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3 Ibíd., p. 144
4 Ibídem
lógicas deben ser las pautas para alcanzar la verdad. 5 Así como la estética es la
que se encarga del estudio de lo bello, la lógica se encarga del estudio de la
verdad, por eso mismo es que se encarga de establecer unas leyes para lograr
llegar a la verdad. Ahora, las leyes se entienden de dos maneras, como
descriptivas o como prescriptivas. Las primeras afirman lo que es, se tratan del
ser, mientras que las segundas indican lo que debería ser. Las leyes
descriptivas, es decir, que describen el pensamiento son la psicología, mientras
que las leyes que prescriben, es decir, que indican cómo debería ser el
pensamiento, pertenecen a la lógica, Frege las llama también, leyes del
pensamiento. Las leyes lógicas o del pensamiento valen para las leyes
geométricas y físicas, sin embargo son tomadas erróneamente como leyes que
rigen el pensamiento del mismo como “que las leyes naturales los sucesos del
mundo exterior.”6 Si tomamos a las leyes del pensamiento de esta manera poco
acertada, serian leyes que determinarían lo que en promedio los hombres toman
por verdadero, es decir, “… si uno quiere concordar con el promedio, debe
seguir estas leyes.” 7 Son leyes que indican como las personas deben pensar
para poder pensar como la mayoría. Lo tenido por verdadero es algo subjetivo,
ya que depende de las representaciones que los individuos tienen de los
objetos. Nuestras representaciones son tomadas por nosotros como algo
verdadero, pero no quiere decir que sea lo-verdadero. Lo verdadero, por otro
lado, es lo objetivo, para Frege, lo verdadero no depende del sujeto. La visión
del autor sobre lo verdadero es de tendencia platónica, ya que se concibe un
mundo de las ideas, donde se encuentran todas las verdades absolutas, las
cuales no se encuentran en el espacio ni tiempo.
Para los lógicos psicologistas las leyes lógicas no están abiertas a cambios de
ningún tipo y no conciben la existencia de algún modo de pensar distinto al
nuestro que conciba leyes lógicas distintas a las nuestras. Existe una distinción
entre enunciado y pensamiento, que ayudan a demostrar que lo tomado por
5 Ibíd., p. 145
6 Ibíd., p. 146
7 ibídem
verdadero es relativo. Si tomamos un enunciado cualquiera, el autor utiliza “yo
estoy hambriento.”8, puede ser para unos falsos y para otros verdadero, como
enunciado, pero el pensamiento no puede ser falso para unos y verdadero para
otros. Ese enunciado emitido por otra persona expresa un pensamiento distinto
al pensamiento que otras personas tiene sobre ese mismo enunciado.
El problema que Frege encuentra en la concepción de lo verdadero de los
psicologistas como tanto lo real como lo no-real como subjetivo es que la
discusión sobre los objetos no tendría sentido porque nadie tendría la razón. Por
ejemplo, si una persona tiene una representación de la luna como que es grande
y amarilla, mientras que otro tiene una representación totalmente distinta, no
podría decirse que uno tenga o no la razón. Tampoco cabría la posibilidad de
enseñanza porque no habría una comunidad de objeto. El autor afirma que: “Si
bien hay representaciones del uno en las mentes individuales, estas deben ser
distinguidas del uno, al igual que las representaciones de la Luna deben ser
distinguidas de las Luna misma.”9 Con lo que entonces podemos decir que para
tener un conocimiento de lo verdadero hay que poder separar la representación
de la cosa misma, algo que parece ser, los psicologistas no logran.
Otras de las debilidades que Frege le encuentra al pensamiento de los lógicos
psicologistas son los usos que se le dan a la palabra “representación”. Por un
lado se relaciona con la vida mental del individuo, por el otro lado parece
referirse a algo que se presenta a muchas personas de la misma forma. Lo que
sucede es que las representaciones de cada persona son totalmente distintas.
En conclusión, podemos decir que la visión psicologista de las leyes lógicas
no permite, según Frege, llegar a conocer lo verdadero, pues lo que es
verdadero para ellos son las representaciones, no logran percibir entre el objeto
mismo y su representación.
8 Ibid., p. 149
9 Ibid., p. 151