el programa Magaly TV,


tal como había sido propalado, no respetaba de ningún modo a la persona
sobre la cual versaba el mismo. Como se puede apreciar de su transmisión, no
existe la más mínima consideración por la querellante ni por su vida privada.
Además, no se ha respetado la inviolabilidad de domicilio (artículo 2, inciso 9
de la Constitución), derecho que protege también las actividades realizadas por
una persona en la habitación un hotel.

Independientemente del fin con el que se realiza el reportaje, lo


importante en este punto es analizar si con él se respetaban los valores y
principios previstos en la Norma Fundamental: ni la democracia se veía
favorecida con un reportaje de este tipo y menos aún la dignidad de la persona
podría ser argüida como sustento jurídico del mismo. Nada productivo para el
Estado democrático y constitucional de derecho se ha de conseguir con el
vídeo sobre ‘Las Prostivedettes’, ni con la emisión de imágenes que muestran
partes íntimas de la querellante, máxime si los medios de comunicación social
están obligados a colaborar con el Estado en la educación y formación moral y
cultural de a nación, tal como lo precisa el artículo 149, in fine, de la
Constitución.

Queda claro, entonces, que la utilización del argumento de la


prostitución clandestina no ayudaba ni ahondaba en nada en el tema de la
adecuación de la medida realizada por los demandantes.

4.a.ii. El juicio de necesidad

44. El criterio de necesidad importa la ausencia de una solución más


efectiva y adecuada de la que se esté tomando. Lo que se busca realizar a
través de este juicio es elegir, entre las medidas posibles, la mejor que exista.

Asumiendo este argumento, se ha señalado que la vida privada

(...) es un derecho fundamental, razón por la cual las leyes que


pretendan limitarlo han de contar con una muy sólida justificación. Deben ser
necesarias para satisfacer un imperioso interés estatal32.

Es relevante, por tanto, para evitar afectar la vida privada de una


persona, que el ejercicio del derecho fundamental a la información se realice
sin excesos. Y de otro lado, en pos de la optimización de cada derecho en
juego, buscar que la medida utilizada permita el mejor desarrollo posible del
derecho a la vida privada, tal como ha debido suceder en el presente caso.
45. La propia Corte Suprema, en el proceso penal seguido contra los
demandantes, precisó que

(...) en el caso materia de incriminación se evidencia una injerencia


ilegítima a la intimidad, pues el reportaje televisado ‘Las Prostivedettes’ exhibe
a Mónica Adaro Rueda manteniendo relaciones sexuales con una persona de
sexo masculino. Que filmaciones de tal naturaleza constituyen formas de cómo
se puede penetrar y quebrantar las fronteras del entorno de la intimidad propia
de cada persona, ya que evidentemente no era una información de interés
público. Más reprobable y desvalorada resulta la conducta sub examen, al
haber reconocido los propios sentenciados que provocaron el encuentro sexual
instruyendo al llamado ‘contacto’ para que oficie de instigador33.

Lo importante en un caso como éste es determinar si la propalación del


reportaje en un canal televisivo de señal abierta era necesario para cumplir con
el objetivo de informar, y si la forma en que éste se realizó se puede considerar
como válida a partir de la búsqueda de protección de la vida privada de las
personas. Por ello, este Colegiado se centrará en dos aspectos relevantes; el
primero, relacionado con el tipo de imágenes emitidas y, el segundo, con la
urgencia de descubrir una red de prostitución clandestina.

46. Un tema que vale la pena resaltar está referido al tipo de imágenes
que el reportaje emitió. En primer lugar, debe tomarse en cuenta el momento
en que se emitieron las imágenes: la transmisión se produjo a las nueve de la
noche, horario en que se transmitía -y aún hoy se transmite- Magaly TV. En ese
momento, ese horario era considerado ya de carácter familiar34, y por lo tanto
no era correcta la difusión de imágenes como las contenidas en ‘Las
Prostivedettes’, máxime si, según el artículo 27 del Texto Único Ordenado de la
Ley de Telecomunicaciones, Decreto Supremo Nº 013-93-TCC, vigente en el
momento en que se emitió el reportaje, se demandaba a los medios de
radiodifusión que puedan

(...) difundir una programación que mantenga los principios formativos


que relieven la dignidad eminente de la persona humana y la defensa de la
familia como célula básica de la sociedad, así como los demás valores que
proclama la Constitución Política del Perú como factores de integración, de
identidad nacional y de pacificación.

Nada de lo previsto en esa norma fue respetado en la emisión del


reportaje. Es más, se debió evitar la difusión de imágenes que puedan afectar
algún derecho de las personas, tal como ocurre cuando se cubre el rostro de
alguien (el ejemplo más clásico de ello es cuando aparece un menor de edad, o
también cuando testifica alguien que no desea ser reconocido), ya sea tanto
con su consentimiento o sin él, cosa que tampoco ha ocurrido en el caso de la
querellante. Un discurso visual requiere, además de veracidad, ser necesario
para cumplir su objetivo.

47. En el caso de autos se ha dicho que el reportaje buscaba demostrar


una red de prostitución en el vedettismo nacional, y que para ello era necesario
mostrar a una bailarina, como era la querellante, justamente manteniendo
relaciones sexuales sin autorización legal para hacerlo. Supongamos que
estuviese permitida la filmación de la persona en la habitación de un hotel, tal
como sucedió en este caso, ¿se faculta, aun así, que el medio de
comunicación pueda mostrar las partes íntimas de la persona involucrada? En
el vídeo presentado35, se observa con claridad cómo la querellante se
desnuda -sin saberlo- frente a la cámara, y son vistas sus partes más íntimas
(zonas pudendas), sin que se busque evitar tal hecho. Las únicas imágenes
cubiertas (a través de un cuadrado negro en la pantalla) fueron las del rostro de
la persona que mantuvo relaciones con la querellante.

Queda claro, además, que no hubo consentimiento de la querellante


para la filmación y menos para la difusión del vídeo del que fue parte, tal como
se ha señalado supra, y esto hace aún más ilícito el reportaje.

48. Otro tema que se debe mencionar está relacionado con la ilegalidad
aducida respecto a la prostitución no autorizada. He aquí el tema principal de la
supuesta afectación del derecho a la defensa, pues se constituye como soporte
del argumento presentado por los recurrentes en el proceso penal que se
siguió en su contra, y que fue supuestamente desconocido por el juzgador.

Se considera, en el fondo, que los querellados actuaron de acuerdo a


derecho, toda vez que presentaron un reportaje, haciendo uso de su derecho a
la información, con el fin de descubrir una red de prostitución en la farándula
limeña. Queda claro que la prostitución clandestina debe estar proscrita por ser
un oficio no permitido en nuestro ordenamiento.

Al respecto, alegan los demandantes a través de su abogado, que la


prostitución clandestina es un acto no aceptado en Derecho, por lo que habría
que considerarlo como un ilícito o injusto administrativo36. Por ello, a su
entender, debía analizarse en primer término si existía dicha red para que, en
segundo lugar, se pueda desconocer una protección superlativa de la vida
privada. Considera que le incumbió al juzgador averiguar si el ilícito aducido se
había producido en la realidad, pues sólo así se hubiese protegido plenamente
a los recurrentes.

Frente a ello, para justificar la irrelevancia penal del ejercicio de la


prostitución clandestina de la querellante en la responsabilidad de los
recurrentes en el delito contra la intimidad, el Procurador Público del Poder
Judicial consideró pertinente afirmar que

(...) el juez penal, en una extensa sentencia que consta en autos, ha


señalado lo siguiente: ‘No importa, que lo que realizó la señora Adaro en aquel
cuarto de hotel, sea un acto de prostitución o no, no importa que haya estado
libando licor con el señor Arancibia o que hayan estado jugando a las
escondidas porque no es materia del proceso penal, lo que importa es que
existió una violación flagrante de su derecho a la intimidada37.

Por ende, la discusión en sede constitucional debe restringirse a


determinar si era importante que el juez analice la aducida prostitución
clandestina, y concluir en si ello comportaba dejar de proteger la vida privada
de las personas.

En realidad, ¿qué implica la actividad de la prostitución clandestina? Su


ejercicio está regulado básicamente a través de la Ordenanza Nº 141 de la
Municipalidad Metropolitana de Lima, Sobre Obligatoriedad de Portar Carné de
Salud, la misma que señala en su artículo 6 que

Las personas que ejerzan el meretricio y/o se desempeñen como


acompañantes de baile en boites, clubes nocturnos, cabarets y similares,
además del Carné de Salud, están obligadas a poseer un Certificado de
Control Periódico epidemiológico, serológico y tebeciano, los cuales serán
expedidos por la Autoridad Sanitaria Municipal por períodos quincenales,
trimestrales y semestrales, según corresponda.

En caso de que no se cumplan estas exigencias, según el artículo 141,


la Dirección de Salud y Bienestar Social de la Municipalidad podrá sancionar
inclusive con una multa a la persona infractora dedicada a tal actividad.

49. ¿Era o no relevante la comprobación de prostitución clandestina en


el caso de autos? A criterio de este Colegiado, la existencia de este tipo de
prostitución es un hecho que sí ameritaba ser conocido por la sociedad,
máxime si a través de su conocimiento podría llegar a protegerse
convenientemente la salud en tanto derecho social previsto en el artículo 7 de
la Constitución.

Pero una cosa es que se llegue a informar sobre la supuesta red de


prostitución existente y otra muy distinta que se vulnere ilícitamente los
derechos fundamentales de las personas, en este caso el derecho a la vida
privada. Es necesario informar, pero no traspasar los límites externos de la vida
privada. Bastaba hacer un seguimiento de la persona que se estaba
investigando o mostrar el momento en que se hacía el trato. Pero no puede ser
aceptable, en un Estado democrático y social de derecho, que una cámara se
introduzca subrepticiamente en la habitación de un hotel para que luego las
imágenes captadas muestren públicamente las partes íntimas del cuerpo de
una persona. Ello es inaceptable y excesivo. Con la propia transmisión del
mensaje (desnudo), se ha terminado desdiciendo y sobrepasando el motivo
alegado respecto al reportaje televisivo (presumible prostitución clandestina).

Por ser irrelevante analizar el fin del reportaje (ilícito administrativo


manifestado), no puede considerarse superado el juicio de necesidad en el
caso planteado, pues lo único claro del vídeo emitido es que éste terminó
afectando el derecho fundamental a la vida privada de la querellante.

Lo que también debe tenerse en consideración es que un ‘periodista no


es fiscal o juez para, en su investigación, calificar figuras delictivas y, sobre la
base de ello, afectar derechos fundamentales ilícitamente. Lo que le
corresponde hacer en tal caso es dar cuenta al Ministerio Público o al Poder
Judicial, para que estos actúen de acuerdo a sus competencias.

4.a.iii. El juicio de proporcionalidad

50. A través de la proporcionalidad se procura que cada solución a la


cual se arribe responda a una conveniencia constitucional o finalidad de la
determinación de contenidos de cada uno de los derechos que están en juego.
Es decir, busca que el resultado del acto interpretativo responda al objeto
perseguido por la ponderación realizada.

En el caso de la relación entre vida privada e información, se procura


que ambos derechos tengan la mayor efectividad posible, y que uno y otro
sean protegidos de una manera adecuada, máxime si ha habido circunstancias
que demuestran la desproporcionalidad del reportaje emitido.

Según este juicio, quizás hubiese bastado, para concretar el propósito


del reportaje, que éste mostrase a la persona teniendo relaciones sexuales,
pero es excesivo y exagerado haber presentado públicamente (a través de un
medio de comunicación social) el cuerpo desnudo de la querellante. Es decir,
en este caso era irrelevante saber si había, o no, prostitución clandestina. La
violación de la vida privada se concretaba con la emisión de imágenes como
las del vídeo.

51 En este tema, resulta particularmente llamativa la actuación realizada


por los querellados en la comisión del, delito de violación de la intimidad, pues
demuestra el poco interés mostrado en la protección del derecho a la vida
privada de la víctima.
Así, debe constar cómo los propios inculpados del, proceso penal, ahora
demandantes en el proceso constitucional, propiciaron la comisión del ilícito
administrativo, el cual, a su vez, es alegado ahora como parte de su derecho a
la defensa. Ellos mismos pusieron a la persona que tuvo, relaciones sexuales
con la querellante, tal como la propia recurrente lo relata:

(...) como parte de una investigación periodística y debido a que habían


muchos indicios que señalaban que la prostitución clandestina se había
enquistado entre las vedettes de nuestro medio (...) decidimos averiguar qué
tan ciertos eran estos indicios. Fue así que después de una larga investigación
llegamos hasta una proxeneta conocida con el nombre de ‘Corín’, quien
aseguró tener, entre las mujeres que ella ofrecía vedettes conocidas de la
televisión, fue así que luego de llamar a la persona que se hizo pasar como
cliente logramos comprobar en la investigación que la vedette Yesabella y
Mónica Adaro se dedicaban a la prostitución clandestina (…)38

De ello se advierte la intencionalidad de los propios querellados para que


las imágenes sean captadas, pues colocaron una cámara de filmación de
manera oculta (y pese a que la querellada la buscó, no la encontró, tal como se
observa en el vídeo del programa39), y enviaron una persona para que
contacte intencionalmente a la bailarina que querían descubrir. Como se puede
ver, los recurrentes nunca tuvieron interés alguno en proteger la vida privada de
la víctima, ni en poner a conocimiento de la autoridad policial o fiscal supuestos
ilícitos penales (o administrativos), sino propalar un reportaje sobre un tema
reservado para las investigaciones de las autoridades públicas -o en todo caso,
presumir tal ilícito-. De esta forma, y tal como el mismo abogado de los
demandantes lo reconoce40, hubo afectación del principio de proporcionalidad
en el reportaje realizado.

4.b. El desarrollo colectivo en la medida

52. Luego de concluir con el análisis de la ponderación según


parámetros genéricos, debe efectuarse un examen desde el punto de visto
específico.

En cuanto a la relación entre los derechos a la información y a la vida


privada, debe insistirse en la correspondencia existente en derecho entre lo
público y lo privado. Una buena muestra de esta distinción se constata en el
Constitucionalismo Histórico nacional. Así, el artículo 20 de la Norma
Fundamental de 1867 consideraba que no existía responsabilidad de la prensa
cuando los asuntos eran de interés general, situación que variaba
completamente cuando mediaba un interés privado, o como ella misma
denominaba, ‘publicaciones sobre asuntos personales’.
En conclusión, debe establecerse cuándo se está realmente frente a un
‘discurso público’, teniendo en cuenta que este incluye un desarrollo colectivo
de la sociedad. Este tipo de discursos

(…) está en la base de una serie de distinciones (...): asuntos de interés


público (matters of public interest) por oposición a los que no la tienen,
intimidad (privacy), figuras públicas y simples particulares (public figures,
private persons)41

En el análisis de la validez del derecho a la información o a la vida


privada se tendrá como característica esencial e imprescindible su
acercamiento a una base razonable para el mejoramiento social y personal de
los miembros de la colectividad. Sólo de este forma podrá ser entendido el
interés público en una información vertida por los medios de comunicación
social. Este desarrollo colectivo se materializa en dos ámbitos: uno subjetivo
(proyección pública) y otro objetivo (interés del público).

4.b.i. El juicio de proyección pública

53. Un primer aspecto respecto a la formación de la opinión pública por


intermedio de la información vertida por los recurrentes se refiere a la validez
de la proyección pública en el caso concreto. Se asume que el grado de
conocimiento de la población respecto a ciertos personajes conocidos hace que
la protección de su vida privada puede verse reducida.

En el caso concreto, por lo tanto, se aduce la proyección pública de la


querellante para justificar la intromisión en su vida privada. Para justificar ello,
el abogado defensor de los demandantes señala que

Magaly Medina es la principal exponente de la prensa chicha televisiva y


(...) la prensa no convencional tiene dos temáticas fundamentales, que son los
dos arquetipos de la sociedad cuantitativamente más importantes de este país
(...). Entonces, dentro de esa sociedad, los dos arquetipos fundamentales son
la vedette y el futbolista (...). De lo que acontece es esto, para el público y la
temática que había estaba dentro del formato del canal, si ésa es la idea,
dentro del formato del programa estaba la temática42.

Frente a tal aseveración, en el proceso penal que se les siguió por


violación a la intimidad, el juzgador señaló que

(...) aun cuando admitamos de manera forzada que la agraviada Mónica


Adaro es líder o corriente de opinión en nuestro país, justo es señalar que las
revelaciones hechas sobre ella nada tienen que ver con la actividad por la cual
es públicamente conocida: su labor como cantante y bailarina (...)43.
Con dos posiciones encontradas como las que mostramos, corresponde
formular algunas precisiones sobre lo que puede aseverarse con relación al
juicio de proyección pública y su relación con los derechos fundamentales
involucrados.

54. Cuando un suceso involucra a una persona conocida por todos,


existe una mayor preocupación del resto de gente en saber sobre ella o
conocer lo que los otros opinan sobre la misma. No es que haya una protección
desigual con respecto a su vida privada, sino que simplemente se está
reconociendo una diferenciación.

Pero. ¿por qué brindarle mayor protección las personas sin proyección
pública frente a los que sí la tienen? Para responder a esta interrogante se
impone un análisis tanto de la importancia de sus actividades como de su
posibilidad de respuesta ante un ataque desmedido, toda vez que el acceso
que tienen a los medios de comunicación social es mucho mayor que el que de
los particulares.

Lo que también es cierto es que existen diversos tipos de personas con


proyección pública, cada una de las cuales cuenta con un nivel de protección
disimil. Según el grado de influencia en la sociedad, se pueden proponer tres
grupos de acuerdo con el propósito de su actuación:

- Personas cuya presencia social es gravitante: Determinan la trayectoria


de una sociedad, participando en la vida política, económica y social del país.
Ellas son las que tienen mayor exposición al escrutinio público, por cuanto
solicitan el voto popular.

- Personas que gozan de gran popularidad sin in/luir en el curso de la


sociedad: Su actividad implica la presencia de multitudes y su vida es
constantemente motivo de curiosidad por parte de los particulares, aunque
tampoco se puede negar que ellos mismos buscan publicitar sus labores,
porque viven de la fama.

- Personas que desempeñan actividades públicas, aunque su actividad


no determina la marcha de la sociedad: Sus actividades repercuten en la
sociedad, pero no la promueven. como puede ser el caso de los funcionarios
públicos.

Como se puede dar uno cuenta, la querellante y uno de los querellados


se insertan en el segundo grupo de personas con proyección pública.
55. Lo que queda por dilucidar en el caso es si era relevante para
determinar la intromisión de la vida privada de la persona el hecho de que ella
era una bailarina conocida, y si es que para tal propósito se requería averiguar
la existencia de prostitución clandestina.

En un caso de Jurisprudencia Comparada, se publicaron en un


semanario diversos artículos titulados ‘Mi vida’ como si la propia artista,
protagonista de estas historias, los hubiese escrito, lo cual era falso. Por ello,
se señaló en la Corte de Apelaciones de París, en el caso de Marlene Dietrich,
que

(...) las vedettes están protegidas por los mismos principios (generales),
y no corresponde hacer una excepción en lo que a ellos concierne, bajo el
pretexto espacioso de que ellas buscan una publicidad indispensable a su
celebridad.

Entonces, las personas que se dedican al vedettismo también gozan. de


la protección de su derecho a la vida privada, y más aún de su intimidad, por
más proyección pública que realicen de sus actividades. Es inaceptable, por
ello, que en el caso de autos se asevere, o se deje sentado, que porque la
querellante era una persona pública, podía vulnerarse o transgredirse su
derecho a la vida privada, y exponerla gratuitamente a un fútil escrutinio de la
comunidad.

4.b.ii. El juicio de Interés del público

56. El segundo gran tema respecto al desarrollo colectivo está referido a


los asuntos que merecen una atención especializada de la sociedad. En él se
demuestra cómo una persona puede terminar informando un asunto que
imperiosamente merece ser conocido por los demás, y que ello justifica alguna
intromisión de la vida privada de alguien. Ello tampoco ha de impedir la
protección de los derechos de los afectados, sino simplemente la disminución
de los límites externos de uno de ellos.

Respecto a la filmación realizada, se afirma que ésta versaba sobre una


cuestión de interés general, lo cual justificarla la posibilidad de invadir la esfera
personal de la querellante, pues

(...) debido a que era un tema de interés público, había que demostrar la
penetración de la prostitución en el ambiente artístico y al espectáculo ya que
muchas personas utilizan los medios de comunicación como artistas y
finalmente no lo son, dejando en claro que el fin fue hacer conocer un hecho de
interés público.44
Por tanto, corresponde ahora analizar qué se entiende por juicio del
interés del público, pues solamente a partir de ello se podrá determinar si el
juzgador estuvo acertado en no tomar en consideración una defensa técnica
como la referida a la prostitución clandestina de la querellante.

57. El criterio en mención está en relación directa con la formación de la


opinión pública. Lo público es una garantía de respeto a lo privado si se asume
el rol del Estado, pero no debe olvidarse que la sociedad se preocupa también
del respeto de sus miembros y de evitar la invasión de los ámbitos personales.

De esta forma, no se puede argüir como válida. por más interés del
público que exista, una intromisión ilegitima en el ámbito privado de las
personas, ya que al medio de comunicación social

(...) sólo le corresponde protección en el tratamiento de cuestiones que


afecten lo público. Pero la prensa pierde la protección jurídicamente reforzada
de su función política cuando injustificadamente penetra en la esfera
puramente privada para exponer, sin interés público, la vida privada de las
personas o a una discusión que dañe su honor”45.

Para determinar correctamente la formación de la opinión pública, se ha


considerado pertinente observarla desde un doble punto de vista.
Normativamente, se protege exclusivamente el discurso cuya importancia
implica una real y efectiva participación de los ciudadanos en la vida colectiva,
en clara referencia a las materias relevantes para el proceso democrático de
autogobierno. Descriptivamente, es el discurso que interesa a una parte del
público o a todo él en el sentido de presentarse, en el ámbito ético-político,
como actitud que tiende a compartir e identificarse con las inquietudes y
necesidad ajenas, y., de forma jurídica, como un compromiso de los poderes
públicos de hacer efectiva la igualdad material.

58. No debe confundirse interés del público con mera curiosidad. Es


deleznable argumentar que cuando muchas personas quieran saber de algo,
se está ante la existencia de un interés del público, si con tal conocimiento tan
solo se persigue justificar un malsano fisgoneo.

Este Colegiado ha reconocido la importancia del derecho a la


información, pero en estrecha vinculación con su rol democrático, cosa
inexistente cuando se está ante un acto de curiosidad. Lejos de él, su
protección debería disminuir. Hablando de la expresión y la información, se ha
señalado, en la sentencia del Expediente Nº 0905-2001-AA/TC, que

(...) ellas no constituyen una concreción del principio de dignidad del


hombre y un complemento inprescindible del derecho al libre desenvolvimiento
de la personalidad. También se encuentra estrechamente vinculadas al
principio democrático, en razón de que, mediante su ejercicio, se posibilita la
formación, mantenimiento y garantía de una sociedad democrática, pues se
permite la formación libre y racional de la opinión pública.

De otro lado, en un caso de Jurisprudencia Comparada (Corte Suprema


de Justicia de la Nación argentina, Causa 1985-B-114, Caso Ponzetti de Balbín
c/Editorial Atlántida), el juzgador afirmó que si bien es cierto que es de interés
público conocer la salud de un político célebre, no lo es menos que dicho
interés no justifica invadir su vida privada ni tampoco difundir las fotos de dicha
persona en estado agonizante.

Asimismo, en el ámbito internacional, se ha dejado sentado claramente


qué significa el interés del público referido a la toma de imágenes relacionada
con la vida privada de las personas. Este criterio marca claramente el límite del
derecho a la información. Así, en el ya nombrado caso del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos, Von Hannover c. Alemania (Applicación Nº 59320100), del
2004, se estableció lo siguiente:

(...) el Tribunal considera que la publicación de fotos y artículos en,


cuestión, respecto de las cuales el único propósito era satisfacer la curiosidad
de un sector particular de lectores de conocer los detalles de la vida privada de
la demandante, no puede ser considerado o juzgado como contributivo al
debate alguno de interés general para la sociedad a pesar que la demandante
sea conocida públicamente (...). Estas fotos fueron tomadas -sin el
conocimiento o consentimiento de la demandante- y el hostigamiento sufrido
por muchas figuras públicas en su vida diaria no pueden ser completamente
desestimados (...). Además, el Tribunal considera que el público no tiene un
legítimo interés de saber dónde se encuentra la demandante y cómo ella actúa
o se desenvuelve generalmente en su vida privada, aunque ella aparezca en
lugares que no siempre puedan ser descritos como aislados y pese al hecho
que ella sea muy conocida públicamente.

Por tal razón, cuando una información no cumple un fin democrático y se


convierte en un malsano entrometimiento que afecta el derecho a la vida
privada de un tercero, el grado de protección del primer derecho fundamental
habrá de verse distendido, sobre todo si se afecta la protección de la dignidad
de las personas, establecida en el artículo 1 de la Constitución.

59. Regresando al caso concreto, la existencia de prostitución


clandestina no puede ser considerada como un dato periodístico que revista el
carácter de interés público. Mejor dicho, tal reconocimiento no puede ser usado
en el proceso penal llevado a cabo contra los querellados como una noticia de
interés público.
Quizás la proscripción de la prostitución clandestina en aras de proteger
la defensa de la salud pública, prevista en el artículo 79 de la Constitución,
puede ser materia de control mediático, pero la utilización de imágenes que
exponen partes íntimas de la querellada no puede considerarse como válida
porque no aporta nada a la investigación realizada. No contribuye al desarrollo
de la sociedad peruana saber que una o dos bailarinas se hayan dedicado al
meretricio. Y sí es más bien indefendible y refutable plenamente que se
exponga no sólo el cuerpo desnudo de una persona pública, sino que se la
muestre manteniendo relaciones sexuales, con el objeto de alegar un interés
del público en una noticia de este tipo. Interés del público no es, ni puede ser,
sinónimo de fisgoneo, impertinencia o curiosidad. El elemento objetivo de una
noticia difundida a través de un programa de farándula no puede ser admitido
en un Estado democrático y social de derecho que desea proteger realmente
los derechos fundamentales de la persona.

De lo expuesto, por más trascendente que sea para la sociedad la


investigación sobre la prostitución clandestina en el país, no justifica de ningún
modo la vulneración de la vida privada de una persona. Coincidimos en que es
innecesario un análisis judicial, pese a lo que alegan los recurrentes, respecto a
la existencia de la prostitución clandestina. En primer lugar, porque era
excesivo realizar indagación alguna sobre ella, puesto que la vulneración del
derecho a la vida privada de la querellante se sustentaba en la emisión de
imágenes que no tenían valor constitucional con el supuesto fin del reportaje de
Magaly TV. Y, en segundo lugar, porque someter a estudio judicial esta materia
no correspondía a la sede penal en la cual se llevaba a cabo el proceso por
violación de la intimidad.

60. Un análisis ponderativo, tanto de los criterios genéricos como de los


específicos, de los dos derechos en relación, lleva a la conclusión de que la
defensa técnica de los recurrentes realizada en el marco del proceso penal que
se siguió en su contra no ha sido afectada de forma alguna. Ahora si se puede
señalar que todo ha sido llevado de manera regular en el ámbito judicial.

Si bien es aceptable que una persona pueda informar sobre un asunto


como es la prostitución clandestina, no puede ser válido que ello se realice
presentando uno o dos casos (pues también se presentó otro vídeo de
similares connotaciones), a través de la transmisión de imágenes inútiles para
la investigación periodística. Se puede decir que los demandantes buscaron
ejercitar su derecho a la información,

cumpliendo con el respeto a su contenido esencial de veracidad, pero el


problema se encuentra en mantener incólume su contenido accidental.
Justamente, el derecho a la vida privada es uno de los límites que posee el
derecho a la información, y es precisamente este derecho el que protegía a la
querellante. Ante tal circunstancia, era necesario determinar cuál era el
contenido de cada uno de estos derechos.

Aparte de establecer que las sentencias judiciales cumplen con un test


de razonabilidad, se debe convenir en que existen suficientes elementos de
juicio para que el juzgador haya declarado la culpabilidad de los querellados.
Para insistir en el carácter doloso de la actuación de los ahora demandantes, el
juzgador de primera instancia señaló que, aparte de no contarse con el
consentimiento de la querellada, las imágenes no sólo fueron transmitidas un
solo día (31 de enero del 2000), sino también fueron reproducidas los días 2, 3,
4 y 7 de febrero del mismo año46.

La reincidencia de la conductora de televisión con respecto a la


vulneración de los derechos de la bailarina fue justificada por uno de los
demandantes:

(...) sí volvimos a propalar algunos extractos del vídeo original debido a


que la vedette Mónica Adaro declaró públicamente que la persona con la que
había sido grabada era su pareja sentimental, declaró que no había recibido
dinero, declaró que el vídeo era una trampa entre otras acusaciones sin sentido
por lo que nos vimos obligados a responderle con imágenes que hablan más
que las palabras. Estas acusaciones públicas, ellas las hizo a través de
sintonizados programas y en noticieros de la televisión, por lo tanto nos vimos
obligados a responderle por el mismo medio47.

Frente a ello, el juzgador de segunda instancia insistió correctamente en


el dolo existente en la conducta de los querellados, precisando que con fa
reiteración de las imágenes se ha seguido penetrando de manera arbitraria en
los ambientes íntimos de una persona, o en los acontecimientos íntimos de
ésta48.

Para los recurrentes, era elemental terminar favoreciendo a la


información en virtud de la existencia de una supuesta red de prostitución
clandestina, dato que fue revisado y analizado en sede judicial, aunque sin la
acuciosidad que los recurrentes reclamaban. Sin embargo, tras realizar un
examen ponderativo adecuado (con cinco juicios ampliamente explicados),
queda claro que tal pedido es irrelevante a fin de resolver correctamente el
caso concreto. Por tal razón, la demanda en este extremo es claramente
infundada.

D. Efectos de la Presente Sentencia


61. Este Tribunal, en la resolución del caso, consideró indispensable e
indefectible analizar detenidamente los argumentos vertidos por los recurrentes
respecto a la violación del derecho a la defensa constitucionalmente recogida.

Este desarrollo expositivo no afecta la independencia judicial en la


resolución de un caso en concreto, pues su fin exclusivo fue examinar la
alegada vulneración de un derecho fundamental por parte de quienes
acudieron a la vía del hábeas corpus.

Este Colegiado enfatiza en que el objetivo de este examen ha sido, y


debe ser, estrictamente constitucional. Esta intervención tutelar del órgano de
control, entonces, tuvo como propósito concordar la actuación de la
magistratura con la protección de la persona. No ha habido intromisión, sino
simplemente una búsqueda de compatibilizar dicha actuación jurisdiccional con
los preceptos constitucionales.

62. Lo expuesto no obsta para que se llame la atención a los


magistrados de primera y segunda instancia del proceso penal.

Las normas pertinentes del Código de Procedimientos Penales deben


ser aplicadas al caso concreto y analizadas en su plenitud para ver si su
inobservancia acarrea una responsabilidad de índole constitucional por parte
de los demandados. Respecto a cómo debe responder el Poder Judicial ante
un ofrecimiento de pruebas, se asevera que por más dificultades temporales de
los juzgadores para resolver, siempre habrá de explicarse las razones para la
que se llega a esta conclusión. Por ello, se debe reiterar la importancia de que
el Poder Judicial responda ante los requerimientos de las partes de un proceso
con la responsabilidad que dicha institución posee, y según el rol constitucional
que se le ha asignado.

Finalmente, por más que en el extremo de la violación del derecho a la


prueba se haya declarado improcedente la demanda, ello no justifica el modo
como fue llevada a cabo la actuación judicial en este caso. Por eso, se requiere
de los magistrados mayor compromiso con su actividad, en el sentido de dar
respuesta (así sea negativa, como correspondió en este caso) dentro del plazo
que corresponda, como derecho de todo justiciable. Esperamos que estos
pedidos puedan, en siguientes oportunidades, ser contestados en el plazo
debido.

63. De otro lado, del estudio de los actuados queda claro que la decisión
del órgano jurisdiccional ha sido plenamente válida, y que el pedido de los
recurrentes ante esta sede no sólo desatiende las resoluciones emitidas en
sede judicial, sino que pretende que este Colegiado se constituya en una
instancia más del proceso penal, procurando en la demanda de hábeas corpus
inducir una supuesta actitud temeraria de parte de los magistrados
emplazados.

En conclusión, este Colegiado comparte la posición de los demandados


en el sentido de que los recurrentes pretenden desconocer una decisión judicial
dictada con todas las garantías legales49, y que la demanda es una mera
maniobra mediática para eludir el cumplimiento de una resolución ejecutoriada
que tiene la autoridad de cosa juzgada50.

Este Tribunal reafirma que cualquiera de las resoluciones emitidas en un


proceso judicial adquiere calidad de cosa juzgada, y que la judicatura
constitucional sólo podrá intervenir cuando haya vulneración de los derechos
fundamentales de los litigantes, cosa que no ha sucedido en el caso de autos.

64. Por tal razón, este Colegiado considera necesario referir un tema
que nos causó extrañeza al momento de analizar tanto el expediente de
hábeas corpus como el penal. El asunto se refiere a que si bien se solicita la
prueba testimonial, no se presenta a los dos abogados que supuestamente
emitieron informe, sino simplemente a uno de ellos.

La duda de este Tribunal surgió cuando, a la hora de observar los


escritos presentados por los recurrentes en la querella iniciada en su contra, el
nombre del estudio al cual pertenece el abogado de los recurrentes incluye el
apellido de quien precisamente es el abogado externo del canal, y que es esta
persona la que no ha sido presentada como testigo. Así, respecto al informe
interno, es lógico que se solicite la intervención del abogado interno de
Frecuencia Latina, pues él lo debió haber elaborado. Sin embargo, respecto al
informe externo. resulta extraño que se solicite interrogar al representante del
canal, y que no se hubiese pedido la declaración del mencionado abogado
externo.

Ante ello, en la audiencia pública le preguntamos explícitamente al


abogado defensor si alguno de los letrados que realizaron los informes
pertenecía a su estudio. La respuesta fue la siguiente:

En esa época, no. Uno, sí; uno, no51.

Lógicamente, se estaba aceptando que el abogado Souza era -y es- el


socio del abogado Nakazaki, cuyo Estudio Jurídico es el que patrocina a los
demandantes en la presente demanda de hábeas corpus. Según se puede
observar, quienes promueven la emisión del reportaje sobre `Las
Prostivedettes’, gracias a un informe externo, son los mismos que
posteriormente patrocinan a los recurrentes en un proceso penal, y
actualmente los respaldan jurídicamente en el proceso constitucional.
Inclusive, en el mismo proceso penal, utilizando los argumentos de la
propia defensa, se pudo haber terminado investigando a dichos abogados
(externo e interno) por una posible instigación en la comisión del delito de
violación de la intimidad. Debemos recordar que, según alegan los propios
recurrentes, estos cometieron el delito simplemente porque ambos abogados
les señalaron que no existía un problema de legalidad en sus actos.

65. Según el artículo II del Título Preliminar del Código Procesal


Constitucional, los procesos constitucionales tienen como fin la vigencia
efectiva de los derechos fundamentales de la persona. En conjunción con ello,
estos procesos deben ser desarrollados sobre la base de un principio como es
la celeridad, tal como lo señala el artículo 111 del mismo cuerpo normativo.
Sobre esta base, corresponde a este Colegiado tutelar los derechos a las
personas en un tiempo adecuado. En un análisis objetivo de esta afirmación,
queda claro que no podrá permitirse actuaciones procesales que lo único que
buscan es, antes que proteger derechos, crear supuestos temerarios
asentados en la irreflexión y osadía, con el único propósito, tal como se
constata en el petitorio de la demanda, de demorar la conclusión final del
proceso originario.

Por más tutelar que sea la función del Tribunal Constitucional, no puede
permitirse que se utilice dispendiosa y maliciosamente los recursos procesales
que tiene a su disposición cualquier justiciable, lo que a su vez, acarrea una
desatención de otras causas que merecen atención, y que, por analizar casos
como el planteado, deben esperar una respuesta más lenta de la que podría
haberse realizado si es que no estuviesen permitidas actuaciones como la
realizada por los recurrentes. Al respecto, según el artículo 56 del Código
Procesal Constitucional, se podrá condenar al pago de costas y costos al
demandante cuando se incurra en manifiesta temeridad.

Si bien la norma está relacionada con los procesos de amparo, este


Tribunal estima oportuna su utilización para el caso de autos. pues una
interpretación extensiva coadyuvará a que los fines de los procesos
constitucionales (proscripción de procesos no céleres) sean cumplidos. Este
Colegiado considera, asimismo, que, para que haya una verdadera protección
objetiva, y cuando las circunstancias así lo obliguen, es pertinente imponer
multas, y no sólo para los demandados, sino cuando medie mala fe por parte
de los demandantes.

Como se ha podido advertir, la actitud de los recurrentes ha sido plena y


absolutamente irreflexiva. Varios hechos demuestran esta disposición a lo largo
del proceso, entre otros, se pueden mencionar: presentar un pedido de
inhibición cuando ello no procedía: reclamar el uso de los procesos
constitucionales contra cualquier tipo de sentencia; dejar de presentar testigos:
evitar relacionar la intervención de los miembros de su estudio a lo largo de los
procesos penal y constitucional; presentar una demanda cuando se sabía
perfectamente que iba a ser desestimada; pretender rectificar en sede
constitucional lo que había sido ya perdido en la ordinaria. La realización de
este tipo de actos ha contraído consecuencias negativas a este Colegiado,
perturbando el cumplimiento adecuado de sus funciones constitucionales,
motivo por lo cual se impone aplicar a los demandantes el pago de costos y
costas del proceso, así como una multa (según el artículo 22, su determinación
es discrecional del juez) de veinte unidades de referencia procesal (20 URP).

66. Pese a que el pago se impone contra los recurrentes por una
desestimación del petitorio de la demanda, de los datos presentados a lo largo
del proceso seguido, este Colegiado ha advertido algunas cuestiones respecto
a la práctica profesional de la defensa. Ésta, por principio, no amerita una
utilización arbitraria de los medios procesales que el sistema jurídico provee,
sino más bien comporta la necesidad de patrocinar convenientemente a los
defendidos. Así, no es posible que los miembros de un estudio jurídico primero
manifiesten a sus clientes que pueden realizar un acto porque no lo asumen
como delito, cuando sí lo es: luego defenderlos en el proceso penal que se
investiga por la comisión de tal acto: y, posteriormente, conducirlos hasta un
proceso constitucional como modo de infundir esperanzas -muchas veces
infundadas- a quienes confiaron en ellos.

La Norma Fundamental es muy clara cuando prescribe, en su artículo


103, que no se puede amparar el abuso del derecho. La actuación inapropiada
de un abogado defensor, más que beneficiar a sus defendidos, puede terminar
impidiéndoles un adecuado patrocinio y protección jurídica, cuestión que,
indudablemente, merece ser evaluada a la luz de la deontología forense en el
país.

VI. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere de la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar IMPROCEDENTE la solicitud de inhibición del juez.

2. Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo de autos en el


extremo que alega la violación del derecho a la prueba.
3. Declarar INFUNDADA la demanda de amparo de autos en el extremo
que alega la violación del derecho a la defensa.

4. EXHORTAR a los magistrados del Poder Judicial mayor compromiso


en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales, sobre todo en lo relativo a dar
respuesta a los pedidos de los justiciables, por más infundados o
improcedentes que estos sean,

5. DISPONER la sanción a los recurrentes de la multa de 20 URP,


imponiéndoseles el pago de costas y costos del proceso como consecuencia
de su acción temeraria al presentar una demanda absolutamente inviable.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACIÓN A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 744-2005-PHC/TC
HUÁNUCO
CHRISTIAN HUGO RUIZ QUIÑONES
(Publicada: 08-03-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 15 días del mes de noviembre de 2005. la Sala Primera


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini.
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Chrístian Hugo


Ruiz Quiñones contra la sentencia de la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Huánuco y Paseo, de fojas 112, su fecha 21 de
diciembre de 2004, que declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 3 de diciembre de 2004 el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra la titular del Cuarto Juzgado Especializado Penal de
Huanuco, Vilma Flores León. Sustenta su demanda en que se ha violado su
derecho a la libertad individual, porque en vía de ampliación de instrucción la
jueza emplazada dictó mandato de detención en su contra, solamente
basándose en que es propietario de un inmueble donde se incautaron más de
400 gramos de pasta básica de cocaína, y sin que exista ningún otro medio
probatorio para que se le impute la comisión del delito de tráfico ¡licito de
drogas.

El Tercer Juzgado Penal de Huánuco declara improcedente la demanda


considerando que el proceso investigatorio seguido contra el actor se llevó a
cabo en forma regular, pues éste hizo uso de su derecho a la defensa al contar
con el asesoramiento de su abogado, conforme consta de su declaración
instructiva, y porque hizo uso de la doble instancia, según se desprende de su
escrito de apelación de fecha 9 de noviembre de 2004; agregando que, por
tanto, correspondía a los órganos jurisdiccionales determinar la responsabilidad
del actor, razón por la cual no se acreditaba vulneración alguna del derecho al
debido proceso.

La recurrida confirma la apelada con idénticos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional dispone en su artículo 4, segundo


párrafo, que el hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme
vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva,
entendida esta como la situación jurídica de una persona en la que se respetan
sus principales derechos y los principios de legalidad procesal penal.

2. El artículo 135 del Código Procesal Penal regula los presupuestos


bajo los cuales puede dictarse medida de detención contra un procesado, entre
los cuales cabe mencionar a) la existencia de suficientes elementos probatorios
que vinculen al imputado como autor del ilícito investigado: b) que la prognosis
de la sanción a imponerse sea superior a los cuatro años de pena privativa de
libertad, y c) que existan suficientes indicios que lleven a concluir que el
imputado intentará eludir la acción de la justicia o eludir la actividad probatoria.
Concluye señalando, en su último párrafo, que este mandato de detención es
revocable, siempre que aparezcan durante el proceso nuevos actos de
investigación que pongan en cuestión la suficiencia de las pruebas que dieron
lugar a la medida.
3. En el caso de autos corre a fojas 45 la cuestionada resolución emitida
por el Cuarto Juzgado Penal de Huánuco, con fecha 3 de noviembre de 2004,
mediante la cual se dispone ampliar el auto de apertura de instrucción de fecha
21 de junio de 2004, comprendiendo en ella al actor por la presunta autoría del
delito contra la salud pública -tráfico ilícito de drogas-acondicionamiento y
posesión, en agravio del Estado, y por el delito contra la tranquilidad pública-
tenencia ilegal de armas de fuego en agravio del Estado, ordenándose la
tramitación del proceso en la vía ordinaria. Asimismo, se dicta mandato de
detención contra el actor en base a las declaraciones instructivas de los
procesados Edward Emerson Ramírez y Adelaida Moya Huanca, las cuales
obran a fojas 25 y 31, respectivamente: y en atención a los estupefacientes y
armas hallados en el citado inmueble al momento de la intervención, conforme
manifiesta el Fiscal al formalizar su denuncia (f. 17) con fecha 29 de octubre de
2004, además de los indicios encontrados durante la inspección y
reconstrucción judicial de los hechos, según consta del Acta de Diligencia de
Inspección Judicial, obrante en autos, a fojas 35, su fecha 1 de setiembre de
2004: por consiguiente, concurren elementos probatorios suficientes para
concluir en la existencia de una eventual responsabilidad del actor.

4. Se cumplen. además, los requisitos de la prognosis de la pena, la


cual, para este tipo de delitos, prevé una pena privativa de libertad no menor de
15 ni mayor de 25 años, y, respecto al requisito de peligro de elusión de la
actividad procesal. a fojas 48, corre la declaración instructiva rendida por el
actor en el marco del proceso penal, en la que refiere no vivir en el domicilio
intervenido, ubicado en la urbanización Santa Serafina, calle A, lote B-5, Los
Carrizales. Huánuco, lugar que visitaba una vez al mes; y que no ha convivido
nunca con su ex pareja. Delia Ramírez Ochoa, hecho que se contradice con lo
manifestado por los procesados durante la diligencia de reconstrucción de los
hechos, según aparece a fojas 37. en la que afirman que el actor y su pareja
ocupaban dicho inmueble en situación de convivencia, contradicciones que
deberán ser confrontadas y esclarecidas durante la tramitación del proceso, las
cuales hacen presumir razonablemente una eventual situación de elusión de la
actividad procesal por parte del actor, al no quedar suficientemente acreditado
su lugar habitual de residencia.

5. Finalmente, los alegatos esgrimidos por el actor para demostrar su


inocencia no pueden ser evaluados en sede constitucional, amén que en este
tipo de procesos, dado su carácter sumarísimo, corresponde a las autoridades
jurisdiccionales en base a la prueba pronunciarse en el momento conveniente,
respetando las garantías del debido proceso, debiéndose señalar también que,
en todo caso, el juzgador podría revocar el mandato de detención de acuerdo
con lo dispuesto en el último párrafo del artículo 1351 del Código Procesal
Penal, en caso de que se desvirtúe la validez de las pruebas hasta hoy
ofrecidas durante el proceso.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que
le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

NULIDAD DE SENTENCIA POR TRANSGRESIÓN DEL DERECHO DE


DEFENSA Y AL JUEZ NATURAL

EXPEDIENTE Nº 1558-2005-PHC/TC
LIMA
EDWIN ORLANDO RIVERA GAMARRA
(Publicado: 13-03-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 21 días del mes de abril de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Gonzales
Ojeda y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Edwin Orlando Rivera


Gamarra contra la sentencia de la Primera Sala Penal de Procesos con Reos
Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 263, su fecha 15 de
diciembre de 2004, que declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 1 de marzo de 2004, el recurrente interpone acción de hábeas


corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, solicitando que se declare la
nulidad de la sentencia dictada por la Sala Superior Penal Corporativa Nacional
para Casos de Terrorismo, recaída en el expediente Nº 72-94, su fecha 26 de
febrero de 2001, en el extremo que lo condena a 15 años de pena privativa de
libertad. Manifiesta que esta sentencia fue confirmada mediante Ejecutoria
Suprema recaída en el Exp. Nº 1686-2001, su fecha 20 de agosto de 2001, y
que se debe hacer valer su derecho en un nuevo juicio oral con jueces y
fiscales plenamente identificados, lo cual implica que se respeten sus derechos
de defensa y al juez natural. Aduce que si bien el proceso Nº 72-94 fue
tramitado ante el fuero común con magistrados identificados, quien formuló
acusación fue un fiscal “sin rostro”.

Realizada la investigación sumaria, el actor se ratifica en el contenido de


su demanda, en tanto que la vocal emplazada, Rosa Amaya Saldarriaga,
manifiesta que el juicio seguido al demandante se realizó de acuerdo con las
normas del debido proceso, y que la sentencia emitida por su Colegiado fue
suscrita por jueces con identidad plenamente establecida, no resultando
pertinente que esta se anulara, en virtud de la sentencia 010-2002-AI/TC. A su
turno, el vocal Pablo Talavera Elguera manifiesta que la existencia de una
acusación fiscal suscrita por un magistrado con identidad secreta no estaría
vulnerando las garantías dei debido proceso, puesto que en el juicio oral
instaurado en contra del accionante se dio lectura a dicha acusación
convalidándose con ese acto el dictamen acusatorio anterior.

El Decimosexto Juzgado Penal de Lima, con fecha 14 de octubre de


2004, declara improcedente la demanda argumentando que el acto de
enjuiciamiento fue llevado a cabo de conformidad con el ordenamiento procesal
vigente, habiéndose dado lectura a la acusación por un Fiscal Superior
plenamente identificado, por lo que no se vulneró el derecho de defensa.

La recurrida confirma la apelada estimando que la sentencia y la


ejecutoria suprema fueron dictadas por magistrados debidamente identificados.

FUNDAMENTOS

1. El recurrente solicita que se declare nulo el proceso en el que fue


condenado a 15 años de pena privativa de libertad por la comisión del delito de
terrorismo. Sustenta su demanda en que un fiscal no identificado formuló la
acusación en su contra, lo cual implica una afectación de sus derechos al
debido proceso, de defensa y ala libertad individual.

2. Si bien el juicio oral fue llevado a cabo con un fiscal y vocales


plenamente identificados, tal como queda acreditado de las copias certificadas
del expediente penal obrantes en autos, el dictamen fiscal que declaró que
existía mérito para pasar a juicio oral, y la acusación por el delito de terrorismo
formulada en contra del demandante, entre otros, cuyas copias obran a fojas
64, fueron emitidos por un fiscal no identificado.
3. Por consiguiente, es necesario dilucidar si la situación descrita
acarrea la nulidad de todo lo actuado en el juicio oral seguido contra el
recurrente, o si el vicio quedó subsanado por el hecho de que en el juicio oral
participaron jueces y fiscales identificados.

4. El artículo 19 dei Decreto Legislativo Nº 926 establece que uno de los


objetos de la norma es “(...) regular la anulación de sentencias, juicios orales y,
de ser el caso, declarar la insubsistencia de acusaciones fiscales en procesos
seguidos por el delito de terrorismo ante jueces y fiscales con identidad
secreta”, precisando, en su artículo 2, que “la Sala Nacional de Terrorismo (...)
anulará, de oficio, salvo renuncia expresa dei reo, la sentencia y el juicio oral, y
declarará, de ser el caso, la insubsistencia de la acusación fiscal en los
procesos penales por delitos de terrorismo seguidos ante la jurisdicción penal
ordinaria con jueces o fiscales con identidad secreta”.

5. El Tribunal Constitucional considera que, para declarar la nulidad del


juicio, conforme a lo establecido en el Decreto Legislativo Nº 926, no es preciso
que todos los jueces y fiscales intervinientes hayan tenido identidad secreta.

6. Evidentemente, el vicio de invalidez que implica la imposibilidad de


conocer la identidad de las autoridades encargadas de ejercer la acción penal
(en el caso de los fiscales) o de aquellas encargadas de conducir y resolver el
proceso (en el caso de los jueces), no viene determinado por un factor
cuantitativo, sino más bien cualitativo.

7. En efecto, en el caso de los jueces, este Colegiado, en reiterada y


uniforme jurisprudencia, ha precisado que el costo económico que pudiera
suponer resguardar, con las más estrictas garantías, la vida de aquellos
encargados de administrar justicia en tiempos de convulsión social, será
siempre inferior al costo institucional (y, por ende, económico, político y social)
que supondría desterrar la garantía del juez natural, al impedirse, ocultando su
identidad, evaluar su imparcialidad y competencia (Sentencias 0297-2003-
HC/TC, FJ 4; 0389-2003-HC/TC, FJ 3; 0399-2003-HC/TC, FJ 3; 0421-2003-
HC/TC, FJ 3; 1138-2003-HC/TC, FJ 2, entre otras).

8. Respecto de la actuación del Ministerio Público, la conclusión no


podría ser de alcances menos categóricos, por ser él la entidad encargada de
conducir desde su inicio la investigación del delito de conformidad con lo
previsto en el inciso 4) del artículo 1599 de la Constitución, siendo
determinante la participación del Fiscal Superior, a quien, culminada la fase de
instrucción, compete “(...) formular acusación sustancial si las pruebas
actuadas en la investigación policial y en la instrucción lo han llevado a la
convicción de la imputabilidad dei inculpado; o meramente formal, para que
oportunamente se proceda al juzgamiento del procesado, si abrigase dudas
razonables sobre su imputabilidad”, tal como lo prescribe el inciso 4) del
artículo 92 del Decreto Legislativo Nº 052 (Ley Orgánica del Ministerio Público).

9. En ese sentido, la opinión del Fiscal Superior es un factor de vital


importancia para determinar la existencia o inexistencia de mérito para pasar a
juicio oral.

10. En el presente caso, como se ha dicho, fue un fiscal no identificado


el que formuló acusación contra el recurrente, lo que, en atención a lo
expuesto, en modo alguno podría considerarse “subsanado” por el hecho de
que en el juicio oral participaron fiscales y jueces identificados.

11. Debe precisarse, sin embargo, que tal como dispone el artículo 4 del
Decreto Legislativo Nº 926: “La anulación declarada (...) no tendrá como efecto
la libertad de los imputados, ni la suspensión de las requisitorias existentes”.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda; en consecuencia, NULAS la


sentencia condenatoria dictada contra Edwin Orlando Rivera Gamarra, con
fecha 26 de febrero de 2001, por la Sala Superior Penal Corporativa Nacional
para Casos de Terrorismo en el proceso Nº 72-94, y la sentencia expedida por
la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fecha 20 de
agosto de 2001, que la confirmó; así como NULO el juicio oral y NULA la
resolución de fecha 4 de enero de 1995, en virtud de la cual se declara haber
mérito para pasar a juicio oral.

2. Ordena la reposición de la causa al estado respectivo a fin de que se


emita un nuevo Dictamen Fiscal.

3. Precisa que la anulación del proceso seguido contra el recurrente,


conforme a lo establecido en el artículo 4` del Decreto Legislativo Nº 926, no
genera derecho de excarcelación alguno.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
LANDA ARROYO
EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA

EXPEDIENTE Nº 557-2005-PHC/TC
LIMA
MARIO MERWAN CHIRA ALVARADO
(Publicado: 13-03-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Mario Merwan


Chira Alvarado contra al resolución de la Sexta Sala Especializada en lo Penal
para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 181, su fecha 29 de noviembre de 2004, que declara infundada la acción
de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 23 de agosto de 2004, el recurrente interpone acción de


hábeas corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, solicitando su inmediata
excarcelación. Manifiesta encontrarse recluido desde el 5 de enero de 1993, y
haber sido procesado y condenado por tribunales militares a cadena perpetua,
por el presunto delito de traición a la patria; que al haberse declarado la nulidad
de estos procesos por sentencia del TC, se le abrió nuevo proceso penal, en el
cual se dictó mandato de detención. Alega que su condición jurídica es la de
detenido, y no de sentenciado, y que habiendo transcurrido más de 128 meses
y 28 días de reclusión hasta la fecha de interposición de la demanda, ha
vencido en exceso el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137 del
Código Procesal Penal, por lo que su detención ha devenido en arbitraria, al
mismo tiempo que se viene vulnerando su derecho a ser juzgado en un plazo
razonable.

Agrega que las leyes que restringen la libertad individual, sean estas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben estar vigentes con anterioridad a la
fecha en que se produce la detención, y que no pueden ser retroactivas salvo
que beneficien al detenido, conforme lo señala el artículo 103 de la
Constitución, el cual no distingue -en su opinión- entre la ley penal sustantiva,
procesal penal o de ejecución.
Realizada la investigación sumaria, el actor se ratifica en los términos de
su demanda, alegando encontrarse detenido sin haberse dictado sentencia
desde el mes de enero de 1993, y que a la fecha han transcurrido 1213 meses
de detención. Por su parte, el vocal de la Sala Nacional del Terrorismo, Jeri
Cisneros, sostiene que no existe detención arbitraria, y que por disposición del
Decreto Ley Nº 922 se computará la detención desde la fecha en que se dicte
el nuevo auto que abra instrucción en el nuevo proceso, por lo que el plazo
límite de detención no ha vencido.

El Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial, con fecha 25 de agosto de 2004, se apersona en el proceso
solicitando que se declare improcedente la demanda por tratarse de un proceso
regular, ante el cual el hábeas corpus no puede ser eficaz.

El Vigésimo Quinto Juzgado Especializado Penal de Lima, con fecha 1


de setiembre de 2004, declara improcedente la demanda en aplicación del
artículo 69, inciso 2), de la Ley Nº 23506.

La recurrida, revocando la apelada, declara infundada la demanda


argumentando que no se ha acreditado el alegado exceso de detención, puesto
que, encontrándose el actor sujeto a instrucción por el delito de terrorismo, el
cómputo del plazo de detención establecido en el artículo 137 del Código
Procesal Penal se inicia a partir de la resolución que abre instrucción en el
nuevo proceso.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación del


accionante. En el caso de autos, se alega que el plazo límite de detención,
establecido por el artículo 137 del Código Procesal Penal, ha vencido.

Delimitación del petitorio

2. El accionante afirma que se ha producido una doble afectación de sus


derechos constitucionales: a) detención arbitraria originada por el vencimiento
del plazo legal de detención preventiva, y b) vulneración de las garantías del
debido proceso respecto del plazo razonable, debido a la duración ilimitada de
su detención por la aplicación de dispositivos procesales penales que no
estuvieron vigentes al momento de su detención, y transgresión del principio de
legalidad procesal.

3. Resulta importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos.

Materias sujetas a análisis constitucional

4. En el caso de autos, es preciso determinar:

(a) Si se ha lesionado el derecho del recurrente al ejercicio pleno de las


facultades que sobre la administración de justicia consagra la Constitución
Política del Perú.

(b) Si por el tiempo transcurrido en detención preventiva, se ha


terminado afectando la libertad personal del demandante.

Límites a la libertad personal

5. Conforme lo ha subrayado este Tribunal en reiterada jurisprudencia, la


libertad personal no solo es un derecho fundamental reconocido, sino un valor
superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e ilimitado,
pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante- ley’; de ahí que
los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma que los
reconoce.

6. El caso de autos se encuentra precisamente comprendido en este tipo


de limitación. En efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de la
Constitución, no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal,
salvo en los casos previstos por ley. Por tanto, para esclarecer la controversia,
debe establecerse si el período de detención preventiva que cumple el
demandante constituye una restricción del derecho a la libertad prevista en la
ley y la Constitución.

Afectación a la libertad individual por exceso de detención

7. El artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


establece que toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal
será llevada sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un
plazo razonable o a ser puesta en libertad. La presión preventiva de las
personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su
libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la. comparecencia
del acusado en el acto del juicio, o en cualquier momento de las diligencias
procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo.

8. De lo precedentemente expuesto es factible inferir que la detención


preventiva constituye una de las formas constitucionales con la que cuenta el
Estado para asegurar que el procesado comparezca en los actos propios del
proceso, no huya y no altere ni obstruya la actuación de los medios probatorios,
lo que evidentemente es una limitación a la libertad personal pero que se
justifica en la necesidad, de garantizar la atención. del interés superior que
abriga la. sociedad en todo proceso jurisdiccional (finalidad abstracta del
proceso).

Legislación penal en materia antiterrorista

9. De autos se advierte que el demandante fue procesado y condenado


a cadena perpetua por el delito de traición a la patria, juzgamiento que estuvo a
cargo de tribunales militares. Sin embargo, este Tribunal, en la STC 10-2003-
AI, declaró la nulidad de tales procesos.

10. El Decreto Legislativo Nº 922 regula la nulidad dé los procesos por el


delito de traición a la patria y establece,. en su artículo 4, que en los procesos
en los cuales se aplique tal norma, el plazo límite de detención, conforme al
artículo 137 del Código Procesal Penal, se inicia a’, partir del auto de apertura
de instrucción del nuevo proceso; y que la anulación no tendrá como efecto la
libertad de los imputados ni la suspensión de las requisitorias existentes.

11. El artículo 137 del Código Procesal Penal señala que el plazo de
detención en el proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18
meses, término que se duplicará automáticamente en caso de que el proceso
sea por los delitos de terrorismo, tráfico de drogas, espionaje u otro de
naturaleza compleja seguido contra más de diez imputados.

12. Consta en las copias certificadas obrantes en autos,’ que el auto de


apertura de instrucción en el nuevo proceso fue expedido el 2 de abril de 2003
(f. 58), fecha en la cual el Cuarto Juzgado Penal de Terrorismo dicta mandato
de detención contra el accionante y desde la cual se inicia el cómputo del plazo
al que se refiere el artículo 137 del Código Procesal Penal, cuyo vencimiento,
tratándose de un, proceso de terrorismo, será a los 36 meses; por lo tanto, a la
fecha, el plazo de detención aún no ha vencido, resultando de aplicación, a
contrario sensu, el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,
HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

NO DETERMINACIÓN DE DERECHOS VULNERADOS

EXP. Nº 995-2005-PHC/TC
ICA
DARÍO ARMANDO VITTERI ORMEÑO
(Publicado: 13-03-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Darío Armando


Vitteri Ormeño contra la sentencia de la Primera Sala Mixta Descentralizada de
la Corte Superior de Justicia de lca, de fojas 65, su fecha 12 de enero de 2005,
que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 3 de diciembre de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el fiscal Henry Gama Godoy, titular de la Fiscalía
Provincial Mixta de Chincha, solicitando que deje de obligarlo a declararse
culpable en la causa penal instaurada en su contra, por haber suscrito una
declaración jurada notarial presentada en el proceso penal Nº 067-2004,
seguido contra el mayor PNP Ricardo Guíllen Balbín por el delito de tortura, en
la que el agraviado Pablo Favio Sánchez Conde sostiene que su firma ha sido
falsificada. Manifiesta que dos personas se apersonaron en su domicilio
refiriendo que venían de parte del fiscal denunciado y que le dijeron que debía
aceptar haber sido el autor de la falsificación de las firmas, pues, en caso
contrario, se le imputaría cualquier delito y se “sembrarían” armas y droga en
su casa.

Realizada la investigación sumaria, el demandante se ratifica en los


términos de su demanda, en tanto que el Fiscal demandado manifiesta que el
demandante no viene siendo procesado por el delito de falsificación de
documentos y que no forma parte del proceso al que hace referencia, el mismo
que tiene como titular de la acción penal al mayor PNP Ricardo Enrique Guillén
Balbín.

El Primer Juzgado Especializado en lo Penal de Chincha, de fojas 10 de


diciembre de 2004, declara infundada la demanda considerando que dado que
no existe un proceso abierto en contra del demandante por el delito de
falsificación de documentos, resulta ilógico pensar en la posibilidad de coacción
o intimidación en su contra.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. El proceso de hábeas corpus procede cuando se amenacen o violen


los derechos constitucionales que conforman la libertad individual, por acción u
omisión de actos de cumplimiento obligatorio, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona. Cabe subrayar que, cuando se invoque la amenaza de
violación, esta debe ser cierta y de inminente realización,

2. Se aprecia de autos que el demandante no precisa cuáles son los


derechos constitucionales vulnerados, manifestando únicamente haber sido
amenazado por dos personas que se presentaron en su domicilio, haciendo
referencia al nombre del demandado. Por otra parte, obra en autos, a fojas 2,
copia de la constancia de la denuncia policial de parte, referente a supuestas
amenazas en su contra, la que fue suscrita con fecha 29 de noviembre de
2004; no encontrándose en el expediente ninguna otra prueba que corrobore lo
dicho en la demanda y que, por tanto, sustente la inminente amenaza de los
derechos constitucionales invocados.

3. Si bien es cierto que a fojas 19,corre la declaración jurada del


supuesto agraviado en el proceso penal Nº 067-2004, donde se manifiesta que
en los escritos presentados por el demandante, éste fraguó su firma, también lo
es que el accionante no tiene proceso abierto por el delito de falsificación de
documentos, por lo que resultaría un imposible jurídico que se le presione para
que se declare culpable respecto de un hecho que no viene siendo materia de
un proceso penal.
4. Por consiguiente, no existiendo amenaza o vulneración de derecho
constitucional, alguno, resulta de aplicación el artículo 22, a contrario sensu, del
Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las


atribuciones que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifiquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA

EXP. Nº 825-2005-PHC/TC
LIMA
EDILBERTO ANTONIO MACARLUPO GARCÍA
(Publicado: 22-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Edilberto Antonio


Macarlupo García contra la resolución de la Primera Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos libres de la Corte Superior de Justicia de Lima,
de fojas 80, su fecha 26 de noviembre de 2004, que declara infundada la
acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 13 de setiembre de 2004, el recurrente interpone acción de


hábeas corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, solicitando su inmediata
excarcelación. Manifiesta encontrarse recluido desde el 14 de agosto de 1992,
y haber sido procesado y condenado por tribunales militares a cadena
perpetua, por el presunto delito de traición a la patria; que al haberse declarado
la nulidad de estos procesos por sentencia del TC, se le abrió nuevo proceso
penal, en el cual se dictó mandato de detención. Alega que su condición
jurídica es la de detenido, y no de sentenciado, y que habiendo transcurrido
más de 138 meses de reclusión hasta la fecha de interposición de la demanda.
ha vencido en exceso el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137
del Código Procesal Penal, por lo que su detención ha devenido en arbitraria, al
mismo tiempo que se viene vulnerando su derecho a ser juzgado en un plazo
razonable.

Agrega que las leyes que restringen la libertad individual, sean éstas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben estar vigentes con anterioridad ala
fecha en que se produce la detención, y que no pueden ser retroactivas salvo
que beneficien al detenido, conforme lo señala el artículo 103 de la
Constitución, el cual no distingue -en su opinión-entre la ley penal sustantiva,
procesal penal o de ejecución.

Realizada la investigación sumaria, el actor se ratifica en los términos de


su demanda,. alegando encontrarse detenido sin haberse dictado sentencia
desde el mes de agosto de 1992, y que a la fecha han transcurrido 144 meses
de detención. Por su parte, David Loli Bonilla, integrante del Colegiado “D” de
la Sala Nacional del Terrorismo, sostiene que no existe detención arbitraria, y
que por disposición del Decreto Ley Nº 922 se computará la detención desde la
fecha en que se dicte el nuevo auto que abra instrucción en el nuevo proceso,
por lo que el plazo límite de detención no ha vencido.

El Décimo Juzgado Especializado Penal de Lima, con fecha 16 de


setiembre de 2004, declara improcedente la demanda por considerar que no se
ha acreditado el alegado exceso de detención, puesto que, encontrándose el
actor sujeto a instrucción por el delito de terrorismo, el cómputo del plazo de
detención establecido en el artículo 137º del Código Procesal Penal se inicia a
partir de la resolución de apertura de instrucción del nuevo proceso.

El Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial, con fecha 16 de setiembre de 2004, se apersona en el proceso
solicitando que se declare improcedente la demanda por tratarse de un proceso
regular, ante el cual el hábeas corpus no puede ser eficaz.

La recurrida confirma la apelada, entendiéndola como infundada, con


fundamentos similares.

FUNDAMENTOS
1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación del
accionante. En el caso de autos, se alega que el plazo límite de detención
establecido por el artículo 1379 del Código Procesal Penal, ha vencido.

Delimitación del petitorio

2. El accionante afirma que se ha producido una doble afectación de sus


derechos constitucionales:

a) Detención arbitraria originada por el vencimiento del plazo legal de


detención preventiva, y

b) Vulneración de las garantías del debido proceso respecto del plazo


razonable, debido a la duración ilimitada de su detención por la aplicación de
dispositivos procesales penales que no estuvieron vigentes al momento de su
detención, y transgresión del principio de legalidad procesal.

3. Resulta importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos.

Materias sujetas a análisis constitucional

4. En el caso de autos, es preciso determinar:

(a) Si se ha lesionado el derecho del recurrente al ejercicio pleno de las


facultades que sobre la administración de justicia consagra la Constitución
Política del Perú.

(b) Si, por el tiempo transcurrido en detención preventiva, se ha


terminado afectando la libertad personal del demandante.

Límites a la libertad personal

5. Conforme lo ha subrayado este Tribunal en reiterada jurisprudencia, la


libertad personal no solo es un derecho fundamental reconocido, sino un valor
superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e ilimitado,
pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley1; de ahí que
los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma que los
reconoce.

6. El caso de autos se encuentra precisamente comprendido en este tipo


de limitación. En efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de la
Constitución, no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal,
salvo en los casos previstos por ley. Por tanto, para esclarecer la controversia,
debe establecerse si el periodo de detención preventiva que cumple el
demandante constituye una restricción del derecho a la libertad prevista en la
ley y la Constitución.

Afectación a la libertad individual por exceso de detención

7. El artículo 91 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


establece que toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal
será llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un
plazo razonable o a ser puesta en libertad. La presión preventiva de las
personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su
libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia
del acusado en el acto del juicio, o en cualquier momento de las diligencias
procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo.

8. De lo precedentemente expuesto es factible inferir que la detención


preventiva constituye una de las formas constitucionales con la que cuenta el
Estado para asegurar que el procesado comparezca en los actos propios del
proceso, no huya y no altere ni obstruya la actuación de los medios probatorios,
lo que evidentemente es una limitación a la libertad personal, pero que se
justifica en la necesidad de garantizar la atención del interés superior que
abriga la sociedad en todo proceso jurisdiccional (finalidad abstracta del
proceso).

Legislación penal en materia antiterrorista

9. De autos se advierte que el demandante fue procesado y condenado


a cadena perpetua por el delito de traición a la patria, juzgamiento que estuvo a
cargo de tribunales militares. Sin embargo, este Tribunal, en la STC 10-2003-
AI, declaró la nulidad de tales procesos.

10. El Decreto Legislativo Nº 922 regula la nulidad de los procesos por el


delito de traición a la patria y establece, en su artículo 411, que en los procesos
en los cuales se aplique tal norma, el plazo límite de detención, conforme al
artículo 137 del Código Procesal Penal, se inicia a partir del auto de apertura
de instrucción del nuevo proceso; y que la anulación no tendrá como efecto la
libertad de los imputados ni la suspensión de las requisitorias existentes.

11. El artículo 137 del Código Procesal Penal señala que el plazo de
detención en el proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18
meses, término que se duplicará automáticamente en caso de que el proceso
sea por los delitos de terrorismo, tráfico de drogas, espionaje u otro de
naturaleza compleja seguido contra más de diez imputados.

12. Consta en las copias certificadas obrantes en autos. que el auto de


apertura de instrucción en el nuevo proceso fue expedido el 26 de febrero de
2003 (f. 17), fecha en la cual el Segundo Juzgado Penal de Terrorismo dicta
mandato de detención contra el demandante y desde la cual se inicia el
cómputo del plazo a que se refiere el artículo 1372 del Código Procesal Penal,
cuyo vencimiento, tratándose de un proceso de terrorismo, ocurrirá a los 36
meses; por lo tanto, a la fecha, el plazo de detención no ha vencido, resultando
de aplicación, a contrario sensu, el artículo 22 del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

DETENCIÓN ARBITRARIA

EXP. Nº 986-2005-PHC/TC
MOQUEGUA
B. M. E.
(Publicado: 22-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 2 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional integrada por los magistrados Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Gavino Maquera


Flores contra la resolución emitida por la Sala Mixta Descentralizada de ¡lo de
la Corte Superior de Justicia de Moquegua, de fojas 75, su fecha 13 de enero
de 2005, que declara infundada, en parte, la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 23 de diciembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de su menor hijo, B.M.E. contra el titular del Primer
Juzgado Mixto de Ilo, Alecksei Guillermo Vásquez Escobar, solicitando la
inmediata libertad del favorecido. Manifiesta que su menor hijo fue detenido
arbitrariamente por la Policía con fecha 19 de diciembre de 2004, por el
supuesto delito de hurto agravado, no obstante que no se le encontró bien
alguno ni prueba suficiente que lo implique en el ilícito. Añade que jamás se le
notificó de las razones de su detención, y que el menor sufrió maltratos durante
la toma de su manifestación policial. Sostiene que se han violado las garantías
del debido proceso.

El Juzgado Especializado en lo Penal de [lo, con fecha 29 de diciembre


de 2004, declara fundada en parte la demanda, estimando que estaba
acreditado en autos que no se respetó el proceso que se debe seguir a un
menor infractor según lo dispuesto en el Código de los Niños y Adolescentes,
por cuanto se tomó su declaración sin observarse las mínimas previsiones
legales para este tipo de situaciones, tales como la presencia de un abogado
defensor y de los padres del menor, transgresión que no solo fue cometida en
sede judicial sino por la Policía. Sin embargo, consideró que este vicio en el
procedimiento no era suficiente para catalogar la afectación como detención
arbitraria, por lo que dispuso se tomaran nuevamente las referenciales del
menor, cumpliéndose todos los requisitos dispuestos en el código sustantivo.
Finalmente, declara infundada la demanda en el extremo referente a la puesta
en libertad del menor.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Dado que el Juzgado Especializado en lo Penal de ¡lo, con fecha 29


de diciembre de 2004, declaró fundada la demanda en el extremo concerniente
a las violaciones flagrantes cometidas al derecho al debido proceso, no será
objeto de pronunciamiento por parte de este Tribunal tal extremo, puesto que
ya fue resuelto. Por tanto, el análisis constitucional se circunscribirá al extremo
relativo a la procedencia de la libertad del menor, debiendo dilucidarse si, en la
investigación prejudicial y judicial, se ha configurado un supuesto de detención
arbitraria, para lo cual se tomará en cuenta que en el caso de legislación de
menores, el internamiento preventivo debe ser siempre considerado como
último recurso.

2. El Código Procesal Constitucional dispone en el artículo 4, segundo


párrafo, que el hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme
vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva,
entendida ésta como la situación jurídica de una persona en la que se respetan
sus principales derechos y los principios de legalidad procesal penal.

3. El artículo 1851 del Código de los Niños y Adolescentes declara que


“Ningún adolescente debe ser privado de su libertad sino por mandato escrito y
motivado del juez, salvo en el caso de flagrante infracción penal, en el que
puede intervenir la autoridad competente”. A su vez, el artículo 187 del citado
cuerpo legal prescribe que “La privación de libertad del adolescente y el lugar
donde se encuentre detenido serán comunicados al Juez, al Fiscal y a sus
padres o responsables, los que serán informados por escrito de las causas o
razones de su detención, así como de los derechos que le asisten, y de la
identificación de los responsables de su detención. En ningún caso será
privado de su derecho de defensa”.

4. De otro lado, el artículo 2002 del mencionado Código precisa que “El
adolescente solo podrá ser detenido por mandato judicial o aprehendido en
flagrante infracción, en cuyo caso será conducido a una sección especial de la
policía nacional. Todas las diligencias se realizarán con intervención del Fiscal
y su defensor”.

5. Del estudio de la Resolución Nº 1, emitida por el demandado, su fecha


20 de diciembre de 2004. obrante en copia certificada a fojas 40, 41 y 42 de
autos, mediante la cual se declara promovida la acción por infracción a la ley
penal y se dicta mandato de internamiento preventivo contra el favorecido, se
desprende que el juez se basó en los requisitos establecidos en el artículo 209
del Código de los Niños y Adolescentes para dictar tal tipo de medida. Al
respecto, el citado artículo dispone que “El internamiento preventivo,
debidamente motivado, solo puede decretarse cuando existan:

a) “(...)Suficientes elementos probatorios que vinculen al adolescente


como autor o partícipe de la comisión del acto infractor;
b) Riesgo razonable de que el adolescente eludirá el proceso, y

c) Temor fundado de destrucción u obstaculización de pruebas”.

6. El artículo 2031 del citado Código establece que “El Fiscal, en


presencia de los padres o responsables, si son habidos, y del Defensor,
procederá a tomar su declaración al adolescente infractor, así como al
agraviado y a los testigos, si fuere el caso”.

7. De la lectura de los argumentos esgrimidos por el demandado para


corroborarla concurrencia de los requisitos antes citados en el caso concreto,
se concluye que este individualiza la pena de los infractores basándose en lo
manifestado por ellos mismos ante la Policía, primero, y ante sede judicial
después, subrayando que reconocen la autoría en los hechos, conforme se
aprecia de los considerandos segundo y tercero de la resolución cuestionada,
lo que considera suficiente para acreditar lo requerido en el citado artículo
2092, inciso a), del código sustantivo.

8. Sin embargo, no considera en absoluto el hecho de que se le privó del


derecho de defensa al no haber sido asistido por un abogado defensor, ni
tampoco estar presentes sus padres. En cuanto a la presencia del
representante del Ministerio Publico, esta no puede de ninguna manera ser
suficiente para garantizar la defensa del presunto adolescente infractor, puesto
que este último, por mandato de la Constitución y del Decreto Legislativo Nº 52
(Ley Orgánica del Ministerio Público), es el titular de la acción penal y debe
sustentar la imputación que hace contra el adolescente investigado.

9. Así, al haber sido declarada fundada la demanda en primera instancia,


y haberse hallado graves afectaciones al debido proceso al momento de
tomarse las declaraciones del menor, en clara vulneración de los derechos
constitucionales del adolescente beneficiario de la presente demanda, los
cuales están contemplados en el artículo 2, inciso 24, literal f, de la
Constitución y en los artículos 185. 187, 200 203, 208 y 209 del Código de los
Niños y Adolescentes, y también al haberse verificado que no se les informó a
los padres del menor, ni tampoco se requirió su presencia para la toma de la
declaración del mismo, entonces carece de validez la Resolución Nº 01, de
fecha 20 de diciembre de 2004, emitida por el demandado, ya que se sustenta
en un acto declarado ilegal y vulneratorio de derechos constitucionales;
ilegalidad que la incluye en sus alcances. Por tanto, el internamiento preventivo
dictado contra el favorecido deviene en arbitrario, al provenir de un acto
violatorio al debido proceso.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las


atribuciones que le confiere la Constitución Política del Perú
HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda en el extremo referente al mandato


de internamiento; por consiguiente, dispone la inmediata libertad del menor,
debiendo el a quo adoptar las medidas pertinentes para asegurar la
continuación de las investigaciones en sede judicial, con observancia del
procedimiento establecido en el Código de los Niños y Adolescentes.

2. Dispone que se remita copia certificada de la presente al Ministerio


Público a efectos de que proceda de acuerdo con sus atribuciones y con el
artículo 82 del Código Procesal Constitucional.

3. Copia al CNM para que proceda de acuerdo a ley.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 2473-2005-PHC/TC
CUSCO
RAFAEL EDWI RÍOS LÓPEZ
(Publicado: 22-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 13 días del mes de julio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
González Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Rafael Edwi Ríos López


contra la sentencia de la Sala Penal de Vacaciones de la Corte Superior de
Justicia del Cusco, de fojas 296, su fecha 3 de marzo de 2005, en el extremo
que declara infundada la demanda de hábeas corpus en cuanto a las
resoluciones Nºs. 53 y 62.
ANTECEDENTES

Con fecha 26 de enero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los magistrados de la Sala Mixta de la Corte Superior de
Justicia de Madre de Dios, solicitando que se deje sin efecto la Resolución Ny
63, de fecha 21 de enero de 2005, así como las resoluciones 53 y 62.
Manifiesta que se está vulnerando su derecho constitucional a la libertad
individual, al habérsele revocado el beneficio de libertad provisional, que la
Sala emplazada le concedió, fijando una caución ascendente a la suma de 150
mil nuevos soles, suma que depositó en el Banco de la Nación. Indica que la
consignación se efectuó en un cuaderno de variación de mandado de
comparecencia, y no en el cuaderno incidental de libertad provisional,
requiriéndosele para que cumpliera con depositar dicha caución en el cuaderno
pertinente. Precisa el accionante que la sala no dispuso el traslado de la
caución depositada en vía incidental en el Banco de la Nación; que el Banco de
la Nación informó a la sala que la suma de dinero había sido retirada por él,
ante lo cual ésta decidió revocar la medida provisional de coerción personal,
ordenando su inmediata detención. Refiere que el primer hábeas corpus
interpuesto contra la misma sala fue declarado fundado, disponiéndose su
inmediata libertad, sin perjuicio de pagar la caución de 150 mil nuevos soles;
asimismo que ofreció garantía patrimonial en la forma de tres bienes rústicos
pertenecientes a terceros; pero que la emplazada la declaró insuficiente en
cuanto a su cuantía, mediante la Resolución Nº 53, de fecha 16’de agosto de
2004, otorgándole un plazo de dos días para cumplir con la orden de caución,
argumentando que los predios habían sido sobrevalorados. Agrega el actor que
impugnó la resolución interponiendo recurso de nulidad, pero que el
pronunciamiento de la sala fue confirmado por la Corte Suprema, la misma
que, con fecha 14 de diciembre de 2004, declaró no haber nulidad en dicha
resolución por ser insuficiente la garantía patrimonial ofrecida por el
demandante en la forma de tres predios rústicos. Añade que luego de ello fue
notificado del requerimiento para cumplir con la garantía patrimonial; que su
abogado remitió a la Sala Mixta cartas notariales a fin de que concurriera a una
notaría pública para formalizar la constitución de la garantía hipotecaria, y que
al no realizarse tal acto, la sala, avalando lo dispuesto por la Corte Suprema,
revocó la libertad provisional.

Realizada la investigación sumaria, los emplazados manifiestan que la


revocatoria del beneficio de la libertad provisional se ha dictado conforme a ley,
observándose el plazo concedido al procesado para cumplir con el mandato de
caución, sin que se haya vulnerado derecho constitucional alguno.

El Tercer Juzgado Especializado en lo Penal del Cusco, con fecha 17 de


febrero de 2005, declara fundada, en parte, la demanda considerando que se
emitió la Resolución Nº 63 sin esperar el plazo de dos días otorgado para el
cumplimiento del depósito de los 150 mil nuevos soles o la garantía patrimonial
por el mismo monto, disponiendo la anulación de dicha resolución y el cese del
agravio producido.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Del estudio de las instrumentales obrantes de fojas 2 y 290 del


cuaderno principal, se desprende que lo que pretende el actor es que se
declare la continuidad de su libertad provisional hasta la conclusión del proceso
principal. Sostiene que no se han dejado sin efecto las resoluciones Nºs. 53, su
fecha 16 de agosto de 2004, y 62, su fecha 18 de enero de 2005, las mismas
que declaran insuficiente la garantía patrimonial ofrecida por él y el
emplazamiento del pago de la caución fijada.

2. Fluye de la Resolución Nº 53, que se le ordenó al recurrente


depositar, dentro de dos días después de ser notificado, la suma de 150 mil
nuevos soles por concepto de caución, bajo apercibimiento de revocársele el
beneficio de libertad provisional y ordenarse su inmediata detención,
argumentándose que era insuficiente la constitución de garantía patrimonial de
tres inmuebles; que hubo una sobrevaloración de los predios otorgados por
terceros como garantía patrimonial, y que, además, resultaba extemporánea la
solicitud de fecha 10 de junio de 2004, obrante en autos, a fojas 31 del
cuadernillo constitucional.

3. De acuerdo con el Informe Nº 002, de fecha 14 de febrero de 2005,


obrante en autos, de fojas 212 a 214 del principal, el demandante depositó en
el Banco de la Nación la suma de 150 mil nuevos soles. Al haberse efectuado
la consignación erróneamente en el incidente de variación del mandato de
detención, y no en el cuaderno de libertad provisional, la sala fue informada por
el Banco de la Nación de que el demandante había retirado la suma de dinero,
lo cual quiere decir que tuvo los recursos económicos y la oportunidad de
regularizar el depósito de la caución.

4. Posteriormente, don Luis Pautre Pérez y doña Marcelina Galindo de


Pautre, propietarios de uno de los inmuebles ofrecidos como garantía
patrimonial por el demandante, presentan un recurso al Presidente de la Sala
Mixta de Puerto Maldonado, precisando que no habían dado autorización al
demandante para ofrecer en garantía un bien ajeno, como se desprende de la
instrumental de fojas 234, lo que dio lugar a que se formulara acusación en su
contra ante el Ministerio Público por el presunto delito de estelionato.
5. A tenor del artículo 182, inciso 3, del Código Procesal Penal, “(...) El
procesado que se encuentra cumpliendo detención podrá solicitar libertad
provisional cuando nuevos elementos de juicio permitan razonablemente prever
“(...) Que el procesado cumpla con la caución fijada o, en su caso, el insolvente
ofrezca fianza personal (...); de otra parte, el artículo 183 del mismo cuerpo
normativo establece que “(...) La caución se fijará solamente cuando se trate de
imputados con solvencia económica, y consistirá en una suma de dinero que se
fijará en la resolución. El imputado puede empozarla en el Banco de la Nación
o constituir una garantía patrimonial suficiente a nombre del Juzgado de la Sala
hasta por dicho monto. El imputado que carezca de solvencia económica
ofrecerá fianza personal escrita de una persona natural o jurídica (…)”. Tal
como se ha expuesto en el fundamento precedente, el demandante efectuó
una consignación por el monto de la caución, para luego retirar y efectivizar la
suma de dinero; de lo que se colige una voluntad de eludir el pago de la
caución.

6. Según se aprecia de los actuados, el accionante no ha acreditado que


se hayan afectado los derechos ala libertad individual y la tutela procesal
efectiva a tenor del artículo 4 del Código Procesal Constitucional, aplicable al
caso en concordancia con el artículo 2, inciso 24, de la Constitución vigente. De
otro lado, el accionante ha hecho uso de los medios impugnatorios que la ley
prevé en salvaguarda del debido proceso. Por otra parte, se le han brindado las
garantías necesarias, no existiendo ninguna violación de derecho constitucional
alguno.

7. Cabe precisar que el actor ha interpuesto demandas de hábeas


corpus con argumentos similares a los que ha esgrimido en el presente
proceso, las cuales fueron declaradas infundadas por este colegiado en la STC
2133-2003-HC/TC, de fecha 7 de octubre de 2003, y en la STC 3124-2004-
HC/TC, de fecha 17 de diciembre de 2004, concluyéndose que pretende
nuevamente insistir en los mismos hechos a través de este nuevo proceso.

Por estos fundamentos el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA LIBERTAD Y DEL PRINCIPIO DE


PRESUNCIÓN DE INOCENCIA

EXP. Nº 2504-2005-PHC/TC
LIMA
LUIS EDINSON ÁVALOS RODRÍGUEZ
(Publicado: 22-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En La Oroya, a los 17 días del mes de mayo de 2005, la Sala Primera


del Tribunal Constitucional, con la asistencia de los señores magistrados Alva
Orlandini, Presidente; Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la
siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Carla Erika


María López González, contra la sentencia de la Cuarta Sala Especializada en
lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 54, su fecha S de marzo de 2005, que declara infundada la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 29 de diciembre de 2004, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de don Luis Edinson Ávalos Rodríguez contra el Director
General de la Dirección Región Lima y el Presidente del Instituto Nacional
Penitenciario (INPE), solicitando que se disponga el retorno del beneficiario al
penal Miguel Castro Castro y se sancione a los responsables de su traslado
arbitrario. Manifiesta que el traslado al Establecimiento Penitenciario de
Régimen Cerrado Especial Piedras Gordas es arbitrario e injustificado, pues el
beneficiario tiene la condición de procesado, y que por ello se han vulnerado el
principio constitucional de presunción de inocencia, y sus derechos de defensa
y a la libertad personal.

Realizada la investigación sumaria, el beneficiario se ratifica en los


términos de su demanda. A su turno, el Director Regional de la Región Lima del
INPE declara que el traslado está arreglado a las normas vigentes y es
consecuencia de la Resolución Directoral Nº 1635-2004-INPE/16, que dispone
el traslado por seguridad penitenciaria.
El Decimoctavo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha 6
de enero de 2005, declara infundada la demanda por considerar que la
resolución administrativa fue expedida de conformidad con el ordenamiento
vigente; agregando que al accionante no se le ha cambiado de régimen
penitenciario.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se declare inaplicable al beneficiario,


por vulnerar presuntamente su derecho a la libertad y el principio de presunción
de inocencia, la Resolución Directoral Nº 1635-2004-INPE/16, de fecha 16 de
diciembre de 2004, emitida por la Dirección Regional de Lima del INPE, que
dispone su traslado al Establecimiento Penal de Régimen Cerrado Especial
Piedras Gordas.

2. Este Colegiado, en la STC 2663-2003-HC/TC, ha señalado que el


hábeas corpus correctivo procede cuando se producen actos arbitrarios o
ilegales relacionados con las condiciones en que efectúase la restricción ala
libertad, “Mediante este medio procesal puede efectuarse el control
constitucional de las condiciones en las que se desarrolla la restricción del
ejercicio de la libertad individual, en todos aquellos casos en que éste se haya
decretado judicialmente”. Esto es así porque este tipo de hábeas corpus tiene
por finalidad proteger al interno de medidas irrazonables y desproporcionadas
que resulten violatorias a la dignidad humana.

3. El Tribunal Constitucional debe recordar, como ya lo ha hecho en


otras ocasiones, que el traslado de los internos de un establecimiento penal a
otro no es, en sí, un acto inconstitucional. En efecto, tratándose de personas
privadas legalmente de su libertad locomotora, una obligación de la que no
pueden rehuir las autoridades penitenciarias es la de prestar las debidas
garantías para que no se afecte o lesione la vida, la integridad física y los
demás derechos constitucionales que no hayan sido restringidos.

4. A la administración penitenciaria le corresponde determinar el


establecimiento donde se efectuará el traslado de conformidad con el artículo
2º del Decreto Legislativo Nº 654, Código de Ejecución Penal que establece
que el interno “Es ubicado en el Establecimiento que determina la
Administración Penitenciaria”, en concordancia con el artículo 133 de la citada
norma. Asimismo, el Reglamento del Código de Ejecución Penal, aprobado por
Decreto Supremo Nº 015-2003-JUS, estipula en su artículo 159 que “El
traslado de internos de un establecimiento penitenciario a otro se ejecutará por
los siguientes motivos: (...) por razones de seguridad penitenciaria con
resolución expedida por el Director General de la correspondiente Dirección
Regional del Instituto Nacional Penitenciario, que fundamente la urgencia y la
necesidad de la medida (...)”.

5. Tal como consta de la Resolución Directoral cuestionada, el traslado


se dispuso por la causal de seguridad penitenciaria a propuesta del Consejo
Técnico Penitenciario, el cual constató la ocurrencia de actos de indisciplina y
agresión a efectivos policiales, además de la existencia de precedentes de fuga
masiva. Por tanto, siendo obligación de la administración penitenciaria adoptar
las medidas necesarias para garantizar la vida e integridad física de los
internos que se encuentran bajo su responsabilidad, la medida impugnada no
constituye una violación de los derechos del beneficiario, pues ella ha sido
dispuesta de conformidad con el Reglamento del Código de Ejecución Penal.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

AVOCAMIENTO INDEBIDO

EXP. Nº 2521-2005-PHC/TC
LIMA
CÉSAR DARÍO GONZALES ARRIBASPLATA
(Publicado: 22-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 24 días del mes de octubre de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don César Darío González
Arrisbaplata contra la sentencia de la Cuarta Sala Especializada en lo Penal
para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 418 , su fecha 14 de febrero de 2005, que declara infundada la demanda
de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

Con fecha 21 de diciembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el titular de la Primera Fiscalía Provincial Penal
Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios de Lima, Jorge Luis
Cortez Pineda; y el capitán de la Policía Nacional del Perú adscrito a la
DIRCOCOR-DIVAMP, Óscar Estrada Pedraza. Manifiesta que con fecha 3 de
mayo de 2004 se realizó una operación policial ordenada por el Fiscal
demandado, en la cual se intervino al ex asesor de la Municipalidad Distrital de
Lince, Carlos Ostolaza Suárez, por haber recibido ilícitamente una suma de
dinero del ciudadano Gustavo de los Ríos Martínez, hechos que dieron lugar al
Atestado Policial Nº 08-2004-PNP-DIRCOCOR.DIVAMP, el 4 de mayo de 2004,
documento policial que motivó la formalización de la denuncia correspondiente
por el Fiscal demandado ante el Juzgado Penal de Turno Permanente de Lima.

Recibida la denuncia por el Juzgado Penal de Turno Permanente, dicho


órgano judicial, con fecha 5 de mayo de 2004, emitió el correspondiente auto
de apertura de instrucción, remitiéndose luego el proceso a la Mesa de Partes
única de los Juzgados Penales, la misma que derivó la instrucción al Trigésimo
Octavo Juzgado Penal de Lima, el cual, por resolución de fecha 17 de mayo de
2004, dictó auto de avocamiento, asumiendo jurisdicción sobre dicha causa,
notificando esta resolución a la Trigésima Octava Fiscalía Provincial Penal de
Lima, siendo parte agraviada en dicho proceso la corporación municipal que
preside el demandante.

Habiendo asumido competencia los mencionados órganos judiciales, el


emplazado fiscal provincial inició una investigación paralela que se tramitó ante
la División de Apoyo del Ministerio Público, a cargo del demandado capitán
PNP Estrada Pedraza. Además, dicho fiscal solicitó acumular a su investigación
la realizada por la Cuadragésima Cuarta Fiscalía Provincial Penal de Lima,
violando, de este modo, el artículo 139, inciso 2), de la Constitución, que
prohibe el avocamiento al conocimiento de causas pendientes ante el órgano
judicial, y el inciso 3, que reconoce el derecho al debido proceso.

Investigación sumaria
Realizada la investigación sumaria, los funcionarios emplazados rinden
sus declaraciones explicativas negando los cargos atribuidos por el
demandante. Por su parte, el recurrente se ratifica en los términos de su
demanda.

Resolución de primera instancia

El Decimocuarto Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha


5 de enero de 2005, declara fundada la demanda por estimar que el Fiscal
Provincial demandado concedió ampliaciones de la investigación con la
finalidad de que se esclarecieran los hechos, pero dichas investigaciones
ampliatorias no fueron remitidas al Trigésimo Octavo Juzgado Penal de Lima
que conoció de la investigación primigenia.

Resolución de segunda instancia

La recurrida, revocando la apelada, declara infundada la demanda


considerando que los funcionarios demandados actuaron dentro del marco
legal de sus atribuciones, y que lo que el demandante pretendía, en realidad,
era excluirse de las investigaciones realizadas por las autoridades
correspondientes.

FUNDAMENTOS

1. CUESTIONES PRELIMINARES

A. Supuesto daño constitucional

El presente proceso fue promovido por César Darío González


Arrisbaplata, alcalde del Municipio Distrital de Lince; contra el titular de la
Primera Fiscalía Provincial Penal Especializada en Delitos de Corrupción de
Funcionarios de Lima, Jorge Luis Cortez Pineda; y el capitán de la Policía
Nacional del Perú adscrito a la DIRCOCOR-DIVAMP, Óscar Estrada Pedraza.

El acto lesivo se habría producido con el avocamiento indebido del


emplazado Fiscal al conocimiento de una causa pendiente ante el órgano
judicial, iniciando una investigación, con el apoyo de la autoridad policial
demandada, paralela a la que realizaban las autoridades judiciales
competentes.

B. Reclamación constitucional
El demandante alega que se han violado, en su caso, el principio
constitucional que prohibe el avocamiento indebido y los derechos
constitucionales al debido proceso (artículo 139, 3) y a la libertad personal
(artículo º. inciso 24). Solicita, en consecuencia, que se ponga fin a los actos de
acoso judicial que vienen cometiendo los funcionarios demandados.

2. Análisis de la controversia

1. Es necesario señalar, en primer término, que si bien el proceso de


hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto los derechos
constitucionales reconocidos en el artículo 139, incisos 2 y 3, de la Carta
Política, en el presente caso, habida cuenta de que existen resoluciones
fiscales y actuaciones policiales que pretenden comprender al demandante en
un proceso penal en el que podrían establecerse restricciones al pleno ejercicio
de su libertad personal, el Tribunal Constitucional considera que tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos cuestionados.

2. De autos se aprecia que la Sala Penal Superior declaró infundada la


demanda argumentando básicamente que “en el caso analizado[,] tal como
aparece de lo actuado[,] el fiscal ha hecho uso de las facultades que le
concede la ley orgánica como representante del Ministerio Público[,]
disponiendo una investigación preliminar sobre los ilícitos denunciados,
diligencias a las que no ha concurrido el accionante bajo pretextos, resultando
innegable que con esta acción de garantía pretende excluirse de la
investigación en contravención a las órdenes de [la] autoridad
correspondiente[.] pretendiendo calificar esta facultad del Ministerio Público
como arbitraria e ilegal[;] que no dándose[,] por tanto[,] ninguno de los
presupuestos contenidos en el artículo veinticinco del Código Procesal
Constitucional como para amparar su pretensión”.

3. Estando a lo expuesto por la recurrida, este Colegiado, para poder


determinar si la actuación funcional de los demandados se encuadra dentro del
marco constitucional, o si, a consecuencia de ella, se atentó contra los
derechos constitucionales invocados, considera necesario, en primer lugar,
analizar el contenido de estos derechos.

4. En cuanto al principio constitucional de prohibición de avocamiento


indebido, cuyo enunciado es “ninguna autoridad puede avocarse a causas
pendientes ante el órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus
funciones”, el Tribunal Constitucional ha sostenido que la figura del
avocamiento supone, por su propia naturaleza, que se desplace al juez del
juzgamiento de una determinada causa y que, en su lugar, el proceso se
resuelva por una autoridad distinta, cualquiera [que] sea su clase (STC 1091-
2002-HC/TC, fund. 1).

5. En lo que respecta al derecho al debido proceso, reconocido en el


inciso 3) del artículo 139º de la Constitución, cabe señalar que dicho atributo
fundamental forma parte del «modelo constitucional del proceso», cuyas
garantías mínimas deben ser respetadas para que el proceso pueda
considerarse debido. En ese sentido, la exigencia de su efectivo respeto no
sólo tiene que ver con la necesidad de garantizar a todo justiciable
determinadas garantías mínimas cuando éste participa en un proceso judicial,
sino también con la propia validez de la configuración del proceso, cualquiera
que sea la materia que en su seno se pueda dirimir, como puede ser la
actividad investigatoria que desarrolla el fiscal penal en sede prejurisdiccional.
De esta forma, el debido proceso no sólo es un derecho de connotación
procesal que se traduce, como antes se ha dicho, en el respeto de
determinados atributos, sino también una institución compleja que desborda el
ámbito meramente jurisdiccional.

6. El artículo 4 del Código Procesal Constitucional, recogiendo lo


enunciado en los instrumentos internacionales, consagra el derecho al debido
proceso como atributo integrante de la tutela procesal efectiva. que se defina
como aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan éste y
otros derechos procesales de igual significación.

7. Como se aprecia de autos, con fecha 4 de mayo de 2004, el Fiscal


Provincial demandado formuló denuncia penal contra un ex asesor del
municipio de Lince, por la presunta comisión del delito contra la administración
pública, reservándose el derecho de promover acción penal contra el Alcalde
de la citada municipalidad, disponiéndose, al efecto, la ampliación de las
investigaciones. De este modo, promovida la acción penal por el Fiscal Penal
demandado, se dictó el auto de apertura de instrucción por el Juzgado Penal
Permanente de Turno; posteriormente, y de modo aleatorio, la instrucción fue
derivada al Trigésimo Octavo Juzgado Penal de Lima, que por resolución de
fecha 17 de mayo de 2004, asumió la jurisdicción y se avocó al conocimiento
de dicha causa penal.

8. Al respecto, si bien la ley penal de la materia no configura nítidamente


los perfiles de la investigación preliminar fiscal, pues la ley no fija plazos,
procedimientos, ni limitaciones precisas, no cabe duda de que, en cuanto a la
extensión de la actividad investigadora del Ministerio Público, ésta debe cesar
una vez que el Juez Penal asuma

9. jurisdicción sobre los hechos.


10. De autos se observa que la cuestionada actuación del Fiscal
demandado contravino esta conducta procesal, que se fundamenta en el
principio constitucional de prohibición de avocamiento indebido, por cuanto, no
obstante haber admitido en su declaración explicativa (f. 143) que conocía que
el Trigésimo Octavo Juzgado Penal de Lima tenía a su cargo el proceso penal
sobre el evento criminal sub exámine, continuó realizando actividad
investigatoria sobre los mismos hechos, disponiendo la ampliación de las
pesquisas contra el demandante, solicitando para ello el apoyo de la Policía
Nacional, y obteniendo, a su vez, la acumulación a su indebida investigación de
otra realizada por la Cuadragésima Cuarta Fiscalía Provincial Penal de Lima,
órdenes arbitrarias que lo convirtieron, pese a carecer de competencia, en una
instancia paralela de investigación autónoma que sometió al demandante a una
persecución penal.

11. La arbitraria actuación del Fiscal Provincial demandado resulta


evidente, además, con la información documentada que remitiera a este
Tribunal, con fecha 3 de octubre de 2005, la Presidencia de la Corte Superior
de Justicia de Lima (Oficio Nº 5253-2005-P-CSJUPJ), de la que se desprende
que, habiendo materializado el fiscal demandado la denuncia fiscal contra el
afectado César Darío González Arribasplata ante el Segundo Juzgado Penal
Especial de Lima, por la supuesta complicidad en el delito contra la
administración pública, la mencionada judicatura, mediante resolución de fecha
3 de febrero de 2005, dispone devolverle dicha denuncia, por no ser de su
competencia, según fluye de la Resolución Administrativa Nº 154-CE-PJ,
disposición que contrariamente fue invocada por el fiscal emplazado en su
denuncia para justificar su avocamiento.

12. En consecuencia, la intervención desmedida del emplazado titular de


la acción penal, cuya actuación resultó inadecuada, al margen de las
atribuciones que le confiere la Constitución y la ley orgánica y normas
administrativas del Ministerio Público, y que tuvo como corolario la denuncia
fiscal formulada contra el demandante con fecha 31 de enero de 2005 (f. 286),
vulneró los derechos constitucionales invocados; por lo tanto, resulta de
aplicación al caso el artículo 21 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda; por consiguiente, NULA e


insubsistente la denuncia penal formulada contra el demandante, con fecha 31
de enero de 2005, por el Fiscal Provincial Penal de la Primera Fiscalía
Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios de Lima.
2. Dispone que los funcionarios demandados no reincidan en tas
acciones que motivaron la interposición de la presente demanda, bajo
apercibimiento de aplicárseles las medidas coercitivas previstas en el artículo
22 del Código Procesal Constitucional, en caso de que obren de modo
contrario.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

VULNERACIÓN DE LA LIBERTAD PERSONAL Y LA PRESUNCIÓN DE


INOCENCIA

EXP. Nº 4219-2005-PHC/TC
PIURA
RÉGULO GARABITO BARBA
(Publicado: 22-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima a los 8 días del mes de agosto de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional integrada por los magistrados Alva Orlandini, González
Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Iris Violeta


Samaniego de Garabito, a favor de su esposo, Régulo Garabito Barba, contra
la sentencia de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Piura, de fojas 209, su fecha 9 de mayo de 2005 que declara improcedente la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 15 de abril de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los miembros de la Primera Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Piura, solicitando que se deje sin efecto la resolución de
fecha 8 de abril de 2005, en virtud de la cual se varía el mandato de
comparecencia por el de detención efectiva, vulnerando de esta manera sus
derechos a la libertad personal y a la presunción de inocencia. Aduce que, en
su caso, no concurren los elementos de juicio previstos en el artículo 1359 del
Código Procesal Penal para revocar el mandato de comparecencia dictado a su
favor.

Los vocales emplazados Jorge Eduardo Díaz Campos, Juan Carlos


Checkley Soria y Ofelia Urrego Chuquihuanga, se apersonan en el proceso y
absuelven la demanda mediante declaración de fojas 31, su fecha 18 de abril
de 2005, mediante la cual precisan que al actor se le viene procesando por los
delitos de colusión y cohecho pasivo propio; agregando que al existir una
grabación fílmica que aporta elementos de juicio sobre la comisión del delito
instruido, y al tener el procesado la calidad de funcionario público, lo cual
podría conllevar una eventual perturbación de la actividad probatoria, concurren
los elementos de juicio establecidos en el artículo 135 del Código Procesal
Penal para revocar el mandato de comparecencia otorgado.

El Cuarto Juzgado Especializado en lo Penal de Piura con fecha 20 de


abril de 2005, declara improcedente la demanda considerando que una
amenaza de violación de la libertad debe ser cierta e inminente, y que los actos
destinados a la privación de la libertad personal deben encontrarse en período
de ejecución, trascendiendo el plano de las conjeturas. Estima, de otro lado,
que el caso de autos es un proceso regular donde el mandato de detención
dictado se ajusta a las pruebas aportadas e incorporadas al proceso, lo cual no
significa declarar culpable o no al actor, pues se mantiene el principio de
presunción de inocencia hasta la emisión de la sentencia judicial firme que
ponga fin al proceso.

La recurrida confirma la apelada con similares fundamentos, precisando,


además, que en el caso de autos ha concurrido la adecuada motivación de la
resolución que revoca el mandato de comparecencia restringida, y que se ha
verificado la concurrencia de los requisitos establecidos en el Código Procesal
Penal para dictar esta medida.

FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional, vigente desde el 1 de diciembre del


2004, dispone en su artículo 4, segundo párrafo, que el hábeas corpus procede
cuando una resolución judicial firme vulnera en forma manifiesta la libertad
individual y la tutela procesal efectiva, entendida esta como la situación jurídica
de una persona en la que se respetan sus principales derechos y los principios
de legalidad procesal penal.
2. El artículo 135 del Código Procesal Penal establece que “El juez
puede dictar mandato de detención cuando, atendiendo a los primeros
recaudos acompañados por el Fiscal provincial sea posible determinar:

1) Que existen suficientes elementos probatorios de la comisión de un


delito que vincule al inculpado como autor o partícipe del mismo (...).

2) Que la sanción a imponerse sea mayor de los cuatro años de pena


privativa de la libertad, y

3) Que existen suficientes elementos probatorios para concluir que el


imputado intentara eludir la acción de la justicia o perturbar la acción probatoria
(...)”.

3. Del Atestado Policial Nº 17-2005-DIVICAJ-DEINCRI-SEIDF, obrante a


fojas 34, y del auto de apertura de instrucción, corriente a fojas 78, su fecha 18
de marzo de 2005. se desprende que, con fecha 16 de marzo de 2005, se
apersonó en la División de Delitos Fiscales de la Policía Nacional del Perú de
Piura el ciudadano argentino Horacio Constantino, denunciando ante el Fiscal
de Prevención del Delito de Piura que un funcionario de la Municipalidad de
Castilla le había solicitado el monto de diez mil nuevos soles para favorecerlo
con un dictamen de contrato pendiente de celebrarse entre la Municipalidad de
Castilla y su representada, la empresa VIALSI S.A.C.. Del mismo parte policial
fluye que el día de autos, en horas de la tarde, se realizó una intervención
policial al vehículo marca KIA, de placa de rodaje BB-8049. color azul atlántico,
en el que se halló al actor en compañía del señor Constantino y en posesión de
un sobre con cincuenta billetes de S/. 100.00 cada uno.

4. De otro lado, entre las instrumentales aportadas en autos se


encuentra la manifestación del demandante, de fecha 16 de marzo de 2005,
obrante a fojas 45 vuelta, en la substanciación del proceso por el delito contra
la Administración Pública en la modalidad de colusión y cohecho pasivo propio,
en la que manifiesta ser regidor de la Municipalidad del distrito de Castilla y
presidente de la Comisión de Cooperación Técnica Internacional y Proyectos
Especiales, y miembro de la Comisión de Comercialización y Comisiones
Especiales (preside la comisión de seguimiento y revisión del contrato
celebrado entre la Municipalidad de Castilla y la empresa VIALSI S.A.C.).
Sostiene a fojas 46 que la comisión bajo su presidencia debía realizar una
investigación sobre las irregularidades en el cumplimiento del contrato por parte
de la empresa VIALSI S.A.C., debiendo emitir un informe al respecto los días
28 y 29 del mes de abril de 2005.

5. El Ministerio Público interpuso apelación contra el mandato de


comparecencia restringida, conforme consta de la instrumental de fojas 87, en
mérito de la cual la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Piura, revocando el auto apelado, dispuso la detención del demandante (f. 89),
habiéndose ponderado y valorado los requisitos establecidos por el artículo 135
del Código Procesal Penal, encontrándose la referida resolución debidamente
fundamentada.

6. El artículo 384 del Código Penal establece una pena para el delito de
colusión por el que se viene procesando al actor, no menor de tres ni mayor de
quince años. Respecto del delito de cohecho pasivo propio, el Código Penal
dispone, en el artículo 3939, que éste será reprimido con pena privativa de la
libertad no menor de cinco ni mayor de ocho años.

7. Por consiguiente, al ser el actor regidor de la Municipalidad Distrital de


Castilla, y presidente de la Comisión de Cooperación Técnica Internacional y
Proyectos Especiales, así como miembro de la Comisión de Comercialización y
Comisiones Especiales, presidiendo la comisión de seguimiento y revisión del
contrato celebrado entre la Municipalidad Distrital de Castilla y la empresa
VIALSI S.A.C., según lo señalado en el fundamento 4 precedente, resulta
evidente que existe una razonable posibilidad de obstrucción de la actuación
probatoria, pues los cargos que ostenta, su tipo de trabajo y su calidad de
regidor de la municipalidad lo colocan en una posición privilegiada respecto de
las pruebas y documentos que deberán actuarse en el proceso; más aún, al
versar este sobre las irregularidades cometidas en la tramitación del contrato
entre la Municipalidad Distrital de Castilla y la empresa VIALSI S.A.C.,
tramitación que justamente se halla a cargo del demandante. Asimismo, la
prognosis de la pena y las circunstancias de la comisión del delito, así como la
existencia de medios probatorios como la grabación fílmica, determinan una
concurrencia razonable de los presupuestos establecidos en el artículo 1351
del Código Procesal Penal para dictar mandato de detención, quedando como
facultad del juzgador el utilizar un criterio de conciencia sobre los elementos
probatorios que las partes puedan presentar al momento de resolver el
proceso. Por tanto, la resolución del 8 de abril de 2005, obrante en autos, a
fojas 89, se encuentra arreglada a ley, no observándose de la motivación de
esta ninguna afectación de los derechos al debido proceso, a la presunción de
inocencia o a la libertad individual del accionante, resultando de aplicación, a
contrarío sensu, el artículo 4 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos el Tribunal Constitucional con la autoridad que el


confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.


Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDWI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

AMENAZA DE LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 4738-2004-PIC/TC
ÁNCASH
ERASMO MOISÉS RODRÍGUEZ FIGUEROA
(Publicado: 22-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Huaraz, a los 28 días del mes de abril de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Erasmo Moisés


Rodríguez Figueroa contra la sentencia de la Primera Sala Mixta de la Corte
Superior de Justicia de Áncash, de fojas 75, su fecha 29 de noviembre de
2004, que declara improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

Con fecha 25 de octubre de 2004, el recurrente, interpone demanda de


hábeas corpus contra el titular del Primer Juzgado Penal de Huaraz, Ricardo
Hínostroza Duque. Manifiesta que el demandado juez ha ordenado la privación
de su libertad con internamiento en el establecimiento penitenciario de Huaraz,
al habérsele revocado la condena condicional de un año de pena privativa de la
libertad suspendida por el mismo período, en el proceso penal Nº 2000-1804,
que se le sigue por la comisión del delito de omisión a la asistencia familiar.
Sostiene el demandante que mediante sentencia expedida el 19 de agosto de
2002, se le impuso condena condicional de un año, suspendida por el mismo
período bajo reglas de conducta, la misma que quedó firme con fecha 3 de julio
de 2003, al haberse expedido sentencia de segunda instancia; que, por ello, el
plazo de suspensión comenzó a regir desde el 3 de julio de 2003, debiendo
vencer el 3 de julio de 2004. Agrega que si bien el juez penal revocó la
suspensión, no procedió primero a prorrogar el período de suspensión, de
conformidad con el artículo 59 del Código Penal; que por lo tanto al haber
ordenado su captura, dicho acto constituye una amenaza a su libertad
personal.

Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, el emplazado juez manifiesta que


revocó la suspensión de la ejecución de la pena porque el demandante había
incumplido las reglas de conducta, pese a estar debidamente notificado, y que,
en consecuencia, dictó contra su persona orden de captura para que cumpla,
en forma efectiva, la pena privativa de la libertad que le fuera impuesta.

Resolución de primera instancia

El Tercer Juzgado en lo Penal de Huaraz, con fecha 11 de noviembre de


2004, declara improcedente la demanda por estimar que la revocatoria de la
suspensión de la ejecución de la pena impuesta al demandante se efectuó
dentro del plazo del período de prueba, razón por la cual no existía
arbitrariedad alguna contra el demandante.

Resolución de segunda instancia

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. A fojas 12 de autos obra la sentencia condenatoria del actor, que le


impone un año de pena privativa de libertad, y que quedó suspendida en su
ejecución por un periodo de prueba por el mismo plazo. Asimismo, a fojas 14
obra la sentencia confirmatoria de segunda instancia, expedida el 3 de julio de
2003, adquiriendo la sentencia calidad de cosa juzgada, coligiéndose que el
período de prueba vencería el 3 de julio de 2004. En consecuencia, la
cuestionada resolución revocatoria, de fecha 30 de abril de 2004, fue dictada
cuando aún no había concluido el periodo de prueba.

2. Del análisis de los documentos obrantes a fojas 17 y 18, y de lo


actuado se concluye que el actor tenía conocimiento de que sí no cumplía las
normas de conducta indicadas en la sentencia, entre ellas la reparación del
daño ocasionado por el delito, se le revocaría el período de prueba. De otro
lado, de acuerdo con la manifestación del juez emplazado, el actor fue
requerido para que, en el plazo de cinco días de notificado, cumpliera con
reparar el daño (pago íntegro de las pensiones alimenticias), bajo
apercibimiento de revocársele la suspensión de la pena, tal como se desprende
del estudio de la instrumental de fojas 18. Por consiguiente, la resolución de
fecha 30 de abril de 2004, obrante a fojas 21, fue expedida con arreglo al
debido proceso.

3. En relación con la prórroga del período de prueba no dispuesto en el


caso del actor, respecto de las cuales el accionante acusa otra irregularidad en
el proceso, el artículo 5 del Código Penal establece que, frente al
incumplimiento de las normas de conducta impuestas, el juez podrá, según sea
el caso y conforme a sus atribuciones jurisdiccionales, aplicar las alternativas
señaladas en los siguientes incisos: 1) amonestar al infractor; 2) prorrogar el
período de suspensión hasta la mitad del plazo inicialmente fijado; en ningún
caso, la prórroga acumulada excederá de tres años, y 3) revocar la suspensión
de la pena. Es de recordar que dicha norma no obliga al juez a aplicar las
alternativas en forma sucesiva ni obligatoria para cada caso.

4. Asimismo, cabe precisar que el artículo 4 de la Ley Orgánica del


Poder Judicial señala que toda persona y autoridad está obligada a acatar y dar
cumplimiento a las decisiones judiciales o de índole administrativa emanadas
de autoridad judicial competente, en sus propios términos, sin poder calificar su
contenido o sus fundamentos, restringir sus efectos o interpretar sus alcances,
bajo responsabilidad civil, penal o administrativa señaladas por la ley. No se
puede dejar sin efecto resoluciones judiciales con autoridad de cosa juzgada, ni
modificar su contenido, ni retardar su ejecución, ni cortar procedimientos en
trámite, bajo la responsabilidad política administrativa, civil y penal que la ley
determine en cada caso. Por otra parte, el artículo 1151 de la citada ley prevé
que las resoluciones judiciales son susceptibles de revisión, con arreglo a ley,
en una instancia superior. La interposición de un medio de impugnación
constituye un acto voluntario del justiciable. Lo resuelto en segunda instancia
es cosa juzgada. Su impugnación sólo procede en los casos y en la forma
previstos en la ley.

Por lo expuesto, del estudio de autos se aprecia que no ha sido


acreditada la supuesta violación alegada por el demandante, resultando de
aplicación el artículo 251, a contrario sensu, de la Ley Nº 28237.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

AMENAZA CONTRA LA LIBERTAD

EXPEDIENTE Nº 757-2005-PIC/TC
LIMA
ALBERTO NÚÑEZ HERRERA
(Publicado: 22-02-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 9 días del mes de mayo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Alberto Núñez


Herrera contra la sentencia de la Quinta Sala Penal con Reos Libres de la
Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 69. su fecha 17 de noviembre de
2004, que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 13 de junio de 2004 él actor interpone demanda de hábeas


corpus contra el Director del Establecimiento Penitenciario de Régimen
Cerrado Ordinario de Lurigancho y el presidente del INPE solicitando su
inmediata libertad. Manifiesta que los emplazados han omitido acatar la
resolución de fecha 15 de octubre de 2002, emitida por la Sala Penal de
Apelaciones con Reos Libres, que confirmó la comparecencia restringida
declarada a su favor. Refiere también encontrarse detenido desde el 21 de
junio de 2001, al haberse dictado mandato de detención en su contra por el
Octavo Juzgado Penal con Reos Libres de Lima, pese a que el proceso se
encontraba en grado de apelación por ante la mencionada Sala de
Apelaciones. Agregá que la resolución de esta sala debe prevalecer por ser de
grado superior.

El demandado director del Establecimiento Penal de Régimen Cerrado


Ordinario de Lurigancho, coronel PNP Henry Lizzeti Córdova, se apersona en
el proceso y contesta la demanda mediante oficio Nº 4894.-04-DIRSEPEN-
EPRCQL-D, de fecha 19 de julio de 2004, obrante en autos a fojas 40 y 41,
manifestando que el actor ingresó en el penal por disposición del Octavo
Juzgado Penal de Lima, en razón de haber sido condenado a la pena privativa
de la libertad de cinco años, en el expediente Nº 404-00, por el delito contra la
libertad sexual en agravio de la persona identificada con clave 15, orden 19,
condena que recién vencerá el 20 de junio de .2007.

El Procurador Público del Ministerio de Justicia se apersona en el


proceso argumentando que el actor pretendió sorprender ala autoridad judicial
por cuanto fue recluido en el penal en mérito de la sentencia expedida por el
órgano jurisdiccional, en la cual se le condena por el delito contra la libertad
sexual.

El Cuadragésimo Tercer Juzgado Especializado en lo Penal de Lima,


con fecha 7 de octubre de 2004, declara infundada la demanda por considerar
que el actor se encuentra recluido en el Establecimiento Penal de Lurigancho,
en virtud de lo dispuesto por el Octavo Juzgado Penal de Lima, al haber sido
sentenciado a cinco años de pena privativa de la libertad, la misma que fuera
confirmada por la Sala Penal Superior.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la inmediata libertad del


demandante, por haber expedido la Sala de Apelaciones con Reos Libres de la
Corte Superior de Justicia de Lima, con fecha 15 de octubre de 2002, una
resolución confirmando la comparecencia restringida en su favor.

2. De fojas 23 a 26 de autos obra la sentencia condenatoria expedida


contra el demandante por el Octavo Juzgado Penal de Lima, con fecha 21 de
junio de 2002, por el delito contra la libertad sexual en la modalidad de
violación, condenándolo como autor del delito imputado a cinco años de pena
privativa de libertad efectiva, la misma que se le impuso en el proceso penal Nº
404-00.

3. A mayor abundamiento, a fojas 27 corre el Acta de lectura de


sentencia, de la que se aprecia que el demandante, al no encontrarse conforme
con la sentencia condenatoria expedida en su contra, formula apelación. A fojas
28, obra la Resolución Nº 1465, su fecha 2 de setiembre de 2002, emitida por
el Superior Jerárquico en virtud de la apelación formulada por el demandante,
la misma que confirma la sentencia y declara infundadas la excepción de
naturaleza de acción, la .cuestión previa, la tacha de documentos formulada
contra el examen médico legal y la tacha contra los testigos, coligiéndose de
ello que el demandante hizo uso de los recursos procesales que la ley faculta,
así como de la pluralidad de instancias a que tiene derecho conforme a ley,
habiendo el fallo quedado firme y ejecutoriado.

4. Si bien es cierto que la Sala de Apelaciones de Procesos Sumarios de


la Corte Superior de Justicia de Lima, con fecha 11 de abril de 2001, confirmó
la variación del mandato de detención preventiva por el mandato de
comparecencia restringida, también lo es que la misma Sala se pronunció en el
mismo sentido, conforme consta de la instrumental obrante en autos a fojas 9,
en el trámite de diferentes medios impugnatorios y secuelas procesales contra
la medida de detención preventiva, no surtiendo efecto alguno con
posterioridad a la emisión de la sentencia condenatoria a pena privativa de la
libertad en contra del demandante por el delito contra la libertad en la
modalidad de delito contra la libertad sexual-violación.

5. En autos, a fojas 7 y 8, obran el Compromiso de Pago de Reparación


Civil y el Compromiso de Trabajo-Resocialización, documentos en los que el
demandante reconoce estar sentenciado por el delito contra la libertad sexual-
violación, por lo que la pena que viene cumpliendo se ajusta a un debido
proceso, habiendo quedado consentida y aceptada por el actor; por tanto, no
se evidencia vulneración de derecho constitucional alguno.

6. Además de ello, a fojas 39, se aprecia el Registro de Ingresos en el


Establecimiento Penitenciario de Régimen Cerrado Ordinario de Lurigancho,
siendo el último el 21 de junio de 2002, precisándose también que dicha pena
se cumplirá por el delito de violación sexual, en referencia al expediente Nº
404-00. De todo ello se colige que no existe amenaza ni vulneración de los
derechos constitucionales del demandante.

7. El artículo 2 del Código Procesal Constitucional determina que los


procesos constitucionales de hábeas corpus proceden cuando se amenacen o
violen los derechos constitucionales por acción u omisión de actos de
cumplimiento obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o
persona, y que cuando se invoque la amenaza de violación, esta debe ser
cierta y de inminente realización.

Por estos fundamentos el Tribunal Constitucional, en uso de las


atribuciones que le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.


Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DE DERECHOS DE DEFENSA, VISITA FAMILIAR,


REHABILITACIÓN Y READAPTACIÓN DEL PROCESADO

EXPEDIENTE Nº 0774-2005-HC/TC
LIMA
VÍCTOR ALFREDO POLAY CAMPOS
(Publicado: 28-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 8 días del mes de marzo de 2005, el Tribunal


Constitucional, reunido en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los
magistrados Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, García
Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Hernán Quirós Urteaga,


contra la sentencia de la Cuarta Sala Especializada en lo Penal para Procesos
con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 101, su
fecha 5 de octubre del 2004, que, revocando la apelada declara infundado la
acción de habeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

a. Demanda

Con fecha 21 de junio del 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus de naturaleza correctiva a favor de su patrocinado, Víctor
Alfredo Polay Campos, la que dirige contra el Ministro de Defensa, Gral. E.P.
Roberto Chiabra León, y contra el Jefe del Centro de Reclusión de Máxima
Seguridad de la Base Naval del Callao, don Alberto Lozada Frías, por atentar
contra su libertad individual, y vulneración de sus derechos de defensa; visita
familiar, y de rehabilitación y readaptación del procesado, mediante la
imposición de locutorios celulares y la censura de sus documentos de defensa,
por lo que solícita que se declaren sin efecto e inexistentes los Decretos
Supremos Nº 024-2001-JUS y Nº 02-2004-JUS.

Solicita, asimismo, que se declare inaplicable a su patrocinado el artículo


242 del Decreto Supremo Nº 024-2004-JUS, en cuanto dispone que todas las
visitas indicadas en los artículos 169, 229 y 2311 del Reglamento de Reclusión
se llevarán a cabo en locutorios acondicionados para tal fin. Finalmente, solícita
que no se intervenga o grabe la entrevista directa de su patrocinado con sus
familiares y demás visitas, incluyendo a su abogado defensor, ni se censure
documentos de su defensa, afectando con ello el secreto y la confidencialidad
que constituyen fundamentos de tal derecho.

Afirma que su defendido se encuentra internado en el Centro de


Reclusión de Máxima Seguridad de la Base Naval; que fue irregularmente
juzgado por un tribunal conformado por integrantes ocultos y sin rostro, que
llegó al extremo de sentenciarlo a cadena perpetua, juzgamiento que fuera
declarado nulo. Aduce que el Tribunal Constitucional expidió la sentencia Nº
010-2002-AI-/TC, que declara la inconstitucionalidad de los artículos 2, 3 y 42
del Decreto Ley Nº 25744 (en el que se sustenta el Decreto Supremo Nº 024-
2001-JUS, que, al ser de menor jerarquía, deviene también en inconstitucional
e inaplicable, como también resulta inconstitucional e inaplicable el Reglamento
del Centro de Reclusión de Máxima Seguridad de la Base Naval del Callao
(CEREC) aprobado por dicha norma).

Explica que, no obstante haberse declarado la inconstitucionalidad del


decreto ley mencionado, el Gobierno expidió el Decreto Supremo Nº 02-2004-
JUS, que modifica el artículo 112 del Reglamento de Seguridad e incorpora el
artículo 249-A, que, arbitrariamente, dispone que todas las visitas indicadas se
llevarán a cabo en locutorios acondicionados para tal fin, transgrediendo con
ello no sólo el artículo 2041 de la Constitución, sino también los derechos
constitucionales invocados. Por esta razón, en la Causa Penal Nº Ot-93, la
Sala Nacional de Terrorismo, a solicitud de su defensa, dispuso la inutilización
de los mencionados locutorios para las entrevistas que sostuviera el
beneficiario con su abogado. Alega que, a pesar de ello, la restricción se
mantiene vigente para las visitas que realiza su señora madre, exceso que
constituye un tipo más de tortura y que ha acentuado la afección de su salud, a
la par que lesiona su dignidad y atenta contra principios en los que se apoya la
rehabilitación y resocialización del interno.

b. Declaración del demandado

Con fecha 23 de junio de 2004, en la investigación sumaria, el Jefe del


Centro de Reclusión de Máxima Seguridad de la Base Naval aduce que se está
dando cumplimiento a la resolución expedida por la Sala Nacional de
Terrorismo, conforme lo acreditan las actas de visita firmadas por los abogados
y por las imágenes del sistema de cámaras de seguridad. Finalmente, afirma
que es falso el extremo afirmado que se graban las conversaciones de las
personas que visitan al favorecido.

c. Sentencia del juez de primer grado

Con fecha 28 de junio del 2004, el juez del Vigésimo Primer Juzgado
Penal de Lima, declara fundada la demanda.

Para llegar a tal determinación, considera que se ha violado la libertad


individual del favorecido, en el extremo de imposición de locutorios celulares
para la visita de los familiares y otros, ya que existe una arbitraria restricción
del derecho de visita familiar, sin existir una proporcionalidad entre la medida
restrictiva y lo que se pretende proteger que es la seguridad.

Asimismo, declara inaplicable al demandante el artículo 249-A del


Decreto Supremo Nº 024-2001-JUS, que dispone que las visitas de los
familiares del demandante se llevarán a cabo en salas especiales para tal fin.

d. Apersonamiento y apelación por parte del Procurador Público Adjunto


del Ministerio de Defensa

Con fecha 30 de septiembre del 2004, el Procurador Público Adjunto del


Ministerio de Defensa se apersona al proceso y apela la sentencia expedida,
alegando que los decretos supremos cuestionados no son inconstitucionales y
que no existe vulneración constitucional alguna, dado que el uso de los
locutorios es, acorde con lo previsto por el Código de Ejecución Penal y se
encuentra reglamentando en caso de internos de alta peligrosidad, como es el
caso del demandante.

e. Sentencia del juez de segundo grado

La recurrida revoca la apelada y, reformándola, la declara infundada por


considerar que el proceso de hábeas corpus no es vía idónea para cuestionar
la constítucíonalídad de los decretos supremos invocados, y su aplicación o
inaplicación a las visitas del favorecido deben ser resueltas extraproceso, o
dentro del proceso penal instaurado en su contra, conforme lo dispone el
Reglamento del Código de Ejecución Penal.

III. DATOS DEL PROCESO

A. Petitorio
El objeto del presente proceso de hábeas corpus es que se declaren sin
efecto e inexistentes los Decretos Supremos Nº 024-2001-JUS y Nº 02-2004-
JUS, e inaplicable al beneficiario el artículo 249 del Decreto Supremo Nº 024-
2004-JUS, en el extremo que dispone que todas las visitas del favorecido se
realicen en los locutorios acondicionados para tal fin.

Queda claro que el demandante alega el atentado a la libertad individual


de su patrocinado, así como la vulneración de sus derechos de defensa; visita
familiar, y de rehabilitación y readaptación, que la Constitución garantiza,
mediante la imposición de locutorios celulares y la censura de sus documentos
de defensa.

Finalmente, solícita que no se intervenga ni grabe la entrevista directa


del favorecido con sus familiares y demás visitas, incluyendo a su abogado
defensor.

B. Materias constitucionalmente relevantes

El Tribunal Constitucional considera que, en la presente causa, deben


abordarse los siguientes aspectos:

¿Es pertinente el uso del hábeas corpus para criticar la validez de


decretos supremos?

¿La aplicación e implementación de locutorios respeta los principios y


valores constitucionales?

- ¿Su establecimiento es una facultad estatal?

- ¿Cómo se viabílíza su utilización en el CEREC?

¿Qué situaciones se pueden considerar controvertidas respecto a los


locutorios en el CEREC?

- ¿La aplicación y uso de locutorios para la recepción de las visitas de


familiares y amigos lesiona los derechos del interno?

- ¿El uso de locutorios para las entrevistas del interno con su abogado
defensor afecta el secreto y la confidencialidad de su derecho de defensa?

- ¿Se intervienen y/o graban las entrevistas que el favorecido sostiene y,


de ser así, si al hacerlo se termina por lesionar su derecho al secreto de sus
comunicaciones?
- ¿Se ejerce censura sobre los documentos de defensa del favorecido?

C. Cuestión de procedibilidad

El Código Procesal Constitucional, vigente desde el 1 de diciembre de


2004, exige diversos requisitos de procedibilidad al momento de interponer la
demanda, como es el haber agotado las vías dentro del proceso ordinario.

Tomando en consideración que tales requisitos no eran exigibles cuando


se postuló el presente proceso, y que una interpretación distinta comportaría
una opción restrictiva de derechos procesales, violatoria del artículo 1399,
inciso 3, de la Constitución Política del Perú, este Colegiado considera
pertinente que, en el caso de autos, la aplicación de la Ley de Hábeas Corpus y
Amparo, Ley Nº 23506, y demás modificatorias vigentes al momento de
interponerse la demanda.

IV. FUNDAMENTOS

f. La delimitación del uso del hábeas corpus

5. El proceso de hábeas corpus no sólo protege la libertad física


propiamente dicha, sino que su ámbito de protección se extiende también a la
libertad de movimiento a la libertad de tránsito y al derecho a la integridad
personal. Su tutela se prolonga ante la amenaza o acto lesivo del derecho a la
vida, la integridad física y psicológica o el derecho a la salud de las personas
que se hallan recluidas en establecimientos penales e incluso de personas que,
bajo una especial relación de sujeción, se encuentran internadas en
establecimientos de tratamiento, públicos o privados.

Por ello, es legítimo que ante la afectación de tales atributos, o ante la


lesión de aquellos derechos directamente conexos al de la libertad o ante la
lesión de derechos diferentes al de la libertad, cuya afectación se genere como
consecuencia directa de una situación de privación o restricción del derecho a
la libertad individual puedan ser protegidos a través del proceso de hábeas
corpus, que la tipología elaborada por la doctrina ha denominado como
correctivo.

De ahí lo afirmado por este Tribunal en anterior oportunidad (sentencia


del Expediente Nº 2663-2003-HC):

“(...) Mediante este medio procesal puede efectuarse el control


constitucional de las condiciones en las que se desarrolla la restricción del
ejercicio de la libertad individual, en todos aquellos casos en que éste se haya
decretado judicialmente”.
Este criterio jurisprudencial fue recogido en el inciso 17) del artículo 252
del Código Procesal Constitucional,

6. Entonces, es válido plantear el proceso de hábeas corpus en defensa


del derecho del detenido o recluso a no ser objeto de un tratamiento contrario a
su dignidad respecto de la forma y condiciones en que cumple el mandato de
detención o la pena, procurando, de forma preventiva o reparadora, cesar
tratos indebidos a personas detenidas legalmente.

Sin embargo, el proceso de hábeas corpus no puede ser utilizado para


cuestionar la constitucionalidad o inconstitucionalidad de los Decretos
Supremos vigentes, para cuyo efecto la Norma Fundamental ha previsto el
proceso de acción popular, al disponer en el artículo 200, inciso 5), que éste

“(...) procede contra los reglamentos, normas administrativas, y


resoluciones y decretos de carácter general, cualquiera sea la autoridad de la
que emanen”.

La acción popular es uno de los procesos constitucionales orgánicos


cuya finalidad es la defensa de la Constitución frente a infracciones contra su
jerarquía normativa a la cual puede recurrir cualquier persona dentro de los
cinco años posteriores a la publicación de la norma.

7. En este sentido, de considerar el demandante que los Decretos


Supremos Nº 024-2001-JUS y Nº 02-2004-JUS contravienen la Constitución,
puede hacer uso de su derecho con arreglo a ley mediante el proceso
constitucional específico y será la sala respectiva del Poder Judicial la que se
pronuncie sobre la procedencia o improcedencia, la existencia o inexistencia,
así como sobre los efectos generados por los decretos cuestionados, siendo su
pronunciamiento de carácter erga omnes.

Por consiguiente, se declara improcedente este extremo del petitorio. En


consecuencia, será materia de análisis constitucional el caso específico del
beneficiario; esto es, si la aplicación e implementación de los locutorios vulnera
los derechos constitucionales invocados en la demanda.

2. La validez de la existencia de locutorios celulares

I. La Implementación de locutorios celulares como medida reservada al


Estado
8. La base de cualquier análisis al respecto debe comenzar explicando el
sentido del artículo 139 inciso 21), de la Norma Constitucional, según la cual se
garantiza

“(...) el derecho de los reclusos y sentenciados a ocupar


establecimientos adecuados”.

Este principio también es recogido por el artículo 1059 del Código de


Ejecución Penal, al establecer que

“(...) los Establecimientos Penitenciarios cuentan con los servicios


necesarios, incluyendo ambientes para enfermería, escuela, biblioteca, talleres,
instalaciones deportivas y recreativas, locutorios y salas anexas para
relaciones familiares y todo aquello que permita desarrollar a los internos una
vida en colectividad organizada y una adecuada clasificación en relación con
los fines que, en cada caso, les están atribuidos”.

Es decir, en la normatividad nacional se ha establecido la posibilidad del


uso de locutorios en los establecimientos penitenciarios, pero no señala los
supuestos en los que estos deben ser implementados.

9. El uso de los locutorios celulares, como medida restrictiva, se


encuentra relacionada directamente con criterios de seguridad. Cuando media
una razón de este tipo, el uso de locutorios puede estar permitido en un
establecimiento.

Es importante, por tanto, resaltar su trascendencia en virtud de la


obligación circunscrita al Estado, gracias por el artículo 44 de la Constitución,
que le asigna como deber primordial proteger a la población de las amenazas
contra su seguridad y de promover el bienestar general, que se fundamenta en
la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación. Es así como tos
locutorios que existen en el país cumplen un propósito primordial dentro del
sistema penitenciario, tal como en otros países democráticos sucede.

La implementación de los locutorios es una medida que limita -no


elimina- el contacto directo entre el interno y la visita, y su aplicación está
relacionada directamente con criterios de seguridad, toda vez que con dicho
mecanismo se impide la transmisión de documentos u objetos, que de alguna
manera pueden poner en riesgo bienes constitucionales colectivos, tales como
la seguridad nacional, la seguridad pública, la defensa del orden, la prevención
del delito, entre otros, a los cuales la sociedad en su conjunto tiene derecho.

En torno a ello, este Colegiado debe recordar que, si bien es menester la


tutela de los derechos del justiciable, también lo es deber de la administración
preservar el orden público, tanto más si, de acuerdo a lo prescrito en el artículo
163 de la Norma Suprema, es deber del Estado garantizar la seguridad de la
Nación y la defensa nacional, de modo integral y permanente, en sus ámbitos
interno y externo. En el ámbito interno, que es el que nos ocupa, resulta
primordial la tutela de la defensa nacional, que es interés general, a la que toda
persona, natural o jurídica, está obligada a colaborar por mandato expreso
contenido en el numeral acotado, más aún si el país ha atravesado dramáticas
épocas de violencia terrorista, como hoy de inseguridad ciudadana. En
consecuencia, la utilización de locutorios en el país respeta los principios y
valores constitucionales que en materia de derechos humanos reconoce la
Constitución.

10. Debe puntualizarse, por otra parte, que las normas internacionales
en materia penitenciaria no contienen regulación clara sobre la materia, las
mismas que pueden ser utilizadas en el caso concreto, sobre la base del
enunciado normativo previsto en la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la
Constitución y en el artículo V del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional.

En este sentido, la Resolución Nº 663C XXIV-ONU, que contiene las


Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, y la Resolución Nº
431173.ONU, que reúne el Conjunto de Principios para la Protección de todas
las Personas sometidas a cualquier forma de Detención o Prisión, no censuran
ni prohíben la utilización de locutorios.

En tal sentido, la aplicación e implementación de locutorios como medida


de seguridad penitenciaría, destinada a resguardar la seguridad y orden
público, puede ser considerada como una limitación prevista en un Estado
constitucional de derecho, siendo menester buscar la razonabilidad de su
utilización.

II. Los locutorios celulares en el CEREC

11. El Decreto Supremo Nº 002-2004-JUS, que se cuestiona, adiciona el


artículo 2411-A al Reglamento del CEREC, disponiendo que:

“Todas las visitas indicadas en los artículos 1611, 229 y 231 se llevarán
cabo en los locutorios especialmente acondicionados para tal fin”.

Los artículos mencionados supra regulan la visita familiar de parientes


hasta el segundo grado de consanguinidad (artículo 16), la visita especial
(artículo 22) y la visita del abogado (artículo 23),
Esta nueva normatividad sobre la materia permite que el demandante
llegue a alegar lo siguiente:

“(...) la imposición de locutorios celulares para la visita de los familiares y


otros, constituye una arbitraria restricción a su derecho de visita familiar, porque
no existe proporcionalidad entre la medida restrictiva y la seguridad que se
pretende proteger”

Por tal motivo, corresponde analizar, príma facie, la pertinencia de la


existencia de los locutorios en el CEREC.

12. Este Tribunal considera que en la aplicación y uso de locutorios se


deben respetar criterios mínimos relacionados con principios y valores
constitucionales, como pueden ser el valor justicia, el principio de legalidad, y el
test de proporcionalidad, lo que debe caracterizar a toda medida restrictiva.
Todo ello habrá de ser analizado en el caso concreto del CEREC.

En tanto el locutorio se relaciona con criterios de seguridad; los


supuestos deben guardar proporcionalidad con esta medida de seguridad; de
ahí que una aplicación injustificada e indeterminada a todos los internos de un
establecimiento penitenciario puede terminar por lesionar algunos de sus
derechos.

13. También refiriéndose a la misma cuestión, la Defensoría del Pueblo,


en su Informe Defensorial sobre Locutorios del Centro de Reclusión Especial
de Máxima Seguridad de la Base Naval del Callao, sostiene que “(...) El uso de
locutorios, -sin una reglamentación- colisiona con el valor justicia y afecta
derechos de los ínternos(as)”.

Sin embargo, tal como ya se ha ido explicando, el CEREC sí cuenta con


un reglamento que analiza los casos concretos en que se aplica a las personas
privadas de libertad, pero, como también fue señalado, no puede ser aceptado
a rajatabla, sino a través de un juicio de razonabilidad respecto a la forma en
que está funcionando.

Entonces, el informe defensorial, si bien no vincula al Tribunal, sí


contribuye a crear convicción sobre el hecho materia de controversia,
debiéndose resaltar la convergencia del sentido con el citado informe.

14. Entonces, cuando se dicten medidas destinadas a la restricción o


suspensión de derechos en las cuales deba examinarse la razonabilidad del
acto restrictivo, deberá ponderarse, en el caso concreto, los derechos
individuales del interno y los derechos o bienes constitucionales colectivos, así
como la observancia de los principios de necesidad, idoneidad, y
proporcionalidad de la medida. Una lógica de este tipo debe aplicarse al
CEREC.

Así, resulta necesario que al imponer esta medida de seguridad se


fundamente su aplicación (principio de justificación), señalando las razones que
explican su imposición, previa comprobación que su dictado resulte necesario
para garantizar la seguridad penitenciaria. Asimismo, es imperioso que se
señale la duración de la medida (principio de temporalidad) dado que ésta no
puede ser aplicada de manera indeterminada, por lo que debe indicarse
claramente su plazo de duración y la posibilidad de revisar periódicamente la
imposición de esta medida de seguridad, entre otros.

Es evidente que la necesidad de la medida se relaciona con el hecho


que el locutorio debe ser utilizado cuando otras medidas no puedan garantizar
la citada seguridad penitenciaria. Por tal razón, a continuación analizaremos las
cuestiones más relevantes por las cuales ha sido objeto de controversia el
régimen de los locutorios en el CEREC.

3. Aspectos controversiales respecto a los locutorios del CEREC

i. Las visitas de los familiares, amistades y otras personas

15. El Tribunal Constitucional ha destacado, en reiterada jurisprudencia,


la finalidad que la Constitución le asigna a la pena; de ahí la importancia que el
régimen penitenciario cumpla su función de reinsertar al penado a la sociedad.

Por ello, este Colegiado, en la sentencia del Expediente Nº 1429-2002-


HCITC, ha precisado que

(...) “la afectación del derecho a la visita familiar puede tener un impacto
negativo en la finalidad resocializadora y reeducadora de la pena”.

En este contexto, el demandante considera que

“(...) la implementación de locutorios celulares constituye un tipo más de


tortura, que atenta contra su socialización y readaptación”.

Tras el pedido de información realizado por este Colegiado, el Capitán


de Navío Luis de la Flor Rivero, Jefe del CEREC, a través del Oficio Nº G500-
128, de marzo de este año (fojas 5 del Cuadernillo Especial del Recurso de
Agravio Constitucional), ha señalado, respecto a si el interno Víctor Alfredo
Polay Campos utiliza el locutorio para reunirse con familia y amigos, lo
siguiente:
“Sí, el interno recibe a sus visitas familiares y especiales a través de los
locutorios, tal como lo establece la Ley Nº 28420 y su Reglamento, aprobado
por Decreto Supremo Nº 006-2005-JUS, de fecha 31 marzo 2005”.

Por tal razón, corresponde analizar si las nuevas condiciones en las que
se está haciendo funcionar a los locutorios pervierte o atenta contra la función
resocializadora o reeducadora de la pena, máxime sí a través de tal privación
de libertades no se puede llegar a aceptar la existencia de un régimen de
tortura.

16. Sobre la base de la protección del derecho fundamental a la


integridad, la salvaguardia ante la tortura debe ser plenamente aceptada. Por
ello, en la Resolución Nº 3452, adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas, de año 1975, la tortura constituye una forma agravada y
deliberada de penas o de tratos crueles, inhumanos o degradantes; análoga
línea de argumentación es reconocida por este Colegiado en la sentencia
recaída en el Expediente Nº 0726-2002-HC/TC. Por este motivo, no puede
aceptarse ningún tipo de tortura en el cumplimiento de una pena.

En este orden de ideas, la afirmación del demandante en tal extremo


resulta exagerada, máxime si el uso de locutorios para las visitas de familiares
no constituye un acto de tortura infringido contra el interno, dado que no se
relaciona con un trato cruel, ni degradante, ni mucho menos la agravación de
éstos.

17. De hecho, el ser humano, al ser un ente eminentemente social,


necesita de vínculos familiares o amicales para su tranquilidad espiritual y
psíquica. De ahí la protección que la Norma Fundamental, eminentemente pro
hómine, otorga en su artículo 4 a la familia, para reconocerla luego como la
institución natural y fundamental de la sociedad. Pero toda institución, al igual
que los derechos fundamentales de la persona, merece una limitación en el
marco de la Norma Fundamental, siempre con el fin de respetar los principios
generales que la guían y los valores que la orientan.

Así, el impedir el contacto físico con los familiares directos (padres e


hijos) o con los amigos cercanos, podría significar una afectación al vínculo
social al restringirse sus materializaciones afectivas; pero ello se ve justificado
por la necesidad del Estado de concretar su ius imperium, a la luz de lo
desarrollado en el articulo 44 de la Constitución.

Cualquier interpretación constitucional que se intente realizar no puede


estar lejana de los condicionamientos fácticos necesarios para su validez. En el
caso concreto del régimen penitenciario, se ha visto que en muchas
oportunidades han sido los familiares y las amistades de las personas privadas
de libertad las que han colaborado con éstas para la consecución de acciones
delictivas estando en las cárceles o para una posible fuga. Con relación de la
CEREC, la peligrosidad de los internos amerita una intervención de mayor
cuidado que con otras personas que se hallan en la misma situación, dada su
actuación como líderes de organizaciones terroristas como Sendero Luminoso
o el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, entre otras.

Es irrazonable tratar de considerar que la instalación de locutorios


implica contravenir la norma que requiere la existencia de establecimientos que
se consideren adecuados (Constitución Política del Perú, artículo 13, inciso 21),
pues no tiene relación alguna con ello. La adopción de medidas preventivas
como las que se logran a través de los locutorios implican una vigilancia
adecuada durante la realización de la visita, así como un control razonable en
el momento del ingreso de familiares y amigos y su egreso al establecimiento
penal.

18. En todo caso, el interno, por haber cometido el delito de terrorismo,


no se está convirtiendo en una persona eliminada de la sociedad por tener un
limitado contacto con sus familiares y amigos a través de un locutorio, sino que
continúa formando parte de ella como miembro activo, con las únicas
cortapisas que le puede imponer la ley. En consecuencia, el hecho que esté
restringido su derecho a la libertad, no le impide el pleno goce y ejercicio de los
demás atributos que le garantiza la Norma Fundamental, tal como se debe
aceptar en el caso de los locutorios.

Las medidas impuestas no pueden considerarse como una lesión


implícita de su derecho a mantener la unidad familiar, sino más bien una forma
de restricción a su libertad constitucionalmente aceptada, en virtud de su
situación y peligrosidad. Con los locutorios no es que se esté prohibiendo las
visitas de los seres cercanos a las personas privadas de la libertad, sino que
las visitas habrán de realizarse bajo ciertas condiciones que, a entender del
Estado, son las adecuadas para que éstas puedan cumplir los objetivos de su
pena.

Entonces, una reglamentación como la realizada ha sido dada en


atención a una doble perspectiva: la primera, el derecho del interno a que se
respeten sus derechos fundamentales; y la segunda, el derecho de la sociedad
a la seguridad ciudadana y a la protección ante los ataques de los
responsables de ilícitos penales, todo ello enmarcada perfectamente dentro del
ámbito constitucional.

19. Por todo lo expuesto, la demanda debe ser declarada infundada en


este extremo, por no haberse demostrado vulneración a derecho alguno.
Sin embargo, a entender de este Colegiado, es de esperarse que las
medidas restrictivas a la libertad dentro de un Estado social y democrático de
derecho estén plenamente justificadas, según los parámetros explicados supra,
motivo por lo cual lo más conveniente es que tales limitaciones sean definidas y
establecidas por el juzgador, todo ello con el fin de dar la mejor protección de
los derechos fundamentales de las personas.

Es así como se hace necesario que se realicen las coordinaciones


respectivas entre los responsables del CEREC y los juzgadores de aquéllos
que se encuentren recluidos en tal establecimiento penitenciario para que sean
estos últimos los que determinen cuándo, bajo qué circunstancias y cómo
deban ser utilizados los locutorios.

ii. Las visitas del abogado defensor

20. El demandante alega que la aplicación de locutorios para la visita de


su abogado defensor afecta el derecho de defensa del favorecido. Entonces,
para determinar si existe o no una vulneración de este tipo, se debe
comprender, ante todo, cómo ha de entenderse el derecho a la defensa, en el
sentido de la comunicación con el defensor.

Conforme al inciso 14) del artículo 139 de la Constitución,

“(...) toda persona tiene derecho a comunicarse personalmente con un


defensor de su elección”, enunciado que es concordante con el inciso 2) del
artículo 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos que, a la letra,
señala que

“(...) todo inculpado tiene derecho a comunicarse libre y privadamente


con su defensor”.

Este precepto ha sido incorporado a nuestra legislación interna por el


artículo 17 del Código de Ejecución Penal, que dispone que el interno tiene
derecho a entrevistarse y comunicarse con su abogado defensor.

21. El Tribunal Constitucional considera que al realizarse la entrevista


con el abogado defensor a través del vidrio del locutorio, no implica
transgresión a la comunicación personal que dispone la Norma Suprema,
siempre que se garantice la confidencialidad de la entrevista entre el abogado y
su defendido, así como la prohibición de todo control sobre algún aspecto de la
estrategia legal diseñada para efectos del proceso penal.
Es claro que en un locutorio la comunicación con el abogado defensor
no se ve coaccionada, sino simplemente regulada según las condiciones
necesarias para el cumplimiento de la pena del interno.

Sin embargo, para la aplicación del uso de locutorios se deberán


considerar parámetros mínimos; entre otros, los supuestos en los que procede
su aplicación, la necesidad de fundamentar la medida, el •procedimiento para
su aplicación, o la duración de la medida.

22. Pese a la argumentación realizada, la Sala Nacional de Terrorismo


resolvió declarar inaplicable al favorecido el artículo 24-A del Decreto Supremo
Nº 024-2001-JUS, incorporado por el Decreto Supremo Nº 002-2004-JUS
(conforme se acredita de fojas 12 a 14 del Expediente), en cuanto se refiere a
las visitas de sus abogados, establecida en el artículo 23 del Reglamento del
Centro de Reclusión de Máxima Seguridad de la Base Naval del Callao,
situación que se expone como fundamento de hecho de la demanda.

En consecuencia, carece de objeto pronunciarse sobre este extremo el


petitorio, toda vez que a la presentación de la demanda había cesado la
vulneración constitucional invocada.

iii. El secreto de las comunicaciones

23. El demandante alega la vulneración del derecho al secreto de las


comunicaciones, materializado presumiblemente “(...) en la intervención y/o
grabación de las entrevistas que sostiene el beneficiario tanto con sus
familiares y amigos, como con su abogado defensor”.

Frente a tal argumento, el Capitán de Navío Luis de la Flor Rivero, Jefe


del CEREC, en el mencionado Oficio Nº 6500-128 (fojas 6 del Cuadernillo
Especial del Recurso de Agravio Constitucional), explica lo siguiente;

“(...) los locutorios permiten la fluidez y la confidencialidad de la


comunicación oral directa; asimismo, el artículo 4 del Reglamento de la Ley Nº
28420 establece que durante la visita a través del locutorio, el personal de
seguridad realizará un control visual de la entrevista, a una distancia prudente,
sin que ello implique la escucha o interferencia de las conversaciones”.

24. Con relación al secreto alegado, es importante señalar que la


protección a las comunicaciones interpersonales se encuentra plenamente
reconocido en el artículo 2, inciso 10), de la Constitución. A través de esta
norma se busca salvaguardar que todo tipo de comunicación entre las
personas sea objeto exclusivamente de los intervinientes en el mismo.
El amplio derecho fundamental a la vida privada permite garantizar que
la comunicación entre particulares, sea mediante llamada telefónica, correo
-clásico o electrónico- o nota entre particulares, no pueda ser objeto de
conocimiento de terceros o de la interrupción de su curso.

25. Sin embargo, cualquier derecho fundamental posee límites, los


mismos que pueden ser explícitos o implícitos.

En el caso del mencionado supuesto de la vida privada, la Constitución


ha creído conveniente circunscribir su reconocimiento en el mismo artículo 2
inciso 10), estableciendo con claridad cuáles son las excepciones en las que se
suspende esta garantía, precisando que (...) “las comunicaciones,
telecomunicaciones o sus instrumentos sólo pueden ser abiertos, incautados,
interceptados o intervenidos por mandamiento motivado del juez, con las
garantías previstas en la ley. Se guarda secreto de los asuntos ajenos al hecho
que motiva su examen”.

En tal sentido, resulta necesario, de una parte, tomar las precauciones


que garanticen la confidencialidad de las entrevistas con criterios técnicos
específicos (realización de barridos electrónicos, infraestructura penitenciaria,
entre otros) y de otra, que la aplicación de locutorios -como toda medida
restrictiva de derechos- sea dictada por el órgano jurisdiccional sobre la base
de los criterios de razonabilidad y prorporcionalidad expuestos en los
fundamentos precedentes. Es decir, que esta aseveración no impide que la
emplazada opte por realizar, adicionalmente, un control razonable de los
documentos de naturaleza legal que portan las visitas en el momento de su
ingreso y egreso al establecimiento penal.

Sin embargo, no se ha demostrado fehacientemente que haya vulnerado


este derecho en el caso concreto. Por tal razón, este Colegiado declara que
este extremo de fa demanda también debe ser declarado improcedente.

iv. La censura a los documentos de defensa

26. Finalmente, con respecto a la supuesta censura impuesta a los


documentos de defensa, cabe mencionar que, como toda medida restrictiva de
derechos, ésta deberá ser dictada por el órgano jurisdiccional.

Para analizar tal aseveración, se debe tomar en cuenta los ya


enunciados criterios de razonabilidad y proporcionalidad expuestos en los
fundamentos que anteceden, con el fin de determinar si el alegado reparo a los
medios probatorios constituye o no materia de análisis en sede constitucional.
27. En tal sentido, en el caso concreto del beneficiario, de autos se
advierte que en la demanda no se recaudan elementos de juicio suficientes que
permitan al juez constitucional determinar la violación del derecho fundamental
alegado para que, consecuentemente, se proceda a materializar la tutela del
derecho sustantivo, toda vez que la violación de un derecho constitucional
requiere no sólo de su invocación en el escrito de demanda, sino de la
acreditación del acto lesivo mediante los recaudos anexados,

Tanto más, si dada' la ausencia de etapa probatoria en los procesos


constitucionales, el artículo 92 del Código Procesal Constitucional exige para
su procedencia que los medios probatorios presentados no requieran
actuación. Esto motiva que se declare improcedencia la demanda en este
extremo.

V. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

1. Declarar IMPROCEDENTE la demandó de hábeas corpus, en cuanto


solicita que se declaren sin efecto e inexistentes los Decretos Supremos Nº
024-2001-JUS y N2 02-2004-JUS, en el extremo de la censura de los
documentos probatorios presentados por el favorecido y en el extremo de la
violación del secreto de las comunicaciones.

2. Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus en el extremo


que resulta inaplicable al favorecido el uso de los locutorios para las visitas de
familiares y amigos.

3. Declarar que CARECE DE OBJETO PRONUNCIARSE con respecto


al uso de locutorios para las entrevistas que sostiene el favorecido con su
abogado defensor, por existir una resolución firme en el proceso penal que ya
resuelve la cuestión.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA

EXPEDIENTE Nº 748-2005-PHC/TC
AREQUIPA
ISAURO EMETERIO QUISPE QUISPE
(Publicado: 15-03-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Isauro Emeterio


Quispe Quispe contra la resolución de la Segunda Sala Especializada en lo
Penal de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, de fojas 157, su fecha 21
de diciembre de 2004, que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 8 de noviembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Arequipa solicitando su inmediata excarcelación, por haber vencido en exceso
el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137 del Código Procesal
Penal. Manifiesta encontrarse detenido desde el 13 de junio de 1993, y haber
sido procesado y condenado por un tribunal militar por el delito de traición a la
patria, que le impuso la pena de cadena perpetua; que, posteriormente, dicho
proceso fue anulado al declararse fundada una acción de garantía, y se le inició
una nueva en sede penal, en la que se dictó mandato de detención. Refiere
que este proceso concluyó con sentencia condenatoria que fue recurrida ante
la Corte Suprema de Justicia de la República, la cual al haber observado
irregularidades en el proceso, declaró nula la sentencia y dispuso la realización
de un nuevo juicio oral. Alega tener la condición jurídica de detenido y no de
sentenciado y que habiendo transcurrido más de 11 años de reclusión hasta la
fecha de interposición de la demanda, su detención se ha convertido en
arbitraria, tornando ilusoria la presunción de inocencia, vulnerando con ello su
derecho a ser juzgado en un plazo razonable. Aduce también que se han
violado sus derechos constitucionales a la libertad y seguridad personales y las
garantías del debido proceso.

Agrega que las leyes que restringen la libertad individual, sean estas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben estar vigentes con anterioridad a la
fecha en que se produce la detención y que no pueden ser retroactivas, salvo
que beneficien al detenido conforme lo establece el artículo 103º de la
Constitución, el cual no distingue -en su opinión- entre ley penal sustantiva,
procesal penal o de ejecución. Finalmente, invoca la sentencia de la Corte
Interamericana expedida en el caso Suárez Rosero, la cual declara que el
plazo de detención debe computarse desde la detención policial, por lo que
solicita que se le apliquen dichos plazos.

Realizada la investigación sumaria los magistrados emplazados no


rinden sus declaraciones explicativas pese a estar debidamente notificados.

El Procurador adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial se apersona en el proceso y solicita que se declare improcedente la
demanda aduciendo que, en vista de que el proceso ha sido tramitado de
manera regular, el hábeas corpus no resulta eficaz.

El Sétimo Juzgado Penal de Arequipa, con fecha 24 de noviembre de


2004, declara improcedente la demanda considerando que no se ha acreditado
la invocada vulneración de derechos, toda vez que se han respetado las
normas y plazos procesales que estipulan la norma adjetiva y el debido
proceso.

La recurrida, revocando la apelada, declara infundada la demanda


argumentando que en el caso de autos no existe la alegada vulneración de los
derechos invocados, dado que la detención del recurrente se ajusta a los
plazos legales establecidos por el artículo 137 del Código Procesal Penal.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la inmediata


excarcelación del demandante. Se alega que el plazo límite de detención,
establecido por el artículo 137 del Código Procesal Penal, ha vencido.

Petitorio

2. El demandante sustenta su demanda en que se ha producido una


doble afectación de derechos constitucionales:
a) Detención arbitraria originada por el vencimiento del plazo legal de
detención preventiva.

b) Vulneración de las garantías del debido proceso respecto del plazo


razonable, causada por la duración ilimitada de su detención por la aplicación
de dispositivos procesales penales que no estuvieron vigentes al momento de
su detención, con la consecuente transgresión del principio de legalidad
procesal.

3. Resulta importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos.

Materias sujetas a análisis

4. En la presente sentencia este Colegiado debe llegar a determinar:

a) Si se ha lesionado el derecho que tiene todo justiciable al pleno


ejercicio de las facultades que sobre la administración de justicia consagra la
Constitución Política del Perú.

b) Si por el tiempo transcurrido en detención preventiva, se ha terminado


afectando la libertad personal del demandante. Esto es, si los magistrados
emplazados no observaron las garantías del debido proceso y si. a
consecuencia de ello, vulneraron el derecho a la libertad personal del
demandante.

Límites del derecho a la libertad personal

5. Este Tribunal ha señalado en reiterada jurisprudencia que la libertad


personal no solo es un derecho fundamental reconocido, sino un valor superior
del ordenamiento jurídico y que su ejercicio no es absoluto e ilimitado, pues se
encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley.

6. Conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de la Constitución, no se


permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los casos
previstos por ley. Por tanto, para esclarecer la controversia debe establecerse
si el período de detención preventiva que cumple el demandante constituye una
restricción del derecho a la libertad prevista en la ley y la Constitución.
Afectación del derecho ala libertad individual por exceso de detención
preventiva

7. El artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


establece que toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal
será llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y que tendrá derecho a ser juzgada dentro de
un plazo razonable o a ser puesta en libertad. La prisión preventiva de las
personas sometidas a juicio no debe ser la regla general, pero su libertad podrá
estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia del acusado en
el juicio o en cualquier momento de las diligencias procesales y, en su caso, en
la ejecución del fallo.

8. De ello se infiere que la detención preventiva debe ser el último


recurso del que dispone un juez para asegurar el éxito del proceso penal, y
constituye una de las formas establecidas por la Constitución para garantizar
que el procesado comparezca en las diligencias judiciales.

9. De autos se observa que el demandante fue procesado y condenado


a cadena perpetua por el delito de traición a la patria, juzgamiento que estuvo a
cargo de tribunales militares. Contra dicho proceso, el accionante interpuso
acción de hábeas corpus, que fue declarada fundada por resolución de la
Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, corriente de
fojas 47 a 49, que declaró “Nulo el proceso penal seguido contra el recurrente,
inclusive la denuncia formulada”; disponiendo que el Consejo Supremo de
Justicia Militar remita, en el término de 48 horas, los actuados a la Corte
Superior de Justicia.

Posteriormente, en la vía ordinaria se formuló denuncia penal en su


contra (ff. 63-66) y el Octavo Juzgado Penal de Arequipa instauró el proceso
4194-2002. en el que se le abrió instrucción por el delito contra la tranquilidad
pública-terrorismo, conforme se acredita con las copias certificadas que obran
en autos de fojas 68 a 70. Este proceso concluyó con sentencia condenatoria
dictada contra el demandante, la cual fue recurrida ante la Corte Suprema de
Justicia de la República, que declaró nula la sentencia, disponiendo la
realización de nuevo juicio oral por otra sala penal superior, según se
desprende de las copias certificadas que obran en autos de fojas 99 a 100.

10. Por tanto, al haberse declarado la nulidad de los actuados y


tramitado la causa penal contra el recurrente en la vía ordinaria, es evidente
que se observaron las garantías del debido proceso y el derecho a una tutela
jurisdiccional efectiva, respetándose el principio del juez natural.
A mayor abundamiento, la Corte Suprema al declarar nula la sentencia
recurrida, consideró que la resolución impugnada por haber omitido
pronunciarse sobre la tacha formulada por el demandante contra el atestado
policial, incurrió en vicio que acarrea nulidad insubsanable, pronunciamiento
que evidencia la tutela judicial efectiva del juez penal. ,

Exceso de detención

11 . A tenor del artículo 137 del Código Procesal Penal, el plazo de


detención en el proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18
meses. término que se duplicará automáticamente en caso de que el proceso
sea por los delitos de terrorismo. tráfico de drogas, espionaje u otro de
naturaleza compleja seguido contra más de diez imputados.

Asimismo precisa que en los casos en que se declare la nulidad de


procesos seguidos en fueros diferentes, el plazo se computa desde la fecha en
que se dicte el nuevo auto de detención.

12. El auto que abre instrucción en el nuevo proceso fue expedido el 16


de diciembre de 2002, fecha en que el Octavo Juzgado Penal de Arequipa dictó
mandato de detención contra el demandante y desde la cual se inicia el
cómputo del plazo a que se refiere el artículo 137 del Código Procesal Penal,
cuyo vencimiento, tratándose de un proceso de terrorismo, se produce a los 36
meses. Siendo ello así, a la fecha el plazo de detención aún no ha vencido,
resultando de aplicación el artículo 2º del Código Procesal Constitucional.

13. Finalmente, respecto del extremo invocado por el demandante según


el cual (...) de la sentencia de la Corte Interamericana expedida en el caso
Suárez Rosero se desprende que el plazo de detención debe computarse
desde la detención policial, por lo que solicita que se le apliquen dichos plazos”,
este Colegiado ha manifestado que (...) de conformidad con el artículo 7, inciso
2, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la validez de la
detención judicial preventiva no solo está condicionada a la observancia del
principio de legalidad, esto es, a qué las causales de su dictado estén previstas
en el derecho interno, sino, además, a que dichas razones de justificación
estén arregladas a la Constitución, ya que nadie puede ser privado de su
libertad “salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano por las
constituciones políticas de los Estados partes o por las leyes dictadas conforme
a ellas”; lo que quiere decir que no sólo basta con que las razones que puedan
dar origen a la detención judicial preventiva estén señaladas en la ley, sino,
además, que ellas sean conformes a la Constitución”.

14. De acuerdo con la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Carta


Fundamental, los derechos y libertades reconocidos constitucionalmente deben
interpretarse de conformidad con la Declaración Universal de Derechos
Humanos, con los tratados y las decisiones adoptadas por los tribunales
internacionales sobre derechos humanos constituidos según los tratados de los
que el Perú es parte, y que. incorporados al derecho interno, procesalmente se
encuentran materializados en el artículo 137 del Código Procesal Penal, que
establece los plazos de detención preventiva y el cómputo de los mismos.

15. Al respecto, el Tribunal Constitucional debe recordar, especialmente


teniendo en consideración los graves problemas que ocasionó la subversión en
nuestro país, que los plazos del artículo citado están previstos para tutelar los
derechos del justiciable, pero, fundamentalmente, para preservar el orden
público. Ello es así porque el Estado garantiza la seguridad de la nación y la
defensa nacional, pues, conforme al artículo 163º de la Constitución, “Toda
persona natural o jurídica está obligada a participar de la Defensa Nacional, de
conformidad con la ley”.

A mayor abundamiento. el artículo 44 de la Norma Fundamental señala


que es deber primordial del Estado no solo garantizar la plena vigencia de los
derechos humanos, sino también proteger a la población de las amenazas
contra su seguridad y promover el bienestar general.

16. En el ámbito internacional de los derechos humanos, la Corte


Interamericana de Derechos Humanos también ha efectuado similar
ponderación al dejar en manos de los diferentes estados la decisión sobre la
libertad de las personas involucradas en actos terroristas, a pesar de haberse
acreditado la afectación de su derecho al debido proceso:

Corresponde al Estado, en su caso, llevar a cabo -en un plazo


razonable- un nuevo proceso que satisfaga ab initio las exigencias del debido
proceso legal, realizado ante el juez natural (jurisdicción ordinaria) y con plenas
garantías de audiencia y defensa para los inculpados. La Corte no se pronuncia
sobre la libertad provisional de estos, porque entiende que la adopción de dicha
medida precautoria corresponde al tribunal nacional competente (Caso Castillo
Petruzzi. Sentencia del 4 de septiembre de 1998. Serie C, núm. 41).

17. En consecuencia, los 36 meses establecidos como plazo máximo de


detención previsto para procesos declarados nulos que se hubiesen seguido en
fueros diferentes, cuyo cómputo se inicia desde la fecha en que se dictó el
nuevo auto de detención, se encuentran dentro de los límites legales para
considerar una detención preventiva constitucionalmente válida. Por
consiguiente, no se acredita la aleada vulneración de derechos, resultando de
aplicación el articulo 2 del Código Procesal Constitucional.
18. Por otro lado, de autos se aprecia que el plazo máximo de detención
preventiva se encuentra próximo a vencer. Al respecto, la facultad de
administrar justicia, conferida por la Norma Suprema al Poder Judicial, debe ser
ejercida con la diligencia y celeridad debidas, pero, fundamentalmente, con
arreglo a la Constitución y las leyes, a fin de resolver dentro de los plazos
previstos por la ley procesal los asuntos que se tengan que conocer, en
atención a una doble perspectiva: la primera, el derecho de los detenidos a que
se resuelva su situación jurídica lo antes posible, más aún si les asiste el
derecho constitucional de presunción de inocencia y la segunda, el derecho de
la sociedad a la seguridad de la nación y a la protección ante los ataques de los
responsables de ilícitos penales.

19. Por consiguiente, considerando el criterio adoptado en anterior


jurisprudencia (STC 2915-2004-HC, Caso Berrocal Prudencio), este Supremo
Tribunal estima que el Poder Judicial tiene la obligación no solo de observar las
conductas jurisdiccionales adecuadas que propicien el impulso procesal de
oficio, sino también -como conductor del proceso- de hacer uso de las
facultades que la ley le confiere con objeto de impedir el ejercicio de una
defensa obstruccionista y las dilaciones indebidas, evitando, de ese modo,
incurrir en las responsabilidades previstas por la ley.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 820-2005-PHC
ICA
NICOLÁS EMILIANO ALIAGA CÓRDOVA
(Publicado: 15-03-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 17 días del mes de marzo del 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Nicolás Aliaga


Guarderas contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior
de Justicia de lea, de fojas 186, su fecha 30 de diciembre del 2004, que declara
improcedente la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 13 de setiembre del 2004, la recurrente interpone demanda


de hábeas corpus a favor de su padre, Nicolás Emiliano Aliaga Córdova, contra
el titular del Tercer Juzgado Penal de lea, Agustín Mendoza Curaca, y la
Primera Sala Penal de dicha Corte Superior, integrada por los vocales Conde
Gutiérrez. Luna Victoria Rosas y Goicoechea Elías. Manifiesta que se amenaza
de violación su derecho constitucional a la libertad individual, al haberse
expedido la Resolución Judicial Nº 78, su fecha 4 de abril del 2003, que
dispuso revocar la condicionalidad de la pena impuesta y la convirtió en
efectiva, ordenando su captura e internamiento en establecimiento penal.
Solicita, por consiguiente que, retrotrayéndose las cosas al estado anterior ala
vulneración del derecho invocado, se deje sin efecto las órdenes de captura
dictadas contra su progenitor. Refiere que su padre, en tanto Gerente de la
empresa MAOSESA S.A., fue sometido al proceso penal 539-2000, en el que
se le condenó por el delito de violación de la libertad de trabajo,
imponiéndosele un año de pena condicional suspensiva sujeta a reglas de
conducta, entre ellas, la cancelación de los beneficios sociales en el término de
6 meses, sentencia que fue confirmada en segunda instancia. Asimismo, refiere
que el supuesto agraviado solicitó medida cautelar, que debe ejecutarse en el
proceso principal, exceso que conlleva una duplicidad de pago. Añade que el
juez emplazado revocó la condicionalidad de la pena después de un año de
haberse impuesto la condena, sin considerar que la prórroga de la suspensión
se había producido cuando se encontraba pendiente de pronunciamiento el
recurso de queja que interpuso. Aduce que la sala demandada, lejos de
corregir el error cometido en primera instancia, procedió a confirmar la
resolución cuestionada. amenazando con ello el derecho a la libertad individual,
garantizado por el artículo 2, inciso 24, literal c, de la Constitución. Finalmente,
sostiene que lo que en el fondo se pretende es utilizar la vía penal para la
persecución y el cobro de adeudos de naturaleza laboral, lo que no se condice
con el enunciado constitucional, según el cual no hay prisión por deudas.
Realizada la investigación sumaria, el demandante se ratifica en los
términos de su demanda. A su turno, el juez emplazado aduce que no ha
vulnerado el derecho invocado; que la resolución cuestionada se encuentra
arreglada a ley, y que en su oportunidad fue confirmada por el superior. Los
vocales demandados coinciden en manifestar que confirmaron la resolución
que revoca la condicionalidad de la pena aplicando estrictamente lo establecido
en el artículo 59 del Código Penal.

El Primer Juzgado en lo Penal de Ica, con fecha 6 de octubre de 2004,


declara improcedente la demanda argumentando que en el caso existe
vulneración constitucional, dado que las reglas de conducta tienen la condición
de una sanción penal, y su incumplimiento no impide que el juez penal
disponga que se haga efectiva la pena impuesta.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. El objeto de la demanda es que se deje sin efecto las órdenes de


captura y el internamiento del beneficiario en un establecimiento penal, al
haberse revocado la condicionalidad de la pena impuesta y dispuesto su
cumplimiento efectivo.

Materias constitucionalmente relevantes

2. En el presente caso, será necesario determinar si al expedirse la


resolución judicial cuestionada se respetaron los derechos constitucionales del
beneficiario; esto es, si la revocatoria se resolvió aplicando el dispositivo legal
correcto, y si, al disponerse el cumplimiento de las reglas de conducta y, con
ello, el pago de los beneficios sociales, se respetó el derecho el favorecido a no
ser pasible e prisión por deudas.

Presunta vulneración constitucional por prisión por deudas

3. El artículo 29, inciso 24), literal c, de la Constitución Política del Perú


señala, como uno de los contenidos constitucionalmente garantizados de la
libertad y seguridad personal, que «no hay prisión por deudas. Este principio no
limita el mandato judicial por incumplimiento de deberes alimentario.

Al respecto, el Tribunal Constitucional ha precisado que “cuando el


citado artículo prohíbe la prisión por deudas, con ello se garantiza que las
personas no sufran restricción de su libertad locomotora por el incumplimiento
de obligaciones, cuyo origen se encuentra en relaciones de orden civil. La
única excepción a dicha regla se da, como la propia disposición constitucional
lo señala, en el caso del incumplimiento de deberes alimentarios (...). Sin
embargo, tal precepto -y la garantía que ella contiene- no se extiende al caso
del incumplimiento de pagos que se establezcan en una sentencia
condenatoria. En tal supuesto, no es que se privilegie (...) el carácter disuasorio
de la pena en desmedro de la libertad individual del condenado, sino,
fundamentalmente, la propia eficacia del poder punitivo del Estado y los
principios que detrás de ella subyacen, como son el control y la regulación de
las conductas de acuerdo con ciertos valores y bienes jurídicos que se
consideran dignos de ser tutelados” (cf. STC 1428-2002-HC/TC, Caso Ángel
Alfonso Troncoso Mejía).

4. A fojas 6 de autos corre la resolución de fecha 13 de agosto de 2001,


confirmada por la resolución de fecha 27 de febrero de 2002 (ff.11-12), en
virtud de la cual se condenó al demandante a un año de pena privativa de
libertad y a la obligación de cancelar los beneficios sociales a favor de
Leonardo Enrique Peña Wong. Dicha resolución suspendió la ejecución de la
pena privativa de libertad impuesta por el plazo de un año, a condición de que
el demandante cumpliera determinadas reglas de conducta, entre ellas, reparar
su delito conforme a ley.

5. Delimitado el problema, queda por determinar si el incumplimiento de


pago de los beneficios sociales del agraviado del proceso penal constituye, en
realidad, una obligación de orden civil, donde, por tanto, no cabe que se dicte
judicialmente la privación de la libertad; o si, por el contrario, es una verdadera
sanción penal, en cuyo caso su incumplimiento sí puede legitimar el dictado de
la sentencia.

6. En la STC 1428-2002-HC, “El Tribunal Constitucional considera que el


pago de los beneficios sociales constituye, a la vez que un derecho del
trabajador, una obligación del empleador, que no tiene naturaleza de sanción
penal cuando ésta es ordenada por un juez en materia de trabajo o con
competencias en materia laboral. En tal caso, la obligación de pago que pesa
sobre el empleador asume el carácter de una obligación de naturaleza civil y,
por tanto, su incumplimiento no puede concluir con la privación de la libertad
locomotora del sentenciado”.

7. Sin embargo, cuando los términos de la controversia se trasladan del


proceso laboral al ámbito penal y en esa sede se condena a pagar los
beneficios laborales y, no obstante ello, no se cumple, entonces ya no puede
sostenerse, por un lado, que dicho pago de los beneficios sociales sea de
naturaleza civil, pues tiene la condición de una sanción penal y. por otro, que su
incumplimiento impida que el juez penal pueda ordenar que se haga efectiva la
pena de privación de la libertad del sentenciado, establecida condicionalmente,
como sucede en el presente caso.
8. En relación con los efectos del incumplimiento, el artículo 59 del
Código Penal precisa que cuando el condenado “(...) no cumpliera con las
reglas de conducta impuestas o fuera condenado por otro delito, el juez podrá
según los casos: a) amonestar al infractor; b) prorrogar el período de la
suspensión hasta la mitad del plazo inicialmente fijado. En ningún caso, la
prórroga acumulada excederá de 3 años, c) revocar la suspensión de la pena”.

9. En este orden de ideas, la resolución cuestionada, al revocar la


suspensión de la ejecución de la pena y disponer su efectivo cumplimiento, no
implica lesión de derecho constitucional alguno ni, mucho menos, evidencia la
transgresión de la prohibición constitucional de instaurar prisión por deudas,
resultando, por tanto, de aplicación el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DEL DERECHO DEL RECURRENTE AL EJERCICIO


PLENO DE LAS FACULTADES SOBRE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.

EXP. Nº 822-2005-PHC/TC
LIMA
OSCAR MANUEL SEDELMAYER ARMAS
(Publicado: 15-03-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional. con asistencia de los' magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:
ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Oscar Manuel


Sedelmayer Armas contra la resolución de la Primera Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 97, su fecha 19 de noviembre de 2004, que declara
improcedente la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 6 de setiembre de 2004, el recurrente interpone acción de


hábeas corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, solicitando su inmediata
excarcelación. Manifiesta encontrarse recluido desde el 24 de febrero de 1993,
y haber sido procesado y condenado por tribunales militares a cadena
perpetua, por el presunto delito de traición a la patria; que al haberse declarado
la nulidad de estos procesos por sentencia del TC, se le abrió nuevo proceso
penal, en el cual se dictó mandato de detención. Alega que su condición
jurídica es la de detenido, y no de sentenciado, y que habiendo transcurrido
más de 138 meses de reclusión hasta la fecha de interposición de la demanda,
ha vencido en exceso el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137
del Código Procesal Penal, por lo que su detención ha devenido en arbitraria, al
mismo tiempo que se viene vulnerando su derecho a ser juzgado en un plazo
razonable.

Agrega que las leyes que restringen la libertad individual, sean estas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben estar vigentes con anterioridad a la
fecha en que se produce la detención, y que no pueden ser retroactivas salvo
que beneficien al detenido, conforme lo señala el artículo 103 de la
Constitución, el cual no distingue -en su opinión-entre la ley penal sustantiva,
procesal penal o de ejecución.

Realizada la investigación sumaria, el actor se ratifica en los términos de


su demanda. alegando encontrarse detenido sin haberse dictado sentencia'
desde el mes de febrero de 1993. y que a la fecha han transcurrido 138.,
meses de detención. Por su parte, el presidente de la Sala Nacional del
Terrorismo, Pablo Talavera Elguera, sostiene que no existe detención arbitraria,
y que por disposición del Decreto Ley Nº 922 se computará la detención desde
la fecha en que se dicte el nuevo auto de apertura de instrucción del nuevo
proceso, por lo que el plazo límite de detención no ha vencido.

El Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial, con fecha 9 de setiembre de 2004. se apersona en el proceso
solicitando que se declare improcedente la demanda por tratarse de un proceso
regular, ante el cual el hábeas corpus no puede ser eficaz.
El Octavo Juzgado Especializado Penal de Lima, con fecha 13 de
setiembre de 2004. declara improcedente la demanda por considerar que no se
ha acreditado el alegado exceso de detención, puesto que, encontrándose el
actor sujeto a instrucción por el delito de terrorismo, el cómputo del plazo de
detención establecido en el artículo 1379 del Código Procesal Penal se inicia a
partir de la resolución que abre instrucción en el nuevo proceso.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación del


accionante. En el caso de autos, se alega que cal plazo límite de detención
establecido por el artículo 137 del Código Procesal Penal ha vencido.

Delimitación del petitorio

2. El accionante afirma que se ha producido una doble afectación de sus


derechos constitucionales: a) detención arbitraria originada por el vencimiento
del plazo legal de detención preventiva, y b) vulneración de las garantías del
debido proceso respecto del plazo razonable, debido a la duración ilimitada de
su detención por la aplicación de dispositivos procesales penales que no
estuvieron vigentes al momento de su detención, y transgresión del principio de
legalidad procesal.

3. Resulta importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos.

Materias sujetas a análisis constitucional

4. En el caso de autos, es preciso determinar:

(a) Si se ha lesionado el derecho del recurrente al ejercicio pleno de las


facultades que sobre la administración de justicia consagra la Constitución
Política del Perú.

(b) Si por el tiempo transcurrido en detención preventiva, se ha


terminado afectando la libertad personal del demandante.
Límites a la libertad personal

5. Conforme lo ha subrayado este Tribunal en reiterada jurisprudencia, la


libertad personal no es solo un derecho fundamental reconocido, sino un valor
superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e ilimitado,
pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley' ; de ahí que
los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma que los
reconoce.

6. El caso de autos se encuentra precisamente comprendido en este tipo


de limitación. En efecto, conforme al artículo 2º, inciso 24, literal b), de la
Constitución, no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal,
salvo en los casos previstos por ley. Por tanto, para esclarecer la controversia,
debe establecerse si el período de detención preventiva que cumple el
demandante constituye una restricción del derecho a la libertad prevista en la
ley y la Constitución.

Afectación a la libertad individual por exceso de detención

7. El artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


establece que toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal
será llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un
plazo razonable o a ser puesta en libertad. La presión preventiva de las
personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su
libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia
del acusado en el acto del juicio, o en cualquier momento de las diligencias
procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo.

8. De lo precedentemente expuesto es factible inferir que la detención


preventiva constituye una de las formas constitucionales con la que cuenta el
Estado para asegurar que el procesado comparezca en los actos propios del
proceso, no huya y no altere ni obstruya la actuación de los medios probatorios,
lo que evidentemente es una limitación a la libertad personal, pero que se
justifica en la necesidad de garantizar la atención del interés superior que
abriga la sociedad en todo proceso jurisdiccional (finalidad abstracta del
proceso). '

Legislación penal en materia antiterrorista

9. De autos se advierte que el demandante fue procesado y condenado


a cadena perpetua por el delito de traición a la patria, juzgamiento que estuvo a
cargo de tribunales militares. Sin embargo, este Tribunal, en la STC 10-2003-
AI, declaró la nulidad de tales procesos.

10. El Decreto Legislativo Nº 922 regula la nulidad de los procesos por el


delito de traición a la patria y establece, en su artículo 4, que en los procesos
en los que se aplique tal norma, el plazo límite de detención, conforme al
artículo 137 del Código Procesal Penal, se inicia a partir del auto de apertura
de instrucción del nuevo proceso; y que la anulación no tendrá como efecto la
libertad de los imputados ni la suspensión de las requisitorias existentes.

11. El artículo 137 del Código Procesal Penal señala que el plazo de
detención en el proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18
meses, término que se duplicará automáticamente en caso de que el proceso
sea por los delitos de terrorismo, tráfico de drogas, espionaje u otro de
naturaleza compleja seguido contra más de diez imputados.

12. Consta en las copias certificadas obrantes en autos, que el auto de


apertura de instrucción en el nuevo proceso fue expedido el 2 de abril de 2003
(f. 38), fecha en la cual el Cuarto Juzgado Penal de Terrorismo dicta mandato
de detención contra el accionante y desde la cual se inicia el cómputo del plazo
a que se refiere el artículo 137 del Código Procesal Penal, cuyo vencimiento,
tratándose de un proceso de terrorismo, será a los 36 meses; por lo tanto, a la
fecha, el plazo de detención aún no ha vencido, resultando de aplicación. a
contrario sensu, el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DEL DERECHO DE LIBERTAD Y EL PRINCIPIO DE


PRESUNCIÓN DE INOCENCIA

EXP. Nº 2504-2005-PC/TC
LIMA
LUIS EDINSON ÁVALOS RODRÍGUEZ
(Publicado: 15-03-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En La Oroya, a los 17 días del mes de mayo de 2005, la Sala Primera


del Tribunal Constitucional, con la asistencia de los señores magistrados Alva
Orlandini. Presidente; Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la
siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Caria Erika


María López Gonzales, contra la sentencia de la Cuarta Sala Especializada en
lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 54, su fecha 8 de marzo de 2005, que declara infundada la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 29 de diciembre de 2004, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de don Luis Edinson Avalos Rodríguez contra el Director
General de la Dirección Región Lima y el Presidente del Instituto Nacional
Penitenciario (INPE), solicitando que se disponga el retorno del beneficiario al
penal Miguel Castro Castro y se sancione a los responsables de su traslado
arbitrario. Manifiesta que el traslado al Establecimiento Penitenciario de
Régimen Cerrado Especial Piedras Gordas es arbitrario e injustificado. pues el
beneficiario tiene la condición de procesado, y que por ello se han vulnerado el
principio constitucional de presunción de inocencia, y sus derechos de defensa
y a la libertad personal.

Realizada la investigación sumaria. el beneficiario se ratifica en los


términos de su demanda. A su turno, el Director Regional de la Región Lima del
INPE declara que el traslado está arreglado a las normas vigentes y es
consecuencia de la Resolución Directoral Nº 1635-2004-INPE/16, que dispone
el traslado por seguridad penitenciaria.

El Decimoctavo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha 6


de enero de 2005, declara infundada la demanda por considerar que la
resolución administrativa fue expedida de conformidad con el ordenamiento
vigente; agregando que al accionante no se le ha cambiado de régimen
penitenciario.
La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se declare inaplicable al beneficiario,


por vulnerar presuntamente su derecho a la libertad y el principio de presunción
de inocencia, la Resolución Directoral Nº 1635-2004-INPE/16, de fecha 16 de
diciembre de 2004. emitida por la Dirección Regional de Lima del INPE, que
dispone su traslado al Establecimiento Penal de Régimen Cerrado Especial
Piedras Gordas.

2. Este Colegiado, en la STC 2663-2003-HC/TC, ha señalado que el


hábeas corpus correctivo procede cuando se producen actos arbitrarios o
ilegales relacionados con las condiciones en que efectúase la restricción a la
libertad, “Mediante este medio procesal puede efectuarse el control
constitucional de las condiciones en las que se desarrolla la restricción del
ejercicio de la libertad individual, en todos aquellos casos en que éste se haya
decretado judicialmente”. Esto es así porque este tipo de hábeas corpus tiene
por finalidad proteger al interno de medidas irrazonables y desproporcionadas
que resulten violatorias a la dignidad humana.

3. El Tribunal Constitucional debe recordar, como ya lo ha hecho en


otras ocasiones, que el traslado de los internos de un establecimiento penal a
otro no es, en sí, un acto inconstitucional. En efecto, tratándose de personas
privadas legalmente de su libertad locomotora, una obligación de la que no
pueden rehuir las autoridades penitenciarias es la de prestar las debidas
garantías para que no se afecte o lesione la vida, la integridad física y los
demás derechos constitucionales que no hayan sido restringidos.

4. A la administración penitenciaria le corresponde determinar el


establecimiento donde se efectuará el traslado de conformidad con el artículo 2
del Decreto Legislativo Nº 654, Código de Ejecución Penal que establece que
el interno “Es ubicado en el Establecimiento que determina la Administración
Penitenciaria”, en concordancia con el artículo 133 de la citada norma.
Asimismo, el Reglamento del Código de Ejecución Penal, aprobado por
Decreto Supremo Nº 015-2003-JUS, estipula en su artículo 159 que “El
traslado de internos de un establecimiento penitenciario a otro se ejecutará por
los siguientes motivos: (...)” por razones de seguridad penitenciaria con
resolución expedida por el Director General de la correspondiente Dirección
Regional del Instituto Nacional Penitenciario, que fundamente la urgencia y la
necesidad de la medida (...)”.

5. Tal como consta de la Resolución Directoral cuestionada, el traslado


se dispuso por la causal de seguridad penitenciaria a propuesta del Consejo
Técnico Penitenciario, el cual constató la ocurrencia de actos de indisciplina y
agresión a efectivos policiales, además de la existencia de precedentes de fuga
masiva. Por tanto, siendo obligación de la administración penitenciaria adoptar
las medidas necesarias para garantizar la vida e integridad física de los
internos que se encuentran bajo su responsabilidad, la medida impugnada no
constituye una violación de los derechos del beneficiario, pues ella ha sido
dispuesta de conformidad con el Reglamento del Código de Ejecución Penal.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

VULNERACIÓN DE LA INVIOLABILIDAD DOMICILIARIA Y LA


LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 2039-2005-PHC/TC
LIMA
JESÚS TICSE LIMAYLLA Y OTRO
(Publicado: 15-03-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Matucana, a los 17 días del mes de mayo de 2005, la Sala Primera


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Jesús Ticse


Limaylla y otro contra la sentencia de la Primera Sala Penal con Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 95, su fecha 17 de
diciembre de 2004, que declara improcedente la demanda de autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 29 de setiembre de 2004, los recurrentes interponen acción


de hábeas corpus contra César Antonio Martínez Cuba, el Mayor PNP de la
Comisaría de Vitarte y los suboficiales de la PNP de apellidos Meza y Sihuas.
Manifiesta que los emplazados vienen atentando contra los derechos ala
libertad individual e inviolabilidad domiciliaria de ellos y de los pobladores de la
Asociación Industrial Los Artesanos-Ate, dado que el día 27 de setiembre de
2004, un dirigente de la mencionada asociación fue detenido y posteriormente
obligado a firmar letras, además de haber sido amenazado con desalojarlo de
su vivienda en caso de negarse a firmar las mismas. Precisan que dicha
amenaza se ha hecho extensiva a los demás pobladores de la asociación,
tratando con esto de conseguir un desalojo colectivo sin previo juicio, y con
apoyo del Comisario del Distrito de Ate y el personal que labora en dicha
comisaría, los mismos que vienen realizando permanentes guardias en dicho
sector, afectando con ello los derechos invocados.

Realizada la investigación sumaria, los demandantes se ratifican en el


contenido de su demanda, en tanto que los suboficiales emplazados
manifiestan no conocer a los demandantes y que por orden de su superior
estuvieron en la referida asociación el día 24 de setiembre de 2004, no
habiéndose producido alteración del orden en ningún momento. Asimismo
afirman que el día de autos se encontraban debidamente uniformados. Por su
parte, el comisario PNP Leonidas Abelardo Arrivasplata Vallejos manifiesta que
el mencionado día, envió un grupo de suboficiales en razón de que se había
pedido apoyo policial para resguardar a un abogado que, al parecer, iba a ser
víctima de agresión, informándole posteriormente sus subordinados que no se
habían reportado novedades. Finalmente, el emplazado Antonio Martínez Cuba
sostiene que los demandantes son invasores de un terreno al cual representa.
Precisa, además, que no conoce a sus codemandados, y que el día de autos
los demandantes pretendieron agredirlo, motivo por el cual solicitó ala
Comisaría del Distrito que le brindara apoyo policial. Asegura también que no
pretende realizar un desalojo colectivo, sino informar a los pobladores de dicha
zona de cómo podrían adquirir los lotes que ocupan y que son propiedad de su
cliente, Luis Alberto León Rupp.

El Juzgado Penal del Módulo Básico de Justicia de San Juan de


Miraflores, con fecha 20 de octubre de 2004, declara improcedente la demanda
considerando que los emplazados no han vulnerado derecho constitucional
alguno de los demandantes, en tanto que la presencia policial se debió al
pedido de Antonio Martínez Cuba. en prevención a posibles agresiones a su
persona.
La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. De conformidad con lo prescrito por el artículo 2 del Código Procesal


Constitucional, el proceso de hábeas corpus procede cuando se amenacen o
violen los derechos constitucionales que conforman la libertad individual por
acción u omisión de actos de cumplimiento obligatorio, por parte de cualquier
autoridad, funcionario o persona. Cabe subrayar que, cuando se invoque la
amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente realización.

2. Los demandantes manifiestan que la persona de don Antonio Martínez


Cuba pretende desalojarlos de los predios que vienen ocupando por más de 9
años, sin un juicio previo, con lo cual se estarían vulnerando las garantías del
debido proceso. Asimismo, refieren que uno de los dirigentes de su asociación
fue detenido y obligado a firmar letras, con el fin de despojarlo de su predio, y
que se pretendería repetir dichos actos contra los demás miembros de la
Asociación Industrial Los Artesanos-Ate, lo que constituiría un atentado contra
su derecho a la libertad individual y la de todos los vecinos.

3. Es preciso puntualizar que el actor, juntamente con otros dirigentes de


la Asociación Industrial Los Artesanos, han suscrito diversos documentos
invitando al emplazado Antonio Martínez Cuba para que, por derecho propio, y
en representación del propietario de los terrenos invadidos, se inicien
“conversaciones sobre la posibilidad de llegara consolidar en transacción la
adquisición de su propiedad en la cual nos encontramos posesionados”. tal
como consta en autos, a fojas 49. De la misma manera, el actor y otros
dirigentes de la mencionada asociación han cursado otra carta, con fecha 6 de
enero de 2004 (f. 50), al propietario de los terrenos, para poder llegar a un
acuerdo y regularizar la situación de los terrenos. También resulta notoria la
participación del actor en la Asamblea General Extraordinaria de la citada
asociación, celebrada el 4 de junio de 2004, obrando en autos, de fojas 54 a
58, copias del Libro de Actas de la Asociación, en las que se acuerda por
unanimidad' efectuar la -transacción directa con el propietario de los terrenos,
aprobándose, además, la elaboración de un contrato individual de acuerdo con
las posibilidades de cada asociado.

4. En ese sentido, en el caso de autos no se evidencia que las persona


de Antonio Martínez Cuba venga realizando actos de intimidación y, más aún,
actos que violen la libertad individual de los demandantes, coligiéndose de ello
que los argumentos esgrimidos en la demanda no están referidos a las
garantías constitucionales contempladas en el artículo 25 del Código Procesal
Constitucional, sino más bien se trata de un asunto sobre la posesión y
derecho de propiedad respecto de un bien, el cual debe ser ventilado en la vía
jurisdiccional respectiva y cuyo conocimiento, en ningún caso, corresponde al
proceso constitucional de hábeas corpus.

5. Asimismo, cabe precisar que la guardia policial que denuncian los


demandantes se viene efectuando en la asociación, y la cual estaría afectando
la libertad de tránsito de los demás pobladores, es un alegato que no se ajusta
a los hechos, dado que según la copia certificada del Libro de Concurrencia,
obrante en autos, a fojas 26, se corrobora que los suboficiales emplazados
acudieron a la mencionada asociación en virtud de una llamada telefónica de
don Antonio Martínez Cuba, quien requería apoyo policial, en vista de que
existía la posibilidad de que fuera agredido en la referida zona. Se desprende
también que los miembros de la PNP han actuado de acuerdo con sus
atribuciones, y que en ningún momento han vulnerado derecho constitucional
alguno de los demandantes.

6. En cuanto al extremo referente a que el dirigente de la asociación fue


retenido ilegalmente por los emplazados, ello tampoco se ha comprobado en
autos.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las


atribuciones que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

RESTRICCIÓN ARBITRARIA DE LA LIBERTAD

EXPEDIENTE Nº 657-2005-PHC/TC
PIURA
LUIS MOISÉS NÚÑEZ ESPINOZA
(Publicado: 12-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Jaén, a los 3 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini;
Presidente; Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Luis Moisés Núñez Espinoza


contra la resolución de la Sala Penal de la Corte Superior dé Justicia de Piura,
de fojas 91, su fecha 9 de diciembre de 2004, que declara improcedente la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 17 de noviembre de 2004, el recurrente interpone demanda


de hábeas corpus contra el titular del Primer Juzgado Penal de Talara, Luciano
Castillo. Manifiesta que el emplazado magistrado emitió la resolución de fecha
15 de noviembre de 2004, revocando la suspensión de la ejecución de la pena
impuesta en el proceso penal que se le siguió por la comisión del delito de
estafa, convirtiéndola en pena efectiva, no obstante que la resolución anterior,
de fecha 16 de junio de 2004, que dispuso la prórroga de la suspensión de la
pena, no le fue debidamente notificada ni quedó consentida. Sostiene que se
ha vulnerado su derecho a la libertad individual al haberse ordenado su
ubicación y captura.

Realizada la investigación sumaria, el Juez demandado rinde su


declaración explicativa por escrito, manifestando que el recurrente pretende
utilizar el presente proceso como una vía para impugnar resoluciones que
supuestamente lo agravian, pero que han sido impugnadas y confirmadas por
el órgano judicial superior.

El Segundo Juzgado Penal de Talara, con fecha 23 de noviembre de


2004, declara improcedente la demanda estimando que el accionante fue
debidamente notificado, como se aprecia del oficio que el Juez dirige a la
policía, y de la respectiva constancia de notificación policial.

La demandada confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

§ 1. Petitorio

Mediante la presente demanda el accionante pretende que se deje sin


efecto la resolución judicial que dispone revocar la suspensión de la ejecución
de la pena que se le impuso, convirtiéndola en pena efectiva privativa de la
libertad, no obstante que no se le notificó una resolución que confirmó la
prórroga de su pena y que no se hallaba consentida.

§ 2. Análisis del caso

1. Examinado el caso, se acredita, de fojas 19 a 75, que el demandante,


frente a las resoluciones dictadas por el Juez emplazado en la etapa de
ejecución de sentencia y respecto de la condena condicional que le fuera
impuesta, hizo pleno ejercicio de los recursos que contempla la ley, lo que
supone que tuvo conocimiento de las decisiones judiciales que afirma lo
agraviaban, incluyendo la resolución que alega se le notificó indebidamente, lo
cual está en consonancia con el respeto a los derechos constitucionales a la
tutela jurisdiccional efectiva y de defensa.

2. Si bien el actor sostiene que se está restringiendo arbitrariamente su


libertad, al haberse revocado la suspensión de la ejecución de la pena, tal
afirmación carece de asidero pues de autos se aprecia que el magistrado
emplazado procedió a la revocación con arreglo a la ley de la materia. De otro
lado, no es posible afirmar que se hayan violado sus derechos procesales;
antes bien, se desprende de autos que lo que pretende es cuestionar la
resolución que convierte en efectiva su pena, utilizando este proceso
constitucional como un medio ordinario más de impugnación.

3. Siendo así, no existiendo vulneración a la libertad personal del


recurrente, la demanda debe desestimarse al no cumplirse el supuesto legal
establecido en el artículo 22 del Código Procesal Constitucional (Ley Nº
28237).

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las


atribuciones que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

SS.
ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

SOLICITUD DE EXCARCELACIÓN

EXPEDIENTE Nº 1756-2005-PHC/TC
LIMA
MARÍA LUISA PAREDES PAREDES
(Publicado: 12-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Huaral, a los 29 días del mes de abril de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Julia Carmen


Paredes Flores contra la resolución emitida por la Cuarta Sala Especializada en
lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 98, su fecha 3 de febrero de 2005, que declara inundada la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 22 de diciembre de 2004, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de doña María Luisa Paredes Paredes contra el
Trigésimo Octavo Juzgado en lo Penal de Lima, a cargo del juez Wilbert
Sánchez Vera; y el Fiscal Provincial de la Trigésima Octava Fiscalía Penal de
Lima, Silvio Crespo Holguín, solicitando la excarcelación de la favorecida.
Manifiesta que no se ha motivado debidamente la resolución denegatoria del
beneficio de semilibertad solicitado por la beneficiaria. Alega que el Juez
demandado declaró improcedente la solicitud de semilibertad, no obstante que
la beneficiaria cumplió los requisitos establecidos para la procedencia del
indicado beneficio, negándosele con ello los derechos constitucionales a la
resocialización y a su libertad personal.

Realizada la investigación sumaria, los magistrados emplazados rinden


sus declaraciones explicativas negando los cargos materia de la demanda. Por
su parte, la beneficiaria se ratifica en los términos de la demanda.

El Cuadragésimo Juzgado Penal de Lima, con fecha 4 de enero de


2005, declara infundada la demanda argumentando que si bien los requisitos
formales deben cumplirse para otorgarse el beneficio de semilibertad, y los
informes técnicos permiten formar convicción en el juez, este cuenta con un
marco de actuación discrecional otorgado por la ley para decidir. En el caso de
autos, los informes técnicos no forman convicción respecto del grado de
readaptación social de la interna, razón por la cual se desestima la demanda.
La recurrida confirma la apelada.

FUNDAMENTOS

§ 1. Petitorio

Mediante la presente demanda se solicita la excarcelación de la


beneficiaria alegándose que, no obstante haberse cumplido los requisitos para
el otorgamiento del beneficio de semilibertad, los magistrados emplazados
declararon, arbitrariamente, improcedente dicho beneficio.

§ 2. Análisis del caso materia de controversia

1. Los beneficios penitenciarios pueden ser considerados como


derechos subjetivos de los internos, de orden legal, cuya concesión está
condicionada a presupuestos establecidos en la norma, los cuales, aun cuando
fueran cumplidos por el sentenciado, no constituyen un factor decisivo para su
concesión. Será decisivo para su otorgamiento que el condenado se encuentre
apto para ser reincorporado a la sociedad, habida cuenta de que las penas
privativas de la libertad se imponen para proteger a la sociedad contra el delito.

2. Este Tribunal considera pertinente que recordar dicho beneficio


penitenciario requiere, para su concesión, no solo constatar el cumplimiento de
los requisitos legales, sino

también que el tratamiento penitenciario haya logrado la resocialización


del interno. En ese sentido, el artículo 502 del Código de Ejecución Penal
prescribe que el beneficio de liberación condicional “será concedido en los
casos en que la naturaleza del delito cometido, la personalidad del agente y su
conducta dentro del establecimiento permitan suponer que no cometerá nuevo
delito”.

3. Considerando lo expuesto, en el caso de autos se aprecia que la


cuestionada decisión jurisdiccional se fundamentó en el ejercicio legítimo del
marco discrecional, lo que no significa arbitrario, por cuanto está regulado por
la ley penitenciaria sobre el otorgamiento del beneficio penitenciario de
semilibertad, sin que ello haya implicado una vulneración a los derechos
constitucionales invocados. Por consiguiente, no resulta de aplicación el
artículo 29 de la Ley NI’ 28237.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional en uso de las


atribuciones que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL POR


DETENCIÓN ARBITRARIA

EXPEDIENTE Nº 2032-2005-PIC/TC
LIMA
ROY SUGAR FERNÁNDEZ CHAGUA
(Publicado: 12-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Huacho, a los 29 días del mes de abril de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Presidente; Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente
sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Roy Sugar


Fernández Chagua contra la resolución de la Primera Sala Penal para
Procesos Ordinarios con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 182, su fecha 21 de diciembre de 2004, que declara
improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 20 de setiembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el titular del Primer Juzgado Penal del Cono Oeste -
Chosica, Pablo Saturnino Gómez Medrano; el titular de la Primera Fiscalía
Provincial en lo Penal de Santa Anita, Guillermo Guzmán Muñoz; y la secretaria
del Primer Juzgado Penal del Cono Oeste - Chosica, Jhovanna Limaylla
Escobar, solicitando su inmediata excarcelación. Manifiesta que con fecha 19
de marzo de 2004 acudió a una citación de la Delegación Policial de Vitarte;
que luego de rendir su manifestación, fue detenido arbitrariamente en ausencia
de flagrante delito y de mandato judicial. Alega también que fue puesto por la
mencionada fiscalía penal a disposición del juzgado penal demandado, fuera
del plazo establecido, no habiéndosele tomado su declaración instructiva, como
se pretende hacer creer con un documento falso, razones por las cuales se han
vulnerado, en su caso, el principio de legalidad y el derecho constitucional a la
libertad personal.

Realizada la investigación sumaria, los magistrados judiciales rinden sus


declaraciones explicativas negando los cargos que se les atribuyen en la
demanda. Por su parte, el accionante se ratifica en los términos de su
demanda.

El Trigésimo Quinto Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con


fecha 15 de octubre de 2004, declara improcedente la demanda considerando
que si bien al momento de la detención no existía la comisión de flagrante
delito, o mandato judicial que la sustentara, el agravio cesó y se tornó
irreparable cuando el Juzgado penal dictó mandato judicial de detención en el
marco del proceso penal que se le instauró al accionante.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

§ 1. Petitorio

El demandante solicita su inmediata excarcelación, alegando que los


emplazados han vulnerado su derecho a la libertad personal al haber sido
detenido arbitrariamente.

§ 2. Análisis del caso

1. Examinada la demanda y demás recaudos que obran en el


expediente, resulta acreditado que la detención policial del accionante se
efectuó sin que al momento de su ejecución exista situación de flagrante delito
o mandato judicial que la ordene, presupuestos previstos en el artículo 2
numeral 24 literal ‘Y’ de la Constitución Política del Perú, que legitiman la
privación de la libertad.

2. Se debe señalar que, no obstante la verificación de la mencionada


agresión a la libertad personal del demandante, ésta se convirtió en irreparable,
cuando el Juez penal emplazado dictó mandato de detención contra el actor al
abrirle instrucción penal por la presunta comisión del delito contra la libertad
sexual (violación de menor), proceso que actualmente se le sigue ante el
Cuadragésimo Cuarto Juzgado Penal (Reos en Cárcel) de Lima (Expediente Nº
5832-04), medida coercitiva que el demandante puede impugnar mediante los
recursos previstos en el propio proceso penal ordinario.

3. Respecto a la supuesta irregularidad en la toma de la declaración


instructiva del demandante, éste es un hecho que, por merecer una actividad
probatoria de verificación, dado que se alega falsificación de firma, debe ser
dilucidado en el propio proceso penal seguido al demandante, y no en este
proceso constitucional, que carece de etapa probatoria.

4. Cabe precisar que, si bien en el presente caso se ha producido la


sustracción de la materia por irreparabilidad del agravio causado, este Tribunal
considera que, habiéndose producido una inapropiada e inexcusable conducta
funcional p r parte del personal policial de la Delegación Policial de Vitarte a
cargo del comandante policial Leonidas A. Arribasplata Vallejos, y del fiscal
Guzmán Muñoz, titular de la Primera Fiscalía Provincial Penal de Santa Anita,
quien, no obstante ser el garante de la legalidad, cohonestó la arbitraria
detención, resulta de aplicación el artículo 1 del Código Procesal
Constitucional, debiendo ser estimada la demanda, bajo apercibimiento de que
si los citados funcionarios vuelven a incurrir en la conducta que motivó la
interposición de la presente demanda, serán pasibles de las medidas
coercitivas previstas en el artículo 22Q del Código Procesal Constitucional, sin
perjuicio de que se remitan los actuados al Fiscal penal competente, para que
determine la responsabilidad penal de los emplazados, si la hubiere, y proceda
con arreglo a ley, lo que es conforme al artículo 89 de la Ley NI’ 28237.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las


atribuciones que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda, para los efectos del Fundamentos 4,


supra.

2. Dispone la remisión de los actuados a la Fiscalía Provincial Penal de


Turno para que proceda conforme a sus atribuciones.

3. Copia al CNM a fin que proceda de acuerdo a sus atribuciones.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO
EXCESO DE DETENCIÓN PREVENTIVA

Expediente Nº 2042-2005-PHC/TC
LIMA
ORFA NOEMÍ ÁNGELES MORENO
(Publicado: 26-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de mayo de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Orfa Noemí


Ángeles Moreno contra la resolución de la Primera Sala Penal para Procesos
con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 82, su
fecha 30 de noviembre de 2004, que declara improcedente el hábeas corpus
de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 6 de setiembre de 2004, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, solicitando su inmediata
excarcelación. Afirma encontrarse recluida desde el 18 de mayo de 1993; que
fue procesada ante el fuero militar y condenada a una pena privativa de libertad
de 30 años; y que, al haberse declarado la nulidad del proceso, se dictó nuevo
auto apertorio sin disponerse su libertad. Alega que su condición jurídica es la
de detenida, mas no de sentenciada; y que, habiendo transcurrido más de 11
años de reclusión hasta la fecha de interposición de la demanda, ha vencido en
exceso el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137 del Código
Procesal Penal, por lo que su detención se ha convertido en arbitraria,
vulnerándose su derecho a ser juzgada en un plazo razonable.

Agrega que las leyes que restringen la libertad individual, sean estas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben estar vigentes con anterioridad a la
fecha en que se produce la detención, y que no pueden ser retroactivas salvo
que beneficien al detenido, conforme lo señala el artículo 1032 de la
Constitución, el cual no distingue entre ley penal sustantiva, procesal penal o
de ejecución.

Realizada la investigación sumaria, se tomó la declaración del doctor


David Loli Bonilla, vocal integrante de la, Sala
Nacional de Terrorismo, quien refirió que, en el caso, el plazo máximo de
detención aún no ha vencido, dado que, conforme al Decreto legislativo Nº 922,
el mismo se comienza a computar desde la fecha del nuevo auto apertorio de
instrucción.

El Decimonoveno Juzgado Penal de Lima, con fecha 10 de setiembre de


2004, declaró improcedente la demanda, por considerar que, de acuerdo al
Decreto Legislativo Nº 922 la declaración de nulidad no tendrá como efecto la
libertad de los imputados, y que el plazo límite la detención se computará
desde la fecha del nuevo auto apertorio de instrucción, el mismo que aún no ha
vencido.

La recurrida confirmó la apelada, por considerar que a la fecha de


producida la anulación, ya se encontraba vigente la modificatoria del artículo
137 del Código Procesal Penal, según la cual en los casos en que se declare la
nulidad de procesos seguidos en fueros distintos, el plazo de detención se
computará desde la fecha del nuevo auto apertorio de instrucción.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación de la


accionante. En el caso de autos, se alega que el plazo límite de detención
establecido por el artículo 137 del Código Procesal Penal ha vencido.

§. Delimitación del petitorio

2. La demandante afirma que se ha producido una doble afectación


constitucional:

a) Detención arbitraria originada por el vencimiento del plazo legal de


detención preventiva.

b) Vulneración de las garantías del debido proceso respecto del plazo


razonable, debido a la duración ilimitada de su detención por la aplicación de
dispositivos procesales penales que no estuvieron vigentes al momento de su
detención.

3. Resulta importante precisar que si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, y en otros similares, habida cuenta de que se han establecido
judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, luego de
la imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal
Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad
constitucional de los actos judiciales considerados lesivos.

§. Materias sujetas a análisis constitucional

4. A lo largo de la presente sentencia, este Colegiado debe determinar:

(a) Si se ha lesionado el derecho que tiene la recurrente al ejercicio


pleno de las facultades que, sobre la impartición de justicia, consagra la
Constitución Política del Perú.

(b) Si por el tiempo transcurrido en detención preventiva se ha terminado


afectando la libertad personal de la demandante.

§. De los límites a la libertad personal

5. Conforme a lo enunciado por este Tribunal en reiterada jurisprudencia,


la libertad personal no es sólo un derecho fundamental reconocido, sino un
valor superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e
ilimitado; se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley. Por ello
es que los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma en
que se reconocen tales derechos.

6. El caso de autos se encuentra comprendido en la limitación


precedente señalada. En efecto, conforme al artículo 29, inciso 24, literal b) de
la Constitución, no se permite forma alguna de restricción de la libertad
personal, salvo en los casos previstos por la ley. Por tanto, para esclarecer la
controversia, debe establecerse si el período de detención preventiva que
cumple el demandante constituye una restricción del derecho a la libertad
previsto en la ley y la Constitución.

§. Vulneración del derecho a la libertad individual y exceso de detención

7. Este Tribunal, en reiterada jurisprudencia, ha sostenido que “(...) como


todo derecho fundamental, el de la libertad personal tampoco es un derecho
absoluto, pues como establecen los ordinales a) y b) del inciso 24) del artículo
2s de la Constitución, aparte de ser regulados, pueden ser restringidos o
limitados mediante ley” [Exp. Nº 1091-2002-HC/TC]. En efecto, conforme al
artículo 2, inciso 24, literal b), de la Constitución, no se permite forma alguna de
restricción de la libertad personal, salvo en los casos previstos por la ley. Por
tanto, para esclarecer la controversia, debe establecerse si el período de
detención preventiva que cumple el demandante constituye una restricción del
derecho a la libertad previsto en la ley y la Constitución.
8. El Decreto Legislativo Nº 922, que regula la anulación en los procesos
por delito de traición a la patria seguidos ante el fuero militar, señala, en su
artículo 49, que el plazo límite de detención conforme al artículo 1372 del
Código Procesal Penal, en los procesos en los que se aplique tal norma, “(...)
se inicia a partir del auto de apertura de instrucción del nuevo proceso”, en
tanto que, en su artículo 32, precisa que las referidas anulaciones “(...) no
tendrán como efecto la libertad de los imputados”.

9. Con relación a la aplicación de las normas penales, este Tribunal ha


sostenido, en reiterada jurisprudencia, que “[e] n la aplicación de normas
procesales penales rige el principio tempus regit actum, que establece que la
ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra vigente al momento
de resolver [Exp. Nº 2196-2002-HC/TC].

10. Siendo ello así, resulta de aplicación al caso de autos el artículo 11


de la Ley Nº 28105, que desde el 21 de noviembre de 2003 modifica el artículo
137 del Código Procesal Penal, estableciendo que el plazo de detención en el
proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18 meses, y que se
duplicará en caso de que el proceso sea por los delitos de terrorismo, tráfico de
drogas, espionaje u otro de naturaleza compleja seguido contra más de diez
imputados.

11. En las copias certificadas que obran en autos, consta que con fecha
7 de febrero de 2003, en anterior proceso de hábeas corpus seguido por la
accionante, se declaró la nulidad del proceso seguido ante el fuero militar
contra la accionante, conforme consta de la copia obrante a fojas 16 de autos;
asimismo, se advierte que el Cuarto Juzgado Penal de Terrorismo emitió auto
ampliatorio de instrucción a través del cual resolvió comprender a la accionante
en el proceso penal por delito de terrorismo signado con el Nº 16-03 con fecha
4 de marzo de 2003, desde la cual se inicia el cómputo del plazo establecido en
el artículo 137 del Código Procesal Penal, el mismo que, tratándose de un
proceso por el delito de terrorismo, es de 36 meses, los que a la fecha no han
transcurrido; por consiguiente, la demanda debe ser declarada infundada.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DEL DERECHO A NO SER VIOLENTADO PARA


OBTENER DECLARACIONES, A NO DECLARAR CONTRA SÍ MISMO Y AL
ABOGADO DEFENSOR.

Expediente Nº 2262-2004-HC/TC
TUMBES
CARLOS LAUREANO RAMÍREZ DE LAMA
(Publicado: 26-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, el Tribunal


Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, Vergara
Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia, con el voto singular
discrepante, adjunto, del magistrado Vergara Gotelli.

I. ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Carlos Laureano Ramírez de


Lama contra la sentencia de la Sala Penal de la Corte Superior de la Corte
Superior de Justicia de Tumbes, de fojas 105, su fecha 12 de abril de 2004, que
declara improcedente la acción de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

a. Demanda
Con fecha 9 de marzo de 2004, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra el magistrado Carlos Eugenio Bendezú Díaz, de la Sala
Penal de la Corte Superior de Justicia de Tumbes, alegando que, mediante
Resolución de fecha 3 de marzo de 2004, el demandado le prohibe que se
abstenga de declarar y que propale comentarios sobre el desarrollo del proceso
Nº 27-04, que se le sigue por el delito de cohecho en agravio del Estado, con lo
cual vulnera sus derechos constitucionales a no ser violentado para obtener
declaraciones, a no ser compelido a declarar en causa penal contra sí mismo, a
ser asistido por abogado defensor de su elección y al debido proceso.

Manifiesta que la Sala Superior revocó el mandato de detención y lo


varió a uno de comparecencia con ciertas reglas de conducta, mediante
Resolución Nº 1 de fecha 23 de febrero de 2004, y que el magistrado
sustanciador consideró pertinente ampliar el auto de apertura de instrucción
agregándole una nueva regla, la misma que se consigna de forma
contradictoria en la resolución respectiva. De un lado, se le impide hacer
comentarios periodísticos, radiales o televisivos sobre hechos del proceso y de
la materia de juzgamiento; y, de otro, se le prohibe que se abstenga de propalar
tales versiones. Agrega que la última regla impuesta vulnera su derecho
relativo a las declaraciones.

Además, alega que no se permitió a sus abogados tener acceso al


expediente, afectándose también su derecho a la defensa.

b. Declaración del Vocal Superior demandado


Con fecha 10 de marzo de 2004, el juzgador toma la declaración del
demandado. Este niega rotundamente que haya coaccionado u obligado al
demandante a realizar algún tipo de manifestación pública, y menos aún a
reconocer su culpabilidad.

c. Resolución de primera instancia


Con fecha 10 de marzo de 2004, el Juzgado Mixto de Zarumilla declaró
improcedente la demanda, por estimar que la resolución cuestionada fue
emitida en un proceso regular, quedando expedito el derecho del demandante
de interponer el recurso judicial que le corresponda.

d. Resolución de segunda instancia


Con fecha 12 de abril de 2004, la Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Tumbes confirma la apelada, reafirmando que el proceso fue
realizado de manera regular y no se apreciaba, por tanto, vulneración alguna
del derecho a la defensa del recurrente.

III. CUESTIONES PRELIMINARES

A. Datos Generales

- Daño constitucional invocado


La presente demanda fue interpuesta por don Carlos Laureano Ramírez
de Lama contra el magistrado Carlos Bendezú Ríos.

El acto lesivo denunciado se atribuye a la resolución de fecha 3 de


marzo de 2004, mediante la cual el magistrado emplazado pretendió, por una
parte, obligar a declarar al demandante y, por otra, a que se abstenga de
propalar comentarios del proceso 27-04, seguido ante la Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Tumbes.

- Reclamación constitucional
El demandante alega la afectación de los derechos constitucionales a no
ser violentado para obtener declaraciones (artículo 211, inciso 24, acápite h), a
no ser compelido a declarar en causa penal contra sí mismo (artículo 29, inciso
24, acápite b), a ser asistido por abogado defensor de su elección (artículo 139,
inciso 14) y al debido proceso (artículo 139, inciso 3).

El demandante solicita lo siguiente:

- Que se declare nula la resolución del 3 de marzo de 2004.

- Que se declaren nulas todas las diligencias y actos procesales


derivados y subsecuentes.

- Que se ordene que el demandado se inhiba por decoro de conocer


cualquier caso en que el demandante sea parte.

B. Materias constitucionalmente relevantes

En atención a la importancia de los temas a ser tratados en la presente


sentencia, se procederá a analizar su naturaleza e implicancias desde una
perspectiva general y con vocación vinculante. Por tal motivo, la sentencia
deberá esclarecer lo siguiente:

- ¿Es posible la protección de los derechos fundamentales a la


información y a la expresión a través del Hábeas Corpus, teniendo en cuenta
que estos derechos clásicamente son salvaguardados a través del Amparo?

- ¿De qué forma una medida restrictiva a los derechos comunicativos


puede terminar afectando la libertad personal? En tal sentido:

- ¿Cuál es la relación entre los derechos comunicativos y la libertad


personal que permita su tutela a través del Hábeas Corpus?

- ¿Qué significa la reserva del proceso en la etapa instructiva?

- ¿Tal medida judicial puede terminar afectando la proscripción de la


censura previa?

- ¿Se debe aplicar el principio de proporcionalidad en la medida


restrictiva?

- ¿Existe vulneración al debido proceso del demandante si es que éste


careció de la asistencia adecuada de un abogado defensor?
IV. FUNDAMENTOS

1. Aplicación de las normas procesales al caso concreto


Como bien se ha señalado, el proceso constitucional previsto por
nuestro ordenamiento jurídico como procedente para la tutela de la libertad
frente a la privación arbitraria o ilegal de la libertad física por mandato judicial,
es el hábeas corpus reparador, cuyo efecto es reponer las cosas al estado
anterior a la violación del derecho, tal como lo expresa el artículo 1 del Código
Procesal Constitucional.

En tal sentido, su objeto es la tutela de derechos fundamentales y, en


consecuencia, si se afectase la situación jurídica del demandante, ésta se
repondrá al estado anterior al auto de ampliación de instrucción.

2. Los límites a la aplicación inmediata del Código Procesal


Constitucional
Al respecto, es necesario determinar cuál es la norma procesal aplicable
al presente caso.

Según la Segunda Disposición Final del Código Procesal Constitucional,


que rige desde el 1 de diciembre del año 2004,

(...) las normas procesales previstas por el presente Código son de


aplicación inmediata, incluso a los procesos en trámite. Sin embargo,
continuarán rigiéndose por la norma anterior: las reglas de competencia, los
medios impugnatorios interpuestos, los actos procesales con principio de
ejecución y los plazos que hubieran empezado.

Teniendo en cuenta tal prescripción, al presente caso deben aplicarse


las disposiciones de la Ley Nº 23506 por ser el Código Procesal Constitucional
más gravoso para la persona, al incluir nuevos supuestos que afectarían los
derechos fundamentales invocados, sobre todo el que se refiere a la resolución
judicial que puede ser recurrida, según lo establece el artículo 49 del Código
Procesal Constitucional:

El hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme vulnera


en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva.

Como en el presente caso no existe resolución judicial firme, es


preferible aplicar, como ya se señaló, la Ley Nº 23506.

A. LA POSIBILIDAD DE PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS


COMUNICATIVOS A TRAVÉS DEL HÁBEAS CORPUS
3. El Hábeas Corpus y la protección de la libertad personal
La protección de los derechos comunicativos se encuentra claramente
prevista por el proceso constitucional de amparo. Según el artículo 37 del
Código Procesal Constitucional,

(...) el amparo procede en defensa de los siguientes derechos: (...) 3) De


información, opinión y expresión.

Es decir, la tutela de estos derechos se realiza a través del Amparo. Sin


embargo, en el presente caso, debido a que la cuestión central del problema
está relacionada con la libertad personal, este Colegiado debe declararse
competente para resolver este proceso.

De acuerdo con reiterada jurisprudencia de este Tribunal, el proceso


constitucional central del ordenamiento jurídico es el Hábeas Corpus; la propia
Constitución, en su artículo 2002, inciso 2, ha señalado, con respecto al
Amparo, que éste procede contra la vulneración o amenaza

(...) de los demás derechos reconocidos en la Constitución, con


excepción de los derechos previstos en el inciso anterior, el cual se refiere al
Hábeas Corpus. El Amparo aparece como un proceso constitucional residual.
Cabe, entonces, preguntarse cuál es la base para la presentación de un
Hábeas Corpus. Será, sin duda, la protección de la libertad personal o
derechos conexos, según el artículo 200, inciso 1 de la Constitución.

4. ¿Los derechos comunicativos son derechos, conexos a la libertad


personal?
En el presente caso, se solícita la protección de los derechos
comunicativos a través de un Hábeas Corpus porque tal salvaguarda cautela
directamente la libertad personal del recurrente.

Con el Hábeas Corpus se protege un núcleo duro de derechos


relacionados con la libertad personal. Entonces, siempre y cuando exista
conexión de los hechos referidos en la demanda con tal derecho, será
pertinente que se realice la protección constitucional a través de este tipo de
proceso1.

Tal como queda señalado en la variación del mandato de detención por


el de comparecencia, que posteriormente fue ampliado por el demandado, en
cuanto a las reglas de conducta impuestas, se indica que todo bajo
apercibimiento de revocarse la medida coercitiva comparecencia dictada en su
contra2.
En consecuencia, este Colegiado no se encuentra ante un supuesto
típico de suplencia de queja.

5. La capacidad del Hábeas Corpus para proteger los derechos


comunicativos
Entonces, es procedente analizar la supuesta vulneración de los
derechos comunicativos, puesto que, en caso de que ésta se compruebe, se
estaría violentando una de las reglas de conducta impuestas al demandante y,
por lo tanto, se variaría su mandato de comparecencia por el de detención.
Debe quedar claro que los derechos comunicativos no se convierten en
derechos conexos a la libertad personal per se, sino que en el caso concreto
existe un nivel de conexidad tal que, en el fondo, a través de este proceso, se
está protegiendo el derecho fundamental a la libertad personal.

B. LA ADUCIDA AFECTACIÓN DE LOS DERECHOS COMUNICATIVOS


Y SUS CONSECUENCIAS RESPECTO A LA LIBERTAD PERSONAL

6. El alegato de supuesta vulneración del derecho de libertad


Tal como se ha presentado el caso, el hecho principal a dilucidar es si un
acto relacionado con los derechos comunicativos, como es la declaración en la
parte instructiva del proceso, puede ser limitado mediante una regla de
conducta que condicione el mandato de comparecencia, que, en caso de ser
incumplido, amerite la variación a un mandato de detención.

§1. Relación entre derechos comunicativos y libertad personal

7. El sustento de la supuesta afectación


A juicio de este Colegiado, el origen de este proceso constitucional se
encuentra en una resolución emitida por el demandado que determina lo
siguiente:

“AUTOS Y VISTOS:
Que aparece del proceso, que el inculpado Carlos Laureano Ramírez de
Lama se le ha variado el mandato de detención por el de Comparecencia
Restringida.

Que el artículo setentitrés del Código de Procedimientos Penales


establece el carácter reservado de la instrucción y estando a que el inculpado
viene incoando y/o propagando por medios de difusión una serie de adjetivos
incalificables contra los Magistrados del Poder Judicial que hace necesario que
se le aplique reglas de conducta en garantía del debido proceso sin
recortársele el Derecho de la Defensa, dentro del proceso al instruido,

Siendo así,
SE RESUELVE:

Ampliar el auto apertorio de instrucción en lo referente a las reglas de


conducta, fijándose lo siguiente:

PRIMERO: Queda terminantemente prohibido hacer comentarios


periodísticos, radiales o televisivos sobre hechos del proceso y de la materia
del juzgamiento (...).

TERCERO: Prohibírsele que en forma directa o indirecta se abstenga de


propalar versiones o comentarios del desarrollo del proceso”3.

El demandante alega que la afectación de sus derechos constitucionales


se produce porque se le obliga a declarar. Sin embargo, contradiciendo su
principal argumento, posteriormente aduce que lo que se le está prescribiendo
es un imposible jurídico:

(...) como se puede colegir, el Magistrado Sustanciador Dr. Bendezú, por


un lado, conminativamente me prohibe que declare, y acto seguido, me
compele a declarar, con lo cual ha ordenado un imposible de cumplir4.

8. El iura novit curia constitucional


Pese a que no se ha criticado la validez de la restricción de los derechos
comunicativos como pretensión del presente Hábeas Corpus, en tanto posibilita
la variación del mandato de comparecencia por el de detención, en la presente
sentencia se analizará tal aspecto para mejor resolver.

Este Colegiado ya ha señalado, en el fundamento 4 de la sentencia


recaída en el Expediente Nº 0905-2001-AA/TC, que el ámbito contradictorio del
proceso y la congruencia de la sentencia no se ven afectados por el hecho de
que el juez constitucional se pronuncie por un derecho subjetivo no alegado por
la demandante, pues una de las particularidades de la aplicación del iura nóvit
curia en este proceso constitucional es que la obligación del juzgador de aplicar
correctamente el derecho objetivo involucra, simultáneamente, la correcta
adecuación del derecho subjetivo reconocido en aquel.

Por tanto, consideramos pertinente analizar si a través de un mandato


de comparecencia se puede incluir una regla de conducta que puede terminar
afectando la proscripción constitucional de la censura previa.

9. La supuesta obligación de declarar


Según el demandante, la resolución judicial materia de la presente
demanda constituye un imposible jurídico ya que, de un lado, lo obliga a
declarar y, de otro, le prohibe hacerlo. En cuanto a este mandato
abstencionista, alega que

(...) se me prohibe de abstenerme, es decir, que se me impone la


obligación de propalar versiones, lo cual resulta ilógico e ilegal, pues nadie
puede ser compelido ni obligado a declarar5.

Tal mandato también afectaría derechos como el de no ser violentado a


declarar y de ser compelido a declarar contra sí mismo. En efecto, nadie está
obligado a hacer lo que la ley no manda, ni está impedido de hacer lo que ella
no prohibe, según el artículo 2, inciso 4, de la Constitución.

Por su parte, el demandado refiere que

(...) hasta la fecha no se ha recibido la declaración instructiva del


denunciante, y que en ningún momento ha coaccionado u obligado a dicha
persona para verter algún tipo de declaración en la causa penal que se le
sigue, por el delito de Corrupción de Funcionario, la misma que está a cargo
del deponente como vocal instructor6.

10. El mensaje y la obligación de declarar


En primer lugar, debe definirse cuál es la obligación impuesta al
demandante a través de la resolución mencionada. Sólo así será posible
dilucidar la supuesta vulneración invocada.

¿Qué es lo que intentó señalar el juzgador cuando redactó, respecto al


recurrente, el mandato de “prohibírsele que en forma directa o indirecta se
abstenga de propalar versiones o comentarios del desarrollo del proceso”?
Para responder a tal interrogante, consideramos que se debe examinar un
mensaje informativo o de opinión a través de cinco elementos: el contexto, ya
sea lingüístico (el texto completo) o extralingüístico (situación7); el modo en
que se presenta; el lenguaje técnico, las ambigüedades -o doble sentido-, y las
inferencias.

11. Inexistencia de la obligación de declarar


El abuso verbal o hipérbole se produce cuando el contexto deshace el
contenido que se trata de dar al discurso8, tal como está sucediendo en el
caso. Si bien el juez ha dispuesto una “prohibición de abstenerse” esto no
significa que se esté obligando a declarar, como lo ha venido señalando el
demandante. De los considerandos de la resolución se aprecia que el
accionante ha estado declarando excesivamente a los medios; por otro lado, se
dispone expresamente la interdicción de emitir opiniones, de lo cual se
concluye que la “prohibición de abstenerse” ha sido un error de redacción del
juzgador, al no presentarse como un mandato positivo de exigencia.
En tal sentido, se debe declarar infundada la demanda respecto al
alegato de no ser violentado para obtener declaraciones y no ser compelido a
declarar contra sí mismo. Sin embargo, resta dilucidar si la prohibición de
declarar puede ser constitucionalmente aceptable.

§2. Afectación a la proscripción de la censura previa

12. El control previo del discurso como medio de protección del secreto
sumarial
Cuando se determina una restricción de la libertad personal a través de
una regla de conducta del mandato de comparecencia, puede establecerse un
control previo del discurso que va a ser emitido por las partes en el proceso
penal.

En el caso concreto, se impide al demandante realizar comentarios


referidos a los hechos que son materia del juzgamiento. Para determinar la
viabilidad de esta restricción es necesario analizarla a la luz de la proscripción
de la censura previa en el ordenamiento nacional, en el marco de los derechos
fundamentales a la expresión y a la información, establecidos en el artículo
211, inciso 4, de la Constitución.

13. La expresión y la Información como derechos fundamentales


Si bien la Constitución señala en su artículo 29, inciso 4, la existencia de

(...) las libertades de información, opinión, expresión y difusión del


pensamiento (...),

en realidad, existen solamente dos derechos fundamentales en juego: a


la expresión y a la información, pues el derecho a la opinión solo es el bien
jurídico tutelado de la expresión; y el derecho a la difusión del pensamiento, un
grado superlativo en que la comunicación puede llegar al público. Respecto a la
información, esta se refiere a la capacidad de emitir y recibir las noticias
veraces, completas y asequibles, en la medida en que su objeto son los
hechos, los mismos que pueden ser comprobables.

Respecto a la expresión, esta se refiere a la capacidad de recibir los


puntos de vista personales del emisor, que en tanto son opinables, requieren
un carácter básico de congruencia entre lo que se busca señalar y lo que
finalmente se declara públicamente.

Además, ambos derechos tienen un sólido sustento democrático, e


incluso se han propuesto garantías para que la injerencia a su ejercicio sea lo
más limitada posible. De ello se sigue la imposibilidad de control o censura
previa sobre ellos.

En tal sentido, este Colegiado ha precisado, como parte del fundamento


15 de la sentencia emitida en el Expediente Nº 0905-2001-AA/TC, Caso Caja
Rural de Ahorro y Crédito de San Martín, que

(...) como consecuencia del ejercicio de las libertades informativas, se


transgreden otros derechos constitucionales, como los derechos al honor o a la
buena reputación, su tutela no puede significar que, con carácter preventivo, se
impida que un medio de comunicación social, cualquiera que sea su
naturaleza, pueda propalar la información que se considera como lesiva, pues
ello supondría vaciar de contenido a la cláusula que prohibe la censura previa,
la que proscribe el impedimento del ejercicio de tales libertades y, con ellos, la
condición de garantía institucional de las libertades informativas como sustento
de un régimen constitucional basado en el pluralismo.

14. El sentido constitucional del control previo del discurso


La norma constitucional es lo suficientemente clara e inequívoca: se
encuentra proscrito todo tipo de censura previa al contenido de un discurso. El
ejercicio de los derechos a la expresión y a la información se realiza de
acuerdo con el artículo 2, inciso 4, de la Constitución

(...) sin previa autorización ni censura ni impedimento algunos”.

Según el artículo 13.2 de la Convención Americana de Derechos


Humanos, cualquier derecho de comunicación del discurso

(...) no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades


ulteriores,

Sobre la base de las normas del Sistema Interamericano de Protección


de los Derechos Humanos, la Corte Interamericana ha expresado, en el párrafo
38 de la Opinión Consultiva OC-5/85, Colegiación Obligatoria de Periodistas,
que la prohibición de la censura previa, la cual es siempre incompatible con la
plena vigencia de los derechos enumerados por el artículo 13, salvo las
excepciones contempladas en el inciso 4, referentes a espectáculos públicos,
incluso si se trata supuestamente de prevenir por ese medio un abuso eventual
de la libertad de expresión. En esta materia toda medida preventiva significa,
inevitablemente, el menoscabo de la libertad garantizada por la Convención9.

De otro lado, la Comisión de las Naciones Unidas sobre Derechos


Humanos, en el Informe sobre Nicaragua-1981, considera que la irrestricta
posibilidad de vigilar opiniones e informaciones
(...) puede dar origen a serios abusos al poderse interpretar por las
autoridades que cualquier crítica al Gobierno se encuentre prohibida.

15. La censura previa y la Administración


La Constitución recoge tres acepciones para definir de manera genérica
la censura previa prohibida. No obstante, es preciso puntualizar cada una de
ellas para entender su dimensión y sentido. La autorización previa consiste en
solicitar permiso a alguna autoridad para ejercer el derecho, la cual podría no
concederlo sin mediar razón alguna. La censura previa propiamente dicha se
presenta en la revisión de aquello que se va a informar, opinar, expresar o
difundir, con la opción del veto. El impedimento previo se refiere a la
implementación de algún obstáculo o prohibición para ejercer estos derechos.
¿Qué se protege contra tales impedimentos? Lo que se evita es que exista
cualquier tipo de examen administrativo, político o económico del discurso.

De la jurisprudencia nacional se extrae el caso de la Municipalidad de


Lima Metropolitana contra los cines Teatro Colón y República, a los cuales
pretendía clausurar invocando la protección de la moral y las buenas
costumbres del vecindario, declarando la Sala Corporativa Transitoria
Especializada en Derecho Público de la Corte Superior de Lima, en la
Resolución Nº 922, Expediente 1003-98, del 9 de octubre de 1998, fundado el
Amparo interpuesto por las empresas Cines y Servicios S.A. y Multifilms S.A.
En similar sentido resolvió este Colegiado en la sentencia del Expediente Nº
57-95-AA/TC, Caso Editora Sport S.A., cuando la Municipalidad de Lince emitió
una ordenanza que impedía la exhibición externa de fotos de contenido
morboso en los kioscos y puestos de venta de periódicos y revistas.

16. El control judicial previo como método de censura previa


Lo precedentemente expuesto cambia definitivamente de contenido si es
que el pedido de control lo realiza un órgano jurisdiccional, tal como sucede
con la resolución emitida por el demandado que pretende controlar el discurso
del demandado. Al respecto, en el Derecho Comparado se ha convenido en
que la proscripción de la censura previa no incluye la “revisión anticipada
judicial” de un caso referido a los derechos al honor y al vida privada.

Sin embargo, la norma constitucional reconoce el verdadero contenido


de la información y la expresión como formador de opinión pública libre y
presupuesto de la configuración del Estado como Democrático de Derecho.
Según lo señalado en el Tribunal Constitucional en el fundamento 2 de la
Sentencia del Expediente 829-98-AA/TC, Caso Alberto Felipe Ortiz Prieto, un
derecho de este tipo
(...) impide que cualesquiera sean las circunstancias, éstas se
encuentren sujetas a unos límites de carácter preventivo, por medio de los
cuales pueda impedirse el ejercicio de tales libertades como consecuencia del
dictado de un mandato judicial de prohibición.

17. ¿Es capaz de controlar el Poder Judicial una opinión o una


información perjudicial?
Para este Colegiado, el “mandato judicial de prohibición” también
pertenece al espectro de la censura previa. Para fortalecer este argumento se
ha expresado que

(...) la admisión de la tutela judicial preventiva puede generar una gran


inseguridad, o convertirse en un medio de control indirecto por parte del
gobierno, esto es, puede llegar a cumplir las mismas funciones, ajustadas a los
mismos fines, que la censura previa10.

No obstante, esta argumentación no reconoce facultad controladora


preventiva al Poder Judicial y cuestionaría básicamente su actuación fáctica
ante su capacidad. En la década pasada, la dominación de los media se
produjo no por las sentencias de un Poder Judicial sometido, sino por sobornos
y compra de editoriales de periódicos, canales de televisión, señales de radio e
inclusive internet, ordenados directamente por el gobierno de Fujimori, y por lo
cual muchos de los propietarios de tales medios se encuentran hoy juzgados
por casos de corrupción. Esta forma de control indirecto también se encuentra
proscrita11.

En doctrina se señala que la censura o la autocensura no puede ser tan


amplia como para negar el acceso de la judicatura al conocimiento de estos
supuestos, más aún si el propio ordenamiento jurídico prevé formas de
protección preventiva, específicamente cuando se trata de derechos
fundamentales. Censura previa es

(...) condicionar la publicación de una información al previo plácet de la


autoridad, pero no lo es, en absoluto, que un juez (...) prohiba la publicación
difamatoria objetivamente falsa o lesiva del derecho a la intimidad personal12.

18. La forma de control judicial del discurso

Pese a la restricción normativa de la Convención Americana y de la


propia Constitución, un estudio sistemático de ambas, cuyo fin sea la búsqueda
de un sentido de unidad y coherencia interna, permite aseverar que mientras
estén en juego bienes jurídicos tutelados por las normas constitucionales, es
imprescindible, en un Estado Democrático de Derecho, que los jueces puedan
analizar con un criterio de conciencia jurídicamente amplio la posibilidad de
control de un discurso que resulte perjudicial para la sociedad, en un caso
concreto. Esto lo harán, según el artículo 146, inciso 1, de la Constitución,
como parte de

(...) su independencia. Sólo están sometidos a la Constitución y la ley,

Por ello, debe determinarse con claridad qué tan conveniente es la


prohibición de emitir comentarios que puedan resultar perjudiciales para el
desarrollo correcto de un proceso penal, a fin de llegar a una verdadera justicia.

§3. La reserva del proceso en la parte instructiva

19. El principio constitucional de publicidad del proceso

La Norma Fundamental, en su artículo 139, inciso 14, señala como


principio jurisdiccional:

(...) la publicidad en los procesos, salvo disposición contraria de la ley.

Tal dispositivo básicamente relaciona la publicidad de los procesos con


la parte oral de los mismos. Similar prevención estatuye en el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 14.1:

La prensa y el público podrán ser excluidos de la totalidad o parte de los


juicios por consideraciones de moral, orden público o seguridad nacional en
una sociedad democrática, o cuando lo exija el interés de la vida privada de las
partes o, en la medida estrictamente necesaria en opinión del tribunal, cuando
por circunstancias especiales del asunto la publicidad pudiera perjudicar a los
intereses de la justicia; pero toda sentencia en materia penal o contenciosa
será pública, excepto en los casos en que el interés de menores de edad exija
lo contrario, o en las actuaciones referentes a pleitos matrimoniales o a la tutela
de menores13.

Este principio adquiere importancia inusitada por su carácter político:

(...) sirve al sistema democrático, pues el público controla la labor de los


jueces14.

Sin embargo, la publicidad no se restringe a una parte de los procesos,


sino que incluye a todas sus etapas, y en tal sentido debe ser entendida. No
obstante, se pueden poner límites a tal publicidad, a través de una norma de
desarrollo legal.

20. Secreto sumarial y publicidad del proceso


A través de la remisión constitucional, es permisible que se señale en las
normas procesales (artículo 73 del Código de Procedimientos Penales) que

(...) la instrucción tiene carácter reservado. El defensor puede enterarse


en el despacho del juez de las actuaciones

a las que no haya asistido el inculpado, bastando para ello que lo solicite
verbalmente en las horas útiles del despacho judicial. Sin embargo, el juez
puede ordenar que una actuación se mantenga en reserva por un tiempo
determinado cuando juzgue que su conocimiento puede entorpecer o dificultar
en alguna forma el éxito de la investigación que lleva a cabo. En todo caso
cesa la reserva cuando se ponga la instrucción a disposición del defensor
durante tres días en el juzgado para que se informe de toda la instrucción, haya
concurrido o no a las diligencias.

Así, el secreto sumarial aparece como un límite constitucionalmente


válido de la publicidad de los procesos. Una cosa es mantener la reserva del
sumario, es decir, prohibir el acceso al expediente o a la audiencia, y otra muy
distinta que se prohiba expresarse públicamente.

Ahora bien, el derecho de mantener el secreto profesional sí debe


tenerse como límite, según se desprende del artículo 2, inciso 18, de la Norma
Fundamental, ya que es un derecho y un deber constitucional.

En tal sentido, se ha señalado en jurisprudencia comparada que

(...) el secreto sumarial tiene por objeto impedir que el conocimiento e


intervención del acusado en las actuaciones judiciales pueda dar ocasión a
interferencias o manipulaciones dirigidas a obstaculizar la investigación en su
objetivo de averiguación de la verdad de los hechos y constituye una limitación
al derecho de defensa, que no implica indefensión, en cuanto que no impide a
la parte ejercitarlo plenamente, cuando se deja sin efecto el secreto por haber
satisfecho su finalidad15.

Con el fin de lograr la pobranza de los hechos sujetos al procesamiento


y la necesidad de realizar una correcta investigación penal, el secreto sumarial
se configura como

(...) una garantía institucional del derecho fundamental a la seguridad y


del valor constitucional de la justicia16.

21. Limitación material del secreto sumarial


Por consiguiente, aun cuando la Constitución únicamente señale la
forma en que deben plantearse las excepciones en el proceso público, el
desarrollo legal de esta norma exige que sea interpretada según los
parámetros que la Convención Americana señala en su artículo 8.5:

El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para
preservar los intereses de la justicia17.

Es decir, solamente tendrá sentido el secreto sumarial si está


relacionado con el mantenimiento de la justicia en los casos concretos.

22. Finalidad del secreto sumarial

Según el artículo 72 del Código de Procedimientos Penales,

(...) la instrucción tiene por objeto reunir la prueba de la realización del


delito, de las circunstancias en que se ha perpetrado, y de sus móviles;
establecer la distinta participación que hayan tenido los autores y cómplices, en
la ejecución o después de su realización, sea para borrar las huellas que sirven
para su descubrimiento, para dar auxilio a los responsables o para
aprovecharse en alguna forma de sus resultados.

De modo que a través del proceso sumarial se puede evitar

(...) las comunicaciones de la causa, que puedan provocar la fuga de los


partícipes en el hecho punible, y/o la destrucción o manipulación de las fuentes
de prueba18.

23. Mandato de comparecencia, reglas de conducta y secreto sumarial

Dentro de un proceso, el juez puede dictar mandato de comparecencia


en los casos en que no corresponda la detención. De acuerdo con el artículo
143 Código Procesal Penal, Decreto Legislativo Nº 638, de 1991, juntamente
con tal mandato:

El juez podrá imponer algunas de las alternativas siguientes:

1. La detención domiciliaria del inculpado, en su propio domicilio o en


custodia de otra persona, de la autoridad policial o sin ella, impartiéndose las
órdenes necesarias.

2. La obligación de someterse al cuidado y vigilancia de una persona o


institución determinada, quien informará periódicamente en los plazos
designados.
3. La obligación de no ausentarse de la localidad en que reside, de no
concurrir a determinados lugares, o de presentarse a la autoridad en los días
que se le fijen.

4. La prohibición de comunicarse con personas determinadas, siempre


que ello no afecte el derecho de defensa.

5. La prestación de una caución económica, si las posibilidades del


imputado lo permiten.

El Juez podrá imponer una de estas alternativas o combinar varias de


ellas, según resulte adecuada al caso y ordenará las medidas necesarias para
garantizar su cumplimiento. Si el hecho punible denunciado está penado con
una sanción leve o las pruebas aportadas no la justifiquen, podrá prescindir de
tales alternativas.

Es decir, se podrá reducir la comunicación del discurso del demandante


si forma parte de las medidas de un mandato de comparecencia a partir del
secreto sumarial. Por ende, es lógico que cuando se varíe el mandato de
detención por el de comparecencia, se impongan las siguientes reglas:

Obligación de no ausentarse de esta localidad en la que reside, a no


concurrir ni frecuentar lugares de dudosa reputación, a concurrir cada quince
días al local del juzgado a justificar sus actividades, prohibición de comunicarse
con Félix Medina Soria, a no cometer nuevo delito doloso, prestar una
CAUCIÓN ECONÓMICA de CINCO MIL NUEVOS SOLES19.

A las cuales se agrega una ya nombrada:

Queda terminantemente prohibido hacer comentarios periodísticos,


radiales o televisivos sobre hechos del proceso y de la materia del
juzgamiento20.

Sin embargo, ¿son coherentes tales reglas de conducta con el secreto


sumarial y el fin que cumple en la viabilidad del proceso penal?; ¿tales reglas
afectan algún derecho fundamental del demandante?

24. El secreto sumarial como límite a la proscripción del control judicial


previo

Atendiendo a la congruencia entre las normas constitucionales, es


necesario que se fijen adecuadas limitaciones a la proscripción de censura
previa. En tal sentido,
(...) en la medida en que la tutela judicial preventiva puede resultar el
medio más idóneo para conjurar daños graves e irreparables a los bienes y
derechos citados, negar esta posibilidad supondría actuar en el sentido
contrario al objetivo de ‘afianzar la justicia’ (...) pues impediría actuar contra
cierta clase de acciones y situaciones injustas21.

En caso de que no exista tal limitación, solamente se estará realizando


una protección “a medias” de la justicia en el país22, y ello no puede estar
permitido en un Estado Democrático de Derecho. Para que, efectivamente,
esta se logre, es necesario que se evite la transmisión de discursos que
comporte la vulneración de la idoneidad de la instrucción penal.

Por ejemplo, una buena medida de técnica legislativo en el


constitucionalismo comparado es aquella que impone como límite de la
censura previa la prevención de la comisión de un delito23.

25. La norma de excepción constitucional


Si se considera la proscripción de la censura previa como una regla que
resguarda el contenido de un derecho-principio, como puede ser la expresión o
la información, y se aprecia la norma de función jurisdiccional (según el artículo
138 de la Constitución, el Estado tiene la “potestad de administrar justicia”)
también como una regla, se estaría ante un conflicto de reglas24.

La resolución del conflicto pasará por la eliminación de una de ellas o


por la introducción de una excepción. Esta última debe ser la solución
adecuada y se tendrá entonces una regla final, como la que sigue: “toda
persona ejercitará sus derechos a la expresión y a la información sin previa
autorización, ni censura ni impedimentos algunos, salvo para garantizar el
correcto ejercicio de la potestad de administrar justicia”.

Para determinar si el juez puede dictar, en el caso concreto, una medida


restrictiva a un derecho fundamental sobre la base del respeto del secreto
sumarial, este debe analizar la existencia, o no, de un riesgo claro e inminente
a la independencia judicial. Así, se debe determinar si la suma del `coste del
valor de la pérdida social derivada de la ‘restricción del discurso’ con el ‘valor
del error judicial’ es mayor o menor a los ‘beneficios de la supresión, a fin de
consentir el control previo del discurso. Es decir, se debe realizar un estudio
sobre lo que la sociedad deja de recibir cuando se prohibe la emisión de un
discurso, a lo que se habrá de sumar las circunstancias que pueden llevar al
juez a equivocarse en contraposición con los bienes jurídicos constitucionales
que se estaría protegiendo a través de la supresión del discurso. Este triple
análisis permitirá al juzgador analizar cuándo, en pos del secreto sumarial, es
preferible poner medidas restrictivas al derecho de las personas sujetas a un
proceso penal.
§4. La proporcionalidad de la medida restrictiva

26. Medida restrictiva, secreto sumarial y proscripción de censura previa

No se puede negar el carácter reservado que tiene la instrucción, y el fin


que busca es uno específicamente, según lo determina el artículo 73 del
Código de Procedimientos Penales [el juez hará limitaciones]:

(...) cuando juzgue que su conocimiento puede entorpecer o dificultar en


alguna forma el éxito de la investigación que lleva a cabo.

En tal sentido, en la resolución emitida por el demandado se observa


que se ha resuelto prohibir terminantemente “hacer comentarios periodísticos,
radiales o televisivos sobre hechos del proceso y de la materia del
juzgamiento”, así como “que en forma directa o indirecta (el demandante) se
abstenga de propalar versiones o comentarios del desarrollo del proceso” sobre
una doble base fáctica concreta: ‘el carácter reservado de la instrucción’ y el
hecho de que ‘el inculpado viene incoando y/o propagando por medios de
difusión una serie de adjetivos incalificables contra los Magistrados del Poder
Judicial’25.
uchi
27. El sustento del mandato de comparecencia
El proceso constitucional previsto por nuestro ordenamiento jurídico para
la tutela de la libertad frente a la privación arbitraria o ilegal por mandato judicial
es el hábeas corpus reparador, cuyo fin es reponer las cosas al estado anterior
a la violación del derecho, tal como lo señala el artículo 1 del Código Procesal
Constitucional.

El Tribunal Constitucional es competente para evaluar la razonabilidad


del mandato de detención, dada su función tutelar de la libertad, bajo el canon
de interpretación constitucional del principio in dubio pro libertatis, que
encuentra su principal manifestación en el derecho a la presunción de
inocencia (artículo 2, inciso 24, literal e de la Constitución). Este derecho
únicamente puede ser restringido por una detención preliminar en sede judicial,
siempre que sea de carácter subsidiario, provisional y proporcional, y que se
motive la concurrencia de los requisitos previstos en la legislación procesal
penal, tal como lo expresa el artículo 135 del vigente Código Procesal Penal.

Sólo será coherente un mandato de comparecencia restringido cuando


las reglas de conductas sean convenientes desde el punto de vista
constitucional; de lo contrario, en el presente caso se llegaría a la detención del
demandante.
28. La aplicación del principio de proporcionalidad en la proscripción de
censura previa sobre la base del secreto sumarial
En este marco, es imprescindible realizar un análisis desde el punto de
vista de la proporcionalidad, en íntima correlación con la razonabilidad, de la
medida contenida en la resolución sujeta a crítica constitucional.

Como bien lo ha señalado el Tribunal Europeo cuando discurría sobre


las restricciones de los derechos comunicativos dentro de procesos penales,

(...) hay que determinar ahora si la “injerencia” correspondía a una


“necesidad social imperiosa”, si era “proporcionada al fin legítimo que
perseguía”, si los motivos alegados por las autoridades nacionales para
justificarla eran “pertinentes y suficientes”26.

Por ello, para que el juez pueda determinar una medida restrictiva de la
libertad con reglas de conducta tan específicas, debe analizar las variables
antes expuestas para el caso del riesgo claro e inminente.

29. Coste del valor de la pérdida social derivada de la restricción del


discurso
Por mandato de la resolución incoada, se le impide al demandante verter
comentarios en medios de comunicación social sobre los hechos del proceso.

Sin embargo, ¿sobre qué se está prohibiendo declarar al recurrente? A


él se le ha abierto instrucción teniendo en cuenta un informe fiscal27, por el
delito de corrupción de funcionarios-cohecho propio (artículo 393 del Código
Penal), en agravio del Estado, sobre la base de los supuestos siguientes
hechos:

(...) fluye de la investigación que en los primeros días del mes de Mayo
del año próximo pasado, Félix Medina Salazar, interpuso una demanda no
contenciosa de rectificación de partida, por ante el Juzgado Mixto de Zarumilla,
a cargo del denunciado Carlos Laureano Ramírez de Lama, habiéndose
comentado su abogado defensor, que dicha acción había sido admitida e
inclusive que el señor Juez, quería entrevistarse con él en su Despacho, donde
llegó a conversar con el ex magistrado, donde le indicó que tenía que darle una
colaboración, para luego después comunicarse telefónicamente con dicho ex
magistrado quien le informó que la colaboración era de dos mil tickets verdes
(dos mil dólares americanos) habiéndole comentado esto a su abogado
defensor, diciéndole que no estaba de acuerdo con la propuesta del
denunciado. Que, asimismo en la última comunicación que tuvieron, acordaron
que el día veintiséis del mismo año, en horas de la tarde, le iba a hacer entrega
de los mil dólares americanos, en su domicilio sito en la calle Arica número
trescientos diecinueve de esta ciudad, hecho éste que no se llegó a concretae.
Que asimismo Ramírez de Lama concurrió al inmueble de la hermana del
denunciante doña Beatriz Medina Salazar, donde llegó a conversar con Félix
Medina solicitándole dinero para favorecerlo con una Resolución, hechos éstos
que se encuentran corroborados con el acto de visitas fiscal28.

En un país tan asolado por la corrupción, en el Estado, incluido el Poder


Judicial, la formación de la ética pública requiere del apoyo constante y de la
vigilancia perseverante de la población. Por tanto, el mayor conocimiento de un
tema de tal trascendencia para la indemnidad judicial tumbesina es
indispensable para el control ciudadano de la investigación judicial.

30. El valor del error judicial


Sobre este punto, es oportuno analizar los fundamentos utilizados por el
juzgador para que se pueda justificar la lógica argumentativa usada.

Independientemente del error gramatical y de redacción cometidos a la


hora de componer la resolución, debe analizarse si el hecho de que

(...) el inculpado viene incoando y/o propagando por medios de difusión


una serie de adjetivos incalificables contra los Magistrados del Poder
Judicial29,

es razón más que suficiente para que el juez se aparte de las resolución
del órgano superior e imponga una nueva regla de conducta como parte de la
comparecencia.

Este Colegiado considera que, a través de la resolución, el juzgador está


asumiendo un nivel de discrecionalidad que puede llegar a ser arbitrario. Como
se ha analizado, lo que se está protegiendo en este caso, antes que la
vulnerabilidad de la instrucción, es el honor de los magistrados. Sin embargo, a
través de una regla de conducta de la comparecencia restringida, no cabe
proteger derechos de la persona que no involucran la consecución final de la
justicia.

Los magistrados, como personas con proyección pública, poseen poder


de influencia for all purposes, es decir, para todos los propósitos, aunque no
determinen la marcha colectiva. Sus actividades repercuten en la sociedad,
pero no la promueven. En el caso de los magistrados, teniendo en cuenta que

(...) los miembros de la judicatura gozarán de las libertades de expresión


(...) con la salvedad de que, en el ejercicio de esos derechos, los jueces se
conducirán en todo momento de manera que preserve la dignidad de sus
funciones y la imparcialidad e independencia de la judicatura.30
Si son cuestionados en el desempeño de sus cargos, deben dar
explicaciones a la sociedad respecto de cualquier acto que suponga duda en
su conducta funcional, ya que el cargo o rango que le confía la Nación lleva
anexa tal obligación.

31. Beneficios de la supresión


La supresión del discurso del demandante debe tener algún tipo de
beneficios. Supuestamente, uno de ellos es que a los magistrados encargados
de juzgarlo no se les perturbe en el ejercicio de sus funciones. Una respuesta
pública por parte de los supuestos afectados en su honor a través de una
querella por difamación podría servir como el mejor mecanismo de protección
de su derecho fundamental, antes que afectar el de otra persona.

Es lógico que, sobre la base de la reserva del proceso en la fase


instructiva, pueda imponérseles a los denunciados reglas de conducta relativas
al proceso mismo, pero de ahí a que sea un acto de libre albedrío por parte del
juzgador dista mucho. En caso de que la supresión esté claramente sustentada
en este componente de la resolución, el juez debió argumentar por qué llegó a
tal conclusión restrictiva.

32. La existencia de una medida desproporcional con los fines del


proceso
La concurrencia de los tres elementos antes explicados en una clave de
confrontación (valor de la pérdida social, valor del error judicial y beneficios de
la supresión) determina la inexistencia de proporcionalidad en la medida
impuesta. La restricción sobre la base del secreto sumarial no ha sido
argumentada por el juzgador. Y el juicio referido a la protección de los
magistrados intervinientes no justifica en lo más mínimo que se impida al
demandante emitir su discurso, pues ello afectaría el derecho a ser informado,
en un tema tan delicado como es la corrupción de funcionarios.

Por ello, debe declararse la nulidad de la resolución emitida por el


demandado sin fundamentación válida con el fin de controlar el discurso del
recurrente, a fin de que quede subsistente la realizada por el superior, que
varía el mandato de detención por el de comparecencia.

C. LA SUPUESTA AFECTACIÓN DE LOS DERECHOS AL DEBIDO


PROCESO Y A LA DEFENSA

33. Según el demandante, no se ha permitido a los abogados tener


acceso al expediente
El demandante alega que el vocal sustanciador actúa de manera
sesgada, entre otras actitudes, por
(...) haber impedido a mis dos Abogados Dr. Ricardo Cevallos Vegas y
Dr. Rómulo Herrera Neyra, [tener] acceso al expediente de la instrucción, con el
fin de impedirme ejercer mi derecho a la Legítima Defensa, conforme consta en
sendos escritos de mis dos Abogados, que obran en el expediente31.

Este Colegiado debe suponer que el recurrente confunde


involuntariamente el derecho a la legítima defensa con el de defensa, y sobre
esta base analizará el caso.

34. Según el demandado, los abogados nunca han solicitado lectura del
expediente
Tal es la argumentación de parte del demandado para contradecir lo que
afirma la otra parte. Afirma que

en ningún momento he negado tal acceso por la sencilla razón que


nunca se me ha solicitado, tanto por el demandante o algún abogado defensor
de su elección, sin embargo, debo hacer presente que el denunciante ha
presentado escrito facultando para lectura del expediente, pero que en la
práctica nunca han concurrido a su despacho a solicitarle dicho expediente32.

35. Los derechos a la defensa y al debido proceso


Constitucionalmente se ha previsto que el derecho al debido proceso
(nombrado genéricamente como parte del artículo 139, inciso 3, de la
Constitución) tenga conexión con el derecho a la defensa, pues esta permite
que un proceso sea llevado a cabo con corrección; es decir entre ellos se
entabla una relación de género-especie. Por tal razón, se ha previsto en el
artículo 139, inciso 14, de la Constitución

(...) el principio de no ser privado en ningún estado del proceso (...) Tiene
derecho a comunicarse personalmente con un defensor de su elección y a ser
asesorada por éste desde que es citada o detenida por cualquier autoridad.

Por tal razón, debe describirse con claridad cómo ha sido el acto que ha
impedido el ejercicio del derecho a la defensa con la intervención apropiada de
un abogado.

36. El sustento fáctico de la afectación del derecho a la defensa


Para argüir la afectación del derecho a la defensa, el recurrente ha
presentado su queja ante la ODICMA como sustento probatorio idóneo. En
dicha acta se señala que

(...) ante mí, Luz Arreátegui Calle encargada de Imagen Institucional se


procede a levantar la presente acta interpuesta por la Señora ROSEMARY
SOTIL BUENDÍA contra el Doctor Carlos Bendezú Díaz en su condición de
Vocal de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Tumbes; por el
presunto cargo de Abuso de Facultades y Falta a los Abogados Defensores,
atentado contra el derecho de defensa (...) a favor del Doctor Ramírez de Lama
privándolo y violentando la Constitución33

37. La oportuna intervención de los abogados


En el Código Procesal Constitucional, exactamente en su artículo 9, se
establece que

(...) en los procesos constitucionales no existe etapa probatoria. Sólo son


procedentes los medios probatorios que no requieren actuación, lo que no
impide la realización de las actuaciones probatorias que el Juez considere
indispensables, sin afectar la duración del proceso. En este último caso no se
requerirá notificación previa.

En este esquema, no se ha logrado determinar la existencia de la


vulneración expuesta por el demandante. De otro lado, cuando este presentó la
demanda, debió sustentar, por lo menos, la apariencia de la vulneración de un
derecho fundamental, fumus bunis iuris, lo que no ha sucedido.

Es decir, como bien ha señalado el a quo

(...) que en cuanto a que el Vocal había denunciado no ha permitido que


los Abogados Defensores (Ricardo Cevallos Vegas y Rómulo Herrera Neira) del
denunciante tengan acceso al expediente que origina la presente acción, ésta
se ve desestimada por el primero de los nombrados, versión que tiene
coherencia si tenemos en cuenta que él mismo les ha permitido su
incorporación al proceso como Abogados Defensores del denunciante, según
así se infiere de los escritos y proveídos de fojas cincuenta y ocho,
cincuentinueve, sesentitrés y sesenticuatro34.

VI. FALLO
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que
le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar:

1. FUNDADA la demanda en el extremo que señala que el juez no


sustentó correctamente la regla de conducta que restringe los derechos de
comunicación del accionante, pese a que sí está permitido el secreto sumarial.
2. Nula la Resolución s/n emitida por el demandado el día 3 de marzo de
2004.

3. Plenamente válida la Resolución Nº 1 de fecha 23 dé febrero de 2004,


expedida por la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Tumbes.

4. INFUNDADA la demanda en cuanto a la supuesta vulneración del


derecho a no ser violentado para obtener declaraciones y no ser compelido a
declarar contra sí mismo.

5. INFUNDADA en lo que respecta a la supuesta vulneración de los


derechos a ser asistido por abogado defensor de su elección y al debido
proceso.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
LANDA ARROYO

Expediente Nº 2262-2004-HC/TC
TUMBES
CARLOS LAUREANO RAMÍREZ DE LAMA

VOTO EN SINGULAR DEL DOCTOR JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI

Emito este voto con el debido respeto por la opinión vertida por el
ponente por los siguientes fundamentos:

1. La demanda tiene por objeto que se declare la nulidad de la


resolución de fecha 3 de marzo del 2004, expedida por el Vocal Instructor de la
Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Tumbes, Dr. Carlos Eugenio
Bendezú Díaz, en el expediente Nº 27-04, así como de todas las diligencias y
actos procesales subsecuentes. Afirma el actor que con la cuestionada
resolución se le estaría obligando a declarar y propalar comentarios del
desarrollo del proceso en el que viene siendo instruido, toda vez que
habiéndose ampliado el auto de apertura de instrucción se le ha dictado una
nueva regla de conducta que lo obliga a hacer lo que en principio le prohibió,
vulnerándose con ello su “derecho a no ser violentado para obtener
declaraciones, a no ser compelido a declarar en causa penal contra sí mismo, a
ser asistido por un abogado defensor” y al debido proceso.
2. De la demanda y de sus anexos se advierte que el demandante viene
siendo procesado en la vía ordinaria ante la Sala Penal de la Corte Superior de
Tumbes por el delito de Corrupción de Funcionarios -Cohecho Propio- en
Agravio del Estado, proceso en el que se le abrió instrucción con mandato de
detención por su actuación como Juez del Juzgado Mixto de Zarumilla y en el
que se le acusa de ejercer presión contra Felix Medina Salazar, conducta
dirigida a obtener dinero a cambio de favorecerlo con una resolución judicial,
(fojas 53).

3. Asimismo se advierte que luego que el recurrente interpuso recurso de


apelación contra el mandato de detención la Sala Superior revocó dicho
mandato, variando la decisión a una de comparecencia restringida con reglas
de conducta, conforme se aprecia de la resolución de fecha 23 de febrero del
2004 de fojas 12.

4. Que posteriormente, con fecha 3 de marzo del 2004, se dicta la


resolución cuestionada, que en copia certificada obra a fojas 65-66, en la que
se observa que en la parte considerativa se exponen los fundamentos o
motivos por los cuales se resuelve ampliar el auto de apertura de instrucción,
justificándose la nueva regla de conducta impuesta contra el recurrente en el
hecho de que el procesado, desconociendo el carácter reservado de la
instrucción, viene “incoando y/o propagando por medios de difusión una serie
de adjetivos incalificables contra los magistrados del Poder Judicial”,
infriengiendo el artículo 73 del Código de Procedimientos Penales.

5. Siendo así considero que la resolución que se cuestiona expone con


suficiente claridad el fundamento de hecho y la fundamentación jurídica en la
que se sustenta, verificándose además que el recurrente ha impugnado en la
vía ordinaria la referida resolución conforme se aprecia de fojas 74,
habiéndosele concedido el recurso interpuesto con fecha 8 de marzo del 2004,
como es de verse a fojas 79. Cabe agregar que el recurrente viene haciendo
uso de los medios impugnatorios dentro del proceso ordinario ejercitando
cabalmente su derecho a la defensa.

6. Conforme se dijo en la STC Nº 1230-2002-HC/TC, “La Constitución no


garantiza una determinada extensión de la motivación, por lo que su contenido
esencial se respeta siempre que exista fundamentación jurídica, congruencia
entre lo pedido y lo resuelto y, por sí misma, exprese una suficiente justificación
de la decisión adoptada, aun si esta es breve o concisa, o se presenta el
supuesto de motivación por remisión”.

7. Respecto a la supuesta implicancia de las reglas Primera y Tercera de


la parte resolutiva de la resolución impugnada, en la que se precisa la nueva
regla de conducta que debe observar el recurrente, considero poco serio el
cuestionamiento realizado por el actor pues existiendo una adecuada
fundamentación en la parte considerativa que justifica la decisión adoptada. es
obvio que lo que se ha producido es un error material que no puede ser
aprovechado a efectos de desconocer la facultad que tiene el Juez ordinario
para conducir el proceso corrigiendo los vicios en los que pudieran caer las
partes, pues la facultad de abrir instrucción, ampliar el auto de apertura o
imponer una nueva regla de conducta es una atribución propia de la jurisdicción
ordinaria, que constituye expresión de la autonomía del Juez y de la
independencia del Poder Judicial, facultad que el Instructor puede ejercitar
cada vez que advierta el hecho condicionante respectivo, el que, en el presente
caso, es distinto e independiente de la resolución Superior citada.

8. Es oportuno referirme al sentido del numeral 3. del fallo del texto de la


ponencia en el que “se otorga plena validez a la Resolución Superior que
revocó el mandato de detención y que lo varió por uno de comparecencia
restringida con reglas de conducta”, pues considero que así como se declara
que es válida la referida resolución Superior también sería factible decir que no
lo es, lo que podría significar un exceso inútil desde que no estamos en
facultad ni en necesidad de decir que lo resuelto por un Juez Competente es
válido sin haber cuestionamiento alguno contra la referida resolución.

9. En conclusión, estamos frente a un proceso penal llevado bajo el rigor


de la ley procesal en el que el Juez de la causa ha dispuesto motivadamente
una regla de conducta en ejercicio de sus legales atribuciones por hecho
imputable al procesado, debidamente señalado y acreditado, no obstante que
en la redacción del auto correspondiente aparece un evidente error material del
que el recurrente pretende servirse con la finalidad de obtener una suerte de
revocación, por vía indirecta, de la referida regla de conducta impuesta por el
instructor, contra la que incluso ha interpuesto recurso de apelación.

Siendo clara la orfandad del petitorio, mi voto es por que se declare


infundada la demanda de hábeas corpus.

S.
JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI

DETENCIÓN ARBITRARIA

Expediente Nº 1874-2005-PHC/TC
MADRE DE DIOS
PAUL HUARTE CRUZ MACEDO
(Publicada: 25-04-2006)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Ángel Checca


Huaylla en favor de Paul Huarte Cruz Macedo contra la sentencia emitida por la
Sala Mixta Descentralizada de la Corte Superior de Justicia de Madre de Dios,
su fecha 16 de enero de 2005, a fojas 51, que declaró improcedente el proceso
de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 26 de noviembre de 2004, el señor Ángel Checca Huaylla


interpone demanda de hábeas corpus en favor de don Paul Huarte Cruz
Macedo, dirigiéndola contra el juez del Primer Juzgado Mixto de Tambopata, ya
que considera ilegal la sentencia de fecha 26 de noviembre de 2004, de fojas
21, emitida por el demandado, mediante la cual se le sentencia a cinco años de
prisión por el delito de Tráfico Ilícito de Drogas, ya que considera que al
momento de emitirse ésta no se tomó en cuenta que al accionado se le había
otorgado mandato de comparecencia en la tramitación del cuaderno incidental
que con este motivo se venía siguiendo, y en virtud del cual incluso fue
excarcelado; asimismo, que tampoco se valoraron debidamente las pruebas
ofrecidas durante el proceso y las nuevas que han venido apareciendo durante
el mismo. Culmina precisando que no se notificó a su abogado defensor para la
defensa legal correspondiente, a la que tiene derecho el favorecido.

El señor Alfredo Lechuga Escalante, Juez del Primer Juzgado Mixto de


Tambopata, se apersona y contesta la demanda mediante declaración de fecha
30 de noviembre de 2004, obrante en autos a fojas 35, y en la que declara que
en todo momento ha actuado de acuerdo a las prerrogativas que le otorga la
Constitución Política del Estado, tales como la autonomía e independencia que
corresponde a todo magistrado; precisa, a su vez, que el trámite del incidente
sobre variación de detención por comparecencia en nada afecta o condiciona al
juez para emitir una sentencia en un sentido u otro, ya que la emisión de la
sentencia obedece exclusivamente a una valoración y evaluación de las
pruebas ofrecidas y de los hechos materia de juzgamiento realizado por el juez.

El Segundo Juzgado Mixto de Tampobata declaró improcedente la


demanda de hábeas corpus de autos mediante resolución de fecha 30 de
noviembre de 2004, obrante a fojas 38, al considerar que la sentencia dictada
contra el actor se hizo aplicando correctamente la prerrogativas que la
Constitución otorga al juez, y en pleno respeto de los principios del debido
proceso, ya que el cuaderno de variación de detención por comparecencia en
nada influye en el fondo del proceso. Asimismo, la sentencia fue apelada, por lo
que no es susceptible de ser revisada en proceso constitucional.

La recurrida confirmó la apelada por idénticos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional dispone, en su artículo 4, segundo


párrafo, que el hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme
vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva,
entendida ésta como la situación jurídica de una persona en la que se respetan
de modo enunciativo sus principales derechos, y los principios de legalidad
procesal penal.

2. Del estudio detallado de las piezas instrumentales glosadas en los


actuados se tiene, a fojas 9, que con fecha 18 de marzo de 2004, se apertura
proceso penal en la Vía Ordinaria contra el actor, por presunto Delito de Tráfico
Ilícito de Drogas en agravio del Estado. Posteriormente, a fojas 42 del principal,
obra la Resolución Nº 3, de 24 de noviembre de 2004, mediante la cual la Sala
Mixta concede al actor mandato de comparecencia, sujeto al cumplimiento de
una serie de reglas de conducta especificadas en la misma resolución.

Luego, con fecha 26 de noviembre de 2004, a fojas 21, se dicta


sentencia contra el accionante y otros, por el delito de Tráfico Ilícito de Drogas,
estableciendo para el caso individual del actor la pena de cinco años de pena
privativa de libertad por el subtipo de Microcomercialización de pasta básica de
cocaína.

Cabe citar que en el acta de lectura de sentencia, obrante en autos a


fojas 32, el actor manifiesta no estar de acuerdo con la sentencia dictada, por lo
que interpone el correspondiente recurso impugnatorio.

3. El Tribunal Constitucional, en su sentencia recaída en el Expediente


Nº 1091-2002-HC/TC, estableció que “En la medida en que la detención judicial
preventiva se dicta con anterioridad a la sentencia condenatoria, es en esencia
una medida cautelar. No se trata de una sanción punitiva, por lo que la validez
de su establecimiento a nivel judicial, depende de que existan motivos
razonables y proporcionales que la justifiquen (...)”. Por tanto, se tiene que la
naturaleza, tanto del mandato de detención como su otra variante (el de
comparecencia), es la de constituir una garantía en el proceso, buscando hacer
más justa y adecuada la situación personal del inculpado, durante la
sustanciación de un proceso penal, a la naturaleza de los delitos imputados y
del contexto en que estos ocurrieron. Asimismo, estas medidas son
instrumentos que sirven para compulsar la situación jurídica del procesado, a
fin de influir en la decisión el juez a la hora de dictar sentencia, pero en ningún
modo condicionan al juez a emitir una sentencia en un sentido u otro, pues son
tan sólo una garantía de efectividad del proceso penal. En ese sentido, no se
vulnera en modo alguno el debido proceso al haber el demandando emitido una
sentencia en uso de las prerrogativas que la Constitución Política del Perú y la
Ley Orgánica del Poder Judicial le otorgan, sin influir en esto el régimen en el
que el inculpado esté incurso a fin de garantizar las investigaciones judiciales.

4. De otro lado, del Acta de lectura de Sentencia de fecha 26 de


noviembre de 2004, obrante en autos a fojas 32, se tiene que el señor Paul
Huarte Cruz Macedo, beneficiario de la presente demanda, estuvo
debidamente acompañado de su abogado, el letrado Domingo Enríquez
Valladares Samanamud, con inscripción Nº 054 del Colegio de Abogados de
Madre de Dios, con lo que queda desvirtuado el extremo referente a la
indefensión alegada por el actor.

5. Asimismo, el recurrente, en su recurso de apelación de fecha 6 de


diciembre de 2004, obrante en autos a fojas 44, solicita se haga una nueva
valoración de las pruebas actuadas durante el proceso, así como las nuevas
aparecidas durante la tramitación del mismo, facultad que compete al órgano
jurisdiccional y no al ente constitucional; más aun, cuando del acta de lectura
de sentencia obrante a fojas 32 se tiene que el demandante interpuso recurso
de apelación contra la sentencia cuestionada durante el presente proceso, de
lo que se colige que el actor viene haciendo uso de los medios impugnatorios
que la ley procesal consagra, siendo evidente que el presente proceso aun no
tiene la calidad de firme, requisito indispensable para la procedibilidad de los
presentes procesos, de acuerdo a lo establecido en el artículo 4 del Código
Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de Hábeas Corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 3958-2005-PHC
CUSCO
RAFAEL EDWI RÍOS LÓPEZ
(Publicado: 12-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Urcos, a los 5 días del mes de agosto de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Ortandini, Bardelli
Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por Rafael Edwi Ríos López contra la


resolución emitida por la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
del Cusco, su fecha 6 de abril de 2005, a fojas 118, que declaró infundado el
proceso de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 22 de febrero de 2005, el actor interpone demanda de hábeas


corpus contra los vocales provisionales de la Sala Mixta de la Corte Superior de
Justicia de Madre de Dios, señores Alfredo Barboza Oré (presidente), José
Custodio Chafloque y Gonzalo Zabárburu Saavedra, por grave amenaza de
violación a su libertad individual, al haber emitido la cuestionada Sala la
resolución Nº 80, de 18 de febrero de 2005, mediante la cual te requieren el
depósito en efectivo de la suma de ciento cincuenta mil nuevos soles en el
Banco de la Nación en el término de dos días, bajo apercibimiento de
revocársele el beneficio de libertad provisional del que goza. Esta resolución,
refiere el accionante, es flagrantemente violatoria del debido proceso por
cuanto, con fecha 16 de enero, el Tercer Juzgado Penal del Cusco declaró
fundada la demanda de hábeas corpus incoada por el actor, disponiendo en su
parte resolutiva que deberá cumplirse una vez que quede consentida y/o
ejecutoriada; por tanto, los cuestionados magistrados no han respetado este
plazo, emitiendo la referida resolución al día siguiente de la expedición del
hábeas corpus. A su vez cuestiona el requerimiento de pago hecho por los
citados magistrados, señalando que se le está obligando a pagar la caución en
forma dineraria, cuando él no cuenta con dinero suficiente para cumplir con tal
requerimiento, lo cual se agrava con la declaratoria de insuficiencia de la
garantía patrimonial solicitada por él.

Los vocales Alfredo Barboza Oré, José Custodio Chafloque y Gonzalo


Zabárburu Saavedra se apersonaron y absolvieron la demanda mediante
escrito de fecha 28 de febrero de 2005, obrante a fojas 157, mediante el cual
precisan que la demanda debe ser declarada improcedente, por cuanto al actor
se le fijó mediante resolución de fecha 14 de noviembre de 2003, la obligación
de pagar una caución ascendente a ciento cincuenta mil nuevos soles,
debiendo notarse que el procesado pagó la caución con un depósito judicial
que luego procedió a retirar, por haber un error en el cuaderno de destino, tras
lo cual el procesado ofreció una garantía patrimonial que fue declarada
improcedente por resolución NI 46, de 16 de agosto de 2004, confirmada por
resolución de 14 de diciembre de 2004. De ello se aprecia que se respetó el
derecho a la defensa en todo momento, por lo que la emisión de la resolución
Nº 62, de 18 de enero de 2005, se dio en cumplimiento a lo dispuesto en la
ejecutoria suprema que le impuso la obligación de pagar la caución citada, con
el respectivo apercibimiento; pero al ser anulada ésta mediante hábeas corpus
de fecha 17 de febrero de 2005, obrante en autos a fojas 4, es que se emite la
resolución NI 80, dando cumplimiento a la resolución de hábeas corpus
mencionada y dejando sin efecto las órdenes de captura contra el actor.

El Juzgado Penal de Vacaciones de la Corte Superior de Justicia del


Cusco, con fecha 4 de mayo de 2005, declaró infundado el proceso
constitucional de hábeas corpus al concluir que el requerimiento de pago hecho
al actor, que originó la emisión de la resolución Nº 80, se hizo en acatamiento
de una orden emanada de autoridad judicial competente, motivada por el
incumplimiento de un mandato originario y anterior; agregando que si bien la
sentencia Nº 62, de 18 de enero de 2005, fue cuestionada en el proceso
constitucional Nº 007-2005, en este proceso no se declaró nulidad alguna
respecto de la obligación de pago, por lo que el actor recurrió en vía de recurso
de agravio constitucional a este Tribunal, apelación que fue concedida con
efecto suspensivo respecto del extremo declarado como violatorio al debido
proceso, mas no puede enervar el requerimiento hecho por los demandados
mediante la resolución cuestionada, por cuanto éstos sólo procedieron a dar
cumplimiento a lo dispuesto por una sentencia firme y consentida.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. De autos se tiene que el señor Rafael Edwi Ríos López fue procesado
por la presunta autoría del Delito de Motin y otros en agravio del Estado
Peruano, proceso del cual se deriva un incidente de libertad provisional, que
concluye con la emisión de la resolución de fecha 14 de noviembre de 2003,
obrante en autos a fojas 49, concediéndosele el beneficio de libertad
provisional, y dictándose, para su caso, entre otras reglas de conducta, la
obligación de depositar la suma de ciento cincuenta mil soles por concepto de
caución, bajo apercibimiento de ley en caso de incumplimiento. El monto fijado
en esta resolución quedó investido con autoridad de cosa juzgada, pues no fue
materia de apelación en ese extremo.

2. Posteriormente, la Sala Superior Mixta de la Corte Superior de Justicia


de Madre de Dios emitió la resolución Nº 53, de 16 de agosto de 2004, obrante
a fojas 39, en la que declaró insuficiente la constitución de garantía patrimonial
ofrecida por el actor. Esta fue confirmada por la Sala Penal Permanente de la
Corte Suprema de Justicia de la República por resolución de fecha 14 de
diciembre de 2004, obrante a fojas 48, en la que declaran no haber nulidad
respecto de la declaratoria de insuficiencia de garantía patrimonial.

3. El 18 de enero de 2005, la Sala Superior Mixta de la Corte Superior de


Justicia de Madre de Dios emite la resolución Nº 62, a fojas 44, mediante la
cual requiere al actor el pago de la caución impuesta bajo apercibimiento de
revocarse el beneficio de la libertad provisional y ordenar su detención. Es
contra este requerimiento que el actor interpone recurso de hábeas corpus, que
es declarado fundado por el Tercer Juzgado Penal del Cusco, mediante
sentencia de fecha 17 de febrero de 2005, obrante en autos a fojas 04,
sentencia que concluyó que los demandados procedieron con la revocatoria del
beneficio de libertad en contra del actor sin respetar el plazo concedido para el
pago de la caución. A su vez, en el segundo punto de su parte resolutiva,
dispone que los magistrados demandados no vuelvan a incurrir en las acciones
que han motivado la interposición de la demanda, bajo apercibimiento de
aplicárseles las medidas coercitivas de la Ley Nº 28237. Contra esta sentencia,
el actor interpone recurso de apelación, que motivó la emisión de la sentencia
de fecha 23 de julio de 2004, obrante a fojas 09, confirmando lo resuelto por la
primera instancia, por lo que el actor interpuso recurso de agravio
constitucional, mediante el cual pretende que se dejen sin efecto las
resoluciones Nºs. 53 y 62, recurso que le fue concedido con fecha 14 de marzo
de 2005, obrante a fojas 132, y que se halla en trámite.

4. De lo expresado en los fundamentos anteriores se colige que el monto


que se estableció como caución al actor procedió de un proceso regular que
culminó con la resolución de 14 de diciembre de 2004, obrante a fojas 49, que
no fue materia de apelación y quedó investida con autoridad de cosa juzgada.
Por tanto, al ostentar esta calidad, el pago de este monto, entendido como
regla de conducta, no puede ser variado mediante un proceso constitucional,
más aun por cuanto éstos no pueden cuestionar lo dictaminado en un proceso
judicial regular, sino tan sólo velar por el cumplimiento de las garantías
procesales de los que éstos deben ir investidos. Por tanto, no tiene asidero
legal la aseveración del actor en el sentido de que lo dispuesto en la parte
resolutiva de la sentencia de hábeas corpus declarada fundada en su favor, de
disponer que los magistrados demandados no vuelvan a incurrir en las
acciones que han motivado la interposición de la demanda, incluye una
prohibición tácita de hacer cumplir la regla de conducta fijada en una sentencia
firme y consentida, pues esa disposición sólo abarca a la obligación de los
magistrados de cumplir con los plazos procesales establecidos en ley antes de
revocar el beneficio de libertad provisional.

5. Asimismo, cabe citar que la apelación interpuesta por el actor respecto de la


sentencia de segundo grado, que declaró fundada en parte su anterior
demanda de hábeas corpus, se refirió a los extremos vinculados a la validez de
las resoluciones Nºs. 53 y 62, por lo que la emisión de la resolución Nº 80,
cuestionada por el actor en el presente proceso, de fecha 18 de febrero de
2005 y obrante a fojas 20, encaminada a cumplir lo dispuesto por el juez
constitucional, declarando nula la resolución Nº 63, renovando el acto procesal
y requiriéndole nuevamente el pago de la caución fijada en el plazo de dos días
bajo apercibimiento, no viola en ningún extremo la libertad individual o derecho
constitucional alguno del demandante.

6. El actor cuestiona la decisión judicial de estimar insuficiente la


garantía patrimonial por él ofrecida, declarada mediante resolución Nº 53, de
16 de agosto de 2004, obrante a fojas 39, y confirmada por resolución de fecha
14 de diciembre de 2004, obrante a fojas 48, alegando que éstas resoluciones
constituyen una violación al artículo 183 del Código Procesal Penal, que
dispone que “(...) la caución se fijará solamente cuando se trate de imputados
con solvencia económica, y consistirá en una suma de dinero que se fijará en la
resolución. El imputado puede empozarla en el Banco de la Nación o constituir
una garantía patrimonial suficiente a nombre del Juzgado de la Sala hasta por
dicho monto (...)”.

7. Sin embargo, de autos se tiene del mismo dicho del actor, en su


recurso de agravio constitucional, obrante a fojas 170, que éste depositó la
suma correspondiente a la caución impuesta, habiendo sido los cupones de
depósito judicial anexados al expediente principal y no al cuaderno de libertad
provisional, razón por la cual le devolvieron los cupones y el monto depositado;
sin embargo, en su recurso de hábeas corpus obrante a fojas 22, expresa que
se vio obligado a presentar solicitud de garantía patrimonial debido a que no
cuenta con dinero suficiente para cumplir la caución impuesta; de lo que se
deduce que al haberle sido devuelto el monto del depósito erróneamente
anexado al cuaderno principal, el recurrente no se halla en situación de
insolvencia, y de ser así debió optar por lo dispuesto en el tercer párrafo del
artículo 1839 del Código Procesal Penal, que establece que “(...) el imputado
que carezca de solvencia económica ofrecerá fianza personal escrita de una
persona natural o jurídica(...)”. Este tema fue materia de un proceso
constitucional previo, recaído en el Expediente Nº 31242004-HC/TC, de 17 de
diciembre de 2004, y que fue declarado infundado.

8. Consecuentemente, del estudio de las instrumentales obrantes en


autos se colige que no existe violación o amenaza cierta o inminente de ésta,
siendo de aplicación, contrario sensu, lo dispuesto en el artículo 49 segundo
párrafo del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

NULIDAD DE RESOLUCIÖN JUDICIAL


Cuando se invoque la amenaza de violación de un derecho constitucional, ésta
debe ser cierta y de inminente realización.

Expediente Nº 2222-2005-HC/TC
TACNA
MARIO RICARDO PASTOR DEVICENCI
(Publicada: 25-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 11 días del mes de mayo de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Goteili, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Mario Ricardo


Pastor Devicenci contra la resolución de la Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia del Tacna, de fojas 156, su fecha 8 de marzo de 2005, que declara
infundada la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 4 de febrero de 2005, doña Nora Irlanda Wedo de Alayza y


don Héctor David Pajares Gómez interponen demanda de hábeas corpus a
favor de don Mario Ricardo Pastor Devicenci, que dirigen contra la directora
Escarleth Laura Escalante, Jueza Especializada en lo Penal, por vulneración de
su derecho al libre tránsito y a la libertad individual, solicitando que
retrotrayendo las cosas al estado anterior a la vulneración constitucional, se
declare nula la resolución judicial expedida en la causa penal Nº 4412002, por
la cual se declara reo ausente al beneficiario y se dispone su captura.
Sostienen que el favorecido aparece como no habido en la secuela del
proceso, que la demandada se limitó a emplazarlo en dos oportunidades para
que rinda su declaración instructiva y que erróneamente considera que los
emplazamientos realizados por su judicatura fueron tres, pues da por válido el
realizado el día 3 de enero de 2005, fecha en que se llevó a cabo el inicio del
año judicial, lo que evidencia la tramitación de un proceso irregular, tanto más
si se considera el hecho de que si no rinde una declaración instructiva se
recorta el derecho de defensa.

Por otro lado, alegan que hasta la fecha de interposición de la demanda


la jueza emplazada omite pronunciarse sobre la nulidad de actuados deducida
y sobre la impugnación interpuesta, lo que constituye una grave irregularidad
que contraviene el debido proceso y acredita la vulneración de los derechos
constitucionales invocados.

Realizada la investigación sumaria, la magistrada emplazada alega que


no existe vulneración constitucional, que la resolución cuestionada se
encuentra arreglada a ley y que se declaró reo ausente al beneficiario por su
renuencia a rendir su declaración instructiva.

El Primer Juzgado Penal de Tacna, con fecha 10 de febrero de 2005,


declaró infundada la demanda, por considerar que de autos no se acredita la
vulneración constitucional demandada toda vez que la medida cuestionada se
encuentra prevista en la ley y fue dictada ante la inconcurrencia del
beneficiario.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS
1. El objeto del presente proceso constitucional es que se declare la
nulidad de la resolución judicial que declara reo ausente al beneficiario y
dispone su ubicación y captura, la cual, a criterio de los demandantes, vulnera
el debido proceso y la libertad individual y de tránsito del beneficiario.

2. Los demandantes alegan una doble afectación constitucional en


agravio del beneficiario; en primer lugar, la vulneración del debido proceso,
presuntamente materializada en la decisión de la magistrada emplazada de
declarar reo contumaz al beneficiario como consecuencia de dar por válidos
emplazamientos judiciales irregulares; y, en segundo lugar, la amenaza contra
su libertad individual, materializada en la orden de captura dictada en su contra.

3. Es importante precisar que si bien el proceso de hábeas corpus no


tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que se han producido restricciones a la
libertad individual del beneficiario mediante resolución judicial, el Tribunal
Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad
constitucional de los actos considerados lesivos.

4. El artículo 139 de la Norma Suprema establece los principios y


derechos de la función jurisdiccional, consagrando el inciso 39 la observancia
del debido proceso y la tutela jurisdiccional. Es decir, garantiza al justiciable
-ante su pedido de tutela-, el deber del órgano jurisdiccional de observar el
debido proceso y de impartir justicia dentro de los estándares mínimos
establecidos por los instrumentos internacionales.

5. Este enunciado recogido por el artículo 49 del Código Procesal


Constitucional, establece que “[s]e entiende por tutela procesal efectiva aquella
situación jurídica de una persona en la que se respetan, de modo enunciativo,
sus derechos de libre acceso al órgano jurisdiccional, a probar, de defensa, al
contradictorio e igualdad sustancial en el proceso, a no ser desviado de la
jurisdicción predeterminada ni sometido a procedimientos distintos de los
previos por la ley, a la obtención de una resolución fundada en derecho, a
acceder a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de revivir
procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna de las
resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad procesal
penal”.

En consecuencia, el debido proceso se asienta en la concepción del


derecho de toda persona a la tutela jurisdiccional efectiva y se concreta a
través de las garantías que, dentro de un iter procesal diseñado en la ley, están
previstas en la Constitución Política del Perú.
6. Con respecto a la amenaza de violación de un derecho constitucional,
el artículo 21 del Código Procesal Constitucional (establece que: “(...) cuando
se invoque la amenaza de violación de un derecho constitucional, ésta debe
ser cierta y de inminente realización (...)”.

7. En tal sentido, de autos se advierte que con fecha 21 de diciembre de


2004 el Tercer Juzgado Penal de Tacna abrió instrucción contra el beneficiario
por delito de abuso de autoridad (fs. 50-51), señalando fecha hasta en tres
oportunidades para la recepción de su declaración instructiva, los días 7 de
enero (fs. 71-72), 21 de enero (fs. 86) y 2 de febrero de 2005 (fs. 95), sin que
comparezca dicho justiciable, y que, ante la renuencia acatar el mandato
judicial que evidencia su inconcurrencia a las reiteradas citaciones, la
emplazada lo declaró reo ausente, disponiendo su ubicación y captura (fs. 113).

8. Es pertinente recordar que es deber del órgano jurisdiccional efectuar


su labor dentro de los plazos legales, pudiendo incluso hacer uso de apremios
coercitivos como conducciones compulsivas o capturas de acuerdo a la libre
discrecionalidad -que en materia penal específicamente le otorga la calidad de
director de la instrucción, que le atribuye el artículo 49 del Código de
Procedimientos Penales-, disponiendo expresamente que (...) “El juez instructor
es el director de la instrucción. Le corresponde como tal la iniciativa en la
organización y desarrollo de ella”.

9. De autos es posible advertir que el beneficiario ejercitó activamente su


derecho de defensa por medio de los abogados demandantes; así, después de
formalizada la denuncia por el representante del Ministerio Público, solicitó a la
jueza que proceda a evaluar lo investigado en la etapa (fs. 66), dedujo la
nulidad de actuados -petición que incluía la nulidad del auto de apertura de
instrucción-, solicitó pronunciamiento sobre la nulidad deducida (fs. 77), apeló
del auto que le abre instrucción (fs. 80-84), y solicitó que se declare nulo y sin
efecto el señalamiento de fecha para su declaración Instructiva fijada para el 7
de enero de 2005 (fs. 77).

10. Por otro lado, entre el 21 de diciembre de 2004, en que se dictó el


auto de apertura de instrucción, y el 2 de febrero de 2005 en que se declaró reo
ausente al beneficiario por su renuencia a rendir su declaración instructiva,
transcurrieron más de 41 días de los 60 que el Decreto Legislativo Nº 124
prevé como plazo para la instrucción, en un proceso penal sujeto a trámite
sumario, debido a actos procesales dilatorios imputables al propio beneficiario.

11. De lo expuesto se extrae, de una parte, que no existe verosimilitud


en la afirmada amenaza ya que el de autos es un proceso regular que debe
concluir precisamente con la decisión final del órgano jurisdiccional y, de otra
que la supuesta afectación no es de inminente realización; por consiguiente, la
demanda debe ser desestimada en aplicación del Código Procesal
Constitucional acotado.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DEL DERECHO AL DEBIDO PROCESO

Expediente Nº 2310-2004-HC/TC
LIMA
AQUILINO CARLOS PORTELLA NUÑEZ
(Publicada: 25-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 21 días del mes de junio de 2004, la Segunda Sala del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Bardelli
Lartirigoyen, García Toma y Landa Arroyo, pronuncian la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Aquilino Carlos Portella


Núñez contra la sentencia de la Cuarta Sala Penal para Procesos con Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 212, su fecha 16 de
abril de 2004, que declaró improcedente la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 13 de febrero de 2004, interpone demanda de


hábeas corpus contra la Juez del Primer Juzgado Anticorrupción, doctora
Magaly Bascones-Gómez Velásquez, quien con fecha 24 de enero de 2003
abrió instrucción al recurrente por la supuesta comisión de los delitos contra la
vida, el cuerpo y la salud homicidio calificado, violación de la libertad personal
en la modalidad de secuestro agravado y desaparición forzada de personas.
Sostiene que tanto el Decimosexto Juzgado en lo Penal de Lima como la Sala
de Guerra del Consejo Supremo de Justicia Militar, con fecha 17 de diciembre
de 1993 y 16 de abril de 1993, respectivamente, le abrieron proceso penal por
la comisión de los mismos delitos antes señalados, lo que dio lugar a que se
entable una contienda de competencia, la misma que fue dirimida mediante la
Ejecutoria Suprema de fecha 11 de febrero de 1994, en la que se declaró que
el Consejo Supremo de Justicia Militar debía continuar con el conocimiento de
la causa; que, sin embargo, la Juez penal emplazada se ha avocado al
conocimiento de dicha causa, situación que vulnera sus derechos
constitucionales al debido proceso, a la tutela jurisdiccional y a la libertad
personal.

Realizada la investigación sumaria, el recurrente ratificó la demanda. Por


su parte, la Juez emplazada manifestó que el proceso principal se encuentra
para ser elevado a la Sala Penal Especial y que el accionante ha ejercitado los
medios de defensa como son el corte de secuela y la declinatoria de
jurisdicción

El Quincuagésimo Primer Juzgado Especializado en lo Penal de Lima,


con fecha 20 de febrero de 2004, declaró improcedente la demanda,
argumentando que el recurrente debe hacer prevalecer su derecho,
supuestamente conculcado, en el proceso judicial que se le sigue.

La recurrida confirmó la apelada, por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

§ 1. PETITORIO DE LA DEMANDA

1. Mediante la presente demanda, el accionante pretende que se


disponga la remisión de lo actuado en el expediente penal Nº 03-03, que le
sigue la emplazada juez del Primer Juzgado Anticorrupción, al fuero militar, y
que, siendo ilegal su detención, debe ser puesto de inmediato a disposición del
juzgado correspondiente.

§ 2. ANÁLISIS DEL ACTO MATERIA DE RECLAMACIÓN


CONSTITUCIONAL

2. A fin de determinar si la pretensión del demandante resulta objeto de


protección constitucional, es necesario efectuar las siguientes precisiones: a)
ante el Primer Juzgado Penal Especial a cargo de la magistrada demandada se
tramita el proceso Nº 03-2003, por los hechos delictivos acaecidos en la
Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”,
habiéndose abierto instrucción con mandato de detención, con fecha 24 de
enero de 2003, en los seguidos contra el accionante y otros por la comisión de
delito contra la vida, el cuerpo y la salud -homicidio calificado-, y delito contra la
libertad personal -secuestro agravado y desaparición forzada de personas-, en
agravio de don Hugo Muñoz Sánchez, doña Bertila Lozano Torres, doña Dora
Oyague Fierro, don Luis Enrique Ortiz Perea, don Richard Armando Amaro
Cóndor, don Robert Edgar Teodoro Espinoza, don Heráclides Pablo Meza, don
Felipe Flores Chipana, don Marcelino Rosales Cárdenas y don Juan Gabriel
Maríños Figueroa, proceso penal en el cual se dictó mandato de detención; b)
el 17 de diciembre de 1993, el Decimosexto Juzgado Penal de Lima abrió
instrucción contra el demandante por los hechos criminosos anteriormente
mencionados; c) la Sala de Guerra del Consejo Supremo de Justicia Militar
abrió instrucción contra el demandante con fecha 16 de abril de 1993
(emitiendo autos ampliatorios de fecha 7 y 13 de julio, y 13 de diciembre de
1993) por los mismos delitos reseñados; d) la Corte Suprema de Justicia de la
República, con fecha 11 de febrero de 1994, dirimió una contienda de
competencia a favor del fuero militar, por lo que el Decimosexto Juzgado Penal
de Lima remitió todo lo actuado al Consejo Supremo de Justicia Militar; e) la
Justicia Militar dictó sentencia contra los militares instruidos conjuntamente con
el demandante, pero dispuso la reserva de su juzgamiento hasta que sea
habido.

3. La comisión de los hechos que son materia del proceso penal seguido
contra el recurrente ha sido atribuida al autodenominado Grupo Colina, cuyo
siniestro accionar delictivo ha motivado el rechazo y la condena de la
comunidad nacional e internacional. El Estado peruano no debe tolerar la
impunidad de estos y otros graves crímenes y violaciones a los derechos
humanos, tanto por una obligación ética fundamental derivada del Estado de
Derecho, como por el debido cumplimiento de compromisos expresos
adquiridos por el Perú ante la comunidad internacional.

4. Como “los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte


del derecho nacional” (art. 55 de la Constitución), es del caso recordar que la
jurisdicción internacional establece plantear expresamente que no pueden
oponerse obstáculos procesales que tengan por propósito eximir a una persona
de sus responsabilidades en graves crímenes y violaciones del derecho
internacional humanitario y los derechos humanos. Esta afirmación se deriva,
como ha sido señalado, de la obligación del Estado de investigar y sancionar
las violaciones que hubiesen sido cometidas y que estuviesen pendientes de
juzgar.

5. En este sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha


señalado que la obligación de investigar debe cumplirse con seriedad y no
como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa. La
investigación que desarrolle el Estado, por medio de sus autoridades
jurisdiccionales, debe ser asumida como un deber jurídico propio y no como
una gestión procesal cualquiera. El derecho a la tutela judicial exige que los
jueces dirijan el proceso con el imperativo de evitar dilaciones y
entorpecimientos indebidos que provoquen situaciones de impunidad,
frustrando así la debida protección judicial de los derechos humanos (caso
Bulacio versus Argentina, Sentencia del 18 de septiembre del 2003).

6. Es dentro de esta línea de principios que resulta plenamente válido y


legítimo el encausamiento penal del demandante, y su consecuente detención,
ordenada por la Juez penal demandada, pues es evidente su propósito de
enervar o impedir que se le procese en el fuero ordinario. Es conveniente
precisar que en el itinerario de la causa seguida al demandante, la Corte
Suprema de Justicia de la República dirimió competencia a favor de la justicia
militar, donde inclusive se dictó sentencia contra sus coprocesados, pero a éste
se le reservó el juzgamiento por su condición de reo ausente, siendo incluso
ulteriormente beneficiado con el corte de la secuela del proceso en aplicación
de las leyes de amnistía Nºs. 26479 y 26492; este tratamiento resulta
incompatible con lo resuelto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos
en su sentencia de fondo en el caso “Barrios Altos”, fallo que, en virtud de la
sentencia interpretativa dictada por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos con fecha 3 de setiembre de 2001, tornóse de alcance general, por lo
que es aplicable a todos los casos de violaciones de derechos humanos en los
que se aplicó las referidas leyes de amnistía.

7. Siendo así, la actuación jurisdiccional de la magistrada emplazada no


contraviene los derechos constitucionales invocados en la demanda, resultando
de aplicación el artículo 2, aplicable por temporalidad y concordante con el
Código Procesal Constitucional, que consagra el Instituto de no ser desviado
de la jurisdicción predeterminada, el mismo que se deriva del principio
constitucional de que ninguna autoridad puede avocarse causas pendientes
ante el órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones (art.
139, inciso 1 de la Constitución)

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.
SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
LANDA ARROYO

INOBSERVANCIA DEL DERECHO AL DEBIDO PROCESO

Expediente Nº 2986-2005-PHC/TC
LIMA
PEDRO ANTONIO MACHUCA MURGUÍA
(Publicada: 25-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 22 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli
Lartirigoyen, García Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Miguel Angel


Vásquez de la Rosa a favor de don Pedro Antonio Machuca Murguía contra la
sentencia de la Cuarta Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 156, su fecha 28 de febrero de 2005, que declaró improcedente la
demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 6 de diciembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus en favor de don Pedro Antonio Machuca Murguía contra el
Vigésimo Noveno Juzgado Penal de Lima, por la inobservancia del derecho al
debido proceso en la instrucción seguida contra el favorecido por la presunta
comisión del delito contra el pudor, Exp. Nº 670-01, en agravio de menor de
edad. Sostiene el demandante que su representado fue condenado en dicho
proceso en virtud de las pericias psicológicas practicadas por la psicóloga del
centro educativo de la menor y por una psicóloga particular, sin darse
cumplimiento a lo dispuesto por la Cuarta Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Lima cuando declaró la nulidad de la sentencia de primera instancia,
en el sentido de que debía actuarse la pericia psicológica y psiquiátrica a la
menor agraviada por parte de la Oficina Médico Legal del Ministerio Público, la
que el demandante considera necesaria para determinar delitos como el que se
imputa a su patrocinado; de otro lado, refiere que las peritos que intervinieron
en el proceso no fueron designadas por la jueza ni por ninguna otra autoridad,
puesto que sus dictámenes fueron anexados en la etapa policial, sin que exista
escrito o acta que dé cuenta de su presentación para que pudieran ser
incorporadas al proceso lo cual constituye una afectación al debido proceso, en
tanto que se ha contravenido lo dispuesto por el artículo 1609 del Código de
Procedimientos Penales. Todo ello dio lugar a que en su oportunidad se
recusara a la jueza a cargo del proceso, sin que se obtuviera un resultado
satisfactorio para la parte demandante.

Dentro de la investigación sumaria se anexaron al expediente de hábeas


corpus copias certificadas de los actuados procesales correspondientes al
proceso penal seguido contra el beneficiario en la vía ordinaria (fs. 35 a 95),
recibiéndose las declaraciones de la emplazada (f. 96), y del accionante (f. 98),
así como el apersonamiento del Procurador Adjunto a cargo de los asuntos
judiciales del Poder Judicial (f. 106).

El Sexto Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha 14 de


diciembre de 2004, declaró improcedente la demanda por considerar que no se
evidencia en autos la afectación del derecho al debido proceso y porque el
proceso de hábeas corpus no es una supra instancia que revise las decisiones
de las instancias ordinarias.

La recurrida confirmó la apelada en atención a que el beneficiado ha


gozado de tutela procesal efectiva sin que se haya vulnerado el debido
proceso; de otro lado, en el caso de autos no se aprecia la existencia de una
resolución judicial firme.

FUNDAMENTOS

1. Se cuestiona en autos la forma en que el proceso penal seguido


contra el beneficiario ha sido tramitado en la vía ordinaria; sobre el particular, el
recurrente expone que aquel ha sido tramitado afectándose el debido proceso
al permitirse la intervención de peritos que no fueron designados por el
juzgador, así como que la juez emplazada se encontraba parcializada en contra
de los intereses del procesado en el Exp. Nº 670-01, por ante el Vigésimo
Noveno Juzgado Penal de Lima.

2. Respecto a la intervención de las psicólogas que presentaron sus


informes en la etapa de investigación prejurisdiccional, debe hacerse notar que
éstas, posteriormente, se ratificaron en cuanto al contenido de dichos
documentos, como se aprecia de fs. 64 y 69 de autos, en los que además se
advierte la participación del Representante del Ministerio Público y del abogado
del beneficiado en el presente proceso, constando que éste último formuló
preguntas a la profesional declarante. Por consiguiente, este Colegiado
considera que en la medida en que dichos medios probatorios han sido
oralizados en el proceso, con las garantías que la Constitución establece, la
intervención de las psicólogas no invalida lo actuado en el proceso siendo
además que el valor probatorio de sus informes será el que les otorgue el
juzgador al momento de la decisión.

3. En lo relativo a la afectación al debido proceso al no haberse aplicado


el artículo 160 del Código de Procedimientos Penales, este Colegiado
considera que en la medida que dicha disposición establece el nombramiento
de peritos en los procesos penales, corresponde al juez seguir el trámite para
tal efecto, pero ello en modo alguno enerva la posibilidad que puedan
desarrollarse o presentarse peritajes cuyo valor probatorio será, como ya
quedó expuesto, el que el juzgador les asigne; en todo caso, la no actuación de
los peritajes dispuestos por la instancia superior también deberá ser merituada
por el juez ordinario, no correspondiendo que el Tribunal Constitucional emita
un pronunciamiento sobre el particular, más aún cuando la facultad de
determinar la responsabilidad o inocencia de una persona es una atribución del
juez penal ordinario.

4. Sobre la presunta actuación parcializada de la jueza emplazada este


Tribunal tampoco advierte razón o causa objetiva que permita acreditar lo
expuesto por el recurrente, razón por la que la demanda debe ser desestimada
también en este extremo.

5. Finalmente, cabe señalar que la garantía prevista en el artículo 1391


de la Constitución, conlleva a que la parte recurrente acredite objetivamente la
existencia de hechos que demuestren que ha sido perjudicado en el proceso
afectándose las garantías del debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva,
para lo cual debe demostrarse tanto el perjuicio como las presuntas razones o
causas que lo originaron, lo que no aparece acreditado en autos. De otro lado,
se advierte que el recurrente pretende objetar la valoración de los medios
probatorios que el juzgador pudiera realizar en el proceso penal de su
competencia, situación que no puede ser objeto de protección en sede
constitucional.

6. En consecuencia y conforme a los fundamentos precedentes, en la


medida que los hechos alegados no importan la afectación del derecho a la
libertad individual, ni mucho menos de derechos conexos al mismo, derechos
protegidos en los términos del artículo 200, inciso 1), de la Constitución, es que
la demanda debe ser rechazada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

VARIACIÓN DEL MANDATO DE DETENCIÓN


Tanto en caso se mantenga la detención o sea variada por otra de menor
aflicción, dicha decisión debe cumplir la exigencia constitucional de motivación
resolutoria, que garantiza que los jueces, cualquiera que sea la instancia a la
que pertenezcan, deben expresar el proceso mental que los ha llevado a
decidir una controversia, a efectos de asegurar que el ejercicio de la potestad
de administrar justicia se haga con sujeción a la Constitución y a la ley; pero
también con la finalidad de facilitar un adecuado ejercicio del derecho de
defensa de los justiciables.

Expediente Nº 4592-2004-PHC/TC
CAJAMARCA
LUIS ÁNGEL CIEZA ALVARADO
(Publicada: 25-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de febrero de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Flor de María


Cisneros a favor de don Luis Angel Cieza Alvarado contra la resolución emitida
por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia de Cajamarca, de fojas 87,
su fecha 26 de octubre de 2004, que declaró improcedente la demanda hábeas
corpus de autos.

ANTECEDENTES

Demanda
Con fecha 3 de diciembre de 2003, se interpone demanda de hábeas
corpus a favor de don Luis Angel Cieza Alvarado, contra la Sala Penal de La
Corte Superior de Cajamarca, integrada por los Vocales Meneses Castañeda,
Cabrejo Villegas y Bazán Sánchez, sosteniendo que ante la Sala Penal
emplazada se tramita el proceso penal Nº 2001-088, que se le sigue al
beneficiario por la presunta comisión del delito contra la libertad sexual en
agravio de una menor, causa en la que se ha solicitado se varíe el mandato de
detención impuesto al beneficiario por el de comparecencia; sin embargo, la
Sala Superior no ha resuelto la petición adecuadamente contraviniendo el
derecho constitucional a la motivación de resoluciones, situación que atenta
contra la libertad personal del beneficiario.

Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, los Vocales superiores emplazados


rinden sus declaraciones explicativas sosteniendo, uniformemente, que las
resoluciones cuestionadas fueron dictadas en forma regular en concordancia
con los hechos y las pruebas materializadas.

Resolución de Primera Instancia.

El Cuarto Juzgado Penal de Cajamarca, a fojas 68, con fecha 4 de


octubre de 2004, declaró improcedente la demanda de hábeas corpus por
estimar que variar o no la situación jurídica de un procesado es facultad de la
autoridad judicial, según el estado o la etapa procesal, no apreciándose de
autos vulneración a derecho constitucional alguno.

Resolución de Segunda Instancia.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Delimitación del petitorio

Se pretende mediante este proceso constitucional que se varíe el


mandato de detención impuesto al beneficiario por la medida de
comparecencia, lo cual no ha sido resuelto con arreglo a derecho por la Sala
superior emplazada.

2. Sobre la aplicación del Código Procesal Constitucional (Ley Nº 28237)

1. Debe apreciarse que con posterioridad a la interposición del Recurso


Extraordinario interpuesto por el demandante, entró en vigencia con fecha 1 de
diciembre de 2004, el Código Procesal Constitucional, Ley 28237, que regula
los procesos constitucionales, entre ellos el hábeas corpus.

2. Este corpus normativo dispone en su Segunda Disposición Final que:


“(...) las normas procesales previstas por el presente Código son de aplicación
inmediata, incluso a los procesos en trámite. Sin embargo, continuarán
rigiéndose por la norma anterior: las reglas de competencia, los medios
impugnatorios interpuestos, los actos procesales con principio de ejecución y
los plazos que hubieran empezado”.

3, Que, al tratarse de un hábeas corpus que cuestiona una resolución


judicial, el artículo 4 del Código precitado condiciona su procedencia a que tal
resolución judicial sea firme, calidad que no reviste la resolución cuestionada
por el demandante -si se considera que por resolución judicial firme debe
entenderse a aquella contra la que se ha agotado los recursos previstos por la
ley procesal de la materia-, pues tal exigencia no estaba contemplada en las
normas procesales constitucionales que regían al momento de interponerse la
presente demanda.

4, Atendiendo a los criterios antes expuestos, este tribunal considera que


es de aplicación al presente hábeas corpus los alcances de la Segunda
Disposición Final de la Ley Nº 28237.

3. Análisis del caso constitucional

La excepcionalidad de la prisión provisional y la motivación de las


resoluciones judiciales

5. Como se aprecia de la demanda, se cuestiona el mantenimiento de la


medida de detención de la que es objeto el beneficiario, arguyendo que no se
ha fundamentado debidamente su imposición, por lo que reclama la variación
de esta medida coercitiva por la comparecencia.

6. Al respecto, si bien la detención es una medida cuyo objetivo es


resguardar la eficiencia plena de la labor jurisdiccional, no puede constituir la
regla general a la cual recurra la judicatura, y, por el contrario, debe atenerse a
su carácter interino, es decir, su mantenimiento sólo debe persistir en tanto no
desaparezcan las razones objetivas y razonables que fundamentaron su
dictado.

7. En efecto, las medidas coercitivas, además de ser provisionales, se


encuentran sometidas a la cláusula rebus sic stantibus, lo que significa que su
permanencia o modificación, a lo largo del proceso, estará siempre
subordinada a la estabilidad o el cambio de los presupuestos que hicieron
posible su adopción inicial, por lo que es plenamente posible que, alterado el
estado sustancial de los datos reales sobre los cuales la medida se adoptó, sea
factible su variación.

8. Cabe precisar que, tanto en caso se mantenga la detención o sea


variada por otra de menor aflicción, dicha decisión debe cumplir la exigencia
constitucional de motivación resolutoria, que garantiza que los jueces,
cualquiera que sea la instancia a la que pertenezcan, deben expresar el
proceso mental que los ha llevado a decidir una controversia, a efectos de
asegurar que el ejercicio de la potestad de administrar justicia se haga con
sujeción a la Constitución y a la ley; pero también con la finalidad de facilitar un
adecuado ejercicio del derecho de defensa de los justiciables.

9. Resulta imprescindible destacar (lo ha declarado este Colegiado en la


STC Nº 1291-2000-AA/TC), que la Constitución no garantiza una determinada
extensión de la motivación, por lo que su contenido esencial se respeta
siempre que exista fundamentación jurídica, congruencia entre lo pedido y lo
resuelto y que por sí misma exprese una suficiente justificación de la decisión
adoptada, aún si ésta es breve o concisa o se presenta el supuesto de
motivación por remisión.

10. En esta línea argumental, este Tribunal Constitucional considera que


en el presente caso la autoridad judicial

demandada ha expuesto en su descargo la razón por la que considera


que la petición de libertad del beneficiario ha sido oportunamente resuelta en
diversas resoluciones, como así se desprende de la resolución de fecha 23 de
octubre de 2003 (fs. 55).

11. Siendo así, debe desestimarse la presente demanda en aplicación


del artículo 2, contrario sensu, del Código Procesal Constitucional, Ley Nº
28237.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que lé confiere Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI
VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Y
DEBIDO PROCESO

Expediente Nº 5942-2005-PHC/TC
LIMA
SERGIO LEONEL RAMOS GONZALES
(Publicada: 25-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 29 días del mes de agosto de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Sergio Leones Ramos


Gonzales contra la sentencia de la Primera Sala Especializada en lo Penal para
Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
90, su fecha 7 de junio de 2005, que declaró infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 17 de enero de 2005 el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, solicitando que se
ordene su inmediata excarcelación. Manifiesta encontrarse detenido desde el 7
de noviembre de 1992; haber sido procesado y condenado a cadena perpetua;
y que tal proceso fue declarado nulo, razón por la cual se le abrió nuevo
proceso penal, en el cual se dictó mandato de detención. Alega que, a la fecha
de interposición de su demanda, se encuentra detenido en forma
ininterrumpida por espacio de 12 años, deviniendo su detención en arbitraria al
haberse excedido el plazo razonable sin haberse dictado sentencia,
afectándose su derecho a la libertad, debido proceso y presunción de
inocencia, entre otros.

De otro lado, aduce que las leyes que le aplican retroactivamente para
mantenerlo privado de su libertad son inconstitucionales, considerando que -en
su opinión- las leyes que restringen su libertad individual, sean éstas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben estar vigentes con anterioridad a la
fecha en que se produce su detención, y no pueden ser retroactivas, salvo que
beneficien al detenido, conforme lo señala el artículo 103 de la Constitución, el
cual no distingue entre ley penal o procesal penal.
Realizada la investigación sumaria, el actor se ratifica en el contenido de
su demanda. De otro lado, las vocales de la Sala emplazada, uniformemente,
solicitan que sea declarada infundada la demanda, alegando que no se han
vulnerado los derechos constitucionales invocados.

Refieren que el artículo 4 del Decreto Legislativo Nº 922 establece que el


plazo límite de detención para efectos de aplicación del artículo 137 del Código
Procesal Penal se inicia a partir del auto apertorio de instrucción dictado en el
nuevo proceso.

El Decimoctavo Juzgado Especializado Penal de Lima, con fecha 21 de


febrero de 2005, declaró infundada la demanda por considerar que, al haberse
expedido nuevo auto de apertura de instrucción contra el demandante por el
delito de contra la tranquilidad pública (terrorismo) y estando a los alcances de
lo regulado por 4 del Decreto Legislativo Nº 922, no se acredita el alegado
exceso de detención, máxime si el plazo de detención se duplicará
automáticamente.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

§ Petitorio

1. El objeto de la demanda es que se disponga la inmediata libertad del


recurrente, toda vez que considera haber cumplido en exceso el plazo máximo
para la detención judicial preventiva, establecido en el artículo 137 del Código
Procesal Penal.,

§ Análisis del acto lesivo materia de controversia constitucional

2. Conforme ha enunciado este Colegiado en reiterada jurisprudencia:


“(...) El derecho a que la prisión preventiva no exceda de un plazo razonable
(...) coadyuva al pleno respeto de los principios de proporcionalidad,
razonabilidad, subsidiariedad, necesidad, provisionalidad y excepcionalídad
que debe guardar la aplicación de la prisión provisional para ser reconocida
como constitucional. Se trata, propiamente, de una manifestación implícita del
derecho a la libertad personal y también del debido proceso, reconocidos en la
Constitución y sustentados en los principios de dignidad y Estado Democrático
de Derecho.

3. En el presente caso, respecto de la pretensión de excarcelación del


demandante, debe precisarse que el artículo 4 del Decreto Legislativo Nº 922,
publicado en el Diario Oficial con fecha 12 de febrero de 2003, dispuso que
para los efectos de la detención judicial preventiva contemplada en el artículo
137 del Código Procesal Penal, el plazo límite de detención se inicia a partir del
auto que abre instrucción en el nuevo proceso.

4. De autos se tiene que si bien el proceso que se le siguió al recurrente


en la justicia militar por el delito de traición a la patria fue declarado nulo, tal
como aparece a fojas 13, ello no tenía como efecto su inmediata libertad ni la
suspensión de las requisitorias existentes, sino el que, frente a la instauración
de un nuevo proceso penal -ante la jurisdicción común-, y ordenada su
detención, el plazo límite de duración de dicha medida deberá contarse desde
el auto de apertura de instrucción, tal como lo dispone el mencionado artículo 4
del Decreto Legislativo Nº 922.

5. Conforme se observa de fojas 15 a 22, con fecha 10 de marzo de


2003 el Segundo Juzgado Especializado en lo Penal de Terrorismo expidió el
auto de apertura de instrucción contra el recurrente y otros, por considerarlos
presuntos autores del delito contra la seguridad pública-terrorismo, por lo que
desde tal fecha hasta la expedición de la presente sentencia, no ha transcurrido
el plazo establecido en el artículo 137 del Código Procesal Penal.

6. Finalmente, la pretensión del recurrente sobre la aplicación retroactiva


en sentido desfavorable de la ley modificatoria del artículo 137 del Código
Procesal Penal (Ley Nº 28105) no es amparable, toda vez que, en reiterada
jurisprudencia, el Tribunal Constitucional ha sostenido que: “(...) En el caso de
las normas procesales penales rige el principio tempus regit actum, cuyo
enunciado es que la ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra
vigente al momento de resolverse el acto. Esto supone la aplicación inmediata
de la ley procesal, mas no que a través de ella se regulen actos procesales ya
cumplidos con la legislación anterior (...)”. (Exp. Nº 2196-2002-HC/TC FJ. 8].

7. En consecuencia, de autos se concluye que la detención que viene


sufriendo el accionante se encuentra dentro de los plazos establecidos por la
ley, no evidenciándose la vulneración de sus derechos fundamentales,
resultando de aplicación al caso el artículo 2, contrario sensu, del Código
Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.


Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

AFECTACIÓN DEL DERECHO A NO SER CONFINADA, INCOMUNICADA,


VIGILADA
No basta con alegar la existencia de un acto conculcatorio de los derechos
fundamentales, sino, cuando menos, acreditar que aquel ha ocurrido o, por lo
menos, que es verosímil que ello hubiera ocurrido.

Expediente Nº 6684-2005-PHC/TC
LIMA
CARMEN LUISA PÉREZ GUTARRA
(Publicada: 25-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Carmen Luisa


Pérez Gutarra contra la sentencia de la Cuarta Sala Penal de la Corte Superior
de Justicia de Lima, de fojas 199, su fecha 20 de julio de 2005, que declaró
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 26 de mayo de 2005 la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Cooperativa de Ahorro y Crédito de Sub Oficiales de la
PNP “Santa Rosa de Lima” Ltda., por la presunta afectación de sus derechos a
la libertad individual y a no ser sometida a tratos inhumanos, a no ser
confinada, a no ser incomunicada, a no ser vigilada cuando tales conductas
resulten actos arbitrarios o injustificados, razón por la que se solicita dejen sin
efecto los actos de retención que se realiza en un ambiente separado y
apartado de su puesto habitual de trabajo, debiéndosele restituir su derecho a
la comunicación, tránsito y al ejercicio de sus labores habituales. Sostiene, que
el 20 de mayo de 2005, conjuntamente con doña Rosa Sihuay Mueras y doña
Esperanza Medina Llerena, quienes trabajan en diferentes áreas de la
empresa, fueron trasladadas por orden del Jefe de Recursos Humanos de la
emplazada a un ambiente separado y apartado de las áreas donde
desempeñan sus funciones, prohibiéndoseles la comunicación con otras
personas así como de transitar por la empresa, salvo para utilizar los servicios
higiénicos; del mismo modo, que el área en la que se encuentran está cercada
con lunas y se encuentran en el mismo como si estuvieran en exhibición, con el
propósito de escarmentar a los trabajadores para desalentar cualquier actividad
sindical o acción ante la justicia para el reclamo de sus legítimos derechos,
siendo vigiladas por el personal de seguridad de la empresa durante la jornada
de trabajo como si fueran delincuentes, siendo que la demandante es la
Secretaria de Economía y único miembro de la Junta Directiva del Sindicato
único de Trabajadores de la Cooperativa (única superviviente de los despidos
que viene efectuando la empresa a los dirigentes sindicales y trabajadores
sindicalizados), siendo la recurrente hostilizada desde el mes de noviembre de
2004 por sus labores como dirigente sindical por reclamos de carácter
económico presentados ante el Poder Judicial.

Dentro de la sumaria investigación, se recibió la declaración de la


demandante (f. 26), de los emplazados (f. 29 y 32), y las testimoniales que
corren a fs. 50, 52, 98, 100, 111, 114, y 116.

El Noveno Juzgado Penal de Lima, con fecha 15 de junio de 2005,


declaró improcedente la demanda, por considerar que con las declaraciones de
los testigos han quedado desvirtuadas las imputaciones de la demandante,
toda vez que por las faltas graves cometidas por aquella se le cursó una carta
de preaviso de despido, no acreditándose la afectación de ningún derecho
constitucional ni mucho menos los actos de hostigamiento.

La recurrida revocó la apelada y la declaró infundada, en atención a que


la demanda planteada es insostenible, puesto que no puede considerarse
como un trato inhumano la entrega de carga laboral bajo la exigencia que sea
concluida en la fecha; del mismo modo, considera que no existe confinamiento
cuando conforme a lo expuesto por la propia demandante ello sucedía cuando
concurría a su centro de trabajo, de donde se deduce que su derecho a la
libertad no estaba conculcado, ya que no se encontraba encerrada pues podía
salir por determinación propia.

FUNDAMENTOS

1. Los hechos expuestos por la demandante, presuntamente ocurrieron


en su centro de labores; sin embargo, no se aprecia en autos medio probatorio
alguno que acredite su ocurrencia, salvo la propia alegación de aquella, lo que,
a criterio de este Colegiado, es insuficiente para que se ampare su demanda,
tanto más cuando lo expuesto por ella reviste tal gravedad que debería ser una
situación no sólo intolerable para ella o sus compañeras de labores que se
encontraban supuestamente incomunicadas, sino también para los demás
trabajadores de la emplazada, situación no verificada en autos. Por
consiguiente, en la medida que no basta con alegar la existencia de un acto
conculcatorio de los derechos fundamentales, sino, cuando menos, acreditar
que aquel ha ocurrido o, por lo menos, que es verosímil que ello hubiera
ocurrido, la demanda debe ser desestimada, en la medida que no se ha
acredito la afectación del derecho a la libertad individual contenido en el
artículo 2.24 de la Constitución.

2. De otro lado, se aprecia además la existencia de conflictos entre la


demandante y la emplazada, lo que no es materia de dilucidar en este proceso,
más aún, cuando la demandante fue despedida de su centro de labores, por la
supuesta comisión de falta grave, como se aprecia de fs. 82, situación que
también se verifica en el caso de doña Rosa Sihuay Mueras (f. 69), ello sin
tomar en cuenta los hechos expuestos por la propia demandante, en cuanto a
los reclamos pendientes de solución ante la autoridad jurisdiccional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

EXCESO DEL PLAZO DE DETENCIÓN


El derecho a que la prisión preventiva no exceda de un plazo razonable
coadyuva al pleno respeto de los principios de proporcionalidad, razonabilidad,
subsidiariedad, necesidad, provisionalidad y excepcionalidad que debe guardar
la aplicación de la prisión provisional para ser reconocida como constitucional.

Expediente Nº 7242-2005-PHC/TC
LIMA
ÓSCAR ELÍAS DAMASO TARAZONA
(Publicada: 25-04-2006)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Óscar Elías Damaso


Tarazona contra la sentencia de la Primera Sala Especializada en lo Penal para
Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
112, su fecha 6 de junio de 2005, que declara infundada la demanda de hábeas
corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 20 de septiembre de 2004, el recurrente interpone demanda


de hábeas corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, alegando haberse
excedido el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137 del Código
Procesal Penal, por lo que solicita su inmediata libertad. Manifiesta encontrarse
recluido desde el día 21 de agosto de 1998, pues fue procesado y condenado a
ocho años de pena privativa de la libertad, proceso que fue declarado nulo,
razón por la cual se le abrió nuevo proceso penal dictándose mandato de
detención, considera arbitraria e inconstitucional su detención, vulnerando todo
ello su derecho a la libertad, debido proceso, ser juzgado en un plazo
razonable y a la irretroactividad de la Ley.

Realizada la investigación sumaria, el actor se ratifica en el contenido de


su demanda. De otro lado, los vocales de la Sala emplazada,
independientemente, manifiestan que el demandante fue condenado a quince
años de pena privativa de la libertad en el proceso penal signado con el
número 68-98; que si bien se concedió libertad con comparencia restringida al
demandante, mediante resolución de fecha 12 de junio de 2001, ésta fue
revocada, para luego ser aprehendido y, con acto oral de fecha seis de abril del
presente año, culminar con la sentencia antes referida.

El Cuadragésimo Quinto Juzgado Especializado en lo Penal de Lima,


con fecha 25 de enero de 2005, declaró infundada la demanda, por considerar
que se trata de un proceso regular, en vía judicial ordinaria, en donde se dictó
sentencia condenatoria y que, habiéndose planteado recurso de nulidad, la
causa se encuentra en la Corte Suprema de la República.
La recurrida confirma la apelada por considerar que el proceso ordinario
aún se encuentra ventilándose en sede judicial, no habiendo quedado firme y
ejecutoriado.

FUNDAMENTOS

1. Es objeto de la presente demanda que se disponga la excarcelación


del recurrente, toda vez que el actor considera que se ha vencido el plazo
máximo para la detención judicial preventiva, establecido en el artículo 137 del
Código Procesal Penal.

2. El Código Procesal Constitucional, vigente desde el 1 de diciembre de


2004, establece requisitos para la procedencia del hábeas corpus, Estos
requisitos no eran exigibles al momento de la postulación de la demanda, de
manera que no procede requerir su cumplimiento a fin de garantizar el derecho
a la tutela jurisdiccional del demandante; en este sentido, será aplicable el
Código Procesal Constitucional, Ley Nº 28237.

3. Conforme ha enunciado este Colegiado en reiterada jurisprudencia:


“El derecho a que la prisión preventiva no exceda de un plazo razonable (...)
coadyuva al pleno respeto de los principios de proporcionalidad, razonabilidad,
subsidiariedad, necesidad, provisionalidad y excepcionalidad que debe guardar
la aplicación de la prisión provisional para ser reconocida como constitucional”.
(Exp. Nº 2915-2004-HC/TC).

4. El Decreto Legislativo Nº 926, que regula la nulidad de los procesos


por los delitos de terrorismo seguidos ante jueces y fiscales con identidad
secreta, dispone que la anulación declarada conforme con dicho Decreto
Legislativo no tendrá como efecto la libertad de los imputados, ni la suspensión
de las requisitorias existentes. Asimismo, establece en su Primera Disposición
Complementaria que el plazo límite de detención, conforme al artículo 137 del
Código Procesal Penal, en los procesos en los que se aplique dicho decreto,
“se computará desde la fecha de expedición de la resolución que declare la
anulación”.

5. Conforme se aprecia de la copia certificada que obra a fojas 83 de los


actuados, con fecha 1 de octubre de 2004 el recurrente, entre otros, fue
condenado a 15 años de pena privativa de la libertad por el delito contra la
tranquilidad pública - terrorismo y, habiéndosele concedido el recurso de
nulidad interpuesto, la causa fue elevada a la Corte Suprema de Justicia de la
República; siendo así, resulta de aplicación lo establecido en el quinto párrafo
del artículo 137 del Código Procesal Penal que señala: “Una vez condenado en
primera instancia el inculpado, la detención se prolongará hasta la mitad de la
pena impuesta, cuando ésta hubiera sido recurrida”.
6. En consecuencia, de autos se desprende que la detención que
cumple el accionante se encuentra dentro de los plazos establecidos por ley, no
acreditándose la vulneración de sus derechos fundamentales, resultando de
aplicación el artículo 2, contrario sensu, del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

NULIDAD DE RESOLUCIÓN POR PRESUNTA COMISIÓN DEL DELITO


DE COLUSIÓN

Expediente Nº 7330-2005-PHC/TC
LIMA
ÓSCAR EMILIO FERNANDO
BENAVIDES MORALES
(Publicada: 25-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Sergio Chávez


Jáuregui -abogado de don Óscar Emilio Fernando Benavides Morales- contra la
sentencia de la Cuarta Sala Penal de Procesos con Reos en Cárcel de la Corte
Superior de Justicia de Lima, de fojas 279, su fecha 17 de agosto de 2005, que
declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 22 de abril de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los Vocales Superiores integrantes de la Segunda Sala
Especializada Superior de Justicia de Lima, con el objeto que se tenga por
fenecido el proceso que se le sigue ante el Sexto Juzgado Penal Especial (Exp.
Nº 16-200) por la presunta comisión de los delitos de colusión y asociación
ilícita en agravio del Estado, por lo que solicita se disponga su excarcelación,
pues se ha vulnerado su derecho a la libertad individual al emitirse la resolución
Nº 19 de fecha 16 de febrero de 2005. Sostiene que se le está instruyendo por
la presunta comisión del delito de colusión, el mismo que solo puede ser
cometido por funcionarios públicos, por lo que en su oportunidad dedujo la
excepción de naturaleza de acción, con el objeto que se dé por fenecido el
proceso y se disponga el archivo del mismo, pues el hecho denunciado no
constituye delito por cuando hay ausencia de tipicidad; que dicha excepción fue
desestimada por el Sexto Juzgado Penal Especial de Lima, argumentando que
la doctrina señala que los “interesados”, esto es, quienes siendo particulares
negocian con el Estado, tienen la calidad de cómplices primarios; y que los
emplazados confirmaron dicha resolución aduciendo que es legal la calificación
atribuida a los comportamientos descritos, pues la doctrina nacional ha
establecido la participación de particulares en delitos contra la administración
pública a título de cómplices.

Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus se realizó la


investigación sumaria de ley, recibiéndose la declaración de los emplazados
(fs. 99, 100 y 101) e incorporándose al proceso copias certificadas de los
actuados más importantes del proceso penal seguido contra el recurrente,
como aparece de fojas 103 a 238.

El Cuadragésimo Quinto Juzgado Especializado en lo Penal de Lima,


con fecha 4 de mayo de 2005, declaró improcedente la demanda, por
considerar que no se ha acreditado en autos que se haya producido alguna
deficiencia del debido proceso que cause la invalidez de la resolución Nº 19, ni
que está afecte la tutela procesal individual ni mucho menos que afecte el
derecho a la libertad individual, puesto que el artículo 297.2 del Código de
Procedimientos Penales expresamente establece, de modo excepcional, que,
tratándose de autos que ponen fin a la instancia, procede la interposición de un
recurso de queja excepcional, el mismo que podía ser utilizado por el
demandante, lo que no ha ocurrido en el caso de autos; de otro lado, aduce
que tanto la participación como la responsabilidad penal de cada uno de los
procesados debe ser materia de valoración y dilucidación en el ámbito del
proceso penal.
La recurrida confirmó la apelada, argumentando que tanto el Ministerio
Público como el Poder Judicial son los órganos constitucionalmente facultados
para la persecución del delito y para el conocimiento de las causas donde se
investigue la presunta comisión de un hecho ilícito; esto es, que únicamente
estos órganos pueden pronunciarse sobre la ilicitud de un hecho denunciado
así como sobre la responsabilidad o inocencia de las personas involucradas.

FUNDAMENTOS

1. El objeto de la demanda de autos es cuestionar la existencia del


proceso seguido contra el accionante en el Exp. Nº 16-2002, por la presunta
comisión de los delitos de colusión y asociación ilícita, en el que se dedujo la
excepción de naturaleza de acción, la misma que fue desestimada por los
magistrados emplazados.

2. A fojas 225 de autos se aprecia la resolución Nº 19 de fecha 16 de


febrero de 2005, por la que se confirma la del 1 de diciembre de 2004, que
declaró infundada la excepción precitada por considerar: a) que, conforme a
reiterada jurisprudencia, la excepción de naturaleza de acción resulta viable
cuando la conducta descrita en la denuncia penal y en el auto apertorio de
instrucción no se adecua al tipo penal previsto en la norma legal; en ese
extremo, se evalúa tanto la antijuridicidad de la conducta, que haya ausencia
de las condiciones de punibilidad o en todo caso, que esté presente una
excusa absolutoria o causa de exclusión penal; b) que el delito de colusión se
encuentra tipificado en el Código Penal, al igual que el delito de cohecho
propio; c) que se aprecia, tanto de la denuncia penal como del auto de apertura
de investigación, que existen indicios razonables que vinculan al recurrente con
los hechos materia de investigación; d) que la doctrina nacional ha establecido
que la participación de particulares en los delitos contra la administración
pública a título de cómplices (considerando 16.b.); y, e) que, en consecuencia,
existen una serie de indicios razonables que determinan que los actos que se
les imputa a los procesados tienen carácter delictivo y son justiciables
penalmente, por lo que no resulta amparable el mecanismo de defensa
alegado.

3. En el Exp. Nº 2758-2004-HC, el Tribunal Constitucional expuso que si


bien es cierto que, como regia general, la tipificación penal y la subsunción de
las conductas ilícitas no son ni deberían ser objeto de revisión en estos
procesos, refiriéndose a los procesos constitucionales, pues ni la justicia
constitucional puede considerarse en forma análoga a la justicia penal, ni
aquella resulta una tarea que entre en el ámbito de competencia de los jueces
constitucionales (F. 7, criterio también reproducido en la sentencia recaída en el
Exp. Nº 4118-2004-HC/TC); también lo es que, citando al Tribunal
Constitucional de España, a los procesos constitucionales se ha “(...)
encomendado proteger los derechos fundamentales (...), conociendo de toda
calificación jurídica realizada por los tribunales ordinarios que viole o
desconozca (...) derechos, pero carece de aquel carácter en relación con
procesos comunes que resuelvan derechos intersubjetivos ajenos a los
derechos fundamentales y que se pronuncien sobre cuestiones de mera
legalidad, al ser competencia exclusiva de los jueces y tribunales su
interpretación y decisión, fijación de los hechos y subsunción, así como la
precisión de las consecuencias jurídicas (...), aunque se apoyen en errores,
equivocaciones o incorrecciones jurídicas o, en definitiva, en la injusticia de las
resoluciones, porque ello le convertiría [al juez constitucional] en órgano de
control de la mera legalidad, ejerciendo funciones que no le atribuye la
Constitución” [cf. STC 104/1985]”.

En aquella oportunidad, este Colegiado concluyó en que solo


excepcionalmente (cabe) efectuar un control constitucional sobre una
resolución judicial por afectación del principio de legalidad penal y, en concreto,
en aquellos casos en los que, al aplicar un tipo penal o imponer una sanción, el
juez penal se aparte del tenor literal del precepto o cuando la aplicación de un
determinado precepto obedezca a pautas interpretativas manifiestamente
extravagantes o irrazonables, incompatibles con el ordenamiento constitucional
y su sistema material de valores. En consecuencia, si en la justicia ordinaria se
determina la culpabilidad o inocencia del imputado, determinando en el caso si
se da el supuesto de hecho previsto en la norma y sobre la base de
consideraciones de orden penal, de acuerdo con la alternativa que ofrezca la
dogmática penal que se estime la más adecuada, la justicia constitucional, en
cambio, se encarga de determinar si la resolución judicial cuestionada afecta a
derechos constitucionales” (F. 8).

4. En consecuencia, se desprende de autos que los magistrados


emplazados, al resolver el recurso de apelación, han sustentado de manera
suficiente las consideraciones que los han llevado desestimar la excepción
deducida, basándose, esencialmente, en que existen indicios razonables que
determinan que los actos que se les imputa a los procesados tienen carácter
delictivo y son justiciables penalmente. Por tanto, al no haberse acreditado la
vulneración o amenaza de los derechos constitucionales del beneficiario,
contemplados en el artículo 2.24 y 139.3 de la Constitución, la presente
demanda deber ser desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las


atribuciones que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA LIBERTAD DE TRÁNSITO

Expediente Nº 5656-2005-PHC/TC
CAJAMARCA
YOLANDA HUAMANÍ CUSICHUAMAN
DE CONDORI
(Publicada: 25-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 29 días del mes de agosto de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Yolanda


Huamaní Cusichuaman de Condori contra la resolución de la Segunda Sala
Penal de la Corte Superior de Justicia de Cusco, de fojas 82, su fecha 19 de
mayo de 2005, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de
autos.

ANTECEDENTES

Demanda

Con fecha 23 de marzo de 2005, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra doña Victoria Sallo Huampfotupa, sosteniendo que es
víctima de constante seguimiento por parte de la demandada y de personas
extrañas, que han llegado a impedirle la libre salida de su domicilio, lo que
atenta contra su derecho a la libertad de tránsito.

Investigación sumaria
Realizada la investigación sumaria, la recurrente rinde su declaratoria
manteniendo los términos de su demanda. La demandada, por su parte, en su
declaración explicativa, alega haber sido agredida físicamente por la
recurrente, hecho que ha denunciado policialmente y por el cual existe un
proceso por faltas contra la persona.

Resolución de primera instancia

El Segundo Juzgado Penal de Cusco, con fecha 19 de abril de 2005,


declaró improcedente la demanda de hábeas corpus, por estimar que no se
aprecian en autos elementos probatorios que causen convicción sobre las
afirmaciones formuladas por la recurrente.

Resolución de segunda instancia

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

§ 1. Delimitación del petitorio

La demandante pretende que cesen los actos de seguimiento cometidos


por la demandada, y que atentan contra su derecho a la libertad de tránsito.

§ 2. Análisis del acto materia de controversia constitucional

1. De autos se aprecia que entre la accionante y la demandada existen


desavenencias personales que han generado conflictos que han devenido en la
interposición mutua de denuncias policiales y penales (fs. 10, 58, 59, 71 a 73)
y, por ende, en procesos judiciales sobre hechos que la demandante considera
que agravian sus derechos a la libertad de tránsito y la tranquilidad de su
familia, situación que este Tribunal estima debe ser materia de dilucidación en
dicha sede ordinaria, y no mediante este proceso constitucional tuitivo de la
libertad personal y derechos constitucionales conexos, en que no existe etapa
probatoria, según lo establecido en el artículo 9 del Código Procesal
Constitucional.

2. Siendo así, la presente demanda debe ser desestimada, de


conformidad con el artículo 2, contrario sensu, del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.
HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DE DERECHOS CONEXOS A LA LIBERTAD


INDIVIDUAL

EXPEDIENTE Nº 5837-2005-PHC/TC
LIMA
CÉSAR AUGUSTO ALMEYDA TASAYCO
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 30 días del mes de noviembre de 2005, el Tribunal


Constitucional, en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, García
Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don César Augusto Almeyda


Tasayco contra la sentencia de la Tercera Sala Especializada en lo Penal para
Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
288, su fecha 17 de junio de 2005, que declaró infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 6 de noviembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Jefe del Instituto Nacional Penitenciario -INPE-, el
Director del Penal San Jorge y contra los que resulten responsables de su
custodia e internamiento, por haberse vulnerado derechos conexos a su
derecho a la libertad individual, (a la vida, a la integridad física y a la protección
de su salud; los relativos a poder comunicarse en privado con su abogado
defensor, a hacer uso del servicio de comunicación telefónica y a que se
realicen inspecciones súbitas e inopinadas con presencia del representante del
Ministerio Público y por funcionario competente. El recurrente señala que fue
intervenido quirúrgicamente el 16 de junio de 2004, contando con un
tratamiento post-intervención, el mismo que fue interrumpido de manera
abrupta el 3 de agosto del mismo año, sin poder culminar su proceso de
rehabilitación debido a una arbitraria e ilegal disposición del Jefe del INPE y de
la jueza del Segundo Juzgado Penal Especializado de Lima, vulnerándose de
esta manera sus derechos constitucionales. Refiere que este hecho fue
corregido por la junta médica con fecha 3 de setiembre de 2004 realizada por el
mismo INPE, la que contando esta vez con la participación de un especialista
en la materia, recomendó su hospitalización por lo que con fecha 14 de
setiembre de 2004, se dispuso su traslado e internamiento a efectos de
terminar su tratamiento de rehabilitación debido a que el Penal San Jorge no
reunía las características adecuadas para ello, por lo que fue derivado a la
Clínica Santa Lucía, donde permanece regido por el reglamento de la propia
clínica y por los lineamientos dados por los oficiales que lo custodian. Agrega
que su abogado defensor logró ingresar a su habitación una computadora
portátil a fin de coadyuvar su labor de defensa, en vista de que no estaba
prohibido por la clínica su tenencia y que no se le permite hacer uso del
teléfono público, impidiéndose que pueda tener una conversación en privado
con su abogado, debido a que el personal del INPE se encuentra
permanentemente presente en su habitación. Finalmente, manifiesta que el 13
de octubre de 2004, personal del INPE irrumpió de manera súbita e
inopinadamente en su habitación procediendo a realizar una pesquisa,
incautándole una serie de objetos y sin contar con la presencia del
representante del Ministerio Público.

Admitida a trámite la demanda, se llevó a cabo una sumarísima


investigación, quedando expedito el proceso para ser sentenciado.

El Trigésimo Tercer Juzgado Especializado Penal de Lima, con fecha 29


de abril de 2005, declaró infundada en parte la demanda, en los extremos
referidos a la vulneración de los derechos a la vida, a la integridad física y a la
protección de salud, así como al derecho de acceder al uso de servicio de
comunicación telefónica; infundada en el extremo referido al derecho a que se
realicen inspecciones súbitas e inopinadas con la presencia del representante
del Ministerio Público y con presencia de funcionario competente respecto del
Director del Penal San Jorge y fundada en lo referido al mismo extremo
respecto del Jefe del INPE. También declaró infundada la demanda en el
extremo referido al derecho a comunicarse en privado con el abogado
defensor, conforme a las razones ampliamente desarrolladas en la resolución
emitida por el a quo (fs. 237 a 247).

La recurrida revocó la apelada en el extremo que declaró fundada la


demanda y, reformándola, la declaró infundada por considerar que el
recurrente, como se aprecia en la misma acta de verificación, estaba haciendo
uso de bienes que no son compatibles con su régimen de detención.

FUNDAMENTOS

1. En el proceso de autos se pretende la protección de los derechos a la


vida, a la integridad física y a la salud del demandante, en el sentido de que se
le permita mantener y recuperar su bienestar físico y psicológico a través del
tratamiento de medicina física y rehabilitación en un centro médico
especializado, puesto que el que viene recibiendo puede ser interrumpido
bruscamente por el INPE, sin causa justificada; de otro lado, también se solicita
la protección de su derecho a poder comunicarse en privado con su abogado, a
tener acceso al servicio de comunicación telefónica y a que las inspecciones
que se realicen de manera súbita e inopinada lo sean con la presencia del
representante del Ministerio Público y por funcionario competente.

2. Sobre el particular, este Colegiado debe precisar, en primer término,


que la situación jurídica del demandante resulta sumamente peculiar, puesto
que no se encuentra en el interior de un centro penitenciario, sino que, por
razones de salud, ha sido internado en un nosocomio, que no forma parte del
sistema penitenciario nacional, situación que debe tenerse presente al
momento de resolver la demanda.

3. Como cuestión primera, la alegada afectación de su derecho a la vida,


integridad física y salud debe ser desestimada, por cuanto no se evidencia en
autos razones objetivas que permitan afirmar que dicha amenaza es cierta e
inminente en los términos previstos en el articulo 2 del Código Procesal
Constitucional; aún más, este hecho ya habría ocurrido anteriormente, situación
que, como el propio demandante ha detallado en su escrito de demanda,
sucedió por no haberse contado con la presencia de un especialista en
neurología, medicina física o rehabilitación, lo que posteriormente fue corregido
por las propias autoridades administrativas del INPE al determinarse en una
nueva Junta Médica la necesidad de un tratamiento intensivo y,
preferentemente, sin interrupciones.

Obviamente este régimen puede ser variado, siempre que se den las
condiciones para tal efecto y siempre que no afecten la integridad física y
psicológica del demandante, lo que en modo alguno puede ser determinado a
priori por el juez constitucional, pues para ello debe contarse con la información
técnica pertinente.

4. De otro lado, y en lo que toca al beneficio de comunicación telefónica,


independientemente de que no se aprecia que tal beneficio le haya sido
negado al demandante, por su particular situación, queda claro que éste se
encuentra sujeto a las disposiciones que regulan las atribuciones y
competencias del INPE; por ello, an la medida que el interno no se encuentra
dentro de un establecimiento penitenciario, el otorgamiento de tales beneficios
depende de las posibilidades que tenga el nosocomio en que se encuentre
internado y siempre que ello sea debidamente autorizado por la autoridad
administrativa competente, esto es, el INPE. Igualmente, el acceso a dicho
servicio debe ser a través de los equipos que el INPE autorice y no a través de
un teléfono celular o de un teléfono fijo proporcionado por terceras personas;
ello en todo caso debe ser solicitado en forma oportuna para que mediante
resolución motivada se determinen las razones por las que es posible el
otorgamiento de las mismas o no, no bastando la posibilidad física de que ello
sea factible o el sólo consentimiento u otorgamiento de las facilidades
necesarias por parte del establecimiento médico, por las razones antes
expuestas.

En todo caso, debe tenerse presente que el otorgamiento de los


beneficios solicitados se dará siempre que ello no importe que el interno que se
encuentra convaleciente en un centro hospitalario obtenga mayores beneficios
que los otorgados a otro que se encuentre físicamente dentro de las
instalaciones de un establecimiento penitenciario, puesto que ello importaría la
afectación del principio de igualdad.

Por consiguiente, no es razonable ni proporcional que por el sólo hecho


de encontrarse interno en un centro médico le franquee al enfermo, que se
encuentra privado de su libertad ambulatoria, el goce de televisión por cable,
equipo musical, laptop, agenda electrónica, etc., puesto que tales servicios y/o
bienes no son permitidos en los reglamentos de los establecimientos
penitenciarios.

5. Respecto a la invocación para la protección del derecho a poder


comunicarse en privado con su abogado, este Colegiado no aprecia elementos
objetivos que permitan establecer que existan limitaciones para que el
demandante conferencie con su abogado patrocinador; más aún, de la Copia
del Acta de Verificación realizada por la Comisión de Transparencia y
Anticorrupción del Instituto Nacional Penitenciario (f. 123), se aprecia que los
efectivos de la Policía Nacional así como el efectivo de seguridad del INPE se
encontraban en el pasillo previo al ingreso de la habitación del demandante. En
consecuencia, dicho argumento debe ser desestimado, puesto que no se
aprecia la afectación del derecho precitado, el cual es correlato del derecho de
defensa de toda persona, reconocido en el artículo 139.142 de la Constitución,
y que debe ser interpretado concordantemente con la el artículo 139.3 de la
Carta Fundamental, que consagra la garantía del debido proceso.
6. Finalmente, y en lo que respecta a las requisas, este Colegiado
considera que el desarrollo de las mismas no constituye, per ser, una
afectación del derecho a la libertad individual o a derecho alguno conexo con
aquella; de modo tal que no corresponde emitir pronunciamiento sobre el
particular, tanto más cuando la posesión de las especies decomisadas al
demandante no fue autorizada por el INPE, ni su uso es necesario para la
recuperación del mismo, en cuanto al goce de su derecho a la salud.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus. .

Publíquese y notifíquese,

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 7160-2005-PHC/TC
LORETO
GUILLERMO ENRIQUE AVILA IZQUIERDO
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre del 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Guillermo Enrique


Avila Izquierdo contra la sentencia de la Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Loreto de fojas 67, su fecha 9 de agosto de 2005, que declaró
improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 13 de julio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Presidente de la Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Loreto, con el objeto de que se deje sin efecto la orden de “arraigo”
dispuesta por el emplazado, puesto que ello le impide salir libremente de la
ciudad de Iquitos, lo que contraviene la Constitución Política del Perú. Sostiene
que en el proceso penal seguido en su contra por la presunta comisión del
delito de peculado (Exp. Nº 2003-01089), la Sala Penal de Loreto, por mayoría,
dispuso que su persona, para ausentarse de la ciudad de Iquitos, debe solicitar
permiso, lo que ocurrió en la audiencia del 21 de junio de 2005, en donde
solicitó que se le permitiera ausentarse de la ciudad por razones de estudio,
solicitud concedida por, mayoría, autorizándosele ausentarse de la ciudad entre
el 22 de junio y el 4 de julio de 2005, y de la que no hizo uso, al tomar
conocimiento que existía un oficio disponiendo su arraigo en la caseta de
control policial; asimismo, precisa que el emplazado dispuso dicha medida sin
contar con la autorización de la Sala Penal; y que el 8 de julio de 2005 se le
entregó una nueva autorización, por lo que el magistrado emplazado cursó un
nuevo oficio a la Comisaría del Aeropuerto Francisco Secada Vignetta
comunicando que no tiene autorización de la Sala Penal para ausentarse de la
ciudad.

Admitida a trámite la demanda se realizó la investigación sumaria de ley,


recepcionándose la declaración indagatoria del accionante (f. 16), la
declaración indagatoria del emplazado (f. 18) y la diligencia de constatación
realizada en la oficina de requisitorias del Aeropuerto Francisco Secada
Vignetta; del mismo modo, se incorporó al proceso copias certificadas del
proceso penal seguido contra el recurrente, como aparece de fojas 24 y
siguientes.

El Quinto Juzgado Penal de Maynas, con fecha 14 de julio de 2005,


declaró improcedente la demanda de autos, por considerar que al concederse
el beneficio de libertad provisional a favor del recurrente, se le impuso como
una de las reglas de conducta la de concurrir ante la autoridad jurisdiccional las
veces que se le requiera, y que, en las audiencias del 5 y 8 de julio de 2005, se
le denegaron la autorización de salida, por lo que la constancia de fecha 8 de
julio carece de validez.

La recurrida confirmó la apelada, reproduciendo, parcialmente sus


argumentos.
FUNDAMENTOS

1. Debe precisarse que ha quedado plenamente acreditado que los


hechos materia de la demanda de autos están íntimamente relacionados con el
proceso penal que contra don Enrique Guillermo Ávila Izquierdo se sigue en la
Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Loreto, por la presunta comisión
del delito de peculado.

2. El recurrente alega que el magistrado emplazado ha actuado


contraviniendo los mandatos procesales emitidos por la Sala Penal de la que
es Presidente, dentro del proceso precitado, lo que a su criterio afecta su
derecho a la libertad personal; en ese sentido, refiere que el emplazado ha
impedido que viaje fuera de la ciudad de Iquitos, a pesar de que contaba con
autorización expresa para tal efecto.

3. Respecto a la autorización para que el recurrente se ausente de dicha


ciudad entre el 22 de junio y el 4 de julio de 2005, efectivamente se aprecia de
fojas 29 a 34 el Acta de la Audiencia de fecha 22 de junio del mismo año, en la
que la Sala competente autoriza dicha ausencia, por mayoría; no obstante, del
propio escrito de demanda se infiere que el recurrente no hizo uso del permiso
porque tomó conocimiento de un oficio que disponía su arraigo, de modo que
no se aprecia que ello haya conllevado una efectiva limitación de su derecho al
libre tránsito, puesto que el acto de no viajar no se encuentra vinculado con la
actuación del emplazado, sino con una decisión propia del demandante
4. Distinto es el caso de los hechos acaecidos el 8 de julio de 2005, en
que el demandante se presentó al Aeropuerto de la ciudad de Iquitos y fue
impedido de salir de la ciudad; así, efectivamente se aprecia a fojas 49 la
Constancia otorgada en esa fecha por la Secretaria (e) de la Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia de Iquitos, por la que se autoriza el viaje del
recurrente, entre el 8 y el 12 de julio de 2005; sin embargo, dicha constancia no
guarda relación con lo resuelto en el proceso penal precitado, en la misma
fecha, toda vez que en las audiencias desarrolladas tanto el 5 como el 8 de
julio de 2005 (fojas 35 a 39 y 40 a 41, respectivamente), las solicitudes
formuladas por el demandante para que se le autorice a ausentarse de la
ciudad de Iquitos fueron rechazadas por la Sala Penal competente para su
procesamiento.

5. En consecuencia, no se evidencia que la actuación del demandado,


en lo que respecta a los actos ocurridos el 8 de julio de 2005, afecte el derecho
a la libertad individual protegido por el artículo 2.24 de la Constitución, por lo
que la demanda debe ser desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú
HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VEGARA GOTELLI

DETENCIÓN ARBITRARIA

Expediente Nº 2230-2005-PHC/TC
LIMA
SILVIA JACOUELINE ZÚÑIGA MARQUIÑA
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 11 de mayo de 2005, la Sala Segunda del Tribunal


Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García Toma y
Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Irma Yolanda


Marquiño Torres, contra la resolución de la Tercera Sala Especializada en lo
Penal para Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
107, su fecha 27 de enero de 2005, que declara improcedente la demanda de
hábeas Corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 19 de noviembre de 2004, la recurrente interpone demanda


de hábeas corpus a favor de doña Silvia Jacqueline Zúñiga Marquina y la dirige
contra la jueza del Cuarto Juzgado Penal de Lima Especializado con Reos en
Cárcel, por detención arbitraria, Sostiene que la favorecida se encuentra
recluida arbitrariamente en el Establecimiento Penal de Santa Mónica desde el
6 de julio de 2004, a pesar de que no existen indicios razonables de su
participación en el delito instruido, ni obra en autos la sindicación directa del
agraviado. Alega que su representada es inocente y que fue incluida
injustamente en el proceso penal materia de instrucción, por represalia del
Técnico de la Policía Nacional del Perú Felipe Acosta Díaz, al no haberle
entregado la suma de dinero solicitada por éste. Demanda que, retrotrayendo
las cosas al estado anterior a la vulneración constitucional, se declare su
irresponsabilidad penal y se proceda a su inmediata excarcelación.

Realizada la investigación sumaria, se recabaron copias de las


principales piezas del proceso penal seguido contra la beneficiaria y la
demandante se ratificó en el contenido de su demanda.

El Décimo Primer Juzgado Penal de Lima, con fecha 13 de diciembre del


2004, declara improcedente la demanda al considerar que no existe
vulneración constitucional alguna, pues el proceso de hábeas corpus no
constituye remedio procesal para cuestionar la responsabilidad o
irresponsabilidad del imputado.

La recurrida confirma la apelada, por similares fundamentos,


adicionando que de autos, se advierte que el mandato de detención dictado
contra la beneficiaria ha sido expedido dentro de los alcances del debido
proceso y en estricta aplicación de los dispositivos legales vigentes.

FUNDAMENTOS

1. Del contenido de la demanda se infiere que el objeto del presente


proceso es que el juez constitucional se pronuncia sobre la responsabilidad
penal de la beneficiaria, ya que la demandante considera que no existen
indicios razonables de su participación en el delito instruido, ni obra en autos la
sindicación directa del agraviado.

2. Que conforme a lo enunciado por este Tribunal en reiterada


jurisprudencia, “[I] a libertad personal no es sólo un derecho fundamental
reconocido, sino un valor superior del ordenamiento jurídico.”

El artículo 200, inciso 1), de la Constitución, establece que el proceso de


hábeas corpus es una garantía constitucional que procede contra el hecho u
omisión, de parte de cualquier autoridad, funcionario o persona, que amenaza
o vulnera la libertad individual o los derechos constitucionales conexos a ella,
en concordancia con el artículo 25 del Código Procesal Constitucional, que
precisa los derechos protegidos que la conforman y los derechos conexos a
este atributo fundamental.

3. Este Tribunal ha precisado en anterior oportunidad (STC Exp. Nº


1567-2002-1’ICITC Caso Rodríguez Medrano) que “(...) el proceso
constitucional de hábeas corpus tiene como objeto velar por la plena vigencia
del derecho a la libertad individual y sus derechos conexos, mas no dirimir la
calificación de los hechos materia de investigación, pues tales materias son
propias de la jurisdicción penal ordinaria.”
Por ello, no es válido recurrir al proceso de hábeas corpus para
cuestionar los argumentos que han justificado la apertura de investigación,
fundamentándose en la supuesta ausencia de elementos que distinguen un tipo
penal de otro, para luego colegir que no existe participación y/o autoría de la
beneficiaria en determinado ilícito penal, toda vez que ello supondría
desnaturalizar la esencia de la investigación, porque se la estaría evaluando
como si se tratase de una sentencia condenatoria.

4. De acuerdo a las competencias asignadas por la Norma Suprema, el


Ministerio Publico es un órgano autónomo, cuya principal misión es promover la
realización de la función jurisdiccional con arreglo al principio de legalidad, en
defensa de los intereses públicos tutelados por el derecho. Desde esta
perspectiva, se entiende que es el órgano encargado a través del cual se
reconduce el interés general en mantener o restablecer el orden jurídico.

En tal sentido, su función es postulante o requiriente, pero en ningún


caso decisoria, así, el Fiscal pide que el órgano jurisdiccional juzgue, que
realice su función, pero no juzga, toda vez que la función de impartir justicia es
atribución ejercida por el Poder Judicial.

5. A mayor abundamiento, la defensa de este principio la efectúa el


Ministerio Público al ejercitar la acción penal dentro de la prerrogativa
postulatoria que le asigna la Norma Suprema, pretensión que, al no encontrarla
arreglada a ley, en el presente caso hubiera sido desestimada por el órgano
jurisdiccional.

6. Con respecto a la finalidad de los procesos constitucionales, el


artículo 1 del Código Procesal Constitucional, Ley Nº 28237, precisa que “(...J
los procesos a los que se refiere el presente título tienen por finalidad proteger
los derechos constitucionales, reponiendo las cosas al estado anterior a la
vulneración constitucional o

amenaza de violación a un derecho constitucional”. Al no evidenciarse la


lesión o vulneración constitucional que sustenta la demanda, ésta debe ser
desestimada.

7. Por otro lado, no pueden pasar inadvertidas las alegaciones de la


recurrente en el extremo de que la beneficiaría fue incluida en el Atestado
Policial Nº 092-2004-V)I-DITERPOL-L-PNP/JSCC-CCYC-DEINPOL por
negarse a entregar sumas de dinero al ST03-PNP Felipe Acosta Díaz, quien
tuvo a su cargo la investigación policial. En tal sentido, remítanse copias a
Inspectoría General de la Policía Nacional del Perú a efectos de que se
establezca las responsabilidades a que hubiera lugar.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

RESUELVE

1. Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

2. Remitir copias de la presente resolución a la Inspectoría General de la


Policía Nacional del Perú para que proceda conforme a sus atribuciones.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

VIOLACIÓN DE PRINCIPIO IN DUBIO PRO REO Y DEBIDA


MOTIVACIÓN DE RESOLUCIONES JUDICIALES

Expediente Nº 7688-2005-PHC/TC
LIMA
MELVIN GERMÁN ESPINOZA LAVADO
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Melvin Germán


Espinoza Lavado contra la sentencia de la Sexta Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima,
de fojas 116, su fecha 31 de agosto de 2005, que declaró infundada la
demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 26 de junio de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra la Quinta Sala Penal con Reos Libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima, por la presunta violación del principio in dubio pro
reo y del derecho a la debida motivación de las resoluciones judiciales,
alegando que la Sala emplaza confirmó de modo indebido y arbitrario el
mandato de detención contenido en el auto de apertura de instrucción emitido
por el Decimosétimo Juzgado Penal de Lima, en el Exp. Nº 223-2005. Sostiene
que en el mes de diciembre de 2004 su amigo Roberto Meléndez le comentó
que tenía un proceso judicial no contencioso de autorización de viaje en el
Sétimo Juzgado de Familia, el mismo que se encontraba pendiente para
autorizar la salida del país de 2 menores desde hace tiempo, y al cual
manifestó que no podía ayudarlo, por no encontrarse dentro de sus
posibilidades; que posteriormente dicha persona le recordó su solicitud, por lo
que le comentó que el asistente de la Jueza de nombre José Haro lo podía
ayudar, por lo que le pidió que conversara con éste, lo que efectivamente hizo,
habiendo señalado el último de los mencionados que el interesado regresara al
día siguiente, oportunidad en la que se le entregó el oficio correspondiente; y
que no sabía que el señor José Haro había falsificado la firma de la Jueza,
generándole un severo problema, pues meses después fue llamado al
despacho en el que se enteró que iba a ser interrogado por la Magistrada
Provisional del Sétimo Juzgado de Familia, al haberse descubierto que la firma
de una jueza había sido falsificada; agrega que, por ello, solicitó a la
magistrada que previamente se le notifique para preparar su descargo y
además ser asistido por un abogado, lo que le fue negado refiriéndosele que, si
se negaba a dar su declaración, se iba a llamar a la Policía Judicial para que lo
detenga, lo que se aprecia del acta, pues en ella no se expone si fue
consultado para ser asistido por un abogado, ni si dicha diligencia se realizó
con presencia del fiscal, lo que vulnera su derecho de defensa, derecho que
debe respetarse incluso en sede administrativa, detallando otras supuestas
irregularidades cometidas en esa oportunidad. Asimismo, refiere que don José
Haro en ningún momento ha señalado que su persona le haya insistido para
que falsifique la firma de la jueza, existiendo, por tanto, una duda razonable,
sino certeza, favorable a su persona, que indicaría que no cometió ni participó
en la comisión del delito investigado, habiéndose sustentado la resolución del
juez penal en hechos falsos.

Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus se recibió la


declaración de los magistrados emplazados (fs. 37 y siguientes), recabándose
copias certificadas de los actuados procesales más importantes del proceso
penal del que deriva el presente proceso (fs. 47 y siguientes).

El Decimotercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 11 de agosto de


2005, declaró infundada la demanda, por considerar que en los procesos
constitucionales no se reexaminan otras decisiones judiciales, sino únicamente
si el procedimiento seguido para tomar una decisión se encuentra dentro de los
cauces procesales; y que, luego de analizar las resoluciones impugnadas en el
proceso penal seguido contra el demandante, no se evidencia la afectación del
derecho a la tutela procesal efectiva.

La recurrida confirmó la apelada, estimando que en el caso de autos no


se evidencia la afectación del derecho invocado por el demandante.

FUNDAMENTOS

1. En el caso debe determinarse si la resolución impugnada, emitida por


la Sala emplazada a través de la cual se confirma el mandato de detención
dictado contra el recurrente por el Decimosétimo Juzgado Penal de Lima en el
Exp. Nº 223-2005, afecta los derechos fundamentales del mismo, en particular
el derecho a la motivación de las resoluciones judiciales, así como el principio
in dubio pro reo.

Motivación de las resolución que confirma el mandato de detención


2. Sobre el particular se aprecia a fojas 19 de autos la resolución de
fecha 13 de julio de 2005, emitida por la Sala emplazada, a través de la que se
confirma el mandato de detención emitido contra el demandante, en el proceso
precitado, por la presunta comisión del delito contra la fe pública en la
modalidad de falsificación de documentos en general, en agravio del Estado;
en dicha resolución la Sala expone para sustentar la procedencia del mandato
de detención, que se cuenta con suficientes elementos probatorios que
sugieren que el inculpado ha desarrollado los hechos incriminatorios en el
ejercicio del cargo de auxiliar jurisdiccional del Poder Judicial, propiciando y
promoviendo la práctica de un ilícito, poniendo con ello en evidencia una
especial participación en la gestión de los hechos sublitis, como se desprende
de su declaración como la de su coinculpado, quien ha narrado la intervención
de dicho procesado, el mismo que en su declaración prestada en la etapa de
investigación sumaria ha formulado una versión contradictoria, lo que revela
una conducta que plantea un claro entorpecimiento de la actividad probatoria
de la justicia así como del desarrollo del proceso.

3. Uno de los contenidos del derecho al debido proceso es el derecho de


obtener de los órganos judiciales una respuesta razonada, motivada y
congruente con las pretensiones oportunamente deducidas por las partes en
cualquier clase de procesos. La exigencia de que las decisiones judiciales sean
motivadas en proporción a los términos del inciso 5) del artículo 139 de la
Norma Fundamental, garantiza que los jueces, cualquiera que sea la instancia
a la que pertenezcan, justifiquen sus decisiones, asegurando que la potestad
de administrar justicia se ejerza con sujeción a la Constitución y a la ley; pero
también con la finalidad de facilitar un adecuado ejercicio del derecho de
defensa de los justiciables (cf. STC Nº 1313-2005-HC).

4. La Constitución no garantiza una determinada extensión de la


motivación, por lo que su contenido esencial se respeta siempre que exista
suficiente jurídica, congruencia entre lo pedido y lo resuelto y, por sí misma,
exprese una apropiada justificación de la decisión adoptada, aun si esta es
breve o concisa o se presenta el supuesto de motivación por remisión (cf. STC
Nºs. 1230-2002-HC/TC y 1313-2005-HC).

5. Por consiguiente, en el caso de autos no se evidencia una afectación


a dicha garantía de la administración de justicia, puesto que el contenido de la
sentencia no aparece como arbitrario ni irrazonable; por el contrario, la
motivación de la resolución precitada se sustenta en el artículo 135 del Código
de Procedimientos Penales, no siendo pertinente que el Tribunal Constitucional
haga un reexamen del contenido de los medios probatorios detallados en la
resolución materia de análisis, por cuanto ello constituye una atribución del
Juez ordinario, en tanto que no afecte derechos fundamentales, supuesto
negado en el presente caso, como ha quedado detallado.

Principio in dubio pro reo


6. Encontrándose en trámite el proceso penal seguido contra el
demandante, es en el desarrollo de éste que el recurrente debe desvirtuar las
imputaciones hechas en su contra, siendo por tanto prematuro -dado que la
etapa de instrucción no ha culminado- pretender la aplicación del principio in
dubio pro reo. Por lo tanto, y en la medida que su aplicación queda librada a la
culminación del proceso penal correspondiente, la demanda debe ser
desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI
AFECTACIÓN AL DEBIDO PROCESO

Expediente Nº 6231-2005-PHC/TC
LIMA
RICHARD FRANCISCO ROJAS DACHA
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 12 días del mes de setiembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardetli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Richard Francisco


Rojas Jacha contra la resolución de la Cuarta Sala Penal para Procesos con
Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 338, su fecha
15 de junio de 2005, que declaró improcedente el hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 14 de abril de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contrae¡ Juez del Quincuagésimo Juzgado Penal de Lima para
Procesos con Reos en Cárcel de Lima, solicitando su inmediata excarcelación.
Afirma que a pesar de haber sido absuelto con fecha 17 de enero de 2005, en
un proceso que se le siguió por el delito de robo agravado en agravio de la
empresa Molitalia Planta Costa S.A., se le sigue otro proceso ante el
Quincuagésimo Juzgado Penal de Lima por los mismos hechos y por el mismo
delito.

Realizada la investigación sumaria, se tomó la declaración del


accionante, interno en el Penal de Lurigancho, quien se ratificó en la demanda
interpuesta. Asimismo, afirma que ante el Quincuagésimo Juzgado Penal de
Lima se le procesa por la supuesta comisión del delito de robo agravado contra
la Empresa Motitalia Acosta con fecha 28 de junio de 2001, robo agravado del
grifo YPF de la Avenida Angélica Gamarra de fecha 14 de agosto de 2001, y
por robo del grifo Virgen de la Puerta-Vipusa, de fecha 28 de setiembre de
2001. Reitera que la afectación de su debido proceso consiste en ser juzgado
por hechos por los cuales ya ha sido absuelto. Por su parte, el Juez del
Quincuagésimo Juzgado penal de Lima, señor Marco Aurelio Tejada Ortiz,
declara que la pretensión del accionante carece de fundamento por cuanto su
despacho ha declarado, con fecha 28 de febrero, fundada la excepción de cosa
juzgada respecto de la empresa Molitalia Costa, subsistiendo los demás
extremos de la denuncia penal formulada en su contra.

El Cuadragésimo Juzgado Penal de Lima, con fecha 28 de abril de 2005,


declaró improcedente la demanda, por

considerar que al momento de presentada la demanda ya se había


declarado fundada la excepción de cosa juzgada en el extremo de la empresa
Molitalia Costa, subsistiendo el mandato de detención contra el accionante por
los demás cargos que se le atribuyen.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. EI objeto del presente hábeas corpus es que se disponga la


excarcelación del demandante. Alega éste que, a pesar de que de con fecha 17
de enero de 2005 fue absuelto en un proceso que se le siguió por el delito de
robo agravado en agravio de la empresa Molitalia Planta Costa S.A., se le
viene procesando ante el Quincuagésimo Juzgado Penal de Lima por los
mismos hechos. Aunque el demandante no lo especifica, ello constituiría una
vulneración del ne bis in idem.

2. De acuerdo a lo señalado por el mismo demandante en su declaración


vertida en el marco de la investigación sumaria y la copia del auto ampliatorio
de instrucción, obrante a fojas 15 de autos, el Quincuagésimo Juzgado Penal
de Lima lo viene procesando por el delito de robo agravado en agravio de la
empresa Molitalia Costa, por el robo perpetrado al cajero automático del Banco
de Crédito del Perú ubicado en el grifo YPF ubicado en la Avenida Angélica
Gamara el 12 de agosto del 2001, el robo al grifo Virgen de la Puerta y otros
hechos delictivos. Asimismo, tal como consta a fojas 279 de autos, con fecha
17 de enero de 2005 la Primera Sala Penal para Procesos con Reos en Cárcel
de la Corte Superior de Justicia de Lima absolvió al demandante de la
acusación por el delito de robo agravado en agravio de la empresa Molitalia
Planta Costa S.A. A tal efecto, el Quincuagésimo Juzgado Penal de Lima, tal
como consta a fojas 76 de autos, declaró fundada la excepción de cosa
juzgada, disponiendo el archivo definitivo de la causa en el extremo que se
procesa a Richard Francisco Rojas Jacha por delito de robo agravado en
agravio de la Empresa Molitalia Costa.

3. Como es de verse, el demandante ha sido absuelto de uno de los


hechos que se le imputan, lo que ha motivado que se declare fundada la
excepción de cosa juzgada, disponiéndose el archivo definitivo de lo actuado
respecto de dicho extremo de la denuncia. Sin embargo, aún subsisten otros
hechos que son materia de investigación, por lo que la alegada absolución no
determina el archivamiento del proceso ni la variación de la medida restrictiva
de libertad impuesta contra el procesado.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADO el hábeas corpus.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

TRASLADO DE PENITENCIARIA

Expediente Nº 5836-2005-HC/TC
LIMA
CARLOS ALFONSO OLAYA DUNNY Y OTROS
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 7 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y Vergara Gotellí, pronuncia la siguiente
sentencia.

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Carlos Alfonso Olaya Dunny


contra la sentencia de la Segunda Sala Penal para Procesos con Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 144, su fecha 12 de
mayo de 2005, que declara improcedente la demanda de hábeas corpus de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 28 de febrero de 2005, Carlos Alfonso Olaya Dunny, Moisés


Román Castro, Ricardo Montes Gálvez, Miguel Quispe Arroyo, Iván Alcázar
García, Juan José Ramos Lozano, Angel Baca Tamayo, Jorge Luis Tarazona
Murillo, Carlos Román Castro, Pablo Montes Mandujano, Fernando Montoya
Benavides, Pedro Ramos Lozano, Luis Escate Marín y Carlos Araníbar Buitrón
interponen demanda de hábeas corpus cuestionando el traslado del que han
sido objeto del Establecimiento Penal de Lurigancho al Establecimiento Penal
de Piedras Gordas. Alegan que este traslado implica un cambio de régimen del
Cerrado Ordinario, vigente en el penal de Lurígancho, al régimen Cerrado
Especial, sin que haya cometido ninguna falta que amerite regresión en el
tratamiento penitenciario.

Realizada la investigación sumaria, se tomó la declaración de Carlos


Alfonso Olaya Dunny, quien señala que no existe fundamento legal para su
traslado, que el cambio de régimen resulta desmedido y no corresponde a su
buen comportamiento. Refiere, además, que sufre de adherencia intestinal, por
lo que, según prescripción médica, requiere de una dieta hipercalórica e
hiperproteica que no se le está dando. Inmediatamente se procedió a realizar
una constatación del estado de salud del accionante, con presencia del Médico
jefe del Policilínico del Penal de Piedras Gordas, quien auscultó al accionante y
recomendó que se realice una junta médica para que sea atendido por el
especialista respectivo. Los demás accionantes declaran que no han incurrido
en inconducta alguna que justifique el traslado.

La Procuradora Pública adjunta del Ministerio de Justicia contesta la


demanda, en representación de instituto Nacional Penitenciario, señalando que
la autoridad penitenciaria no ha incurrido en ninguna acción u omisión que
vulnere o amenace la libertad individual o derechos conexos de los
demandantes.

El Cuadragésimo Noveno Juzgado Penal de Lima, con fecha 15 de


marzo de 2005, declaró improcedente la demanda, por considerar que, de
acuerdo al artículo 160o del Reglamento del Código de Ejecución Penal, por
razones de seguridad, el Director del Penal puede guardar reserva respecto de
los motivos del traslado, correspondiendo informar al interno del traslado hasta
momentos antes de producido el mismo, como ha ocurrido en el presente caso.
Asimismo, considera que, según lo señalado por el Tribunal Constitucional, en
la sentencia recaída en el Expediente Nº 0726-2002-HCITC, los traslados de
internos no son en sí mismos inconstitucionales, por lo que es de aplicación la
causal de improcedencia prevista en el artículo 59, inciso 1, del Código
Procesal Constitucional.

La recurrida confirmó la apelada por considerar que no se ha atentado


contra los derechos pretendidamente vulnerados.

FUNDAMENTOS
1. Mediante el presente proceso de hábeas corpus los demandantes
cuestionan el traslado del que han sido objeto, del penal de San Juan de
Lurigancho al penal de Piedras Gordas. Sobre el particular, el Tribunal
Constitucional señala, como ya lo ha hecho en otras ocasiones [Cf. Expediente
Nº 0726-2002-HC/TCj, que el traslado de los internos de un establecimiento
penal a otro no es, en sí mismo, un acto inconstitucional. Eso sí es obligación
de las autoridades penitenciarias tomar las medidas necesarias para que no se
afecte o lesione la vida, la integridad física y los demás derechos
constitucionales de los internos que no hayan sido restringidos con la orden
judicial que decreta la privación de libertad; por ende, la Administración
Penitenciaria debe, dentro de márgenes sujetos al principio de razonabilidad,
adoptar las medidas estrictamente necesarias para preservar los derechos
constitucionales de los internos.

2. Tal deber de salvaguardar la integridad de los internos es concordante


con lo establecido en el artículo 2 del Decreto Legislativo Nº 654, Código de
Ejecución Penal, según el cual, el interno: “Es ubicado en el Establecimiento
que determina la Administración Penitenciaria”. Asimismo, el Reglamento del
Código de Ejecución Penal, aprobado por Decreto Supremo Nº 015-2003-JUS,
señala en su artículo 159 que “El traslado de internos de un establecimiento
penitenciario a otro se ejecutará por los siguientes motivos: “(...).9. Por razones
de seguridad penitenciaria, con resolución expedida por el Director General de
la correspondiente Dirección Regional del Instituto Nacional Penitenciario, que
fundamente la urgencia y la necesidad de la medida”.

3. Tal como consta de la Resolución Directoral Nº 1542005-INPE/16,


emitida por la Dirección Regional de Lima de Instituto Nacional Penitenciario,
que dispone el traslado de los internos remitida a este colegiado por el Director
del Establecimiento Penal de Piedras Gordas mediante Oficio Nº 394-2005-
INPE/16-EPRCE.PG-D, y por el Director del Establecimiento Penal de
Lurigancho mediante Oficio Nº 8744-10-05-DIRSEPEN-PNP-EPRCOLISec, se
dispuso el traslado de los demandantes por la causal de seguridad
penitenciaria. De acuerdo al texto de la Resolución Directoral, con fecha 8 de
febrero de 2005, se registró una balacera en el Establecimiento Penal de
Lurigancho, en la que habrían participado internos de los pabellones 01, 03 y
11B, que pretendían tomar los pabellones 08 y 10, resultando como saldo 5
muertos; por ello se dispuso el traslado de 42 internos implicados en dicho acto
de violencia.

4. Por tanto, la medida adoptada no constituye una violación de los


derechos de los internos. Es preciso indicar que el deber de la Autoridad
Penitenciaria de salvaguardar la vida e integridad física de los internos implica
velar por la disciplina, el orden y la convivencia pacífica de la población penal.
Debe señalarse, además, que la resolución fue adoptada por la autoridad
penitenciaría competente, señalándose los fundamentos del traslado, el
nombre de cada interno y el establecimiento penitenciario de destino, de
conformidad con lo establecido en el articulo 163 del Reglamento del Código de
Ejecución Penal.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese,

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

AFECTACIÓN DE LA LIBERTAD DE TRÁNSITO

Expediente Nº 2092-2005-PHC/TC
CALLAO
MAGDA SIMONA RAMÍREZ GUARDIA Y OTROS
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de mayo de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Magda Simona


Ramírez Guardia y Néstor Inga Yupanqui, contra la sentencia de la Tercera
Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Callao, de fojas 246, su fecha
28 de enero de 2005, que declaró infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES
Los demandantes interponen proceso de hábeas corpus contra don
Valentín Valladolid Iparraguirre; el Secretario General de la Junta Directiva
Central del Mercado del AA.HH. “Néstor Gambetta Baja Oeste Callao”, don
Glicerio Pablo Preciado Solano, y don Víctor Jimmy Arbulú Martínez, Juez del
Décimo Juzgado Penal del Callao, dado que el Juez emplazado concedió la
administración provisional a Valentín Valladolid lparraguirre, en el proceso de
usurpación ante el referido Juzgado. En uso de las atribuciones que le fueron
concedidas provisionalmente como secretario, el demandado viene atentando
contra la libertad de libre tránsito de todos los socios y público en general del
precitado AA.HH., al haber cerrado la salida a la Calle Bolognesi, colindante
con la Avenida La Alameda, lo que obstaculiza el libre tránsito al campo
deportivo colindante, así como el acceso al mercado, vulnerándose así sus
derechos.

Realizada la investigación sumaria, el Secretario General de la Junta


Directiva Central de AA.HH. “Mercado Néstor Gambetta Baja Oeste Callao”
manifiesta que lo que se pretende con el presente proceso es reclamar un
mejor derecho de propiedad y no un derecho de garantía constitucional. En
tanto que el demandado Valentín Valladolid Iparraguirre manifestó que es
propietario del terreno que colinda con el mercado y manifiesta que los
demandantes vienen usurpando su terreno al pretender ubicar una puerta de
salida del mercado por la parte que colinda con su propiedad. El juez
emplazado manifiesta que ha actuado dentro de sus facultades y de acuerdo a
derecho.

El Octavo Juzgado Penal del Callao, con fecha 17 de diciembre de 2004,


declaró infundada la demanda, por considerar que la presente no es la vía en la
que corresponde resolver el pedido de los demandantes; asimismo considera
que no se ha evidenciado que se afecte la libertad de tránsito de los
demandantes ni del público en general,’ dado que el mercado cuenta con
varias puertas de acceso, lo que desvirtúa una posible vulneración del derecho
invocado.

La recurrida confirma la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. En el presente caso se debe llegar a determinar si el cierre del acceso


de la puerta 7, que sale a la Calle Bolognesi, obstaculiza el acceso y salida al
mercado, y al campo deportivo colindante, lo que vulneraría el derecho al libre
tránsito de los pobladores y socios de la cooperativa.

2. Del estudio de la demanda se desprende que 105 demandantes


pretenden que en vía constitucional sé diluciden aspectos vinculados al
ejercicio de derechos reales, como lo son la mejor propiedad así como la
delimitación de predios, lo que no resulta viable mediante el presente proceso.

3. Asimismo, los demandantes pretenden que en esta; vía se cuestione


la validez de la resolución judicial recaída en la causa penal signada con el
Exp. Nº 1603-2003, seguida por ante el Décimo Juzgado Penal del Callao, que
otorgó la administración provisional a don Valentin Valladolid Iparraguirre, lo
que convertiría la instancia constitucional en una suprainstancia revisora de los
fundamentos de resoluciones emitidas dentro de un proceso regular, atentando
contra la discrecionalidad del magistrado demandado.

4. Cabe precisar que en autos no se ha acreditado que los demandantes


hubieren recurrido dentro del propio proceso para hacer uso de su derecho de
defensa en forma irrestricta, ejercitando los recursos y remedios jurídicos que
la ley les otorga.

5. De acuerdo al artículo 139, inciso 2), de la Constitución, ninguna


autoridad puede avocarse a causas pendientes, ante el órgano jurisdiccional ni
interferir en el ejercicio de las funciones jurisdiccionales, por lo que en ese
extremo la demanda no resulta procedente.

6. Con respecto a la libertad de tránsito ésta implica circular libremente y


sin restricciones por el territorio de la República, siendo necesario para que se
configure la afectación del referido derecho que la restricción no tenga
fundamento alguno o sea desproporcionada y arbitraria, situación que no
ocurre en el caso de autos, por cuanto tal y conforme consta del Acta de
Inspección Ocular, obrante en autos de fojas 138 y 139, se ha verificado que
existen, además de la puerta que da acceso al terreno materia del proceso,
otras 3 puertas que dan acceso y salida hacia la calle, por lo que no se
configuraría la afectación al derecho de libre tránsito, coligiéndose que no está
acreditado en autos que los demandantes hayan sufrido vulneración de algún
derecho que conforme su libertad individual ni otros derechos constitucionales
conexos.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus., ,

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA ,
VERGARA GOTELLI,

AMENAZA DEL DERECHO A LA VIDA Y SALUD

Expediente Nº 5944-2005-PHC/TC
LIMA
MANUEL CAMPOS HUAMÁN
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 29 días del mes de agosto de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente
sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Manuel Campos


Huamán contra la sentencia de la Primera Sala Pena¡ para Procesos con Reos
en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 59, su fecha 6 de
junio de 2005, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 17 de enero de 2005 el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Estado peruano, la Policía Nacional del Perú, el
Ejército Peruano, el Instituto Nacional Penitenciario (INPE), el Director del
establecimiento penitenciario “Miguel Castro Castro” y el, señor Torres,
encargado de la evaluación médica para el traslado al hospital especializado,
alegando la amenaza de su derecho a la vida y salud, así como la violación de
su integridad personal. Expresa que desde la fecha de su detención policial
durante la secuela de un proceso en el fuero militar y también durante su
internamiento en el penal de Yanamayo, fue sometido a tratos crueles e
inhumanos, los mismos que sistemáticamente han deteriorado su salud. Afirma
que en la actualidad no obstante haberse agravado su salud, el director del
establecimiento penitenciario y el encargado de la evaluación médica para el
traslado, se niegan a trasladarlo al hospital.
Realizada la investigación sumaria, el recurrente ratificó el contenido de
su demanda. De otro lado, el director del Establecimiento Penitenciario de
Régimen Cerrado Especial “Miguel Castro Castro” refiere que asumió el cargo
con fecha 11 de enero de 2005, y que, habiendo tomado conocimiento del caso
del accionante, dispuso su evacuación al Hospital “Dos de Mayo”; por lo que
considera no haber vulnerado sus derechos constitucionales.

El Trigésimo Segundo Juzgado Pena¡ de Lima, con fecha 20 de enero


de 2005, declaró improcedente ¡a demanda, por considerar que se produjo la
sustracción de la materia al haber sido trasladado el demandante al “Hospital
Dos de Mayo”.

La recurrida confirmó la apelada, por sus mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

Petitorio

1. El objeto de la presente demanda de hábeas corpus es que se


disponga la evacuación inmediata del recurrente al hospital correspondiente a
fin de que reciba atención médica especializada.

Análisis del acto lesivo materia de controversia constitucional

2. El Tribunal Constitucional ya ha establecido en su línea jurisprudencia¡


la protección del derecho a la integridad personal a través del hábeas corpus
correctivo [Expedientes Vºs. 0590-2001-HC/TC y 2663-2003-HCITC],
señalando que esta tipología de hábeas corpus que procede ante actos u
omisiones que importen violación o amenaza, en principio, del derecho a la
vida, a la salud, a la integridad física y, de manera muy significativa, del
derecho al trato digno y a no ser objeto de penas o tratos inhumanos o
degradantes, cuando se ha determinado cumplir un mandato de detención o de
pena.

3. Conforme este Colegiado ya lo sostenido en la sentencia emitida en el


Expediente Nº 2945-2003-AA/TC, “La salud es derecho fundamental por su
relación inseparable con el derecho a la vida, [derecho fundamental que]
comprende la facultad que tiene todo ser humano de mantener el estado de
normalidad orgánica funcional” de su ser, tanto mediante una acción de
conservación como de restablecimiento, las cuales, si bien corresponden a
cada persona, es “el Estado [quien] se encuentra obligado a promover
mediante políticas, planes y programas, a garantizar su correcto
funcionamiento, (...) generando acciones positivas por parte de los poderes
públicos” o por quienes a su nombre lo representan [Expediente Nº 1956-2004-
AA/TC].

4. En efecto, tratándose de personas privadas legalmente de su libertad


locomotora, una obligación de la que no pueden rehuír las autoridades
penitenciarias es la de adoptar aquellas medidas estrictamente necesarias para
preservar los derechos constitucionales de los internos, entre ellos el derecho a
la salud y la integridad personal, pues las personas recluidas en ejecución de
una pena privativa de la libertad o detenidas como consecuencia de una
medida cautelar de detención, se hallan bajo una especial relación de sujeción
tuitiva.

5. De autos se advierte que a fojas 9 obra copia del Informe Médico Nº


002-2005-INPE-17-234-CMOx, en donde se informa de las salidas a diligencias
hospitalarias del recurrente, refiriendo a la fecha 27 de mayo de 2003 como el
día en que la Junta Médica Penitenciaria recomendó su evaluación y
tratamiento, señalando posteriormente que en julio y septiembre del mismo año
fue evacuado al Hospital “Dos de Mayo”, en donde fue evaluado
diagnosticándosele gastritis crónica del cuerpo y antro, señalando como fecha
última de salida al nosocomio el día 16 de noviembre de 2004.

6. Por otro lado, aparece a fojas 11 del cuaderno principal el Informe Nº


01-2004-INPE/EPREMCC-AS-PCT, de fecha 20 de enero de 2004, en el cual
se expone que el recurrente fue atendido en el hospital habiéndosele evaluado
e indicado exámenes y tratamiento, mientras que a fojas 10 se aprecia el oficio
mediante el cual el Jefe del Área de Salud del EPRCEMCC informa al Director
emplazado de la diligencia de fecha 20 de enero de 2005 realizada en el
hospital mencionado; como quiera que se trata de un error material en número
de informe y fecha del mismo, de la investigación sumaria se concluye que la
evacuación referida se habría realizado en fecha posterior a la interposición de
¡a demanda.

7. No obstante haber cesado la afectación de los derechos invocados,


objeto de reclamación constitucional, al haberse dispuesto la evacuación del
recurrente al Hospital “Dos de Mayo”, este Colegiado debe amparar la
pretensión del recurrente por haber cesado dicha afectación en fecha posterior
a la interposición de su demanda; además, no consta en autos que luego de
esta última evacuación se haya continuado con la prosecución del tratamiento
a su salud, de modo que resulta de aplicación al caso el artículo 1 del Código
Procesal Constitucional (CPC).

8. Debe entonces advertirse al Director del Establecimiento Penitenciario


de Régimen Cerrado Especial “Miguel Castro Castro” y al personal encargado
de atender la salud de los internos, a que no vuelvan a incurrir en acciones
como las que motivaron la presente demanda, caso contrario se le aplicarán las
medidas coercitivas previstas en el artículo 229 del citado Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

2. Disponer que el Director del Penal de Régimen Cerrado “Miguel


Castro Castro” continúe adoptando las medidas estrictamente necesarias para
proseguir con el tratamiento facultativo de don Manuel Campos Huamán, bajo
responsabilidad.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VULNERACIÓN DEL DEBIDO PROCESO

Expediente Nº 7260-2005-PHC/TC
LIMA
JESÚS HUBERTO HUAMÁN GIRÓN
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los -magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Jpsús Humberto


Huamán Girón contra la resolución de la ‘Primera Sala Penal para Procesos
con Reos en Cárcel de „la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 184, su
fecha de junio de 2005, que declaró infundado el hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 22 de setiembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, solicitando su inmediata
excarcelación. Afirma encontrarse recluido desde el 29 de setiembre de 1994;
que fue procesado en el fuero militar y condenado a pena de “cadena perpetua;
y que, al haberse declarado la nulidad del proceso, se dispuso nuevo auto
apertorio sin disponer su libertad. Alega que su condición jurídica es la de
detenido, mas no de sentenciado; y que, habiendo transcurrido más de 119
meses de reclusión hasta la fecha de interposición de la demanda, ha vencido
en exceso el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137 del Código
Procesal Penal, por lo que su detención se ha convertido en arbitraria,
vulnerándose su derecho a ser juzgado en un plazo razonable.

Agrega que las leyes que restringen la libertad individual, sean éstas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben ,estar vigentes con anterioridad a
la fecha en que se produce la detención, y que no pueden ser retroactivas,
salvo que beneficien al detenido, conforme lo señala el artículo 103,de la
Constitución, el cual no distingue entre ley penal sustantiva, procesal penal o
de ejecución.

Realizada la investigación sumaria, se tomó la declaración del


accionante, interno en el Penal Castro Castro, quien se ratificó en la demanda
interpuesta. Por su parte, el Presidente de la Sala Nacional de Terrorismo,
vocal David Lo¡¡ Bonilla, refirió que, en el caso, el plazo máximo de detención
aún no ha vencido, dado que conforme al Decreto Legislativo Nº 922, dicho
plazo se comienza a computar desde la fecha del nuevo auto apertorio de
instrucción.

El Decimotercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 18 de febrero de


2005, declaró infundada la demanda, por considerar que la detención de
accionante fue decretada con fecha 15 de mayo de 2003 por lo que el plazo
máximo de detención aún no ha vencido.

La recurrida confirmó la apelada, por considerar que al fecha de


producida la anulación ya se encontraba vigente la modificatoria del artículo
137 del Código Procesal Penal, según la cual en los casos en que se declare la
nulidad de procesos seguidos en fueros distintos, el plazo de detención se
computará desde la fecha del nuevo auto apertorio de -instrucción.

FUNDAMENTOS
1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación del
accionante. En el caso de autos, se alega que el plazo límite de detención
establecido por el artículo í137 del Código Procesal Penal ha vencido.

§. Delimitación del petitorio

2. El demandante afirma que se ha producido una doble afectación


constitucional:

a) Detención arbitraria originada por el vencimiento del plazo legal de


detención preventiva.

b) Vulneración de las garantías del debido proceso respecto del plazo


razonable, debido a la duración ilimitada ‘de su detención por la aplicación de
dispositivos procesales .penales que no estuvieron vigentes al momento de su
detención.

3. Resulta importante precisar que si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, y en otros similares, habida cuenta de que se han .establecido
judicialmente restricciones al pleno ejercicio ‘de la libertad locomotora, luego de
la imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal
Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad
constitucional de los actos judiciales considerados lesivos.

§. Materias sujetas a análisis constitucional

4. A lo largo de la presente sentencia, este Colegiado debe determinar:

(a) Si se ha lesionado el derecho que tiene el recurrente al ejercicio


pleno de las facultades que, sobre la impartición de justicia, consagra la
Constitución Política del Perú.

(b) Sí por el tiempo transcurrido en detención preventiva se ha terminado


afectando la libertad personal del demandante.

§. De los limites a la libertad personal

5. Conforme a lo enunciado por este Tribunal en reiterada jurisprudencia,


la libertad personal no es solo un derecho fundamental reconocido, sino un
valor superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e
ilimitado; se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley. Por ello
es que los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma en
que se reconocen tales derechos
6. El caso de autos se encuentra comprendido en la limitación
precedente señalada. En efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de
la Constitución, no se permite forma alguna de restricción de la libertad
personal, salvo en los casos previstos por la ley. Por tanto, para esclarecer la
controversia, debe establecerse si el periodo de detención preventiva que
cumple el demandante constituye una restricción del derecho a la libertad
previsto en la ley y la Constitución.

§. Vulneración del derecho a la libertad individual y exceso de detención

7. Este Tribunal, en reiterada jurisprudencia, ha sostenido que “(...)como


todo derecho fundamental, el de la libertad personal tampoco es un derecho
absoluto, pues como establecen los ordinales a) y b) del inciso 24) del artículo
2de la Constitución, aparte de ser regulados, pueden ser restringidos o
limitados mediante ley” (Exp. Nº 1091-2002HC/TC). En efecto, conforme al
artículo 2, inciso 24, literal b), de la Constitución, no se permite forma alguna de
restricción de la libertad personal, salvo en los casos previstos por la ley. Por
tanto, para esclarecerla controversia, debe establecerse si el periodo de
detención preventiva que cumple el demandante constituye una restricción del
derecho a la libertad previsto en la ley y la Constitución.

8. El Decreto Legislativo Nº 922, que regula la anulación de los procesos


por delito de traición a la patria seguidos ante el fuero militar, señala, en su
artículo 4, que el plazo límite de detención conforme al artículo 137 del Código
Procesal Penal, en los procesos en los que se aplique tal norma, “(... )se inicia
a partir del auto de apertura de instrucción del nuevo proceso”, en tanto que, en
su artículo 3, precisa que las referidas anulaciones “(...)no tendrán como efecto
la libertad de los imputados”.

9. Con relación a la aplicación de las normas penales, este Tribunal ha


sostenido, en reiterada jurisprudencia, que “[e] n la aplicación de normas
procesales penales rige el principio tempus regit actum, que establece que la
ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra vigente al momento
de resolver [Exp. Nº 2196-2002-HC/TC].

10. Siendo ello así, resulta de aplicación al caso de autos el artículo 1 de


la Ley Nº 28105, que desde el 21 de noviembre de 2003 modifica el artículo
137 del Código Procesal Penal, estableciendo que el plazo de detención en el
proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18 meses, y que se
duplicará en caso de que el proceso sea por los delitos de terrorismo, tráfico de
drogas, espionaje u otro de naturaleza compleja seguido contra más de diez
imputados.
11. En las copias certificadas que obran en autos, consta que con fecha
30 de abril de 2003 la Sala Nacional de Terrorismo declaró la nulidad del
proceso seguido ante el fuero militar contra el accionante por delito de traición
a la patria y, conforme consta de la copia obrante a fojas 47 de autos, el Cuarto
Juzgado Penal de Terrorismo emitió auto de apertura de instrucción contra el
recurrente por delito de terrorismo con fecha 15 de mayo de 2003, fecha desde
la cual se inicia el cómputo del plazo de la detención establecido en el artículo
137 del Código Procesal Penal, el mismo que, tratándose de un proceso por el
delito de terrorismo, es de 36 meses, que a la fecha no han transcurrido; por
consiguiente, la demanda debe ser declarada infundada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

SS.

Publíquese y notifíquese.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VIOLACIÓN DEL DERECHO A LA MOTIVACIÓN DE RESOLUCIONES


JUDICIALES, AL DEBIDO PROCESO, AL LIBRE TRÁNSITO Y A LA
POSTULACIÓN A INSTITUCIONES PÚBLICAS.

Expediente Nº 6686-2005-PHC/TC
CALLAO
GERMÁN ERNESTO LA ROSA FELICES
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre del 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Germán Ernesto
La Rosa Felices contra la sentencia de la Tercera Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia del Callao, de fojas 122, su fecha 18 de julio de 2005, que
declaró infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 3 de junio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Decimoprimer Juzgado Penal del Callao y la Tercera
Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Callao, solicitando que cesen
los actos violatorios a sus derechos a la motivación de resoluciones judiciales,
al debido proceso, a la tutela procesal efectiva, al libre tránsito y a la
postulación a instituciones públicas; derechos todos estos afectados por la
sentencia recaída en el Expediente Nº 2001-00287. Sostiene que en el proceso
precitado se le instruyó por la presunta comisión del delito de estafa, tramitado
ante el Noveno Juzgado Penal del Callao, en el que se dictó sentencia y que
ésta fue impugnada ante la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
del Callao, la que confirmó la referida resolución de primera instancia, sin que
se le haya notificado dicha resolución, pues se devolvió el expediente al
juzgado de origen; que ello ha vulnerado su derecho a interponer el recurso de
nulidad que la ley prevé, razón por la que requirió al juzgado para que se le
notifique con la precitada sentencia o se eleve el expediente a la Sala Superior
para que haga valer su derecho ante ella; agrega que la sentencia no se
encuentra debidamente motivada, pues no sustenta el delito de estafa y solo
hace referencia a la escritura pública de reconocimiento de deuda con garantía
hipotecaría, con la que se pretende establecer su culpabilidad.

Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus, se realizó la


investigación sumaria de ley, recabándose la declaración de la jueza
emplazada (f. 15), así como las declaraciones indagatorias de los vocales
superiores demandados (f. 50 a 52), recabándose además los documentos que
corren de fojas 16 a 45 y 53 a 71 en copia certificada. Asimismo, a fojas 73 y
siguientes se aprecia la declaración indagatoria del recurrente.

El Primer Juzgado Penal del Callao, con fecha 7 de junio de 2005,


declaró infundada la demanda, por considerar que la sentencia de segunda
instancia no le fue notificada al recurrente, por cuanto éste no señaló domicilio
legal dentro del radio urbano local, de lo que existe constancia en autos; del
mismo modo, señala que la sentencia de la Sala Penal ha sido expedida por
juez competente, y en ella se exponen los fundamentos de hecho y de derecho
correspondientes, de modo escrito y ordenado.

La recurrida confirmó la apelada, estimando que la resolución


impugnada se encuentra motivada, la misma que incluso ha reproducido los
fundamentos del dictamen del Fiscal Superior, y que la falta de notificación de
la sentencia se debe a que el actor no se apersonó a la instancia señalando
domicilio procesal o legal para efectos de la notificación, no pudiendo hacerse
dicha diligencia en su domicilio real, por no encontrarse dentro del radio
urbano.

FUNDAMENTOS

1. La demanda se sustenta en que al demandante no se le notificó la


sentencia de segunda instancia, recaída en el proceso seguido en su contra
por la presunta comisión del delito de estafa, por ante el Noveno Juzgado
Penal del Callao y la Tercera Sala Penal del Distrito Judicial del Callao, en
primera y segunda instancia, respectivamente; del mismo modo, alega la
presunta afectación de su derecho constitucional a la motivación de las
resoluciones judiciales.

2. Respecto del primer extremo, se aprecia que la sentencia emitida por


la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Callao no le fue
notificada al recurrente por cuanto aquel no había señalado domicilio procesal
alguno para tal efecto, como se aprecia de la constancia de fojas 68, hecho que
no ha quedado desvirtuado dentro del proceso, por lo que, al no acreditarse la
supuesta irregularidad alegada, en modo alguno puede ampararse la demanda
en lo que a dicho extremo importa, toda vez que no se evidencia la afectación
del derecho del demandante al debido proceso, derecho que se encuentra
previsto en el artículo 1391, inciso 3 de la Constitución.

3. Sobre la pretendida afectación del derecho a la motivación de las


resoluciones judiciales, consagrado en el artículo 139, inciso 5 de la
Constitución, éste se expresa en que la motivación debe contener los
fundamentos de hecho. y de derecho que la sustentan, pero en modo alguno
establece la extensión que debe tener; en ese sentido, a fojas 66 se aprecia en
autos la sentencia impugnada, la que se sustenta no sólo en los argumentos
expuestos en el dictamen del Representante del Ministerio Público, sino que
además contiene el desarrollo de los fundamentos adicionales que el Colegiado
ha tenido en cuenta para emitir su decisión.

4. En ese sentido, del dictamen precitado se advierte que el


representante del Ministerio Público (f. 61) opina porque la sentencia
impugnada sea confirmada, en lo que al recurrente atañe, por haber sido éste
quien gestionó directamente los créditos y presentó y renovó las cartas fianzas
con que obtuvo créditos ilícitamente, hecho que a su vez ha sido reiterado por
la Sala emplazada en su sentencia de fojas 66, mientras que la referencia a
que el demandante es quien se ha hecho cargo de la deuda contraida con la
empresa Metalpren, es hecha “a mayor abundamiento”, razones estas por las
que la emplazada considera que el demandante es el autor del delito imputado.

5. De autos no se aprecia que el demandante haya sido procesado de


modo arbitrario o que la condena impuesta se sustente en hechos inexistentes,
los que por demás no podrían ser objeto de merituación o evaluación en esta
sede, toda vez que ello es competencia del juez penal, salvo que se evidencie
la afectación de derechos fundamentales, situación que no ocurre en el caso de
autos. Más aún, determinar si en el proceso seguido en su contra cabía la
posibilidad de interponer un recurso impugnatorio adicional a los ya
presentados, no constituye una evaluación que en abstracto corresponda a
este Colegiado.

6. En consecuencia, al haberse acreditado en el proceso penal la


vinculación del recurrente con el hecho punible, así como verificándose que en
su caso no hay afectación de derecho constitucional alguno, la demanda debe
ser desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confieren la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

LESIÓN DE LA LIBERTAD PERSONAL POR DETENCIÓN SIN ORDEN


JUDICIAL

Expediente Nº 3616-2004-HC/TC
LIMA
JORGE ANTONIO VARGAS ROSAS
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 28 días del mes de diciembre de 2004, la Sala Segunda
del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Jorge Antonio Vargas Rosas


contra la sentencia de la Sexta Sala Especializada en lo Penal para Procesos
con Reos libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 203, su fecha
10 de setiembre de 2004, que declaró improcedente la demanda de hábeas
corpus de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

El recurrente, con fecha 22 de agosto de 2004, interpone demanda de


hábeas corpus contra el Jefe de la Comisaría del Rímac, Comandante PNP
Juan Albarracín Germán, sosteniendo que con fecha 21 de agosto de 2004,
aproximadamente a las 20:00 horas, un contingente policial conformado por
agentes de la delegación de dicha comisaría, así como personal de otras
unidades especializadas de la Policía Nacional (SUAT, DINANDRO), bajo la
dirección del Fiscal Adjunto Permanente de Lima, don Marcos Contrera Vera,
procedieron a detenerlo en la vía pública sin que exista orden judicial o
situación de flagrante delito, vulnerando su derecho a la libertad personal.

Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, el funcionario demandado rinde su


declaración explicativa negando los cargos que le atribuye el accionante.

Resolución de primera instancia

El Vigésimo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha 26


de agosto de 2004, declaró improcedente la demanda, por estimar que el
accionante fue detenido en una operación policial por comercialización de
droga.

Resolución de segunda instancia

La Sexta Sala Especializada en lo Penal de la Corte Superior de Justicia


de Lima confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS
1. El demandante sostiene que su detención, ejecutada por el personal
policial al mando del demandado, ha lesionado su derecho constitucional a la
libertad personal, al haberse realizado sin una orden judicial de detención y sin
que se produzca una situación de flagrante delito.

2. El emplazado aduce que el actor fue detenido en situación de


comisión de flagrante delito, en el marco de una operación policial contra la
comercialización de droga, como así lo demuestran diversas evidencias
probatorias.

3. Del análisis del caso de autos y en especial de la investigación


sumaria realizada y del examen de las instrumentales que obran en el
expediente (fojas 8 a 143), se acredita, fehacientemente, que la detención
policial del accionante se produjo en circunstancias de flagrante delito, lo que
legitimó la actuación policial, considerando que la noción de flagrancia se aplica
-según lo precisado por el Tribunal Constitucional (Exp. Nº 1324-2000-HC/TC:
Marcha de Los Cuatro Suyos)- “(...) a la comisión de un delito objetivamente
descubierto por la autoridad o al momento inmediatamente posterior a su
realización, en que se detecta al autor material pretendiendo huir del lugar de
los hechos”, lo que configura un-presupuesto de detención previsto en el
artículo 2, inciso 24, literal “f”, de la Carta Política,

4. A mayor argumento de la desestimación de esta demanda, se debe


precisar que el propio demandante afirma en su recurso extraordinario (fs. 211),
que por los hechos que fueron materia de la cuestionada detención policial se
le ha abierto proceso penal con mandato de detención; esto es, la privación de
su libertad se funda ya no en una medida policial sino en una orden judicial que
debe ser enervada en la causa penal en que ha sido comprendido como agente
de delito: siendo ello así, resulta de aplicación al caso el artículo 2, contrario
sensu, del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

PRIVACIÓN DEL LIBRE TRÁNSITO

Expediente Nº 5516-2005-PHC/TC
LIMA
LOURDES OBDULIA AGUILAR VICENTE
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 29 días del mes de agosto de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Lourdes Obdulia


Aguilar Vicente contra la sentencia de la Quinta Sala Especializada en lo Penal
para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 52, su fecha 8 de julio de 2005, que declara improcedente la demanda de
hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 31 de mayo de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra doña Noemí Marina Zambrano Cárdenas solicitando se
reponga su derecho a la libertad personal. Afirma que desde hace dos
semanas aproximadamente la demandada realiza seguimiento a su persona,
poniendo en peligro su integridad física. Agrega que la emplazada trata de
impedir su ingreso a su centro de trabajo, privándola de su libre tránsito.

Realizada la investigación sumaria, la demandante se ratificó en el


contenido de su demanda, agregando que alquila un stand a la demandada, la
cual le restringe el ingreso al mismo oponiendo resistencia física. De otro lado,
la emplazada manifestó que nunca le hizo seguimiento a la demandante, y que,
en todo caso, que es por el incumplimiento de pago del alquiler del stand que le
indicó que tenía que retirarse del mismo, abandonando el mismo con fecha 3
de junio de 2005.

El Decimosexto Juzgado Penal de Lima, con fecha 13 de junio de 2005,


declaró infundada la demanda, por considerar que la pretensión que persigue
la demandante es ajena a la jurisdicción constitucional.
La recurrida, revocando la apelada, declaró improcedente la demanda,
por considerar que es la finalidad de la demandante es proteger sus presuntos
derechos a la posesión y al trabajo, los cuales no se encuentran protegidos por
el artículo 25 del Código Procesal Constitucional.

FUNDAMENTOS

1. El objeto de la presente demanda de hábeas corpus es que se


disponga: a) el cese de los actos que restringen la libertad de tránsito de la
accionante, al impedírsele el ingreso a su centro de trabajo, b) el cese de los
actos de seguimiento que ejecuta la demandada en su contra.

2. Tales pretensiones imponen efectuar una necesaria distinción entre


los hechos impugnados, el derecho presuntamente vulnerado y su protección a
través del proceso de hábeas corpus.

a) Con respecto a la presunta vulneración a la libertad de tránsito


El artículo 25, inciso 6 del Código Procesal Constitucional señala que:
“Procede el hábeas corpus ante la acción u omisión que amenace vulnere (...):
6) El derecho de los nacionales, o de los extranjeros residentes a ingresar,
transitar o salir del territorio nacional, salvo mandato judicial o aplicación de la
Ley de Extranjería o de Sanidad”.

En ese sentido, tanto el ingreso como la salida de una propiedad


estrictamente privada o su tránsito dentro de ella, no involucra restricción de
traslado de un lugar público a otro, siendo que dicho desplazamiento está
destinado a uso particular, supuesto que se encuentra amparado por la
inviolabilidad del domicilio; por lo que, en este extremo, debe ser desestimada
la pretensión de la demandante, al no importar dicha impugnación vulneración
a la libertad personal o sus derechos conexos.

b) Del alegado seguimiento, que estaría haciendo “peligr(ar) la Integridad


física” de la demandante
La referida impugnación se enmarca en la tipología del hábeas corpus
restringido, el cual, como lo ha señalado este Tribunal, “Se emplea cuando la
libertad física o de locomoción es objeto de molestias, obstáculos,
perturbaciones o incomodidades que, en los hechos, configuran una sería
restricción para su cabal ejercicio (...)”.

[Expediente 2663-2003-HC/TC].
De autos se advierte que el seguimiento alegado no se ampara en
prueba veraz, sino únicamente en el dicho de la demandante, pues no obra en
el expediente instrumental alguna que acredite el aducido seguimiento.

3. De los actuados, no resulta acreditada la presunta vulneración de la


libertad individual de la demandante, de modo que resulta de aplicación al caso
el artículo 2, contrario sensu, del Código Procesal Constitucional.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus. SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VIOLACIÓN DEL DERECHO A LA DEBIDA MOTIVACIÓN DE LAS


RESOLUCIONES JUDICIALES

Expediente Nº 6295-2005-PHC/TC
CALLAO
CARMEN GLADYS FERNÁNDEZ ROMANI
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 12 días del mes de setiembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Carmen Gladys


Fernández Romaní contra la sentencia de la Tercera Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia del Callao, de fojas 144, su fecha 22 de julio de 2005, que
declaró infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 16 de mayo de 2005, la recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra el Noveno Juzgado Especializado en lo Penal del Callao
y contra el Cuarto Juzgado de Paz Letrado del Callao, por cuanto, con sus
resoluciones expedidas en los Exps. Nº s 4073-2004 y 18952004, ha violado su
derecho a la tutela jurisdiccional efectiva. Sostiene que fue denunciada por
haber causado 2 lesiones dolosas a su menor hija, produciéndole dos
equimosis -una en la boca y otra en el muslo izquierdo, siendo sentenciada en
primera instancia, a pesar de su inocencia, la que al ser apelada fue
confirmada por el a quem, en tanto que éste tomó los fundamentos de la
apelada, violentándose sus derechos a la debida motivación de las
resoluciones judiciales y al debido proceso, exponiendo que en lo relativo a
este último derecho, hay inconsistencia e incoherencia lógica porque se han
violado los principios de no contradicción y razón suficiente, el principio de
razonabilidad, el derecho de defensa, el principio contradictorio, así como el
principio de interdicción de la arbitrariedad. Alega que ello fluye de la
motivación de la apelada, puesto que la resolución apelada asevera que su hija
acepta que al mentirle, la recurrente le propinó una bofetada en la boca,
situación que elimina la existencia de dolo, por lo que su conducta es atípica,
siendo contradictoria la posición del juez demandado, por cuanto a su criterio,
la agresión que sufrió su hija se debe a la animadversión que le tienen los
padres de la menor, asimismo, refiere que la menor declaró que el supuesto
correazo recibido en el muslo izquierdo no fue tal, pues se lo hizo en su
colegio, lo que se contradice con el quinto considerando de la sentencia del
juez, puesto que en el mismo se expone que ha quedado acreditado el
correazo dado a la menor, razones éstas, entre otras, por las que solicita que
su demanda sea amparada.

Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus, se recibió la


declaración de la demandante (f. 46), el escrito de apersonamiento y a través
del que se absuelve el traslado por el Procurador Público Adjunto a cargo de
los asuntos judiciales del Poder Judicial (f. 63), y copia de los actuados más
importantes del expediente del que deriva el presente proceso (fs. 70 y
siguientes).

El Décimo Juzgado Penal del Callao, con fecha 27 de mayo de 2005,


declaró improcedente la demanda de autos, por considerar que los hechos
demandados no son conexos a la libertad individual, por lo que la demanda
debe ser desestimada.

La recurrida revocó la apelada, y reformándola, la declaró infundada, por


entender que en el caso no se evidencia afectación de derecho fundamental
alguno.

FUNDAMENTOS
1. En autos se impugna el resultado del proceso penal seguido contra la
recurrente, por la presunta comisión del delito de faltas contra la persona, en el
Exp. Nº 1895-2004; en tal sentido, en la medida que la sanción impuesta
-prestación de servicios comunitarios- importa una limitación al derecho a la
libertad individual, consagrado en el artículo 2.24 de la Constitución, el Tribunal
Constitucional considera que es competente para pronunciarse sobre el
particular.

2. A f. 11 y siguientes se aprecia la sentencia de fecha 13 de diciembre


de 2004, expedida por el Cuarto juzgado de Paz Letrado del Callao, que
sustenta su decisión en los siguientes argumentos: a) que la recurrente .acepta
haber “agredido con sopapo y cachetada a la menor” y que su intención fue la
de corregir la mentira, derecho que evidentemente tiene como madre, pero ha
quedado demostrado que se extralimitó en la forma de llamar la atención pues
ella refiere que quiso corregirla pero no tuvo el deber de cuidado pues le
ocasiono una lesión, al darle el sopapo en la boca y la cachetada que la niña
ha manifestado en sus declaraciones; b) que hay contradicciones en lo
declarado por la ahora demandante, respecto de si la corrección a la menor, la
hizo de palabra o le dio un lapo en la boca; c) que el certificado médico legal
acredita la equimosis que sufrió la menor; d) que en cuanto al golpe en el
muslo izquierdo, la menor expresó que éste se lo había hecho en el Colegio el
día anterior a los hechos materia del proceso, al bajar las escaleras de su salón
de clases; e) que la demandante utilizó frases bastante duras al corregir a la
menor, teniendo en cuenta que tiene 7 años de edad, situación que es
considerada por el juzgador como una agresión; f) que se evidencia, por el
desarrollo de la audiencia, que la niña es manipulada tanto por el padre como
por la madre, situación vinculada expresamente con el moretón del muslo.

3. Por su parte, el Noveno Juzgado Penal del Callao, con fecha 29 de


abril de 2005 (f. 12), confirmó la sentencia impuesta a la demandante, por los
propios fundamentos de la apelada, y por estimar, además: a) que está
acreditada la agresión de la demandante a su menor hija así como que aquella
voto a la menor de- la casa, habiendo mencionado la menor a su padre que la
demandante le había dado una bofetada en la boca y un correazo en la pierna
izquierda; b) que el argumento esgrimido por la demandante, en su escrito de
apelación, se sustenta en que en su condición de madre no sólo está facultada
sino obligada a corregir a su hija, argumento que colisiona con el artículo
2.24.hº de la Constitución Política del Perú y el artículo 19 de la misma; por
ello, si bien los padres deben corregir a sus hijos, no pueden emplear la
violencia contra ellos; c) que, como reconoce la sentenciada, existe mutua
animadversión con el padre de la menor, lo que, a criterio del juzgador, ha
motivado la agresión física dolosa contra la menor, por haber devuelto un
celular a su padre.
4. El Tribunal Constitucional aprecia que una de las razones por las que
la demandante ha sido sancionada es por haber golpeado a su menor hija, al
propinarle una bofetada en el rostro, no advirtiéndose, por el contrario, que la
pena impuesta guarde relación con el presunto “correazo” que supuestamente
la demandante habría propinado a la misma menor, puesto que, de ninguna de
las sentencias en comentario, se aprecia dicha circunstancia;
consecuentemente, el argumento de la demandante sobre que la sentencia se
sustenta en este último argumento, no aparece acreditado.

5. En lo que corresponde a la razón que motivó la agresión de la menor,


fluye de los actuados del proceso penal que obran en autos, que se encuentran
vinculados con la entrega de un celular por parte de la menor a su padre, lo
que motivó la reacción de la madre, apreciación que no resulta enervada en el
presente proceso.

De otro lado, se alega también que las resoluciones impugnadas


carecen de motivación, congruencia y conexión lógica; sin embargo, se
advierte también que el objeto de la demanda es enervar el contenido de las
resoluciones impugnadas, imputándoles vicios o imprecisiones con el propósito
de obtener un reexamen de los medios probatorios, sin que este Colegiado
advierta que aquella sea arbitraria o irrazonable, razón por la que no considera
necesario revisar el criterio del juez ordinario; en consecuencia, no
acreditándose la afectación de la tutela procesal efectiva con los alcances y
contenidos expuestos en el artículo 4 del Código Procesal Constitucional, la
demanda debe ser desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

VIOLACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL Y LIBRE


TRANSITO
Expediente Nº 2066-2005-PHC/TC
LIMA
HERNANDIO DOMÍNGUEZ CÓRDOVA
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 26 días del mes de mayo de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Gonzales Ojeda,
García Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Hernandio


Rodríguez Córdova contra la sentencia de la Tercera Sala Penal para Procesos
con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 86, su
fecha 3 de febrero de 2005, que declaró infundada la demanda de hábeas
corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 3 de noviembre de 2004, don Hernandio Domínguez Córdova


interpone demanda de hábeas corpus contra el efectivo de la Policía Nacional
del Perú-PNP, Guillermo Cleytton Rengifo Campos, y los demás miembros de
la División de Inteligencia de la DIRANDRO - PNP, incluyendo a los Jefes y/o
Directores de la Unidad de Inteligencia de la DIRANDRO - PNP, por la violación
y amenaza de sus derecho a la libertad individual y al libre tránsito. Sostiene
que desde el 4 de octubre de 2004 es víctima de seguimiento y persecución de
manera irregular, inusual e ilegal por parte de los emplazados, quienes en 3
vehículos lo siguen, intimidándolo con su presencia, a bordo de los vehículos
con las placas BGP 689, COB 197 y CGB 931; ante ello, el 25 de octubre de
2004, temiendo que malos elementos policiales intenten extorsionarlo o
“sembrarle” sustancias ilícitas, conjuntamente con su abogado, solicitaron
apoyo de la Unidad Policial - Emergencia Norte con Placa PLO 710, la que
intervino el vehículo con placa de rodaje CGB 931 marca Toyota, modelo
Tercer, color verde, el que se encontraba conducido por el emplazado Rengifo
Campos, quien inicialmente se identificó como miembro de la PNP para luego
mostrar un DNI, indicando ser estudiante sin licencia de conducir ni tarjeta de
propiedad, y, finalmente, al llegar a la Comisaría de San Martín de Porres,
luego de varias llamadas telefónicas y de ser interrogado, se determinó que era
miembro de la DIRANDRO - PNP presentando su licencia de conducir y la
tarjeta de propiedad del vehículo, alegando que se desplazaba en el
mencionado vehículo en comisión de servicios. Precisa que en una oportunidad
anterior, los efectivos de la DIRANDRO - PNP lo investigaron policialmente, y,
sin pruebas suficientes, lo detuvieron y denunciaron, por lo que fue procesado
ante el Quinto Juzgado Penal del Callao, Exp. Nº 4081-2002, proceso en el que
fue absuelto en primera y segunda instancia, mediante resolución que también
fue confirmada por la Corte Suprema de Justicia de la República, razón por la
que tiene temor que malos elementos de la PNP, en venganza, pretendan
extorsionarlo o “sembrarle” alguna sustancia prohibida, que solicita se ordene
el cese de la persecución policial de la que es objeto.

Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus, se recibió la


declaración del demandante (f. 16), así como la declaración del efectivo policial
directamente emplazado (f. 43).

El Trigésimo Juzgado Penal de Lima, con fecha 10 de diciembre de


2004, declaró infundada la demanda, por considerar que, conforme al Parte
Policial Nº 1946-12-04DIRANDRO-PNP./DEPITID S.A., remitido por la
Dirección Antidrogas de la Policía Nacional del Perú, se establece que contra el
demandante no hay investigación policial pendiente.

La recurrida confirmó la apelada, teniendo en cuenta que lo que el


demandante pretende es cuestionar el resultado de una sumaria investigación
efectuada por los efectivos de la Comisaría de San Martín de Porres
relacionada con los hechos expuestos en su demanda, hechos que no pueden
ser merituados en esta instancia, sino en otra vía judicial.

FUNDAMENTOS

1. Es materia de autos determinar si los derechos del demandante,


relativos a la libertad individual y al libre tránsito, resultan amenazados por la
actuación del demandado o de los demás efectivos de la entidad emplazada.

2. La controversia sometida a conocimiento de este Tribunal ha sido


planteada en términos de una afectación por amenaza de violación de
derechos constitucionales, por lo que debería analizarse si, en el presente
caso, la sola intervención del emplazado Guillermo Cleytton Rengifo Campos
configura tal situación. Para tal efecto, debe advertirse que en la STC Nº 477-
2002-AA/TC este Tribunal ha establecido que la amenaza “(...)se acredita
cuando ésta es cierta y de inminente realización; es decir, cuando el perjuicio
es real, efectivo, tangible, concreto e ineludible. Se excluyen, pues, del amparo
los perjuicios imaginarios o aquellos que escapan a una captación objetiva”(F.J.
3), es decir que aquéllas circunstancias que no guarden correspondencia con
las características descritas no configurarán amenaza constitucional alguna.
3. Asimismo, este Tribunal ha señalado (Exp. Nº 2435-2002-HC/TC) que
para determinar si existe certeza de la amenaza del acto vulnerador de la
libertad individual se requiere la existencia de (. un conocimiento seguro y claro
de la amenaza a la liberta, dejando de lado conjeturas o presunciones”. En
tanto que, para que se configure la inminencia del mismo, es preciso que “(...)
se trate de un atentado a la libertad personal que esté por suceder prontamente
o en proceso de ejecución, no reputándose como tal a los simples actos
preparatorios”.

4. Sin embargo, más allá de las afirmaciones del demandante -las que
no pueden ser determinadas en esta vía- y de la detención de la persona de
Guillermo Cleytton Rengifo Campos, no se evidencia en autos elemento o
indicio que permita presumir que los temores del demandante sean fundados,
puesto que no se evidencia que la persona precitada haya tenido algún
documento o medio material que lo vincule con el demandante, o en su caso,
se haya determinado que estaba en posesión de sustancias prohibidas que
podían serle “sembradas” a éste, como lo hace de manifiesto en su demanda;
más aún, en contra del demandante, al momento en que ocurrió el incidente
relatado en su escrito de demanda, no existía investigación alguna, como se
aprecia del Parte de f, 52.

5. De otro lado, no corresponde emitir ningún pronunciamiento respecto


de los hechos que se pretenden incorporar al proceso (mediante el escrito
presentado en esta instancia el 25 de mayo de 2005 f. 2, del cuadernillo del
Tribunal Constitucional), porque tales hechos no guardan relación con los
demandados en autos, tanto más cuando estos últimos han sido objeto de la
denuncia penal formulada por la Primera Fiscalía Provincial Especializada en
Tráfico Ilícito de Drogas del Callao, entidad que no ha sido emplazada, y que,
conforme al artículo 1599 de la Constitución, es competente para promover de
oficio o a petición de pare la acción judicial en defensa de la legalidad y de los
intereses del Estado (inciso i), así como para ejercitar la acción penal de oficio
o a petición de parte (inciso 5).

6. Asimismo, la sola presentación de una denuncia penal no importa que


el juzgador necesariamente abra la instrucción pertinente, puesto que para ello
deberá tener presente los presupuestos previstos en el artículo 772 del Código
de Procedimientos Penales, situación que en autos no es posible determinar en
el presente caso, no sólo por no contar con la información necesaria para tal
efecto, sino que, además, porque tales hechos son de competencia del juez
penal, quien tampoco es parte en el proceso de autos.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,
HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

VIOLACION AL DERECHO DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 5007-2005-PHC/TC
PIURA
SANTOS GERARDO ALAMA PRIETO
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de agosto de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Santos Gerardo


Alama Prieto contra la sentencia de la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Piura, de fojas 99, su fecha 13 de junio de 2005, que
declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 4 de junio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Piura, por la presunta violación de su derecho a la libertad individual, al debido
proceso y a la defensa. Sostiene que la emplazada ha emitido resolución con
fecha 25 de abril de 2005, notificada el 6 de mayo del mismo año, en el Exp. Nº
2003-1155, por la que se declara improcedente el pedido de adecuación del
tipo penal del artículo 297 del Código Penal por el artículo 298 del mismo
Código, en la medida que la conducta penal fue subsumida en el tipo
correspondiente a la modalidad de microcomercialización, sin considerar la
escasa cantidad que se encontró, pues aquella fue de 40 gramos. En ese
sentido, refiere que el 7 de octubre de 2004 fue condenado a 4 años de pena
privativa de libertad, en aplicación del artículo 2962, inciso 6, del Código Penal,
que se impone cuando existe una pluralidad de agentes, lo que no le
corresponde, pues él fue intervenido en fecha posterior a la de los otros 2
sentenciados, con la cantidad de 40 gramos de PBC.

Dentro de la sumaria investigación, se incorporaron al proceso de


hábeas corpus copias certificadas de los actuados más importantes del
proceso penal en que se emitió la resolución cuyo contenido se pretende
impugnar en autos (fs. 26 a 67).

El Tercer Juzgado Penal de Piura, con fecha 1 de junio de 2005, declaró


improcedente la demanda, por considerar que la configuración penal aplicada
al demandante es la correcta, encontrándose la resolución debidamente
fundamentada, no alterando el debido proceso ni afectando el principio de
legalidad.

La recurrida confirmó la apelada, al no verificarse el quebrantamiento de


la norma adjetiva.

FUNDAMENTOS

1. El demandante pretende se adecue la pena que le fue impuesta en el


proceso penal signado con registro Nº 20031155, pues considera que en su
caso ha habido una indebida tipificación, ya que se le ha procesado en
aplicación del artículo 2979 inciso 6) del Código Penal, cuando se le debió
aplicar el artículo siguiente, esto es, el artículo 2989 de la misma norma.

2. Este Colegiado aprecia que el cuestionamiento hecho a la norma


sustantiva aplicada en su caso, importa un cuestionamiento al principio de
legalidad penal, en tanto que, a través del proceso de autos, se pretende la
revisión de lo resuelto por el juez penal. Sobre el particular, en la STC 0010-
2002-AI/TC, este Tribunal sostuvo que el principio de legalidad exige que por
ley se establezcan los delitos y que las conductas prohibidas estén claramente
delimitadas previamente por la ley. Como tal, garantiza la prohibición de la
aplicación retroactiva de la ley penal (¡ex praevia), la prohibición de la
aplicación de otro derecho que no sea el escrito (lex scripta), la prohibición de
la analogía ()ex stricta) y de cláusulas legales indeterminadas (¡ex certa).

3. Por ello, este Tribunal considera que el principio de legalidad penal se


configura como un principio, pero también como un derecho subjetivo
constitucional de todos los ciudadanos. Como principio constitucional, informa y
limita los márgenes de actuación de los que dispone el Poder Legislativo al
momento de determinar cuáles son las conductas prohibidas, así como sus
respectivas sanciones. En tanto que, en su dimensión de derecho subjetivo
constitucional, garantiza a toda persona sometida a un proceso o
procedimiento sancionatorio que lo prohibido se encuentre previsto en una
norma previa, estricta y escrita, y también que la sanción se encuentre
contemplada previamente en una norma jurídica.

4. Por tanto, resulta igualmente claro que la dimensión subjetiva del


derecho a la legalidad penal no puede estar al margen del ámbito de los
derechos protegidos por la justicia constitucional frente a supuestos como la
creación judicial de delitos o faltas y sus correspondientes supuestos de
agravación o, incluso, la aplicación de determinados tipos penales a supuestos
no contemplados en ellos. El derecho a la legalidad penal vincula también a los
jueces penales, y su eventual violación posibilita su reparación mediante este
tipo de procesos de tutela de las libertades fundamentales.

5. Si bien el principio de legalidad penal, el cual protege el derecho de no


ser sancionado por supuestos no previstos en una norma jurídica, en tanto
derecho subjetivo constitucional debe ser pasible de protección en esta vía, el
análisis que debe practicar la justicia constitucional no es equiparable a la que
realiza un juez penal. En efecto, como este Tribunal lo ha señalado en diversas
oportunidades, “(...] no puede acudirse al hábeas corpus ni en él discutirse o
ventilarse asuntos resueltos, como (lo] es la determinación de la
responsabilidad criminal, que son de incumbencia exclusiva de la justicia penal.
El hábeas corpus es un proceso constitucional destinado a la protección de los
derechos reconocidos en la Constitución, y no a revisar si el modo como se han
resuelto las controversias de orden penal es el más adecuado conforme a la
legislación ordinaria. En cambio, no puede decirse que el hábeas corpus sea
improcedente para ventilar infracciones a los derechos constitucionales
procesales derivadas de una sentencia expedida en proceso penal, cuando ella
se haya dictado con desprecio o inobservancia de las garantías judiciales
mínimas que deben guardarse en toda actuación judicial, pues una
interpretación semejante terminaría, por un lado, por vaciar de contenido el
derecho a la protección jurisdiccional de los derechos y libertades
fundamentales y, por otro, por promover que la cláusula del derecho a la tutela
jurisdiccional (efectiva) y el debido proceso no tengan valor normativo” [cf. STC
1230-2002-HC/TC].

6. De modo análogo, la Comisión Interamericana de Derechos


Humanos, mediante resolución de fecha 13 de octubre de 2004, declarando
inadmisible la petición presentada por el recurrente (cf. petición Nº 369-2001
-Informe Nº 45/04), ha establecido:

42. Al respecto, la CIDH ha sostenido, desde su principal


pronunciamiento en este tema, que La Comisión es competente para declarar
admisible una petición y fallar sobre su fundamento cuando ésta se refiere a
una sentencia judicial nacional que ha sido dictada al margen del debido
proceso, o que aparentemente viola cualquier otro derecho garantizado por la
Convención. Si, en cambio, se limita a afirmar que el fallo fue equivocado o
injusto en sí mismo, la petición debe ser rechazada conforme a la fórmula
arriba expuesta. La función de la Comisión consiste en garantizar la
observancia de las obligaciones asumidas por los Estados partes de la
Convención, pero no puede hacer las veces de un tribunal de alzada para
examinar supuestos errores de derecho o de hecho que puedan haber
cometido los tribunales nacionales que hayan actuado dentro de los límites de
su competencia.

7. Es bien cierto que, como regla general, la tipificación penal y la


subsunción de las conductas ilícitas no son ni deberían ser objeto de revisión
en estos procesos. AI fin y al cabo, ni la justicia constitucional puede
considerarse en forma análoga a la justicia penal, ni aquella resulta una tarea
que entre en el ámbito de competencia de los jueces constitucionales. Como
nuevamente lo ha expresado su par español, mediante estos procesos se ha
“encomendado proteger los derechos fundamentales (...), conociendo de toda
calificación jurídica realizada por los tribunales ordinarios que viole o
desconozca (...) derechos, pero carece de aquel carácter en relación con
procesos comunes que resuelvan derechos íntersubjetivos ajenos a los
derechos fundamentales y que se pronuncien sobre cuestiones de mera
legalidad, al ser competencia exclusiva de los jueces y tribunales su
interpretación y decisión, fijación de los hechos y subsunción, así como la
precisión de las consecuencias jurídicas (...), aunque se apoyen en errores,
equivocaciones o incorrecciones jurídicas o, en definitiva, en la injusticia de las
resoluciones, porque ello le convertiría [al juez constitucional] en órgano de
control de la mera legalidad, ejerciendo funciones que no le atribuye la
Constitución” [cf. STC 104/ 1985].

8. De ahí que sólo excepcionalmente quepa efectuar un control


constitucional sobre una resolución judicial por afectación del principio de
legalidad penal y, en concreto, en aquellos casos en los que, al aplicar un tipo
penal o imponer una sanción, el juez penal se aparte del tenor literal del
precepto o cuando la aplicación de un determinado precepto obedezca a
pautas interpretativas manifiestamente extravagantes o irrazonables,
incompatibles con el ordenamiento constitucional y su sistema material de
valores. En consecuencia, si en la justicia ordinaria se determina la culpabilidad
o inocencia del imputado, determinando en el caso sí se da el supuesto de
hecho previsto en la norma y sobre la base de consideraciones de orden penal,
de acuerdo con la alternativa que ofrezca la dogmática penal que se estime la
más adecuada, la justicia constitucional, en cambio, se encarga de determinar
si la resolución judicial cuestionada afecta a derechos constitucionales.
9. En el caso de autos, con vista de las resoluciones emitadas en el
proceso penal, no se advierte que la Sala emplazada haya tipificado de modo
erróneo o incorrecto la conducta del ahora demandante; por el contrario, resulta
evidente la intención de este último de pretender cuestionar el contenido de las
precitadas resoluciones, situación que no procede en los procesos
constitucionales, en tanto que ésta no constituye una vía adicional al proceso
penal seguido en su contra, ni mucho menos en este tipo de procesos se
puede pretender desvirtuar los cargos que sustentan el fallo condenatorio
dictado en su contra, no observándose que el mismo o las resoluciones
emitidas con posterioridad, al resolver la solicitud de adecuación de la pena,
sean arbitrarios o irrazonables.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú;

HA RESUELTO:

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

EXCESO DE DETENCION

Expediente Nº 5176-2005-PHC/TC
PUNO
EUSTAQUIO TUTACANO CONDORI
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de agosto de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzaies Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Eustaquio
Tutacano Condori contra la resolución de la Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Puno, de fojas 114, su fecha 7 de abril de 2005, que declara
infundado el hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 17 de diciembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Especializada en Terrorismo de la Corte Superior
de Puno, solicitando su inmediata excarcelación. Afirma encontrarse recluido
desde el 28 de diciembre de 1993; que fue procesado y condenado por el
Poder Judicial por un Tribunal con jueces sin rostro por el delito de terrorismo; y
que, al haberse declarado la nulidad del juicio oral y la insubsistencia de la
acusación fiscal, se dispuso nuevo juicio oral sin disponer su libertad. Alega
que su condición jurídica es la de detenido, mas no de sentenciado; y que,
habiendo transcurrido más de 10 años de reclusión hasta la fecha de
interposición de la demanda, ha vencido en exceso el plazo máximo de
detención previsto en el artículo 1379 del Código Procesal Penal, por lo que su
detención se ha convertido en arbitraria, vulnerándose su derecho a ser
juzgado en un plazo razonable.

Agrega que las leyes que restringen la libertad individual, sean éstas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben estar vigentes con anterioridad a la
fecha en que se produce la detención, y no pueden ser retroactivas salvo que
beneficien al detenido, conforme lo señala el artículo 103 de la Constitución, el
cual no distingue entre ley penal sustantiva, procesal penal o de ejecución.

Realizada la investigación sumaria, el actor se ratifica en los términos de


su demanda. Señala, además, que el nuevo juicio oral ha sido anulado varias
veces por quiebre de la audiencia, ya que varios de los inculpados tienen
procesos en otros distritos judiciales.

El Juzgado Mixto de Puno, con fecha 3 de marzo de 2004, declaró


infundada la pretensión, por considerar que, de acuerdo al Decreto Legislativo
Nº 926, la declaración de nulidad no tendrá como efecto la libertad de los
imputados y que el plazo límite para la detención se computará desde la fecha
de la resolución que declare la anulación y que, computado el plazo de
detención desde dicha fecha, aún no ha vencido.

La recurrida revocó la apelada, declarándola infundada por fundamentos


similares.

FUNDAMENTOS
1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación del
accionante. En el caso de autos, se alega que el plazo límite de detención
establecido por el artículo 1373 del Código Procesal Penal ha vencido.

§. Delimitación del petitorio

2. El demandante afirma que se ha producido una doble afectación


constitucional;

a) Detención arbitraria originada por el vencimiento del plazo legal de


detención preventiva.

b) Vulneración de las garantías del debido proceso respecto del plazo


razonable, debido a la duración ilimitada de su detención por la aplicación de
dispositivos procesales penales que no estuvieron vigentes al momento de su
detención.

3. Resulta importante precisar que si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, y en otros similares, en que se hayan establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, luego de la imposición
de la medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos.

§. Materias sujetas a análisis constitucional

4. A lo largo de la presente sentencia, este Colegiado debe determinar:

(a) Si se ha lesionado el derecho que tiene el recurrente al ejercicio


pleno de las facultades que, sobre la impartición de justicia, consagra la
Constitución Política del Perú.

(b) Si por el tiempo transcurrido en detención preventiva se ha terminado


afectando la libertad personal del demandante.

§. De los límites a la libertad personal

5. Conforme a lo enunciado por este Tribunal en reiterada jurisprudencia,


la libertad personal no es sólo un derecho fundamental reconocido, sino un
valor superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e
ilimitado; se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley. Por ello,
los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma en que se
reconocen tales derechos.
6. El caso de autos se encuentra comprendido en la limitación
precedente señalada. En efecto, conforme al artículo 29, inciso 24, literal b), de
la Constitución, no se permite forma alguna de restricción de la libertad
personal, salvo en los casos previstos por la ley. Por tanto, para esclarecer la
controversia, debe establecerse si el periodo de detención preventiva que
cumple el demandante constituye una restricción del derecho a la libertad
previsto en la ley y la Constitución.

§. Vulneración del derecho a la libertad individual. y exceso de detención

7. Este Tribunal, en reiterada jurisprudencia, ha sostenido que “[I] a


libertad personal no sólo es un derecho fundamental reconocido, sino un valor
superior del ordenamiento jurídico, pero que su ejercicio no es absoluto e
ilimitado, pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley1“,
de ahí que los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma
norma que los reconoce.

8. Conforme al artículo 22, inciso 24, literal b), de la Constitución, no se


permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los casos
previstos por la ley. Por tanto, para esclarecerla controversia, debe
establecerse si la detención que cumple la demandante constituye una
restricción del derecho a la libertad prevista en la ley y la Constitución.

9. El Decreto Legislativo 926, que norma la anulación en los procesos


por delito de terrorismo seguidos ante jueces y fiscales con identidad secreta,
señala, en su Primera Disposición Final y Complementaria, que el plazo límite
de detención, conforme al artículo 1379 del Código Procesal Penal, en los
procesos en los que se aplique tal norma, se computará desde la fecha de
expedición de la resolución que declare la anulación, en tanto que, en su
artículo 42, precisa que la anulación no tendrá como efecto la libertad de los
imputados ni la suspensión de las requisitorias existentes.

10. Con relación a la aplicación de las normas penales, este Tribunal ha


sostenido, en reiterada jurisprudencia, que “[e] n la aplicación de normas
procesales penales rige el principio tempus regit actum, que establece que la
ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra vigente al momento
de resolver2

11. Siendo ello así, resulta de aplicación al caso de autos el artículo 1 de


la Ley Nº 27553, que desde el 13 de noviembre de 2001 modifica el artículo
137 del Código Procesal Penal, estableciendo que el plazo de detención en el
proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18 meses, y que se
duplicará en caso de que el proceso sea por los delitos de terrorismo, tráfico de
drogas, espionaje u otro de naturaleza compleja seguido contra más de diez
imputados.

12. En las copias certificadas que obran en autos, consta que con fecha
27 de junio de 1994 el actor fue condenado por el delito de terrorismo a una
pena privativa de libertad de 20 años por un Tribunal compuesto por jueces con
identidad secreta. La resolución que declara la anulación del juicio y la
insubsistencia de la acusación fiscal, obrante a fojas 78 y siguientes de autos,
fue expedida el 24 de setiembre de 2003, fecha desde la cual se inicia el
cómputo del plazo establecido en el artículo 1379 del Código Procesal Penal, el
mismo que, tratándose de un proceso por el delito de terrorismo, es de 36
meses, los que a la fecha no han transcurrido; por consiguiente, la demanda
debe ser declarada infundada.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADO el hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

VIOLACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 6163-2005-PHC/TC
ICA
JOSÉ ALBERTO ESPINOZA MEDINA
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 12 días del mes de setiembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los Magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don José Alberto
Espino Medina contra la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
lea, de fojas 126, su fecha 12 de julio de 2005, que declara improcedente la
demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

El actor, con fecha 3 de junio de 2005, interpone demanda de hábeas


corpus, contra los vocales de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Ica, señores Albújar de la Roca, Saavedra Parra y Layme Yépez,
arguyendo que los demandados expidieron una resolución irregular, declarando
improcedente la libertad condicional del demandante, sustentando que dicho
beneficio le fue concedido por el juez de primera instancia; pero en
cumplimiento de la resolución expedida por los vocales, el juzgado de origen
ordenó su detención. Solícita que se declare nula la sentencia de vista, signada
con el Nº 12, que declara improcedente la libertad condicional del demandante;
y que se deje sin efecto la resolución Nº 42, que ha ordenado su captura e
internamiento.

Realizada la investigación sumaria, los Vocales emplazados manifies~an


de manera uniforme que la resolución materia del hábeas corpus no vulnera en
ningún extremo la libertad individual del demandante, en tanto que ésta se
encuentra debidamente fundamentada y de acuerdo a Ley.

Cabe precisar que no se realizó la toma de dicho del demandante, al


haber presentado un recurso solicitando “se deje sin efecto lo ordenado en la
resolución Nº 1 (el auto admisorio de la demanda de hábeas corpus), en la
parte pertinente que ordena que rinda declaración el accionante”, tal y
conforme consta de la instrumental obrante en autos a fojas 103, su fecha 7 de
junio de 2005, argumentando que, por encontrarse vigente la orden de captura
e internamiento dictada en su contra, no le resulta posible prestar su
declaración, pues con ello se vería amenazada su libertad individual.

El Quinto Juzgado Penal de lca, con fecha 20 de junio de 2005, expidió


sentencia declarando improcedente el proceso de hábeas corpus, por
considerar que la resolución que el demandante aduce vulnera su libertad
individual, ha sido emitida dentro de un proceso regular, en observancia de las
normas del debido proceso, habiendo procedido los demandados de acuerdo a
sus atribuciones.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.


FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional dispone en su artículo 4, segundo


párrafo, que el hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme
vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva,
entendida ésta como la situación jurídica de una persona en la que se respetan
de modo enunciativo sus principales derechos, y los principios de legalidad
procesal penal.

2. De la demanda obrante en autos de fojas 76, se desprende que el


demandante cuestiona la resolución judicial que declara improcedente la
libertad provisional, la misma que le fue concedida en primera instancia, y que
ello viene amenazando su libertad individual, solicitando además que sea
declarada nula y, además, se deje sin efecto la orden de captura que tiene en
su contra.

3. Del estudio de las piezas instrumentales glosadas en autos, se tiene


la resolución Nº 12, su fecha 22 de abril de 2005, obrante en autos a fojas 43,
declarando la improcedencia de la libertad provisional, la misma que se
encuentra debidamente fundamentada y motivada. En tanto que la resolución
Nº 25, su fecha 22 de diciembre de 2004, obrante en autos a fojas 1, el
Segundo Juzgado Penal de lea, que concede el beneficio de libertad
provisional, específica que se tendrá que pagar dos mil nuevos soles de
caución, suma que debió abonar mediante consignación judicial bajo
apercibimiento de revocársele la orden comparecencia por la de detención.

4. En tal sentido, del estudio de autos no se ha comprobado que el


demandante haya cumplido con pagar dicha caución, lo que valida la
revocatoria de la Sala emplazada, no evidenciándose vulneración de derecho
constitucional alguno.

5. Asimismo, del estudio de la instrumental obrante en autos de fojas 45,


su fecha 29 de abril de 2005, se desprende que el demandante interpuso
recurso de nulidad en contra de la resolución Nº 12 del Colegiado demandado,
el mismo que fue declarado improcedente mediante Resolución Nº 13, obrante
en autos a fojas 51 su fecha 3 de mayo de 2005. A continuación el demandante
interpuso recurso de queja contra la resolución Nº 13, que también fue
declarado improcedente mediante Resolución Nº 14, su fecha 10 de mayo de
2005, obrante en autos a fojas 57, por cuanto de acuerdo a lo prescrito por el
inciso 2) del artículo 297 del Código de Procedimientos Penales, el recurso de
queja sólo procede: “Excepcionalmente, tratándose de sentencias, de autos
que extingan la acción o pongan fin al procedimiento o a la instancia, o de
resoluciones que impongan o dispongan la continuación de medidas cautelares
personales dictadas en primera instancia por la Sala Penal Superior, salvo lo
dispuesto en el artículo 271, el interesado -una vez denegado el recurso de
nulidad- podrá interponer recurso de queja excepcional, siempre que se
acredite que la resolución impugnada o el procedimiento que la precedió
infringió normas constitucionales o normas con rango de ley directamente
derivadas de aquellas”. A su vez, el artículo 271 del mismo cuerpo legal,
establece que: “Todas las peticiones o cuestiones incidentales que surjan en
las audiencias, se plantearan verbalmente. La Sala las resolverá
inmediatamente o las aplazara para resolverlas en la sentencia. Los escritos
que presenten las partes no serán leídos en ningún caso. Contra las
resoluciones que se expidan en el curso del debate sobre las cuestiones
incidentales no procede recurso alguno, salvo los casos expresamente
previstos en la Ley”.

6. Del análisis del presente caso se advierte que lo que en realidad


pretende el actor es el reexamen del proceso penal seguido en su contra, y
resulta evidente su propósito de deslegitimar la medida cautelar que le fue
impuesta, lo cual implica afectar el principio de inmutabilidad, que es un atributo
de la cosa juzgada, calidad de la que goza la resolución cuestionada.

7. Por lo anteriormente señalado, las resoluciones Nºs. 12 y 42, del


Colegiado emplazado, tienen carácter de cosa juzgada, no acreditándose en
autos la vulneración de derecho constitucional alguno, por cuanto emanan de
un proceso regular en el que el actor ha tenido oportunidad de ejercer su
defensa y hacer uso de la pluralidad de instancias en pleno ejercicio de sus
derechos constitucionales.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

NO CONSTITUYE VIOLACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL,


TANTO EXISTIA UN MANDATO DE DETENCION VIGENTE.
Expediente Nº 6757-2005-HC/TC
LIMA
KENNY DANTE VALVERDE MEJÍA
(Publicada: 20-04-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Kenny Dante


Valverde Mejía contra la sentencia de la Segunda Sala Penal para Procesos
con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 209, su
fecha 4 de julio de 2005, que declaró la sustracción de la materia controvertida
en la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 25 de febrero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los Vocales Superiores integrantes de la Sala Penal
Especial “A” de la Corte Superior de Justicia de Lima, por la presunta violación
de sus derechos al debido proceso, a la tutela judicial efectiva y a la libertad
personal, solicitando se ordene su inmediata libertad. Sostiene que, con fecha
21 de julio de 2002, fue detenido por mandato del Segundo y Quinto Juzgado
Penal de Lima (sic), en mérito a los procesos penales iniciados por la presunta
comisión de los delitos contra la administración pública, fe pública y otros en
agravio de la Caja de Pensiones Militar - Policial y el Estado; que solicitó la
variación del mandato de detención dictado en su contra por el de
comparecencia con arresto domiciliario, sin que el mismo haya sido resuelto ni
mucho menos remitido al Fiscal Superior para su dictamen respectivo, a pesar
de los reclamos de sus abogados y familiares, lo que evidencia una demora en
la administración de justicia; que se encuentra detenido, a la fecha de
interposición de la demanda, por más de 31 meses, sin tomarse en cuenta la
abundante jurisprudencia del Tribunal Constitucional en casos similares; y que
tampoco se ha tomado en cuenta que su detención ya cumplió su objetivo, al
asegurarse su presencia en la instrucción y al actuarse los medios probatorios
que han permitido el mejor esclarecimiento de los hechos. De otro lado, expone
que la duplicidad automática del mandato de detención aplicada a su caso no
es obligatoria, sino facultativa del juez, pues no debe aplicarse cuando no sea
necesaria o razonable.
Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus se recibió la
declaración del demandante (f. 28), habiéndose apersonado al proceso la
Procuradora Pública a cargo de los asuntos judiciales del Poder Judicial (f. 40);
asimismo, se recabaron copias certificadas de los actuados procesales más
importantes del proceso penal del que deriva el presente proceso (fs. 48 a 90) y
se recibió la declaración indagatoria de los magistrados emplazados (f. 92).

El Cuadragésimo Cuarto Juzgado Penal de Lima, con fecha 15 de marzo


de 2005, declaró improcedente la demanda, por considerar que la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional recaída en el Exp. Nº 2915-2004-
HC/TC se refiere al plazo máximo de detención, y no a los requisitos y
presupuestos exigibles para variar la medida cautelar personal; asimismo, en lo
que corresponde al derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas, expone que
el Tribunal Constitucional en el Exp. Nº 0549-2004-HC/TC precisa que el
mismo no se encuentra expresamente contemplado en la Constitución, pero
que se trata de un derecho que coadyuva al pleno respeto de los principios de
proporcionalidad, razonabilidad, subsidiaridad, necesidad, provisionalidad y
excepcionalidad en cuanto a la duración de un proceso para ser reconocido
como constitucional, siendo el mismo una manifestación implícita del derecho
al debido proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva, de donde debe
considerarse que el derecho a la razonabilidad del plazo de la prisión
preventiva es distinto al plazo del proceso en su totalidad.

La recurrida, por su parte, declaró la sustracción de la materia


controvertida, estimando que con fecha 17 de junio de 2005 se ha declarado
procedente la variación del mandato de detención por el de comparecencia con
la medida de arresto domiciliario e impedimento de salida del país, habiendo
variado, por ende, la situación jurídica del recurrente.

FUNDAMENTOS

1. El pronunciamiento de este Colegiado se centrará en determinar si en


el proceso penal seguido contra el ahora demandante, signado con el Nº 16-
2001, en trámite por ante la Primera Sala Penal Especial de la Corte Superior
de Justicia de Lima, se ha afectado su derecho a la libertad individual, por
cuanto éste refiere encontrarse irregularmente detenido, así como sí se ha
vulnerado su derecho a un juicio sin dilaciones indebidas.

2. Respecto al primer extremo, esto es, si el demandante se encontraba


irregularmente detenido, éste alega que la duplicación del plazo de detención a
que se hace referencia en el artículo 137 del Código Procesal Penal no es de
aplicación inmediata, puesto que está sujeto a una previa evaluación del
juzgador.
3. Sobre el particular debe precisarse que el artículo 1379 del Código
Procesal Penal señala que el plazo de detención en el proceso penal ordinario
tiene una duración máxima de 18 meses, término que se duplicará
automáticamente en caso que el proceso sea por delito de terrorismo, tráfico de
drogas, espionaje u otro de naturaleza compleja seguido contra más de diez
imputados. En ese sentido, el propio demandante ha señalado en el acápite 3.8
de su escrito de demanda (f. 4), que el mandato de detención, en su caso, se
duplicó automáticamente, afirmación que debe tomarse como una declaración
asimilada en los términos del artículo 2219 del Código Procesal Civil, de
aplicación supletoria a los procesos penales.

4. Con relación a la aplicación de las normas penales, este Tribunal ha


manifestado, en reiterada jurisprudencia, que en la aplicación de normas
procesales penales rige el principio tempus regit actum, que establece que la
ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra vigente al momento
de resolver.

Siendo ello así, resulta de aplicación al caso de autos el artículo 1 de la


Ley Nº 28105, que desde el 21 de noviembre de 2003 modifica el artículo 137
del Código Procesal Penal, estableciendo que el plazo de detención en el
proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18 meses y que se
duplicará en caso de que el proceso sea por los delitos de terrorismo, tráfico de
drogas, espionaje u otro de naturaleza Compleja seguido contra más de diez
imputados.

5. Como lo ha expresado el propio demandante, se encuentra detenido


desde el 11 de julio de 2002, por lo que A la fecha de interposición de la
demanda -25 de febrero de 2005-, tenia poco más de 2 años y 7 meses de
detención, esto es, poco más de 31 meses de detención, por lo que, en su
caso, se encontraba dentro de los ¡imites Correspondientes al plazo máximo de
detención previsto por el artículo 137, razón por la que no se evidencia la
afectación de su derecho a la libertad individual. del demandante. Más aún, en
su caso, con fecha 17 de junio de 2005 se ha variado el mandato de detención
por el de comparecencia con la medida de arresto domiciliario e impedimento
de salida del país, habiendo variado su situación jurídica (f. 202).

6. Por su parte, en lo que corresponde al derecho a un proceso sin


dilaciones indebidas, este Colegiado considera necesario precisar que debe
distinguirse entre la dilación de un procedimiento específico o en tramitación de
un incidente, de la dilación del proceso. En ese sentido, para determinar si el
proceso penal seguido contra el demandante ha sido seguido con afectación
del derecho precitado, resulta necesario tener los actuados del proceso
ordinario, i3 fin de determinar tanto la complejidad del proceso como la
conducta procesal de las partes, así como de los órganos de administración de
justicia, lo que no puede realizarse en el presente proceso, por no contarse con
dichas instrumentales.

7. Distinta es la situación en el caso en que la demora esté referida a la


respuesta que el órgano de administración de justicia debe dar a los pedidos de
las partes procesales, puesto que ello puede que no influya en la demora del
proceso en su conjunto; así, en el caso de autos, resulta : evidente la demora
en resolver la petición del demandante respecto a la variación de su medida
cautelar, pero ello en modo alguno afecta al desarrollo de las etapas procesales
y de las diligencias que corresponden ser actuadas en el proceso principal; en
todo caso, la demora en la respuesta a la solicitud no ha afectado el proceso
penal seguido en contra del recurrente y, por consiguiente, no se comprueba
afectación de su derecho a la libertad ;individual, tanto más si existía un
mandato de detención vigente.

8. En todo caso, aunque la demora en la tramitación de la solicitud


planteada por el demandante no conlleva una la afectación de sus derechos
fundamentales, si podrían importar una irregularidad administrativa que no
corresponde :ser evaluada ni sancionada en esta sede, por lo que se deja a
salvo el derecho de la parte demandante para hacerlo valer ante la autoridad
competente, de ser el caso.

9. Por consiguiente, al no acreditarse la afectación de ningún derecho


fundamental, y en aplicación del artículo 2 del Código Procesal Constitucional,
a contrario sensu la demanda debe ser desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

1. Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

2. Dejar a salvo el derecho del demandante para hacerlo valer conforme


a ley.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI
COMISION DE DELITOS RECEPTACION,TRAFICO ILICITO DE DROGAS

EXPEDIENTE Nº 5241-2005-HC/TC
LIMA ÁNGEL GUSTAVO PEÑALOZA ORTIZ
(Publicado: 03-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 29 días del mes de setiembre de 2005, el Tribunal


Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados Alva Orlandini, Presidente; Bardelli Lartirigoyen, Vicepresidente;
Gonzales Ojeda, García Toma y Vergara Gotellí, pronuncia la siguiente
sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Ángel Gustavo


Peñaloza Ortiz contra la resolución de la Segunda Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 582, su fecha 5 de mayo de 2005, que declara infundada la
demanda hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 9 de diciembre de 2003, interpone demanda de


hábeas corpus contra los señores Eduardo Palacios Villar, Guillermo Jovino
Cabanilla Zaldívar, José María Balcázar Zelada, José Luis Lecaros Cornejo y
Miguel Saavedra Parra, vocales provisionales íntenrantes de la Primera Sala
Penal Permanente do la Corte Suprema de Justicia de la República, con el
objeto de que se declare la nulidad de la Ejecutoria Suprema expedida en el
expediente Nº 24-2001, que, revocando la sentencia absolutoria dictada por la
Primera Sala Penal Corporativa para Procesos con Reos Libres, dispone que
se realice nuevo juicio oral en su contra, violándose sus derechos a la libertad y
al debido proceso. Refiere que se le instauró proceso penal por delito de tráfico
ilícito de drogas pese a encontrarse fuera del país, decretándose su detención;
que apelado que fue dicho mandato, fue revocado y se le varió por el de
comparecencia; que una vez llevado a cabo el juicio oral respectivo y
acreditada su inocencia, fue absuelto de los cargos imputados; y que, sin
embargo, los vocales emplazados expidieron la ejecutoria suprema
cuestionada disponiendo la realización de nuevo juicio oral, vulnerando así su
derecho constitucional al debido proceso y amenazando su libertad individual,
toda vez que se pretende condenarlo por un delito que no cometió. Asimismo,
enfatiza que la última vez que fue procesado nuevamente, de conformidad con
lo opinado por el Fiscal Superior, fue declarado inocente, decisión que fue
apelada por el Procurador Público, elevándose los actuados a la Primera Sala
Penal Permanente de la Corte Suprema de la República, la cual, mediante
ejecutoria suprema de fecha 30 de abril de 2003, declaró nulo el juicio oral, e
inclusive ordenó que se actúen nuevas pruebas, amenazando gravemente su
libertad individual, por cuanto se la ha decretado comparacencia restringida con
impedimento de salida del país. Agrega que la Corte Suprema es la última
instancia, de modo que no puede impugnar o acudir a otra instancia.

Por otro lado, alega que la resolución cuestionada lesiona el debido


proceso porque lo somete a un procedimiento distinto al previamente
establecido por ley, ya que, en clara transgresión del artículo 321 del Código de
Procedimientos Penales, dispone la realización de “(...) confrontaciones y
demás diligencias que el Colegiado considere necesarias para el pleno
esclarecimiento de los hechos investigados (…)”, pese a que la norma procesal
preexistente establece las diligencias a llevarse a cabo en la audiencia.

Finalmente, aduce que los emplazados, al declarar la nulidad de la


sentencia, transgredieron el principio de legalidad procesal ya que las causales
de nulidad están establecidas por ley, y la sentencia revocada no incurre en
ninguno de los supuestos sancionados, hecho que, sumado a la falta de
motivación resolutoria, lesionan seriamente su dignidad como persona, pues se
ha dictado una resolución arbitraria y al margen de la ley, que amenaza la
manera inminente su libertad individual.

Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus por el Decimoquinto


Juzgado Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima mediante resolución Nº
1, obrante en autos a fojas 284, su fecha 10 de diciembre de 2003, se inició la
investigación sumaria, recabándose sólo la declaración indagatoria de los
accionados, señores Eduardo Alberto Palacios Villa, Jovíno Guíllermo
Cabanillas Zaldívar y José Luís Lecaros Cornejo, que obrar, en autos a fojas
295 a 297, respectivamente, quienes niegan la demanda en todos sus
extremos y se remiten a la resolución de nulidad materia de la demanda de
autos. Por su parte, el procurador público a cargo de los asuntos del Poder
Judicial se apersona a la instancia, conforme se desprende de la instrumental
obrante a fojas 303, declarándose infundada la demanda conforme a la
sentencia obrante a fojas 306, y apelada que fue la misma, la Segunda Sala en
lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, al no haberse cumplido con recabar la declaración indagatoria de los
otros magistrados emplazados en la demanda, la declaró nula, disponiendo se
devuelvan los actuados al juez competente para expida nueva resolución de
acuerdo a ley. Subsanados por el a quo los vicios incurridos, procedió a tomar
la declaraciones indagatorias a los restantes emplazados, conforme consta de
los instrumentos obrantes a fojas 503 y 511, emitiéndose una nueva resolución
de vistos, su fecha 10 de enero de 2005 (fojas 514), en la que, al no advertirse
vulneración o amenaza a la libertad individual por infracción a las garantías del
debido proceso y al principio acusatorio grarantista, se declaró infundada la
demanda.

La recurrida confirmó la apelada, por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Resulta importante precisar, conforme a reiterada jurisprudencia


emitida por este Colegiado, que si bien el proceso de hábeas corpus no tiene
por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en los casos en
los que se han establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la
libertad locomotora mediante resolución judicial, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos.

2. Del estudio detallado de las piezas instrumentales corrientes en autos


se tiene que al accionante se le instauró proceso penal por la presunta
comisión de los delitos de receptación de bienes provenientes del tráfico ilícito
de drogas, lavado de dinero y tráfico ilícito de drogas agravado en agravio del
Estado, imputándosele ser el enlace internacional entra Colombia y el Perú de
la banda “Los Norteños”, dirigida por los hermanos López Paredes. Asimismo,
de acuerdo al dictamen emitido por la Fiscalía Suprema Penal, sustentatorio
del recurso de nulidad interpuesto, obrante en autos a fojas 221, su fecha 16 de
setiembre de 2002, el accionante es sindicado por su coinculpado Jorge López
Paredes ”(...) como la persona que efectuaba los contactos internacionales
para ejecutar los envíos de drogas consignándolo en el organigrama de la
organización como sujeto activo del mismo”.

3. A fojas 237 corre la ejecutoria expedida por la Sala Penal Permanente


de la Corte Suprema de la República, su fecha 30 de abril de 2003, a instancia
del recurso de nulidad interpuesto por el Ministerio Público, el procurador
público del Estado y uno de los justiciables, mediante la cual la Sala declaró la
nulidad de los actuados teniendo en cuenta los vicios procesales en que
incurrió la Sala Superior, tal como se sustenta en el considerando cuarto “(...)
en el sentido de no haberse valorado apropiadamente diversas imputaciones,
no haberse merituado debidamente las pruebas de cargo vinculantes en contra
del actor y sus coprocesados, la falta de congruencia cuando se absuelve al
actor”. A su vez, el considerando quinto de la ejecutoria cuastionada,
refiriéndose al accionante, precisa “(...) que los agravios expuestos por el
Ministerio Público y el Procurador Público del Estado son constatables en la
recurrida. sobre todo la falta de congruencia cuando se absuelve de la
acusación fiscal (...) faltando a la congruencia en que debe sustentarse una
sentencia: incluso se aprecia que se sobredimensionan descargos sin
justificación. dejando de esta forma subsistentes las diferentes imputaciones
que contienen las pruebas testimonial. documental, pericial y el abundante
material indiciario”. Se precisa entonces que la resolución se encuentra
debidamente fundamentada, en el sentido de que se incurrió en causales
graves de nulidad y que era pertinente un nuevo juzgamiento por otra Sala
Penal Superior a efectos de determinar la responsabilidad o irresponsabilidad
de los acusados, para cuyo efecto debía llevarse a cabo una serie de
diligencias y actuarse las demás pruebas que el Colegiado considere
necesarias para el mejor esclarecimiento de los hechos que se investigan.

4. El actor alega la amenaza de su libertad individual, presuntamente


materializada en la ejecutoria suprema que, transgrediendo el principio de
legalidad procesal, lesionaría no sólo su derecho al debido proceso, sino
también amenazaría su libertad individual, ya que su propósito sería que se la
imponga una sentencia condenatoria. Solicita, por consiguiente, que se declare
la nulidad de la ejecutoria suprema, porque habría transgredido los artículos
298 y 321 del Código de Procedimientos Penales, al haber declarado nula la
sentencia absolutoria expedida y arbitrariamente dispuesto que se realice
nueve juicio oral en su contra.

5. Sin embargo, del contenido de la demanda se infiere que lo que el


recurrente realmente pretende no es que este Tribunal declare la nulidad de la
ejecutoria suprema como consecuencia de alguna inconstitucionalidad que la
afecte; sino que se subrogue en las facultades reservadas a la Corte Suprema
para determinar los supuestos en los que corresponde declarar la nulidad de
una resolución judicial absolutoria, asunto que resulta manifiestamente
incompatible con la naturaleza del proceso constitucional de hábeas corpus.

6. En tal sentido, del análisis de la ejecutoria cuestionada no se advierte


que vulnere dicha garantía, por cuanto la decisión de los vocales emplazados
tiene los efectos de declarar nula la sentencia apelada a fin de que se realice
nuevo juicio oral, dado que no se emitió pronunciamiento alguno sobre la
responsabilidad de los hechos investigados que pueda perjudicar al
demandante, tanto más si el nuevo juzgamiento no estará a cargo de la Sala
que expidió la resolución cuestionada, ni del colegiado que intervino en el acto
oral declarado nulo, sino de la Sala Superior cuyos integrantes tienen el deber
de actuar con sujeción a las garantías constitucionales del debido proceso. Por
tanto, las afirmaciones vertidas por el demandante resultan subjetivas, toda vez
que aún no se ha emitido la resolución final correspondiente.
7. Por consiguiente, de autos no se acredita que la ejecutoria suprema
cuestionada transgreda las garantías que, sobre la impartición de justicia,
consagra la Constitución.

8. Por otro lado, se advierte que no existe razonabilidad en la afirmada


amenaza, ya que se trata de un proceso regular que debe concluir
precisamente con la decisión final que en tal extremo adopte el órgano
jurisdiccional, no acreditándose la vulneración de ninguno de los derechos
protegidos por el artículo 25 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

DELITO CONTRA LA LIBERTAD SEXUAL

EXP. Nº 1872-2005-PHC/TC
HUÁNUCO
DOMITILO COTRINA ROJAS
(Publicado: 04-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Huánuco, a los 17 días del mes de mayo de 2005, la Sala Primera


del Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por doña Ketty Marisela Cotrina
Ramírez contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Huánuco. de fojas 290, su fecha 21 de febrero de 2005, que declara
improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 25 de enero de 2005. la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de don Domitilo Cotrina Rojas contra los vocales
Orlando Miraval Flores. Félix Israel Martínez Carrasco y Victoria Montoya
Peraldo, integrantes de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
de Huánuco. Manifiesta que, con fecha 27 de diciembre de 2004. el Juzgado
Mixto de Panao declaró improcedente la solicitud de variación del mandato de
detención presentado por el beneficiario en el proceso penal 07-2004. que se le
sigue por la presunta comisión del delito contra la libertad sexual (violación en
agravio de menor), decisión que fue confirmada por la Sala Penal emplazada el
14 de enero de 2005, sin observar lo prescrito en el segundo y último párrafo
del artículo 135 del Código Procesal Penal, vulnerando, de este modo, el
principio constitucional de legalidad procesal y el derecho a la libertad del
beneficiario.

Realizada la investigación sumaria. la promotora de la acción se ratifica


en los términos de la demanda. Por su parte, los magistrados emplazados
niegan los cargos atribuidos en la demanda,

El Primer Juzgado Penal de Huánuco, con fecha 28 de enero de 2005,


declara improcedente la demanda considerando que, al emitirse el auto en
cuestión, no se han vulnerado los derechos constitucionales invocados, por
cuanto en la resolución se han respetado los derechos a la tutela judicial
efectiva y al debido proceso.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos,

FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

El favorecido considera que al haberse aplicado incorrectamente la parte


in fine del artículo 135 del Código Procesal Penal, y haberse declarado
improcedente su petición de variación del mandato de detención, se ha
transgredido el principio constitucional de legalidad procesal, vulnerando con
ello su derecho a la libertad personal.

Análisis del caso


1. Este Tribunal opina que el objeto de la demanda no es tanto
cuestionar las razones esgrimidas inicialmente para ordenar la detención
judicial preventiva del actor. sino, fundamentalmente, las aducidas para
mantenerla vigente, lo cual es sustancialmente distinto. En consecuencia, es
menester analizar la validez del mantenimiento de la detención judicial
preventiva que motiva la presente acción: es decir, si, durante el proceso, los
nuevos actos de investigación ponen en tela de juicio la suficiencia de las
pruebas que dieron lugar a la orden de detención.

2. Al respecto, de autos se advierte que no existen elementos de


convicción de los que se desprenda que la resolución que desestimó la
solicitud de variación de la medida de detención dictada contra el actor, es
subjetiva, arbitraria e inconstitucional: antes bien, el juicio de razonabilidad que
sustentó el auto que declaró improcedente la citada petición se adecuó a las
condiciones legales establecidas en el segundo párrafo del artículo 135 del
Código Procesal Penal, según se infiere del tenor de la resolución obrante en
autos, de fojas 45 a 45 vuelta: “(…) analizada la resolución impugnada. se
aprecia que el operador jurisdiccional en el auto de procesamiento al fijar el
mandato de detención contra Domitilo Cotrina Rojas, ha compulsado y tenido
en cuenta la concurrencia de los tres presupuestos normativos previstos en el
articulo 135 del Código Procesal Penal: que desde la fecha [en] que se dictó el
auto de procesamiento, no han surgido nuevos elementos de juicio que
cuestionen la legalidad de la medida coercitiva personal, y teniendo en cuenta
que esta medida está sometida a la regla rebus sic stantibus, es decir,
permanece en tanto susbsistan aquellos presupuestos que justifiquen la
misma”.

3. De ello se concluye que no solo las circunstancias que dieron lugar a


la medida coercitiva subsisten a la fecha de solicitud de variación. sino que la
cuestionada resolución se encuentra debidamente fundamentada. por lo que no
resulta de aplicación el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos. el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

COMISION DE DELITO DE HURTO EN SITUACION DE SERVICIO - EN


CASO DED DELITO DE FUNCION , LOS MIEMBROS DE LA FUERZAS
ARMADAS Y LA POLICIA NACIONAL DEL PERU ESTAN SOMETIDOS AL
FUERO RESPECTIVO Y AL CODIGO DE JUSTICIA MILITAR.

EXP. Nº 1095-2005-PHC/TC
LIMA
CHRISTIAN AURELIO LUCANA TUMI
(Publicado: 04-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de diciembre de 2005, la Sala Primera


del Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Christian Aurelio


Lucana Tumi contra la sentencia de la Quinta Sala Especializada en lo Penal
para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 174, su fecha 13 de enero de 2005, que declara infundada la demanda de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 22 de julio de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Primer Juzgado de Instrucción Sustituto del Consejo
de Guerra Permanente de la Fuerza Aérea del Perú. por haberle abierto
instrucción en la causa 31001-2003-0201, por la supuesta comisión del delito
de hurto, violando su derecho a un juez natural o tribunal competente. Solicita,
por tanto, que la causa precitada sea declarada nula y que la denuncia sea
remitida al Fiscal Penal Provincial Penal de Turno de Lima, para que actúe de
acuerdo con sus atribuciones. Sostiene, sobre el particular, que mediante
Resolución 0556-CGFA, de fecha 16 de abril de 2003, fue pasado a la situación
militar de retiro por medida disciplinaria, por haber permitido -supuestamente-
el ingreso de un vehículo en el Complejo Coheteril Pajatén-Grupo Aéreo Nº 11-
Talara, para sustraer material chatarra en trámite de baja, aprovechando que se
encontraba de servicio en dicho complejo, hecho por el que se recomendó su
pase a retiro y que sea denunciado ante el Consejo de Guerra Permanente de
la FAP, violándose, de este modo, sus derechos constitucionales a la
presunción de inocencia, al debido proceso, al trabajo y de defensa, puesto que
el juez penal militar carece de jurisdicción y competencia, en tanto que él es
ciudadano en pleno ejercicio de sus derechos civiles y políticos. Asimismo,
refiere que se le ha abierto instrucción por el delito de hurto. y que el artículo
3409 del Código de Justicia Militar establece que sí la infracción está
comprendida tanto en el mencionado Código como en el Código Penal común,
conocerá de la causa la justicia militar, mientras que la Primera Disposición
Transitoria del Código de Justicia Militar dispone que las causas en trámite
contra civiles. por delitos previstos en el Código de Justicia Militar así como en
el Código Penal común, deben ser remitidas al fuero común. Considera, por
consiguiente, que dado que actualmente tiene la condición de ciudadano civil,
por haber pasado a retiro, el fuero competente es el fuero común.

Admitida a trámite la demanda, se recepcionan las declaraciones del


emplazado (f. 15) y del demandante (f. 37), el escrito de apersonamiento del
Procurador Público encargado de los asuntos judiciales de la Justicia Militar,
así como copias certificadas de las piezas procesales más importantes
correspondientes al proceso penal militar (ff. 7 -127).

El Quincuagésimo Segundo Juzgado Penal de Lima para Procesos


Ordinarios con Reos en Cárcel, con fecha 28 de octubre de 2004, declara
infundada la demanda estimando que el demandante. cometió presuntamente
el delito cuando se encontraba en situación de actividad, y que los bienes
jurídicos afectados corresponden a un instituto armado, lo que, además,
constituye una afectación a los deberes de función.

La recurrida confirma la apelada argumentando que el juez emplazado


actuó con arreglo a sus atribuciones, puesto que el demandante cometió
presuntamente los delitos que se le imputan cuando ostentaba la condición de
militar.

FUNDAMENTOS

1. En autos se pretende cuestionar la competencia de la justicia militar


para procesar al demandante argumentándose que éste tiene la condición de
civil, y que en su caso debió aplicarse la Primera Disposición Transitoria del
Código de Justicia Militar, que establece que las causas en trámite contra
civiles, por delitos previstos en el Código de Justicia Militar. así como en el
Código Penal común, deben ser remitidas al fuero común.
2. El artículo 173 de la Constitución dispone que “En caso de delito de
función, los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional están
sometidos al fuero respectivo y al Código de Justicia Militar. Las disposiciones
de éste no son aplicables a los civiles, salvo en el caso de los delitos de traición
a la patria y de terrorismo que la ley determina. La casación a que se refiere el
artículo 141 sólo es aplicable cuando se imponga la pena de muerte”.

3. Conforme a la Constitución, el ámbito de competencias del fuero


militar está circunscrito al juzgamiento de los denominados delitos de función;
esto es, aquellas conductas punibles que afecten bienes jurídicos de los
institutos armados o policiales ylo constituyan afectación de los deberes de
función. los que únicamente pueden ser cometidos por miembros de las
Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional en actividad.

4. El demandante sustenta su demanda en que al momento de abrirsele


instrucción penal militar, tenía la condición de civil, puesto que ya había sido
pasado a retiro; no obstante, este Colegiado no comparte dicho alegato, en
tanto que el fuero militar es competente para juzgar a efectivos militares que se
hallan en retiro, por actos ocurridos cuando se encontraban en situación de
servicio, como ocurre en el caso de autos.

5. A fojas 109 del expediente se aprecia el auto de apertura de


instrucción emitido por el emplazado, del cual se desprende que los hechos
que dan lugar a dicho proceso supuestamente ocurrieron cuando el
demandante se encontraba en actividad, razón por la cual no cabe estimar la
demanda.

6. Este Colegiado debe precisar que la sentencia de fojas 52 y


siguientes, que declara inaplicable la Resolución 0556-CGFA, no afecta a este
pronunciamiento, ni mucho menos al proceso penal, puesto que,
independientemente de si ha sido impugnada, o no, está referida a los alcances
del pronunciamiento administrativo, y no enerva lo actuado en sede
jurisdiccional en cuanto al petitorio que el presente proceso atañe.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las


atribuciones que le confieren la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

FORMULA DENUNCIA PENAL E INVESTIGA DESTINO DE LOS FONDOS Y


LA SITUACION ACTUAL DE LOS RECURSOS OTORGADOS DE GESTION
DEL ALCALDE.

EXP. Nº 3709-2005-HC/TC
LORETO
RAUL CHUQUIPIONDO ACHING
(Publicado: 04-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 27 días del mes de junio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandiní,
Vergara Gotelli, y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Carmen Rosario


Morón Centeno contra la resolución de la Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Loreto, de fojas 48, su fecha 27 de abril de 2005, que declara
infundada la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 14 de abril de 2005, la recurrente interpone demanda de


habeas corpus a favor de su patrocinado, Raúl Chuquipiondo Aching, alcalde
de la Municipalidad Distrital de Punchana; contra el titular de la Segunda
Fiscalía Provincial de Maynas solicitando que, retrotrayéndose las cosas al
estado anterior a la violación de los derechos constitucionales al debido
proceso, a la tutela judicial efectiva y a la debida motivación de las
resoluciones, se declare nulo el auto que apertura instrucción al beneficiario; y
que, en consecuencia, se proceda a la ampliación de la investigación.
Manifiesta que el regidor de la Municipalidad Distrital de Maynas, Leandro
Paima Tello, formuló denuncia contra su patrocinado, la que al ser archivada,
motivó la interposición de un recurso de queja, el cual fue declarado fundado
por el Fiscal Superior, procediendo el emplazado a formalizar denuncia penal
contra el beneficiario ante el Juzgado Penal de Maynas, que le abrió instrucción
con mandato de detención. Aduce que la resolución que declara fundada la
queja dispuso la ampliación de la investigación a 45 días más; pero que, el
fiscal emplazado formuló denuncia penal, incumpliendo su obligación de
investigar el destino de los fondos y la situación actual de los recursos
otorgados como anticipo, de los que se da cuenta en el Informe Final de
Control Interno de la Gestión del Alcalde.

Realizada la investigación sumaria, la accionante se ratifica en los


términos de su demanda. Por su parte, el fiscal emplazado alega que no existe,
en el caso, vulneración de derechos constitucionales y que procedió a
formalizar denuncia penal en cumplimiento de lo dispuesto por el Fiscal
Superior, la misma que, de no haber estado arreglada a ley, hubiera sido
desestimada por el órgano jurisdiccional.

El Segundo Juzgado Penal de Maynas, con fecha 18 de abril de 2005,


declara infundada la demanda considerando que en autos no se acredita la
vulneración de los derechos invocados.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. Aduce la demandante que el magistrado emplazado vulneró las


garantías del debido proceso y la tutela judicial efectiva, al formalizar denuncia
penal contra su patrocinado y proceder a la ampliación de la investigación fiscal
conforme a lo dispuesto en la Resolución 23-2003-2 FSM- Loreto, que resolvió
el recurso de queja.

2. El artículo 139 de la Constitución establece los principios y derechos


de la función jurisdiccional. El inciso 3 del citado artículo declara la observancia
del debido proceso y la tutela jurisdiccional.

Por su parte, el artículo 4 del Código Procesal Constitucional dice: “se


entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una persona
en la que se respetan sus derechos de libre acceso al órgano jurisdiccional; a
probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso; a no
ser desviada de la jurisdicción predeterminada ni sometida a procedimientos
distintos de los previos por la ley; a la obtención de una resolución fundada en
derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de
revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna
de las resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad
procesal penal”.

3. Es importante recordar que si bien el proceso de hábeas corpus no


tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en los,
casos en que se han establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio
de la libertad locomotora mediante resolución judicial, el Tribunal Constitucional
tiene competencia. ratione materiae, para evaluar la legitimidad de los actos
judiciales considerados lesivos.

No obstante lo dicho, del tenor de la demanda se infiere que lo que la


recurrente realmente pretende no es que este Tribunal se pronuncie sobre
irregularidades que vulneran derechos constitucionales y afecten la
investigación preliminar, cuestión que sí sería materia de un proceso de hábeas
corpus, sino que se arrogue facultades reservadas al juez ordinario para la
calificación de la denuncia penal.

4. De otro lado, es menester tener presente que el Ministerio Público es


un órgano autónomo, cuya principal misión es promover el ejercicio de la
función jurisdiccional con arreglo al principio de legalidad, en defensa de los
intereses públicos tutelados por el Derecho. Así, es potestad discrecional de
dicho ministerio determinar si se dispone de pruebas suficientes para formalizar
denuncia penal, o disponer la realización de una investigación a efectos de
reunir tales pruebas.

5. En el caso de autos, el representante del Ministerio Público


emplazado no solo actuó en ejercicio de las atribuciones conferidas por la
Constitución, sino que respetó las garantías constitucionales. Por consiguiente,
no habiéndose acreditado la vulneración de los derechos invocados, resulta de
aplicación el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD


EXP. Nº 4220-2005-PHC/TC
PIURA
FREDDY HERMES PANTA GINOCCHIO
(Publicado: 04-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 8 días del mes de agosto de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia:

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Freddy Hermes Panta


Ginocchio contra la resolución de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Piura, de fojas 30, su fecha 26 de mayo de 2005, que declara
improcedente la demanda de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 16 de mayo de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la titular del Séptimo Juzgado Penal de la Corte Superior
de Justicia de Piura. Elvira Rentería Agurto: y el especialista legal Manuel
Graciano Ponte.

Sustenta su demanda en lo siguiente:

- En tres oportunidades la emplazada juez declaró improcedente su


solicitud de beneficio penitenciario de semilibertad, de manera injusta e ilegal,
basándose en un absurdo criterio de peligrosidad y violando el principio de
igualdad ante la ley, pues mientras que a algunos sentenciados se los favorece,
a otros se los discrimina.

- Presentó su solicitud de beneficio penitenciario de semilibertad con


fecha 3 de marzo de 2005, el cual no fue atendido durante el mencionado mes
pues el juez se encontraba de vacaciones. Por otra parte. el especialista legal
Manuel Graciano Ponte retuvo maliciosamente su expediente, ocultándolo sin
haberle comunicado de su existencia al Juez de turno.

2. Resolución de primera instancia


Con fecha 18 de mayo de 2005, el Octavo Juzgado Especializado en lo
Penal de Piura declara improcedente la demanda argumentando que el
demandante, equivocadamente, ha invocado derechos que se encuentran
protegidos expresamente por el amparo (igualdad ante la ley y a no ser
discriminado), conforme a lo dispuesto en el artículo 37, inciso 1, del Código
Procesal Constitucional.

3. Resolución de segunda instancia

Con fecha 26 de mayo de 2005, la recurrida confirma la apelada


considerando que los beneficios penitenciarios forman parte de un tratamiento
progresivo y que su concesión responde a la situación personal y particular de
cada interno, razones por las cuales no se otorgan automáticamente a quienes
estén en iguales circunstancias.

III. FUNDAMENTOS

1. En la sentencia 0010-2002-Al/TC, este Colegiado señaló que “en el


Estado democrático de derecho, el régimen penitenciario tiene por objeto la
reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad, lo cual,
conforme a nuestra Constitución Política (artículo 139, inciso 22), constituye
uno de los principios del régimen penitenciario, lo cual, a su vez, es congruente
con el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que
establece que “el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya
finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de los penados”.

2. Dicha disposición constitucional, no por su condición de principio,


carece de eficacia, ya que comporta un mandato expreso de actuación dirigido
a todos los poderes públicos comprometidos con la ejecución de la pena, pero,
singularmente, está destinado al legislador, ya sea en el momento de regular
las condiciones de ejecución de las penas o en el momento de establecer el
quántum de ellas.

3. Entre estas condiciones de ejecución. se encuentra, desde luego, la


posibilidad de que el legislador autorice la concesión de determinados
beneficios penitenciarios, pues ello es compatible con los conceptos de
reeducación y rehabilitación del penado. Por ello. el Tribunal Constitucional
considera que estos principios suponen, intrínsecamente, la posibilidad de que
el legislador autorice que los penados. antes de que cumplan las penas que les
fueron impuestas, recobren su libertad si los propósitos de la pena hubieran
sido atendidos. La justificación de la pena privativa de libertad es, en definitiva,
la protección de la sociedad contra el delito. Ello solo puede tener sentido “si se
aprovecha el período de privación de libertad para lograr, en lo posible, que el
delincuente, una vez liberado, no solamente quiera respetar la ley y proveer a
sus necesidades, sino también que sea capaz de hacerlo’.

4. En efecto, si mediante los beneficios penitenciarios, como la libertad


condicional o la semilibertad, se autoriza legalmente que la pena impuesta por
un juez pueda eventualmente suspenderse antes de su total ejecución, tal
autorización está condicionada a que los fines de la pena se hayan cumplido.
Se ha dicho que los beneficios penitenciarios tienen su razón de ser en los
principios constitucionales de los fines de la pena, es decir, en la reeducación y
la reinserción social; la prevención especial y el tratamiento, y en los factores
positivos en la evolución de la personalidad del recluso para individualizar la
condena impuesta, aplicando, de este modo, el principio de sentencia
indeterminada y ofreciendo al penado estímulos gratificantes para que adopte
modos de comportamiento que puedan valorarse como indiciarios de esa
evolución positiva, cumpliendo las prescripciones de un programa de
tratamiento individualizado.

5. Sin embargo, este Tribunal también ha señalado (cf. STC 1594-2003-


HC/TC) que el otorgamiento de los beneficios penitenciarios no está
circunscrito únicamente al cumplimiento de los requisitos que el legislador
pudiera haber establecido como parte de ese proceso de ejecución de la
condena. La determinación de si corresponde, o no, otorgar a un interno un
determinado beneficio penitenciario, en realidad, no debe ni puede reducirse a
verificar si este cumplió, o no. los supuestos formales que )a normativa
contempla (plazo de internamiento efectivo, trabajo realizado, etc.).

6. En el caso de autos. dado que el interno se encuentra privado de su


libertad en virtud de una sentencia condenatoria firme. la concesión de
beneficios está subordinada a la evaluación del juez. quien estimará si los fines
del régimen penitenciario se han cumplido, de manera que corresponda
reincorporar al penado a la sociedad. aun sin haber cumplido la totalidad de la
condena impuesta, si es que éste demuestra estar reeducado y rehabilitado.
De modo que la concesión de un determinado beneficio penitenciario, como la
libertad condicional o la semilibertad a favor de un interno, está condicionada a
una evaluación judicial previa, consistente en analizar si el tratamiento penal
brindado al condenado durante la ejecución de la pena permite prever que este
está apto para ser reincorporado a la sociedad, precisamente por haber dado
muestras, evidentes y razonables, de haberse reeducado y rehabilitado.

7. En el caso concreto, el demandante afirma que se ha declarado


improcedente, injusta e ilegalmente, su solicitud de beneficio penitenciario de
semilibertad, toda vez que se le ha otorgado beneficio penitenciario a dos
internos que han sido procesados y sentenciados por el mismo delito y se les
ha impuesto la misma pena. Al respecto, este Colegiado debe señalar que el
otorgamiento, o no, de un beneficio penitenciario se realiza en función de la
situación personal y particular de cada interno, y no considerando como
parámetro de comparación la situación de otros internos a quienes sí se les ha
concedido el beneficio penitenciario solicitado; motivo por el cual no se ha
vulnerado derecho fundamental alguno del demandante.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

TRASLADO DE INTERNO A OTRO ESTABLECIMIENTO PENITENCIARIO

EXP. Nº 3701-2005-PHC
JUNÍN
HOMERO ALCALDE CABANILLAS
(Publicado: 04-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 27 días del mes de junio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Roberto Ángel


Rojas Orellana contra la resolución de la Primera Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Junín, de fojas 29, su fecha 6 de mayo de 2005, que
declara infundada la demanda de autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 14 de abril de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de su patrocinado, Homero Alcalde Cabanillas, contra el
Tercer Juzgado Penal de Huancayo, solicitando que el beneficiario no sea
trasladado al Establecimiento Penal de Tarapoto, sino que permanezca
detenido en el Establecimiento Penal de Huancayo. Refiere que su patrocinado
es procesado por el Tercer Juzgado Penal de Huancayo por el presunto delito
de estafa, y que en dicho proceso se dictó mandato de detención preventiva.
Aduce que, habiendo tomado conocimiento de que en diversos distritos
judiciales del país se procesa al beneficiario por el mencionado delito, solicitó
se procediera a la acumulación procesal, dado que fue el Juzgado Penal de
Huancayo fue el que primero previno las diligencias, Asimismo, manifiesta que
el Juez Penal de Tarapoto, al solicitar el traslado de su patrocinado al
Establecimiento Penitenciario de esa localidad, sin que ello sea de
conocimiento del Tercer Juzgado Penal de Huancayo, vulnera los derechos
constitucionales del beneficiario.

Realizada la investigación sumaria, el juez constitucional constata el


traslado del interno al Establecimiento Penal de Tarapoto.

El Cuarto Juzgado Penal de Huancayo, con fecha 15 de abril de 2005,


declara infundada la demanda considerando que no existe vulneración a
derecho constitucional alguno toda vez que el traslado se realizó para que el
beneficiario cumpliera las diligencias judiciales señaladas.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. De la demanda se advierte que el demandante no menciona a


quiénes debe emplazarse con la demanda, ni en qué medida el traslado de su
patrocinado a otro establecimiento penal vulnera sus derechos
constitucionales. Sin embargo, de los argumentos aducidos se infiere que la
presunta vulneración constitucional se atribuye al Juez Penal de Tarapoto,
quien habría solicitado el traslado.

2. Del estudio de autos se desprende que el juez constitucional emplazó


con la demanda al titular del Tercer Juzgado Penal de Huancayo, error que
pasó inadvertido en segunda instancia de la sede judicial, incurriéndose, de ese
modo, en vicio procesal, toda vez que, de acuerdo con el artículo 31 del Código
Procesal Constitucional, se cita a quien o quienes ejecutaron la violación,
requiriéndoles para que expliquen el motivo de ello.
3. Por tanto, al haberse incurrido en un vicio procesal insubsanable que
afecta trascendentalmente la decisión adoptada en primera y segunda
instancia, corresponde la reposición del trámite al estado inmediato anterior a la
ocurrencia del vicio. Sin embargo, en aplicación del artículo 20 del Código
Procesal, este Tribunal procede a pronunciarse sobre el fondo de la demanda.

4. Del análisis de los argumentos del accionante se concluye que lo que


en puridad se pretende es impedir que se traslade a un detenido del
Establecimiento Penal de Huancayo al Establecimiento Penal de Tarapoto,
donde es requerido por el órgano jurisdiccional para que ejerza su derecho de
defensa en los procesos penales instaurados en su contra.

5. Los incisos 21 y 22 del artículo 139 de la Constitución garantizan el


derecho de los reclusos y sentenciados de ocupar establecimientos penales
adecuados y establecen que el régimen penitenciario tiene por objeto la
reeducación y rehabilitación del penado en la sociedad.

Son materia de tutela mediante el hábeas corpus correctivo las


condiciones de reclusión, detención o internamiento, a fin de evitar que estas
resulten lesivas a los derechos fundamentales o contrarias a los principios
constitucionales.

6. En este orden de ideas, aun cuando en el presente proceso no se ha


cumplido con la totalidad de diligencias previstas por ley, de lo expuesto se
colige que no se han vulnerado los derechos fundamentales invocados,
resultando de aplicación el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

DELITO CONTRA LA VIDA EL CUERPO Y LA SALUD EN LA MODALIDAD DE


HOMICIDIO CALIFICADO
EXP. Nº 3674-2005-PHC
CONO NORTE DE LIMA
ERICK DONGO CARRIÓN
(Publicado: 04-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 27 días del mes de junio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los señores magistrados Alva
Orlandini, Vergara Gotetli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Wilfredo Enrique


Dongo Quiñónez contra la sentencia de la Segunda Sala Penal para Procesos
con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia del Cono Norte de Lima,
de fojas 79, su fecha 14 de abril de 2005, que declara infundada la acción de
hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 1 de febrero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de su hijo Erick Dongo Carrión, contra la titular del Sexto
Juzgado Penal del Cono Norte y la Sala Penal de Reos Libres de fa Corte
Superior de Justicia del Cono Norte de Lima, solicitando que, retrotrayéndose
las cosas al estado anterior a la vulneración de sus derechos al debido proceso
y la tutela judicial efectiva, se declare nula la resolución que ordena su
detención preventiva y que, en consecuencia, se expida un nuevo auto de
apertura de instrucción que respete los derechos invocados. Manifiesta que el
beneficiario viene siendo procesado por los presuntos delitos contra la vida, el
cuerpo y la salud, en la modalidad de homicidio calificado, en agravio de Juan
Carlos Francia Cervantes, por homicidio en grado de tentativa en agravio de
Elizabeth Inés Espiritu Medina y por el delito de tenencia ilegal de armas de
fuego en agravio del Estado.

Refiere que durante la investigación preliminar la autoridad policial


estableció que el día anterior al homicidio, el beneficiario y Juan Carlos Francia
Cervantes estuvieron libando, circunstancia en que el beneficiario habría
mostrado un arma de fuego a sus acompañantes, que luego guardó a
insistencia de ellos y que posteriormente se dirigió a su vivienda en compañía
de Francia Cervantes. Aduce que lo único que se sabe es que esta persona
murió a consecuencia de un proyectil disparado por arma de fuego y que el
presunto autor habría sido el beneficiario, situación que se habría producido
cuando irresponsablemente jugaban con el arma de fuego, por lo que existirían
suficientes indicios de la comisión de un delito culposo. Finalmente, alega que
el juez emplazado abrió instrucción contra el favorecido por el delito de
homicidio calificado, previsto en el inciso 3) del artículo 108 del Código Penal,
sin precisar en cuál de los dos supuestos que establece el citado artículo
(alevosía o gran crueldad) se subsume la conducta imputada al beneficiario,
vulnerando con ello el principio de legalidad, el derecho a la defensa, a la
motivación de las resoluciones judiciales y al debido proceso. Agrega que la
sala penal emplazada, lejos de recalificar la medida de detención dictada,
procedio arbitrariamente a confirmar la resolución cuestionada.

Realizada la investigación sumaria, la Juez emplazada manifiesta que la


resolución cuestionada que se encuentra arreglada a ley, toda vez que ha sido
expedida en base a los hechos investigados y a la denuncia formulada por el
representante del Ministerio Público. Los vocales emplazados señalan que la
resolución cuestionada fue expedida en forma regular y que la medida
coercitiva de detención ha sido dictada de conformidad con el artículo 135 del
Código Procesal Penal, por lo que no se han vulnerado los derechos
constitucionales invocados.

El Juzgado Penal del Módulo Básico de Justicia de Condevilla, con fecha


3 de febrero de 2005. declara infundada la demanda considerando que el
demandante recurre al proceso constitucional solicitando recalificación de la
medida coercitiva dictada en el auto de apertura de instrucción, la misma que
fue expedida en estricta aplicación del artículo 135 del Código Procesal Penal.

La recurrida confirma la apelada argumentando que en sede


constitucional no procede impugnar la calificación de la conducta del procesado
realizada por el juzgador y tampoco analizar la calificación del hecho
incriminatorio, pues ello importaría utilizar el hábeas corpus como una
suprainstancia para reexaminar asuntos de competencia del juez penal. Arguye
también que la juez emplazada. al expedir la resolución, no ha afectado las
garantías del debido proceso.

FUNDAMENTOS

1. El demandante aduce que el auto de apertura de instrucción dictado


contra el beneficiario, al no precisar si el homicidio calificado que se le imputa
fue cometido con gran crueldad o alevosía, vulnera los derechos al debido
proceso y la tutela judicial efectiva, y con ello su libertad individual.

2. Es importante precisar que si bien el proceso de hábeas corpus no


tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que la vulneración aducida no solo implica la
observancia del principio de legalidad procesal, sino que incide en el ejercicio
de la libertad individual del favorecido, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar los actos considerados lesivos.

3. Del contenido de la demanda se desprende que el demandante


pretende que este Tribunal se pronuncie sobre las supuestas irregularidades en
que se habría incurrido en el auto de apertura de instrucción contra el
beneficiario, las cuales presumiblemente vulneran los derechos
constitucionales invocados.

4. En consecuencia, la controversia radica en determinar si el juez


emplazado, al abrir instrucción. lo hizo observando el debido proceso, o si, por
el contrario, al expedir la resolución, lesionó los derechos constitucionales
conexos a la libertad individual y al debido proceso.

5. El artículo 139 de la Constitución reconoce los principios y derechos


de la función jurisdiccional. El inciso 3 del citado artículo garantiza la
observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional.

6. En términos similares, el artículo 4 del Código Procesal Constitucional


señala: “[s]e entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de
una persona en la que se respetan sus derechos de libre acceso al órgano
jurisdiccional; a probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el
proceso; a no ser desviada de la jurisdicción predeterminada ni sometida a
procedimientos distintos de los previstos por la ley; a la obtención de una
resolución fundada en derecho, a acceder a los medios impugnatorios
regulados, a la imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la actuación
adecuada y temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales y a ta
observancia del principio de legalidad procesal penal”.

7. En anterior jurisprudencia, este colegiado ha subrayado lo siguiente:


Si bien la calificación del tipo penal es atribución del juez penal, la tutela
jurisdiccional efectiva se concreta a través de las garantías previstas en la
Constitución Política. Dicho de otro modo, el órgano jurisdiccional, cuando
administra justicia, está obligado a observar los principios, derechos y garantías
que la Norma Suprema establece como límites del ejercicio de la función
asignada (cf. STC 3390-2005, caso Toledo Manrique).

7. A mayor abundamiento, la necesidad de tutela surge del tenor del


artículo 22, inciso d), de la Constitución, al disponer que”[N] adie será
procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no
esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca, como
infracción punible (...)”. Por ello, es derecho de todo procesado conocer de
manera expresa, cierta e inequívoca los cargos que se formulan en su contra.

9. Aparece de autos que el beneficiario viene siendo procesado por el


delito de homicidio calificado en agravio de Juan Carlos Francia Cervantes, y
por homicidio en grado de tentativa en agravio de Elizabeth Espíritu Medina (ff.
40-45).

Con respecto al delito de homicidio, el artículo 108 del Código Penal


establece que este será calificado cuando se haya perpetrado a) con ferocidad,
por lucro o placer; b) para facilitar u ocultar otro delito; c) con gran crueldad o
alevosía; d) mediante fuego, explosión, veneno o cualquier otro medio capaz
de poner en peligro la vida o salud de otras personas.

10. En ese sentido, del segundo considerando de la resolución


cuestionada se advierte que el juez penal, al instaurar instrucción contra el
beneficiario, determinó: “(...) que los hechos descritos se encuentran previstos
como lícitos penales sancionados por el inciso 3) del artículo 108 del Código
Penal”. De lo cual se colige, no solo que el beneficiario está siendo procesado
por actos que al momento de cometerse estaban previamente calificados en la
ley como infracción punible, sino que conoce de manera expresa e inequívoca
los cargos que se formulan en su contra, situación que le permite defenderse
del delito por el que se le instruye.

11. Por consiguiente, no se acredita el estado de indefensión alegado ni


la vulneración de los derechos al debido proceso y a la tutela judicial efectiva
invocados, resultando, por tanto, de aplicación el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

12. Finalmente, con respecto a la medida cautelar de detención dictada


contra el beneficiario, de la resolución cuestionada se concluye que se dispuso
su ubicación y captura, toda vez que, desde la investigación preliminar, este
tiene la condición de no habido, hecho que acredita, de manera fehaciente, que
el peligro procesal aún subsiste.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

LA SEMILIBERTAD SE REVOCA SI EL BENEFICIARIO COMETE UN


NUEVO DELITO DOLOSO

EXP. Nº 2898-2005-PHC/TC
CALLAO
JUAN CARLOS BENEL ROJAS
(Publicado: 04-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 27 días del mes de junio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandíni,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Juan Carlos Benel Rojas


contra la sentencia de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
del Callao, de fojas 116, su fecha 23 de marzo de 2005, que declara
improcedente la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 26 de febrero de 2005 interpone demanda de


hábeas corpus contra la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del
Callao, integrada por los vocales Daniel Peirano Sánchez, Raúl Quesada
Muñante y Mártir Florentino Santos Peña. Manifiesta que dicha Sala ha violado
sus derechos constitucionales por haber revocado, en mayoría, el auto
apelado, emitido por el juez Ricardo H. Rodolfo Pastor Arce, titular del Cuarto
Juzgado Especializado en lo Penal del Callao, que declaró procedente su
solicitud de semilíbertad. Sostiene, además, no haber sido notificado de la vista
de la causa, afectándose, con ello, sus derechos de defensa y al debido
proceso.

Realizada la investigación sumaria, el accionante se ratifica en los


términos de su demanda. Por su parte, los vocales emplazados manifiestan
que la resolución impugnada está arreglada a ley, y que, habiendo la Sala
evaluado y merituado las pruebas, por mayoría, revocó el pronunciamiento del
Juzgado, sin afectar derecho constitucional alguno. Por último, precisan que el
actor no señaló domicilio legal dentro del radio urbano de esta ciudad por lo
que no pudo ser notificado.

El Primer Juzgado Especializado en lo Penal del Callao, con fecha 28 de


febrero de 2005, declara improcedente la demanda argumentando que si bien
el accionante ha visto afectado su derecho a la libertad individual, esto ha
ocurrido dentro del marco de un debido proceso público y garantista.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El hábeas corpus interpuesto en este caso es de tipo reparador, por


cuanto se solicita que se retrotraigan las cosas al estado anterior a la supuesta
vulneración del derecho constitucional a la libertad individual, o algún derecho
conexo a este.

2. Se aprecia de autos que el actor venía gozando del beneficio de


semilibertad desde octubre del año 2004, el cual le fue concedido por el juez
Ricardo H. Rodolfo Pastor Arce. Titular del Cuarto Juzgado Especializado en lo
Penal del Callao, quien consideró que en el caso, concurrían todos los
requisitos previstos en el artículo 48 del Código de Ejecución Penal. El
accionante aduce que, a pesar de haber cumplido los mencionados requisitos,
la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Callao revocó el
beneficio penitenciario que se le había concedido.

3. Corre a fojas 44 de autos la resolución de fecha 29 de diciembre de


2004, expedida por la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del
Callao, que revoca el beneficio de semilibertad del accionante, argumentando
que el actor fue previamente condenado por la comisión del delito de robo
agravado a 16 años de pena privativa de la libertad, y que, habiéndose acogido
posteriormente al beneficio de la libertad condicional, y estando en pleno goce
de este beneficio, infringió las reglas de conducta señaladas, perpetrando un
nuevo acto ilícito, en virtud del cual se lo sentenció por el delito de robo
agravado. De otro lado, la sala consideró, en su decisión, la personalidad de
sentenciado, concluyendo que éste representaba un peligro para la sociedad.
Se desprende, entonces, que la resolución de la Sala emplazada se encuentra
debidamente motivada y ha sido emitida al amparo de lo prescrito por el
artículo 52 del Código de Ejecución Penal, cuyo texto expresamente establece
que “(...) La Semilibertad se revoca si el beneficiario comete un nuevo delito
doloso o incumple las reglas de conducta establecidas en el artículo 58 del
Código Penal, en cuanto sean aplicables”.
4. Cabe mencionar que en la resolución citada la Sala manifiesta que el
titular del Cuarto Juzgado Especializado en lo Penal del Callao, que tramitó la
solicitud del beneficio penitenciario de semilibertad a favor del accionante, “no
ha adoptado las medidas necesarias y convenientes para esclarecer
debidamente sobre el beneficio penitenciario anteriormente concedido por el
Trigésimo Juzgado Penal de Lima”, incurriendo de esta manera en
responsabilidad.

5. Del dicho del accionante se acredita que cuando cometió el último


evento delictivo se hallaba gozando de Liberación Condicional, otorgada por la
Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima en la causa que
por delito de Robo Agravado, asalto con arma de fuego en agravio del
Sindicato de Trabajadores de Camiones del Callao y otros, y por la que se le
condeno a pena privativa de la libertad por el Trigésimo Juzgado Penal de
Lima, lo cual acredita fehacientemente que el accionante fue condenado a
pena efectiva y por ello recibió el tratamiento penitenciario correspondiente,
acogiéndose luego al beneficio de liberación condicional, y que, estando
gozando de esta infringió las reglas de conducta señaladas, perpetrando un
nuevo ilícito penal de Asalto Agravado, por el cual fue procesado y
ultimadamente sentenciado a pena privativa de la libertad.

6. El artículo 48 del Código de Ejecución Penal establece que el


sentenciado egresa del Establecimiento Penitenciario, para efectos de trabajo o
educación, cuando ha cumplido la tercera parte de la pena y si no tiene
proceso pendiente con mandato de detención. Los beneficios penitenciarios
son estímulos que coadyuvan a la reinserción del interno en la sociedad. No
constituyen, por tanto, un derecho que pueda ser exigido por el solo motivo de
reunirse los requisitos formales. Además del cumplimiento de estos requisitos,
se debe tener en cuenta la personalidad del agente. En el caso de autos,
habiéndosele concedido al procesado por una anterior condena, el beneficio de
liberación condicional, no transcurrió mucho tiempo para que incurriera en la
comisión de un nuevo delito de robo agravado, quedando, así, demostrada su
alta peligrosidad.

7. Respecto a la vulneración de los derechos de defensa y al debido


proceso, no se aprecia en autos que el accionante ni su abogado defensor
hayan solicitado el uso de la palabra a fin de informar oralmente en la vista de
la causa, y que la sala cuestionada les haya denegado el ejercicio de tales
derechos.

8. Es menester aclarar que la falta de notificación para la vista de la


causa se debió a que el actor no se apersonó en la instancia para señalar su
domicilio procesal o legal, tal como se colige de la instrumental obrante en
autos, a fojas 42, en la que el escribano diligenciero de la Tercera Sala Penal
da cuenta de que “que el acusado y agraviado residen fuera del radio urbano
señalado para esta ciudad, no habiendo señalado domicilio legal en el
proceso”.

9. A mayor abundamiento, de la declaración indagatoria de fojas 18, se


infiere que el accionante no interpuso ningún medio impugnatorio contra la
resolución expedida por la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
del Callao, con lo cual esta adquirió firmeza. Siendo así, habiéndose tramitado
el proceso de las garantías del debido proceso, no cabe cuestionar el
razonamiento del órgano jurisdiccional competente plasmado en una
resolución, menos aún la interpretación de la norma.

10. Por consiguiente, no habiéndose probado que la resolución materia


de la demanda de hábeas corpus vulnera manifiestamente el derecho a la
libertad individual del accionante, no resulta de aplicación el artículo 4 del
Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las


atribuciones conferidas por la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

DETENCION ARBITRARIA

EXP. Nº 2510-2005-HC/TC
ICA
CÉSAR JAVIER CHÁVEZ BERROCAL
(Publicado: 04-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Oxapampa, a los 19 días del mes de mayo del 2005, la Sala Primera
del Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don César Javier Chávez


Berrocal contra la resolución emitida por la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de lca, de fojas 70, su fecha 18 de marzo de 2005, que
declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 31 de enero de 2005, el recurrente interpone demanda de


habeas corpus contra los vocales integrantes de la Primera Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia de lca. Renán Quiroz Cárdenas, Erasmo Hernando
Coaguilla Chávez y Miguel Ángel Herrera Hernández, y el titular del Segundo
juzgado Penal de lea, Wilmar de la Cruz Gutiérrez, solicitando su inmediata
excarcelación. Manifiesta que con fecha 12 de enero de 2005, el juez penal
emplazado dictó auto de apertura de instrucción con mandato de detención
contra él y otros implicados en la presunta comisión del delito de robo
agravado; que habiendo apelado de la medida coercitiva. la Sala Penal
demandada la confirmó arbitrariamente, al no cumplirse copulativamente los
presupuestos legales para ordenar una detención, conforme al artículo 135- del
Código Procesal Penal. Aduce que se han afectado los derechos a la libertad
personal y a la motivación de las resoluciones judiciales.

Realizada la investigación sumaria, los magistrados emplazados rinden


sus declaraciones explicativas negando los cargos atribuidos en la demanda.
Por su parte, el demandante se ratifica en los términos de su demanda.

El Cuarto Juzgado Penal de lea, a fojas 37, con fecha 2 de febrero de


2005, declara improcedente la demanda estimando que la resolución de
detención emitida por el Juez penal demandado está arreglada a ley.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

De lo expuesto en los Antecedentes, se deduce que el acto lesivo


denunciado radica en haberse expedido una resolución judicial que ordena la
detención del demandante sin cumplirse los requisitos establecidos en el
artículo 135 del Código Procesal Penal, atentando, de ese modo, contra los
derechos a la libertad individual y a la motivación de las resoluciones judiciales.

Análisis del caso

1. En primer término, es importante precisar que si bien el proceso de


hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido
proceso, en el presente caso, habida cuenta de que se han establecido
judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la
imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal
Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar Va legitimidad
de los actos judiciales considerados lesivos.

2. En el caso de autos, la controversia se circunscribe a determinar si la


detención judicial preventiva impuesta al demandante es arbitraria o no. El
actor alega que, en su caso, no se cumplen los presupuestos legales que
justifican el dictado de un mandato de detención judicial. Aduce también que se
ha expedido una resolución que adolece de falta de motivación, lo que lesiona
sus derechos.

3. Al respecto, cabe señalar que la adopción del mandato de detención y


su mantenimiento importan la afectación del derecho a la libertad personal.
Este es un derecho subjetivo reconocido en el artículo 2, inciso 24), de la
Constitución Política del Perú y, al mismo tiempo, es uno de los valores
fundamentales de nuestro Estado constitucional de derecho, por cuanto
fundamenta diversos derechos fundamentales.

4. En cuanto derecho subjetivo, el derecho a la libertad personal


garantiza que no se afecte indebidamente la libertad física de las personas,
esto es, su libertad locomotora, ya sea mediante detenciones, internamientos o
condenas arbitrarias o ilegales. Los alcances de la garantía dispensada a esta
libertad se extienden a cualquier supuesto de privación de la libertad
locomotora, independientemente de su origen y de la autoridad o persona que
la haya ordenado. Garantiza, por tanto, la libertad personal ante cualquier
restricción arbitraria (artículo 9 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos y artículo 7.3 de la Convención Americana de Derechos Humanos).

5. Sin embargo, como todo derecho fundamental, el derecho a la libertad


personal tampoco es un derecho absoluto, pues como lo establece el artículo 2,
inciso 24, literales a y b, de la Constitución, aparte de ser regulado, puede ser
restringido mediante ley. Ningún derecho fundamental, en efecto, puede
considerarse ilimitado en su ejercicio. Los límites que puede imponérseles son
intrínsecos o extrínsecos. Los primeros son aquellos que se deducen de la
naturaleza y configuración del derecho en cuestión. Los segundos, en cambio,
se deducen del ordenamiento jurídico, cuyo fundamento se encuentra en la
necesidad de proteger o preservar otros bienes, valores o derechos
constitucionales.

6. En ese sentido, este Tribunal considera que si bien la detención


judicial preventiva constituye una medida que limita la libertad física, por sí
misma, no es inconstitucional. Esto es así porque, en esencia; la detención
judicial preventiva es una medida cautelar, dado que se dicta para asegurar la
efectividad de la sentencia condenatoria a dictarse en el futuro.

7. Del análisis de la cuestionada resolución que en copia certificada obra


en autos, de fojas 27 a 33, se desprende que el juez pena[ no solo ha
considerado relevante que en el proceso penal existen suficientes elementos
de prueba que incriminan al demandante como partícipe del delito imputado,
sino también la posibilidad de que fugue o perturbe la actividad probatoria.
Tales hechos justifican el dictado del mandato de detención, no existiendo, por
ende, arbitrariedad del juzgador. La Sala Penal emplazada confirmó esta
resolución por las mismas consideraciones.

8. Por consiguiente, existe una base objetiva y razonable en la decisión


de los órganos judiciales emplazados para mantener el mandato de detención
dictado contra el demandante. Más aún, el peligro procesal que estas
instancias han advertido en el presente caso (obstrucción de la actividad
probatoria e intento de fuga) hace innecesario que el juzgador busque una
alternativa menos gravosa respecto a la restricción de la libertad física del
demandante. Siendo así, la detención dictada contra el accionante está
arreglada a derecho, no siendo de aplicación el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO
TRASLADO DE PENITENCIARIA

EXPEDIENTE Nº 1086-2005-HC/
LIMA
JORGE LUIS MANSILLA PAIVA
(Publicado: 04-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los señores magistrados Alva
Orlandini, Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente
sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Jorge Luis


Mansilla Paiva contra la resolución de la Primera Sala Penal para Procesos con
Reos Libres de la Corte Superior de Justicia del Cono Norte de Lima, de fojas
255, su fecha 31 de enero de 2005, que declara improcedente la demanda de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 4 de enero de 2005, el accionante interpone demanda de


hábeas corpus a favor de don Jorge Luis Mansilla Paiva, contra el presidente
del Instituto Nacional Penitenciario, Wilfredo Pedraza Sierra; el jefe regional de
Lima del Instituto Nacional Penitenciario, Henry Cotos Ochoa; el jefe de
seguridad de los penales, Max Flores Quispe; el director del establecimiento
penitenciario de Piedras Gordas, Javier Llaque; y el alcalde de la Municipalidad
de Ancón, Jaime Pajuelo Torres, solicitando que se disponga el retorno del
beneficiario del penal de Aucallama al establecimiento penal de Piedras
Gordas, y se sancione a los responsables del arbitrario traslado. Manifiesta
que, con fecha 17 de diciembre de 2004, el beneficiario fue trasladado de
manera violenta, sin respeto a su dignidad, integridad y seguridad personal, sin
haber puesto en conocimiento del traslado a la autoridad judicial que tiene a su
cargo el proceso penal seguido contra el beneficiario, y a sus familiares, y sin
haber sido sometido a reconocimiento médico legal.

Realizada la investigación sumaria, el promotor de la acción se ratifica


en los términos de su demanda. A su turno, el Director General de la Región
Lima del INPE declara que el traslado está arreglado a las normas vigentes y
es consecuencia de la Resolución Directoral 1635-2004-INPE/16, que dispone
el traslado por seguridad penitenciaria.

El noveno juzgado especializado en lo penal del Cono Norte de Lima,


con fecha 14 de enero de 2005, declara infundada la demanda estimando que
si el interno no está de acuerdo con el traslado, debe hacer uso de los recursos
administrativos que establece la ley.

La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la demanda


argumentando que no se ha acreditado los alegatos del accionante.

FUNDAMENTOS

1. Delimitación del petitorio

La demanda tiene por objeto que se declare inaplicable al beneficiario,


por vulnerar presuntamente su derecho a la integridad y seguridad personal, la
Resolución Directoral 1635-2004-INPE/16, de fecha 16 de diciembre de 2004,
expedida por la Dirección Regional de Lima del INPE, que dispone su traslado
al Establecimiento Penal de Régimen Cerrado Especial de Piedras Gordas.

2. Análisis del caso

1. Este Colegiado, en la STC 2663-2003-HC/TC, ha señalado que el


hábeas corpus correctivo procede cuando se producen actos arbitrarios o
ilegales relacionados con las condiciones en que se efectúa la restricción a la
libertad: “Mediante este medio procesal puede efectuarse el control
constitucional de las condiciones en las que se desarrolla la restricción del
ejercicio de la libertad individual, en todos aquellos casos en que éste se haya
decretado judicialmente”. Esto es así porque este tipo de hábeas corpus tiene
por finalidad proteger al interno de medidas irrazonables y desproporcionadas
que resulten violatorias a la dignidad humana.

2. El Tribunal Constitucional debe recordar, como ya lo ha hecho en


otras ocasiones, que el traslado de los internos de un establecimiento penal a
otro no es, en sí, un acto inconstitucional. En efecto, tratándose de personas
privadas legalmente de su libertad locomotora, una obligación de la que no
pueden rehuir las autoridades penitenciarias es la de prestar las debidas
garantías para que no se afecte o lesione la vida, la integridad física y los
demás derechos constitucionales que no hayan sido restringidos.

3. A la administración penitenciaria le corresponde determinar el


establecimiento donde se efectuará el traslado de conformidad con el artículo 2
del Decreto Legislativo 654, Código de Ejecución Penal, que establece que el
interno “Es ubicado en el Establecimiento que determina la Administración
Penitenciaria”, en concordancia con el artículo 1331 de la citada norma.
Asimismo, el Reglamento del Código de Ejecución Penal, aprobado por
Decreto Supremo 015-2003-JUS, estipula, en su artículo 1592, que “El traslado
de internos de un establecimiento penitenciario a otro se ejecutará por los
siguientes motivos: (...) 9. Por razones de seguridad penitenciaria con
resolución expedida por el Director General de la correspondiente Dirección
Regional del Instituto Nacional Penitenciario, que fundamente la urgencia y la
necesidad de la medida (...)”.

4. Tal como consta de la Resolución Directoral cuestionada, el traslado


se dispuso por la causal de seguridad penitenciaria a propuesta del Consejo
Técnico Penitenciario, el cual constató la ocurrencia de actos de indisciplina y
agresión a efectivos policiales, además de la existencia de precedentes de fuga
masiva. Por tanto, siendo obligación de la administración penitenciaria adoptar
las medidas necesarias para garantizar la vida e integridad física de los
internos que se encuentran bajo su responsabilidad, la medida impugnada no
constituye una violación de los derechos del beneficiario, pues ella ha sido
dispuesta de conformidad con el Reglamento del Código de Ejecución Penal.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

DETENCION ARBITRARIA

EXPEDIENTE Nº 4166-2005-PHC/TC
PIURA
RENÉE CULQUICÓNDOR LLAPAPASCA
(Publicado: 05-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En lima, a los 5 días del mes de diciembre de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Gonzales
Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Floresmilo Antonio


Ríos Rimaycuna contra la sentencia de la Segunda Sala Penal Corte Superior
de Justicia de Piura, de fojas 70, su fecha 13 de mayo de 2005, que declara
improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 29 de abril de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de Renée Culquicóndor Llapapasca, contra los vocales
Jorge Eduardo Díaz Campos, Juan Checkley Soria y Ofelia Mariel Urrego
Chuquihuanga, integrantes de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Piura, solicitando su inmediata excarcelación. Manifiesta que se han
violado los derechos fundamentales a la libertad y seguridad personal de la
favorecida, al haberse dispuesto su detención arbitrariamente, sin haber sido
sometida a proceso penal. Refiere que la favorecida se encuentra detenida
desde el 26 de abril de 2005, habiendo sido intervenida por la Policía Nacional
del Perú por encontrarse con orden de captura según el oficio Nº 122305-PNP,
su fecha 5 de febrero de 2005, emitido por la Sala Penal emplazada.

Admitida a trámite la demanda y realizada la investigación sumaria por el


titular del Tercer Juzgado Penal de Piura, la beneficiaria se ratifica en todos los
extremos de su demanda. Por su parte, los emplazados, categóricamente,
niegan los hechos imputados en la demanda. Sostienen que el mandato de
detención librado contra la beneficiaria se sustenta en los recaudos acopiados
y adjuntos a la denuncia del Ministerio Público, y que durante la tramitación de
la causa penal ha tenido la calidad de no habida, habiendo sido sindicada por
sus coprocesados. Manifiestan también que el error cometido en cuanto a su
nombre se ha subsanado en los actuados, y que, por ende, no existe violación
constitucional de los derechos fundamentales de la favorecida.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Del análisis de los instrumentos que obran en autos se desprende que


la beneficiaría está privada de su libertad en razón de una orden de captura
emitida por la autoridad jurisdiccional, conforme fluye de la Constancia de
Detención que corre a fojas 16, su fecha 26 de abril de 2005, por estar inmersa
en un proceso por el delito de terrorismo en agravio del Estado, habiendo sido
oportunamente puesta a disposición de las autoridades judiciales.

2. Según informe de la División de Policía Judicial, en el RENIEC no


existe registro de persona alguna de sexo masculino con nombres y apellidos
iguales a los de la beneficiaria, sino solamente figuran los datos de ella, lo cual
queda corroborado con el Oficio Nº 4258-2005-A-CSJP/PJ, obrante a fojas 23,
por medio del cual el Jefe de la Oficina de Administración Distrital de la Corte
Superior de Justicia de Piura adjunta la información proporcionada por el
RENIEC.

3. Del informe emitido el 6 de mayo de 2005 por doña Milagros Benites


Mezones, secretaria de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
de Piura, se colige que por ante dicha Sala Penal se instruye el proceso 2003-
3408 contra Rosa Elida Soldevilla o Gloria Saldarriaga Ibarra y otros por el
delito de terrorismo en agravio del Estado. Dice el informe que la beneficiaria
solicitó su inmediata libertad, sustentando su pedido en que la requisitoria que
corre en el expediente hace mención a una persona de sexo masculino.
Asimismo, se da cuenta de que, con fecha 4 de mayo de 2005, el abogado
defensor de la beneficiaria solicitó la variación del mandato de detención por el
de comparecencia restringida, pedido que fue declarado improcedente en
Audiencia Pública. Por último, se menciona que en el presente proceso no hay
escrito de homonimia pendiente de resolución.

4. El abogado defensor de la beneficiaria, en el recurso de conclusiones


de la defensa, obrante a fojas 66, de fecha 9 de mayo de 2005, contradiciendo
el texto de la demanda, admite que la beneficiaria “en el año 1994 se acogió al
beneficio de exención de la pena establecido en la Ley Ng 25944, de acuerdo
al procedimiento establecido en el Decreto Supremo Nº 015-93-JUS. Se infiere
de ello que, con anterioridad, la beneficiaria fue sometida a investigación
policial.

5. De otro lado, aparece a fojas 64 un escrito dirigido por la beneficiaria a


la Segunda Sala Penal, con fecha 11 de mayo de 2005, indicando número de
código; y, a fojas 65, se anexa una copia de la constancia emitida por el SO T1
PNP, Secretario de la DIVCOTER-PNP-Piura, con fecha 10 de mayo de 2005,
certificando: “Revisada la documentación pasiva que existe en los archivos de
la DIVCOVER-PNP-Piura se ha encontrado que la señora René Culquicóndor
Llapapasca se sometió a la Ley de Arrepentimiento, el 30 de Marzo de 1994, a
quien se le asignó el Código A2E008355, para efectos de su identificación”. Así,
queda desvirtuado el argumento esgrimido en la demanda, en el sentido de que
se ha incurrido en error en cuanto a la identificación de la persona cuya captura
ha sido ordenada por los emplazados.
6. No se encuentra instrumentalmente acreditado en autos que a la
beneficiaria se le haya otorgado judicialmente el beneficio de la exención de la
pena por arrepentimiento; tampoco que se haya acogido a la Ley Nº 27411, que
regula el procedimiento en los casos de homonimia, recursos legales de los
cuales puede hacer uso la beneficiaria en la causa penal que actualmente se le
sigue.

7. Este Colegiado ha sido informado por el Primer Juzgado Penal de


Piura, mediante Oficio 4195-2005-1JIPP/CSJP, de fecha 17 de noviembre de
2005, obrante a fojas 8 del cuadernillo formado en esta instancia, que la
beneficiaria viene siendo procesada por el delito de terrorismo en agravio del
Estado, en la instrucción 2003-3408, seguida por ante el Octavo Juzgado Penal
de la Corte Superior de Justicia de Piura. Siendo así, la procesada tiene
expedito su derecho de interponer los recursos impugnatorios pertinentes
contra las resoluciones que estíme vulneratorías de sus derechos, en
aplicación de los principios que prescribe el artículo 1399 de la Constitución.

8. Por consiguiente, la beneficiaria se encuentra detenida en virtud de un


mandato judicial debidamente motivado y emitido dentro de un proceso regular,
donde no se han vulnerado ninguno de los derechos protegidos por el artículo
251 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

RESUELVE

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

COMISION DE DELITO DE TERRORISMO

Expediente Nº 3880-2005-PHC/TC
LIMA
EFRAÍN GAMBOA YEPES
(Publicado: 09-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En el Callao, a los 8 días del mes de julio de 2005, el Tribunal


Constitucional, en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados Alva Orlandini, presidente; Bardelli Lartirigoyen, vicepresidente;
Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la
siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Efraín Gamboa


Yepes contra la sentencia de la Primera Sala Penal para Procesos con Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de lima, de fojas 369, su fecha 21 de
abril de 2005, que declara infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 21 de setiembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus alegando haber sido condenado a una pena privativa de libertad
de 25 años por el delito de terrorismo mediante un proceso irregular. Refiere
haber sido detenido con fecha 15 de setiembre de 1988 y condenado el 1 de
noviembre de 1994 a una pena privativa de libertad de 15 años, sentencia que
fue declarada nula, ordenándose la realización de un nuevo juicio oral. Es así
que se expidió nueva sentencia, imponiéndosele una pena privativa de libertad
de 25 años. Alega que, si bien en el expediente penal figura que se trató de una
audiencia llevada a cabo según el procedimiento ordinario, lo cierto es que en
ese entonces estaba vigente la Resolución Administrativa Nº 132-P-CSJL,
publicada el 31 de octubre de 1997, que “legaliza el órgano jurisdiccional que
se abocaba al conocimiento de los procesos por terrorismo”. Manifiesta,
además, que no se ha acreditado su responsabilidad penal. A tal efecto, señala
que la presunta agraviada declara a nivel policial que no recuerda ninguna
característica física de sus atacantes.

Realizada la investigación sumaria, se tomó la declaración de la vocal


superior Rosa Elisa Amaya Saldarriaga, quien refiere que la primera condena
impuesta al demandante, emitida por un tribunal integrado por jueces con
identidad secreta, fue declarada nula por ejecutoria suprema de fecha 9 de
diciembre de 1997, ordenándose nuevo juicio, el que concluyó con sentencia
de fecha 7 de setiembre de 1998 por la que fue condenado a 25 años de pena
privativa de la libertad, confirmada mediante ejecutoria suprema de fecha 2 de
julio de 1999. Por su parte, el vocal Hipólito Mogrovejo Motta declaró que no ha
emitido acto procesal que vulnere o amenace los derechos constitucionales del
demandante y que, respecto de la cuestionada designación del abogado de
oficio, la misma se realizó en virtud a la inconcurrencia del abogado designado
por el inculpado. Por su parte, los vocales supremos Javier Román
Santistevan, Hugo Sivina Hurtado, Elcira Vásquez Torres, Felipe Almenara
Bryson y José Rogelio Gonzales López, declaran uniformemente que
conformaron la Sala que confirmó la condena impuesta por la comisión de los
delitos de terrorismo, robo agravado y homicidio y que los hechos se
encontraban debidamente acreditados y la pena impuesta era la que
correspondía de acuerdo a la gravedad de los delitos.

Con fecha 1 de febrero de 2005, el Sétimo Juzgado Penal de Lima


declaró infundada la demanda de hábeas corpus por considerar que, conforme
se desprende de las copias certificadas, se siguió contra el accionante un
proceso ordinario, de acuerdo a lo normado en el Código de Procedimientos
Penales.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Respecto del extremo de la demanda en la que se alega que la


responsabilidad penal no ha sido debidamente acreditada, es preciso señalar
que la determinación de la responsabilidad penal y la valoración de los medios
de prueba que se hubiera aportado al proceso penal es de competencia
exclusiva de la justicia ordinaria. El proceso de hábeas corpus no ha sido
instituido como una instancia de la justicia ordinaria, lo cual excedería su
objeto.

2. Respeto del extremo de la demanda en el que alega no haber sido


juzgado conforme a las normas del Código de Procedimientos Penales, es
preciso indicar que, de acuerdo a la Ley Nº 26671, publicada el 12 de octubre
de 1996, el juzgamiento por el delito de terrorismo se realiza conforme alas
normas procesales vigentes. Asimismo, el demandante alega que, si bien
formalmente le era aplicable el Código de Procedimientos Penales, estaba
vigente la Resolución Administrativa Nº 132-P-CSJL. Sin embargo, el
demandante no especifica de qué forma la vigencia de dicha Resolución
Administrativa impide su procesamiento conforme al Código de Procedimientos
Penales. Asimismo, dicha Resolución Administrativa, publicada en el Diario
Oficial El Peruano con fecha 31 de octubre de 1997, no contraviene ninguna
disposición del referido Código, sino únicamente distribuye la carga procesal de
los juzgados penales de la Corte Superior de Justicia de Lima, estableciendo
qué juzgados se encargarán de la tramitación de los procesos con reos libres y
reos en cárcel, respectivamente, y, a su vez, cuáles se encargarán de los
procesos sumarios y ordinarios. Es preciso indicar, además, que según el
criterio establecido por este Tribunal [STC 0290-2002-HC/TC, Caso Eduardo
Calmell del Solar] no se vulnera el juez natural o juez predeterminado por ley
en caso de designaciones mediante Resolución Administrativa que dispongan
una subsespecialización de los órganos jurisdiccionales.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCIA TOMA
V ERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

IMPEDIMENTO DE INGRESO A LETRADA A ESTABLECIMIENTO


PENAL

EXP. Nº 2076-2005-PHC/TC
LIMA
BRYAN OMAR REYNA RAMÍREZ
(Publicada: 17-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de mayo de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Gonzales Ojeda,
García Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

1. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Luisa Jáuregui


Villanueva contra la resolución de la Cuarta Sala Penal Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 90, su fecha 27 de enero de 2005, que, declara improcedente la
demanda de hábeas corpus de autos.
2. ANTECEDENTES

Con fecha 17 de diciembre de 2004, doña Shirley Antoinette Reyna


Ramírez interpone demanda de hábeas corpus a favor de su hermano Bryan
Omar Reyna Ramírez, recluido en el Establecimiento Penal San Pedro, de San
Juan de Lurigancho, quien, según afirma, no puede entrevistarse con su
abogada, doña Luisa Jáuregui Villanueva, en virtud del Oficio Múltiple Nº 121-
2004/16-09, de fecha 20 de agosto de 2004, según el cual se impide el ingreso
de la referida letrada a los establecimientos penales a nivel nacional a pesar de
ser miembro hábil del Colegio de Abogados de Lima.

Realizada la investigación sumaria, el Coronel Henry Lizzetti Córdova,


Director del Establecimiento Penal San Pedro, manifestó que le fue remitido un
documento emitido por el Director de Seguridad de la Dirección Regional Lima
del Instituto Nacional Penitenciario, mediante el cual se solicita se adopten las
medidas de seguridad necesarias a fin de que en el interior del penal se eviten
los actos de proselitismo político que efectúa dicha abogada. Refiere, además,
que no se le está restringiendo el acceso al interior del Penal de Lurigancho,
puesto que sólo se le indicó que se acercara a su oficina, a fin de que se le
explique el riesgo que corría porque los internos la habían declarado persona
no grata.

El procurador adjunto ad-hoc del Misterio de Justicia contesta la


demanda señalando que no existe ningún impedimento o restricción para el
interno o su abogada (quien tiene todas las facilidades para conferenciar con
su defendido dentro de los horarios establecidos).

El Presidente del Instituto Nacional Penitenciario, Wilfredo Pedraza


Sierra, manifiesta que según el ROF del Instituto Nacional Penitenciario, no
está facultado para emitir disposiciones que restrinjan el acceso de los
abogados para que se reúnan con sus patrocinados. Señala, además, que el
Oficio Múltiple Nº 121.2004-INPE/16.09, emitido por el Director de la Oficina de
Seguridad de la Dirección Regional Lima, no restringe en ningún momento el
ingreso de la abogada del favorecido en el recinto penitenciario, y que sólo ha
habido una errada interpretación del mismo por parte del personal policial, la
cual se encuentra a la fecha subsanada. Señala, además, que su despacho ha
requerido al Establecimiento Penal de Lurigancho para que disponga lo
necesario con la finalidad de no limitar el ingreso de la referida abogada.

El Director Regional Lima del INPE refirió que el Oficio Múltiple Nº 121-
2004-INPE/16.09, emitido por su despacho, no tenía por objeto restringir el
ingreso de la referida abogada sino que se adopten las medidas pertinentes a
fin de evitar que realice proselitismo político al interior de los establecimientos
penales.

El Cuadragésimo Cuarto Juzgado Penal de Lima, con fecha 27 de


diciembre de 2004, declaró improcedente el hábeas corpus, por considerar que
la disposición emitida por el INPE no tiene como fin el impedir que el favorecido
se reúna con su abogado, sino únicamente disponer de las medidas de
seguridad correspondientes para evitar que al interior de los establecimientos
penales se susciten actos de proselitismo político.

La recurrida confirmó la apelada por considerar que al encontrarse el


impedimento de ingreso al Establecimiento penal dirigido específicamente a la
abogada Luisa Jáuregui Villanueva, ello no le impide ser asesorado por otro
letrado de su elección.

FUNDAMENTOS

1. La demandante alega que el beneficiario del presente hábeas corpus,


recluido en el Establecimiento Penal San Pedro, se ve impedido de reunirse
con el abogado defensor de su elección, la doctora Luisa Jáuregui Villanueva.
Resulta procedente el hábeas corpus para dilucidar la alegada violación de
derechos de conformidad con lo normado en el artículo 25 inciso 12 del Código
Procesal Constitucional, el cual señala como derecho pasible de protección
mediante este proceso El derecho a ser asistido por un abogado defensor
libremente elegido desde que se es citado o detenido por la autoridad policial u
otra, sin excepción.

2. El Oficio Múltiple Nº 121-2004/16-09, en virtud del cual se estaría


restringiendo el acceso de la abogada del favorecido del presente hábeas
corpus al Establecimiento Penal de San Pedro en Lurigancho, no dispone
expresamente el impedimento de la referida abogada de ingresar al penal, sino
“la adopción de las medidas de seguridad correspondientes para evitar que al
interior del Establecimiento Penitenciario a su cargo se pudiese estar
suscitando acciones de proselitismo político”. Sin embargo, según la propia
declaración del Presidente del Instituto Nacional Penitenciario, la referida
letrada fue impedida de ingresar al Establecimiento Penal y, en ese sentido, es
que se emitió el memorándum Nº 589-004-Inpe, en el que se señala
expresamente que las medidas de seguridad que deben adoptarse en virtud del
Oficio Múltiple Nº 121-2004/16-09 no implican la restricción del ingreso de la
abogada del beneficiario del presente hábeas corpus.

3. El memorándum mediante el cual se aclaran los alcances del Oficio


Múltiple Nº 121-2004/16-09, en el sentido que no implica impedimento del
ingreso de la abogada del beneficiario del presente hábeas corpus al Penal
San Pedro, habría subsanado la agresión, empero, dicho documento es de
fecha 21 de diciembre de 2004; es decir, posterior a la interposición de la
demanda, por lo que, de conformidad con el artículo 12 del Código Procesal
Constitucional, el cese de la agresión, no impide a este Tribunal pronunciarse
sobre el fondo y declarar fundada la pretensión.

4. Por consiguiente, habiéndose comprobado que aún con las excusas


ofrecidas hubo agresión a los derechos reclamados y que no obstante la
referida violación ha sido posteriormente superada, la demanda debe
considerarse en forma favorable, específicamente con la finalidad de evitar que
situaciones similares a las denunciadas vuelvan a producirse en lo sucesivo.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus.

2. Ordenar a las autoridades emplazadas no volver a cometer la


conducta cuestionada en el presente hábeas corpus, bajo apercibimiento de
serle de aplicación las medidas coercitivas previstas en el artículo 22 del
Código Procesal Constitucional, sin perjuicio de la responsabilidad penal que
corresponda.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍATOMA
VERGARA GOTELLI

DETENCION ARBITRARIA PREVENTIVA

EXP. Nº 2194-2005-PHC/TC
LAMBAYEQUE
MANUEL CORONEL CIEZA
(Publicada: 17-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 16 días del mes de enero de 2006, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de Agravio Constitucional interpuesto por don Gino Díaz Brenis,


abogado de don Manuel Coronel Cieza, contra la resolución de la Primera Sala
Penal de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque, de fojas 76, su fecha 18
de enero de 2005, que declara improcedente la demanda de hábeas corpus de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 10 de diciembre de 2004, don Manuel Coronel Cieza


interpone demanda de hábeas corpus contra los integrantes de la Tercera Sala
Especializada Penal de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque por
detención arbitraria materializada, presumiblemente, en la resolución judicial
expedida por los emplazados en la que disponen revocar el mandato de
comparecencia con restricción de arresto domiciliario dictado en su contra, por
la medida cautelar de detención preventiva.

Alega que la incorrecta interpretación y aplicación del artículo 135 del


Código Procesal Penal no sólo lesiona su derecho al debido proceso, sino que
convierte su detención en arbitraria, toda vez que en su caso no concurren,
simultáneamente, los requisitos exigidos por ley para el dictado del mandato de
detención, debido a que, en su caso, no existen pruebas suficientes que
acrediten su responsabilidad en los hechos imputados (homicidio de don
Andrés Salazar Marcelo) y que incluso ha quedado “claramente establecido”,
con las declaraciones testimoniales de testigos del hecho, que el autor del
homicidio fue don Simeón Alberca Vicente.

El Cuarto Juzgado Penal de Chiclayo, con fecha 10 de diciembre de


2004, declaró improcedente la demanda, argumentando que la Sala Penal
cuestionada, en mayoría, ha variado la medida cautelar de comparecencia con
restricción de arresto domiciliario dictada en contra del beneficiario, por la
medida cautelar de detención, por considerar que confluyen en el caso los tres
requisitos previstos por el artículo 1359 del Código Procesal Penal para aplicar
tal medida, los mismos que han sido explicados claramente en la resolución
expedida por la referida Sala, conforme a ley.

La recurrida confirmó la apelada, por los mismos argumentos.

FUNDAMENTOS
1. La demanda tiene por objeto que se deje sin efecto la resolución
judicial dictada por la Tercera Sala Especializada Penal de la Corte Superior de
Justicia de Lambayeque, mediante la cual se revoca el mandato de
comparecencia con restricción de arresto domiciliario dictado en contra don
Manuel Coronel Cieza, por la medida cautelar de detención preventiva.

2. El demandante sustenta su demanda en que la Sala cuestionada ha


incurrido en una incorrecta interpretación y aplicación del artículo 135 del
Código Procesal Penal, pues no ha tenido en cuenta que uno de los elementos
para dictar detención es el que existan pruebas suficientes que acrediten su
responsabilidad en los hechos imputados; sin embargo, sostiene que el autor
del homicidio que se le atribuye fue otra persona, conforme se acredita con las
declaraciones testimoniales obrantes en autos. Asimismo, refiere haberse
puesto a derecho en el juzgado de manera voluntaria, razón por la cual “(...) no
existe, ni ha existido en ningún momento peligro procesal en autos”.

3. La Norma Suprema, en el numeral 3 del artículo 139, establece la


observancia del debido proceso y de la tutela jurisdiccional como principios y
derechos de la función jurisdiccional. Al respecto, el Código Procesal
Constitucional precisa, en su artículo 4, que “[ejl hábeas corpus procede
cuando una resolución judicial firme vulnera en forma manifiesta la libertad
individual y la tutela procesal efectiva.”; asimismo, el citado artículo define la
tutela procesal efectiva como aquella situación jurídica de una persona en la
que se respetan sus derechos de libre acceso al órgano jurisdiccional, a probar,
de defensa, al contradictorio y a la igualdad sustancial en el proceso, a no ser
desviada de la jurisdicción predeterminada ni sometida a procedimientos
distintos de los previstos por la ley, a la obtención de una resolución fundada en
derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de
revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna
de las resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad
procesal penal.

4. En consecuencia, el debido proceso forma parte de la concepción del


derecho de toda persona a la tutela jurisdiccional efectiva, y se concreta en las
denominadas garantías que, dentro de un íter procesal diseñado en la ley,
están previstas en la Constitución.

5. En cuanto al fondo del asunto, se debe reiterar que la detención


provisional tiene como última finalidad asegurar el éxito del proceso. No se
trata de una medida punitiva, por lo que, mediante ella, no se adelanta opinión
respecto a la culpabilidad del imputado en el ilícito que es materia de
acusación, por cuanto ello implicaría quebrantar el principio constitucional de
presunción de inocencia. Se trata de una medida cautelar, cuyo objetivo es
resguardar la eficiencia plena de la labor jurisdiccional.

6. No obstante esto, la prisión provisional también es una seria


restricción del derecho a la libertad personal, el cual constituye un valor
fundamental del Estado Constitucional de Derecho, pues tras la defensa de su
pleno ejercicio subyace la vigencia de otros derechos fundamentales, y donde
se justifica, en buena medida, la propia organización constitucional. Por ello, la
detención provisional, como en reiterada jurisprudencia lo ha precisado este
Colegiado1, no puede convertirse en una regla general a la cual recurra la
judicatura, sino, por el contrario, en una medida excepcional de carácter
subsidiario, razonable y proporcional.

7. Por ello, la única manera de determinar si la detención judicial


preventiva de un individuo no responde a una decisión arbitraria del juez, es
observar o analizar determinados elementos objetivos que permitan concluir
que, más allá de los indicios o medios probatorios que vinculan
razonablemente al inculpado con la comisión del hecho delictivo y del quántum
de la eventual pena a imponerse, existe peligro de fuga o de entorpecimiento
de la actividad probatoria. La existencia de estos dos últimos riesgos es lo que
en doctrina se denomina peligro procesal.

8. De la copia de la resolución judicial cuestionada, obrante a fojas 48 de


autos, se constata que la Sala Penal demandada determinó que existían
suficientes elementos probatorios que vinculan al beneficiario de la presente
demanda con la comisión del homicidio de don Andrés Salazar Marcelo
(testimonios de testigos presenciales del hecho), así como el hecho de que,
pese a que fue válidamente notificado, el referido inculpado no concurrió a las
citaciones realizadas por la policía para que acuda a diligencias, como la
prueba de absorción atómica, “(...) la que no se realizó por su negativa (...)”.

9. La existencia o no del peligro procesal debe determinarse a partir del


análisis de una serie de circunstancias que pueden tener lugar antes o durante
el desarrollo del proceso y que están ligadas, fundamentalmente, a las
actitudes y valores morales del procesado, su ocupación, sus bienes, sus
vínculos familiares y cualquier otro factor que permita concluir, con un alto
grado de objetividad, que la libertad del inculpado, previa a la determinación de
su eventual responsabilidad, pone en serio riesgo el correcto desenvolvimiento
de la labor de investigación y la eficacia del proceso. La ausencia de un criterio
razonable en torno a la perturbación de la investigación judicial o a la evasión
de la justicia por parte del procesado, terminan convirtiendo el dictado de la
detención judicial preventiva o, en su caso, su mantenimiento, en arbitrario por
no encontrarse razonablemente justificado.
10. En el presente caso, existieron, a criterio del juzgador penal,
determinadas circunstancias que permitieron concluir, objetiva y
razonablemente, que existían suficientes elementos probatorios que vinculan al
imputado como autor del delito de homicidio, y que el referido recurrente se
inclinaba a obstaculizar la labor de investigación en la causa que se le sigue.

11. Y, siendo que este Colegiado no es una suprainstancia de revisión de


resoluciones judiciales, sino de las que muestren una total carencia de una
debida motivación o, de ser el caso, de razonabilidad, debe desestimarse la
pretensión invocada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

DETENCION ARBITRARIA PREVENTIVA

EXP. Nº 2278-2005-HC/TC
LIMA
ABRAHAM OSWALDO ROJAS TÁMARA
(Publicada: 17-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 11 días del mes de mayo de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Gonzales Ojeda,
García Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por Abraham Oswaldo
Rojas Tamara contra la sentencia de la Sala Penal de Emergencia para
Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
98, su fecha 4 de marzo de 2005, que declara improcedente la demanda de
autos.

ANTECEDENTES

Demanda

El recurrente, con fecha 4 de febrero de 2005, interpone demanda de


hábeas corpus contra la jueza Estela Solano Alejos, quien tuvo a su cargo el
Segundo Juzgado de Paz Letrado de Surco. Manifiesta que la magistrada
emplazada, excediéndose en sus atribuciones, ha ordenado su detención hasta
por 24 horas mediante resolución Nº 42, de 21 de diciembre de 2004, ratificada
mediante Resolución Nº 45, de 27 de enero de 2005, recaida en la causa Nº
6461-03, sobre obligación de dar suma de dinero. Refiere que en dicha causa
fue designado custodio judicial, habiéndose efectuado un embargo con
afectación de bienes muebles, cuya exhibición le ordenó el Juzgado, con el
objeto de llevar a cabo una diligencia de verificación de dichas especies,
mandato que no cumplió al no haber sido notificado de dicha actuación judicial.

Investigación Sumaria

Realizada la investigación sumaria, el accionante se I ratifica en los


términos de su demanda. Por su parte, la Jueza demandada rinde su
declaración explicativa manifestando que ordenó la detención del accionante
hasta por 24 horas, por resistirse éste a poner a disposición del Juzgado los
bienes que le fueron entregados en su calidad de custodio judicial.

Resolución de primera instancia

El Decimosexto Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha


10 de febrero de 2005, declara infundada la demanda argumentando que el
accionante no puede alegar desconocimiento de las órdenes judiciales que
cuestiona, pues de autos se aprecia que inclusive interpuso recurso de nulidad
contra las mismas.

Resolución de segunda instancia

La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la demanda


por existir en el presente caso vías paralelas.

FUNDAMENTOS
1. Mediante Resolución Nº 32, obrante a fojas 47 de autos, el Segundo
Juzgado de Paz Letrado de Surco y San Borja dispuso que el demandante -que
tenía la calidad de custodio judicial- pusiera a disposición del Juzgado los
bienes que le fueron asignados en custodia, a efectos de realizar una diligencia
de verificación de los mismos.

2. No obstante el mandato judicial antedicho, el recurrente incumplió lo


ordenado a pesar de haber sido requerido bajo apercibimiento, frustrándose la
diligencia de verificación ordenada, por lo que la autoridad judicial, en ejercicio
legítimo de la facultad prevista en los artículos 509 y 53 del Código Procesal
Civil, decidió ordenar la detención del accionante hasta por 24 horas, por
resistencia al mandato judicial, medida que fue ratificada por la Juez
emplazada mediante Resolución N=‘ 45.

3. Si bien el demandante alega que desconocía las órdenes judiciales


cuestionadas, con posterioridad a la fecha en que se programó la diligencia de
verificación de los bienes muebles que se hallaban bajo su custodia, interpuso
recurso de nulidad contra la orden de captura que se dictó en su contra por el
incumplimiento de la exhibición de dichos bienes; es decir que, teniendo
conocimiento de lo ordenado por la autoridad judicial, no cumplió el mandato
más aun, como se aprecia de su escrito obrante a fojas 64, negó tener en su
poder dichos bienes.

4. Por consiguiente, es evidente que la detención ordenada contra el


demandante por el Juzgado emplazado no es arbitraria ni irrazonable, sino
adecuada a la normatividad ordinaria que resulta aplicable en casos como el
presente. Siendo así, no existiendo la vulneración de los derechos
constitucionales invocados, resulta de aplicación el artículo 2, a contrario
sensu, del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍATOMA
VERGARA GOTELLI
VIOLACION DE TRANSITAR LIBREMENTE Y A LA LIBERTAD
PERSONAL

EXP. Nº 6092-2005-PHC/TC
CONO NORTE DE LIMA
LUIS GÓMEZ MORALES
(Publicado: 18-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 29 días del mes de agosto de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Gómez


Morales contra la sentencia de la Primera Sala Especializada en lo Penal de
Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia del Cono Norte de Lima, de
fojas 64, su fecha 13 de julio de 2005, que declara infundada la demanda de
hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 15 de junio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los efectivos de la Policía Nacional del Perú de la
Comisaría de Puente Piedra, Mayor Ricardo Gustavo Almendras Calderón y
Capitán Jorge Luis Saavedra Castañeda, alegando actos de vigilancia
injustificada a su domicilio, seguimientos y amenazas de detención, que
afectan sus derechos a transitar libremente y a la libertad personal.

Refiere que ocupa el cargo de Presidente del Frente de Trabajadores de


Construcción Civil Desocupados de Puente Piedra, y que, con fecha 31 de
mayo de 2005, en circunstancias que un grupo de trabajadores afiliados al
sindicato que representa se encontraban trabajando en una obra para la
empresa CONALVIAS, se produjo un altercado con armas de fuego con los
trabajadores de Construcción Civil de Lima, motivando la intervención de los
efectivos policiales demandados, quienes, directamente y a través de sus
subalternos, vienen afectando su libertad personal mediante los actos
cuestionados, además de amenazarlo con detenerlo “previa sembrada de
armas de fuego” (sic).
Realizada la investigación sumaria, los demandados manifiestan que no
se vienen realizando ninguno de los actos denunciados por el demandante, ni
tampoco lo hace el personal a su cargo; agregan que el accionante tiene
aterrorizada a la población de Puente Piedra al realizar manifestaciones sin
autorización, además de tener comparecencia restringida por disturbios y
delitos de hurto, violación de domicilio, homicidio simple y por lesiones y
secuestro del ingeniero de la empresa CONALVIAS, investigaciones realizadas
por la DIVINCRI Norte, lo que estaría motivando el presente proceso
constitucional. De otro lado, el recurrente no concurrió a la diligencia de toma
de dicho señalada por el juez constitucional.

El Quinto Juzgado Penal de Independencia, con fecha 16 de junio de


2005, declara infundada la demanda, por considerar que no obra medio de
idóneo que acredite la vulneración del derecho constitucional alegado.

La recurrida confirma la apelada por sus mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El objeto de la presente demanda es que se disponga el cese de los


actos de seguimiento policial. la vigilancia domiciliaria injustificada y las
amenazas de detención al recurrente “previa sembrada de armas de fuego y
otros” (sic), actos y amenaza de violación de los derechos impugnados que
estarían realizando los efectivos policiales emplazados, restringiendo con ello
el derecho al libre tránsito y a la libertad personal del recurrente.

2. Según el artículo 200, inciso 1 de la Constitución Política del Perú, el


hábeas corpus “(...) procede ante el hecho u omisión (...) que vulnera o
amenaza la libertad individual o los derechos constitucionalmente conexos”; por
consiguiente, tanto el derecho a la libertad personal como el de la libertad de
tránsito ingresan dentro del ámbito de protección del proceso constitucional de
hábeas corpus, en su modalidad restringida.

3. El inciso 13 del artículo 251’ del Código Procesal Constitucional (CPC)


establece “El derecho a (...)suspender el seguimiento policial (...)” cuando
resulte arbitrario o injustificado, mientras que su artículo 29 señala que “(...)
cuando se invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de
inminente realización (...)”. AI respecto, el Tribunal Constitucional, en reiterada
jurisprudencia, ha destacado que la libertad personal no sólo es un derecho
fundamental reconocido, sino un valor superior del ordenamiento jurídico, cuyo
ejercicio sin embargo no es absoluto e ilimitado, pues se encuentra regulado y
puede ser restringido mediante ley.
4. Con el fin de garantizar, mantener y restablecer el orden interno,
conforme al artículo 166 de la Constitución Política del Perú, la Policía Nacional
previene, investiga y combate la delincuencia, desprendiéndose de ello su
capacidad para efectuar los actos necesarios tendientes a obtener datos,
esclareciendo, investigando o realizando pesquisas dentro del marco legal.

5. De lo referido en el fundamento anterior, debe quedar claro que toda


intervención o actuación policial debe ser válidamente realizada, para lo que ha
de cumplir con tos presupuestos previstos en el ordenamiento jurídico. Por el
contrario, si arbitrariamente miembros de la Policía Nacional realizan vigilancia
domiciliaria injustificada o seguimiento a una persona por motivos ajenos al
esclarecimiento de un hecho delictivo o fundados en un requerimiento judicial,
su acción estará comprendida en los supuestos proscritos por la Constitución y
el ordenamiento jurídico legal.

6. En el presente caso, de los actuados y demás instrumentales que


corren los autos no se acredita los hechos alegados, motivo por el cual la
demanda debe ser desestimada, por insuficiencia probatoria, resultando de
aplicación al caso el artículo 29, contrario sensu, del CPC.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VIOLACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 6158-2005-HC/TC
LIMA
ADA CECILIA HINTON OJEDA
(Publicado: 18-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 12 días del mes de setiembre de 2005; la Sala Segunda
del Tribunal Constitucional, con asistencia, de los magistrados Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda J García Toma, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Ada Cecilia


Hinton Ojeda contra la sentencia de la Quinta Sala Especializada en lo Penal
para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 70 su fecha 20 de julio de 2005, que declaró infundada la demanda de
hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 3 de junio de 2005, doña Ada Cecilia Hinton Ojeda interpone
demanda de hábeas corpus contra don Jorge Mellet Castillo, alegando que es
objeto de constantes seguimientos cuando sale o llega a su domicilio por parte
del emplazado, quien con fecha 28 de mayo de 2005, cuando transitaba por el
Óvalo de Miraflores, a horas 18:00, luego de bajar de un automóvil, la
interceptó, manifestándole que retire, la demanda de filiación que presentó ante
el Cuarto Juzgado de Paz de Surco, respecto del hijo de ambos. Sostiene que
dicho seguimiento pone en peligro su integridad física y la de su menor hijo, por
haber sido amenazada con ser eliminada todo lo cual pone en peligro su
libertad personal.

Dentro de la sumaria investigación, se tomó la declaración de la


demandante (f. 17), así como la del emplazado (f. 25).

El Décimo Tercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 14 de junio de


2005, declaró infundada la demanda por considerar que en autos no se ha
acreditado la violación de la libertad individual de la demandante; más aún,
cuando no ha habido mayor instrumental probatorio que analizar.

La recurrida confirmó la apelada, en atención a que no ha quedado


acreditado en autos, la existencia de una amenaza cierta e inminente.

FUNDAMENTOS

1. A través de la demanda de autos se pretenden cuestionar los actos


supuestamente realizados por el emplazado, consistentes en realizar
seguimientos a la demandante y formular amenazas, contra la vida de la
misma.
2. El artículo 200, inciso 1, de la Constitución establece de manera
expresa, que a través del proceso de hábeas corpus, se protege el derecho
fundamental al debido proceso, así como a los derechos conexos al mismo.

3. Sin embargo, de lo expuesto en la demanda así como con lo


investigados en autos, no se ha llegado a acreditar la afectación de los
derechos precitados; en ese sentido, para proteger los derechos materia de
análisis resulta; necesario no sólo la simple y pura imputación, sino que,
además, los actos que se reputan como atentatorios de los derechos
fundamentales deben ser verosímiles, situación; que no es posible determinar
en el presente caso.

4. De otro lado, la sola existencia de problemas jurisdiccionales entre las


partes en el presente proceso, no constituyen una causa o razón suficiente
para acreditar la expuesto por la demandante; en todo caso, en la medida en
que se hace referencia a la posibilidad que el emplazado atente contra la vida
de la demandante, ello, como suceso fáctico, en modo alguno podría ser
evitado por el Tribunal Constitucional, por su propia naturaleza jurisdiccional,
existiendo otros mecanismos idóneos para tal efecto, pudiendo la demandante
acudir a los mismos para la protección de su integridad y la de su menor hijo,
de ser el caso.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

IMPROCEDENCIA DE LA DEMANDA -NO ES LA VIA DONEA PARA


INTERPONER AL ACCION

EXP. Nº 7575-2005-PHC/TC
LIMA
JOSÉ SANTOS MIRANDA ROBILLIARD
(Publicado: 18-05-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don José Santos


Miranda Robilliard contra la sentencia de la Sexta Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima,
de fojas 147, su fecha 19 de agosto de 2005, que declaró improcedente la
demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 1 de julio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Quinta Sala Penal con Reos Libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima, por cuanto la misma habría violado el debido
proceso al no aplicar de forma correcta el artículo 300 del Código de
Procedimientos Penales, en la resolución del 31 de diciembre de 2003 recaída
en el Exp. Nº 1749-03, en tanto que dicha Sala incumplió una norma procesal
expresa al brindar 2 veces la oportunidad que el Ministerio Público fundamente
su recurso de apelación, no obstante que la fundamentación pertinente no fue
presentada en el momento oportuno, habiendo vencido el término de ley.

Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus, se recibió el


apersonamiento del Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del
Poder Judicial (f. 24), la declaración del demandante (f. 31), la declaración de
los magistrados emplazados (fs. 102, 103 y 106), incorporándose al proceso
copia certificada de las piezas procesales más importantes del expediente del
que deriva la demanda de autos (fs. 46 a 99).

El Cuadragésimo Tercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 26 de julio


de 2005, declaró improcedente la demanda, por considerar que la resolución
emana de un proceso regular, siendo legal y razonable, en la medida que el
Decreto Legislativo Nº 959, de fecha 17 de agosto de 2004, que modifica el
artículo 300Q del Código de Procedimientos Penales, exige expresamente que
se motiven los recursos de apelación contra autos; en ese Sentido, añade que
la resolución cuestionada es expresión del criterio del magistrado en aplicación
de las normas procesales vigentes, entre otras razones.
La recurrida confirmó la apelada, toda vez que a través de un proceso de
hábeas corpus no es posible invalidar una resolución emitida por un órgano
competente dentro de un proceso regular, sobretodo cuando la resolución
impugnada se encuentra debidamente fundamentada, y cuando el criterio
expuesto en ella se encuentra positivizado al emitirse el Decreto Legislativo Nº
959.

FUNDAMENTOS

1. Conforme al artículo 200.19 de la Constitución, el objeto del proceso


de hábeas corpus es el de proteger el derecho a la libertad individual así como
los derechos conexos a éste.

2. De lo expuesto, tanto en la demanda como de lo actuado en la


tramitación del proceso se aprecia que la pretensión materia de autos está
destinada a cuestionar la interpretación que la Sala emplazada ha hecho de
una norma procesal; esto es, del artículo 300 del Código de Procedimientos
Penales; en tal sentido, se hace referencia al derecho al debido proceso y el
relativo a la cosa juzgada.

3. No obstante ello, este Colegiado no aprecia que el derecho a la


libertad individual del demandante aparezca afectado por la supuesta
interpretación errónea o incorrecta de la norma precitada, toda vez que el
resultado que deriva de la aplicación no importa, a priori, que el demandante se
vea privado de su libertad, sino que sea sometido a un proceso en el que se
determine si le cabe alguna responsabilidad en la comisión de los hechos que
se le imputan; en ese sentido, será en dicho proceso en el que podrá hacer uso
de su derecho de defensa, así como de las garantías procesales que le otorga
la legislación de la materia.

4. Por otro lado, en la medida que este Colegiado no es una instancia


revisora de lo dispuesto en sede ordinaria, y teniendo presente que para el
cuestionamiento de actos que se presumen como atentatorios de derechos
fundamentales distintos de la libertad individual o conexos con ella, existe una
vía procedimental distinta a la empleada en autos, se deja a salvo el derecho
de la parte accionante para hacerlo valer con arreglo a ley.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

1. Declarar IMPROCEDENTE la demanda de hábeas corpus.


2. Dejar a salvo el derecho de la parte accionante para hacerlo valer con
arreglo a ley.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

AMENAZA DEL DERECHO A LA VIDA, A LA INTEGRIDAD PERSONAL


Y LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 4445-2005-HC/TC
LIMA
JUAN EDUARDO DELGADO VILLAR
(Publicado: 10-06-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 21 días del mes de julio de 2005, el Tribunal


Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, García
Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Juan Eduardo


Delgado Villar contra la resolución de la Quinta Sala Penal para Procesos con
Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 130, su fecha 23
de mayo de 2005, que declara infundada la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 18 de febrero de 2005, don Juan Eduardo Delgado Villar


interpone demanda de hábeas corpus contra el Alcalde de Lima señor Luis
Castañeda Lossio y el Ejecutor Coactivo del Servicio de Administración
Tributaria (SAT), alegando la amenaza de sus derechos constitucionales a la
vida, a la integridad personal y a la libertad individual. Afirma ser hemipléjico y
que los funcionarios emplazados vienen atentando contra su vida,
exponiéndolo a un ataque al corazón, debido a la tramitación de un
procedimiento coactivo por pago de tributos municipales cuyo estado es el de
ejecución forzosa. Refiere que en el procedimiento mencionado se le ha
privado del derecho de cuestionar la deuda y plantear la prescripción de los
tributos que origan la misma; y que por recomendación médica está prohibido
de padecer tensiones emocionales, por lo que el procedimiento coactivo
ejecutado por, el SAT amenaza de manera inminente los derechos
constitucionales invocados. Finalmente, aduce que existe un clamor general de
la población contra los atropellos cometidos por el SAT, que acredita con la
publicación periodística que acompaña como recaudo de la demanda.

Realizada la investigación sumaria, el demandante se ratifica en el


contenido de su demanda, manifestando que la obligación puesta a cobro se
encuentra extinguida por haber prescrito los arbitrios municipales e impuestos
prediales que la originaron. Por su parte, don Atilio Gamaniel Olano Guerrero,
Auxiliar Coactivo del Servicio de Administración Tributaria, sostiene que no
existe vulneración constitucional, que el procedimiento puesto a cobro se
origina en el pago de arbitrios correspondientes al año 2000, de modo que a la
fecha la obligación tributaria no ha prescrito y que en consecuencia, su pago es
exigible al administrado.

El Decimoséptimo Juzgado Penal de Lima, con fecha 24 de febrero de


2005, declara infundada la demanda, por considerar que de autos no se
advierte violación constitucional que lesione los derechos fundamentales del
demandante.

La recurrida confirma la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto cuestionar la tramitación de un proceso


coactivo seguido por el Servicio de Administración Tributaria (SAT), de la
Municipalidad de Lima, en el cual se dispone la ejecución forzosa de los bienes
del demandante. A su juicio, tal decisión vulnera su derecho constitucional al
debido proceso y amenaza su integridad física, toda vez que es hemipléjico.

2. Aunque el recurrente invoca el presunto atentado contra su vida, su


integridad personal y su libertad individual, de autos no aparece que tales
atributos constitucionales se encuentren en peligro. Por el contrario y conforme
consta expresamente en su demanda, el mismo recurrente reconoce haber
asumido y dado cumplimiento parcial a un Convenio de Pago suscrito con la
Municipalidad de Lima, manifestando que, a la fecha, la obligación tributaria se
encuentra prescrita.
3. En todo caso, el cuestionamiento y la inexigibilidad de una obligación
tributaria (que tampoco se sustenta en una amenaza del derecho a la
integridad personal), así como las eventuales irregularidades administrativas
que se denuncian, son temas que no se encuentran vinculados a la libertad
individual y los derechos conexos a ella, stricto sensu, sino a otro tipo de
derechos que, en el más cercano de los casos, pueden ser vistos mediante el
amparo, pero no mediante la presente vía procesal del hábeas corpus.

4. En consecuencia, la demanda incoada no corresponde ser tramitada


en la vía constitucional propuesta; por lo tanto, estando a lo previsto en el
artículo VIII del Código Procesal Constitucional, este Tribunal, como en anterior
oportunidad (STC Nº 931-2005-HC) se dispuso, debe encauzar la pretensión
del recurrente en una demanda de amparo constitucional, dentro de la cual
está contemplada la defensa de los derechos por los que reclama el
demandante.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Disponer, en aplicación del artículo VIII del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional, la adecuación y trámite del presente proceso dentro de
la vía correspondiente al amparo constitucional.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

DELITO DE SECUESTRO

Expediente Nº 0819-2005-PHC/TC
ICA
J.C.C.M.
(Publicado: 13-06-06)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de marzo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Presidente; Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente
sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Rocío Elizabeth


Caraza Méndez contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Ica, de fojas 89, su fecha 27 de diciembre de 2004, que
declara improcedente la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 4 de agosto de 2004, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus, a favor de su menor hijo J.C.C.M., contra don Marcelo Poma
Siguas. Afirma que el día 20 de julio de 2004, siendo aproximadamente las 9.00
horas, sin que le asista derecho alguno, el emplazado secuestró a su citado
hijo del Colegio de Primaria 22538, ubicado en el distrito de Subtanjalla, razón
por la cual interpuso denuncia penal ante la Cuarta Fiscalía Provincial de Ica,
por el delito de secuestro, asunto sobre el cual aún no ha habido
pronunciamiento. Aduce que ha tomado conocimiento de que el menor se
encuentra en el domicilio del emplazado y que a la fecha no puede verlo, por lo
que solicita que el juez constitucional, luego de verificar la detención arbitraria,
proceda a hacerle entrega del menor. Sostiene que se han vulnerado los
derechos a la integridad física, a la libertad individual y de tránsito.

Realizada la investigación sumaria, la demandante se ratifica en el


contenido de su demanda y manifiesta además que el demandado es abuelo
paterno de su hijo y que se niega a entregar al menor, quien a la fecha cuenta 9
años de edad. Por su parte, el demandado aduce que no existe detención
arbitraria ni violación de derecho constitucional alguno, pues el beneficiario es
su nieto, por cuanto el progenitor es su hijo José Luis Poma Hernández. Alega
que fue la misma demandante la que dejó al beneficiario en su domicilio,
cuando adquirió un nuevo compromiso.

El Quinto Juzgado Penal de Ica, con fecha 8 de noviembre de 2004,


declara improcedente la demanda argumentando que, estando en trámite ante
la Cuarta Fiscalía Provincial Penal de Ica una denuncia penal entre las mismas
partes, por el delito de secuestro, no procede amparar la demanda.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.


FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto la tutela de la libertad individual y de


tránsito del menor beneficiario, así como de su integridad física, derechos
constitucionales que la demandante considera vulnerados.

2. Conforme ha sostenido este Tribunal en reiterada jurisprudencia (cf.


STC 1230-2002-HC, caso Tineo Cabrera), “la libertad personal no solo es un
derecho fundamental reconocido, sino un valor superior del ordenamiento
jurídico. Por ello, nuestra Constitución ha consagrado el proceso de hábeas
corpus como una garantía constitucional que procede contra el hecho u
omisión de parte de cualquier autoridad, funcionario o persona que vulnera o
amenaza la libertad individual o los derechos constitucionales conexos a ella”.

3. Uno de los fines esenciales de los procesos constitucionales es velar


por la supremacía de la Constitución, así como por la vigencia efectiva de los
derechos que en ella se reconocen a toda persona.

4. El proceso de hábeas corpus no solo protege la libertad física


propiamente dicha, sino que su ámbito de protección se extiende a la libertad
de movimiento, de tránsito y a la integridad personal, prolongándose aun
cuando haya cesado la vulneración o esta se haya convertido en irreparable,
con el objeto de que, en el futuro, al afectado no se le restrinja tal derecho. Por
ello, es legítimo que, ante la afectación de la libertad individual o de un derecho
que tiene conexión con ella, se plantee una demanda de hábeas corpus.

5. De autos se advierte que durante la investigación preliminar, el juez


constitucional constató que no existe restricción alguna de la libertad del menor
beneficiario y que éste se encuentra al cuidado de sus abuelos paternos,
conforme figura en el Acta de Verificación que obra a fojas 59 de autos.

Al realizarse la entrevista, el beneficiario manifestó que vive con sus


abuelos paternos desde que tenía 4 años de edad y que en la actualidad
cuenta 9 años y que no quiere vivir con su madre, porque ésta lo castiga y lo
deja al cuidado de su padrastro, quien toma mucho y le pega.

6. Las afirmaciones del beneficiario han quedan acreditadas con la


Constancia Policial de fecha 27 de febrero de 2000, en la cual don Luis Poma
Hernández afirma que su menor hijo, J.C., de 4 años de edad, fue abandonado
por la demandante en la casa de sus abuelos paternos (f. 20); con la Denuncia
Policial de fecha 2 de abril de 2003, en la cual el emplazado Poma Siguas
denuncia que su nieto (el beneficiario) fue conducido por su madre a la
localidad de Subtanjalla (f. 22); y con la Denuncia Policial de fecha 21 de julio
de 2004, en la cual el demandado deja constancia de que, siendo las 14.00
horas del día 20 de julio de 2004, su nieto se presentó en su domicilio y le
manifestó que se había escapado de su colegio por temor a que su padrastro lo
recogiera a la hora de salida.

También manifiesta que, posteriormente, personal policial de la


Comisaría PNP de Subtanjalla, al mando del SO Escate, se presentó en su
domicilio para indagar por el paradero del menor y después de recibir
respuesta afirmativa se retiró en compañía de la madre del menor, la cual en
ningún momento exigió que se lo entregaran, conforme se acredita con la copia
certificada que obra a fojas 26 de autos.

7. De lo expuesto precedentemente, se colige que no existe la


vulneración de los derechos invocados, por lo que no resulta aplicable al caso
el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS

ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

EXCESO DE DETENCION

Expediente Nº 1905-2005-PHC/TC
LIMA
JORGE ALFARO VELÁSQUEZ
(Publicado: 13-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Huaral, a los 29 días del mes de abril de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Jorge Alfaro Velásquez


contra la resolución de la Segunda Sala Penal para Procesos con Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 93, su fecha 7 de
febrero de 2005, que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 18 de octubre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, solicitando su inmediata
excarcelación. Afirma encontrarse recluido desde el 13 de mayo de 1993 y que,
a la fecha, sigue privado de su libertad, sin condena. Refiere haber sido
condenado por tribunales conformados por magistrados con identidad secreta,
y que, por haberse declarado la nulidad del proceso en el que estaba inmerso,
viene siendo juzgado en el fuero común. Alega que la privación de su libertad
se basa en leyes que no estaban vigentes al momento en que se produjo su
detención, lo que considera retroactivo y atentatorio de lo dispuesto en el
artículo 103 de la Constitución. Considera que las leyes que restringen la
libertad individual, sean éstas de carácter sustantivo o procesal penal, deben
estar vigentes con anterioridad a la fecha en que se produce la detención, y
que no pueden ser retroactivas salvo que beneficien al detenido, conforme lo
señala el artículo constitucional de la referencia, el cual no distingue -en su
opinión- entre ley penal sustantiva, procesal penal o de ejecución.

Finalmente, aduce que de la sentencia de la Corte Interamericana


expedida en el caso Suárez Rosero se desprende que el plazo de detención
debe computarse desde la detención policial, por lo que solicita que se le
apliquen dichos plazos.

Realizada la investigación sumaria, se toma la declaración de la doctora


Luz Victoria Sánchez Espinoza, vocal integrante de la Sala Nacional de
Terrorismo, manifiesta que la anulación de los procesos y el juicio oral del
demandante se ha realizado de conformidad con los decretos legislativos 922 y
926, que el artículo 4 del Decreto Legislativo Nº 922 establece que el plazo de
detención se cuenta desde el nuevo auto de apertura de instrucción, y que, en
cuanto a los que se encuentran comprendidos en los alcances del Decreto
Legislativo 926, el plazo de detención se contabiliza a partir de la fecha de
anulación, por lo que tal plazo aún no han vencido.
El Procurador adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder
Judicial se apersona en el proceso y solicita que se declare improcedente la
demanda aduciendo que, en vista de que el proceso ha sido tramitado de
manera regular, el hábeas corpus no resulta eficaz.

El Cuadragésimo Juzgado Penal de Lima, con fecha 2 de diciembre de


2004, declara infundada la demanda considerando que, de acuerdo con los
decretos legislativos 922 y 926, la declaración de nulidad no tendrá como
efecto la libertad del imputado.

La recurrida confirma la apelada argumentando que en el proceso que


actualmente se le sigue al demandante se han aplicado las normas legales
vigentes.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación del


demandante. Se alega que el plazo límite de detención establecido por el
artículo 137 del Código Procesal Penal ha vencido y que el plazo de detención
debe computarse desde la detención policial.

2. Con respecto de la alegada vulneración al debido proceso, resulta


importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus no tiene por
objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el presente caso,
habida cuenta de que se han establecido judicialmente restricciones al pleno
ejercicio de la libertad locomotora, luego de la imposición de la medida cautelar
de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione
materiae, para evaluar la legitimidad de los actos judiciales considerados
lesivos.

§. Materias sujetas a análisis

3. A lo largo de la presente sentencia, este Colegiado debe determinar:

a) Si se ha lesionado el derecho del recurrente al ejercicio pleno de las


facultades que, sobre la administración de justicia, consagra la Constitución
Política del Perú.

b) Si, por el tiempo transcurrido en detención preventiva, se ha


terminado afectando la libertad del demandante.

§. Límites a la libertad personal


4. Conforme lo ha señalado este Tribunal, en reiterada jurisprudencia, la
libertad personal no solo es un derecho fundamental reconocido, sino un valor
superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e ilimitado;
pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley. Por ello, los
límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma que los
reconoce.

5. El caso de autos se encuentra comprendido en la limitación


precedente señalada. En efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de
la Constitución Política del Perú, no se permite forma alguna de restricción de
la libertad personal, salvo en los casos previstos por la ley. Por tanto, para
esclarecer la controversia, debe establecerse si el período de detención
preventiva que cumple el demandante constituye una restricción del derecho a
la libertad previsto en la ley y la Constitución.

§. Vulneración del derecho a la libertad individual y exceso de detención

6. Este Tribunal, en reiterada jurisprudencia, ha sostenido que “como


todo derecho fundamental, el de la libertad personal tampoco es un derecho
absoluto, pues como establecen los ordinales a) y b) del inciso 24) del artículo
2 de la Constitución, aparte de ser regulados, pueden ser restringidos o
limitados mediante ley” [cf. STC 1091-2002-HC/TC].

7. El Decreto Legislativo 926, que regula la anulación en los procesos


por el delito de terrorismo seguidos ante jueces y fiscales con identidad
secreta, señala, en su Primera Disposición Final y Complementaria, que el
plazo límite de detención conforme al artículo 137 del Código Procesal Penal,
en los procesos en los que se aplique tal norma, se computará desde la fecha
de expedición de la resolución que declare la anulación, en tanto que, en su
artículo 4, precisa que la anulación no tendrá como efecto la libertad de los
imputados ni la suspensión de las requisitorias existentes.

8. En relación con la aplicación de las normas penales, este Tribunal ha


manifestado, en informe reiterada jurisprudencia, que “en la aplicación de
normas procesales penales rige el principio tempus regit actum, que establece
que la ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra vigente al
momento de resolver [vid. STC 2196-2002-HC/TC].

9. Siendo ello así, resulta de aplicación al caso de autos el artículo 1 de


la Ley Nº 28105, que desde el 21 de noviembre de 2003 modifica el artículo
137 del Código Procesal Penal, disponiendo que el plazo de detención en el
proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18 meses, y que se
duplicará en caso de que el proceso sea por los delitos de terrorismo, tráfico de
drogas, espionaje u otro de naturaleza compleja seguido contra más de diez
imputados.

1o. Según consta a fojas 9 de autos, con fecha 15 de diciembre de 2003,


la Sala Nacional de Terrorismo, de conformidad con el Decreto Legislativo 926,
declaró la nulidad de la condena impuesta por un tribunal compuesto de
magistrados con identidad secreta al procesado Jorge Alfaro Velásquez,
declarándose, a su vez, la nulidad del juicio oral y la insubsistencia de la
acusación fiscal, y mandó la realización de un nuevo juicio oral.

En consecuencia, desde dicha fecha se inicia el cómputo del plazo


establecido en el artículo 137 del Código Procesal Penal, el cual, tratándose de
un proceso por el delito de terrorismo, es de 36 meses, los que a la fecha no
han transcurrido.

11. Finalmente, con respecto al extremo alegado: “[...] de la sentencia


expedida por la Corte Interamericana en el caso Suárez Rosero se desprende
que el plazo de detención debe computarse desde la detención policial”, este
Colegiado ha sostenido en anterior oportunidad (cf. STC 0010-2002-Al,
fundamento 127) “[...] que, de conformidad con el artículo 7, inciso 2, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, la validez de la detención
judicial preventiva no solo está condicionada a la observancia del principio de
legalidad, esto es, a que las causales de su dictado estén previstas en el
derecho interno, sino, además, a que dichas razones estén arregladas a la
Constitución, ya que nadie puede ser privado de su libertad, “salvo por las
causas y en las condiciones fijadas de antemano por las constituciones
políticas de los Estados partes o por las leyes dictadas conforme a ellas”. Ello
quiere decir que no solo basta con que las razones que puedan dar origen a la
detención judicial preventiva estén señaladas en la ley, sino, además, que ellas
sean conformes a la Constitución”.

12. De acuerdo con la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Carta


Fundamental, los derechos y libertades reconocidos constitucionalmente deben
interpretarse de conformidad con la Declaración Universal de Derechos
Humanos, con los tratados y las decisiones adoptadas por los tribunales
internacionales sobre derechos humanos constituidos según tratados de los
que el Perú es parte, que incorporados al derecho interno procesalmente se
encuentran materializados en el artículo 137 del Código Procesal Penal, que
establece los plazos de detención preventiva y el cómputo de los mismos.

13. En tal sentido, el Tribunal Constitucional debe recordar,


especialmente teniendo en consideración los graves problemas ocasionados
por las prácticas terroristas en nuestro país, en las décadas pasadas, que los
plazos del artículo citado están previstos para tutelar los derechos del
justiciable, pero, fundamentalmente, para preservar el orden público. Ello es así
porque el Estado garantiza la seguridad de la nación y la defensa nacional,
pues, conforme al artículo 163 de la Constitución: “Toda persona natural o
jurídica está obligada a participar de la Defensa Nacional, de conformidad con
la ley”.

A mayor abundamiento, el artículo 44 de la Norma Fundamental señala


que es deber primordial del Estado no solo garantizar la plena vigencia de los
derechos humanos, sino también proteger a la población de las amenazas
contra su seguridad y promover el bienestar general.

14. Por ello, en el ámbito internacional de los derechos humanos, la


Corte Interamericana de Derechos Humanos también ha efectuado similar
ponderación al dejar en manos de los diferentes estados la decisión sobre la
libertad de las personas involucradas en actos terroristas, a pesar de haberse
acreditado la afectación de su derecho al debido proceso:

“Corresponde al Estado, en su caso, llevar a cabo -en un plazo


razonable- un nuevo proceso que satisfaga ab initio las exigencias del debido
proceso legal, realizado ante el juez natural (jurisdicción ordinaria) y con plenas
garantías de audiencia y defensa para los inculpados. La Corte no se pronuncia
sobre la libertad provisional de estos, porque entiende que la adopción de dicha
medida precautoria corresponde al tribunal nacional competente” (cf Sentencia
del 4 de septiembre de 1998. Serie C, núm. 41. Caso Castillo Petruzzi).

15. En consecuencia, el plazo máximo de detención de 36 meses,


previsto para procesos declarados nulos que se hubiesen seguido en fueros
diferentes, cuyo cómputo se inicia desde la fecha en que se dictó el nuevo auto
de detención, se encuentra dentro de los límites legales para considerar una
detención preventiva constitucionalmente válida. Por consiguiente, no se
acredita la invocada vulneración de derechos, resultando de aplicación el
artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

16. Por otro lado, de autos se advierte que el plazo máximo de detención
preventiva se encuentra próximo a vencer. Al respecto, la facultad de
administrar justicia, conferida por la Norma Suprema al Poder Judicial, debe ser
ejercida con la diligencia y celeridad debidas, pero, fundamentalmente, con
arreglo a la Constitución y las leyes, a fin de resolver dentro de los plazos
previstos por la ley procesal los asuntos que se conozcan, en atención a una
doble perspectiva: la primera, el derecho de los detenidos a que se resuelva su
situación jurídica lo antes posible, más aún si les asiste el derecho
constitucional de presunción de inocencia; y la segunda, el derecho de la
sociedad a la seguridad de la nación y a la protección ante los ataques de los
responsables de ilícitos penales.
17. Por consiguiente, considerando el criterio adoptado en anterior
jurisprudencia (cf. STC 2915-2004-HC, Caso Berrocal Prudencio), este
Supremo Tribunal estima que el Poder Judicial tiene la obligación, no solo de
observar las conductas jurisdiccionales adecuadas que propicien el impulso
procesal de oficio, sino también -como conductor del proceso- de hacer uso de
las facultades que la ley le confiere con objeto de impedir el ejercicio de una
defensa obstruccionista y las dilaciones indebidas, evitando, de ese modo,
incurrir en las responsabilidades previstas por ley.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

COMISION DE DE DELITO DE PECULADO

Expediente Nº 2101-2005-HC/TC
UCAYALI
LUIS ZEVALLOS CHÁVEZ Y OTROS
(Publicado: 13-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Tingo María, a los 18 días del mes de mayo de 2005, la Sala Primera
del Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva
Orlandini, Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Orison Valera


Dávila contra la resolución de la Sala Civil y Afines de la Corte Superior de
Justicia de Ucayali, de fojas 118, su fecha 21 de febrero de 2005, que declara
improcedente la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 20 de enero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de sus patrocinados, Luis Zevallos Chávez, Migdonio
José Romero Minaño y Américo Smith Quevedo Palma, contra la Primera Sala
Mixta de la Corte Superior de Justicia de Ucayali, integrada por los vocales Loli
Espinoza, Quevedo Melgarejo y Cucalón Coveñas. Manifiesta que a los
favorecidos se les abrió proceso por el delito de peculado en agravio de la
Municipalidad Provincial de Coronel Portillo, en el cual se dictó sentencia
condenatoria, imponiéndoseles pena privativa de libertad efectiva. Alega que la
mencionada sentencia emana de un proceso irregular en el que se vulneraron
los derechos constitucionales de sus patrocinados al debido proceso y a la
tutela judicial efectiva, toda vez que los magistrados emplazados prescindieron,
durante el juicio oral, de la declaración de testigos que habían sido propuestos
y admitidos. Aduce que en el proceso penal impugnó la resolución que disponía
prescindir de las testimoniales, pero que los emplazados declararon
improcedente su pretensión. Solicita, por consiguiente, que retrotrayéndose las
cosas al estado anterior a la vulneración de sus derechos, se anule el acto de
lectura de sentencia y se reponga la causa al estado respectivo a fin de que se
actúen las medios probatorios propuestos. Agrega que las penas impuestas a
sus patrocinados son excesivas porque son inocentes de los cargos imputados.

Realizada la investigación sumaria, los beneficiarios se ratifican en el


contenido de su demanda. Alegan que si se hubiera recepcionado la testimonial
ofrecida habrían podido demostrar su inocencia. Por su parte, los magistrados
emplazados sostienen que no se han vulnerado los derechos invocados, pues
no obstante que se notificó debidamente a los testigos, éstos no concurrieron a
la audiencia, razón por la cual se decidió prescindir de sus declaraciones para
continuar con las audiencias y la secuelas del proceso.

El Primer Juzgado Penal de Coronel Portillo, con fecha 28 de enero de


2005, declara improcedente la demanda considerando que de autos no se
acredita la vulneración de derechos constitucionales invocada por los
demandantes.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS
1. Los favorecidos manifiestan que se han violado los derechos al debido
proceso y a la tutela judicial efectiva al haberse prescindido en el juicio oral de
las declaraciones testimoniales de descargo ofrecidas y admitidas.

2. El artículo 139 de la Norma Suprema establece los principios y


derechos de la función jurisdiccional. El inciso 3 declara la observancia del
debido proceso y la tutela jurisdiccional.

En términos similares, el artículo 4 del Código Procesal Constitucional


determina que “se entiende por tutela procesal efectiva aquella situación
jurídica de una persona en la que se respetan sus derechos de libre acceso al
órgano jurisdiccional; a probar; de defensa; al contradictorio y a la igualdad
sustancial en el proceso; a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada ni
sometida a procedimientos distintos de los previstos por la ley; a la obtención
de una resolución fundada en derecho, a acceder a los medios impugnatorios
regulados, a la imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la actuación
adecuada y temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales, y a la
observancia del principio de legalidad procesal penal”.

3. En reiterada jurisprudencia, este Colegiado ha manifestado que el


proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho
al debido proceso, y que cuando se imponen judicialmente restricciones al
pleno ejercicio de la libertad locomotora, él es competente para evaluar la
legitimidad de los actos judiciales considerados lesivos.

Sin embargo, del contenido de la demanda se infiere que lo que el


recurrente realmente pretende no es que este Tribunal se pronuncie sobre la
legitimidad, o no, del proceso penal seguido a sus patrocinados, sino que se
arrogue las facultades reservadas al juez ordinario para valorar los medios
probatorios, asunto que no es materia de un proceso constitucional de hábeas
corpus.

4. Es importante precisar que, por disposición de la ley procesal


específica, todos los medios probatorios de un proceso penal son actuados
durante el juicio oral, estación procesal en la cual el valor probatorio de los
medios será compulsado y corroborado con otros medios de prueba que,
valorados de acuerdo con el criterio de conciencia del juzgador, serán
determinantes para establecer la responsabilidad penal; debiendo indicar el
juzgador, al expedir sentencia, las razones que le llevaron a determinar la
inocencia o culpabilidad del procesado.

Dicho de otro modo, el valor de un medio probatorio, en el caso de que


éste fuera considerado elemento probatorio, deberá ser confirmado con otros
de igual naturaleza, y mencionado expresamente en la sentencia a expedirse.
Por tanto, el juzgador podría atribuir valor probatorio a la declaración
testimonial ofrecida y, en el caso de otorgárselo, mencionar qué pruebas o
medios de prueba la confirman.

5. Por ello, la determinación de la responsabilidad penal conlleva la


evaluación de los medios probatorios en conjunto, y exige que las conclusiones
a las que se llegue sean producto de un análisis razonado. En este orden de
ideas, no es exacto afirmar que “se dictó sentencia condenatoria contra los
favorecidos porque durante el juicio oral se descartaron las declaraciones
testimoniales ofrecidas y admitidas”, toda vez que ningún medio probatorio
tiene la calidad de prueba plena capaz de producir en el juzgador una total
convicción respecto del delito instruido, así como de la culpabilidad atribuida al
agente, que lo obligue a emitir un fallo.

6. A mayor abundamiento, del estudio de autos (ff. 41-45) se advierte


que al darse inicio al juicio oral, se admitieron las testimoniales ofrecidas por
los demandantes. En la audiencia de fecha 9 de diciembre 2004 se dispuso
notificar a los testigos, por intermedio de la Central de Notificaciones de la
Corte Superior de Justicia de Ucayali, de la siguiente audiencia, a llevarse a
cabo el 16 de diciembre de 2004, bajo apercibimiento de prescindirse de las
declaraciones en caso de inconcurrencia (ff. 46-48). En la fecha programada,
en virtud de que los testigos Sifuentes Chumbe, Navarro Tuesta, Vásquez
Hurtado, Arancibia Ortega y Perea Gómez no concurrieron, pese a estar
debidamente notificados y apercibidos, los magistrados emplazados resolvieron
prescindir de la actuación de dicho medio probatorio (ff. 49-51). Ante esta
decisión, el abogado del acusado Zevallos Chávez, Valera Dávila, solicitó una
nueva notificación para los testigos, resolviendo el Colegiado “[e]stése a lo
resuelto en audiencia”. El juicio oral continuó durante las audiencias
programadas para el 20 y 22 de diciembre de 2004, en las que se oralizó el
escrito del abogado del mencionado Zevallos Chávez, que interpuso recurso de
nulidad contra la resolución que dispone prescindir de las testimoniales.

7. De lo expuesto precedentemente se colige que el demandante no


impugnó la resolución que dispone prescindir de la declaración testimonial, en
la primera oportunidad que tuvo para hacerlo, esto es, en la misma fecha de la
audiencia en que se expidió tal decisión, sino después de transcurridas dos
audiencias, en las que no ejercitó su derecho.

8. Finalmente, con respecto a la presunta vulneración de derechos


originada por la desestimación del recurso de nulidad interpuesto contra el auto
que dispone prescindir de la declaración testimonial, la Ley de Celeridad y
Eficacia Procesal Penal, 28117, al modificar el artículo 271 del Código de
Procedimientos Penales, dispone que “todas las peticiones o cuestiones
incidentales que surjan en las audiencias, se plantearán verbalmente. La Sala
las resolverá inmediatamente o las aplazará para resolverlas en la sentencia.
Los escritos que presenten las partes no serán leídos en ningún caso. Contra
las resoluciones que se expidan en el curso del debate sobre las cuestiones
incidentales, no procede recurso alguno, salvo [en] los casos expresamente
previstos en la ley”.

9. En consecuencia, la sala emplazada, al resolver inmediatamente el


pedido de nulidad del acusado Zevallos Chávez, y declararlo improcedente, no
transgredió derecho constitucional alguno. Por consiguiente, no habiéndose
acreditado la vulneración de los derechos al debido proceso y a la tutela judicial
efectiva, no resulta de aplicación el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

AFECTACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 3974-2005-PHC/TC
LA LIBERTAD
SEGUNDINO VICTORIO REYES ROMERO
(Publicado: 15-06-2006)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 8 días del mes de agosto del 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Elodia Silva
Sandoval contra la resolución de la Tercera Sala Penal de La Libertad. de fojas
86. su fecha 28 de marzo de 2005. que declara infundada la demanda de
autos.

ANTECEDENTES

La recurrente, con fecha 2 de mayo de 2005, interpone demanda de


hábeas corpus a favor de Segundino Victorio Reyes Trujillo contra el titular del
Juzgado Mixto del Módulo Básico de Justicia del Distrito de La Esperanza,
solicitando que inmediatamente se dejen sin efecto las órdenes de captura y se
ordene la inmediata rehabilitación del favorecido. Sostiene que se ha afectado
el derecho a la libertad individual por cuanto pese a haber cumplido el
beneficiario el período de prueba fijado en la sentencia condenatoria,
suspendida en su ejecución, sin que se haya revocado en su oportunidad, aún
pesa sobre su persona una orden de captura ordenada por dicho juzgado.

Admitida a trámite la demanda por el Segundo Juzgado Penal de Trujillo,


se recaba la declaración indagatoria del Juez emplazado quien refiere que
revocó la suspensión de la ejecución de la pena porque el beneficiario había
incumplido las reglas de conducta, pese a estar debidamente notificado y que,
en consecuencia, dictó contra su persona orden de captura para que cumpliera
en forma efectiva la pena privativa de la libertad que le fuera impuesta.
Manifiesta también que la sentencia contra el beneficiario fue emitida el 16 de
setiembre de 2003, pero que al haber sido apelada no había quedado firme.
condición que solo adquirió por resolución de la Sala Superior Penal, expedida
con fecha 11 de marzo de 2004.

El Segundo Juzgado Penal de la Corte Superior de Justicia de La


Libertad, declara infundada la demanda argumentando que la orden de captura
dictada contra el demandante fue expedida en ejercicio de la facultad que la
norma otorga ante el incumplimiento del sentenciado de las reglas de conducta
impuestas por el órgano jurisdiccional.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos

FUNDAMENTOS

1. El artículo 2 del Código Procesal Constitucional dispone que los


procesos constitucionales proceden cuando se amenazan o violan los derechos
constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento obligatorio por
parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Asimismo, establece que,
cuando se invoca la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente
realización.

2. A fojas 15 de autos obra la denuncia presentada por doña Lucia


Angelita Urbina Ramos ante la Fiscalía Provincial Penal de Trujillo, contra el
beneficiario, por el delito de omisión de asistencia familiar, la misma que fue
derivada a la Fiscalía Provincial Mixta del Distrito de La Esperanza, por
encontrarse él domicilio del denunciado en el mencionado distrito. Se aprecia
también a fojas 18 y 19, que, de conformidad con lo dispuesto por el artículo
199 del Código de Procedimientos Penales, que determina las reglas de
competencia, se procedió a formalizar la denuncia respectiva por ante el
Juzgado Mixto de La Esperanza, expidiéndose el auto de apertura de
instrucción recaído en la causa 2002-0289-0-1610-JM-PE-01, contra el
beneficiario, en la vía sumaria, decretándose mandato de comparecencia (f.
21).

3. Se observa a fojas 30 de autos una copia de la sentencia de fecha 16


de setiembre de 2003, condenando al beneficiario por el delito de omisión a la
asistencia familiar, imponiéndole dos años de pena privativa de libertad, la que
quedó suspendida en su ejecución por el período de prueba de un año, sujeto a
reglas de conducta, entre ellas el cumplir con cancelar el íntegro de las
pensiones alimenticias devengadas en el plazo de 30 días y el pago de cien
nuevos soles (S/. 100.00) por concepto de reparación civil a favor del
agraviado.

4. Con fecha 18 de setiembre de 2003, el beneficiario interpuso recurso


de impugnación contra la citada sentencia al no encontrarse de acuerdo con el
plazo fijado para el pago de las pensiones devengadas.

5. Por otra parte, a fojas 39 corre la resolución de vista de segunda


instancia, expedida el 11 de marzo de 2004, que en mayoría, revoca la
sentencia en el extremo relativo al plazo señalado para el pago de las
pensiones alimenticias devengadas y, reformándola, fija dicho plazo en 90 días.
Se colige, entonces, que, con dicho pronunciamiento, la resolución impugnada
adquirió firmeza, debiéndose, por tanto, computar el plazo del período de
prueba a partir de esa fecha. En consecuencia, la cuestionada resolución
revocatoria, de fecha 22 de diciembre de 2004, fue dictada cuando aún no
había concluido el período de prueba.

6. Del análisis de los instrumentos obrantes a fojas 43, 44, 45 y 46, y de


lo actuado se concluye que el actor tenía conocimiento de que si no cumplía las
normas de conducta indicadas en la sentencia, entre ellas el pago de las
sumas adeudadas por concepto de pensiones alimenticias devengadas, se le
revocaría el período de prueba. De otro lado, de acuerdo con la manifestación
del juez emplazado, el actor fue requerido para que, en el plazo de 10 días de
notificado, cumpliera con el pago íntegro de las pensiones alimenticias. bajo
apercibimiento de revocársele la suspensión de la pena, tal como se desprende
del estudio de la instrumental de fojas 42. Por consiguiente, la resolución
cuestionada en el presente proceso constitucional, fue expedida con arreglo al
debido proceso.

7. En relación con la prórroga del período de prueba dispuesta en el


caso del actor. el artículo 599 del Código Penal establece que, frente al
incumplimiento de las normas de conducta impuestas, el juez podrá, según sea
el caso y conforme a sus atribuciones jurisdiccionales, aplicar las alternativas
señaladas en los siguientes incisos: 1) amonestar al infractor, 2) prorrogar el
período de suspensión hasta. la mitad del plazo inicialmente fijado; en ningún
caso, la pórroga acumulada excederá de tres años, y 3) revocar la suspensión
de la pena. Es de recordar que dicha norma no obliga al juez a aplicar las
alternativas en forma sucesiva ni obligatoria para cada caso.

8. Siendo así, no ha quedado acreditada la invocada violación de


derechos del beneficiario, no resultando de aplicación el artículo 4 del Código
Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD

Expediente Nº 4570-2005-PHC
AREQUIPA
JUAN CARRIÓN HUARCA
(Publicado: 16-06-2006)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Calca, a los 4 días del mes de agosto de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Presidente; Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente
sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Juan Carrión


Huarca contra la sentencia de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Arequipa, de fojas 291, su fecha 19 de mayo de 2005, que declara
improcedente la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 3 de febrero de 2005, el recurrente interpone acción de


hábeas corpus contra los vocales integrantes de la Tercera Sala Penal de
Arequipa. Sostiene que se han vulnerado sus derechos constitucionales; que
venía gozando del beneficio penitenciario de semilibertad, otorgado respecto
de una condena privativa de la libertad de 10 años, la cual vencía el 2 de
octubre 2001, y que, con fecha 9 de junio de 2004, la sala penal emplazada
expidió sentencia condenatoria por el delito de extorsión, imponiéndole pena
privativa de la libertad de 10 años, la que comenzaría a computarse una vez
transcurrida la pena que se dejó de cumplir; esto es, el 3 de octubre 2001, y
terminaría el 2 de octubre de 2011. Alega que, conforme a lo establecido en el
artículo 47 del Código Penal, la pena debe correr desde que fue detenido, es
decir, desde el 2 de febrero de 1999; por lo tanto, fenecería el 2 de octubre de
2007.

Realizada la investigación sumaria, el demandante se ratifica en el


contenido de su demanda. Por su parte, los vocales emplazados alegan que no
existe la invocada vulneración; que habiéndose tramitado la causa penal
conforme a ley, la demanda debe desestimarse.

La Procuradora Pública a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial se apersona en el proceso y solicita que se declare improcedente la
demanda, aduciendo que, en el proceso no se ha atentado contra los derechos
a la libertad y al debido proceso; y que no concurriendo ninguno de los
supuestos señalados en los artículos 2, 4 y 25 del Código Procesal
Constitucional, el accionante debe hacer valer su derecho al interior del
proceso penal.
El Quinto Juzgado Especializado en lo Penal de Arequipa con fecha 16
de febrero de 2005, declara improcedente la demanda considerando que en el
caso no se han vulnerado derechos constitucionales, toda vez que la resolución
cuestionada fue impugnada y reformada respecto del extremo de la pena
impuesta, habiendo sido reducida.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. El demandante alega que se han vulnerado el principio de legalidad


penal y el derecho a la libertad personal, pues la decisión jurisdiccional que
dispone acumular las penas dictadas en su contra, no se encuentra prevista en
la Constitución, el Código Penal o el Código de Ejecución Penal.

& Los límites del derecho constitucional a la libertad personal

2. La libertad personal, reconocida en el artículo 2, inciso 2), apartado


24, de la Constitución Política, garantiza el derecho de disponer de la persona,
determinar la propia voluntad y actuar de acuerdo con ella, sin que nadie pueda
impedirlo. Garantiza que no se afecte indebidamente la libertad física de las
personas, esto es, su libertad locotomora, ya sea mediante detenciones,
internamientos o condenas arbitrarias.

3. No obstante, según este Colegiado ha señalado en la STC “[...] Como


todo derecho fundamental, el de la libertad personal tampoco es un derecho
absoluto, pues como lo establecen los ordinales a y b del inciso 24 del artículo
2 de la Constitución, aparte de ser regulados, pueden ser restringidos o
limitados mediante ley. Ningún derecho fundamental, en efecto, puede
considerarse ilimitado en su ejercicio. Los límites que a ellos se puedan
establecer pueden ser intrínsecos o extrínsecos. Los primeros se deducen de
la naturaleza y configuración del derecho en cuestión. Los segundos, los límites
extrínsecos, se deducen del ordenamiento jurídico, cuyo fundamento se
encuentra en la necesidad de proteger o preservar otros bienes, valores o
derechos constitucionales”.

& El tratamiento penitenciario y la revocación de los beneficios


penitenciarios

4. Conforme al artículo 139, inciso 22, de la Constitución Política, el


régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad, lo cual, a su vez, es congruente con
el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que
señala: “[...] el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad
esencial será la reforma y la readaptación social de los penados”.

Al respecto, en la sentencia 010-2002-AI/TC, el Tribunal Constitucional


ha sostenido que los conceptos de reeducación y rehabilitación del penado “[...]
suponen, intrínsecamente, la posibilidad de que el legislador pueda autorizar
que los penados, antes del término de las penas que les fueron impuestas,
puedan recobrar su libertad si los propósitos de la pena hubieran sido
atendidos. La justificación de las penas privativas de libertad es, en definitiva,
proteger a la sociedad contra el delito. Tal protección sólo puede tener sentido,
si se aprovecha el período de privación de libertad para lograr, en lo posible,
que el delincuente, una vez liberado, no solamente quiera respetar la ley y
proveer a sus necesidades, sino también que sea capaz de hacerlo”.

5. Por otro lado, el Tribunal Constitucional debe precisar que el


cumplimiento sucesivo de penas no corresponde, propiamente, a una simple
acumulación material o suma de penas, como lo ha entendido el demandante,
sino que tiene su justificación en la observancia del principio de legalidad en el
cumplimiento de las penas a que se refiere el artículo VI del Título Preliminar
del Código Penal. Dicho precepto establece que “[...] No puede ejecutarse pena
alguna en otra forma que la prescrita por la ley [...]; “[...]en todo caso, la
ejecución de la pena será intervenida judicialmente”.

De este modo, la pena que resta cumplir respecto del primer delito
resulta independiente respecto de la pena que deberá también cumplir por la
comisión del segundo delito, toda vez que éste fue cometido con posterioridad
a la sentencia dictada por el primer delito, cuando el recurrente se encontraba
gozando del beneficio penitenciario de semilibertad, por lo que debe disponerse
su cumplimiento en forma sucesiva.

6. Así lo ha sostenido este Colegiado en la STC 0871-2003-HC/TC: “[...]


la pena que resta por cumplir respecto del primer delito resulta independiente
respecto de la pena que deberá también cumplir por la comisión del segundo,
toda vez que [este] fue cometido con posterioridad a la sentencia dictada por el
primer delito, cuando el recurrente se encontraba gozando del beneficio
penitenciario de semilibertad, por lo que debe disponerse su cumplimiento en
forma sucesiva”.

7. Por consiguiente, los vocales emplazados, al disponer que las penas


impuestas al demandante se apliquen sucesivamente, no han vulnerado
derecho constitucional, más aún cuando el accionante, al cometer el segundo
delito, ha actuado voluntariamente, propiciando el fracaso del tratamiento
penitenciario y, por lo tanto, de los objetivos de reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad, establecidos en el artículo 139,
inciso 22, de la Constitución.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD

Expediente Nº 8703-2005-HC/TC
CONO NORTE DE LIMA
SONIA GLADYS PÉREZ ARROYO
(Publicado: 17-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 24 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Primera


del Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva
Orlandini, García Toma y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Nicolás Gómez


Alvarez, abogado de Sonia Gladys Pérez Arroyo, contra la resolución de la
Primera Sala Penal para Reos Libres de la Corte Superior de Justicia del Cono
Norte de Lima, de fojas 226, su fecha 20 de setiembre de 2005, que declara
infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 1 de setiembre de 2005, la recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra el Cuadragésimo Cuarto Juzgado Penal de Lima, por
haber revocado el beneficio de semilibertad que le había sido concedido
respecto de la condena impuesta. Manifiesta que dicha revocatoria se efectuó
sin tomar en cuenta lo dispuesto en el artículo 59 del Código Penal, pues, a
pesar de que, de acuerdo con la citada norma, antes de revocarse cualquier
beneficio penitenciario se debe, de manera obligatoria, proceder a amonestar al
beneficiario y prorrogar el período de suspensión hasta la mitad del plazo
inicialmente fijado, el beneficio le fue revocado directamente, sin cumplirse el
procedimiento mencionado.

Realizada la investigación sumaria, se toma la declaración de la


demandante. recluida en el Establecimiento Penitenciario de Santa Mónica.
Refiere la accionante encontrarse interna a causa de la revocación del
beneficio penitenciario de semilibertad concedido respecto de la condena que
se le impuso por el delito de parricidio. Manifiesta que, concedido el beneficio
de semilibertad, en el año de 1999 viajó a España, país en el que residió por
espacio de seis años hasta que fue extraditada por habérsele revocado el
beneficio de semilibertad.

Por su parte, la titular a cargo del Cuadragésimo Cuarto Juzgado Penal


de Lima, Cecilia Pollack Baluarte, manifiesta que en mayo de 2005 la
demandante fue puesta a disposición de su judicatura en mérito de un proceso
de extradición que había sido conocido por la juez que la antecedió en el cargo,
Nory Marilyn Vega Caro, la cual, con fecha 23 de enero de 2004, revocó el
beneficio de semilibertad concedido.

A su turno, la juez Nory Marilyn Vega Caro refiere haber estado a cargo
del citado Juzgado Penal de Lima desde el 10 de agosto de 2003 hasta el 27
de diciembre de 2004; y que revocó el beneficio penitenciario concedido a la
demandante por haber incumplido una de las reglas de conducta, puesto que
salió del país sin autorización judicial.

El Segundo Juzgado Penal de la Corte Superior de justicia del Cono


Norte, con fecha 6 de setiembre de 2005, declara infundada la demanda
considerando que la revocación del beneficio penitenciario es válido en razón
de que la accionante incumplió una de las reglas de conducta.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. La presente demanda de hábeas corpus cuestiona la revocación del


beneficio penitenciario de semilibertad concedida ala demandante. Sostiene la
actora que, en su caso, debió ser de observancia el artículo 59 del Código
Penal. Sin embargo, tal alegato carece de sustento, toda vez que el
mencionado artículo 59 no regula la revocación del beneficio penitenciario de
semilibertad, sino de la suspensión de la ejecución de la pena privativa de
libertad. La revocación del beneficio de semilibertad, en cambio, está regulada
por el artículo 52 del Código de Ejecución Penal, el cual establece que se
revocará dicho beneficio si el favorecido comete delito doloso o incumple las
reglas de conducta determinadas en el artículo 58 del Código Penal.

2. En el presente caso, resulta evidente que la accionante se cambió de


domicilio sin autorización judicial, para salir del país y residir en España,
incumpliendo, así una de las reglas de conducta señaladas, bajo sanción de
revocación del beneficio del cual gozaba. En tal sentido, procede la revocación
del beneficio de semilibertad, de conformidad con el artículo 52 del Código de
Ejecución Penal.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

SS.
ALVA ORLANDINI
GARCÍA TOMA
LANDA ARROYO

TRAFICO ILICITO DE DROGAS

Expediente Nº 10107-2005-PHC/TC
PIURA
NONI CADILLO LÓPEZ
(Publicado: 17-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Piura, a los 18 días del mes de enero de 2006, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados García Toma, Alva
Orlandini y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

I. ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Noni Cadillo
López contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Piura, de fojas 71, su fecha 19 de octubre de 2005, que declara
infundada la demanda de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 16 de setiembre de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los vocales de la Primera Sala Penal de la Corte Superior
de Justicia de Piura, Juan Carlos Checkley Soria, Ofelia Mariel Urrego
Chuquihuanga y Óscar Wilfredo Álamo Rentería; por afectar sus derechos
fundamentales a la libertad personal, al debido proceso, a la presunción de
inocencia, a no ser condenado en ausencia y el principio in dubio pro reo.
Solicita que los emplazados emitan una nueva resolución que adecue el tipo
penal agravado en virtud del cual ha sido condenado (artículo 297 inciso 6, del
Código Penal), al tipo penal base (artículo 296 del Código Penal).

La demanda se fundamenta en lo siguiente:

- El recurrente ha sido procesado y sentenciado por el delito de tráfico


ilícito de drogas, sobre la base del tipo penal previsto en el artículo 297, inciso
6, del Código Penal.

- Se le ha aplicado la agravante sin que se configuren los requisitos para


ello, puesto que de la sentencia se desprende que se ha condenado solo a dos
personas (por existir un sujeto en calidad de ausente); y no a tres, que como
mínimo exige la norma para aplicar el tipo penal agravado.

- Su solicitud de adecuación del tipo penal fue declarada improcedente


por los vocales demandados, lo que implica la vulneración de los derechos
fundamentales invocados en el petitorio de su demanda.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Con fecha 19 de setiembre de 2005, el Cuarto Juzgado Penal de Piura


dispone que se notifique a los vocales demandados a efectos de que presenten
sus respectivos descargos.

- El 20 de setiembre de 2005, se recibe el informe de descargo de los


vocales de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de la Justicia de Piura,
quienes señalan que se declaró improcedente la solicitud de adecuación del
tipo penal del recurrente, en razón de que, a pesar de que se había condenado
solo a dos de los procesados, se había reservado el juzgamiento respecto de
un tercero, con lo cual se configuraría el tipo penal agravado.

3. Resolución de primer grado

Con fecha 23 de setiembre de 2005, el Cuarto Juzgado Penal de Piura


declara infundada la demanda argumentando que, en el proceso penal seguido
contra el recurrente, se ha respetado su derecho al debido proceso, y que la
Sala ha determinado la responsabilidad penal de todos los procesados,
inclusive del ausente David López Silva o Isaías Aira Vásquez, lo que no
vulnera el principio de presunción de inocencia dado que al ausente se le ha
reservado el juzgamiento.

4. Resolución de segundo grado

Con fecha 19 de octubre de 2005, la recurrida confirma la apelada


considerando que existe una alta probabilidad de que se condene al acusado
ausente, una vez que sea capturado, y que, de ser este el caso, se estaría
configurando la agravante establecida en el artículo 2979, inciso 6, del Código
Penal, con lo cual no se vulneran los derechos del accionante.

III. FUNDAMENTOS

Precisión del petitorio de la demanda de hábeas corpus

1. La cuestión central a dilucidar en el presente caso es si procede la


adecuación del tipo penal por el cual ha sido condenado el recurrente (artículo
297, inciso 6, del Código Penal), al tipo penal base (artículo 296 del Código
Penal), toda vez que en el proceso penal se ha sentenciado a dos de los
inculpados, mientras que a uno de ellos se le ha reservado el proceso.

El derecho fundamental a la presunción de inocencia

2. En el Sistema Internacional de Protección de los Derechos Humanos,


el derecho a la presunción de inocencia aparece considerado en el artículo 11.1
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el sentido de que
“Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en
el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa
(...)”. De igual modo, el citado derecho es enfocado en el artículo 14.2 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 8.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. En relación con esta última, “ (...) la
Corte ha afirmado que en el principio de presunción de inocencia subyace el
propósito de las garantías judiciales, al afirmar la idea de que una persona es
inocente hasta que su culpabilidad es demostrada”1.

3. En concordancia con estos instrumentos internacionales de protección


de los derechos humanos, el artículo 2, inciso 24, de la Constitución establece
que “Toda persona es considerada inocente mientras no se haya declarado
judicialmente su responsabilidad”. De esta manera, el constituyente ha
reconocido la presunción de inocencia como un derecho fundamental. El
fundamento del derecho a la presunción de inocencia se halla tanto en el
principio-derecho de dignidad humana (“La defensa de la persona humana y el
respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”, artículo
1 de la Constitución), así como en el principio pro hómine.

4. Se ha señalado en anterior oportunidad (cf STC 0618-2005-PHC/TC,


FF.JJ. 21 y 22) que el derecho fundamental a la presunción de inocencia, en
tanto que presunción iuris tántum, implica que (...) a todo procesado se le
considera inocente mientras no se pruebe su culpabilidad: vale decir, hasta que
no se exhiba prueba en contrario. Rige desde el momento en que se imputa a
alguien la comisión de un delito, quedando el acusado en condición de
sospechoso durante toda la tramitación del proceso, hasta que se expida la
sentencia definitiva”. De igual forma, se ha dicho (vid. STC 2915-2004-PHC/TC,
FJ 12) que “la presunción de inocencia se mantiene ‘viva’ en el proceso penal
siempre que no exista una sentencia judicial que, como corolario del cauce
investigatorio llevado a cabo con las garantías inherentes al debido proceso,
logre desvirtuarla (...)”.

5. En cuanto a su contenido, se ha considerado que el derecho a la


presunción de inocencia (cf. STC 0618-2005-PHC/TC, FJ 22) comprende: “(...)
el principio de libre valoración de la prueba en el proceso penal que
corresponde actuar a los Jueces y Tribunales; que la sentencia condenatoria se
fundamente en auténticos hechos de prueba, y que la actividad probatoria sea
suficiente para generar en el Tribunal la evidencia de la existencia no sólo del
hecho punible, sino también la responsabilidad penal que en él tuvo el acusado
y así desvirtuar la presunción”.

6. No obstante el desarrollo del derecho fundamental a la presunción de


inocencia, es pertinente hacer algunas precisiones adicionales a efectos de una
cabal comprensión y tutela del derecho en mención. En primer lugar, se quiere
decir que, como todo derecho fundamental,, el derecho a la presunción de
inocencia tiene un doble carácter. Esto es, que no solamente es un derecho
subjetivo, sino también una institución objetiva dado que comporta
determinados valores inherentes al ordenamiento constitucional.
7. Por otro lado, el derecho fundamental a la presunción de inocencia no
es un derecho absoluto sino relativo. De ahí que, en nuestro ordenamiento, se
admitan determinadas medidas cautelares personales -como la detención
preventiva o detención provisional-, sin que ello signifique su afectación, “(...)
porque tales medidas sirven precisamente para esclarecer el hecho reprochado
y por ello son imprescindibles para llevar a cabo un procedimiento penal
orientado en principios propios de un Estado de derecho”2; siempre, claro está,
que tales medidas sean dictadas bajo criterios de razonabilidad y
proporcionalidad. Parte de esa relatividad del derecho a la presunción de
inocencia se vincula también con que dicho derecho incorpora una presunción
iuris tántum y no una presunción absoluta; de lo cual se deriva, como lógica
consecuencia, que la presunción de inocencia puede ser desvirtuada o
destruida mediante una mínima actividad probatoria.

Análisis del caso concreto

8. En el presente caso, el demandante alega que procede la adecuación


del tipo penal previsto en el artículo 2979, inciso 6, del Código Penal al tipo
base, en la medida en que, al estar ausente el tercer imputado, no puede
sostenerse que el delito haya sido cometido por tres personas, sino por dos; de
lo contrario, se estaría afectando el derecho a la presunción de inocencia de
aquella persona que está ausente en el proceso penal, toda vez que esta no ha
sido sentenciado. Tal argumento no es compartido por este Colegiado, Como
ya se señaló anteriormente, el derecho a la presunción de inocencia no
comporta una presunción absoluta, sino una presunción iuris tántum. Por eso
mismo, tal presunción puede quedar desvirtuada sobre la base de una mínima
actividad probatoria. En el caso concreto, tanto el demandante como Jorge
Acosta Huamán fueron condenados por la comisión del delito de tráfico ilícito
de drogas, reservándose el proceso a David López Silva o Isaías Aira Vásquez
(ff. 8 y 9). A juicio de este Colegiado, el hecho de que el juez penal haya
ordenado la reserva del proceso de este último se sustenta en que existen
evidencias suficientes que, llegado el momento, justificarán una condena; de lo
contrario, se le habría absuelto, toda vez que lo que la Constitución (artículo
139, inciso 12) prohíbe es que una persona sea condenada en ausencia, mas
no que sea absuelta. En consecuencia, no se advierte la alegada violación de
los derechos fundamentales invocados por el demandante.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.


Publíquese y notifíquese.

SS.
GARCÍA TOMA
ALVA ORLANDINI
LANDA ARROYO

SE INCURRIO EN ERROR MATERIAL SE PROCEDE A LA CORRECCION

EXP. Nº 6167-2005-PHC/TC
LIMA
FERNANDO CANTUARIAS SALAVERRY
(Publicado: 20-06-06)

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 23 de mayo de 2006

VISTA

La solicitud de corrección de la sentencia de autos, su fecha 20 de


marzo de 2006, presentada por don Rolando Alfonso Martel Chang; y,

ATENDIENDO A

1. Que, conforme lo dispone el artículo 121 del Código Procesal


Constitucional, contra las sentencias del Tribunal Constitucional no cabe
recurso alguno, sin perjuicio de lo cual este colegiado, “de oficio o a instancia
de parte, puede aclarar algún concepto o subsanar cualquier error material u
omisión en que se hubiese incurrido”.

2. Que el actor manifiesta que se ha consignado erróneamente su cargo,


pues en el punto número 2 de los antecedentes de la sentencia de autos se
señala que se desempeña como “Procurador Público Adjunto a cargo de los
asuntos judiciales del Poder Judicial”, debiendo decir “Procurador Público a
cargo de los asuntos judiciales del Ministerio Público”.

3. Que este Colegiado advierte que se ha incurrido en el error material


involuntario indicado, por lo que procede su corrección.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad


que le confiere la Constitución Política del Perú.
RESUELVE

1. Declarar FUNDADA la solicitud de corrección.

2. CORREGIR el error material advertido en el punto número 2 de los


antecedentes de la sentencia de autos, debiendo consignarse que el actor se
desempeña como Procurador Público a cargo de los asuntos judiciales del
Ministerio Público.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

ACLARACION DE ERROR MATERIAL

EXP. 0004-2006-PI/TC
LIMA
FISCAL DE LA NACIÓN
(Publicado: 20-06-2006)

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 13 de junio de 2006

VISTO

El escrito de aclaración de fecha 25 de abril de 2006, presentado por el


apoderado del Congreso de la República, respecto de la sentencia de fecha 29
de marzo de 2006, que declaró inconstitucionales, en parte, determinadas
disposiciones de la Ley 28665, de organización, funciones y competencia de la
jurisdicción especializada en materia penal militar policial; y,

ATENDIENDO A
1. Que, conforme al artículo 121 del Código Procesal Constitucional
contra las sentencias del Tribunal Constitucional no cabe recurso alguno, salvo
que este Colegiado, de oficio o a instancia de parte, decida “[...] aclarar algún
concepto o subsanar cualquier error material u omisión en que se hubiese
incurrido”.

2. Que la aclaración sólo tiene por finalidad puntualizar algún concepto o


subsanar cualquier error material u omisión que se haya advertido, siempre y
cuando tal aclaración sea relevante para lograr los fines que persiguen los
procesos constitucionales.

3. Que, en el caso de autos, de oficio, este Colegiado debe corregir el


error material cometido en cuanto a la fecha de expedición de la sentencia,
pues 29 de marzo de 2006, en lugar de decir 17 de abril de 2006.

4. Que, asimismo, de oficio, debe corregirse el error material en que se


ha incurrido en el punto 1, apartado L, del fallo, dado que se ha consignado
Cuerpo Fiscal Penal Militar Policial, en lugar de Cuerpo Judicial Penal Militar
Policial.

5. Que, igualmente, de oficio, debe precisarse que cuando en el punto 1,


apartado m) del fallo se establece la inconstitucionalidad del cuarto párrafo del
artículo XII del Título Preliminar, se está haciendo referencia ala siguiente
disposición: “El Cuerpo Judicial Penal Militar Policial depende
jurisdiccionalmente de la Sala Suprema Penal Militar Policial. Sus integrantes
se encuentran comprendidos en los alcances del ámbito de la Oficina de
Control de la Magistratura de la Jurisdicción Especializada en Materia Penal
Militar Policial”.

6. Que, en cuanto a la solicitud de autos, de ésta se desprende la


aclaración de los siguientes puntos: 1) ¿cuál sería el tratamiento en materia
presupuestaria vigente para la Sala Suprema Penal Militar Policial y, en
general, para la jurisdicción militar?; 2) en la mencionada solicitud se refiere
que “Tomando en consideración que el Tribunal Constitucional ha desvirtuado
la necesidad de establecer al Cuerpo Judicial Penal Militar Policial y al Cuerpo
Fiscal Penal Militar Policial como cuerpos asignados para brindar una óptima
formación jurídico militar”, ¿cuáles son los requisitos específicos que deben
tener los magistrados de la jurisdicción militar para contar con una idónea
formación jurídico-militar?; 3) si ante la inexistencia de la Junta Transitoria,
Calificadora y Designadora de jueces y fiscales militares, ¿la actual
organización de la jurisdicción penal militar continuará con la designación de
jueces y fiscales de carácter temporal o provisional, en la misma forma como lo
hacen actualmente el Ministerio Público y el Poder Judicial en sus respectivas
jurisdicciones”; 4) ¿todos los jueces y fiscales militares y auxiliares que
cumplen funciones en la jurisdicción militar, deben pasar obligatoriamente a
retiro, aun cuando muchos de ellos no cumplan los requisitos establecidos en la
ley de la materia?; 5) en el caso concreto de los fiscales militares ¿acaso
procede el cese colectivo de todos ellos?; 6) ¿qué pasará con los efectos y
vigencia de la Ley 28665?; y 7) ¿el llegar al sexto mes de emitida la sentencia,
implicaría la generación de un vacío normativo en determinados temas de la
justicia militar?

7. Que, en cuanto a la primera interrogante, cabe mencionar que no es


competencia de este Colegiado establecer cuál es el tratamiento que en
materia presupuestaria le corresponde a la jurisdicción militar, sino, en lo que
se refiere a la Primera Disposición Complementaria de la Ley 28665, examinar
si ésta vulnera la Constitución. En efecto, como se ha sostenido en la
sentencia, la Norma Fundamental reconoce la existencia de la jurisdicción del
Poder Judicial y la jurisdicción militar, cada una de ellas orientada por los
principios de unidad e independencia de la función jurisdiccional, entre otros.
Tales principios exigen precisamente que cada una de estas jurisdicciones
cuenten con un estatuto jurídico básico en el que, entre otras cosas, se
asegure la independencia de los magistrados, así como un trato igualitario para
los jueces que se encuentren en el mismo nivel y jerarquía. En el caso de la
Ley 28665, si bien no son incompatibles con la Constitución las disposiciones
según las cuales el Legislador crea la Sala Suprema Penal Militar Policial
dentro del Poder Judicial, sí lo son el primer y segundo párrafos de la Primera
Disposición Complementaria, toda vez que someten a la mencionada Sala
Suprema Penal Militar Policial -en tanto que componente de la jurisdicción
militar- a un pliego presupuestal distinto a aquel establecido para el Poder
Judicial, pese a que esta Sala se encuentra dentro del Poder Judicial; y,
además, designan como titular de pliego de la jurisdicción militar al presidente
del Consejo Superior Militar Policial, funcionario perteneciente a un órgano de
nivel jurisdiccional inferior al de la Sala Suprema Penal Militar Policial. La
existencia de un estatuto jurídico básico, en el que se establezcan similares
garantías y reglas básicas de organización, así como un mismo régimen
presupuestario se encuentra justificada en la preservación de la unidad de la
respectiva jurisdicción, pero, fundamentalmente, en garantizar la independencia
judicial y el trato igualitario a los magistrados que están en el mismo nivel y
jerarquía.

8. Que, en cuanto a la segunda interrogante, es menester mencionar,


igualmente, que no es competencia de este Colegiado establecer cuáles son
los requisitos específicos que deben reunir los magistrados de la jurisdicción
militar para contar con un óptima formación jurídico-militar, sino examinar si
determinadas disposiciones sobre el particular vulneran principios o derechos
fundamentales, tales como el de igualdad en el acceso a los cargos públicos o
a la libertad de trabajo. Asimismo, cabe precisar que, en su sentencia, el
Tribunal Constitucional no ha sostenido, como se refiere en la solicitud de
aclaración, que los mencionados cuerpos judicial y fiscal se encuentren,
desvirtuados en cuanto al otorgamiento de una óptima formación jurídico-
militar, sino ha determinado que determinadas disposiciones contravienen los
derechos fundamentales al trabajo y de igualdad en el acceso a los cargos
públicos de quienes, teniendo tal formación, no pertenecen a los referidos
cuerpos. En otros términos, las respectivas disposiciones examinadas han sido
declaradas inconstitucionales por cuanto establecen que “sólo” los miembros
de estos cuerpos pueden desempeñarse como jueces y fiscales de la
jurisdicción militar. Finalmente, es necesario precisar, en cuanto a lo expuesto
en la solicitud de aclaración, en el sentido de que el artículo XI del Título
Preliminar de la Ley 28665 no ha sido cuestionado en su constitucionalidad,
que tal cuestionamiento se ha realizado en la demanda interpuesta por el
Colegio de Abogados de Lima (Expediente 00006-2006-PI/TC), por lo que será
en este proceso en el que se efectuará el respectivo examen de
constitucionalidad.

9. Que, en cuanto a la tercera interrogante, debe mencionarse, respecto


de la función “juridiccional” especializada en lo penal militar, que es al Poder
Legislativo al que, conforme a sus atribuciones constitucionales y respetando
los principios que orientan la función jurisdiccional, le corresponde expedir las
respectivas normas que regulen la forma de designación de los miembros de la
jurisdicción militar. En cuanto a la función “fiscal” especializada en lo penal
militar, debe tenerse en cuenta lo expuesto en el fundamento 186 de la
sentencia del TC, por lo que el Ministerio Público puede ejercer las atribuciones
que señala su Ley Orgánica para designar los fiscales con formación
especializada que actúen ante la jurisdicción militar policial, toda vez que la
actuación de los miembros del Ministerio Público ante la jurisdicción militar no
requiere inexorablemente de una legislación ad hoc. En tal cometido, el
Ministerio Público deberá tener en consideración la formación especializada en
materia penal militar de los designados.

En efecto, debe tenerse en consideración que, como lo ha sostenido


este Colegiado en reiteradas oportunidades, la excepción establecida en el
artículo 139.1 de la Constitución a favor de la “jurisdicción militar” es
precisamente respecto de la función “jurisdiccional”, no existiendo en la
Constitución disposición alguna que contenga una excepción respecto de un
órgano denominado Ministerio Público especializado en lo penal militar. Por
tanto, todo funcionario que desempeñe la función fiscal en la República se
supedita a los órganos de línea y estatuto jurídico básico del Ministerio Público,
por lo que no se requiere ineludiblemente de que el Legislador dicte una
legislación especial que regule el funcionamiento de los fiscales especializados
en lo penal militar.
10. Que, en cuanto a la cuarta y quinta interrogantes, debe precisarse
que no es competencia del Tribunal Constitucional establecer si, en el presente
caso, debe disponerse el cese colectivo de todos los funcionarios que
actualmente desempeñan función fiscal ante la jurisdicción militar, como
tampoco lo es determinar si tales funcionarios, al igual que los que
desempeñan la función judicial, deben pasar a la situación de retiro, o si se han
cumplido, o no, los requisitos estipulados en la respectiva ley para pasar a la
situación de retiro. Lo que este Colegiado ha subrayado entre otras cosas, es
que vulneran los principios de independencia e imparcialidad, la garantía
institucional de la autonomía del Ministerio Público y el principio de separación
de poderes, aquellas disposiciones que establezcan que la función judicial en
materia penal militar o, en su caso, la función fiscal en materia penal militar, sea
desempeñada, a la vez, por oficiales en situación de actividad.

11. Que, en cuanto a la sexta y séptima interrogantes, conviene


mencionar que, conforme se ha sostenido en el fundamento 173 ss. de la
sentencia del TC, el plazo de seis meses de vacatio sententiae implica la
suspensión de los efectos de la declaración de inconstitucionalidad de
determinadas disposiciones de la Ley 28665, por lo que, transcurrido el referido
plazo, tal declaración surtirá todos sus efectos, los mismos que se encuentran
relacionados con lo expuesto en el fundamento 179 de la susodicha sentencia.

12. Que, finalmente, cabe mencionar que el plazo de vacatio sententiae


establecido en la sentencia debe ser computado a partir de la fecha de
notificación de la presente resolución.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad


que le confieren la Constitución Política del Perú y su Ley Orgánica

RESUELVE

1. Corregir, de oficio la fecha de expedición de la sentencia recaída en el


Expediente 00004-2006-PI/TC, debiendo constar como tal el 17 de abril de
2006, y no el 29 de marzo de 2006, como allí se indica.

2. Corregir, de oficio, el punto 1, apartado L, del fallo; por tanto, donde


dice Cuerpo Judicial Penal Militar Policial debe decir Cuerpo Fiscal Penal Militar
Policial.

3. Aclarar que, cuando en el punto 1, apartado m, del fallo se establece


la inconstitucionalidad del cuarto párrafo del artículo XII del Título Preliminar, se
está haciendo referencia a la siguiente disposición: “El Cuerpo Judicial Penal
Militar Policial depende jurisdiccionalmente de la Sala Suprema Penal Militar
Policial. Sus integrantes se encuentran comprendidos en los alcances del
ámbito de la Oficina de Control de la Magistratura de la Jurisdicción
Especializada en Materia Penal Militar Policial”.

4. Declarar no ha lugar los demás extremos de la solicitud de aclaración.

5. Declarar que el plazo de vacatio sententiae establecido en la


sentencia debe ser computado a partir de la fecha de notificación de la
presente resolución.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

BENEFICIO PENITENCIARIO DE LIBERTAD CONDICIONAL

EXP. Nº 0022-2005-PHC/TC
AREQUIPA
PEDRO MANUEL URDANIVIA JAMANCA
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de febrero de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente
sentencia:

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Pedro Manuel Urdanivia


Jamanca contra la resolución de la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Arequipa, de fojas 76, su fecha 10 de noviembre de 2004, que
declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES
Demanda
El recurrente, con fecha 28 de setiembre de 2004, interpone demanda
de hábeas corpus contra el Juez del Décimo Juzgado Especializado en lo
Penal de Arequipa, sosteniendo que el magistrado emplazado declaró
improcedente el beneficio de liberación condicional que solicitara, en aplicación
de la Ley Nº 27507, decisión que vulnera lo prescrito en el artículo 139, inciso
11, de la Constitución, conforme al cual, en caso de duda o de conflicto entre
leyes penales, debe aplicarse la que resulte más, favorable al procesado.
Refiere el demandante que si bien la Ley Nº 27507 no permite la concesión de
beneficios penitenciarios para el delito de violación sexual, sin embargo, dicha
norma no se encontraba vigente en la fecha en que tuvo lugar la comisión del
ilícito.

Investigación sumaria
Realizada la investigación sumaria, el accionante, en su declaración
preventiva, ratifica los términos de su demanda.

Resolución de primera instancia


El Tercer Juzgado Especializado en lo Penal de Arequipa, con fecha 18
de octubre de 2004, declaró infundada la demanda, por considerar que para
resolver un determinado acto procesal que atañe a los beneficios
penitenciarios, ello se determina por la fecha de la solicitud del beneficio,
petición que en el presente caso se presentó cuando estaba vigente la Ley Nº
27507, que prohíbe la liberación condicional para delitos como el que fue
materia de condena el accionante.

Resolución de segunda instancia


La recurrida revocó la apelada y, reformándola, declaró improcedente el
hábeas corpus, estimando que el magistrado emplazado actuó conforme a
derecho.

FUNDAMENTOS

1. El recurrente considera que las resoluciones que declararon


improcedente su solicitud de concesión del beneficio penitenciario de
semilibertad afectan el principio constitucional previsto en el artículo 139, inciso
11, de la Constitución (conforme al cual, en caso de duda o de conflicto entre
leyes penales, debe aplicarse la que resulte más favorable al procesado), pues
-según afirma- los emplazados no debieron aplicar la ley vigente al momento
de presentarla, sino la vigente al momento de la comisión del delito por el que
fue condenado.

2. En el F 6 de la sentencia recaída en el Exp. Nº 1593-2003-HC/TC


(Caso Llajaruna Sare), el Tribunal Constitucional dejó sentado que al momento
de resolverse una solicitud de beneficios penitenciarios de liberación
condicional y semilibertad, no es aplicable el artículo 139, inciso 11 de la
Constitución. En primer lugar, porque quien solicita acogerse a la liberación
condicional, no tiene la condición de “procesado”, sino la de “condenado”, por
virtud de una sentencia judicial firme. Y, en segundo lugar, porque la ley
penitenciaria (que regula las condiciones en las que se ejecutará la pena
impuesta), no tiene la naturaleza de una “ley penal”, cuya duda sobre sus
alcances o eventual colisión con otras leyes, imponga al juzgador la aplicación
de la ley más favorable.

3. En tal sentido, en el F 11 de la misma sentencia, este Colegiado


estableció que “(...) si las disposiciones que establecen los supuestos para
conceder un beneficio penitenciario, como la liberación condicional y la
semilibertad, no son normas materialmente penales, éstas deben considerarse,
a los efectos de determinar la ley aplicable en el tiempo, como normas
materialmente procesales o procedimentales (...). Se trata, en efecto, de
normas que establecen los presupuestos para iniciar un procedimiento
(artículos 50 y 55 del Código de Ejecución Penal) destinado a crear certeza en
el juez penal de que el tiempo de prisión efectiva y el tratamiento penal
efectuado permiten concluir que el interno está apto para reincorporarse a la
sociedad, pues fue reeducado y rehabilitado) durante el tiempo que sufrió la
condena”. Es por ello que este Colegiado no considera inconstitucional que el
juez penal, ante una solicitud de otorgamiento de beneficios penitenciarios,
aplique la ley vigente al momento de su presentación.

4. A fojas 40 de autos, obra la sentencia condenatoria a diez años de


pena privativa de la libertad impuesta al recurrente por la comisión del delito
contra la libertad sexual, previsto y penado en los artículos 170, y 173, inciso 3,
del Código Penal; con fecha 6 de julio de 2004, el demandante solicitó el
beneficio penitenciario de liberación condicional, petición que fue declarada
improcedente en aplicación de la Ley Nº 27507, cuyo artículo 4 prohíbe la
posibilidad de conceder dicho beneficio a quienes hayan incurrido en el delito
por el que fue condenado el demandante, norma que entró en vigencia el 13 de
junio de 2001.

5. En consecuencia, no se advierte inconstitucionalidad alguna, pues la


ley aplicada se encontraba vigente en la fecha en la que el recurrente presentó
la solicitud de liberación condicional.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

RESTRICCION DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 1617-2005-HC/TC
CAJAMARCA
LORENZO CHUQUILÍN QUIROZ Y OTROS
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de mayo de 2005, la Segunda Sala del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Gonzales Ojeda,
García Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Óscar Cieza Díaz


a favor de don Lorenzo Chuquilín Quiroz, don Darío Hernández Salazar, don
Joselito Chuquilín Collantes, don Róger Valerio Hernández Quiroz y don
William Chuquilín Collantes contra la resolución de la Sala Especializada Penal
de la Corte Superior de Justicia de Cajamarca, de fojas 70, su fecha 1 de
febrero de 2005, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de
autos.

ANTECEDENTES

Demanda
Con fecha 29 de diciembre de 2004, se interpone demanda de hábeas
corpus a favor de los beneficiarios, contra los vocales integrantes de la sala
Mixta Descentralizada e Itinerante de Santa Cruz, don José Enrique Valencia
Pinto, don Rafael Tejada Goicochea y don César Manuel Rodríguez Vergara.
Se reclama mediante esta demanda que se declare sin valor probatorio las
declaraciones de los afectados obtenidas con violencia por ronderos
contratados por los familiares de don Isidoro Cabanillas Solano, presuntamente
asesinado por los beneficiarios, y que han sido utilizadas en el proceso penal
Nº 2004-65 que, por este crimen, se les sigue ante el Juzgado Mixto de la
Provincia de Santa Cruz, lo cual infringe lo normado en el artículo 2, numeral
24, literal “h”, de la Constitución Política del Perú.

Resolución de primera instancia


El Primer Juzgado Especializado en lo Penal de Cajamarca, a fojas 57,
con fecha 18 de enero de 2005, declaró improcedente la demanda de hábeas
corpus, por estimar que no está probada en autos de modo irrefutable la
supuesta obtención violenta de las declaraciones de los favorecidos.

Resolución de segunda instancia


La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Si bien se cuestiona la validez de las declaraciones de los


beneficiarios obtenidas con vis compulsiva por dirigentes de las Rondas
Campesinas de Chancay Baños, cabe señalar que por este hecho tales
personas han sido denunciadas y se hallan en investigación, conforme lo
asevera la Sala Penal emplazada en su resolución de fecha 31 de mayo de
2004 (Fs. 18), situación que no enerva la regularidad del proceso penal abierto
contra los beneficiarios, pues la idoneidad probatoria de estas declaraciones
deberán ser apreciadas oportunamente por los órganos judiciales en el
desarrollo del propio proceso penal, vía punitiva, donde los beneficiarios, en
ejercicio irrestricto de su derecho de defensa, han impugnado las resoluciones
judiciales que restringen su libertad individual (fs. 14 a 23).

2. Siendo así, la presente demanda debe ser desestimada al no


cumplirse el supuesto contenido en el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

VULNERA SU DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 2965-2005-PHC
LIMA
FROILÁN ORESTES CLAVO GONZALES
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 22 días del mes de junio de 2005, la Segunda Sala del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Bardelli
Lartirigoyen, García Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Froilán Orestes


Clavo Gonzales contra la resolución de la Sala Penal Superior de Emergencia
para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 419, su fecha 21 de marzo de 2005, que declara improcedente la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 15 de agosto de 2003, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra del Juez del Cuadragésimo Sexto Juzgado Penal de
Lima, y contra los vocales de la Sala Nacional de Terrorismo, señores Brousset
Salas, Amaya Saldarriaga y Loli Bonilla, alegando que la expedida resolución
de fecha 13 de mayo de 2003, que declaró improcedente su solicitud de
liberación condicional, vulnera no sólo su derecho a la libertad individual, sino
también el debido proceso. Refiere haber sido detenido el 28 de noviembre de
1991 y haber sido sentenciado bajo los alcances de los artículos 319 al 323 del
Código Penal vigente. Aduce que los magistrados emplazados, al desestimar
su solicitud de beneficios penitenciarios, argumentaron que no había cumplido
con los plazos establecidos por el Decreto Legislativo Nº 927; esto es, con las
dos terceras partes de la condena impuesta. Alega que dicho dispositivo no le
es aplicable, toda vez que no se encontraba vigente al momento de iniciar su
pedido, ni cuando sucedieron los hechos imputados, y que, por el contrario,
atendiendo al principio de retroactividad benigna, le corresponde el
otorgamiento de liberación condicional solicitada con el cumplimiento de la
mitad de la condena impuesta.

Finalmente, aduce que cuando se cometieron los hechos imputados no


se encontraba vigente la Ley 25475, sino la 25031 que, a su vez, modificó la
Ley Nº 24700; agrega que aun cuando el artículo 5 de la Ley Nº 24651
estableció que los sentenciados por terrorismo no tenían derecho a los
beneficios penitenciarios, en la actualidad esta norma no está vigente, ni
ninguna otra, de modo que la aplicación ultractiva del Decreto Legislativo Nº
927 lesiona sus derechos fundamentales, por lo que solicita se declare
inaplicable a su caso el decreto legislativo mencionado, se le otorgue la
liberación condicional solicitada y, en consecuencia, se disponga su inmediata
libertad.

Realizada la investigación sumaria, el recurrente se ratifica en el


contenido de su demanda. Por su parte, el Juez del Cuadragésimo Sexto
Juzgado Penal de Lima alega que la solicitud de beneficios penitenciarios del
demandante fue desestimada por el juez Zavalaga Vargas, quien tenía a u
cargo el mencionado despacho judicial. En tanto que los vocales emplazados
refieren de manera uniforme que la resolución cuestionada no lesiona derecho
fundamental alguno y que procedieron a confirmar la resolución que desestima
la liberación condicional del demandante por que no se había cumplido con el
tiempo de reclusión efectiva establecido por ley.

El Trigésimo Tercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 4 de febrero de


2005, declaró improcedente la demanda de hábeas corpus considerando que
no se han vulnerado los derechos invocados por el recurrente y que los hechos
y el petitorio de la demanda no están referidos en forma directa al contenido
constitucionalmente protegido del derecho que se invoca, conforme lo
establece el inciso 1) del artículo 5 del Código Procesal Constitucional.

La recurrida confirma la apelada al considerar que la resolución


cuestionada se encuentra arreglada a ley, toda vez que el demandante no
cumple con el tiempo de reclusión establecido en la ley, como condición sine
cuanon, para el otorgamiento del beneficio solicitado

FUNDAMENTOS

1. El objeto de la demanda es que se ordene que los emplazados


otorguen al demandante el beneficio penitenciario de libertad condicional, pues
al declarar improcedente su pedido, aplicaron una ley que no se encontraba
vigente al momento de cometerse el delito. El actor aduce que se lesionó su
derecho constitucional a la libertad individual.
2. A juicio del recurrente, “[...] en el tiempo debe aplicarse la ley más
benigna para resolver la petición del beneficio de liberación condicional
planteada por el interno [...], por cuanto si una nueva ley resulta más gravosa o
restrictiva para los derechos del procesado o condenado, el juzgador debe
decidirse por la más benigna; es decir, por aquella que no importe una
restricción más severa o penosa de su libertad individual [...]”.

3. A su vez, cuando interpuso el recurso de agravio constitucional, y


frente a lo expresado por la recurrida, de que actualmente se encuentra en
vigencia el Decreto Legislativo Nº 927 (que contiene una prohibición semejante
a la que en su momento establecía la Ley Nº 25031, que remitía a su vez a la
Ley Nº 24651, vigente cuando se cometió el delito), el recurrente sostuvo que
cuando solicitó la concesión del beneficio penitenciario de libertad condicional
no se encontraba vigente ninguna disposición legal, pues la solicitud se
presentó antes de que se expidiera el Decreto Legislativo Nº 927.

4. Diversos son los temas que se plantean en la demanda, pero también


en los agravios expresados en el recurso que conoce este Tribunal; es
menester precisar la determinación de la ley aplicable en el tiempo para
resolver una solicitud de acogimiento a cierta clase de beneficios penitenciarios
(semilibertad y libertad condicional), la naturaleza de los beneficios
penitenciarios y su relación con la libertad individual, los cuales serán
analizados en lo que sigue.

§ La ley aplicable en el tiempo para resolver la solicitud de beneficios


penitenciarios

5. Conforme lo sostenido en anterior oportunidad por este Tribunal (STC.


Nº 1594-2003) “ (...) El problema de la ley aplicable en el tiempo, ha de
resolverse bajo los alcances del principio tempus regis actum, pero morigerado
por la garantía normativa que proscribe el sometimiento a un procedimiento
distinto de los previamente establecidos en la ley, proclamado en el inciso 3)
del artículo 139 de la Constitución, que vela porque la norma con la que se
inició un determinado procedimiento no sea alterada o modificada con
posterioridad por otra, de manera que cualquier modificación realizada con
posterioridad al inicio de un procedimiento, como la de solicitar un beneficio
penitenciario, no debe aplicarse” (Funds. Jurs. Nºs. 9 y 10).

§. Alcances del artículo VIII del Título Preliminar del Código de Ejecución
Penal

6. Antes de proseguir con el análisis del tema, conviene precisar los


eventuales alcances que sobre el tema en cuestión pueda tener el artículo VIII
del Código de Ejecución Penal, que dispone que “La retroactividad y la
interpretación de este Código se resuelven en lo más favorable al interno”.

7. Dicha disposición, tomando en cuenta que la ley aplicable es la


vigente al momento de presentarse, por ejemplo, la solicitud de acogimiento a
los beneficios penitenciarios, determina que una nueva ley pueda ser aplicable
retroactivamente en aquellos casos en los que, a pesar de que la solicitud se
presentó durante la vigencia de una ley anterior, la nueva ley establece
condiciones más favorables para acceder a los beneficios penitenciarios.

De manera que si, prima facie, tal solicitud debe resolverse conforme a
la ley vigente al momento de presentarse tal petición, se aplicará la nueva ley,
siempre que ésta regule tal materia de la manera más favorable a las
expectativas del interno.

En la dilucidación de la controversia de autos, por cierto, no entra en


juego la segunda parte del referido artículo VIII del Código de Ejecución Penal;
esto es, el mandato de que el juzgador deberá interpretar las disposiciones de
dicho Código de Ejecución de la manera más favorable al interno. En este
último caso, en efecto, ya no se está frente a un supuesto de dos o más leyes
que pugnan por ser aplicadas para resolver una determinada materia, sino
frente a una sola disposición cuyo sentido prescriptivo admite diversas formas
de comprensión. En tal supuesto, como lo dispone el artículo VIII del Código de
Ejecución Penal, el operador jurídico ha de aplicar dicha disposición en el
sentido interpretativo que sea más favorable al interno.

§ Eficacia inmediata de la ley que regula las condiciones para acogerse


a los beneficios penitenciarios y derecho al procedimiento preestablecido en la
ley

11. Ahora bien, si las disposiciones que establecen los supuestos para
conceder un beneficio penitenciario, como la liberación condicional y la
semilibertad, no son normas materialmente penales, éstas deben considerarse,
a efectos de determinar la ley aplicable en el tiempo, como normas
materialmente procesales o procedimentales, como se ha dicho.

Se trata, en efecto, de normas que establecen los presupuestos para


iniciar un procedimiento (artículos 50 y 55 del Código de Ejecución Penal)
destinado a crear certeza en el juez penal de que el tiempo de prisión efectiva y
el tratamiento penal efectuado permiten concluir que el interno está apto para
reincorporarse a la sociedad, pues fue reeducado y rehabilitado durante el
tiempo que sufrió la condena.
En ese sentido, el problema de la ley aplicable en el tiempo ha de
resolverse a la luz del principio de eficacia inmediata de las leyes, con las
modulaciones que éste pueda tener como consecuencia del contenido
constitucionalmente protegido del derecho “a no ser sometido a un
procedimiento distinto de los previamente establecidos”, a que se refiere el
inciso 3) del artículo 139 de la Constitución.

12. Sobre el particular, en la STC Nº 2928-2002-HC/TC, este Colegiado


destacó que el derecho al procedimiento preestablecido en la ley no garantiza
que se respeten todas y cada una de las disposiciones legales que regulan el
procedimiento, sea éste administrativo o jurisdiccional, sino que las normas con
las que se inició un determinado procedimiento “no sean alteradas o
modificadas con posterioridad” por otra. De esta manera, iniciado un
procedimiento determinado, cualquier modificación realizada a la norma que lo
regulaba, no debe ser la inmediatamente aplicable al caso, pues el inciso 3) del
artículo 139 de la Constitución garantiza que “nadie puede ser sometido a
procedimiento distinto de los previamente establecidos”.

Por lo tanto, la cuestión ahora en debate es: ¿cuál ha de ser el momento


que establezca la legislación aplicable para resolver un determinado acto
procedimental, como el de autos, concerniente a los beneficios penitenciarios?
El Tribunal Constitucional considera que ese dies a quo es la fecha en la cual
se inicia el procedimiento destinado a obtener el beneficio de semilibertad o
liberación condicional; esto es, conforme se desprende de los artículos 50 y 55
del Código de Ejecución Penal, respectivamente, la fecha en que se presenta
la solicitud para acogerse a los beneficios penitenciarios.

Desde ese momento, cualquier modificación que se realice a las


condiciones para acogerse a un beneficio penitenciario no podrá ser aplicable
al caso concreto del solicitante, a no ser que la nueva ley, como dispone el
artículo VII del Título Preliminar del Código de Ejecución Penal, sea más
favorable al interno (cf. supra, Fun. Jur. Nº 12).

§ Análisis del caso concreto, la solicitud de liberación condicional del


demandante

13. Del estudio de autos se advierte a) que el demandante fue


sentenciado por los delitos de terrorismo y tenencia ilegal de armas de fuego,
en agravio del Estado, imponiéndosele 20 años de pena privativa de libertad
(fs. 188-206), condena posteriormente confirmada mediante Ejecutoria
Suprema que en copia certificada obra a fojas 207 a 218 de autos. b) que
solicitó acogerse al beneficio de liberación condicional con fecha 12 de agosto
de 2002 (fs. 187).
Es decir, presentó su solicitud antes de la entrada en vigencia del
Decreto Legislativo Nº 927; esto es, cuando regía plenamente el artículo 19 del
Decreto Ley Nº 25475, publicado el 6 de mayo de 1992 y que prohiba la
concesión de beneficios penitenciarios a los internos condenados por el delito
de terrorismo.

De lo cual se colige que el beneficio penitenciario de liberación


condicional estaba vedado para los condenados por el delito de terrorismo
hasta antes de la expedición del Decreto Legislativo Nº 927, que regula la
Ejecución Penal en materia de Delitos de Terrorismo y establece en su artículo
2 que “(...) los condenados por delito de terrorismo podrán acogerse a: 1) la
redención de la pena por el trabajo y la educación, y 2) la liberación
condicional.”

14. En este orden de ideas, si los emplazados aplicaron el Decreto


Legislativo Nº 927 a la solicitud de beneficios presentada por el demandante,
pese a estar vigente al momento de su interposición el artículo 19 del Decreto
Ley Nº 25475, los demandados aplicaron la ley penal más favorable, pues
dicho dispositivo abre la puerta para que los condenados por delito de
terrorismo puedan gozar de tal beneficio. En consecuencia, mal podría su
aplicación lesionar derecho constitucional alguno.

15. Con respecto al beneficio de liberación condicional, el decreto


legislativo mencionado establece que los internos condenados podrán
acogerse a dicho beneficio cuando hayan cumplido efectivamente los tres
cuartos de la pena impuesta, requisito previo que el demandante no había
cumplido y que motivó la desestimación de la solicitud presentada. Por
consiguiente, al no evidenciarse la vulneración constitucional que sustenta la
demanda, resulta de aplicación el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
AFECTACION DEL DERECHO A LA IDENTIDAD PERSONAL

EXP. Nº 4444-2005-PHC/TC
LIMA
GLADYS PURIFICACIÓN ESPINOZA JOFFRE
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Canta, a los 25 días del mes de julio de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Gladys


Purificación Espinoza Joffre contra la sentencia de la Quinta Sala Especializada
en lo Penal para Procesos Sumarios con Reos Libres de la Corte Superior de
Justicia de Lima, de fojas 124, su fecha 6 de junio de 2005, que declaró
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 14 de febrero de 2005, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Jefe Nacional del Registro Nacional de Identificación y
Estado Civil -RENIEC- y del Subgerente de Depuración Registral y Archivo
Central de la misma institución, con el objeto de que los emplazados
reconozcan su derecho a tener su Documento Nacional de Identidad (DNI), del
cual ha sido privada injustamente, y que, en consecuencia, se le entregue el
que le corresponde con los datos primigenios que obran en sus archivos, desde
el año 1973. Sostiene que nació el 2 de febrero de 1955 y que fue bautizada
con el nombre de Gladys Purificación Espinoza Joffre, siendo esta identidad en
sus estudios primarios y secundarios, hasta el 22 de enero de 1973 en que
contrajo matrimonio, asentándose la partida correspondiente ante el Registro
Civil de la Municipalidad Provincial de Lima; y que, con la partida de
matrimonio, realizó posteriormente su trámite de inscripción ante el Registro
Electoral, por lo que se le extendió la Libreta Electoral Nº 3347267, donde se
consigna así su nombre, documento que tuvo vigencia hasta el 14 de diciembre
de 1984, en que, al realizar el proceso de reinscripción, se le extendió la Libreta
Electoral Nº 06275446, sin que varíen sus datos. Agrega que en el mes de abril
de 1991, en que se le otorgó la Libreta Electoral Nº 09927408, se suprimió su
primer nombre, hecho que, al ser reclamado, no fue corregido; y que, luego, en
el mes de setiembre de 2004, se expidió la Resolución de la Subgerencia de
Depuración Registral y Archivo Central Nº 182-2004-GP/SGDAC-RENIEC que
cancela su inscripción, la que, al ser apelada, no mereció ningún
pronunciamiento por parte de los emplazados.

Admitida a trámite la demanda, se recepcionó la declaración de los


emplazados (fs. 78 y 87) y de la demandante (f. 92).

El Vigésimo Sexto Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con


fecha 27 de abril de 2005, declaró infundada la demanda, por considerar que el
RENIEC es un órgano constitucional autónomo con independencia funcional,
administrativa y económica que tiene como finalidad cautelar las inscripciones
de los ciudadanos, lo que incluye la depuración del Registro, esto es, la
exclusión definitiva o temporal de las inscripciones, y que la resolución emitida
por el mismo se encuentra motivada.

La recurrida confirmó la apelada, estimando que la emplazada ha


actuado con arreglo a las atribuciones que le confiere el artículo 77 del
Reglamento de Inscripción del Registro de Identificación y Estado Civil,
aprobado por Decreto Supremo Nº 015-98-PCM y el artículo 77.7 del Decreto
Ley Nº 14207, no evidenciándose la afectación de los derechos
constitucionalmente reconocidos.

FUNDAMENTOS

1. La recurrente cuestiona la decisión del RENIEC de cancelar el


Documento Nacional de Identidad inicialmente otorgado a su favor, lo que, a su
criterio, afecta su derecho a la identidad y, colateralmente, su derecho a la
libertad individual.

2. A fojas 63 de autos corre la Resolución Nº 182-2004-SGDAC-


RENIEC, emitida por la Subgerencia de Depuración Registral y Archivo Central,
por la que se dispone, en vía de regularización, la exclusión definitiva en el
Registro único de Identificación de las Personas Naturales de la inscripción Nº
099227408, correspondiente a la ciudadana Purificación Espinoza Joffre, por
tratarse de una declaración con datos falsos; como sustento de ello se expone
que:

a. Gladys Purificación Espinoza de López obtuvo su Documento de


Identidad Nº 3347267 en el año 1973, registrándose como nacida el 2 de
febrero de 1955 en Lima, de inscripción civil casada.
b. En diciembre de 1984, en el proceso de reinscripción, obtuvo la
inscripción Nº 06275446, manifestando llamarse Gladys Purificación Espinoza
Joffre, nacida el 2 de febrero de 1961 y de estado civil soltera.

c. El 23 de abril de 1991 obtuvo la Partida Nº 09927408 a nombre de


Purificación Espinoza Joffre, nacida el 2 de febrero de 1961 y de estado civil
soltera, y sobre cuya base obtuvo su DNI el 14 de agosto de 2003.

d. La Dirección de Registros Civiles de la Municipalidad de Lima, en su


oportunidad, informó que Purificación Espinoza Joffre o Gladys Purificación
Espinoza Joffre no aparece inscrita en los Registros de Nacimiento del año
1961, pero sí corre inscrita el Acta Matrimonial celebrada por esta el año 1973
con Julio Nicolás López Oncoy, concluyéndose que existe una declaración de
datos falsos en el Registro Único de Identificación de las Personas Naturales.

e. Por su parte, la Subgerencia de Registros de Estado Civil de RENIEC


precisa la inscripción extemporánea indebida de Purificación Espinoza Joffre al
tramitar la Partida de Nacimiento Nº 63108404 ante la Oficina de Registros
Civiles de la Municipalidad de San Miguel, ya que en ella se adiciona un
prenombre de manera irregular, disponiendo la anulación de dicha acta

3. Sobre las irregularidades detalladas en la resolución materia de


impugnación, queda claro que no compete a este Colegiado emitir
pronunciamiento sobre el particular, dado que la probable existencia de un
ilícito debe ser determinada ante las autoridades competentes; pero, no
obstante, queda pendiente de determinar si se afecta el derecho a la identidad
de la demandante, por carecer de documento de identidad.

4. Sobre el particular resulta necesario precisar que, en nuestro


ordenamiento jurídico, el DNI tiene una doble función; por un lado, permite que
el derecho a la identidad se haga efectivo, ya que posibilita la identificación
precisa de su titular; y, por otro, es un requisito para el ejercicio de los derechos
civiles y políticos que se encuentran consagrados en la Constitución Política del
Perú. Dicho documento, además, es esencial para el desarrollo de actividades
comerciales, trámites judiciales y otros de carácter personal, de modo que su
carencia comporta una limitación de varios derechos ciudadanos, uno de los
cuales está referido a la libertad individual, razón por la que este Colegiado se
considera habilitado para emitir pronunciamiento sobre el particular.

Y ello por cuanto el artículo 2.1 de la Constitución expresamente refiere


que toda persona tiene derecho a la identidad, derecho que comprende tanto al
derecho a un nombre -conocer a sus padres y conservar sus apellidos-, el
relativo a tener una nacionalidad y la obligación de que el Estado reconozca su
personalidad jurídica.
5. Por consiguiente, independientemente de las irregularidades antes
acotadas, que deben ser objeto de la investigación de ley, el RENIEC y sus
funcionarios están en la obligación de proveer a la demandante de un DNI;
obviamente, ello procederá en la medida en que la propia demandante
presente la documentación sustentatoria necesaria para tal efecto, siendo
deseable que lo haga con la documentación que contenga los datos necesarios
para su identificación y produzcan certeza respecto de su identidad, tales como
su partida de nacimiento y/o de bautizo; en todo caso, la autoridad
administrativa podrá requerir la documentación adicional que estime pertinente
(certificados de estudios, etc.), siempre que ello no se convierta en un
obstáculo irrazonable que impida solucionar la situación en la que la
demandante se encuentra.

6. De otro lado, este Colegiado considera que no es de aplicación al


caso de autos el artículo 8 del Código Procesal Constitucional, toda vez que la
autoridad administrativa ha actuado en el ejercicio regular de sus funciones.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus, debiendo la


autoridad emplazada actuar con arreglo a lo dispuesto en el fundamento 5. de
la presente sentencia.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

AMENAZA DEL DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 5872-2005-PHC/TC
LIMA
PEDRO LUIS ECHEVARRÍA DE LA CRUZ
(Publicado: 20-06-06)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de enero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Pedro Luis


Echevarría de la Cruz contra la resolución de la Cuarta Sala Especializada en
lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 246, su fecha 25 de mayo de 2005, que declaró infundada la
demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 22 de diciembre de 2004, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra la fiscal Sofía Ruiz Burneo; contra el Jefe de a Oficina de
Investigaciones de la Comisaría de Surco, Mayor PNP Mario Torres Álvarez, y
contra el Suboficial Técnico de 1a PNP César Melo López, a fin de que cese la
amenaza a su derecho fundamental a la libertad personal y se ordene que la
investigación de la presunta comisión de los delitos de violencia y resistencia a
la autoridad, que se le imputa al demandante, se realice por una unidad policial
en condiciones de imparcialidad; y que se le informe de los hechos que
sustentan la imputación de la comisión de los delitos mencionados.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus


Con fecha, 1 de marzo de 2005, la jueza del Vigésimo Primer Juzgado
Penal de Lima ordenó que se reciba las declaraciones de los demandados
(fojas 89). El 2 de. febrero se recibió las declaraciones del Mayor PNP Mario
Torres Álvarez y del Suboficial Técnico de 1a PNP César Melo López, y el 3 de
marzo de 2005 se recibió la declaración de la fiscal Sofía Ruiz Burneo, quienes
manifestaron haber actuado de acuerdo a ley y, por ende, sin haber vulnerado
los derechos fundamentales del demandante.

3. Resolución de primera instancia


Con fecha 23 de marzo de 2005, el Juez del Vigésimo Primer Juzgado
Penal de Lima (de fojas 155), declaró infundada la demanda por cuanto el
personal policial que elaboró el atestado no participó en la intervención policial
siendo, por consiguiente, ajenos a los hechos investigados; observa, asimismo,
que no puede afirmarse que la actuación de la fiscal Sofía Ruiz Burneo sea
parcializada. En consecuencia, concluye que las diligencias realizadas son
objetivas e imparciales, lo cual no supone una vulneración o amenaza a la
libertad personal del demandante.

4. Resolución de segunda instancia


La recurrida, confirmando la apelada, declaró infundada la demanda,
pues los demandados han actuado en virtud de las atribuciones que la
Constitución y la ley les confieren.

IIl. FUNDAMENTOS

1. Una primera cuestión que este Tribunal estima pertinente analizar son
los supuestos de procedencia de los procesos constitucionales que prevé el
Código Procesal Constitucional en el artículo 2 y en el último párrafo del
artículo 25. El artículo 2 señala que “(...) los procesos constitucionales de
hábeas corpus, amparo y hábeas data proceden cuando se amenace o viole
los derechos constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento
obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Cuando se
invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente
realización. (...)”. En este supuesto, y de conformidad con el artículo 200, inciso
1, de la Constitución, el Código Procesal Constitucional establece la
procedencia de los procesos constitucionales, particularmente el de hábeas
corpus, no sólo cuando existe una violación actual a los derechos
fundamentales tutelados, sino también cuando exista una amenaza cierta e
inminente.

2. No obstante, se debe tener en consideración que ante la amenaza de


violación de un derecho fundamental, para que éste sea tutelado mediante un
proceso constitucional como el hábeas corpus, la amenaza debe ser, de
acuerdo con el Código Procesal Constitucional, “cierta y de inminente
realización”. Esto implica que, para determinar si existe certeza de la amenaza
del acto vulnerador del derecho fundamental a la libertad personal, se requiere
la existencia de un conocimiento seguro y claro de la amenaza a la libertad, lo
cual excluye considerar conjeturas o presunciones. En tanto que, para que se
configure la inminencia del mismo, es preciso que se trate de un atentado al
derecho a libertad personal que esté por suceder prontamente o esté en
proceso de ejecución, no reputándose como tal a los simples actos
preparatorios, tal como lo ha establecido este Tribunal anteriormente (Exp. Nº
0008-2005-HC/TC).

3. Por otro lado, el último párralo del artículo 25 del Código Procesal
Constitucional señala que”(...) también procede el hábeas corpus en defensa
de los derechos constitucionales conexos a la libertad individual, especialmente
cuando se trata del debido proceso y la inviolabilidad del domicilio”. En cuanto
a este supuesto de procedencia, se debe señalar que el hábeas corpus es un
proceso constitucional autónomo, en el cual el juez constitucional asume una
función tutelar del derecho fundamental a la libertad personal y de los derechos
conexos a éste, de acuerdo con el artículo 200, inciso 1, de la Constitución. No
obstante, desde una concepción restringida, el hábeas corpus se entiende
vinculado únicamente a la protección del derecho fundamental a la libertad
personal y a un “núcleo duro” de derechos fundamentales que se concentran
en torno a dicho derecho, tales como el derecho a la seguridad (artículo 2,
inciso 24, de la Constitución), a la libertad de tránsito -ius movendi e ius
ambulandi- (artículo 2, inciso 11, de la Constitución) y a la integridad personal
(artículo 2, inciso 24-h, de la Constitución).

4. Sin embargo, bajo el canon de interpretación constitucional del in


dubio pro homine (artículo V del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional), se debe acoger una concepción amplia del proceso
constitucional de hábeas corpus. En consecuencia, no es razonable establecer,
a priori y en abstracto, un númerus clausus de derechos fundamentales
conexos a la libertad personal a efectos de su tutela, ni tampoco excluirlos a
efectos de su protección. Esto. porque muchas veces el derecho fundamental a
la libertad personal es susceptible de ser vulnerado en conexión con otros
derechos distintos a los que usualmente se le vincula, tales como el derecho a
la vida (artículo 2, inciso 1, de la Constitución), el derecho de residencia
(artículo 2, inciso 11, de la Constitución), el derecho a la libertad de
comunicación (artículo 2, inciso 4, de la Constitución) e, inclusive, el derecho al
debido proceso sustantivo y adjetivo (artículo 139, inciso 3, de la Constitución).

5. El Código Procesal Constitucional (artículo 25) ha acogido esta


concepción amplia de este proceso constitucional, cuando señala que “(...)
también procede el hábeas corpus en defensa de los derechos constitucionales
conexos a la libertad individual, especialmente cuando se trata del debido
proceso y la inviolabilidad del domicilio”. De ahí que se debe admitir que,
también dentro de un proceso constitucional de hábeas corpus, es posible que
el juez constitucional se pronuncie sobre una eventual vulneración del derecho
fundamental al debido proceso; pero para ello es necesario que exista, en cada
caso concreto, conexidad entre aquél y el derecho fundamental a la libertad
personal. Así también lo ha establecido este Tribunal en sentencia anterior
(Exp. Nº 0618-2005-HC/TC), al precisar que “(...) si bien el proceso de hábeas
corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso,
en el presente caso, habida cuenta que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos”.
6. Bajo estas consideraciones previas, es necesario precisar si, en este
caso, este Colegiado debe pronunciarse, dentro del proceso constitucional de
hábeas corpus, sobre la vulneración al derecho fundamental al debido proceso.
Como ya se ha señalado, el Tribunal Constitucional puede pronunciarse, dentro
de un proceso constitucional de hábeas corpus, sobre la vulneración del
derecho fundamental al debido proceso, siempre qué exista vinculación entre
éste y el derecho fundamental a la libertad personal. Esa vinculación se da en
el sentido que la legitimidad constitucional de toda medida que comporte una
restricción del derecho a la libertad personal radica, precisamente, en el
irrestricto respeto de las garantías inherentes al debido proceso -entre ellos, el
de imparcialidad-; en otros términos, la conexidad se cumple cuando se
restringe la libertad personal sin la observancia de las garantías del debido
proceso.

7. En el caso concreto, se aprecia que no existe una amenaza cierta e


inminente, en los términos precisados anteriormente, de violación del derecho
fundamental a la libertad personal, toda vez que el demandante no ha sido
privado de su libertad ni se advierte que ésta se vea, cierta e inminentemente,
amenazada, motivo por el cual no se cumple el supuesto establecido en el
artículo 2 del Código Procesal Constitucional. Asimismo, tampoco se configura
la vinculación que exige el párrafo último del artículo 25 del Código Procesal
Constitucional entre ambos derechos, a afectos de que éste último sea tutelado
a través del proceso de hábeas corpus.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

RESTRINGEN EL EJERCICIO DEL DERECHO AL LIBRE TRANSITO

EXP. Nº 5970-2005-PHC/TC
CONO NORTE DE LIMA
PEDRO EMILIANO HUAYHUAS CCOPA
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 9 días del mes de diciembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Pedro Emiliano


Huayhuas Ccopa contra la resolución de la Primera Sala Penal de Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 63, su fecha 14 de
julio de 2005, que declara improcedente la demanda de hábeas corpus de
autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 10 de junio de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra los señores Roger Molina Blas, María Elena Carhuachín
Benites y Jacinta Fernández Granda, a fin de que se ordene el retiro de los
puestos que obstaculizan el libre tránsito hacia su propiedad. Alega que los
demandados se encuentran en posesión de la vía pública mediante “puestos”
en los cuales expenden diversos productos, los mismos que obstaculizan el
ingreso a su propiedad.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus


Con fecha 13 de junio de 2005, el Juez del Juzgado Penal del Módulo
Básico de Justicia de Condevilla de la Corte Superior de Justicia del Cono
Norte de Lima ordenó la realización de la investigación sumaria de hábeas
corpus. Para tal efecto dispuso que se reciba la declaración indagatoria del
demandante y de los demandados; estos últimos hicieron caso omiso no
obstante ser debidamente notificados tal como se aprecia de autos (fojas 14 a
16). Con fecha 13 de junio de 2005 se recibió la declaración indagatoria del
demandante, Pedro Emiliano Huayhuas Ccopa (fojas 29), quien manifiesta que
si bien los demandados no le impiden transitar por el jirón Gregorio VII, cuadra
tres, cada uno de ellos tiene un “puesto” instalado frente al portón de su
propiedad; y que ello impide que le dé uso como playa de estacionamiento,
para lo cual cuenta con la autorización de la Municipalidad respectiva y paga
sus arbitrios respectivos, pese a lo cual no puede usar dicho bien inmueble.

3. Resolución de primera instancia


Con fecha 13 de junio de 2005, el Juzgado Especializado en lo Penal del
Módulo Básico de Justicia de Condevilla (fojas 27), declaró infundada la
demanda, argumentando que el derecho fundamental a la libertad de tránsito
del demandante no ha sido vulnerado por cuanto, del propio contenido de la
demanda y de la declaración del recurrente, se aprecia que el motivo de la
interposición de la demanda de hábeas corpus obedece a la necesidad del
actor de utilizar el terreno adquirido con fines comerciales, lo cual no tiene nada
que ver con la afectación directa del derecho fundamental invocado.

4. Resolución de segunda instancia


Con fecha 14 de julio de 2005, la Primera Sala Penal de Reos en Cárcel
de la Corte Superior de Justicia del Cono Norte de Lima (fojas 63), revocó la
apelada y, reformándola, la declaró improcedente, aduciendo que la demanda
de hábeas corpus ha sido promovida porque la Municipalidad de San Martín de
Porres no efectuó el retiro oportuno de los “puestos” mencionados, por lo que la
pretensión del demandante está vinculada con la expectativa de desarrollar una
actividad económica y con la dilación del trámite administrativo. En tal sentido,
añade, que el motivo de la demanda no está vinculado directamente con un
acto u omisión que amenace o vulnere el derecho a la libertad de tránsito.

III. FUNDAMENTOS

Hábeas corpus restringido: objeto y alcances

1. En anterior pronunciamiento (Exp. Nº 2663-2003-HC/TC), este


Tribunal ha establecido que el hábeas corpus restringido “(...) se emplea
cuando la libertad física o de locomoción es objeto de molestias, obstáculos,
perturbaciones o incomodidades que, en los hechos, configuran una seria
restricción para su cabal ejercicio. Es decir, que, en tales casos, pese a no
privarse de la libertad al sujeto, ‘se la limita en menor grado’. Entre otros
supuestos, cabe mencionar la prohibición de acceso o circulación a
determinados lugares: los seguimientos perturbatorios carentes de fundamento
legal y/o provenientes de órdenes dictadas por autoridades incompetentes; las
reiteradas e injustificadas citaciones policiales; las continuas retenciones por
control migratorio ola vigilancia domiciliaria arbitraria o injustificada, etc.”.
Entonces, siendo que el objeto del hábeas corpus restringido consiste en
atender no aquellos supuestos en los cuales el derecho a la libertad personal
es afectado totalmente, sino los casos en los cuales existe una restricción
menor en la libertad física de la persona, se convierte en el instrumento idóneo
para tutelar el derecho fundamental a la libertad de tránsito.

El derecho fundamental a la libertad de tránsito


2. La Constitución en su artículo 2 inciso 11 (también el artículo 25 inciso
6 del Código Procesal Constitucional) reconoce el derecho de todas las
personas “(...) a transitar por el territorio nacional y a salir de él y entrar en él,
salvo limitaciones por razones de sanidad o por mandato judicial o por
aplicación de la ley de extranjería”. Esta disposición constitucional procura
reconocer que todo nacional o extranjero con residencia establecida puede
circular libremente o sin restricciones por el ámbito de nuestro territorio patrio,
habida cuenta de que, en tanto sujetos con capacidad de autodeterminación,
tiene la libre opción de disponer cómo o por dónde desplazarse, sea que dicho
desplazamiento suponga facultad de ingreso hacia el territorio del Estado,
circulación o tránsito dentro del mismo, o sea que suponga simplemente salida
o egreso del país.

3. El derecho a la libertad de tránsito también se manifiesta en la


facultad de toda persona para desplazarse, sin impedimentos, en las vías
públicas. No obstante, como ha establecido este Colegiado (Exp. Nº 4453-
2004-HC/TC), si bien la libertad de tránsito suele manifestarse en el
desplazamiento de la persona a través de autopistas, avenidas, calles,
veredas, plazas o vías con similar característica, ello no significa que dentro de
espacios semiabiertos e, incluso, ámbitos de carácter particular, no puedan
darse manifestaciones vinculadas al ejercicio de este derecho.

Límites al derecho a la libertad de tránsito

4. Por otro lado, por mandato expreso de la propia Constitución, el


derecho a la libertad de tránsito se encuentra sometido a una serie de
restricciones en su ejercicio (Exp. Nº 2876-2005-PHC/TC). Dichas
restricciones, por de pronto, pueden ser de dos clases: explícitas o implícitas.
Las restricciones explícitas se encuentran reconocidas de modo expreso y
pueden estar referidas tanto a supuestos de tipo ordinario, como los
enunciados por el inciso 11 del artículo 2 de la Constitución (mandato judicial,
aplicación de la ley de extranjería o razones de sanidad), como a supuestos de
tipo extraordinario (los previstos en los incisos 1 y 2 del artículo 137 de la
Constitución, referidos a los estados de emergencia y de sitio,
respectivamente).

5. El primer supuesto explícito implica que ninguna persona puede ser


restringida en su libertad individual, salvo que exista un mandato formal emitido
por autoridad judicial. En dicho contexto, y aunque toda persona tiene la opción
de decidir el lugar al cual quiere desplazarse y el modo para llevarlo a efecto,
queda claro que cuando ella es sometida a un proceso, sus derechos, en
buena medida, pueden verse afectados a instancias de la autoridad judicial que
lo dirige. Aunque tal restricción suele rodearse de un cierto margen de
discrecionalidad, tampoco puede o debe ser tomada como un exceso, ya que
su procedencia, por lo general, se encuentra sustentada en la ponderación
efectuada por el juzgador de que, con el libre tránsito de tal persona, no puede
verse perjudicada o entorpecida la investigación o proceso del que tal juzgador
tiene conocimiento. No es, pues, que el derecho se restrinja por un capricho del
juzgador, sino por la necesidad de que el servicio de justicia y los derechos que
ella está obligada a garantizar, no sufran menoscabo alguno y, por
consiguiente, puedan verse materializados sin desmedro de los diversos
objetivos constitucionales.

6. El segundo supuesto, mucho más explicable, y obvio, desde que el


derecho de locomoción sólo le corresponde a los nacionales o extranjeros con
residencia establecida, supone que quien, sin pertenecer a nuestro Estado,
pretende ingresar, transitar o salir libremente de su territorio, se expone a ser
expulsado bajo las consideraciones jurídicas que impone la Ley de Extranjería.
La justificación de ello se sustenta en que si bien los derechos fundamentales
son reconocidos universalmente, cuando se trata de aquellos cuyo ámbito de
ejecución trastoca principios esenciales, como la soberanía del Estado o la
protección de sus nacionales, el ordenamiento jurídico, sobre la base de una
equilibrada ponderación, puede hacer distingos entre quienes forman parte del
mismo (del Estado) y aquellos otros que carecen de tal vínculo. En tales
circunstancias, no es que se niegue la posibilidad de poder gozar de un
derecho a quienes no nacieron en el territorio o no poseen la nacionalidad, sino
que resulta posible o plenamente legítimo imponer ciertas reglas de obligatorio
cumplimiento a efectos de viabilizar el goce de dichos atributos. Supuesto
similar ocurre en el. ámbito de loa derechos políticos, donde el Estado se
reserva el reconocimiento y la obligación de tutela dé derechos
fundamentalmente para el caso específico o preferente de los nacionales, sin
que con ello se vea perturbada o desconocida la regla de igualdad.

7. El tercer supuesto explícito tiene que ver con otra situación


perfectamente justificada. Como resulta evidente, por razones de sanidad
también puede ser restringido el derecho de tránsito, esencialmente porque, en
tal caso, de lo que se trata es de garantizar que el ejercicio de dicho atributo no
ponga en peligro derechos de terceros o, incluso, derechos distintos de los
derechos de la persona que intenta el desplazamiento. Tal contingencia, de
suyo, podría ocurrir en el caso de una epidemia o grave enfermedad que se
detecte en determinada zona o sector del territorio del país. En tales
circunstancias, la restricción del derecho de tránsito se vuelve casi un
imperativo que el ordenamiento, como es evidente, está obligado a reconocer
y, por supuesto, a convalidar.

8. Un cuarto supuesto explícito, aunque este último de naturaleza


extraordinaria, se relaciona con las situaciones excepcionales que la misma
norma constitucional contempla, bajo la forma de estados de emergencia o de
sitio y que suelen encontrarse asociados a causas de extrema necesidad o
grave alteración en la vida del Estado, circunstancias en las que es posible
limitar en cierta medida el ejercicio de determinados atributos personales, uno
de los cuales es el derecho de tránsito o de locomoción. En dicho contexto, lo
que resulta limitable o restringible no es el ejercicio de la totalidad del derecho
o los derechos de todos los ciudadanos, sino de aquellos aspectos
estrictamente indispensables para la consecución de los objetivos de
restablecimiento a los que propende el régimen excepcional, para cuyo efecto
ha de estarse a lo determinado por referentes tan importantes como la
razonabilidad y la proporcionalidad.

9. Las restricciones implícitas, a diferencia de las explícitas resultan


mucho más complejas en cuanto a su delimitación, aunque no por ello carecen
de base constitucional. Se trata, en tales supuestos, de vincular el derecho
reconocido (en este caso, la libertad de tránsito) con otros derechos o bienes
constitucionalmente relevantes, a fin de poder determinar, dentro de una
técnica de ponderación, cuál de todos ellos es el que, en determinadas
circunstancias, debe prevalecer.

Análisis del caso concreto

10. Del mismo modo como se ha procedido en anterior oportunidad


(Exp. Nº 3482-2005-HC/TC), conviene precisar que en el hábeas corpus
restringido, si bien no se origina en una medida de detención, no quiere ello
decir que la discusión o controversia a dilucidar resulte un asunto de mera
constatación empírica. Por el contrario, en estos casos, como en otros
similares, es tan importante verificar la restricción a la libertad que se alega
como lo señalado por las partes que participan en el proceso, además de
merituar las diversas instrumentales que puedan haber sido aportadas. Al
margen de la sumariedad del proceso, es necesario evaluar con algún detalle
lo que se reclama y el elemento probatorio con el que se cuenta. Ello por el
imperativo de tutelar la vigencia efectiva de los derechos fundamentales
(artículo II del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional).

11. Según consta en el acta de constatación de fecha 13 de junio de


2005 (fojas 19), los “puestos” de los demandados obstaculizan totalmente el
ingreso a la propiedad del demandante. “El 301 de la Calle Gregrorio VII está
ocupada por puestos de venta de diferentes productos, no hay forma de poder
ingresar por esa dirección ni se puede transitar en todo el frontis de la
mencionada dirección que está ocupada por puestos comerciales”; lo cual ha
sido también señalado oportunamente por el demandante en su declaración de
fecha 13 de junio de 2005 (de fojas 25). A mayor abundamiento, el demandante
ha aportado vistas fotográficas (de fojas 73 a 75) en las cuales se aprecia que
los “puestos” de los demandados están ubicados de tal forma que impiden
completamente el ingreso a la propiedad del demandante.

12. Para este Colegiado, a excepción de los ámbitos de lo que


constituye el dominio privado, todo aquel espacio que desde el Estado haya
sido estructurado como referente para el libre desplazamiento de personas
puede per considerado una vía de tránsito público. Dentro de tales espacios
(avenidas, calles, veredas, puentes, plazas, etc.), no existe, en principio,
restricción o limitación a la locomoción de los individuos, esto es, no existe la
necesidad de pedir autorización alguna ni ante el Estado ni ante particular
alguno, pues se presume que la vía pública pertenece a todos y no a
determinada persona o grupo de personas en particular.

13. En ese sentido, las vías de tránsito público sirven no sólo para
permitir el desplazamiento peatonal, sino para facilitar otros ámbitos de
autodeterminación de la persona o el ejercicio de otros derechos
fundamentales (trabajo, salud, alimentación, descanso, etc.); y como tales, se
constituyen en un elemento instrumental sumamente importante del cual
depende la satisfacción plena o la realización de una multiplicidad de objetivos
personales. Sin embargo, siendo las vías de tránsito público libres en su
alcance y utilidad, puede ser, en determinadas circunstancias, objeto de
regulaciones y aun de restricciones. Cuando estas provienen directamente del
Estado, se presumen acordes con las facultades que el propio ordenamiento
jurídico reconoce en determinados ámbitos (como ocurre, por ejemplo, con las
funciones de control de tránsito efectuadas por los gobiernos municipales);
pero cuando provienen de particulares, existe la necesidad de determinar si
existe alguna justificación sustentada en la presencia, o no, de determinados
bienes jurídicos.

14. En el caso concreto, esa justificación no existe; más aún, los


demandados no cuentan con la autorización respectiva de la Municipalidad
Distrital del Rímac y se ha ordenado el retiro de la vía pública de los
comerciantes informales que se ubican en la cuadra 3 del jirón Gregorio VII,
según dispone la Resolución Gerencial Nº 018-2005-GPDEL/MDSMP, de fecha
18 de enero de 2005 (de fojas 20). Ahora, si bien es cierto que los
demandados, personal y físicamente, no restringen la libertad de tránsito del
demandante, también lo es que, a través de sus “puestos”, le impiden al
demandante desplazarse libremente, esto es, entrar y salir, sin impedimentos,
de su propiedad. Y es que el derecho a la libertad de tránsito se vulnera no sólo
cuando una persona, por sí misma, impide el libre desplazamiento a otra, sino
también cuando coloca, injustificadamente, obstáculos materiales que
restringen el ejercicio del derecho al libre tránsito. Por ello, el hábeas corpus
restringido, como reconoce la doctrina (Sagüés, Néstor Pedro. Derecho
procesal constitucional. Hábeas Corpus. Vol. 4. Buenos Aires: Astrea, 2.a
edición actualizada y ampliada, 1988, p. 207), también tutela aquellos
supuestos en los cuales se impide, ilegítima e inconstitucionalmente, el acceso
a ciertos lugares, entre ellos, el propio domicilio.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

2. Disponer que don Roger Molina Blas, doña María Elena Carhuachín
Benites y doña Jacinta Fernández Granda se abstengan de impedir, a través de
sus “puestos” de venta ambulatoria, el libre ingreso y salida del demandante de
su propiedad.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

COMISION DE DELITO DE TERRORISMO

EXP. Nº 6260-2005-PHC/TC
LIMA
MARGI EVELING CLAVO PERALTA
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 12 días del mes de setiembre de 2005, la Segunda Sala


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por doña Margi Eveling Clavo Peralta


contra la sentencia de la Segunda Sala Penal para Procesos con Reos en
Cárcel de Lima, de fojas 460, su fecha 30 de mayo de 2005, que declaró
infundada. la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

La accionante, con fecha 9 de febrero de 2005, interpone demanda de


hábeas corpus contra el juez del Segundo Juzgado Penal Especializado en
Delitos de Terrorismo de Lima, don Omar Antonio Pimentel Calle, alegando que
está siendo procesada por el delito de Terrorismo, Expediente Nº 2003-00641-
0-1801.JE-PE-02, habiendo ejercido personalmente su defensa, conforme
consta en autos; sin embargo, el demandado, con fecha 3 de febrero de 2005,
emitió una resolución rechazando un recurso impugnatorio presentado por la
actora, su fecha 1 de febrero de 2005, al considerar que no había cumplido con
la exigencia del artículo 132 del Código Procesal Civil, que establece que todo
escrito presentado ante el órgano jurisdiccional debe estar autorizado por un
abogado colegiado. La actora considera que la resolución antes citada es una
violación al derecho constitucional de defensa, reconocido en el artículo 139
inciso 14) de la Constitución Política del Perú.

Admitido a trámite el recurso, la demandante se ratifica en todos los


extremos de su demanda. Por su parte, el juez emplazado, don Omar Antonio
Pimental Calle, al rendir su declaración indagatoria, niega la demanda en todos
sus extremos, explica que ha procedido de acuerdo a lo dispuesto por el
artículo 132 del Código Procesal Civil, que establece que todo escrito que se
presente ante el órgano jurisdiccional debe estar autorizado por un abogado
colegiado, con indicación de su nombre y número de registro, bajo sanción de
no concederse el trámite correspondiente; agrega que la resolución
cuestionada se ha emitido dentro de un proceso regular, donde la accionante
tuvo la oportunidad de subsanar la formalidad requerida.

El Tercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 1 de abril de 2005, declaró


infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El objeto de la demanda es que se tutele el derecho de defensa de la


accionante, ya que considera ilegal la resolución cuestionada, obrante en autos
a fojas 16.

2. La Constitución Política del Perú, en su artículo 139 inciso 14)


reconoce el derecho de defensa. El Tribunal Constitucional considera que el
principio de no ser privado del derecho de defensa en ningún estado del
proceso, constituye una de las condiciones indispensables para que un proceso
judicial sea realizado con arreglo al debido proceso.

3. El ejercicio del derecho de defensa, de especial relevancia en el


proceso penal, tiene una doble dimensión: una material, referida al derecho del
imputado de ejercer su propia defensa desde el mismo instante en que toma
conocimiento de que se le atribuye la comisión de determinado hecho delictivo;
y otra formal, que supone el derecho a una defensa técnica; esto es, al
asesoramiento y patrocinio de un abogado defensor durante todo el tiempo que
dure el proceso. Ambas dimensiones del derecho de defensa forman parte del
contenido constitucionalmente protegido del derecho en referencia. En ambos
casos, se garantiza el derecho a no ser postrado a un estado de indefensión.

4. El Tribunal Constitucional, mediante Sentencia recaída en el


expediente Nº 2028-2004-HC/TC, interpuesto también por la actora, concluyó
que “AI respecto, en casos análogos al de autos, el Tribunal Constitucional ha
afirmado anteriormente (Expediente Nº 1323-2002-HC/TC) que ambas
dimensiones del derecho de defensa pueden ser ejercidas por un abogado que,
al mismo tiempo, es procesado. Para ello, es preciso que el letrado esté
debidamente capacitado y habilitado conforme a ley; y, en particular, que no
esté comprendido en ninguno de los impedimentos previstos en los artículos
285, 286 y 287 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder
Judicial”.

5. En otras palabras, reconocer el ejercicio del derecho de defensa en


forma integral a un procesado que no ostenta la calidad de abogado, implicaría
someterlo a un estado de indefensión por ausencia de una asistencia letrada,
versada en el conocimiento del Derecho y de la técnica de los procedimientos
legales, situación que, además, quebranta el principio de igualdad de armas o
igualdad procesal de las partes.”

6. Por tanto, al haber sido declarado infundado el anterior proceso


constitucional interpuesto por la actora en el expediente Nº 2028-2004-HC/TC,
sobre materia similar, se tiene que la resolución judicial emitida por el
demandado no resulta contraria a la ley, ni es incompatible con norma
constitucional alguna.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.


Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

VIOLACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 6342-2005-PHC/TC
LORETO
EMMA MARÍA HUAYTA RÍOS
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima a los 8 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Edwin Pinedo


Marill a favor de doña Emma María Huayta Ríos, contra la resolución de la Sala
Penal de la Corte Superior de Justicia de Loreto, de fojas 100, su fecha 27 de
junio de 2005, que declaró infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 10 de junio de 2005, la accionante interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Loreto,
alegando violación de su libertad individual. Refiere que la Sala, con fecha 18
de mayo de 2005, expidió una resolución revocando el mandato de detención
que pesaba en su contra; y, reformándolo, le dictó mandato de comparecencia
restringida, disponiendo el pago de una caución económica en el plazo de 72
horas, disposición que considera ilegal y arbitraria, pues aduce que el pago de
la caución no puede constituir exigencia o condición previa para dictarse la
excarcelación de la actora, siendo solamente obligatorias las reglas de
conducta impuestas en la resolución cuestionada. Asimismo considera que de
determinarse que el pago de la caución se configura como condición previa
para su puesta en libertad, esto significaría una ilegalidad de acuerdo al artículo
143 del Código Procesal Penal, que prevé que la caución económica se
sujetará a las posibilidades económicas del procesado.

El Sexto Juzgado Penal de Maynas, con fecha 10 de junio de 2005,


declaró infundada la demanda, estimando que la caución es una de las
restricciones válidas del mandato de comparecencia, cuyo fin es evitar el riesgo
de que el sujeto activo pueda sustraerse del proceso penal y, a la vez, asegurar
su concurrencia; y que, por tanto, en el caso de autos, la caución impuesta no
constituye una regla de conducta, sino una condición que debió ejecutarse en
el plazo establecido por la citada resolución.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional dispone en su artículo 4, segundo


párrafo, que el hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme
vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva,
entendida ésta como la situación jurídica de una persona en la que se respetan
de modo enunciativo sus principales derechos, y los principios de legalidad
procesal penal.

2. A fojas 10 de autos obra la cuestionada resolución S/N de fecha 18 de


mayo de 2005, emitida por la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Loreto, la cual resuelve revocar el mandato de detención dictado contra la
accionante, variándolo por mandato de comparecencia restringida, dictándole
una serie de reglas de conducta y disponiendo la obligación de pagar una
caución económica de 1500 nuevos soles en el término de 72 horas, a partir de
la emisión de la misma, bajo apercibimiento de revocarse el mandato de
comparecencia restringida otorgado.

3. El artículo 143 del Código Procesal Penal, que regula los casos en
que se otorgará el mandato de comparecencia, precisa en su inciso 5) que es
potestad del juzgador disponer la prestación de una caución económica si las
posibilidades del imputado lo permiten. Asimismo, dispone en su último párrafo
que el juez aplicará las medidas que resulten adecuadas al caso, y ordenará
las medidas necesarias para garantizar su cumplimiento.

4. La caución fijada por el juez en el caso de autos se encuentra dentro


de las posibilidades que, ejercidas de modo razonable, la normal legal
pertinente le otorga. De la lectura de la resolución cuestionada se tiene que la
obligación establecida para la actora de efectuar el pago del monto indicado es
una medida restrictiva, previa a su excarcelación, que tiene como objeto
asegurar su concurrencia al proceso, fijándose como medida compulsiva un
plazo de 72 horas para asegurar el eficaz cumplimiento de la misma, de
conformidad con el texto legal antes citado; una vez cumplida la condición
previa del pago, corresponderá a la accionante cumplir con las reglas de
conducta impuestas, operando el apercibimiento en caso contrario, lo cual no
constituye violación de sus derechos constitucionales, ya que el juez, como
director del proceso, tiene la potestad de dictar las normas que considere
necesarias para su desarrollo eficiente.

5. Asimismo, obra en autos a fojas 117 el recurso de agravio


constitucional interpuesto por el abogado de la accionante, señor Edwin Pinedo
Marill, en el que señala haberse presentado a la Mesa de Partes de la Sala
demandada con el fin de presentar una solicitud de fianza personal, documento
que, según refiere, solicitó se le devuelva cuando ya había sido admitido a
trámite por la Mesa de Partes, destruyéndolo posteriormente.

6. Igualmente en autos, a fojas 75, obra copia del recurso de apelación


contra la sentencia que origina la presente demanda de hábeas corpus, en la
que el letrado “ingresa” una Carta Fianza en favor de la demandante,
apreciándose a fojas 79 copia certificada de la misma, y que la Sala
emplazada, por Resolución Nº 6, su fecha 22 de junio de 2005, mandó
desglosar la Carta Fianza por cuanto no guardaba relación con el trámite de la
presente demanda constitucional de hábeas corpus.

7. De lo expuesto se colige que no se ha afectado a derecho


constitucional alguno de la beneficiaria, por cuanto la resolución cuestionada en
el presente proceso se ha emitido de conformidad con lo previsto en el artículo
143 del Código Procesal Penal, dentro de un proceso regular en el cual se han
respetado los derechos a la defensa y la dualidad de instancia, de modo que no
resulta de aplicación al caso el artículo 4 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
AFECTACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 6526-2005-PHC/TC
LIMA
JUANA ADA MARINA DANOS BARRIOS
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Juana Ada


Marina Danos Barrios contra la sentencia de la Tercera Sala Penal para
Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
190, su fecha 13 de julio de 2005, que declaró infundada la demanda de
hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 30 de noviembre de 2004, la recurrente interpone demanda


de hábeas corpus contra el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil -
RENIEC y del Procurador Público de dicha institución, para que se respeten
sus derechos fundamentales a la libertad individual y derechos conexos, como
el de no ser privada de sus documentos personales y de la numeración que a
ellos les corresponde, así como a no ser objeto de depuración y anulación de
su Documento Nacional de Identidad (DNI), sin darle oportunidad a su legítimo
derecho de defensa. Sostiene que es torturada psicológicamente por el acoso
continuo que los emplazados le ocasionan, habiendo tomado conocimiento que
el Procurador emplazado la ha denunciado penalmente en una dirección que
no le pertenece para evitar que se entere de ello y pueda defenderse, como
venganza, por la demanda interpuesta por ella contra el RENIEC ante el Primer
Juzgado en lo Contencioso Administrativo de Lima, Exp. Nº 1031-2004.
Asimismo, que la emplazada ha cambiado arbitrariamente el número de su DNI
y el que le han dado corresponde a una ciudadana nueva, como si nunca
hubiera aportado a la institución y por lo tanto sin derecho a la atención médica,
sin que tampoco pueda cobrar su pensión con el nuevo número, salvo que
realice un largo trámite.
Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus, se recibió la
declaración de la demandante (f. 93), así como la del Procurador emplazado (f.
95).

El Décimo Tercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 19 de mayo de


2005, declaró infundada la demanda por considerar que, en el caso de autos, la
demandante no ha sido privada del DNI, sino que se ha cancelado uno por
irregularidades en su expedición, asignándosele otro nuevo, con distinta
numeración, habiendo actuado la entidad emplazada de acuerdo con las
atribuciones que la legislación de la materia le reconocen. En lo que
corresponde a la actuación del coemplazado, el Procurador Público del
RENIEC estima que aquella es consecuencia del procedimiento administrativo
en virtud del cual se cancelo el primer DNI de la demandante.

La recurrida confirmó la apelada, reproduciendo parcialmente sus


fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. En el proceso de autos, se cuestiona la decisión del RENIEC, de


haber cancelado el Documento Nacional de Identidad inicialmente otorgado a
favor de la demandante, entregándole otro en reemplazo de aquel, con una
numeración distinta; del mismo modo, se cuestiona la actuación del Procurador
Público de la misma entidad, en cuanto a la denuncia penal interpuesta en
contra de la demandante, todo lo cual atentaría contra su derecho a la libertad
individual.

2. El artículo 25.10 del Código Procesal Constitucional establece


expresamente, como uno de los derechos protegidos a través del proceso
constitucional de hábeas corpus, no ser privado del documento nacional de
identidad, así como a obtener el pasaporte o su renovación dentro o fuera de la
República.

3. Sobre el particular, resulta necesario precisar que en nuestro


ordenamiento jurídico el DNI es el documento que tiene una doble función: por
un lado, permite que el derecho a la identidad se haga efectivo, en tanto que
posibilita la identificación precisa de su titular, mientras que por el otro, es un
requisito para el ejercicio de los derechos civiles y políticos que se encuentran
consagrados en la Constitución Política del Perú; dicho documento, además, es
requerido para el desarrollo de actividades comerciales, trámites judiciales y
otros trámites de carácter personal, con lo que la carencia del mismo conlleva
una limitación de varios derechos ciudadanos, uno de los cuales, está referido
a la libertad individual, razón por la que este Colegiado se considera habilitado
para emitir pronunciamiento sobre el particular.

Y ello por cuanto el artículo 2.1 de la Constitución expresamente refiere


que toda persona tiene derecho a la identidad, derecho que comprende tanto al
derecho a un nombre -conocer a sus padres y conservar sus apellidos-, así
como el relativo a tener una nacionalidad y a la obligación de que el Estado le
reconozca su personalidad jurídica.

4. En el caso de autos, se aprecia que la demandante no ha sido privada


de su DNI; por el contrario, al determinarse que el que estaba utilizando se
encontraba vinculado con errores al momento de su inscripción, procedió a
anular el mismo, otorgándole otro, evidentemente con otra numeración, con lo
que la demandante cuenta con un documento que le permite circular libremente
por el territorio de la República. En todo caso, como se expone en la demanda
de autos, el problema no es no contar con un DNI, sino que ello se encuentra
vinculado con los probables perjuicios derivados del uso que el nuevo
documento, en tanto que ello puede perjudicar su atención en el seguro social
o en el cobro de su pensión; no obstante lo expuesto por la demandante, ello
no se encuentra acreditado en autos, más aún, cuando lo único que ha ocurrido
es el cambio de la numeración del DNI, lo que en modo alguno afecta la
identidad de la demandante, no evidenciándose razón alguna para que las
autoridades administrativas competentes, desconozcan dicha identidad, o en
todo caso, le causen perjuicio alguno.

5. Por consiguiente, no se aprecia que la actuación de la emplazada


afecte el derecho a la libertad personal o algún derecho conexo a ella, en
particular, el relativo al contar con un DNI, por lo que dicho extremo de la
demanda debe ser desestimado.

6. En cuanto a la actuación del Procurador Público del RENIEC, cabe


señalar que como ciudadano y funcionario público, está en la obligación de
hacer de conocimiento de la autoridad competente -en este caso, el Ministerio
Público-, cualquier hecho o acto que pudiera ser considerado como ilícito, no
bastando dicho acto de comunicación para que se inicie un proceso penal,
puesto que ello, en primer término es objeto de evaluación y calificación por
parte del Ministerio Público, conforme lo establecen los incisos 1) y 5) del
artículo 159 de la Constitución; y, aún en el supuesto que los funcionarios de
esta entidad consideren que existen razones suficientes para formalizar
denuncia penal, ello debe ser calificado por el juez penal competente, conforme
a lo dispuesto por el artículo 77 del Código de Procedimientos Penales.

7. Con lo que cabe señalar que la sola presentación de una denuncia


penal, o la interposición de recursos dentro del seguimiento del procedimiento
prejurisdiccional seguido ante el Ministerio Público, no pueden ser
considerados como actos de amenaza, coacción, extorsión, tortura psicológica,
etc.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VIOLACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 6596-2005-PHC/TC
HUAURA
HEBER JOHNNY ESQUIVEL ASCENCIOS
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 17 de enero de 2005

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Heber Johnny


Esquivel Asencios contra la sentencia de la Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Huaura, de fojas 112, su fecha 22 de julio de 2005, que, revocando
la apelada, declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ATENDIENDO A

1. Que con fecha 22 de junio de 2005, el recurrente interpone demanda


de hábeas corpus contra el presidente de la Primera Sala Penal para Procesos
con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima por la presunta
violación de su derecho a la libertad individual -detención arbitraria y exceso de
carcelería-, ya que se estaría coactando la misma en tanto sufre carcelería por
más de 36 meses, por orden del Vigésimo Octavo Juzgado Penal de Lima, con
mandato de detención del 21 de junio de 2002, encontrándose recluido en el
Centro Penitenciario de Aucallama, Huaral, sin que se haya dictado sentencia
hasta la fecha. Sostiene que se le ha incriminado por la supuesta comisión del
delito de tráfico ilícito de drogas en agravio del Estado, proceso tramitado ante
el Vigésimo Octavo Juzgado Penal de Lima, Exp. Nº 089-02, en que se dictó el
mandato de detención antes referido, sin que hasta la fecha se haya dictado
sentencia, a pesar de haberse cumplido con realizar todas las diligencias de
ley; asimismo, que dicho proceso fue declarado complejo por lo que se amplió
el plazo de investigación de 18 a 36 meses (sic), por lo que solicita su
inmediata excarcelación por cuanto su larga detención resulta arbitraria.

2. Que con fecha 1 de diciembre de 2004 entró en vigencia el Código


Procesal Constitucional, que establece la normatividad a seguirse para la
tramitación de los procesos constitucionales, así como los requisitos necesarios
en cada caso, los cuales son de obligatorio cumplimiento desde la vigencia del
precitado texto normativo.

3. Que sobre el particular el artículo 4 del Código Procesal Constitucional


determina que “El hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme
vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva”
estableciendo como requisito indispensable para la interposición de una
demanda de hábeas corpus, que la resolución que se pretende impugnar tenga
el carácter o sello de firmeza, esto es, que no sea susceptible de ser
impugnada dentro del proceso ordinario.

4. Que dicha situación no se aprecia en el proceso de autos, por cuanto,


si bien el demandante alega el exceso de detención, también es posible
advertir la existencia de la resolución de fecha 16 de junio de 2005 (f. 29), por
la que se dispuso la prolongación del mandato de detención; por consiguiente,
en principio y sin ingresar a evaluar la legalidad de dicha resolución, este
Colegiado aprecia la existencia de un mandato judicial que legitima su
detención, mandato que no ha sido impugnado dentro del propio proceso, por
lo que la precitada resolución no enerva la tutela procesal efectiva, condición
que, como ya queda expuesto, establece el artículo 4 del Código Procesal
Constitucional para la procedencia del hábeas corpus.

Por estos considerandos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

RESUELVE

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de hábeas corpus.


Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

SUPUESTO DELITO DE TENENCIA ILEGAL DE ARMAS

EXP. Nº 6850-2005-PHC/TC
LIMA
JOSUÉ HUGO JARA VILLANO Y OTRO
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Dora Escolástica


Villano Alfaro a favor de Josué Hugo Jara Villano y Elver Jara Villano, contra la
sentencia de la Cuarta Sala Especializada en lo Penal para Procesos con Reos
en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 252, su fecha 22
de julio de 2005, que declara infundada la demanda de hábeas corpus de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 12 de abril de 2005, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Tercer Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, la
Jueza Flor de María Deur Morán, el Fiscal de la Tercera Fiscalía Provincial en
lo Penal de Lima y el Procurador a cargo de los asuntos judiciales del Poder
Judicial, a fin de que se declare nulo y sin efecto el auto apertura de instrucción
de fecha 25 de marzo de 2005, dictado por el juzgado emplazado, y se
disponga la inmediata libertad de los favorecidos. Afirma que mediante dicho
auto se abre instrucción contra los favorecidos por el supuesto delito de
tenencia ilegal de armas, vulnerando con ello el debido proceso y el derecho a
la libertad personal, pues se contravino lo dispuesto por la Ley Nº 28397, la
misma que declara en amnistía a todas la personas naturales y jurídicas que
posean irregularmente armas.

Realizada la investigación sumaria, los favorecidos se ratificaron en el


contenido de la demanda y luego de producida la investigación sumaria, los
autos quedaron expeditos para que se emita sentencia.

El Trigésimo Segundo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con


fecha 26 de abril de 2005, declaró infundada la demanda por considerar que la
norma cuya aplicación se solicita sólo lo es para los casos de las personas que
voluntariamente entregan las armas que poseen irregularmente, y no para el
caso de los demandantes, los mismos que fueron intervenidos.

La recurrida confirmó la apelada, por considerar que la Ley Nº 28397, a


la fecha que sucedieron los hechos, no resultaba aplicable por el texto expreso
de la misma; agregando que los demandantes deben hacer valer sus derechos
ante la instancia correspondiente.

FUNDAMENTOS

1. El objeto del presente proceso de hábeas corpus es que se deje sin


efecto la Resolución Nº Uno de fecha 25 de marzo de 2005, recaída en el
Expediente Nº 5991-2005 en trámite ante el Tercer Juzgado Penal de Lima,
mediante la cual se abre instrucción contra los favorecidos como presuntos
autores del delito contra la seguridad pública en la modalidad de tenencia ilegal
de armas, dictándose mandato de detención en su contra.

La demandante alega que la Ley Nº 28397 amnistía a los beneficiarios,


dejando en suspenso toda acción penal en su contra, por lo que se les habría
vulnerado sus derechos a la libertad y al debido proceso al emitir la resolución
que se cuestiona.

2. El acto lesivo materia de controversia constitucional radica en la


aplicación -en beneficio de los favorecidos- de la Ley de amnistía y
regularización de la tenencia de armas de uso civil, armas de uso de guerra,
municiones, granadas o explosivos, Ley Nº 28397, publicada el 26 de
noviembre de 2004, la misma que de forma expresa señala en su primer
artículo. “Declárase la amnistía para todas las personas naturales o jurídicas
que posean ilegal o irregularmente armas de uso civil y/o de guerra, munición,
granadas de guerra o explosivos, a fin de que se proceda a su entrega, para
ser regularizadas ante la autoridad policial, militar o Ministerio Público, en el
plazo de ciento ochenta (180) días calendario, contados a partir de la vigencia
del Reglamento de la presente Ley”. Al respecto, mediante Decreto Supremo
Nº 002-2005-IN, publicado el 2 de julio de 2005, se aprobó el reglamento de la
Ley aludida disponiendo en su Tercera Disposición Complementaria que “[e]I
presente Reglamento entrará en vigencia a los 20 días de su publicación”.

3. De lo expuesto y del auto de apertura de instrucción cuestionado, se


aprecia que no comporta arbitrariedad ni afectación a los derechos reclamados,
dado que se encuentra debidamente motivado y cumple con los presupuestos
establecidos en el artículo 77 del Código de Procedimientos Penales para su
emisión, por lo que la demanda debe ser desestimada, pues la pretensión
resulta manifiestamente infundada. De otro lado, la declaración o el
otorgamiento de amnistía en este caso no importa que el delito investigado
haya sido derogado o se encuentra en suspenso su aplicación, sino la
posibilidad de entregar las armas detalladas en la norma precitada a la
autoridad competente, en forma voluntaria y dentro del plazo de ley, lo que no
ha ocurrido en el caso sub litis, a tenor de la Resolución impugnada.

4. Finalmente, cabe advertir que en el recurso de agravio constitucional


así como en el escrito de fecha 12 de octubre de 2005 presentado a este
Tribunal, se impugna el conocimiento del presente proceso por parte de la Sala
recurrida, pues se aduce que dicha Sala A se avocó indebidamente ya que sólo
tenía reservado el conocimiento de causas pares, siendo que la presente causa
debió ser de conocimiento del colegiado B, lo que le supone un acto
discriminatorio que ha afectado el derecho al juez natural que asiste a los
favorecidos.

Al respecto, cabe mencionar que el Tribunal Constitucional ha señalado


en su línea jurisprudencial relativa, expuesta en las sentencias recaídas en los
Expedientes Nºs. 0290-2002-HC/TC y 1076-2003-HC/TC que la
predeterminación del juez en la ley, manifestación de la tutela procesal efectiva
recogida en el artículo 139, inciso 3) de la Constitución Política del Perú, se
refiere únicamente al órgano jurisdiccional, es decir, al establecimiento en
abstracto de los tipos o clases de órganos a los que se va a encomendar el
ejercicio de la potestad jurisdiccional, a los diferentes niveles jurisdiccionales y
a la definición genérica de su ámbito de conocimiento litigioso, y no a las
especializaciones, subespecializaciones o cualquier modificación orgánica o
funcional, cualquiera que sea su alcance o reforma. Así las cosas, resulta que
la alegada afectación del derecho al juez natural no es tal, pues no se advierte
una irregularidad que incida en el sentido de la decisión adoptada por la
instancia precedente.

5. Por consiguiente la demanda debe desestimarse, resultando de


aplicación al caso el artículo 2, contrario sensu, del Código Procesal
Constitucional.
Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad
que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

TRASLADO DE PENITENCIARIA

EXP. Nº 7006-2005-PHC
LA LIBERTAD
ANTONIO ALEX CHIMOVEN PÉREZ Y OTRO
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 24 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Gilmer De La Cruz


Zavaleta en favor de sus patrocinados don Antonio Álex Chimoven Pérez y don
Julio Walter Rodríguez Miñano contra la resolución emitida por la Cuarta Sala
Penal de la Corte Superior de Justicia de La Libertad, su fecha 20 de mayo de
2005, a fojas 102, que declaró improcedente el proceso de hábeas corpus de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 18 de abril de 2005, don Gilmer De La Cruz Zavaleta


interpone demanda de hábeas corpus en favor de sus patrocinados, don
Antonio Alex Chimoven Pérez y don Julio Walter Rodríguez Miñano, en contra
el director del INPE, don Jorge Izquierdo Vejarano, por violación a la libertad
individual, al haber sido ilegalmente trasladados del penal “El Milagro”, con
fecha 17 de abril de 2005, a otro centro penitenciario. Refieren ambos
recurrentes que vienen siendo procesados por el delito contra la Vida el Cuerpo
y la Salud, por lo cual el traslado ilegal de penal afecta las audiencias
programadas y las diversas diligencias del proceso por el que se les viene
instruyendo.

El Quinto Juzgado Penal de Trujillo, mediante resolución de fecha 20 de


abril de 2005, declaró improcedente el proceso de hábeas corpus, al considerar
que el traslado se hizo en forma legal, al existir documentos técnicos y
consultivos que lo originaron, así como una Resolución Directoral, de fecha 15
de abril de 2005, mediante la cual el Director General de la Oficina General de
Tratamiento del INPE autoriza dicho traslado, con lo cual se cumplió con los
requisitos establecidos en el Código de Ejecución Penal y su Reglamento.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El objeto de la demanda es que se disponga el inmediato retorno de


los beneficiados al Centro penitenciario “El Milagro”, a fin de que puedan
concurrir a las audiencias programadas por los juzgados penales ante los
cuales se les viene siguiendo instrucción.

2. El Reglamento del Código de Ejecución Penal, aprobado por Decreto


Supremo Nº 015-2003-JUS, establece en su artículo 59 que “Los internos que
tengan la condición de procesados estarán sujetos a las reglas del Régimen
Cerrado Ordinario. Excepcionalmente, el Órgano Técnico de Tratamiento,
previo informe debidamente fundamentado, podrá ubicarlo en alguna de las
etapas del Régimen Cerrado Especial”; asimismo, precisa en su artículo 62,
modificado por el Decreto Supremo Nº 016-2004-JUS, del 21 de diciembre de
2004, que “El Régimen Cerrado Especial se caracteriza por el énfasis en las
medidas de seguridad y disciplina. El Régimen Cerrado Especial de máxima
seguridad tiene tres etapas (...). Las etapas del Régimen Cerrado Especial se
aplicarán en el Establecimiento Penitenciario de Régimen Cerrado Especial
Piedras Gordas, y en los pabellones que, para tal finalidad, disponga el
Consejo Nacional Penitenciario”.

3. En la misma línea, el citado Reglamento dispone, en el inciso 9) de su


artículo 159 que “El traslado de internos de un establecimiento penitenciario a
otro se ejecutará por los siguientes motivos: (...) Por razones de seguridad
penitenciaria, con resolución expedida por el Director General de la
correspondiente Dirección Regional del Instituto Nacional Penitenciario, que
fundamente la urgencia y la necesidad de la medida”.
4. Asimismo, la Directiva Nº 009-2003-INPE-OGT, de fecha 30 de
diciembre de 2003, y que aprobó las “Normas que Regulan los Procedimientos
Para la Conducción y el Traslado de Internos a Nivel Nacional” establece en su
artículo 4.3.5 que “(...) proceden los traslados por medidas de Seguridad
Penitenciaria: Por actitudes de liderazgo (sea ésta de manera evidente o
encubierta) que busquen instigar, crear conflictos entre internos y autoridades
penitenciarias, generando con ello un riesgo de seguridad de las personas,
instalaciones y comunicaciones del establecimiento penitenciario”.

5. Que del estudio del caso de autos, a fojas 22, obra el Informe Nº 021-
2005-INPE-15*-18*-S.D, de fecha 5 de abril de 2005, mediante el cual el
Subdirector del EPSV - Trujillo solicita al Director de la citada institución el
traslado de los actores, entre otros procesados, a un penal de máxima
seguridad, ya que en su condición de líderes encubiertos, venían instigando a
la población penitenciaria del Penal “El Milagro” a realizar motines y reyertas. A
su vez, a fojas 25, con fecha 14 de abril de 2005, obra el Informe Nº 096-2005-
INPE/18.18*-OTT, emitido por el Jefe del Órgano Técnico de Tratamiento de la
Dirección Regional Norte INPE, mediante el cual se concluye, tras un estudio
de la situación penitenciaria del Penal “El Milagro”, que es absolutamente
necesario el traslado de los actores, entre otros internos, por razones de
seguridad penitenciaria.

6. En virtud de lo antes expuesto, en cumplimiento de lo dispuesto en el


ya citado artículo 159 del Código de Ejecución Penal y la Directiva Nº 009-
2003-INPE-OGT, y con fecha 15 de abril de 2005, el Director General de
Tratamiento del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) emite Resolución
Directoral, obrante en el principal a fojas 19, mediante la cual, tomando en
consideración los informes antes citados y en virtud del régimen penitenciario
bajo el cual se hallan comprendidos los actores, resuelve en su Artículo
Primero autorizar su traslado al Establecimiento Penitenciario de Régimen
Cerrado Especial Piedras Gordas de la Región Lima.

7. Por tanto, estando a lo antes expuesto y tomándose en cuenta que los


recurrentes no han adjuntado medio probatorio alguno que demuestre que las
audiencias y demás diligencias del proceso por el que vienen siendo instruidos
hayan sido interrumpidas o aplazadas o que la decisión adoptada resulte
arbitraria, la presente demanda deviene en infundada.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

TRASLADO DE PENITENCIARIA

EXP. Nº 7024-2005-PHC/TC
LORETO
JORGE CHÁVEZ MONTOYA
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Segunda Sala del
Tribunal Constitucional con la asistencia de los magistrados Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente
sentencia:

ASUNTO

Recurso de Agravio Constitucional interpuesto por don Jorge Chávez


Montoya contra la resolución de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
de Loreto, de fojas 86, su fecha 17 de agosto de 2005 que declara
improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente con fecha 27 de julio de 2005, interpone demanda de


hábeas corpus contra el Ministro de Justicia, don Eduardo Salhuana Caviedes;
el director nacional del Instituto Nacional Penitenciario, don Wilfredo Pedraza
Zela, y contra el director regional del Instituto Nacional Penitenciario de
Tarapoto, don Henrry Arévalo Arévalo, por vulneración al debido proceso que
es derecho conexo a su libertad locomotora. Refiere ser procesado por el delito
contra la salud pública en la modalidad de tráfico ilícito de drogas,
conjuntamente con Ramiro Pérez Hidalgo, proceso en el cual se dictó mandato
de detención. Alega que, en ejercicio de su derecho de defensa, solicitó la
realización de diligencias como la ampliación de su declaración instructiva, la
cual requiere necesariamente de la presencia del mencionado interno. Alega
que su traslado al Establecimiento Penal de Piedras Gordas, ubicado en la
ciudad de Lima, sustrae al agente procesado de la acción de la justicia y
constituye una intromisión en la función jurisdiccional, razón por la que, en
salvaguarda de sus derechos constitucionales vulnerados, interpone la
presente demanda y solicita se ordene su inmediato regreso.

Realizada la investigación sumaria, el demandante se ratifica en el


contenido de su demanda y el juez constitucional verifica el traslado del interno
mencionado al Establecimiento Penal de Piedras Gordas.

La Procuradora Pública del Ministerio de Justicia, con fecha 2 de agosto


de 2005, se apersona al proceso y solicita que se declare infundada la
demanda, pues no existe la vulneración constitucional expuesta.

El Quinto Juzgado Penal de Maynas, con fecha 3 de agosto de 2005,


declaró improcedente la demanda al considerar que no existe vulneración al
debido proceso, pues el traslado interno del coprocesado no evidencia
vulneracional constitucional alguna.

La recurrida confirma la apelada por similares fundamentos, adicionando


que el proceso penal seguido contra el demandante data del presente año, por
lo que no podría decirse que el plazo máximo de detención se encuentra
vencido

FUNDAMENTOS

1. El demandante considera que se ha violado su derecho al debido


proceso y a su libertad locomotora al haberse traslado a su coprocesado, don
Ramiro Pérez Hidalgo, al Establecimiento Penal de Piedras Gordas de la
ciudad de Lima.

2. Es importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus no


tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta que las vulneraciones aducidas no sólo implican
la observancia del principio de legalidad procesal sino que inciden en el
ejercicio de la libertad individual del favorecido, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos considerados lesivos.

3. Del estudio de autos se advierte que el juez constitucional no emplazó


con la demanda a quienes presumiblemente ejecutaron la vulneración
constitucional que sustenta la demanda, error que pasó inadvertido en segunda
instancia de la sede judicial, incurriendo en vicio procesal insubsanable, toda
vez, que, de acuerdo al artículo 31 del Código Procesal Constitucional, se cita a
quien o quienes ejecutaron la violación, requiriéndoles para que expliquen la
razón que motivó la agresión.

4. Al haberse incurrido en un vicio procesal insubsanable que afecta


trascendentalmente la decisión adoptada en primera y segunda instancia,
resultaría procedente disponer que se reponga el tramite al estado inmediato
anterior a la ocurrencia del vicio. Sin embargo, en aplicación del artículo 20 del
código procesal acotado, este Tribunal procede a pronunciarse sobre el fondo
de la demanda.

5. Al respecto, del contenido de la demanda se advierte que cuando el


actor se refiere al interno cuyo traslado presumiblemente lesiona el debido
proceso, lo nombra como Pérez Hidalgo y otras como Pérez Corcova. No
obstante ello, de la Resolución Directoral que autoriza el traslado cuestionado,
se infiere que el apellido materno de éste es Corcova, conforme lo acreditan las
copias certificadas de la mencionada que obran en autos a fojas 13 y 14.

6. La Norma Suprema, en el artículo 139 establece los principios y


derechos de la función jurisdiccional, consagrando el inciso 3 la observancia
del debido proceso y la tutela jurisdiccional. Es decir, garantiza al justiciable,
ante su pedido de tutela, el deber del órgano jurisdiccional de observar el
debido proceso y de impartir justicia dentro de los estándares mínimos
establecidos por los instrumentos internacionales.

Este enunciado es recogido por el artículo 4 del Código Procesal


Constitucional, bajo el siguiente tenor: “[s]e entiende por tutela procesal
efectiva aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan, de
modo enunciativo, sus derechos de libre acceso al órgano jurisdiccional, a
probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso, a no
ser desviado de la jurisdicción predeterminada ni sometido a procedimientos
distintos de los previstos por la ley, a la obtención de una resolución fundada en
derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de
revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna
de las resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad
procesal penal”.

7. Por otro lado, es necesario resaltar que los numerales 21 y 22 del


artículo constitucional acotado garantizan el derecho de los reclusos y
sentenciados a ocupar establecimientos penales adecuados y el principio de
que el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación y rehabilitación del
penado. Así, serán materia de tutela mediante hábeas corpus correctivo las
condiciones de reclusión, detención o internamiento, a fin de evitar que éstas
resulten lesivas a los derechos fundamentales o contrarias a los principios
constitucionales.

8. Empero, del análisis de los argumentos del reclamante se desprende


que lo que en puridad pretende es dejar sin efecto el traslado del detenido a
otro Establecimiento Penitenciario, alegando una vulneración constitucional que
no se acredita, puesto, que la ampliación de su declaración instructiva le
concierne a él únicamente. Siendo así, las expectativas creadas por dicha
diligencia respecto al esclarecimiento de los hechos, para establecer la
responsabilidad o irresponsabilidad penal del demandante, no constituyen
amenaza, ni vulneración al debido proceso, debido a que sólo constituye una
probabilidad que a partir de lo declarado por su coencausado el demandante
pueda demostrar lo que más convenga a su derecho.

9. A mayor abundamiento, por disposición de la ley procesal especifica,


todos los medios probatorios de un proceso penal deberán actuarse durante el
juicio oral, estación procesal en la cual el valor probatorio de los medios será
compulsado y corroborado con otros medios de prueba que, valorados por el
criterio de conciencia del juzgador, serán determinantes para establecer la
responsabilidad penal, debiendo precisar el juzgador, al expedir
pronunciamiento, cuáles fueron aquellas que le llevaron a determinar la
inocencia o culpabilidad del procesado. De lo cual se colige que la diligencia de
confrontación -en caso de ser considerada como prueba- deberá estar
corroborada con otras de igual naturaleza y mencionada expresamente en la
sentencia a expedirse. Por consiguiente, no se acredita el estado de
indefensión alegado, ni la vulneración al debido proceso y ala tutela judicial
efectiva que sustenta la demanda, resultando de aplicación al caso de autos el
artículo 21 del Código Procesal Constitucional, Ley Nº 28237.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI
DETENCION ARBITRARIA

EXP. Nº 7246-2005-PHC
LIMA
VÍCTOR DARÍO TAFUR CONTRERAS
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los Magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Víctor Tafur


Contreras contra la resolución emitida por la Primera Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, su fecha 6 de julio de 2005, a fojas 171, que declaró improcedente la
demanda de hábeas corpus de autos; y,

ANTECEDENTES

Con fecha 14 de setiembre de 2004, el actor interpone demanda de


hábeas corpus contra los magistrados de la Sala Nacional de Terrorismo por
violación a su derecho a la libertad individual, puesto que a la fecha asegura
haber cumplido ya más de cuarenta meses de detención, dado que fue
detenido por la Policía Nacional con fecha 2 de diciembre de 1992. Solicita, por
tanto, su inmediata libertad.

Realizada la investigación sumaria, el actor se ratifica en el contenido de


su demanda, en tanto que el Presidente de la Sala Nacional de Terrorismo, don
Pablo Talavera Elguera, precisa que no existe detención arbitraria y que el
plazo de detención se computará desde la fecha en que se dicte el nuevo auto
que abra instrucción en el nuevo proceso, por lo que el plazo límite de
detención no ha vencido.

El Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial, con fecha 4 de marzo de 2005, se apersona al proceso solicitando que
se declare improcedente la demanda por tratarse de un proceso regular ante el
cual el hábeas corpus no puede ser eficaz.
El Trigésimo Séptimo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con
fecha 4 de marzo de 2005, declaró improcedente la demanda por considerar
que no se acredita el exceso de detención invocado, puesto que encontrándose
la demandante sujeta a instrucción por el delito de terrorismo, el cómputo del
plazo de detención establecido en el artículo 137 del Código Procesal Penal se
inicia a partir de la fecha de expedición del nuevo auto de detención.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación de la


accionante. En el caso de autos, se alega que el plazo límite de detención
establecido por el artículo 137 del Código Procesal Penal ha vencido.

§. Delimitación del petitorio

2. El accionante afirma que se ha producido una doble afectación


constitucional:

a) Detención arbitraria originada por el vencimiento del plazo legal de


detención preventiva.

b) Vulneración de las garantías del debido proceso respecto del plazo


razonable, debido a la duración ilimitada de su detención por la aplicación de
dispositivos procesales penales que no estuvieron vigentes al momento de su
detención, con la consecuente transgresión del principio de legalidad procesal.

3. Resulta importante precisar que si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, y en otros similares, habida cuenta de que se han establecido
judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, luego de
la imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal
Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad
constitucional de los actos judiciales considerados lesivos.

§. Materias sujetas a análisis constitucional

4. A lo largo de la presente sentencia, este Colegiado debe llegar a


determinar:

(a) Si se ha lesionado el derecho que tiene el recurrente al ejercicio


pleno de las facultades que, sobre la impartición de justicia, consagra la
Constitución Política del Perú.
(b) Si por el tiempo transcurrido en detención preventiva se ha terminado
afectando la libertad personal del demandante.

§. De los límites a la libertad personal

5. Conforme a lo enunciado por este Tribunal en reiterada jurisprudencia,


la libertad personal es no es sólo un derecho fundamental reconocido sino un
valor superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e
ilimitado; se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley. Por ello,
los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma que
reconoce el derecho; por el ejercicio de uno o más derechos constitucionales, o
por el ejercicio de uno o varios bienes jurídicos constitucionales.

6. El caso de autos se encuentra comprendido en el primer tipo de


límites. En efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de la Constitución
no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los
casos previstos por ley. Por tanto, para esclarecer la controversia, debe
establecerse si el período de detención preventiva que cumple la demandante
constituye una restricción del derecho a la libertad prevista en la ley y
compatible con la Constitución.

§. De la afectación a la libertad individual por exceso de detención

9. El artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


establece que toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal
será llevada sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un
plazo razonable o a ser puesta en libertad. La prisión preventiva de las
personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su
libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia
del acusado en el acto del juicio, o en cualquier momento de las diligencias
procesales y, en su caso para la ejecución del fallo.

8. De ello se infiere que la detención preventiva constituye una de las


formas constitucionales de garantizar que el procesado comparezca a las
diligencias judiciales.

§. La legislación penal en materia antiterrorista

9. De autos se advierte que el demandante fue procesado y condenado


a 15 años de pena privativa de libertad por el delito de traición a la patria,
juzgamiento que estuvo a cargo de tribunales militares. Sin embargo, este
Tribunal, en la STC Nº 10-2003-AI, declaró la nulidad de los procesos que
fueron tramitados en el fuero castrense.

10. El Decreto Legislativo Nº 922, que conforme a la STC Nº 10-2003-AI


expedida por este Tribunal Constitucional regula la nulidad de los procesos por
el delito de traición a la patria, establece en su artículo 4 que en los procesos
en los que se aplique dicho Decreto Legislativo, el plazo límite de detención,
acorde con el artículo 137 del Código Procesal Penal, se inicia a partir del auto
de apertura de instrucción del nuevo proceso.

Asimismo, preceptúa que la anulación declarada conforme con dicho


Decreto Legislativo no tendrá como efecto la libertad de los imputados, ni la
suspensión de las requisitorias existentes.

§. Del presunto exceso de detención

11. El artículo 137 del Código Procesal Penal señala que el plazo de
detención en el proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18
meses, término que se duplicará automáticamente en caso que el proceso sea
por delito de terrorismo, tráfico de drogas, espionaje u otro de naturaleza
compleja seguido contra más de diez imputados.

12. A fojas 34 del principal obra la resolución de fecha 12 de marzo de


2003, emitida por la Sala Nacional de Terrorismo, mediante la cual se resuelve
declarar nulas las ejecutorias del Tribunal Supremo Militar por las que se
condena, entre otros, al actor por el delito de Traición a la Patria, por lo que de
acuerdo a lo dispuesto en el artículo 137 del Código Procesal Penal antes
citado y en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 4 del Decreto Legislativo
Nº 922, el cómputo debe iniciarse desde el 27 de marzo de 2003, fecha en que
se emite auto apertorio de instrucción en la vía ordinaria contra el actor, la cual
obra en el principal a fojas 40, y del que se concluye que aún no han
transcurrido los 36 meses que conforman el plazo de detención para aquellos
procesados por delito de Terrorismo, por lo que no se está vulnerando la tutela
procesal efectiva del actor.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.
SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

DETENCION ARBITRARIA

EXP. Nº 7256-2005-PHC/TC
LIMA
EDMUNDO DANIEL COX BEUZEVILLE
(Publicado: 20-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los Magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Edmundo Daniel


Cox Beuzeville contra la sentencia de la Primera Sala Penal para Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 530, su fecha 24 de
mayo de 2005, que declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 3 de setiembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo, precisando que se viene
vulnerando sus derechos constitucionales a la libertad y seguridad personal, al
debido proceso, a ser juzgado en un plazo razonable, a la presunción de
inocencia, a no ser encarcelado indebidamente y a la no retroactividad en
forma maligna de la ley penal. Precisa que fue detenido por el Servicio de
Inteligencia de la Marina de Guerra, el 21 de agosto de 1992, siendo juzgado y
sentenciado por ante el Fuero Militar a cadena perpetua. Posteriormente dicho
proceso fue declarado nulo, iniciándosele nuevo proceso ante la Sala Nacional
de Terrorismo. Agrega que por efecto de la nulidad ha recobrado su calidad de
procesado, protegido por el derecho a la presunción de inocencia en tanto no
haya fallo en su contra; siendo así, el plazo previsto por el artículo 137 del
Código Procesal Penal ha vencido largamente, ya que efectuado el cómputo
desde su detención policial a la fecha, lleva mas de 11 años privado de su
libertad lo que convierte en arbitraria su detención, por lo que solicita su
inmediata excarcelación.

Realizada la investigación sumaria, se diligenció la toma de dicho del


demandante, quien se ratificó en el contenido de su demanda, en tanto que el
Presidente de la Sala Nacional de Terrorismo, a fojas 18, manifiesta que
después de declarada la nulidad del proceso seguido en contra del
demandante, ante el Fuero Militar, se remitió la información correspondiente al
fiscal Provincial Competente, procediendo éste de acuerdo a sus atribuciones,
abriéndosele instrucción con mandato de detención, por la presunta comisión
del Delito contra la Tranquilidad Pública -en la modalidad de Terrorismo, en
agravio del Estado, en observancia de las normas del debido proceso-. Precisa
además que el plazo máximo para la detención preventiva aún no ha
transcurrido, dado que el demandante se encuentra sujeto al Decreto
Legislativo Nº 922, por tanto no se aprecia vulneración de derecho
constitucional alguno. Por su parte la Juez Provisional del Primer Juzgado de
Terrorismo precisa que en el proceso por el que se hace referencia, se ha
tramitado de acuerdo a ley y en observancia de las normas del debido proceso.

El Cuadragésimo Octavo Juzgado Penal de Lima, por resolución de


fecha 10 de febrero de 2005, declaró improcedente la demanda, por considerar
que el plazo máximo para la detención preventiva dictada en el nuevo proceso
penal seguido en contra del demandante aún no ha vencido, dado que el
demandante se encuentra sujeto al Decreto Legislativo Nº 922 y la tramitación
del referido proceso se ajusta a ley y a las normas del debido proceso.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se ordene la inmediata libertad del


demandante. Se alega que el plazo límite de detención preventiva establecido
por el artículo 137 del Código Procesal Penal ha fenecido.

2. El accionante sostiene que en su caso se ha producido una doble


afectación constitucional:

a) Vulneración a su derecho constitucional a la libertad y seguridad


personal.

b) Vulneración de las garantías del debido proceso con transgresión del


principio de legalidad procesal (duración ilimitada de su detención y aplicación
de dispositivos procesales penales que no estuvieron vigentes al momento de
su detención).
3. En reiterada jurisprudencia este Colegiado ha sostenido que el
proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho
al debido proceso. En el presente caso, habida cuenta de que se han
establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad
locomotora, tras la imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el
Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la
legitimidad de los actos judiciales considerados lesivos.

§. Materia sujetas a análisis constitucional

4. A lo largo de la presente sentencia este Colegiado debe llegar a


determinar:

(a) Si se ha lesionado el derecho que tiene el recurrente al ejercicio


pleno de las facultades que sobre la administración de justicia consagra la
Constitución Política del Perú.

(b) Si por el tiempo transcurrido en detención preventiva se ha terminado


afectando la libertad personal del demandante

§. De los límites de la libertad personal

5. Conforme a lo enunciado por este Tribunal en reiterada jurisprudencia,


la libertad personal es no es sólo un derecho fundamental reconocido sino un
valor superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e
ilimitado pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley.

Por ello, los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma
norma que reconoce el derecho, por el ejercicio de uno o más derechos
constitucionales, o por el ejercicio de uno o varios bienes jurídicos
constitucionales

6. El caso de autos se encuentra comprendido en el primer tipo de


límites. En efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de la Constitución,
no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los
casos previstos por la ley. Por tanto, para esclarecer la controversia, debe
establecerse si el período de detención preventiva que cumple el demandante
constituye una restricción del derecho a la libertad previsto en la ley y la
Constitución.

§. De la detención preventiva
7. El artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
establece que toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal
será llevada sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un
plazo razonable o a ser puesta en libertad. La prisión preventiva de las
personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su
libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia
del acusado en el acto del juicio o en cualquier momento de las diligencias,
procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo.

8. De cuyo contenido se infiere que la detención preventiva constituye


una de las formas constitucionales de garantizar que el procesado comparezca
a las diligencias judiciales

§. La legislación penal en materia antiterrorista

9. El Decreto Legislativo Nº 922, que norma la nulidad de los procesos


por delito de terrorismo seguidos por Traición a la Patria por ante el fuero
Privativo Militar, dispone en su artículo 4 que el plazo límite de detención a los
efectos del artículo 137 del Código Procesal ante jueces y fiscales con
identidad secreta, (Primera Disposición Final y Complementaria) el plazo límite
de detención conforme al artículo 137 del Código Procesal Penal se inicia a
partir del nuevo auto Apertorio de Instrucción.

10. En tal sentido, del estudio detallado de las piezas instrumentales


glosadas en autos se advierte que el recurrente fue procesado y condenado
por el Delito de Traición a la Patria en agravio del Estado, juzgamiento que
estuvo a cargo del Fuero Privativo Militar; que al expedir este Tribunal la STC
Nº 10-2003-AI, dicho proceso se anuló conforme se acredita con la resolución
expedida por la Sala Nacional de Terrorismo, obrante en autos en copias
certificadas a fojas 38, que dispone declarar nula la sentencia y nula la
Ejecutoria Suprema.

11. En relación a la aplicación de las normas penales este Tribunal ha


manifestado, en reiterada jurisprudencia, que en la aplicación de normas
procesales penales rige el principio tempus regit actum, que establece que la
ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra vigente al momento
de resolverse, interpretación que es de carácter vinculante y obligatorio. Exp.
Nº 2196-2002-HC/TC, Exp. Nº 4247-2004-HC/TC y Exp. Nº 2516-2005-
PHC/TC.

12. Siendo ello así, resulta de aplicación al caso de autos el artículo 1 de


la Ley Nº 28105, publicada el 21 de noviembre de 2003, que modifica el
artículo 137 del Código Procesal Penal, estableciendo que el plazo de
detención en el proceso penal tiene una duración máxima de 18 meses, que se
duplicará en caso de que el proceso sea por los delitos de terrorismo, tráfico de
drogas, espionaje u otro de naturaleza compleja seguido contra más de diez
imputados, en agravio de igual número de personas, o del Estado.

13. El Primer Juzgado Penal Especializado en Delito de Terrorismo de


Lima dictó nuevo auto de Apertura de Instrucción en el Exp. Nº 420-03, su
fecha 22 de mayo de 2003, imputando al actor ser presunto autor del delito de
Terrorismo, fecha desde la cual se debe de computar el plazo límite de
detención a los efectos del artículo 137 del Código Procesal Penal, de lo que se
colige que el caso de autos aún no ha vencido tal plazo respecto de lo cual este
Colegiado anteriormente ha emitido pronunciamiento en la causa signada con
el Exp. Nº 2516-2005-PHC/TC, interpuesta por el mismo demandante.

14. De ello se colige que el accionante se encuentra detenido por


mandamiento escrito y motivado del juez, contenido en el auto de apertura la
instrucción expedido el 22 de mayo de 2003. En consecuencia, no se ha
acreditado en autos la amenaza o violación de derecho constitucional alguno,
no resultando de aplicación lo prescrito en el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

ATENTA CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 7510-2005-PHC/TC
LIMA
EMILIO IVÁN PAREDES YATACO Y OTRO
(Publicado: 20-06-06)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, el 17 de octubre de 2005, la Segunda Sala del Tribunal


Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Emilio Iván


Paredes Yataco contra la resolución de la Cuarta Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima.
de fs. 191, su fecha 9 de agosto de 2005, que, confirmando la apelada, declara
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 24 de mayo de 2005, don Emilio Iván Paredes Yataco


interpone demanda de hábeas corpus en su favor y a favor de don Felipe
Sasso Caballero o Felipe Sacio Caballero, y la dirige contra doña Esmeralda
Arroyo Távara, fiscal adjunta de la Trigésima Fiscalía Provincial Penal de Lima,
por, supuestamente, atentar contra su libertad individual, ampliándola
posteriormente en contra don Víctor Valladolid Sota, juez del Trigésimo
Juzgado Penal de Lima, por presunta violación del debido proceso y la tutela
jurisdiccional.

Realizada la investigación sumaria, se recibió el dicho del accionante,


quien se ratificó en todos los extremos de su demanda; por su parte, el juez
emplazado señala que remitió las copias debido a que advirtió la comisión de
un delito y que, al haberlo hecho, sólo se limitó a cumplir con su función,
solicitando que se declare infundada la presente demanda; por su parte, la
fiscal adjunta emplazada refiere que, estando al mérito de las copias
certificadas remitidas por el órgano jurisdiccional, procedió a formular la
denuncia que en todo momento actuó de acuerdo a la normatividad vigente y
no ha vulnerado de forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal de
los accionantes. Alega, finalmente, que tanto la apertura de instrucción como el
dictado del mandato son atribuciones jurisdiccionales y, de considerarlos
arbitrarios, el procesado puede hacer valer los recursos que la ley le faculta.

El Décimo Sexto Juzgado Penal de Lima, con fecha 23 de junio de 2005,


declaro infundada la demanda por considerar que no proceden las acciones de
garantía contra resoluciones emanadas de un proceso regular en el que se han
respetado las diversas garantías que integran el debido proceso.
La recurrida confirmó la apelada por fundamentos similares, añadiendo
que la demanda de hábeas corpus no es la vía procedimental idónea para
cuestionar el auto de apertura de instrucción, tanto más si la ley ordinaria prevé
los mecanismos procesales al interior del propio proceso.

FUNDAMENTOS

1. Del contenido de la demanda se infiere que lo que el recurrente


realmente pretende no es que este Tribunal declare la nulidad del auto de
apertura de instrucción dictado en su contra y de otro, en la causa penal Nº
170-2005, como consecuencia de alguna inconstitucionalidad que lo afecte,
sino que se subrogue en las facultades reservadas al juez ordinario para
determinar la calificación del tipo penal y la suficiencia probatoria exigida para
la apertura de instrucción, asunto que resulta manifiestamente incompatible con
la naturaleza del proceso constitucional de hábeas corpus.

2. No es materia del proceso constitucional de hábeas corpus establecer


si un mismo acto ilícito lesiona uno o más bienes jurídicos tutelados; tampoco,
la forma en que se tramitan las causas penales, ni si determinada tramitación
es la más adecuada conforme a la legislación ordinaria. Más aun, si la ley
específica de la materia establece los requisitos de procedibilidad que debe
observar toda acción penal y, una vez instaurada ésta, prevé el uso de medios
de defensa y recursos ordinarios que todo procesado puede accionar y que, en
el presente caso, no han sido ejercitados por el imputado.

3. Por último, porque al no haberse emitido pronunciamiento final sobre


los hechos instruidos, continúa latente la presunción de inocencia. Por esta
presunción iuris tántum, a todo procesado se le considera inocente mientras no
se le pruebe su culpabilidad; es decir, hasta que no se exhiba prueba en
contrario; y rige desde el momento en que se imputa a alguien la comisión de
un delito, quedando el investigado en estado de sospecha durante toda la
tramitación del proceso, el cual sólo tendrá fin cuando se expida la sentencia
que resuelva definitivamente el caso.

4. Por consiguiente, del estudio detallado de las piezas instrumentales


glosadas en autos se colige que tanto la fiscal adjunta, como el juez
emplazado, han obrado de acuerdo a las atribuciones que la ley les confiere,
con observancia de las formalidades procesales, y que el auto cuestionado en
la presente demanda no vulnera los derechos constitucionales protegidos por el
artículo 25 del Código Procesal Constitucional.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú.
RESUELVE

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

AMENAZA A SU LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 7607-2005-PHC/TC
LIMA
CARMEN MENDOZA DONAIRE DE ROJAS
(Publicado: 22-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Carmen


Mendoza Donayre de Rojas contra la sentencia de la Quinta Sala
Especializada en lo Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior
de Justicia de Lima, de fojas 232, su fecha 24 de agosto de 2005, que declaró
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 20 de junio de 2005, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Duodécimo Juzgado Penal de Lima, solicitando que se
deje sin efecto el contenido de la Cédula de Notificación que contiene la
resolución judicial de fecha 6 de junio de 2005, notificada el 16 del mismo mes
y año, por la que se le notifica para el comparendo a realizarse (el día 24 de
junio de 2005) de grado o fuerza si no asiste, porque vulnera su derecho al
debido proceso, a la igualdad de defensa y otros. Sostiene que no está de
acuerdo con el contenido de la precitada notificación, pues oportunamente
dedujo cuestión prejudicial y, excepción al contestar la demanda, como se
aprecia del Exp. Nº 26-05, las que no han sido resueltas o notificadas, con lo
que el proceso penal tendría otro rumbo y no el presente, donde el juzgador no
toma en cuenta estas consideraciones que la perjudican, citándola más bien
para una audiencia, entre otras supuestas irregularidades cometidas por la
autoridad emplazada.

Dentro de la sumaria investigación, se incorporaron al proceso copias


certificadas de los actuados procesales más importantes vinculados con el
proceso penal -querella- seguido contra la demandante, por la supuesta
comisión de los delitos de calumnia y difamación, en agravio de don Martín
Nizama Valladolid (fs. 16 a 203), así como la declaración del magistrado
emplazado (f. 204) y el apersonamiento del Procurador Adjunto a cargo de los
asuntos judiciales del Poder Judicial (f. 207).

El Cuadragésimo Juzgado Penal de Lima, con fecha 6 de julio de 2005,


declaró infundada la demanda por considerar que en el proceso penal seguido
contra la demandante se han respetado las condiciones mínimas, y no se han
desarrollado en el mismo, actos contrarios al ordenamiento procesal penal; de
otro lado, se ha dispuesto que tanto la cuestión prejudicial como la excepción
de verdad sean actuadas en el comparendo citado.

La recurrida confirmó la apelada, en atención a que el escrito presentado


por la ahora demandante, a través del cual plantea la cuestión prejudicial y
deduce la excepción de verdad, fue proveído en el sentido que ello debía
actuarse en la diligencia de comparendo, habiéndose respetado en su
tramitación las condiciones mínimas reguladas por la ley para procesos como
el que se sigue contra ella; de otro lado, dicho proveído no ha sido impugnado
dentro del mismo proceso

FUNDAMENTOS

1. La resolución que a criterio de la demandante constituye una


amenaza a su libertad individual, es la contenida en la notificación cursada el 6
de junio de 2005, la misma que corre a f. 197 de autos, en la que se le convoca
a una audiencia de comparendo para el 24 de junio, bajo apercibimiento de ser
conducida de grado o fuerza.

2. Que dicho apercibimiento no implica, per se, una amenaza a la


libertad individual de la demandante, toda vez que ha sido emitida por la
autoridad jurisdiccional en el ejercicio regular de sus atribuciones, donde
incluso dicha autoridad se encuentra investida de la potestad necesaria para
emitir los apercibimientos necesarios para que sus mandatos o resoluciones
sean ejecutados en los términos que se ha ordenado; más aún, resulta una
obligación de todo ciudadano cumplir con los requerimientos que emita la
autoridad jurisdiccional competente, teniendo como correlato el derecho de
impugnar los mismos, cuando no se encuentre conforme con su contenido,
siempre que emanen de una autoridad competente; sin embargo, en el caso de
autos no se aprecia que la precitada resolución haya sido impugnada o
cuestionada dentro del propio proceso, razón por la que, en aplicación del
artículo 4, segundo párrafo, del Código Procesal Constitucional, la demanda en
dicho extremo debe desestimarse.

A mayor abundamiento, se aprecia que requerimientos similares a los


hoy impugnados han sido dictados con fecha 5 de febrero de 2005 (f. 160) y 19
de abril de 2005 (f. 167), ninguno de los cuales ha sido impugnado en su
oportunidad, ni mucho menos dio lugar a que la ahora demandante interponga
una demanda de proceso de hábeas corpus contra los mismos.

3. Igualmente, la demandante cuestiona que en el precitado proceso


penal, que se le sigue por la presunta comisión de los delitos de calumnia y
difamación, no se han resuelto ni la cuestión prejudicial ni la excepción de
verdad presentada por ella; efectivamente, se aprecia a fojas 172 que el 28 de
abril de 2005 interpuso la primera y, en la misma fecha, en escrito aparte (f.
174), dedujo la excepción de verdad, mereciendo ambos escritos el proveído
que en autos corre a f. 179, donde el juzgador resuelve que aquellos sean
actuados en la audiencia de comparendo, de conformidad con el artículo 308
del Código de Procedimientos Penales.

4. Contra esta última resolución el demandante no interpuso medio


impugnatorio alguno, a pesar de haber sido notificado con ella, como se
observa a fojas 181; por el contrario, pretende cuestionar el contenido de la
misma, a través de un proceso constitucional, sin tomar en cuenta el contenido
del precitado artículo 4 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI
BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD

EXP. Nº 7881-2005-HC/TC
SAN MARTÍN
JAIMITO HUERTAS RODAS
(Publicado: 22-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Jaimito Huertas Rodas contra


la sentencia de la Sala Mixta Descentralizada de la Corte Superior de Justicia
de San Martín, de fojas 131, su fecha 15 de setiembre de 2005, que declaró
infundado el hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 31 de agosto de 2005, interpone demanda de


hábeas corpus con el objeto de que se dejen sin efecto las resoluciones
emitidas por el Primer Juzgado Penal de Moyobamba y la Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia de San Martín, mediante las cuales se deniega el
beneficio penitenciario de semilibertad que solicitó. Alega que las resoluciones
cuestionadas vulneran sus derechos a la libertad individual y al debido proceso;
y que no ha habido un auto motivado mediante el cual se disponga el
cumplimiento de la pena pendiente al momento de la concesión del beneficio,
de acuerdo a lo dispuesto en los artículos 192 y 193 del Reglamento del
Código de Ejecución Penal, Decreto Supremo Nº 015-2003-JUS, a pesar de
que en las resoluciones denegatorias se aduce que anteriormente le fue
concedido el beneficio de semilibertad respecto de una condena impuesta por
robo agravado y que a la fecha de su detención por el nuevo delito cometido se
encontraba gozando de beneficio penitenciario.

Realizada la sumaria investigación, se tomó la declaración del


demandante, interno en el Establecimiento Penal de Sentenciados de
Moyobamba, quien refirió encontrarse privado de libertad en virtud de una pena
privativa de libertad de 8 años por delito de homicidio simple y que, al haber
cumplido más de la tercera parte de la pena impuesta, solicitó el beneficio de
semilibertad, el cual fue declarado improcedente. Afirma, también, que
encontrándose gozando del beneficio de semilibertad respecto de una anterior
condena fue que cometió el delito de homicidio por el que actualmente se
encuentra privado de su libertad.

El Juez emplazado, por su parte, señala que la resolución emitida por su


despacho fue expedida respetando el debido proceso y la tutela jurisdiccional
efectiva por cuanto se encuentra debidamente motivada, y se respetó el
derecho de defensa y la doble instancia.

El Segundo Juzgado Penal de Moyobamba, con fecha 2 de setiembre de


2005, declaró infundada la demanda, por considerar que, de acuerdo al artículo
57 del Código de Ejecución Penal, el beneficio de semilibertad podrá ser
concedido sólo cuando la naturaleza del delito cometido, la personalidad del
agente y su conducta dentro del establecimiento penitenciario permitan
suponer que el interno no cometerá nuevo delito.

La recurrida confirmó la apelada, por considerar que el demandante


cometió el delito de homicidio por el cual viene siendo privado de su libertad
mientras se encontraba gozando de un beneficio penitenciario respecto de una
anterior condena por robo agravado, con lo que, de conformidad con el artículo
52 del Código de Ejecución Penal, el beneficio quedaba revocado.

FUNDAMENTOS

1. Mediante el presente hábeas corpus se cuestiona la resolución


emitida por el Primer Juzgado Penal de Moyobamba con fecha 22 de junio de
2005, confirmada por la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de San
Martín, mediante la cual se deniega la concesión del beneficio penitenciario de
semilibertad solicitado por el demandante.

2. Del estudio de autos se desprende que el demandante fue, en primer


lugar, sentenciado por el delito de robo agravado a una pena privativa de
libertad de diez años, y que, gozando del beneficio de semilibertad concedido,
cometió delito de homicidio. Es respecto de esta segunda condena que el
demandante ha solicitado el beneficio cuya denegatoria cuestiona.

3. El accionante alega que el beneficio anteriormente concedido no le


fue efectivamente revocado de acuerdo a lo previsto en el Reglamento del
Código de Ejecución Penal, ya que si bien cometió nuevo delito mientras se
encontraba gozando del beneficio penitenciario, lo cual es causal para su
revocación, no se emitió resolución de revocación. Este Colegiado considera al
respecto que tal omisión no incide en la facultad del órgano jurisdiccional
emplazado de conceder el beneficio solicitado, pues la revocación de
beneficios penitenciarios por la comisión de nuevo delito podría condicionar la
concesión de futuros beneficios, en el sentido de que la pena del segundo
delito no podría contabilizarse hasta haber cumplido la pena del primero. Sin
embargo, este supuesto no se presenta en el presente caso, ya que, de
acuerdo con la resolución cuestionada, el solicitante del beneficio, en efecto,
había cumplido el requisito del tiempo de condena cumplido, pero la razón por
la cual el beneficio le fue denegado respondió a que el órgano jurisdiccional,
dados los antecedentes del solicitante, no podía asegurar que concedido el
beneficio el condenado no volvería a delinquir.

4. El régimen penitenciario tiene por objeto, conforme al artículo 139,


inciso 22 de la Constitución Política, la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad. Por ello es que tienen cabida dentro
de nuestro ordenamiento beneficios tales como la semilibertad, que permiten al
penado egresar del establecimiento penitenciario para efectos de trabajo o
educación, antes de haber cumplido la totalidad de la pena.

5. En atención a dicho fin preventivo especial de la pena, que legitima el


beneficio de semilibertad, su concesión deberá requerir de parte del juzgador,
además de una verificación del cumplimiento de los requisitos legales, una
actividad valorativa que determine si el tratamiento penitenciario ha logrado su
cometido. En este sentido, el artículo 50 del Código de Ejecución Penal señala
que el beneficio de semilibertad “(...) será concedido en los casos que la
naturaleza del delito cometido, la personalidad del agente y su conducta dentro
del establecimiento, permitan suponer que no cometerá nuevo delito”.

6. En este sentido, la resolución judicial cuestionada, cuya copia obra a


fojas 56 y siguientes de autos, y su confirmatoria obrante a fojas 1, si bien
considera que los requisitos legales han sido cumplidos, resuelve denegar la
concesión del beneficio al accionante tomando en cuenta principalmente el
hecho de que el delito por el que actualmente sufre privación de libertad fue
cometido encontrándose gozando del beneficio de semilibertad, y no existe la
seguridad de que, una vez excarcelado, no vuelva a cometer nuevo delito.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD

EXP. Nº 9528-2005-HC
SAN MARTÍN
HELDER CASIQUE SABOYA
(Publicado: 22-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 6 días del mes de enero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Helder Casique


Saboya contra la resolución de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
de San Martín, de fojas 155, su fecha 27 de octubre de 2005, que declaró
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 26 de setiembre de 2005, don Helder Casique Saboya


interpone demanda de hábeas corpus contra el juez del Primer Juzgado Penal
de Moyobamba, don Miguel Armando Quevedo Melgarejo, y los vocales de la
Sala Penal de San Martín, señores Ramos Gutiérrez, Guado Correa y Castillo
León. Alega que los órganos jurisdiccionales emplazados han denegado su
solicitud de beneficio penitenciario de semilibertad a pesar de que el cuadernillo
ha sido formado de acuerdo a lo prescrito en el artículo 49 del Código de
Ejecución Penal, y los documentos sustentatorios debidamente aprobados por
el Consejo Técnico Penitenciario de Lima, y que ha cumplido más de un tercio
de la pena impuesta.

Realizada la investigación sumaria, se tomó la declaración del


demandante, quien manifiesta que ha sido sentenciado, por delito de robo
agravado, a una pena privativa de libertad de 10 años y que ha cumplido más
de la tercera parte de la misma. Por su parte, el juez emplazado manifestó que
declaró improcedente el beneficio solicitado en virtud a lo establecido en el
Código de Ejecución Penal, su reglamento y los fundamentos fácticos
advertidos en la sentencia condenatoria, así como en la jurisprudencia
vinculante relativa a la concesión de beneficios penitenciarios. Por su parte, el
vocal Washington Castillo León manifestó que la solicitud de beneficios
penitenciarios fue tramitada de acuerdo al debido proceso.

El Segundo Juzgado Penal de Moyobamba, con fecha 28 de setiembre


de 2005, declaró infundada la demanda por considerar que se ha resuelto la
solicitud de beneficios en forma oportuna, de acuerdo a las formalidades
previstas en el Código de Ejecución Penal y respetando el derecho de defensa.

La recurrido confirmo la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Conforme al artículo 139, inciso 22), de la Constitución, el régimen


penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación
del penado a la sociedad. Es por ello que en nuestro ordenamiento jurídico
cuentan con cobertura beneficios tales como la liberación condicional, que
permiten al penado egresar del establecimiento penitenciario antes de haber
cumplido la totalidad de la pena, siempre que se haya logrado su rehabilitación.

2. En atención a dicho fin preventivo de la pena, que legitima el beneficio


de semilibertad, su concesión deberá requerir, de parte del juzgador, además
de una verificación del cumplimiento de los requisitos legales, de una actividad
valorativa que determine si el tratamiento penitenciario ha logrado su cometido.
En este sentido, el artículo 50 del Código de Ejecución Penal señala que el
beneficio de semilibertad “[...] será concedido en los casos que la naturaleza
del delito cometido, la personalidad del agente y su conducta dentro del
establecimiento, permitan suponer que no cometerá nuevo delito.”

3. El accionante alega haber cumplido con todos los requisitos legales.


Sin embargo, tal como se ha señalado, el cumplimiento de tales requisitos no
genera automáticamente el derecho al beneficio, sino que el juez deberá
evaluar si el tratamiento penitenciario ha logrado su fin resocializador. La
resolución judicial cuestionada se encuentra debidamente motivada y considera
que, no obstante que los requisitos legales han sido cumplidos, debido a la
personalidad del agente no es posible asegurar que no vuelva a cometer otro
delito.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.
HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

DETENCION ARBITRARIA

EXP. Nº 9724-2005-PHC/TC
LIMA
JUAN ENRIQUE DUPUY GARCÍA
(Publicado: 22-06-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 6 días del mes de enero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Juan Enrique


Dupuy García contra la resolución de la Tercera Sala Penal con Reos en Cárcel
de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 116, su fecha 19 de
setiembre de 2005, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus
de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

Con fecha 10 de noviembre de 2004, el recurrente interpone demanda


de hábeas corpus contra el Mayor PNP Ramiro Araujo Sánchez, sosteniendo
que el día 9 de noviembre de 2004, en circunstancias que acudió al local de la
comisaría distrital de San Isidro con el propósito de presentar una denuncia por
una irregular diligencia judicial de embargo contra la empresa PRIMA FARMS
S.A.C, que el especialista legal del Cuadrágesimo Cuarto Juzgado Civil de
Lima señor José Luis Tejera Suárez pretendió llevar a cabo ese mismo día, fue
detenido arbitrariamente por el demandado funcionario policial con apoyo de
personal de la citada delegación, sin que exista situación de flagrante delito o
mandato judicial de detención, y sin habérsele informado de las razones de su
detención, circunstancias en las cuales pretendieron incluso que se
autoincrimine, hechos que vulneran su libertad individual y los artículos 2,
numeral 24, literal “f”, y 139, numeral 15, de la Constitución Política del Perú.

Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, el accionante ratifica los términos de


su demanda. Asimismo, se recabaron copias certificadas del documento policial
relativo a los hechos ocurridos el 9 de noviembre de 2004, que son materia de
autos.

Resolución de primera instancia

El Trigésimo Sexto Juzgado Penal de Lima, con fecha 11 de julio de


2005, declaró improcedente la demanda de hábeas corpus por considerar que
la investigación sumaria realizada ha permitido descartar cualquier indicio de
arbitrariedad atentatorio contra la libertad personal del actor.

Resolución de segunda instancia

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

§ 1. Delimitación del petitorio

Mediante la presente demanda de hábeas corpus el demandante


pretende se ordene su inmediata libertad, si permaneciese detenido al
momento de tramitarse la presente demanda, o si la detención ha cesado, debe
estimarse este hábeas corpus come, innovativo a fin de que se declare la
existencia de las agresiones producidas, y asimismo, se establezca la
responsabilidad del agresor, petición que la hace de conformidad con los
artículos 1 y 8 del Código Procesal Constitucional.

§ 2. Análisis del acto materia de reclamación constitucional

1. Se sostiene en la demanda que la detención del actor efectuada por el


Mayor PNP. Ramiro Araujo Sánchez, con apoyo de personal policial de la
Comisaría de San Isidro, ha lesionado su derecho constitucional a la libertad
personal, al haberse realizado sin una orden judicial de detención o en
situación de flagrante delito.

2. Al respecto, este Tribunal subraya que los preceptos constitucionales


de protección de la libertad individual establecen que ninguna autoridad,
funcionario o persona puede vulnerar la libertad individual, y que sólo por
mandato expreso y debidamente motivado por el órgano jurisdiccional
correspondiente, así como en caso de flagrancia, se puede restringir este
derecho constitucional, constituyendo el proceso constitucional de hábeas
corpus la vía procedimental idónea para su protección.

3. En ese sentido, de fojas 52 a 68 queda acreditado que la detención


policial del accionante se efectuó ex officio por la autoridad policial emplazada,
esto es, por propia decisión de la autoridad policial demandada, inobservando
los presupuestos constitucionales que legitiman la detención, previstos en el
artículo 2, numeral 24, literal “f” de la Carta Política.

4. En efecto, no consta de modo específico y objetivo que la detención


del demandante haya sido a consecuencia de existir contra él un mandato
judicial escrito y motivado, ni tampoco que hubiese sido capturado en una
situación de flagrante delito. sino que, por el contrario y conforme se colige de
los propios documentos policiales que en copias certificadas obran en el
expediente, su detención se produjo en circunstancias que el agraviado se
apersonó a la Delegación Policial de San Isidro luego del incidente suscitado
en la diligencia de embargo materia de autos (la manifestación del especialista
judicial José Luis Tejera Suárez, a fojas 60, es esclarecedora respecto a este
hecho).

5. Lo anterior demuestra la inexistencia, en el presente caso, de los dos


requisitos imprescindibles para que se configure la flagrancia, a saber, la
inmediatez temporal, que implica que el delito se esté cometiendo o que se
haya cometido instantes antes; y la inmediatez personal, que importa que el
presunto delincuente se encuentre ahí, en ese momento en situación y con
relación al objeto o a los instrumentos del delito, y que ello suponga una prueba
evidente de su participación en el hecho delictivo.

6. Este Colegiado debe precisar, por otro lado, que, no obstante haber
verificado la agresión a la libertad personal del demandante, ésta ha devenido
en irreparable, ya que el afectado se halla actualmente en libertad, habiéndose
producido la sustracción de la materia; lo que no obsta, sin embargo, para que,
en atención al agravio constitucional producido, se aplique al caso el artículo 1
del Código Procesal Constitucional, debiendo ser estimada la presente
demanda bajo apercibimiento de que si el funcionario policial emplazado vuelve
a incurrir en la conducta que motivó la interposición del presente hábeas
corpus, será pasible de las medidas coercitivas previstas en el artículo 22 del
Código Procesal Constitucional.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus, bajo apercibimiento


de aplicarse las medidas coercitivas previstas en el artículo 22 del Código
Procesal Constitucional, en caso de reiteración de los actos violatorios
cuestionados.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

AMENAZA DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 2105-2005-PHC/TC
PIURA
CARLOS PEREYRA CARASSA
(Publicado: 02-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 27 días del mes de junio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Vergara
Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Ricardo Molero


Chita, abogado del Club Grau, contra la resolución de la Primera Sala Penal de
la Corte Superior de Justicia de Piura, de fojas 223, su fecha 7 de febrero de
2005, que declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 18 de enero de 2005, don Carlos Pereyra Carasse, en calidad
de presidente del Directorio del Club Grau, interpone demanda de hábeas
corpus contra la titular del Primer Juzgado Laboral de Piura, Polonia Fernández
Concha y el secretario judicial de dicha sede, Roberto Carlos García Torres, por
amenaza de su derecho a la libertad individual. Refiere que en el proceso
laboral seguido por don Darío Augusto Checa Cruz con el Club Grau, por pago
de beneficios sociales e indemnización por despido arbitrario, el club fue
condenado al pago de S/. 5.013,89, bajo apercibimiento de extenderse copias
certificadas y ser denunciado por el delito de resistencia y desobediencia a la
autoridad, apercibimiento que se hizo efectivo otorgándose copias para que se
interpusiera la denuncia penal. Añade que en su condición de representante
legal del club, es obvio que la denuncia recaerá en su contra, con la eventual
secuela de un proceso penal que podría restringir su libertad individual.

Realizada la investigación sumaria la magistrada demandada sostiene


que en contra del accionante no existe mandato de detención ni tampoco la
certeza de la existencia de una denuncia penal, agregando que es
jurídicamente imposible que un juez laboral pueda vulnerar el derecho a la
libertad personal. Por su parte, el secretario emplazado manifiesta que toda
sentencia que ha pasado en autoridad de cosa juzgada debe ser cumplida en
sus términos, bajo responsabilidad, y que ello no comporta amenaza del
derecho a la libertad del accionante.

El Sétimo Juzgado Especializado de Piura, con fecha 25 de enero de


2005 declara improcedente la demanda considerando que las resoluciones
emanadas de autoridad judicial competente son de cumplimiento obligatorio,
acotando que no se advierte la existencia de una amenaza inminente y
concreta a la libertad individual del accionante.

La recurrida confirma la apelada con fundamenta similares.

FUNDAMENTOS

1. En el presenté caso el accionante, en su calidad de Presidente del


Club Piura, cuestiona el apercibimiento hecho efectivo en su contra en la
secuela de un proceso laboral que le fue adverso y por el cual podría ser objeto
de denuncia penal. Alega que este hecho amenaza su libertad individual.

2. Sobre el particular conviene precisar que la amena: de violación de un


derecho fundamental, para ser tutelada mediante procesos constitucionales
como, en este caso, el hábeas corpus; debe ser, a tenor del artículo 2 del
Código Procesal Constitucional, “cierta y de inminente realización”. Este
Colegiado ha señalado, en la STC 2435-2002-HC/TC que para determinar si
existe certeza en la amenaza del acto vulnerador de la libertad individual, se
requiere la existencia de “(…) un conocimiento seguro y claro de la amenaza a
la libertad, dejando de lado conjeturas o presunciones añadiendo que, para que
se configure la inminencia del acto dañoso, es preciso que “(...) se trate de un
atentado a la libertad personal que esté por suceder prontamente o en proceso
de ejecución, no reputándose como tal a los simples actos preparatorios”.

3. Este Tribunal considera que el apremio hecho efectivo al demandante,


consistente en la entrega de copia certificadas del proceso laboral en el que fue
vencido para ser denunciado por el delito de resistencia a la autoridad, no
constituye amenaza cierta ni inminente de su derecho a la libertad individual,
toda vez que se trata de la prosecución regular de un proceso laboral llevado a
cabo con respeto las garantías y derechos de las partes. Es obvio, de otro lado,
que el desarrollo de un proceso laboral no puede reputarse corrió amenaza de
la libertad individual y más aún en este caso en que la demanda de hábeas
corpus plantea como una articulación destinada a entorpecer ejecución de una
sentencia en que el club que, represen el accionante fue vencido.

4. Por último, resta enfatizar que la entrega de las copias certificadas de


las piezas procesales al Ministerio Público no significa la restricción de la
libertad personal del accionante, pues no es alta una facultad que le
corresponda. La actividad del Ministerio Público es meramente postulatoria, y si
bien al culminar la investigación puede formalizar una denuncia, la decisión
final sobre ella es competencia de la jurisdicción ordinaria.

Por estos fundamentos, el Tribuna Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

SS.

ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD

Expediente Nº 3365-2005-PHC/TC
PIURA
FREDDY HERMES PANTA GINOCHIO
(Publicado: 02-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En lima, a los 27 días del mes de junio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Vergara
Gotalli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Freddy Hermes


Panta Ginochio contra la resolución de la Primera Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Piura, de fojas 78, su fecha 29 de marzo de 2005, que
declara improcedente la demanda de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 8 de marzo de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los vocales de la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Piura, por vulnerar su derecho fundamental a la libertad
personal y a fin de que se le otorgue el beneficio penitenciario de semilibertad.

La demanda se fundamenta en lo siguiente:

- Habiendo cumplido los requisitos contemplados en el Código de


Ejecución Penal para acceder al beneficio penitenciario de semilibertad, éste le
ha sido denegado sobre la base de argumentos subjetivos que no se condicen
con la realidad. El recurrente alega que los demandados lo califican,
equivocadamente, como una persona “peligrosa”, sin haberlo sometido a un
reconocimiento psiquiátrico ni haber tenido en consideración que los
documentos que adjunta a su solicitud indican lo contrario.

- Se vulnera el principio de igualdad ante la ley porque la Sala Penal ha


otorgado este beneficio a policías en actividad que han cometido delitos más
graves, que el recurrente.

2. Resolución de primer grado

Con fecha 9 de marzo de 2005, el Tercer Juzgado Penal de Piura


declara improcedente la demanda argumentando que no se han violado o
amenazado los derechos fundamentales del recurrente por acción u omisión de
los demandados, toda vez que los actos de estos últimos se encuentran
amparados por ley. Los vocales emplazados deciden no conceder el beneficio
penitenciario de semilibertad al recurrente, atendiendo a la gravedad del ilícito
que dio lugar a la condena que viene cumpliendo y a la posibilidad de que, una
vez en libertad, cometa un nuevo acto delictivo.

3. Resolución de segundo grado

Con fecha 29 de marzo de 2005, la recurrido confirma la apelada


considerando que, de conformidad con la sentencia del Tribunal Constitucional
(Exp. 2196-2002-HC/TC), los beneficios penitenciarios no proceden de manera
automática; por el contrario, deben ser evaluados por la autoridad judicial aun
cuando se hayan cumplido los requisitos qué establece la ley, a efectos de
determinar si el condenado se encuentra apto para reincorporarse a la
sociedad.

III. FUNDAMENTOS

1. En sentencia anterior (Exp. 0010-2002-AI/TC, FJ 179), este Colegiado


señaló que en el Estado democrático de derecho, el régimen penitenciario tiene
por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la
sociedad, lo cual, conforme a nuestra Constitución Política (artículo 139, inciso
22), constituye uno de los principios del régimen penitenciario, que, a su vez,
es congruente con el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, que establece que “el régimen penitenciario consistirá en un
tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de
los penados”.

2. Esto es así, toda vez que en el Estado constitucional democrático, la


persona humana y su dignidad son el fin supremo de la sociedad y el Estado
(artículo 1 de la Constitución); lo que constituye una exigencia para todos los
poderes públicos. En ese sentido, los principios que nuestra Constitución
(artículo 139, Inciso 22) reconoce no pueden entenderse como principios que
carecen de eficacia, puesto que comportan un mandato expreso de actuación
dirigido a todos los poderes públicos comprometidos con la ejecución de la
pena y, singularmente, al legislador, ya sea en el momento de regular las
condiciones de ejecución de las penas o en el momento de establecer el
quántum de ellas.

3. Entre estas condiciones de ejecución, se encuentra, desde luego, la


posibilidad de que el legislador autorice la concesión de determinados
beneficios penitenciarios, pues ello es compatible con los conceptos de
reeducación y rehabilitación del penado. Por ello, el Tribunal Constitucional
considera que estos principios suponen, Intrínsecamente, la posibilidad de que
el legislador pueda autorizar que los penados, antes de la culminación de las
penas que les fueron impuestas, puedan recobrar su libertad si los propósitos
de la pena hubieran sido atendidos. Ello solo puede tener sentido si el período
de privación de libertad sirve para lograr que el delincuente se inserte
nuevamente en la sociedad.

4. En efecto, si mediante los beneficios penitenciarios, como la libertad


condicional o la semilibertad, se autoriza legalmente que la pena impuesta por
un juez pueda eventualmente suspenderse antes de su total ejecución, tal
autorización está condicionada a que los fines de la pena se hayan cumplido.
Así, los beneficios penitenciarios tienen su razón de ser en los principios
constitucionales de los fines de la pena, es decir, en la reeducación y en la
reinserción social: la prevención especial y el tratamiento, y en los factores
positivos en la evolución de la personalidad del recluso para individualizar la
condena Impuesta, haciendo así una aplicación del principio de sentencia
indeterminada y ofreciendo al penado estímulos gratificantes para lograr su
adhesión a esos modos de comportamiento que puedan valorarse como
indiciarios de esa evolución positiva, cumpliendo las prescripciones de un
programa de tratamiento Individualizado.

5. Sin embargo, este Tribunal también ha señalado (cf. STC 1594-2003-


HC/TC, FJ 14) que el otorgamiento de los beneficios penitenciarios no está
circunscrito únicamente al cumplimiento de los requisitos que el legislador
pudiera haber establecido como parte de ese proceso de ejecución de la
condena. La determinación de si corresponde o no otorgar a un interno un
determinado beneficio penitenciario, en realidad, no debe ni puede reducirse a
verificar si este cumplió o no los supuestos formales que la normativa
contempla (plazo de internamiento efectivo, trabajo realizado, entre otros).

6. De otro lado, dado que el interno se encuentra privado de su libertad


personal en virtud de una sentencia condenatoria firme, la concesión de
beneficios está subordinada a la evaluación del juez, quien estimará si los fines
del régimen penitenciario se han cumplido, de manera que corresponda
reincorporar al penado a la sociedad, aun antes de que se haya cumplido la
totalidad de la condena Impuesta, si es que éste demuestra estar reeducado y
rehabilitado. Por tanto, la concesión de un determinado beneficio penitenciario,
como la libertad condicional o la semilibertad a favor de un interno, está
condicionada a una evaluación judicial previa, consistente en analizar que el
tratamiento penal brindado al condenado durante la ejecución de la pena,
permita prever que éste está apto para ser reincorporado a la sociedad,
precisamente por haber dado muestras, evidentes y razonables, de haberse
reeducado y rehabilitado.

7. En el caso concreto, el demandante afirma que se ha declarado


improcedente, injusta e ilegalmente, su solicitud de beneficio penitenciario de
semilibertad, toda vez que se le ha otorgado el beneficio penitenciarlo a dos
internos que han sido procesados y sentenciados por el mismo delito (f. 27). Al
respecto, este Colegiado debe señalar dos cosas: 1) que el otorgamiento o no
de un beneficio penitenciario se realiza en función de la situación personal y
particular de cada interno; y no considerando como parámetro de comparación
la situación de otros internos a quienes sí se les ha concedido el beneficio
penitenciario solicitado; 2) que el otorgamiento de un beneficio penitenciario no
es una consecuencia lógica y necesaria del cumplimiento de determinados
requisitos que exige la ley, sino una facultad que le corresponde ejercer al juez
penal, luego de una valoración -objetiva y razonable- de la situación del interno
que lo solicita; razones por las cuales este Tribunal opina que, en el presente
caso, no se ha vulnerado derecho fundamental alguno del demandante.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

COMISION DE DELITO FLAGRANTE

Expediente Nº 3467-2005-PHC/TC
LA LIBERTAD
ROBERT EPIFANIO LEÓN RODRIGUEZ Y OTROS
(Publicado: 02-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Casma, a los 23 días del mes de junio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Vergara
Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por Raúl, Walther Salinas
Sosa, en representación de Paula Rodríguez, Reyes y otros, contra la
resolución de la Cuarta Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de La
Libertad, de fojas 59, su fecha 28 de abril del 2005, declaró infundada la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

El recurrente interpone demanda de hábeas corpus en representación


de Robert Epifanio León Rodríguez, Paula Rodríguez Reyes, Brando León
Rodríguez, y los menores de edad Y.L.R. y M.L.G., contra el Mayor Comisario
de la Policía Nacional del Perú de la localidad de Ascope, y “[…] personal
subalterno de la PNP […]”. Manifiesta que el día domingo 10 de abril del 2005,
a las 11.00 horas, el Mayor Comisario de Ascope y un grupo de policías
ingresaron violentamente en el domicilio de los demandantes y los condujeron,
contra su voluntad, a la sede de la comisaría, donde quedaron detenidos.
Refiere que mientras los demandantes eran conducidos a la comisarla los
policías les dijeron que en la vivienda se habla encontrado droga y que en la
comisaría “[...] debían firmar nomás [...]”. Asimismo, afirma que “bajo violencia
física y psíquica [...] pretenden, hacer[les] firmar documentos [...]” para que
reconozcan el delito imputado. Agrega que en dicho acto no ha habido
intervención del fiscal correspondiente y que la policía se ha apoderado
ilegalmente de bienes, tales como dinero, un mototaxi, una moto, un equipo de
sonido, dos televisores a color y un reloj de pared “[...] con la finalidad de
lucrarse y sacar ventaja personal [...]”. El recurrente considera que estos
hechos violan sus derechos a la inviolabilidad del domicilio, a la propiedad y a
la libertad.

El demandante no ha precisado en forma clara su petitorio; no obstante,


el artículo III del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional señala
que el Tribunal Constitucional debe adecuar las exigencias de las formalidades
para el logro de los fines de los procesos constitucionales. En concordancia
con ello, los artículos 26 y 27 del acotado código estipulan que
excepcionalmente la demanda de hábeas corpus puede ser presentada por
cualquier persona sin necesidad de representación, de forma verbal o escrita, y
no requiere firma de letrado ni pago de tasa judicial ni ninguna otra formalidad,
por lo que de la lectura del escrito de la demanda debe entenderse que el
demandante solicita que las cosas vuelvan al estado anterior a la presunta
violación de los derechos invocados.

Investigación sumaria
El Juez que conoció en primer grado el presente procesa se constituyó
en la sede de la comisarla donde se encontraban detenidos los demandantes, y
en uso de la facultad atribuida por el artículo 30 del Código Procesal
Constitucional, que señala que cuando se trata de detenciones arbitrarias el
Juez podrá constituirse en el lugar de los hechos y que, verificada la detención
indebida, ordenará en el mismo lugar la libertad del agraviado, realizó una
investigación sumaria interrogando a los demandantes y a los demandados,
llegando a constatar que en el caso de autos’ no hubo detención arbitraria, por
lo que no correspondía ordenar su liberación.

Resolución de primer grado

Con fecha 11 de abril del 2005, al Juez Especializado Penal de la


Provincia de Ascope declaró infundada la demanda argumentando que en la
Investigación sumaria realizada por su despacho, verificó que la detención se
había producido porque a los demandantes se les encontró en posesión de
pasta básica de cocaína, armas y municiones, y que, por tanto, no se había
violado ningún derecho constitucional.

Resolución de según grado

La recurrida confirmó la apelada, agregando que la detención se


justificaba por cuanto habla evidencias de delito flagrante y que, además, el
representante del Ministerio Público tenía conocimiento de los actuados por la
Policía Nacional.

FUNDAMENTOS

1. El actor considera como actos lesivos de los derechos


constitucionales el ingreso de la Policía Nacional en su domicilio y la posterior
detención de sus representados, razón por la cual interpone demanda de
hábeas corpus.

2. El Código Procesal Constitucional señala que el hábeas corpus


procede en los siguientes supuestos: a) Cuando se amenacen o violen los
derechos constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento
obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o. persona (artículo 2);
b) Cuando se invoque la amenaza o violación de actos que tienen como
sustento la aplicación de una norma incompatible con la Constitución (artículo
3); c) Cuando una resolución judicial firme vulnere en forma manifiesta la
libertad individual y la tutela procesal efectiva (artículo 4); y, d) Todos los
señalados taxativamente en el artículo 25. En el presente caso se acusa una
detención arbitraria y allanamiento ilegal de domicilio cometidos por miembros
de la Policía Nacional de Ascope, por lo que los hechos descritos coinciden con
el supuesto establecido en los artículos 2 y 25 del citado código.

3. De la lectura de los medios probatorios que aparecen en autos se


concluye que la Policía Nacional de Ascope procedió a la detención de los
demandantes en atención a los términos del artículo 2, inciso 24, literal f, de la
Constitución Política del Perú, que establece: “[...] Nadie puede ser detenido
sino por mandamiento escrito y motivado del Juez o por las autoridades
policiales en caso de flagrante delito [...]”.

4. A mayor abundamiento, debe tenerse en cuenta que el artículo 4 de la


Ley Nº 27934, que regula la intervención de la policía y el Ministerio Público en
la investigación preliminar del delito, establece el concepto de flagrancia de
delito en los siguientes términos; “A los efectos de la presente ley se considera
que existe flagrancia cuando la realización del acto punible es actual y, en esa
circunstancia, el autor es descubierto, o cuando el agente es perseguido y
detenido inmediatamente después de haber realizado el acto punible o cuando
es sorprendido con objetos o huellas que revelan que acaba de ejecutarlo”.

5. Según el documento de fojas 12 ha quedado acreditado que la Policía


Nacional intervino a George Roberto Díaz Marín, hallándosele pasta básica de
cocaína, la que obtuvo, de acuerdo con su manifestación, en el domicilio de
Robert Eptanio León Rodríguez, alias Negro, y Paulina Rodríguez Reyes, alias
Serrana; y que, en condiciones de actual comisión del hecho punible, la policía
allanó el domicilio de los demandantes a quienes se les encontró pasta básica
de cocaína, armas de fuego, pólvora, municiones y bienes de dudosa
procedencia, siendo detenidos por dichos delitos flagrantes. De fojas 14 a 21
se acredita que los demandantes fueron descubiertos con abundante material
que revelaba la comisión de delito flagrante, razón por la cual fueron detenidos.
De fojas 13 a 22 consta que la Policía Nacional dio cuenta de sus actos al
representante del Ministerio Público y al juez penal competente, dentro de las
24 horas señaladas por ley, para que procedan conforme a sus atribuciones.

6. De lo expuesto en los fundamentos precedentes, queda demostrado


que no se ha afectado ningún derecho constitucional y que los recurrentes
pretenden burlar el sistema de justicia para evitar un fallo condenatorio,
utilizando al Tribunal Constitucional como instancia revisora de lo realizado por
la fuerza pública en uso de sus facultades.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACION DEL DERECHO DE PRESUNCION DE INOCENCIA

Expediente Nº 3720-2005-PHC/TC
PUNO
AMILCAR LUCERO VILLASANTE
(Publicado: 02-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 8 días del mes de agosto de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Gonzales
Ojeda y Garcia Toma

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Amilcar Lucero


Villasante contra la resolución de la Sala Superior Penal e Itinerante de la
Provincia de San Román-Juliaca de la Corte Superior de Justicia de Puno, de
fojas 159, su fecha 14 de abril de 2005, que declara improcedente la demanda
de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 8 de marzo de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los vocales de la Sala Penal e Itinerante de la provincia
de San Román-Juliaca de la Corte Superior de Justicia de Puno, David Carreón
Figueroa, Pastor Navinta Huamani y Leonidas Bailén Chura; solicitando que se
declare la nulidad de la resolución de fecha 22 de febrero de 2005, que recayó
sobre el expediente penal 2000-0290 en el proceso seguido en su contra por la
comisión del delito de lesiones graves con subsiguiente muerte, y que cese la
vulneración de sus derechos a la presunción de inocencia, de defensa, a la
obtención de una resolución fundada en derecha, a la observancia del principio
de legalidad procesal penal, al debido proceso y a la tutela procesal efectiva.

La demanda se fundamenta en lo siguiente:

- La Sala Penal e Itinerante de la provincia de San Román-Juliaca


confirma la resolución que declaró culpable al recurrente por el delito de
lesiones graves con subsiguiente muerte, en agravio de Braulia Tereza Apaza
Manuel (Expediente 2000-0290), sin tomar en consideración que no existen
suficientes elementos probatorios que acrediten su culpabilidad.

- A ello se suma el hecho de que la Fiscalía Superior advirtió ciertas


irregularidades en el proceso y dictaminó en el sentido de que se declare nula
la sentencia de primera instancia e insubsistente la acusación fiscal; no
obstante, la Sala demandada se pronunció declarando la culpabilidad del
recurrente, y condenándolo por un delito que no fue suficientemente
investigado.

- La Sala no se pronunció respecto de la divergencia existente entre el


tipo penal por el cual se formaliza denuncia contra el recurrente (artículo 121,
último párrafo, del Código Penal) y el delito por el cual el juez abre instrucción
(artículo 121, del Código Penal).

- Las manifestaciones de los testigos Johny Huarachi de Condori y


Sebastián Néstor Gonzales Aguilar se llevaron a cabo en sede policial, sin
intervención del Ministerio Publico, motivo por el cual río debieron ser
consideradas elementos probatorios.

2. Resolución de primer grado

Con fecha 9 de marzo de 2005, el Juzgado Mixto Vacacional de la


provincia de San Román declara improcedente la demanda argumentando que
no cabe acudir a este proceso cuando se ha recurrido, previamente, a otro para
pedir la tutela del mismo derecho; advirtiéndose que el recurrente Interpuso
recurso de apelación contra la resolución de primera instancia que dice
afectarlo, en el marco del proceso penal que se le siguió. Asimismo, el juez
considera que corresponde resolverla presente controversia en sede penal,
conforme a la legislación ordinaria.

3. Resolución de segundo grado

Con fecha 14 de abril de 2005, la recurrida confirma la apelada


estimando que los medios probatorios fueron oportunamente valorados por los
vocales al interior del proceso penal, y que no corresponde al juez
constitucional emitir un nuevo pronunciamiento al respecto.

III. FUNDAMENTOS

1. El último párrafo del artículo 25 del Código Procesal Constitucional


estipula que

(...) también procede el hábeas corpus en defensa de los derechos


constitucionales conexos con la libertad individual, especialmente cuando se
trata del debido proceso y la inviolabilidad del domicilio.

En cuanto a este supuesto de procedencia, se debe señalar que el


hábeas corpus es un proceso constitucional autónoma, en el cual el juez
constitucional asume una función tutelar del derecho fundamental a la libertad
personal y de los derechos conexos a este, de acuerdo con el artículo 200,
inciso 1, de la Constitución.

2. No obstante, desde una concepción restringida, el hábeas corpus se


entiende vinculado, únicamente, a la protección del derecho fundamental a la
libertad personal y a un “núcleo duro” de derechos constitucionales que se
concentran en torno a dicho derecho. tales como el derecho a la seguridad
(artículo 2, inciso 24), a la libertad de tránsito -ius movendi e ius ambulandi-
(artículo 2, inciso 11) y a la integridad personal (artículo 2, inciso 24,literal h).

3. Sin embargo, sobre la base del principio pro hómine (artículo V del
Título Preliminar del Código Procesal Constitucional), se debe acoger una
concepción amplia del proceso de hábeas corpus. En consecuencia, no es
razonable establecer, a priori y en abstracto, un numerus clausus de derechos
fundamentales conexos a la libertad personal a efectos de su tutela, ni tampoco
excluirlos a efectos de su protección. Esto porque, muchas veces, el derecho
fundamental a la libertad personal puede ser vulnerado en conexión con otros
derechos distintas a los que usualmente se te vincula, tales como el derecho a
la vida (artículo 2, Incisa 1, de la Constitución), el derecho de residencia
(artículo 2, inciso 11, de la Constitución), el derecho a la libertad de
comunicación (artículo 2, inciso 4, de la Constitución) e, inclusive, el derecho al
debido proceso sustantivo y adjetivo (artículo 139, inciso 3, de la Constitución).

4. El Código Procesal Constitucional (artículo 25) ha acogido la


concepción amplia de este proceso constitucional. De ahí que se debe admitir
que también dentro de un proceso constitucional de hábeas corpus es posible
que el juez constitucional se pronuncie sobre una eventual vulneración del
derecho fundamental al debido proceso; pero para ello es necesario que exista,
en cada caso concreto, conexidad entre éste y el derecho fundamental a la
libertad personal. Así también lo ha establecido este Tribunal en sentencia
anterior (Exp. 0618-2005-HC/TC, FJ 7), al precisar que

si bien el proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en


abstracto el derecho al debido proceso, en el presente caso, habida cuenta [de]
que se han establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la
libertad locomotora, tras la imposición de la medida cautelar de detención
preventiva, el Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para
evaluar la legitimidad constitucional de los actos judiciales considerados
lesivos.

5. Bajo estas consideraciones previas, es necesario determinar si, en


este caso, el Tribunal debe pronunciarse, dentro de este proceso constitucional,
sobre la vulneración del derecho fundamental al debido proceso. Como ya se
señaló, para que el Tribunal Constitucional pueda pronunciarse en un proceso
de hábeas corpus acerca de la vulneración del derecho fundamental al debido
proceso, es necesario que exista vinculación entre éste y el derecho
fundamental a la libertad personal. La vinculación a que se alude se configura
en el sentido de que la legitimidad constitucional de toda medida que comporte
una restricción del derecho fundamental a la libertad personal radica,
precisamente, en el irrestricto respeto de las garantías inherentes al debido
proceso adjetivo y sustantivo; en otros términos, la conexidad se cumple
cuando se restringe la libertad personal sin la observancia de las garantías del
debido proceso.

6. En el caso concreto, el Tribunal aprecia tal conexión en la medida en


que el demandante ha sido sentenciado, mediante resolución de fecha 29 de
diciembre de 2004 (f. 143), a cinco años de pena privativa de la libertad
efectiva, por la comisión del delito contra la vida, el cuerpo y la salud, en la
modalidad de lesiones graves seguida de muerte; motivo por el cual cabe
pronunciarse si, dentro del proceso penal, se vulneró su derecho fundamental
al debido proceso.

7. El argumento que aduce el demandante para sustentar la vulneración


del debido proceso es que las manifestaciones de los testigos han sido
recibidas sin la intervención y en ausencia del representante del Ministerio
Público (f. 33). El Tribunal Constitucional no comparte tal argumento, pues se
aprecia que el Fiscal Provincial no se ha limitado, en su acusación, únicamente
a lo consignado en el atestado policial, sino que ordenó, además, la realización
de otras diligencias (f.100). Y es que por mandato constitucional (artículo 159,
Incisos 4 y 6). el Ministerio Público -y no la Policía Nacional- es el encargado
de conducir, desde su inicio, la investigación del delito. Como lógica
consecuencia, es el Ministerio Público el que tiene la potestad de investigar el
delito, ya sea realizando las investigaciones por sí mismo, o con apoyo de la
Policía Nacional.

8. Por otro lado, se deriva de los actuados obrantes en el expediente que


el demandante ha ejercido su derecho de defensa, interponiendo los recursos
judiciales que la Constitución y las leyes le reconocen (f. 20); además, no
obstante haber sido declarado reo ausente, se le nombré un defensor de oficio
(f. 128), respetándose de ese modo su derecho fundamental a la defensa
(artículo 134, inciso 14, de la Constitución). Igualmente, al haber sido declarado
reo ausente en su momento, se le reservó su juzgamiento en cumplimiento del
artículo 139, inciso 12, de la Constitución, esto es, el derecho a no ser
condenado en ausencia. En consecuencia, en el presente caso, el Tribunal
Constitucional no advierte la vulneración del derecho fundamental al debido
proceso del demandante.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA,
GARCÍA TOMA

DETENCION ARBITRARIA

Expediente Nº 4557-2005-PHC/TC
LAMBAYEQUE
VÍCTOR SARMIENTO PÉREZ
(Publicado: 02-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 4 días del mes de diciembre de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Gonzales
Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Víctor Sarmiento


Pérez contra la resolución de la Primera Sala Especializada en lo Renal de la
Corte Superior de Justicia de Lambayeque, de fojas 61, su fecha 18 de mayo
de 2005, que declaró Infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

El accionante, con fecha 14 de abril de 2005, interpone demanda de


hábeas corpus contra el jefe de Seguridad del Estado, mayor PNP Amaro
Gómez Meza; el comandante PNP César Augusto Peralta Roncal; y el capitán
PNP Juan Exebio Cabrera, por haber sido objeto de detención arbitraria.
Refiere el actor que con fecha 14 de abril de 2005, siendo las 12 h 15 min. fue
detenido, en forma ilegal por los demandados, en circunstancias en que se
hallaba protestando juntó con un grupo de personas frente al Palacio Municipal
de Chiclayo, exigiendo el pago de sus remuneraciones dejadas de percibir,
ejerciendo por tanto, su derecho constitucional de libertad de expresión.
Sostiene haber sido detenido por haber proferido insultos a la Institución
Policial, lo que no es cierto.

El Primer Juzgado Especializado en lo Penal de Chiclayo, con fecha 14


de abril de 2005, declara infundada la demanda arguyendo que en el presente
caso la intervención policial estuvo legitimada puesto que se ponía en riesgo la
integridad de los trabajadores de la Municipalidad Provincial de Chiclayo,
además de obstuirse el transito vehicular frente al local municipal, lo cual
resulta atentatorio del orden público.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El actor solicita su inmediata excarcelación, alegando haber sido


detenido arbitrariamente mientras ejercía su derecho a la libre expresión sin
que medie la comisión de flagrante delito ni mandato motivado de juez
competente.

2. Obra en autos, a fojas 15, el arte policial s/n-05-C.PNP-CLLC.CH, de


feche 14 de abril de 2005, en el que se da cuenta de que en esa fecha se
produjo una manifestación de ex trabajadores de la Municipalidad Provincial de
Chiclayo frente a su sede institucional, pretendiendo el actor incitar a los
manifestantes para que agredan y se enfrenten a los miembros de la Policía
Nacional del Perú, enviada para garantizar el orden público. En ese contexto,
se procede a la detención del actor, por haber presuntamente proferido insultos
contra la institución policial y haber arengado a los protestantes a no deponer
su posición y no abandonar la manifestación, provocando, de esta manera, la
obstrucción del tránsito peatonal y vehicular.

3. Sin embargo, con fecha 5 de mayo de 2005, la Sexta Fiscalía


Provincial Penal del Distrito Judicial de Lambayeque emite dictamen fiscal
resolviendo no promover acción penal contra el actor y otros, en el marco de la
investigación policial seguida contra ellos por el presunto delito de atentado
contra los medios de transporte o servicio publico, disponiendo el archivo de los
actuados; concluyendo, asimismo, que no se desprende de la investigación
documento o reporte policial alguno que de cuenta de que se haya impedido el
tránsito vehicular el día 14 de abril de 2005, por actos imputables a los ex
trabajadores protestantes; asimismo, que la figura de delito contra el orden
público y/o medios de comunicación de uso público implica que el agente
perturbe su normal funcionamiento, no existiendo en autos evidencias de la
comisión de dicha perturbación por parte del actor, pues el solo hecho de haber
sido participe de esa marcha y expresarse utilizando un megáfono no lo vincula
de modo decisivo con el ilícito imputado.

4. Cabe precisar que el inciso 24 del artículo 2 de la Constitución Política


del Perú consagra que la libertad personal, como todo derecho fundamental, no
es un derecho absoluto, pues su ejercicio se encuentra regulado y puede ser
restringido mediante ley, precisando la existencia de dos situaciones en las que
es legítima la detención: el mandamiento escrito y motivado del juez, y la
comisión de flagrante delito. Asimismo, según lo ha establecido este Tribunal
en reiterada jurisprudencia, para declarar un delito flagrante deben concurrir
dos requisitos: a) la inmediatez temporal, es decir, que el delito se esté
cometiendo o que se haya cometido instantes antes; b) la inmediatez personal,
que el presunto delincuente se encuentre en el lugar, en ese momento, en
dicha situación; y, con relación al objeto o a los instrumentos del delito, que ello
ofrezca una prueba evidente de su participación en el hecho delictivo.

5. En el caso de autos, es evidente que se produjo la detención arbitraria


pues de lo observado en el parte policial precitado, como de lo dicho por el
fiscal en su dictamen, señalado en el fundamento jurídico 3, no se cumplió el
requisito de la inmediatez personal, por no existir prueba evidente de su
participación en el presunto hecho delictivo, por lo que resulta de aplicación el
artículo 1 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO
1. Declarar FUNDADA la demanda.

2. Dispone, de acuerdo con lo estipulado en el artículo 1 del Código


Procesal Constitucional, que los emplazados no vuelvan, a incurrir en las
acciones u omisiones que motivaron la interposición la demanda, pudiendo
aplicárseles las medidas coercitivas previstas en el artículo 22 del presente
Código, en caso de persistir con su conducta.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

INCUMPLIMIENTO DE REGLAS DE CONDUCTA

Expediente Nº 4796-2005-PHC/TC
CUSCO
MARÍA ESTELA OLIVARES ACURIO
(Publicado: 02-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Guido Muelle Villena


contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
de Cusco, de fojas 77, su fecha 28 de febrero de 2005, que declara infundada
la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 28 de enero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de su patrocinada, María Estela Olivares Acurio, contra
la titular del Sexto Juzgado Penal de Cusco, solicitando que se deje sin efecto
la resolución mediante la cual se le revoca la condena condicional. Refiere que,
con fecha 4 de junio de 1999, la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Cusco la sentenció apena privativa de libertad de cuatro años,
suspendida por el plazo de tres años, la cual fue confirmada mediante
ejecutoria suprema y que con fecha 18 de diciembre de 2002, después de tres
año: y seis meses de dictada la sentencia condenatoria, se he dispuesto la
revocatoria a pesar de que el término de suspensión de tres años ya había
vencido.

Realizada la investigación sumaria, se notifica a la juez emplazada,


quien mediante escrito de fojas 10 señala que la demandante fue amonestada
por incumplimiento de las reglas de conducta y que, posteriormente, ante el
reiterado incumplimiento se resolvió revocar la condena condicional

El Tercer Juzgado Penal de Cusco, con fecha 3 de febrero de 2005,


declara infundada la demanda considerando que en el caso se ha observado el
derecho a la tutela procesal efectiva, y que la resolución mediante la cual se
dispone su detención ha sido apelada, por lo que no es une resolución firme.

La recurrida confirma la apelada opinando que la resolución que se


cuestiona ha sido emitida por autoridad jurisdiccional.

FUNDAMENTOS

1. Respecto de que la resolución judicial que se cuestiona debe ser


firme, según lo establece el artículo 4 del Código Procesal Constitucional,
consta a fojas 47 que, aun cuando la demandante interpuso recurso de
apelación, cuya resolución de segunda instancia no obra en autos, ello no
comporta que la demanda sea improcedente, toda vez que el texto de recurso,
así como el auto que lo concede indican que el misma fue interpuesto en
relación con la prescripción de la pena. En cambio, en el presente hábeas
corpus se cuestiona la resolución que dispone revocar la condena condicional,
de fecha 18 de diciembre de 2002, la cual, al haber sido confirmada mediante
resolución de fecha 27 de junio de 2003, tiene carácter firme, y, en tal sentido,
cumple el citado requisito de procedibilidad.

2. Por lo que se refiere al fondo del asunto, la demandante solicita que


se deje sin efecto la resolución mediante la cual se revoca la condena
condicional, alegando haberse cumplido el plazo de prueba. La condicionalidad
de la pena se otorga para evitar los efectos negativos en el condenad de la
pena privativa de libertad de corta duración, por lo que es concedida en
supuestos en los que se trate de una pan privativa de libertad no mayor de
cuatro años y siempre que el juez estime que, por la naturaleza del hecho
punible y Ia personalidad del agente, tal medida le impedirá cometer un nuevo
delito (artículo 57 del Código Penal). Desde luego dicho régimen excepcional
opera siempre y cuando se acaten las reglas de conducta; de lo contrario
deberá se revocado. Por ello, de acuerdo con el artículo 61 del Código Penal,
la condena se considera como no pronunciada transcurre el plazo de prueba
sin que el procesado comete un nuevo delito doloso o infrinja de manera
persistente la reglas de conducta establecidas en la sentencia.

3. En el presente caso, como consta a fojas 33, con fecha 28 de


setiembre de 2001, se amonestó a la demandante pe incumplimiento de las
reglas de conducta. Siendo así, frente a tal inobservancia de las reglas, es
imposible tomar la condena como no pronunciada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

SS.

ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

CESE A LA VULNERACION DE SUS DERECHOS A LA INTEGRIDAD


PERSONAL, A LA ASALUD Y A NO SER SOMETIDO A TRATOS INHUMANOS
O HUMILLANTES.

Expediente Nº 4903-2005-PHC/TC
LIMA
MARX VÁSQUEZ RUIZ
(Publicado: 02-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 8 días del mes de agosto de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Gonzales
Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia
I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Marx Vásquez


Ruiz contra la resolución de la Cuarta Sala Penal ara Procesos Ordinarios con
Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 96, su fecha
17 de junio de 2005, que declara infundada la demanda de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 21 de abril de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el presidente del Instituto Nacional Penitenciario (INPE),
Wilfredo Pedraza, solicitando -que cese la vulneración de sus derechos a la
integridad personal, a la salud y a no ser sometido a tratos inhumanos o
humillantes.

La demanda se fundamenta en lo siguiente:

- El recurrente lleva 10 años y 9 meses privado de su libertad; y sostiene


que durante el tiempo que estuvo detenido por la policía se lo mantuvo
incomunicado y en condiciones insalubres, siendo víctima de tratos inhumanos
y degradantes.

- Al ser recluido en el centro penitenciario Miguel Castro Castro fue


nuevamente aislado y mantenido en condiciones de hacinamiento en una celda
reducida y con poca ventilación, sin luz natural y en condiciones inadecuadas
de higiene. A ello se suma el hecho de que se restringió arbitrariamente su
régimen de visitas.

- El recurrente atribuye a estas condiciones de carcelería la catarata


senil que padece y afirma que no ha recibido ningún tipo de tratamiento pese a
haber dirigido cartas a las autoridades del INPE en reiteradas oportunidades.

2. Investigación sumaria

Con techa 21 de abril de 2005, el Vigésimo Cuarto Juzgado Penal de


Lima dispone que se lleve a cabo la investigación sumaria del hábeas corpus y
que, en consecuencia, se reciba la declaración indagatoria de ambas partes.
Posteriormente, con fecha 25 de abril de 2005, el Juez de primer grado.
atendiendo a las declaraciones del recurrente, amplía el proceso y emplaza a
doña Carmen Nole Delgado, directora del Órgano Técnico de Tratamiento del
Establecimiento Miguel Castro Castro, ordenando que se reciba su declaración
indagatoria.
- El 22 de abril de 2005, se recibe la declaración indagatoria del accionante,
Marx Vásquez Ruiz, quien señala que se encuentra recluido desde el 25 de
mayo de 1994 y que se le sigue un proceso ante el Tercer Juzgado de
Terrorismo. Asimismo, se ratifica en el contenido de su demanda, Indicando
que permanece 23 horas diarias en un lugar sin luz y que su salud se ha
deteriorado. Finalmente, indica que sufre de catarata senil y que lleva 18
meses efectuando trámites para acceder a atención médica, sin haber tenido
éxito.

- En la misma fecha, se recibe la declaración indagatoria del accionado,


Wilfredo Pedraza Sierra, quien señala que son otras las áreas competentes
para adoptar y canalizar las medidas necesarias para la atención médica
especializada de los internos. Pese a ello, afirma que el recurrente viene siendo
tratado por el Instituto Especializado de Oftamología del Ministerio de Salud; y
que, dado que la institución carece de recursos económicos para asumir los
gastos de una operación, su caso viene siendo canalizado a través de la ONG
Sin Cadenas.

- El 28 de abril de 2005, se recibe la declaración indagatoria de la


accionada, Carmen Nole Delgado, quien afirma que conoce la situación del
demandante y que, por tal motivo, ha buscado apoyo en reiteradas ocasiones
(ONG, Instituto Nacional de Oftamología) a fin de que tenga acceso al
tratamiento quirúrgico que requiere. Añade que ese mismo día el interno ha
sido conducido al Instituto Nacional de Oftamología para la operación
quirúrgica de uno de sus ojos.

3. Resolución de primer grado

Con fecha 3 de mayo de 2005, el Vigésimo Cuarto Juzgado Penal de


Lima declara infundada la demanda argumentando que no se puede afirmar
que el problema ocular que padece el demandante sea consecuencia de las
condiciones carcelarias que ha sufrido; que de otro lado, ha quedado
acreditado que el recurrente ha sido atendido por el establecimiento de salud
del penal donde se encuentra recluido, y que la oficina de asistencia del
establecimiento penitenciario Miguel Castro Castro ha hecho las gestiones para
su tratamiento.

4. Resolución de segundo grado

Con fecha 17 de junio de 2005, la recurrida confirma la apelada por


advertir que se han realizado las gestiones orientadas a conseguir atención
médica en beneficio del recurrente y que este ha sido operado de uno de sus
ojos el día 28 de abril de 2005. Concluye que no estarían siendo vulnerados los
derechos constitucionales alegados.

III. FUNDAMENTOS

Sobre el recurso de agravio constitucional interpuesto por el demandante

1. De acuerdo con el artículo 18 del Código Procesal Constitucional

Contra la resolución de segundo grado que declara infundada o


improcedente la demanda procede recurso de agravio constitucional ante el
Tribunal Constitucional, dentro del plazo de diez contados desde el día
siguiente de notificada la resolución. Concedido el recurso, el Presidente de la
Sala remite al Tribunal Constitucional el expediente dentro del plazo máximo de
tres días, más el término de la distancia, bajo responsabilidad.

2. En el presente caso, el demandante se ha limitado a escribir en el


reverso de la resolución de la Cuarta Sala Penal para Procesos Ordinarios con
Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima (f. 98, reverso), su
fecha 17 de junio de 2005, lo siguiente:

No estoy conforme porque no se ajusta a la verdad. Interpongo


apelación elevándose al superior jerárquico.

3. Un excesivo formalismo podría llevar a este Colegiado a señalar que


el demandante no ha interpuesto, propiamente, un recurso de agravio
constitucional sino uno de apelación, con lo cual no se cumpliría lo previsto en
el artículo 18 del Código Procesal Constitucional. Sin embargo, esta no es la
posición asumida por el Tribunal Constitucional, porque si bien es cierto que el
Derecho Procesal Constitucional recurre, con frecuencia, a categorías e
instituciones primigeniamente elaboradas cómo parte de la Teoría General del
Proceso, es el Derecho Constitucional el que las configura y llena de contenido
constitucional. Esta posición, como es evidente, trasciende la mera cuestión de
opción académica o jurisprudencial; por el contrario, significa un
distanciamiento de aquellas posiciones positivistas del Derecho y del proceso
que han llevado a desnaturalizar la vigencia efectiva de los derechos
fundamentales, al hacer depender la eficacia de estos a la aplicación de
normas procesales autónomas científicas y neutrales. De ahí que se haya
señalado que

[I]a estrechez de un instituto procesal es dinamitada por reflexiones


puntuales y objetivas1
por parte del Tribunal Constitucional a efectos de la realización de los
fines. de los procesos constitucionales: garantizar la supremacía jurídica de la
Constitución y la vigencia efectiva de los derechos fundamentales (artículo II
del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional).

4. Por ello, el Tribunal Constitucional ha señalado (Exps. 0025-2005-


AI/TC y 0026-2005-AI/TC, Resolución, FJ 15) que el Derecho Procesal
Constitucional debe ser entendido como Derecho constitucional concretizado,
lo cual quiere decir

Que el derecho procesal constitucional constituye un ordenamiento


complejo de naturaleza adjetiva, pero que, debido a la naturaleza del
ordenamiento sustantivo a cuya concretización sirve -la Constitución- debe ser
interpretado e integrado atendiendo a la singularidad que este presenta
respecto al resto del ordenamiento jurídico. Es desde esta comprensión que el
Tribunal Constitucional alemán ha destacado la ‘particularidad del proceso
constitucional’. Significa ello que el derecho procesal constitucional ‘(...) implica
necesariamente un cierto distanciamiento del resto de regulaciones
procesales’. En este contexto, en consecuencia, el C.P.Const. tiene que ser
entendido como un ‘derecho constitucional concretizado’. Esto es, al servicio de
la ‘concretización’ de la Constitución. Por ende, opera en beneficio de la
Interpretación de la Constitución en cada uno de los procesos constitucionales
que el juez y el Tribunal Constitucional conocen con motivo de responder a una
concreta controversia constitucional planteada. Por tal razón, esta
concretización de la Constitución en cada controversia constitucional impone
correlativamente que la hermeneútica de la norma procesal constitucional deba
efectuarse conforme [a] una ‘interpretación específicamente constitucional de
las normas procesales constitucionales’, una interpretación del Código Procesal
Constitucional desde la Constitución (...). Se trata, en definitiva, de una
interpretación teleológica de la norma procesal constitucional orientada a la
concretización y optimización de los mencionados principios constitucionales
materiales.

5. Desde esta perspectiva del Derecho Procesal Constitucional como


Derecho Constitucional concretizado, cabe decir que la interpretación de las
disposiciones del Código Procesal Constitucional debe tender siempre a la
mayor optimización o realización no solo del principio jurídico de supremacía de
la Constitución, sino también de los derechos fundamentales: más aún en un
proceso constitucional como el de hábeas corpus. En consecuencia, más allá
de si el demandante planteó un recurso de apelación y no uno de agravio
constitucional, se debe tener por observado lo dispuesto en el artículo 18 del
Código Procesal Constitucional, de conformidad con lo previsto en el tercer
párrafo del artículo III del Título Preliminar del mencionado Código.
Precisión del petitorio de la demanda

6. Se desprende de la presente demanda que el recurrente pretende que


cese la vulneración de sus derechos fundamentales a la integridad personal,
ano ser sometido a torturas o tratos inhumanos o humillantes y a la protección
de su salud.

El derecho fundamental a la integridad personal

7. Si hay algo que caracteriza a los actuales estados constitucionales


democráticos es su tendencia a la mayor protección y realización posible de los
derechos fundamentales, entendidos estos no solo como derechos subjetivos e
individuales de las personas, sino también como instituciones que, en tanto que
portadores de determinados valores objetivos, informan el ordenamiento
jurídico en conjunto. Esto es así porque los derechos fundamentales se derivan
del principio-derecho de dignidad de la persona humana, según el cual la
persona se concibe como un fin en sí mismo y no como instrumento o medio de
la acción estatal. Ello explica también que nuestra Constitución haya
establecido en su artículo 1 que

La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin


supremo de la sociedad y del Estado.

8. Como todos los demás derechos fundamentales, el derecho a la


integridad personal y el derecho a no ser sometido a tortura o tratos inhumanos
o humillantes tienen una relación directa con la dignidad de la persona humana.
Por ello, la persona humana no pierde su derecho a la dignidad por el hecho de
encontrarse en una determinada circunstancia económica, social, religiosa,
cultural, educativa, por ejemplo, o cuando se encuentra sometida a una
especial situación jurídica a consecuencia del ejercicio, por parte del Estado, de
su poder punitivo. Por ello, el Tribuna (cf. STC 0010-2002-AI/TC, FJ 218) ha
señalado:

(...) Ni aun cuando el sujeto se encuentre justificadamente privado de su


libertad es posible dejar de reconocerle una serie de derechos o atribuciones
que por su sola condición de ser humano le son consubstanciales. La dignidad,
así constituye un mínimum inalienable que todo ordenamiento debe respetar,
defender y promover”.

9. Nuestra Constitución de 1993 (artículo 2, inciso 1) establece que

Toda persona tiene derecho: 1. A la vida, a su identidad a su integridad


moral, psíquica y física y a su libre desarrollo y bienestar (...).
Como ha precisado el Tribunal Constitucional en sentencia anterior (Exp.
02333-2004-HC, Resolución, Parágrafo 2), el derecho a la integridad personal
posee una dimensión física, moral y psíquica. En su dimensión física

(...) el derecho fundamental a la integridad personal garantiza a las


personas conservar la estructura orgánica del ser humano y, por ende, a
preservar la forma, disposición y funcionamiento de los órganos del cuerpo
humano y, en general, la salud del cuerpo. La afectación de la integridad física
se produce cuando se generan incapacidades, deformaciones, mutilaciones,
perturbaciones o alteraciones funcionales, enfermedades corpóreas, etc. (...).

Mientras que en su dimensión moral

El derecho a la integridad moral defiende los fundamentos del obrar de


una persona en el plano de la existencia y coexistencia social. Dichos
fundamentos manifiestan el conjunto de obligaciones elementales y primarias
que el ser humano se fija por mandato de su propia conciencia, y los
condicionamientos que ella recibe a través de la educación y cultura de su
entorno. (...) En efecto, la integridad moral se liga inescindiblemente al atributo
de desarrollar la personalidad y el proyecto de vida en comunidad conforme a
la convicción personal (religión, política, cultura, etc.). Debe aclararse que la
integridad moral no implica la idea de algo extraño o superior a la persona para
reconocer su existencia y defender su intangibilidad, ya que se funda en el libre
albedrío. Empero, es obvio que estos fundamentos, en caso del obrar, no
deben colisionar con el orden público. (…)

Además de ello, el derecho a la integridad en su dimensión psíquica

(...) se expresa en la preservación de las habilidades motrices,


emocionales e intelectuales. Por consiguiente, asegura el respeto de los
componentes psicológicos y discursivos de una persona, tales como su forma
de ser, su personalidad, su carácter, así como su temperamento y lucidez para
conocer y enjuiciar el mundo interior y exterior del ser humano. En ese sentido,
se considera como un atentado contra este derecho la utilización de
procedimientos médicos corno el llamado “suero de la verdad”, que supone la
aplicación de soluciones liquidas para explorar, sin expresión de voluntad, el
campo del subconsciente. Asimismo, se encuentran proscritos los
denominados “lavados de cerebro” o las hipnosis realizadas por vía compulsiva
o no avaladas por el libre albedrío. (...).

Análisis del caso concreto

10. Realizadas estas consideraciones previas, el Tribunal Constitucional


estima pertinente ingresar al análisis de fondo del presente caso. La cuestión
principal que se ha de someter a análisis es la afirmación del demandante en el
sentido de que no ha recibido ningún tipo de tratamiento médico a pesar de que
en reiteradas oportunidades dirigió cartas a las autoridades del INPE
solicitando que se le brinde la atención médica necesaria que le permita
recuperarse de la catarata senil que viene padeciendo. Al respecto, dos
precisiones.

11. En primer lugar, frente a supuestos como el que ahora corresponde


resolver, en nuestro ordenamiento constitucional se ha previsto, en general, el
proceso constitucional de hábeas corpus (artículo 200, inciso 1, de la
Constitución) y, más específicamente, el hábeas corpus correctivo (artículo 25,
inciso 1, del Código Procesal Constitucional), como mecanismo de garantía
para aquellos casos en los cuales se produzcan actos que conlleven lesiones a
la integridad personal, toda vez que lo que se pretende es la cesación de
maltratos contra una persona detenida, reo en cárcel, preso o interno en
instituciones de rehabilitación estatales o privadas.

12. En segundo lugar, considerando la afirmación hecha por el


demandante, es necesario recalcar que la persona humana no pierde su
derecho a la dignidad ni a la integridad física por el hecho de estar internada en
un centro penitenciario. Por ello, a fin determinar si, en este caso, existe una
vulneración de su derecho a la integridad personal, deberá determinarse si
están acreditados los hechos que afirma el accionante.

13. De una evaluación integral del expediente, se desprende que si bien


es cierto, y está plenamente acreditado de acuerdo con el certificado médico
que obra en el expediente (f. 3), que al demandante se le ha diagnosticado
catarata senil, no lo es menos que las autoridades del INPE vienen realizando
las acciones respectivas a fin de que el interno Marx Vásquez Ruiz reciba el
tratamiento que su enfermedad precisa, según se colige de fojas 19-21, 27, 28,
31-47, 54-56 y 64. En consecuencia, no se advierte la vulneración de los
derechos fundamentales a la integridad personal, a no ser sometido a tortura o
tratos inhumanos o humillantes, ni de su derecho a la salud.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

AFECTA LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente: Nº 4907-2005-HC/TC
LIMA
ROBERTO CARLOS PIZARRO LÓPEZ
(Publicado: 02-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 8 días del mes de agosto de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional Interpuesto por Alberto Luis Peralta


Huatuco, abogado de don Roberto Carlos Pizarro López, contra la resolución
de la Segunda Sala Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior
de Justicia de Lima, de fojas 90, su fecha 18 de mayo de 2005, que declara
infundada la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 21 de abril de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de Roberto Carlos Pizarro López, y la dirige contra el
titular del Trigésimo Noveno Juzgado Penal de Lima, solicitando que sé deje sin
efecto la resolución que lo declara reo contumaz y dispone su ubicación y
captura. Afirma que al favorecido se le sigue proceso en el juzgado penal a
cargo del magistrado emplazado, en el cual irregularmente fue declarado reo
contumaz, en evidente violación de los derechos constitucionales al debido
proceso y a la tutela jurisdiccional. Aduce que, a pesar de que el beneficiario
justificó su inasistencia a la diligencia programada y solicitó nueva fecha para
rendir su declaración instructiva, su petición fue desestimada por el emplazado
argumentando que la causa se encontraba a disposición de la partes, para los
alegatos correspondientes.
Realizada la investigación sumaria, el juez emplazado alega que no
existe la invocada vulneración de derechos constitucionales; que en el proceso
penal seguido al beneficiario se respetaron las garantías del debido proceso; y
que éste ejercitó plenamente su derecho de defensa. Aclara también que fue,
declarado reo contumaz debido a su renuencia en concurrir al local del juzgado
a rendir su declaración instructiva.

El Cuadragésimo Segundo Juzgado Penal de Lima, con fecha 25 de


abril de 2005, declara infundada la demanda argumentando que en autos no se
evidencia la vulneración de los derechos invocados, dado que la contumacia se
declaró en aplicación de presupuestos establecidos por las disposiciones
procesales penales vigentes.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. El demandante considera que las órdenes de ubicación y captura


dictadas contra el beneficiario vulneran sus derechos constitucionales, toda vez
que fueron tramitadas en mérito a una irregular declaración de contumacia que
afecta su libertad individual y viola el debido proceso.

2. El artículo 139 de la Norma Suprema establece los principios y


derechos de la función jurisdiccional. El inciso 3 garantiza la observancia del
debido proceso y la tutela jurisdiccional.

3. En ese sentido, la exigencia de su efectivo respeto ni solo tiene que’


ver con la necesidad de garantizar a todo justiciable determinadas garantías
mínimas cuando este participa en un proceso judicial, sino también con la
propia validez de la configuración del proceso, cualquiera que sea la materia
que en su seno se pueda dirimir, como puede ser la actividad investigatoria
realizada por el órgano jurisdicional. De esta forma, el debido proceso no solo
es un derecho de connotación procesal que se traduce, como antes se ha
dicho, en el respeto de determinados atributos, sino también una institución
compleja que desborda el ámbito meramente jurisdiccional.

4. El artículo 4 del Código Procesal Constitucional recogiendo lo previsto


en los instrumentos internacionales consagra el derecho al debido proceso
como atributo integrante de la tutela procesal efectiva, que se define como
aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan éste y otros
derechos procesales de igual significación.

§ Análisis de la controversia
5. Es necesario señalar, en primer término, que si bien el proceso de
hábeas corpus no tiene por objeto proteges en abstracto los derechos
constitucionales reconocidos en el artículo 139, incisos 2 y 3, de la Carta
Política, en e presente caso, habida cuenta de que existe una resolución
judicial que dispone la ubicación y captura del demandante, lo cual implicó
restricciones al pleno ejercicio de su libertad personal, este Tribunal
Constitucional considera que tiene competencia, ratione materiae, para evaluar
la legitimidad de los actos cuestionados.

6. La controversia en el presente caso, fundamentalmente, gira entorno


a determinar si son arbitrarias la declaración de contumacia y las órdenes de
ubicación y captura dispuestas contra el beneficiario. El demandante alega que
el favorecido “[...] justificó su inasistencia a la diligencia programada y solicitó
nueva fecha para rendir su declaración instructiva, petición que fue
desestimada por el juez emplazado argumentando que la causa se encontraba
a disposición de las partes, para los alegatos correspondientes [...]”.

7. Al respecto, de las copias certificadas del proceso penal que obran en


autos se advierte que el beneficiario fue notificado hasta en tres oportunidades
para que concurriera al local del juzgado e rendir declaración instructiva,
mediante resoluciones de fechas 1 de diciembre de 2003, 12 de enero de 2004
y 23 de abril del mismo año, respectivamente; conforme lo acreditan los cargos
de las notificaciones cursadas (obrantes a fojas 24, 28, 29). Al no presentarse a
las diligencias, se ofició a la Comisaría PNP de Chorrillos solicitando que
dispusiera la comparecencia a la diligencia programada para el día 13 de mayo
de 2004, bajo apercibimiento de ser declarado reo contumaz (f.32). Formulada
la acusación por el representante del Ministerio Público con fecha 16 de
setiembre de 2004 (f. 33 y 34) los autos fueron puestos a disposición de las
partes procesales por el término de 10 días, para los alegatos correspondientes
(f. 35). Si bien el beneficiario solicitó nueva fecha para rendir su declaración
instructiva, atendiendo al estado procesal de la causa, dicho pedido fue
desestimado, proveyéndose textualmente: “[…] debiéndose el procesado
ponerse físicamente a derecho en el local del juzgado”, providencia notificada
al beneficiario, como consta de fojas 37 a 40, no obstante lo cual, haciendo
caso omiso a los apercibimientos decretados por el juzgador, no concurrió a la
diligencia programada, razón por la cual fue declarado reo contumaz el 1 de
abril de 2005.

A mayor abundamiento, de lo señalado precedentemente se advierte


que entre el 1 de diciembre de 2003, fecha en que por primera verse señala
fecha para la diligencia de lectura de sentencia, y el 1 de abril de 2005, en que
se declara reo contumaz al demandante, ante su renuencia en concurrir a dicha
diligencia, han transcurrido más de 16 meses sin que se pueda recibir la
declaración instructiva del procesado, en una causa penal sujeta a trámite
sumario, debido a actos procesales dilatorios imputables al favorecido, que, en
su condición de acusado, tiende a retrasar el cumplimiento de dicho acto
procesal.

8. Del estudio de autos, se desprende, por una parte, qué se trata de un


proceso regular que debe concluir precisamente con la decisión final del órgano
jurisdiccional y, por otra, que no existe la alegada afectación de derechos
constitucionales, no resultando aplicable al caso el artículo 2 de la Ley Nº
28237.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

VULNERACION DEL DERECHO DE SER JUZGADO POR UN JUEZ


NATURAL

Expediente Nº 4909-2005-PHC/TC
LIMA
BERNARDO RISCO OCHOA
(Publicado: 02-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 8 días del mes de agosto de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Presidente; Gonzales Ojeda y Garcia Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Bernardo Risco
Ochoa contra la resolución de la Cuarta Sala Penal para Procesos con Reos
Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 143, su fecha 11 de
abril de 2005, que declara infundada la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 6 de diciembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el funcionario del Ministerio de Defensa FAP y titular del
Primer Juzgado Sustituto de la Fuerza Aérea del Perú, Jhonny Juárez
Suasnábar, por vulnerar el derecho al juez predeterminado por la ley.
Manifiesta ser Técnico Inspector de la FAP en actividad, perteneciente a su
Servicio de Mantenimiento (Semen); que en el mes de enero de 2001, se
produjo el hurto agravado de material del Estado, consistente en la sustracción
de 195 álabes de turbina de avión valorizados en 64.924 dólares americanos.
Alega que, a pesar de que se trata del ilícito penal de hurto agravado, que es
un delito común, y no de función, el emplazado se evocó al conocimiento y la
tramitación de la causa seguida en su contra, vulnerando sus derechos
constitucionales a ser juzgado por un juez natural y a no ser desviado de la
jurisdicción predeterminada por ley.

Sostiene que el emplazado no puede ejercer la función de juez porque


su designación es inconstitucional, dado, que es militar en actividad; que no
obstante que la justicia militar solo puede conocer los delitos de función en los
que incurren los policías y militares, se le está procesando por el mencionado
delito pese a que la sustracción de material de avión es un delito común: Por lo
tanto, solicita que se declare la nulidad de lo actuado en el tuero militar y que
dicho proceso sea puesto a disposición del Ministerio Público, para que
proceda conforme a sus atribuciones.

Realizada la investigación sumaria, el demandante se ratifica en el


contenido da su demanda. Aduce que por el robo de los álabes fue sancionado
con ocho dios de arresto simple por la Comisión de Investigación de la FAP. A
su turno, el emplazado manifiesta que no se han vulnerado los derechos del
demandante; que el proceso seguido en su contra se inició en el año 2003, y
que en aquel entonces no cuestionó la competencia del fuero militar. También
refiere que sé evocó al conocimiento de la causa en el mes de febrero de 2004,
al haber sido nombrado juez instructor militar. Alega que si bien es cierto existe
una sentencia expedida por el Tribunal Constitucional que declara
inconstitucionales algunos artículos de la ley militar, los fundamentos 88 a 92
de la referida sentencia declaran una vacatio sententiae por el término de 12
meses.
El Procurador Público a cargo de los asuntos judiciales de la Justicia
Militar se apersona en el proceso y solicita que se declare improcedente la
demanda aduciendo que el delito por el que se procesa al demandante está
tipificado como delito de función por el Código Militar.

El Juzgado Penal del Módulo Básico de Justicia de San Juan de


Miraflores, con fecha 5 de enero de 2005, declara fundada la demanda
considerando que el fuero militar, al avocarse al conocimiento de un delito
común, vulnera los derechos constitucionales del demandante.

La recurrida, revocando la apelada, declara infundada la demanda,


argumentando que, siendo el demandante un efectivo militar e imputándosele
la comisión de un delito de función, no se evidencia la vulneración de derechos
invocada.

FUNDAMENTOS

1. El demandante alega que, al ser procesado por el delito de función, se


lesiona su derecho constitucional al juez natural, toda vez que el ilícito que se
le imputa es un delito común y, por ende, de competencia de la jurisdicción
ordinaria.

2. El recurrente aduce que se ha violado el derecho al juez natural. Sin


embargo, del contenido de la demanda se infiere que el derecho vulnerado es
el derecho a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada por la ley, el
cual forma parte de los principios y derechos de la función jurisdiccional
previstos por el artículo 139 de la Constitución.

3. Al respecto, es oportuno precisar que cuando este Tribunal se ha


referido al derecho reconocido en el inciso 3) del artículo 139 como si se tratara
del “derecho al juez natural”, siempre lo ha hecho asumiendo que “ [...] bajo la
nomenclatura de ese derecha (juez natural), en realidad, subyace el derecho a
no ser desviado de la jurisdicción predeterminada por la ley” (cf. STC. 1934-
2003-HC, fund. 6).

§ Determinación del acto lesivo

4. Entonces, la controversia en el presente caso, fundamentalmente, gira


en torno a determinar si el proceso penal militar seguido contra el demandante
se tramita con arreglo a los preceptos constitucionales, esto es, si se desarrolla
en la jurisdicción previamente asignada por la Constitución. El demandante
alega, al respecto, que el ilícito que se le imputa es un delito común.

§ El delito de función y la justicia militar


5. El artículo 173 de la Constitución establece. “[…] En caso de delito de
función, los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional están
sometidos al fuero respectivo y al Código de Justicia Militar. Las disposiciones
de éste no son aplicables a los civiles, salvo en el caso de los delitos de
terrorismo y traición a la patria que la ley determina”. De ahí la importancia de
establecer la naturaleza del delito materia de investigación y la necesidad de
diferenciar el delito de función del delito común; más aún cuando a quien se le
imputa el delito de función, tiene la condición de miembro activo de las Fuerzas
Armadas.

6. Con respecto al delito de función, este Tribunal ha señalado (vid. STC


0017-2003-AI, fund.132): “[...] el delito de función entraña aquella acción
tipificada expresamente en la Ley de la materia, y que es realizada por un
militar o un policía en acto de servicio o con ocasión de él, y respecto de sus
funciones profesionales”.

Sin embargo, para considerar si un delito es de función y, por ende, es


materia de competencia de la justicia militar, es necesario que concurran dos
elementos: uno personal, referido al tipo de personas que están sujetas a su
autoridad, y otro objetivo, respecto a los bienes jurídicos tutelados a través del
tipo penal.

7. Al tomar en cuenta la concurrencia de los elementos mencionados,


también ha dicho este Tribunal (cf. STC. 3194-2004-HC, fund. 24):

“[...] El delito de función se presenta cuando la conducta del militar o del


policía en actividad pone en riesgo o atenta contra la actuación de las Fuerzas
Armadas y de la Policía Nacional del Perú, en el cumplimiento de sus funciones
constitucionales”.

“[...] Sobre la base de esta concepción de los delitos de función, en


estricta relación con los principios de legalidad y tipificación por el Código de
Justicia Militar, solamente podrían ser considerados copulativamente como
tales:

a) los relacionados directamente con el ámbito funcional militar o policial:

b) los que afectan bienes jurídicos estrictamente castrenses, y

c) los que reconocen un nexo causal entre los delitos cometidos en el


ámbito castrense y la función encomendada al sujeto activo militar”.
8. El delito de función no protege un interés militar o policial del Estado
como tal. Se trate de un delito por el que se incumple un deber, y solo puede
ser cometido por quien ostenta una posición determinada, derivada del ámbito
estrictamente militar o policial.

Cuando la infracción o delito es cometido por cualquier ciudadano ajeno


a las Fuerzas Armadas o la Policía Nacional, no se trata de un delito de
función, en tanto que el deber solo es propio de quien pertenece a cualquiera
de estas instituciones.

9. En este orden de ideas, en el delito de función se presenta una doble


condición subjetiva y objetiva; esto es, se trata de un sujeto activo, militar o
policial, que comete un delito de función militar o policial (es decir, hechos que
real y estrictamente dañan a la organización castrense o policial), no resultando
posible extender la competencia a casos con civiles o con delitos comunes.

Se trata de hechos en los que se quebranta un deber inherente a la


profesión militar o policial, que importa lesiones o la puesta en peligro de
bienes jurídicos estrictamente castrenses, en la medida en que ello pueda
afectar la defensa nacional u otras funciones asignadas por la Constitución a
las Fuerzas Armadas.

10. Por ello, en la STC 0017-2003-AI/TC, este Colegiado ha precisado


que, de conformidad con el artículo 173 de la Constitución Política del Perú, el
ámbito de la justicia militar está estrictamente restringido al juzgamiento de os
denominados “delitos de función”.

En efecto, allí enfatizó [cf. funds. 110 ss.] que lo que caracteriza al delito
de función no es solo la condición de militar del agente activo, sino la
afectación de bienes jurídicos propios de las instituciones castrenses.

§ Análisis del caso concreto

11. De autos se advierte que el Técnico Inspector de la -Fuerza Aérea


Peruana, Risco Ochoa, viene siendo procesado ante el Primer Juzgado de
Instrucción Permanente de la FAP por la presunta comisión de los delitos de
negligencia, desobediencia y fraude, como resultado de la pérdida de kits de
álabes, es decir, de repuestos para aviones de dicha institución, los cuales
constituyen material militar, y que dada su naturaleza, forman parte del bien
jurídico militar, poro que su pérdida afecta directamente a las naves destinadas
a garantizar la seguridad, soberanía e integridad del espacio aéreo, función que
está asignada de manera especifica a dicho instituto castrense por la Norma
Suprema.
A mayor abundamiento, el demandante, por su condición de militar, se
desempeñaba como Jefe de la División de Recepción y Despachos en el
Departamento de Abastecimientos del Servicio de Mantenimiento de la FAP
(Seman), razón por la cual cumplía funciones administrativo-Militares y estaba
a cargo del material militar perdido.

12. En consecuencia, las copias certificadas que obran en autos


acreditan que al demandante no se le imputa la comisión del delito de hurto
agravado que alega en la demanda; por el contrario, se le atribuye la comisión
de un delito de función, consistente en el incumplimiento de una
responsabilidad funcional relativa al deber de custodia de bienes militares. Ello
no constituye un atentado contra el patrimonio o la integridad personal,
derechos cuya protección no le compete a la justicia militar; sino que se trata
da una infracción a un deber de naturaleza militar, consiste en proteger la
posesión y custodia de material militar encargado a la Fuerza Aérea del Perú,
que es parte de las Fuerzas Armadas, y cumplir las funciones encomendadas
por la Constitución (artículo 165).

13. En consecuencia; no se acredita la alegada vulneración, toda vez,


que el proceso penal militar en el que está inmerso el demandante se tramita
con arreglo a la Constitución.

14. Por otro lado, el Tribunal considera importante puntualizar cuáles son
los delitos que pueden ser materia de análisis por parte de la justicia militar.
Sobre el particular, ‘ha dicho: “[...] Parece ser que el listado que presenta el
Código de Justicia Militar en algunos aspectos se contradice con los delitos
contemplados por el Código Penal, pues, en la actualidad, la justicia militar es
competente por diversos criterios, y no, todos correctos” (cf. STC. 3194-2004-
HC).

Es más, estima este Tribunal que “[...] Un sentido constitucionalmente


adecuado para entender los fines que debe cumplir la jurisdicción militar no
puede desvincularse del juzgamiento y eventual sanción de los denominados
delitos de función; es decir, del juzgamiento de aquellas conductas que
lesionan bienes jurídicos propios de las instituciones castrenses” (cf. STC. 023-
2003-AI, fund: 81).

15. Por ello, la necesidad de que el Poder Legislativo observe los


parámetros de constitucionalidad indicados por este Tribunal en la STC 023-
2003-AI, expedida con motivo de la acción de inconstitucionalidad presentada
por la Defensoría del Pueblo, pronunciamiento que en cierto modo se
encuentra vinculado a la normativa que apruebe el Legislativo a efectos de
garantizar que tanto la justicia militar como los asuntos que en ella se ventilen,
coincidan con la Norma Suprema; toda vez que, al observarse en la legislación
próxima a expedirse los principios constitucionales de Independencia,
inamovilidad, imparcialidad y unidad de la jurisdicción, señalados en la
jurisprudencia mencionada, se garantizará la primacía de la Constitución por
una parte; y, por otra, se permitirá una mayor predecibilidad de las decisiones,
situaciones que redundan en la seguridad jurídica del país.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese:

SS.

ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

AMENAZA A SU LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 3411-2005-PHC
LIMA
LEONOR LA ROSA BUSTAMANTE
(Publicado: 03-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 12 días del mes de mayo de 2006, reunida la Sala


Primera del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva
Orlandini, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Heriberto Manuel


Benites Rivas contra la resolución de la Cuarta Sala Especializada en lo Penal
para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 389, su fecha 22 de abril de 2005, que declara improcedente la demanda
de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 3 de enero de 2005, don Heriberto Manuel Benites Rivas


interpone demanda de hábeas corpus a favor de doña Leonor La Rosa
Bustamante y la dirige contra la jueza del Trigésimo Quinto Juzgado Penal de
Lima, doña Guiliana Brandini Ferias Ríos, por amenaza de violación a su
libertad individual y vulneración al debido proceso y a la tutela jurisdiccional.
Refiere que contra la beneficiaria se tramita un proceso por un inexistente delito
de difamación agravada, cometido supuestamente en agravio del Coronel
Sánchez Noriega, en el que se dictó sentencia absolutoria que declaró la
inocencia de la beneficiaria que, al ser apelada dicha resolución la anuló el
superior jerárquico, quién dispuso ampliar la investigación por un plazo de
cinco días con el objeto que, en primera instancia, se transcribieran ciertos
audios. Que, entre tanto transcurrió más de un año, la jueza, fue cambiada de
colocación avocándose al conocimiento de la querella la emplazada, quien
inexplicablemente decidió notificar a la beneficiaria en la “Clínica “San Martín
de Porras” (lugar donde no reside, ni se encuentra internada), para que
concurra a la audiencia de lectura de sentencia. Aduce que no obstante ser de
público conocimiento que la beneficiaria radica en Orebro (Suecia), sometida a
tratamiento médico, y que la cédula de notificación fue devuelta por el Director
de dicho nosocomio, fue declarada reo contumaz, disponiéndose su ubicación
y captura a nivel nacional e internacional, arbitrariedad que pone en riesgo
tanto su salud como su libertad individual, y evidencia la violación al debido
proceso legal y a las garantías judiciales, por lo que solicita que reponiendo las
cosas al estado anterior a la vulneración constitucional, se declare nula la
resolución judicial cuestionada.

Realizada la investigación sumaria, el recurrente se ratifica en el


contenido de su demanda, añadiendo que el objeto de la demanda es que cese
la amenaza a la libertad individual y la violación al debido proceso penal al que
tiene derecho la beneficiaria.

Por su parte la emplazada alega que no existe vulneración


constitucional, que la notificación se halla debidamente realizada y que el
apercibimiento decretado, así como su posterior ejecución, los realizó en uso
de las facultades concedidas por la Ley Orgánica del Poder Judicial. Agrega
que declaró reo contumaz a la querellada por los fundamentos expuestos en
dicha resolución y que fue a solicitud del querellante.

El Trigésimo Sexto Juzgado Especializado Penal de Lima, con fecha 21


de marzo de 2005, declaró improcedente la demanda al considerar que existen
vías procedimentales específicas igualmente satisfactorias para la protección
del derecho constitucional amenazado o vulnerado.
La recurrida confirmó la apelada argumentando que a la fecha de
expedición de la sentencia se había producido la sustracción de la sede
constitucional, toda vez que el juez ordinario declaró la nulidad de lo actuado y
con ello la nulidad de las órdenes de captura cuestionadas.

FUNDAMENTOS

1. El demandante cuestiona la resolución judicial que declara reo


contumaz a la beneficiaria, alega la amenaza a su libertad individual y la
vulneración del debido proceso y la tutela jurisdiccional.

2. La Norma Suprema en su artículo 139 establece los principios y


derechos de la función jurisdiccional, consagrando en el inciso 3 la observancia
del debido proceso y la tutela jurisdiccional. Es decir, garantiza al justiciable,
ante su pedido de tutela, el deber del órgano jurisdiccional de observar el
debido proceso y de impartir justicia dentro de los estándares mínimos
establecidos por los instrumentos internacionales.

3. En ese sentido, la exigencia de su efectivo respeto no sólo tiene que


ver con la necesidad de garantizar a todo justiciable determinadas garantías
mínimas cuando participa en un proceso judicial, sino también con la propia
validez de la configuración del proceso, cualquiera que sea la materia que en
su seno se pueda dirimir, como puede ser la actividad investigatoria realizada
por el órgano jurisdiccional. De esta forma, el debido proceso no sólo es un
derecho procesal que se traduce como antes se ha dicho en el respeto de
determinados atributos, sino también una institución compleja que desborda el
ámbito meramente jurisdiccional.

4. El artículo 4 del Código Procesal Constitucional recogiendo lo


enunciado en los instrumentos internacionales, consagra el derecho al debido
proceso como atributo integrante de la tutela procesal efectiva, que se define
como aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan este y
otros derechos procesales de igual significación.

§. Determinación del acto lesivo objeto de control constitucional

5. Del análisis de los argumentos expuestos por el recurrente se advierte


que el demandante cuestiona las presuntas irregularidades y excesos
cometidos por el órgano jurisdiccional que, apartándose de los principios y
derechos reconocidos por la Norma Fundamental a la función que desempeña,
terminan por lesionar y amenazar los derechos fundamentales de la
beneficiaria.
Específicamente cuestiona la declaración judicial de contumacia; alega
que la resolución discutida vulnera el debido proceso y la tutela jurisdiccional y
que las subsiguientes órdenes de captura amenazan la libertad individual de la
favorecida.

§. Análisis del acto lesivo materia de la reclamación constitucional

6. Es necesario señalar, en primer término, que si bien el proceso de


hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto los derechos
constitucionales reconocidos en el artículo 139, incisos 2 y 3, de la Carta
Política, en el presente caso, habida cuenta de que existe resolución judicial
que dispone la ubicación y captura de la beneficiaria, lo que implica
restricciones al pleno ejercicio de su libertad personal, este Tribunal
Constitucional considera que tiene competencia, ratione materiae, para evaluar
la legitimidad constitucional de los actos cuestionados.

7. La controversia en el presente caso, fundamentalmente gira en torno


a la acusada arbitrariedad, o no, de la declaración de contumacia y las órdenes
de ubicación y captura dispuestas contra la beneficiaria. El demandante alega
que “[...] la emplazada inexplicablemente, decidió notificar a la beneficiaria en la
“Clínica San Martín de Porras” (lugar donde ella no reside, ni se encuentra
internada) para que concurra a la diligencia de lectura de sentencia, no
obstante ser de público conocimiento que la beneficiaria radica en Orebro
(Suecia) y que la cédula de notificación fue devuelta por el Director de dicho
mosocomio, fue declarada reo contumaz (...)” (sic).

§. La declaración judicial de contumacia y la violación del debido proceso


penal

8. La declaración de contumacia-conforme a la ley de la materia-


constituye una situación procesal que legitima a la Judicatura para ordenar la
detención del procesado renuente a acatar el cumplimiento de determinados
mandatos procesales ordenados por el juzgador.

El artículo 3 del Decreto Legislativo Nº 125, establece -entre otras


causas- que se reputa contumaz: “[...] al que habiendo prestado su declaración
instructiva o estando debidamente notificado, rehuye el juzgamiento en
manifiesta rebeldía o hace caso omiso a las citaciones o emplazamiento que le
fueran hechos por el Juez o Tribunal”.

9. Al respecto, del estudio de autos se advierte que la jueza emplazada


se avoca al conocimiento del proceso de querella seguido contra la beneficiaria
cuando la causa se encontraba con señalamiento de fecha para lectura de
sentencia, a llevarse a cabo el día 29 de octubre de 2004 (fs. 109), por lo que
habiéndose producido el llamado de ley para el juzgamiento al que no se
presentó la querellada, se extiende la constancia de inasistencia respectiva (fs.
110).

Continuando con el trámite, la parte querellante solicita se aplique el


apercibimiento decretado con fecha 4 de octubre de 2004 (fs. 112/117), el que
fuera comunicado con la notificación para la lectura de sentencia cursada a la
“Clínica San Martín de Porras” (fs. 106), procediendo la emplazada, primero a
expedir la resolución cuestionada declarando reo contumaz a la querellada, y
después a ordenar su inmediata ubicación y captura (fs. 141), para lo cual se
cursan los oficios a la División de Requisitorias de la Policía Nacional del Perú
(fs. 143/144). Posteriormente la jueza emplazada expide una nueva resolución
mediante la cual considera como válidamente notificada a la beneficiaría con
respecto al llamado que se le hiciera para el acto de juzgamiento (fs. 152).

10. Asimismo se advierte que la notificación de la resolución (que


contiene el apercibimiento) cursada al nosocomio (fs. 106) fue devuelta por su
Director, médico Cruz Garay, conforme se acredita con el cargo estampado a
su recepción por la Mesa de Partes del juzgado. En este orden de hechos, mal
podría el órgano jurisdiccional considerar renuente a acatar sus mandatos y
declarar contumaz a un procesado, sin antes tenerla certeza que dicho
justiciable tenía conocimiento cierto o presunto de los actos procesales
ordenados por el juzgador, tanto más si la notificación que contiene el
llamamiento al acto procesal y apercibimiento decretados fueron devueltos al
propio juzgado de origen antes de la realización de la mencionada audiencia,
señalada como se ha dicho para el día 20 de octubre de 2004.

Resulta así inexcusable que el Secretario del Juzgado dé cuenta de la


devolución de las notificaciones después de transcurridos más de sesenta días
de su recepción, esto es el 28 de diciembre de 2004 también que, la jueza
emplazada dé por válidamente notificada a la querellada teniendo conocimiento
(mediante el escrito de devolución) que ésta se encontraba en el extranjero y
resuelva: “[...] dictar orden de captura a nivel internacional contra [ello] (...)” (sic,
fs. 153).

11. Deviene incongruente también que se dé por válida la notificación


realizada dentro del territorio nacional a quien se ordena ubicar y capturar en el
extranjero.

De lo precedentemente expuesto se colige que al no estar debidamente


notificada la beneficiaria no era legítimo declararla reo contumaz, toda vez que
no estaba acreditada su renuencia a acatar los actos ordenados por el
juzgador, condición sine qua non para tal situación procesal, por lo que su
dictado evidencia la inobservancia del principio de legalidad procesal, así como
un manifiesto agravio a la tutela procesal efectiva y, por ende, la violación
constitucional demandada.

12. A mayor abundamiento, el proceso de querella que se tramita contra


la favorecida tiene en la ley es un procedimiento especial de actuación privada,
por tratarse de un delito exceptuado, siendo su característica más importante
que su prosecución está reservada a la actividad del agraviado que tiene
exclusiva legitimación activa por titularidad del ejercicio de la acción penal,
dado que sólo a su instancia es posible incoar el proceso penal. Siendo así, el
Ministerio Público no interviene como parte, bajo ninguna circunstancia,
conforme lo preceptúa el artículo 209 del Código de Procedimientos Penales.
En consecuencia, el agraviado se erige en acusador privado y, por tanto, en
único impulsor del procedimiento, ya que no sólo promueve la acción penal
sino que también introduce la pretensión civil (indemnización), por lo que debe
observar de manera supletoria las disposiciones contenidas en el Código
Procesal Civil; así, está obligado al pago de tasas judiciales y podrá conciliar,
desistirse, abandonar el proceso, entre otras conductas.

13. En relación al abandono, el artículo único de la Ley Nº 26691, que


modifica el artículo 346 del Código Procesal acotado, establece que “[...]
cuando el proceso permanezca en primera instancia durante cuatro meses sin
que se realice acto que lo impulse, el juez declarará su abandono de oficio o a
solicitud de parte o de tercero legitimado”.

Precisamente, de las copias certificadas que integran el cuaderno


formado en esta instancia se advierte que el querellante Sánchez Noriega,
mediante escrito recibido con fecha 18 de marzo de 2004 (fs. 696 del
cuadernillo del Tribunal), solicitó a la judicatura que proceda a dictar sentencia.
Posteriormente, el 22 de diciembre de 2004, requiere al juzgado por que,
haciendo efectivo el apercibimiento decretado, proceda a la declaración de
contumacia (fs. 709/714).

Computadas las fechas de dichos actos procesales resulta que cuando


se decretó el apercibimiento ya se había producido el abandono del proceso,
previsto por el artículo 346 del Código de Procesal Civil, toda vez que desde el
30 de marzo de 2004, fecha en que se proveyó su petición (fs. 697), el proceso
se paralizó de hecho durante más de 6 meses en primera instancia, pues no se
realizó acto alguno (sea de parte o de oficio) que impulsara su tramitación; ello
hasta que el activismo procesal inusitado del juzgador, el día 4 de octubre de
2004 (fs. 700), llevó a dictar el apercibimiento mencionado.

14. Por ello el Tribunal Constitucional considera que no existe


razonabilidad en la medida decretada y que la discrecionalidad del órgano
jurisdiccional rebaza sus facultades, vulnerando con su impulso de oficio
extemporáneo los derechos procesales de la querellada, que es beneficiaria del
presente proceso constitucional, por lo que resulta de aplicación al caso el
artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

15. Por eso aún cuando al avocarse al conocimiento del proceso seguido
a la beneficiaria, la jueza Jaqui Mendoza declare “[...] la nulidad de actuados a
partir de la resolución de fojas 699, su fecha 4 de octubre de 2004, (...)” (fs.
387), y, con ello, se produzca lo que a criterio del juez constitucional de
segundo grado constituye “[...] la sustracción de la sede constitucional (...)” en
la que se sustenta su fallo, conforme se advierte de fojas 389 a fojas 390
vuelta, este Supremo Tribunal considera que tal declaración no cohonesta la
arbitrariedad contenida en la resolución cuestionada, tanto más, si la agresión
cesó con posterioridad a la interposición de la demanda, razón por la cual,
atendiendo al agravio producido, estima necesario precisar los alcances de su
decisión en relación a la responsabilidad del agresor, prevista en el artículo 8
de la Ley Nº 28237.

16. En este sentido no siendo competencia del juez constitucional


pronunciarse sobre si la afectación del derecho constitucional protegido se
debió a dolo o culpa inexcusable de la jueza Giuliana Carmen Brindani Farías-
Ríos y/o del Secretario de Juzgado (fundamento 10), debe remitir copias al
Ministerio Público y al Oficina de Control de la Magistratura para que procedan
conforme a sus atribuciones.

17. Finalmente, debemos señalar que hallándose la causa en sede del


Tribunal Constitucional estando pendiente de absolverse el grado del recurso
de agravio constitucional, por escrito presentado a esta instancia, el
demandante alegó que “[...] nuevamente la judicatura pretende declarar [a la
beneficiaria] reo contumaz, notificándole a un domicilio que no corresponde (a
sabiendas que ella vive en Suecia) y, por consiguiente, [pretende] ordenar su
captura si no acudiera a la lectura de sentencia que debe efectuarse el día de
hoy 29 de marzo a las 12.00 horas (...)”.

Dicho alegato llevó al Tribunal Constitucional a oficiar al Trigésimo


Quinto Juzgado Penal de Lima con el objeto de que remita copias certificadas
de los actuados a partir del 17 de enero de 2005 (por ser esta la última fecha
que consignan las copias certificadas recaudadas en sede judicial) hasta la
actualidad, recibiéndose con fecha 4 de mayo de 2006, el Oficio Nº 4265-02-
35JPL-CRGM que da respuesta a dicha resolución cumpliendo el mandato.

18. De las copias certificadas que se anexan al oficio en mención, se


advierte que la judicatura, lejos de declarar la nulidad de oficio permitida por la
ley procesal específica, insiste en su tramitación, cursando oficio a la Dirección
Nacional de Migraciones y Naturalización del Ministerio del Interior (fs.
830/833), dependencia que da cuenta que la querellada La Rosa Bustamante
[...] salió del país el día 11 de agosto de 2004 con destino a España”. La
judicatura, entonces, señala nueva fecha de lectura de sentencia, bajo
apercibimiento de declarar contumaz a la favorecida en caso de inconcurrencia,
conforme se acredita de la copia certificada que obra a fojas 907 del cuaderno
formado en esta instancia.

§. La declaración judicial de contumacia y la amenaza a la libertad


individual

19. Con respecto a la amenaza de violación de un derecho


constitucional, el artículo 2 del Código Procesal Constitucional establece que
“[...] cuando se invoque la amenaza de violación de un derecho constitucional,
ésta debe ser cierta y de inminente realización.

20. De lo expuesto precedentemente se colige en el presente caso que


la amenaza de violación de la libertad individual es cierta y de inminente
realización, por lo que debe ampararse la reclamación constitucional promovida
a favor de la beneficiaria, en aplicación de la Ley Nº 28237 acotada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus.

2. Declarar la nulidad de las resoluciones de apercibimiento de


contumacia en la persona de la beneficiaria, doña Leonor La Rosa Bustamante,
en tanto ésta no sea debida y legítimamente notificada de los actos procesales
dispuestos por la judicatura, en su domicilio legal vigente.

3. Disponer que se remitan copias de la presente sentencia al Ministerio


Público y a la Oficina de Control de la Magistratura.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
VULNERACION A LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 3570-2005-PHC/TC
TACNA
NORMA GLADIS CHINO ARO
(Publicado: 13-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Callao, a los 8 días del mes de julio de 2005, el Pleno del Tribunal
Constitucional, integrado por los magistrados Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo,
pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Norma Gladis


Chino Aro, contra la resolución de la Sala Especializada en lo Penal de la Corte
Superior de Justicia de Tacna, de fojas 324, su fecha 14 de abril de 2005, que
declara improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 29 de diciembre de 2004, la recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Tacna y
contra la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la
República, a fin de que cese la vulneración de su derecho a la libertad
personal. Se fundamenta en que al haber sido sentenciada en aplicación del
artículo 297, inciso 6, del Código Penal, se le impide acceder al beneficio
penitenciario de semilibertad y libertad condicional.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus


Con fecha 30 de diciembre de 2004, se dispuso la realización de la
investigación sumaria de hábeas corpus. Los vocales demandados, en su
declaración, coinciden en afirmar que la recurrente ha sido sentenciada dentro
de un proceso regular y, por tanto, no se ha vulnerado su derecho fundamental
invocado.

3. Resolución de primer grado


Con fecha 25 de febrero de 2005, el Primer Juzgado Especializado en lo
Penal de Tacna declaró improcedente la demanda de hábeas corpus,
argumentando que el derecho fundamental a la libertad personal de la
recurrente se encuentra restringida en virtud a una sentencia condenatoria
firme emanada de un proceso regular. Además, señala que los hechos y el
petitorio de la demanda no están referidos en forma directa al contenido
constitucionalmente protegido de los derechos invocados. En ese sentido, no
corresponde al Juez constitucional llevar a cabo la evaluación del tipo penal
aplicable a la recurrente por los hechos denunciados.

4. Resolución de segundo grado


Con fecha 14 de abril de 2005, la Sala Especializada en lo Penal de la
Corte Superior de Justicia de Tacna declara improcedente la demanda, por
considerar que la recurrente no cuestiona la regularidad del proceso penal
seguido en su contra, sino las consecuencias del mismo; por tanto, la Sala
precisa que el tratamiento penitenciario surge de manera posterior al proceso
penal y está sujeto a sus propias normas.

III. FUNDAMENTOS

Precisión del petitorio de la demanda de hábeas corpus


1. Del análisis integral de lo actuado en autos se aprecia que la
demandante pretende, fundamentalmente, que el Tribunal Constitucional se
pronuncie sobre la subsunción de su conducta al tipo penal previsto en el
artículo 297, inciso 6, del Código Penal, toda vez que ello le impide acceder a
los beneficios penitenciarios previstos en la ley pertinente.

2. Al respecto, es necesario precisar lo siguiente. El Tribunal


Constitucional, prima facie, no es instancia en la que se pueda establecer la
responsabilidad penal de una persona, o calificar el tipo penal en el que se
subsume la conducta del imputado, pues éstos ámbitos son de exclusiva
competencia de la jurisdicción penal ordinaria. Sin embargo, lo señalado tiene
como única y obligada excepción la tutela de los derechos fundamentales, pues
es evidente que allí donde el ejercicio de una atribución exclusiva vulnera o
amenaza un derecho reconocido por la Constitución, el Tribunal no sólo puede
sino que debe, legítimamente, pronunciarse sobre la eventual vulneración de
un derecho fundamental.

3. Evidentemente, no se trata de que el Juez constitucional, de pronto,


termine revisando todo lo realizado por el Juez ordinario, sino, específicamente,
que controle si en el ejercicio de la función jurisdiccional se ha vulnerado o no
un derecho fundamental. Para proceder de dicha forma existen dos referentes
de los derechos de los justiciables: la tutela judicial efectiva como marco
objetivo y el debido proceso como expresión subjetiva y específica, ambos
previstos en el artículo 139, inciso 3, de la Constitución. En ese sentido, es
desde la perspectiva del debido proceso que el Tribunal Constitucional
ingresará al análisis de fondo de la presente demanda, en cuanto en los
hechos que fundamentan la pretensión se esgrima la vulneración al derecho
fundamental de la libertad.

Análisis del caso concreto


4. Bajo estas consideraciones previas, es necesario analizar si, en el
presente caso, este Colegiado debe pronunciarse, dentro del proceso
constitucional de hábeas corpus, sobre la vulneración del derecho fundamental
al debido proceso. Como ya se ha señalado, el Tribunal Constitucional puede
pronunciarse, dentro de un proceso constitucional de hábeas corpus, sobre la
vulneración del derecho fundamental al debido proceso, siempre que exista
vinculación entre éste y el derecho fundamental a la libertad personal. Esa
vinculación se da en el sentido que la legitimidad constitucional de toda medida
que comporte una restricción del derecho a la libertad personal radica,
precisamente, en el irrestricto respeto de las garantías inherentes al debido
proceso.

5. En el presente caso, siendo que la recurrente ha sido sentenciada a


15 años de pena privativa de la libertad por la comisión del delito de tráfico
ilícito de drogas, en virtud a la sentencia de fecha 22 de abril de 2003 (fojas 18)
e integrada con la resolución de fecha 10 de mayo de 2004 (fojas 25), cabe
evaluar si, en el desarrollo del proceso penal que se siguió en contra de la
recurrente, se ha respetado su derecho fundamental al debido proceso. El
Tribunal Constitucional advierte, por lo que obra en el expediente de vista, que
la recurrente ha ejercido los recursos que le reconoce la Constitución y las
leyes, recursos que ineludiblemente se derivan de su derecho al debido
proceso. Lo que se corrobora, precisamente, con el hecho que, frente a la
solicitud planteada por la demandante, el juzgador admitió sustituir la pena de
20 años, primigeniamente impuesta, por la del mínimo legal de 15 años. En
consecuencia, a juicio de este Colegiado, no se han vulnerado los derechos
fundamentales que alega la demandante.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERA LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. 8817-2005-PHC/TC
LIMA
CESAR ALFONSO AUSIN
DE IRRUARÍZAGA Y OTRO
(Publicado: 14-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a 6 de julio de 2006, la Sala Primera del Tribunal


Constitucional, con la asistencia de los magistrados García Toma, Alva
Orlandini y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Fernando


Garrido Pinto contra la resolución de la Primera Sala Penal para Procesos con
Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 271, su fecha 9
de setiembre de 2005, que declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Demanda
Con fecha 8 de agosto de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus a favor de César Alfonso Ausin Irruarrízaga y Hugo Rafael Silva
Ravéau, ejecutivos de la empresa General Electric Company, contra el titular
del Vigésimo Quinto Juzgado Penal de Lima, César Herrera Cassina. Sostiene
que el Juez penal emplazado, vulnerando el principio constitucional ne bis in
ídem, de acuerdo con el cual nadie puede ser perseguido dos veces por los
mismos hechos, abrió instrucción penal (357-2005), con mandato de detención,
contra los beneficiarios por la supuesta comisión del delito de estafa.

Investigación sumaria
Realizada la investigación sumaria, el Juez demandado rinde su
declaración explicativa sosteniendo que el pronunciamiento de su Juzgado ha
sido en mérito de lo dispuesto expresamente por la Cuarta Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia de Lima, que por resolución ordenó abrir instrucción
penal contra el beneficiario, y que la medida coercitiva de detención se trata de
una decisión jurisdiccional. Por su parte, los promotores de la demanda de
hábeas corpus, al rendir su declaración indagatoria, manifiestan que se ha
vulnerado el derecho constitucional del ejecutivo denunciado, quien ha sido
sometido a una doble persecución penal, por cuanto anteriormente ya había
sido absuelto por los mismos hechos.

Resolución de primera instancia


El Noveno Juzgado Penal de Lima, con fecha 15 de agosto de 2005,
declara improcedente la demanda estimando que no ha existido proceso
abierto al haberse resuelto No ha lugar a la apertura de instrucción.

Resolución de segunda instancia


La recurrida confirma la apelada argumentando que en el caso
examinado se descarta la vulneración de los derechos invocados en la
demanda.

FUNDAMENTOS

§. 1. Cuestión procesal

1. El Tribunal entiende que hay una cuestión preliminar en la que debe


detenerse a fin de evaluar correctamente el sentido de la pretensión. Y es que,
tratándose de un hábeas corpus contra una resolución judicial, como es el auto
de apertura de instrucción, se debe precisar, primero, la aplicación del artículo
4 del Código Procesal Constitucional, que prescribe la procedencia del hábeas
corpus contra resoluciones judiciales firmes.

2. Al respecto, el Tribunal Constitucional no comparte la tesis de la


Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima, que desestimó la
demanda arguyendo que la decisión judicial de detención adoptada por el juez
emplazado no tenía la calidad de firme y definitiva que esta requiere para ser
revisada en la vía constitucional.

3. Analizados los argumentos de la demanda, este Tribunal considera


que la controversia, en el presente caso, fundamentalmente gira en torno a la
legitimidad misma del proceso penal instaurado contra el beneficiario mediante
el cuestionado auto de apertura de instrucción, resolución respecto de la cual
este Tribunal ha establecido, en la sentencia recaída en el expediente 6081-
2005-HC/TC (Caso Alonso Esquivel Cornejo. FJ 3), que si bien uno de los
requisitos para cuestionar mediante un hábeas corpus una resolución de
carácter jurisdiccional es que tenga la calidad de firme, conforme a lo previsto
en el artículo 4 del Código Procesal Constitucional, tratándose del auto de
apertura de instrucción, no corresponde declarar la improcedencia de la
demanda, toda vez que contra esta resolución no procede ningún medio
impugnatorio mediante el cual se pueda cuestionar lo alegado en este proceso
constitucional.

4. En efecto, el auto de apertura de instrucción constituye una resolución


que resulta inimpugnable por ausencia de una previsión legal que prevea un
recurso con este fin. Siendo así, una alegación como la planteada en la
demanda contra este auto se volvería irresoluble hasta el momento de la
finalización del proceso penal mediante sentencia o por alguna causal de
sobreseimiento, lo que no se condice con el respeto de los derechos al debido
proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva.

§ 2. Determinación del objeto del proceso constitucional de hábeas


corpus

5. En reiterada jurisprudencia, emitida por este Supremo Tribunal, se ha


establecido que el Tribunal Constitucional no es instancia en la que pueda
dictarse pronunciamiento tendiente a determinar si existe, o no, responsabilidad
penal del inculpado, ni tampoco la calificación del tipo penal en que este
hubiera incurrido, toda vez que tales cometidos son exclusivos de la jurisdicción
penal ordinaria. Sin embargo, debe quedar plenamente establecido que si bien
el juzgador constitucional no puede invadir el ámbito de lo que es propio y
exclusivo del juez ordinario, en los términos que aquí se exponen, dicha
premisa tiene como única y obligada excepción la tutela de los derechos
fundamentales, pues es evidente que allí donde el ejercicio de una atribución
exclusiva vulnera o amenaza un derecho reconocido por la Constitución, se
tiene -porque el ordenamiento lo justifica-, la posibilidad de reclamar protección
especializada en tanto ese es el propósito por el que se legitima el proceso
constitucional dentro del Estado constitucional de derecho.

6. No se trata, naturalmente, de que el juez constitucional, de pronto,


termine revisando todo lo que hizo un juez ordinario, sino, específicamente, de
que fiscalice si uno o algunos de los derechos procesales con valor
constitucional están siendo vulnerados. Para proceder de dicha forma existen
dos referentes de los derechos de los justiciables: la tutela judicial efectiva,
como marco objetivo, y el debido proceso, como expresión subjetiva y
específica; ambos previstos en el artículo 139, inciso 3, de la Constitución
Política del Perú. Mientras que la tutela judicial efectiva supone tanto el
derecho de acceso a los órganos de justicia como la eficacia de lo decidido ene
la sentencia; es decir, una concepción garantista y tutelar que encierra todo lo
concerniente al derecho de acción frente al poder-deber de la jurisdicción, el
derecho al debido proceso, en cambio, significa la observancia de los derechos
fundamentales esenciales del procesado, principios y reglas esenciales
exigibles dentro del proceso como instrumento de tutela de los derechos
subjetivos. El debido proceso tiene, a su vez, dos expresiones: una formal y
otra sustantiva; en la de carácter formal, los principios y reglas que lo integran
tienen que ver con las formalidades estatuidas, tales como las que establecen
el juez natural, el procedimiento preestablecido, el derecho de defensa, la
motivación; en su faz sustantiva, se relaciona con los estándares de justicia
como son la razonabilidad y proporcionalidad que toda decisión judicial debe
suponer. Al respecto, el Tribunal Constitucional ha reconocido estas dos
manifestaciones del debido proceso en sus sentencias recaídas en los
expedientes 2192-2002-HC/TC (FJ 1); 2169-2002-HC/TC (FJ 2), y 3392-2004-
HC/TC (FJ 6).

7. En el supuesto de que una resolución judicial desconozca o


desnaturalice algunos de los componentes de cualquiera de los derechos aquí
mencionados, estaremos, sin lugar a dudas, ante la circunstancia de un
proceder inconstitucional, y ante un contexto donde, al margen de la función
judicial ordinaria ejercida y de la exclusividad que se le reconoce, resulta
procedente el ejercicio del proceso constitucional como instrumento de defensa
y corrección de una resolución judicial contraria a la Constitución. Puntualizado
queda, en todo caso, que sólo si vulnera el contenido esencial de alguno de los
derechos antes mencionados, estaremos ante un proceso inconstitucional,
quedando totalmente descartado que, dentro de dicha noción, se encuentren
las anomalías o simples irregularidades procesales, violación del contenido no
esencial o adicional, que no son, por sí mismas, contrarias a la Constitución
sino al orden legal. Mientras que el proceso que degenere en inconstitucional
se habrá de corregir mediante el ejercicio del proceso constitucional, la simple
anomalía o irregularidad lo será mediante los medios de impugnación previstos
al interior de cada proceso. Ese es el límite con el cual ha de operar el juez
constitucional y, a la vez, la garantía de que no todo reclamo que se le hace por
infracciones al interior de un proceso pueda considerarse un verdadero tema
constitucional.

8. Particularmente, si bien el proceso de hábeas corpus no tiene por


objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el presente caso,
habida cuenta de que las vulneraciones aducidas no solo implican la
observancia del derecho al debido proceso, sino que incidiría de manera
razonable y proporcional en el ejercicio de la libertad individual del beneficiario,
el Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la
legitimidad constitucional de los actos considerados lesivos.

§ 3. Análisis del caso materia de controversia CONSTITUCIONAL

9. Se alega en la demanda que el Juez penal emplazado, vulnerando el


principio ne bis in ídem, según el cual nadie puede ser perseguido dos veces
por los mismos hechos, abrió instrucción penal, con mandato de detención,
contra los beneficiarios por la supuesta comisión del delito de estafa.

Vulneración del principio ne bis in ídem como contenido del derecho al


debido proceso

10. Al respecto, una cuestión que estimamos pertinente precisar es que


el hábeas corpus es un proceso constitucional autónomo, en el cual el Juez
constitucional asume una función tutelar del derecho fundamental a la libertad
personal y de los derechos conexos a él (artículo 200, 1, de la Constitución). En
concordancia con ello, el artículo 4 del Código Procesal Constitucional
establece: El hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme
vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva”.

11. No obstante, desde una perspectiva restringida, el hábeas corpus se


entiende vinculado, únicamente, a la protección del derecho fundamental a la
libertad personal y a un núcleo duro de derechos fundamentales que se
concentran en torno a dicho derecho, tales como el derecho a la seguridad
personal (artículo 2, 24, de la Constitución), a la libertad de tránsito -ius
movendi et ius ambulandi- (artículo 2, 11, de la Constitución), y a la integridad
personal (artículo 2, 24,h, de la Constitución).

12. Sin embargo, bajo el canon de interpretación constitucional del


principio in dubio pro hómine (artículo V del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional), se debe señalar que, a priori y en abstracto, no es
razonable establecer un numerus clausus de derechos conexos a la libertad
personal a efectos de su tutela, ni tampoco excluirlos, pues muchas veces el
derecho a la libertad personal es vulnerado en conexión con otros derechos
fundamentales, tales como el derecho a la vida (artículo 2,1, de la
Constitución), el derecho de residencia (artículo 2, 11, de la Constitución), el
derecho a la libertad de comunicación (artículo 2, 4, de la Constitución) e,
inclusive, el derecho al debido proceso (artículo 139, 3, de la Constitución).

13. El artículo 25 del Código Procesal Constitucional ha acogido esta


concepción amplia del hábeas corpus cuando señala que “[...] también procede
el hábeas corpus en defensa de los derechos constitucionales conexos con la
libertad individual, especialmente cuando se trata del debido proceso y la
inviolabilidad del domicilio”.

14. De ahí que se puede afirmar que también, dentro de un proceso


constitucional de hábeas corpus, es posible que el Juez constitucional se
pronuncie sobre una eventual vulneración del derecho fundamental al debido
proceso; claro está siempre que, en el caso concreto, exista conexión entre
este y el derecho fundamental a la libertad personal. Así lo ha establecido
también este Tribunal en anteriores oportunidades (cf. STC 2840-2004-HC. FJ
4), al señalar que “Conforme a reiterada jurisprudencia de este Colegiado, si
bien el proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el
derecho al debido proceso, en el presente caso, habida cuenta de que se han
establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad
locomotora, tras la imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el
Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la
legitimidad constitucional de los actos judiciales considerados lesivos”.

15. Bajo estas precisiones, es del caso analizar si, en el caso concreto,
el Tribunal Constitucional debe pronunciarse, dentro del proceso constitucional
de hábeas corpus, sobre la “vulneración” al derecho fundamental al debido
proceso y al principio ne bis in ídem.

16. Al respecto, el inciso 2 del artículo 139 de la Constitución reconoce el


derecho de toda persona sometida a un proceso judicial a que no se deje sin
efecto resoluciones que han adquirido la autoridad de cosa juzgada. En los
términos de dicho precepto constitucional, “Son principios y derechos de la
función jurisdiccional: (...) 2) La independencia en el ejercicio de la función
jurisdiccional. Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el
órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco
puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa
juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar
su ejecución (...)”.

17. Dicha disposición constitucional debe interpretarse, por efectos del


principio de unidad de la Constitución, de conformidad con el inciso 13 del
mismo artículo 139 de la Ley Fundamental, el cual prevé que “Son principios y
derechos de la función jurisdiccional: (...)13. La prohibición de revivir procesos
fenecidos con resolución ejecutoriada. La amnistía, el indulto, el sobreseimiento
definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa juzgada”.

18. En opinión del Tribunal Constitucional, mediante el derecho a que se


respete una resolución que ha adquirido la autoridad de cosa juzgada se
garantiza el derecho de todo justiciable, en primer lugar, a que las resoluciones
que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser recurridas mediante
medios impugnatorios, ya sea porque estos han sido agotados o porque ha
transcurrido el plazo para impugnarlas; y, en segundo lugar, a que el contenido
de las resoluciones que hayan adquirido tal condición, no pueda ser dejado sin
efecto ni modificado, sea por actos de otros poderes públicos, de terceros o,
incluso, de los mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso en el
que se dictó (vid. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 38. Caso Santiago Martín Rivas).
19. Prima facie, la determinación de si una resolución que no constituye
una sentencia definitiva (pero que ha puesto fin al proceso penal) se encuentra
también garantizada por este derecho, a la luz de dichas disposiciones de
derechos fundamentales, debe absolverse por este Tribunal en sentido
afirmativo. No solamente porque en el dictado de dichas disposiciones se ha
evitado circunscribir el ámbito de protección solo al caso de las sentencias, y se
ha comprendido también a los autos que ponen fin al proceso (al referirse, por
ejemplo, a las resoluciones que importen el sobreseimiento definitivo de una
causa), sino también porque ese es el sentido interpretativo que se ha brindado
a una disposición aparentemente más limitativa de su ámbito de protección,
como puede ser el artículo 8.4 de la Convención Americana de Derechos
Humanos, por los órganos de protección de los derechos humanos en nuestra
región (cf. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 39. Caso Santiago Martín Rivas)

20. En efecto, el artículo 8.4 de la Convención Americana de Derechos


Humanos prevé que “El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá
ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos”.

En relación con los alcances del término “sentencia firme” que utiliza la
referida disposición de la Convención Americana de Derechos Humanos, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el Informe 1/95. Caso
11,006 Alan García Pérez c/ Perú, ha sostenido que “(...) la expresión
“sentencia firme” en el marco del articulo 8, inciso 4, no debe interpretarse
restrictivamente, es decir limitada al significado que se le atribuya en el derecho
interno de los Estados. En este contexto, “sentencia” debe interpretarse como
todo acto procesal de contenido típicamente jurisdiccional, y “sentencia firme”
como aquella expresión del ejercicio de la jurisdicción que adquiera las
cualidades de inmutabilidad e inimpugnabilidad propias de la cosa juzgada” (cf.
STC 4587-2004-HC/TC. FJ 41. Caso Santiago Martín Rivas).

21. Asimismo, en materia del principio no bis in ídem, resulta ilustrativo


-aunque no directamente aplicable al presente caso- lo dicho por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Loayza Tamayo, mediante
sentencia contenciosa de fecha 17 de setiembre de 1997, respecto de que “(...)
Este principio busca proteger los derechos de los individuos que han sido
procesados por determinados hechos para que no vuelvan a ser enjuiciados
por los mismos hechos”. A diferencia de la fórmula utilizada por otros
instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos (por
ejemplo, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos de las
Naciones Unidas, artículo 14.7, que se refiere al mismo delito), la Convención
Americana utiliza la expresión “los mismos hechos”, que es Un término más
amplio, en beneficio de la víctima [...]”.
22. Sobre el valor que pueda tener la referida jurisprudencia de los
órganos internacionales de protección de los derechos humanos para la
comprensión del ámbito protegido por los derechos reconocidos en la
Constitución Política del Perú, en diversas oportunidades, este Tribunal ha
destacado su capital importancia.

Hemos dicho, en efecto, que el contenido esencial constitucionalmente


protegido de los derechos reconocidos por la Ley Fundamental no solo ha de
extraerse a partir de la disposición constitucional que lo reconoce; es decir, de
la interpretación de esta disposición con otras disposiciones constitucionales
con las cuales pueda estar relacionada (principio de unidad de la Constitución),
sino también bajo los alcances del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos.

Tras el criterio de interpretación de los derechos fundamentales acorde


con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, este Tribunal tiene
dicho que este último concepto no se restringe solo a los tratados
internacionales en materia de derechos humanos en los que el Estado peruano
sea parte (IV Disposición Final y Transitoria de la Constitución), sino que
comprende también a la jurisprudencia que sobre esos instrumentos
internacionales se pueda haber expedido por los órganos de protección de los
derechos humanos (Artículo V del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional) (cf. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 44. Caso Santiago Martín
Rivas).

23. Así, por ejemplo, en el caso de Crespo Bragayrac (vid. STC 0217-
2002-HC/TC), este Tribunal sostuvo que “De conformidad con la IV Disposición
Final y Transitoria de la Constitución Política del Perú los derechos y libertades
reconocidos en la Constitución deben interpretarse de conformidad con los
tratados internacionales en materia de derechos humanos suscritos por el
Estado Peruano. Tal interpretación, conforme con los tratados sobre derechos
humanos, contiene, implícitamente, una adhesión a la interpretación que, de los
mismos, hayan realizado los órganos supranacionales de protección de los
atributos inherentes al ser humano y, en particular, el realizado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, guardián último de los derechos en la
Región” (cf. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 45. Caso Santiago Martín Rivas).

24. Pues bien, despejada la duda en torno a si una resolución de


sobreseimiento definitivo puede alcanzar la calidad de cosa juzgada, ahora es
preciso remarcar que, en el ámbito penal, uno de los efectos que se deriva de
haberse alcanzado dicha autoridad de cosa juzgada es la prohibición de que
por los mismos fundamentos se pueda volver a juzgar a la misma persona.
Esa eficacia negativa de las resoluciones que pasan a tener calidad de
cosa juzgada, a su vez, configura lo que en nuestra jurisprudencia hemos
denominado el derecho a no ser juzgado dos veces por el mismo fundamento
(no bis in ídem).

En relación con este derecho, el Tribunal ha declarado que, si bien el


principio no bis in ídem no se encuentra textualmente reconocido en la
Constitución como un derecho fundamental de orden procesal, al desprenderse
del derecho reconocido en el inciso 2 del artículo 139 de la Constitución (cosa
juzgada), se trata de un derecho implícito que forma parte de un derecho
expreso (cf. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 46. Caso Santiago Martín Rivas).

25. Por su parte, en la STC 2050-2002-AA/TC, este Tribunal señaló que


el contenido esencial constitucionalmente protegido del no bis in ídem debe
identificarse en función de sus dos dimensiones (formal y material). En tal
sentido, sostuvimos que, en su formulación material, el enunciado según el cual
“nadie puede ser castigado dos veces por un mismo hecho”, expresa la
imposibilidad de que recaigan dos sanciones sobre el mismo sujeto por una
misma infracción, puesto que tal proceder constituiría un exceso del poder
sancionador, contrario a las garantías propias del Estado de Derecho. Su
aplicación, pues, impide que una persona sea sancionada o castigada dos o
más veces) por una misma infracción cuando exista identidad de sujeto, hecho
y fundamento.

En su vertiente procesal, tal principio significa que “nadie pueda ser


juzgado dos veces por los mismos hechos”, es decir, que un mismo hecho no
pueda ser objeto de dos procesos distintos o, si se quiere, que se inicien dos
procesos con el mismo objeto. Con ello se impide, por un lado, la dualidad de
procedimientos (por ejemplo, uno de orden administrativo y otro de orden
penal) y, por otro, el inicio de un nuevo proceso en cada uno de esos órdenes
jurídicos (dos procesos administrativos o dos procesos penales con el mismo
objeto, por ejemplo). Desde esta vertiente, dicho principio presupone la
interdicción de un doble proceso penal por la misma conducta. Lo que pretende
es proteger a cualquier imputado del riesgo de una nueva persecución penal,
con abstracción del grado alcanzado por el procedimiento, simultánea o
sucesiva por la misma realidad histórica atribuida. Lo inadmisible es, pues,
tanto la repetición del proceso como una doble condena o el riesgo de
afrontarla, lo cual se yergue como límite material frente a los mayores poderes
de persecución que tiene el Estado, que al ejercer su ius puniendi debe tener
una sola oportunidad de persecución.

26. Es menester puntualizar, entonces, que el no bis in ídem procesal


supone básicamente dos persecuciones, y tiene que ver con los límites que es
preciso imponer en un terreno en el cual una de las partes -el Estado- va a
tener atribuciones asimétricas frente al procesado. Esto no limita la obligación
del Estado de perseguir el presunto delito, sino que lo ordena bajo parámetros
constitucionales con la finalidad de garantizar la seguridad jurídica y la libertad.

27. Ahora bien, verificar la existencia o no de una persecución penal


múltiple requiere la conjunción de tres identidades distintas: identidad de la
persona perseguida (eadem persona), identidad del objeto de persecución
(eadem res) e identidad de la causa de persecución (eadem causa petendi).

28. Visto el caso sub examine, desde la perspectiva del test de triple
identidad, este Tribunal afirma que se ha lesionado el principio no bis in ídem
procesal, por las siguientes razones:

a) En cuanto al primer elemento de la identidad de las personas


perseguidas penalmente (identidad subjetiva) ,en varios procesos, de autos
(ff.35-37, 59-69, 70-74) se aprecia que se trata de los mismos imputados:
César Alfonso Ausin de Irruarízaga y Hugo Rafael Silva Raveau. Esto es, que
los beneficiarios, en su calidad de altos ejecutivos de la General Electric
Company, aparecen comprendidos en diversas denuncias promovidas por el
denunciante Guillermo Gonzales Neumann, las mismas que fueron materia de
distintas resoluciones fiscales y judiciales de clausura de la persecución penal,
no obstante lo cual resulta finalmente instruido por el delito de estafa por el
cuestionado Juez del Vigésimo Quinto Juzgado Penal.

b) Este Tribunal considera que el elemento denominado identidad del


objeto de persecución (identidad objetiva) también se cumple en el presente
caso, pues del examen de, las resolución que obra a fojas 218, se advierte que
el Vigésimo Quinto Juzgado Penal de Lima decidió abrir instrucción a los
beneficiarios por el delito de estafa, sobre la base de los mismos hechos cuya
delictuosidad fue oportunamente desvirtuada por diversas instancias de
persecución penal nacional. Esto es, en todos los casos existió una identidad
fáctica (si bien distintas calificaciones jurídicas), un mismo comportamiento
atribuido al beneficiario, que nos indica que la imputación ha sido idéntica tanto
en las persecuciones anteriormente archivadas por el Cuadragésimo Primer
Juzgado Penal de Lima (f. 35) y la Sala Corporativa de Apelaciones de
Procesos Sumarios con Renos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima
(f. 38), como en el auto de apertura de instrucción dictado por el emplazado
Vigésimo Quinto Juzgado Penal de Lima, lo que demuestra que en el presente
caso ha habido una indebida doble valoración de los presupuestos que
configurarían la conducta ilícita atribuida al beneficiario.

c) Por último, la identidad de la causa de persecución es un presupuesto


que resulta también verificado en el presente caso, por cuanto el fundamento
de los ilícitos supuestamente realizados por el beneficiario está referido en su
totalidad a bienes jurídicos patrimoniales, como así se aprecia de los delitos
(estafa, apropiación ilícita, fraude en la administración de las personas
jurídicas) que fueron materia de las denuncias de parte, y de las resoluciones
de archivo dictadas tanto en sede fiscal como judicial.

lura nóvit curia y contradictorio en el proceso de hábeas corpus

29. Un aspecto no contemplado en la demanda, que este Tribunal estima


se suma al acto cuestionado en ella, es la vulneración del derecho
constitucional a la motivación de las resoluciones judiciales, respecto del cual
precisa evaluar si tiene competencia para pronunciarse sobre tal punto, habida
cuenta de que dicho derecho no fue alegado en la demanda y tampoco fue
refutado en el contradictorio.

30. Este Tribunal ya se ha encontrado en diversas ocasiones (cf. STC


2868-2004-AA/TC. FJ 11; STC 0905-2001-AA/TC. FJ 4) frente a una situación
semejante. En todas ellas ha sostenido un principio de congruencia no
absoluto, sino relativo; por ello, no existen razones para que aquí se cambie de
criterio, puesto que el que no se aleguen determinados derechos y, por tanto,
que el contradictorio constitucional no gire en torno a ellos, no es óbice para
pronunciarse sobre esos y otros derechos.

31. Como en aquellos casos se sostuvo, el principio iura nóvit curia


constitucional no tiene los mismos alcances que el que rige en otro tipo de
procesos, pues los derechos subjetivos constitucionales, a su vez, están
reconocidos por disposiciones constitucionales, cuya aplicación, más allá de
que no hayan sido invocados, o no se hayan identificado correctamente,
corresponde decidir al Juez de la constitucionalidad (artículo VIII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional).

32. A lo dicho, debe agregarse lo siguiente. Los alcances del iura nóvit
curia constitucional no tienen por efecto alterar el contradictorio en el seno de
un proceso constitucional de la libertad, toda vez que, como pusiéramos en
evidencia en la STC 0976-2001-AA/TC, en estos procesos se juzga el acto
reclamado, reduciéndose la labor del Juez constitucional, esencialmente, a
juzgar sobre su legitimidad o ilegitimidad constitucional.

33. De modo que, no existiendo alteración del comportamiento juzgado


como inconstitucional (acto reclamado), tampoco existe una alteración del
contradictorio que podría dejar en indefensión a alguna de las partes;
consecuentemente, resulta legítimo analizar si en el presente caso se ha
violado el derecho constitucional a la motivación resolutoria, más aún si
contribuye a crear convicción sobre este aspecto la sentencia recaída en el
expediente 8125-2005-HC/TC, publicada el 25 de enero de 2006, en la que el
Tribunal Constitucional declaró fundada la demanda por los mismos hechos
que son materia del presente expediente, y a favor de una de las persona que
hoy es beneficiaria de esta causa constitucional.

Falta de motivación del auto de apertura de instrucción

34. La necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas es


un principio que informa el ejercicio de la función jurisdiccional y, al mismo
tiempo, un derecho constitucional de los justiciables. Mediante ella, por un lado,
se garantiza que la administración de justicia se lleve a cabo de conformidad
con la Constitución y las leyes (artículos 45 y 138 de la Constitución) y, por
otro, que los justiciables puedan ejercer de manera efectiva su derecho de
defensa.

35. En efecto, uno de los contenidos esenciales del derecho al debido


proceso es el derecho de obtener de los órganos judiciales una respuesta
razonada, motivada y congruente con las pretensiones oportunamente
deducidas por las partes en cualquier clase de procesos. La exigencia de que
las decisiones judiciales sean motivadas en proporción a los términos del inciso
5 del artículo 139 de la Constitución, garantiza que los jueces, cualquiera que
sea la instancia a la que pertenezcan, expresen la argumentación jurídica que
los ha llevado a decidir una controversia, asegurando que el ejercicio de la
potestad de administrar justicia se haga con sujeción a la Constitución y a la
ley; pero también con la finalidad de facilitar un adecuado ejercicio del derecho
de defensa de los justiciables. En suma, garantiza que el razonamiento
empleado guarde relación y sea suficiente y proporcionado con los hechos que
al Juez penal corresponde resolver.

36. En el caso de autos, se debe analizar en sede constitucional si es


arbitrario el auto de apertura de instrucción dictado contra los beneficiarios, por
la falta de motivación que se alega en la demanda. Al respecto, el artículo 77
del Código de Procedimientos Penales (modificado por la Ley 28117) regula la
estructura del auto de apertura de instrucción, y en su parte pertinente
establece:

Recibida la denuncia y sus recaudos, el Juez Especializado en lo Penal


sólo abrirá instrucción si considera que de tales instrumentos aparecen indicios
suficientes o elementos de juicio reveladores de la existencia de un delito, que
se ha individualizado a su presunto autor o partícipe, que la acción penal no ha
prescrito o no concurra otra causa de extinción de la acción penal. El auto será
motivado y contendrá en forma precisa los hechos denunciados, los elementos
de prueba en que se funda la imputación, la calificación de modo específico del
delito o los delitos que se atribuyen al denunciado, la motivación de las
medidas cautelares de carácter personal o real, la orden al procesado de
concurrir a prestar su instructiva y las diligencias que deben practicarse en la
instrucción.

37. Como se aprecia, la indicada individualización resulta exigible en


virtud del primer párrafo del artículo 77 del Código de Procedimientos Penales,
obligación judicial que este Tribunal considera debe ser efectuada con criterio
constitucional de razonabilidad, esto es, comprender que nada más lejos de los
objetivos de la ley procesal el conformarse con que la persona sea
individualizada cumpliendo no solo con consignarse su identidad (nombres
completos) en el auto de apertura de instrucción (menos aún, como se hacía
años antes, contra los que resulten responsables, hasta la dación de la
modificación incorporada por el Decreto Legislativo 126, publicado el 15 de
junio de 1981), sino que, al momento de calificar la denuncia, será necesario,
por mandato directo e imperativo de la norma procesal citada, controlar la
corrección jurídica del juicio de imputación propuesto por el fiscal, esto es, la
imputación de un delito debe partir de una consideración acerca del supuesto
aporte delictivo de todos y cada uno de los imputados.

38. Esta interpretación se condice con el artículo 14, inciso 3, literal b,


del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que, a este respecto,
comienza por reconocer que “Durante el proceso, toda persona acusada de un
delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: a)
A ser informada, sin demora, en un idioma que comprenda y, en forma
detallada, de la naturaleza y causas de la acusación formulada contra ella”.
Con similar predicamento, el artículo 8, numeral 2, literal a, de la Convención
Americana Sobre Derechos Humanos dispone que “Durante el proceso, toda
persona tiene derecho, en plena igualdad, a las garantías mínimas: [...]b)
Comunicación previa y detallada de la acusación formulada”. Reflejo de este
marco jurídico-supranacional es el artículo 139, inciso 15, de nuestra Norma
Fundamental, que ha establecido: “El principio que toda persona debe ser
informada, inmediatamente y por escrito, de las causas o razones de su
detención”. Se debe señalar que, a pesar del tenor de esta norma
constitucional, de la que pareciera desprenderse que el derecho del imputado
se limita al momento de su propia detención, lo cierto es que esta toma de
conocimiento constituye la primera exigencia del respeto a la garantía
constitucional de la defensa que acompaña a lo largo del proceso en todas las
resoluciones del mismo.

39. Examinado el cuestionado auto de apertura de instrucción (ff. 218-


223), de conformidad con la Cuarta Disposición Final Transitoria de la
Constitución, podemos afirmar que tal resolución no se adecua en rigor a lo
que estipulan, tanto los instrumentos jurídicos internacionales de derechos
humanos como la Constitución y la ley procesal penal citados. No cabe duda
de que el artículo 77 del Código de Procedimientos Penales ofrece los
máximos resguardos para asegurar que el imputado tome conocimiento de la
acusación que contra él recae, al prescribir que “El auto será motivado y
contendrá en forma precisa los hechos denunciados, los elementos de prueba
en que se funda la imputación, la calificación de modo específico del delito o
los delitos que se atribuyen al denunciado”.

40. En otras palabras, la protección constitucional del derecho de


defensa del justiciable supone, a la vez, la obligación de motivación del Juez
penal al abrir instrucción. Esta no se colma únicamente con la puesta en
conocimiento al sujeto pasivo de aquellos cargos que se le imputan, sino que
comporta una ineludible exigencia, cual es que la acusación ha de ser cierta,
no implícita, sino precisa, clara y expresa. Es decir, una descripción
suficientemente detallada de los hechos considerados punibles que se imputan
y del material probatorio en que se fundamentan, y no como en el presente
caso, en que se advierte una acusación genérica e impersonalizada que limita
o impide al procesado un pleno y adecuado ejercicio constitucional del derecho
de defensa.

41. En este sentido, cuando el órgano judicial superior jerárquico ordena


abrir instrucción, ello no exonera al a quo de fundamentar lo ordenado, de
conformidad con los requisitos previstos en el artículo 77 del Código de
Procedimientos Penales. En consecuencia, al haber omitido el Juez penal la
formalización de cargos concretos, debidamente especificados, contra los
beneficiarios, lo que denota una ausencia de individualización del presunto
responsable en los términos anteriormente expuestos, ha infringido el deber
constitucional de motivar las resoluciones judiciales de forma razonable y
proporcional, lesionando el derecho de defensa del justiciable, al no tener este
la posibilidad de rebatir los elementos fálicos que configurarían la supuesta
actuación delictiva que se le atribuye, al amparo del artículo 139, inciso 5, de la
Constitución Política del Perú.

42. Por lo anteriormente expuesto, la presente demanda debe ser


estimada al haberse acreditado que el auto de apertura de instrucción, obrante
a fojas 218, de fecha 2 de agosto de 2005, dictado por el demandado Juez
penal del Vigésimo Quinto Juzgado Penal de Lima, ha vulnerado los derechos
constitucionales del beneficiario de esta demanda, referidos al principio
constitucional ne bis in ídem, a la motivación de las resoluciones judiciales y de
defensa, poniendo en grave peligro su derecho a la libertad individual,
resultando de aplicación el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO
Declarar FUNDADA la demanda; por consiguiente, NULA la resolución
de fecha 2 de agosto de 2005, expedida por el Vigésimo Quinto Juzgado Penal
de Lima en el proceso penal 357-2005, mediante la cual se abre instrucción a
los beneficiarios de esta demanda y se dicta mandato de detención contra
ellos. En consecuencia, dispone la suspensión de la orden de captura librada
contra los afectados César Alfonso Ausin Irruarrízaga y Hugo Rafael Silva
Raveau.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GARCÍA TOMA
ALVA ORLANDINI
LANDA ARROYO

AMENAZA CONTRA LA VIDA, INTEGRIDAD PERSONAL Y LIBERTAD


INDIVIDUAL

EXP. Nº 2498-2005 HC/TC


LIMA
VALENTIN SANCHEZ GAUDINI
(Publicado: 15-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de mayo de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrado por los señores magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Valentín Sánchez


Gaudini, contra la resolución de la Primera Sala Penal para Procesos con Reos
en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 154, su fecha 14
de enero de 2005, que declara improcedente la acción de hábeas corpus de
autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 14 de septiembre de 2004, el recurrente interpone demanda
de hábeas corpus contra el gerente del Servicio de Administración Tributaria,
don Juan Alberto Aching Ashuy, y la ejecutora coactiva, doña Katia María del
Carmen Nuñez Mariscal sosteniendo que la Municipalidad Metropolitana de
Lima le ha impuesto una serie de multas, imputándole supuestas deudas por
las cuales el Servicio de Administración Tributaria (SAT) le ha iniciado tres
procesos irregulares de cobranza coactiva, contraviniendo los principios
constitucionales de legalidad y el debido proceso, siendo a la vez víctima del
seguimiento permanente y acoso por parte de personal del SAT, poniendo en
grave riesgo su vida, pues se encuentra delicado de salud.

Realizada la investigación sumaria, el demandante presenta un informe


ratificando el contenido de su demanda.

El Cuadragésimo Tercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 24 de


septiembre de 2004, declara improcedente la demanda por considerar que los
procesos incoados por la Municipalidad demandada contra el actor han
respetado las garantías del debido proceso, sin que exista vulneración de los
derechos que se invocan en la demanda.

La recurrida confirma la apelada con similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto cuestionar la tramitación de un proceso


de cobranza coactiva seguido por el Servicio de Administración Tributaria (SAT)
contra el demandante, mediante el cual se ha dispuesto el embargo de sus
propiedades. Se argumenta que tal decisión de la entidad tributaria ha sido
complementada con acciones ilegales de seguimiento y acoso a la persona del
demandante, por parte de su personal, vulnerando de este modo su derecho
constitucional al debido proceso y amenazando su integridad personal, toda
vez que tiene que hacer frente a esta situación hallándose delicado de salud.

2. No obstante que el recurrente invoca una presunta amenaza contra su


vida, integridad personal y libertad individual, de autos no aparece que tales
atributos constitucionales se encuentren en peligro por las supuestas ilegales
acciones de acoso y seguimiento que la entidad emplazada habría dispuesto
contra él; siendo, además, que la obligación tributaria que rechaza el
accionante, es un asunto del que debe hacer valer sus derechos en la vía
pertinente.

3. En este sentido, la demanda debe ser desestimada, al no cumplirse el


presupuesto legal contenido en el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que
le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

TRAFICO ILICITO DE DROGAS

EXP. Nº 1944-2005-PHC/TC
APURIMAC
HERMES CHAMBI MASIAS
(Publicado: 15-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 6 días del mes de marzo de 2006, el Tribunal


Constitucional en sesión de Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los
magistrados García Toma, Gonzales Ojeda, Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Hermes Chambi


Masías contra la sentencia de la Sala Mixta de la Corte Superior de Justicia de
Apurimac, de fojas 92, su fecha 25 de febrero de 2005, que declaró
improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 25 de enero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia de la
República (f. 47), con el objeto de que se declare nula la resolución emitida con
fecha 28 de mayo de 2004, que declara inadmisible el recurso extraordinario de
revisión interpuesto por el demandante. Sostiene que la sentencia emitida por
la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Apurimac con fecha 6 de
febrero de 2003, lo condena a 13 años de pena privativa de libertad como autor
del delito de tráfico ilícito de drogas, sentencia que fue aumentada a 15 años
mediante ejecutoria suprema del 26 de setiembre del mismo año. Asimismo,
que ambas instancias han señalado que su conducta se encuentra dentro de
los alcances del artículo 297, inciso 5 del Código Penal, al haber utilizado a una
menor de edad para la comisión del delito, siendo que la persona de doña
Marisol Janampa era mayor de edad, conforme se aprecia de su partida de
nacimiento, lo que desvirtúa el argumento de la Superior de Apurimac así como
de la ejecutoria suprema precitada. Añade que por esa razón su conducta no
se encuadraría dentro de los extremos del tipo, y que por ello interpuso recurso
de revisión ante la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de
la República, la que mediante Oficio Nº 3120-2004-SG-SC-PJ le notificó el
contenido de la resolución de la Corte Suprema de Justicia de fecha 28 de
mayo de 2004, que declara inadmisible su recurso, afectando su derecho a que
pueda revisarse su proceso y lograr una sentencia justa, lo que, además, por
efectos del agravante aplicado en su caso, le restringe su acceso a beneficios
penitenciarios, puesto que su conducta se encuentra dentro de los alcances del
artículo 2961 del Código Penal. Finalmente, refiere que la pena impuesta es
desproporcionada, pues se le encontró un kilo de PBC, mientras que, en otros
casos, a quienes se les ha encontrado menos cantidad de droga, se les ha
impuesto 8 años de pena privativa de libertad.

Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus se recibió la


declaración del Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la República (f.
66).

El Segundo Juzgado Penal de Abancay, con fecha 9 de febrero de 2005,


declara improcedente la demanda, por considerar que el artículo 361 del
Código de Procedimientos Penales establece los casos en que procede el
recurso extraordinario de revisión, por lo que considera que la resolución
impugnada ha sido emitida con arreglo a derecho, entre otras razones.

La recurrida confirma la apelada, argumentando que, conforme a los


artículos 361 y 362 del Código de Procedimientos Penales, el recurso de
revisión sirve para demostrar la inocencia del sentenciado, y no para reducir la
pena impuesta.

FUNDAMENTOS

1. En autos se impugna el contenido de la resolución emitida por la


Presidencia de la Corte Suprema de Justicia de la República, notificada al
demandante mediante Oficio Nº 3120-2004-SG-SC-PJ de fecha 28 de mayo de
2004, que declara inadmisible su recurso extraordinario de revisión de la pena
a él impuesta por ejecutoria suprema 26 de setiembre de 2003, por considerar
que su conducta delictiva está comprendida en los alcances del artículo 2973,
inciso 5, del Código Penal, puesto que habría utilizado a una menor de edad
para la comisión del delito, siendo que la persona de doña Marisol Janampa
era mayor de edad a la fecha del ilícito.

2. De autos se aprecia que la pretensión del demandante al momento de


interponer el recurso extraordinario de revisión en sede ordinaria, era la de
obtener la modificación del tipo penal aplicado al momento de ser sancionado,
esto es, la de ser considerado autor del delito de tráfico ilícito de drogas
conforme al tipo básico, en lugar del tipo agravado, para conseguir, de esta
manera, la reducción de la condena impuesta.

3. Sobre el particular, debe tenerse presente el contenido del artículo


361 del Código de Procedimientos Penales, que regula las causales por las
que puede presentarse el recurso extraordinario de revisión en materia penal;
en tal sentido, debe precisarse que si bien el objeto de la norma precitada es
obtener la revisión de la sentencia emitida en un proceso penal, en ningún caso
puede estar dirigido a obtener una adecuación del tipo penal o a la reducción
de la pena impuesta.

En ese sentido, tanto la imposición de la pena como su ejecución tienen


pleno sustento en la Constitución, como parte de la soberanía del Estado y
como ejercicio de la potestad punitiva del mismo; en ese contexto, como parte
de la política penitenciaria, el legislador ordinario puede establecer casos
especiales que permitan la revisión de una sentencia penal, situación esta que,
por ser excepcional, únicamente procede en los casos taxativamente previstos,
y que no permite su aplicación a supuestos distintos o circunstancialmente
análogos o parecidos a los ya previstos.

4. Por ello, la demanda de autos debe ser desestimada, puesto que la


resolución impugnada no puede ser calificada de arbitraria o irrazonable, tanto
más cuando se sustenta en la norma precitada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

S.S.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACION A LAS RESOLUCIONES JUDICIALES Y DE DEFENSA

EXP. 0174-2006-PHC/TC
LIMA
JOHN MC. CARTER Y OTROS
(Publicado: 15-07-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 6 días del mes de julio de 2006, el pleno jurisdiccional del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los señores magistrados García
Toma, Gonzales Ojeda, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y
Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia, con los votos singulares de los
magistrados Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Fernando


Garrido Pinto, a favor de Jonh Mc. Carter y otros, contra la resolución de la
Primera Sala Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de
Justicia de Lima, de fojas 518, su fecha 14 de octubre de 2005, que declaró
improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Demanda
Con fecha 13 de Agosto del 2005, el demandante interpone demanda de
hábeas corpus a favor de John Mc. Carter, Jorge Montes, Joseph A. Pompei ,
César Ausin de Irruarízaga, Hugo Silva, Nelson Gurman, Manuel Lopéz,
Richard Stonesifer, Dennis Carey, Robert Reid, John Welch, Jeffrey Imelts,
Dennis Damerman, James Harman, Robert Nardelli, Dennis Williams, John
Opie, James Mc. Nermey, James Mohn, James Campbell, Dave Cote, Donald
Fontaine, Steve Reidel, Steve Sedita, David Blair y Helio Mattar, ejecutivos de
la empresa General Electric Company, contra la Cuarta Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Lima (Reos Libres). Sostiene que la Sala penal
emplazada, con fecha 26 de abril de 2005, ordenó al Vigésimo Quinto Juzgado
Penal de Lima abrir instrucción contra los beneficiarios, con mandato de
detención, por la supuesta comisión del delito de estafa, vulnerando el principio
constitucional ne bis in ídem, de acuerdo con el cual nadie puede ser
perseguido dos veces por los mismos hechos.

Investigación sumaria
Realizada la investigación sumaria, el promotor del hábeas corpus se
ratifica en los términos de la demande. Por su parte, los vocales emplazados
rinden, uniformemente, sus declaraciones explicativas, negando los cargos
que se les atribuyen.

Resolución de primera instancia


El Decimocuarto Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, de fecha 7
de septiembre de 2005, declara infundada la demanda estimando que el
hábeas corpus de autos sólo se fundamenta en el auto de No ha lugar emitido
por él Cuadragésimo Primer Juzgado Penal de Lima, lo que indica que ni
siquiera se abrió proceso penal contra los beneficiarios, menos aún, se
desarrolló una investigación judicial, por lo que no se acredita la violación del
principio non bis in ídem.

Resolución de segunda instancia

La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la demanda,


argumentando que el caso examinado no puede ser amparado debido a que
cuando existen vías procedimentales específicas, igualmente satisfactorias,
para la protección del derecho constitucional amenazado o vulnerado, no
proceden las acciones de garantías.

FUNDAMENTOS

§. 1. Cuestión procesal

1. El Tribunal entiende que hay una cuestión preliminar en la que debe


detenerse a fin de evaluar correctamente el sentido de la pretensión. Y es que,
tratándose de un hábeas corpus contra una resolución judicial, como es el auto
de apertura de instrucción, se debe precisar, primero, la aplicación del artículo
4 del Código Procesal Constitucional, que prescribe la procedencia del hábeas
corpus contra resoluciones judiciales firmes.

2. Al respecto, el Tribunal Constitucional no comparte la tesis de la


Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima, que desestimó la
demanda arguyendo que la decisión judicial de detención adoptada por el juez
emplazado no tenía la calidad de firme y definitiva que esta requiere para ser
revisada en la vía constitucional.

3. Analizados los argumentos de la demanda, este Tribunal considera


que la controversia, en el presente caso, fundamentalmente gira en torno a la
legitimidad misma del proceso penal instaurado contra los beneficiarios
mediante el cuestionado auto de apertura de instrucción, resolución respecto
de la cual este Tribunal ha establecido, en la sentencia recaída en el
expediente 6081-2005-HC/TC (Caso Alonso Esquivel Cornejo FJ 3), que si bien
uno de los requisitos para cuestionar mediante un hábeas corpus una
resolución de carácter jurisdiccional es que tenga la calidad de firme, conforme
a lo previsto en el artículo 4 del Código Procesal Constitucional, tratándose del
auto de apertura de instrucción, no corresponde declarar la improcedencia de
la demanda, toda vez que contra esta resolución no procede ningún medio
impugnatorio mediante el cual se pueda cuestionar lo alegado en este proceso
constitucional.

4. En efecto, el auto de apertura de instrucción constituye una resolución


que resulta inimpugnable por ausencia de una previsión legal que prevea un
recurso con este fin. Siendo así, una alegación como la planteada en la
demanda contra este auto se volvería irresoluble hasta el momento de la
finalización del proceso penal mediante sentencia o por alguna causal de
sobreseimiento, lo que no se condice con el respeto de los derechos al debido
proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva.

§ 2. Determinación del objeto del proceso constitucional de hábeas


corpus

5. En reiterada jurisprudencia, emitida por este Supremo Tribunal, se ha


establecido que el Tribunal Constitucional no es instancia en la que pueda
dictarse pronunciamiento tendiente a determinar si existe, o no, responsabilidad
penal de los inculpados, ni tampoco la calificación del tipo penal en que estos
hubieran incurrido, toda vez que tales cometidos son exclusivos de la
jurisdicción penal ordinaria. Sin embargo, debe quedar plenamente establecido
que si bien el juzgador constitucional no puede invadir el ámbito de lo que es
propio y exclusivo del juez ordinario, en los términos que aquí se exponen,
dicha premisa tiene como única y obligada excepción la tutela de los derechos
fundamentales, pues es evidente que allí donde el ejercicio de una atribución
exclusiva vulnera o amenaza un derecho reconocido por la Constitución, se
tiene -porque el ordenamiento lo justifica- la posibilidad de reclamar protección
especializada en tanto ese es el propósito por el que se legitima el proceso
constitucional dentro del Estado constitucional de derecho.
6. No se trata naturalmente de que el juez constitucional, de pronto,
termine revisando todo lo que hizo un juez ordinario, sino, específicamente, de
que fiscalice si uno o algunos de los derechos procesales con valor
constitucional están siendo vulnerados. Para proceder de dicha forma existen
dos referentes de los derechos de los justiciables: la tutela judicial efectiva,
como marco objetivo, y el debido proceso, como expresión subjetiva y
específica, ambos previstos en el artículo 139, inciso 3, de la Constitución
Política del Perú. Mientras que la tutela judicial efectiva supone tanto el
derecho de acceso a los órganos de justicia como la eficacia de lo decidido en
la sentencia; es decir, una concepción garantista y tutelar que encierra todo lo
concerniente al derecho de acción frente al poder-deber de la jurisdicción, el
derecho al debido proceso, en cambio, significa la observancia de los derechos
fundamentales esenciales del procesado, principios y reglas esenciales
exigibles dentro del proceso como instrumento de tutela de los derechos
subjetivos. El debido proceso tiene, a su vez, dos expresiones: una formal y
otra sustantiva; en la de carácter formal, los principios y reglas que lo integran
tienen que ver con las formalidades estatuidas, tales como las que establecen
el juez natural, el procedimiento preestablecido, el derecho de defensa, la
motivación; en su faz sustantiva, se relaciona con los estándares de justicia,
como son la razonabilidad y proporcionalidad que toda decisión judicial debe
suponer. Al respecto, el Tribunal Constitucional ha reconocido estas dos
manifestaciones del debido proceso en sus sentencias recaídas en los
expedientes 2192-2002HC/TC (FJ 1): 2169-2002-HC/TC (FJ 2), y 3392-2004-
HC/TC (FJ 6).

7. En el supuesto de que una resolución judicial desconozca o


desnaturalice algunos de los componentes de cualquiera de los derechos aquí
mencionados, estaremos, sin lugar a dudas, ante la circunstancia de un
proceder inconstitucional, y ante un contexto donde, al margen de la función
judicial ordinaria ejercida y de la exclusividad que se le reconoce, resulta
procedente el ejercicio del proceso constitucional como instrumento de defensa
y corrección de una resolución judicial contraria a la Constitución. Puntualizado
queda, en todo caso, que solo si vulnera el contenido esencial de alguno de los
derechos antes mencionados, estaremos ante un proceso inconstitucional,
quedando totalmente descartado que, dentro de dicha noción, se encuentren
las anomalías o simples irregularidades procesales, violación del contenido no
esencial o adicional, que no son, por sí mismas, contrarias a la Constitución,
sino al orden legal. Mientras que el proceso que degenere en inconstitucional
se habrá de corregir mediante el ejercicio del proceso constitucional, la simple
anomalía o irregularidad lo será mediante los medios de impugnación previstos
al interior de cada proceso. Ese es el límite con el cual ha de operar el juez
constitucional y, a la vez, la garantía de que no todo reclamo que se le hace por
infracciones al interior de un proceso pueda considerarse un verdadero tema
constitucional.
8. Particularmente, si bien el proceso de hábeas corpus no tiene por
objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el presente caso,
habida cuenta de que las vulneraciones aducidas no solo implican la
observancia del derecho al debido proceso, sino que incidiría de manera
razonable y proporcional en el ejercicio de la libertad individual de los
beneficiarios, el Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae,
para evaluar la legitimidad constitucional de los actos considerados lesivos.

§ 3. Análisis del caso materia de controversia CONSTITUCIONAL

9. Se alega en la demanda que la sala penal emplazada, vulnerando el


principio ne bis in ídem, según el cual nadie puede ser perseguido dos veces
por los mismos hechos, ordenó abrir instrucción penal, con mandato de
detención, contra los beneficiarios por la supuesta comisión del delito de estafa

§ 4 Vulneración del principio ne bis in ídem como contenido del derecho


al debido proceso

10. Al respecto, una cuestión que estimamos pertinente precisar es que


el hábeas corpus es un proceso constitucional autónomo, en el cual el Juez
constitucional asume una función tutelar del derecho fundamental a la libertad
personal y de los derechos conexos a él (artículo 200, 1, de la Constitución). En
concordancia con ello, el artículo 4 del Código Procesal Constitucional
establece: “El hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme
vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva”.

11. No obstante, desde una perspectiva restringida, el hábeas corpus se


entiende vinculado, únicamente, a la protección del derecho fundamental a la
libertad personal y a un núcleo duro de derechos fundamentales que se
concentran en torno a dicho derecho, tales como el derecho a la seguridad
personal (artículo 2, 24, de la Constitución), a la libertad de tránsito -ius
movendi et ius ambulandi- (artículo 2, 11 de la Constitución) y a la integridad
personal (artículo 2, 24,h, de la Constitución).

12. Sin embargo, bajo el canon de interpretación constitucional del


principio in dubio pro hómine (artículo V del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional), se debe señalar que, a priori y en abstracto, no es
razonable establecer un numerus clausus de derechos conexos a la libertad
personal a efectos de su tutela, ni tampoco excluirlos, pues muchas veces el
derecho a la libertad personal es vulnerado en conexión con otros derechos
fundamentales, tales como el derecho a la vida (artículo 2,1, de la
Constitución), el derecho de residencia (artículo 2, 11, de la Constitución), el
derecho a la libertad de comunicación (artículo 2, 4, de la Constitución) e,
inclusive, el derecho al debido proceso (artículo 139, 3, de la Constitución).

13. El artículo 25 del Código Procesal Constitucional ha acogido esta


concepción amplia del hábeas corpus cuando señala que “[ ...] también
procede el hábeas corpus en defensa de los derechos constitucionales
conexos con la libertad individual, especialmente cuando se trata del debido
proceso y la inviolabilidad del domicilio”.

14. De ahí que se puede afirmar que también, dentro de un proceso


constitucional de hábeas corpus, es posible que el Juez constitucional se
pronuncie sobre una eventual vulneración del derecho fundamental al debido
proceso; claro está siempre que, en el caso concreto, exista conexión entre
este y el derecho fundamental a la libertad personal. Así lo ha establecido
también este Tribunal en anteriores oportunidades (cf. STC 2840-2004-HC. FJ
4), al señalar que “Conforme a reiterada jurisprudencia de este Colegiado, si
bien el proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el
derecho al debido proceso, en el presente caso, habida cuenta de que se han
establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad
locomotora, tras la imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el
Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la
legitimidad constitucional de los actos judiciales considerados lesivos”.

15. Bajo estas precisiones, es del caso analizar si, en el caso concreto,
el Tribunal Constitucional debe pronunciarse, dentro del proceso constitucional
de hábeas corpus, sobre la “vulneración” del derecho fundamental al debido
proceso y del principio ne bis in ídem.

16. Al respecto, el inciso 2 del artículo 139 de la Constitución reconoce el


derecho de toda persona sometida a un proceso judicial a que no se deje sin
efecto resoluciones que han adquirido la autoridad de cosa juzgada. En los
términos de dicho precepto constitucional, “Son principios y derechos de la
función jurisdiccional: [...] 2) La independencia en el ejercicio de la función
jurisdiccional. Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el
órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco
puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa
juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar
su ejecución (...)”.

17. Dicha disposición constitucional debe interpretarse, por efectos del


principio de unidad de la Constitución, de conformidad con el inciso 13 del
mismo artículo 139 de la Ley Fundamental, el cual prevé que “Son principios y
derechos de la función jurisdiccional: (...)13. La prohibición de revivir procesos
fenecidos con resolución ejecutoriada. La amnistía, el indulto, el sobreseimiento
definitivo y la prescripción producen los efectos de cosa juzgada”.

18. En opinión del Tribunal Constitucional, mediante el derecho a que se


respete una resolución que ha adquirido la autoridad de cosa juzgada se
garantiza el derecho de todo justiciable, en primer lugar, a que las resoluciones
que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser recurridas mediante
medios impugnatorios, ya sea porque estos han sido agotados o porque ha
transcurrido el plazo para impugnarlas; y, en segundo lugar, a que el contenido
de las resoluciones que hayan adquirido tal condición, no pueda ser dejado sin
efecto ni modificado, sea por actos de otros poderes públicos, de terceros o
incluso de los mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso en el
que se dictó (vid. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 38. Caso Santiago Martín Rivas).

19. Prima facie, la determinación de si una resolución que no constituye


una sentencia definitiva (pero que ha puesto fin al proceso penal) se encuentra
también garantizada por este derecho, a la luz de dichas disposiciones de
derechos fundamentales, debe absolverse por este Tribunal en sentido
afirmativo. No solamente porque en el dictado de dichas disposiciones se ha
evitado circunscribir el ámbito de protección solo al caso de las sentencias, y se
ha comprendido también a los autos que ponen fin al proceso (al referirse, por
ejemplo, a las resoluciones que importen el sobreseimiento definitivo de una
causa), sino también porque ese es el sentido interpretativo que se ha brindado
a una disposición aparentemente más limitativa de su ámbito de protección,
como puede ser el artículo 8.4 de la Convención Americana de Derechos
Humanos, por los órganos de protección de los derechos humanos en nuestra
región (cf. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 39. Caso Santiago Martín Rivas)

20. En efecto, el artículo 8.4 de la Convención Americana de Derechos


Humanos prevé que “El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá
ser sometido a nuevo juicio por los mismos hechos”.

En relación con los alcances del término “sentencia firme” que utiliza la
referida disposición de la Convención Americana de Derechos Humanos, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el Informe 1/95 Caso
11,006 Alan García Pérez c/ Perú, ha sostenido que “(...) la expresión
“sentencia firme” en el marco del artículo 8, inciso 4, no debe interpretarse
restrictivamente, es decir limitada al significado que se le atribuya en el derecho
interno de los Estados. En este contexto, “sentencia” debe interpretarse como
todo acto procesal de contenido típicamente jurisdiccional, y “sentencia firme”
como aquella expresión del ejercicio de la jurisdicción que adquiera las
cualidades de inmutabilidad e inimpugnabilidad propias de la cosa juzgada” (cf.
STC 4587-2004-HC/TC. FJ 41. Caso Santiago Martín Rivas).
21. Asimismo, en materia del principio ne bis in ídem, resulta ilustrativo
-aunque no directamente aplicable al presente caso-, lo dicho por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Loayza Tamayo, mediante
sentencia contenciosa de fecha 17 de setiembre de 1997, que “(...) Este
principio busca proteger los derechos de los individuos que han sido
procesados por determinados hechos para que no vuelvan a ser enjuiciados
por los mismos hechos. A diferencia de la fórmula utilizada por otros
instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos (por
ejemplo, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos de las
Naciones Unidas, artículo 14.7, que se refiere al mismo delito), la Convención
Americana utiliza la expresión los mismos hechos, que es un término más
amplio, en beneficio de la víctima [...]”.

22. Sobre el valor que pueda tener la referida jurisprudencia de los


órganos internacionales de protección de los derechos humanos para la
comprensión del ámbito protegido por los derechos reconocidos en la
Constitución Política del Perú, en diversas oportunidades, este Tribunal ha
destacado su capital importancia.

Hemos dicho, en efecto, que el contenido esencial constitucionalmente


protegido de los derechos reconocidos por la Ley Fundamental no solo ha de
extraerse a partir de la disposición constitucional que lo reconoce; es decir, de
la interpretación de esta disposición con otras disposiciones constitucionales
con las cuales pueda estar relacionada (principio de unidad de la Constitución),
sino también bajo los alcances del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos.

Tras el criterio de interpretación de los derechos fundamentales acorde


con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, este Tribunal tiene
dicho que este último concepto no se restringe solo a los tratados
internacionales en materia de derechos humanos en los que el Estado peruano
sea parte (IV Disposición Final y Transitoria de la Constitución), sino que
comprende también a la jurisprudencia que sobre esos instrumentos
internacionales se pueda haber expedido por los órganos de protección de los
derechos humanos (Artículo V del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional) (cf. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 44. Caso Santiago Martín
Rivas).

23. Así, por ejemplo, en el caso de Crespo Bragayrac (vid. STC 0217-
2002-HC/TC), este Tribunal sostuvo que “De conformidad con la IV Disposición
Final y Transitoria de la Constitución Política del Perú, los derechos y libertades
reconocidos en la Constitución deben interpretarse de conformidad con los
tratados internacionales en materia de derechos humanos suscritos por el
Estado Peruano. Tal interpretación, conforme con los tratados sobre derechos
humanos, contiene, implícitamente, una adhesión a la interpretación que, de los
mismos, hayan realizado los órganos supranacionales de protección de los
atributos inherentes al ser humano y, en particular, el realizado por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, guardián último de los derechos en la
Región” (cf. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 45. Caso Santiago Martín Rivas).

24. Pues bien, despejada la duda en torno a si una resolución de


sobreseimiento definitivo puede alcanzar la calidad de cosa juzgada, ahora es
preciso remarcar que, en el ámbito penal, uno de los efectos que se deriva de
haberse alcanzado dicha autoridad de cosa juzgada es la prohibición de que
por los mismos fundamentos se pueda volver a juzgar a la misma persona.

Esa eficacia negativa de las resoluciones que pasan a tener calidad de


cosa juzgada, a su vez, configura lo que en nuestra jurisprudencia hemos
denominado el derecho a no ser juzgado dos veces por el mismo fundamento
(ne bis in ídem).

En relación con este derecho, el Tribunal ha declarado que, si bien el


principio ne bis in ídem no se encuentra textualmente reconocido en la
Constitución como un derecho fundamental de orden procesal, al desprenderse
del derecho reconocido en el inciso 2 del artículo 139 de la Constitución (cosa
juzgada), se trata de un derecho implícito que forma parte de un derecho
expreso (cf. STC 4587-2004-HC/TC. FJ 46. Caso Santiago Martín Rivas).

25. Por su parte, en la STC 2050-2002-AA/TC, este Tribunal señaló que


el contenida esencial constitucionalmente protegido del ne bis in ídem debe
identificarse en función de sus dos dimensiones (formal y material). En tal
sentido, sostuvimos que, en su formulación material, el enunciado según el cual
“nadie puede ser castigado dos veces por un mismo hecho”, expresa la
imposibilidad de que recaigan dos sanciones sobre el mismo sujeto, por una
misma infracción, puesto que tal proceder constituiría un exceso del poder
sancionador, contrario a las garantías propias del Estado de Derecho. Su
aplicación, pues, impide que una persona sea sancionada o castigada dos (o
más veces) por una misma infracción cuando exista identidad de sujeto, hecho
y fundamento.

En su vertiente procesal, tal principio significa que “nadie pueda ser


juzgado dos veces por los mismos hechos”, es decir, que un mismo hecho no
pueda ser objeto de dos procesos distintos o, si se quiere, que se inicien dos
procesos con el mismo objeto. Con ello se impide, por un lado, la dualidad de
procedimientos (por ejemplo, uno de orden administrativo y otro de orden
penal) y, por otro, el inicio de un nuevo proceso en cada uno de esos órdenes
jurídicos (dos procesos administrativos o (los procesos penales con el mismo
objeto, por ejemplo). Desde está vertiente, dicho principio presupone la
interdicción de un doble proceso penal por la misma conducta. Lo que pretende
es proteger a cualquier imputado del riesgo de una nueva persecución penal,
con abstracción del grado alcanzado por el procedimiento, simultánea o
sucesiva por la misma realidad histórica atribuida. Lo inadmisible es, pues,
tanto la repetición del proceso como una doble condena o el riesgo de
afrontarla, lo cual se yergue como límite material frente a los mayores poderes
de persecución que tiene el Estado, que al ejercer su ius punendi debe tener
una sola oportunidad de persecución.

26. Es menester puntualizar, entonces, que el ne bis in ídem procesal


supone básicamente dos persecuciones, y tiene que ver con los límites que es
preciso imponer en un terreno en el cual una de las partes -el Estado- va a
tener atribuciones asimétricas frente al procesado. Esto no limita la obligación
del Estado de perseguir el presunto delito, sino que lo ordena bajo parámetros
constitucionales con la finalidad de garantizar la seguridad jurídica y la libertad.

27. Ahora bien, verificar la existencia o no de una persecución penal


múltiple requiere la conjunción de tres identidades distintas: identidad de la
persona perseguida (eadem persona), identidad del objeto de persecución
(eadem res) e identidad de la causa de persecución (eadem causa petendi).

28. Visto el caso sub exámine, desde la perspectiva del test de triple
identidad, este Tribunal afirma que se ha lesionado el principio ne bis in ídem
procesal, por las siguientes razones:

a) En cuanto al primer elemento de la identidad de las personas


perseguidas penalmente (identidad subjetiva) en varios procesos, se aprecia
que se trata de los mismos imputados: John Mc. Carter y otros. Esto es, que
los beneficiarios, en su calidad de altos ejecutivos de la General Electric
Company, aparecen comprendidos en diversas denuncias promovidas por el
denunciante Guillermo Gonzales Neumann, las mismas que fueron materia de
distintas resoluciones fiscales y judiciales de clausura de la persecución penal,
no obstante lo cual resulta finalmente instruido por el delito de estafa por el
cuestionado Juez de la Cuarta Sala Penal de la Corte Superior de Lima.

b) Este Tribunal considera que el elemento denominado identidad del


objeto de persecución (identidad objetiva) también se cumple en el presente
caso, pues del examen de autos se advierte que la Cuarta Sala Penal para
Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima ordenó abrir
instrucción a los beneficiarios por el delito de estafa, sobre la base de los
mismos hechos cuya delictuosidad fue oportunamente desvirtuada por diversas
instancias de persecución penal nacional. Esto es, en todos los casos existió
una identidad fáctica (si bien distintas calificaciones jurídicas), un mismo
comportamiento atribuido a los beneficiarios, que nos indica que la imputación
ha sido idéntica tanto en las persecuciones anteriormente archivadas por el
Cuadragésimo Primer Juzgado Penal de Lima (f. 34) y la Sala Corporativa de
Apelaciones de Procesos Sumarios con Reos Libres de la Corte Superior de
Justicia de Lima (f. 38), como en el auto de apertura de instrucción dictado por
el emplazado Juez penal, lo que demuestra que en el presente caso ha habido
una indebida doble valoración de los presupuestos que configurarían la
conducta ilícita atribuida a los beneficiarios.

c) Por último, la identidad de la causa de persecución es un presupuesto


que resulta también verificado en el presente caso, por cuanto el fundamento
de los ilícitos supuestamente realizados por los beneficiarios está referido en su
totalidad a bienes jurídicos patrimoniales, como así se aprecia de los delitos
(estafa, apropiación ilícita, fraude en la administración de las personas
jurídicas) que fueron materia de las denuncias de parte, y de las resoluciones
de archivo dictadas tanto en sede fiscal como judicial.

§ 5 fura nóvit curia y contradictorio en el proceso de hábeas corpus

29. Un aspecto no contemplado en la demanda, que este Tribunal estima


se suma al acto cuestionado en ella, es la vulneración del derecho
constitucional a la motivación de las resoluciones judiciales, respecto del cual
precisa evaluar si tiene competencia para pronunciarse sobre tal punto, habida
cuenta de que dicho derecho no fue alegado en la demanda y tampoco fue
refutado en el contradictorio.

30. Este Tribunal ya se ha encontrado en diversas ocasiones (cf. STC


2868-2004-AA/TC. FJ 11; STC 0905-2001-AA/TC. FJ 4) frente a una situación
semejante. En todas ellas ha sostenido un principio de congruencia no
absoluto, sino relativo; por ello, no existen razones para que aquí se cambie de
criterio, puesto que el que no se aleguen determinados derechos y, por tanto,
que el contradictorio constitucional no gire en torno a ellos, no es óbice para
pronunciarse sobre esos y otros derechos.

31. Como en aquellos casos se sostuvo, el principio iura nóvit curia


constitucional no tiene los mismos alcances que el que rige en otro tipo de
procesos, pues los derechos subjetivos constitucionales, a su vez, están
reconocidos por disposiciones constitucionales, cuya aplicación, más allá de
que no hayan sido invocados, o no se hayan identificado correctamente,
corresponde decidir al Juez de la constitucionalidad (artículo VIII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional).

32. A lo dicho, debe agregarse lo siguiente. Los alcances del iura nóvit
curia constitucional no tienen por efecto alterar el contradictorio en el seno de
un proceso constitucional de la libertad, toda vez que, como pusiéramos en
evidencia en la STC 0976-2001-AA/TC, en estos procesos se juzga al acto
reclamado, reduciéndose la labor del Juez constitucional, esencialmente, a
juzgar sobre su legitimidad o ilegitimidad constitucional.

33. De modo que, no existiendo alteración del comportamiento juzgado


como inconstitucional (acto reclamado), tampoco existe una alteración del
contradictorio que podría dejar en indefensión a alguna de las partes;
consecuentemente, resulta legítimo analizar si en el presente caso se ha
violado el derecho constitucional a la motivación resolutoria, más aún si
contribuye a crear convicción sobre este aspecto la sentencia recaída en el
expediente 8125-2005-HC/TC, publicada el 25 de enero de 2006, en la que el
Tribunal Constitucional declaró fundada la demanda por los mismos hechos
que son materia del presente expediente, y a favor de una de las personas que
hoy es la beneficiaria de esta causa constitucional.

§ 6 Falta de motivación del auto de apertura de instrucción

34 La necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas es


un principio que informa el ejercicio de la función jurisdiccional y, al mismo
tiempo, un derecho constitucional de los justiciables. Mediante ella, por un lado,
se garantiza que la administración de justicia se lleve a cabo de conformidad
con la Constitución y las leyes (artículos 45 y 138 de la Constitución) y, por
otro, que los justiciables puedan ejercer de manera efectiva su derecho de
defensa.

35. En efecto, uno de los contenidos esenciales del derecho al debido


proceso es el derecho de obtener de los órganos judiciales una respuesta
razonada, motivada y congruente con las pretensiones oportunamente
deducidas por las partes en cualquier clase de procesos. La exigencia de que
las decisiones judiciales sean motivadas en proporción a los términos del inciso
5 del artículo 139 de la Constitución, garantiza que los jueces, cualquiera que
sea la instancia a la que pertenezcan, expresen la argumentación jurídica que
los ha llevado a decidir una controversia, asegurando que el ejercicio de la
potestad de administrar justicia se haga con sujeción a la Constitución y a la
ley; pero también con la finalidad de facilitar un adecuado ejercicio del derecho
de defensa de los justiciables. En suma, garantiza que el razonamiento
empleado guarde relación y sea suficiente y proporcionado con los hechos que
al Juez penal corresponde resolver.

36. En el caso de autos, se debe analizar en sede constitucional si es


arbitrario el auto de apertura de instrucción que se ordenó dictar contra los
beneficiarios, por la falta de motivación. Al respecto, el artículo 77 del Código
de Procedimientos Penales (modificado por la Ley Nº 28117) regula la
estructura del auto de apertura de instrucción, y en su parte pertinente
establece:

Recibida la denuncia y sus recaudos, el Juez Especializado en lo Penal


sólo abrirá instrucción si considera que de tales instrumentos aparecen indicios
suficientes o elementos de juicio reveladores, de la existencia de un delito, que
se ha individualizado a su presunto autor o partícipe, que la acción penal no ha
prescrito o no concurra otra causa de extinción de la acción penal. El auto será
motivado y contendrá en forma precisa los hechos denunciados, los elementos
de prueba en que se funda la imputación, la calificación de modo específico del
delito o los delitos que se atribuyen al denunciado, la motivación de las
medidas cautelares de carácter personal o real, la orden al procesado de
concurrir a prestar su instructiva y las diligencias que deben practicarse en la
instrucción.

37. Como se aprecia, la indicada individualización resulta exigible en


virtud del primer párrafo del artículo 77 del Código de Procedimientos Penales,
obligación judicial que este Tribunal considera debe ser efectuada con criterio
constitucional de razonabilidad, esto es, comprender que nada más lejos de los
objetivos de la ley procesal el conformarse con que la persona sea
individualizada cumpliendo no solo con consignarse su identidad (nombres
completos) en el auto de apertura de instrucción (menos aún, como se hacía
años antes, contra los que resulten responsables, hasta la dación de la
modificación incorporada por el Decreto Legislativo 126, publicado el 15 de
junio de 1981), sino que, al momento de calificar la denuncia, será necesario,
por mandato directo e imperativo de la norma procesal citada, controlar la
corrección jurídica del juicio de imputación propuesto por el fiscal, esto es, la
imputación de un delito debe partir de una consideración acerca del supuesto
aporte delictivo de todos y cada uno de los imputados.

38. Esta interpretación se condice con el artículo 14, inciso 3, literal b,


del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que, a este respecto,
comienza por reconocer que “Durante el proceso, toda persona acusada de un
delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: a)
A ser informada, sin demora, en un idioma que comprenda y, en forma
detallada, de la naturaleza y causas de la acusación formulada contra ella”.
Con similar predicamento, el artículo 8, numeral 2, literal a, de la Convención
Americana Sobre Derechos Humanos dispone que “Durante el proceso, toda
persona tiene derecho, en plena igualdad, a las garantías mínimas: [ ...]b)
Comunicación previa y detallada de la acusación formulada”. Reflejo de este
marco jurídico-supranacional es el artículo 139, inciso 15, de nuestra Norma
Fundamental, que ha establecido: “El principio que toda persona debe ser
informada, inmediatamente y por escrito, de las causas o razones de su
detención”. Se debe señalar que, a pesar del tenor de esta norma
constitucional, de la que pareciera desprenderse que el derecho del imputado
se limita al momento de su propia detención, lo cierto es que esta toma de
conocimiento constituye la primera exigencia del respeto a la garantía
constitucional de la defensa que acompaña a lo largo del proceso en todas las
resoluciones del mismo.

39. Examinado el cuestionado auto de apertura de instrucción (f. 392),


de conformidad con la Cuarta Disposición Final Transitoria de la Constitución,
podemos afirmar que tal resolución no se adecua en rigor a lo que estipulan,
tanto los instrumentos jurídicos internacionales de derechos humanos como la
Constitución y la ley procesal penal citados. No cabe duda de que el artículo 77
del Código de Procedimientos Penales ofrece los máximos resguardos para
asegurar que el imputado tome conocimiento de la acusación que contra él
recae, a! prescribir que “El auto será motivado y contendrá en forma precisa los
hechos denunciados, los elementos de prueba en que se funda la imputación,
la calificación de modo específico del delito o los delitos que se atribuyen al
denunciado”.

40. En otras palabras, la protección constitucional del derecho de


defensa del justiciable supone, a la vez, la obligación de motivación del Juez
penal al abrir instrucción. Esta no se colma únicamente con la puesta en
conocimiento al sujeto pasivo de aquellos cargos que se le imputan, sino que
comporta una ineludible exigencia, cual es que la acusación ha de ser cierta,
no implícita, sino precisa, clara y expresa. Es decir, una descripción
suficientemente detallada de los hechos considerados punibles que se imputan
y del material probatorio en que se fundamentan, y no como en el presente
caso, en que se advierte una acusación genérica e impersonalizada que limita
o impide al procesado un pleno y adecuado ejercicio constitucional del derecho
de defensa.

41. En este sentido, cuando el órgano judicial superior jerárquico ordena


abrir instrucción, ello no exonera al a quo de fundamentar lo ordenado, de
conformidad con los requisitos previstos en el artículo 77 del Código de
Procedimientos Penales. En consecuencia, al haber omitido el Juez penal la
formalización de cargos concretos, debidamente especificados, contra los
beneficiarios, lo que denota una ausencia de individualización del presunto
responsable en los términos anteriormente expuestos, ha infringido el deber
constitucional de motivar las resoluciones judiciales de forma razonable y
proporcional, lesionando el derecho de defensa del justiciable, al no tener este
la posibilidad de rebatir los elementos fácticos que configurarían la supuesta
actuación delictiva que se le atribuye, al amparo del artículo 139, inciso 5, de la
Constitución Política del Perú.
42. Por lo anteriormente expuesto, la presente demanda debe ser
estimada al haberse acreditado que el auto de apertura de instrucción, obrante
a fojas 392, de fecha 2 de agosto de 2005, que se dictó por orden de la Cuarta
Sala Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de
Lima, vulneró los derechos constitucionales de los beneficiarios de esta
demanda, referidos al principio constitucional ne bis in ídem, a la motivación de
las resoluciones judiciales y de defensa, poniendo en grave peligro su derecho
a la libertad individual, resultando de aplicación el artículo 2 del Código
Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar FUNDADA la demanda; por consiguiente, NULA la resolución


de fecha 26 de abril de 2005, expedida por La Cuarta Sala Especializada en la
Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima,
que ordenó abrir instrucción penal contra los beneficiarios de esta demanda; y
NULA la resolución de fecha 2 de agosto de 2005, expedida por el Vigésimo
Quinto Juzgado Penal de Lima en el proceso penal 357-2005, mediante el cual
se abre instrucción a los beneficiarios y se dicta mandato de detención contra
ellos. En consecuencia, dispone la suspensión de la orden de captura librada
contra los afectados John Mc. Carter, Jorge Montes, Jaseph A. Pompei, César
Ausin de Irruarizaga, Hugo Silva, Nelson Gurman, Manuel Lopéz, Richard
Stonesifer, Dennis Carey, Robert Reid, John Welch, Jeffrey Imelts, Dennis
Damerman, James Harman, Robert Nardelli, Dennis Williams, John Opie,
James Mc. Nermey, James Mohn, James Campbell, Dave Cote, Donald
Fontaine, Steve Reidel, Steve Sedita, David Blair y Helio Mattar.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
LANDA ARROYO

EXP. 0174-2006-PHC/TC
LIMA
JOHN MC. CARTER Y OTROS

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO BARDELLI LARTIRIGOYEN


Me adhiero al voto del Magistrado Vergara Gotalli, en el sentido de
declarar improcedente la demanda de autos, compartiendo la posición
adoptada, en considerar que si el recurrente afirma que el auto de apertura de
instrucción no cumple con los requisitos mínimos de validez, y más aún, que la
normatividad procesal penal no ha previsto expresamente un medio
impugnatorio para cuestionar esta resolución judicial de procesamiento, sin
embargo, se debe precisar que de existir vacíos en el tratamiento por dicho
ordenamiento procesal, se deben aplicar de forma supletoria las normas del
Código Procesal Civil, en cuanto le sea aplicable, según la previsión de la
Primera Disposición Complementaria y Final del referido Código;
particularmente, el remedia previsto en el artículo 171 del Código Procesal
Civil, que prevé la formulación de la nulidad del referido acto procesal y lograr
en sede ordinaria la corrección del vicio que se acusa o, en su defecto,
conseguir la resolución firme que lo habilite a recurrir a la vía excepcional y
sumarísima del extraordinario proceso de urgencia.

Asimismo, comparto la posición singular del Magistrado Vergara Gotelli,


en considerar que al no existir manifiesta vulneración a la libertad individual ni a
la tutela procesal efectiva, el Tribunal Constitucional no puede ingresar al
análisis del fondo del asunto, pues tratándose de un proceso penal en etapa
inicial, obviamente aún no existe una sentencia firme que sindique a los
accionantes como responsables de la comisión del delito instruido,
permaneciendo inalterable su presunción de inocencia, no resultando posible
determinar el grado de participación de cada uno de ellos, lo que será materia
precisamente de la investigación en el proceso judicial

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
EXP. 0174-2006-PHC/TC
LIMA
JOHN MC. CARTER Y OTROS

VOTO EN DISCORDIA DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI

Emito el presente voto singular con el debido respeto por la opinión


vertida por el ponente, por los fundamentos siguientes:

1. Viene a conocimiento de este Supremo Tribunal Constitucional el


recurso de agravio constitucional interpuesto por Luis Fernando Garrido Pinto
contra la sentencia emitida por la Primera Sala Penal para Procesados con
Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, que declara
improcedente la demanda de autos.
2. El recurrente interpone demanda de hábeas corpus a favor de John
Mc. Carter y otros cuestionando el auto que abre instrucción en la vía sumaria
por el delito de estafa, emitido por el Juez del 25 Juzgado Penal de Lima, Dr.
César Herrera Cassina, quien ha dictado mandato de detención contra el
favorecido, argumentado que dicho auto vulnera el principio constitucional ne
bis in ídem, según el cual nadie puede ser perseguido dos veces por los
mismos hechos.

3. El Código Procesal Constitucional, Ley Nº 28237, en el Artículo 4,


segundo párrafo, prevé la revisión de una resolución judicial vía proceso de
hábeas corpus siempre que se cumplan ciertos presupuestos procesales. Así
taxativamente se precisa que. “El hábeas, corpus procede cuando una
resolución judicial firme vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la
tutela procesal efectiva”.

De ello se infiere que la admisión a trámite de un hábeas corpus que


cuestiona una resolución judicial sólo procede cuando:

a) Exista resolución judicial firme.

b) Exista Vulneración MANIFIESTA

c) Y que dicha vulneración sea contra la libertad individual y la tutela


procesal efectiva.

Consecuentemente, digo que la procedencia, en su tercera exigencia (c),


acumula libertad individual y tutela procesal efectiva porque esta exigencia se
presenta también al comienzo del propio artículo 4 cuando trata del amparo
(“resoluciones judiciales firmes dictadas con manifiesto agravio a la tutela
procesal efectiva...”)

Por tanto, el hábeas corpus es improcedente (rechazo liminar) cuando:

a) La resolución judicial no es firme,


b) La vulneración del derecho a la libertad no es manifiesta, o si
c) No se agravia la tutela procesal efectiva.

El mismo artículo nos dice qué debemos entender por tutela procesal
efectiva.

El Art. 2 exige para la amenaza en hábeas corpus (libertad individual) la


evidencia de ser cierta y de inminente realización, es decir, que en cualquier
momento puede convertirse en una violación real.
El sentido de “resolución judicial firme”, tratándose del auto de apertura
de instrucción, obviamente dictado ab initio de un proceso que debe o se
espera ser “debido” - en expectativa ordinaria, normal, común o racional -, no
puede medirse por la posibilidad legal del cuestionamiento directo e inmediato
a través de remedios o recursos, sino a través de la contradicción o defensa
que constituye el ingrediente principal de la tutela judicial efectiva. Y es que el
proceso penal se instaura frente al conflicto que implica la denuncia de la
concurrencia de una conducta, atribuida a una persona determinada, que
contraviene una norma que previamente ha calificado de ilícito tal
comportamiento en sede penal y que ha causado un doble daño que es
menester castigar y reparar, daño concreto, inmediato y directo que tiene como
agraviado al directamente afectado y daño abstracto, mediato e indirecto a la
sociedad. El proceso se abre para ello, para solucionar dicho conflicto,
constituyendo así solo el instrumento del que se sirve el Estado para decir el
derecho al momento de la solución.

4. Esto me lleva a considerar que el auto de apertura de instrucción


dictado por el Juez competente, previa denuncia del Fiscal adscrito a tal
competencia, como su nombre lo indica, no puede ser la “resolución judical
firme” que vulnere manifiestamente la libertad individual que, precisamente, con
la resolución que cuestiona el demandante en sede Constitucional, recién
comienza.

Por ello también, en mí voto singular evacuado en el proceso de Hábeas


Corpus iniciado por demanda de Jeffrey Immelt y Otros, STC Nº 8125-2005-
PHC, expresé que:
(…)

“El Código Procesal Constitucional, Ley Nº 28237, en el Artículo 4,


segundo párrafo, prevé la revisión de una resolución judicial vía proceso de
hábeas corpus siempre que se cumplan 2 presupuestos: 1) que se trate de una
resolución judicial firme y 2) que la vulneración a la libertad individual y a la
tutela procesal efectiva sea de forma manifiesta.

Consecuentemente, para legitimar el ingreso del Tribunal Constitucional


a la revisión de una resolución judicial que en este caso constituye la expresión
misma de la autonomía del Juez y la independencia del Poder Judicial debe
acreditarse fehacientemente el cumplimiento de dichos presupuestos; caso
contrarío estaremos convirtiendo a este Supremo Tribunal en una
suprainstancia capaz de revisar todos los autos de apertura de instrucción
evacuados por la jurisdicción ordinaria a nivel nacional.

Debemos tener en cuenta primero que tratándose del cuestionamiento al


auto que abre instrucción con el argumento de una indebida o deficiente
motivación, la pretensa vulneración no puede ser conocida a través del hábeas
corpus sino del amparo puesto que el auto de apertura, en puridad, no está
vinculado directamente con la medida cautelar de naturaleza personal que se
dicta al interior de dicha resolución, medida contra la que la ley procesal
permite la apelación. Este mandato se emite en función a otros presupuestos
procesales, señalando el Artículo 135 del Código Procesal Penal,
taxativamente, los requisitos mínimos que deben concurrir para su
procedencia, que no son los mismos que los exigidos para el auto que abre
instrucción establecidos en el Artículo 77 del Código de Procedimientos
Penales. En consecuencia considero que si se denuncia que el juez ordinario,
abusando de sus facultades, abre instrucción contra determinada persona
cometiendo con ello una arbitrariedad manifiesta, se estaría acusando la
violación del debido proceso ya sea este formal o sustantivo, para lo que
resulta vía idónea la del amparo reparador. La medida coercitiva de naturaleza
personal si incide directamente sobre la libertad; empero, contra esta medida
existen medías impugnatorios previstos en la ley procesal penal que tendrían
que agotarse para obtener la firmeza de la resolución en lo referente a la
detención preventiva u otras limitaciones a la libertad personal.

Sin perjuicio de lo anterior creo pertinente considerar que si bien es


cierto la normatividad procesal penal no ha previsto expresamente un medio
impugnatorio para cuestionar el auto de apertura de instrucción, también lo es
que de existir vacíos en el tratamiento por dicho ordenamiento procesal, éste
se rige supletoriamente por el Código Procesal Civil, en cuanto le sea aplicable,
según la previsión de la Primera Disposición Complementaria y Final del
aludido Código que a la letra dice: “los disposiciones de este Código se aplican
supletoriamente a los demás ordenamientos procesales, siempre que sean
compatibles con su naturaleza”. Si esto es así, encontramos que en el Artículo
171 del referido complexo legal se prevé que la nulidad de un acto procesal “…
puede declararse cuando el acto procesal careciera de los requisitos
indispensables para la obtención de su finalidad”.

El recurrente afirma que el auto de apertura de instrucción carece de


motivación suficiente pues no expone las razones que el Juez ha tenido en
cuenta para imputar la comisión del delito de estafa a cada uno de los
instruidos, ni los hechos por los que tendrían que responder individualmente
durante la investigación judicial, es decir afirma que el acto procesal no cumple
con los requisitos mínimos de validez. Siendo así los recurrentes tuvieron a su
alcance el remedio previsto en el artículo 171 del C.P.C. a través de la
formulación de la nulidad del referido acto procesal y lograr en sede ordinaria la
corrección del vicio que se acusa o, en su defecto, conseguir la resolución firme
que lo habilite a recurrir ala vía excepcional y sumarísima del extraordinario
proceso de urgencia.
En cuanto a la exigencia referida a que la vulneración a la libertad
individual y a la tutela procesal efectiva sea de forma manifiesta, de la revisión
de autos considero que no existe tal manifiesta vulneración que como
presupuesto requiere el segundo párrafo del artículo 4 del Código Procesal
Constitucional para ingresar al análisis de fondo, por los siguientes
argumentos: a) las consideraciones que ha tenido el Juez emplazado para
dictar el auto de apertura han sido en función a lo dispuesto por la Cuarta Sala
Especializada en lo Penal - Reos Libres- de la Corte Superior de Justicia de
Lima, por resolución de fecha 26 de abril del 2005, mediante el cual se le
ordena abrir instrucción contra los recurrentes, constituyendo una materia, que
compete de forma exclusiva al juzgador penal; b) mediante los fundamentos de
la resolución superior y de la resolución cuestionada se motiva claramente las
razones por las que la Sala y el Juez emplazado consideran que la actuación
de los funcionarios de la Empresa General Eléctric Cómpany encuadra en el
delito que se les imputa a todos ellos; y c) la invocación de la alegada
vulneración del principio de motivación es prematura, pues tratándose de un
proceso penal en etapa inicial, obviamente aún no existe una sentencia firme
que sindique a los accionantes como responsables de la comisión del delito
instruido, permaneciendo inalterable su presunción de inocencia, no resultando
posible determinar el grado de participación de cada uno de ellos, lo que será
materia precisamente de la investigación en el proceso judicial. Por tanto, no
existe la manifiesta vulneración a la libertad individual ni a la tutela procesal
efectiva.

Es preciso dejar sentado que el imperio del Estado delegado a sus


jueces ordinarios para que en su representación hagan posible el ius puniendi
no puede ser desconocido con la afirmación de que dicha facultad se está
ejerciendo arbitrariamente para sustraerse de la jurisdicción, que constituye
expresión de la soberanía. En todo caso existe el proceso de responsabilidad
civil de los jueces previsto en el Artículo 5099 y siguientes del C.P.C. como vía
alterna suficiente para sancionar, por dolo o culpa, a los representantes
jurisdiccionales del Estado que en el ejercicio de su autonomía causan agravios
insuperables.

Por las precedentes consideraciones no encuentro capacidad en el


Tribunal Constitucional para ingresar al proceso penal de su referencia y
convertirse, de motu proprio, en el ultra revisor de lo determinado por Juez
competente en un proceso regular en trámite, máxime cuando estando a lo que
hoy miércoles cuatro del mes de enero del dos mil seis el diario Gestión, en su
página veinte, informa de una multiplicación de procesos de hábeas corpus por
demandas de cada uno de los imputados en distintos juzgados, lo que además
significaría abrir las puertas a muchos miles de imputados que vendrían al
Tribunal con iguales impugnaciones cada vez que un juzgado penal de trámite
a la denuncia del Fiscal abriendo el correspondiente proceso.
Pero algo más, con el mismo derecho y por la misma puerta, otros miles
de emplazados recurrirían también al proceso constitucional cada vez que un
Juez Civil admita a trámite una demanda de acuerdo al Artículo 430 del C.
Procesal Civil, ley procesal que no ha previsto la vía recursiva para cuestionar
la decisión del Juez que da origen a un proceso ordinario. Y para ambos casos
- penal y civil - todo imputado y todo emplazado tendrán los “argumentos”
necesarios para exigir el mismo tratamiento, lo que, a no dudarlo, al poco
tiempo la carga procesal sería inmanejable para este Tribunal ampliando sus
facultades cuando hoy las viene reduciendo”.

En consecuencia, mi voto es por la IMPROCEDENCIA de la demanda.

SR.
JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI

PRIVACION DE LIBERTAD SIN QUE EXISTA UNA RESOLUCION MOTIVADA


POR EL JUEZ

EXP. 3037-2006-PHC/TC
LORETO
DAVID NORMAN LEWIS DEL ALCÁZAR
(Publicado: 20-07-06)

SENTENCIA DELTRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de abril de 2006, el pleno del Tribunal
Constitucional, con la asistencia de los señores magistrados García Toma,
Gonzales Ojeda, AIva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Landa
Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Alberto Borea


Odría, abogado de don David Norman Lewis del Alcázar, contra la resolución
de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Loreto, de fojas 175, su
fecha 3 de marzo de 2006, que declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 14 de febrero de 2006, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de don David Norman Lewis del Alcázar. Alega que el
beneficiario ha sido privado de su libertad sin que exista orden escrita y
motivada de juez o autoridad competente. Refiere que el día 7 de febrero de
2006 se remitió a los abogados del beneficiario un documento que no se
encontraba firmado por ninguna autoridad jurisdiccional, mediante el cual se
indicaba que había sido privado de su libertad. Por tanto, solicita que, verificada
que sea la inexistencia de orden escrita y motivada de autoridad judicial
competente, se disponga inmediatamente su excarcelación.

Admitida a trámite la demanda, se realiza la investigación sumaria. Con


fecha 15 de febrero de 2006. se lleva a cabo la diligencia de constatación, en la
que se verifica que en el expediente 201-2004, de la Sala Penal de Loreto,
correspondiente al proceso por el delito de peculado seguido contra Norman
Lewis del Alcázar y otros, obra, de fojas 1157 a 1159, la sentencia condenatoria
debidamente suscrita por los vocales Jorge Luis Cueva Zavaleta, José Luciano
Gálvez Bustamante y Jorge lsidoro Cavides Luna. Asimismo, se toma la
declaración del favorecido, recluido en el Establecimiento Penal de Maynas,
quien refiere que se ha notificado a sus abogados una copia de la sentencia
condenatoria supuestamente expedida por la citada Sala, que no contiene
firmas. Por su parte, el vocal Cueva Zavaleta manifiesta que no es cierto que la
sentencia condenatoria haya sido notificada mediante un papel sin firma, toda
vez que esta fue notificada a los sentenciados en la sesión de lectura de
sentencia.

El Quinto Juzgado Penal de Maynas, con fecha 16 de febrero de 2006,


declara infundada la demanda, por considerar que el favorecido ha sido
sometido a un proceso regularen el que ha hecho valer su derecho a la doble
instancia.

La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la demanda,


en aplicación del artículo 4 del Código Procesal Constitucional, argumentando
que al haber sido impugnada la condena mediante recurso de nulidad, y estar
aún pendiente de resolución el citado recurso, la sentencia no reviste todavía
carácter firme.

FUNDAMENTOS

1. De acuerdo con el artículo 4 del Código Procesal Constitucional,


constituye un requisito de procedibilidad para el hábeas corpus promovido
contra una resolución judicial, la firmeza de la resolución que se cuestiona. Sin
embargo. en el presente caso, si bien el recurso de nulidad interpuesto contra
la sentencia condenatoria impuesta al beneficiario del hábeas corpus está aún
pendiente de resolución por la Corte Suprema de Justicia de la República, ello
no determina la improcedencia de la demanda, en tanto lo que se cuestiona no
es la sentencia condenatoria en sí, supuesto en el que estaríamos ante un caso
de hábeas corpus contra una resolución judicial, al que le sería exigible la
firmeza de lo resuelto, sino que lo que se alega es la inexistencia de una
resolución judicial que sustente la privación de libertad que sufre el beneficiario.

2. El demandante alega la vulneración de la libertad personal del


beneficiario, por haber sido privado de su libertad sin que exista una orden
judicial escrita que sustente tal privación, lo que contravendría lo establecido en
el artículo 2, 24, f, de la Constitución. A fin de demostrar los hechos que
sustentan su pretensión, la parte demandante ha presentado una copia de la
sentencia que fue leída al beneficiario (y que obra a fojas 116 de autos), la cual
presenta tachaduras y enmendaduras, lo que constituiría una contravención de
las formalidades establecidas por ley para las sentencias.

3. Este colegiado considera necesario señalar que, conforme al texto de


nuestra Constitución, el derecho a la debida motivación de las resoluciones
judiciales (139,5, de la Constitución) exige la motivación escrita de las mismas,
lo cual asegura la certeza judicial de las decisiones del Poder Judicial y la
seguridad jurídica de los justiciables Ello, además, está en concordancia con el
artículo 2. 24,f, de la Constitución, según el cual «Nadie puede ser detenido
sino por mandamiento escrito y motivado del Juez o por las autoridades
policiales en caso de flagrante delito », lo cual implica que, al momento en que
se da lectura a una sentencia condenatoria apena privativa de libertad, la
resolución debe estar debidamente redactada y suscrita por todos los
miembros del colegiado. La obligación de haber concluido la redacción de la
resolución judicial al momento de ejecutarla pena privativa de libertad
impuesta, guarda relación también con el derecho de interponer recursos, toda
vez que es en el acto de lectura de sentencia donde el justiciable toma
conocimiento del contenido de la sentencia condenatoria, teniendo un día de
plazo para impugnarla mediante recurso de nulidad. Ello dota de contenido
constitucional a la necesidad de que la redacción de la sentencia condenatoria
se encuentre debidamente concluida y sea suscrita por todos los miembros del
órgano jurisdiccional antes de ser leída.

4. Del acta de la constatación efectuada en el marco de la investigación


sumaria, obrante a fojas 15 de autos, se advierte que la sentencia condenatoria
mediante la cual se le privó de libertad al beneficiario del hábeas corpus “(…)
se encuentra tarjado con una equis la parte referida al acusado Angel Toralva
Cáceres, debido a que no se hizo presente al acto de lectura(...)”: descripción
que coincide con la copia certificada que obra a fojas 116, laque muestra las
enmendaduras a las que hace referencia la citada acta. Sin embargo, el
Presidente de la Sala Penal de Emergencia de la Corte Superior de Justicia de
Loreto, mediante Oficio 529-2006-PSPIL-VM-JRKRR, remite una copia de la
sentencia condenatoria, obrante a fojas 37 y siguientes de autos, la cual difiere
de la sentencia que el juez a cargo de la investigación sumaria constató, no
constando en ella las enmendaduras de lasque ha sido objeto la copia que fue
materia de constatación. Es decir que, al momento de la lectura de sentencia
condenatoria, la redacción de la mencionada sentencia no se encontraba
concluida y, en tal sentido, no existía documento idóneo para privar de libertad
al beneficiario del presente hábeas corpus.

5. Sin embargo, según la copia certificada remitida por el Presidente de


la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Loreto, ya existe una
resolución judicial debidamente concluida, que no contiene tachaduras ni
enmendaduras, lo que significa el cese del acto reclamado. Por ello, aunque ya
no procede decretar la libertad del beneficiario, en aplicación del artículo 1 del
Código Procesal Constitucional, se declarará fundada la pretensión. De otro
lado, el referido hecho deberá ser puesto en conocimiento de la Oficina de
Control de la Magistratura y del Consejo Nacional de la Magistratura, para que
procedan de acuerdo con sus funciones, para lo cual se remitirán las copias de
los actuados pertinentes.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda.

2. Ordenar la remisión de las copias de lo actuado a la Oficina de Control


de la Magistratura y al Consejo Nacional de la Magistratura, para que procedan
conforme a sus atribuciones.

SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

AMENAZA SUS DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 2877-2005-PHC/TC
LIMA
LUIS SÁNCHEZ LAGOMARCINO RAMÍREZ
(Publicado: 20-07-06)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Paramonga, a los 27 días del mes de enero de 2006, el Tribunal


Constitucional, en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados García Toma, presidente: Gonzales Ojeda, vicepresidente; Alva
Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la
siguiente sentencia, con el voto singular del magistrado Vergara Gotelli.

LASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Sánchez


Lagomarcino Ramírez en contra de la resolución de la Cuarta Sala
Especializada en lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte
Superior de Justicia de Lima, de fojas 89, su fecha 21 de febrero de 2005, que
declara fundada la demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

a. Demanda

Con fecha 22 de diciembre de 2004, el recurrente, don Luis Sánchez


Lagomarcino Ramírez, interpone demanda de hábeas corpus contra el
magistrado del Cuadragésimo Juzgado Penal de Lima, don Manuel Iván
Miranda Alcántara, por expedir irregularmente la resolución de fecha 17 de
diciembre de 2004, en el proceso judicial signado con el Nº 115-2003. A través
de la mencionada resolución fue declarado reo contumaz y se ordenó su
captura.

El actor considera que lo sucedido constituye un acto procesal irregular


que amenaza sus derechos constitucionales a la libertad personal y a la tutela
procesal efectiva, garantizados por los artículos 2, inciso 24, y 139, inciso 3, de
la Constitución. Para fundamentar tal aseveración, señala que el emplazado
estaba impedido de dictar sentencia por encontrarse pendiente de resolver la
excepción de prescripción presentada mediante escrito de fecha 20 de octubre
de 2003, la cual se venía tramitando en cuerda separada, y, por tanto, debía
resolverse con antelación al principal, conforme lo establece el artículo 5, in
fine, del Decreto Ley Nº 28117.

b. Declaración del vocal superior demandado

Con fecha 23 de diciembre de 2004, el emplazado manifiesta en la


investigación sumaria que no se han vulnerado los derechos constitucionales
invocados por el actor y que, además, ha actuado con conciencia e
imparcialidad.

Precisa que, si bien no se ha resuelto la excepción de prescripción, esto


es debido a que el Ministerio Público opinó que carece de objeto pronunciarse
sobre la excepción mencionada por haber emitido acusación en el principal,
aunándose a ello que el cuaderno de prescripción fue ingresado al despacho
para resolver con fecha 18 de diciembre de 2004, cuando ya existía acusación
fiscal, por lo que, encontrándose para resolver en ese estado procesal, la
excepción debe resolverse conjuntamente con la resolución final.

Asimismo, refiere que luego de señalarse fecha para la lectura de


sentencia por dos veces consecutivas, el recurrente se negó a presentarse
ante el juzgado, por lo que fue declarado válidamente como reo contumaz.

c. Resolución de primera instancia

Con fecha 30 de diciembre del 2004, el Decimosexto Juzgado Penal de


Lima declara fundada la demanda, por considerar que se vulneraron los
derechos alegados en dos sentidos; el primero respecto a la excepción de
prescripción presentada por el demandante, admitida a trámite, y que no fue
remitida a tiempo al fiscal, por lo cual éste no fundamentó debidamente su
dictamen; y el segundo en cuanto a que el juez accionado, de manera irregular,
señaló fecha de lectura de sentencia sin pronunciarse previamente sobre el
mérito de la acción deducida.

Asimismo, no advierte una conducta dolosa para perjudicar al


accionante, sino una interpretación equivocada de las normas procesales, de lo
que se desprende que no resulta aplicable lo dispuesto en el artículo 8 del
Código Procesal Constitucional (CPCo).

d. Apelación

Con fecha 5 de enero de 2005, el demandante interpone recurso de


apelación contra la sentencia del 30 de diciembre del 2004, en el extremo del
fallo que ‘omite’ (sic) disponer que se remitan los actuados a la fiscalía
provincial penal de turno, tal como lo señala el artículo 8 del CPCo, en caso
que exista causa probable de la comisión de un delito.

Alega que el juez debió remitir al fiscal los actuados para los fines
pertinentes, ya que existen pruebas irrefutables de que el demandado cometió
dolosamente los delitos de abuso de autoridad y prevaricato, previstos en los
artículos 316 y 318 del Código Penal.
e. Resolución de segunda instancia

Con fecha 21 de febrero del 2005, la recurrida confirma la apelada,


considerando que el juez incumplió el procedimiento preestablecido por la ley
procesal para el incidente de prescripción, por lo que la declaración de reo
contumaz y la orden de captura son arbitrarias y vulneran el derecho
constitucional al debido proceso. Por otro lado, considera que, al no
evidenciarse causa probable de la comisión de algún ilícito penal en el accionar
del demandado, no se debe aplicarlo establecido en el artículo 8 del CPCo.

El vocal Vinatea Vara Cadillo, en voto discordante, señala que debe


revocarse la sentencia recurrida que declara fundada la demanda de hábeas
corpus.

f. Agravio constitucional

Con fecha 18 de abril de 2005, el recurrente interpone recurso de


agravio constitucional (RAC) contra el extremo de la resolución judicial Nº 401,
de fecha 21 de febrero de 2005, que exime de responsabilidad al juez
demandado.

EI recurso tiene como objeto que se aplique el artículo 8 del CPCo, ya


que considera que el juez demandado violentó el principio de legalidad
procesal, conducta que fue realizada con conocimiento y voluntad de causar
perjuicio, vulnerando el derecho a la tutela judicial efectiva.

III. DATOS GENERALES

* Violación constitucional invocada


El proceso constitucional de hábeas corpus fue presentado por don Luis
Sánchez Lagomarcino Ramírez contra el magistrado del Cuadragésimo
Juzgado Penal de Lima, don Manuel Iván Miranda Alcántara.

El supuesto acto lesivo fue producido por el juez demandado al expedir


una resolución, en el proceso judicial signado con el Nº 115-2003, no conforme
a derecho, debido que se declara al beneficiario reo contumaz y se ordena su
captura.

* Petitorio constitucional
El demandante considera que se han quebrantado sus derechos a la
libertad personal (artículo 2, inciso 24, de la Constitución) y al debido proceso
(artículo 139, inciso 3, de la Constitución).
Alegando tales actos vulneratorios, solicita consecutivamente dos cosas
distintas:

* En la demanda, reclama que se deje sin efecto la resolución


cuestionada, y que cese de esta manera la violación de sus derechos
constitucionales.

* En los recursos impugnatorios (apelación y RAC), pide que se


sancione al juez emplazado por existir pruebas irrefutables de que los
demandados cometieron dolosamente los delitos de abuso de autoridad y
prevaricato al emitir la resolución que vulnera los derechos del favorecido.

* Materias constitucionalmente relevantes


Sobre la base de la reclamación realizada por el recurrente, este
Colegiado considera pertinente desarrollar algunos aspectos que ayuden a
dilucidar la naturaleza del RAC. Por ello, a lo largo de la presente sentencia se
responderán las siguientes inquietudes:

* ¿Cuál es la naturaleza del RAC? Por tanto,

- ¿Cómo se inserta en la tramitación de un proceso constitucional de


libertad?

- ¿Qué carácter asume, dada su calidad de medio impugnatorio?

* ¿Qué finalidad cumple el RAC? En consecuencia,

- Al buscar la protección superlativa de derechos fundamentales, ¿de


qué manera se configura su cualidad de extraordinario como medio
impugnatorio?

- ¿Qué se entiende por resolución denegatoria de protección


constitucional, al ser ella la habilitante de su presentación?

- En este marco, ¿cómo habrá de entenderse un recurso de este tipo


sustentado en la determinación de la responsabilidad del agresor?

* ¿Qué se requiere para que un RAC sea procedente? De esta forma,

- ¿Cómo ayuda a configurar el verdadero rol asignado al Tribunal


Constitucional (TC)?

- ¿Cuál es el canon de análisis que se requiere para ingresar al fondo


del asunto?
IV. FUNDAMENTOS

1. Antes de resolver el fondo del asunto es necesario determinar la


competencia del TC en los casos de procesos constitucionales de libertad
(hábeas corpus, amparo, hábeas data y cumplimento), toda vez que su
oficiosidad sólo será posible admitirla para determinados supuestos y en
específicas circunstancias.

Sólo concibiendo con claridad estos conceptos será posible establecer si


el RAC interpuesto es pasible de conocimiento por este Colegiado, pues
necesita estar precedido de una resolución denegatoria de protección de
derechos fundamentales, hecho que, además, debe haber quedado acreditado
en el transcurso del proceso.

A. La naturaleza del RAC

2. Para lograr tal cometido, es imprescindible, en primer término, que,


captando la idea de lo que significan los procesos constitucionales de libertad,
se pueda entender qué implica la existencia de medios impugnatorios,
confluencia que, en un ulterior estadio, nos llevará a comprender la idea del
RAC.

Sobre esta base se habrá de definir si el pedido de responsabilidad del


agresor es materia de un RAC, según los parámetros que previamente se
hayan establecido.

§1. El RAC en los procesos constitucionales de libertad

3. En un proceso de libertad debe distinguirse cómo el RAC representa


una fórmula específica para demostrar la supremacía constitucional, prevista
en el artículo 51 de la Norma Fundamental. Para establecer los principios de la
intervención del TC en los procesos constitucionales de libertad, especialmente
en el hábeas corpus, el cual es materia de la presente demanda, es necesario
que se asienten algunas premisas respecto al RAC.

La Constitución, como norma fundamental y guía primordial del


ordenamiento jurídico, ordena los poderes del Estado y establece los límites del
ejercicio del poder y el ámbito de libertades y derechos fundamentales, así
como los objetivos positivos y las prestaciones que el poder debe cumplir en
beneficio de la comunidad. En virtud del principio de supremacía constitucional,
se le considera como la norma jerárquicamente superior, por encima de las
demás normas que posee el ordenamiento jurídico. Al ser lex superior, define el
sistema de fuentes formales del Derecho y aparece como la expresión de una
intención fundacional, configuradora de un sistema entero que en ella se
asienta, teniendo así una pretensión de permanencia.

Basándose en tal aseveración, este Colegiado ha venido a señalar


explícitamente, en la sentencia recaída en el Expediente Nº 0050-2004-PI/TC y
otros, que nuestro sistema jurídico se encuentra sustentado en la supremacía
constitucional, además del principio de su fuerza normativa. Asimismo, y de
forma más categórica, se manifestó en la sentencia del Expediente Nº 0002-
2005-PI/TC lo siguiente:

(...) se da contenido a la praxis del Tribunal Constitucional, en la garantía


de las instituciones que subyacen al cuerpo constitucional y en la defensa
extraordinaria de los derechos fundamentales, lo que configura el parámetro
básico de la labor jurídico-política concreta de la justicia constitucional. Así, al
afirmarse el principio jurídico de la supremacía jurídica y valorativa
constitucional y el rol del Tribunal Constitucional como supremo intérprete, se
ve reforzado el principio político de la soberanía popular, que es la base
material que da impulso al proceso de maduración democrático constitucional.

En la sentencia recaída en el Expediente Nº 014-2002-AI/TC, también se


ha expresado que

(...) la Constitución adquiere gran importancia al serla depositaria de las


aspiraciones del pueblo expresadas por el Poder Constituyente, su contenido
reviste una pretensión más fuerte de validez’, y aspira a tener una permanencia
o duración indeterminada (...). La Constitución es un instrumento jurídico
dirigido a limitar efectivamente el ejercicio de poder, en particular del poder
político, evitando que la concentración del poder político se reúna en un solo
detentador, previendo facultades a órganos constitucionales distintos y
garantizando a través de una lista cerrada o abierta los derechos de las
personas.

En el pensamiento estructuralista, dentro de la pirámide normativa, la


Constitución es la norma primordial de la cual depende la validez del orden
jurídico en su conjunto. Su reconocimiento normativo ha supuesto que no tenga
únicamente un carácter declarativo sino, también, una vinculación con carácter
obligatorio sobre los destinatarios. Sobre ella descansa el ordenamiento
jurídico; es por ello que todas las demás normas se deben someter de manera
irrestricta a la Norma Fundamental, además de buscar la salvaguardia
superlativa de derechos fundamentales, como bien se desea lograr a través del
RAC.

Merece la pena advertir que el sistema de protección constitucional que


ha sido previsto por nuestro CPCo establece, como parte de su artículo IV del
Título Preliminar, que el control de la constitucionalidad está a cargo tanto del
Poder Judicial como del TC, y ambos deben seguir lo que ha sido señalado por
la Constitución.

4. En este sentido, la protección de ciertos derechos importa la


necesidad de una tutela rápida; ya que la afectación o amenaza comprometen
la vigencia de la integridad del sistema constitucional (cf. artículo III del Título
Preliminar del CPCo). Por ende, en nuestro ordenamiento se ha creído
conveniente que sólo existan dos grados que se encarguen de dictaminar si ha
existido violación de derechos o no, con la salvedad -claro está- del RAC.

No es adecuado para este tipo de situaciones -a fin de suprimir las


conductas agravantes -el prolongado tiempo que normalmente duran los
procesos de carácter ordinario. Es por ello que se requiere de una tutela
jurisdiccional de urgencia, la cual se expresa mediante procesos más breves y
eficaces. De tal forma de salvaguardia se pueden señalar dos manifestaciones
tatutela de urgencia cautelar, dentro de un proceso principal, y que está
destinada a impedir que el transcurso del tiempo convierta en imposible la
realización del mandato de la sentencia; y la tutela de urgencia satisfactiva, que
comporta el uso de remedios procedimentales breves, bajo el supuesto de la
amenaza de un derecho cuya supervivencia depende de la rapidez con que se
brinde la protección jurisdiccional.

Por tanto, los procesos constitucionales de la libertad, previstos por el


artículo 200 de la Constitución, están referidos primordialmente a la tutela de
urgencia, ya que buscan proteger, eficaz y ágilmente, los derechos que cada
una de las garantías constitucionales tiene como finalidad.

5. El proceso constitucional tiene como objetivo asegurar el


funcionamiento adecuado del orden constitucional y la vigencia efectiva de los
derechos constitucionales, tal como lo ha previsto el artículo II del Título
Preliminar del CPCo, el cual, a la letra, dice:

Son fines esenciales de los procesos constitucionales garantizar la


primacía de la Constitución y la vigencia efectiva de los derechos
constitucionales.

De esta manera, el diseño del proceso constitucional se orienta a la


tutela de dos distintos tipos de bienes jurídicos: la eficacia de los derechos
fundamentales y la constitucionalidad del derecho objetivo, toda vez que, por
su intermedio, se demuestra la supremacía constitucional. Y es que, gracias a
ello, este Colegiado cumple sus funciones esenciales, tanto reparativas como
preventivas, (artículo 2 del CPCo).
En el sistema constitucional, cada elemento tiene un espacio
determinado, por lo que no puede salirse de ese lugar sin que el sistema corra
peligro de verse desequilibrado. Por eso, es imprescindible en cada Estado
social y democrático de derecho que los derechos fundamentales tengan el
verdadero sitial que les; corresponde, máxime si sólo a partir de ello se podrá
validar el precepto medular recogido en el artículo 1 de la Constitución:

La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin


supremo de la sociedad y del Estado.

La perturbación de un derecho fundamental o de una norma,


constitucional, a través de su amenaza o directa lesividad, altera el
ordenamiento jurídico constitucional; para que vuelva a funcionar de modo
armónico, es necesario reponer la situación a su estado anterior al de la
vulneración o amenaza del orden constitucional. La reposición al correcto
estado anterior puede lograrse a través del RAC. Allí radica su importancia.

§2. El RAC como medio impugnatorio

6. Sólo entendiendo el verdadero carácter de los procesos


constitucionales es posible determinar que en él se presentan diversos tipos de
medios impugnatorios, aunque básicamente habremos de centrarnos en lo que
se conocen como recursos, descartando para el caso concreto los remedios.

El más clásico de los recursos es aquél por el cual, tras la sentencia de


primera instancia, las partes tienen la posibilidad de apelar la resolución
emitida. Pero, más aún, el constituyente consideró otro adicional para el caso
de los procesos constitucionales de libertad, el cual merece ser entendido
como parte de la teoría de los medios impugnatorios: éste es el RAC.

Este tipo de recurso tiene su fundamento en lo señalado por la Norma


Fundamental, en el inciso 2) del artículo 202. según el cual es una atribución
del TC,

Conocer, en última y definitiva instancia, las resoluciones denegatorias


de hábeas corpus, amparo, hábeas data, y acción de cumplimiento.

Antes conocido como recurso extraordinario (artículo 41 de la derogada


Ley Orgánica del TC, Ley Nº 26435), el RAC, según lo previsto por el artículo
18 del CPCo, es presentado de la siguiente manera:

Contra la resolución de segundo grado que declara infundada o


improcedente la demanda, procede recurso de agravio constitucional ante el
Tribunal Constitucional, dentro del plazo de diez días contados desde el día
siguiente de notificada la resolución. Concedido el recurso, el Presidente de la
Sala remite al Tribunal Constitucional el expediente dentro del plazo máximo de
tres días, más el término de la distancia, bajo responsabilidad.

Una presentación de este tipo se ve complementada por ea artículo 20


del mismo Código, cuando expresa con claridad los plazos para su actuación
(veinte días para los procesos de hábeas corpus, y treinta para el resto).

Entonces, es pertinente que este Colegiado revise algunas de. las


características que adquiere el RAC, en tanto se presenta como, un recurso de
los procesos constitucionales. El fundamento de la. existencia de ¡os recursos
parte de la premisa de que, en la delicada misión de administrar justicia, no
debe descartarse a priori la existencia del error judicial. La base constitucional
de esta aseveración se halla en el artículo 139, inciso 6) de la Constitución, que
garantiza el acceso de los justiciables a la pluralidad de grados como garantía
de justicia. Asimismo, la Convención Americana sobre Derechos Humanos
enumera, en su artículo 8, las garantías judiciales a las que tiene derecho toda
persona, estableciendo, en el inciso h), el derecho de recurrir del fallo ante juez
o tribunal superior.

7. Al respecto, el TC se ha pronunciado sobre el derecho a la pluralidad


de grados y el derecho al acceso a los recursos, considerándolos como parte
de la doctrina procesal de la naturaleza de los medios impugnatorios. Se ha
llegado a establecer, en la sentencia recaída en el Expediente Nº 604-2001-
HC/TC, que.

(...) El derecho a la pluralidad de instancias garantiza que los


justiciables, en la sustanciación de un proceso. cualquiera sea su naturaleza,
puedan recurrir las resoluciones judiciales que los afectan ante una autoridad
jurisdiccional superior. En la medida que la Constitución no ha establecido
cuáles son esas instancias, el principio constitucional se satisface
estableciendo cuando menos una doble instancia; y, en esa medida,
permitiendo que el justiciable tenga posibilidad de acceder a ella mediante el
ejercicio de un medio impugnatorio. La Constitución tampoco ha establecido
qué tipo de resoluciones pueden impugnarse. Y aunque el ordinal ‘h’ del
artículo 8.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos haya
establecido que la pluralidad de instancias sólo comprende al ‘fallo’ (...),
considera el Tribunal que el derecho a recurrir las resoluciones judiciales no
sólo comprende a las sentencias, sino también a los autos. Sin embargo, como
sucede con todo derecho constitucional, el derecho de acceso a los medios
impugnatorios no es un derecho cuyo ejercicio pueda considerarse absoluto,
pues puede ser objeto de limitaciones, siempre que con ellas se busque
preservar otros derechos, bienes o principios constitucionales, y que las
mismas sean razonables.
La razón de ser de un medio impugnatorio radica en el reconocimiento
de la equivocación humana como accidente posible en el proceso. Ello autoriza
la intervención de un órgano para acordar o reconocerla eficacia de una
relación o situación jurídica. Justamente, en la actuación que le corresponde al
TC se debe advertir cuál es la motivación que amerita su injerencia en la
búsqueda de la supremacía constitucional, siempre en el marco del carácter de
los procesos constitucionales de la libertad.

8. Los recursos, por su naturaleza, pueden tener dos tipos de efectos:


los que se deducen de la simple interposición del recurso, y los que se deducen
de la decisión del medio impugnatorio. En esta última categoría se encuentra el
RAC.

Entre los primeros efectos, encontramos que sólo la interposición de los


recursos interrumpe la producción de la cosa juzgada, por lo que la resolución
dictada y sometida a impugnación, no adquiere la calidad de firme. Para
profundizar más en el tema de la cosa juzgada vale citar lo dispuesto por este
Tribunal en la sentencia recaída en el Expediente Nº 1279-2003-HC/TC, en el
que se estableció que

En nuestro ordenamiento jurídico, una de las garantías de la


administración de justicia consagrada constitucionalmente es la reconocida en
el inciso 2) del artículo 139 de la Carta de 1993, en lo que concierne a la
independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional (...).

En consecuencia, lo que se establezca en una sentencia o resolución


que ponga final proceso debe ser respetado, y no puede ser objeto de nueva
revisión, salvo las excepciones previstas. Asimismo, se debe proteger
expresamente el principio de cosa juzgada, así como el correspondiente a la
seguridad jurídica y el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva. El artículo 139
de la Constitución establece, por ende, que

Ninguna autoridad puede avocarse a causas pendientes ante el órgano


jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar
sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar
procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su ejecución.

La protección mencionada se concreta en el derecho que corresponde a


todo ciudadano de que las resoluciones judiciales sean ejecutadas o alcancen
su plena eficacia en los propios términos en que fueron dictadas; esto es,
respetando la firmeza e intangibilidad de las situaciones jurídicas allí
declaradas. Lo contrario significaría desconocer la cosa juzgada material,
privando de eficacia al proceso y lesionando la paz y seguridad jurídicas.

Precisamente en el proceso constitucional, según el artículo 6 del CPCo,


sólo adquiere autoridad de cosa juzgada la decisión final que verse sobre el
fondo de lo controvertido. Y tal como ya se ha venido señalando, sólo se podrá
considerar final una decisión cuando se resuelva, inclusive, el RAC, si es que el
demandante interpuso el recurso extraordinario correspondiente. De ello se
desprende que no necesariamente con la resolución de segunda instancia en la
vía judicial existirá cosa juzgada.

9. En el sistema judicial los recursos buscan a corto plazo una revisión


de las cuestiones contenidas en una resolución, que puede ser firme o no,
dependiendo de la naturaleza del recurso y la etapa procesal en que éste se
encuentre, así como un examen de los trámites seguidos por el juzgador para
su emisión. La impugnación tiende a corregirla falibilidad del juzgador y, de esta
manera, lograr la eficiencia del acto jurisdiccional.

Este contenido también debe ser traspolado a una categoría como la del
RAC, pero siempre tomando en cuenta lo que significa su introducción a los
procesos constitucionales de libertad. En este esquema, si bien es cierto que
un sistema procesal en el que no se permitiese a cada parte -en el caso de los
procesos constitucionales, demandante o demandado-, recurrir las
resoluciones judiciales, y así resolverlas contiendas con tremenda rapidez,
sería poco menos que inconcebible o injusto, no lo es menos que este servicio
podría comprometer drásticamente el propio contenido de las resoluciones,
sacrificando la justicia de la decisión a su prontitud.

B. La finalidad del RAC

10. Habiendo analizado a grandes rasgos lo que significa el RAC,


corresponde, a continuación, observar de qué manera ha de lograrse o
posibilitarse una verdadera tutela de derechos fundamentales, máxime si a
partir de allí se logrará analizar si lo solicitado por el recurrente tiene o no
sustento constitucional.

Además, cabe la posibilidad de ir definiendo, con la mayor precisión


posible, en qué situaciones se podrá considerar que una resolución judicial es
denegatoria y puede este Colegiado intervenir respecto a un proceso de tutela
de libertad.

§1. El RAC como forma de protección superlativa de derechos


fundamentales
11 . Al haberse postulado en la novísima legislación procesal
constitucional la figura del RAC, se está reconociendo un mecanismo de control
del proceso a fin de tutelar en forma sumaria los derechos invocados por los
demandantes. Este recurso circunscribe sus alcances dentro de la clasificación
general de recursos excepcionales, dado que no puede invocarse libremente y
bajo cualquier presupuesto, sino que la ley procesal constitucional delimita en
forma excluyente las materias en las que procede. Al respecto, es muy claro lo
dispuesto por el ya mencionado artículo 18 del CPCo, pero siempre en el
supuesto de protección de los derechos fundamentales.

En la sentencia recaída en el Expediente Nº 1042-2002-AA/TC, este


Tribunal ha señalado que estos derechos constituyen componentes
estructurales básicos del conjunto del orden jurídico objetivo. Se ha reconocido
el concepto de garantías para referirse a instrumentos adjetivos para hacer
efectivos el ejercicio de los derechos reconocidos, entre los cuales cuenta, en
especial, el proceso. Se les ha considerado como las seguridades jurídico
institucionales que la propia normatividad señala para posibilitarla vigencia de
los derechos y libertades reconocidos u otorgados, destacando la oponibilidad
erga omnes.

No hay que olvidar, además, que el TC, como parte del Estado, también
debe cumplir uno de los deberes primordiales asignados por la Constitución (en
su artículo 44), cual es garantizar la plena vigencia de los derechos humanos,
función que es congruente con el rol específico que el artículo 201 de la propia
Norma Fundamental le ha asignado, en tanto órgano de control de la misma.

De lo expuesto, se tiene que en el país el extraordinario RAC concede a


este Colegiado la facultad excepcional de la jurisdicción negativa de la libertad,
toda vez que en ella sí se tiene, bajo las características ya señaladas, la
facultad de la judicial review o derivación judicial de la facultad de control sobre
los procesos constitucionales.

12. En el proceso de tutela de los derechos reconocidos en la


Constitución, el TC adquiere, por medio del RAC, la facultad jurisdiccional para
conocer de la pretensión del proceso por violación de derechos, pero
delimitando el derecho de acción al caso en que la pretensión del recurrente
haya sido denegada por el juzgador de segunda instancia. De ahíla
denominación de jurisdicción negativa, pues sólo procede ante denegatorias de
la pretensión. Por ende, es conveniente ubicar al RAC en su verdadero sentido
como recurso.

Los recursos son susceptibles de clasificación. Según sus efectos, la


normatividad ha reconocido distintos tipos. Aparte de los recursos con efecto no
devolutivo (la tramitación y la resolución corresponde al mismo tribunal que
dictó la resolución que se impugna), con efecto diferido (cuando hay pluralidad
de imputados o delitos o cuando se dicte sobreseimiento o cualquier resolución
que ponga fin al ejercicio de la acción penal) y con efecto suspensivo (el
tribunal dictará una resolución que sustituirá total o parcialmente la resolución
recurrida), existen también los que gozan de efecto devolutivo. En este último
supuesto, corresponde resolver al tribunal jerárquicamente superior del que
dictó la sentencia o resolución, por lo que el inferior devuelve al ad quem la
facultad del fallo para que, en segunda instancia, se encargue del reexamen y
emita decisión final; por este efecto, la causa se eleva del órgano judicial que
ha conocido (a quo) a uno jerárquicamente superior, lo cual provoca un lógico
cambio de sede que, a consecuencia de la centralizada estructura jerárquica,
ampliará el territorio jurisdiccional del segundo (ad quem). El RAC es un tipo de
esta impugnación, al igual que la apelación, la queja y la casación.

Sin embargo, a colación del caso concreto, es necesario que se realice


una clasificación que atienda al grado de urgencia y excepcionalidad del
proceso, así como a la naturaleza del derecho a protegerse. De esta forma, se
pueden encontrar los recursos ordinarios, los extraordinarios y los
excepcionales, los cuales pasamos a explicar.

a.) Los recursos ordinarios en el proceso constitucional


Estos recursos son aquellos que no exigen causas específicas para su
admisión y, además, no limitan los poderes de los tribunales ad quem; es decir,
se protegen normalmente en el proceso y, para su interposición, no necesitan
motivos determinados por ley. Entre ellos encontramos la apelación, la queja y
la reposición.

Respecto a la primera, cabe mencionar que el artículo 18 del CPCo hace


referencia indirecta a la misma cuando señala que el RAC procede ‘contra la
resolución de segundo grado’. Más claro aún resulta lo dispuesto por el artículo
35 respecto al hábeas corpus y el artículo 57 respecto al amparo (y por
supletoriedad, al cumplimiento y al hábeas data), en los cuales se resalta la
existencia de apelación en estos procesos, siempre y cuando sea realizado en
el plazo previsto.

El recurso de queja también se encuentra previsto en el CPCO.


Específicamente, en el artículo 19 se desarrolla la posibilidad de presentar este
recurso contra la resolución denegatoria del RAC,

b.) Los recursos extraordinarios en el proceso constitucional


Frente a los ordinarios, los recursos extraordinarios son aquéllos que
exigen motivos taxativos para su interposición. Limitan las facultades del
tribunal ad quem. Proceden sólo terminado el trámite ordinario y contra
determinadas resoluciones.
El ejemplo más claro de esto es el recurso de casación, que procede
únicamente en caso de vicios procedimentales y que comportan un cierto
razonamiento de margen procesal civil, en el análisis de errores de derecho
material sustantivo o formal procesal. Según el artículo 384 del Código
Procesal Civil, la casación tiene por fines esenciales la correcta aplicación e
interpretación del derecho objetivo y la unificación de la jurisprudencia emitida
por la Corte Suprema.

Regresando al proceso constitucional, el único recurso que reúne esta


cualidad es el RAC, puesto que no procede contra cualquier resolución; vale
decir, tan solo procede cuando existe una denegatoria en segunda instancia.
únicamente el demandante puede llegar al grado constitucional, nunca del
demandado. Portal razón, no es ilógico que en el pasado se haya llamado
‘recurso extraordinario’ al RAC, toda vez que ésta es su naturaleza, aunque
ahora se le ha dotado de una denominación específica, lo cual configura un
importante avance normativo.

c.) Los recursos excepcionales en el proceso constitucional


Por último, se encuentran los recursos excepcionales; es decir, aquellos
que se interponen contra resoluciones judiciales firmes y con calidad de cosa
juzgada. La doctrina reconoce al recurso de revisión como uno de los pocos en
esta categoría, ya que la naturaleza de este medio es la de no cuestionar la
validez de las sentencias, sino examinar las circunstancias que no han sido
tomadas en cuenta por el juzgador, y ver si a raíz de éstas la sentencia debe
rescindirse por ser manifiestamente injusta, dando lugar, por consiguiente, a
una revisión independiente al proceso, cuya finalidad es rescindir sentencias
condenatorias firmes e injustas.

Por su parte, en el proceso constitucional, si bien no existe un recurso


excepcional propiamente dicho, por la imposibilidad de impugnarlas
resoluciones de este Colegiado, el CPCo ha señalado en el artículo 121 que en
el plazo de dos días, a contar desde su notificación o publicación tratándose de
las resoluciones básicamente recaídas en los procesos de inconstitucionalidad,
el Tribunal, ya sea de oficio o a instancia de parte, puede aclarar algún
concepto o subsanar cualquier error material u omisión en que hubiese
incurrido. Por ende, contra las resoluciones emitidas en el TC sólo caben
aclaraciones o subsanaciones, pero no posibilidad de revisión alguna.

§2. El RAC ante la resolución denegatoria judicial

13. Tomando en cuenta la atribución asignada al TC respecto al RAC,


también es importante rescatar cómo ello se conjuga con la finalidad concreta
que tiene este medio impugnatorio. Una impugnación significa una alerta o un
instante de reflexión frente al impulso de la rapidez de quien resuelve en las
primeras instancias, que nos permita recordar que ello constituye el precio que
los ciudadanos deben pagar por la custodia de sus derechos y deberes.

En todos los casos siempre cabe reclamar, como medida de garantía del
derecho del individuo y de respeto al derecho en sí; la vía impugnativa esté
siempre abierta y regulada eficazmente, a fin de garantizar los derechos que
están en juego en el proceso, tema que adquiere una relevancia inusitada para
el caso de los derechos fundamentales y su protección a través de los
procesos constitucionales.

La naturaleza de los recursos -y, dentro de ellos, no puede obviarse el


RAC- es impugnar una sentencia o una resolución judicial que, o bien es
gravosa para una parte, o bien no se ajusta a normas procesales. Como
fundamentos de los medios de impugnación se tiene que éstos sirven para
recurrir el error de las resoluciones judiciales, si lo que se intenta en este caso
es que el órgano judicial pueda reconsiderar su decisión (los defectos que se
denuncian pueden consistir en vicios de la actividad procesal o un error de
juicio; vale decir, una torcida interpretación de una voluntad abstracta de la ley
existente), o atender, no tanto al error de las resoluciones judiciales, sino al
gravamen que provoca la resolución judicial.

14. El artículo 18 del CPCo desarrolla la figura del RAC, estatuyéndolo


como un recurso impugnativo que requiere de causales específicas para su
interposición.

De otro lado, para los supuestos en los que se deniegue el RAC, el


propio CPCo, en su artículo 19, establece el recurso de queja, que, según ya
fue explicado, es una forma de recurso ordinario. Es necesario señalar que la
posibilidad de interposición de un recurso de queja frente a la denegatoria del
RAC implica la predictibilidad de los supuestos de denegatoria de dicho
recurso, y ello es lo que está buscando a través de la presente resolución.

No es posible, entonces, aceptar el RAC ni desarrollarlo si previamente


no se determina con precisión qué se entiende por una resolución que no
protege adecuadamente derechos fundamentales.

15. El constitucionalismo contemporáneo se ha caracterizado por la


voluntad de atribuirle una efectiva fuerza normativa a los derechos y libertades
reconocidos en las Normas Constitucionales. La concepción de los derechos
fundamentales determina, de este modo, la propia significación del poder
público, al existir una intima relación entre el papel asignado a tales derechos y
el modo de organizar y ejercer las funciones estatales. Sólo configurando
correctamente el RAC es que los derechos fundamentales actuarán
legitimando, creando y manteniendo consenso, siempre en la búsqueda de la
libertad individual y limitando el poder estatal.

El TC ha ido determinando con claridad hasta dónde puede llegar la


elucidación de aspectos y materias de un RAC, por lo que es necesario
examinar la línea jurisprudencial seguida hasta el momento. Este Colegiado
considera que el RAC ha servido, entre otras cosas, para lo siguiente:

a.) Determinación de la tutela objetiva de derechos


Un tema como éste puede observarse en la sentencia del Expediente Nº
603-2004-AA/TC, referido a un proceso constitucional iniciado por la gerente
del Grifo Ferraro frente a la Municipalidad Distrital de Bellavista, y que versa
sobre la comisión de un supuesto abuso realizado a través de una resolución
de Alcaldía que daba por finalizado un procedimiento coactivo en contra de la
reclamante. Durante el curso del proceso constitucional, la demandada señaló
que carecía de objeto pronunciarse, pues ella misma había dejado sin efecto la
resolución cuestionada, y había ordenado suspender tal procedimiento. Por tal
razón, el juzgador de primera instancia declaró improcedente la demanda, por
sustracción de la materia. Sin embargo, tras la interposición de una apelación
por parte de la recurrente, sorpresivamente la municipalidad encausada
consumó la ejecución coactiva, con el cierre del local, retiro, demolición y
erradicación del grifo. El ad quem confirmó la recurrida, pero no por sustracción
de la materia, sino porque estimaba que no era posible suspender un
procedimiento ya concluido.

Ante ello, este Colegiado consideró pertinente utilizar, para resolver el


caso, lo dispuesto en el artículo 1 del CPCo, que en su tenor señala que

(...) Si luego de presentada la demanda cesa la agresión o amenaza por


decisión voluntaria del agresor, o si ella deviene en irreparable, el Juez,
atendiendo al agravio producido, declarará fundada la demanda precisando los
alcances de su decisión, disponiendo que el emplazado no vuelva a incurrir en
las acciones u omisiones que motivaron la interposición de la demanda, y que
si procediere de modo contrario se le aplicarán las medidas coercitivas
previstas en el artículo 22 del presente Código, sin perjuicio de la
responsabilidad penal que corresponda.

En tal sentido, el Tribunal consideró que la demandada, con su actuar,


se encontraba evitando un pronunciamiento en contra de sus intereses, razón
por lo cual declaró fundada la demanda y remitió copia de lo actuado al
Ministerio Público para determinarla responsabilidad penal del agresor. Se
sustentó la decisión, tal Como se presenta en el fundamento 3.c de la
sentencia, en que
(...) el hecho de que la demandada haya utilizado un argumento efectista
con el objeto de obtener un resultado determinado por parte de la jurisdicción,
para posteriormente y de motu proprio variar las circunstancias y enervar su
propio argumento, con el propósito de perjudicar de modo permanente a la
parte demandante, representa un acto procesal absolutamente desleal, sobre
todo para con la administración de Justicia Constitucional, que ha confiado
preliminarmente en la buena fe y supuesta voluntad de retractación de la
demandada. Es evidente, por otra parte, que de no haberse utilizado tal
argumento, el resultado a nivel de primera instancia, cualquiera que hubiese
sido su sentido, habría sido uno distinto a la declaratoria de sustracción de
materia por cese de la afectación, debido a la necesidad en la que habría
estado el juzgador constitucional de pronunciarse sobre el tema de fondo, es
decir, determinar si hubo, o no, violación o amenaza de violación de los
derechos constitucionales reclamados (...).

Aparte de este caso, en otro (sentencia emitida en el Expediente Nº 351-


96-HC/TC, S-161), se llegó a determinar que en una extradición que ya había
concluido, también era pertinente dejar establecidas algunas reglas claras
respecto al accionar de parte de las autoridades durante el trámite de la misma.
Así, en el Hallo se señaló que, si bien carecía objeto pronunciar sentencia
sobre el fondo,

(...) no puede soslayarse el hecho de que concluida la etapa preliminar


de extradicción con el pronunciamiento del juez penal, su prosecución en otros
niveles burocráticos resulta alarmantemente prolongada, máxime si un
procesado o imputado goza de la universal presunción de inocencia, y siendo
la libertad uno de los más preciados valores del ser humano, su limitación,
pese a fundadas razones de orden legal, implica, particularmente en este caso,
cuándo menos, una falta de sindéresis funcional que obliga a este Colegiado a
exhortar a los Poderes Judicial y Ejecutivo, en su caso, para que no sólo
prioricen la atención de casos análogos con la celeridad debida, sin perjuicio de
desarrollar -de no existir la infraestructura indispensable que permita custodiar
a los extraditables durante su arresto o detención preventiva- un régimen
apropiado a su dignidad personal, bajo la glosada presunción de inocencia;
Que, igualmente, tampoco puede este Tribunal Constitucional dejar de
pronunciarse sobre la precaria salud de la accionante, aspecto que, al parecer,
no ha merecido la inmediata aplicación de oficio de las previsiones
contempladas por el Código de Ejecución Penal sobre el particular, presunción
que, de ser cierta, hace indispensable recomendar al Instituto Nacional
Penitenciario (INPE) subsane las omisiones en que se habría incurrido, sin
perjuicio de que los Poderes del Estado adopten las medidas legislativas y
procedimentales que eviten dilatadas e innecesarias detenciones que resultan
realmente clamorosas e incompatibles con la penología moderna y los
derechos humanos.
Entonces, por más sustracción de la materia que exista, y por más
imposible que resulte cautelar la tutela subjetiva de los derechos de una
persona, igual se puede, vía el RAC, proteger la eficacia y respeto de los
derechos fundamentales, situación coincidente con el fin que este recurso
posee.

b.) Establecimiento de los efectos de la protección subjetiva de derechos


Un aspecto especial de este tipo de proceso se puede encontrar en el
paradigmático caso de la sentencia recaída en el Expediente Nº 2694-2004-
AA/TC, promovida por José Silva Vallejo y dirigida contra el Consejo Nacional
de la Magistratura, con el objeto de que se declaren nulos y sin efecto legal los
acuerdos adoptados en contra de su persona. El a quo resolvió declarando
fundada la demanda en lo referido a que la decisión de destitución no fue
adoptada por mayoría simple (cuatro votos de los seis miembros que
ingresaron al pleno, sino que lo que se produjo fue un empate, dado que tres
votos se pronunciaron por la no destitución y tres por la destitución) e
infundada la demanda en el extremo del pago de remuneraciones dejadas de
percibir. Por su parte, el juzgador de segunda instancia consideró pertinente
reclamar de la demandada que realice un nuevo pronunciamiento.

Aparte del tema de las remuneraciones, y he aquí lo importante en la


presente demanda, el recurrente en su RAC critica la decisión jurisdiccional
respecto a que sea el propio Consejo el que deba resolver nuevamente. Es
decir, pese a que se declaró fundada la demanda en ese aspecto, el
reclamante consideró preciso acudir al RAC pues las consecuencias de dicho
fallo no se condecían, a su entender, con la protección efectiva de sus
derechos fundamentales.

Ante ello, el TC consideró pertinente aceptar la reclamación realizada,


pero decidió declararla infundada, bajo el argumento expuesto en el
fundamento 9:

(...) este Colegiado no encuentra incongruencia entre la reposición y el


mandato de que el CNM emita un nuevo pronunciamiento conforme al artículo
40 de la Ley Nº 26397 y las normas reglamentarias, por cuanto, con este
mandato, la recurrida ha cumplido con la finalidad del proceso de amparo y no
ha lesionado derecho constitucional alguno del recurrente. Este Tribunal
Constitucional, estima que la recurrida ha efectuado una adecuada
ponderación entre el derecho constitucional al debido proceso del demandante
y la función disciplinaria que compete al CNM a que se refiere el artículo 154
incisos 2 y 3 de la Constitución.
‘De lo expuesto, y pese a que en el caso concreto no se le dio la razón al
demandante, se desprende el hecho de que los efectos de una sentencia
declarada fundada pueden terminar siendo inapropiados para la protección de
los derechos fundamentales, y como el RAC busca tutelarlos en forma
superlativa, sí cabe su formulación si es presentada y argumentada de forma
razonable. Entonces, si el actor alega la incongruencia entre la declaratoria de
fundada y las consecuencias de la misma, tiene claramente expedito el camino
de este medio impugnativo.

c.) Decisión respecto a las excepciones deducidas


En diversos procesos que han llegado a este Tribunal, el RAC ha sido
postulado en virtud de la denegatoria por parte de la judicatura ordinaria de la
procedencia de la demanda, toda vez que la demanda planteada tenía un vicio
de caducidad. El caso policial ha sido el más llamativo al respecto. En
sentencias de expedientes como los Nº 0079-2005-PA/TC, Nº 1623-2004-
AA/TC o Nº 1098-2004-AA/TC, este Colegiado ha llegado a ingresar a analizar,
en virtud de un RAC, lo referido a esta causal de procedencia. Es decir, no se
llegó a centrar el estudio de la cuestión específicamente en la protección de un
derecho fundamental, sino más bien se consideró pertinente resolverlo
respecto a una excepción deducida.

La caducidad planteada (entendida como prescripción, según lo


establecido en la sentencia del Expediente Nº 1049-2003-AA/TC, y claramente
decretado para el amparo, el hábeas data y el cumplimiento en el artículo 44
del CPCo) está referida al plazo existente para interponer la demanda desde el
momento en que el afectado toma conocimiento del acto lesivo. Con respecto
al momento de que debe ser resuelta una excepción, el artículo 10 del CPCo
ha sido muy explícito en señalar que es en la sentencia.

Ante ello, sólo cabe mencionar que este Colegiado considera que una
lectura amplia y desventajosa de una excepción por parte de los juzgadores de
primera y segunda instancias sí puede terminar vulnerando los derechos de las
personas que acuden a los procesos constitucionales. Por ello, queda
claramente habilitada la vía del RAC para solicitar la protección en este
supuesto.

Ahora bien, si la sentencia de segunda instancia es declarada infundada


o improcedente pero por una materia distinta a la de la excepción, y por tal
motivo llega a este Colegiado, igualmente se puede declarar fundada la
excepción de prescripción, porque sólo así se estará protegiendo objetivamente
el orden constitucional, por más que ella no haya sido planteada por el
recurrente sino más bien por el demandado. Lo contrario significaría
desconocer el substrato de justicia en la labor de nuestra institución.
d.) Posibilidad de realizarse pagos accesorios
Sobre la base de la sentencia recaída en el Expediente Nº 0065-2002-
AA/TC, se ha señalado que los pagos pensionarios se realizan no sólo sobre la
base del monto de la jubilación correspondiente, sino que, además, pueden
incluir los reintegros e intereses.

Sin embargo, en algunos casos, como lo sucedido en la sentencia del


Expediente Nº 1793-2002-AA/TC, el juzgador de segunda instancia declaró
fundada la demanda en lo relativo al pago de una bonificación especial (sobre
la base del Decreto de Urgencia Nº 011-99), pero improcedente respecto a los
devengados solicitados. Frente a ello, el recurrente presentó un recurso
extraordinario solicitando exclusivamente el reembolso de tales devengados.
Ante ello, el TC, reconociendo explícitamente el carácter accesorio de tal
pedido, resolvió en el fundamento 2 que:

(...) habiendo la Sexta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima


expedido sentencia estimatoria amparando la pretensión principal del
demandante, corresponde que se le abonen los devengados que reclama.

Es decir, declarando fundada la demanda en dicho extremo, se ha


llegado a reconocerla posibilidad de ser analizadas a través de un RAC,
materias que aparecen como accesorias a una pretensión principal.

Significativa es también la sentencia emitida en el Expediente Nº 2057-


2003-AA/TC, en la cual el accionante solicitó exclusivamente en la demanda el
pago de reintegros e intereses devengados. Ante ello, los juzgadores de los
dos grados judiciales declararon improcedente el pedido. No obstante,
siguiendo la jurisprudencia ya mencionada, este Colegiado declaró fundada la
demanda, y ordenó el pago correspondiente.

Como se puede observar, el pago de reintegros e intereses fueron


considerados por el TC como una materia que merecía protección, a la luz de
los artículos 10 y 11 de la Norma Fundamental. Esto equivale a señalar que
sólo con tales pagos complementarios se podrá proteger integral y
correctamente el derecho fundamental a la pensión.

Sin embargo, en la actualidad, este Colegiado ha venido a estipular en el


fundamento 37.g de la sentencia del Expediente Nº 1417-2005-AA/TC,que

Debido a que las disposiciones legales referidas al reajuste pensionario


o a la estipulación de un concreto tope máximo a las pensiones, no se
encuentran relacionadas a aspectos constitucionales directamente protegidos
por el contenido esencial del derecho fundamental a la pensión, prima facie, las
pretensiones relacionadas a dichos asuntos deben ser ventiladas en la vía
judicial ordinaria.

De ello se desprende que, en la actualidad, la protección constitucional


de intereses y reintegros ya no serán materia de control constitucional
concentrado, sino que serán derivados avías igualmente satisfactorias para la
persona. Por lo tanto, tampoco podrán ser ya materia de un RAC, pese a que
en el pasado sí lo eran.

e.) Distinción de los alcances de la sentencia declarada fundada


Según el artículo 20 del CPCo, el pronunciamiento de este Colegiado
sobre el recurso interpuesto tendrá dos consecuencias distintas, hecho que
redundará en la viabilidad del RAC: si el Tribunal considera que la resolución
impugnada ha sido expedida incurriéndose en un vicio del proceso que ha
afectado el sentido de la decisión, la anulará y ordenará se reponga el trámite
al estado inmediato anterior a la ocurrencia del vicio; y, si el vicio incurrido sólo
alcanza a la resolución impugnada, el Tribunal la revocará y procederá a
pronunciarse por el fondo.

Con respecto a ello, debe fijarse con claridad cual es la línea


jurisprudencial que se debe seguir. El caso se refiere a la denegatoria del
recurso por causa de vicio procesal por haber sido interpuesto por un abogado
que no tenía la representación de los demandantes; es decir, que no fue éste el
que firmó la demanda. Corresponde, entonces, unificar la jurisprudencia, léase,
dejar sentado cuáles son los efectos de la declaración de denegatoria del RAC.
El fallo adecuado es el que prescribe lo siguiente:

Declarar NULO el concesorio del recurso extraordinario, de fojas xxx,


IMPROCEDENTE el recurso extraordinario, NULA la sentencia de fojas xxx y
NULO todo lo actuado desde fojas xxx y que se reponga la causa al estado
anterior al vicio procesal.

Esta es la solución que ha sido adoptada en las resoluciones de los


Expedientes Nº 2558-2004-AC/TC, Nº 4396-2004-AA/TC, Nº 2595-2004-
AC/TC, entre otras.

Sin embargo, en otros casos similares, se ha resuelto de una forma


distinta. En algunos casos se declaró subsistente la sentencia recurrida pero
nulo el concesorio, tal como puede observarse en las resoluciones de los
Expedientes Nº 1948-2004AC/TC, Nº 2376-2004-AC/TC, Nº 2113-2004-AC/TC,
Nº 2094-2004-AC/TC, Nº 2178-2004-AC/TC, Nº 2472-2004-AC/TC y Nº 2634-
2004-AC/TC. En otros casos, lo que se ordena es que, antes de declarar firmes
las resoluciones judiciales, se remitan los autos a la Corte Superior
correspondiente, según se puede revisaren las resoluciones de los Expedientes
Nº 2027-2004-AC/TC y Nº 2475-2004-AC/TC.

16. Queda claro entonces que el RAC ha ido asumiendo algunos


caracteres fijados con propiedad por este Colegiado, los cuales llegan a
configurar aún mejor la naturaleza de este tipo de recurso. Sólo reconociendo
sus cualidades privativas se podrá hacer una defensa apropiada de los
derechos fundamentales de las personas, pues cuando una resolución de
segunda instancia impide una adecuada protección, el TC deberá intervenir
para determinar si puede lograr la apropiada y oportuna salvaguardia.

Esto es lo que se busca insistir con la existencia del RAC, toda vez que
con los supuestos antes explicados se puede conseguir la búsqueda real de
protección de los derechos fundamentales. Ahora bien, es necesario determinar
cómo, en este marco explicativo, se inserta la alegada determinación de la
responsabilidad del agresor.

§3. El RAC y la determinación de la responsabilidad del agresor

17. El recurrente considera viable su RAC tomando en cuenta, según lo


expresa a fojas 105 del Expediente, que el juez involucrado en la demanda
pretendió someterlo

(...) a procedimientos distintos a los establecidos en la ley, e incluso


violentó el principio de legalidad procesal penal, conducta procesal que fuera
realizada con conocimiento y voluntad de CAUSARME PERJUICIO.

De ello se desprende que el actor no se encuentra de acuerdo con la


sentencia apelada, en el extremo que exime de responsabilidad al juez
demandado en el hábeas corpus, magistrado del Cuadragésimo Juzgado Penal
de Lima, don Manuel Iván Miranda Alcántara. Manifiesta que corresponde que
este Colegiado proceda de acuerdo al artículo 8 del CPCo, referido a la
responsabilidad del agresor.

18. El proceso que amerita la presentación del hábeas corpus incluye un


incidente de excepción de prescripción (mostrado a fojas 29 del Expediente),
de cuya tramitación se desprende claramente la vulneración de los derechos
alegados, por cuanto dicha excepción fue interpuesta con fecha 20 de octubre
de 2003, y admitida a trámite cuatro días después. Luego de ello el juez
emplazado, con fecha 5 de febrero de 2004, dispuso que se deje en su
despacho para resolver; pero no cumplió con remitir inmediatamente a la vista
del fiscal el cuaderno incidental, para que se emita un dictamen previo sobre la
excepción deducida, lo que no se cumplió, atentándose así contra lo dispuesto,
contrario sensu, en el artículo 5 del Decreto Legislativo Nº 124.
Sobre esta base, el juez de primera instancia declaró fundada la
demanda de hábeas corpus, señalando claramente en la parte considerativa
(fojas 50 del Expediente) que

(...) no se advierte en la conducta del magistrado accionado, una


conducta dolosa de perjudicar al accionante (...), sino una interpretación
equívoca de las normas procesales, que puede apreciarse desde una óptica
constitucional garantista (...).

A esta misma conclusión llega el ad quem. Justamente, la determinación


a la que llegan ambos juzgadores es la que merece la crítica de parte del
recurrente a través del RAC. Pero, sobre la base de los argumentos vertidos a
lo largo de la presente sentencia, es necesario determinar si es factible que a
través de este recurso extraordinario se pueda solicitar la responsabilidad del
agresor.

19. Según el artículo 8 del CPCo,

Cuando exista causa probable de la comisión de un delito, el Juez, en la


sentencia que declara fundada la demanda en los procesos tratados en el
presente título, dispondrá la remisión de los actuados al Fiscal Penal que
corresponda para los fines pertinentes. Esto ocurrirá, inclusive, cuando se
declare la sustracción de la pretensión y sus efectos, o cuando la violación del
derecho, constitucional haya devenido en irreparable, si el Juez así lo
considera (...).

Diversa jurisprudencia de este Colegiado ha hecho mención, a la


determinación de la responsabilidad del agresor (aparte de la norma
mencionada, también se utilizaba la previsión existente en el derogado artículo
11 de la Ley Nº 23506), figura que ha versare sobre diversos temas. Entre ellos
se pueden encontrar algunos referidos al hábeas corpus, como puede serlo
estipulado cuando. se producía la arbitraria negativa judicial de la excarcelación
de una persona, supuesto que se puede encontrar en las sentencias de los
Expedientes Nº 1093-2000-HC/TC, Nº 601-2003-HC/TC o Nº 702-2000-HC/TC.

Pero, ¿qué se está buscando exactamente con la aplicación del artículo


8 del CPCo? Según la sentencia emitida en el Expediente Nº 2366-2004-
AA/TC, referida a un amparo contra una resolución del Jurado Nacional de
Elecciones, y cuya resolución final concluía en una sustracción de la materia, la
responsabilidad del agresor puede ser aplicada

(...) a fin de que puedan deslindarse, en la vía correspondiente las


responsabilidades a que hubiere lugar.
Por consiguiente, es claro que este Colegiado utiliza la figure’ de la
responsabilidad del agresor para, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo
159, inciso 1) de la Constitución (función fiscal de promoción de la acción
judicial), determinar si es que se logra establecer un nexo causal entre los
hechos investigados en sede constitucional y la comisión de un delito. No es
que el TC considere la existencia de responsabilidad penal del investigado,
sino tan sólo estima pertinente que el accionar del demandado sea analizado a
la luz de la legislación penal.

Es más, así la sentencia en el proceso constitucional no determine la


utilización del artículo 8 del CPCo, el afectado con la conducta antijurídica de
un demandado, tiene el camino libre para iniciar las acciones penales que
considere. Asimismo, la investigación fiscal también puede ser realizada de
oficio.

El análisis que se realice en sede penal es independiente del efectuado


en el ámbito constitucional, aunque los hechos ya establecidos no podrán ser
objeto de cuestionamiento y serán una prueba válida de la posible
responsabilidad del agresor.

20. Después de una extendida explicación de lo que significa el RAC,


sólo queda determinar si lo recientemente desarrollado respecto a la
responsabilidad del agresor contribuye, o no, a una protección superlativa de
derechos fundamentales.

Consideramos que permitir o posibilitar que cualquier persona acuda a


este Colegiado para solicitar la aplicación del artículo 8 del CPCo no tiene
relación alguna con lo que se busca con el RAC. Con la salvedad de los
supuestos jurisprudenciales explicados supra, sólo es pertinente la utilización
del RAC con el fin de atacar una resolución que sea propiamente denegatoria
de protección dé’ derechos fundamentales (infundada o improcedente) y, en el
caso concreto, de la libertad personal.

Como ya se señaló, en el caso de autos la sentencia de segunda


instancia declaró fundada la demanda interpuesta, consiguiendo con ello la
salvaguardia real de los derechos del demandante.

Por eso, no es aceptable que el RAC, como bien está expresado en


fojas 103 del Expediente, sea dirigido

(...) sólo contra el extremo de la Resolución Judicial Nº 401, de fecha 21-


02-2005 referida a que se le exime de responsabilidad al magistrado del
cuadragésimo juzgado penal de Lima (...).
En realidad, lo que se está solicitando es que un recurso extraordinario
sea utilizado para otorgar una medida accesoria al pedido original que ya fue
resuelto favorablemente para el accionante; más aún si lo que se pretende no
tiene relación alguna con una protección superlativa de derechos
fundamentales.

Asumiendo que no debe admitirse en un Estado social y democrático de


derecho el abuso de derecho, según lo proscribe el artículo 103 de la
Constitución, el recurso planteado no puede ser otra cosa que declarado
improcedente. Es más, en próximas oportunidades, los juzgadores de segunda
instancia no deberán siquiera admitir un pedido romo el realizado en el
presente RAC.

C. La procedencia del RAC

21. Tomando en consideración los criterios vertidos a lo largo de la


presente sentencia, es imperativo para este Colegiado ir determinando la forma
en que habrá de intervenir en el futuro respecto a los RAC que lleguen hasta
esta sede.

Como se ha llegado a señalar, los procesos constitucionales tienen


como finalidad, tal y como lo establecen el artículo II del Título Preliminar y el
artículo 1 del CPCo, proteger la vigencia efectiva de los derechos
constitucionales y garantizar la primacía de la Constitución. Por tal motivo,
constituyen deberes de los jueces (artículos III, V y VIII del Título Preliminar del
CPCo) adecuar la exigencia de las formalidades previstas en este Código al
logro de los fines de los procesos constitucionales, optar -en los supuestos de
duda- por la protección de los derechos fundamentales y aplicar el derecho que
corresponda aunque no haya sido invocado por las partes o lo haya sido
erróneamente.

En tal orden de ideas, este Colegiado ha de adecuar su accionar a las


pautas que se han ido vertiendo a lo largo de esta sentencia, Con el fin de que
¡ajusticia constitucional sea más adecuada, rápida y oportuna. Cabe resaltar
que la carga procesal del TC ha ido en aumento de manera desmesurada
desde su creación: de los mil doscientos veintiocho RAC ingresados en 1996,
se ha llegado a diez mil ochocientos dieciséis en el año 2005. Con esta
cantidad de expedientes por resolver, cada vez es más complicado brindar a la
población una justicia que pueda considerarse de calidad, objetivo final de
nuestra institución.

§1. El RAC y el funcionamiento del TC


22. Dentro del esquema que se ha ido presentando, este Colegiado, en
tanto órgano constitucional, posee una autonomía procesal que le permite tener
libertad para configurar el proceso constitucional en aquellos aspectos que no
hayan sido intencionalmente regulados por el legislador y que sean necesarios
para la adecuada realización de las funciones que le han sido atribuidas por la
Constitución y su Ley Orgánica.

En el presente caso, corresponde ir determinando cuáles son las


condiciones de procedencia de los RAC, las cuales deben verse reflejadas en
cambios en el Reglamento Normativo, Resolución Administrativa Nº 095-2004-
P/TC. Se implementarán las disposiciones que no vulneran los principios
procesales generales que se desprenden de la Constitución, del CPCo y de su
ley orgánica; y se procederá a regular la forma en que debe organizarse esta
sede con la finalidad de llevara cabo, de manera más efectiva, su función de
control de la constitucionalidad y protección de los derechos fundamentales.

23. Para cumplir tal finalidad, el TC no puede ser considerado como un


ente reconocido en la Norma Fundamental, aislado y separado del resto de
poderes públicos y de la configuración del Estado. La justicia que imparte el TC
no sólo debe ser analizada desde un plano teórico, sino fundamentalmente
exige una aproximación a la práctica de la vida real, al impacto real de sus
sentencias en el ámbito social y a las expectativas de los individuos con
respecto a los roles que se le ha asignado, en el marco del Estado democrático
y social de derecho, como garante y supremo intérprete de la Constitución.

La actividad del órgano de justicia constitucional no es libre ni arbitraria,


sino que está sometida a la Constitución, y es imputable a ella. Es una
actividad que debe desenvolverse en el marco de un proceso de interpretación
de la norma básica, abierto en el transcurso del tiempo, y con efectos
pacificadores del ordenamiento jurídico. La libertad de actuación del juez
constitucional no debe verse arbitrariamente expandida ni ser utilizada
irrazonablemente como canon de interferencia en organismos constitucionales
autónomos. Por lo tanto, debe quedar claro que una sentencia como la que se
está emitiendo debe estar sometida a los límites razonables y proporcionales
que la propia naturaleza de las cosas, previstas en la Constitución, impongan.
Todo esto representa una exigencia del pluralismo y los valores democráticos, y
la principal garantía del pleno goce y ejercicio de los derechos fundamentales,
y hacia ello debe dirigirse el nuevo sentido otorgado al RAC.

Para ello, la Constitución debe ser entendida, a la vez, como un


documento jurídico, político, económico, cultural y social, y, en esa medida,
está íntimamente ligada a la realidad misma, de donde emerge y se
retroalimenta. Por tal razón, en el fundamento 9 de la sentencia del Expediente
Nº 0020-2003-AI/TC, se establece que
(...) esta integración de la realidad a la norma constitucional se logra
mediante la interpretación que efectúa el Tribunal Constitucional en cada caso
particular, y cuyo propósito es que se respete la unidad o núcleo de la
Constitución vigente en el tiempo.

Siguiendo esta lógica limitativa de su actuación, este Colegiado ya ha


venido señalando, como lo muestra el fundamento 1.a de la sentencia del
Expediente Nº 2409-2002-AA/TC, que

(...) a diferencia de la actividad jurisdiccional efectuada en sede judicial,


el Tribunal Constitucional tiene como tareas la racionalización del ejercicio del
poder, el cual se expresa en los actos de los operadores del Estado, el mismo
que debe encontrarse conforme con las asignaciones competenciales
establecidas por la Constitución (...). Es evidente que el Tribunal Constitucional,
por su condición de ente guardián y supremo intérprete de la Constitución, y
mediante la acción hermenéutica e integradora de ella, se encarga de declarar
y establecer los contenidos de los valores, principios y normas consignados en
el corpus constitucional. En ese orden de ideas, el Tribunal Constitucional, en
cuanto Poder Constituyente Constituido, se encarga de resguardar la sujeción
del ejercicio del poder estatal al plexo del sistema constitucional, la supremacía
del texto constitucional y la vigencia plena e irrestricta de los derechos
esenciales de la persona. De ahí que formen parte de su accionar, la defensa in
toto de la Constitución y de los derechos humanos ante cualquier forma de
abuso y arbitrariedad estatal.

Ello porque, si bien la Constitución nace en un momento específico por


voluntad del constituyente, mantiene su vigencia a través de su conexión con el
contexto socio-político, lo cual quiere decir que una Constitución será actual en
tanto sirva de cauce para que los hechos mutables en la historia se vayan
adaptando a ella y ésta logre incorporarlos.

Por ende, este Colegiado considera que el RAC debe significar una
forma no exactamente de restringir arbitrariamente las prerrogativas de
intervenir en ciertos procesos constitucionales de la libertad, sino más bien de
compatibilizar correctamente las atribuciones constitucionales y un efectivo
resguardo de los derechos de la población.

24. Hasta aquí, es posible afirmar que, con la finalidad de lograr un


óptimo funcionamiento del servicio de justicia constitucional, antes que efectuar
una reducción de las causas que lleguen al TC, es necesario realizar su
reestructuración funcional, con la finalidad de que pueda ejercer su actividad de
manera más eficaz.
Para conseguir un objetivo tan ambicioso es necesario recurrir a
experiencias comparadas (básicamente, estadounidenses, hispanas y
germánicas), y, tomando en cuenta sus principales aportes, conjugados con las
características propias de nuestro sistema constitucional de protección de
derechos, presentar un modelo lo más acorde posible con las necesidades de
la justicia constitucional en el país.

a) Corte Suprema estadounidense


En los Estados Unidos de América se ha venido a proponerla figura del
‘writ of certiorary’, a través de la cual la Corte Suprema tiene la capacidad de
‘escoger’ las causas que llegan a su conocimiento y, lógicamente, evitar las
que, a su entender, no corresponden a su magistratura. La implementación de
esta figura se produjo a partir de 1925, cuando el Judiciary Act introdujo tal
mecanismo con el fin de rechazar casos, al considerar que no existen razones
especiales y de importancia para distraer su tiempo en su resolución.

Dado que las cuestiones constitucionales son altamente controvertidas,


dicho tribunal sólo se considera en aptitud para resolverlas cuando se
encuentren en el momento adecuado para ello. En este sentido, gracias a su
jurisdicción discrecional, puede seleccionar los casos y ‘decidir no decidir’ los
casos que no merecen su atención. A través de sus resoluciones, la Corte
Suprema determina qué casos de relevancia van a ingresar a desarrollar y
crear jurisprudencia. Eso sí, cuando no admite una petición, no arguye las
razones por las cuales llega a tal decisión.

b) Tribunal Constitucional alemán


Por su parte, en Alemania, la decisión judicial tiene dos funciones,
resolver un caso particular, protegiendo los derechos subjetivos del recurrente,
y preservar el derecho constitucional objetivo, ayudando asía su interpretación
y perfeccionamiento; se desarrolla así el doble carácter del proceso
constitucional de libertad. Ello permite el establecimiento de las causales de
procedencia de los recursos interpuestos ante el TC Federal. Es relevante
precisar que gran parte de la protección de los derechos la realizan los
tribunales ordinarios, pero siguiendo los precedentes emitidos por el TC.

Por tal motivo, se ha establecido que no todas las demandas de amparo


sean admitidas por él. Entre las causales de inadmisibilidad mencionamos los
siguientes supuestos: cuando la Sala ha decidido anteriormente casos de
carácter idéntico, y cuando una cuestión es manifiestamente infundada. Dicha
causal tiene como finalidad la función de realizar un filtro que impida someter al
Tribunal cuestiones baladíes o absurdas, dentro del margen de lo establecido
en la Constitución y en la normatividad procesal.
Asimismo, es posible que se admita solamente una parte del recurso o
que se limite el alcance de la decisión que se adopte. El TC Federal alemán
tiene autonomía para su reglamentación interna, sin autorización de la Ley
Fundamental ni de la ley debido a que es un órgano constitucional.

c) Tribunal Constitucional español


En el caso español, al margen del establecimiento de causales de
improcedencia precisas, el TC cuenta con una organización funcional, la cual
permite que, de las siete mil doscientos un demandas de amparo ingresadas
en el año 2003, por ejemplo, solamente fueron resueltas mediante sentencia
doscientas siete demandas, y fueron declaradas inadmisibles ciento
veintinueve por de inadmisión, quinientas catorce por otras causas, y
trescientos ochenta acumuladas con los anteriores. Estas cifras se alejan
sustancialmente de las que existen en nuestro país, donde muy buena parte de
las demandas acaban en sentencias.

Para dedicarse a un número reducido de resoluciones que versen sobre


el fondo del petitorio, el TC ibérico ha venido utilizando la siguiente estructura:
un Pleno (compuesto por doce magistrados), dos salas (integradas cada una
por seis magistrados) y, para el despacho ordinario y la decisión sobre la
admisibilidad de los recursos, el Tribunal se divide en cuatro secciones,
integradas cada una de ellas por tres magistrados. En ese sentido, el artículo 8
de la Ley Orgánica del TC español, establece que:

Para el despacho ordinario y la decisión sobre la admisibilidad o


inadmisibilidad de los recursos, el Pleno y las Salas constituirán Secciones,
compuestas por el respectivo Presidente o quien le sustituya y dos
magistrados.

Asimismo, el acápite Uno del artículo 50 de la misma norma, establece


la posible inadmisión del recurso en los siguientes supuestos:

La Sección, por unanimidad de sus miembros, podrá acordar mediante


providencia la inadmisión del recurso cuando concurra alguno de los siguientes
supuestos: a) Que la demanda incumpla de manera manifiesta e insubsanable
alguno de los requisitos (...). b) Que la demanda se deduzca respecto de
derechos o libertades no susceptibles de amparo constitucional. c) Que la
demanda carezca manifiestamente de contenido que justifique una decisión
sobre el fondo de la misma por parte del Tribunal Constitucional. d) Que el
Tribunal Constitucional hubiera ya desestimado en el fondo un recurso o
cuestión de inconstitucionalidad o un recurso de amparo en supuesto
sustancialmente igual, señalando expresamente en la providencia la resolución
o resoluciones desestimatorias.
De esta manera, las secciones han sido creadas con la finalidad de ser
órganos que se aboquen a realizar un filtro de las demandas que llegan al TC,
de tal manera que solamente sean resueltos mediante sentencia aquellos
casos que hayan pasado este filtro.

25. El TC peruano, ante la situación de tensión -también presente a


veces en otros tribunales, inclusive como los nombrados, entre una protección
óptima de los derechos fundamentales y una permanente sobrecarga de
trabajo, requiere de una reorganización funcional en la prestación del servicio
de justicia constitucional, de manera que ésta sea lo más efectiva posible y que
cumpla, a su vez, con el propósito de garantizar el derecho de acceso a la
justicia.

Para ello, tomando en cuenta cómo está dividido actualmente nuestro


TC, se propone que una de las Salas que lo integran se encargue de revisar y
determinar la procedencia de los RAC interpuestos. Los magistrados del TC
constituidos en Sala o Pleno revisarán los recursos respecto de los cuales
exista duda, discordancia o impliquen un caso difícil, así como los casos que
merezcan un pronunciamiento sobre el fondo, y aquellos recursos que
fundamenten fáctica y jurídicamente la necesidad de una variación del
precedente vinculante vigente. Las Salas o el Pleno resolverán, en
consecuencia, solamente aquellos recursos que hayan pasado por este nuevo
filtro de procedencia.

Este nuevo funcionamiento del Tribunal no implicará un gasto mayor


considerable por parte del Estado ni implicará un incumplimiento del artículo 5
de la Ley Orgánica, respecto del quórum requerido para el conocimiento de los
procesos de hábeas corpus, amparo, hábeas data y de cumplimiento, toda vez
que el auto que se emita será validado por la Sala que esté a cargo de este
examen.

§2. El RAC y los supuestos de admisión y procedencia

26. La búsqueda de predictibilidad y certeza, entonces, es la principal


consecuencia de los criterios presentados en los fundamentos precedentes,
pues determinando con claridad qué significa el RAC y cuándo éste puede ser
presentado o postulado ante la segunda instancia judicial a fin de elevarlo ante
este Colegiado, se puede conseguir mejor tutela para los justiciables y el
ejercicio de sus derechos.

En esta línea, es conveniente resaltar lo presentado por el artículo 5 del


CPCo, el cual establece las causales de improcedencia de los procesos
constitucionales. Entre ellas, es relevante hacer mención de las siguientes: que
los hechos y petitorio de la demanda no refieran directamente al contenido
constitucionalmente protegido del derecho invocado; que existan vías
igualmente satisfactorias para su protección, salvo cuando se trate del proceso
de hábeas corpus; y, que a la presentación de la demanda haya cesado la
amenaza o violación de un derecho constitucional o se haya convertido en
irreparable.

Al respecto, el primero de estos acápites guarda concordancia directa


con lo establecido en el artículo 38 de dicho Código que postula, aunque
exclusivamente para el proceso de amparo, que no procede

(...) en defensa de un derecho que carece de sustento constitucional


directo o que no está referido a los aspectos constitucionalmente protegidos del
mismo.

De tal forma, consideramos que sólo podrá admitirse una intervención de


este Colegiado si es que lo que está en juego es la búsqueda real de
protección del ámbito constitucionalmente protegido de un derecho
fundamental, y hacia ello debe estar orientada nuestra actuación.

27. Las causales de admisibilidad y procedencia del RAC han sido


explicadas someramente en el artículo 18 del CPCo, el cual señala que tal
recurso debe ser interpuesto por el demandante; dirigido contra la resolución
de segundo grado que declare infundada o improcedente la demanda; y
presentado en el plazo de diez días contados desde el día siguiente de
notificada la resolución.

Dado que ni la Constitución ni las leyes han establecido. más allá del
reconocimiento de la protección del contenido constitucionalmente protegido,
excepciones o limitaciones en cuanto a la procedencia de las solicitudes de
salvaguardia de los derechos, este Tribunal considera que es necesario
determinar, sobre la base de los criterios que se han ido estableciendo supra,
cuándo le corresponde intervenir. Así, a partir de la jurisprudencia y las
disposiciones del CPCo mencionadas, puede inferirse que el contenido
constitucionalmente protegido de los derechos es un requisito de procedencia
de la demanda, pero también del RAC.

28. Entonces, aparte de las prescripciones formales precisadas por el


artículo 18, este Colegiado considera importante que la Sala encargada del
análisis de procedencia pueda actuar sobre la base de nuevos cánones de
análisis ex ante de los RAC, estableciendo si cumplen con el fin para el cual se
encuentran reconocidos.

Entonces, para que este Colegiado pueda ingresara estudiar el fondo del
asunto debe existir previamente una clara determinación respecto a la
procedencia de los RAC presentados. En ella se insistirá en los siguientes
aspectos, con la posible acumulación de casos idénticos:

* Identificación de vulneración manifiesta del contenido esencial del


ámbito constitucionalmente protegido de un derecho fundamental.

* Revisión de las demandas manifiestamente infundadas.

* Evaluación de los casos en los que ya se haya reconocido la tutela del


derecho cuya protección fue solicitada en la demanda y respecto de los cuales
se haya declarado improcedente o infundado el pedido de reparación o
restablecimiento del agraviado en el pleno goce de sus derechos
constitucionales.

Debe tenerse cuidado de no declarar manifiestamente improcedentes


cuestiones que, en realidad, deban requerir un análisis más profundo, pues
cuando exista duda razonable al respecto, debe ser declarada la procedencia.
Para la viabilidad de la reorganización propuesta se requieren de algunos
presupuestos que este Colegiado debe ir determinando normativa y
jurisprudencial mente.

Gráfico Nº 1
Causales para interposición de demanda y de RAC

-> Referencia directa al contenido


constitucionalmente protegido del derecho
-> No existan vías igualmente satisfactorias
Procedencia de los -> No haber acudido a proceso judicial previo
procesos de libertad o exista litispendencia
-> Agotamiento de vías previas
-> No haya cesado amenaza o violación o se
(artículo 5 del CPCo) ha convertido en irreparable
-> No se refiera a resoluciones del JNE, CNM
o a conflicto de competencias
-> Dentro del plazo establecido

Admisibilidad y -> Interposición por el demandante


Procedencia del RAC -> Dirigido contra la resolución de segundo
grado infundada o improcedente
(artículo 18 del CPCo) -> Plazo de 10 días
-> Estrecha relación con contenido
constitucionalmente protegido del derecho
Procedencia del RAC -> No sea manifiestamente infundado
-> Causal negativa de tutela previa según el TC

29. Asimismo, debe perseverarse en el sentido del primero de los


criterios explicados en el párrafo anterior. En el fundamento 10 de la sentencia
del Expediente Nº 1417-2005-AA/TC, se ha determinado que un derecho tiene
sustento constitucional directo cuando la Constitución reconoce, explícita o
implícitamente; un marco de referencia que delimita nominalmente el bien
jurídico susceptible de protección, motivo por lo cual, en un marco garantista,
existe una escala de tutela que transita desde la delimitación más abierta a la
más precisa.

El sustento constitucional directo de un derecho no se reduce a una


tutela normativa del texto constitucional formal, sino que alude a una protección
de la Constitución en sentido material (pro homine) en la que se integra la
Norma Fundamental con los tratados de derechos humanos y las disposiciones
legales que desarrollan directamente el contenido esencial de los derechos
fundamentales que así lo requieran y que conforman el bloque de
constitucionalidad (artículo 79 del CPCo).

A colación de ello este Colegiado debe analizar, para determinar si


interviene en un caso concreto, silo que está siendo demandado por el
recurrente es o no parte del contenido esencial del ámbito constitucionalmente
protegido del derecho, tal como no ocurrió en el caso de autos. Para ello, habrá
de utilizar una concepción de contenido esencial como el desarrollado en la
sentencia de los Expedientes Nº 0050-2004-PI/TC y otros. Además, la referida
sentencia del Expediente Nº 1417-2005-AA/TC, en el fundamento 21, expresa
que

(…) todo ámbito constitucionalmente protegido de un derecho


fundamental se reconduce en mayor o menor grado a su contenido esencial,
pues todo límite al derecho fundamental sólo resulta válido en la medida de que
el contenido esencial se mantenga incólume.

Ésta debe ser la base para que el TC pueda aceptar un RAC. Sólo
cuando se alegue que el derecho involucrado está siendo vulnerado en el
contenido esencial de su ámbito constitucionalmente protegido, se podrá
llegara analizar el fondo de lo pedido. Ante ello, es necesario tener en cuenta lo
que establece el CPCo respecto a la procedencia del recurso.
30. Es provechoso enfatizar que ya el Tribunal ha estado en la búsqueda
de autorrestringirse en el ejercicio de su función jurisdiccional, a efectos de
brindar mayor predictibilidad en sus resoluciones y procurar a la población una
justicia constitucional de una mejor calidad.

Por ello consideramos pertinente recordar que, en algunas áreas, este


Colegiado ha ido señalando cuál es el ámbito constitucionalmente protegido de
los derechos fundamentales, estableciendo con claridad algunos espacios que
no merecen salvaguardia en sede constitucional, aunque en estos casos su
utilización comenzara desde la sentencia. Así, se pueden reconocer sentencias
como las siguientes, que van en esa línea:

* Expediente Nº 3760-2005/PA/TC, publicada el 18 de febrero de 2005,


respecto a la inhabilitación política.

* Expediente Nº 2496-2005-PHC/TC, publicada el 3 de junio de 2005,


respecto a la detención preventiva.

* Expediente Nº 2303-2005-PHC/TC, publicada el 30 de junio de 2005,


respecto al agotamiento de la vía previa en materia tributaria.

* Expediente Nº 1417-2005-PA/TC, publicada el 12 de julio de 2005,


respecto a las materias del derecho a la pensión que pueden ser tuteladas en
un proceso de amparo.

* Expediente Nº 0168-2005-PC/TC, publicada el 10 de octubre de 2005,


respecto al ámbito del derecho a la pensión que puede ser tutelado en un
proceso de cumplimiento.

* Expediente Nº 2876-2005-PHC/TC, publicada el 26 de octubre de


2005, respecto al contenido constitucionalmente protegido del derecho a la
libertad de tránsito que puede ser tutelada en un proceso de hábeas corpus.

* Expediente Nº 2802-2005-PA/TC, publicada el 13 de diciembre de


2005, respecto a la procedencia de protección del derecho a la libertad de
empresa en un proceso de amparo.

* Expediente Nº 0206-2005-PA/TC, publicada el 14 de diciembre de


2005, respecto a las materias del derecho al trabajo que pueden ser tuteladas
en un proceso de amparo, tanto en el régimen privado como en el público.

* Expediente Nº 3361-2004-PA/TC, publicada el 16 de diciembre de


2005, respecto a la evaluación y ratificación de magistrados.
* Expediente Nº 4677-2004-PA/TC, publicada el 25 de diciembre de
2005, respecto al ámbito de protección del derecho a la reunión.

Con estas sentencias, este Colegiado demuestra su vocación de ir


circunscribiendo correctamente su espacio de actuación y, de esta forma,
determinar la validez del RAC.

31. En conclusión, el RAC, en tanto recurso impugnativo dentro de un


peculiar proceso, como es el constitucional, debe ser utilizado como un
mecanismo procesal especializado que permita que el TC intervenga
convenientemente.

Aparte de los requisitos formales para su interposición, se requerirá que


el RAC planteado esté directamente relacionado con el ámbito
constitucionalmente protegido de un derecho fundamental; que no sea
manifiestamente infundado; y que no esté inmerso en una causal de negativa
de tutela claramente establecida por el TC.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE el recurso de agravio constitucional


planteado. Asimismo, establecer como precedente vinculante normativo de
observancia obligatoria lo dispuesto en los fundamentos 15, 22, 24, 25, 28 y 31.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

EXP. Nº 2877-2005-PHC/TC
LIMA
LUIS SÁNCHEZ LAGOMARCINO RAMÍREZ

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO


VERGARA GOTELLI
Emito el presente voto, con el debido respeto por la opinión vertida por el
Colegiado, por los siguientes fundamentos:

1. Llega a conocimiento de este Supremo Tribunal el recurso de agravio


constitucional interpuesto por Luis Sánchez Lagomarcino Ramírez contra la
sentencia emitida en segunda instancia por la Cuarta Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, que, confirmando la apelada, declaró fundada la demanda de hábeas
corpus interpuesta contra el juez del cuadragésimo Juzgado Penal de Lima,
don Manuel Iván Miranda Alcántara. Se cuestiona la sentencia sólo en el
extremo que exonera de responsabilidad al demandado, afirmando que está
acreditado en autos el dolo con el que actuó, por lo que solicita se le sancione
conforme al artículo 8 del Código Procesal Constitucional.

2. Significa esto que el Tribunal Constitucional ha quedado limitado en su


intervención sólo al extremo cuestionado en el recurso de agravio
constitucional, estando impedido de ingresara revisar de oficio y menos
resolver lo que en segunda instancia ha sido favorable al actor desde que, no
pudiendo ser cuestionado por una evidente falta de interés para obrar,
constituye cosa juzgada. Siendo así cuando en el fallo de la sentencia se
declara como improcedente a la demanda, se está revocando la sentencia que
no fue cuestionada, vulnerándose un derecho fundamental del actor que este
Supremo Tribunal está llamado a cautelar, motivos por los que no comparto el
fallo de la sentencia.

3. En cuanto al extremo referido a la responsabilidad del demandado y,


como consecuencia de ello, la sanción exigida contra él, único agravio
expuesto por el recurrente en su recurso, debe precisarse que el artículo 8 del
Código Procesal Constitucional reserva esta facultad al Juez Constitucional
para ejercerla sólo”(...) cuando exista causa probable de la comisión de un
delito”. En consecuencia, es el juez quien realiza la valoración de los medios
probatorios que obran en el expediente a efectos de determinar si de los
actuados se evidencia la posible comisión de un delito.

4. En el caso de autos, tanto el a quo como el ad quem han


fundamentado el porqué consideran que no hay indicios de responsabilidad
contra el juez emplazado, toda vez que, como queda expuesto en el
Considerando Octavo de la sentencia de primera instancia y el Considerando
Cuarto de la sentencia de segunda instancia (fojas 50 y 91), la vulneración al
debido proceso se debió “(...) a un criterio de interpretación erróneo de las
normas procesales y administrativas de carácter penal”.

5. Pretender que dentro del proceso constitucional de amparo se discuta


la responsabilidad o no de la comisión de un delito por parte del juez de la
causa, respecto a su actuación procesal, no es posible desde que para dichos
efectos es necesaria una etapa probatoria de la que carece el proceso
excepcional de amparo, y dentro de la cual pueda analizarse in extenso las
razones que tuvo el señalado juez para emitir las resoluciones que se
cuestionan, en cuanto a la valoración hecha por éste. Si el recurrente tiene
cómo acreditar que hubo delito con medios de prueba que hoy no obran en el
expediente, puede acudir a la vía ordinaria a efectos de satisfacer su
pretensión, ya que la sanción al demandado dentro de un proceso de amparo
es una facultad del juez constitucional que sólo es posible ejercer cuando
existan evidencias, las mismas que no se aprecian de los actuados.

Por estos fundamentos, considero que la sentencia debe limitarse a


declarar INFUNDADO el recurso de agravio constitucional, en atención a que el
punto exclusivo que hace viable la intervención de este Tribunal está referido
exclusivamente a la sanción que pide el demandante contra el juez y no los
otros aspectos de la sentencia que le fueron favorables.

S.
VERGARA GOTELLI

DETENCION ARBITRARIA

Expediente Nº 5033-2005-PHC/TC
HUACHO
ABEL ZACARÍAS PALACÍN ROJAS
(Publicado: 02-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de enero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional integrada por los magistrados García Toma, Gonzales
Ojeda y Bardelli Lartirigoyen, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Abel Zacarías


Palacín Rojas contra la resolución de la Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Huaura, de fojas 47, su fecha 15 de junio de 2005, que declara
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES
1. Demanda

Con fecha 9 de mayo de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Jueza Especializada del Segundo Juzgado Penal de
Huaral, doña Juana Mercedes Caballero García, a fin de que se disponga su
libertad.

La demanda se funda en lo siguiente:

- El recurrente manifiesta que viene sufriendo detención arbitraria porque


no se ha fundamentado debidamente el mandato de detención que existe en su
contra. Alega, además, que no ha sido notificado con el contenido del auto
apertorio de instrucción en la causa penal que se le sigue.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Con fecha 9 de mayo de 2005, el Juez del Primer Juzgado Penal de la


Provincia de Huaral dispone que se reciba la declaración indagatoria del
demandante y se notifique a la parte demandada para que pueda efectuar sus
descargos.

- Se recibe la declaración indagatoria de Abel Zacarías Palacín Rojas


(fojas 4), quien señala que se encuentra detenido desde el 11 de diciembre de
2004 por el delito de robo agravado y que su detención fue arbitraria. Afirma,
asimismo, que se le negado copia del auto apertorio de instrucción y que ha
sido torturado por la Policía.

- Mediante escrito de fecha 10 de mayo de 2005, la jueza Juana


Mercedes Caballero García se apersona al proceso y señala que ha asumido el
cargo y se ha avocado al proceso después de casi cuatro meses de iniciado
éste. Por lo que carece de objeto efectuar sus descargos respecto de las
acusaciones de la demanda.

3. Resolución de primera instancia

Con fecha 13 de mayo de 2005, el Primer Juzgado Penal de la Provincia


de Huaral declara infundada la demanda, argumentando que se advierte que la
medida coercitiva decretada por el magistrado se ha emitido dentro de un
proceso judicial ordinario y por el juez competente; que el auto de apertura de
instrucción en el que se dispone el mandato de detención contra el recurrente
está debidamente fundamentado; y que el presunto agraviado conoce el cargo
que le imputa, tal como consta en la declaración indagatoria.
4. Resolución de segunda instancia

Con fecha 15 de junio de 2005, la Sala Penal de la Corte Superior de


Justicia de Huaura confirma la apelada por considerar que el mismo día de la
expedición del auto de apertura de instrucción se le notificó formalmente al
recurrente los delitos que se le imputaban; que este no interpuso medio
impugnatorio alguno, dejando consentir la resolución que supuestamente lo
afectaba; y que no han sido probados los fundamentos de hecho ni de derecho
sostenidos por el demandante.

III. FUNDAMENTOS

1. Una primera cuestión que este Tribunal estima pertinente analizar son
los supuestos de procedencia de los procesos constitucionales que prevé el
Código Procesal Constitucional en el artículo 2 y en el último párrafo del
artículo 25. El artículo 2 señala que “(...) los procesos constitucionales de
hábeas corpus, amparo y hábeas data proceden cuando se amenace o viole
los derechos constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento
obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Cuando se
invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente
realización (...)”. En este supuesto, y de conformidad con el artículo 200, inciso
1 de la Constitución, el Código Procesal Constitucional establece la
procedencia de los procesos constitucionales, particularmente el hábeas
corpus, no sólo cuando existe una violación actual a los derechos
fundamentales tutelados, sino también cuando exista una amenaza cierta e
inminente.

2. No obstante, se debe tener en consideración que la amenaza de


violación de un derecho fundamental, para ser tutelada mediante un proceso
constitucional como el hábeas corpus, debe ser, de acuerdo con el Código
Procesal Constitucional, “cierta y de inminente realización”. Esto implica que,
para determinar si existe certeza en la amenaza del acto vulnerador del
derecho fundamental a la libertad personal, se requiere la existencia de un
conocimiento seguro y claro de la amenaza a la libertad, lo cual excluye
considerar conjeturas o presunciones. En tanto que, para que se configure la
inminencia del mismo, es preciso que se trate de un atentado al derecho a
libertad personal que esté por suceder prontamente o esté en proceso de
ejecución, no reputándose como tal a los simples actos preparatorios, tal como
lo ha establecido este Tribunal anteriormente (Exp. Nº 0008-2005-HC/TC).

3. Por otro lado, el último párrafo del artículo 25 del Código Procesal
Constitucional señala que “(...) también procede el hábeas corpus en defensa
de los derechos constitucionales conexos con la libertad individual,
especialmente cuando se trata del debido proceso y la inviolabilidad del
domicilio”. En cuanto a este supuesto de procedencia, se debe señalar que el
hábeas corpus es un proceso constitucional autónomo, en el cual el juez
constitucional asume una función tutelar del derecho fundamental a la libertad
personal y de los derechos conexos a éste, de acuerdo con el artículo 200,
inciso 1 de la Constitución. No obstante, desde una concepción restringida, el
hábeas corpus se entiende vinculado, únicamente, a la protección del derecho
fundamental a la libertad personal y a un “núcleo duro” de derechos
fundamentales que se concentran en torno a dicho derecho, tales como el
derecho a la seguridad (artículo 2, inciso 24 de la Constitución), a la libertad de
tránsito -ius movendi e ius ambulandi- (artículo 2, inciso 11 de la Constitución) y
a la integridad personal (artículo 2, inciso 24-h de la Constitución).

4. Sin embargo, bajo el canon de interpretación constitucional del in


dubio pro homine (artículo V del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional), se debe optar por una concepción amplia del proceso
constitucional de hábeas corpus. En consecuencia, no es razonable establecer,
a priori y en abstracto, un numerus clausus de derechos fundamentales
conexos a la libertad personal a efectos de su tutela, ni tampoco excluirlos a
efectos de su protección. Esto porque, muchas veces, el derecho fundamental
a la libertad personal es susceptible de ser vulnerado en conexión con otros
derechos distintos a los que usualmente se le vincula, tales como el derecho a
la vida (artículo 2, inciso 1 de la Constitución), el derecho de residencia
(artículo 2, inciso 11 de la Constitución), el derecho a la libertad de
comunicación (artículo 2, inciso 4 de la Constitución) e, inclusive, el derecho al
debido proceso sustantivo y adjetivo (artículo 139, inciso 3 de la Constitución).

5. El Código Procesal Constitucional (artículo 25) ha acogido la


concepción amplia de este proceso constitucional, cuando señala que “(...)
también procede el hábeas corpus en defensa de los derechos constitucionales
conexos con la libertad individual, especialmente cuando se trata del debido
proceso y la inviolabilidad del domicilio”. De ahí que se debe admitir que
también dentro de un proceso constitucional de hábeas corpus es posible que
el juez constitucional se pronuncie sobre una eventual vulneración del derecho
fundamental al debido proceso; pero para ello es necesario que exista, en cada
caso concreto, conexidad entre aquél y el derecho fundamental a la libertad
personal. Así también lo ha establecido este Tribunal en sentencia anterior
(Exp. Nº 0618-2005-HC/TC), al precisar que “si bien el proceso de hábeas
corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso,
en el presente caso, habida cuenta que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos”.
6. Bajo estas consideraciones previas, es necesario precisar si, en este
caso, este Colegiado debe pronunciarse, dentro del proceso constitucional de
hábeas corpus, sobre la vulneración al derecho fundamental al debido proceso.
Como ya se ha señalado, el Tribunal Constitucional puede pronunciarse, dentro
de un proceso constitucional de hábeas corpus, sobre tal vulneración, siempre
que exista vinculación entre éste y el derecho fundamental a la libertad
personal. Esa vinculación se da en el sentido que la legitimidad constitucional
de toda medida que comporte una restricción del derecho a la libertad personal
radica, precisamente, en el irrestricto respeto de las garantías inherentes al
debido proceso; en otros términos, la conexidad se cumple cuando se restringe
la libertad personal sin la observancia de las garantías del debido proceso.

7. En el caso concreto, el demandante alega que su detención es


arbitraria e inconstitucional porque el mandato de detención no está
debidamente fundamentado y el auto de apertura de instrucción no le ha sido
notificado. Al respecto, obra en el expediente (a fojas 9) la resolución judicial de
fecha 10 de diciembre de 2005, en la cual el Juez Penal abre instrucción contra
el demandante y contra otras personas pertenecientes, presuntamente, a la
banda “Los malditos de Huaral”, por el delito contra el patrimonio en la
modalidad de robo agravado. Se puede apreciar que dicha resolución se
encuentra debidamente motivada, en la medida que el Juez no sólo se ha
limitado a señalar los requisitos que exige el artículo 135 del Código Procesal
Penal, sino que ha fundamentado objetivamente la concurrencia de los
elementos exigidos para que dicte el mandato de detención. En este extremo,
por tanto, este Colegiado concluye que no se ha vulnerado derecho
fundamental alguno. En cuanto a la alegación del demandante sobre la
supuesta falta de notificación del auto de apertura de instrucción, este Tribunal
observa que a fojas 13 obra la cédula de notificación judicial de fecha 10 de
diciembre de 2004 y que ha sido debidamente recepcionada, según consta en
autos. En consecuencia, no existe, en el presente caso, la vulneración de los
derechos fundamentales que alega el demandante.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN

BENEFICIO DE LIBERTAD CONDICIONAL

Expediente Nº 00454-2006-HC/TC
LIMA
JOSÉ MARTÍN ARIAS CORONEL
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 22 días del mes de febrero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados Gonzales Ojeda,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Constante Díaz


Fernández, abogado de don José Martín Arias Coronel, contra la sentencia de
la Cuarta Sala Penal para Procesos con Reos en cárcel de la Corte Superior de
Justicia de Lima, de fojas 254, su fecha 1 de diciembre de 2005, que declaró
infundada la demanda el hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 24 de agosto de 2005 el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de don José Marín Arias Coronel, contra el Consejo
Supremo de Justicia Militar. Refiere que el favorecido, quien fue Suboficial PNP,
fue condenado a una pena privativa de libertad de 8 años por la comisión del
delito de evasión de presos y que, a pesar de haber cumplido más de dos
tercios de la condena, requisito establecido en el artículo 70 del Código de
Justicia Militar, el beneficio de liberación condicional le ha sido denegado,
aduciéndose que el delito por el que fue cometido no se favorece con él.

Realizada la investigación sumaria, el Presidente del Consejo Supremo


de Justicia Militar, general EP Juan Pablo. Ramos Espinoza, manifiesta que
todo proceso del fuero privativo militar se lleva a cabo conforme a los
procedimientos legalmente establecidos. El Procurador Público encargado de
los asuntos judiciales de la Justicia Militar se apersona al proceso y alega que
la resolución mediante la que se declara improcedente el beneficio solicitado es
conforme al artículo 70 del Código de Justicia Militar, que prohíbe la concesión
del beneficio de liberación condicional para el delito del desobediencia. Por su
parte, los vocales del Consejo Supremo de Justicia Militar, los oficiales Luis
Alfredo Muñoz Vigines, Julio Wilmont Bueno Tirado y Pedro Víctor Cabezas
Córdova, declaran uniformemente que el artículo 70 del Código de Justicia
Militar prevé que no se concederá beneficio de liberación condicional para el
delito por el que el beneficiario del presente hábeas corpus ha sido condenado.

El Cuadragésimo Sexto Juzgado Penal de Lima, con fecha 28 de


octubre de 2005, declara infundada la demanda, por considerar que los
beneficios penitenciarios no operan de manera automática, por el solo hecho
de haberse cumplido una determinada fracción de la pena, sino que su
otorgamiento está supeditado a una evaluación judicial respecto del nivel de
readaptación social que muestre el interno.

La recurrida confirma la apelada por considerar que la figura delictiva de


desobediencia, por la que fue condenado el favorecido, de acuerdo a lo
previsto en el Código de Justicia Militar es un delito que se encuentra privado
del beneficio de liberación condicional.

FUNDAMENTOS

1. El demandante cuestiona el hecho de habérsele denegado el


beneficio de liberación condicional a pesar de que ya ha cumplido con dos
tercios de la condena y que según lo establecía el entonces vigente Código de
Justicia Militar, ciertos delitos se encuentren privados del beneficio de liberación
condicional, lo cual vulnera el principio de igualdad.

2. Al respecto este Tribunal, en la sentencia recaída en el Expediente de


Nº 010-2002-AI/TC, ha establecido que la concesión de determinados
beneficios penitenciarios es compatible con los principios que informan el
régimen penitenciario y que, sin embargo, de ello no se deriva un mandato al
juez para que disponga la concesión de tales beneficios cuando sean
requeridos por cualquier condenado. También es preciso indicar que en el
mismo precedente se ha precisado que si el legislador prevé la concesión de
beneficios penitenciarios para condenados por determinados delitos y los
deniega para otros, no se afecta el principio de igualdad jurídica si tal
diferenciación en el trato no es arbitraria y se sustenta en razones objetivas y
razonables. Entre los criterios que legitiman un tratamiento diferenciado en el
régimen de concesión de beneficios penitenciarios, el Tribunal ha reconocido
como válidos aquellos que atiendan a la gravedad del delito y a la naturaleza
de los bienes jurídicos que se persigue proteger. En el mismo sentido, este
Tribunal ha establecido que tal principio de igualdad no se lesiona en el caso
concreto del tipo penal agravado de tráfico de drogas, tipificado en el artículo
297 del Código Penal [Exp. 1025-2003-HC/TC, Gisela María Rodríguez Luyo].

3. En el presente caso, el favorecido ha sido condenado por los delitos


de evasión de presos y desobediencia, este último tipificado en el artículo 160
del entonces vigente Código de Justicia Militar, Decreto Ley Nº 23214, dentro
de la Sección V del Libro Primero de dicho Código que expresa: delitos que
afectan a la disciplina de los institutos armados, por lo que se encuentra
excluido del beneficio que solicita. En efecto, de acuerdo al artículo 70 del
entonces vigente Código de Justicia Militar: “(...) la liberación condicional no
procederá en los casos de condena por delitos contra la seguridad de la
Nación, contra el orden constitucional y de la seguridad del Estado y contra la
seguridad y disciplina de los institutos Armados previstos en las Secciones III,
IV y V del Libro I de este Código”. Este Colegiado así considera que dados los
fines constitucionalmente encomendados a las Fuerzas Armada, a saber:
garantizar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la
República, de acuerdo a lo expresado en el párrafo precedente, no resulta
irrazonable que aquellos delitos de función que terminen incidiendo en la
seguridad del estado, el orden constitucional y la disciplina de las instituciones
castrenses, puedan ser consideradas por el legislador como conductas cuya
gravedad no admite la concesión de determinados beneficios.

4. El demandante ha alegado el cumplimiento de todos los requisitos


para acceder al beneficio de liberación condicional lo que ha sido desvirtuado
puesto que para uno de los delitos por los que fue condenado no se prevé la
concesión del beneficio que solicita. Es preciso pues indicar que aun
cumpliéndose los requisitos exigidos por ley, la concesión de la liberación
condicional no deviene automática. De modo análogo a los beneficios de
semilibertad y liberación condicional previstos en el Código de Ejecución Penal,
su concesión está sujeta a una previa evaluación judicial que determine si la
pena ha cumplido su función resocializadora, de forma tal que se pueda
permitir egresar al condenado del Establecimiento Penitenciario antes de que la
pena privativa de libertad haya sido cumplida. Así, el artículo 70 del Código de
Justicia Militar, vigente al momento en que se emitió la resolución de la Justicia
Militar que se cuestiona, establecía como requisito adicional para la concesión
de la liberación condicional la “(...) por su buena conducta (que) en el penal
hicieren presumir que se conducirán bien en libertad”.

5. En tal sentido, si bien el vigente Código de Justicia Militar Policial


publicado el 11 de enero de 2006, el cual no se encontraba vigente al momento
de la solicitud del beneficio, no limita la concesión del beneficio de la liberación
condicional a determinados delitos, ello no implica que en aplicación retroactiva
favorable del Código vigente la pretensión pueda ser declarada fundada, toda
vez que como ya quedó expresado, la concesión del beneficio, en caso de que
se hubiera cumplido con los requisitos legales, requiere de una previa
evaluación judicial de la conducta del condenado, a efectos de determinar si el
tratamiento penitenciario ha cumplido su objetivo resocializador.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

SS.
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VIOLACION A LA LIBERTAD PERSONAL

Expediente Nº 0520-2005-PHC/TC
AREQUIPA
VANESSA VANY PAUCA ÁLVAREZ
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de diciembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Vanesa Vany


Pauca Álvarez contra la sentencia de la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Arequipa, de fojas 91, su fecha 27 de diciembre de
2004, que declaró infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

La demandante, con fecha 19 de noviembre de 2004, interpone


demanda de hábeas corpus contra los integrantes de la Tercera Sala Penal de
la Corte Superior de Justicia de Arequipa, vocales Juan Luis Rodríguez
Romero, Eloy Zeballos Zeballos y José Arce Villafuerte, comprendiendo
también en la demanda al juez del Tercer Juzgado Especializado Penal de
Arequipa, don Pablo Walter Carpio Medina, sosteniendo que la emplazada Sala
Penal, en la causa penal Nº 3296-2003, confirmó la sentencia condenatoria en
su contra, de fecha 10 de mayo de 2004, imponiéndole 5 años de pena
privativa de la libertad efectiva, más la penalidad accesoria de noventa días
multa y el pago de la suma de mil quinientos nuevos soles, por concepto de
reparación civil, al encontrarla responsable de la comisión del delito contra la fe
pública, en la modalidad de falsedad material, sin haberse considerado el
mérito de diversas piezas procesales, como es la pericia grafotécnica, en el
desarrollo del juicio, todo lo cual vulnera el derecho constitucional al debido
proceso.

El Segundo Juzgado Especializado en lo Penal de Arequipa, con fecha 7


de diciembre de 2004, declaró improcedente la demanda por considerar que
está dirigida a enervar la validez de resoluciones judiciales emanadas de un
proceso regular, correspondiéndole a la accionante recurrir y actuar dentro del
mismo proceso, ya que ninguna autoridad puede avocarse a causas
pendientes ante órgano jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus
funciones.

La recurrida revocó la apelada y, reformándola, la declaró infundada, por


estimar que en el presente caso no se evidencia la vulneración de derecho
constitucional alguno.

FUNDAMENTOS

1. La actora interpone demanda de hábeas corpus contra los vocales


integrantes de la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Arequipa, cuestionando que la Sala Penal emplazada haya confirmado la
sentencia condenatoria sin tener en consideración la pericia grafotécnica, con
lo que se ha violado sus derechos fundamentales consagrados en la
Constitución y privado a ella de su libertad personal. Pide que se declare la
inaplicabilidad o nulidad de la resolución cuestionada, ordenándose que se
emita una nueva resolución.

2. Debe señalarse que desde el 1 de diciembre de 2004 se halla en


vigencia el Código Procesal Constitucional (Ley Nº 28237), que regula los
procesos constitucionales y, entre ellos, el hábeas corpus; es decir que, desde
antes de la vista de la presente causa constitucional por el Tribunal
Constitucional, rige este cuerpo legal.

3. En efecto, compulsando el presente caso con las resoluciones de la


Sala Penal emplazada dictadas en el juicio, y con las disposiciones del Código
Procesal Constitucional, se aprecia que la presente demanda no resulta
gravada con los supuestos impeditivos de procedibilidad que prescribe, de
modo que resulta adecuada la aplicación al caso de esta nueva legislación
procesal constitucional.

4. En cuanto a lo alegado por la demandante -quien pretende que se


declaren nulos los actos procesales realizados en el juicio al que fue sometida-,
es evidente que su propósito es modificar el juicio de reproche penal emitido
por el juez del Tercer Juzgado Especializado en lo Penal en la sentencia
condenatoria, obrante en autos a fojas 34, su fecha 7 de enero de 2004, por la
comisión de delito contra la fe pública, en la modalidad de falsedad material.
Fallo que fue confirmado por la Primera Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Arequipa, con fecha 4 de noviembre de 2004, obrante en autos a
fojas 42, adquiriendo así la calidad de cosa juzgada.

5. Más aun, del estudio detallado de las piezas instrumentales glosadas


en autos, se colige que la pericia grafotécnica sí fue debidamente merituada al
momento de dictarse sentencia en su contra, tal y conforme se colige de la
copia de la sentencia condenatoria obrante en autos a fojas 36.

6. Por lo expuesto, el hábeas corpus no puede ser utilizado como un


recurso más para modificar la sentencia condenatoria y la decisión colegiada
que puso fin al proceso penal seguido contra la demandante; más aún, si ésta
fue confirmada por la Sala Penal de la Corte Superior de Arequipa, vía recurso
de apelación interpuesto por la demandante en ejercicio pleno de su derecho
de defensa y en cumplimiento del principio constitucional de la doble instancia.
Consecuentemente, no resulta de aplicación al presente caso lo prescrito en el
artículo 4 del Código Procesal Constitucional.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
CESE LA VULNERACION DE SUS DERECHOS A LA LIBERTAD E
INTEGRIDAD PERSONALES

Expediente Nº 0669-2006-PHC/TC
LIMA
FÉLIX NÚÑEZ QUINTANA
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 2 días del mes de febrero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Carlos Eduardo


Núñez Flores a favor de su padre, señor Félix Núñez Quintana, contra la
resolución de la Cuarta Sala Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima, de fojas 87, su fecha 20 de diciembre de 2005,
que declara improcedente la demanda de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 14 de noviembre de 2005, don Carlos Eduardo Núñez Flores
interpone demanda de hábeas corpus a favor de su padre, señor Félix Núñez
Quintana, contra doña Constancia Francisca Rodríguez de la Cruz, solicitando
que cese la vulneración de sus derechos a la libertad e integridad personales.

La demanda se funda en lo siguiente:

- Se viene impidiendo que el señor Félix Núñez Quintana acceda al


tratamiento médico que requiere, pues se le retiene arbitrariamente en el
inmueble de la demandada. La gravedad de esta situación se sustenta en el
hecho de que el beneficiario padece de diversos males, dada su avanzada
edad.

- Se le mantiene en un arbitrario estado de incomunicación frente a sus


hijos, puesto que se le impide que tenga contacto con ellos, ya sea
personalmente o por vía telefónica.
2. Investigación sumaria de hábeas corpus
Con fecha 14 de noviembre de 2005, el Segundo Juzgado Mixto de Villa
María del Triunfo dispuso que se lleve a cabo la investigación sumaria del
hábeas corpus y ordenó la realización de una inspección judicial en el inmueble
de la demandada.

- El día 14 de noviembre de 2005 se realizó el acto de inspección judicial


(fojas 42) en el lugar del domicilio de la demandada; en él, don Félix Núñez
Quintana dijo encontrarse bien al cuidado de su esposa. Asimismo se pudo
constatar que efectivamente el domicilio se encuentra en buenas condiciones
de aseo, orden y limpieza. Además cuenta con una línea telefónica y no se
pone trabas para que los hijos del beneficiario se comuniquen con él; al
respecto, este mismo señala que ellos lo han ido a visitar.

3. Resolución de primera Instancia


Con fecha 15 de noviembre de 2005, el Segundo Juzgado Mixto de Villa
María del Triunfo declara improcedente la demanda de hábeas corpus,
argumentando que no se advierte la configuración de algún hecho que vulnere
los derechos alegados por el recurrente. Añade que el traslado del señor Félix
Núñez Quintana a la casa de la demandada se llevó a cabo como
consecuencia de una medida de protección emitida en una investigación
regular de violencia familiar.

4. Resolución de segunda instancia


Con fecha 20 de diciembre de 2005, la Cuarta Sala Penal para Procesos
con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima confirma la sentencia
apelada y declara improcedente la demanda, argumentando que el señor Félix
Núñez Quintana ocupa actualmente el domicilio de la demandada como
consecuencia de una medida de protección; asimismo, se encuentra en
condiciones adecuadas para la protección de su salud y no se le impide la
comunicación con sus hijos.

III. FUNDAMENTOS

1. El artículo 25, inciso 17 del Código Procesal Constitucional prevé el


denominado hábeas corpus correctivo, estableciendo que el hábeas corpus
procede para tutelar “el derecho del detenido o recluso a no ser objeto de un
tratamiento carente de razonabilidad y proporcionalidad respecto de la forma y
condiciones en que cumple el mandato de detención o la pena”. Este Colegiado
en sentencia anterior (Exp. Nº 2663-2003-HC/TC), hizo un desarrollo sobre los
tipos de hábeas corpus, entre ellos el hábeas corpus correctivo.

2. Este tipo de hábeas corpus procede cuando se producen actos de


agravamiento ilegal o arbitrario respecto a las formas o condiciones en que se
cumplen las penas privativas de la libertad. Por ende, su fin es resguardar a la
persona de tratamientos carentes de razonabilidad y proporcionalidad, cuando
se ha determinado cumplir un mandato de detención o de pena. En otra
oportunidad (Exp. Nº 726-2002-HC/TC) se ha precisado que mediante este
medio procesal puede efectuarse el control constitucional de las condiciones en
las que se desarrolla la restricción del ejercicio de la libertad individual, en
todos aquellos casos en que ésta se haya decretado judicialmente.

3. Procede también el hábeas corpus correctivo ante la amenaza o acto


lesivo del derecho fundamental a la vida, a la integridad física y psicológica, o
del derecho a la salud de los reclusos o personas que se encuentran bajo una
especial relación de sujeción internados en establecimientos de tratamiento
públicos o privados (tal el caso de personas internadas en centros de
rehabilitación y de menores, en internados estudiantiles, entre otros).
Igualmente, es idóneo en los casos en que, por acción u omisión, se violen o
amenacen el derecho al trato digno o se produzcan tratos inhumanos o
degradantes. Es también admisible su interposición en los casos de restricción
arbitraria del derecho de visita familiar a los reclusos; de ilegitimidad del
traslado de un recluso de un establecimiento penitenciario a otro; y por la
determinación penitenciaria de cohabitación en un mismo ambiente de reos en
cárcel de procesados y condenados.

4. Sin embargo, los supuestos precedentemente enunciados para la


procedencia del hábeas corpus correctivo no pueden ser determinados en
abstracto, sino, por el contrario, casuísticamente y atendiendo a las
circunstancias concretas conexas al caso. Desde esta perspectiva amplia, se
puede afirmar que el tipo de hábeas corpus correctivo procede también en
aquellos supuestos en que se produce una retención por violencia doméstica o
familiar hacia las mujeres, menores de edad, ancianos y otros en estado de
dependencia.

5. Ahora bien y ya en el caso concreto, el demandante afirma que la


demandada viene atentando contra la integridad personal de su padre, Félix
Núñez Quintana, y contra su derecho a la libertad personal, puesto que lo
retiene arbitraria y abusivamente en el inmueble donde ahora vive la
demandada, impidiendo que tenga comunicación con sus hijos.

6. Al respecto obra en autos (fojas 52) la denuncia Nº 352-2005, de


fecha 25 de octubre de 2005, mediante la cual la demandada manifiesta que en
contra de su voluntad y la de su esposo, se encuentran viviendo en el inmueble
ubicado en la calle Luna Pizarro Nº 224, distrito de Barranco, donde son
constantemente maltratados psicológicamente por parte de la hija de su
esposo, motivo por el cual y a fin de salvaguardar su integridad y bienestar,
solicitan garantías para que se retiren del domicilio mencionado. Asimismo,
obra en autos (fojas 53) el Oficio Nº 352-05-MP-FN-8FPFL, de fecha 25 de
octubre de 2005, que dispone el apoyo policial a efectos de garantizar su
integridad física y psicológica, toda vez que existe una denuncia por violencia
familiar. Esta situación permite considerar que entre las partes del proceso
existen desavenencias y conflictos que deben ventilarse en la vía que
corresponda.

7. Además de ello se debe considerar que en el acta de inspección


judicial, de fecha 14 de noviembre de 2005, don Félix Núñez Quintana
manifiesta estar por su propia voluntad y libremente en el domicilio en el cual
ahora vive, donde se le brinda las atenciones necesarias por su enfermedad,
así como el tratamiento médico que requiere. Por lo señalado, este Tribunal no
advierte la vulneración de los derechos fundamentales invocados por el
demandante, lo cual no obsta para que se garantice que los hijos de don Félix
Núñez Quintana realicen las visitas familiares a su padre, dado que no existe
un mandato judicial que lo impida.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DE LA DEBIDA MOTIVACION DE RESOLUCIONES

Expediente Nº 0803-2006-PHC/TC
LIMA
JACQUES TROTTIER
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 22 días del mes de febrero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Javier Fernández-


Concha Stucker, abogado de Jacques Trottier, contra la sentencia de la
Segunda Sala Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de
Justicia de Lima, de fojas 1045, su fecha 14 de noviembre de 2005, en el
extremo que declara infundada en parte la demanda de hábeas corpus de
autos respecto a la violación de su derecho al debido proceso y a la tutela
jurisdiccional.

ANTECEDENTES

Con fecha 8 de setiembre de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de don Jacques Trottier y la dirige contra los Vocales
integrantes de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Cajamarca,
cuestionando la resolución de fecha 13 de junio de 2005, mediante la cual se
revoca la resolución que declaraba fundada la cuestión previa deducida en el
proceso que se le sigue ante el Juzgado Mixto de Cajabamba, por delito de
desobediencia o resistencia a la autoridad, signado con el Nº 2004-102. La
dirige también contra el juez del Juzgado Mixto de Cajabamba, cuestionando la
resolución de fecha 23 de agosto de 2005, mediante la cual se dicta mandato
de detención contra el favorecido en el referido proceso penal. Alega, respecto
de la resolución de fecha 13 de junio de 2005, que constituye un requisito de
procedibilidad para el proceso por delito de desobediencia o resistencia a la
autoridad la previa notificación de la resolución cuyo incumplimiento se
denuncia y que la cuestionada resolución deniega la cuestión previa deducida
señalando que ya había acusación fiscal que comprendía a su defendido y que
no se visualiza la falta de algún requisito de procedibilidad. Ello, según afirma,
contraviene lo previsto en el artículo 4 del Código de Procedimientos Penales,
que establece que las cuestiones previas pueden plantearse en cualquier
estado del proceso. Señala también que resulta vulnerada la debida motivación
de las resoluciones en tanto no se expresa un criterio razonado que justifique la
decisión.

Realizada la investigación sumaria, se tomó la declaración del


magistrado Jenner Zegarra Sánchez, vocal de la Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Cajamarca, quien refirió que su sala revocó la
resolución que declaraba fundada la cuestión previa sobre la base de los
elementos probatorios que constan en el proceso y con criterio de conciencia.
Por su parte, el juez a cargo del Juzgado Mixto de Cajabamba, magistrado
Víctor Raúl Torres Zúñiga, manifestó que declaró reo ausente al favorecido y
dispuso su conducción en forma compulsiva en virtud a que no había
concurrido a rendir su manifestación instructiva.

Con fecha 18 de octubre de 2005, el Decimosexto Juzgado Penal de


Lima declaró infundada la demanda de hábeas corpus por considerar que no
se ha acreditado que los accionados hayan vulnerado derecho constitucional
alguno del favorecido, toda vez que la actuación de éstos se ha desarrollado
dentro de un proceso regular, conforme al debido proceso.

La recurrida confirmó la apelada que declara infundada la demanda en el


extremo que se cuestiona la denegatoria de la cuestión previa deducida y
declaró fundada la demanda en el extremo que se cuestiona la resolución que
declara reo ausente al beneficiario del hábeas corpus y se ordena su inmediata
ubicación y captura, declarando, en consecuencia, la nulidad de la referida
resolución.

FUNDAMENTOS

1. La resolución recurrida declaró fundado el extremo de la demanda en


el que se cuestiona la orden de detención, por lo que de acuerdo a lo previsto
en el artículo 202, inciso 2, de la Constitución, según el cual el Tribunal
Constitucional es competente para “[c]onocer en última y definitiva instancia,
las resoluciones denegatorias de hábeas corpus, (...)”. este Tribunal sólo se
pronunciará sobre el extremo que fue declarado infundado, esto es, respecto
del cuestionamiento efectuado sobre la resolución de la Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Cajamarca que, revocando la apelada, desestima la
cuestión previa deducida en el proceso penal seguido contra el beneficiario del
presente hábeas corpus.

2. El demandante cuestiona la resolución de fecha 13 de junio de 2005,


que desestima la cuestión previa deducida, alegando vulneración a la debida
motivación de las resoluciones. Sostiene su pretensión alegando que la
resolución cuestionada desestimó la cuestión previa deducida en atención a
que i) ya había acusación fiscal, lo que, a decir del demandante, contraviene lo
expresamente previsto en el artículo 4 del Código de Procedimientos Penales,
en el sentido de que procede la interposición de la cuestión previa en cualquier
etapa del proceso y que ii) la resolución establece no haber advertido la falta de
algún requisito de procedibilidad, lo que, para el recurrente, no se condice con
un criterio razonado que justifique su decisión.

3. Respecto de la pretendida contravención al artículo 4 del Código de


Procedimientos Penales, es preciso reiterar lo ya señalado por este Tribunal en
el sentido de que no es labor de la justicia constitucional el resolver asuntos de
mera legalidad. Es por ello que no resulta pertinente en un proceso
constitucional de la libertad el cuestionar el quebrantamiento de una norma
legal si de aquél no se deriva una vulneración o amenaza de algún derecho
constitucional.

Asimismo, es de apreciarse que si bien la resolución cuestionada señala


efectivamente que ya se ha dictado acusación fiscal, tal afirmación no es
utilizada como argumento para desestimar la cuestión previa deducida.

4. Con respeto a lo alegado por la parte demandante en el sentido que la


resolución cuestionada vulnera la exigencia constitucional de motivación de las
resoluciones al señalar que no se advierte la falta de cumplimiento de algún
requisito de procedibilidad, es preciso indicar que según lo ha definido este
Tribunal el referido derecho fundamental “(...) se respeta siempre que exista
fundamentación jurídica, congruencia entre lo pedido y lo resuelto y, por sí
misma, exprese una suficiente justificación de la decisión adoptada, aun si ésta
es breve o concisa (...)” [Exp. Nº 1230-2002-HC/TC]. Siendo éste el contenido
del derecho a la debida motivación de las resoluciones, se advierte que la
resolución cuestionada cumple con esta exigencia constitucional de motivación.
Por lo tanto, al no haberse vulnerado el derecho fundamental invocado, la
pretensión deberá ser estimada.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad


que le confiere la Constitución Política del Perú

RESUELVE

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DEL PRINCIPIO DE GRATUIDAD DEL PROCESO PENAL

Expediente Nº 1812-2005-PHC/TC
PIURA
MARÍA JOSEFA ADRIANZÉN MAURIOLA
Y OTRO
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 9 días del mes de mayo de 2005, la Segunda Sala del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Quispe Segundo


Rodríguez en favor de doña María Josefa Adrianzén Mauriola y don Federico
Ibáñez Marticorena contra la resolución de la Primera Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Piura, de fojas 88, su fecha 10 de febrero de 2005, que
declaró infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

Con fecha 24 de enero de 2005, se interpone demanda de hábeas


corpus en favor de doña María Josefa Adrianzén Mauriola y don Federico
Ibáñez Marticorena contra el juez mixto suplente de la Provincia de
Huancabamba, don Higinio Guerrero Huamán. Se alega que los beneficiarios
son procesados por la presunta comisión del delito de secuestro, en la causa
penal Nº 265-2004, en la que se les impuso la medida coercitiva de detención,
la misma que apelaron, habiéndoseles concedido el recurso por resolución de
fecha 6 de enero de 2005; sin embargo, para la formación del cuaderno de
apelación se exigió a los beneficiarios que faciliten la expedición de las copias
obligándoles a pagar por las mismas, vulnerando, de este modo, el principio de
gratuidad del proceso penal. Asimismo, no obstante haber transcurrido
dieciocho días naturales desde la fecha de concesión del recurso, el incidente
no había sido remitido a la instancia superior, lesionándose el derecho al
debido proceso, la tutela procesal efectiva y la libertad individual.

Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, el Juez emplazado presenta sus


descargos mediante el Informe Nº 001-2005-JMN-SP, sosteniendo que su
Juzgado no actuó con retardo, toda vez que proveyó y remitió el incidente de
apelación dentro de los términos; en todo caso, de haber demora se debe tener
en cuenta que su despacho no tiene equipo de fotocopiadora para facilitar la
expedición de copias de los actuados.
Resolución de primera instancia

El Segundo Juzgado Penal de Piura, a fojas 24, con fecha 25 de enero


de 2005, declaró fundada en parte la demanda, en cuanto a la violación de los
derechos constitucionales del debido proceso, libertad individual y tutela
procesal efectiva de los accionantes, e improcedente en cuanto se solicita la
libertad inmediata de los demandantes.

Resolución de segunda instancia

La recurrida revocó en parte en parte la apelada y, reformándola, la


declaró infundada, por estimar que se ha regularizado el trámite del incidente
de apelación, y los agraviados han hecho uso de los recursos y la vía
específica para salvaguardar su derecho a la libertad.

FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

Mediante la presente demanda constitucional, se reclama la inmediata


libertad de los beneficiarios al haberse vulnerado sus derechos constitucionales
al principio de la gratuidad de la administración de justicia en materia penal y el
derecho constitucional al debido proceso.

Análisis del caso materia de controversia constitucional

1. A fojas 54, se aprecia que el accionante interpuso apelación contra el


mandato de detención que impuso el juez penal demandado, recurso que el
citado magistrado concedió mediante resolución de fecha 6 de enero de 2005,
supeditando la formación del cuaderno de apelación y su consecuente
elevación al órgano superior, a que el demandante facilite la expedición de las
copias de los actuados.

2. Este Tribunal debe señalar que el requerimiento judicial antes


señalado resulta inconstitucional, por colisionar con el principio constitucional
de la gratuidad del servicio de justicia, prescrito en el artículo 139, inciso 16, de
la Carta Política, pues esta garantía normativa supone la exoneración de toda
tasa judicial o carga impositiva de algún tipo en aquellos casos que sea
necesario la expedición de copias de los actuados para la formación de
cuadernos incidentales, de un expediente tramitado en la vía penal, o en los
que por la naturaleza del propio derecho se solicita la expedición de copias
certificadas. Tal criterio no sólo opera para las personas de escasos recursos
económicos sino para aquellos supuestos que la ley señala, significando que si
el Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, aprobado por
Decreto Supremo Nº 017-93-JUS, precisa en el inciso d) de su artículo 24 que
entre las exoneraciones en el pago de las tasas judiciales se encuentran los
procesos penales, con la única excepción de las querellas, no puede habilitarse
ninguna disposición administrativa ni legal que permita distinguir donde la
norma referida no distingue, como la ha sostenido este Colegiado en la
Sentencia recaída en el Exp. Nº 2206-2002-AA/TC (caso Manuel Gómez
Salinas).

3. Cabe señalar que en el caso concreto, la vulneración del principio


constitucional mencionado tornó negatorio la revisión del mandato de detención
impuesto al demandante, por cuanto el cuaderno de la apelación promovida por
éste sólo iba a ser elevado al órgano superior cuando hubiere costeado la
expedición de las copias que dispuso la autoridad judicial, que como se ha
señalado resultaba inconstitucional truncando con ello la posibilidad de su
eventual excarcelación.

4. Se debe precisar que a fojas 23 del expediente se acredita que el


incidente de apelación promovido por el accionante fue elevado para su
revisión a la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Piura, con
fecha 24 de enero de 2005, produciéndose por esta razón el cese de la
vulneración de los derechos constitucionales alegados en la demanda; sin
embargo, estimando el agravio a la libertad personal del actor por la demora
que implicó la tramitación del incidente de apelación por las razones antes
expuestas, este Tribunal, en aplicación del artículo 1 del Código Procesal
Constitucional, debe estimar la demanda, advirtiendo al Juez penal demandado
que de volver a incurrir en actos como los que han sido materia de la presente
reclamación constitucional, será pasible de las medidas previstas en el artículo
22 del código mencionado, debiéndose determinar por la autoridad competente
la existencia o no de responsabilidad penal que, por su inconstitucional
actuación, le pudiera corresponder al citado magistrado, lo que es conforme
con el artículo 8 de la Ley Nº 28237.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus.

2. Disponer que se remitan copias de los actuados de este proceso


constitucional a la Fiscalía Provincial Penal de Turno, para que actúe de
conformidad con sus atribuciones.
3. Disponer se remitan copias de este expediente constitucional al
Órgano de Control de la Magistratura (OCMA).

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

ATENTA CONTRA SU LIBERTAD PERSONAL

Expediente Nº 1860-2005-HC/TC
LIMA
JHON JOEL HUERTAS MORI
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 9 días del mes de mayo de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Jhon Joel Huertas Mori


contra la resolución emitida por la Primera Sala Penal para Procesos con Reos
Libres de la Corte Superior de Justicia del Cono Norte de Lima, de fojas 131, su
fecha 9 de febrero de 2005, que declara improcedente la demanda de hábeas
corpus de autos.

ANTECEDENTES

Demanda
Con fecha 21 de enero de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra los magistrados de la Segunda Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos Libres, señores Lecaros Chávez, Jorge
Raymundo y Fernando Ceballos, sosteniendo que con fecha 1 de marzo de
2004, el Decimosegundo Juzgado Especializado en lo Penal de Cono Norte de
Lima dispuso su inmediata excarcelación, al declararse procedente la
revocatoria del mandato de detención por la medida de comparecencia, en el
proceso penal que se le sigue por la presunta comisión del delito de robo.
Añade que, con fecha 18 de octubre de 2004, la Sala Superior emplazada
declaró improcedente su solicitud de variación del mandato de detención por el
de comparecencia, ordenándose su inmediata captura, pese a no cumplirse los
presupuestos legales de la detención establecidos en el artículo 135 del Código
Procesal Penal, violándose el derecho constitucional al debido proceso, y
atentándose contra su libertad personal.

Investigación sumaria
Realizada la investigación sumaria, obra acta de verificación de estado
del expediente penal seguido contra el demandante.

Resolución de primera instancia


El Sexto Juzgado Especializado en lo Penal del Cono Norte de Lima,
con fecha 22 de enero de 2005, declaró improcedente la demanda, por estimar
que no resulta acreditada la vulneración de los derechos invocados en la
demanda.

Resolución de segunda instancia


La recurrida confirmó la apelada, por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio


El objeto del presente proceso constitucional es cuestionar las resolución
judicial mediante la cual se dispone la ubicación y captura del recurrente, al
haberse declarado improcedente su solicitud de variación del mandato de
detención por el de comparecencia.

Análisis del caso materia de controversia constitucional

1. El demandante aduce que al haberse aplicado incorrectamente el


artículo 135 del Código Procesal Penal, revocándose el mandato de
comparecencia por el de detención, del que era pasible en virtud de la
aceptación de su petición de variación de esta medida, se trasgrede su derecho
constitucional al debido proceso, vulnerándose su libertad personal.

2. Debe precisarse que tanto el mandato de detención, como el de


comparecencia, constituyen medidas coercitivas que, además de ser
provisionales, se encuentran sometidas a la cláusula rebus sic stantibus, lo que
significa que su permanencia o modificación, a lo largo del proceso, estará
siempre subordinada a la estabilidad o el cambio de los presupuestos que
hicieron posible su adopción inicial, por lo que es plenamente posible que,
alterado el estado sustancial de los datos reales sobre los cuales la medida se
adoptó, sea factible su variación.
3. Asimismo, la mantención de una medida de coerción o su variación
supone que dicha decisión debe cumplir la exigencia constitucional de una
debida motivación, que garantiza que los jueces, cualquiera que sea la
instancia a la que pertenezcan, deben expresar el proceso mental que los ha
llevado a decidir una controversia, a efectos de asegurar que el ejercicio de la
potestad de administrar justicia se haga con sujeción a la Constitución y a la
ley; pero también tiene la finalidad de facilitar un adecuado ejercicio del
derecho de defensa de los justiciables.

4. En este orden de ideas, resulta imprescindible destacar (como se hizo


anteriormente en la STC Nº 1291-2000-AA/TC), que la Constitución no
garantiza una determinada extensión de la motivación, por lo que su contenido
esencial se respeta siempre que exista fundamentación jurídica, congruencia
entre lo pedido y lo resuelto, y que por sí misma exprese una suficiente
justificación de la decisión adoptada, aun si ésta es breve o concisa, o se
presenta el supuesto de motivación por remisión.

5. En tal sentido, este Tribunal Constitucional considera que en el


presente caso el órgano judicial demandado ha cumplido con la exigencia
constitucional de motivación de las resoluciones, al expresar en los FJ Nºs 3 y
4 de la resolución cuestionada, las causas objetivas y razonables para declarar
improcedente la solicitud de variación del mandato de detención presentada
por el demandante, que le fuera concedida en primera instancia, y ordenar por
ello su detención. De su decisión puede colegirse que no existen nuevos actos
que acrediten el decaimiento de los motivos o presupuestos que sustentaron
inicialmente la citada medida de coerción, por lo que no resulta plausible
adoptar una alternativa menos gravosa sobre el derecho a la libertad física del
recurrente; aseveración que no implica, en modo alguno, un pronunciamiento
sobre su responsabilidad penal, la que deberá ser determinada por el juez
ordinario competente.

6. Desvirtuada así la supuesta arbitrariedad de la resolución materia de


autos, y dado que no constituye amenaza a la libertad personal del accionante,
la presente demanda debe desestimarse, al no cumplirse el presupuesto legal
previsto en el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.


SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

VIOLACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 2023-2005-PHC/TC
LAMBAYEQUE
CANDELARIO CARHUATANTA HERNÁNDEZ
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 19 días del mes de mayo de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Gotelli, pronuncian la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de Agravio Constitucional interpuesto por don Candelario


Carhuatanta Hernández contra la resolución de la Sala Vacacional de la Corte
Superior de Justicia de Lambayeque, de fojas 99, su fecha 1 de marzo de
2005, que declara improcedente la demanda de hábeas corpus de autos

ANTECEDENTES

Con fecha 8 de febrero de 2005, don Candelario Carhuatanta Hernández


interpone demanda de hábeas corpus y la dirige contra el Juez del Tercer
Juzgado Especializado Penal de Chiclayo, doctor Víctor Adolfo Torres Sánchez,
por la vulneración de su tutela judicial efectiva y de sus derechos
constitucionales conexos a su libertad individual, como el derecho de defensa y
al debido proceso. Sostiene que ante el mencionado juzgado se le sigue
proceso penal, por presunto delito de difamación agravada por medio de
prensa, Exp. Nº 984-2004; aduce que, al no habérsele notificado en su
domicilio procesal con la resolución Nº 9, se le causa indefensión, dado que se
le recorta su derecho de defensa, a la par que se incurre en vicio insubsable y
se evidencia la vulneración de los derechos constitucionales demandados, por
lo que solicita que, retrayendo las cosas al estado anterior a la vulneración se
declaren nulos los actuados hasta la violación inovocada, se proceda conforme
lo dispone el Código Procesal Civil, en cuanto al acto de la notificación y, en
consecuencia, se suspenda la diligencia de lectura de sentencia señalada para
el día 11 de febrero de 2005.

Finalmente, alega que toda la tramitación de la causa penal fue irregular,


vulnerándose sus derechos desde que se abrió instrucción en su contra
mediante resolución judicial que, al ser notificada en el Palacio Municipal y no
en su domicilio real, originó que, en su oportunidad, el juez emplazado
declarara la nulidad de los actuados desde la notificación de dicho acto
procesal. Aduce que, posteriormente, presentó escrito ofreciendo declaraciones
testimoniales y solicitó la actuación de las mismas, recusó que, arbitrariamente,
fue proveído mediante Resolución Nº 4 que, expresamente, señalaba “(...) No
ha lugar a lo solicitado y póngase en Despacho los autos para resolver”,
arbitrariedad manifiesta en la que incurrió el emplazado y ante la cual
nuevamente dedujo nulidad, la cual se encuentra pendiente de
pronunciamiento por el juzgador, y que, de ser declarada fundada, conllevaría a
que se declararan nulos los actuados por segunda vez en un mismo proceso
penal.

Realizada la investigación sumaria, el demandante se ratifica en el


contenido de su demanda. En tanto que el juez emplazado sostiene que no
existe vulneración constitucional contra el demandante; alega que se han
admitido los medios probatorios propuestos, así como la excepción de
naturaleza de acción interpuesta contra la acción penal; la cual seta resuelta al
momento de sentenciar. Con respecto a las nulidades deducidas, aduce que,
en su oportunidad, una fue declarada fundada y que la segunda se encuentra
pendiente de pronunciamiento.

El Octavo Juzgado Especializado Penal de Chiclayo, con fecha 14 de


febrero de 2005, declaró improcedente la demanda por considerar que no se
acredita la indefensión , alegada en la demanda, puesto que la actividad
procesal que ha tenido el demandante se ha realizado en forma permanente,
por lo que no puede alegarse vulneración de derechos constitucionales.

La Procuradora Pública a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial se apersona en el proceso y solicita que se declare improcedente la
demanda aduciendo que, en vista de que el proceso ha sido tramitado de
manera regular, el hábeas corpus no resulta eficaz.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos, añadiendo


que la decisión del magistrado emplazado que manda reservar sobre la nulidad
deducida se realizó en aplicación de la Ley Nº 28117.

FUNDAMENTOS
1. Es objeto de la presente demanda de hábeas corpus la protección a la
tutela judicial efectiva, atributo que el demandante considera vulnerado al
expedirse las resoluciones judiciales cuestionadas.

Aduce que las resoluciones judicales N.ºs 8, 9 y 10 vician el proceso


penal seguido en su contra con nulidad insalvable, y lesionan el derecho
constitucional invocado.

2. La Norma Suprema, en el artículo 139 establece los principios y


derechos de la función jurisdiccional, consagrando el inciso 3 la observancia
del debido proceso y la tutela jurisdiccional. Es decir, garantizando al
justiciable, ante su pedido de tutela, el deber del órgano jurisdiccional de
observar el debido proceso y de impartir justicia dentro de los estándares
mínimos establecidos por los instrumentos internacionales.

Este enunciado es recogido por el artículo 4 del Código Procesal


Constitucional, al establecer que “[s]e entiende por tutela procesal efectiva
aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan, de modo
enunciativo, sus derechos de libre acceso al órgano jurisdiccional, a probar, de
defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso a no ser desviado
de la jurisdicción predeterminada ni sometido a procedimientos distintos de los
previstos por la ley, a la obtención de una resolución fundada en derecho, a
acceder a los medios impugnatorios regulados, a .la imposibilidad de revivir
procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna de las
resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad procesal
penal”.

3. En consecuencia, el órgano jurisdiccional, cuando imparte justicia,


está obligado a observar los principios, derechos y garantías que la Norma
Suprema establece como límites del ejercicio de la función asignada.

4. En relación a la procedencia contra resoluciones judiciales el Código


Procesal Constitucional precisa en su artículo 4 “[q]ue el hábeas corpus
procede cuando una resolución judicial firme vulnera en forma manifiesta la
libertad individual y la tutela procesal efectiva.”

5. En cuanto al íter del proceso penal subyacente, del estudio de autos


se advierte que a la postulación de la demanda constitucional, se encontraba
pendiente de pronunciamiento por el magistrado emplazado la nulidad de las
resoluciones cuestionadas (fs. 150 del Cuaderno acompañado ) deducidas por
el demandante.

En este sentido, el demandante interpuso prematuramente el presente


proceso constitucional, sin esperar el pronunciamiento del órgano jurisdicional,
esperando que mediante éste se pronuncie por la validez o invalidez de las
resoluciones cuestionadas.

6. Que, sin embargo, y advirtiéndose que las resoluciones cuestionadas


fueron declaradas nulas mediante resolución judicial Nº 13 expedida al interior
del propio proceso penal con fecha 10 de febrero del 2005 (fs. 132 del
Cuaderno acompañado), el mismo que guarda íntima relación con el petitorio
del presente proceso constitucional, se colige que a la fecha ha cesado la
presunta vulneración que sustentaba la demanda.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar improcedente la demanda por cuanto carece de objeto emitir


pronunciamiento sobre el petitorio, por haber operado la sustracción de
materia.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

DETENCION ARBITRARIA

Expediente Nº 2714-2006-PHC/TC
LIMA
NÉRIDA EDITH ESPINOZA MONTANO
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de abril de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Nérida Edith
Espinoza Montano contra la resolución de la Primera Sala Penal para Procesos
con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 119, su
fecha 11 de noviembre de 2005, que declara improcedente la demanda de
hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 16 de setiembre de 2004, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Penal Nacional de Terrorismo solicitando su
inmediata excarcelación. Afirma encontrarse recluida desde el 14 de agosto de
1996, que fue procesada y condenada por un tribunal con identidad secreta a
una pena privativa de libertad de 20 años y que al haberse declarado la nulidad
del juicio oral, se dispuso nuevo auto de enjuiciamiento sin disponer su libertad.
Alega que su condición jurídica es la de detenida, más no de sentenciada y que
habiendo transcurrido más de ocho años de reclusión hasta la fecha de
interposición de la demanda, ha vencido en exceso el plazo máximo de
detención previsto en el artículo 137 del Código Procesal Penal, por lo que su
detención se ha convertido en arbitraria, vulnerándose su derecho a ser
juzgada en un plazo razonable.

Agrega que las leyes que restringen la libertad individual, sean éstas de
carácter sustantivo o procesal penal, deben estar vigentes con anterioridad a la
fecha en que se produce la detención y que no pueden ser retroactivas salvo
que beneficien al detenido, conforme lo señala el artículo 103 de la
Constitución, el cual no distingue entre ley penal sustantiva, procesal penal o
de ejecución.

Realizada la investigación sumaria se tomó la declaración de la


magistrada María Jimena Soledad Cayo Rivera Schreiber, vocal de la Sala
Nacional de Terrorismo, quien manifestó que su judicatura ha actuado en
estricto cumplimiento de la normatividad vigente y que, de acuerdo al Decreto
Legislativo Nº 926, con fecha 20 de junio de 2003 se declaró la nulidad del
juicio oral que dicho Decreto Legislativo establece que la referida anulación no
tendrá como efecto la libertad de los imputados ni la suspensión de las
requisitorias.

El Vigésimo Quinto Juzgado Penal de Lima, con fecha 25 de mayo de


2005, declaró improcedente la demanda por considerar que de acuerdo al
Decreto Legislativo Nº 926, la declaración de nulidad no tendrá como efecto la
libertad de los imputados y que el plazo límite para la detención se computará
desde la fecha del auto de anulación, plazo que aún no ha vencido.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.


FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación de la


accionante. En el caso de autos, se alega que el plazo límite de detención
establecido por el artículo 137 del Código Procesal Penal ha vencido, lo que, a
decir de la demandante, resulta vulneratorio de la libertad personal.

§. De los límites a la libertad personal

2. Conforme a lo enunciado por este Tribunal en reiterada jurisprudencia,


la libertad personal no es sólo un derecho fundamental reconocido, sino un
valor superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e
ilimitado; se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley. Por ello
es que los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma en
que se reconocen tales derechos.

3. El caso de autos se encuentra comprendido en la limitación


precedente señalada. En efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de
la Constitución, no se permite forma alguna de restricción de la libertad
personal, salvo en los casos previstos por la ley. Por tanto, para esclarecer la
controversia, debe establecerse si el período de detención preventiva que
cumple el demandante constituye una restricción del derecho a la libertad
previsto en la ley y la Constitución.

§. Vulneración del derecho a la libertad Individual y exceso de detención

4. El Decreto Legislativo Nº 926, que norma la anulación en los procesos


por delito de terrorismo seguidos ante jueces y fiscales con identidad secreta,
señala, en su Primera Disposición Final y Complementaria, que el plazo límite
de detención conforme al artículo 137 del Código Procesal Penal, en los
procesos en los que se aplique tal norma, se computará desde la fecha de
expedición de la resolución que declare la anulación, en tanto que, en su
artículo 4 precisa que la anulación no tendrá como efecto la libertad de los
imputados ni la suspensión de las requisitorias existentes.

5. Con relación a la aplicación de las normas penales, este Tribunal ha


sostenido, en reiterada jurisprudencia, que “[e] n la aplicación de normas
procesales penales rige el principio tempus régit áctum, que establece que la
ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra vigente al momento
de resolver [Exp. Nº 2196-2002-HC/TC].

6. Siendo ello así, resulta de aplicación al caso de autos el artículo 1 de


la Ley Nº 28105, que desde el 21 de noviembre de 2003 modifica el artículo
137 del Código Procesal Penal, estableciendo que el plazo de detención en el
proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18 meses, y que se
duplicará en caso de que el proceso sea por los delitos de terrorismo, tráfico de
drogas, espionaje u otro de naturaleza compleja seguido contra más de diez
imputados.

7. De la copias certificada que obra a fojas 35 de autos, consta que la


Sala Nacional de Terrorismo declaró la nulidad de la condena emitida por
jueces con identidad secreta por delito de terrorismo, y nulo lo actuado “desde
fojas ciento quince e insubsistente la acusación fiscal” con fecha 20 de junio de
2003, fecha desde la cual se inicia el cómputo del plazo establecido en el
artículo 137 del Código Procesal Penal, el mismo que, tratándose de un
proceso por el delito de terrorismo, es de 36 meses, los que a la fecha no han
transcurrido; por consiguiente, la demanda debe ser declarada infundada .

8. Por otro lado, de autos se advierte que el plazo máximo de detención


preventiva se encuentra próximo a vencer. Al respecto, la facultad de
administrar justicia conferida por la Norma Suprema al Poder Judicial debe ser
ejercida con la diligencia y celeridad debidas, pero, fundamentalmente, con
arreglo a la Constitución y las leyes, a fin de resolver dentro de los plazos
previstos por la ley procesal los asuntos que se conozcan, en atención a una
doble perspectiva: la primera, el derecho de los detenidos a que se resuelva su
situación jurídica lo antes posible, más aún si les asiste el derecho
constitucional de presunción de inocencia; y la segunda, el derecho de la
sociedad a la seguridad de la nación y ala protección ante los ataques de los
responsables de ilícitos penales.

9. Por consiguiente, considerando el criterio adoptado en anterior


jurisprudencia (STC 2915-2004-HC, Caso Berrocal Prudencio), este Supremo
Tribunal estima que el Poder Judicial tiene la obligación, no sólo de observar
las conductas jurisdiccionales adecuadas que propicien el impulso procesal de
oficio, sino también -como conductor del proceso- de hacer uso de las
facultades que la ley le confiere con objeto de impedir el ejercicio de una
defensa obstruccionista y las dilaciones indebidas, evitando, de ese modo,
incurrir en las responsabilidades previstas por ley.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

SS.
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

DETENCION ARBITRARIA

Expediente Nº 2724-2006-PHC/TC
LIMA
MIRTHA IMELDA SIMÓN SANTIAGO
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de abril de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por doña Mirtha lmelda Simón


Santiago contra la resolución de la Primera Sala Especializada en lo Penal para
Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
203, su fecha 7 de diciembre de 2005, que declara infundada la demanda
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 23 de mayo de 2005, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus (ampliada el 6 de junio de 2005) contra la Sala Penal Nacional
de Terrorismo solicitando su inmediata excarcelación. Afirma encontrarse
detenida desde el 24 de abril de 1993; que, con fecha 16 de marzo de 2005,
fue condenada a 16 años de pena privativa de la libertad y que, dado el
transcurso del tiempo, a la fecha lleva detenida 12 años y 24 días,
cumpliéndose largamente la mitad de la pena; que el quinto párrafo del artículo
137 del Código Procesal Penal prescribe que “(...) una vez condenado en
primera instancia el inculpado, la detención se prolongará hasta la mitad de la
pena impuesta, cuando hubiera sido recurrida”, de modo que procede su
inmediata libertad. Agrega que su condición es de sentenciada y no de
procesada, por lo que no se le puede aplicar el plazo límite de detención
preventiva.
Realizada la investigación sumaria, la recurrente se reafirma en los
términos de su demanda. Por otro lado, los vocales integrantes de la Sala
Penal emplazada, magistrados María Luz Vásquez Vargas, Miguel Angel Tapia
Cabañín y Clotilde Cavero Nalvarte, sostienen uniformemente que no han
realizado ningún acto procesal ni emitido resolución judicial que amenace o
vulnere los derechos constitucionales de la recurrente y que, respecto al tiempo
de detención, el Decreto Legislativo Nº 926, en su primera Disposición
Complementaria, señala que el plazo límite de detención, conforme al artículo
1379 del Código Procesal Penal, se computará desde la fecha de expedición
de la resolución que declara la anulación de los procesos seguidos en el fuero
militar. Agregan que el plazo de detención en los procedimientos especiales es
de 18 meses, el cual se duplica automáticamente en el caso de delito de
terrorismo, precisando, además, que, tratándose de causas en las que se haya
declarado la nulidad del proceso seguido en fueros diferentes, no se considera
el tiempo transcurrido hasta la fecha del nuevo auto de apertura de instrucción.

El Tercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 30 de junio de 2005, declara


infundada la demanda por considerar que no se ha vulnerado el debido
proceso ni se acredita el exceso de detención invocado, puesto que la
accionante ha sido notificada con cada una de las resoluciones que se han
emitido en su proceso, e inclusive ha impugnado su sentencia y, en su caso, el
cómputo del plazo de detención establecido en el artículo 137 del Código
Procesal Penal se inicia a partir de la resolución que declare la anulación del
proceso conforme a la Primera Disposición Complementaria del Decreto
Legislativo Nº 926.

La recurrida confirma la apelada por fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se ordene la inmediata libertad de la


recurrente, alegándose que no le resulta aplicable el plazo límite de detención
establecido por el artículo 137 del Código Procesal Penal, pues su condición es
de sentenciada y en su caso han transcurrido más de 12 años de carcelería,
por lo que le resultaría aplicable el quinto párrafo del artículo en mención, que
dispone se conceda la libertad cuando ha transcurrido más de la mitad de la
pena.

§. Delimitación del petitorio

2. De lo afirmado por la demandante se desprende que denuncia una


doble afectación constitucional:
a) Detención arbitraria originada por el vencimiento del plazo legal de
detención preventiva.

b) Vulneración de las garantías del debido proceso respecto del plazo


razonable, debido a la duración ilimitada de su detención por la aplicación de
dispositivos procesales penales que no estuvieron vigentes al momento de su
detención, y transgresión del principio de legalidad procesal.

3 . Resulta importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, por haberse establecido judicialmente restricciones al pleno
ejercicio de la libertad locomotora por la imposición de la medida cautelar de
detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione
materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los actos judiciales
considerados lesivos.

§. De los límites a la libertad personal

4. Conforme a lo enunciado por este Tribunal en reiterada jurisprudencia,


la libertad personal no es sólo un derecho fundamental reconocido, sino un
valor superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e
ilimitado; se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley (STC Nº
1230-2002-HC, Caso Tineo Cabrera). Por ello, los límites a los derechos
pueden ser impuestos por la misma norma que reconoce el derecho; por el
ejercicio de uno o más derechos constitucionales, o por el ejercicio de uno o
varios bienes jurídicos constitucionales.

5. El caso de autos se encuentra comprendido en el primer tipo de


límites. En efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b), de la Constitución,
no se permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los
casos previstos por la ley. Por tanto, para esclarecer la controversia, debe
establecerse si el período de detención preventiva que cumple la demandante
constituye una restricción del derecho a la libertad prevista en la ley y es
compatible con la Constitución.

§. De la detención preventiva

6. El artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


establece que toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal
será llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un
plazo razonable o a ser puesta en libertad. La prisión preventiva de las
personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su
libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia
del acusado en el acto del juicio, o en cualquier momento de las diligencias
procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo.

7, Por consiguiente, la detención preventiva constituye una de las formas


constitucionales de garantizar que el procesado comparezca a las diligencias
judiciales.

§. De la nulidad del proceso penal seguido ala demandante en el fuero


militar

8. Del estudio de autos se advierte que la demandante fue procesada y


condenada, con fecha 3 de noviembre de 1993, a 20 años de pena privativa de
la libertad por fiscales y vocales con identidades secretas por delito de
terrorismo, sentencia que fue confirmada por ejecutoria suprema, conforme se
desprende de fojas 23 a 25 de autos. Dicho proceso fue declarado nulo por la
Sala Nacional de Terrorismo con fecha 16 de mayo de 2003 y, como
consecuencia de ello, la misma Sala, con fecha 5 de diciembre de 2003, dictó
auto de procesamiento y declaró haber mérito para pasar a juicio oral contra la
demandante y otros procesados por el delito de terrorismo (fojas 23 a 34). De
ello se concluye que la recurrente se encuentra detenida por mandato escrito y
motivado del juez, expedido en un proceso penal seguido en su contra.

§. Del presunto exceso de detención

9. En cuanto a la norma penal aplicable para determinar el plazo máximo


de detención preventiva, este Tribunal ha subrayado que la aplicación de
normas procesales penales se rige por el principio tempus régit áctum, que
establece que la ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra
vigente al momento de resolver (STC Nº 1593-2003-HC, Caso Dionicio
Llajaruna Sare).

10. Entonces, resulta aplicable al caso de autos el artículo 1 de la Ley Nº


28105, dispositivo que desde el 21 de noviembre de 2003 modificó el artículo
137 del Código Procesal Penal, estableciendo que el plazo de detención en el
proceso penal ordinario tiene una duración máxima de 18 meses, que se
duplicará si el proceso es por los delitos de terrorismo, tráfico de drogas,
espionaje u otro de naturaleza compleja seguido contra más de diez imputados.

11. En tal sentido, conforme lo dispone la Primera Disposición


Complementaria del Decreto Legislativo Nº 926, el plazo de detención se
computará desde la fecha de expedición de la resolución que declara la
anulación del proceso, que en el caso presente ocurrió el 16 de mayo de 2003,
y cuyo vencimiento, tratándose de un proceso de terrorismo, se produce a los
36 meses, de modo que, a la fecha, el plazo de detención aún no ha fenecido.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que
le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD

Expediente Nº 5049-2005-HC/TC
TUMBES
JUAN JOSÉ RODRÍGUEZ RIVERA
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de agosto de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Juan José


Rodríguez Rivera contra la resolución de la Sala Especializada Penal de la
Corte Superior de Justicia de Tumbes, de fojas 18, su fecha 4 de mayo de
2005, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 7 de marzo de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra el Fiscal Provincial de Zarumilla, señor Rolando Gutiérrez
Crespo; el Juez Penal de dicha localidad, señor Luis Fernando Cerrón Rengifo;
el Fiscal Superior de Tumbes y contra la Sala Penal Especializada de la Corte
Superior de Justicia de Tumbes, alegando la vulneración de su derecho
fundamental a la libertad personal, por haber intervenido, los aludidos, en la
denegatoria de su beneficio penitenciario de semilibertad, y a fin de que se
declare nulo todo lo actuado y, en su oportunidad, se declare procedente el
beneficio penitenciario que solicita.

La demanda se funda en lo siguiente:

- El recurrente solicitó el beneficio penitenciario de semilibertad


amparando su pedido en la Ley Nº 24388, que le sería de aplicación en el
marco de los principios de retroactividad y ultractividad penal benigna, por ser
la más favorable. Sin embargo, al momento de resolver el pedido, los jueces
demandados consideraron que las normas aplicables eran las vigentes al
momento de la tramitación del proceso o las vigentes al tiempo en el que el
sentenciado solicita el beneficio penitenciario.

- Del incidente de semilibertad Nº 14-05 PV se desprende que el


recurrente ha cumplido a cabalidad con su reforma, de modo que, al existir
indicios razonables de que han sido cumplidos los requisitos necesarios para
acceder al beneficio de semilibertad, éste debió haber sido concedido.

2. Resolución de primera instancia


Con fecha 7 de marzo de 2005, el Segundo Juzgado Penal de Tumbes
declara improcedente la demanda argumentando que, al haberse denegado el
beneficio, de semilibertad, solicitado por el recurrente, no se ha lesionando su
derecho a la libertad personal, ni tampoco su derecho al debido proceso.
Agrega que la Ley Nº 24388 prescribe que están exceptuados de la prohibición
que dispone el artículo 64, de no conceder excarcelación, sólo los supuestos
establecidos en los incisos 1) y 3) del artículo 55-B del Decreto Legislativo Nº
122, así como en el inciso 2) del mismo artículo (escasa cantidad), y que, con
relación a este supuesto, el demandante no prueba vulneración alguna del
derecho a la tutela procesal efectiva, por omisión a una debida fundamentación
y cita legal del auto que deniega la semilibertad. Finalmente, aduce que los
agravios que invoca no son derechos ni libertades constitucionales en estricto
sentido.

3. Resolución de segunda instancia


Con fecha 4 de mayo de 2005, la Sala Especializada Penal de la Corte
Superior de Justicia de Tumbes confirma la apelada y la declara improcedente,
por considerar que para la concesión de los beneficios de semilibertad y
libertad condicional no resulta aplicable la ley más favorable .al procesado en
caso de duda o conflicto de leyes penales, toda vez que en este supuesto el
recurrente tiene la condición de condenado. Además, señala que la ley
penitenciaria no posee la naturaleza de una ley penal y sus disposiciones
deben entenderse como normas procedimentales, por lo que será de aplicación
la vigente al momento de presentar la solicitud del beneficio penitenciario.

III. FUNDAMENTOS

1. El recurrente señala que, al momento de resolver su solicitud


mediante la cual pide acceder al beneficio penitenciario de semilibertad, los
jueces no han tomado en cuenta lo dispuesto por el artículo 139, inciso 11 de la
Constitución, según el cual uno de los principios y derechos de la función
jurisdiccional es: “La aplicación de la ley más favorable al procesado en caso
de duda o de conflicto entre leyes penales”. En efecto, la resolución que
declara improcedente su solicitud se fundamenta en que las normas procesales
y las de ejecución penal aplicables son las que se encuentran vigentes al
momento de la tramitación del proceso o las vigentes al tiempo en el que el
sentenciado solicita el beneficio penitenciario. Agrega que su solicitud de
beneficio penitenciario debió ser evaluada a la luz de la Ley Nº 24388, que le
permitía acceder al beneficio de semilibertad, y no bajo la Ley Nº 26320, que le
prohibe el acceso a dicho beneficio.

2. Al respecto, este Colegiado ha precisado (Exp. Nº 1594-2003-HC/TC)


que “(...) para la solicitud de los beneficios penitenciarios de liberación
condicional y semilibertad tampoco es aplicable el inciso 11 del artículo 139 de
la Constitución, según el cual uno de los principios y derechos de la función
jurisdiccional es “La aplicación de la ley más favorable al procesado en caso de
duda o de conflicto entre leyes penales”. En primer lugar, el recurrente que
solicita acogerse a la liberación condicional, no tiene la condición de
procesado, sino la de condenado, en virtud de una sentencia judicial firme en
su contra. En segundo lugar, pese a que existe un nexo entre la ley penal [que
califica la conducta antijurídica y establece la pena] y la penitenciaria [que
regula las condiciones en las que se ejecutará la pena impuesta], esta última
no tiene la naturaleza de una ley penal, cuya duda sobre sus alcances o
eventual colisión con otras leyes, imponga al juzgador la aplicación de la ley
más favorable”.

3. En ese sentido, atendiendo a que las normas que regulan el acceso al


beneficio de semilibertad no son normas penales materiales sino normas de
derecho penitenciario, sus disposiciones deben ser consideradas como normas
procedimentales puesto que ellas establecen los presupuestos que fijan su
ámbito de aplicación, la prohibición de acceder a beneficios penales y la
recepción de beneficios penitenciarios aplicables a los condenados. Por tanto,
sino se configura una situación de excepción amparable por el artículo 139,
inciso 11 de la Constitución, serán de aplicación las normas vigentes al
momento de la tramitación del beneficio penitenciario.
4. En ese contexto, este Tribunal también ha establecido (Exp. Nº 2196-
2002-HC/TC) que la norma penitenciaria debe ser “(...) morigerada por la
garantía normativa que proscribe el sometimiento a un procedimiento distinto
de los previamente establecidos en la ley, proclamado en el inciso 3 del artículo
139 de la Constitución, que vela por que la norma con la que se inició un
determinado procedimiento no sea alterada o modificada con posterioridad por
otra, de manera que cualquier modificación realizada con posterioridad al inicio
de un procedimiento, como la de solicitar un beneficio penitenciario, no debe
aplicarse”.

5. Bajo tales consideraciones, este Tribunal no advierte de autos que se


haya vulnerado el derecho a la libertad personal ,del demandante, ni tampoco
su derecho al debido proceso, puesto que se ha aplicado el principio tempus
regit actum, y sí más bien que el recurrente ha hecho valer, oportunamente y
sin restricciones, los recursos y medios impugnatorios que la Constitución y las
leyes de la materia le reconocen.

IV. FALLO

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

AFECTACION A LA LIBERTAD E INTEGRIDAD PERSONAL

Expediente Nº 5692-2005-PHC/TC
LIMA
JHONNY WILLIAMS MENDOZA
TOLEDO Y OTROS
(Publicado: 05-08-06)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de febrero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Jhonny Williams


Mendoza Toledo, don Richard Javier Chumpitaz Palacios y don Luis Baldeón
Gutiérrez, contra la sentencia de la Segunda Sala Especializada en lo Penal
para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 239, su fecha 7 de junio de 2005, que declara infundada la demanda de
hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 14 de abril de 2005, los recurrentes interponen demanda de
hábeas corpus contra el Alcalde de la Municipalidad Metropolitana de Lima
(MML), don Luis Castañeda Lossio el Director Municipal de Transporte Urbano
de MML, don Javier Baraybar Gutiérrez de la Fuente, el Director General de
Transporte de la MML, don Felipe Llempen Coronel, el Director de Supervisión
Control y Sanciones de la Dirección Municipal de Transporte Urbano de la
MML, don Jorge Paurinotto Devotto, los inspectores de la Dirección Municipal
de Transporte Urbano, señores Víctor Acuña, Ricardo Carrillo y Julio Saravia, el
Gerente de la Empresa TRASLIMA S. A., don Luis Maraví Arias y el Director
General y Jefe de la VII Región (DITERPOL) de la Policía Nacional del Perú
(PNP), alegando la afectación de sus derechos fundamentales a la libertad e
integridad personales, por lo que solicitan cese la amenaza de sus derechos
reclamados, los mismos que se materializarían con el acoso y seguimiento por
parte de efectivos de la PNP emplazados y los inspectores y personal de
serenazgo de la MML.

Los fundamentos de la demanda son los siguientes:

- Con fecha 13 de abril de 2005, los recurrentes fueron detenidos por


efectivos de la PNP sin que medie la existencia de una situación delictiva de
flagrante delito ni orden judicial, comunicándoseles únicamente la supuesta
comisión de una infracción, que consistiría en carecer de autorización de
circulación o tenerla vencida. Añaden que, posteriormente, fueron trasladados,
conjuntamente con sus vehículos, al depósito municipal, en donde
permanecieron detenidos arbitrariamente por más de cuatro horas.
- Afirman que los efectivos PNP y los inspectores aludidos los
amenazaron con desaparecerlos, lo que constituye una amenaza inminente a
los derechos que invocan.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus


Con fecha 14 de abril del año 2005, el Juez del Quinto Juzgado Penal de
Lima ordena que se lleve a cabo la investigación sumaria del hábeas corpus y
dispone que se reciba la declaración indagatoria de los demandantes, así como
de los demandados.

- Con fecha 19 de abril de 2005, se recibe la declaración indagatoria de


Jhonny Williams Mendoza Toledo (fojas 47), la misma que coincide con la
declaración indagatoria de Luis Alberto Baldeón Gutiérrez, de fecha 27 de abril
de 2005 (fojas 129); en las cuales señalan que inspectores municipales y
efectivos policiales los condujeron a un depósito a la fuerza, restringiendo su
libertad durante varias horas y de manera completamente arbitraria, puesto que
sus documentos estaban en regla.

- Con fecha 20 de abril de 2005 se recibe la declaración indagatoria de


Jorge Gino Paurinotto Devotto, Director de Supervisión, Control y Sanciones de
la Dirección Municipal de Transporte Urbano de la Municipalidad Metropolitana
de Lima (fojas 53), el mismo que, coincidiendo con la declaración indagatoria
de Javier Baraybar Gutiérrez de la Fuente, Director Municipal de Transporte de
la Municipalidad de Lima, de fecha 20 de abril de 2005 (fojas 62) y con la
declaración indagatoria de Manuel Felipe Llempe Coronel, Director General de
Transporte de la Municipalidad Metropolitana de Lima, de fecha 28 de abril de
2005 (fojas 134), señala que la intervención realizada no afectó la libertad
individual de los demandantes, toda vez que ésta estuvo dirigida a supervisar
las unidades vehiculares y no a las personas, en estricto cumplimiento de las
atribuciones que le han sido conferidas.

- Con fecha 22 de abril de 2005 se recibe declaración indagatoria de Luis


Nicanor Maraví Arias (fojas 109), quien señala que no ha tenido ninguna
intervención en el operativo que se le llevó a cabo a los recurrentes y que la
demanda en su contra es temeraria e infundada, puesto que él es gerente de
TRANSLIMA S.A., y que la única relación que tiene con los demandantes es de
competencia, ya que transitan la misma ruta y compiten por los mimos
pasajeros.

- Con fecha 28 de abril de 2005 se recibe la declaración indagatoria de


Ricardo Efraín Carrillo Segura (fojas 130), Julio César Saravia Yucra, (fojas
136) y Víctor Acuña Giordano (fojas 132), todos ellos inspectores municipales
de Transporte Urbano, quienes sostienen que la intervención se llevó a cabo
sin vulnerar el derecho de ninguno de los recurrentes, y que tampoco se afectó
su libertad individual toda vez que la intervención tenía como objetivo verificar
los vehículos, y no los conductores.

- Con fecha 28 de abril de 2005 se recibe la declaración indagatoria de


Marco Enrique Miyashiro Araishiro (fojas 149) y Edilberto Elguera Pinares (fojas
151), quienes señalan que en la intervención se cumplió con brindar apoyo
policial a los inspectores de la Municipalidad de Lima y pero que no estuvieron
presentes el día del operativo, añadiendo que no han tenido información sobre
alguna privación de libertad llevada a cabo ese día.

- Con fecha 29 de abril de 2005 se recibe la declaración indagatoria del


procurador público de la Municipalidad de Lima, señor Máximo Licurgo Pinto
Cruz (fojas 189) quien manifiesta que no se tiene indicio ni prueba alguna de
que se haya realizado una arbitraria privación de libertad en contra de los
demandantes y que el alcalde no participa directamente en los operativos.
Asimismo, señala que el operativo se llevó a cabo con el objetivo de verificar
que las normas y disposiciones vigentes estaban siendo cumplidas por los
choferes que transitan por la ciudad.

3. Resolución de primera instancia


Con resolución del 10 de mayo de 2005, el Quinto Juzgado
Especializado en lo Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima declaró
infundada la demanda de hábeas corpus, argumentando que los funcionarios
demandados sólo cumplieron con la facultad de ejercer el control que le ha sido
conferida a la Municipalidad Metropolitana de Lima dentro de su circunscripción
territorial, y que no se encuentra acreditado que en la intervención y posterior
conducción de los vehículos al depósito municipal se haya vulnerado la libertad
individual de los accionantes.

4. Resolución de segunda instancia


Con resolución de fecha 7 de junio de 2005, la Segunda Sala
Especializada en lo Penal para Procesos con Reos Libres confirmó la recurrida
y declaró infundada la demanda, por considerar que los actos efectuados por
los inspectores municipales y efectivos policiales estuvieron orientados a la
intervención y posterior internamiento de las unidades vehiculares, mas no de
los accionantes. En efecto, en el caso de verificar la existencia de empresas
que no cuenten con autorización o que ésta se encuentre vencida, las unidades
vehiculares deben ser derivadas al depósito municipal conforme lo sanciona la
infracción T-dieciocho de la Municipalidad de Lima.

III. FUNDAMENTOS
1. Una primera cuestión sobre la que este Tribunal debe pronunciarse es
sobre la afirmación de los demandantes en el sentido de que se ha vulnerado
su derecho fundamental a la libertad personal por haber estado detenidos,
arbitrariamente, por más de cuatro horas. En virtud de lo establecido por el
artículo 5, inciso 5 del Código Procesal Constitucional, el cual señala que no
proceden los procesos constitucionales cuando “a la presentación de la
demanda ha cesado la amenaza o violación de un derecho constitucional o se
ha convertido en irreparable”, se considera que carece de objeto el
pronunciamiento del Tribunal al respecto.

2. En cuanto a la segunda cuestión que se plantea en la demanda, esto


es, con relación con la amenaza sobre el derecho fundamental a la integridad
personal, cabe realizar previamente algunas consideraciones. El artículo 2 del
Código Procesal Constitucional señala que “los procesos constitucionales de
hábeas corpus, amparo y hábeas data proceden cuando se amenace o viole
los derechos constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento
obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Cuando se
invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente
realización. (...)”. En este supuesto, y de conformidad con el artículo 200, inciso
1 de la Constitución, el Código Procesal Constitucional establece la
procedencia de los procesos constitucionales, particularmente el del habeas
corpus, no sólo cuando existe una violación actual a los derechos
fundamentales tutelados, sino también cuando existe una amenaza cierta e
inminente.

3. No obstante, debe tenerse en consideración que la amenaza de


violación de un derecho fundamental para ser tutelada mediante un proceso
constitucional como el hábeas corpus, debe ser, de acuerdo con el Código
Procesal Constitucional, “(...) cierta y de inminente realización”. Esto implica
que para determinar si existe certeza de la amenaza del acto vulnerador del
derecho fundamental a la libertad personal, se requiere la existencia de un
conocimiento seguro y claro de la amenaza a la libertad; lo cual excluye
considerar conjeturas o presunciones. Mientras que para que se configure la
inminencia del mismo, es preciso que se trate de un atentado al derecho a la
libertad personal que esté por suceder prontamente o esté en proceso de
ejecución, no reputándose como tal a los simples actos preparatorios, tal como
lo ha establecido este Tribunal anteriormente (Exp. Nº 0008-2005-HC/TC).

4. En el caso concreto, este Colegiado no advierte la existencia de una


amenaza cierta e inminente en el sentido ya desarrollado, que vaya a vulnerar
el derecho fundamental a la libertad y a la integridad personales de los
demandados. Más aún cuando la conjetura de tales amenazas se derivan de la
posibilidad de que la Dirección de Transporte Urbano de la Municipalidad
Metropolitana de Lima realice operativos de control e inspección del transporte
urbano, dentro de las competencias que la Constitución (artículo 195, inciso 8)
y las leyes respectivas le reconocen a la Municipalidad Metropolitana de Lima.
Por lo que, en este extremo, este Tribunal tampoco considera que se haya
vulnerado derecho fundamental alguno.

IV. FALLO

Por estos considerandos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese,

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

CONTRAVENIDO PRINCIPIOS

Expediente Nº 5815-2005-PIC/TC
LIMA
SANDRO GUZMÁN DEL ÁGUILA
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 4 días del mes de enero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Sandro Guzmán


del Águila contra la resolución de la Segunda Sala Penal para Procesos con
Reos en Cárcel de la Corte Superior de Lima, de fojas 112, su fecha 18 de abril
de 2005, que declara improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.
II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 18 de febrero de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra los vocales de la Segunda Sala Penal para Procesos con
Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia Lima, señores Julio Enrique
Biaggi Gómez, Josefa Vicenta Izaga Pellegrín y Antonia Esther Saquicuray
Sánchez, a fin de que se declare, por un lado, nula la sentencia de fecha 16 de
setiembre de 2003 y, de otro, que se subsuma la conducta del demandante en
lo dispuesto en el artículo 296 del Código Penal.

La demanda se funda en lo siguiente:

- Los demandados dictaron sentencia contra el recurrente el 16 de


setiembre de 2003, mediante la cual se lo condenó a diez años de pena
privativa de la libertad por los delitos de tráfico ilícito de drogas y contra la fe
pública en agravio del Estado.

- Al afectuar la valoración de los hechos, los demandados han


contravenido el principio de motivación de las resoluciones judiciales y, en
consecuencia, el debido proceso, previsto en el artículo 139, inciso 5) de la
Constitución, así como el artículo 112 del Código Procesal Civil, de aplicación
supletoria, debido a que dictaron una sentencia contradictoria e incoherente
con la parte expositiva, considerativa y el fallo.

- Los demandados, al expedir el fallo condenatorio, han aplicado los


artículos 296 y 297, inciso 6) del Código Penal, “contraviniendo de manera más
antiprocesal e injusta” (sic) el artículo 139, inciso 5) de la Constitución, así
como el artículo 112 del Código Procesal Civil.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus


Con fecha 21 de febrero 2005, la jueza del Tercer Juzgado Penal de
Lima ordenó la realización de la investigación sumaria de hábeas corpus. Para
tal efecto dispuso que se reciba la declaración indagatoria del demandante, así
como de los vocales emplazados.

- Con fecha 23 de febrero de 2005 se recibe la declaración indagatoria


del demandante Sandro Guzmán del Águila (fojas 29). Señala que, al momento
de la lectura de la sentencia, no se le informó de la aplicación del agravante del
artículo 297 del Código Penal, motivo por el cual no presentó recurso de
nulidad. En consecuencia, considera que se ha vulnerado el debido proceso
toda vez que la sentencia no tiene coherencia lógica en sus considerandos.
- Con fecha 2 de marzo de 2005 se recibe la declaración indagatoria de
la demandada Antonia Saquicuray Sánchez (fojas 52), quien, coincidiendo con
la declaración de la demandada Josefa Izaga Pellegrin, de fecha 25 de febrero
de 2005 (fojas 40), afirma que no existe falta de motivación e incongruencia en
la sentencia mencionada, ya que, a criterio del Colegiado, la conducta del
demandante se subsumía dentro del inciso 6) del artículo 297 del Código
Penal, por ser, además, la más favorable,

3. Resolución de primera instancia


Con fecha 7 de marzo de 2005, el Tercer Juzgado Especializado en lo
Penal de Lima declara improcedente la demanda de hábeas corpus,
argumentando que la supuesta indebida motivación o incongruencia de los
fundamentos de la sentencia no fueron oportunamente cuestionados por el
demandante al momento de la lectura pública de la sentencia, pues nuestro
ordenamiento consagra el principio de cosa juzgada así como el de seguridad
jurídica y la tutela jurisdiccional efectiva; ello sin perjuicio de reconocer que sea
posible su modificación o revisión a través de los cauces legales previstos.
Desconocer la cosa juzgada material priva de eficacia al proceso y lesiona la
paz y la seguridad jurídica.

4. Resolución de segunda Instancia


Con fecha 18 de abril de 2005, la recurrida confirma la apelada y la
declara improcedente, por considerar que no resulta cierto que exista
incongruencia argumentativa por ausencia de coherencia entre la parte
resolutiva y el fallo, pues puede verificarse que la parte emplazada, si bien es
cierto que determinó la inexistencia de una organización delictiva, también lo es
que el artículo 297, inciso 6) prevé dos modalidades agravadas adicionales. En
consecuencia, no existe incoherencia entre el fallo y la identificación de la
norma objeto de la condena.

III. FUNDAMENTOS

Hábeas corpus y principio de legalidad

1. El principio de legalidad penal está previsto en el artículo 2, inciso 24,


ordinal d de la Constitución, según el cual “(...) nadie será procesado ni
condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente
calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca, como infracción punible,
ni sancionado con pena no prevista en la ley”. Al respecto, cabe señalar que en
sentencia anterior (Exp. Nº 0010-2002-Al/TC), este Colegiado sostuvo que el
principio de legalidad exige que por ley se establezcan los delitos y que las
conductas prohibidas deben estar claramente delimitadas previamente por la
ley. Como tal, garantiza la prohibición de la aplicación retroactiva de la ley
penal (lex praevia), la prohibición de la aplicación de otro derecho que no sea el
escrito (lex scripta), la prohibición de la analogía (lex stricta) y de cláusulas
legales indeterminadas (lex certa).

2. Este Tribunal, de acuerdo con lo señalado en el Exp. Nº 2758-2004-


HC/TC, considera que el principio de legalidad penal se configura como un
principio constitucional, pero también como un derecho fundamental de las
personas. Como principio constitucional, informa y limita los márgenes de
actuación de los que dispone el Poder Legislativo al momento de determinar
cuáles son las conductas prohibidas, así como sus respectivas sanciones. En
tanto que, en su dimensión de derecho fundamental, garantiza a toda persona
sometida a un proceso o procedimiento sancionatorio que lo prohibido se
encuentre previsto en una norma previa, estricta y escrita, y también que la
sanción se encuentre contemplada previamente en una norma jurídica.

3. Resulta igualmente claro, además, que el derecho fundamental a la


legalidad penal no puede estar al margen del ámbito de los derechos
protegidos por la justicia constitucional frente a supuestos como la creación
judicial de delitos o faltas y sus correspondientes supuestos de agravación o,
incluso, la aplicación de determinados tipos penales a supuestos no
contemplados en ellos. En tal sentido, el derecho a la legalidad penal vincula
también a los jueces penales, y su eventual violación posibilita, obviamente, su
reparación mediante los procesos constitucionales de tutela de los derechos
fundamentales.

4. Si bien el principio de legalidad penal, que tutela el derecho a no ser


sancionado por supuestos no previstos en una norma jurídica, en tanto derecho
fundamental es pasible de tutela a través del proceso constitucional de hábeas
corpus, el análisis que debe practicar la justicia constitucional no es
equiparable a la que realiza un juez penal. En efecto, “no puede acudirse al
hábeas corpus ni en él discutirse o ventilarse asuntos resueltos, como [lo] es la
determinación de la responsabilidad criminal, que son de incumbencia
exclusiva de la justicia penal. El hábeas corpus es un proceso constitucional
destinado a la protección de los derechos reconocidos en la Constitución, y no
a revisar si el modo como se han resuelto las controversias de orden penal es
el más adecuado conforme a la legislación ordinaria. En cambio, no puede
decirse que el hábeas corpus sea improcedente para ventilar infracciones a los
derechos constitucionales procesales derivadas de una sentencia expedida en
un proceso penal, cuando ella se haya dictado con desprecio o inobservancia
de las garantías judiciales mínimas que deben guardarse en toda actuación
judicial, pues una interpretaron semejante terminaría, por un lado, por vaciar de
contenido el derecho a la protección jurisdiccional de los derechos y libertades
fundamentales y, por otro, por promover que la cláusula del derecho a la tutela
jurisdiccional (efectiva) y el debido proceso no tengan valor normativo”. (Exp.
Nº 1230-2002-HC/TC).
5. Es cierto que, como regla general, la tipificación penal y la subsunción
de las conductas ilícitas no es ni debería ser objeto de revisión en estos
procesos. Ello porque ni la justicia constitucional puede considerarse en forma
análoga a la justicia penal, ni aquella resulta una tarea que entre en el ámbito
de competencia de los jueces constitucionales. Como lo ha expresado el
Tribunal Constitucional español, mediante estos procesos se ha “(...)
encomendado proteger los derechos fundamentales (...), conociendo de toda
calificación jurídica realizada por los tribunales ordinarios que viole o
desconozca (...) derechos, pero carece de aquel carácter en relación con
procesos comunes que resuelvan derechos intersubjetivos ajenos a los
derechos fundamentales y que se pronuncien sobre cuestiones de mera
legalidad, al ser competencia exclusiva de los jueces y tribunales su
interpretación y decisión, fijación de los hechos y subsunción, así como la
precisión de las consecuencias jurídicas (...), aunque se apoyen en errores,
equivocaciones o incorrecciones jurídicas o, en definitiva, en la injusticia de las
resoluciones, porque ello le convertiría [al juez constitucional] en órgano de
control de la mera legalidad, ejerciendo funciones que no le atribuye la
Constitución” (STC 104/1985).

6. De ahí que, excepcionalmente, quepa efectuar un control


constitucional sobre una resolución judicial por afectación del principio de
legalidad penal y, en concreto, en aquellos casos en los que, al aplicar un tipo
penal o imponer una sanción, el juez penal se aparte del tenor literal del
precepto o cuando la aplicación de un determinado precepto obedezca a
pautas interpretativas manifiestamente extravagantes o irrazonables,
incompatibles con el ordenamiento constitucional y su sistema material de
valores. En consecuencia, si en la justicia ordinaria se determina la culpabilidad
o inocencia del imputado, determinando en el caso si se da el supuesto de
hecho previsto en la norma y sobre la base de consideraciones de orden penal,
de acuerdo con la alternativa que ofrezca la dogmática penal que se estime la
más adecuada, en la justicia constitucional, en cambio, se determinará si la
resolución judicial cuestionada afecta derechos fundamentales.

Hábeas corpus y motivación de las resoluciones judiciales

7. El artículo 139, inciso 5) de la Constitución, establece el derecho


fundamental de las personas a la motivación de las resoluciones judiciales, es
decir, a “(...) la motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las
instancias, excepto los decretos de mero trámite, con mención expresa de la
ley aplicable y de los fundamentos de hecho en que se sustentan”. Se trata del
derecho a la certeza judicial, que supone la garantía de que las sentencias
estén motivadas, es decir, que exista un razonamiento jurídico explícito entre
los hechos y las leyes que se aplican (Exp. Nº 3953-2004-HC/TC). Cabe
señalar, además que tal como lo ha precisado este Tribunal (Exp. Nº 230-2002-
HC/TC) “(...) la Constitución no garantiza una determinada extensión de la
motivación, por lo que su contenido esencial se respeta siempre que exista
fundamentación jurídica, congruencia entre lo pedido y lo resuelto, y por sí
misma exprese una suficiente justificación de la decisión adoptada, aun si esta
es breve o concisa o se presenta el supuesto de motivación por remisión”.
Ahora bien, el Código Procesal Constitucional, en concordancia con la
Constitución, ha previsto (artículo 4 y último párrafo del artículo 25 la
posibilidad de tutelar a través del proceso de hábeas corpus el derecho a la
tutela procesal efectiva y que, entre una de sus manifestaciones, se encuentra
el derecho a obtener una resolución fundada en derecho.

8. En el caso concreto, y bajo estas consideraciones previas, debe


analizarse los argumentos del demandante. En principio, el recurrente afirma
que, en la sentencia de fecha 16 de setiembre de 2003, no existe un
razonamiento coherente o un proceso lógico de razonamiento, añadiendo que
no es procedente que en la sentencia cuestionada, en su considerando sexto,
se describa claramente el tipo básico del delito de tráfico ilícito de drogas
tipificado en el artículo 296 del Código Penal; y que, sin embargo, en el
considerando séptimo se subsuma su conducta en el artículo 297, inciso 6), del
Código Penal, que prevé la modalidad agravada del mencionado delito. Esta
situación, para el demandante, significa una violación del artículo 139, inciso 5)
de la Constitución, motivo por el cual se debe declarar la nulidad de la
sentencia cuestionada y subsumir su conducta dentro del tipo penal previsto en
el artículo 296 del Código Penal.

9. Este Colegiado no comparte los argumentos del demandante. En


efecto, el artículo 296 del Código Penal, modificado por el artículo 1 de la Ley
Nº 28002, establece que: “El que promueve, favorece o facilita el consumo
ilegal de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas, mediante
actos de fabricación o tráfico será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de ocho ni mayor de quince años y con ciento ochenta a trescientos
sesenta y cinco días-multa, e inhabilitación conforme al artículo 36, incisos 1, 2
y 4. El que posea drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas
para su tráfico ilícito será reprimido con pena privativa de libertad no menor de
seis ni mayor de doce años y con ciento veinte a ciento ochenta días-multa. El
que a sabiendas comercializa materias primas o insumos destinados a la
elaboración ilegal de drogas será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de cinco ni mayor de diez años y con sesenta a ciento veinte días-
multa”.

10. Concordantemente con esta disposición penal, el considerando sexto


de la sentencia cuestionada distingue, correctamente, dos supuestos: “(...) el
primero está constituido por una serie de comportamientos que pueden ser
agrupados bajo el rubro de tráfico ilícito (lato sensu), entendiendo éstos como:
promoción, favorecimiento o facilitación de drogas tóxicas, estupefacientes o
sustancias psicotrópicas, mediante actos de fabricación o tráfico,
determinándose menor punibilidad a las conductas que importan solamente la
posesión de las drogas tóxicas para su comercialización; y, el segundo, por la
conducta de comercialización de materias primas o insumos que estén
destinados a la elaboración ilegal de drogas”. Asimismo, en el considerando
séptimo se precisa que el artículo 297, inciso 6) prevé como agravante que el
acto de tráfico ilícito de drogas se efectúe a través de una organización
delictiva o que se realice a través de un concierto de personas para la
ejecución del ilícito penal (concierto delictivo).

11. Sin embargo, el demandante también cuestiona el fundamento


Noveno de la mencionada sentencia, que textualmente señala que: “Los
procesados sostienen no estar vinculados con una organización delictiva
dedicada al tráfico ilícito de droga a nivel internacional, negativa que no ha sido
devirtuada pues del estudio y compulsa de pruebas actuadas no se ha llegado
a determinar la existencia de una organización criminal, menos aún que la
persona de GIBSON ASSALDE O GITSON AZALLDE exista realmente, siendo
presumible sostener que su actuación se ha librado bajo concierto delictivo con
la finalidad de enviar droga al extranjero, no habiéndose probado que esta
actividad sea reiterativa contradictoriamente al modus operandi del concierto
delictivo, razón por lo que no cabe aplicar la agravante prevista por el artículo
doscientos noventiséis inciso sexto del Código Penal, modificada por la Ley
veintiocho mil dos, al no estar probada la ‘organización criminal’ por encima de
un simple concierto delictivo. En consecuencia, el Colegiado considera se ha
acreditado la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas en la modalidad
agravada a través del concierto delictivo (...)”.

12. Este Tribunal advierte que la sentencia de fecha 16 de setiembre de


2003 no carece de un razonamiento coherente o de un proceso lógico de
razonamiento como afirma el demandante, si bien cabe advertir cierta falta de
claridad en la redacción y un error material al señalar “artículo doscientos
noventisiete, inciso sexto del Código Penal”. Por el contrario, se ha distinguido,
adecuadamente, las dos agravantes que prevé el mencionado artículo en su
inciso 6, el cual prevé dos formas agravadas del delito de tráfico ilícito de
drogas, a saber: 1) cuando el hecho es cometido por tres o más personas
(concierto delictivo) y 2) cuando el hecho es cometido en calidad de integrante
de una organización dedicada al tráfico ilícito de drogas, o que se dedique a la
comercialización de insumos para su elaboración. Siendo esto así, en la
sentencia se ha precisado que, si bien no se ha probado que el demandante
pertenezca a una organización delictiva dedicada al tráfico ilícito de drogas, sí
lo está que el demandante ha cometido dicho delito a través de la modalidad
agravada del concierto delictivo. De las consideraciones desarrolladas en la
sentencia condenatoria, pues, se desprende que el juzgador ha fundado su
decisión en un razonamiento particular que no puede ser materia, en principio,
de intervención del Tribunal Constitucional. De esto se desprende que en el
presente caso no se han vulnerado los derechos fundamentales del recurrente
ni las garantías del debido proceso sustantivo, que constituye la exigencia
ineludible para que las resoluciones judiciales sean valiosas en sí mismas.

13. En consecuencia, este Colegiado no considera de recibo los


argumentos propuestos por el demandante y, por ende, no encuentra que se
haya vulnerado el derecho fundamental a la motivación de las resoluciones
judiciales, previsto en el artículo 139, inciso 5) de la Constitución.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DEL DERECHO A LA INVIOLABILIDAD DE DOMICILIO

Expediente Nº 6165-2005-HC/TC
LIMA
BLANCA LUCY BORJA ESPINOZA
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 6 días del mes de diciembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.
I. ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por doña Blanca Lucy Borja


Espinoza, a favor de Generación, Instituto de Investigación, Promoción y
Comunicación Social, contra la sentencia de la Quinta Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima,
de fojas 324, su fecha 12 de julio de 2005, que declaró improcedente la
demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

a) Demanda

Con fecha 6 de junio de 2005, la recurrente, en su calidad de presidenta


de “Generación”, Instituto de Investigación, Promoción y Comunicación Social,
interpone demanda de hábeas corpus contra la Jueza del Duodécimo Juzgado
de Familia de Lima y el Comandante de la Policía Nacional del Perú, Comisario
de Magdalena del Mar, por vulneración de su derecho fundamental a la
inviolabilidad de domicilio, al haberse prohibido el funcionamiento de la
institución, imposibilitando proseguir con la ayuda a niños y adolescentes.
Incidentalmente, precisa que se ha transgredido el derecho a reunión.

Alega que mediante Resolución Nº 1 del 18 de abril de 2005, del


Duodécimo Juzgado de Familia de Lima, se intervino el local ubicado en el
distrito de Magdalena, procediéndose a su clausura y al impedimento de
ingreso. Asimismo, manifiesta que se le suspenden las actividades sociales de
acoger, albergar y/o desarrollar sus planes y programas de atención de niños y
adolescentes, y se ordena la reubicación temporal de todos los menores de
edad que la institución alberga.

Agrega que se han producido tales violaciones porque no se permite el


ingreso al local de los asociados, trabajadores y jóvenes en alto riesgo de salud
y necesidad alimenticia, toda vez que un piquete de policías esta posicionado
en la puerta del local, determinado detiene a los que pretenden ingresar.

b) Declaraciones instructivas

Con fecha 8 de junio de 2005, don Daniel Armando Aliaga Hinojosa,


Comandante de la PNP, Comisario de Magdalena del Mar, manifiesta que no
realizó afectación alguna de los derechos de la recurrente puesto que
simplemente cumplió con el mandato judicial contando con la aprobación de su
comando de la Séptima Dirección Territorial de la PNP. Señala que cuando se
produjo la clausura no se perpetró ningún tipo de violencia ni de la Policía ni de
las personas que se encontraban en el interior del centro, agregando que el
ingreso no estaba restringido para los recurrentes ni para los trabajadores,
quienes podían ingresar un tiempo prudencial para recoger sus pertenencias.

Con fecha 10 de junio de 2005, doña Carmen Nelia Torres Valdivia viuda
de Gamarra, en su momento Jueza del Duodécimo Juzgado de Familia de
Lima, declara que su intervención judicial se debió a las denuncias presentadas
por diversas fiscalías penales y al pedido de los pobladores de la zona,
acotando que el día de la intervención sólo se encontraron en el local tres
menores de edad y ocho adultos con antecedentes penales, y que la recurrente
no se encontraba presente. Explica que en la resolución que expidió, se señala
que la institución no cuenta con la autorización de MIMDES ni de la
Municipalidad de Magdalena, motivo por lo cual se ordena que los menores de
edad sean trasladados al INABIF. Asimismo, expresa que como no tenía
permiso como ONG, “Generación” simplemente funcionaba con autorización
como casa de huéspedes, pero su actividad excedía tales funciones.

c) Resolución de primera instancia

Con fecha 15 de junio de 2005, el Noveno Juzgado Especializado en lo


Penal de Lima declara improcedente la demanda de hábeas corpus, por
considerar que se ha desvirtuado enfática y categóricamente las imputaciones
vertidas por la recurrente, por los siguientes motivos:

- El comisario de Magdalena del Mar ha actuado de acuerdo a sus


atribuciones al dar cumplimiento a un mandato judicial.

- La jueza actuó sobre la base de un pedido de medida cautelar


formulada por la Municipalidad de Magdalena del Mar, admitiéndola, y
procediendo a la posterior intervención del local.

- Los hechos demandados no se encuentran de los casos establecidos


en el artículo 25 del Código Procesal Constitucional, que señala taxativamente
los casos de procedencia, por no haberse comprobado violación del derecho
constitucional invocado.

d) Resolución de segunda instancia

Con fecha 12 de julio de 2005, la Quinta Sala Especializada para


Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima confirma la
sentencia recurrida, argumentando que:

- Tomando en cuenta las pruebas aportadas por las partes y las


diligencias practicadas por la jueza de primera instancia, se desprende que no
existen elementos de prueba suficientes que demuestran los supuestos actos
violatorios contra los derechos a la inviolabilidad de domicilio y a la reunión.

- La que en el fondo pretende la demandante es que, a través de una vía


no idónea, se revise el fondo de lo resuelto por el juez ordinario.

I. DATOS GENERALES

- Violación constitucional invocada

La demanda constitucional de hábeas corpus fue presentada por doña


Blanca Lucy Borja Espinoza, en su calidad de presidenta de “Generación”,
Instituto de Investigación, Promoción y Comunicación Social, contra doña
Carmen Nelia Torres Valdivia viuda de Gamarra, Jueza del Duodécimo Juzgado
de Familia de Lima y contra don Daniel Armando Aliaga Hinojosa, Comandante
de la Policía Nacional del Perú, Comisario de Magdalena del Mar.

Los supuestos actos lesivos fueron producidos en dos etapas. En primer


lugar, con la emisión de la Resolución Nº 1 del 18 de abril de 2005, del
Duodécimo Juzgado de Familia de Lima, por el que se ordena que
“Generación” suspenda las actividades de acoger, albergar y/o desarrollar sus
planes y programas de atención de niños y adolescentes, disponiéndose la
reubicación temporal de todos los menores de edad que la institución alberga.
En segundo lugar, por la intervención del local, que significó su clausura y el
impedimento de ingreso a dicho establecimiento a la recurrente, trabajadores y
beneficiados.

- Petitorio constitucional

La demandante considera que se ha producido la vulneración de su


derecho a la inviolabilidad de domicilio (artículo 2, inciso 9 de la Constitución);
y, consecuentemente, a su derecho a la reunión (artículo 2, inciso 12 de la
Constitución).

Alegando tales actos vulneratorios, solicita lo siguiente:

- Se declare inaplicable la Resolución Nº 1 de fecha 18 de abril de 2005,


expedida por el Duodécimo Juzgado de Familia de Lima.

- Cese la clausura del local.

- Materias constitucionalmente relevantes


Sobre la base del petitorio establecido por la recurrente, este Colegiado
responderá las siguientes inquietudes:

- ¿Se debe ingresar a analizar el fondo del asunto?


- ¿Se han vulnerado los derechos fundamentales alegados por la
recurrente?
- ¿Qué sucede con el derecho a la inviolabilidad de domicilio?
- ¿Se ha violado el derecho a la reunión?
- ¿Se han protegido correctamente las actividades realizadas por la
entidad demandante?
- ¿Cómo se ha de entender el interés superior del niño y del
adolescente?
- ¿De qué forma ha actuado la institución?

III. FUNDAMENTOS

1. De la demanda se aprecia claramente que la recurrente acude a la vía


constitucional no a nombre propio, sino a favor de “Generación”, Instituto de
Investigación, Promoción y Comunicación Social, es decir, como representante
de una persona jurídica de la cual ella es su presidenta.

Para este Colegiado, no cabe duda que las asociaciones tienen la


titularidad de derechos fundamentales y pueden plantear, a través de sus
apoderados, las demandas de tutela de derechos que consideren pertinentes,
tal como se ha precisado a partir de la sentencia del Expediente Nº 0905-2001-
AA/TC. Por tal razón, en el caso concreto, estima pertinente ingresar a analizar
el petitorio realizado por la solicitante, no sin antes analizar una cuestión de
procedencia.

§1. Análisis de procedencia

2. Si bien la Municipalidad Distrital de Magdalena del Mar no es parte del


proceso, a través de un escrito presentado ante este Colegiado ha dejado
constancia de un hecho que es esencial para la resolución de la presente
causa1. Se ha presentado un recurso de queja contra la declaratoria de
improcedencia de la apelación planteada por la recurrente2 contra la
Resolución Nº 1 de fecha 18 de abril de 2005, lo cual demostraría que nonos
encontramos ante una resolución firme.

Este dato es trascendente si se toma en cuenta que, según el artículo 4


del Código Procesal Constitucional, sólo se puede interponer una demanda de
hábeas corpus contra una resolución judicial si es que ésta tiene el carácter de
firme.
3. De autos se advierte que la medida cautelar reprochada por la
recurrente no ha adquirido la firmeza necesaria que posibilite la interposición de
una demanda como la planteada, al haber presentado un recurso de queja
contra la negativa de su apelación. Por tal razón, la demanda debe ser
declarada improcedente.

Sin embargo, la protección superlativa dispensada a los derechos


fundamentales de los niños y adolescentes en situación de abandono, prevista
en el artículo 4 de la Constitución, impone a este Colegiado ingresar al fondo
del asunto, con el fin de estudiar la situación específica que se ha presentado.

Además, según el artículo III del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional

(...) el Juez y el Tribunal Constitucional deben adecuar la exigencia de


las formalidades previstas en este Código al logro de los fines de los procesos
constitucionales (...).

Así las cosas y en aras de procurar una tutela superlativa de los niños y
adolescentes, es necesario examinar si la medida tomada en sede judicial y
policial afecta, o no, a estos especiales titulares de derechos fundamentales.
Pese a que en principio no corresponda el examen del fondo del asunto (por
ser improcedente la demanda, como ya se ha precisado), por existir en juego
bienes jurídicos superiores, es imperativo que se esclarezca la controversia en
esta sede.

§2. La supuesta vulneración de derechos fundamentales

4. Si bien en la demanda planteada la recurrente denuncia


exclusivamente la existencia de una vulneración a la inviolabilidad de domicilio,
también deja entrever la violación del derecho a la reunión.

Por tal razón, es necesario hacer algunas precisiones sobre tales


pedidos, y analizar si la resolución judicial emitida o la actuación policial
constituyen actos que violentan los derechos fundamentales invocados.

a. El derecho a la inviolabilidad de domicilio

5. El derecho a la inviolabilidad de domicilio se encuentra reconocido


constitucionalmente en el artículo 2, inciso 9 de la Constitución, el cual a la letra
dice que toda persona tiene derecho:

A la inviolabilidad del domicilio. Nadie puede ingresar en él ni efectuar


investigaciones o registros sin autorización de la persona que lo habita o sin
mandato judicial, salvo flagrante delito o muy grave peligro de su perpetración.
Las excepciones por motivos de sanidad o de grave riesgo son reguladas por la
ley.

Este derecho fundamental merece tutela urgente, según lo expresa el


artículo 25 in fine del Código Procesal Constitucional, cuando señala que
procede el hábeas corpus con la finalidad de salvaguardarlo.

La recurrente asevera que este derecho fue transgredido cuando se


dispuso en el ámbito judicial lo siguiente:

(...) ordenar a la PNP que impidan el ingreso a nuestro domicilio de


nuestros asociados; que impidan el ingreso de nuestros empleados y
trabajadores a nuestro domicilio; que impida a mayores o menos que nos
vienen a pedir ayuda de ingresar a nuestro domicilio (...)3.

Pero, ¿realmente con estas acciones judiciales y policiales se ha llegado


a vulnerar este derecho en el caso de autos?

6. Tal como lo señala el propio artículo de la Norma Fundamental, existe


la posibilidad de controlar el ingreso a un domicilio (como puede ser el de la
entidad recurrente) si es que media un ‘mandato judicial’. Ello no significa la
vulneración del derecho, sino una fórmula constitucional que limita el ámbito de
la inviolabilidad de domicilio.

Como se puede observar, en el presente caso ha existido una resolución


judicial, la cual no impide el ingreso al domicilio de algunas personas, pero sí
ordena

(...) 1.- la suspensión provisional de las actividades sociales de acoger,


albergar y/o desarrollar sus planes y programas de atención de niños y
adolescentes (...) 2.- (...) la abstención provisional de los directivos de la
institución cumplan con la suspensión de actividades en el local institucional
sito en la jirón veintiocho de julio número 740, Magdalena del Mar (...)4.

De una medida como ésta se colige que existen ciertas restricciones que
se han dispuesto a nivel judicial, para la realización de actividades de la entidad
reclamante, pero que no implican necesariamente una orden a la Policía para
impedir el ingreso de las personas enunciadas. Lo que se aprecia en realidad
es que existe una orden judicial perfectamente válida, y que debe ser
plenamente aceptada a la luz de la independencia de los estamentos judiciales
prevista en el artículo 139, inciso 2 de la Constitución.
Es más, es muy categórico lo que explica sobre el particular el
demandado, quien describe la situación ocurrida:

(...) con relación al piquete existente, quiero explicar que la doctora


Carmen Torres Valdivia al ejecutar la medida cautelar dispuso en su acta que
tal centro de Generación dejaría de funcionar como tal, ordenando que los
menores sean trasladados al INABIF (...); de igual forma la referida juez ordena
que el ingreso a dicho Centro no era restringido para la señora Lucy Borja ni
para los trabajadores los cuales podrían ingresar durante un tiempo prudencial
a retirar sus pertenencias (...)5.

Ahora bien, la recurrente ha presentado, como medios probatorios,


fotografías en las cuales se muestran policías en el frontis del local de la
institución6. Sin embargo, ello no demuestra ni evidencia exactamente la
vulneración de la inviolabilidad del domicilio de “Generación”. Lo único que
muestra es que se está cumpliendo con la orden judicial emitida por juez
competente.

7. Así las cosas, este Colegiado considera que no existe vulneración


alguna del derecho a la inviolabilidad del domicilio. En primer lugar, porque
existe una orden judicial que amerita la intervención policial, la misma que tiene
como finalidad principal el acatamiento de la medida cautelar dictada. En
segundo lugar, porque no se ha demostrado fehacientemente que se impida el
ingreso a la demandante, empleados, trabajadores, socios o menores de edad
al local en mención. Y, en tercer lugar, porque tampoco se ha alegado el
ingreso injustificado del personal policial al local, sino sólo el impedimento de
estos a que otros ingresen.

Asimismo, si se toma en cuenta lo señalado por la propia jueza


demandada respecto al petitorio de la demanda, es decir, que

(...) lo único que está pretendiendo la demandante es cuestionar una


intervención judicial, por cuanto se procedió conforme a ley, y lo único que hace
la demandante es entorpecer la justicia7,

queda claro que no ha existido vulneración alguna a la inviolabilidad de


domicilio.

b. El derecho a la libertad de reunión

8. La libertad de reunión es un derecho fundamental protegido por la


Norma Fundamental en artículo 2, inciso 12, cuando expresa que toda persona
tiene derecho:
A reunirse pacíficamente sin armas. Las reuniones en locales privados o
abiertos al público no requieren aviso previo. Las que se convocan en plazas y
vías públicas exigen anuncio anticipado a la autoridad, la que puede prohibirlas
solamente por motivos probados de seguridad o de sanidad públicas.

Con relación a la vulneración de este derecho, la reclamante expresa


que, dado que las personas no pueden ingresar al local de Magdalena de la
institución, se está impidiendo también que se reúnan en él. Es decir, la
recurrente tan sólo ha hecho referencias indirectas a una supuesta vulneración
de este derecho, pues asevera que se viola la inviolabilidad de domicilio y,
entonces,

(...) como consecuencia nos impiden reunirnos libremente como lo


dispone la Constitución8.

Este Colegiado decidió ingresar a analizar la existencia de tal


vulneración, luego que la sentencia de segunda instancia fijó tal transgresión
como punto controvertido9.

9. Al respecto, cabe señalar que este derecho constitucionalmente


protegido por la Constitución, como todo derecho fundamental, no es uno
absoluto o ilimitado. Así lo ha expuesto este Tribunal en la sentencia recaída en
el Expediente Nº 4677-2004-AA, tomando en cuenta lo expuesto por la
Constitución en el artículo 2, inciso 12.

Asimismo, estos límites están previstos en la Convención Americana de


Derechos Humanos, instrumento que permite interpretar la norma
constitucional a la luz de Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Norma
Fundamental. Así, debe tenerse en cuenta, de modo particular, el artículo 15 de
la Convención, que establece que:

Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de


tal derecho sólo puede estar sujeto a las restricciones previstas por la ley, que
sean necesarias en una sociedad democrática, en interés de la seguridad
nacional, de la seguridad o del orden públicos, o para proteger la salud o la
moral públicas o los derechos o libertades de los demás.

En todo caso, los motivos que se aleguen para prohibir o restringir el


derecho de reunión, deben ser ‘probados’. No debe tratarse, en consecuencia,
de simples sospechas, peligros inciertos, ni menos aún de argumentos
insuficientes, antojadizos o arbitrarios, sino deben ser razones objetivas,
suficientes y debidamente fundadas.
En tal sentido, la prohibición debe ser la última ratio a la que puede
apelar la autoridad administrativa o judicial para limitar el derecho, debiendo
optar, de ser posible, por medidas simplemente restrictivas, tales como
proponer la modificación del lugar, fecha, hora duración o itinerario previsto. Se
trata, en suma, de que la prohibición o establecimiento de restricciones al
ejercicio del derecho de reunión se encuentre debidamente motivado por
autoridad competente, caso por caso, de manera tal que el derecho se restrinja
sólo por causas válidas, objetivas y razonables, y en modo alguno más allá de
lo que resulte estrictamente necesario.

10. Del estudio de los medios probatorios aportados por las partes, se
verifica que la medida restrictiva fue adoptada por la juzgadora demandada por
las distintas irregularidades que el local institucional ubicado en el distrito de
Magdalena del Mar presentaba. Por lo tanto, la resolución fue emitida dentro de
un proceso que se puede considerar regular.

Es más, el derecho a reunión no merece protección constitucional a


través de una demanda de hábeas corpus, sino más bien a través de un
amparo (artículo 37, inciso 7 del Código Procesal Constitucional), motivo por lo
cual el petitorio en este extremo también debe ser desestimado.

§3. El resguardo del funcionamiento de la entidad demandante

11. Independientemente de lo alegado por la recurrente, lo que en el


fondo se pretende con la demanda es que la entidad peticionante siga
funcionando, tomando en consideración la labor que supuestamente cumple
con los niños y adolescentes desamparados.

Por ello, este Colegiado estima necesario realizar un estudio de los


derechos aparentemente violentados adicional al mero formal, con la finalidad
de que realmente se pueda ver proteger a la entidad recurrente, en el caso de
que lo merezca, dada la importante función que alega estar cumpliendo.

a. El interés superior del niño y del adolescente

12. La Constitución ha expresado claramente a través del ya


mencionado artículo 4, que

La comunidad y el Estado protegen especialmente al niño, al


adolescente, a la madre y al anciano en situación de abandono (...).

La tutela permanente que con esta disposición se reconoce tiene una


base justa en lo que se ha señalado como interés superior del niño y del
adolescente, doctrina que se ha admitido en el ámbito jurídico como parte del
bloque de constitucionalidad del mencionado artículo 4, a través del artículo IX
del Título Preliminar del Código de los Niños y Adolescentes y, en el espectro
internacional, gracias al principio 2 de la Declaración de los Derechos del Niño
y al artículo 3, inciso 1 de la Convención sobre los Derechos del Niño.

Una doctrina de este tipo posee un carácter eminentemente especial


cuando media un desamparo para los menores de edad (situación objetiva de
abandono), como la que ha sido reconocida constitucionalmente.

13. Al respecto, este Colegiado ya tuvo una ocasión para analizar el


contenido del artículo 4 de la Constitución, precisamente en un proceso
constitucional de amparo que involucraba a la misma institución (“Generación”)
ante el cierre de su local institucional ordenado por la Municipalidad de
Magdalena del Mar.

En aquella oportunidad, se precisó en los fundamentos de la sentencia


recaída en el Expediente Nº 0298-96-AA/ TC, S-993, lo siguiente:

(...) Que, dentro del orden de prelaciones y jerarquías existente al interior


de una Constitución, es decididamente un hecho incontrovertible, que mayor
importancia reviste para un Estado y su colectividad, el proteger a la infancia y
más aún, si se encuentra en situación de abandono, que promover la seguridad
como valor aislado, pues independientemente de que tal dispositivo reposa
directamente sus fundamentos en el artículo 1 de la Norma Fundamental y es,
por consiguiente, rigurosamente tributario del principio “Dignidad de la
Persona”, a la larga, del cumplimiento de un dispositivo, depende, en los
hechos, la eficacia y vigencia del otro. No es posible, que un Estado ;proclame
la Seguridad Ciudadana como valor preciado de hoy cuando alimenta las
condiciones de su propia alteración a futuro. Si una colectividad permite, de
espaldas a su propia realidad, que la desprotección a la niñez se solvente con
actitudes de indiferencia crónica, lo único que engendra son las condiciones,
para que la seguridad que hoy proclama como bandera, no vaya más allá de su
propia existencia, como si el futuro de sus descendientes, paradójicamente la
seguridad de ellos, no le interesara en lo absoluto.

Que, en consecuencia, si resulta tarea primordial del Estado el proteger


a la infancia, ya sea por conducto directo o por el que brinden instituciones
particulares como la patrocinada por la demandante, la solución al petitorio
administrativo de compatibilidad de uso y, en su caso, de otorgamiento de
licencia de funcionamiento, no puede ser visto, desde una perspectiva carente
de base constitucional y legal, sino en armonía con los diversos intereses y
valores en conflicto. En última instancia, no debe ignorarse que la razón de ser
de los gobiernos municipales, estriba en la necesidad de reconducir los
problemas internos de cada provincia o distrito hacia la búsqueda de las
mejores y más óptimas soluciones, mas no en la adopción facilista de
decisiones que lo único que grafican es apresuramiento y carencia de
sensibilidad social (...).

Es así como debe quedar plenamente establecido que los niños y


adolescentes que tuvieron como centro de albergue el centro “Generación”,
merecen la más amplia tutela por parte del Estado y también de la comunidad,
y a esta función no puede ni ha de rehuir el Tribunal Constitucional.

A nuestra institución, garante suprema de la vigencia y validez de las


normas constitucionales, corresponde evitar que la infancia desamparada
quede en la desatención material y jurídica. Revertir la situación por la que
tantos niños y adolescentes han buscado refugio en las vías públicas (tema
sobre el cual también mostró su preocupación la Corte Interamericana de
Derechos Humanos a través de la Sentencia de los Niños de la Calle, Caso
Villagrán Morales y otros) es una tarea ineludible de cualquier Estado que se
jacte de democrático y social de derecho. Hacia ello debe encaminarse
cualquier resolución que se emita en el seno de nuestra institución, y es por
ello que esta sentencia debe encaminarse a cumplir tal objetivo.

b. La correcta forma de tutela de los niños y adolescentes

14. La tutela que ha sido prevista en la Norma Fundamental es


permanente, pero como se ha ido estableciendo, la responsabilidad no sólo es
del Estado, pese a que siempre los reclamos son siempre dirigidos a éste, sino
de la comunidad toda.

Entonces, por más que se reconozca una protección superlativa a los


niños y adolescentes en situación de abandono, ello no es óbice para que este
Colegiado acepte y apoye cualquier tipo de actividad que se realice para con
ellos. Si se acepta que una medida que sea contraproducente -a la tutela
efectiva de sus derechos es una forma de ejercer el artículo 4 de la
Constitución, sería caer en un grave error. Así, tomando en cuenta que
“Generación” se debe dedicar a defender los derechos de la niñez10, debe
esclarecerse si la institución cumple con tal finalidad.

Por eso, corresponde a este Colegiado revisar si la forma en que


“Generación” ejerce su labor de ayuda a los menores necesitados es coherente
y ajustada a lo que la Constitución exige, y si, por lo tanto, por más que se haya
declarado infundada e improcedente la demanda planteada en los extremos
antes explicados, pueda la misma lograr una salvaguardia superior de los niños
y adolescentes en situación de abandono.
15. El artículo 4 de la Constitución, respecto a dicha salvaguardia, si bien
le asigna un papel protagónico al Estado, la hace extensiva a la comunidad; en
este ámbito se puede incluir a una institución como la que impulsa la presente
causa, y ello demuestra la eficacia horizontal de los derechos fundamentales.

Pero una cosa es que se haya autorizado de manera explícita en el


ámbito constitucional a diversas instituciones la realización de actividades
relacionadas con el trabajo social, y otra muy distinta aceptar como válidas
cualquier tipo de acciones que éstas ejecuten.

Es ahí donde nuevamente aparece el Estado como garante final del


respeto de los derechos fundamentales de niños y adolescentes. Es menester
recordar que, según el artículo 44 de la Constitución,

Son deberes primordiales del Estado: (...) garantizar la plena vigencia de


los derechos humanos; (...) y promover el bienestar general que se fundamenta
en la justicia (...).

Sobre esta base se puede señalar que es el Estado, tal como lo pregona
el artículo 25 del Código de los Niños y Adolescentes, el que

(...) garantiza el ejercicio de los derechos y libertades del niño y del


adolescente consagrados en la Ley, mediante la política, las medidas, y las
acciones permanentes y sostenidas.

Es así como la protección debe ser lo máxima posible, razón por la cual
el artículo 39 de la Convención sobre los Derechos del Niño prescribe que se

(...) adoptarán todas las medidas apropiadas para promoverla


recuperación física y psicológica y la reintegración social de todo niño víctima
de: cualquier forma de abandono, explotación o abuso (...). Esa recuperación
se llevarán a cabo en un ambiente que fomente la salud, el respeto de sí
mismo y la dignidad del niño.

Por ello, es el Estado, a través de los órganos a los cuales competen las
respectivas funciones, el que puede observar y examinar cómo las instituciones
privadas cumplen con el rol asignado por la Norma Fundamental. Gracias a su
función supervisora, éste debe ejecutar las medidas correspondientes para
exigir que tales instituciones actúen exclusivamente de acuerdo a las
necesidades de los niños y adolescentes en situación de desamparo.

16. En el caso concreto, este Colegiado se remitió a los estudios


realizados por las entidades estatales pertinentes respecto al funcionamiento
de “Generación”, tal como pasamos a explicar:
- En el ámbito municipal
Utilizando su facultad para garantizar el cumplimiento de las normas
legales referidas a licencias de funcionamiento, la Municipalidad de Magdalena
del Mar, considerando que los niños y adolescentes que se encuentran en
“Generación”, lejos de regenerarse, se encuentran en situación de descuido y
falta de control, revocó a dicha entidad la autorización de apertura de
establecimiento y fijó el plazo de un día para su clausura inmediata11.

Los vecinos de la zona, no sin dejar de manifestar su preocupación por


la recuperación de los niños y adolescentes, consideró adecuada la
intervención realizada por la municipalidad por las irregularidades de la
institución12.

- En el ámbito judicial
Luego de una inspección fiscal, los representantes el Ministerio Público
consideraron que la situación irregular de muchos niños y adolescentes
ameritaba una intervención judicial13.

La Municipalidad de Magdalena interpuso demanda ante el Juzgado de


Familia14, no sin antes haber solicitado una medida cautelar, en forma
temporal sobre el fondo, pidiendo que se ordene la suspensión provisional de
las actividades en dicho local, con la reubicación de los niños y adolescentes
que se albergaban en ese lugar15.

La jueza del proceso dictaminó la suspensión provisional de las


actividades sociales de la institución16. Para ello se basó, aparte de los
documentos presentados, en la diligencia que llevó a cabo, en la cual se
constató la existencia de mayores de edad con antecedentes penales dentro
del local, se observó el estado de insalubridad de la cocina del local y se
determinó que no se percibía que “Generación” estuviese cumpliendo los
requisitos indispensables que debe tener toda institución que se dedique al
cuidado y protección de niños y adolescentes17.

- En el ámbito administrativo
La oficina de Registro Central de Instituciones consideró que en las
instalaciones de “Generación” existe falta de infraestructura segura y
metodología de atención inadecuada, al no presentarse un programa en que se
precisen objetivos y logros de cada fase etárea, con relación directa a un
progreso de plan terapéutico18. Tal informe devino en que la Dirección de
Niñas, Niños y Adolescentes del MIMDES resuelva la cancelación parcial del
registro de “Generación” en lo referido al local de Magdalena19.
Llama la atención además que en un informe posterior se constate, en
una supervisión in sito, la condición en que se encuentra la institución: la cocina
estaba desordenada, con alimentos hacinados y en aparente estado de
descomposición; los niños dormían de forma contigua con adolescentes
‘especiales’ (así denominan a los homosexuales); las mujeres dormían en una
habitación contigua a la de los varones, sin la conveniente supervisión de un
educador (éste se encargaba del cuidado de 60 menores de edad); no se
visualizaron acciones concretas que verificase una metodología adecuada; y no
se propiciaba la reinserción familiar20.

17. De lo mostrado, es claro que han sido las propias instituciones


estatales encargadas de alguna de las funciones constitucionales las que han
considerado que la institución recurrente no ha cumplido con el rol que el
propio artículo 4 de la Constitución le reserva. Finalmente, será el proceso
iniciado en su contra el que determine el grado de responsabilidad en el
ejercicio de sus funciones, pero hasta este momento, todo hace indicar que
más que beneficiar a niños y adolescentes, su actividad puede terminar siendo
perjudicial para con ellos.

Bien se sabe que es el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social


(MIMDES) el encargado de dirigir y proponer las normas y políticas nacionales
respecto a los niños y adolescentes, por lo que está dentro de sus facultades
realizar una supervisión de las acciones ejecutadas por la institución
“Generación” en el local situado en Magdalena. También le corresponde velar
por su comunidad a la municipalidad, y son los jueces ordinarios, con todos
estos elementos, los que decidieron suspender las actividades de
“Generación”, todo dentro del marco de sus atribuciones constitucionales, y con
el fin real de proteger eficientemente los derechos de los niños y adolescentes
en situación de abandono.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de hábeas corpus de autos.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
AMENAZA DE SU LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 6586-2005-HC/TC
LIMA
EVORCIO CLODOALDO GALLARDO CONDE
(Publicado: 05-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Evorcio Clodoaldo


Gallardo Conde contra la sentencia de la Sexta Sala Penal para Procesos con
Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 211, su fecha de
18 de julio de 2005, que declara infundada la demanda de hábeas corpus de
autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 11 de marzo de 2005, interpone demanda de


hábeas corpus alegando amenaza de su derecho a la libertad individual.
Refiere que fue Gerente General y Presidente del Directorio de la Empresa
Santa Cruz de Mayo S.A. y que, a raíz de las solicitudes de jubilación de los ex
trabajadores de la referida empresa, la ONP ha realizado más de una denuncia
en su contra ante el Ministerio Público por presunto delito contra la fe pública,
lo que constituye una amenaza de su libertad individual.

Realizada la investigación sumaria, el doctor Pedro Roberto Salas Meza,


Fiscal a cargo de la Trigésima Segunda Fiscalía Penal de Lima, manifiesta que
lo único que se ha efectuado a través de su despacho con relación a las
investigaciones seguidas contra el demandante es remitir los actuados a la
División de Estafas de la Policía Nacional y que tampoco se ha solicitado
ninguna medida coercitiva en su contra. Por su parte el demandante refiere que
ha sido denunciado por la ONP por haber falsificado los certificados de trabajo
que han sido presentados por los ex trabajadores de la empresa para solicitar
su jubilación.
El Segundo Juzgado Penal de Lima, con fecha 30 de mayo de 2005,
declaró infundada la demanda por considerar que las citaciones cursadas al
accionado a efectos de que concurra a rendir su manifestación policial, en
ningún momento tuvieron por finalidad atentar contra su libertad de tránsito.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. En el presente caso el demandante cuestiona la investigación


preliminar que se le sigue por la presunta comisión de delito contra la fe
pública, alegado que lo actuado constituye una amenaza a su libertad
individual.

2. Sobre el particular el Tribunal Constitucional debe recordar que la


amenaza de violación de un derecho fundamental, para ser tutelada mediante
procesos constitucionales como el hábeas corpus, debe ser, según lo dispuesto
por el artículo 2 del Código Procesal Constitucional, “cierta y de inminente
realización”. Asimismo, este Tribunal ha señalado [Exp. Nº 2435-2002-HC/TC]
que para determinar si existe certeza de la amenaza del acto vulnerador de la
libertad individual, se requiere la existencia de “(...) un conocimiento seguro y
claro de la amenaza a la libertad, dejando de lado conjeturas o presunciones”;
añadiendo que, para que se configure la inminencia de la amenaza, es preciso
que “(...) se trate de un atentado a la libertad personal que esté por suceder
prontamente o en proceso de ejecución, no reputándose como tal a los simples
actos preparatorios”.

3. Este Colegiado considera que la investigación preliminar a cargo del


Ministerio Público no puede por tanto constituir amenaza cierta ni inminente de
la libertad individual, toda vez que el Ministerio Público se limita a una previa
actuación indagatoria, no encontrándose facultado para restringir la libertad
individual de ninguna persona denunciada; sin embargo, su labor propia
permite que al finalizar dicha investigación, pueda optar por formalizar
denuncia, la que puede motivar le. apertura de instrucción con las
consiguientes consecuencia previstas en la Ley.

4. Tampoco puede desconocerse que la Ley Nº 27379 faculta en las


investigaciones preliminares, al fiscal interviniente para solicitar la detención del
imputado y otras medidas de prevención, tal como el impedimento de salida del
país. En consecuencia, la cuestionada investigación preliminar que se sigue al
demandante, en la que no se ha solicitado medida restricitiva de la libertad
alguna, no constituye amenaza cierta ni inminente de su libertad individual.
Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la
autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú.

RESUELVE

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

AFECTACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 6773-2005-PHC/TC
LIMA
LUIS LEONIDAS LEÓN LECCA
(Publicado: 09-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Presidente; Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Leonidas


León Lecca contra la sentencia de la Primera Sala Especializada en lo Penal
para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 73, su fecha 15 de junio de 2005, que declaró improcedente la demanda
de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 28 de marzo de 2005 interpone demanda de


hábeas corpus contra la Tercera Sala Penal para Procesos con Reos en Cárcel
de la Corte Superior de Justicia de Lima, con la finalidad de que se ordene su
inmediata libertad, pues considera que al encontrarse detenido más de 18
meses, el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137 del Código
Procesal Penal se ha vencido.

Realizada la investigación sumaria, el Presidente de la Sala emplazada


refiere que el plazo máximo de detención no se ha cumplido, pues el recurrente
se encuentra procesado, entre otros delitos, por tráfico ilícito de drogas (TID).

El Cuarto Juzgado Penal con Reos en Cárcel de Lima, con fecha 6 de


abril de 2005, declaró improcedente la demanda, por considerar que el plazo
máximo de detención no ha vencido, pues de conformidad con el artículo 137
del Código Procesal Penal, en los casos de procesados por el delito de TID,
dicho plazo es de 36 meses.

La recurrida confirmó la apelada, por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El recurrente alega una presunta afectación de su derecho


fundamental a la libertad individual, pues considera que al encontrarse más de
18 meses detenido, el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137
del Código Procesal Penal, ha vencido.

2. Del análisis de autos (Cfr. auto de apertura de instrucción obrante a


fojas 13) se advierte que el demandante se encuentra procesado, entre otros,
por el delito de tráfico ilícito de drogas (TID). Siendo así, de conformidad con lo
previsto en el primer párrafo del artículo 137 del Código Procesal Penal, el
plazo máximo de detención es de 36 meses y no de 18, como erróneamente
sostiene el recurrente.

En tal sentido, en aplicación a contrario sensu del artículo 2 del Código


Procesal Constitucional, corresponde desestimar la demanda.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI
INCUMPLIMIENTO DE MANDATOS JUDICIALES

Expediente Nº 7206-2005-PHC/TC
ICA
CARLOS EDUARDO CALLE GUTIÉRREZ
(Publicado: 09-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Carlos Eduardo


Calle Gutiérrez contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Ica, de fojas 114, su fecha 21 de julio de 2005, que
declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 15 de junio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Juez del Tercer Juzgado de Paz Letrado de Ica con la
finalidad de que se deje sin efecto la orden de detención dispuesta por él.
Refiere que ha sido designado depositario de los bienes embargados en el
proceso Nº 2005-0238, sobre obligación de dar suma de dinero, seguido por
Recaudadora S.A. contra don Jorge Luis Escalante Ramírez, y que con fecha
23 de marzo de 2005 el Juzgado declaró fundada la solicitud de desafectación
y ordenó el levantamiento de la media cautelar. Alega que a pesar de que las
resoluciones mediante las cuales se ordena la desafectación de los bienes
embargados han sido apeladas y se encuentran pendientes de resolverse en
segunda instancia, el Juez emplazado ha ordenado mediante resolución de
fecha 25 de mayo de 2005, su detención por negarse a poner a disposición del
juzgado los bienes materia de desafectación.

Realizada la investigación sumaria se tomó la declaración del


magistrado Humberto Oswaldo Tomayquispe Quintanilla, juez suplente del
Tercer Juzgado Paz Letrado de lca, quien refirió que el depositario no ha
cumplido con poner a disposición del juzgado los bienes materia de
desafectación y que las apelaciones respecto de las resoluciones que disponen
la desafectación de los bienes han sido emitidas sin efecto suspensivo y que la
resolución que dispone la detención del accionante ha sido emitida en estricta
aplicación del artículo 53 del Código Procesal Civil.

El Quinto Juzgado Penal de Ica, con fecha 30 de junio de 2005, declaró


improcedente la demanda por considerar que la apelación a la resolución que
dispone la desafectación ha sido concedida sin efecto suspensivo.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se deje sin efecto la resolución


expedida con fecha 25 de mayo de 2005 por el Tercer Juzgado de Paz Letrado
de lca, que dispone la detención del demandante de conformidad con el
artículo 53, inciso 2, del Código Procesal Civil, que habilita al juez para
disponer la detención hasta por veinticuatro horas de quien resiste su mandato
sin justificación. El demandante cuestiona la orden de detención alegando que
se basa en el incumplimiento de mandatos judiciales que aún no adquieren
firmeza.

2. En el presente caso la pretensión deberá ser desestimada, habida


cuenta que, si como afirma el demandante, las resoluciones mediante las que
se dispone la desafectación de los bienes embargados, de fechas 23 de marzo
y 12 de abril, han sido apeladas tal como consta de fs. 23 y 28 de autos, dichas
apelaciones han sido concedidas sin efecto suspensivo; es decir, que su
eficacia se mantiene a pesar de haber sido impugnadas, de acuerdo al artículo
368, inciso 1, del Código Procesal Civil. En tal sentido, la orden de poner a
disposición del despacho judicial los bienes materia de desafectación debió ser
cumplida por el depositario y, ante su incumplimiento, el juez se encontraba
facultado para disponer su detención por 24 horas.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

DETENCION ARBITRARIA

Expediente Nº 7262-2005-PHC/TC
LIMA
CLARA YNÉS MONTOYA BENITES
(Publicado: 09-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por doña Clara Ynés Montoya


Benites, contra la sentencia de la Primera Sala Especializada en lo Penal para
Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
235, su fecha 24 de junio de 2005, que declara improcedente la demanda de
hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 8 de septiembre de 2004, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Nacional de Terrorismo alegando haberse
excedido el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137 del Código
Procesal

Penal, por lo que solicita su inmediata excarcelación. Manifiesta


encontrarse detenida desde el día 28 de enero de 1994; refiere que habiendo
sido procesada y condenada a 20 años de pena privativa de la libertad, dicho
proceso fue declarado nulo, razón por la cual se le abrió nuevo proceso penal,
permaneciendo privada de la libertad a la fecha de postulación de su demanda
10 años, 7 meses y 3 días, por lo cual considera que su detención ha devenido
en arbitraria e inconstitucional, al mismo tiempo que se viene vulnerando su
derecho a la libertad, debido proceso, ser juzgado en un plazo razonable y a la
retroactividad de la Ley.

Realizada la investigación sumaria, el actor se ratifica en el contenido de


su demanda. De otro lado, los vocales de la Sala emplazada,
independientemente, manifiestan que la demandante se encuentra detenida
por mandato judicial y dentro del plazo de detención provisional establecido por
ley, de manera que en mérito a lo dispuesto por el Decreto Legislativo Nº 922,
el plazo de detención recién se inicia con la apertura de instrucción, esto es, el
21 de abril de 2003, no habiéndose vulnerado los derechos reclamados.

El Noveno Juzgado Penal de Lima, con fecha 24 de enero de 2005,


declaró improcedente la demanda, por considerar que no se ha afectado los
derechos reclamados al encontrarse la detención conforme a lo establecido por
el artículo 137 del Código Procesal Penal.

La recurrida confirma la apelada por su mismo fundamento.

FUNDAMENTOS

Petitorio

1. Es objeto de la presente demanda se disponga la inmediata libertad


de la recurrente, toda vez que considera haber cumplido en exceso el plazo
máximo para la detención judicial preventiva, establecido en el artículo 137 del
Código Procesal Penal.

Aplicación del Código Procesal Constitucional

2. El Código Procesal Constitucional, vigente desde el 1 de diciembre de


2004, establece requisitos para la procedencia del hábeas corpus. Estos
requisitos no eran exigibles al momento de la postulación de la demanda de
manera que no procede requerir su cumplimiento a fin de garantizar el derecho
ala tutela jurisdiccional del demandante; en este sentido, será aplicable el
Código Procesal Constitucional, Ley Nº 28237.

Análisis del acto lesivo materia de controversia constitucional

3. Conforme ha enunciado este Colegiado en reiterada jurisprudencia:


“El derecho a que la prisión preventiva no exceda de un plazo razonable (...)
coadyuva al pleno respeto de los principios de proporcionalidad, razonabilidad,
subsidiariedad, necesidad, provisionalidad y excepcionalidad que debe guardar
la aplicación de la prisión provisional para ser reconocida como constitucional.
Se trata propiamente de una manifestación implícita del derecho ala libertad
personal reconocido en la Carta Fundamental (articulo 2 24 de la Constitución)
y, en tal medida, se funda en el respeto a la dignidad de la persona humana”,
(Exp. Nº 2915-2004-HC/TC).
4. En el presente caso, respecto de la pretensión de excarcelación del
demandante, debe precisarse que el artículo 4 del Decreto Legislativo Nº 922,
publicado en el Diario Oficial con fecha 12 de febrero de 2003, dispuso que
para los efectos de la detención judicial preventiva contemplada en el artículo
137 del Código Procesal Penal, el plazo límite de detención se inicia a partir del
auto que abre instrucción en el nuevo proceso.

5. De autos, si bien el proceso que se le siguió al recurrente en la justicia


militar por el delito de traición a la patria fue declarado nulo, ello no tenía como
efecto su inmediata libertad ni la suspensión de las requisitorias existentes,
sino el que frente a la instauración de un nuevo proceso penal -ante la
jurisdicción común- y ordenada su detención, el plazo límite de duración de
dicha medida deberá contarse desde el auto de apertura de instrucción, tal
como lo dispone el mencionado artículo 4 del Decreto Legislativo Nº 922.

6. Conforme se observa de fojas 48 a 63, con fecha 21 de abril de 2003,


el Tercer Juzgado Especializado en lo Penal expidió el auto ampliando el auto
apertura de instrucción, de fecha 16 de diciembre de 2002, incorporando a la
recurrente y otros por considerarlos presuntos autores del delito contra la
tranquilidad pública - terrorismo, por lo que desde tal fecha hasta la expedición
de la presente sentencia no ha transcurrido el plazo establecido en el artículo
137 del Código Procesal Penal.

7. Finalmente, la pretensión de la recurrente sobre la aplicación


retroactiva en sentido desfavorable de la ley modificatoria del artículo 137 del
Código Procesal Penal (Ley Nº 28105) no es amparable, toda vez que en
reiterada jurisprudencia el Tribunal Constitucional ha sostenido que:

“(...) En el caso de las normas procesales penales rige el principio


tempus regit actum, cuyo enunciado es que la ley procesal aplicable en el
tiempo es la que se encuentra vigente al momento de resolverse el acto. Esto
supone la aplicación inmediata de la ley procesal, mas no que a través de ella
se regulen actos procesales ya cumplidos con la legislación anterior (...)”. (Exp.
Nº 2196-2002-HC/TC).

8. En consecuencia de autos se desprende que la detención que viene


sufriendo la accionante se encuentra dentro de los plazos establecidos por la
ley, no evidenciándose la vulneración de sus derechos fundamentales,
resultando de aplicación el artículo 2, contrario sensu, del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,
HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DEL DERECHO DE INVIOLABILIDAD DE DOMICILIO

Expediente Nº 7376-2005-PHC/TC
LA LIBERTAD
SALVADOR BAILETTI VALENCIA
(Publicado: 09-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Sonia Bardales


Barrantes Guevara a favor de don Salvador Bailetti Valencia, contra la
resolución de la Primera Sala Especializada en lo Penal de la Corte Superior de
Justicia de La Libertad, de fojas 97, su fecha 13 de junio de 2005, que declaró
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 5 de mayo de 2005, doña Sonia Bardales Bárranles Guevara


interpone demanda verbal de hábeas corpus contra del Mayor de la Policía
Nacional del Perú, don Héctor Olguín Pineda, de la Comisaría de Ayacucho,
por violación de domicilio de don Salvador Bailetti Valencia, ubicado en la calle
Víctor Fajardo Nº 4030, Quinta Etapa, Urbanización Santa María. Alega que el
indicado oficial, sin autorización de ninguna autoridad judicial y sin motivo
alguno, pues no existe denuncia alguna contra el señor Bailetti, de manera
violenta ha ingresado a su domicilio encontrándose aun dentro de él, sin indicar
el motivo para ello ni mostrar documento alguno.

Raquel López Patiño, titular del Sexto Juzgado Especializado en lo


Penal, se constituyó en el inmueble allanado para realizar la diligencia de
constatación, obrante en autos de fojas 7 a 22, su fecha 5 de mayo de 2005,
procediendo a la toma de dicho del accionante, quien sostiene que, sin motivo
alguno, dos policías de civil irrumpieron violentamente en su domicilio seguidos
por una turba, sin exhibir identificación ni documento alguno, encerrándolo en
su propio inmueble, agregando que en todo momento se identificó como
propietario del establecimiento, pero no le permitieron mostrar documentación
alguna, y que el Fiscal Provincial se apersonó a las 11:30 de la mañana. En el
mismo acto, el beneficiario al ser preguntado si poseía licencia para la
fabricación de licores, respondió “que no tenía licencia”, en tanto que su
abogado defensor dejó constancia en el acta de que “sí se hace el envasado,
pero no la elaboración”.

Por su parte el oficial de la Policía Nacional del Perú emplazado


manifiesta que fue objeto de una intervención policial debido a que en el
inmueble intervenido se envasa y adultera productos vitivinícolas y que al
solicitar al actor su identificación y sus permisos para operar, fue agredido,
agregando que la intervención policial se ha realizado con el conocimiento y la
participación del doctor César Chávez Chávez, Fiscal Provincial de Prevención
del Delito de Trujillo, a quien también previamente había dirigido un oficio en tal
sentido, el que obra en autos a fojas 24, su fecha 5 de mayo de 2005.

Durante la diligencia se constató la existencia de costalillos con botellas


vacías lavadas, sin etiquetas, gran cantidad de cajas vacías para armar,
botellas en proceso de etiquetado, envasadas en botellas de Ron Cartavio sin
etiqueta y sin sello en la tapa, mientras que en el patio del inmueble se halló
una máquina para etiquetar y poner tapas a las botellas, así como un gran
número de botellas llenas sin etiqueta, tapas y sellos de seguridad, paquetes
de etiquetas de diferentes marcas de licores que se expenden en el mercado,
mandiles, coladores, embudos; asimismo en un ambiente separado del
inmueble intervenido se encontraron bidones llenos de vino de procedencia
desconocida que no tenían etiqueta ni el sello respectivo. En dicho acto sé
consignó también que la intervención policial se efectuó debido a la comisión
de un delito flagrante, pues en el inmueble intervenido se envasaba y
adulteraba productos vitivinícolas.

El Sexto Juzgado Especializado en lo Penal de Trujillo, con fecha 6 de


mayo de 2005, declaró infundada la demanda, aduciendo que la intervención
policial comandada por el emplazado con la presencia del Fiscal Provincial de
Prevención del Delito de Trujillo no vulnera el derecho constitucional del
demandante a la inviolabilidad del domicilio, pues se trata de un inmueble
dedicado a una actividad ilícita de envasado de vinos y licores de dudosa
procedencia, sin registro sanitario ni licencia alguna para ese tipo de actividad.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional dispone, en su artículo 2, que los


procesos constitucionales proceden cuando se amenaza o viola los derechos
constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento obligatorio por
parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Además, cuando se invoca
la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de eminente realización.

2. La Constitución Política del Perú, en su artículo 2, inciso 9), señala


que: “Nadie puede ingresar en él ni efectuar investigaciones o registros sin
autorización de la persona que lo habita o sin mandato judicial, salvo flagrante
delito (...)”

3. De autos se desprende que la intervención policial se produjo por la


comisión de flagrante delito debido a que en el inmueble intervenido se
adulteraba productos vitivinícolas, configurándose los elementos para la
comisión del ilícito penal, lo que ocasionaba un atentado contra la salud tal y
conforme se colige del tenor del Acta de Hábeas Corpus, su fecha 5 de mayo
de 2005, obrante en autos a fojas 26. A ello debe agregarse que al ser
preguntado el accionante por la señora Juez si contaba con licencia para
envasar el vino o elaborar los licores que se almacenaban en bidones,
respondió que no, precisando su abogado “que estaba en trámite”, lo que se
aprecia de las declaraciones obrantes en autos a fojas 30.

4. Es importante resaltar que este Colegiado, en reiterada jurisprudencia,


ha declarado que la flagrancia en la comisión de un delito requiere dos
requisitos insustituibles: a)_ la inmediatez temporal, es decir, que el delito se
esté cometiendo o que se haya cometido instantes antes; y b) la inmediatez
personal, es decir, que el presunto delincuente se encuentre en el lugar de los
hechos, en ese momento en situación y con relación al objeto o a los
instrumentos del delito, y que ello ofrezca una prueba evidente de su
participación. (Exo. Nº 2096-2004-HC/TC).

5. Por lo expuesto queda acreditado en autos el cumplimiento de los


requisitos mencionados al comprobarse que en el inmueble allanado se
producía y se encontraban en producción vinos sin autorización, atentando
contra la salud de las personas, todo lo que aparece del Acta obrante en autos
de a fojas 26 a 30 y del dicho del actor contenido en dicho instrumento.
6. Finalmente, corresponde al órgano jurisdiccional realizar las
investigaciones para establecer la culpabilidad, o no, del autor. Entonces, al no
haberse acreditado en autos vulneración alguna del derecho fundamental
alegado, no resulta aplicable al caso lo dispuesto por el artículo 2 del Código
Procesal Constitucional.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL

Expediente Nº 7451-2005-PHC/TC
CONO NORTE DE LIMA
FRANKLIN MACEDONIO ALCANTARA MUÑOZ
(Publicado: 10-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Franklin


Macedonio Alcántara Muñoz contra la resolución de la Segunda Sala Penal de
Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia del Cono Norte de Lima, de
fojas 89, su fecha 23 de agosto de 2005, que declaró infundada la demanda de
hábeas corpus de autos.
II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 22 de julio de 2005, Franklin Macedonio Alcántara Muñoz
interpone demanda de hábeas corpus contra la Jueza del Quinto Juzgado
Especializado en lo Penal de la Corte Superior de Justicia del Cono Norte de
Lima, Emma Doris Claros Carrasco, por haber dictado orden de captura contra
el recurrente, solicitando que se dejen sin efecto tanto la resolución que lo
declara reo contumaz como el oficio remitido por la Policía Judicial, por el que
se ordena su ubicación y captura.

La demanda se funda en lo siguiente:

- El recurrente viene siendo instruido ante el Quinto Juzgado


Especializado en lo Penal de la Corte Superior de Justicia del Cono Norte de
Lima (Exp. Nº 13880-98), por la presunta comisión del delito de falsedad
ideológica.

- Que el plazo previsto en el segundo párrafo del artículo 83 del Código


Penal debe ser entendido como un plazo ordinario de prescripción con lo cual,
habiendo transcurrido seis años y siete meses a partir de la última diligencia
practicada por el recurrente, ha operado la prescripción de la acción penal.

- Es deber del juez resolver esta prescripción de oficio; sin embargo, se


ha dictado una ilegal orden de captura contra el recurrente, a pesar de que éste
ha solicitado por escrito que se declare prescrita la acción penal.

2. Resolución de primera instancia


Con fecha 22 de julio de 2005, el Segundo Juzgado Especializado en lo
Penal de Independencia declara infundada la demanda de hábeas corpus,
argumentando que la imputación por la comisión del delito de Falsedad
Ideológica prescribiría el año 2006. A ello se suma que la conducta atribuida a
la jueza demandada no fue realizada por ella, puesto que ha sido el Superior
Colegiado quien ordenó cursar oficios para la captura del accionante.
Finalmente señala que los procesos constitucionales de garantía no pueden ser
modalidades supletorias de impugnación de resoluciones que causan agravio a
los justiciables.

3. Resolución de segunda instancia


Con fecha 23 de agosto de 2005, la Segunda Sala Penal para Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia del Cono Norte de Lima confirma la
sentencia apelada y declara infundada la demanda de hábeas corpus,
argumentando que la disconformidad del recurrente se relaciona con una
particular interpretación que formula sobre la prescripción de la acción penal;
pero que siendo su condición la de reo contumaz, las órdenes de captura
dictadas en su contra son la consecuencia legal de un mandato judicial y su
cuestionamiento debe producirse en el proceso penal y no subsanarse por la
vía de un proceso constitucional.

III. FUNDAMENTOS

Constitución y Derecho penal

1. Previamente a la resolución del presente caso concreto, este


Colegiado debe hacer algunas precisiones al respecto. El análisis de las
instituciones jurídicas que realiza el Tribunal Constitucional es un desarrollo
que necesariamente debe tener su punto de partida en la propia Constitución.
Ello porque es la Ley Fundamental en los actuales Estados constitucionales
democráticos la que establece los principios fundamentales tanto del Derecho
público como del Derecho privado. En la medida que la Constitución es una
norma jurídico-política y manifestación suprema del ordenamiento jurídico, en
ella se encuentran las bases constitucionales de todas las disciplinas del
Derecho, lo que Pellegrino Rossi llamaría les tétes de chapitres’1.

2. En tal sentido, se puede afirmar que un cierto ámbito de las


cuestiones fundamentales de la dogmática penal está abierto a la influencia
directa del ordenamiento constitucional; es decir, se encuentra a la vez dentro
de las fronteras de la Constitución y en relación con la política criminal2. De ahí
que en último término las bases del Derecho penal y de todas las demás ramas
del Derecho en general, no se han de encontrar, necesariamente en los
códigos o en las leyes, sino en la Constitución Política del Estado a través de
sus principios, entendida como orden jurídico fundamental del actual Estado
constitucional democrático.

3. La influencia del Derecho Constitucional sobre la dogmática penal se


concretiza en la actuación del Tribunal Constitucional en tanto supremo
intérprete de la Constitución, porque el Tribunal no se limita a analizar y aplicar;
las instituciones “propias” del Derecho penal y desde el Derecho penal sino que
también determina el contenido a través de su interpretación y el de sus
sentencias de las instituciones penales, haciéndolas conformes de manera
concreta o abstracta con la Constitución. Es pues a través de la interpretación
constitucional que el Tribunal contribuye a superar las limitaciones de la
dogmática penal. Desde esta perspectiva, el Tribunal Constitucional emprende
el desarrollo concreto de las instituciones jurídicas, como a continuación se
hace de la institución de la prescripción de la acción penal.

Constitución y prescripción de la acción penal


4. El fundamento constitucional de la prescripción se encuentra tanto en
el último párrafo del artículo 41, como en el artículo 139 inciso 13), de la
Constitución. El primero de prevé que “el plazo de prescripción se duplica en
caso de delitos cometidos contra el patrimonio del Estado”: el segundo, que “ la
amnistía, el indulto, el sobreseimiento definitivo y la prescripción producen los
efectos de cosa juzgada”. Bajo el canon interpretativo de estas dos
disposiciones constitucionales alusivas a la prescripción, se puede señalar que,
en general, la prescripción es una causa de extinción de la responsabilidad
penal fundada en la acción del tiempo sobre los acontecimientos humanos o la
renuncia del Estado al ius punendi, en razón de que el tiempo transcurrido
borra los efectos de la infracción, existiendo apenas memoria social de esta. Es
decir, que mediante la prescripción se limita la potestad punitiva del Estado,
dado que se extingue la posibilidad de investigar un hecho criminal y, con él, la
responsabilidad del supuesto autor o autores del delito investigado.

5. Dicho de otro modo, en una Norma Fundamental inspirada en el


principio pro homine, la ley penal material otorga a la acción penal una función
preventiva y resocializadora, a la vez que el Estado autolimita su potestad
punitiva contemplando la necesidad de que, pasado cierto tiempo, se elimine
toda incertidumbre jurídica y la dificultad de castigar a quien lleva mucho
tiempo viviendo honradamente, consagrando de esta manera el principio de
seguridad jurídica. En concordancia con la Constitución, el Código Penal
reconoce la prescripción como uno de los supuestos de extinción de la acción
penal. Así, la ley considera varias razones que permiten extinguir la acción
penal en virtud de las cuales el Estado autolimita su potestad punitiva. pueden
ser causas naturales (muerte del infractor), criterios de pacificación o solución
de conflictos sociales que tienen como base la seguridad jurídica (cosa juzgada
o prescripción) o razones sociopolíticas o de Estado (amnistía).

6. En este orden de ideas resulta lesivo a los principios de economía y


celeridad procesales, vinculados al derecho fundamental al debido proceso,
que el representante del Ministerio Público, titular de la acción penal, sostenga
una imputación cuando ésta se ha extinguido, o que formule denuncia penal
cuando la potestad persecutoria del Estado, por el transcurso del tiempo, se
encuentra extinguida y que el órgano jurisdiccional abra instrucción en tales
supuestos.

Clases de prescripción

7. De acuerdo con lo establecido en la ley penal material, la prescripción


es un medio para librarse de las consecuencias penales y civiles de una
infracción penal o una condena penal por efecto del tiempo y en las
condiciones exigidas por la ley. Por consiguiente, la prescripción igualmente
constituye un supuesto de extinción de la acción penal tal como lo prevé el
artículo 78 inciso 1), del Código Penal, y la norma material reconoce también la
prescripción de la ejecución de la pena (artículo 85 inciso 1). Así, la primera
prescripción, llamada de la persecución penal, está referida a la prohibición de
iniciar o continuar con la tramitación de un proceso penal en tanto que por la
segunda, llamada de la ejecución penal, se excluye la ejecución de una
sanción penal si ha transcurrido un plazo determinado, de lo cual se infiere que
la prescripción del delito extingue la responsabilidad penal, en tanto que la
prescripción de la pena lo que extingue es la ejecución de la sanción que en su
día fue decretada.

Plazos de prescripción

8. El artículo 80 del Código Penal establece que la acción penal


prescribe “(...) en un tiempo igual al máximo de la pena fijada por la ley para el
delito, si fuera privativa de libertad. En el caso de concurso real de delitos, las
acciones prescriben independientemente. En caso de concurso ideal de delitos,
las acciones prescriben cuando haya transcurrido un plazo igual al máximo
correspondiente al delito más grave. En ningún caso la prescripción será mayor
a veinte años. Tratándose de delitos con pena de cadena perpetua, se extingue
la acción penal a los treinta años”. Se desprende entonces que el Código
Sustantivo, en el caso de la prescripción de la pena, prevé plazos más
dilatados y condiciones más severas.

Análisis del caso concreto

9. En el presente caso, el recurrente sostiene que se ha configurado un


supuesto de prescripción de la acción penal, lo que implica la imposibilidad de
continuar con la tramitación del proceso que se le sigue por la comisión del
delito de Falsedad Ideológica. Sin embargo, pese a que no corresponde
resolver en esta sede cuestiones de mera legalidad, cabe un pronunciamiento
sobre las normas relativas a la prescripción de la acción penal, en la medida
que puede incidir, en caso que ahora se analiza, en la tutela del derecho
fundamental a la libertad personal del demandante. Más aún cuando es factible
que se vulnere este derecho si se inicia un proceso penal contra una persona
por un delito que ya no resulta perseguible penalmente.

10. Ahora bien, en anterior sentencia (Exp. Nº 4118-2004-HC) este


Colegiado ha señalado que existen causas establecidas en la ley que tienen
por efecto interrumpir o suspender el plazo de prescripción de la acción penal.
La interrupción y la suspensión del plazo se distinguen en el hecho de que
producida la interrupción el plazo vuelve a contabilizarse. En cambio, la
suspensión sólo detiene el cómputo del plazo y, superada la causal de
suspensión, el plazo transcurrido se mantiene y se continúa contabilizando. Las
causales de interrupción del plazo de la prescripción se encuentran reguladas
en el artículo 83 del Código Penal y son las siguientes: a) las actuaciones del
Ministerio Público o de las autoridades judiciales; b) la comisión de un nuevo
delito doloso.

11. La prescripción de la acción según la regulación establecida en


nuestro Código Penal, puede ser contabilizada a través del plazo ordinario y el
plazo extraordinario. En primer lugar, el plazo ordinario de prescripción
regulado en el artículo 80 del Código Penal, es el equivalente al máximo de la
pena fijada en la ley, en caso de ser privativa de libertad. En caso de que la
pena no sea privativa de libertad. la acción prescribe a los dos años. Asimismo,
en casos de delitos cometidos por funcionarios y servidores públicos contra el
patrimonio del Estado o de organismos sostenidos por este, el plazo de
prescripción se duplica. Por otro lado, existe el plazo extraordinario de
prescripción, que será utilizado en caso de que haya operado la interrupción
del plazo de la prescripción que, según lo establece el artículo 83 del Código
Penal, es el equivalente al plazo ordinario de prescripción más la mitad.

12. Asimismo, de acuerdo con lo establecido en el artículo 81 del Código


Penal, los plazos de prescripción se reducirán a la mitad si el agente tenía
menos de 21 años o más de 65 al tiempo de la comisión del hecho punible,
Finalmente, tratándose de reos contumaces, los plazos de prescripción se
interrumpen si es que existen evidencias irrefutables de que el acusado rehuye
del proceso y hasta que se ponga a derecho, debiendo el juez declarar dicha
suspensión de conformidad con el artículo 1 de la Ley Nº 26641, que establece
que: “Interprétase por la vía auténtica que, tratándose de contumaces, el
principio de la función jurisdiccional de no ser condenado en ausencia, se
aplica sin perjuicio de la interrupción de los términos prescriptorios, la misma
que opera desde que existen evidencias irrefutables que el acusado rehuye del
proceso y hasta que el mismo se ponga a derecho. El Juez encargado del
proceso declara la condición de contumaz y la suspensión de la prescripción”.
En el caso de autos, la resolución judicial de fecha 22 de enero de 2004 (a
fojas 34), declaró al demandante reo contumaz, situación que no ha variado
según se aprecia de la resolución judicial dictada por la Segunda Sala
Especializada Penal para Reos Libres de la Corte Superior de Justicia del Cono
Norte de Lima (a fojas 55), de fecha 25 de enero de 2005. Por lo tanto y de
acuerdo cono lo señalado, este Colegiado considera que no existe vulneración
del derecho fundamental a la libertad personal alegado por el demandante.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.


Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD

Expediente Nº 7724-2005-PHC/TC
CUSCO
NICOLÁS MARTÍN VALQUI CAHUAZA
(Publicado: 10-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Nicolás Martin


Valqui Cahuaza contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Cusco, de fojas 79, su fecha 5 de setiembre de 2005,
que declara improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 3 de agosto de 2005, don Nicolás Martín Valqui Cahuaza
interpone demanda de hábeas corpus (fojas 1), contra la jueza del Segundo
Juzgado Penal de Cusco, Yrma Rosario Oviedo Ligarda, por vulnerar su
derecho a la libertad y a fin de que se ordene su inmediata excarcelación.

La demanda se fundamenta en lo siguiente:

- En el proceso penal que se le siguió por el delito de terrorismo fue


sentenciado a la pena privativa de libertad de quince años y al pago de una
reparación civil de S/. 5,000.00.
- Habiendo cumplido doce años de prisión efectiva, solicita acceder al
beneficio penitenciario deliberación condicional, pedido que ha sido declarado
procedente, condicionando su excarcelación al pago del íntegro de la
reparación civil.

- Al estar privado de libertad el recurrente no cuenta con los recursos


económicos necesarios para hacer efectivo el pago de la reparación civil que
se le ha impuesto, lo que configura un supuesto de prisión por deudas proscrito
por la Constitución.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus


Con fecha 3 de agosto de 2005, el Cuarto Juzgado Penal de Cusco
dispuso que se lleve a cabo la investigación sumaria del hábeas corpus (fojas
4) y, en consecuencia, se reciba la declaración indagatoria tanto del
demandante como de la demandada.

- El 4 de agosto de 2005 se recibe la declaración indagatoria del


accionante (fojas 7), quien señala que hasta la fecha no ha efectuado ningún
pago por concepto de reparación civil. Agrega que no se niega a cumplir con
este pago pero que al estar en prisión no le es posible realizar ninguna labor
remunerada que le permita cubrir el monto de la reparación civil.

- El 8 de mosto de 2005 la jueza del Segundo Juzgado Penal para


Detenidos y los en Cárcel del Cusco, doña Yrma Rosario Oviedo Ligarda,
presenta su escrito de descargo (fojas 38). en el cual sostiene que de
conformidad con los artículos 46 y 53 del Código de Ejecución Penal, en casos
especiales de delitos cometidos en agravio del Estado procede el beneficio de
libertad condicional si se paga la multa o reparación civil que se fijó en la
sentencia. Atendiendo a esta consideración, se condicionó la liberación
condicional del presunto agraviado al pago previo de la reparación civil que
determinó el Juez en su oportunidad, sin que ello implique la vulneración del
derecho a la libertad personal del recurrente. Finalmente, agrega que el
presunto agraviado no ha interpuesto ninguno de los medios impugnatorios que
la ley prevé contra la resolución que dice afectarlo.

3. Resolución de primer grado


Con fecha 16 de agosto de 2005, el Cuarto Juzgado Penal de Cusco
(fojas 56) declara improcedente la demanda de hábeas corpus, argumentando
que no se ha vulnerado el derecho a la libertad del recurrente puesto que la
resolución que declara procedente su solicitud para acceder al beneficio
penitenciario de libertad condicional se ha tramitado con arreglo a ley y
considerando que para acceder a este beneficio, se requiere el pago previo de
la reparación civil y la multa.
4. Resolución de segundo grado
Con fecha 5 de setiembre de 2005, la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia del Cusco (fojas 79) confirma la apelada y declara
improcedente la demanda de autos, por considerar que el trámite seguido por
el accionante para acceder al beneficio de libertad condicional se ha llevado a
cabo de acuerdo a ley. Señala además que al ordenar el pago de la reparación
civil establecida, la Jueza no está incurriendo en el supuesto proscrito de
prisión por deudas, puesto que no se trata de una deuda civil.

III. FUNDAMENTOS

1. En sentencia anterior (Exp. Nº 0010-2002-AI/TC) este Colegiado


señaló que “(...) en el Estado democrático de derecho, el régimen penitenciario
tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la
sociedad, lo cual, conforme a nuestra Constitución Política, (artículo 139 inciso
2), constituye uno de los principios del régimen penitenciario, que, a su vez, es
congruente con el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, que establece que “(...) el régimen penitenciario consistirá en un
tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de
los penados”.

2. Dicha disposición constitucional, no por su condición de principio


carece de eficacia, ya que comporta un mandato expreso de actuación dirigido
a todos los poderes públicos comprometidos con la ejecución de la pena y
singularmente al legislador, ya sea en el momento de regular las condiciones
de ejecución de las penas o en el momento de establecer el quántum de ellas.
Entre estas condiciones de ejecución, se encuentra, desde luego, la posibilidad
de que el legislador autorice la concesión de determinados beneficios
penitenciarios, pues ello es compatible con los conceptos de reeducación y
rehabilitación del penado. Por ello, el Tribunal Constitucional considera que
estos principios suponen, intrínsecamente, la posibilidad de que el legislador
pueda autorizar que los penados, antes de la culminación de las penas que les
fueron impuestas, puedan recobrar su libertad si los propósitos de la pena
hubieran sido atendidos. La justificación de la pena privativa de libertad es en
definitiva la protección de la sociedad contra el delito.

3. Ello sólo puede tener sentido “(...) si se aprovecha el período de


privación de libertad para lograr, en lo posible, que el delincuente, una vez
liberado, no solamente quiera respetar la ley y proveer a sus necesidades, sino
también que sea capaz de hacerlo”. En efecto, si mediante los beneficios
penitenciarios, como la libertad condicional o la semilibertad, se autoriza
legalmente que la pena impuesta por un juez pueda eventualmente
suspenderse antes de su total ejecución, tal autorización está condicionada a
que los fines de la pena se hayan cumplido. Así, se ha dicho que los beneficios
penitenciarios tienen su razón de ser en los principios constitucionales de los
fines de la pena; es decir, en la reeducación y en la reinserción social: la
prevención especial y el tratamiento, y en los factores positivos de la evolución
de la personalidad del recluso para individualizar la condena impuesta,
haciendo así una aplicación del principio de sentencia indeterminada y
ofreciendo al penado estímulos gratificantes para lograr su adhesión a esos
modos de comportamiento que puedan valorarse como indiciarios de esa
evolución positiva, cumpliendo las prescripciones de un programa de
tratamiento individualizado.

4. Sin embargo, este Tribunal también ha señalado (Exp. Nº 1594-2003-


HC/TC) que el otorgamiento de los beneficios penitenciarios no está
circunscrito únicamente al cumplimiento de los requisitos que el legislador
pudiera haber establecido como parte de ese proceso de ejecución de la
condena. La determinación de si corresponde o no otorgar a un interno un
determinado beneficio penitenciario no debe ni puede reducirse a verificar si
éste cumplió o no los supuestos formales que la normatividad contempla (plazo
de internamiento efectivo, trabajo realizado, entre otros). Dado que el interno se
encuentra privado de su libertad personal en virtud de una sentencia
condenatoria firme, la concesión de los beneficios penitenciarios está
subordinada a la evaluación del Juez Penal, quien estimará si los fines del
régimen penitenciario se han cumplido, de manera que corresponda
reincorporar al penado a la sociedad, aun antes de que no se haya cumplido la
totalidad de la condena impuesta, si es que éste demuestra estar reeducado y
rehabilitado.

5. De modo que la concesión de un determinado beneficio penitenciario,


como la libertad condicional o la semilibertad a favor de un interno está
condicionada a una evaluación judicial previa, consistente en analizar que el
tratamiento penal brindado al condenado durante la ejecución de la pena
permita prever que éste está apto para ser reincorporado a la sociedad,
precisamente por haber dado muestras, evidentes y razonables, de haberse
reeducado y rehabilitado. En el caso concreto, el demandante afirma que, no
obstante que el Juez ha declarado procedente su solicitud para acceder al
beneficio penitenciario de libertad condicional (fojas 35), se hace depender su
efectivización al previo pago íntegro de la reparación civil impuesta en la
sentencia condenatoria (fojas 14), lo cual también se puede apreciar en el
descargo de la demandada, a fojas 38. La cuestión constitucionalmente
relevante a responder, en el presente caso, es si el acceso al beneficio
penitenciario de libertad condicional, en los delitos de terrorismo, está
determinado por el previo pago de la reparación civil.

6. Al respecto cabe señalar que el artículo 2 del Decreto Legislativo Nº


927 prevé que las personas que hayan sido condenadas por la comisión del
delito de terrorismo pueden acogerse a los beneficios penitenciarios de
redención de la pena por el trabajo y la educación, y de liberación condicional.
Esta misma disposición, en su artículo 4 y en concordancia con el artículo 53
del Código de Ejecución Penal, establece que los condenados a pena temporal
por delito de terrorismo podrán acogerse al beneficio penitenciario de liberación
condicional cuando hayan cumplido efectivamente los tres cuartos de la pena
impuesta, siempre que no tenga proceso pendiente con mandato de
detención”. De acuerdo con esto se puede inferir que en nuestro ordenamiento
jurídico-penal, está permitido que las personas sentenciadas por la comisión
del delito antes aludido puedan acogerse al beneficio de libertad condicional.

7. Sin embargo, es correcto afirmar también que en nuestro


ordenamiento jurídico-penal, el beneficio penitenciario de libertad condicional
tiene alcances distintos. Ello porque su concesión en determinados delitos está
condicionado al pago del íntegro fijado en la sentencia como reparación. Éste
es el supuesto previsto en el segundo párrafo del artículo 153 del Código de
Ejecución Penal: “(...) en los casos de los delitos a que se refiere el artículo 46,
la liberación condicional, podrá concederse cuando se ha cumplido las tres
cuartas partes de la pena y previo pago del íntegro de la cantidad fijada en la
sentencia como reparación civil y de la multa o, en el caso del interno
insolvente, la correspondiente fianza en la forma prevista en el artículo 183 del
Código Procesal Penal”.

8. De otro lado, es del caso señalar también que la concesión de este


beneficio penitenciario, para otros delitos es una posibilidad que no está
prevista ni siquiera bajo el cumplimiento de determinados requisitos. De
acuerdo con lo establecido en el tercer párrafo del artículo 153 aludido: “(...)
este beneficio no es aplicable a los agentes de los delitos tipificados en los
artículos 296, 297, 301, 302 y 319 a 323 del Código Penal”.

9. Ahora bien, este Colegiado advierte que obra en autos, a fojas 34, la
resolución de fecha 27 de julio de 2005, mediante la cual se declara procedente
la solicitud del beneficio de libertad condicional del demandante. A pesar de lo
dispuesto en ella se ordena previamente que el demandante “(...) cumpla con el
pago del íntegro de la reparación civil impuesta o constituya garantía
patrimonial o fianza personal (...)”. Para este Tribunal, el hecho que la Jueza
Penal haya dispuesto que previamente el demandante pague la reparación
civil, se justifica en la medida que el artículo 6 inciso 10) del Decreto Legislativo
Nº 927 faculta al Juez no sólo a dictar determinadas reglas de conducta en la
concesión del beneficio penitenciario de liberación condicional, sino también a
imponer otros deberes. En ese sentido, si se considera la gravedad del delito
cometido por el demandante y la necesidad de reparar los daños que se
derivan como consecuencia de ello, tal exigencia no sólo resulta razonable y
proporcional, sino también constitucionalmente legítima. Ello porque no debe
olvidarse que el otorgamiento de los beneficios penitenciarios, entre ellos el de
liberación condicional, no es una consecuencia necesaria del cumplimiento de
determinados requisitos, sino que requiere también de una valoración positiva
-no arbitraria- por parte del Juez. En consecuencia, este Tribunal considera
que, en el presente caso, no se ha vulnerado el derecho fundamental a la
libertad personal.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DE LA INTERDICCION DE LA REFORMATIO IN PEJUS

Expediente Nº 7868-2005-HC/TC
CUSCO
RICHAR ROQUE QUISPE
(Publicado: 10-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Richar Roque


Quispe contra la sentencia de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia del Cusco, de fojas 140, su fecha 8 de agosto de 2005, que declara
infundado el hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 4 de marzo de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra los vocales integrantes de la Sala Mixta Descentralizada
e Itinerante de Andahuaylas y Chincheros de la Corte Superior de Justicia de
Apurímac, señores Salazar Oré, Paredes Infanzón y Leguía Loazya, quienes
declararon improcedente su solicitud de adecuación de pena. Refiere que con
fecha 22 de julio de 2002 fue condenado por el delito de tráfico ilícito de drogas
a una pena privativa de libertad de 15 años, y que, a pesar de que el
representante del Ministerio Público no interpuso recurso de nulidad contra la
sentencia condenatoria dentro del plazo de ley, sino que se limitó a
fundamentar el recurso en el término de 10 días, la Sala admitió el recurso, por
lo que el expediente fue elevado a la Corte Suprema, la que declaró haber
nulidad en el extremo que lo condena a una pena de 15 años y, reformándolo,
le impuso una condena de 25 años. Alega que al no haber interpuesto el
recurso de nulidad el Ministerio Publico, la Sala Suprema no se encontraba
habilitada para incrementar la pena impuesta en primera instancia, por lo que
procedía adecuar la pena conforme a lo dispuesto en la Disposición Transitoria
de la Ley Nº 27454, que modifica el artículo 300 del Código de Procedimientos
Penales.

El vocal superior Jelio Paredes Infanzón se apersona y solicita que la


demanda sea declarada improcedente, alegando que la resolución que deniega
la adecuación de pena se encuentra arreglada a ley.

El Segundo Juzgado Penal de Cusco, con fecha 19 de abril de 2005,


declaró infundada la demanda, por considerar que la resoluciones judiciales
cuestionadas han sido emitidas por órganos jurisdiccionales competentes y en
uso de sus atribuciones conferidas por ley.

La recurrida confirmó la apelada por considerar que, de acuerdo al


artículo 300 del Código de Procedimientos Penales, la Corte Suprema se
encontraba facultada para aumentar la pena, ya que el recurso de nulidad fue
también interpuesto por el Ministerio Público.

FUNDAMENTOS

1. Mediante el presente hábeas corpus el recurrente cuestiona la


resolución que le denegó la adecuación de pena que solicitó en virtud de la Ley
Nº 27454. En efecto, dicha ley, que modificó el artículo 300 del Código de
Procedimientos Penales en el sentido de proscribir de manera expresa la
interdicción de la reforma en peor respecto del recurso de nulidad en el proceso
penal, establece que los sentenciados a quienes se hubiere aplicado una pena
más grave en segunda instancia penal sin que el Ministerio Público hubiese
impugnado la resolución, esto es, con vulneración de la interdicción de la
reformatio in pejus, podrán solicitarla adecuación de la pena a la instancia que
expidió el fallo impugnado.

2. Sin embargo, en el presente caso, este Tribunal advierte que,


conforme consta a fojas 93 y siguientes de autos, con fecha 22 de julio de 2002
se leyó la sentencia condenatoria contra el demandante, reservándose el
representante del Ministerio Público su derecho de interponer el recurso de
nulidad dentro del plazo de ley. Asimismo, conforme consta a fojas 97 de autos,
con fecha 23 de julio de 2002, es decir, un día después de impuesta la
condena, el representante del Ministerio Público impugnó la sentencia
condenatoria. Si bien aparentemente dicho escrito fue presentado únicamente
como la fundamentación de un recurso de nulidad, que de acuerdo al artículo
300 del Código de Procedimientos Penales deberá presentarse dentro de los
diez días de presentado el recurso de nulidad, y no como el recurso mismo,
este error material no puede dar lugar a su invalidación, toda vez que el texto
del mismo contiene una pretensión impugnatoria interpuesta dentro del plazo
de ley. Por tanto, al haberse interpuesto válidamente recurso de nulidad por
parte del Ministerio Público, la Corte Suprema se encontraba habilitada para
incrementar el quantum de la pena. En tal sentido, al no advertirse una
vulneración de la interdicción de la reformatio in pejus por parte de la Corte
Suprema, no resulta cuestionable la denegación de adecuación de pena al
amparo de la Ley Nº 27454 solicitada por el demandante.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

DETENCION ARBITRARIA

Expediente Nº 8248-2005-PHC/TC
LA LIBERTAD
HELÍ ONÉSIMO MARQUINA VALDERRAMA
Y OTROS
(Publicado: 11-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 9 días del mes de diciembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Henry


Cisneros Jara a favor de don Helí Onésimo Marquina Valderrama y otros,
contra la resolución emitida por la Tercera Sala Especializada en lo Penal de la
Corte Superior de Justicia de La Libertad, su fecha 2 de setiembre de 2005, a
fojas 60, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Que con fecha 5 de julio de 2005, el letrado don Luis Henry Cisneros
Jara interpone demanda constitucional de hábeas corpus a favor de sus
patrocinados, don Helí Onésimo Marquina Valderrama, don Jaime Oriando
Marquina Asunción, doña Rosa Sánchez Abanto y don Roni Ericson Marquina
Asunción, dirigiéndola contra los Suboficiales de la Policía Nacional del Perú
don José Cotrina Farfán y don Guillermo Vidaurre Chero, por violación al
derecho a la libertad individual en forma de detención arbitraria. Refieren los
actores que con fecha 4 de julio de 2005 fueron intervenidos por los
demandados en circunstancias en que transitaban en el vehículo de placa BD-
4408, siendo víctimas de maltrato y del “sembrado” de droga, en la cantidad de
cuatro paquetitos, presumiblemente de pasta básica de cocaína, para
posteriormente ser trasladados hasta la Comisaría de la Policía Nacional del
Perú “El Alambre”, de Trujillo, donde permanecen recluidos en forma ilegal.

El Undécimo Juzgado Especializado en lo Penal de Trujillo admite la


demanda a trámite, disponiendo se practique la investigación sumaria,
constituyéndose en la Comisaría de la Policía Nacional del Perú “El Alambre”,
conforme consta del Acta de Constatación y Verificación, obrante en autos a
fojas 8, comprobándose la detención de los beneficiarios, entre ellos un menor
de edad, por lo que el personal policial había solicitado mediante oficio la
presencia del Fiscal de Familia de Turno. Procediendo a tomar el dicho de los
beneficiarios, éstos manifiestan que no han sido objeto de maltrato en el local
policial. Por su parte, el emplazado, al rendir su declaración indagatoria,
obrante en autos a fojas 20, manifiesta conocer a los beneficiarios, indicando
que son delincuentes comunes que se dedican al robo de artefactos de los
domicilios, confirmando que se detuvo el vehículo por no contar con placa
posterior ni SOAT y que el conductor no tenía licencia de conducir ni la tarjeta
de propiedad del vehículo; que al practicarse un registro del vehículo se
encontró bajo la alfombra cuatro envoltorios; negó haber maltratado
físicamente a los detenidos.

El Undécimo Juzgado Especializado en lo Penal de Trujillo, teniendo en


cuenta que la Constitución permite las detenciones por los delitos de trafico
ilícito de drogas, espionaje y terrorismo por un máximo de 15 días y que
habiendo intervenido el Ministerio Público a nivel prejurisdiccional, corresponde
a éste resolver dando cuenta al Juzgado competente en su oportunidad, si se
pronuncia declarándola improcedente.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El literal f) del inciso 24 del artículo 2 de la Constitución Política del


Perú establece que

“Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del
juez o por las autoridades policiales en caso de flagrante delito. El detenido
debe ser puesto a disposición del juzgado correspondiente, dentro de las
veinticuatro horas o en el término de la distancia. Estos plazos no se aplican a
los casos de terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de drogas. En tales casos, las
autoridades policiales pueden efectuar la detención preventiva de los presuntos
implicados por un término no mayor de quince días naturales. Deben dar
cuenta al Ministerio Público y al juez, quien puede asumir jurisdicción antes de
vencido dicho término”.

2. De autos se tiene que los beneficiarios fueron detenidos con fecha 4


de julio de 2005 y trasladados a la Comisaría de la Policía Nacional del Perú “El
Alambre”, de Trujillo, conforme se aprecia del cuaderno de Registro de
Entradas al recinto policial, obrante a fojas 16 y 17 del principal; asimismo de
fojas 12 a 15 obran las notificaciones de detención cursadas a los
demandantes por el emplazado, haciendo de su conocimiento el encontrarse
en calidad de detenidos por estar implicados en una investigación por el delito
Contra la Salud, en la modalidad de tráfico ilícito de drogas-posesión,
comunicándoles, además, su derecho a ser asesorados por un abogado de su
libre elección.

3. En tal sentido las alegaciones hechas por los actores en su demanda,


obrante a fojas 1, están orientadas principalmente a presentar argumentos
tendientes a crear convicción en el juzgador respecto de su inocencia del delito
que se les imputa, lo cual se colige de sus declaraciones obrantes en el Acta de
Constatación y Verificación, practicada por la señora jueza titular del Undécimo
Juzgado Especializado en lo Penal de Trujillo, Liliana Janet Rodríguez
Villanueva, su fecha 4 de julio de 2005, que corre en autos de fojas 8 a 10,
argumentos esgrimidos que deben ser presentados y valorados durante la
sustanciación de la etapa prejudicial y, eventualmente, durante la etapa
jurisdiccional, pues hacer lo contrario significaría suponer un ejercicio de
actividad jurisdiccional por este Tribunal, contraviniendo a lo dispuesto en la
Constitución Política del Perú respecto de sus facultades. Por su parte, el
emplazado don José Nicolás Cotrina Farfán al rendir su declaración
indagatoria, la misma que obra en autos de fojas 20 a 22, su fecha 5 de Julio
de 2005, afirma que los beneficiarios han sido detenidos en circunstancias en
que se movilizaban en un vehículo que carecía de la respectiva placa de rodaje
en la parte posterior, no tenían el seguro SOAT, el conductor no poseía licencia
de conductor, ni tampoco la respectiva tarjeta de propiedad del vehículo en
materia y que al practicarse el registro vehicular se encontraron debajo de la
alfombra 4 paquetes de una sustancia blanquecina, supuestamente pasta
básica de cocaína, razón por la cual fueron conducidos a la dependendencia
policial de “El Alambre”, habiéndose cursado el oficio correspondiente tanto al
Fiscal Provincial y al Fiscal de Familia, por estar implicado un menor de edad.
Es categórico en cuanto a que los beneficiarios no han sido sometidos a
maltrato físico alguno, pero que uno de ellos opuso resistencia a su detención y
conducción a la referida dependencia policial.

4. De lo anteriormente expuesto se colige que la detención realizada no


deviene en ilegal puesto que se halla acorde con el precepto constitucional
citado en el segundo fundamento, dada la naturaleza del delito investigado, no
habiéndose acreditado de manera alguna en autos elementos para dilucidar la
veracidad del “sembrado” de drogas que alegan los beneficiarios como
sustento principal de su demanda, lo cual deberán probar utilizando los
argumentos que la ley procesal les otorga ante el órgano jurisdiccional
correspondiente de acuerdo a ley.

5. En tal sentido, no se acredita en autos la violación de los derechos


constitucionales de los beneficiarios, no resultando de aplicación al caso de
autos lo dispuesto por el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.
SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

PRESCRIPCION DE LA PENA

Expediente Nº 8301-2005-HC/TC
ÁNCASH
JUAN DEPAZ CUEVA
(Publicado: 11-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Juan Depaz


Cueva contra la resolución, de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Ancash, de fojas 37, su fecha 1 de agosto de 2005, que declaró
infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 4 de julio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Ancash,
integrada por los vocales señores Alarcón Menéndez, Dextre Córdova y Tinoco
Huayaney, por haber declarado improcedente su solicitud de prescripción de la
pena. Alega que desde noviembre de 2003, fecha en la que se confirmó la
revocatoria de la suspensión de la pena, ha transcurrido más de un año y ocho
meses, superándose el plazo ordinario de prescripción de pena, ya que fue
condenado a una pena privativa de libertad de un año.

Realizada la investigación sumaria, los vocales emplazados manifiestan


uniformemente que han actuado de acuerdo ley, siendo improcedente el pedido
de prescripción de la pena de acuerdo al artículo 86 del Código Penal.

Con fecha 7 de julio de 2005, el Primer Juzgado Penal de Huaraz


declara infundada la demanda de hábeas corpus, argumentando que no se ha
contravenido las garantías del debido proceso, ya que se han acatado las
normas procesales, que, al ser de orden público, son de cumplimiento
obligatorio.

La recurrida confirma la apelada, por considerar que si bien es cierto que


el sentenciado solicitó la prescripción de la pena y que el colegiado se
pronunció también por la prescripción de la acción penal en la parte
considerativa de la resolución cuestionada, también lo es que la norma legal
aplicable en ambos casos es el artículo 86 del Código Penal.

FUNDAMENTOS

1. En el presente caso, el recurrente cuestiona la resolución mediante la


cual el órgano jurisdiccional emplazado ha resuelto no declarar la prescripción
de la pena a su favor por el delito de omisión de asistencia familiar.

2. Conforme lo ha expuesto este Colegiado en reiteradas oportunidades,


la interpretación de la ley penal es una atribución del juez penal y sólo podrá
revisarse las decisiones que éste emita siempre que como consecuencia de
ellas se afecten derechos fundamentales de modo arbitrario o irrazonable.
Justamente, conforme a la precisión del artículo 4 del Código Procesal
Constitucional es procedente para este Tribunal ingresar el análisis de fondo de
la materia controvertida en atención a los términos de la demanda, en cuanto
su pretensión acusa vulneración, en forma manifiesta, de la libertad individual
del recurrente y la tutela procesal efectiva.

3. En el caso de autos se aprecia que la resolución impugnada ha sido


emitida dentro de un proceso penal y se encuentra debidamente motivada por
la norma sustantiva que la ampara, así como por los fundamentos pertinentes
para rechazar la pretensión que dio lugar a su expedición; en ese sentido, se
ha respetado la garantía prevista en el artículo 139.5 de la Constitución, por lo
que la presunta afectación a los derechos del demandante queda desvirtuada,
debiendo desestimarse la demanda de autos, más aún cuando no se advierte
que la misma adolezca de vicios que motiven su nulidad o que su contenido
sea injustificado o abusivo.

4. En el presente caso este Colegiado considera pertinente desestimar la


pretensión toda vez que aún no ha operado la prescripción de la pena, como
afirma el demandante. Así, habiéndose producido la revocación de la
condicionalidad de la pena con fecha 5 de agosto de 2003, la cual constituye,
de acuerdo con el artículo 87 del Código Penal, causal de interrupción del plazo
de prescripción de la pena, deberá contabilizarse desde dicha fecha el plazo
ordinario de prescripción. Tal plazo de tres años aún no ha transcurrido.
5. Habiendo operado una causal de interrupción, es posible contabilizar
el plazo extraordinario de prescripción, equivalente a cuatro años y medio. Sin
embargo, desde el 15 de marzo de 2002, fecha en la que quedó consentida la
sentencia condenatoria, aún no ha transcurrido dicho plazo. Por lo tanto, al no
haberse producido la prescripción de la pena, la demanda resulta infundada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, can la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

AMENAZA CONTRA EL DERECHO DE LIBRE TRANSITO

Expediente Nº 8311-2005-PHC
ÁNCASH
YENY TANIA HUERTA MENDOZA
(Publicado: 11-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 13 días del mes de diciembre de 2005; la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Yeny Tania


Huerta Mendoza contra la Resolución Nº 15, emitida por la Primera Sala Penal
de la Corte Superior de Justicia de Ancash, a fojas 59, su fecha 24 de agosto
de 2005, que declaró infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 16 de junio de 2005, la actora interpone demanda de hábeas


corpus contra el don Elmer Luis Alberto Díaz, por atentar contra su libertad.
Alega que viene siendo víctima de un seguimiento sistemático e injustificado
por parte del emplazado, lo que viene ocurriendo desde hace varios años
atrás,; que ha recurrido por ante el Teniente Gobernador del barrio de
Shancayán, quien recriminó -el supuesto agresor por su actitud y que, sin
embargo, continúa con sus persecuciones.

El Tercer Juzgado Especializado de Huaraz declaro infundado el proceso


constitucional de hábeas corpus mediante resolución Nº 12, su fecha 8 de
agosto de 2005, obrante a fojas 45, al considerar que, del análisis de la
demanda se tiene que la demandante aduce estar siendo perturbada arbitraria
y permanentemente en su libertad de tránsito mediante amenazas de las
cuales es víctima; sin embargo, estos hechos denunciados no constituyen seria
restricción a su derecho a libre tránsito y, por lo mismo no pueden ser
denunciados vía proceso de hábeas corpus y por último, que la accionante no
ha aportado elementos probatorios que corroboren sus afirmaciones en la
presente causa.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional dispone, en su artículo 2, que los


procesos constitucionales proceden cuando se amenace o viole los derechos
constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento obligatorio por
parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Dispone asimismo, que
cuando se invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de
inminente realización.

2. Teniendo en cuenta la naturaleza de la pretensión, el asunto de autos


configura un caso típico de hábeas corpus preventivo. En efecto, tal como lo
dispone el inciso 1) del artículo 200 de la Norma Fundamental, el hábeas
corpus no sólo procede ante el hecho u omisión de cualquier autoridad,
funcionario o persona que vulnere la libertad individual o derechos conexos,
sino también frente a la amenaza de que se pueda producir tal vulneración.
Para verificar si tales derechos son amenazados, se debe comprobar: a) la
inminencia del acto vulnerador, es decir que se configure un atentado a la
libertad personal, que esté por suceder prontamente o en vías de ejecución, no
entendiéndose como tal a los simples actos preparatorios, y b) la certeza del
acto vulnerador, es decir que exista un conocimiento seguro y claro de la
amenaza a la libertad, dejando de lado conjeturas o presunciones.

3. Del detallado estudio de las piezas instrumentales que corren en


autos, especialmente de la copia de la Solicitud de Garantías Personales y
Familiares (ff 1), aparece que la demandante efectivamente presentó por ante
el despacho del Subprefecto de la Provincia de Huaraz, Ancash, los mismos
fundamentos de la presente demanda, pedido de garantías que por si solo no
acredita la vulneración del derecho alegado.

4. De la sumaria investigación y de las piezas instrumentales glosadas


en autos, resulta pues que no se ha acreditado de modo alguno la existencia
de amenazas o vulneración ciertas o inminentes de los derechos
constitucionales de la accionante, no resultando de aplicación al presente caso
lo prescrito por el artículo 1 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda en el presente proceso de hábeas


corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

TRASLADO DE PENITENCIARIA

Expediente Nº 8508-2005-PHC/TC
LIMA
FRANCISCO IBÁÑEZ ROMERO
(Publicado: 11-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 18 días del mes de enero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Francisco Ibáñez


Romero contra la resolución de la Cuarta Sala Penal para Procesos con Reos
en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 37, su fecha 9 de
setiembre de 2005, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus
de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 3 de agosto de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus (de fojas 1) contra el Director de Instituto Nacional Penitenciario
(INPE), a fin de que se disponga su traslado al establecimiento penitenciario
para reos primarios de San Jorge, toda vez que no tiene antecedentes penales.
No obstante ello, se ha dispuesto su internamiento en el Establecimiento
Penitenciario de Régimen Cerrado Ordinario Lurigancho, el cual alberga a
personas con antecedentes penales y policiales, muchos de ellos incluso
reincidentes. Además, teme por su seguridad, integridad física y psicológica al
haber sido internado en el Pabellón Nº 3, el cual alberga a personas
sentenciadas y procesadas por el delito de violación sexual, delito cuya
comisión también se le imputa al demandante.

2. Resolución de primera instancia


Con fecha 3 de agosto de 2005, el juez del Quincuagésimo Juzgado
Penal de Lima declaró improcedente la demanda de hábeas corpus (fojas 12),
por cuanto la clasificación del procesado ha sido realizada por la Junta Técnica
de Clasificación del INPE; además, porque es evidente que se está “frente a la
causal de improcedencia establecida en el artículo cinco punto del Código
Procesal Constitucional” (sic).

3. Resolución de segunda instancia


La recurrida, confirmando la apelada, declaró improcedente la demanda
por considerar que la pretensión del demandante ya fue invocada y resuelta,
por lo que no se ha vulnerado el derecho del demandante.

III. FUNDAMENTOS

1. El artículo 25, inciso 17, del Código Procesal Constitucional ha


recogido el denominado hábeas corpus correctivo, pues establece que el
hábeas corpus procede para tutelar “(...) el derecho del detenido o recluso a no
ser objeto de un tratamiento carente de razonabilidad y proporcionalidad,
respecto de la forma y condiciones en que cumple el mandato de detención o la
pena”. Este Colegiado, en sentencia anterior (Exp. Nº 2663-2003-HC/TC), hizo
un desarrollo sobre los tipos de hábeas corpus, entre ellos, el hábeas corpus
correctivo. Se recurre a este tipo de hábeas corpus cuando se producen actos
de agravamiento ilegal o arbitrario respecto a las formas o condiciones en que
se cumplen las penas privativas de la libertad. Por ende, su fin es resguardar a
la persona contra tratamientos carentes de razonabilidad y proporcionalidad,
cuando se ha determinado que cumpla un mandato de detención o de pena.
Este Tribunal también ha precisado (Exp. Nº 726-2002-HC/TC) que mediante
este medio procesal puede efectuarse el control constitucional de las
condiciones en las que se desarrolla la restricción del ejercicio de la libertad
individual en todos aquellos casos en que éste se haya decretado
judicialmente.

2. Procede también el hábeas corpus correctivo ante la amenaza o acto


lesivo del derecho fundamental a la vida, a la integridad física y psicológica, o
del derecho a la salud de los reclusos o personas que se encuentran bajo una
especial relación de sujeción, internados en establecimientos de tratamiento
públicos o privados (tal el caso de personas internadas en centros de
rehabilitación y de menores, en internados estudiantiles, entre otros).
Igualmente, es idóneo en los casos en que, por acción u omisión, se viole o
amenace el derecho al trato digno o se produzcan tratos inhumanos o
degradantes. Es también admisible la presentación de esta modalidad en los
casos de restricción arbitraria del derecho de visita familiar a los reclusos, de
ilegitimidad del traslado de un recluso de un establecimiento penitenciario a
otro y por la determinación penitenciaria de cohabitación en un mismo
ambiente de reos en cárcel de procesados y condenados.

3. Sin embargo, los supuestos precedentemente enunciados para la


procedencia del hábeas corpus correctivo no pueden ser determinados, sin
más, en abstracto; sino, por el contrario, casuísticamente y atendiendo a todas
las circunstancias concretas conexas al caso. Ahora bien, en la presente
demanda, el accionante afirma que su internamiento en el Pabellón Nº 3 del
Centro Penitenciario de Régimen Cerrado Ordinario de Lurigancho implica una
vulneración de su derecho a la seguridad personal, así como a su integridad
física y psicológica, pues dicho pabellón alberga a personas sentenciadas y
procesadas por el delito de violación sexual, delito cuya comisión también se le
imputa al demandante. Al respecto, este Colegiado considera pertinente decir
que así como el traslado de un interno de un establecimiento penitenciario a
otro no es inconstitucional por sí mismo, tampoco lo es, per se, el internamiento
por orden judicial en un centro penitenciario. Sin embargo, ello no exime a las
autoridades penitenciarias de su obligación de garantizar el respeto de aquellos
derechos de la persona que no se restringen por el hecho de estar detenida o
condenada. Por ello, este Tribunal afirmó que “(...) tratándose de personas
privadas legalmente de su libertad locomotora, una obligación de la que no
pueden rehuir las autoridades penitenciarias es la de prestar las debidas
garantías para que no se afecte o lesione la vida, la integridad física y los
demás derechos constitucionales que no se les haya restringido. Ello supone
que, dentro de márgenes sujetos al principio de razonabilidad, no sólo puedan
sino que deban adoptarse aquellas medidas estrictamente necesarias con el
objeto de preservarlas” (Exp. Nº 00622-2002-HCTC).

4. Por otro lado, si bien es cierto que el Código Procesal Constitucional


(artículo 9) ha establecido que “(...) en los procesos constitucionales no existe
etapa probatoria (...)”, ello no significa, en modo alguno, que las partes estén
exentas de la obligación de adjuntar un mínimo de pruebas que sustenten sus
afirmaciones. Por ello, este Tribunal ha sostenido (Exp. Nº 3484-2005-HC/TC)
que el artículo 9 hace recaer la carga de la prueba en las partes que acuden a
la vía constitucional, a fin de que adjunten “(...) medios probatorios idóneos que
sean suficientes para crear en el juzgador un criterio respecto del derecho
alegado”. Ahora bien, del estudio del caso de autos se advierte que el
recurrente no acredita suficientemente su afirmación de que, al haber sido
internado en el Pabellón Nº 3 del Centro Penitenciario de Régimen Cerrado
Ordinario de Lurigancho, su derecho a la seguridad (artículo 2, inciso 24, de la
Constitución) e integridad física y psicológica (artículo 23, inciso 1, de la
Constitución) se hayan vulnerado o estén amenazados de serlo, al no adjuntar
ningún medio probatorio idóneo para sustentarlo, ni tampoco se advierte la
inminencia y certeza de que ello vaya a ocurrir. En consecuencia, no se aprecia
que los derechos fundamentales alegados se hayan vulnerado.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VIOLACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 8914-2005-PHC/TTC
LA LIBERTAD
DEISY HEROS CHÁVEZ Y OTROS
(Publicado: 11-08-06)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 24 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Teresa María


Gutiérrez Vásquez en favor de Deisy Heros Chávez, su menor hijo, y su
conviviente, don Ángel Leonel Sánchez Rojas, contra la Tercera Sala
Especializada en lo Penal de Corte Superior de Justicia de La Libertad, a fojas
47, su fecha 27 de setiembre de 2005, que declaró improcedente la demanda
de hábeas corpus

ANTECEDENTES

Con fecha 1 de julio de 2005, se interpone demanda de hábeas corpus


contra el fiscal adjunto provincial de Trujillo, don Alexander Cornelio Chávez
Horna, por violación del derecho constitucional de la libertad individual e
integridad personal, ya que sostienen que los beneficiarios vienen siendo
víctimas de una detención arbitraria, al haber sido detenidos el día 28 de junio
del presente año por la Policía Nacional del Perú, cuando transitaban de
manera libre y pacífica por las inmediaciones de la avenida Carlos Wiese,
habiéndose obviado el plazo máximo de 24 horas para permanecer detenido
sin ser puesto a disposición de las autoridades correspondientes, establecido
por el artículo 2, numeral 24-f), de la Constitución Política del Perú. La
accionante aduce que el fiscal adjunto provincial se constituyó en la Comisaría
de la Noria recién el día 29; abundando en la falta de sensibilidad del
emplazado, señala que la beneficiaria se encuentra en evidente estado de
gestación y con signos de haber sido maltratada, disponiendo la autoridad
policial que siga detenida en los calabozos de dicha comisaría. Asimismo,
aduce que se está vulnerábdo el derecho a la vida que tiene el hijo no nato de
la agraviada.

El Undécimo Juzgado Especializado en lo Penal de Trujillo admitió a


trámite la demanda y realizó la investigación preliminar, constató que la
beneficiaria Deisy Heros Chávez, por disposición del Ministerio Público, había
sido puesta en libertad en calidad de citada y que el conviviente, también
beneficiario de la presente demanda, se negó a firmar la constancia de
detención policial. Recibiendo la declaración indagatoria del emplazado, éste
declara que en ningún momento ha dispuesto la detención de los beneficiarios
y que su actuación se limitó a recabar la manifestación dé la beneficiaria, que
acudió a la Comisaría de la PNP de La Noria por delegación del fiscal provincial
penal de la Décima Fiscalía Provincial de Trujillo, con la finalidad de participar
en las manifestaciones policiales de tres detenidos por supuestos delitos de
tráfico ilícito de drogas; tenencia ilegal de armas de fuego y tentativa de robo;
agrega que la beneficiaria había sido detenida por personal policial el 28 de
junio, en horas de la madrugada, ocupando un vehículo con otras siete
personas, encontrándose drogas; además, ha sido identificada por un
agraviado como participante en el robo a un establecimiento comercial. El
Undécimo Juzgado Penal de Trujillo, con fecha 2 de julio de 2005, declaró
improcedente la demanda de hábeas corpus al considerar que está permitida la
detención hasta por un plazo no mayor de quince días, por tratarse de delitos
referidos al tráfico ilícito de drogas.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional dispone, en su artículo 2, que los


procesos constitucionales proceden cuando se amenaza o viola los derechos
constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento obligatorio por
parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Asimismo, cuando se
invoca la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente realización.

2. La Constitución Política del Perú, en el artículo 2, inciso 24, acápite (f),


señala el derecho que tiene todo encauzado a que la prisión preventiva no
exceda de un plazo razonable. Sin embargo, esta norma también señala que
dichos plazos no se aplican al delito de tráfico ilícito de drogas, entre otros.
Siendo este último párrafo aplicable a este caso, debido a la existencia de un
parte policial inscrito en el Cuaderno respectivo de la Comisaría de la Policía
Nacional del Perú de La Noria de Trujillo, obrante en autos a fojas 21 y 22, que
da cuenta de la detención de los beneficiarios en el interior de una camioneta
station wagon de placa de rodaje Nº SD-5078, presumiblemente con placas
adulteradas, encontrándose en el interior de dicho vehículo 14 envoltorios con
una sustancia que, presumiblemente es pasta básica de cocaína y un paquete
de lo que se presume es marihuana.

3. En cuanto a lo que respecta a los posibles maltratos sufridos por la


beneficiaria por parle de personal de la Policía Nacional del Perú en la
Comisaría de La Noria, este extremo de la demanda se desvirtúa totalmente,
por cuanto habiendo sido la beneficiaria sometida a exámenes médicos en el
Hospital Belén de la ciudad de Trujillo, su fecha 30 de junio de 2005, conforme
consta de las piezas instrumentales obrantes en autos a fojas 10, 11 , 12 y 13,
presenta sintomatología propia del embarazo, no indicándose la presencia de
huellas u otros signos de abuso físico, por lo que la demanda en ese extremo
debe desestimarse al no haberse acreditado en tal extremo.
4. El artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
establece que toda persona detenida o presa a causa de una infracción penal
será llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley
para ejercer funciones judiciales, y que tendrá derecho a ser juzgada dentro de
un plazo razonable o ser puesta en libertad. A mayor abundamiento, el artículo
44 de la Norma Fundamental señala que es deber primordial del Estado no
sólo garantizar la plena vigencia de los derechos humanos, sino también
proteger a la población de las amenazas contra la seguridad y promover el
bienestar general.

5. Por otro lado, la aludida investigación prejudicial contó con la


participación del representante del Ministerio Público, actuación motivada por
un evento delictuoso flagrante, que aún se encuentra en investigación, no
constituyendo una amenaza cierta e inminente de vulneración de sus derechos
fundamentales.

6. Finalmente, corresponde al órgano jurisdiccional realizar las


investigaciones encaminadas a establecer la culpabilidad o no de los
beneficiarios, quienes pretenden sustraerse de la investigación judicial
mediante la presente vía, tratando de evitar una eventual responsabilidad penal
sobre los hechos materia de investigación, pues no resulta evidente la
vulneración de los derechos protegidos por el inciso 7) del artículo 25 del
Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

EXCESO DE DETENCION

Expediente Nº 9038-2005-PHC/TC
PIURA
LUIS ALEJANDRO MIRANDA MOSCOL
(Publicado: 11-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 28 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Alejandro


Miranda Moscol contra la resolución de la Primera Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Piura, de fojas 182, su fecha 31 de octubre de 2005,
que declara improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 19 de setiembre de 2005, el recurrente interpone hábeas


corpus contra los señores Jerí Cisneros, Benavides Vargas y Eyzaguirre
Gárate, vocales integrantes de la Sala Nacional de Terrorismo, solicitando su
inmediata excarcelación. Afirma encontrarse recluido desde el 1 de octubre de
1992; que fue procesado ante el Fuero Militar y condenado a la pena de
cadena perpetua; y que, al haberse declarado la nulidad del proceso, se
dispuso nuevo auto de apertura de instrucción sin disponer su libertad. Alega
que su condición jurídica es la de detenido, mas no de sentenciado; y que,
habiendo transcurrido más de 12 años de reclusión hasta la fecha de
interposición de la demanda, ha vencido en exceso el plazo máximo de
detención previsto en el artículo 137 del Código Procesal Penal, por lo que su
detención se ha convertido en arbitraria, vulnerándose su derecho a ser
juzgado en un plazo razonable. Afirma también que se vulnera el derecho al
juez natural o juez predeterminado por ley, toda vez que la Sala Nacional de
Terrorismo es un órgano jurisdiccional creado mediante resolución
administrativa del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial.

El Quinto Juzgado Penal de Piura, con fecha 18 de octubre de 2005,


declaró improcedente la demanda, por considerar que se trata de un proceso
regular en el que el plazo máximo de detención sin sentencia es de 36 meses.

La recurrida confirmó la apelada por considerar que de acuerdo a la


sentencia expedida por el Tribunal Constitucional en el Expediente Nº 010-
2002-AI/TC, la nulidad de los procesos llevados en el Fuero Militar por delito de
traición a la patria no tendrá como efecto la libertad de los imputados y, con
respecto a la alegada vulneración al juez natural, señala que la Sala Nacional
de Terrorismo está facultada para conocer los procesos por terrorismo a nivel
nacional, con arreglo a lo dispuesto en la Resolución Administrativa Nº 003-
2003-CE-PJ.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación del


accionante. En el caso de autos se alega que el plazo límite de detención
establecido por el artículo 137 del Código Procesal Penal ha vencido, lo que
resultaría vulneratorio de la libertad personal. Se aduce, además, que el órgano
jurisdiccional encargado del juzgamiento del recurrente por delito de terrorismo
ha sido creado vulnerando el derecho al juez natural o juez pretedeterminado
por ley.

§. Juez natural o juez predeterminado por ley

2. Respecto de la pretendida vulneración del derecho al juez natural o


juez predeterminado por ley, este Tribunal ya se ha pronunciado anteriormente
sobre el contenido del precitado derecho. Así, de acuerdo al criterio adoptado
por este Tribunal [Exp Nº 290-2002-HC/TC; en el mismo sentido Exps. Nº 1013-
2002-HC/TC y Nº 1076-2003-HC/TC], el derecho invocado por el demandante
comporta dos exigencias. En primer lugar, 1) que quien juzgue sea un juez o un
órgano que tenga potestad jurisdiccional, garantizándose, así, la interdicción de
ser enjuiciado por un juez excepcional, o por una comisión especial creada ex
profesamente para desarrollar funciones jurisdiccionales, o que dicho
juzgamiento pueda realizarse por comisión o delegación, o que cualquiera de
los poderes públicos pueda avocarse el conocimiento de un asunto que debe
ser ventilado ante órgano jurisdiccional. En segundo lugar 2) que la jurisdicción
y competencia del juez sean predeterminadas por la ley, por lo que la
asignación de competencia judicial necesariamente debe haberse establecido
con anterioridad al inicio del proceso, garantizándose así que nadie pueda ser
juzgado por un juez ex post facto o por un juez ad hoc. Asimismo, que tales
reglas de competencia, objetiva y funcional, sean previstas en una ley orgánica.
La competencia jurisdiccional se halla sujeta a una reserva de ley orgánica, lo
cual implica: a) al establecimiento en abstracto de los tipos o clases de órganos
a los que se va a encomendar el ejercicio de la potestad jurisdiccional y, b) la
institución de los diferentes órdenes jurisdiccionales y la definición genérica de
su ámbito de conocimiento litigioso. Asimismo, que dicha predeterminación no
impide el establecimiento de subespecializaciones al interior de las
especializaciones establecidas en la Ley Orgánica del Poder Judicial, máxime
si el artículo 82, inciso 28 de la misma Ley Orgánica de Poder Judicial autoriza
la creación y supresión de “Distritos Judiciales, Salas de Cortes Superiores y
Juzgados, cuando así se requiera para la más rápida y eficaz administración de
justicia”.

3. Conforme a lo expuesto, no se vulnera el derecho al juez


predeterminado, toda vez que, si bien la Sala Penal de Terrorismo, órgano ante
el cual se viene procesando al accionante, ha sido creada mediante resolución
administrativa, es un órgano jurisdiccional propio del Poder Judicial, cuyo
ejercicio de potestad jurisdiccional le fue establecido con anterioridad a la
iniciación del proceso judicial de autos, habiendo operado únicamente una
subespecialización, que no vulnera el orden competencial establecido
previamente en la Ley Orgánica del Poder Judicial.

§. Vulneración del derecho a la libertad individual y exceso de detención

4. Conforme a lo enunciado por este Tribunal en reiterada jurisprudencia,


la libertad personal no es sólo un derecho fundamental reconocido, sino un
valor superior del ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e
ilimitado, sino que se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley,
precisando que “(...) como todo derecho fundamental, el de la libertad personal
tampoco es un derecho absoluto, pues como establecen los ordinales a) y b)
del inciso 24) del artículo 2 de la Constitución, aparte de ser regulados pueden
ser restringidos o limitados mediante ley” [Exp. Nº 1091-2002-HC/TC]. Por
tanto, para esclarecer la controversia, debe establecerse si el período de
detención preventiva que cumple el demandante constituye una restricción del
derecho a la libertad previsto en la ley y la Constitución.

5. El Decreto Legislativo Nº 922, que prescribe la anulación en los


procesos por delito de traición a la patria seguidos ante el fuero militar, señala,
en su artículo 4, que el plazo límite de detención, conforme al artículo 137 del
Código Procesal Penal, en los procesos en los que se aplique tal norma, “(...)
se inicia a partir del auto de apertura de instrucción del nuevo proceso”, en
tanto que, en su artículo 3, precisa que las referidas anulaciones “(...) no
tendrán como efecto la libertad de los imputados”.

6. Con relación a la aplicación en el tiempo de las normas penales, este


Tribunal ha sostenido, en reiterada jurisprudencia, que “[e]n la aplicación de
normas procesales penales rige el principio tempus regit actum, que establece
que la ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra vigente al
momento de resolver”. [Exp. Nº 2196-2002-HC/TC]. Siendo ello así, resulta de
aplicación al caso de autos el artículo 1 de la Ley Nº 28105, que desde el 21 de
noviembre de 2003 modifica el artículo 137 del Código Procesal Penal,
estableciendo que el plazo de detención en el proceso penal ordinario tiene una
duración máxima de 18 meses, y que se duplicará en caso de que el proceso
sea por los delitos de terrorismo, tráfico de drogas, espionaje u otro de
naturaleza compleja seguido contra más de diez imputados. En tal sentido, el
plazo máximo de detención para el caso de autos será de 36 meses, contados
a partir del nuevo auto apertorio de instrucción.

7. De fojas 86 de autos, consta que con fecha 9 de mayo de 2003, la


Sala Nacional de Terrorismo declaró la nulidad del proceso seguido ante el
fuero militar por delito de traición a la patria contra la accionante y, conforme
consta de la copia obrante a fojas 98 de autos, el nuevo auto apertorio de
instrucción es de fecha 20 de mayo de 2003, fecha desde la cual se inicia el
cómputo del plazo establecido en el artículo 137 del Código Procesal Penal, el
mismo que, tratándose de un proceso por el delito de terrorismo, es de 36
meses, los que a la fecha no han transcurrido; por consiguiente, la demanda
debe ser declarada infundada.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VIOLACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 9598-2005-PHC/TC
LAMBAYEQUE
JAIME MUR CAMPOVERDE
(Publicado: 11-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 12 días del mes de enero del 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, emite la siguiente resolución

ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Jaime Mur
Campoverde contra la resolución de la Primera Sala Penal de la Corte Superior
de Lambayeque, de fojas 56, su fecha 6 de octubre de 2005, que declara
improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

El demandante interpone demanda de hábeas corpus contra los Jueces


Superiores de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Lambayeque,
señores Collazos Salazar, Mendoza Correa y Rodríguez Castañeda, solicitando
que “(...) se declare nula la resolución de fecha 23 de enero del 2,004 y que se
emita una sentencia conforme a la realidad (...)” (sic). Alega que los
demandados declararon nulas, en dos oportunidades, las sentencias que lo
absolvieron de acusaciones por los delitos de apropiación ilícita y resistencia y
desobediencia a la autoridad, con argumentos que van contra el texto expreso
de la norma constitucional; que en la mencionada resolución, la Sala Penal “(...)
omitió deliberadamente considerar que los efectos registrales de una
inscripción se retrotraen a la fecha de presentación del título (…)” (sic),
refiriéndose al acto notarial y registral por el cual el recurrente renunció al cargo
de Gerente General de la empresa Agro Pucalá S.A. el 26 de julio de 2000,
agregando que dicha Sala anuló por segunda vez la sentencia que también lo
absolvió, remitiendo la causa a un nuevo juez penal, a quien le impuso razones
para que lo condene. Sostiene, asimismo, que como consecuencia de ello
dicho juez lo está citando para la lectura de sentencia condenatoria, y que los
actos de los demandados son arbitrarios, pues vulneran su derecho a obtener
en plazo razonable una resolución debidamente motivada que defina su
situación jurídica frente a las imputaciones, añadiendo que su derecho a probar
ha sido flagrantemente desconocido, agravándose la tutela procesal efectiva y
el debido proceso, en manifiesta violación de su derecho a la libertad individual.

Hechos

De los recaudos anejos a la demanda aparece que el Juzgado de Paz


Letrado de Pucalá conoció de un proceso de alimentos seguido por Emerciana
Mori Roque contra Ernesto Loayza Rivas, este último trabajador de
Agroindustrial Pucalá S.A., y que, concluido dicho proceso y estando en etapa
de ejecución de sentencia, el Juez notificó, según cargo de fecha 18 de
setiembre de 2000, al Gerente General de la citada persona jurídica con la
resolución que ordena el pago de 24,156.00 nuevos soles a la demandante,
suma que había sido retenida de la compensación por tiempo de servicios
correspondiente al trabajador demandado. Asimismo, se advierte que al no
cumplirse con la orden judicial que ordenó el pago, se instauró un proceso
penal por apropiación ilícita y desobediencia y resistencia a la autoridad, en el
cual el Fiscal había denunciado a Jaime Mur Campoverde, considerándolo
Gerente General responsable de la empresa mencionada por el incumplimiento
del referido mandato judicial. El Juez Penal del proceso, al sentenciar, absolvió
de los delitos denunciados a Jaime Mur, por considerar que el 8 de marzo de
2000 el pleno del Directorio de la Empresa Agroindustrial Pucalá S.A. había
decidido cesar del cargo a Jaime Mur Campoverde y nombrar en su lugar a
Miguel Montero Oneto, quien pasó a ocupar la Gerencia General,
inscribiéndose dicho acto en el Registro Público correspondiente al 26 de julio
de 2000, es decir, la orden judicial de pago fue notificada el 18 de setiembre de
2000, fecha en la que el denunciado ya no ejercía el cargo de Gerente, según
la comprobación del Juzgado Penal en la confrontación de las pruebas
aportadas en el proceso. En una primera oportunidad la Primera Sala Penal de
Lambayeque declaró haber nulidad en la sentencia que absolvió al
demandante, considerando que la citada empresa tenía dos gerentes
generales, siendo uno de ellos Jaime Mur, de modo que su responsabilidad
penal resultaba evidente. La Sala, a través de la resolución cuestionada,
adoptó, por segunda vez, similar decisión, anulando nuevamente la sentencia
que absolvió al recurrente de las acusaciones por los delitos imputados. En
esta nueva oportunidad la Sala Superior consideró que, efectivamente, el 8 de
marzo de 2000 el directorio de la empresa referida había decidido cesar del
cargo de gerente a Jaime Mur, nombrando en su lugar a Miguel Montero Oneto,
pero que como dicho acto recién fue inscrito en el Registro Público el día 9 de
octubre de 2000, cuando la orden de pago ya había sido notificada (18 de
setiembre de 2000), resultaba responsable penalmente el recurrente.
Precisamente contra esta última resolución es que el actor interpone demanda
de hábeas corpus.

Resolución de primer grado

El Primer Juzgado Penal de Lambayeque, mediante resolución de fecha


27 de julio de 2005, rechaza liminarmente la demanda de hábeas corpus,
considerando que la sede constitucional no es una instancia revisora de las
resoluciones judiciales; que ésta es garantizadora del acceso a la justicia y el
debido proceso; que el propósito del demandante es dilafár el proceso penal;
que todo juez es autónomo en sus decisiones; por lo que no resulta válida la
afirmación que hace el actor en el sentido de que habría habido una imposición
a la quo para que condene al recurrente; que la emisión de una nueva
sentencia por el juez penal puede ser materia de impugnación, y que, por las
razones expuestas, no se acredita violación ni amenaza de violación de la
libertad individual.

Resolución de segundo grado


La Primera Sala Penal de la Corte Superior de Lambayeque, con
resolución de fecha 6 de octubre de 2005, confirma la apelada por sus propios
argumentos.

FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional ha señalado taxativamente que el


hábeas corpus procede en los siguientes supuestos:

a) Artículo 2: Cuando se amenace o viole los derechos constitucionales


por acción u omisión de actos de cumplimiento obligatorio, por parte de
cualquier autoridad, funcionario o persona. Cuando se invoque la amenaza de
violación, ésta debe ser cierta y de inminente realización. Ello debe
concordarse con el artículo 25, que señala específicamente cuáles son los
derechos constitucionales en los que procede el hábeas corpus frente a la
acción u omisión que los amenace o vulnere.

b) Artículo 3: Cuando se invoque la amenaza o violación de actos que


tienen como sustento la aplicación de una norma incompatible con la
Constitución.

c) Artículo 4: Cuando una resolución judicial firme vulnera en forma


manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva.

Del análisis de tales dispositivos se infiere que el artículo 2 exige para la


procedencia del hábeas corpus, que cuando se invoque la amenaza de
violación de la libertad individual, que ésta sea cierta y de inminente
realización. Según la Real Academia Española (RAE) lo “cierto” es el resultado
del conocimiento de algo como verdadero, seguro e indubitable, y lo
“inminente” significa una situación antecedente que denota el advenimiento de
un hecho que está por suceder prontamente.

Consecuentemente, el hábeas corpus será improcedente cuando la


amenaza sea incierta, es decir, que no sea verdadera, segura o hubiese duda
razonable de que pueda ocurrir; o, en otras palabras, que no concurra el
requisito de hecho, acto o suceso de realización pronta.

Por su parte, el artículo 4 señala que la admisión a trámite de un hábeas


corpus que cuestiona una resolución judicial, sólo procede cuando:

a) Exista resolución judicial firme.

b) Exista vulneración manifiesta.


c) Que dicha vulneración sea contra la libertad individual y la tutela
procesal efectiva.

La resolución judicial se convierte en firme cuando ha sido impugnada y


el superior jerárquico ha emitido decisión final confirmándola (ejecutoriada);
también se convierte en firme cuando dicha resolución es consentida, es decir,
cuando el justiciable presuntamente agraviado con ella no la impugna,
significando esta conducta el reconocimiento de las bondades de tal decisión o
cualquiera otra expresión de aceptación de la facultad jurisdiccional. Es
menester considerar también que el sentido de “resolución judicial firme” no
puede medirse sólo por la posibilidad legal del cuestionamiento directo e
inmediato a través de remedios o recursos, sino a través de la contradicción o
defensa, que constituye el ingrediente principal de la tutela judicial efectiva. Y
es que el proceso penal se instaura frente al conflicto que implica la denuncia
de la concurrencia de cierta conducta atribuida a una persona determinada que
contraviene una norma que previamente ha calificado de ilícito tal
comportamiento en sede penal y que ha causado un doble daño que es
menester castigar y reparar, daño concreto, inmediato y directo que tiene como
agraviado al directamente afectado y daño abstracto, mediato e indirecto a la
sociedad. El proceso se abre para ello, para solucionar dicho conflicto,
constituyendo así solo el instrumento del que se sirve el Estado para decir el
derecho al momento de la solución. Empero la ley, la jurisprudencia interna y la
internacional, la doctrina y la razón imponen al proceso plazos racionales que
se deben cumplir.

El otro requisito para la procedencia es la vulneración manifiesta del


derecho constitucional fundamental invocado. Al respecto, la Real Academia
Española expresa que “vulnerar” significa transgredir, quebrantar violar una ley
o precepto, en tanto que el sentido de “manifiesta” lo entiende como
descubierto, patente, claro, visible o perceptible.

Por último debe entenderse que la letra “y” en la expresión “(...) Libertad
individual y la tutela procesal efectiva (...)”, en aplicación lógica-jurídica,
significa conjunción, lo que quiere decir que sólo si se transgrede, quebranta o
viola alguno de los derechos que forman parte de la tutela procesal efectiva, de
forma patente, clara, visible o perceptible y necesariamente conduce a la
privación de la libertad individual, es posible analizar el asunto controvertido
para llegar a un pronunciamiento de fondo válido. Consecuentemente, la
procedencia, en su tercera exigencia, acumula libertad individual y tutela
procesal efectiva porque esta exigencia se presenta también al comienzo del
propio artículo 4, cuando trata del amparo (“resoluciones judiciales firmes
dictadas con manifiesto agravio a la tutela procesal efectiva (...)”.
En síntesis, el hábeas corpus procede contra una resolución judicial
firme en la que se aprecia la violación de la libertad individual y la tutela
procesal efectiva en forma patente, clara y perceptible.

Por tanto, el hábeas corpus es improcedente (rechazo liminar) cuando:

a) La resolución judicial no es firme.


b) La vulneración del derecho a la libertad no es manifiesta.
c) No se agravia la tutela procesal efectiva.

2. En el caso de autos se acusa en la demanda la violación del derecho


a la libertad individual con una resolución judicial emitida en último grado por la
Sala Penal en proceso penal sumario, por lo que, no existiendo contra ella
medio impugnatorio alguno, ha adquirido la calidad de firme. De la simple
lectura de la resolución se hace evidente la omisión de la motivación respecto
de la valoración de las pruebas aportadas por el recurrente en el proceso penal
sumario instruido en su contra - no le corresponde al acusado, en el proceso
penal, la prueba de inocencia -, resultando evidente que el requerimiento al
recurrente de asistencia a la audiencia de lectura de sentencia, amenaza su
derecho a la libertad individual, ya que evidentemente tal sentencia resulta
condenatoria, pues a la luz del artículo 6 del D. Leg. 124, que regula el proceso
penal sumario se tiene que: “(...) la sentencia condenatoria deberá ser leída en
acto público, con citación del Fiscal Provincial, del acusado y su defensor, así
como de la parte civil (...). La absolutoria simplemente se notificará (...)”. De lo
expuesto, es, pues, factible concluir que la demanda del presente proceso de
hábeas corpus satisface los presupuestos para un válido pronunciamiento de
fondo.

3. Todo juez está obligado a brindar tutela jurisdiccional efectiva. Esta ha


sido ampliamente definida por la doctrina como la protección o apoyo
jurisdiccional que el Estado debe brindar a todo ciudadano que lo solicite para
resolver el conflicto de intereses con sujeción a un debido proceso; dicha tutela
debe ser efectiva, es decir, real y verdadera, en oposición a lo quimérico,
dudoso o nominal. Así lo establece el artículo 4, último párrafo, del Código
Procesal Constitucional, cuando señala que la tutela procesal efectiva “(...) es
aquella situación jurídica de una persona (...)”, referida al estado de necesidad
actual e inmediato que tiene toda persona de acudir de órgano jurisdiccional
solicitando protección a sus derechos vulnerados; dicha protección debe
realizarse mediante un debido proceso, es decir, deben respetarse de modo
enunciativo sus derechos al “(...) libre acceso al órgano jurisdiccional, a probar,
de defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso, a no ser
desviado de la jurisdicción predeterminada ni sometido a procedimientos
distintos de los previstos por la ley, a la obtención de una resolución fundada en
derecho, a acceder a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de
revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y temporalmente oportuna
de las resoluciones judiciales y a la observancia del principio de legalidad
procesal penal”. El Tribunal Constitucional, en las sentencias 200-02-AA/TC,
1076-03-PHC/TC, 2209-02-AA/TC, 3282-04-PHC/TC, 351-00-AA/TC, 2704-04-
AA/TC, 1291-00-AA/C, 1230-02-AA/TC, 2704-AA/TC, 2244-04-AA/TC, 1939-
04-PHC/TC, 3789-05-PHC/TC, 3390-05-PHC/TC, entre otras, ha definido
uniformemente el debido proceso como un conjunto de garantías mínimas con
las que debe contar todo justiciable, entre las que figuran su derecho al libre
acceso al órgano jurisdiccional, a probar, a una resolución motivada, etc.,
coincidiendo con el último párrafo del acotado artículo 4 del Código Procesal
Constitucional, pues sólo a través del proceso debido es posible entregarle al
justiciable la tutela procesal efectiva (protección efectiva del órgano
jurisdiccional), a la que tiene derecho.

4. La motivación de las resoluciones judiciales está comprendida en el


debido proceso. La doctrina ha convenido en que la motivación o
fundamentación de las resoluciones judiciales es la explicación detallada que
hace el juez de las razones de su decisión final, explicación que va dirigida a
las partes, al juez de grado superior (que eventualmente conocerá en
impugnación la decisión del inferior jerárquico) y al pueblo, que se convierte en
“juez de sus jueces”. El juez debe efectuar una conexión-relación lógica entre
los hechos narrados por las partes y las pruebas aportadas por ellas, estando
en el deber de explicar con sentido, igualmente lógico, cuáles son las razones
que le permiten establecer la correspondiente consecuencia jurídica (fallo de la
sentencia); además, deberá explicar-motivar en su sentencia el grado de
convicción que tiene respecto de las pruebas aportadas por las partes para
acreditar los hechos narrados por ellas. La doctrina reconoce infracciones a la
motivación; así, Mixan Mass, en “Debate Penal” Nº 02, mayo, 1987, Perú, pp.
193-203, manifiesta que “la infracción al deber de motivar adopta dos
modalidades (tipos) a) Resoluciones sin motivación y b) resoluciones con
motivación deficiente (...)”; agregando que esta última “(..) resulta superficial y/o
unilateral o cuando la formas del pensamiento esgrimidos resultan
contradictorio antagónicamente o bien cuando está plagado de vicios de
razonamiento o de demostración (falacias o paralogismos) que anulan su
consistencia y conducen a conclusiones erróneas o cuando sólo contiene una
caótica u ordenada pero simple enumeración de folios (...)”; concluyendo en
que “(...) en el procedimiento penal peruano son de inexorable y rigurosa
motivación las sentencias y los autos (...) y según la Constitución Política del
Perú los órganos jurisdiccionales deben fundamentar sus resoluciones en todas
las instancias y también en todos los casos (...)”.

En el proceso penal subyacente la resolución judicial emitida por los


jueces demandados señala que Jaime Mur “(..) ejerció la Gerencia General de
la empresa Agro Pucalá desde el 21 de octubre de 1999 hasta el 09 de octubre
de 2000 (...) que por acuerdo del directorio de la mencionada empresa de fecha
8 de marzo de 2000 se designó como Gerente a don Miguel Montero Oneto (...)
tal acuerdo fue inscrito en los Registros Públicos con fecha 9 de octubre de
2000 posterior al requerimiento que se hiciera judicialmente por parte del
Juzgado de Paz Letrado de Pucalá para el pago de la suma dineraria por
concepto de alimentos descontados de las remuneraciones del obligado (...)
por lo que concurrirían los elementos probatorios que vinculan al procesado
Mur Campoverde con los hechos materia de instrucción (...)”; que “se ha
incurrido en causal de nulidad (...)” y, consecuentemente, “(...) declararon nula
la sentencia apelada.”. En atención a los conceptos de la acusada infracción a
la motivación establecida por la doctrina, en el caso de autos se advierte que la
fundamentación de la resolución judicial cuestionada se apoya en expresiones
contradictorias, antagónicas y confusas, pues se afirma que por acuerdo del
directorio el recurrente fue cesado en el cargo de Gerente General de la
empresa Agro Pucalá el día 8 de marzo de 2000 y que ese mismo día se
nombró a Miguel Montero Oneto en su lugar, pero implicantemente se afirma
que Jaime Mur ejerció el cargo hasta el 09 de octubre de 2000, extrayendo de
dicha afirmación conceptual que el requerimiento del 18 de setiembre de 2000
y su incumplimiento le alcanza, en evidente contradicción a la realidad, pues el
recurrente ya no estaba en el cargo en la referida fecha. Esto significa que la
Sala Penal Superior arbitrariamente omite motivar la consecuencia jurídica que
genera la relación entre los hechos alegados por el recurrente (renuncia al
cargo de gerente antes del requerimiento judicial) y las pruebas que ha
presentado (informes de la oficina registral). Conforme a lo expuesto
precedentemente, es evidente que se ha omitido realizar actos de cumplimiento
obligatorio -motivación- por parte de los jueces demandados, resultando así
cierta la vulneración del deber de motivación suficiente al que tiene derecho
todo procesado.

5. El Juez debe buscar, en todos los casos, la verdad real y aplicar el


principio de la primacía de la realidad, definido por el Tribunal Constitucional
como aquel que aconseja que, en caso de discordia entre lo que ocurre en la
práctica y lo que indican los documentos, debe otorgarse preferencia a lo
primero es decir, la integración prefiere lo que sucede en el ámbito de los
hechos y descartar la proscrita verdad legal (sentencias recaídas en los
expedientes 2132-2003-AA/TC, 1944-2002-AA/TC, 2387-2002-AA/TC, entre
otras). Asimismo el Tribunal Constitucional ha establecido, en la sentencia
recaída en el expediente 6712-2005-PHC/TC “(...) que el derecho constitucional
a probar, es una garantía que forma parte del debido proceso, y por
consiguiente constituye un derecho básico de los justiciables producir la prueba
relacionada con los hechos que configuran su pretensión o su defensa. Según
este derecho, las partes o un tercero legitimado en un proceso o procedimiento,
tienen el derecho a producir la prueba necesaria con la finalidad de acreditar
los hechos que configuran su pretensión o defensa (...)”. De acuerdo a nuestro
sistema procesal penal las pruebas del delito tienen que ser ofrecidas por el
Ministerio Público, órgano llamado a desvanecer la presunción de inocencia
que favorece al imputado, pudiendo este cuestionar, por vía incidental, la
prueba ofrecida por aquel a través de tachas u oposiciones (artículos 156, 165,
238, 239, 240 y 262, respectivamente, del Código de Procedimientos Penales).
En todo caso, el juez deberá emitir resolución señalando que aquellos medios
probatorios no son idóneos o que resultan impertinentes para los objetivos del
proceso. Por el contrario, las pruebas que no son declaradas inidóneas o
impertinentes serán valoradas en la sentencia. Desde luego, así el juzgador
podrá obtener la conexión de la prueba no tachada con los hechos alegados
por los sujetos del proceso penal, con la correspondiente consecuencia
jurídica.

6. De las copias certificadas expedidas por el Registrador Público de la


Zona Registral Nº II de la sede Chiclayo, que obran en autos, aparece el
documento notarial (Notaría Caballero) que por su naturaleza da fe pública del
acta de sesión de directorio de la empresa Agro Industria Pucalá S.A., en la
que consta la renuncia de Jaime Mur al cargo de Gerente de la mencionada
empresa el día 8 de marzo de, 2000, habiendo sido ese mismo día
reemplazado por el señor Miguel Montero Onetto; así como la copia del carga
de presentación del referido documento ante el Registro Público, de fecha 26
de julio de 2000. Frente a este documento notarial, que contiene una realidad
concreta, la resolución judicial señala que “(...) el acusado en su defensa
señala que a la fecha del requerimiento judicial ya no ejercía el cargo de
Gerente General, sustentando su dicho en los informes de la Oficina Registral
que obran del folio setenticinco, a ochenta así como el folio trescientos setenta
y seis (...)”, apreciándose de tal razonamiento meramente formal que los jueces
demandados sólo han mencionado el número de las páginas que se les asignó
a las pruebas aportadas por el recurrente, omitiendo la valoración que imponía
su contenido, vulnerándose con esa omisión el derecho a probar que asiste a
todo encausado.

7. No obstante la claridad de los hechos y los actos expuestos, los


grados inferiores han rechazado liminarmente la demanda de hábeas corpus;
sin embargo, por excepción y en razón de la urgencia que crea la atención
singularísima de derechos fundamentales (humanos), cuando con prueba
documental idónea, aneja a la demanda, que apunta fundamentalmente a la
verosimilitud de la comisión por omisión de los hechos expuestos en ella,
configurativos de la violación de derechos sustentatorios de la pretensión, aun
no habiendo proceso abierto, es posible ingresar al fondo del tema
constitucional, especial y extraordinariamente según la urgencia del caso
propuesto, y hacer un pronunciamiento de mérito que, como tal, lleve a la
solución del conflicto con autoridad de cosa juzgada. Así lo prevé el artículo III
del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, cuando señala que el
Juez y el Tribunal Constitucional deben adecuar las exigencias de las
formalidades previstas en este código al logro de los fines de los procesos
constitucionales, especialmente tratándose de un caso excepcional con
suficiente material probatorio capaz de llevar a una determinación de tanto
riesgo que incluye la sanción referida en el artículo III del complexo
procedimental citado. Al respecto, este Tribunal ha señalado en las sentencias
recaídas en los Exps. 2306-2004-AA/TC, 593-2004-A/TC, 0554-2004-AA/TC,
1364-2003-AA/TC, 2322-2004-AA/TC que: “(...) dada la naturaleza del derecho
en controversia, el cual merece una adecuada protección judicial con un
recurso sencillo y rápido, conforme a lo establecido por el artículo 25.1 de la
Convención Americana de los Derechos Humanos, atendiendo a lo dispuesto
en el artículo V del Título Preliminar del Código Procesal Civil, y en virtud de los
principios de economía y celeridad procesal, resulta innecesario hacer transitar
nuevamente al justiciable por la vía judicial, más aún cuando con lo aportado al
proceso es posible emitir un pronunciamiento de fondo (...)”.

Asimismo, en el Exp. 1392-2004-AA/TC se dijo que “(...) los juzgadores


de ambas instancias han rechazado in limine la demanda (...) en el caso resulta
inútil obligar al demandante a transitar nuevamente por la vía judicial, pues el
resultado de su demanda, a la luz de los hechos descritos, no sólo resulta
previsible sino que, por otra parte, un nuevo período dilatorio podría ser
perjudicial o tornar en irreparable la presunta afectación. De modo que, dada la
naturaleza del derecho protegido, y estando a lo dispuesto en el artículo V del
Título Preliminar del Código Procesal Civil -aplicable en forma supletoria por
disposición del artículo 63 de la Ley Nº 26435- es necesario que, en virtud de
los principios de economía y celeridad procesal, este Tribunal se pronuncie
sobre la demanda de autos (…)”. Es evidente que en dichos casos y en el
presente se ingresa a la tutela de urgencia pro homine que, rompiendo
parámetros tradicionales, apunta hacia la solución inmediata, casi fulminante,
en razón de una situación extrema que exige una atención especial, impuesta
por la necesidad de la efectividad de las decisiones jurisdiccionales, es decir,
justicia barata y oportuna.

8. Conforme a lo expuesto, en el presente caso resulta atendible el


pedido de pronunciamiento sobre el fondo del asunto controvertido, desde que
la resolución emitida por los jueces demandados, en segundo y definitivo
grado, resulta firme, vulnera el derecho a probar y a una debida motivación,
omisión que ha incidido en la afectación de la libertad individual del recurrente,
de manera cierta e inminente, desde que a fojas 31 de autos aparecen las
notificaciones a éste para su concurrencia a la audiencia de lectura de
sentencia en el proceso penal sumario de su referencia, por delito de
resistencia y violencia contra la autoridad seguido en su contra, lo que sugiere
que por decisión equivocada de la Sala Penal Superior, el Juez Penal de
Primer Grado va a condenar injustamente al recurrente a pena privativa de
libertad de manera arbitraria, considerando para ello que el artículo 6 del D.
Leg. 124, que regula el Proceso Penal Sumario, señala que: “(...) la sentencia
condenatoria deberá ser leída en acto público, con citación del Fiscal
Provincial, del acusado y su defensor, así como de la parte civil (...) La
absolutoria simplemente se notificará (...)”.

9. Es menester, pues, exhortar al Poder Judicial, a través de sus órganos


competentes, a efectos de que en todo proceso se pueda llegar a una decisión
terminal que acabe con la incertidumbre en los procesados, ya que éstos tienen
el derecho a conseguir, dentro de un plazo razonable, un pronunciamiento de
fondo que lleve a la cosa juzgada y que no permita en lo sucesivo al Superior
Tribunal nuevas invalidaciones, con las que se posterga la decisión del
conflicto, pues nadie está obligado a vivir el proceso indefinidamente y menos
cuando, en casos como éste, seguramente por simple comodidad, se recurre a
la nulidad procesal, eludiendo así la responsabilidad de un pronunciamiento
terminal o de fondo, estando el tema de la nulidad procesal regulado con toda
claridad bajo principios específicos que aseguran una decisión oportuna, justa y
barata en la normativa del Código Procesal Civil, aplicable supletoriamente por
expresa disposición de la Ley Orgánica del Poder judicial y del propio Código
Procesal Civil.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar FUNDADA la demanda de autos; en consecuencia, nula la


resolución emitida por la Primera Sala Penal de la Corte Superior de
Lambayeque, de fecha 23 de enero de 2004, y nulos todos los actos realizados
con posterioridad emanados o conexos a la resolución que se invalida,
debiendo emitirse nueva decisión conforme a la realidad y a las
consideraciones precedentes.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

EXCESO DE DETENCION
EXP. Nº 7624-2005-PHC/TC
LIMA
HERNÁN RONALD BUITRÓN RODRÍGUEZ
(Publicado: 21-08-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 27 días del mes de julio de 2006, el pleno del Tribunal
Constitucional, con la asistencia de los magistrados García Toma, presidente;
Gonzales Ojeda, vicepresidente, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Landa
Arroyo y Mesía Ramírez, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Hernán Ronald


Buitrón Rodríguez contra la resolución de la Tercera Sala Penal para Procesos
con reos en cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 128, su
fecha 1 de agosto de 2005 que declaró improcedente la demanda de hábeas
corpus de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente interpone demanda de hábeas corpus contra la Primera


Sala Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia
de Lima, solicitando su inmediata excarcelación, por haber transcurrido en
exceso el plazo máximo de 36 meses previsto en el Código Procesal Penal.

Refiere que se encuentra detenido desde el 22 de junio de 2002, en


virtud del mandato dictado por la mencionada Sala, en el proceso que se le
sigue por la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas, signado con el Nº
1987-2002.

Aduce que, en su caso, se vulnera el derecho de ser juzgado en un


plazo razonable, reconocido en el artículo 7,5 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos.

Realizada la investigación sumaria, se toma la declaración de los


vocales integrantes de la Primera Sala Penal para Procesos con Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, doctores Escobar Antezana,
Figueroa Navarro y Saturno Vergara, quienes manifiestan que mediante
resolución de fecha 22 de junio de 2005 se dispuso prolongar el término de la
detención por 20 meses adicionales, el mismo que se computará desde el 22
de junio de 2005. Refieren que se trata de un proceso complejo por la gran
cantidad de imputados, y que dada la suma gravedad del delito el colegiado
debió tomar las medidas necesarias para asegurar la presencia física de los
procesados en el juicio oral y evitar así la impunidad. Señalan también que se
ha tomado en cuenta que se trata de una organización criminal de alcance
internacional, con gran poder económico, lo que dificulta de modo relevante la
acción de la justicia; asimismo, que se ha tenido en cuenta el estado del
proceso, esto es, el juicio oral, en el que tendrán lugar los actos de prueba
necesarios para el esclarecimiento de los hechos, así como las condiciones de
arraigo de los procesados, muchos de ellos extranjeros sin domicilio en
territorio nacional.

El Cuadragésimo Noveno Juzgado Penal de Lima, con fecha 5 de julio


de 2005, declara infundada la demanda por considerar que en el presente caso
concurren circunstancias que justifican razonablemente la prolongación de la
detención por un término superior a los 36 meses.

La recurrida revocando la apelada declara improcedente la demanda,


argumentando que, al haberse impugnado la resolución mediante la cual se
dispone la prolongación de la detención, resulta aplicable la causal de
improcedencia prevista en el inciso 3 del artículo 5 del Código Procesal
Constitucional.

FUNDAMENTOS

EL PLAZO RAZONABLE DE LA DETENCIÓN PREVENTIVA

1. El demandante alega vulneración de su derecho al plazo razonable de


la detención preventiva por haber transcurrido en exceso el plazo máximo de
detención previsto en el artículo 137 del Código Procesal Penal. Al respecto,
como ya lo ha señalado este Tribunal (Exp. Nº 2915-2004-HC/TC), si bien el
derecho a que la detención preventiva no exceda de un plazo razonable no se
encuentra expresamente contemplado en la Constitución, se trata,
propiamente, de una manifestación implícita del derecho a la libertad personal.

2. El inciso 24 del artículo 2 de la Constitución reconoce el derecho


fundamental a la libertad personal, el cual tiene un doble carácter. En tanto que
atributo subjetivo, ninguna persona puede sufrir una limitación o restricción a su
libertad física o ambulatoria, ya sea mediante detenciones, internamientos o
condenas arbitrarias. Como atributo objetivo cumple una función institucional
en la medida en que es un elemento vital para el funcionamiento del Estado
social y democrático de derecho, pues no sólo es una manifestación concreta
del valor libertad implícitamente reconocido en la Constitución, sino que es un
presupuesto necesario para el ejercicio de otros derechos fundamentales (Cfr.
Exp. Nº 1091-2002-HC/TC), en virtud de lo cual se derivan los límites a su
ejercicio, lo que no puede atentar contra otros bienes o valores
constitucionales.

Es por ello que la determinación del plazo razonable de detención no


puede tomar en consideración únicamente la presunción de inocencia y el
derecho a la libertad del procesado, sino que la constitucionalidad de la prisión
provisional encierra el deber estatal de perseguir eficazmente el delito, como
una manifestación negativa del derecho a la libertad personal.

3. Como lo ha señalado este Tribunal (Exp. Nº 0019-2005-Al/TC), ningún


derecho fundamental es ilimitado. En efecto, por alta que sea su consideración
dogmática y axiológica, ningún derecho fundamental tiene capacidad de
subordinar, en toda circunstancia, el resto de derechos, principios o valores a
los que la Constitución también concede protección. Los principios
interpretativos de unidad de la Constitución y de concordancia práctica
permiten considerar a las distintas disposiciones constitucionales como un
complejo normativo armónico, coherente y sistemático. Toda tensión entre ellas
debe ser resuelta “optimizando” la fuerza normativo-axiológica de la
Constitución en conjunto; de ahí que, en estricto, los derechos fundamentales
reconocidos por la Constitución y los límites que en su virtud les resulten
aplicables, forman una unidad.

4. Citando a Odone Sanguiné se puede afirmar que:

“[...]en un Estado social y democrático de derecho la regulación de esta


situación conflictiva no se determina por la antítesis Estado-ciudadano, tan
usual en los planteamientos doctrinales decimonónicos, sino que merece ser
hoy reconducida a un planteamiento dialéctico dirigida hacia una adecuada
posición de síntesis basada en el sistema de derechos fundamentales y de
acuerdo al principio constitucional de proporcionalidad que exige la justa
ponderación de los valores en conflicto en la adopción y mantenimiento de la
prisión provisional” [Sanguiné, Odone. Prisión provisional y Derechos
fundamentales. Valencia, Tirant lo Blanch, 2003, p. 33].

5. Como se ha expresado en anterior oportunidad, no es posible que en


abstracto se establezca un único plazo a partir del cual la detención preventiva
pueda reputarse razonable, toda vez que resulta imposible asignar a los
procesos penales una uniformidad objetiva e incontrovertida. La grave y
delicada tarea que conlleva merituar la eventual responsabilidad penal de cada
una de las personas procesadas por la comisión de un ilícito merece un
tratamiento adecuado de acuerdo con el caso concreto. Sin embargo, puede
determinarse la razonabilidad del plazo de detención preventiva a partir de
criterios, tales como: a) la actuación de los órganos judiciales; b) la complejidad
del asunto, y c) la actividad procesal del detenido (Cfr. Exp. Nº 2915-2004-
HC/TC).

I) Actuación de los órganos judiciales

6. Es deber del juez penal dotar de la prioridad debida y actuar con una
diligencia especial en la tramitación de las causas en las que el inculpado se
encuentre en condición de detenido. De no tenerse presente ello, una medida
que debería ser concebida como cautelar y excepcional, se convertiría en un
instrumento de excesiva aflicción física y psicológica para quien no tiene la
condición de condenado, resquebrajando su capacidad de respuesta en el
proceso y mellando el propio principio-derecho de dignidad humana,
consagrado en el artículo 1 de la Constitución Política del Perú.

7. Como lo ha establecido la Comisión Interamericana de Derechos


Humanos: “[I]a situación jurídica de la persona que se encuentra en prisión
preventiva es muy imprecisa: existe una sospecha en su contra, pero aún no ha
logrado demostrarse la culpabilidad. Los detenidos en tales circunstancias
sufren usualmente grande tensiones personales como resultado de la pérdida
de ingresos, y de la separación forzada de su familia y comunidad. Debe
enfatizarse igualmente el impacto psicológico y emocional al que son
sometidos mientras dura esta circunstancia.” (Informe Nº 2/97. Casos Nº 11205
y otros, párrafo 7).

8. En consecuencia, a efectos de determinar la razonabilidad del plazo


de detención, es preciso analizar si el juez penal ha procedido con la “diligencia
especial” en la tramitación del proceso. (Caso Kenmache. Sentencia del
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, párrafo 45).

Por lo tanto, es necesario evaluar el grado de celeridad con que se ha


tramitado el proceso, sin perder de vista en ningún momento el especial celo
exigible a todo juez encargado de dilucidar una causa en la que se encuentra la
persona privada de su libertad. En tal sentido, serían especialmente
censurables, por ejemplo, la demora en la tramitación y resolución de los
recursos contra las decisiones que imponen o mantienen la detención
preventiva; las indebidas e injustificadas acumulaciones o desacumulaciones
de procesos; o, como estableciera el Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
los repetidos cambios de juez penal, la tardanza en la presentación de un
peritaje o en la realización de una diligencia en general (Caso Clooth, párrafo
45).

9. La falta de diligencia de los órganos judiciales ocurriría, incluso, en


aquellos supuestos en los que su actuación se viera “formalmente” respaldada
por el ordenamiento legal, puesto que, tal como ha establecido la Corte
Interamericana de Derechos Humanos: “(...) nadie puede ser sometido a
detención o encarcelamiento por causas y métodos que -aun calificados de
legales- puedan reputarse como incompatibles con el respeto de los derechos
fundamentales del individuo, por ser, entre otras cosas, irrazonables,
imprevisibles, o faltos de proporcionalidad”. (Caso Gangaram Panda. Sentencia
del 4 de diciembre de 1991. Serie C, núm. 12, párrafo 47).

11) Complejidad del asunto

10. Este Tribunal ha señalado (Exp. 2915-2004-HC/TC) que para valorar


la complejidad del asunto es menester tomar en consideración factores tales
como la naturaleza y gravedad del delito, los hechos investigados, los alcances
de la actividad probatoria para el esclarecimiento de los eventos, la pluralidad
de agraviados o inculpados, o algún otro elemento que permita concluir, con un
alto grado de objetividad, que la dilucidación de una determinada causa resulta
particularmente complicada y difícil.

11. El tráfico ilícito de drogas es un delito que atenta contra la salud


pública, y el proceso de fabricación produce daño al medio ambiente.
Asimismo, el dinero obtenido en esta actividad ilícita es introducido en el
mercado a través del lavado de dinero, lo que genera graves distorsiones en la
economía nacional. Al respecto, resulta pertinente citar lo expresado en el
preámbulo de la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de
Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas, el cual reconoce “[...]los vínculos
que existen entre el tráfico ilícito y otras actividades delictivas organizadas
relacionadas con él, que socavan las economías lícitas y amenazan la
estabilidad, la seguridad y la soberanía de los Estados, (...) que el tráfico ilícito
es una actividad delictiva internacional cuya supresión exige, urgente atención
y la más alta prioridad, (...) que el tráfico ilícito genera considerables
rendimientos financieros y grandes fortunas que permiten a las organizaciones
delictivas transnacionales invadir, contaminar y corromper las estructuras de la
administración pública, las actividades comerciales y financieras lícitas y la
sociedad a todos sus niveles”.

12. La Constitución ha previsto expresamente en el artículo 8 que “El


Estado combate y sanciona el tráfico ilícito de drogas”, lo que debe ser
concordado con el artículo 44 de la misma, que establece que son deberes del
Estado “[...]defender la soberanía nacional; garantizar la plena vigencia de los
derechos humanos; proteger a la población de las amenazas contra su
seguridad; y promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia y
en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación”. De ahí que la Constitución
ha establecido un tratamiento especial para el plazo de la detención preliminar
en los delitos de tráfico ilícito de drogas (artículo 2,24,f). Asimismo, el artículo
137 del Código Procesal Penal ha determinado la duplicidad automática del
plazo de detención para casos de tráfico ilícito de drogas, entre otros.

13. El Estado tiene obligaciones derivadas de tratados, los cuales, de


conformidad con el artículo 55 de la Constitución, forman parte del derecho
nacional. Así, la Convención de las Naciones Unidas contra el Trafico Ilícito de
Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas establece:

Artículo 3:
[...]
9. Cada una de las Partes adoptará medidas adecuadas, conforme a lo
previsto en su propio ordenamiento jurídico, para que la persona que haya sido
acusada o declarada culpable de alguno de los delitos tipificados de
conformidad con el párrafo 1 del presente artículo, que se encuentre en el
territorio de dicha Parte, comparezca en el proceso penal correspondiente.

14. Aparte de la gravedad que este ilícito conlleva, existen otros factores
de complejidad, tales como la cantidad de procesados, ya que se trata de un
delito cometido por grandes y complejas organizaciones delictivas, lo que
implica un elevado número de imputados, factor que definitivamente incide en
la duración del proceso.

15. La seguridad es otro factor que incide en el criterio de la complejidad


al determinar el plazo razonable de detención. Como lo ha señalado la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos “[...]en circunstancias muy
excepcionales, la gravedad especial de un crimen y la reacción del público ante
el mismo pueden justificar la prisión preventiva por un cierto período, por la
amenaza de disturbios del orden público que la liberación del acusado podría
ocasionar” (Informe Nº 2/97).

III) Actividad procesal del detenido

16. En lo que respecta a la valoración de la actividad procesal del


detenido a efectos de determinar la razonabilidad del plazo, es preciso
distinguir el uso regular de los medios procesales que la ley prevé y la falta de
cooperación mediante la pasividad absoluta del imputado (muestras ambas del
ejercicio legítimo de los derechos que el Estado constitucional permite), de la
denominada “defensa obstruccionista” (signo inequívoco de la mala fe del
procesado y, consecuentemente, recurso repudiado por el orden
constitucional).

17. En consecuencia, “(...) la demora sólo puede ser imputable al


acusado si éste ha abusado de su derecho a utilizar los resortes procesales
disponibles, con la intención de atrasar el procedimiento” (Informe Nº 64/99,
Caso 11.778, Ruth Del Rosario Garcés Valladares. Ecuador, 13 de abril de
1999, Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Asimismo, Caso
Wemhoff, Tribunal Europeo de Derechos Humanos, párrafo 2: y Caso
Neumeister, Tribunal Europeo de Derechos Humanos, párrafo 2).

18. Entre las conductas que deben ser merituadas como


intencionalmente dirigidas a obstaculizar la celeridad del proceso, se
encuentran la interposición de recursos que, desde su origen y de manera
manifiesta, están condenados a la desestimación, o las constantes y
premeditadas faltas a la verdad que desvíen el adecuado curso de las
investigaciones. Es pertinente tener presente que “[s]i bien todo procesado
goza del derecho fundamental a la no auto incriminación, una de cuyas
manifestaciones incluso autoriza al inculpado a guardar un absoluto silencio y
la más imperturbable pasividad durante el proceso, en el correcto supuesto de
que debe ser la parte acusatoria la encargada de desvanecer la inocencia
presunta, ello no le autoriza para que mediante actos positivos se desvíe el
camino del aparato estatal en la búsqueda de la verdad dentro del proceso”
(Caso Bozzo Rotondo, Exp. Nº 0376-2003-HC/TC, FJ 9).

19. A efectos de calificar la conducta procesal del detenido puede


considerarse lo previsto en el Código Procesal Civil, en su artículo 112,
supletoriedad prevista en la Primera Disposición Final de dicho cuerpo
normativo:

“Artículo 112.-
Se considera que ha existido temeridad o mala fe en los siguientes
casos:

[…]
2. Cuando a sabiendas se aleguen hechos contrarios a la realidad;

3. Cuando se sustrae, mutile o inutilice alguna parte del expediente;

4. Cuando se utilice el proceso o acto procesal para fines claramente


ilegales o con propósitos dolosos o fraudulentos;

5. Cuando se obstruya la actuación de medios probatorios;

6. Cuando por cualquier medio se entorpezca reiteradamente el


desarrollo normal del proceso; y

7. Cuando por razones injustificadas las partes no asisten a la audiencia


generando dilación.”
REGULACIÓN LEGAL DEL PLAZO MÁXIMO DE DETENCIÓN

20. El artículo 137 del Código Procesal Penal establece dos clases de
plazo máximo de detención preventiva, los que se distinguen en razón del
delito imputado y la complejidad de la causa.

a) En primer lugar, se encuentra el plazo máximo aplicable a los


procesos por la generalidad de delitos, y cuyo encausamiento no reviste mayor
complejidad, estableciendo el plazo máximo de 9 meses para el procedimiento
sumario y de 18 meses para el ordinario.

b) En segundo lugar, el plazo máximo aplicable a los delitos de tráfico


ilícito de drogas, terrorismo, espionaje y otros de naturaleza compleja seguidos
contra más de diez imputados, en agravio de igual número de personas, o del
Estado, en cuyo caso el plazo límite de detención se duplicará. En tal sentido,
si se trata de un proceso ordinario por alguno de los delitos señalados o que
reviste una de las causas de complejidad referidas, el plazo de detención será
de 36 meses.

21. El segundo y tercer párrafos del artículo 137 del Código Procesal
Penal establecen la prórroga del plazo máximo de detención cuando concurran
circunstancias que importen una especial dificultad o una especial prolongación
de la investigación y que el inculpado pudiera sustraerse a la acción de la
justicia. Se establece, asimismo, que la prolongación de la detención se
acordará mediante auto debidamente motivado, de oficio por el Juez o a
solicitud del Fiscal y con conocimiento del inculpado. Es decir, la norma
procesal prevé que, vencido el plazo ordinario de detención (36 meses para los
delitos de tráfico ilícito de drogas), podrá prorrogarse el plazo por un tiempo
igual siempre y cuando concurran circunstancias que importen una especial
dificultad o una especial prolongación de la investigación y que el inculpado
pudiera sustraerse a la acción de la justicia.

22. El Tribunal Constitucional ha tenido oportunidad de pronunciarse


sobre el plazo razonable de detención (Cfr. Exp. 2915-2004-HC/TC] en el
sentido de que el plazo máximo de 36 meses sólo podría prorrogarse cuando la
dilación del proceso se deba a una conducta obstruccionista del procesado. Sin
embargo, este Tribunal considera pertinente desarrollar esta regla interpretativa
y complementarla de conformidad con lo dispuesto en el artículo VI del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional. Cuando en casos
excepcionalísimos, el delito de tráfico ilícito de drogas represente un grave
peligro para la seguridad ciudadana, la soberanía nacional, el estado de
derecho y de la sociedad en conjunto, el juez podrá disponer la prolongación
del plazo de detención más allá de 36 meses hasta el máximo permitido por
ley, mediante resolución debidamente motivada.
LA IMPLICANCIA INTERNACIONAL DEL DELITO DE TRÁFICO ILÍCITO
DE DROGAS

23. La causa penal seguida contra el demandante no solo reviste una


especial complejidad, sino que se le imputa integrar una organización dedicada
al tráfico ilícito de drogas en el ámbito nacional (el acopio y la elaboración de la
droga se realizaban en nuestro territorio) e internacional (el destino de la droga
era un país distinto al nuestro, sumado al hecho de que la pluralidad de
imputados en su mayoría son de nacionalidad extranjera).

24. El desarrollo y la ejecución de la obligación constitucional del Estado


de combatir el tráfico ilícito de drogas tiene pertinencia con el efectivo
cumplimiento de los compromisos internacionales asumidos al suscribir la
Convención única de Estupefacientes (Nueva York 1961), específicamente con
el de adoptar “las medidas adecuadas para evitar el cultivo ilícito de las plantas
que contengan estupefacientes o sustancias sicotrópicas, tales como las
plantas de adormidera, los arbustos de coca y las plantas de cannabis, así
como erradicar aquellas que se cultiven ilícitamente en su territorio”. Asimismo,
al suscribir la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de
Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas en 1988, ratificada el 16 de enero de
1992, el Estado se comprometió a adoptar las medidas necesarias (externas e
internas) que permitan una real y efectiva represión del narcotráfico, las que
respetando los derechos fundamentales de los individuos infractores,
garanticen la plena vigencia de los bienes y valores universales reconocidos a
la humanidad en general.

A ello cabe añadir que el Memorándum de Entendimiento Subregional de


Cooperación Antidrogas entre Argentina, Bolivia, Chite, Perú, y Uruguay y el
Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de
Drogas, confirman la disposición de sus integrantes para apoyar aquellas
actividades que los gobiernos puedan llevar a cabo conjuntamente.

25. De todo lo, expuesto se desprende la necesidad de articular


instrumentos de cooperación internacional en materia penal, mediante la figura
de la extradición -entre otras- como una de las instituciones destinadas a evitar
la impunidad en caso de delitos cuya promoción, materialización y/o resultado
implica a más de un Estado.

26. De conformidad con este compromiso internacional, se han


aprobado mediante Decreto Supremo Nº 016-2006-JUS las Normas referidas al
comportamiento judicial y gubernamental en materia de extradiciones y traslado
de condenados, publicado en el Diario Oficial el 26 de julio de 2006, las cuales,
a la fecha han cobrado vigencia y, en tal sentido, deben ser de observancia por
todos los operadores jurídicos.

ANÁLISIS DE LA PRETENSIÓN

27. El recurrente pretende su inmediata excarcelación por haber


transcurrido en exceso el plazo máximo de detención previsto en el artículo 137
del Código Procesal Penal. Tal como ha quedado establecido en la presente
sentencia, el plazo de 36 meses previsto para los procesos ordinarios por
delitos de tráfico ilícito de drogas puede ser prolongado, excepcionalmente,
mediante auto debidamente motivado, siempre y cuando la dilación sea
imputable al procesado o cuando la complejidad del caso -ajena a la actividad
del órgano jurisdiccional- exijan una especial prolongación de la investigación.
Dicha prórroga, de ser objetivamente necesarias, podrá ser hasta por el
máximo previsto en la ley.

28. En el presente caso, el plazo ha sido prorrogado mediante resolución


de fecha 16 de junio de 2005, por 20 meses. Conforme a lo señalado en los
párrafos precedentes, se trata de hechos relativos a una red internacional de
tráfico ilícito de drogas, la que, conforme se ha expuesto, conlleva un grave
peligro para la soberanía nacional, la estabilidad del sistema democrático, la
seguridad ciudadana y la sociedad en general. Asimismo, tal como consta en el
auto de prolongación de la detención, concurren circunstancias especiales que
hacen razonable la prolongación del plazo de detención más allá del plazo
ordinario de 36 meses. Se ha considerado el hecho de que se trata de una
organización criminal “[...]con ramificaciones internacionales, estructura en
compartimientos estancos, división de funciones y con un poder para encubrir
el accionar que hacen en este caso dificultosa la actividad del Estado para el
debido esclarecimiento de los hechos y la eventual y efectiva sanción para los
que resulten responsables”. Se ha tomado en cuenta, además, el hecho de
haberse acumulado dos causas para efectos del juicio oral, lo que supondrá un
mayor tiempo en la sustanciación del juicio oral. Es por ello que este Tribunal
considera que la prolongación del plazo de detención que se cuestiona no
vulnera ningún derecho fundamental.

29. De acuerdo con el artículo VI del Código Procesal Constitucional, in


fine, los jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con rango de ley y
los reglamentos según los preceptos y principios constitucionales, conforme a
la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el
Tribunal Constitucional. En este sentido, este Tribunal reitera la invocación
hecha al Poder Judicial en la sentencia Nº 3771-2004-HC/TC que con la
previsión legal del plazo máximo de duración de la detención judicial, el
afectado por la medida cautelar puede conocer hasta qué momento puede
durar la restricción de su derecho fundamental a la libertad. Pese a ello, viene
ocurriendo, reiteradamente, en la justicia ordinaria nacional, que no se decreta
la libertad inmediata de un procesado tras la culminación del plazo máximo de
detención, obligándosele, por el contrario, a que permanezca detenido ad
infinitum, so pretexto de un arbitrario concepto de tramitación procesal.

30. Las dilaciones indebidas del proceso constituyen una mala praxis
judicial que debe ser totalmente erradicada, por cuanto genera un injustificable
retardo en la administración de justicia. Por ello, se requiere también de una
labor más activa por parte de los órganos de control de la magistratura.

31. Este Tribunal no puede soslayar el execrable homicidio de uno de los


magistrados integrantes de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Lima que conocía el proceso penal contra el accionante del hábeas corpus,
hecho que si bien es extra processum, incide en su trámite normal y en la
determinación del plazo razonable, circunstancia que no es imputable al órgano
jurisdiccional. La impartición de la justicia, que es un atributo del Estado social
y democrático. de derecho, no puede estar sujeta a tal contingencia sin poner
en riesgo a la sociedad eventualmente agraviada con la delincuencia.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

1. Declarar INFUNDADA la demanda.

2. Exhortar al Poder Judicial a efectos de dar trámite preferente al


proceso del cual deriva el hábeas corpus de autos.

SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO
MESÍA RAMÍREZ

Expediente Nº 7944-2005-PHC/TC
LIMA
ABSALÓN VÁZQUEZ VILLANUEVA
(Publicado: 10-09-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 22 días del mes de junio de 2006, el Tribunal


Constitucional, en sesión de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los
magistrados García Toma, presidente; Gonzales Ojeda, Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen, Vergaria Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Gastón Ortiz Acha


contra la resolución de la Quinta Sala Especializada en lo Penal para Procesos
con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 404, su
fecha 15 de setiembre de 2005, que declara improcedente la demanda de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 3 de junio de 2005, don Gastón Ortiz Acha interpone


demanda de hábeas corpus a favor de Absalón Vázquez Villanueva por
detención arbitraria dispuesta par la Sala Penal Anticorrupción, presidida por la
Vocal Superior Inés Villa Bonilla. Sostiene que el beneficiario es procesado por
el Tercer Juzgado Penal Especial a cargo del juez Jorge Octavio Barreto, por
presunto delito de aprovechamiento indebido de cargo, sancionado por el
artículo 397 del Código Penal con pena privativa de libertad no mayor de 5
años. Destaca que es manifiesta la carencia de elementos probatorios
aportados en la denuncia fiscal, que el favorecido tiene domicilio conocido, que
trabaja en la Universidad Nacional Agraria La Molina y que carece de
antecedentes penales. Aduce que se le abrió instrucción con mandato de
comparecencia, lo que, al ser impugnado, fue elevado a la Sala Especial
presidida por la Vocal emplazada quien, en evidente violación a sus derechos
constitucionales revocó el auto ordenando su detención. Alega que para que
proceda el mandato de detención debe verificarse la presencia copulativa de
los requisitos exigidos por el artículo 135 del Código Procesal Penal, los cuales,
en el caso del favorecido, no se cumplen, puesto que éste siempre estuvo a
disposición de la justicia y se presentó a todas las citaciones realizadas por el
órgano jurisdiccional. Finalmente, alega que el juzgamiento del beneficiario se
encuentra a cargo de un tribunal establecido por el actual gobierno para
perseguir a sus adversarios políticos, en abierta violación del inciso 3) del
artículo 139 de la Constitución, que garantiza a todo procesado el derecho de
ser juzgado por el llamado juez natural, entendido como aquel quien ejerce el
cargo con anterioridad a la comisión del ilícito instruido y no como el tribunal
que juzga al beneficiario, designado ex profeso y con posterioridad al evento
delictivo. Finalmente, señala que la demanda va dirigida contra la jueza Villa
Bonilla y las vocales integrantes del Colegiado “C”, doctoras Rojjasi Pella,
Castañeda Otsu y Baca Cabrera.

Realizada la investigación sumaria, el actor se ratifica en su demanda,


en tanto que las Vocales integrantes de la Sala Penal Especial, Colegiado “C”,
manifiestan de manera uniforme que no existe vulneración constitucional, que
conocieron en segundo grado la apelación interpuesta contra el mandato de
comparecencia dictado contra el beneficiario, procediendo a revocarlo en
atención a que consideraron que al caso concurrían de manera conjunta los
requisitos previstos por ley. Alegan que los juzgados y salas anticorrupción
fueron establecidos por el Consejo Ejecutivo del Poder Judicial en aplicación de
la Ley Orgánica del Poder Judicial, que en su oportunidad fue reconocida por el
Tribunal Constitucional mediante la sentencia 290-2002-HC/TC.

Por su parte, la doctora Villa Bonilla agrega que no se le puede emplazar


en el presente proceso constitucional, pues la Sala Penal que preside no
conoce ni tramita causa alguna en la que se encuentre comprendido el
beneficiario Vázquez Villanueva, por lo que debe desestimarse la demanda.

El Trigésimo Quinto Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con


fecha 10 de agosto de 2005, declara improcedente la demanda en el extremo
dirigido contra la magistrada Villa Bonilla, dado que ella no integró el Colegiado
que expidió la resolución cuestionada, e infundada la demanda en el extremo
dirigido contra las emplazadas Rojjasi Pella, Castañeda Otsu y Baca Cabrera,
por considerar que no existe vulneración a derecho constitucional alguno, dado
que la resolución cuestionada fue expedida por tribunal competente en ejercicio
de su potestad jurisdiccional, conferido con anterioridad a la cuestionada y en
observación estricta del debido proceso.

La recurrida confirmó la apelada con similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El demandante considera que la incorrecta interpretación del artículo


135 del Código Procesal Penal, al revocar el mandato de comparecencia
dictado contra el favorecido, lesiona sus derechos constitucionales. Aduce que
la resolución cuestionada fue expedida por un tribunal incompetente.

2. De la demanda se advierte que el recurrente emplaza a la magistrada


Villa Bonilla porque considera que dicha magistrada preside el colegiado que
expidió la resolución que lesiona los derechos fundamentales del beneficiario.
Estando acreditado en autos que la resolución judicial cuestionada fue
expedida por la Sala Penal Especial Colegiado “C” integrado por las
magistradas Roljasi Pella, Castañeda Otsu y Baca Cabrera, que suscriben el
incidente 37-04, de fecha 28 de enero de 2005, que en copia certificada obra a
fojas 22 y 22v, se colige que el presente proceso constitucional se dirige
indebidamente contra la antes citada jueza superior, toda vez que no preside ni
integra el colegiado al que se le atribuye la vulneración constitucional invocada.

3. A lo expresado en el fundamentos precedente se debe agregar que


como es de público conocimiento, por mandato expreso del artículo 207 del
Código de Procedimientos Penales el tribunal de una Corte Superior está
constituido por una Sala compuesta de tres Vocales.

§. Determinación del acto lesivo objeto del control constitucional

4. Del análisis de los argumentos expuestos por el recurrente se advierte


que el demandante cuestiona las presuntas irregularidades y excesos
cometidos por el órgano jurisdiccional que apartándose de los principios y
derechos reconocidos por la Norma Fundamental a la función que desempeña,
terminan por lesionar los derechos fundamentales del beneficiario.

Específicamente alega una presunta vulneración a su libertad individual


mediante: a) la revocatoria de la comparecencia restringida y la imposición de
la medida cautelar de detención preventiva; y b) la transgresión al debido
proceso al tramitarse la causa penal seguida en su contra por un juez
incompetente.

§. Análisis del acto lesivo materia de reclamación constitucional

5. Al respecto cabe señalar que la adopción y el mantenimiento del


mandato de detención importan la afectación del derecho a la libertad personal.
Este es un derecho subjetivo reconocido en el artículo 2 inciso 24) de la
Constitución Política del Perú y, al mismo tiempo, es uno de los valores
fundamentales de nuestro Estado Constitucional de Derecho, por cuanto
fundamenta diversos derechos constitucionales.

6. En cuanto derecho subjetivo, el derecho a la libertad personal


garantiza que no se afecte indebidamente la libertad física de las personas;
esto es, su libertad locomotora, ya sea mediante detenciones, internamientos o
condenas arbitrarias o ilegales. Los alcances de la garantía dispensada a esta
libertad se extienden a cualquier supuesto de privación de la libertad
locomotora, independientemente de su origen y de la autoridad o persona que
la haya efectuado. Garantiza por tanto la libertad personal ante cualquier
restricción arbitraria (artículo 9 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos y artículo 7.3 de la Convención Americana de Derechos Humanos).

7. Sin embargo, como todo derecho fundamental como el derecho a la


libertad personal tampoco es un derecho absoluto, pues sigan lo establecen los
literales a) y b) del inciso 24 del artículo 2 de la Constitución, aparte de ser
regulado puede ser restringido o limitado mediante ley. Ningún derecho
fundamental en efecto puede considerarse ilimitado en su ejercicio y los límites
que puede imponérsele son de dos tipos; intrínsecos y extrínsecos. Los
primeros son aquellos que se deducen de la naturaleza y configuración del
derecho en cuestión. Los segundos, en cambio, se deducen del ordenamiento
jurídico, cuyo fundamento se encuentra en la necesidad de proteger o
preservar otros bienes, valores o derechos constitucionales.

8. Por ello este Tribunal considera -conforme lo enunciado en anterior


oportunidad- que “[...]si bien la detención judicial preventiva constituye una
medida que limita la libertad física, por sí misma, no es inconstitucional.” (STC.
Nº 1084-2005-HC Caso Ramírez Cachique).

§. La vulneración de derechos por la imposición de la medida cautelar de


detención preventiva

9. En el caso de autos la controversia se circunscribe a determinar si la


detención judicial preventiva impuesta al beneficiario es arbitraria o no. El actor
alega que en el caso del favorecido “[...] no se cumplen los presupuestos
legales que justifican el dictado de un mandato de detención judicial. Aduce,
también, que la resolución cuestionada fue expedida por un tribunal
incompetente.

10. Al respecto, se advierte que el beneficiario Vázquez Villanueva “[...]


se encuentra en libertad desde el día 22 de julio de 2005, por orden del
Trigésimo Segundo Juzgado Penal de Lima, emitida en el proceso
constitucional de hábeas corpus Nº 34-05” (sic), conforme da cuenta la razón
expedida por el Secretario de Mesa de Partes de la Quinta Sala Penal para
Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, que obra a
fojas 344 de autos.

De lo precedentemente expuesto se colige que a la fecha ha operado fa


sustracción de la materia, al haber cesado el presunto agravio que sustenta la
demanda, razón por la cual no tiene objeto precisar los alcances de la decisión
a expedirse, en aplicación de lo previsto en por el artículo 1 del Código
Procesal Constitucional.
11. No obstante ello, resulta importante pronunciarse sobre la presunta
vulneración de derechos constitucionales originada porque “[...] el juzgamiento
del beneficiario se encuentra a cargo de un tribunal establecido por el actual
gobierno para perseguir a sus adversarios políticos” (sic), hecho que
presumiblemente afecta su derecho al debido proceso en el extremo del juez
natural.

§. El derecho al juez natural y los Juzgados y Salas Penales Especiales


Anticorrupción

12. El demandante alega que “[...] el inciso 3) del artículo 139 de la


Constitución garantiza a todo procesado el derecho de ser juzgado por el
llamado juez natural, entendido como aquel que ejerce el cargo con
anterioridad a la comisión del ilícito instruido y no como el tribunal que juzga al
beneficiario y que fue constituido ex profesor y con posterioridad al evento
delictivo(...)” (sic).

13. Este Tribunal ya se ha pronunciado anteriormente al respecto,


estableciendo en la sentencia 290-2002-HC/TC [Vid. en el mismo sentido las
sentencias 1013-2002-HC/TC y 1076-2003-HC/TC] que los Juzgados y Salas
Penales Especiales de la Corte Superior de Justicia de Lima no son violatorios
del derecho al “juez natural” o del derecho a no ser desviado de la jurisdicción
predeterminada por ley, reconocido expresamente en el segundo párrafo del
artículo 139 inciso 3 de la Constitución.

14. De acuerdo con el criterio adoptado por este Tribunal,

“[...] el derecho invocado por el demandante comporta dos exigencias: 1)


que quien juzgue sea un juez o un órgano que tenga potestad jurisdiccional,
garantizándose, así, la interdicción de ser enjuiciado por un juez excepcional, o
por una comisión especial creada ex profeso para desempeñar funciones
jurisdiccionales, o que dicho juzgamiento pueda realizarse por comisión o
delegación, o que cualquiera de los poderes públicos pueda avocarse al
conocimiento de un asunto que deba ser ventilado ante órgano jurisdiccional; 2)
que la jurisdicción y competencia del juez sean predeterminadas por la ley, por
lo que la asignación de competencia judicial necesariamente debe haberse
establecido con anterioridad al inicio del proceso, garantizándose así que nadie
pueda ser juzgado por un juez ex post facto o por un juez ad hoc. Asimismo,
exige que tales reglas de competencia, objetiva y funcional, sean previstas en
una ley orgánica.” (STC. Nº 3426-2005-PHC Caso Alcalde Tello).

Ello significa que la competencia jurisdiccional se halla sujeta a una


reserva de ley orgánica, lo cual implica: a) el establecimiento en abstracto de
los tipos o clases de órganos a los que se va a encomendar el ejercicio de la
potestad jurisdiccional, y b) la institución de los diferentes órdenes
jurisdiccionales y la definición genérica de su ámbito de conocimiento litigioso.

15. Además exige que dicha predeterminación no impida el


establecimiento de subespecializaciones al interior de las especializaciones
establecidas en la Ley Orgánica del Poder Judicial, máxime cuando el artículo
82 inciso 28) de la misma Ley Orgánica de Poder Judicial autoriza a crear y
suprimir “Distritos Judiciales, Salas de Cortes Superiores y Juzgados, cuando
así se requiera para la más rápida y eficaz administración de justicia”.

16. En este orden de ideas, no se vulnera el derecho al juez


predeterminado toda vez, que tanto el órgano ante el cual se viene procesando
al favorecido como aquel que dictó la medida cautelar de detención preventiva,
son órganos propios del Poder Judicial cuyo ejercicio de potestad jurisdiccional
le fue establecido con anterioridad a la iniciación del proceso judicial. Asimismo,
si bien la Sala Penal Especial que expidió la resolución cuestionada ha sido
creada mediante resolución administrativa, el órgano jurisdiccional se
encontraba investido de jurisdicción y competencia en materia penal con
anterioridad al inicio del proceso, habiendo operado únicamente una
subespecialización que no vulnera el orden competencial establecido
previamente en la Ley Orgánica del Poder Judicial.

De lo expuesto precedentemente se colige que la demanda debe ser


desestimada, toda vez que no resulta de aplicación al caso de autos el artículo
2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO
AMENAZA A LA LIBERTAD PERSONAL

Expediente Nº 2279-2005-PHC/TC
LIMA
SERGIO MURILLO ROJAS
(Publicado: 13-09-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de febrero de 2006, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Bardelli Lartirigoyen y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Sergio Murillo


Rojas contra la resolución emitida por la Segunda Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 30, su fecha 28 de febrero de 2005, que declaró improcedente la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 21 de octubre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los magistrados del fuero militar, solicitando que se le
restituya el beneficio de reducción de la pena a la mitad. Manifiesta que el 5 de
enero de 1995 se puso a disposición de la Dircote, acogiéndose a la Ley de
Arrepentimiento, siendo luego procesado por el fuero militar especial, y que al
dictarse sentencia con fecha 30 de junio de 1995, se le concedió el beneficio de
reducción de la pena a la mitad, el cual fue declarado nulo por ejecutoria del
Tribunal Supremo. Refiere que el Juzgado Militar Especial emitió una nueva
sentencia, con fecha 21 de mayo de 1996, condenándolo a 30 años, y
declarando improcedente su pedido de acogerse al beneficio de
arrepentimiento, violando de esta forma su derecho al debido proceso y
amenazando su libertad personal, toda vez que actualmente está siendo
sometido a nuevo proceso por la Sala Nacional de Terrorismo.

El Vigésimo Tercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 25 de octubre de


2004, declara improcedente la demanda teniendo en cuenta que el Decreto
Legislativo 925 regula la colaboración eficaz en el delito de terrorismo y que al
actor se le está siguiendo actualmente un nuevo proceso por ante la Sala
Nacional de Terrorismo.
La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El Tribunal Constitucional, mediante la sentencia recaída en el


expediente 010-2002-AI/TC, con fecha 3 de enero de 2003, declaró
inconstitucional el delito de traición a la patria, regulado en aquel entonces por
el Decreto Ley Nº 25659, y todos los juzgamientos realizados en el fuero militar,
disponiendo la iniciación de nuevos enjuiciamientos para todos aquellos
procesados y sentenciados sobre la base de las normas declaradas
inconstitucionales; procesos nuevos que fueron encuadrados dentro de la
figura de delito de terrorismo, regulado por el Decreto Ley Nº 25475.

2. La Sala Nacional de Terrorismo, con fecha 7 de marzo de 2003,


declara la nulidad de todo lo actuado por ante el fuero militar, de conformidad
con la STC 010-2002-AI/TC, disponiendo se remitan los actuados al Fiscal
Provincial Especializado para que proceda conforme a sus atribuciones, tal
como se colige de la copia certificada obrante en el cuadernillo constitucional,
de fojas 119 a 132.

3. De autos se tiene que el Primer Juzgado Especializado Penal en


Delito de Terrorismo abrió nueva instrucción contra el actor por el delito de
terrorismo, librando mandato de detención, con fecha 19 de marzo de 2003,
según consta de la copia certificada obrante en autos, a fojas 139 del
cuadernillo constitucional, con arreglo al Decreto Legislativo 922, que regula la
anulación de procesos por el delito de traición a la patria y establece normas
para el proceso penal aplicable, habiendo sido elevados los actuados a la
Fiscalía Superior Penal a efectos de que emita dictamen de acuerdo con sus
atribuciones, tal y conforme se desprende de la copia certificada obrante en el
cuadernillo constitucional, a fojas 254, su fecha 4 de mayo de 2005.

4. De lo expuesto se concluye que todo el proceso anterior seguido por


ante el fuero privativo militar, en todas las resoluciones y sentencias expedidas,
y los beneficios que se pudieron haber otorgado al actor durante la tramitación
del mismo, han quedado anulados, careciendo de validez o efecto alguno, a
tenor de la sentencia de este Tribunal, habiéndose dado inicio a un nuevo
proceso en el cual el actor tiene a salvo su derecho de solicitar los beneficios
de colaboración eficaz para casos de delito de terrorismo, regulados en el
Decreto Legislativo 925, y cuya procedencia será materia de evaluación por
parte de tos órganos judiciales respectivos, en respeto del nuevo marco legal
en el que se llevan a cabo estos juzgamientos.
5. Siendo así, al no acreditarse la afectación o amenaza de vulneración
cierta o inminente de ningún derecho fundamental del actor, no resulta de
aplicación lo prescrito por el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

SOLICITUD DE EXCARCELACION

Expediente Nº 981-2004-PHC/TC
LIMA
JUDITH GALVÁN MONTERO
(Publicado: 13-09-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 27 días del mes de junio de 2006, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Vergara
Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia con el voto singular del
magistrado Vergara Gotelli y el voto dirimente del magistrado García Toma

ASUNTO

Recurso de Agravio Constitucional interpuesto por doña Judith Galván


Montero contra la resolución de la Sala Penal de Emergencia para Procesos
con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 181, su
fecha 30 de marzo de 2005, que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 23 de octubre de 2003, la recurrente interpone demanda de
hábeas corpus y la dirige contra el Juez del Primer Juzgado Especializado en
Delitos de Terrorismo, por detención arbitraria, solicitando que se declare nulo e
ineficaz el Atestado Policial y sus anexos, e inaplicable como prueba de
convicción para el proceso seguido en su contra. Sostiene que el juez
emplazado ha procedido a instaurar proceso penal en su contra por el presunto
delito de terrorismo agravado, tomando como única prueba las imputaciones
contenidas en dicho atestado sobre cuya base ha decretado mandato de
detención. Alega que el mencionado documento es nulo porque durante las
diligencias policiales que estuvieron a cargo de la DIRCOTE, se le obligó a
autoincriminarse y a firmar documentos sin tener conocimiento de su contenido,
pero fundamentalmente porque en ellas participó un fiscal militar, que no es
competente ni tiene jurisdicción sobre personal civil, hecho que vulnera su
derecho al debido proceso en el extremo del juez natural e incide
negativamente en su libertad personal, máxime si así lo ha establecido el
Tribunal Constitucional en su sentencia publicada el 3 de enero de 2003. Por lo
que solicita su inmediata excarcelación y consecuente libertad.

Realizada la investigación sumaria, la demandante se ratifica en los


términos de su demanda, alegando que tanto la apertura de instrucción como la
medida de detención decretada son nulas porque se sustentan en un
documento nulo, razón por la cual fueron impugnadas. Por su parte, la jueza
emplazada, Salazar Casas, sostiene que no existe vulneración constitucional,
toda vez que el valor probatorio del atestado policial será compulsado con el
mérito probatorio de las demás pruebas de cargo que obran en autos.

El Trigésimo Juzgado Especializado Penal de Lima, con fecha 8 de


febrero de 2005, declara infundada la demanda, por considerar que no existe
vulneración constitucional, ya que la detención de la demandante se produjo
por decisión del órgano jurisdiccional, dentro de un proceso regular.

El Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial se apersona en el proceso y solicita que se declare improcedente la
demanda aduciendo que, en vista de que el proceso ha sido tramitado de
manera regular, el hábeas corpus no resulta eficaz.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

§. Petitorio
1. La presente demanda de hábeas corpus cuestiona el auto de apertura
de instrucción dispuesto contra la demandante, que habría tomado como
fundamento la denuncia fiscal que se sustenta en un atestado policial
supuestamente nulo, realizado con participación de un fiscal militar;
irregularidad que transgredería la tutela procesal efectiva y lesionaría su
libertad personal.

2. En la demanda de autos se solicita que se emita pronunciamiento


sobre el valor probatorio del atestado policial y sobre la supuesta vulneración
del principio del juez natural, toda vez que la demandante considera que al
participar en la investigación prejudicial un fiscal militar, se lesionaron sus
derechos constitucionales.

3. Resulta importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos.

4. El Código Procesal Constitucional, vigente desde el 1 de diciembre de


2004, es de aplicación inmediata a los procesos en trámite, ello no sólo en
virtud a lo dispuesto en la Segunda Disposición Final del citado Código, sino
principalmente por constituir una aplicación inmediata de la norma de acuerdo
a lo previsto en el artículo 103 de la Constitución, que señala que “La ley,
desde su entrada en vigencia, se aplica a las consecuencias de las relaciones y
situaciones jurídicas existentes y no tiene fuerza ni efectos retroactivos; salvo,
en ambos supuesto, en materia penal cuando favorece al reo”. Sin embargo, en
el presente caso, este Colegiado considera pertinente la aplicación de la Ley Nº
23506, y demás modificatorias vigentes al momento de la interposición de la
demanda, toda vez que el Código Procesal Constitucional exige determinados
requisitos de procedibilidad para el caso del hábeas corpus contra resolución
judicial, básicamente la firmeza de la resolución cuestionada, que no se
encontraba vigente al momento de la interposición de la demanda, cuya
exigencia implicaría una aplicación retroactiva de la norma procesal,
vulneratoria de lo previsto en el artículo 103 de la Constitución.

§. Materias sujetas a análisis constitucional

5. En el desarrollo de esta sentencia, este Colegiado debe llegar a


determinar:
a) Si se ha lesionado el derecho que tiene todo justiciable al pleno
ejercicio de las facultades que, sobre la administración de justicia, consagra la
Constitución Política del Perú.

b) Si el magistrado emplazado, al decretar la apertura de instrucción,


vulneró el debido proceso reconocido a todo justiciable y, como consecuencia
de ello, vulneró el derecho a la libertad personal de la demandante.

c) El valor probatorio del atestado policial.

d) Si la participación de un fiscal militar durante la investigación


preliminar contenida en el atestado policial vulnera el derecho al juez natural de
la demandante.

§. Límites del derecho a la libertad personal

6. El Tribunal Constitucional ha señalado, en reiterada jurisprudencia,


que la libertad personal no sólo es un derecho fundamental reconocido, sino un
valor superior del ordenamiento jurídico, y que su ejercicio no es absoluto e
ilimitado, pues se encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley1; de
ahí que los límites a los derechos pueden ser impuestos por la misma norma
que los reconoce.

7. El caso de autos se encuentra comprendido en estas limitaciones. En


efecto, conforme al artículo 2, inciso 24, literal b) de la Constitución, no se
permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los casos
previstos por ley. Por tanto, para esclarecer la controversia, debe establecerse
si la detención preventiva que cumple el beneficiario constituye una restricción
del derecho a la libertad prevista en la ley y compatible con la Constitución.

§. Administración de justicia

8. El derecho a la tutela jurisdiccional, consagrado por el artículo 139,


inciso 3), de la Constitución, garantiza al justiciable, ante su pedido de tutela, el
deber del órgano jurisdiccional de observar el debido proceso y de administrar
justicia dentro de los estándares mínimos establecidos por los instrumentos
internacionales.

9. Este enunciado es recogido por el Código Procesal Constitucional, al


precisar que “[s]e entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica
de urea persona en la se respetan, de modo enunciativo, sus derechos de libre
acceso al órgano jurisdiccional; de probar, de defensa, al contradictorio y de
igualdad sustancial en el proceso; de no ser desviado de la jurisdicción
predeterminada ni sometido a procedimientos distintos de los previos por la ley,
a la obtención de una resolución fundada en derecho, de acceder a los medios
impugnatorios regulados, a la imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la
actuación adecuada y temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales y
a la observancia del principio de legalidad procesal penal”2.

§. Valor probatorio del atestado policial

10. Del estudio de autos se advierte que la demandante fue procesada y


condenada por delito contra la tranquilidad pública en la modalidad de
terrorismo, juzgamiento que estuvo a cargo de jueces militares, y que, al
expedir este Tribunal la STC N 10-2003-AI, dicho proceso se anuló; conforme
se acredita con la resolución expedida por la Sala Nacional de Terrorismo, que
dispone declarar “Nula las sentencias y Nulo todo lo actuado, disponiendo que
se remitan los actuados al Fiscal Provincial competente de Lima, para que
proceda conforme a sus atribuciones”.3 Posteriormente, en la vía ordinaria se
formuló denuncia penal en su contra (f.71-78) y el Primer Juzgado
Especializado en Terrorismo instauró el proceso 169-03, en el que se le abrió
instrucción por el delito contra la tranquilidad pública-terrorismo, conforme se
acredita con las copias certificadas que obran en autos de fojas 84 a 97.

Por tanto, al haberse declarado la nulidad de los actuados y al tramitarse


la causa penal contra la demandante en la vía ordinaria, es evidente que se
observaron las garantías del debido proceso y el derecho a una tutela
jurisdiccional efectiva, respetándose el principio del juez natural.

11. La demandante alega que “(...) el juez emplazado ha procedido a


instaurar proceso penal en su contra por el presunto delito de terrorismo
agravado, tomando como única prueba la imputación contenida en dicho
atestado.”

12. Con relación al atestado policial, es necesario señalar que, por


disposición de la ley procesal específica, éste, al igual que todos los medios
probatorios de un proceso, se actúa y valora con arreglo a las normas
procesales que le garantizan al imputado el derecho de defenderse, pudiendo
incluso actuarse ciertos medios probatorios durante el juicio oral, estación
procesal en la cual el valor probatorio de los medios será compulsado y
corroborado con otros medios de prueba, los que, valorados bajo el criterio de
conciencia del juzgador, serán determinantes para establecer la
responsabilidad penal. El juzgador, al emitir pronunciamiento, deberá precisar
cuáles fueron las pruebas que lo orientaron a determinar la inocencia o
culpabilidad del procesado. De ello se concluye que el valor probatorio del
mencionado atestado, en caso de ser considerado como prueba, deberá estar
corroborado con otras de igual naturaleza, lo cual deberá mencionarse
expresamente en la sentencia que se expida. En consecuencia, el valor
probatorio atribuido al atestado policial no es concreto y no puede ser materia
de evaluación en sede constitucional, por constituir tema netamente
jurisdiccional.

13. Por otro lado, resulta importante acotar que durante la tramitación de
todo proceso penal se encuentra vigente la presunción de inocencia,
consagrada en el numeral e) del inciso 24 del artículo 2 de la Constitución
Política del Perú, así como en el artículo 11.1 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos y en el artículo 14.2 del Pacto Internacional de los
Derechos Civiles y Políticos, que enuncia que “[t]oda persona es considerada
inocente mientras que judicialmente no se haya declarado su responsabilidad”.

De ahí lo sostenido por este Tribunal en reiterada jurisprudencia: “(...)


Por esta presunción juris tántum, a todo procesado se le considera inocente
mientras no se le pruebe su culpabilidad; vale decir, hasta que no se exhiba
prueba en contrario; y rige desde el momento en que se imputa a alguien la
comisión de un delito, quedando el acusado en estado de sospecha durante
toda la tramitación del proceso, el cual sólo tendrá fin cuando se expida la
sentencia que resuelva definitivamente el caso”. (STC Nº 4124-2004-HC Caso
Zevallos Gonzales).

§. Derecho al juez natural

14. Este Colegiado, en reiterada jurisprudencia, ha declarado que el


derecho al juez natural o, dicho de otro modo, el derecho que tiene el justiciable
a la jurisdicción predeterminada por la ley, está expresado en términos dirigidos
a evitar que se juzgue a un individuo por “órganos jurisdiccionales de
excepción” o por “comisiones especiales creadas al efecto, cualquiera sea su
denominación”.

15. Así, se exige, en primer lugar, que quien juzgue sea un juez o un
órgano que tenga potestad jurisdiccional. Se garantiza, así, la interdicción de
ser enjuiciado por un juez excepcional, o por una comisión especial creada ex
profesamente para desarrollar funciones jurisdiccionales, o que dicho
juzgamiento pueda realizarse por comisión o delegación. De esa manera, se
impide que cualquiera de los poderes públicos pueda avocarse el conocimiento
de asuntos que deban ser ventilados ante el Poder Judicial o ante cualquiera
de los órganos jurisdiccionales especializados que la Constitución ha
establecido.

16. Con respecto a la alegada transgresión a su derecho al juez natural,


materializada supuestamente por la participación de un fiscal militar, en la
diligencias contenidas en el atestado policial, el cual “(...) carece de jurisdicción
sobre personal civil4”, es necesario puntualizar que las diligencias actuadas
durante la investigación prejudicial constituyen actos de investigación.

Es por ello que el Decreto Legislativo Nº 922, dispositivo que conforme a


la Sentencia del Tribunal Constitucional Nº 010-2002-AI/TC, regula la nulidad
de los procesos por el delito de traición a la patria y establece las normas sobre
el proceso penal aplicable, señala en su artículo 8 las reglas de prueba
especificas en los nuevos procesos, precisando que los elementos probatorios
-sin perjuicio del derecho de contradicción que asiste a las partes- serán
valorados con criterio de conciencia y teniendo a la dignidad de la persona
humana como presupuesto ontológico para la existencia y defensa de sus
derechos fundamentales, ello de conformidad a lo sostenido por este Tribunal
en anterior oportunidad.5

17. De autos, entonces, no se evidencia la vulneración constitucional


que sustenta la demanda, resultando de aplicación el artículo 2 de la Ley de
Hábeas y Amparo, Nº 23506.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDNI
GARCÍA TOMA
LANDA ARROYO

VULNERACION DEL DERECHO A LA INVIOLABIILIDAD DE DOMICILIO

Expediente Nº 03303-2005-PHC/TC
ICA
PEDRO HUAMÁN VALENZUELA
(Publicado: 13-09-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 27 días del mes de junio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los señores magistrados Alva
Orlandini, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Pedro Huamán


Valenzuela contra la sentencia de la Segunda Sala Especializada en lo Penal
de la Corte Superior de Justicia de Ica, de fojas 37, de fecha 13 de abril de
2005, que declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 29 de enero de 2005 el recurrente, en su condición de


gerente de la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada Hatuchay
E.I.R.LTDA., interpone demanda de hábeas corpus contra el Jefe de la
Comisaría de la Policía Nacional del Perú de la ciudad de Ica, la Asociación
Peruana de Autores y Compositores (Apdayc) y el Jefe del Instituto Nacional de
Defensa de la Competencia y 1.4 Protección de la Propiedad Intelectual
(Indecopi). Manifiesta que en la fecha de la presente demanda, se constituyó
en el domicilio de la citada empresa un efectivo policial, debidamente
uniformado, en compañía de una señora y sin autorización alguna ingresó en el
establecimiento alegando como pretexto que tenía que realizar una
investigación, vulnerando de esta manera el derecho a la inviolabilidad del
domicilio, máxime cuando al solicitársele la identificación correspondiente el
efectivo policial se negó a mostrarla, señalando que se trataba de una
investigación contra Augusta Surco Quiñonez, quien tenía una deuda con
Apdayc e Indecopi.

Realizada la investigación sumaria, el demandante ratifica su denuncia


en todos sus extremos. También sostiene que se ha vulnerado el derecho a la
inviolabilidad de domicilio de su representada.

El Cuarto Juzgado Especializado en lo Penal de Ica, con fecha 15 de


febrero de 2005, declara improcedente la demanda argumentando que no se
constataba intervención alguna por parte de la Policía Nacional del Perú en el
local antes citado, y de igual manera que no se había identificado plenamente a
la autoridad, funcionario o persona de quien provendría la amenaza.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS
1. Respecto de la amenaza de vulneración de un derecho fundamental,
el Tribunal Constitucional ha sostenido, en el Caso Bennes Vásquez (STC
2435-2002-HC/TC), que para verificar si el derecho a la libertad individual o los
derechos conexos a ella son amenazados, se debe comprobar: a) la inminencia
de que se produzca el acto vulnerador, esto es, que se trate de un atentado a la
libertad personal que esté por suceder prontamente o en proceso de ejecución,
no reputándose como tal a los simples actos preparatorios; y, b) que la
amenaza a la libertad sea cierta, es decir, que exista un conocimiento seguro y
claro de la amenaza, dejando de lado conjeturas o presunciones.

2. Se aprecia de autos que el actor interpone demanda de hábeas


corpus contra el jefe de la Comisaría de la PNP de Ica, la Asociación Peruana
de Autores y Compositores (Apdayc) y el Jefe del Instituto Nacional de Defensa
de la Competencia y la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi),
denunciando que se ha vulnerado el derecho a la inviolabilidad del domicilio.

3. Al respecto, no se ha comprobado en autos que el emplazado jefe


policial haya ordenado intervención alguna contra la empresa Hatuchay
E.I.R.LTDA., y menos aún que haya dispuesto que se constituya algún efectivo
policial en su local. Es más, en el Libro de Ocurrencias Policiales no consta el
incidente materia de la demanda, conforme se acredita de la copia que obra en
autos, a fojas 21 y 22.

4. Por consiguiente, al no acreditarse la afectación del derecho


fundamental invocado en la demanda ni la alegada amenaza, resulta de
aplicación el artículo 2 del Código Procesal Constitucional, por lo que la
demanda debe ser desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

SS.

ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACION DEL PRINCIPIO DE INTERDICCION DE LA REFORMATIO IN


PEJUS
Expediente Nº 3574-2005-PHC/TC
HUÁNUCO
ETELVINA TRUJILLO SÁNCHEZ
(Publicado: 13-09-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 26 días del mes de mayo de 2006, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Etelvina Trujillo


Sánchez contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Huánuco, de fojas 406, su fecha 19 de abril de 2005, que declara
improcedente la demanda de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 15 de febrero de 2005, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Huánuco y el Fiscal Superior, solicitando que se deje sin efecto la resolución de
fecha 11 de enero de 2005, que incrementa la pena que se le impuso, de 12 a
20 años, por la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas. Sustenta su
demanda en que se ha vulnerado su derecho a un proceso debido.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Realizada la investigación sumaria de hábeas corpus, la recurrente se


ratifica en el contenido de su demanda. Por su parte, los emplazados y el Fiscal
demandado afirman que la resolución cuestionada emana de un proceso
regular, sin que se haya vulnerado el principio non reformatio in peius, dado
que la sentencia de primera instancia fue recurrida vía nulidad, no solo por el
procesado sino también por el Fiscal, motivo por el cual era posible que la Sala
agravara la pena, como efectivamente sucedió.

3. Resolución de primer grado


Con fecha 18 de marzo de 2005, el Primer Juzgado Penal de Huánuco
declara improcedente la demanda, argumentando que la resolución
cuestionada por la demandante emana de un proceso regular. Asimismo,
considera que es correcta la apreciación de los demandados que declararon
improcedente la solicitud de adecuación de la pena; puesto que la Sala que
conoció el proceso penal vía recurso de nulidad modificó el tipo penal aplicable,
resultando factible imponerle una pena mayor.

4. Resolución de segundo grado

Con fecha 19 de abril de 2005, la recurrida confirma la apelada


arguyendo que la resolución que se cuestiona fue expedida con arreglo a ley.
La Sala considera que, en el caso de autos, la pena impuesta en primera
instancia podía ser aumentada en aplicación del tercer párrafo del artículo 300
del Código de Procedimientos Penales.

III. FUNDAMENTOS

Precisión del petitorio de la demanda

1. Del análisis integral de lo que obra en autos, se infiere que la


demandante pretende que el Tribunal Constitucional se pronuncie en torno a la
legitimidad constitucional de la resolución de fecha 11 de enero de 2005, la
que, según afirma la recurrente, vulnera el principio de Interdicción de la
reformatio in peius.

Hábeas corpus, debido proceso y principio de interdicción de reformado


in peius

2. El proceso constitucional de hábeas corpus no tiene por objeto


proteger, en abstracto, el derecho fundamental al debido proceso. Sin embargo,
en el presente caso, toda vez que se han establecido restricciones judiciales
que inciden en el derecho fundamental a la libertad personal de la demandante,
el Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la
legitimidad de los actos judiciales que la recurrente considera lesivos. Esto es,
si en la susodicha resolución, al aumentarse la pena privativa de la libertad de
12 a 20 años, se vulneró el principio de prohibición de la reformatio in peius.

3. Conforme lo ha señalado este Tribunal (cf. STC 0553-2005-HC/TC, FJ


3),

(...) la interdicción de la reformatio in pius o ‘reforma peyorativa de la


pena’ es una garantía de debido proceso implícita en nuestro texto
constitucional, la cual se relaciona con los derechos de defensa y de interponer
recursos impugnatorios. De acuerdo con dicha garantía, el órgano jurisdiccional
que conoce de un proceso en segunda instancia no puede empeorar la
situación del recurrente en caso de que solo este hubiese recurrido la
resolución emitida en primera instancia.

4. En atención a dicho principio y a lo dispuesto en el artículo 300 del


Código de Procedimientos Penales, modificado por Ley 27454, sí solo el
sentenciado solicita la nulidad de la sentencia condenatoria, entonces el ius
puniendi del Estado, cuyo poder se expresa en la actuación de la instancia
decisoria, no podrá modificar la condena sancionando por un delito que
conlleve una pena más grave que la impuesta en anterior instancia. Distinto,
como es lógico, es el caso en que el propio Estado, a través del Ministerio
Público, haya mostrado su disconformidad con la pena impuesta, a través de la
interposición del recurso impugnatorio, pues en tal circunstancia, el Juez de
segunda instancia queda investido de la facultad de aumentar la pena, siempre
que ello no importe una afectación del derecho a la defensa, esto es, siempre
que no se sentencie sobre la base de un supuesto que no haya sido materia de
acusación.

5. El Tribunal estima que el fundamento constitucional de este segundo


supuesto, es decir, de la no aplicación del principio de interdicción de la
reformatio in peius, cuando el Ministerio Público no está conforme con la pena
impuesta, radica en que, en nuestro ordenamiento jurídico, dicho órgano
constitucional (artículo 158 de la Constitución) asume determinadas funciones
constitucionales, entre ellas, la de representar en los procesos judiciales a la
sociedad (artículo 159, inciso 3); más aún, si se considera que la comisión de
un delito no sólo afecta bienes jurídicos individuales, sino también bienes que
atañen a la sociedad en general. De ahí que se debe considerar no solo
legítimo sino también necesario que el Ministerio Público asuma la
representación y defensa de la sociedad en los procesos judiciales; deber y
facultad que se concretiza a través de la interposición de recursos
impugnatorios.

Análisis del caso concreto

6. En el caso concreto, obra a fojas 1 la sentencia de fecha 22 de enero


de 2003, mediante la cual la demandante fue sentenciada a 12 años de pena
privativa de la libertad, por la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas.
Asimismo, consta a fojas 8 la resolución de fecha 18 de setiembre de 2003,
que resuelve los recursos de nulidad interpuestos tanto por la recurrente como
por el representante del Ministerio Público, declarando la nulidad de la recurrida
y, reformándola, sentencia a la demandante a 20 años de pena privativa de la
libertad.
7. De acuerdo con lo señalado en los fundamentos cuarto y quinto de la
presente sentencia, el principio de prohibición de la reformatio in peius se
relativiza cuando el Ministerio Público interpone un recurso de nulidad, de
conformidad con el artículo 300 del Código de Procedimientos Penales. En tal
sentido, en el caso concreto, el Tribunal Constitucional advierte que la reforma
de 12 a 20 años de pena privativa de la libertad no constituye una vulneración
del citado principio, toda vez que el Ministerio Público, en ejercicio legítimo de
su función constitucional de representar a la sociedad en los procesos
judiciales, interpuso recurso de nulidad en el momento de la lectura de
sentencia (f. 207), y cuya fundamentación se realizó dentro del plazo previsto
en la ley, tal como consta a fojas f. 210. En consecuencia, a juicio de este
Colegiado, no se ha vulnerado el principio antes aludido y, por ende, tampoco
el derecho fundamental al debido proceso.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


te confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 419-2005-HC/TC
CUSCO
MARIO LOAIZA UMERES
(Publicado: 28-09-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 9 días del mes de febrero de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los señores magistrados Alva
Orlandini, García Toma y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Mario Loaiza


Umeres contra la resolución de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia del Cusco, de fojas 133, su fecha 22 de noviembre del 2004, que
declara improcedente la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 22 de octubre del 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los magistrados del Primer Juzgado Penal del Cusco y
de la Primera Fiscalía Provincial Penal del Cuzco, y contra don Carlos
Pumayali Callapina y doña Roberta Santiago Conde de Pumayali. Manifiesta
que se ha vulnerado su derecho de defensa; que en el proceso civil con los
emplazados Pumayali Callapina y Conde de Pumayali, que dio origen a la
causa penal seguida en su contra por los delitos contra el patrimonio en las
modalidades de apropiación y estafa, dedujo la excepción de naturaleza de
acción, medio de defensa al cual los magistrados emplazados no dieron
trámite, disponiendo que sea resuelto juntamente con la sentencia. Alega
también que se amenaza su libertad individual con la programada audiencia de
lectura de sentencia, en la que el juez emplazado lo condenará injustamente
por un delito que no ha cometido, por el hecho de haberlo denunciado ante la
Fiscalía de la Nación por los delitos de abuso de autoridad y prevaricato.

Realizada la investigación sumaria, los emplazados no rinden su toma


de dicho, pese a estar debidamente notificados.

El Sexto Juzgado Penal del Cusco, con fecha 2 de noviembre del 2004,
declara improcedente la demanda por considerar que no proceden las acciones
de garantía contra resoluciones judiciales emanadas de procesos regulares.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. El demandante afirma que se han vulnerado las garantías del derecho


fundamental al debido proceso, principalmente el derecho de defensa, por la
decisión de los magistrados emplazados de pronunciarse sobre la excepción
de naturaleza de acción al momento de sentenciar; y que se amenaza su
libertad individual pues en la audiencia de lectura de sentencia el juez
emplazado lo condenará injustamente por un delito que no ha cometido.
2. El Código Procesal Constitucional, vigente desde el 1 de diciembre de
2004, establece requisitos de procedibilidad para interponer la demanda. Tales
requisitos no eran exigibles cuando se interpuso la demanda de autos; sin
embargo, a fin de garantizar la eficacia integradora de los bienes y derechos
constitucionales reconocidos en los artículos 103 y 139, inciso 3, de la
Constitución Política del Perú, este Colegiado considera pertinente la aplicación
del citado código.

3. El artículo 139 de la Norma Suprema establece los principios y


derechos de la función jurisdiccional. El inciso 3 dispone la observancia del
debido proceso y de la tutela jurisdiccional. El derecho al debido proceso se
asienta en la concepción del derecho de toda persona a la tutela jurisdiccional
efectiva, y se concreta a través de las garantías previstas en la Constitución.

4. Con respecto a la amenaza de violación de un derecho constitucional,


el artículo 2 del Código Procesal Constitucional establece que “(...) los
procesos constitucionales de hábeas corpus, amparo y hábeas data proceden
cuando se amenacen o violen los derechos constitucionales por acción u
omisión de actos de cumplimiento obligatorio, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona. Cuando se invoque la amenaza de violación, ésta debe
ser cierta y de inminente realización (...)”.

5. De autos se aprecia que el actor fue procesado por el Sexto Juzgado


Penal del Cusco por el delito contra el patrimonio, en el cual dedujo la
excepción de naturaleza de acción (ff. 35-39), que fue admitida y cuyo
pronunciamiento el juzgador dispuso que se emitiría al sentenciar (f. 40). Al
dictarse la sentencia, el a quo omitió pronunciarse sobre la excepción
deducida, razón por la cual el Colegiado revisor dispuso declarar la nulidad de
la sentencia, reponiendo la causa al estado respectivo, a fin de que otro juez
emitiera sentencia (f. 48). Así, se avocó al conocimiento de la causa el juez
emplazado, señalando como fecha para la lectura de sentencia el día 30 de
julio de 2003, diligencia que no se llevó a cabo por la inasistencia del
demandante. Después de ello, el accionante fue citado nuevamente bajo
apercibimiento; posteriormente se le declaró reo contumaz, disponiéndose su
ubicación y captura.

6. De las copias certificadas que obran en autos se observa que, luego


de declarada la nulidad por el superior, al avocarse al conocimiento de la causa
el juez emplazado, las dilaciones indebidas en la tramitación del proceso fueron
ocasionadas por la actitud del propio actor, quien no concurrió a la diligencia de
lectura de sentencia señalada por primera vez para el día 12 de mayo de 2004,
y por segunda vez, para el día 28 de mayo de 2004, razón por la cual, ante su
inconcurrencia, fue declarado reo contumaz, cursándose los oficios para su
ubicación y captura.
7. Se desprende de autos que entre el 6 de enero de 2004, fecha en que
se avoca al conocimiento de la causa el emplazado, y el 28 de mayo de 2004,
fecha en que se señala fecha de lectura de sentencia, han transcurrido más de
5 meses sin que se expida sentencia de primera instancia en un proceso penal
sujeto a trámite sumario, debido a actos procesales dilatorios imputables al
demandante, quien, en su condición de acusado, tiende a retrasar el acto de
lectura de sentencia.

8. A mayor abundamiento, con las copias certificadas que corren en


autos se acredita la conducta procesal obstruccionista del demandante al
ejercer su defensa, pues una vez notificado por segunda vez para la lectura de
sentencia, formula recusación contra todo el personal del juzgado
argumentando “(...) que su Despacho viene actuando en abierta parcialización
a favor de la parte supuestamente agraviada (...)”, conforme aparece de las
copias certificadas obrantes de fojas 73 a 75 de autos, alegato que fue
rechazado de plano. Finalmente, solicita que el emplazado se abstenga, por
decoro, de llevar a cabo la lectura de sentencia.

9. No obstante lo dicho, el actor recurre a la acción de garantía porque


presupone que la sentencia a expedirse será condenatoria, y que no procederá
el recurso impugnatorio que prevé el artículo 7 del Decreto Ley Nº 124, que
regula la tramitación de procesos sumarios.

10. Siendo así, no existe razonabilidad en la amenaza; por el contrario,


el proceso de autos transcurre de manera regular, debiendo concluir con la
decisión final del órgano jurisdiccional. Por otra parte, la supuesta afectación no
es de inminente realización; en consecuencia, no resulta aplicable al caso el
artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

11. De otro lado, es importante resaltar que lo actuado denota una


actitud manifiestamente dilatada del imputado que el juez de la causa,
conductor del proceso, no ha sabido controlar, no obstante su capacidad legal
para imponerle a él y a su abogado las medidas disciplinarias que el caso
aconseja, por lo que resulta menester, en bien de la imagen del Poder Judicial
y en la necesidad de restablecer concretamente la autoridad del juez, requerirle
a éste para que tome las medidas reguladoras pertinentes.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar INFUNDADA la demanda.


2. Requerir al Juez de la causa para que proceda con arreglo a las
recomendaciones señaladas en el fundamento 11.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
GARCÍA TOMA
LANDA ARROYO

EXCESO DE DETENCION

Expediente Nº 3256-2005-PHC/TC
LIMA
OSCAR ESTEBAN UBILLÚS TERÁN
(Publicado: 28-09-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 27 días del mes de junio de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Vergara
Gotelli, y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Óscar Esteban Ubillús Terán


contra la resolución de la Primera Sala Penal para Procesos con Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 75, su fecha 7 de abril
de 2005, que declara improcedente la acción de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 4 de enero de 2005, el recurrente interpone acción de hábeas


corpus contra el Juez del Quincuagésimo Segundo Juzgado Penal para
Procesos con Reos en Cárcel de Lima, con el objeto de que se ordene su
inmediata libertad, alegando que ha sobrepasado el plazo de detención
preventiva fijado por el artículo 137 del Código Procesal Penal. Refiere que se
encuentra detenido desde el 4 de julio de 2003, internado en el establecimiento
penal de Lurigancho, por mandato del juzgado emplazado, por la presunta
comisión del delito de robo, habiendo cumplido a la fecha dieciocho meses de
detención sin que hasta el momento de interponer la presente acción se haya
expedido sentencia en el proceso penal, vulnerando su derecho fundamental a
la libertad individual.

Realizada la investigación sumaria, el demandante rinde su declaración


ratificando los términos de su demanda.

El Cuadragésimo Cuarto Juzgado Penal de la Corte Superior de Justicia


de Lima, con fecha 14 de enero de 2005, declaró improcedente la demanda,
por considerar que la detención del accionante fue prorrogada mediante auto
debidamente motivado, no advirtiendo vulneración alguna a su derecho
constitucional a la libertad individual o al debido proceso.

La recurrida confirmó la apelada, por los mismos argumentos.

FUNDAMENTOS

1. La demanda de autos tiene por objeto que se disponga la


excarcelación del recurrente, quien, según alega, se mantiene indebidamente
detenido por más de 18 meses sin que se haya expedido sentencia que defina
su situación jurídica.

2. Este Tribunal ha precisado en la sentencia recaída en el expediente


Nº 1215-2004-HC/TC (F.J. Nº 3), que de conformidad con el artículo 3 del
Decreto Ley Nº 25824, el “procedimiento ordinario” al que hace referencia el
Código Procesal Penal debe entenderse como al que actualmente se le conoce
proceso sumario, mientras que al que se denomina “procedimiento especial”,
debe entenderse al actual proceso ordinario, hasta que entre en vigencia el
Código Procesal Penal.

3. En el presente caso, conforme se acredita con el auto de apertura de


instrucción en el que se dictó mandato de detención contra el demandante (fs.
12), éste se encuentra detenido desde el 3 de julio de 2003; asimismo se
aprecia que mediante resolución dictada con fecha 30 de diciembre de 2004,
antes de vencer el plazo de 18 meses de detención que corresponde al
proceso penal ordinario según lo establecido por el artículo 137 del Código
Procesal penal, modificado por Ley Nº 27553, el juzgado penal emplazado
dispuso la prolongación de la detención a doce meses, por lo que a la fecha de
expedirse la presente resolución no existe el exceso de detención que se
invoca en la demanda. En consecuencia, la presente demanda debe ser
desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú
HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD DE TRANSITO

Expediente Nº 3272-2005-PHC/TC
LA LIBERTAD
OSWALDO ALBERTO KAUFMANN MEDINA
(Publicado: 28-09-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Casma, a los 26 días del mes de junio de 2006, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Oswaldo Alberto


Kaufmann Medina contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Trujillo, de fojas 197, su fecha 20 de abril de 2005, que
declara infundada la demanda de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 21 de enero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra Esmeralda Alva Bocanegra, auxiliar coactivo, Enrique
Benites Delgado, subgerente de la Policía Municipal y José Murgía Zannier,
alcalde de la Municipalidad Provincial de Trujillo, solicitando que cese la
vulneración de su derecho fundamental a la libertad de tránsito. Alega que los
demandados, al bloquear las puertas de ingreso a su domicilio impidieron su
entrada y salida, así como la de su familia y otras personas que estaban en el
interior del lugar, donde también desarrolla sus actividades económicas.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Realizada la investigación sumaria, los demandados coinciden en


afirmar que se dispuso la clausura temporal del establecimiento del recurrente
en cumplimiento de una sentencia emitida por el Tribunal Constitucional, la
misma que ordenó al presunto agraviado que se abstuviera de perturbar la
tranquilidad de los vecinos por contaminación acústica. De otro lado, sostienen
que se limitaron a cumplir la Ordenanza 002-94-MPT.

3. Resolución de primer grado

Con fecha 28 de febrero de 2005, el Tercer Juzgado Penal de Trujillo


declara fundada, en parte, la demanda, argumentando que la medida cautelar
que dispuso el cierre del local es desproporcionada y no se ajusta a lo
dispuesto por el Tribunal Constitucional en la sentencia 0260-2001-AA/TC.
Considera el Juzgado que se ha limitado injustificadamente el derecho a la
libertad de tránsito del recurrente, obstaculizándose su libre ingreso al
inmueble.

4. Resolución de segundo grado

Con fecha 20 de abril de 2005, la recurrida revocando la apelada declara


infundada la demanda, argumentando que la emplazada ha dispuesto la
clausura temporal del local en ejercicio de sus competencias, la que no ha
tenido por objeto o efecto impedir el ingreso del accionante a su domicilio ni
salir de él.

III. FUNDAMENTOS

Precisión del petitorio de la demanda

1. Del análisis integral de lo que obra en autos se advierte que el


demandante pretende que el Tribunal Constitucional se pronuncie en torno a la
“ilegítima” afectación de su derecho fundamental a la libertad de tránsito y, por
ende, de su derecho a la libertad personal.

Hábeas corpus y derecho fundamental a la libertad de tránsito

2. En sentencia anterior (STC 5970-2005-PHC/TC, FJ 14) el Tribunal


Constitucional ha dejado establecido que
(...) el derecho a la libertad de tránsito se vulnera no sólo cuando una
persona, por sí misma, impide el libre desplazamiento a otra, sino también
cuando coloca, injustificadamente, obstáculos materiales que restringen el
ejercicio del derecho al libre tránsito. Por ello, el hábeas corpus restringido,
como reconoce la doctrina (...), también tutela aquellos supuestos en los cuales
se impide, ilegítima e inconstitucionalmente, el acceso a ciertos lugares, entre
ellos, el propio domicilio.

Análisis del caso concreto

3. En el presente caso, el demandante aduce que los emplazados


vulneran su derecho a la libertad de tránsito, toda vez que han clausurado
arbitrariamente las puertas de ingreso a su domicilio, donde también funciona
su negocio (f. 4).

4. A fojas 32 corre la Resolución Subgerencial 04-2005-MPT/SGLA, de


fecha 5 de enero de 2005, mediante la cual la Municipalidad Provincial de
Trujillo dispone, como medida cautelar, la clausura del local del demandante
por sobrepasar los límites de emisión dé sonidos establecidos por la ley, lo que
en opinión de la municipalidad constituye una vulneración de las normas de
urbanismo y planificación. En la misma resolución la autoridad municipal
dispone que

En caso de detectarse al momento de la Ejecución Forzada dispuesta,


área de uso interior del espacio físico materia del mandato de Clausura,
destinado a zona de vivienda; PERMÍTASE el libre tránsito de los residentes
durante la vigencia del mandato de Clausura mediante el uso de la puerta
menor que posee la Puerta Nº 02, conforme a la numeración planteada en el
Artículo Segundo.

5. En cumplimiento de esta disposición consta en el Acta de Verificación


de fojas 6, su fecha 21 de enero de 2005, que el Juez verificó que las personas
que se encontraban dentro del inmueble clausurado podían ingresar y salir
libremente por una de las puertas laterales que se había dejado abierta (ff. 11 y
76).

6. Siendo ello así el Tribunal advierte que al no existir obstáculos que


hayan impedido arbitrariamente al demandante el ejercicio de su derecho
fundamental a la libertad de tránsito, su pretensión no puede ser tutelada, más
aún cuando se observa que el recurrente pretende, a través del presente
proceso constitucional, incumplir una disposición que la Municipalidad
Provincial de Trujillo ha dictado en ejercicio legítimo de sus funciones,
disposición a la que por cierto el demandante viene haciendo caso omiso, tal
como se desprende del Informe 19-2006-MPT/SGLA, de fecha 28 de abril de
2006, en el que se da cuenta del funcionamiento del local comercial del
recurrente, no obstante haber sido clausurado (ff. 7-25, cuaderno secundario).

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese

SS.

ALVA ORLANDINI
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

Expediente Nº 3491-2005-PHC/TC
LIMA
RAÚL ARTURO LAYNES ROMERO
(Publicado: 28-09-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 19 días del mes de junio del 2006, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Vergara
Gotelli y Landa Arroya, pronuncia la siguiente sentencia, con el voto
discordante del magistrado Vergara Gotelli y el voto dirimente del magistral
García Toma

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Raúl Arturo


Laynes Romero contra la sentencia de la Primera Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 74, su fecha 18 de febrero de 2005, que declara improcedente la
demanda de autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 10 de enero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Segunda Sala Penal para Reos en Cárcel de Lima,
denunciando la vulneración de sus derechos constitucionales al debido proceso
(plazo razonable en la administración de justicia) y a la libertad individual,
dentro del proceso de habeas corpus Nº 84-04. Manifiesta que con fecha 22 de
noviembre de 2004, se llevó a cabo la vista de la causa por parte de la Sala
Penal demandada en virtud de la apelación que oportunamente interpuso
contra la resolución emitida por el Cuadragésimo Primer Juzgado Penal de
Lima, de fecha 25 de octubre de 2004, que declaró improcedente la demanda
de hábeas corpus presentada contra el titular del Cuadragésimo Octavo
Juzgado Penal de Lima y los Vocales de la Cuarta Sala Penal para Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Urna por vulneración de su derecho
ala libertad individual. Puntualiza que desde la citada fecha de vista han
transcurrido aproximadamente 50 días sin que la Sala emplazada haya resuelto
o notificado la resolución correspondiente, lo que vulnera su derecho a obtener
una resolución dentro de len plazo oportuno, debiendo tomarse en cuenta que,
de acuerdo a ley, el plazo para resolver un recurso de apelación en materia de
hábeas corpus es de 5 días, bajo responsabilidad. Solicita, por consiguiente,
que la Sala demandada cumpla, de inmediato, con resolver el recurso de
apelación presentado, sin perjuicio de que se disponga la remisión de copias
de los actuados a la Oficina de Control de la Magistratura, a efectos de que se
impongan las sanciones disciplinarias que correspondan.

Practicadas las diligencias de ley, se reciben las declaraciones del


recurrente, quien se ratifica en los términos de su demanda. Asimismo, se
reciben las declaraciones de los vocales emplazados, Andrés Paredes Laura,
Demetrio Ramírez Descalzi y Otto Zárate Guevara, quienes argumentan que
mediante resolución de fecha 26 de noviembre de 2004, la Sala Penal
demandada confirmó la resolución expedida por el Cuadragésimo Primer
Juzgado Penal de Lima, que declaró improcedente la demanda de hábeas
corpus interpuesta contra el titular del Cuadragésimo Octavo Juzgado Penal de
Lima y la Cuarta Sala Penal de Lima, por lo que estiman que la presente
demanda debe ser declarada improcedente.

El Trigésimo Cuarto Juzgado Penal de Lima, con fecha 12 de enero de


2005, declara que carece de objeto emitir pronunciamiento sobre el fondo de la
controversia, por haberse producido la sustracción de la materia, habida cuenta
de que mediante resolución del 26 de noviembre de 2004, la Sala demandada
confirmó la resolución apelada, que declaró improcedente la demanda de
hábeas corpus promovida contra el titular del Cuadragésimo Octavo Juzgado
Penal de Lima y la Cuarta Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima,
debiendo advertirse adicionalmente que dicha resolución fue notificada el 11 de
enero de 2005.

La recurrida, revocando la apelada, declara improcedente la demanda,


por considerar que el hábeas corpus es un mecanismo residual y extraordinario
(sic) de protección de la libertad personal y derechos conexos. No obstante, se
establece que la demandada resolvió la apelación, confirmando la apelada que
declaró improcedente la acción de hábeas corpus, no existiendo amenaza ni
vulneración a al libertad individual o derechos conexos.

FUNDAMENTOS

Petitorio

1. La demanda tiene por objeto cuestionar el proceder de la Segunda


Sala Penal para Procesos con Reos en Cárcel de Lima, la cual, al no resolver
oportunamente el recurso de apelación interpuesto por el demandante contra la
resolución emitida por el Cuadragésimo Primer Juzgado Penal de Lima, de
fecha 25 de octubre de 2004, dentro del proceso de hábeas corpus seguido
contra el titular del Cuadragésimo Octavo Juzgado Penal de Lima y los Vocales
de la Cuarta Sala Penal para Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia
de Lima, ha vulnerado sus derechos constitucionales al debido proceso y a la
libertad individual.

Antecedentes que generaron el presente proceso

2. De manera preliminar a la dilucidación de la presente controversia,


consideramos pertinente precisar algunos aspectos en tomo a los antecedentes
del presente proceso: a) Inicialmente el recurrente interpuso demanda de
hábeas corpus contra Luis Alberto Quispe Choque, titular del Cuadragésimo
Octavo Juzgado Penal de Lima, y los vocales de la Cuarta Sala Penal con
Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, Julio Enrique Biaggi
Gómez, Hermilio Vigo Zevallos y Teresa Jara García. La demanda se
sustentaba en que el actor habría sido víctima de una presunta detención
arbitraria, por haberse prolongado indebidamente el tiempo de su detención
dentro de un proceso penal que se le ha venido siguiendo por el delito contra la
vida, el cuerpo y la salud (lesiones graves) y el delito contra la seguridad
pública (tenencia ilegal de armas); b) En dicho proceso, el Cuadragésimo
Primer Juzgado Penal expidió sentencia con fecha 25 de octubre de 2004,
declarando improcedente la demanda interpuesta (Exp. Nº 28-04). A su turno,
el mismo recurrente presentó recurso de apelación contra dicha sentencia de
primer grado, habiéndose elevado los actuados del expediente a la Segunda
Sala Penal con Reos en Cárcel de Lima, la que, mediante resolución del 15 de
noviembre de 2004, señaló como fecha de la vista de la causa el 22 de
noviembre de 2004, diligencia que pese a haberse llevado a efecto en la citada
fecha, no ha originado, hasta la interposición de la demanda constitucional de
la que ahora conoce este Colegiado (segundo proceso de hábeas corpus),
pronunciamiento alguno; c) Lo que cuestiona el demandante, mediante el
presente proceso, no es, pues, una resolución judicial emitida dentro del primer
proceso de hábeas corpus, sino, al contrario, la omisión injustificada en su
expedición por parte de los vocales de la Sala emplazada; esto es, el hecho de
que, pese a haberse interpuesto. un recurso de apelación en un proceso
constitucional, sujeto a un trámite rápido y fulminante, haya transcurrido un
período notoriamente irrazonable (casi 50 días) sin que se haya expedido
sentencia que defina su reclamo constitucional primigenio.

Sobre la viabilidad del hábeas corpus contra hábeas corpus

3. Del recuento de los antecedentes descritos, aparece que ya presente


demanda de hábeas corpus ha sido promovida contra autoridades judiciales
que han venido conociendo de un anterior proceso de hábeas corpus, situación
que de alguna forma impone precisar si dicha alternativa procesal, atípica por
lo demás en nuestra jurisprudencia, es viable dentro del marco jurídico
actualmente vigente, tanto más cuanto que el Código Procesal Constitucional
establece, en el artículo 5, inciso 6), que “No proceden los procesos
constitucionales cuando: [...] Se cuestione una resolución firme recaída en otro
proceso constitucional [...]”.

4. Aunque no existe en nuestra jurisprudencia casuística en la que se


haya dilucidado sobre la procedencia de procesos de hábeas corpus
promovidos contra procesos de hábeas corpus, dicha hipótesis, si bien difícil de
verificarse en la práctica, tampoco resulta imposible de presentarse a la luz de
eventuales cuestionamientos frente a determinadas situaciones conflictivas. El
presente caso, y las particularidades que lo rodean, así lo patentizan, pues lo
que se reclama en la demanda tiene que ver con una presunta afectación a los
derechos constitucionales del recurrente, acontecida dentro de la tramitación
de un proceso de hábeas corpus. Por otra parte, no se trata de cualquier
afectación a cualquier derecho, sino de aquellos atributos que normalmente
legitiman la interposición de un hábeas corpus contra resoluciones judiciales
emanadas de procesos ordinarios. Lo que se denuncia, en pocas palabras,
está relacionado con la vulneración al debido proceso en su manifestación de
derecho a un plazo razonable en la administración de justicia, producida al no
existir pronunciamiento dentro de un plazo perentorio sobre un recurso de
apelación; y vulneración a la libertad individual, a consecuencia de no definirse,
oportunamente, un reclamo constitucional en el que se denuncian presuntas
agresiones a la libertad individual por parte de autoridades judiciales.
5. Como se ha señalado, no existe en nuestra jurisprudencia
antecedentes de procesos de hábeas corpus promovidos contra procesos de la
misma naturaleza. Sin embargo, lo más cercano a dicha opción es lo que la
jurisprudencia ha venido en denominar amparo contra amparo, régimen
procesal que, como lo ha precisado recientemente este mismo Colegiado en
los expedientes 3846-2004-PA/TC (Caso Municipalidad Provincial de San
Pablo) y 2707-2004-AA/TC (Caso Superintendencia Nacional de Administración
Tributaria), sigue siendo plenamente legítimo, no obstante lo dispuesto en el
artículo 5, inciso 6), del Código Procesal Constitucional, habida cuenta de que
la citada disposición restrictiva debe entenderse como referida a procesos
donde se ha respetado escrupulosamente la tutela procesal efectiva en sus
distintas manifestaciones, conforme al artículo 4 del mismo cuerpo normativo, y
tomando en cuenta, adicionalmente, que una interpretación que cierra por
completo la posibilidad del amparo contra amparo sería contraria a la
Constitución.

6. Sí bien en el presente caso no se trata de un amparo contra otro


amparo, sino, más bien, de un hábeas corpus contra otro hábeas corpus, no
por ello deja de ser pertinente enfocar dicha hipótesis dentro del contexto
general del Código Procesal Constitucional, cuyo texto se refiere a la
improcedencia de un proceso constitucional contra otro proceso constitucional.
A este respecto, una interpretación de dicho dispositivo, dentro de criterios
similares a los que se han realizado para el caso del amparo, permitiría concluir
que, de darse tal hipótesis, aquella necesariamente tendría que estar
condicionada a la vulneración por parte de un juez constitucional (en este caso
de hábeas corpus) de los derechos a la tutela procesal efectiva y,
concurrentemente, a la libertad individual, conforme lo establece el artículo 4
del Código Procesal Constitucional para el caso de los hábeas corpus contra
resoluciones judiciales emanadas de procesos ordinarios. Queda claro, por lo
demás, que esa, y no otra, sería la situación en la que podría legitimarse el
régimen aquí enunciado, amén de asumirse con un carácter residual y
necesariamente restrictivo.

La verdadera hipótesis procesal. Hábeas corpus por omisión judicial

7. Cabe sin embargo puntualizar, por lo que respecta al presente caso,


un detalle adicional a la par que gravitante. El presupuesto de improcedencia a
que se refiere el articulo 5, inciso 6), del Código tiene que ver con la presencia
de procesos constitucionales promovidos contra resoluciones judiciales firmes
recaídas en otro proceso constitucional. Como se ha precisado en los
fundamentos 2, acápite c), y 4 de este voto en el caso de autos, no estamos
ante una resolución judicial firme considerada lesiva de los derechos (expresión
de una conducta inconstitucional positiva) sino, más bien, ante una omisión en
la expedición de una resolución (manifestación de una conducta
inconstitucional negativa). No se configura, por tanto, el presupuesto de
improcedencia a que se refiere la norma, sino algo totalmente distinto que, por
lo mismo, no se encuentra proscrito de forma alguna. El Código, en otras
palabras, no ha dicho en ningún momento que no pueda prosperar un hábeas
corpus por omisión judicial, sino que se ha referido exclusivamente al caso de
los hábeas corpus contra resoluciones (acciones) judiciales firmes recaídas en
otro proceso constitucional.

8. El detalle aquí enunciado permite localizar la controversia desde un


ángulo diferente. Y es que, examinados con detenimiento los antecedentes del
caso, así como la pretensión demandada, se observa que más que un hábeas
corpus promovido contra una resolución judicial expedida dentro de otro
proceso constitucional y que, desde luego, haya resultado lesiva de los
derechos del recurrente, se trata de un hábeas corpus contra autoridades
judiciales por no cumplir con administrar justicia constitucional de manera
diligente y oportuna, perjudicando con tal inercia el debido proceso y,
correlativamente, la libertad individual. Aunque ciertamente se trata de un
proceso de hábeas corpus contra otro proceso de hábeas corpus, y es, por
tanto, atípico en sus alcances, sus características, empero, son bastante
particulares, quedando claro que, conforme a las mismas, no existe posibilidad
alguna de condicionar su procedencia, por lo menos desde la perspectiva que
ofrece el Código y que, como se ha dicho, se refiere stricto sensu a la
presencia de resoluciones judiciales formalmente emitidas.

9. Aun cuando la descrita resulta una opción perfectamente legítima,


debe, sin embargo, quedar perfectamente establecido que, por tratarse de un
emplazamiento contra jueces constitucionales (defensores prima facie de los
derechos), no puede considerarse con un carácter abierto, pues, de ser así, se
desnaturalizaría el régimen de presunción favorable de la que goza todo
proceso constitucional por el solo hecho de su existencia. Dicho en otros
términos, aun cuando sea viable el proceso de hábeas corpus contra un
proceso de la misma naturaleza, tal situación no puede ser una regla general,
sino una medida excepcional, cuya procedencia ha de requerir una sensata
ponderación según la naturaleza de cada supuesto.

Los derechos reclamados y su importancia

10. En lo que respecta a los derechos mismos cuya invocación se ha


realizado, conviene recordar dos cosas elementales: a) si bien el derecho a que
una persona sea juzgada dentro de un plazo razonable no se encuentra
expresamente contemplado en la Constitución, se trata de una manifestación
implícita del derecho al debido proceso, derivado de los principios relativos a la
dignidad de la persona y al Estado democrático de derecho que, por otra parte,
coadyuva al pleno respeto de los principios de proporcionalidad, razonabilidad,
subsidiariedad, necesidad, provisionalidad y excepcionalidad que debe guardar
la duración de un proceso para ser reconocido como constitucional (cf. la
sentencia recaída en el Expediente 549-2004-HC, Caso Manuel Moura García).
Aunque dicho derecho suele encontrarse asociado a los procesos de tipo penal
(donde las restricciones sobre la libertad individual requieren plazos que no
terminen perjudicándola indebidamente), no existe ninguna razón por la cual no
pueda invocarse el mismo atributo en el ámbito de los procesos
constitucionales, donde el objetivo de tutela preferente y oportuna es la razón
de la existencia y legitimidad de tales mecanismos de defensa; b) la libertad
personal es, a su vez, un derecho fundamental a la par que un valor superior
del ordenamiento jurídico. Como tal, si bien puede ser restringido de
conformidad con las previsiones constitucionales y legales, no puede serlo
hasta un extremo que resulte vaciado de contenido esencial. De ahí que si, a
consecuencia de decisiones de la autoridad judicial, se ve limitado en su
ejercicio, tal restricción solo puede ser válida en tanto contribuya a los objetivos
de cada proceso, lo que, sin embargo, requiere compatibilizar las restricciones
producidas con referentes como la razonabilidad, proporcionalidad, necesidad y
provisionalidad de toda medida restrictiva. Esta lógica es válida tanto para los
procesos penales en que se ve involucrada la libertad individual de manera
inmediata o directa, como en procesos de otro tipo (civiles, constitucionales,
etc.), donde tal derecho puede verse afectado de manera mediata o indirecta.

Las situaciones lesivas

11. En el caso de autos, se observa que tras haberse expedido la


resolución de fecha 25 de octubre de 2004 por parte del Cuadragésimo Primer
Juzgado en lo Penal de Lima, mediante la cual se declara improcedente el
proceso de hábeas corpus que inicialmente planteara el recurrente, éste
interpone su recurso de apelación, dando lugar a que la Segunda Sala Penal
con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima emita resolución
con fecha 15 de noviembre de 2004, mediante la cual señala como fecha de la
vista de la causa el 22 de noviembre de 2004, situación que también es
reconocida por los vocales demandados en sus respectivas manifestaciones.

12. El demandante de la presente causa sostiene que, pese a haberse


llevado a efecto la vista de la causa en la fecha señalada (22 de noviembre de
2004), hasta el momento de interposición de la presente demanda (10 de enero
de 2005), no había sido resuelta la apelación que formulara contra la resolución
de primera instancia, lo que, en efecto, constituye un total despropósito si se
toma en cuenta que tanto el artículo 20 de la Ley Nº 23506 (vigente al
momento de tramitarse el primer hábeas corpus) como el artículo 36 del Código
Procesal Constitucional (vigente al tramitarse el segundo hábeas corpus)
consideran, como plazo máximo e improrrogable para resolver, un período de
cinco días (entendidos como hábiles), no existiendo, por otra parte, ninguna
explicación que pueda justificar tal demora.

13. Aunque, a posteriori de haberse interpuesto la presente demanda


constitucional, la Sala emplazada ha señalado que, con fecha 26 de noviembre
de 2004, se procedió a expedir la resolución que confirma la apelada en todos
sus extremos, habiéndose acompañado la resolución en la que, en efecto,
consta su existencia, consideramos insuficiente dicha argumentación, pues
conforme aparece de dicha copia, obrarte de fojas 31 a 33 de los autos, esta
fue notificada recién con fecha 11 de enero de 2005; es decir, un día después
de haberse promovido el presente proceso constitucional y solo a instancias de
haberse emplazado a los magistrados demandados. No es, pues, la fecha de
emisión de la resolución lo que aquí se meritúa, sino la fecha de su notificación,
ya que es desde la misma en que el demandante recién puede considerar
resuelta su situación jurídica en uno u otro sentido. Es incongruente, por lo
demás, que entre la fecha en que supuestamente fue expedida la resolución y
la fecha en que se produce su notificación, exista un lapso notoriamente
dilatado e incompatible a todas luces con el carácter sumarísimo de todo
proceso de hábeas corpus, tanto más cuanto que el mismo Código Procesal
Constitucional establece, en su artículo 33, inciso 8), el carácter improrrogable
de las actuaciones procesales.

14. Debe, en todo caso, quedar establecido que, aun cuando los plazos
previstos para la tramitación de cada proceso constitucional supongan un
carácter sumarísimo, en muchas ocasiones incompatible con la inmensa carga
procesal de la que adolece la administración de Justicia en general, ello no
significa que, so pretexto de tal situación, se minimice o, peor aún, se ignore
por completo los fines tutelares de dichos mecanismos, equiparando su
tramitación a la de los procesos ordinarios. No debe olvidarse que, conforme lo
dispone el artículo 139 del Código Procesal Constitucional (reiterando criterios
en su día dispuestos por los artículos 6 y 7 de la Ley Nº 25398), los jueces se
encuentran en la obligación de tramitar con preferencia los procesos
constitucionales, quedando claro que la responsabilidad por la defectuosa o
tardía tramitación de éstos será exigida y sancionada por los órganos
competentes.

Necesidad de deslindar responsabilidades en el presente caso

15. En el contexto descrito, y aun cuando pueda considerarse que ha


sobrevenido una situación procesal de sustracción de materia justiciable, al
haberse expedido la resolución judicial por la que precisamente venta
reclamando el demandante, tal situación no significa que no hayan sido
vulnerados los derechos invocados ni que estimamos que se encuentra
justificado el proceder de la Segunda Sala Penal para Reos en Cárcel de la
Corte Superior de Justicia de Lima. Por consiguiente, y en la lógica de que las
alegaciones producidas han sido acreditadas, consideramos que, a efectos de
deslindar las responsabilidades a que hubiere lugar, debe aplicarse las
previsiones establecidas en los artículos 19, párrafo segundo, y 8 del Código
Procesal Constitucional, y se remita de copias certificadas de la presente
sentencia al Ministerio Público y al Órgano de Control de la Magistratura, a fin
de que procedan según sus atribuciones.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda.

2. Disponer la remisión de copias certificadas de la presente sentencia al


Ministerio Público y al Órgano de Control de la Magistratura, a fin de qué
procedan con arreglo a sus atribuciones.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GARCÍA TOMA
ALVA ORLANDINI
LANDA ARROYO

VOTO DEL DOCTOR


JUAN FRANCISCO VERGARA GOTELLI

Emito este voto con el debido respeto por la opinión vertida por el
ponente por los siguientes fundamentos:

1. El recurrente cuestiona la conducta de los miembros de la Segunda


Sala Penal para Procesos con Reos en Cárcel denunciando que el Tribunal no
ha resuelto oportunamente su recurso de apelación interpuesto contra la
sentencia dictada en otro proceso de hábeas corpus donde se declaró
infundada la demanda.

2. Considero que la pretensión entraña facultar al Tribunal


Constitucional, ingresar a un proceso regular seguido ante órgano jurisdiccional
ordinario, invadiendo competencia y autoridad y desconociendo la autonomía
del Poder Judicial. Si el recurrente afirma que en el aludido proceso judicial
vienen sucediendo errores o vicios que afectan sus intereses, acusando en los
jueces indolencia y, al fin, arbitrariedad, es el Órgano de Control de la
Magistratura el llamado a conocer y sancionar las referidas inconductas y, en
todo caso, si éstas tuvieran visos de la comisión de un delito, es el Ministerio
Público el ente encargado de conocerlas.

3. No encuentro, pues, razón suficiente que me indique que los


supuestos vicios o arbitrariedades así calificadas por el demandante incidan
sobre su libertad personal.

Siendo así considero que la demanda debe declararse improcedente


disponiéndose su remisión a la Oficina de Control de la Magistratura del Poder
Judicial y al Ministerio público a fin de que procedan con arreglo a sus
atribuciones.

SR.

VERGARA GOTELLI

AMENAZA DEL DERECHO A LA LIIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 6253-2006-PHC/TC
LIMA
JOSÉ LUIS CÁCERES VELÁSQUEZ
(Publicado: 13-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Arequipa, a los 29 días del mes de agosto de 2006, reunido el


Tribunal Constitucional en sesión de pleno jurisdiccional, con la asistencia de
los señores magistrados García Toma, Gonzales Ojeda, Bardelli Lartirigoyen,
Vergara Gotalli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por Jorge Navarro


Negrillo, abogado de José Luis Cáceres Velásquez, contra la resolución
expedida por la Tercera Sala Penal de Reos Libres de la Corte Superior de
Justicia de Lima, de fojas 464 su fecha 16 de junio de 2006, que declaró
improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES
Demanda

Con fecha 4 de abril de 2006, José Luis Cáceres Velásquez interpone


demanda de hábeas corpus contra los magistrados integrantes de la Primera
Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República,
Robinson Octavio Gonzales Campos, Pedro Horacio Ortiz Portillo, José Alberto
Palomino García, César Javier Vega Vega y Hugo Príncipe Trujillo, por
considerar que las resoluciones de fecha 24 y 25 de noviembre de 2005,
emitidas por el mencionado colegiado, amenazan de manera inminente su
derecho a la libertad individual.

Refiere el accionante que mediante Resolución Legislativa Nº 0018-


2001-CR, el Congreso de la República declaró haber lugar a formación de
causa en su contra por la presunta comisión de los delitos de cohecho pasivo
impropio y receptación de dinero, previstos y sancionados por los artículos 394
y 194 del Código Penal, respectivamente. Manifiesta que el 2 de julio de 2002
la Fiscal de la Nación formuló denuncia penal, y que el 18 de julio del mismo
año la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República
ordenó abrir instrucción en su contra; que mediante resolución de fecha 14 de
enero de 2005 la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia lo
absolvió de la acusación fiscal por el delito de receptación y lo declaró autor del
delito de cohecho pasivo impropio en agravio del Estado, imponiéndole cuatro
años de pena privativa de libertad, suspendiendo condicionalmente su
ejecución por el plazo de tres años; asimismo, ordenó el cumplimiento de
reglas de conducta; dispuso su inhabilitación por tres años y fijó el pago de
reparación civil a favor del Estado peruano en un monto de 200 mil nuevos
soles.

Asimismo, manifiesta que junto con el Ministerio Público y la


Procuraduría Pública del Estado interpuso recurso de nulidad contra la
sentencia condenatoria; que con fecha 24 de noviembre de 2005 la Primera
Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República resolvió
el recurso de nulidad Nº 14-2002, declarando no haber nulidad en la sentencia
en cuanto lo condena por el delito de cohecho pasivo impropio en agravio del
Estado; declaró haber nulidad en la sentencia que lo condena a cuatro años de
pena privativa de libertad, pero de ejecución suspendida condicionalmente por
tres años; y, reformando la sentencia, le impuso cinco años de pena privativa
de libertad efectiva. Refiere que, mediante resolución aclaratoria de fecha 25
de noviembre de 2005, la misma Sala, señaló que, en cuanto al extremo
resolutivo se había incurrido en error material en lo que respecta a la pena
impuesta, siendo lo correcto “cuatro años de pena privativa de la libertad
efectiva”.
En ese sentido, sostiene el recurrente que las mencionadas resoluciones
supremas constituyen una amenaza cierta e inminente de su derecho a la
libertad individual, por cuanto: a) se han expedido en ausencia del procesado;
b) como ponente de la sentencia condenatoria ha actuado un vocal que se
había inhibido previamente; c) se ha sancionado con mayor gravedad la pena
impuesta en primera instancia; d) en vía de aclaración la resolución de fecha 25
de noviembre de 2005 no puede modificar el fondo de la resolución de fecha 24
de noviembre de 2005; e) existe afectación del principio de presunción de
inocencia; y, f) la acción penal ya había prescrito.

Investigación Sumaria

Durante la investigación sumaria, el recurrente rindió su declaración


instructiva ratificándose en los términos de su demanda. Asimismo, los vocales
de la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la
República, Robinson Octavio Gonzales Campos, Pedro Horacio Ortiz Portillo,
José Alberto Palomino García, César Javier Vega Vega y Hugo Príncipe Trujillo,
rindieron sus declaraciones, tal como lo solicitó el Juzgado.

Resolución de Primera Instancia

El Sexto Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha 25 de


mayo de 2006, considerando que las resoluciones cuestionadas no amenazan
el derecho de libertad individual del recurrente, por encontrarse arregladas a
derecho, declara improcedente la demanda de hábeas corpus.

Resolución de Segunda Instancia

La recurrida, con fecha 16 de junio de 2006, confirma la apelada en


todos sus extremos.

FUNDAMENTOS

1. El accionante promueve proceso de hábeas corpus alegando que


existe una amenaza de privación de su derecho a la libertad. Sostiene que en
el proceso penal que se siguió en su contra se han cometido una serie de
irregularidades, impidiéndosele ejercer su derecho a la defensa. Asimismo,
aduce violación de las siguientes instituciones procesales: prescripción de la
acción penal, inhibición del juez, reformatio in peius.

Por ello, este Tribunal debe pronunciarse respecto de cada uno de estos
extremos.

§. Sobre la supuesta violación del derecho a la defensa


2. La Constitución reconoce el derecho de defensa en el inciso 14),
artículo 139, garantizando que los justiciables, en la protección de sus
derechos y obligaciones, cualquiera que sea su naturaleza (civil, mercantil,
penal, laboral, etc.), no queden en estado de indefensión. El contenido esencial
del derecho de defensa queda afectado cuando, en el seno de un proceso
judicial, cualquiera de las partes resulta impedida, por concretos actos de los
órganos judiciales, de ejercer los medios necesarios, suficientes y eficaces
para defender sus derechos e intereses legítimos” (STC 1231-2002-HC/TC,
caso Ann Vallie Lynelle).

3. Asimismo, este colegiado ha señalado refiriéndose al ejercicio del


derecho de defensa, que este “tiene una doble dimensión: una material,
referida al derecho que tiene el imputado de ejercer su propia defensa desde el
mismo instante en que toma conocimiento de que se le atribuye la comisión de
determinado hecho delictivo; y otra formal, lo que supone el derecho a una
defensa técnica, esto es, el asesoramiento y patrocinio de un abogado
defensor durante todo el tiempo que dure el proceso. Ambas dimensiones del
derecho de defensa forman parte del contenido constitucionalmente protegido
del derecho en referencia” (STC 1323-2002-HC/TC, caso Silvestre Espinoza
Palomino).

4. El recurrente ha alegado que durante el proceso penal que se siguiera


en su contra se vio impedido de ejercer su derecho de defensa. Cabe precisar,
al respecto, que en el proceso cuestionado, el recurrente hizo uso de su
derecho de contradicción como manifestación de su derecho de defensa, más
aún, esto queda evidenciado con el recurso de nulidad que interpusiera contra
la sentencia de la Corte Suprema, que lo condenó por la comisión del delito de
cohecho pasivo impropio. De otro lado, desde el punto de vista de la dimensión
formal del ejercicio del derecho de defensa, el recurrente contó con el
patrocinio y asistencia de un abogado durante el proceso. En ese sentido, al no
configurarse la violación de este derecho, la demanda debe ser desestimada
este extremo.

§. Sobre la supuesta prescripción de la acción penal

5. El recurrente dedujo la excepción de prescripción de la acción penal,


que fue objeto de pronunciamiento por la Sala Penal Especial de la Corte
Suprema de Justicia y resuelta conforme a derecho. El fundamento que
sustenta este extremo de la demanda básicamente constituye un alegato para
eximirse de responsabilidad, cuestión que, como dijimos, ya fue resuelta y no
tendría por qué ser revisada y dilucidada en sede constitucional. En
consecuencia, tampoco es posible estimar este extremo de la demanda.
§. Sobre la inhibición del juez

6. El recurrente señala que la sentencia cuestionada también resulta


nula porque intervino como vocal ponente el magistrado Vega Vega, aun
cuando este se había inhibido de participar como integrante de la Primera Sala
Penal Transitoria de la Corte Suprema. Alega el demandante que la
imparcialidad, como elemento fundamental de la función jurisdiccional, se
encuentra ausente en el proceso.

7. Si bien es cierto que el propio magistrado planteó la inhibición


aduciendo haber intervenido como vocal instructor de la causa en reemplazo
del doctor José Luis Lecaros Cornejo, el Tribunal Supremo declaró infundada la
inhibición por considerar que tal participación no tuvo relación directa con el
desarrollo del proceso, ya que se limitó a suscribir decretos, que, como se
sabe, son resoluciones de mero trámite, autorizándolo, en consecuencia, para
intervenir y pronunciarse sobre el fondo del caso. Del análisis de autos,
también se comprueba que ni el recurrente ni las otras partes del proceso
cuestionaron la resolución, quedando, por tanto, consentida. Considerando,
entonces, que no existen argumentos para cuestionar la participación del vocal
ni señales de violación al debido proceso, este extremo de la demanda
tampoco es de recibo.

§. Sobre la supuesta violación del principio reformatio in peius

8. A través de este proceso constitucional se cuestiona la sentencia


expedida por la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia
de la República, de fecha 24 de noviembre de 2005, que, reformando la
apelada, condenó al recurrente a cinco años de pena privativa de libertad con
el carácter de efectiva, por el delito previsto en el artículo 394 del Código Penal.
Asimismo, se cuestiona la sentencia expedida por la misma Sala, de fecha 25
de noviembre de 2005, que en vía de aclaración de la sentencia del 24 de
noviembre señala que la condena impuesta es de cuatro años de pena
privativa de libertad efectiva.

Se alega que dichas sentencias lesionan el principio reformatio in peius,


por lo siguiente: a) pese a que el recurrente impugnó la sentencia de la Sala
Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia de la República, que lo
condenaba a cuatro años de pena privativa de libertad, suspendiendo
condicionalmente su ejecución por el plazo de tres años, cuando se resolvió el
recurso de nulidad, la emplazada modificó la pena aumentándola a cinco años
de pena privativa de libertad, con el carácter de efectiva y luego, en vía de
aclaración, estableció que la pena era de cuatro años de pena privativa de
libertad efectiva; b) la resolución cuestionada aumentó la pena de carácter
suspendida a pena privativa de libertad con carácter de efectiva.
9. En materia penal, el hecho de interponer un medio impugnatorio
determina la competencia del órgano jurisdiccional superior en el sentido de
que no se puede aumentar la pena que inicialmente ha sido impuesta si
ninguna de las partes en el proceso ha hecho ejercicio de los medios
impugnatorios. Tal como lo establece el artículo 300 del Código de
Procedimientos Penales, “si el recurso de nulidad es interpuesto por uno o
varios sentenciados, la Corte Suprema sólo puede confirmar o reducir la pena
impuesta y pronunciarse sobre el asunto materia de impugnación”, salvo que el
recurso también haya sido interpuesto por el Ministerio Público, en cuyo caso
“la Corte Suprema podrá modificar la pena o medida de seguridad impugnada,
aumentándose o disminuyéndola, cuando ésta no corresponda a las
circunstancias de la comisión del delito”. A mayor argumento, este colegiado,
en las sentencias recaídas sobre los expedientes Nºs. 1918-2002-HC/TC y
1553-2003-HC/TC, ha señalado que “la interdicción de la reformatio in peius o
“reforma peyorativa de la pena” es una garantía del debido proceso implícita en
nuestro texto constitucional, la cual se relaciona con los derechos de defensa y
de interponer recursos impugnatorios. De acuerdo con dicha garantía, el
órgano jurisdiccional que conoce de un proceso en segunda instancia no puede
empeorar la situación del recurrente en caso de que solo este hubiese recurrido
la resolución emitida en primera instancia. En atención a dicho principio y a lo
dispuesto en el artículo 300 del Código de Procedimientos Penales, modificado
por Ley Nº 27454, si solo el sentenciado solicita la nulidad de la sentencia
condenatoria, entonces el ius puniendi del Estado, cuyo poder se expresa en la
actuación de la instancia decisoria, no podrá modificar la condena sancionando
por un delito que conlleve una pena más grave que la impuesta en anterior
instancia. Distinto, como es lógico, es el caso en que el propio Estado, a través
del Ministerio Público, haya mostrado su disconformidad con la pena impuesta,
a través de la interposición del recurso impugnatorio, pues en tal circunstancia
el juez de segunda instancia queda investido de la facultad de aumentar la
pena, siempre que ello no importe una afectación del derecho a la defensa,
esto es, siempre que no se sentencie sobre la base de un supuesto que no
haya sido materia de acusación”.

10. En ese sentido, del análisis de autos se evidencia que tanto el actor
como el Ministerio Público han interpuesto recurso de nulidad, y como lo
establece la norma adjetiva (artículo 300 del Código de Procedimientos
Penales), y lo ha resaltado la jurisprudencia emitida por este Tribunal, si el
Estado manifiesta su disconformidad con la pena impuesta a través de un
recurso, el Juez de Segunda Instancia queda facultado para aumentar la pena,
siempre y cuando esto no suponga una afectación del derecho de defensa. La
Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la
República, basándose en criterios objetivos, y sin vulnerar el derecho a la tutela
procesal efectiva, expidió las sentencias cuestionadas, y si bien es cierto que
no aumentó el quántum de la pena, cambió el carácter suspensivo por efectivo.
En consecuencia, no se ha producido violación de derecho constitucional
alguno, por lo que no cabe estimar este extremo de la demanda.

§. Sobre el objeto de protección y naturaleza del proceso constitucional


de hábeas corpus

11. El proceso de hábeas corpus se promueve con objeto de solicitar del


órgano jurisdiccional la salvaguarda de la libertad corpórea, seguridad
personal, integridad física, psíquica y moral, así como de los demás derechos
conexos. Pero también protege a la persona contra cualquier autoridad que,
ejerciendo funciones jurisdiccionales, emite resoluciones violando la tutela
procesal efectiva y consecuentemente, la libertad individual. Asimismo, el
proceso de hábeas corpus responde a dos características esenciales: brevedad
y eficacia. En ese sentido, lo que se pretende con este remedio procesal es
que se restituya el derecho y cese la amenaza o violación en el menor tiempo
posible debido a la naturaleza fundamental del derecho a la libertad individual.
Por ello, el proceso de hábeas corpus no puede ser considerado ni mucho
menos utilizado como un recurso más para modificar la decisión emitida por un
órgano jurisdiccional que puso fin al proceso y que fue expedida a la luz del
debido proceso.

12. El recurrente señala en el escrito de su demanda que interpone


“Hábeas Corpus en su modalidad de preventivo” por considerar que existe una
amenaza de violación de su libertad individual. Del análisis de autos se
concluye que en el presente caso nos encontraríamos ante un hábeas corpus
traslativo, ya que lo que se pretende cuestionar es una resolución judicial firme
que ha violado la libertad individual y la tutela procesal efectiva. En ese sentido,
cabe recordar lo que dijera este Tribunal en su sentencia recaída en el
expediente Nº 2663-2003-HC/TC, caso Eleobina Mabel Aponte Chuquihuanca,
al referirse sobre esta modalidad de hábeas corpus: “[procede] para denunciar
mora en el proceso judicial u otras graves violaciones al debido proceso o a la
tutela judicial efectiva”. Sin embargo, tal como lo hemos demostrado en los
fundamentos precedentes, en el presente caso no ha existido violación de la
tutela procesal efectiva; en consecuencia, no es posible la aplicación del
artículo 4 del Código Procesal Constitucional ni mucho menos la aplicación del
artículo 2, relativo a la amenaza cierta e inminente de violación de un derecho.

Por los fundamentos precedentes, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.


SS.

GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

COMISION DE DELITO FLAGRANTE

Expediente Nº 2617-2006-PHC/TC
JUNIN
GIOVANI DAVIS SANTANA ORIHUELA
(Publicado: 13-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de mayo de 2006, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados García Toma,
Alva Orlandini y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Giovani Davis


Santana Orihuela contra la sentencia de la Primera Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Junín, de fojas 76, su fecha 31 de enero de 2006, que
declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 10 de enero de 2006, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la fiscal adjunta de la Tercera Fiscalía Provincial en lo
Penal de Huancayo, Brenda Mercedez Montenegro Arenaza, solicitando su
inmediata excarcelación por violación de su derecho ala libertad individual,.
Alega que con fecha 10 de enero de 2006 fue detenido cuando se encontraba
realizando una investigación, en su condición de miembro de la PNP,
imputándosele una presunta extorsión en agravio de Luis Medina Arge; que,
pese a haber presentado sus descargos, la funcionaria demandada, sin
motivación alguna, dispuso i su custodia, no obstante que no existe norma
alguna que autorice dicha facultad al Ministerio Público; y que en los actuados
policiales no existe prueba o indicio alguno que determine alguna supuesta
flagrancia. Manifiesta, asimismo, que tampoco existe orden judicial motivada
que disponga su privación de libertad.

Realizada la investigación sumaria, se procede a efectuar la diligencia


de constatación (ff. 8-15); se recaban copias de las piezas más importantes de
la instrucción (ff. 16-71) y se recibe la declaración de la fiscal emplazada, la
cual manifiesta que la intervención del actor se produjo en un operativo en el
que también participaron Inspectoría de la PNP y Defensoría del Pueblo, por
una denuncia de corrupción de funcionarios, y que, habiendo sido sorprendido
el demandante en flagrante delito, dispuso su custodia. Agrega que su
actuación se ha ceñido a la ley, y que, incluso, existe una orden del juez penal
de turno que dispone la detención del demandante.

El Séptimo Juzgado Penal de Huancayo, con fecha 11 de enero de


2006, declara infundada la demanda argumentando que el recurrente fue
detenido por virtud de un mandato motivado, del cual tuvo conocimiento, por
haber sido sorprendido en flagrante delito.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. El recurrente solicita su inmediata excarcelación, alegando haber sido


detenido por una supuesta denuncia, sin mandato judicial y sin que medie
flagrancia del delito. Sostiene que la fiscal emplazada no está autorizada para
disponer su detención, y mucho menos para hacerlo sin la motivación
respectiva.

2. Al respecto, es necesario puntualizar que la libertad personal es un


derecho subjetivo reconocido por el artículo 2, inciso 24, de la Constitución
Política del Perú, el artículo 9.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos y el artículo 7.2 de la Convención Interamericana sobre Derechos
Humanos. Pero no solo es un derecho subjetivo; también constituye uno de los
valores esenciales de nuestro Estado constitucional de derecho, pues
fundamenta diversos derechos constitucionales y justifica la propia
organización constitucional.

No obstante, como todo derecho fundamental, la libertad personal no es


un derecho absoluto, pues su ejercicio se encuentra regulado y puede ser
restringido mediante ley. Siendo, entonces, que se somete a prescripciones, no
puede afirmarse que su ejercicio sea irrestricto. A este respecto, conviene
anotar que, en criterio consecuente con tal limitación, la Norma Suprema no
ampara el abuso del derecho.
3. Sobre la detención personal, el artículo 2, inciso 24, literal f, de la
Constitución prevé, taxativamente, la ocurrencia de dos supuestos para que
esta sea legítima: a) el mandato escrito y motivado del juez, y b) el flagrante
delito. En lo que al caso incumbe, visto que se impugna la detención porque,
presuntamente, esta se ordenó sin que se presenten ambos impuestos, se
procederá a determinar si, en efecto, así aconteció, a fin de verificar la posible
vulneración del derecho y disponer la excarcelación del recurrente o, de lo
contrario, desestimar la pretensión.

4. La norma constitucional precitada precisa que ambos supuestos no


son concurrentes y que el plazo para que el detenido sea puesto a disposición
de la autoridad pertinente es de 24 horas, con la excepción de los delitos de
terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de drogas, en cuyo caso la detención
preventiva puede extenderse por 15 días. En el caso de autos, la detención
responde al supuesto de flagrancia, pues la fiscal emplazada consideró que la
conducta del recurrente se ajustaba a tal condición en el momento de los
hechos.

5. Según lo ha establecido este Tribunal en reiterada jurisprudencia, la


flagrancia en la comisión de un delito requiere el cumplimiento de cualquiera de
los dos requisitos siguientes: a) la inmediatez temporal, es decir, que el delito
se esté cometiendo o se haya cometido momentos antes; y, b) la inmediatez
personal, es decir, que el presunto delincuente se encuentre en el lugar de los
hechos, en el momento de la comisión del delito, y esté relacionado con el
objeto o los instrumentos del delito.

6. De autos (ff. 16-22) se acredita que el recurrente fue intervenido el 10


de enero de 2006, en virtud de una denuncia de extorsión, en un operativo
conjunto de la policía, Defensoría del Pueblo y Ministerio Público, en
circunstancias en que departía en una cevichería con otras personas. El
denunciante, que se encontraba entre los acompañantes de mesa, había hecho
previa entrega de una cantidad de dinero al demandante, miembro en actividad
de la PNP, bajo amenaza de cargos en su contra y de promesas de
exculpación. Este dinero fue arrojado debajo de la mesa cuando se produjo la
intervención, pero los billetes fueron cotejados con una serie anteriormente
fotocopiada y se demostró debidamente la verosimilitud de la denuncia. Este
hecho, a juicio de este Colegiado, supone la secuela de inmediatez temporal e
inmediatez personal que configura la flagrancia, pues revela indicios
razonables de la participación del recurrente en el delito que se investiga
(corrupción de funcionarios). Debe añadirse que en la detención se cumplieron
las formalidades de ley, lo que descarta toda posible arbitrariedad.

Siendo ello así, debe desestimarse el pedido de libertad, pues la


detención se ajustó a ley.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que
le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GARCÍA TOMA
ALVA ORLANDINI
LANDA ARROYO

VULNERACION A LA LIBERTAD PERSONAL

Expediente Nº 3792-2005-PHC/TC
LIMA
CARLOS ANDRÉS INCHÁUSTEGUI DÉGOLA
(Publicado: 13-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 23 días del mes de junio de 2006, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados García Toma,
Gonzales Ojeda y Alva Orlandini, pronuncia la siguiente sentencia

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Carlos Andrés


Incháustegui Dégola contra la resolución de la Segunda Sala Especializada en
lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 54, su fecha 22 de abril de 2005, que declara improcedente la
demanda de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda
Con fecha 28 de febrero de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra el Director del Penal de Piedras Gordas y los integrantes
del Consejo Técnico Penitenciario, solicitando que se declare la nulidad de la
sanción que restringe su derecho de recibir visitas por quince días. Aduce que
se ha vulnerado su derecho fundamental al debido proceso, y que ha sido
sancionado arbitrariamente con una sanción no prevista en el Reglamento de
Ejecución Penal, no habiéndose respetado el trámite establecido para ello.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Realizada la investigación sumaria, el demandante se ratifica en los


términos de su demanda. Por su parte, la procuradora adjunta de la
Procuraduría Pública a cargo de los asuntos judiciales del Ministerio de Justicia
afirma que la sanción impuesta al recurrente responde a una conducta
inapropiada por parte de éste (destrucción de un colchón).

3. Resolución de primer grado

Con fecha 7 de marzo de 2005, el Duodécimo Juzgado Penal de Lima


declara improcedente la demanda, argumentando que el accionante debió
agotar la vía administrativa antes de recurrir al proceso constitucional de
hábeas corpus.

4. Resolución de segundo grado

Con fecha 22 de abril de 2005, la recurrida declara improcedente la


demanda considerando que los hechos alegados no están vinculados con el
derecho a la libertad personal; asimismo, advierte que la sanción impuesta no
afecta el derecho del demandante al debido proceso, sino que constituye una
medida razonable para preservar el orden al interior del establecimiento
penitenciario.

III. FUNDAMENTOS

Precisión del petitorio de la demanda

1. De una revisión integral de lo que obra en autos, se infiere que el


demandante pretende que el Tribunal Constitucional declare la nulidad de la
sanción -prohibición de recibir visitas por 15 días-, alegando que se ha
vulnerado su derecho fundamental al debido proceso.

Análisis del caso concreto


2. El Tribunal Constitucional ha establecido en la STC 04098-2005-
PHC/TC, FJ 3, que bajo una concepción amplia del proceso constitucional de
hábeas corpus

(...) se debe admitir que también dentro de un proceso constitucional de


hábeas corpus es posible que el juez constitucional se pronuncie sobre una
eventual vulneración del derecho fundamental al debido proceso; pero para ello
es necesario que exista, en cada caso concreto, conexidad entre este y el
derecho fundamental a la libertad personal (…)

3. En el caso concreto, esa conexidad se configura en la medida en que


el demandante se encuentra cumpliendo una pena determinada por la comisión
del delito de terrorismo. En ese sentido, si ya de por sí, el recurrente tiene
restringido su derecho fundamental a la libertad personal, nada obsta para que
este Tribunal se pronuncie sobre la supuesta vulneración del derecho al debido
proceso; más aún cuando el Código Procesal Constitucional (artículo 25, inciso
17) señala que el hábeas corpus procede para tutelar

(...) El derecho del detenido o recluso a no ser objeto de un tratamiento


carente de razonabilidad y proporcionalidad, respecto de la forma y condiciones
en que cumple el mandato de detención o la pena. (...).

4. El demandante afirma que en el procedimiento mediante el cual se le


impuso la sanción referida se ha violado el derecho a un proceso debido, por
cuanto se ha vulnerado el procedimiento establecido en el Reglamento de
Ejecución y se le ha impuesto una sanción no prevista en la ley (f. 2). Al
respecto, el Tribunal Constitucional advierte que el demandante, tal como lo
afirma en su demanda (f. 1), fue notificado oportunamente del hecho de haber
incurrido en una falta disciplinaria; notificación que le permitió, precisamente,
presentar el descargo correspondiente, tal como obra de fojas 4 a 5.

5. De otro lado, el demandante afirma (f. 2) que se le ha impuesto una


sanción -prohibición de recibir visitas por quince días- no prevista en la ley. A
fojas 24, consta el Acta 009-2005-INPE/16-EPRCEPG-CTP, de fecha 7 de
febrero de 2005, que resuelve

LIMITAR la comunicación con el exterior por el período de quince días al


interno, INCHÁUSTEGUI DE GOLA, CARLOS (...);

sanción que está prevista en el artículo 27, inciso 3, del Código de


Ejecución Penal. Debe recordarse que el principio constitucional que señala
que el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad (artículo 139, inciso 2), exige, para su
realización, el establecimiento de un determinado estado de orden y disciplina
para los internos, claro está dentro de un marco constitucional de respeto a la
persona humana y a su dignidad (artículo 1), y de observancia de los criterios
de razonabilidad y proporcionalidad.

6. En consecuencia, en el presente caso, no se ha vulnerado el derecho


fundamental al debido proceso, toda vez que el demandante ha ejercido su
derecho de defensa. Además, la sanción impuesta se encuentra expresamente
prevista en la norma pertinente.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI

AMENAZA DEL DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 3965-2005-PHC/TC
LIMA
DANIEL HORACIO TOLEDANO RÍOS
(Publicado: 20-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 8 días del mes de agosto de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO:

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Daniel Horacio


Toledano Ríos contra la resolución de la Sexta Sala en lo Penal para Procesos
con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 210, su
fecha 11 de mayo de 2005, que declaró infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 15 de marzo de 2005, el actor interpone demanda de hábeas


corpus contra la fiscal provincial de la Vigésima Séptima Fiscalía Provincial
Penal de Lima, Martha Salinas Zavala, y el titular del Vigésimo Séptimo
Juzgado Penal de Lima, Humberto Lecca Muñoz, Sostiene que se han
vulnerado las garantías del debido proceso; que ambos emplazados, al haberlo
procesado y haber emitido dictamen acusatorio contra él, solicitando se le
aplique un año de pena privativa de la libertad por no haber cumplido con el
pago de una deuda que previamente se exigió judicialmente, estarían
vulnerando el artículo 2, inciso 24, literal c), de la Constitución, que prohíbe la
prisión por deudas.

El Noveno Juzgado Penal de Lima, con fecha 8 de abril de 2005, declara


improcedente la demanda argumentando que no cabe invocar el artículo 2, 24,
c, de la Constitución, dado que lo que el demandante ha incumplido es una
resolución judicial.

La recurrida, revocando la apelada, declara infundada la demanda, con


fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. Respecto de la alegada amenaza que implicaría el dictamen


acusatorio formulado por el fiscal emplazado, es preciso señalar que si bien los
procesos constitucionales de defensa de los derechos fundamentales proceden
no solo ante violaciones sino incluso ante amenazas a los derechos, según lo
establece el artículo 2 del Código Procesal Constitucional, para que proceda la
interposición de tales procesos, la amenaza invocada debe ser cierta e
inminente. Por lo tanto, en caso de que el acto u omisión denunciada como
amenaza de violación de derechos fundamentales no sea cierta ni de inminente
realización, no procederá la interposición del proceso constitucional.

2. Asimismo, este Tribunal ha señalado (cf. STC 2435-2002-HC/TC) que


para verificar la certeza en la amenaza del acto vulnerador de la libertad
individual se requiere la existencia de “(…) un conocimiento seguro y claro de
la amenaza a la libertad, dejando de lado conjeturas o presunciones”; en tanto
que, para que se configure la inminencia del mismo, es preciso que “(...) se
trate de un atentado a la libertad personal que esté por suceder prontamente o
en proceso de ejecución, no reputándose como tal a los simples actos
preparatorios”.
3. Del análisis del caso de autos se tiene que el actor cuestiona el
dictamen fiscal de fecha 2 de febrero de 2005, el cual considera una amenaza
de su derecho a la libertad. Al respecto, cabe precisar que el dictamen fiscal
cuestionado, si bien solicita la imposición de una pena privativa de la libertad
contra el accionante, la imposición de la misma constituye una decisión
enteramente jurisdiccional, por lo que la eventual condena es un hecho no
necesario, sino contingente. No existe, por tanto, amenaza cierta e inminente
del derecho a la libertad, ya que no existe la certeza de que el órgano
jurisdiccional procederá a condenar al demandante.

4. A mayor abundamiento, es pertinente mencionar que al actor se le


abrió proceso penal mediante auto de procesamiento con fecha 21 de abril de
2004, obrante a fojas 94 del principal, por el delito de desobediencia o
resistencia a la autoridad, previsto en el artículo 368 del Código Penal, en el
marco del cual se dictó mandato de comparecencia restringida, que, con fecha
13 de julio de 2004, fue variada a comparecencia simple; por lo tanto, en la
actualidad no existe restricción alguna de su libertad.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

SS.

ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

VULNERACION DEL DERECHO DE PRESUNCION DE INOCENCIA Y AL


DEBIDO PROCESO

EXP. Nº 4831-2005-PHC/TC
AREQUIPA
RUBÉN SILVIO CURSE CASTRO
(Publicado: 20-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 8 días del mes de agosto de 2005, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Alva Orlandini,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO:

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Valentín Curse


Capatinta, a favor de don Rubén Silvio Curse Castro, contra la resolución de la
Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Arequipa, de fojas 378,
su fecha 26 de mayo de 2005, que declara improcedente la demanda de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 26 de abril de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Arequipa alegando que se han vulnerado sus derechos a la presunción de
inocencia, al debido proceso y a la libertad personal. Manifiesta que en el
marco del proceso penal que se le sigue por el delito de homicidio calificado, se
le practicó la prueba pericial de ADN, lográndose determinar que las muestras
de sangre encontradas en sus prendas de vestir no correspondían al perfil
genético de la víctima. Por este motivo, se varió la medida de prisión preventiva
por la de comparecencia restringida con detención domiciliaria. Señala que, no
obstante esto, mediante resolución de fecha 15 de abril de 2005, la demandada
revocó esta medida y dispuso, nuevamente, su detención sin tomar en
consideración la prueba de ratificación pericial de ADN.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Realizada la investigación sumaria, el demandante se ratifica en el


contenido de su demanda. Los demandados, por su parte, convergen en
afirmar que la decisión adoptada por la Sala se sustentó en las pruebas
actuadas en el expediente y que el dictamen pericial al que alude el recurrente
fue presentado en fecha posterior a la expedición de la resolución que se
cuestiona. Asimismo, afirman que no ha existido vulneración alguna de los
derechos fundamentales del demandante puesto que la resolución que dispone
su detención fue emitida conforme a ley, respetando las garantías
constitucionales y el debido proceso.

3. Resolución de primer grado

Con fecha 6 de mayo de 2005, el Noveno Juzgado Penal de Arequipa


declara improcedente la demanda argumentando que de lo actuado se
desprende que la resolución fue emitida dentro de un proceso regular y que la
Sala no tuvo a la vista la ratificación pericial del ADN al momento de resolver,
puesto que este medio probatorio fue incorporado al expediente en fecha
posterior. Asimismo, señala que el recurrente podrá hacer valer los nuevos
medios probatorios en la vía regular.

4. Resolución de segundo grado

Con fecha 26 de mayo de 2005, la Segunda Sala Penal de la Corte


Superior de Justicia de Arequipa confirma la apelada por los mismos
fundamentos.

III. FUNDAMENTOS

Precisión del petitorio de la demanda

1. Del análisis integral de lo que obra en autos, se advierte que el


demandante pretende, esencialmente, que el Tribunal Constitucional se
pronuncie sobre la vulneración del derecho fundamental al debido proceso y,
en consecuencia, a la libertad del favorecido, en la medida en que la Sala
Penal revocó el mandato de detención domiciliaria sin considerar la ratificación
de la prueba pericial de ADN.

2. Al respecto, es necesario precisar lo siguiente. El Tribunal


Constitucional, prima facie, no es instancia en la que se pueda establecer la
responsabilidad penal de una persona, o calificar el tipo penal en el que se
subsume la conducta del imputado, pues estos ámbitos son de exclusiva
competencia de la jurisdicción penal ordinaria. Sin embargo, lo señalado tiene
como única y obligada excepción la tutela de los derechos fundamentales, pues
es evidente que allí donde el ejercicio de una atribución exclusiva vulnera o
amenaza un derecho reconocido por la Constitución, el Tribunal no sólo puede
sino que debe, legítimamente, pronunciarse sobre la eventual vulneración de
un derecho fundamental.

3. Evidentemente, no se trata de que el Juez constitucional revise todo lo


realizado por el Juez ordinario, sino, específicamente, que controle si en el
ejercicio de la función jurisdiccional se ha vulnerado o no un derecho
fundamental. Para proceder de dicha forma existen dos referentes de los
derechos de los justiciables: la tutela judicial efectiva como marco objetivo y el
debido proceso como expresión subjetiva y específica, ambos previstos en el
artículo 139 inciso 3) de la Constitución. En ese sentido, es desde la
perspectiva del debido proceso que el Tribunal Constitucional ingresará al
análisis de fondo de la presente demanda.
Debido proceso y derecho fundamental a la prueba

4. Este Tribunal Constitucional ha señalado (cf. STC010-2002-AI/TC, FJ


133-135) que el derecho fundamental a la prueba tiene protección
constitucional, en la medida en que se trata de un contenido implícito del
derecho al debido proceso, reconocido en el artículo 139 inciso 3) de la
Constitución. En este sentido, una de las garantías que asisten a las partes del
proceso es la de presentar los medios probatorios necesarios que posibiliten
crear convicción en el juzgador sobre la veracidad de sus argumentos. Sin
embargo, como todo derecho fundamental, el derecho a la prueba también está
sujeto a restricciones o limitaciones, derivadas tanto de la necesidad de que
sean armonizados con otros derechos o bienes constitucionales -límites
extrínsecos-, como de la propia naturaleza del derecho en cuestión -límites
intrínsecos-.

5. Sin embargo, el reconocimiento del derecho a la prueba en la


normatividad es restringido, y se le relaciona casi exclusivamente con la
presunción de inocencia. Por eso, normalmente aparece bajo la fórmula
siguiente: “la persona se considera inocente mientras no se haya declarado
judicialmente su responsabilidad”. Este es el enunciado utilizado en el artículo 2
inciso 24) acápite e, de la Constitución, que reproduce lo estipulado por el
artículo XXVI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, y, en cierta forma, lo prescrito en los artículos 11 inciso 1) de la
Declaración Universal de Derechos Humanos: 14 inciso 2) del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y 8 inciso 2) de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.

6. No obstante, es menester considerar que el derecho a la prueba


apareja la posibilidad de postular, dentro de los límites y alcances que la
Constitución y las leyes reconocen, los medios probatorios pertinentes para
justificar los argumentos que el justiciable esgrime a su favor. Por ello, no se
puede negar la existencia del derecho fundamental a la prueba. Constituye un
derecho básico de los justiciables producir la prueba relacionada con los
hechos que configuran su pretensión o su defensa. Según este derecho, las
partes o un tercero legitimado en un proceso o procedimiento tienen el derecho
de producir la prueba necesaria con la finalidad de acreditar los hechos que
configuran su pretensión o defensa.

7. Se trata, pues, de un derecho complejo cuyo contenido, de acuerdo


con lo señalado anteriormente por el Tribunal Constitucional (vid. STC 06712-
2005/HC/TC, FJ 15), está determinado:

(...) por el derecho a ofrecer medios probatorios que se consideren


necesarios, a que éstos sean admitidos, adecuadamente actuados, que se
asegure la producción o conservación de la prueba a partir de la actuación
anticipada de los medios probatorios y que éstos sean valorados de manera
adecuada y con la motivación debida, con el fin de darle el mérito probatorio
que tenga en la sentencia. La valoración de la prueba debe estar debidamente
motivada por escrito, con la finalidad de que el justiciable pueda comprobar si
dicho mérito ha sido efectiva y adecuadamente realizado.

8. Como puede verse, de los elementos que forman parte del contenido
del derecho a la prueba uno está constituido por el hecho de que las pruebas
actuadas dentro del proceso penal sean valoradas de manera adecuada y con
la motivación debida. De lo cual se deriva una doble exigencia para el Juez: en
primer lugar, la exigencia del Juez de no omitir la valoración de aquellas
pruebas que son aportadas por las partes al proceso dentro del marco del
respeto a los derechos fundamentales y a lo establecido en las leyes
pertinentes; en segundo lugar, la exigencia de que dichas pruebas sean
valoradas motivadamente con criterios objetivos y razonables.

9. Por ello, la omisión injustificada de la valoración de una prueba


aportada por las partes, respetando los derechos fundamentales y las leyes
que la regulan, comporta una vulneración del derecho fundamental a la prueba
y, por ende, al debido proceso.

Análisis del caso concreto

10. Realizadas estas precisiones en torno a la relación del proceso


constitucional de hábeas corpus con el derecho fundamental al debido proceso
y entre éste y el derecho a la prueba, el Tribunal Constitucional procederá a
analizar el presente caso.

11. El demandante afirma que al favorecido, en virtud de la prueba


pericial de Biología Forense ADN 072-04, de fecha 10 de diciembre de 2004 (f.
194), se le revocó el mandato de detención por el de comparecencia restringida
con detención domiciliaria, mediante resolución de fecha 28 de diciembre de
2004 (f. 188). No obstante, según el demandante, la Tercera Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia de Arequipa, sin considerar la prueba de ratificación
pericial de Biología Forense ADN 022-05, de fecha 18 de marzo de 2005 (f. 50),
mediante resolución de fecha 15 de abril de 2005 (f. 55), revocó el mandato de
detención domiciliaria por el de detención.

12. Por su parte, los emplazados señalan que el Dictamen Pericial de


Biología Forense 022-05 fue presentado el 22 de abril de 2005; es decir,
posteriormente a la expedición de la resolución antes aludida, que es de fecha
15 de abril de 2005 (f. 82), por lo que la nueva prueba que se acompaña debe
ser presentada en el proceso principal para su valoración correspondiente y
demás efectos que ella pueda producir (f. 88).

13. Considerando que el derecho fundamental a la prueba comporta,


para el Juez, la exigencia de que las pruebas actuadas dentro del proceso
penal sean valoradas de manera adecuada y con la motivación debida, el
Tribunal Constitucional advierte que la ratificación pericial de Biología Forense
ADN 022-05 fue presentada junto con el informe escrito, de fecha 5 de abril de
2005, en el cual se alude al dictamen pericial referido, tanto en el contenido del
escrito como en la relación de anexos que se adjuntó, según se desprende de
fojas 57. Siendo ello así, este Tribunal considera que la Tercera Sala Penal de
la Corte Superior de Justicia de Arequipa no ha valorado la prueba de Biología
Forense aportada por el favorecido, no obstante haber sido oportunamente
introducida en el proceso penal que se le sigue por la supuesta comisión del
delito de homicidio calificado; lo que, a juicio de este Colegiado, constituye una
vulneración del derecho a la prueba y, por ende, al debido proceso.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

1. Declarar fundada la demanda.

2. Disponer la NULIDAD de la resolución de la Tercera Sala Penal de la


Corte Superior de Justicia de Arequipa, de fecha 15 de abril de 2005, sin que
ello conlleve la inmediata libertad del procesado, cuya sujeción personal al
proceso penal debe ser definida por la citada Sala Penal, mediante una nueva
resolución que valore la ratificación pericial de Biología Forense ADN 022-05.

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

ATENTA CONTRA LA VIDA Y LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 4355-2005-PHC/TC
LIMA
ANANÍAS WILDER NARRO CULQUE
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 21 días del mes de julio del 2005, el pleno del Tribunal
Constitucional, integrado por los señores magistrados Alva Orlandini, Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo,
pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Ananías Wilder


Narro Culque contra la sentencia de la Segunda Sala Especializada en lo Penal
para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 450, de fecha 19 de abril del 2005, que declaró improcedente la demanda
de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente con fecha 5 de octubre del 2004, interpone demanda de


habeas corpus contra Clodomiro Rodríguez Merino, Segunda Isabel Zapata
Cano, Santos Jaime Vega Corcuera, Benito Jhony Vega Corcuera, Nancy Meza
Cubillas, Hugo Gómez Godoy, Carlos Gómez Yquira, César Augusto Ugarte
Herrera, el capitán PNP Edgar Chumpen Saavedra, el coronel PNP Carlos
Lúcar Espinoza, el general PNP Félix Murazo Carrillo, el ministro del Interior
Javier Reátegui Roselló y contra Anatolio Germán Toledo Manrique y el doctor
Alejandro Toledo Manrique, presidente Constitucional de la República,
solicitando que se abstengan de atentar contra su vida y su libertad individual.
Refiere que los emplazados “(...)vienen gestando y preparando un asalto y robo
a mano armada” contra un inmueble de su propiedad y, a la vez, vienen
atentando contra su integridad, todo ello, según afirma, para favorecer las
ambiciones personales de Germán Toledo Manrique de “(...)copar el mercado
educativo universitario del distrito San Juan de Lurigancho”, para lo cual
estarían buscando desestabilizar las actividades de la Universidad de Los
Ángeles de Chimbote en San Juan de Lurigancho, la cual dirige.

Realizada la investigación sumaria, se toma la declaración de los


emplazados Clodomiro Rodríguez Merino, Segunda Isabel Zapata Cano,
Santos Jaime Vega Corcuera, Reynaldo Vega Corcuera, Benito Jhony Vega
Corcuera, Hugo Gómez Godoy, el capitán PNP Edgar Honorato Chumpen
Saavedra, el coronel PNP Humberto Carlos Lúcar Espinoza, el general PNP
Félix Medardo Murazo Carrillo, y Anatolio Germán Toledo Manrique, quienes
manifiestan no haber participado en los hechos que les atribuye el recurrente y
que desconocen los motivos por los cuales los vincula con tales hechos. De
otro lado, el demandante señala que con fecha 19 de setiembre de 2003 los
emplazados intentaron asaltar su local, hecho por el cual vienen siendo
procesados penalmente por el delito de hurto agravado.

El Vigésimo Noveno Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con


fecha 23 de febrero de 2005 declara improcedente la demanda, por considerar
que los hechos denunciados no corresponden a ninguno de los supuestos
establecidos en el artículo 25 del Código Procesal Constitucional.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. El accionante alega amenaza a su vida e integridad personal. Sobre el


particular, el Tribunal Constitucional debe recordar que si bien el derecho a la
integridad personal es un derecho conexo a la libertad personal, conforme al
artículo 25 del Código Procesal Constitucional, para ser tutelado un derecho
fundamental amenazado de violación, mediante procesos constitucionales
como el hábeas corpus, la amenaza debe ser, según lo dispuesto en el artículo
2 del Código Procesal Constitucional, “cierta y de inminente realización”.

Asimismo, este Tribunal ha señalado [cf. STC 24352002-HC/TC] que


para determinar si existe certeza de la amenaza del acto vulnerador de la
libertad individual, se requiere la existencia de “(...) un conocimiento seguro y
claro de la amenaza a la libertad, dejando de lado conjeturas o presunciones”.
En tanto que, para que se configure la inminencia del hecho es preciso que
“(...) se trate de un atentado a la libertad personal que esté por suceder
prontamente o en proceso de ejecución, no reputándose como tal a los simples
actos preparatorios”.

3. En el caso materia de pronunciamiento, conforme se aprecia de los


fundamentos expuestos por el accionante, este denuncia un futuro atentado
contra su vida e integridad que estarían planeando los emplazados. Sin
embargo, del examen de autos no se advierte que exista certeza e inminencia
de la amenaza que se denuncia, requisitos imprescindibles que deben ser
verificados para estimar la pretensión.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda. SS.


ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

SOLICITA NULIDAD DE SENTENCIA EXPEDIDA POR VOCAL INHABILITADO

EXP. Nº 0824-2005-HC/TC
LIMA
ERNESO RAMÓN GAMARRA OLIVARES
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 13 días del mes de abril de 2005, reunido el Pleno del
Tribunal Constitucional, con la asistencia de los señores magistrados Alva
Orlandini, presidente; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa
Arroyo pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por el doctor Jorge Antonio Castro


Castro, abogado de don Ernesto Ramón Gamarra Olivares, contra la sentencia
de fecha 16 de octubre de 2004, de fojas 91, su fecha 26 de octubre de 2004,
que declaró improcedente el hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 05 de noviembre de 2003, interpone el presente


hábeas corpus a favor de don Ernesto Ramón Gamarra Olivares, a fin de que
se declare nula la sentencia expedida por la Sala Penal Especial de la Corte
Suprema de la República, de fecha 18 de febrero de 2003 mediante la cual se
le condenó a pena privativa de la libertad de 6 años e inhabilitación. Según
alega, el vocal José María Balcázar Zelada se encontraba impedido de integrar
la Sala Suprema que lo condenó, ya que la Resolución Administrativa Nº 032-
2000-CT-PJ disponía que para la conformación de salas transitorias de la Corte
Suprema de Justicia de la República, no se llamará a magistrados que se
encuentren sometidos a investigaciones o procesos de cualquier otra índole.
Señala que el referido vocal se encontraba sometido a la investigación Nº 114-
2002, por lo que se encontraba inhabilitado para resolver

Realizada la investigación sumaria, el beneficiario ratifica el hábeas


corpus interpuesto en su favor. Por su parte, el doctor José María Balcázar
Zelada declara que no tenía ningún tipo de impedimento de carácter legal, ya
que la Resolución Administrativa a que hace referencia el accionante fue
derogada mediante Resolución Administrativa Nº 154-2003-CE-PJ.

Con fecha 30 de enero de 2004, el Tercer Juzgado Penal de Lima


declaró improcedente el hábeas corpus por considerar que la investigación
contra el vocal emplazado se abrió con fecha posterior a la sentencia
condenatoria y la resolución administrativa a que hace referencia el
demandante ha sido derogada.

La recurrida confirmó la apelada por el mismo fundamento.

FUNDAMENTOS

1. El demandante cuestiona la sentencia condenatoria dictada en contra


de don Ernesto Ramón Gamarra Olivares de fecha 18 de febrero de 2003 por
la Sala Penal Especial de la Corte Suprema de Justicia de la República,
alegando que uno de los vocales integrantes de dicha Sala Penal, el doctor
José María Balcázar Zelada, se encontraba impedido de integrar dicho
colegiado en atención a lo dispuesto en la Resolución Administrativa Nº 032-
2000-CT-PJ.

2. La Resolución Administrativa del Consejo Transitorio del Poder


Judicial a que el demandante hace referencia, cuya copia certificada obra a
fojas 33 y 34 de autos dispone que “...para la convocatoria de magistrados para
la conformación de las salas Transitorias Civil, Penal y Constitucional y Social
de la Corte Suprema de Justicia de la República, no se llamará a magistrados
que se encuentren sometidos a investigaciones o procesos de cualquier
índole”. Asimismo, el demandante señala la Resolución de la Oficina de Control
de la Magistratura publicada en el Diario Oficial El Peruano con fecha 27 de
octubre de 2003, mediante la cual se dispone abrir investigación contra el
magistrado emplazado.

3. En el presente caso, sin entrar a determinar si la Sala Penal Especial


de la Corte Suprema que condenó al beneficiario del presente hábeas corpus,
constituye o no una Sala Transitoria y, por lo tanto, le resulta aplicable la
prohibición establecida en la referida resolución, este Colegiado considera que
la pretensión del actor resulta desestimable, habida cuenta que la resolución
mediante la cual se dispone abrir investigación contra el vocal emplazado es de
fecha 22 de setiembre de 2003, es decir, de fecha posterior a la sentencia
condenatoria que el demandante cuestiona. Por lo que no se encontraba
impedido de integrar el colegiado que condenó al beneficiario del presente
hábeas corpus.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que la Constitución Política del Perú le confiere,

HA RESUELTO

1. Declarar INFUNDADA la demanda.

SS.

ALVA ORLANDINI
GONZALES OJEDA
GARCIA TOMA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 9672-2005-PHC/TC
LIMA
VIDAL WILFREDO CELIS ARIAS
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Arequipa, a los 29 días del mes de agosto de 2006, el Pleno del


Tribunal Constitucional, con la asistencia de los magistrados García Toma,
Gonzales Ojeda, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli,
pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Vidal Wilfredo


Celis Arias contra la resolución de la Cuarta Sala Especializada en lo Penal
para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 242, su fecha 26 de octubre de 2005, que declara infundada la demanda
de autos.
II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 25 de agosto de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de
Justicia de la República, a fin de que cese la vulneración de su derecho
fundamental a la libertad personal. Alega que debido a las irregularidades del
proceso penal en el que se le sentenció a cinco años de pena privativa de la
libertad por la comisión del delito contra la humanidad en la modalidad de
tortura, se ha vulnerado su derecho fundamental al debido proceso toda vez
que no se han considerado determinados elementos objetivos que son
relevantes para determinar su irresponsabilidad

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Realizada la investigación sumaria el demandante se ratifica en el


contenido de su demanda. Por su parte los emplazados afirman que no se ha
vulverado derecho alguno del recurrente y que la resolución cuestionada se
encuentra debidamente motivada. Asimismo advierten que el recurrente
pretende una nueva valoración de los hechos que dieron lugar a la
interposición del recurso de nulidad, lo que no pude ser discutido en un proceso
constitucional.

3. Resolución del primer grado

Con fecha 6 de setiembre de 2005, el Quincuagésimo Primer Juzgado


Penal de Lima declara infundada la demanda, argumentando que la resolución
cuestionada ha sido emitida en un proceso regular y se encuentra debidamente
fundamentada, de modo que no se han vulnerado los derechos invocados por
el demandante.

4. Resolución de segundo grado

Con fecha 26 de octubre de 2005, la Cuarta Sala Especializada en lo


Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima declara infundada la demanda por los mismos fundamentos, agregando
que los medios de defensa del accionante debieron se ejercidos
oportunamente dentro del proceso penal.

III. FUNDAMENTOS

Precisión del petitorio de la demanda


1. El análisis integral de lo que obra en autos permite colegir que el
recurrente pretende que el Tribunal Constitucional disponga el cese de la
supuesta vulneración de su derecho fundamental a la libertad personal,
producida por la Resolución judicial Nº 3328, de fecha 11 de febrero de 2005

Hábeas corpus contra resoluciones judiciales

2. De conformidad con el segundo párrafo del artículo 4 del Código


Procesal Constitucional

El hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme vulnera


en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva. Se
entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una persona
en la que se respetan, de modo enunciativo, sus derechos de libre acceso al
órgano jurisdiccional, a probar, de defensa, al contradictorio e igualdad
sustancial en el proceso, a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada ni
sometido a procedimientos distintos de los previstos por la ley, a la obtención
de una resolución fundada en derecho, a acceder a los medios impugnatorios
regulados, a la imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la actuación
adecuada y temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales y a la
observancia del principio de legalidad procesal penal.

3. Como se desprende del artículo antes mencionada del Código


Procesal Constitucional, para que sea viable jurídicamente cuestionar una
resolución judicial a través de un proceso constitucional se exige que la
resolución que se cuestione sea firme y, a la vez, vulnere manifiestamente el
derecho a la tutela procesal efectiva, tanto en su manifestación de acceso a la
justicia como en su dimensión del debido proceso con todas las garantías
sustantivas y procesales que comporta. En el presente caso, se trata de una
resolución judicial firme, de modo que se configura uno

Habeas corpus y debido proceso

4. El último párrafo del artículo 25 del Código Procesal Constitucional


señala que el hábeas corpus también procede

(...) en defensa de los derechos constitucionales conexos con la libertad


individual, especialmente cuando se trata del debido proceso y la inviolabilidad
del domicilio.

Esto es así porque el hábeas corpus es un proceso constitucional


autónomo en el cual el juez constitucional asume un rol tutelar del derecho
fundamental a la libertad personal y de los derechos conexos a éste, de
acuerdo con el artículo 200 inciso 1 de la Constitución. Por ello el ámbito de
protección del proceso constitucional de hábeas corpus debe ser visto desde
una perspectiva amplia, según la cual es irrazonable establecer a priori y en
abstracto un númerus clausus de derechos fundamentales conexos a la libertad
personal a efectos de su tutela, o excluirlos para su protección.

5. Esta concepción amplia del proceso de hábeas corpus obedece a que


el derecho fundamental a la libertad personal también se vulnera en conexión
con otros derechos distintos a los que usualmente se le vincula, tales como el
derecho a la vida (artículo 2, inciso 1 de la Constitución), el derecho de
residencia (artículo 2, inciso 11 de la Constitución), el derecho a la libertad de
comunicación (artículo 2, inciso 4 de la Constitución) e, inclusive, el derecho al
debido proceso sustantivo y adjetivo (artículo 139, inciso 3 de la Constitución).

6. El Código Procesal Constitucional (artículo 25) ha acogido esta


concepción amplia del proceso constitucional en mención. De ahí que se debe
admitir que dentro de un proceso constitucional de hábeas corpus es posible
que el Juez constitucional se pronuncie sobre una eventual vulneración del
derecho fundamental al debido proceso; pero para ello es necesario que exista,
en cada caso concreto, conexidad entre aquél y el derecho fundamental a la
libertad personal.

7. Esa vinculación se da en el sentido que la legitimidad constitucional


de toda medida que comporte una restricción dei derecho a la libertad personal
radica, precisamente, en el irrestricto respeto de las garantías inherentes al
debido proceso. En otros términos, la conexidad se cumple cuando se restringe
la libertad personal sin la observancia de las garantías del debido proceso. Así
lo ha señalado este ribfü5al en sentencia anterior (Exp. Nº 0618-2005-HC/TC,
FJ 7), al precisar que

(...) si bien el proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en


abstracto el derecho al debido proceso, en el presente caso, habida cuenta que
se han establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad
locomotora, tras la imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el
Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la
legitimidad constitucional de los actos judiciales considerados lesivos.

Análisis del caso concreto

8. Ahora bien, bajo estas consideraciones previas y en la Medida que el


recurrente se encuentra con el derecho a la libertad personal restringido, cabe
analizar si es que en el desarrollo del proceso penal en el que se le ha
sentenciado se ha respetado su derecho fundamental al debido proceso. Eta
demandante fue condenado, mediante sentencia (fojas 19) de fecha 04 octubre
de 2005, a cinco años de pena privativa de la libertad por la comisión del delito
contra la humanidad en la modalidad de tortura, la misma que fue confirmada
mediante Resolución Nº 3328 (fojas 28), de fecha 11 de febrero de 2005. El
Tribunal Constitucional advierte que en el proceso penal seguido contra el
demandante se ha respetado su derecho fundamental al debido proceso, pues
se ha hecho valer en ejercicio de su derecho de defensa los recursos judiciales
que la Constitución y las leyes pertinentes reconocen; además la sentencia de
primera instancia y la resolución que la confirma están debidamente motivadas,
por lo que en este extremo no se advierte que la resolución cuestionada
constituya una decisión jurisdiccional arbitraria.

9. De otro lado, el demandante también hace referencia a determinados


hechos que en su opinión vulneran su derecho al debido proceso. Así, por
ejemplo, afirma que se ha violado su derecho de defensa “al no haberse
practicado exámenes especializados al agente químico CS”, que no se ha
tomado en consideración la Resolución de la Comisión Ejecutiva del Ministerio
Público Nº 705-98- MP-CEMP y que se ha omitido conocer el testimonio de
algunos testigos, entre otros argumentos, que obran en autos de fojas 4 a 6. No
obstante, a juicio de este Colegiado un eventual pronunciamiento sobre estos
aspectos del proceso penal implicaría, en la práctica, una revisión del fondo de
la materia objeto del proceso penal, con lo cual no sólo se estaría incurriendo
en una invasión de la esfera de decisión jurisdiccional autonóma e
independiente del juez ordinario, sino que también se desnaturalizaría el
proceso constitucional de hábeas corpus, toda vez que éste no tiene como
finalidad la revisión de un proceso judicial ordinario, sino la tutela del derecho
fundamental a la libertad personal y derechos conexos como el debido proceso
adjetivo o formal y sustantivo o material.

10. En consecuencia, no se advierte que en el presente caso la


resolución judicial que cuestiona el demandante provenga de un proceso penal
en el cual se haya vulnerado su derecho fundamental al debido proceso; siendo
ello así, la restricción de su derecho fundamental a la libertad personal se
estima constitucionalmente legítima.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda. Publíquese y notifíquese.

SS.

GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

NULIDAD DE RESOLUCION

EXP. Nº 5325-2006-PHC/TC
PUNO
DAVID ANÍBAL JIMÉNEZ SARDÓN
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Arequipa, a los 29 días del mes de agosto de, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada los magistrados Gonzales Ojeda, Vergara
Gotelli y Molía Ramírez, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Rolando Jiménez


Sardón, a favor de don David Aníbal Jiménez Sardón, contra la resolución de la
Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Puno, de fojas 350, su fecha 21
de abril de 2006, que declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 24 de marzo de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de don David Anibal, Jiménez Sardón, presidente del
gobierno de la Región P mol contra el juez del Tercer Juzgado Especializado en
lo Penal, de Puno, señor Santiago Molina Lazo, solicitando se declare, la
nulidad de todo lo actuado en el proceso penal Nº 370-2003. (ahora, Nº 2003-
02614), desde el auto ampliatorio de instrucción, Resolución Nº 007-2004 de
fecha 5 de mayo de 2004, y se disponga que el juez emplazado dicte un nuevo
auto precisando las modalidades delictivas y los supuesto hechos que
configuran tales ilícitos.

Refiere que se incluyó al favorecido de manera irregular) en el proceso


penal señalado mediante el impugnado auto, ampliatorio de instrucción, que es
irregular porque no describe concretamente los hechos que se le imputa, no
tipifica concretamente el ilícito del que se le acusa y no precisa qué medio
probatorio ni que indicio señalan su responsabilidad presunta, por lo que tal
acto procesal violenta su derecho a la tutela procesal efectiva.

Realizada la investigación sumaria se recabaron las copias certificadas


pertinentes del proceso penal subyacente.

El Primer Juzgado Especializado en lo Penal de Puno, con fecha 3 de


abril de 2006, declaró improcedente de plan la demanda, por considerar que no
se ha restringido ni causado indefensión al recurrente con respecto a los
hechos fácticos imputados, pues éstos se hallan minuciosa y extensamente
detallados en el auto cuestionado.

La recurrida confirmó la apelada por considerar que al haber dejado


consentir lo resuelto en el auto cuestionado, el demandante tiene expedito su
derecho para solicitar al juez de la causa penal que disponga que el fiscal
provincial precise los hechos conforme a la normativa legal.

FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

1. El objeto de la demanda es que se declare la nulidad: de todo lo


actuado en el proceso penal Nº 2003-0370 (actualmente 2003-02614) seguido
al favorecido, proceso que se tramita en el Tercer Juzgado Especializado en lo
Penal de Puno, desde la emisión del auto ampliatorio, da, instrucción,
Resolución Nº 007-2004 de fecha 5 de mayo de 2004, y como consecuencia
de ello se ordene al juzgado emplazado la emisión de un nuevo
pronunciamiento salvando las omisiones y vaguedades acusadas en la
pretensión.

Del derecho cuya protección se reclama

2. El presente proceso constitucional de hábeas corpus se fundamenta


en la acusada transgresión del derecho a la tutela procesal efectiva (artículos
139, inciso 3, de la Constitución y 4 del Código Procesal Constitucional), en
concordancia con el derecho de defensa (artículo 139, inciso 14, de la
Constitución) que en plenitud asiste al recurrente.

3. Si bien el fundamento de derecho expuesto por el demandante de


manera genérica es la tutela procesal efectiva, del texto en conjunto de la
demanda se aprecia que lo que se recusa en puridad es la vulneración del
derecho a la motivación de las resoluciones judiciales (artículo 139, inciso 5, de
la Constitución), la que estaría afectando los derechos de defensa, y la libertad
personal del beneficiario (artículo 2, inciso 24, de la Constitución), al haberse
dispuesto medidas que restringen su libertad individual sin dársele explicación
al respecto.

Análisis del acto materia de controversia constitucional

4. El artículo 139 de la Constitución Política del Perú, en su inciso 3


señala los principios y derechos de la función jurisdiccional y la observancia del
debido proceso y de la tutela jurisdiccional efectiva, en consecuencia, cuando
el órgano jurisdiccional discierne justicia, está obligado a observar los
principios, derechos y garantías que la Norma Suprema le señala como límites
del ejercicio de las funciones asignadas.

5. En el caso sub exámine se advierte la existencia de un proceso penal


en trámite, abierto contra persona determinada por denuncia expresa que
relata los hechos tipificantes del delito presuntamente cometido por éste y que
constituyen el basamento de la correspondiente motivación. Significa esto que
producidos los actos procesales conducidos a los fines de la instrucción,
cualquier variación del contenido ya definido por el auto de apertura tiene
necesariamente que ser explicado a las personas interesadas en la secuela del
proceso, entre éstas la propia sociedad, y especialmente a quienes se incluyen
como sujetos nuevos en el conflicto.

6. La necesidad de que las resoluciones judiciales sean motivadas


responden a un principio que informa el ejercicio de la función jurisdiccional y,
al mismo tiempo, el derecho constitucional de los justiciables. Mediante él, se
garantiza que el servicio de justicia se preste de conformidad con la
Constitución y las leyes (artículos 45 y 138 de la Constitución) y que los
justiciables puedan ejercer de manera efectiva su derecho de defensa.

7. Este Colegiado en atención a lo expuesto considera que en el caso de


autos es indispensable determinar si el auto amplicatorio de fojas 96, que
resuelve incluir en la instrucción penal en trámite al beneficiario, es arbitrario
por la falta de motivación. Al respecto, es menester recordar que el artículo 77
del Código de Procedimientos Penales (modificado por la Ley Nº 28117) regula
la estructura del auto de apertura de instrucción estableciendo en su parte
pertinente que:

Recibida la denuncia y sus recaudos, el Juez Especializado en lo Penal


sólo abrirá instrucción si considera que de tales instrumentos aparecen indicios
suficientes o elementos de juicio reveladores de la existencia de un delito, que
se ha individualizado a su presunto autor o partícipe, que la acción penal no ha
prescrito o no concurra otra causa de extinción de la acción penal. El auto será
motivado y contendrá en forma precisa los hechos denunciados, los elementos
de prueba en que se funda la imputación, la calificación de modo específico
del delito o los delitos que se atribuyen al denunciado, la motivación de las
medidas cautelares de carácter personal o real, la orden al procesado de
concurrir a prestar su instructiva y las diligencias que deben practicarse en la
instrucción (subrayado agregado).

8. Como se aprecia, si para aceptar una denuncia y dictar el auto de


apertura de instrucción se requiere la indicada individualización exigida por el
primer párrafo del artículo 77 del Código de Procedimientos Penales, obligación
judicial que debe ser efectuada con criterio constitucional de razonabilidad, con
mayor razón es imperativo que el juez del proceso en trámite de razón con
amplitud suficiente de motivación la necesidad de considerar a persona o
personas que no conformaron la relación procesal originaria. Ello exige, pues
inexcusablemente, que no sólo debe consignarse la identidad en el auto de
ampliación sino la explicación de que la norma procesal citada responde a la
necesidad de corrección jurídica del juicio de imputación propuesto por el fiscal.

9. Siendo esto así, resulta conforme al derecho de todo ciudadano


reconocido por la Constitución Política del Estado la exigencia, para que la
acusación sea cierta, no implícita sino precisa, clara y expresa, es decir todo
auto de ampliación ha de contener en la motivación una descripción
suficientemente detallada de los hechos nuevos considerados punibles que se
imputan y del material probatorio o de los indicios que justifican tal decisión.

10. En el presente caso se advierte que la imputación penal materia del


auto ampliatorio cuestionado adolece de falta de conexión entre los hechos que
configura las conductas ilícitas penales atribuidas al beneficiario y las pruebas
que se aportan como sustento de cargos. No se advierte en dicho auto la
delimitación concreta y precisa de la relación de causalidad que denote la
verosimilitud de las imputaciones que se incriminan al afectado, lo cual
perjudica ostensiblemente un adecuado ejercicio de su derecho de defensa,
más aún si el favorecido ha sido pasible de una medida coercitiva que restringe
su libertad individual, situación que legitima su reclamación de tutela
constitucional urgente.

11. Siendo así, y estando a que se trata de un caso de restitución de la


libertad personal de un funcionario público de notoriedad manifiesta en su
comunidad la demanda debe ser estimada, resultando de aplicación el artículo
2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO
Declarar:
1. FUNDADA la demanda de hábeas corpus.

2. NULA la Resolución Nº 007-2004 de fecha 5 de mayo de 2004,


expedida por el Tercer Juzgado Especializado en lo Penal de Puno, en el
proceso penal Nº 2003-0370 (actualmente 2003-02614), en el extremo que
resuelve ampliar la instrucción penal contra David Aníbal Jiménez Sardón; en
consecuencia, déjese sin efecto las medidas de coerción personales y reales
dictadas contra el beneficiario.

Asimismo disponer:

3. Que el emplazado juez penal, al dictar el nuevo pronunciamiento


sobre la situación jurídica del beneficiario del presente proceso constitucional,
considerando los fundamentos que sustentan la presente sentencia, sobre todo
lo que atañe a la debida motivación de las resoluciones judiciales.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI
MESÍA RAMÍREZ

VULNERACION A ALA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 1279-2006 PHC-TC


LIMA
FORTUNATO JOSÉ FIGUEROA CHUMPITAZ
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 23 días del mes de marzo de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Julia Chumpitaz
Arias, a favor de su hijo Fortunato José Figueroa Chumpitaz, contra la
Resolución Nº 1604, expedida por la Segunda Sala Penal de Procesos con
Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 204, su fecha 26
de octubre de 2005, que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 1 de setiembre de 2005, la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a favor de su hijo Fortunato José Figueroa Chumpitaz contra los
magistrados de la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia de
la República, conformada por los señores Hugo Sivina Hurtado, César Eugenio
San Martín Castro, Eduardo Palacios Villar, José Luis Lecaros Cornejo y Hugo
Molina Ordóñez, por haber emitido la Ejecutoria Suprema en el expediente Nº
329-05, obrante a fojas 23, su fecha 25 de mayo de 2005, alegando que
vulnera los derechos al debido proceso y a la libertad individual, debido a que
incrementa la pena privativa de la libertad impuesta por la Sala Nacional de
Terrorismo, de 14 años y 8 meses, a 20 años de pena privativa de la libertad,
variando a su vez el monto de la reparación civil. Arguye la inocencia del
beneficiario, quien siempre rechazó los actos de terrorismo imputados, y que es
una persona sin antecedentes penales ni policiales.

El Cuadragésimo Sétimo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima,


con fecha 15 de setiembre de 2005, declara improcedente la demanda,
habiendo recibido previamente la toma del dicho de la demandante, quien se
ratifica en todos los extremos de su demanda; por su parte los emplazados
rinden su declaración indagatoria contradiciendo y negando los postulados
planteados en la demanda, precisando que el Ministerio Público interpuso
recurso de nulidad contra la sentencia de la Sala Nacional de Terrorismo y que
la resolución cuestionada en la presente demanda fue emitida de conformidad
con el artículo 3009 del Código de Procedimientos Penales.

La recurrida revocó la apelada y declaró infundada la demanda, por


considerar igualmente que en el presente caso se ha aplicado correctamente el
artículo 3009 del Código de Procedimientos Penales.

FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional dispone en su artículo 2 que los


procesos constitucionales proceden cuando se amenaza o viola los derechos
constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento obligatorio por
parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Además, cuando se invoca
la amenaza de violación, esta debe ser cierta y de inminente realización.
2. La recurrente considera que la Ejecutoria Suprema cuestionada al
incrementar la pena impuesta a su hijo transgrede la prohibición constitucional
de reforma en peor a la par que vulnera sus derechos al debido proceso y a la
tutela procesal efectiva; vale decir, se apoyan en el principio de la prohibición
de la reformatio in peius.

3. La reclamación del demandante implica la vulneración del principio


citado de prohibición de la reformatio in peius o reforma peyorativa de la pena,
cuyo espíritu sustenta la Ley Nº 27454, que modifica el artículo 300 del Código
de Procedimientos Penales. Esta ley es clara en definir que únicamente si el
sentenciado solicita la nulidad de la sentencia condenatoria, entonces el ius
punendi del Estado, cuyo poder se expresa en la actuación de la instancia
decisoria, ha encontrado una barrera en el principio de limitación: el quantum
de la pena, que no podrá ser aumentado. Distinto, pues, sería el caso en que el
Ministerio Publico hubiera mostrado su disconformidad con el establecimiento
de la pena a través de la interposición del correspondiente medio impugnatorio.

4. Al respecto, en el presente caso se aprecia que la sentencia de la


Sala Penal Superior, que condenó al beneficiario a 14 años y 8 meses de pena
privativa de la libertad, fue impugnada por el representante del Ministerio
Público, como se aprecia de la instrumental obrante a fojas 134, de modo que
la Sala Suprema emplazada estaba habilitada para modificar la pena, incluso
incrementándola, en virtud de lo establecido por el artículo 300 del Código de
Procedimientos Penales. Debe tenerse en cuenta que, en cuanto al debido
proceso, el beneficiario ha sido asistido en todo momento por un abogado
defensor, ha interpuesto los recursos impugnatorios que la ley faculta y se ha
respetado la pluralidad de instancias.

5. Respecto al alegato de la actora de que existió una insuficiente


valoración de las pruebas durante el proceso penal, que culminó con la
sentencia cuestionada en el presente proceso, y a los argumentos sobre la
inocencia del beneficiario, debe enfatizarse que los procesos constitucionales
no pueden constituirse en una suprainstancia revisora de un proceso penal,
pues la sustanciación de éste y la determinación de los argumentos de hecho y
de derecho que sustentan la valoración crítica de las pruebas ofrecidas,
corresponde tan sólo al juez penal en su calidad de director del proceso.
Siendo así, la presente demanda debe ser desestimada, no resultando de
aplicación al caso de autos lo prescrito por el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO
Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus; autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DEL DERECHO DE DESNATURALIZACION DEL


PROCEDIMIENTO

EXP. Nº 0044-2006 PHC-TC


HUÁNUCO
CARLOS PALOMINO HUAMÁN
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de abril de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Carlos Palomino


Huamán contra la resolución de la Segunda Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Huánuco, de fojas 124, su fecha 2 de diciembre de 2005, que
declara improcedente la demanda de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 31 de agosto de 2005, interpone demanda de


hábeas corpus contra el Juez del Tercer Juzgado en lo Penal de Huánuco,
señor David Beraún Sánchez; la Juez del Cuarto Juzgado en lo Penal de
Huánuco, señora Vilma Flores León; el Fiscal Provincial Penal de la Cuarta
Fiscalía, señor Carlos Bustamante Zevallos; el Fiscal Superior de la Primera
Fiscalía Penal señor Manuel Augusto Cornejo Falcón; y los Vocales Superiores
de la Primera Sala Penal de la Corte Superior, Justicia de Huánuco, señores
Orlando Miraval, Leoncio Vásquez Solís y González Aguirre, por presunta
vulneración de su derecho constitucional al debido proceso, en la modalidad de
desnaturalización del procedimiento. Refiere que la conducta descrita como
hecho punible en la denuncia del Ministerio Público de fecha 22 de septiembre
de 2004, a fojas 75, no concuerda con la del tipo penal enunciado en el auto
apertorio de instrucción, abierto en su contra con fecha 22 de setiembre de
2004. Alega, a su vez, que se le juzgó con prueba diminuta, dado que al
momento de emitirse la sentencia condenatoria aún se hallaba en trámite el
Cuaderno de Incidente Nº 77-2005, que fue devuelto al juzgado con
posterioridad a la emisión de dicha sentencia.

El Segundo Juzgado Penal de Huánuco, con fecha 21 de octubre de


2005, declara improcedente la demanda, por considerar que si bien en el auto
apertorio de instrucción invocaron artículos del Código Penal que no
corresponda a la figura del delito de estafa en grado de tentativa, esto no
constituye vulneración alguna de los derechos constitucionales del
demandante, por cuanto, de todos fundamentos vertidos en dicho auto
apertorio se refieren al delito materia de instrucción. Argumenta a su vez que la
sentencia condenatoria contiene una fundamentada exposición respecto de las
pruebas, los hechos y los fundamentos de derecho por los que se resuelve
condenarlo, por lo que no existe vulneración alguna de derechos.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos

FUNDAMENTOS

1. Del estudio de la demanda de hábeas corpus se desprende que lo


solicitado en el presente proceso constitucional es que se declare el
archivamiento del proceso penal seguido contra el actor, por haberse
consignado en el auto apertorio de instrucción un tipo penal distinto al del
presunto hecho punible materia de procesamiento, y por haberse resuelto con
autos diminutos, ya que se emitió la sentencia condenatoria cuando el
cuaderno incidental, previamente deducido, retornó al juzgado mucho después
de dictada la sentencia.

2. El artículo 4 del Código Procesal Constitucional dispone, en su párrafo


segundo, que el hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme
vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva.

3. Al respecto se tiene de autos que se dictó auto apertorio de


instrucción en contra del demandante con fecha 22 de setiembre de 2004,
obrante a fojas 77, por delito contra el patrimonio en la modalidad de tentativa
de estafa, invocándose para ello los artículos 279 y 317 del Código Penal, los
cuales no corresponden al mencionado ilícito.
4. En cuanto a tal punto, el Tribunal Constitucional, mediante sentencia
recaída en el Expediente Nº 20902003-HC/TC, estableció que “Asimismo, el
recurrente pretende cuestionar la tipificación de las conductas que se le
imputan, materia que constituye una atribución expresa de la jurisdicción penal
ordinaria, y respecto de la cual la justicia constitucional puede ingresar a revisar
en la medida que exista abuso o arbitrariedad, lo que no ha ocurrido en el caso
de autos, sobre todo cuando el proceso se encuentra en la etapa
correspondiente a la instrucción; esto es, que no existen elementos suficientes
para determinar si el ejercicio de tipificación deviene en arbitrario o irrazonable,
lo cual incluso -cuando haya ocurrido un ejercicio abusivo de las atribuciones
judiciales-puede ser subsanado en el propio proceso penal, a través de los
mecanismos o remedios previstos por la legislación procesal”.

5. En el caso de autos, se tiene del auto apertorio de instrucción


cuestionado que, si bien se consignaron en forma errónea los artículos del
Código Penal referentes a los delitos de fabricación y tenencia ilegal de armas,
y asociación ilícita para delinquir, dicha sentencia ha cumplido con el requisito
constitucional de la fundamentación razonada y proporcional respecto del delito
instruido, vale decir tentativa de estafa, cuestión que también se verifica de las
pruebas instruidas y los fundamentos de derecho que sustentan la medida, por
lo que no puede invocarse un error formal como causal de nulidad del proceso,
más aún hallándose éste en etapa de ejecución.

6. Asimismo, dicho error de forma fue debidamente subsanado en la


Acusación Fiscal Nº 113-2005, de fecha 31 de marzo de 2005, obrante a fojas
81, y en la Sentencia de fecha 16 de junio de 2005, a fojas 85, mediante la cual
se confirmó la pena impuesta al actor, invocándose el artículo 196, concordante
con el artículo 16 del Código Penal, no advirtiéndose arbitrariedad o falta de
razonabilidad alguna en el ejercicio de tipificación por parte del juez en el caso
de autos.

7. Respecto a lo alegado por el actor en el extremo referido a que el


juzgado expidió sentencia condenatoria sin contar con lo resuelto en el
incidente sobre excepción de naturaleza previamente deducido, debe
precisarse que la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de
Huánuco, por resolución de vistos recaída en el Incidente Nº 77-2005, su fecha
24 de febrero de 2005, obrante a fojas 18, declaró infundada la excepción de
naturaleza de acción deducida por el actor, disponiendo, a su vez, mediante
decreto de fecha 22 de abril de 2005, a fojas 21, que se cumpla con lo
ejecutoriado y se anexe copia certificada de dicha resolución al principal para
los fines de ‘ ley. Por tanto, si bien dicha resolución fue devuelta al juzgado de
origen con fecha 21 de abril de 2005, vale decir cinco días después de emitida
la sentencia condenatoria, el juez contó, al momento de resolver, con copia
certificada de dicha resolución, según se tiene de lo dispuesto en el
mencionado decreto.

8. Consecuentemente, las pretensiones alegadas por el actor no son


tutelables mediante el presente proceso constitucional, concluyéndose que lo
que se pretende es que este Colegiado ingrese en la revisión del proceso
penal, dictando medidas y previsiones que caen fuera de sus facultades, no
advirtiéndose además vulneración alguna a los derechos constitucionales del
actor, pues en todo momento se ha garantizado la tutela procesal efectiva. Por
ello, no resulta de aplicación al caso el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda. Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES.OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION A OBTENER UNA RESOLUCION FUNDADA EN DERECHO

EXP. Nº 0320-2006-PHC/TC
PUNO
CACIANO CCARI MAMANI
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 28 días del mes de febrero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los agistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Casiano Ccari


Mamani contra la sentencia de la Sala Penal de San Román-Juliaca, de la
Corte Superior de Justicia de Puno, de fojas 202, su fecha 25 de octubre de
2005, que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 21 de setiembre de 2005, interpone demanda


de hábeas corpus correctivo contra el titular del Segundo Juzgado Penal de
San Román-Juliaca, Félix Gutiérrez Cahuana, por vulneración de su derecho a
obtener una resolución fundada en derecho. Sostiene que es procesado en la
causa penal Nº 2005-082 por delito de estafa, proceso tramitado ante el
demandado, el cual dispuso la medida de detención en su contra mediante
auto apertorio de instrucción de fecha 14 de junio de 2005, confirmado por la
Sala Penal Descentralizada e Itinerante de San Román de la Corte Superior de
Justicia de Puno mediante resolución de fecha 17 de agosto del mismo año, la
cual considera ilegal porque la Sala no toma en cuenta su calidad de dirigente
de un grupo social considerable y que por un desacierto del Juzgado ha
quedado desamparado y sin dirección alguna. Agrega que su condición es la
de un verdadero luchador social y que no existen pruebas suficientes en su
contra para el dictado de tal medida.

El Tercer Juzgado Especializado en lo Penal de San Román-Juliaca, con


fecha 23 de setiembre de 2005, declara infundada la demanda, por considerar
que la facultad de variación de la medida cautelar personal corresponde al juez
penal de la causa, debiendo los sujetos procesales aportar ante éste las
pruebas suficientes para crear certeza respecto de la variación de los
supuestos fácticos que originó el mandato de detención primigenio, no
correspondiendo esta facultad al juez constitucional.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El recurrente cuestiona la Resolución, de fecha 17 de agosto de 2005,


obrante a fojas 179, expedida por la Sala Penal Descentralizada e Itinerante de
San Román de la Corte Superior de Justicia de Puno, la cual confirma la
medida cautelar de detención preventiva dispuesta en su contra en el auto
apertorio de instrucción de fecha 14 de junio de 2005, a pesar de no cumplirse
copulativamente los tres requisitos exigidos por el artículo 135 del Código
Procesal Penal.

2. El Tribunal Constitucional consideró en la sentencia recaída en el


Expediente Nº 3629-2005-PHC/TC., que “(...) la medida de limitación a la
libertad puede ser dictada en sede judicial a través de una medida coercitiva
personal de carácter subsidiario, provisional, razonable y proporcional, en
cambio el juez constitucional cumple una función tutelar de la libertad (bajo el
canon de interpretación constitucional del in dubio pro libertatis), siendo en
consecuencia competente para conocer sobre la razonabilidad y
proporcionalidad de toda limitación de la libertad, como la dispuesta contra el
beneficiario (...). “Por ello, la única manera de determinar si la detención judicial
preventiva de un individuo responde a una decisión razonable y proporcional
del juez, pasa por la observancia de determinados elementos objetivos que, en
este caso, son los señalados por el artículo 135 del Código Procesal Penal que
deben cumplirse copulativamente, permitiendo concluir que, más allá de que
existan indicios o medios probatorios que vinculan razonablemente al inculpado
con la comisión del hecho delictivo y más allá del quántum de la eventual pena
a imponerse, exista el peligro de fuga o peligro de entorpecimiento de la
actividad probatoria. La existencia de estos dos últimos riesgos es lo que en
doctrina se denomina como peligro procesal.

3. Del análisis de la resolución cuestionada se advierte que en su parte


considerativa, en la cual justifica la variación de la medida cautelar, se ha
tomado como fundamento el hecho de que el procesado ha sido sindicado por
los representantes de varias asociaciones y personas naturales como autor del
delito de estafa, conforme obra de las actas obrantes en autos de fojas 134 a
164; asimismo, que su pena supera la prognosis de cuatro años de pena
privativa de libertad, y que, dado que el actor se habría dedicado a una labor
ficticia estafando a una serie de instituciones, no es posible determinar cuál es
la actividad que desarrolla, más aún si se tiene que no se apersonó a la
investigación preliminar a fin de esclarecer el hecho por el que se le investiga.

4. Así, a fojas 127 de autos obran el Atestado Policial Nº 060-


DIV.POL.PNP.SPMP.Ju, así como las declaraciones de diversas personas que
refieren haber sido estafadas por el actor y su organización denominada
“Concejo de Desarrollo Socio Económico para Sudamérica-CODEDESA”, en
representación de la cual solicitaba cuotas de dinero y aportaciones
prometiendo viajar al extranjero a conseguir ayuda y aportes económicos de las
Naciones Unidas.

5. Asimismo, a fojas 56 obra el oficio remitido por el Representante


Residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el
Coordinador Residente de las Naciones Unidas, afirmando que “CODEDESA”
no cuenta con convenio de cooperación alguno, ni representa al sistema de las
Naciones Unidas o a alguna de sus agencias.

6. Por tanto, de lo antes citado, y teniendo a la vista la resolución judicial


cuestionada, se configura el elemento de la verosimilitud de la imputación
hecha al actor en el proceso penal que se le sigue por delito de estafa.
Asimismo, se tiene que la pena a imponerse sería superior los cuatro años de
pena privativa de libertad, con el añadido de que el número de agraviados
supera a más de 10 ciudadanos. Por último, dado que la entidad que el actor
dirige, reconocida por este mismo como su ocupación principal, sería
presuntamente irregular, y evidenciándose que el actor ha eludido la acción de
la justicia, sin ponerse a derecho oportunamente para responder a las
imputaciones hechas en su contra, se configuran las causales previstas por el
artículo 135 del Código Procesal Penal.

7. En consecuencia, la cuestionada resolución contiene elementos de


convicción que determinan plenamente que la medida de detención impuesta al
beneficiario ha sido dictada en forma objetiva, por cuanto en su
fundamentación existe un juicio de razonabilidad que legitima la medida de
coerción personal, como son la existencia de medios probatorios suficientes
que vinculan razonablemente al inculpado con la comisión del hecho delictivo y
la existencia del peligro procesal, no evidenciándose amenaza o violación
cierta o de inminente realización a los derechos constitucionales del actor. Por
tanto, no resulta de aplicación al caso el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

ATENTA CONTRA EL DERECHO AL LIBRE TRANSITO

EXP. Nº 2070-2005-PHC/TC
LIMA
LUIS SÁNCHEZ LAGOMARCINO RAMÍREZ
(Publicado: 28-10-06)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de mayo de 2005, la a la Segunda del


Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Sánchez


Lagomarcino Ramírez contra la resolución de la Cuarta Sala Especializada en
lo Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de
Lima, de fojas 79, su fecha 4 de febrero de 2005, que declara infundada la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Demanda

Con fecha 30 de diciembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra don Saturnino Luna Cuenca, sosteniendo que el
emplazado, atribuyéndose la representación de la empresa LUMAJA S.A.C, en
complicidad con terceras personas, atenta contra su derecho al libre tránsito al
seguir al actor a cuanto lugar concurre, habiendo además interpuesto contra él
una denuncia penal por la comisión del delito contra la fe pública ante el
Cuadragésimo Juzgado Penal de Lima (Exp. 115-2003), proceso pendiente de
lectura de sentencia y en el que ha sido declarado reo contumaz,
disponiéndose su captura en mérito de una resolución que contraviene el
debido proceso.

Investigación sumaria

Realizada la investigación sumaria, el demandado rinde su declaración


explicativa negando los cargos que le atribuye el accionante.

Resolución de primera instancia

El Vigésimo Sétimo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con


fecha 6 de enero de 2005, declaró infundada la demanda por considerar que no
se ha acreditado materialmente la vulneración del derecho al libre tránsito y a la
libertad personal del demandante.

Resolución de segunda instancia

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.


FUNDAMENTOS

Delimitación del petitorio

1. El demandante pretende su inmediata excarcelación por considerar


que la orden de captura dictada contra su persona proviene de un mandato
irregular y que su libertad de tránsito es constantemente amenazada por los
actos hostiles y el seguimiento que efectúa el supuesto representante legal de
la persona jurídica Lumaja S.A.C.

Análisis del caso materia de controversia constitucional

2. Respecto a la situación jurídica del accionante en el proceso penal


sumario seguido contra él, resulta que, fue declarado reo contumaz como
consecuencia de su renuencia a acudir a la diligencia de lectura de sentencia,
no obstante haber sido debidamente notificado, por lo que la declaración de
contumacia tiene plenos efectos, resultando legal la orden de ubicación y
captura para ser conducido por la fuerza a las instalaciones del juzgado
correspondiente, o concurrir a dicho lugar en forma voluntaria.

3. En cuanto al acoso y seguimiento contra el recurrente atribuidos al


representante legal de la empresa LUMAJA S.A.C, no se ha acreditado en
autos la veracidad de los actos que el actor alega que atentan contra sus
derechos al libre tránsito y a la libertad personal.

4. Siendo así, la demanda debe ser desestimada, no resultando de


aplicación el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
YERGARA GOTELLI
AMENAZA CONTRA LA LIBERTAD Y SEGURIDAD PERSONALES

EXP. Nº 9878-2005-PHC/TC
LIMA
RAMÓN RAMÍREZ ERAZO
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 7 días del mes de marzo de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los Magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Ramón Ramírez


Erazo, contra la resolución de la Sexta Sala Penal de Reos Libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima, de fojas 108, su fecha 21 de octubre de 2005,
que declara infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 27 de julio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los magistrados Juan Manuel Burga García, Beatriz
Herrera García y Raúl Izaguirre Maguiña, a fin de que se abstengan de
amenazar su libertad y seguridad personales; y cumplan con pagarle su
remuneración como Profesor Asociado de la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos (en adelante UNMSM).

La demanda se fundamenta en lo siguiente:

- El demandante refiere haber ganado el proceso contra la UNMSM, y


que pese a ello los denunciados se negaron, de manera ilícita a expedir la
Resolución de Promoción Docente como Profesor Asociado, razón por la cual
interpuso demanda de cumplimiento, la que fue declarada fundada.

- Que los demandados expidieron una Resolución Rectoral de No


Ratificación Docente, por lo que interpuso una demanda de amparo, la misma
que también fue declarada fundada.
- Que los demandados han realizado una serie de actos continuados en
los meses de junio a julio del presente año (2005) que vulneran su libertad y
seguridad personales, así como su derecho a percibir la remuneración
correspondiente. En efecto, el accionante refiere que está siendo coaccionado
para que dicte clases sin pago de una remuneración bajo amenaza de ser
destituido.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Con fecha 2 de agosto de 2005, el Vigésimo Noveno Juzgado Penal de


la Corte Superior de Justicia de Lima (a fojas 35) dispuso que se lleve a cabo la
investigación sumaria de hábeas corpus recibiéndose en consecuencia, la
declaración indagatoria del demandante y las de los demandados.

- El 24 de agosto de 2005 se recibió la referida declaración el


accionante, Ramón Ramírez Erazo (a fojas 54), quien sostuvo que los
demandados lo coaccionan para que preste labores de docencia sin retribución
alguna, bajo la amenaza de ser destituido de su cargo (lo que se asimila a una
forma de servidumbre). Añade que la remuneración que está dejando de
percibir tiene carácter alimentario y que de ella depende tanto su subsistencia
como la de su familia, por lo que solicita cese la vulneración de su derecho a la
libertad personal y conexos.

- El 5 de agosto de 2005, se recibió la declaración indagatoria de Raúl


Moisés Izaguirre Maguiña, Vicerrector Académico de la UNMSM (a fojas 43),
quien, coincidiendo con la declaración de Juan Manuel Burga Díaz, Rector de
la UNMSM, de fecha 31 de agosto de 2005 (fojas 62), señala que no tiene
ninguna relación con las gestiones de carácter administrativo y, en particular,
con lo remunerativo, que constituye la pretensión del accionante.

- El 31 de agosto de 2005, se recibió la declaración indagatoria de


Beatriz Herrera García, Vicerrectora Administrativa de la UNMSM (fojas 64),
quien afirma que no ha tenido conocimiento ni participación en los hechos que
se le imputan. Añade que el pago de los docentes depende de los informes
técnicos contables que efectúa cada Facultad a la Oficina General de
Tesorería; y no de su despacho.

3. Resolución de primer grado

Con fecha 2 de setiembre de 2005, el Vigésimo Noveno Juzgado Penal


de Lima (fojas 73) declara improcedente la demanda de hábeas corpus,
argumentando que no existe violación alguna del derecho a la libertad personal
o derechos conexos del accionante; ni se ha probado que esté siendo obligado
a trabajar, bajo amenaza y coacción; sin recibir la remuneración
correspondiente. Añade que existe un conflicto de intereses de índole laboral,
de modo que dicha controversia no corresponde ser resuelta por la vía del
proceso de hábeas corpus.

4. Resolución de segundo grado

Con fecha 21 de octubre del año 2005, la Sexta Sala Penal de Reos
Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima (fojas 108), revoca la apelada y
la declara infundada, por considerar que no se advierte vulneración alguna de
los derechos fundamentales del demandante, tutelados por el proceso
constitucional de hábeas corpus.

III. FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional (artículo 9) ha establecido que “(...)


en los procesos constitucionales no existe etapa probatoria (...)”. Sin embargo,
ello no significa, que las partes en los procesos constitucionales también estén
exentas de la carga de adjuntar las pruebas documentadas que sustenten sus
afirmaciones. Por ello, este Tribunal ha sostenido (Exp. Nº 3484-2005-HC/TC)
que, el artículo 9, “(...) implica una responsabilidad implícita que entraña la
carga de probar a las partes que acuden a la vía constitucional de adjuntar
medios probatorios idóneos que sean suficientes para crear en el juzgador un
criterio respecto del derecho alegado”.

2. La actuación de los medios probatorios no se realiza en los procesos


constitucionales como en los procesos judiciales ordinarios, lo que no quiere
decir que en los primeros dicha actuación sea inexistente. No obstante, los
procesos constitucionales exigen también a los pretensores que acuden a la
vía constitucional adjuntar los medios probatorios idóneos que sean suficientes
para crear en el juzgador un criterio respecto de la vulneración del derecho que
se alega. La naturaleza excepcional, urgente y sumarísima de los procesos
constitucionales determina, pues, la necesidad de activación inmediata de los
medios probatorios; en poder del demandante que constituyan basamento
suficiente de valoración para un pronunciamiento -en forma inmediata- sobre la
violación del derecho que se invoca.

3. De otro lado, el Código Procesal Constitucional prevé en el artículo 2 y


en el último párrafo del artículo 25 que “(...) los procesos constitucionales de
hábeas corpus, amparo y hábeas data proceden cuando se amenace o viole
los derechos constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento
obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Cuando se
invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente
realización. (...)”. En este supuesto, y de conformidad con el artículo 200, inciso
1 de la Constitución, el Código Procesal Constitucional establece la
procedencia de los procesos constitucionales, particularmente, el del hábeas
corpus, no sólo cuando existe una violación actual a los derechos
fundamentales tutelados, sino también cuando exista una amenaza cierta e
inminente.

4. Se debe tener en consideración que la amenaza de violación de un


derecho fundamental, para que sea tutelada mediante un proceso
constitucional como el de hábeas corpus, debe ser, de acuerdo con el Código
Procesal Constitucional, “cierta y de inminente realización”. Esto implica que
para determinar si existe certeza de la amenaza del acto vulnerador del
derecho fundamental a la libertad personal, se requiere la existencia de un
conocimiento seguro y claro del contexto en el que se produce la amenaza a la
libertad; lo cual excluye conjeturas o simples insinuaciones. En tanto que, para
que se configure la inminencia del acto, es preciso que se trate de un atentado
al derecho a libertad personal que esté por suceder prontamente o esté en
proceso de ejecución, no reputándose como tal a los simples actos
preparatorios, tal como lo ha establecido este Tribunal anteriormente (Exp. Nº
0008-2005-HC/TC).

5. En el caso concreto de autos, el demandante afirma, genéricamente y


sin adjuntar medio probatorio alguno para su sustento que los demandados
vienen amenazando sus derechos fundamentales a la libertad y seguridad
personales, al conminarlo a trabajar como docente bajo amenaza de destituirle
del cargo, sin pagarle su remuneración mensual que le corresponde como
docente. A juicio de este Tribunal, y luego de una valoración integral de lo que
obra en autos, no se advierte la vulneración de los derechos fundamentales a
la libertad y seguridad personales del demandante ni tampoco que exista la
amenaza que refiere. Por el contrario, se infiere de los actuados la presencia
de una controversia de índole laboral, que no corresponde ser dilucidada por
este Colegiado y menos aún en un proceso constitucional como el del hábeas
corpus.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese. SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 7460-2005-PHC/TC
SAN MARTIN
REYNA PERALES BARTURÉN
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Reyna Perales


Barturén contra la resolución de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
de San Martín, de fojas 180, su fecha 26 de agosto de 2005, que declara
improcedente la demanda de hábeas corpus de autos; y,

ANTECEDENTES

Con fecha 6 de junio de 2005, doña Reyna Perales Barturén interpone


demanda de hábeas corpus contra los efectivos policiales Capitán PNP David
Valqui Chuquizuta, Alférez PNP Emilio Ferreyros Irigoin y Técnico de Segunda
PNP Bladimir Olivera Agudo, y los trabajadores de la Municipalidad Distrital de
Nueva Cajamarca Moisés Erazo Vidaure y Pablo Vilca Trigozo, por transgresión
a su derecho a la inviolabilidad de domicilio y seguimiento policial, derechos
conexos a su libertad individual.

Sostiene ser propietaria del local comercial denominado El Escorpión y


que el día 2 de junio de 2005 los efectivos policiales emplazados, en compañía
de otros miembros de la Policía Nacional del Perú, cuyos nombres desconoce,
ingresaron violentamente al mencionado local y vociferando palabras soeces
ordenaron el cierre del establecimiento; aduce que ante tal arbitrariedad
procedió a mostrar la licencia municipal de funcionamiento que le faculta a
conducir el referido emprendimiento, optando los emplazados por retirarse,
reiterando que regresarían cuando quisieran, dado que estaban realizando un
seguimiento policial a sus actividades. Posteriormente, regresaron a las 21
horas del día 4 de junio de 2005, esta vez acompañados por los trabajadores
municipales Erazo Vidaure y Vilca Trigozo. Finalmente, alega que “el domingo
último” volvieron a su local, hecho que hace prever la violación por tiempo
indefinido de sus derechos constitucionales invocados, por lo que solicita tutela
con el objeto de que tales situaciones violatorias no se repitan a futuro.

El Segundo Juzgado Especializado Penal de Rioja, con fecha 17 de


junio de 2005, declaró improcedente la demanda al considerar que no se ha
acreditado que los emplazados hayan actuado en contra de las disposiciones
municipales al realizar la inspección del local comercial de la propietaria.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demandante aduce la vulneración de su derecho a la inviolabilidad


de domicilio y afirma ser objeto de seguimiento policial, por lo que solicita que a
futuro se disponga el cese de los actos lesivos a los derechos invocados en la
demanda de autos.

2. El artículo 200, inciso 1), de la Constitución, establece que el proceso


de hábeas corpus es una garantía constitucional que procede contra el hecho u
omisión; de parte de cualquier autoridad, funcionario o persona, que amenaza
o vulnera la libertad individual o los derechos constitucionales conexos a ella,
en concordancia con el artículo 25 del Código Procesal Constitucional, que
precisa los derechos protegidos que la conforman y los derechos conexos a
este atributo fundamental.

3. Es por ello que el proceso de hábeas corpus no sólo protege la


libertad física propiamente dicha, sine que su ámbito de protección se extiende
también ala libertad de movimiento, de tránsito, a la integridad personal, y su
tutela se prolonga a pesar de haber cesado la vulneración o de haberse
convertido la violación en irreparable, con el objeto que a futuro el afectado no
vea restringido tal derecho. Por ello, es legitimo que ante la afectación de la
libertad individual, o un derecho que tiene conexión con ella, se plantee una
demanda de hábeas corpus.

4. Empero de autos se advierte que la demandante, mediante proceso


de amparo (pendiente de pronunciamiento por el órgano jurisdiccional), está
cuestionando una Ordenanza Municipal cuyos alcances comprenden a su
establecimiento comercial y que es precisamente en cumplimiento de la
cuestionada disposición municipal que los emplazados concurrieron a su local
con el objeto de verificar el efectivo cumplimiento de los dispositivos ediles,
vigentes.
A mayor abundamiento, se advierte que en autos no existen elementos de
juicio suficientes que permitan al juez constitucional determinar que los
emplazados ejercieron sus funciones abusivamente, lesionando con ello los
derechos constitucionales alegados por la recurrente (inviolabilidad de domicilio
y seguimiento policial), para que, consecuentemente, se proceda a materializar
la tutela del derecho sustantivo. De lo cual se colige que la demanda debe
desestimarse al no evidenciarse en autos la vulnera constitucional que la
sustente.

5. Finalmente, con respecto a la amenaza de violación que constituye la


posibilidad que los emplazados nuevamente incurran en los actos
vulneratorios invocados, motivo por el cual la demandante solicita que “[...] a
futuro se disponga el cese de los actos lesivos”, es importante señalar que la
violación o amenaza de violación de un derecho constitucional requiere no sólo
de la trama verbal proferida por el emplazado, sino de la certeza e inminencia
de su realización, hecho que en el caso de autos no se acredita, toda vez que
la demandante recurre al proceso constitucional pues presupone que el
seguimiento policial y la violación de domicilio invocados, no acreditados en
autos, volverán a repetirse..

6. Por consiguiente, al no acreditarse que la amenaza de violación de los


derechos constitucionales invocados sea cierta y de inminente realización, no
resulta aplicable al caso de autos el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política de Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

BENEFICIO DE SEMILIBERTAD
EXP. Nº 8482-2005-PHC/TC
SAN MARTÍN
PEDRO ARÉVALO SÁNCHEZ
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Presidente; Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Pedro Arévalo


Sánchez contra la sentencia de la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia
de San Martín, de fojas 74, su fecha 30 de setiembre de 2005, que declaró
improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 16 de setiembre de 2005, interpone demanda


de hábeas corpus contra el Juez del Primer Juzgado penal de la Provincia de
Moyobamba, con la finalidad de que se deje sin efecto la resolución de fecha
15 de setiembre de 2005, mediante la cual se declaró improcedente el
beneficio de semilibertad que solicitó, por considerar que afecta sus derechos
fundamentales a la libertad individual, al debido proceso y al principio de que el
régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad.

El emplazado manifiesta que la demanda debe ser declarada


improcedente, pues la resolución impugnada no se encuentra firme.

El Juez del Segunda Juzgado Penal de Moyobamba, con fecha 19 de


setiembre de 2005, declaró improcedente la demanda por considerar que la
resolución judicial impugnada no se encuentra firme.

La recurrida confirmó la apelada, por considerar que el juez emplazado


ha procedido conforme a las atribuciones que la ley de ejecución penal le
dispensa.

FUNDAMENTO
1. La demanda tiene por objeto que se deje sin efecto la resolución de
fecha 15 de setiembre de 2005, mediante la cual se declaró improcedente el
beneficio de semi-libertad solicitado por el recurrente, al considerar éste que el
referido auto que afecta sus derechos fundamentales a la libertad individual, al
debido proceso desde que el régimen penitenciario tiene por objeto la
reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad.

2. Del análisis de autos se advierte que la presente demanda fue


interpuesta al día siguiente de la fecha en que fue emitida la resolución cuya
nulidad se solicita, a pesar de que tal como lo dispone el artículo 50, in fine, del
Código de Ejecución Penal, las resoluciones que resuelven las solicitudes de
concesión del beneficio de semilibertad son susceptibles de ser impugnadas a
través del recurso de apelación.

3. El proceso constitucional de hábeas corpus se encuentra orientado a


proteger el derecho fundamental a la libertad individual y los derechos conexos
(artículo 200 inciso 1 de la Constitución) y no a suplir los medios impugnatorios
disponibles al interior de los procesos ordinarios. De ahí que el artículo 4 del
Código Procesal Constitucional disponga que el hábeas corpus contra
resoluciones judiciales sólo puede ser interpuesto contra aquellas que hayan
alcanzado firmeza, lo que no ha ocurrido en el caso de autos, por lo que
corresponde declarar la improcedencia de la demanda.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la demanda,

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD

EXP. Nº 8308-2005-PHC/TC
AMAZONAS
MARX LENIN JIMÉNEZ ESTELA
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de noviembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente
sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Marx Lenin


Jiménez Estela contra la sentencia de la Sala Mixta Descentralizada de
Utcubamba, de la Corte Superior de Justicia de Amazonas, de fojas 140, su
fecha 19 de agosto de 2005, que declaró ‘infundada la demanda de hábeas
corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 28 de abril de 2005 el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Primer Juzgado Penal de Chachapoyas (por emitir la
resolución de fecha 24 de febrero de 2005, que declaró improcedente su
pedido para que se le otorgue el beneficio penitenciario de semilibertad,
aplicando el último párrafo del artículo 4 de la Ley Nº 26320 y contra la Sala
Mixta de Chachapoyas de la Corte Superior de Justicia de Amazonas por emitir
la resolución del 15 de marzo de 2005, a través de la que se confirma la
declaración de improcedencia respecto del beneficio solicitado). Sostiene que
su Exp. Nº 0330-2004 contiene todos los requisitos exigidos por ley, mientras
que el Informe del Consejo Técnico Penitenciario sostiene que el único
impedimento es la prohibición del beneficio por ley, razón por la que en su
solicitud presentada en sede ordinaria solicita que se aplique el control difuso
para que prevalezca la Constitución sobre la ley, específicamente sobre el
último párrafo del artículo 4 de la Ley Nº 26320; en ese sentido, solicita que se
declare la inconstitucionalidad de las resoluciones impugnadas.

Admitida a trámite la demanda de hábeas corpus, se recibió la


manifestación de los magistrados emplazados (fs. 51, 54, 60 y 66) así como la
del demandante (f. 74), incorporándose al proceso copia certificada del
Expediente de Semilibertad tramitado (fs. 82 a 116).

El Segundo Juzgado Especializado Penal de Chachapoyas, con fecha 3


de junio de 2005, declaró infundada la demanda por considerar que la
semilibertad prevista en el artículo 42 del Código de Ejecución Penal es un
beneficio penitenciario y no un derecho, pudiendo concederse sobre la base del
criterio preventivo general, cuando existan elementos que lleven al
convencimiento que dicha medida permitirá al sentenciado reinsertarse a la
sociedad como un elemento útil y que no volverá a cometer un nuevo delito;
por ello si la autoridad jurisdiccional estima que el informe técnico no es lo
suficientemente claro o es contradictorio, puede denegar el petitorio o solicitar
su ampliación o aclaración. Refiere que los emplazados han aplicado al
presente caso la norma vigente en el tiempo, esto es la última parte del artículo
4 de la Ley Nº 26320, porque el beneficio solicitado es un beneficio potestativo,
discrecional y no imperativo, actuación que no constituye una violación al
debido proceso ni a la libertad individual.

La recurrida confirmó la apelada atendiendo a que el Tribunal


Constitucional ha establecido que la validez constitucional de la prohibición de
beneficios penitenciarios para determinados delitos no deriva del artículo 139
inciso 22) de la Constitución, sino de su compatibilidad con el principio de
igualdad jurídica previsto en el artículo 2 inciso 2) de la Constitución, el que no
garantiza que en todos los casos deba tratarse por igual a todos, pues no está
prohibido que el legislador realice tratos diferenciados, sino que en dicha
diferenciación el trato no sea arbitrario, por no poseer un elemento objetivo que
lo justifique o una justificación razonable que lo respalde; en ese sentido
expone que en ese contexto se justifica la restricción de los beneficios
penitenciarios por no ser poseedores de un carácter general, sino estar
referidos a beneficios previstos en el Código Penal y en el Código de Ejecución
Penal, correspondiendo al legislador la posibilidad de regular determinados
beneficios penitenciarios de acuerdo a la gravedad de los delitos por los cuales
sus beneficiarios hubieran sido condenados.

FUNDAMENTOS

1. En el proceso de autos se pretende cuestionar las resoluciones


emitidas en la tramitación de la solicitud para el otorgamiento del beneficio de
semilibertad, presentado por don Marx Lenin Jiménez Estela, toda vez que, a
criterio de éste, en su caso la aplicación de la parte final del artículo 4 de la Ley
Nº 26320 para denegar su solicitud es inconstitucional.

2. Conforme al artículo 139 inciso 22), de la Constitución el régimen


penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación
del penado a la sociedad, lo cual, a su vez, es congruente con el artículo 10
inciso 3), del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que señala
que “[...] el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad
esencial será la reforma y la readaptación social de los penados”.
3. Al respecto, y sobre el otorgamiento de los beneficios penitenciarios
en la sentencia recaída en el Expediente de Nº 010-2002-AI/TC, el Tribunal
Constitucional ha sostenido lo siguiente:

“151. (...)

Dentro de las condiciones cómo se ejecutará la pena, se encuentra,


desde luego, la posibilidad de que el legislador autorice la concesión de
determinados beneficios penitenciarios, pues ello obedece y es compatible con
los conceptos de reeducación y rehabilitación del penado. En ese sentido, el
Tribunal Constitucional considera que estos principios suponen,
intrínsecamente, la posibilidad de que el legislador pueda autorizar que los
penados, antes de la culminación de las penas que les fueron impuestas,
puedan recobrar su libertad si los propósitos de la pena hubieran sido
atendidos. La justificación de las penas privativas de libertad es, en definitiva,
proteger a la sociedad contra el delito. Tal protección sólo puede tener sentido,
“si se aprovecha el período de privación de libertad para lograr, en lo posible,
que el delincuente una vez liberado no solamente quiera respetar la ley y
proveer a sus necesidades, sino también que sea capaz de hacerlo”.

152. Sin embargo, la no concesión de determinados beneficios


penitenciarios para los condenados por el delito de terrorismo u otros de lesa
humanidad, no es, per se, contrario al inciso 22) del artículo 139 de la
Constitución. No se deriva, en efecto, de dicho dispositivo constitucional un
mandato al legislador para que los prevea en la ley, en cuya ausencia,
negación u omisión, éste pueda incurrir en un vicio de inconstitucionalidad.

153. El problema, a juicio del Tribunal Constitucional se presenta una


vez que el legislador los ha previsto para el caso de los condenados por
determinados delitos, y, no obstante ello, los niega para los condenados por
otros. Pero en ese caso el problema de la validez constitucional de la
prohibición ya no se deriva de su infracción del artículo 139 inciso 22) de la
Constitución, sino de su conformidad (o no) con el artículo 2 inciso 2) de la
propia Constitución, esto es de su compatibilidad (o no) con el principio de
igualdad jurídica.

154. En ese contexto y recordando la doctrina consolidada por este


Tribunal Constitucional, debe señalarse que el principio de igualdad no
garantiza que siempre y en todos los casos deba tratarse por igual a todos,
sino que las diferenciaciones que el legislador eventualmente pueda introducir,
obedezcan a razones objetivas y razonables. Es decir, no está prohibido que el
legislador realice tratamientos diferenciados. Lo que sí está prohibido es que
dicha diferenciación en el trato sea arbitraria, ya sea por no poseer un elemento
objetivo que la justifique o una justificación razonable que la respalde.
4. Esto significa que la problemática de los beneficios penitenciarios no
debe ser abordada en la perspectiva del artículo 139 inciso 22) de la
Constitución, sino que debe tenerse en cuenta lo previsto en su artículo 2 inciso
2) en cuanto reconoce el principio de igualdad conforme al cual el legislador
puede establecer un trato diferenciado en aquellas situaciones que objetiva y
razonablemente se justifiquen.

5. Por consiguiente, corresponde determinar si el contenido de la parte


final del artículo 4 de la Ley Nº 26320 afecta el principio de igualdad o por el
contrario, contiene un trato diferenciado perfectamente constitucional. Así,
resulta que dicha norma establece expresamente que “Los beneficios
[penitenciarios] previstos en este artículo no alcanzan a los sentenciados por
los delitos contemplados en los Artículos 296 A, 296 B, 296 C y 297 del Código
Penal”.

Para ello debe tenerse presente que el demandante por la sentencia de


fecha 24 de agosto de 1997, recaída en el Exp. Nº 1636-97-MPUC
(Chachapoyas) (f. 84), fue condenado por el delito de tráfico ilícito de drogas,
calificándose su conducta en la inaplicación del artículo 297 inciso 2 del Código
Penal, sentencia que fue confirmada por la Corte Suprema de Justicia de la
República de fecha 28 de octubre de 1997 (f. 89), esto es que en virtud de la
norma penal aplicada en su caso, no le correspondería acogerse a los
beneficios penitenciarios previstos en la norma cuestionada.

6. En ese sentido, este Colegiado considera que la norma impugnada no


es inconstitucional en tanto que establece un trato diferenciado que se
encuentra plenamente justificado, no sólo en razón de las modalidades
delictivas excluidas del goce de los beneficios penitenciarios, por el legislador
ordinario, sino y principalmente por el contenido del artículo 8 de la
Constitución, precepto que proyecta desde la propia Constitución una política
de interés nacional en la erradicación absoluta de este flagelo social

7. En consecuencia, en la medida que no se aprecia la afectación del


artículo 2 inciso 2) de la Constitución, la demanda debe ser desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.
SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DE LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 7038-2005-PHC/TC
PUNO
ELEUTERIO PERCY MESTAS URRUTIA
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 24 días del mes de febrero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Eleuterio Percy


Mestas Urrutia contra la sentencia de la Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Puno, de fojas 154, su fecha 12 de julio de 2005, que declara
improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 6 de junio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los Vocales de la Sala Penal e Itinerante de Puno,
señores Meneses Gonzales, Ayestas Ardiles y Torres Ito, a fin de que se deje
sin efecto la Resolución Nº 02-2005 de fecha 20 de abril de 2005, que,
revocando el mandato de comparecencia restringida (Exp. Nº 2003-0370), lo
reformó dictando mandato de detención contra el recurrente.

La demanda se funda en lo siguiente:


- El recurrente tiene la condición de inculpado en el proceso penal Nº
2003-370 seguido en el Tercer Juzgado Penal de Puno, por la supuesta
comisión de los delitos de asociación ilícita para delinquir en agravio del
Gobierno Regional de Puno, el Estado y CAPECO; así como por el delito de
corrupción activa de funcionarios en agravio del Gobierno Regional del Puno y
el Estado.

- Mediante Resolución Nº 002-2005, de fecha 20 de abril de 2005, se


revocó el mandato de comparecencia restringida derivado del Expediente Nº
2003-0370 y se dictó mandato de detención judicial preventiva en su contra, sin
haberse observado los requisitos materiales para adoptar dicha medida
restrictiva de la libertad personal.

- Que hasta el momento no se ha establecido ni siquiera indiciariamente


que haya sido autor de los ilícitos penales que se le imputan.

- Que asimismo no existe peligro procesal dado que ha demostrado una


decidida colaboración en el proceso, sin perturbar la actividad probatoria ni
eludir la acción de la justicia. Por tanto, no concurren los requisitos necesarios
para dictar mandato de detención.

- Que al haberse dictado mandato de detención en su contra, se ha


producido una vulneración del derecho fundamental al debido proceso. Más
aún porque no ha existido una adecuada motivación del mandato de detención.

2. Resolución de primera instancia

Con fecha 11 de junio de 2005, el Juez del Primer Juzgado


Especializado en lo Penal de Puno declaró improcedente la demanda de
hábeas corpus (a fojas 36), argumentando que los demandados han actuado
en el marco de sus atribuciones, emitiendo la resolución conforme a ley; y que
los procesos constitucionales no tienen por objeto evaluar la interpretación del
Derecho que los jueces de la jurisdicción ordinaria puedan realizar en el ámbito
de sus competencias exclusivas.

3. Resolución de segunda instancia

Con fecha 12 de julio de 2005, la Sala Penal de la Corte Superior de


Justicia de Puno (a fojas 154), confirmó la resolución de primera instancia y
declaró improcedente la demanda, por considerar que de los actuados
judiciales y la resolución emitida por la Sala Penal no se advierte que se haya
vulnerado el derecho fundamental a la libertad personal del demandante, toda
vez que la resolución que se cuestiona emana de un proceso regular.
III. FUNDAMENTOS

1. En el presente caso la cuestión de controversia radica en establecer si


la motivación, con respecto al peligro procesal, es suficiente, considerando que
este constituye uno de los presupuestos ineludibles para que la autoridad
judicial pueda decretar el mandato de detención dentro de un proceso penal.

2. En principio debe precisarse que la necesidad que las resoluciones


judiciales sean motivadas es un principio que informa el ejercicio de la función
jurisdiccional y, al mismo tiempo, un derecho fundamental de los justiciables.
Mediante ella, por un lado, se garantiza que la administración de justicia se
lleve a cabo de conformidad con la Constitución y las leyes (artículo 138 de la
Constitución) y, por otro, que los justiciables puedan ejercer de manera efectiva
su derecho de defensa. El Tribunal Constitucional ha sostenido (Exp. Nº 1230-
2002-HC/TC) que dicho derecho no garantiza una determinada extensión de la
motivación; tampoco que se tenga que pronunciarse expresamente sobre cada
uno de los aspectos controvertidos o alegados por la defensa, ni excluye que
se pueda presentar la figura de la motivación por remisión.

3. Sin embargo, tratándose de la detención judicial preventiva, la


exigencia de la motivación en la adopción o el mantenimiento de la medida
debe ser más estricta, pues sólo de esa manera será posible despejar la
ausencia de arbitrariedad en la decisión judicial, así como evaluar si el juez
penal ha obrado de conformidad con la naturaleza excepcional, subsidiaria y
proporcional de la detención judicial preventiva. Dos son, en ese sentido, las
características que debe tener la motivación de la detención judicial preventiva.
En primer lugar, tiene que ser “suficiente”, esto es, debe expresar, por sí
misma, las condiciones de hecho y de derecho que sirven para dictarla o
mantenerla. En segundo lugar, debe ser “razonada”, en el sentido de que en
ella se observe la ponderación judicial en torno a la concurrencia de todos los
aspectos que justifican la adopción de la medida cautelar, pues de otra forma
no podría evaluarse si es arbitraria por injustificada.

4. Al respecto, si bien es cierto que el Tribunal Constitucional no es


competente para determinar la concurrencia, en cada caso, de las
circunstancias que legitiman la adopción o mantenimiento de la detención
judicial preventiva, lo cual es una tarea que incumbe en esencia al juez penal,
también lo es que el Tribunal tiene competencia para verificar que la adopción
de la medida cautelar sea constitucionalmente legítima, lo que exige que haya
sido adoptada de forma fundada, completa y acorde con los fines y carácter
excepcional de la institución en referencia.

5. Este Tribunal Constitucional, en anterior oportunidad (Exp. Nº 0139-


2002-HC/TC), ha precisado que los tres incisos del artículo 135 del Código
Procesal Penal deben concurrir copulativamente, a fin de que proceda la
medida de detención, lo que, a juicio de este Colegiado, se produce en el
presente caso. En efecto, el juzgador, tal como se aprecia a fojas 122, ha
realizado un análisis de aquellos elementos que configuran válidamente el
mandato de detención; particularmente, en el extremo del peligro procesal y la
necesidad de asegurar el juzgamiento. Con ello, en el dictado del mandato de
detención el juez penal ha evaluado y descartado, justificadamente, la
posibilidad de dictar una medida menos restrictiva de la libertad personal.

6. En consecuencia, este Colegiado estima que no se ha vulnerado el


derecho fundamental a la libertad personal, al haberse merituado
suficientemente los hechos a la luz de los alcances del artículo 135 del Código
Procesal Penal. De igual modo, se puede observar que en el desarrollo del
proceso penal que se le sigue al demandante, se ha respetado su derecho
fundamental al debido proceso, toda vez que éste viene haciendo valer los
recursos que la Constitución y las leyes correspondientes establecen.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 0707-2005-PHC/TC
LIMA
JOSÉ MANUEL TISOC LINDLEY
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 6 días del mes de mayo de 2005, la Segunda Sala del
Tribunal Constitucional integrada por los señores magistrados: Bardelli
Lartirigoyen, Landa Arroyo y Vergara Gotelli pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don José Manuel Tisoc


Lindley contra la sentencia de la Sexta Sala Penal para Procesos con Reos
Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, a fojas 184, su fecha 17 de
diciembre de 2004, que declaró improcedente la demanda de hábeas corpus.

ANTECEDENTES

El demandante, con fecha 13 de agosto de 2004, interpone hábeas


corpus contra el Juez del Segundo Juzgado Penal de Ayacucho, el Fiscal
Provincial de Ayacucho, los vocales integrantes de la Segunda Sala Mixta de la
Corte Superior de Justicia de Ayacucho, señores Córdova Ramos, Quispe
Pérez y Cárdenas Peña, y el Juez del Segundo Juzgado Especializado en lo
Civil de Huamanga, don César Alberto Arce Villar, solicitando que se dejen sin
efecto la sentencia expedida en el proceso de amparo seguido ante el Segundo
Juzgado Civil de Ayacucho y la sentencia confirmatoria emitida por la Sala
Mixta de Ayacucho, con fecha 19 de junio de 2003, así como la orden de
ubicación y captura expedida en su contra en el proceso penal.

Según refiere, con fecha 19 de junio de 2003, el emplazado Juez del


Segundo Juzgado Especializado en lo Civil de Ayacucho lo comprendió en el
proceso de amparo (Nº 203-0128-050501JCD2) seguido contra el Director
General de la Policía Nacional, y el Procurador Público del Ministerio Público,
agregando que la demanda se declaró fundada, disponiéndose la remisión de
los actuados al Ministerio Público, órgano que formuló denuncia penal contra el
recurrente y otros por la presunta comisión del delito de abuso de autoridad,
que habría sido cometido cuando ejerció el cargo de Director General de la
Policía Nacional del Perú, abriéndosele instrucción penal por dicho delito,
situación procesal de la cual -asevera- nunca fue notificado, por lo que su no
apersonamiento al proceso penal ha originado que se dicte orden de captura
contra él, lo que supone una grave amenaza a su libertad personal, al debido
proceso y al derecho de defensa.

Realizada la investigación sumaria, los emplazados niegan los cargos


atribuidos por el demandante.
El Décimo primer Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha
22 de octubre de 2004, declaró fundada la demanda, por estimar que se
vulneró el derecho de defensa del accionante.

La recurrida revocó la apelada y, reformándola, declaró improcedente la


demanda, por considerar que de la revisión de autos no se advierte ninguna
acción u omisión que se hubiere cometido en el proceso de amparo
cuestionado por el demandante, y que pueda calificarse de irregular o de
violatoria de los derechos constitucionales de éste.

FUNDAMENTOS

§ 1. Sobre la aplicación del Código Procesal Constitucional (Ley Nº


28237)

1. Se cuestiona una resolución judicial, materializada en una orden de


captura dictada por el Juez del Segundo Juzgado Penal de Ayacucho dictada
contra la persona del demandante, en tal sentido, cabe precisar que el artículo
4 del Código Procesal Constitucional, establece que el hábeas corpus procede
contra resoluciones judiciales firmes, calidad que no reviste la resolución
judicial materia de autos -si se considera que resolución judicial firme, es
aquella contra la que se han agotado los recursos previstos por la ley procesal
de la materia.

2. Indudablemente que una regla de procedibilidad tan restrictiva como


la del artículo 4 del Código Procesal Constitucional no puede ser de aplicación
al presente caso, porque la presente demanda fue incoada en observancia de
otras reglas procesales, que no exigían el cumplimiento de esta causal de
procedencia. Esta decisión acorde con el principio pro homine, que
compatibiliza los preceptos normativos con una interpretación que mejor
optimice un derecho constitucional y reconozca la posición preferente de los
derechos fundamentales; lo contrario sería gravar la demanda con supuestos
impeditivos que restringirían seriamente el derecho de acceso a la justicia.

3. Por ello, este Tribunal considera, que es de aplicación al presente


hábeas corpus los alcances de la Segunda Disposición Final de la Ley Nº
28237, teniendo en consideración lo antes expuesto.

§ 2. Delimitación del petitorio

4. Mediante la presente demanda, el accionante pretende que se deje


sin efecto lo resuelto en el proceso de amparo seguido ante el Segundo
Juzgado Civil de Huamanga (Exp. Nº 203-0128-050501JCD2) en el que fue
hallado responsable de transgredir los derechos constitucionales de un
subalterno de la Policía Nacional del Perú, y asimismo, que se deje sin efecto
la orden de ubicación y captura dictada en su contra en el proceso penal que
se le ha abierto por la presunta comisión del delito de abuso de autoridad,
imputación penal que deviene de un proceso de amparo.

§ 3. Análisis del caso materia de controversia constitucional

5. El primer extremo de la pretensión, mediante el cual se pretende dejar


sin efecto lo resuelto en un proceso de amparo por presuntas vulneraciones al
debido proceso no puede ser estimado en esta vía. Antes de determinar si
realmente se vulneró el debido proceso, como el demandante alega, incluso
antes de entrar a analizar si es aplicable a un proceso de hábeas corpus la
disposición del Código Procesal Constitucional que no permite interponer
amparo contra amparo o a evaluar los criterios establecidos por este Tribunal
para admitir la procedencia de un amparo contra amparo [Exp. Nº 200-2002-
AA/TC], debe enfatizarse que el proceso de hábeas corpus no está destinado a
proteger el derecho al debido proceso en abstracto, sino que procede en caso
que de la alegada afectación al debido proceso se derive una amenaza o
vulneración a la libertad individual. En el presente caso, el proceso de amparo
que se cuestiona sólo tiene por efecto remitir copias de lo actuado al Ministerio
Público, a fin de que, de ser el caso, formalice la denuncia penal
correspondiente. Debe señalarse, además, que en el presente caso, ni la
propia apertura del proceso penal apareja restricción alguna de la libertad
individual del recurrente, ya que se le abrió proceso con comparecencia simple.

6. La amenaza de la libertad individual estaría configurada por la orden


de ubicación y captura expedida contra el recurrente. A fin de mejor resolver, el
Tribunal Constitucional solicitó a la Presidencia de la Corte Superior de Justicia
de Ayacucho informe sobre las notificaciones cursadas al accionante en la
causa penal que se le sigue ante el Segundo Juzgado Penal de Ayacucho,
recibiendo respuesta detallada mediante Oficio Nº 435-2005-P-CSJAY/PJ, de
fecha 5 de mayo de 2005, que obra a fojas 8 del cuadernillo del Tribunal, por el
que queda acreditado que con fecha 28 de enero de 2004, se ofició a la
Dirección de Recursos Humanos de la PNP a fin de que se sirva notificar a
José Manuel Tisoc Lindley del proceso que se le sigue para que concurra a
rendir su manifestación instructiva, pedido que fue reiterado con fecha 1 de
marzo de 2004. Asimismo, ante la inconcurrencia del accionado, con fecha 3 de
junio de 2004 fue declarado reo ausente hasta que cumpla con prestar su
declaración instructiva, disponiéndose su captura a nivel nacional. Consta
también de autos, que con fecha 8 de junio de 2004 el Juzgado Penal de
Ayacucho recibió el Oficio Nº 962-04-IX-DIRTEPOL-A/ODH-UP mediante el
cual el Jefe de Unidad de Personal de la PNP informa que José Manuel Tisoc
Lindley se encuentra en situación de retiro en virtud a la Resolución Suprema
Nº 005-2003-IN de fecha 31 de enero de 2003, por lo que las notificaciones
debían dirigirse a la Dirección de la Policía Judicial de la PNP.

7. Finalmente, debe enfatizarse que, a pesar de que el Juzgado Penal


advirtió que no se había logrado notificar debidamente al inculpado, no se
procedió a dejar sin efecto la calidad de reo ausente que se le había impuesto
ni a dejar sin efecto la orden de ubicación y captura. Por lo tanto, la pretensión
del actor debe ser estimada, debiéndose dejar sin efecto su calidad de reo
ausente hasta que sea debidamente notificado.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

1. Declarar IMPROCEDENTE la demanda en el extremo que solicita se


deje sin efecto el proceso de amparo seguido ante el Segundo Juzgado Civil de
Ayacucho (Exp. Nº 20030128-050501JCD2).

2. Declarar FUNDADO el hábeas corpus en el extremo que solicita se


deje sin efecto la orden de ubicación y captura contra don José Manuel Tisoc
Lindley, hasta que sea debidamente notificado con la apertura del proceso
penal de su referencia.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD

EXP. Nº 6756-2005-PHC/TC
CUSCO
FELIPE ALIOSSA NAVARRETE UÑAPILLCO
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don John Alfaro


Tupayachi, contra la sentencia de la Primera Sala Penal de la Corte Superior
de Justicia del Cusco, de fojas 44, su fecha 11 de julio de 2005, que declaró
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 13 de junio de 2005, doña Esther Sullca Pillco interpone


demanda de hábeas corpus a favor de don Felipe Aliossa Navarrete Uñapillco y
la dirige contra el Primer Juzgado Penal del Cusco y la Segunda Sala Penal de
la Corte Superior de Justicia del Cusco, con el objeto de que se ordene la
excarcelación del beneficiado, quien se encuentra privado de su libertad en el
Centro Penitenciario de Quenqoro. Sostiene que el beneficiado ha sido
sentenciado a 10 años de pena privativa de libertad (Exp. Nº 102-2002) con
fecha 30 de junio de 2003, encontrándose detenido desde el mes de febrero de
2002; que fue sentenciado por el delito de tráfico ilícito de drogas a 2 años de
pena privativa de libertad (Exp. Nº 372-98), habiéndose refundido ambas penas
para que se cumpla una de ellas que, por ello, el beneficiado solicita se le
otorgue el beneficio de semilibertad y que, sin embargo, el juez competente le
denegó tal petición aduciendo que en el proceso 179-97 se le otorgó dicho
beneficio, en el que fue rehabilitado de manera no legal, a pesar de que no era
competente para pronunciarse sobre la validez de la misma, puesto que dicha
resolución fue consentida. Por otro lado, expone que la Sala ha expuesto que
el beneficiado ha hecho de la actividad delictual su modus vivendi, sin tomar en
cuenta los informes que corren en el cuaderno.

Admitida a trámite la demanda, se reciben los escritos de


apersonamiento de los Vocales Superiores de la Corte Superior de Justicia del
Cusco y Cotabambas (fs. 17 y 20, respectivamente).

El Quinto Juzgado Penal del Cusco, con fecha 17 de junio de 2005,


declara infundada la demanda, por considerar que las resoluciones emitidas
para resolver la solicitud de semilibertad se adecuan a la ley penal, puesto que
el beneficio solicitado puede ser otorgado discrecionalmente por la autoridad
competente.
La recurrida confirma la apelada aduciendo que las decisiones
cuestionadas se han emitido con arreglo a lo dispuesto en el artículo 50 del
Código de Ejecución Penal.

FUNDAMENTOS

1. El hábeas corpus pretende cuestionar las resoluciones emitidas en la


tramitación de la solicitud para el otorgamiento del beneficio de semilibertad
presentada por Felipe Aliossa Navarrete Uñapillco, toda vez que a criterio de la
parte recurrente, el a quo se ha pronunciado sobre aspectos que no eran de su
competencia, mientras que el A quem lo habría hecho sin tener en cuenta los
informes que corren en el cuadernillo correspondiente, afirmando incluso que el
beneficiado ha hecho de la actividad delictual su modus vivendi.

2. Conforme al artículo 139 inciso 22) de la Constitución, el régimen


penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación
del penado a la sociedad, lo cual a su vez es congruente con el artículo 10,
inciso 3) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que señala
que “[...] el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad
esencial será la reforma y la readaptación social de los penados”.

3. Al respecto, en la sentencia recaída en el Expediente de Nº 010-2002-


Al/TC, el Tribunal Constitucional ha sostenido que los conceptos de
reeducación y rehabilitación del penado “[...] suponen, intrínsecamente, la
posibilidad de que el legislador pueda autorizar que los penados, antes de la
culminación de las penas que les fueron impuestas, puedan recobrar su
libertad si los propósitos de la pena hubieran sido atendidos. La justificación de
las penas privativas de la libertad es, en definitiva, proteger a la sociedad
contra el delito. Tal protección sólo puede tener sentido si se aprovecha el
período de privación de libertad para lograr, en lo posible, que el delincuente,
una vez liberado, no solamente quiera respetar la ley y proveer a sus
necesidades, sino también que sea capaz de hacerlo.”

4. Sobre el particular debe precisarse que el artículo 50 del Código de


Ejecución Penal establece el procedimiento a seguir para tramitar la solicitud
relativa al otorgamiento del beneficio de semilibertad, quedando sentado, en el
segundo párrafo, que “El beneficio será concedido en los casos que la
naturaleza del delito cometido, la personalidad del agente y su conducta dentro
del establecimiento, permitan suponer, que no cometerá nuevo delito”. En
consecuencia, no basta con acreditar el cumplimiento de los requisitos
previstos en la norma, sino que además de ello, corresponde que el juzgado
emita una resolución motivada sobre el particular, por lo que lo alegado por la
parte recurrente en el sentido de que los accionados no tomaron en cuenta los
informes favorables emitidos a favor de la concesión del beneficio solicitado,
únicamente sería válido en caso no existiese una decisión motivada, puesto
que aunque los informes opinen a favor de la concesión, los mismos no obligan
al juez a tomar una decisión determinada.

5. Por consiguiente, la decisión que recaiga no puede ser discrecional


sino que debe contener las razones por las que el juzgador concede o rechaza
el beneficio peticionado; en tal sentido, corresponde analizar a este Colegiado
el contenido de la resolución impugnada, a fin de determinar si aquella es
congruente y razonada.

6. Conforme a ello, queda claro que el contenido de la decisión


impugnada se condice con la solicitud materia de pronunciamiento, puesto que
resuelve lo pertinente al pedido de concesión del beneficio de semilibertad, por
lo que tal decisión no adolece de incongruencia; por otro lado, en lo que
corresponde al tenor de la resolución impugnada emitida el 3 de junio de 2005,
aquella expresamente informa que (f. 81):

a. Con fecha 18 de noviembre de 1998 ya se había otorgado a don


Felipe Navarrete Uñapillco beneficios penitenciarios.

b. Con posterioridad a ello registra otros ingresos:

b.1. Cumple condena por 10 años en la causa 2002-102 por delito de


robo agravado.

b.2.. Dicha condena fue refundida con la pena de 2 años que se le


impuso en la causa Nº 372-98 por delito de tráfico ilícito de drogas.

Por todo ello, concluye el ad quem que el beneficiado, el presente


proceso ha hecho de la actividad delictual su modus vivendi, así como que la
pena no habría cumplido su finalidad en lo que corresponde a la prevención
especial, toda vez que éste no se ha rehabilitado ni resocializado, por lo que de
reinsertársele a la sociedad constituiría un peligro evidente.

7. La valoración hecha por el juzgador, en cuanto a la actividad delictual


del demandante, desarrollada incluso luego de haber gozado de beneficios
penitenciarios respecto de las penas impuestas por delitos distintos y anteriores
e los que motivaron la sanción y que actualmente se encuentrar en ejecución,
se sustenta en datos objetivos fácilmente verificables, por lo que tal decisión no
puede ser calificada de irrazonable o arbitraria, bastando ello para denegar la
demanda de autos.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.
HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus. Publiquese y


notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 5460-2005-HC/TC
LIMA
MARCIAL PABLO MUÑOZ
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 29 días del mes de agosto de 2005, reunida la Sala


Segunda del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente
sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Marcial Pablo


Muñoz contra la resolución de la Segunda Sala especializada Penal para
Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
226, su fecha 14 de junio de 2005, que declara infundada la demanda de
hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 21 de abril de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la jueza del Sexto, Juzgado Penal de Lima, el comisario
de la Comisaría de Apolo durante el año 2003, el Comandante PNP Juan
Elguera Vega; el actual comisario Comandante PNP José Félix Montesinos
Boza, el Capitán PNP Herbert García Reyna y el SOT Miguel Lamas Borja, por
vulneración al debido proceso e inminente amenaza a su libertad individual.
Aduce que desde la investigación prejudicial los emplazados vulneraron su
derecho al debido proceso, a la defensa, a presentar los medios probatorios
necesarios que acrediten su absoluta y completa inocencia, pues los efectivos
policiales emplazados en la Comisaría PNP de Apolo no lo notificaron en su
domicilio real y lo consignaron con un nombre que no le pertenece, esto es, con
el nombre de Arturo Marcial Pablo Muñoz, investigándolo por delito de
proxenetismo y declarándolo como persona no habida. Posteriormente, a nivel
judicial, se le otorgó una identidad distinta y no se realizó la búsqueda de sus
datos personales, ni de su domicilio actual, para luego concluir que existe
responsabilidad penal de su parte.

Realizada la investigación sumaria, el demandante se ratifica en el


contenido de su demanda. Por su parte, los efectivos policiales sostienen que
no existe vulneración constitucional, porque en diciembre de 2003 se
intervinieron, con presencia del Representante del Ministerio Público, los
prostíbulos clandestinos de la jurisdicción de la Comisaría de Apolo, siendo las
manifestaciones de los intervenidos las que indicaron el nombre del
demandante al que calificaron de proxeneta. En tanto que la jueza emplazada
sostiene que no existe vulneración constitucional, que no tramitó la causa penal
seguida contra el demandante, que se limitó a señalar fecha de lectura de
sentencia, por ser este el estado de la causa cuando se hizo cargo del Sexto
Juzgado Penal de Lima que conoce del mencionado proceso.

El Quinto Juzgado Penal de Lima, con fecha 19 de mayo de 1005,


declaró infundada la demanda por considerar que no existe vulneración
constitucional, dado que al no haberse expedido sentencia, mal podría
aseverarse que existe una indebida valoración de elementos y que de no
encontrarse de acuerdo con el pronunciamiento a expedirse, el demandante
tiene expedito su derecho para hacerlo valer dentro del mismo proceso penal a
través de los recursos impugnatorios que la ley le faculta.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Que el demandante alega una doble afectación constitucional en su


agravio: primero, la vulneración al debido proceso en el extremo del derecho a
la defensa, materializado en la omisión de las notificaciones que le impidieron
presentar los medios probatorios necesarios que acrediten su inocencia; y,
segundo, la amenaza contra su libertad individual materializada en el
señalamiento de fecha para audiencia de lectura de sentencia, dado que
considera que la jueza emplazada pretende condenarlo injustamente por un
delito que no ha cometido.
2. La Norma Suprema en su artículo 139 establece los principios y
derechos de la función jurisdiccional, consagrando en el inciso 3 la observancia
del debido proceso y la tutela jurisdiccional. Es decir, garantiza al justiciable,
ante su pedido de tutela, el deber del órgano jurisdiccional de observar el
debido proceso y de impartir justicia dentro de los estándares mínimos
establecidos por los instrumentos internacionales.

En consecuencia, el debido proceso se asienta en la concepción del


derecho de toda persona a la tutela jurisdiccional efectiva, y se concreta a
través de las garantías que, dentro de un iter procesal diseñado en la ley, están
previstas en la Constitución Política del Perú.

3. Con respecto a la amenaza de violación de un derecho constitucional,


el artículo 2 del Código Procesal acotado, establece que (...) las acciones de
garantía, en el caso de amenaza de violación de un derecho constitucional,
proceden cuando ésta es cierta y de inminente realización (...)

4. De autos se aprecia que mediante Parte S/N DITERPOL-DIV-MET-C-


DOS APOLO (fs. 41) el emplazado, don Herbert García Reyna, da cuenta que
se realizó, con la presencia del representante del Ministerio Público, una
operación policial a los prostíbulos clandestinos de la jurisdicción de la
Comisaría de Apolo, específicamente en el inmueble ubicado en la avenida
México 1513 y San Cristóbal 1404, siendo intervenida una fémina que refirió
que: [A]rturo Marcial Pablo Muñoz o “Chato”, le indicó que a la hora de salida
pasara a buscarlo y procediera a cobrar por sus servicios”((fs. 55), hecho que
motivara que en el Atestado Policial Nº 1181-2003-DITERPOL-DIV-MET-C DOS
APOLO ((fs. 40/) se comprendiera a la mencionada persona como presunto
proxeneta en condición de no habido.

Resulta importante tomar en cuenta, de una parte, la celeridad con que


se realizó la investigación policial, pues el acto cuestionado se llevó a cabo el
día 13 de diciembre de 2003 y el Atestado Policial, que contiene el resultado de
la investigación, fue recibido por la Fiscalía de Turno Permanente a las 3 horas
del día 14 de diciembre de 2003, conforme se advierte del sello estampado a
su ingreso por Mesa de Partes (fs. 39); y de otra, que en el mencionado
atestado la autoridad policial dejó constancia que la persona de Arturo Marcial
Pablo Muñoz “Chato” se encuentra en proceso de investigación (fs. 40).

5. Finalmente, con respecto a la vulneración de derechos a nivel judicial,


de autos se advierte que el Sexto Juzgado Penal de Lima abrió instrucción
contra el demandante por presunto delito Contra la Libertad Sexual en su
modalidad de proxenetismo (fs. 129/131), notificándole del mandato de
comparecencia impuesto (150), procediendo, mediante escrito de fecha 1 de
junio de 2004, a designar abogado defensor y señalar domicilio procesal (fs.
134). Es decir, a partir de ese momento el demandante tomó conocimiento del
proceso penal instaurado en su contra, pudiendo ejercitar su derecho de
defensa sin restricciones, así como ofrecer los medios probatorios que
considerara convenientes, lo cual no hizo hasta la fecha del dictamen de
acusación fiscal (156/157). Esto es, el 2 de setiembre de 2004 (fs. 136), para
luego ponerse a derecho el 26 de octubre de 2004, y rendir su declaración
instructiva en presencia de su abogado defensor (fs. 146/149). Posteriormente,
presentó alegatos en más de una oportunidad, con fecha 27 de octubre de
2004 (fs. 153), 7 de enero de 2005 (fs. 160/162) y 12 de enero de 2005 (fs.
164/166). De lo señalado precedentemente se colige que no se evidencia el
estado de indefensión alegado, puesto que el demandante tenía pleno
conocimiento del proceso penal instaurado en su contra.

7. Empero y no obstante ello recurre a la acción de garantía porque


presupone que la sentencia a expedirse será condenatoria, como también le
sería infructuoso el medio impugnatorio que le franquea la ley procesal que
regula la tramitación de procesos sumarios, vía procedimental por la que
discurre el proceso penal de su referencia.

8. De lo expuesto se extrae, de una parte, que no existe razonabilidad en


la afirmada amenaza ya que, por lo contrario, se trata de un proceso regular
que debe concluir precisamente con la decisión final del órgano jurisdiccional y,
de otra, que la supuesta afectación no es de inminente realización; en
consecuencia, resulta de aplicable al caso el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional acotado.

Por estos considerandos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le reconoce la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VIOLACION A LA LIBERTAD PERSONAL


EXP. Nº 9518-2005-PHC/TC
CUSCO
RENÉ MAMANI YANA
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 6 días del mes de enero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don René Mamani


Yana contra la resolución de la Segunda Sala Especializada en lo Penal de la
Corte Superior de Justicia de Cusco, de fojas 215, su fecha 28 de octubre de
2005, que declara infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

a) Demanda
Con fecha 5 de setiembre de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra el Juez del Juzgado Mixto de Paucartambo de la Corte
Superior de Justicia de Cusco, Carlos Quispe Callo, a fin de que cese la
violación de sus derechos fundamentales a la libertad personal y al debido
proceso.

La demanda se fundamenta en lo siguiente:

- Que el presunto agraviado ha solicitado el corte de la secuela del


proceso penal sobre la base del artículo 20 inciso 2) del Código Penal, el cual
señala que la capacidad de culpabilidad está ausente en los menores de 18
años. Si se ampara su pedido, la infracción que se le imputa sería conocida por
el Juez de Familia respectivo.

- Que al recurrente se le imputan hechos ocurridos en noviembre de


2003, cuando tenía 17 años, motivo por el cual su solicitud de corte del proceso
penal ha sido denegada arbitrariamente, toda vez que lo que cuenta es el
momento en que se realiza la supuesta conducta ilícita y no en el que se
produce el resultado típico.

b) Investigación sumaria de hábeas corpus


Con fecha 5 de setiembre de 2005, el Primer Juzgado Penal del Cusco
dispuso que se lleve a cabo la investigación sumaria del hábeas corpus (fojas
08); y, en consecuencia, que se reciba la declaración indagatoria del
demandante y se reciba el informe de descargo del Juez accionado en este
proceso constitucional.

- El 6 de setiembre de 2005 se recibe la declaración indagatoria del


accionante, René Mamani Yana (fojas 11), quien señala que cuando se produjo
la comisión del delito que se le imputa, era menor de edad, por lo que
considera injusta su detención. Más aún cuando no existen pruebas que lo
vinculen con la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas.

- El 12 de setiembre de 2005 el Juez del Juzgado Mixto de Paucartambo


de la Corte Superior de Justicia de Cusco, señor Carlos Quispe Callo, remite su
informe de descargo (fojas 160), en el cual afirma que el recurrente solicitó el
corte del proceso, el mismo que fue declarado improcedente mediante
resolución que quedó consentida; y, en una segunda oportunidad, fue
declarado inadmisible, dado que ya existía un pronunciamiento anterior al
respecto. En consecuencia, el recurrente habría dejado consentir la resolución
que dice afectarlo, por lo que la demanda debe ser declarada improcedente; no
existiendo vulneración de los derechos a la libertad personal y al debido
proceso.

c) Resolución de primer grado

Con fecha 14 de setiembre de 2005, el Primer Juzgado Penal del Cusco


(fojas 166) declara infundada la demanda de hábeas corpus, argumentando,
por un lado, que no se ha acreditado la existencia de hechos que configuren
lesión de los derechos fundamentales invocados y, de otro, que las
resoluciones emitidas por el Juez demandado han sido debidamente
notificadas al accionante y que éste no ha presentado medio impugnatorio
alguno, pese a tener expedito el ejercicio de su derecho de defensa.

d) Resolución de segundo grado

Con fecha 28 de octubre de 2005, la Segunda Sala Especializada en lo


Penal de la Corte Superior de Justicia de Cusco (fojas 215), confirma la
apelada declarando infundada la demanda de autos, por considerar, en primer
lugar, que el recurrente no ha acreditado su minoría de edad y, en segundo
lugar, que un juez no puede decidir sobre un aspecto como el presente si no
existe prueba que evidencie que, realmente, se está privando arbitrariamente
de su libertad a un menor de edad.
III. FUNDAMENTOS

1. En reiterada jurisprudencia (Exp Nº 8125-2005-PHC/TC, por ejemplo),


se ha dicho que el Tribunal Constitucional no es una instancia en la que pueda
dictarse un pronunciamiento tendente a determinar si existe, o no,
responsabilidad penal del inculpado, ni tampoco para calificar el tipo penal en
que éste hubiera incurrido, toda vez que tales cometidos son exclusivos de la
jurisdicción penal ordinaria. No obstante, debe puntualizarse que, si bien el juez
constitucional no puede invadir el ámbito de lo que es propio y exclusivo del
juez ordinario, tal supuesto tiene como única y obligada excepción cuando de
por medio está la tutela de los derechos fundamentales. Por ello, allí donde el
ejercicio de una atribución exclusiva vulnera o amenaza un derecho
fundamental reconocido por la Constitución, el Tribunal puede, legítimamente,
entrar a conocer y resolver la vulneración de tales derechos.

2. Esto no significa, en modo alguno, que el juez constitucional esté


expedito para revisar el íntegro de lo actuado por el juez ordinario, sino que ello
ocurrirá únicamente cuando los derechos fundamentales están siendo
vulnerados. Así, una cuestión de mera legalidad -que, en principio corresponde
ser resuelta por el juez ordinario- deja de ser tal para convertirse en una
cuestión de relevancia constitucional, si en ella existe la vulneración o amenaza
de violación de un derecho fundamental. Para proceder de dicha forma existen
dos referentes de los derechos de los justiciables: la tutela judicial efectiva
como marco objetivo y el debido proceso como expresión subjetiva y
específica, ambos previstos en el artículo 139 inciso 3) de la Constitución.
Mientras que la tutela judicial efectiva supone tanto el derecho de acceso a los
órganos de justicia como la eficacia de lo decidido en la sentencia, es decir,
una concepción garantista y tutelar que encierra todo lo concerniente ,al
derecho de acción frente al poder-deber de la jurisdicción; el derecho al debido
proceso, en cambio, significa la observancia de los derechos fundamentales
esenciales del procesado, principios y reglas esenciales exigibles dentro del
proceso como instrumento de tutela de los derechos fundamentales.

3. El debido proceso tiene, a su vez, dos expresiones: una formal y otra


sustantiva; por la primera, los principios y reglas que lo integran tienen que ver
con las formalidades estatuidas, tales como las que establecen el juez natural,
el procedimiento preestablecido, el derecho de defensa, la motivación; por la
segunda, se relaciona con los estándares de justicia, como son la razonabilidad
y proporcionalidad que toda decisión judicial debe suponer. El Tribunal
Constitucional ha reconocido estas dos manifestaciones del debido proceso en
sus sentencias recaídas en los Expedientes Nº 2192-2002-HC/TC, Nº 2169-
2002-HC/TC y Nº 3392-2004-HC/TC.
4. En el supuesto de que una resolución judicial desconozca o
desnaturalice algunos de los componentes de cualquiera de los derechos aquí
mencionados, estaremos, sin lugar a dudas, ante la circunstancia de un
proceder inconstitucional y en un contexto donde, al margen de la función
judicial ordinaria ejercida y de la exclusividad que se le reconoce, resulta
procedente el ejercicio del proceso constitucional como instrumento de defensa
y corrección de una resolución judicial contraria a la Constitución. Puntualizado
queda, en todo caso, que sólo si vulnera el contenido esencial de alguno de los
derechos antes mencionados, estaremos ante un proceso inconstitucional,
quedando totalmente descartado que, dentro de dicha noción, se encuentren
las anomalías o simples irregularidades procesales -violación del contenido no
esencial o adicional-, que no son, por sí mismas, contrarias a la Constitución,
sino al orden legal.

5. Mientras que el proceso que degenere en inconstitucional se habrá de


corregir mediante el ejercicio del proceso constitucional, la simple anomalía o
irregularidad lo será mediante los medios de impugnación previstos en cada
proceso. Ese es el límite con el cual ha de operar el juez constitucional y, a la
vez, la garantía de que no todo reclamo que se le hace por infracciones en un
proceso pueda considerarse un verdadero tema de relevancia constitucional.
Particularmente, si bien el proceso de hábeas corpus no tiene por objeto
proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el presente caso,
habida cuenta de que las vulneraciones aducidas no sólo implican la
observancia del derecho al debido proceso, sino que inciden en el ejercicio de
la libertad personal del demandante, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos considerados lesivos.

6. Dentro del marco de estas consideraciones precedentes, en el caso


concreto, este Tribunal aprecia, de autos, que el demandante viene siendo
procesado por la supuesta comisión del delito de tráfico ilícito de drogas.
Argumenta éste que carece de capacidad de culpabilidad, toda vez que, al
momento de la comisión del supuesto delito, tenía 17 años de edad, de
acuerdo con los artículos 9 y 20 del Código Penal. Sobre la base de este
argumento, obra a fojas 103, la solicitud de corte del proceso penal, su fecha
28 de junio de 2004, presentada por el accionante y reiterada mediante escrito
de fecha 11 de octubre de 2004 (a fojas 106); ambas solicitudes fueron
absueltas mediante el Dictamen Ampliatorio Nº 93-2004-MP-FPMP (a fojas
114), en el cual Fiscal Provincial afirma que se estaría ante la comisión de un
delito continuado, por lo que en el mes de enero de 2004, el demandante ya
tenía 18 años de edad, pronunciándose por la improcedencia del corte del
proceso penal.
7. Esta improcedencia fue confirmada, oportunamente, por el Juez
emplazado mediante resolución de fecha 27 de diciembre de 2004 (a fojas
118), en la cual llegó a la conclusión de que “(...) antes del quince de enero del
dos mil cuatro, fecha de la segunda elaboración de droga, el procesado René
Mamani Yana, ya tenía dieciocho años de edad, esto por haber cumplido años
el diez de enero del dos mil cuatro, conforme a su partida de nacimiento (...)”.
Con fecha 24 de agosto de 2005, el demandante reitera su solicitud de corte
del proceso penal (a fojas 147), la misma que fue declarada inadmisible
mediante resolución judicial de fecha 31 de agosto de 2005 (a fojas 150). De
otro lado, cabe decir que el demandante se encuentra detenido en virtud al
auto ampliatorio de proceso penal, de fecha 29 de febrero de 2004, el mismo
que se ha derivado de una resolución judicial debidamente motivada (a fojas
63).

8. Lo anterior permite afirmar a este Colegiado que, en el presente caso,


se ha respetado el derecho fundamental al debido proceso, en la medida que el
demandante ha interpuesto los recursos pertinentes que reconoce la
Constitución y las leyes, obteniendo una decisión del juez ordinario fundada en
Derecho; asimismo, y ya en cuanto al derecho a la libertad personal, se
observa que este derecho se encuentra legítimamente restringido en virtud a
una resolución judicial debidamente motivada; más aún cuando el accionante
ha sido condenado mediante sentencia de fecha 30 de enero de 2006 (fojas
27), como autor del delito de promoción y favorecimiento al tráfico de ilícito de
drogas, en su forma agravada en calidad de jefe de una organización dedicada
al tráfico ilícito de drogas, a 15 años de pena privativa de la libertad. Por tanto,
no se aprecia la vulneración de los derechos fundamentales que alega el
demandante en su demanda de hábeas corpus.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
VULNERACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 2290-2006-PHC/TC
LIMA
CARLOS ALBERTO MAYURI BENITES
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de abril de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Gonzales Ojeda,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Sergio Mera


Rodas, abogado de don Carlos Alberto Mayuri Benites, contra la resolución de
la Segunda Sala Penal para Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior
de Justicia de Lima, de fojas 116, su fecha 19 de diciembre de 2005, que
declara infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 18 de octubre de 2005, don Carlos Alberto Mayuri Benites


interpone demanda de hábeas corpus contra la jueza a cargo del Primer
Juzgado Penal Especial de Lima, doña Magalli Bastones Gómez-Velásquez,
aduciendo que se encuentra detenido desde el 29 de enero de 2004 en el
proceso que se le sigue por delito de peculado ante el referido órgano
jurisdicional, signado con el Nº 03-2004. Alega que se vulnera su derecho a la
libertad personal por cuanto se ha excedido el plazo máximo de detención
establecido en el artículo 137 del Código Procesal Penal.

Realizada la investigación sumaria, se tomó la declaración de la


emplazada, quien manifiesta que con fecha 14 de julio de 2005 se procedió a
declarar compleja la instrucción, habida cuenta la cantidad de medios
probatorios por actuar, por lo que el plazo de detención se duplicó de acuerdo a
lo establecido en el artículo 137 del Código procesal Penal.

El Quincuagésimo Primer Juzgado Penal de Lima, con fecha 27 de


octubre de 2005, declaró infundada la demanda, por considerar que la
resolución que declara complejo el proceso ha sido consentida por el
accionante.

La recurrida confirmó la apelada por considerar que no puede acudirse


al proceso constitucional para cuestionar una resolución emitida regularmente.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación del


beneficiario en razón de que el plazo límite de detención establecido por el
artículo 137 del Código Procesal Penal ha vencido, lo que a decir de la
demandante resulta vulneratorio de la libertad personal.

2. De acuerdo al artículo 137 del Código Procesal Penal, el plazo


máximo de detención para los proceso ordinarios es de 18 meses y “(...)
tratándose de procesos por delitos de tráfico ilícito de drogas, terrorismo,
espionaje y otros de naturaleza compleja seguidos contra más de diez
imputados, en agravio de igual número de personas, o del Estado, el plazo
límite de detención se duplicará”. Asimismo, de acuerdo al criterio adoptado por
este Tribunal, [Exp. Nº 0330-2002-HC/TC] la duplicidad del plazo es automática
(a diferencia de la prolongación que se dispone mediante auto debidamente
motivado). En tal sentido, el plazo máximo de la detención en los procesos
ordinarios seguidos por delitos contra el Estado es de 36 meses.

3. Según consta de lo actuado, con fecha 13 de febrero de 2004 se abrió


instrucción en la vía ordinaria contra el recurrente por delito de peculado y
asociación ilícita para delinquir en agravio del Estado. Por lo tanto, la
pretensión debe ser desestimada toda vez que a la fecha de la emisión de la
presente sentencia, no ha vencido el plazo máximo de 36 meses establecido
en el artículo 137 del Código Procesal Penal.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DEL DERECHO A LA IDENTIDAD

EXP. Nº 10335-2005-PHC/TC
LIMA
RUBÉN DARÍO MANSILLA SAN MIGUEL
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 2 días del mes de febrero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Rubén Darío


Mansilla San Miguel contra la sentencia de la Primera Sala Especializada Penal
para Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 86, su
fecha 25 de octubre de 2005, que declara infundada la demanda de hábeas
corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 22 de agosto de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Presidente del Instituto Nacional Penitenciario (INPE),
a fin de que cese la vulneración de su derecho fundamental a la identidad.

Los fundamentos de la demanda son los siguientes:

- El demandante sostiene que, al apersonarse a la Oficina de la RENIEC


para tramitar el duplicado de su Documento Nacional de Identidad (DNI), se le
informó que no podía acceder al mismo, por existir una orden del INPE a la
RENIEC en ese sentido.

- Al constituirse a las oficinas del INPE, se le informó que, efectivamente,


se ha impartido una Directiva comunicando a la RENIEC que suspenda la
expedición de dicho documento de identidad a todas aquellas personas que se
encuentran privadas de su libertad.
- El demandante indica que se encuentra libre desde el año 2001 y, sin
embargo, en virtud a la Directiva emanada del INPE, se le priva de contar con
un duplicado del DNI.

- Sostiene que ninguna autoridad judicial, menos aún una autoridad


administrativa, está facultada para privar del derecho a la identidad personal a
los ciudadanos.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Con fecha 22 de agosto de 2005, el juez del Decimoquinto Juzgado


Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima ordena que se lleve a cabo la
investigación sumaria de hábeas corpus, disponiendo que se reciba la
declaración indagatoria del demandante, así como del emplazado.

- Con fecha 24 de agosto de 2005, se recibe la declaración indagatoria


del demandante, don Rubén Darío Mansilla Miguel (fojas 13), en la cual ratifica
los términos de su demanda, agregando que al apersonarse al INPE se le
informó que la Directiva que le impedía acceder a un duplicado de su DNI no
existía.

- Con fecha 26 de agosto de 2005, se recibe la declaración indagatoria


del Presidente del Instituto Nacional Penitenciario, don Jerónimo Wilfredo
Pedraza Sierra (fojas 28), quien negó la afirmación del demandante, toda vez
que una autoridad administrativa como el INPE no puede ordenar a la RENIEC
la no expedición del DNI, lo cual constituiría una vulneración de la disposición
constitucional que reconoce el derecho fundamental a la identidad. Es más,
niega que la institución que preside haya dictado una Directiva como la que
afirma el accionante.

3. Resolución de primera instancia

Con fecha 20 de setiembre de 2005, el Decimoquinto Juzgado Penal de


Lima (fojas 60) declaró infundada la demanda de hábeas corpus de autos,
argumentando que el demandante no ha acreditado haber realizado el trámite
administrativo que corresponde para obtener el duplicado de su DNl; además,
porque, no existiendo la Directiva que le impide acceder al mismo, no se puede
concluir que el demandado vulnere su derecho fundamental a la identidad.

4. Resolución de segunda instancia

Con fecha 25 de octubre de 2005, la Primera Sala Especializada Penal


para Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima (fojas 86) confirmó la
recurrida y declaró infundada la demanda de hábeas corpus, por considerar
que no existen pruebas que acrediten la responsabilidad del demandado por
los actos que le impiden al demandante obtener un duplicado de su DNI.

III. FUNDAMENTOS

1. Este Tribunal considera que, si bien es cierto que el Código Procesal


Constitucional (artículo 9) establece que “(…) en los procesos constitucionales
no existe etapa probatoria (...)”, ello no significa, en modo alguno, que las
partes estén exentas de la obligación de adjuntar las pruebas que sustenten
sus afirmaciones. Por ello, este Tribunal ha sostenido (Exp. Nº 3484-2005-
HC/TC) que el artículo 9 “(...) implica una responsabilidad implícita que entraña
la carga de probar a las partes que acuden a la vía Constitucional, de adjuntar
medios probatorios idóneos que sean suficientes para crear en el juzgador un
criterio respecto del derecho alegado”

2. Se advierte de autos que el demandante no ha acreditado la


existencia de la Directiva que, según él, le impide tener acceso al duplicado de
su Documento Nacional de Identidad, lo que considera vulneratorio de su
derecho fundamental a la identidad, reconocido en nuestra Constitución a
través del artículo 2 inciso 1) y, a efectos de su tutela, mediante el proceso
constitucional de hábeas corpus, en el artículo 25 inciso 10) del Código
Procesal Constitucional.

3. Este Colegiado da cuenta que, a lo largo del desarrollo del presente


proceso constitucional (a fojas 35 y 49), el demandante ha solicitado que se
admita la sindicación cómo el autor de la violación de su derecho a la identidad
ya no al demandado originario; esto es, al Presidente del INPE, sino más bien
al Jefe de la RENIEC, lo que finalmente ha derivado en que el accionante
presente una demanda posterior de hábeas corpus contra este último por los
mismos hechos que fundamentan la presente demanda, lo cual se viene
tramitando ante la Segunda Sala Penal para Procesos con Reos libres de la
Corte Superior de Justicia de Lima, proceso constitucional signado con el
Expediente Nº 1100-2005, según obra en autos a fojas 85.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.
SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DEL DERECHO A LA TUTELA PROCESAL EFECTIVA

EXP. Nº 8780-2005-PHC/TC
PUNO
MARIANO EUTROPIO PORTUGAL CATACORA
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de enero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional integrada por los señores Magistrados Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, con el voto singular del
Magistrado Vergara Gotelli, con el voto dirimente y fundamentos de voto del
Magistrado Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Mariano Eutropio


Portugal Catacora contra la resolución de la Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Puno, de fojas 57, su fecha 05 de octubre de 2005, que declaró
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 07 de setiembre de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus (de fojas 33) contra los Vocales de la Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Puno, Bonifacio Meneses Gonzales, Oscar Ayesta
Ardiles y Pastor David Navinta Huamaní; y contra el Juez del Tercer Juzgado
Penal de la Corte Superior de Justicia de Puno, Santiago Molina Lazo, a fin de
que se declare nulo el proceso penal de Querella, que se le sigue, por vulnerar
su derecho fundamental a la tutela procesal efectiva y poner en riesgo su
libertad personal.

2. Resolución de primera instancia


Con fecha 08 de setiembre de 2005, el Juez del Segundo Juzgado
Especializado Penal de la Corte Superior de Justicia de Puno (de fojas 39),
declaró improcedente la demanda de hábeas corpus. Tal decisión se
fundamenta en que los hechos y el petitorio esgrimidos por el demandante no
están referidos en forma directa al contenido del derecho fundamental
invocado, por lo que no se ha incurrido en violación alguna del debido proceso.

3. Resolución de segunda instancia

Con fecha 05 de octubre de 2005, la Sala Penal de la Corte Superior de


Justicia de Puno (de fojas 57), revocando la apelada, declaró infundada la
demanda, toda vez que no se evidencia ni se ha acreditado la vulneración de
los derechos fundamentales que alega el demandante; más aún cuando se
aprecia que el proceso que se le sigue se viene realizando dentro de los
cauces regulares.

III. FUNDAMENTOS

1. El principio de legalidad penal está previsto en el Constitución, 2-24-d


de la Constitución, según el cual “nadie será procesado ni condenado por acto
u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley,
de manera expresa e inequívoca, como infracción punible, ni sancionado con
pena no prevista en la ley”. Al respecto, cabe señalar que en sentencia anterior
(Exp. Nº 0010-2002-AI/TC), este Colegiado sostuvo que el principio de
legalidad exige que por ley se establezcan los delitos y que las conductas
prohibidas estén claramente delimitadas previamente por la ley. Como tal,
garantiza la prohibición de la aplicación retroactiva de la ley penal (lex praevia),
la prohibición de la aplicación de otro derecho que no sea el escrito (lex
scripta), la prohibición de la analogía (lex stricta) y de cláusulas legales
indeterminadas (lex cerca).

2. Este Tribunal, de acuerdo con lo señalado en el Exp. Nº 2758-2004-


HC/TC, considera que el principio de legalidad penal se configura como un
principio constitucional, pero también como un derecho fundamental de las
personas. Como principio constitucional, informa y limita los márgenes de
actuación de los que dispone el Poder Legislativo al momento de determinar
cuáles son las conductas prohibidas, así como sus respectivas sanciones. En
tanto que, en su dimensión de derecho fundamental, garantiza a toda persona
sometida a un proceso o procedimiento sancionatorio que lo prohibido se
encuentre previsto en una norma previa, estricta y escrita, y también que la
sanción se encuentre contemplada previamente en una norma jurídica.
3. Resulta igualmente claro, además, que el derecho fundamental a la
legalidad penal no puede estar al margen del ámbito de los derechos
protegidos por la justicia constitucional frente a supuestos como la creación
judicial de delitos o faltas y sus correspondientes supuestos de agravación o,
incluso, la aplicación de determinados tipos penales a supuestos no
contemplados en ellos. En tal sentido, el derecho a la legalidad penal vincula
también a los jueces penales, y su eventual violación posibilita, obviamente, su
reparación mediante los procesos constitucionales de tutela de los derechos
fundamentales.

4. Si bien el principio de legalidad penal, que tutela el derecho a no ser


sancionado por supuestos no previstos en una norma jurídica, en tanto derecho
fundamental es pasible de tutela a través del proceso constitucional de hábeas
corpus, el análisis que debe practicar la justicia constitucional no es
equiparable a la que realiza un juez penal. En efecto, “no puede acudirse al
hábeas corpus ni en él discutirse o ventilarse asuntos resueltos, como [lo] es la
determinación de la responsabilidad criminal, que son de incumbencia
exclusiva de la justicia penal. El hábeas corpus es un proceso constitucional
destinado a la protección de los derechos reconocidos en la Constitución, y no
a revisar si el modo como se han resuelto las controversias de orden penal es
el más adecuado conforme a la legislación ordinaria. En cambio, no puede
decirse que el hábeas corpus sea improcedente para ventilar infracciones a los
derechos constitucionales procesales derivadas de una sentencia expedida en
un proceso penal, cuando ella se haya dictado con desprecio o inobservancia
de las garantías judiciales mínimas que deben guardarse en toda actuación
judicial, pues una interpretación semejante terminaría, por un lado, por vaciar
de contenido el derecho a la protección jurisdiccional de los derechos y
libertades fundamentales y, por otro, por promover que la cláusula del derecho
a la tutela jurisdiccional (efectiva) y el debido proceso no tengan valor
normativo” (Exp. Nº 1230-2002-HC/TC).

5. Es cierto que, como regla general, la tipificación penal y la subsunción


de las conductas ilícitas no son ni deberían ser objeto de revisión en estos
procesos. Ello porque ni la justicia constitucional puede considerarse en forma
análoga a la justicia penal, ni aquella resulta una tarea que entre en el ámbito
de competencia de los jueces constitucionales. Como nuevamente lo ha
expresado el Tribunal Constitucional español, mediante estos procesos se ha
“encomendado proteger los derechos fundamentales (...), conociendo de toda
calificación jurídica realizada por los tribunales ordinarios que viole o
desconozca (...) derechos, pero carece de aquel carácter en relación con
procesos comunes que resuelvan derechos intersubjetivos ajenos a los
derechos fundamentales y que se pronuncien sobre cuestiones de mera
legalidad, al ser competencia exclusiva de los jueces y tribunales su
interpretación y decisión, fijación de los hechos y subsunción, así como la
precisión de las consecuencias jurídicas (...), aunque se apoyen en errores,
equivocaciones o incorrecciones jurídicas o, en definitiva, en la injusticia de las
resoluciones, porque ello le convertiría [al juez constitucional] en órgano de
control de la mera legalidad, ejerciendo funciones que no le atribuye la
Constitución” (STC 104/1985).

6. De ahí que, sólo excepcionalmente, quepa efectuar un control


constitucional sobre una resolución judicial por afectación del principio de
legalidad penal y, en concreto, en aquellos casos en los que, al aplicar un tipo
penal o imponer una sanción, el juez penal se aparte del tenor literal del
precepto o cuando la aplicación de un determinado precepto obedezca a
pautas interpretativas manifiestamente extravagantes o irrazonables,
incompatibles con el ordenamiento constitucional y su sistema material de
valores. En consecuencia, si en la justicia ordinaria se determina la culpabilidad
o inocencia del imputado, determinando en el caso si se da el supuesto de
hecho previsto en la norma y sobre la base de consideraciones de orden penal,
de acuerdo con la alternativa que ofrezca la dogmática penal que se estime la
más adecuada, la justicia constitucional, en cambio, se encarga de determinar
si la resolución judicial cuestionada afecta o no los derechos fundamentales
(Exp. Nº 2758-2004-HC/TC).

7. En tal sentido, “es menester precisar que si bien la calificación del tipo
penal es atribución del juez penal, la tutela jurisdiccional efectiva se concreta a
través de las garantías que, dentro de un íter procesal diseñado en la ley, están
previstas en la Constitución Política. O, dicho de otro modo, el órgano
jurisdiccional, cuando imparte justicia, está obligado a observar los principios,
derechos y garantías que la Norma Suprema establece como límites del
ejercicio de la función asignada” (Exp. Nº 3390-2005-HC/TC). En otras
palabras, cuando el órgano jurisdiccional imparte justicia está obligado a
observar los principios, derechos y garantías que la Constitución prevé como
límites al ejercicio de la función jurisdiccional.

8. En el caso concreto, se aprecia que el demandante fue denunciado


por el delito de difamación (fojas 4) previsto en el artículo 132 del Código
Penal, mientras que el Juez Penal abrió instrucción por los delitos de injuria y
difamación, según consta en el auto admisorio de querella (fojas 13), de fecha
13 de octubre de 2003. Es decir, en el presente caso, el juez penal instauró
instrucción por el delito de injuria -no denunciado- y por el de difamación en
general, omitiendo pronunciarse incluso, en relación con este último tipo penal,
en cuál de las modalidades delictivas presumiblemente habría incurrido el
imputado. A juicio de este Colegiado, el hecho que el juez penal, por un lado,
haya abierto instrucción por un delito no denunciado y, por otro, que no haya
tipificado de modo preciso la conducta del imputado, comporta una vulneración
del principio de legalidad así como del derecho a la defensa. Así también se ha
precisado en sentencia anterior (Exp. Nº 3390-2005-HC) al afirmar que “el juez
penal cuando instaura instrucción por el delito por falsificación de documentos
en general, omitiendo pronunciarse en cuál de las modalidades delictivas
presumiblemente habría incurrido la imputada, y al no precisar si la presunta
falsificación de documentos que se imputa a la favorecida está referida a
instrumentos públicos o privados, lesiona su derecho a la defensa, toda vez
que al no estar informada con certeza de los cargos imputados, se le restringe
la posibilidad de declarar y defenderse sobre hechos concretos, o sobre una
modalidad delictiva determinada y, con ello, la posibilidad de aportar pruebas
concretas que acrediten la inocencia que aduce”.

9. Ahora bien, de autos se advierte, por otro lado, que con fecha 31 de
marzo de 2005, el demandante dedujo nulidad de los actuados, lo que dio lugar
a que el Juez Penal dicte la Resolución Nº 29, de fecha 19 de mayo de 2005.
En su considerando Séptimo se señala: “Que, así también se le ha aperturado
instrucción por la comisión del delito contra el honor en sus modalidades de
Difamación e Injuria, pero, de la misma denuncia se desprende que se ha
interpuesto denuncia en la modalidad de Difamación perpetrado por medio de
imprenta y otros medios de publicidad previstos en el artículo 314 del Código
de Procedimientos Penales, (…) lo cual de ninguna manera sería una causal
de nulidad toda vez que toda la sustanciación que se le ha dado al proceso ha
sido conforme lo dispone el artículo 314 del acotado Código, y a fin de evitar
nulidades posteriores que sólo perjudiquen a las partes es procedente la
corrección de dicha resolución (sic), y no existe causal de nulidad insalvable,
por lo que se determina que la nulidad deducida deviene en improcedente (...)”.
Asimismo, en la parte resolutiva; decide: “PRIMERO: DECLARAR
IMPROCEDENTE el remedio de nulidad (...); SEGUNDO: CORREGIR el auto
admisorio de querella (...) en la parte resolutiva, donde debe entenderse que se
resuelve ABRIR INSTRUCCIÓN (…) por la comisión del delito Contra el Honor,
en su modalidad de DIFAMACIÓN PERPETRADO POR MEDIO DE IMPRENTA
Y OTROS MEDIOS DE PUBLICIDAD (...)”.

10. Para este Tribunal, lo reproducido en el fundamento precedente no


hace más que evidenciar que el proceso de querella seguido contra el
demandante se ha tornado en irregular desde el momento que se dictó el auto
admisorio de querella, motivo por el cual se ha restringido, injustificadamente,
la posibilidad de que el imputado pueda ejercer adecuadamente su derecho
fundamental a la defensa sobre los hechos y sobre la modalidad delictiva que
se le imputa y, con ello, la posibilidad de aportar pruebas concretas que
acrediten la inocencia que aduce. En la medida que esta omisión ha generado
un estado de indefensión que puede incidir en la responsabilidad penal del
imputado y, por ende, en su derecho a la libertad personal, el proceso penal ha
devenido en irregular por haberse transgredido el derecho fundamental al
debido proceso; ello, a su vez, ha determinado la afectación del derecho a la
tutela procesal efectiva, ambos garantizados por la Constitución (artículo 139
inciso 3) y por el Código Procesal Constitucional (artículo 4).

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

1. Declarar NULO todo lo actuado en el proceso de querella Nº 2003-


014, desde el auto admisorio de querella, de fecha 13 de octubre de 2003.

2. Disponer que el juez emplazado dicte un nuevo, auto admisorio de


querella, precisando el tipo penal en el que se subsume la conducta del
demandante, así como la modalidad delictiva por la cual se le ha de procesar.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
LANDA ARROYO

ATENTA CONTRA LA LIBERTAD INDIVIDUAL Y LIBRE TRANSITO

EXP. 7512-2005-PHC
LIMA
EDWIN ALFREDO ISASI ELIAS Y OTROS
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de Octubre del 2005, la Segunda Sala
del Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Bardelli
Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente
sentencia.

ASUNTO
Recurso de Agravio Constitucional interpuesto por don Carlos Vladimiro
Paredes Flores, Edwin Alfredo Isasi Elías, Nancy Virginia Castro Ventocilla de
Isasi y Marcelino Bendita Calla contra la sentencia de la Sexta Sala Penal para
procesos con reos libres de la Corte Superior de Justicia de Lima de fojas 16,
su fecha 17 de agosto de 2005, que declaró improcedente la demanda de
hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 4 de julio de 2005 don Carlos Vladimiro Paredes Flores


interpone demanda de hábeas corpus a favor de Edwin Alfredo Isasi Elías,
Nancy Virginia Castro Ventocilla de Isasi y Marcelino Bendita Calla y la dirige
contra el Sub-Oficial PNP V. Osorio R. de la Comisaría Policia Nacional del
Perú ubicada en Pamplona Alta, Distrito de San Juan de Miraflores, y contra
Michael Salinas Baglietto, Juan Antonio Salinas Villarubia Maria Consuelo
Baglietto Elías y contra todos los que resulten responsables, por atentado
contra su libertad individual y su libre transito y amenaza de detención
arbitraria, con el objeto de que cesen los actos vulneratorios de sus derechos
constitucionales.

Sostiene que cuando los favorecidos transitaban por las inmediaciones


del Mercado Cooperativo Ciudad de Dios ubicado en la Avenida Pachacútec
del Distrito de San Juan de Miraflores, fueron intervenidos por los emplazados
que se encontraban en compañía del efectivo policial demandado, quien intentó
detenerlos sin que se existiera la comisión de delito flagrante, ni el mandato
judicial que así lo ordene, irregularidad que evidencia la amenaza de violación
de los derechos constitucionales demandados.

El Vigésimo Primer Juzgado Penal de Lima, con fecha 7 de julio de


2005, rechazó liminarmente la demanda de hábeas corpus, argumentando que
del estudios de autos no se acredita la amenaza de violación de derecho
constitucional alguno, toda vez, que se trata de una supuesta amenaza no
consumada.

El Procurador Público a cargo de los Asuntos Judiciales del Ministerio


del Interior, con fecha 13 de octubre de 2005 se apersonó a la instancia,
señalando domicilio procesal.

La recurrida, confirmó la apelada por fundamentos similares.

FUNDAMENTOS

1. El presente proceso constitucional tiene por objeto que cesen los


actos violatoria que presumiblemente amenazan la libertad individual y la
libertad ambulatoria de los favorecidos. Se aduce que los emplazados
intentaron detenerlos arbitrariamente

2. Del estudio de autos se advierte que la demanda fue rechazada


liminarmente en las instancias judiciales precedentes, por considerar que la
amenaza alegada por el recurrente no es cierta, ni de inminente realización.

3. Conforme a lo enunciado por este Tribunal en reiterada jurisprudencia,


(STC Nº 1230-2002-HC, Caso Tineo Cabrera), “[…] la libertad personal es no
es solo un derecho fundamental reconocido, sino un valor superior del
ordenamiento jurídico, pero su ejercicio no es absoluto e ilimitado; pues se
encuentra regulado y puede ser restringido mediante ley”.

La Constitución ha consagrado el proceso de hábeas corpus como una


garantía constitucional que procede contra el hecho u omisión, de parte de
cualquier autoridad, funcionario o persona, que amenaza o vulnera la libertad
individual o los derechos constitucionales conexos a ella.

4. Dada la naturaleza del bien jurídico que protege, el proceso de


hábeas corpus no requiere de firma de letrado, tasa o alguna otra formalidad,
pudiendo la demanda presentarse por escrito o verbalmente, en forma directa o
por correo, a través de medios electrónicos de comunicación o cualquier otro
idóneo. En suma para su tramitación sólo se exigen requisitos mínimos
imprescindibles.

5. Empero, resulta importante resaltar que el derecho de índole procesal


o adjetivo es el mecanismo conducente a materializar el efectivo cumplimiento
de un derecho sustantivo previamente reconocido a un titular. Siendo así, que a
tenor del artículo 9 del Código Procesal Constitucional, es requisito mínimo e
imprescindible para los procesos constitucionales que las diversas pruebas
ofrecidas por las partes, no requieran de actuación, pues estos procesos
carecen de etapa probatoria.

Esto, a su vez, conlleva una carga implícita para las partes que
participan en el proceso constitucional, esto es que adjunten un mínimo de
medios probatorios suficientes para crear en el juzgador un criterio respecto de
los hechos controvertidos.

6. En tal sentido de autos se advierte, que el recurrente no cumple con


este requisito, al no adjuntar ningún medio probatorio que sustente y acredite
su dicho; aquellos medios que generen en el juez constitucional el
convencimiento que la amenaza que atenta contra los derechos
constitucionales de los favorecidos es real y que su realización es cierta e
inminente, conforme lo exige el artículo 2 del Código Procesal acotado
7. En este orden de ideas, aun cuando en el caso de autos no se ha
cumplido con la totalidad de diligencias previstas por la ley, se concluye de lo
expuesto que la demanda es manifiestamente inconsistente. Por consiguiente,
no resulta de aplicación el mencionado artículo de la Ley Nº 28237.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

EXCESO DE DETENCION

EXP. Nº 2526-2006-PHC/TC
LIMA
JHONY OCTAVIO MAYTA RIVAS
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de abril de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Gonzales Ojeda,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Jhony Octavio


Mayta Rivas contra la resolución de la Cuan Sala Penal para Procesos con
Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 109, su fecha
19 de enero de 2006, que declara infundada la demanda de hábeas corpus de
autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 15 de diciembre de 2005, doña Cecilia Elizabeth Goto Vela


interpone demanda de hábeas corpus a favor de don Jhony Octavio Mayta
Rivas alegando que se vulnera el derecho a la libertad personal del beneficiario
de la demanda, por cuanto se ha excedido el plazo máximo de detención
establecido en el artículo 137 del Código Procesal Penal en el proceso que se
le sigue por delito de tráfico de drogas ante la Primera Sala Penal para
Procesos con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima (Exp. Nº
188-2005). Afirma que se encuentra recluido desde el 31 de mayo de 2004.

Realizada la investigación sumaria, se tomó la declaración del


favorecido, quien afirma encontrarse 19 meses detenido sin que se haya
emitido sentencia de primer grado. Por su parte, los Vocales emplazados
declararon de manera uniforme que el favorecido se encuentra detenido desde
el 31 de mayo de 2005, no habiéndose excedido el plazo máximo de detención
establecido en el artículo 137 del Código procesal Penal.

El Cuadragésimo Noveno Juzgado Penal de Lima, con fecha 22 de


diciembre de 2005, declaró infundada la demanda por considerar que aún no
se ha vencido el plazo máximo de detención de 36 meses establecido en el
artículo 137 del Código Procesal Penal para los procesos por delito de tráfico
de drogas.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. La demanda tiene por objeto que se disponga la excarcelación del


beneficiario. Se alega que el plazo límite de detención establecido por el
artículo 137 del Código Procesal Penal ha vencido, lo que, a decir de la
demandante, resulta vulneratorio de la libertad personal.

2. De acuerdo al artículo 137 del Código Procesal Penal, el plazo


máximo de detención para los proceso ordinarios es de 18 meses y “(...)
tratándose de procedimientos por delitos de tráfico ilícito de drogas, (...) el
plazo límite de detención se duplicará”. Asimismo, de acuerdo al criterio
adoptado por este Tribunal [Exp. Nº 0330-2002-HC/TC] la duplicidad del plazo
es automática, (a diferencia de la prolongación que se dispone mediante auto
debidamente motivado). En tal sentido, el plazo máximo de la detención en los
procesos por delito de tráfico de drogas es de 36 meses.

3. Según consta a fojas 35 de autos, con fecha 31 de mayo de 2004 se


abrió instrucción contra el beneficiario del presente hábeas corpus,
disponiéndose su detención. Por lo tanto, la pretensión debe ser desestimada,
toda vez que a la fecha de la emisión de la presente sentencia no ha vencido el
plazo máximo de 36 meses establecido en el artículo 137 del Código Procesal
Penal.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

S.S

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

AMENAZA A LA INVIOLABILIDAD DE DOMICILIO

EXP. Nº 2723-2006-PHC/TC
CALLAO
GUILLERMO ALEJANDRO TICONA ARELLANO
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de abril de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto. por don Guillermo


Alejandro Ticona Arellano contra la resolución de la Tercera Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia del Callao, de fojas 103, su fecha 30 de diciembre de
2005, que declara improcedente la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 9 de diciembre de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus a favor de la menor DBTA, doña Adelia Antón Sosa, Yimmi H.
Balcayán Antón y Cristhian Champa Antón, contra don Marciano Aliaga
Rodríguez y cien sujetos de dudosa reputación (sic), alegando la vulneración
de sus derechos al debido proceso y a la inviolabilidad del domicilio. Manifiesta
que doña Adelia Antón Sosa, con fecha 4 de abril de 2004, suscribió con el
demandado un contrato de arrendamiento del inmueble ubicado en la Av. Óscar
R. Benavides (ex Av. Colonial) Nº 3386, Dpto. “E”, cuarto piso, Distrito de
Bellavista, Provincia Constitucional del Callao; que, con fecha 15 de noviembre
de 2004, el demandado inició proceso de desalojo contra doña Adelia Antón
Sosa, el cual se encuentra en trámite, pese a lo que, con fecha 6 de diciembre
de 2005, los amenazó con desalojarlos a viva fuerza, para lo cual ha contratado
a sujetos de dudosa reputación y que, en cautela del debido proceso y de la
inviolabilidad del domicilio, debe declararse fundado el hábeas corpus y
ordenarse que el demandado se abstenga de despojarlos del inmueble.

Realizadas las diligencias del caso, se anexan las copias pertinentes del
proceso de desalojo y se recibe la declaración del demandado, quien
manifiesta que sigue con doña Adelia Antón Sosa un proceso de desalojo
debido a que ésta le adeuda nueve meses de arrendamiento y se niega a
abandonar el inmueble de su propiedad, agregando que en ningún momento
profirió amenaza alguna contra la integridad de los favorecidos.

El Tercer Juzgado Penal del Callao, con fecha 12 de diciembre de 2005,


declaró improcedente la demanda, argumentando que la cautela del debido
proceso invocada no guarda relación con el derecho a la libertad individual, y
que respecto al derecho a la inviolabilidad del domicilio, no se advierte ningún
elemento manifiesto y objetivo que lo amenace.

La recurrida confirmó la apelada, con similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El objeto de la demanda es que el demandado se abstenga de


desalojar a los favorecidos del domicilio que ocupan, alegándose que, de
producirse, constituiría una violación del derecho constitucional a la
inviolabilidad del domicilio.

2. El artículo 24 del Código Procesal Constitucional prescribe que el


proceso constitucional de hábeas corpus procede cuando se amenazan o
violan los derechos constitucionales por acción u omisión de actos de
cumplimiento obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o
persona, y que, cuando se invoque la amenaza de violación, esta debe ser
cierta y de inminente realización. Asimismo, el artículo 25, en su último párrafo,
señala que también procede el hábeas corpus en defensa de los derechos
constitucionales conexos con la libertad individual, especialmente cuando se
trata del debido proceso y la inviolabilidad del domicilio.

3. Respecto a la vulneración del debido proceso, se advierte de autos


que ésta acaecería en un proceso de desalojo entablado contra doña Adelia
Antón Sosa, favorecida con la acción, que está aún en trámite. Dicho proceso
es, no obstante, absolutamente regular y no se configura ninguna relación
causal entre éste y la supuesta vulneración del debido proceso que se
denuncia. En efecto, de fojas 6 a 58 corren copias de los actuados en dicho
proceso, y de ellos se aprecia que su prosecución es normal, con pleno respeto
a los derechos procesales de la favorecida con la acción.

4. De otro lado, en cuanto a la amenaza a la inviolabilidad del domicilio,


en autos no se evidencia, ni siquiera indiciariamente, la existencia de una
amenaza cierta e inminente a este derecho fundamental, siendo sí notorio que
se sustenta, sin otro tipo de refrendo, en el dicho del accionante. Siendo así, no
resulta de aplicación al caso el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DEL DERECHO AL TRABAJO , A LA LIBERTAD DE


TRANSITO, A LA TRANQUILIDAD

EXP. Nº 3873-2005-PHC/TC
CALLAO
FÉLIX ESCALANTE MARTÍNEZ
(Publicado: 28-10-06)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 2 días del mes de marzo de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Félix Escalante


Martínez contra la resolución de la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia del Callao, de fojas 91, su fecha 3 de mayo de 2005, que declara
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 16 de febrero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus a su favor y a favor de don César Augusto Inca Soler, doña
Carmen Ítala Donayre Huamaní y el personal que labora en la Empresa de
Transporte Urano Tours S.A.; en contra de don Claudio Toledo Paytán, don
José Luis Toledo Barrientos, don Erasmo Toledo Barrientos y contra un grupo
de sujetos cuyos nombres desconoce.

La demanda se fundamenta en lo siguiente:

- El recurrente es gerente de la Empresa de Transporte Urano Tours S.A.


y viene siendo víctima de amenazas contra su integridad física, conjuntamente
con los demás trabajadores de la referida empresa, entre los que se cuentan
conductores, cobradores y marcadores de rutas.

- Con ayuda de algunos malos elementos de la Policía, los demandados


consiguen interceptar sus unidades vehiculares y les arrebatan su tarjeta de
circulación, SOAT, licencia de conducir y carnet de seguridad vial, lo que
también vulnera sus derechos al trabajo, a la libertad de tránsito y a la
tranquilidad.

- Asimismo, el día 16 de febrero de 2005, el recurrente fue amenazado


verbalmente de muerte por los demandados.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Con fecha 16 de febrero de 2005, el Segundo Juzgado Penal del Callao


(a fojas 05) dispuso que se lleve a cabo la investigación sumaria del hábeas
corpus y, en consecuencia, se reciba las declaraciones indagatorias de los
demandados Claudio Toledo Paytán, José Luis Toledo Barrientos y Erasmo
Toledo Barrientos.

- El día 23 de febrero de 2005, se recibe la declaración indagatoria de


Claudio Toledo Paytán (fojas 14), quien niega los hechos que le atribuye el
demandante y señala que su único vínculo con el presunto agraviado surge
como consecuencia de su condición de accionista en la empresa Urano Tours,
de la cual es administrador judicial. Añade que ambos tienen, en la actualidad,
dos procesos en trámite ante el Poder Judicial, uno de los cuales es de
carácter civil (demanda de nulidad de junta general de accionistas y nulidad de
asiento registral) y el otro es de naturaleza penal (por fraude de persona
jurídica contra la persona del declarante). Finalmente, sostiene que el
recurrente ha formulado demanda de hábeas corpus con el único fin de
perjudicarlo.

- El día 23 de febrero se recibe la declaración indagatoria de José Luis


Toledo Barrientos (fojas 48) quien, coincidiendo con la declaración de Erasmo
Adrián Toledo Barrientos, de fecha 24 de febrero de 2005 (fojas 55), señala que
conoce al demandante y a César Augusto Inca Soler desde hace ocho años,
cuando trabajaba en la empresa Urano Tours; pero que no mantiene ningún
vínculo de amistad o enemistad con ellos. Asimismo, ambos califican como
falsos los hechos que se les atribuye en la demanda; y, finalmente, agregan
que han sido demandados en venganza, por ser sobrinos de Claudio Toledo
Paytán.

3. Resolución de primera Instancia

Con fecha 28 de febrero de 2005, el Segundo Juzgado Penal del Callao


(fojas 60) declara infundada la demanda de hábeas corpus, argumentando que
los accionados han sido denunciados por los mismos hechos ante la Corte
Superior de Justicia del Cono Norte y Lima; que se aprecia la existencia de
otros procesos judiciales en torno a la empresa Urano Tours S.A., lo cual
denotaría animosidad contra los accionados; y que no se ha acreditado en
autos el alegado atentado contra los derechos fundamentales dé los presuntos
agraviados.

4. Resolución de segunda instancia

Con fecha 3 de mayo de 2005, la Tercera Sala Penal de la Corte


Superior de Justicia de Callao (fojas 91) confirma la apelada y declara
infundada la demanda, por considerar que no se ha podido establecer que los
demandados hayan amenazado o violado derechos fundamentales de los
presuntos agraviados.
III. FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional (artículo 9) ha establecido que “(...)


en los procesos constitucionales no existe etapa probatoria (...)”. Sin embargo,
ello no significa, en modo alguno, que las partes en los procesos
constitucionales estén exentas de la carga de adjuntar las pruebas que
sustenten sus afirmaciones. Por ello, este Tribunal ha sostenido (Exp. Nº 3484-
2005-HC/TC) que el artículo 9, “(...) implica una responsabilidad implícita que
entraña la carga de probar a las partes que acuden a la vía constitucional de
adjuntar medios probatorios idóneos que sean suficientes para crear en el
juzgador un criterio respecto del derecho alegado”.

2. La actuación de los medios probatorios en los procesos


constitucionales no es de la misma naturaleza que en la de los procesos
judiciales ordinarios, lo que no quiere decir que en los primeros dicha actuación
sea inexistente. No obstante, los procesos constitucionales conllevan una
responsabilidad implícita para las partes que acuden a la vía constitucional de
adjuntar medios probatorios idóneos que sean suficientes para crear en el
juzgador un criterio respecto de la vulneración del derecho que se alega. La
naturaleza excepcional, urgente y sumarísima de los procesos constitucionales
determina, pues, que no se pueda actuar una diversidad de medios
probatorios, ello por el contexto en el cual el juez constitucional tiene que
pronunciarse -en forma inmediata- sobre la violación del derecho que se
invoca.

3. De otro lado, el Código Procesal Constitucional prevé en el artículo 2 y


en el último párrafo del artículo 25 que “(...) los procesos constitucionales de
hábeas corpus, amparo y hábeas data proceden cuando se amenace o viole
los derechos constitucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento
obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona. Cuando se
invoque la amenaza de violación, ésta debe ser cierta y de inminente
realización. (...)”. En este supuesto y de conformidad con el artículo 200, inciso
1 de la Constitución, el Código Procesal Constitucional establece la
procedencia de los procesos constitucionales, particularmente, el del hábeas
corpus, no sólo cuando existe una violación actual a los derechos
fundamentales tutelados, sino también cuando exista una amenaza cierta e
inminente.

4. Se debe tener en consideración que la amenaza de violación de un


derecho fundamental, para ser tutelada mediante un proceso constitucional
como el de hábeas corpus, debe ser, de acuerdo con el Código Procesal
Constitucional, “cierta y de inminente realización”. Esto implica que para
determinar si existe certeza en la amenaza del acto vulnerador del derecho
fundamental a la libertad personal, se requiere la existencia de un conocimiento
seguro y claro de la amenaza a la libertad, lo cual excluye considerar
conjeturas o presunciones. En tanto que para que se configure la inminencia,
es preciso que se trate de un atentado al derecho a libertad personal que esté
por suceder prontamente o esté en proceso de ejecución, no reputándose
como tal a los simples actos preparatorios, tal como lo ha establecido este
Tribunal anteriormente (Exp. Nº 0008-2005-HC/TC).

5. En el caso concreto de autos el demandante afirma genéricamente


que los demandados vienen atentando contra sus derechos fundamentales,
además de amenazarlo constantemente. A juicio de este Tribunal en razón de
una valoración integral de la prueba de autos, no se advierte la vulneración de
los derechos fundamentales del demandante ni tampoco que la amenaza, de la
que afirma ser víctima, sea cierta e inminente. Por el contrario, se infiere de los
actuados que existen procesos judiciales en torno a la administración judicial
de la Empresa de Transportes Urano Tours S.A., que no corresponden ser
dilucidados por este Colegiado, ni menos aún en un proceso constitucional
como el hábeas corpus.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

EXCESO DE DETENCION

EXP. Nº 4448-2005-PHC/TC
LIMA
ISABEL ROSARIO MEZA QUINTANA
(Publicado: 28-10-06)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Canta, a los 25 días del mes de julio de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Isabel Rosario


Meza Quintana contra la resolución de la Primera Sala Penal para Procesos
con Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 144, su
fecha 26 de abril de 2005, que declara improcedente la demanda de hábeas
corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 8 de setiembre de 2004, doña Isabel Rosario Meza Quintana


interpone demanda de hábeas corpus contra los Vocales de la Sala Nacional
de Terrorismo, por la violación de sus derechos fundamentales a la libertad y
seguridad personales y al debido proceso; solicita por tanto se disponga su
inmediata excarcelación.

La demanda se fundamenta en lo siguiente:

- La demandante fue detenida el 14 de agosto de 1993 y luego


procesada y sentenciada a 20 años de pena privativa de la libertad, por la
comisión del delito de terrorismo en agravio del Estado. No obstante, el año
2003, su proceso fue anulado, iniciándose un nuevo proceso judicial, en el cual
se dictó mandato de detención en su contra.

- Siendo así, el plazo de detención judicial preventiva ha sido superado


largamente, pues alega estar recluida más de 11 años y 17 días sin que exista
sentencia firme en su contra. Por este motivo, considera su detención como
irrazonable y arbitraria.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Con fecha 9 de setiembre de 2004, el Octavo Juzgado Penal de Lima


(fojas 6) dispuso que se lleve a cabo la investigación sumaria de hábeas corpus
y, en consecuencia, se reciba la declaración indagatoria tanto de la
demandante como del Presidente de la Sala Nacional de Terrorismo. Asimismo,
el 17 de febrero de 2005, el Juzgado (fojas 110) dispuso que se reciba la
declaración indagatoria de los locales Clotilde Cavero Nalvarte, Hilda Piedra
Rojas y José de Vinatea Vara Cadillo.

- El 10 de setiembre de 2004 se recibe la declaración indagatoria de


Isabel Rosario Meza Quintana (fojas 20), quien afirma haber sido
indebidamente juzgada y que no existe sentencia en su contra; y que, pese a
ello, lleva más de 11 años detenida. Agrega que, por ello, se están vulnerando
sus derechos a la libertad e integridad física, moral y psíquica, pues ha sido
víctima de violación y de torturas durante su detención.

- El 10 de setiembre de 2004, se recibe la declaración indagatoria del


Presidente de la Sala Nacional de Terrorismo, Pablo Talavera Elguera (fojas
40), quien, al igual que los Vocales Hilda Piedra Rojas (fojas 115), Clotilde
Cavero Nalvarte (fojas 117) y José de Vinatea Vara Cadillo (fojas 120), de fecha
21 de febrero de 2005, señala que no se ha vulnerado los derechos de la
demandante. Asimismo, coincidieron en declarar que el plazo de detención de
la presunta agraviada debe ser computado desde el momento de la nueva
apertura de instrucción, motivo por el cual dicho plazo no ha sido excedido.

3. Resolución de primer grado

Con fecha 16 de setiembre de 2004, el Octavo Juzgado Penal de Lima


(fojas 61) declara improcedente la demanda, argumentando que no se ha
vulnerado el derecho al debido proceso, toda vez que el plazo máximo de
detención no ha vencido. La Primera Sala Penal para Procesos con Reos en
Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, mediante resolución de fecha
30 de diciembre de 2004 (fojas 103), declara la nulidad de la resolución de
primera instancia aduciendo que no se ha individualizado a los presuntos
responsables ni se han recibido sus declaraciones indagatorias. El 22 de
febrero de 2005, el Octavo Juzgado Penal de la Corte Superior de Justicia de
Lima (fojas 122) declara improcedente la demanda, por considerar que, de
conformidad con el numeral 4 del Decreto Legislativo Nº 922, el plazo límite de
detención se inicia a partir del auto de apertura de instrucción del nuevo
proceso (9 de mayo de 2003, en el caso de autos), motivo por el cual no se ha
afectado el derecho a la libertad personal de la recurrente.

4. Resolución de segundo grado

Con fecha 26 de abril de 2005, la Primera Sala Penal para Procesos con
Reos en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima (fojas 144), confirma la
apelada y declara improcedente la demanda de autos por considerar que no se
ha vulnerado el derecho a la libertad personal de la demandante. Argumenta
que, a la fecha en que se declaró nula la sentencia emitida contra la
demandante, se encontraba vigente el artículo 137 del Código Procesal Penal,
modificado por la Ley Nº 27553, que disponía que cuando se declare la nulidad
de procesos seguidos en fueros diferentes, el plazo se computará desde la
fecha en que se dicte el nuevo auto de detención.

III. FUNDAMENTOS

Precisión del petitorio de la demanda

1. La cuestión central que debe dilucidarse en el presente caso es si la


detención judicial de la accionante ha devenido en arbitraria por haber vencido
los plazos establecidos en la ley y por ende si existe vulneración del derecho
fundamental a la libertad personal.

Análisis del caso concreto

2. Tal como ya se precisó en la delimitación del petitorio, la recurrente


solicita que se ordene su inmediata excarcelación por considerar que ha
vencido en exceso el plazo máximo de prisión preventiva, previsto en el artículo
137 del Código Procesal Penal, sin haberse dictado sentencia en primera
instancia. En tal sentido, el derecho que se alega como vulnerado es el de no
ser detenido provisionalmente más tiempo del establecido legalmente.

3. Al respecto, una de las formas como procede la libertad personal es el


vencimiento del plazo legal de detención establecido en el artículo 137 del
Código Procesal Penal, norma procesal que armoniza con el derecho a que la
prisión preventiva no exceda de un plazo razonable, el cual, si bien no se
encuentra expresamente contemplado en la Constitución, representa una
manifestación implícita del derecho a la libertad personal reconocido en el
artículo 2, inciso 24 de la Constitución.

4. Como ha expresado este Colegiado (Exp. Nº 4641-2004-HC/TC, FJ 3)


“(...) existen diversos tratados sobre derechos humanos ratificados por el
Estado peruano que sí reconocen expresamente este derecho (cf. PIDCP: Art.
9.3; CADH: Art. 7.5). Abona a esta posición la Cuarta Disposición Final y
Transitoria de la Constitución Política del Perú, que exige que las normas
relativas a los derechos y las libertades que la Constitución reconoce se
interpreten de conformidad con los tratados sobre derechos humanos
ratificados por el Perú. En consecuencia, el derecho a que la detención
preventiva no exceda de un plazo razonable forma parte del núcleo mínimo de
derechos reconocido por el sistema internacional de protección de los derechos
humanos y, por tanto, no puede ser desconocido”.
5. La reclamación de libertad de la demandante, prima facie, encaja en
este marco protector, considerando que alega hallarse detenida desde el año
1993, es decir, cumpliendo más de 11 años de detención. Sin embargo, existen
en autos elementos de convicción que llevan a este Tribunal a concluir que la
demanda planteada no puede ser estimada.

6. En primer lugar, a fojas 42 obra la resolución dictada por la Sala


Nacional de Terrorismo, de fecha 21 de marzo de 2003, que declaró nulo el
proceso penal seguido por la justicia militar contra la demandante por la
comisión del delito de traición a la patria. En segundo lugar, la nulidad del
proceso penal seguido contra la actora en el fuero militar se fundamentó en el
Decreto Legislativo Nº 922, que en concordancia con lo dispuesto en la
Sentencia Nº 010-2002-Al/TC del Tribunal Constitucional, regula la nulidad de
los procesos por el delito de traición a la patria.

7. En tercer lugar, el artículo 4 del mencionado Decreto Legislativo prevé


que el plazo límite de detención, que establece el artículo 137 del Código
Procesal Penal, se inicia a partir del auto de apertura de instrucción del nuevo
proceso; en el caso de la accionante, resulta de fojas 53 que desde el 09 de
mayo de 2003, fecha en que el Cuarto Juzgado Penal de Terrorismo abrió
instrucción contra la demandante, con mandato de detención en la vía
ordinaria, por la presunta comisión del delito de terrorismo, ha transcurrido solo
26 meses.

8. En consecuencia, en el caso concreto de autos no existe exceso de


detención, por cuanto para casos de delito de terrorismo en agravio del Estado,
como el que es materia de procesamiento, el plazo de detención a que se
refiere el artículo 137 del Código Procesal Penal, que es de 18 meses, se
duplica automáticamente a 36 meses, tal como lo ha sostenido este Tribunal en
su sentencia interpretativa recaída en el Expediente Nº 330-2002-HC/TC, plazo
que desde la fecha de detención de la accionante hasta ahora aún no ha
vencido. Por tal motivo, no se advierte la vulneración del derecho fundamental
a la libertad personal ni al debido proceso que alega la demandante.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

VULNERACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD DE TRANSITO

EXP. Nº 6322-2005-PHC/TC
CALLAO
CÉSAR AUGUSTO INCA SOLLER
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 9 días del mes de diciembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don César Augusto


Inca Soller contra la resolución de la Tercera Sala Penal de la Corte Superior
de Justicia del Callao, de fojas 140, su fecha 18 de julio de 2005, que declara
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 6 de junio de 2005, don César Augusto Inca Soller interpone
demanda de hábeas corpus en nombre propio y a favor de Magda Haro
Ramos, María Quispe Colque, Castor Cherca Silvera y el personal de
despachadores y de seguridad que oportunamente indique la Empresa de
Transporte Urbano Indoamérica S.A. (en adelante ETUISA); contra los señores
Roberth Parra Guillermo, Eddy Traverzo Rojas, Manuel Parra Lira, Martín José
García Peralta, Héctor Rolando Malpartida, Luis Alvites Zavala, Miguel Alvites
Zavala, Carlos Hugo Cruz Tiburcio y Pedro Ángel Orahulio Bendezú, de la
empresa Sociedad de Transportistas Independientes S.A. (en adelante
SOTISA) por no permitirles el ingreso a los ambientes alquilados a favor de
ETUISA, afectando así su derecho fundamental a la libertad de tránsito.
La demanda se funda en lo siguiente:

- El día 6 de mayo de 2005 los demandados impidieron arbitrariamente


el ingreso de los demandantes a las instalaciones del inmueble ubicado en la
Av. Bertello s/n, Programa Habitacional Las Garzas-Callao, limitando su
derecho fundamental de libre tránsito y de locomoción; derecho que se ampara
en el contrato de alquiler celebrado entre las empresas SOTISA y ETUISA.

- Con carta notarial firmada por la apoderada de ETUISA, Magda Haro


Ramos, recibida por SOTISA el día 1 de junio de 2005, se comunicó a los
demandados que los recurrentes están facultados para ingresar y salir de las
instalaciones del inmueble alquilado por ETUISA. Para tal efecto, la apoderada
anexó a la referida carta notarial el poder otorgado por el administrador judicial
de esta empresa.

- Asimismo, los demandados retienen indebidamente el Documento


Nacional de Identidad de Castor Cherca Silvera y María Elena Quispe Colque,
tal como consta en la certificación otorgada por la Comisaría “J. INGUNZA-
VIPOL”.

2. Investigación sumaria del hábeas corpus

Con fecha 6 de junio de 2005, el Primer Juzgado Penal del Callao (fojas
16) dispuso que se lleve a cabo la investigación sumaria del hábeas corpus y,
en consecuencia, se realice una inspección judicial en el lugar de los hechos y,
se reciba la declaración indagatoria de las partes en este proceso
constitucional.

- El 7 de junio de 2005 el Juez del Primer Juzgado Penal del Callao y el


especialista legal (fojas 21), llevaron a cabo la inspección ocular en las
instalaciones del inmueble que guarda relación con el proceso. En esta
diligencia se pudo observar que salen e ingresan micros de la línea de la
empresa SOTISA y de la empresa ETUISA, siendo los últimos concesionarios
de la empresa SOTISA según declaración del señor Parra Guillermo, quien se
presentó como presidente del directorio de la empresa SOTISA.

- El 8 de junio de 2005 se recibe la declaración indagatoria de Robert


Leopoldo Parra Guillermo (fojas 31), quien preside el directorio de la empresa
SOTISA. El declarante señaló no conocer a César Augusto Inca Soller y negó
las acusaciones que se formulan en su contra. Respecto del contrato de
alquiler celebrado con la empresa ETUISA dijo que éste fue celebrado con el
administrador judicial de esta empresa, y no con los presuntos agraviados en
este proceso constitucional.
- Con fecha 8 de junio de 2005, se recibe un escrito de Lucio Juan
Fernández Condori (fojas 33), quien solicita intervenir en el proceso de hábeas
corpus en calidad de litisconsorte necesario por ser el apoderado general de la
empresa ETUISA. En su intervención, alega que por orden del Juez del
Vigésimo Quinto Juzgado Civil de Lima, ETUISA ya no cuenta con
administrador judicial y que los demandantes pretenden sorprender a las
autoridades alegando la existencia de un poder caduco. Señala, además, que
el demandante, señor Inca Soller, ha sido excluido de esta empresa por malos
manejos.

3. Resolución de primera instancia

Con fecha 10 de junio de 2005, el Primer Juzgado Penal de Callao (fojas


92) declara infundada la demanda de hábeas corpus, argumentando que no se
ha presentado prueba suficiente que acredite la vulneración; y que los
presuntos agraviados no se han presentado a brindar su declaración pese a
haber sido oportunamente notificados.

4. Resolución de segunda instancia

Con fecha 18 de julio de 2005, la Tercera Sala Penal de la Corte


Superior de Justicia de Callao (fojas 140) confirma la apelada y declara
infundada la demanda de autos, por considerar que no se advierte la
intervención de los presuntos agraviados en el contrato que obra a fojas 13 y
que, en todo caso, el hecho de que el arrendador le niegue el ingreso al
inmueble al arrendatario, implica la existencia de un incumplimiento contractual
y no la vulneración de un derecho fundamental tutelable a través del hábeas
corpus.

III. FUNDAMENTOS

Hábeas corpus restringido: objeto y alcances

1. En anterior pronunciamiento (Exp. Nº 2663-2003-HC/TC), este


Tribunal ha establecido que el hábeas corpus restringido “(...) se emplea
cuando la libertad física o de locomoción es objeto de molestias, obstáculos,
perturbaciones o incomodidades que, en los hechos, configuran una seria
restricción para su cabal ejercicio. Es decir, que, en tales casos, pese a no
privarse de la libertad al sujeto, ‘se la limita en menor grado’. Entre otros
supuestos, cabe mencionar la prohibición de acceso o circulación a
determinados lugares; los seguimientos perturbatorios carentes de fundamento
legal y/o provenientes de órdenes dictadas por autoridades incompetentes; las
reiteradas e injustificadas citaciones policiales; las continuas retenciones por
control migratorio o la vigilancia domiciliaria arbitraria o injustificada, etc.”.
Siendo que el objeto del hábeas corpus restringido consiste en atender no los
supuestos en los cuales el derecho a la libertad personal es afectado
totalmente, sino aquellos en los cuales existe una restricción menor en la
libertad física de la persona, se convierte en el instrumento idóneo para tutelar
el derecho fundamental a la libertad de tránsito.

El derecho fundamental a la libertad de tránsito

2. La Constitución en su artículo 2, inciso 11 (también el artículo 25,


inciso 6 del Código Procesal Constitucional) reconoce el derecho de todas las
personas “(...) a transitar por el territorio nacional y a salir de él y entrar en él,
salvo limitaciones por razones de sanidad o por mandato judicial o por
aplicación de la ley de extranjería”. Esta disposición constitucional procura
salvaguardar el hecho de que todo nacional o extranjero con residencia
establecida pueda circular libremente o sin restricciones por el ámbito de
nuestro territorio patrio, habida cuenta de que, en tanto sujetos con capacidad
de autodeterminación, tienen la libre opción de disponer cómo o por dónde
deciden desplazarse, sea que dicho desplazamiento suponga facultad de
ingreso al territorio de nuestro Estado, circulación o tránsito dentro del mismo,
sea que simplemente suponga salida o egreso del país.

3. Sin embargo, el derecho a la libertad de tránsito también se manifiesta


en la facultad de toda persona para desplazarse, sin impedimentos, en las vías
públicas. No obstante, como ha establecido este Colegiado (Exp. Nº 4453-
2004-HC/TC), si bien la libertad de tránsito suele manifestarse en
desplazamiento de la persona a través de autopistas, avenidas, calles,
veredas, plazas, o vías con similares características, ello no significa que
dentro de espacios semiabiertos e, incluso, ámbitos de carácter particular, no
puedan darse manifestaciones vinculadas al ejercicio de este derecho.

Límites del derecho a la libertad de tránsito

4. Por otro lado, por mandato expreso de la propia Constitución, el


derecho a la libertad de tránsito se encuentra sometido a una serie de
restricciones en su ejercicio (Exp. Nº 2876-2005-PHC/TC). Dichas restricciones
pueden ser de dos clases: explícitas o implícitas. Las restricciones explícitas se
encuentran reconocidas de modo expreso y pueden estar referidas tanto a
supuestos de tipo ordinario, como los enunciados por el inciso 11 del artículo 2
de la Constitución (mandato judicial, aplicación de la ley de extranjería o
razones de sanidad), como a supuestos de tipo extraordinario (los previstos en
los incisos 1 y 2 del artículo 137 de la Constitución, referidos a los estados de
emergencia y de sitio, respectivamente).
5. El primer supuesto explícito se expresa en que ninguna persona
puede ser restringida en su libertad individual, salvo que exista un mandato
formal emitido por autoridad judicial. En dicho contexto, y aunque toda persona
tiene la opción de decidir el lugar al cual quiere desplazarse y el modo para
llevarlo a efecto, queda claro que cuando ella es sometida a un proceso, sus
derechos, en buena medida, pueden verse afectados a instancias de la
autoridad judicial que lo dirige. Aunque tal restricción suele rodearse de un
cierto margen de discrecionalidad, tampoco puede o debe ser tomada como un
exceso, ya que su procedencia, por lo general, se sustenta en la ponderación
efectuada por el juzgador de que, con el libre tránsito de tal persona, no puede
verse perjudicada o entorpecida la investigación o proceso de la que tal
juzgador tiene conocimiento. En tales circunstancias no es, pues, que el
derecho se restrinja por un capricho del juzgador, sino por la necesidad de que
el servicio de justicia y los derechos que ella está obligada a garantizar, no
sufran menoscabo alguno y, por consiguiente, puedan materializarse sin
desmedro de los diversos objetivos constitucionales.

6. El segundo supuesto, mucho más explicable porque el derecho de


locomoción sólo le corresponde a los nacionales o extranjeros con residencia
establecida, supone que quien, sin pertenecer a nuestro Estado, pretende
ingresar, transitar o salir libremente de su territorio, se expone a ser expulsado
bajo las consideraciones jurídicas que impone la Ley de Extranjería. La
justificación de dicho proceder se sustenta en que si bien los derechos
fundamentales son reconocidos universalmente, cuando se trata de aquellos
cuyo ámbito de ejecución trastoca principios esenciales, como la soberanía del
Estado o la protección de sus nacionales, el ordenamiento jurídico, sobre la
base de una equilibrada ponderación, puede hacer distingos entre quienes
forman parte del mismo (del Estado) y quienes carecen de tal vínculo. En tales
circunstancias, no es que se niegue la posibilidad de poder gozar de un
derecho a quienes no nacieron en nuestro territorio o no poseen nuestra
nacionalidad, sino que resulta posible o plenamente legítimo imponer ciertas
reglas de obligatorio cumplimiento para hacer viable el goce de dichos
atributos. Supuesto similar ocurre en el ámbito de los derechos políticos, donde
el Estado se reserva el reconocimiento y la obligación de tutela de derechos
fundamentalmente para el caso específico o preferente de los nacionales, sin
que con ello se vea perturbada o desconocida la regla de igualdad.

7. El tercer supuesto explícito tiene que ver con otra situación


perfectamente justificada. Como resulta evidente, por razones de sanidad
también puede restringirse el derecho de tránsito, esencialmente porque, en tal
caso, de lo que se trata es de garantizar que el ejercicio de dicho atributo no
ponga en peligro derechos de terceros o, incluso, derechos distintos de los
derechos de la persona que intenta el desplazamiento. Tal contingencia, de
suyo, podría ocurrir en el caso de una epidemia o grave enfermedad que
pudiera detectarse en determinada zona o sector del territorio del país. En tales
circunstancias, la restricción del derecho de tránsito se vuelve casi un
imperativo que el ordenamiento, como es evidente, está obligado a reconocer
y, por supuesto, a convalidar.

8. Un cuarto supuesto explícito, aunque este último de naturaleza


extraordinaria, se relaciona con las situaciones excepcionales que la misma
norma constitucional contempla bajo la forma de estados de emergencia o de
sitio y que suelen encontrarse asociados a causas de extrema necesidad o
grave alteración en la vida del Estado, circunstancias en las que es posible
limitar en cierta medida el ejercicio de determinados atributos personales, uno
de los cuales es el derecho de tránsito o de locomoción. En dicho contexto, lo
que resulta limitable o restringible no es el ejercicio de la totalidad del derecho
o los derechos de todos los ciudadanos, sino de aquellos aspectos
estrictamente indispensables para la consecución de los objetivos de
restablecimiento a los que propende el régimen excepcional, para cuyo efecto
ha de estarse a lo determinado por referentes tan importantes como la
razonabilidad y la proporcionalidad.

9. Las restricciones implícitas, a diferencia de las explícitas, resultan


mucho más complejas en cuanto a su delimitación, aunque no son, por ello,
inexistentes o carentes de base constitucional. Se trata, en tales supuestos, de
vincular el derecho reconocido (en este caso, la libertad de tránsito) con otros
derechos o bienes constitucionalmente relevantes, a fin de poder determinar,
dentro de una técnica de ponderación, cuál de todos ellos es el que, en
determinadas circunstancias, debe prevalecer.

Análisis del caso concreto

10. Del mismo modo como se ha procedido en anterior oportunidad


(Exp. Nº 3482-2005-HC/TC), conviene precisar que en el hábeas corpus
restringido, si bien no está de por medio una medida de detención, no quiere
ello decir que la discusión o controversia a dilucidar resulte un asunto de mera
constatación empírica. Por el contrario, en estos casos, como en otros
similares, es tan importante verificar la restricción a la libertad que se alega
como lo señalado por las partes que participan en el proceso, además de
merituar las diversas instrumentales que puedan haber sido aportadas. Al
margen de la sumariedad del proceso, es necesario evaluar con algún detalle
lo que se reclama y el elemento probatorio con el que se cuenta. Ello con el
objeto de tutelar la vigencia efectiva de los derechos fundamentales (artículo II
del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional)

11. Para este Colegiado, a excepción de los ámbitos del dominio


privado, todo aquel espacio que desde el Estado haya sido estructurado como
referente para el libre desplazamiento de personas puede ser considerado una
vía de tránsito público. Dentro de tales espacios (avenidas, calles, veredas,
puentes, plazas, etc.), no existe, en principio, restricción o limitación a la
locomoción de los individuos, esto es, no existe la necesidad de pedir
autorización alguna ni ante el Estado ni ante particular alguno, pues se
presume que la vía pública pertenece a todos y no a determinada persona o
grupo de personas en particular. En ese sentido, las vías de tránsito público,
sirven no sólo para permitir el desplazamiento peatonal, sino para facilitar otros
ámbitos de autodeterminación de la persona o el ejercicio de otros derechos
fundamentales (trabajo, salud, alimentación, descanso, etc.); y como tales, se
constituyen en un elemento instrumental sumamente importante del cual
depende la satisfacción plena o la realización de una multiplicidad de objetivos
personales. Sin embargo, siendo las vías de tránsito público libres en su
alcance y utilidad, puede ser, en determinadas circunstancias, objeto de
regulaciones y aun de restricciones. Cuando estas provienen directamente del
Estado, se presumen acordes con las facultades que el propio ordenamiento
jurídico reconoce en determinados ámbitos (como ocurre, por ejemplo, con las
funciones de control de tránsito efectuadas por los gobiernos municipales);
pero cuando provienen de particulares, existe la necesidad de determinar si
existe alguna justificación sustentada en la presencia, o no, de determinados
bienes jurídicos.

12. En el caso concreto, el demandante afirma que los emplazados no


permiten su ingreso, ni de las otras personas en cuyo favor ha interpuesto
también la demanda de hábeas corpus, a los ambientes alquilados en beneficio
de la Empresa de Transportes Urbano Indoamérica S.A., ETUISA. Al respecto,
este Tribunal estima conveniente puntualizar dos cuestiones. En primer lugar,
que no se puede descartar la posibilidad de que se vulnere, dentro de un
espacio privado, el derecho fundamental a la libertad de tránsito, en aquellos
supuestos, por ejemplo, en que, no obstante que un espacio sea de dominio
privado, una persona que es miembro de una asociación o cualquier persona
que tiene una propiedad dentro de ella, se ve impedido de ingresar o salir de él,
arbitrariamente, por decisión de una persona o de un grupo de ellas. En
segundo lugar que el derecho a la libertad de tránsito no comprende
únicamente el desplazamiento por medios propios, sino que también incluye el
desplazamiento a través de vehículos u otros medios de transporte. No
obstante esto, se aprecia que el objeto de la controversia, en el presente caso,
está directamente relacionado con dicrepancias que se derivan de un contrato
de concesión de playa de estacionamiento, que obra a fojas 13. Lo cual se
manifiesta también en el escrito de fojas 33, en el cual don Lucio Juan
Fernández Condori, apoderado de la empresa ETUISA, desautoriza a la
persona que presentó la presente demanda de hábeas corpus, en virtud de lo
decidido en el proceso civil signado con el expediente Nº 37700-97. De todo se
concluye que no se advierte la vulneración del derecho fundamental a la
libertad de tránsito invocado. Por el contrario, se infiere de los actuados que los
hechos controvertidos no corresponden ser dilucidados por este Colegiado, y
menos aún en un proceso constitucional como el del hábeas corpus.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

VULNERACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 5310-2005-PHC
EL SANTA
ALEX BILL AGUILAR ROBLES
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de agosto de 2005, la Segunda Sala del
Tribunal Constitucional, con asistencia de los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Hernán Macario


Robles Cano, a favor de don Alex Bill Aguilar Robles, contra la resolución de la
Segunda Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Santa, de fojas 165,
su fecha 5 de julio de 2005, que declara infundada la demanda de hábeas
corpus de autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 18 de junio de 2004, el recurrente, don Hernán Macario


Robles Cano, interpone demanda de hábeas corpus a favor de Alex Hill Aguilar
Robles y la dirige contra los vocales integrantes de la Primera Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia del Santa, magistrados Zavaleta Velarde, Rodríguez
Huayaney y Ramos Carvajal. Sostiene que los emplazados han vulnerado las
garantías del debido proceso en el extremo de motivación resolutoria, la
presunción de inocencia y el derecho a la libertad personal que la Norma
Fundamental reconoce al favorecido. Aduce que el Juzgado Mixto del Santa
abrió instrucción contra el beneficiario por presunto delito de lesiones graves,
imponiéndole mandato de comparecencia restringida, que al ser impugnado por
el representante del Ministerio Público fue revocado y, reformándolo, le
impusieron mandato de detención, disponiendo su ubicación, captura e
internamiento en el Establecimiento Penal de Cambio Puente de Chimbote.
Agrega que al no existir razonabilidad y proporcionalidad en la medida
decretada contra el favorecido y habiendo transcurrido parte de la instrucción,
solicitó la variación de la medida, siendo desestimada su pretensión en primera
instancia y recurrida ante el superior; empero, una vez más la incorrecta
interpretación y aplicación del artículo 135 del Código Procesal Penal terminó
por lesionar los derechos del favorecido, cuando los vocales emplazados,
confirmando la recurrida, desestimaron su solicitud de variación de mandato,
irregularidad que, sumada a la falta de motivación que caracteriza a la
resolución cuestionada, evidencia la violación constitucional invocada, por lo
que, reponiendo las cosas al estado anterior a la vulneración, solicita se deje
sin efecto la variación de la medida decreta por los emplazados.

Realizada la investigación sumaria, los magistrados emplazados


sostienen, de manera uniforme, que no existe vulneración de derecho
constitucional alguno; alegan que se revocó la comparecencia dictada debido al
evidente peligro procesal advertido en autos, ya que el favorecido fue
capturado en Casma, cuando fugaba con dirección al sur al evadir la acción de
la justicia.

El Séptimo Juzgado Penal de Chimbote, con fecha 22 de abril de 2004,


declara infundada la demanda por considerar que la resolución cuestionada no
vulnera los derecho fundamental alguno, dado que se encuentra encuadrada
dentro de lo previsto por el artículo 135 del Código Procesal Penal.

La recurrida confirma la apelada con fundamentos similares.

FUNDAMENTOS
1. El demandante aduce que los Vocales emplazados, al revocar el
mandato de comparecencia restringida dictado contra el beneficiario,
vulneraron sus derechos constitucionales al debido proceso y a la libertad
personal. Arguye que la resolución cuestionada carece de motivación.

2. Resulta importante precisar que, si bien el proceso de hábeas corpus


no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho al debido proceso, en el
presente caso, habida cuenta de que se han establecido judicialmente
restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora tras la imposición de la
medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal Constitucional tiene
competencia, ratione materiae, para evaluar la legitimidad constitucional de los
actos judiciales considerados lesivos.

§. Materias sujetas a análisis por el Tribunal Constitucional

3. En reiterada jurisprudencia este Tribunal ha sostenido que la


detención provisional tiene como última finalidad asegurar el éxito del proceso.
No se trata de una medida punitiva, por lo que, mediante ella, no se adelanta
opinión respecto a la culpabilidad del imputado en el ilícito que es materia de
acusación, por cuanto ello implicaría quebrantar el principio constitucional de
presunción de inocencia. Se trata de una medida cautelar, cuyo objetivo es
resguardar la eficiencia plena de la labor jurisdiccional.

4. Este Tribunal considera que el objeto de la demanda no es tanto


cuestionar las razones que sirvieron inicialmente para ordenar la detención
judicial preventiva del beneficiario, sino, fundamentalmente, las que se dieron
para mantenerla vigente, lo cual es sustancialmente distinto. En consecuencia,
es menester analizar la validez del mantenimiento de la detención judicial
preventiva que motiva la presente acción; es decir, si, durante el proceso, los
nuevos actos de investigación ponen en tela de juicio la suficiencia de las
pruebas que sustentaron el dictado de la medida cautelar, teniendo en cuenta
que el favorecido tendría la condición de prófugo de la justicia.

5. Al respecto, en autos no existen elementos de juicio por los que se


concluya que la resolución que le impone al beneficiario la medida cautelar de
detención preventiva sea arbitraria e inconstitucional; antes bien, el juicio de
razonabilidad que sustentó el auto que desestima su solicitud de variación de
mandato se adecuó a las condiciones legales establecidas en el segundo
párrafo del artículo 135 del Código Procesal Penal, indicándose que los nuevos
actos de investigación realizados en el proceso no habían aportado elementos
probatorios de relevancia procesal que indujeran a la variación de la medida
coercitiva de detención. Debe añadirse que, según la cuestionada resolución (f.
173), “[...] las pruebas intraproceso no han desvanecido la acreditación de la
participación del sujeto solicitante, por lo que sigue incólume e inalterable [...]”
(sic).

A mayor abundamiento, al variarse el mandato de comparecencia


restringida por detención, se dispone la ubicación y captura (fs. 174), al
encontrarse el favorecido en calidad de no habido; se cursaron los oficios a la
División de Requisitorias de la Policía Nacional (fs. 160) y es en este contexto
que se solicita la variación del mandato de detención (fs. 122/123).

6. De lo expuesto precedentemente se desprende que cuando se


confirmó la desestimación de la solicitud de variación del mandato de
detención, interpuesto por el favorecido, no sólo se encontraban presentes las
circunstancias que sustentaron la imposición de la medida, sino que la
cuestionada resolución se encontraba debidamente motivada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD

EXP. Nº 5904-2005-PHC
CALLAO
DAVID ORLANDO BRAVO FLORES
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 24 días del mes de febrero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don David Orlando


Bravo Flores contra la sentencia de la Segunda Sala Penal Superior para Reos
en Cárcel de la Corte Superior de Justicia del Callao, de fojas 139, su fecha 28
de junio de 2005, que declara infundada la demanda de hábeas corpus de
autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 7 de junio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los Vocales de la Corte Superior de Justicia del Callao,
señores Evangelina Huamaní Llamas, Julio Milla Aguilar y Dilo Washington
Huamán Quintanilla, a fin de que se deje sin efecto la Resolución Nº 58-2005,
de fecha 25 de mayo de 2005, que declaró improcedente el beneficio
penitenciario solicitado por el recurrente.

La demanda se fundamenta en lo siguiente:

- Que pese a haber cumplido los requisitos establecidos en el Código de


Ejecución Penal para acceder al beneficio penitenciario de semilibertad, la
solicitud del recurrente fue declarada improcedente de manera irregular.

- Que al momento de desestimar la concesión del beneficio penitenciario


de semilibertad solicitado por el recurrente, se ha tomado en consideración que
éste contaba con antecedentes penales. Sin embargo, se trataría de delitos por
los que ya cumplió su condena; en ese sentido, los Vocales demandados
estarían reviviendo procesos fenecidos, comportamiento proscrito por nuestro
ordenamiento jurídico.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Con fecha 7 de junio de 2005, el Octavo Juzgado Especializado en lo


Penal de la Corte Superior de Justicia del Callao (fojas 15) ordenó que se lleve
a cabo la investigación sumaria de hábeas corpus y dispuso que se reciba la
declaración indagatoria de los Vocales demandados.
- El 8 de junio de 2005 se recibe la declaración indagatoria de los
Vocales demandados, señores Evangelina Huamaní Llamas (a fojas 76), Julio
Milla Aguilar (a fojas 79) y Dilo Washington Huamán Quintanilla (a fojas 82),
quienes coincidieron en afirmar que emitieron la resolución de fecha 25 de
mayo de 2005 cumpliendo los principios de observancia del debido proceso y la
tutela jurisdiccional. Asimismo, señalan que al enumerar los delitos cometidos
por el recurrente no han revivido proceso fenecido alguno, limitándose
únicamente a señalar que el demandante tenía una conducta reincidente en la
comisión de delitos. Finalmente, afirman que los beneficios penitenciarios no
proceden de manera automática, sino que su concesión está condicionada a
una evaluación previa por parte del Juez.

3. Resolución de primera instancia

Con fecha 8 de junio de 2005, el Octavo Juzgado Especializado en lo


Penal del Callao (a fojas 85), declara infundada la demanda de hábeas corpus,
argumentando que no se aprecia la existencia de un procedimiento irregular en
el cual se haya violado el derecho a la prohibición de revivir procesos
fenecidos. Añade que la resolución cuestionada se ha extendido con arreglo a
la competencia funcional que la ley reconoce a los magistrados demandados.

4. Resolución de segunda instancia

Con fecha 28 de junio de 2005, la Segunda Sala Penal de la Corte


Superior de Justicia de Callao (a fojas 139), confirma la sentencia de primera
instancia, por considerar que de los autos no se advierte la existencia o
tramitación de un procedimiento irregular. En cuanto al aspecto relacionado con
la mención que efectuaron los Vocales demandados en torno a los
antecedentes penales del recurrente, estima que no se evidencia que esta
consideración haya sido determinante para denegarle el beneficio penitenciario
que solicitó; y que la resolución hace expresa referencia a aspectos
relacionados con informes técnicos, la gravedad del delito y la repercusión
policial del ilícito.

III. FUNDAMENTOS

1. En sentencia anterior (Exp. Nº 0010-2002-Al/TC), este Colegiado


señaló que “(...) en el Estado democrático de derecho, el régimen penitenciario
tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la
sociedad, lo cual, conforme a nuestra Constitución Política, (artículo 139, inciso
22), constituye uno de los principios del régimen penitenciario, que, a su vez,
es congruente con el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, que establece que “el régimen penitenciario consistirá en un
tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de
los penados”.

2. Dicha disposición constitucional, no por su condición de principio,


carece de eficacia, ya que comporta un mandato expreso de actuación dirigido
a todos los poderes públicos comprometidos con la ejecución de la pena y,
singularmente, al legislador, ya sea en el momento de regular las condiciones
de ejecución de las penas, ya sea en el de establecer el quantum de ellas.

3. Entre estas condiciones de ejecución, se encuentra, desde luego, la


posibilidad de que el legislador autorice la concesión de determinados
beneficios penitenciarios, pues ello es compatible con los conceptos de
reeducación y rehabilitación del penado. Por ello, el Tribunal Constitucional
considera que estos principios suponen, intrínsecamente, la posibilidad de que
el legislador pueda autorizar que los penados, antes de la culminación de las
penas que les fueron impuestas, puedan recobrar su libertad si los propósitos
de la pena hubieran sido atendidos. La justificación de la pena privativa de
libertad es, en definitiva, la protección de la sociedad contra el delito.

4. Ello sólo puede tener sentido si se aprovecha el período de privación


de libertad para lograr, en lo posible, que el delincuente, una vez liberado, no
solamente quiera respetar la ley y proveer a sus necesidades, sino también que
sea capaz de hacerlo. En efecto, si mediante los beneficios penitenciarios,
como la libertad condicional o la semilibertad, se autoriza legalmente que la
pena impuesta por un juez pueda eventualmente suspenderse antes de su total
ejecución, tal autorización está condicionada a que los fines de la pena se
hayan cumplido.

5. Así, se ha dicho que los beneficios penitenciarios tienen su razón de


ser en los principios constitucionales de los fines de la pena, es decir, en la
reeducación y en la reinserción social: la prevención especial y el tratamiento, y
en los factores positivos como la evolución de la personalidad del recluso para
individualizar la condena impuesta, haciendo así una aplicación del principio de
sentencia indeterminada y ofreciendo al penado estímulos gratificantes para
lograr su adhesión a esos modos de comportamiento que puedan valorarse
como indiciarios de esa evolución positiva, cumpliendo las prescripciones de un
programa de tratamiento individualizado.

6. Sin embargo, este Tribunal también ha señalado (Exp. Nº 1594-2003-


HC/TC) que el otorgamiento de los beneficios penitenciarios no está
circunscrito únicamente al cumplimiento de los requisitos que el legislador
pudiera haber establecido como parte de ese proceso de ejecución de la
condena. La determinación de si corresponde, o no, otorgar a un interno un
determinado beneficio penitenciario, en realidad, no debe ni puede reducirse a
verificar si este cumplió, o no, los supuestos formales que la normatividad
contempla (plazo de internamiento efectivo, trabajo realizado, entre otros).

7. Dado que el interno se encuentra privado de su libertad personal en


virtud de una sentencia condenatoria firme, la concesión de beneficios está
subordinada a la evaluación del juez, quien estimará si los fines del régimen
penitenciario se han cumplido, y si corresponde reincorporar al penado a la
sociedad antes del cumplimiento de la totalidad de la condena impuesta, si es
que éste demuestra estar reeducado y rehabilitado. Queda claro, entonces, que
la concesión de un determinado beneficio penitenciario, como la libertad
condicional o la semilibertad a favor de un interno, está condicionada a una
evaluación judicial previa, consistente en analizar si el tratamiento penal
brindado al condenado durante la ejecución de la pena, permite prever que
está apto para ser reincorporado a la sociedad, precisamente por haber dado
muestras, evidentes y razonables, de haberse reeducado y rehabilitado.

8. En el caso concreto, el demandante afirma que se ha declarado


improcedente su solicitud de beneficio penitenciario de semilibertad sin
considerar los informes técnicos. Al respecto, este Colegiado debe recalcar que
la concesión de los beneficios penitenciarios no es una consecuencia necesaria
del cumplimiento de los requisitos establecidos en el Código de Ejecución
Penal; sino que es el Juez Penal quien, finalmente, debe decidir su
procedencia o no, considerando tanto los mencionados requisitos, como
evaluando integralmente al interno.

9. Esto es, precisamente, lo que ha realizado el juzgador, según se


aprecia a fojas 08, llegando a la conclusión de que “(...) el condenado aún no
ha cumplido con los fines del tratamiento penitenciario como es la de
rehabilitación y resocialización del interno, con la pretensión del Estado de
recuperar al penado para la sociedad, los mismos que se logran luego de la
aplicación de los programas resocializadores, no habiendo logrado internalizar
valores como el respecto a la vida, a la autoridad, a la propiedad, a las leyes; lo
que no permite suponer que estando en libertad no cometerá nuevo delito”. En
consecuencia, no se advierte la vulneración de los derechos fundamentales a
la libertad personal y al debido proceso.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.


Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 9526-2005-PHC/TC
CUSCO
JOSÉ RAÚL BACA VERÓNICA
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 6 días del mes de enero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don José Raúl Baca


Verónica contra la resolución de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de Cusco, de fojas 169, su fecha 28 de octubre de 2005, que declara
infundada la demanda de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 3 de octubre de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Jueza del Juzgado Especializado en lo Penal de
Calca, doña Rocío Cáceres Pérez, a fin de que se disponga su libertad
provisional.

La demanda se funda en lo siguiente:


- La emplazada emitió resolución el 9 de setiembre de 2005 (obrante a
fojas 10), declarando improcedente la solicitud de libertad provisional formulada
por el recurrente, en el proceso penal que se le sigue por el delito de robo
agravado en agravio de Víctor Raúl Bustinza Sullca.

- Al emitir resolución, la emplazada no ha valorado adecuadamente los


nuevos elementos de prueba que modifican el escenario inicialmente
considerado para dictar dicho mandato. Asimismo, la demandada no realizó
una debida motivación que sustente la existencia de peligro procesal que
amerite su detención, lo cual vulnera el derecho fundamental al debido
proceso, previsto en el artículo 139, inciso 5, de la Constitución.

- El recurrente advierte que también se afecta el principio de presunción


de inocencia, reconocido en el artículo 2, inciso 24, literal e), de la Constitución,
pues no existen pruebas suficientes que lo vinculen con el delito que se le
imputa; y, pese a ello, se mantiene el mandato de detención en su contra.

- La demandada, al momento de fundamentar su resolución, no ha


tomado en cuenta las cualidades personales del recurrente, que cuenta con
domicilio real conocido y no presenta antecedentes policiales, penales ni
judiciales. Tampoco ha tomado en consideración el hecho de que el recurrente
se apersonó voluntariamente al proceso en cuanto tuvo conocimiento de la
acusación penal en su contra.

- Finalmente, que los presupuestos para que proceda la declaración la


libertad provisional de un procesado no son concurrentes y basta que esté
presente cualquiera de los que prevé el artículo 182 del Código Procesal Penal,
para que sea factible conceder la libertad provisional al detenido.

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Con fecha 3 de octubre de 2005 (fojas 32), la Jueza del Cuarto Juzgado
Penal de la Corte Superior de Justicia del Cusco ordenó la realización de la
investigación sumaria de hábeas corpus. Para tal efecto, dispuso que se reciba
la declaración indagatoria del recurrente, así como el informe de descargo de la
jueza emplazada.

- Con fecha 3 de octubre de 2005 se recibe la declaración indagatoria


del demandante, José Raúl Baca Verónica (fojas 37). Refiere que no tenía
conocimiento de la demanda de hábeas corpus interpuesta en su favor y que la
firma que consta en el escrito de la demanda no le corresponde. Asimismo,
manifiesta su inocencia respecto del delito de robo agravado que se le imputa
en el proceso penal.
- Con fecha 4 de octubre de 2005 se recibe un escrito del recurrente
(fojas 41), en el que afirma que la demanda de hábeas corpus fue presentada
por su hermana, Delfina Baca Verónica, en observancia del artículo 26 del
Código Procesal Constitucional. En consecuencia, se ratifica en todos los
extremos de dicha demanda y otorga facultades generales de representación a
su abogado.

- Con fecha 4 de octubre de 2005 se recibe el informe escrito de la


demandada, Rocío Cáceres Pérez (fojas 89), quien señala que el demandante
solicitó su libertad provisional en dos ocasiones. La primera fue declarada
improcedente mediante resolución de fecha 26 de abril de 2005 y confirmada el
13 de junio de 2005. La segunda fue declarada improcedente en virtud de los
fundamentos que constan en la resolución emitida el 9 de setiembre de 2005.
Contra esta resolución se presentó un recurso de apelación, el que fue
declarado improcedente por haber sido interpuesto fuera del plazo de ley.

3. Resolución de primera instancia

Con fecha 12 de octubre de 2005 (fojas 97), el Cuarto Juzgado


Especializado en lo Penal del Cusco declara infundada la demanda,
argumentando que no ha surgido, hasta el momento, ningún nuevo elemento
de juicio que haga variar las premisas que sustentaron el mandato de
detención del recurrente. Añade que entre la confirmación de la resolución que
declara improcedente la primera solicitud de libertad provisional del
demandante y la segunda denegatoria, no ha transcurrido un plazo razonable
ni se ha aportado elementos nuevos que permita considerar que han variado
las circunstancias que sirvieron para mantener la vigencia del mandato de
detención. De otro lado, argumenta que la resolución que cuestiona el
recurrente ha sido suficientemente motivada y razonada, resultando coherente
y compatible con la naturaleza y fines de la detención judicial preventiva.
Asimismo hace referencia al tercer fundamento de la resolución para indicar
que las variaciones en las declaraciones del recurrente están entorpeciendo las
investigaciones que se llevan a cabo en el proceso penal que se le sigue.

4. Resolución de segunda instancia

Con fecha 28 de octubre de 2005 (fojas 169), la Primera Sala Penal de


la Corte Superior de Justicia de Cusco confirma la apelada y con ello
infundada, la demanda al estimar que en la privación de libertad del accionante
no ha mediado violación de sus derechos fundamentales, pues se ha respetado
su derecho al debido proceso y a la tutela procesal efectiva. Respecto a la
garantía constitucional de la presunción de inocencia, la Sala considera que no
está siendo vulnerada puesto que el recurrente cuenta con todas las garantías
que prevé el proceso penal. En lo demás, se adhiere a los fundamentos de la
apelada.

III. FUNDAMENTOS

1. El accionante pretende que este Tribunal declare fundada su


demanda y disponga su inmediata libertad. Cuestiona la resolución de la Jueza
del Juzgado Especializado Penal de la Provincia de Calca de fecha 9 de
setiembre de 2005, que declara improcedente su solicitud de libertad
provisional. Afirma que no existe prueba objetiva ni contundente que lo vincule
con el delito por el cual viene siendo procesado; que durante la tramitación del
proceso penal se han recolectado nuevos elementos de prueba, con lo cual el
acervo probatorio, inicialmente considerado para que se dicte el mandato de
detención, ha variado y que la Jueza no ha motivado adecuadamente su
resolución al no haber precisado el peligro procesal, todo lo cual vulnera su
derecho fundamental a la tutela procesal efectiva.

2. Respecto a lo señalado por el demandante en el sentido de que la


resolución cuestionada no se pronuncia sobre los nuevos elementos de prueba
que lo favorecerían, debe precisarse, como lo ha sostenido este Tribunal en
reiterada jurisprudencia (Exp. Nº 01196-2005-HC/TC, por ejemplo), que la
detención judicial preventiva es una medida provisional es decir, que su
mantenimiento sólo debe persistir en tanto no desaparezcan las razones
objetivas que sirvieron para su dictado. En efecto, las medidas coercitivas,
además de ser provisionales, se encuentran sometidas a la cláusula rebus sic
stantibus esto es que su permanencia o modificación a lo largo del proceso
penal, dependerá siempre de la estabilidad o el cambio de los presupuestos
objetivos que posibilitaron su adopción inicial, por lo que es plenamente
coherente que, alterado el estado sustancial de los presupuestos fácticos
respecto de los cuales se adoptó la medida, ésta pueda ser variada. Y es que
toda medida cautelar por su naturaleza importa un prejuzgamiento, es
provisoria, instrumental y variable.

3. Precisamente una forma de variar la medida de detención,


expresamente prevista en la ley, es la libertad provisional, la cual de acuerdo a
lo previsto por el artículo 182 del Código Procesal Penal de 1991, procede
cuando nuevos elementos de juicio permitan razonablemente prever que: “(...)
1. La pena privativa de libertad a imponérsele no será mayor de cuatro años, o
que el inculpado esté sufriendo una detención mayor a las dos terceras partes
de la pena solicitada por el Fiscal en su acusación escrita. 2. Se haya
desvanecido la probabilidad de que el procesado eluda la acción de la justicia o
perturbe la actividad probatoria. 3. Que el procesado cumpla con la caución
fijada o, en su caso, el insolvente ofrezca fianza personal”.
4. El Código Procesal Constitucional (artículo 4) establece que “(...) el
hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme vulnera en forma
manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva. Se entiende por
tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una persona en la que se
respetan, de modo enunciativo, sus derechos de libre acceso al órgano
jurisdiccional, a probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el
proceso, a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada ni sometido a
procedimientos distintos de los previstos por la ley, a la obtención de una
resolución fundada en derecho, a acceder a los medios impugnatorios
regulados, a la imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la actuación
adecuada y temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales y a la
observancia del principio de legalidad procesal penal”.

5. En el presente caso consta en autos que el accionante, con fecha 20


de abril de 2005, solicitó su libertad provisional, pedido que fue declarado
improcedente. Esta resolución fue posteriormente confirmada por la resolución
judicial de fecha 13 de junio de 2005 (fojas 67). Con fecha 26 de agosto de
2005, el demandante vuelve nuevamente a solicitar su libertad provisional, la
que también fue declarada improcedente por la resolución de fecha 9 de
setiembre de 2005, y confirmada mediante resolución del 22 de setiembre de
2005 (fojas 2 a 20). De lo precedentemente relatado se aprecia claramente que
el demandante ha hecho uso de los medios impugnatorios que la ley prevé en
salvaguarda de su derecho a la tutela procesal efectiva. Por otra parte, se le
han brindado las garantías procesales necesarias, descartándose la alegada
violación de los derechos invocados. En todo caso el Tribunal Constitucional no
está llamado a intervenir como “revisor superior” de las determinaciones
jurisdiccionales que hagan los órganos ordinarios del Poder Judicial dentro de
procesos regulares en los que se advierte que al procesado se le ha
garantizado el pleno ejercicio de su derecho fundamental a la tutela procesal
efectiva.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 1551-2006-PHC/TC
CALLAO
MENT FLOOR DIJKHUIZEN CÁCERES
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 16 días del mes de marzo de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los señores magistrados Gonzales Ojeda,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Percy Jorge


Cornejo de las Casas, a favor de don Ment Floor Dijkhuizen Cáceres, contra la
resolución de la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Callao,
de fojas 246, su fecha 25 de noviembre de 2005, que declara improcedente la
demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 26 de octubre de 2005, el accionante interpone demanda de


hábeas corpus contra el titular del Primer Juzgado Especializado en lo Penal
del Callao, solicitando se declare nula la declaratoria de reo contumaz y sin
efecto el mandato de ubicación y captura contra el favorecido. Afirma que,
habiendo solicitado el abogado el uso de la palabra, en el proceso que se le
sigue al favorecido como presunto autor del delito de estafa, el juez
demandado declaró improcedente lo solicitado y que, no obstante dicha
arbitrariedad, se les notificó a fin de que compareciera bajo apercibimiento de
ser declarado reo contumaz, razón por la cual recusó al demandado, quien
desestimó dicho recurso y su apelación para luego declararlo reo contumaz,
amenazando de este modo su derecho a la libertad individual. Agrega que, con
fecha 7 de octubre de 2005, solicitó el expediente para su lectura,
entregándosele sólo el tercer tomo, acto que afecta los derechos de defensa y
petición.
Realizada la investigación sumaria, el juez emplazado manifiesta que
declaró improcedente el pedido de uso de palabra y rechazó de plano la
recusación planteada de conformidad con lo previsto en el artículo 5 del
Decreto Legislativo Nº 124; y con respecto a la declaratoria de reo contumaz
del favorecido, sostiene que fue debidamente notificado en dos oportunidades
de las fechas de lectura de sentencia, conteniendo la última dicho
apercibimiento. De otro lado, el demandante ratifica el contenido de la
demanda y se recaban las instrumentales pertinentes.

El Octavo Juzgado Penal del Callao, con fecha 28 de octubre de 2005,


declara improcedente la demanda por considerar que está pendiente de
resolución el recurso de queja por denegatoria del recurso de apelación contra
la resolución que rechaza de plano su recusación y declara contumaz al
favorecido.

La recurrida confirma la apelada por el mismo fundamento,


argumentando que los actos impugnados están arreglados a ley.

FUNDAMENTOS

1. El objeto de la demanda es que se declare inaplicable al beneficiario


la resolución de fecha 18 de octubre de 2005, recaída en el expediente 2001-
00109-0-0701-JR-PE-08, que lo declara reo contumaz y dispone su ubicación y
captura.

2. Con tal propósito, el recurrente sostiene que existe una doble


afectación constitucional en agravio del beneficiario: a) vulneración del derecho
de defensa, materializada en el hecho de habérsele negado el uso de la
palabra y restringido la lectura del expediente; y, b) amenaza del derecho a la
libertad personal, materializada en la resolución impugnada.

3. Los artículos 139 y 3 de la Constitución Política del Perú establecen,


respectivamente, los principios y derechos de la función jurisdiccional y la
observancia del debido proceso y de la tutela jurisdiccional; en consecuencia,
cuando el órgano jurisdiccional administra justicia, está obligado a observar los
principios, derechos y garantías que la Norma Suprema establece como límites
del ejercicio de las funciones asignadas.

4. Del estudio de los actuados se aprecia que las resoluciones que


desestiman el pedido del uso de la palabra del recurrente y la recusación
planteada al demandado, se ajustan a lo dispuesto por la ley de la materia,
específicamente al artículo 5 del Decreto Legislativo Nº 124 y al inciso d) del
artículo 34 del Código de Procedimientos Penales; de otro lado, se observa que
la alegada restricción a la lectura del expediente no está acreditada, no
advirtiéndose afectación del derecho de defensa. Con respecto a la resolución
cuya nulidad se pretende, fluye de autos que la misma cumple todos los
requisitos de procedibilidad previstos.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

ATENTA CONTRA LA LIBERTAD PERSONAL , LIBERTAD DE TRANSITO Y


SEGURIDAD PERSONAL

EXP. Nº 3526-2004-HC/TC
LIMA
PINKAS FLINT BLANK
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 20 días del mes de marzo de 2006, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia, con el voto
singular del magistrado Bardelli Lartirigoyen y el voto dirimente del magistrado
Landa Arroyo.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Pinkas Flint


Blanck contra la sentencia de la Primera Sala Especializada Penal con
procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
900, su fecha 21 de mayo de 2004, que declaró improcedente el hábeas corpus
de autos.
ANTECEDENTES

El recurrente, con fecha 26 de marzo de 2004, interpone demanda de


Hábeas Corpus contra el Fiscal Superior Titular de la Sexta Fiscalía Superior
Penal de Lima y los Vocales Superiores de la Sexta Sala Superior Penal para
Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, alegando que la
resolución expedida por dicha Sala viola el principio del ne bis in idem, por lo
que deberá declararse su ineficacia jurídica.

Sostiene que el 11 de agosto de 2000 fue denunciado por don Manuel


Enrique Butrón Juárez, en representación de la firma Transco Food Trading Inc,
ante la Décimo Quinta Fiscalía Provincial de Lima, imputándosele la presunta
comisión de los delitos contra el patrimonio, en las modalidades de estafa y
defraudación, y contra la fe pública, en las modalidades de falsedad ideológica
y falsedad subsidiaria. Recuerda que después de realizarse la investigación del
caso, el 2 de marzo de 2001, el Fiscal de la 42º Fiscalía Provincial de Lima
determinó no haber mérito para formalizar denuncia penal, por considerar que
los hechos denunciados no constituyen delito, por lo que después de
interponerse la queja de derecho correspondiente, la Novena Fiscalía Superior
Penal de Lima, al declararla fundada, instruyó a la Fiscalía Provincial de origen
para que formalice la respectiva denuncia. Presentada la denuncia fiscal,
empero, el Juez Penal resolvió declarar no ha lugar la apertura de instrucción,
porque a su juicio los hechos denunciados no constituían delito. Refiere que
ante ello, la denunciante interpuso su queja de derecho, la que fue declarada
improcedente por la Sala de Apelaciones.

Refiere que no obstante aquello, posteriormente fue denunciado


nuevamente por los mismos hechos, ante lo cual, con fecha 17 de diciembre de
2003, el Juez del 43º Juzgado Penal de Lima resolvió declarar no ha lugar la
apertura de instrucción. Recuerda que después de ser apelada dicha
resolución por el Fiscal de la Sexta Fiscalía Superior Penal de Lima, con fecha
20 de febrero de 2004, la Sexta Sala Especializada en lo Penal para procesos
con Reos Libres de Lima revocó la resolución y, reformándola, dispuso que el
juez llamado por ley proceda abrir instrucción. A su juicio la apertura de
instrucción lesiona el principio del ne bis in idem, toda vez que sobre los
mismos hechos, y pese a existir una resolución judicial firme que determinó que
no existía delito, se inició un nuevo proceso penal.

El Juez del Trigésimo Tercer Juzgado Penal de Lima declara


improcedente el hábeas corpus por considerar que la resolución judicial
cuestionada fue emitida dentro de un proceso regular. La recurrida la confirmó
por los mismos fundamentos.
FUNDAMENTOS

§1. Delimitación del petitorio

1. El demandante solicita se deje sin efecto la resolución de la Sexta


Sala Penal de Reos Libres, de fecha 20 de febrero de 2004, por atentar contra
su libertad personal, libertad de tránsito y seguridad personal, y vulnerar el
derecho al debido proceso y el principio ne bis in idem; debiendo declararse su
nulidad.

§2. Resumen de los hechos

2. El recurrente, en el año 2000, fue denunciado por la presunta


comisión de los delitos contra el patrimonio -estafa y defraudación- y contra la
fe pública -falsedad ideológica y falsedad subsidiaria-; imputaciones de las
cuales fue absuelto. En el año 2003 fue denunciado, nuevamente, por los
mismos hechos y los mismos delitos, ordenándose abrir instrucción. Considera
que esta nueva apertura de instrucción implica la vulneración del principio ne
bis in idem.

§3. La libertad personal y los derechos conexos a ella

3. Una primera cuestión que se estima pertinente precisar es que el


hábeas corpus es un proceso constitucional autónomo, en el cual el juez
constitucional asume una función tutelar del derecho fundamental a la libertad
personal y de los derechos conexos a éste (artículo 200º 1 de la Constitución).
En concordancia con esto, el artículo 4 del Código Procesal Constitucional
(CPConst.) establece:

“El hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme vulnera
en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva. (...).”

No obstante, desde una perspectiva restringida, el hábeas corpus se


entiende vinculado, únicamente, a la protección del derecho fundamental a la
libertad personal y a un núcleo duro de derechos fundamentales que se
concentran en torno a dicho derecho, tales como el derecho a la seguridad
personal (artículo 2º 24 de la Constitución), a la libertad de tránsito -ius
movendi e ius ambulandi- (artículo 2º 11 de la Constitución) y a la integridad
personal (artículo 2º 24-h de la Constitución).

4. Sin embargo, bajo el canon de interpretación constitucional del in


dubio pro homine (artículo V del Título Preliminar del CPConst.), se debe
señalar que, a priori y en abstracto, no es razonable establecer un numerus
clausus de derechos conexos a la libertad personal a efectos de su tutela, ni
tampoco excluirlos, pues muchas veces el derecho a la libertad personal es
vulnerado en conexión con otros derechos fundamentales, tales como: el
derecho a la vida (artículo 2º 1 de la Constitución), el derecho de residencia
(artículo 2º 11 de la Constitución), el derecho a la libertad de comunicación
(artículo 2º 4 de la Constitución) e, inclusive, el derecho al debido proceso
(artículo 139º 3 de la Constitución).

El artículo 25 CPConst. ha acogido esta concepción amplia del hábeas


corpus, cuando señala que

“también procede el hábeas corpus en defensa de los derechos


constitucionales conexos con la libertad individual, especialmente cuando se
trata del debido proceso y la inviolabilidad del domicilio.”

5. De ahí que se pueda afirmar que, también, dentro de un proceso


constitucional de hábeas corpus, es posible que el juez constitucional se
pronuncie sobre una eventual vulneración del derecho fundamental al debido
proceso; claro está siempre que, en el caso concreto, exista conexión entre
éste y el derecho fundamental a la libertad personal. Así lo ha establecido
también este Tribunal en anteriores oportunidades (STC 2840-2004-HC,
Fundamento 4), al señalar que

“Conforme a reiterada jurisprudencia de este Colegiado, si bien el


proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el derecho
al debido proceso, en el presente caso, habida cuenta que se han establecido
judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad locomotora, tras la
imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el Tribunal
Constitucional tiene competencia, racione materiae, para evaluar la legitimidad
constitucional de los actos judiciales considerados lesivos.”

§4. Análisis del caso concreto

6. Bajo estas precisiones, es del caso analizar si, en el caso concreto, el


Tribunal Constitucional debe pronunciarse, dentro del proceso constitucional de
hábeas corpus, sobre la “vulneración” al derecho fundamental al debido
proceso y al principio de ne bis in idem.

Como ya se ha señalado, el Tribunal Constitucional puede pronunciarse,


dentro de un proceso constitucional de hábeas corpus, sobre la vulneración del
derecho fundamental al debido proceso, siempre que exista conexión entre
éste y el derecho fundamental a la libertad personal. En el caso concreto, se
observa que la resolución de la Sexta Sala Penal de Reos Libres (de fojas 142
a 145), que ordena abrir instrucción contra el demandante, no contiene medida
cautelar personal alguna que limite su derecho a la libertad personal. El solo
hecho de que el juez penal ordene, a través de una resolución judicial abrir
instrucción, no comporta per se una afectación del derecho fundamental a la
libertad personal, a no ser que, en esa misma resolución, se ordenen medidas
restrictivas que afecten la libertad personal, lo que no sucede en el presente
caso.

Por lo expuesto, este Colegiado considera que la presente causa debió


ventilarse en la vía procesal del amparo y no del hábeas corpus.

7. Aunque esta conclusión, en principio, debería dar lugar a la nulidad de


todo lo actuado, debiendo el juez de primera instancia remitir la demanda al
juez civil competente para que éste, en aplicación del principio de economía
procesal (artículo III del Título Preliminar del CPConst.), adecue la demanda y
la admita entendiéndola como una de amparo, existe un elemento de particular
relevancia que, en mi opinión, determina la improcedencia de la demanda.

En efecto, se advierte que incluso si el recurrente hubiese interpuesto


una demanda de amparo contra la resolución judicial que considera contraria a
sus derechos fundamentales, ésta hubiese resultado improcedente, pues, tal
como consta en el escrito obrante a fojas 831, el recurrente presentó contra
dicha resolución una solicitud de nulidad.

En otras palabras, ha sido el propio demandante quien paralelamente al


inicio del presente proceso, puso en entredicho la definitividad (firmeza) de la
resolución judicial cuestionada, incumpliéndose un requisito que, prima facie,
debe tener toda resolución judicial que pretenda ser impugnada en un proceso
constitucional. Así lo tenía expuesto este Tribunal en su jurisprudencia y lo tiene
previsto actualmente el CPConst. En su artículo 4.

8. De otra parte, incluso si se considerase que la resolución cuestionada


se encontraba firme al momento de la presentación de la demanda, la solicitud
de nulidad interpuesta contra ella por el recurrente, revela que éste optó por
recurrir a una vía judicial paralela para solicitar la tutela de sus derechos
fundamentales, lo que supuso incurrir en la causal de improcedencia que en la
fecha de interposición de la demanda se encontraba prevista en el artículo 6º 3
de la Ley Nº 23506 y que actualmente está establecida en el artículo 5º 3 del
CPConst.

Por lo demás, ello evidencia que se ha acudido al proceso constitucional


sin atender a su excepcional naturaleza, y, por el contrario, concibiéndolo como
una opción más, entre las distintas previstas por el ordenamiento jurídico, para
enervar la eficacia de una resolución judicial que se considera arbitraria;
circunstancia que, desde luego, no se condice con la singular importancia de
los fines que los procesos constitucionales, por antonomasia, están llamados a
cumplir (garantizar la primacía de la Constitución y la vigencia efectiva de los
derechos constitucionales, según reza el artículo III del Título Preliminar del
CPConst.); motivo por el cual se debe declarar la improcedencia de la
demanda.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI
LANDA ARROYO

AFECTACION A LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 3526-2004-HC/TC
LIMA
PINKAS FLINT BLANCK

FUNDAMENTO DE VOTO DEL MAGISTRADO LANDA ARROYO

Lima, 20 de marzo de 2006

Con el debido respeto por la opinión de mis colegas, si bien concuerdo


con el fallo, mi voto se fundamento en las siguientes consideraciones:

1. El I recurrente interpone demanda de hábeas corpus cuestionando la


resolución de la Sexta Sala Superior Penal para Reos Libres de la Corte
Superior de Justicia de Lima, expedida en el marco de la apelación del auto
que declara no ha lugar la apertura de instrucción, (Expediente Nº 02-2004),
mediante la cual se ordena tal apertura. En el año 2000, el demandante es fue
denunciado por la presunta comisión de los delitos contra el patrimonio (estafa
y defraudación) y la fe pública (falsedad ideológica y falsedad subsidiaria).
Presentada la denuncia fiscal, el Juez Penal resuelve declarar no ha lugar a la
apertura de instrucción, porque a su juicio los hechos denunciados no
constituyen delito; no obstante, posteriormente el demandante es denunciado
nuevamente por los mismos hechos. Ante ello, con fecha 17 de diciembre de
2003, el 43 Juzgado Penal de Lima declara no ha lugar a la apertura de
instrucción. Apelada dicha resolución, con fecha 20 de febrero de 2004, la
Sexta Sala Especializada en lo Penal para Procesos con Reos Libres de Lima
emite la resolución que se cuestiona en autos, disponiendo que el juez llamado
por ley proceda a abrir instrucción. Considera el accionante que esta nueva
apertura de instrucción implica la vulneración del principio ne bis in ídem.

2. Una primera cuestión que se estima pertinente precisar es que el


hábeas corpus es un proceso constitucional autónomo, en el cual el juez
constitucional asume una función tutelar del derecho fundamental de la libertad
personal y de los derechos conexos a este (artículo 200,1, de la Constitución).
Si bien desde una perspectiva restringida el hábeas corpus se entiende
vinculado, únicamente, ala protección del derecho fundamental a la libertad
personal y a un núcleo duro de derechos fundamentales que se concentran en
torno a dicho derecho, tales como los derechos a la seguridad personal
(artículo 2, 24, de la Constitución), a la libertad de tránsito -ius movendi e ius
ambulandi- (artículo 2, 11, de la Constitución) y a la integridad personal
(artículo 2, 24, h, de la Constitución), bajo el canon de interpretación
constitucional del principio in dubio pro homine (artículo V del Título Preliminar
del CPConst.), se debe señalar que, a priori y en abstracto, no es razonable
establecer un numerus clausus de derechos conexos a la libertad personal a
efectos de su tutela, ni tampoco excluirlos, pues muchas veces el derecho a la
libertad personal es vulnerado en conexión con otros derechos fundamentales,
tales como el derecho a la vida (artículo 2, 1, de la Constitución), el derecho de
residencia (artículo 2, 11, de la Constitución), el derecho a la libertad de
comunicación (artículo 2, 4, de la Constitución) e, inclusive, el derecho al
debido proceso (artículo 139,3, de la Constitución).

El artículo 25 del CPConst. ha acogido esta concepción amplia del


hábeas corpus, cuando señala que

también procede el hábeas corpus en defensa de los derechos


constitucionales conexos con la libertad individual, especialmente cuando se
trata del debido procesó y la inviolabilidad del domicilio.

3. Por ello, se puede afirmar que también dentro de un proceso


constitucional de hábeas corpus es posible que el juez constitucional se
pronuncie sobre una eventual vulneración del derecho fundamental al debido
proceso; claro está, siempre que, en el caso concreto, exista conexión entre
este y el derecho fundamental a la libertad personal. Así lo ha establecido este
Tribunal en anteriores oportunidades:
i. [...] si bien el proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en
abstracto el derecho al debido proceso, en el presente caso, habida cuenta de
que se han establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la
libertad locomotora, tras la imposición de la medida cautelar de detención
preventiva, el Tribunal Constitucional tiene competencia, racione materiae, para
evaluar la legitimidad constitucional de los actos judiciales considerados
lesivos. [cf. STC 2840-2004-HC, Fundamento 4]

4. Sin embargo, en el caso concreto se observa que la resolución


cuestionada (corriente de fojas 142 a 145), que ordena abrir instrucción contra
el demandante, no contiene medida cautelar personal alguna que límite su
derecho a la libertad personal. Y es que el solo hecho de que la Sala Penal
Superior, en el marco de una impugnación de un auto de que declara no ha
lugar a abrir instrucción, ordene al juez penal la apertura de instrucción, no
comporta per se una afectación del derecho fundamental a la libertad personal,
toda vez que en dicha resolución únicamente se ordena la mencionada
apertura, no indicándose en la misma la medida cautelar a adoptarse.

5. Siendo así, dado que la presente causa no guarda relación directa con
el contenido constitucionalmente protegido de la libertad individual o los
derechos conexos a la misma, resulta improcedente la demanda en aplicación
de la causal prevista en el artículo 5, inciso 1, del Código Procesal
Constitucional.

Por lo expuesto, mi voto es porque se declare IMPROCEDENTE la


demanda de autos.

SR.
LANDA ARROYO

EXP. Nº 3526-2004-HC/TC
LIMA
PINKAS FLINT BLANCK

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO JUAN BAUTISTA BARDELLI


LARTIRIGOYEN

Sin perjuicio del respeto que merece la opinión de mis colegas, no


compartiendo el pronunciamiento expuesto en la sentencia emitida, por
mayoría, por la Sala Primera del Tribunal Constitucional y, por ende, de lo
resuelto en ella, formulo este voto, cuyo fundamento principal se expone a
continuación:

Conforme al artículo 9 de la Ley Nº 23506, aplicable en razón de


temporalidad, debe declararse la nulidad de todo lo actuado, a fin de que el
Juez de primera instancia admita la demanda como si se tratara de un amparo
por violación del derecho al debido proceso y al principio de doble sanción,
corriendo el traslado correspondiente.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN

BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD

EXP. Nº 6340-2005-PHC/TC
SAN MARTÍN
EVER ANANÍAS SERRANO ALARCÓN
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 3 días del mes de marzo de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados García Toma, Gonzales
Ojeda y Bardelli Lartirigoyen, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Ever Ananías


Serrano Alarcón contra la resolución de la Sala Especializada en lo Penal de
Moyobamba de la Corte Superior de Justicia de San Martín, de fojas 58, su
fecha 8 de agosto de 2005, que declara infundada la demanda de hábeas
corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 19 de julio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el Juez del Segundo Juzgado Penal de Moyobamba
César del Castillo Pérez, y los Vocales de la Sala Penal de la Corte Superior de
Justicia de San Martín, Izquierdo Hémerith y Caro de Ramos, por vulnerar su
derecho a la libertad individual y los instrumentos internacionales sobre
derechos humanos, a fin de que le sea concedido el beneficio penitenciario de
semilibertad y se disponga su inmediata excarcelación.

La demanda se fundamenta en lo siguiente:

- El recurrente solicitó el beneficio penitenciario de semilibertad, en el


marco de una condena que viene cumpliendo por la comisión del delito de
tenencia ilegal de arma de fuego en agravio del Estado. Este pedido fue
declarado improcedente tanto por el Juez del Segundo Juzgado de
Moyobamba como por la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de San
Martín, que conoció el pedido en vía de apelación.

- La negativa de los jueces a acceder a la solicitud del sentenciado sería


arbitraria puesto que su decisión fue adoptada teniendo en consideración un
delito cometido por el recurrente años atrás; delito por el cual obtuvo el
beneficio penitenciario de semilibertad y respecto del cual ya cumplió condena
(delito de hurto agravado).

- Otro elemento que evidencia la arbitrariedad cometida lo constituiría el


hecho de que el recurrente ya ha cumplido con exceso el tiempo legal para
obtener dicho beneficio y cumple con los demás requisitos de ley (buena
conducta, informe positivo de readaptación, domicilio legal conocido, entre
otros).

2. Investigación sumaria de hábeas corpus

Con fecha 20 de julio de 2005, el Primer Juzgado Penal de Moyobamba


dispuso que se lleve a cabo la investigación sumaria de hábeas corpus y, en
consecuencia, se reciba la declaración indagatoria del demandante y se
reciban los informes de descargo de los jueces accionados en este proceso
constitucional.

- El día 21 de julio de 2005 se recibe el informe de descargo del Juez del


Segundo Juzgado Penal de Moyobamba, César del Castillo Pérez (fojas 21),
quien sostiene que la resolución que declaró improcedente el beneficio
penitenciario de semilibertad del recurrente fue debidamente fundamentada y
que no procede conceder el beneficio ipso facto, sino que es necesario evaluar
la conducta del interno; y se concluyó en que éste no se encontraba en
condiciones de vivir en sociedad sin cometer un nuevo delito.

- El día 21 de julio de 2005 se recibe la declaración indagatoria del


accionante, Ever Ananías Serrano (a fojas 28), quien señaló que, considerando
su primera condena, lleva cuarenta meses en prisión y que su solicitud de
acceder al beneficio penitenciario de semilibertad fue desestimada
injustamente.

- Con informe de fecha 21 de julio de 2005, el Vocal demandado José


Izquierdo Hémerith presenta su informe de descargo (a fojas 41), afirmando
que no se ha vulnerado el derecho a la libertad individual ni ningún derecho
conexo puesto que el recurrente se encuentra en prisión en virtud de una
sentencia condenatoria firme. A ello se suma el hecho de que, de acuerdo al
reporte del INPE, el recurrente fue condenado por el delito de hurto agravado y
se le concedió el beneficio penitenciario de semilibertad; no obstante, una vez
en libertad, cometió un nuevo delito doloso por lo que éste ha sido un elemento
que se tuvo en cuenta al momento de desestimar su solicitud.

3. Resolución de primera instancia

Con fecha 21 de julio de 2005, el Primer Juzgado Penal de Moyobamba


(fojas 30) declara infundada la demanda de hábeas corpus, argumentando que
no resulta suficiente que el sentenciado cumpla con los requisitos exigidos por
la norma positiva para la concesión del beneficio penitenciario de semilibertad,
sino que también se exige que la naturaleza del delito, la personalidad del
agente y su conducta dentro del establecimiento penitenciario, hagan suponer
al Juez que no cometerá nuevo delito obtenida su libertad. Asimismo, aduce
que no se advierte que las resoluciones judiciales en cuestión adolezcan de
motivación o se haya producido algún tipo de vulneración del derecho al debido
proceso del recurrente.

4. Resolución de segunda instancia

Con fecha 8 de agosto de 2005, la Sala Especializada en lo Penal de


Moyobamba de la Corte Superior de Justicia de San Martín (fojas 58) confirma
la apelada y declara infundada la demanda, por los mismos fundamentos,
poniendo especial énfasis en que durante la tramitación de la solicitud de
semilibertad del recurrente, no se ha producido ninguna vulneración a su
derecho a la tutela procesal efectiva.

III. FUNDAMENTOS

1. En sentencia anterior (Exp. Nº 0010-2002-Al/TC) este Colegiado


señaló que “(...) en el Estado democrático de derecho, el régimen penitenciario
tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la
sociedad, lo cual, conforme a nuestra Constitución Política, (artículo 139, inciso
22), constituye uno de los principios del régimen penitenciario, que, a su vez,
es congruente con el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, que establece que “el régimen penitenciario consistirá en un
tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de
los penados”.

2. Dicha disposición constitucional, no por su condición de principio,


carece de eficacia, ya que comporta un mandato expreso de actuación dirigido
a todos los poderes públicos comprometidos con la ejecución de la pena y,
singularmente, al legislador, ya sea en el momento de regular las condiciones
de ejecución de las penas o en el de establecer el quantum de ellas.

3. Entre estas condiciones de ejecución, se encuentra, desde luego, la


posibilidad de que el legislador autorice la concesión de determinados
beneficios penitenciarios, pues ello es compatible con los conceptos de
reeducación y rehabilitación del penado. Por ello, el Tribunal Constitucional
considera que estos principios suponen, intrínsecamente, la posibilidad de que
el legislador pueda autorizar que los penados, antes de la culminación de las
penas que les fueron impuestas, recobren su libertad si los propósitos de la
pena hubieran sido atendidos. La justificación de la pena privativa de libertad
es, en definitiva, la protección de la sociedad contra el delito.

4. Ello sólo puede tener sentido si se aprovecha el período de privación


de libertad para lograr, en lo posible, que el delincuente, una vez liberado, no
solamente quiera respetar la ley y proveer a sus necesidades, sino también que
sea capaz de hacerlo. En efecto, si mediante los beneficios penitenciarios,
como la libertad condicional o la semilibertad, se autoriza legalmente que la
pena impuesta por un juez pueda eventualmente suspenderse antes de su total
ejecución, tal autorización está condicionada a que los fines de la pena se
hayan cumplido.

5. Así, se ha dicho que los beneficios penitenciarios tienen su razón de


ser en los principios constitucionales de los fines de la pena, es decir, en la
reeducación y en la reinserción social: la prevención especial y el tratamiento, y
en los factores positivos en la evolución de la personalidad del recluso para
individualizar la condena impuesta, haciendo así una aplicación del principio de
sentencia indeterminada y ofreciendo al penado estímulos gratificantes para
lograr su adhesión a esos modos de comportamiento que puedan valorarse
como indiciarios de esa evolución positiva, cumpliendo las prescripciones de un
programa de tratamiento individualizado.

6. Sin embargo, este Tribunal también ha señalado (Exp. Nº 1594-2003-


HC/TC) que el otorgamiento de los beneficios penitenciarios no está
circunscrito únicamente al cumplimiento de los requisitos que el legislador
pudiera haber establecido como parte de ese proceso de ejecución de la
condena. La determinación de si corresponde, o no, otorgar a un interno un
determinado beneficio penitenciario, en realidad, no debe ni puede reducirse a
verificar si este cumplió, o no, los supuestos formales que la normatividad
contempla (plazo de internamiento efectivo, trabajo realizado, entre otros).

7. Dado que el interno se encuentra privado de su libertad personal en


virtud de una sentencia condenatoria firme, la concesión de beneficios está
subordinada a la evaluación del juez, quien estimará si los fines del régimen
penitenciario se han cumplido, de manera que corresponda reincorporar al
penado a la sociedad aun antes de que no se haya cumplido la totalidad de la
condena impuesta, si es que éste demuestra estar reeducado y rehabilitado.
De modo que la concesión de un determinado beneficio penitenciario, como la
libertad condicional o la semilibertad a favor de un interno, está condicionada a
una evaluación judicial previa, consistente en analizar que el tratamiento penal
brindado al condenado durante la ejecución de la pena, permita prever que
este está apto para ser reincorporado a la sociedad, precisamente por haber
dado muestras, evidentes y razonables, de haberse reeducado y rehabilitado.

8. En el caso concreto, el demandante afirma que se ha declarado


improcedente su solicitud de beneficio penitenciario de semilibertad
utilizándose criterios subjetivos que violan el derecho fundamental a la libertad
personal (fojas 08), no obstante haber cumplido con los requisitos que
establece la ley. Al respecto, este Colegiado debe recalcar que la concesión de
los beneficios penitenciarios no es una consecuencia necesaria del
cumplimiento de los requisitos establecidos en el Código de Ejecución Penal,
sino que es el Juez Penal quien, finalmente, debe decidir su procedencia, o no,
considerando tanto los mencionados requisitos, como la evaluación integral del
interno. Esto es, precisamente, lo que ha realizado el juzgador, según se
aprecia a fojas 6, llegando a la conclusión de que “(...) en el caso de autos se
aprecia que el interno no se encuentra en condiciones para vivir en sociedad
sin cometer nuevo delito, al haber cometido nuevo delito al encontrarse con
beneficio de semilibertad” (fojas 6, 21 y 22). En consecuencia, no se advierte la
vulneración del derecho fundamental a la libertad personal.

IV. FALLO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.
GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN

VULNERACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 6131-05-PHC
CALLAO
MIGUEL HUMBERTO DOMENACK OLIDEN
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 12 días del mes de setiembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Fernando


Ambulodegui Domenack contra la Resolución de la Tercera Sala Penal de la
Corte Superior de Justicia del Callao, de fojas 250, su fecha 22 de julio de
2005, que declara infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 24 de junio de 2005, Luis Fernando Ambulodegui Domenack,


interpone demanda de hábeas corpus a favor de su patrocinado, don Miguel
Humberto Domenack Oliden, y la dirige contra el Duodécimo Juzgado Penal del
Callao, el Sétimo Juzgado Penal del Callao y la Primera Sala Penal Superior de
Justicia del Callao, por atentar contra la libertad personal. Alega que el
mandato de detención dictado contra el favorecido vulnera de manera
manifiesta su libertad individual, toda vez que fue expedido si tener en cuenta
sus derechos constitucionales a la presunción de inocencia y al debido
proceso. Afirma que contra el favorecido se sigue proceso penal por presunto
delito de tráfico ilícito de drogas en el cual, vulnerando los derechos
constitucionales invocados, se dictó mandato de detención preventiva, pese a
no cumplirse con los requisitos legales exigidos para el dictado de tal medida.
Alega que, arbitrariamente, la sala emplazada, lejos de recalificar la medida
cautelar dictada arbitrariamente, procedió a confirmarla argumentando que
durante la etapa de instrucción no se han identificado elementos nuevos que
desvirtúen los que dieron lugar a la medida coercitiva de detención impuesta al
favorecido, por lo que solicita que, retrotrayendo las cosas al estado anterior a
la vulneración constitucional, se le dicte mandato de comparecencia.

Realizada la investigación sumaria, la jueza emplazada, Asencios


Agama, sostiene que no existe vulneración constitucional, ya que al momento
de expedirse el mandato de detención contra el beneficiario, éste tenía la
condición de no habido, hecho que evidencia el peligro procesal existente;
alega que desconoce el estado actual del proceso porque, tratándose de un
proceso con reos en cárcel, la causa fue remitida al Sétimo Juzgado Penal del
Callao, quien se evocó a su conocimiento. Por su parte, don Roque
Huamancóndor, juez del Sétimo Juzgado Penal del Callao, alega que
erróneamente se le ha comprendido en el presente proceso constitucional,
dado que no dictó la medida cautelar que se cuestiona. En tanto que los
vocales emplazados, de manera uniforme, sostienen que debe declararse
improcedente la demanda porque en la tramitación de la causa seguida al
demandante observaron el debido proceso; alegan que el favorecido ha hecho
uso de su derecho de defensa. Agregan que la medida de detención impuesta
puede ser variada en cualquier momento por el juez de la causa, siempre que
se identifiquen elementos nuevos que desvirtúen los que dieron lugar al dictado
de la medida coercitiva.

El Sétimo Juzgado Penal del Callao, con fecha 27 de junio de 2005,


declaró improcedente la demanda al considerar que, de autos, no se acredita
que las resoluciones cuestionadas vulneren derechos fundamentales, ya que
se advierte que fueron dictadas respetando los presupuestos concurrentes
contenidos en el artículo 135 del Código Procesal Penal.

La recurrida revocó la apelada y, reformándola, la declaró infundada, por


considerar que la variación del mandato de detención debe resolverse dentro
del proceso penal ordinario y no en un proceso constitucional.

FUNDAMENTOS

1. El demandante considera que la incorrecta interpretación y aplicación


del artículo 135 del Código Procesal Penal en el dictado del mandato de
detención, así como la resolución expedida por la Sala emplazada, en virtud de
la cual se declaró infundada la variación del mandato, agravian y transgreden
los derechos constitucionales del favorecido al debido proceso, afectándolo en
su libertad personal.

2. Este Colegiado, en reiterada jurisprudencia, ha precisado que, si bien


el proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto el
derecho al debido proceso en casos como el de autos, habida cuenta que se
han establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad
locomotora tras la imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el
Tribunal Constitucional tiene competencia, racione materiae, para evaluar la
legitimidad constitucional de los actos judiciales considerados lesivos.

3. Del contenido de la demanda se advierte que el recurrente expone


argumentos tendientes no tanto a fundamentar la detención arbitraria que
supuestamente agravia a su patrocinado, sino a emitir juicios vinculados a su
ausencia de responsabilidad penal sobre la supuesta comisión del delito
materia de instrucción. Al respecto, este Tribunal considera pertinente recordar,
tal como lo hiciera en la sentencia recaída en el caso Rodríguez Medrano
(Expediente Nº 1567-2002-HC/TC), que la jurisdicción constitucional y,
específicamente, el proceso constitucional de hábeas corpus, están dirigidos a
velar por la plena vigencia del derecho a la libertad individual y sus derechos
conexos, mas no a dirimir la existencia o no de responsabilidad penal en el
inculpado, pues tal materia es propia de la jurisdicción penal. Por ello,
pretender desvirtuar los argumentos que han justificado el dictado de una
medida cautelar, como es la detención preventiva, con discernimientos en torno
a la supuesta ausencia de responsabilidad punible, supondría desnaturalizar su
esencia al estar evaluándola como si de una sentencia condenatoria se tratase.

4. Por lo demás, como ha quedado dicho, en el presente caso la


limitación del derecho a la libertad no responde a juicios de responsabilidad,
sino a criterios de índole preventivo o cautelar, orientados, fundamentalmente,
a asegurar el éxito del proceso penal tramitado contra el favorecido. Por tanto,
la resolución judicial que así lo dispone será materia de evaluación por este
Supremo Colegiado, y no otras.

5. En tal sentido, este Tribunal considera que el objeto del proceso no es


tanto cuestionar las razones que sirvieron inicialmente para decretar la
detención judicial preventiva del beneficiario, sino, fundamentalmente, las
razones que sirvieron para mantener vigente aquella, lo cual es
sustancialmente distinto; en consecuencia, es menester analizar la validez del
mantenimiento de la detención judicial preventiva que motiva el presente
proceso constitucional. Es decir, si durante el proceso penal los nuevos actos
de investigación ponen en cuestión la suficiencia de las pruebas que dieron
lugar a la medida cuestionada.

6. Al respecto, del examen de autos se advierte que no existen


elementos de convicción que permitan aseverar que la cuestionada resolución,
que desestimó la solicitud de variación de la medida de detención dictada
contra el favorecido, se haya dictado en forma subjetiva, arbitraria e
inconstitucional. Antes bien, el juicio de razonabilidad que sustentó el auto que
declaró improcedente la citada petición se adecuó a las condiciones legales
que establece el segundo párrafo del artículo 135 del Código Procesal Penal,
esto es que, según los magistrados judiciales, los nuevos actos de
investigación realizados en el proceso no han aportado elementos probatorios
de relevancia procesal que justifiquen la variación de la medida coercitiva de
detención solicitada; tanto más si, conforme refiere la cuestionada (fojas 9/11),
el beneficiario tiene la condición de no habido; lo que hace presumir que existe
el peligro procesal de que pueda evadir la acción de la justicia. De todo ello se
concluye que no sólo subsisten las circunstancias que dieron lugar a la medida,
sino que, a la fecha de solicitar su variación, el peligro procesal seguía
presente; en consecuencia, la estimación judicial que sustenta la resolución
impugnada es de carácter regular y posee amparo legal y, por ende, no lesiona
el derecho constitucional a la libertad individual del favorecido con el presente
proceso constitucional.

7. Por consiguiente, al no haberse acreditado la vulneración de los


derechos constitucionales que sustentan la demanda, ésta debe desestimarse.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

VULNERACION DEL DERECHO A LA ASOCIACION, TRABAJO, DEBIDO


PROCESO, LEGITIMA DEFENSA Y LA PROPIEDAD

EXP. Nº 0088-2005-PA/TC
ICA
PERCY QUISPE ROJAS
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


En Lima, a los 18 días del mes de abril de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don Leonel Milton Falcón García


en representación de Percy Quispe Rojas contra la sentencia de la Sala Civil
de la Corte Superior de Justicia de Ica, de fojas 63, su fecha 19 de julio de
2004, que declaró improcedente la demanda de amparo de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 5 de abril de 2004, el recurrente interpone demanda de


amparo contra el Consejo Directivo de la “Asociación de Comerciantes de la
Parada Túpac Amaru y Cutervo al 2000”, con el objeto que se deje sin efecto la
Resolución Nº 001-2003, de fecha 18 de diciembre de 2003, publicada en el
diario judicial “La Voz de Ica” el 10 de enero de 2004, en virtud de la cual se
excluye al recurrente de la “Asociación de Comerciantes de la Parada Túpac
Amaru y Cutervo al 2000”. Manifiesta que mediante dicha Resolución ha sido
despojado de su condición de asociado y se han vulnerado sus derechos
constitucionales a la asociación, al trabajo, al debido proceso, legítima defensa
y a la propiedad.

El Segundo Juzgado Especializado en lo Civil de Ica, con fecha 6 de


abril de 2004, declaró improcedente la demanda, por considerar que el
representante carece de legitimidad para obrar, y que el plazo para interponer
la demanda ya ha caducado.

La recurrida confirmó la apelada por considerar que se ha producido la


caducidad del proceso.

FUNDAMENTOS

1. El demandante pretende que se declare inaplicable la Resolución de


fecha 18 de diciembre de 2003, publicada en el diario judicial “La Voz de Ica” el
10 de enero de 2004, en virtud de la cual se le excluye de la “Asociación de
Comerciantes de la Parada Túpac Amaru y Cutervo al 2000”.

2. Mediante Resolución Nº 010-2003 del 18 de diciembre de 2003, se


resuelve ejecutar de forma inmediata la sanción acordada contra el
demandante, la cual le fue notificada el 2 de enero de 2004, conforme consta
en el sello de la certificación de la entrega suscrita por el notario público César
Sánchez Balocchi. En consecuencia, desde la fecha de la referida notificación a
la de interposición de la demanda transcurrió en exceso el plazo previsto en el
artículo 44 del Código Procesal Constitucional.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar IMPROCEDENTE la acción de amparo. Publíquese y


notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
LANDA ARROYO

VULNERACION A LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. 7021-2005-HC/TC
LIMA
EMILIO ROBERTO JOHN EYZAGUIRRE
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Emilio Roberto


Jhon Eyzaguirre contra la resolución de la Sexta Sala Penal para Procesos con
Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 157, su fecha 16
de agosto de 2005, que declara improcedente la demanda de hábeas corpus
de autos.

ANTECEDENTES
Con fecha 15 de julio de 2005, el recurrente interpone demanda de
hábeas corpus contra el juez del Cuadragésimo Juzgado Penal de Lima, señor
Cerna Bazán, por vulneración del debido proceso y de su derecho a la tutela
jurisdiccional, con el objeto que se deje sin efecto la resolución que lo declara
reo contumaz y dispone su ubicación y captura. Afirma ser procesado por delito
de usurpación agravada, juicio en el cual el emplazado, trasgrediendo el
artículo 6 del Decreto Legislativo Nº 124, señaló fecha de lectura de sentencia
para el día 7 de junio de 2005, obviando notificar a las partes procesales para
que concurran al acto procesal, incluso a su abogado defensor, razón por la
cual no participó de la diligencia. Alega que al haber interpuesto declinatoria de
competencia un día antes del señalado para lectura de sentencia, su
inasistencia se encuentra justificada; y que, no obstante, se levantó un acta de
inasistencia en la que sólo firma un seudo representante de la parte civil.
Finalmente, aduce que el expediente penal se encuentra incompleto, hecho
que fue alertado al solicitó al Trigésimo Segundo Juzgado Penal que remita al
juzgado emplazado los cuadernos incidentales, por lo que mal podría llevarse a
cabo la diligencia de lectura de sentencia, agregando que estas irregularidades
que evidencian la vulneración de los derechos constitucionales invocados, y
convierten en ilegal y arbitraria la orden de ubicación y captura dictada en su
contra.

Realizada la investigación sumaria, el juez emplazado. alega que no


existe vulneración constitucional, que en el proceso penal seguido al
demandante se respetaron las garantías del debido proceso, y que el
recurrente ejercitó plenamente su derecho de defensa. Agrega que se declaró
reo contumaz al demandante debido a su reiterada inconcurrencia a la
diligencia de lectura de sentencia, disponiéndose su ubicación y captura.

El Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial se apersona al proceso solicitando que se declare improcedente la
demanda, por tratarse el cuestionado de un proceso regular, ante el cual el
hábeas corpus no puede ser eficaz.

El Trigésimo Tercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 27 de julio de


2005, declaró improcedente la demanda, argumentando que en autos no se
evidencia la vulneración; de los derechos invocados, dado que el accionante
concurrió a la diligencia de lectura de sentencia, desvirtuando con ello la
omisión de la notificación que sustenta la demanda.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS
1. El demandante alega que la resolución judicial que lo declara reo
contumaz vulnera su derecho a la tutela jurisdiccional, pues se le aplicó el
apercibimiento decretado sin habérsele notificado con las formalidades legales
para que concurra a la diligencia de lectura de sentencia.

2. La Norma Suprema, en su artículo 139, establece los principios y


derechos de la función jurisdiccional, consagrando en el inciso 3) la
observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional. Es decir, garantiza al
justiciable, ante su pedido de tutela, el deber del órgano jurisdiccional de
observar el debido proceso y de impartir justicia dentro de los estándares
mínimos establecidos por los instrumentos internacionales.

3. En ese sentido, la exigencia de su efectivo respeto no solo tiene que


ver con la necesidad de garantizar a todo justiciable determinadas garantías
mínimas cuando este participa en un proceso judicial, sino también con la
propia validez de la configuración del proceso, cualquiera que sea la materia
que en su seno se pueda dirimir, como puede ser la actividad investigatoria
realizada por el órgano jurisdicional. De esta forma, el debido proceso no sólo
es un derecho de connotación procesal que se traduce, como antes se ha
dicho, en el respeto de determinados atributos, sino también una institución
compleja que desborda el ámbito meramente jurisdiccional.

4. El artículo 4 del Código Procesal Constitucional, recogiendo lo


enunciado en los instrumentos internacionales, consagra el derecho al debido
proceso como atributo integrante de la tutela procesal efectiva, que se define
como. aquella situación jurídica de una persona en la que se respetan éste y
otros derechos procesales de igual significación.

§ Análisis de la controversia constitucional

5. Es necesario señalar, en primer término, que si bien el proceso de


hábeas corpus no tiene por objeto proteger en abstracto los derechos
constitucionales reconocidos en el artículo 139, incisos 2) y 3), de la Carta
Política, en el presente caso, habida cuenta de que existe una resolución
judicial que dispone la ubicación y captura del demandante, lo que implica
restricciones al pleno ejercicio de su libertad personal, este Tribunal
Constitucional considera que tiene competencia, racione materiae, para evaluar
la legitimidad constitucional de los actos cuestionados.

6. La controversia en el presente caso, fundamentalmente, gira en torno


a precisar la arbitrariedad, o no, de la declaración de contumacia y las órdenes
de ubicación y captura dispuestas contra el recurrente. Al respecto, éste alega
que “[...] el día 7 de junio de 2005, se realizó la audiencia de lectura de
sentencia, y ante mi inasistencia, se me declaró contumaz disponiendo mi
captura (...)” (sic),

7. Del estudio de autos se advierte que: “[...] estando al estado de la


causa se señaló fecha para el día 21 de febrero de 2005, a fin de llevarse a
cabo la audiencia de lectura de sentencia, notificándose a los procesados bajo
apercibimiento de ser declarados reos contumaces y ordenarse su captura en
caso de inconcurrencia” (sic. fs. 29). Providencia notificada los sujetos
procesales intervinientes, esto es, ala Trigésimo Segunda Fiscalía Provincial
Penal de Lima (fs. 30), al Representante Legal de la Asociación de Propietarios
Los Huertos de la Molina (fs. 31); al demandante en su condición de acusado,
se le notificó tanto en su domicilio real (fs. 32), como en el domicilio procesal
(fs. 33 y 34). Diligencia a la que el recurrente no asistió aduciendo motivos de
salud, y justificando su inasistencia mediante escrito de fecha 21 de febrero de
2005, en el cual solicita la reprogramación de la diligencia (fs. 49).

Continuando con la tramitación de la causa, el magistrado emplazado, el


9 de mayo de 2005, reprogramó la lectura de sentencia para el día 1 de junio
de 2005, reiterando el apercibimiento decretado (fs. 55), siendo notificado de
esto el demandante (fs. 60). Durante la audiencia de lectura de sentencia el
demandante, pese a ser asistido por el defensor de oficio, solicitó ser
patrocinado por un abogado de su elección, razón por la cual se suspendió la
diligencia para ser continuada el día 7 de junio de 2005, haciendo de su
conocimiento que: “[..] en caso de inconcurrencia del abogado solicitado, ésta
se realizará con presencia de la defensora de oficio del Juzgado y, en caso de
inconcurrencia, del demandante, se le declarará la condición jurídica de
contumaz, impartiéndose las órdenes de aprehensión y captura (...)”. Para
luego reiniciar el Acta con el objeto de: ““[...] dejar expresa constancia que el
acusado se rehúsa a suscribir el acta, arguyendo que su abogado defensor le
ha manifestado que no suscriba ningún documento cuando no esté presente él
(...)” (sic), conforme se acredita con lo consignado por el emplazado en el Acta
de Lectura de Sentencia que en copia certificada obra en autos a fojas 61 y 62.

7. De ello se concluye que el demandante tomó pleno conocimiento de la


realización del acto procesal de lectura de sentencia, y que, haciendo caso
omiso a los apercibimientos decretados por el juzgador, no concurrió a la
continuación de la diligencia, razón por la cual fue declarado reo contumaz el
día 6 de julio de 2005.

A mayor abundamiento, se advierte que entre el 7 de febrero de 2005,


en que por primera vez se señala fecha para la diligencia de lectura de
sentencia, y el 6 de julio de 2005, en que se declaró reo contumaz al
demandante, ante su renuencia a concurrir a dicha diligencia, han transcurrido
más de 6 meses sin que se pueda dictar sentencia, en una causa penal sujeta
a trámite sumario, debido a actos procesales acudamente dilatorios imputables
al recurrente, quien en su condición de acusado tiende a retrasar el
cumplimiento de dicho acto procesal.

Por el contrario, de las copias certificadas que obran en autos se


advierte, de una parte, que se trata de un proceso regular que debe concluir
precisamente con la decisión final del órgano jurisdiccional y, de otra, que no
existe la afectación constitucional que sustenta la demanda, no resultando
aplicable al caso el artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VULNERACION A LA LIBERTAD PERSONAL

EXP. Nº 10100-2005-PHC/TC
PUNO
MARÍA TERESA HAYDEÉ ESQUIVEL QUISPE
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Arequipa, a los 29 días del mes de agosto de 2006, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda,
Bardelli Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

I. ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña María Teresa


Haydeé Esquivel Quispe contra la resolución de la Sala Penal e Itinerante de la
provincia de San Román - Juliaca de la Corte Superior de Justicia de Puno, de
fojas 97, su fecha 20 de setiembre de 2005, que declara improcedente la
demanda de hábeas corpus de autos.

II. ANTECEDENTES

1. Demanda

Con fecha 2 de agosto de 2005 la recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Sala Superior Penal e Itinerante de la Corte Superior
de Justicia de Puno y contra el Primer Juzgado Especializado en lo Penal de la
provincia de San Román, a fin de que se declare la nulidad de la sentencia de
fecha 15 de febrero de 2005, así como de la sentencia Nº 127-2004, de fecha 4
de octubre de 2004, expedidas por la Sala Penal y por el Juzgado
Especializado en lo Penal, respectivamente, por considerar que vulneran su
derecho a la libertad personal y al debido proceso. Alega que al haber sido
injustamente condenada a tres años de pena privativa de la libertad -con
carácter de suspendida por la comisión del delito de usurpación, se le han
impuesto determinadas reglas de conducta que atentan contra su derecho a la
libertad de tránsito, a mantener reserva sobre sus convicciones religiosas,
políticas, al secreto profesional, entre otros. De otro lado, afirma que en el
proceso penal que se le siguió se vulneró su derecho al debido proceso.

2. Resolución de primer grado

Con fecha 15 de agosto de 2005, el Tercer Juzgado Penal de San


Román declara improcedente la demanda argumentando que no se cuestiona
una resolución judicial firme puesto que la sentencia condenatoria de la
demandante puede ser revisada por la Corte Suprema. Asimismo, señala que
se pretende una nueva valoración de los medios probatorios, tarea que no
corresponde a un Juez constitucional. Finalmente, advierte que la demandante
impulsó otro proceso constitucional similar, el mismo que fue declarado
improcedente y quedó consentido.

3. Resolución de segundo grado

Con fecha 20 de setiembre de 2005, la Sala Superior Penal e Itinerante


de la Corte Superior de Justicia de Puno la declara improcedente, por
considerar que las resoluciones cuestionadas fueron emitidas en el marco de
un proceso penal regular, además que no se ha acreditado la vulneración de
los derechos que invoca.

III. FUNDAMENTOS
Precisión del petitorio de la demanda de hábeas corpus

1. De la revisión integral de lo que obra en autos se infiere que la


demandante pretende que el Tribunal Constitucional declare la nulidad de la
sentencia Nº 127-2004, de fecha 4 de octubre de 2004 (fojas 7), y de la
sentencia de fecha 15 de febrero de 2005 (fojas 11), expedidas por el Primer
Juzgado Especializado en lo Penal de la provincia de San Román y por la Sala
Superior Penal e Itinerante de la Corte Superior de Justicia de Puno,
respectivamente, por vulnerar el derecho de la demandante a la libertad
personal y al debido proceso.

2. Sin embargo, el Tribunal Constitucional advierte que la demandante


con anterioridad ha interpuesto contra los emplazados, bajo los mismos
supuestos de hecho y argumentos que motivan ahora su demanda en sede
Constitucional, otra demanda de hábeas corpus, la que fue declarada
improcedente por el Segundo Juzgado Penal de San Román mediante
resolución de fecha 22 de julio 2005 (fojas 43) que la demandante dejó
consentir, según se ve a fojas 48 y 49. Siendo ello así y considerando que el
artículo 64 del Código Procesal Constitucional establece que

“En los procesos constitucionales sólo adquiere la autoridad de cosa


juzgada la decisión final que se pronuncia sobre el fondo”,

el Tribunal Constitucional se pronunciará sobre lo que es objeto del


petitorio de la presente demanda de hábeas corpus.

Hábeas corpus y debido proceso

3. El último párrafo del artículo 25 del Código Procesal, Constitucional


señala que

“también procede el hábeas corpus en defensa de los derechos


constitucionales conexos con la libertad individual, especialmente cuando se
trata del debido proceso y fa inviolabilidad del domicilio”.

En cuanto a este supuesto de procedencia se debe señalar que el


hábeas corpus es un proceso constitucional autónomo, en el cual el juez
constitucional asume una función tutelar del derecho fundamental a la libertad
personal y de los derechos conexos a ésta, de acuerdo con el artículo 200,
inciso 1, de la Constitución. De ahí que se debe admitir que también dentro de
un proceso constitucional de hábeas corpus es posible que el juez
constitucional se pronuncie sobre una eventual vulneración del derecho
fundamental al debido proceso; pero para ello es necesario que exista, en cada
caso concreto, conexidad entre aquél y el derecho fundamental a la libertad
personal. Así también lo ha establecido este Tribunal en sentencia anterior
(Exp. Nº 3390-2005-HC/TC, FJ 5), al precisar que

“(...) si bien el proceso de hábeas corpus no tiene por objeto proteger en


abstracto el derecho al debido proceso, en el presente caso, habida cuenta que
se han establecido judicialmente restricciones al pleno ejercicio de la libertad
locomotora, tras la imposición de la medida cautelar de detención preventiva, el
Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para evaluar la
legitimidad constitucional de los actos judiciales considerados lesivos”.

Análisis del caso concreto

4. Bajo estas consideraciones previas, es necesario analizar si en el


presente caso este Colegiado debe pronunciarse sobre la acusada vulneración
del derecho fundamental al debido proceso. Como ya se ha señalado el
Tribunal Constitucional ciertamente puede pronunciarse dentro de un proceso
constitucional de hábeas corpus sobre la vulneración del derecho fundamental
al debido proceso, siempre que exista vinculación entre éste y el derecho
fundamental a la libertad personal. Esa vinculación se da en el sentido que la
legitimidad constitucional de toda medida que comporte una restricción del
derecho a la libertad personal radica precisamente en el irrestricto respeto de
las garantías inherentes al debido proceso.

5. En el presente caso, siendo que la recurrente ha sido sentenciada por


la comisión del delito de usurpación a tres años de pena privativa de la libertad,
con carácter de suspendida y bajo la observancia de determinadas reglas de
conducta, en virtud a la sentencia de fecha 4 de octubre de 2004 (fojas 7), y
confirmada mediante la resolución de fecha 15 de febrero de 2005 (fojas 11),
solo cabe evaluar si en el desarrollo del proceso penal que se siguió en contra
de la recurrente se ha respetado su derecho fundamental al debido proceso.

6. El Tribunal Constitucional advierte por lo que obra en el expediente,


que la recurrente ha ejercitado los recursos que le reconoce la Constitución y
las leyes, recursos que ineludiblemente se derivan de su derecho al debido
proceso, lo que se corrobora precisamente con el hecho que frente a la
sentencia condenatoria de primera instancia presentó recurso de apelación.
Asimismo, contra la resolución que confirma la sentencia de primera instancia
interpuso recurso de nulidad, el que fue declarado improcedente mediante
resolución de fecha 22 de febrero de 2005 (fojas 13). Contra dicho auto, la
recurrente incluso presentó recurso de queja, lo que también fue declarada
improcedente por resolución de fecha 11 de abril de 2005 (fojas 14).

7. De otro lado, la demandante cuestiona también que el juzgador en la


sentencia condenatoria a que se hace alusión le haya impuesto determinadas
reglas de conducta, tal como puede verse a fojas 16. A juicio de este
Colegiado, tanto la facultad de dictar sentencias como la de imponer, reglas de
conducta son una potestad jurisdiccional de los jueces que se deriva del
artículo 138 de la Constitución. Sin embargo la legitimidad constitucional de la
imposición de dichos reglas radica en que éstas sean aplicadas con criterios de
razonabilidad y proporcionalidad, criterios que a juicio de este Tribunal se han
observado en la sentencia que se cuestiona.

8. En consecuencia, el Tribunal Constitucional estima que el derecho a la


libertad personal de la demandante ha sido legítimamente restringida, toda vez
que el proceso penal que se le siguió se ha desarrollado en observancia del
derecho fundamental al debido proceso que asiste a todas las personas.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA

BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

AMENAZA A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 6136-2005-HC/TC
LIMA
FELIPE FAUSTINO LÓPEZ MARTÍNEZ
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Arequipa, a los 29 días del mes de agosto de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Felipe Faustino


López Martínez contra la resolución de la Cuarta Sala Especializada Penal para
procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas
181, su fecha 18 de julio de 2005, que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 30 de mayo de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la jueza del Vigésimo Segundo Juzgado Penal de Lima y
el Coronel PNP Jefe de la División de Requisitorias de la Policía Judicial, por
amenaza a su libertad individual. Aduce que la vulneración de sus derechos se
origina en un mandato judicial arbitrario e ilegal que dispone su detención; que,
vulnerando sus derechos constitucionales, la jueza emplazada lo procesó por
delito de fraude en la administración de personas jurídicas, imponiéndosele
condena condicional suspendida, sujeta a reglas de conducta; que, cuando se
le abrió instrucción, la acción penal habla prescrito, toda vez que los ilícitos
imputados ocurrieron durante el primer semestre del año 1994; y que, no
obstante ello, la emplazada, argumentando un presunto incumplimiento de las
reglas de conducta, dispuso hacer efectiva la pena impuesta, para lo cual dictó
las órdenes de ubicación y captura para su posterior internamiento en un
establecimiento penal; agrega que se encuentra vencido en exceso el plazo
legal establecido como término para que opere la prescripción extraordinaria,
por lo que no le es exigible observar reglas de conducta ni, mucho menos,
ordenar que la pena prescrita se cumpla de manera efectiva. Finalmente,
afirma ser objeto, de parte de la autoridad policial, de controles no previstos por
la ley penal, como el seguimiento para lograr su aprehensión, por lo que,
retrotrayendo las cosas al estado anterior a la vulneración constitucional,
solicita la suspensión de los actos atentorios, así como la nulidad de los actos
judiciales arbitrarios.

Realizada la investigación sumaria, la jueza emplazada aduce no haber


emitido la resolución cuestionada; que ésta fue expedida por el magistrado que
la antecedió, quien revocó la condicionalidad de la pena y dispuso la captura
del demandante; que ella se limitó a disponer la reactualización de las mismas.
Finalmente, agrega que el recurrente presentó en anterior oportunidad
demanda de hábeas corpus, la cual fue declarada infundada, por lo que
considera que la presente demanda debe resolverse en el mismo sentido.

Por su parte, el Coronel PNP Rosas Coronel sostiene que, como Jefe de
la División de Requisitorias de la Policía Nacional, se limitó a cumplir con la
orden judicial, y que no ha ordenado vigilancia ni seguimiento al recurrente. En
tanto que el Coronel Abanto Escalante, Jefe de la División de la Policía Judicial,
refiere que ante la posibilidad de que el demandante se encontrase en
Arequipa, dispuso los oficios correspondientes para su captura, en ejercicio de
sus funciones y con el objeto de dar cumplimiento al mandato judicial.

El Procurador Adjunto a cargo de los asuntos judiciales del Poder


Judicial se apersona al proceso solicitando que se declare improcedente la
demanda, por haberse sustanciado el proceso de manera regular, ante lo cual
el hábeas corpus no puede ser eficaz.

El Procurador Público a cargo de los asuntos judiciales del Ministerio del


Interior se apersona al proceso solicitando que la demanda sea declarada
improcedente y/o infundada, alegando que no existe vulneración constitucional;
y que el oficial policial demandado se limitó a cumplir con el mandato judicial.

El Trigésimo Quinto Juzgado Penal de Lima, con fecha 7 de junio de


2005, declara improcedente la demanda, argumentando que no existe
vulneración constitucional en perjuicio del demandante, dado que la resolución
judicial cuestionada se encuentra debidamente motivada, explicándose en ella
las razones por las que fue condenado, la prueba que sustenta la
responsabilidad penal del demandante y las circunstancias y condiciones que
acarrearon la suspensión de la condicionalidad de la pena impuesta.

La recurrida, revocando la apelada, declara infundada la demanda,


estimando que la vía constitucional no es la idónea para plantear objeciones
contra resoluciones que tienen la calidad de cosa juzgada, y que no existe
amenaza contra la libertad individual del recurrente, por cuanto el Jefe de la
División de Requisitorias de la Policía Judicial emplazado se limitó a cumplir
con el mandato judicial expedido por el Juez de Ejecución Penal.

FUNDAMENTOS

1. El demandante cuestiona la resolución que dispone revocar la


condicionalidad y hacer efectiva la pena que se le impuso, alegando que tanto
la acción penal como la pena se encuentran prescritas.

2. Como ya lo ha señalado este Tribunal en repetidas oportunidades, no


es materia de la justicia constitucional resolver cuestiones de mera legalidad.
Sin embargo, en el presente caso cabe pronunciarse respecto de las normas
de prescripción de la acción penal y de la pena, pues se trata de proteger la
libertad individual, que, como precisa, este Tribunal, en cuanto derecho
subjetivo, garantiza que no se afecte indebidamente la libertad física de las
personas; esto es, su libertad locomotora, ya sea mediante detenciones,
internamientos o condenas arbitrarias. Los alcances de la garantía dispensada
a esta libertad comprenden, frente a cualquier supuesto de privación de la
libertad locomotora, independientemente de su origen, la autoridad o persona
que la haya efectuado [cf. STC 1091-2002-HC/TC].

3. En tal sentido, constituiría una restricción o privación arbitraria de la


libertad individual cualquier medida que se dicte en el marco de un proceso
penal por un delito que no resulta penalmente perseguible. Es por ello que este
Tribunal es competente para dilucidar, en este caso, los alcances legales de la
prescripción de la acción penal.

§. La prescripción de la acción penal

4. Conforme lo ha sostenido por este Tribunal en reiterada jurisprudencia


[cf. STC 1805-2005-HC/TC], “La prescripción, desde un punto de vista general,
es la institución jurídica mediante la cual, por el transcurso del tiempo, la
persona adquiere derechos o se libera de obligaciones. Y, desde la óptica
penal, es una causa de extinción de la responsabilidad criminal fundada en la
acción del tiempo sobre los acontecimientos humanos o la renuncia del Estado
al ius punendi, en razón de que el tiempo transcurrido borra los efectos de la
infracción, existiendo apenas memoria social de la misma”.

Es decir que, mediante la prescripción, se limita la potestad punitiva del


Estado, dado que se extingue la posibilidad de investigar un hecho criminal y,
con él, la responsabilidad del supuesto autor o autores del mismo.

5. Enunciado de cuyo contenido se infiere que resulta lesivo a los


principios de economía y celeridad procesal, vinculados al derecho al debido
proceso, que el representante del Ministerio Público, titular de la acción penal,
sostenga una imputación cuando esta se ha extinguido, o que formule denuncia
penal cuando la potestad persecutoria del Estado, por el transcurso del tiempo,
se encuentra extinguida, y que el órgano jurisdiccional abra instrucción en tales
supuestos, o prosiga con una investigación tendiente a determinar la
responsabilidad penal, cuando esta responsabilidad y el poder de sancionarla
se encuentran fenecidos.

§. Los plazos de la prescripción

6. La prescripción de la acción, según la regulación establecida en


nuestro Código Penal, puede ser contabilizada a través del plazo ordinario y el
plazo extraordinario. En primer lugar, el plazo ordinario de prescripción,
regulado en el artículo 80 del Código Penal, es el equivalente al máximo de la
pena fijada en la ley, en caso de ser privativa de libertad. En caso de que la
pena no sea privativa de libertad, la acción prescribe a los dos años. Asimismo,
en casos de delitos cometidos por funcionarios y servidores públicos contra el
patrimonio del Estado o de organismos sostenidos por éste, el plazo de
prescripción se duplica.

7. Por otro lado, existe el plazo extraordinario de prescripción, que será


utilizado en caso de que haya operado la interrupción del plazo de la
prescripción y, según lo establece el artículo 83 del Código Penal, es el
equivalente al plazo ordinario de prescripción más la mitad de éste.

8. Por último, el plazo de prescripción de la pena es el mismo que alude


o fija la ley para la prescripción de la acción penal, y se contará desde el día en
que la sentencia condenatoria quedó firme, según lo establece el artículo 86 del
Código acotado.

§. Análisis del caso concreto

9. Del estudio de autos se advierte que el Vigésimo Segundo Juzgado


Penal de Lima, con fecha 10 de noviembre de 1997, abrió instrucción contra el
demandante por delito de fraude en la administración de persona jurídica, por
irregularidades cometidas durante el año de 1994, cuando éste ejercía cargo
directivo en la Junta de Propietarios del Edificio Galería Aviación (fs. 26),
proceso en el cual, con fecha 19 de agosto de 2002, fue condenado,
imponiéndosele 2 años de pena privativa de libertad, cuya ejecución quedó
suspendida con carácter condicional por el término de 1 año, quedando sujeta
a las reglas de conducta dictadas, entre ellas la devolución del dinero
apropiado, conforme se acredita de la sentencia que en copia certificada obra
de fojas 28 a 32.

Al no encontrar la sentencia conforme, fue impugnada (fs. 33/34);


empero, al no sustentar la apelación dentro de los 10 días de formulada, el
Juzgado dispuso que se tenga por consentida la sentencia (fs. 36).
Posteriormente, ya en ejecución de sentencia, al no cumplir con devolver la
suma apropiada, se prorrogó el período de prueba al sentenciado por 6 meses
adicionales (fs. 40/41) quedando, en consecuencia, establecido el período de
prueba en 18 meses (fs. 42/43). Finalmente, con fecha 5 de abril de 2004, el
órgano jurisdiccional procedió a revocar la condicionalidad y hacer efectiva la
pena privativa de libertad de 1 año impuesta al demandante (fs. 49/50).

10. Al respecto, el Código Penal, en su artículo 1982, contempla para el


delito de fraude en la administración de personas jurídicas, por el cual se
condenó al demandante a una pena privativa de libertad de no menor de uno ni
mayor de cuatro años
11. En este orden de ideas, si los hechos imputados al demandante
ocurrieron durante el año de 1994, al abrírsele instrucción durante el año de
1997 se encontraba vigente el ejercicio de la acción penal y, por ende, el ius
punendi del Estado. Asimismo, al disponerse, con fecha 5 de abril de 2004, la
revocatoria de la condicionalidad y hacer efectiva la pena impuesta, el Estado
contaba con su facultad sancionatoria, toda vez que no habían transcurrido 6
años desde el 6 de setiembre de 2002, fecha en que la sentencia condenatoria
quedó consentida, y que constituye el inicio del cómputo del plazo
extraordinario de prescripción de la pena.

Por consiguiente, al no verificarse la vulneración de derechos


consitucionales que sustenta la demanda, no resulta de aplicación el artículo 2
del Código Procesal Constitucional.

12. Finalmente, respecto a la vulneración constitucional imputada al


oficial policial presuntamente materializada “[...] con la realización de actos de
seguimiento y controles no previstos por la ley penal”, de autos se advierte que
en la demanda no se recaudan elementos de juicio suficientes que permitan al
juez constitucional determinar la violación del derecho fundamental alegado
para que, consecuentemente, se proceda a materializar la tutela del derecho
sustantivo, toda vez que la violación de un derecho constitucional requiere no
sólo de su invocación en el escrito de demanda, sino de la acreditación del acto
lesivo mediante los recaudos anexados. Tanto más si, dada la ausencia de
etapa probatoria en los procesos constitucionales, el artículo 9 del Código
Procesal Constitucional exige para su procedencia que los medios probatorios
presentados no requieran actuación.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA

VULNERACION A LA LIBERTAD PERSONAL


EXP. Nº 5525-2005-PHC/TC
LIMA
ELEODORO PRESENTACIÓN HUAYTA AGUIRRE
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Arequipa, a los 29 días del mes de agosto de 2006, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Eleodoro


Presentación Huayta Aguirre contra la sentencia de la Cuarta Sala
Especializada en lo Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior
de Justicia de Lima, su fecha 5 de julio de 2005, a fojas 58, que declaró
infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 30 de mayo de 2005, don Eleodoro Huayta Aguirre entabla


demanda de hábeas corpus restringido, dirigiéndola contra el director de
Investigación Criminal y Apoyo a la Justicia de la Policía Nacional del Perú,
General David Cerrón Rodríguez, y el Suboficial Técnico de Segunda José
Ruiz Márquez, por vulneración a la libertad personal en forma de constantes
seguimientos y hostigamiento policial en los alrededores de su domicilio, sito en
el distrito de Villa El Salvador, lo cual considera vulneratorio de su derecho a la
integridad física y libertad locomotora, puesto que los demandados intentan
intervenirlo sin que medie resolución alguna del Poder Judicial que disponga
dicha detención.

El Decimoquinto Juzgado Penal de Lima, con fecha 2 de junio de 2005,


declaró infundada la demanda de hábeas corpus de autos, al considerar que en
el presente caso los demandados han actuado dentro del marco legal
dispuesto por el artículo 1384 de la Constitución Política del Perú vigente,
debiendo tomarse en cuenta, además, que la detención preliminar se justifica
para garantizar la sujeción del imputado y cumplir una función de
aseguramiento, a fin de que se puedan efectuar las investigaciones
preliminares pertinentes por el titular de la acción penal.

La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.


FUNDAMENTOS

1. De autos se tiene que el actor promueve la presente demanda de


hábeas corpus solicitando que cese el hostigamiento y seguimiento policial de
los que asegura ser víctima, poniendo de esta manera en grave riesgo su
integridad personal.

2. El Tribunal Constitucional ha establecido, mediante Sentencia Nº


2663-2003-HC/TC, que, entre los diversos tipos de hábeas corpus existentes,
tenemos el hábeas corpus restringido, el cual se emplea cuando la libertad
física o de locomoción es objeto de molestias, obstáculos, perturbaciones o
incomodidades que, en los hechos, configuran una seria restricción para su
cabal ejercicio. Es decir, que, en tales casos, pese a no privarse de la libertad
al sujeto, “se le limita en menor grado”. Asimismo, estos actos también pueden
darse en forma de prohibición de acceso o circulación a determinados lugares;
los seguimientos perturbatorios carentes de fundamento legal y/o provenientes
de órdenes dictadas por autoridades incompetentes; las reiteradas e
injustificadas citaciones policiales; las continuas retenciones por control
migratorio o la vigilancia domiciliaria arbitraria o injustificada, etc.

3. Asimismo, la Constitución Política del Perú dispone, en el parágrafo f)


inciso 24, del artículo 24, respecto de la libertad y la seguridad personales, que
“Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y motivado del juez o
por las autoridades policiales en caso de flagrante delito. El detenido debe ser
puesto a disposición del juzgado correspondiente, dentro de las veinticuatro
horas o en el término de la distancia”.

4. Sin embargo, se advierte del examen de las piezas instrumentales


glosadas en autos, que, a fojas 12, obra la resolución Nº 1, su fecha 12 de
mayo de 2005, expedida por la Jueza del Trigésimo Primer Juzgado Penal de
Lima, mediante la cual se ordena la detención preliminar del actor por el
término de veinticuatro horas, en virtud de la investigación policial que se le
viene siguiendo por presunta comisión del delito Contra la Libertad Sexual,
Violación Sexual, en agravio de su sobrina, la menor Y.S.A.A., al existir
suficientes indicios que permiten presumir la participación del actor en dicho
ilícito penal.

5. Por tanto, al existir una orden judicial de detención preliminar anterior


a la fecha de presentación de la demanda, se está cumpliendo con el requisito
de la existencia de mandato escrito y motivado de Juez competente,
encuadrándose por tanto la actuación de los demandados dentro de lo
dispuesto por una orden legal de detención, que no vulnera en medida alguna
lo dispuesto en la Constitución Política del Perú. Asimismo, respecto de la
aseveración del actor contenida en su recurso de agravio constitucional, que la
policía habría efectuado una investigación policial la cual estaría reteniendo
ilegalmente sin remitirla al Poder Judicial, se tiene que no obra de autos prueba
instrumental alguna que acredite dicha aseveración, por lo que la demanda de
hábeas corpus de autos deviene en infundada al no advertirse vulneración a los
derechos protegidos por el artículo 25 del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus. Publíquese y


notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

VULNERACION IRRESTRICTO A LA PROPIEDAD PRIVADA, LIBERTAD DE


TRABAJO Y LIBERTAD DE TRANSITO

EXP. Nº 2755-2006-PHC/TC
LIMA
CAYETANO RUIZ CONEJO MELENDEZ Y OTRO
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de abril de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Cayetano Ruiz


Conejo Meléndez contra la resolución de la Tercera Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima,
de fojas 143, su fecha 11 de enero de 2006, que declaró infundada la demanda
de hábeas corpus de autos.
ANTECEDENTES

Con fecha 21 octubre de 2005 don Cayetano Ruiz Conejo Meléndez y


don Carlos Magno Calonge Espinoza, representantes de ADEPAGRO,
interponen demanda de hábeas corpus contra don Óscar Rafael Benavides
Matarazo, regidor de la Municipalidad Distrital de Villa El Salvador, por
vulneración a su derecho irrestricto a la propiedad privada, libertad de trabajo y
libertad de tránsito. Refieren los accionantes que el demandado, sacando
provecho de su condición de regidor, ha procedido a apoderarse ilegalmente de
la parcela F-5 de la zona SUC de Villa El Salvador, la cual abarca 0.7
hectáreas, despojando ilegalmente a su verdadero propietario mediante un
inexistente derecho de prescripción adquisitiva de dominio. Señalan además
que el demandado no conforme con haberse apoderado de documentación
fraudulenta de dichos terrenos, ingresa a las parcelas de los demandantes con
su camioneta, impidiendo de esta manera el libre tránsito, tomando fotografías
y amenazándolos mediante improperios.

El Vigésimo Sétimo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima


mediante resolución de fecha 14 de noviembre de 2005, declaró infundada la
presente demanda al estimar que de la diligencia de constatación, no se
advierte amenaza cierta e inminente alguna al derecho a la libertad de tránsito
invocado, no existiendo restricción que limite a los demandantes al ingreso de
sus respectivos predios.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. Del estudio del expediente se tiene que los demandantes solicitan


mediante el presente proceso que se ordene el cese de todos los
impedimentos de ejercicio del derecho al libre tránsito y asimismo, que se
ordene el cese de toda conculcación al derecho irrestricto de propiedad, de
trabajo y libertad de sembrío de los parceleros que conforman ADEPAGRO.

2. En lo referido al extremo a la libertad de trabajo, derecho a la


propiedad y desarrollo agropecuario, cabe declarar improcedente la presente
demanda en virtud del artículo 5, inciso 1), del Código Procesal Constitucional,
por tratarse de derechos que no se hallan comprendidos dentro del ámbito de
protección de los procesos de hábeas corpus, enunciados en el artículo 25 del
citado Código, debiendo los demandantes hacer valer estos derechos en la vía
correspondiente, de acuerdo a ley.
3. Respecto del extremo referido a la presunta conculcación de la
libertad de tránsito por parte del demandado, cabe citar que este Tribunal ha
señalado (Exp. Nº 2435-2002-HC/TC) que para determinar si existe certeza de
la amenaza del acto vulnerador de la libertad individual se requiere la
existencia de “(..) un conocimiento seguro y claro de la amenaza a la libertad,
dejando de lado conjeturas o presunciones”. En tanto que, para que se
configure la inminencia del mismo es preciso que”(...) se trate de un atentado a
la libertad personal que esté por suceder prontamente o en proceso de
ejecución, no reputándose como tal los simples actos preparatorios”.

4. Del estudio de las piezas instrumentales obrantes en autos, se tiene a


fojas 34 la transcripción de la Diligencia de Inspección Ocular, realizada por el
Juez Penal con fecha 21 de octubre de 2005, en la que no se advierte violación
alguna al libre tránsito de los demandantes; asimismo, respecto de lo
aseverado por los vigilantes (que el demandado habría estado allí en horas de
la mañana del mismo día con un grupo de personas, pero que al momento de
la constatación ya habían procedido a retirarse, profiriendo amenazas de volver
para botarlos a la fuerza), se tiene que esto no constituye una amenaza cierta
ni de inminente realización que pueda afectar la libertad de tránsito de los
acccionantes, por cuanto no existe seguridad de que ello vaya a redundar en
una agresión real contra los demandantes o sus predios. Por tanto, al no
configurarse una amenaza cierta e inminente, requisito dispuesto en el artículo
2 del Código Procesal Constitucional, el presente hábeas corpus debe
desestimarse.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú,

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

BENEFICIO PENITENCIARIO DE SEMILIBERTAD


EXP. Nº 2048-2005-PHC/TC
LIMA
JOSÉ ENRIQUE ÁLAMO CARRIZALES
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de mayo de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso extraordinario interpuesto por don José Enrique Álamo


Carrizales contra la resolución de la Primera Sala Penal con Reos en Cárcel de
la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 236, su fecha 20 de diciembre
de 2004, que declara infundada la demanda de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 23 de setiembre de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los jueces superiores integrantes de la Sala Nacional de
Terrorismo, Organizaciones Delictivas y Bandas, señores Nilda Piedra Rojas,
Cayo Rivera Vásquez y Sergio Rosas Barco, por haber dictado irregularmente
la resolución de fecha 23 de octubre de 2001, recaída en el Exp. Nº 138-2001;
y los vocales integrantes de la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de
Justicia de la República, señores Cabala Rossand, Escarza Escarza, Huamaní
Llamas, Vidal Morales y Vega Vega, por haber expedido la ejecutoria suprema
Nº 067-2002, de fecha 10 de mayo de 2002. Alega que la primera resolución ha
efectuado una indebida sumatoria de penas; que esta irregularidad ha sido
amparada (léase confirmada) por la ejecutoria suprema cuestionada, y que tal
proceder vulnera sus derechos al debido proceso, a una tutela procesal
efectiva y a la libertad personal.

Sostiene que la Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Huaura,


mediante resolución de fecha 30 de octubre de 1997, refundió las penas que se
le habían impuesto por delito de robo en la pena de 15 años, obteniendo su
excarcelación el 12 de mayo de 1999 en virtud del beneficio penitenciario de
semilibertad; y que, gozando de dicho beneficio, cometió nuevo delito. Agrega
que los magistrados emplazados de la Sala Nacional de Terrorismo,
Organizaciones Delictivas y Bandas, por la comisión del nuevo hecho delictivo,
revocaron la semilibertad y le impusieron 15 años de pena privativa de la
libertad, cantidad a la que sumaron 11 años, 5 meses y 9 días que le restaban
de la condena anterior, lo que dio como pena impuesta final 26 años y 5 meses,
la que, con el descuento de la carcelería sufrida, culminará el 24 de agosto de
2027.

Asimismo, refiere que impugnó dicha sentencia ante la Sala también


emplazada, la cual confirmó la resolución de alzada.

Realizada la investigación sumaria, se recaban las piezas procesales


más importantes del proceso penal seguido al accionante. Asimismo, los
magistrados emplazados refieren que se han ceñido a cumplir el principio de
legalidad de las penas, de modo que no es procedente la refundición solicitada.

El Cuadragésimo Juzgado Especializado Penal de Lima, con fecha 8 de


noviembre de 2004, declara infundada la demanda, por considerar que el
cumplimiento sucesivo de penas no corresponde, propiamente, a una simple
acumulación material, sino que tiene justificación en el principio de legalidad de
las penas a que se refiere el artículo sexto del Título Preliminar del Código
Penal.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos,


añadiendo que la primera sentencia expedida por la Sala Nacional de
Terrorismo tiene autoridad de cosa juzgada y, por ello, debe cumplirse en sus
términos.

FUNDAMENTOS

1. El recurrente aduce que, en su caso, se ha producido una indebida


suma de penas, proscrita por el ordenamiento, por virtud de una decisión
jurisdiccional confirmada en doble instancia, lo que vulnera sus derechos al
debido proceso, a la tutela procesal efectiva y a la libertad personal.

2. La libertad personal, reconocida en el artículo 2, inciso 2), apartado


24, de la Constitución, se constituye como el derecho de disponer de la propia
persona y de determinar la propia voluntad y actuar de acuerdo con ella, sin
que nadie pueda impedirlo y siempre que no exista una prohibición
constitucionalmente legítima. Garantiza que no se afecte indebidamente la
libertad física de las personas; esto es, su libertad locotomora, ya sea mediante
detenciones, internamientos o condenas arbitrarias.

3. En torno a ello, este Colegiado ha sostenido en el Caso Silva Checa


(Expediente Nº 1091-2002-HC/TC), que “Como todo derecho fundamental, el
de la libertad personal tampoco es un derecho absoluto, pues como lo
establecen los ordinales a) y b) del inciso 24) del artículo 2 de la Constitución,
aparte de ser regulados, pueden ser restringidos o limitados mediante ley.
Ningún derecho fundamental, en efecto, puede considerarse ilimitado en su
ejercicio. Los límites que a éstos se pueden establecer son intrínsecos o
extrínsecos. Los extrínsecos son aquellos que se deducen de la naturaleza y
configuración del derecho en cuestión. Los extrínsecos son aquellos que se
deducen del ordenamiento jurídico, cuyo fundamento se encuentra en la
necesidad de proteger o preservar otros bienes, valores o derechos
constitucionales [...]”.

4. Conforme al artículo 139, inciso 22), de la Constitución, el régimen


penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación
del penado a la sociedad, lo cual, a su vez, es congruente con el artículo 10.3
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que señala que “(...) el
régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será
la reforma y la readaptación social de los penados”.

5. Al respecto, en la sentencia recaída en el Expediente de Nº 010-2002-


AI/TC, el Tribunal Constitucional ha precisado que los conceptos de
reeducación y rehabilitación del penado “[...] suponen, intrínsecamente, la
posibilidad de que el legislador pueda autorizar que los penados, antes de la
culminación de las penas que les fueron impuestas, puedan recobrar su
libertad si los propósitos de la pena hubieran sido atendidos. La justificación de
las penas privativas de la libertad es, en definitiva, proteger a la sociedad
contra el delito. Tal protección sólo puede tener sentido si se aprovecha el
período de privación de libertad” para lograr, en lo posible, que el delincuente
una vez liberado no solamente quiera respetar la ley y proveer a sus
necesidades, sino también que sea capaz de hacerlo”.

6. De este modo, tienen cobertura dentro de nuestro ordenamiento


beneficios penitenciarios tales como el de semilibertad, el cual permite al
penado egresar del establecimiento penitenciario antes de haber cumplido la
totalidad de la pena privativa de libertad impuesta en caso de que la pena haya
cumplido su efecto resocializador. En atención a ello, el artículo 50 del Código
de Ejecución Penal precisa que “El beneficio será concedido en los casos en
que la naturaleza del delito cometido, la personalidad del agente y su conducta
dentro del establecimiento, permitan suponer que no cometerá nuevo delito
[...]”. De producirse este hecho, el mismo cuerpo normativo ha establecido en
su artículo 52 que “La semilibertad se revoca si el beneficiado comete un nuevo
delito doloso o incumple las reglas de conducta establecidas en el artículo 58
del Código Penal, en cuanto sean aplicables”.

7. En lo que al caso incumbe, este Tribunal debe precisar que el


cumplimiento sucesivo de penas no corresponde, propiamente, a una simple
acumulación material o suma de penas, como lo ha entendido el recurrente,
sino que tiene su justificación en la observancia de legalidad en el cumplimiento
de las penas a que se refiere el artículo VI del Título Preliminar del Código
Penal, que inequívocamente establece que “No puede ejecutarse pena alguna
en otra forma que la prescrita por la ley [...]. En todo caso, la ejecución de la
pena será intervenida judicialmente”. Queda claro, entonces, que la pena que
le resta cumplir al recurrente respecto del primer delito es independiente de la
pena que deberá también cumplir por la comisión del segundo delito, toda vez
que éste fue cometido con posterioridad a la sentencia dictada por el primer
delito, cuando el recurrente se encontraba gozando del beneficio penitenciario
de semilibertad, por lo que debe disponerse su cumplimiento en forma
sucesiva.

En consecuencia, la actuación de los emplazados al revocar el beneficio


penitenciario de semilibertad otorgado al recurrente, por la comisión de un
nuevo delito doloso, así como la imposición de otra pena y la orden de que las
dos penas que pesan en su contra se apliquen sucesivamente, se encuentra
conforme a derecho, no evidenciándose la vulneración de los derechos
constitucionales del recurrente; más aún si éste, al cometer el segundo delito,
ha actuado voluntariamente, propiciando el fracaso del tratamiento
penitenciario y, por lo tanto, de los objetivos de reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad, que establece el artículo 139, inciso
22), de la Constitución.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
GARCÍA TOMA
VERGARA GOTELLI

VIOLACION A LA LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 0408-2006-PHC/TC
LIMA
FUERZAS ESPECIALES DE RESGUARDO SEGURIDAD Y APOYO
DELTA S.A.
(Publicado: 28-10-06)
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 2 días del mes de febrero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Ricardo Franco de


la cuba contra la sentencia de la cuarta Sala Especializada en lo Penal para
Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, a fojas 61,
su fecha 12 de diciembre de 2005, la que declara improcedente la demanda de
hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

El demandante, en su calidad de Director Gerente de la empresa


Fuerzas Especiales de Resguardo, Seguridad y Apoyo Delta S.A., con fecha 4
de noviembre de 2005, interpone demanda de hábeas corpus en contra del
Director de la Dirección General de Control de Armas, Municiones y Explosivos
de Uso Civil (DICSCAMEC), General PNP Edgard Suclla Flores, y del Director
de Control de Servicios de Seguridad de la DICSCAMEC, Comandante PNP
Roger Torres Mendoza, por amenaza de violación a la libertad individual y a la
libre contratación para la prestación de servicios. Afirma el demandante que los
emplazados, por influencias de la competencia, han enviado personal policial a
detener a su personal de vigilantes, continuando constantemente con sus
amenazas de detenerlos, habiendo llegado al extremo de enviar los Oficios
Nºs. 18480-2005-IN/1704/1.1 y 15460-2005-IN/1704/1-1, mediante los cuales
se amenaza al personal de vigilantes y se obliga a la Directora de la Unidad de
Gestión Educativa Local Nº 02 a prescindir de los servicios de la entidad
demandante.

El Vigésimo Sexto Juzgado penal de Lima, con fecha 7 de noviembre de


2005, a fojas 11, declaró infundada la demanda por estimar que en el caso de
autos no se acredita vulneración cierta e inminente, puesto que el actor no
cumple con adjuntar a su demanda las instrumentales que considera
vulneratorias de sus derechos; asimismo, consideró que la demanda no cumple
con todos los requisitos de procedibilidad por cuanto no se ha individualizado a
los favorecidos con la misma.

La recurrida confirmó la apelada por similares fundamentos.

FUNDAMENTOS
1. Respecto del extremo de la demanda referente al derecho a la libertad
de contratación alegado por el demandante en su escrito de fojas 1, se tiene
que éste no se halla contemplado en ninguno de los supuestos previstos en el
artículo 25 del Código Procesal Constitucional, por lo que la demanda deviene
en improcedente en lo referido a este extremo.

2. Respecto a lo alegado por el actor sobre una presunta vulneración al


derecho contenido en el artículo 2, inciso 24, literal a), de la Constitución
Política del Perú, que dispone que “(...) nadie esta obligado de hacer lo que la
ley no manda ni impedido de hacer lo que ella no prohibe”, al obligarse al
personal de la empresa que representa a dejar de prestar servicios de
seguridad privada bajo amenaza flagrante de no obedecer; también es cierto
que de la lectura de autos se tiene que no obran los referidos oficios que el
demandante considera lesivos de sus derechos, ni se constata que los
demandados hayan realizado arresto, detención o acción alguna tendiente a
vulnerar alguno de los derechos invocados por el actor, por lo que no se
configura la certeza ni la inminencia que debe tener toda amenaza para resultar
tutelable mediante el presente proceso.

3. Por tanto, al no haberse acreditado de autos la existencia de amenaza


cierta e inminente alguna a los derechos constitucionales del recurrente, no
resulta de aplicación lo prescrito en el artículo 2 del Código Procesal
Constitucional.

Por los fundamentos expuestos, el Tribunal Constitucional, con la


autoridad que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DEL DERECHO A LA LIBERTAD INDIVIDUAL


EXP. Nº 6584-2005-PHC/TC
LIMA
EMILIO ROBERTO JHON EYZAGUIRRE
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 17 días del mes de octubre de 2005, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrado por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda, y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Emilio Roberto


Jhon Eyzaguirre contra la sentencia de la Sexta Sala Especializada en lo Penal
para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima, de
fojas 167, su fecha 10 de agosto de 2005, que declara infundada la demanda
de hábeas corpus de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 21 de julio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra el juez de Cuadragésimo Noveno Juzgado Penal de
Lima, magistrado Marco Fernando Cerna Bazán, solicitando que la instrucción
que se le sigue ante la demandada por el delito contra la fe pública, usurpación
agravada y otros (Expediente 18562-1996) continúe como proceso ordinario y
se emita informe final. Refiere que, habiéndosele abierto proceso penal
ordinario y, habiendo dispuesto la Sala Superior la ampliación de la instrucción,
se sumarizó el proceso sin habérsele notificado, por lo que considera vulnerado
sus derechos a la libertad individual y tutela procesal efectiva, pues el nuevo
proceso sería restrictivo de una defensa eficaz.

Realizada la investigación sumaria, el juez emplazado manifiesta que la


sumarización impugnada fue de conocimiento del demandante, ante lo cual
interpuso recurso impugnatorio en doble instancia; agrega que tiene los
mecanismos procesales expeditos, por lo que no se ha vulnerado su derecho al
debido proceso. De otro lado, se recabó las instrumentales solicitadas.

El Cuadragésimo Segundo Juzgado Penal Lima, con fecha 25 de julio de


2005, declaró infundada la demanda, por considerar que con la emisión de la
resolución impugnada no se ha vulnerado la libertad individual ni derechos
conexos del demandante.
La recurrida confirma la apelada por considerar que el demandante,
desde un primer momento, tuvo conocimiento de la resolución cuestionada, la
misma que se encuentra arreglada a ley, contra la cual utilizó todos los
mecanismos de defensa que la ley procesal establece.

FUNDAMENTOS

1. El objeto de la demanda es que en vía constitucional se disponga


dejar sin efecto la Resolución de fecha 3 de abril de 1998, Expediente 97-97, la
misma que resuelve sumarizar el proceso ordinario que se le instruye,
retrotrayendo todo lo actuado hasta dicho acto.

2. Del análisis del acto materia de controversia constitucional se aprecia


la decisión adoptada en la mencionada resolución, de adecuar a la vía sumaria
el proceso penal subyacente, adjuntándose a lo dispuesto en el artículo 2 y en
la única disposición transitoria de la Ley Nº 26689, determinación que no
constituye arbitrariedad alguna ni afecta el derecho a la libertad del recurrente.

3. Por lo expuesto y por constituir el hábeas corpus un instrumento


fundamental de protección del derecho de la libertad individual y sus derechos
conexos, la presente demanda no puede ser utilizada para tratar de modificar
decisiones jurisdiccionales ajustadas a ley, por lo que la demanda debe ser
desestimada de conformidad al artículo 2 del Código Procesal Constitucional.

4. Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad


que le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus de autos.

Publíquese y notifíquese.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

DETENCION DOMICILIARIA

EXP. Nº 9723-2005-HC/TC
LIMA
CHARLES ACELAR COKERAN
(Publicado: 28-10-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 6 días del mes de enero de 2006, la Sala Segunda del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, Bardelli
Lartirigoyen y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia.

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Charles Acelar


Cokeran contra la resolución de la Tercera Sala Penal para Procesos con Reos
en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 105, su fecha 12
de octubre de 2005, que declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 26 de julio de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra los vocales integrantes de la Primera Sala Penal
Especial de la Corte Superior de Justicia de Lima. Refiere que su libertad
individual viene siendo restringida mediante detención domiciliaria a pesar de
haberse ordenado su excarcelación por exceso de detención sin sentencia, en
el proceso Nº 038-2001 que se le sigue ante la Sala emplazada.

Realizada la investigación sumaria, el demandante manifiesta que fue


detenido el 7 de marzo de 2002 y que al cumplirse 36 meses de detención sin
sentencia y ejecutarse su excarcelación por exceso de detención, se dispuso
su detención domiciliaria, prolongándose así la privación de su libertad. Por su
parte, los vocales emplazados manifiestan que la resolución mediante la cual
se dispone el arresto domiciliario se encuentra debidamente motivada y que
por consiguiente no hay afectación de la tutela procesal efectiva.

El Decimoctavo Juzgado Penal de Lima, con fecha 26 de agosto de


2005, declara infundada la demanda argumentando que la Sala demandada no
ha vulnerado derecho constitucional alguno del demandante al imponerle el
mandato de comparecencia con la restricción de arresto domiciliario.

La recurrida confirma la apelada con similares fundamentos.

FUNDAMENTOS
1. El recurrente interpone demanda de hábeas corpus solicitando que se
disponga su inmediata libertad. Alega que se vulnera su libertad toda vez que
viene cumpliendo arresto domiciliario a pesar de haber sido excarcelado por
exceso de detención sin sentencia.

2. Al respecto debe precisarse que, tal como ya lo ha sostenido la


jurisprudencia de este Tribunal, el arresto domiciliario y la detención preventiva
responden a medidas de diferente naturaleza jurídica, debido al distinto grado
de incidencia que generan sobre la libertad del individuo (Exp. Nº 0731-2004
TC/HC, Exp. Nº 0019-2005-AI/TC). Del mismo modo, el artículo 143 del Código
Procesal Penal establece que la detención domiciliaria es un supuesto de
comparecencia restringida. En tal sentido no cabe equiparar la detención
domiciliaria con la detención preventiva a efectos de contabilizar el plazo
máximo legal de detención, por lo que la pretensión en el presente caso debe
ser desestimada.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

Declarar INFUNDADA la demanda de hábeas corpus. Publíquese y


notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
BARDELLI LARTIRIGOYEN
VERGARA GOTELLI

VULNERACION DE LIBERTAD INDIVIDUAL

EXP. Nº 3485-2005-PHC/TC
LIMA
SANDRO BUSTAMANTE ROMANÍ
(Publicado: 27-11-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 14 días del mes de julio de 2006, la Sala Primera del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Alva Orlandini, Vergara
Gotelli y Landa Arroyo pronuncia la siguiente sentencia, con el voto singular del
magistrado Vergara Gotelli y el voto dirimente del magistrado Bardelli
Lartirigoyen

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Sandro


Bustamante Romaní contra la sentencia de la Quinta Sala Especializada en lo
Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justicia de Lima,
de fojas 90, su fecha 1 de abril de 2005, que declara infundada la demanda de
autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 15 de febrero de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra las Vocales de la Tercera Sala Penal con Reos Libres de
la Corte Superior de Justicia de Lima, señoras Nilda Piedra Rojas, Josefa Izaga
Pellegrin y Antonia Saquicuray Sánchez, por violación a la independencia de la
actuación jurisdiccional, debido proceso, presunción de inocencia, legalidad del
proceso, derecho de defensa y derecho a un plazo razonable del proceso, al
haber emitido la resolución de fecha 7 de mayo de 2004, (fojas 43), mediante la
cual resolvieron declarar nula la sentencia de fecha 31 de enero de 2003, que
absolvía al actor de la acusación fiscal. Asimismo, mediante la resolución
cuestionada, señala que las emplazadas resolvieron reponer la causa según su
astado y conceder un nuevo plazo ampliatorio de quince días, a fin de que se
actúe el examen psicológico y psiquiátrico para determinar su perfil sexual,
actuación probatoria que, refiere el actor, ya se ha llevado a cabo en una etapa
previa del proceso, por lo cual se le afecta gravemente al ordenarse esta nueva
ampliación, que, precisa, viene a ser la quinta dentro del proceso que se le
siguió por delito contra la vida y la salud, en la modalidad de homicidio simple.

Las vocales demandadas, señoras Nilda Piedra Rojas, Josefa Izaga


Pellegrin y Antonia Saquicuray Sánchez se apersonan y contestan la demanda
mediante declaraciones de fojas 61, 54 y 52, de fechas 28 de febrero, 17 de
febrero y 17 de febrero de 2005, respectivamente, precisando que la resolución
de fecha 7 de mayo de 2004, mediante la cual se declaró nula la sentencia que
absolvía al actor, se emitió en cumplimiento a lo establecido en el artículo 72
del Código de Procedimientos Penales, ya que consideraron que, al no haberse
llevado a cabo las diligencias solicitadas en la parte resolutiva de la misma
resolución, no se había cumplido a cabalidad con el objetivo de la instrucción,
lo cual no vulnera derecho alguno del recurrente.

El Trigésimo Juzgado Especializado en lo Penal de Lima, con fecha 28


de febrero de 2005, declaró infundada la demanda que de los autos procesales
remitidos por el actor, se tiene que han habido dos sentencias absolutorias
frente a las cuales se dictaron sendas sentencias de nulidad, siendo la última
de techa 7 de mayo de 2004, y en la cual existe una motivación suficiente en el
sentido de que, al no haberse llevado a cabo el objetivo del proceso al que
hace referencia el artículo 72 del Código de Procedimientos Penales, se ordenó
un nuevo plazo ampliatorio de la instrucción, lo cual cae dentro de las
facultades de operador jurisdiccional en virtud del artículo antes citado, y no
vulnera derecho alguno del actor. Concluye aclarando que la naturaleza del
presente proceso es de carácter preventivo y no correctivo, como erradamente
invoca el autor en su recurso.

La recurrida confirmó la apelada por los mismos fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. El Código Procesal Constitucional dispone, en su artículo 4, segundo


párrafo, que el hábeas corpus procede cuando una resolución judicial firme
vulnere en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva,
entendida ésta como la situación jurídica de una persona en la que se respetan
de modo enunciativo sus principales derechos y los principios de legalidad
procesal penal.

2. El recurrente alega que la ampliación de la instrucción por quince días


ordenada por la resolución de fecha 7 de mayo de 2004, obrante en autos a
fojas 43, vulnera sus derechos a la defensa, al debido proceso y a un plazo
razonable de procesamiento, al ordenar, por quinta vez dentro del proceso, una
ampliación de la instrucción; más aun, la violación se agrava por haberse
dispuesto que se lleve a cabo una diligencia que anteriormente ya se había
efectuado, lo cual vendría a configurar grave afectación a la tutela procesal
efectiva que cabe a todo ciudadano, según el artículo 4 del Código Procesal
Constitucional.

3. A fojas 14 obra la acusación realizada por el Fiscal Provincial Adjunto


de Chosica, de fecha 4 de abril de 2000, mediante la cual éste solicita que se
Imponga al actor la pena privativa de libertad de 10 años por delito de
homicidio simple en agravio de Edwin Guadalupe Bravo; con fecha 27 de
noviembre de 2000, el Primer Juzgado Penal de Chosica emite la sentencia
obrante en autos a fojas 18, absolviendo al actor de los delitos imputados y
determinando el archivamiento del proceso. Posteriormente, con fecha 15 de
junio de 2001, la Sala de Apelaciones de Procesos Penales Sumarios con Reos
Libres de Lima, emite la resolución obrante en autos a fojas 19, declarando
nula la sentencia venida en grado que absuelve al actor, y ordena la ampliación
de la instrucción por el plazo de treinta días, a fin de que se lleve a cabo la
diligencia de debate parietal sobre el protocolo de necropsia.
4. Concluidas las investigaciones y las diligencias ordenadas, la Primera
Fiscalía Provincial Penal de Chosica emite el dictamen fiscal Nº 571, su fecha
10 de julio de 2002, obrante en autos a fojas 20, acusando al recurrente por el
delito de homicidio simple, solicitando se le Imponga pena privativa de libertad
de quince años. En virtud de esto, el Primer Juzgado, Penal del Cono Este para
Procesos con Reos Libres de Lima emite sentencia s/n, su fecha 31 de enero
de 2003, en la que falla absolviendo al actor de la acusación fiscal Incoada en
su contra. Posteriormente, con fecha 7 de mayo de 2004, las demandadas
emiten la resolución cuestionada, obrante en autos a fojas 43, mediante la cual
declaran nula la sentencia venida en grado que absolvió al actor, y ordena un
nuevo plazo ampliatorio de quince días, a fin de que se lleve a cabo la
diligencia psicológica psiquiátrica de perfil sexual del actor, todo esto en
aplicación del artículo 72 del Código de Procedimientos Penales.

Del estudio de las instrumentales corrientes en autos se tiene el auto


apertorio de instrucción de fecha 18 de junio de 1999, (fojas 12), el cual
consigna en su parte resolutiva que la vía en que se tramitará el proceso será
la vía sumaría, de conformidad con lo dispuesto por el Decreto Legislativo Nº
124, precisando las diligencias y pericias que deberán actuarse en la
tramitación del proceso. Asimismo, el artículo 3 del citado Decreto Legislativo
establece que “(...)La instrucción se sujetará a las reglas establecidas para el
procedimiento ordinario, siendo su plazo de sesenta días. A petición del Fiscal
Provincial, o cuando el Juez lo considere conveniente, este plazo podrá
prorrogarse por no más de treinta días(...)”

6. Por tanto, si bien es cierto que con fecha 15 de junio de 2001 y 7 de


mayo de 2004 se emitieron las resoluciones que declaran nulas las sentencias
que absolvían al actor del delito de homicidio simple, fundamentándose en la
no consecución del objeto del proceso y basándose en el artículo 72 del Código
de Procedimientos Penales, que establece que la instrucción tiene por objeto
reunir la prueba de la realización del delito, de las circunstancias en que se ha
perpetrado, y de sus móviles; también lo es que el cumplimiento de estas
normas procesales debe hacerse con atención a la naturaleza del
procedimiento en que se esté tramitando el proceso.

7. De acuerdo a lo dispuesto en el auto apertorio de instrucción, en el


caso de autos -proceso penal sumario-, cualquier remisión a las reglas del
proceso ordinario debe hacerse respetando los plazos procesales establecidos
en el Decreto Legislativo Nº 124, que, como se citó anteriormente, contempla
un plazo de procesamiento de 60 días prorrogables por no más de 30 días.

8. En el caso, al haberse instaurado proceso penal sumario y dictado el


auto de apertura de instrucción con fecha 18 de junio de 1999, el plazo de
juzgamiento sobrepasa los 5 años, lo cual afecta gravemente el principio
procesal de un plazo razonable de juzgamiento.

9. El artículo 8 de la Convención Americana, referente a las garantías


judiciales, establece en su inciso 1), que “(...) toda persona tiene derecho a ser
oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido anteriormente por
ley, en la substanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o
para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter”. A la luz de este dispositivo, el proceder de
las demandadas ha transgredido los principios mínimos de un debido proceso.

10. Por tanto, en el presente proceso no se ha seguido el trámite de ley,


por lo que la resolución de fecha 7 de mayo de 2005 deviene en violatoria de
los derechos constitucionales del actor, en cumplimiento de lo dispuesto por el
artículo 4, segundo párrafo, del Código Procesal Constitucional.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus.

2. Declarar nula e inaplicable al actor la resolución s/n de 7 de mayo de


2004, emitida por la Tercera Sala Penal con Reos Libres.

3. Remitir copias certificadas de la Sentencia al Órgano Central de la


Magistratura y al CNM a fin que proceda conforma a sus atribuciones

Publíquese y notifíquese.

SS.

ALVA ORLANDINI
BARDELLI LARTIRIGOYEN
LANDA ARROYO

EXP. Nº 3485-2005-PHC/TC
LIMA
SANDRO BUSTAMANTE ROMANÍ

VOTO DEL MAGISTRADO VERGARA GOTELLI


Discrepando, con el debido respeto, de la ponencia, emito este voto en
discordia por las consideraciones siguientes:

1. Viene a este. Supremo Tribunal el recurso de agravio constitucional


interpuesto por Sandra Bustamante Romani contra la sentencia emitida por la
Quinta Sala Especializada en lo Penal para Procesos con Reos Libres de la
Corte Superior de Justicia de Lima, de fecha 1 de abril del 2005, obrante a fojas
90, que confirmando la apelada declaró infundada la demanda de hábeas
corpus.

2. El recurrente sostiene que en el proceso ordinario seguido en su


contra por el delito de homicidio simple, las Juezas de la Tercera Sala Penal
con Reos Libres, han violado sus claruchos constitucionales al debido proceso,
presunción de inocencia, legalidad del proceso, derecho de defensa, derecho a
un plazo razonable y a la independencia de la actuación jurisdiccional al haber
emitido la resolución de fecha 7 de mayo del 2004 con la que se resuelve
declarar nula la sentencia apelada que lo absolvió del delito de homicidio
simple.

3. Es menester precisar que la materia sujeta a análisis parte de


establecer si la Sala Penal Superior está facultada para anular una sentencia
absolutoria, evacuada en orado por el a quo competente y, si actuando como
actuo, ha agraviado al recurrente en sus derechos fundamentales partiendo del
desconocimiento del principio de legalidad y de la necesidad del plazo
razonable para la decisión terminal, con lo que lo colocaría, arbitrariamente, en
el riesgo de afectación de su libertad personal no obstante la afirmación en su
favor, contenida en la Constitución Política, de la presunción de su inocencia.

4. El recurrente señala que con la decisión nulificante de la Sala Penal


Superior competente, se ha vulnerado sus derechos esencialmente porque la
nulidad fue sancionada en razón de no haberse actuado como medio
probatorio una pericia médica a fin de determinar el perfil sexual del imputado,
excediéndose en sus funciones al sancionar una nulidad no prevista en la ley,
atentatoria por tanto del principio de legalidad.

5. Considero que en el presente caso no existe la afectación del debido


proceso alegado por cuanto el Tribunal Superior actuó conforme a sus
atribuciones y en el ejercicio regular de sus facultades. Bueno es notar aquí
que, en todo caso el proceso regular no puede convertirse en irregular en
atención a la presentación de vicios específicos de procedimiento para cuya
superación la ley prevé a los justiciables de los correspondientes instrumentos
procesales a través de la actividad recursiva que constituye actividad propia y
suficiente dentro del mismo proceso, posición además reiterada en la STC
4124-2004-HC/TC.

6. Sin embargo considero que del estudio de autos, se nota exceso en la


utilización del plazo previsto por la ley para el enjuiciamiento y decisión final en
el proceso de su referencia, debiendo por tanto este Tribunal Constitucional
realizar la correspondiente exhortación a efectos que cese el exceso en las
sucesivas ampliaciones del plazo de la instrucción que se viene realizando y en
conseceuncia ordenar que la Sala Penal Competente al momento de resolver
evacúe la decisión de fondo, terminal, que haga cosa juzgada en atención a
que se advierte de lo actuado sucesivas nulidades que injustamente colocan al
procesado en un estado de permanente incertidumbre que se prolonga en el
tiempo, asumido al parecer como válido por las Juezas de la Sala emplazada,
el falso poder de someter a una persona a un procesamiento sin límite.

7. Es menester pues exhortar al Poder Judicial a través de sus órganos


competentes a efectos de que cumplido el plazo ampliatorio dispuesto y
actuada la prueba solicitada se llegue a una decisión terminal que acabe con la
incertidumbre en el recurrente que tiene derecho a conseguir dentro de un
plazo razonable un pronunciamiento de fondo que lleve a la cosa juzgada y que
no permita en lo sucesivo una nueva invalidación, pues nadie está obligado a
vivir el proceso indefinidamente y menos cuando en casos, que no es éste,
pueda por comodidad recurrirse a la nulidad procesal para eludir la
responsabilidad de un pronunciamiento terminal o de fondo, estando el tema de
la nulidad procesal regulado con toda claridad bajo principios específicos que
aseguran una decisión oportuna, justa y barata en la normativa del Código
Procesal Civil aplicable supletoriamente por expresa disposición de la Ley
Orgánica del Poder Judicial y del propio Código de Procedimientos Penales.

Por las precedentes consideraciones mi voto concluye por asumir que en


congruencia con la jurisprudencia de este Supremo Tribunal debe declararse
infundada la demanda y disponerse que la Sala Penal Competente de la Corte
Superior de Justicia de Lima, en la oportunidad que le toque resolver evacúe la
correspondiente decisión de fondo, terminal, que haga cosa juzgada, debiendo
oficiar al señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la República, al
señor Vocal Supremo Jefe de la Oficina de Control de la Magistratura y al señor
Presidente del Consejo Nacional de la Magistratura para los fines a que ha
lugar.

S.

VERGARA GOTELLI
EXCESO DE DETENCION

EXP. Nº 4681-2005-PHC/TC
CAÑETE
JULIO CÉSAR ALMERCO ALCÁNTARA
(Publicado: 30-11-06)

RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 9 de mayo de 2006

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por Amalfi Mauriz


Changra, abogado de Julio César Almerco Alcántara, contra la resolución de la
Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Cañete, de fojas 81, su fecha 8
de junio de 2005, que declara infundada la demanda de autos; y,

ATENDIENDO A

1. Que, con fecha 23 de mayo de 2005, el recurrente interpone demanda


de hábeas corpus a favor de Julio César Almerco Alcántara, alegando la
vulneración del derecho a la libertad personal por haber transcurrido en exceso
el plazo máximo de detención en el proceso 2003-1066, que se le sigue ante la
Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Cañete por el delito de robo
agravado.

2. Que, conforme consta de las copias certificadas que obran a fojas 65


y siguientes de autos, con techa 24 de mayo de 2005 la Sala Penal de la Corte
Superior de Justicia de Cañete condenó a Julio César Almerco Alcántara como
autor del delito de robo agravado en el proceso 2003-1066, por lo que ha
cesado la supuesta vulneración al haberse expedido sentencia de primer
grado, de conformidad con lo previsto en el artículo 137 del Código Procesal
Penal.

3. Que siendo el objeto de los procesos constitucionales de la libertad, a


tenor de lo establecido en el articulo 1 del Código Procesal Constitucional el
proteger los derechos constitucionales reponiendo las cosas al estado anterior
a la violación o amenaza de violación de tales derechos, carece de objeto emitir
pronunciamiento de fondo en caso de que hubiera cesado la violación o
amenaza o la misma se hubiera tornado Irreparable. Por ello, en el presente
caso, habiendo cesado la pretendida vulneración del derecho a la libertad
personal, al haber vencido en demasía el plazo de detención sin haberse
emitido sentencia de primer grado, carece de objeto emitir un pronunciamiento
de fondo.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad


que le confiere la Constitución Política del Perú.

RESUELVE:

Declarar que carece de objeto emitir pronunciamiento de fondo por


haberse producido la sustracción de la materia.

SS.

GARCÍA TOMA
GONZALES OJEDA
ALVA ORLANDINI

SOLICITUD DE EXCARCELACION

EXP. Nº 9314-2005-HC/TC
LA LIBERTAD
LUIS KING PERALTA IPARRAGUIRRE
(Publicado: 09-12-06)

SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 6 días del mes de diciembre de 2005, la Sala Segunda


del Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Bardelli Lartirigoyen,
Gonzales Ojeda y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis King Peralta


Iparraguirre contra la resolución de la Primera Sala Penal de la Corte Superior
de Justicia de La Libertad, de fojas 248, su fecha 12 de octubre de 2005, que
declara infundada la demanda de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 06 de setiembre de 2005, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la resolución emitida por el Cuarto Juzgado Penal de
Trujillo y su confirmatoria de fecha 26 de julio de 2005, la cual desestima su
solicitud de prescripción de pena. Refiere que se encuentra privado de su
libertad desde el 4 de julio de 2005, en ejecución de la resolución de fecha 10
de enero 2001, mediante la cual se revoca la condicionalidad de la pena que se
le impuso por delito de apropiación ilícita. Señala que por problemas
económicos tuvo que dejar el inmueble que habitaba y que por tal razón no
tomó conocimiento real de las notificaciones judiciales de amonestación, de
prórroga del plazo de suspensión de la ejecución de la pena y finalmente de
revocación de la suspensión de la pena por incumplimiento de las reglas de
conducta establecidas en el artículo 64 del Código Penal. Agrega que el 4 de
julio de 2005, fecha en la que fue detenido, ya había transcurrido el plazo
ordinario de prescripción contado desde el momento en que se revocó la
condicionalidad de la pena.

Realizada la investigación sumaria, el señor Pedro Guillermo Urbina


Ganvini, vocal de la Tercera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de La
Libertad, manifiesta que los procesos constitucionales no tienen por objeto
convertirse en una suprainstancia que revise las resoluciones judiciales cuando
éstas han adquirido la autoridad de cosa juzgada, salvo que sean manifiestas y
abiertamente violatorias de los derechos constitucionales, lo que no sucede en
el caso de autos por lo que la demanda debe ser desestimada.

Con fecha 9 de setiembre de 2005, el Segundo Juzgado Penal de


Justicia de Trujillo declara infundada la demanda, argumentando que los
procesos constitucionales no son suprainstancias que revisen las resoluciones
judiciales cuando éstas han adquirido la autoridad de cosa juzgada, salvo que
sean manifiesta y abiertamente violatorias de derechos constitucionales.

La recurrida confirma la apelada con similares fundamentos.

FUNDAMENTOS

1. En el presente caso el recurrente solicita que se ordene su inmediata


excarcelación alegando que fue capturado e internado en el establecimiento
penitenciario a pesar de que la pena que se le impuso ya estaba prescrita,
puesto que había transcurrido 4 años, 5 meses y 24 días la resolución que
dispone la revocatoria de la condicionalidad de la pena.

2. En sede penal ha quedado establecido por disposición expresa de la


ley (Art. 5 y 77 del Código de Procedimientos Penales y Arts. 78 y 88 del
Código Penal) que la prescripción debe ser declarada de oficio en cada caso
como condición para la apertura de instrucción, lo que además admite la
uniforme y reiterada jurisprudencia nacional y la considera el Código Procesal
Constitucional cuando en su artículo 5, incisos 2,4 y 10, prohibe el rechazo
liminar tratándose de los casos a los que hacen mención expresa dichos
dispositivos legales tratándose del proceso de hábeas corpus.
3. Significa la precisión anteriormente expuesta que tratando el caso sub
materia, en la pretensión del recurrente, de la aplicación de oficio de la
prescripción ya operada al momento de la ejecución de la revocación de la
condicionalidad de la pena, el Tribunal Constitucional tiene competencia para
ingresar al proceso penal ordinario antecedente y analizar el fondo de la
decisión sólo en lo que atañe a la prescripción invocada como sustento de la
demanda que da origen al presente proceso constitucional, máxime
considerando que en ésta se sostiene que el hecho que sustenta la pretensión
“vulnera en forma manifiesta la libertad individual y la tutela procesal efectiva”
en la versión del artículo 4 del Código Procesal Constitucional, aún cuando
dichos condicionamientos legales son rechazados, en este caso, por los grados
inferiores.

4. De acuerdo al artículo 86 del Código Penal, el plazo de prescripción


de la pena es el mismo que fija la ley para la prescripción de la acción penal.
Asimismo, conforme al artículo 80 del Código Penal, la acción penal prescribe
en un tiempo igual al máximo de la pena fijada por la ley si es privativa de
libertad. Por lo tanto, el delito de apropiación ilícita, en su supuesto básico
previsto en el primer párrafo del artículo 190 del Código Penal, por el que fue
condenado el demandante, al tener una pena privativa de libertad máxima de 4
años, tiene un plazo ordinario de prescripción de 4 años. Asimismo, a tenor del
tercer párrafo del artículo 87 del Código Penal, en los casos de condena
condicional, la prescripción comienza a correr desde el día de su revocación.
Es decir, que la revocación de la suspensión de la ejecución de la pena opera
como una causal de interrupción del plazo de prescripción, momento desde el
cual deberá comenzarse a contabilizar el plazo ordinario de prescripción.

5. En el presente caso, según consta a fojas 155 de autos, con fecha 10


de enero de 2001 se revocó la condicionalidad de la pena impuesta al
recurrente, por lo que, computado el plazo ordinario desde dicha fecha, la
prescripción de la pena se produjo el 10 de enero de 2005. Sin embargo, el
recurrente fue detenido con fecha 4 de julio de 2005, fecha en la que ya había
prescrito la pena. En tal sentido, la pretensión debe ser estimada, ordenándose
la excarcelación del recurrente.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus.


2. Ordenar la excarcelación de don Luis King Peralta Iparraguirre en el
Proceso Penal Nº 97-551, seguido ante el Cuarto Juzgado Penal de Trujillo.

3. Poner en conocimiento de la Oficina Distrital de Control de la


Magistratura y del Consejo Nacional de la Magistratura la conducta del Vocal
integrante de la Tercera Sala Especializada Penal de la Libertad Pedro
Guillermo Urbina Ganvini y del Juez Penal Carlos Eduardo Merino Salazar.

SS.

BARDELLI LARTIRIGOYEN
GONZALES OJEDA
VERGARA GOTELLI

IMPEDIMENTO DE SALIDA -VULNERACION DEL DERECHO AL LIBRE


TRANSITO

EXP. Nº 2050-2005-PHC/TC
LIMA
WALTER LEE
(Publicado: 09-12-06)

SENTENCIA TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

En Lima, a los 10 días del mes de mayo de 2005, la Segunda Sala del
Tribunal Constitucional, integrada por los magistrados Gonzales Ojeda, García
Toma y Vergara Gotelli, pronuncia la siguiente sentencia:

ASUNTO

Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Walter Lee contra


la sentencia de la Primera Sala Penal con Reos en Cárcel de la Corte Superior
de Justicia de la Lima, de fojas 227, su fecha 23 de noviembre de 2004, que
declaró improcedente la demandada de autos.

ANTECEDENTES

Con fecha 9 de junio de 2004, el recurrente interpone demanda de


hábeas corpus contra la Jueza del Cuarto Juzgado de Paz Letrado de Lince y
San Isidro alegando que en el proceso de alimentos que le sigue su esposa
ante el juzgado emplazado (expediente 0572-2003), mediante resolución de
fecha 18 de diciembre de 2003 se le dispuso impedimento de salida del país,
resolución judicial que no considera motivada. Afirma que es su esposa quien
abandonó a su menor hijo hace 5 años, el cual sigue estudios escolares en la
República de Argentina y que el impedimento impugnado lo tiene “preso” en
Perú, violando sus derechos constitucionales al libre tránsito y el debido
proceso, además de afectar el artículo 8 del Código de los Niños y
Adolescentes.

Realizada la investigación sumaria y tomadas las declaraciones


explicativas, el recurrente precisa que es de nacionalidad argentina, país a
donde no puede regresar para ver a su menor hijo. Asimismo, refiere que la
resolución que declara inadmisible la apelación de la medida cuestionada fue
notificada en domicilio procesal que no corresponde. De otro lado, la jueza
emplazada sostiene que el impedimento impugnado ha sido expedido en un
proceso regular, en observancia del principio de legalidad y de acuerdo al
ordenamiento legal vigente.

El Vigésimo Quinto Juzgado Penal de Lima, con fecha 16 de setiembre


de 2004, declara improcedente la demanda por considerar que la resolución
emitida por la demandada ha sido dictada dentro de un proceso regular en
función a sus atribuciones.

La recurrida confirma la apelada por considerar que la medida cautelar


impuso no se impuso de manera arbitraria o irregular.

FUNDAMENTOS

§ Delimitación del petitorio

1. La demanda tiene por objeto que se declare la inaplicabilidad de la


resolución n de fecha 18 de diciembre de 2003, dictada en un proceso civil por
alimentos (expediente 0572-2003), por el Cuarto Juzgado de Paz Letrado de
Lince y San Isidro, y que dispone la medida cautelar de impedimento de salida
del país del recurrente, afectándose los derechos constitucionales al libre
tránsito y a la motivación de las resoluciones judiciales del demandante.

§ Aplicación del Código Procesal Constitucional

2. Debe señalarse que a la fecha de interposición de la demanda se


hallaba en vigencia la Ley 23506, su complementaria y demás modificatorias y
que con fecha 1 de diciembre de 2004 entró en vigencia el Código Procesal
Constitucional (Ley 28237), que regula los procesos constitucionales, entre
ellos el hábeas corpus.
3. Este cuerpo normativo establece, en su Segunda Disposición Final
que “(...) las normas procesales previstas por el presente Código son de
aplicación inmediata, incluso a los procesos en trámite. Sin embargo,
continuarán rigiéndose por la norma anterior: las reglas de competencia, los
medios impugnatorios interpuestos, los actos procesales con principio de
ejecución y los plazos que hubieran empezado”.

4. Es oportuno precisar que si bien la citada disposición legal permite


interpretar que un proceso constitucional en curso puede comenzar a ser
regido por una nueva ley procesal, ello habrá de ser posible siempre que tal
regulación suponga una real vigencia del derecho a la tutela jurisdiccional
efectiva, lo que en principio debe ser apreciado atendiendo a las
particularidades del caso en concreto. Es así que en el caso de autos es
indudable que una regla de procedibilidad tan restrictiva como la contenida en
el artículo 4, que obliga al agotamiento de los recursos internos, no resulta
aplicable al presente caso.

§ Análisis del acto lesivo materia de Controversia constitucional

5. El recurrente fundamenta su pretensión en que la resolución


cuestionada adolece de vicios de fondo y en que la medida impugnada no se
ha dejado sin efecto pese a estar cumpliendo con una asignación anticipada y
haber ofrecido una serie de garantías, las mismas que fueron rechazadas;
también sostiene que la resolución 11, que declara inadmisible la apelación
contra la resolución que se cuestiona mediante el presente proceso, fue
notificada en domicilio diferente, recortándose así su derecho de defensa. De
otro lado, alega que su nacionalidades argentina y que es allí precisamente en
donde se encuentra su menor hijo Andrés Saufa Lee Huang, quien se
encuentra bajo su cuidado y quien, a juicio de Tribunal, sería el principal
afectado con la medida cuestionada.

6. Si bien las instancias judiciales precedentes declararon improcedente


la demanda de hábeas corpus bajo el argumento, entre otros, de que la
resolución cuestionada ha sido dictada dentro de un proceso regular, este
Colegiado para determinar si dicha actuación se encuadra dentro del marco
constitucional o si a consecuencia de ella se vulneraron los derechos
impugnados u otro derecho constitucional, considera necesario reseñar los
criterios vertidos sobre estos derechos fundamentales.

§ Derecho a la libertad de tránsito

7. El artículo 2 numeral 11, de la Constitución Política del Perú,


establece que toda persona tiene derecho “A elegir su lugar de residencia, a
transitar por el territorio nacional y salir de él y entrar en él, salvo limitaciones
por razones de sanidad o por mandato judicial o aplicación de la ley de
extranjería”. Al igual que en el caso de los nacionales, todo extranjero tiene del
derecho de salir del territorio nacional, ya sea para emigrara otro Estado o
simplemente para regresar a su país de origen, todo ello en concordancia con
lo establecido en la legislación supranacional (artículo 13.2 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, artículos 12.2 y 12.3 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, y artículo 22.2 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos), en donde se estatuye que: “Toda persona tendrá
derecho a salir libremente de cualquier país, incluso del propio”, y que “Los
derechos antes mencionados no podrán ser objeto de restricciones salvo
cuando éstas se hallen previstas en la ley (...)”.

8. En ese sentido el artículo 25 inciso 6), del Código Procesal


Constitucional, señala que el hábeas corpus procede ante la acción u omisión
que amenace o vulnere “el derecho de los nacionales o de los extranjeros
residentes a ingresar, transitar o salir del territorio nacional, salvo mandato
judicial o aplicación de la Ley de Extranjería o de Sanidad”; de ello se concluye
que es permisible que para salir del país se fijen determinados requisitos o se
proponga la exención de impedimento legal, por lo que de mediar tal restricción
ésta deberá estar justificada en una causa razonable que motive dicha
limitación, la misma que deberá ser dispuesta con la debida aplicación y
observancia de las garantías que otorga el debido proceso.

§ Derecho a la motivación de las resoluciones judiciales

9. Uno de los contenidos del derecho al debido proceso es el derecho de


obtener de los órganos judiciales una respuesta razonada, motivada y
congruente con las pretensiones oportunamente planteadas por las partes en
cualquier clase de procesos. La exigencia de que las decisiones judiciales sean
motivadas garantiza que los jueces, cualquiera que sea la instancia a la que
pertenezcan, justifiquen sus decisiones asegurando que la potestad de
administrar justicia se ejerza con sujeción a la Constitución y a la ley, pero
también tiene la finalidad de facilitar un adecuado ejercicio del derecho de
defensa de los justiciables.

10. El inciso 5) del artículo 139 de la Norma Fundamental consagra el


derecho a la motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las
instancias, excepto los decretos de mero trámite, con mención expresa de la
ley aplicable y de los fundamentos de hecho en que se sustentan; es decir, los
jueces tendrán que expresar el proceso mental que los ha llevado a decidir con
determinado criterio una controversia o a dictar una medida limitativa del
derecho al libre tránsito, como es la que se cuestiona en el caso de autos.
11. La Constitución no garantiza una determinada extensión de la
motivación, por lo que su contenido esencial se respeta siempre que exista
fundamentación jurídica, congruencia entre lo pedido y lo resuelto y por sí
misma exprese una suficiente justificación de la decisión adoptada, aun si ésta
es breve o concisa, ose presenta el supuesto de motivación por remisión.

§ Análisis del caso materia de controversia constitucional

12. Aun cuando la resolución impugnada (fojas 9) dispone en su parte


resolutiva que “(...) no encontrándose debidamente garantizado el cumplimiento
de dicha asignación anticipada se dispone el impedimento de salida del país
del demandado”; debe considerarse que la propia emplazada otorgó permisos
temporales al beneficiario en reiteradas oportunidades a fin de que viajara a la
República de Argentina a ocuparse de su hijo, cumpliendo con retornar y
supeditarse al proceso civil en cuestión, demostrando así una conducta de
colaboración y no obstruccionista.

13. Se aprecia por otra parte que la demanda civil por alimentos lo
interpone la esposa del recurrente a favor propio; asimismo que el menor
Andrés Saufa Lee Huang, hijo de los actores del proceso subyacente, se
encuentra en la República Argentina y que es precisamente el demandante
quien lo tiene bajo su cuidado.

14. En consecuencia este Colegiado considera que la resolución


impugnada, que dispone la medida de impedimento de salida del país del
beneficiario, es incompatible con las formas de restricción a la libertad de
tránsito previstas por la Constitución y las leyes pertinentes que emergen de
ella, pues se advierte que carece de fundamentación jurídica y de falta de
coherencia ya que no expresa, por sí misma, suficiente justificación de la
decisión adoptada, por lo que vulnera los derechos a la motivación de las
resoluciones judiciales y a la libertad de tránsito del demandante.

15. Finalmente, cabe señalar con respecto al error impugnado por el


demandante de haber sido notificado de la resolución 11 en diferente domicilio
procesal, que no cabe pronunciamiento al haberse convalidado dicha anomalía
con la prosecución del proceso subyacente.

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que


le confiere la Constitución Política del Perú.

HA RESUELTO

1. Declarar FUNDADA la demanda de hábeas corpus.


2. Declarar NULA la resolución 1 de fecha 18 de diciembre de 2003,
expedida por el Cuarto Juzgado de Paz Letrado de Lince y San Isidro,
Expediente 0572-2003, en el extremo que dispone el impedimento de salida del
país del demandante, y subsistente en lo demás que contiene; en
consecuencia, NULOS los demás actos que se deriven de dicha medida
cautelar.

Publíquese y notifíquese.

SS.

GONZALES OJEDA
GARCIA TOMA
VERGARA GOTELLI

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