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1.

Introducción

"...Las pasiones humanas solo se detienen ante un poder moral al que respetan...Mientras que
las funciones económicas representaban otrora un papel secundario, hoy se encuentran en
primer plano. Únicamente las funciones científicas pueden disputarle el lugar. Nuestras
sociedades son o tienden a ser esencialmente industriales. Una forma de actividad que ha
ocupado un lugar tan importante en el conjunto de la vida social, evidentemente no puede
permanecer en ese punto sin sujetarse a reglas, porque de todo ello resultarán las más
profundas perturbaciones. Sobre todo es una fuente de desmoralización general."

2. De la división del trabajo social

La tesis de doctorado de Durkheim es su primer gran libro.


También es la obra que perfila claramente la influencia de Augusto Comte. El tema de este
primer libro es el tema central del pensamiento de Durkheim, el de la relación de los individuos
y la colectividad. ¿De qué modo una reunión de individuos puede formar una sociedad? ¿Cómo
puede realizar esa condición de la existencia social que es un consenso?
Durkheim responde a esta pregunta fundamental distinguiendo dos formas de solidaridad: la
solidaridad denominada mecánica y la llamada orgánica.
Solidaridad mecánica (por similitud): Cuando esta forma de solidaridad domina una sociedad,
los individuos difieren poco entre sí. La sociedad es coherente porque los individuos aún no se
han diferenciado.
Solidaridad orgánica: es aquella en la cual el consenso, es decir la unidad coherente de la
colectividad, resulta de la diferenciación o se expresa en ella. Los individuos ya no son
semejantes, sino diferentes; y hasta cierto punto precisamente porque son distintos se obtiene
el consenso.
Durkheim denomina orgánica a una solidaridad fundada en la diferenciación de los individuos
por analogía con los órganos del
ser vivo, cada uno de los cuales cumple su propia función, y no se asemejan a los demás, pese
a lo cual todos son igualmente indispensables para la vida.
La toma de conciencia de la individualidad se desprende del propio desarrollo histórico. En las
sociedades primitivas, cada uno es lo que son los otros; en la conciencia de cada uno dominan,
tanto por el número como por la intensidad, los sentimientos comunes a todos, o sentimientos
colectivos.
La oposición de estas dos formas de solidaridad se combina con la oposición entre las
sociedades segmentarias y las sociedades en que aparece la división moderna del trabajo. En
el vocabulario de Durkheim, un segmento designa a un grupo social en que los individuos están
integrados estrechamente. Pero el segmento es también un grupo situado localmente,
relativamente aislado de los demás y que desarrolla su propia vida. Implica una solidaridad
mecánica por similitud; pero supone también la separación con el mundo exterior.
Ocurre que, en efecto, como la división del trabajo es un fenómeno derivado y secundario,
según acabamos de verlo, se desarrolla en la superficie de la vida social, y esta afirmación es
aplicable sobre todo a la división del trabajo económico. Esta última se desarrolla a flor de piel.
No debemos juzgar el lugar que corresponde a una sociedad en la escala social de acuerdo
con el estado de su civilización, y sobre todo de su civilización económica; pues ésta puede no
ser más que una imitación, una copia y cubrir una estructura social de tipo inferior.
Por consiguiente, la idea de estructura segmentaria no se confunde con la solidaridad por
similitud.
La división del trabajo que Durkheim procura aprehender y definir no se confunde con la que
contemplan los economistas.
Partiendo de ésos temas fundamentales podemos dilucidar algunas de las ideas que se
desprenden de este análisis y forman parte de la teoría general de nuestro autor.
La primera se relaciona con el concepto de conciencia colectiva, que desde esta época figura
en el primer plano del pensamiento de Durkheim.
La conciencia colectiva, es simplemente "el conjunto de creencias y sentimientos comunes el
término medio de los miembros de una sociedad"
De acuerdo con las diferentes sociedades, esta conciencia colectiva implica más o menos
extensión o fuerza. En las sociedades en que domina la solidaridad mecánica, la conciencia
colectiva engloba a la mayor parte de las conciencias individuales. En las sociedades arcaicas,
la fracción de las existencias individuales sometidas a los sentimientos comunes es casi
coextensiva de toda existencia.
En cambio, donde reina la solidaridad orgánica, Durkheim cree observar simultáneamente una
reducción de la esfera de existencia correspondiente a la conciencia colectiva, un
debilitamiento de las reacciones colectivas contra la violación de las prohibiciones, y sobre todo
un margen más amplio de interpretación individual de los imperativos sociales.
De este análisis, Durkheim deduce una idea que ha mantenido toda su vida, y que por lo tanto
se encuentra en el centro de su sociología, la que afirma que el individuo nace de la sociedad y
no la sociedad de los individuos.
Si intento reconstruir el pensamiento de Durkheim, afirmaré que la primacía de la sociedad con
respecto al individuo tiene por lo menos dos sentidos, que en el fondo de ningún modo son
paradójicos.
El primer sentido es el de la prioridad histórica de las sociedades en que los individuos se
asemejan unos a otros y por así decirlo están perdidos en el todo, sobre las sociedades cuyos
miembros han adquirido al mismo tiempo conciencia de su responsabilidad y capacidad para
expresarla. Las sociedades colectivistas, donde cada uno se asemejaba a todos, don
históricamente las primeras.
De esta prioridad histórica resulta una prioridad lógica en la explicación de los fenómenos
sociales. Si la solidaridad mecánica ha precedido a la solidaridad orgánica, no es posible, en
efecto, explicar los fenómenos de diferenciación social y de solidaridad orgánica partiendo de
los individuos.
Durkheim esboza aquí lo que será, durante toda su carrera, una de sus ideas fundamentales, la
que le permite definir la sociología: es decir, la prioridad del todo sobre las partes, o aún la
irreductibilidad del conjunto social a la suma de los elementos y la explicación de los elementos
por el todo.
El fenómeno de la división del trabajo, que el sociólogo quiere explicar, difiere por lo tanto de lo
que los economistas entienden con el mismo concepto. La división del trabajo es cierta
estructura de la sociedad toda, y la división técnica o económica del trabajo no es mas que la
expresión de aquélla.

Una vez definida científicamente la división del trabajo, es necesario estudiarla.


Para estudiar un fenómeno social, es necesario estudiarlo objetivamente (desde el exterior),
determinando los estados de conciencia. Éstas expresiones de los fenómenos de conciencia
son, en la División du travail social, los fenómenos jurídicos.
Durkheim distingue dos especies de derecho, cada una de ellas característica de uno de los
tipos de solidaridad: el derecho represivo, que sanciona las faltas o los crímenes, y el derecho
restitutivo o cooperativo, cuya esencia es reestablecer el estado de las cosas, cuando se ha
cometido una falta, u organizar la cooperación entre los individuos.
El derecho represivo es el revelador de la conciencia colectiva en las sociedades de solidaridad
mecánica. Cuanto más extensa, vigorosa y particularizada sea la conciencia colectiva, mayor el
número de actos considerados delitos.
Esta definición del delito es típicamente sociológica. El delincuente es aquel que en una
sociedad ha rehusado a obedecer a las leyes de la ciudad. En su opinión, la función y el
sentido de la sanción no es intimidar a disuadir. La función del castigo es satisfacer la
conciencia común. Pues ésta se ha visto lesionada por el acto cometido por uno de los
miembros de la colectividad. Exige reparación, y el castigo del culpable es esta reparación
ofrecida a los sentimientos generales.
En el derecho restitutivo, ya no se trata de castigar, sino de devolver las cosas al Estado en que
debería encontrarse de acuerdo con la justicia. Es necesario entender el derecho restitutivo en
un sentido muy amplio, de acuerdo con el cual engloba todas las reglas jurídicas cuyo objetivo
es organizar la cooperación entre los individuos.
La idea de acuerdo con la cual una sociedad moderna está fundada esencialmente con el
contrato, es decir en acuerdos concluidos libremente por los individuos. En este caso, la visión
de Durkheim se ajustaría hasta cierto punto a la fórmula clásica "del estatuto al contrato", o aún
"de una sociedad dominada por imperativos colectivos a una sociedad en la cual las libres
desiciones de los individuos crean el orden común".
Si la sociedad moderna fuera una sociedad "contractual", se explicaría a partir de las formas
individuales de conducta. Pero el sociólogo quiere demostrar precisamente lo contrario.
Al oponerse así a los "contractualistas" y a los economistas, Durkheim no niega que,
efectivamente, en las sociedades modernas los contratos concertados libremente entre los
individuos representan un papel cada vez más importante. Pero este elemento contractual es
un derivado de la estructura de la sociedad, y aún un derivado del estado de la conciencia
colectiva en la sociedad moderna.
Se conciertan contratos entre los individuos, pero las condiciones en que se los concierta están
determinadas por una legislación que expresa la concepción de la sociedad en general acerca
de lo justo y lo injusto, lo tolerable y lo prohibido.
Por vía de diferenciación la división del trabajo es la condición primordial de la existencia la
existencia de una esfera contractual. Volvemos a hallar el principio de la prioridad de la
estructura social sobre los individuos, o aún de la prioridad del tiempo social sobre los
fenómenos individuales.
Pero ¿cuál es la causa de la solidaridad orgánica o de la diferenciación social considerada
como la característica esencial de las sociedades modernas?
Pero Durkheim quiere determinar la causa del desarrollo de la división del trabajo en las
sociedades modernas.
Se trata de un fenómeno esencialmente social, y por homogeneidad, la causa también debe ser
social. Así es necesario eliminar la explicación individualista.
La diferenciación social no se explica por la búsqueda del placer o la persecución de la
felicidad. Por consiguiente no es posible explicar la división del trabajo por el hastío, ni por la
búsqueda de la felicidad, ni por le aumento de los placeres, ni por el deseo de aumentar el
rendimiento del trabajo colectivo. La división del trabajo, que es un fenómeno social, solo puede
explicarse por otro fenómeno social, y éste último es una combinación del volumen, la densidad
material y la densidad moral de la sociedad. El volumen de la sociedad, es simplemente el
número de individuos que pertenecen a una colectividad dada. Para que el volumen, se
convierta en causa de la diferenciación es necesario agregar la densidad, en ambos sentidos,
material y moral. La densidad moral es la intensidad de las comunicaciones y los intercambios
de los individuos. Cuanto más elevado el número de relaciones de los individuos, más tienden
a trabajar juntos. La diferenciación social resulta de la combinación de éstos dos fenómenos del
volumen y la densidad material y moral.
Para explicar este mecanismo Durkheim invoca el concepto de la lucha por la vida, puesto de
moda pro Darwin en la segunda mitad del S XIX. Desde el momento que los individuos ya no
son semejantes, sino diferentes, ya no es necesario eliminar a la mayoría, pues cada cual
contribuye con su propio aporte a la vida de todos.
Por consiguiente, a partir de este primer trabajo importante, ,el pensamiento de Durkheim se
organiza alrededor de algunas
ideas esenciales.
La diferenciación social, fenómeno característico de las sociedades modernas, es la condición
creadora de la libertad individual.
El individuo es la expresión de la colectividad. Aún en esta sociedad que autoriza a cada uno a
ser él mismo, hay una parte, más considerable de los que creemos, de conciencia colectiva
presente en las conciencias individuales. La sociedad de diferenciación orgánica no podría
mantenerse si, fuera o por encima del reino contractual, no existiesen imperativos y
prohibiciones, valores y sacrocolectivos, que vinculan a las personas con el todo social.

3. Le Suicide (1897)

El libro que Durkheim consagró al problema del suicidio se vincula estrechamente con el
estudio de la división del trabajo. Durkheim aprueba el fenómeno de la división orgánica del
trabajo.
Considera positiva la diferenciación de los oficios y los individuos, la regresión de la autoridad
de la tradición, el dominio cada vez mas acentuado de la razón, sin embargo, observa también
que no siempre el hombre se siente mas satisfecho de su suerte en las sociedades modernas,
expresión y prueba de ciertos rasgos, quizás patológicos, de la organización actual de la vida
en común.
La última parte del libro consagrado a la división del trabajo incluye un análisis de éstos rasgos
patológicos. Examina luego ciertos fenómenos: las crisis económicas, la mala adaptación de
los trabajadores a sus respectivos empleos, la violencia de las reivindicaciones que los
individuos formulan a la colectividad. Todos estos fenómenos son patológicos. En cambio, el
individualismo es el principio constitutivo de las sociedades modernas. En él los hombres son y
se sienten diferentes unos de otros, y cada uno quiere obtener lo que, según su propio juicio,
es su derecho. El principio individualista de justicia se convierte en el principio colectivo,
indispensable, del orden actual. Las sociedades modernas pueden ser estables solo si
respetan la justicia.
El problema fundamental de las sociedades modernas, es la relación de los individuos con el
grupo. Ésta relación se transforma a causa de que el hombre ha adquirido excesiva conciencia
de sí mismo para aceptar ciegamente los imperativos sociales. Es necesario tener una
disciplina, que solo la sociedad puede imponer.
Durkheim alude a la solución del problema, la curación del mal endémico de las sociedades
modernas: la organización de los grupos profesionales que favorecerán la integración de los
individuos en la colectividad. El quiere demostrar hasta que punto los individuos están
determinados por la realidad colectiva. Si se descubre que este fenómeno está regido por la
sociedad, Durkheim habrá demostrado la verdad de ésta última.
El estudio del suicidio en Durkheim comienza con una definición del fenómeno; continúa con
una refutación de las interpretaciones anteriores, luego, halamos una determinación de los
tipos de suicidio-; y finalmente, sobre la base de esta tipología, se desarrolla una teoría general
del fenómeno considerado.
El suicidio es "todo caso de muerte que resulta directa o indirectamente de un caso positivo o
negativo realizado por la víctima misma, y que, según ella sabía, debía producir este
resultado".
Acto positivo: dispararse un tiro en la sien. Acto negativo: no abandonar una casa en llama o
rehusar todo alimento hasta dejarse morir. Una huelga de hambre llevada hasta la muerte es un
ejemplo de suicidio.
La expresión "directa o indirectamente" remite a una distinción comparable a la que existe entre
los positivo o lo negativo.
Las estadísticas demuestran inmediatamente que la tasa de suicidios es relativamente
constante. No varía de modo arbitrario, sino en función de múltiples circunstancias.
Después de definir el fenómeno, Durkheim desecha las explicaciones de tipo psicológico.
Reconoce que hay una predisposición psicológica al suicidio, la fuerza que determina el
suicidio no es psicológica sino social. La discusión científica está centrada alrededor de estos
dos términos: predisposición psicológica y determinación social.
Estudia las variaciones de la tasa de suicidios en las diferentes poblaciones y se esfuerza por
demostrar que no hay correlación entre la frecuencia de los estados psicopatológicos y de la de
los suicidios.
Rechaza igualmente en éstos análisis preliminares, la interpretación del suicidio a partir del
fenómeno de la imitación (Gabriel Tarde, que creía que la imitación es el fenómeno clave del
orden social). Para Durkheim se confunden tres fenómenos bajo el título general de la
imitación.
El primero es que se denominaría hoy la fusión de las conciencias, el hecho de que un elevado
número de hombre experimentan conjuntamente los mismos sentimientos (ej: una multitud
revolucionaria).
En el segundo fenómeno el individuo se adapta a la colectividad y se conduce con los demás,
sin que haya fusión de las conciencias (la moda es una forma atenuada de imperativo social).
Finalmente, el único que merece el nombre de imitación en el sentido preciso del término, es
"un acto que tiene como antecedente inmediato la representación de un acto semejante,
realizado anteriormente por otro, sin que entre esta representación y la ejecución se intercale
ninguna operación intelectual implícita o explícita, referida a los caracteres intrínsecos del acto
reproducido".
Aún puede afirmarse que conviene distinguir dos fenómenos, el contagio y la epidemia. El
fenómeno va de un individuo a otro como una piedra que rebota sobre el agua. En cambio, la
epidemia que puede transmitirse por contagio es un fenómeno colectivo que se apoya en el
conjunto de la sociedad.
Después de éstos análisis formales, Durkheim refuta con la ayuda de estadísticas la idea de
que la tasa de suicidios estaría determinada esencialmente por fenómenos de imitación (si los
suicidios fuesen resultado del contagio, sería posible seguir en un mapa su difusión desde un
centro). La distribución de las tasas es irregular, incompatible con la hipótesis de la imitación.
Resta cumplir la etapa principal de la investigación, la constitución de los tipos. Con este fin,
Durkheim examina las estadísticas incompletas y parciales basadas en números reducidos (la
tasa de suicidios oscila entre 100 y 300 por millón de personas en un año).
Los tres tipos de suicidios que Durkheim se cree autorizado a definir son: el suicidio egoísta,
altruista y anómico.
Este primer tipo social de suicidio, establecido mediante el estudio estadístico de las
correlaciones, se define con el término egoísmo. Los hombres o las mujeres tienden mas a
quitarse la vida cuando piensan esencialmente en sí mismos, cuando no están integrados.
El segundo tipo de suicidio es el suicidio altruista - dos ejemplos principales: uno es el de la
viuda que en la India acepta que la depositen sobre la pira donde arderá el cuerpo de su
marido. Del mismo el comandante de una nave que no quiere sobrevivir a la pérdida de su
embarcación se suicida por altruismo.
Por consiguiente la corriente suicidógena puede elegir dos tipos de hombres, los que están
excesivamente apartados del grupo
social y los que no lo están bastante. Los egoístas se suicidan mas fácilmente que los otros,
pero también lo hacen los que tiene exceso de altruismo, los que se confunden de tal modo con
el grupo al que pertenecen que son incapaces de resistir los golpes de la suerte.
Finalmente, hay un tercer tipo social de suicidio, el suicidio anómico. Este tipo es el que
interesa particularmente a Durkheim porque es el mas característico de la sociedad moderna.
Este suicidio anómico es el que refleja en la correlación estadística entre la frecuencia de los
suicidios y las fases del ciclo económico. Éstos fenómenos, el aumento de la frecuencia en las
fases de agitación social, la disminución de la frecuencia en ocasión de los grandes
acontecimientos, sugieren al sociólogo la idea del suicidio anómico. Éste no es solo el que
aumenta durante las crisis económicas. Es también el suicidio cuya frecuencia crece
paralelamente con el número de divorcios, el suicidio anómico que afecta a los individuos a
causa de las condiciones de existencia que caracterizan a las sociedades modernas. En estas
sociedades, la existencia social ya no es regulada por la costumbre; los individuos compiten
permanentemente unos con otros; por lo tanto están acechados perpetuamente por el
sufrimiento que se origina en la desproporción entre sus aspiraciones y satisfacciones.
Durkheim procura luego demostrar que los tipos sociales que ha elaborado corresponden
aproximadamente a tipos psicológicos.
El suicidio egoísta se manifestará por un estado de apatía y de ausencia de apego a la vida, el
suicidio altruista por la energía y la pasión; y el suicidio anómico se caracterizará por un estado
de irritación y de disgusto, que la existencia moderna ofrece, un disgusto que es resultado de
que se ha cobrado conciencia de la desproporción entre las aspiraciones y las satisfacciones.
Podemos resumir la teoría de Durkheim: los suicidios son fenómenos individuales, que
responden a causas esencialmente sociales.
Hallamos aquí una vez más el tema fundamental de la sociología de Durkheim, a saber que en
sí mismas las sociedades son heterogéneas respecto de los individuos. Para extraer las
consecuencias prácticas del estudio del suicidio, conviene examinar el carácter normal o
patológico de éste fenómeno. A juicio de Durkheim el delito es un fenómeno socialmente
normal, si consideramos lo que ocurre regularmente el delito no es un fenómeno patológico. A
sí mismo, podemos considerar normal cierta tasa de suicidios pero Durkheim entiende que el
aumento de la tasa de suicidios en la sociedad moderna es un fenómeno patológico.
Como se sabe, ésta última se caracteriza por la diferenciación social, la solidaridad orgánica, la
densidad de la población, la intensidad de las comunicaciones y de la lucha por la vida. Todos
estaos hechos, vinculados con la esencia de la sociedad
moderna, no deben ser considerados como anormales en sí mismos.
"Hay motivos para creer que este agravamiento (de la tasa de suicidios) responde, no a la
naturaleza intrínseca del progreso, sino a las condiciones particulares en que aquel se realiza
contemporáneamente, y nada nos asegura que las mismas sean normales. Pero entonces si la
causa es anormal debe afirmarse lo mismo del efecto. Por consiguiente, lo que la marea
ascendente de muertes voluntarias demuestra, no es el brillo cada vez mas intenso de nuestra
civilización, sino un estado de crisis y perturbación que no puede prolongarse sin peligro"
¿Cómo puede restablecerse la integración del individuo con la colectividad? Durkheim examina
sucesivamente el grupo familiar, el grupo religioso y el grupo político (sobre todo el estado) y
procura demostrar que ninguno de los tres ofrece el marco social cercano al individuo que
puede ofrecerle seguridad al mismo tiempo que lo somete a las exigencias de la solidaridad.
Desecha por dos razones la reintegración en el grupo familiar. Por una parte, la tasa de
suicidios aómicos no aumenta menos en las personas casadas que en las célibes lo cual indica
que el grupo familiar no ofrece una protección más eficaz contra la corriente suicidógena.
Por otra parte, las funciones de la familia decaen en la sociedad moderna.
El estado o agrupamiento político está demasiado lejos del individuo, es excesivamente
abstracto tiende demasiado a lo autoritario para ofrecer el contexto necesario a la integración.
Finalmente, tampoco la religión puede poner fin a la anomia eliminando las causas profundas
del mal. En las sociedades modernas las religiones presentan un carácter cada vez más
abstracto e intelectual. Ya no son escuelas de disciplina como antaño. Ahora bien, lo que
Durkheim busca para curar los males de la sociedad moderna, no son ideas abstractas y
teorías, sino formas morales en acción.
Por lo tanto, el único grupo social que puede favorecer la integración de los individuos en la
colectividad es la profesión; o para utilizar el término de Durkheim la corporación.
Pero en esta discusión del carácter patológico de las tasas actuales de suicidios y de la
búsqueda de una terapéutica aparece una idea fundamental de la filosofía de Durkheim. El
hombre, abandonado a sí mismo, está animado de ilimitados deseos. El individuo quiere
siempre más de lo que tiene, y se siente permanentemente decepcionado por la satisfacciones
que encuentra en una existencia dura.
El hombre individual es un ser formado de deseos, y desde luego la necesidad fundamental de
la moral y la sociedad es la disciplina. El hombre necesita la disciplina de una fuerza superior,
autoritaria y amable es decir, digna de ser amada, esta fuerza que al mismo tiempo se impone
y atrae no puede ser sino la propia sociedad.
Las discusiones en relación con la tesis de Durkheim acerca del suicidio se han referido a
varios puntos. El primero tratado sobre todo por el doctor A. Delmas, se refiere al valor de las
estadísticas. Las variaciones de las tasas de suicidios carecen de significación en la mayoría
delos casos, como consecuencias de los errores implicados en las estadísticas.
Dos fuentes de error son indudables: la primera, que generalmente se conoce un caso de
suicidio solo por la declaración de la familia. Por consiguiente, de acuerdo con los medios
sociales, las épocas y los casos puede variar la proporción de suicidios enmascarados.
El segundo motivo de incertidumbre proviene de la frecuencia de los suicidios fracasados o
tentativas de suicidios. El segundo punto de discusión se refiere a la validez de correlaciones
establecidas por Durkheim.
En general, el establecimiento de correlaciones entre la taza de suicidios y un factor como el
religioso exige la demostración de que no hay otros factores diferenciales en los casos
comparados. Ahora bien, a menudo no llegamos a un resultado indudable. Es difícil aislar el
factor religioso en general, las poblaciones vecinas que tienen diferente religión poseen
también distinto género de vida y de actividad profesional.
El tercer punto de discusión es la relación entre la interpretación sociológica y la psicológica.
Los psicólogos y los sociólogos coinciden en un hecho: la mayoría de los que se suicidan tiene
una constitución nerviosa y psíquica no siempre anormales pero en todo caso vulnerable.
En un texto de este orden el equívoco proviene de la expresión "corriente suicidógena". En este
concepto parece sugerir que, en rigor, hay una fuerza social o colectiva, emanación del grupo
total, que impulsa a los individuos a matarse. Ahora bien, ni los hechos individuales observados
directamente ni los hechos estadísticos nos obligan a imaginar nada semejante.
El riesgo de la interpretación o el vocabulario de Durkheim, consiste en sustituir la
interpretación positiva, que combina sin dificultad los factores individuales y los factores
colectivos, con una cristalización mítica de los factores sociales transfigurados en una fuerza
supraindividual, nuevo Moloch que elige a sus víctimas entre los individuos.

4. Carlos Marx

"El país más desarrollado industrialmente muestra a los que siguen en la escala industrial la
imagen de su propio porvenir..."
Marx es en primer lugar y sobre todo el sociólogo y el economista del régimen capitalista. Tenía
una teoría de este régimen, de la suerte que inflingía a los hombres y del devenir que le
esperaba. Sociólogo-economista de lo que él denominaba el capitalismo.
Marx tuvo la fortuna o el infortunio de vivir hace un siglo. No formuló respuesta a los problemas
que nos proponemos hoy. Las ideas fundamentales de Marx son simples, por lo tanto me
referiré esencialmente a los escritos que publicó, los mismos que a su juicio, eran la expresión
principal de su pensamiento. Como escribió mucho, no siempre dijo lo mismo acerca del mismo
asunto, es necesario tener presente la diversidad de los períodos.
En general se aceptan dos períodos principales. El primero, llamado período de juventud,
incluye los escritos redactados entre 1841 y 1847-1848. La publicación de conjunto data de
1931. Entre las obras principales de este período figuran La sagrada familia y Miseria de la
Filosofía. Este período de juventud concluye con Miseria de la Filosofía, y sobre todo con la
obra clásica que es el Manifiesto Comunista. Pero La ideología alemana, en 1845, señala
también una ruptura con la fase anterior.
A partir de 1848, y hasta fin de sus días, Marx cesa aparentemente de ser un filósofo, y se
convierte en sociólogo, y sobre todo en economista.
En este segundo período de su vida, las dos obras más importantes son un texto de 1859
intitulado Contribución a la crítica de la economía política, y naturalmente el trabajo que es la
obra maestra de Marx y el centro de su pensamiento: El capital; cuyo objetivo fue analizar el
funcionamiento del capitalismo y prever su evolución.
Es indudable que Marx era un sociólogo, pero un sociólogo de tipo determinado, sociólogo-
economista, convencido de que no es posible entender la sociedad moderna sin referirse al
funcionamiento del sistema económico, ni comprender la evolución del sistema económico si se
descuida la teoría del funcionamiento.

El Análisis Socioeconómico Del Capitalismo


Marx concibe como eje de su pensamiento la contradicción que juzga inherente a la sociedad
moderna, a la que denomina capitalismo. Mientras en el positivismo los conflictos entre los
obreros y empresarios son fenómenos marginales, los conflictos entre el proletariado y los
capitalistas, son en el pensamiento de Marx la fuerza fundamental de las sociedades
modernas, la que revela la naturaleza esencial de estas sociedades y la que, simultáneamente,
permite prever el desarrollo histórico.
El pensamiento de Marx es una interpretación de carácter contradictorio o antagónico de la
sociedad capitalista. Hasta cierto punto, toda la obra de Marx es un esfuerzo para demostrara
que ese carácter antagónico es inseparable de la estructura fundamental del régimen
capitalista y que, al mismo tiempo es el resorte del movimiento histórico.
El Manifiesto comunista es un texto que puede calificarse si así se lo desea, de no científico. El
tema fundamental es la lucha de clases.
La primera idea fundamental de Marx; la historia humana se caracteriza por la lucha de los
grupos humanos que denominaremos clases sociales.
Si todas las sociedades se dividieran en clases enemigas, la sociedad actual, la capitalista, en
cierto sentido no difiere de las formas que las precedieron. Sin embargo, exhibe ciertas
características que no tienen precedente.
Ate todo, la burguesía, la clase dominante, es incapaz de mantener su dominio sin revolucionar
permanentemente los instrumentos de producción. Por otra parte las fuerzas de producción que
darán paso al régimen socialista están madurando en el seno de la sociedad actual.
En el Manifiesto comunista se exponen dos formas de la contradicción característica de la
sociedad capitalista.
La primera es la existencia de una contradicción entre las fuerzas y las relaciones de
producción. La burguesía crea incesantemente medios de producción más poderosos. Pero las
relaciones de producción (tanto las relaciones de propiedad como la distribución de los
ingresos) no se transforman con el mismo ritmo. A pesar de este acrecentamiento de las
riquezas, la miseria continúa siendo la suerte de la mayoría.
Una segunda forma de contradicción es la que existe entre la progresión de las riquezas y la
miseria creciente de la mayoría. Esta contradicción determinará, mas tarde o temprano, una
crisis revolucionaria. La revolución del proletariado se distinguirá de todas las revoluciones del
pasado, porque éstas fueron hechas por minorías en beneficio de minorías. Por lo tanto, la
revolución proletaria señalará el fin de las clases y del carácter antagónico de la sociedad
capitalista.

Esta revolución será obra de los propios capitalistas.


El carácter contradictorio del capitalismo se expresa en el hecho de que el crecimiento de los
medios de producción, en lugar de traducirse en la elevación del nivel de vida de los obreros,
se expresa en un doble proceso de proletarización y pauperización.
Marx no niega que entre los capitalistas y los proletarios haya hoy muchos grupos intermedios.
Pero afirma dos conceptos. Por una parte, a medida que el régimen capitalista evoluciona, se
manifestará la tendencia a la cristalización de las relaciones sociales en dos grupos y solo en
dos. Por otra parte, dos clases sociales y solo dos, representan una posibilidad de régimen
político y una idea de régimen social. Las clases intermedias no tienen iniciativa ni dinamismo
histórico.
El día en que la clase proletaria asuma el poder, habrá una ruptura decisiva con el curso de la
historia anterior.
La tendencia de los escritores de principios del S XIX es considerar la política o el Estado como
un fenómeno secundario con respecto a los fenómenos esenciales, que son económicos o
sociales. Marx participa de este movimiento general, y también el cree que la política o el
Estado son fenómenos de segundo plano con respecto a lo que ocurre en la sociedad misma.
Por eso mismo, explica el poder político como expresión de los conflictos sociales. El poder
político es el medio que utiliza la clase dominante, la clase explotadora, para mantener su
dominio y explotación.
Como se ve, el centro de pensamiento de Marx es la interpretación del régimen capitalista en
tanto que es contradictorio: es decir, en tanto que está dominado por la lucha de clases. Marx
observa, o quiere observar, la lucha de clases en la sociedad capitalista, y halla nuevamente en
las diferentes sociedades históricas el equivalente de la lucha de clases observada en la
sociedad contemporánea.
De acuerdo con la posición de Marx, la lucha de clases se orienta hacia una simplificación. Los
diferentes grupos sociales se polarizan unos alrededor de la burguesía, otros alrededor del
proletariado, y el desarrollo de las fuerzas productivas será el resorte del movimiento histórico,
que mediante la proletarización y la pauperización culmina la explosión revolucionaria; y en el
advenimiento, por primera vez en la historia, de una sociedad no antagónica.
A partir de los temas marxistas que hallamos en el Manifiesto comunista, tenemos que explicar:
--La teoría general de la sociedad (vulgarmente materialismo histórico);
--Y las ideas económicas esenciales de Marx, según las encontramos en El capital.

El propio Marx a resumido su concepción sociológica general. En el prefacio a la Contribución a


la Crítica de la economía política, publicada en Berlín en 1859, se expresa así:
"...En la producción social de su existencia, los hombres establecen relaciones determinadas,
necesarias, independientes de su volunta; éstas relaciones de producción corresponden a un
grado dado del desarrollo de sus fuerzas productivas materiales... EL modo de producción de la
vida material domina en general el desarrollo de la vida social, política e intelectual. No es la
conciencia de los hombres lo que determina su existencia, por el contrario es su existencia
social lo que determina su conciencia. En cierto nivel de su desarrollo, las fuerzas productivas
materiales de la sociedad entran en choque con las relaciones de producción existentes, y que
no son más que su expresión jurídica... Una sociedad jamás perece antes de que se hayan
desarrollado en su seno todas las fuerzas productivas que ella puede contener; jamás se
establecen relaciones superiores de producción antes de que las condiciones materiales de su
existencia se hayan realizado en el seno mismo de la antigua sociedad. Por eso la humanidad
no se propone jamás si no las tareas que puede cumplir: si se examina mejor el problema, se
comprobará siempre que la tarea surge donde las condiciones materiales de su realización ya
han sido creadas, o están formándose. En líneas generales los modos de producción asiático,
antiguo, feudal y burgués moderno aparecen como las épocas progresivas de la formación
económica de la sociedad. No se trata aquí de un antagonismo individual; lo concebimos más
bien como el producto de las condiciones sociales de existencia de los individuos; pero las
fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean
simultáneamente las condiciones materiales que permitirán resolver este antagonismo"
Hallamos en este texto todas las ideas esenciales de la interpretación económica de la historia,
con la única salvedad de que el concepto de las clases y el de la lucha de clases no figuran
explícitamente aquí. Sin embargo, es fácil reintroducirlos a esta concepción general.
1. Primera idea, de carácter esencial: los hombres entran en relaciones determinadas,
necesarias, que son independientes de su voluntad. En otros términos, corresponde seguir el
movimiento histórico mediante el análisis de la estructura de las sociedades, las fuerzas de
producción y las relaciones de producción y no tomando como punto de partida de la
interpretación el modo de pensamiento de los hombres.
2. En toda sociedad podemos distinguir la base económica o infraestructura y la
superestructura. La infraestructura está formada esencialmente por las fuerzas y las relaciones
de producción, mientras que en la superestructura figuran las instituciones jurídicas y políticas,
al mismo tiempo que los modos de pensamiento, las ideologías y las filosofías.
3. El factor dinámico del movimiento histórico es la contradicción, entre las fuerzas y las
relaciones de producción. Según parece, las fuerzas de producción son esencialmente la
capacidad de una sociedad dada para producir. Las relaciones de producción, parecen
caracterizarse esencialmente por las relaciones de propiedad. Tenemos, en efecto, la fórmula:
"Las relaciones de producción vigentes o, lo que no es mas que su expresión jurídica, las
relaciones de propiedad en el seno de las cuales han venido transformándose hasta entonces".
En otros términos la dialéctica de la historia está formada por el movimiento de las fuerzas
productivas, que en ciertas épocas revolucionarias entran en contradicción con las relaciones
de producción (es decir, al mismo tiempo las relaciones de propiedad y la distribución de los
ingresos entre los individuos o los
grupos de la colectividad).
4. En esta contradicción entre fuerzas y relaciones de producción es fácil introducir la lucha de
clases (pese a que el texto no aluda a ella). Basta considerar que en los períodos
revolucionarios (es decir, en los períodos de contradicción entre las fuerzas y las relaciones de
producción) una clase adhiere a las antiguas relaciones de producción, que se convierten en
obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas; y en compensación, otra clase tiene
carácter progresista, y representa las nuevas relaciones de producción que, en lugar de ser un
obstáculo en el camino del desarrollo de las fuerzas productivas, favorecerá todo lo posible el
crecimiento de las mismas. Pasemos de estas fórmulas abstractas a la interpretación del
capitalismo. En las sociedades capitalistas, la burguesía adhiere a la propiedad privada de los
instrumentos de producción, y al mismo tiempo a determinada forma de distribución de la renta
nacional. En compensación, el proletariado que constituye el otro polo de la sociedad, y que
representa otra forma de organización de la colectividad, se convierte en determinado momento
de la historia en representante de una nueva organización de la sociedad. Esta nueva
organización señalará una fase ulterior del proceso histórico, un desarrollo más avanzado de
las fuerzas productivas.
5. Esta dialéctica de las fuerzas y relaciones de producción sugiere una teoría de las
revoluciones. Las revoluciones no son accidentes políticos, sino expresión de una necesidad
histórica. Las relaciones de producción capitalista se han desarrollado ante todo en el seno de
la sociedad feudal. La fuerza de producción deben desarrollarse en el seno de la sociedad
capitalista; las relaciones de producción socialista deben madurar en el seno de la sociedad
actual, ante de que sobrevenga la revolución que señalará el fin de la prehistoria. Precisamente
en función de esta teoría de las revoluciones la segunda internacional, la social democracia, se
inclinaba a una actitud relativamente pasiva; era necesario que madurasen las fuerzas y
relaciones de producción del futuro antes de realizar una revolución. La humanidad, dice Marx,
no se propone jamás sino los problemas que puede resolver: la social democracia temía
realizar demasiado pronto la revolución, y por eso no la hizo jamás.
6. En esta interpretación histórica Marx no solo distingue la infra y la superestructura, sino que
opone la realidad social y la conciencia: es la realidad social lo que determina su conciencia.
7. Finalmente, un último tema incluido en este texto: Marx esboza a grandes rasgos las etapas
de la historia humana según los regímenes económicos, y determina cuatro: o para utilizar su
expresión, cuatro modos de producción, denominados asiático, antiguo, feudal y burgués.
Podemos dividir estos cuatro modos en dos grupos. Los modos de producción antiguos, feudal
y burgués se sucedieron en la historia de occidente. Representan tres modos diferentes de
explotación del hombre por el hombre. En compensación, no parece que el modo de
producción asiático sea una etapa de la historia accidental. En efecto, si el modo de producción
asiático caracteriza a una civilización diferente de la occidental, se delinea la probabilidad de
que varias formas de la evolución histórica sean posibles de acuerdo con los grupos humanos.
Por otra parte, el modo de producción asiático parece definido por la subordinación de todos los
trabajadores al estado. Si esta interpretación del modo de producción asiático es válida, la
estructura social no se caracterizaría por la lucha de clases, en el sentido occidental del
término, sino por la explotación de la sociedad toda por el estado o la clase burocrática.

5. Max weber: protestantismo y capitalismo

Max Weber fue casi exactamente contemporáneo de Durkheim, pero fue muy distinto en
importantes aspectos el clima intelectual en que vivieron. Sin duda Durkheim estuvo al corriente
de los escritos de Max Weber.
La manifiesta ausencia de todo significado influjo recíproco entre Durkheim y Weber ha
sorprendido a menudo a los escritores posteriores.. Mas aún, los primeros estudios de
Durkheim tienene un carácter mas bien abstracto y filosófico; por su parte, las primeras obras
de Weber son estudios históricos de detalle.

Primeras Obras
La disertación doctoral de Weber (1889) es una obra de carácter técnico que trata de las
exposiciones jurídicas que regulaban la empresa comercial en la Edad Media. Weber se ocupa
principalmente de las ciudades mercantiles italianas mostrando que el capitalismo comercial
que se desarrolló en ellas llevaba consigo la formulación de principios legales que
reglamentaban la proporción con que se distribuían el riesgo y las ganancias los que
colaboraban en la empresa de negocios. Ya entonces Weber se preocupaba por el tema que
tendría que asumir un importante papel en sus escritos posteriores: la repercución del derecho
romano en el desarrollo del sistema jurídico de la Europa medieval y post-medieval.
La segunda Obra de Weber trata expresamente de la misma Roma. También esta obra tiene un
carácter marcadamente técnico.
Éstos escritos quizás impotan mas por lo que nos indican sobre la línea del creciente desarrollo
intelectual de Weber, que por la substancia de su contenido. Manifiestan ya una preocupación
de lo que sería el principal centro de interés de la posterior obra de Weber: la naturaleza de la
empresa capitalista, y las características específicas del capitalismo europeo ocidental..
Igual que Marx, Weber considera que "la civilización antigua es distinta a la medieval de una
manera específica y determinada", pero que Roma, en su impetuoso expansionismo, alcanzó
un nivel de desarrollo económico comparable al de Europa en la incipiente edad moderna.
Es evidente la continuidad entre estps escritos históricos iniciales y los estudios que Weber
publicó inmediatamente después de ellos, que tratan de dos facetas diferentes de la economía
alemana moderna: el primero es una investigación sobre la condición del campesinado al este
del Elba, los otros dos tratan de las operaciones del capital financiero en Alemania.
Entre 1894 y 1897 Weber escribió varios artículos sobre las operaciones de bolsa y su relación
con el capitalismo financiero; rechaza la bolsa como una simple "conspiración contra la
sociedad". La idea de que la bolsa no es mas que un medio de una minoría capitalista para
sacar beneficios, olvida completamente de las funciones medidoras que cumple tal institución
en la economía.
Weber advierte claramente sobre las dificultades para una reglamentación normativa de la
bolsa, provocadas por el crecimiento en escala y volumen de las transacciones de la economía
moderna. De este modo la amplitud de las operaciones comerciales tiende a neutralizar los
controles éticos que son necesarios parea el funcionamiento de las transacciones de mercado.
En su prolijo estudio sobre el trabajo agrícola en Alemania weber analiza en un contexto
diferente los efectos de la extensión de las relaciones de mercado. El río Elba señala una
importante línea divisoria en la estructura de la empresa agraria de la Alemania del siglo XIX.
De modo que al este del Elba había dos grupos distintos de trabajadores agrícolas. Por una
parte, los que estaban vinculados a sus patronos por contratos anuales y que vivían en
condiciones económicas semejantes a las de los tiempos medievales; por otra parte, los
trabajadores asalariados, contratados diariamente, cuyas condiciones de empleo se
aproximaban a las del ploretariado industrial. En estas circunstancias, aparecían unidas
relaciones laborales tradicionales y modernas de una manera completamente inestable,, como
advierte Weber en su obra.
A pesar de esto, la comercializacón de la agricultura no lleva a una mejoría del nivel de vida de
los trabajadores sino que, al contrario, tiende a rebajarlo.
Al escribir Weber sus primeras obras tomó como punto de partida la problemática
contemporánea que predominaba en la corriente principal de la jurisprudencia y de la historia
económica romana. Sin embargo hay que reconocer que las comclusiones a que llegó Weber
en estos primeros estudios canalizaron cada vez mas su interés hacia los temas que lo
pusieron en relación directa con los campos donde concentra el pensamiento marxista: en
concreto, las características específicas del capitalismo moderno y las condiciones que rigen su
aparición y desarrollo.

6. Los Orígenes Del Espíritu Capitalista

La ética protestante y el espíritu del capitalismo, que Weber publicó en forma de dos largos
artículos en 1904 y 1905, señala su primera tentativa de confrontar ciertos de estos temas a un
nivel general.
Comienza La ética protestante sentando un hecho estadístico del que quiero indagar la
explicación: el hecho consiste en que, en la Europa moderna, "los protestantes participan con
el porcentaje mas elevado, por relación a la población total, en la posesión del capital, en la
dirección y en los mas altos puestos del trabajo especializado, y mas aún entre el personal
técnico y comercial mejor preparado de las empresas modernas". Los primeros centros de
desarrollo capitalista a principios del solo XVI eran firmemente protestantes. Se nos ocurre
fácilmente una de las posibles explicaciones de esto: decir que la ruptura con el tradicionalismo
económico que aconteció en estos centros motivó el que la gente se apartara también de la
tradición en general y de las instituciones religiosas en su forma antigua en particular. Puede
llegarse a la conclusión de que tenemos que inspeccionar el carácter específico de las
creencias protestantes si queremos explicar la conexión entre el protestantismo y la
racionalidad económica.
Así, la explicación típicamente marxista, que procede principalmente de los escritos de Engels,
sostuvo que el protestantismo era un reflejo ideológico de los cambios económicos en que se
incurrió con el incipiente desarrollo del capitalismo. Al negar que éste sea un punto de vista
adecuado, la obra de Weber parte de una aparente anomalía. Precisar y explicar esta anomalía
constituye la originalidad real e La ética protestante.
Pero resulta que el protestantismo en lugar de imitar el control de la iglesia sobre las
actividades de cada día, exigió de sus adherentes una disciplina mucho mas vigorosa que el
catolicismo, con lo cual introdujo un factor religioso en todos los ámbitos de la vida creyente.
Aclarar esta anomalía exige no sólo un análisis del contenido de las creencias protestantes y
una evaluación de su influjo sobre las acciones de los creyentes, sino también una
especificación de las características concretas del capitalismo occidental moderno como forma
de actividad económica. También el capitalismo moderno presenta características básicas que
lo distinguen de las especies anteriores de actividad capitalista. Todas las demás formas de
capitalismo que Weber distingue, se encuentran en sociedades caracterizadas por el
"tradicionalismo económico".
Si el patrono interesado en conseguir un grado de rendimiento lo mas intenso posible, introduce
el destajo o el incentivo a tanto por pieza, a menudo, se produce como consecuencia, en lugar
de lo que deseaba, la disminución de la cantidad de trabajo realizado. El trabajador tradicional
no piensa en aumentar al máximo su jornal diario, sino que mas bien considera solamente
cuanto trabajo tiene para realizar para satisfacer sus necesidades habituales. "Lo que el
hombre quiere por naturaleza no es ganar mas y mas dinero, sino vivir pura y simplemente,
como siempre ha vivido, y ganar lo necesario para seguir viviendo".

El tradicionalismo no es en absoluto incompatible con la avidez de riquezas. "a menudo han


estado es estrecha y directa relación el desenfreno absoluto y consciente de la voluntad de
lucrarse y la fiel sumisión a las normas tradicionales". La avaricia egoísta se encuentra en
todas las sociedades, y de hecho es más típica de la sociedad precapitalista que de la
capitalista.
El espíritu del capitalismo moderno viene así caracterizado por una singular combinación de la
dedicación a la ganancia de dinero por medio de una actividad económica legítima. Esto
empalma con la creencia en el valor de la realización eficiente, como deber y una virtud, de la
vocación profesional que se ha escogido.
Una perspectiva tradicionalista, recalca Weber, no es del todo incompatible con las formas
modernas de empresa económica. De ahí que la característica predominante que distingue a la
moderna economía capitalista es:
"... el estar racionalizada sobre la base del mas crítico cálculo, el hallarse ordenada, con plan y
austeridad, al logro del éxito económico aspirado; en oposición al estilo de vida del campesino
que vive al día, al privilegiar tradicionalista del artesano gremial, y al capitalismo aventurero,
que atiende mas bien a la explotación de las oportunidades políticas y a la especulación
irracional"
La ética protestante pretende solamente descubrir "de qué espíritu es hija aquella forma
concreta de pensamiento y vida
racionales que dió origen a la idea de profesión-vocación y a la dedicación abnegada al trabajo
profesional.
Weber muestra que el concepto de "profesión-vocación" (calling) se formó en tiempos de la
Reforma. No se encuentra ni existe ningún sinónimo del mismo , en el catolicismo, ni tampoco
en la Antigüedad. La vocación profesional del individuo consiste en cumplir su deber para con
Dios por medio de la gestión moral de su vida de cada día. Esto motiva el énfasis que pone el
protestantismo en las solicitudes mundanas, lejos del ideal católico de aislamiento monástico,
con su rechazo de lo temporal.

7. La Influencia Del Protestantismo Ascético

Pero no se puede considerar al luteranismo como la fuente principal del espíritu capitalista. Sin
embargo, la concepción que tuvo Lutero de la profesión-vocación siguió siendo en varios
puntos bastante tradicionalista. La ulterior elaboración del concepto de profesión-vocación fue
obra de las posteriores sectas protestantes, que constituyeron varias ramas de lo que Weber
denomina "protestantismo ascético".
Weber distingue cuatro corrientes principales del protestantismo ascético: calvinismo,
metodismo, pietismo y sectas baptistas. El estudio que hace Weber del protestantismo ascético
no pretende una descripción general de sus dogmas, sino que se interesa solamente por
aquellos elementos de sus doctrinas que afectan en forma más directa y significativa a la
conducta práctica de los individuos en su actividad económica. La parte mas importante del
análisis se concentra en el calvinismo.
Weber sostiene que la consecuencia de esta doctrina para el creyente debe haber sido de "una
inaudita soledad interior".
"el asunto que para los hombres de la reforma era más desicivo, la salvación eterna, el hombre
se veía obligado a recorrer solo su camino hacia un destino decretado por él desde la
eternidad". Desde este punto de vista crucial, cada hombre estaba solo; no había nadie, ni
sacerdote ni laico, que pudiera interceder ante Dios para conseguir su salvación. Esta
erradicación de la posibilidad de una salvación por medio de la iglesia y los sacramentos es,
según Weber, la diferencia mas desiciva que separaba al calvinismo tanto del luteranismo
como del catolicismo. Con ello, el calvinismo provocó la conclución final de un gran proceso
histórico que Weber estudia detalladamente en otra parte: el proceso gradual del
"desencadenamiento del mundo".
Es evidente que esto exponía al calvinista a una enorme tensión. La pregunta desiciva, sobre la
que todo creyente debía
sentirse obligado a interrogarse (¿estoy yo entre los escogidos?) no podía responderse.
El calvinismo exige de sus fieles una vida coherente y de disciplina continua, con la cual
erradica la posibilidad de arrepentimiento y de remisión del pecado factible en la confesión (el
fiel puede confiar sabiendo que la intervención del sacerdote le puede absolver de las
consecuencias de la caída moral).
De este modo, el trabajo en el mundo material goza para el calvinista de la más alta valoración
ética positiva. La posesión de riqueza no exime de ningún modo al hombre del precepto divino
de afanarse en el trabajo de su profesión.
La acumulación de riquezas se condena moralmente sobre la medida en que constituye una
incitación al lujo y a la pereza.
Es decisivo en el anáñisis de weber el que estas características no son consecuencias lógicas
sino psicológicas de la doctrina original de la predestinación formulada por Calvino. La creencia
en la predestinación no es exclusiva del calvinismo, y sus consecuencias para la actividad
humana varían según las demás creencias asociadas con ella y según el contexto social en
que se da.
Los orígenes del espíritu capitalista deben buscarse, por tanto, en aquella ética religiosa que se
desarrolló de la forma mas precisa en el calvinismo.
Weber ensaya la ética protestante como una obra pragmática: es una exploración preliminar de
un conjunto de temas muy complej; e insiste en que el alcance de su aplicación es modesto y
restringido. El principal logro de la obra, según Weber, consiste en mostrar que la
instrumentalidad moral del espíritu del capitalismo es un vástago inesperado de la ética
religiosa de calvinoy, de un modo mas general, del concepto de profesión-vocación en el
mundo, concepto por medio del cual el protestantismo rompió con el ideal monástico del
catolicismo.
EL principal efecto de la Reforma, y de la posterior historia de las sectas protestantes, fue
trasladar esto desde el monasterio al mundo ordinario
La ética protestante demuestra que hay una "afinidad electiva" entre el calvinismo y la ética
económica de la actividad capitalista. Pretende demostrar que la racionalización de la vida
económica, actividad característica del capitalismo moderno, está vinculada a opciones
valorativas irracionales. Se trata de una tarea prelimianr a la evaluación de las relaciones
causales, tarea que en si misma, no basta para precisar las causas.
Weber pone muy de relieve que el material amnalizado en La ética protestante, descalifica "la
doctrina del materialismo histórico ingenuo", según el cual las iedas, como las que implican las
creencias calvinistas, se consideran como simples "reflejos" de las condiciones económicas.

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