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Cabaret México

de Gilberto Guerrero

Las nuevas épocas no comienzan de pronto.


Mi abuelo vivía ya en la época nueva.
Mi nieto vivirá todavía en la antigua.
Bertolt Brecht.

Cuatro actores:
 Pura, una prostituta borracha y despechada;
 una Mujer, la encargada del lugar;
 un Hombre, de traje negro y corbata;
 y otro, un Trabajador (camarero, limpieza, etc).

…y un pianista.

México D.F., 2005.


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1.
La Mujer canta la canción de bienvenida.

MUJER.- Vivimos en un país triste,


Pues nadie come de palabras
Y nada es tan penoso,
Que mañana será peor.

Como llorar no resuelve nada


La tristeza se va a la chingada
Esta noche a divertirnos
Canto, ingenio, baile y a reír.

Los políticos se gastan la garganta


Gritando: “yo soy el mejor”.
Pero en la calle ya nadie canta
Lo que no sabemos
Quien es peor.

Y Quienes tienen mucho dinero


nos dicen: hay que aguantar.
Con los salarios no se compra nada
Pero unos el dinero nunca dejan de contar.

Como llorar no resuelve nada


La tristeza se va a la chingada
Esta noche a divertirnos
Canto ingenio baile y a reír.

Los bancos nos cobran mucha lana


Pero pobres, como dicen que andan mal
El gobierno bien que los ayuda,
Con nuestros impuestos, claro está.

Que se vayan al infierno.

Ay, en estos tiempos de elecciones


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Todos rascan sus comezones


Pero los burritos de siempre
Son los que siguen jalando la carreta.

Las promesas, no valen un peso


Pero nos cuestan mucho.
Cada vez que alguien las hace

Como llorar no resuelve nada


La tristeza se va a la chingada
Esta noche a divertirnos
Canto ingenio baile y a reír.

Porque en verdad… llorar, llorar no sirve de nada.

2.
Muy borrachos el Hombre de traje y la prostituta.

HOMBRE.- Diputada. Diputada, despierte. No me puede dejar así


nada más. Esto no es el Congreso. Diputada, hágame caso. (al
público) Cree que está en la Cámara, por eso está dormida tan
cínicamente. (A ella) ¿No le da vergüenza, diputada?
Evidentemente no. Está usted trabajando… Bueno. Oiga, no me
traicione, que voté por usted y tiene obligaciones con sus electores.
(bajo) Como si eso les hubiera importado alguna vez.

MUJER.- No todos los diputados son iguales, dicen.

TRABAJADOR.- No, unos son peores que otros, pero…

HOMBRE.- Bueno, también hay de electores a electores: los que


realmente eligen a los candidatos, es decir, quienes deciden
quienes van a ser los candidatos, y todos los demás que sólo
pueden depositar su pequeño, pequeñito voto en las urnas.
Diputada, usted no puede rendirse ante unas cuantas botellas de
tequila. Que poco nacionalismo el suyo ante la más respetada de
nuestras instituciones.
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MUJER.- ¿Cuál, mi señor? ¿El Congreso?

HOMBRE.- No, no. El tequila, por supuesto. ¿Cuál otra? Oiga, dije
respetada, no hay que confundir… el Congreso, sí cómo no.
Diputada, levanto una moción para amonestarla categóricamente.
(Aparte) Nada la mueve. Está como muerta.

TRABAJADOR.- Igual que el país…

MUJER.- ¿Qué murmuras?

HOMBRE.- Honorable Congreso de la Unión… Nada. Diputada, los


que estén a favor que levanten la mano… (gesto de negación) ¿En
contra? (Ib.) Diputada, dice el señor presidente que la ha elegido a
usted para… Es un caso perdido. (al muchacho) Oye, muchacho,
¿cuánto tiempo tenemos aquí la diputada y yo?

TRABAJADOR.- ¿La diputada?

HOMBRE.- Sí, ella y yo. ¿Cuánto tiempo llevamos aquí?

TRABAJADOR.- ¿Desde que llegaron?

HOMBRE.- No contestes con preguntas. Limítate a lo que digo.


Carajo, por eso no marcha este país. Piensa un poco, la que hice
no es una pregunta difícil. ¿Cuánto tiempo tenemos aquí la
diputada y yo?

TRABAJADOR.- Mucho.

HOMBRE.- (suspira) Mucho. Esa respuesta no vale nada. He vivido


45 años y no me parece mucho. Pero lo que ha durado este
gobierno es una eternidad insoportable. ¿Cuánto es mucho para ti,
en término de días, horas y minutos?

TRABAJADOR.- ¿Dos días?

HOMBRE.- No preguntes, ¡contesta!

TRABAJADOR.- Dos días, señor.


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HOMBRE.- Entonces hoy es viernes.

TRABAJADOR.- Sábado, señor.

HOMBRE.- Ahora me contradices. Eres un canalla que nada vale.


¿Quién eres tú?

TRABAJADOR.- Trabajo aquí.

HOMBRE.- “Trabajo aquí”. Pregunto “quién eres” y contestas “trabajo


aquí”. ¿Qué respuesta es esa? ¿Eres “trabajo aquí”? Pregunté
“quién eres” no “qué haces”. Y dices, “trabajo aquí”, trabajo, trabajo,
qué trabajo. ¿Ni siquiera sabes si eres el mesero o el que limpia?

TRABAJADOR.- Disculpe. Hago de todo, lo que se necesite. Soy un


trabajador.

HOMBRE.- Pues yo digo que eres un holgazán y un papanatas que no


puede contestar las preguntas más sencillas. Ni siquiera sabe que
día es hoy ni cuánto tiempo es mucho tiempo.

TRABAJADOR.- Usted no puede tratarme así.

HOMBRE.- Esa es otra tontería, ¿sabes por qué? ¿Sabes por qué?
Porque YA te estoy tratando así. ¿Y sabes por qué te trato así?
Porque eres una basura. Así que si te encargas de la limpieza,
bárrete. (Ríe con estruendo). Qué buen chiste. Bárrete. Oíste
diputada: si te encargas de la limpieza, bárrete basura. (Ríe con
estruendo)

TRABAJADOR.- Soy una persona, no me puede tratar así. Soy un ser


humano.

HOMBRE.- Me engañas. Me engañas o te contradices. ¿Eres un ser


humano? Antes habías dicho que eras un trabajador. ¿Se pueden
ser las dos cosas al mismo tiempo?

TRABAJADOR.- Por supuesto.


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HOMBRE.- Si crees eso eres un ingenuo o un tonto.

MUJER.- Muchacho, no molestes al señor.

TRABAJADOR.- Sólo le digo lo que pienso.

MUJER.- Eso les molesta.

HOMBRE.- Hoy todos se llenan la boca con las palabras de moda.


“Tenemos un proyecto humanista…”, “no somos racistas (aunque
los mexicanos hacen trabajos que ni los negros quieren)…”,
“defendemos los derechos humanos”. En público eso suena bien,

PURA.- (Dormida) ¡Es una comedia!

HOMBRE.- Sí, sí, sí. Cállese diputada, usted no ha pedido la palabra.


¿Qué decía?

TRABAJADOR.- Que…

HOMBRE.- Ah, sí. Todas esas palabras de derechos humanos,


equidad de género (risita), ya saben, son elegantes, parece uno
moderno y democrático, hasta se ve uno más guapo…

MUJER.- ¿De veras?

HOMBRE.- …pero en privado y en el fondo de sus conciencias no es


así. Escucha y verás.

3. CANCIÓN HOMBRE O TRABAJADOR

HOMBRE.- La economía es importante


Y los precios del petróleo.
El producto interno es bruto
Pero más bruto es un trabajador

Un empleado no es una persona.


Una persona vive:
Pero un empleado no,
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Para nada le alcanza hoy.

Un obrero no es persona
Una persona ríe, sueña, viaja, piensa luego existe

Un obrero no es persona
Una persona le va al progreso
Pero un obrero no
Nunca sale de su miseria
Nunca entiende la economía

Un empleado no es persona
Una persona gana dinero
Pero un empleado no
Con un salario se conforma.
Un empleado no es persona

Una persona tiene derechos


Pero un empleado no
Lo que diga el patrón es la ley

Un empleado no es una persona.


Una persona vive:
Pero un empleado no,
Para nada le alcanza hoy.

Un obrero no es persona
Una persona ríe, sueña, viaja, piensa luego existe (pendiente)

TRABAJADOR.- Ya lo entiendo. Entonces, según usted…

A las mujeres las matan en Juárez


Y a las autoridades no les importa
¿Por qué? Porque son trabajadoras
Y las trabajadoras no son personas.

HOMBRE.- Eres un muchacho listo. Me simpatizas.


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4. CANTINA

TRABAJADOR.- ¿Su simpatía me hace persona?

HOMBRE.- Mi perro también me cae bien.

TRABAJADOR.- ¿Y yo, soy o no soy persona?

HOMBRE.- Todavía no lo sé. No lo he decidido. Pero podemos ser


amigos…

TRABAJADOR.- No creo que sea buena idea.

HOMBRE.- No importa. Pero entonces quedamos en que hoy es


viernes, ¿no es así?

TRABAJADOR.- Sábado, señor, todo el día.

HOMBRE.- Miserable. Tengo un compromiso importante el viernes y


yo siempre cumplo mis compromisos. Si insistes neciamente en
que es sábado va a ser tu culpa si dejo de hacer ese negocio tan
importante.

TRABAJADOR.- Pero el calendario…

HOMBRE.- Sí, sí, sí. Pero hoy es viernes.

TRABAJADOR.- Señor, el tiempo…

MUJER.- Mira, hijo, si el señor quiere un viernes, pues es viernes.

HOMBRE.- Así se habla. Tenga. (Le da dinero) Viernes es.

MUJER.- Y tómese otra copa, o por qué no, otra botella si lo prefiere.
Todavía es viernes. Y es temprano.

HOMBRE.- Usted tiene sensatez y cordura. Tome (le da más dinero)

MUJER.- ¿A qué hora es su compromiso?


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HOMBRE.- Al mediodía.

MUJER.- Uy, falta. Tráele otra botella al señor y a…

HOMBRE.- La diputada.

TRABAJADOR.- En seguida.

HOMBRE.- La fiesta continúa. “Hay que prepararnos para administrar


la abundancia”. Ja, ja, ja.

PURA.- (Dormida) Es una comedia.

HOMBRE.- Mis fantasmas me persiguen. “Bienestar para MI familia”.


Ahora sí creo que estoy un poco ebrio. (Ríe) “Arriba y adelante”.

MUJER.- Esa parecía buena. Pero algo vieja.

HOMBRE.- Justamente. Exonéreme de las tonterías que digo y hago,


fue hace tanto; sucedió hace mucho tiempo. La sangre se ha
secado y los muertos son hermosos, porque son silenciosos,
calladitos, bonitos.

MUJER.- Pero el dolor…

HOMBRE.- No se ponga sentimental. Con buenos sentimientos no se


construye un país.

TRABAJADOR.- ¿Con malos sentimientos sí?

MUJER.- Recordar es vivir.

HOMBRE.- Pero no se amargue con memorias tristes. Recuerde las


grandes bufonadas. “La solución somos todos”.

MUJER.- Pero no a todos nos tocó del pastel.


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HOMBRE.- Hoy, hoy, hoy. ¿Hoy qué? El gobierno del cambio en


quince minutos resolverá lo que no se ha resuelto en 500 años…

PURA.- (Dormida) ¡Es una comedia!

MUJER.- No, nena, es una farsa.

TRABAJADOR.- Aquí está su botella. Disculpe la pregunta, ¿su carro


es aquel enorme auto que está chocado contra un poste de luz?

HOMBRE.- Es un sabotaje de los electricistas, que así piensan frenar


el progreso.

TRABAJADOR.- Ha dejado una gran mancha de aceite y gasolina en


el pavimento.

HOMBRE.- Los petroleros también quieren detener el progreso del


país. Si el petróleo lo manejaran particulares y no el gobierno, no
quedaría tan malamente regado en un pequeño incidente de
tránsito como este.

TRABAJADOR.- Puede ser peligroso.

HOMBRE.- Es verdad, lo que demuestra que la seguridad social y la


salud pública no funcionan así. Si el seguro social fuera privado no
habría tanto riesgo.

TRABAJADOR.- Quiero decir que puede provocar un accidente


peligroso.

HOMBRE.- ¿Para quién? ¿Para mí?

TRABAJADOR.- Para quien sea que pase.

HOMBRE.- Hay que correr riesgos. Eh, muchacho, tu propina.

TRABAJADOR.- ¿Si?

HOMBRE.- Espera. No tengo cambio.


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TRABAJADOR.- No se preocupe. Ni el presidente tiene cambio en


estos tiempos.

MUJER.- Ese fue un chiste muy malo.

TRABAJADOR.- Es en serio: ya nadie tiene dinero; pero los que tienen


dinero… esos no traen cambio.

MUJER.- Mal chiste.

TRABAJADOR.- No es un chiste, es una ironía.

MUJER.- Nadie La entendió. Mejor canta.

5. CANCIÓN DEL PRESIDENTE DEL CAMBIO

¿Cómo puede dormir tranquilo?


Sabiendo que ha mentido.
Usted bien lo sabía
Que el país no crecería

Que había dinero ilegal


En su campaña presidencial,
Eso sí que lo sabía.
No saberlo sería ideal.

¿Cómo puede dormir tranquilo?


Sabiendo que ha fracasado.
O es en realidad tan bruto
Como se ha murmurado.

¿Dijo mover a México?


Hoy todo sigue trágico:
en el poder,la lana y lo jurídico
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quien manda hoy


mandaba ayer.

Esos tres libros


Que lo marcaron.
No quiero ni pensar
que hablaba de verdad.

¿Y que paso con los 43,


Que los quemaron, dijo?
Si quieres engañar a alguien
A un espejo has de hablar
De tu riqueza inexplicable
Una gaviota no te salvara

¿Cómo puede dormir tranquilo?


Sabiendo que ha mentido
O es en realidad tan bruto
Quien manda hoy
Mandaba antier

HOMBRE.- Creo que es una canción grosera.

TRABAJADOR.- Pero no he dicho mentiras. Es la verdad.

HOMBRE.- Pero es grosera.

MUJER.- Algo hay que decir de tan importante señor. Muchas cosas sí
cambiaron…

TRABAJADOR.- ¿Muchas?

MUJER.- Sí. Ahora están peor.

6. AMOR, AMOR, AMOR


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HOMBRE.- Diputada, diputada, despierte. Creo que hemos caído en


un antro amarillista o rojillo tal vez. Amarillista y negro, me parece.
Diputada, de qué partido es usted. (Rompe) ¿Saben qué es
molesto? Que a ella le pagan la función como a mí, pero se la pasa
echada. (En personaje) Diputada, ya tenemos otra botella. Moción
de orden. Le vamos a descontar sus comisiones… Creo que ya
está dormida de verdad. Aquí tenía que decir otra vez “es una
comedia”. (A piernas) Está dormida, ¿qué hago? ¿Si? Pero yo no
tengo que…

PURA.- ¡Es una comedia!

HOMBRE.- Carajo, diputada.

PURA.- No soy diputada. Soy…

HOMBRE.- No lo digas.

PURA.- Suena parecido, muy parecido, pero…

HOMBRE.- Pero es igual. Un pedacito de tu tiempo y de tu voluntad,


algunas palabras falsas por dinero. No hay muchas diferencias,
levantar el dedo, abrir las piernas…

PURA.- No, no, no. No me compare: yo sí tengo convicciones.

HOMBRE.- Diputada, quiero decirle que hay hombres mejores que


otros.

TRABAJADOR.- ¿Si?

HOMBRE.- Claro. Unos ganan más que otros.

PURA.- Que baboso me parece usted. Reírme de chistes tan sin


chiste no está en la tarifa.

HOMBRE.- No, en serio: hay los que ganan y los que pierden. Yo soy
de los mejores.
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PURA.- No eres mejor que nosotros. ¿Sabes hacer el amor


decentemente, acaso?

HOMBRE.- Dicen que sí.

PURA.- Ya lo ves. No cuenta. Perdiste.

HOMBRE.- ¿Por qué?

PURA.- Porque lo importante es saber hacerlo indecentemente.

HOMBRE.- (Al trabajador) ¿Ya te acostaste con la diputada?

PURA.- Que no soy diputada, no insulte.

HOMBRE.- Dímelo.

TRABAJADOR.- No puedo decirlo.

HOMBRE.- No seas melindroso. Dímelo, quiero saber si de veras lo


hace muy indecentemente.

MUJER.- ¿Usted no ha probado, licenciado?

HOMBRE.- No hablo con usted. Entonces, qué, dímelo de una vez.

TRABAJADOR.- Soy un caballero, señor.

HOMBRE.- No, esto ya es demasiado. ¿Un trabajador y caballero?


¿Crees que nací ayer? No puedes engañarme. Entonces qué.
¿Sí lo hace muy indecente? No vas a decirlo, lo veo. Pero
bueno, el amor es lo importante.

PURA.- Bah. ¿El amor? ¿Cuál amor?

HOMBRE.- El amor. Ustedes tal vez piensen cosas terribles de mí,


pero creo en el amor. Soy un hombre de principios…

PURA.- De finales.
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HOMBRE.- ¿Eh?

PURA.- De finales del siglo pasado…

HOMBRE.- Uy, que se vuelva a dormir. A callar, diputada. No ha


pedido la palabra.

PURA.- ¿El amor dijo? ¿Qué es el amor? El amor de Romeo y Julieta


no hubiera soportado ni una semana en Chalco. Antonio y
Cleopatra no se hubieran amado si fueran políticos mexicanos…
¿se imaginan? Don Juan no hubiera enamorado a nadie en
nuestros días sin una tarjeta de crédito dorada… “gold”.
Penélope nunca hubiera esperado a Ulises si viviera en Neza
con una pensión del Seguro.

TRABAJADOR.- La hubiera encontrado muy mal.

MUJER.- ¿Era tan vieja?

HOMBRE.- Esas son vulgaridades.

TRABAJADOR.- Ya ve como es la gente de desconsiderada. Se queja


del hambre y luego de tantos años, como si no se hubieran
acostumbrado.

HOMBRE.- Y tú quién eres para hablar del amor.

PURA.- ¿Que quién soy yo? ¿Qué quien soy yo, preguntas? Soy,
soy… ¿Quién soy? No, no, no. En serio: soy una especialista del
amor.

MUJER.- Pero si eres una suripanta, mamacita. Una meretriz, una


hetaira, pecadora, ninfa, ramera, mujer de mal vivir, mujer
pública.

PURA.- ¿Todo eso soy?

MUJER.- Puta, pues.

PURA.- Ah, sí. Putísima.


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HOMBRE.- Entonces cómo te atreves a ensuciar la palabra amor con


tus labios.

PURA.- Porque las putas, las putas también amamos. Acorde del
piano, maestro, qué pasó. Ahí va de nuevo. Prevenido. Porque
las putas, las putas también amamos.

HOMBRE.- Pues no te creo.

MUJER.- ¿En verdad te enamoras? ¿De todos?

PURA.- Pues no de todos, pero sí, me enamoro, y harto.

MUJER.- Pero no llores. ¿Por qué lloras, Magdalena?

PURA.- Como que por qué. Eso ni debería preguntarlo. Lloro por culpa
de estos malditos, que me han recordado a un hombre.

HOMBRE.- Yo pensé que eras tú quien los hacía llorar.

TRABAJADOR.- Ella los hace felices.

HOMBRE.- Nos hace, nos hace.

PURA.- Lloro por un hombre.

MUJER.- Y por qué.

PURA.- Como que por qué. Eso ni debería preguntarlo. Por hijo de
puta.

HOMBRE.- La madre y la nuera, siempre la misma mujer.

MUJER.- Explícate, Magdalena.

PURA.- Volví a creerle, volví a ilusionarme…

MUJER.- ¿A tu edad?
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PURA.- Pues sí. Me da pena, pero es verdad.

MUJER.- ¿Después de tantos años?

PURA.- Sí.

HOMBRE.- ¿Después de tantos hombres?

PURA.- Pues… pues… pues sí.

MUJER.- No tienes remedio.

HOMBRE.- No tienes perdón de Dios.

TRABAJADOR.- Hasta pareces ciudadano en tiempo de votaciones.

MUJER.- ¿Por qué?

TRABAJADOR.- Ilústrenos… diputada.

PURA.- Es peor, mucho peor…

7.
Canción del despecho político

PURA.- Los hombres y los políticos


se portan igual
Son unos malditos seductores
Nunca les importan
las mujeres… ni los electores.

Ellos te hablan bonito, (prometen y prometen)


Regresan con regalos y con flores,
Te tratan de mil amores…
¿Son candidatos? ¿Son enamorados?
Da igual: te engañan al final… (Si te dejas)

Y cuando por fin les has dado


Aquello que querían con pasión
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Te olvidan y maltratan
¿Son candidatos? ¿Son enamorados?
Da igual: te engañan al final… (Si te dejas)

te vuelven a enamorar
y te das cuentan que son los mismos
que pueden hablar peor o mejor,
pero mañana lo vuelven a intentar.

Y apenas te recuperas de uno


Y otra vez ya hay otro interesado;
No hay nada que me cause más enfado
Que depender de otro fulano.
¿Son candidatos? ¿Son enamorados?
Da igual: te engañan al final… (Si te dejas)

Los electores son como las mujeres:


Enamoradas que creen en sus palabras
No hay nada que me cause más enfado
Que depender de un diputado.
¿Son candidatos? ¿Son enamorados?
Da igual: te engañan al final…

8.- LA CULPA

HOMBRE.- Tú tienes la culpa.

PURA.- Me mienten, me engañan, me traicionan ¿y yo tengo la culpa?

HOMBRE.- Sí.

MUJER.- Mientras un mentiroso encuentre quien quiere creer, volverá


a mentir. Eso es verdad.

HOMBRE.- Así es. Tienes que pedir perdón a los hombres que has
amado y que según tú, te han hecho sufrir. Y dejar de tomarte mi
botella.

PURA.- ¿Por qué?


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HOMBRE.- Porque es mía. Déjame algo por lo menos.

PURA.- No, ¿por qué debo pedir perdón yo, que soy la parte
ofendida?

HOMBRE.- Por tu culpa pueden condenar su alma inmortal. Les has


puesto la tentación. Primero, la concupiscencia. Mira eso… y eso y
eso. Por Dios, eres un instrumento del infierno. Y luego, los has
obligado a engañarte. Eres muy pecadora, doblemente pecadora.

TRABAJADOR.- ¿Y los electores también tienen que pedir perdón a


los políticos?

HOMBRE.- Bien pensado. Cada vez me caes mejor. Eres casi una
persona.

TRABAJADOR.- Yo no pienso eso.

HOMBRE.- En realidad no importa lo que pienses. Dije casi. Sigues en


el estatus “trabajador”. No somos iguales, les digo.

MUJER.- También hay una justicia diferenciada.

HOMBRE.- Explícate.

MUJER.- No pagar impuestos es un delito muy grave.

TRABAJADOR.- Claro. Pero robárselos no lo es. Hay fianza.

MUJER.- Que un narcotraficante mate a sus rivales es muy grave.

TRABAJADOR.- Pero que un presidente sea genocida, eso no es


grave. Matan estudiantes, campesinos, trabajadores y no importa.

HOMBRE.- Esto también es una grosería.

TRABAJADOR.- Grosería la que ellos hacen, no que nosotros lo


digamos. Grosería robar, matar y andar libre.
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MUJER.- Dicen que cuando los fascistas detuvieron a Picasso le


dijeron señalando el Guernica: “¿usted hizo esta porquería?” A lo
que el pintor contestó: “La porquería la hicieron ustedes; yo sólo la
pinté”.

HOMBRE.- ¿Estaba usted ahí? ¿Le consta?

MUJER.- Lo leí.

HOMBRE.- Eso es muy malo. Quiero otra botella.

TRABAJADOR.- ¿Leer?

HOMBRE.- Sí, sí, sí. Ese es el origen de la perdición. Quiero otra


botella. Beber y vivir.

PURA.- ¿Y yo qué?

HOMBRE.- Qué de qué…


PURA.- Les contaba mis penas.

HOMBRE.- Ya te dije que debes pedir perdón por ser pecaminosa.


Hay cosas que no tienen remedio.

TRABAJADOR.- Yo creo que casi todo tiene remedio.

HOMBRE.- Está empeñado en llevarme la contraria. Es un mentecato


subversivo.

MUJER.- Una botella más. Beba licenciado, mientras les voy a contar
una historia.

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LAS DOS PRIMAS

MUJER.- Y tú, niña, deja de llorar, que no todos los hombres son
iguales.
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HOMBRE.- Ya lo ven. La historia comienza bien.

PURA.- Por qué lo dice.

MUJER.- Me explico. Es como el caso de mis dos primas. Yo tengo


dos primar muy especiales. Una de ellas se casó. Dos veces. Sí,
con un hombre primero. Duró setenta años. Cómo duró tanto, se
preguntarán ustedes. Todos nos lo preguntábamos. ¡Setenta años
con el mismo! En todo el mundo causaba admiración y era un
matrimonio muy estudiado en numerosas universidades. Hasta
quisieron copiarlo, pero no resultaba; ni argentinos, ni peruanos, ni
venezolanos, nadie. Hubo quien dijo que era la “dictadura
perfecta” la que vivía mi prima. Hasta los gringos tenían envidia.
Decían que no, pero cómo no. Bueno, ellos tienen su propio
tinglado. Dictadura perfecta, que bonito, ¿no? Claro, dictadura,
puesto que, aunque él, el marido, siempre decía que estaban
juntos por amor, muchos lo dudábamos. Como que la hipnotizaba.
Siempre creímos que encontraba la forma de obligarla, y aunque
ella se quejó siempre, pues volvía a perdonarlo y a creer en él.
Eso decía él. Porque eso sí, qué discurso, señor, qué discurso. Y
seguían juntos. Será por ignorancia, opinaban unos; será por
miedo, pensaban otros; será que mi prima sigue con ese vil
hombre… ah, porque el hombre era un ratero. Y no estoy yo para
contarlo, pero dicen que también asesino. Que si mato maestros;
luego ferrocarrileros. Uy, lo de los estudiantes fue sonado. Y dos
veces. Y la justicia, ni lo tocaba. No, ese marido de mi prima era
todo un caso. Era influyente. Poderoso. Hacía lo que quería y
nadie podía impedirlo. Algunos trataron de denunciarlo, pero nada,
nunca hubo testigos. Ya saben, esas historias que todos conocen,
pero que nadie dice esta boca es mía. Pero, en fin, aunque lo
criticaban, pues era el marido de mi prima, legítimo o no, ese era
su marido y nosotros, pues nos aguantábamos.

TRABAJADOR.- Aguantar, aguantar, aguantar.

MUJER.- Ella también, pues aguantaba. Luego, lo peor, es que la


dejaba sin un quinto. Pobrecita. Cómo lo padeció.
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HOMBRE.- Pero la mantenía, eso le daba derechos al marido de tu


prima.

MUJER.- La mantenía, pero en suspenso, porque ni un peso le daba.


No estoy yo para decirlo, pero no sólo no le daba dinero, sino que
se lo quitaba. Y ella trabajaba como burro y el otro que’sque para
el sindicato, que para la jubilación, que para la educación pública,
que para el seguro, que para que algún día la vivienda, que si
quiere dar sus centavitos para Vamos México. Y luego que los
fondos para jubilación, pues que ya no estaban, que se habían
gastado en otras cosas. Las cuentas con ese hombre nunca
estuvieron claras, pues les digo que era un raterazo. Pero cada
seis años, luego de crisis tremendas, le hacía nuevas promesas
(en realidad siempre fueron las mismas promesas, pero siempre le
hacía creer a mi prima que eran nuevas) y ella volvía. Todos
decíamos “ya no puede creer”. Pero ahí estaba. Setenta años con
él. Y luego, un día, finalmente, se separó. No lo creíamos. Hasta
festejamos. Y se casó con otro, que le ofreció un cambio. Muy
francote, rancherón. Parecía un hombre de éxito, muy cristiano.
No resultó muy listo… Comenzó diciendo que no lo dejaban
trabajar; que con ese dinero no podía gobernar la casa, quería
más. Y era ignorante, pero bueno. Siempre le echó la culpa a
todos, al marido anterior (y no se llevaba tan mal con él, eh?), a
los vecinos, todos tenían la culpa, que si lo criticaban mucho, que
si… puros pretextos. Pues mi prima como que ya se cansó. Y el
marido como que le pide otra oportunidad, que ahora sí, que seis
años no son suficientes. Muchos en la familia dijeron que no, que
mejor se hubiera quedado con el pri (cof, cof)

TRABAJADOR.- ¿Con el pri?

MUJER.- Con el primero. No seas malintencionado que sólo estoy


hablando de mis primas. Que el pri (cof, cof) mero era malo, pero
conocido.

PURA.- Y tienen razón, ¿no?

MUJER.- Pues no.

HOMBRE.- ¿Por qué no?


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MUJER.- ¿Qué es eso, digo yo, de mejor malo conocido? Si el que


viene es peor, al diablo también. Si mandó uno a la fregada, pues
eso quiere decir que también puede mandar a la fregada al otro. Y
escoger uno distinto, si de hombres está lleno el mundo.

HOMBRE.- No se confíen.

PURA.- Así empecé yo. Y como a los 23 me dí cuenta que era hora de
cobrar.

HOMBRE.- ¿A los 23 años o a los 23 hombres?

PURA.- Hombres.

HOMBRE.- Pues te tardaste diputada.

TRABAJADOR.- ¿Usted cobra ya?

HOMBRE.- Yo siempre cobro por mi trabajo, que mi trabajo cuesta.

MUJER.- Lo que quiero decir es que mi prima se dio cuenta de que


podía escoger. Si se tardó tanto en separarse del pri-mero, pues
del segundo todos le decimos que ya, que se decida de una vez.
Si es un inútil, que se vaya al cuerno. Ahora tiene otro
pretendiente y claro, el marido anterior que quiere regresar y que
le dice que aprendió la lección y que ahora sí serán felices.

PURA.- Y ¿a poco el nuevo pretendiente es mejor que los otros?

MUJER.- No lo sabrá hasta que lo pruebe. Le habla bonito, como los


otros; el caso es a ver si de veras cumple lo que dice. Y si no,
pues al carajo.

TRABAJADOR.- ¿Y la otra?

MUJER.- ¿Otra? No, lesbiana todavía no es, que yo sepa. Aunque


como que se está poniendo de moda, quien sabe.

TRABAJADOR.- La otra prima.


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MUJER.- Qué muchacho tan listo. Pues sí, les dije que eran dos
primas, ¿verdad? La otra nunca se casó. Veía a su hermana y
decía no, así no. Todos son iguales. No hizo nada, no escogió
nada, no fincó, no dijo esta boca es mía. Creyó que quedándose
quietecita y calladita la iba a pasar mejor que su hermana, que era
más conveniente no dar señales de vida, nadar de muertito, como
dicen; pero no, nada hizo, nada sembró, nada cosechó. Ahora ni
siquiera sabemos si sigue viva o sólo quiere pasar desapercibida.
Y saben qué, de cualquier manera, como vivía en la misma casa
de su hermana, corrió siempre la misma suerte de la otra. Pero sin
escogerlo.

PURA.- Ni cogerlo.

LOS OTROS.- ¿Eh?

PURA.- Digo, que ni siquiera lo disfrutó.

MUJER.- Yo creo que no todos son iguales… Pero tienen que


probarlo. Ah, sí. Tienen que demostrarlo en los hechos. Porque
palabritas, son bonitas, cualquiera las dice.

HOMBRE.- Acabo de mirar la infamia e injusticia del mundo. Voy a ser


otro de ahora en adelante. O tal vez sea mejor sacarme los ojos
para no verlas nunca más. Es monstruosa.

MUJER.- No se burle.

10. PROFESORES

HOMBRE.- Eh, muchacho. ¿Entonces qué, eres mi amigo?

TRABAJADOR.- No, señor.

HOMBRE.- Me gusta que seas sincero. Pero quiero que seas mi


amigo.

TRABAJADOR.- No lo seremos.
25

HOMBRE.- Has oído muchas historias feas y eres desconfiado. Te han


lastimado, pero conmigo las cosas van a cambiar.

TRABAJADOR.- No mientras usted tenga la sartén por el mango y yo


salte adentro.

HOMBRE.- Eres muy ingenioso. Me caes muy bien. ¿Cuánto ganas


aquí?

TRABAJADOR.- Me podría quejar, pero no sirve de mucho. Algo gano.

HOMBRE.- ¿Pero cuánto es eso? Definitivamente tienes un grave


problema para responder las preguntas más sencillas.

TRABAJADOR.- Para que se dé una idea, debo decirle que los


maestros ganan peor. Yo antes era profesor, pero de mesero gano
mucho más.

HOMBRE.- Los “pobresores”, si. Lo tienen merecido.

PURA.- ¿Por qué?

HOMBRE.- Enseñan a leer. No muy bien, pero enseñan a leer y a


contar.

TRABAJADOR.- Es ese su trabajo.

HOMBRE.- Es mejor no leer. Los periódicos dicen puras malas


noticias.

PURA.- ¡Es una comedia!

HOMBRE.- Sí, sí, sí. El saber entristece a las personas. Los


profesores entristecen al país, por eso ganan tan poco. El
presidente tiene la razón, mejor no saber leer, para no leer malas
noticias, ni contratos que nos obligan a cosas tremendas. Para qué
quieren saber sumar, si nunca les alcanza para nada, ni para
ahorrar. Los poderosos cargarán con la tristeza de leer y de contar.
26

PURA.- Yo creo que deben ganar bien. Al fin de cuentas hacen lo


mismo que yo.

TRABAJADOR.- ¿Por qué?

PURA.- Enseñan. Yo enseño también…. ¡Miren! Bastante.

HOMBRE.- Esa es mi lección favorita. Esta si es una enseñante


profesional. No creo que los maestros de primaria puedan enseñar
algo mejor.

PURA.- Ni los de secundaria.

TRABAJADOR.- Ahí si no sé que decir.

HOMBRE.- Diputada, estoy listo para la siguiente lección.

11. CANCIÓN DE LA ENSEÑANTE

PURA.-
Soy linda, ¿no es verdad?
Abre bien los ojos
Que te voy a enseñar

Mucho te voy a enseñar,


Pero hay que saber mirar
Y poner mucha atención.
Si Quieres mis piernas ver
Si Quieres un poco más
Ahora les voy a enseñar:
Pero sin multiplicar
Nada podrás mirar.

Te encantan mis hombros


Te encantan mis senos,
Ahora les voy a enseñar:
123 ¿Qué quieren más?
27

568¿ pues donde hay?


Pero sin multiplicar
Nada te vas a llevar.

Miras muy bien mi trasero


Murmuras mientras jadeas.
Ahora les voy a enseñar
123 ¿Qué, quieren más?
568¿pues donde hay?
Pero sin multiplicar
Nada te vas a llevar.

Mirar nunca es suficiente


Para poder aprender
Nuestro trabajo pagar
Ahora te voy a enseñar
123 ¿Qué, quieren más?
568¿pues donde hay?
Pero sin multiplicar
Nada te vas a llevar. (Bis)

12. INTERMEDIO

MUJER.- Es hora de nuestro intermedio. Y este intermedio está


dedicado a un tema realmente estimulante. Y es…

TRABAJADOR.- El condón es cultura.

PURA.- ¿Con don quién?

HOMBRE.- Condón, preservativo, capuchón, goma, que más. Gorrito,


qué…

MUJER.- Y sin más preámbulo pasamos al concurso del condón. Yo


les muestro uno y ustedes me dicen algo ingenioso relacionado
con... don. El que gane, pues se lo gana.
28

PURA.- Y lo usará.

HOMBRE.- ¿Aquí?

PURA.- No pues eso ya depende del que se lo gana.

HOMBRE.- Pues si lo usa aquí… sí es un ganador.

MUJER.- Quién dijo yo. Una prueba. Y tú dices…

TRABAJADOR.- El condón es como mi pijama.

MUJER.- ¿Por qué?

TRABAJADOR.- No uso pijama, pero ciertas noches es lo único que


me pongo.

MUJER.- Y usted…

HOMBRE.- El condón es una llave…

MUJER.- A…

HOMBRE.- Tu intimidad. Sin ella no entro.

PURA.- El condón es un seguro de vida.

MUJER.- Muy cierto, aunque no muy divertido.

PURA.- Es divertido cuando lo usas.

MUJER.- (Al público) Qué es un condón para ustedes, quién quiere


decir algo.

Interacción improvisada con los espectadores.

HOMBRE.- Un condón es una promesa.

MUJER.- ¿Cuándo?
29

HOMBRE.- Cuando la traes en la bolsa de la camisa y llegas a cenar a


su casa por primera vez.

PURA.- ¿Los guardas en la bolsa de la camisa?

HOMBRE.- Pues sí. O del saco. Me gusta tenerlos a la mano, qué


tiene de malo.

PURA.- Y tú dónde los guardas.

TRABAJADOR.- Yo no los guardo.

MUJER.- ¿No usas?

TRABAJADOR.- Dije que no los guardo; yo me los pongo.

HOMBRE.- Y qué, ¿no dijeron que había un intermedio?

MUJER.- Sí. Vámonos.

TRABAJADOR.- Primera llamada.

Mientras salen.

PURA.- Ya sabían que mi papá era gay.

MUJER.- Cómo crees?

PURA.- Sí. De verdad.

HOMBRE.- Y tú, cómo llegaste.

TRABAJADOR.- Y tienes seis hermanos. Siete en total.

PURA.- Por eso le decían el gato, porque tuvo siete vidas.

MUJER.- Por qué.

PURA.- Mi mamá lo salvó esas siete veces.


30

(salen) INTERMEDIO.

13. EL MENTIROSO

HOMBRE.- La gente dice que soy mentiroso. ¿Por qué? No, no soy
diputado. Ni tengo ningún otro cargo de elección popular. No es por
eso. ¿Me dicen mentiroso porque he dicho mentiras? Todos dicen
mentiras, pero no a todos llaman mentirosos.

PURA.- Si son hombres sí.

HOMBRE.- Un amigo me dijo, que me llaman mentiroso porque una


conocida suya escuchó en cierto lugar que algunas personas
afirman haber oído que digo mentiras. Pero no está seguro. Lo
peor: esas personas, le dijo su conocida a mi amigo, han
escuchado por ahí que yo hago cosas que yo no recuerdo haber
hecho. Tal vez me dicen mentiroso porque tengo mala memoria. Y
bueno, si me preguntan si he dicho mentiras, sí, la respuesta es sí.
He dicho mentiras. ¿Por eso me dirán mentiroso? Pero bueno, bien
a bien, ¿quién no dice mentiras?

TRABAJADOR.- Yo.

HOMBRE.- Eso es una mentira. O lo parece, que es casi igual. Y yo,


sí, es cierto que he dicho mentiras, pero las he dicho como otro
cualquiera. Aunque no todos los mentirosos son iguales: los hay
profesionales, les suele ir muy bien; hay mentirosos compulsivos;
hay mentirosos amaters; hay mentirosos cínicos y los hay fingidos,
esto es, que se hacen pasar por amantes de la verdad; dicen que
los actores somos mentirosos porque actuar es mentir, pero no es
verdad. Hay mentiras peores que otras. Yo me hago a la idea de
que soy mentiroso y puedo aceptarlo; pero soy un mentiroso
especial, distinto de los demás. ¿Por qué? ¿Cuál es la razón que
lleva a un hombre –o mujer- a decir mentiras? Normalmente,
porque quiere obtener algo muy concreto, un beneficio, evitar un
problema o un castigo. Pero hay algo que me distingue del resto de
los mentirosos: el mentiroso común miente normalmente por interés
propio. Yo no. Miento por generosidad, por interés general; miento,
31

por ejemplo, para no hacer daño a los demás. O para hacer soñar a
los demás. Si la verdad es muy triste, una buena y dulce mentira
puede ser mejor para las personas. Lo malo de todo es que cuando
a uno le cae encima el epíteto terrible de “mentiroso”, pues ya está
muy difícil que te crean, sobre todo si no les conviene creerte.

Y hay algo que, aunque parece obvio, a veces no lo es tanto. Un


mentiroso dice mentiras, claro, pero también puede decir la verdad.
Como todos. En realidad ahora mi problema es cuando digo la
verdad. Sí, sí, sí. Ya no me creen. Aunque sea una verdad tan
grande como el sol, pues ya no me creen. Lo peor es cuando hay
conflicto de intereses. Me explico. Hay algunos que al oírme, creen
que les miento a ellos, pero que he dicho la verdad a otros. Lo peor
es cuando los otros creen exactamente lo mismo. Y no me creen ni
unos ni otros. Unos y otros se imaginan cosas terribles.
Extrañamente no se les ha ocurrido que si soy un mentiroso, miento
por igual a ellos y a los demás

Y cuando digo la verdad, como les decía, ya no me creen. Yo distingo


la verdad de la mentira, pero los demás ya no. Porque claro,
construir una buena mentira, una mentira de verdad, no es fácil.
Uno tiene que conectar con todas las cosas que están relacionadas
con la mentira, porque una mentira es buena cuando parece
verdadera. La mejor mentira es la que pasa por verdad. Eso
siempre me hace pensar en que la verdad puede ponerse siempre
en entredicho y, aunque sea verdadera, pues comienza parecerse
a la mentira. De esta manera la diferencia entre verdad y mentira es
apenas una línea que pasa por la conciencia de la gente: si cree, la
piensa como verdad; si no, es mentira. Hay cosas que no sabemos
si son verdad o mentira. Por la mañana las creemos una verdad
indiscutible; por la tarde comenzamos a dudarlo; por la noche nos
sentimos unos tontos por haberlo creído y en la madrugada
lloramos para que sea verdad… de verdad. Lo curioso es que,
pasando el tiempo, la diferencia entre lo que uno creía que era la
verdad y lo que era la mentira es cada vez más pequeña. Y uno
comienza a olvidarse. De esta manera, aquellas buenas mentiras
que contamos pues… ¿cuáles fueron? Sucedió lo que dijimos que
había sucedido o simplemente lo olvidamos. O lo que olvidamos es
que era una mentira. ¿Pero recordamos para qué íbamos a mentir?
32

Y si no hay razón para mentir –o no nos acordamos de ella- fue


mentira o no. Por ejemplo…

MUJER.- Basta. Es suficiente, señor. Muchacho otra botella al


licenciado que debe tener la garganta seca.

HOMBRE.- Usted si me cree, ¿verdad?

MUJER.- Sí, pero ya no siga que me está volviendo loca. Le creo lo


que sea.

TRABAJADOR.- ¿Hartos de discursos?, ¿hartos de mentiras que


parecen verdaderas?, ¿de verdades que parecen falsas? Por sus
hechos los conoceréis.

HOMBRE.- Si conocen los hechos. Porque tal vez…

MUJER.- Ya.

14. LEER EL PERIÓDICO

TRABAJADOR.- Mientras el señor descansa, es hora de leer el


periódico.

HOMBRE.- ¿No es más fácil ver las noticias en la tele? Bueno, yo


decía. Claro, con el papel que me ha tocado, pues ya soy como el
villano.

TRABAJADOR.- Aquí dice que necesitamos mártires como el señor


Abascal.

MUJER.- Ah, sí, claro. El que dijo que la píldora del día siguiente era
un arma para el asesinato en serie, ¿no?
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HOMBRE.- La píldora del día siguiente tiene nombre de película;


podría llamarse también la píldora del día en que el destino nos
alcance.

PURA.- Justo es para que no te alcance.

HOMBRE.- Pero ¿quién dijo que es un arma de destrucción masiva?

MUJER.- El arzobispo no…

TRABAJADOR.-No.

MUJER.-El cardenal, tampoco.

TRABAJADOR.- No. ¿Qué no es el mismo?

MUJER.- Lo dijo el secretario de Gobernación.

HOMBRE.-Con tal que los Estados Unidos no nos invadan. Eso de


destrucción masiva suena tan terrorista… Hussein hubiera sido
fuerte con ella.

PURA.- ¿Y quien es ese señor Abascal?

TRABAJADOR.- Ni más ni menos que aquél que prohibió a su hija leer


la peligrosísima novela AURA, del más peligroso autor Carlos
Fuentes…

PURA.- ¿Carlos Fuentes no era un boxeador de mini mosca?

MUJER.- Puedes dormir otro rato, amorcito, ándale…

HOMBRE.- Ya ven como leer hace mal. Por eso el futuro mártir había
prohibido leer… ese librillo en la escuela de su hija.

TRABAJADOR.- Miren esto: En 21 estados de la república es más


penado robarse una vaca que violar una mujer.

HOMBRE.- Que sorpresa.


34

MUJER.- Es un estupidez.

PURA.- Nuestros diputados trabajan a conciencia por lo que se ve.

HOMBRE.- Bueno. Si uno se roba una vaca, ésta le da al ladrón leche


por mucho tiempo; con la leche se hace queso, mantequilla,
etcétera. Si ya no da leche, pues se la come. Con la piel se hace
unas buenas botas…

MUJER.- ¿Y?

HOMBRE.- Los beneficios de robarse una vaca son de larga duración;


los de la violación no.

PURA.- Pues sólo que así piensen los legisladores.

MUJER.- Pues sería bueno que los violaran, para ver cuánto les duran
las consecuencias.

HOMBRE.- No sean tan drásticos.

TRABAJADOR.- Aquí dice que el presidente de la República dijo


que…

MUJER.- No, no sigas. Es una pérdida de tiempo.

PURA.- ¿Por qué?

MUJER.- Mañana el vocero dirá que no dijo lo que las cámaras y las
grabadoras dejan constancia que dijo, sino que dijo otra cosa.
Luego algunos secretarios de Estado dirán que en realidad quiso
decir otra cosa, completamente distinta a lo que las cámaras y
grabadoras han malinterpretado. Ya ven que mañosos y pesimistas
son los periodistas, que tienen la economía en ruina, el narco
reinando y la inseguridad desatada.

HOMBRE.- En la ciudad.

MUJER.- Sí, y en todo el país igual.


35

HOMBRE.- Por eso es mejor no leer. Sólo se amargan, así que deja
eso y vamos a jugar un pocarito.

TRABAJADOR.- No puedo, señor, he perdido ya mucho tiempo en


estas últimas escenas.

HOMBRE.- Entonces estás resuelto a no ser mi amigo.

TRABAJADOR.- No.

HOMBRE.- Qué tratas de decirme con eso.

TRABAJADOR.- Nada.

HOMBRE.- ¿Tratas de convencerme de alguna idea extraña?

TRABAJADOR.- No, la verdad no me interesa mucho. Soy escéptico.

HOMBRE.- ¿Eso es una religión?

TRABAJADOR.- No.

HOMBRE.- Algo quieres de mí. Todos están interesados en algo.

TRABAJADOR.- Sólo le hablo para matar el tiempo.

HOMBRE.- Pues me estás matando del aburrimiento y al público, mira.


Dos o tres ya cabecean. Pronto alguien más decidido se va a
levantar y a salir.

TRABAJADOR.- (cuchichea) Parece que piensan en otra cosa.

HOMBRE.- Seguro.

MUJER.- Lo mejor es que canten otra vez.

15. LA MEMORIA
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HOMBRE.- No, no, no. Lo mejor olvidar. Así vive uno más feliz.
Señores del público, váyanse a sus casas y olviden todo lo que ha
pasado aquí, es lo mejor.

MUJER.- No es verdad. Ya mero acabamos, pero falta.

HOMBRE.- No, no, no. Yo ya me voy. Con permiso. Ya me lo decía mi


madre… ¿qué me decía? Ah, sí, que olvidar es lo mejor para ser
feliz y quién no quiere ser feliz

TRABAJADOR.- No puede olvidarlo todo.

HOMBRE.- No me subestimen y para mí… (mirándola) La diputada ya


está dormida otra vez.

TRABAJADOR.- Está tratando de olvidar tal vez.

HOMBRE.- Apoyo su propuesta, compañera. Olvidemos todos.

TRABAJADOR.- Yo no quiero olvidar.

HOMBRE.- Estoy comenzando a cansarme de que me lleve siempre la


contraria. Olvidaré y punto. Voy a olvidarme hasta de cómo me
llamo.

MUJER.- Que conveniente…

TRABAJADOR.- Usted se llamaba algo así como Golpazo, ¿no?

HOMBRE.- No creo.

TRABAJADOR.- Golpazo, sí. O Fregadazo… ¡Chingadazo! O tal vez…

HOMBRE.- No, ese no soy yo. Debe ser un primo de ella (señala a la
mujer), uno que se dedica a la política, porque tiene pasión por las
MASAS y cuatro hermanos; el segundo era restaurantero y su
negocio eran las MESAS; el otro era cura, se dedicaba a las
MISAS; el que sigue tenía fama de mujeriego, pues su perdición
eran las MOZAS; y el pequeño era poeta y buscaba a las MUSAS.
37

MUJER.- ¿Y todo eso que tiene que ver?

HOMBRE.- Ya no me acuerdo. Ya olvidé hasta mi nombre.

PURA.- Soy totalmente Santiago.

HOMBRE.- Cállese, diputada. Olvidé todo.

MUJER.- Pero se va a tropezar siempre con las mismas piedras.

HOMBRE.- Es usted una pesimista irremediable.

MUJER.- Sólo quiero evitarle problemas.

HOMBRE.- Los problemas no pueden evitarse. Además le dan sabor a


la vida.

TRABAJADOR.- Pues a la vida de los pobres le dan un sabor de la


fregada.

HOMBRE.- Pobres, ricos, todo lo ven partido en dos. Al rato van a


hablar de lucha de clases… (pausa) ¿Dije algo? Pues olvídenlo. La
memoria no sirve, créanme.

TRABAJADOR.- Hace seis años nos hicimos ilusiones. Hace doce,


tuvimos miedo. Hace 18 creímos y nos tomaron el pelo.

HOMBRE.- Y nos jalaron las orejas. Es mejor olvidar. Salud.

TRABAJADOR.- Qué vamos a hacer para que no nos pase lo mismo.

HOMBRE.- Olvidar.

MUJER.- Recordar.

16. TESTIMONIO

MUJER.- He ocupado mi lugar en la marcha de este país.


38

Tal vez, un simple lugar, uno pequeño como un grano de maíz,


uno para el ciudadano equis que soy.
Pero hablé, discutí, grité, canté,
estuve ahí cuando los manifestantes recuperamos el zócalo en los
años setenta,
luego de la represión y la guerra sucia.
Cargué banderas rojas por las calles
y envolví para siempre mi corazón en una de ellas.
Pinté las paredes de mi ciudad
con palabras de amor por esta nación adolorida,
Grité cuando un canalla llamado Kisssinger vino a México, aunque
estuvo prohibido gritar.
Y corrí perseguido por la policía, con mis compañeras y compañeros
de la mano.
Estuve frente a frente con policías a caballo
para decir, con mi generación,
que no queríamos un país tan miserable como el que tenemos
todavía.
Subí a las montañas, fui al campo,
Hablé con obreros en huelga, estuve al lado de los electricistas de la
tendencia democrática
y junto a los trabajadores universitarios
Me perdí en las ciudades perdidas.
Enseñé a leer y escribir y abrí los ojos
de muchos para que pudieran mirar el cielo, pero sobre todo,
Para que pudieran imaginar el cielo en la tierra.
Escribí. Leí.
Lloré un par de veces en la tumba de ese gran pedazo de historia
que fue León Trotsky.
Fui uno de los miles que gritamos en contra de la guerra en Chiapas
uno de los que soñamos todavía con una paz digna.
Esperé a los guerrilleros cuando entraron a la ciudad, con mi hija en
los hombros.
Perdí la brújula,
Olvidé quien soy como la mayor parte de nosotros.
Dejé lo importante por lo urgente.

Pero allá, en el fondo, algo me llamaba por mi nombre


Y regreso.
39

Regresé a las calles siempre que pude.


Sigo pensando que el país no está bien,
Que falta todo por hacer,
Que hay que reinventarnos cada día
Y sonreír para poder imaginar el futuro que deseamos,
Luminoso y franco.
Que tal vez, a pesar de los sueños rotos,
A pesar del cansancio,
A pesar de los impostores que se disfrazan de clandestinos,
A pesar de las mafias,
A pesar de la mentira y el crimen, de la corrupción,
A pesar de la confusión

Podemos sonreír y, por fin, construir un país distinto.


Casi como el que soñamos.

HOMBRE.- Sí, sí, sí. Señores y señoras, ha terminado la hora


sentimental, la hora de la nostalgia de izquierda.

TRABAJADOR.- No es nostalgia.

HOMBRE.- Un aplauso por los tiempos idos… por nuestra bolche-vita.


Arriba los pobres del mundo, de pie los esclavos sin pan, si, si, si,
que viva la internacional.

MUJER.- Por tipos así, hoy está más de moda el materialismo histérico
que el histórico.

16.1 EL ASNO Y EL LEÓN

TRABAJADOR.- Ponga Atención, señor licenciado. No hay que


exagerar al cargar demasiado el lomo del asno como hizo el león.
HOMBRE.- ¿Y qué es esa historia del león y del asno?
40

TRABAJADOR- Es una fábula griega muy antigua, que Darío Fo ha


rescatado para nosotros. Es de otra obra, pero es muy buena. Si
quiere se la cuento.
HOMBRE.- Pues si no hay otro remedio.
TRABAJADOR.- Le va a gustar.
HOMBRE.- Ajá.
TRABAJADOR.- Como cada año todos los animales son llamados al
santuario en la cima del monte para la bendición. El león ha escogido
para compañero de viaje al asno porque ha pensado: “El camino que
tengo que recorrer es largo y lleno de fatiga así, cuando las subidas
sean pronunciadas, haré que me cargue en su lomo y si me da
hambre, ¡me lo como!” Se lo propone al burro y éste acepta, pero le
dice: “Nos cargaremos por turno, uno en el lomo de otro, dos millas
cada uno”. Se ponen en camino. Cuando el camino empieza a subir, el
león le dice: ”¡Me toca subir en tu lomo¡” “De acuerdo.” Un salto y el
león se aferra de su lomo. “Eh, cuidado con esas garras clavadas en
mi lomo, -grita el burro-. Me vas a pelar hasta matarme.” “Y qué puedo
hacer, yo me agarro como puedo. ¡Arre¡ Salta y anda.” Goteando
sangre por las heridas el burro retoma el paso. “Bueno –dice- , por lo
menos en la bajada me tocará que me cargues en tu lomo”. “Lo que es
justo es justo, -dice el león-. Tú te fatigas en la subida, yo en la bajada.
¡Anda!” De un salto, el burro se sube al lomo del león…pero a duras
penas logra mantenerse en equilibrio, resbala para un lado y para otro,
con sus pezuñas no logra mantenerse firme, no tiene de donde asirse.
De repente, he ahí que el burro caballero, con un golpe de riñones, se
aferra a la grupa del león. “¡Auuu¡ -grita el león- Qué cosa es esa
prepotente lanza que se ha hundido entre mis nalgas?” “Perdone
41

majestad y tenga paciencia: ¡cada quien se sujeta como


puede¡¡Arre¡ ¡Arre¡ ¡Salta y anda¡”

16.2 SUEÑO CON FO.

PURA.- (Como actriz, al público) Estábamos poniendo en escena una


obra de Darío Fo, “El diablo con tetas”, y yo algo abrumado por las
condiciones en las que se vive y se hace teatro en México (y tal vez en
el mundo) tuve un sueño revelador: soñé que entrevistaba a Darío Fo
precisamente. En mi sueño, luego de una serie de preguntas y
respuestas comunes, le dije al escritor: - Oiga señor Fo, usted bien
sabe que el mundo es una mierda, que el dinero gobierna el planeta,
que los poderosos se ríen con descaro de sus pueblos, que apenas se
distingue un político de otro, que la corrupción permea todos los
niveles políticos y la vida cultural, llena de intrigas e intereses
mezquinos; que el ser humano es un depredador implacable del
mundo y de sí mismo… ¿cómo puede lucir tan optimista? ¿Cómo
puede escribir cosas tan divertidas y salir a escena a reír y a hacer reír
con la maravillosa levedad que le caracteriza? Entonces, con una
enorme sonrisa, maravillosa, me contestó: - Porque amo la vida por
encima de toda esa basura.

17.- NO ES CABARET

PURA.- Oye, oye. Yo creo que esto no es cabaret.

MUJER.- ¿No? ¿Qué es cabaret?

HOMBRE.- Cabaret es un género menor que se caracteriza por…


42

TRABAJADOR.- Por…

HOMBRE.- Por personajes que son más un gesto social que una
sicología.

PURA.- O sea que no hay cuarta pared.

MUJER.- ¿Cuarta pared?

HOMBRE.- Según como te imagines tu pared. La mía tiene ventanales


enormes. Y como siempre he sido curioso

MUJER.- Chismoso.

HOMBRE.- Pues siempre miro al público. Porque la interrelación con


el público es primordial.

PURA.- ¿Es un género muy interactivo?

MUJER.- Es la palabra de moda para algo que inventaron los griegos.

PURA.- Pero esto no es cabaret…

TRABAJADOR.- ¿Por qué?

PURA.- Quiero saber, para elegir el tipo de concentración y orientar mi


análisis tonal.

HOMBRE.- Sketches, música, contenido político social, interacción…

PURA.- ¿Es muy largo?

MUJER.- No.

PURA.- Que bueno, porque ya nos cansamos. (al público) ¿Verdad?

HOMBRE.- Podeos seguir.

PURA.- El cabaret no cuenta una sola historia o sí.


43

HOMBRE.- ¿Qué pasa?

PURA.- Siempre voy a hacer el mismo personaje o cambio.

HOMBRE.- EL mismo.

PURA.- Yo creo que esto no es cabaret.

HOMBRE.- Bien. No es cabaret. ¿Ya?

PURA.- No te enojes.

HOMBRE.- Lo que sigue, por favor.

18. PREGUNTAS COMO PIEDRAS

TRABAJADOR.- Las preguntas son como las piedras. Caminando por


la vida, si está atento, un hombre, una mujer, se encuentra con
preguntas. Preguntas como piedras. Puede pasar de largo e
ignorarlas o puede tropezarse con ellas. O puede levantarlas.

¿Por qué hay tantos niños viviendo en las calles?


Si dicen que somos iguales ante la ley, ¿por qué las cárceles están
llenas de pobres?

¿Quién gana más dinero, cuándo todos los demás ganamos cada vez
menos?

¿Por qué, si los bancos pierden, tenemos que pagar nosotros; y si


perdemos nosotros, también tenemos que pagar nosotros?
¿Cuándo pagan los banqueros? ¿Quién es más ladrón, el dueño del
banco o el que lo asalta?

Siempre, al andar, una mujer, un hombre, se encuentra con preguntas


en su camino.

¿Por qué las mujeres trabajan más y ganan menos?


¿Por qué uno se siente como extranjero en su propia tierra cuando no
tiene dinero?
44

¿Hay una forma de cambiar?


¿Podemos confiar en alguien?
¿Ayuda el hombre al hombre?
¿Nosotros ayudamos a alguien?
Uno puede tomar las preguntas, esas preguntas que son como
piedras, tomarlas con fuerza y arrojarlas con rabia y romper algo
más que cristales.

Pero puede, también, levantarlas y construir una casa muy firme, si lo


desea. Si se decide.

19. CANCIÓN: ¿Y MAÑANA?

Todos esperan algo de mañana.


Uno quiere correr a su rancho
Otra quisiera ser presidenta
Todos esperan algo de mañana
Pero los que nada tienen
¿nada deben esperar?

Todos esperan algo de mañana


Uno en Palacio Nacional quiere vivir
Otra gobernar la capital
Todos esperan algo de mañana
Pero los que nada tienen
¿nada deben esperar?

Todos quieren algo de mañana


Todos quieren, todos quieren ser
Diputado, senador
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Alcalde o gobernador
Déme un hueso por favor
O un changarro de a millón

Todos quieren algo de mañana


De algo bueno quiero vivir
Si ya dieron los teléfonos
La luz y el petróleo pueden seguir.
Pero los que nada tienen
¿nada deben esperar?

Los que nada tienen


TODO deben esperar.

20. LA INDEPENDENCIA

HOMBRE.- Estoy muy ofendido con todo lo que se dice aquí.


Es una vergüenza nacional.

TRABAJADOR.- Vergüenza nacional es la que vivimos a diario.

HOMBRE.- Otros ejemplos debemos tener de la memoria nacional.


Diputada, diputada. Levante su copa y con voz estentórea
brindemos por los días de gloria, y en este mes… ¿en qué mes
estamos?

MUJER.- En el que guste, licenciado.

TRABAJADOR.- En septiembre.
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HOMBRE.- Y en este mes de septiembre se siente… se siente, se


siente, la Independencia está presente.

MUJER.- (imita un acento español) Nos han descubierto.

TRABAJADOR.- Doña Josefa, yo os lo había advertido, que su marido


tarde o temprano…

MUJER.- No, no. Las tropas del virrey vienen por nosotros. Nos han
delatado.

HOMBRE.- ¿Y qué cosa podemos hacer ahora?

MUJER.- Pues tenemos que ponernos muy vivos o nos cogen…

PURA.- ¿Eh?

MUJER.- Nos toman presos, pues. Os doy unas hostias por mal
pensados.

HOMBRE.- Pero ¿qué hacemos? Con que no sea dar de gritos…

MUJER.- Hay que adelantar los planes.

TRABAJADOR.- Señor es la hora del grito de Dolores.

HOMBRE.- No, cuando nos agarren, ahí si que vendrán lo dolores.

TRABAJADOR.- Toque la campana, padre y dé el grito.

HOMBRE.- Sí, sí, sí. (pausa) ¿Qué digo?

TRABAJADOR.- Muera el mal gobierno. Basta de corruptos, queremos


igualdad, ya estamos cansados de privilegios.

HOMBRE.- ¿Otra vez ofendiendo a las instituciones de la República?

TRABAJADOR.- No, señor, eso decían los insurgentes.

HOMBRE.- Los de la marcha que iba por insurgentes…


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TRABAJADOR.- No, los de la independencia.

HOMBRE.- Sí. Todo eso que dijo él y que viva el rey Felipe VI. ¿O era
Fernando VII?

MUJER.- ¿No queríamos la independencia?

TRABAJADOR.- Al principio no. Pero luego sí.

PURA.- Es una comedia.

HOMBRE.- Ya va a empezar. Diputada, despierte que ya empezó la


independencia. Y nosotros nos vamos para Guanajuato, el pípila
quema la puerta y pasamos a cuchillo a todos en la alhóndiga.
Luego le caemos a Valladolid.

MUJER.- Que rápido vamos.

HOMBRE.- Sí, sí, sí. Toluca es nuestra. Morelos, levanta el sur.

TRABAJADOR.- Padre: atacaremos la ciudad de México.

HOMBRE.- No, no, no. López Obrador está fuerte todavía. Vámonos a
Guadalajara.

TRABAJADOR.- Ahí fue donde finalmente pierden y se los echan.

HOMBRE.- Lo importante es salvar a la patria. (Cargan a Pura y


corren)

TRABAJADOR.- Alto, alto, alto. Morelos les da con ganas.

MUJER.- Señor, Iturbide ya agarró a Morelos.

PURA.- ¿Que no eran héroes los dos?

TRABAJADOR.- ¿Héroes?

PURA.- Sí, Recuerdan: Viva Morelos, viva Iturbide.


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MUJER.- Pues Iturbide le dio a Morelos, luego se abrazo con Guerrero


y al final fue emperador. La verdad creo que los engañó.

TRABAJADOR.- Pero no le duró el gusto.

HOMBRE.- Se ha instaurado la República y Guadalupe es el


presidente. Le sigue Guerrero.

MUJER.- Pero también se lo echan.

TRABAJADOR.- Sí. Una traición.

PURA.- ¿Pero entonces qué? ¿Ganamos o perdimos?

HOMBRE.- No, diputada. Eso ni se pregunta. Ganamos. ¿No


queríamos un país independiente? Queríamos que se acabaran las
injusticias y los privilegios. Abolimos la esclavitud, ahora todos los
esclavos tienen contrato y sindicato. Nadie nos dice que hacer. Hay
justicia y una buena cantidad de mentirosos.

PURA.- No valió la pena.

MUJER.- Siempre es mejor hacerlo… que no hacerlo. Aunque uno se


equivoque.

PURA.- Igual esto ya no está divertido. Ya ven como no era cabaret.

TRABAJADOR.- Lo importante es salvar a la patria. (Cargan a Pura y


corren).

21. ÚLTIMA CANCIÓN

Dicen los que saben


Que este país no tiene remedio,
Que quien no tiene para comer
no es libre;
Porque con hambre
no hay democracia;
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No somos iguales donde manda don dinero

Todo es una mentira si no puedo reír.


Con tanta injusticia,
los listos están inquietos y los tontos en paz.
Pero son los cínicos los que ríen.

Va a pasar mucho tiempo


Y va a soplar fuerte el viento
Antes que este país
Encuentre un buen amor,
Sin olvidar su raíz.

Pero por favor,


Cada quien a lo suyo

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