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Opinión/El Sur

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12.12.17
A cinco años de EPN

Para Fernanda Rodríguez Escalante


Eduardo Pérez Haro

No podemos pasar por alto un balance de la gestión del régimen de gobierno


en el 2017, aunque por tratarse del 5° año de gobierno ya podríamos empezar
el balance general de Enrique Peña Nieto, pues, el último año habría de ser de
realce para el candidato sucesor colocando a la administración saliente en
epilogo de una historia ya transcurrida. No obstante, todo indica que se repite
la recurrente tentación de no soltar los hilos del poder y de ser posible gobernar
tras el trono. Siempre se intenta, aunque no siempre se puede.
Podemos imaginar que, en esta ocasión, Andrés Manuel López Obrador, con
Morena puede acceder a la silla presidencial o también que José Antonio
Meade, sea un candidato agradecido y una vez electo ajuste sus pareceres. En
cualquier caso, la moneda está en el aire sobre los términos de continuidad o
cambio, pero ya hablaremos de ello más adelante, por lo pronto, las
negociaciones del TLC con Estados Unidos y las elecciones parecen pender
todavía de la intervención de Enrique Peña Nieto en gran medida, incluido el
tema de seguridad que se ha puesto sobre la mesa con especial énfasis.
El sábado iniciaron las discusiones de la llamada Ronda 5.5 de la renegociación
del TLC y terminarán el próximo viernes 22 de este mes, se trata de una de las
rondas de mayor duración en la que intervienen 400 funcionarios de los tres
países y en las que se aborda Anticorrupción, Comercio Electrónico,
Telecomunicaciones, Buenas Prácticas Reguladoras, Facilitación Comercial,
Aduanas, Barreras Técnicas al Comercio y Medidas Sanitarias y Fitosanitarias,
dejando fuera Solución de Controversias, Compras Gubernamentales,
Agricultura e Inversión. Con todo, el punto duro de esta ocasión es el que se
refiere al contenido regional del 50% de la parte estadounidense que este país
reclama para el 85% del contenido regional de un automóvil que se exporta
desde México o Canadá para Estados Unidos.
“México se ha interesado en que el contenido regional de la industria
automotriz pueda aumentarse con el traslado de algunas líneas de producción
de Asía a América del Norte, sobre todo en cuanto a productos y otros
componentes de mayor valor agregado” (El Economista p.5 del 11/12/17). Con
lo cual podemos entender la debilidad de la postura nacional pues no sólo no
puede negarse a la posición estadounidense, sino que al aceptarle no tiene más
que apelar a poder recibir mayor participación asiática en revelación abierta de
la ausencia de la capacidad interior para responder a la ofensiva
norteamericana.
Este punto y circunstancia nos vuelve a la idea de que México ha perdido mucho
tiempo, 23 años sólo por cifrar el periodo que nos separa de la firma del TLC,
donde, nuestro país, no se ha dotado de las capacidades de producción para
hacer progresar los términos de su participación en el comercio exterior y
particularmente con los Estados Unidos, pues estamos hablando de la industria
de exportación más importante de México, sin duda con la que se ha decantado
una ventaja nacional y la principal desventaja norteamericana, pero que a la
hora en que nos han emplazado a discutir esta circunstancia, no tenemos
mucho margen debido a la asimetría general en el vecino país del norte y
nuestra economía (1 a 20) y el hecho de que esa capacidad no es propia en
sentido estricto sino que se radicó en nuestro país por el bajo costo de la mano
de obra y otras ventajas.
Con lo cual volvemos a destacar que cualquiera que sea el desenlace de estas
negociaciones no arrojará, en sentido estricto, ventajas a la manera de suponer
que le habremos de ganar terreno en favor de los productores nacionales, con
lo que el tema del desarrollo nacional vuelve al plano del planteo que los
suspirantes hagan, no ya con respecto al TLC per sé, pues eso ya se está
cocinando y todo advierte que quedará antes de los comicios del 2018, sino
respecto del planteamiento general en donde se desvele la ecuación del
desarrollo, donde queden, debida y claramente expuestos, los pesos y
contrapesos del comerció exterior y el comercio interior que no son cosa menor
sino muy mayor en cuanto a los términos del desarrollo nacional en perspectiva
y que hasta hoy ninguno de éstos lo deja claro.
Respecto de las elecciones, el nombramiento de Aurelio Nuño como jefe de
campaña para Meade es prueba de la injerencia de Los Pinos, pero más aún la
iniciativa de la Ley de Seguridad Interior, con la cual se pretende más que
normalizar la presencia de las fuerzas del Ejercito y la Marina en las calles (que
de suyo resulta desproporcionado ante el inminente fracaso de la estrategia
puesta en práctica), pues, no puede entenderse como una ocurrencia de última
hora sino como un factor de blindaje ante la eventualidad de una protesta social
de grandes proporciones provocada por la flagrancia de los hechos de un
artificio electoral.
Tanto el imperativo de asumir una negociación con los Estados Unidos
desprovista de recursos para salir bien librados como ir a una contienda no sólo
con el desprestigio del régimen sino con la espada desenvainada para arbitrar
los comicios, da cuenta de una circunstancia en nada plausible pues quiere decir
que hubo un mal plan y un mal desempeño, las Reformas Estructurales con la
Cruzada contra el hambre como cobertura social fueron un fracaso.
Ceñir todo a una Reforma Energética que Estados Unidos no correspondió
porque apoyado en sus yacimientos de gas se lanzó a una sobreproducción que
provocó la caída de los precios del petróleo sin importar las consecuencias y
haberse lanzado sin plan B y sin imaginación para reaccionar, echó al régimen
al vacío y ahora, la desesperación le incita no sólo a no perder el control del
gobierno sino a concederlo a las fuerzas armadas a cambio de su protección,
sin advertir de los riesgos ulteriores que ello puede significar.
Afortunadamente, la reacción de un sinnúmero de personalidades, organismo
e instituciones del interior y del plano internacional, se han percatado de los
riesgos que conlleva la iniciativa y se han pronunciado en contra, incluso como
sucediera el pasado viernes 8 del presente, cuando Miguel Álvarez Gándara y
Luis Raúl González Pérez, Ganador del premio Nacional de Derechos Humanos
y Titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos respectivamente, en
presencia del presidente Enrique Peña Nieto, expresaron su rechazo a la
iniciativa tras denunciar que en ésta se comprendía un refrendo de una
estrategia fallida para remontar la inseguridad y la violencia contra el crimen
organizado. Y asimismo se ha expresado el Alto Comisionado de Derechos
Humanos de la Organización de las Naciones Unidas y por los relatores de la
misma ONU y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la
Organización de Estados Americanos, amén de diversas y muy importantes
organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil abocadas al tema.
eperezharo@gmail.com

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