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MODULO I: LA ETICA CONTEMPORANEA. DIALECTICA PARTICULAR Y UNIVERSAL-SINGULAR.

EL ESTILO Y EL ACTO. ARIEL.

Sitúa falsos pares de oposiciones: estilo y estética, pasión y deber, sujeto y estado, moral y ética.
Por moral vamos a situar lo que es pertinente a la conducta social de un sujeto entre otros. Sería lo que
llamaríamos los deberes del sujeto frente al estado, frente a la ley. La moral es temática, siempre se sitúa en
un tema, la moral es temporal, es decir, es la moral de una época. Además la moral es subsistencial, permite
algún ordenamiento de la existencia de ese sujeto en lo social. La estética es, al igual que la moral, temporal,
es decir, histórica. Es temática, y podemos decir que la estética, en lo social siempre es un crimen contra el
sujeto. Es un crimen contra el uno, pues propone el para todos.

La ética es la posición de un sujeto frente a su soledad, no la posición en lo social por su relación con los otros.
Frente a lo que está dispuesto a afirmar. La ética no se contrapone a la moral. La ética, la existencia del sujeto
desorganiza la moral, no pretende suplantarla (es suplementaria). No genera conflictos, salvo en determinados
momentos muy singulares. Con respecto al estilo, que aparece como un par contrapuesto a la estética,
diremos que es la posición del sujeto frente a su soledad, ahora en el sentido de estar frente a lo que está
dispuesto a crear más allá de la belleza. El estilo indicará, entonces, una posición del sujeto en el acto creador
que va más allá de la belleza. Y es por ello atemporal, resiste las épocas. Es atemática, no histórica y no
personal.

ETICA: UN HORIZONTE EN QUIEBRA. PARTICULAR SINGULAR UNIVERSAL.

Leído desde la teoría axiomática de los conjuntos: Para que un conjunto se forme es estrictamente necesario
que algo quede por fuera de ese conjunto, ya que para que exista un todos con determinada propiedad, tiene
que haber un algo que no tenga dicha propiedad y que cierre el conjunto. En este sentido, y contrario a lo
comúnmente creído: SINGULAR esta por fuera de “uno” y UNIVERSAL va más allá de “todos”.

Lo singular es lo que se sustrae al régimen del uno, es la presentación de algo incalificable según el lenguaje de
la situación. Lo singular es en principio un proceso situacional. No existe por fuera de la situación en la que
emerge. Lo singular quiebra el universo desde ese punto de inconsistencia que el universo desconocía. . Lo
singular es algo nuevo que no puede ser nombrado por el universo anterior. No es concebible una singularidad
de por sí, dispuesta ahí enfrente como un objeto para ser reconocido o conocido. Las singularidades no son
objetividades dispuestas para el conocimiento de un sujeto puesto en frente, sino intervenciones subjetivas
que producen una novedad en la inminencia de la situación.

Lo universal prevé que algo nuevo (lo singular) puede surgir –potencia de universalización-. Lo universal es
este hecho de ir más allá de sí. Es un acto de exceso respecto a las totalizaciones dadas. Lo universal es el
campo de la constitución del sujeto. Es lo propio de la condición humana, aquello que no varía con lo histórico,
es invariante y estructurante: Lo simbólico, el lenguaje. La legalidad que gobierna al sujeto es una legalidad
simbólica, es una legalidad del no-todo, siempre hay algo que queda interdicto para el sujeto.
Se habla de dimensión Universal-Singular por el carácter indisoluble de sus términos. En este eje se juega la
dimensión ética.
Universo: “Hay todo lo que existe”. No puede prever la existencia de algo por fuera de sí mismo. Supone
una ley capaz de cubrir todo lo real, una lengua capaz de nombrar todo.

Lo particular es ante todo es un efecto de grupo, es un sistema de códigos compartidos, es el soporte en que
se realiza lo UNIVERSAL-SINGULAR. El efecto particularista es distintivo de la falla ética y se verifica en la
pretensión de que un rasgo particular devenga condición universal. (Como en la 2da guerra mundial: “Ser
Ario”)

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Una ley moral, por ejemplo, parece enunciar unos principios en cuya ejecución quedarían codificadas todas las
situaciones posibles. Pero se le presenta un punto en que fracasa. La ley no sabe pronunciarse, ese punto de
impasse es el campo de intervención sobre el que ha de constituirse una singularidad. Es necesaria una
intervención que nomine, que traiga al ser de la situación eso que había estado excluido a priori. El universal
previo se revela como meramente parcial. El punto de singularidad vehiculiza la exigencia de una nueva ley,
ésta sí universal, que deje atrás el limitado horizonte restrictivo de la legalidad previa. El universo se ha
ensanchado, se ha suplementado a partir de una singularidad. Esa singularidad era el único lugar en que se
estaba poniendo en juego un universal que fuera más allá del restringido universo situacional.

DOBLE MOVIMIENTO DE LA ETICA CONTEMPORANEA: SE EXPRESA EN LA DIALECTICA DE LO PARTICULAR Y LO


SINGULAR.

Un primer movimiento indica el tránsito de los JUICIOS MORALES al UNIVERSO DE CONOCIMIENTOS


DIPONIBLES (estado del arte). Constituye una dimensión deontológica del “deber-hacer”. Se trata de una
transformación reflexiva del cuerpo ya que supone poner en paréntesis las concepciones sobre el bien y el mal
y situar el problema en un estado del arte que dé cuenta de los avances alcanzados por la medicina. Permite
deducir el accionar deseable del profesional ante situaciones dilemáticas. “¿Qué debería hacer y por qué?”
Para que sea posible, la situación debe ser leída desde sus coordenadas más generales (Recorte particular del
caso)
Consta de tres tiempos lógicos: 1-Vistos: Se presenta una situación que necesita interrogación. 2-
Considerandos: Se despliegan los ejes que articulan la complejidad de la situación. 3-Resolución: Momento
para concluir. Se amplía la información contenida en los vistos. Se aplica una medida.

Hay un segundo movimiento, suplementario del anterior, ya que da cuenta de las singularidades de la
situación. Significa el tránsito del ESTADO DEL ARTE a LO SINGULAR DEL CASO. Son aquellos escenarios
dilemáticos en los cuales no existe, en sentido estricto, un conocimiento disponible, sino que es la situación
misma la que funda el conocimiento al sustraerse de la lógica precedente. Suplementa al universo al decretar
su incompletud. Interroga sobre “¿Qué hacer?” allí donde no hay conocimiento. (Recorte singular del caso)

ANTIGONA. DEL ACTO ÉTICO. FARIÑA.

Lo principal es la referencia que hace Fariña a las nociones de particularismo y mediaciones instrumentales y
normativas siempre en relación a Antígona. Habla de particularismo al mandato de Creonte: a Eteocles que
murió defendiendo su tierra le serán reservadas los funerales reales; a Polinices que murió peleando contra los
suyos en cambio no le será provisto rito funerario alguno, ni se le sepultará. Completa el edicto amenazando
con privar de la vida a quien ose desobedecerlo. Fariña dice que en el edicto de Creonte hay un ejemplo
paradigmático de particularismo. Porque para Creonte el acto de traición cometido en vida por Polinices lo
alcanza más allá de la muerte, privándolo del derecho a una tumba. No dice “como Polinices fue un traidor
será sepultado sin honores” o “no me siento convocado a su entierro.” Si lo hiciera, no se le reprocharía nada
desde la ética, sería más bien una cuestión moral. Hace cumplir SU ley como si fuera LA ley.
Antígona da entierro a su hermano (tira tierra sobre él), y Creonte manda a buscar al culpable de esta traición.
Cuando Antígona se enfrenta a Creonte, da sus razones: Ella conoce el edicto pero las leyes que obedeció son
otras, ella siguió las Leyes de los Dioses (Universal-Singular). La referencia a los Dioses en el texto debe ser
contemplada bajo el esquema que presenta la respuesta de las mediaciones normativas: es decir, lo q el coro
afirma respecto a entrelazar las normas de la tierra con la justicia de los hombres, a partir de lo cual se
constituye uno como ciudadano. Despedirse de un ser querido requiere de un proceso de transformación del
objeto amoroso, denominado por Freud como “trabajo de duelo”. El duelo es singular, pero se realiza
estrictamente en las coordenadas de lo U-S, encontrando su soporte en lo P. Mientras q la peculiaridad del
objeto recae en lo U, lo P está dado por el rito funerario. Para ella, el entierro de su hermano es condición sine
qua non para que el U-S se despliegue. Constituye un acto ético por la renuncia, por la vía de su deseo, a toda
forma de ideal. En un principio, Ismene rechaza la propuesta de Antígona de dar sepultura a su hermano, y
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esta se decide a odiarla por su razonamiento. Pero luego, cuando Creonte la llama (Ismene) para culparla
también por el entierro de su hermano, ella da un giro en su posición y se muestra dispuesta a pagar por su
“traición”, pero Antígona se muestra egoísta, busca humillarla y restarle crédito. Esto es una muestra de que
no se ES ETICO, sino que existen o no ACTOS ÉTICOS en la vida de un ser humano.

MODULO II: LA ARTICULACIÓN ENTRE LOS DERECHOS HUMANOS Y LA ETICA PROFESIONAL.

ETICA Y PSIQUIATRIA. BADIOU.

La concepción de la ética hoy es una concepción negativa dominada por la figura de la víctima. La ética nos
lleva a pensar la locura como un proceso singular que impide o exalta excesivamente el devenir-sujeto. La
locura será entonces un límite de la experiencia, y no su negación. Lo que es imperativo conservar es la idea de
una subjetivación siempre posible, de la cual la locura es una simple imposibilidad contingente. La psiquiatría
debe consagrar su pensamiento y su acción únicamente a los mecanismos singulares de esta imposibilidad.
Deber ser una teoría del proceso patológico y un intento de interrumpir su curso. El enfermo no necesita de la
compasión del médico sino su capacidad. La ética psiquiátrica sólo puede suponer la igualdad absoluta de las
personas en término de la subjetivación posible; en particular la igualdad de los locos y los no locos. La
enfermedad es una situación. La posición ética no renunciará jamás a buscar en esa situación una posibilidad
hasta entonces inadvertida. Aunque esa posibilidad sea ínfima. Lo ético es movilizar, para activar esa
posibilidad minúscula, todos los medios intelectuales y técnicos disponibles. Solo hay ética si el psiquiatra, día
tras día, confrontado a las apariencias de lo imposible, no deja de ser un creador de posibilidades. Deberá
tener el arte de discernir las posibilidades mínimas de lo posible. Es el portador del axioma de la igualdad entre
locos y no locos.

EL ACTO DE JUZGAR ANTE EL PROBLEMA Y EL DILEMA ETICO. DOMINGUEZ.

El elemento en común entre el dilema ético y el problema ético es la referencia a lo ético como horizonte
último.
-Dilema ético: Una situación es dilemática si nos confronta con una disyuntiva ante la cual tenemos que
decidir, para ello debemos encontrar algunas alternativas posibles, caminos diversos para pensarla y arbitrar
algún fallo para resolverla. Es preciso que se trate de una verdadera decisión (diferente de los términos opción
y elección). La decisión está ligada a la producción de una singularidad subjetiva, una variable que se inventa
acorde a la singularidad en situación. Aquí no se juega la opción correcta o la elección adecuada. La decisión se
encuentra ligada con cierta posición del sujeto en su enunciación.
Si hay dilema es porque el sujeto se halla dividido por una pregunta ante la cual es convocado a responder. Esa
respuesta sitúa la responsabilidad. El dilema deja al sujeto dividido por esa pregunta en las puertas del acto de
juzgar. Ahí se encuentra la articulación ética, vía el acto. Un acto ubicado en relación al eje U-S. El dilema
conduce al análisis de cierta inconsistencia que presenta el universo del discurso.
-Problema ético: el problema ético también convoca al sujeto a responder pero no sitúa en su centro un
dilema y sus alternativas, sino un asunto sobre el que hay que tomar la palabra. Se trata del acto de legislar.
Un acto que incluye la lectura de lo P como catálogo de singularidades decididas. El problema ético no busca
producir sujeto dividido.
Lo q intermedia el dilema ético y el problema ético es el acto de juzgar. En ambos casos se requiere que al
concepto provisto por el estado del arte se lo suplemente con un acto que legisle, decidiendo si ese caso
particular ingresa o no bajo esa regla universal. Se sitúa aquí la función del intérprete, aquel que interpreta la
norma para cada situación singular.
Juzgar no implica aplicar una regla U a un caso P, sino ver si la regla se aplica. La decisión es una elección que
implica responsabilidad. Ante una situación dilemática confrontada con el estado del arte se tratara del arte de
juzgar. Un dilema se resuelve suplementando la clasificación.

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RESPONSABILIDAD PROFESIONAL: PERSPECTIVAS DEONTOLOGICA, JURIDICA Y CLINICA. SALOMONE.

Los códigos deontológicos distinguen diversos aspectos de la responsabilidad del psicólogo. Se indica
expresamente una responsabilidad hacia los destinatarios de la práctica, hacia el público en general, hacia la
Psicología como profesión y hacia la Psicología como ciencia. (Responsabilidad profesional, científica y social).
Los códigos también aluden a una responsabilidad individual que compromete al psicólogo respecto de
su propio accionar.

La responsabilidad profesional en el campo deontológico


En este campo, la responsabilidad profesional se dirime en términos de pautas deontológicas y jurídicas que
generan obligaciones, regulando la práctica profesional. El psicólogo debe atender a las exigencias sociales y
legales de la profesión, dirigiendo su práctica en función de un sujeto de derecho. Los códigos deontológicos
resguardan los derechos de las personas; las normas protegen los derechos de aquéllos sobre los q se dirige la
intervención psicológica, estableciendo en coincidencia los deberes profesionales. Las normativas
deontológicas plasmadas en los códigos de ética profesional se organizan en relación a diferentes temáticas
(competencia, idoneidad, secreto profesional, investigación, docencia, etc.), y se fundamentan en los
principios generales establecidos por los propios códigos. Los códigos deontológicos fomentan el respeto y la
protección del derecho a la privacidad, autodeterminación, libertad y justicia, promoviendo
fundamentalmente la protección de los Derechos Humanos.

Responsabilidad Profesional y Mala praxis


La mala praxis constituye un concepto jurídico referido a las conductas que ponen en riesgo o dañan
directamente aquellos bienes jurídicos tutelados por las leyes y, en consecuencia, también por las normas
deontológicas.

La mala praxis se configura en relación a la noción de responsabilidad civil que, como ciudadano, le compete al
psicólogo en relación al contrato de prestación de servicios (jurídicamente hablando) que establece con el
paciente. Desde la perspectiva jurídica, la responsabilidad se contrae al incumplir una obligación; en otros
términos, la responsabilidad significa asumir las consecuencias de un daño, causado por acción u omisión. La
responsabilidad civil, entonces, consiste en la obligación que recae sobre una persona de reparar el daño que
ha causado a otro.
Tal incumplimiento de las obligaciones puede resultar de un propósito deliberado (dolo) o bien por:
• Imprudencia: falta de tacto, de mesura, de cautela, falta de precaución, de discernimiento y del buen juicio
por parte del profesional de la salud, lo cual lo lleva a asumir riesgos innecesarios. Es un acto positivo, que se
realiza sin contar con todos los elementos requeridos. Hacer más de lo debido.
• Negligencia: falta de cuidado y abandono de las pautas ya estudiadas, probadas e indicadas de tratamiento.
Es un acto negativo; un psicólogo podría ser acusado de negligencia si no realiza la Interconsulta pertinente
con un médico cuando sea necesario para, por ejemplo, descartar el origen orgánico del cuadro (organicidad) a
tratar y así arribar a un diagnóstico adecuado. Hacer menos de lo que se debería hacer.
• Impericia: la falta o insuficiencia de conocimientos sobre los procedimientos básicos o elementales para la
atención de un caso, que se presumen y se consideran adquiridos por la obtención del título profesional y el
ejercicio de la profesión. Es un elemento negativo (p.e.: equivocar un diagnóstico y basar el tratamiento sobre
ese diagnóstico errado). Se define entonces por la falta total o parcial de pericia, entendida como la sabiduría,
los conocimientos científicos y técnicos, la experiencia y la habilidad en el ejercicio de la profesión. Se trata de
la incompetencia o falta de capacidad y autoridad para resolver según arte.
• Inobservancia de los reglamentos o deberes a su cargo: (apartamiento de la normativa legal aplicable). Es
también un hecho negativo que casi siempre es acompañado por una actitud de indiferencia o de negación
respecto de las disposiciones dictadas por una norma o por un reglamento a cumplir.

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• Responsabilidad penal: se debe tener en cuenta que la mala praxis no está tipificada como delito. En
cambio, sí se sancionan las consecuencias de una mala praxis, p.e.: los homicidios o lesiones culposas.

Responsabilidad Profesional y dimensión clínica


La Ética Profesional involucra por una parte, el campo normativo que sustenta las exigencias sociales, legales y
deontológicas de la profesión (códigos de ética, deberes profesionales), pero también habrá de considerar las
exigencias que la dimensión clínica presenta. Una noción de ética profesional que contemple estos 2 campos,
el deontológico-jurídico y la dimensión clínica, permite establecer una noción de responsabilidad profesional
que, aunque más compleja, apunta más nítidamente al corazón de nuestra práctica. La dimensión clínica nos
enfrenta a un sujeto diferente que el de la dimensión deontológica. Es en este caso el SUJETO DEL
SUFIRMIENTO PSIQUICO.

CONSIDERACIONES SOBRE LA ÉTICA PROFESIONAL: DIMENSIÓN CLÍNICA Y CAMPO DEONTOLÓGICO– JURÍDICO.


SALOMONE

Una ética profesional asociada exclusivamente a la deontología genera un desdoblamiento de la función


profesional que toma 2 caras indialectizables. Por una parte se configura un profesional con deberes de
ciudadano, abogando por los derechos de las personas, atendiendo a las exigencias sociales y legales de la
profesión, dirigiendo su práctica en función de un sujeto de derecho. Por otra parte se encuentra un
profesional que lidia con el sufrimiento del paciente, que debe operar con otra concepción de sujeto y que
despliega su práctica en el terreno de la transferencia. Hay una responsabilidad profesional entonces ligada a
nuestro objeto de estudio y práctica: el sufrimiento psíquico del sujeto. La ética profesional, entonces se
refiere al campo normativo, pero también a las exigencias de la dimensión clínica.
La dimensión clínica no se refiere exclusivamente al trabajo clínico, sino que con este término nos interesa
señalar una perspectiva que toma en cuenta la dimensión del sujeto, la singularidad en situación. El campo
normativo configurado sobre la lógica de lo general recorta los problemas desde una perspectiva particular. En
cambio, la dimensión clínica constituye un modo de lectura y abordaje sustentado en la categoría de lo
singular. Lo singular ofrece una operatoria de suplementación respecto de lo particular, es decir, no es sin las
referencias previas (particular) pero tampoco se circunscribe a ellas. En este sentido, la dimensión ética
introduce una lógica diferente: lógica del sujeto que remite a una falta estructural. Se trata de la ética ligada a
la descompletud. (Lógica de la castración: hiancia en lo simbólico)
Introducir la dimensión clínica en el campo de la ética profesional introduce, a su vez, la perspectiva ética. La
posición ética se constituirá en esa intersección entre el marco normativo y la dimensión clínica, lo cual
excluye la obediencia automática a la norma pero también su rechazo.

Campo Normativo: códigos deontológicos y orden jurídico


Deontología  deberes relativos a una práctica determinada, los cuales, en su forma de enunciados
normativos, se plasman en los llamados “códigos de Ética”. Se aboca al estudio de los deberes y obligaciones
de los psicólogos, lo cual incluye el tratamiento de ciertas problemáticas propias de ese campo
(confidencialidad, explotación, competencia, etc). También se ocupa de los deberes y obligaciones de los
psicólogos en lo referido a declaraciones públicas, publicaciones, actividades de investigación, supervisión,
docencia, etc.
Respecto a los “Códigos de ética profesional” es necesario destacar algunos puntos de interés:
1. Establecen una serie de pautas que regulan la práctica, funcionando como una referencia anticipada a
situaciones posibles y por venir. El campo normativo tiende a configurarse y a funcionar en tanto universo. Los
códigos (como las leyes y las normativas institucionales) deben expedirse con respecto a todos los casos
posibles, en todas las circunstancias posibles, para todos los sujetos posibles. La formulación de la norma y el
criterio que sustenta deben permitir que una variedad de casos sean contemplados en ella. La norma ordena,
pero la condición es que ordene más allá del uno a uno, haciendo homogéneos a los “cada uno” en un “todos”.
Lo singular que un sujeto comporta, siempre diverso y heterogéneo, no estará contemplado en la norma; esto
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introduce el problema de la articulación entre el campo normativo y la clínica. Habrá que evaluar, en
situaciones reales, no ideales, si las situaciones están consideradas dentro de cada norma. Será necesario
interpretar la norma, no se podrá aplicar la norma de modo automático, es decir, hacer uso de la
jurisprudencia, el conjunto de sentencias que alude a los modos previos de aplicación e interpretación de la
norma.
2. Resumen el conocimiento alcanzado en el campo profesional hasta cierto momento histórico (Estado del
Arte), el cual funciona como fundamento de las normativas.
3. Las normativas de los códigos encuentran una referencia jerárquicamente superior en las normas jurídicas.
Por lo que el circuito queda configurado de la siguiente manera:
DECLARACION DE DERECHOS HUMANOS  NORMATIVA INTERNACIONAL  CONSTITUCION NACIONAL 
LEY SOCIAL  NORMATIVA DEONTOLOGICA  PRÁCTICA PROFESIONAL.
En este sentido, los códigos de Ética condensan los valores morales de un tiempo histórico determinado. Este
hecho conlleva consecuencias en dos sentidos distintos: los códigos deontológicos muestran el compromiso
ético de resguardar al ser humano, velando por los derechos fundamentales, pero por otro lado, debe
advertirnos sobre la posible existencia de códigos de valores que, aunque consensuados históricamente,
tiendan a la degradación del sujeto.

Consideraciones sobre la posición ética


El campo normativo organizado sobre una lógica de universo (cerrado) excluye lo singular dificultando su
articulación con la lógica del sujeto. La confrontación de las normas deontológicas y jurídicas con un caso exige
la ponderación e interpretación de aquellas. La sola exigencia de interpretación da cuenta de un punto de
inconsistencia de ese universo. Es decir que la interpretación funda una lógica del no-todo y convoca al sujeto
a responder. El modo en que se responda a la interpelación, a ese llamado que surge del punto de
inconsistencia del campo normativo, da lugar a una cierta posición subjetiva que podrá configurarse desde 2
posiciones:
-Posicionamiento moral: posición de mera obediencia, de acatamiento. La posición moral no soporta el punto
de inconsistencia al que lo enfrenta el campo normativo e intenta hacerlo consistir adjudicándole una solidez
inexistente.
-Posición ética de responsabilidad: el sujeto acepta ese punto de indeterminación radical que lo convoca a
responder de un modo singular. Se trata una posición subjetiva que acepta la lógica de la falta. La disposición a
interpretar la norma supone una mirada sobre el código que se sustraiga a la intención dogmatizante. La
posición ética se funda en (y a la vez sostiene) la lógica de la castración.

LA SINGULARIDAD EN LOS CÓDIGOS DE ÉTICA. DOMÍNGUEZ

Ética y deontología: La ética concebida clásicamente como la ciencia que estudia los comportamientos morales
de los sujetos, será en este sentido, la disciplina confinada a recopilar las acciones adquiridas como hábitos,
supuestamente universales, para extraer de allí reglas generales que tendrán valor de éticas. Siendo así “la
teoría o ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad”
La deontología (deon = obligación, deber y logia = conocimiento). Es definido como la ciencia de los deberes o
la teoría de las normas morales. Se comprende como el conjunto de reglas que un grupo establece para sí en
función de una concepción ética común. Ética y deontología coexisten en sintonía al ocuparse ambas de las
acciones de un grupo determinado, pero la distonía radica en que la deontología legisla aquello que se debe
hacer, lo esperable en el marco de las relaciones humanas que regula, mientras que la ética reflexiona sobre el
obrar humano, sobre los actos de los sujetos que no pueden ser anticipados por la norma.
La perspectiva de ética que se sitúa se halla soportada en la práctica y teoría psicoanalítica y se sustenta en la
pregunta ¿ha actuado usted en conformidad con el deseo que lo habita? Dentro de ese marco el deseo ICC es
la referencia. La ética no será pues un asunto pertinente a la ciencia como acumulación de saber sino al deseo
en tanto que indomesticable agrieta esa dimensión.
Se llamara ética a: “singularidades en que se ponen en juego los universales que exceden cualquier ley
particular” [Entendemos x Particular, aquellos usos, costumbres y valores que comparte un grupo en un lapso
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histórico dado. El universo de discurso compartido y consensuado]. Llamaremos éticas a aquellas
singularidades que produzcan un quiebre respecto de ese universo de discurso del cual emergen. En este
sentido, la ética supera la paradoja incluyendo en su horizonte el universal y su imposibilidad de enunciación
previamente a su irrupción en el universo. Una singularidad para ser concebida como tal, deberá producir una
novedad en la situación, y será tal solo si existe el trabajo subjetivo de lectura y nominación.
Códigos de ética: son aquellas mediaciones normativas que regulan los vínculos profesionales. Pero este
corpus, lejos de exigir una obediencia bogará por la toma de posición soportada en su deseo. Se propone, para
superar la contradicción, a los códigos de ética como CATÁLOGO DE SINGULARIDADES DECIDIDAS, es decir, su
existencia es producto del encuentro en la praxis con una singularidad, y su lugar en la práctica, su utilización,
dependerá de la relación que establezca con el texto. Se deberá saber transmitir: Debemos tomar posición en
la lectura de los códigos, en resguardo de la singularidad. Tendrá que haber una lectura que, sosteniendo la
incompletad de saber de la letra, produzca un salto cualitativo al saber-hacer en acto: allí donde la estrategia
del lector sostendrá su deseo.

SINGULARIDADES CODIFICADAS. LEWKOWICZ.

El eje simbólico que conecta un U con un S es el eje formal privilegiado para pensar las situaciones éticas.
En cualquier legislación hay 3 momentos: los vistos, los considerandos y la resolución. Los considerandos
implícitos en la prescriptiva están siempre orientados por el eje de lo simbólico. Así, el fundamento implícito
de cualquier normativa, es el despliegue o la suplementación simbólica.
Noción de código: Dos modos entender un código: una totalización fáctica: todo lo hasta aquí acontecido, una
compilación. (Aquí se ubicaría el catálogo de singularidades decididas). La otra modalidad totaliza lo posible,
es necesaria: no compila retroactivamente lo acontecido sino que determina proactivamente lo que podrá
ocurrir. Todos los posibles caen bajo este concepto. Refiere a una totalidad ya clausurada. Transcurre en el
espacio universal, de la ley, de la totalización sin fallas ni excepciones. Esa es la idea de código moral. En
principio, código moral se refiere a todas las situaciones posibles. Otra cosa es el “Catalogo de singularidades
decididas”, de las experiencias en las cuales, a partir de puntos problemáticos, se ha orientado el curso del
devenir en determinada línea y ha sido adoptada como “caso patrón” según su casuística.

El Codex es la suma de diversidad de experiencias, así planteado, es un sistema abierto de experiencias


instituyentes. Es el cuerpo historial de las singularidades decididas. Admite nuevas implementaciones, pero no
señala el punto en que esté abierta, por lo que parece cerrado, sólo una nueva singularidad lo abrirá. Es de ahí
que al Codex no hay que leerlo como códigos totalizantes morales que incluyen toda experiencia posible, sino
más finamente como transmisión de una experiencia y por lo tanto como condición de posibilidad de la
experiencia. Esa transmisión de la experiencia significa transmisión de la singularidad problemática decidida en
una prescripción, y no como principio capaz de cubrir la totalidad de las situaciones.

ETICA PROFESIONAL: ABUSO SEXUAL EN PSICOTERAPIA. FARIÑA.

Parece claro que en el caso de Feigon, quien tuvo sexo con su paciente mientras atendía a miembros
de su familia, estamos ante una violación, entre otras, de la pauta ética de la abstinencia. En el segundo
caso, el de Masserman, anestesiar a las pacientes para utilizar su cuerpo sexualmente, no parece tampoco
presentar dudas: existió violación de la ética. En el caso de Margaret Bean Bayog, es un caso de mala praxis.
Consultó con un supervisor, deseaba hacer su trabajo lo mejor posible y estaba dispuesta para ello a escuchar
la opinión de un tercero. El hecho de que éste le aconsejara seguir adelante e incluso reforzara su vínculo
imaginario con el paciente, no puede atribuírsele a la terapeuta. Se ve la situación: estamos ante
profesionales que consideran que están haciendo lo mejor por el paciente. Una consideración voluntarista de
este tipo puede abrigar incluso la creencia de que la terapeuta lo es todo para el paciente y que por lo tanto
una carta o hasta una fotografía suyas puedan servir de algún aliento.

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Digamos a manera de conclusión provisoria que nunca evaluamos la gravedad ética de una conducta por las
consecuencias que de ella emanen para la víctima, sino por el análisis de los valores puestos en juego en la
situación misma.

INVOLUCRACION SEXUAL EN PSICOTERAPIA. FARIÑA.

La prohibición absoluta de involucración con pacientes en tratamiento y con ex partenaires sexuales data de
1987. La normativa sobre intimidad sexual con ex pacientes fue incorporada recién en 1992 y la intimidad
sexual con parientes o personas allegadas al paciente es una novedad de la última versión 2002. De todas ellas,
la que presenta mayor interés es la 10.08, relativa a involucración con ex pacientes, ya que establece una
diferencia ética y deontológica en relación con el resto de las profesiones, inclusive de aquellas del campo de
la salud. La normativa está compuesta de un acápite (a) y de un acápite (b). El acápite (a) establece una
prohibición absoluta para la involucración sexual con ex- pacientes durante los dos años posteriores a la
interrupción o finalización del tratamiento. La regla es en ese sentido clara y terminante. Ello no significa que
tal conducta sea automáticamente aceptable después de los dos años, para lo cual se redactó el acápite (b). El
acápite (b) se aplica justamente al período posterior a los dos años y debe ser entendido como una regla cuya
aplicación es prácticamente imposible, lo cual queda aclarado en el texto cuando habla de “circunstancias
excepcionales”. Para estos casos inusuales, el código establece la obligación por parte del psicólogo de
demostrar que no ha habido “explotación o aprovechamiento” a la luz de siete factores (VER CODIGO DE ETICA
APA 2002, 10.8)
PUNTUALIZACIONES SOBRE EL AMOR EN TRANSFERENCIA. FREUD.

¿Cuál es la posición que debe adoptar el profesional, a partir de la cual no debe responderse a las demandas
amorosas de los pacientes? Principio de Neutralidad y Principio de abstinencia.
El profesional debe comprender que él tendió el señuelo a ese enamoramiento al introducir el tratamiento
analítico para curar la neurosis. Por ello, se le impone la firme prohibición de extraer de ello una ventaja
personal. Motivos éticos se suman a los técnicos para que el médico se abstenga de consentir el amor de la
enferma: su meta es que esta mujer alcance la libre disposición sobre su capacidad de amar, sin dilapidarla en
la cura, sino que la tenga aprontada para la vida real cuando, después del tratamiento, esta se lo demande. El
profesional debe guardarse de desviar la transferencia de amor, evitando disgustar de ella a la paciente. La
técnica analítica impone al médico el mandamiento de denegar a la paciente menesterosa de amor la
satisfacción apetecida. La cura tiene que ser realizada en la abstinencia. Hay que dejar subsistir en el enfermo
necesidad y añoranza como unas fuerzas pulsionantes del trabajo y la alteración y guardarse (evitar) de
apaciguarlas mediante subrogados. Se retiene la transferencia de amor, pero se la trata como algo no real,
como una situación por la que se atraviesa en la cura, que debe ser reorientada hacia sus orígenes ICC y
ayudará a llevar a la CC lo más escondido de la vida amorosa de la enferma, para así gobernarlo. La paciente,
cuya represión de lo sexual no ha sido cancelada, sino sólo empujada al trasfondo, se sentirá entonces lo
bastante segura para traer a la luz todas las condiciones de amor, todas las fantasías de su añoranza sexual,
todos los caracteres singulares de su condición enamorada, abriendo desde aquí el camino hacia los
fundamentos infantiles de su amor.
¿Cuáles son las razones por las que el profesional no debe intentar satisfacer las demandas de amor de los
pacientes?
Porque en ese caso, la paciente alcanzaría su meta. Sería un gran triunfo para ella y una derrota para la cura:
conseguiría repetir en la vida, mediante el acto, algo que sólo deben recordar y reproducir como material
psíquico, conservándolo en dicho ámbito. Posteriormente, ella sacaría a la luz todas las inhibiciones y
reacciones patológicas de su vida amorosa sin que fuera posible rectificarlas en algo, para concluir finalmente
en el arrepentimiento. En relación a la transferencia recíproca y contratransferencia, hay que estar advertido y
cuando se presenta vencerla con una posición de neutralidad.
¿Qué diferencia existe entre lo que habitualmente se llama amor verdadero y el amor de transferencia?
En realidad, no puede negarse el carácter de “genuino” al enamoramiento que sobreviene dentro del
tratamiento analítico. De cualquier modo, se singulariza por los siguientes rasgos: 1. Es provocado por la
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situación analítica. 2. Es empujado hacia arriba por la resistencia que gobierna a esta situación. 3. Carece en
alto grado del miramiento por la realidad objetiva, es menos prudente, menos cuidadoso de sus
consecuencias, más ciego en la apreciación de la persona amada de lo q querríamos concederle a un
enamoramiento normal.

PRINCIPIO DE NEUTRALIDAD Y REGLA DE LA ABSTINENCIA. SALOMONE.

La regla de abstinencia es una indicación técnica y, como tal, debe ser observada por el analista a lo largo del
tratamiento y como condición de posibilidad del mismo. Mientras que en razón de la regla de abstinencia el
analista es compelido a impedir la satisfacción pulsional del paciente, es en la observación del principio de
neutralidad en lo que quedará impedido de buscar las propias satisfacciones en los tratamientos que conduce.
Es decir, el principio de neutralidad es una imposición de abstinencia para el analista. La posición de
neutralidad se funda básicamente en que el analista sustraiga como persona para dar lugar así a su función. El
concepto de neutralidad es una recomendación técnica para el analista que implica una imposición de
abstinencia para él, en tanto agente de una función. Implica abstenerse de la ambición terapéutica así como
de la ambición pedagógica. Abstenerse de inculcarle al paciente los propios ideales o aquellos valores que
corresponden a la moralidad de la época; abstenerse de dirigir la vida del paciente y abstenerse de proponer
nuevas metas a la mociones pulsionales liberadas de los síntomas. Pero también este lugar le impone no
responder a la demanda de amor o a cualquier otro tipo de demanda del paciente, y excluir sus propios
sentimientos contratransferenciales. Desde la posición de neutralidad, se abstiene de ofrecerse como un yo
que forme parte de la serie de objetos especulares que, en tanto portadores de satisfacción sustitutiva,
obturan la falta. La regla de abstinencia encuentra su condición de posibilidad en el principio de abstinencia.

AMOR DE TRANSFERENCIA. PANIZZA.

A partir de los principios éticos de los psicólogos y código de conducta establecidos por la American
Psychological Association, 2002, es posible situar en el mencionado capitulo (LAURA), un conflicto de intereses
y el tema de la involucración sexual entre terapeuta y paciente, a partir de los indicadores señalados y lo ya
mencionado respecto de una posible situación de vulnerabilidad en la vida personal del terapeuta. (VER EN
GUION. CONTACTO FISICO, MANTA, PREOCUPACION PERSONAL/PROFESIONAL, ¿UD PIENSA Q ME QUEDA
BIEN ESTAR TRISTE?, VOMITO, DECLARACION DE AMOR, ¿COMO VAS A LLEGAR A TU CASA?)

DE LA EUGENESIA A LOS CRIMINES NAZIS. FARIÑA

El pasaje del feudalismo al capitalismo modifico la relación del hombre con la tierra como medio productivo
hegemónico, para ser reemplazada por la máquina. La abolición de las relaciones naturales como medio de
subsistencia dio lugar a una caída del pensamiento metafísico, inaugurando un protagonismo creciente de la
razón. En el siglo XIX, Claude Bernard constituye la consolidación de la medicina experimental ¿tenemos
derecho de realizar experiencias sobre el hombre? SI, sobre los condenados a muerte ya que si están
condenados a morir, ¿por qué no experimentar?
1883. Galton: Eugenesia: La ciencia del mejoramiento del linaje que, particularmente en el caso del ser
humano, se ocupa de todas las influencias susceptibles de dar a las razas mejor dotadas un mayor número de
oportunidades de prevalecer sobre las razas menos buenas.
1933-1939: El Nazismo proclamó la “raza nórdica” como ideal eugenésico y, como acto fundacional, promulgó
la “Ley para la Prevención de la Descendencia con Enfermedades Hereditarias”. Se ordenó la esterilización de
4000.000 alemanes.
1939-1945: En palabras de Kart Brandt, médico personal de Hitler, “matar a los incurables sería mucho más
fácil y sencillo en tiempos de guerra, ya que la resistencia pública no tendría la misma una influencia.” El 1939
se profundizaron los programas de eutanasia extendiéndose a todos los enfermos considerados “incurables”.
Rápidamente, la eliminación alcanzó a los judíos, considerados por la medicina y la antropología nazi, como
raza sub-humana.

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LAS MINORIAS SEGÚN BENNETTON. FARIÑA.

Cuando hablamos de diferencias, de diversidades humanas, resulta imprescindible aclarar que las más de las
veces estas ingresan socialmente bajo la forma de minorías. Se trata de grupos que son objeto de un trato
diferencial por parte de otro (que provisoriamente llamaremos mayoría) el cual le impone condiciones de
marginación. Cuando el rasgo movilizador adopta carácter grupal estamos en presencia de una minoría. Freud
dice: “El sentimiento de comunidad de las masa ha menester, para completarse, de la hostilidad hacia una
minoría extranjera y la debilidad numérica de estos excluidos invita a su sofocación (…) la intolerancia de las
masas se exterioriza con más intensidad frente a diferencias pequeñas que frente a diferencias
fundamentales.” El ser humano no se defiende sólo cuando se lo ataca sino que cuenta con una alta cuota de
agresividad en su dotación pulsional. No hay razones espontáneas en la especie humana para amar al prójimo.
La inclinación agresiva es, por tanto, una disposición pulsional del ser humano, en la cual la cultura encuentra
un enorme obstáculo. Esto habla de la dimensión humana, la agresividad constitucional del hombre.

En la dimensión histórica del problema de las minorías Fariña se centra en el cambio que se ha operado con el
pasaje del feudalismo al capitalismo moderno. En todas las formas de minorías que la humanidad conoció
hasta el advenimiento del capitalismo, siempre el rasgo objeto de movilización ha sido un elemento del orden
de lo natural. Se entiende por natural aquellas marcas que el ser humano trae al nacer o adquiere en la muy
temprana infancia y que lo acompañan de manera indeleble a lo largo de su vida. Por ejemplo las minorías
organizadas a partir de rasgos étnico-raciales, o las minorías en base a discapacidades. Todas las minorías
sustentadas en un criterio pre-capitalista son cuestionadas y tienden a desaparecer o perder peso con el
desarrollo del capitalismo. Aquellos sectores sociales que eran objeto de discriminación injusta hoy tienden a
ser integrados en el horizonte del capitalismo el efecto de movilización tiende a desplazarse a un nuevo
objeto, lo que resulta intolerable es la presencia de alguien pobre.

MODULO III: PRINCIPIOS ETICOS Y DEONTOLOGIA PROFESIONAL.

LA INTERACCION DEL PROFESIONAL CON LOS CODIGOS. CALO.

La posición del profesional no podrá ser ni de sumisión ni de indiferencia, sino capaz de interrogar
críticamente la letra de los códigos. La relación que el profesional ha de tener con el corpus deontológico no
puede ser heterónoma, de sólo obediencia, sino que reclama de su parte un posicionamiento crítico, ético, en
relación a la norma. El accionar profesional tendrá que ser una interacción que debiera idealmente realizarse
desde una discriminación y jerarquización de los valores en juego, y desde una actitud que suponga libertad y
responsabilidad para decidir y elegir. Hay dos dimensiones que se aúnan en la consideración ETICO-
DEONTOLOGICA. El aspecto social (conjunto de obligaciones que al profesional se le imponen) y el aspecto
ético (convoca al profesional a anteponer a la norma su compromiso personal y responsable).

Secreto profesional desde la norma busca resguardar la intimidad del paciente. La intimidad debe ser
considerada como el ámbito psíquico donde se despliega el proceso por el cual el viviente se hace humano,
condición de posibilidad de la constitución subjetiva. Quien recibe la confidencia, en la práctica psicológica, es
un profesional que si bien actúa por delegación, ésta la recibe de la sociedad y le transfiere el conjunto de
obligaciones que habrá de respetar, lo convoca a un compromiso subjetivo dado que será el quien decidirá en
que ocasión se levanta o no el secreto profesional. La posición del psicólogo frente a la normativa del secreto
profesional suele conllevar tensiones, dado que el respeto por la intimidad constituye un principio, mientras
que la normativa de confidencialidad es solo un instrumento; además, en la practica el psicólogo se enfrenta a
posibles excepciones, porque un principio superior a la intimidad se encuentra en riesgo, y es él mismo quien
debe resolver si es o no un caso de excepción. Por esto, habrá de sostenerse que la obligación de guardar
secreto profesional no es ni puede ser considerada ABSOLUTA.
Consentimientodesde la norma busca respetar la autonomía del consultante. Ocurre lo mismo que con el
S.profesional: La autonomía es un fin en sí mismo, mientras que el consentimiento es sólo un medio para
lograrlo. Varias son las situaciones excepcionales en las que la exigencia de obtener consentimiento quede

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suspendida. Principalmente aquellas en las que el cumplimiento de la normativa de un modo obsesivo tornaría
inoperante la practica (investigaciones con premisas engañosas, toma de tests). Pone en riesgo el cuidado
ético por el cual se procura no emplear el poder que otorga la transferencia para otros fines. Asimismo, la
pregunta sobre ¿Quién consiente? Dará como respuesta inmediata que el consentimiento durará hasta que la
resistencia haga su aparición. Otro punto importante es el hecho de que para que el consentimiento sea
válido, el profesional deberá informar al paciente sobre tratamientos alternativos posibles, esperando además
que lo haga de un modo NO tendencioso. Eso es casi imposible, dado que dependiendo de la mirada teórica
que tenga el profesional, estará determinada la mirada hacia las otras escuelas. Por otro lado, la firma del
formulario podría incidir en la relación terapéutica, dado que puede tornarse en un “aval del profesional”, en
el mejor de los casos, y reforzar supuestos paranoides (por parte del paciente), en el peor.

LA CAUSA DEL PSICOLOGO FORENSE. GUTIERREZ.

El psicólogo cumple funciones en múltiples espacios de intervención. El compromiso ético opera como fondo
de toda actividad profesional y la condiciona sin exclusiones. La idea de que el psicólogo debe adaptarse a los
requerimientos de quien demanda no es sostenible en forma tajante ni aun en el ámbito del tratamiento
clínico. Por ejemplo, en el ámbito judicial, el psicólogo debe remitirse a cumplir su trabajo sin presiones y
elevar el informe requerido sin otro condicionamiento que el criterio profesional. Si el informe en cuestión es
útil para la defensa, es algo que debe decidir el sujeto y sus representantes legales. El psicólogo debe evitar
que su función profesional sirva de cobertura a cualquier forma de engaño. Partiremos de la ética de lo
simbólico, una ética que encuentra su fundamento en el reconocimiento del sujeto como ser simbólico, de un
sujeto que se humaniza por el lenguaje. Tal pasaje por el lenguaje constituye al sujeto deseante. La ética de lo
simbólico reside en el reconocimiento de tal condición y en sus actos lleva implícita la intención del desarrollo
simbólico del sujeto. Todo aquello que atente contra su posibilidad simbólica se erige como no ético. El
psicólogo no puede intervenir sometiéndose al dictado particularista, moral. Que un acto deje la conciencia
tranquila a quien lo lleve a cabo, no significa que se constituya como ético. Si responsable significa dar una
respuesta, esta no puede enajenarse ni aun en la figura del juez. Responder ante un dilema ético, elegir el
camino correcto rechazando el que se reconoce como incorrecto, no es algo que el psicólogo pueda eludir. El
psicólogo no se encuentra frente a dos obligaciones contradictorias, tiene una sola obligación y esta se
encuentra en la necesidad de respetar los principios éticos.
Ante la pregunta sobre cuál debe ser la función del psicólogo forense, es necesario evitar los apresuramientos
a dos voces: por un lado los psicólogos, prestos a ocupar nuevas plazas en el mercado y por otro, el
administrador de justicia buscando más elementos de prueba.

LA RESPONSABILIDAD PROFESIONAL ENTRE LA LEGISLACION Y LOS PRINCIPIOS ETICOS. GUTIERREZ Y


SALOMONE.

¿La responsabilidad profesional, debe circunscribirse a las disposiciones legales?


El profesional de la salud mental debe tomar como horizonte de su práctica los principios éticos, es decir el
resguardo de la subjetividad, a la vez que debe promover una mirada crítica sobre aquellos otros aspectos que
degradan lo humano condicionando su práctica, y por lo mismo, poniéndola en riesgo.
En su acto el terapeuta está solo y sin garantías de ninguna índole y solo tiene como respaldo su criterio
profesional del cual es único responsable. La sujeción a la ley no puede ser la única guía de la conducta
profesional, ya que es estrictamente el criterio profesional el que deberá guiar el accionar del psicólogo. Este
criterio profesional no debe confundirse con los valores morales del terapeuta, sino que dependerá
exclusivamente de la responsabilidad a la que el terapeuta se ha comprometido en relación a los avatares
psíquicos de su paciente. Serán los principios éticos los que delimitarán el campo profesional.
¿Cómo conjurar el concepto de neutralidad en posibilidades de mantener el secreto profesional o
suspenderlo? El principio de neutralidad obliga a excluir la dimensión narcisista de los ideales, poniéndolos en
la pista del sujeto. Las cuestiones relativas al secreto profesional también deberán someterse al principio de
neutralidad. Considerar la obligación del profesional de propiciar la intervención de la ley (por Ej. en caso de

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que su paciente comunique que es violada por un familiar), no significa que consideremos al psicólogo un
agente de la seguridad del estado. Jamás podría ser ésta su función. En la medida que el horizonte de su
práctica está definido por el respeto a la subjetividad, la posición de neutralidad será el sitio del que no deberá
moverse si no quiere abandonar la pertinencia de su tarea. El secreto profesional debe estar siempre sujeto al
principio de neutralidad. La posición de neutralidad nos guiará a la suspensión del secreto profesional cuando
su mantenimiento conduzca a favorecer alguna forma de ideal incompatible con un proceso de elaboración y
desanudamiento. Ningún ideal, ni de la persona del analista, ni de su paciente, ni los ideales sociales deberían
detenerlo en su acción.

EL SUJETO AUTONOMO Y LA RESPONSABILIDAD. SALOMONE.

El discurso deontológico-jurídico, como una unidad, se diferencia del discurso de la subjetividad. El campo
deontológico jurídico y la dimensión del sujeto conllevan diferentes nociones conceptuales: la noción de
sujeto, de ley y de responsabilidad.
Hay una diferencia entre la responsabilidad jurídica y aquella que compromete al sujeto del inconsciente.
La responsabilidad subjetiva interpela al sujeto más allá de las fronteras del yo, mientras que la
responsabilidad jurídica se plantea en función de la noción de sujeto autónomo, la cual restringe la
responsabilidad al ámbito de la intencionalidad consciente.
El sujeto autónomo, es el sujeto de la intención y voluntad. El sujeto del derecho, es toda persona susceptible
de adquirir derechos o contraer obligaciones. El sujeto del derecho es el sujeto considerado autónomo y
cuando la persona no muestra estar en dominio de sus facultades mentales, pierde su cualidad de autónomo y
así, su responsabilidad ha quedado restringida o anulada. El sujeto ya no considerado autónomo, es eximido
de su responsabilidad jurídica. Entonces, el sujeto del derecho, en tanto autónomo e imputable, es aquel capaz
de responder por sus actos, aquel cuya responsabilidad siempre le es ajena.
Al contrario, el psicoanálisis plantea un determinismo inconsciente que hace al sujeto responsable por
definición. El campo de la responsabilidad subjetiva, confronta al sujeto con aquello que perteneciéndole le es
ajeno. Ajenidad que no es causa de inimputabilidad. En este campo, el sujeto es siempre imputable, pero no ya
en términos morales o jurídicos, sino éticos.
Freud responsabiliza al sujeto de aquello que desconoce de sí mismo, aquello de lo que el sujeto considerado
autónomo no puede dar cuenta. Sin embargo, no imputa al sujeto en el campo moral por aquello que se juega
en lo inconsciente. Según Freud, en la renuncia pulsional se funda la ética, quedando la ética ligada a la ley, la
cual obra con una función de límite. El sujeto esta compelido a responder por sus actos tanto en relación al
Otro social como en relación al Otro de la Ley. La intencionalidad que excede las fronteras de la conciencia, es
desconocida por el campo normativo.
En relación al encuentro entre el campo deontológico y la dimensión clínica, plantea el ejemplo de un hombre
que solicita un turno para hacer psicoterapia y en el primer encuentro plantea que él no quiere realizarla, que
sólo lo hace porque su mujer lo obliga (cuestión del consentimiento informado). Donde la noción de sujeto
autónomo nos llevaría a desresponsabilizar al sujeto, la experiencia clínica nos guiará a confrontarlo con una
responsabilidad inalienable. Se trata de un sujeto no autónomo pero responsable por definición.

SUPERVISION Y CONFLICTO DE INTERESES. GUTIERREZ.

Luego de la 2da. Guerra Mundial ─y como resultado del enjuiciamiento por parte de las fuerzas aliadas a los
principales dirigentes nazis─ se promulga, en el año 1947, el famoso código de Nüremberg. Los horrores de
la política nazi, en particular las experimentaciones con seres humanos, sentaron las bases para que se
pusieran límites precisos a la intervención profesional basados en principios éticos claros. Respecto de las
obligaciones correspondientes a la tarea de supervisión, el código de APA (ver APA 1.17 (a)) cuestiona
éticamente que entre supervisor y supervisado se dé la circunstancia de "entrar en otra relación personal,
científica, profesional, financiera, o de otro tipo con tales personas", que interfiera entre tales profesionales y
su tarea, pudiendo provocar falta de objetividad. El fundamento a tal objeción reside en lo que se entiende
como un potencial conflicto de intereses. La advertencia adquiere autoridad en la medida que se piensa a la
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tarea de supervisión incluida en un tipo de relación institucional en la que el supervisor tiene una posición
jerárquica distinta a la del supervisado. Como se deduce de lo mencionado, tal colisión de intereses no es
inherente a la tarea de supervisión misma sino a la asimetría institucional y a lo que ello comporta. Ahora bien,
en el caso de “transferencias superpuestas”, tal obstáculo no puede ser incluido en el "conflicto de intereses"
pues, si se trata de interferencias transferenciales, ya no estamos en el campo de los intereses sino en el del
inconsciente. Por lo tanto, en la objeción que ubica a la transferencia como problema en las relaciones
múltiples, ya no se trata del conflicto de intereses. Precisamente porque no se trata del conflicto de
intereses, el problema de la posible alteración de la objetividad desaparece.
Si la supervisión se llevara a cabo en un ámbito institucional donde el supervisado se encuentra en una
posición jerárquica distinta al supervisor ¿no estaría aquel fuertemente tentado a presentarse de manera
muy competente si el que lo escucha tiene sobre él alguna autoridad que excede los objetivos clínicos de la
supervisión y que en el ejercicio de tal autoridad pueda beneficiarlo o perjudicarlo de algún modo? En efecto,
como es habitual, y la normativa deontológica lo supone un vínculo natural, la tarea de supervisión suele ser
parte de un dispositivo institucional en el que el supervisor oficia también como un evaluador del supervisado
y el responsable de alguna forma de promoción del candidato. Es precisamente esta circunstancia la que
introduce una cuestión éticamente muy delicada y no prevista por la norma deontológica.
Por todo lo dicho, si consideramos las dos líneas de objeción a las relaciones múltiples en la supervisión ─ya
sea la que impide la objetividad en la evaluación o la que altera el trabajo de supervisión por transferencias
superpuestas─, podría decirse que en tales relaciones múltiples, es posible que surjan problemas derivados de
la transferencia.
En cambio, la colisión entre el interés de querer mejorar la conducción de un tratamiento y el interés de ser
promocionado ─en la medida que la condición de supervisado -evaluado no puede disociarse─, transforma a
la actividad en un problema sin salida. Precisamente por esto, por el fuerte conflicto de intereses que suscita,
la tarea de supervisión debería ser considerada incompatible con el vínculo docente-alumno, evaluador-
evaluado o cualquier otro semejante.

ALEX. EL TIEMPO COMO APREMIO. MONTESANO.

Para el Dr. Weston, en esta primera entrevista con Alex, se manifiestan los siguientes indicadores:
1- Tiene ante sí un consultante que pertenece a las Fuerzas Armadas de su país, desarrollando tareas que
involucran acciones de Estado, reguladas por una codificación específica.
2- El motivo manifiesto de consulta está fuertemente comprometido con su pertenencia a la Fuerza.
3-Por un error de Inteligencia, Alex atacó un blanco equivocado, asesinando niños, lo que ha planteado una
potencial acción de venganza por parte de grupos fundamentalistas, caracterizados como enemigos desde la
lógica de las Fuerzas Armadas.

La presentación de este material nos permite ubicar principalmente, en su articulación deontológica, clínica,
jurídica y ética, el capítulo de Confidencialidad. Sostenemos que el problema central en este material es el
de la confidencialidad, en la medida que el punto que el entrevistado presenta como motivo de su consulta es
requerir la opinión del terapeuta en lo que respecta a una decisión que entraña riesgo y que no está dispuesto
a posponer. Una primera aproximación, apoyada en el campo deontológico, nos permitiría especificar que la
interrogación respecto de suspender el secreto profesional, se encuadra en el potencial riesgo para el
paciente, determinado fundamentalmente por la inminencia de la acción riesgosa del entrevistado.
Podemos configurar un conjunto de consideraciones que hacen a establecer los problemas involucrados que
afectan a la mantención del secreto profesional. El paciente va encarar una acción que representa un riesgo de
vida, en tanto su cabeza tiene precio y su foto circula por internet; el punto que complejiza la situación es que
esa misma noche estaría viajando hacia “su destino”, restando tiempo para cualquier maniobra terapéutica
que permita posponer la ponderación de la suspensión del secreto. A su vez, el otro aspecto que se constituye
en problema es establecer, en caso de levantar el secreto, a quién debería dirigirse el terapeuta para detener
la acción de riesgo. Según la información aportada por el paciente, las personas próximas a él son: el padre, la
esposa, el hermano y su amigo Daniel; además, se podría tomar en cuenta a la Marina, en tanto institución a la
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que pertenece el paciente y también a la organización de ayuda humanitaria a la que se sumó el paciente, bajo
el desconocimiento de esta última. No se desconoce que el lugar al que quiere regresar forma parte de un
objetivo militar, si bien, se sumaría a una visita humanitaria, él lo haría de manera clandestina; en este sentido
cabe preguntar si acaso su presencia allí no podría ocasionar un riesgo para los que integran ese contingente
humanitario y a su vez involucrar a una institución gubernamental con potenciales consecuencias que
involucren a la Nación. Otro aspecto a tomar en cuenta para ponderar el levantamiento del secreto, es que, en
el otro polo del riesgo se encuentra el derecho a la autodeterminación; en el plano de la dimensión
deontológica este punto quedaría relegado, dado que el riesgo a terceros invalidaría este derecho, en tanto
esos terceros no podrían contar con esta posibilidad.
Un asunto a considerar es si Paul Weston podrá sostener su lugar de terapeuta a resguardo del impacto
personal que pudiera generarle la actitud de Alex frente a los hechos relatados; tanto sea por aprobación o
rechazo, la neutralidad puede quedar afectada. En otro sentido, también se suscita el problema de advertir
que la pertenencia a una fuerza de seguridad que forma parte del aparato estatal, involucra la existencia de
codificaciones que Weston desconoce
Articulación con la dimensión clínica: Es a partir de estas interrogaciones que hacemos explícita la articulación,
ya mencionada, entre la dimensión clínica, deontológica y también jurídica, que nos hará posible abrir el
campo ético. Tal como lo señala G. Salomone: la introducción de la dimensión clínica debe ser entendida en
tanto considerar la variable subjetiva, ya sea en relación al paciente como así también de la posición del
profesional frente a la normativa. En este caso, lo que primero surge es el riesgo de vida, pero habrá necesidad
de establecer otra dimensión de riesgo en lo que atañe a la subjetividad.
Alex muestra en general una actitud de control, reflejado en el modo de encarar su relación al terapeuta, pero
que parece apuntar a sostener un estricto control de sí. Lo que subyace a esto es un intento de
desconocimiento de sentimientos y afectos que parecen configurar el campo de interés para el Dr. Paul
Weston, allí donde puede hipotetizarse la posición subjetiva que se articula a la culpa y su relación a la falta,
respecto de sí y del Otro (no olvidemos que él parece responder como “El asesino de Madrasa”, en el intento
de saldar el error del Otro, el de la inteligencia naval). Pero también debemos interrogar si Paul calcula otro
riesgo, el de la potenciación de una culpa que no puede ser abordada y multiplica el padecimiento
incrementado los hechos riesgosos. Que Alex quiera volver al escenario del hecho (al modo de las novelas
policiales, el asesino siempre vuelve al lugar del crimen) puede llevar a pensar que es una manera de
“anoticiarse” que eso le pertenece, pero no habría que descuidar que lo hace desde la clandestinidad.
Si calculamos que Paul debería levantar el secreto, el punto problemático es ante quién. Alex no parece tener
más “amo” que la fuerza a la que pertenece, la Marina. Si da aviso a la Marina ¿pondría en el “freezer” la
carrera de Alex? ¿Con un posible perjuicio a futuro? ¿Podría informar al grupo de ayuda humanitaria? En
cualquiera de estos casos, ¿podría continuar un tratamiento con él?

ALEX: UNA E-LECCION POSIBLE. DOMINGUEZ.

Recortaremos tres escenas para situar aquello de lo que nos hemos ocupado anteriormente, a saber: las reglas
y la lectura de las reglas para esa situación (tercer movimiento de la ética contemporánea: lectura de la
singularidad en situación).
Entrada. (Reglas)  Existe un encuadre clásico que desconocemos cómo ha sido acordado, Alex tiene un
horario determinado para él y paga un dinero que ya ha sido estipulado, sólo resta, siguiendo la normativa
deontológica la obtención del requisito del consentimiento informado (información adecuada, evaluación y
documentación) cuestión que a nuestro parecer ronda todo el capítulo. Alex de entrada se ubica como cliente,
dejando en claro que aún no ha consentido venir al lugar de paciente y desde allí habla.
El chiste que Paul introduce [El cliente siempre está equivocado] apunta a remarcar esa barra apelando a la
existencia de otra legalidad en juego, no la del sujeto de derecho, aquél en el que Alex se cobijará a la entrada,
sino el sujeto dividido, del cual no sabemos aún si Alex consentirá dejar pasar por esa puerta. Ciertamente el
pasaje de un lugar al otro: cliente/paciente dependerá de un acto que deberá ser leído por el terapeuta y
consentido por el que advendrá al lugar de analizante suyo. Se trata del asentimiento subjetivo, que verifique
allí en acto un deseo decidido de analizarse.
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Tiempo de investigación. (Escucha de Paul)  El objeto de la investigación: elegir el mejor terapeuta antes de
concretar una entrevista se encuentra en la línea del cliente que busca calidad acorde al precio que paga; pero
en realidad, todo el tiempo, desde que Alex cruza la puerta, continúa su investigación. El saber obtenido en la
investigación se erige como requisito necesario para Alex, de allí la fijeza en la idea de ser escuchado acorde a
su plan prefijado. Sin embargo lo único que consigue es postergar el acto por el cual advendrá analizante. Y es
que esa decisión es un salto que da cuenta de un tiempo lógico, una lógica del acto para el advenimiento del
sujeto dividido.
Entre el mejor y el elegido la e-leccion. (Le quedan cosas por hablar)  Un parlamento de Paul apela la
distinción tajante que hace Alex entre el sujeto autónomo (el mejor, el elegido por la Marina, el que la vida lo
escogió) del sujeto dividido que elige venir a ese lugar y es responsable por eso. Dicha intervención recorta ese
significante elegido en dónde Alex está cómodo porque no tiene que tomar decisiones y, por lo tanto, no se
halla en juego, según Paul, su responsabilidad. Quizás en el “que le queden cosas por hablar”, pueda leerse ese
asentimiento subjetivo a la entrada en la que Alex acepta devenir analizante de ese analista. De allí la
posibilidad del pasaje de la posición del obediente, del elegido por la Marina a la posibilidad de la pregunta por
la responsabilidad de sus acciones y elecciones y no la vía cerrada de justificarlas por la culpa.

EL EXPERIMENTO DE STANLEY MILGRAM, CUESTIONES ETICO-METODOLOGICAS. FARIÑA – SALOMONE.

Stanley Milgram desarrolló distintas versiones de su experimento, introduciendo en cada una de ellas
variantes que permitieran aislar los factores que explicaban la obediencia.
Una universidad publicaba un aviso convocando candidatos para participar de una investigación sobre la
memoria. Cuando el candidato acudía a la cita se encontraba con otro participante –en realidad un
colaborador del equipo de investigadores– y ambos eran informados de la naturaleza del estudio del que
iban a formar parte: los efectos del castigo en el proceso de aprendizaje. A través de un sorteo supuestamente
azaroso, se le asignaba al candidato el rol de maestro, mientras que el colaborador (aliado de los
investigadores) adoptaba siempre la posición de alumno. (Toda la explicación del experimento. Errores y
descargas de 15 a 450 voltios). En realidad, el alumno no recibía descarga alguna, este dato era ocultado al
participante, por lo que creía estar administrando descargas de intensidad creciente. A partir de los 150
voltios, el participante ya escuchaba los gritos de protesta del alumno a través de la pared. El alumno
pedía que se detuviera el experimento, manifestando dolor y palpitaciones. Desde ese punto, hasta los 330
voltios, el alumno continuaba gritando de dolor y exigía ser liberado. Luego de la descarga de 330 voltios, el
alumno ya no gritaba ni protestaba al recibir las descargas, sugiriendo de este modo que carecía de la
capacidad para responder. Se le indicaba al maestro que debía considerar la ausencia de respuesta como una
respuesta incorrecta, y que debía continuar con el experimento.
La variable dependiente más relevante estudiada por Milgram era evidentemente el momento en el cual
el participante, en el rol de maestro, se negaba a continuar. El experimentador, sentado a algunos metros
de distancia del participante, lo animaba a continuar frente a cualquier signo de resistencia verbal o no-verbal.
(“continúe por favor”, “el experimento requiere que usted continúe”, “es absolutamente esencial que usted
continúe” y “no tiene opción, tiene que continuar”). El estudio continuaba hasta que el participante oponía
resistencia a cada uno de los cuatro estímulos verbales de exigencia creciente dados por el experimentador,
o hasta que el participante hubiera pulsado tres veces el interruptor del rango más alto del generador de
electricidad. Como se sabe, la conclusión más impactante del experimento fue descubrir que el 65% de los
participantes continuaban administrando las descargas hasta el final de los rangos que ofrecía el generador.
Desde el punto de vista ético-metodológico, el diseño del experimento de Milgram afecta cuestiones relativas
al cuidado de la integridad psico-física del sujeto de la experimentación, a la administración de consignas
engañosas y al consentimiento para participar de la experiencia. La experiencia de Milgram está basada en la
utilización de consignas engañosas, una modalidad de uso frecuente en investigación social. El experimento
era presentado a los voluntarios como un estudio sobre la memoria y el aprendizaje, y los efectos del castigo
sobre este último. Adrede no era revelada la verdadera naturaleza del experimento, que consistía en una
investigación sobre la obediencia a la autoridad.

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La réplica de Jerry Burger
Burger tomó recaudos ético-metodológicos, que permitieran salvar las objeciones (b) y (c), y mantener la
fuerza investigativa del diseño:
1. Unos segundos después de finalizado el procedimiento, le informaba al candidato la verdadera naturaleza
del experimento reuniéndolo con el supuesto alumno.
2. A los efectos de evitar el dolor físico o severo malestar emocional, interrumpía el experimento
inmediatamente después de que el sujeto administrara la descarga de 150 voltios. Según los resultados del
experimento original, los 150 voltios constituyen un punto de no retorno en materia de obediencia, es un
punto de inflexión, una barrera q una vez franqueada indica la voluntad del SU de continuar hasta el final.
3. Estableció un doble proceso de selección de los candidatos para excluir aquellas personas que podrían
reaccionar negativamente ante la experiencia
4. Los participantes fueron informados, por escrito, que podían retirarse en cualquier momento del
experimento y quedarse con los 50 dólares que les fueron asignados por la participación.
5. Se administro a los candidatos una leve descarga para que verificaran el efecto generador (igual que en el
experimento original) pero en vez de ser de 45 voltios, era de 15.
6. El investigador a cargo de supervisar la prueba era un psicólogo clínico experimentado, preparado para
detectar cualquier signo de estrés y detener la prueba si era necesario.
La tensión entre el consentimiento y la obediencia: En el diseño de Burger, el investigador le entrega a ambos,
candidato y cómplice, los 50 dólares antes del “sorteo”, diciéndoles que “pueden quedarse con el dinero
inclusive si deciden interrumpir su participación en cualquier momento”. Y luego del sorteo, los invita a firmar
a ambos un consentimiento informado en donde se ratifica lo anteriormente mencionado. No utiliza los 4
estímulos verbales interrumpiendo el experimento antes de que el conflicto pudiera manifestarse. Al
interrumpirse la prueba habiendo el candidato aplicado los 150 voltios, Burger evitó el conflicto entre el
consentimiento y la obediencia.

AHORA QUE LO SABES, ¿CÓMO TE SIENTES? JAN DE VOS.

Si el experimento de Milgram es un montaje, lo es esencialmente acerca de la psicologización: una situación


intersubjetiva es puesta en escena con el objetivo de individualizarla y psicologizarla. El interrogatorio de
Milgram le devuelve al sujeto unificado de la psicología su completud y síntesis, su autonomía y su auto-
conciencia. Es que el experimento contiene una verdad acerca de su disciplina y respecto del lugar que ésta
ocupa en la sociedad contemporánea: pone al descubierto de una manera muy simple que el negocio de la
psicología predominante se reduce a un proceso de psicologización. En los procesos de psicologización, los así
llamados “legos” resultan invariablemente convertidos en proto-psicólogos; son llamados a mirarse a sí
mismos a través de una mirada académica y psicologizante: ellos tienen que convertirse en sus propios
psicólogos. ¿Cómo se siente? La pregunta básica que Milgram realiza tras cada experimento induce
exactamente esta forma de mirarse a sí mismo desde la perspectiva psicologizante.
Todo el experimento de Milgram está preparado para conducir al momento de la revelación, al levantamiento
de los velos para revelar la supuesta verdadera naturaleza del sujeto y este momento de humillación sirve a la
constitución del agente perverso de la ciencia que ejerce sus poderes sobre sus víctimas, los sujetos
inocentes. Dicho francamente: la lección de psicología es el poder de la psicología. El experimento de Milgram
tiene como intención deslumbrar al sujeto de la experimentación y al gran público con el poder de la ciencia
para poner al descubierto la condición humana.

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