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Campo social y habitus en la sociología de Pierre Bourdieu.

Dr. Tomás Elias Zeitler1

Pierre Bourdieu (1930-2002), fue un destacado sociólogo francés cuyas investigaciones


y reflexiones sobre temas diversos –educación, ciencia, cultura, arte- desde un
“constructivismo estructuralista”, según autodenominaba su perspectiva, así como su
compromiso social ante problemas de su época le dieron reconocimiento como uno de
los intelectuales franceses más influyentes en las últimas décadas del siglo XX.
Entre sus principales obras podemos mencionar: “Los herederos” (1964), “La
reproducción: elementos para una teoría del sistema de enseñanza” (1970), “La
distinción” (1980), “El sentido práctico” (1980), “Sociología y Cultura” (1984), “Cosas
dichas” (1987), “Las estructuras sociales de la economía” (2000), “El oficio de
científico” (2001), “Poder, Derecho y Clases Sociales (2002), “Pensamiento y Acción”
(2002).
La gestación y posterior difusión de su pensamiento sociológico se dio en el contexto
del Mayo francés (1968), el auge de la Antropología Estructural (Claude Levi-Strauss) y
la renovación del marxismo (Louis Althusser, Edward Palmer Thompson), y se
caracterizó por una aguda reflexión crítica que siempre estuvo acompañada por
diversos trabajos empíricos, razón por la cual su teoría puede ser considerada como
resultado de una postura multideterminada de las relaciones sociales.
Esta extensa obra, con desarrollos y cambios particulares, puede ser agrupada en
torno a conceptos centrales de su pensamiento como habitus, campo social, illusio,
capital, sentido práctico, que otorgan unidad a la diversidad de sus producciones. En
Argentina, la socióloga Alicia Gutiérrez es una de las principales referentes que ha
investigado y reflexionado sobre y desde la sociología de Bourdieu: en su obra Pierre
Bourdieu: Las prácticas sociales buscó sistematizar y explicitar los conceptos claves de
la teoría del sociólogo francés. Además, la tesis de doctorado de Denis Baranger es un
aporte fundamental para la revisión de los antecedentes y supuestos del pensamiento
de Bourdieu.
La propuesta de Bourdieu nos resulta pertinente en tanto que ofrece una vía de
análisis que atiende tanto a los condicionantes propios de las prácticas sociales –por
medio de la noción de campo social- como a las estrategias particulares de los agentes
–a través de la noción de interés-.
La sociología de Bourdieu se sustenta en la definición de los campos sociales –noción
deudora del hecho social de Emile Durkheim-2 entendidos estos como espacios de

1
Profesor Titular “Fundamentos de Sociología”, Facultad de Psicología y Ciencias Sociales –
UCES-. Este texto es para uso exclusivo como material de cátedra.
2
El francés Émile Durkheim (1858-1917), considerado uno de los padres fundadores de la
sociología junto a Karl Marx y Max Weber, contribuyó decididamente en Les regles de la
methode sociologique (1895) a especificar las reglas del método sociológico y circunscribir el
objeto propio de esta nueva ciencia social –los hechos sociales- nacida al amparo del
positivismo lógico-racional del Siglo XIX: “Nuestra definición abarcará, pues, todo lo definido si
juego históricamente constituidos, con sus instituciones específicas y sus leyes de
funcionamiento propias. Esta idea ya está presente en el análisis de Bourdieu sobre el
campo científico a mediados de los setenta y surgió en relación directa a la propuesta
de paradigma de Thomas Kuhn (a quien si bien criticaba por su teoría “funcionalista”
de la sociedad no por eso dejaba de sacar provecho para avanzar, en términos de
contribución epistemológica, sobre problemáticas comunes a la nueva sociología de la
ciencia), y la teoría de Robert Merton sobre la ciencia a quien denunciaba por estar
ligada a intereses capitalista y burgueses.
Esta noción de campo fue formulada por Bourdieu en un artículo de 1975 referido a
“La especificidad del campo científico y las condiciones sociales del progreso de la
razón”,3 y puede ser considerada no sólo como un valioso aporte a la sociología de la
ciencia sino también como “un hito decisivo en la conformación de su epistemología”.4
Los distintos campos sociales comparten algunas propiedades generales, lo que
permite caracterizarlos como sistemas de posiciones y de relaciones entre posiciones;
espacios sociales en los que hay algo en juego y gente dispuesta a jugar; un campo de
luchas conformado por un estado de la distribución del capital y un estado de las
relaciones de fuerza en el que hay intereses fundamentales. Por sobre todo, los
campos sociales son dinámicos e históricos y en torno a ellos se crean mercados de
capitales específicos.
Esta idea de campo social, como estructuras sociales externas o “lo social hecho
cosas”, adquiere toda su significatividad en relación a otros conceptos como:
a- capital: el bien apreciado capaz de constituir un mercado en torno a él,
considerando también el estado de su distribución en el campo;
b- posición (o sistema de posiciones y relaciones entre posiciones): el lugar ocupado
por los agentes en cada campo, en relación con el capital específico que está en juego;
c- interés: lo que va a denominar “illusio”, para referirse a intereses específicos ligados
a un juego o lucha de posiciones;
d- las relaciones de fuerzas entre los agentes del campo y su complicidad para seguir el
juego y las reglas del mismo;
e- el carácter histórico de los campos que hace a sus definiciones y redefiniciones
permanentes.

decimos: un hecho social es toda manera de hacer, establecida o no, susceptible de ejercer
sobre el individuo una coacción exterior; o también, el que es general en la extensión de una
sociedad determinada teniendo al mismo tiempo una existencia propia, independiente de sus
manifestaciones individuales.” (Las reglas del método sociológico. Trad. Ernestina de
Champourcín. 2ª ed., 2ª reimp. México, Fondo de Cultura Económica, 2001, pp.51-52).
3
Título orginal “La spécificité du champ scientifique et les conditions sociales du progres de la
raison”, Sociologie et Sociétés, 7 (1), pp. 91-118.
4
Baranger, Denis. Epistemología y metodología en la obra de Pierre Bourdieu. Buenos Aires,
Prometeo Libros, 2004, p. 150. Sobre los antecedentes teóricos de Bourdieu y sus aportes en
torno a los conceptos de práctica, habitus y campo véase el capítulo de la obra de Baranger
(“Estructura y acción en la teoría de la práctica”, pp. 21-58).
Entre éstos conceptos las nociones de capital y de interés son fundamentales.5
Para Bourdieu es el capital, entendido como el conjunto de bienes que pueden
producirse, distribuirse y consumirse y que son susceptibles de acumulación, inversión
o pérdida, lo que constituye la especificidad de cada uno de los campos constituidos
históricamente.
Alicia Gutiérrez señala:
“Recordamos aquí que, al liberar el concepto de capital de la sola connotación
económica, Bourdieu marca una ruptura con el marxismo, pero a la vez, recupera
la lógica que Marx utiliza en el análisis económico y la extiende al análisis de
cualquier práctica social.”6
Siguiendo esta lógica, Bourdieu identifica la existencia de distintos capitales además
del capital económico que concierne a bienes materiales:
-un capital cultural: referido al conocimiento, la ciencia y el arte que pueden
encontrarse en estado incorporado, objetivado o institucionalizado;
- un capital social: o la red de relaciones durables que establece un agente mediante
estrategias de inversión social y que hacen al inter-conocimiento e inter-
reconocimiento entre pares y a la formación de grupos internos al campo;
- un capital simbólico: que específicamente se refiere al prestigio, el honor, la
reputación, legitimidad, autoridad o reconocimiento de un agente pero que puede
también funcionar como capital sobreañadido a los anteriores.
Además, los agentes persiguen intereses que superan los beneficios económicos y que
hacen al prestigio o el reconocimiento. Los agentes invierten en pro de estos intereses
que, aunque pueden estar motivados por razones personales o grupales, son también
construcciones históricas y que, principalmente, delimitan lo que tiene valor en el

5
Una explicación general de las formas en que estas variables se desenvuelven en el campo
científico puede verse en Bourdieu, Pierre. El oficio de científico. Ciencia de la ciencia y
reflexividad. Trad. Joaquín Jordá. Barcelona: Editorial Anagrama, 2003, pp.100-111. [Título
original Science de la science et réflexiviré. París: Ediciones Raisons d´agir, 2001].
6
Gutiérrez, Alicia. Pierre Bourdieu; Las prácticas sociales. Colección Cátedra. Córdoba, Editorial
Universitaria –UNC-, 1995, p. 35.
campo. Son precisamente estos intereses los que fundamentan las creencias y la
complicidad de los agentes al aceptar las reglas del juego y participar en él.
En este sentido, la illusio puede ser comprendida como formas de beneficios no
materiales que orientan las prácticas de los agentes en acuerdo con un juego social
determinado.
A los intereses genéricos, derivados de la existencia del campo y la participación de los
agentes, se suman los intereses específicos determinados por la posición en el campo:
en este sentido, el interés no se reduce a una cuestión meramente subjetiva –que el
agente puede o no reconocer- porque está en relación a las condiciones objetivas del
campo.
“Los intereses objetivos son atribuidos, son imputados por el investigador a los
agentes sociales que producen las prácticas, en relación a las condiciones
objetivas en las que se encuentran los agentes; es decir, a partir de las
características objetivas de cada una de las posiciones.” (Gutiérrez: 1995, p. 46)
Pero en Bourdieu lo objetivo y lo subjetivo, lo que hace a las estructuras o al sujeto, no
está disociado pues encuentra su dinámica dialéctica en las prácticas sociales
incorporadas/internalizadas o lo que el autor denomina el habitus, un concepto
“especialmente útil para entender la lógica de un campo como el científico, en el que
la ilusión escolástica se impone con una fuerza especial”:7
“Si existe un ámbito en el que cabría suponer que los agentes actúan de acuerdo
con unas intenciones conscientes y calculadas, de acuerdo con unos métodos y
unos programas conscientemente elaborados, sería el ámbito científico.”
(Bourdieu: 2003, p. 72)
A pesar de las variantes de significación que Bourdieu ha atribuido al concepto en
distintos trabajos, es en Le sense practique8 que alcanza su mayor dinamismo al
considerarlo como estructuras estructuradas y estructuras estructurantes:
“Los condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de
existencia producen habitus, sistema de disposiciones duraderas y transferibles,
estructuras estruturadas predispuestas a funcionar como estructuras
estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de
prácticas y representaciones que pueden ser objetivamente adaptadas a su meta
sin suponer el propósito consciente de ciertos fines ni el dominio expreso de las
operaciones necesarias para alcanzarlos…” (Bourdieu: 2007, p. 86)
Esta noción de habitus, presente también en trabajos posteriores especialmente
dedicados a la investigación y reflexión del oficio del científico, permite a Bourdieu
introducir al principio de las prácticas científicas las ideas de “oficio” o de “sentido
práctico”, que influyen tanto sobre el investigador como sobre su conciencia
conocedora de un objeto de estudio.
La noción de habitus puede ser entendida según Alicia Gutiérrez de la siguiente
manera:

7
Bourdieu: 2003, p. 72.
8
Bourdieu, Pierre. El sentido práctico. Trad. Ariel Dilon. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2007
[Título original Le sense practique, 1980].
“En otros términos, podría decirse que se trata de aquellas disposiciones a
actuar, percibir, valorar, sentir y pensar de una cierta manera más que de otra,
disposiciones que han sido interiorizadas por el individuo en el curso de su
historia. El habitus es, pues, la historia hecha cuerpo.” (Gutiérrez: 1995, p.65)
En términos del propio Bourdieu:
“Reintroducir la idea de habitus equivale a poner al principio de las prácticas
científicas no una conciencia conocedora que actúa de acuerdo con las normas
explícitas de la lógica y del método experimental, sino un “oficio”, es decir, un
sentido práctico de los problemas que se van a tratar, unas maneras adecuadas
de tratarlos, etcétera.” (Bourdieu: 2003, p.72)
De esta manera el habitus, como las estructuras sociales internalizadas o lo social
hecho cuerpo, hace a las disposiciones durables –pero no inmutables- que condicionan
las prácticas de los agentes. Pero este condicionamiento no es determinante ni
mecanicista pues tiene lugar como principio de estructuración de prácticas que han
sido internalizadas en los sujetos y que se manifiestan en la dialéctica introducida por
el sentido práctico (es decir el encuentro entre lo objetivo/subjetivo, el campo y el
agente, las condiciones estructurales y los intereses particulares), en torno a las
prácticas y estrategias que los agentes despliegan en el campo.

Esta propuesta alcanza una dimensión más dinámica que vincula en la teoría de los
campos sociales tanto los condicionamientos estructurales como los intereses
particulares: estructuras, habitus y prácticas constituyen en este sentido variables
interrelacionadas que nos permiten pensar e interpretar en términos relacionales el
mundo social.
“La teoría de la práctica en cuanto práctica recuerda, contra el materialismo
positivista, que los objetos de conocimiento son construidos, y no pasivamente
registrados y, contra el idealismo intelectualista, que el principio de dicha
construcción es el sistema de las disposiciones estructuradas y estructurantes
que se constituye en la práctica, y que está siempre orientado hacia funciones
prácticas.” (Bourdieu: 2007, p. 85)
De lo que se trata es de poder analizar la realidad social considerando que las
probabilidades objetivas entran en correlación con las esperanzas subjetivas, no por un
cálculo consciente del éxito sino por las posibilidades-imposibilidades, libertades-
necesidades, facilidades-impedimentos: es decir, por las disposiciones pre-adaptadas a
las condiciones o anticipaciones del habitus:
“Producto de la historia, el habitus origina prácticas, individuales y colectivas, y
por ende historia, de acuerdo con los esquemas engendrados por la historia…”
(Bourdieu: 2007, p. 88)
Siguiendo esta línea, entendemos que pueden ser superadas las barreras deterministas
de una postura mecanicista como así también la atribución desmedida de una libertad
reflexiva al sujeto racional.
“A la visión dualista que no quiere conocer otra cosa que el acto de conciencia
transparente a sí mismo o la cosa determinada con exterioridad, hay que oponer,
pues, la lógica real de la acción que hace presentes dos objetivaciones de la
historia, la objetivación en los cuerpos y la objetivación en las instituciones o, lo
que viene a ser lo mismo, dos estados del capital, objetivado e incorporado, por
los cuales se instaura una distancia con respecto a la necesidad y a sus
urgencias.” (Bourdieu: 2007, p. 92)
Finalmente, Bourdieu habla sobre la necesidad de objetivar al sujeto objetivante,9
introduciendo así en esta perspectiva de interpretación dialógica la idea de oficio del
investigador. Al respecto señala que: “la especificidad del oficio del científico procede
del hecho de que ese aprendizaje es la adquisición de unas estructuras teóricas
extremadamente complejas, capaces, por otra parte, de ser formalizadas y
formuladas…” (Bourdieu: 2003, p.76) y son precisamente estas formalizaciones y
formulaciones el objeto de análisis a considerar. Esta propuesta de una sociología de
los sociólogos pretende “dirigir hacia el sujeto del discurso científico las preguntas que
se plantean sobre el objeto de dicho discurso”, comenzando por estudiar “la aparición
de un campo científico relativamente autónomo y las condiciones sociales de
automatización de dicho campo”.10
La necesidad de objetivar al sujeto objetivante, en este caso el sociólogo en tanto
investigador o sujeto que conoce, obedece a que cuando observamos el mundo social,
introducimos en nuestra percepción un sesgo teoricista o intelectual, ya que para
estudiarlo es necesario retirarse de él. Por esta misma razón, la sociología adquiere
relevancia en el campo de las ciencias sociales:
“La sociología es un instrumento de autoanálisis extremadamente poderoso que
permite a cada uno comprender mejor lo que es, dándole una comprensión de
sus propias condiciones sociales de producción y de la posición que ocupa en el
mundo social”.11

9
Bourdieu: 2003, pp. 154-164.
10
Bourdieu, P. Sociología y Cultura. México: Grijalbo, 1990, pp. 80 y 82.
11
Bourdieu, P. Cosas dichas. Trad. Margarita Mizrají. 2ª reimp., Barcelona, Editorial Gedisa,
2000, p. 101 [Título original Choses dites. Paris, Les Éditions de Minuit, 1987].

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