Vous êtes sur la page 1sur 7

Al leer el libro de Barocio, me encuentro frente a dos disyuntivas del siglo XXI,

además de hacerme recordar respecto a la forma en como fui educada durante mi


infancia, una educación que dista mucho de lo que propone la autora, sin embargo
para temas relacionados con la educación son bastante útiles, pero antes de
entrar en el tema debo reflexionar sobre las primeras ideas que vinieron a mi
mente al leer el libro, ¿Qué es la infancia y porque debemos disciplinar a los
niños?

Cuando pensamos en la más tierna infancia nos enfocamos en aquellos recuerdos


que nos producen ternura, un bebé tomando pecho de su madre, un niño haciendo
travesuras, pero, como menciona Mannoni (1991) cuando los niños empezaban a
caminar, se los tenía sujetos, como se lleva de riendas a los caballos. Y cuando
eran más pequeños aun, se los enganchaba a la pared para quitarlos del alcance
de las ratas o para que estuvieran más al calor, el calor que se desprendía del
fogón alto en la sala de estar. También se los dejaba suspendidos cuando los
mayores se marchaban a trabar. Antes del siglo XIX, para la mayoría de los
adultos los niños eran como animalitos de compañía o de cría según se los amara
o no (Mannoni, 1991: 26).

Entonces, la idea de la infancia surge a finales del siglo XIX en donde al niño se le
da su espacio. Pero esto es muy relativo. Tiene un espacio material más amplio,
pero su espacio relacional afectivo se ha reducido (Mannoni et). Cuando hablo de
una crisis, me refiero precisamente a esta crisis de la familia, en donde los padres
se han distanciado del niño, en donde lo han abandonado en un espacio social a
su suerte, pero es un espacio vacío, un lugar en donde el niño ya no puede
convivir con sus padres, se encuentran en un estado de crisis que ha sido
determinado por la gloabalización (Touraine, 2001).

Si pensamos que la familia es la estructura de la sociedad (Engels, 1962),


pensando en términos económicos, sociales y culturales, y que históricamente han
sido las familias las encargadas de formar a las futuras generaciones y así
sucesivamente durante cientos de años, pero en pleno siglo XXI, la modernidad
nos ha alcanzado, una modernidad que se caracteriza por el consumismo, la
inmediatez y las relaciones superfluas, en donde la fragilidad de los vínculos
humanos es más parecida al estado de los líquidos (Bauman, 2005). Si pensamos
en un líquido, los líquidos adoptan la forma que indica el recipiente que los
contiene, pero también es cierto que los líquidos no pueden ser contenidos
eternamente ya que estos buscaran una forma de diluirse del recipiente que los
contenga, por ello Bauman hace referencia a la sociedad liquida refiriéndose a una
sociedad que no puede ser contenida.

Si atendemos a estos dos factores en el desarrollo de los individuos, tenemos por


un lado una familia en crisis, una sociedad en crisis, una paternidad en crisis, por
lo tanto me atrevo a decir que nos enfrentamos a una niñez en crisis, una niñez
que ha ganado su espacio personal pero ha perdido la compañía de los adultos.

Estas reflexiones nos llevan indudablemnete a pensar que el mundo de los niños
es totalmente diferente al mundo de los adultos, los niños viven en un mundo en el
cual el adulto decide que es lo mejor para él, bajo la creencia de que el niño no
sabe que es lo mejor para sí mismo, además de que se le pide al niño
comportarse como adulto, el niño crece en un sistema autoritario rígido y definido
por los adultos, como menciona (Barocio, 2004) en el sistema autoritario el niño
tiene claro sus límites y sabe las consecuencias de no obedecer, sin embargo en
pleno siglo XXI y con lo que vemos día a día en la calle o lo que escuchamos de
nuestros vecinos o hijos, podríamos preguntarnos ¿los niños siguen viviendo en
un sistema autoritario?

Por extraño que parezca el niño vive bajo un esquema autoritario, que quizás ha
cambiado sus formas, pasamos de no permitirle al niño moverse al polo opuesto,
dejamos que el niño haga lo que quiera y un polo aún peor “ignoramos a los
niños”. Todos ellos siguen siendo sistemas autoritarios, me refiero a que son
autoritarios ya que no se le pregunta al niño que es lo que el preferiría, el adulto
decide dejarlo hacer lo que él quiera, decide castigarlo o decide ignorarlo por
mencionar algunas de las formas actuales de autoritarismo infantil.
Entonces, ¿Qué papel juegan los padres y la escuela en el desarrollo de estos
niños?

De forma empírica puedo decir que las escuelas están llenas de niños con
problemas, y esta afirmación la hago por los comentarios que he escuchado de
vecinos, pero también al buscar información encontramos que en una
investigación realizada por la Universidad del Valle de México en el año 2012,
(Barrera & Bautista, 2012), encontraron una investigación realizada por Aláez,
Martínez y Rodríguez (2000), cuyo objetivo fue evaluar las tasas de prevalencia de
ciertos trastornos psicológicos y su relación con la edad y sexo en una muestra de
niños y adolescentes. En 404 sujetos menores de 19 años (265 varones y 139
mujeres), con promedio de edad de 9.77 años, evaluados durante un periodo de
dos años, los problemas o trastornos más comunes fueron los de conducta
(23.0%), depresión (14.6%), ansiedad (13.3%), específicos del desarrollo (12.7%)
y eliminación (9.7%). Adicionalmente, al correlacionar el sexo y el tipo de
trastorno, los más comúnmente presentados, en el caso de las mujeres, fueron
depresión (22.3%), conducta (21.0%), ansiedad (16.5%), especí- ficos del
desarrollo (9.4%) y sueño (6.5%). En el caso de los varones, fueron los de
conducta (24.2%), desarrollo (14.4%), eliminación (12.8%), ansiedad (11.4%) y
depresión (10.6%).

Como podemos observar en los datos estadísticos obtenidos por Aláes, los
trastornos psicológicos en los niños van de leves a severos, aunque las
estadísticas pueden ser alarmantes, recordemos que el núcleo que constituye el
andamiaje de un niño está integrado por tres grandes esferas.
ESCUELAS
PADRES

PARES

Estas tres esferas ayudan al niño a desarrollar habilidades sociales, cognitivas,


emocionales y de relaciones interpersonales, pero como hemos expuesto hasta el
momento, estas tres esferas se encuentran en crisis, la familia esta desintegrada,
las escuelas no saben como trabajar con los niños y los niños desarrollan menos
habilidades para relacionarse entre ellos, y aunque la autora propone una
educación consciente en la cual se encuentre un punto de equilibrio entre el
autoritarismo y la permisidad, no debemos perder de vista que el problema real se
centra en la crisi por la cual están pasando estas tres esferas.

Vivimos en un mundo en donde los adultos ya no quieren comportarse como


adultos, en donde los niños ya no se comportan como niños y en donde las
personas encargadas de las escuelas no tienen la capacidad de trabajar con niños
en estado de crisis, por ello pensar en un punto medio entre el autoritarismo y la
permisividad es un panorama bastante complicado.

Aunque la autora propone tres pilares para lograr lo que ella denomina como una
educación consciente (Barocio, 2004) que es el punto de equilibrio entre el
autoritarismo y la permisividad, a este punto de equilibrio ella lo denomina
educación consciente, y para lograr este punto de equilibrio en la educación
consciente propone:

- Capacitar alentar y confiar


- Expectativas abiertas y amor incondicional
- Cultivo de la autoestima y disciplina con amor

Aunque la perspectiva de incluir estos tres ejes se centra en el aprendizaje de los


padres bajo un modelo diferente, debemos poner énfasis en las crisis actuales de
la familia, desde una perspectiva personal, hablamos entonces de la
reestructuración cognitiva de los padres, por lo tanto nos lleva a realizar la
siguiente pregunta, ¿los padres están preparados para cambiar su modelo
educativo? ¿Las escuelas están preparadas para modificar la forma autoritaria de
enseñanza en las escuelas? Al realizar estas preguntas recordemos lo que
plantea Fromm, en su libro el miedo a la libertad, en donde menciona que las
inclinaciones humanas más bellas, así como las más repugnantes, no forman
parte de una naturaleza humana fija y biológicamente dada, sino que resultan del
proceso social que crea al hombre. En otras palabras, la sociedad no ejerce
solamente una función de represión, aunque no deja de tenerla, sino que posee
también una función creadora. (Fromm, 2005: 33), los pilares propuestos por
Barocio tendrían que ser pensados desde la socialización además de que otro
problema de pensar en estos tres pilares es que el grado de autoconciencia entre
los seres humanos varia, y cuando hablamos de la autoconciencia se plantea un
problema que es esencialmente humano: al tener conciencia de si mismo como de
algo distinto de la naturaleza y a los demás individuos, el individuo debe sentir
necesariamente su insignificancia y pequeñez en comparación con el universo y
con todos los demás que no sean él. (Fromm, 2005: 41).

Retomo lo propuesto por Fromm, ya que lo propuesto por la autora respecto a la


autoestima necesariamente se debería trabajar con el despertar de la conciencia y
desde la perspectiva de Fromm sería hacer consciente a los individuos de su
conexión con el todo, lo que podría implicar un nuevo rubro de capacitación para
los padres, maestros y todas las personas que trabajen con el niño, por lo tanto,
antes de pensar en educación consciente o disciplina con amor, el padre o
cualquier persona dedicada a la educación de los niños debería pasar por un
proceso de autoaprendizaje y desarrollo humano en donde sea capaz de
desarrollar de manera personal los pilares que propone la autora.
Por otra parte el pensar en el amor incondicional, debemos retomar al autor que
escribió respecto a este concepto Carl Roger, el planteamiento que realiza Rogers
en su libro Terapia personalidad y relaciones interpersonales menciona un
concepto anterior al de amor incondicional que consideraría la base de lo que
posteriormente se denomina amor incondicional, que es la “necesidad de
consideración positiva de sí mismo” que es una necesidad secundaria adquirida
que se relaciona con la necesidad de consideración positiva de parte de otros
(Rogers, :43) en otras palabras, lo que propone Rogers es que el individuo debe
desarrollar en sí mismo la capacidad de considerar a los demás como entes
positivos, lo que nos liberaría de prejuicios y razonamientos incorrectos respecto
de las personas y por lo tanto del mundo que nos rodea, lo que facilitaría el
proceso de socialización entre pares.

Para concluir, hay algunos conceptos que comparto con la autora, además de ser
un libro que sirve de guía para padres de familia y maestros, y que invita a una
reflexión más profunda respecto a una de las temáticas más escabrosas del siglo
XXI, la educación de los infantes y su desarrollo, sobre todo en una sociedad que
se empeña en controlar, contener y normalizar a los individuos al más estilo del
panóptico que describe (Foucault, 1975).

Disciplinar a un niño con amor, es una propuesta que pone de manifiesto escuchar
los deseos de los niños, pero repito, considero que son los padres, maestros y
todas las personas que tratan con niños los primeros en recibir algún tipo de
orientación o capacitación respecto a esta temática, para que en un futuro
podamos tener resultado positivos.
BIBIOGRAFÍA

Barocio, Rosa (2004) Disciplina con amor: como poner límites sin ahogarse en la
culpa. México: Editorial Pax

Foucault, Michell (1975) Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión. México: Siglo


veintiuno editores.

Fromm, Erich (2005) El miedo a la libertad. México: Paídos.


Mannoni, Maud (1991) “La educación imposible”. México: siglo XXI

Rogers, Carl R. (1978) Terapia, personalidad y relaciones interpersonales.


México: Ediciones Nueva Visión. P.p. 30

Zigmunt, Bauman (2007) Vida de consumo. México: Fondo de cultira Económica.


P.p. 43-60

Barrera, P, Bautista, E. Trujillo, A. (2012) Prevalencia de problemas psicológicos


detectados en un centro de educación y desarrollo humano. Consultado el 16 de
septiembre de 2017 en: https://www.cneip.org/documentos/2.pdf

Vous aimerez peut-être aussi