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Anthony Giddens Jonathan Turner y otros La teoria social hoy Alianza Universidad LA CENTRALIDAD DE LOS CLASICOS Jeffrey C. Alexander La relacin entre la ciencia social y los clésicos es una cuestiéa que plantea los problemas mas profundos, no solo en la teoria social, sino en los estudios culturales en general. En el ensayo que sigue sostengo que Jos clésicos ocupan un lugar central en la ciencia social contemporanea, Esta posicién es discutida desde lo que, a primera vista, parecen dos campos enteramente diferentes. Entre los cienti- ficos sociales, por supuesto, siempre ha existido escepticismo hacia «los clésicos». En efecto, para los partidarios del positivismo la cues- tién misma de la relacién entre Ia ciencia social y los clasicos leva de inmediato a otra, a saber, la de si debe existir alguna relacion en absoluto. {Por qué habrian de recurrir a textos de autores muertos hace tiempo disciplinas que afirman estar orientadas hacia el mundo empirico y hacia fa acumulaci6n de conocimiento objetivo acerca ese mundo empirico? Segsin los cénones del empirismo, cualquier aspec- to cientificamente relevante de dichos textos deberia estar verjficado ¢ incorporado a la teoria contempordnea o falsado y arrojado al cubo de basura de la historia. Sin embargo, no son solo los positivistas . Esta afirmacién parece innegable- mente cierta, al menos en la medida en que ciencia se toma en su sentido anglo-americano, como equivalente de Naturwissenschaft. Un historiador de la ciencia observé que «cualquier estudiante univer- sitario de primer aio sabe més fisica que Galileo, a quien corres- ponde en mayor grado el honor de haber fundado la ciencia moder- ha, y mds también de la que sabia Newton, la mente mas poderosa de todas cuantas se han aplicado al estudio de Ja aturaleza» (Gi- | llispie: 1960, p. 8). El hecho es innegable. El problema es: gqué significa este hecho? Para los partidarios de la tendencia positivista, significa que, a largo plazo, también la ciencia social deberd prescindir de los clasicos; a Eorto plazo, tendra que limitar muy estrictamente la atenci6n que se | les preste. Solo habra de recurrirse a ellos en busca de informacion cempirica. La exégesis y el comentario —que son caracteristicas dis- tintivas de este status privilegiade— no tienen lugar en las ciencias sociales. Estas conclusiones se basan en dos supuestos. El primero @s que la ausencia de textos clasicos en la ciencia natural indica el status puramente empirico de estas; el segundo es que la ciencia natural y Ia ciencia social son bésicamente idénticas. Més adelante sostendré que ninguno de estos supuestos es cierto. Pero antes de hacerlo examinaré de forma mas sistematica cl argumento empirista inspirado en ellos. ‘En un influyente ensayo que se publicé por vez primera hace cuarenta afios, Merton (1947, reimpreso en 1967, pp. 1-38) criticaba Jo que Ilamaba Ja mezela de historia y sistematica de la teoria socio- Iogica. Su modelo de teorfa sistemitica eran las ciencias naturales, y consistia, segiin parece, en codificar el conocimiento empfrico y cons tmuir leyes de subsuncion. La teoria cientifica es sistemstica porque cuntrasta leycs de subsuncién mediante procedimientos experimen- tales, acumulando continuamente de esta forma conocimiento yer~ dadero, En la medida en que se dé esta acumulacién no hay necesi- dad de textos clisicos. «La prueba més convincente del conocitnien: to verdaderamente acumulativo», afirma Merton, «es que inteligen- cias del montén pueden resolver hoy problemas que, tiempo atris, grandes inteligencias no podian siquiera comenzar a resolver», En tina verdadera ciencia, por tanto, «la conmemoracién de los que en el pasado hicicron grandes aportaciones esta esencialménte reservada sb historia de la ecplinas (Merton: 1967a, pp. 27-8). La investi- gacién sobre figuras anteriores es una actividad que nada tiene que Yer con el trabajo cientifico, Tal investigaci6n es tarea de historia- Gores, no de cientificos sociales. Merton contrasta vividamente esta distincién radical entre ciencia e historia con la situacién que reina en las humanidades, donde «en contraste manifiesto, toda obra cli- La centralidad de los elésices eS sea —todo poeta, drama, novela, ensayo u obra historica— suele Segui ormando parte de Is experiencia de generacionss subsiguien- nei Merton reconoce que los sociélogos «estén en una si- wwacion mtermedia entre los fisicos y bidlogos y los humanistas>, uatipienda con toda claridad un mayor acercamiento a las ciencias recomiles. Invoca la confiada afirmacién de Weber de que «en la aaa todos nosotros sabemos que nuestros logros quedarén anti- cienfog en diez, veinte, cincuenta anos», y su insistencia en que «toda flontribucidn} cientifica invita a que se la “supere” y deje anticuada» Morton: 19674, pp. 28-9)- Que cincuenta afios después de la muerte (Mejeber ni sos teorias sociologicas ni sus afirmaciones sobre Ja Ge yess hayan sido en realidad superadas es una ironia que Merton isece pasar por alto; al contrario, insiste en que si bien es posible se a socioloa ocupe de hecho tna sirackn intermedia ere las Mencias y [as humanidades, esta situacién no debe considerarse nor- fnativa. «L0s intentos de mantener una posicién intermedia entre suentaciones humanistas y cientificas suelen tener como resultado Ih fusion de ka sistematica de la teoria sociolégica con su historia», tuna mezcla que, para Merton, equivale a hacer imposible la acumu- Incion de eonociiniento empirica. Desde el punto de vista de Mer- ton, el problema es que los socidlogos estin sometidos a presiones puesta, una poscidn estructural que suele product wna desvasin GE las Tineas de conducta legitimas. La mayoria de los socidlogos Sucumben a estas presiones y desarrollan lincas de conducta desvia- das. por «ilustres antece- sorese yun énfasis en la «exégesis» (19672, p. 30). Pero lo peor es (que se da preferencia a la contradiria esa actitud servil ha~ cia obras anteriores que Merton cree inherente a la investigacién Seen eeces 26 La teoria sia, hoy! histérica de los textos clisicos, pues piensa que en estas actitudes se da una y no simple reverencia ', La interpreta- Gion y creatividad que implica contradirfan también la epistemologia mecanicista en que se basan sus argumentos. Para Merton, lo timico | ‘que hace la sistemética historica es ofrecer a los contemporineos | Sxpejos en los que se reflejan los textos anteriores. Estos son «rest- menes critics», «mero comentario», «exégesis totalmente estériles», ‘«conjunto[s] de sinopsis critieas de doctrinas cronolégicamente or- denadafs|> (1967a, pp. 2, 4, 30, 355 eft. p. 9). ‘Merton insiste en que los textos anteriores no deberian ser con- siderados de esta forma tan «deplorablemente imitil». Ofrece dos alternativas, una desde la perspectiva sistemAtica, otra desde el punto de vista de la historia, Afirma que, desde la perspectiva de Ia ciencia Social, los textos anteriores no deben tratarse como clisicos, sino atendiendo a su utilidad. Es cierto que la situaci6n actual no es Ia} ideal: no se ha dado el tipo de acumulacién empirica que cabia es- perar en Ja ciencia social. Sin embargo, en vez de estancarse en esta, Fituacién, Io que hay que hacer es convertir los muevos textos clési- cos en simples fuentes de datos y/o teorfas no constrastadas, es de- Gir, hacer de ellos vebiculos de ulterior acumulacién. Debemos tra-- farlos como fuentes de «informacién todavia no recuperada» que puede ser «provechosamente empleada como nuevo punto de parti- Gas. De este modo se puede lograr que los clésicos apunten hacia el futuro cientiico y no hacia el pasado humanisticos es asi como pue- de convertirse en cientifico el estudio de los textos anteriores. «Si jiendo y desarrollando modelos teéricos», este estudio puede de- jicarse a «recuperar conocimiento acumulativo relevante... y a in- corporarlo a subsiguientes formulaciones» (1967a, pp. 30, 35). Desde el punto de vista de la historia, la alternativa a la mezcla no es, de hecho, muy diferente. En lugar de utilizar los textos an- teriores como fuentes de informacién no recuperada, estos pueden ser estudiados como documentos hist6ricos en si mismos. Una vez mis, la cuestion es evitar la exégesis textual. «Una genuina historia de ]a teorfa sociolégica», escribe Merton, . 35). Es el entorno de las ideas y no las propias ideas lo ormgabe estudiar un buen historiador de Ia ciencia social. Se supone ets objetivos del historiador son tan plenamente empiricos como gue Rj sociologe, quien estudia los mismos textos con ol fin de les ner conocimiento acumulativo. Por consiguiente, el hecho de bremferton rechace la fusién de ciencia e historia no se debe tni- gue inte 2 su exigencia de una sociologia empfrica, sino también 2 se kigencia de una historia cientifica. Fiemencionado antes dos supuestos de los que depende la critica empirisia a [a centralidad de los clésicos. El primero es que la au- smi de cHisicos en la ciencia natural se deriva de su paturaleza Snpiriea y acumulativa; el segundo es que las ciencias naturales y fereiencias sociales son bésicamente idénticas a estos efectos. En el ensayo en que Merton (1967a) se manifiesta en contra de Ia fusion Ge esvoria J sistematica, la concepcién empirista de la ciencia natu- efves un supuesto innato que s¢ acepta ticitamente. Su idea de la Gencia natural es puramente progresiva. En vez de aplicar un trata~ fniento relativista e hist6rico a los textos cientificos anteriores (tra- famiento que, de acuerdo con el espiritu de Ia sensibilidad post lana, subrayaria el poder formativo de Jos paradigmas supr icos culvarales ¢ intelectuales), Merton considera esas obras como tuna serie de «anticipaciones», «prefiguraciones» y «predescubrimien- tos» de los conocimientos actuales (1967a, pp. 8-7). Sabemos ade~ més, gracias a sus protocolos sistemétices para la sociologia de la Ciencia, que esta impresién no es errénea. Para Merton, los compro- mnisos disciplinarios y metodolégicos son los tnicos factores no em piricos que afectan al trabajo cientifico, y no cree que ninguno de estos pueda influir de forma directa en el conocimiento cientifico del mundo objetivo. El otro supuesto fundamental sobre el que descansa el argumento de Merton es que la ciencia natural se asemeja a la ciencia natural en su teferente fundamentalmente empirico, Sin embargo, Merton. tiene mayores dificultades para establecer este punto. Sabemos por su ensayo sobre la teorfa de alcance medio (Merton: 1967b), inme~ diatamente posterior —y no por casualidad— a su articulo acerca de la fusion de la historia y Ia sistematica en su coleccién de ensayos Social Theory and ‘Social ‘Structure, que Merton no considera que la ciencia social dependa de paradigmas tal como los entiende Kuhn Debido a que se orienta en funcién de problemas y no en funcién de paradigmas, la ciencia social se organiza por especialidades em- piticas mas que por escuelas o tradiciones. Pero, gpor qué si los . Fr 28 La teorfa social, hoy socidlogos no son empiristas ocupan una posicién intermedia entre la ciencia y las humanidades? gPor qué, ademas, mezclan la histor y Ia sistemética si no pretenden formar y mantener escuelas? Como! he sugerido anteriormente, aunque Merton admite estos hechos in-} negables, insiste en que son anomalias, no tendencias inherentes,! subrayando que Ja «sociologia adopta la orientacion y la praxis de) Jas ciencias fisicas», y afirma que la empirica de cual- Guier disciplina. Asi, incluso antiempiristas declarados han recono- yo que fo que distingue a Jas ciencias naturales de las ciencias, famanas es que aquellas centran explicitamente su atenciGn en pro- blemas empiricos. Por ejemplo, a pesar de que Holton ha demos- tado concienzudamente que la fisica moderna est constitaida por esis» supraempiricas, arbitrarias, él mismo insiste en que nunca ha Sido su intencion defender la introduccién de «discusiones vemati- tas. en la praxis misma de la cienciar. Manifiesta, en efecto, que la ciencia comenz6 a crecer con rapidez. solo cuando se excluyeron de los laboratorios tales cuestiones» (Holton: 1973, pp. 330-1, el subrayado es nuestro). Incluso un fildsofo tan claramente idealista tomo Collingwood, quien destaca que la préctica cientifica descansa See eee wn ode ent ral ene sel le pede en can vance pet M propo arc condones poy 2 cp ‘acl eins peerer En gr be ded oe sce Fea ne ee ae ee ee ESR STOTIS Qartptcaer ebowe fapeee Beene arc se ope ie eco soo bees rece de i ee grein cuenta ore SEs nena Ter tpcnlny crm cade earls oe abe fs clbies ered ea pore fermen a ee deri Berta a Boles oi Se re eto rare EET tle BLD Pane Ugg er nctma gS se Seg eae Deny Une gor gma cmon reese le es ope rape Me acoorog7 nace do mpiios puede expliarse en foncin dels condiciones tericas que expongo mis 32 La teoria social, en supuestos metafisicos, admite que «el asunto del cientifico no ¢ proponerlos, sino solo presuponerlos> (Collingwood: 1940, p. | La actividad cientifica se aplica a lo que quienes se dedican a Ig ciencia consideran cientificamente problemético. Como en la moder nidad suele existir un acuerdo entre los cientificos naturales sob Jos problemas generales propios de su gremio, su atencién explicinal se ha centrado normalmente en cuestiones de tipo empirico. Esto es por supuesto, lo que le permite a la «ciencia normal», en palabras de Kuhn (1970), dedicarse a la resoluci6n de rompecabezas y a 5. lucionar problemas especilficos. Utilizando la ciencia normal com« referencia para caracterizar la ciencia natural como tal, también Ha.) bermas ha seialado que el consenso es aquello. que diferencia lf actividad «cientifiea» de la eno cientificar. ; Denominamos cienfica a una informacién sy slo si pusde obtenrse om, ‘consenso esponténeo y permanente respecto 2 su validez... El verdaderq, logro de la ciencia moderna no consiste, fundamentalmente, en la produc Gon de verdad, es decir, de proposiciones correctas y. convincentes acer, de lo que llamamos realidad. La ciencia modema se distingue de las cate! gorias tradicionales de conocimiento por un método para Hegar a un con Senso espontineo ¥ permanente acerca de nuestros puntos de vista. (Hal mas: 1972, p. 91). ‘seat Solo si existe desacuerdo acerca de los supuestos de fondo det una ciencia se discuriran de forma explicita estas cuestiones no ems, piricas. Kubn llama a esto crisis del paradigma, y afirma que es ex! tales crisis cuando se «recurre a la filosofia yal debate de funda mentos» (Kuhn: 1970). 5 En Ia ciencia natural no hay clasicos porque la atenci6n, normal: mente, se centra en sus dimensiones empiricas. Las dimensiones no, empiricas estan enmascaradas, y parece qe las hipétesis especulat= yas pueden decidirse por referencia a datos sensibles relativamente accesibles o por referencia a teorias cuya especificidad evidencia de modo inmediato su relevancia con respecto a tales datos. Pero la existencia de clasicos implica que teorias anteriores disfrutan de una, posicion privilegiada. En tal caso se considera que tienen rango ex: Plicatvo teorfas anteriores, no solo las contemporéneas; ademas, frecuente creer que Jos textos cldsicos también pueden ofrecer datos” relevantes. Lo que yo sostengo es que la ciencia natural no es menos aprioristica que la ciencia social. Una postura no aprioristica, pur mente cmpirica, no explica la Mannbcim exprosa bien cata dstinciGn: «nadie niega In posbilidad de la inves- siacim empinca, Ei nadie maniene que los hechos no'exisan,. nosotros ambien tas remitimos aloe , ‘el que haya babido (Manahei 6, pp. 196-7) 5. No hace falta decir que euanto més dificil sea, por razones Popnoseitivas y valorativas, obtener un consenso acerca de Jos metos referentes empiricos de la ciencia social, tanto mas di- ficil sera aleanzar ese consenso respecto a las abstracciones gue se basan en tales zeferentes empiricos y que constituyen i esencia de Ia teoria social. Hagstrom sugiere (1965, pp. 256-8) que las posibilidades de que exista consenso ciemtifico dependen en grado significativo del nivel de cuantificacion que admmitan los objetivos de la disciplina cientifica. En tanto que jos referentes empiricos no estén claros y las abstracciones estén sometidas a debate continuo, Jos esfuerzos por matema~ fizar la ciencia social solo podrin ser esfuerzos por encubrir O defender puntos de vista concretos. 4, Mientras que no se produzca un acuerdo ni sobre los referen- tes empiricos ni sobre las leyes subsuntivas, todos los elemen- tos 20 empiricos aiadidos a la percepeién empitica seran ob- jeto de debate. Ademés, la ciencia social se encontrard inva- niablemente dividida en tradiciones (Shils: 1970) y escuelas (Tiryakian: 1979) a cansa de este desacuerde endémico. Para la mayoria de los miembros de la comunidad de cientificos sociales es evidente que tales fendmenos culturales ¢ institu- Cionales «extra-cientilicos» no son meras manifestaciones de desacuerdo, sino las bases desde fas que se prommueven y sos- tienen los desacuerdos cientificos. La comprension de este he- cho, ademas, sensibiliza a los cientificos sociales respecto a las dimensiones no empiricas de su campo. Por todas estas razones, el discurso —y no la mera explicacién— se convierte en una caracteristica esencial de la ciencia social, Por discurso entiendo formas de debate que son mas especulativas y estén mas consistentemente generalizadas que las discusiones cienti- ficas ordinarias. Estas Glkimas se centran, mas disciplinadamente, en evidencias empiricas especificas, en la Iégica inductiva y deductiva, 6 ee J La centalidad de los cliscos a © en la explicacién mediante leyes subsuntivas y en los métodos qu: permiten verificar o falsar estas leyes. El discurso, por el contrat, bs argumentativo. Se centra en el proceso de razonamiento mas qug en los resultados de la experiencia inmediata, y se hace relevamy Cuando no existe una verdad manifiesta y evidente. El discurso tray de persuadir mediante argumentos y no mediante predicciones. 13 Capacidad de persuasi6n del discurso se basa en cualidades tales comg Su coherencia légica, amplitud de vision, perspicacia interpretativg televancia valorativa, fuerza retérica, belleza y consistencia argumen tativa. Foucault (1973) define las praxis intelectuales, cientifieas y pole ticas como . Stinchcombe insiste en que estos de escapar de Ja ciencia social mas que verdaderos intentos de enten- Gerla, El discurso general es esencial y la teorfa es inherentemente polivalente. En efecto, el caracter central del dicurso y las condicio- Bes que lo producen contribuyen a le subdeterminacion por los he- thos, Dado que no hay ninguna referencia clara ¢ indiscutible para Jos elementos que constitayen la ciencia social, tampoco hay una traducibilidad definida entre los distintos niveles de generalidad. Las formulaciones de un nivel no se ramifican en vias claramente mar~ cadas para los otros niveles del trabajo cientifico. Por ejemplo, aun- tue en ocasiones pueden establecerse medidas empfricas exactas de los correlaciones variables, raras veces es posible que tal correlacién confirme o niegue una proposicion referente a esta interrelacion que Se formule en. términos més generales. La raz6n de este hecho es que i Rikencia de un desacuerdo empirico ¢ ideol6gico permite que los cientificos sociales operacionalicen las proposiciones de varios mo- dos distintos. ‘Consideremos brevemente, por ejemplo, dos de los mejores in- tentos recientes por construir una teorfa més general partiendo de los hechos. Cuando Blau intenta contrastar su teoria estructural re cientemente desarrollada, comienza con una proposicién que deno- mina el «teorema del volumen»: la idea consiste en que una variable oe en eve ee ean se ecg roe de meme ore oa a rade Ss SURE TESS curanahd corde te lates in iltimo de estas acusaciones ¢s negar el papel cientifico de las investigaciones Sac ee ccleaner sen rps Tone 7 Mo pln lpia one ay CEE ete acing Gann als 38 La teoria social, hoy estrictamente ecoligica, el volumen del grupo, determina las relaci nes extragrupales (Blau, Blum y Schwartz: 1982, p. 46). Partiendo de un conjunto de datos que establecen no solo el volumen. de un grupo sino también su proporcin de endogamia, sostiene que una ® Saeessantre la tasa de endogamia y el volumen del grupo verifica el teorema del volumen, 2Por qué? Porque los datos demuestran que! “el _volumen del grupo y la proporcién de exogamia estan inversa-{ mente relacionadas» (p. 47). Sit embargo, la exogamia es un dato" que, de hecho, no operacionaliza «relaciones extragrupales». Es un< tipo de relacién extragrupal entre muchos otros, y como el mismo Blau reconoce en cierto punto, ¢s un tipo de relacién en Ja que. intervienen factores ajenos al volumen del grupo. En otras palabras, , cl concepto de relacién extragrupal no tiene un referente definido, Por esta r2z6n, la correlacin entre el volumen dei grupo y lo que se consklera st, indicador no puede verficat la proposicin, gener acerca de la relacién entre ef volumen del grupo y las relaciones? extragrupales. Los datos empiticos de Blau, por tanto, no estén ar-* ticulados con st teoria a pesar de su intento por vertebrarlos de modo teéricamente decisivo. ‘En el ambicioso estudio de Lieberson (1980) sobre los inmigran-* tes blancos y negros desde 1880 se plantean problemas similares. Lieberson comienza con la proposicidn, formulada informalmente, de que «la herencia de la esclavitud» es la causa de los diferentes hiveles alcanzados por los inmigrantes negros y europeos. Lieberson da dos pasos para operacionalizar esta proposicién. En primer lugar, no define esa herencia en funcin de factores culturales, sino en foocién de la «falta de oportunidadesy para los antiguos esclavos En segundo lugar, define las oportunidades en funcidn de los datos que ha desarrollado acerca de las proporciones variables de educa~ dion y segregaci6n residencial. Ambas operaciones, sin embargo, son sumamente discutibles. No solo es posible que otros cientificos so- Giales definan la «herencia de la esclavitud» en términos muy dife- rentes, sino que también podemos concebir las oportunidades en funcidn de factores distintos a la educacién y residencia. Como tam- poco aqui existe una relacion necesaria entre las proporciones defi- Ridas por Lieberson y las diferencias de oportunidades, no puede haber certeza acerca de la proposicién que relaciona el nivel alcan~ zado y la sherencia de la esclavieud>. Si bien las correlaciones me- didas son independientes y constituyen una contribucién empirica importante, no pueden probar las teorias para las que se han ideado.”” "Es mucho mas facil encontrar ejemplos del problema contrario, Ia sobredeterminaci6n tedrica de los «hechos» empiricos. Prictica mente en todo estudio amplio de corte teérico la seleccién de datos cempiricos esta sujeta a discusi6n, En La ética protestante y el espirita La centralidad de los clisioos : del capitalismo Ja identificacién del espiriw del capitalismo con los Jmpresarios ingleses de los siglos Xvi y XVut ha sido muy discutida Giveber: 1958). Si se considers que los capitalstas italianos de las primitivas ciudades estado modernas manifestaban el espiritu del ca~ fitalismo (p. «). Trevor-Roper: 1965), la correlacion entre capitalis- Bis'y puritanos de Weber esta basada en una mucstra restringida y ho puede justificar su teorfa. Si esto es cierto, los datos empiricos He Weber fueron sobre-seleccionados por su referencia teorica a la Gtica provestante. En Social Change in the Industrial Revolution (1959), el célebre estudio de Smelser, puede encontrase una distancia semejante entre ja teoria general y el indicador empirico. La teoria de Smelser sos- tiene que los cambios en la division de papeles en la familia, y no Jos transtornos industriales per se, fueron Ja causa de las actividades de protesta radical que los trabajadores ingleses desarrollaron duran- te ka segunda década del siglo X1x, En su’ exposiciéa histérico-cro- noldgica Smelser describe los cambios fundamentales de la estructura familiar como si hubieran ocurrido en la secuencia que sugiere. Su presentaci6n coe datos es archivo Propiamente Hoa (Smelser: 59, pp. 188-89) parece indicar, sin embargo, que estas perturba- Goneséde la familia no se desarrollaron hasta una o dos décadas después. La atencién te6rica que Smelser presta a la familia sobre~ determina la presentacion de su historia cronologica (y los datos de archivo, a su vez, subdeterminan su teorfa) °. En el reciente intento de Skocpol (1979) por documentar su teo~ via hist6riea y comparativa, una teoria muy Gistinta produce el mis- mo tipo de sobredeterminacién. Skocpol (p. 18) propone adoptar un «punto de vista impersonal y no subjetivos para el estudio de las revoluciones, segiin el cual solo serfan causalmente relevantes «las sinuaciones y relaciones entre grupos determinadas por las institu- cionese. Skocpol indaga los datos empiricos de la revolucién, y el nico elemento aprioristico que admite es su adhesin al método comparativo (pp. 33-40). Sin embargo, cuando Skocpol reconoce que las tradiciones y derechos locales si desempeiian un papel (por ejem- plo, pr. 62, 138 y que deben explcarse (aunque brevemente) el iMerazgo ¢ ideologia politicos (pp. 161-63), lz sobredeterminacién tebrica de sus datos se hace evidente. Sus preocupaciones estructu: 7 Ey sarpulosiad de Smee como invenigdor bi por el hecho de que él mismo aports a, ror af decale desborteben oe , ron al gudtyor at dese deve Props core (a ele reopectoy vd! Wally 1380) Eote ea io gee ea SG, cbedatrmaindo dxrpr sa tlm secuencia que los cientiticos sociales, y muchas veces también sus critic ma in capaces de percibir los datos adversos.. : ee — Fr 40 La teoria social, hoy rales la han Hlevado a ignorar todo el contexto intelectual y cultural de la revoluci6n ° La subdeterminacién empirica y la sobredeterminacién teérica van unidas, Desde las proposiciones mis especificamente facticas has ta las generalizaciones mas abstractas la ciencia social es esencialmen- : te discutible. Toda conclusién esta abierta al debate por referencia a consideraciones supraempiricas. Esta es la yersiGn de l2 tematizacion | especifica de la ciencia social, tematizaci6n que, como Habermas - fies) ba mostrado, subyace 9 todo intento de discusion racional | Toda proposicion de la ciencia social esta sujeta a la exigencia de justifieacign por referencia a principios generales. En otras palabras, | no es necesario —y la comunidad de ciemtificos sociales se niega a hacerlo— que al formular una tesis opuesta a la de Blau me limite : a demostrar empiricamente que los aspectos estructurales son solo~ tunos pocos de Jos numerosos factores que determinan la exogamia; | puedo, en lugar de esto, demostrar que al manejar este tipo de cau- Saci6n estructural Blau se basa en supuestos acerca de la acei6n que tienen un cardcter excesivamente racionalista. De modo similar, al ! considerar la obra de Lieberson puedo dejar a un lado Ja cuestion’ ‘empitica de la relacin entre la edueacién y las oportunidades obje-” tivas, y utilizar un argumento discursivo (para indicar que, al cen- trarse de modo exclusivo en Ja influencia de Ia esclavitud, Lieberson refleja consideraciones ideolégicas y un compromiso previo con mo: Gelos generados por la teoria del conflicto. De la misma manera, la obra de Smelser puede eriticarse desde el punto de vista de su ade- cuacién I6gica, pero también demostrando que su modelo funciona lista primitive adolece de un énfasis excesivo en Ja socializacién. Y podemos valorar negativamente el argumento de Skocpol sin ningn- ba referencia al material empirico por considerar muy poco plausible Ia limieacién de las «teorias intencionales» que él defiende al modelo instrumental de racionalidad intencional que implica su teoria. Elaborar tales argumentos —y el hecho mismo de iniciar cl tipo de discusién que acabo de comenzar— es entrar en el ambito del discurso, no en el de la explicacién. Como Seidman (1986) ha su- brayado, el discurso no implica el abandono de las pretensiones de PEdad Despuss de todo, ls pretensiones de verdad no tienen por Qué limitarse al criterio de validez. empirica contrastable (Habermas: 1984). Todo plano del discurso supraempirico incorpora criterios distintivos de verdad. Estos criterios van més alla de la adecuacién empirica, y se refieren también a pretensiones relativas a la nature leza y consecuencias de las presuposiciones, a la estipulacién y ade- 7 Sewell (1985) ha demostrado convincentemente esta Jaguna en los datos de Skos- pol en lo que se refiere a caso de Francia, Is cemeaidad de los cisicos a quaci6n de los modelos, a las consecuencias de las ideologias, las cuaetonplicaciones de los modelos y las connotaciones de las defini- ches En una palabra, en la medida en que se hagan explicitos son space. os por racionalizar y sistematizar las complejidades del ané- faecal y de la vida social captadas intuitivamente. Los debates Jstyales entre las metodologfas interpretativas y causales, las concep- acts de la acciGn wtilitaristas y normativas, los modelos de socie- Gai basados en el equilibrio y los basados en el conflicto de las Sociedades, las teorfas radicales y conservadoras del cambio... repre- Seatan més que debates empfricos. Reflejan los esfuerzos de los so- SSSlogos por articular criterios para evaluar la «verdad» de diferentes dominios no empiricos ‘No es sorprendente que la respuesta de la disciplina a obras im- portantes guarde tan poca semejanza con las respuestas definidas y eelimitadas que proponen los partidarios de la «logica de la ciencia». Ja obra States and Social Revolutions de Skocpol, por ejemplo, ha sido evaluada en todos y cada uno de los niveles del continusm socioldgico. Los supuestos del libro, su ideologia, modelo, método, definiciones, conceptos, ¢ incluso sus hechos han sido sucesivamente clarificados, debatidos y elogiados. Se discuten los criterios de ver- Jad que Skocpol ha empleado para justilicar sus posiciones en cada fino de estos niveles. Muy pocas de las respuestas de la disciplina a su obra han conllevado la contrastacion controlada de sus hipétesis © un nuevo andlisis de sus datos. Las decisiones acerca de la validez del método estructural empleado por Scokpol para abordar el estu- tho de la revolucién no se tomarén, ciertamente, en virtud de estas razones”. 7 En en seccion he ilustrada ta sobredeterminacién de la ciencia social por la ccovit'y ot subtieerminscion por lor hechor dscutindo algnae obras importante. ‘Fontide podrian ilusuace chanimando subearpor cempircow expecfcas. En la dens soul, incluso los subeampos empircos mks exsctamene defindos estén Stfzes aun izemendo debate discursive. La resents dseusion en un simposio na- Shnal sobre el estado de la investigaciom de catstofes (Simposium on Social Stue- fire apd Disaster: Conception and Measurement, College of William and Mary, Wi- Tiamsborg, Virgin, mayo de 1986), por ejemplo, revela que en ete campo tan src rine np vio dope usa co mera bio deca, oe ‘Srotigadores mas destacados del campo discten y debaten Ta pregunta — diversas tradiciones generales. Creo que la conden~ sacion tiene al menos cuatro ventajas funcionales. 5°. Basen dso fundamentals on ui de i a elnive indvial o one vel socal, 9 et problema de agpecion contmitos's nterprectivos;existen enfrentaniantonilelégioe acres de al itt sestgnion dc los dears debe ver guada por ae responssblidades con respects TCEnunad por inereses pofesionses tose restuingidos; exten mumeroror d= bcs bre daficiones recess, por ejemplo, a que es na relativa de sus primeras y iltimas obras, y sobre si Su teoria (sea Jo que sea en concreto) puede explicar de verdad el conflicto en el mundo real, sin que sea preciso definir el equilibrio y la naturaleza de los sistemas. O, en lugar de examinar explicita- fe las ventajas de una concepcién alectiva © normativa de la accién humana, se puede sostener que, de hecho, esta fue la pers- pectiva que Durkhcim adopté en sus obras més importantes. La tercera yentaja funcional tiene un cardcter irénico. Como se da por supuesta la existencia de un instrumento de comunicacién «clasico», es posible no reconocer en absoluco Ia existencia de un discurso general. Asi, como se reconoce sin discusién la importancia de los clasicos, al cientifico social le resulta posible comenzar un estudio empirico —en sociologia industrial, por ejemplo— discutien- do el tratamiento del trabajo en Jos primeros escritos de Marx. Si bien seria ilegitimo que dicho cientifico sugiriera que consideracio- nes no empiricas sobre la naturaleza humana, y no digamos especu- lasiones tépicas sobre las posbilidades humanss, consiuyen ol punto de referencia de la sociologia industrial, es precisamente eso “ La teotia social, bos Jo que reconoce de forma implicita al referirse a la obra de Mary Finalmente, la concretizaci6n que proporcionan los clasicos les otor: ga potencialidades tan privilegiadas que el tomarles como punto d referencia adquiere importancia por razones puramente estratégi Tinseramentales. Cualquier cientifico social ambicioso y cualgui escuela en ascenso tiene un interés inmediato en legitimarse vis-d-vif de los fundadores clisicos. Y aun en el caso de que no exista ui interés genuino por los clésicos, estos tienen que ser criticados, res lefdos o redescubiertos si se vuelven a poner en cuesti6n los criterias normativos de valoracién de la disciplina, Estas son las razones funcionales o extrinsecas del status priviles giado que la ciencia social otorga a un grupo reducido y selecto Obras anteriores. Pero en mi opiniGn existen también razones intrin# secas, genuinamente intelectuales. Por razones intelectuales entiendo = que a ciertas obras se les concede el rango de clisicas porque hacer}. una contribucion singular y permanente a la ciencia de la sociedad. Parto de la tesis de que cuanto mas general es una discusin cients fica menos acumulativa puede ser. ¢Por qué? Porque si bien los compromisos generales estin sujetos a criterios de verdad, es impo: sible establecer estos criterios de forma inequivoca. Las valoracione: generales no se basan tanto en cualidades del mundo objetivo —so- bre el que con frecuencia es posible alcanzar un acuerdo minimo- como en gustos y preferencias relativos de una comunidad culeu concreta. EJ discurso general, por tanto, descansa en cualidades pro: pias de ia sensibilidad personal que no son progresivas: cualidad: estéticas, interpretativas, filosdficas. En este sentido las variaciones#: de la ciencia social no reflejan una acumulacién lineal —una cuestiény susceptible de ser calculada temporalmente—, sino la distribueién de: Ja capacidad humana, esencialmente aleatoria. La produccién de? agrane ciencia social es un don que, como la capacidad de crear} “gran arte (cfr. Nisbet: 1976), varia transhist6ricamente entre so=% cicdades diferentes y seres humanos diferentes §. z = Taba an ml afin pn elas cna 3 cas on ie eee ee eee cee en re eee a a a a shite cts fot lms ac as Wal restablecié en circulos de finales del siglo x2x por motivos que posteriormente se haa. cea sem ents cypdntan Say dlensoredcmpleabas gomentos cuya vague y confusién no podian haber justificado estéticamente su arte, En este sentido, Ke sf autor, «es dificil que las instituciones culturales.... puedan funcionar normalmente ‘sia Pe Gap ore a centralidad de Jos eisicos i" ey escribi6 que la «vida humana como punto de partida Glrndero propercona el primer rasgo estructural basco de ‘humanisticos; pues estos se basan en la experiencia, e solic y manerimiento de la vida» (1976, p-186). En otras compres cencia social no puede aprenderse mediante Ja mera palabras 1 ina forma de resolver problemas empiricos. Dado que iii objeto la vida, la ciencia social depende de Ia capacidad ‘iene Por cientlico para entender la vidas depende de las capacida- det pron ceacicas para experimentar, comprender y conocer. En mit des jo este conocimiento individval iene al menos tres caracteris- theas distintivas: Dileh context 1. La interpretacion de estados mentales “Toda generalizacién sobre la estructura o causas de un fendmeno social —una institucién, un movimiento religioso o un suceso poli- soa “depende de alguna concepcién de los motivos implicados. Pots la exacta comprensién de los motivos requiere, sin embargo, hans capacidades de empatia, perspicacia e interpretacion muy desa- wriladas A igualdad de los demas factores, las obras de cientificos wreiales que manifiestan tales capacidades en grado sumo se convier- Seren cLisicos a los que tienen que referirse quienes disponen de SEpacidades ms medioeres para comprender Jas inclinaciones sub sofas de la humanidad. El vigor de la de Kf ultimas obras de Durkheim se debe en gran medida a su notable capacidad para intuir el significado cultural y la importancia psico- Jogica del comportamiento ritual entre los aborigenes australianos De modo similar, no es la herencia interaccionista de Goffman 0 sus méodos empiricas los que han convertido su teorfa en un paradigma pape el microanalisis del Compartimiento social, sino su extraordina- Ea sensibilidad respecto a los matices del comportamiento hurmano. Pocos autores contemporaneos podran alcanzar jamas el nivel de perspicacia de Goffman. Sus obras son clésicas porque es preciso Fecurrir a ellas para experimentar y comprender cual es la verdadera Bene cee eee eer ierprenaciones son errénease, sostiene que «no obstante, algunas de elas son buenas én lacién con su fin Gamo. (1985: p91). gPor que? «Una interpresacién suficien~ {emente bucna es la que estimula o posbilita determinadas formas necesarias de aten- in, Lo que importa... es que esas maneras de inducir dichas formas de atenciGn dehen seguir existiend, incluso si en limo término todas cllas dependen de la ini»: La nocién de «suficientemente buena» seré historiografiada en mi posterior discusiéa de Jos debates sosiologicos sobre los clasicos. 46 La torts socal 2. La reconstruccion del mundo empirico Como el desacuerdo sobre cuestiones de fondo abre a la dulfs incluso los propios seferentes empiricos objetivos de Ta ciencia so, Gal, no ¢s posible reducir en ella la complejidad del mundo objeting” aplicando fa matriz de controles disciplinarios consensuales. La pacidad de cada cientifico para la seleccién y la reconstrucciGn ad), Guicre una importancia acorde con este hecho. Una vez mas enconp tramos el mismo tipo de capacidad creativa ¢ idiosincrasica para representacién normalmente asociada al arte. Como oe firiéndose a los clisicos, «mediante el poder creativo de su pensat miento.... manifiestan la continuidad histérica y humana que hacé su experiencia representativa de la nuestra» (1978, p. 366). : La capacidad de representacién depende no sélo de la perspicaci: sin tambien de ese slgo evanescente Iamado sisvematca: clos cambion en el conocimiento socolopico acu En'igs problemas y lor centror de interés de la socologta nos permiten coco fmuewas ideas en una obra que ya hablamos leidoo- Reconoee, ademas, que ci cambios pucden Originarse en =desarrollos recientes dle nuestra’ propia vida inte Sl Ein puede mciveure como rxgrospicto ea peel seman me la socilogia actual haga referencia a lor clasieos, ex decie, como reconocimi, Meee po de wistemstia historicar en conta del cual Merton cacribio la D2 principal’ de su ensayo. Guiza por tal razon Merton matiza inmedizeamente a Elman con uns quova vergién de su tess empiisa y acumulacionista, La a dle que sen muchas obras anteriores se manifiesten cosas ‘auevas» esque =cada 205 fendracion acumula 50 propio repertorio de conocimientos= : los elésicos ” La cenralidad de | monte de los propios cientificos sociales. Dedicaré la presente sec- Gon a esta paradoja : " uaque contisuamente hacen de la obra de los clisicos el tema de ar discurso, los cientificos sociales “en conjunto—no reconocen ds Nproceden asi para elsborar argumentos cieniicos, ni tampoco ue POteien actos de interpretacion como parte de ese discurso. $e ver se aborda la cuestiGn de por qué estin discutiendo los Raft Jo. En lugar de esto se da por supuesto que Ia discusiGn es el cists normal de actividad profesionalmente sancionada. Es in- feeanve que se piense en la posibilidad de que esta actividad tenga te ceter teprico o inverpretativo. Por Jo que concierne a los partici~ cee ion el debate, simplemente intentan ver a los clisicos como fon «en realidad, fannie Ham falta de conciencia de la propia actividad no es el reflejo de fan ingenuidad te6rica. Al contrario, caracteriza alguna de las discu- Hones interpretativas més elaboradas que ha producido Ja ciencia social. °C ejemplo més célebre es Ja presentaci6n que hace Parsons de su tesis de la convergencia en The Structure of Social Action (1937). Esa obra, un tour de force interpretativo, sostiene que todas las principales teorias cientficas del periodo finisecular subrayaban el Papel de los valores sociales en la integracién de la sociedad. Parsons Febende esta lectura mediante una conceptualizacién creativa y nu- fnerosas citas, peto es sorprendente que no reconozca en absoluro {que se trata de una interpretacion. Insiste en que ha levado a cabo dina investigacién empfrica que cs «una cuestién de hecho como otra cualquiera» (Parsons: 1937, p. 697). En efecto, el nucvo analisis par- soniano de las obras de los clasicos es el resultado de cambios en el mundo objetivo mas que la consecuencia de nuevas cuestiones plan- teadas por el propio Parsons. Los clasicos descubrieron valores, y este descubrimiento es el nuevo dato empirico para la obra cientifica de Parsons. Su anilisis, por consiguiente, y al descubrimiento de nuevos textos marxistas. Roth (1978, pp. XXXIHI- XO) sostiene que su lectura antiparsoniana de Weber resulta del acceso a secciones de la obra de Weber Economia y sociedad que no se habian traducido hasta hace poco, y Mitzman (1970) afirma que su interpretacion marcusiana de Weber procede del descubrimiento de nuevo material biogrifico. 50 La teorta social, hy Por supuesto, a la fu de mi argumentacién anterior esti clar que tales Eencional de lr objetividad. De modo similar, en la discusion de ls: clasicos la intencionalidad de los cientificos sociales se haya oculta,. ‘no solo a las personas ajenas a la ciencia, sino, normalmente, inclusd: a los mismos actores. Las intenciones que convierten a los clasicos en lo que son —intereses te6ricos y praxis interpretativas— estin, fenomenologicamente aisladas. De aqui se sigue que investigar estos intereses tedricos y estas praxis interpretativas supone ejercer lo que Huser! lamaba en [a reconstruccién de Parsons eran Marshall, Pa- 13s “Apurkheim y Weber. Parsons sostenia que fueron ellos — eo. Todo Durkheim y Weber— quienes formaron la tradicién el soot a que debia partir toda sociologia futura, ‘ie, cckecion de obras anteriores no fue la tinica tazén por la que lt obra de Parsons del afio 1937 adquiri6 tal importancia; tam- Hee ee debid a su interpretacién de los textos elegidos. Parsons ptenias sin duda con cierta ambigiedad (Alexander: 1983), que Sst socidlogos enfatizaron Jos valores culturales y la integracion SSaal. La agudeza de su intuicién conceptual y a densidad de su SFgumentacion textual le permitieron a Parsons defender esta inter- pibucion de forma extremadamente convincente. En otras palabras: Freeito de su tesis sobre los clasicos se debid a su praxis interpre- tativa, y no —como el propio Parsons ba sugerido (vid. supra)— a la naturaleza empirica de su descubrimiento. Esta interpretacién, a su vez, estaba inspirada por intereses te6ricos. Solo retrospectiva- mente ha comprendido la comunidad socioldgica que incompleta era fa lectura de Parsons, y cOmo su interpretacin de esos autores cli sicos estaba concebida de forma tal que apoyara la tesis teérica sis- tematiea que Parsons pretendi6 justificar posteriormente mediante estos textos. ‘En su crucial discusi6n de la primera gran obra de Durkheim, por ejemplo, Parsons interpretaba el capitulo quinto del libro pri- mero de La divisibn social del trabajo —la discusion, ahora célebre, Sobre los elementos no contractuales del contrato— como un argu- mento en favor del control normativo y cultural en la vida econd- mica. Pero puede defenderse, por el contario, (Alexander: 1982, pp. 124-40), que la intencién de Durkheim en este capitulo era subrayar Ia necesidad de un estado relativamente aut6nomo y regulador. Ade- mis, Parsons ignoré por completo el libro segundo de La division 54 [La teoria social social del trabajo, en el que Durkheim presentaba un anilisis eco} gico, incluso materialista, de Jas causas del cambio social. Parson Sugeria asf mismo que la Giltima obra de Durkheim, Las formas ele mentales de la vida religiosa, representaba una desviacion idealis, del tratamiento pluridimensional de la solidaridad que habia formu: lado en su escrito precedente. Sin embargo, Parsons dificilmente eg. taba en condiciones de extraer esta conclusi6n, dado que en realidal= pas6 por alto partes importantes de su anterior escrito. Parece muy. cho mas probable que los iiltimos escritos de Durkheim fueran co? herentes entre si. En caso de que sea asi, ese idealismo que a Parson Je parecia una desviacion seria una caracteristica de la obra mas maz dura de Durkheim. La precipitada lectura parsoniana de Durkheim: tuvo como consecuencia que su insistencia unilateral en la normati, vidad de los iiltimos veinte attos de Durkheim quedara, en bueng medida, a salvo de criticas. La interpretacion parsoniana de Durkheim —no a pesar de 5 brillantez, sino a causa de esta— estaba, pues, inspirada en los inte, reses tedricos que en él periodo posterior a la publicacion de 14 estructura de la accién social sirvieron para establecer las lineas macs tras de la obra funcionalista; cosa que, con mayor motivo, cab afirmar de su andlisis de Weber. En primer lugar, Parsons ignoré tensién irresuelta entre la teoria normativa ¢ instrumental que im, xregna incluso la misma sociologia de la religion de Weber. Sin emy. argo, es todavia mas significativo que ni siquiera tuviera en cuentg: Ja sociologia politica sustantiva que Weber desarrollé en Economia’ 'y sociedad. lag discusiones histGricas de la transicion desde la enc: nomia doméstica patriarcal a los sistemas feudales y patrimoniales,. discusiones que giran casi exclusivamente en torne a consideraciones antinormativas. Parsons pudo defender una interpretacin de Weber’ asada en Ia idea de que Ia sociologia politica de dicho autor estaba entrada en el problema de Ia legitimidad moral y politica solo por que ignoré esta parte esencial de Ia obra weberiana, En los afios que siguieron a la Segunda Guerra Mundial la se- leceidn ¢ interpretacion parsoniana de los clasicos lege a ser ampli, mente aceptada, Su vencracion hacia estos autores clisicos era per sonal y manifiesta, y contribuy6 eficazmente a que sus conte Féneos sintieran del mismo modo, En cada nuevo paso de su poste rior desarrollo teérico insitia en que la teoria funcionalista cra una continuacion logica del camino que habian abierto estos ancecesores Y, en efecto, en cada nueva fase de su actividad te6rica posterior Parsons «retornaba» a Weber y a Durkheim, y cada relectura le permitia comprender las promesas y los problemas de sus obras, desde la perspectiva del nuevo paradigma funcional que estaba gestan- \ cena de on isis . ss ga introducci6n a la traduccién colectiva de la obra de abe eg Social and Economic Organization, Parsons (1547) eo epee ue Weber habia subrayado con acierto el contesto va- considera hy mercados y el transfondo cultural de la autoridad, torativa O° ba que su teoria de la burocracia insistia excesivamente pero, aie In jerarquifa porque descuidaba la socializacién y las en el PaPrafesionales. Fs sabido que ambas cuestiones constituyeron For ee The Social System (Parsons: 1951), que aparecié cuatro al tome pugs. De modo similar, Parsons investig6 el tratamiento de asics despiign social en Durkheim en el seno de su propio analisis la iovfferenciacion interna de los sistemas sociales (Parsons: 196 avo que Durkheim se habia ocupado de la diferenciacion de EeoRe, normas ¥ valores mucho mas de lo que él mismo habia ios ga interpretacion de bacia treinta anos, Y cuando Par- pense prendié el trabajo de conceptualizar una teoria evolutiva del aon ie eicial, demmostro en tna extensa investigacin de la teoria de tition de Weber que este también tenia un enfoque evolutivo, se eee pellah (1959), uno de los discipulos mas cualilicados de Gfabet te hebia encargado de demostrar respecto a Durkheim varios fos antes : so dalmarate, tenemos el caso de un te6rico cuyo status clisico yarsons 5010 reconocid postetiormente, y_cuya anterior ausencia, Panett. wate de corregir con urgencia, En fa teorfa funcionalsta pot suia de Parsons, que se presento por primera vez en 1951 con la publicacion de The Social System, la socializacién desempeiia un pa- PY principal y el iendmeno se abordaba desde un punto de vista Pecpnaltco. Fn su prelacio a ediciones posteriores de The Structure 5 Social Action, Parsons lamentaba no haber incluido a Freud ex Shell selecein de autores clsicos. Ciertamente, el no hacerlo se hebia convertido en los afios cincuenta en algo peligrosamente ané- mnalo, Dada la centralidad de los clisicos, el hecho de que Parsons mitiera una discusién autorizada de Freud dej6 expuesto su fun- cionalismo psicoanalitico a serias criticas. Los freudianos antifuncio- nalistas podian aducir que la teosia psicoanalitica no tenia nada que ver con la socializaciéns que, al contrario, ponia de relieve la desor- ganizaciOn de la personalidad y su rebelign frente a la civilizacion. partir de 1952 Parsons (19642; 1964b; 1955) dedied wna serie de ensayos a demostrar que Freud veia en la introyecciOn objeriva la base del desarrollo de la personalidad; la introyeccidn objetiva, por supuesto, no era mas qué la interiorizacién de los valozes con otro nombre. Cuande a finales de los afios cincuenta surgié una corriente ted- rica y empirica opuesta al funcionalismo, la interpretaci6n parsoniz~ tia de los clisicos se convirtio en uno de sus temas principales. Tam- Ens Ff. a teorta social bg poco estas eriticas constitufan un intento consciente de deconstrug’ ion, es decir, no se trataba de un movimiento que desvelaba intereses teéricos subyacentes a la argumentacion clisica en cuan tal. Mas bien se trataba, sobre todo, de «poner en orden los hee! histOricos», Ademés, se atribuian exclusivamente al propio Patso los intereses teoricos y estrategias interpretativas, si es que liegabs admitirse su existencia: por lo que se refiere a sus propias inves gaciones, los eriticos de Parsons tenian, necesariamente, que conse Var intacta su actitud ingenua, Da testimonio del poder de Parsons el hecho de que en las p: metas etapas de este proceso las ausencias mas sorprendentes de interpretacion de los clisicos fueran las que menos avencién atraj ron. Hinkle (1963; 1980) defendia la legitimidad de la teoria amex cana anterior, tanto en su vertiente institucional como en su vertici=” te praguiticn, sugiiendo que podia considerarse por derecho prom como un cuerpo de veoria elaborada. Sin embargo, es posible vee que, en realidad, su tesis defiende la construccin teorica de Parson apuntalando su propia concepcién de a historia, como indica titulo del temprano articulo de Hinkle «Antecedents of the Acti Orientation in American Sociology before 1935». En su tesis dogg toral sobre la teoria de conflictos en Ja sociologia americana antetiok Coser atacaba con mucha mayor agresividad la seleccion de Parsons ctiticando la orientacién de sus problemas y apoyandose en la teor institucionalista. Sin embargo, solo se llegé a imprimir un brey resumen de la tesis de Coser (Coser: 1956, pp. 15-31). = Levin comparaba a Simmel y Parsons en su tesis doctoral de 1957, sugiriendo que, come minimo, existia cierto paralelismo ent Parsons ¥ un importante autor anterior que habia ignorado comple tamente. Sin embargo, tampoco esta tesis se publicé hasta pasados mas de veinte anos. Cuando finalmente salié a la luz —en una seng* impresa en offset dedicada a la edicion de libros agorados o de text doctorales no publicadas— Levine (1980) hizo mas criticas y expli citas las implicaciones de su introduecion de Simmel. En una nuevs introduccion recalc6 la decision de Parsons de climinar del manus ctito definitivo de The Structure of Social Action el capitulo qué habia redactado sobre Simmel. Esto demostraba, en opinion de Le vine, que Parsons habia efectuado su seleccién de los clisicos part apoyar su «sesgado» interés teérico aprioristico. Parsons excluyo 4° Stunel porque incluislo bubiers supuesto extender una influent antifuncionalista. Aunque no cabe duda de que esa critica de la au sencia esta justificada, no lo esta Ja interpretacién de Levine. Su test de que el mero hecho de incluir a Simmel hubicra significado pre sentar una vision antifuncionalista se basa en el supuesto empirist: de que Ia obra de Simmel tiene wn significado inequivoco. 7 37 ae Tos ics scented argo, la més conspicua de Jas ausencias en la interpreta- 5 eee Ma figura. de Karl Marx, no recibio una atencion cin UF dan esta primera fase. Mas adelante sugeiré que Marx generalizadt Clase por primera vez solo a través del debate origi- emp a TSeno de la escuela parsoniana y bajo el aspecto de la aado eno Senllieto>. Solo. una vez que los funcionalistas habian steoria det om por sus, eriticos se elevé a Marx a la categoria de sido. succes Pexplicita, Cuando en 1968 Zeitlin desbarat6 la in- clisico oe de Parsons afizmando que los clasicos parsonianos eran expecta tes cuya obra. solo podia entenderse como reaccién, 3 conservadore® codavia despert6 una atencién relativamente escasa Mars tho, se convirtieron en el centro del incipiente movimiento ancfuneoylta suensat missles en Ta ntexpreacin parionia a "Weber y Eread. El interés teorico principal con- ee ea saan de una tcoria sociolégica més orientada al Sit om poder, mis centrada en la economia; existia un interés cst de For recuperar la importancia de la acciGn contingente Fm e To que se consideraba Ia insistencia parsoniana en el orden frctet go como tal. Asi, a mediados de los aos cincuenta Gouldner diss Ia primera traducci6n inglesa de Socialism and Saint-Simon, de cain ere upa obra de su etapa media a la que Parsons nunca se pees yeferido, Gouldner sostenta que esta obra demostraba la exis- babi tieun Durkheim materialista y radical enteramente opuesto al fenci Seirina funcionalista. El que la praxis interpretativa de Gould- sa ect grosera y. mal fundamentada en comparaci6n con la de Fer ons wlica, sin duda, el éxito relaivamente eseaso del libro, ao lo que importa son los intereses teGricos que subyacen a la resis Bere liners Giddens (1972) sostuvo la misma idea en un perfodo sviche inis turbulento y mediante una interpretacion mucho més tlaborada. Sw texis de que Durkheim, lejos de diverge de Mars 2 sees tepectn, coineidia ton él en su interés prioritario por las cues- Se ee pemioinicts iastiucionales ~llegando a afismar que Durk- fim jamas se ocupo del «problema del orden» parsoniano— de- Cimpeid un importante papel en el rechazo de la teoria funcionalista th ayuel periods posterior, De hecho, en el proceso de elaboracién del enfoque neo-marxista del andlisis estructural en el que se encon- traba trabajando, Giddens rechaz6 tajantemente la concepcién evo lucionista parsoniana de la obra de Durkheim invirtiendo el analisis de Parsons, degrad6 Las formas elementales de la vida religiosa y {Neccsito subrayar que estay hablando Gnicamente de Ia discusién en la dis- iplina rociologica definida en sentido estricto? En Francia y en Aleman puesto, Marx siempre ka sido cl centro de un amplio debate intelectual Sanze y en la Escuela de Franlefort 38 La teora social, afirmd que La divisién del trabajo social constituia la obra mis i portante de Durkheim. Martindale (1960) y Bendix (1971) ata de forma distinta la interpretacion voluntarista de Parsons, Coy weberianos interesados principalmente en las cuestiones del pod, de los movimientos politicos y de la contingencia, insistieron en ag el plantcamiento de Durkheim era en realidad organicista y ancy dividualista Como es sabido, Bendix se dedicé a demostrar que el «autény co» Weber no tenia practicamente nada en comén con el retr normative que puede encontzarse en la obra de Parsons. Bend sostenia que el Weber de Parsons se basaba en traducciones idcalis erréneas de términos clave, como [a caracterizacién parsoniane fi Herrschaft como 9 ‘x enaidad de foe clisicos sino también en oposicién al propio Parsons. Pues en iG periodo de postguerra que marcé Ia ascension de 2 ‘rans PT ve habfa convertdo en un clisico contem= Parsons, eee] punto se habia envuelto en un carisma numinoso FCO icionés de Parsons llegaron a ser veneradas por si mis- aque las afirmartvydas no por su solidez tedrica, sino porque eran Tass et ayas. En consecuencia, la interpretacion de la obra de suyas Y Sol0 ot ger una tarea secundaria (vid. Alexander: 1983), pues Probar que Parsons dijo 0,0 dijo algo se consnié en Io mismo a tesis tebriea per 30. form aeons, tect eocuekes que ee desarvollec ono remolque de las calies antfuncionalvas centan una doble see erecta Yan que encontrar nuevos clisicos; por otra, tenfan Por una Pitvravarse de ese contemporaneo recientemente elevado. a Pe seserride elisico, Podemos observar este doble aspecto en la fisdacion de toda escuela tedrica nueva. Era preciso Sistinguig a ancsas de los elasicos mas antiguos. Esta tarea se cumplié en dos ore a primer lugar, sosteniendo que los clasicos no eran lo que Bas0s: SO fimaba que eran; en segundo lugar, sosteniendo que Par canals que se habia pretendido que era. Esta doble interpre serssrge maniffesta con toda claridad en una serie de ensayos Tuy Gikeutidos en los que Pope (1973) y sus colegas (Cohen, Hazel- oee'y Pope: 1975) propugnaban la que este pir Ents entre 1938 y 1950, y —lo que quizd sea més sigaificativo— el hecho de que sa teoria abords dircctamente el problema del cambio desde la publicacién de The Social System en 1951. Esta destruccién de Parsons estaba simbdlicamente vinculada a la interpretacion de de Parsons, 7 La teoria social, Weber y Marx. Rex saludé a Marx como teérico del conflicto ange superestructuralista; Dahrendorf present un Weber exclusivam interesado en una teoria del poder coercitivo, La interpretacion los clisicos de Coser diferia, porque afirmaba que los maestros ricos del conflicto y el cambio eran Simmel y Marx. Un aio ant de la publicacién del libro de Coser, Bendix, el critico de Parg desde el campo weberiano, habia senado las bases de esta tes el mundo angloparlante: en 1955 habia publicado una traducci trabajo de Siminel Conflict and the Web of Group Affiliations, teorico sistemitico mis imporiante de la escuela del conflicto, ¢ Ilins (p. ej., 1968; 1975; 1986) ha continuado criticando Ja elevac de Parsons a la categoria de clisico y reestructurando la ami tradicion clisica de modo muy similar : La teoria del intercambio hizo su primera aparicién con la cot tribucién de Homans (1958) al nimero del American Journal Sociology que conmemoraba el nacimiento de Simmel. Despue que Homans elaborara los aspectos sistematicos de esa teoria = Social Behavior (1961), defendié su legitimidad reinterpretando.e clisico contemporineo predominante en el discurso que pronundf como presidente de la Asociacién Americana de Sociologia tres ai; después. Este discurso, «Bringing Men Back In» (Homans: 19 presentaba una lectura de Parsons como «accion antihumanas, y B tino de los mejores discipulos de Parsons, Smelser, como. secret mente antiparsoniano. Esta lectura se convirtié en Ia justificacity: polémica més importante de la teorfa individualista durante los ater Siguientes. Hasta pasados unos aiios no se llevS a cabo una funds mentaciOn tebrica mis positiva de la teoria del intercambio (p. ef Lindenberg: 1983) en favor de la centralidad de la economia polit de Adam Smith, Al principio, la situacién interpretativa de la esnometodologia ft bastante diferente. Garfinkel (1965) intento introdueit en un primes momento Ia obra de Schiiez entre los clasicos, al lado de la de Webs= 7 la de Parsons, tanto porque los axiomas bisicos de Garfinkel err eras pardfrasis resumidas de obras fenomenol6gicas. anterior “Cosa que durante muchos afios él mismo fue el primero en adm tir como porque st ambicion teorica todavia no estaba lo suficien temente desarrollada en esa primera época. Sin embargo, cuands Garfinkel hizo explicita su imenciOn de crear la escuela etnomet > dolégica, su relacion con los clasicos se hizo mucho mas complej, Ya no bastaba con hacer una lectura individuaista de Sehitz, lect que encubria la simpatfa de Schiitz por el énfasis de Weber en lo valores sociales, Las referencias ala obra de Schatz per se se hicierer escasas y espaciadas, pues Ia etnometodologia (Garfinkel: 1984) es: taba en trance de presentarse como corriente surgida Gnicamente dt ncentaiad de os cisions a mismo tiempo, se invirtié la interpretacion fo Garfinkel, Garfinkel necesitaba ace : os para sustentar una alterpativa a la teoria status casico de Parcmodos, se vio obligado a actuar asi, pues sus Ee eee eoricos le hicieron contemplar a Parsons de for- distintos interes Garfinkel insistia en que para Parsons los ac- ona diferente, Anor*siturales» que se conformaban a las normas irre eran . borar trabsios da polémica de Blumer (1969) contra Ja teoria de 1 aperre mica que contribuyé recuperar a Mead como «patrén» Fars teraccionisme simbélico (cfr. Strauss: 1964), tuvo el mismo del inceraccionierito tiempo, otros interaccionistas (Stone y Farber- efecto Ye) afirmaban que ia obra tardia de Durkheim, lejos de cons- man: 1967) a Tacion del orden moral, en realidad constituia um i ne as los obetivos indwvidualisas del pensamicnto pragms- tic. pene : : sociologia radical gan6 terreno de forma muy similar, part: cape erie Ptados Unidos: Los libros esencales de esta co- cee mbos pabcados en 1970, fueron A Sociology of Sociology: Teme ens y The Coming Crisis of Western Sociology, de Gow ce ibajando desde dentro del contexo hiberal americano, ning Per te estos dos autores defendié directamente la centralidad de! 1 oe Glssico que Parsons habia excluido, 2 saber, Marx. En lugar Peri cemnbos discutieron la vigencia ideol6gica de Parsons. Si po- eo. aurrarse que Parsons estaba de parte del Establishment po- Ci seme qiedarian legitimadas las posibilidades de una socio Jogia alternativa y radical. Asi, mientras que te6ricos anteriores (p. Ge tfacker 196) sion selado Ts tenon entre las teoias 38 cen ich teats de inerpretar a Parsons como idedlogo del es- fado burocritica-teenocritico, y Gouldner lo alineé con el capita lismo individualista pre-burocratico. La reinterpretacién preparé el aa anara diez alos de trabajo sistemitico empirico ¢ historiogrs- Fale Pagaierdas, gran parte del cual aparecid en las paginas de la tists de'Gouldner Theory and Society, que trataba de «tenovar> Ik sociologla partiendo de Jos clisicos de fa teria del conflicto, la Saomeiodolcgia y Ia teoria critica de Gouldner. Flasta finales’ de Gre periodo, Goulldner (1980) no realiz6 ningun incento ambicioso de shuar a Marx entre los clisicos, Constituye un fenémeno reve- Taos de Ie fatima sclacin entre la historia fa sstematca el hecho la época en que compuso esta dltima obra —una época $6 FE tas Brsveses fricos & ideologicos habian tomado clara- estudios empiricos. Ge Parsons por parte d a La teoria socal mente un cariz. antiestalinista— Gouldner habia comenzado a ing pretar las implicaciones de la obra de Parsons con respecto a olitica contemporinea mostrando mayores simpatias por el Ii Esmo (Gouldner: 1979; 1980, pp. 355-73). E Parece coberente con este proceso el hecho de que en Ia fase fi de la demolicin de la interpretaci6n parsoniana de los clasicos produzca un ataque historicista a los fundamentos facticos de la obj publicada por Parsons en 1937. Se sostuvo que Parsons habia torsionado los clisicos al seguir un método ficativos. En 1972 Lukes publicé una biografia intelectual de Durk- heim que fue acogida como la obra interpretativa mas importante de Jos iiltimos tiempos. En su examen aparentemente minucioso de las de Parsons, aparecié finalmente Marx como clasico por ho propio. Para los te6ricos europeos y para los jévenes te6~ derecho Pranos, Marx parecia el Gnico clasico al que tenia que yicos amr iencia social. Fl juego de la ausencia y la presencia en genus Uo eGiones de Marx’ lleg6 tener una importancia funda- Jas interPrmanistas como Avineri (1969) y Iukacksianos como Oll- WAI) se mostraron partidarios del joven Marx, pero acabo mit jriendo una amplia aceptacidn la interpretacién de Althusser, salquirienSs sistemitica y exigente (Althusser: 1969; Althusser y Ba~ ue 970), en Ia que se defendia la centralidad de la obra postetior Ie'Mars. Obras como los Grundrisse, el esbozo, primitive de El Jal, fueson traducidas e inmediatamente debatidas —p. ej., com- capital Nicolaus (1973) con McClellan (1976) ""— a la luz de sus Pnlcaciones para esta discusidn interpretativa, La cucstion de sila oP fminencia correspondia a la obra del primer Marx o a Ia del Marx Peeguro desempend un papel crucial para determinar el punto de i encia empirico —-formacidn de las clases o superestracturas idea~ Gonales, procesos econémicos o alienacién, clases trabajadoras nue~ $7) anuguas-— de una amplia variedad de investigaciones. En Inglaterra, por ejemplo, surigié una importante corriente de trabajo empirico denominada «estudios culeurales> (p. ef., Bennet e dL: 1981; Clark et al.: 1979; Hall et al.: 1980). Centrandose en cl Sudio de los simbolos y su relacion con los coniflictos de clase y os conflictos sociales, este movimiento se inspir6 (vid. Cohen: 1980; Hal: 1981) casi exchusivamente en autores pertenecientes a la tradi cin marxista, desde la version de Williams, caracteristicamente bri- tanica, hasta la mas ortodoxa tora althusseriana de los aparatos ideologicos del estado, Ni Durkheim, que eu le interpretaciga de jegemonia an (19 er ke ee re Bes Sais ieee es ee sae rumen ce ey Sans con pag et Slee trae in mt ce enh cn ln Cra ee esnata reeea eneene eea al omc od arts (> ek os, Meas ea Sez ae oe ate coins dl rma Mar 7 os Gon Bescon mpeg paar bee enue: oy Cronies oe oan cmon Mauri oe Pa Uc eA, Aan ewe de ee tee ae ale eer jens foleb ge cela rn on Ets oa Slosofia hegeiada por pare de Mane- (Nicolaus: 1973, p. 1). “ 1a worn soca, Parsons era el padre de la teorfa simbélica, ni Weber, ni ciertameiiie: el propio Parsons, tenian un status ejemplar on opiniGn de esuge investigadores britanicos. Puede cncontrarse un contraste alecciogs dor en €] movimiento americano de anilisis cultural, que habia eng talizado anteriormente en tomno al andlisis de Ia religién civil Bellah (p. ¢)., Bellah y Hammond: 1980). Como habia sido deriv de Durkheim y Parsons, diferia de la tradicién britanica en aspect: empiricos, ideolégicos y tedricos fundamentales. Pocos contrast ofrecen una prueba tan concluyente de la importancia determinanigy: de las obras clasicas. f No sélo se habjan rechazado las interpretaciones de Parsoa sino que cada vez eran menos quienes le consideraban un clisi En la microsociologia, los debates sobre Homans, Blumer, Goff: y Garfinkel reemplazaron a los debates sobre Parsons; las discusi hes sobre el significado de la obra de estos autores eran las que ao se consideraban equivalentes a la teorfa sistemstica. En la macros ciologia, Parsons habia sido tan abrumadoramente desplazado pai” una amalgama de la teoria del conflicto y de la teoria critica que ld nuevos métodos «estructurales» pudieron negar los fundamentos empiticos y clasicos (p. ¢j.. Lieberson: 1980; Skocpol: 1979; man: 1977), Se aleanz6 un hito en esta negaci6n de su rango clasi con la publicacién en 1976 de New Rules of Sociological Method, Giddens, quien no solo manifestaba que las ideas de Parsons erate! perjudicfales para una buena teoria, sino, ademés, que los clisico de Parsons —Durkheim y Weber— cran los mayores obsticulos i futuro progreso teérico. Giddens (1979; 1981) comenzé a desarrollat un elenco de clisicos enteramente diferente, en el que tampoco — cluyé a Marx. En esta fase, sin embargo, parece que ¢l esfuerzo por superar interpretacién de Parsons deberia considerarse un movimiento per dular mas que una sucesién progresiva. Los primeros esctitos qué intentaron «detener la avalancha» desde la tradici6n parsoniana Fis senstdat (1968) sobre Weber, Smelser (1973) sobre Marx, Bellah® (1973) sobre Durkheim— fueron un fracaso. Sin embargo, intentoxs més recientes de mantener no solo la centralidad de los clisicos 4, Parsons, sino también su caracteristico interés por Is dimensiones | culturales de las teorias de estos autores clasicos han tenido un éxito: mayor (Alexander: 1982b; Habermas: 1984; Schliichter: 1981; Sei man: 1983a; Traugott: 1985; Whimpster y Lash: 1986; Wiley: 1987: La descripcién de la teoria americana como una alternativa indiv; dualista al colectivismo de los clasicos europeos también ha emper: zado a ponerse en tela de juicio (cfr. en especial Lewis y Smith’ (1980), pero también Joas (1985). Cierta corriente trata incluso é& restablecer el status clisico del propio Parsons. En un notable cam.’ sited de os lcs 6s ici labermas ha afirmado que «en la actualidad, no es si de ic, Habeas tas osu oo pose vor relacion coo Parsons» (1981, p. 297) Mi propia obra clarifi ‘erene puntos de vista muy parecidos, y sugtero que 9835 198) ora tradicion ‘epeofuneionalistay basada en una todavia es posible pitsons y en los fundamentos clisicos de este seo ante, se estan explicando y crticando (Alexander: 1984; autor, Fins) las presuposiciones del «nuevo estructuralismo; cier- se ioe (por, ejemplo, Alexander: [en preparacion], 1987b; £8 tebricos, ex pan comenzado a mantener que las ideas de Du ‘hompsor [a estructura desempefian todavia wn papel signifieativo, cm sobre bien comparten importantes analistas empiricos de esta fe ee fp. eh Penton: 1984; Hun fen preparaci6n], 1987; O"Con- » eaugott: 1984). ee aie dal inher sobre los elisicos en el periodo de post- ocean Sido necesariamente parcial. Si el espacio lo permitiera, se Fibiera investigado, por ejemplo, la forma en que las discusiones uber clésicos ayudaron a estructurar los subcampos empiricos sobre WeSiologia . Incluso dentro de los limites de mi discusién, de pose he renide Ia oportunidad ce mostrar detalladamente cmo tam Pfscus:sn participa de la actividad tedrica sistematica, por no Ir del wabsjoempirco. A petar de estas Jmitaciones sin e- fabio. ereo que el punto central de mi andlisis ha quedado sustan- beige are documentado: en la discusion teOrica «sistematica» mas faportante del periodo de postguerra, la discusion «hist6ricas sobre iMpenificado de las obras clasicas desemperié una funcién decisiv Areablecer un aucro lenco de autores elisios para Ja discsion asic de postguerra, la investigacién parsoniana tenia motivaciones seins tis y ctratégicas. Adentrindose en los escritos de Durk- iim Pareto’ y Weber, Parsons obtuvo intuiciones genuinamente huevas de la estructura y los procesos del mundo social. Al afirmar i estos autores fueroa los tnicos fundadores auténticos de la so- ‘logia, ademss, pudo socavar las bases de teorias que él conside- taba enteramente equivocadas. Su pretensin de haber «descubierto» fos clisicos estaba motivada por intereses te6ricoss al mismo tiempo, y dadas las necesarias condiciones generales, su praxis interpretativa bys lo sulicientemente sdlida como para convencer a la comunidad T Vease a este respecto la prometedara obra de Thompson. En «Rereading the Cass: The Cate of Durkin (1985: cs. Thompson: [ea preparacion} Thompson emucstra como en el desarrollo de Ia sociologia industrial ls interpretaciones diver- gees de ela diviién socal del trabajo» de Durkheim han desempenado un papel ‘Scnciel en debates especificamente empiricos. Estoy en deuda con la discusiGn teérica ‘del ceatralidad de los elisicos de Thompson (1985), que co. parte respondia a una version anterior del presente ensayo. 66 La teoria social, hd de cientificos sociales de que Jas posiciones de esos clisicos prefigy aban su propia posicion. EL nexo dnire la sistematica hist6rica y contemporénea era fuerte que la hegemonia tebrica de Parsons solo podia ponerse ee aS cambien se atacaba su version de la historia clésica, Lae formulacion de una version alternativa se Llevé a cabo tanto releyes’s” Rigs clisicos de Parsons como creando nuevos clésicos. Las raz! oe, Satelectuales son bastante claras: las teorias poderosas admitege Uh amplio margen interpretativo. Pero la aceptacion de clsicos coy we now cambién fue eficaz desde el punto de vista funcional, pugté enmitis. que los tebricos post-parsonianos elaboraran sus esis qi) Peminog nfs o menos ampliamente entendidos. Irénicaments, ge: fquc la obra de Parsons fuera elevada a la categoria de elisica hing? IRE facil acabar con su teoria, pues ered un medio mas o mendf, TMippartido a traves del cual podian discutirse los méritos de ld dex funcionalistas, Ademés, como la teoria post-parsoniana se wat i senstruido en parte sobre Parsons, los intentos recientes de superar. Fon'velto no solo a los textos clisicos anteriores, sino también a Dita de Parsons; y esto se debe tanto a razones inteleccuales coms. a razones estratégicas. s = Hlumanismo y clésicos: por qué es errénea Ia critica historiistd Defender enérgicamente Ja centralidad de los clisicos supone mantener que existe una relaciOn inextricable entre los intereses teé- Hicos contemporéneos ¥ las investigaciones sobre el significado de= Jos textos histéricos. En la primera parte de este ensayo he defen dido esta posicién en Ia esfera de la teoria sociolégica. En la seccié precedente he intentado justiicar esa afirmacin,examinando eG Pedesarrollan realmente las discusiones sociolégicas sobre los clasi cos, Concluyendo, intentaré justificar esta afirmacién frente las ort. tieas a la centralidad de los clasicos surgidas desde las propias dis- ciplinas humanisticas. Este es el enfoque historicista de la historia intelectual relacionado con Ja obra de Quentin Skinner, al que se deben —a menudo en combinacién con sedicentes hiscorias kuhnia- pas de la ciencia— importantes incursiones en la discusién sociol6- gica (p. ej. Jones: 1979; Peel: 1971; Stocking: 1965). La particular importancia de esta critica se debe al hecho de que la critica al reduccionismo empirista contemporaneo de la ciencia social generalmente se ha originado en las humanidades. Por lo que se refiere a los clésicos, tal como el propio Merton formulé la di- Cotomia, han sido Jas disciplinas bumanisticas quienes tradicional- mente han defendido el caricter tnico y la importancia permanente a cenusidad de os soos 2 se contribuciones de Jos clisicos. Las humanidades estén més de es oe con a interpretacin que on Ja explcacion; después de mnadas oor usuncion se formalizé y plantes por ver primera ‘odes a pumanidades, Ademés, es en las disciplinas humanfsticas desde [8 I Sgeudioshistoricos decimondnicos sobre la religidn hasta vrai tana contempords~ donde eb insisido en Is me. cr ela interpretacion y de la investigacion y reinvestigacién rode ccd, de los textos lésicos. Finalmente, Is negacion de la de tia de la interpretaci6n textual para las ciencias sociales no relevaneis fa ia contena empiista de los elisicos, sino que es uno subiace seats comamente compartidos en las discusiones sobre 05: auras que Ia condena de Merton a la mezcla de historia y de liberar a le sistematica de su carga histories, f Siteme Rianer critica esa mezcla con la finalidad de pusificar la Ht eel contaminacion de la sistematic. Se trata de transfor isto discusin de los textos anteriores en investigaciones libres de mat Ie fe, puramente historias, investigaciones que, ixGnicamente, Su iMan uma forma més explicativa que interpretativa, Aunque Skin- tendficea el problema desde el angulo opuesto, su eesis tendsfa ae ee ecto. Si la historia puede ser ateGrica, la teoria puede ser ide ie clasicos pueden estudiarse prescindiendo. de la in- ahusrfcién, entonces no hay az6n para mezclar Ja interpretacién eer ee de una clencia social libre de clasicos. Skinner ofrece el Sho de historia intelectual que Merion necesitaba pero no pudo te atrat ®, Me parece, sin embargo, que su teoria historica adolece Sips carder sbstacio y antgmpiico que Ia de Meron: n0 eeede dar cuenta del papel central del debate interpretativo en los auttifos eufturales actuales. ¥ esto se debe al mismo motivo: cae en a empirisma que niega que las presuposiciones tienen un papel uaiaalfen el estudio de la vida social, Su teoria sustieue este punto Servata en nombre de la defensa de la raz6n frente al relativismo. sijeematica trata 7 Nose bien que tanto Skinner como Merton condenan por igual Ia tradicional hiss de ls tdeses Arnos; y 0 66 extra, critican que dicha historia es exe ian seen hy primera scone teensy amas que I pro Trot de Menon para un enfaque altemativo de la hisona intelectual era preuly Fs, os sds Sinner eee resumen I shores = Sten imivka que Merion no coosigaio desarollar adecuadamente. Lo que uno podia Hers oe Meno” Povo dei tdesse en contrasts com la cinmora de las Hdaa—ad saves perfectamente al estereotipo que tienen los cientifics sociales em pirsas dela nvestigncidn de los clisicas, al que consideran un po de investigacion farce src yo yo lever en meres is ne nos, Ya nos hemos relerido a un ensayo de Taroet en el que se entica ta rcv ey dcbo sosayo, Turner contasta ly cactividad tric com sla inves ‘gaciin de la historia de las eas» (1986, p. 974. 6 La teoria social, En mi opinién, sin embargo, la razén solo puede poner en su sige Jos intereses aprioristicos reconociendo su existencia. EI historicismo detesta que se introduzcan de forma anacré; problemas contemporéneos en la comprension de los textos antergie® Fes. Shiner laments que eta epeioedad de Tos parcial puede producir «mitologiase, pero no dar lugar al descubrimiesg de los propios textos (Skinner: 1969, pp. 6-7). Es claro que se jante abrmmacin se basa en el supuesto implicito de que el cine hermenéutico puede romperse, Lo que sostiene al historicismo es creencia de que el mundo verdadero, en su pristina y original glori puede revelarsele al investigador sdlo con que este sepa dénde cémo mirar. El historicismo proporciona este conocimiento medi te su énfasis en el contexto yen la intencién. Los dos supuestos mi importantes del historicismo son la idea de que el contexto intel’ tual y la intencién del autor son inmediatamente accesibles a 1G csrudios culturales De estos se sigue un tereer supues, que; tanto que implicito, bien podria ser el mas importante de todow: idea de que es posible leer y comprender sin especiales problema textos motivados e histOricamente situados. Recordemos que este ck precisamente el supuesto latente del ataque de Merton a los clisied en la ciencia social. Defender la «dificultad» de los textos clasicos’ su eautonomia relativay frente a la intenciGn y el contexto suponele por consiguiente, defender Ia propia praxis de la interpretacion. Ey. filtimo término, es preciso fundir historia y sistemdtica precisamentéi a causa de Ja importancia esencial de la interpretacién. Criticaré se: guidamente los supuestos en los que se basa el historicismo. 1. Contexto singular versus contexto infinito El historicismo afirma gue las convenciones lingiisticas de 1 periodo dado revelan el universo intelectual de cualquier obra his <- t6rica determinada. «Se sigue de esto», afirma Skinner, «que la me todologia apropiada para [a historia de las ideas debe ocuparse, ca primer lugar, de definir todo lo que haya podido comunicar con-* vencionalmente lo dicho en una ocasi6n determinada» (Skinner: 1969, p. 49; cfr. Jones: 1986, p. 14; Peel: 1971, p, 2645 Stocking: 1965, p. 8). No se manifiesta ninguna reserva con respecto a la posibilidad de recuperar ese contexto, Por ejemplo, Jones afirma sin ningsn reparo que es posible lograr «una comprensién de todo el context sociohistorico del que han surgido las teorias sociol6gicas» (1977, 355), Creo, sia embargo, que debe cuestionarse esta capacidad defi historia para reflejar la sociedad. Si mantenemos el norinalismo de Skinner, tendria gute registrarse y analizarse toda proposicion signi- sient de os eltcos ° s tn periodo hist6rico, una tarea cuya imposibilidad es Agativa de un Petco sociohistérico woral es una quimera. Si adop- anise cate errealista hemos de reconocer que las gene~ 08 una Pon necesariamente sclectivas. La seleccién, por supues- salizaciones sO" jica una comparacion con Tespecto a un estandar {oy SlemPA vuna observacion andmala Somecala eave esereeatonae anterior. Em jer parece reconocer que la necesidad de seleccionar ieeient, Binieion comtextualista que él mismo ha eratado de funds- erie a famos una P* fpentar: etietiet poder identificar el contexto que ayuda a esclarecer el significado parreel rodet ieiya hemos de baber aleanzado wna interpretacion que joa oor snrextos es mas Gul investigar como ulteriores puntos de apo- indique gh eppretacin, La relaciGn entre un texto y su contexto adecvado 32 Fito en pocis palabras, un caso de circulo hermenéutico, (Skinnner: 1976, p- 227) 2 Intencién transparente versus intencién opaca hiscoricismo, sin embargo, no es una forma de determinismo socdly wats de tomar en consideracidn la intenci6n del autor. EL Sontexto ur ‘camente sittia el texto; solo las propias intenciones del sotor pueden revelar las convenciones que trata de apoyar y superar seal Pero esta pretensiOn también se basa en una crecncia empi- Sea en Ja transparencia del universo social. Se considera que las TNenciones son tan recuperables como los contextos. A Skinner no ie preocupa el problema de descubrir la intenci6n; simplemente hay que observar «lo que el propio autor trataba de decir» (1969, p. 22). Hl contraargumento de que es endémico en tales teoriasy a Ja luz de buscar el significado de una teoria a través de la intenci6n conscie, de] autor es, seguramente, un intento del tode initil Inspirados no solo en’el psicoanilisis, sino también en Ia teo, cultural, el estruccaralismo y a semiGtica han manifestado el mie unto de vista. Criticando el intencionalismo de Sartre, Lévi-Strauge. Insiste en que la lingiiistica estructural demuestra la existencia de ui centidad toralizante> que esta «fuera (0 por debajo) de la conciendi” y.de la voluntad», y que tales formaciones lingitisticas son arquei Picas para todo texto cultural (Lévi-Strauss: 1966, p. 252). Ricoed!. sostiene un punto de vista similar. El discurso escrito solo es posibl dice, porque disponemos de recursos simbélicos que trascienden especifidad situacional y la intencién inmediata. Mal pueden cono¢ la intencién inmediata de la composicién del texto aquellos que enfrentan a los textos escritos ya redactados: «La trayectoria de uf: texto escapa al horizonte finito que vivid su autor. Lo que el text dice ahora importa més gue lo que el autor guiso decir» (Ricoeut 1971, p. 534). La filosoffa hermenéutica defiende esta conclusidi® desde el punto de vista del propio método histérico. Gadamer afi? ma que es irrelevante cl hecho de que Is intencién del autor y q eer eer on a ore a historiador pueda recuperar la intencién, Haciendo vireud de la ne cesidad, expone una perspectiva dialégica segin la cual los text solo puedan revelarse mediante la interlocucion en un contexto het torico: «el verdadero significado de un texto cuando este le habla d intérprete no depende de la contingencia ni de quién fue su desting™, tario original. E! significado del texto esta parcialmente determinadd | por la situacién historica del intérprete y, por tanto, por la totalidad ’ del curso objetivo de la historias (Gadamer: 1975, p. 264). 3. Textos explicitos versus textos multivalentes La concentracién exclusiva del historicismo en el contexto y é la intencién esté motivada por el supuesto de que es innecesario mbit de it n : sentido de un texto en sf mismo, es decic, concentrarse ar el sentido de Om yace a este supuecto una veoria del signi. arcsemistica, Los hstorigitas fimman que el cualquiera cn una ocasion dada determina y agota 0 de eer a pranis, n0 significado textual, deviene objeto de su.signin; en palabras de Skinner, (p. ¢j. Hirsch: 1967, pp. 74, 80), forman parte de la conciencia de los autores, pero rara vez son inventadas estudi Pa texto qua. tex! Fado pragmética, n La teoria set por estos; los textos permiten la comunicacién interpersonal po, son reghas socalmente constiidis y transmits Ta linalidad del debate critico es explicitar estas reglas y mos c6mo son estas presuposiciones y no otras las que producen el ¢§ nificado de los textos. Si el razonamiento cultural esta abocado 2 me relativo, el intento de Skinner para defender la raz6n mediante’ subterfurgio empirista esta condenado al fracaso desde el principigg Solo puede preservarse la raz6n explicitando los presupuestos y- metiéndolos a debate disciplinado. Los canones valorativos se ponen, no se descubren; solo la persuasién puede llevar a los p Eiantes en el discurso a aceptar [a validez de tales cinones, Por raz6n, la interpretacion y el debate te6rico van unidos. «Admitn imposibilidad de demostrar un sistema de axiomas» escribié R mond Aaron en cierta ocasién, «no es un fracaso de 2 inteliger sino un recordatorio de sus limites» (1961, p. 106). Presson el hecho de que el epirismo ext condenado al fracato ta serie de decloacongs (0 hs que lo cbs efi de remscaciones) con tg Sivnncr sus paridanios respotden al cbateexco sobre su obra. Skinner ( por ejenplo, bz tatado de sgparsr motive inteneion,sosteniendo que St ben mg Powible conocer at motive of eo posible conocer ls ineacin Esto mane Fonocimnieno impliste dela sutonomia dels sextos, pues ahora Skint alr wet nod detyelare be intncion comprendiendo ie verdsders aaaralces xs. Peo nina cera tin mao de modo gino, Si (972, p, 408) aaa que dl solo se ha preocupade se que con independencg oF eaFio que un excltor hage a exc, ln qe escibe a de ser elevame pas Ierpretcibues no se tata Jc que la iteacton dl eestor tanga que oer la Buc ieee cca py se: Skiane limita su pretension ala tea de que centre ls BaPin@ipree be de‘cocontrarse ln tecoperacion de Jas intenclones del eset’ Seek gu exes par nea qve hi pee presen dela nay ‘eogue ssimpre sed peligroo.- para un ertco imorar ls manfesactoncs Glas del propio autor acerea de qué cs lo que evtaba haciendo on ua obra ‘onoee gut sal propio earor pdo habe equivocal al reconocer ss nen sina de ont income, bea ome de Jor Enporante segidor de Skinner en a soclologi,ecbin od mareaa por el eRetseraciones decisvas, Por employ este avr afirma ahora Gonese 1986, p. Jue cls dponiblidad fo no duponibiidad) consertual de loc vetanos descupig Sathana i ase denn ave nutans be Spence historic sean anacrOnica'o nor parce acopa al meviuble prewen Eri vesigacion textual: La prats de la propia cencia socal (ncuida Ta his os dole se Ecos slo gue fmuckas veces requere que apliquemos concept ke Recforas que ies can torment sjenoe a los genes yes creencas y conde SeEenes Seems Rurmoe Jones ¥ Skinner sigten defendindo a poscion i ‘Hic estasconctsionc se iomarah on cucots se resent avalide? dela poi BeetchS'Come ta A cote respec estoy en devda con [a obrs de Scidman (BE [en preparacion]a; [en preparaciGnb); en general, mi deuda con este autor se ~— al eslepecimiento de muchos problemas considerados en este ensayo, 4 ‘Aletander, J. C., 19828: Positiviom, Presuppositions, and Current Coniro- nandes J de Theoretical Logic in Sociology. Berkeley y Los Angeles: University of California Press. 1982b: The Antinomies of Classical Thought: Marx and Durkbeinn. 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BBinner, fue tratado como el paria de la psicologia y el resto de las Seance oe Tee sigue siendotun paria en la medida en que Skinner ba contiauado manifestando pretensionesexageradas sobre las posi- hilidades que ofrece el conductismo para crear una cultura mejor (Sinner: 1971), Pero la verdad de una ciencia y su aplicabilidad son dos cosas distintas; como verdad aceptada, el conductismo ha dejado de ser un paria: por el contrario, ahora forma parte de la corriente central de la psicologia y, por consiguiente, me tefcriré a a como Spsicologi conductista». Por otra parte, no toda Ja psicologia con- factista modetna deriva directamente de Skinners pienso, en parti- cular, en las importantes contribuciones de Albert Bandura (1969; 1973). - 2 intuicién fundamental del conductismo fue de tipo estratégi- co: en lugar de tratar de analizar la conciencia y los estados menta- les, los investigadores podrian hacer mayores progresos en psicolo- gia atendiendo a las acciones de hombres y mujeres y_a los estados Observables de los individuos y su entorno que es posible relacionar legalmente con tales acciones; este principio no solo es aplicable a hombres y mujeres, pues las proposiciones de Ia psicologia conduc- BL

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