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LA REVOLUCIÓN EN EL RÍO DE LA PLATA

En 1810, al igual que en el resto de Hispanoamérica, llegaron al Río de la Plata noticias de la


creación del Consejo de Regencia en España. Esto motivó, o fue excusa, para el inicio de de cambios
políticos: la sustitución del Virrey por una junta de gobierno.
Pero para entender porque se producen estos cambios debemos ver que estaba pasando en la
región a comienzos del siglo XIX.

ANTECEDENTES
Las invasiones inglesas.- En dos ocasiones, 1806 y 1807, Buenos Aires asistió al desembarco de
tropas inglesas en sus costas. Los mismos representan un hecho concreto dentro del marco de la guerra que
se venía librando contra España desde 1804 y del bloqueo continental, pero, al mismo tiempo, son
consecuencia de la pérdida de las trece colonias que formaron los EEUU a partir de 1776.
Desde el punto de vista de la política interna, se ha considerado a las invasiones inglesas como uno
de los antecedentes directos de la revolución de Mayo. Si bien no pusieron en tela de juicio la cuestión de la
soberanía, la decisión del pueblo de Buenos Aires de elegir a Santiago de Liniers como Virrey interino en
1806, de acuerdo con lo estipulado por la Corona acerca de que, desaparecida la autoridad efectiva, podía el
pueblo designar a quien considerase apropiado para la ocasión, constituyó un primer gran paso, sobre todo
teniendo en cuenta que el nuevo virrey era francés por nacimiento.
En estas circunstancias, debemos revisar el papel jugado por los grupos criollos desplazados,
hasta ese momento, del poder político. Si es cierto que las ideas políticas y económicas de la Ilustración no
implicaban, necesariamente, una postura independentista, la existencia de una Francia revolucionaria y de
una Norteamérica republicana hacen pensar en la posibilidad de que la monarquía borbónica podría
desaparecer y, con ella, el orden colonial establecido, lo que permitiría el acceso de estos grupos al control
del gobierno.
El conflicto de Liniers y Elío.- En 1808 cuando llegan al Río de la Plata informaciones sobre los
sucesos de España (la invasión napoleónica, la renuncia de Carlos IV, la rebelión de los españoles contra la
dominación francesa ) gobernaba desde Buenos Aires como Virrey Santiago Liniers, con mucho prestigio por
su actuación durante las invasiones inglesas. Liniers era francés y había mantenido correspondencia con
Napoleón cuando Francia y España eran aliadas. Pero en momentos que Francia ocupaba España y en ésta
el pueblo se había rebelado contra el dominio francés, su origen lo hacía sospechoso.
Al mostrarse vacilante sobre que actitud tomar frente a los sucesos de Epaña (reconocer o no como
Rey a Fernando VII) aumentaron las sospechas y el gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío,
propuso que el Virrey Liniers fuera destituido. En ésta postura fue acompañado por el Cabildo de Montevideo
donde estaban representados sectores sociales que desde hacía tiempo estaban enfrentados a las
autoridades del virreinato por razones económicas (los estancieros y los comerciantes).
Liniers destituyó al gobernador Elío pero el Cabildo de Montevideo convocó a un Cabildo Abierto, el
21 de setiembre de 1808, que resolvió no cumplir con lo ordenado por Liniers y constituir una Junta presidida
por Elío. Esta Junta cumplió una labor de gobierno independiente de Buenos Airesde hasta que fue disuelta
en 1809. La disolución de la Junta de Montevideo fue decidida por la Junta Central de España que gobernaba
en nombre de FernandoVII. La Junta Central también resolvió destituir a Liniers designando en su lugar
Baltasar Hidalgo de Cisneros. Estos hechos fueron preparando el camino para lo que pasaría en 1810. En
1808 no se hablaba de independencia, pero se introdujeron algunos elementos importantes:
a) la desobediencia a la más alta autoridad de la región (el virrey);
b) la formación de un Cabildo Abierto alterando la costumbre;
c) durante estos sucesos se expresa que si no hay rey, la soberanía vuelve al pueblo y que los
españoles americanos tenían los mismos derechos que los españoles europeos, por lo que también podían
formar juntas.
LOS SUCESOS DE MAYO DE 1810 EN BUENOS AIRES
A través de los barcos ingleses que llegaban a Montevideo y a Buenos Aires, las autoridades y la
población del Río de la Plata se enteraron de los sucesos de España. Tanto el barco “John Paris”, que arribó
a Montevideo el 13 de mayo de 1810, como el “Miseltoe” que llegó a Buenos Aires un día después,
anunciaban que casi todo el territorio español estaba en manos de los franceses y que la Junta Central se
había trasladado a la isla de León, frente a Cádiz, designado un Consejo de Regencia para gobernar en
nombre del rey Fernando VII detenido en Francia.
En Buenos Aires, al difundirse la noticia, se manifiesta por parte de algunos de los vecinos la
preocupación sore la situación en que quedarían las colonias de América en caso de que caducara la
autoridad española. Se temía que la caída de España en manos francesas podría llevar a la anarquía en
América. También se podía preveer el interés de Francia por apoderase por estos territorios. Esto último
inquietaba a los ingleses en guerra con Francia. Además los comerciantes ingleses vieron la posibilidad de
aprovechar los problemas españoles para poder comerciar con América, actividad que antes no podían hacer
por el sistema de monopolio aplicado por España a sus colonias.
El 19 de mayo algunos vecinos de Buenos Aires, encabezados por Manuel Belgrano, Cornelio
Saavedra y Juan Castelli, entre otros, se reunieron con autoridades del Cabildo de Buenos Aires
manifestando sus temores y la inquietud existente entre los jefes militares. Según lo expresado por los
cabildantes también expresaron que era conveniente destituir al virrey y designar otra autoridad que se
encargara de conservar los territorios hasta que España volviera a la normalidad.
El Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros se reunió con los comandantes del ejército y estos
manifestaron la conveniencia de hacer una consulta a los vecinos por medio de un Cabildo Abierto. El Virrey,
ante la falta de respaldo de los militares, acepta hacer la consulta pero de una manera que la prolongaba en
el tiempo: cuando se supiera que ya no quedaban autoridades españolas en la península ibérica, se
consultaría a los habitantes de Buenos ires, luego a los de las restantes provincias del Virreinato del Río de la
Plata y luego a los otros virreinatos.

Los hechos se precipitaron: al realizarse una manifestación en las calles frente al Cabildo, el día 20
de mayo, el cabildo de Buenos Aires decide pedir autorización al Virrey para convocar un Cabildo Abierto para
el día 22. Los manifestantes llevaban escarapelas con cintas blancas y celestes y reclamaban la destitución
del Virrey Cisneros.
El Cabildo realizó la invitación a 450 personas para asistir al Cabildo Abierto, estando entre los
invitados los principales comerciantes, jefes militares, profesionales, jefes de oficinas administrativas, los
superiores de las órdenes religiosas y los integrantes de la Real Audiencia. La consulta “al pueblo” era
bastante limitada si tenemos en cuenta que en ese momento la ciudad de Buenos Aires tenía alrededor de 50
mil habitantes.

EL CABILDO ABIERTO DEL 22 DE MAYO


Asistieron sólo 251 de los invitados y la reunión comenzó con la lectura de notas enviadas por el
Virrey y por el Cabildo en las que se establecía la necesidad de mantener la fidelidad a la monarquía
española, la unidadde los territorios virreinales y evitar “toda innovación o mudanza” que provocara división.

¿Qué se debatió en el Cabildo Abierto? El primero en hablar, por razones jerárquicas, fue el obispo
Benito Lué quien se mostró partidario de mantener al Virrey en su cargo,agregando que mientras existiera un
pedazo de España libre del dominio francés, ese pedazo debía ser obedecido y si sólo quedaba libre un
integrante de la Junta Central que gobernaba en nombre del Rey, esa persona debía ser reconocida como el
único gobierno.
A continuación habló el General Pascual Ruiz Huidobro, el militar más encumbrado de los que
estaban presentes, manifestándose a favor del cese del Virrey ya que había caducado la autoridad española
que lo había nombrado. Ruiz Huidobro era partidario de que el Cabildo asumiera la autoridad y designara a
otra persona en lugar del Virrey Cisneros en forma provisoria y dependiendo de las autoridades que
representaban a Fernando VII en España.
Juan José Castelli hizo un discurso al que puede considerarse el fundamento doctrinario del
“juntismo”. Era partidario de retirar al Virrey en base a la teoría de la “retroversión de la soberanía al
pueblo”. El argumento de Castelli, que en general fue el usado por todos los movimientos juntistas
americanos, fue el siguiente:
1) Al no encontarse en España ningún integrante de la familia real (la mayoría estaban prisioneros en
Francia), la soberanía retrovertió al pueblo y fue asumida por la Junta Central.
2) Al desaparecer la Junta Central, no hay más autoridad legítima en España.
3) El Consejo de Regencia designado por la Junta Central antes de disolverse, no es legítimo debido
a que:
a) los poderes de los delegados de la Junta Central eran personales y no delegables a otras
personas.
b) faltaba representación de los americanos en el Consejo de Regencia, ya que en América
no se habían elegido delegados para integrar la Junta Central.
4) En consecuencia, al no haber autoridades legítimas en España, la soberanía ha retrovertido
(regresado) al pueblo quien tiene el derecho de designar gobierno. Como era de suponer, decía Castelli, en
ese momento España podía estar totalmente sometida por los ejércitos franceses, por lo tanto los españoles
americanos debían crear sus propios gobiernos.
Manuel Genaro Villota, integrante de la Real Audiencia, respondió a Castelli argumentando que la
situación que se vivía en España había llevado a designar de apuro al Consejo de Regencia y que cualquier
defecto jurídico que tuviera ese nombramiento se justificaba por la gravedad de los hechos y podía ser
arreglado más tarde por el reconocimiento de los pueblos. Agregó que no se podía tomar una resolución por
parte de Buenos Aires sin consultar al resto del virreinato.
Juan José Paso respondió a Villota sosteniendo que Buenos Aires, como capital del Virreinato, era
“la hermana mayor” de los demás pueblos, y así como los hermanos o los amigos podían tomar el negocio de
un hermano o amigo ausente para beneficiarlo o solucionar un problema, de igual manera podía obrar Buenos
Aires tomando a su cargo la gestión del asunto hasta poder consultar a los demás.
Luego del debate se pasó a ver que se decidía. Se analizaron varias resoluciones a votar y
finalmente se puso a consideración si se debía cambiar al virrey en caso de que caducaran las autoridades
españolas en la península y quien se haría cargo del gobierno del virreinato.
Hubo una mayoritaria votación a favor de que, en caso de que España quedara en manos francesas
cesara el virrey y que provisoriamente el Cabildo de Buenos Aires se hiciera cargo de la situación hasta
designar una junta de gobierno.

LOS ACONTECIMIENTOS DEL 25 DE MAYO


El día 24 de mayo el Cabildo dio cumplimiento a la resolución del Cabildo Abierto del día 22 y
designó una Junta integrada por cuatro miembros, pero, alejándose de lo resuelto por la mayoría, mantuvo al
Virrey Cisneros en funciones nombrandolo como presidente de esa Junta (que luego los historiadores
llamaron Primera Junta). La voluntad mayoritaria había sido la de alejar a Cisneros del gobierno del Río de la
Plata; su designación al frente de ésta junta, era una forma de mantenerlo en el poder aunque fuera junto con
otras cuatro personas.
Antes de dar a conocer públicamente la resolución el Cabildo consulta a los comandantes militares y
estos se muestran de acuerdo. Entonces, ese mismo día, se instala la Junta con las ceremonias y
formalidades establecida por el Cabildo. Pero ante las protestas que se realizan en la calle mostrando su
disconformidad por el mantenimiento de Cisneros, éste y los otros integrantes de la Junta, presentan
renuncia esa misma noche.
Al día siguiente, 25 de mayo, el Cabildo se reúne para decidir los pasos a seguir: si acepta la
renuncia y designa una nueva junta o mantiene a la ya designada. Aparentemente la mayoría estaba de
acuerdo con mantener la Junta. En estas circunstancias una multitud concurre hasta el edificio del Cabildo y
algunas personas en calidad de representantes del resto se apersonó hasta la sala de sesiones. Los
integrantes del Cabildo, temerosos de una insurrección popular, consultan nuevamente a los jefes militares; la
mayoría de estos manifiestan que no están en condiciones de defender al Cabildo y que buena parte de los
integrantes de las milicias apoyan a los vecinos que reclamaban el cese de Cisneros.
En realidad, parte de las manifestaciones habían surgido del Batallón de Patricios. No se trataba de
un ejército regular sino de milicias integradas por jóvenes de familias criollas que desde 1806 elegían a sus
oficiales y estos a los comandantes. En la noche del 24 habían preparado la manifestación del 25 a cuyo
frente se encontraban French y Beruti. Según algunos historiadores allí se decidió la integración de la junta
que al día siguiente se le iba a imponer al Cabildo.
Ante la respuesta de los jefes militares el cabildo decide que Cisneros renuncie “sin protesta alguna”.
French y Beruti, en nombre “del pueblo” se presentan al Cabildo y expresan que no basta con la renuncia de
Cisneros, sostienen que el Cabildo no cumplió con lo resuelto el día 22 y que por lo tanto “el pueblo reasumía
su autoridad”. Agregan que debe designarse una nueva junta, cuyos integrantes se imponen al Cabildo y,
ante los temores del cabildo de que los pueblos del interior no obedecieran a esa Junta, indican que debe
enviarse una expedición militar de 500 hombres que se costeará con los sueldos del Virrey y otros altos
funcionarios.
El Cabildo exigió que el reclamo debe presentarse por escrito. Los representantes de los vecinos de
Buenos Aires salen del edificio y comienzan a recoger firmas para presentar el reclamo por escrito.
Habiéndolo hecho, y ya avanzado el día, los integrantes del Cabildo aceptaron los nombres impuestos y se
creó la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata, mejor conocida con el nombre
más simple de Junta de Mayo..

LA JUNTA DE MAYO
Integración y tendencias.- Estaba integrada por Cornelio Saavedra (comandante del Batallón de
Patricios) como presidente, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo
Matheu y Juan Larrea como vocales y Juan José Paso y Mariano Moreno como secretarios
Saavedra representaba a las milicias criollas; Belgrano, Castelli y Paso pertenecían al grupo de
intelectuales influenciados por las ideas de Ilustración; Larrea y Matheu eran comerciantes vinculados al
comercio con los ingleses; Azcuénaga y Alberti estaban en la Junta por su prestigio personal, el primero como
veterano militar y el otro como sacerdote; Moreno era un reconocido abogado muy bien relacionado con los
ingleses. Las milicias criollas, los comerciantes que querían la libertad de comercio con Inglaterra, los
intelectuales liberales eran lo sectores que estaban detrás de la insurrección de mayo.
Las milicias criollas, con sus jefes a la cabeza (Saavedra, French, Martín Rodríguez), habían
intentado apoderarse del gobierno usando su fuerza; los sectores vinculados al comercio inglés y los
intelectuales no querían un levantamiento con participación popular que hubiera dado poder al “populacho” y
fueron los impulsores del Cabildo Abierto para lograr una salida lo más pacífica posible que no diera
oportunidad de intervenir a las milicias. Además, para algunos historiadores, el sector de comerciantes
vinculados a Inglaterra era partidario, aunque no lo expresara aún, de independizarse de España para
terminar con las restricciones comerciales y aumentar sus ganancias con el comercio británico.

Todos los dirigentes revolucionarios se manifestaban partidarios del libre comercio. El patriciado
porteño había tenido oportunidad de probar sus ventajas a través de las concesiones que España había
hecho durante los períodos de guerra, cuando permitió a sus colonias comerciar con países neutrales.
El patriciado porteño daba gran importancia a la acción de Inglaterra; esta, por su propio
interés, “protegería” a los territorios del Río de la Plata, interponiendo su influencia para evitar las ambiciones
de Portugal o intentos de revanchismo de parte de las autoridades españolas cuando estas se vieran libres
del peligro francés. Por su parte Inglaterra no iba a perder la oportunidad de intervenir en los sucesos de las
colonias españolas aunque en forma disimulada para evitar dificultades con España, a quien necesitaba como
aliada para luchar contra Francia.
Mariano Moreno en el “Plan de Operaciones” que escribió para la Junta expresa que se debe
proceder con Inglaterra “ en forma benéfica, reducir los impuestos a su comercio... A la corte inglesa le
interesa que América o parte de ella se desunan de España y formen una sociedad separada donde Inglaterra
pueda extender más sus miras mercantiles y ser la única por el señorío de los mares”.
El “Plan de Operaciones”.- La Junta encomendó a Moreno la redacción de un Plan de Operaciones
que sirviera de base para el accionar de la Junta. En ese documento Moreno plantea los siguientes puntos:
1) Implantar el terrorismo contra “los enemigos de la causa”, es decir quienes se oponían a la Junta.
Aunque no existieran pruebas suficientes debía aplicarse la pena de muerte, especialmente si se trataba de
individuos influyentes.
2) Utilizar la propaganda para atraerse a la población. Para eso se editó un periódico, “La Gaceta”
que debía dar noticias “muy halagüeñas, lisonjeras y atractivas” y evitando informar sobre los hechos
adversos a la Junta para que la “mayor parte de la gente no los conozca”.
3) Promover un levantamiento popular en la Banda Oriental recurriendo para lograrlo a delincuentes,
desertores, gente vaga y ociosa que luego serían apartados ya que se los usaba por la necesidad de derrotar
a los enemigos de la Junta en aquella región (en Montevideo no se reconocía a la Junta).
4) Obtener el apoyo de Inglaterra que permitiese comprarle armas y tener un mercado para la venta
de la producción rioplatense.
5) Confiscar las grandes fortunas y con ese dinero solventar una expedición para conquistar el sur de
Brasil y fomentar la agricultura, la industria, la navegación, etc.
La Junta y los pueblos del interior.- La Junta porteña sabía que carecía de prestigio en los
pueblos del interior del Virreinato. A la existencia de fuertes grupos de “empecinados” o regentistas,
partidarios de obedecer al Consejo de regencia y mantener al Virrey, se unía el resentimiento y desconfianza
de los productores locales hacia el patriciado de Buenos Aires partidario del libre comercio. La decisión del
Virrey Cisneros en 1809 de permitir el ingreso de mercadería inglesa mientras durara la guerra en España ya
estaba provocando efectos negativos en las zonas donde se hacían productos similares a los importados.

Los principales focos de resistencia a la Junta se dieron en Montevideo, Córdoba, Paraguay y Alto
Perú. Con Montevideo se intentó que ésta reconociera a la Junta pero al negarse a hacerlo, aquella rompió
relaciones con el puerto oriental y estimuló el levantamiento de la campaña mientras organizaba un ejército
para tomar el territorio por la fuerza. En Córdoba los regentistas fueron aplastados militarmente y sus jefes
fusilados (entre ellos el ex-Virrey Santiago Liners). A Paraguay se envió una expedición militar dirigida por
Manuel Belgrano que fue derrotada; pero Belgrano logró un acuerdo de paz con los paraguayos y podo
tiempo después en Asunción se formó una junta que llegó a un acuerdo con Buenos Aires, aunque mantuvo
su autonomía. Hacia Alto Perú se envió otro ejército, dirigido por Castelli, que obtuvo una victoria inicial en
Suipacha. De ésta manera la Junta logró imponerse en casi todo el territorio del Río de la Plata.
Montevideo era el único lugar donde los regentistas mantenían el poder.
La oposición a la Junta y a Moreno.- A pesar de los triunfos militares existía una creciente
oposición a la Junta de Mayo y especialmente hacia su cabeza visible que era Mariano Moreno.
En primer lugar se oponían los españoles europeos que no creían en la proclamada lealtad a
Fernando VII y sospechaban que el movimiento juntista quería la independencia aunque no lo decía.
En segundo lugar estaban los criollos que se mostraban de acuerdo con el cese del Virrey pero
veían con preocupación el ingreso en una guerra revolucionaria y se sobresaltaban antes los escritos de
Moreno (a quien acusaban de “jacobinismo”) publicados en la “Gaceta” donde se refería a la soberanía del
pueblo, la libertad, el fin del despotismo, etc.
A estos sectores hay que agregar los jefes de las milicias descontentos con las actitudes de Moreno
hacia Cornelio Saavedra (había prohibido rendirle honores al Presidente de la Junta o sea a Saavedra,
argumentando que había que evitar cualquier síntoma de despotismo militar). También estaban molestos con
los escritos “radicales” de Moreno.
Con estos sectores coincidieron los diputados designados por las regiones del interior para sumarse
a la Junta. Les disgustaba el centralismo porteño que subordinaba los intereses locales al interés de Buenos
Aires. La política llevada a cabo por Moreno era claramente centralista y sostenía que los diputados del
interior no debían incorporarse a la Junta, que era un órgano ejecutivo, sino más adelante cuando se reuniera
un congreso para decidir el destino de la región.
El 18 de diciembre de 1810 la Junta, excepto Belgrano y Castelli que estaban al frente de ejércitos
en Paraguay y Alto Perú, reunida con los delegados del interior, resolvió que estos se incorporaran a la Junta.
Se dio origen así a lo que se ha denominado la Junta Grande.
Moreno, contrario a la incorporación de los delegados del interior, presentó renuncia y en enero de
1811 partió en misión diplomática hacia Brasil e Inglaterra, falleciendo en Río de Janeiro el 4 de marzo.
LAS LUCHAS INTERNAS
Después de la creación de la Junta Grande y de la renuncia de Moreno, las disputas internas continuaron.
Distintos grupos, por razones ideológicas unos, por enfrentamientos personales otros, se disputaron el poder.
Los órganos de gobierno y las personas que los integraban fueron cambiando pero los problemas se
mantuvieron.
En setiembre de 1811, en parte como consecuencia de los desastres militares en Alto Perú (victoria del
ejército español en Huaqui) y en parte por las luchas políticas en Buenos Aires, se produjo la disolución de la
Junta Grande. Las tendencias centralistas, que querían hacer de Buenos Aires la “hermana mayor”
capacitada para guiar a las otras regiones del Plata, se impusieron el gobierno se concentró en tres personas,
un triunvirato, integrado por Feliciano Chiclana, Manuel Sarratea y Juan José Paso. En realidad la figura
política principal que operaba era el secretario del Triunvirato, Bernardino Rivadavia.
Pero contra éste primer triunvirato van a trabajar grupos políticos que reclamaban una definición clara en el
tema de la independencia. Se trataba de las logias o sociedades secretas: la Sociedad Patriótica y la Logia
Lautaro. Nuevos personajes, algunos recién llegados de largas estadías en Europa, donde habían recibido la
influencia ideológica de la Ilustración, impulsaron una política contra el gobierno que culminó con un motín el
8 de octubre de 1812. Se designó un segundo triunvirato (Juan José Paso, Nicolás Rodriguez Peña, Antonio
Alvarez Jonte) y se convocó a una Asamblea Constituyente que organizara los territorios del ex-virreinato
creando un gobierno definitivo.
Esa asamblea, con el nombre de Asamblea General Constituyente se instaló en Buenos Aires el 31 de enero
de 1813. En esta se manifestaron dos tendencias: una partidaria de centralizar el poder en Buenos Aires (los
unitarios o centralistas) y otra partidaria de la autonomía de las regiones o provincias (los federales). Las
disputas entre ambos grupos se mantuvieron por varios años en el Río de la Plata y dificultaron la
organización de la región.
LA REVOLUCIÓN HISPANOAMERICANA

Se conoce bajo el nombre de Revolución Hispanoamericana al conjunto de movimientos ocurridos


en las colonias españolas en América, que tuvo como resultado la independencia política de dichos territorios.
Esos movimientos comienzan entre 1808 y 1810, pero sus antecedentes se encuentran en las últimas
décadas del siglo XVIII, cuando en las colonias se produce un agitamiento intelectual y se desarrollaran
rebeliones locales que ya anuncian el clima de descontento que va a ser uno de los factores de la revolución.
En un primer momento esos movimientos no tuvieron carácter separatista, sino que expresaban el deseo de
los criollos de intervenir en el gobierno, pero con el paso de los años se transformaron en una verdadera
guerra de independencia. El periodo de la revolución culmina en 1825 con el retiro de los últimos ejércitos
españoles que aún se encontraban en América, y a partir de ese momento quedan constituido los estados
hispanoamericanos independientes (algunos antes, otros después del año 1825, pero se toma este año
simbólicamente).
Los historiadores ubican a la Revolución Hispanoamericana como parte del ciclo de revoluciones
liberales o burguesas que se producen a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX (Rev. de las colonias
inglesas en América del Norte, Revolución Francesa) y que habían sido precedidas por la Revolución Gloriosa
en Inglaterra (1688) y cuyo resultado fue la puesta en práctica de las nuevas ideas impulsadas por la
burguesía.

1. ANTECEDENTES

Varios acontecimientos ocurridos en las colonias en el transcurso del siglo XVIII, anunciaban la
inminencia de profundos cambios.
LA AGITACIÓN INTELECTUAL
A pesar de la censura impuesta por España a la difusión de las Nuevas Ideas, estas van a llegar a
América. Generalmente llegaban a través de la interpretación que se les daba en España donde los Borbones
aplicaron el despotismo ilustrado, pero también se colaban obras de autores franceses e ingleses. Además
van a llegar las nuevas costumbres de los burgueses e intelectuales, como formar sociedades para debatir
diversos temas y difundir noticias y opiniones a través de publicaciones periódicas.
Como sucedía en el siglo XVIII europeo, en las colonias se formaron asociaciones para discutir
temas específicos. Fue así que se instaló en Lima en el año 1787 la Asociación Filarmónica. Unos años antes
en la Universidad de Lima se había manifestado el derecho de los criollos, es decir los españoles nacidos en
América, de tomar parte de los debates políticos y científicos. En La Habana se organizó la Sociedad
Económica y la Sociedad Patriótica, en Buenos Aires la Sociedad Patriótica y Literaria, en México la Arcadia
Mexicana y de esa manera se iba extendiendo la costumbre de reunirse a debatir. Al igual que sucedía en
Europa con los “salones” y los cafés, estas reuniones servían para difundir las nuevas ideas.
Hacia fines del siglo XVIII se incrementa la edición y difusión de periódicos lo que muestra el interés
existente acerca de la actualidad, de los sucesos del momento, de las transformaciones y de todo lo nuevo.
La lectura dejó de ser un lujo para privilegiados llegando a más personas, aunque estaba lejos de ser masiva.
Los sectores con más poder económico eran también los más cultos, muchos de sus miembros habían hecho
estudios universitarios, especialmente en abogacía, y tenían gran avidez por leer las obras más modernas
que se publicaban en Europa. Voltaire, Montesquieu y Rousseau eran leídos y discutidos en las
Universidades y en las reuniones de las sociedades. De estos sectores van a surgir algunas figuras que son
consideradas como precursores de la independencia, como Francisco Miranda, Antonio Nariño o Mariano
Moreno.

LAS REBELIONES POPULARES


Durante el siglo XVIII se producen varias rebeliones por motivos locales, sin vinculación orgánica
entre ellas y que fueron sometidas por la fuerza. Fueron movimientos espontáneos, sin planificación,
provocados por la rebeldía ante abusos de autoridades residentes en América (no buscaban la independencia
ni se dirigían contra la monarquía).
Los comuneros de Asunción. En 1717 fue designado gobernador de Paraguay Diego de los
Reyes, vinculado a los jesuitas, con quienes los comerciantes de Asunción tenían enfrentamientos por la
competencia que hacían las Misiones Jesuíticas. Los vecinos de Asunción realizaron una serie de
acusaciones contra Reyes y se procedió por parte de la Real Audiencia de Charcas, de quien dependía
Asunción, a designar para investigar a José Antequera. Este separó a Reyes de su cargo pero el Virrey del
Perú lo repuso. Antequera declaró ante el Cabildo de Asunción que el pueblo (el común) puede resistir
algunos de los mandatos de la autoridad cuando van contra los intereses de la mayoría. La situación
llevó a una rebelión que fue sofocada por el Virrey de Perú y Antequera fue encarcelado.
Los comuneros correntinos. En 1762 milicias correntinas habían sido destinadas por el
gobernador de Buenos Aires para abrir un camino entre Corrientes y Tucumán realizando tareas tan duras
que muchos desertaron. El gobernador dispuso que Corrientes enviara otros doscientos hombres en remplazo
de los desertores. Pero en Corrientes se convocó a un Cabildo Abierto y este se negó a obedecer la orden en
nombre del común. Con esto último se quería expresar que el conjunto de voluntades individuales forman
una voluntad común que es soberana y que esta por encima de cualquier autoridad. Esta posición provenía
del antiguo derecho español y había sido dejada en desuso por el absolutismo. Como el gobernador designó
a un representante suyo para que impusiera sus ordenes, la casa de este último fue asaltada por los
comuneros. La rebelión fue derrotada por las autoridades, pero, independientemente del resultado del
alzamiento importa la teoría sustentada por los rebeldes de que si las decisiones de las autoridades se
oponían a los intereses de la población, esta no tenía porque obedecer.

Los comuneros de Nueva Granada. Un acontecimiento similar ocurrió en el Virreinato de Nueva


Granada en 1780. Estando ausente el Virrey Manuel Flores, el encargado del gobierno, Gutiérrez de Piñeres
aumentó los impuestos provocando la reacción popular. El común de varios pueblos se opuso a la medida y
expresó que el movimiento estaba dirigido sólo contra el aumento de impuestos y no contra la autoridad del
rey. Luego de varios encuentros armados en los que triunfaron los comuneros, se llegó a un acuerdo en el
que se suprimían algunos impuestos y se permitía a los criollos intervenir en ciertas funciones del gobierno.
Pero restablecido el orden, el Virrey desconoció el acuerdo y reprimió a los rebeldes ejecutando a sus líderes.
La rebelión indígena de Tupac Amarú. Tiene características distintas a las otras rebeliones porque
se trató de un movimiento de indígenas y sus causas fueron el mal trato que recibían en los trabajos que
realizaban en las zonas agrícolas y mineras de Perú. La rebelión comenzó con el levantamiento de los
hermanos Catari que después de realizar varias gestiones pacíficas para mejorar la situación de los indios y
no hallar respuesta, se alzó en armas contra las autoridades españolas de la provincia de Chayanta. Pero la
rebelión alcanzó grandes proporciones cuando al frente de ella se puso el cacique José Gabriel Condorcanqui
quien se consideraba descendiente de los jefes incas y que fue designado jefe con el nombre de Tupac
Amaru. El movimiento se inició con la ejecución del corregidor Antonio de Arriaga y la proclamación de los
objetivos de la rebelión: supresión del trabajo forzado y abolición de los corregidores. Unos cien mil indígenas
se sumaron al movimiento y estuvieron a punto de tomar la ciudad de Cuzco. Pero la inferioridad de
armamento y la falta de disciplina de los indios les llevó a la derrota. Tupac Amarú y los jefes de la rebelión
fueron ejecutados cruelmente en mayo de 1781.

2. FACTORES
Podemos dividir los factores de la revolución de las colonias españolas en dos: los factores internos,
que se producen dentro de las colonias y los externos, que son los acontecimientos producidos fuera y que
van a estimular el movimiento.
FACTORES INTERNOS
La situación de descontento de los criollos por la discriminación que sobre ellos se hacía por parte de
los españoles europeos fue uno de los factores. Los criollos se sentían con capacidad y derecho para
desempeñar los más altos cargos públicos que les eran negados por no haber nacido en España. Les irritaba
que, siendo ellos los que más conocían los problemas de las colonias por vivirlos diariamente, viniera una
persona de España para gobernarlos.
El descontento se notaba con más fuerza entre los sectores altos de la sociedad criolla, los
comerciantes y propietarios de tierras, porque a pesar de sus riquezas, sentían la discriminación social de
los venidos de España. Además el sistema económico de monopolio impuesto por España los perjudicaba.
Existía la obligación de vender los productos de las colonias exclusivamente a España, pero esta, con su
comercio y producción estancados, no era un buen comprador. Los productores y comerciantes criollos
querían vender y comprar a cualquier país, porque había posibilidades de lograr más ventas y a más alto
precio (en el caso de quienes vendían) o de importar mercadería manufacturada a menor precio de la que
podía obtenerse en España (en el caso de los que compraban). La prohibición impuesta por la corona
española de comerciar con el extranjero, era sentida como un injusto obstáculo a las posibilidades de
enriquecerse.
El levantamiento de algunas de las restricciones comerciales y cierta liberalización del comercio a
partir de la 1778, no apaciguaron el descontento; por el contrario, las pocas oportunidades que tenían de
comerciar con el extranjero, demostraban a los productores criollos, las ventajas del libre comercio y las
perdidas que tenían por culpa del sistema colonial español.
A todo esto hay que agregar la agitación intelectual ya mencionada producto de la influencia de las
Nuevas Ideas. Estas condenaban los sistemas monopólicos y proclamaban la igualdad ante la ley, por lo tanto
fácilmente eran aceptadas por los criollos ya que correspondían con los reclamos que ellos hacían.

FACTORES EXTERNOS
Influencia de la revolución norteamericana. Era un ejemplo de lo que podían hacer los criollos
descontentos. Más allá de las diferencias que había entre las colonias inglesas y las españolas, había
situaciones parecidas: población descontenta, medidas tomadas desde la corona que perjudicaban la
economía de los colonos, abusos de poder. Las consecuencias también podían ser parecidas: la separación
de la metrópoli. Los colonos norteamericanos habían demostrado que podían derrotar a los ejércitos de un
país europeo y organizar un país independiente.
Influencia de la revolución francesa. Al igual que lo sucedido con la norteamericana las noticias de
la revolución francesa se difundieron en Hispanoamérica y tuvieron buen recibimiento entre aquellos sectores
más proclives a las ideas de la ilustración. El eco de los sucesos de Francia llegó más a la zona que estaba
cercana a las islas que aquel país tenía en las Antillas: México, América Central y Venezuela; pero también
en el Río de la Plata se difundieron ejemplares de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano y
se entonaban estrofas de La Marsellesa. En México, Chile y Perú se encontraron libros relatando los
acontecimientos de Francia y ejemplares de la Constitución de Francia. En Venezuela hubo una sublevación
de esclavos al enterase de la proclamación de igualdad hecha en Francia. En casi todas las ciudades
importantes se distribuyeron folletos sobre la revolución y su obra. El periodo de “el terror”, la ejecución de
Luis XVI y las medidas radicales tomadas en la etapa de la Convención crearon alarma entre los sectores
más moderados, que querían cambios pero no tantos.
Influencia inglesa. De la misma manera que los colonos tenían interés de comerciar con otros
países que no fuera España, a los comerciantes ingleses les seducía la idea de poder vender a los colonos
hispanos. Pero esto era imposible de mantenerse el sistema económico impuesto por los reyes de España. La
independencia de las colonias podía volcar a estas al comercio con Inglaterra. Pero oficialmente las
autoridades de Inglaterra no podían apoyar un movimiento separatista en las colonias españolas después de
producida la revolución francesa, y sobretodo con el advenimiento de Napoleón, porque necesitaban a
España como aliada para vencer a Francia. Los apoyos que se dieron a la revolución fueron de particulares,
no del gobierno, y en cuanto a los intentos de invasión, como el registrado en el Río de la Plata entre 1806 y
1807, fue por iniciativa de funcionarios sin el visto bueno del gobierno. Importante fue también la actuación de
la diplomacia inglesa que en muchas ocasiones actuó como mediadora entre los rebeldes y la corona.
Los sucesos de España. Los acontecimientos vividos en España a partir de 1808 fueron los
desencadenantes de la revolución. En ese año, los reyes de España son destronados y sustituidos por un
monarca extranjero. Esta situación repercutió en las colonias y a partir de allí comienzan los movimientos que
más tarde se transforman en revolución independentista.

Los sucesos de 1808 fueron una consecuencia de las guerras que se desarrollaron en Europa
después de la revolución francesa. Esta revolución, iniciada en 1789, provocó grandes cambios en el
gobierno y la sociedad, eliminando la monarquía absoluta y terminando con los privilegios de los nobles. Pero
el desorden y el estado de guerra permanente llevaron a la creación de un nuevo poder fuerte a cargo de
Napoleón Bonaparte que se hizo coronar emperador de los franceses en 1804. Napoleón llevó a cabo
exitosas campañas militares que le permitieron dominar casi toda Europa. Su enemigo principal era Inglaterra
contra el cual declaró el bloqueo económico (ningún país europeo podía comprarle o venderle a los ingleses).
Como Portugal, tradicional aliada de Inglaterra, no aceptó cumplir con el bloqueo, Napoleón lo invadió. Para
hacerlo pasó por territorio español y utilizó la ocasión para intervenir también en España. En este país la
situación interna era difícil. Había un gran descontento contra el rey Carlos IV por los desaciertos de su
ministro y favorito Godoy. Muchos españoles querían que el gobierno fuera asumido por el hijo del rey,
Fernando. Cuando los ejércitos franceses ingresan en España y permanecen en ella con el permiso de Godoy
(a quien se acusaba de ser partidario de Francia), Fernando encabeza una revuelta y se proclama rey como
Fernando VII
Napoleón convocó a toda la familia real, incluyendo al rey Carlos y su hijo Fernando, a la ciudad
fronteriza de Bayona. Allí Fernando es forzado a devolver la corona a su padre y éste la entrega a Napoleón.
Este la entregó a su hermano José que se transformó así, de un día para otro en rey de España. España
tenía a partir de ese momento un monarca extranjero y estaba ocupada por el ejército francés. El pueblo
español no aceptó la situación y rechazó al nuevo monarca (a quien ridiculizaban llamandolo “Pepe Botella”) .
Se produjeron alzamientos a favor de Fernando a quien se empezó a llamar “el deseado” pero como este se
mantenía en Bayona, en las regiones de España se formaron juntas que gobernaban en su nombre. Estas
juntas justificaban su existencia en la teoría de que al no estar el rey ni ningún familiar que pudiera sustituirlo,
el poder automáticamente volvía al pueblo que se daría las formas de gobierno convenientes hasta el regreso
del monarca.
Como la situación no se solucionaba rápidamente

y la guerra contra Francia se prolongaba lo mismo que la ausencia del rey Fernando, las juntas
regionales procedieron a darse una organización nacional formando una Junta Central. Esta, que primero se
estableció en Aranjuez, se debió ir trasladando de ciudad en ciudad hacia el sur de la península, ante el
avance de los ejércitos franceses. Cuando casi todo el territorio español estaba en manos francesas, la Junta
Central reunida en Cádiz en enero de 1810 se autodisolvió, designado en su lugar a un Consejo de
Regencia.
Todas estas novedades acontecidas en España iban llegando a las colonias en América creando
desconcierto y confusión. Además, se fueron formando tendencias partidarias de una u otra salida ante la
situación que se había creado al faltar el monarca español.

3. EL MOVIMIENTO JUNTISTA EN AMÉRICA

A medida que iban llegando las noticias desde Europa (con un retraso de dos a tres meses), los
habitantes de la América hispánica iban definiendo sus posiciones frente a los hechos. Al saberse lo
acontecido en Bayona y el alzamiento del pueblo español contra Napoleón, se dividieron las opiniones. Un
sector, el más conservador y vinculado a las autoridades residentes en América, era partidario de no innovar,
es decir obedecer las autoridades residentes en España, sin tener en cuenta quienes eran esas autoridades y
mantener en América el poder en manos de los virreyes y reales audiencias. Otro sector era partidario de
imitar lo ocurrido en España y crear juntas también en América; sostenían que al faltar el rey, la autoridad de
los virreyes carecía de validez y el poder quedaba en manos del pueblo. Otro sector, minoritario, era
partidario de que las colonias españolas fueran gobernadas, mientras se esperaba el regreso al trono de
Fernando VII, por su hermana Carlota Joaquina. Esta era esposa de Juan VI, rey de Portugal, y al producirse
la invasión de Napoleón a su país, se había trasladado a Brasil junto con todo el gobierno portugués. El
monarca portugués estaba interesado en que su esposa se hiciera cargo del gobierno de las colonias
españolas porque en los hechos eso significaba que sería Portugal quien se haría cargo de la situación.
Finalmente, estaban los afrancesados, que eran los menos, partidarios de obedecer a José Bonaparte y
estaban de acuerdo con la ocupación francesa en España porque consideraban que de esta manera llegarían
las reformas introducidas por la Revolución Francesa.
La tendencia juntista se fue imponiendo. Los movimientos juntistas tenían en común la adhesión a
Fernando VII y el apoyo a la lucha del pueblo español contra los franceses. Se diferenciaban de un lugar a
otro en la forma como se desarrollaron: En algunos lugares se llevaron a cabo con el acuerdo de las
autoridades y en otros chocaron con la oposición de aquellas. Hubo una primer oleada de juntas en los años
1808 y 1809 que tuvieron corta duración pero sus consecuencias fueron importantes: eran organismos
nuevos, no tradicionales y donde algunos criollos participaron. Y además se hicieron en base a principios que
habrían de tener resonancia años después: 1) que, desaparecido el rey, el poder volvía al pueblo y éste debía
resolver su futuro; 2) que los españoles americanos tenían los mismos derechos que los españoles europeos.

LAS JUNTAS DE 1810


Características. Cuando ya habían desaparecido las juntas creadas en 1808 y 1809, los nuevos
acontecimientos de España provocaron el resurgimiento del movimiento juntista. La pérdida de casi todo el
territorio español en manos de Francia y la creación del Consejo de Regencia para sustituir a la Junta Central,
convulsionaron a las colonias.
En América, como en España, la mayoría negó legitimidad al Consejo de Regencia por considerar
que la Junta Central no estaba facultada para delegar su poder y se debía consultar al pueblo. Ante la
situación crítica, quines se oponían a la autoridad de los virreyes reclamaron que estos fueran sustituidos. Los
criollos vieron su oportunidad de acceder al gobierno a través de las juntas.
En aquellos lugares donde los virreyes, capitanes generales o gobernadores se resistieron a la
formación de juntas, los juntistas recurrieron al uso de la fuerza. Comenzaba así la revolución, aunque los
juntistas no se proclamaban separatistas, sino que, por el contrario, decían mantener estos territorios para el
rey Fernando VII. Por otro lado los regentistas consideraban que se debía reconocer la autoridad del
Consejo de Regencia y que cualquier otra innovación podía ser peligrosa para mantener el orden.
La formación de juntas se hizo en las principales ciudades. El juntismo fue un movimiento netamente
urbano y participaban de él sectores de clase alta y media. Aunque se invocaba al pueblo, los sectores
populares permanecieron ajenos o simplemente participaron siguiendo las orientaciones de los dirigentes.
Salvo excepciones, los indígenas, los negros y los campesinos no participaron.

La lucha por la independencia. En los meses siguientes a la formación de las juntas se produjo el
enfrentamiento sangriento entre los dos sectores opuestos, juntistas y regentistas. En los dos bandos se
juraba fidelidad al rey Fernando VII, pero poco a poco el juntismo se transformó en separatismo y la idea de
proclamar la independencia fue ganando adeptos. En Venezuela ya se declaró en julio de 1811; en el Río de
la Plata recién se hizo en julio de 1816. Los sucesos ocurridos en España a partir de 1810 también influyeron
para que el juntismo americano se volcara hacia la independencia.
En 1810, el gobierno español reducido a la ciudad de Cádiz, que era el único lugar no ocupado por
Napoleón, convocó a las Cortes, asamblea de origen medieval que había dejado de reunirse desde la
implantación del absolutismo. En las Cortes prevaleció la tendencia liberal, bajo la influencia de las Nuevas
Ideas, que redactó una constitución (1812) que limitaba el poder del rey (aún en Bayona).
Las cortes proclamaron la igualdad de derechos entre españoles y americanos y trataron de solucionar la
situación de guerra que se vivía en las colonias. Pero la propia situación de guerra que se vivía en España les
impidió resolver los problemas políticos que se estaban dando en las colonias.
En 1814 Napoleón fue derrotado por una poderosa coalición de estados europeos y Fernando VII fue
repuesto en el trono de España (la restauración). El primer acto del gobierno de “el deseado” fue suprimir la
constitución e instaurar nuevamente la monarquía absoluta. Inmediatamente envió ejércitos a América para
reprimir a los criollos y terminar con el juntismo. Esos ejércitos fueron enviados a México y Venezuela, lo que
dio un respiro a los centros de resistencia regentistas como el que existía en Perú donde el juntismo había
fracasado.

El año 1815 fue difícil para el movimiento revolucionario que fue derrotado en varios lugares,
manteniéndose firme sólo en el Río de la Plata. Pero resurgió y a partir de ese momento toma una clara
definición por la independencia de las colonias españolas, y la lucha pasa de ser entre juntistas y regentistas
a ser entre americanos y españoles. Hasta ese momento los movimientos se habían desarrollado en forma
separada, pero en este nuevo período se produce una mayor unión para luchar contra los españoles.

Las grandes campañas militares. En Sudamérica se van a desarrollar dos grandes campañas
militares: una que partía del Río de la Plata hacia el norte, dirigida por José de San Martín, y otra que partía
de Venezuela hacia el sur dirigida por Simón Bolívar. Ambas se dirigían al principal foco de resistencia
española: Perú. Tanto San Martín como Bolívar comprendieron que la revolución no lograría sus objetivos
sino se atacaba directamente a Perú y se eliminaban los ejércitos españoles allí existentes.
San Martín concibió la idea de cruzar la cordillera de los Andes para trasladar al ejército
revolucionario a Chile, plan que llevó a cabo en enero de 1817. En Chile obtuvo triunfos en Chacabuco y
Maipú asegurando una base desde la cual lanzar el ataque final sobre Perú. Hacia éste se dirigió por mar a
mediados de 1820, obteniendo rápidamente el dominio de la costa, pero los españoles se hicieron fuertes en
el interior.

Por su parte Bolívar, luego de expulsar a los españoles de Venezuela y Colombia, se dirigió hacia Perú desde
el norte, obteniendo los triunfos de Bomboná y Pichincha (en esta batalla lucharon juntos por primera vez
colombianos, peruanos, chilenos y argentinos). En Quito se entrevistan Bolívar y San Martín,
desconociéndose el contenido de la conversación. Luego de la entrevista San Martín se retiró del Perú,
quedando la definición de la lucha en manos de Bolívar. Este obtendrá una victoria en Junín y finalmente,
parte de su ejército, dirigido por Antonio Sucre, venció definitivamente a los españoles en Ayacucho en
diciembre de 1824. Con este triunfo culminaban las campañas militares y los españoles se retiraron de
Sudamérica.
El rey Fernando VII intentó recuperar las colonias organizando un ejército de reconquista y pidiendo apoyo a
las potencias europeas que habían impulsado la restauración. Pero sus planes fracasaron y del imperio
colonial español en América sólo pudo conservar, hasta fines del siglo XIX, las islas de Cuba y Puerto Rico.

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