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Jueves Santo

La liturgia del Jueves Santo es una invitación a profundizar concretamente en el misterio de


la Pasión de Cristo, ya que quien desee seguirle tiene que sentarse a su mesa y, con máximo
recogimiento, ser espectador de todo lo que aconteció “en la noche en que iban a
entregarlo”. Y por otro lado, el mismo Señor Jesús nos da un testimonio idóneo de la
vocación al servicio del mundo y de la Iglesia que tenemos todos los fieles cuando decide
lavarle los pies a sus discípulos.

En este sentido, el Evangelio de San Juan presenta a Jesús “sabiendo que el Padre había
puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía” (Jn 13,3) pero que, ante cada
hombre, siente tal amor que, igual que hizo con sus discípulos, se arrodilla y le lava los
pies, como gesto inquietante de una acogida incansable (Jn 13, 4-5).

San Pablo completa el retablo recordando a todas las comunidades cristianas lo que él
mismo recibió: 1 Co 11, 23-27. La Santa Misa es entonces la celebración de la Cena del
Señor en la cuál Jesús, un día como hoy, la víspera de su pasión, "mientras cenaba con sus
discípulos tomó pan..." (Mt 28, 26).

Él quiso que, como en su última Cena, sus discípulos nos reuniéramos y nos acordáramos
de Él bendiciendo el pan y el vino: "Hagan esto en memoria mía" (Lc 22,19).

Antes de ser entregado, Cristo se entrega como alimento. Sin embargo, en esa Cena, el
Señor Jesús celebra su muerte: lo que hizo, lo hizo como anuncio profético y ofrecimiento
anticipado y real de su muerte antes de su Pasión. Por eso "cuando comemos de ese pan y
bebemos de esa copa, proclamamos la muerte del Señor hasta que vuelva" (1 Cor 11, 26).

Como dice el prefacio de este día: "Cristo verdadero y único sacerdote, se ofreció como
víctima de salvación y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración suya". Pero
esta Eucaristía debe celebrarse con características propias: como Misa "en la Cena del
Señor".

Hoy celebramos la alegría de saber que esa muerte del Señor, que no terminó en el fracaso
sino en el éxito, tuvo un por qué y para qué: fue una "entrega", un "darse", fue "por algo" o,
mejor dicho, "por alguien" y nada menos que por "nosotros y por nuestra salvación"
(Credo). "Nadie me quita la vida, había dicho Jesús, sino que Yo la entrego libremente. Yo
tengo poder para entregarla." (Jn 10,16), y hoy nos dice que fue para "remisión de los
pecados" (Mt 26,28).

Lo que nos interesa "subrayar"; en esta celebración, es que "el Padre nos entregó a su Hijo
para que tengamos vida eterna" (Jn 3, 16) y que el Hijo se entregó voluntariamente a
nosotros independientemente de que haya tenido que ser o no, muriendo en una cruz frente
a la gente.
Hoy hay alegría y la Iglesia rompe la austeridad cuaresmal cantando el "gloria": es la
alegría del que se sabe amado por Dios, pero al mismo tiempo es sobria y dolorida, porque
conocemos el precio que le costamos a Cristo.

Podríamos decir que esta celebración es para alegría nosotros y fue dolor para Él. Sin
embargo predomina el gozo porque en el amor nunca podemos hablar estrictamente de
tristeza, porque el que da y se da con amor y por amor lo hace con alegría y para dar
alegría.

Podemos decir que hoy celebramos con la liturgia (1a Lectura). La Pascua, pero la de la
Noche del Éxodo (Ex 12) y no la de la llegada a la Tierra Prometida (Jos. 5, 10-ss).

Hoy inicia la fiesta de la "crisis pascual", es decir de la lucha entre la muerte y la vida, ya
que la vida nunca fue absorbida por la muerte pero si combatida por ella. La noche del
Sábado de Gloria es el canto a la victoria pero teñida de sangre y hoy es el himno a la lucha
pero de quien lleva la victoria porque su arma es el amor.

Lavatorio de los pies


Cuando el Evangelio de San Juan relata que Jesús decide lavarle los pies a sus discípulos,
nos ofrece un testimonio de la vocación al servicio del mundo y de la Iglesia que tenemos
nosotros los fieles.

Entre los detalles que hacen diferente a la Misa de la Celebración de la Cena del Señor a
otras misas durante el año es que en esta se incluye una parte donde se lavan los pies a los
apóstoles representado por doce niños o ancianos de la comunidad.

En esta parte de la misa resalta la importancia tan grande que tiene el servicio al
prójimo.

Pero antes de comenzar la Cena Cristo "... sabiendo que el Padre le había puesto todo en
sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus
vestidos y , tomando una toalla , se la ciñó. Luego echó agua en un lebrillo y se puso a lavar
los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido." (Jn 13 3-5)

Al igual que los apóstoles, en especial San Pedro, nos quedamos asombrados, como Cristo
que tiene todo el poder y que es Dios se pone al servicio del hombre. Un Dios que lava los
pies a su criatura. La realidad es que Dios mismo quiere recordarnos que la grandeza de
todo cuanto existe no reside en el poder y en el sojuzgar a otro, sino en la capacidad de
servir y al darse dicho servicio se da gloria a Dios. Cristo mismo ya se lo había dicho a los
discípulos: "... el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el
que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del
Hombre ha venido a ser servido si no a servir y a dar su vida como rescate por muchos."
(Mc 10, 43-45).
Con esto queda muy clara la misión de la Iglesia en el mundo: servir. "Porque os he dado
ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros" (Jn 13, 15) La
Iglesia siguiendo el ejemplo de Cristo está al servicio de la humanidad. Por tanto todos
aquellos que formamos la Iglesia estamos llamados a servir a los que nos rodean.

El amor que Dios nos manifiesta debe convertirse en servicio que dé testimonio de su
presencia entre nosotros. El cristiano siguiendo él "amaos los unos a los otros como yo os
he amado" (Jn 15 12) debe ser como esa levadura que transforma al mundo para que este se
renueve y se transforme.

El egoísmo del hombre se vence con la entrega generosa a los demás. En el servicio resida
la verdadera realización personal y la felicidad. Solo el que se dio triunfó.

Institución del Sacerdocio


Si vivimos con profundidad la ceremonia nos daremos cuenta de que Cristo se pone al
servicio del Padre para salvar al hombre ofreciendo su propia vida como rescate, bien
podríamos decir que esta es su misión. Con el "también vosotros hagáis como yo he hecho
con vosotros" Cristo confiere en especial a ese grupo de discípulos conocidos como
apóstoles su propia misión, especialmente el consagrar el pan y el vino en su Cuerpo y
Sangre para la remisión de los pecados al decir "haced esto en memoria mía". Es en este
momento en el que Cristo designa a este grupo como sacerdotes, es decir instituye el
sacerdocio. Cada uno de estos hombres a partir de este momento es copartícipe de la misión
de Cristo: salvar al hombre por medio de la entrega total al servicio de Dios.

Este es otro de los grandes dones que en el primer Jueves Santo Dios hace a la humanidad.
Cristo desde entonces ha escogido y preparado a una serie de hombres para que siguiendo
el ejemplo de Cristo se pongan al servicio de Dios para salvar a la humanidad, impartiendo
los sacramentos por Dios instituidos (especialmente la Eucaristía) y guíen con la vivencia
de su sacerdocio al pueblo de Dios por el camino de la salvación.

El mundo, vive sumido en las tinieblas del egoísmo de una cultura de la muerte. El Jueves
Santo es un día en el que Dios nos invita por medio del servicio a ser esas lámparas que
lleven la luz de Cristo al mundo. También este día debemos reconocer el amor de todos
esos hombres que deciden dejarlo todo por seguir a Cristo en la entrega total al servicio de
los demás: religiosas, religiosos, misioneros, hombres y mujeres consagrados a Dios. Pero
especialmente celebrar y pedir a Dios por aquellos que con su vida comparten la misión de
Cristo y nos administran los sacramentos: los sacerdotes. Pedir por su santidad y fidelidad
al servicio de Cristo. No debemos olvidar pedir por más vocaciones a la vida consagrada y
al sacerdocio, pedir por más hombres y mujeres que tengan por vocación la entrega total al
servicio de Jesucristo y de su Iglesia.
Eucaristía
Son varios los caminos por los que podemos acercarnos al Señor Jesús y así vivir una
existencia realmente cristiana, es decir, según la medida de Cristo mismo, de tal manera
que sea Él mismo quien viva en nosotros (ver Gál 2,20). Una vez ascendido a los cielos el
Señor nos dejó su Espíritu. Por su promesa es segura su presencia hasta el fin del mundo
(ver Mt 28, 20). Jesucristo se hace realmente presente en su Iglesia no sólo a través de la
Sagrada Escritura, sino también, y de manera más excelsa, en la Eucaristía.

¿Qué quiere decir Jesús con "venid a mí"? Él mismo nos revela el misterio más adelante:
"Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, el que crea en mí no tendrá
nunca sed." (Jn 6, 35). Jesús nos invita a alimentarnos de Él. Es en la Eucaristía donde nos
alimentamos del Pan de Vida que es el Señor Jesús mismo.

¿Y no será que al decir aquellas palabras Cristo estaba hablando de forma simbólica?

Cristo, se dice por ahí, no podría estar hablando simbólicamente acerca del pan de la vida.
Veamos y cada uno saca su conclusión, Él dijo: "Yo soy la vid" y Él no es una vid; "Yo soy
la puerta" y Cristo no es una puerta.

Pero el contexto en el que el Señor Jesús afirma que Él es el pan de vida no es simbólico o
alegórico, sino doctrinal. Es un diálogo con preguntas y respuestas como Jesús suele hacer
al exponer una doctrina.

A las preguntas y objeciones que le hacen los judíos en el Capítulo 6 de San Juan,
Jesucristo responde reafirmando el sentido inmediato de sus palabras. Entre más rechazo y
oposición encuentra, más insiste Cristo en el sentido único de sus palabras: "Mi carne es
verdadera comida y mi sangre verdadera bebida" (v.55).

Esto hace que los discípulos le abandonen (v. 66). Y Jesucristo no intenta retenerlos
tratando de explicarles que lo que acaba de decirles es tan solo una parábola. Por el
contrario, interroga a sus mismos apóstoles: "¿También vosotros queréis iros?". Y Pedro
responde: "Pero Señor... ¿con quién nos vamos si sólo tú tienes palabras de vida eterna?"
(v. 67-68).

Los Apóstoles entendieron en sentido inmediato las palabras de Jesús en la última cena.
"Tomó pan... y dijo: "Tomad y comed, esto es mi cuerpo." (Lc 22,19). Y ellos en vez de
decirle: "explícanos esta parábola," tomaron y comieron, es decir, aceptaron el sentido
inmediato de las palabras. Jesús no dijo "Tomad y comed, esto es como si fuera mi
cuerpo.es un símbolo de mi sangre".

Alguno podría objetar que las palabras de Jesús "haced esto en memoria mía" no indican
sino que ese gesto debía ser hecho en el futuro como un simple recordatorio, un hacer
memoria como cualquiera de nosotros puede recordar algún hecho de su pasado y, de este
modo, "traerlo al presente" . Sin embargo esto no es así, porque memoria, anamnesis o
memorial, en el sentido empleado en la Sagrada Escritura, no es solamente el recuerdo de
los acontecimientos del pasado, sino la proclamación de las maravillas que Dios ha
realizado en favor de los hombres. En la celebración litúrgica, estos acontecimientos se
hacen, en cierta forma, presentes y actuales. Así, pues, cuando la Iglesia celebra la
Eucaristía, hace memoria de la Pascua de Cristo y ésta se hace presente: el sacrificio que
Cristo ofreció de una vez para siempre en la cruz permanece siempre actual (ver Hb 7, 25-
27). Por ello la Eucaristía es un sacrificio (ver Catecismo de la Iglesia Católica nn. 1363-
1365).

San Pablo expone la fe de la Iglesia en el mismo sentido: "La copa de bendición que
bendecimos, ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es
comunión con el cuerpo de Cristo?". (1Cor 10,16). La comunidad cristiana primitiva, los
mismos testigos de la última cena, es decir, los Apóstoles, no habrían permitido que Pablo
transmitiera una interpretación falsa de este acontecimiento.

Finalmente, si fuera simbólico cuando Jesús afirma: "El que come mi carne y bebe mi
sangre...", entonces también sería simbólico cuando añade: "...tiene vida eterna y yo le
resucitaré en el último día" (Jn 6,54). ¿Acaso la resurrección es simbólica? ¿Acaso la vida
eterna es simbólica?

Todo, por lo tanto, favorece la interpretación literal o inmediata y no simbólica del


discurso. No es correcto, pues, afirmar que la Escritura se debe interpretar literalmente y, a
la vez, hacer una arbitraria y brusca excepción en este pasaje.
Viernes Santo
La tarde del Viernes Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario.
La cruz erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y de esperanza.

Con la Pasión de Jesús según el Evangelio de Juan contemplamos el misterio del


Crucificado, con el corazón del discípulo amado, de la Madre, del soldado que le traspasó
el costado.

San Juan, teólogo y cronista de la pasión nos lleva a contemplar el misterio de la cruz de
Cristo como una solemne liturgia. Todo es digno, solemne, simbólico en su narración: cada
palabra, cada gesto. La densidad de su Evangelio se hace ahora más elocuente.

Y los títulos de Jesús componen una hermosa Cristología. Jesús es Rey. Lo dice el título de
la cruz, y el patíbulo es trono desde donde el reina. Es sacerdote y templo a la vez, con la
túnica inconsútil que los soldados echan a suertes. Es el nuevo Adán junto a la Madre,
nueva Eva, Hijo de María y Esposo de la Iglesia. Es el sediento de Dios, el ejecutor del
testamento de la Escritura. El Dador del Espíritu. Es el Cordero inmaculado e inmolado al
que no le rompen los huesos. Es el Exaltado en la cruz que todo lo atrae a sí, por amor,
cuando los hombres vuelven hacia Él la mirada.

La Madre estaba allí, junto a la Cruz. No llegó de repente al Gólgota, desde que el discípulo
amado la recordó en Caná, sin haber seguido paso a paso, con su corazón de Madre el
camino de Jesús. Y ahora está allí como madre y discípula que ha seguido en todo la suerte
de su Hijo, signo de contradicción como El, totalmente de su parte. Pero solemne y
majestuosa como una Madre, la madre de todos, la nueva Eva, la madre de los hijos
dispersos que ella reúne junto a la cruz de su Hijo. Maternidad del corazón, que se ensancha
con la espada de dolor que la fecunda.

La palabra de su Hijo que alarga su maternidad hasta los confines infinitos de todos los
hombres. Madre de los discípulos, de los hermanos de su Hijo. La maternidad de María
tiene el mismo alcance de la redención de Jesús. María contempla y vive el misterio con la
majestad de una Esposa, aunque con el inmenso dolor de una Madre. Juan la glorifica con
el recuerdo de esa maternidad. Ultimo testamento de Jesús. Ultima dádiva. Seguridad de
una presencia materna en nuestra vida, en la de todos. Porque María es fiel a la palabra: He
ahí a tu hijo.

El soldado que traspasó el costado de Cristo de la parte del corazón, no se dio cuenta que
cumplía una profecía y realizaba un último, estupendo gesto litúrgico. Del corazón de
Cristo brota sangre y agua. La sangre de la redención, el agua de la salvación. La sangre es
signo de aquel amor más grande, la vida entregada por nosotros, el agua es signo del
Espíritu, la vida misma de Jesús que ahora, como en una nueva creación derrama sobre
nosotros.
La celebración

Hoy no se celebra la Eucaristía en todo el mundo. El altar luce sin mantel, sin cruz, sin
velas ni adornos. Recordamos la muerte de Jesús. Los ministros se postran en el suelo ante
el altar al comienzo de la ceremonia. Son la imagen de la humanidad hundida y oprimida, y
al tiempo penitente que implora perdón por sus pecados.

Van vestidos de rojo, el color de los mártires: de Jesús, el primer testigo del amor del Padre
y de todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación
que Dios nos ofrece.

Acción litúrgica en la muerte del Señor

1. La Entrada

La impresionante celebración litúrgica del Viernes empieza con un rito de entrada diferente
de otros días: los ministros entran en silencio, sin canto, vestidos de color rojo, el color de
la sangre, del martirio, se postran en el suelo, mientras la comunidad se arrodilla, y después
de un espacio de silencio, dice la oración del día.

2. Celebración de la Palabra

Primera Lectura

Espectacular realismo en esta profecía hecha 800 años antes de Cristo, llamada por muchos
el 5º Evangelio. Que nos mete en el alma sufriente de Cristo, durante toda su vida y ahora
en la hora real de su muerte. Dispongámonos a vivirla con Él.

Salmo Responsorial

En este Salmo, recitado por Jesús en la cruz, se entrecruzan la confianza, el dolor, la


soledad y la súplica: con el Varón de dolores, hagamos nuestra esta oración.

Segunda lectura

El Sacerdote es el que une a Dios con el hombre y a los hombres con Dios... Por eso Cristo
es el perfecto Sacerdote: Dios y Hombre. El Único y Sumo y Eterno Sacerdote. Del cual el
Sacerdocio: el Papa, los Obispos, los sacerdotes y los Diáconos, unidos a Él, son ministros,
servidores, ayudantes...

Versículo antes del Evangelio (Flp 2, 8-9)

Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo
levantó sobre todo, y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre".
Como siempre, la celebración de la Palabra, después de la homilía, se concluye con una
ORACIÓN UNIVERSAL, que hoy tiene más sentido que nunca: precisamente porque
contemplamos a Cristo entregado en la Cruz como Redentor de la humanidad, pedimos a
Dios la salvación de todos, los creyentes y los no creyentes.

3. Adoración de la Cruz

Después de las palabras pasamos a una acción simbólica muy expresiva y propia de este
día: la veneración de la Santa Cruz es presentada solemnemente la Cruz a la comunidad,
cantando tres veces la aclamación:

Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo. VENID
AADORARLO", y todos nos arrodillamos unos momentos cada vez; y entonces vamos, en
procesión, a venerar la Cruz personalmente, con una genuflexión (o inclinación profunda) y
un beso (o tocándola con la mano y santiguándonos); mientras cantamos las alabanzas a ese
Cristo de la Cruz:

"Pueblo mío, ¿qué te he hecho...?" "Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza..." "Victoria, tú
reinarás..."

4. La Comunión

Desde 1955, cuando lo decidió Pío XII en la reforma que hizo de la Semana Santa, no sólo
el sacerdote -como hasta entonces - sino también los fieles pueden comulgar con el Cuerpo
de Cristo.

Aunque hoy no hay propiamente Eucaristía, pero comulgando del Pan consagrado en la
celebración de ayer, Jueves Santo, expresamos nuestra participación en la muerte salvadora
de Cristo, recibiendo su "Cuerpo entregado por nosotros".
Sábado de Gloria o Domingo de Resurrección
"Durante el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su
pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su
resurrección (Circ 73).

Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro.Callan las campanas y
los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para
contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.

La Cruz sigue entronizada desde ayer. Central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel
de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad.

Es el día de la ausencia. El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de


esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está
callado. Después de su último grito de la cruz "¿por qué me has abandonado"?- ahora él
calla en el sepulcro.Descansa: "consummatum est", "todo se ha cumplido".

Pero este silencio se puede llamar plenitud de la palabra. El anonadamiento, es elocuente.


"Fulget crucis mysterium": "resplandece el misterio de la Cruz."

El Sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera


el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento: "nosotros esperábamos... ",
decían los discípulos de Emaús.

Es un día de meditación y silencio. Algo parecido a la escena que nos describe el libro de
Job, cuando los amigos que fueron a visitarlo, al ver su estado, se quedaron mudos, atónitos
ante su inmenso dolor: "se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches.
Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande" (Job. 2, 13).

Eso sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran
lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más
profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la
Iglesia, la esposa. Callada, como él.

El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la
resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con
personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único
misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado:
"...se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo...se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su
alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la
cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro
y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado
en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de
los hombres, que establece en la paz al universo entero".

Esta Noche Pascual tiene, como toda celebración litúrgica, dos partes centrales:

- La Palabra: Solo que esta vez las lecturas son más numerosas (nueve, en vez de las dos o
tres habituales).

- El Sacramento: Esta noche, después del camino cuaresmal y del catecumenado, se


celebran, antes de la Eucaristía, los sacramentos de la iniciación cristiana: el Bautismo y la
Confirmación.

La Pascua del Señor, nuestra Pascua

Todos estos elementos especiales de la Vigilia quieren resaltar el contenido fundamental de


la Noche: la Pascua del Señor, su Paso de la Muerte a la Vida.

La oración al comienzo de las lecturas del Nuevo Testamento, invoca a Dios, que "ilumina
esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor". En esta noche, con más razón
que en ningún otro momento, la Iglesia alaba a Dios porque "Cristo, nuestra Pascua, ha sido
inmolado" (Prefacio I de Pascua).

Pero la Pascua de Cristo es también nuestra Pascua: "en la muerte de Cristo nuestra muerte
ha sido vencida y en su resurrección resucitamos todos"(Prefacio II de Pascua).

La comunidad cristiana se siente integrada, "contemporánea del Paso de Cristo a través de


la muerte a la vida". Ella misma renace y se goza en "la nueva vida que nace de estos
sacramentos pascuales" (oración sobre las ofrendas de la Vigilia): por el Bautismo se
sumerge con Cristo en su Pascua, por la Confirmación recibe también ella el Espíritu de la
vida, y en la Eucaristía participa del Cuerpo y la Sangre de Cristo, como memorial de su
muerte y resurrección.

Los textos, oraciones, cantos: todo apunta a esta gozosa experiencia de la Iglesia unida a su
Señor, centrada en los sacramentos pascuales. Esta es la mejor clave para la espiritualidad
cristiana, que debe centrarse. Más que en la contemplación de los dolores de Jesús (la
espiritualidad del Viernes Santo es la más fácil de asimilar), en la comunión con el
Resucitado de entre los muertos.
Cristo, resucitando, ha vencido a la muerte.

Este es en verdad "el día que hizo el Señor". El fundamento de nuestra fe. La experiencia
decisiva que la Iglesia, como Esposa unida al Esposo, recuerda y vive cada año, renovando
su comunión con El, en la Palabra y en los Sacramentos de esta Noche.

Luz de Cristo

El fuego nuevo es asperjado en silencio, después, se toma parte del carbón bendecido y
colocado en el incensario, se pone incienso y se inciensa el fuego tres veces. Mediante este
rito sencillo reconoce la Iglesia la dignidad de la creación que el Señor rescata. (El fuego
tiene sentido purificador, renovador, transformador)

Pero la cera, a su vez, resulta ahora una criatura renovada (Por el fuego). Se devolverá al
cirio el sagrado papel de significar ante los ojos del mundo la gloria de Cristo resucitado.
Por eso se graba en primer lugar la cruz en el cirio. La cruz de Cristo devuelve a cada
cosa su sentido. Por ello el Canon Romano dice: "Por él (Cristo) sigues creando todos los
bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros".

Al grabar en la cruz las letras griegas Alfa y Omega y las cifras del año en curso, el
celebrante dice: "Cristo ayer y hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega. Suyo es el tiempo. Y la
eternidad. A él la gloria y el poder. Por los siglos de los siglos. Amén".

Así expresa con gestos y palabras toda la doctrina del imperio de Cristo sobre el cosmos,
expuesta en San Pablo. Nada escapa de la redención del Señor, y todo, hombres, cosas y
tiempo están bajo su potestad.

Se lo adorna con granos de incienso, según una tradición muy antigua, que han pasado a
significar simbólicamente las cinco llagas de Cristo: "Por tus llagas santas y gloriosas nos
proteja y nos guarde Jesucristo nuestro Señor".

Termina el celebrante encendiendo el fuego nuevo, diciendo: "La 1uz de Cristo, que
resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu".

Tras el cirio encendido que representa a Cristo, columna de fuego y de luz que nos guía a
través de las tinieblas y nos indica el camino a la tierra prometida, avanza el cortejo de los
ministros. Se escucha cantar tres veces: "Luz de Cristo" mientras se encienden en el cirio
recién bendecido todas las velas de la comunidad cristiana.
Hay que vivir estas cosas con alma de niño, sencilla pero vibrante, para estar en
condiciones de entrar en la mentalidad de la Iglesia en este momento de júbilo. El mundo
conoce demasiado bien las tinieblas que envuelven a su tierra en infortunio y congoja. Pero
en esa hora, puede decirse que su desdicha ha atraído la misericordia y que el Señor quiere
invadirlo todo con oleadas de su luz.

(Leer las siguientes citas bíblicas que hablan sobre la luz)

Los profetas habían prometido ya la luz: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz
grande", escribe Isaías (Is 9, 1; 42,7; 49,9). Pero la luz que amanecerá sobre la nueva
Jerusalén (Is 60,1ss.) será el mismo Dios vivo, que iluminará a los suyos (Is 60, 19) y su
Siervo será la luz de las naciones (Is 42,6; 49,6).

El catecúmeno que participa en esta celebración de la luz sabe por experiencia propia que
desde su nacimiento pertenece a las tinieblas; pero sabe también que Dios "lo llamó a salir
de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa" (1 Pe 2,9). Dentro de unos momentos, en la
pila bautismal, "Cristo será su luz" (Ef 5, 14). Se va a convertir de tiniebla que es en "luz en
el Señor" (Ef 5,8).

Pregón pascual o "exultet"

Este himno de alabanza, en primer lugar, anuncia a todos la alegría de la Pascua, alegría del
cielo, de la tierra, de la Iglesia, de la asamblea de los cristianos. Esta alegría procede de la
victoria de Cristo sobre las tinieblas.

Luego, entona la gran Acción de Gracias. Su tema es la historia de la salvación resumida


por el poema. Una tercera parte consiste en una oración por la paz, por la Iglesia en sus
jefes y en sus fieles, por los que gobiernan los pueblos, para que todos lleguen a la patria
del cielo.

La liturgia de la Palabra

Esta noche la comunidad cristiana se detiene más de lo ordinario en la proclamación de la


Palabra. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hablan de Cristo e iluminan la
Historia de la Salvación y el sentido de los sacramentos pascuales. Hay un diálogo entre
Dios que habla a su Pueblo (las lecturas) y el Pueblo que responde (Salmos y oraciones).

Las lecturas de la Vigilia tienen una coherencia y un ritmo entre ellas. La mejor clave es la
que dio el mismo Cristo: "todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los profetas y salmos
acerca de mí, tenía que cumplirse, y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas,
les explicó (a los discípulos de Emaús) lo que se refería a él en toda la Escritura" (L,c
24,27).

Lecturas del Antiguo Testamento

Primera lectura: Gn 1,1-31 ó 2,1-2: Vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno.

Segunda lectura: Gn 22,1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.

Tercera lectura Ex 14-15,30 - Los israelitas cruzaron el mar Rojo.

Cuarta lectura: Is 54,5-14 - Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor.

Quinta lectura: Is 55, 1-11 - Vengan a mí, y vivirán; sellaré con ustedes una alianza
perpetua.

Sexta lectura: Bar 3,9-15.32-4,4 - Camina a la claridad del resplandor del Señor

Séptima lectura: Ez 36.16-28 - Derramaré sobre ustedes un agua pura, y les daré un corazón
nuevo.

El Antiguo Testamento prepara la realidad del Nuevo Testamento: lo que se anunciaba y


prometía, ahora se ha cumplido de verdad.

Es importante subrayar este paso al Nuevo Testamento: el Misal indica en este momento
diversos signos, tales como el adorno del altar (luces, flores), el canto del Gloria y la
aclamación del Aleluya antes del Evangelio. También se ilumina de manera más plena la
iglesia ya que durante las lecturas del Antiguo Testamento estaba iluminada más
discretamente.

Sobre todo es el Evangelio, tomado de uno de los tres sinópticos. según el Ciclo, el que hay
que destacar: es el cumplimiento de todas las profecías y figuras, proclama la Resurrección
del Señor.

Lecturas del Nuevo Testamento

Primera lectura: Rom 6,3-11 - Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere
más.
Evangelio

CICLO B: Mc 16, 1-8 - Jesús Nazareno, el crucificado, ha resucitado.

La Liturgia bautismal

La noche de Pascua es el momento en el que tiene más sentido celebrar los sacramentos de
la iniciación cristiana. Después de un camino catecumenal (personal, si se trata de adultos y
de la familia, para los niños, y siempre en lo que cabe, de la comunidad cristiana entera), el
signo del agua -la inmersión, el baño- quiere ser la expresión sacramental de cómo una
persona se incorpora a Cristo en su paso de la muerte a la vida.

La Eucaristía

La celebración eucarística es la culminación de la Noche Pascual. Es la Eucaristía central


de todo el año, más importante que la de Navidad o la del Jueves Santo. Cristo, el Señor
Resucitado, nos hace participar de su Cuerpo y de su Sangre, como memorial de su Pascua.
Es el punto culminante de la celebración.

Misas durante el día

En el transcurso de la Noche Santa participamos en el misterio pascual por medio de la


celebración de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía. En la segunda misa de
Pascua, damos gracias por la vida nueva, cuya fuente nos ha sido abierta por la
Resurrección de Cristo.

Hoy es la fiesta de las fiestas y el día de Cristo el Señor por excelencia. Hoy, Jesús
vencedor de la muerte y del pecado, se manifestó a los suyos; hoy se dio a conocer a sus
dos discípulos en el camino de Emaús por medio de la fracción del pan: hoy confirió el
Espíritu Santo a sus Apóstoles para la remisión de los pecados y los envió al mundo para
ser sus testigos. Como consecuencia de todo esto, cantamos: "Este es el día que hizo el
Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo". (Salmo 117).
Las neuronas

Moneda
Botella

Se trata de hacer dos equipos colocados en filas, en el extremo final de la fila se coloca la
botella. Todos los participantes dirigen su mirado hacia el lado donde se coloca la botella,
excepto la primera persona que está al otro extremo contrario a donde se colocó la botella.
El juego inicia aventando una moneda hacia arriba, cada vez que caiga sol o cara el
participante que esta al inicio de la fila (el extremo contrario de donde se colocó la botella)
aprieta la mano de su compañero que está a lado, y así el segundo a prieta el del tercero así
hasta que llegue el apretón hasta la última persona quien al sentir el apretón tomara la
botella rápidamente. El participante que toma la botella se pasa al primer puesto y todos los
demás se recorren, así será hasta que el que inicio a agarrar la botella regrese a su lugar
original. Si en caso alguien se equivoca y toma la botella antes de saber lo que indica la
moneda, retrasara un integrante.

León, Escopeta, Hombre

Se trata de hacer dos equipos, se ponen de frente, tienen que hacer la mímica y el sonido de
cada personaje, León gana hombre, Escopeta gana León, Hombre gana a Escopeta. Todos
los integrantes del equipo tienen que ponerse de acuerdo que personaje elegirán. El que
gana más puntos, es el vencedor.

Piedra papel o tijera (versión pollito, mono, hombre)

El camino del vencedor

Se trata de pasar de un lado a otro caminando pero de maneras distintas y creativas aquel
que repita movimiento, vuelve a regresar hasta que haga un paso distinto.

Mar, Aire y Tierra

Es el típico juego de Mar, Aire y Tierra, en donde se forma una línea en medio, que será
tierra, la derecha será Mar y la izquierda será Aire. Se trata de dar saltos de un lado a otro
según se indique. Si se repite un lugar, se da un salto sobre el mismo espacio.
Se puede realizar una variante para hacer más difícil el juego. En lugar de indicar el lugar al
que hay que moverse con las palabras antes mencionadas (Mar, Aire y Tierra) se realiza
buscando animales que habiten o se muevan sobre esos espacios.
Resucito Resucito

(estribillo) (estribillo)
LAm SOL FA MI LAm SOL FA MI
RESUCITÓ RESUCITÓ RESUCITÓ ALELUYA RESUCITÓ RESUCITÓ RESUCITÓ ALELUYA
LAm SOL FA MI LAm SOL FA MI
ALELUYA ALELUYA ALELUYA RESUCITÓ ALELUYA ALELUYA ALELUYA RESUCITÓ
LAm SOL LAm SOL
La muerte, dónde esta la muerte? La muerte, dónde esta la muerte?
FA FA
donde está mi muerte? donde está mi muerte?
MI MI
donde su victoria? donde su victoria?

(estribillo) (estribillo)
LAm SOL FA LAm SOL FA
¡¡Gracias sean dadas al Padre que nos pasó a su ¡¡Gracias sean dadas al Padre que nos pasó a su
reino reino
MI MI
donde se vive de amor!! donde se vive de amor!!

(estribillo) (estribillo)
LAm SOL FA LAm SOL FA
Alegría, alegría hermanos que si hoy nos queremos Alegría, alegría hermanos que si hoy nos queremos
MI MI
es porque resucitó es porque resucitó

(estribillo) (estribillo)
LAm SOL FA MI LAm SOL FA MI
¡¡Si con Él morimos, con Él vivimos, con Él ¡¡Si con Él morimos, con Él vivimos, con Él
cantamos cantamos

LAm SOL FA MI LAm SOL FA MI


ALELUYA ALELUYA ALELUYA RESUCITO ALELUYA ALELUYA ALELUYA RESUCITO
LAm SOL FA MI LAm SOL FA MI
RESUCITO RESUCITO RESUCITO ALELUYA RESUCITO RESUCITO RESUCITO ALELUYA
Contemplar una Cruz Contemplar una Cruz

Sol Re Do Sol Re Do
Contemplar una cruz es abrir Contemplar una cruz es abrir
Sol Re Do Sol Re Do
El horizonte del amor; El horizonte del amor;
Sol Re Do Sol Re Do
Contemplar una cruz es romper Contemplar una cruz es romper
Sol Re Do Sol Re Do
Toda medida, todo cálculo y temor. Toda medida, todo cálculo y temor.

Mim Re Mim Re
Tú estas ahí Tú estas ahí
Do Lam Re Do Lam Re
Con los brazos abiertos para el mundo Con los brazos abiertos para el mundo
Mim Re Mim Re
Tú estas ahí Tú estas ahí
Do Lam Re Do Lam Re
Puedes abarcarlo todo y traerlo a ti. Puedes abarcarlo todo y traerlo a ti.

Sol Re Sol Re
En la Cruz, En la Cruz,
Do Re Sol Do Re Sol
Está el sentido para el mundo; Está el sentido para el mundo;
Re Re
En la cruz, En la cruz,
Do Re Sol Do Re Sol
Está la fuerza para el cambio; Está la fuerza para el cambio;
Re Re
Porque ahí, Porque ahí,
Do Re Sol Do Re Sol
Comienza la resurrección. Comienza la resurrección.

Contemplar una cruz junto a mí Contemplar una cruz junto a mí


Es descubrirla en tantos rostros, Es descubrirla en tantos rostros,
La mirada de aquel que en la cruz La mirada de aquel que en la cruz
Hasta el extremo nos amo. Hasta el extremo nos amo.

Tu estas ahí… Tu estas ahí…


En la cruz… En la cruz…
Dios no quiere la muerte Dios no quiere la muerte

Rem Solm Rem Rem Solm Rem


Dios no quiere la muerte del pecador Dios no quiere la muerte del pecador
Lam Rem Solm Lam Rem Solm
Si no que viva, que se convierta, Si no que viva, que se convierta,
Lam Rem Lam Rem
Que se convierta y que viva. Que se convierta y que viva.

Rem La7 Rem Rem La7 Rem


Tu palabra es luz que me ilumina Tu palabra es luz que me ilumina
Solm7 Rem Solm7 Rem
Tu palabra es pan que me alimenta Tu palabra es pan que me alimenta
Solm Rem Solm Rem
Rem7/Do Rem7/Do
Con tu cuerpo y tu sangre me confortas, Con tu cuerpo y tu sangre me confortas,
Solm La La7 Solm La La7
Y me haces vivir tu misma vida Y me haces vivir tu misma vida

Rem La7 Rem Rem La7 Rem


Voy sediento buscando el agua viva, Voy sediento buscando el agua viva,
Solm7 Rem Solm7 Rem
Como ciego ansío ver tu luz. Como ciego ansío ver tu luz.
Solm Rem Solm Rem
Rem7/Do Rem7/Do
Siento heridas de muerte mas no temo, Siento heridas de muerte mas no temo,
Solm La La7 Solm La La7
Porque sé que contigo viviré. Porque sé que contigo viviré.

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