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ETAPAS DEL DESARROLLO PSICOSEXUAL DE FREUD.

Cuando el infante se convierte en niño, el niño en adolescente y el adolescente en


adulto, se generan cambios en aquello que se desea y en la forma en que se satisfacen tales
deseos. Estos deseos o formas de placer, van apareciendo en diferentes áreas físicas
dependiendo de la fase o etapa del desarrollo psicosexual. Etapas que están dadas por el
desplazamiento de la libido(energía inconsciente psíquica), la cual se va depositando en
algún órgano corporal o sitio emocional.

Freud llamó a estas etapas: oral, anal, fálica, latencia y genital, en las cuales una
persona progresa normalmente de una etapa a otra, sin embargo existe el riesgo de
permanecer apegado a una etapa determinada, Freud lo llamó “fijación”. Una persona fijada
a una etapa va a preferir satisfacer sus necesidades en forma infantil o simple y no en forma
adulta resultado de un desarrollo normal.

Etapa oral : Comprende desde el nacimiento hasta los diez y ocho meses, su fuente de
placer o energía libidinal se encuentra depositada en los labios, en la lengua y un poco más
tarde en los dientes, por lo que tiene dos fases: La fase oral pasiva y la fase oral mordente.

En la oral pasiva el impulso básico del infante es tomar sus alimentos, calmar las
tensiones del hambre y la sed, durante la alimentación, el niño es acariciado, mimado y
consentido, por lo que el infante asocia el placer y la reducción de la atención con el
proceso de alimentación.

En la oral mordente el niño ya cuenta con dientes, por lo que incluye la satisfacción
de los impulsos agresivos, ya que empieza a morder los pechos de la madre, por lo que se le
obliga al destete. El logro más importante de esta etapa es la confianza básica al darse
cuenta de que sus necesidades son atendidas.

Etapa anal: Comprende entre los diez y ocho meses y los tres años, la libido o centro
de placer se deposita en el ano, en esta etapa el niño valoriza el excremento como principal
característica, ya que aprende a controlar el esfínter anal y la vejiga, lo cual le causa placer.
Al tener un mayor control atrae la atención y los elogios de sus padres, por lo que se le
prepara para fluctuar entre la dependencia y la independencia.

En esta etapa existe una gran confusión en el niño, ya que por un lado se le reconoce y
alaba su control y por el otro surge la idea de que el comportamiento en el retrete es sucio y
debe ser algo secreto, por lo que si esta fase se completa adecuadamente, el logro será
además de la confianza adquirida, la autonomía y el fortalecimiento del autoestíma,
facilitando el ingreso a la siguiente etapa donde tendrá que hacer una franca competencia
con el medio social.

Etapa fálica: Comprende entre los tres y los cinco años, La libido es depositada en los
genitales, es la etapa en que los niños y niñas adquieren conciencia de las diferencias
sexuales, en esta etapa aparecen dos complejos: el de edipo y el de electra.
El niño desea estar cerca de la madre, pero le es impedido por su padre por quien
siente celos y rechazo, pero al mismo tiempo desea el cariño y afecto de él, considerando a
su padre como rival, por lo que el niño se encuentra entre la posición de desear y temer a
sus padres.

El temor a ser castrado como cree que la niña lo fue, lo lleva a reprimir todos sus
deseos hacia la madre, estos deseos los mantiene inconscientes y no les permite
manifestarse, evitando llegar a pensarlo, esto es parte de las primeras tareas del super yo en
desarrollo.

Así el niño resuelve o medio resuelve su edipo imitando al padre e identificándose con
él, paralelamente renuncia al deseo de la madre orientando sus relaciones hacia otras
actividades y hacia otros niños.

Etapa de Latencia: Comprende desde los cinco hasta los once años de edad, en esta
etapa el niño distribuye su energía a sus diferentes estructuras físicas y a diferentes
actividades psicológicas, evitando experimentarla sólo como un aumento de tensión sexual
y agresiva como en las anteriores etapas.

En este período se incrementa el control del Yo y del super yo por lo que la actividad
sexual es relegada a un papel transitorio de tensión del yo debido a una serie de actividades
sublimatorias, defensivas y adaptativas; ya que las relaciones de objeto son abandonadas y
substituidas por identificaciones, las cuales se consolidan en compañía de actividades
significativas como la percepción, la memoria, el aprendizaje y el pensamiento.

Por lo que el yo adquiere una mayor resistencia a la regresión, reduciendo así el


empleo del cuerpo como instrumento de expresión para la vida interna, por lo que existe
un aumento de la capacidad de expresión verbal.

De la misma manera el niño(a) adquiere un agudo sentido de diferenciación entre el


pensamiento racional y el fantasioso, entre la vida pública y la privada, valorando así las
instituciones sociales como la escuela, la familia y el campo de juego como modelos
integradores de conducta.

Durante esta etapa el niño debió desarrollar una inteligencia que le ayude a diferenciar
los procesos primarios y secundarios del pensamiento a través de la lógica y el juicio. Debe
tener una compresión social de sentimientos altruistas, empatía y una estatura que le
permita control e independencia, y sobre todo un yo fuerte para evitar la regresión y para
defender su integridad con menos ayuda del mundo exterior. Todos estos logros son una
condición importante para avanzar a la adolescencia.

Etapa genital: Es la etapa final del desarrollo psicológico y sexual, tiene lugar con el
inicio de la pubertad, por lo tanto hay un regreso de la energía libidinal a los órganos
sexuales, los cuales son controlados conscientemente por el individuo, ya en este momento
tanto hombres como mujeres se dan cuenta de su identidad sexual y dan inicio a las
satisfacciones de sus necesidades sexuales e interpersonales con plena consciencia de sus
actos.
Sin embargo, dentro de esta etapa existen cinco fases más que describen el
comportamiento psicosexual del adolescente, estas se dividen en preadolescencia,
adolescencia temprana, adolescencia propiamente dicha, adolescencia tardía y post
adolescencia.

Preadolescencia: En esta etapa hay dos formas típicas de conducta en el muchacho


debido a que la angustia de castración que había declinado, reaparece, conduciendo al
varón a negarla, por ello se lleva sólo con compañeros del mismo sexo, volviéndose hostil
con las mujeres.

Este resurgimiento de la pregenitalidad marca el término de la latencia, el muchacho


adquiere inquietudes motoras, actitudes anales y sádicas, adquiriendo fascinación por el
lenguaje obsceno y rechazo por la limpieza. Estos ritos de iniciación en la pubertad sirven
para que el muchacho resuelva su envidia de la mujer, teniendo que resolver una
identificación bisexual, por ello tiene la tarea de resolver sentimientos de envidia, rivalidad
e impotencia, ya que la fijación trae como consecuencia una identificación con la madre
fálica, debido al miedo a la castración.

Adolescencia temprana: La maduración puberal, generalmente saca al muchacho de


su preadolescencia defensiva, y de la catexis pregenital, buscando objetos libidinales
extrafamiliares, encontrando así una libido libre que guarda por colocarse

Sin embargo esta falta de catexis trae como consecuencia la disminución en eficacia
del super yo, por lo tanto los esfuerzos del yo por mediar entre los impulsos y el mundo
externo son ineficaces.

Freud señala que la debilidad del super yo se debe a la internalización de los padres al
resolver el conflicto edípico, ya que al separarse de los padres, los valores, reglas y leyes
morales adquieren una independencia de la autoridad paternal, haciéndose sintónicas con el
yo. Por lo que se da una búsqueda de objetos de amor, dándose descontroles que varían en
grado e intensidad, ofreciendo escapes a la soledad, al aislamiento y a la depresión que
acompañan estos cambios. Ya que el distanciamiento entre el Yo y el super Yo, y el retiro
de la catexis de objeto, generan el empobrecimiento del yo, experimentando una sensación
de vacío, por lo que se busca alivio en lo que el ambiente pueda ofrecerle. Este tipo de
actuaciones pueden detenerse recurriendo al autoerotísmo y a la fantasía.

En esta fase es donde el amigo adquiere una mayor importancia, ya que las amistades
exigen la idealización del amigo, características del otro son admiradas y amadas por el
amigo, ya que constituyen lo que el sujeto quisiera tener. En la amistad él se adueña de
ellas.

En esta fase el sujeto moldea un yo ideal o narcisista por lo tanto internaliza una
relación de objeto que en otro aspecto podría llevar a la homosexualidad manifiesta.

La fijación del Yo ideal en el muchacho, repite un proceso que en el pasado, en la


declinación de la fase edípica consolidó él super yo
(equilibrio narcisista), debido a esto el muchacho es incapaz de abandonar la perfección
narcisista de su niñez ahora tomado por el yo ideal. Es decir lo que proyecta ante sí como
ideal es el sustituto del narcisismo perdido de la infancia en el cual él era su propio ideal,
por ello el muchacho se disgusta por las amonestaciones de otros y por el despertar de su
juicio crítico, descontroladores de la perfección que trata de recuperar.

Adolescencia propiamente dicha: Esta fase tiene dos temas dominantes: el revivir el
complejo de edipo y la desconexión de los primeros objetos de amor. Este proceso
constituye una secuencia de renunciación de objetos y de encontrar objetos, que promueven
ambos el establecimiento de la organización de impulsos adultos, por lo que esta fase se
puede describir en términos de dos amplios estados afectivos: “luto” y “estar enamorado”.1

Cuando renuncia a sus primeros objetos de amor, es decir a sus padres edípicos
experimenta un vacío interno, pena y tristeza que son parte de todo luto. La elaboración del
proceso de duelo es esencial para el logro gradual de la liberación del objeto perdido;
requiere tiempo y repetición. Una vez eliminados los padres como fuente de gratificación
libidinal, el adolescente tendrá un hambre de objeto, deseos avaros que lo llevaran a
identificaciones superficiales y variantes, lo cual prevendrá a la libido de ser totalmente
agotada por deflexión en el ser. A la vez, el yo se cubre de una libido narcisista ( que se
observa en la rebeldía y el desafío de reglas) el cual permitirá mantener la autoestíma,
ayudando al desprendimiento de los primeros objetos de amor.
.
El “estar enamorado” señala el acercamiento de la libido a nuevos objetos; este estado
se caracteriza por un sentimiento de estar completo. El amor heterosexual a un objeto
implica el fin de la posición bisexual de fases anteriores en las cuales las tendencias ajenas
al sexo requerían constante carga contracatética, ya que amenazaba constantemente con
hacerse presentes dividiendo la autoimagen. Estas tendencias pueden satisfacerse en al
amor heterosexual sólo concediendo al compañero el componente del impulso ajeno al
sexo.

En la adolescencia se observa, cómo el hecho de enamorarse o de adquirir novio o


novia hace que se aumente marcadamente rasgos masculinos o femeninos, este cambio
significa que las tendencias ajenas al sexo han sido concedidas al sexo opuesto y pueden ser
compartidas en el mutuo pertenecer de compañeros.

El acercamiento ruidoso y voraz de los muchachos llega a una cima en esta fase, pero
después estos intentos son interrumpidos de repente por un sentimiento erótico que inhibe y
extasía al joven. Este se percata de que el sentimiento que a entrado a su vida es nuevo, es
decir su actitud hacia la muchacha implica también un sentimiento de ternura,
predominando el deseo de pertenecerse exclusivamente, aunque sólo sea espiritualmente,
ya que la pareja no sólo representa una fuente de placer sexual sino un conglomerado de
atributos sagrados y preciosos, que llenan al joven de admiración.

1
Blos Peeter, Psicoanálisis de la adolescencia, P.182
Este nuevo sentimiento es experimentado al principio como la amenaza de una nueva
dependencia, así que la unión en sí despierta miedo de sumisión y de rendición emocional.
La idealización del objeto de amor inicia el enrequecimiento de la vida sentimental en el
muchacho, deriva su intensidad y calidad de un grado normal de fijación materna. El
sentimiento de amor tierno en la relación heterosexual puede lograrse probablemente sólo
cuando las posiciones narcisistas y bisexuales son cambiadas hacia la rendición final del
componente dominante sexual a un miembro del sexo opuesto.

El aparecer de este sentimiento tierno marca las primeras señales de heterosexualidad y


se empieza a llevar a cabo la elaboracón adolescente de la masculinidad. Sin embargo sólo
cuando se progresa de esta etapa primaria hacia la fusión del amor tierno y sexual se hace
aparente lo genuino de este desarrollo previo. No olvidando que la masculinidad del joven,
es reforzada por la maduración de la pubertad en sí.

Adolescencia tardía: Esta fase es un punto de cambio decisivo y por consecuencia un


tiempo de crisis, que somete a esfuerzos decisivos la capacidad integrativa del individuo y
resulta en fracasos de adaptación y maniobras defensivas lo cual es descrito como
adolescencia prolongada. En esta fase, conceptos como fijación, mecanismos de defensa,
sublimación, bisexualidad y masculinidad, están envueltos en un proceso que no es
adecuado ni suficiente para hacer comprensible el fenómeno de consolidación de la
personalidad. Ya que el camino a ésta, permanece oscuro en muchos aspectos, ninguna
progresión de una fase a otra es completada sin llevar fenómenos residuales.

Sin embargo, en la declinación de la adolescencia, el individuo gana en acción


propositiva, integración social, constancia de emociones y estabilidad de la autoestimación.
Por lo que la adolescencia tardía es primordialmente una fase de consolidación, es decir se
elabora un arreglo estable e idiosincrásico de intereses del yo, a la vez, elabora una
posición sexual irreversible, resumida como primacía, antes de completar una meta
decisiva.

Post adolescencia o joven adulto: Al final de la adolescencia, los conflictos no se


resuelven en medio alguno, sino que se tornan específicos y ciertos conflictos se integran
dentro del reino del yo como tareas de la vida, donde se tendrán que crearse vías específicas
a través de las cuales estas tareas sean llevadas a cabo en el mundo exterior.

En el impulso sexual, la experimentación es evidente en las relaciones de objeto de


amor, potencial que representa todas las posibles combinaciones de amor degradado e
idealizado, sensual y tierno. La experimentación de intereses yoicos rinde a esta fase como
un período en el cual se elabora una forma especial de vida. Algunas yuxtaposiciones
relevantes pueden ser: la ganancia material contra las metas académicas, la incertidumbre
económica con independencia contra el empleo seguro con la imposcición de reglas.

Aquello que es especial para la forma de vida del sujeto es encubierto por roles y
patrones sociales.
Al final de la adolescencia los procesos integrativos, llevan a una delimitación de
metas definibles como tareas de la vida, en esta fase estos fines en términos de relaciones
permanentes, roles y selecciones del medio ambiente, se vuelven los más importantes.

El yo fortalecido por los rechazos de conflictos instintivos es absorbido por estos


esfuerzos, emergiendo una personalidad moral, donde el fin será sostener un sentido de
dignidad y autoestima.

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