Vous êtes sur la page 1sur 4

UNIVERSIDAD POLITECNICA Y ARTISTICA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

PSICOLOGIA DEPORTIVA

Alumna: María Emilia Yrala

Carrera: Psicología

Aula Virtual

2018

Paraguay
ACTIVIDADES

1- ¿Qué puede ayudar a un deportista de alto rendimiento a la hora de controlar sus


emociones ante la competición?

Los atletas deben desarrollar un amplio rango de estrategias de afronta-miento para


enfrentarse a las situaciones estresantes características del entorno competitivo.

Tradicionalmente, todo lo relacionado con lo afectivo se ha dejado de lado ya que se


consideraba que era un rasgo de debilidad y que entorpecía la ejecución. Recientemente, la
investigación realizada sobre afecto y emociones ha puesto de manifiesto que no sólo no hay
que apartarlo sino que además es conveniente gestionarlo y manejarlo para conseguir sus
beneficios. De hecho, se ha encontrado que el afecto influye en distintos procesos cognitivos
como son la atención, la memoria, la toma de decisiones así como en el procesamiento de la
información. Así, las emociones negativas favorecen un procesamiento más sistemático y
detallado, que requiere mayor esfuerzo cognitivo. Por el contrario, las emociones positivas
tienden a promover un modo de procesamiento más esquemático, superficial y rápido, basado
en la utilización de “heurísticos”.

No se trata de rechazar la emoción, sino de ser conscientes de su influencia y manejarla


a nuestro interés.

No debemos olvidar que no es solo en el mundo profesional donde se manifiesta, sino


que en el deporte aficionado la influencia de lo emocional en el desarrollo de la actividad es
igualmente relevante. Veamos algunos ejemplos de técnicas muy populares y de muy sencilla
aplicación:

Visualización

Es una actividad que se realiza normalmente los días previos a la competición y que
posibilita experimentar mentalmente situaciones concretas que se pueden dar el día D. Entre
los beneficios de su práctica se encuentran la mejora en el afrontamiento de situaciones
inesperadas, el incremento de la autoconfianza o el manejo de emociones como ira, ansiedad o
miedo.

Detención del pensamiento

Es una técnica de nivel cognitivo cuyo objetivo es evitar los efectos perjudiciales de los
propios pensamientos negativos. Consiste en primer lugar en identificar esos pensamientos y
frenarlos bruscamente a través de un mantra o palabra clave (por ejemplo “basta” o “stop”). Es
en ese momento cuando se deben generar pensamientos positivos que sustituyan a los
anteriores. Si bien es cierto que esta técnica requiere cierto entrenamiento y destrezas, aspectos
como la motivación o el nivel de ansiedad son manifiestamente mejorados con su aplicación.

Respiración diafragmática o abdominal

Su mayor ventaja es su portabilidad. Es un sencillo ejercicio que puede realizarse en


cualquier lugar y no requiere ningún tipo de entrenamiento previo. Utiliza el poder de la
respiración para combatir estados de ansiedad. Su sencilla ejecución consiste en respirar
profundamente por la nariz de modo que en lugar de expandir el pecho, sea el vientre el que se
llene de aire (podemos colocar una mano en el vientre para comprobar que lo estamos haciendo
correctamente). Tras una pequeña pausa, el aire se debe expulsar lentamente por la boca.
Repetir esta secuencia durante unos minutos produce un efecto relajante inmediato muy
conveniente por ejemplo, para combatir situaciones de ansiedad anticipatoria.

Ira, miedo, frustración o euforia conviven con la persona deportista en cada día de
entrenamiento y en cada competición. Y como éstas, multitud de emociones van surgiendo y
modelando nuestra forma de sentir y ver la realidad. ¿Son buenas o malas? ¿Son convenientes
o perjudiciales? Seguro que intuyes la respuesta: con tu manejo sobre ellas puedes emplear su
enorme potencial a tu favor, o bien dejar que te dominen y entregar tus acciones futuras en sus
irracionales e impredecibles manos.

2- ¿Existe el estrés en el deporte? ¿Existe una relación entre el estrés y el rendimiento


deportivo?

Se experimenta con frecuencia estrés emocional en el mundo del deporte, en general,


y en las competiciones entre equipos, en particular, como ocurre en el baloncesto. En un estudio
realizado con jugadores de baloncesto amateur, Fronso, Nakamura, Bortoli, Robazza y Bertollo
(2013) encontraron altos niveles de estrés emocional durante la fase de campeonato así como
una mayor fatiga en la pretemporada. Estos resultados muestran, por una parte, la adaptación
física de los jugadores a medida que se adentran en la temporada; y, por otra parte, una
progresiva carga emocional típica del juego competitivo. Resultaría muy positivo para los
jugadores desarrollar habilidades para gestionar con eficacia la presión psicológica que va
incrementándose a medida que se adentran en la temporada, de manera similar a cómo el
cuerpo se va adaptando progresivamente a una creciente actividad física. El cuerpo realiza
aprendizajes para adaptarse a un mayor o menor esfuerzo físico, de tal manera que el tipo de
respuesta dado diferirá en función del grado de estrés aplicado a ese cuerpo.

El hecho de que las emociones influyan en el rendimiento deportivo es un fenómeno


bien conocido. Englert, Bertrams, Furley y Oudejans (2015) diseñaron una serie de tareas
distractoras para someter a presión a un grupo de jugadores de baloncesto con experiencia.
Debían lanzar tiros libres mientras escuchaban una grabación con afirmaciones sobre
pensamientos preocupantes similares a cuando se sienten bajo presión en el juego. Estos
jugadores cometieron más errores en los tiros libres comparados con otro grupo de jugadores
que no escucharon la grabación con los mensajes distractores. Los autores defienden la
necesidad de niveles de autocontrol adecuados para poder ser capaces de amortiguar los
pensamientos distractores.

¿Cómo se estructura y funciona la mente de un jugador sometido a esta presión


psicológica? Un jugador se puede decir a sí mismo: “Mi equipo depende de que yo acierte esta
canasta”; “si no hubiese hecho esta falta, ahora el otro equipo no tendría el balón y ya habríamos
metido otra canasta”. La estructura psicológica de esta situación consiste en que mientras
atiende a estos mensajes, no está atendiendo a la estrategia de juego. Ahora se incrementa la
probabilidad de que el jugador funcione con menos eficacia, por lo que aumentaría el número
de fallos paulatinamente. Ante este aumento de errores, el jugador va a continuar
autocalificándose negativamente, con mensajes como “me debería dejar el equipo”, “no valgo
para esto”, “la culpa de que estemos perdiendo es mía”.

Estos son sólo ejemplos de una persona con tendencia a cargarse de responsabilidades.
Otras personas desarrollan la tendencia de culpar a los otros a pesar de que el error sea de ellos.
Así, por ejemplo, un jugador empuja a otro jugador del equipo contrario como respuesta a una
provocación. El árbitro le señala su falta y, en lugar de aceptar que su conducta ha sido
inadecuada y buscar una mejor solución para lidiar con este tipo de provocaciones, sólo atiende
a la acción del jugador contrario. Se dirá a sí mismo mensajes como: “No es justo”, “todos están
en contra mía”, “el árbitro me tiene manía”.

En cualquiera de los dos ejemplos, ambos jugadores, tanto el que se auto-culpa como el
que culpa a los demás, atienden focalmente a mensajes que se desvían del juego, lo cual
funciona en detrimento de su rendimiento puesto que dejan de atender a la dinámica del
partido, y dejan de analizar la situación del todo, de lo que realmente está ocurriendo en la
cancha.

Vous aimerez peut-être aussi