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Instituto Salesiano de Estudios Teológicos

Carrera: Bachillerato en Teología


Cátedra: Historia de la Iglesia Latinoamericana y Argentina
Profesor: Lic. Marcos Gabriel Vanzini

Monografía:
Los métodos de evangelización utilizados en América por los
misioneros de las órdenes religiosas en la primera mitad del s. XVI.

Alumno: Osvaldo Leonel Cánepa


Fecha de Entrega: 10 de Julio de 2017
Los métodos de evangelización
utilizados en América por los
misioneros de las órdenes
religiosas en la primera mitad del s.
XVI
Contenido
Fundamentación .............................................................................................................................2
1. Los prolegómenos de la evangelización en América .................................................................3
a. La decisión política de España de emprender la tarea evangelizadora ..................................3
b. Los documentos “Inter coetera” y “Omnímoda” ...................................................................4
c. Evangelización desde el modelo de cristiandad .....................................................................5
2. El inicio misional en América de las órdenes religiosas ............................................................6
a. Órdenes religiosas que arribaron a América en los siglos XV y XVI ....................................6
b. Caracterización del misionero................................................................................................7
c. La tarea del misionero ............................................................................................................8
3. Los métodos de evangelización .................................................................................................9
a. La novedad americana............................................................................................................9
b. Los modelos evangelizadores ..............................................................................................10
c. Modos de evangelización que parten de la aculturación o la inculturación del aborigen ....10
d. Principios metodológicos básicos ........................................................................................11
i. Métodos de preparación ....................................................................................................12
ii. Métodos de difusión.........................................................................................................12
iii. Métodos de catequización...............................................................................................13
iv. Métodos de persuasión....................................................................................................13
5. Los métodos y técnicas utilizadas prioritariamente por las órdenes religiosas ........................15
a. Franciscanos .........................................................................................................................15
b. Dominicos ............................................................................................................................16
c. Mercedarios ..........................................................................................................................17
d. Agustinos .............................................................................................................................18
Conclusión ...................................................................................................................................19
Bibliografía ..................................................................................................................................20
1
Página
Fundamentación

La experiencia eclesial en América se presenta como un cuadro claroscuro


donde la evangelización ha estado de la mano de la conquista territorial y cultural. En
este proceso, la religiosidad católica ha sido un punto determinante en el modo en que
se ha llevado adelante la conquista; la catolicidad del imperio español se presenta como
marco de comprensión de su actuación en América.

Entre las medidas adoptadas por la Corona española, una central fue la de
asegurar la evangelización de los habitantes de las nuevas tierras descubiertas; tarea
encomendada a cada español que se embarcaba al Nuevo Mundo, y de manera eminente
asumida por la institución eclesial, ya de la mano de los Obispos y del clero, ya por los
misioneros de las órdenes religiosas dominica, franciscana, mercedaria y agustina
especialmente. Reconocemos la preocupación por la tarea evangelizadora que tiñó el
proceso de conquista, denunciando muchas veces los abusos cometidos por los
conquistadores y luchando lo más posible por la dignidad del originario.

Durante el siglo XVI podemos reconocer la tarea empeñativa de los misioneros


por la evangelización en América. A partir de este trabajo, queremos profundizar en los
métodos de evangelización utilizados particularmente por las órdenes religiosas en su
labor de propagar la fe en el Nuevo Mundo. Reconocemos la heroicidad de muchos de
estos religiosos, a la vez que la creatividad para afrontar la más grande tarea
evangelizadora (por el tiempo y el territorio misionado) que se haya llevado adelante
desde la época apostólica.

Por la brevedad del trabajo, y a fin de concentrar los esfuerzos en un punto


particular, nos limitaremos a la labor de los misioneros de las órdenes religiosas que
estuvieron presentes en América durante la primera mitad del s. XVI, dejando de lado
las organizaciones propias de la Iglesia jerárquica como así también los deberes de
evangelización a que eran exhortados los laicos.

Consideramos que hoy estamos viviendo una etapa de pos-evangelización, en la


cual mirar las raíces de la labor evangelizadora de nuestro continente nos puede ayudar
a reconocer los valores perennes del Evangelio, como así también purificarnos de
aquellas equivocaciones que se pudieron haber cometido. Hoy, como ayer, también
estamos llamados a ser audaces en las respuestas ante otro Nuevo Mundo que se nos
2

abre y en donde Jesucristo nos sigue llamando a dar testimonio de su Buena Nueva.
Página
1. Los prolegómenos de la evangelización en América
a. La decisión política de España de emprender la tarea
evangelizadora
No podemos entender la tarea evangelizadora emprendida en América sin
reconocer el genio español que la llevó delante de modo eminente, en particular en el
periodo de fines del s. XV y la mitad del s. XVI en el cual se enmarca nuestro trabajo.

Podemos reconocer la pre-historia de la gesta hispana en América en la historia


peninsular milenaria de martirio y de lucha que enfrentaron los cristianos ante la
invasión musulmana. En el año 711 los visigodos son derrotados por los musulmanes
provenientes del territorio africano, y desde ese momento el cristianismo subsiste bajo
el yugo aplastante de los nuevos ocupantes del territorio. En el s. IX se desarrollan las
primeras reacciones de los cristianos ante los invasores. En el s. X cunden las
persecuciones a los cristianos, iniciándose también durante este periodo un proceso
político, militar y religioso que dará origen a la “cristiandad hispánica”. Ello
desembocará en la reconquista española de los territorios peninsulares, que se concretiza
en el año 1492 con la toma de Granada, último reino árabe en España1.

En el último tramo de la reconquista y el periodo inmediatamente posterior de


conquista de los territorios americanos, ocupan una importancia eminente los Reyes
Católicos: Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. En su reinado, la Iglesia y su
reforma ocuparán un lugar central. En efecto, la Iglesia se presentaba debilitada y en
crisis, ante lo cual el Estado se establecerá como impulsor de su reforma, más quedando
muchas veces la Iglesia a merced de los fines establecidos por ese mismo Estado. Lo
eclesiástico y civil aparecen así mezclados, no existiendo una separación sustancial
entre Iglesia y Estado sino comprendiendo la cristiandad como un todo. Será
básicamente esta función religiosa de la sociedad política la base de la actuación
hispánica en América en el marco del modelo de cristiandad2.

Ante la aparición en el horizonte de España el «Nuevo Mundo», los reyes


españoles asumieron el doble propósito de extender sobre ellos su territorio dominado a
la vez que evangelizar a los pobladores que en ellos habitaban. A tal fin, la Corona
aportó grandes sumas de dinero con el fin del envío de misioneros a las nuevas tierras
descubiertas, disponiendo que en los viajes haya al menos la presencia de dos clérigos.
3
Página

1
Cfr. DUSSEL, Enrique. Historia general de la Iglesia en América Latina. Tomo I: introducción general
a la historia de la iglesia en América Latina. Salamanca, Ed. Sígueme CEHILA, 1983, 193-194.
2
Cfr. Ibíd., 196 y 198.
Además del traslado, también se proveía a los religiosos de todo lo necesario para su
estadía: vestido, libros, objetos que le sean necesarios, etc.3.

b. Los documentos “Inter coetera” y “Omnímoda”


Retornado Cristóbal Colón de su primer viaje de «descubrimiento», los Reyes
Católicos buscaron asegurar que tales tierras pasen al dominio español. A tal fin,
recurrieron al papa Alejandro VI, comprometiéndose en la evangelización de los
pobladores de las nuevas tierras. Isabel la Católica, respecto a ello, menciona en su
testamento4:

Nuestra principal intención fue, al tiempo que lo suplicamos al


papa Alejandro Sexto, de buena memoria, que nos hizo la dicha
concesión, de procurar de inducir y atraer los pueblos dellas, y
los convertir a nuestra santa fe católica y enviar a las dichas islas
y tierra firme prelados, y religiosos clérigos, y otras personas
doctas y temerosas de Dios, para instruir los vecinos y
moradores dellas a la fe católica, y los doctrinar y enseñar
buenas costumbres.
El papa accede a tal petición con la bula Inter Coetera fechada el 3 de Mayo de
1493. En dicha bula, Alejandro VI por un lado concede en donación a la corona
española el dominio de las tierras “desconocidas como las hasta aquí descubiertas… y
las que se han de descubrir en lo futuro”, y por otro manda el destinar misioneros
“temerosos de Dios, doctos, instruidos y experimentados” a tales tierras para propagar
en ellas el Evangelio y adoctrinar a sus pobladores5.

Este documento gravó de modo particular la conquista de las nuevas tierras,


tanto en lo que respecta al derecho sobre las mismas respecto a los conquistadores,
como en el especial matiz evangelizador que la empresa conquistadora tuvo. Este
gravamen fue, a tenor de verdad, asumido con medidas concretas por los Reyes
españoles.

Otro documento posterior digno de ser nombrado, que dio pie de modo
particular a la tarea misional emprendida por las Órdenes religiosas, es el breve Exponi
nobis fecisti del 9 de mayo de 1522, más conocido con el nombre de bula “Omnímoda”,
del papa Adriano VI. Según lo dicho en el mismo documento, es ante la preocupación
del mismo rey español por la tarea evangelizadora emprendida en las tierras americanas
que se requiere al papa el envío de mayor cantidad de misioneros religiosos a ellas. De
4

3
Cfr. SIWAK, Pedro. 500 años de evangelización americana. Tomo I (1492-1860). Buenos Aires, Ed. del
Página

Encuentro y Paulinas, 1991, 11.


4
Cfr. BRUNO, Cayetano. La evangelización del aborigen americano. Buenos Aires, Educa, 1988, 13.
5
Cfr. Ibíd., 14.
allí que el papa disponga que “todos los frailes de las Órdenes mendicantes,
principalmente de la Orden de menores de la regular observancia, que, sintiendo la
vocación misionera, quisieren pasar espontáneamente a las Indias para la conversión e
instrucción en la fe de los naturales, puedan hacerlo lícita y libremente con la
aprobación y licencias previas de sus prelados”6. Así, tal bula otorga a los religiosos que
quieran emprender la labor misionera en las nuevas tierras el derecho de hacerlo, una
vez que han sido aprobados por los superiores de sus órdenes7.

Estos documentos son, podríamos decir, la base jurídica que da pie a la labor
emprendida por las órdenes religiosas misioneras durante el s. XVI en las tierras
americanas.

c. Evangelización desde el modelo de cristiandad


Como ya expresábamos previamente, no podemos entender la labor misionera
emprendida en América si no es desde el modelo de cristiandad que animaba a la
Corona española en los s. XV y XVI. Cultura y religión cristiana eran un todo común en
el pensamiento europeo8, y es con esa carga como llegó a las tierras americanas.

La evangelización, desde este modelo de cristiandad, buscará el doble objetivo


de difundir por un lado el Evangelio y, por otro, la anexión política de los territorios
evangelizados. Estos dos procesos, evangelización-anexión política, llevaron a la íntima
colaboración entre la Iglesia y la Corona:

Ambas instituciones colaboraron entre sí para conseguir ambos


fines: la Iglesia, persiguiendo directamente la evangelización e
indirectamente la anexión política; la Corona, con miras a
ambos objetivos simultánea y directamente9.
El modelo de cristiandad, en la praxis evangelizadora americana, será en su
momento cuestionado por los mismos misioneros. En efecto, detrás de tal modelo se
daba una total desvalorización, o más bien negación del «mundo» aborigen:

Los gestos, los símbolos, las palabras, todo lo que habita el


«mundo» del indio tenía un sentido humano real, profundo. Este
«mundo» no será tenido en cuenta, ni respetado, sino por
excepción (…). El «mundo» del otro, del pobre, del indio, es un
sin-sentido (irracional y bestial, animal), simplemente porque
tiene otro sentido que el europeo10.

66
Ibíd., 16.
5

7
Cfr. Ídem.
Página

8
Cfr. DUSSEL, Enrique. Op. cit., 281.
9
BORGES, Pedro. Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas I. Madrid, BAC, 1992, 433.
10
Cfr. DUSSEL, Enrique. Op. cit., 292.
Cuando la evangelización devino en adoctrinamiento, la Iglesia y sus misioneros
devinieron en agentes colonizadores de la mentalidad europea-cristiana en estas tierras,
negando el mundo del originario. Más también hubo quienes supieron diferenciar el
cristianismo de la cristiandad, entre evangelio y cultura, y aprendieron a partir de la
realidad del otro, del originario en cuanto hombre digno y capaz de Dios, gestando un
verdadero proceso evangelizador y liberador11.

2. El inicio misional en América de las órdenes


religiosas
a. Órdenes religiosas que arribaron a América en los siglos XV y XVI
Podemos llamar órdenes misioneras a aquéllas “instituciones religiosas de
varones que se dedicaron a la evangelización y conversión al cristianismo de los
indígenas”12. De ellas, las que arribaron a América entre el s. XV y mediados del s. XVI
son las órdenes de San Francisco (franciscanos), de Santo Domingo o de Predicadores
(dominicos), de la Merced (mercedarios) y de San Agustín (agustinos calzados o
ermitaños). Otras órdenes, como la Compañía de Jesús, los Agustinos recoletos y los
capuchinos, vendrán posteriormente a misionar las tierras americanas.

Los misioneros de las órdenes religiosas pueden ser considerados sin error a la
verdad como el corazón de la labor evangelizadora en América. La difusión del
Evangelio entre los nativos americanos estuvo en sus manos de modo eminente, siendo
alrededor de 20.000 hombres los destinados a estas tierras en el decurso de los siglos
XV a XVIII13.

Fruto de las bulas papales, ya en el segundo viaje de Colón (1493) son parte de
la tripulación entre diez y doce religiosos de distintas órdenes14. Los franciscanos
arriban a América en este viaje, comenzando su tarea evangelizadora en las Antillas,
trasladándose posteriormente a Nueva España (actual México). También evangelizaron
en el periodo de mediados del s. XVI la zona de América Central (actuales Guatemala,
Honduras, El Salvador y Nicaragua) y en América del Sur las zonas comprendidas por
los actuales Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, el norte argentino y Chile15.

11
Cfr. DUSSEL, Enrique. Op. cit., 298-299.
6

12
BORGES, Pedro. Op. cit., 437.
Página

13
Cfr. Ídem.
14
Cfr. BRUNO, Cayetano. Op. cit., 25.
15
Cfr. BORGES, Pedro. Op. cit., 437-438.
Los mercedarios llegan también a América, de modo circunstancial, en el año
1493 a la zona de las Antillas. Posteriormente, en el año 1514 se asientan en Santo
Domingo. Su labor misional durante el s. XVI estuvo mayormente centrada en la zona
de América del Sur y Central, con poca presencia en Nueva España y las Antillas16.

Los dominicos llegan a las Antillas en el año 1510, asumiendo primeramente


una labor conjunta con los franciscanos. En 1526 inician la evangelización de la zona de
Nueva España, en 1530 la zona de América Central. En América del Sur se hicieron
presentes en todas las regiones que iban siendo anexionadas a la Corona española17.

Finalmente, los agustinos ermitaños o calzados llegan a Nueva España en el año


1533, ubicándose en la capital de tal territorio como centro desde el cual desplegar su
apostolado18.

b. Caracterización del misionero


Los misioneros que arribaron al territorio americano durante los s. XV-XVI
fueron en su gran mayoría españoles, procedentes de los distintos reinos que integraban
la Corona de Castilla19. La bula “Omnímoda”, como vimos, dio una gran facilidad a los
religiosos que deseasen emprender la labor misional para poder sumarse a esta tarea, así
como también una gran libertad a las Órdenes religiosas para el reclutamiento y
capacidad de aval de aquéllos religiosos suyos que deseen sumarse a las misiones.

El modo en que eran reclutados tales varones era, generalmente, a partir de la


convocatoria realizada por algún religioso que recorría los conventos españoles
solicitando voluntarios que quieran ir al Nuevo Mundo para emprender la tarea
evangelizadora. Posteriormente, se elaboraba una lista de voluntarios que era presentada
a la Corona a fin de ser aprobados. Una vez realizado esto, los nuevos misioneros
iniciaban el viaje al puerto de embarque20.

En general, los misioneros seleccionados, además de la necesidad de haber


optado voluntariamente a tal tarea evangelizadora, eran requeridos en lo que respecta a
su ejemplaridad de vida en cuanto a lo que consiste el cumplimiento de sus deberes de
estado. También solían gozar de una moralidad normal dentro de su opción de vida que
ya de por sí era venerable21. Podría decirse que “los candidatos a misiones fueron de un

16
Cfr. Ibíd., 438.
17
Cfr. Ibíd., 438-439.
7

18
Cfr. Ibíd., 439.
Página

19
Cfr. Ibíd., 438-440.
20
Cfr. Ibíd., 441.
21
Cfr. Ibíd., 443.
nivel espiritual superior al del medio ambiente, considerados en relación con los demás
religiosos de su misma Orden o convento”22.

c. La tarea del misionero


En referencia a la tarea emprendida por el religioso misionero en tierras
americanas, podemos reconocer por un lado el mandato oficial o socio-cultural que
pesaba sobre ellos y, por otro, la respuesta que efectivamente estos hombres de fe
fueron dando una vez que se adentraban a la nueva realidad y realizaban un
discernimiento evangélico de la situación.

El mandato oficial era el de propagar el evangelio entre los originarios23, más


reconociendo en tal precepto el horizonte de comprensión de la cristiandad europea e
hispánica. Aquí podemos reconocer una “postura de cristiandad”24, en donde el proceso
de dominación a nivel tecnológico y político lleva también a una dominación ideológica
que, en el caso de los conquistadores españoles, se encuentra dada por el proceso de
evangelización25. Para la Corona española, la Iglesia era la responsable de asegurar la
“visión del mundo hispánico” en los nuevos territorios, enviando por tanto a los
sacerdotes y religiosos a “cumplir una función cultural” de “evangelización y
aculturación de los pueblos descubiertos”26. Puede reconocerse en esta postura uno de
los modos de entender la evangelización, que no fue compartida en modo dominante por
los misioneros y las órdenes religiosas27.

En efecto, un buen número de los misioneros y las órdenes, una vez arribados a
América, asumieron una “postura propiamente misionera de partir desde la situación del
evangelizando, con respeto de su exterioridad, su cultura, su historia, su idiosincrasia”28.
Los religiosos buscaron mantener la autonomía de la tarea evangelizadora respecto a los
intereses del Estado que no siempre se hallaban de acuerdo con la primera, buscando
distinguir también, a nivel cultural, el «hispanismo» del «cristianismo»29. Esta intención
de los misioneros fue también entendida por los indígenas en donde se gestaba tal
diferenciación, siendo ésta la base de la autoridad que los misioneros ganarán ante la
población originaria30.

22
Ídem.
23
Cfr. BRUNO, Cayetano. Op. cit., 14.
24
DUSSEL, Enrique. Op. cit., 336.
25
Cfr. Ibíd., 337-338.
26
Ibíd., 339.
8

27
Cfr. Ibíd., 338.
Página

28
Cfr. Ibíd., 336.
29
Cfr. Ibíd., 339.
30
Cfr. Ibíd., 338.
Es en los testimonios de Montesinos y de Bartolomé de las Casas donde
reconocemos una primera reacción de las comunidades religiosas respecto a las
desavenencias tenidas con las acciones de los conquistadores hacia los originarios. Esta
tensión se dará de modo recurrente y teñirá a los métodos de evangelización empleados
por los misioneros a la hora del encuentro con los nativos americanos.

La historia de las misiones en América hispánica y lusitana es


esa permanente crisis entre un estado que incluye a los fines de
la Iglesia entre sus «medios» de expansión (…), y los de una
Iglesia que toma paulatinamente conciencia de la necesidad de
la libertad, de la pobreza, pero también de la caridad, de la
separación de los fines políticos de la expansión y de los
objetivos misionales de la Iglesia31.

3. Los métodos de evangelización


a. La novedad americana
El desafío evangelizador americano fue, para los misioneros que arribaron a
estas tierras, algo totalmente inédito que sólo fue parcialmente aprehendido en su
horizonte de comprensión a partir, primero, del conocimiento efectivo del territorio y de
sus pobladores y, segundo, por las experiencias compartidas entre los mismos
misioneros, de la misma o de distinta Orden32. No obstante, la novedad nunca
desapareció del todo en el proceso de expansión evangelizadora, particularmente por la
“diversidad de las etnias que había que evangelizar y la complejidad de las
circunstancias sociopolíticas en las que se desarrolló la evangelización”33.

Esta particular novedad influyó de modo decisivo en la praxis evangelizadora


llevada adelante, y dentro de la misma en los métodos misionales34 utilizados, buscando
cuáles habrían de ser los más adecuados para el Nuevo Mundo35. Ante este desafío, los
misioneros americanos recurrieron a los modelos evangelizadores de Jesús y sus
apóstoles por un lado, y por otro a la tradición propia de sus órdenes36.

31
Ibíd., 340-341.
32
Cfr. BORGES, Pedro. Op. cit., 495-496.
33
Ibíd., 496.
34
“Métodos misionales americanos son los diversos sistemas adoptados por los misioneros para
evangelizar a los nativos del Nuevo Mundo. En un sentido amplio, la metodología misional termina
identificándose con la evangelización misma para convertirse de hecho en una historia que abarca todos
los aspectos del proceso evangelizador. En un sentido estricto, bajo el cual se interpretará aquí, esos
sistemas son únicamente los medios puestos en práctica por los evangelizadores americanos para insertar
a los nativos en el cristianismo. No todo lo relacionado con la evangelización son métodos misionales,
9

sino únicamente aquellas facetas de carácter instrumental que de una manera u otra estuvieron
Página

encaminadas, o se utilizaron, para la transformación religiosa del indio”. BORGES, Pedro. Op. cit., 495.
35
Cfr. BORGES, Pedro. Op. cit., 496.
36
Cfr. Ídem.
b. Los modelos evangelizadores
El modelo de Jesús y sus apóstoles “figura como suprema y continua referencia
tanto de las actuaciones y norma de conducta de los misioneros como en las obras de
metodología misional”37. Esto lo vemos reflejado en los proyectos de las comunidades
religiosas misioneras, que buscaban imitar en su estilo de vida a las primeras
comunidades, y llegaban incluso a mandar las expediciones misioneras con doce
integrantes, por ser éste el número de los apóstoles de Jesucristo38.

Por otra parte, la tradición misional de las propias órdenes también sirvió de
modelo ante este nuevo desafío evangelizador. Los franciscanos, por su parte, tenían el
ejemplo de su fundador y su actuación con los mahometanos, mientras que los
dominicos ya poseían en ese tiempo de una vasta tradición misionera en distintas partes
del mundo conocido39.

c. Modos de evangelización que parten de la aculturación o la


inculturación del aborigen
En grandes rasgos, podemos decir que los misioneros fueron haciendo opción
entre dos grandes modos de llevar adelante la tarea evangelizadora: por una parte,
aquéllos que reconocieron como necesarias las estructuras coloniales y hasta la
conquista por la fuerza para desarrollar la tarea evangelizadora, rechazando de plano la
cultura originaria para implantar sobre ella la doctrina cristiana, utilizando como método
el de la tabula rasa. Por otra parte, están aquéllos que hicieron una opción por llevar
adelante la evangelización con una autonomía relativa o absoluta de las estructuras
coloniales españolas, utilizando como método propio el de aprecio y valoración cultural
del otro40.

Hasta la primera mitad del s. XVI, predomina fuertemente el método de la


tabula rasa bajo el modo de aculturación de los pueblos originarios. Las órdenes
franciscana, mercedaria y agustina asumieron, en general, esta postura41. La tabula rasa
implicaba “la proclamación de una «doctrina» ibérica, europea, de la cristiandad, sin
tomar en cuenta el grado cultural, la situación objetiva del indígena, o del esclavo

37
Ídem.
38
“Se trata de un detalle revelador que ya lo habían tenido en cuenta los propios franciscanos en 1502 y
que luego lo volvieron a repetir, sólo en la primera mitad del siglo XVI, en 1532, 1541, 1546, 1548 y en
dos ocasiones de 1549. Por su parte, y durante esta misma época, lo tuvieron también en cuenta los
10

mercedarios en 1526, los dominicos en 1511 y 1526 y los agustinos en 1536, 1539, 1547, 1550, 1552,
1555 y 1556”. BORGES, Pedro. Op. cit., 497.
Página

39
Cfr. BORGES, Pedro. Op. cit., 497.
40
Cfr. DUSSEL, Enrique. Op. cit., 342.
41
Cfr. Ídem.
negro”42. Ello suponía, por una parte, la dominación de aquéllos destinatarios de la
evangelización y, por otra, el desprecio de su propia cultura43. Como decíamos antes,
este fue el método mayormente utilizado, donde la conquista precedía a la
evangelización por lo que la población originaria era primero dominada para luego ser
evangelizada44.

El método de valoración cultural del aborigen fue una experiencia poco presente
en la primera evangelización de América, pero ciertamente importante para el futuro
misional tanto de estas tierras como de los modos misionales contemporáneos. Estas
experiencias estuvieron ajenas a la intervención militar de los conquistadores, por lo que
su carácter pacífico es primordial45. El otro rasgo característico será el respeto de la
cultura y de la dignidad de los originarios, lo que conduce a que la evangelización se
realice por «la persuasión del entendimiento por medio de razones y la invitación y
suave moción de la voluntad», a decir de Bartolomé de las Casas46. Uno de los
cimientos de este modo misional ha sido el conocimiento etnológico de los originarios,
llevando a una tarea evangelizadora realizada fuera del ámbito español47. Hasta la
primera mitad del s. XVI, los dominicos y en particular el mismo Bartolomé de las
Casas llevaron adelante alguna de estas experiencias evangelizadoras sin mucho éxito.
Sólo posteriormente, con las reducciones, se observarán los mejores resultados48.

d. Principios metodológicos básicos


Tomando el marco de estos modos de llevar adelante la labor evangelizadora,
podemos reconocer igualmente ciertos principios comunes o básicos que los distintos
misioneros han tenido, en lo concerniente a lo metodológico. Éstos son los métodos de
preparación, de difusión, de catequización y de persuasión49. Ciertamente, ellos se
encuentran fuertemente influidos por lo antes dicho; es decir, que el partir sea de la
aculturación como de la inculturación del originario influirá notablemente en estos
principios básicos respecto al modo concreto en que se plasmarán. Veamos ahora en qué
consiste cada uno de ellos.

42
Ibíd., 343.
43
Cfr. Ídem.
44
Cfr. Ibíd., 343-344.
11

45
Cfr. Ibíd., 345.
46
Cfr. Ídem.
Página

47
Cfr. Ídem.
48
Cfr. Ibíd., 346-347.
49
Cfr. BORGES, Pedro. Op. cit., 503.
i. Métodos de preparación
Este principio metodológico da cuenta, primariamente, de la valoración de los
misioneros hacia los originarios, en cuanto considerarlos susceptibles de ser
evangelizados en cuanto poseen racionalidad. Mientras que a comienzos del s. XVI se
discutía en los ambientes académicos sobre la condición de seres racionales de los
aborígenes, los misioneros ya iniciaban su labor evangelizadora entre los mismos
presuponiendo tal condición humana50.

Pero más allá de la racionalidad de los interlocutores, los misioneros también


constataban que los originarios vivían en condiciones precarias o deshumanizadas a su
parecer, por lo que la preparación a la evangelización consistía muchas veces en la
elevación humana de los aborígenes51. «Primero hombres, luego cristianos», es el
estribillo que condensará este principio de preparación a partir de la promoción del
originario para que piense y viva como persona, desde los cánones europeos52.

Consecuencia de tal principio fue el proceso de transculturación llevada adelante


por los misioneros, consistente en “apartar a los nativos de las costumbres contrarias a
la naturaleza y al cristianismo, en conservar las buenas o indiferentes y en sustituir las
primeras y complementar las segundas con las propias de la civilización occidental”53.
Este proceso, no obstante, fue muy complejo en cuanto a lograr un adecuado
discernimiento de las costumbres, sumándose también la diversidad de criterios y de
aspiraciones de los misioneros en cuanto a la transformación aspirada54.

ii. Métodos de difusión


Aquí prima la convicción de la predicación evangélica, centrada en los
principios centrales de la fe55.

Las primeras experiencias evangelizadoras dan cuenta del modo en que los
misioneros buscaban llevar a los originarios a la fe cristiana: “se dirigían a los naturales
en su lengua; procuraban adoctrinar primero a los caciques; les enseñaban las
principales oraciones y sólo los artículos de fe más fácilmente comprensibles por la
razón humana (…) y que más claramente diferenciaban la fe católica de sus creencias
ancestrales”56.

50
Cfr. Ídem.
51
Cfr. Ibíd., 504.
12

52
Cfr. Ibíd., 522.
53
Cfr. Ibíd., 525.
Página

54
Cfr. Ídem.
55
Cfr. Ibíd., 504.
56
Cfr. Ibíd., 550.
Un modo de difusión que se dará posteriormente, no común en la etapa que
estamos profundizando, será la congregación de los aborígenes en poblados o
reducciones, con el doble fin de prepararlos humanamente para la recepción de la fe y la
transmisión de las doctrina y modo de vida cristiana57.

iii. Métodos de catequización


Este principio se basa en la necesidad de un conocimiento básico de las verdades
cristianas para abrazar la fe. De allí la preocupación de los misioneros por aprender las
lenguas de los originarios a fin de poder catequizarlos en su mismo idioma58.

La preocupación de los religiosos por la dimensión catequizadora, juntamente


con las desavenencias existentes respecto al modo en que debía llevarse a cabo tanto
ésta como la administración de los sacramentos, condujo a diversas reuniones, juntas y
pronunciamientos de las autoridades eclesiásticas. Una de las primeras se desarrolló en
1535 en Nueva España, donde los religiosos se encontraron para tratar respecto al
bautismo de los originarios y la preparación exigida para recibir el mismo. Mientras que
los dominicos exigían una disposición del catecúmeno que se demuestre
fehacientemente en su conversión de vida, asumiendo la moral cristiana, los
franciscanos sólo consideraban necesario el conocimiento y aceptación básica de la
doctrina59.

Continuando la polémica en torno a la adecuada preparación requerida a los


aborígenes para recibir el bautismo, la Junta de Teólogos de Salamanca responde en
1541: «Esos bárbaros infieles no han de ser bautizados antes de que hayan sido
suficientemente instruidos, no sólo en la fe, sino también en la conducta cristiana, por lo
menos en lo que es necesario para la salvación, y conscientes de que sea muy verosímil
que entiendan lo que se les administra»60.

iv. Métodos de persuasión


Este principio refiere al carácter voluntario de la conversión, procurando que tal
sea libre de toda coacción61. Esto es interesante, tomando en cuenta el contexto de
conquista desarrollado fuertemente durante la primera mitad del s. XVI.
13

57
Cfr. Ibíd., 504.
58
Cfr. Ídem.
Página

59
Cfr. Ibíd., 551.
60
Cfr. Ibíd., 553.
61
Cfr. Ibíd., 504.
Para lograr la persuasión de los aborígenes respecto a las verdades de la fe
enseñadas, los misioneros se valieron de una gran cantidad de medios que desarrollamos
aquí sucintamente62:

 Captación de la benevolencia: refiere a obtener el afecto de los originarios. Para


ello, los misioneros buscan mostrarse diferenciados de los conquistadores, de los
encomenderos y de otros españoles que generan resentimiento a los aborígenes.
También recurren al trato cariñoso, la paciencia y los actos de caridad.
 Presentación atractiva del cristianismo: los misioneros buscaban que la doctrina
predicada agrade a los originarios, recurriendo para ello a relatos coloridos sobre
las realidades de fe, incurriendo muchas veces en una especie de
antropomorfismo religioso. También se rodeó de gran solemnidad la catequesis
y el culto cristiano.
 Erradicación del paganismo: la implantación del cristianismo iba de la mano,
para la labor misionera, de la erradicación del paganismo, en cuanto se reconocía
la incompatibilidad de la existencia simultánea de ambas realidades. Se llevó
adelante a partir de la refutación teórica de las creencias originarias, la anulación
de sus defensores o de sus hechiceros, la debilitación de la autoridad de los
antepasados, y la supresión de toda manifestación religiosa considerada idólatra.
 Métodos de autoridad: para mostrar el gran valor de la religión cristiana, desde
el primer momento evangelizador se enfatizó en la estima tanto de los
misioneros como de los misterios de fe. Por una parte, se rodeó de solemnidad a
todas las manifestaciones religiosas y también de la vida civil. Por otra, se
fomentó la autoridad y reverencia al misionero, rodeándolo de un máximo
respeto. Esto último, además debía estar acompañado por la conducta coherente
de los misioneros, especialmente en el ámbito moral, de tal modo de ganar o
conservar el prestigio ante los nativos.
 Métodos verticales: refieren a la búsqueda de captar el favor de los jefes o
caciques de las comunidades originarias, procurando su cristianización y, con
ella, la de toda la población. En esta misma línea, se ofreció a los hijos de los
caciques una educación especial en los colegios de las Órdenes63.
 Métodos capilares o de contacto: tienen que ver con la influencia que el contacto
de los cristianos podía tener con los originarios en lo que respecta a su
14

62
Cfr. Ibíd., 573-591.
63
“Estos colegios comenzaron ya en España con anterioridad a 1509, por obra de los franciscanos, y
Página

pasaron al continente con la propia evangelización. La época de su mayor esplendor coincidió con el
período de tiempo comprendido entre 1530 y 1570 aproximadamente, que fue también el de mayor
empuje misional”. BORGES, Pedro. Op. cit., 589.
conversión. El contacto entre originarios y cristianos españoles no fue tan bien
valorado por los misioneros, prefiriéndose muchas veces la separación para
llevar adelante la evangelización, proponiendo el encuentro únicamente luego de
la conversión.
 Métodos de educación: se buscaba formar a los niños en la religión cristiana
para que ellos, posteriormente, influyan en sus padres y, sobre todo, aseguren el
futuro del cristianismo en el lugar.

5. Los métodos y técnicas utilizadas prioritariamente


por las órdenes religiosas
a. Franciscanos
La Orden Franciscana, durante el s. XVI, desarrolla su mayor despliegue
misionero en estas tierras americanas, instalando conventos e iglesias en un vasto
territorio.

En lo que respecta al método que caracteriza su labor evangelizadora, se


encuentran en su base un gran “realismo y flexibilidad”64. Realismo tanto en cuanto a la
condición de los nativos como en cuanto a la administración española. Los testimonios
de la época reflejan el conocimiento directo de los originarios, no trasladando las
cualidades o defectos de unos a otros en la tarea misionera-evangelizadora. Respecto a
su relación con la Corona, la Orden en general aceptaba sus normativas, combatiéndolas
sólo cuando notaban que no eran adecuadas a la realidad concreta. Como el mayor mal
estribaba en el incumplimiento de las leyes emanadas desde Europa, una fuerte labor de
la Orden Franciscana fue la de denunciar tal realidad65.

Un punto central en el método evangelizador Franciscano se encuentra en la


convivencia con los originarios. “El misionero, al menos en el siglo XVI, vivía más en
función del indio que del convento”66. Esta necesidad de contacto inspiró a los
misioneros la puesta en marcha de los sistemas de las «reducciones» y el de las escuelas
y colegios para los hijos de los nativos con la modalidad de internados67.

Este contacto directo exigió al misionero Franciscano el conocimiento de la


lengua nativa, en lo cual se destacaron especialmente. Fruto de tal saber, se fueron

64
VÁZQUEZ JANEIRO, Isaac (O.F.M.). “Estructura y acción evangelizadora de la Orden Franciscana en
15

Hispaniamérica”. En: Historia de la evangelización de América. Trayectoria, identidad y esperanza de un


Continente. Ciudad del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1992, 169.
Página

65
Cfr. Ídem.
66
Ídem.
67
Cfr. Ídem.
elaborando diversos catecismos, gramáticas y vocabularios que desde 1539, con la
introducción de la imprenta en las misiones, empezaron a divulgarse por la región de
Nueva España68.

b. Dominicos
La Orden de los Predicadores llega temprano a América con una línea de trabajo
semejante al programa primitivo que tuvo en su fundación por santo Domingo de
Guzmán, a saber: fundar conventos, estudiar y predicar. Esta triple finalidad será el eje
de la presencia de los Dominicos en las nuevas tierras, cuya disciplina para obtener tales
metas será encomiable69.

Es de subrayar, aunque sobrepase lo propio de este trabajo, la predicación


profética de los primeros Dominicos, con De las Casas y Montesinos como ejemplos
luminosos, que llevaron a la revisión de los métodos de conquista y colonización
empleados por los españoles, y siendo propulsores con su denuncia de las primeras leyes
de Indias dictadas en 151270.

Durante el s. XVI, la Orden logra una gran expansión territorial, inaugurando


una gran cantidad de conventos, de universidades, de «doctrinas» y de «misiones» en
los cuales se va desarrollando la tarea evangelizadora71.

En cuanto a los métodos utilizados para la evangelización, ha sido muy


importante el aprendizaje de los misioneros de las lenguas nativas para el diálogo con
los originarios. El contacto con los aborígenes, que en un principio fue visto como
obstáculo en la incomprensión de la lengua y de la cultura, llevó a los Dominicos a una
seria preocupación por el aprendizaje. También entre los Dominicos, al igual que
veíamos respecto a los Franciscanos, se desarrollaron gramáticas y diccionarios de las
lenguas originarias, y algunos de los predicadores llegaron a ser eximios lingüistas72.

Finalmente, más allá de toda metodología, el amor dispensado a los originarios


por parte de muchos de los misioneros Dominicos ha sido el mayor testimonio que pudo
llegar a darse. Desde un principio ellos asumieron la racionalidad del originario y su
capacidad de ser evangelizados, y en su condición de hombres iguales en su dignidad de

68
Cfr. Ibíd., 169-170.
69
Cfr. HUERGA, Álbaro (O.P.). “Los Dominicos en el «Novus Orbis»: predicación y teología”. En:
16

Historia de la evangelización de América. Trayectoria, identidad y esperanza de un Continente. Ciudad


del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1992, 182.
Página

70
Cfr. Ibíd., 182-183.
71
Cfr. Ibíd., 183.
72
Cfr. Ibíd., 184-185.
Hijos de Dios insistieron de modo particular ante los abusos cometidos por la
dominación española73.

Lo que caracterizó a la evangelización dominicana fue su alto


contenido ideológico: [los aborígenes] son hombres, son capaces
de salvación, tienen derechos de hombres, incluido el ‘derecho’
a la evangelización, son libres, hay que evangelizarlos en paz y
en libertad74.

c. Mercedarios
La Orden de la Merced se establece en tierras americanas, sin fecha precisa,
entre los años 1510-1511. Luego de su primera instalación en la isla de República
Dominicana, inicia su expansión a otros lugares. Entre los grandes hitos de esta
expansión misionera, es de notar que los frailes de esta Orden acompañaron a Hernán
Cortés en su empresa de conquista de México (1519)75.

En cuanto a su tarea misionera, en un primer momento los mercedarios llevaban


adelante la evangelización mediante visitas a los pueblos y caseríos de los originarios,
con la finalidad de enseñarles la doctrina cristiana y prepararles para el bautismo. Esto
lo llamaban «visitas espirituales de los pueblos». Este sistema no tuvo grandes logos,
debido particularmente a la escasez de misioneros y las largas distancias a recorrer,
haciendo poco frecuentes la repetición de las visitas76.

La poca eficacia del sistema de visitas condujo a reconocer la necesidad de que


los misioneros se establezcan cerca de las poblaciones aborígenes o en medio de ellas.
Así se dio paso al sistema de las «doctrinas»77, empezadas a mediados del s. XVI. Las
doctrinas tuvieron un funcionamiento de más de dos siglos, logrando ser un modo
adecuado para llevar adelante la evangelización en el Nuevo Mundo78.

73
Cfr. Ibíd., 186.
74
Ibíd., 188.
75
Cfr. QUISPE, Severo Aparicio (O. de M.). “Los Mercedarios en la Evangelización de América”. En:
Historia de la evangelización de América. Trayectoria, identidad y esperanza de un Continente. Ciudad
del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1992, 230-231.
76
Cfr. Ibíd., 244.
17

77
“Las doctrinas eran centros de catequesis rural, asentados en los campos, serranías, valles y quebradas
de gran parte de la difícil geografía de América española (…) Una doctrina estaba formada de varios
Página

pueblos pequeños, distantes entre sí, y hacía de cabecera de doctrina el más importante de ellos, donde
residía el cura doctrinero”. QUISPE, Severo Aparicio (O. de M.). Op. cit., 245.
78
Cfr. QUISPE, Severo Aparicio (O. de M.). Op. cit., 244-245.
d. Agustinos
Los Agustinos han sido la Orden que más tardíamente llegó a las tierras
americanas en el periodo analizado. En efecto, es recién en 1533 que se establecen en
Nueva España79. Es de notar que los Agustinos no habían tenido experiencias
misioneras previas a su llegada a América80. No obstante esto, “les tocó acudir a la
evangelización de las partes más difíciles de la orografía mexicana, desempeñando su
labor en culturas indígenas que llamaríamos periféricas”81.

En lo que respecta a la preparación del misionero, más allá de la formación


propia de religioso, al arribar a su destino misional el fraile era destinado o llamado a
escoger algún pueblo a fin de aprender la lengua y la cultura propia de ese lugar. Se verá
en esto una ayuda notable para la labor evangelizadora82.

Respecto a su proyecto evangelizador, cabe decir que los Agustinos se


preocuparon por la integridad de los originarios, colocando en el centro a la persona a la
cual buscaron educar, instruir, formar humana y cristianamente83.

En lo metodológico, sumado al esfuerzo de comprender la lengua y la cultura de


los nativos, en las visitas a los lugares donde habitaban se buscaba que formen pequeñas
poblaciones para llevar adelante la educación antes dicha. Esto no era nada sencillo. En
cuanto era posible reunirlos, llevaban adelante una instrucción de lo más indispensable
para que puedan recibir el bautismo, abreviado en el tiempo por la mentalidad de la
época respecto a la administración del sacramento84.

También los conventos Agustinos fueron una fuente de irradiación cultural


importante. En ellos los niños eran educados en las primeras letras, mientras que los
adultos eran instruidos en distintos artes y oficios85. En cuanto a la formación religiosa,
esta fue un punto central en la propuesta de los Agustinos: se fomentó en gran medida la
dimensión religiosa de los originarios, a través de los cantos y las oraciones, siendo esto
una pauta del aprendizaje catequístico86.

79
Cfr. ESCUTIA, Roberto Jaramillo (O.S.A.). “Los Agustinos en la primera evangelización de América”.
En: Historia de la evangelización de América. Trayectoria, identidad y esperanza de un Continente.
Ciudad del Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1992, 195.
80
Cfr. Ibíd., 198.
81
Ibíd., 201.
18

82
Cfr. Ibíd., 199.
83
Cfr. Ibíd., 201.
Página

84
Cfr. Ibíd., 203.
85
Cfr. Ibíd., 204-205.
86
Cfr. Ibíd., 206.
Conclusión
A lo largo de la elaboración del trabajo hemos constatado la permanente tensión
entre el mandato evangelizador y civilizador que pesaba sobre la conquista del territorio
por parte de la Corona española, lo cual condujo a ésta al envío de misioneros que
lleven adelante tal labor, y la praxis concreta de evangelización que las Órdenes
llevaron adelante en estos territorios que en no pocas ocasiones se separó del modelo de
cristiandad europeo, al atender a la fidelidad del Evangelio en el encuentro con la
realidad concreta del otro, reconocido como hombre digno y semejante.

Es verdad que, en grandes rasgos, los misioneros asumieron un estilo de


aculturación, instaurando por encima de las culturas y religiones aborígenes la
cosmovisión europea y cristiana. Dentro de esta opción, que hoy podemos decir
negativa, hubo también no pocos aciertos, entre los cuales uno grande ha sido la
adopción y conservación mediante gramáticas y diccionarios de las lenguas originarias.
Dentro de la cultura, la lengua podemos constatar es el primer acceso a ella, y por eso
subrayamos esta opción de los misioneros americanos. Otros rasgos positivos podemos
decir que han sido la preocupación por la dignidad del originario, la defensa de sus
derechos ante los españoles, la valía de la opción voluntaria de los aborígenes para
aceptar o no la fe, la promoción humana que rodeó la predicación misionera, etc.

También reconocimos que hubo algunas experiencias donde primó la


inculturación sobre la aculturación, haciendo valer aún más la dignidad de los pueblos
originarios y el valor de su cultura ancestral. Allí, la tarea de los misioneros no ha sido
sencilla, pero sí podríamos decir muy fructífera en cuanto a lo que nos han dejado de
enseñanza para la nueva evangelización.

La tarea emprendida por las Órdenes religiosas misioneras en América durante


el s. XV y mediados del s. XVI es para nosotros, religiosos del s. XXI, un modelo de
entrega generosa y de búsqueda creativa constante de cómo vivir y testimoniar el
Evangelio ante situaciones nuevas, ante realidades inéditas, ante nuevos lenguajes que
hoy también nos confrontan.
19
Página
Bibliografía
 BORGES, Pedro (dir.). Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas I,
Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1992.
 BRUNO, Cayetano. La evangelización del aborigen americano, Buenos Aires,
Educa, 1988.
 DUSSEL, Enrique. Historia general de la Iglesia en América Latina I/1,
Introducción General. Salamanca, Ed. Sígueme, 1983.
 SIWAK, Pedro. 500 años de evangelización americana. Tomo I (1492-1860).
Buenos Aires, Ed. del Encuentro y Paulinas, 1991.
 Pontificia Comissio pro América Latina. Historia de la evangelización de
América. Trayectoria, identidad y esperanza de un Continente. Ciudad del
Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 1992.
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