Vous êtes sur la page 1sur 12

Las autodefensas,

según el último
paramilitar 'pura
sangre'
Por JUANITA LEÓN · 16 DE ENERO DE 2010

11450

El antropólogo Aldo Civico mantuvo una interesante correspondencia con el jefe del bloque
Metro de las AUC, que acaba de publicar en el libro 'Las Guerras de Doblecero'.

Fotos de Aldo Civico: Laura Rico


Piñeres

Cuando mataron a ‘Doblecero’, Aldo Cívico tenía todos los


correos del comandante del Bloque Metro de las AUC en su
escritorio. Entre el 2003, que se conocieron y mayo del 2004,
cuando lo mataron saliendo de un supermercado en Santa
Marta, este antropólogo italiano mantuvo una intensa
correspondencia con el paramilitar.

Pero luego tuvo que terminar su doctorado en la Universidad


de Columbia, en Nueva York, donde dirige el Centro de
Resolución de Conflictos, y no pudo releerlos sino hasta el
2007. En el 2009, cuando ya había editado la larga
conversación, contactó a la familia de quien en su momento
fuera considerado el único ‘paramilitar puro’, en el sentido en
que no tenía vínculos con el narcotráfico y que su motivación
parecía puramente contrainsurgente. De la conversación con
Juan García, el hermano filósofo de 'Doblecero', salió la
segunda parte del libro.

“No divulgar hasta que los implicados estén muertos, Las


guerras de 'Doblecero'”, fue publicado en diciembre por
Intermedio Editores. Como todos los libros de los malos, es
una memoria selectiva de la guerra. Pero aún así, revela las
lógicas de los paramilitares que se desmovilizaron en el 2005,
y da pistas sobre los que simplemente mutaron en las bacrim
de hoy.
Juanita León: Después de mantener correspondencia con él
durante esos años, ¿a qué conclusión llegó sobre quién era
Doblecero?

Era alguien que desde el punto de vista psicológico quería


sobresalir en su ámbito familiar. Era el consentido de la familia
y también el que sobresalía.

Su epilepsia lo desafió a ir más allá de los límites. Se ve


también cuando él estaba en el Ejército y las reglas no
permitían producir resultados que le fueran satisfactorios, se
sale de la reglas y comienza a secuestrar campesinos para que
entreguen información sobre los insurgentes. Hasta su
enfrentamiento con Don Berna tiene ese desafío, de enfrentarse
con alguien que nadie se había atrevido a tocar.

Otro hecho que me pareció interesante es cuando deja a Fidel


Castaño y trabaja como jefe de seguridad de una empresa en
Urabá y el trato que le dan es humillante, porque lo
consideraban como un obrero más. Entonces, regresa donde
Fidel Castaño porque se siente más dignificado.

JL: ¿Y desde lo ideológico?

Fue un hombre que se entregó totalmente a la guerra, que tenía


una mentalidad contrainsurgente adquirida durante su
entrenamiento en la Escuela de Oficiales del Ejército, y tenía
una idea de populismo. Estaba muy interesado en la situación
del campesinado y estaba convencido de que la guerrilla solo
aumentaba su condición de injusticia.

JL: Sin embargo me sorprendió que, por lo menos en su


correspondencia, tenía un discurso casi socialista que uno
identifica más con la guerrilla.

Sí. Yo lo conocí después de mi primera reunión en Itagui


con Francisco Galán y Felipe Torres, del Eln, y el análisis que
hacían era muy parecido y eso me pareció muy interesante. Por
eso le hago el chiste de que está formando una nueva guerrilla,
y dice sí, pero de extremo centro.

JL: ¿De dónde viene su odio al paramilitar extraditado


Don Berna?

Los dos se conocen durante el período de los Pepes, que por lo


que cuenta su hermano, es un período que marcó mucho a
Doblecero y también su comprensión de las dinámicas
mafiosas en Medellín. Su desprecio por Berna nace durante la
experiencia de los Pepes. Doblecero estaba consciente del daño
que el narcotráfico podría traer a las autodefensas. Ahí
radicaban sus diferencias con Carlos Castaño, en la medida en
que Castaño trata de tener una relación cínica con el
narcotráfico. Era una enemistad personal y también ideológica.
JL: Doblecero insiste en el libro que él no tenía ninguna
relación con los narcos. ¿Usted le cree?

Es posible que él tuviera esa actitud muy instrumental de que


si alguien ofrece plata, la toman. Puede ser que alguien lo haya
financiado, pero es más fácil que hayan cobrado vacuna a
campesinos o laboratorios. Pero yo no vi en él y su fin el poder
del narcotrafico. Su ejército se fue desbaratando, terminó solo,
escondido en un pequeño apartamento en Santa Marta,
traicionado por su propia gente que revela su paradero y lo
matan. El narcotráfico tiene un poder de corrupción muy fuerte
y eso no se ve en el fin de Doblecero y del Bloque Metro.

JL: Hablemos en términos más amplios, de lo que él cuenta


sobre cómo es que llega el narcotráfico a las AUC.

Doblecero dice que a partir de la experiencia con las Farc, los


narcotraficantes se dan cuenta que cuando llega una
negociación política se quedan afuera y pierden las ventajas.
Entonces, al expandirse hacia el norte del país entienden que si
van a financiar otro grupo armado esta vez tienen que hacer
parte del proyecto para que un día una negociación pueda
legitimar sus negocios y sus pertenencias.

Yo pienso que eso es interesante y quizás correspondió a cierta


visión política que Castaño tenía del país. Por eso el
narcotráfico y Castaño se la llevaron bien. Además, Los Pepes
representan un momento histórico en el que se encuentran el
narcotrafico, las autodefensas e instituciones del Estado y se
cocinan alianzas que más tarde se consolidan.

JL: ¿Fue eso lo que pasó durante la última negociación con


las AUC?

La negociación no tocó el tema del narcotráfico, lo dejó afuera.


Pero hay coincidencia entre los jefes del narcotráfico
extraditados y los que se sentaron a negociar en Ralito. En las
AUC, muertos Doblecero y Castaño, la mayoría eran jefes del
narcotráfico. Al final, a estos jefes no les salió, siguieron
delinquiendo y el Estado usó la excusa del narcotráfico para
liberarse de ellos. El tema por la que fueron extraditados fue el
narcotráfico. Don Berna es extraditado como jefe del cartel de
Medellín y no como jefe del Cacique Nutibara de las AUC.

JL: ¿Comparte la lectura que tiene Doblecero sobre que el


exterminio de la Unión Patriótica obedeció a que las Farc le
robaron un cargamento de coca al narcotraficante Gonzálo
Rodríguez Gacha, ‘El Mejicano’?

Desafortunadamente mataron a Doble Cero antes de tener la


posibilidad de preguntarle mas sobre este asunto. Los
elementos históricos que conocimos hasta este momento no
llevan a pensar que esta fue la causa por excelencia. En el
exterminio de los líderes de la UP hubo motivaciones políticas
y una sistematicidad que recuerdan la de un genocidio.
JL: También describe el origen de la relación entre las Farc
y el narcotráfico...

Claramente Doblecero habla como enemigo de las Farc y la


verdad es que no sabemos cuánto de lo que dice es verdad o
no. Pero si miramos con los ojos de hoy las alianzas entre las
Bacrim y las Farc y hasta el Eln en algunos territorios hoy,
empezamos a entender cómo se mueven las cosas en el bajo
mundo de la criminalidad. Todo el mundo se conoce y hace
alianzas instrumentales, que no nacen de la noche a la mañana.
Son relaciones muy antiguas debido a localidades geográficas
donde se sobreponen intereses y objetivos de los distintos
grupos. Es un mundo muy pragmático.

JL: Doblecero le da una gran trascendencia al episodio de


Los Pepes sobre la historia posterior de Colombia. ¿La
merece?

En ese sentido, mas que revelar cosas, confirma lo que ya


sabíamos. El libro de Mark Bowden sobre la muerte de Pablo
Escobar nos había dado detalles de estas alianzas entre
organismos oficiales y el bajo mundo de la criminalidad para
golpear a Pablo Escobar. Los Pepes es un espacio donde se
forjaron unas alianzas que luego vuelven. Hay detalles
interesantes. Doblecero cuenta que cuando comienza a trabajar
con un general retirado, este le propone hacer un “trabajo de
seguridad” y es cuando va y se encuentra con los hermanos
Castaño, que en ese momento Doblecero no sabía quiénes
eran. Termina trabajando de escolta de Fidel. Es interesante
que sea un general retirado el que los presenta y que la reunión
de Fidel Castaño fuera con Pablo Escobar. Son los lazos que
tanto han marcado la vida de Medellin. Nos damos cuenta que
no hay un mundo en blanco y negro, limpio y sucio.

JL: Es intereresante lo que él cuenta sobre el ambiente que


se respiraba en el Ejército cuando él era oficial y se estaban
adelantando las negociaciones e paz entre las Farc y
Belisario Betancourt

Muy intereante porque de alguna manera nos confirma, mas


que revelar, que el Ejército se opuso e hizo resistencia activa a
los diálogos que Belisario había empezado. Nos queda claro
que Betancourt queda muy aislado y quizás por eso fracasaron
sus expectativas de diálogo. Si un día queremos diseñar un
proceso de paz existoso hay que tener en cuenta al Ejército.

JL: Cuentenos sobre la tipificación que hace Doblecero de


los hermanos Castaño

Para mí es uno de los capítulos más interesantes, porque


descubrimos una psicología y una dinámica de la familia con
una cercanía que no conocíamos. Me parece que por la
descripcion que hace de los tres hermanos, Fidel queda como
el verdadero líder que Doblecero admiraba por sus calidades
militares y estratégicas. Carlos Castaño queda como un idiota
útil, como alguien que se hizo utilizar y manipular y por eso
tienen sus diferencias en el debate sobre el narcotráfico. Y
Vicente Castaño aparece como el líder en la sombra y el más
influyente y el narcotraficante de los tres.
JL: El episodio sobre cómo la hermana de los Castaño es
sorprendida por el hermano mayor con una de sus mujeres
es escalofriante. Y luego, la revelación que Carlos se
enamoró de otra de las parejas de su hermano…

Brutal, diría yo, porque terminan desapareciendo a sus


compañeras y amores. Yo creo que Doblecero me lo contó no
como un chisme, sino para decirme hasta dónde llega la
deshumanidad cuando te quedas mucho tiempo en la guerra. Si
bien no lo pudimos hablar largamente, pero también por mis
conversaciones con su hermano, yo pienso que antes de que lo
mataran fue un momento en que Doblecero se pone a revisar
su vida. Se dio cuenta de cómo él mismo había empezado con
ideales y el precio que pagó y la degradación de la guerra y de
la humanidad.

JL: Hay muchas cosas que no cuenta, ¿no? Si uno no


supiera nada de él pensaría que era el gerente del Incora,
dedicado a la reforma agraria.

Es interesante cuando uno deja información importante. Es un


dato. Por ejemplo, él nunca cuenta la parte violenta. Uno ve el
proyecto de Urabá, y cómo no estar de acuerdo con una
reforma agraria, con darle la tierra a los campesinos. Pero,
¿cuál fue el precio? Anular movimientos sociales, desaparecer
y matar mucha gente. El no quiere contar esa parte porque le
costaba. Me acuerdo, porque antes de conocerlo, había ido a
Granada para reconstruir la masacre que cometieron los
paramilitares de Doblecero en el 2000. Y cuando le pregunte
sobre eso, fue el único momento en que dejó la actitud del
docente que instruye al extranjero, y es el único momento en
que bajó la mirada.

JL: También minimiza la relación con militares, y al


parecer era el gran aliado de un sector, ¿no?

Aún si fue expulsado del Ejército, mantuvo una lealtad hacia


las Fuerzas Armadas porque de alguna manera se sintió parte
de ellos, compartía la misión, la mística. Por eso vemos más
golpeada a la Policía, sobre todo en medelín. Pero el secreto
abierto en Medellín es que hubo relaciones muy orgánicas
entre Doblecero y mandos militares.

JL: Después de escuchar a Doblecero, ¿tiene alguna nueva


comprensión sobre el fenómeno paramilitar hoy?

No es fácil contestar esa pregunta. Unos fenómenos siguen


como antes. Una hipótesis que hago es que lo que Don Mario
estaba haciendo con las ‘Àguilas Negras’ era reconstituir una
especie de paramilitares para hacer otra negociación con el
Estado. Fue una reacción a pactos que no fueron respetados o a
que la negociación no salió como ha debido salir. Eso es parte
del fenómeno hoy, que el narcotráfico es otra vez un medio
para adquirir una capacidad contractual con el Estado.

JL: ¿Para lavar los bienes?


Para sus propios fines, que al final consisten en mantener
poderes que son regionales. En ese sentido, algo sí ha
cambiado. Antes, como las Auc era un proyecto
contrainsurgente que combatía a las Farc y al Eln, el Estado y
ellos tenían el mismo enemigo. Hoy, el enemigo de las Bacrim
no es la guerrilla. Hoy, el Bacrim, la guerrilla y el Eln tienen
un enemigo común que es el Estado. Eso no significa que por
parte del estado estén con las manos limpias. El hecho que el
Ejército y el Eln trabajaran en Arauca juntos contra las Farc
nos dice que en la guerra nada es blanco y negro. Hay una
corrupción endémica. Quizás una parte de los jefes de las Auc
se prepararon por si la negociación fracasaba, y pensaron
tenemos que reconstruir el plan de salida. La salida fueron las
bacrim que vemos hoy.

JL: Y ya para terminar, ¿está de acuerdo con la tesis


central de Doblecero de que fue un error letal para las
autodefensas meterse con los narcos?

La misión inicial de la AUC era combatir la insurgencia,


terminaron por ser el ejército de las mafias con una fuerte
penetración de la economía y política regional y nacional del
país. Por eso los paramilitares siempre me han recordado la
mafia siciliana. La Cosa Nostra es el brazo armado de la mafia,
que tiene intereses más allá del control territorial. Los paras no
eran solo las Auc, las Auc fue el brazo armado de una visión
política e historica, de un cierto tipo de orden que iba mas allá
de los hermanos Castaño. Nos equivocamos si pensamos que
los Castaño eran los deus ex machina de todo. Hoy sabemos
que sin los apoyos locales, políticos y empresariales, este
proyecto no habría tenido oxígeno suficiente para hacer lo que
hicieron. Se empató un consenso político con la impunidad.

Fuente: http://lasillavacia.com/historia/5928

Vous aimerez peut-être aussi