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Edición Impresa | 21 de marzo de 2018
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RADAR
18 de marzo de 2018
La edición en español de Ready Player One, la novela de Ernest Cline publicada hace siete Mark Zuckerberg gana tiempo
admitiendo "errores" | El
años, presenta en su portada cuatro juegos de pixeles inconfundibles: las naves
creador de Facebook prometió
alienígenas que la heroica embarcación espacial de Space Invaders debe destruir con la restringir el acceso a los datos
de los usuarios
única arma de fuego que posee como método de defensa. El videojuego creado en 1978 Hace 48 min
por el japonés Tomohiro Nishikado para la compañía Taito se ha convertido, desde luego,
en uno de los próceres más destacados en la genealogía del universo gamer y su consola "Yo te busco para que vos te
encuentres" | Sampaoli se
accionada con monedas o chas es una imagen imborrable para todos aquel que hayan sumó a la lucha de Abuelas de
Plaza de Mayo
atravesado la infancia o adolescencia a comienzos de los años 80. En el prólogo del libro, Hace 2 hs
sin embargo, Cline no hace referencia a ese mítico arcade, seleccionando en cambio como
piedra basal a uno de los juegos más populares para los usuarios de la primera Gas lacrimógeno en una
votación en el Parlamento de
generación de consolas Atari: Adventure. Imaginados y plasmados en la pantalla por el Kosovo | Los
ultranacionalistas, contra un
diseñador de software Warren Robinett, los pasillos y catacumbas del laberinto que
acuerdo de fronteras
conforman el universo de ese primitivo juego de aventuras esconden un secreto, Hace 2 hs
originalmente oculto ante los ojos de los jugadores e, incluso, para los jefes de la
compañía: en la jerga metafórica, un easter egg o huevo de pascua. En la práctica, apenas ESCRIBEN HOY: Ver más
una placa que reza “creado por Warren Robinett”, una forma juguetona de hacer gala de
Beatriz Vignoli | Carlos Cullen | Carl…
la autoría en una era donde los creadores de videojuegos permanecían en el más
absoluto anonimato. Ernest Cline elige narrar sucintamente esos hechos de la realidad
histórica utilizando la primera persona del singular, pero en la voz del protagonista, Wade
Owen Watts, un adolescente geek, pero nada nerd, que nunca conoció la era antigua de
los videojuegos (la historia transcurre en el año 2045) pero que, sin embargo, la conoce a
pie juntillas. El relato de Ready Player One –cuyo título remite a la clásica placa visible
antes de pulsar el botón de inicio– pone primera marcha con una versión remozada del
“secreto” de Adventure: un diseñador y empresario multi millonario de nombre James
Donovan Halliday acaba de morir a los 67 años, regalando su mastodóntica herencia a
aquel ignoto jugador que encuentre el huevo de pascua escondido en su creación más
popular, la plataforma de realidad virtual OASIS, cuyos “pasillos y catacumbas” son un
poco más extensos y complejos que aquellos delimitados por las rudimentarias y
quebradas líneas del Atari 2600.
El mundo real en Ready Player One, el que respira con serias di cultades fuera de los
límites de OASIS, es nuevamente un futuro de caos y descomposición, el a la tradición de
las distopías sci- . Así lo describe Wade Watts, un joven huérfano y verdadero
sobreviviente, en las primeras páginas del libro: “Al principio no entendí por qué los
medios de comunicación concedían tanta importancia a la muerte de aquel
multimillonario. Como si los habitantes del planeta Tierra no tuvieran otras
preocupaciones. La crisis energética. El catastró co cambio climático. El hambre, cada vez
más generalizado, la pobreza, las enfermedades. Media docena de guerras. Ya se sabe, lo
de siempre: perros y gatos juntos, histeria colectiva”. La última expresión es cita literal de
una línea de diálogo de la película Los cazafantasmas, otro elemento central en la
estructura narrativa del libro: la fascinación por la cultura popular de la década del 80. Los
videogames, la ciencia cción y la retro lia conforman el caldo primigenio de un texto de
cción bastante relegado por la crítica literaria –incluso la muy especí ca– pero que en
pocos años logró sumar un importante grupo de seguidores de alcance global. Los
derechos para la adaptación cinematográ ca de la historia fueron vendidos incluso antes
de la publicación del libro, síntoma incurable de sus posibilidades de traslación al terreno
audiovisual. Y quizás no haya nombre más pertinente que el de Steven Spielberg para
sumar a la ecuación: sus películas de nes de los años 70 y comienzos de los 80 –como
director y productor– hicieron mucho por con gurar ese mismo imaginario que el libro
reelabora y que el éxito reciente de series como Stranger Things rea rma con creces. La
añoranza y revitalización de aquellos tiempos es, en los tiempos que corren,
de nitivamente cool. Cline crea en el difunto Halliday un fanboy de todo aquello que
pueda ser de nido como ochentoso, llevado hasta el límite de las posibilidades: en su
testamento en formato de videoclip, musicalizado por el pop imposiblemente eighties de
Oingo Boingo, hay referencias a varias películas de John Hughes y a otros títulos
especí cos de esa era como Escuela de jóvenes asesinos. Fiel seguidor del millonario –que
parece hibridar en su gura algo de Zuckerberg y algo de Jobs, su OASIS una mezcla de
red social, plataforma educativa y, por supuesto, juego multijugador integrado por
in nitos universos–, Wade también se ha convertido a la religión de los 80 y los capítulos
de su serie favorita, Lazos de familia, son revisados a conciencia noche tras noche en la
oscuridad de su rincón en el mundo, lejos del mundanal ruido de disparos y gritos ahí
afuera. Dentro de OASIS, el muchacho se transformará en Parzival, el nombre de su
avatar, el cazador de las tres llaves que quizás –con astucia, coraje y algo de suerte, como
un Charlie Bucket en una fábrica de chocolate virtual– le permitan llegar al escondite
donde yace el huevo de pascua escondido.
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“Cuando leí el libro sentí algo increíble: un ashforward que es al mismo un tiempo un
ashback. Un ashback a los años 80, una década en la que estuve muy involucrado
como creador, y un ashforward a un futuro que nos está esperando a todos nosotros, lo
queramos o no”, a rmó Steven Spielberg ante una audiencia expectante en el Comic-Con
original en San Diego, hace casi un año, antes de revelar las primeras imágenes de su
último largometraje. “Al leer el libro, sentí también que iban a necesitar a un director más
joven para hacer la película. La imaginación de Cline es enorme y logra llevarte a un lugar
insospechado; en un primer momento no tenía idea de cómo iba a llegar allí como
director de cine. La creación de este mundo virtual nos llevó cerca de dos años y medio de
preparación”. Afortunadamente para los fans (de la novela y, sobre todo, del cineasta), la
mayoría de las críticas publicadas inmediatamente después de la premier anticipan un
logro nada menor, aunque tampoco insospechado viniendo de quien viene: según esas
reseñas, en Ready Player One Spielberg habría logrado superar el escollo de la
referencialidad vacía, entregando una aventura juvenil como hacía rato no
manufacturaba (¿desde los años 80?). El guion del lm fue escrito a cuatro manos por el
propio Cline y el veterano de varias batallas Zak Penn, responsable de una buena
cantidad de relatos súper heroicos (los X-Men, Hulk y los Avengers pasaron por su
procesador de texto) y co-creador de la historia original de El último héroe de acción, ese
bello coletazo ochentoso que vio la luz tardíamente, en 1993. “Ernest Cline escribió
algunos borradores antes de que me contrataran y comenzara a trabajar en la historia”,
declaró Penn hace algunas semanas, en plena gira promocional de la película, destacando
asimismo que la relación entre ambos no se inició con este proyecto. “Lo conozco desde
antes: él participó de un documental que dirigí hace unos años llamado Atari: Game Over.
Por lo tanto, comenzamos a conversar sobre la adaptación desde mucho antes de
comenzar a escribirla juntos. Fueron seis meses de charlas previas, pero cuando los
tiempos de producción comenzaron a acelerarse las cosas surgían naturalmente todo el
tiempo. Soy de los que creer que los guionistas deben ser respetuosos de los escritores al
adaptar una obra, no importa quienes sean”.
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