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El wc para los romanos

Cada cultura tiene sus rasgos característicos y la romana es especialmente rica en ellos. La
abundante documentación que ha llegado hasta nuestros días nos permite conocer muchos datos de
su día a día. En Supercurioso os hemos hablado de cómo era ser niño en la Antigua Roma o como
era el sexo en la Antigua Roma. En esta ocasión hemos ahondado en un tema mucho más
prosaico: los W.C. romanos y el instrumento para limpiarse el trasero.
Los W.C. romanos y el instrumento para limpiarse el trasero
Los romanos extendieron su modo de vida por todos los rincones de Europa. En muchos países
existen restos de carreteras, acueductos, murallas, arcos…y sobre todo, de termas y baños. Eran un
pueblo al que le gustaba la higiene, y no sólo la personal, sino que fueron los primeros en dotar a sus
urbes de alcantarillado y agua corriente, dos elementos indispensables para mantener limpias las
ciudades.
Los ricos tenían baños (Balmes o balneum) en sus casas, pero todas las urbes tenían termas para los
ciudadanos que no podían permitirse tener uno en su casa. Las termas contaban con salas privadas
en las que se hacían actividades lúdicas y también gimnásticas. El ritual del baño era largo y tenía una
importante faceta social. La termas eran lugares donde los romanos se reunían. Esta afición por aunar
higiene y actividad social no quedaba en los baños públicos, sino que se extendía hasta los momentos
más íntimos, los romanos se sentaban en los aseos en comunidad.

Los aseos eran públicos, podía acudir cualquier ciudadano que lo necesitase, previo pago de una
pequeña cantidad, y sin ningún pudor proceder a hacer sus necesidades con otros parroquianos. Ya
fueras soldado, comerciante, artesano o político, al realizar las funciones fisiológicas todos se
sentaban en sus retretes y procedían sin rubor. No había ningún tipo de mampara o separación entre
los W.C., podían ser de piedra o madera, pero siempre un agujero al lado del otro. El interior del W.C.
romano estaba conectado con una corriente de agua continua que llevaba los residuos hasta las
cloacas. Si no estaba conectado con ninguna conducción, simplemente se ponía en su interior un
recipiente parecido a un orinal, que era vaciado por un esclavo.

Una vez acabadas las necesidades, para limpiarse, en los aseos de más categoría utilizaban un
curioso utensilio: un palo de madera con una esponja en la punta. Para limpiar la esponja, ésta se
sumergía en el agua salada que corría por el canalillo a los pies de los asientos. En la fotografía se ve
claramente. En algunos lugares en vez de esponja se utilizaba borra o algún tipo de paño.

Todas las letrinas públicas tenían también una fuente para que los usuarios pudieran lavarse las
manos. Como veis los romanos eran realmente limpios.

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