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Figes, O.

: “Capítulo 4: El Gran Terror (1937-1938)”

El ascenso de Hitler al poder en 1933 provocará un cambio en la política exterior de la URSS: Stalin buscará
fortalecer las relaciones con los estados democráticos occidentales para contener la expansión de los nazis,
adhiriendo al principio de “seguridad colectiva”.1 En esta línea, a partir de 1935 la Comintern se dio a la tarea de
fomentar entre los socialistas europeos la creación de gobiernos de coalición o “Frentes Populares” con fuerzas
democráticas a las que no las unía la lucha contra el capitalismo sino contra el fascismo, dejando atrás la política de
clase contra clase que impedía a los partidos comunistas participar de tales alianzas. La política tuvo cierto éxito en
Francia y España donde se eligieron gobiernos de Frente Popular en 1936.
Dentro de la propia Comintern comenzaron a haber opiniones contrarias a esta estrategia. Muchos comunistas la
consideraban una traición a la causa revolucionaria internacional, que según ellos sólo podía materializarse
mediante “Frentes Unidos” de comunistas y socialistas, excluyendo a los partidos de centro de la burguesía. Ex
miembros de la oposición de izquierda (Trotsky) hicieron causa común con la oposición de derecha (Bujarin y
Rikov), que estaba cada vez más disconforme con el abuso de poder de Stalin. Ambas fracciones consideraban al
líder ruso un contrarrevolucionario y veían en su acercamiento con las elites occidentales el aburguesamiento de la
elite soviética. Estaban desilusionados porque Stalin no había brindado suficiente apoyo a los diferentes defensores
de la izquierda de la República en la Guerra Civil Española cuando en el otoño de 1936 los nacionalistas de
Franco, apoyados por Mussolini y Hitler, avanzaron hasta los suburbios de Madrid.
Stalin empezó a desconfiar de la Comintern y en el VII Congreso la reestructuró. Los juicios a Kamenev y
Zinoviev2 en agosto de 1936 fueron una advertencia a la oposición de que de ahí en más las políticas se decidirían
desde arriba. Durante 1937-1938, más de un millón de personas fueron detenidas por delitos contra el Estado y la
Comintern fue uno de sus blancos principales. Los partidos comunistas alemán, polaco, yugoslavo y báltico fueron
aniquilados.
El Gran Terror de 1937-1938 no fue una rutinaria oleada de arrestos masivos, sino un plan sistemático de
exterminio, cuyos elementos empezaron y terminaron de manera simultánea. Como a Stalin ya no le satisfacía
encarcelar a sus “enemigos políticos” (reales o imaginarios), ordenó a la policía que sacara a la gente de las
cárceles y los campos de trabajo forzados y les diera muerte. Si bien no era la primera vez que los arrestos masivos
tenían lugar en la Rusia soviética, lo extraordinario del acontecimiento es que nunca se habían ejecutado tantos
prisioneros. El 90% de los fusilamientos por crímenes de Estado ocurridos entre 1921 y 1940 se concentró en estos
años.
Según el autor, más que considerarlo un producto del caos del régimen estalinista, el Gran Terror debe entenderse
como una operación planeada y controlada por Stalin como respuesta a las circunstancias que percibió en 1937: el
miedo a una guerra inminente y la percepción de una amenaza internacional contra la URSS.
La ocupación alemana de Renania en 19363 y la ocupación japonesa de Manchuria convencieron a Stalin de
que Rusia corría peligro porque las potencias del Eje la habían cercado en dos frentes. Este miedo se vio reforzado
en noviembre de 1936, cuando Alemania y Japón se unieron en un pacto (al que luego adheriría la Italia fascista)
en contra de la Comintern.
A pesar de su constante apoyo de la “seguridad colectiva”, Stalin no esperaba que la alianza con Occidente sirviera
para contener los avances del Eje. Las potencias occidentales no habían intervenido en España y Stalin albergaba la
sospecha de que la intención de éstas era desviar las fuerzas de Hitler hacia el este para que los alemanes chocaran
con los rusos, en vez de declararle la guerra ellas mismas en Occidente.
Para 1937 Stalin estaba convencido de que la URSS estaba al borde de una guerra contra los estados fascistas en
Europa y contra Japón en el este, y de que podía sufrir la infiltración del enemigo. Además temía que, en caso de
desencadenarse una guerra con Alemania, se alzara una revolución social contra el régimen soviético semejante a
la que derrocó al régimen zarista durante la Primera Guerra Mundial.
El Gran Terror fue una preparación para la guerra inminente, un medio para eliminar a indecisos, arribistas y
enemigos ocultos del partido, que podrían haber resultado problemáticos en tiempos de guerra. En este sentido, la
Guerra Civil Española reforzó los temores de Stalin puesto que creía que las derrotas militares de los republicanos
en 1936 se habían debido a las luchas internas de las facciones comunistas, trotskistas y anarquistas. La URSS
debía instrumentar urgentemente una represión política para aniquilar no sólo una “quinta columna”4 de espías y
enemigos fascistas, sino también una potencial oposición antes de que estallara la guerra.
Coordinado por el Kremlin y llevado a la práctica por la NKVD, el Gran Terror se extendió a lo largo y ancho de
toda la sociedad bajo la forma de una serie de campañas masivas destinadas a purgar el país de elementos
“antisociales” y potencialmente “antisoviéticos”.

Elementos del Gran Terror:


1) “Grandes juicios” contra viejos bolcheviques: Su propósito era descubrir y eliminar una red de espías y
terroristas, organizada por ex–opositores.
2) Purgas de la élite política: Cuando un líder del Partido era arrestado, todos los que estaban en su órbita social
caían bajo sospecha. Los funcionarios se protegían entre sí mientras conservaran sus círculos de poder, pero el

1 La Sociedad de Naciones, nacida de la Conferencia de París en 1919, buscó crear un nuevo orden internacional basado en el principio de la “seguridad
colectiva”; a través de él, los miembros del acuerdo se comprometían a garantizar la paz y a reaccionar frente a cualquier intento de desestabilización,
disuadiendo al agresor potencial ante la posibilidad de un accionar conjunto.
2 Fueron acusados de haber promovido el asesinato de Kirov, jefe del Partido en Leningrado, en 1934 -.
3 La crisis de Renania fue una crisis diplomática provocada por la remilitarización de esa región alemana por decisión de Hitler en marzo de 1936,

vulnerando uno de los puntos establecidos en el Tratado de Versalles: la prohibición de que Alemania estacionara fuerzas militares de cualquier especie
en dicha región limítrofe con Francia y Bélgica, sin el permiso previo de tales Estados.
4 La expresión «quinta columna» se atribuye al general Emilio Mola, al referirse en una locución radiofónica de 1936 al avance de las tropas sublevadas
en la guerra civil española hacia Madrid. El general mencionó que, mientras bajo su mando cuatro columnas se dirigían hacia la capital, había una quinta
formada por los simpatizantes del golpe de Estado que, dentro de la capital, trabajaban clandestinamente en pro de la victoria del bando golpista.
arresto de uno implicaba el de todo su círculo, una vez que la NKVD ponía al descubierto las conexiones
existentes entre ellos. Así, el terror que cundía entre los miembros de la cúpula se extendió a las filas inferiores
del Partido, las instituciones y la sociedad. Cuanto más alto era el rango, mayores posibilidades de ser arrestado,
ya que sus subordinados estaban siempre prestos a denunciarlos para poder así remplazarlos en sus cargos.
La élite bolchevique era particularmente pasiva, pues por su adoctrinamiento en la ideología del Partido tenían
la necesidad de demostrar su inocencia ante éste. Muchos estaban convencidos de que sólo los culpables eran
arrestados y que su inocencia los protegería. Otros, profundamente comprometidos con los ideales comunistas,
estaban dispuestos a confesarse culpables a pesar de su inocencia, si el Partido lo exigía.
3) Arrestos masivos en las ciudades
4) La “operación kulak”: fue la mayor de estas campañas masivas. La mitad de los arrestos y ejecuciones
cometidos entre 1937 y 1938 fueron de ex–kulaks que habían regresado recientemente de las “colonias
colectivas” y del Gulag tras cumplir su sentencia por agitación y propaganda contrarrevolucionaria durante la
campaña de colectivización de 1929-1930. Stalin temía que su descontento y resentimiento se convirtieran en
amenaza.
5) Las “operaciones nacionales” contra las minorías: de gran escala, consistieron en deportaciones masivas y
ejecuciones de minorías soviéticas que eran consideradas espías potenciales en caso de guerra (alemanes,
polacos, chinos). La desconfianza de Stalin hacia los polacos soviéticos era particularmente intensa y se
remontaba a la guerra civil rusa, cuando Polonia invadió Ucrania y derrotó al Ejército Rojo en el contraataque
que éste lanzó contra Varsovia. Los consideraba una “quinta columna” del estado polaco semifascista, que podía
llegar a aliarse con Alemania contra la URSS.

La pasividad fue el rasgo más sobresaliente de la respuesta del pueblo soviético ante los arrestos. El temor que
infundió en la población el Gran Terror convirtió a la URSS en una sociedad de “gente que susurraba” puesto que
el mínimo disenso contra el régimen podía ser objeto de arresto y desaparición.
La presencia de informantes en todas partes sembró la desconfianza entre los miembros de la población. Había
informantes voluntarios (que por dinero, convicción o rencor5 denunciaban a sus compatriotas) e involuntarios (que
brindaban información bajo presión o para ayudar a un familiar arrestado).
Las personas se acusaban entre sí en una lucha por la supervivencia, ya que mantener vínculos con un posible
enemigo y no denunciarlo era un delito en sí mismo.
La fe ciega en el Partido hizo que la mayoría de los soviéticos no desconfiara de sus decisiones. Inclusive las
propias víctimas no dejaban de creer en la teoría del enemigo del pueblo infiltrado. El pensamiento crítico era
aplacado por la propaganda y sólo algunas personas se permitían sospechar de la política del régimen (por religión,
nacionalidad, ideología o adultez).

La política del Gran Terror termina con la caída de Yezhov al frente de la NKVD en 1938. Stalin se dio cuenta que
los arrestos masivos habían dejado de ser una estrategia viable puesto que al ritmo que se producían en poco
tiempo más toda la población soviética iba a estar en la cárcel.
El sucesor de Yezhov, Laurenti Beria, inició inmediatamente una revisión de los arrestos que se habían realizado
hasta entonces. La anulación de numerosos arrestos y sentencias devolvió la fe en la justicia soviética a mucha
gente, que terminó adjudicando la política del terror a un aberrante abuso de poder de Yezhov y no a un plan de
aniquilamiento sistemático pergeñado por Stalin.

5 El resentimiento de la clase baja hacia la elite bolchevique motivó muchísismas denuncias de campesinos y obreros hacia sus jefes cada vez que se
sentían sometidos a presiones muy estrictas. Los bretes amorosos y disputas menores también podían convertirse en denuncias.

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