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UNIDAD I
DERECHO PROCESAL
Por consiguiente, “el derecho procesal es el conjunto de normas que regulan la actividad jurisdiccional del Estado para la aplicación de las leyes
de fondo y su estudio comprende la organización del Poder Judicial, la determinación de la competencia de los funcionarios que lo integran y
la actuación del juez y las partes en la substanciación del proceso.” Hugo Alsina
contenido.
d) En general, existe acuerdo doctrinario en asignar al derecho procesal el estudio de las siguientes materias:
1) Jurisdicción y competencia de los órganos judiciales, y régimen jurídico a que se hallan sometidos los integrantes de estos últimos
(facultades, deberes, etc., de los jueces y de sus auxiliares). Desde el mismo punto de vista orgánico,también forma parte del derecho procesal
lo concerniente a la capacidad, designación y recusación de los arbitros y amigables componedores.
2) Régimen jurídico de las partes y peticionarios y de sus representantesy asistentes. A este punto se halla vinculado el estudio de la pretensión
procesaly de la petición procesal extra contenciosa, que constituyen, respectivamente,el objeto de los procesos contencioso y voluntario.
3) Requisitos, contenido y efectos de los actos procesales y trámite delproceso a través de los distintos procedimientos que lo integran.
Naturaleza.
El derecho procesal (civil o penal) debe ser adscripto, en principio, al derecho público. No obsta a ello la circunstancia de que las materias sobre
que versa el proceso civil correspondan, generalmente, al derecho privado, por cuanto la inclusión del derecho procesal dentro de aquel sector
de las disciplinas jurídicas responde a la posición preeminente que en el proceso asume el Estado a través de sus órganos judiciales. Éstos, en
efecto, en su carácter de titulares de un poder público, no se hallan equiparados a las partes o a los terceros, sino que se encuentran en un
plano supra ordinario con respecto a los restantes sujetos procesales, a quienes imponen, en forma unilateral, la observancia de determinadas
conductas
Caracteres.
c) Con el derecho constitucional tiene el procesal una vinculación estrecha. Basta recordar que instituciones procesales de particular importancia como
la competencia, organización de la defensa, principios de igualdad en el proceso y bilateralidad de los actos procesales, entre otras muchas, tienen su
origen en disposiciones de la Constitución nacional, que deben ser observadas imperativamente bajo
pena de nulidad, según veremos al estudiar las fuentes del derecho.
d) En cuanto a administrativo, hemos de ver que el Estado, en su función de poder administrador, ejerce también ciertas facultades jurisdiccionales en
cuanto resuelve las pretensiones de sus súbditos, fundadas en relaciones de
derecho público comprendidas en aquella actividad, y las cuales se resuelven con normas de actuación que unas veces
son propias (procedimiento contencioso-administrativo) y otras corresponden al derecho procesal, aplicado supletoriamente.
e ) Pero son sus relaciones con el derecho substancial ( civil y comercial) las que tienen particular importancia. No sólo contiene el código civil
normas expresas de actuación, según hemos dicho, sino que es necesario recurrir a instituciones autónomas o puras de ese cuerpo de leyes para el
desenvolvimiento del proceso. Así, la capacidad para actuar en juicio se rige por las reglas de la capacidad de obrar; la legitimación de las partes para
deducir la acción se determina por la norma que reglamenta la relación jurídica substancial (acreedor, deudor, propietario, inquilino, etc.) ; la extinción del
derecho importa la extinción de la acción, aplicándose, en tal caso, las reglas establecidas en la
legislación de fondo, etc. Iguales consideraciones pueden hacerse respecto del derecho comercial (contrato, pruebas, acción ejecutiva, etc.)
En el derecho positivo argentino, sin embargo, sólo cabe reconocer a dos tipos de procesos judiciales, el civil y el penal, suficiente autonomía
como para justificar la existencia de sendas ramas del derecho procesal. En efecto, pese a la circunstancia de que ambos procesos presentan
elementos comunes que legitiman la construcción de una teoría general (19),
sin que obste a ello la contraposición existente entre los principios que informan a uno y a otro (20), l
a variedad y la diversificación que, de acuerdo con la legislación vigente, exhiben muchas de sus respectivas instituciones, tornan científicamente
desaconsejable, una vez agotada la formulación de la base conceptual común, el tratamiento conjunto de las mencionadas ramas.
La disciplina jurídica que constituye el objeto de la presente obra, o sea, el derecho procesal civil, tiene como finalidad primordial el estudio de
los procesos originados en pretensiones o peticiones fundadas en el derecho privado (civil y comercial). Pero debe tenerse en cuenta que, en
nuestro derecho, la palabra "civil" reviste, en realidad, carácter convencional, pues las razones precedentemente expuestas autorizan a
extender la denominación a los procesos motivados por pretensiones fundadas en normas laborales, administrativas y tributarias.
Llámense fuentes del derecho procesal “las disposiciones que pueden citarse válidamente en el proceso para
fundar un acto de procedimiento.” Hugo Alsina
El juez debe aplicar, en primer término, la Constitución nacional; luego la ley, y cuando ocurra negocio que no pueda resolverse ni por las
palabras ni por el espíritu de la ley, acudirá a los principios jurídicos de la legislación vigente en la materia, y, en defecto de ella, a los principios
generales del derecho (Const. nac., arto 31; c6d. de proc. civ., arts. 59 y 62). Por otra parte, el arto 814 del c6d. de procedimientos, derogado por
el arto 95 de la ley 14.237, no obstante lo cual la jurisprudencia, como es lógico, continúa aplicándolo aunque sin citarlo, autoriza la aplicaci6n
supletoria de la legislación española y colonial antes de la sancion del código.
Fuentes históricas
el proceso civil moderno es un derivado de los procesos romano y germano que ninguna influencia
recibieron de aquéllos.
El procedimiento en el derecho romano.
a) A cada uno de los tres períodos que comprende la historia política de Roma corresponde un sistema procesal
diferente, como consecuencia de la transformación de sus instituciones.
b) Durante la monarquía rigió el sistema llamado de las legis actiones. Como no se conocía el principio de la
separación de los poderes, la función judicial era ejercida por el Senado, el pueblo y el rey. En los primeros
tiempos, era el rey en persona quien ocupaba el tribunal, pero, desaparecida la monarquía, esa facultad pasó
a los cónsules, y cuando los plebeyos, en el año 387, alcanzaron esa dignidad, los patricios, para reservarse
la administración de justicia, la confiaron a un nuevo magistrado llamado pretor.
comprendía dos partes: ante el magistrado (in iure) , ante quien el actor podía llevar al demandado por la
fuerza (obtorto colla), y luego ante el juez (in iudicium), el cual era designado por los litigantes y, en su defecto,
por el magistrado. No había más que un magistrado para cada jurisdicción y un juez para cada litigio. Las
acciones de la ley (2/2) eran cinco:
1;) La actio sacramenti, la más antigua,y que se aplicaba a todos los negocios, la cual consistía en
una apuesta (sacramento) que el vencido perdía en favor del culto. En la demanda de reivindicación, precedía al
deposito un combate simulado, en el que el demandante tocaba con su varita ( vindicta, festuca) el objeto
litigioso, afirmando que éste (la cosa o el esclavo) le pertenecía por derecho quiritario. El demandado repetía las
mismas palabras, haciendo igual ademán, de suerte que, hasta entonces, a ninguno de ellos se consideraba
poseedor. En seguida el magistrado les ordenaba que dejaran suelta la cosa, y el demandado preguntaba a su
demandante qué le había movido a hacer esa reivindicación, respondiendo aquél que había ejercitado
un derecho; el demandado añadía que, siendo esa reivindicación sin derecho, le provocaba a depositar el
sacramento, y, aceptado por el demandante, se hacía el depósito; después de lo cual pedían la designación del
juez, garantizándose la comparecencia de las partes con otro depósito (vadimonium). Entretanto, el magistrado
acordaba a una de las partes la posesión provisoria de la cosa garantizada con otro depósito (froedestis). Enla
actio sacramenti, aplicada a las obligaciones, el demandado exigía su cumplimiento, y el demandante negaba su
existencia, cumpliéndose a continuación la formalidad del sacramento.
2) La iudicis postulatio, cuyo mecanismo es poco conocido, pero de la que se sabe que no requería la
formalidad del depósito ni la presencia del objeto litigioso, aplicándose especialmente al cumplimiento
de obligaciones determinadas.
3) La pignoris capio, que era un medio de ejecución sobre los bienes del deudor, y que se concedía a
determinados acreedores (soldados, funcionarios, etc. ) .
4?) La manus injectio, que era también un medio de ejecución, pero sobre la persona del deudor, a quien
el acreedor asía, en presencia del magistrado, haciéndolo su esclavo, con derecho a matarle D venderle si en el
término de sesenta días él o alguno de sus parientes no satisfacía la
deuda.
5) La condictio, que la ley Sylla introdujo para reclamar sumas de dinero, y que la ley Calpurnia extendió a
todas las obligaciones de dar cosas ciertas. Ahora bien: al iniciarse el juicio, las partes cumplían ante el
magistrado las formalidades correspondientes a la acción deducida, en presencia de testigos (litis-estotes), pues
el procedimiento era totalmente oral, luego de lo cual venía la designación del juez, determinando al mismo
tiempo el magistrado, de viva voz, los puntos litigiosos que debía examinar y la forma en que debía dictar
sentencia según el resultado de la preba. Esta primera parte constituía la litis contestatio, y las formalidades,
cuyo secreto sólo conocían los patricios, con sistían en verdaderas pantomimas y gestos, como en el caso
de la reivindicación, que ninguna vinculación tenían con el derecho que se reclamaba cm), Seguía después la
instrucción del juicio por el juez, ante quien los testigos repetían las palabras pronunciadas por el magistrado
para interiorizarlo de los términos en que había quedado trabada la litis; se producía la prueba y, de acuerdo con
ella, aquél dictaba su sentencia .
C) La expulsión de Tarquino el Soberbio dio origen a la república, en la que aparecieron nuevas magistraturas
(questores, ediles, etc.), bajo el influjo de los plebeyos, quienes exigieron que se hicieran públicos los preceptos
legales relativos a las acciones, redactándose con ese motivo las XII Tablas. La afluencia de extranjeros en el
siglo v determinó la creación de los pretores peregrinos, que, en lugar del derecho quiritario, aplicaban el ius
gentium, juzgando de los litigios entre los extranjeros o entre éstos y los romanos. A ellos se debe la creación del
procedimiento formulario que rigió en el segundo período. Las acciones de la ley fueron dejadas de lado poco a
poco, hasta que se suprimieron definitivamente por las leyes aebutia y Julia (550), cuando el procedimiento
formulario se había generalizado. En éste no existían testigos ni gestos sacramentales por los litigantes.
Después de haber oído a las partes, el magistrado entregaba al actor una instrucción escrita o fórmula (de allí su
nombre), que comenzaba con la designación del juez y comprendía luego cuatro partes:
a) demonstratio, o exposición de los hechos alegados por los litigantes;
b ) intentio, que resumía las pretensiones del demandante;
c) condemnatio, que daba al juez la facultad de condenar o absolver según el resultado de la
instrucción;
d) adjudicatio, que permitía al juez atribuir a alguna de las partes la propiedad de la cosa litigiosa.
d) Al sistema formulario substituyó el procedimiento extraordinario, fruto como aquél de lentas transformaciones
y que Diocleciano ( 1037-284) impuso definitivamente.
Consistía en que el magistrado conocía directamente el negocio y lo resolvía por sí mismo, desapareciendo, por
tanto, la antigua división de la instancia en in iure e in iudicium. Aun cuando esta manera de juzgar era ya
conocida como una excepción bajo el sistema de las acciones de la ley y del procedimiento formulario, es recién
bajo el régimen imperial, cuando el príncipe delegó la jurisdicción en el Senado, en los gobernadores y hasta en
sus oficiales, que el sistema se desarrolló y afianzó definitivamente. Es importante hacer notar que, en este
período, la condena podía recaer en la cosa litigiosa, sobre todo tratándose de obligaciones, en lugar de ser
siempre pecuniaria como en el sistema formulario, y que el procedimiento comenzó a transformarse de oral en
escrito y de gratuito en oneroso, adoptándose la costumbre de imponer condenaciones en costas al decidir la
cuestión principal
El procediendo ente los germano .
a) La facultad de juzgar entre los bárbaros, pueblo errante y aventurero, residía en el pueblo, y, como no tenían
leyes escritas, los juicios se resolvían de acuerdo con las tradiciones conservadas por los ancianos. Cuando las
asambleas se hicieron numerosas, se organizó un sistema judicial, poniéndose al frente de cada comunidad un
code, encargado de convocarla y presidirla, el cual, al principio, era nombrado por el pueblo, después por el rey,
terminando por arrogarse la función misma como atributo hereditario de su persona.
b) El proceso germano se desarrollaba ante el pueblo reunido en asamblea Y estaba encaminado a "dirimir"
la contienda más que a "resolverla", con un propósito de pacificación, haciendo depender la solución del litigio,
no del convencimiento del juez, sino del resultado de fórmulas solemnes El procedimiento era público y oral,
extremadamente formalista (y se dividía en dos etapas: una para las afirmaciones y la otra para la prueba (origen
de la división del proceso en estadios o secciones). La primera se iniciaba con una citación del demandante al
demandado, y constituída la asamblea, aquél exponía su demanda e invitaba al segundo a que expusiera su
defensa; la palabra del actor generalmente hacía fe si su honorabilidad estaba abonada por testigos;
seguidamente se dictaba la sentencia, llamada "interlocutoria" (3/4 ) , que no era obligatoria sino
que se limitaba a declarar el derecho e indicar la prueba. Si el demandado se conformaba con ella prometía al
demandante satisfacerle; pero en caso contrario ofrecía probarle que no tenía razón. Por eso la prueba no se
dirigía al tribunal sino al adversario, y no constituía una carga sino un beneficio.
Como medios de prueba se utilizaban el juramento de purificación; el testimonio prestado por una o varias
personas, que no exponían sobre hechos sino sobre la credibilidad de la parte en cuyo favor declaraban
(conjuradores o testigos de reputación); pero el principal medio de prueba era el juicio de Dios (prueba del agua
caliente, del fuego, del hierro candente, etc., llamadas ordalías). La prueba se realizaba ante la asamblea, que
dictaba sentencia definitiva, consistente tan sólo en establecer si aquélla se había rendido satisfactoriamente. En
el período franco, cuando se constituyeron los condados, se substituyó la citación privada por el tribunal, a quien
se le dió mayor intervención en el proceso, y se admitió la prueba de documentos, así como la de testigos, sobre
los hechos.
c) El carácter fundamental que distingue al proceso germano del antiguo proceso romano, y que demuestra una
inferioridad originaria del sentido jurídico de aquel pueblo es que mientras el proceso romano tendió a resolver la
Litis mediante la convicción del juez, en el germano se daba crédito a uno de los contendientes por su reputación
o la intervención divina. Esto explica la división del proceso, como hemos visto, en dos etapas: una destinada a
las afirmaciones y otra a la prueba. Explica también otra diferencia fundamental con el proceso romano en
cuanto a los efectos de la sentencia: en tanto que en el romano ella produce cosa juzgada solamente entre las
partes que intervinieron en el litigio, en el germano se extendía a todos los que habían formado parte de la
asamblea, cuya concurrencia era obligatoria
Legislativas.
Preliminaes.
De acuerdo con nuestra organízación política y la interpretación dada al art 67, inc. 11, de la Constitución, cada provincia organiza su
administración de justicia y dicta sus códigos de procedimiento. incluso la capital federal de la República y, juntamente a ellas, existe una
justicia nacional con organización y procedimiento propio. Nos referiremos, en primer término, a esta última y, en la imposibilidad
de hacer lo mismo respecto de los códigos y leyes que rigen en las distintas provincias, haremos con relación a la justicia ordinaria de la
Capital, cuyas instituciones tomamos por base de nuestra exposición,
a ) Sancionada la Constitución nacional de 1853, cuyo art 94 establece que el Poder Judicial de la Nación será ejercido por una Suprema
Corte de Justicia y por los demás tribunales inferiores que el Congreso estableciere en el territorio de la Nación, se dictó la ley 27, el 16
de octubre de 1862, sobre organización de los tribunales federales, la cual estableció la composición de la Suprema Corte y creó un
juzgado nacional de sección en cada provincia. Luego se sancionó la ley 48 sobre jurisdicción y competencia de los tribunales federales y
reglamentando las relaciones de éstos con los tribunales de provincia. Constituída la Suprema Corte) sus miembros proyectaron la ley de
procedimiento en lo civil para la justicia federal, tomando como modelo las leyes españolas para las causas comerciales de 1830, y de
enjuiciamiento civil de 1855, siendo aquélla sancionada el 14 de septiembre de 1863 bajo el n 50 .
a) La época de la codificación comienza con la ley 50, reglamentaria de los procedimientos ante la justicia federal, que es proyectada en
el año 1863 por los entonces integrantes de la Corte Suprema, sancionada el 25 de agosto del mismo año y promulgada por decreto del 14
de septiembre siguiente. Sus autores toman como modelo, principalmente, a la Ley de Procedimientos para el Cantón de Ginebra de 1819
y a las Leyes españolas de Enjuiciamiento en Negocios de Comercio, de 1830, y de Enjuiciamiento Civil, de 1855 (12).
b) Por lo que concierne a la Capital Federal, la etapa de la codificación se inicia con la promulgación del llamado "Código de
Procedimiento en Materia Civil y Comercial". Su elaboración tiene origen en el proyecto que, por encargo del Dr. Valentín Alsina,
presenta el Dr. José Domínguez en el año 1868 al Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires, junto con otro proyecto sobre
organización judicial. Luego de ser examinado por dos comisiones que le introducen algunas enmiendas, aquel proyecto es aprobado
por la Cámara de Diputados el 16 de marzo de 1873, no alcanzando sin embargo a ser sancionado por el Senado.
Posteriormente, en cumplimiento de una de las cláusulas contenidas en la Constitución de la provincia de Buenos Aires dictada en el año
1873, la Suprema Corte local redacta, sobre la base del presentado por el Dr.Domínguez, un proyecto de código que obtiene sanción el 22
de octubre de1878.
CONSTITUCIÓN NACIONAL
La Constitución Nacional contiene, por un lado, diversas normas referentes a la organización judicial, a la persona de los jueces nacionales, a la
competencia de estos, etcétera, y consagra, por otro lado, ciertas garantías que atañen a la regulación del proceso civil. Las analizaremos separadamente
bajo los títulos de "normas orgánicas" y de "normas que instituyen garantías".
lo fundamental, sienta principios procesales a los cuales debe acomodarse la ley tanto nacional como provincial, y que los jueces tienen
obligación de respetar aun cuando con ello contraríen disposiciones expresas de las leyes, de lo cual nace, según veremos, su
facultad para declarar su inconstitucionalidad. La invocación oportuna de un principio constitucional que se considera violado, permite llevar el
caso hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación, mediante un recurso extraordinario que autoriza el art. 14 de la ley 48, quien, en su
carácter de último intérprete de la Constitución, confirma, anula o revoca en su caso la resolución impugnada
A) NORMAS ORGÁNICAS
Entre las normas encuadrables en este grupo importa destacar las que disponen: la obligación de las provincias de asegurar su administración de
justicia (art. 5°); la fe que merecen los procedimientos de cada provincia en las demás (art. 7°) (8); la incompatibilidad entre el cargo de juez federal y el de
juez provincial (art. 34); la forma y el tiempo de designación de los magistrados judiciales (art. 99, inc. 4°) (9); la constitución y la competencia del
Poder Judicial de la Nación (arts. 108-119); la prohibición de que el presidente de la Nación ejerza funciones judiciales (art. 109); la institución del Consejo
de la Magistratura, estableciendo sus funciones básicas, composición y atribuciones (art. 114) (10) y la del Jurado de Enjuiciamiento para la remoción
de los jueces de los tribunales inferiores de la Nación (art. 115) (11); y la institución del Ministerio Público como órgano independiente con autonomía
funcional y autarquía financiera (art. 120)
a) personas no investidas de jurisdicción para conocer en las contiendas judiciales se atribuyen, por error o por abuso, el poder
de hacerlo
b) se atribuye jurisdicción para juzgar un caso concreto y determinado a una persona u organismo ajeno al Poder Judicial;
c) se sustrae una causa a la competencia del juez que continúa teniéndola para casos semejantes, con el fin de atribuirla a un juez que no
la tiene para conocer, en general, de la materia sobre la que aquélla versa, pues tal procedimiento comporta instituir,
indirectamente, una comisión especial disimulada
3°) INVIOLABILIDAD DE LA DEFENSA EN JUICIO
El art. 18 de la Constitución Nacional asegura la inviolabilidad dela defensa en juicio de la persona y de los derechos. Esta garantía supone,
elementalmente, la posibilidad de ocurrir ante algún órgano judicial en procura de justicia (20), así como la de aportar ante ese órgano las alegaciones y las
pruebas que respalden los derechos invocados.
a) La primera posibilidad se frustra y media, por lo tanto, violación a la garantía de la defensa, cuando se priva a los interesados de toda
oportunidad útil para requerir de los jueces una decisión sobre el derecho que estiman asistirles o cuando, por consideraciones rituales, el
ejercicio del derecho en debate es despojado de toda razonable eficacia.
b) La garantía de la defensa en juicio se vincula, en segundo lugar, con el principio de contradicción, al que nos referiremos en oportunidad de
estudiar los distintos principios procesales (infra, nro. 51). Sin perjuicio de lo que allí se dirá, corresponde ahora señalar que, bajo este aspecto,
dicha garantía constitucional requiere que se acuerde a las partes, en el proceso, oportunidad suficiente de audiencia y de prueba, lo cual no
significa que aquéllas deban ser oídas y tengan derecho de producir prueba en cualquier momento y sin ninguna restricción formal, ni tampoco
que el desarrollo del proceso se encuentre supeditado al ejercicio efectivo de tales facultades. En otras palabras, la garantía de la defensa no
impide la reglamentación de los derechos de las partes en beneficio de la correcta sustanciación de las causas, y no puede ser invocada por
quienes, por simple omisión o negligencia, no hicieron valer sus pretensiones o defensas, o no ofrecieron o produjeron sus pruebas en la
oportunidad y forma prescriptas por las respectivas normas procesales
c) Debe recordarse, finalmente, la jurisprudencia de la Corte en cuya virtud se ha declarado que también reconoce base constitucional en la
garantía de la defensa la necesidad de acordar primacía a la verdad jurídica objetiva y de impedir su ocultamiento por consideraciones
meramente rituales. Tal orientación tiene su punto de partida en el difundido caso "Colalillo" (66), en el cual la Corte Suprema declaró que si bien
es propio de los jueces de la causa determinar cuándo existe negligencia procesal sancionable de las partes, asícomo disponer lo conducente
para el respeto de la igualdad en la defensa de sus derechos, incurre en exceso ritual manifiesto y debe ser dejada sin efecto la
sentencia que, haciendo mérito únicamente de la presentación extemporánea de un documento del que podía depender la solución del pleito,
rechaza la demanda omitiendo toda consideración de éste y de las particulares circunstancias que impidieron su oportuna agregación al
proceso (67
Existen, por último, dos garantías constitucionales que, pese a la circunstancia de no haber sido instituidas con específica referencia al proceso
judicial, también tienen aplicación en él. Nos referimos a la de la igualdad de todos los habitantes ante la ley y a la de la inviolabilidad de la
propiedad.
a) Respecto de la garantía de la igualdad, es sabido que la reconocida por el art. 16 de la Constitución no es una igualdad absoluta o aritmética.
Por el contrario, siempre se ha entendido que ella consiste en el derecho de que no se establezcan excepciones o privilegios que excluyan a
unos de lo que se acuerda a otros en igualdad de circunstancias, creando distinciones arbitrarias, injustas u hostiles contra determinadas
personas o grupos de personas (70)
b) La garantía constitucional de la propiedad gravita, asimismo, en diversos aspectos del proceso civil. Debe recordarse, en primer lugar, que en
su acepción constitucional la palabra "propiedad" no se refiere solamente al dominio de las cosas materiales, sino que comprende, como lo ha
dicho la Corte Suprema citando un concepto enunciado por el Supremo Tribunal estadounidense, "todos los intereses apreciables que un
hombre pueda poseer fuera de sí mismo, fuera de su vida y de su libertad"; de allí que la Corte haya expresado, a través de numerosos
precedentes, que el derecho reconocido por una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada constituye un bien que queda incorporado al
patrimonio del interesado y del cual no puede ser privado sin mengua del precepto constitucional que consagra la inviolabilidad de la
propiedad (81)
Por último, en relación con los servicios públicos, el párrafo tercero del art. 42 prevé la participación de las asociaciones de
consumidores y usuarios en los organismos de control.
c) La gravitación procesal de los derechos precedentemente mencionados reside en la ampliación de la legitimación activa para
promover pretensiones de amparo tendientes a la protección expedita y rápida de los referidos derechos. Es así como el art. 43 de
la Constitución Nacional, tras conceder el amparo contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares,
que en forma actual e inminente lesione, restrinja, altere o amanece, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y
garantías reconocidas por esta Constitución, un tratado o ley, agrega, en el párrafo segundo, que podrán interponer esta acción
contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y
al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones
que propendan a esos fines, registrados conforme a la ley, la que determinará los requisitos y las formas de su organización. La
legitimación pasiva corresponde al autor o autores del acto lesivo, siendo del caso destacar que la sentencia obtenida por el
afectado, el defensor del pueblo o la asociación tendría que beneficiar, con efecto extensivo, a todos aquellos a quienes el acto
lesivo ha perjudicad
Y Subsidiarias
(jurisprudencia obligatoria y
JURISPRUDENCIA OBLIGATORIA
a) Distinto de los supuestos mencionados en el número precedente, aunque sin alterar el carácter de fuente secundaria que exhibe la jurisprudencia, es el
caso en que la ley disponga la obligatoriedad de la doctrina establecida en los fallos de determinados tribunales. Tal el régimen instituido por el Código
Procesal de la Nación, cuyo art. 302 dispone, en lo que al punto concierne, que "a iniciativa de cualquiera de sus salas, las Cámaras de apelaciones
podrán reunirse en tribunal plenario con el objeto de unificar la jurisprudencia y evitar sentencias contradictorias"(130). Agrega el art. 303 del citado
ordenamiento: "La interpretación de la ley establecida en una sentencia plenaria será obligatoria para la misma Cámara y para los jueces de primera
instancia respecto de los cuales sea aquélla tribunal de alzada, sin perjuicio de que los jueces dejen a salvo su opinión personal. Sólo podrá modificarse
dicha doctrina por medio de una nueva sentencia plenaria". Las disposiciones transcriptas reproducen sustancialmente el texto del derogado (131) art. 27
del decreto-ley 1285/1958 (aplicable a las causas criminales en virtud de lo prescripto por el art. 2°, ley
17.812).
Partiéndose de la base de que la función específica de la jurisdicción consiste en la declaración y la actuación del derecho en casos particulares, y de que
los acuerdos plenarios crean "normas con categoría de generales y abstractas para todos los casos", se ha considerado que la obligatoriedad de la
jurisprudencia plenaria impuesta por la norma transcripta configura una expresa delegación de facultades legislativas en el Poder Judicial y, por lo tanto,
una transgresión al principio constitucional de división de los poderes (132). A tal conclusión se ha replicado, con acierto, sosteniéndose fundamentalmente:
1°) La jurisprudencia plenaria, aun debiendo ser aplicada obligatoriamente por los jueces del fuero, no pierde su carácter de fuente del derecho
subordinada a la ley , y su validez se halla circunscripta, por lo tanto, por el marco normativo prefijado en aquélla.
2°) La técnica utilizada por el decreto-ley 1285/1958, obediente a valoraciones de orden y seguridad, no comporta un arbitrio destinado a reemplazar la
voluntad del Congreso, sino simplemente un modo de ordenar una de las fuentes del derecho, superando los inconvenientes
derivados de la necesidad de dividir el trabajo de los tribunales de alzada en
varias salas (133).
La Corte Suprema, concordantemente con la opinión precedentemente citada, ha fijado la cuestión en sus verdaderos términos. Dijo el tribunal, en efecto,
que las reuniones plenarias de las Cámaras Nacionales de Apelaciones sólo se justifican cuando el caso a decidir requiera la interpretación legal
cuestionada o haga posible la unificación de jurisprudencia; de manera que si las reuniones plenarias son admisibles para restaurar la unidad del
tribunal de apelación, superando la división en salas que impone el cúmulo de la labor judicial , no lo serían fuera de los límites del
proceso, porque entonces sus decisiones serían abstractas e invadirían facultades propias del Poder Legislativo, como la de aclarar sus propias leyes (art.
4°, CCiv., derogado por ley 17.711), vulnerado, en consecuencia, el principio de la división de los poderes (134). Las normas contenidas en los arts. 302 y
303 del Código Procesal de la Nación se hallan complementadas por el art. 288 del mismo ordenamiento, que reproduciendo esencialmente los términos
del párrafo inicial del art. 28 del decreto-ley 1285/1958 disponía: "El recurso de inaplicabilidad de la ley sólo será admisible contra la sentencia definitiva
que contradiga la doctrina establecida por alguna de las salas de la Cámara en los diez años anteriores a la fecha del fallo recurrido y siempre que el
precedente se hubiere invocado con anterioridad a su pronunciamiento" (135).
La institución del recurso de inaplicabilidad de la ley por el art. 28 del decretoley 1285/1958 (136) (posteriormente reproducido por el art. 288, CPCCN) vino
a dejar sin efecto el deber impuesto por el art. 113 del Reglamento para la Justicia Nacional a las salas de las Cámaras de Apelaciones, en el sentido de
que, antes de dictar sentencia, debían informarse de la jurisprudencia de las restantes salas del tribunal de que formaban parte, correspondiendo, en caso
de no existir coincidencia de criterio, que se abstuvieran de dictar sentencia y se reuniese el tribunal en pleno para fijar jurisprudencia. Aunque se decidió
que constituía una carga de la parte interesada requerir, antes del fallo final, la nconstitución de tribunal plenario (137), el incumplimiento del mencionado
deber fue considerado por la Corte motivo del recurso extraordinario (138). Pero con posterioridad a la sanción del art. 28 del decreto-ley 1285/1958 (139),
el remedio contra la alegada jurisprudencia contradictoria entre las distintas salas de las Cámaras debe buscarse ante el tribunal en pleno, y no por vía del
mencionado recurso (140).
b) Se sigue, de lo dicho, que en el orden nacional existen actualmente dos modos de obtener la unificación de la jurisprudencia: a iniciativa de cualquiera
de las salas de una Cámara de Apelaciones, cuando los integrantes de aquéllas lo estimen conveniente (141) o por medio del recurso de inaplicabilidad de
la ley.
En materia procesal, el primero de tales modos es el que mayores posibilidades prácticas ofrece a los efectos de lograr la uniformidad jurisprudencial (142),
pues no revistiendo la mayor parte de las resoluciones de contenido estrictamente procesal el carácter de sentencias definitivas, el recurso de
inaplicabilidad de la ley es inadmisible respecto de ellas. Debe tenerse en cuenta, además, que existiendo en la Capital Federal varias Cámaras de
Apelaciones que deben aplicar, en mayor o menor medida, un mismo código procesal, el procedimiento unificador previsto por la ley resulta ciertamente
limitado, pues las decisiones plenarias dictadas por aquéllas sólo tienen efectos respecto de los magistrados que integran el fuero respectivo (143).
c) El recurso extraordinario previsto por el art. 14 de la ley 48 no constituye vía hábil para obtener la uniformidad de la jurisprudencia en materia procesal,
aun en el supuesto de cuestionarse la interpretación acordada a normas federales relativas a dicha materia. La jurisprudencia de la Corte Suprema, en
efecto, atendiendo al hecho de que las cuestiones de índole procesal, aun las regidas por leyes federales, no afectan el fondo de las instituciones
fundamentales que el recurso extraordinario se propone salvaguardar, las ha excluido, reiteradamente, como posible tema del mencionado recurso (144). El
tribunal, sin embargo, ha admitido algunas excepciones a tal principio y ha declarado la procedencia del recurso en ciertos casos en los cuales mediaba, a
su juicio, suficiente interés institucional y estaba de por medio la aplicación de normas federales (145), aunque la doctrina establecida en los respectivos
fallos no es de aplicación obligatoria para los tribunales inferiores.
d) La ley bonaerense 5827 establece un régimen similar al vigente en el orden nacional. Dispone, en efecto, el art. 37: "Cuando un mismo caso judicial
haya sido objeto de resoluciones divergentes por parte de distintas Cámaras o de distintas salas de una misma Cámara de un departamento judicial, al
presentarse posteriormente uno similar, será resuelto por las Cámaras del mismo fuero o la Cámara en pleno respectivamente, de acuerdo con las
siguientes reglas: a) el plenario de Cámaras puede ser convocado por la mayoría de los miembros de la Cámara que conoce en el caso;
b) (texto según ley 12.060) el plenario de Cámaras en lo Civil y Comercial podrá ser convocado de oficio por la sala que interviene en el asunto que lo
motiva o a petición de parte: en la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal deberá solicitar la reunión plenaria de tribunal, de oficio la sala que le
toque intervenir, pudiendo hacerlo además el acusado, su defensor y el Ministerio Público. Ello, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 467, inc. 8º, CPPN;
c) la revisión de fallos plenarios anteriores podrá hacerse cuando lo provoquen por votación los dos tercios de la totalidad de los camaristas; d) la
presidencia del plenario de Cámaras será ejercida por el presidente de la Cámara que lo origina y las diligencias procesales se cumplirán ante la Cámara
o, en su caso, ante la sala que conozca en el asunto; e) (texto según dec.-ley 9668/1981) cuando se trate de Cámaras de seis (6) miembros dividida en
dos (2) salas de tres (3) miembros cada una y el resultado de la votación impidiera el pronunciamiento plenario, el tribunal se integrará con el presidente de
la restante Cámara del mismo departamento judicial; f) (texto según dec.-ley 9668/1981) sin perjuicio de las disposiciones que sobre el recurso de
inaplicabilidad de ley contiene la Constitución, la interpretación de las normas legales será obligatoria para las salas de la misma Cámara y jueces del
departamento judicial".
El recurso de inaplicabilidad de ley o doctrina legal, que la Constitución (art. 161, inc. 3°, ap. a]) y el Código Procesal Civil y Comercial (arts. 278-295)
acuerdan para ante la Suprema Corte provincial, constituye un medio — prevalente con relación a los plenarios mencionados— de obtener la
uniformidad de la jurisprudencia en todo el territorio de la provincia (146). Pero su eficacia en materia de jurisprudencia sobre cuestiones procesales se
halla restringida por la misma razón que hemos puntualizado al referirnos al recurso homónimo previsto por los arts. 28 del decreto-ley 1285/1958 y 288
del Código Procesal de la Nación, pues, al igual que aquél, el recurso provincial sólo procede respecto de sentencias definitivas.
NO Obligatoria,
CONCEPTO
a) En su acepción más difundida, jurisprudencia significa la forma concordante en que los órganos judiciales se pronuncian al resolver
casos similares. El conjunto de fallos así dictados termina por fijar criterios o reglas generales que, como expresión de valoraciones
vigentes, son utilizadas por los jueces para justificar el carácter jurídicamente objetivo que deben revestir sus
decisiones, y configura, por consiguiente, fuentes del derecho.
b) A diferencia de lo que ocurre con las fuentes anteriormente analizadas, la jurisprudencia es una fuente subordinada a la ley, pues su
función consiste en establecer especies que se incluyen o excluyen del marco genérico que aquélla
suministra (129). Por lo demás, hallándose asentada la autoridad de la jurisprudencia en la fuerza de convicción que le acuerda la
reiteración de fallos dictados en un sentido semejante y en la consecuente aceptación comunitaria de la doctrina enunciada en éstos, ella
carece del grado de obligatoriedad que reviste la ley.
costumbres y
LA COSTUMBRE.- También debe ser considerada fuente del dcho. procesal, ya que el juez la aplica, a veces porque se
lo indica la propia ley (costumbre secundum legem, Ej: art. 365:...el martiliero recibirá la comisión que corresponda
establecida por la ley, o en su caso, por la costumbre), y otras veces, porque se lo indica la "práctica judicial" ante
el silencio de ley (costumbre proeter legem, Ej: forma de redactar un exhorto).
a) En primer lugar, la costumbre es fuente del derecho procesal cuando la ley
remite a ella (costumbre secundum legem). Da cuenta de esta modalidad, v.gr.,
el art. 565 del Código Procesal de la Nación, que se refiere expresamente a la
costumbre para determinar el monto de la comisión a pagar en los remates
judiciales (120).
b) En segundo lugar, la costumbre se exterioriza en el proceso mediante la
consagración de ciertas "prácticas judiciales" o "usos forenses", desarrollados
en ausencia de reglamentaciones específicas sobre aspectos secundarios del
trámite procesal (costumbre extra legem). Tales prácticas o usos conciernen,
particularmente, a las fórmulas que deben utilizarse en la redacción de
determinados actos procesales de transmisión, como cédulas de notificación,
oficios y exhortos (121).
Constituyen también manifestaciones de la modalidad analizada ciertos usos
que, sin llegar a desvirtuar el sentido de las normas vigentes, simplifican la
actividad procesal con resultados provechosos (122).
c) Por último, la costumbre se manifiesta como fuente del derecho procesal a
raíz de la caída en desuso de numerosas normas contenidas en los códigos y
leyes procesales, que terminan, así, por desaparecer de la vida jurídica.
Ocurre, en efecto, que de hecho, y con el asentimiento tácito de las partes, los
jueces y demás funcionarios judiciales ordenan o conducen la actividad
procesal con prescindencia de expresas prescripciones normativas,
comportándose como si éstas no existiesen.
práctica judicial,
Práctica judicial.
a) Más que en ninguna otra rama del derecho, los usos y costumbres tienen en materia de procedimiento Una importancia fundamental. Se forman ellos
a través del tiempo con relación a cuestiones que no han sido expresamente reglamentadas en los códigos o consideradas por la jurisprudencia
y que se refieren generalmente a detalles de trámites en las actuaciones, llegando a constituir un verdadero código no escrito. Lo malo es que,
precisamente por la ausencia de una reglamentación, no existe un criterio uniforme, y así, la redacción de un oficio, exhorto, informe, la
formación de los cuadernos de prueba, etc., no es la misma en todos los juzgados ni aun en las diversas secretarías de
un mismo juzgado. Por otra parte, la rutina, que tan bien se acomoda con nuestro procedimiento escrito, conserva formulismos de tradición
española que hace rato perdieron su razón de ser.
b) El conocimiento de la práctica judicial es por ello indispensable y constituye una de las más graves omisiones en la enseñanza de esta
disciplina. Por lo general, el práctico ignora (a veces si los conoce termina por olvidarlos), los principios fundamentales del derecho procesal,
como el flamante abogado se encuentra ante un mundo desconocido cuando hace sus primeras armas ante los tribunales y advierte que sus
conocimientos teóricos no le sirven para dirigir ni un modesto juicio de desalojo. El laboratorio, como el hospital, permiten, en otro orden de
estudios, la aplicación sistemática de los conceptos que se van adquiriendo y coloca al teórico frente a la realidad, en tanto que el estudio del
derecho procesal se hace en forma doctrinaria y Sólo se ve actuar sus instituciones en el ejercicio ya de la profesión. A este respecto, el
Instituto de Enseñanza Práctica que funciona en nuestra Facultad de Derecho y otras universidades nacionales importa un verdadero progreso
en la enseñanza por su transformación objetiva, aunque no puede suplir la eficacia que deriva de la práctica del tribunal,
por breve que sea la experiencia, como no basta al alumno de medicina el estudio sobre modelos. De allí que el estudiante de derecho no debe
desaprovechar nunca la oportunidad de interiorizarse de la marcha de un proceso, aunque desgraciadamente ellas son bien pocas por la índole
escrita de nuestro procedimiento y el secreto en que, no obstante las disposiciones legales, se mantienen las actuaciones en el tribunal
doctrina)
a) Los emperadores romanos, desde Augusto hasta DiocIeciano, habían acordado a ciertos jurisconsultos la facultad de evacuar consultas con fuerza de
ley (ius publicae respondendi ex auctoritate principiis), en tanto que los demás podían igualmente evacuar consultas ( ius publicae
Tespondendi) pero sin autoridad alguna (sine auctoritate principiis ) , es decir que ella derivaba únicamente del prestigio del autor. Ésta es la
situación actual, pues si bien la doctrina antes de la codificación tenía influencia decisiva en ausencia de textos legales, ahora sólo tienen un carácter
supletorio.
b) la importa ello, sin embargo, discutir ni mucho menos negar su importancia, pues ya hemos visto cómo la legislación ha evolucionado como
consecuencia de los progresos realizados por la doctrina Y cuyos postulados comienzan hoy a infiltrarse en nuestra jurisprudencia.
I – 3. NOCIONES SISTEMATICAS FUNDAMENTALES. Jurisdicción, acción y proceso como pilares de la función pública del Estado como
sucedánea de la autodefensa prohibida.
I – 4. LA NORMA PROCESAL: Concepto. Clasificaciones. La ley procesal en el tiempo y en el espacio. Aplicación, Interpretación e integración de
las leyes procesales.
UNIDAD II