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Iván Gómez
2016
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Impreso en Grafilur,
septiembre de 2016, Bilbao.
IISBN: 978-84-617-4567-8
CC BY-SA 4.0
Iván Gómez
2016
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1 Marker, C. (director). (1983). Sans soleil (Sin sol) [film]. Francia: Argos Films.
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ÍNDICE
Prólogo____________10
1ª Parte____________14
2ª Parte____________24
Epílogo____________48
Fuentes____________52
Índice de ilustraciones____________56
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Prólogo
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12
13
Hace dos años, cuando ordenaba los documentos necesarios para la admisión
a este master de Investigación y Creación en Arte, se me ocurrió un título, un nombre a
partir del cual trabajar: “Por la sombra no quema”. La cuestión de los nombres es algo que
considero importante. Es el primer verso que marcará la cadencia, la armonía, el ritmo de
la lectura del objeto. Una vez leído un titular nos ponemos las gafas que llevan ese cristal y
que nos impiden ver la imagen por sí misma. ¿Qué vemos, por ejemplo, en las imágenes
que suceden tras el mandato “Busca las siete diferencias”? Presto especial atención a la
nominación que pongo, desde la práctica artística, a las cosas, imágenes, proyectos y
trabajos, porque entiendo estos nombres, títulos, como parte intrínseca al objeto. Forma
parte ya de la experiencia temporal que habrás de vivir con la cosa. Sin embargo las
palabras y las cosas se mantienen como irreductibles la una en la otra y viceversa. Entre
ambas, en el mejor de los casos, se mantiene desde la independencia de cada cual una
relación de concomitancia. Pero esto no siempre es así.
1ª Parte
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SOBREMESA, escultura/instalación. El día de la inauguración la pieza tuvo por función acoger el catering que se ofrecía a los
espectadores. Los restos pasaron a formar parte de la pieza. (Para más información sobre el proyecto se adjunta la revista
en el anexo 1).
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Pongo como primer ejemplo este proyecto por el interés que supuso tanto en
su función didáctica como en su forma de dispositivo. Forma-Formación. Se propuso
desde el comienzo una cuestión a responder; en cambio, se delegaron en los invitados las
tomas de decisiones que habría que llevar a cabo durante el proceso de investigación. En
los talleres se vieron representados los diferentes posicionamientos y subjetividades a la
hora de atender a los significados del planteamiento. El texto de Deleuze y Guattari toma
prestado uno de los versos con los que Antonin Artaud declara la guerra a los órganos:
El hombre está enfermo porque está mal construido. Hay que decidirse a desnudarlo para
escarbarle ese animálculo que le pica mortalmente, / dios / y con dios / sus órganos. / Pues
áteme si así lo quiere / pero no existe nada más inútil que un órgano. / Cuando le haya dado un
cuerpo sin órganos, / entonces lo habrá liberado de todos sus automatismos y devuelto a su
verdadera libertad (...)
Este poema servía de guión para el programa radiofónico Para acabar de una
vez con el juicio de Dios (1947). En este cuestionamiento del organismo reside uno de los
pilares del pensamiento occidental, la idea de esencia trascendente, y con ella, la idea de orden
esencial, de un orden ya dado desde siempre, necesario y único. Artaud trataba de abolir ese
orden orgánico esencial de la realidad. Esta propuesta de trabajo arrancó desde la fascinación
que me produjo la figura de Artaud. Me fue fácil contagiar esta admiración al resto del grupo. El
radicalismo de sus propuestas en todas sus facetas como creador, generaba cuestionamientos
que nos llevaron a laboratorios de diversa índole (en los que trabajamos con el cuerpo en
ejercicios de danza y teatro, con las narrativas desde la elaboración de audiovisuales, con las
llamadas nuevas tecnologías en las que tocamos la programación acercándonos a la idea
de transcodificación, o con el saber más teórico en conferencias de filosofía y psicología). En
este periodo dentro del grupo, mi función estuvo ligada a la gestión cultural. Procuraba mediar
con los invitados y la institución que nos acogía (Arteleku), hacer las labores de programación,
producción, mediación y básicamente lo que fuera necesario para poder llevar a buen puerto
la propuesta.
Esta situación era nueva para mí y requería, por mínimo que fuera, un control de las
partes y de su conjunto. Un orden para las cosas. Justo aquello que en mi práctica de taller
entraba ya en conflicto y que en estos laboratorios estábamos poniendo en tela de juicio. Justo
aquello que a su vez resultaba de suma importancia, de importancia vital. Una organización.
Deleuze y Guattari recalcaban que “hace falta conservar una buena parte del organismo para
que cada mañana pueda volver a formarse”2. Encontrarme en esta situación, en la necesidad
de mantener las formas mientras buscábamos abolirlas, fue un aprendizaje que vinculo a día
de hoy a mi práctica. Los límites en el orden de las formas y su función. Apuntábamos en la
introducción cómo el hacer revierte en el pensamiento, o cómo el pensamiento se da también a
través de las acciones. Hay situaciones inesperadas, como la de aquel al que un día se le cayó
una manzana en la cabeza y pudo entonces decir ¡eureka! Situaciones que no pertenecen a
una calculada metodología científica, y que sin embargo después, en su rememoración, llevan
a lecturas que recaen en la investigación.
2 “(...) también hay que conservar pequeñas provisiones de significancia y de interpretación, incluso para oponerlas a su propio sistema cuando las circunstancias
lo exigen, cuando las cosas, las personas, e incluso las situaciones, os fuerzan a ello; y también hay que conservar pequeñas dosis de subjetividad, justo las
suficientes para poder responder a la realidad dominante”. Deleuze, G. y Guattari, F. (1997). Mil mesetas, capitalismo y esquizofrenia. Valencia: Pre-textos, 2008,
p.165.
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duros, y a otros los abrigaba con pelo espeso, les revestía de colores bellos y venenos
mortales... Parecía que todo se había adjudicando de manera equitativa y ya, cuando no
tenía más atributos que repartir, se dio cuenta de que aún faltaba por equipar la especie
humana. No tardó en llegar su hermano y ver al hombre “desnudo, sin calzado, sin abrigo
e inerme”5. Prometeo no encontró otra salvación que entrar furtivamente en el taller común
de Hefesto, Atenea y Zeus. Allí robó a Atenea y a Hefesto la sabiduría de las artes (téchne-
en griego) junto con el fuego, sin el cual las sabidurías robadas resultaban inútiles. Pero
con estos elementos el hombre podía a duras penas conservar su vida. Sus atributos eran
aún insuficientes para la guerra contra las fieras, le faltaba aún el arte de la política, que
pertenecía a Zeus. Así, los humanos intentaron agruparse para combatir a las bestias y
acabaron por arremeter contra ellos mismos. Visto el desastre, Zeus, una vez mandado
Prometeo al castigo eterno por su hurto, tuvo piedad de los hombres. Les envió a Hermes
con “el pudor y la justicia, a fin de que rigiesen en las ciudades la armonía y los lazos
comunes de la amistad”6.
El hombre nace del remendar, del olvido, es fruto del atolondramiento de
Epimeteo, de su reflexión sobre lo que sucede (lo que inevitablemente ya ha sucedido).
Y a su vez el hombre nace del robo de Prometeo, de las artes y del fuego sin política.
Del intento de reparar. Hija de dos pecados, la humanidad llega a la entrada de la vida ya
desviándose del equilibrio animal, construyendo así un nuevo espacio para la mortalidad.
Nos cuenta Bernard Stiegler cómo desde el mito griego se entendía que los hombres, con
- ocupaban un lugar entre los seres vivos sin conocimiento de la
su vida técnica (téchne),
muerte ni de la inmortalidad (los animales) y aquellos seres inmortales que todo divisaban
desde el Olimpo (los dioses). Esta brecha entre las dos tierras hizo a los hombres caer en la
envidia, el miedo y la veneración a lo divino, y en el intento por salvarse del vacío entregaron
a los dioses sus más preciados sacrificios, dedicaron las canciones más elaboradas y
erigieron los templos más bellos. Pasaron los años, sus ruegos no fueron escuchados y
siguieron entonces avanzando en el glorioso camino de sus artes. El orgullo y la audacia
que les proporcionaba la téchne- no tardó en llegar, y con él la soberbia. El exhaustivo
estudio de los materiales daría cuenta al alquimista de la existencia de la piedra filosofal,
y de que tenía que haber una técnica, una receta exacta, para el elixir de la vida. Solo era
necesario acumular los materiales, reunir y unir los elementos necesarios sobre la mesa de
operaciones. Y así se hizo:
It was on a dreary night of November that I beheld the accomplishment of my
toils. With an anxiety that almost amounted to agony, I collected the instruments
of life around me, that I might infuse a spark of being into the lifeless thing that lay
at my feet. It was already one in the morning; the rain pattered dismally against
the panes, and my candle was nearly burnt out, when, by the glimmer of the
half-extinguis hed light, I saw the dull yellow eye of the creature open; it breathed
hard, and a convulsive motion agitated its limbs.7
Esta cosa de cosas que el cuerpo de la criatura representa, es, en relación al mito
de Prometeo, el moderno fuego y la moderna téchne- que nos entrega Frankenstein.
5 Ídem.
6 Ídem.
7 ”Una desapacible noche de noviembre contemplé el final de mis esfuerzos. Con una ansiedad rayana en la agonía, coloqué a mí alrededor los instrumentos que
me iban a permitir infundir un hálito de vida a la cosa inerte que yacía a mis pies. Era ya la una de la madrugada; la lluvia golpeaba las ventanas sombríamente, y la vela
casi se había consumido, cuando, a la mortecina luz de la llama, vi cómo la criatura abría sus ojos amarillentos y apagados. Respiró profundamente y un movimiento
convulsivo sacudió su cuerpo” Shelley, M. (1818). Frankenstein; or, The Modern Prometheus (vol. I). London: Thomas Davison, Whitefriars, 1823, p. 97.
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(...)
21
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Un nido de ave y un grabado que remite a la mitad oriental del cráter lunar Theaetetus se apoyan sobre una estructura que se equilibra
sobre una pequeña base de cemento encofrado; la disposición de esta estructura evoca la mesa del diseñador (imagen1). Otra estructura
de ángulo recto sostiene dos monitores sobre sus paredes. De la bisectriz emerge un metacrilato que a su vez se apoya sobre un saco
de hormigón. En el metacrilato se encuentran los reflejos de ambos monitores, generando una suerte de tercera imagen en referencia al
efecto Kuleshov (imagen2). Por último, dos placas de hierro se apoyan entre sí formando un triángulo con el pavimento, tras el cual se sitúa
una reproducción intervenida de La libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix, una imagen también triangular cuya base, los muertos,
los caídos en batalla, se alinea con el propio pavimento (imagen3).
Adjuntamos dos anexos más de reciente edición. Ambos en relación con lo que
venimos relatando. Roma y Remoria (anexo 2) es una publicación realizada en ocasión de
la exposición celebrada en marzo de este año en el centro BilbaoArte. Un cuento que relata
de manera personal el mito de Romulo y Remo abre la publicación. Peio Aguirre continúa
con un texto que reflexiona sobre la cuestión histórica en relación al uso que de esta
hacen, como material plástico, los jóvenes artistas. Se cierra la publicación con imágenes
de piezas.
Por último, adjuntamos el libro de artista al que hacíamos mención en la
introducción. Por la sombra no quema (anexo 3) surge como resultado de un trabajo
de investigación. Se trata de una creación que aborda la <<escritura con imagen>>, la
escritura en la que se desnudan impresiones sobre las relaciones interpersonales en el
arte, en el amor, en la familia... Presta especial atención al modo en que el poder actúa en
estos espacios. Se trata, por lo general, de un poder fáctico que solo adquiere sentido y
función entre las partes de la relación, dentro de los propios hechos que la constituyen. No
obstante, nos empeñamos en relatar esos hechos fuera del contexto. Por suerte, entre esas
confidencias, como emisores y receptores, encontramos (a veces) una pizca de sentido.
Una emoción nos adviene cuando un amigo nos cuenta sus entusiasmos y desengaños.
Son esos nexos de unión (de reflejo y reconocimiento) a los que apela este ensayo visual.
El libro contiene además tres colaboraciones. Dos textos, de la mano de Aurora Fernández
Polanco y Javier San Martín, hablan sobre el ensayo visual al que aludimos. Son reflexiones
que, desde la significación de lo escritural y desde la contextualización histórica del collage
como técnica, hacen hincapié en la importancia de las cuestiones formales. A ellos se
les suma la intervención de Aitor Etxebarria, que irrumpe en la temporalidad propia de la
lectura con una composición musical que, como si de una banda sonora se tratase, nos
trasporta a una experiencia cercana a lo fílmico.
2ª Parte
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Nos situamos en la década de los 60, cuando Paul Ricoeur acuñó la famosa
expresión “Maestros de la sospecha” para referirse a Nietzche, Marx y Freud. Los tres
pensadores tenían la convicción de que la sociedad mantenía una conciencia falsa
de sí misma, falsas percepciones de la realidad que velaban las ataduras de la moral,
enmascaraban los intereses económicos o reprimían el inconsciente. Estos velos, ya
acusados, seguían reproduciéndose y de alguna manera seguían siendo sospechosos
para Foucault, Althusser, Lacan… Sus intentos de desvelo, a su vez, sirven de bisagras a
sospechas que, pese a todo, alcanzan nuestros días.
Si bien Foucault nunca definió la palabra “dispositivo”, el uso que de esta hace
como término técnico dentro de su táctica de pensamiento provoca cuanto menos un interés
por desenmarañarlo. Verlo como una madeja de lana o un ovillo en el que se entremezclan
líneas de diferente naturaleza es lo que propone Gilles Deleuze en un texto que otra vez
lleva por título ¿Qué es un dispositivo?10 Un conjunto multilineal, responde. Cualquier
relación de un punto con otro se da, en el pensamiento de Foucault, mediante estas líneas.
Los puntos, que a su vez funcionan como vectores o tensores de estas líneas de relación,
líneas de fuerza, pueden abarcar cualquier objeto o sujeto, desde prácticas cotidianas
hasta enunciados científicos o proposiciones filosóficas. La red que se forma entre estos
elementos configura el propio dispositivo. En estas líneas de fuerza se entablan relaciones
de desequilibrio, y es en estas relaciones de desequilibrio donde el dispositivo ejerce su
función de poder. Saber, Poder y Subjetividad son los tres vértices con los que Foucault
triangula su preocupación por los modos concretos en los que actúan estos dispositivos.
Del binomio Saber y Poder Foucault extrae la idea de curvas de visibilidad, ligada a lo que
denomina como los regímenes de enunciación; advierte desde aquí cómo las políticas de
la visibilidad, del discurso, median en la materialidad reflexiva fijándola en unos parámetros
preestablecidos, neutralizando así su capacidad de acontecimiento. Estas nociones, que
aquí apenas esbozamos, le sirven a Foucault para entender que la principal característica
del poder es la producción: una producción más o menos sutil de comportamientos. El
poder forma saber, induce al placer, y atraviesa todo el cuerpo social hasta hacernos caer
por nuestro propio pie en una “función sujeto”. Dicho de otro modo, para Foucault el poder
produce unos sujetos normales que atienden a la norma del momento por sí mismos,
sin la necesidad de ejercerse una represión por parte del poder. Del mismo modo que
el rey de las abejas reina sobre la colmena sin tener necesidad de aguijón11. A través del
savoir-faire del príncipe12, Foucault advierte en su texto la “Gubernamentalidad” cómo el
arte de gobernar está directamente ligado a la relación del príncipe (del poder) con sus
súbditos y cómo esta relación va mutando con los años. En este texto Foucault deja caer
la importancia de la palabra “disponer” a raíz de esta cita de La Perriere: “Gobierno es la
recta disposición de las cosas, de las que uno se hace cargo para conducirlas a un fin
conveniente”13.
Siguiendo con la Subjetividad, esta será la línea que puede volverse contra sí misma.
Se trata del último vértice que, tal y como decíamos, triangula el pensamiento de Foucault,
y que es a la vez el que en cierta medida nos posibilitará la salida de esta tela de araña. El
proceso de producción de subjetividad puede convertirse en línea de fractura, equilibrando
así esa asunción de poder tomada por el dispositivo:
10 Deleuze, G. (1989). ¿Qué es un dispositivo? En VV.AA. (1990). Michel Foucault, filósofo (pp. 155-163). Barcelona: Gedisa.
11 Foucault, M. (1994). La “Gubernamentalidad”. En Estética, ética y hemenéutica (pp. 175-197). Barcelona: Paidós. (Foucault recoge este ejemplo de
Guillaume de La Perrière).
12 Vid. Maquiavelo, N.(1513) Il principe.
13 Foucault, 1994, p 183.
29
La ciudad inventa una línea de fuerza que pasa por la rivalidad de los hombres libres. Ahora bien,
de esta línea, en la que un hombre libre puede mandar a otro, se destaca una muy diferente según
la cual aquel que manda a hombres libres debe a su vez ser dueño de sí mismo.14
Para finalizar su texto acerca del dispositivo, Deleuze separa en dos grupos las
líneas que comprendería un dispositivo, a saber: líneas de estratificación o sedimentación
y líneas de actualización o de creatividad. “En todo dispositivo hay que distinguir lo que
somos (lo que ya no somos) y lo que estamos siendo: la parte de la historia y la parte de lo
actual”20. Foucault explica la implicación que supone para el tiempo presente el análisis del
archivo, de la historia, como un estudio de aquello que fuimos, de aquello que es nuestro,
que situado fuera de nosotros, nos rodea y nos delimita. Análisis de algo que por tanto
conlleva el diagnóstico de un (nos)-otros. Y desde aquí establece “que somos diferencia,
que nuestra razón es la diferencia de los discursos, nuestra historia la diferencia de los
tiempos, nuestro yo la diferencia de las máscaras”21. En este rumiar los tiempos también
podemos leer, a mi parecer, una línea de creatividad. Aquí puede considerarse el arte
como un medio para enfrentase a esa vergüenza a la que se refería Primo Levi. Como una
búsqueda creativa, dentro de las diferencias que se dan entre los tiempos, para salvar el
presente. Siguiendo a Nietzsche, “obrar contra el tiempo y así sobre el tiempo a favor de
un tiempo futuro”22. Con esta misma premisa se presentaban ante preso los científicos
de la Jeteé23. La diferencia que hacía excepcional a este preso para poder usarlo en los
experimentos a través del tiempo, era estar marcado por una imagen de su niñez. Resulta
perturbador que el Experimentador de Mentes sea quien disponga en el prisionero esa
diferencia, la imagen de su muerte, para salvar su propia suerte, dejándolo atrapado en
sueño ajeno.
Entre estos sedimentos, nos fijamos ahora en la prospección que realiza Giorgio
Agamben sobre el Dispositivo que retoma del libro de Foucault La arqueología del saber
(1969), de donde extrae el término positivité. Si bien Agamben podría entender el proceder
del Dispositivo de manera similar a la descripción que hemos intentado dar de él líneas
arriba, su indagación le lleva a profundizar en la genealogía de esta palabra dentro de la
obra de Foucault llegando así hasta Hegel. Como nos cuenta Agamben, para Hegel la
“positividad” ocupa un lugar
En la oposición entre religión natural y religión positiva. Mientras la religión natural concierne a
la relación inmediata y general de la razón humana con lo divino, la religión positiva o histórica
comprende el conjunto de las creencias, de las reglas y de los rituales que en cierta sociedad y
en determinado momento histórico les son impuestos a los individuos desde el exterior.24
No encontraron nada mejor que servirse del término oikonomía. Su argumento fue más o menos
el siguiente: Dios, en cuanto a su ser y a su substancia, es, ciertamente, uno; pero en cuanto a
su oikonomía, es decir, en cuanto al modo en que administra su casa, su vida y el mundo que
ha creado, él es, en cambio, triple. Como un buen padre puede confiarle al hijo el desarrollo de
ciertas funciones y determinadas tareas, sin perder por ello su poder y su unidad, así Dios le
confía a Cristo la “economía”, la administración y el gobierno de la historia de los hombres.26
Si con esta formula del tres en uno consiguieron limpiar las dudas de los llamados
monárquicos, partidarios de la unidad, a su vez con el término oikonomia, como bien explica
Agamben, la fractura a evitar de Dios en el plano del ser, la hereda la cultura occidental como
una esquizofrenia que separa ser y acción, ontología y praxis. La conexión que se da entre
este término y el que nos ocupa la encuentra Agamben en la traducción del griego que
hicieron los padres latinos, Oikonomia = Dispositio. De donde deriva el concepto Dispositivo.
A pie de página Foucault anota también la etimología de economía. De la
literatura que se generó en contra de Maquiavelo y a favor del buen gobernar, Foucault
resalta el problema que se plantea Jean~Jacques Rousseau: si economía “no significa
originariamente más que el prudente gobierno de la casa para el bien común de toda la
familia”27, ¿cómo podrá el Estado introducir en su gestión este prudente gobierno de la
familia? El príncipe no es ya el único que gobierna en su principado. Se trata entonces de
prácticas múltiples que ponen en relación al padre de familia, a la madre superiora, a los
maestros… con los hijos, discípulos y a su vez con toda la recta disposición de las cosas.
Para explicar a qué nos referimos con “cosas” Foucault toma como ejemplo el capitán
de barco que se hace cargo de la tripulación, el barco, la carga… Gobernar un barco
es también tener en cuenta los vientos, los escollos, las tormentas, “las inclemencias; y
esta puesta en relación de los marineros que hay que salvar con el navío, que hay que
salvaguardar con la carga que hay que llevar a puerto, y sus relaciones con todos esos
elementos que son los vientos, los escollos, las tormentas, es esta puesta en relación lo
que caracteriza el gobierno de un barco”28. Gobernar, por tanto, no solo a los hombres sino
también sus relaciones con las cosas.
Es decir, que las cosas de las que el gobierno debe hacerse cargo son
los hombres, pero en sus relaciones, sus vínculos, sus imbricaciones con
esas cosas que son las riquezas, los recursos, las provisiones, el territorio,
por supuesto, en sus fronteras, con sus condiciones, su clima, su aridez,
su fertilidad; son los hombres en sus relaciones con esas diferentes cosas
que son los usos, las costumbres, los hábitos, las maneras de hacer o
de pensar, y finalmente, son los hombres en sus relaciones también con
esas otras cosas que pueden ser los accidentes o las desgracias, como el
hambre, las epidemias o la muerte.29
26 Agamben, 2006
27 Foucault, 1994, p. 182.
28 Foucault, 1994, p. 184.
29 Ídem.
32
30 Agamben 2006.
31 Agamben 2006.
32 Agamben, G.(2002). Lo Abierto, el hombre y el animal. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2006.
33 Agamben (2002), 2006, p. 94.
33
A este respecto, las obras de arte se asemejan a los sistemas filosóficos, en los que la así
llamada ‘historia’ de la filosofía viene a ser o bien una historia de los dogmas, o bien una
historia de los filósofos, o bien una historia de los problemas filosóficos, y como tal siempre
pierde contacto con la extensión temporal y amenaza con tornarse en interpretación
atemporal, intensiva. De igual modo, que la historicidad específica de la obra de arte es tal
que no puede ser investigada por la ‘historia del arte’, sino por la interpretación.46
Esta voz se aparece como espectro de un tiempo
pasado asediando el presente, el rey muerto que tras el fin de la
Historia (re)-aparece una y otra vez reclamando justicia. Las figuras
tradicionales de los scholar (los sabios, teóricos, intelectuales,
espectadores…) creerán que cumplen su responsabilidad con
mirar e interpretar las palabras del espectro, el ruego del padre de
Hamlet, pero ya nos sugirió Marx que “los filósofos se han limitado
a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es
de transformarlo”49, que lo que hay que hacer es hablar con los
fantasmas. La marca que hereda la generación de Jacques Derrida,
así nos lo propone él, aparece en las voces de los Espectros de
Marx, recordando que un spectre hante l’Europe (un espectro
asedia Europa)50. Esta conjura al efecto de espectralidad para
entender el espacio entre el To be or not to be, entre lo humano y
lo no humano, excede la postura binaria del scholar, de aquellos
dogmas que ya desde el pensamiento platónico operaban en el
juego binominal que opone las ideas a lo real. Derrida trata en
este libro de pensar una nueva temporalidad (la de lo espectral),
y por tanto una nueva historicidad, el espectro como un recuerdo
presente de un pasado pero siempre por venir en el futuro:
(...)
39
40
Hay ese chisme, ese pie fantasma, que a veces me duele muchísimo... y
se me curvan los dedos hacia arriba o sufren un espasmo. Es aún peor de
noche, o cuando me quito la prótesis, o cuando estoy quieto y no hago
nada. Se va en cuanto me pongo la prótesis y camino. Entonces siento aún
la pierna, con toda claridad, pero es un fantasma bueno, diferente, anima la
A su vez, las facultades sensible e intelectual del alma son en potencia sus
objetos, lo inteligible y lo sensible respectivamente. Pero éstos han de ser
necesariamente ya las cosas mismas, ya sus formas. Y, por supuesto, no
son las cosas mismas, toda vez que lo que está en el alma no es la piedra,
sino la forma de ésta. De donde resulta que el alma es comparable a la
mano, ya que la mano es instrumento de instrumentos y el intelecto es
forma de formas así como el sentido es forma de las cualidades sensibles.54
57 “El kitsch es la estación de paso entre el ser y el olvido”. Kundera, M. (1984). La insoportable levedad del ser. México: Tusquets, Fábula, 200524,
p.283.
58 Marker, C. (dir.). (1953). Les statues meurent aussi (Las estatuas también mueren) [film]. Francia: Présence Africane / Tadié Cinéma.
45
El hombre corría la misma suerte que los objetos. El poder que quería
apoderarse del entre, ejercía su función en nuestro medioambiente, en nuestros
portadores de significado, en lo que media con el mundo, lo que llamamos
referencialidad, en la mediación entre los hombres, la comunicabilidad, y con
nosotros mismos, la comprensión del sí mismo. “La metáfora se convierte en el
reino del lenguaje en lo que el fetiche es en el reino de las cosas”59. El poder
asediaba a los muertos, al propio fantasma del lenguaje. Dios ha muerto proclamó
Nietzsche, y acto seguido se dinamitaron los Grandes Relatos (Lyotard). Iván
Turguéniev, en su novela Padres e hijos, puso de moda en la Rusia prerrevolucionaria
el término nihilista: “Nihilista es aquella persona que no se inclina ante ninguna
autoridad, que no acepta ningún principio como cuestión de fe, sea cual sea el
reconocimiento del que éste goce”60. Esta era la actitud que predominó en Arkadi
y Bazárov durante toda la novela. Bazárov despreciaba a los viejos aristócratas
y discutía acaloradamente con el señor Pável, quien no entendía nada de la
realidad de estos recién graduados constreñidos en las leyes y costumbres de
un tiempo caduco. Pero hacia el final de la novela, Bazárov al interesarse sobre la
vida de un campesino, adopta la actitud paternalista frente a la falta de refinación
e ignorancia del trabajador. Bazárov se había pronunciado tiempo antes a favor de
la emancipación de los siervos, pero ahora ponía en duda ese orgullo, alegando
que tal vez no mejorarían sus condiciones de vida sin la presencia del patriarca.
Habiendo dado media vuelta, el trabajador no tardó en burlarse del señor Bazárov,
quien nada comprendía de la realidad de los campesinos.
-Todo sigue igual. Aquí todo sigue igual. Así, de pronto parece una escenografía, una
ciudad de cartón. El titán de bronce... Cuba libre e independiente, quién iba a sospechar
todo esto. Sin el águila imperial… ¿Y la paloma que iba a mandar Picasso? Muy cómodo
eso de ser comunista y millonario en París. Esta humanidad ha dicho basta y ha echado
a andar. Como mi padre. Como Laura. Y no se detendrá hasta llegar a Miami.
Sin embargo, todo parece hoy tan distinto. ¿He cambiado yo o cambiado la ciudad?
De esta manera, es a través de las variaciones imaginativas sobre nuestro propio ego
que intentamos alcanzar una comprensión narrativa de nosotros mismos, la única que
escapa a la alternativa aparente entre cambio puro e identidad absoluta. Entre las dos
se sitúa la identidad narrativa.63
62 Ricoeur, P. “La vida: Un relato en busca de narrador”. Ágora, vol. 25, nº 2, 2006, pp. 9-22.
63 Ricoeur, 2006.
64 Godard, J. L., Gorin, J. P., Groupe Dziga Vertov (dirs.). (1972). Tout va bien (Todo va bien) [film]. Francia: Anouchka Films, Vieco Films, Empire Films.
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Bueno… Todos los textos tienen un final, y aquí parece precipitarse el final de
este trabajo. -Tuve miedo de que no lo encontraras. Sí, tú. El espectador que mira inquieto,
callado. Solo diremos que leer es escribir y que hiciste bien en tener miedo. Esperamos
no obstante que hayas encontrado algo de cobijo entre los huecos, los estratos del texto,
entre el blanco y el negro de estas páginas. Agradecemos tu ayuda y paciencia. Y antes de
despedirnos, por ordenar recuerdos, quisiéramos repasar contigo lo escrito hasta ahora.
Hemos visto rápidamente cómo el pensamiento esta íntimamente relacionado
con la imagen. Cómo los griegos no podrían haber inventado la geometría sin dibujarla en
el suelo, sin soporte. Cómo las imágenes, los fantasmas y la fantasía, son una condición
de posibilidad para todo conocimiento. Hemos visto también cómo la estructura del
conocimiento funciona como una tecnología cercana a los procesos narrativos. Hemos
ojeado textos clínicos, científicos, biológicos, filosóficos, guiones, novelas y leyendas
mitológicas... Toda una tradición desde la que nacemos, desde la que nos reproducimos
como estrellas de mar. Pero nos han advertido también de que hemos de tomar parte
activa en esa cadena de legados, que si no nos preocupamos de contarnos nuestra propia
historia, el poder o las necesidades epocales lo harán por nosotros. A su vez hemos visto
que la idea de Historia con Mayúsculas, de historia hegemónica, está desde hace tiempo
puesta en entredicho: ya no hay autor, hay autores; por lo que tampoco hay Historia, sino
historias; formamos parte de ese mosaico vivo en el que a cada vuelta, como si de un
caleidoscopio se tratara, nuestro medioambiente puede tornarse extraño y hemos de volver
a reescribirnos para hallarnos nuevamente. Hemos visto la importancia del dispositivo, del
orden y del organismo, de la idea de “puesta en relación”. Hemos visto también cómo el
juego de la memoria y de las capas del tiempo se dan encuentro en algo que no es más
que nuestro presente. Nos hemos perdido en abstracciones profundas, hemos hablado de
animales, de cine, y nos hemos distraído con curiosidades varias. Mientras tanto hemos
ido construyendo poco a poco, colocando, ensamblando, disponiendo y cocinando este
relato a base de fragmentos. Generando un cuerpo a base de capas. Una cosa de cosas.
Una cebolla simbólica. Hemos apuntado cómo este proceder en el ser humano no deriva
tanto de las acciones que buscan razonamientos, propias del animal racional, sino de
aquellas otras acciones que establecen relaciones dignas del animal simbólico. Ernst
Cassirer hacía referencia al animal simbólico en sus clases de la Universidad de Hamburgo,
y desde los puertos de Hamburgo, como todo el mundo sabe, los marineros exportaron las
primeras hamburguesas…
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Epílogo
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Estábamos los alumnos con papel y boli intentando descifrar y compartir una
experiencia sensible, íntima. El ambiente era distendido. Nuestra atención había abierto
los cinco sentidos a un nuevo aprendizaje, y en el fulgor de la excitación, todos en voz
alta, queríamos relatar la vivencia que acababa de recorrer nuestro cuerpo, nuestra mente.
O al menos intentarlo. –Este ha sido más intenso. –Sí, pero también ha sido más dulce
que el anterior, ¿verdad? El etnólogo nos propuso coger la siguiente copa. Recordamos
el método de análisis y sus diferentes fases. Atendimos al color, la brillantez, la densidad
y fluidez con la que el vino giraba por las paredes del cristal. El profesor nos propuso
acercar la copa a la altura del ombligo y poco a poco ir subiéndola hasta nuestra nariz,
mientras aspirábamos su aroma. La fase olfativa es la más importante de una cata: el
cerebro conecta la percepción recogida durante la inhalación con nuestro hipocampo;
y nuestras capacidades mnemotécnicas facilitarán la asociación con un recuerdo, con
la impronta de una percepción anterior. –Me huele a regaliz y frutas rojas. –¿Y a qué te
sabe? Empapamos nuestras papilas gustativas y escupimos. –A mí me sabe a café. –
Eso es imposible. Tenemos cuatro gustos: el dulce, el amargo, el ácido y el salado. El
gusto “café” no se encuentra en nuestra lengua. Tal vez quieras decir que te sabe amargo,
que te ha hecho salivar, y que en boca te huele a café. A esa percepción olfativa que
sube desde la boca hasta nuestra pituitaria, se le llama la fase retrolfativa. Los diferentes
sabores son un equilibrio entre los cuatro gustos… Sabéis a qué me refiero, ¿verdad?
Con toda paciencia el etnólogo intentaba trasmitirnos su conocimiento vinícola. Pero este
conocimiento inteligible era indisociable de la experiencia sensible. La operación cognitiva
que él demostraba realizar se nos iba haciendo cada vez más familiar, aprendíamos el
método, la técnica, pero quedaba la duda de que si los resultados estaban siempre sujetos
al cuerpo de la experiencia, a su interpretación, su conocimiento perdía cierta legitimidad
que asume el saber científico, compartiendo camino con un (des)conocimiento que se abre
en lo subjetivo. Juan Luis Moraza recoge el término sabœr65 del latín del siglo III, cuando
saber y sabor remitían a una única experiencia, para ponerlo en relación con la práctica
artística, como un deseo de saber a través del goce, saboreando la praxis.
65 ”Ese sabœr incluye un no saber, incluye un desconocimiento estructural. Opera con información faltante, e incluye esa falta como ingrediente fundamental.
Este deseo de sabœr deja que algo de lo que no se sabe, algo de lo que probablemente no podamos conocer, se haga presente en la obra. El deseo en el arte
supone atreverse a fracasar, a ser hospitalarios a lo inútil, a lo ineficaz, a lo desconcertante, a lo profundamente extraño”
Moraza,J. L. (abril, 2009) El deseo del artista [conferencia] Colegio de Psicoanálisis del Campo Lacaniano de Madrid. Transcripción establecida por Carmen
Delgado y corregida por el autor de la conferencia, disponible en Gallano, C. (2011) El deseo. Textos y conferencias. Madrid: Colegio de Psicoanálisis de Madrid,
pp. 79-106.
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Fuentes
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GODARD, J. L., GORIN, J. P., Groupe Dziga Vertov (dirs.). (1972). Tout va bien (Todo va
bien) [film]. Francia: Anouchka Films, Vieco Films, Empire Films.
GUTIÉRREZ ALEA, T. (dir.). (1968). Memorias del subdesarrollo [film]. Cuba: Instituto
Cubano del Arte e Industrias Cinematográficas (ICAIC).
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MARKER, C. (dir.). (1953). Les statues meurent aussi (Las estatuas también mueren) [film].
France: Présence Africaine / Tadié Cinéma.
(dir.). (1993). Sans Soleil (Sin sol) [film]. Francia: Argos Films.
MORAZA, J. L. (abril, 2009). El deseo del artista. [conferencia] Colegio de Psicoanálisis del
Campo Lacaniano de MadridPlatón (s. IV), Protágoras (trad. J. Velarde). Oviedo: Pentalfa,
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SHELLEY, M. (1818). Frankenstein; or, The Modern Prometheus (vol. I). London: Thomas
Davison, Whitefriars, 1823.
Índice
de ilustraciones
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58
p.4
Fotografía aérea del puerto de Hamburgo recuperada del Centro Alemán de Información.
<http://www.alemaniaparati.diplo.de>
p.11
Grabado Flammarion. Aparecido en el libro L’Atmosphere: Météorologie Populaire de
Camille Flammarion (París, 1888). El pie de la ilustración decia: “Un misionero medieval
cuenta que había encontrado el lugar en el que el Cielo y la Tierra se encuentran”.
p.15
Interior de una cocina italiana. Reproducción de una xilografía perteneciente al libro de
recetas de Cristoforo da Messisburgo Banchetti, composizioni di Vivande (Ferrara, 1549).
p.20
Fotografía. Flysch de Zumaia (autor Javier Carballo).
p.21
Fotografía. Haburguesa Americana.
Frame del film Frankenstein 1931, de James Whale.
p.22
Fotografía. Menú tradicional de corea del sur.
p.25
La gramática como imagen de la memoria. Ilustración recogida del Congestiorum artificiose
memorie de Johannes Romberch. Venecia, 1533.
Ilustración de la Columna Lactaria (autor anónimo).
p.29
Collage. [Imagen de una escultura de la figura de Nicolás Maquiavelo; frame del film
Shichinin no Samurai (Los siete samurais, 1954) de Akira Kurosawa; fragmento de la
inscripción que daba la entrada a los campos de concentración del régimen nazi].
p.31
Frame del film Bronenosets Potyomkin (El acorazado Potemkim, 1925), de Sergei M.
Eisenstein.
pp.38-39
Collage.
59
p.42
Ilustración. Diagrama de la psicología de las facultades, tomada del Congestiorum artificiose
memorie de Johannes Romberch (Venecia, 1533).
Fotografías. Reproducción asexual de una estrella de mar a partir de la fragmentación de
un brazo.
Fotografía. Terapia del espejo en un paciente con el síndrome del “Miembro fantasma”.
p.45
Fotografía. Pintada parisina de Mayo del 68. Soyez realistes, demandez l’impossible
(Seamos realistas, pidamos lo imposible). Recuperada de: <http://inventin.lautre.net/
graffiti.html (graffitis de mayo del 68)>
p.49
Ilustración. Perteneciente al libro De umbris idearum (Las sombra de las ideas), de Giordano
Bruno (París, 1582).
p.53
Grabado. Perteneciente a la portada que anuncia las obras de los Padres de la Iglesia:
Gregorio de Nisa, Gregorio Nacianceno y Basilio el Grande (autor anónimo). El grabado
representa una imprenta antigua, con la marca de imprenta, y destaca el que maneja la
prensa (torculator), el encargado de entintar las formas (batidor) y el encargado de armar,
letra por letra, la forma de cada página.
p.57
Grabado. El ojo de la mente, (autor anónimo). Tomado de Utriusque cosmi maioris scilicet
et minoris historia II, (1619). Cap. “Robert Fludd’s”.
Grabado. Nuevo universo imaginativo, (autor anónimo). Tomado de Utriusque cosmi
maioris scilicet et minoris historia II, (1619). Cap. “De triplici animae in corpore visione”.
p.61
Grabado. Modern Bestiary, Domenico Gnoli, 1968.
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