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En estos tiempos difíciles se está poniendo en duda la participación del psicólogo en el ámbito
residencial, cosa que, como profesional, me entristece, teniendo en cuenta nuestro amplio
abanico de intervención en un centro. Leyendo un reciente estudio de una comisión europea
sobre indicadores de calidad (1) donde se han buscado ítems válidos y fiables que fueran
sensibles para detectar cambios cuantificables, de los 94 ítems finales yo he contado que en un
total de 30 la figura del psicólogo tiene una incidencia directa en el resultado de esos ítems.
Es muy diferente decir que atendemos a nuestros mayores o que los atendemos bien
con calidad, teniendo en cuenta que las necesidades psicológicas pueden ser básicas para el
bienestar de la persona. No me queda ninguna duda que nuestra intervención marca unos
criterios de calidad y excelencia.
Desde este artículo, pretendo comentar a mis colegas, desde mi punto de vista, cómo mejorar
nuestra intervención en los centros para conseguir esa calidad que defendemos desde el grupo
de gerontología. A las instituciones les dejo la responsabilidad, desde sus modelos económicos,
de si quieren apostar por atender o atender bien a sus mayores.
1. Pedagogía. Educar sobre nuestras acciones tanto a trabajadores como a dirección, hacerles
comprender cuáles son nuestras tareas en la residencia y porqué creemos que se debe
intervenir de ese modo, dar a conocer nuestra perspectiva es una nueva manera de que
puedan entender más nuestro trabajo y nuestro rol.
Las funciones del psicólogo en un centro gerontológico pueden agruparse en tres grandes
bloques en función del colectivo al que van dirigidas: residentes, familia y miembros del
equipo.
Nuestra intervención dirigida a los residentes debe ir en una línea más de tipo cognitiva,
emocional y conductual. El conocimiento del anciano es la clave: conocer cuál es su historia de
vida, su estado cognitivo, cuál es su estado afectivo, como se comporta en el centro, como se
relaciona y cuáles son sus necesidades, así como disponer de protocolos, instrumentos de
evaluación para su registro y seguimiento. Es importante marcar un punto de partida, ya que
en un futuro ocurrirán cambios y nos será útil tener una referencia previa.
He aquí unos ejemplos de cómo podemos potenciar nuestra intervención junto a otros
profesionales:
Trabajar junto al Equipo médico nos ayuda a conocer antecedentes patológicos, medicación
prescrita, psicofármacos administrados. Podemos evaluar, conjuntamente, la necesidad de
valoración o seguimiento en unidad de demencias a pacientes que detectemos con deterioro
cognitivo, así como cualquier situación que pueda afectar a la cognición o emoción, y participar
en la idoneidad del tratamiento psicofarmacológico. Otro punto de trabajo que podemos
realizar conjuntamente es el acompañamiento a las familias y al residente en fase terminal.
El área de Fisioterapia nos permitirá conocer el ámbito funcional del paciente, actuar
conjuntamente en procesos de pérdida funcional, para dar soporte a la persona y,ante la
práctica de posibles terapias de rehabilitación, valorar la capacidad de aprendizaje del
residente.
* El uso del lenguaje en femenino se produce por la frecuencia de profesionales de este sexo
que se dedican a este trabajo. Las Gerocultoras* son las personas que más tiempo pasan con
los residentes, por lo que nos pueden ofrecer información de su estado, posibles cambios en
su comportamiento, presencia de trastornos de conducta, etc. Podemos, también, trabajar
junto a ellas en intervenciones conjuntas, ofreciéndoles formación (pautas de comunicación,
conocimientos de enfermedades), así como soporte emocional.
Para cubrir estas tareas es muy importante que el psicólogo que trabaje en centros
gerontológicos tenga una formación específica o un dominio en los siguientes campos:
Pongo, primero, este punto porque es una expresión que se suele escuchar mucho, pero creo
que pocos han profundizado en lo que representa. Para mí, representa el punto de referencia
para atender a la persona que vive en un centro. A continuación, os relato los cuatro
elementos clave:(3)
4. Ofrecer una psicología social de apoyo como fin de ayudar a las personas a vivir una vida en
que perciban un relativo bienestar.
El modelo centrado en la persona hace hincapié en la persona con demencia por su dificultad
en defender sus propios derechos, aunque su aplicación puede extenderse a cualquier persona
sea cual sea su estado.
2) Bioética (4)
¿Qué peso tienen las opiniones de los mayores a la hora de que puedan elegir?
¿Qué credibilidad otorgo a la persona mayor cuando se queja o tiene un deterioro cognitivo?
Preguntas como estas surgen de la práctica clínica.Nuestra actuación necesita una reflexión
que tenga en cuenta a la persona desde una perspectiva ética. Existen cuatro principios, como
son el de No maleficencia, Justicia, Autonomía y Beneficencia, que pueden guiarnos para
tomar nuestra decisión respetando la dignidad de la persona.
Creemos que el conocimiento sobre las demencias es una competencia directa del psicólogo.
Un buen conocimiento es clave, ya que nos podrá ayudar a comprender a muchos usuarios, y a
educar sobre las sintomatologías y conductas tanto al personal, como a familiares y residentes.
También es importante el manejo de pruebas de screening (MMSE, Pfeiffer) para poder hacer
una valoración inicial.
Ante la sospecha de un cuadro de demencia, el psicólogo deberá derivar al residente a una
unidad especializada en geriatría,donde existe la figura del neuropsicólogo, que es el psicólogo
especialista que puede realizar un diagnóstico.
Más allá de los criterios del DSM-IV, es importante conocer las características propias que
presentan estas patologías en la población mayor, así como los factores de riesgo, factores
protectores y posibles intervenciones.
— Una capacidad funcional alta, tanto desde el punto de vista físico como cognitivo.
Aunque en la literatura podemos encontrar más elementos, estos son los más básicos.Es
importante que los psicólogos conozcan qué elementos pueden dirigir a nuestros mayores
hacia un buen envejecer, hacia un envejecimiento con éxito, mediante la creación de estilos de
vida saludable y teniendo en cuenta aspectos sociales y emocionales, así como basar sus
intervenciones desde este modelo para conseguir una mayor autonomía. Los factores más
importantes del envejecimiento activo son:
— Alimentación
— Relaciones sociales
— Afectividad/sexualidad
— Participación en la sociedad
Para finalizar, quiero enfatizar la gran labor que puede realizar el psicólogo en un centro y, a su
vez, la responsabilidad que conlleva. Es por eso que, para lograr una buena intervención, se
necesita una buena formación y, cómo no, experiencia diaria.
El ámbito residencial exige una gran flexibilidad de actuación y, obviamente, no todo se puede
explicar o saber bien cómo actuar en cada momento. Pero estoy convencido que con una
buena base de trabajo teórico y personal se puede actuar con la seguridad necesaria para
poder ejercer con calidad nuestra intervención.
Así que animo a todos los compañeros que trabajan en centros residenciales gerontológicos a
formarse y ejercer nuestra profesión lo más digna y profesionalmente posible, así como a
defender nuestro rol necesario para una calidad asistencial.
Víctor Reca
Col. 12439
Bibliografía
(1) HOFFMANN, F.; MASS, F. (et al.) (2011). «Measuring progress indicators for care homes».
Boletín nº 49 de IMSERSO.
(2) LUENGO RUBIO, I. (2005). «El rol del cuidador principal con familiares institucionalizados».
Mosaico, nº 43.
(3) BROOKER, D.; SURR, C. (2008). Dementia Care Mapping. Principis i Pràctica. Fundació
Alzheimer Catalunya.
(5) MARTÍN RESENDE, I.;GORROÑOGOITIA ITURBE, A. (et al.) (2009).«El anciano frágil:
detección y tratamiento en AP». Aten Primaria,nº 42, p. 388-393.
(6) (7) TRIADÓ, C.;VILLAR, F. (coord.) (2006). Psicología de la vejez. Madrid: Alianza.