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Por un lado, cómo enseñar literatura colonial en los cursos subgraduados de las
academias norteamericanas, en un contexto de institucionalización de los estudios
coloniales. En este sentido, es ilustrativo el título de uno de los apartados de la ponencia
que presento en LASA en el 2004: “Entre Paolo Freile y Dr. Seuss: ¿ una pedagogía para
qué y para quién?”(1). Según Restrepo, a medida que se produce este proceso de
institucionalización, van surgiendo distintos “readers” o “textbooks” que “van
estandarizando o normalizando la aproximación al campo de los estudios coloniales” (1),
donde los documentos presentados en muchos casos son traducciones al inglés del latín,
español, portugués, o distintas lenguas indígenas. Esto produce necesariamente una
aproximación homogénea al objeto de estudio, que se contradice con la heterogeneidad y
cantidad abismal de la documentación de las Indias (2). Esto da por resultado una
pedagogía paternalista, que “concibe de forma abstracta y homogénea su público lector”,
lo que “borra las asimetrías y los contextos geopolíticos que han, hasta cierto punto,
moldeado la producción de conocimiento en el hemisferio” (2). Por ello, Restrepo cree que
es necesario tener en cuenta los diferentes contextos en los cuales se enseñan los
estudios coloniales, para así “crear un currículo que no se limite a nuestros muy
privilegiados pupilos, y tenga en cuenta los jóvenes latinoamericanos, hoy un grupo que
conforma la gran mayoría de la población del continente” (2). En un sentido similar,
también señala Restrepo que no es posible entender las producción intelectual
latinoamericana durante la colonia como una simple copia de cánones europeos
(Renacentista, Barroco), sino que “through satire, irony, parody, and other jeans, creole
intellectuals appropriated and transformed metropolitan aesthetic forms, creating what has
been described as American Baroque. It is nonetheless a cultural tradition that cannot
break away completely from metropolitan aesthetics … There is, however, always room for
contestation” (“The cultures of colonialism” 64). Todo esto conforma el eje bajo los cuales
Restrepo cree que es necesario plantear la enseñanza de la literatura colonial en los
cursos subgraduados en las universidades norteamericanas.
Por otro lado, Luis Fernando Restrepo también se ha interesado por el proceso de
reindigenación muisca que se viene dando en Colombia, reforzado por el marco
institucional de la nueva Constitución de 1991. Este proceso también lo vincula con su rol
como académico en una universidad norteamericana. Los muiscas o chibchas son
considerados son considerados como las culturas fundacionales de lo que hoy es
Colombia, pero en la historiografía oficial y en los diversos estudios que se hacía sobre
ellos hasta hace muy poco, se los consideraba como desaparecidos. Su población en el
momento de la conquista se estima en menos de medio millón de habitantes, y su
explotación fue una de las bases del sistema colonial (Restrepo, “Indigenismo e
Indianismo de tema muisca (chibcha)” 1). De esta manera, hispanizada, pauperizada y
marginada, “su relación con Occidente es testimonio de la violencia organizada e
institucionalizada que representa el proyecto moderno europeo” (“Indigenismo” 1). Sin
embargo, no fueron ni eliminados ni asimilados totalmente, por lo que hoy en día, al
amparo de la nueva carta constitucional y el auge de los movimientos indígenas a nivel
nacional y continental, los muiscas están reconstruyendo su memoria y su comunidad.
Restrepo relaciona este tema con la forma en que el tema indígena ha aparecido en la
literatura colombiana, en los libros de textos y en la historiografía oficial. Los muiscas son
los “antepasados” del pueblo colombiano, y la exaltación de sus mitos y grandeza pasada
contrasta con un país que básicamente ignora, margina y desprecia sus comunidades
indígenas actuales (“Indigenismo” 3). Se monumentaliza lo muisca y se lo presenta
monolíticamente, como parte del pasado pre-hispano, sin invitar a ningún tipo de
asociación crítica entre el pasado y el presente. Se puede ver esta actitud en los
documentos que publica en su página de Internet el Museo del Oro en Bogotá, Colombia,
tema al que también se refirió Luis Fernando Restrepo en su presentación en la
conferencia. Según declara el catálogo, las preguntas que organizan la actividad nacional
e internacional del Museo son: “¿QUIENES SOMOS? ¿Tenemos los colombianos un
pasado que nos identifique, que respalde nuestro sentimiento nacional?” (1). Se enfatiza
el afán pedagógico del museo, ya que no solo organizan actividades para los escolares,
sino que se realizan encuentros con los maestros, para que “puedan preparar a sus
pupilos antes, y aprovechar la experiencia después de una visita” (2). Entre los objetivos
del Museo se señala el enseñar al escolar “que hay y ha habido culturas diferentes a la
nuestra, y que sin embargo por ser distintas no son menos respetables, que podemos
aprender de otras gentes, admirar sus obras y enriquecernos con las soluciones que ellos
han descubierto por diferentes caminos” (3). Como se ve, desde la perspectiva del museo
se traza una completa división entre el pasado indígena pre-colombino y la cultura
hispana, como si no hubiera habido ningún tipo de conexión, influencia o relaciones entre
ellas. La violencia que implicó el contacto entre las dos culturas se deja totalmente de
lado, y en ningún momento se menciona que esas culturas de las cuales se exhiben
objetos puedan tener algún tipo de presencia en la actualidad.
Luego Restrepo relató el encuentro que sostuvo con Correa, un intelectual muisca, y
cómo este le manifestó que no él y su pueblo no querían convertirse en un objeto de
estudio, en un objeto para ser disecado. Esto lo llevó a él a sentirse no tanto en un diálogo
sino en un monólogo, por la necesidad que tuvo de escuchar respetuosamente lo que
Correa tenía para decirle; y a preguntarse cuáles eran los desafíos que ambos
enfrentaban para convertir la conversación en un diálogo, a sentir la necesidad de crear
un espacio para el diálogo.
Los muiscas, continuó Restrepo, por un lado son vistos como el pasado, pero por otro
están en todas partes. Como ejemplo puso el Salón Dorado del Museo del Oro, que
parece casi una caja fuerte, una especie de recreación del mito del Dorado, a donde se
entra acompañado por un guardia. Esta instalación poco tiene que ver con el mundo de
afuera, no sólo porque para los muiscas el oro es sagrado, sino también por las
constantes protestas indígenas que se registran cada día en Colombia porque el gobierno
retiene el dominio del subsuelo. Esto es especialmente importante teniendo en cuenta que
en muchos de estos territorios existen importantes reservas de petróleo o, irónicamente,
oro negro.
Luego de su presentación, base mi entrevista en dos cuestiones. Por un lado, en
profundizar cual era su posicionamiento en cuanto profesor de la academia
norteamericana respecto del movimiento muisca y, al mismo tiempo, la relación entre esto
y la práctica de la enseñanza, y por el otro, en conocer más a fondo este proceso en sí
mismo. La siguiente es una transcripción editada de la entrevista que sostuve con Luis
Fernando Restrepo, realizada el 28 de octubre del 2004.
3-¿Cómo abrir este multiculturalismo de una forma, como vos decís, negociada? ¿Cómo
pueden tener su espacio autónomo sin aislarse? Si gran parte de la opresión que estos
grupos han sufrido ha pasado por su explotación como fuerza de trabajo en el mercado,
parte de cómo revertir este proceso también va a pasar a un nivel económico, ¿cómo ves
vos esta negociación entre autonomía, integración o no, estado, sociedad civil, la esfera
pública, el juego político, etc.?
4-Con respecto a la enseñanza, vos hablabas en una de tus ponencias sobre pedagogía
de la liberación o el gato en el sombrero para tus estudiantes. ¿Cómo haces vos para
trasladar todo esto que me estás diciendo a tus alumnos de una universidad pública de
Arkansas, que seguramente debe tener sus particularidades, estando dentro del Bible
belt?
El problema que yo tengo cuando se habla de pedagogía en los Estados Unidos es que lo
meten a uno dentro de una supuesta metodología de enseñanza, y piensan que la
pedagogía es eso. A mí se me hace que una de las preguntas básicas de la enseñanza
es ¿para qué y para quien?
Para qué y para quien, o como hacer para que puedan pensar críticamente. Para mí eso
es pedagogía.
LFR (risas): Esa es la pregunta del millón. Es un gran reto, que no se cierren y que no
piensen que uno los está atacando, como si fuera un ataque a Estados Unidos. Yo creo
que todavía no he resuelto esto, aunque yo viva en este país (de hecho, por casualidad,
nací aquí) y tenga la doble ciudadanía, todavía no me siento cómodo. Para mí es muy
existencial, ¿yo que estoy haciendo allá? Por el otro lado, veo que parte del gran futuro de
América Latina está en que haya mejores relaciones latinoamericanas. Entonces esto ya
lo justifica. Yo vuelvo a cada rato a la frase de Martí: “Mas vale que la conozcan para que
no la desdeñen”. A veces los estudios latinoamericanos significan conocerlo para
explotarlos mejor, pero yo tengo un cierto idealismo de que estoy haciendo un trabajo
para que haya reconocimiento. Al mismo tiempo esto permite que uno explore muchos
temas. Ahora estoy dando una clase que es “Memoria y trauma en América Latina”, y es
una oportunidad para uno mismo para sentarse y reflexionar sobre Latinoamérica, no sólo
sobre Colombia sino sobre todo América Latina. Hace poco, en un curso de cultura de
tercer año estaba pasando un video sobre las Madres de Plaza de Mayo, un estudiante
terminó llorando y yo también. Duele. Ya son los muertos de uno, como latinoamericano.
Creo que hay una conciencia de solidaridad ahí muy importante. Y algunos de los
estudiantes también responden. En mi clase de trauma, algunos respondieron
conservadoramente, pero otros en cambio se interesaron. Hay uno que está trabajando
sobre la impunidad en Uruguay, otro sobre cosas de México. Esto los va abriendo.
5-Vos hablabas de una producción que en realidad no es una producción muisca, es una
producción criolla, que muestran a los muiscas como este pasado monumentalizado y
perdido en el tiempo. ¿Qué tipo de difusión tiene la producción cultural muisca
contemporánea dentro de Colombia?
Hay una colección de poemas, y un par de libros que han recopilado. Hasta aquí es lo que
hay de producción escrita. Lo que si hay mucho de tradición oral, es aquí donde desde los
años treinta se han venido recogiendo, sobre todo leyendas, aunque a veces no las
llamen muiscas. Además, hay que tener en cuenta que se trata de un grupo muy pequeño
que para muchos ya han dejado de existir, o se han hispanizado. Entonces no hay mucho
que yo conozca.
Hay que pasar de la falacia de los libros de historia que dicen que los muiscas son
nuestros antecesores. Yo creo que hay que ir a matizar esas historias, por eso para mí es
muy importante ir a enfocarme en un caso específico, para ver esa especificidad y para
ver esos procesos que se han hecho de apropiación. Cuando uno empieza a averiguar
como ha sido la relación con el estado colonial y con el estado republicano, comienza a
ver que ha habido continuidades en este proceso, teniendo en cuenta cual es el interés de
la sociedad hegemónica. Entonces uno puede ver como van a negociar esos territorios. Al
mismo tiempo, hay que hacer ver como Colombia no va a tener paz hasta que no se
produzca este reconocimiento. Hay que relacionar todas estas luchas con la situación
crítica de Colombia.
Muchas gracias.
Luego de la conferencia de Luis Fernando Restrepo, y de la charla que mantuve con él, y
también leyendo bibliografía para preparar este trabajo, reafirmé convicciones propias y
me surgieron algunas preguntas. Respecto a las convicciones, lo más importante respecto
a Restrepo me parece la forma en que el problematiza su lugar de enunciación (la
academia norteamericana), lo acepta, pero al mismo tiempo se pregunta qué se puede
hacer desde aquí. No pretende ocupar un lugar en el cual siente que no encajaría (el de
activista), pero eso no lo desvincula de su país de origen y su contexto histórico, ni lo
hace ver a los textos como letra muerta, desvinculados del presente.
2. Respecto del proceso de reconstrucción del pueblo muisca: entre los polos
asimilación y aislamiento, ¿cómo participar del juego político sin ser absorbidos por las
reglas de juego impuestas por el poder hegemónico?
3. Sin entrar en un análisis puramente marxista de la situación, lo cierto es que por las
circunstancias especiales de este pueblo, y su inserción forzada en un ámbito urbano,
muchos de ellos se han proletarizado. ¿Cómo tomar entonces en cuenta este factor en
comunidades que todavía se autoidentifican como campesinas?