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Hch 16:25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los

presos los oían.


Hch 16:26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los
cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las
cadenas de todos se soltaron.
Hch 16:27 Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la
espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido.
Hch 16:28 Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos
estamos aquí.
Hch 16:29 El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a
los pies de Pablo y de Silas;
Hch 16:30 y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
Esta es la pregunta que todo pecador redarguido por el Espiritu Santo se hace.
Hch 16:31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
La salvación solo se encuentra en Jesús, todo aquel que cree en él es salvo.
Hch 16:32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.
La fe viene por el oír y el oír la Palabra de Dios
La bendición de poder predicar en los hogares, Dios bendiga la predicación de la Palabra
en los grupos familiares.
Hch 16:33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas;
y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
Hch 16:34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de
haber creído a Dios.
Hch 16:35 Cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles a decir: Suelta a
aquellos hombres.
Hch 16:36 Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados han
mandado a decir que se os suelte; así que ahora salid, y marchaos en paz.
Hch 16:37 Pero Pablo les dijo: Después de azotarnos públicamente sin sentencia
judicial, siendo ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel, ¿y ahora nos echan
encubiertamente? No, por cierto, sino vengan ellos mismos a sacarnos.
Hch 16:38 Y los alguaciles hicieron saber estas palabras a los magistrados, los cuales
tuvieron miedo al oír que eran romanos.
Hch 16:39 Y viniendo, les rogaron; y sacándolos, les pidieron que salieran de la
ciudad.
Hch 16:40 Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia, y habiendo visto
a los hermanos, los consolaron, y se fueron.

Comentario DV

16.16 El espíritu de adivinación de esta muchacha provenía de los malos espíritus. La adivinación era una práctica común
en Grecia y en la cultura romana. Había muchos métodos supersticiosos por los cuales muchas personas pensaban que
podían anticipar hechos futuros, interpretando pronósticos al grado de establecer comunicación con los espíritus de la
muerte. Esta joven poseída tuvo un espíritu demoníaco que la enriqueció, dándole la facultad de interpretar señales y
decir a la gente su suerte. Su jefe explotó su condición desafortunada para beneficio personal.
16.17, 18 Lo que dijo la joven poseída era cierto, a pesar de que la fuente de su sabiduría era un demonio. ¿Por qué un
demonio anunció la verdad acerca de Pablo? ¿Por qué lo incomodó? Si Pablo hubiera aceptado las palabras del demonio,
hubiera dado a entender que el evangelio y sus actividades estaban ligadas al demonio. Esto hubiera dañado su mensaje
acerca de Cristo. La verdad y el demonio no se mezclan.

16.22-25 A Pablo y Silas los desnudaron, golpearon, azotaron y pusieron en el cepo del calabozo de más adentro.
Ultrajados por esta triste situación, alabaron a Dios, orando y cantando, de manera que los otros prisioneros los oyeron.
No importa cuál sea nuestra situación, debemos alabar a Dios. Otros pueden entregarse a Cristo por nuestro ejemplo.

16.24 Los cepos se hacían de dos pedazos grandes de madera unidos con abrazaderas de hierro, dejando agujeros lo
bastante grandes para los tobillos. Las piernas de los prisioneros quedaban transversalmente al madero inferior. Algunas
veces se insertaban también tobillos y muñecas. Pablo, que no cometió crimen alguno y que era un hombre pacífico, le
colocaron en cepos designados para los prisioneros más peligrosos y que requerían seguridad absoluta.

16.27 El carcelero desenvainó su espada para matarse porque los carceleros tenían la responsabilidad de sus prisioneros
y debían dar cuenta si llegaban a escapar.

16.30, 31 La reputación de Pablo y Silas en Filipos era bien conocida. Cuando el carcelero descubrió su verdadera
condición y necesidad, lo arriesgó todo para encontrar la respuesta. Las buenas nuevas de salvación de los cristianos se
expresa de manera simple. Crea en el Señor Jesús y será salvo (véanse Rom_10:9; 1Co_12:3; Eph_2:8-9; Phi_2:11).
Cuando reconocemos a Jesús como el Señor y le confiamos toda la vida, obtenemos la salvación de manera segura. Si
usted nunca ha confiado en Jesús para su salvación, hágalo ya. Su vida se llenará de gozo, al igual que la del carcelero
(Hch._16:34).

16.31-34 Pablo y Silas tomaban en serio la unidad familiar. El ofrecimiento de salvación fue para el carcelero y su familia,
incluyendo a los sirvientes. La fe del carcelero no salvó a todos; cada uno necesitó aceptar a Jesús en fe y creer en El de la
misma manera que el carcelero lo hizo. Sin embargo, toda su familia creyó y recibió la salvación. Ore que Dios lo use para
presentar a Jesús a su familia y que pueda creer en El.

16.37 Pablo rehusó liberarse y escapar, a fin de enseñar a los magistrados en Filipos una lección y proteger a los otros
creyentes de los tratos que Silas y él recibieron. Se divulgaría la noticia de la inocencia comprobada de Pablo y Silas, de
que los líderes los liberaron y que los creyentes no sufrirían persecución, sobre todo si eran ciudadanos romanos.

16.38 La ciudadanía romana ofrecía ciertos privilegios. Estas autoridades de Filipos temían porque era ilegal azotar a un
ciudadano romano. Además, un ciudadano romano tenía derecho a un juicio justo, el cual no se otorgó a Pablo.
Comentario JFB

16-18. Y … yendo nosotros a la oración—Las palabras parecen indicar que fué en


el camino para el lugar usual de la oración pública, en la ribera del río, donde ocurrió
esto; por tanto, no en el mismo día cuando ocurrió lo antes relatado. una muchacha
—“una sirvienta”, y en este caso, una esclava (v. 19). que tenía espíritu pitónico—o
espíritu de pitón; que tenía espíritu inspirado, según se suponía, por el Apolo Pítico, o
bien, de la misma naturaleza. La realidad de esta posesión demoníaca es tan innegable
como la de otra cualquiera de la historia evangélica. daba voces, diciendo: Estos
hombres son siervos del Dios Alto, etc.—¡Glorioso testimonio! Pero véase Luk_4:41.
esto hacía por muchos días—en muchas ocasiones sucesivas, cuando iban a la
reunión de oración de costumbre, o mientras se ocupaban en el servicio religioso. mas
desagradando a Pablo—“dolorido Pablo”, por la pobre víctima; entristecido de ver
semejante poder en manos del enemigo de la salvación del hombre, y de observar el
propósito maligno con que profería este alto testimonio de Cristo.
19. Y viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia,
prendieron a Pablo y a Silas—como las personas principales—y los trajeron al foro,
al magistrado, etc.—Tenemos en esto una confirmación plena e independiente de la
realidad de la curación sobrenatural, puesto que en cualquier otra suposición tal
conducta habría sido locura.
20. Estos hombres, siendo Judíos—Eran objeto de odio, de escarnio y de
sospecha, por parte de los romanos, y en aquel entonces de prejuicio más que usual.
alborotan nuestra ciudad—Véanse cargos similares, cap. 17:6; 24:5; 1Ki_18:17.
Había un tinte de verdad en tales acusaciones, por cuanto el evangelio, y generalmente
el temor de Dios, como el principio dominante de la acción humana, es en el mundo
impío un principio enteramente revolucionario. Hasta qué punto la conmoción y el
cambio en cualquier caso contribuirán al éxito de este principio, dependerá de la
amplitud y la obstinación de la resistencia que le haga frente.
21. Y predican ritos [“costumbres”], los cuales no nos es lícito recibir ni hacer,
pues somos [“siendo”] Romanos—Aquí también había algo de verdad, pues estaba
prohibida por ley la introducción de nuevos dioses, y esta ley podía aplicarse a todo
cambio de religión. Pero toda la acusación era pura hipocresía, por cuanto estos
hombres hubieran permitido que los misioneros predicasen la religión que los pluguiese,
siempre que no hubiesen sacado el manantial de sus ganancias. Así pues disimulan la
verdadera causa de su rabia, aparentando que sienten celo por su religión, por la ley y
por el buen orden. (Así en cap. 17:6, 7; 19:25, 27).
22. Y agolpóse el pueblo contra ellos—Como en cap. 19:28, 34; 21:30;
Luk_23:18). y los magistrados rompiéndoles [a Pablo y a Silas] sus ropas—Es
decir, que ordenaron a los lictores, o portadores de las fasces, que les quitasen sus
ropas para desnudarles el cuerpo (véase nota, v. 37). La palabra expresa la rudeza con
que trataban a los presos al prepararlos para ser azotados. les mandaron azotar con
varas—sin previo juicio (v. 37), para apaciguar la ira del populacho. Parece que tres
veces Pablo soportó esta indignidad (2Co_11:25).
23, 24. Y después que los hubieron herido de muchos azotes—ocasionándoles
heridas sangrientas que no les fueron lavadas sino cuando lo hizo el carcelero convertido
(v. 33). mandando al carcelero … los metió en la cárcel de más adentro—“Celdas
pestilenciales, frías y húmedas, de donde se excluía toda luz, y en donde se oxidaban las
cadenas en los presos. Un lugar semejante puede ser visto hasta el día de hoy en las
faldas del Capitolio de Roma”. [Hows]. y les apretó los pies en el cepo—Esto era un
instrumento de tortura, así como de reclusión, hecho de madera rodeada de hierro, con
agujeros para los pies, los que se apartaban el uno del otro según la severidad deseada.
(Orígenes, en un tiempo posterior, además de tener el cuello metido en un collar de
hierro, yació por muchos días tendido con los pies separados en el cepo). Aunque los
carceleros eran proverbialmente hombres sin sentimientos, la orden recibida le autorizó
en este caso para obrar con tal crueldad.
25. Mas a media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos—Mientras
derramaban el corazón en oración, prorrumpieron en alabanzas cantando himnos con
gozo y en alta voz. Como el verbo aquí usado es el mismo usado para denotar el himno
pascual cantado por nuestro Señor y sus discípulos después de la última pascua
(Mat_26:30), el cual sabemos consistía en los Salmos 113 a 118, y se cantaba en dicha
fiesta, es probable que fuesen estas porciones de los Salmos. tan ricos en tales
materiales, lo que nuestros gozosos afligidos entonaban; ni podrían ser otros más
apropiados ni más inspiradores para ellos que estos seis Salmos mismos, los que todo
judío piadoso conocería sin duda de memoria. “Dios da canciones en la noche”
(Job_35:10). Aunque sus cuerpos aun estaban sangrando, y eran torturados en los
cepos, sus espíritus, bajo “el poder impulsivo de un nuevo afecto”, se elevaron por
encima del dolor, e hicieron que su canto resonara por las paredes de la cárcel. “En
estos himnos de medianoche, entonados por los testigos encarcelados de Jesucristo, no
sólo se deshace todo el poderío de la injusticia y violencia romanas contra la iglesia, sino
que también se convierte en un contraste para pregonar más perfectamente la majestad
y el poder espiritual de la iglesia. que el mundo hasta ahora ignoraba. Y si los
padecimientos de estos dos testigos de Cristo eran el principio y el tipo de los innúmeros
martirios que de la misma fuente habían de sobrevenir a la iglesia, de la misma manera
el triunfo del Espíritu sobre el padecimiento sin paralelo, fué el principio y la garantía de
un poder espiritual que después vemos brillar tan triunfante e irresistible en muchos
mártires de Cristo entregados cual presa al mismo poder imperial de Roma.” [Neandro
en Baumgarten]. y los que estaban presos los oían—Literalmente, “los estaban
escuchando”; es decir, cuando sobrevinieron de repente los asombrosos eventos en
seguida relatados, no estaban dormidos, sino bien despiertos y maravillados (sin duda)
de lo que oían.
26-28. Entonces fué hecho de repente un gran terremoto—en contestación, sin
duda, a las oraciones y esperanzas de aquellas víctimas, de que en defensa de la verdad
y para gloria de su Señor, hubiese alguna intervención. y las prisiones de todos—las
“ataduras”, cepos y manillas de todos los presos—se soltaron—No a causa del
terremoto, por supuesto, sino por una energía milagrosa que le acompañaba. Por medio
de esto y de los cánticos gozosos que habían escuchado de parte de los mártires, por no
decir nada del cambio operado en el carcelero, estos presos apenas hubieran podido
dejar de quedar impresionados al punto de abrir el corazón para recibir la verdad; y esta
parte de la narración parece ser el resultado de la información comunicada después por
uno o más de estos hombres. Y despertado el carcelero … sacando la espada se
quería matar, etc.—sabiendo que él pagaría con la vida la huída de los presos (cap.
12:19, y comp. cap. 27:42). Mas Pablo clamó a gran voz—para evitar semejante
hecho—No te hagas ningún mal; que todos estamos aquí—¡Cuánta serenidad y
sangre fría! No mostró nada de orgullo por su liberación milagrosa, ni ninguna prisa para
provecho propio; antes bien, un solo pensamiento ocupaba la mente del apóstol en
aquel instante: el ansia de salvar un ser humano, evitando que se lanzara a la
eternidad, ignorando el solo camino de la vida; muestra su presencia de ánimo en la
seguridad que le da al hombre desesperado de que ninguno de sus presos se había
huído, como él había temido. Pero, se han preguntado algunos críticos escépticos
recientes, ¿cómo pudo Pablo, en la cárcel de más adentro, saber qué estaba por hacer el
carcelero? Hay muchas maneras concebibles, sin suponer que hubo alguna intervención
sobrehumana. Así pues, pudo haberlo sabido en caso de que el carcelero durmiera a la
puerta de la “cárcel de más adentro”, la que abrió repentinamente, cuando el terremoto
sacudió los cimientos del edificio: también. en caso de que, como es fácil suponer,
hubiera dado algún grito de desesperación, al ver abiertas las puertas; o si el crujido del
acero al sacarlo de la vaina, fué audible a los muy pocos metros, aumentado en el
silencio de la media noche por el pavor que el milagro obrara en los presos. ¿Qué
dificultad hay pues, en suponer que Pablo, percibiendo al instante el estado de las cosas,
gritara v corriera hasta su lado. y dijera estas palabras de ruego amoroso? No de menos
valor es la pregunta: ¿Por qué no huyeron los demás presos así liberados? No hay la
más mínima dificultad en comprender que, bajo la convicción irresistible de que debía
haber algo de sobrenatural en su instantánea liberación sin mano humana, fueron
sobrecogidos de tal admiración y asombro, que se les borró de su mente. por el
momento, no sólo todo deseo de escaparse, sino también todo pensamiento tocante al
asunto.
29, 30. El entonces pidiendo luz, entró dentro [de un salto] derribóse a los
pies de Pablo y de Silas; y sacándolos fuera, les dice—¡Cuán gráfica esta rápida
sucesión de detalles minuciosos ofrecidos evidentemente por los presos como por el
carcelero, los que referirían una y muchas veces toda fase de la escena, en la que se
había visto tan maravillosamente la mano del Señor. Señores, ¿qué es menester que
yo haga para ser salvo?—Si esta pregunta parece ser una anticipación a la luz que se
supone que el carcelero aun no poseía, considérese (1) que el “temblor” que le tomó no
pudo haber sido causado por la seguridad de los presos, pues todos estaban allí; de ser
así, él hubiera procedido a asegurarlos, antes que dejarlos para caer a los bies de Pablo
y Silas. Por la misma razón, está claro que su temblor nada tenía que ver con el informe
que él tenía que dar a los magistrados. Una sola explicación de ello se puede dar: que se
había alarmado de repente por su estado espiritual, y que, aunque un momento antes
estaba por arrojarse a la eternidad con la culpa de su propia muerte sobre su cabeza.
sin una idea del pecado que estaba cometiendo, ni de sus terríbles consecuencias, ahora
su incapacidad para comparecer ante Dios, y su necesidad de la salvación, brillan en su
alma y arrancan de ella el grito aquí asentado. Si todavía se pregunta cómo su condición
espiritual pudo ser tan patente, considérese (2) que el carcelero apenas podía ser
ignorante de la naturaleza de las acusaciones hechas contra los misioneros, ya que vió
que habían sido azotados públicamente por orden de los magistrados, lo cual llenaría
toda la ciudad de los hechos del caso, inclusive el extraño clamor diario de la pitonisa:
“Estos hombres son siervos del Dios Alto, los cuales os anuncian el camino de la
salvación”—palabras que proclamaban no sólo la divina ordenación de estos
predicadores, sino también las nuevas de la salvación que ellos anunciaban, la expulsión
milagrosa del demonio y la furia de sus amos. Todo esto, por cierto, nada le importaría a
tal hombre, mientras no fuera despertado por el potente terremoto que hiciera temblar
el edificio: entonces, lleno de desesperación al ver abiertas las puertas, la espada de
autodestrucción es detenida repentinamente por uno de los presos, palabras tales que él
nunca se hubiera imaginado podrían ser dichas en tales circunstancias, palabras que
dejaban ver en sí algo de divino. Entonces hace un nuevo descubrimiento: Fué
verdadero aquel pregón de la pitonisa: “Estos hombres son siervos del Dios Alto, los
cuales os anuncian el camino de la salvación”. Esto es lo que me conviene saber; de
estos mensajeros divinos debo aprender aquel “camino de la salvación”.
Substancialmente, éste es el clamor de todo pecador convencido de su pecado, aunque
variará en cada caso el grado de luz así como la profundidad de la ansiedad expresada.
31-34. Cree en el Señor Jesucristo. y serás salvo—La brevedad, la sencillez v la
derechura de esta contestación son. en estas circunstancias. singularmente hermosas.
Bastaba en aquel momento la contestación para hacer que su fe fuese dirigida
sencillamente al Salvador, con la seguridad de que esto daría a su alma la salvación
necesitada y buscada, siendo el cómo un asunto de enseñanza posterior. tú, y tu casa
—Véase nota. Luk_19:10. Y le hablaron la palabra del Señor—Explicando ahora más
extensamente quién era “el Señor Jesús” a quien habían dirigido la fe de él y qué “la
salvación” que el Señor le daría. y a todos los que estaban en su casa—Quienes
desde sus propias habitaciones (probablemente bajo el mismo techo de la cárcel) habían
rodeado a los apóstoles, excitados por el terremoto. (No es necesario inferir del hecho
de que se dirigiera el mensaje evangélico a “los que estapan en su casa”, que no
hubiese en ella niños, sino sólo que como había adultos además del carcelero mismo, así
a todos éstos que eran los únicos indicados para ser evangelizados, les predicaron la
palabra). Y tomándolos—la palabra sugiere un cambio de sitio—en aquella misma
hora de la noche, les lavó los azotes—en alguna fuente que hubiese en el patio de la
cárcel. [Hows]. La mención de “aquella misma hora de la noche” parece inferir que
tuvieron que salir al aire libre, lo que no obstante la hora impropia, hicieron. En estas
heridas sangrientas nunca había pensado el impasible carcelero. Pero ahora que todo su
corazón estaba abierto a sus benefactores espirituales, no podía sentirse tranquilo sin
antes hacer todo lo posible para procurar el alivio físico de ellos. y se bautizó luego él,
y todos los suyos—Probablemente en la misma fuente, como esto se hizo “luego”; el
lavamiento por parte del carcelero fue seguido por el de los demás por su parte. Y
llevándolos a su casa, les puso la mesa: y se gozó de que … había creído a Dios
—como convertido gentil, pues apenas se hablaría así de la fe de un judío. [Alford]. con
toda su casa—El maravilloso cambio operado en él y en toda su casa llenó su corazón
de gozo. “Esta es la segunda casa que, en la ciudad de Filipos, se ha consagrado por su
fe en Jesús, y cuyos miembros. con su cariñosa acogida de los testigos del evangelio, se
han resuelto principiar de nuevo una vida doméstica agradable y acepta a Dios. Aquello
resultó de la sencilla predicación del evangelio; esto fué el fruto de un testimonio sellado
y ennoblecido por el padecimiento.” [Baumgarten].
35, 36. Y como fué de día, los magistrados enviaron los alguaciles, diciendo:
Deja ir a aquellos hombres—La causa de este cambio sólo se puede conjeturar.
Pasada la conmoción, la meditación pronto los convencería de la injusticia obrada, aun
cuando se considerara que los presos no merecían privilegios especiales. Si llegaban a
ellos rumores de que los presos de alguna manera gozaban de protección sobrenatural,
el temor tanto más les inspiraría el deseo de deshacerse de ellos. el carcelero
[arrebatado de gozo por tales órdenes] hizo saber estas palabras a Pablo … así que
ahora salid, e id en paz—De modo muy distinto recibió Pablo tales órdenes.
37. Pablo les dijo—a los lictores que habían entrado en la cárcel junto con el
carcelero a fin de poder informar de la partida de ellos. Azotados—mejor dicho,
“habiéndose azotado”—públicamente—La publicidad de la injuria que les fué hecha.
exponiendo sus nudos cuerpos ensangrentados al rudo populacho, evidentemente fué la
fase más punzante para los delicados sentimientos del apóstol, y es a esto que hace
alusión a los tesalonicenses. probablemente un año después: “… habiendo padecido
antes, y sido afrentados en Filipos, como sabéis” (1Th_2:2). sin ser condenados—por
un juicio legal.—siendo Romanos [véase nota. cap. 22:28] nos echaron en la cárcel
—siendo ambas cosas ilegales. De la ciudadanía de Silas, si él debió ser incluído, nada
sabemos. y ¿ahora nos echan [véase Mar_9:38] encubiertamente?—Nótese el
contraste entre el insulto público que les habían hecho y la manera privada en que les
mandaron que se fuesen. No, de cierto, sino vengan ellos y sáquennos—Por un acto
formal, equivalente a una declaración pública de la inocencia de ellos.
38. y tuvieron miedo, oído que eran Romanos—Puesta en peligro así su
autoridad, pues quedaban expuestos a juicio por lo que habían hecho.
39, 40. Y viniendo [en persona], les rogaron—que no los denunciasen. ¡Qué
contraste entre esta actitud rogativa de los pretores de Filipos y el aire tiránico con que
el día anterior habían tratado a los predicadores! (Véase Isa_60:14; Rev_3:9). y
sacándolos—“conduciéndolos fuera de la casa a la calle, como se les instó”—les
pidieron que se saliesen de la ciudad—temiendo acaso que de nuevo se hiciese
tumulto del pueblo. Entonces salidos de la cárcel—Habiendo alcanzado su propósito
de vindicar sus derechos, por la violación de los cuales en este caso el evangelio en la
persona de ellos había sido ilegalmente afrentado, no pensaron llevar el asunto más
adelante. Su ciudadanía les era de valor solamente como un escudo para la causa de su
Maestro en contra de los daños no necesarios. ¡Qué hermosa mezcla ésta de dignidad y
de mansedumbre! No se debe descuidar servilmente ninguna cosa terrenal que pueda
usarse en provecho del evangelio; mas para otro fin cualquiera, nada de esta naturaleza
debe considerarse de valor. Este buen ejemplo es útil para todas las edades. entraron
en casa de Lidia—así como para demostrar por este proceder no apresurado que no
fueron obligados a salir, sino que tenían plena libertad para obrar como les convenía. y
habiendo visto a los hermanos—No sólo en la familia de Lidia y los del carcelero, sino
probablemente a otros también ganados al evangelio. los consolaron—Mejor dicho tal
vez, “los exhortaron”, cosa que incluiría consolación. “Esta asamblea de creyentes en la
casa de Lidia fué la primera iglesia fundada en Europa. “[Baumgarten]. se salieron—
Pero no todos; dos de la compañía se quedaron (véase nota, cap. 17:14): Timoteo, de
quien los filipenses “la experiencia de él habéis tenido” que estaba solícito por ellos, y
era de veras del mismo pensamiento de Pablo, “sirviendo con él en el evangelio como
hijo a padre” (Phi_2:19-22); y Lucus, “cuya alabanza es en el evangelio” (2Co_8:18),
aunque nunca se alaba a sí mismo ni relata sus propias labores, y aunque sólo podemos
trazar sus movimientos en compañía con Pablo, por medio de su uso del pronombre y la
variación inconsciente de su estilo. En el capítulo 17 la narración de nuevo emplea la
tercera persona, y no vuelve a usar la primera sino sólo en el cap. 20:5, La modestia
con que Lucas omite toda referencia a sus propias labores apenas debe ser comentada.
Volveremos a trazar sus hechos, cuando se reúna con Pablo en la misma vecindad. Su
vocación de médico puede que le haya formado sus relaciones con estas costas
contiguas de Asia y Europa, y es posible (como sugiere el Sr. Smith en su obra
Shipwreck) que soliese ejercer sus artes profesionales como cirujano de mar. [Hows].

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