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LA ÉTICA
ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
Toda actividad (sea la que sea) debería perseguir, en último término, el bien, es
decir, el mejor fin para la comunidad.
La política debería perseguir, como fin en sí mismo, lo mejor para la comunidad.
¿Qué lugar juega en todo esto la Ética? Según Aristóteles la ética persigue la mejor
forma de que el individuo se realize a sí mismo. Lo mismo dice de la Economía
(debería hacer lo mismo aunque en el ámbito familiar). Pues bien, ambas ciencias
estarían insertadas en el ámbito de la Política ya que es esta ciencia lo que trata de
conseguir es que el hombre se realice a sí mismo en un lugar más general como es el
de la comunidad o polis.
ÉTICA DE ARISTÓTELES
(Breve Resumen de la Ética a Nicómaco)
El fin último de toda actuación humana es la búsqueda de la FELICIDAD y la felicidad
es concebida por Aristóteles como la actividad del alma conforme a virtud. Para
entender mejor lo que Aristóteles quiere decir con su definición de la felicidad
(actividad del alma según virtud), hay que comprender cuál es su filosofía acerca de
lo que llama la función del hombre. Para Aristóteles analizar la función del hombre
es estudiar su psiquismo. Y en el estudio del psiquismo humano, Aristóteles, pensaba
que en el alma humana existía una parte irracional y otra racional. La parte irracional
del alma realiza dos funciones: una nutritiva y la otra apetitiva. La nutritiva no
tendría nada que ver con la parte racional del alma y, por ello, tampoco con la virtud
y la felicidad humanas. La parte apetitiva, sin embargo, aunque irracional, por tender
a actuar como le apetece, y, por tanto, en muchas ocasiones, en contra de los
designios de la razón, puede también seguir los dictados de tal razón obedeciéndola.
Pues bien, el vicio sería el resultado de la actuación en sí de la parte apetitiva del
alma; la virtud (y, por tanto, la felicidad) es posible cuando la parte irracional del
alma actúa de acuerdo con los designios de la razón. En este contexto, la virtudes
relacionadas con la parte apetitiva del alma la denomina Aristóteles como virtudes
éticas o morales.
Pero, además, según Aristóteles, existen virtudes relacionadas directamente, no con
la parte apetitiva-irracional del alma sino con la parte racional. Tales virtudes son
denominadas dianoéticas o intelectuales. Las virtudes dianoéticas deben su origen y
su incremento principalmente a la enseñanza y, por ello, requieren experiencia y
tiempo. Por su parte, la virtudes éticas proceden, en cambio, del hábito y de la
costumbre y no son por naturaleza. En ellas, primero es la operación y, después, la
capacidad, a diferencia de las cosas que son por naturaleza. Antes de pasar, sin
embargo, al estudio de las virtudes (éticas y dianoéticas) es necesario tener en
cuenta la diferencia que establece Aristóteles entre ciencias teóricas y ciencia
prácticas. Las ciencias teóricas no persiguen ningún fin o utilidad y sus verdades son
necesarias (matemática, física). Las ciencias prácticas son contingentes y tratan sobre
cuestiones que pueden ser de varias maneras (Política, Economía, Ética).
SOBRE LAS VIRTUDES MORALES
El Valor: es el término medio entre la temeridad (no teme lo que debe) y la cobardía
(teme lo que no debe).
La Templanza: es el término medio entre el desenfreno (cae en todos los excesos
placenteros) y la insensibilidad (es incapaz de cualquier tipo de deseo, y se comporta
como una piedra)
La Generosidad: es el término medio entre la prodigalidad (se excede en dar y peca
por defecto en tomar) y la avaricia (peca por defecto en dar y se excede en tomar)
La Magnificencia: es el término medio entre la ostentosidad (gasta a gran escala pero
de modo totalmente inoportuno) y la mezquindad (piensa que gasta siempre más de
lo debido)
La Magnanimidad: es el término medio entre el vanidoso (tiene grandes
pretensiones pero como no se conoce a sí mismo, y no es digno de ellas, entonces
hace el ridículo) y el pusilánime (es digno de grandes cosas, pero como tampoco se
conoce a sí mismo no se cree digno de ellas).
La Mansedumbre: es el término medio entre la irascibilidad (se encoleriza más de lo
debido con las cosas, con el quien y en el tiempo) y la impasibilidad (se encoleriza
menos de lo debido en lo que debe, con quien debe y en el tiempo que debe)
La Gentileza: es el término medio entre el adulador (alaba a todos para dar gusto) y
el grosero (insulta y se opone a todo).
La Sinceridad: es el término medio entre el jactancioso (se atribuye más cualidades
de las que le pertenecen, dándose importancia) y el irónico (se niega las cualidades
que le pertenecen quitándose importancia).
Apuntes
SOBRE LAS VIRTUDES INTELECTUALES
Para Aristóteles, del mismo modo que en la parte irracional del alma se encuentran
la parte nutritiva y la parte apetitiva, la parte racional posee también dos funciones:
una parte es la que denomina como científica ( contempla realidades que no pueden
ser de otra manera=necesarias ) y la otra es denominada como calculativa o
deliberativa ( contempla realidades contingentes que pueden ser de otra manera a
como son ). Tanto la parte científica como la calculativa pertenecen a la parte
racional del alma pues ambas persiguen la consecución de la verdad. Lo que sucede
es que la científica persigue la verdad lógica o puramente intelectual; mientras que la
deliberativa persigue la verdad que está de acuerdo con el deseo racionalmente
recto. Es la diferencia que existiría entre el lógico, el prudente o el artista. Todos
poseerían virtudes intelectuales ya que persiguen la consecución de la verdad
(intelectual) y no, necesariamente, el ser templados o generosos (verdad moral).
Ahora bien, según Aristóteles, la verdad intelectual que persigue el lógico o el artista
se diferencia en que, en el segundo, su realización no es algo uniforme y necesario
como en el caso de una derivación lógica en donde su conclusión si lo es. De todos
modos, la realización artística es algo intelectual porque llevarla a cabo exige
determinados conocimientos que no serían necesarios para llevar a cabo la
realización de las virtudes morales. Es importante entender que, según Aristóteles,
no sólo hay virtudes intelectuales que son diferentes entre sí; sino que también el
que tales virtudes intelectuales, aún siendo diferentes entre sí, no son morales sino
intelectuales.
La parte científica del alma se refiere, por tanto, a realidades que no pueden ser de
otra manera (necesarias). Lo que sucede es que a tales realidades necesarias la
ciencia se refiere a ellas bajo tres modos o formas. 1º) De forma inductiva: de lo
particular se llegaría a lo general. 2º) De forma deductiva: de lo general se llega a lo
particular. 3º) De forma intelectiva: se refiere a los principios que no necesitan
demostración, como sucedería, por ejemplo, con el principio de contradicción.
En relación con la parte científica del alma las virtudes intelectuales serían: 1º) La
sabiduría: abarca las ciencia (inductiva y deductiva) y el intelecto. 2º) La ciencia:
abarca el conocimiento de los inductivo y de lo deductivo. 3º) El intelecto: supone el
dominio de los principios que no necesitan demostración. Por su parte, la parte
calculativa o deliberativa de la parte racional del alma supone la búsqueda de la
verdad según deseo recto y se refiere a realidades contingentes. Tales realidades
contingentes tienen un carácter productivo o un carácter de actuación. Las virtudes
que se corresponden, según Aristóteles, con esta parte racional del alma son: 1º) El
arte: es una virtud intelectual de carácter productivo y significa una disposición
productiva acompañada de razón verdadera. 2º) La prudencia es una virtud
intelectual referida no a la producción sino a la actuación. Aristóteles la define como
una disposición racional verdadera y práctica de lo que es bueno para el hombre. El
fin de la producción es distinto de ella, pero el de la acción (praxis) no puede serlo.
Aristóteles habla también de otras virtudes intelectuales como son: 1º) La
inteligencia o entendimiento: capacidad de juzgar rectamente. 2º) La comprensión:
discernimiento recto de lo equitativo, es decir, de acuerdo con la verdad. 3º) La
Intuición. Tiene dos sentidos: a) Percepción sensible. b) Limites primeros que no
necesitan de demostración para ver su verdad
MAS COSAS SOBRE LAS VIRTUDES INTELECTUALES
Episteme o Saber: consiste en una disposición natural que nos permite demostrar lo
mediato (a través de la demostración) y comprender lo inmediato (sin necesidad de
demostración).
Nous o razón intuitiva: consiste en una disposición natural que nos permite llegar al
establecimiento de verdades universales y necesarias a partir de la observación de
cierto número de casos particulares (inducción)
Pues bien, según Aristóteles, la unión de estas dos facultades produce la virtud
intelectual de la SABIDURÍA (teórica) que se encuentra orientada hacia el
descubrimiento de los objetos más elevados del conocimiento (metafísica, física,
matemática).
El arte (tejné): consiste en una disposición que nos permite hacer cosas según ciertas
reglas verdaderas y necesarias.
Fronesis (prudencia): consiste en una disposición intelectual que nos permite actuar
en el terreno del bien o del mal sobre las cosas humanas. La virtud intelectual de la
prudencia se ocuparía de las actuaciones siguientes: a) del bien del hombre en
general ( fronesis en sentido estricto ). b) de las reglas de actuación en la familia
(economía). c) de las reglas de actuación del estado (política). d) del bien del
individuo en particular (ética).
Tanto el arte como la fronesis (prudencia) producen la virtud intelectual de la
SABIDURÍA PRÁCTICA, la cual se ocupa de los silogísmos prácticos del tipo: A es el fin
de B. B es el medio. Por consiguiente, B debe hacerse.
Aristóteles habla también de las VIRTUDES NATURALES, es decir, de virtudes para las
que parece que estamos naturalmente dispuestos y que podrían existir
independientemente de las otras virtudes tanto morales como intelectuales. Por
ejemplo, alguien podría ser valiente pero, al mismo tiempo, no ser afable. Ahora
bien, según Aristóteles, para ser virtuoso, en sentido pleno, es necesario poseer la
virtud de la Prudencia. En este sentido tendría razón Sócrates al afirmar que ninguna
virtud podría existir sino hay prudencia, aunque, según Aristóteles, erraba al suponer
que todas las virtudes son formas de la prudencia. El error de Sócrates estaba en
considerar que todas las virtudes eran formas de conocimiento, de tal modo que
saber lo que es la justicia y, al mismo tiempo, ser justo debían de coincidir, del
mismo modo que una vez que sabemos matemáticas ya somos matemáticos. El fallo
de Sócrates, según Aristóteles, consiste en no haber diferenciado entre ciencia
teórica y ciencia práctica.
VIRTUDES DIANOÉTICAS O INTELECTUALES EN EL LIBRO VI DE LA ÉTICA A NICÓMACO
CAPÍTULO PRIMERO:
Señala que sobre las virtudes morales ya ha tratado en capítulos anteriores y que,
ahora, tocar analizar las virtudes intelectuales. Por ello afirma que, dentro de la
razón o entendimiento, existen dos facultades: una nos permite ver
(inmediatamente) y establecer (demostrativamente) principios que son así y no
pueden dejar de serlo. Otra se ocupa de las cosas contingentes, es decir, de cosas
que pueden ser de otra manera a como son. A la primera de estas facultades la
denomina Aristóteles como lo Scible (facultad de demostración científica que trata
del razonamiento mediato de tipo inductivo-deductivo, así como de los principios
que no necesitan demostración. A la segunda la denomina como lo Disputable
(facultad de razonamiento dialéctico o de opinión).
CAPÍTULO SEGUNDO:
Las virtudes tienen su base tanto en el intelecto como en el apetito. Por eso dice
Aristóteles: la virtud moral es hábito (acto-apetito) escogido voluntariamente
(intelecto), y la elección voluntaria (intelecto) es apetito puesto en consulta. En
definitiva, para que exista la virtud la razón ha de actuar siguiendo la al
entendimiento y al apetito según el deseo recto.
CAPITULO TERCERO:
Aristóteles comienza, a partir de este este capítulo, el análisis e cada una de las
virtudes intelectuales. Inicia su análisis con la que denomina como Sciencia y que se
correspondería con la virtud intelectual que da lugar a la denominada Sabiduría y
que abarcaría lo que anteriormente hemos denominado como Epísteme y Nous.
La Scientia trata sobre cuestiones que no pueden ser de otra manera a como son. La
base de las mismas reside en cosas que son entendidas por inducción y por
deducción.
Cuando una persona domina todo el tipo de saber señalado podría decirse que posee
la virtud intelectual de la SABIDURÍA TEÓRICA.
CAPITULO CUARTO:
En este capitulo, Aristóteles, trata sobre la virtud intelectual del ARTE ( tejné-técnica
). Sus ideas principales son las siguientes:
La virtud del arte está relacionada con las cosas que pueden suceder de otro forma,
es decir, se encuentra inserta en lo que denomina como razonamiento dialéctico o
de opinión.
Establece una diferencia entre hacer conforme a razón y obrar conforme a razón. Tal
diferencia está relacionada con la facultad intelectual del razonamiento científico
(obrar) y con la facultad de razonamiento dialéctico (hacer). Ambas facultades son
hábitos intelectuales; la diferencia estriba en que el obrar trata sobre cosas
universales y necesarias; mientras que el hacer trata sobre cosas contingentes. Por
ello dice Aristóteles: todo arte considera como se ha de hacer alguna cosa de las que
no acaecen de necesidad...El arte no se ejercita en las cosas que necesariamente se
hacen o suceden de necesidad.
Aunque el texto sobre la virtud del arte no hace referencia más que al arte
entendido como oficio, hay que tener presente que para Aristóteles, de la misma
forma que los oficios o artes que se hacen conforme a la recta razón, son virtudes,
también el hombre actúa sobre otras cosas contingentes que se refiere a cuestiones
de su comportamiento en sociedad (política), en la familia (economía), o en su
comportamiento individual (ética). Tal disposición a actuar en esos campos da lugar
a la aparición de la virtud de la Fronesis (prudencia) que, junto con el arte, forman la
virtud intelectual de la SABIDURÍA PRÁCTICA.
CAPITULO V
Señala que, en principio, parece que el oficio del hombre prudente consiste en actuar
sobre cosas buenas y útiles, no de tipo particular, sino referidas a aquellas que
ayudan al hombre en general a desarrollarse y prosperar. Más adelante matiza esta
cuestión al diferenciar entre asuntos humanos y asuntos de negocios particulares.
El tema central de este capítulo, como ya hemos señalado, es describir las diferencias
existentes entre la Prudencia y las virtudes de la sciencia y del arte. Afirmar que la
Prudencia no es es scientia ya que ésta se alcanza por demostración y sus principios
son necesarios. Por su parte la prudencia se ocupa de cosas contingentes (leyes
comunes y negocios particulares). Se diferencia del arte en que éste hace pero no
obra, es decir, mientras que la prudencia es un hábito verdadero, ya que no se puede
ser prudente sin saber lo que es el bien, y un hábito práctico, ya que no llega con
saber lo que es bien para ser prudente sino que es necesaria la vida práctica).
CAPÍTULO VI
En el capítulo VI trata sobre la virtud intelectual del ENTENDIMIENTO. Las ideas a
destacar son las siguientes:
CAPITULO VII
Según Aristóteles, existen tres clases de condiciones morales que se deben rehuir: el
vicio, la incontinencia y la brutalidad. Sus contrarios son la virtud, la continencia y la
virtud sobrehumana, es decir, lo contrario a la brutalidad ya que consiste en una
virtud heroica y divina que permite, a quien la posee, demostrar (contrariamente al
que se excede en brutalidad) una sobreabundancia de virtud.
Y es que, según Aristóteles, todos aquellos que no son dominados por la pasión de la
incontinencia creen que no deben ser incontinentes, es decir, parece que saben que
no es buena la incontinencia. Sin embargo, llega un momento en que, aún
sabiéndolo, que caen en esa pasión y comienzan a ser incontinentes. ¿Cómo es
posible que, aún sabiendo que no es algo bueno, caigan en el vicio de ser
incontinente? Muchos afirman que cuando uno es dominado por una pasión no tiene
realmente conocimiento sino OPINIÓN. Ahora bien, si ello es así, afirma Aristóteles,
entonces deberíamos tener indulgencia con los incontinentes ya que podría decirse
que realmente son dominados por la pasión a la que únicamente pueden enfrentarse
con la pobre arma de la opinión. Lo que sucede es que no lo somos sino que
condenamos moralmente la conducta del incontinente.
Aristóteles diferencia entre incontinencia y desenfreno. El incontinente es aquel que
obra deliberadamente pues cree que siempre se debe perseguir el placer; por el
contrario el desenfrenado es aquel que cree que el placer no se debería perseguir
por sí mismo, pero, sin embargo, lo persigue.
La continencia y la incontinencia tienen que ver con los placeres y los dolores. Ahora
bien, según Aristóteles, de las cosas que producen placer unas son necesarias y otras
son apetecibles por sí mismas. Son necesarias las corporales (alimento, sexo); son
apetecibles por sí mimas los honores, las victorias, las riquezas y todos los placeres
de esta índole. Pues bien, según Aristóteles, no hay depravación en apetecer estas
cosas ya que son naturalmente apetecibles. Lo malo son los excesos y eso es lo que
debería rehuirse. Pues bien el incontinente no es malo porque desee placeres
necesarios o que sean apetecibles por sí mismos sino porque cae en excesos a la hora
de elegir entre ellos. La incontinencia y la continencia se refieren, por tanto, a los
APETITOS Y PLACERES CORPORALES, aunque hay que establecer una diferencia entre
éstos. Y es que unos son humanos y naturales, y otros son brutales o debidos a a
mutilaciones o enfermedades. Es a los primeros a los que se refieren realmente la
templanza y el desenfreno
Según Aristóteles aquel que es dominado por los placeres es incontinente y el que
los domina es el continente. Por su parte, el que domina el dolor es el resistente,
mientras que el es dominado por tal dolor es el blando. Por lo tanto, se opone al
incontinente el continente, y al blando el hombre paciente o resistente. Por ello, la
paciencia consiste en resistir y la continencia en dominar, y, por ello, el resistir y el
dominar son cosas diferentes. Aristóteles afirma que es preferible la continencia a la
resistencia.
Según Aristóteles la incontinencia es o apresuramiento o debilidad. Son débiles los
que, aún reflexionando, se dejan llevar por la pasión y no siguen (por debilidad) las
resoluciones de la razón; por su parte, otros, por no reflexionar, se apresuran, y, son
arrastrados por la pasión. Los coléricos suelen ser incontinentes con incontinencia de
apresuramiento ya que, debido a la vehemencia y a sus impulsos descontrolados, no
se atienen a la razón y son propensos a dejarse llevar por la imaginación.
Dado que existen sujetos que gozan menos de lo debido (morigerado) de los placeres
corporales, el hombre continente ocupa el lugar INTERMEDIO entre éste y el
incontinente. El incontinente se aparta de la regla por exceso; éste, por defecto; el
continente se atiene a ella y no se desvía en un sentido u otro. Tanto el continente
como el morigerado no hacen nada contrario a la razón. Lo que sucede es que el
continente tiene apetitos malos, mientras el morigerado no siente nada. Del mismo
modo, se parecen el incontinente y el desenfrenado ya que ambos persiguen los
placeres corporales. Lo que sucede es que uno (desenfrenado) cree que está bien y
debe hacerlo, mientras que el segundo piensa que no debe hacerlo aunque, al desoír
a su razón, acaba haciéndolo.
La incontinencia tampoco es identificable con la prudencia ya que un hombre
prudente sabe como se debe actuar mientras que el incontinente se equivoca en su
actuación. Lo que sucede es que muchas veces se confunde la prudencia con la
HABILIDAD cuando, en realidad, ésta es muy diferente de la prudencia ya que uno
puede ser un político hábil y, sin embargo, no poseer ninguna dosis de prudencia. En
este contexto, nada impide, según Aristóteles, que un hombre hábil sea, al mismo
tiempo, incontinente.
Aristóteles señala que todos parecen considerar que la la vida FELIZ es agradable y,
por lo tanto, meten al placer en la trama de la felicidad. En este contexto,
Aristóteles, no niega la importancia de los bienes corporales para la consecución de
la felicidad y critica a aquellos que piensan que un hombre desafortunado en su vida
cotidiana, pero, que al mismo tiempo es bueno, puede ser feliz. Es una vaciedad -
afirma Aristóteles- creer que aquel que carece de los bienes necesarios para poder
vivir (alimento, vivienda digna, etc) es feliz por la sencilla razón de que es bueno.
Según Aristóteles, sería bueno pero infeliz. Y es que, según Aristóteles, la felicidad
necesita de la fortuna. Ahora bien, también habría que señalar que, para Aristóteles,
la posesión de los bienes materiales, por sí mismos, no dan la felicidad; únicamente
ayudan.
ACERCA LA LA AMISTAD
(LIBROS VIII-IX)
Según Aristóteles existen TRES CLASES de amistad en donde, en cada una de ellas, se
la la reciprocidad no desconocida.. En este contexto, los que se quieren por interés
no se quieren por sí mismos sino por los beneficios que pueden alcanzar. El cariño
obedece al propio bien de ellos. Del mismo modo los que se quieren por placer, solo
piensan en aquello que les resulta agradable y, por ello, son personas frívolas. El
cariño obedece a su propio gusto y no al modo de ser del amigo. También puede
darse amistad por utilidad. Tales amistades, señala Aristóteles, lo son por accidente,
puesto que no se quiere al amigo por lo que es, sino porque procura utilidad o
placer. Por todo ello, estas amistades son muy fáciles de romper. Según Aristóteles la
amistad por utilidad está presente sobre todo en los viejos ya que a esa edad ya no
se busca lo agradable o placentero sino lo útil. En cambio en los jóvenes la amistad
puede tener más su base en el placer que en la utilidad, ya que éstos persiguen sobre
todo lo que les es agradable y lo presente. Por eso los jóvenes suelen hacerse
fácilmente amigos pero también suelen muy fácilmente dejar de serlo. Además,
señala Aristóteles, las amistades que reposan en el interés suelen se objeto de
reclamaciones y disputas ya que los amigos se tratan con vistas a la utilidad por lo
que cada uno de ellos exige cada vez más y cree recibir menos de lo que le
corresponde. Por el contrario en las amistades perfectas, producto de la virtud, no
suele haber reclamaciones ni reproches ya que ningún verdadero amigo tiene
envidia de los éxitos del otro. Tampoco suelen darse quejas en las amistades que
buscan el placer, puesto que ambos obtienen lo que desean, si se complacen en el
mutuo trato, y resultaría ridículo quien reclamara contra el que no le agrada
pudiendo no pasar el tiempo con él.
La amistad puede ser por DISPOSICIÓN y por ACTUACIÓN. Los amigos que están
separados no ejercen directamente su amistad pero tienen la disposición adecuada
para ejercitarla, porque el espacio no impide la amistad, sino su ejercicio. Lo que
sucede es que si la ausencia se prolonga demasiado tiempo, entonces la amistad
puede caer en el olvido. La amistad por actuación es la que lleva consigo el trato
directo y la convivencia y es más perfecta que la que se practica por disposición ya
que, según Aristóteles, nada hay tan propio de los amigos como la convivencia.
Aristóteles afirma que no es es posible ser amigo de muchos con amistad perfecta,
como tampoco estar enamorado de muchos/as a la vez. Tal sentimiento parece un
exceso. Y es que no es fácil que muchos agraden extraordinariamente a uno; y,
además, es preciso llegar con el amigo a un cierto grado de intimidad, algo que
resulta más difícil con muchos. Cuando son muchos los que intervienen no existe
amistad perfecta sino amistad por interés, por placer o por utilidad. Aristóteles
afirma que la amistad por placer (ya lo había señalado anteriormente) es la que
existe, sobre todo, entre los jóvenes; la que busca el interés se da principalmente
entre los comerciantes, mientras que entre los poderosos parecen existir amigos de
diferentes clases: unos les son útiles y otros les son agradables pero que no suelen ir
acompañados de virtud. Esto explica que sea muy difícil hacer amistad con un
poderoso. Únicamente sería posible si entre el poderoso (que está por encima) y su
amigo (que está por debajo), éste último lo aventajase en virtud; si no, con la
superioridad del poderoso no podría haber entre ambos igualdad proporcional. Lo
que sucede -afirma Aristóteles- es que no suele haber hombres así.
Entre las DEFINICIONES que Aristóteles hace de la amistad, podrían destacarse las
siguientes: 1ª) El amigo es aquel que quiere y hace el bien para el otro tal como para
sí mismo. 2ª) El amigo es aquel que vive con otro y tiene las mismas preferencias que
éste. 3ª) El amigo es aquel que se duele y se goza con su amigo. 4ª) El amigo es aquel
que tiene para con su amigo las mismas disposiciones que para consigo mismo.
Aristóteles analiza también las semejanzas y diferencias que existen entre la amista y
la BENEVOLENCIA. Señala que aunque parecen ser sentimientos muy parecidos
existen entre ellos importantes diferencias. Y es que la benevolencia se da incluso
hacia personas que no conocemos algo que es imposible en la amistad. Por ejemplo,
en los certámenes el público siente benevolencia hacia competidores que no conoce
y con los que no tiene ningún tipo de amistad. Además la benevolencia no implica
necesariamente afecto ya que éste se produce con el trato y podemos sentir
benevolencia hacia alguien con el que no tenemos ningún tipo de trato. Ahora bien,
al mismo tiempo, según Aristóteles, la benevolencia es el principio de la amistad, así
como el placer visual lo es del amor, porque nadie ama sin antes haber gozado con la
forma visible del ser amado. Además no es es posible tener amigos sin haber sentido
benevolencia hacia ellos. Hasta aquí llegan las semejanzas. Por todo ello, no debería
confundirse amistad y benevolencia. Por ello, Aristóteles, define a ésta última como
amistad inactiva ya que únicamente el paso el tiempo y el trato continúo puede
hacerla desembocar en la amistad.
Con el objeto de llevar a cabo tal análisis, Aristóteles, comienza exponiendo algunas
de las OPINIONES que se habían expresado en el mundo griego sobre la naturaleza
del placer. Hace referencia a Eudoxo ( matemático y astrónomo perteneciente a la
Academia de Platón) el cual defendía que el placer era el BIEN SUPREMO ya que
todos los seres (tanto racionales como irracionales) aspiraban a él. Además, el placer
sería algo que se elige por sí mismo lo que justificaría aún más el que fuera un bien.
Por su parte, Platón, pensaba que el bien no era el bien supremo ya que una vida
agradable y feliz no es la reposa en el placer sino en la sabiduría. Por otro lado
existen otros (Aristóteles no los cita por su nombre) que el placer no es un bien ya
que éste no se define por ser algo a lo que todos tienden. Aristóteles critica esta
posición ya que no son sólo los seres sin inteligencia los que parecen perseguir el
placer pos sí mismo sino también los seres racionales. También critica el argumento
de aquellos que afirman que el placer no es un bien debido a que existe su contrario
(el dolor) ya que también se podría oponer un mal a otro y ello no implicaría que uno
de ellos fuera un bien por tener un contrario. Según Aristóteles esta forma de
argumentar es absurda ya que si el placer y el dolor fueran lo mismo (al no ser
contrarios), entonces lo lógico sería esperar que los dos produjeran aversión, lo que
no parece suceder en la realidad. Aristóteles critica también a aquellos que afirman
que el bien es determinado mientras que el placer es algo indeterminado pues
admite el más y el menos. Y es que si se razona así, también habría que concluir que
lo mismo puede ocurrir con la justicia y con las demás virtudes ya que personas de
determinado carácter están más o menos dotadas de ellas u obran más o menos de
acuerdo con las virtudes: hay hombres más o menos justos, y es posible practicar
más o menos la justicia y la continencia. Por otro lado, hay quien afirma que el bien
es perfecto y el movimiento y el devenir es imperfecto. Pues bien, como el placer es
un movimiento y devenir, no puede ser identificado con el bien. Según Aristóteles no
es totalmente correcto afirmar que el placer es un movimiento ya que éste implica
velocidad y lentitud, y al placer no le pertenecen ni una cosa ni otra. Es cierto que
uno puede sentirse rápidamente afectado por un placer; ahora bien, ello no quiere
decir que tal persona esté gozando rápidamente o lentamente, como cuando uno
anda de prisa o crece. Por consiguiente, se puede entrar en un estado de placer
rápidamente, o lentamente, pero no es posible ejercer rápida o lentamente la
actividad misma de placer, es decir, gozar. Tampoco es correcto afirmar que el placer
es un devenir: el devenir implica que algo se disuelve en aquello de donde deviene,
por ejemplo, los hijos devienen como algo natural de los padres, mientras que, por
ejemplo, el dolor que también deviene del placer no es algo natural ya que implica la
destrucción de su génesis (el placer).
Según Aristóteles todos aspiramos al placer porque todos deseamos vivir. Y dado
que la vida es una actividad y cada uno se ejercita en aquello que más ama, de ahí
que el placer, al perfeccionar la actividad, perfeccione también la vida y, por ello,
todos lo deseen. Por ejemplo, el músico se ejercita oyendo y elaborando melodías;
todo esta actividad le produce, al mismo tiempo, placer, por lo que puede decirse
que éste forma parte esencial de la vida que se quiere perfeccionar. En este
contexto, Aristóteles, se plantea la cuestión siguiente: ¿apetecemos la vida por causa
del placer o el placer por causa de la vida? Responde que ambas cuestiones están
íntimamente unidas y que no admiten separación, ya que sin actividad no hay placer,
y el placer perfecciona toda actividad.
La virtud no basta con conocerla sino que es necesario también practicarla. Los
simples razonamientos bastan únicamente para aquellos hombres excelentes y
bondadosos, pero resultan incapaces para excitar a la bondad y a la nobleza al vulgo,
que de un modo natural no obedece por pudor, sino por miedo, y no se aparta de lo
que es vil por vergüenza, sino por temor al castigo. Como la mayor parte de los
hombres viven a merced de sus pasiones no tienen noción de lo que es
verdaderamente hermoso y agradable ya que no lo han probado nunca. A tales
hombres, se pregunta Aristóteles, ¿qué tipo de razonamiento podrá reformarlos? Es
muy difícil desarraigar con la razón lo que está desde antiguo arraigado en el
carácter.
Algunos afirman que se puede llegar a ser bueno por obra de la naturaleza; otros
piensan que a través del hábito; y, por último, algunos a partir de la instrucción.
Según Aristóteles, no está en nuestra mano ser buenos por naturaleza. Únicamente
unos pocos afortunados parecen ser sabios por naturaleza. Por su parte la
instrucción no tiene fuerza en todos los casos sino que se requiere de los discípulos
haya sido trabajada de antemano por los buenos hábitos. Y es que, en general, la
pasión no parece ceder ante al razonamiento, sino ante la fuerza. Es necesario, por
tanto, que el carácter sea de antemano apropiado de alguna manera para la virtud.
Por ello es difícil encontrar desde joven la dirección recta para la virtud si no se ha
educado uno bajo las leyes. Pero además es necesario no olvidar y dejar de practicar
lo aprendido y, por ello, necesitamos leyes para toda la vida, porque la mayor parte
de los hombres obedecen más bien a la necesidad que a la razón, y a los castigos que
a la bondad.
Aristóteles, por tanto, no parece tener gran confianza en la naturaleza humana. Por
ello, el razonamiento, por sí mismo, nunca podría lograr que los hombres fueran
virtuosos. Ahora bien, si no son virtuosos, tampoco podrían ser felices. De ahí la
necesidad de la intervención de las LEYES y de la POLÍTICA en el ámbito de la
educación. Aristóteles, ya en el siglo IV, habla de la necesidad de legislar
políticamente en el ámbito educativo ya que, según él, la felicidad tiene su base
última en una buena educación cultural. Pero el estudio detallado de todo esto lo
lleva a cabo, Aristóteles, en su obra titulada Política. De todos modos, Aristóteles, no
parece reducir la educación únicamente a lo público sino que parece tener muy
presente la importancia que juega el papel de la familia en tal educación.invitado.