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es one aOLEe LAS PRC Augusto Hortal Alonso — 2° edicién SFR de a t SoCs af 1 ediciin: octubre 2002 2" edicién septiembre 2004 ued prohbic, sho excepién preva en I ey. cig forma de ‘epodtcin cn, unicacon ply ace dee fran conta con I attrac se lo tars de propiedad ileal ta incendie mencenao pa st cnet Ge dle cont la propiedad ital rs 70 a, del Cign Pea Con tsp eco epic nce er std © Augusto Hontal Alonso, 2002 © Desclée De Brouwer, $.., 2002 Henao, 6 - 48009 ibaa swonncedesclee.com infotedesclee.com {Equipo coordinador de a colecckin ldetonso Camacho José Luis Ferninde2 ‘Augisto Horta Diseiio Coleccién Luis Alonso Impresién RGM, SA. - Bilbao ISHN: 86330-17187 Depesito Legal BL2210/08 1 AMATO } Contenido NTACION DE LA COLECCION £ FRA PARTE: INTRODUCCION 13 PITULO 1: ETICA, ETICA PROFESIONAL Y UNIVERSIDAD . 15 J. fica profesional y universidad . ORF I. ftica y profesiones I. Qué ética se presupone? . UNDA PARTE: LAS PROFESIONES Y SUS CONTEXTOS .. 33 PITULO 2: QUE SON LAS PROFESIONES? “1. Primera caracterizacién de las pro‘esiones “Il. El ethos profesional como fenémeno social Ill. Definicisn de profesién ay CAPITULO 3: CONTEXTOS Y MEDIATIZACIONES DE LA, RESPONSABILIDAD PROFESIONAL «2.200000 c00000s 55 I. Las profesiones liberales .. 56 Il La mediatizacin tecnol6gica de ls profesiones ........ 60 Ii Limites y condicionamientos econémicos del trabajo profesional . 65 IV, El marco institucional y oranizatio del ejercicio profesional ........ n Vzlndividuo y organizacién como sujetos de la profesional .......2..4 4 VI. Del contexto social al texto ético TERCERA PARTE: PRINCIPIOS .........02 87 CAPITULO 4: QUE SON LOS PRINCIPIOS? 89 I. El precedente de la bioética......°, 95 i, :Cémo se justfican los principios? . 99 Il, ;Cémo se aplican los principios? 102 IV, Casos y casufstica aoa 104 CAPITULO 5: EL PRINCIPIO DE BENEFICENCIA CAPITULO 6: EL PRINCIPIO DE AUTONOMIA ... CAPITULO 7: RELACIONES ENTRE BENEFICENCIA Y AUTONOMIA . TAT CAPITULO 8: EL PRINCIPIO DE JUSTICIA 151 CAPITULO 9: EL PRINCIPIO DE NO MALEFICENCIA . 163 CAPITULO 10: ARTICULACION DE LOS PRINCIPIOS Wags CAPITULO 11: ETICA Y DEONTOLOGIA PROFESIONAL. LOS CODIGOS DEONTOLOGICOS. 2.2.0... ..6.66-191 CUARTA PARTE: RELACIONES «62... 020222 ee 6199 CAPITULO 12: RELACIONES ENTRE PROFESIONALES ...... 201 |. Relaciones entre miembros de la misma profesian ...... 201 Ul. Colaboracién, coordinacién y subordinacién de profesionales en contextos compartidos ...............210 I. El profesional como jefe de otros profesionales iy CAPITULO 13: LA RESPONSABILIDAD PUBLICA DE LOS PROFESIONALES sees cs eee 227 CAPITULO 14: PROFESIONALES Y VOLUNTARIOS . +237 QUINTA PARTE: TRAYECTORIA 00.0000... -249 CAPITULO 15: PROFESION Y VOCACION ....... +251 BIBLIOGRAFIA ......... 26 269 ATICA DE LAS PRO¥ESIONDS pein ona sentacion de la coleccién La ensefianza en general y fa enseftanza universitaria en particu- ‘ha ocupado un lugar privilegiado dentro de las actividades a que ‘dedican 0 que promueven los jesuitas desde siempre. La pafifa de Jestis se gest en ambien‘e universitario y cuenta con larga tradicién en ese 4mbito. De los 86 centros universitarios Jos jesuitas tienen en el mundo, ocho estén en Espafia. Dos son iversidades: la Universidad de Deusto (con dos campus, uno en y otro en San Sebastian), y la Universiclad Pontificia Comillas Je Madrid, fundada en Santander y trasladada a Madrid en los afios ), a la que se incorporaron en los afios 70 los centros superiores € ICADE (Instituto Catdlico de Artes € Industrias e Instituto dlico de Administracién y Direccién de Empresas respectiva- mente). Los otros centros universitarios son: el Instituto Quimico de Sartid (Barcelona), ESADE, también en Barcelona, la Fscuela Universitaria de Magistorio de Ubeda Jaén), Facultad de Ciencias Econdmicas y Empresariales (ETEA) de Cérdoba, INEA (Instituto Nevares de Empresarios Agricolas) de Valladolid y CESTE (Centro de Estudios Superiores Técnico Empresariales) de Santander. Estas insti- tuciones universitarias, diferentes en sus localizaciones, especi dades y dimensiones, se coordinan mediante una Comisién de Centros Superiores de la Compaiiia de Jestis, que es la que ha pro- porcionado el apoyo y estimulo necesarios para el trabajo que desde hace algunos afios viene llevando a cabo el GRUPO DE ETICA DE LAS PROFESIONES, formado por profesores de dichos centros.. En 1993 la Universidad Pontificia Comillas organiz6 un Simpo- sio sobre Etica de las profesiones en El Escorial; en él participaron, ademas de varios profesores de cada una de las facultades y escue- las de la Universidad Comillas, profesores de los restantes CEN- TROS UNIVERSITARIOS DE LA COMPANIA DE JESUS en Espafia. Las ponencias quedaron recogidas en una publicacién. Este primer contacto hizo comprender la necesidad de establecer convocato- Fias periédicas para intercambiar experiencias, reflexionar juntos y avanzar en una cierta coordinacién en esta materia. Desde enton- ces, los profesores de ética de los diferentes centros se han venido reuniendo cada afio en un centro diferente; esto les ha permitido conocer la realidad de cada institucién e invitar a participar a los rofesores interesados del centro en el que se reunfan. La Gitima reforma de los planes de estudios introdujo una asig- natura de ética profesional en cada una de las titulaciones en las que ain no la habia. Con ella se pretende contribuir, desde las aulas, a la formacién ética en las materias relacionadas con el ejer- Cicio profesional para el que se preparan los estudiantes, y fomen- tar la capacidad de reflexién y de valoracién ética en los diferentes ‘campos profesionales. La decisién de introducir una asignatura de ética profesional planteé de inmediato la necesidad de buscar pro- fesores para impartila. Entre septiembre de 1996 y septiembre de 1998, se desarrollé un Curso de Formacién en Etica Profesional para profesores de centros universitarios de la Compaiia de Jestis ‘en Espafia, como preparacién para la docencia de esa materia en todas las titulaciones impartidas en dichos centros. A este curso asistieron 17 profesores, a los que hay que afadir otros ocho, que ya venfan impartiendo ética en algunas titulaciones. Este grupo de docentes se ha propuesto ahora la tarea de publicar manuales de las distintas éticas profesionales. Con ello, ademas de dar continuidad a este fecundo espacio de colabora- cién, se intenta ofrecer un conjunto de publicaciones sobre mate- rias de las que no existe mucha producciGn en el mercado edito- rial. Se pretende asi elaborar el material y ponerlo a disposicién de los estudiantes de los centros jesuitas, asf como de profesores y alumnos de otras universidades donde se impartan disciplinas ‘semejantes. La Editorial DESCLEE DE BROUWER S.A. ha acogido esta iniciativa con mucho interés. Le agradecernos de antemano la confianza que ha puesto en nosotros. ‘eres 0B TAS enornszoxes ‘a ética profesional en sentido amplio, incluyen- por ejemplo, la ética empresarial, los conocimientos baisicos que hacen falta para abordar una ética profesional ffica 0 los temas medioambientales que hay que tener en ‘cuando se desempefian determinadas responsabilidades jionales, Pero no quisiéramos alejarnos excesivamente de la iva de las personas que, en el desempefio de sus tareas y ynsabilidades profesionales, tienen que tomar decisiones, ir modos de actuar, contribuir a generar nuevos usos, corre- 5 etc. coleccién de manuales quiere servir de base para la ense- y el aprendizaje de las asignaturas de ética profesional que imparten o pueden impartirse en el curriculum académico que ra para el ejercicio de las diferentes profesiones. Los prime- ¥ principales destinatarios de estos manuales son los alumnos iversitarios que cursan dichas asignaturas. Los textos pretenden er una visiGn de conjunto de los temas éticos que plantean sas profesiones en sus Ambitos de actividad. Los autores se nen tomar en consideracién la complejidad de situaciones de tipos de actividades, las estructuras en las que se desarrollan, intereses y valores que estan en juego en dicho ejercicio pro- jonal y los problemas que puede generar para todos los impli- ‘0 afectados por esos modos de actuar. ‘Son textos de ética en los que se presentan y argumentan, en jinos de racionalidad préctica, los temas y cuestiones que lantea el ejercicio profesional a quien quiere ejercerlo responsa~ inte. Al estar dirigidos a alumnos que no suelen estar fami- Tiarizados con los tecnicismos de la filosofia moral se busca cier- {a proximidad al lenguaje ordinario. No se excluye que se puedan Introducir elementos de carécter teoligico o religios0; pero cuan- do se hace, no se abandona el marce de referencia de la raciona- lidad comdn. ‘Quisigramos que fuese una peculiaridad fundamental de esta coleccién presentar la visiGn de las profesiones en un horizonte dle justicia social, escrita y ensefiada con el énimo de iluminar y alentar al ejercicio de la responsabilidad profesional como con- tribuci6n a la promoci6n de una sociedad més justa y mas libre lejos, por tanto, de un corporativismo profesional que considera que el bien de la profesién y el criterio de los profesionales cons- tituye la dhima palabra que cabe decir en temas de étiea profe- sional. Lejos también de una visién individualista y quimérica que se desentiende del marco organizativo y estructural en que toda profesién se ejerce. Primera parte: Introduccién Ildefonso Camacho Larafia José Luis Fernandez Fernindez Augusto Hortal Alonso ‘Eten be AAS enoenstonES — Capitulo1 Etica, ética profesional y universidad Erica PROFESIONAL Y UNIVERSIDAD El libro que estamos introduciendo forma parte de una colec- de textos universitarios de ética. Cada manual de cada titula-~ universitaria tendré que reflexionar sobre lo que significa la ica en la respectiva especialidad académica y profesional. En volumen nos plantearemos los temas comunes a toda ética jonal. Esta introduccién pretende abordar cémo puede esto jar_en la vida universitaria, saliendo al paso de algunos -malentendidos. El primero de estos malentendidos radica en la nfusién acerca de lo que se entiende por ética y de la capaci- de tratar de temas éticos en términas racionales. Ensefiar ética “profesional en la universidad no consiste, ni nadie pretende que -consista, en esparcir moralina sobre las pricticas y usos profesio- rales. El reto que plantea la ensefianza de una ética profesional en la ssidad es ofrecer una verdadera ética reflexiva y critica ‘sobre el saber y el quehacer profesional, una ética que intente ‘rientar las conductas profesionales pero entroncando con el pen- samiento ético actual e intentando establecer un dilogo interdis- Ciplinar con los saberes especializados en los que se basa el ejer- cicio de cada profesién. Fsta propuesta no acaba de encajar con la forma de estar con- ccebida y estructurada la vida universitaria actual. Son pocos, pero todavia hay algunos que prefieren concebir la universidad como lugar en el que se cultiva el saber por el saber, prescindiendo del uso que de ese saber puedan hacer después los profesionales. Ya FEMTCA De TAS FROPRSTONES saben que la realidad no responde a este ideal, pero al menos no desean renunciar al ideal. La universidad, dirdn, no esté para ense- far ética, sino para investigar y transmitir conocimientos cientifi- os. Ensefiar ética, ensefiar a ser honrado, a ser “bueno” -si es que tal cosa se puede ensefiar- es algo pata lo que la universidad no. estd capacitada ni legitimada. Alo anterior viene a aitadirse que a los profesores universita- Fios ly entre éstos se cuentan algunos de los mejores profesores) les gusta ensefiar como si sus alumnos fuesen todos a convertirse su vez en profesores universitarios. Plantean los programas ‘como un campo abierto de cuestiones de lo que se sabe ya y de lo que se trataria todavia de averiguar. Sin embargo, la mayor parte de los alumnos vienen a la universidad con la intencién de pre- pararse para ejercer una profesién; el apoyo econémico e institu- cional que reciben las universidades por parte de los poderes piblicos y de otras instancias sociales tiene también que ver con esto, La universidad es hoy en gran medida una escuela de for- ™macién profesional en aquellos oficios que se supone que requie- ren preparacién académica y titulo universitario. Si no se acepta explicitamente esta dimensién, se esté cayendo en una ficcién acerca de lo que es la ensefianza universitaria, Para quienes hagan suya esta fiecién, denunciada por Ortega hace ya bastantes dece- nios (ver recuadro al final del capitulo), la asignatura de ética 0 no exist 0 tendré una posicién marginal y vergonzante en la vida académica. De todos modos su presencia en el curriculum aca- démico de una titulacién universitaria ofrece la oportunidad de explicitar el horizonte préctico (profesional) que tiene dicha titu- laci6n para la inmensa mayoria de los alumnos que la cursan. Prevalecen hoy en la universidad tendencias menos cientificis- tas y més pragméticas que no ponen reparos en ampliar los obje- tivos de la ensefianza universitaria de forma que entre ellos figure también la capacitacién practica para el ejercicio profesional. No s6lo las Escuelas de Ingenier‘a, también las titulaciones mas clés cas como Derecho y, por supuesto, Medicina se ocupan de pre- parar para la practica profesional. En todas las titulaciones se han introducido las practicas, entiéndase bajo dicha denominacién lo que se entienda en cada caso. Todo eso leva © apunta a un hori- zonte practic, a veces exclusivamente pragmitico. Desde esta {a dtica trataria de ampliar ese horizonte hasta incluir ‘el lugar que les corresponde los fines éticos universa~ vivir humano, Queda por ver si lo puede hacer en tér- ;puramente exhortativos o puede contar con recursos inte- ‘que le permitan hacerlo articulando un saber racional y ‘La concepcién de ciencia de la que venimos, y en la que ‘muchos permanecen anclados, no hace plausible, de sali- intento. itivismo esta de capa cafda en el Ambito teérico, pero ‘paseo triunfal en el ambito practico. A falta de una alter- Sdlida en la que cada docente y cada investigador pueda Cierta seguridad, muchos se refugian en los conoci- 'y métodos especificos del propio saber. Hoy casi nadie es sta por convicci6n, pero hay muchos que lo son por como- por inercia, por no saber hacer otra cosa distinta de lo que ido a hacer, de lo que se viene haciendo, por no com- la vida © por no caer en el diletantismo. La secuela de Hleva a la fragmentaci6n y aistamiento de los diferentes cam- Jy métodos del saber. Eso que también Ortega llamaba la “bar- del especialismo”, que todos denunciamos, pero que es bien | superar sobre todo en términos institucionales. situacién de aislamiento entre las disciplinas se esté indo a desbloquear, (sobre todo en la investigacion, algo ‘en la docencia); pero estos procesos quedan mas o menos jos al arbitrio © humor cambiante de los equipos de especia- a las afinidades personales, metodolégicas o ideol6gicas; ‘veces quédan a merced de las sinergias inducidas por los financian las investigaciones en razén de los retos relevantes se plantean desde la sociedad y que rara vez pueden ser solu- jos desde una tinica disciplina. 4Cusl puede ser el lugar de la ética en esta Torre de Babel de Jos saberes y métodos cada vez mas fragmentados y necesitados ‘de interrelacién? Dar una respuesta exige combinar la labor epi ‘temoldgica acerca de la unidad y pluralidad de los saberes y “métodos con una reflexién ética capaz de situar a cada saber en ‘su sitio a la hora de entrar en relacién con él. Enel mundo de las ‘especializaciones y de la divisién social del trabajo profesionali- ‘zado, sélo es intelectualmente honesta y socialmente crefble la firicx va tae provesrowss reflexidn ética que no huye de la complejidad. A su vez la legit midad intelectual y social de cada parcela del saber y del actuar humano s6lo se obtiene sacando a luz los supuestos epistemolé- sgicos de cada saber cientifico y las implicaciones sociales que su ejercicio practico tiene en el entorno social. Tanto el discurso ético como la prictica de la ética rompen, © al menos cuestionan y relativizan, el aislamiento de las especi dades para integrarlas en una perspectiva de conjunto al servicio de determinados fines de la vida humana, Para hacer esto la ética tiene que establecer un didlogo interdisciplinar capaz de combi- nar el respeto de los métodos y campos especificos con la inte- Bracién de cada campo y de cada método en un conjunto signifi- ‘cativo para alguna faceta del vivir humano, En el mundo de las especializaciones cientificas la ética tiene necesariamente que establecer un dilogo interdisciplinar que afecta a todas las disci- plinas sin quedar acotado por ninguna de ellas. Desde plantea- mientos positivistas no hay lugar para nada que no sea el método ientifico y la actividad cientifica. La ética queda relegada, para es0s planteamientos, a la subjetividad de cada cual. Esto que acabamos de enunciar, tomado en serio, leva a revi- sar y replantear el modelo de ciencia que se practica, el modelo de ética que se propone y el mismo modelo de universidad en que la ciencia y la ética puedan entrar en didlogo sin tergiversar lo que es cada una de ellas y ia forma apropiada de relacionarse la una con la otta en la vida académica. Si se quiere hacer ética en el mbito universitario hay que aprender a tratar los temas universi- tariamente, hay que aprender a ejercer el razonamiento practico, a justificar o a deslegitimar actuaciones y planteamientos en térmi- nos de racionalidad préctica. La ética, como saber de integracin, puede proporcionar un horizonte de integracién de los saberes y especialidades y contribuir a que la universidad no degenere en lo ‘que algunos comienzan a llamar “multiversidad” (Horta, 2001). La ética de las profesiones puede favorecer el establecimiento de cauces de didlogo con los profesionales que se estén forman- do en la universidad. Es un reto filosofar con los futuros expertos en un mundo desmoralizado, La ética, pensada, debatida y vivida en la universidad puede hacer una relevante contribucién a la Fegeneracién intelectual y moral de la vida universitaria; esa seria mien np 15 sxorEsLones i6n que cabe hacer desde la universidad en evantar a moral de la sociedad. Esta claro que para ello ‘con que haya una asignatura de ética en los planes de ‘tendria que establecerse un didlogo interdisciplinar para ‘ofrecer un horizonte de integracién dindmica y practica de particulares (Horrat, 2001, 45-52). ’ jos dltimos afos la ética de la correspondiente profesién ste de algunas titulaciones de muchas universidades y niversitarios. No es banal que los alumnos que cursan jatura aprendan algo acerca de la responsabilidad ética y de la profesién que van a ejercer y para la que se estén pre- yal menos que puedan adquirir cierta informacién, sensi- ¥ vocabulario sobre el tema. Pero se necesita, ademés de tica, hablar de problemas éticos y hablar de la dimen- |6tica de los problemas; més atin, es necesario dar un sentido 4a todo lo que se hace en la universidad y hablar de ello en ticos; a eso pueden y deben contribuir no s6lo ni prin- te quienes ensefian ética, sino también quienes ensefian Imaterias distintas de la ética y quienes participan en la vida jtaria o ta gestionan. 5 poco que la perspectiva profesional configure lo que se ¥y lo que se ensefta en la universidad y que se hable de ello minos éticos. Eso aleja de la peligrosa ficcién de que en la dad todo se hace exclusivamente por buscar el saber por rl ciencia por la ciencia. No es que eso no exista © no tuna de las metas que legitimamente se pueden y deben per- ir'y fomentar. Es que e30, en el mejor de los casos, no lo es 1. Algunos historiadores y sociélogos de las profesiones sefia- que uno de fos impulsos mas fuertes que lleva consigo la pro jonalizacién es el que tiende a ofecer los servicios profesiona- fen términos de prestaciones ritualizadas con independencia de _que los resultados sean satisfactorios © no. La apelacién al saber por el saber puede ser una forma de pretender hacer indepen dientes a’ los profesionales de la docencia y la investigacién de ‘cualquier control social que pregunte por los resultados que pro- ducen y las funciones que desempeian. ; El lenguaje de la ética puede ser el lenguaje comtin para hablar de lo que se hace y se debe hacer en la universidad. A todos nos ‘compete la ética, aun cuando no todos seamos expertos en los tec- nicismos del discurso ético. A falta de este lenguaje imperan usos y costumbres de la arbitrariedad burocrética, de las costumbres y uusos consolidados (o petrificados), de la anarquia que es en oca- siones la jungla universitaria. La ausencia del discurso ético esta convirtiendo los debates universitarios que tienen lugar mds alli de cada especialidad en un lenguaje poco critico y en un espec- téculo poco edificante para la sociedad en general y para quienes se estén formando en ella muy en particular. Naturalmente esto plantea a su vez exigencias a la ética que se quiere hacer presente en el discurso universitario. La ética que ‘aqui se propone no puede consistir en un discurso intimista que intenta salvar la propia buena conciencia; se trata de un discurso piiblico acerca de en qué consista ser un buen profesional, cudles son los limites y derechos que hay que respetar, los compromisos que hay que asumiry los deberes que hay que cumplir. La ética se articula como discurso racional intersubjetivo en el que todos podemos encontramos y reconocernos y en el que es posible darle a cada cosa, a cada faceta, su peso especifico y su puesto en el conjunto del quehacer universitario. y profesional. Ya hemos insistido en que se trata de una ética necesariamente interdiscipli- nar que sepa hablar el lenguaje especializado (al menos que lo entienda) y el lenguaje filos6tico propio de la ética, Ala hora de buscar profesores, se plantea siempre el dilema entre que sean profesionales o especialistas formados en la propia especialidad quienes planteen los termas éticos 0 que sean filé- sofes, conocedores del lenguaje y los planteamientos de la ética filosGfica, quienes ofrezcan sus reflexiones basicas y las apliquen 2 los temas de cada profesiGn. Cada alterativa tiene sus razones Y-Sus Ventajas, a la vez que sus limites y desventajas, Lo que hay que decir es que cualquiera de las dos opciones que se adopten deberd asumir una apuesta clara por el “bilingiismo”: hablar el propio lenguaje (por ejemplo, el filos6fico) y al menos entender el otro (el de la profesién especifica y las ciencias y técnicas que incluye). La ética profesional no es un tercer lenguaje entre el len- guaje de la profesién (es decir el lenguaje de las ciencias y técni- cas en las que se basan las habilidades y capacidades profesiona- les) y el lenguaje de la filosofia (moral). EI lenguaje de la ética pro- ATICA DE LAS ProresioNes 5 ciertamente lenguaje ético, filoséfico, y si no lo es no Ja altura académica exigible en el Ambito universitario, no 1 os baremos de racionalidad y sentido critico con jan los temas de filosoffa moral en la filosofia acadé- Pero ese lenguaje no se ejerce en el vacio, sino en contex rados por otros modos de hacer, en actividades confi- por lenguajes especializados que ~también ellos~ preten- inder a los baremos de racionalidad, método y especia- ‘con los que se viene trabajando en la profesién y en la ‘que prepara para ella sof que quiera adentrarse en los temas de la ética profe- al no podrs fiarse de sus intuiciones en temas y terrenos muy dos intelectual y profesionalmente. No hace falta que sea (0, un profesional, un especialista, pero al menos tendré shacerse una idea precisa de lo que esta en juego. ¥ para eso ta conocer, al menos comprender, un lenguaje que no es el Este dificil bilinguismo es el mayor obsticulo para la conso- j6n de la ética profesional como asignatura universitaria, se la piense como una disciplina més en la que hay unos ‘encargados de ella, pudiéndose desentederse completa- de ella quienes no se dedican a cultivar “esa especialidad”, dejar supuestamente intactas todas las demés disciplinas y jalidades, la ética profesional no podré formar parte de una Jaci6n intelectual de los futuros profesionales. Sera un cuerpo fio, un afadido mas 0 menos irelevante. Pero eso significard jién que lo que se ensefa en las disciplinas propias que con- in la profesién estard falto de una dimensién critica acerca de ‘valores ~porque algunos habr4- que estructuran la profesion y saberes en los que la profesién se basa. Por eso es importante que la ética profesional no sea slo una ‘asignatura que estudien los alumnos que se preparan paara ser futu- fos profesionales. También los profesores de las diferentes disci- plinas tienen que implicarse en el debate ético dentro y fuera del aula, no para convertir su disciplina en una asignatura de ética, sino para hacer ver que ella tiene una dimensidn préctica de la aque el profesor que la ensefia y el profesional que la aplica son responsables. El intercambio de profesores que comparten clase {invitar al profesor de ética a la clase de una materia especifica; fica 0m tas PROPEsroNEs invitar al profesor de una especialidacl, por ejemplo derecho fis- ‘cal, a.una clase de ética) y la implicacién compartida en debates interdisciplinares sobre temas de relevancia y. responsabilidad social son ocasiones importantes para ejercer el “bilinglismo” y superar la “multiversidad”. ‘Algunos hablan de la universidad actual como de una multitud de departamentos unidos tan s6lo por el mismo sistema de cale- faccién. La ética profesional es mejor candidato que los tubos de calefacci6n para unir la multiversidad en que est degenerando la tuniversidad. Para ello no basta con la ética que se explica en una sola asignatura, hace falta también que se impliquen las demas, Plantear las asignaturas y los planes de estudio en funcién de la Capacitacién profesional que se pretende ofrecer, constituye ya un Contrapeso a la fragmentacién del especialismo, al aislamiento y desconexién de las especialidades, a ese positivismo por inercia que sigue instalado en el modo cotidiano de funcionar la vida universi- taria. Al abordar la contribucién que-una determinada asignatura Puede ofrecer a la capacitacién y responsabilizacién de los futuros profesionales ya se esta aludiendo no sélo a la dimensién te6rica de Jo que se dice en dicha asignatura, sino también la dimensién prac- tica de lo que en ella y con ella se hace. No basta con que cada pro- fesor se responsabilice de lo que dice en clase al exponer los temas de su especialidad, tiene ademas que responsabilizarse de lo que hace cuando ejerce de universitario, dentro y fuera del aula. Si llega a poder dar razén en términas éticos de lo que esté haciendo o pre- tendiendo hacer estaré en condiciones de hablar no s6lo en térmi- ‘nos pragméticos sino también en términos de una racionalidad préctica que juzga con prucencia cémo pueden lograrse los fines Propuestos, y cémo estos fines pueden prestar una mejor contribu i6n a mejorar la vida de las personas y de la sociedad, Esta perspectiva, naturalmente, desborda lo que cualquier profe- s0F-de ética, él solo, puede llevar a cabo. Es tarea de todos de la ‘misma manera que sdlo con la colaboracién de todos es posible Construir una sociedad justay libre. Pero es tarea urgente redefinir el modelo de racionalidad, integrar los saberes para que no vayan cada cual a la deriva, generar un lenguaje y modos racionales, no pura- ‘mente burocréticos 0 tecnocraticos de argumentar en los temas uni- versitarios que permitan que la universidad pueda ofrecer a la socie- P20 DE 1AS ERorusroNs los de integracién de las diferencias y también profesio- ‘en esa forma de actuar y argumentar. La ética no ser, un feudo mas en el concierto de los saberes, cien- iplinas. Ofrece un lenguaje y un horizonte de integracién ntes saberes y oficios, unos tubos de calefaccién por los ‘ealor se reparte y se evita la congelacién de ta vida bajo los, ‘realidad convertida en fragmentos (HoRTAL, 20012). {Y PROFESIONES ‘euiidado de la salud requiere médicos, las viviendas dignas y nos urbanos acogedores requieren, ademas de una buena de urbanismo, arquitectos y constructores; la educacién ‘educadores, la universidad requiere profesores (investi- , docentes y gestores) y las instalaciones de agua o cale- n instaladores y fontaneros. No es lo Gnico, pero una buena lad -justa, libre, préspera- requiere buenos profesionales y jonales buenos. el plano individual ocurre otro tanto: para ser buena persona ‘con ser buen padre, buena madre o buen hijo; buen veci- buen amigo o buen ciudadano; hace falta ademés ser un buen iador y cuando el trabajo que se realiza estd profesionalizado juiere ademas ser un buen profesional (competent) y un pro- 1al bueno (ético). No termina de ser persona ética aquella que todo fuese intachable menos a la hora de desempefiar sus res- bilidades profesionales en la medida en que las tenga. ‘Hablar hoy de profesiones y de ética profesional puede resultar lematico, tanto si se mira el asunto de lo que son las profesio- ‘como del tipo de ética que se suele hacer y proponer. Apenas isten ya las que en otros tiempos se llamaban “profesiones libe- 3 La mayoria de los profesionaes suelen ser hoy trabajadores, Wr cuenta ajena; desempefian sus tareas en empresas, instituciones 'y organismos en los que se les asigna lo que tienen que hacer. Son ‘éenicos que prestan sus servicios integrandose en el marco de una “distibucién de funciones que les viene dada y de la que no se pue- iden salir sin poner en peligro la cortinuidad en su puesto de traba- jo. Desde esta perspectiva el discurso sobre las profesiones como {ETICA DE IAS prorEeonEs fendmeno especifico y sobre a responsabilidad del profesional Parece alimentar un suefio del que convendria ise despertando, No cabe duda de que el ejercicio y la responsabilidad profe- sional no son en la actualidad un modelo de la creatividad espon- ‘nea, libre de interferencias ajenas; ~qué actividad lo ha sido ‘nuncaé-. Existen miltiples y crecientes mediatizaciones de la acti. Vidad profesional; a ellas dedicaremos el Capitulo 3 de este libro. Pero las mediatizaciones no anulan la responsabilidad de los pro- fesionales; y cuando ello llegase a ocutrir, no seria éticamente ceptable que ocurriera. Pues bien, en la medida en que exista un Cierto margen para la responsabilidad del profesional ~y ese mar- Ben existe es pertinente reflexionar sobre ella y es oportuno ani. mar a su ejercicio, Con todo, si nes alejamos por una parte del ensuefio de lo que 0 otra tiempo fueron “las profesiones liberales", y tomamos dis. tancia también del fatalismo y la “mala fe” (Sartre) que considera ue nada se puede hacer cuando no se puede hacer todo lo que tuno quiere sin interferencias mediatizadoras, la situaci6n es més ambigua de lo que a primera vista aparece. A la vez que se recorta 'a autonomia del ejecicio profesional, se amplia el campo de las actividades profesionalizadas. Cada vez son mas las ocupaciones [aborales que reclaman para si el status de proesién. Cualquier ta, bajo ests hoy més profesionalizado que antes y el poder profesio. nal parece que aumenta y se consolida (aunque también tiende difuminarse en el anonimato) no sélo en el nivel del hacer sina en el de las legitimaciones acerca de lo que se hace, de lo que ex bueno que se haga, y por qué se hace de éta y no de aquella manera. Los complejos problemas que tiene planteados nuestra sociedad dificilmente podrin encontrar solu: profesionalizada de cientificos, juristas, médicos, ingenieros, traba. jadotes sociales, psicélogos, arquitectos, etc. En nuestro mundo la profesionalidad suele justificarse més por lo que tiene de especiaizacién cognoscitva 0 activa que por lo Que tiene de compromiso ético con un modo de hacer encomen.. dado a un gremio o colectivo profesional. Hoy el profesional se legitima como experto, como alguien que sabe lo que ottos no saben, alguien capaz de hacer lo que otros no son capaces de hacer siendo asi que necesitan que alguien lo haga por ellos y TIC 0 AS enoPEsTONe Ja competencia profesional no basta. El profesio- del todo, necesita asumir los compromisos que sus colegas cle profesin, los compromisos de tatar competente y responsablemente las prestaciones ‘especificos con arreglo a los baremos de excelencia ccontexto se espera de cada tipo de servicio profesio- jonal ejerce su oficio en relacién con quienes acuden de su confianza; de la confianza en su buen hacer también del colectivo o gremio al que pertenece. Hay ccabe esperar de un buen profesional y que sin nbsp esperar de cualquier buena persona que no tiene la de profesional. P Bixee que supone una garantia en la prestacién de is profesionales contribuye decisivamente a la consol- tuna profesién. Los profesionales no lo son sélo por a €apacitados, sino también por estar comprometids en la de determinados servicios especificos. La ética del pro- fuente de reconocimiento y estima social de las personas en ¥ de los profesionales en particular. Con el monopolio de nado servicio profesional y la autorregulacién ética del que lo detenta culmina el proceso de profesionaliza- Las profesiones necesitan no s6lo de institicionalizacién, bién de legitimaciones y la legitimaciones de una u otra haran referencia a los fines del vivir humano. La ética es ‘asi como el “control de calidad” o la “denominacién de bak aplicadas ahora no a un determinado producto, sino a los jionales. Det er tcarecrarpetsizurcis si se trata de hacer de ella una disciplina universitaria y no tuna reclamacién social, procede del tipo de discurso ético prevalece en la modernidad. La ética de la modernidad, tanto Su versiGn deontolégica de inspiracién kantiana como en la 6m utilitarista, apuesta por un universalism igualitario que se ‘mal con las diferencias estamentales y los particularismos que suelen reivindicar las profesiones (Gewirt, 1986). Ser un profesional competente y responsable no consiste = lusivamente en ser el individuo racional y libre -descontextuali- {fTTCA Dm LAS PROFESroNS zado~ a que nos tiene acostumbrado el universalismo ético cuan- do habla de autonomfa. El profesional es un ser humano que ha pasado por una socializacién en la que ha adquirido, se supone, 1no s6lo habilidades, sino también modos de hacer, sentido de pertenencia a un colectivo profesional y a una tradicién centrada en la mejor prestacién individualizada de un determinado tipo de servicio, y el sentido de lo que es ser un buen profesional, cudles son sus obligaciones profesionales, el modo de interpretarlas en cl presente desde una tradicién, de una historia -escrita 0 no~ del ’jercicio profesional, de sus mejores logros y de sus desviaciones (0 malas précticas, La ética de las profesiones constituye una forma de resistencia a la homogeneizacién de los agentes morales. Los profesionales 1no son sélo seres capaces de experimentar, calcular y maximizar el placer y minimizar el dolor, ni son meros fines en si; son pro- fesionales competentes o incompetentes, responsables o irrespon- sables, eficientes o ineficientes, etc.; otros somos beneficiarios 0 victimas de sus servicios profesionales que responden o deben responder a baremos de excelencia de los que el colectivo profe- sional es el primero aunque no el Gnico responsable e interesado ‘en mantener. Les va en ello el buen hacer y el aprecio profesional y humano de sus clientes y de toda la sociedad, No todos somos igualmente responsables de todo; hay deberes que tiene el profe- sional y que no tiene el que no lo es; la ética de las profesiones tiene algo de ética estamental en la que existe una cierta correla- cin entre la posicidn privilegiada del profesional y los deberes que le impone su estamento (“nobleza obliga”). El mundo de las profesiones, desde el punto de vista ético, se aproxima mas a los temas y las sensibilidades del comunitarismo, presta atencién al contexto, a la tradici6n viva del ejercicio profe- sional, a una ética de bienes (el buen profesional y las malas préc- ticas profesionales) enraizadas en una cultura moral (“eticidad") y personal (virtudes que a las destrezas afiaden la excelencial e ins- titucional (“mores”). En la medida en que el ethos profesional especifico adquiere més relieve, en esa misma medida se hace més problematica una ética universal valida para todos en todos los contextos. ATTCA 98 TAS phornsrowes a las utopias de la maxima felicidad del mayor nimero 3) © frente a la comunidad ideal de diélogo sin imposi- (Gticas del discurso) cabe poner aquf el suefio utdpico de en el que cada colectivo profesional promoviese com- 'y responsablemente el bien a cuyo servicio est o preten- cada profesién y cada ocupacién: Qué bien se viviria en en el que los profesores ensefiasen, los investigadores sen y los estudiantes estudiasen, los trabajadores trabaja~ funcionarios funcionasen, los médicos curasen, los jueces inistrasen justicia, los gobernantes gobemasen, los ciudada- civicos, etc,! dos dificultades sefialadas hacen que sea necesario y opor situar la ética profesional en el marco de una ética del con- dde la vida y de la sociedad. Por otra parte la reflexién sobre ynsabilidades profesionales puede a su vez contribuir a Jos planteamientos éticos del universalismo abstracto se apro- Nn a temas que obligan a contextualizar y concretar. QUE ETICA Se PRESUPONE? “Por lo que llevamos dicho puede haber quedado claro -al para algunos qué planteamiento de la ética proponemos suponemos. ‘Ante todo proponemos una ética filosdfica capaz de iluminar jonalmente y de argumentar en términos racionales los temas jeos. No se trata de una ética confesional teol6gica, ni menos in de una apuesta ciega por los valotes compartidos por el corres- pondiente colectivo profesional. Todo lo que desde ahi pueda ‘aportarse para iluminar los temas es bienvenido, pero tiene que ‘ser posible argumentar sobre ello abriéndose también al asenti- Imiento o discrepancia racional con los otros, con quienes no par~ ten de los mismos supuestos ni tienen los mismos intereses. Dentro de las tres grandes corrientes de la ética actual aqui nos vamos a mover en la linea de una ética de bienes de inspiracién aristotélica. No hacemos ascos a los elementos comunitaristas y ‘menos aiin a los elementos experienciales y contextuales de estos planteamientos; pero tampoco quisiéramos encastillamos en el rica be LAS PROPESrONES particularismo de un comunitarismo refractario a las complejida- des y ventajas de la modemnidad. Sin compartir el universalismo alegre de las éticas deontolégicas, y menos atin el criterio homo- geneizador de toda diferencia bajo el célculo de las consecuen- Clas para la mayor felicidad del mayor ntimero, sf nos parecen irre- nunciables los temas de la dignidad y la universalidad, por eso mismo queremos preguntar por sus condiciones contextuales, sociales y culturales para alcanzarla y no sélo postularlas por enci- ma y al margen de los contextos. También nos aleja de las éticas dominantes en la modernidad el que intentemos tomar cierta distancia del idealismo y raciona- lismo que es inherente a ellas y que hunde sus raices en la prima- fa ineuestionable de la pregunta epistemolégica y la busqueda de la certeza a cualquier precio, incluso al alto precio de perder rea- lidad y practicabilidad. Con Aristételes reivindicamos que no es ‘bueno exigir el mismo tipo y grado de precisién a todos los razo- hamientos, muy en especial a los razonamientos précticos y antro~ poldgicos acerca de las cuestiones “que pueden ser de otra mane- ra”. Hubo un tiempo en que las pretensiones racionalistas del conocimiento teérico se intentaban aplicar a la vida moral y poli- tica “more geometrico". Hoy se mantiene esa asimilacién e impli- cita subordinacién precisamente en raz6n de que el mismo cono- imiento te6rico y las mismas empresas cientificas se conciben ‘como guiadas por una racionalidad practica, de fines. La ética que aqui proponemos es una ética realista, (ver HORTAL, 1996a, 71-79); eso significa que reconoce la primacia a la vida moral sobre la moral pensada en el sentido de que la ética tiene en la moral vivida su punto de partida inevitable, su acompafian- te ineludible y su marco de incidencia irremediable. Por eso. mas vale que quien filosofa sobre la vida moral cuente con ello, cuen- te-con la cultura moral en la que vive inserto, no se conforme con enunciar ideales y principios, sino tome en con: tores que obstaculizan 0 favorecen la realizacién de una vida moral a través de actuaciones realizables en los contextos en los que hay que llevarlas a cabo. Como decia Aristételes no reflexio- amos para averiguar teGricamente qué es la virtud, sino para hacernos virtuosos. ATICA DE 1A5)rxoPEsroNES ‘obvio que la ética profesional, tanto la que aqui nos propo- esbozar en términos generales, como cualquiera de sus espectficas, pertenece alo que viene llamandose ética (Cortina, 1993; Hortat, 1999). En cierto sentido toda es aplicada, aunque no lo tenga que ser de forma inmediata tener en cuenta las condiciones especificas de aplicacién. nsamos que las éticas sectorizles 0 especfficas de determ Jos mbitos lo sean por mera derivacién o deduccién de la general o fundamental. Hay una circularidad hermenéutica Cortina, 1993, 161-177) de la ética que continuamente inter- las situaciones y decisiones puntuales y las peculiaridades diferentes Ambitos y sectores y la unidad de una Gnica ética principios universales de aplicacién generalizada. La ética de profesiones ocupa una zona intermedia en la que se intenta liar para un Ambito profesional concreto entre los principios jerales y las situaciones y decisiones puntuales. Hoy la ética, cualquier ética, tiene que ser interdisciplinar, no porque esté abierta al didlogo con cualquier otra disciplina, porque necesita integrar conocimientos especificos (técnicos Clentificos) que ella no cultiva, pero que no puede ignorar, y a vez est en condiciones de cuestionar lo que los diferentes ; ciencias y técnicas hacen o dejan de hacer, contribuyen dejan de contribuir a la realizacién de una vida humana plena, jivida en justicia y libertad. Si esto vale para toda ética, es toda- via més patente para la ética de aquellas profesiones que aplican Inocimientos cientificos. Por ultimo ef planteamiento que nos proponemos ofrecer es ‘ético y no mera ni principalmente deontol6gico. En ocasiones se ‘emplean las expresiones “ética profesional” y “deontologia profe- sional” poco menos que como sindnimas. Aqu/ las distinguimos. La ética profesional -y de ella nos ocupamos fundamentalmente— se plantea la profesién en términos de conciencia y de bienes: qué ‘es ser un buen profesional, en qué consiste hacer bien el ejercicio profesional, razonando, abriendo posbilidades optativas... También hablaremos de deberes y normas sancionadas por el colectivo o Colegio profesional pero como algo derivado y menos basico, aun- que importante. LECTURAS COMPLEMENTARIAS “*Hay, pues, que sacudir bien de ciencia el srbol de las profe- 4 fin de que quede de ella lo estrictamente necesario, y ‘atenderse a las profesiones mismas cuya ensefianza se halla ‘completamente silvestre. En este punto todo esté por iniciar. lingeniosa racionalizacién pedzgégica permitiia. ensefiar 10 més eficaz y redondeadamente las profesiones en menos ¥y con mucho menos esfuerza” 3) resumimos el sentido de las relaciones entre profesion y cia nos encontramos con algunas ideas claras. Por ejemplo, la icina no es ciencia. Es precisamente una profesién, una acti- xl practica. Como tal, significa un punto de vista distinto del de Ciencia. Se propone curar; de la ciencia toma lo que le interesa ppara curar 0 mantener la salud en la especie humana. A este fin fecha mano de cuanto parezca a propésito: entra en la ciencia y oma de sus resultados cuanto considera eficaz, pero deja el resto. Deja de la ciencia sobre todo lo que es més caracteristico: la frui- €i6n por lo problemstico, Bastaria esto para diferenciar radical- mente la Medicina de la ciencia. Fsta consiste en un “prurito” de plantear problemas. Cuanto més sea esto, mas puramente cumple "su misiOn. Pera la medicina ests ahi para aprontar soluciones. Si son cientificas, mejor. Pero no es necesario que Io sean. Pueden pproceder de una experiencia milenaria que la ciencia atin no ha ‘Camacho, |, Enxtuennia, X y FERNANDEZ, 1. (1999), “Una experiencia for- ‘mativa para profesores’, Revista de Fomento Social 54 (1999) 121-140, ‘Commins, A. y Cont, J. (2000), 10 palabras clave en ética de las profe- siones, EDY, Estella (Navarra), 2000. “Presentacién: El sentido de las profesiones’, pigs. 13-28. Horta, A. (1994), La ética profesional en el contexto universitario, Publicaciones de la Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 1994. ‘explicado ni siquiera consagrado En los ciltimos cincuenta aris la Medicina se ha dejado arvo- Har por la cienciae, infiel a su misién, no ha sabido afiemar debi- damente su punto de vista profesional” J. ORTEGA Y GASSET, Misién de la Universidad y otros ensa- 1yos sobre educacién y pedagogia. Alianza. Madrid 1982, pags. 59 yes frICa ne tas rrorEszowes Segunda parte: s profesiones y sus contextos Capitulo 2 Qué son las profesiones? ‘CARACTERIZACION DE LAS PROFESIONES el andlisis ocupacional de la poblacién activa en Espaiia, al que en otros pafses, impresiona el crecimiento del nimero onales, sobre todo el de mujeres. Resulta difcil ofrecer longi es completamente homogéneos en sus criterios, ‘ras cosas porque hoy se entienden como profesiones acti- que antes no eran consideradas tales. En 1975, segiin el in-de ese afio, habia en Espafia 792.036 profesionales. En los profesionales eran ya algo més de 1,7 millones, enten- ido el término en su sentido més amplio. No se trata de un Jeno casual. Existe hoy por todas partes una tendencia gene- lizada hacia la profesionalizacién. ‘Antes de ofrecer una definicién de lo que vamos a entender por ién, no viene mal empezar abriendo la propia mente a la iiidad y diversidad de ocupaciones que han sido o pueden ser ignadas como. profesiones © actividades _profesionales. jones en sentido amplio pueden ser cosas tan dispares como que hacen los abogadbs y los arquitectos, los artistas y los avia- res, los bomberos, confiteros, contables o las comadronas, los, istas, empresarios, escritores o ferroviarios, los ingenieros, 0s, jueces, misicos, notarios, obreros, panaderos, pastores, iodistas, policfas, porteros, psicélogos, sacerdotes, sastres, tra~ ‘ductores... Resulta dificil fijar los perfies y limites entre lo que es 'y lo que no es una profesién mediante la enumeracién de varias “earacteristicas necesarias, el conjunto de las cuales sea condicién mca pe tas PROFESTORES suficiente para que se pueda hablar de profesién. Lo que tienen en comin todas las profesiones enumeradas designa en términos muy generales la actividad ocupacional a la que alguien se dedi- a0 incluso a la que se adscribe sin necesidad de dedicarse a ella No es un contrasentido decir: “Es maestra, pero no ejerce”. En el antiguo documento nacional de identidad habia una casilla para designar la profesién del titular; entre las “profesiones” también estaban las de “estudiante" o la de “ama de casa” que solia desig- narse también como “sus labores” Una primera aproximacién descriptiva al fenémeno profesio- rnal nos lleva al nticleo de cuestiones que hacen que las profesio- res sean objeto de atenci6n especifica. Entre las actividades ocu- pacionales las profesiones se distinguen por suponer una dedica- cci6n asidua a una actividad especializada, Los profesionales son aquellos que se ocupan de hacer lo que no todos hacen o se dedi- ‘can a hacer, Puede haber otros que leven 2 cabo las mismas acti- vvidades; si no son profesionales es que las hardn de forma espo- radica, lidica 0 festiva y por lo general menos competente. No se cambia de profesién como se cambia de traje 0 de vivienda. No €8 posible tener una profesién distinta cada aho. Si tampoco estas diferencias sirven para discriminar entre los profesionales y los que no lo son (amateurs, aficionados, voluntarios) cabe recurrir a otra importante diferencia: los profesionales perciben una retribu- cidn por el despemperio de dichas actividades y esa retribucién cconstituye su medio de vida, Esa dedicacién asidua y especializada va acompafiada de la suposicién razonable de que los profesionales, por lo general, hacen mejor lo que hacen que quienes no se dedican a esa pro- fesién: son expertos competentes en su trabajo profesional. Puede haber excepciones; ya se sabe: “No sabiendo los oficios los hare- mos con respeto. Para enterrar a los muertos, cualquiera vale... cualquiera, menos un sepulturero” (Le6n Felipe). A su vez la pre- tendida 0 real mejor manera de desempefiar determinadas activi- dades 0 prestar determinados servicios hace que se vea como necesario o al menos muy conveniente que quienes van a des- pempefiar determinada profesin tengan una preparacién espect- fica para ello, sea mediante el aprendizaje del oficio, sea median- te una preparacién y acreditaci6n académica. lirica om tag pRoresrones Jo anterior suele ir acompatiado de un fuerte sentido de ‘ay de un status corporativo asumido y defendido ante |. Eso marca de forma importante la identidad de los les. Noes lo mismo pertenecer que no pertenecer al profesional en cuestién. El profesional no lo es s6lo por jdades que desempefia o las cualidades que tiene para bien esas actividades, sino también y muy especialmente necer al colectivo profesional al que pertenece. Eso marca mente las diferencias entre los que estan dentro (profesiona- Jos que estan fuera (legos). a lo anterior se afiaden otras cuestiones que se plantean de ‘mas menos aguda o indiferenciada, segtin se trate de unas de otras, de unas sociedades o de otras, de unas profesio- de otras. Hubo un tiempo en el que para poder hablar en sen- ‘propio y pleno de un ¢jercicio profesional independiente, se fa que éste se basase en un cuerpo independiente de cono- tos adquiridos en una universidad y acreditados por ella. ida la preparacién y acreditacién académica, la profesion se fa en régimen de independencia econémica y organizativa jones liberales"). S6lo los otros colegas de profesién, cons- idos en Colegio, estarian legitimados no sdlo para otorgar la fitacion para ejercer la profesién, sino ademas ejercer un con- sobre el modo de ejercerla y conegir posibles malas précticas. Ft ETHOS PROFESIONAL COMO FENOMENO SOCIAL Con la ayuda de algunos autores vamos a aludir a algunas uliaridades de las profesiones y del ethos profesional como weno social e hist6rico. De las profesiones y de la ética pro- jonal se han ocupado mas los socidlogos e historiadores que los fos. Las palabras “profesién” y “profesional”, ademés de cier- contenido descriptivo, tienen innegables connotaciones enfati- 5 que han llamado la atencién de los sociélogos y constituyen tuna de las principales razones determinantes de por qué se han ‘ocupado del tema de las profesiones. Los principales socidlogos {que se han interesado por el fenémeno de las profesiones lo han hhecho no sélo ni principalmente desde la perspectiva puramente ‘ocupacional de determinados grupos de poblacién. Ante todo les {TTA DE TAS PROFESIONS ha llamado la atencién lo que las profesiones tienen de peculiari- dad ética, lo que en términos sociolégicos significa el ethos pro- fesional como compromiso ético diferencial que contrasta con el modo general de plantearse los temas en la sociedad y muy espe- cificamente desde el contraste, real 0 pretendido, entre a ética profesional y las relaciones profesionales frente a las actividades econémicas y mercantiles, hoy dominantes. La gestacién y consolidacién de lo que han llegado a ser las pro- fesiones clasicas (sacerdotes, jueces, médicos, militares, arquitec- tos, ingenieros...) suele ser presentada unas veces como especial ~zaci6n 0 perfeccionamiento técnico (y posteriormente cientifico) de las actividades artesanales en orden a mejorar las formas de solu- cionar problemas y mejorar las condiciones de vida y otras veces se suelen describir como un proceso de diferenciacién de funciones a partic de un protoprofesional religioso. Originalmente el sacerdote © shaman acumulaba, junto a las funciones més especificamente religiosas, otras funciones curativas o judiciales que con el tiempo se fueron desprendiendo de ese primer rol profesional unitario. Segiin esta segunda manera de enfocar, que no tiene por qué ser contradictoria con la primera, profesionales en sentido pleno fueron en un primer momento sdlo los sacerdotes, los médicos y los juristas, en concreto los jueces. Durante mucho tiempo ha existido la tendencia a entender toda “profesién” como una espe- ie de sacerdocio. £1 médico empezé entendiéndose como un “sacerdote de la salud”. El juez un “sacerdote de la justicia”, y el militar como un "sacerdote de las armas”, de la guerra -hoy se ira que es un servidor 0 ministro de la paz A veces se intenta contraponer “profesin” a “vocacién” como si la segunda palabra tuviese connotaciones religiosas y la primera fuera enteramente laica. En sus origenes las dos palabras son pro- fundamente religiosas: “vocacién” alude al cardcter de eleccién y llamada divina del rey, del profeta y del sacerdote. “Profesin’ subraya ante todo la dedicacién 0 consagracién de la propia vida, Por ejemplo en el caso de la profesién religiosa. Se profesa un ti de vida, Esto resuena todavia en lo que toda profesion tiene de dedi cacién a determinado tipo de tareas y servicios a los que uno se eentrega de por vida, comprometido con los valores que ese tipo de vida conlleva. Lo que algunos sociélogos llaman la “metéfora re », puede ser una forma de sacralizar ideol6gicamente el status profesional, pero en cualquier caso es algo profundamente ‘en el modo tradicional de concebir las protesiones, al Jas mas antiguas (reyes, jueces, médicos, militares) como una de sacerdocio laico. ‘este contexto quasi-religioso es obligado referirse al jura- hipocratico, un texto mitico y ampliamente mitificado a lo dde la historia. En el juramento hipocratico, tras las invocacio- ligiosas iniciales, se recogen los elementos paradigmé profesional en sus diferentes vertientes: el compromiso aly vital con el ejercicio de la propia profesién, el sentido de iridad_con los otros profesionales y con sus familiares mas , la obligacién de transmit las ensefianzas a los jévenes jonales de la siguiente generacién, el secreto profesional, la jidad de demarcacién frente a profesiones afines (como la fa), las prohibiciones éticas en el ejercicio de la profesién sexuales, aborto, colaboracién al suicidio 0 eutanasia), etc. “Hinwerr Srencre (1820-1903) dejé escrito un libro sobre e de las profesiones desde la perspectiva de su sociologia lucionista. Para este autor, las profesiones, como otras muchas idades sociales, constituyen un paso evolutivo en el creci- to de la vida. Todo empez6 por “la defensa de la vida de la © nacién, la defensa de la sociedad contra los enemigos que acechan”. Después se desarrollan las funciones que aumentan vida. El médico que cura enfermedades y alivia dolores, aumen- Ja vida. El historiador y el hombre de letras elevan el estado tal del hombre. A su manera también aumentan la vida el islador y el abogado, el profesor, el actor, el pintor, el escultor el arquitecto: aumenian la vida proporcionando belleza y senti- (Grevcer, 1909, 316). Max Went (1864-1920) es otro de los principales soci6logos ‘que se ha interesado por el tema de las profesiones y dela ética pro- {esional; no tanto en la descripcién o caracterizacién pormenoriza- da de ésta 0 aquella profesién, cuando del “espiritu’ que las anima yla raiz religiosa que ha guiado su desarrollo, Su famoso libro La ética protestante y el espiritu del capitalismo (Westr, 1955) esta dedicado a poner de relieve la contribucién que el ethos religioso, sobre todo el calvinista, ha prestado al nacimiento y consolidacién del “espiritu del capitalismo". Se inscribe este intento en el marco Erica om tas enoresiowes de sus Investigaciones sobre la ética econdmica de las grandes rel giones y, mas especificamente, sobre la rafz religiosa ("irracional”) Ge los procesos de racionalizacién especificos de Occidente: racio~ nalizacién de la economia, pero también de la politica, de la admi- nistracién, de los saberes, de las artes... El cuestionamiento de la vida monéstica como forma privilegia- da de alcanzar la salvacién llevé a Lutero a nivelar todas las formas de vida y mis especificamente a valorar el cumplimiento de las ‘ocupaciones intramundanas como forma ~equiparable a cualquier ‘otra de vivir la vocacién o llamada a la salvacién. No hay que cambiar de oficio para salvarse, ya que toda profesién licita posee ante Dios el mismo valor; la vida mondstica en cambio no sélo es falsa en su pretendida superioridad, sino es “obra” que pretende sustituir a la fe a la vez que es socialmente improductiva. “El cum- Plimiento en el mundo de los propios deberes es el tinico medio de agradar a Dios". Sobre este trasfondo secularizador del vivir cristia- no en el mundo hay que entender la importante introduccién de la palabra alemana “Beruf” (que significa a la vez llamamiento divino profesién humana) en la traduccién de la Biblia al alemén, salida desu pluma. Con anterioridad a Lutero, piensa Weber, que la pala- bra vocacién y sus diferentes sinénimos estaba estrictamente ci Ccunscrita al ambito religioso: la vocaci6n del profeta para desem- Pefar su rol de profeta, del rey para guiar al pueblo en nombre de Dios, del cristiano para entrar a formar parte del pueblo de Dios y alcanzar asi la salvacién. Fue Lutero, segiin Weber, el primero que utili la palabra “Beruf” para designar las ocupaciones intramun- danas, al traducir unos versfculos del Libro del Eclesidstico o Jesus Sirah, 11,20s: “Manténte en tu quehacer" Io traduce Lutero por “Permanece en tu vocacién” (Beruff y "en tu tarea envejece” por “envejece en tu profesi6n (beruf” (Weatr, 1955, 81, nota 3). Otwus autores han mostrado “que no sélo el concepto moral de profesiGn, sino también la interpretacién de la palabra vocatio en sentido de llamamiento, vocacién, estado y quehacer de la vida se puede regis- {rar muy anteriormente a Lutero” (Ause, 1970, 765s y 90-97). Con todo este mismo autor que acabamos de citar dice un poco més abajo que “no se deberia subestimar el significado de Lutero para el desarrollo de la idea cristiana de profesién” por lo que conlleva de cambio de sensibilidad y de nuevo impulso a la actitud cristia- ‘na ante el mundo (ibid, 90). erica i tas eAoeeszones nis lejos de Lutero que lo que Hlegé a ser con el tiempo del capitalismo’. Esto es algo que, en continuidad con in religiosa de cualquier actividad intramundana, se ‘el calvinismo en relacién con a forma que tiene de viv lar el comiin de los fieles la doctrina de la predestinacién. ‘upacién por la salvaci6n personal constituia el nticleo de josidad calvinista centrada en la fe en la predestinacién de jos. Los intereses dle la vida terrenal quedaban relegados 1undo plano, ante la cuesti6n sobre el destino definitive de Ino: ;Pertenezco yo al grupo ce los elegidos? sCémo puedo seguro? En los escritos de Calvino y en la teologia calvinista jidos no se distinguen en nada, en esta vida, de los conde- . Tan s6lo la confianza creyente que persevera hasta el final inequivoco de la predestinacién divina. El creyente de a se conforma con esto y busca indicios seguros que le per- reconocer si pertenece o no al grupo de los elegidos. La jina de la predestinacién vivida por el comcin de los fieles no cconformarse con esa imposible resolucién acerca de si uno (0. no al grupo de los elegidos. Afianzarse en la propia i6n se considera un deber para conseguir en la lucha diaria wuridad objetiva de la propia salvaci6n y justificacién. Para inzar dicha seguridad se inculeé la necesidad de recur al tra- profesional incesante, como mado de ahuyentar la duda rli- y de obtener la seguridad del propio estado de gracia. De ahi ‘el espiritu del capitalismo. Escribe Max Weber: “a Tandaertacion de aes poesia en la docina de a “predestinacin hizo surgir en lugar de la aristocracia espiritual ones stados uray por encima del mundo, la de fos santos en ‘el mundo, predestinados por Dios desde la eternidad, aristocracia ue, con su character indelebilis, estaba separada del resto de los hombres, condenados también desde la eternidad, por un abismo Jnsondable, tanto mas ldgubre cuanto més profundo e infranqueable, Al modo como los monjes medievales se hallaban exteriormente ‘separacios del mundo: y a idea de este abismo imprimia su cardcter €n todas las relaciones y sentimientos sociales. Pues estos favoritos de la gracia, los elegidos y, por lo mismo, santos, falténdoles la con- Ciencia de la propia debilidad, no se sentfan indulgentes ante el ppecado cometido por el préjimo, sino que odiaban y despreciaban © al que aparecia como un enemigo de Dios, que llevaba impreso el signo de la condenacién eterna” (Wesee, 1955, 149). frien ob LAS PROFRSTONES Elemento central del espiritu del capitalismo es el ethos profe- sional, ése sentido del deber por el que los individuos se sienten obligados a buscar el éxito en las ocupaciones mundanas y la acu- mulacién de riquezas como fin en si mismo, y no en raz6n del dis- frute que de ello se pueda obtener. “El capitalismo -escribe Max Weber~ ha existido en China, India, Babilonia, en la Antigiiedad yen la Edad Media. Pero ese ethos peculiar le faltaba” y sélo se da en la época moderna occidental: Ganar dinero como profe- si6n, como fin en sf mismo que obliga al hombre. Si la ética profesional esta tan estrechamente vinculada al calvinismo (y no solo histéricamente), entonces pocas esperanzas hay de que en una sociedad secularizada y hedonista, centrada en la “mistica” del goce intramundano y presentista —diria M Weber, se llegue a regenerar el ethos de las profesiones. No hay salida facil a “las contradicciones culturales del capitalismo” de las que habla Daniel Bell. Pretenderlo s uo, tun voluntarismo inge- jue a su vez caeria en la contradiccién de intentar poner la religién al servicio del ethos del trabajo productivo, cuando por hipétesis- ella slo ha desempefiado esa funcién dinamizadora del espiritu del capitalismo en razén de lo que esa la praxis ascé- tica capitalista servia para aliviar las dudas acerca de la propia sal- vacién. Pero no es verdad que no haya otras posibles raices del ethos profesional, tanto seculares como religiosas. Hay un ethos del tra- bajo en el comunitarismo aristotélico, hay un ethos benedictino del trabajo que va en paralelo con su mistica contemplativa de la alabanza litirgica (“ora et labora’; “A Dios rogando y con el mazo dando"), hay un ethos cat6lico del trabajo ("Entre los ucheros también esta el Seior") y dentro de éste hay un ethos jesuitico, hay un ethos liberal burgués (no siempre de origen cal- vinista y puritano}, como hay un ethos socialista y un ethos anar- quista del trabajo, Eviue DurkHem (1858-1917) tuvo un curso en Burdeos en 1898-1900 que llevaba por titulo Morale et Organisation morale. Lo habia tenido antes allf mismo con otros ttulos y luego lo volvi6 a impartir en Paris, De este curso se publicaron en 1937, veinte afios después de la muerte de su autor, las tres lecciones dedica- das a la moral profesional de las que aqui nos queremos hacer eco. ‘enc DE Las reoPnazoNe kheim la moral profesional ocupa un lugar intermedi moral familiar de la que se ha ocupado en las lecciones y la moral civica a la que va a dedicar el resto del curso. Ja moral profesional, y muy en concreto en la moral de arios y trabajadores de la industria y el comercio, una para llenar el vacio moral que se va extendiendo en la InGmica... Segdn él, todas las profesiones tienen su moral, Jas econémicas. Se ha llegado a reivindicar la anarquia 10 un derecho de la vida econémica. Pero es importan- {a vida econémica esté sometida a reglas morales; es pre- haya reglas que digan a cada uno de los colaboradores hos y sus deberes, y no séio de una manera general y sino precisa y detallaca, que tome en consideracién las cir- jas que vienten produciéndose de forma ordinaria f bien la moral no se improvisa, es siempre obra de un el remedio es dar a los grupos profesionales en el orden ico una consistencia que ahora no tienen. Para moralizar econémica tienen que constituirse o reconstituirse los gre- profesionales. Eso era lo que en otras épocas hacfan las cor- jones. Apelar a ellas suena hoy a pedir que vuelva el antiguo Pero las corporaciones existfan antes de la Edad Media; hnecesarias, han desaparecido varias veces, y siempre vuelven ycer. Durkheim cuenta con que su alusién a la mera posi dde que cada corporacién pueda llegar a albergar una vida | su generis sea recibida con escepticismo. Reconstituirlas objeta~ equivaldria a sustituir el egofsmo individual por el {smo corporativo. La corporacién era una especie de gran familia y persegufa en fines morales. Algunas funciones que antes se habian atri- ido a la familia pasaron a ser atribuidas a las corporaciones, ‘esto no significa que en el futuro tengan que tener cardcter yméstico. Pueden y deben adoptar otras formas si han de cum- ir su papel en las actuales condiciones de la existencia colecti- . Para realizar hoy su funcién la corporacién tiene que dejar de tun fenémeno meramente local y pasar a ser, como lo €s ya la fan industria, un fendmeno nacional, una institucién piblica. Sélo pod estar al servicio de los intereses generales de la sociedad, corporaciones deben pues aproximarse al Estado sin dejarse ‘rt0a om TAS enoruoLens

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