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Desde tiempos inmemoriales el hombre ha recurrido a símbolos y signos como manera de

comunicarse, transmitir conocimiento y más importante, trascender en las generaciones


siguientes y perdurar en el tiempo, dando a conocer sus vivencias, cultura y estilos de vida. Por
tanto la semiótica es la “disciplina que analiza los signos o bien se encarga del estudio del
funcionamiento del sistema de signos” (Cobley, 2004:4); entonces podemos decir que la semiótica
ha existido desde los inicios del lenguaje como tal: “kinésico, oral y escrito” (Guiraud, 1972).

Actualmente nos encontramos en una era de innovación tecnológica la cual ha cambiado la forma
en que vemos e interpretamos el mundo que nos rodea y no solo eso, la comunicación y la
interacción del sujeto con su entorno se ha visto influenciada por la ola de la digitalización, donde
los mecanismos de comunicación directa y en cuerpo presente han pasado a un segundo lugar. Y
es aquí donde la semiótica toma un papel protagónico, importante y decisivo en nuestro diario
vivir: por ejemplo, gracias a la aparición de diferentes plataformas digitales denominadas redes
sociales, se ha construido un lenguaje muy expresivo y carente de texto, compuesto por
representaciones gráficas a través de signos o figuras que culturalmente y casi que a nivel mundial
se conoce como Emoji.

Partiendo de lo anterior podemos ver como el signo en este caso el emoji es el canal que ayudara
al emisor a representar un objeto, es decir, a dar significado a su mensaje por medio de un signo,
ideograma o carácter que por lo general hace alusión o en su efecto representa un estado
emocional, dicho mensaje será mucho más fácil de interpretar por el receptor.

Partiendo de lo anterior como individuos sociables por naturaleza es inconcebible pensar que
podemos tener una comunicación sin signos, ya que solamente nuestro lenguaje kinésico
transmite un cumulo de expresiones corporales que generalmente emiten de mejor manera un
mensaje que la misma oralidad, tanto así que un ceño fruncido, se convierte en un signo
interpretativo para el receptor como signo de tristeza.

En este orden de ideas la semiología cobra aún más importancia en la formación de algunos
profesionales de las disciplinas que estudian el comportamiento humano como la psicología, ya
que la interpretación de los signos en este caso no verbales son determinantes para el análisis y
estudio del comportamiento de un individuo, ejemplo de esto es como a través de los signos
corporales o más exactamente faciales se puede llegar a identificar una alteración del lenguaje
mímico, como la ipermimia donde a través de la semiótica podremos identificar que la “
acentuación de las arrugas de la frente que forman la omega en la depresión, y las verticales del
entrecejo dan lugar al signo de Veraguth y ambos, más las comisuras labiales caídas y la cabeza
inclinada, reciben el nombre de signo de Schule”.(Manual de psiquiatría, Huberto Redondo. Lima-
Perú. 2008).

Es asi como podemos observar que la semiología es aplicable a todas las esferas de nuestras vidas
y constituyen un papel importante en la composición del lenguaje y un factor importante y
determinante en la comunicación de cualquier cultura.

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