Mastercase: Cómo afrontar la deserción escolar y la “deserción” en el
aula
Docente: Dr. Eduardo Zapata Saldaña
Número de equipo: 14
Integrantes:
Mercado Chávez, María Isabel
Matzumura Miyahira, Francisco Mendoza Linares, José Luis Maguiña Agüero, Juan Arturo Medina Rosas, Cristian Malpartida Quispe, Miguel Ángel (líder) En el presente texto, expondremos nuestras apreciaciones acerca del modo en que se debe afrontar la deserción escolar y la “deserción” en el aula a través de un nuevo paradigma comunicativo. 1. Sistema y agentes educativos involucrados en el problema Entender la deserción y el fracaso en la escuela supone comprender que la escribalidad (monótona y sesgadamente impartida) y un sistema educativo rígido, basado en esta, producen discursos de reúso que no son compatibles con los cambios culturales-tecnológicos ni con los nuevos requerimientos profesionales. Asimismo, la implementación de computadoras, tabletas o cualquier otro dispositivo electrónico para brindar una apariencia de innovación no garantiza el éxito ni la comprensión de los estudiantes. Frente a esto, lo necesario es considerar que las nuevas generaciones de alumnos se han formado y llegan a la escuela con un perfil distinto al de las anteriores. De esta manera, la mejor forma de comunicación se establece cuando se asume la electronalidad como el espacio de producción y encuentro. Sin embargo, el manejo de estas formas de expresión debe realizarse académicamente y bajo un plan educativo concreto. Las prioridades de este enfoque deberían basarse en trabajos grupales y proyectos investigativos que privilegien la diversidad comunicativa en un marco de interdisciplinariedad. En precisión, las medidas concretas son las que siguen: (a) la colaboración de todos los actores en la implementación de un currículo por competencias que promueva actividades interdisciplinarias de investigación y creación que motiven al alumno a innovar en un contexto tecnológico reduce la deserción escolar; (b) el uso de la tecnología en las aulas, integrado con las formas expresivas tradicionales y organizado por un docente que la considera un medio de interacción y no un fin en sí mismo (tal como afirma Ruseel Stannard) genera nuevos conflictos cognitivos, acordes con el perfil del alumno actual, lo cual reduce la “deserción” en el aula. 2. Propuestas de innovación comunicativa para mejorar la educación a nivel de la escuela y la ciudadanía Cualquier proyecto que se plantee debe considerar la electronalidad como base para evitar la deserción o el fracaso de los alumnos. En dicho contexto, integrar a la comunidad y a los distintos actores serviría para alcanzar la eficiencia del proyecto, no solo por el hecho de apelar al perfil de un alumno que se asume como prosumidor, tal como lo entendieron Biondi, Miró Quesada y Zapata (2010), sino también porque, así, por ejemplo, los padres de familia podrían entender mejor las nuevas formas producción y consumo de información. En ese sentido, el proyecto planteado debe incluir plataformas de discusión en las que la interacción sea primordial. En particular, estas, que pueden ser aulas virtuales, foros, blogs, plataformas de escritura colaborativa, permiten desarrollar las capacidades dialógicas de los alumnos prosumidores, además de adicionar herramientas para la participación de alumnos con habilidades diferentes. Estos nuevos medios, de este modo, se convierten en espacios de intercambio de información y consolidan relaciones de formación, interacción, trabajo, colaboración e investigación. Al respecto, Dorfsman (2012) sostiene que el rol del docente como partícipe activo de modelos, por ejemplo de Web Blended Learning, pone de relieve nuevas comprensiones en los procesos de construcción de los conocimientos, con fuerte acento en el conocimiento compartido y en la creación de espacios colectivos de producción y colaboración, que impactan en el diseño de los ambientes de aprendizaje y de los contenidos disciplinares y didácticos de la enseñanza. Asimismo, el enfoque interdisciplinario en función de la solución ética de algún problema comunitario puede ser un vehículo apropiado para el aprendizaje. La labor del docente, en esta forma de trabajo, junto con otros actores de la comunidad, consistiría en ser facilitador del abordaje, discusión y reflexión de los problemas de interés de la escuela como elemento activo de la comunidad local. En consecuencia, los actores participarían en un diálogo que los define y recrea de forma permanente (Córdova, 2003). Por otro lado, para articular la comunicación entre las instituciones (Estado y empresa) y los ciudadanos, una respuesta directa al problema de la contradicción que se produce entre ambos es el diálogo claro y la gestión ordenada de los procesos: saber qué hacer, quién lo hace y cómo hacerlo. Sin embargo, la homogeneidad en sí o la creación de un sistema estable o estático es una contradicción en un entorno totalmente desmasificado. La contradicción se genera cuando dos sistemas no encuentran un punto en común y, más bien, difieren en torno a este. Asimismo, existe un peligro en la creación de un modelo rígido que solo genere discursos de reúso. Por ello, la comunicación debe realizarse sobre puntos generales que permitan entender que se alienta y propicia la formación de alumnos prosumidores. Además, el diálogo debe generarse sobre canales abiertos que puedan ser consultados por cualquier persona (distintas y variadas plataformas virtuales pueden propiciar esta forma de diálogo visible para el público en general). Así, la contradicción también podría evitarse. 3. Electronalidad como recuperación de la oralidad para conformar la moderna ciudadanía Las diversas formas de comunicación virtual vinculan la oralidad y la electronalidad, por ejemplo, los foros y chats. La potencialidad de estos recursos reside en el hecho de poder conocer y contrastar realidades de forma inmediata, así como guardar una base de datos que sirve como banco de información para la memoria colectiva. En ese sentido, la vinculación entre los actores educativos y las diversas autoridades, mediante una comunicación constante a través de una aplicación virtual, permitiría guardar constancia de los procesos de enseñanza y aprendizaje, así como de los niveles de deserción o de éxito. De esa forma, se podría conseguir la mejora constante de los programas, en los cuales los objetivos, las metas, los procedimientos y los estándares podrán ser visibilizados, discutidos y establecidos por los actores involucrados y la ciudadanía en general, y no solo por los “técnicos del poder” (Toffler, 1980) 4. Revaloración de la educación como un proceso comunicativo La electronalidad en sí es clave para pensar en la promoción de la comunicación. El anclaje monológico de la escribalidad, paralelo a la figura de un Estado preceptivo, pierde sentido si se considera que electronalidad propicia discursos reactivos (y de consumo), semejantes al circuito comunicacional oral. En otras palabras, la comunicación unidireccional se vuelve un diálogo entre Estado, gestores y actores educativos, los cuales están abiertos a la escucha. El problema radica en propiciar espacios de uso dentro de un paradigma social que se resiste al cambio o a la inclusión de sistemas que se asemejen a la cultura de la oralidad. Así, es necesaria la creación de espacios oficiales que permitan y promocionen una comunicación basada en la electronalidad. Estos medios, gradualmente, adoptan la forma de plataformas virtuales donde prima el diálogo y la discusión entre los gestores educativos. Las mesas de trabajo, los foros de debate, los repositorios digitales de recursos y las plataformas de escritura colaborativa son, en la actualidad, el modo en que los actores se comunican. Referencias Biondi, J., Miró Quesada, S., & Zapata, E. (2010). Derribando muros. Periodismo 3.0: oferta y demanda de comunicación en el Perú de hoy. Lima, Perú: El Comercio. Córdova, P. (2003). “Interculturalidad y dialogismo”. En N. Vigil y R. Zariquiey. Ciudadanías inconclusas. El ejercicio de los derechos en sociedades asimétricas. Lima, Perú: PUCP. Toffler, A. (1980). La tercera ola. Bogotá, Colombia: Plaza y Janés.