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El modelo Balassa-Samuelson:

una contrastación en algunos países de la UEM

(Versión de octubre de 2003)

Ana R. Martínez Cañete


Departamento de Economía Aplicada III
Universidad Complutense de Madrid
Teléfono: 91 3942584/Fax: 91 3942582
E-mail: anrmarti@ccee.ucm.es

RESUMEN

El objetivo de este trabajo es contrastar, de acuerdo con el modelo Balassa-Samuelson, si


en un conjunto de países que hoy forman parte de la UEM ha existido una relación de largo
plazo (en el periodo 1970-2001) entre los precios relativos del sector no comerciable y las
productividades relativas, así como una relación de equilibrio entre sus tipos de cambio reales
frente al DM y sus productividades sectoriales relativas con respecto a Alemania en la etapa
1973-1998. El análisis de cointegración aplicado indica que en todos los países de la muestra,
excepto en Holanda, la primera relación sí se ha verificado mientras que sólo en el caso de
España la evolución de su tipo de cambio real puede explicarse por el comportamiento de las
productividades. Una posible explicación a este hecho radica en que la PPA en el sector
comerciable no se ha cumplido en la mayor parte de los países analizados, a diferencia de lo que
asume el modelo Balassa-Samuelson.

Palabras clave: tipos de cambio reales, productividad, comerciables, no comerciables,


cointegración.

JEL: C22, F31, F41.


I. INTRODUCCION

Desde la puesta en funcionamiento de la Unión Económica y Monetaria europea (UEM) en


enero de 1999 ha quedado de manifiesto la existencia de tasas de inflación diferentes en los
países que forman parte de la misma; en particular, la economía española ha presentado desde
esa fecha un diferencial de inflación positivo bastante notable con respecto a la media de la
eurozona y, sobre todo, con respecto a Alemania y Francia, diferencial éste que en determinados
momentos ha llegado a superar los dos puntos porcentuales. La existencia de estos diferenciales
tiene importantes implicaciones en el ámbito de la política económica: por un lado,
dependiendo de cuál sea el origen de los mismos las economías que presentan un diferencial
positivo de inflación pueden experimentar pérdidas de competitividad ante las que, en contra de
lo que sucedía en el pasado, no podrán utilizar el tipo de cambio nominal; por otro, pueden
plantearse problemas en el funcionamiento de la política monetaria única pues si
sistemáticamente algunos países presentan una tasa de inflación superior a la de otros socios
contribuirán de este modo a elevar la tasa media de la UEM, lo que impedirá o retrasará que el
Banco Central Europeo recorte los tipos de interés cuando otras economías más debilitadas
cíclicamente lo necesiten.
Aunque en el corto plazo son muchos los factores que pueden conducir a que las tasas de
inflación difieran entre países que comparten una misma moneda –como, por ejemplo, las
divergencias cíclicas, factores climatológicos, diferencias en la aplicación de medidas impositivas
o de precios administrados, etc.- en este trabajo nos centramos en aspectos más estructurales o
de largo plazo. En dicho horizonte temporal, la teoría económica señala como principal factor la
posible convergencia en niveles de precios que pueda tener lugar en el seno de la unión
monetaria. Si los niveles de precios de los países inicialmente más baratos convergen hacia los
niveles de precios de los países más caros, este proceso se materializará en tasas de inflación
superiores en aquéllos, al estar irrevocablemente fijo el tipo de cambio nominal. Además, puesto
que es de esperar que este proceso de convergencia sea gradual, los diferenciales de inflación así
generados pueden ser bastante persistentes.
Los niveles agregados de precios representan una media ponderada de los precios de los
bienes y servicios comerciables (aquellos expuestos a la competencia internacional) y de los
bienes y servicios no comerciables (aquellos aislados en gran medida de dicha competencia y
cuyo mercado es, fundamentalmente, el doméstico). Los avances conseguidos con el desarrollo
del Mercado Único y la estabilidad cambiaria de los años previos al funcionamiento de la UEM
condujeron a que, en el comienzo de la misma, la dispersión de niveles de precios de los bienes y
servicios comerciables fuese relativamente reducida y, además, bastante similar a la existente
dentro de otras uniones monetarias consolidadas como es el caso de EE.UU. En consecuencia, el
margen para que siga avanzándose en dicha convergencia es limitado y, por tanto, también es
limitado el margen para que la misma conduzca a tasas de inflación diferentes dentro del área
del euro. En cambio, las diferencias de niveles de precios de los no comerciables son mucho más
marcadas entre los Estados europeos, por lo que las posibilidades de que tenga lugar la
convergencia en niveles de precios de este tipo de bienes y servicios son mayores. Por esta
razón, en este trabajo nos centramos en aquellos factores que permiten explicar las diferencias
internacionales de precios de los no comerciables.
A este respecto, la literatura económica señala, además de la diferente estructura

1
competitiva de los mercados, dos factores: la hipótesis de demanda relativa1 y el denominado
efecto o modelo Balassa-Samuelson (BS) cuya contrastación en una serie de países que forman
parte de la UEM constituye el objetivo de este trabajo.
Según el modelo BS los países con una productividad más elevada en el sector de los
bienes y servicios comerciables presentan mayores salarios en dicho sector pero, al asumir
libertad de movimientos de los trabajadores, los salarios del sector aislado de la competencia
internacional tenderán a igualarse con los del sector expuesto. Este hecho, si bien no eleva los
costes laborales unitarios en el sector comerciable sí los aumenta en el no comerciable (pues se
considera que en éste la productividad es más reducida), por lo que los precios de este sector -y,
con ello, el nivel general de precios si se acepta que los precios de los bienes y servicios del
sector expuesto son similares como consecuencia del arbitraje internacional- serán superiores en
aquellos países cuya productividad en el sector abierto al mercado internacional sea mayor.
Esta argumentación, propuesta inicialmente por Balassa (1964) y Samuelson (1964), se
ha convertido en una de las principales explicaciones utilizadas para justificar las desviaciones
del tipo de cambio real de su valor de Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) en el largo plazo. En
un contexto dinámico, si dentro de la zona euro los países que presentan menores niveles de
productividad en el sector comerciable (y, en consecuencia, menores niveles de precios)
convergen hacia los niveles de productividad que caracterizan a las economías más avanzadas
del área, también deberían converger hacia sus mayores niveles de precios, lo que se traducirá
en tasas de inflación superiores en aquellos países. Por esta razón, el modelo BS ha concentrado
la atención académica a la hora de explicar los diferenciales de inflación persistentes o de largo
plazo dentro de una unión monetaria.
Además, cuando la convergencia en niveles de precios tiene su origen en el mayor
avance relativo de la productividad en el sector expuesto, el diferencial de inflación positivo así
generado no perjudica directamente la competitividad del país que lo experimenta, ya que el
crecimiento de los precios afecta al sector protegido (decimos directamente porque es sabido que
el sector expuesto utiliza en su producción actividades del sector no comerciable).
Recientemente Canzoneri et al. (2002) y Sinn y Reutter (2001) han manifestado que
países como España o Portugal pueden presentar una tasa de inflación superior a la de otros
socios, por ejemplo Alemania, derivada de la convergencia en niveles de renta y productividad
hacia los estándares medios de la UEM y, por tanto, derivada de la convergencia “legítima” en
niveles de precios. En esta línea el Consejo de Gobierno del BCE, cuando anunció el pasado 8 de
mayo el resultado de la evaluación de su estrategia de política monetaria, si bien confirmó su
definición de estabilidad de precios -un incremento interanual del IAPC inferior al 2% para el
conjunto de la eurozona en el medio plazo- declaró que dirige sus esfuerzos a mantener la tasa
de inflación en un nivel menor pero próximo a dicho 2%, para tener en consideración la
existencia de diferenciales de inflación persistentes dentro de la zona euro que pudieran tener su
origen en el modelo BS2.
El propósito de este trabajo es contrastar este modelo en un conjunto amplio de países
que forman parte de la UEM utilizando, a diferencia de estudios previos, datos actualizados
provenientes de la base STAN de la OCDE con metodología SEC95. Además, analizamos si se
verifica una de las hipótesis en las que se apoya este modelo: el cumplimiento de la PPA en el

1 Esta hipótesis indica que si se acepta, como parecen demostrar diversos estudios empíricos, que la elasticidad
renta de la demanda de los servicios no comerciables es, en general, mayor que la unidad, a medida que una economía
alcanza un nivel de renta superior el gasto privado se desplaza desde la demanda de bienes comerciables a la de servicios no
comerciables. Por lo que los países con mayor nivel de renta presentan niveles de precios superiores de los no comerciables -
debido a la mayor demanda de éstos que, además, sólo puede ser satisfecha con producción nacional- y, con ello, mayores
niveles de precios agregados.
2 Además de para evitar los riesgos derivados de la deflación. Véase BCE (2003).

2
sector de los bienes y servicios comerciables. El resto del trabajo lo estructuramos de la siguiente
manera: en la sección II exponemos el marco analítico; en la sección III los datos y la
metodología econométrica utilizada en la contrastación; en el apartado IV los resultados
obtenidos en el análisis empírico de largo plazo y, finalmente, en el apartado V señalamos las
principales conclusiones y extensiones.

II. EL MODELO BALASSA-SAMUELSON

Este modelo tiene su origen en dos trabajos publicados de forma separada por Balassa
(1964) y Samuelson (1964), aunque los argumentos esgrimidos por estos autores han sido
formalizados posteriormente por Froot y Rogoff (1995), Obstfeld y Rogoff (1996) y Alberola y
Tyrväinen (1999), entre otros.
Siguiendo a estos últimos, consideremos las siguientes funciones de producción Coob-
Douglas donde L representa el trabajo y K el capital, los cuales están totalmente empleados en
la producción de dos tipos de bienes y servicios: comerciables (C) y no comerciables (N). El
output en cada sector se representa por Yi , donde i = C , N , y cada sector difiere en la intensidad
que el factor trabajo representa en la producción ( θ y γ , respectivamente) y en la tecnología,
capturada por Ai :

Yt C = At C Lt θCt K t 1C−θ t (1)


Yt N = At N Lt γNt K t 1N−γ t (2)

El modelo asume competencia perfecta en ambos sectores por lo que, como resultado de
la maximización de beneficios, los salarios reales deben igualarse a las productividades
marginales del trabajo en cada sector. El precio relativo de ambos tipos de bienes y servicios
Pt N
puede expresarse como Pt REL = , por lo que utilizando Pt C como numerario:
Pt C
Kt C
Wt C = At C K t C(1−θ t )θ t Lt θCt −1 = At C θ t ( )1−θ t (3)
Lt C
Wt N γ −1 Kt N
= At N K t (N1−γ t ) γ t L Nt = At N γ t ( )1−γ t (4)
Pt REL Lt N

De forma equivalente, el tipo de interés R debe verificar las siguientes condiciones:

Kt C
Rt = At C Lt θCt (1 − θ t ) K t C−θ t = At C (1 − θ t )( ) −θ t (5)
Lt C
Rt Kt N
= At N Lt γNt (1 − γ t ) K t −Nγ t = At N (1 − γ t )( ) −γ t (6)
Pt REL Lt N
KC KN
Estas cuatro ecuaciones con cuatro variables , , WC , PREL pueden resolverse
LC LN
KN
despejando de la ecuación (6) el valor de y sustituyéndolo en (4) para obtener PREL que,
LN

3
expresado en logaritmos (lo que notamos en minúsculas), adopta la forma:

p t REL = −a t N + γ t wt N + ln( Rt (1−γ t ) γ t −γ t (1 − γ t ) −(1−γ t ) ) (7)

KC
Por otro lado, si sustituimos el valor de obtenido en (5) en la expresión (3) llegamos
LC
a:
 1−θ t 
 1−θ t 
1  −  
wt C = at C + lnθ t Rt  θ  (1 − θ t ) θ t  (8)
θt  
 

En este modelo se asume que la movilidad del trabajo entre sectores conduce a que los
salarios nominales se igualen a nivel sectorial w N = wC , por lo que si sustituimos (8) en (7):

γ 
p t REL = cte +  t a t C − a t N
 (9)
θt 

Si ahora diferenciamos3:

γ 
∆p t REL = ∆p t N − ∆pt C =  t ∆at C − ∆at N (10)
θ t

De la expresión (9) se deriva que existe una relación positiva entre la diferencia de
productividades sectoriales relativas (medidas como Productividad Total de los Factores) y los
precios sectoriales relativos. Desde una perspectiva dinámica, la formulación (10) indica que,
dentro de un país, a medida que crece la productividad relativa en el sector de los comerciables
aumentan los precios relativos de los no comerciables, ya que el incremento de la productividad
en el sector expuesto es ajustado por un incremento en el salario real que va a mantener
constante el coste marginal en dicho sector -por lo que no perjudica directamente a su
competitividad- pero va a elevar el coste marginal de los no comerciables –como consecuencia
de la equiparación sectorial de salarios junto con el menor crecimiento de la productividad en el
sector protegido- y, por tanto, su precio. Además, y puesto que el incremento del precio relativo
de los bienes y servicios que no se comercian a nivel internacional depende del crecimiento del
salario, este efecto se verá amplificado cuanto más intensivo en trabajo sea este sector frente al
de los comerciables, es decir, cuanto mayor sea γ frente a θ , algo que Balassa (1964) asume. En
suma, esta primera relación que se deriva de las hipótesis del modelo BS permite explicar la
“inflación dual” de las economías a partir de los diferentes ritmos de crecimiento de sus
productividades sectoriales4.

3
El tipo de interés R se considera como dado; es el tipo de interés mundial ya que se acepta que existe perfecta
movilidad de capitales a nivel internacional.
4 El modelo BS no tiene en consideración los márgenes empresariales pues, como hemos señalado, asume

competencia perfecta tanto en el sector comerciable como en el no comerciable. Aunque esta hipótesis resulte muy
restrictiva, especialmente en el sector protegido de la competencia internacional, en el largo plazo dichos márgenes es
razonable que se comporten como estacionarios (es decir, que su evolución en una etapa expansiva de la demanda se
compense con su evolución en una etapa recesiva, lo que conduce a que reviertan a su media), y no puede olvidarse que el
modelo BS es un modelo de largo plazo. Por supuesto, en un horizonte temporal más limitado los márgenes de beneficio sí
pueden afectar a los precios sectoriales. Véase Ortega (2003).

4
Por otro lado, si el nivel de precios agregado puede expresarse como una media de los
precios del sector comerciable y no comerciable con ponderaciones α y (1 − α ) ,
respectivamente, los índices de precios nacional P y exterior P ∗ revisten la forma:

Pt = Pt αCt Pt 1N−α t (11)



∗α t 1−α ∗t
Pt ∗ = Pt C Pt ∗ N (12)

Tomando el precio de los comerciables como numerario, el tipo de cambio real (en
logaritmos) podemos expresarlo de la siguiente manera:

q t = et + p t − p t ∗ = (et + p t C − p t ∗C ) + (1 − α t ) p t REL − (1 − α t ∗ ) p t ∗REL (13)

donde e es el tipo de cambio nominal definido como unidades de moneda extranjera por cada
unidad de moneda nacional, por lo que un aumento de q refleja una apreciación real.
El modelo BS supone que, como consecuencia del arbitraje, se verifica la PPA en el

sector de los bienes comerciables (es decir et + p t C = p t C ), por lo que a partir de (9) el tipo de
cambio real adopta la expresión:

 γ    γ ∗  
q t = cte + (1 − α t )  t a t C − a t N  − (1 − α t ∗ )  t a t ∗C − a t ∗N  (14)
  θ t ∗ 
 θ t   

De forma que el país con mayor nivel relativo de productividad en el sector de los bienes
y servicios comerciables mostrará un nivel de precios superior expresado en moneda común si
consideramos, para simplificar, que los dos países tienen la misma proporción de bienes
comerciables en el índice de precios agregado, es decir: α = α ∗ , e idénticas intensidades de
trabajo y capital en sus funciones de producción, o sea: γ = γ ∗ , θ = θ ∗ .
Si diferenciamos la expresión (14) obtenemos:

 γ    γ ∗  ∗ 
∆q t = ∆et + ∆p t − ∆p t ∗ = (1 − α t )  t ∆a t C − ∆a t N  − (1 − α t ∗ )  t ∆a − ∆a ∗  (15)
  θ t ∗  tC tN
 θ t    

lo que indica que si un país presenta con respecto a otro un crecimiento superior de su
productividad relativa en el sector expuesto experimentará una apreciación de su tipo de cambio
real, lo que en una unión monetaria equivale a que mostrará una tasa de inflación superior ya
que, por definición, ∆e = 0 . Por este motivo el modelo BS es el más utilizado a la hora de
explicar la existencia de diferenciales de inflación persistentes dentro de una unión monetaria.
Los trabajos que contrastan este modelo suelen coincidir en que, en el largo plazo, los
precios relativos de los no comerciables dentro de cada país se explican adecuadamente por la
productividad relativa de los comerciables. Es el caso de los artículos de Balassa (1964), Asea y
Mendoza (1994), Strauss (1995), Canzoneri et al. (1996, 1998, 1999) y Alberola y Tyrväinen
(1999), entre otros. En cambio, el respaldo empírico a la relación entre tipos de cambio reales y
diferencias sectoriales de productividad entre países es menos unánime. Así, Hsieh (1982),
Marston (1987) o Strauss (1996) encuentran evidencia a favor de esta relación mientras que
artículos como el de Asea y Mendoza (1994) revelan que las diferencias de productividad entre

5
sectores son muy significativas a la hora de explicar los precios relativos de los no comerciables
dentro de cada país pero no lo son a la hora de explicar los movimientos de los tipos de cambio
reales.
Diversos autores contrastan el modelo BS analizando la posible relación existente entre
los niveles de renta y los tipos de cambio reales (es decir, los niveles de precios en moneda
común) lo que supone considerar el nivel de renta de un país como una variable proxy del nivel
de productividad relativa del sector de los bienes y servicios comerciables. Así, por ejemplo,
Balassa (1964), Kravis y Lipsey (1988) y Alexius y Nilsson (2000) señalan que, en general, los
países con mayor nivel de renta son también los que presentan un nivel de precios superior. En
cambio, Faria y León-Ledesma (2003) no encuentran relación de largo plazo entre estas
variables5. Otros trabajos como el de Chinn y Johnston (1997) utilizan, además de las
productividades sectoriales, otros factores a la hora de modelizar los precios relativos de los no
comerciables y los tipos de cambio reales. Nos referimos a factores de demanda (como son el
gasto público y la renta per cápita), los términos de comercio, el precio del petróleo, etc. En
estos estudios se obtiene, en general, que si bien estos factores resultan explicativos en el corto
plazo, su influencia desaparece en el largo plazo donde queda ratificado el papel de las
productividades sectoriales.

III. LOS DATOS Y LA METODOLOGÍA ECONOMÉTRICA

III.a. Los datos

Siguiendo las recomendaciones de la OCDE (2001) en su Manual sobre la medición de la


productividad sólo hemos considerado en el análisis lo que este Organismo denomina “el sector
empresarial”, por lo que dejamos al margen los servicios prestados por el sector público y los
servicios comunitarios, ya que en estos sectores resulta especialmente complicado medir su
productividad dado el sistema de cálculo que se aplica a la hora de cuantificar la producción o el
valor añadido de los mismos. Además, al igual que diversos autores que contrastan el modelo BS,
también hemos excluido de nuestro estudio otros sectores en los que la evolución de los precios
es bastante probable que no venga condicionada por la productividad sino por decisiones

5 Utilizar el nivel de renta como variable proxy del nivel de productividad relativa del sector comerciable frente al
no comerciable presenta como principal ventaja que permite utilizar series temporales más largas y para un mayor número
de países de las que se dispone cuando se emplean las productividades sectoriales. Ahora bien, esta aproximación para
contrastar el modelo BS muestra una importante limitación ya que no permite distinguir la justificación proporcionada por
dicho modelo de la ofrecida por la hipótesis de demanda relativa a la hora de explicar los precios relativos de los bienes y
servicios no comerciables. Así, encontrar una relación positiva entre los niveles de renta y los niveles de precios puede
indicar que los países con mayor nivel de productividad relativa en el sector expuesto a la competencia internacional han
alcanzado mayores niveles de precios (de acuerdo con el modelo BS) y, además, que ese mayor nivel de productividad se ha
visto reflejado en un nivel de renta superior. Pero también puede indicar que el mayor nivel de renta (el cual ha podido
tener su origen en otros factores distintos de la productividad como es el aumento del empleo) ha desviado la demanda
privada hacia los servicios no comerciables (según la explicación de la hipótesis de demanda relativa), lo que supone mayores
precios relativos de éstos y mayores niveles de precios agregados. De hecho, como señalan Alexius y Nilsson (2000), utilizar
la relación entre niveles de precios y niveles de renta como aproximación para contrastar el modelo BS en lugar de emplear
las productividades sectoriales sólo puede aceptarse si se verifican las siguientes condiciones: a) que la productividad en el
sector de los no comerciables sea similar entre países, b) que la productividad de los no comerciables represente un
porcentaje pequeño del crecimiento de la productividad total y c) que el crecimiento de la producción a largo plazo esté
dirigido por la productividad, lo que como consecuencia de las condiciones a) y b) equivale a que el origen del crecimiento
de la producción sea la productividad en el sector de los comerciables.

6
gubernamentales. Nos referimos a “agricultura” y a los sectores relacionados con la energía
(“minería” y “electricidad, gas y agua”)6.
Para clasificar los sectores económicos en comerciables y no comerciables hemos
utilizado el criterio de De Gregorio et al. (1994), según el cual sólo aquellos sectores cuyas
exportaciones superen el 10% de su producción son considerados comerciables7. El sector
comerciable incluye así “manufacturas” y “transporte, almacenamiento y comunicaciones” y el
no comerciable “construcción”, “comercio al por mayor y al por menor”, “hoteles y
restaurantes”, “intermediación financiera” y “actividades inmobiliarias, empresariales y de
alquiler”8.
Los precios sectoriales han sido aproximados por el ratio entre el valor añadido nominal
y el real. Por lo que respecta a la medida de la productividad, las dificultades existentes a la hora
de estimar los stocks de capital sectoriales conducen a que la mayor parte de los estudios que
contrastan este modelo empleen la productividad media del trabajo en lugar de la Productividad
Total de los Factores (PTF). En este artículo utilizamos ambas, en función de los datos
disponibles. Con datos procedentes de la base STAN de la OCDE9 hemos calculado para
Alemania, Austria, Bélgica, España, Francia, Finlandia e Italia las productividades sectoriales del
trabajo por ocupado10; en el caso de Holanda hemos utilizado productividades del trabajo por
puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo de ocupados para reducir el posible sesgo de
medición derivado del elevado porcentaje de trabajo a tiempo parcial que presenta dicho país11.
El output real en cada sector ha sido aproximado por el valor añadido bruto real. El periodo
analizado comprende desde 1970 hasta 2001 en la mayor parte de los países considerados (véase
el apéndice para una descripción detallada). Además, a partir de los datos obtenidos de la base
ISDB de la OCDE -que ha dejado de publicarse desde la puesta en marcha de la nueva STAN-
hemos calculado índices de Productividad Total de los Factores en el sector comerciable y no
comerciable en los países para los que esta base contiene información: Alemania, Bélgica,

6 Por ejemplo Balassa (1964) no incluye “agricultura”, Alberola y Tyrväinen (1999) ni “agricultura” ni las
actividades del sector público, Marston (1987) no considera “minería” y Strauss (1996) el sector “electricidad, gas y agua”.
7 En el caso de los servicios, los datos más detallados de exportaciones que proporcionan los distintos Organismos

estadísticos se corresponden con la clasificación sectorial del Manual de Balanza de Pagos del FMI. En cambio, los datos de
producción de los servicios se obtienen de la Contabilidad Nacional cuya desagregación sectorial es diferente. Esto nos ha
obligado a realizar una equivalencia aproximada entre los sectores de servicios en ambas clasificaciones para poder calcular el
porcentaje que las exportaciones de cada uno de ellos suponen sobre su producción. A partir de estos porcentajes, sólo el
sector “transportes” puede ser considerado como un servicio comerciable, aunque en los últimos años la internacionalización
de “otros servicios prestados a las empresas” ha sido importante. Sin embargo, la falta de datos suficientemente desagregados
y la necesidad de mantener la coherencia en la clasificación sectorial en todo el período temporal analizado nos ha
conducido a incluir dentro de los servicios comerciables únicamente a “transporte, almacenamiento y comunicaciones”.
8 Estos sectores se corresponden con la clasificación sectorial ISIC Rev2. Hemos probado a utilizar otra clasificación

en la que incluimos a “hoteles y restaurantes” dentro de la categoría de comerciables en España, Francia e Italia para tratar de
aproximar de este modo las actividades del sector turismo en estos países, ya que dicho sector como tal no aparece en la
clasificación sectorial de la Contabilidad Nacional. Los resultados obtenidos en el análisis empírico, que pueden solicitarse a
la autora si se desea, han sido bastantes similares.
9 Esta base, de reciente difusión, ofrece los datos provenientes de las cuentas nacionales con el nuevo sistema de

contabilidad SEC95.
10
Esta base de datos proporciona también información de Luxemburgo, Portugal y Grecia pero, al menos de
momento, es bastante incompleta por lo que no hemos podido incluir estos países en nuestro estudio. En cambio, no ofrece
información de Irlanda y los datos que hemos solicitado a su Oficina Estadística no permiten incorporar a este país en el
análisis pues no se corresponden con la misma desagregación sectorial.
11 La medida más adecuada del factor trabajo para calcular su productividad son las “horas efectivamente trabajadas

ajustadas por la calidad”, pero los problemas que existen para obtener esta información son evidentes. Incluso es complicado
conseguir datos de “horas efectivamente trabajadas” en un horizonte temporal suficientemente amplio o con un nivel de
desagregación sectorial adecuado para la contrastación del modelo BS. Maté (1999) elabora productividades horarias, pero
sus series comienzan en 1980.

7
Francia, Finlandia, Italia y Holanda, aunque en este último caso la escasa dimensión temporal de
la serie nos ha obligado a no utilizarla12.
Ahora bien, no puede olvidarse que los coeficientes de las productividades sectoriales
que se derivan del modelo BS si se utiliza la PTF son diferentes de los que se obtienen si se usa la
productividad media del trabajo. En este último caso, a partir de las funciones Coob-Douglas,
puede comprobarse que los precios relativos adoptan la siguiente expresión13:

p t REL = cte + met C − met N = cte + met REL (16)

donde met C y met N representan la productividad media del trabajo del sector de los bienes y
servicios comerciables y no comerciables, respectivamente, y met REL la productividad relativa.
Por su parte, el tipo de cambio real puede expresarse como:

q t = cte + (1 − α t )met REL − (1 − α t ∗ )met ∗REL (17)

Finalmente, por lo que respecta al tipo de cambio real, hemos utilizado tipos bilaterales
frente al marco alemán en lugar de efectivos para preservar las propiedades estadísticas de las
series14. Los precios utilizados son los deflactores del valor añadido del total de la economía
(excluidos los sectores no considerados en el análisis). Para no mezclar datos correspondientes a
regímenes cambiarios diferentes nuestro período de estudio comienza en 1973 -fecha a partir de
la cual se instauraron nuevamente los tipos de cambio flexibles tras la ruptura de los acuerdos de
Bretton Woods– y termina en 1998, justo antes de la puesta en marcha de la UEM15.

III.b. La metodología econométrica

Del modelo BS se deriva una relación de largo plazo entre los precios relativos de los
bienes y servicios no comerciables y las productividades sectoriales relativas dentro de cada país,
así como entre la evolución de dichas productividades entre países y su tipo de cambio real. La
metodología econométrica más adecuada para contrastar dicho modelo es el análisis de
cointegración, pues permite estimar relaciones de equilibrio cuando las variables implicadas son

12 Actualmente estamos elaborando índices de PTF sectoriales en los países de la UEM a medida que la base STAN
(en continua actualización) proporciona información sobre los stocks de capital sectoriales, lo que nos permitirá disponer en
el futuro de una muestra más amplia y con una mayor extensión temporal.
13 En funciones de producción como la Coob-Douglas la productividad marginal del trabajo es proporcional a la

productividad media. Como señalan Canzoneri et al. (1999), utilizar la productividad media del trabajo presenta una serie de
ventajas frente al empleo de la PTF como son que no se necesitan datos de los stocks de capital sectoriales y que tampoco es
necesario calcular el porcentaje que el factor trabajo supone en el valor añadido de los sectores (es decir, no se precisan los
parámetros que hemos denominado γ y θ ). En cambio, la principal limitación que plantea su utilización es que puede no
ser una variable exógena, sino una variable endógena que depende de la evolución relativa de la producción y el empleo. Sin
embargo, tampoco es evidente que la PTF sea una variable totalmente exógena. De hecho, autores como Evans (1992)
señalan que los “residuos de Solow” pueden deberse no sólo a shocks exógenos de oferta sino también al crecimiento del
dinero, los tipos de interés o el gasto público; es decir, que parte de su variación es atribuible a cambios en la demanda
agregada.
14 Una suma ponderada de series no estacionarias y estacionarias da lugar a una serie no estacionaria, por lo que el

tipo de cambio efectivo es muy sensible a la construcción y las propiedades estadísticas de los tipos de cambio incluidos en
dicho agregado. Véase Strauss (1996).
15 Como indican Canzoneri et al. (1998), una de las críticas más importantes realizadas a los trabajos empíricos que

evalúan si la PPA se verifica o no radica en utilizar datos pertenecientes a diferentes regímenes de tipos de cambio.

8
no estacionarias. En particular, en este trabajo utilizamos la metodología propuesta por Johansen
(1988) porque posibilita contrastar la existencia de cointegración en un marco multivariante y
evita, de este modo, algunos de los inconvenientes del método de Engle y Granger (1987).
Entre las ventajas de esta metodología pueden citarse que permite incorporar la
cointegración dentro de la representación VAR sin establecer restricciones sobre la exogeneidad
de las variables y, además, que permite la contrastación de hipótesis sobre el valor de los
parámetros estimados en las relaciones de cointegración, lo que nos sirve para determinar si
dichos parámetros se ajustan a los teóricos que se derivan del modelo.
Esta metodología parte de considerar un VAR de orden p y m variables:

Yt = µ + φ1Yt −1 + φ 2Yt −2 + ... + φ p Yt − p + et (18)

donde la matriz Yt contiene (mx1) series temporales desde y1,t hasta y m,t . Este VAR( p) puede
expresarse en forma de un modelo de corrección del error como16:

∆ 1Yt = µ + Γ1 ∆1Yt −1 + ... + Γ p −1∆1Yt − p +1 + Π Yt − p + et (19)

Si todos los elementos de la matriz Π son cero, el rango r de la misma también es cero;
en este caso, no existe ninguna relación de cointegración entre las variables implicadas en el
análisis. Si el rango de Π es igual al número de variables consideradas en el modelo, es decir,
igual a m , todas las variables pueden considerarse estacionarias. Por último, si la matriz Π
presenta “deficiencia de rango”, o sea 0 < rango Π < m , dicha matriz puede descomponerse de la
forma Π = αβ ′ donde α y β son matrices (mxr ) constituidas por parámetros; β contiene las r
relaciones de cointegración y α recoge los parámetros de ajuste.
Este método permite calcular dos tests para contrastar el número de relaciones de
cointegración existentes en el modelo: el test de la Traza y el test del autovalor máximo. El
primero de ellos contrasta la hipótesis nula de r relaciones de cointegración donde
r = 0, 1,..., m − 1 , siendo m el número de variables del modelo; este test viene dado por la
expresión:

m
LRtr (r | m) = −T ∑ ln(1 − λ )
i = r +1
i (20)

donde T es el número de observaciones de las series, m el número de variables y r el rango de


la matriz Π . Por su parte, el test del autovalor máximo contrasta la hipótesis nula de r
relaciones de cointegración frente a la alternativa de r + 1 y adopta la forma:

LRmax (r | r + 1) = −T ln(1 − λ r +1 ) = LRtr (r | m) − LRtr (r + 1 | m) (21)

para r = 0, 1,..., m − 1 .

16 El VAR y el modelo de corrección del error también pueden incluir variables “dummies”. En este caso,
respectivamente:
Yt = µ + φ1Yt −1 + φ2Yt − 2 + ... + φ pYt − p + ΦDt + et
∆1Yt = µ + Γ1∆1Yt −1 + ... + Γ p −1∆1Yt − p +1 + ΠYt − p + ΦDt + et
donde ΦDt es el vector que incluye dichas variables.

9
Las distribuciones asintóticas de estos tests cambian dependiendo de las hipótesis
realizadas sobre los términos determinísticos en el modelo de corrección del error. A este
respecto, Johansen (1992) propone un sistema para determinar el rango de cointegración
habiendo especificado adecuadamente dichos términos determinísticos.
Como hemos indicado, la metodología de Johansen permite contrastar si el valor de los
parámetros estimados en la relación de cointegración se adecua o no a lo que indica la teoría.
Para contrastar relaciones lineales sobre los parámetros de la matriz β , Johansen (1991, 1995)
propone definir una matriz H (mxr ) que reduce la matriz β a la matriz de parámetros ϕ (rxr ) .
De manera que β = Hϕ , donde m indica el número de variables implicadas en el análisis y r el
rango de cointegración. Esa matriz H recoge las restricciones establecidas sobre el valor de los
parámetros de la relación de cointegración y a partir de los autovalores de la misma se construye
un test LR que se distribuye asintóticamente como una χ 2 cuyos grados de libertad dependen
del número de restricciones impuestas sobre dichos parámetros17.

IV. RESULTADOS EMPIRICOS

IV.a. Precios relativos y productividades sectoriales relativas

En los cuadros A1 y A2 del anexo se ofrecen los tests Dickey-Fuller Aumentado (ADF) y
Phillips-Perron (PP) realizados sobre los precios y las productividades sectoriales utilizadas en el
análisis18. Estos tests señalan que no puede rechazarse la hipótesis nula de raíz unitaria en las
series en niveles pero sí en primeras diferencias, lo que indica que son I (1) .
Antes de aplicar los tests de cointegración es necesario seleccionar el número de retardos
del VAR correspondiente. Hemos elegido aquel que minimice los criterios de información de
Akaike y de Schwarz, además de otros criterios como son el LR (LR secuencial modificado), el
FPE (error de predicción final) y el HQ (Hannan-Quinn). En caso de que estos criterios no
indiquen por unanimidad el mismo número de retardos se ha procedido a realizar tests de
exclusión de retardos para decidir el número apropiado de los mismos.
En los cuadros 1 y 2 mostramos los resultados del análisis de cointegración entre los
precios relativos y las productividades relativas medidas como productividad del trabajo por
ocupado y como PTF, respectivamente. En ellos se ofrece la contrastación del rango de
cointegración r . La aplicación de la metodología de Johansen (1992) nos ha conducido a que en
la mayor parte de las contrastaciones se haya asumido tendencia en los datos (en los cuadros de
resultados se señala la especificación elegida). Además, se proporcionan los coeficientes
estimados de los vectores de cointegración normalizados para que β p REL = 1 , así como los errores
estándar corregidos. Finalmente se utilizan tests LR para contrastar hipótesis sobre los
coeficientes estimados con vistas a constatar hasta qué punto se corresponden con los
parámetros teóricos del modelo. En los cuadros A4 y A5 del anexo se ofrecen los tests para

17
Esta metodología también permite contrastar hipótesis sobre el valor de los parámetros de ajuste α ; en
particular, permite contrastar si una variable puede considerarse “débilmente exógena”, es decir, si las desviaciones de la
relación de equilibrio o de largo plazo no afectan a la evolución futura de dicha variable.
18 El número de retardos elegido para el test ADF se corresponde con el que indica el criterio de información de

Akaike y para el PP el que se corresponde con el procedimiento de Newey y West (1987).

10
contrastar la posible estacionariedad de las series19, así como los tests de diagnosis de los residuos
del VAR20.
Los resultados muestran que existe una relación positiva de largo plazo entre los precios
relativos y las productividades del trabajo relativas (ver el gráfico 1) en todos los países
considerados salvo en Holanda (aunque en España y Bélgica la hipótesis nula de ausencia de
cointegración sólo puede rechazarse al 10% de significación). Sin embargo, en la mayor parte de
ellos el coeficiente obtenido en la relación de cointegración no es 1 como señala el modelo BS
cuando se emplea la productividad media del trabajo (recuérdese la expresión (16)) sino, en
general, inferior a la unidad21. Sólo en el caso español y belga no puede rechazarse que el
coeficiente de la productividad relativa sea 1.

Cuadro 1. Resultados de la cointegración entre los precios relativos y las


productividades del trabajo relativas
β pREL p RELt + β meREL meRELt + ε t = 0 normalizado para que β pREL = 1
signo esperado β meREL < 0
Orden Hipótesis Test de Test del β meREL H 0 : β me = −1
REL
del VAR nula la Traza autovalor
máximo LR∼ χ 2 (1)

Alemania 1 r=0 15,18+ 14,35* -0,67 (0,08) 10,43


r ≤1 0,83 0,83 (0,00)
Austria 1 r=0 15,46* 14,46* -0,72 (0,03) 13,15
r ≤1 1,00 1,00 (0,00)
Bélgica 2 r=0 13,72+ 10,95 -0,95 (0,06) 0,57
r ≤1 2,70 2,70 (0,45)
España 2 r=0 14,15+ 13,22+ -0,99 (0,06) 0,01
r ≤1 0,93 0,93 (0,93)
Finlandia 2 r=0 32,20** 23,81** -0,70 (0,07) 9,66
r ≤1 8,39 8,39 (0,00)
Francia 1 r=0 17,94* 16,68* -0,69 (0,09) 9,69
r ≤1 1,26 1,26 (0,00)
Holanda 1 r=0 7,43 6,91
r ≤1 0,52 0,52
Italia 1 r=0 23,83+ 20,82* -2,88 (0,42) 14,02
r ≤1 3,01 3,01 (0,00)
Nota: (**) indica que se rechaza la hipótesis nula al 1% de significación, (*) al 5% y (+) al 10%. Los valores críticos para el test de la
Traza y el estadístico del autovalor máximo se han obtenido de Osterwald-Lenum (1992). En todos los países se ha asumido
tendencia en los datos salvo en Finlandia e Italia, en los que se ha asumido tendencia en el vector de cointegración. En el caso del
coeficiente β meREL el valor entre paréntesis indica el error estándar corregido. Debajo del estadístico LR se ofrece, entre paréntesis,
la probabilidad del mismo.

Cuando se utiliza la PTF los resultados indican que existe una relación de cointegración
en todos los países de la muestra, excepto en Francia. Además, los parámetros estimados

19 Aunque ya sabemos que los tests de raíces unitarias ADF y PP mostrados en el anexo indican que no puede

rechazarse que los precios relativos y las productividades relativas sean I (1) hemos aplicado también tests de
estacionariedad. De hecho, Johansen (1995, pág. 74) señala que es innecesario determinar “a priori” el orden de integración
de las series ya que puede contrastarse “a posteriori” la estacionariedad de las mismas (como una hipótesis particular dentro
de esta metodología) si se obtiene relación de cointegración entre ellas.
20 En concreto, ofrecemos el test LM para examinar la autocorrelación de los residuos, el test de White para la

heterocedasticidad de los mismos y el Jarque-Bera para la normalidad (aunque Gonzalo (1994) demostró que los resultados
de la metodología de Johansen se muestran robustos incluso cuando los errores no son normales).
21 Si la equiparación sectorial de salarios no se verificara (a diferencia de lo que indica el modelo BS), los salarios

relativos podrían formar parte también de la relación de largo plazo de los precios relativos. Martínez (2003) obtiene que si
bien sólo en Austria dichos salarios relativos se han comportado como estacionarios, únicamente comparten la misma
tendencia estocástica que los precios y las productividades en Alemania y Bélgica.

11
presentan el signo correcto (salvo en el que se corresponde con la PTF en el sector no
comerciable en Bélgica). Sin embargo, de acuerdo con los tests de exclusión realizados sobre los
parámetros y que mostramos en el anexo (cuadro A5), no puede rechazarse que en Alemania y
Bélgica la productividad total de los factores en el sector no comerciable quede excluida de la
relación de cointegración.

Cuadro 2. Resultados de la cointegración entre los precios relativos y las PTF


sectoriales
β pREL PRELt + β aC aCt + β a N a N t + ε t = 0 normalizado para que β pREL = 1
signos esperados β aC < 0 , β a N > 0
Orden Hipótesis Test de Test del β aC βaN
del nula la Traza autovalor
VAR máximo

Alemania 2 r=0 38,26** 20,66+ -1,05 (0,19) 1,18 (0,33)


r ≤1 17,60* 14,42*
r ≤2 3,18 3,18
Bélgica 2 r=0 27,71+ 15,88 -1,21 (0,11) -0,08 (0,49)
r ≤1 11,83 9,59
r ≤2 2,24 2,24
Finlandia 1 r=0 35,79** 24,29* -0,68 (0,04) 0,77 (0,14)
r ≤1 11,50 8,96
r ≤2 2,54 2,54
Francia 1 r=0 16,78 11,46
r ≤1 5,32 5,31
r ≤2 0,01 0,01
Italia 2 r=0 24,83 19,25+ -0,82 (0,02) 0,64 (0,14)
r ≤1 5,58 3,17
r ≤2 2,40 2,40
Notas: (**) indica que se rechaza la hipótesis nula al 1% de significatividad, (*) al 5% y (+) al 10%. Los valores críticos para el test de
la traza y el estadístico del autovalor máximo se han obtenido de Osterwald-Lenum (1992). En el caso de los coeficientes β aC y
β a NC los valores entre paréntesis indican los errores estándar corregidos. En todos los países se ha asumido tendencia en los datos.

IV.b. Productividades sectoriales relativas y tipos de cambio reales

En el cuadro A3 del anexo mostramos los tests de raíces unitarias de los tipos de cambio
reales frente al marco alemán. Puede rechazarse que esta variable presente raíz unitaria en el
caso de Austria (según el test ADF al 5% con dos retardos y constante) y Bélgica (según el ADF
al 5% con un retardo y sin constante ni tendencia). Estos tests de raíces unitarias presentan el
inconveniente de su poco poder a la hora de rechazar la hipótesis nula, sobre todo en muestras
no muy grandes como es nuestro caso. Por otro lado, puesto que los dos tests ADF y PP no
rechazan al mismo tiempo la raíz unitaria, hemos pensado en contrastar la posible
estacionariedad de los tipos de cambio reales dentro de la metodología de cointegración de
Johansen que consiste, como sabemos, en un contraste particular sobre el valor de los
parámetros de la relación de cointegración.
En el cuadro 3 ofrecemos los resultados del análisis de cointegración realizado para
analizar si en el periodo 1973-1998 ha existido una relación de largo plazo entre los tipos de
cambio reales q y las productividades del trabajo22 relativas en cada país me REL y en Alemania

22 No utilizamos las PTF sectoriales para no reducir el tamaño de la muestra pues, hasta que tengamos los índices

elaborados a partir de los datos de la base STAN, sólo disponemos de los índices de PTF construidos con datos de la base
ISDB para un número reducido de países (Alemania, Bélgica, Francia, Finlandia e Italia) y en un periodo temporal que
comprende desde 1970 hasta mediados de los años noventa.

12
me ∗REL . Puede observarse que salvo en España y Finlandia no hemos encontrado una relación de
equilibrio que las vincule. Ahora bien, en el caso de Finlandia no se puede rechazar que su
productividad relativa no entre en la relación de cointegración (es decir, no se puede rechazar la
hipótesis β meREL = 0 ) de acuerdo con los tests de exclusión correspondientes mostrados en el
anexo23.

Cuadro 3. Resultados de la cointegración entre los tipos de cambio reales y las


productividades del trabajo relativas
β q qt + β meREL meRELt + β me∗ me∗RELt + ε t = 0 normalizado para que β q = 1
REL

signos esperados β meREL < 0, β me∗ > 0


REL

Orden Hipótesis Test de Test del β meREL β me ∗ H 0 : β meREL = − β me ∗ Coeficientes


del nula la Traza autovalor REL REL del modelo
VAR máximo LR∼ χ 2 (1) restringido

Austria 1 r =0 32,10 17,72


r ≤1 14,38 7,40
r ≤2 6,98 6,98
Bélgica 1 r =0 22,38 17,69
r ≤1 4,69 3,16
r ≤2 1,50 1,50
España 2 r =0 28,03+ 21,10*
-0,77 (0,12) 1,11 (0,36) 1,41 β meREL = −0,69
r ≤1 6,92 6,15
r ≤2 0,77 0,77 (0,23) β me∗ = 0,69
REL

Finlandia 2 r =0 49,63** 22,81* -0,18 (0,29) 1,96 (0,63)


r ≤1 26,82** 19,53*
r ≤2 7,29 7,29
Francia 1 r =0 22,29 10,13
r ≤1 12,16 8,14
r ≤2 4,02* 4,02*
Holanda 1 r =0 20,48 11,28
r ≤1 9,20 6,05
r ≤2 3,15 3,15
Italia 2 r =0 20,50 12,97
r ≤1 7,54 6,38
r ≤2 1,15 1,15
Nota: (**) indica que se rechaza la hipótesis nula al 1% de significatividad, (*) al 5% y (+) al 10%. Los valores críticos para el test de la
Traza y el estadístico del autovalor máximo se han obtenido de Osterwald-Lenum (1992). En el caso de los coeficientes β meREL y
β me ∗ REL los valores entre paréntesis indican los errores estándar corregidos. Se ha asumido tendencia en los datos en todos los casos
salvo en Austria, Bélgica y Finlandia en los que se ha considerado constante restringida en el vector de cointegración.

En resumen, solamente en España hemos encontrado una relación adecuadamente


definida, con los signos esperados, aunque los resultados deben ser tomados con la cautela
necesaria pues el periodo muestral no es muy elevado. Esto significa que el tipo de cambio real
de la peseta frente al marco alemán ha tendido a apreciarse como consecuencia del mayor
crecimiento de la productividad sectorial relativa en nuestro país en el horizonte temporal
considerado (véase el gráfico 2). Además, no puede rechazarse que el coeficiente de las
productividades sectoriales en Alemania sea igual al de España en valor absoluto, lo que nos ha
conducido a estimar un modelo restringido en el que estos coeficientes adoptan el valor -0,68 y
0,68, respectivamente; valores éstos razonables si se tiene en cuenta que dichos coeficientes
representan el peso del sector no comerciable en la economía24.

23 Puede observarse en los resultados correspondientes a Finlandia que no se puede rechazar que existan dos

relaciones de cointegración. Por otro lado, los tests de estacionariedad mostrados en el anexo indican que tampoco se puede
descartar que la productividad en Finlandia y en Alemania sea estacionaria, lo que apunta a la existencia de algún problema
en la especificación.
24 Lo que hemos denominado (1 − α ) y (1 − α * ) , respectivamente.

13
En el resto de países analizados nuestra contrastación empírica no respalda la relación
que se extrae del modelo BS. Una posible explicación reside en que, a diferencia de lo que asume
este modelo, la PPA en el sector comerciable puede no haberse verificado en el periodo objeto
de estudio. En este caso, el tipo de cambio real podría estar influido también en el largo plazo
por el tipo de cambio real del sector comerciable. En el siguiente apartado analizamos esta
posibilidad25.

IV.c. El modelo Balassa-Samuelson “ampliado” con las desviaciones del tipo de


cambio real en el sector comerciable de su valor de PPA

De acuerdo con los tests ADF ofrecidos en el cuadro A3 no puede rechazarse que el tipo
de cambio real en el sector comerciable26 presente raíz unitaria salvo en el caso de Austria (al 5%
de significación) y España (al 1%). Con otras palabras, de acuerdo con estos tests sólo se ha
verificado la PPA en su versión estricta en el sector expuesto al comercio internacional en estos
dos países27. En los demás esta variable puede considerarse I (1) .
En aquellos países de la muestra en los que los tipos de cambio reales en el sector de los
bienes y servicios comerciables se hayan comportado como no estacionarios tendremos que
contrastar la siguiente relación:

q t = (et + p t C − p t ∗C ) + (1 − α t )( p t N − p t C ) − (1 − α t ∗ )( p t ∗N − p t ∗C ) =
(22)
= q t C + (1 − α t )met REL − (1 − α t∗ )met∗ REL

En el cuadro 4 se ofrecen los correspondientes resultados28. En todas las economías


analizadas, salvo en Holanda, hemos obtenido una relación de cointegración entre los tipos de
cambio reales, las desviaciones de la PPA en el sector comerciable, las productividades
sectoriales relativas en cada país y las productividades sectoriales relativas en Alemania29. Todos

25 Otra explicación consiste en que los tipos de cambio reales pueden estar mejor especificados a través de los
precios sectoriales relativos que a través de las productividades –lo que podría deberse a que la relación entre los precios y las
productividades que hemos obtenido dentro de cada país no ha sido, en general, 1 a 1 como indica el modelo, por lo que
factores adicionales a las productividades relativas pueden haber afectado a los precios relativos-. Para analizar esta
posibilidad Martínez (2003) contrasta si existe una relación de largo plazo entre los tipos de cambio reales, los precios
relativos sectoriales en cada país y los precios relativos sectoriales en Alemania. Sin embargo, sólo en el caso de Austria
obtiene una relación de cointegración entre estas tres variables y, además, bien especificada de acuerdo con el modelo. En
esta línea se encuentra el trabajo de Duval (2001) quien tampoco encontró relación de equilibrio entre estas tres variables en
un conjunto de países europeos.
26 Los hemos calculado como tipos bilaterales frente al marco alemán. Los índices de precios utilizados son los

correspondientes deflactores del sector comerciable.


27 Canzoneri et al. (2002) para contrastar si se ha cumplido la PPA en el sector de los bienes y servicios

comerciables en los países europeos analizan si el tipo de cambio nominal está cointegrado con los precios relativos en dicho
sector. Encuentran que en Austria y España el coeficiente de la relación de cointegración no puede rechazarse que sea 1, lo
que indica que puede descartarse que las desviaciones de la PPA en estos países, al igual que nosotros hemos obtenido, sean
no estacionarias.
28 Como decimos, excluimos a Austria y a España porque los tests de raíces unitarias hemos visto que no permiten

rechazar que se haya verificado en ellos la PPA en el sector comerciable y, además, porque los contrastes de estacionariedad
realizados con la metodología de Johansen sobre sus tipos de cambio reales en el sector comerciable tampoco pueden
rechazar que sean estacionarios. En particular, en el caso español hemos obtenido que el test LR correspondiente, que se
distribuye según una χ 2 (3) ,adopta un valor de 5,43 con una probabilidad de 0,14.
29 Estos resultados se han obtenido al considerar en Bélgica e Italia una variable dummy para 1982 y 1983,

respectivamente. Los valores críticos del test de la traza y del test del autovalor máximo tabulados por Osterwald-Lenum

14
los coeficientes estimados presentan el signo adecuado según el modelo teórico. Además, por lo
que respecta al parámetro estimado β qC , en todos los países considerados, salvo en Francia, se
encuentra bastante próximo a la unidad (en valor absoluto), como indica el modelo de tipos de
cambio reales. Por otra parte, los parámetros β meREL y β me∗ también son en todos ellos, excepto
REL

este último en Bélgica, inferiores a la unidad en valor absoluto, lo que también se corresponde
con los valores teóricos ya que dichos coeficientes representan, respectivamente, el peso que el
sector de los bienes y servicios no comerciables tiene en cada país y en Alemania. En Francia no
puede rechazarse que haya dos relaciones de cointegración y que una de ellas vincule
únicamente al tipo de cambio real con el tipo de cambio real en el sector comerciable (en el
anexo puede observarse que no se puede rechazar la hipótesis H 0 : β meREL = 0 , β me∗ = 0 ).
REL

Cuadro 4. Resultados de la cointegración entre tipos de cambio reales, tipos de cambio


reales en el sector comerciable y las productividades del trabajo relativas

β q qt + β qC qCt + β meREL meRELt + β me∗ me∗RELt + ε t = 0 normalizado para que β q = 1


REL

signos esperados β qC < 0 , β meREL < 0, β me∗ > 0


REL

Orden Hipótesis Test de Test del β qC β meREL β me∗


REL
del VAR Autovalor
nula la Traza
máximo
Bélgica 2 r =0 62,79** 32,60* -1,03 (0,18) -0,77 (0,16) 1,31 (0,25)
r ≤1 30,18 16,30
r ≤2 13,87 11,29
r ≤3 2,58 2,58
Finlandia 2 r =0 76,06** 38,69** -1,10 (0,03) -0,47 (0,04) 0,11 (0,09)
r ≤1 37,37* 21,47
r ≤2 15,89 11,91
r ≤3 3,98 3,98
Francia 3 r =0 103,77** 59,08** -0,56 (0,03) -0,24 (0,02) 0,32 (0,03)
r ≤1 44,69** 28,95**
r ≤2 15,73 15,55
r ≤3 2,18 2,18
Holanda 1 r =0 39,40 16,36
r ≤1 23,03 13,30
r ≤2 9,73 7,01
r ≤3 2,72 2,72
Italia 2 r =0 64,02** 29,19* -0,93 (0,05) -0,51 (0,07) 0,30 (0,15)
r ≤1 34,82 16,13
r ≤2 18,69 11,11
r ≤3 7,58 7,57
Nota: (**) indica que se rechaza la hipótesis nula al 1% de significatividad y (*) al 5%. Los valores críticos para el test de la Traza y el
estadístico del autovalor máximo se han obtenido de Osterwald-Lenum (1992). En el caso de los coeficientes β qC , β me REL y β me ∗
REL

los valores entre paréntesis indican los errores estándar corregidos. Hemos asumido tendencia en los datos en Francia y Holanda y
constante restringida en el vector de cointegración en el resto de países.

Que los tipos de cambio reales en el sector expuesto se hayan comportado como no
estacionarios en el periodo objeto de estudio (1973-1998) puede explicarse porque los precios de
los bienes comerciables en cada país hayan diferido de los de Alemania en un contexto de tipos
de cambio nominales estables (como parece haber sucedido en Holanda, y en Francia desde
mediados de los años ochenta), o bien porque las fluctuaciones de los tipos de cambio nominales

(1992) no consideran la introducción de dummies en el análisis, por lo que los valores críticos adecuados cuando estas
variables se incluyen pueden ser ligeramente diferentes. En nuestro caso, no pensamos que amenacen los resultados
obtenidos puesto que los valores de los dos estadísticos mencionados para los distintos rangos de cointegración están muy
alejados de los valores críticos tabulados.

15
que en el pasado han afectado a las monedas de los países que hoy forman parte de la UEM
hayan impedido la equiparación de precios de esos bienes y servicios comerciables (ver el gráfico
3). En este caso, las políticas monetarias divergentes aplicadas por los países que hoy forman
parte de la zona euro y las fluctuaciones de sus tipos de cambio nominales han condicionado la
evolución de sus tipos de cambio reales, lo que puede haber “encubierto” en algunos países el
papel desempeñado por las productividades sectoriales relativas. Sin embargo, como señalan
Alberola y Tyrväinen (1999), puesto que estos factores desaparecen con la moneda única,
obtener respaldo empírico favorable a la relación entre los precios relativos y las
productividades relativas con datos anteriores a la formación de la UEM es más relevante -a la
hora de extrapolar sus posibles consecuencias inflacionistas ya dentro de dicha unión monetaria-
que obtener respaldo de la relación entre los tipos de cambio reales y las productividades
relativas.

V. CONCLUSIONES Y EXTENSIONES

En este artículo hemos contrastado si en un conjunto amplio de países que hoy forman
parte de la UEM se ha verificado el modelo BS. Los resultados obtenidos indican que en todas las
economías de la muestra, salvo en Holanda, ha existido una relación positiva de largo plazo (en
el periodo 1970-2001) entre los precios sectoriales relativos y las productividades del trabajo
sectoriales relativas (aunque, en general, puede rechazarse que esa relación sea 1 a 1). Por su
parte, la relación de largo plazo entre los precios relativos, la PTF en el sector comerciable y la
PTF en el sector no comerciable (en el periodo comprendido desde 1970 hasta mediados de los
años noventa) parece haberse verificado en todos los países considerados excepto en Francia.
Por otro lado, sólo hemos obtenido una relación de largo plazo adecuadamente
especificada entre los tipos de cambio reales y las productividades sectoriales relativas frente a
Alemania (en la etapa 1973-1998) en el caso de España, lo que indica que a medida que el
crecimiento de la productividad relativa del sector expuesto al comercio internacional en
nuestro país ha sido superior al alemán el tipo de cambio real de la peseta frente al marco ha
tendido a apreciarse. En ese periodo, por tanto, la convergencia en niveles de productividad que
experimentó nuestro país se vio acompañada de una convergencia en niveles de precios en
moneda común.
Una posible explicación a este escaso respaldo empírico de la segunda relación que se
deriva del modelo BS es que la PPA en el sector de los bienes comerciables no se ha cumplido en
su versión estricta en los países europeos analizados salvo en Austria y España. Por esta razón,
sus tipos de cambio reales no resultan adecuadamente explicados en el largo plazo a menos que
se incluyan los tipos de cambio reales del sector de los bienes comerciables. Por ejemplo, en
Finlandia e Italia, el fuerte crecimiento de su productividad relativa con respecto a la alemana
desde mediados de los años ochenta y en toda esa década, respectivamente, debería haberse visto
reflejado en una apreciación de su tipo de cambio real de acuerdo con el modelo BS; sin
embargo, la fuerte depreciación de sus monedas en la mitad de los años noventa condicionó en
mayor medida la evolución de sus tipos de cambio reales en ese período. En otros países como
Francia su tipo de cambio real no ha podido explicarse únicamente por el avance de su
productividad relativa frente a Alemania (ya que el ritmo de crecimiento de ambas
productividades fue bastante similar en la década de los ochenta, previsiblemente por el nivel de
desarrollo similar que caracteriza a ambas economías) por lo que parece razonable que la
evolución de sus tipos de cambio reales haya estado más condicionada por los movimientos del

16
tipo de cambio real en el sector expuesto al comercio internacional; en particular, por el precio
relativo de estos bienes y servicios frente a los de Alemania, ya que el tipo de cambio nominal
del franco francés se mantuvo muy estable frente al DM desde el segundo tercio de los años
ochenta.
Puesto que dentro de la UEM las fluctuaciones de los tipos de cambio nominales ya no
son posibles, la primera de las dos relaciones que se extraen del modelo BS adquiere mayor
importancia. Nuestros resultados avalan que en los países considerados, excepto en Holanda, ha
existido una relación positiva de largo plazo entre los precios relativos de los bienes y servicios
no comerciables y las productividades del trabajo relativas de los comerciables. Por lo tanto,
siempre que esta relación se mantenga en el futuro, los países de la eurozona con mayor
crecimiento de su productividad en el sector expuesto a la competencia internacional mostrarán
un crecimiento superior de los precios en el sector no comerciable y, con ello, una mayor tasa de
inflación siempre que los precios de los comerciables evolucionen de forma similar entre ellos.
Este mayor crecimiento de la productividad relativa en el sector abierto al comercio
internacional podría tener su origen en un proceso de “catching-up” -en cuyo caso la
convergencia en niveles de productividad hacia la media comunitaria se verá acompañada de
convergencia en niveles de precios- pero también podría estar protagonizado por países
avanzados de la eurozona como consecuencia de los procesos de reformas estructurales que
acometan o como consecuencia, por ejemplo, de la inversión extranjera directa; de hecho, desde
el comienzo de la UEM los países de la zona euro con un crecimiento más marcado de su
productividad en el sector comerciable no son los que uno catalogaría en fase de “catching-up”
y, por el contrario, España ha experimentado un crecimiento muy débil de dicha productividad,
aunque no debe olvidarse que el modelo BS es de largo plazo y en horizontes temporales
reducidos otros muchos factores pueden provocar tasas de inflación diferentes entre países que
comparten una misma moneda.
Los diferenciales de inflación motivados por la convergencia en niveles de productividad
y precios adquieren una dimensión más relevante si se tiene en consideración la futura
incorporación de los países del centro de Europa a la zona euro. En la mayor parte de estos
países que en 2004 formarán parte de la UE y previsiblemente algo después de la UEM, su nivel
de productividad es muy inferior a la media comunitaria. Dentro de la unión monetaria, y
contando además con las ayudas de los Fondos Estructurales, parece razonable que
experimenten fuertes crecimientos de su productividad y de su renta convergiendo, de este
modo, hacia los estándares de resto de países (como pasó con Irlanda, España y Portugal en los
años noventa). Puesto que el margen para la convergencia es elevado, es de esperar que durante
un periodo de tiempo prolongado muestren tasas de inflación superiores a las de los países más
desarrollados de la zona euro. Por esta razón consideramos especialmente interesante continuar
esta investigación incorporando en el análisis a estos futuros socios comunitarios. Además,
esperamos poder completar la contrastación del modelo BS en el resto de países que actualmente
forman parte de la UEM para los que, hasta el momento, no tenemos información suficiente.

17
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20
APÉNDICE DE DATOS

Comerciables: manufacturas; transporte, almacenamiento y comunicaciones.


No comerciables: construcción; comercio al por mayor y al por menor; restaurantes y hoteles; intermediación financiera,
actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler.

merel productividad del trabajo relativa (comerciables/no comerciables): valor añadido real/ocupados; en Holanda: valor añadido
real/puestos de trabajo equivalentes de ocupados.
prel precio relativo (no comerciables/comerciables ): valor añadido nominal/ valor añadido real.
Periodo muestral: Alemania 1970-2001, Austria 1976-2001, Bélgica 1970-2000, España 1970-2001 (desde 1980 hasta 1970 se han
prolongado las series hacia atrás con las tasas de crecimiento de los datos proporcionados por el INE), Finlandia 1970-2001, Francia
1970-2000, Holanda 1977-2001, Italia 1970-2001.
Fuente: STAN Database (OCDE).

ac Productividad Total de los Factores en el sector comerciable.


a N Productividad Total de los Factores en el sector no comerciable.
prel precio relativo (no comerciables/comerciables ): valor añadido nominal/ valor añadido real .
Periodo muestral: Alemania 1970-1993, Bélgica 1970-1995, Finlandia 1970-1996, Francia 1970-1997, Italia 1970-1994.
Fuente: ISDB Database (OCDE).

q tipos de cambio reales bilaterales (DM/moneda nacional), construidos con los deflactores del total de la economía considerado.
qc tipos de cambio reales bilaterales en el sector comerciable (DM/moneda nacional), construidos con los deflactores del sector
comerciable.
Periodo muestral: DM/Schilling 1976-1998, DM/franco belga 1973-1998, DM/peseta 1973-1998 (desde 1980 hasta 1973 se han
prolongado las series de los deflactores hacia atrás con las tasas de crecimiento de los datos proporcionados por el INE), DM/corona
finlandesa 1973-1998, DM/franco francés 1973-1998, DM/florín 1977-1998, DM/lira italiana 1973-1998.
Fuente: STAN Database (OCDE).

21
Gráfico 1. Precios y productividades del trabajo relativos

A le m a nia A us t ria
0,4 0,5

0,4
0,3
0,3
0,2
0,2
0,1
0,1
0 0
1970 1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997 2000 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997 2000
-0,1 -0,1

Precio N/ C Product C/ N Precio N/ C Product C/ N

B é lgic a Es pa ña
0,8 1

0,8
0,6
0,6
0,4
0,4
0,2 0,2

0 0
1970 1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997 2000 1970 1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997 2000

Precio N/ C Product C/ N Precio N/ C Product C/N

F inla ndia F ra nc ia
0,8 0,8

0,6
0,6

0,4
0,4
0,2
0,2
0
1970 1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997 2000 0
-0,2 1970 1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997 2000

Precio N/ C Product C/N Precio N/ C Product C/ N

H o la nda It a lia
0,8
0,6
0,5
0,6
0,4
0,4 0,3
0,2
0,2
0,1

0 0
1977 1980 1983 1986 1989 1992 1995 1998 2001 -0,1 1970 1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997 2000

Precio N/ C Product C/ N Precio N/ C Product C/ N

22
Gráfico 2. Tipos de cambio reales y productividades del trabajo sectoriales frente a Alemania

A us t ria B é lgic a
0,4 0,6

0,3
0,4
0,2
0,2
0,1

0
0
1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997
1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997
-0,1 -0,2

TC real Product C/ N Product Alem C/ N TC real Product C/ N Product Alem C/ N

Es pa ña F inla ndia
0,8 0,5
0,4
0,6
0,3
0,4 0,2
0,1
0,2
0
0 -0,1 1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997
1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997
-0,2 -0,2

TC real Product C/ N Product Alem C/ N TC real Product C/ N Product Alem C/ N

F ra nc ia H o la nda
0,6 0,6
0,5 0,5
0,4 0,4
0,3 0,3
0,2 0,2
0,1 0,1
0 0
-0,1 1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997 -0,1 1977 1980 1983 1986 1989 1992 1995 1998
-0,2 -0,2

TC real Product C/N Product Alem C/ N TC real Product C/N Product Alem C/ N

It a lia
0,5

0,4

0,3

0,2

0,1

0
1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997
-0,1

TC real Product C/ N Product Alem C/ N

23
Gráfico 3. Tipos de cambio reales en el sector comerciable frente a Alemania

A us t ria Es pa ña
0,08 0,5
0,06
0,04 0
1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997
0,02
-0,5
0
1976 1978 1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998
-0,02
-1
-0,04
-0,06 -1,5

Prec C Alem/ Aust DM / schilling TC real en C Prec C Alem/ Esp DM / peset a TC real en C

B é lgic a F inla ndia


0,1 0,4
0,2
0
1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997 0
-0,2 1973
-0,1 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997

-0,4
-0,2
-0,6
-0,3
-0,8

-0,4 -1

Prec C Alem/ Bélg DM / FB TC real en C Prec C Alem/ Finl DM / FK TC real en C

F ra nc ia H o la nda
0,2 0,3

0 0,2
1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997 0,1
-0,2
0
-0,4 1977 1979 1981 1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997
-0,1
-0,6 -0,2

-0,8 -0,3

Prec C Alem/ Franc DM / FF TC real en C Prec C Alem/ Holan DM /f lorín TC real en C

It a lia
0,4
0,1

-0,2 1973 1976 1979 1982 1985 1988 1991 1994 1997
-0,5
-0,8
-1,1

-1,4
-1,7

Prec C Alem/ It al DM / lira TC real en C

24
ANEXO. Tests de raíces unitarias y tests aplicados sobre los parámetros de la relación de
cointegración y sobre los residuos de los VAR

Cuadro A.1. Tests de raíces de unitarias de los precios relativos y las productividades del trabajo
relativas, base STAN
ADF PP
Variables Constante Constante Ni Constante Constante Ni
y constante y constante
tendencia ni tendencia ni
tendencia tendencia
Alemania merel p=1 -0,40 p=1 -1,11 p=1 2,18 p=3 -0,99 p=3 1,67 p=3 2,74
d (merel ) p=1 -4,52** p=1 -4,04** p=1 -3,01** p=3 -5,87** p=3 -5,55** p=3 -4,60**
prel p=1 -2,10 p=1 -0,18 p=1 1,15 p=3 -1,74 p=3 0,05 p=3 1,86
d ( prel ) p=1 -3,15 p=1 -3,10* p=1 –2,55* p=3 -3,80* p=3 -3,82** p=3 -3,24**

Austria merel p=2 -2,94 p=2 0,58 p=1 1,65 p=2 -2,77 p=2 0,73 p=2 3,72
d (merel ) p=2 -3,59 p=2 -3,56* p=1 -1,42 p=2 -6,24** p=2 -6,36** p=2 -3,23**
prel p=1 -2,40 p=1 -1,07 p=1 1,54 p=2 -2,16 p=2 -1,14 p=2 2,40
d ( prel ) p=1 -3,97* p=2 -2,12 p=2 -1,54 p=2 -4,31* p=2 -4,31** p=2 -2,76**

Bélgica merel p=1 -2,65 p=3 0,93 p=1 1,94 p=3 -2,84 p=3 1,65 p=3 2,58
d (merel ) p=2 -4,96** p=2 -4,95** p=1 -2,73** p=3 -4,99 p=3 -4,97** p=3 -3,63**
prel p=1 -1,27 p=1 -1,31 p=1 2,79 p=3 -2,01 p=3 -1,94 p=3 2,65
d ( prel ) p=1 -3,69 p=1 -3,59* p=1 -1,79 p=3 -7,12** p=3 -7,03** p=3 -4,15**

España merel p=2 -2,63 p=2 0,01 p=2 2,27 p=3 -2 62 p=3 -0,78 p=3 2,90
d (merel ) p=1 -4,48** p=1 -3,86** p=1 -4,81** p=3 -6,42** p=3 -6,45* p=3 -4,81**
prel p=1 -1,75t p=1 1,53 p=1 2,00 p=3 -1,98 p=3 -2,02 p=3 2,74
d ( prel ) p=1 -3,46 p=1 -3,18* p=1 -1,62 p=3 -5,38** p=3 -5,15** p=3 -2,81**

Finlandia merel p=2 -1,51 p=1 -2,47 p=2 1,73 p=3 -1,11 p=3 3,20* p=3 4,48
d (merel ) p=1 -3,69* p=1 -2,06 p=1 -1,34 p=3 -6,19** p=3 -4,51** p=3 -3,22**
prel p=2 -1,84 p=1 1,22 p=1 2,55 p=3 -1,04 p=3 1,23 p=3 3,18
d ( prel ) p=1 -4,61** p=1 -3,62* p=1 -2,87** p=3 -6,01** p=3 -5,44** p=3 -4,38**

Francia merel p=1 -0,40 p=1 1,65 p=1 2,84 p=3 -0,04 p=3 2,69 p=3 5,87
d (merel ) p=1 -3,57* p=1 -2,61 p=1 1,50 p=3 -4,00* p=3 -3,41* p=3 -1,15*
prel p=1 -0,68 p=1 1,36 p=1 2,59 p=3 -0,52 p=3 1,45 p=3 4,75
d ( prel ) p=1 -2,83 p=1 -3,05* p=1 -1,02 p=3 -3,49 p=3 -3,09* p=3 -1,33

Holanda merel p=2 -3,33 p=2 0,07 p=2 2,04 p=2 -2,66 p=2 -0,17 p=2 2,76
d (merel ) p=1 -4,24* p=1 -4,32** p=1 -2,42 p=2 -3,69* p=2 -3,80** p=2 -2,49*
prel p=2 -3,19 p=1 -1,02 p=1 2,15 p=2 -2,99 p=2 -1,48 p=2 2,99
d ( prel ) p=1 -4,21* p=1 4,12** p=1 -1,82 p=2 -4,64** p=2 -4,72** p=2 -2,49*

Italia merel p=1 -2,61 p=1 -0,22 p=1 2,49 p=3 -4,07* p=3 0,60 p=3 2,84
d (merel ) p=1 -5,74** p=1 -5,83** p=1 -3,30** p=3 -8,27** p=3 -7,98** p=3 -5,52**
prel p=1 -1,63 p=1 0,13 p=1 1,96 p=3 -1,60 p=3 0,35 p=3 2,65
d ( prel ) p=1 -3,48 p=1 -3,37* p=1 -2,46* p=3 -4,83** p=3 -4,86** p=3 -3,62**

Nota: La hipótesis nula consiste en que el proceso generador de los datos contiene una raíz unitaria; (**) indica que dicha hipótesis es rechazada
al 1% y (*) al 5%, p es el número de retardos. Los valores críticos se han obtenido de MacKinnon (1991).

25
Cuadro A.2. Tests de raíces unitarias de los precios relativos y las PTF sectoriales, base ISDB
ADF PP
Variables Constante Constante Ni Constante Constante Ni
y constante y constante
tendencia ni tendencia ni
tendencia tendencia
Alemania ac p=1 -2,57 p=1 -1,91 p=1 0,73 p=2 -2,02 p=2 -1,57 p=2 1,04
d (ac ) p=1 -3,86* p=1 -3,61* p=1 -2,71** p=2 -4,61** p=2 -4,35** p=2 -3,64**
aN p=1 -3,90* p=2 -0,57 p=2 1,01 p=2 -2,30 p=2 -1,36 p=2 0,69
d (a N ) p=1 -3,66* p=1 -3,77* p=1 -3,34** p=2 -2,57 p=2 -2,61 p=2 -2,61*
prel p=1 -2,83 p=1 -1,47 p=1 -1,16 p=2 -1,88 p=2 -1,38 p=2 0,41
d ( prel ) p=1 -2,44 p=1 -2,52 p=1 -2,38* p=2 -2,45 p=2 -2,52 p=2 -2,47*

Bélgica ac p=1 -2,15 p=1 -0,84 p=1 1,92 p=2 -2,59 p=2 -0,74 p=2 2,27
d (ac ) p=1 -4,40* p=1 -4,40** p=1 -2,53* p=2 -6,01** p=2 -6,07** p=2 -4,11**
aN p=1 -0,08 p=2 -1,86 p=2 -1,34 p=2 -0,79 p=2 -1,28 p=2 -1,19
d (a N ) p=2 -3,69* p=1 -2,94 p=1 -2,99** p=2 -5,81** p=2 -5,33** p=2 -5,45**
prel p=1 0,45 p=2 -1,94 p=2 0,26 p=2 -0,36 p=2 -2,49 p=2 1,78
d ( prel ) p=1 -2,92 p=1 -2,16 p=1 -1,56 p=2 -5,28** p=2 -4,81** p=2 -3,56**

Finlandia ac p=2 -2,03 p=3 2,64 p=2 2,54 p=2 -1,33 p=2 1,58 p=2 3,93
d (ac ) p=2 -5,60** p=1 -3,11* p=1 -2,14* p=2 -3,53 p=2 -3,39* p=2 -2,26*
aN p=1 -3,74* p=2 -1,09 p=2 0,90 p=2 -2,24 p=2 -1,50 p=2 0,83
d (a N ) p=1 -3,24 p=1 -3,44* p=1 -3,03** p=2 -2,65 p=2 -2,73 p=2 -2,41*
prel p=2 -2,13 p=1 0,84 p=1 1,76 p=2 -1,09 p=2 0,92 p=2 2,24
d ( prel ) p=1 -4,08* p=1 -2,94 p=1 -2,49* p=2 -4,53** p=2 -3,99** p=2 -3,41**

Francia ac p=1 -2,64 p=1 0,04 p=1 2,36 p=3 -2,40 p=3 -0,27 p=3 3,47
d (ac ) p=1 -3,52 p=1 -3,64* p=1 -1,86 p=3 -3,71* p=3 -3,86** p=3 -2,17*
aN p=1 -1,41 p=1 -1,74 p=1 0,31 p=3 -1,81 p=3 -2,40 p=3 0,32
d (a N ) p=1 -2,91 p=1 -2,71 p=1 -2,68** p=3 -4,37** p=3 -4,18** p=3 -4,06**
prel p=1 -2,14 p=1 0,07 p=2 2,49 p=3 -1,61 p=3 0,24 p=3 3,28
d ( prel ) p=1 -4,10* p=1 -4,04** p=1 -2,50* p=3 -3,53 p=3 -3,56* p=3 -2,47*

Italia ac p=1 -3,13 p=1 -1,07 p=1 2,19 p=2 -3,14 p=2 -0,61 p=2 2,73
d (ac ) p=1 -4,57** p=1 -4,52** p=1 -2,11* p=2 -6,06** p=2 -6,01** p=2 -3,41**
aN p=1 -2,04 p=1 -2,12 p=1 -1,50 p=2 -1,98 p=2 -1,90 p=2 -1,18
d (a N ) p=2 -3,75* p=1 -2,96 p=1 -3,03** p=2 -3,36 p=2 -3,45* p=2 -3,55**
prel p=2 -1,01 p=2 -1,35 p=2 1,46 p=2 -1,34 p=2 -1,42 p=2 1,94
d ( prel ) p=1 -4,35* p=2 -3,75* p=1 -2,39* p=2 -3,22 p=2 -2,90 p=2 -1,83
Nota: La hipótesis nula consiste en que el proceso generador de los datos contiene una raíz unitaria; (**) indica que dicha hipótesis es rechazada
al 1% y (*) al 5%, p es el número de retardos. Los valores críticos se han obtenido de MacKinnon (1991).

26
Cuadro A.3. Tests de raíces unitarias de los tipos de cambio reales y los tipos de cambio reales en el
sector comerciable, base STAN
ADF PP
Variables Constante Constante Ni Constante Constante Ni
y constante y constante
tendencia ni tendencia ni
tendencia tendencia
Austria q p=2 -2,40 p=2 -3,63* p=1 0,29 p=2 -1,94 p=2 -2,67 p=2 0,58
d (q) p=1 -4,86** p=1 -3,85** p=1 -3,32** p=2 -3,53 p=2 -3,43** p=2 -3,28**
qc p=3 -3,05 p=3 -3,33* p=3 -1,48 p=2 -2,48 p=2 -2,55 p=2 -1,34
d (qc ) p=1 -4,53** p=1 -4,50** p=1 -4,61** p=2 -4,07 p=2 -4,17** p=2 -4,30**

Bélgica q p=1 -2,39 p=1 -2,20 p=1 -2,21* p=2 -1,93 p=2 -1,65 p=2 -1,65
d (q) p=1 -3,38 p=1 -3,35* p=1 -3,40* p=2 -2,98 p=2 -3,07* p=2-3,14**
qc p=2 -1,20 p=2 -1,97 p=1 -0,47 p=2 -1,24 p=2 -1,21 p=2 -0,22
d (qc ) p=1 -3,80** p=1 -3,46** p=1 -3,21** p=2 -3,00 p=2 -2,99* p=2 -2,94**

España q p=1 -3,15 p=1 -2,46 p=1 -0,46 p=2 -2,59 p=2 -2,48 p=2 -0,24
d (q) p=1 -4,05* p=1 -4,11** p=1 -4,14** p=2 -3,72* p=2 -3,81** p=2 -3,86**
qc p=1 -3,73* p=1 -3,77** p=1 -1,87 p=2 -2,88 p=2 -2,91 p=2 -1,56
d (qc ) p=1 -4,25* p=1 -4,37** p=1 -4,48** p=2 -3,82* p=2 -3,93** p=2 -4,03**

Finlandia q p=1 -2,91 p=1 -2,69 p=2 -1,01 p=2 -2,49 p=2 -2,21 p=2 -1,29
d (q) p=1 -4,49** p=1 -4,49** p=1 -4,59** p=2 -3,35 p=2 -3,48** p=2 -3,57**
qc p=1 -2,80 p=1 -2,13 p=1 -1,57 p=2 -2,70 p=2 -1,96 p=2 -1,23
d (qc ) p=1 -4,48** p=1 -4,39** p=1 -4,47** p=2 -3,66* p=2 -3,78** p=2 -3,86**

Francia q p=2 -2,48 p=2 -1,58 p=2 -0,95 p=2 -3,32 p=2 -2,35 p=2 -2,01
d (q) p=2 -4,13* p=2 -4,13** p=2 -4,18** p=2 -5,63** p=2 -5,68** p=2 -5,83**
qc p=3 -2,46 p=3 0,46 p=3 1,37 p=2 -2,86 p=2 -0,89 p=2 0,09
d (qc ) p=2 -4,44* p=2 -4,07** p=2 -3,54** p=2 -6,24** p=2 -6,08** p=2 -6,09**

Holanda q p=3 -2,97 p=1 -2,91 p=1 0,11 p=2 -2,06 p=2 -2,05 p=2 0,62
d (q) p=1 -1,87 p=1 -1,84 p=1 -2,10* p=2 -3,02 p=2 -2,81 p=2 -2,74**
qc p=2 -1,65 p=1 -2,92 p=1 1,41 p=2 -2,42 p=2 -1,78 p=2 1,54
d (qc ) p=1 -5,04** p=1 -3,33* p=2 -1,86 p=2 -6,75** p=2 -4,94** p=2 -3,58**

Italia q p=1 -1,94 p=1 -2,04 p=1 -0,92 p=2 -1,74 p=2 -1,77 p=2 -0,86
d (q) p=2 -4,02* p=2 -3,44* p=2 -3,50** p=2 -3,90* p=2 -3,91** p=2 -3,96**
qc p=1 -1,90 p=1 -2,13 p=1 -1,01 p=2 -1,68 p=2 -1,83 p=2 -1,01
d (qc ) p=2 -3,63* p=2 -3,10* p=2 -3,18** p=2 -4,33* p=2 -4,27** p=2 -4,33**

Nota: La hipótesis nula consiste en que el proceso generador de los datos contiene una raíz unitaria; (**) indica que dicha hipótesis es rechazada
al 1% y (*) al 5%, p es el número de retardos. Los valores críticos se han obtenido de MacKinnon (1991).

Cuadro A.4. Tests de estacionariedad y de diagnosis de los residuos del VAR en la cointegración entre
los precios relativos y las productividades del trabajo relativas
Tests de estacionariedad Tests de diagnosis de los residuos del VAR

prel merel LM (1) Jarque-Bera White


LM (4)
LR∼ χ 2 (1) LR∼ χ 2 (1)
Alemania 7,54 11,54 4,74 (0,31) 2,59 10,25
(0,00) (0,00) 1,80 (0,77) (0,63) (0,80)
Austria 11,05 12,40 2,38 (0,67) 10,34 20,31
(0,00) (0,00) 1,04 (0,90) (0,04) (0,16)
Bélgica 8,17 8,00 0,93 (0,92) 3,57 27,96
(0,00) (0,00) 1,43 (0,84) (0,47) (0,95)
España 10,12 11,64 3,07 (0,55) 2,74 41,66
(0,00) (0,00) 1,46 (0,83) (0,60) (0,49)
Finlandia 11,61 12,96 5,52 (0,24) 2,87 46,21
(0,00) (0,00) 5,14 (0,27) (0,58) (0,30)
Francia 2,71 5,87 6,64 (0,16) 3,14 18,79
(0,09) (0,01) 2,31 (0,68) (0,53) (0,22)
Italia 17,02 5,06 3,22 (0,52) 10,42 24,36
(0,00) (0,02) 0,27 (0,99) (0,35) (0,06)

Nota: entre paréntesis se ofrece la probabilidad de los correspondientes tests.

27
Cuadro A.5. Tests de estacionariedad, de exclusión y de diagnosis de los residuos del VAR en la
cointegración entre los precios relativos y las PTF sectoriales
Tests de estacionariedad Tests de exclusión Tests de diagnosis de los residuos del VAR

prel aC aN prel aC aN LM (1) Jarque-Bera White


LM (4)
LR∼ χ 2 (2) LR∼ χ 2 (2) LR∼ χ 2 (2) LR∼ χ 2 (1) LR∼ χ 2 (1) LR∼ χ 2 (1)
Alemania 16,91 14,19 12,27 6,04 4,60 2,00 10,59 (0,30) 8,52 73,79
(0,00) (0,00) (0,00) (0,01) (0,04) (0,15) 10,16 (0,34) (0,20) (0,42)
Bélgica 10,29 8,81 12,94 4,30 5,21 0,01 8,07 (0,53) 8,14 66,29
(0,00) (0,01) (0,00) (0,04) (0,02) (0,92) 4,08 (0,91) (0,23) (0,67)
Finlandia 18,03 15,36 15,55 15,03 15,30 11,00 7,54 (0,58) 5,69 66,04
(0,00) (0,00) (0,00) (0,00) (0,00) (0,00) 7,19 (0,62) (0,46) (0,13)
Italia 14,07 14,88 16,78 14,82 13,80 9,16 12,71 (0,18) 10,36 84,60
(0,00) (0,00) (0,00) (0,00) (0,00) (0,00) 7,84 (0,55) (0,11) (0,15)
Nota: entre paréntesis se ofrece la probabilidad de los correspondientes tests.

Cuadro A.6. Tests de estacionariedad, de exclusión y de diagnosis de los residuos del VAR en la
cointegración entre los tipos de cambio reales y las productividades del trabajo relativas
Tests de estacionariedad Tests de exclusión Tests de diagnosis de los residuos del VAR

q merel ∗
merel q merel ∗
merel LM (1) Jarque-Bera White
LR∼ χ 2 (2) LR∼ χ 2 (2) LR∼ χ 2 (1) LM (4)
LR∼ χ 2 (2) LR∼ χ 2 (1) LR∼ χ 2 (1)
España 13,38 16,15 19,80 14,05 12,40 6,56 17,46 (0,05) 9,51 94,56
(0,00) (0,00) (0,00) (0,00) (0,00) (0,01) 5,67 (0,77) (0,15) (0,04)
Finlandia 8,52 2,37 5,02 5,99 0,17 4,36 23,04 (0,11) 17,97 162,60
(0,01) (0,30) (0,08) (0,01) (0,68) (0,04) 10,00 (0,87) (0,02) (0,64)
Nota: entre paréntesis se ofrece la probabilidad de los correspondientes tests.

Cuadro A.7. Tests de estacionariedad, de exclusión y de diagnosis de los residuos del VAR en la
cointegración entre los tipos de cambio reales, los tipos de cambio reales en el sector comerciable y las
productividades del trabajo relativas
Tests de estacionariedad Tests de exclusión Tests de diagnosis de los residuos
del VAR
q qC merel ∗
merel H 0 : β q = 0, β q = 0 H 0 : β meREL = 0, β me∗ = 0
C REL LM (1) Jarque- White
LR∼ χ 2 (3) LR∼ χ 2 (3) LR∼ χ 2 (2)
LM (4) Bera
LR∼ χ 2 (3) LR∼ χ 2 (3) LR∼ χ 2 (2)
Bélgica 12,87 12,19 13,30 10,94 10,55 10,63 19,12 15,47 166,28
(0,00) (0,00) (0,00) (0,01) (0,00) (0,00) (0,26) (0,05) (0,35)
5,67
(0,99)
Finlandia 22,68 21,06 11,13 13,78 9,61 19,92 16,83 14,78 170,07
(0,00) (0,00) (0,01) (0,00) (0,00) (0,00) (0,40) (0,06) (0,28)
11,72
(0,76)
Francia 10,05 14,39 19,27 21,10 13,45 0,13 17,59 24,26 162,10
(0,00) (0,00) (0,00) (0,00) (0,00) (0,72) (0,35) (0,02) (0,26)
15,36
(0,50)
Italia 13,51 13,28 6,33 12,10 6,31 12,64 23,91 17,46 153,80
(0,00) (0,00) (0,09) (0,00) (0,04) (0,00) (0,10) (0,03) (0,81)
11,68
(0,76)
Nota: entre paréntesis se ofrece la probabilidad de los correspondientes tests.

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