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Introducción
Es como mensajeros que con mayor frecuencia aparecen en la Biblia, pero como
expresa San Agustín, y luego San Gregorio: angelus est nomen officii ("ángel es el
nombre de su oficio") y no expresa ni su naturaleza ni su función esencial, es decir:
la de asistentes en el tronode Dios en esa corte celestial de la que Daniel nos ha
dejado un cuadro vívido:
Pero estas ojeadas de vida más allá del velo son sólo ocasionales. Los ángeles
de la Biblia aparecen generalmente en el rol de mensajeros de Dios para
lahumanidad. Son los instrumentos con los que comunica su voluntad a
los hombres, y en la visión de Jacob se les describe ascendiendo y
descendiendo la escalera que se extiende desde la tierra al cielo, mientras que
elPadre Eterno contempla al caminante de abajo. Fue un ángel quien encontró a
Agar en el desierto (Gén. 16); unos ángeles sacaron a Lot de Sodoma; fue un
ángel quien le anunció a Gedeón que salvaría a su pueblo; un ángel anuncia el
nacimiento de Sansón (Jueces 13), y el ángel Gabriel instruye
a Daniel (Dan. 8,16), aunque no se le llama ángel en ninguno de estos pasajes,
sino "el hombre Gabriel" (9,21). Este mismo espíritu celestial anunció el
nacimiento de San Juan Bautista y la Encarnación del Redentor, mientras que
la tradición le atribuye también el mensaje a los pastores (Lucas 2,9), y la misión
más gloriosa de todas, la de fortalecer al Rey de los Ángeles en su agonía (Lc.
22,43). La naturalezaespiritual de los ángeles se manifiesta muy claramente en
el relato que Zacarías hace de las revelaciones que recibió por medio de un
ángel. El profeta describe al ángel como hablando "dentro de él", lo cual parece
implicar que él era consciente de una voz interior que no era la de Dios sino la
de su mensajero. El textomasorético, los Setenta y la Vulgata concurren en esta
descripción de las comunicaciones hechas por el ángel al profeta. Es una pena
que la "Versión Revisada", en aparente desafío a los textos antedichos, haya
oscurecido este rasgo al empeñarse en traducirlo como: "el ángel que hablaba
conmigo": en vez de "dentro de mí" (cf. Zac. 1,9-14; 2,3; 4,5; 5,10).
Guardianes personales
Los semitas estaban convencidos de que toda la armonía del universo, así
como las interrupciones de esta armonía, se debían a Dios como creador, pero
eran llevadas a cabo por sus ministros. Este punto de vista está claramente
manifiesto en el "Libro de los Júbilos", en el cual la hueste celestial de ángeles
buenos y malos está siempre interfiriendo en el universo material. Santo Tomás
de Aquino (Summa Theol., I, Q. 1, 3) cita que Maimónides (Directorium
Perplexorum, IV y VI) afirma que la Biblia frecuentemente llama ángeles a los
poderes de la naturaleza, ya que ellos manifiestan
la omnipotenciade Dios (cf. San Jerónimo, In Mich., VI, 1, 2; P. L., IV, col. 1206).
Organización jerárquica
Si bien los ángeles que aparecen mencionados en las primeras obras
del Antiguo Testamento son extrañamente impersonales y quedan
ensombrecidos por la importancia del mensaje que llevan o por la obra que
realizan, no faltan pistas acerca de la existencia de una cierta jerarquía en el
ejército celestial.
Ya hemos mencionado a los siete místicos que están de pie ante Dios, y parece
que en ellos tenemos una indicación de un cordón interno que rodea el trono. El
término archangel sólo aparece en San Judasv. 9 y 1 Tes. 4,16; pero San
Pablo nos da otras dos listas de nombres de las cohortes celestiales. Nos dice
(Ef. 1,21) que Cristo está "por encima de todo Principado, Potestad, Virtud,
Dominación"; y, escribiendo a los Colosenses (1,16), dice: "porque en él fueron
creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles,
los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades". Hay que señalar
que San Pablo usa dos de estos nombres de los poderes de la oscuridad
cuando (2,15) dice que Cristo "una vez despojados los Principados y las
Potestades… incorporándolos a su cortejo triunfal". Y no es poco notable que
sólo dos versículos después advierta a sus lectores a no dejarse seducir por
cualquier "culto de los ángeles". Aparentemente pone su sello en una cierta
angelología lícita, y al mismo tiempo advierte en contra de entregarse a
la superstición sobre ese asunto. Tenemos un indicio de tales excesos en
el Libro de Henoc, en el que, como ya dijimos, los ángeles juegan un papel
bastante desproporcionado. Del mismo modo, Josefo nos dice (Bel. Jud., II, VIII,
7) que los esenios tenían que hacer un voto para preservar los nombres de los
ángeles.
El número de ángeles
De igual manera, en Jueces 13, el Ángel del Señor aparece, y tanto Manóaj
como su esposa exclaman: "Seguro que vamos a morir, porque hemos visto
a Dios". Esta falta de claridad es particularmente evidente en los varios
relatos del ángel del Éxodo. En Jueces 6, mencionado anteriormente, los
Setenta tiene mucho cuidado en traducir el hebreo "Señor" por "el Ángel del
Señor"; pero en la historia del Éxodo es el Señor que va delante de ellos en
la columna de nube (Éx. 13,21), y los Setenta no realiza ninguna
modificación (cf. también Núm. 14,14, y Neh. 9,7-20). Pero, en Éx. 14,19 a
su guía se le llama "el Ángel de Dios". Cuando vamos a Éx. 33, donde Dios
está enojado con su pueblo por adorar al becerro de oro, es difícil no sentir
que es Dios mismo quien ha sido su guía hasta ahora, pero que ahora se
niega a seguir acompañándolos. Dios les ofrece a un ángel en su lugar,
pero a petición de Moisés, dice (14) "Mi rostro irá delante de ti", el cual los
Setenta traduce por autos aunque el versículo siguiente demuestra que esa
traducción es claramente imposible, pues Moisés objeta: "Si no vienes tú
mismo, no nos hagas partir de aquí". Pero, ¿qué quiere decir Dios con "mi
rostro?" ¿Es posible que se denote algún ángel de rango especialmente
alto, como en Is. 63,9? (cf. Tobías 12,15). ¿No podrá ser esto lo que se
quiere decir con "el ángel de Dios?" (cf. Núm. 20,16).
Pero los grandes Padres Latinos, San Jerónimo, San Agustín y San
Gregorio Magno, sostuvieron la opinión contraria, y los escolásticos como
cuerpo los siguió. San Agustín (Sermo VII, de Scripturis, P. G. V) al tratar
sobre la zarza ardiente (Éx. 3) dice: "Es muy difícil de entender que la
misma persona que lehabló a Moisés deba considerarse tanto el Señor
como un ángel del Señor. Es una pregunta que prohíbe aseveraciones
precipitadas, sino que demanda una cuidadosa investigación. Algunos
afirman que es llamado tanto el Señor como el ángel del Señor porque
era Cristo; de hecho el profeta (Isaías 9,6,Versión de los Setenta) llama
claramente a Cristo el ‘Ángel del gran Consejo’". El santo procede a
demostrar que tal opinión es sostenible, aunque debemos tener cuidado de
no caer en el arrianismo al afirmarlo. Señala, sin embargo, que si decimos
que fue un ángel el que se apareció, debemos explicar por qué se le llamó
"el Señor", y luego procede a demostrar cómo esto pudo ser: "En otro lugar
de laBiblia, cuando un profeta habla, se dice que es el Señor el que habla,
no porque el profeta sea el Señor, sino porque el Señor está en el profeta; y
de esa misma manera, cuando el Señor se digna hablar a través de la boca
de un profeta o de un ángel, es igual que cuando Él habla por medio de un
profeta oapóstol, y al ángel se le llama correctamente ángel si lo
consideramos en sí mismo, pero es igualmente correcto si le 'llama el Señor'
porque Dios mora en él". Concluye diciendo que: "Es el nombre del
morador, no del templo.” Y un poco más adelante dice: "Me parece que
deberíamos decir más correctamente que nuestros antepasados
reconocieron al Señor en el ángel", y aduce la autoridad de los escritores
del Nuevo Testamento que lo entendieron claramente así y sin embargo a
veces permitieron la misma confusión de términos (cf. Heb. 2,2, y Hch. 7,
31-33).
El conflicto bíblico entre los reinos del bien y del mal tienen su paralelo en
"los espíritus del cielo" o los Igigi ---quienes constituían la "hueste", de la
que Ninip era el campeón (y de quien recibía el título de "jefe de los
ángeles") y los "espíritus de la tierra", o Annuna-Ki que vivían en el Hades
(ibid. 355). Lossukalli babilónicos corresponden a los espíritus-mensajeros
de la Biblia; ellos declaraban la voluntad de su Señor y ejecutaban sus
órdenes (ibid., 361). Algunos de ellos parece haber sido más que
mensajeros; eran los intérpretes y vicarios de la deidad suprema; así, Nebo
es "el profeta de Borsipa". A estos ángeles incluso se les llama "los hijos" de
la deidad cuyos vicarios son; así Ninip, en un tiempo mensajero de En-lil, se
transforma en su hijo así como también Merodac se convierte en hijo de Ea
(ibid., 496). Los relatos babilónicos de la Creación y del Diluvio no
contrastan muy favorablemente con los relatos bíblicos, y lo mismo debe
decirse de las caóticas jerarquías de dioses y ángeles que la investigación
moderna ha revelado. Quizás estamos justificados al ver en todas las
formas de religión vestigios de un primitivo culto a la naturaleza que a veces
ha logrado rebajar la más pura revelación, y que, donde esa revelación
primitiva no ha recibido incrementos sucesivos, como entre los hebreos, trae
como resultado una abundante cosecha de hierba mala.
También se han hecho esfuerzos por trazar una conexión entre los ángeles
de la Biblia y los "grandes arcángeles" o "Amesha Spenta" del Zendavesta.
Que la dominación persa y la cautividad babilónicaejercieron una gran
influencia en la concepción hebrea de los ángeles se reconoce en
el Talmud deJerusalén, Rosch Haschanna, 56, donde se dice que los
nombres de los ángeles se introdujeron deBabilonia. Sin embargo, no es
claro de ningún modo que los seres angélicos que aparecen tantas veces en
las páginas del Avesta se refieran a la antigua religión persa de la época de
Ciro, y no más bien al neo-zoroastrismo de los sasánidas. Si éste fuera el
caso, como lo sostiene Darmesteter, debemos más bien invertir la posición y
atribuirles los ángeles del zoroastrismo a la influencia de la Biblia y de Filón.
Se ha hecho hincapié sobre la similitud entre los "siete que están de pie
ante Dios" bíblicos, y los siete Amesha Spenta del Zendavesta. Pero debe
señalarse que estos últimos realmente son seis, y que el número siete sólo
se obtiene contando a "su padre, Ahura Mazda", entre ellos como su jefe.
Por otra parte, estos arcángeles del zoroastrismo son más abstractos que
concretos; ellos no son individuos encargados de importantes misiones
como en la Biblia. Un buen examen de todo el asunto se encuentra en "Rev.
Biblique" (enero y abril de 1904); y para el punto de vista similar abrigado
por De Harlez vea "Rev. Bibl,." (1896), 169.
Hasta aquí nos hemos detenido casi exclusivamente sobre los ángeles
del Antiguo Testamento, cuyas visitas y mensajes no eran de ningún modo
raros, pero cuando llegamos al Nuevo Testamento sus nombres aparecen
en cada página y el número de referencias a ellos iguala aquellas dadas en
el Antiguo. Fue su privilegio el anunciar a Zacarías y a María la aurora de
la redención, y a los pastores su cumplimiento real. Nuestro Señor en sus
discursos habla de ellos como uno que los vio realmente, y quien, mientras
"habla con los hombres", recibe todavía la silente e invisible adoración de
las huestes delcielo. Él describe sus vidas en el cielo (Mt. 22,30; Lc. 20,36);
nos dice como se forman un cuerpo de guardaespaldas a su alrededor y
que con sólo una palabra suya se vengarían de sus enemigos (Mt. 26,53);
es el privilegio de uno de ellos ayudarlo en el momento de su agonía y
sudoración de sangre. Más de una vez habla de ellos como auxiliares
y testigos del Juicio Final (Mt 16,27), el cual de hecho prepararán (ibid.,
13,39-49); y por último, ellos son los felices testigos de su
triunfante Resurrección(ibid., 28,2).
Es fácil para las mentes escépticas ver en estas huestes angélicas el mero
juego de la fantasía hebrea y el rango de crecimiento de la superstición,
pero, ¿los relatos sobre ángeles que figuran en la Biblia no nos
proporcionan la progresión más natural y armoniosa? En la página inicial de
la historia sagrada de lanación judía, ésta es escogida de entre otras como
depositaria de la promesa de Dios; como el pueblo de cuyo tronco nacería
el Redentor. Los ángeles aparecen en el curso de la historia de este pueblo
escogido, ya como mensajeros de Dios, ahora como guías de ese pueblo; a
veces son los otorgadores de la ley de Dios, otras veces prefiguran
al Redentor cuya misión divina ayudan a madurar. Conversan con
los profetas, con David y Elías, con Daniel y Zacarías; acaban con los
ejércitos acampados contraIsrael, sirven como guías a los siervos de Dios, y
el último profeta, Malaquías, lleva un nombre de especial significado, "el
Ángel de Yahveh". Parece resumir en su mismo nombre el anterior
"ministerio por las manos de los ángeles", como si Dios con ello recordara
las glorias de antaño del Éxodo y del Sinaí. Los Setenta, de hecho, parece
no conocer su nombre como el de un profeta individual, y su traducción del
versículo inicial de su profecía es peculiarmente solemne: "La carga de
la Palabra del Señor de Israelpor la mano de su ángel; colóquenla en sus
corazones". Todo este ministerio amoroso por parte de los ángeles es sólo
por amor al Salvador, cuyo rostro desean contemplar.
Por ello, al llegar la plenitud de los tiempos, fueron ellos quienes trajeron el
gozoso mensaje, y cantaron "Gloria in Excelsis Deo". Guiaron al recién
nacido Rey de los Ángeles en su presurosa huida a Egipto, y lo atendieron
en el desierto. Su segunda venida y los temibles eventos que le precederán
son revelados a su siervo predilecto en la isla de Patmos. Se trata
nuevamente de una revelación, y en consecuencia, sus antiguos ministros y
mensajeros de antaño aparecen una vez más en la historia sagrada, y el
registro del amor revelador de Dios termina dignamente casi como había
comenzado: "Yo, Jesús, he enviado a miÁngel para daros testimonio de lo
referente a las Iglesias" (Apoc. 22,16). Es fácil para el estudiante rastrear la
influencia de las naciones circundantes y de otras religiones en el
relato bíblico sobre los ángeles. De hecho, es necesario e instructivo
hacerlo, pero sería un error cerrar los ojos a la línea superior de desarrollo
que hemos mostrado y que pone de manifiesto tan claramente la
maravillosa unidad y armonía de toda la historia divina de la Biblia. (Vea
también REPRESENTACIONES CRISTIANAS PRIMITIVAS DE
ÁNGELES, ÁNGEL DE LA GUARDA, ÁNGELES DE LAS IGLESIAS.
Enlaces internos
[14] Angelus.
[19] Especial sobre los Santos Ángeles en Aci Prensa, preparado por José
Gálvez Krüger.