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El arma más cruel de los españoles

para la conquista de América


Domingo, 23 de abril de 2017 8:43
| Alejandro I. López
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La viruela fue letal. La pólvora y el acero funcionaron para la lucha


cuerpo a cuerpo, mientras la caballería marcó una ventaja
definitiva en la conquista de América. Las armas utilizadas para
terminar con la resistencia de los pueblos nativos a partir de
1492 fueron implacables para lograr el sometimiento y la
destrucción de la cultura, sociedad y cosmovisión indígena y
con ello, llevar a buen puerto la empresa de la conquista.

Entre arcabuces y el rugir de los cañones, las grandes ciudades de


las civilizaciones americanas cedieron ante el avance a sangre y
fuego de los conquistadores españoles. Sin embargo, ningún
arma despertó tanto terror y fue utilizada con crueldad similar a la
que llegó un año después del primer viaje de Cristobal Colón a las
Antillas: los perros.

El mejor amigo del conquistador

Los perros europeos llegaron a América en 1493, a bordo de 17


navíos durante el segundo viaje de Colón entre marineros,
caballos y otras especies animales domésticas. Si bien los
pueblos prehispánicos conocían al menos cinco razas
caninas, éstas eran pequeñas y dóciles, criadas
ocasionalmente para consumo humano. En el caso de los
canes de ultramar, se trataba de razas de talla grande,
principalmente alanos, mastines y dogos.

La historia de la relación entre hombre y perro dio como resultado


una extrema nobleza de los cánidos y el desarrollo de habilidades
sociales como un rápido aprendizaje. Si bien tiene mucho de cierto
el proverbio que afirma que "el perro es el mejor amigo del
hombre", durante los primeros 50 años de la Conquista de América,
estos animales se convirtieron en la pesadilla de los pueblos
originarios.

Los perros fueron utilizados de forma infame como


arma de guerra por lo conquistadores españoles.
Entrenados para matar y devorar indios, el abuso
en la nobleza canina fue llevado al máximo,
consiguiendo el efecto deseado de terror y
persuasión en los nativos americanos.

Colón fue uno de los primeros en darse cuenta del potencial canino
para la guerra “ muy gran guerra haze acá un perro, tanto
que se tiene apresçio su compañía como diez hombres, y
tenemos d´ellos gran necesidad ”, mientras su hermano
Bartolomé fue pionero en poner en práctica el instinto aún
presente en estos animales: en marzo de 1495 partió al Caribe con
200 hombres, 20 caballos e igual número de perros para sofocar la
rebelión indígena de Santo Domingo.

Protegidos con escaupiles y carlancas con púas al cuello, la


anexión de los canes en las filas de la vanguardia fue adoptado
rápidamente por las distintas expediciones españolas que se
adentraban en América continental o a través del Caribe. Las
tropas conquistadoras contaron con perros dispuestos al ataque en
Puerto Rico al lado de Juan Ponce de León, en la campaña de
Hernán Cortés en México, en Nicaragua, bajo el mando de Pedro
Arias Dávila con fines puramente lúdicos, en Florida acompañando
a Hernando de Soto y las campañas de conquista en Colombia,
Venezuela, Tucumán y Chile. Así lo confirman las crónicas y
relaciones de la época que dan cuenta de su aparición, casi tan
presente como la del caballo, pero invisibilizada por la historia
debido a lo escandaloso del acto.

Aperreamiento, una sanguinaria tortura


" Ha de entender el lector que aperrear es hacer que
perros le comiesen o matasen, despedazando el indio ”,
afirma Fray Bartolomé de las Casas en su Brevísima Relación de la
Destrucción de las Indias. A lo largo de su principal obra, el
cronista afirma una y otra vez el carácter sanguinario y bestial del
uso de canes para exterminar a la población indígena:

"Y yo vi que los españoles les echaban perros a los indios


para que los hiciesen pedazos, y los vi así aperrear a muy
muchos (...) perros bravísimos que en viendo un indio lo
hacían pedazos en un credo, y mejor arremetían a él y lo
comían que si fuera un puerco. Estos perros hicieron
grandes estragos y carnecerías (...)".
El uso de perros en combate no fue un caso aislado, ni
una estrategia que nació de una respuesta animal ante el
ataque a su dueño. En realidad, se trató de un método
sistemático de persecución, agresión y tortura de
indígenas, con el objetivo de reducir al mínimo la
resistencia, en ocasiones utilizado como suplicio y castigo
ejemplar para los demás nativos.
El Manuscrito del aperreamiento (c. 1590) es sólo un ejemplo de lo
cruento de los suplicios ejecutados por los animales y ordenados
por los conquistadores. Se trata de un documento de innegable
valía documental que representa el castigo que sufrieron los seis
señores de Cholula y un sacerdote en 1523, cuando fueron
aperreados por órdenes de Hernán Cortés. La imagen muestra a un
can que ataca a un hombre indefenso en el piso, mientras los
demás esperan su turno para correr la misma suerte.

La importancia histórica y militar de los canes en la Conquista llegó


a tal grado, que algunas crónicas de la época recogen el
"heroísmo" de perros como Becerrillo, un alano español propiedad
de Vasco Núñez de Balboa, que recibía sueldo de oficial y era
especialmente sanguinario, considerado buen elemento en las filas
de su amo o Leoncico, especializado en aperreamiento.

-
Conoce más historias sobre la conquista y descubre una de las
estrategias de evangelización más utilizada en el Valle de México
luego de leer " La campaña española para convertir a
Huitzilopochtli en un demonio " o bien, descubre la importancia
de las Pléyades para las culturas prehispánicas en " Las
misteriosas estrellas que guiaron la vida y muerte de los
mayas ".

*
Referencias:

Piqueras, Ricardo " Los perros de la guerra o el "canibalismo


canino" en la conquista ", Universitat de Barcelona
Hoffmeyer, Ada Bruhn de " Las armas de los conquistadores.
Las armas de los aztecas ", 1986

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