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Consiste en el proceso por el cual una determinada conducta, a la que la ley asigna una pena, pierde
su carácter merecedor de pena, en donde se suprime esta disposición sin que la amenaza penal sea
reemplazada por otra reacción formalizada. Existen ciertos requisitos para descriminalizar una
conducta
1. La conducta sea considerada en adelante como legítima.
2. Una opinión distinta sobre el papel del Estado y/o sobre los derechos humanos conduce a
que el Estado no se inmiscuya en lo sucesivo respecto de cierto tipo de conductas.
3. En ciertos casos es mejor que no intervenga el estado “cuando el remedio sea peor que el
mal” a pesar de que sea admisible su intromisión.
4. Si existe otro mecanismo que sea mejor que el penal.
Cuando se intenta evitar la actuación del sistema represivo penal, se suele hablar de una
reorganización social de relaciones, pues se aplican otros medios para resolver los conflictos que
pueden suscitar y solo si es necesario recurrir al derecho penal.
Por ejemplo: en el caso de que se provoquen daños por un cheque girado sin tener de
antemano fondos o créditos disponibles suficientes en el poder del banco, puede ser
solucionado, entre el librador del cheque y el banco respectivo, sin recurrir al derecho penal.
Otro momento en que fue considerado a esta ciencia como “ultimum remedium” fue cuando se
discutió el código penal holandés, en donde el ministro Moddermann sostuvo que: solo aquellos
hechos estimados ilícitos son merecedores de pena, cuando la experiencia haya enseñado que por
ningún otro medio sean contenidos adecuadamente. “Hay que evitar que la pena pueda convertirse
en un remedio peor que la enfermedad”.
Despenalización y mitigación
La despenalización, en que se integra el reduccionismo penal, es el reemplazo de la sanción penal
por una reacción de otro sistema del régimen legal.
Algunos sostienen que una combinación en una primera fase policial del proceso penal con el
proceso civil, para asegurar así las posibilidades de un buen éxito.
Stampa resume ésta teoría: si la norma no forma parte de la ley penal, sino que es un precepto
autónomo del derecho público en general, y si el que delinque no viola la ley penal, sino que infringe
esa norma, esta ley solo es sancionatoria.
Beling afirma que para regular la conducta humana no está tan solo el derecho penal sino que
también otras ramas del derecho, la ley penal vincula la penalidad a la conducta descrita en tanto
sea anti-jurídica, pero ello no lo determina la ciencia penal. Por lo tanto, el Derecho Penal es una
rama del derecho que se construye sobre las demás, que se refiere a éstas y que sólo en relación
con éstas puede funcionar.
Grispigni el derecho penal tiene un carácter sancionatorio que deriva del hecho de reforzar con su
sanción, preceptos y sanciones de otras ramas. Por ejemplo: el delito además de estar prohibido en
el precepto penal, también lo está en otras áreas del derecho. La propiedad de las normas penales
es un orden lógico y sistemático, pues debe preferirse una norma de menor gravedad a una de un
rango mayor.
Jiménez de Azua, la índole secundaria, complementaria y sancionatoria del derecho penal se deriva
de su finalidad protectora.
La tesis de autonomía, Carrara el derecho penal no era una ley autónoma por si misma, sino la
sanción de todas las otras. Antolisei si el derecho penal tiene exigencias propias no se puede dudar
su carácter autónomo.
Stampa parece indiscutible que el derecho penal formará una realidad jurídica independiente, con
plena capacidad para elaborar sus propios preceptos e imponer la sanción.
Von Hippel, “todas las partes del ordenamiento jurídico se complementan recíprocamente, sin que
en ello se deduzca una relación de subsidiariedad”.