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LOS SUJETOS PROCESALES

CONCEPTO.- son todos aquellos que intervienen en el proceso penal de alguna u otra
forma con excepción del imputado y la parte civil, los otros sujetos procesales pertenecen
al ámbito del estado.

LOS SUJETOS PROCESALES SON: el juez, el fiscal, el imputado, el actor civil y el


tercero civilmente responsable.

Son sujetos procesales indispensables el juez, el fiscal y el imputado.

Son sujetos procesales dispensables la parte civil y el tercero civilmente responsable.

EL JUEZ PENAL.- Es la persona que ejerce la jurisdicción penal. También podemos decir
que es el que representa al órgano jurisdiccional y encargado de dar inicio al proceso, de
dirigir la instrucción y de resolver mediante resoluciones jurisdiccionales los asuntos
penales. Es la persona física que ejerce la jurisdicción penal.

También se puede decir que el juez penal es el sujeto procesal investido de potestad, de
imperio para administrar justicia en materia penal.

FACULTAD DEL JUEZ PENAL.- El articulo 49 del Código de Procedimientos Penales,


establece que el juez es el director del proceso y en tal sentido le corresponde la iniciativa
en la organización y desarrollo de la misma. El juez tiene el impulso procesal de oficio,
igualmente la instrucción solo puede iniciarse de oficio o por denuncia del fiscal.

Si se abre instrucción el juez puede impartir las siguientes imposiciones de carácter


jurisdiccional la que da inicio al proceso penal dictando el auto apertorio de instrucción,
disponer la detención o comparecencia del imputado, fijar la caución y conceder la libertad
provisional, disponer la realización y actuación de medios de prueba, dictar otras medidas
cautelares de carácter personal y real como embargo, incautación, etc. Emitir informe al
concluir la instrucción si se trata de proceso ordinario, y sentencia si se trata de proceso
sumario.

Según el artículo 52 del cuerpo legal acotado el juez penal puede impartir orden a la
policía nacional para la citación o para hacer comparecer o capturar al procesado.

EL JUEZ PENAL EN EL NCPP


El procesamiento en el NCPP se rige en gran parte bajo las disposiciones del
Proceso Común, el cual esta compuesto de tres etapas:
1) investigación preparatoria,
2) etapa intermedia y,
3) juzgamiento.

EN LA INVESTIGACIÓN PREPARATORIA, el papel que asume el magistrado es


la de un juez de garantías, en esta etapa le corresponde realizar requerimientos
al Fiscal, autorizar los pedidos de constitución de las partes, pronunciarse sobre
las medidas limitativas de derechos que requieren orden judicial, así como de las
medidas de protección, en caso corresponda, resolver las excepciones, cuestiones
previas y prejudiciales, realizar los actos de prueba anticipada, controlar el
cumplimiento de los plazos fijados por el código. En fin, se puede acudir a él en el
caso de no respetarse en la tramitación de la causa las garantías mínimas del
proceso.

EN LA ETAPA INTERMEDIA, el juez realiza el control del requerimiento fiscal


(sobreseimiento o acusación fiscal) convocando a una audiencia para debatir los
fundamentos del requerimiento efectuado. Si el requerimiento del fiscal es de
sobreseimiento y el juez lo considera fundado, emitirá el auto de sobreseimiento el
cual puede ser recurrido, si por el contrario, no lo considera procedente, expedirá
un auto elevando lo actuado ante el Fiscal Superior para que ratifique o rectifique
la solicitud del fiscal provincial, la etapa intermedia aludida es también conocida
como etapa de saneamiento, ya que ella es utilizada como filtro, a fin de que, en el
juzgamiento, el proceso se encuentre libre de impurezas que afecten o invaliden la
prosecución de la causa. En resumen, esta etapa tiene por finalidad dejar expedito
el camino para la realización del juicio oral en caso lo amerite.

LA ETAPA DEL JUZGAMIENTO .-Es asumida por un juez distinto al de las


etapas anteriores, a fin de evitar prejuicios que perturben o contaminen
la percepción del juez encargado de juzgar (se materializa el principio de
que quien instruye no juzga), siendo ésta la parte principal del proceso, el juez
tiene que verificar que la misma se realice sobre la base de la acusación, sin
perjuicio de las garantías procesales reconocidas por la Constitución y
los tratados de Derecho Internacional de Derechos Humanos, aprobados y
ratificados por el Perú, rigen especialmente la oralidad, la publicidad, la
inmediación y la contradicción en la actuación probatoria. Asimismo, siendo el
director del juicio, ordenará los actos necesarios para su desarrollo, debiendo
garantizar la igualdad jurídica de las partes (acusador-defensa), además deberá
impedir aquellas alegaciones impertinentes y ajenas al objeto del proceso,
encontrándose premunido de poderes disciplinarios y discrecionales.

Es el juzgamiento el escenario de la prueba, en donde el magistrado forma su


convicción respecto al thema decidendi propuesto en la acusación y por lo general
opuesta por la defensa, ya que podría ocurrir que se evite el debate si los
acusados (autores y participes) admiten los cargos formulados en la acusación y
asuman el pago de la reparación civil. Es de señalar, que en esta etapa se
distinguen tres partes de manera notoria, las cuales son:
a) periodo de instalación del juicio,
b) periodo probatorio, que comprende propiamente la actuación probatoria y,
c) el periodo decisorio.

Es de adicionar, que tanto acusador como defensa deben estar preparados


en técnicas de litigación oral, toda vez que, el conocimiento de ese conjunto de
habilidades y destrezas que la conforman marcaran la diferencia sustancial para
inclinar la balanza en su favor y alzarse como vencedor en el litigio que regula este
nuevo proceso penal.

LA IMPARCIALIDAD DEL JUEZ EN LA DOCTRINA Y EN LA JURISPRUDENCIA DE


NUESTRO TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA.- Define a la imparcialidad como Falta de


designio anticipado o de prevención en favor o en contra de alguien o algo, que
permite juzgar o proceder con rectitud[3]

Es decir la imparcialidad tiene que ver con la neutralidad que debe mantener el
tercero (juez) que debe decidir sobre el litigio de las partes.

Es sumamente importante tener en claro que éste tercero que goza de autoridad
para procesar y resolver el litigio no debe estar colocado en: "posición de parte
(impartialidad) ya que nadie puede ser acusador y juez al mismo tiempo, debe
carecer de todo interés subjetivo en la solución del litigio (imparcialidad) y
debe poder actuar sin subordinación jerárquica respecto de las dos partes
(independencia)" [4]

El jurista argentino Julio Maier sostiene que la nota de imparcialidad o de


neutralidad, que caracteriza al concepto de "juez" no es inmanente a
cualquier organización judicial, sino un predicado que necesita ser construido,
para lo cual operan tanto las reglas referidas a esa organización como las reglas
de procedimiento, que se resumen en tres máximas fundamentales:
la independencia de los jueces, de todo poder estatal; la imparcialidad frente al
caso, determinada por la relación del juzgador con el caso mismo; y el principio de
juez natural o legal[5]

Según Ferrajoli, la garantía de la separación de funciones representa una


condición esencial de la imparcialidad del juez respecto a las partes de la causa y
constituye la primera de las garantías orgánicas que definen la figura del juez[6]
Nuestro Tribunal Constitucional (TC) en la demanda de inconstitucionalidad
interpuesta por la Defensoría del Pueblo contra algunos dispositivos normativos de
la justicia militar ha señalado que: [7]Mientras la garantía de independencia, en
términos generales, protege al juez frente a influencias externas, el principio de
imparcialidad –estrechamente ligado al principio de independencia funcional– se
vincula a determinadas exigencias dentro del proceso, definidas como la
independencia del juez frente a las partes y al objeto del proceso mismo, pudiendo
entenderse desde dos acepciones:
A) IMPARCIALIDAD SUBJETIVA, que atañe a algún tipo de compromiso que el
juez pueda tener con el caso.

B) IMPARCIALIDAD OBJETIVA, referida a la influencia negativa que puede


tener en el juez la estructura del sistema, restándole imparcialidad, es decir, si el
sistema no ofrece suficientes garantías para desterrar cualquier duda razonable.
Del mismo modo nuestro TC se pronuncia en la sentencia recaída en el
Expediente Nº 004-2006-PI/TC. FJ Nº 20 y en el Expediente Nº 04675-2007-
PHC/TC- Lima, resolución a la cual se le agrega un argumento adicional (FJ. Nº 6)
extraído del caso Pabla Ky vs. Finlandia (resuelto por el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos) relacionado a la dimensión objetiva de la imparcialidad
judicial, señalando que deben tomarse en cuenta, aparte de la conducta de los
propios jueces, hechos que podrán suscitar dudas respecto a su imparcialidad.

El derecho a ser juzgado por un juez imparcial constituye una garantía judicial
reconocida por el numeral 1 del artículo 8 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, asimismo, constituye un elemento esencial del debido
proceso previsto en el numeral 3 del artículo 139 de Nuestra Constitución Política.
Como podrá advertirse, la idea de un juez imparcial esta ligado al principio de
separación de funciones y elementalmente a la neutralidad con la que debe
proceder el magistrado en la composición de la litis, lo que significa que el
juzgador para mantener su imparcialidad se encuentra obligado a abstenerse de
intervenir de manera oficiosa en el proceso respecto a temas probatorios.

El ordenamiento legal prevé un instituto que podría ser utilizado para diluir
cualquier atisbo de parcialidad: la recusación, pero nótese que ésta opera de
darse los supuestos específicos que regula cada legislación, no amparando el
NCPP la recusación por actuación oficiosa del juez de un medio probatorio. Al
respecto se afirma lo siguiente: "el reconocimiento de la imparcialidad en cuanto
que derecho fundamental recogido en la Constitución se ha hecho a través de dos
vías, una de ellas la abstención y recusación y otra reconociendo a la
imparcialidad como una exigencia constitucional"[8].

De otro lado hay quienes consideran que los jueces debe decretar pruebas de
oficio con el fin de averiguar la verdad de los hechos, así se ha señalado que
"…difícilmente se puede concebir el proceso como justo, cuando la sentencia no
se construye sobre la verdad (…) Decretar pruebas de oficio es una necesidad
psicológica que surge cuando se tiene un vacío cognoscitivo"[9].

Sin embargo, hay que tener en cuenta que el proceso no es necesariamente un


medio para descubrir la verdad ya que ésta- verdad real (la que está en los
hechos, la objetiva, la buscada)- muchas veces no coincidirá con la verdad
procesal arribada por el juez (la proporcionada por las pruebas, la otorgada por la
certeza, la que está en el juez). Roxin señala que: "el esclarecimiento de los
hechos punibles no sujeto a límite alguno entrañaría el peligro de destruir
muchos valores colectivos e individuales. Por ello la averiguación de la verdad no
es un valor absoluto en el procedimiento penal, antes bien, el propio proceso penal
está impregnado por las jerarquías éticas y jurídicas de nuestro Estado" [10]estas
jerarquías están materializadas en los principios y garantías que recogen nuestra
constitución, entre ellas, el debido proceso.

CONCLUSIONES
 1) Algunos artículos del NCPP no guardan total coherencia principista con el
sistema acusatorio.
 2) En aras de la búsqueda de la verdad no se puede concebir el decretar la
prueba de oficio ya que la finalidad del proceso es la solución de un conflicto, el
cual en algunos casos, puede terminar o concluir anticipadamente, diluyéndose en
estos casos la averiguación de la verdad, primando la resolución de la litis.
 3) Debe evitarse la injerencia del juez en la materia probatoria, a fin de evitar que
el fallo beneficie o agrave la situación del acusado, y así deslegitimar la actuación
del magistrado como tercero imparcial.
 4) La búsqueda de la verdad a cualquier precio debe ser proscrita de todo
ordenamiento jurídico ya que esto podría ser utilizado como mecanismo de
venganza ante un uso desmesurado y arbitrario de la prueba de oficio.
 5) El decretar la prueba de oficio contraviene las normas que garantizan el debido
proceso al determinarse que su actuación influiría en su imparcialidad y
el respeto al derecho a la igualdad jurídica que debe sostener el magistrado como
principios y deberes inherentes a su función.

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos75/juez-penal-nuevo-codigo-


procesal-penal/juez-penal-nuevo-codigo-procesal-penal2.shtml#ixzz597EoxKKp

Autor:
Marco Antonio Cumpa Torres
Abogado de la Procuraduría Pública de la Contraloría General de la República
[1] Noticia de lo señalado se puede observar en las siguientes direcciones (vistas
el 30.MAR.2009): http://www.minjus.gob.pe/cpp/noticias_libertad.html
http://www.mpfn.gob.pe/ncpp/files/52d9f0_Informe%20Anual%20Huaura2.pdf
[2] MONTERO AROCA, Juan. "Principio acusatorio y prueba en el proceso penal".
En: GÓMEZ COLOMER, Juan Luis (coordinador). "Prueba y Proceso Penal".Tirant
lo blanch, Valencia, 2008, p.22.
[3] http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=imparcialidad
(visto el 10.08.2009)
[4] ALVARADO VELLOSO, Adolfo. "Debido proceso versus pruebas de oficio".
Editorial Temis, Bogota, 2004, p. 146.
[5] MAIER, Julio. Derecho Procesal Penal. T.I, Editores del Puerto, Buenos Aires,
2004, p. 742.
[6] FERRAJOLI, Luiggi. "Derecho y Razón, Teoría del Garantismo Penal", ED.
Trotta, Madrid, 1989, pág. 567
[7] STC recaída en el Expediente Nº 0023-2003-AI/TC. FJ. 34
[8] DÍAZ CABIALE, José Antonio. Principios de aportación de parte y acusatorio:
La imparcialidad del juez. Editorial Comares, Granada, 1996, p.429.
[9] PARRA QUIJANO, Jairo. La racionalidad e ideología de las pruebas de oficio.
En: Material de Lectura del Pleno Jurisdiccional Nacional Penal, realizado en Lima,
20 y 21 de Junio de 2008, p. 301.
[10] ROXIN, Claux. "Derecho procesal penal". Editores del Puerto, Buenos Aires,
200, p. 191.

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos75/juez-penal-nuevo-codigo-


procesal-penal/juez-penal-nuevo-codigo-procesal-penal2.shtml#ixzz597EyAYJn

MINISTERIO PUBLICO

INTRODUCCIÓN
Con el paso del tiempo el volumen de infracciones cometidas sobre la ley
penal, por individuos o una colectividad en un momento determinado y en una
zona establecida, ha obligado la creación de una institución autónoma que vele
por la legalidad como representante de la sociedad con una función
establecida,PERSEGUIR EL DELITO.

El ministerio público tiene un origen muy vetusto, desde los tiempos del
imperio romano hasta la actualidad esta entidad ha sufrido los avatares de un
cambio de paradigma, por tal motivo es menester del grupo detallar las funciones
y atribuciones, que desempeñaran los integrantes de esta organización en la
actualidad dentro de los parámetros que la ley establece.

El siguiente estudio está estructurado de la siguiente manera:


El capítulo I: MINISTERIO PÚBLICO, los antecedentes que han dado
origen a esta institución, para definirla y desarrollarla desde un enfoque histórico,
el desarrollo de la misma en el Perú y su proceso de competencia en búsqueda de
la justicia como interés social.

El capítulo II: ATRIBUCIONES DEL MINISTERIO PUBLICO;


Explicaremos sobre las prerrogativas que se le asigna constitucionalmente, por
otro lado extender el conocimiento desde este nuevo paradigma acusatorio que
estará vigente en todo su amplitud a nivel nacional.

El capítulo III: FUNCIONES DEL MINISTERIO PUBLICO;


Detallaremos claramente cuáles son las funciones que desarrollara en el marco
de la nueva legislación y del proceso penal basados en nuestra constitución
política.

El grupo ha puesto a disposición toda la documentación respectiva para el


destacado conocimiento de los lectores aguardando que sea de gran ayuda para
un mejor juicio del tema presentado.
EL AUTOR

CAPITULO I
MINISTERIO PÚBLICO
I.- ANTECEDENTES:
La importancia por el conocimiento histórico de las instituciones jurídicas,
necesidad natural y constante del espíritu humano, nos conduce a revivir el
pasado para entender mejor el presente, con la finalidad de llegar a un sistema
más perfecto, evitando los errores cometidos y aprovechando los progresos ya
realizados, por ello determinar los orígenes del Ministerio Público, es una
tarea que aún ofrece dificultades.

Los antecedentes de la institución muestran datos que por lo general son


parciales, carecen de continuidad o se diluyen en el devenir histórico, surgiendo
en esa oscuridad reinante la figura de los “Procuradores Fiscales” y “Fiscales”[1],
quienes con el transcurso del tiempo se erigirían en los más genuinos
representantes de la referida institución ministerial, a pesar que algunos autores
insisten en atribuirle antecedentes remotos en Grecia y Roma, se trata en el fondo
de una institución característica de la civilización occidental

”La primera vez que el Estado actuó en defensa de la sociedad, bajo la forma
de Ministerio Público, fue en la antigüedad clásica, en la legislación griega. El
hecho habría ocurrido el año 559 a.c., vigente el Código de Dracón.
Los autores franceses consideran que los Fiscales se equiparan, a su vez, a los
GENS DU ROL, procuradores del rey, encargados, inicialmente, de los intereses
del monarca en juicio, es así como el embrión de lo que hoy conocemos como
Ministerio Público o Ministerio Fiscal, surge en Francia durante el Siglo XIV,
instituido para la defensa de los intereses del príncipe y del Estado, bajo las
ordenanzas de 1522, 1523 y 1586.

Más tarde Felipe el Hermoso propicia que dichos procuradores sean


establecidos en los Tribunales permanentes, teniendo como misión la defensa en
juicio de los intereses económicos del Fisco, que se confunden con los intereses
del Rey en los tiempos medievales; sin embargo, la abundancia de las penas
pecuniarias y la participación que en ellos tenía el tesoro real, hicieron conveniente
la colocación de un funcionario real para salvaguardar el interés fiscal, de tal forma
que estos intereses económicos van adquiriendo un matiz público, perfilándose el
delito como un ataque a la comunidad, tomándose conciencia del interés que
representa su persecución.

Después de la Revolución Francesa, se introducen cambios en la estructura de la


institución del Ministerio Público, desmembrándola en COMISSAIRES DU ROL,
encargados de promover la acción penal, de la ejecución y la acusación, ésta
última sostenida en debate; luego Napoleón a través de la Organización Imperial
de 1808 y 1810 organizó jerárquicamente al Ministerio Público, bajo la
dependencia del Poder Ejecutivo, sirviendo esto de modelo a todos los países de
Europa.

Se trata de un juicio incoado en presencia del Ministerio Público, que tiene por
sujeto pasivo a “Alcméonides”, acusado de haber fomentado la pérfida masacre de
partidarios de Ciclón; este proceso resulta ser el más antiguo, apareciendo la
figura de un Abogado General de la Justicia”

En la actualidad, priman tres denominaciones, la de Ministerio Fiscal (de origen


español), la de Ministerio Público (francés) y la de Público Ministerio (italiano) de
las cuales, nuestro país, ha adoptado la segunda: Ministerio Público. Sin embargo,
a diferencia del nuestro, Argentina ha preferido la denominación de Ministerio
Fiscal o Ministerio Público Fiscal[2].

Siguiendo esta directriz, el concepto amplio, la palabra “Ministerio” alude a todo


aquello que es necesario para la ejecución de la ley; mientras que, lo”
Público”, implica una relación de pertenencia con todo el pueblo refiriéndose a la
aplicación jurisdiccional[3].

Visualmente se puede apreciar en la insignia del ministerio público un Varayoc,


símbolo de autoridad, sostenido por dos manos. Una balanza, que simboliza el
equilibrio de la libertad con la paz, pues la primera no se concibe sin la segunda y
viceversa. Un sol llameante, que representa el sol de la justicia. En la parte
superior las tres normas jurídicas fundamentales del incario con el saludo AMA
SUA, AMA QUELLA, AMA LLULLA y en la parte inferior la leyenda del Ministerio
Público.

En todos los países civilizados, el Ministerio Público es considerado como una


institución tradicional en la estructura de la administración de justicia y su
existencia en el ámbito jurídico tiene íntima relación con la evolución de la función
represiva que primitivamente se ejercitó mediante la venganza privada (Ley del
Talión)[4], luego la función represiva pasó a la divinidad, desligándose de su
estructura privatista y haciéndose justicia en representación de la divinidad, para
posteriormente hacerla residir en el “interés social” o “interés público”,
impartiéndose justicia por Tribunales, a donde acudía la víctima o sus parientes,
acusando y aceptando la decisión del tribunal.

De esta manera el Estado asume una función represiva en el Proceso Penal,


adhiriéndose al sistema inquisitivo, llegándose a decir que “El que tiene por
acusador a un juez, necesita de Dios por abogado”.

Esto determinó, ineludiblemente, la necesidad de crear un organismo coadyuvante


con el juez, para atribuirle de modo permanente la delicada función de acusar,
resultando Francia el primer país en el mundo que crea este órgano acusador
permanente, pasando a los demás países, diferenciándose por sus matices o
cuestiones adjetivas, las cuales radican entre otras, por la exclusividad de la
acción penal o compartirla con los jueces , integrando la estructura del Poder
Judicial o independizándolo de aquél; instituyéndolo autónomo o haciéndolo
depender del Poder Ejecutivo, confiriéndole la representación exclusiva de la
sociedad, del Estado, o conjuntamente, pero conservando siempre el signo
distintivo de asumir la función acusatoria dentro del esquema de represión del
delito y de la administración de justicia.

II.- ETIMOLOGÍA:
El Ministerio Público se ha relacionado con la función económica de recaudación
de los impuestos y tributos para el erario o tesoro público, desprendiéndose la
etimología de la palabra “fiscal”, que viene del latín “FÍSCUS”, que era el cesto o
canastilla donde se recogían los tributos, función que le correspondía a los
Procuradores, para otros, la palabra “Fiscal” en su acepción etimológica viene del
latín “FISCALIS” y para la Real Academia, como adjetivo denota aquello “
Perteneciente al Fisco o al oficio del Fiscal “ Como sustantivo denota : “Ministro
encargado de promover los intereses del Fisco”. “El que representa y ejerce el
Ministerio Público en los tribunales”.

III.- MINISTERIO PÚBLICO EN EL PERÚ:


Desde el Reglamento Provisional que dictó el General San Martín en 1821 hasta
la Carta Magna de 1933, el Ministerio Público estuvo ubicado institucionalmente
como un organismo dependiente del Poder Judicial, que representaba el interés
social y actuaba como auxiliar ilustrativo del juez o tribunal.[5] En la segunda mitad
del siglo pasado, después de 12 años de dictadura militar, en 1979 se promulgó
una nueva Constitución Política del Estado, en la que es evidente la preocupación
de los constituyentes por sentar las bases de un auténtico estado de Derecho que
fue la única forma de evitar que el poder del Estado termine avasallando los
derechos de la persona.[6]

En los artículos 250° y 251° de la Constitución, crean el Ministerio Público como


institución autónoma independiente del Poder Judicial, y jerárquicamente
organizada, siendo el Fiscal de la Nación la máxima autoridad, quien asume en su
persona la alta magistratura de cumplir con dos funciones esenciales: Preside el
Sistema de Fiscales y actúa como Defensor del Pueblo ante todos los niveles de
la administración pública.

Incorporado el Ministerio Público como Institución Jurídica en la Carta Magna de


1979, el Ejecutivo expidió el Decreto Legislativo No 052 (16 de marzo de 1981), el
cual constituye hasta
la actualidad la “Ley Orgánica del Ministerio Público”, que indudablemente
frente a los cambios que ha experimentado nuestro ordenamiento jurídico en
general, debe ser modificada
actualizándola con los nuevos principios y atribuciones consagrados en la
Constitución Política de 1993.

Carta Política de 1993, optó también por mantener al Ministerio


Público como Órgano Autónomo del Estado, es decir, independiente de sus
decisiones, teniendo por finalidad principal velar por la adecuada administración
de justicia en representación de la sociedad. “No es un Contralor ni un censor de
la labor de los tribunales y juzgados, pues no tienen capacidad de imponer las
decisiones ni pedir sanciones para ellos. Cumple sus labores realizando
investigaciones, acompañando permanentemente el trabajo de los Magistrados y
ejercitando derechos diversos de intervención dentro de los procesos”[7].

CAPITULO II
ATRIBUCIONES DEL MINISTERIO PÚBLICO
Constitucionalmente las facultades del ministerio público se encuentran reguladas
en la constitución política de 1993 artículo 159[8]:
1. Promover de oficio, o a petición de parte, la acción judicial en defensa de la
legalidad y de los intereses públicos tutelados por el derecho.
2. Velar por la independencia de los órganos jurisdiccionales y por la recta
administración de justicia.
3. Representar en los procesos judiciales a la sociedad.
4. Conducir desde su inicio la investigación del delito, con tal propósito, la Policía
Nacional está obligada a cumplir los mandatos del Ministerio Público en el ámbito
de su función.
5. Ejercitar la acción penal de oficio o a petición de parte.
6. Emitir dictamen previo a las resoluciones judiciales en los casos que la ley
contempla.
7. Ejercer iniciativa en la formación de las leyes; y dar cuenta al Congreso, o
al Presidente de la República, de los vacíos o defectos de la legislación.
En el artículo 60 y 61 del nuevo código procesal penal también están reguladas las
atribuciones del ministerio público que a continuación explicaremos.

I.- INDEPENDENCIA DE CRITERIO:


La creación del Ministerio Público como órgano encargado de promover la acción
judicial en defensa de la legalidad sentó las bases para establecer un nuevo
sistema procesal de carácter acusatorio, en el que las funciones de persecución y
de decisión estén separadas y que convierte al fiscal en titular del ejercicio de la
acción penal y de la carga de la prueba.

La independencia de criterio, no se trata que el ministerio público o fiscal


desarrollen una teoría del caso o búsqueda de pruebas vulnerando los derechos
fundamentales, si no en el marco que lo permite la ley, con el criterio de
objetividad buscando pruebas de cargo como de descargo.

II.- DIRECTOR DE LA INVESTIGACION PREPARATORIA:


La Ley Fundamental del Estado ha encargado al Ministerio Público la función
persecutoria del delito que consiste en buscar, analizar y presentar las pruebas
que acrediten responsabilidad o irresponsabilidad de los imputados y de ser
justificado solicitar la aplicación de las penas pertinentes, haciendo del
Fiscal una institución idónea al sistema procesal acusatorio y a la vez impone
que la investigación sea una fase preparatoria de la acusación[9].

El Ministerio Público, recibirá la noticia CRIMINIS interpuesta por la víctima o


cualquier persona y al Fiscal le corresponderá dirigir la investigación del delito
perseguible por ejercicio público de la acción penal, con la finalidad de lograr la
prueba pertinente, así como identificar al autor o partícipe del delito, todo esto con
el objetivo de alcanzar la verdad sobre el caso.

Por tal motivo el Fiscal Provincial al tener conocimiento de la comisión de un delito


perseguible por ejercicio público de la acción penal, en cumplimiento de lo
dispuesto por los arts. 09 y 10 de su Ley Orgánica nº 052, puede constituirse al
lugar de los hechos, con el personal y medios especializados necesarios, para
efectuar un examen con la finalidad de establecer la realidad de los mismos,
levantando las actas correspondientes.

La doctrina señala los siguientes características del ministerio público:


Independencia.- En el ejercicio de sus funciones los miembros del Ministerio
Público no están sujetos a órdenes superiores.. acota también que las ejecutorias
supremas no obligan al Fiscal, porque no son ley. Su imperatividad es con
las partes, no erga omnes; pues es resolución en determinado caso y no
constituye norma de carácter general, constituyendo una valiosa fuente de
orientación para el magistrado. La Ley Orgánica del Ministerio Público en su art. 7º
autoriza al Poder Ejecutivo a exhortar al Ministerio Público para que cumpla
debidamente sus funciones. La Ley la llama “exhortaciones” para quitarle carácter
impositivo. Esta exhortación no debe convertirse en intromisión en la función del
Fiscal.

Jerarquía.- La Ley Orgánica en el art. 36º establece la jerarquía y declara que


son órganos del Ministerio Público:
El Fiscal de la Nación; Los Fiscales Supremos; Los Fiscales Provinciales; agrega
que también son órganos: Los Fiscales Adjuntos, de menor jerarquía que el Fiscal
con quien trabajan. La Junta de Fiscales, órgano colectivo que cumple funciones
de asesoramiento.

Inamovilidad.- El representante del Ministerio público no puede ser removido


por disposición del Ejecutivo. Sin su consentimiento no puede ser trasladado del
lugar para el cual ha sido nombrado. La Ley Orgánica en su art. 59º declara que
los traslados de los miembros del Ministerio Público, “solo se pueden hacer con
su solicitud o con la audiencia”[10]

III.- INTERVIENE EN EL PROCESO:


Hoy el proceso tiene como principal responsable al Fiscal Provincial, a quien
le corresponde presentar pruebas y el Juez queda encargado de su actuación y
apreciación, interviene desde la etapa policial. Apenas detenida una persona a
quien se sindica como autor de un delito, es avisado el Fiscal Provincial, quien
personalmente o por medio de auxiliar especialmente autorizado, se constituye en
el lugar de detención para vigilar que el detenido goce de todos sus derechos y
tenga defensor.

Concluida la investigación policial, el Fiscal examina si existe mérito suficiente


para iniciar la instrucción, así como si se encuentra identifica do el autor. Sólo
entonces denunciará el hecho delictuoso al Juzgado de Instrucción
correspondiente. Abierta instrucción, al Fiscal Provincial corresponde la carga de
la prueba. Debe estar enterado de las diligencias a realizar. Expresamente declara
el art. 14 de la L.O.M.P Nº 052 que los jueces, “sin perjuicio de las facultades que
al respecto les otorgue la ley”, deben notificar al Fiscal. Esto significa que el Juez
puede intervenir en las pruebas, ordenar aquello que resulta de una diligencia.

En cuanto a la presentación de pruebas, la ley dice que al Fiscal compete la carga


de la prueba, pero en el art. 14 declara procedente la “actuación de pruebas
ofrecidas por cualquiera de las partes y ordenada de oficio”. Esto significa que el
inculpado y la parte civil pueden ofrecer pruebas y que el Juez puede decretarlas
de oficio. Todo lo que contribuya a esclarecer el delito tiene que ser aceptado.
Establecer la limitación de que el Fiscal es el único que puede ofrecer probanza,
sometería el éxito de la investigación a la diligencia y capacidad de Fiscal. Si no
reúne estas condiciones lo que puede ocurrir los delitos quedarían sin probar. La
intención de la ley es que el Fiscal tenga la responsabilidad de la probanza, como
antes la tenía el Juez, pero también las partes pueden presentar las pruebas que
consideren necesarias para esclarecer la verdad.

El único que puede denunciar delitos es el Fiscal Provincial. La L.O.M.P. reconoce


que de tres modos puede el Fiscal enterarse de la comisión de un hecho que la ley
penal considera delito.

De oficio. Cuando el Fiscal se entera de un delito y está identificado su autor,


entonces presenta la denuncia al Juzgado. Es el caso del atestado policial.

Por acción popular. Cuando una persona del pueblo se entera de un delito
de comisión inmediata y procede a denunciarlo. Si es perseguible de oficio, el
fiscal puede amparar la denuncia.

A instancia de parte agraviada. Cuando quien ha sufrido con la comisión de un


hecho delictuoso, se presenta denunciando el delito y la persona de su autor.

Al recibir una denuncia el Fiscal Provincial, la examina y si la encuentra


procedente la envía al Juzgado para que abra instrucción. Si no la encuentra
procedente, la desestima, pero lo hace saber por escrito al denunciante.

Si el denunciante no se conforma con la denegatoria, puede ocurrir en queja ante


el fiscal Superior – cuando la denuncia ha sido presentada ante el Fiscal
Provincial – o ante el Fiscal Supremo si la presentó ante el Fiscal Superior. Con lo
que resuelva éste, concluye todo.

La intención de la ley es que el proceso penal recaiga principalmente sobre el


Ministerio Público de manera que el Juez tenga libertad espiritual suficiente para
apreciar las pruebas.

El Juez tiene como misión principal apreciar las pruebas aportadas por el
Ministerio Público y examinar si acreditan el delito y la persona de su autor.

La constitución del agraviado como persona del proceso – parte civil – no altera
esta situación. Todo delito debe ser castigado y toda víctima indemnizada. Si no
ocurre esto no se restablece el orden jurídico en su plenitud. La pretensión
punitiva del Ministerio público concluye con la sentencia. Si es condenatoria,
mantiene su intervención en la etapa denominada ejecución de sentencia. Si es
absolutoria, con la sentencia termina su intervención.
CAPITULO III
FUNCIONES DEL MINISTERIO PÚBLICO
La Ley Orgánica del Ministerio Público, Decreto Legislativo Nº 52 del 19 de Marzo
de 1981, Título I, Disposiciones Generales, artículo 1º indica que : “El Ministerio
Público es el organismo autónomo del Estado que tiene como funciones
principales la defensa de la legalidad, los derechos ciudadanos y los intereses
públicos; la representación de la sociedad en juicio, para los efectos de defender
la familia, a los menores e incapaces y el interés social, así como para velar por la
moral pública, la persecución del delito y la reparación civil.
También velará por la prevención del delito dentro de las limitaciones que
resultan de la presente ley y por la independencia de los órganos judiciales y la
recta administración de justicia y las demás que le señalan la constitución
Política del Perú y el ordenamiento jurídico de la Nación”[11]

En este sentido, está claro, entonces, que al fiscal le corresponde la persecución


del delito, la promoción de la justicia penal y la introducción de la pretensión penal.
Todo ello, le está reservada constitucionalmente. La fase de la investigación está
llamada a ser pre procesal, donde la contribución del fiscal, consiste en liberar al
juez de la investigación, y, sobre todo, desformalizarla para así preservar la
hegemonía del juicio, sin perjuicio del control judicial respectivo y de la
intervención del órgano jurisdiccional cuando se trate de limitar derechos
fundamentales para asegurar la punibilidad, dependiendo de los representantes
del Ministerio Publico, el éxito o el fracaso de la investigación.

Lo que permite sostener que el rol activo del Ministerio Público en el proceso
penal, respecto a afirmar la pretensión punitiva y de aportar las pruebas, que, en
su caso, enerven la presunción de inocencia, quedan ratificadas, y en su condición
de fiscal investigador sustituye al antiguo juez instructor. En cambio, el juez tiene
por función exclusiva controlar la investigación (control de plazos y tutelas de
derecho, para evitar abusos contra el imputado) y dirigir la etapa procesal del
juzgamiento

CONCLUSIONES:
1. El Ministerio Público debe alimentarse de su entorno social a fin de cumplir con
sus fines y objetivos institucionales adaptándose a los cambios que se van
produciendo en el presente a través de la búsqueda de oportunidades en futuros
escenarios que le permitan resolver los problemas de manera estratégica y no
reactiva, como lo hacía en el pasado.
2. Estudiosos reflexionan sobre los alcances del protagonismo del
Ministerio Público en nuestra sociedad, coincidiendo en señalar que como órgano
autónomo de derecho constitucional, tiene como misión la justicia en defensa del
interés social. De otro lado, institucionalmente, como sostiene Roxin, es una
autoridad de la justicia jerárquicamente estructurada, un actor encargado de exigir
al Juez la aplicación de la Ley y que participa en el proceso de aplicación de
normas jurídicas y en la función política del Estado, que es la pretensión de ejercer
sobre un determinado territorio el monopolio de la violencia legítima.
3. La persecución del delito le está reservada constitucionalmente. La promoción de
la justicia penal, así como la introducción de la pretensión penal. La fase de la
investigación está llamada a ser pre -procesal, la contribución del Fiscal, consiste
en liberar al Juez de la investigación, y sobre todo, desformalizarla para así
preservar la hegemonía del juicio, sin perjuicio del control judicial respectivo y de
la intervención del órgano jurisdiccional cuando se trate de limitar derechos
fundamentales para asegurar la punibilidad. De él depende el éxito o el fracaso de
la investigación.

BIBLIOGRAFIA:

[1] LEVANO VELI, Pablo Ernesto. Génesis y evolución del Ministerio Público. Edit.
UPCP. Ed. 2009, pág. 03.
[2] LEVANO VELI, Pablo Ernesto. Op.cit , pag.03
[3] ANGULO ARANA, Pedro. “La Función Fiscal. Estudio comparado y aplicación
al caso peruano. El
Fiscal en el nuevo proceso penal”. Jurista Editores. Lima (2007). Pág. 40.
[4] SAN MARTIN CASTRO, Cesar. Derecho procesal penal. Edit. Grijley. Ed.
2003, pág. 234.
[5] CUBAS VILLANUEVA, Víctor. La constitución comentada. Edit. Gaceta
Jurídica. Ed. 2005, Tomo II. pág. 754.
[6] LEVANO VELI, Pablo Ernesto. Op cit, pág. 05.
[7] RUBIO CORREA, Marcial. El sistema jurídico en el Perú. Edit. UPCP. Novena
edición 2007. pág. 55.
[8] ibíd. pág. 754
[9] ibídem
[10] VELASCO NUÑEZ, Silvia. Ministerio Público como persecutor del Delito. Edit.
Juristas Editores. Edic. 2006. Pág. 36.
[11] GRANDE ALANYA, Martha. Plan de modernización de la biblioteca de la
escuela del Ministerio
EL IMPUTADO

DEFINICIÓN.- Definicion de Imputado


Persona a la cual se le atribuye la comisión o participación en un delito
El concepto de imputado dispone de una utilización excluyente en el ámbito
judicial dado que de ese modo se denomina a aquella persona a la cual se le
atribuye la comisión de un determinado delito o su participación en algún acto
delictivo. En tanto, a la acción se la llama imputar, mientras que a la acción y al
efecto de imputar a alguien se la designa como imputación. Por cierto, tres
conceptos que se usan recurrentemente en el campo judicial y que las personas
que no estamos en él solemos escuchar muchísimo en las noticias que dan cuenta
de ello.

No es culpable aún
Entonces, para que quede aún más claro, una persona pasará a ser imputada/o
en un hecho cuando la imputación se formaliza a instancias del ámbito judicial.
Ahora bien, debemos decir que un imputado no es culpable todavía del hecho que
se le imputa. Muchas veces se confunde con la culpabilidad y por ello debemos
aclararlo. Una imputación es solamente la atribución de un delito a alguien o la
participación en él, como ya dijimos.

Un fiscal es quien la promueve cuando sospecha de la comisión del delito, en


tanto, a partir de esa imputación se iniciará un proceso de investigación, de
recolección de pruebas, para determinar si el imputado incurrió en delito o no.
Claramente entonces debemos decir que estar imputado no es ser culpable de
algo ni mucho menos, solamente hay una sospecha que debe investigarse y luego
la investigación determinará si lo es o no.

A aquella persona a la cual se le atribuye la participación en un delito o hecho


punible será uno de los más relevantes sujetos procesales.

¿Qué es un delito?
Delito será toda conducta, acción u omisión tipificada por la ley y absolutamente
contraria al derecho, es decir, que la misma se encuentre penada legalmente.
Existen diversos tipos de delitos, contra la vida, la libertad, el honor, la intimidad, la
propiedad, la salud pública y la seguridad pública, entre otros.
La justicia tiene el deber de garantizar el debido proceso y los derechos del
imputado

Desde la primera actuación que se realice en el procedimiento por el cual la


persona en cuestión ha quedado imputado en el, hasta la completa ejecución de
su sentencia, el legislador deberá preocuparse por la situación del imputado y
garantizarle la concreción de algunos derechos desde esa primera actuación hasta
el momento mencionado.

Todo imputado, cualesquiera sea su situación podrá hacer valer los derechos y las
garantías que le ofrecen las leyes hasta que, como dijimos, termine el proceso en
su contra.

Derechos del imputado


Entonces, hasta que finalice el proceso, el imputado tendrá derecho a lo siguiente:
que se le informe de manera clara y precisa los cargos por los cuales se lo imputó
en una causa y los derechos que le otorgan las leyes, ser asistido por un abogado,
solicitar a los fiscales diligencias destinadas a desvirtuar las acusaciones en su
contra, solicitar al juez convoque a una audiencia en la cual pueda prestar
declaración, solicitar que se active la investigación y conocer su contenido,
solicitar sobreseimiento, guardar silencio si así lo decidiese, no ser sometido a
torturas ni a otros tratos inhumanos, no ser juzgado durante su ausencia.

Todos somos inocentes hasta que se demuestre la culpabilidad


El principio de inocencia o presunción de inocencia resulta ser el principal principio
jurídico penal a favor del imputado, la famosa frase, todos somos inocentes hasta
que se demuestre lo contrario no es solamente una frase popular y hecha sino que
a instancias del derecho es una realidad concreta. Únicamente a través de un
proceso penal en el cual se demuestra la culpabilidad o intervención de alguien en
un delito podrá el Estado aplicarle una sanción conforme al delito en el cual haya
incurrido. La mencionada presunción de inocencia es una garantía consagrada en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en algunos Tratados
Internacionales sobre derechos humanos (Convención Americana de Derechos
Humanos / Pacto de San José de Costa Rica).

La prisión preventiva, una medida que garantiza que se lleve la resolución a buen
puerto
Si bien el principio de inocencia se mantendrá inamovible cualquiera sea la
circunstancia, si una determinada jurisdicción, en orden a garantizar el debido
proceso lo decide conveniente, podrá implementar alguna medida precautoria,
como ser la prisión preventiva, que ciertamente contradice al mencionado
principio, pero que es una típica medida que se toma porque es muy serio y
concreto el riesgo de fuga del imputado o bien su participación en alguna cuestión
que obstruya la investigación. La prisión preventiva justamente se dicta para
preservar la resolución del caso.

... via Definicion ABC https://www.definicionabc.com/derecho/imputado.php

concepto de imputado en el código procesal penal del 2004


Tito Gerardo SIRLOPÚ GARCES*

I. INTRODUCCIÓN

El Código Procesal Penal de 2004 tiene, entre otras características, una


orientación garantista y adversarial . Ello, permite suponer que el
representante del Ministerio Público y los demás sujetos procesales, (la Policía
Nacional, el imputado, el abogado defensor, el agraviado y el actor civil)
durante la actividad procesal, producirán argumentaciones encendidas,
procurarán consensos y delimitarán las divergencias.

Estas circunstancias, exigen un entendimiento jurídico de los vocablos,


conceptos y expresiones utilizados en el Derecho Procesal Penal, los que,
muchas veces, pueden ser ambiguos (pluralidad de significados que tiene una
palabra jurídica) o vagos (dificultad que puede hacer que el sentido de una
palabra sea impreciso, originando razonamientos que pueden acarrear
decisiones jurídicas opuestas o diferentes a las esperadas), coincidentes con
el lenguaje coloquial utilizado por todos los individuos.

En el nuevo Código Procesal Penal, aparece mencionada en numerosas


ocasiones la palabra “imputado”, sin embargo, el legislador no ha definido
quién o en qué momento del proceso se tiene la calidad de imputado.

Teniendo en cuenta la necesidad de superar la discordancia que existe entre


lo expresado en los diccionarios, códigos y libros de juristas extranjeros y el
ordenamiento jurídico nacional, y teniendo en cuenta la obligación de que el
lenguaje forense en general y el procesal penal en particular sea técnico,
preciso y pragmático en sus funciones cognoscitivas y comunicativas, nos
proponemos desarrollar una aproximación a la definición jurídica del vocablo
“imputado”.

II. LA AMBIGÜEDAD DE LA PALABRA “IMPUTADO”


En el vocabulario jurídico, imputar es sinónimo de asignar, incriminar,
denunciar, atribuir, acusar, responsabilizar, etcétera. De esto puede inferirse
que imputado es el asignado, incriminado, denunciado, inculpado, instruido,
atribuido, acusado, responsabilizado.

Sin embargo, debe tenerse presente que en el ámbito del Derecho Procesal
Penal, los vocablos: denunciado, inculpado y acusado tienen significados
diferentes ya que se vinculan con los distintos estadios por los que atraviesa
un encausado (sujeto contra quien se orienta la pretensión penal del Estado).

III. LA VAGUEDAD DE LA PALABRA “IMPUTADO”

A) SEGÚN LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, la palabra imputar, proviene


del latín imputāre y significa atribuir a alguien la responsabilidad de un hecho
reprobable. Imputado o imputada es también un adjetivo que se usa como
sustantivo para referirse a una persona contra quien se dirige un proceso
penal”. Cabanellas de Torres sostiene que imputar es sinónimo de culpar,
acusar, denunciar, atribuir un daño, un mal, una falta o un de¬lito .

De lo expuesto se colige que el vocablo “imputado” no es preciso sino que por


el contrario, es vago, laxo, porque un juez, no puede absolver o condenar a un
denunciado, o a un inculpado, sino a un acusado; así como un fiscal no puede
acusar a un denunciado, sino a un inculpado.

B) EL JURISCONSULTO, JOSÉ IGNACIO CAFFERATA NORES, afirma que


imputado o imputada es la persona indicada como partícipe de un hecho
delictuoso en cualquier acto de la persecución penal dirigido en su contra y
desde el primer momento de ella.

De otro lado, el Código Procesal chileno en su artículo 7, señala que : “(…)


tendrá la calidad de imputado la persona a quien se atribuyere participación en
un hecho punible (…).”

Examinando, lo expresado tanto por el ilustre jurista argentino, cuanto por el


legislador chileno, se podría interpretar que imputado solamente sería el
partícipe; razonamiento que no armoniza con nuestro Código Penal, porque
éste hace una distinción categórica entre el autor y el partícipe de un delito,
pudiendo ser el último mencionado, instigador, cómplice primario o cómplice
secundario .

c) EL ARTÍCULO 8 DEL CÓDIGO PROCESAL PENAL DE COLOMBIA DE


2005, señala que será imputado una vez que se le atribuye el delito, lo que
implica que necesariamente debe existir una indagación preliminar realizada
por el representante del Ministerio Publico. En este caso, la persona inquirida
será conocida como sospechoso, investigado o indiciado; y recién ostentará y
adquirirá la condición de imputado, a partir de la resolución que dé inicio al
proceso penal.

IV. COMPONENTES QUE INTERVIENEN EN LA APROXIMACIÓN A LA


DEFINICIÓN DEL “IMPUTADO”

El Código Procesal Penal de 2004 señala que:


“Artículo
II.-
1. Toda persona imputada de la comisión de un hecho punible es considerada
inocente, y debe ser tratada como tal, mientras no se demuestre lo contrario y
se haya declarado su responsabilidad mediante sentencia firme debidamente
motivada
(...)”

“Artículo 71.-
1.- El imputado puede hacer valer por sí mismo, o a través de su Abogado
Defensor, los derechos que la Constitución y las Leyes le conceden, desde el
inicio de las primeras diligencias de investigación hasta la culminación del
proceso
(…)”.

4.1. Los agentes activos del hecho punible que pueden ser considerados
imputados
El representante del Ministerio Publico puede atribuir a una persona física:
i) Realizar dolosamente, por propia mano los elementos objetivos y subjetivos
que configuran un delito (autoría directa); así como controlar el resultado
típico, sin aparecer en la escena del evento criminoso (autoría mediata); o
tener con otra o más personas, la decisión común de realizar un hecho
punible, contribuir con aportes significativos en su perpetración e intervenir en
la ejecución del mismo (coautoría).

ii) Determinar dolosamente a otro a cometer un delito (instigación), o participar


en la etapa de preparación o ejecución del evento criminoso, efectuando
cooperaciones psíquicas, exhortaciones o actos, sin los cuales no se hubiera
cometido (complicidad primaria); o haber dado ayudas sustituibles
(complicidad secundaria).

iii) Producir ilícitos actuando de manera negligente, imprudente o con


impericia, infraccionando el deber de cuidado, sin prever el posible resultado
antijurídico (autoría de delitos culposos).

iv) Realizar acciones dolosas o culposas, o incurrir en omisiones sancionadas


por ley (lo que incluye las faltas).

5.2. El momento de ser considerado imputado y los derechos que lo


protegen
Si el legislador ha dispuesto que este sujeto procesal puede desde el
comienzo de la actividad indagatoria, hacer valer los derechos que la
Constitución y las leyes le conceden, hasta la culminación del proceso, se
colige que imputado será, desde que el representante del Ministerio Público
dicta la disposición de inicio de la investigación preliminar (etapa anterior al
proceso penal realizada por la Policía Nacional, bajo la dirección del Fiscal, o
por éste, directamente).

Asimismo, se le ha puesto énfasis a la asignación del derecho de presunción


de inocencia con el que se le ha dotado. En primer lugar, para evitar que los
magistrados abusen de la prisión preventiva y para disminuir la cifra de los
prolongadamente detenidos sin sentencia (quedando en condición de
sospechosos), hasta que se expida resolución firme que declare su
responsabilidad; y en segundo lugar, para que las garantías judiciales , sean
herramientas jurídicas de utilización cotidiana a favor del imputado.

Debe agregarse que, este sujeto procesal, desde el inicio de las primeras
diligencias de investigación hasta la culminación del proceso puede, por sí
mismo, o a través de su abogado defensor, exigir el cumplimiento de los
derechos que la Constitución y las leyes le conceden; es decir, a ser
procesado por un juez o tribunal con jurisdicción y competencia previas,
legalmente establecidas, respetándose el sub principio de taxatividad punitiva
y el principio de legalidad procesal, que regule meridianamente las funciones,
atribuciones y actividades de cada una de las partes, de tal forma que la
legítima expectativa de obtener una disposición fiscal o resolución judicial,
firme fundamentada en derecho, no sea una quimera.

Especial interés merece el numeral 1 del artículo 259º de Código Procesal


Penal modificado por Ley Nº 29372 del 08JUN09, que permite a la Policía
Nacional del Perú detener a las personas sin mandato judicial, cuando sean
sorprendidas en flagrante delito. Asimismo, puede “registrar a las personas,
capturar a los presuntos autores y participes informándoles de inmediato sus
derechos, practicar las diligencias orientadas su identificación física, conducir
al intervenido a la dependencia policial más cercana para exclusivos fines de
identificación, registrar vehículos, realizar el control de efectos personales para
comprobar que no se porten sustancias o instrumentos prohibidos o
peligrosos, retener a una persona hasta por cuatro horas, para que se
practique una pesquisa, etcétera” ; y en la posibilidad de comisión de delito
superior a los dos años de pena privativa de la libertad, el Jefe de la
Dependencia Policial o quien haga sus veces, podrá disponer la detención del
intervenido e inmediatamente darle cuenta al Fiscal.

Lo antes mencionado indica que, los propósitos de la detención policial en


flagrancia, (usando la coacción o la fuerza en forma racional proporcional y
necesaria) son: Asegurar la presencia física del imputado cuando se tenga la
sospecha de que pueda huir, o para identificarlo; y obtener desde el inicio de
la averiguación del hecho punible o desde la investigación preliminar, los
objetos de prueba (declaraciones del imputado, del agraviado y de terceros,
documentos, fotografías, copias fotostáticas dictámenes periciales,
reconocimientos policiales fotográfico o en rueda por parte de la víctima,
etcétera), para que posteriormente sean ingresados al juicio oral como medios
de prueba. En el nuevo Código Procesal afloran síntomas de humanismo y
democracia. El legislador, ha delimitado la actuación policial de manera
precisa, autorizándole a intervenir citar y detener a las personas, de
conformidad con la Constitución y la Ley. Ahora, el imputado debe inicialmente
ser investigado; y luego, si se cumplen los requisitos que justifiquen la prisión
preventiva, podrá ser detenido.

5.3. El imputado y el “desdichado”

Se sabe de los efectos positivos de la implementación del Nuevo Código


Procesal Penal en otros distritos judiciales y de las opiniones de distinguidos
procesalistas que ahora se garantizan los derechos constitucionales de las
partes involucradas (especialmente los del imputado). Esta visión optimista y
halagüeña se estrellará con la realidad imperante en los distritos judiciales de
Cajamarca, Amazonas y San Martín,

En las zonas urbanas, centros poblados menores, caseríos, villorrios de estos


departamentos viven 2’ 492 610 habitantes ; existe y prima la cultura
Occidental; y se encuentran arraigadas entidades del Estado Peruano como
gobiernos regionales y locales, gobernaciones, puestos policiales, hospitales,
postas sanitarias, escuelas públicas y privadas, institutos superiores,
universidades, el Ministerio Público; Juzgados de Paz y jurisdiccionales, con
servicios de telecomunicaciones (radio, televisión, telefonía, fija y celular,
internet), con población citadina y campesina, dedicadas a actividades
económicas formal e informal , y donde no existe propiedad comunal sino
privada, se encuentran organizados grupos de personas, autodenominados
“ronderos”, que si bien es cierto algunos de sus dirigentes, de facto, de
manera colectiva consensuada entre las partes solucionan problemas de
linderos, deudas, faltas, infracciones, etcétera.; también lo es que, otros (para
distinguirlos de los buenos ronderos les llamaré “malandrines”) politizados, a
sabiendas que no tienen legitimidad para ejercer la atribución de administrar
justicia, manifestando un total desprecio al Estado Social y democrático de
Derecho, desafían a las autoridades legalmente constituidas y sin ley detienen
, juzgan y sancionan a aquellos que se encuentran implicados en la presunta
comisión de algún ilícito penal (para distinguirlos de los imputados del sistema
de la justicia formal, les llamaré “Desdichados”), con aberrantes
ajusticiamientos extrajudiciales y violatorios de los derechos humanos , con la
muchas veces complaciente indiferencia de aquellos que precisamente se
encuentran legitimados para protegerlos y defenderlos.
En el valle del Alto Mayo esta lacerante realidad, llega a límites de surrealismo
cuando los efectivos policiales para obtener información o una declaración en
tal o cual sentido, no amedrentan al intervenido o detenido con darle su
“chiquita” como acostumbran en las ciudades de la costa, sino con entregarlo
a los ronderos; o cuando los dirigentes “malandrines” de la base ronderil que
tiene en su poder al “desdichado”, los de la base subsiguiente y los de la base
central, exigen dinero a cambio de “darle libertad”; esto es, para entregarlo a la
Policía Nacional.

A partir del 1 de abril del presente año, con la puesta en vigencia del Código
Procesal Penal del 2004 en el distrito judicial de San Martín, se supone que
debe ser el comienzo del fin de los “malandrines” y sus tropelías, y el momento
de demostrar que en verdad, es una herramienta jurídica para garantizar los
derechos humanos, especialmente, los del imputado y del “desdichado”,
respectivamente.

No es necesario ser agorero para vaticinar que la situación jurídica del


“desdichado”, no cambiará, porque se tiene la presunción fundada que los
“malandrines” seguirán en este quehacer perverso, con el apoyo militante de
personas poderosas que creen y se esmeran en hacer creer (no lo sé, sí es
por candidez o interés inconfesable) que los ronderos (sin hacer la diferencia
entre buenos ronderos y los “malandrines”) no entienden el idioma español o
que están separados del resto de los peruanos, por la barrera cultural; y
sostienen que su justicia es un sistema legítimo y vivo.

Considero que lo que hacen los “malandrines” no es justicia sino “viveza”,


porque de manera ladina y cínica, hacen creer a los campesinos que
conducen, a algunas autoridades poco diligentes, a algún periodista
despistado, y a los “apus” de las comunidades nativas de esta parte de la
amazonía (que tienen un concepto claro de nación, que no devastan la flora y
la fauna, que tienen identidad cultural propia; y que hoy se encuentran en pie
de lucha en la justa defensa de sus territorios) , que este problema es de
carácter antropológico; que la justicia ronderil es una secuela de la ausencia
del Estado. Nada más falso, porque la verdadera intención de estos
“malandrines”, es atemorizar a los miles de humildes campesinos , obligarlos a
afiliarse, para luego cobrarles dinero por derecho de admisión, entregarles
carnet, dar aportes para realizar supuestas gestiones; venderles
compulsivamente (cual esbirros) “seguridad”; hacer del secuestro de los
“desdichados” una industria; fomentar cultivos prohibidos de coca, marihuana
o amapola; depredar los bosques amazónicos, convertirlos en chacras para
luego, obtener pingües ganancias vendiéndolos (¿Los ronderos alguna vez
han ajusticiado a un narcotraficante o a algún asaltante de carreteras o a un
depredador de bosques ?) . En pocas palabras, aceptan la presencia del
Estado, su gobierno y su cultura, pero exigen tener zonas liberadas para en
nombre de la administración justicia imponer una férula delictiva.
Al respecto, el legislador debió dictar normas claras, precisas, acordes con
esta realidad, y no lo ha hecho. En este Cuerpo de Leyes debió establecer que
el ámbito territorial donde los “malandrines” autodenominados ronderos se
encuentran radicados y actúan, no es comunal sino privado; y es la
jurisdicción penal ordinaria la que tiene la exclusividad de administrar justicia;
mas no, las autoridades comunales (simplemente porque no las hay); y por
tanto, solo les corresponde promocionar la justicia, procurar la paz social y el
respetar los Derechos Humanos, ejercitando acciones como el “arresto
ciudadano” y a través del principio de publicidad, controlar la actividad de la
magistratura. Sin embargo, solamente de manera genérica, revelando una
actitud inexplicable y exageradamente dócil con estos “malandrines”, en el
artículo 18 numeral 3 de este nuevo cuerpo de leyes, solamente se ha
consignado un escueto “La jurisdicción penal ordinaria no es competente para
conocer: De los hechos punibles en los casos previstos en el artículo 149º de
la Constitución.”; lo cual, permite colegir que los ya conocidos cruentos
enfrentamientos con la autoridad del Estado, motivados por la destrucción y
erradicación de los cultivos de marihuana, coca o amapola , que algunos
ronderos tienen sembrados en sus chacras, y los ataques a las dependencias
del Estado, y muertes de ciudadanos, magistrados, policías y campesinos, se
incrementarán por la falta de transparencia de las reglas sobre la
administración de justicia.

Le corresponde ahora, al Ministerio Público y al Poder Judicial continuar la


desigual tarea de hacer deslindes normativos; y con la Policía Nacional,
combatir a los “malandrines” teniendo como armas la Constitución y la Ley. No
sólo deberán garantizar los derechos de los sujetos procesales, y de los
“desdichados”, sino que también, deberán denunciar y procesar a éstos
“malandrines” por delitos de secuestro, tortura (delito de lesa humanidad
porque dentro de estos grupos algunas veces, intervienen gobernadores,
jueces de paz, alcaldes comunales, etcétera), robo, extorsión, lesiones,
homicidio calificado, o concurso de estos u otros ilícitos penales cuando el
principio de legalidad así lo establezca de manera expresa, y no por el delito
de coacción (cuya penalidad es baja) como ocurre algunas veces (presumo
que para congraciarse con ellos). No hacerlo, significaría abandonar a su
suerte al “desdichado”; evidenciaría, un comportamiento pusilánime y
encubridor por parte de quienes legítimamente deben administrar verdadera
justicia.

5. 3. La condición de imputado no siempre termina con una sentencia


firme
El nuevo Código Procesal Penal prevé diferentes Resoluciones con las que se
puede dar concluido un caso y en consecuencia, la condición de imputado. Así
tenemos:
a) La Disposición de Abstención del Fiscal en el ejercicio de la acción penal
por la aplicación del Principio de Oportunidad o del Acuerdo Reparatorio.
En casos de manifiesta responsabilidad o suficientes elementos de convicción
que acrediten un delito, el nuevo Código Procesal ha previsto estas dos
salidas tempranas para evitar procesos innecesarios.

1. Principio de Oportunidad.- El representante del Ministerio Público, una


vez cumplidos los requisitos exigidos por los numerales 1 al 5 del artículo 2º
del nuevo Código Procesal Penal, tiene la facultad de abstenerse de ejercitar
la acción punitiva antes de iniciarse el proceso siempre y cuando se haya
concertado y satisfecho la reparación civil.

a.2.) Acuerdo Reparatorio establecido en el inciso 6 del artículo 2º, del


Código Adjetivo, que puede ser promovido por el fiscal, el imputado o la
víctima; y que tiene por finalidad lograr un compromiso de reparación entre
éstos dos últimos sujetos procesales mencionados. Es aplicable en los delitos
de lesiones leves, hurto simple, hurto de uso, hurto simple de ganado,
apropiación ilícita, sustracción de bien propio, apropiación de bien perdido, o
por error o caso fortuito, venta o apropiación de prenda, estafa genérica,
defraudaciones, fraude en la administración de personas jurídicas, daño
simple, giro indebido de cheques y en los delitos culposos.

En los casos anteriores mencionados, la Disposición de Abstención del


representante del Ministerio Público extingue la acción punitiva y la
responsabilidad del imputado.

b) El Auto de Sobreseimiento
El sobreseimiento, es la petición del Fiscal al Juez de la investigación
preparatoria, el archivamiento del proceso una vez concluido, porque se tiene
la certeza que, “ (…) el hecho objeto de la causa no se realizó o no puede
atribuírsele al imputado; el hecho imputado no es típico o concurre una causa
de justificación, de inculpabilidad o de no punibilidad; la acción penal se ha
extinguido; y, no existe razonablemente la posibilidad de incorporar nuevos
datos a la investigación y no haya elementos de convicción suficientes para
solicitar fundadamente el enjuiciamiento del imputado” . Si el Juez considera
fundado el requerimiento efectuado por el Fiscal, o si el Fiscal Superior se
pronuncia ratificando lo solicitado, el Juez dictará el auto de sobreseimiento y
dispondrá el archivo del caso.

También, El Juez de la Investigación Preparatoria si lo considera procedente,


dictará auto de sobreseimiento definitivo del proceso, cuando la acción penal
ya ha sido promovida, y el Ministerio Público, (con la aprobación del imputado
y citación del agraviado), hasta antes de la acusación fiscal, solicita la
aplicación del Principio de oportunidad.” o se logra consenso mediante
acuerdo reparatorio.
c) La Sentencia firme
El proceso también puede concluir mediante sentencia firme, condenatoria
imponiéndole pena o medida de seguridad o absolutoria de los cargos
formulados en su contra.

Concluyendo la condición de “imputado” no solo termina con la expedición de


una sentencia, sino también mediante disposición de abstención fiscal o con
un auto de sobreseimiento.

VI. APROXIMACIÓN A LA DEFINICIÓN JURÍDICA DEL SUJETO


PROCESAL “IMPUTADO”
Habiéndose advertido que la palabra “imputado” referida al sujeto más
importante del proceso, aludida en el nuevo Código Procesal Penal, podría ser
afectada de ambigüedad y vaguedad, se propone delimitarla de precisión
jurídica, con la siguiente aproximación de definición Entonces:

IMPUTADO ES AQUELLA PERSONA, DE QUIEN SE SOSPECHA SER


AUTOR DE UN HECHO PUNIBLE (DELITO O FALTA); O PARTÍCIPE DE
DELITO; QUE DESDE EL INICIO DE LA INVESTIGACIÓN PRELIMINAR SE
ENCUENTRA AMPARADO POR LOS DERECHOS DE PRESUNCIÓN DE
INOCENCIA, DE DEFENSA Y DEMÁS QUE LA CONSTITUCIÓN Y LAS
LEYES LE CONCEDEN, HASTA QUE MEDIANTE DISPOSICIÓN FISCAL O
RESOLUCIÓN JUDICIAL DEFINITIVAS, LO LIBERE DE LOS CARGOS
FORMULADOS EN SU CONTRA, O LO CONDENE IMPONIÉNDOLE UNA
PENA O MEDIDA DE SEGURIDAD.”

VII. FUENTES
1. Constitución Política del Estado
2. El nuevo Código Procesal Penal Decreto Legislativo Nº 957.
3. Diccionario de la Lengua Española, Vigésima segunda edición de
www.rae.es/
4. Diccionario Jurídico Elemental Edición 2003 p. 222 Guillermo Cabanellas de
Torres www.librimundi.com/libros/
5. Introducción al Derecho Procesal Penal; CAFFERATA NORES, José I.,”,
Lerner, Córdoba, 1994.-
6. Código Procesal Chileno www.oas.org/juridico/spanish/chi
7. Código Procesal Colombiano
www.secretariasenado.gov.co/.../ley_0906_2004
8. Código Penal
9. Tribunal Constitucional STC N.º 0618-2005-HC/TC.
10. Tribunal Constitucional; Expediente 5514-2005-PA-TC-CALLAO-Edras
Boel Orihuela Romero.
EL ACTOR CIVIL

EL «ACTOR CIVIL» EN EL PROCESO PENAL

EN UN PAR DE ARTÍCULOS ANTERIORES, exponíamos las diferencias


conceptuales entre los vocablos referidos a la víctima del delito dentro del nuevo
sistema procesal penal. Entre otros se hacía referencia a los conceptos de “actor
civil” y “querellante particular”. El actor civil, decíamos, es “el agraviado que actúa
procesalmente para hacer valer su derecho a la reparación civil por el daño
causado con el delito”. El tema es importante porque resalta el posicionamiento de
la víctima dentro del proceso: mientras al representante del Ministerio Público le
interesa demostrar que los hechos denunciados tiene la calidad de delito, al actor
civil le corresponde demostrar que los hechos denunciados le han ocasionado
daños y perjuicios. En consecuencia, el actor civil –si efectivamente quiere que su
pretensión sea atendida- no puede ni debe conformarse con la actuación procesal
probatoria del Ministerio Público y, por el contrario debe aportar sus propios
medios probatorios.

Un ejemplo nos ayudará en la diferencias. En el delito de lesiones graves, al


fiscal ha de interesarle probar, que el acusado ha ocasionado dolosamente en el
agraviado, cualquiera de las tres condiciones siguientes: a) la lesión ha puesto en
peligro inminente su vida, b) le ha mutilado o menguado en sus funciones algún
miembro u órgano principal del cuerpo o la ha desfigurado de manera grave y
permanente, c) que la lesión sea calificada con más de 30 días de descanso
médico. Probadas cualquiera de dichas condiciones el imputado sufrirá una
sentencia condenatoria; situación que no necesariamente, ha de satisfacer las
demandas de la víctima.
El actor civil, amparado en el buen desempeño del fiscal deberá probar, entre
otras cosas, que las lesiones padecidas le han generado gastos de hospitalización
y tratamiento por un determinado monto dinerario; además que le han impedido de
trabajar durante “tantos” días, y en consecuencia deberá retribuírsele cada uno de
los días dejados de trabajar a razón de “tantos” soles por día; que la ausencia de
remuneración en la fecha ordinaria le ha impedido pagar sus deudas lo que ha
generado débitos moratorios en las entidades crediticias, o las afectaciones en sus
relaciones laborales que se agravan si ha perdido el trabajo como consecuencia
del hecho delictuoso, si existen personas que dependen de su trabajo, etc. Le
conviene relacionar el daño con la actividad misma a la que se dedica: no es lo
mismo que un panadero sufra daños en las piernas a que lo padezca un jugador
de futbol o un ciclista; que un futbolista padezca daños en las manos a que lo
sufra un cirujano o un pintor. Al fiscal ha de importarle poco el proyecto de vida de
la víctima, pero si mucho la naturaleza y circunstancias del hecho denunciado.
En consecuencia, no bastará con la existencia del delito, sino que el actor civil ha
de requerir probar el daño padecido, con lo que tiene obligación de ofrecer medios
probatorios que acredite la naturaleza, cuantía y la extensión del mismo. El
agraviado del delito, por tanto, tiene derecho de exigir a su abogado presente
medios probatorios: acudir a juicio oral y repetir la antigua expresión: “me adhiero
a las pruebas ofrecidas por el fiscal” no garantiza el sufragio del daño pero sí una
pérdida de tiempo y dinero en un proceso judicial que, por el sólo hecho de
haberse constituido en “actor civil” le ha quitado la posibilidad de acudir a la vía
civil para garantizar esa misma pretensión.
En este extremo, es necesario precisar que la posibilidad del agraviado de
constituirse en “actor civil” es una facultad de este, dado que –si por ejemplo- se
tratara de una persona indigente o en insolvencia económica en incapacidad de
pagar a un abogado le sería más conveniente aprovechar las prerrogativas del
fiscal y, “exigirle” que, además preocuparse por el delito, también asuma el
ejercicio de la acción civil y, ofrezca –con su ayuda- medios de prueba que le
aseguren una justa reparación.
Cualquiera sea el caso, ya que el agraviado se constituye en actor civil, o que
contribuye en la actuación del fiscal aportando medios de prueba, el daño
padecido por la víctima, al igual que el delito, tiene que ser probado. El juez no lo
puede adivinar ni presumir, por el contrario, corresponde al agraviado asumir su
rol procesal, si así lo considera conveniente.■
Texto del artículo «El “actor civil” en el proceso penal», de © Laurence Chunga
Hidalgo, Juez especializado Penal de Morropón, Chulucanas, publicado en diario
El Tiempo, el 14 de agosto de 2009.

LA CONSTITUCIÓN EN ACTOR CIVIL: ¿QUIÉN, CUÁNDO, PARA QUÉ


Y CÓMO?
Publicado el 13 mayo, 2011por Miguel Angel Vásquez Rodríguez
Miguel Angel Vásquez Rodríguez
Juez Titular del Primer Juzgado de Paz Letrado con funciones de Juzgado de
Investigación Preparatoria de Iñapari. Distrito Judicial de Madre de Dios.
NOTA: Todas las referencias normativas hechas en el presente texto se deben
entender referidas al Código Procesal Penal (Decreto Legislativo 957) salvo que
se especifique lo contrario.
1. IDEAS PRELIMINARES
Durante la vigencia del Código Procesal Penal (en buena parte ya de los distritos
judiciales del país) se han ido estableciendo algunos criterios respecto a
determinados mecanismos prescritos por el nuevo ordenamiento; en el caso del
presente ensayo abordaremos el procedimiento de constitución en actor civil, tema
que ha generado interpretaciones encontradas, que con el tiempo han ido
encontrando su cauce mediante las disquisiciones que se han venido haciendo en
diversos juzgados y salas, pero que al parecer todavía no gozan de unánime
respaldo.
Entre los temas que a tratar y que resultan ser los que generan mayor discusión,
están la necesidad de llevar a cabo audiencia en el procedimiento de constitución
en actor civil del agraviado, la declaración de oficio de actor civil y la oportunidad
para constituirse en tal entre otros. Como mecanismo para responder a las
interrogantes que genera la constitución del agraviado en actor civil, plantearemos
a su vez cuatro preguntas: ¿Quién se constituye? ¿Cuándo? ¿Para qué? y ¿Cómo
se constituye?

2. DESARROLLO
2.1 ¿Quién puede constituirse en actor civil?
El artículo 98 del Código establece como premisa inicial que el actor civil es el
titular de la acción reparatoria, luego precisa que esta acción sólo podrá ser
ejercitada por quien resulte perjudicado del delito. Recuérdese que la naturaleza
de la acción reparatoria es fundamentalmente patrimonial y es por ello la
denominación del titular de ella: “actor civil.” Dicho actor civil deberá, en primer
término, sustentar en el proceso cómo es que ha sido perjudicado por la conducta
imputada al investigado y cómo es que este daño sufrido puede ser resarcido. Si
bien en muchos casos de admite que hay un componente moral en la colaboración
del actor civil en el proceso a fin de aportar con elementos que permitan probar la
comisión del ilícito, lo cierto es que todas las facultades de este apuntan
formalmente a la acreditación, aseguramiento y pago de una reparación civil.
Resulta evidente que el que ha sido perjudicado por el delito es el agraviado, pero
no siempre hay identidad entre agraviado en sentido estricto y agraviado en
sentido procesal (artículo 94.2 del Código) y por lo tanto con el actor civil.

Por ejemplo en el caso de lesiones graves, el agraviado será aquél que


efectivamente recibió las lesiones y el daño sufrido se acredita mediante el
certificado médico correspondiente. Será entonces facultad de aquél que sufrió las
lesiones constituirse en actor civil.
Diferente será en el caso de un homicidio, donde el agraviado es sin lugar a dudas
la víctima. Pero este agraviado como persona humana dejó de existir, subsiste sin
embargo la relación sucesoria hacia sus descendientes o ascendientes de ser el
caso. Dada la naturaleza patrimonial de la acción reparatoria, tendrán derecho a
ejercerla quienes acrediten precisamente su vínculo sucesorio con la víctima o
agraviado directo, ya que ellos son los afectados con la vulneración (o
destrucción) del proyecto de vida de éste.

Otra hipótesis es la de la víctima en estado vegetativo. ¿Quién puede constituirse


en actor civil en ese caso? En tanto la víctima no haya sido declarada oficialmente
fallecida, sigue siendo sujeto de derecho desde el punto de vista de la norma civil
(artículo 61 del Código Civil) ya que de acuerdo a reiterada jurisprudencia la
muerte se define como el cese de actividad cerebral. ¿Podrá constituirse como
actor civil el potencial sucesor o sucesores de esta víctima? La respuesta es
negativa, ello conforme a la lectura del artículo 94.1 del Código que establece que
en el caso del agraviado incapaz, la representación corresponde a quienes la Ley
designe, en cuyo caso deberá el interesado en ejercer la acción civil primero
recurrir a la vía civil (proceso sumarísimo) para demandar la interdicción del
agraviado y obtener luego la resolución judicial del caso y que presentará como
prueba documental ante el Juez de la Investigación Preparatoria.

En un reciente caso en este distrito judicial, que puede resultar sumamente


ilustrativo para los fines de este ensayo, acontece que una persona A muere a
manos de su conviviente B, de las actuaciones en sede fiscal por el delito de
homicidio y que aparecen de la carpeta correspondiente, fluye que A tiene dos
hijos menores de edad M y N. No se especifica si dichos hijos son comunes con B.
Durante la etapa de investigación preparatoria, C, que es hermano de A solicita su
constitución en actor civil al juzgado, adjuntando las partidas de nacimiento de A y
de C de donde aparece que efectivamente ambos tienen los mismos
progenitores. B se encuentra en el penal con mandato de prisión preventiva. Ante
este caso, ¿corresponde declarar a C como actor civil? La respuesta a primera
vista parece ser negativa, pero analicemos:
a) No fluye de la carpeta fiscal qué pasó con M y N. Por la documentación
presentada por C pareciera que no acude en representación de los menores, si no
por sí mismo en calidad de hermano de A.
b) ¿Quién está representando en este momento a M y N? El fiscal no informó al
despacho si dichos menores se encuentran en una institución a cargo de su
cuidado y en todo caso quién ejerce su representación.
Lo idóneo hubiese sido que el Ministerio Público haya informado al Juzgado el
estado y condición jurídica de los menores, en la que solo habrían dos
posibilidades, la primera que al estar B recluida en el penal y A fallecido, se haya
hecho entrega de M y N a los abuelos u otro familiar (incluyendo a C), quienes
ejercerían su representación, la segunda es que se haya declarado el abandono
material de estos y hayan sido remitidos a un albergue de menores, donde el
director o encargado de dicho centro ejercería la representación. En cualquiera de
los dos casos tanto la formalización y continuación de la investigación, como
posteriormente el traslado de la petición de constitución civil de C tendrían que
haber sido notificadas a M y N por medio de su representante legal, de tal manera
que se pudieran oponer o concurrir de ser el caso conforme el artículo 99 del
Código Procesal Penal.

También es apropiado preguntarse si podría B (presunta autora del delito de


homicidio) representar válidamente a M y N en la audiencia o en el proceso: A
todas luces la respuesta debe ser negativa, pues a este punto la fiscalía a cargo
de la investigación, conjuntamente con la fiscalía de familia ya deberían haber
tomado las previsiones para la seguridad de los menores, tutela y representación.
Pero incluso no siendo así, B no podría representarlos al existir un evidente
conflicto de intereses.

Regresando a la idea principal, si M y N tenían conocimiento de la petición de


constituirse en actor civil de C, y no presentaron también su petición para
concurrir, mediante su representante, entonces procederá declarar a C como actor
civil. No debe perderse de vista que el artículo 99.1 establece textualmente
que “En caso de concurrencia de peticiones se resolverá siguiendo el orden
sucesorio previsto en el Código Civil. […]” Es decir que para entrar al análisis del
orden sucesorio de los peticionarios, en primer lugar debe existir la situación de
la concurrencia de peticiones. Luego, si no hay concurrencia bastará acreditar la
vinculación sucesoria que de acuerdo al artículo 816 del Código Civil alcanza
hasta colaterales del segundo, tercer y cuarto grado de consanguinidad. En este
caso particular C habría presentado en solitario la petición; de esta se habría
corrido traslado a M y N mediante su representante, y al no haberse opuesto o
concurrido en el plazo que tenían para hacerlo (el del traslado), y al estar C dentro
del rango de parentesco colateral establecido por el artículo 816 del Código Civil,
procede declarar su constitución en actor civil.

Es importante señalar que al final del proceso, y condenada B a una determinada


pena y el pago de una reparación civil, no implica que el íntegro de esa reparación
civil sea para C. Estamos ante la hipótesis que C se constituyó probablemente
como actor civil para colaborar con la investigación y eventualmente, si así lo
desea, solicitar una reparación civil a su favor, acreditando el porqué la solicita
tanto como el quantum de esta. Ello no implica que los menores M y N hayan
perdido el derecho a reclamar también una reparación civil para ellos. Ese derecho
está garantizado por la intervención del Ministerio Público, quien debe tutelar por
los derechos como agraviados de M y N aunque no se hayan constituido como
actores civiles y finalmente todavía queda a su favor la vía de la acción civil pura.
El juez en todos estos casos debe actuar con mucha cautela, sobre todo al
momento de fijar las reparaciones civiles correspondientes, pudiendo inclusive
desestimar dicha pretensión en el caso de C.

Situación diferente sería, y aparentemente esto sucedió en el caso en comento,


que no se notificó a M y N. El artículo 336.2.c del Código establece como requisito
de la formalización de la investigación la indicación del agraviado, por lo tanto es
obligación del fiscal indicar quién goza de esa calidad, salvo que materialmente no
tuviera manera de determinarlo. Si bien el artículo 102.1 establece la obligación
del Juez de recabar información de los sujetos procesales, limita ésta a sólo los
que están apersonados. Luego si efectivamente el fiscal a cargo de la
investigación señaló a M y N como agraviados en la formalización de la
investigación y estos no fueron notificados, no cabría siquiera realizar la audiencia
correspondiente, por cuanto se estaría vulnerando el debido proceso. En la
hipótesis de que la audiencia ya se haya fijado, bien podría aprovechar ésta el
Juez de la Investigación Preparatoria para levantar datos respecto a la situación
de los menores, a fin de saber su destino y en todo caso disponer que el Ministerio
Público informe su condición a fin de notificarlos válidamente y luego recién
resolver la petición de C.

De estas afirmaciones surge una pregunta interesante. ¿Cuántas veces se puede


realizar la audiencia de constitución en actor civil? Si bien la norma no lo
establece, el sentido común parece señalar que puede ser tantas veces como los
diferentes agraviados la propongan, ya que la norma no establece mayor
limitación que no sea la culminación de la investigación preparatoria. Si esto es
así, cabe la posibilidad de que un agraviado debidamente notificado para una
audiencia anterior procure su propia constitución en actor civil con posterioridad en
nueva audiencia. Regresando a nuestro ejemplo, ¿Qué pasaría si C es constituido
como actor civil y posteriormente M y N solicitan a su vez su propia audiencia de
constitución en actor civil? ¿Deberá el Juez dejar sin efecto la constitución en
actor civil de C? Evidentemente la audiencia tendría que llevarse a cabo previo
traslado a C de la petición, y el Juez deberá pronunciarse acerca de la constitución
de M y N, y adicionalmente sobre el orden de prelación de M y N respecto
a C (para efectos patrimoniales exclusivamente) y mantener a C como actor civil
solamente en cuanto a las otras facultades, en particular la de colaborar con la
investigación.

Existen delitos donde se afectan derechos reales patrimoniales, en aquellos casos


se deberá acreditar la titularidad del derecho. En la mayoría de casos eso se hace
mediante prueba documental o haciendo uso de las presunciones que al respecto
concede el derecho civil. Se debe incidir en el mecanismo de prueba para cada
derecho. Por ejemplo es frecuente que los agraviados en delitos de usurpación, en
los casos de los incisos 2 y 3 del artículo 202 del Código Penal, pretendan
acreditar su condición con el título de propiedad, olvidando que lo que se debe
acreditar es la posesión del bien y no la propiedad.

Si los agraviados son los accionistas, socios, asociados o miembros (artículo 94.3
del Código) de una persona jurídica, estos podrán también constituirse en actores
civiles, adelantándonos al cómo, se debe recordar que las asociaciones pueden
ser también asociaciones de hecho. En el caso de las inscritas deberán adjuntar
sus respectivas fichas registrales, ya que como se sabe los derechos de estos
agraviados solo serán oponibles a terceros a partir de su inscripción en los
registros públicos. En el caso de las asociaciones de hecho o no inscritas, deberán
acreditar su condición mediante la presentación de los libros correspondientes o
las copias de estos debidamente certificadas.

El artículo 94.4 del Código también atribuye a las asociaciones (por medio de sus
representantes legales) la facultad de ser agraviado en proceso donde se afectan
intereses difusos. Se entiende asociaciones que tienen en sus fines (conforme al
estatuto correspondiente) la defensa de los intereses difusos afectados mediante
la comisión del delito en investigación. Cuando estas asociaciones intervienen
como actor civil, se debe tener cuidado en el sentido de que su principal facultad
es la de colaborar con el esclarecimiento de los hechos y la investigación, la
capacidad de reclamar una reparación civil tiene que estar siempre en relación a
beneficiar con esta a los directamente afectados con los delitos cometidos.

2.2 ¿Cuándo? Oportunidad para constituirse como actor civil


De acuerdo al artículo 101 del Código, la constitución en actor civil deberá
efectuarse antes de la culminación de la investigación preparatoria.
Luego surge otra pregunta: ¿Cuándo debe considerarse culminada la
investigación preparatoria? La pregunta parece errática, pero tiene sentido: El
Código contempla que la investigación preparatoria culmina mediante una
disposición fiscal (artículo 343) ya sea por propia decisión fiscal o en cumplimiento
de mandato judicial consecuencia de una audiencia de control de plazos. Aunque
el Código no lo establece expresamente, el Fiscal comunica normalmente esta
disposición al Juzgado y luego de quince días decide si sobresee la causa, acusa
o hace un requerimiento mixto. Puede darse el caso que la disposición de
conclusión demore en llegar a sede judicial, de ser así, ¿Qué sucedería si en ese
lapso, entre el que se dicta la conclusión de la investigación y se pone en
conocimiento del Juez de Investigación, el agraviado presenta su solicitud de
constitución en actor civil? A nuestro juicio debería admitirse a trámite el pedido y
correrse traslado, si en la absolución del traslado o de la audiencia misma, se
desprende que el agraviado (al momento de la presentación de su solicitud) ya
había sido notificado con la disposición fiscal que daba por concluida la
investigación preparatoria, el pedido deberá desestimarse por extemporáneo; en
caso contrario deberá procederse al análisis de fondo de la cuestión.

Como ya señalé en un trabajo previo, existe un problema notable y grave en


cuanto a la oportunidad para constituirse en el caso del Proceso Inmediato, a ese
respecto recomiendo revisar en este mismo blog la nota titulada: “La Constitución
en Actor Civil del agraviado en el Proceso Inmediato.” Publicada el 6 de mayo del
presente año.

La norma no establece un punto de inicio, es decir a partir de qué momento puede


el agraviado constituirse como actor civil, sin embargo resulta claro que siendo la
declaración de actor civil un acto eminentemente jurisdiccional, no podría
realizarse antes de que el Juzgado de Investigación preparatoria haya asumido
competencia material, por tanto puede decirse que el momento sólo puede ser a
partir de que el Juzgado haya tomado conocimiento de – y admitido – la
disposición de formalización y continuación de la investigación preparatoria
expedida por el fiscal a cargo de la investigación.

2.3 ¿Para qué constituirse en actor civil?


El agraviado o agraviados de ser el caso, se constituyen como actor civil para, de
acuerdo a los artículos 104 y 105 del código, ejercer las siguientes facultades:
a) Deducir nulidad de actuados.
b) Ofrecer medios de investigación durante la etapa de investigación preparatoria.
c) Ofrecer medios de prueba en la etapa intermedia.
d) Participar en los actos de investigación y de prueba.
e) Intervenir en el juicio oral, por intermedio de su abogado.
f) Interponer los recursos impugnatorios que la Ley prevé.
g) Intervenir en el procedimiento para la imposición de medidas limitativa de
derecho, cuando corresponda.
h) Formular solicitudes en salvaguarde de su derecho
i) Colaborar con el esclarecimiento del hecho delictivo, de la intervención del autor
o partícipe, y
j) Acreditar la reparación civil que pretende.

En el caso del punto g) evidentemente el Código no se está refiriendo a la prisión


preventiva ni ninguna de las medidas similares, como la comparecencia restrictiva
por ejemplo, ya que en esos casos, como establece el artículo 271.1, el actor civil
no interviene en la audiencia correspondiente. Este punto se refiere a las llamadas
“otras medidas reales” o la incautación y cuyo fin es garantizar precisamente el
pago de la reparación civil, entre las “otras medidas reales” tenemos: la orden de
inhibición (que impide al imputado o tercero civil disponer o gravar sus bienes); el
desalojo preventivo, las medidas anticipadas, las medidas preventivas contra
personas jurídicas y la pensión anticipada de alimentos.

Respecto a la acreditación del quantum de la reparación civil que pretende, el


actor civil debe utilizar las mismas reglas de la responsabilidad civil
extracontractual, es decir deberá acreditar daño emergente, lucro cesante y daño
a la persona de ser el caso o corresponder.

Adicionalmente a los descritos, el actor civil no pierde los derechos que le asisten
como agraviado y que están descritos en el artículo 95 del Código:

a) A ser informado de los resultados de la actuación en que haya intervenido, así


como del resultado del procedimiento, aun cuando no haya intervenido en él,
siempre que lo solicite;
b) A ser escuchado antes de cada decisión que implique la extinción o suspensión
de la acción penal, siempre que lo solicite;
c) A recibir un trato digno y respetuoso por parte de las autoridades competentes,
y a la protección de su integridad, incluyendo la de su familia. En los procesos por
delitos contra la libertad sexual se preservará su identidad, bajo responsabilidad
de quien conduzca la investigación o el proceso.
d) A impugnar el sobreseimiento y la sentencia absolutoria.

Si bien al parecer la intervención del actor civil no sería exclusivamente


patrimonial, se puede ver que todas las facultades que se le otorgan no tienen otro
fin que garantizar una resolución condenatoria, la misma que a la larga generará el
pago de la reparación correspondiente (pago que también puede buscar garantizar
con estas facultades), para sí o para otros agraviados también.

No se debe olvidar que la constitución civil del agraviado genera su renuncia tácita
a acudir a la demanda en la vía civil pura, llamada extra penal. Solo puede
recuperar esa capacidad el actor civil que se desiste de tal condición hasta antes
de la acusación fiscal. De la misma manera, el demandante civil (extra penal)
renuncia tácitamente a constituirse en actor civil en el proceso penal derivado de
los mismos hechos.

2.4 ¿Cómo constituirse en actor civil?


Ya hemos adelantado en los puntos previos, particularmente en el punto 2.1
algunos elementos del trámite para constituirse en actor civil.
Lo más importante, además del trámite establecido en el artículo 102 del Código
que establece la obligación del Juez de recabar información de los sujetos
procesales apersonados y correr traslado de la petición, a fin de resolver dentro
del tercer día, es el hecho de analizar si este procedimiento debe hacerse siempre
con la celebración de audiencia.

El artículo 102.1 en su última parte pareciera indicar que se dicta la resolución sin
mayor trámite que el haber recabado la información y la notificación de la solicitud:

“El Juez de la Investigación Preparatoria, una vez que ha recabado información


del Fiscal acerca de los sujetos procesales apersonados en la causa y luego de
notificarles la solicitud de constitución en actor civil resolverá dentro del tercer día.”

Sin embargo, el segundo punto del indicado artículo precisa que para efectos del
trámite, rige lo dispuesto en el artículo 8 del Código Procesal Penal.

El artículo 8 del Código, que establece el procedimiento para el trámite de los


medios de defensa (cuestión previa, cuestión prejudicial y excepciones) establece
que dentro del tercer día de notificar la admisión del medio de defensa, el juez
llevará a cabo una audiencia con la intervención obligatoria del fiscal y, debe
entenderse así, facultativa de los otros sujetos procesales.

Resulta entonces que el trámite de la constitución en actor civil tendría que


hacerse necesariamente mediante audiencia. Los defensores de esta posición
señalan que es necesaria la audiencia en cumplimiento del principio de proceso
público, oral y contradictorio establecido en el artículo I.2 del Título Preliminar del
Código Procesal Penal, y que una resolución expedida sin “contradictorio” en
audiencia no tiene validez y atenta contra el modelo garantista.

Olvidan los que propugnan esta tesis, que la garantía de publicidad, oralidad y
contradicción, son garantías del juicio oral, y así se puede verificar de la lectura del
aludido artículo I.2 del Título Preliminar:

“Artículo I. Justicia Penal.- […] 2. Toda persona tiene derecho a un juicio previo,
oral, público y contradictorio, desarrollado conforme a las normas de este Código.”
Eso se desprende de varios elementos o variables, primero la investigación es
reservada en contraposición del juicio oral que es público. En el juicio oral la
presencia del imputado es obligatoria, a diferencia de las audiencias de la
investigación preparatoria, donde a excepción de la de Principio de Oportunidad,
Terminación Anticipada y de Colaboración Eficaz, no se requiere la presencia del
investigado, ni siquiera en la de prisión preventiva o en el control de acusación.
Existen diversas audiencias donde la asistencia de la mayoría de los sujetos
procesales es facultativa, como por ejemplo la de control de sobreseimiento y la
misma audiencia de medios de defensa del artículo 8, donde la presencia del fiscal
es la única obligatoria.

Como se puede ver el mal llamado “contradictorio” no es un requisito sine qua


non para la validez de una resolución, por lo tanto un excesivo culto a la audiencia
como garantía del debido proceso, perjudica los fines del propio proceso penal,
siendo uno de estos fines precisamente la eficiencia.
En este orden de ideas, debe tenerse en cuenta que en la audiencia de medios de
defensa regulada por el artículo 8, la naturaleza de la audiencia implica que el
fiscal defienda su posición de titular de la acción penal frente a la cuestión previa,
cuestión prejudicial o excepciones defensa que haya deducido la parte legitimada.
No sucede lo mismo en la solicitud de constitución en actor civil, salvo que el fiscal
u otro sujeto procesal haya expresado oposición. Si en el plazo del traslado, algún
sujeto procesal o el propio fiscal expresan oposición, o por la complejidad del
pedido se amerita una audiencia (como en el caso del ejemplo del punto 2.1), se
debe realizar esta a fin de que el Juez tenga elementos suficientes como para
expedir la resolución del caso. De no ser así, el Juez deberá resolver sin mayor
trámite, dejando expresa mención en la resolución que no hubo oposición en el
plazo de Ley. Un mecanismo recomendable sería formar cuaderno aparte, como
dispone el reglamento aprobado mediante la Resolución Administrativa 096-2006-
CE-PJ, para un mejor control, en los casos donde efectivamente hubo oposición y
audiencia y en los otros casos mantener el trámite en el principal, por cuanto no se
justificaría un cuaderno independiente para ese caso, por lo mínimo de las
actuaciones.
En el caso de la oposición, está deberá estar basada en el cuestionamiento
precisamente a la prueba documental que acredita el derecho del solicitante.
Existen casos, donde no hay mayor trámite que presentar el documento de
identidad, como por ejemplo el del agraviado en el caso de lesiones, donde
además el certificado médico correspondiente seguramente estará en la carpeta
fiscal. Adicionalmente, en estos casos suele haber una identidad entre el
denunciante y el agraviado, que no necesariamente se produce en todos los
casos. En los casos de delitos en perjuicio del Estado, será el procurador quien
deba acreditar en primer lugar, no su calidad de agraviado, si no de representante
del agraviado que es el Estado, adicionalmente como cualquier otro sujeto
procesal, deberá acreditar también su pretensión. También será potestad a criterio
del procurado limitarse al apersonamiento como parte procesal si así lo considera.
Como ya se indicó en líneas previas, el titular de un derecho real en los casos de
los delitos contra el patrimonio, deberá acreditar de la mejor manera posible la
titularidad del derecho o facultad que afirme ostentar, igualmente se deberá
acreditar documentalmente el entroncamiento en el caso de pretender una calidad
sucesoria o el certificado correspondiente de vigencia de poderes expedido de los
registros públicos en el caso de atribuirse la representación de una persona
jurídica inscrita. La representación de personas jurídicas no inscritas o de hecho,
se hará conforme las reglas civiles del caso. El Juez deberá en todos los casos
analizar la documentación necesaria para determinar la validez o no de la solicitud
y, de ser el caso, resolver la oposición presentada.

Finalmente, se ha tenido noticia de algunos casos en los que se ha declarado de


oficio la constitución de actor civil del agraviado por parte del Juez de
Investigación Preparatoria. Es necesario afirmar categóricamente que la petición
de constitución en actor civil sólo puede ser a pedido e iniciativa de parte.
Veamos: En primer lugar los actos oficiosos del Juez, por regla general, deben ser
respaldados por norma permisiva expresa. En este caso no existe norma alguna
que autorice al Juez a proceder de oficio.

Segundo: La calidad de procesal de actor civil lleva implícita una serie de


responsabilidades derivadas de las facultades inherentes a dicha calidad, el Juez
no puede atribuirle arbitrariamente dichas responsabilidades a un agraviado si
este no las ha solicitado expresamente.

Tercero, y más importante: La constitución en actor civil implica por mandato legal
el impedimento del agraviado a recurrir a la vía extra penal. Imagínese a un
agraviado que decide litigar en la vía civil, presenta una demanda por daños y
perjuicios y finalmente pierde la capacidad de continuar dicho proceso por una
excepción deducida por la otra parte, la que se declara fundada debido a que en el
proceso penal originado en los mismos hechos, tiene la calidad de actor civil.
Súmese a esa hipótesis que a ese momento la causa penal ya esté en acusación
fiscal, imposibilitando el desistimiento. ¿Incurriría en responsabilidad el Juez que
constituyó en actor civil a este agraviado de oficio? A todas luces la respuesta es
positiva, y no solo incurriría en responsabilidad funcional, sino también en
responsabilidad civil.

3. CONCLUSION
Como se ha visto, se ha intentado abordar las principales dificultades que podrían
derivarse de la constitución del agraviado como actor civil. Si bien el procedimiento
parece sencillo, como se ha demostrado, en el trámite de los procesos, se pueden
advertir variables mucho más complejas que requieren soluciones no
contempladas por el Código. Es necesario afirmar que cualquier solución tiene que
estar ajustada a derecho, a los principios generales del proceso y a las reglas del
Código Civil en cuanto sean pertinentes.
Se deben evitar excesos como por ejemplo la realización de audiencias
innecesarias cuando no hay oposición, so pretexto de resguardar un
“contradictorio” que como ya se ha explicado, es una garantía del juicio oral, y es
aplicable a la investigación preparatoria siempre que no afecte la eficiencia del
sistema.

Finalmente se debe recomendar de manera tajante proscribir la errónea práctica


de constitución de oficio de actor civil de los agraviados.

EL TERCERO CIVILMENTE RESPONSABLE


“El tercero civilmente responsable: Responsabilidad civil de las
personas jurídicas

Deysy López Zegarra (*)


“La empresa ha sido incluida en el proceso como tercero civilmente responsable”, es la frase
que deja a los empresarios sorprendidos, porque se les ha citado para la audiencia de
acuerdo reparatorio, que es el momento en el cual la mayoría de ellos se enteran que están
incluidos en la investigación por el delito cometido por uno de sus trabajadores, delitos que en
muchos casos son culposos, por ejemplo en el caso de lesiones que se producen por un
accidente de tránsito.

El acuerdo reparatorio es un medio alternativo de resolver el conflicto penal, sin necesidad de


llegar a un juicio, pero que no procede en todos los delitos; sin embargo consideramos que el
acuerdo reparatorio es una oportunidad que no debemos desaprovechar, cuando hay una
responsabilidad penal evidente y un vínculo con la empresa. En la audiencia de acuerdo
reparatorio se establecerá el monto de la reparación civil, previo acuerdo entre la víctima, el
denunciado y el tercero civilmente responsable; con la participación del fiscal.
La responsabilidad civil no necesariamente tiene que satisfacerla la persona que cometió el delito,
para ello existen los llamados terceros civilmente responsables, que pueden ser los padres,
tutores, una persona jurídica y el Estado; pues muchas veces el imputado no tiene los medios
económicos suficientes para satisfacer la pretensión pecuniaria de la víctima. Aunque nuestro
Código Penal contempla la responsabilidad solidaria entre los intervinientes en el delito y el tercero
civilmente responsable; en la mayoría la persona jurídica asume la totalidad del pago.
La responsabilidad civil derivada del delito es una obligación de carácter civil, con finalidades
distintas a las penales, pues mientras con la responsabilidad penal lo que se busca es la
prevención del delito, con la responsabilidad civil lo que se pretende es reparar el daño causado a
las víctimas del delito. Es con esa finalidad que en nuestro ordenamiento jurídico se ha incluido al
tercero civilmente responsable que, como lo hemos mencionado, puede ser la persona jurídica o el
propio Estado, siempre que sus miembros, dependientes o funcionarios hayan cometido el delito.
Obviamente no toda actuación de un subordinado que genere daños provocará la responsabilidad
civil de la persona jurídica o el Estado, sino que se deben cumplir ciertas condiciones; por ejemplo
que se haya cometido dentro del establecimiento y en desempeño de su profesión.
Para que se configure la responsabilidad civil de la persona jurídica, se tienen que cumplir los
siguientes requisitos: una relación de subordinación, que el subordinado haya ocasionado el daño
y que exista una relación de causalidad entre el ejercicio de sus funciones y el daño.
Queda claro que mientras la responsabilidad penal se determina por el delito cometido y la
culpabilidad del autor, la responsabilidad civil se determina por el daño causado por el delito. Sin
embargo no debe confundirse esa responsabilidad civil con las consecuencias accesorias del
delito, aplicables a las personas jurídicas cuando el delito fue cometido en el ejercicio de la
actividad de la persona jurídica o su organización es utilizada para favorecer o encubrir el delito.
Pues pueden convivir ambas (responsabilidad civil y consecuencias accesorias) en una misma
condena.
Nuestra recomendación es no llegar a un juicio cuando el proceso (por determinados delitos),
puede terminar en sede fiscal, a través del acuerdo reparatorio. Ello no significa que la víctima
tendrá la razón y aceptemos los montos exorbitantes que pueda proponer, pues el monto de la
reparación civil, debe estar en proporción con el daño causado y con la capacidad económica de
los sujetos imputables, y tomando en cuenta el grado de participación de la víctima, por ejemplo en
el caso de un choque de vehículos producido por imprudencia de ambos conductores, con
lamentables consecuencias para una parte, en ese caso la responsabilidad civil será asumida por
todas las partes, incluso por la víctima, quien deberá cubrir un porcentaje de los gastos.

La empresa ha sido incluida en el proceso como tercero civilmente responsable”,


es la frase que deja a los empresarios sorprendidos, porque se les ha citado para
la audiencia de acuerdo reparatorio, que es el momento en el cual la mayoría de
ellos se enteran que están incluidos en la investigación por el delito cometido por
uno de sus trabajadores, delitos que en muchos casos son culposos, por ejemplo
en el caso de lesiones que se producen por un accidente de tránsito.

El acuerdo reparatorio es un medio alternativo de resolver el conflicto penal, sin


necesidad de llegar a un juicio, pero que no procede en todos los delitos; sin
embargo consideramos que el acuerdo reparatorio es una oportunidad que no
debemos desaprovechar, cuando hay una responsabilidad penal evidente y un
vínculo con la empresa. En la audiencia de acuerdo reparatorio se establecerá el
monto de la reparación civil, previo acuerdo entre la víctima, el denunciado y el
tercero civilmente responsable; con la participación del fiscal.
La responsabilidad civil no necesariamente tiene que satisfacerla la persona que
cometió el delito, para ello existen los llamados terceros civilmente responsables,
que pueden ser los padres, tutores, una persona jurídica y el Estado; pues muchas
veces el imputado no tiene los medios económicos suficientes para satisfacer la
pretensión pecuniaria de la víctima. Aunque nuestro Código Penal contempla la
responsabilidad solidaria entre los intervinientes en el delito y el tercero civilmente
responsable; en la mayoría la persona jurídica asume la totalidad del pago.
La responsabilidad civil derivada del delito es una obligación de carácter civil, con
finalidades distintas a las penales, pues mientras con la responsabilidad penal lo
que se busca es la prevención del delito, con la responsabilidad civil lo que se
pretende es reparar el daño causado a las víctimas del delito. Es con esa finalidad
que en nuestro ordenamiento jurídico se ha incluido al tercero civilmente
responsable que, como lo hemos mencionado, puede ser la persona jurídica o el
propio Estado, siempre que sus miembros, dependientes o funcionarios hayan
cometido el delito. Obviamente no toda actuación de un subordinado que genere
daños provocará la responsabilidad civil de la persona jurídica o el Estado, sino
que se deben cumplir ciertas condiciones; por ejemplo que se haya cometido
dentro del establecimiento y en desempeño de su profesión.
Para que se configure la responsabilidad civil de la persona jurídica, se tienen que
cumplir los siguientes requisitos: una relación de subordinación, que el
subordinado haya ocasionado el daño y que exista una relación de causalidad
entre el ejercicio de sus funciones y el daño.
Queda claro que mientras la responsabilidad penal se determina por el delito
cometido y la culpabilidad del autor, la responsabilidad civil se determina por el
daño causado por el delito. Sin embargo no debe confundirse esa responsabilidad
civil con las consecuencias accesorias del delito, aplicables a las personas
jurídicas cuando el delito fue cometido en el ejercicio de la actividad de la persona
jurídica o su organización es utilizada para favorecer o encubrir el delito. Pues
pueden convivir ambas (responsabilidad civil y consecuencias accesorias) en una
misma condena.
Nuestra recomendación es no llegar a un juicio cuando el proceso (por
determinados delitos), puede terminar en sede fiscal, a través del acuerdo
reparatorio. Ello no significa que la víctima tendrá la razón y aceptemos los montos
exorbitantes que pueda proponer, pues el monto de la reparación civil, debe estar
en proporción con el daño causado y con la capacidad económica de los sujetos
imputables, y tomando en cuenta el grado de participación de la víctima, por
ejemplo en el caso de un choque de vehículos producido por imprudencia de
ambos conductores, con lamentables consecuencias para una parte, en ese caso
la responsabilidad civil será asumida por todas las partes, incluso por la víctima,
quien deberá cubrir un porcentaje de los gastos.

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