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LA ASPIRANTE HISTORIA DEL TAROT Y EL REVELADOR SIGNIFICADO DE SUS CARTAS

Cuenta la leyenda que la historia del Tarot se remonta a las primeras décadas del siglo
XIII cuando los mercaderes del Mediterráneo recorrían la extensa Ruta de la Seda por China, Persia y
África, trayendo entre sus pertenencias el primer mazo de cartas conocido en Occidente,
llamado Mamluk. Su origen era islámico y estaba organizado en cuatro palos.

Durante el siglo XV, en Europa, a los naipes se incorporó un quinto palo: los triunfos, que eran
cartas con dibujos de flores o escenas variadas que resultaban superiores a las de los palos
ordinarios. Sus figuras eran casi las mismas que en la actualidad conocemos como los
22 arcanos mayores del Tarot.

Con la incorporación de los triunfos nació un nuevo juego llamado Tarocco o Tarocchi en
Italia, Tarock en Alemania y Tarot en Francia. El primer mazo completo del que se tiene
registro es el bellísimo y lujoso Tarot de Visconti-Sforza, hecho a mano alrededor del
1440 por encargo del Duque de Milán, donde ya aparecían figuras emblemáticas como La
Emperatriz, El Colgado o El Mago y casi todas las demás que componen hoy los arcanos
mayores, con una salvedad: La Torre y El Diablo. No se sabe a ciencia cierta si faltan porque se
perdieron o todavía no formaban parte del juego.

Para fines de este siglo, el mazo ya estaba organizado en 78 cartas: 22 triunfos numerados
del 1 al 21, más El Loco, la carta que no tiene número (algunas versiones le ponen 0), y 56
cartas divididas en 4 palos: Oros, Bastos, Espadas y Copas que van del 1 al 10, más sus
correspondientes figuras (Rey, Reina, Caballero y Paje); yempezó a tener otro uso: el
adivinatorio. Aparentemente era común en las reuniones sociales pedirles a las doncellas y los
caballeros que sacaran al azar alguno de los 22 triunfos y a continuación, describir su personalidad
o destino en función de la figura elegida.

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