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Se conoce como Década Infame al período de la Historia de la Argentina que comienza el 6 de septiembre

de 1930 con el golpe de estado cívico-militar que derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen y finaliza el 4
de junio de 1943 con el golpe de estado militar que derrocó al presidente Ramón Castillo.
El nombre le fue dado por el periodista nacionalista José Luis Torres, en tanto que en una expresión más
neutral la llama “restauración conservadora”.

DICTADURA DE JOSÉ FÉLIX URIBURU (1930-1932)


Contexto en el cual se produce el golpe de 1930
La crisis económica mundial de 1929 llamada Gran Depresión tuvo un profundo impacto en la Argentina.
Afectó primero económicamente ya que el 80% de los ingresos fiscales en Argentina provenían del
comercio exterior.
La crisis creó una situación de tensión social, con bajas de sueldo, aumento del desempleo; es decir, una
contracción de la economía. Y esto generó también, en el plano político, un contexto en el cual se produce
el golpe de 1930.
Por otra parte, las enseñanzas sociales de la Iglesia Católica de la época estaban basadas en la encíclica
Rerum Novarum de 1891 que versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras, dejaba patente su
apoyo al derecho laboral de «formar uniones o sindicatos», reafirmaba en su apoyo al derecho de la
propiedad privada y discutía sobre las relaciones entre el gobierno, las empresas, los trabajadores y la
Iglesia, proponiendo una organización socioeconómica que más tarde se llamaría corporativismo.
El golpe del 6 de septiembre de 1930 y el gobierno militar
En la mañana del 6 de septiembre, Uriburu se puso al frente de las tropas y oficiales del Colegio Militar
de la Nación y marchó sobre el centro de Buenos Aires junto a sus tropas pero a medida que avanzaba se
le fueron reuniendo gran cantidad de civiles.
Yrigoyen huyó a La Plata, donde entregó su renuncia al comandante de un regimiento. Fue arrestado,
recluido en la isla Martín García, y su casa fue saqueada. Uriburu se nombró a sí mismo presidente
provisional. Decretó la disolución del Congreso y asumió el poder legislativo junto al ejecutivo; también
decretó la intervención federal de todas las provincias, con dos excepciones: Entre Ríos y
San Luis, únicas provincias gobernadas por conservadores.
Gobierno de Uriburu
Uriburu básicamente representó en aquel momento ante todo un nacionalismo católico neocorporativista.
Inclusive el proyecto de constitución neocorporativa que tenía Uriburu y sus sectores era un sistema
neocorporativo mixto. Querían que hubiera una cámara corporativa, por ejemplo, con representación de
sindicatos, empresarios y otra cámara con representación política.
La dictadura prohibió todo tipo de manifestación pública y decretó la ley marcial para cualquiera que
fuera sorprendido incurriendo en cualquier delito, incluso un delito ordinario. También fueron prohibidas
las huelgas, que pasaron a ser consideradas delitos graves.
El plan económico del gobierno provisional era, en realidad, continuación del de Yrigoyen; frente a la
Depresión, éste había decretado la inconvertibilidad del peso. Uriburu decretó el control de cambios, para
evitar la salida del oro que aún permanecía en las arcas del estado.
Ensayo corporativo
Uriburu juró respetar la Constitución Nacional y la Ley Sáenz Peña, y en su discurso invitó a la población
a corregir los “abusos” del yrigoyenismo a través de las urnas.
Con el paso de los días, volvió a sus ideales autoritarios y corporativistas en sus discursos y en el
nombramiento de autoridades. Aspiraba a reemplazar la Constitución y el sistema democrático por otro,
completamente distinto, en que no fuera el voto individual el que decidiera el rumbo político, sino la
opinión de corporaciones, en particular las corporaciones patronales y las asociaciones profesionales,
entre las cuales los sindicatos eran un actor menor, y que además debía ser sometido a una limpieza
ideológica.
El dictador propuso la fundación de un Partido Nacional, al que deberían adherirse los demás partidos,
aunque estaban excluidos el radicalismo yrigoyenista y posiblemente el Partido Socialista. La invitación
fue rechazada por todos, salvo algunos grupos conservadores.
En el mes de abril, de 1931 se celebraron las elecciones bonaerenses, el candidato radical Honorio
Pueyrredón obtuvo el triunfo.
Pocas semanas más tarde estalló una revolución en la provincia de Corrientes, dirigida por el teniente
coronel Gregorio Pomar; aunque fue rápidamente reprimida, dio a Uriburu la excusa que buscaba:
clausuró todos los locales de la UCR, arrestó a docenas de dirigentes y prohibió a los colegios electorales
elegir políticos vinculados directa o indirectamente con Yrigoyen;

La Concordancia
La derrota frente al radicalismo llevó a los conservadores a la formación de un partido unificado, que se
formó finalmente con el nombre de Partido Demócrata Nacional; con excepción de una pequeña fracción
de la democracia progresista.
La UCR antipersonalista y el socialismo independiente no aceptaron formar parte del mismo partido, pero
en cambio formaron con éste una alianza llamada Concordancia.
Todos estuvieron de acuerdo en llevar como candidato a la presidencia al general Justo; los socialistas
independientes y los antipersonalistas pretendieron nombrar un compañero de fórmula no conservador,
pero el PDN logró imponer la candidatura del hijo del general Roca.

Revoluciones radicales 5
Las elecciones del 8 de noviembre de 1931 estuvieron viciadas de fraude electoral en las provincias de
Buenos Aires y Mendoza, pero en las demás provincias esto no fue necesario: con sólo dos excepciones
(Entre Ríos y Santa Fe) triunfó ampliamente gracias a la proscripción del radicalismo.

Gobierno de Agustín Pedro Justo (1932-1938)


Luego del fracaso del ensayo neocorporativista nacionalista católico de José Félix Uriburu gobernó la
Argentina una alianza política que se denominó la "Concordancia" que fue una alianza política formada
entre el Partido Demócrata Nacional (también conocido como Partido Conservador), la UCR
Antipersonalista y el Partido Socialista Independiente que gobernó el país durante la llamada década
infame entre 1932 y 1943, a través de los presidentes
Agustín P. Justo (1932-1938), Roberto M. Ortiz (1938-1940) y Ramón Castillo que debió completar el
período por muerte del presidente Ortiz (1940-1943). Agustín P. Justo asumió como presidente el 1932.
Además de la convulsión política debida al golpe debió hacer frente a los resultados de la Gran Depresión,
que había acabado con el superávit comercial y terminado con las ventajas comparativas del intercambio
comercial por el cierre de mercados donde se colocaban los productos exportables del país.

Pacto Roca-Runciman
Uno de los más controvertidos sucesos del mandato de Justo fue la firma del Pacto Roca-Runciman con
Gran Bretaña en 1933. Los británicos habían adoptado, en la conferencia de Ottawa de 1932, medidas
tendientes a favorecer la importación procedente de sus colonias y dominios, dañando seriamente a los
hacendados argentinos.
El tratado suscitó escándalo, pues el Reino Unido aseguró a la Argentina sólo un cupo inferior al de sus
dominios, de 390.000 toneladas anuales de carne, a cambio de cuantiosas concesiones para las empresas
británicas.
El pacto Roca-Runciman fue denunciado unilateralmente en 1936 por el Reino Unido; las tratativas para
sostenerlo desembocaron en la firma de otro tratado, el Malbrán- Eden, que fijó fuertes aranceles a la
importación de carnes argentinas en Gran Bretaña.

Política exterior

En 1933 Justo dispuso la reincorporación de la Argentina a la Sociedad de Naciones.


Frente a la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, el gobierno de Justo a través de su canciller Carlos
Saavedra Lamas, intentó movilizar a los gobiernos de la región en contra de la doctrina Monroe,
promovida por el gobierno de los Estados Unidos. Sus iniciativas llevaron en 1933 a la firma del llamado
Pacto antibélico Saavedra Lamas.

Política económica

La intervención gubernamental en la economía se hizo más marcada, creándose la Junta Nacional de


Granos, la de Carnes, y poco tiempo más tarde, con el asesoramiento del economista inglés Otto
Niemeyer, el Banco Central de la República Argentina.
El gobierno de Justo se caracterizó por iniciar en Argentina la construcción de un Estado intervencionista
en la economía.

Situación política

En 1935 Marcelo T. de Alvear volvió de su exilio llevando al fin de la abstención electoral. La decisión
obligaría a la Concordancia a apelar nuevamente al fraude y la represión para evitar la derrota en las urnas.
El 1 de mayo de 1936 la UCR convocó a un acto multitudinario, en el que por primera vez se reunieron
todos los partidos de la oposición y el movimiento obrero. Ese mismo año la presión sindical obtuvo la
sanción de la Ley 11.729 de contrato de trabajo para el sector servicios.
Para las elecciones de 1937, la Concordancia apeló masivamente al fraude electoral, al que los dirigentes
conservadores llamaron “fraude patriótico”, ya que consideraban que violar la ley estaba justificado si
con eso evitaban el regreso del radicalismo.

Gobierno de Roberto M. Ortiz (1938-1940)

Roberto M. Ortiz fue el primer civil en ocho años en revestir la banda presidencial. Intentó impulsar una
serie de reformas que permitieran establecer un régimen democrático, quiso desmantelar el aparato
montado por Agustín P. Justo y trató de obtener por todos los medios elecciones limpias para el que lo
sucediera.
Poco después de que asumiera como presidente, Ortiz enfermó seriamente de diabetes, enfermedad que
luego lo dejaría completamente ciego. En 1940, la incapacidad física de Ortiz le impediría ejercer la
presidencia, por lo que pidió licencia y fue reemplazado en la función por el vicepresidente Ramón
Castillo, quien finalmente asumiría como presidente en 1942, ante la muerte de Ortiz.

Gobierno de Ramón Castillo (1940-1943)

Ramón Castillo había sido Gobernador interventor de la provincia de Tucumán durante la gestión de facto
de José Félix Uriburu. Debido a la enfermedad de Ortiz, desde 1940 estaba efectivamente a cargo del
Poder Ejecutivo. Continuó la política exterior de su predecesor, manteniendo la neutralidad argentina en
la Segunda Guerra Mundial.

Golpe militar del 4 de junio de 1943

A partir de que Estados Unidos fuera atacado por Japón en 1941 y obligado a salir de su neutralismo
frente a la Segunda Guerra Mundial, la potencia del norte comenzó a presionar duramente a los países
latinoamericanos para hacer lo mismo. La oposición entre los partidarios de combatir en la Segunda
Guerra Mundial o mantener la neutralidad, se acentuó. Por su parte, el control del Ejército y su apoyo al
gobierno se volvió cada vez más precario desde la muerte del general Agustín P. Justo el 11 de enero de
1943.
Como venía sucediendo desde la dictadura del general Uriburu, frente a las elecciones venideras (1943)
el presidente Castillo había comenzado a organizar un fraude en gran escala para imponer la fórmula
conservadora integrada por Robustiano Patrón Costas y Manuel de Iriondo.
Las conocidas inclinaciones aristocráticas y autoritarias de Patrón Costas, así como su posición pública
favorable a hacer ingresar a la Argentina a la Segunda Guerra Mundial, movilizaron a sectores de los más
diversos orígenes.
El presidente Ramón Castillo había enfrentado varias conspiraciones militares e intentos fallidos de golpe
de Estado y en ese momento se estaban produciendo varias conspiraciones cívico-militares (como la del
GOU, la que llevaban adelante el radical Ernesto Sanmartino y el general
Arturo Rawson.
Sin embargo el golpe del 4 de junio de 1943 no fue previsto por nadie y se realizó con una gran dósis de
improvisación y, a diferencia de todos los golpes que se produjeron en el país, casi sin participación civil.
El hecho concreto que desencadenó el golpe militar fue la renuncia que el presidente Castillo le exigió el
3 de junio a su ministro de Guerra, el general Pedro Pablo Ramírez,
El golpe se decidió el día anterior en una reunión en Campo de Mayo dirigida por los generales Arturo
Rawson y Pedro Ramírez. Tiene interés histórico mencionar que no participaron de esa reunión ni el
general Edelmiro Farrell ni el coronel Juan Perón, quienes serían más adelante
los conductores máximos de la Revolución del 43;
Farrell porque se excusó de participar del grupo golpista por razones personales cuando fue invitado por
el general Rawson, y Perón porque no pudo ser hallado.
El triunfo de los insurrectos resultó innegable, y Castillo desembarcó al día siguiente en La Plata, donde
firmó su renuncia.
En un primer momento todas las fuerzas políticas y sociales apoyaron el golpe, con mayor o menor
entusiasmo, con la única excepción del Partido Comunista.

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