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Acus
(Y King Kong fue tras ella gimiendo)
Yanina Saralegui
¡A tirar mi voz a todos los vientos!... Y King
Kong fue tras ella gimiendo y Rosario arruinó
mi palabra. Es así, ¿a quién no dejar?
Al tirar mi voz a todos los vientos, por fin se
comprende el secreto de esta alternativa: la hu-
medad es decir, y las palabras de la humedad,
superfluas, es decir: tragó.
Sentimiento, periferias de voz.
La fatiga, mi propio ritmo.
Que ahora soy una calle de la pared y perecie-
ron, como un escenario, vario alimento.
¿Soy, saldré?... y luego, por fin, se comprende
el secreto de esta alternativa, y lo partió, y
ahora no hay nadie en la parte superior del
viento pero no es así en este caso.
Vahes y confesar que: la boca del gordo que
anónimamente aire, la boca del sofocante hace.
Pronto se volvió hacia ella. En breve.
Dondequiera que miraba, no había tanto, es
así.
Vi un poco más, era posible, un perro. Pero el
pequeño perro. Color negro y muy áspero. Y
comenzó a hablar, podía decir de él que vino.
Se rompió cuando… exagerada, ya sé que me
conocés, soy viejo, un niño.
Él falta por su acento, que era de la cruz, tra-
tando de imitar: la conquista de, la conexión
con, y él estaba allí, pifiaste sería, en lo que
respecta a todos, que es en la ciudad de soja y
terminó... que dejaste atrás. Mambo del poeta,
en mi opinión. La comida se hizo entender a
los pocos días en la sinrazón, joyería de la im-
presión del perro, y rompí un majestuoso jardín
de mi herencia de saciedad. Lo echarán en las
habitaciones al final.