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MÓDULO I: BASES TEÓRICO-CONCEPTUALES PARA EL TRABAJO CON

NIÑAS Y NIÑOS DE 0 A 3 AÑOS

BREVE INTRODUCCIÓN AL MÓDULO

La comprensión del niño y la niña como personas multidimensionales, la integralidad de su


desarrollo y el carácter holístico y oportuno que demanda su abordaje, son temas que están
cobrando importancia a nivel internacional. No obstante, la exclusión e inequidades que sufren
grandes poblaciones infantiles y sus familias en la región exigen profundizar sobre el carácter
potenciador de la atención y la educación de la primera infancia (AEPI), haciendo uso del cúmulo
de evidencias arrojadas por diversas disciplinas.

Por ello, el módulo proporciona enfoques teórico–conceptuales actualizados que sustentan el


trabajo con la primera infancia. Se inicia con la concepción de niño/a que se establece a partir
de la Convención de los Derechos del Niño/a, continúa con un análisis de la denominación e
importancia del ciclo I -de 0 a 3 años de edad- y finaliza con la explicitación de los fundamentos
teórico–conceptuales que sustentan la atención y educación de los menores de 3 años, así como
la incidencia que éstos tienen en la formulación de las políticas para la primera infancia en los
países de Latinoamérica.

Se espera que los estudiantes hagan uso de los enfoques que se proponen para mejorar su
capacidad argumentativa con bases interdisciplinarias, y de esta manera enriquezcan las
propuestas de políticas y programas de atención a la primera infancia que vienen siendo
aplicadas en sus respectivos países.

ENLACES DE INTERÉS

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Desarrollo infantil temprano: el desafío global. The Lancet (Revista médica).

www.sedi.oas.org/dec/documentos/simposio/Otrosarchivos/SERIES%202007%20LANCET.doc

Efectos de un programa de atención integral a la infancia en el desarrollo de niños de sectores


pobres de Colombia. José Amar Amar. Páginas 60 a 69
http://www.uninorte.edu.co/publicaciones/secciones.asp?ID=25

BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA

Desarrollo del cerebro basado en la experiencia temprana y su efecto en la salud, el aprendizaje


y la conducta. Fraser Mustard. http://www.oas.org/udse/dit2/relacionados/archivos/desarrollo-
cerebral.aspx

Promoviendo la creación de servicios para la primera infancia en entornos de recursos limitados.


En Revista “Espacio para la Infancia” No. 28: Fortaleciendo el ambiente de cuidado del niño
pequeño. Páginas 10 a 14 http://www.oei.es/pdfs/fortalecimiento_cuidado_nino_pequeno.pdf

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BASES TEÓRICO-CONCEPTUALES PARA EL TRABAJO CON NIÑAS Y NIÑOS DE 0 A 3 AÑOS

Presentación del tema

“Las unidades complejas, como el ser humano o la sociedad, son


multidimensionales; el ser humano es a la vez biológico,
psíquico, social, afectivo, racional. La sociedad comporta
dimensiones históricas, económicas, sociológicas, religiosas… el
conocimiento pertinente debe reconocer esta
multidimensionalidad e insertar allí sus informaciones…”

Edgar Morin*

La primera infancia es la etapa del ciclo vital que abarca desde el nacimiento hasta los 8 años; su
importancia reside en que en ella se estructuran las bases fundamentales del desarrollo
humano, tanto físicas como psicológicas, sociales y emocionales, las cuales se irán consolidando
y perfeccionando en las siguientes etapas de desarrollo. Por esta razón la atención y educación
para este grupo etario requiere de un marco teórico-conceptual que contemple todas las
dimensiones del desarrollo infantil. El enfoque que se adopte tanto para la formulación de
políticas como para el diseño e implementación de programas formales y no formales
pertinentes, con calidad y equidad, debe tener una clara orientación científica.

En la actualidad, el enfoque adoptado para la atención y educación de los menores de tres años
es más amplio y globalizador que en décadas anteriores, en virtud de los aportes de las ciencias
humanas y del comportamiento y del marco jurídico-político de los derechos consagrados en la
Convención sobre los Derechos del Niño: supervivencia, desarrollo y protección. Por ello, en la
formulación de los programas dirigidos a la primera infancia se considera necesario “…prestar
apoyo a la supervivencia, crecimiento, desarrollo y aprendizaje del niño –lo cual comprende

*
Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, 2002. Pág. 38.

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ocuparse de su salud, nutrición e higiene, así como de su desarrollo cognitivo, social, físico y
afectivo- desde su nacimiento hasta su ingreso a la escuela primaria, en contextos formales, no
formales e informales”.1 También es importante que los programas tengan un carácter
integrador desde un enfoque intersectorial que priorice la atención integral, especialmente de la
población que se encuentra en riesgo, para garantizar su bienestar y el desarrollo de sus
potencialidades.

Sin embargo, a pesar del reconocimiento que actualmente se otorga a la atención y educación
de los menores de 3 años, todavía son muchos los niños y niñas en América Latina que no tienen
acceso a estos programas por diferentes causas, entre ellas las relacionadas con las políticas y la
asignación de recursos. Para lograr ampliar la cobertura de atención dirigida a este grupo etario
se requieren acciones de diversa índole por parte de los gobiernos y de la sociedad en su
conjunto. Una de las acciones priorizadas por este curso es el fortalecimiento de capacidades
para incidir en la definición de políticas y programas. Por ese motivo pretendemos profundizar
en la argumentación para el trabajo con la primera infancia, revisando evidencias provenientes
de diversas ciencias y disciplinas que sustentan su importancia y orientan cambios significativos
en la intervención.

1. Marco conceptual sobre el ciclo de 0 a 3 años.

El marco conceptual del ciclo de 0 a 3 años se establece en función de todos los


documentos jurídico-políticos, de carácter internacional, interamericano y nacional, así
como por los acuerdos suscritos por los gobernantes y ministros en las Cumbres y
reuniones ministeriales y por los fundamentos teórico-conceptuales que los aportes de
las ciencias nos proporcionan, a partir de los resultados de los estudios e investigaciones
sobre el desarrollo integral de la primera infancia.

1.1 Concepto de niña y niño en edad temprana en el siglo XXI: cambio en la


concepción social de la infancia y reconceptualización de los bebés.

A lo largo de la historia de la humanidad, la concepción de niño ha ido sufriendo


transformaciones dependiendo del contexto cultural de cada época de la historia. En esa
evolución el niño fue considerado como adulto pequeño, tabula rasa, propiedad, persona en
desarrollo. Estas concepciones subestimaban la competencia del niño para actuar eficazmente
con su entorno. En oposición a estas opiniones, en 1974 Bruner y Connolly dan una nueva

1
Informe de seguimiento de la EPT en el mundo 2007. Bases sólidas. Atención y educación de la primera
infancia (pág. 3).

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acepción al término “competente” cuando lo relacionan con la niña y el niño pequeño debido a
que se ha constatado que un bebé sano y normal nace con todos los sentidos en pleno
funcionamiento y equipado con una serie de habilidades, es decir que puede percibir, actuar y
aprender, lo que equivale a decir que es capaz de comportarse de manera eficaz de acuerdo con
su edad y nivel de desarrollo. Otros investigadores antes de Bruner, Stone, Smith y Murphy
(1973), en su libro “El bebé competente”, manifiestan que desde el principio cada niño es un
individuo activo que percibe, aprende y organiza la información. Finalmente, Bruner plantea que
más allá de las capacidades que tiene el bebé al nacer, lo que se construye a partir de la manera
en que la madre o la persona significativa sustentan los comportamientos en el espacio de la
interacción social es un aprendizaje sobre la forma de comportarse en un contexto situado
culturalmente.
Sin embargo, es a partir de la Convención de los Derechos del Niño que la concepción de niño
varía sustancialmente ya que es considerado persona, sujeto social de derechos desde el
nacimiento. Ser persona significa que tiene capacidad de pensar, aprender, crear, tomar
decisiones, elegir entre opciones, expresar sus sentimientos, interactuar con el entorno. Se trata
de dejar de lado el anterior enfoque centrado en carencias, al haberse comprobado que todos
los niños tienen fortalezas. Gardner, con la teoría de las inteligencias múltiples, nos demuestra
que no hay una sola inteligencia y que cada niño y niña poseen una o varias más desarrolladas
que otras. Es a partir de esas destrezas que cada niño posee que va a ir desarrollando su
autoestima al comprobar que hay cosas que puede hacer.
Esta nueva concepción de infancia, unida a los resultados de los estudios e investigaciones sobre
el desarrollo del cerebro, la formación de las conexiones neuronales, la construcción de
estructuras afectivas y cognitivas, la importancia de las experiencias tempranas en esta
construcción y el impacto que esto tiene en el aprendizaje y el desarrollo integral del niño, han
producido cambios en la atención y educación del niño menor de 3 años, en el currículo, en la
metodología, en el rol del niño y del agente educativo. Por tanto, debe brindarse a los niños
menores de 3 años una atención y educación oportunas y pertinentes desde las edades más
tempranas por los efectos positivos que tienen en el desarrollo integral del niño, y por los
beneficios tanto sociales como económicos que se logran a mediano y a largo plazo para las
familias y las sociedades de la era moderna, cuyas exigencias son cada vez más complejas
(PREAL. Myers. 2000).

1.2 El ciclo de 0 a 3 años: su denominación e importancia

La atención y educación para este grupo etario recibe distintas denominaciones en los países de
la región, entre ellas estimulación temprana, educación infantil, primer ciclo, educación inicial,
educación básica o pre-primaria, educación preescolar, educación parvularia, entre las más
mencionadas en los documentos normativos y el currículo. Estas denominaciones implican

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distintas concepciones de niño y del enfoque educativo y tienen su génesis en la corriente
psicológica o pedagógica vigente en un momento histórico concreto.

Así, la denominación estimulación temprana está relacionada con la teoría conductista que
establece que la estimulación externa es necesaria para obtener una respuesta del niño con el
esquema E-O-R. Esta denominación tuvo vigencia durante bastante tiempo y aún sigue siendo
utilizada en algunos documentos, pero en la mayoría de los casos ha sido reemplazada por no
ser compatible con el concepto de niño que desde su nacimiento interactúa con su entorno
natural y social para construir sus aprendizajes. La educación maternal tampoco es un término
que refleja toda actividad que se realiza con este grupo etario, y parecería que está referida a la
atención que brinda la madre en el hogar.

El término educación básica es un concepto más amplio, que comprende toda la educación
escolar desde el nacimiento hasta finalizar la educación secundaria. El nombre de educación
preescolar o pre-primaria, que abarca la etapa de 0 a 5 años, señala, como su nombre lo indica,
que es la educación previa a la educación escolar o primaria, de preparación para el ingreso a la
escuela, sin objetivos en sí misma y sin identidad propia. Los términos educación parvularia y
educación infantil están referidos a la educación para niños de 0 a 5 años, sin diferenciar el
grupo de 0 a 3 años del de 3 a 5 años. Por otra parte, educación inicial es un término innovador,
mas sin embargo en los países donde se utiliza abarca diferentes edades; así, para algunos es la
etapa de 0 a 2 ó 3 años, en otros es la de 0 a 4 años, y también la etapa de 0 a 5 años.

En algunos países, donde este nivel educativo tiene una sola denominación (preescolar,
parvularia, inicial, etc.) se está adoptando la denominación de primer ciclo para la etapa de 0 a 2
ó 3 años, considerando que este nombre está referido a un período dentro del desarrollo
evolutivo de los niños que tiene características peculiares diferentes a las del ciclo siguiente
(Peralta, 2007).

La importancia que tiene la etapa de 0 a 3 años en el ciclo vital del ser humano ha sido
reconocida en numerosos estudios e investigaciones, especialmente de la neurobiología, la
pedagogía, la sociología y la economía. Esos estudios han determinado que desde la gestación
hasta los 3 primeros años de vida se dan procesos de crecimiento y desarrollo acelerado, en
todas las dimensiones del niño: física, motor, intelectual y socio-emocional, conformando las
bases sobre las que se asienta todo el desarrollo ulterior. Los estímulos que el niño recibe

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durante la gestación e inmediatamente después del nacimiento van a ser fundamentales para su
desempeño en la edad adulta (Mustard, 2002). Recordemos que los primeros años de vida son
un período crítico para el desarrollo de algunas funciones, y un período de una gran plasticidad
cerebral. Es también en estas edades cuando se forma el apego seguro con los padres o la
persona que los cuida, lo que contribuirá a su seguridad emocional y al desarrollo de la
confianza básica.

2. Fundamentos teórico–conceptuales para una atención de calidad

Para que la atención y la educación tengan un efecto positivo en el desarrollo integral de la niña
y del niño, es necesario cuidar la calidad de los programas. En la actualidad este es uno de los
mayores desafíos que enfrenta la educación, tanto en los programas formales como en los no
formales. Al respecto, se observa que la mayoría de los países no cuenta con criterios,
estándares e indicadores que permitan evaluar la calidad de la atención y la educación dirigida a
los menores de 3 años. En la actualidad se han desarrollado algunas iniciativas al respecto pero
para el grupo de 3 a 6 años. Lo que sí se ha identificado es que en muchos casos la atención está
centrada más en aspectos de supervivencia -salud, nutrición y cuidados- que en aspectos
fundamentales como educación y desarrollo. Es probable que ello se deba a la situación de
pobreza y extrema pobreza que afecta a casi el 50% de la población infantil de América Latina y
que se ve reflejada en los altos índices de desnutrición crónica y anemia, situación que preocupa
a los gobiernos por el impacto que tienen en la salud y el aprendizaje de los niños.

Sin embargo, una educación de calidad para el niño menor de 3 años debe tener un enfoque
integral que atienda todas las dimensiones del desarrollo infantil, con metodologías que
consideren al niño como sujeto activo capaz de construir sus conocimientos, y un currículo que
ofrezca oportunidades de explorar, experimentar, descubrir, expresarse e interactuar con su
contexto natural y social, y que constituya un desafío para los niños de este grupo etario,
teniendo en consideración toda la fundamentación de una educación de calidad para este siglo.

2.1 El punto de partida de desarrollo humano y el enfoque integral para la atención de la


primera infancia: biológico, psicológico, neurocientífico, sociológico, antropológico cultural,
pedagógico, económico y filosófico

La literatura contemporánea proporciona información científica relevante sobre el desarrollo


humano en la primera infancia y sobre las necesidades básicas de niñas y niños, para garantizar

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una atención y educación de calidad que promueva el pleno desarrollo de sus potencialidades.
Numerosas investigaciones realizadas por psicólogos, pedagogos, neurólogos, médicos,
sociólogos y antropólogos, entre otros, han demostrado el efecto sinérgico que se produce
entre los cuidados de la salud, la nutrición y la educación de manera oportuna y pertinente
desde las edades más tempranas, así como el impacto que esta atención tiene en el desarrollo
de las capacidades psicológicas, emocionales, intelectuales y sociales de niñas y niños.

A continuación se presenta un análisis de los aportes de las ciencias humanas y del


comportamiento con relación al desarrollo biológico, psicológico, neurocientífico,
sociológico, antropológico cultural, pedagógico y filosófico, a fin de contribuir a un
mayor conocimiento del desarrollo infantil, así como a los aspectos que se deben tener
en cuenta en el diseño de los programas para los menores de 3 años y en la formulación
de las políticas para la primera infancia.

Fundamentos biológicos:

La infancia es la etapa del ciclo vital en la que se producen cambios significativos en cuanto al
crecimiento y el desarrollo del ser humano. El crecimiento y el desarrollo son dos procesos
interdependientes que implican la magnitud y los cambios de estructura que se producen en la
persona. El término crecimiento está referido al incremento gradual de peso y talla, sin dejar de
lado el aumento de la masa corporal y el crecimiento de todos los órganos y sistemas. Se da
tanto en lo somático como en lo psíquico.

El desarrollo supone el cambio de estructuras y el funcionamiento cualitativo que comienzan


desde la concepción. La literatura presenta tres teorías o modelos de desarrollo: el mecanicista,
ligado al conductismo; el organicista, en el que el desarrollo es concebido como un cambio
estructural unidimensional, irreversible y orientado a metas, que es representativo de la teoría
de Piaget; y el contextual dialéctico, que plantea que el desarrollo es multidimensional,
multidireccional y discontinuo, representativo de la orientación del ciclo vital. Los dos últimos
son los más mencionados en la bibliografía especializada sobre la educación de la primera
infancia.

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Estudios e investigaciones han comprobado que el ritmo de crecimiento y desarrollo es más
acelerado desde la concepción hasta el nacimiento, velocidad que luego comienza a descender
pero que aún conserva un ritmo acelerado durante los 3 primeros años de vida. El niño es un ser
en "continuo cambio", tanto en su crecimiento como en su desarrollo y maduración. En el
desarrollo interactúan dos factores: el potencial genético (natura), con sus potencialidades y
limitaciones, y el ambiente (nurtura), que favorecerá o limitará el desarrollo de ellas. Es
importante señalar que cada niño -como ser individual- tiene su propio ritmo de desarrollo.

Otro factor a tener en cuenta es la maduración necesaria para algunos aprendizajes


determinados genéticamente, como el desarrollo psicomotor y el control de esfínteres,
entre otros. El desarrollo psicomotor está regulado por dos leyes o principios del
desarrollo: el céfalo caudal, que indica que las respuestas motrices se realizan en forma
descendente, desde la cabeza hasta los pies, y el próximo distal, que establece que las
respuestas motrices van desde el eje central del cuerpo a las partes externas o más
alejadas.

Por otra parte, cada vez hay más estudios e investigaciones que señalan que el patrón
de crecimiento, determinado genéticamente, puede ser modificado por factores
exógenos, entre los que se encuentra la nutrición. Las estadísticas demuestran que en la
región muchos niños y niñas tienen distintos grados de desnutrición, especialmente los
que nacen y crecen en ambientes signados por la pobreza y la extrema pobreza.

La desnutrición en los primeros años de vida tiene efectos más negativos en el desarrollo
integral de niñas y niños que en las edades posteriores. Las etapas de mayor riesgo y
vulnerabilidad son durante el periodo intrauterino, por desnutrición materna, y en los 2
primeros años de vida.

El Dr. Reynaldo Martorell señala que una nutrición deficiente durante la vida intrauterina y en
los primeros años de vida tiene efectos profundos y variados, tales como:

• Crecimiento físico y desarrollo motor retardados


• Déficit en el desarrollo cognitivo con un bajo coeficiente intelectual (inferior en 15 puntos o
más en los severamente desnutridos)
• Problemas de comportamiento y habilidades sociales deficientes en la edad escolar
• Atención disminuida, aprendizaje deficiente y logros educacionales más bajos.2

2
Fujimoto, G. Desarrollo integral del niño. Primer encuentro internacional: “La atención integral de la
primera infancia y los desafíos del siglo XXI”, República Dominicana.

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Estudios realizados por institutos de nutrición demuestran que se puede lograr mejorar el nivel
nutricional incluso en niñas y niños con desnutrición severa, cuando se desarrollan programas
que atiendan tanto los problemas nutricionales como la atención psicosocial. El control del
crecimiento y el desarrollo y la aplicación de vacunas dentro de la prevención primaria de salud
pueden evitar retardos en el desarrollo físico e intelectual. También para las enfermedades
inmuno-prevenibles más frecuentes en la primera infancia, el sector salud cuenta con
programas de bajo costo como vacunación contra el sarampión, la tos convulsiva, la rubéola,
etc., sales de rehidratación oral para la diarrea, y vacunas contra el neumococo, entre otros.
Otros programas, como el uso de mosquitero para el control de la malaria y cubrir los depósitos
que contienen agua para evitar el dengue han probado ser útiles en las zonas afectadas por
estas plagas.

A pesar de estas medidas preventivas, los índices de morbilidad-mortalidad y desnutrición


todavía siguen siendo altos en las niñas y los niños que viven en zonas rurales, en pobreza y
extrema pobreza, por lo que se requieren acciones urgentes para remediarlas. Es necesario
tener en cuenta que cuanto más temprano se inicien los programas, mejores serán los
resultados.

Por otra parte, si bien es cierto que por carencia de estudios longitudinales en los países de
América Latina no es posible contar con evidencias sobre los efectos de una atención oportuna y
pertinente, sí se ha comprobado que los niños que reciben programas combinados de nutrición
y estimulación en los primeros 2 años de vida tienen mejor desempeño en la escuela que
aquellos que reciben solo un tipo de intervención por separado.

Fundamentos psicológicos

El estudio del comportamiento humano ha sido abordado por numerosas investigaciones,


dando lugar a diversas teorías que ofrecen información sobre el desarrollo intelectual, social y
emocional niños y niñas. Estos aportes son fundamentales para la formulación de los currículos
y para el diseño de programas dirigidos a los niños menores de 3 años.

La teoría constructivista, que es la más mencionada en los documentos normativos de este nivel
educativo, tiene como representante significativo a Jean Piaget, quien ha tenido mucha
influencia en las reformas curriculares de la década del 70. Desde su perspectiva, el aprendizaje

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es un proceso de construcción interna que se produce en la interacción del niño con el entorno
físico y social. El desarrollo se produce en etapas secuenciales con niveles de complejidad
creciente. En los dos primeros años de vida el niño se encuentra en la etapa sensorio-motriz,
que va del nacimiento a los dos años, y durante la cual el niño se descubre a sí mismo y al
mundo que lo rodea a través de los sentidos y del movimiento, comenzando por la ejercitación
de los reflejos de succión y prensión. El concepto más importante que adquiere es la
permanencia del objeto, que implica que el objeto o persona existe aunque él no la vea. La
etapa sensorio-motriz se divide en 6 sub-etapas, cada una con características propias. Al cumplir
dos años el niño ingresa a la sub-etapa pre-conceptual, que forma parte de la etapa pre-
operacional o pre-operatoria, que se caracteriza porque aparece la función simbólica que le
permite hacer representaciones mentales, el juego simbólico y el inicio del lenguaje.

Vygotsky desarrolla la teoría socio-cultural, que señala que la naturaleza activa del niño es
afectada por el contexto socio-cultural e histórico donde reside, pero que a su vez, él afecta ese
contexto.3 Vygotsky hace énfasis en el potencial de aprendizaje del niño para aprender. Al
respecto formula el concepto de la zona de desarrollo próximo (ZDP), que se refiere a la
distancia entre lo que los niños aprenden solos y lo que pueden lograr en interacción con un
adulto o un aprendiz más adelantado. En el mismo sentido, Bruner, Ross y Woods desarrollaron
la metáfora del andamio. El andamiaje es el apoyo que la madre o el docente brindan al niño
para hacer una tarea, hasta que logra hacerla por sí solo.

Por su parte, Bruner propone los formatos de interacción madre–niño como una actividad lúdica
que favorece el proceso de adquisición del lenguaje y las habilidades comunicativas. Por este
motivo es necesario que los padres sean capacitados en formas lúdicas de interacción verbal,
que integren juegos cognitivos y de atención, formas gramaticales sencillas y un repertorio de
vocabulario básico enriquecido, de manera que puedan mejorar las interacciones con sus hijas e
hijos (González Moreyra, 1993).

Otro aporte importante para la educación es el que hace Erik Erikson con su teoría del
Desarrollo Psicosocial, que comprende ocho etapas desde el nacimiento hasta la edad adulta.
Según este psicólogo, en cada una de las etapas se produce una “crisis”, que la persona debe
resolver. De las ocho etapas propuestas por Erikson, dos corresponden al segmento etario de 0
a 3 años. La primera etapa va desde el nacimiento hasta los 18 meses y se denomina confianza
versus desconfianza. El recién nacido depende de las personas de su entorno para satisfacer sus
necesidades de alimentación, afecto y cuidado. La confianza que desarrolla con la persona que
lo atiende le permite al bebé establecer un vínculo con ella. La ternura, sensibilidad y
consistencia son elementos importantes relacionados con la rapidez y la actitud con las que

3
Papalia, D. y Wendkos Olds, S. (1997) Psicología del Desarrollo. Colombia, McGraw Hill.

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satisface sus necesidades y deseos. La desconfianza es el sentimiento que ayuda al pequeño a
protegerse. Si este sentimiento persiste, el niño sentirá el mundo como un lugar hostil. La
importancia de esta etapa reside en que durante ella se establece el apego seguro en el cual el
afecto juega un rol importante, ya que este vínculo afectivo proporciona a la niña y al niño
seguridad emocional, confianza en el otro, y desarrolla su capacidad para dar y recibir afecto tal
como lo señalan Spitz, Bowlby y Ainsworth.

La segunda etapa se extiende desde los 18 meses hasta los tres años y se denomina autonomía
frente a la vergüenza o duda. Se caracteriza por el deseo del niño de independizarse de las
personas de las que anteriormente dependió. A esta edad ya realiza actividades por sí solo como
comer, quitarse algunas prendas de vestir, ir al baño, etc. Las expresiones más frecuentes a esta
edad son “yo hago” o “yo solo”, especialmente a los 2 años donde surge una fuerte y obstinada
voluntad por lograr la autonomía. La vergüenza y la duda, según Erikson, ayudan a que el niño
empiece a autorregular su deseo de libertad total y a reconocer que no puede hacer todo lo que
quiere. Hacia los tres años el niño inicia un proceso de autorregulación de su comportamiento,
mediante el ajuste a las expectativas sociales y en función de los límites puestos por el adulto
(Papalia y Wendkos, 1999). Es importante destacar que en los primeros tres años de vida la
confianza y la autonomía favorecen el desarrollo del auto-concepto.

Es importante destacar que se ha constatado que un bebé sano y normal nace con todos los
sentidos en pleno funcionamiento, y equipado con una serie de habilidades como percibir,
actuar y aprender; vale decir que es capaz de comportarse de manera eficaz. Stone, Smith y
Murphy (1973), en su libro “El bebé competente”, manifiestan que desde el nacimiento cada
niño es un individuo activo que percibe, aprende y organiza la información. En el mismo sentido,
Papalia y Wendkos (1999) señalan que desde que nace el bebé actúa de manera activa con su
entorno y reacciona frente a él. Estos testimonios, producto de estudios e investigaciones,
permiten concluir que el ser humano posee potencialidades o capacidades al nacer, pero para
que estas se desarrollen es necesario que se les brinde la experiencia o la oportunidad; de allí la
importancia de la interacción intencional con personas y con objetos.

Fundamentos sociológicos

La socialización es definida como el proceso mediante el cual las personas aprenden e


internalizan las normas, valores y pautas de comportamiento propias de la cultura a la que
pertenecen, que les van a permitir desarrollar capacidades y actitudes para las interacciones

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sociales. Según las corrientes sociológicas existen dos tipos de socialización: primaria y
secundaria. La primaria es la que se desarrolla en el seno de la familia durante los primeros años
de vida y tiene un rol importante en el desarrollo de la identidad. En la primera infancia los
agentes de socialización de niñas y niños son la familia y la institución educativa. Ritzer,
refiriéndose al sociólogo Parsons, dice al respecto que:

“La idea subyacente a la teoría de Parsons es la afirmación de que la


institución de la familia constituye un prerrequisito indispensable para la
estabilidad social. Como agente fundamental de la socialización de los niños,
la familia es esencial para esa internalización del control social de la que
depende en última instancia la estabilidad de toda la sociedad”.4

Para Mead, los bebés y los niños pequeños empiezan a desempeñarse como seres
sociales al imitar, en actividades lúdicas, las acciones que han visto realizar a personas
de su entorno inmediato. Mead denomina a estas acciones adoptar el papel del otro,
vale decir que aprenden poniéndose en el lugar del otro.

En la actualidad se reconoce que es durante los primeros 3 años de vida del niño cuando
la familia tiene el mayor impacto en el desarrollo infantil. La formación del apego
seguro, los primeros aprendizajes y cuidados deben ser brindados por los padres, como
primeros y principales educadores. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo XX los
países de Latinoamérica han experimentado cambios sustanciales en la estructura
familiar, social y económica debidos a situaciones de diversa índole, que han tenido
impacto en la vida de las niñas y los niños.

La incorporación de la mujer a la esfera del trabajo fuera del hogar, el incremento de mujeres
como jefes de hogar, la reducción de la familia extendida, la migración de la zona rural a las
ciudades con un incremento significativo de áreas urbano-marginales, la pobreza y la violencia,
entre otros, han contribuido a reducir el tiempo que la familia destina a la interacción y a la
comunicación con sus hijas e hijos. Esta problemática está demandando la implementación de
servicios de atención para niñas y niños menores de tres años durante la jornada laboral de los
padres. Si bien hay un marco legal en ese sentido, las estadísticas y los informes de los países
muestran que los servicios existentes no cubren la demanda de las familias y muchas veces los
que están establecidos no reúnen los estándares de calidad requeridos.

4
Austin Millán, T. (2000). Fundamentos sociales y culturales de la educación. Capítulo 5. Santiago de Chile.
http://www.geocities.com/tomaustin_cl/educa/libro1/cap5.htm

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El ingreso de la niña y el niño a un centro o programa amplía su ámbito de socialización al tener
que compartir espacios y materiales con sus pares. Esta es una oportunidad para incorporar a
los padres al proceso educativo. Los padres y maestros deben ser conscientes que la escuela es
un lugar privilegiado para la comunicación, donde se intercambian opiniones, se socializan
conocimientos y se llega a acuerdos en la educación de los niños. Sensat (2004) señala que “en
la educación de los pequeños es imprescindible la buena relación, comunicación e intercambio
entre padres, madres y educadores, y es necesario propiciar su derecho a intervenir
democráticamente en la gestión de los centros”.5 Reconociendo el rol central que tienen los
padres, muchos países cuentan con políticas explícitas para involucrarlos como una estrategia
en la que se comparten responsabilidades e información. En ese sentido los centros y programas
para la primera infancia constituyen “… un puente entre la casa del niño y el mundo externo; es
la categoría mediadora entre lo que el niño es en su realidad natural y familiar y aquello en lo
que puede convertirse a través de las experiencias de aprendizaje y de vida comunitaria”.6
Frente a los cambios sociales mencionados y el reto que representa la formación de las nuevas
generaciones para enfrentar los desafíos de un mundo en el que se producen cambios
acelerados, la atención de la primera infancia y de las familias debe tener prioridad en la
formulación de las políticas públicas, considerando el apoyo que el Estado debe dar a los padres
para cumplir con su rol de primeros y principales educadores. También es necesario fortalecer
los vínculos parentales y las redes de apoyo familiar y comunitario para reducir los factores que
afectan el desarrollo infantil, asociados a condiciones de maltrato, abandono y desvinculación
afectiva, los cuales influyen de manera directa en la salud física y emocional y en el sano
desarrollo de los niños y las niñas.

Fundamentos neurocientíficos

Actualmente se cuenta con más información sobre el cerebro y sobre su rápido desarrollo
durante la gestación y el primer año de vida, lo que hace que éste sea más vulnerable en esta
etapa. La información proveniente de las neurociencias ha fundamentado -a través de los
resultados de múltiples estudios e investigaciones- la importancia de la atención y educación del
niño desde las edades más tempranas, de ser posible desde el nacimiento. En ese sentido,

5
Sensat, A.M. (2004). Op.cit Pág. 6
6
Cinquetti, P. En Duprat, H. y Malajovich, A. (1987), Pedagogía del nivel inicial. Buenos Aires. E. Plus Ultra,
Pág. 25

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Fraser Mustard7 afirma que existe un órgano maestro, el cerebro, que marca el camino hacia la
buena salud, el aprendizaje, y el comportamiento. Los estudios de Mustard en 2005 demuestran
que la estimulación empieza desde los 3 meses de gestación y la curva más alta de sinapsis para
los sentidos se produce a los 3 meses de nacido; la del lenguaje a los seis meses, y la función
cognitiva a los dos primeros años de edad. Es así que se ha encontrado que desde las 20
semanas de gestación, la audición del feto está lo suficientemente desarrollada como para
procesar algunos sonidos que se filtran a través del líquido amniótico, como los sonidos del
cuerpo de su madre, el latido del corazón y los sonidos del lenguaje, constituyendo la primera
experiencia auditiva temprana. Entre el sexto y el noveno mes de gestación, como el feto está
más tiempo despierto, escucha los sonidos lingüísticos de la lengua de su madre y se va
familiarizando con ellos. Karmiloff y Karmiloff Smith (2001)8 señalan que en esta etapa el bebé
está ocupado escuchando “a escondidas” las conversaciones de su madre, como una
preparación importante para su vida en el mundo exterior. Estas experiencias le van a permitir
llegar “listo” para prestar especial atención al lenguaje humano y especialmente al de su madre.
En el informe del I Simposio Internacional Conocer y Divulgar el Estado del Arte de la Atención
Educativa en la Primera Infancia se señala que “trabajos investigativos sobre la organización
temprana de los procesos sensoriales y motores permiten reconocer modificaciones en la forma
como se priorizan las rutas de procesamiento sensorial y cómo el sistema nervioso en desarrollo
integra sus percepciones particulares del mundo para, sobre ello, organizar sus actos a través de
movimientos. Las etapas tempranas de la vida, incluyendo la vida intrauterina, se constatan
como aquellas en las cuales es máxima la capacidad de nuestro sistema de transformarse ante
los cambios del ambiente. Estos periodos, conocidos como periodos críticos del desarrollo,
involucran la mayor capacidad de transformación del ser humano para aprendizajes futuros y
demandan especial atención”.

Los periodos críticos del desarrollo, también denominados ventanas de oportunidades, son
aquellos en los cuales se favorece la adquisición y el desarrollo de determinadas funciones
como: control emocional, de 0 a 2 años; visión, de 0 a 2 años; apego social, de 0 a 2 años;
vocabulario, de 0 a 3 años; segundo idioma, de 0 a 10 años; matemática/lógica, de 1 a 4 años;
música, de 3 a 10 años; mientras que otras regiones del cerebro, como el hipocampo y la
memoria, así como el sistema olfativo, conservan su plasticidad a lo largo de toda la vida. Por

7
Fundador y Presidente del Instituto Canadiense de Investigación Avanzada, Ontario, Canadá. Resumen
de la Conferencia “¿Qué dice la ciencia sobre los efectos de la intervención temprana?”, Banco Mundial,
septiembre de 2005, Washington, DC, Estados Unidos.
8
Karmiloff, K. y Karmiloff–Smith, A. (2001). Pathways to language. U.S.A. Harvard University Press.

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ello los tres primeros años de vida son cruciales en el diseño arquitectónico del cerebro. Las
redes neuronales y las ventanas de oportunidades que se abren y desarrollan durante este
período determinan la capacidad de aprendizaje futura de niños y niñas. La conclusión es que el
aprendizaje comienza antes del nacimiento y por lo tanto constituye un fundamento sólido para
involucrar a las familias en los programas de AEPI.

De otro lado, la Carnegie Corporation, en su investigación sobre el cerebro del recién nacido,9
destaca la importancia del medio ambiente que rodea al recién nacido y cómo influye éste en el
número de neuronas y en las sinapsis o conexiones entre ellas que van a dar lugar a las estructuras
que permiten configurar las condiciones para el aprendizaje. Estos estudios han demostrado que el
ambiente tiene un rol estratégico en el desarrollo del cerebro, ya que si es estimulante y rico se
presentan más sinapsis, pero si en cambio este es pobre y carente de estímulos, puede tener
efectos negativos en el desarrollo cerebral. “Los estímulos que brindan ejercitación al cerebro
ayudarán a mejorar las conexiones logradas, lo que establecerá una base más firme para el
desarrollo cognoscitivo y social” (Myers, 1994). En ese sentido, la Carnegie señala que los niños
nacidos en ambientes de pobreza pueden llegar a mostrar déficit cognitivo incluso a los 18 meses.

Las situaciones de estrés extremo por efecto de la pobreza también tienen un efecto negativo en
las neuronas relacionadas con el aprendizaje y la memoria. Sin embargo, se ha comprobado que
niños considerados de alto riesgo por diversas etiologías, pero que recibieron atención integral
durante los primeros seis meses de edad, redujeron el riesgo de retardo mental hasta en un 80%. A
la edad de 3 años, estos niños mostraban coeficientes de inteligencia de 15 a 20 puntos superiores
a niños con antecedentes y condiciones similares que no habían asistido a estos programas. Los
logros se mantuvieron hasta la edad de 15 años, lo que demuestra que los programas de atención
integral en los dos primeros años pueden tener efectos acumulativos de larga duración.

En los tres primeros años de vida es cuando el cerebro del niño y de la niña es más receptivo, lo
que permite un aprendizaje y un desarrollo más rápido que en cualquier otra edad,
especialmente cuando se satisfacen adecuadamente sus necesidades básicas. Los estudios
demuestran que algunas estructuras del cerebro, como las vías sensoriales (visión, audición,
tacto), se desarrollan más temprano, mientras que otras lo hacen más tarde (lenguaje y
matemáticas) pero probablemente reciben influencia de las primeras.

9
Informe sobre las necesidades de los niños menores. Puntos de inicio.

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El cerebro es también la base para las emociones, el comportamiento y el aprendizaje, e
influye en la salud física y mental a lo largo de toda la vida. Para comprender estas
relaciones es necesario articular la información sobre cómo las neuronas se desarrollan
e interactúan entre sí con la experiencia que se adquiere en todas las etapas de la vida.
En ese sentido, las experiencias a edades tempranas, cuando el cerebro es muy plástico,
contribuyen al desarrollo de muchas vías que a menudo son difíciles de desarrollar y
cambiar en la vida adulta. Por lo tanto, es posible concluir que el desarrollo del cerebro
basado en la experiencia que se ha tenido en los primeros años puede establecer
trayectorias para la salud (física y mental), el aprendizaje y el comportamiento en el
curso de toda la vida (Mustard, 2005).10

En relación con las emociones, Lawrence E. Shapiro, en el libro “La inteligencia


emocional de los niños”, señala que cuando las personas se sienten bien, el cerebro
libera serotonina y endorfina, lo que produce bienestar. La serotonina es una sustancia
química denominada neurotransmisor, que afecta las reacciones emocionales al
transmitir mensajes emocionales del cerebro a las distintas partes del cuerpo. Con base
en esta aseveración, se sustenta la necesidad de educar las emociones en la infancia
como parte del desarrollo socio-emocional, ya que muchos estudios demuestran que los
niños con capacidades en el campo de la inteligencia emocional son más felices, más
confiados y tienen más éxito en la escuela, y cuando son adultos se vuelven
responsables, atentos y productivos.

La información que brindan las neurociencias sobre el funcionamiento del cerebro y su


estructura contribuirá a que se entienda cómo aprende el cerebro y de esta manera
ayudará en el diseño de currículos, programas, sistemas de evaluación, en la
organización de los ambientes y la selección de material educativo, entre otros, de
manera que coadyuven a ofrecer a todos los niños y niñas una educación pertinente y
oportuna.
Fundamentos Antropológicos

10
Desarrollo del cerebro basado en la experiencia temprana y su efecto en la salud, el
aprendizaje y la conducta. http://www.oas.org/udse/dit2/relacionados/archivos/desarrollo-
cerebral.aspx

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En los países de la región coexisten diversas culturas distintas a la dominante, lo que obliga a
desarrollar una educación con un enfoque intercultural, en concordancia con el pluralismo de
toda sociedad democrática.

El niño pequeño, que crece en un determinado grupo cultural, se encuentra inmerso en un


proceso de endo-aculturación que le permite desarrollar su sentido de identidad y de
pertenencia a la subcultura de la cual hace parte su familia. En ese proceso el niño se integra a
su grupo de pertenencia, inicia su socialización e internaliza los valores, costumbres y
tradiciones de su cultura. En el proceso de socialización de los niños las prácticas de crianza
adquieren relevancia. Cada comunidad tiene costumbres peculiares sobre la crianza de los
niños, que se transmiten de generación en generación y orientan el cuidado y la educación de
niñas y niños en los primeros años de vida.

La literatura especializada pone especial atención a la educación que reciben los niños
en la escuela, mediante una educación intercultural o multicultural según el caso,
debido a la migración del campo a la ciudad. En los documentos curriculares de
Latinoamérica muchos países han puesto énfasis en la educación intercultural. Sin
embargo, en algunos programas, currículos y guías metodológicas todavía se observa
una orientación etnocentrista. En ese sentido, en función de las características
antropológicas y culturales de las sociedades, es necesario formular orientaciones para
la diversificación curricular, a fin de ofrecer una educación pertinente que recoja los
aprendizajes y la cosmovisión propios de la cultura de los niños sin dejar de incorporar
además lo que la escuela espera que ellos logren, desde una perspectiva intercultural.

Otro aspecto que ha concitado la atención de la comunidad académica es el desarrollo del


lenguaje, vinculado con la cantidad y frecuencia de las interacciones verbales entre el niño y los
adultos de su entorno familiar, desde las edades más tempranas. Esta práctica varía de una
cultura a otra, y en ese sentido las investigaciones proporcionan información sustancial sobre
los factores que promueven o limitan la adquisición del lenguaje, aspecto de suma importancia
en los procesos de aprendizaje. Rescatando la importancia del desarrollo del lenguaje, una
situación que ha promovido la participación de agentes comunitarios en los programas para los
menores de 3 años pertenecientes a grupos étnicos cuya lengua materna no es el castellano, es
la carencia de un número suficiente de maestros bilingües.

La presencia de distintos grupos étnico-culturales en las escuelas requiere de una educación


intercultural, y por ese motivo se ha sugerido que ésta sea una variable pedagógica a tener en
cuenta como factor que contribuya al intercambio, la interacción, el enriquecimiento y la

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apertura entre los miembros del grupo. Para que la diversidad étnica y cultural se transforme en
algo enriquecedor es preciso respetar la diversidad y considerarla como una riqueza y no como
un problema. Para todos los niños, conocer que existen otras culturas diferentes a la suya desde
la primera infancia es sin duda una experiencia valiosa.11

El enfoque antropológico-cultural en la educación propicia el encuentro entre culturas en


situación de igualdad, sin prevalencia de una sobre otra, premisa importante para la atención y
educación de niñas y niños que pertenecen a culturas minoritarias y que también tienen
derecho a una educación de calidad con equidad.

Fundamentos pedagógicos

Los estudios e investigaciones sobre el desarrollo infantil en las áreas de la psicología, la


sociología, la antropología cultural y las neurociencias han contribuido a modificar el enfoque
asistencial que tenía la atención del menor de 3 años por el de atención integral, que considera
todas las dimensiones del desarrollo humano, incorporando el componente pedagógico a las
propuestas. Es indudable que la información interdisciplinar que requiere este nivel educativo
contribuye a la comprensión de aspectos fundamentales sobre el desarrollo del cerebro, sobre
la forma en la que los niños aprenden y sobre la influencia que las emociones tienen en el
aprendizaje. Esta información ha promovido cambios significativos en los diseños curriculares,
las estrategias metodológicas, la organización de los ambientes y la planificación de la acción
educativa, y cambios en los procesos de enseñanza - aprendizaje.

En ese sentido es necesario que la tarea del docente responda a un marco de referencia al que
Flórez Ochoa denomina modelo pedagógico. Un modelo pedagógico es una estructura
conceptual que, a nivel teórico, establece las relaciones que se dan entre los componentes del
proceso enseñanza - aprendizaje, para la planificación, programación, ejecución y evaluación de
la acción educativa. En todos los modelos se consideran parámetros que están siempre
presentes (invariantes), pero que tienen diferentes énfasis según el contexto socio–cultural.12
Dichos parámetros son el tipo de persona que se desea formar, las estrategias metodológicas
y/o procedimientos didácticos, los contenidos, la relación educando-educador, el enfoque o

11
http://www.aulaintercultural.org/IMG/pdf/viva_la_diferencia.pdf
12
Flórez Ochoa, R. (1994) Hacia una pedagogía del conocimiento. Colombia. McGraw Hill.

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teoría del desarrollo seleccionado, la concepción de niño/a, aprendizaje, enseñanza y educación.
En ese sentido, Duprat13 señala que toda teoría educativa se articula con una teoría del
aprendizaje y una teoría de la enseñanza, las cuales definen las relaciones que se establecen
entre el docente, el alumno y el objeto del conocimiento.

A partir de la década del 90, las reformas educativas realizadas en los países introdujeron en los
diseños curriculares nuevas concepciones de niño, de aprendizaje y de enseñanza. La
Convención de los Derechos del Niño contribuyó a cambiar la imagen de niño que se manejaba
hasta entonces, y en la actualidad se concibe al niño como persona, sujeto social de derechos,
que tiene necesidades, intereses y expectativas propias de su edad, que se encuentra en un
período de desarrollo intenso, que tiene capacidad para interactuar con su entorno natural y
social, y que posee potencialidades a desarrollar en función de las experiencias y oportunidades
de aprendizaje que se le brinden. En relación con el aprendizaje, de acuerdo con las teorías
constructivistas, éste es entendido como el proceso de construcción del conocimiento que es
elaborado por los propios niños, en interacción con la realidad natural y social, a partir de sus
experiencias, sus emociones y sus conocimientos previos. Vygotsky señala que el aprendizaje
impulsa el desarrollo y en ese sentido introduce en la didáctica el concepto de zona de
desarrollo próximo o proximal que es la diferencia entre lo que ellos pueden lograr solos y lo
que pueden lograr con la mediación del adulto. En el proceso de aprendizaje el niño no sólo
construye conocimientos, sino que desarrolla aptitudes y estrategias intelectuales que le
permiten resolver los problemas y desafíos que se le presentan.

El concepto de enseñanza también ha sido reconceptualizado, modificando el rol


tradicional del docente. En la actualidad la enseñanza ya no se concibe como la
transmisión de conocimientos, sino como un proceso interactivo donde niñas y niños
realizan sus aprendizajes en interacción con su contexto, con otros niños y con el objeto
del conocimiento, y donde el adulto, docente u otro agente educativo asume el rol de
mediador en el proceso de aprendizaje del niño y de la niña. La presencia del adulto es
fundamental para organizar situaciones de aprendizaje, para interactuar con el niño y la
niña, y para brindarles el apoyo que requieran. Bruner se refiere a este apoyo usando la
metáfora del andamio; el andamiaje o ayuda consiste en graduar la dificultad de la
tarea, así como el grado de ayuda que se da al niño para resolverla. De esa forma el niño
no sólo aprende a resolver la actividad sino que con ella se apropia de las reglas de
interacción que gobiernan y regulan la actividad a aprender, incorporando el significado
social y cultural de la actividad.

13
Duprat, H., Malajovich, A. (1987). Pedagogía del nivel inicial. Buenos Aires. E. Plus Ultra

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Es en el marco de este nuevo enfoque pedagógico que los países han formulado propuestas
curriculares para orientar el trabajo con los niños, tanto en programas formales como no
formales. De otro lado, la bibliografía especializada señala que no hay un nivel de inteligencia
fijo, que ésta puede ser modificada por las experiencias y oportunidades que se brinden a la
persona, y que cada niño es único, con un ritmo y estilo de aprendizaje personal. Sin embargo,
se ha encontrado que todos poseen capacidades diversas y un gran potencial de aprendizaje, tal
como lo ha establecido Gardner al referirse a las inteligencias múltiples. Por ello es necesario
analizar las metodologías que se están aplicando en la educación de los niños y especialmente
de los bebés porque “los niños de hoy nos están pidiendo un cambio y enriquecimiento de esta
educación preescolar, tanto en los contenidos como en el tipo de objetivos que se quieren lograr
de ellos”.14

Esta demanda de los niños debería ser atendida a nivel de las políticas educativas. Ese bebé
inquieto, curioso, explorador de su entorno está demandando atención de calidad, tan
importante en esta etapa en la que se establecen los circuitos neuronales y biológicos como
producto de las experiencias que vive en el hogar, en la comunidad y en el centro o programa
educativo (Mustard, 2005). Sin embargo, la realidad es una baja cobertura de atención y la
ausencia de este grupo etario en algunos currículos de la región.

Peralta (2003),15 al referirse a los procesos pedagógicos a desarrollar con este grupo etario,
señala pautas a seguir para brindar a los bebés oportunidades que favorezcan su desarrollo. En
ese sentido recomienda tener en cuenta los cambios socio-culturales que se producen en la
familia y las capacidades que éstas han desarrollado para educar a sus hijos; identificar las
posibilidades de desarrollo del cerebro de los niños así como su capacidad de aprendizaje para
ofrecerles experiencias oportunas de calidad; desarrollar en las personas que atienden al bebé
la confianza en las capacidades de aprendizaje de los niños; cuidar de aplicar los principios de
calidad en el desarrollo curricular; observar y escuchar a los bebés para poder responder a sus
intereses; e identificar redes de apoyo locales para ofrecer a los niños experiencias sociales y de
exploración.

14
Peralta. M. V. Deber o Derecho, I Simposio Mundial de Educación Inicial del Siglo XXI
http://www.oei.org.co/nuevo%20sii/nentrega3/art02.htm
15
Peralta, M. V. (2003). El desarrollo de una pedagogía de las oportunidades en los tres primeros años de
vida

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Otro aspecto, relacionado con lo expresado anteriormente, es el relativo a la continuidad que se
debe dar entre la educación que el niño recibe en el hogar con la de la cuna o programa no
formal para los niños de 0 a 3 años, la continuidad de este primer ciclo con el segundo ciclo para
los niños de 3 a 6 años, y luego con los dos primeros grados de educación primaria. Esta
continuidad tiene por objeto facilitar una transición exitosa del niño desde el hogar hasta el
segundo grado de primaria. Algunos autores que tratan el tema de las transiciones señalan que
éstas no son solo el conjunto de actividades puntuales llevadas a cabo por los
programas/centros al finalizar el año, sino que es el conjunto de actividades que se realizan a lo
largo del año, antes y después de realizada la transición. En ese sentido se busca vincular el
ambiente natural del niño en su hogar y comunidad con el ambiente nuevo en el Centro o
Programa educativo, evitando discontinuidades en el proceso. Una manera de lograr la
continuidad es por medio de las aproximaciones curriculares que tienden puentes entre una
sección y la siguiente, por los que transita el niño. Para lograrlo es necesario capacitar a los
docentes y otros agentes educativos para abordar la educación de niñas y niños con el
acompañamiento de los docentes y de la familia.

En este contexto es necesario considerar en las políticas la atención y la educación de la primera


infancia temprana a través de diversas estrategias. No se trata de institucionalizar a todos los
bebés, puesto que está comprobado que los padres pueden ofrecerle los cuidados y estímulos
que el niño requiere para su pleno y sano desarrollo integral. Lo que sí es importante es
involucrar a los padres en programas que tengan por objetivo fortalecer sus prácticas de crianza
e incrementar sus conocimientos sobre el desarrollo infantil, con contenidos sobre salud,
nutrición y educación, a fin de que puedan brindar a sus hijos experiencias relevantes,
oportunas y pertinentes, así como los cuidados que requieren en esta edad. La Educación Inicial
no pretende suplir la labor educativa de los padres, reconocidos como primeros y principales
educadores, sino complementarla para contribuir mancomunadamente al desarrollo del niño,
generando las condiciones necesarias para su sano desarrollo. Estas experiencias son
fundamentales para ingresar a los centros o programas para niños de tres a seis años en
igualdad de condiciones, e iniciar sin problemas la escolaridad ulterior, previniendo el fracaso
escolar.

Reforzando esta aseveración, Heckman, premio Nobel de Economía, señala que el ingreso del
niño a un centro educativo o a un programa no formal a los 3 ó 4 años probablemente ya es
tarde, puesto que la etapa más importante para los aprendizajes es la que va desde el
nacimiento hasta los dos años. Además, es en los primeros años cuando la pobreza y la extrema

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pobreza tienen mayor impacto negativo en niñas y niños, por las múltiples carencias a las que
están expuestos. Por este motivo, y ante las evidencias científicas mencionadas y la opinión de
expertos en desarrollo infantil, es necesario que los gobiernos prioricen la atención de este
grupo etario e incluyan como componente fundamental de los programas sociales, la atención
integral de la población más vulnerable y en riesgo en centros o programas pertinentes y de
calidad, en el marco de la igualdad de oportunidades.

Esta sugerencia cobra más importancia si se tiene en cuenta que en promedio el 50% de la
población de América Latina vive bajo la línea de la pobreza, y precisamente son esos niños y
niñas quienes tienen menos acceso a la educación inicial por diversos motivos, tales como el
desconocimiento de los padres sobre los beneficios de la educación inicial, la carencia de
centros o programas en su comunidad, o por los costos que representa enviar al niño a un
programa, entre otras causas. Esta situación, unida a la falta de atención en salud y nutrición
desde el momento de la concepción, impide que los niños y las niñas puedan romper el círculo
de pobreza en que viven.

Otro aspecto a tener en cuenta es la organización de los ambientes físico y humano, ya que,
como se ha visto, el entorno físico y social, junto con las experiencias, juegan un rol central en
el desarrollo del cerebro y de las funciones asociadas en los primeros años de vida. La calidad y
diversidad de experiencias que se ofrecen a través de estrategias metodológicas diversas que
promueven el juego, la iniciativa, la exploración, el descubrimiento, la comunicación, la
creatividad, la manipulación de materiales que promuevan el desarrollo sensorial y el desarrollo
motor, así como otros orientados al desarrollo de la relación de causalidad, de solución de
problemas y a la expresión de emociones, entre otros, son fundamentales en la educación
infantil. Tampoco se deben dejar de lado las experiencias sociales, ya sea en el grupo familiar o
en otros espacios, para que adquieran competencias pro-sociales que les permitan actuar cada
vez con mayor autonomía y seguridad y continuar su aprendizaje acerca del mundo que los
rodea.

La familia tiene un rol fundamental en la educación de los más pequeños, especialmente en los
3 primeros años, etapa en la que se aprenden las primeras pautas de comportamiento, se
consolidan algunos hábitos para la preservación de la vida y se experimentan los primeros
aprendizajes sobre los que más tarde se irán construyendo nuevos conocimientos. Por ese
motivo, cuando el niño ingresa al centro o programa es necesario promover la comunicación y el
intercambio para favorecer la continuidad de las experiencias que el niño trae del hogar, así

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como permitir introducir en la escuela los códigos sociales de los padres como su lenguaje, sus
aspiraciones, expectativas, creencias y valores. Si bien la orientación a la familia y su
participación en el proceso educativo de los hijos ha estado presente desde el origen de la
educación, muchas veces se les limita su participación en aspectos relacionados con la atención
y educación de sus hijos, ya que generalmente es la escuela la que determina los espacios de
participación de los padres, desconociendo sus motivaciones y expectativas. Si queremos
establecer un puente entre la educación de la familia y la que se brinda en la escuela, es
importante que se les ofrezca a los padres la oportunidad de contribuir al desarrollo de sus hijos,
porque ello les permitirá obtener mayor seguridad en el desempeño de su rol parental y adquirir
destrezas que contribuirán a mejorar las interacciones con sus hijos.

Fundamentos filosóficos

El marco axiológico de una propuesta educativa está dado por los fundamentos filosóficos. De él
se desprenden las opciones valorativas para el sistema educativo que orientarán las decisiones
de política y todos los documentos normativos y pedagógicos. En ese sentido propone los
principios y fines de la educación y el ideal de hombre y de sociedad en función de las
necesidades, características, aspiraciones y valores de una nación en un momento histórico
concreto.

A lo largo de la historia el concepto de niño o de infancia ha ido sufriendo transformaciones. Así,


antes del siglo XVII, el niño era considerado un adulto en miniatura; posteriormente se
consideró intrínsecamente malo, luego tabula rasa, naturalmente bueno, como propiedad,
como persona en desarrollo, hasta que en la Convención de los Derechos del Niño se reconoce
como persona y sujeto social de derechos. Este enfoque de niño en el ámbito educativo lo
considera protagonista de su desarrollo, crítico, creativo, respetuoso de su entorno, solidario,
autónomo, que disfruta mientras crece, se desarrolla y aprende.

Perspectiva socioeconómica

La satisfacción de las necesidades básicas de la primera infancia contribuye a una mejor calidad
de vida de niños y niñas, pues tiene impacto en su vida futura, como lo ha comprobado la

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investigación de Abecedarian y de High/Scope Perry Preschool donde se establece la tasa de
retorno de la inversión realizada por el Programa en un grupo de niños.

Es necesario invertir en atención integral de la primera infancia para revertir los efectos que
tiene la pobreza en su desarrollo.

James Heckman, premio Nobel en Economía (2000), al valorar los datos sobre el desarrollo
humano en los Estados Unidos, encontró que el mayor retorno de las inversiones en desarrollo
humano está en el período preescolar. Al respecto señala que

“la manera más eficiente de remediar la desventaja causada por ambientes


familiares adversos es invertir en niños en sus años tempranos” (Entrevista,
junio de 2005).

Se requiere inversión social en los sectores con mayores carencias, especialmente en la mujer y
en la primera infancia, por ser los sectores que sufren el mayor impacto de las crisis
económicas.

Por su parte, Jaques van der Gaag, economista que trabajó durante muchos años en el Banco
Mundial, opina que

“los programas de atención al desarrollo de niños durante los primeros años…


producen resultados más dramáticos y duraderos que inversiones en
educación a cualquier otro nivel educativo” (Van der Gaag y Tan, 1998).

En América Latina no se cuenta con estudios longitudinales sobre los efectos que tiene la
Educación Inicial en niños que ingresaron a programas desde edades tempranas, y hay pocos
estudios sobre costo/beneficio que permitan valorar la inversión en programas de atención
integral dirigidos a niñas y niños menores de 3 años, que es el rango de edad donde la inversión
es más reducida.

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Es fundamental contar con evidencias sobre los beneficios de la atención y la educación dirigidas
a la primera infancia con programas de atención integral tanto en programas formales como no
formales, que superen el enfoque asistencialista de supervivencia, ya que como señala Myers en
“Los doce que sobreviven”, a los que sobreviven hay que darles las oportunidades y experiencias
que contribuyan al desarrollo pleno de sus potencialidades.

2.2 Incidencia de los fundamentos científicos y disciplinarios en políticas y programas para el


grupo de 0 a 3 años

La información proveniente de las diferentes ciencias ratifica la importancia de los primeros


años de vida del niño, que según la literatura son cruciales, decisivos y determinantes, ha
contribuido a que los gobiernos incorporen en el primer nivel educativo la atención integral de
los menores de 3 años. Las evidencias han permitido comprobar que una atención y educación
pertinentes y oportunas desde el nacimiento favorecen el desarrollo de su inteligencia,
personalidad, comportamiento social, desarrollo físico, seguridad y otras potencialidades. Este
desarrollo contribuye a que, en el largo plazo, las niñas y los niños sean mejores ciudadanos, con
incremento de beneficios sociales, políticos y económicos para el país.

La legislación de la OIT y lo establecido en la Observación General N° 7 correspondiente a la


licencia por maternidad, la lactancia materna y el establecimiento de una cuna o sala cuna para
los hijos de las madres que trabajan fuera del hogar, están asegurando la atención integral y la
protección para niños y niñas durante la jornada laboral de sus padres. En algunos países como
Argentina, Chile, Brasil, Guatemala, México y Paraguay, la legislación laboral establece la
organización de un servicio de atención a los niños menores de 2 años, un centro de cuidado o
cuna, cuando en el lugar de trabajo haya entre 20 y 50 mujeres en edad fértil. Sin embargo, esta
es una de las normas laborales que menos se ha implementado, probablemente por el costo
que implica la atención integral de los menores de 3 años. Generalmente, la legislación y la
normatividad abarcan criterios mínimos vinculados al nivel de formación del agente educativo,
espacio e infraestructura, los materiales educativos, la proporción niño / agente educativo, el
tamaño del grupo, a fin de garantizar una atención y educación de calidad.

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La importancia que los estudios otorgan a la educación en el hogar, donde los padres son los
primeros y principales educadores, ha promovido programas de formación para padres a través
de programas no formales o no escolarizados En algunos casos la atención al niño se presta con
la participación de los padres en ludotecas, parques infantiles, salas de educación temprana,
entre otros. También se promueven otros programas con la finalidad de fortalecer las prácticas
de crianza empleando reuniones, escuelas para padres, visitas domiciliarias y talleres. Otras
estrategias son las que se adelantan a través de los medios de comunicación, tales como los
spots televisivos, las cuñas radiales, revistas, boletines y encartes periodísticos.

Por otra parte, la información científica sobre el desarrollo infantil está haciendo que los países
incorporen el componente educativo en los programas sociales dirigidos a las familias, para
combatir los efectos de la pobreza en el crecimiento y el desarrollo de sus hijos. En ese sentido
se están desarrollando programas de atención integral con servicios de salud, nutrición y
educación, porque se ha demostrado que son los más efectivos para atender a niños pequeños y
sus familias en situación de riesgo.

Las investigaciones sobre la inversión en la primera infancia han demostrado su rentabilidad


asegurando un mejor desempeño de los niños a largo plazo, pues están mejor preparados para
aprovechar las oportunidades escolares, asegurando la finalización de la escuela primaria y la
inserción laboral posterior, disminuyendo las brechas existentes por la situación socio-
económica en la que crecen.

Sin lugar a dudas, el desafío está en ampliar los beneficios de la atención integral de calidad a
todas las niñas y los niños, con especial énfasis en la etapa de 0 a 3 años, para así revertir los
efectos de la pobreza y disminuir los costos sociales futuros.

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