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El psicólogo en centros gerontológicos residenciales: Aspectos a tener en cuenta

SECCION: PsiNotes // PUBLICAT 04/02/2013 18:56:00

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En estos tiempos difíciles se está poniendo en duda la participación del psicólogo en el ámbito
residencial, cosa que, como profesional, me entristece, teniendo en cuenta nuestro amplio
abanico de intervención en un centro. Leyendo un reciente estudio de una comisión europea
sobre indicadores de calidad (1) donde se han buscado ítems válidos y fiables que fueran
sensibles para detectar cambios cuantificables, de los 94 ítems finales yo he contado que en un
total de 30 la figura del psicólogo tiene una incidencia directa en el resultado de esos ítems.

Es muy diferente decir que atendemos a nuestros mayores o que los atendemos bien
con calidad, teniendo en cuenta que las necesidades psicológicas pueden ser básicas para el
bienestar de la persona. No me queda ninguna duda que nuestra intervención marca unos
criterios de calidad y excelencia.

Desde este artículo, pretendo comentar a mis colegas, desde mi punto de vista, cómo mejorar
nuestra intervención en los centros para conseguir esa calidad que defendemos desde el grupo
de gerontología. A las instituciones les dejo la responsabilidad, desde sus modelos económicos,
de si quieren apostar por atender o atender bien a sus mayores.

Todo empieza cuando un psicólogo es contratado para trabajar en un centro gerontológico.


Cuando un psicólogo se incorpora en un equipo, en la mayoría de casos genera unas altas
expectativas en el resto de profesionales del equipo. Existe, entre estos profesionales, un
imaginario colectivo que sugiere que, en aquellas situaciones más conflictivas con residentes
poco colaboradores, el psicólogo actuará como «mecánico», al poseer una solución óptima a
cada situación conflictiva.

La realidad demuestra que, si bien el psicólogo es un profesional sensible a este tipo de


situaciones y que su actuación puede ser efectiva, existen síntomas y alteraciones (como
trastornos de conducta y trastornos de personalidad) que son inevitables, sin existir una
solución inmediata o momentánea. En nuestra opinión, las intervenciones más eficaces son
aquellas que implican un mayor número de profesionales de diferentes disciplinas, dirigidos
desde un enfoque que tenga en cuenta las necesidades de la persona.
«Después de un primer periodo de adaptación y observación de la dinámica del centro, es
importante tener en cuenta dos funciones en nuestro rol:

1. Pedagogía. Educar sobre nuestras acciones tanto a trabajadores como a dirección, hacerles
comprender cuáles son nuestras tareas en la residencia y porqué creemos que se debe
intervenir de ese modo, dar a conocer nuestra perspectiva es una nueva manera de que
puedan entender más nuestro trabajo y nuestro rol.

2. Planificación.Debido a las numerosas tareas y a que nuestro tiempo no es ilimitado en la


residencia, es importante planificar nuestras actuaciones, priorizar, optimizar nuestro tiempo
junto a las necesidades de nuestro centro de trabajo.»

Las funciones del psicólogo en un centro gerontológico pueden agruparse en tres grandes
bloques en función del colectivo al que van dirigidas: residentes, familia y miembros del
equipo.

Nuestra intervención dirigida a los residentes debe ir en una línea más de tipo cognitiva,
emocional y conductual. El conocimiento del anciano es la clave: conocer cuál es su historia de
vida, su estado cognitivo, cuál es su estado afectivo, como se comporta en el centro, como se
relaciona y cuáles son sus necesidades, así como disponer de protocolos, instrumentos de
evaluación para su registro y seguimiento. Es importante marcar un punto de partida, ya que
en un futuro ocurrirán cambios y nos será útil tener una referencia previa.

Tanto en la valoración como en la intervención, recomiendo basar nuestra intervención dentro


del modelo de la atención centrada en la persona.

Las líneas de intervención en el acompañamiento a las familias o cuidadores principales se


orientan sobre las siguientes situaciones.

— Sentimiento de culpa por no poder cuidar a su familiar.

— Sentimientos de tristeza y rabia al ver el deterioro de su familiar.

— Dificultades de comprensión y actuación ante conductas provocadas por enfermedades


cognitivas.

— Dificultades en la consciencia del estado del familiar.

— Dificultades para poner límites en la relación o a las demandas de su familiar.

— Necesidad de sentirse útil y participar en el centro residencial gerontológico.


El trabajo de estas situaciones es la mejor intervención que podemos hacer en la familia. Nos
puede ayudar el conocer la historia de familia, las relaciones previas, los roles, la
comunicación, definir las demandas. El trabajo puede ser individual o también se pueden
promover la realización de sesiones de grupo para trabajar problemas comunes. (2)

En nuestro quehacer diario en un centro residencial gerontológico, debemos tener en cuenta


que formamos parte del conjunto de profesionales que trabajan en el centro y, aunque a veces
el trabajo interdisciplinar puede generar dificultades, debemos ser conscientes que junto a
estos profesionales nuestra intervención puede ser más eficaz. Es por eso que el psicólogo
tiene que ser sensible a promover el trabajo en equipo.

He aquí unos ejemplos de cómo podemos potenciar nuestra intervención junto a otros
profesionales:

Trabajar junto al Equipo médico nos ayuda a conocer antecedentes patológicos, medicación
prescrita, psicofármacos administrados. Podemos evaluar, conjuntamente, la necesidad de
valoración o seguimiento en unidad de demencias a pacientes que detectemos con deterioro
cognitivo, así como cualquier situación que pueda afectar a la cognición o emoción, y participar
en la idoneidad del tratamiento psicofarmacológico. Otro punto de trabajo que podemos
realizar conjuntamente es el acompañamiento a las familias y al residente en fase terminal.

Junto a la Trabajadora social, podemos realizar una mejor labor de acompañamiento a la


familia, conocer el apoyo familiar que tiene el residente, su implicación y colaboración en el
centro.

Con Educación social y animación sociocultural, podemos trabajar en el diseño de actividades


con el objetivo de que sean lo más estimulantes posibles y para que la división en grupos se
realice de forma óptima. También el psicólogo puede participar en actividades, es importante
tener en cuenta los objetivos y qué hecho diferencial podemos aportar en la actividad. La
participación en actividades ayuda a crear o mejorar el vínculo que tenemos con los
residentes.

El área de Fisioterapia nos permitirá conocer el ámbito funcional del paciente, actuar
conjuntamente en procesos de pérdida funcional, para dar soporte a la persona y,ante la
práctica de posibles terapias de rehabilitación, valorar la capacidad de aprendizaje del
residente.

Conjuntamente con la Terapia ocupacional, podemos conocer el nivel de habilidades


instrumentales del paciente, actuar conjuntamente en procesos de pérdida de actividades
instrumentales y básicas, y valorar la capacidad de aprendizaje en procesos de rehabilitación o
ayudas técnicas.

* El uso del lenguaje en femenino se produce por la frecuencia de profesionales de este sexo
que se dedican a este trabajo. Las Gerocultoras* son las personas que más tiempo pasan con
los residentes, por lo que nos pueden ofrecer información de su estado, posibles cambios en
su comportamiento, presencia de trastornos de conducta, etc. Podemos, también, trabajar
junto a ellas en intervenciones conjuntas, ofreciéndoles formación (pautas de comunicación,
conocimientos de enfermedades), así como soporte emocional.

Para cubrir estas tareas es muy importante que el psicólogo que trabaje en centros
gerontológicos tenga una formación específica o un dominio en los siguientes campos:

1) Atención centrada en la persona

Pongo, primero, este punto porque es una expresión que se suele escuchar mucho, pero creo
que pocos han profundizado en lo que representa. Para mí, representa el punto de referencia
para atender a la persona que vive en un centro. A continuación, os relato los cuatro
elementos clave:(3)

1. Respetar y valorar al individuo como miembro de pleno derecho de la sociedad


independientemente de su estado cognitivo.

2. Elaborar un plan de atención individualizado en sintonía con las necesidades cambiantes de


la persona.

3. Llegar a comprender la perspectiva de la persona, especialmente de la persona con


deterioro cognitivo. Qué sentido le da esta persona a su situación en la residencia.

4. Ofrecer una psicología social de apoyo como fin de ayudar a las personas a vivir una vida en
que perciban un relativo bienestar.
El modelo centrado en la persona hace hincapié en la persona con demencia por su dificultad
en defender sus propios derechos, aunque su aplicación puede extenderse a cualquier persona
sea cual sea su estado.

2) Bioética (4)

Probablemente en su práctica clínica se habrá podido hacer las siguientes preguntas:

¿Cómo gestiono el tiempo de mi asistencia?

¿A qué tipo de pacientes dedico más tiempo?

¿Qué grado de implicación tengo en el cuidado?

¿Qué peso tienen las opiniones de los mayores a la hora de que puedan elegir?

¿Qué credibilidad otorgo a la persona mayor cuando se queja o tiene un deterioro cognitivo?

Preguntas como estas surgen de la práctica clínica.Nuestra actuación necesita una reflexión
que tenga en cuenta a la persona desde una perspectiva ética. Existen cuatro principios, como
son el de No maleficencia, Justicia, Autonomía y Beneficencia, que pueden guiarnos para
tomar nuestra decisión respetando la dignidad de la persona.

3) Conocimiento de los síndromes geriátricos más frecuentes

Deterioro cognitivo y demencia, trastornos sensoriales (visión, audición), síndrome


confusional, incontinencia urinaria, inestabilidad, caídas, inmovilismo. (5)

Creemos que el conocimiento sobre las demencias es una competencia directa del psicólogo.
Un buen conocimiento es clave, ya que nos podrá ayudar a comprender a muchos usuarios, y a
educar sobre las sintomatologías y conductas tanto al personal, como a familiares y residentes.
También es importante el manejo de pruebas de screening (MMSE, Pfeiffer) para poder hacer
una valoración inicial.
Ante la sospecha de un cuadro de demencia, el psicólogo deberá derivar al residente a una
unidad especializada en geriatría,donde existe la figura del neuropsicólogo, que es el psicólogo
especialista que puede realizar un diagnóstico.

4) Conocimiento sobre los trastornos mentales en la vejez (ansiedad, depresión, delirium,


trastornos psicóticos)

Existe una prevalencia de trastornos mentales, aproximadamente, de un 20 a 25 % de mayores


de 65 que viven en la comunidad.Esta cifra se dispara en personas que resultan
institucionalizadas. En España, en el informe del Instituto de Mayores y Servicios Sociales
(IMSERSO 2005), se contabiliza, en personas institucionalizadas, una prevalencia de un 12,4 %
personas con rasgos de depresión mayor y un 30,5 % que presentan sintomatología depresiva.
(6)

Más allá de los criterios del DSM-IV, es importante conocer las características propias que
presentan estas patologías en la población mayor, así como los factores de riesgo, factores
protectores y posibles intervenciones.

5) Conocimiento de los psicofármacos más utilizados en geriatría

Ante la presencia de síntomas depresivos, pueden pautarse antidepresivos; si existen cuadros


de ansiedad, ansiolíticos; en caso de cuadros de delirios y agitación, neurolépticos. Como se
comentaba, todos estos síntomas deben ser evaluados por el psicólogo que, en colaboración
con el médico, favorecerá el abordaje farmacológico óptimo. A pesar de que el psicólogo no
puede prescribir medicamentos, es conveniente conocer los fármacos y las dosis más
utilizadas. Ello permitirá saber, por ejemplo, si un estado de hipoactivación está inducido por
fármacos o por la propia demencia.

6) Conocimiento del envejecimiento activo


Como profesionales de la gerontología, es necesario conocer el modelo de envejecimiento en
positivo, envejecimiento satisfactorio. Rowe y Kahn lo definen desde tres elementos (7):

— Baja probabilidad de padecer enfermedades y discapacidades asociadas a ellas.

— Una capacidad funcional alta, tanto desde el punto de vista físico como cognitivo.

— Una implicación activa en la vida (relaciones interpersonales y realización de actividades


productivas).

Aunque en la literatura podemos encontrar más elementos, estos son los más básicos.Es
importante que los psicólogos conozcan qué elementos pueden dirigir a nuestros mayores
hacia un buen envejecer, hacia un envejecimiento con éxito, mediante la creación de estilos de
vida saludable y teniendo en cuenta aspectos sociales y emocionales, así como basar sus
intervenciones desde este modelo para conseguir una mayor autonomía. Los factores más
importantes del envejecimiento activo son:

— Realizar ejercicio físico regularmente

— Realizar actividades de tipo intelectual

— Alimentación

— Relaciones sociales

— Afectividad/sexualidad

— Participación en la sociedad

7) Conocimiento sobre el acompañamiento a la muerte

Como es natural, la muerte de residentes en un centro gerontológico forma parte de la vida


del centro y también de nuestro trabajo. El poder ayudar tanto a residentes como a familiares
en el afrontamiento de la muerte así como en la elaboración de los duelos como consecuencia
de las pérdidas es una tarea importante del psicólogo. Poder acompañar y sostener estas
situaciones conlleva muchas veces la realización de un trabajo personal.
El trabajo personal favorece un mayor autoconocimiento sobre cómo vivo yo la situación, mis
límites, mis miedos, mis recursos. Esta información ayuda a acompañar y sostener mejor al
otro desde lo que le pasa a él y no desde lo que me pasa a mí, y con el bagaje de haber vivido
en uno mismo una situación parecida.

Para finalizar, quiero enfatizar la gran labor que puede realizar el psicólogo en un centro y, a su
vez, la responsabilidad que conlleva. Es por eso que, para lograr una buena intervención, se
necesita una buena formación y, cómo no, experiencia diaria.

El ámbito residencial exige una gran flexibilidad de actuación y, obviamente, no todo se puede
explicar o saber bien cómo actuar en cada momento. Pero estoy convencido que con una
buena base de trabajo teórico y personal se puede actuar con la seguridad necesaria para
poder ejercer con calidad nuestra intervención.

Así que animo a todos los compañeros que trabajan en centros residenciales gerontológicos a
formarse y ejercer nuestra profesión lo más digna y profesionalmente posible, así como a
defender nuestro rol necesario para una calidad asistencial.

Víctor Reca

Col. 12439

Psicòleg Fundació Llegat Roca i Pi

Membre del GT de Gerontologia de la Secció de Psicologia de la Intervenció Social del COPC

Bibliografía

(1) HOFFMANN, F.; MASS, F. (et al.) (2011). «Measuring progress indicators for care homes».
Boletín nº 49 de IMSERSO.

(2) LUENGO RUBIO, I. (2005). «El rol del cuidador principal con familiares institucionalizados».
Mosaico, nº 43.
(3) BROOKER, D.; SURR, C. (2008). Dementia Care Mapping. Principis i Pràctica. Fundació
Alzheimer Catalunya.

(4) MOYA, A.;BARBERO, J. (2005).Malos tratos a personas mayores:Guía deactuación. Madrid:


IMSERSO.

(5) MARTÍN RESENDE, I.;GORROÑOGOITIA ITURBE, A. (et al.) (2009).«El anciano frágil:
detección y tratamiento en AP». Aten Primaria,nº 42, p. 388-393.

(6) (7) TRIADÓ, C.;VILLAR, F. (coord.) (2006). Psicología de la vejez. Madrid: Alianza.

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