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la atención sobre el olvido que el “pensamiento heredado” ha hecho de la creación, el
pensamiento occidental nos dice nuestro autor “ha negado la creación como creación
humana, y con esto ha ocultado un hecho cardinal: la sociedad es auto creación y auto
institución” (Castoriadis 1989, p, 24)
Ahora bien, si según Castoriadis la sociedad es creación ¿Qué es aquello que crea
lo social? La respuesta la encontramos en la noción de imaginario. El hombre organiza y
su mundo a partir de crear formas e imágenes que lo dotan de significaciones y sentidos.
Esta capacidad imaginaria se manifiesta en la sociedad como imaginario social.
La noción de lo imaginario que nos presenta este autor difiere por completo del
imaginario entendido como generación de imágenes desligadas de lo real. Por el contrario,
lo imaginario en Castoriadis será radical, en tanto puede hacer surgir imágenes, figuras
significaciones completamente novedosas. Así la novedad del concepto de imaginario en
Castoriadis está en que todo este conjunto de significaciones productos de lo imaginario
implica creación, “la imaginación es la capacidad de hacer surgir algo que no es real”
(Castoriadis 114). De esta manera, dentro del pensamiento castoridiano, la imaginación
está íntimamente ligada a la creación de nuevos conjuntos de sentidos. Pues no habrá
creación sin imaginación, y la imaginación implica creación.
De tal suerte que la imaginación tal y como fue abordada por este filósofo, es
considerada como imaginación radical, es decir, como aquella que se contrapone a una
imaginación puramente reproductiva, puesto que constituye de antemano una dimensión
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de indeterminación que admite el surgimiento de nuevas cosas. “La imaginación radical
es la capacidad de la psique de crear un flujo constante de representaciones, deseos y
afectos. Es radical, en tanto es fuente de creación. Esta noción se diferencia de toda idea
de imaginación como señuelo o engaño, etc., para acentuar la poiesis, la creación”
(Franco, 2003, p 177).
Por otro lado, se debe considerar que uno de los campos de acción donde ha
tomado fuerza la propuesta de los imaginarios sociales ha sido en el estudio del fenómeno
de la nación. La obra que abandera este campo es Comunidades imaginadas de Benedict
Anderson (Anderson 1984). En esta obra, la reflexión sobre la nación toma un enfoque
convergente con Castoriadis en la medida en la que la construcción de sentido nacional se
hace sobre redes simbólicas que posibilitan la creación de significaciones nacionales
compartidas entre los miembros de la comunidad, aunque entre ellos no se haya presente
un contacto cotidiano directo.
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Para poder dar luces al problema al cual nos enfrentamos es necesario acercarnos,
así sea de forma rápida, a lo que se puede entender por arte en la propuesta filosófica de
Castoriadis. Para este autor el arte presenta dos facetas, por un lado, es una institución
social, en cuanto todas las consideraciones respectos a él, (en especial función y espacio
dentro de la sociedad) están determinadas por el contexto histórico en el cual emerge. En
tanto institución social, diremos siguiendo a nuestro autor, “el arte se inserta y responde a
las configuraciones estructurales de la vida social”. (Castoriadis 2008, p, 109)
¿Pero acaso las demás instituciones sociales como la religión o la política e incluso
la filosofía misma no se insertan en la estructuras sociales? ¿Qué tiene de especial el arte
que la hace diferente al resto de las demás instituciones y por tanto lo considérenos como
institución creadora de significaciones sociales? En la búsqueda de respuesta a esta
pregunta nos encontramos con la segunda consideración del arte propuesta por
Castoriadis. En esta consideración se plantea que el arte encierra el poder de “dar formas
al caos”, “y este dar formas al caos es la creación de cosmos” (ibíd.110) es decir, el arte
encierra en sí mismo la posibilidad de crear redes de símbolos y significaciones que al ser
compartidas fundamentan un imaginario social, este último es la otra forma de llamar a
ese caos al cual hemos aludido al hablar del arte.
Hasta ahora hemos tratado de aclarar la relación del arte con la construcción de
imaginarios sociales y hemos encontrado que es en la condición creativa donde se
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encuentra la relación con los imaginarios sociales, en la medida que el arte es creador y
además tiene la facultad de comunicar el conjunto simbólico creado puede instituir
sentidos compartidos. Ahora bien, esta conclusión que es de gran valor teórica es
necesaria que se desenvuelva en un contexto especifico, la razón de esto es porque es ahí,
en la práctica artística donde se desvela con mayor fuerza esta relación. Para ejemplificar
lo dicho, nos remitimos a lo planteado por Castoriadis sobre la poesía homérica. Para
nuestro autor la grandeza de la poesía homérica radica en haber creado, a través del uso
de la palabra y de imágenes poéticas, el cúmulo de visiones y concepciones del mundo
que perfilarán el carácter tan particular que nuestro autor observa de los griegos clásicos.
De este modo, la poesía homérica, según nuestro autor, construye todo el sistema
simbólicos y de significaciones compartidas que terminaran creando el antiguo mundo
griego.
En el interés de develar ese carácter potencial que encierra el arte para crear redes
de significaciones compartidas, imaginarios sociales, nos hemos fijado en el arte
colombiano producido entre 1830 y 1900. Siguiendo la propuesta de Barney-Cabrera,
(Barney-Cabrera, 1979) se empieza a ver en el arte producido durante el periodo en
mención, en especial en llamado arte heroico ( es decir en aquel arte que representa las
más importantes gestas bélicas de independencia, representación de próceres y personajes
destacados del proceso de independencia) crea el conjunto de redes simbólicas y formas
de significados compartidos que construyen una identidad colectiva, construyendo las
imágenes de la nación colombiana. Imágenes y redes simbólicas que de una u otra forma
siguen presente en el imaginario nacional contemporáneo de Colombia.
En ultimas se debe decir que hilo de Ariadna que guía esta investigación, y por lo
tanto el problema central de esta investigación, es la convicción de que el estudio del arte
nacional producido entre 1830 y 1900 puede brindarnos una relectura del concepto de arte
derivado de la teoría del imaginario social en el sentido que el arte posee la función de
instituir sentidos compartidos.
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llevar a entrar en los terrenos del arte mismo, analizar sus particularidades, en especial,
sus lenguajes y la función social del mismo. La intención de este trabajo es pensar al arte
mirándolo desde la orilla de una filosofía del arte, pero es también atreverse a subirse en
la barca del devenir del arte y pensar al arte desde sus propias manifestaciones y desde su
particular forma de involucrarse en la construcción de un devenir histórico y social. Sólo
si nos atrevemos a esto último se podrá develar la pregunta que subyace en la filosofía del
arte, ¿Qué es el arte?
Referencias